
2 minute read
Tallas, tallitas y tallones
Por: Félix López 2
¨ ¡Tallas, tallitas y tallones! ¨ Con una pequeña carcajada provocada por el sutil albur, fue que mi día en el tianguis de ¨la Texcoco¨ tomó un poco de color, llevaba cerca de dos horas entre el tumulto de gente y lonas para proteger los puestos del sol o la posible lluvia. Apenas había encontrado aquello por lo que había venido; letreros chuscos de puestos de verdura y fruta, en mi galería había 4 o 5 fotos que podrían servir, pero empecemos, valga la redundancia, por el principio:
Advertisement
Con el reloj marcando el medio día, pedí al chofer de la combi que me bajara en el McDonald’s, ahí empecé mi travesía por el tianguis; con apenas un vástago de puestos en el suelo con algunas chácharas de interés común, llamó mi atención unas figuras de Yu-Gi-Oh en un pequeño puesto de juguetes usados, después de verlos de reojo pensé en regresar por ellos (si es que no había gastado mi dinero) al final del día, aunque sabía que no los sacaría de mi mente, junto a la idea de comenzar a coleccionar figuras.
Mas delante, adentrado en la jungla de ¨Güeritas y marchantas¨ reconocí a lo lejos el humo del cigarro proveniente de un puesto conocido (muy conocido), aquel lugar donde me había gastado tantas veces mis ahorros y alimentado mi colección de discos, así me acerqué con las expectativas tan altas como de encontrar (como en mi última visita) alguna rara edición argentina de Andrés Calamaro o algún disco con el que pudiera ganar dinero. Pero lo único que encontré fue desilusión, no había nada, o al menos algo que llamara mi atención, así continúe intentado buscar entre
2 Estudiante de la carrera de Periodismo y comunicación den el Centro Universitario Tlacaélel Campus Ixtapaluca
los puestos algo para llevar a casa como trofeo, revisé todo lo que pude; tres puestos de discos y uno de comics pero seguía sin encontrar satisfacción en alguna pieza.
Con nada más que los bolsillos llenos de tristeza (y algunas fotos) decidí regresar al principio con la convicción de comprar aquellas figuras de Yami y el Mago Obscuro que había visto al inicio del día. Tomé la combi de regreso, ya que casi tres horas y media de caminata habían cansado mis pies, por fin llegué a aquel puestecillo de juguetes y cuando tomé las figuritas me di cuenta que realmente no me gustaban nada, su rostro estaba mal pintado a pesar de ser originales. Así, de nuevo con nada más que decepción y tristeza me fui de aquel tianguis que tantas satisfacciones me había dado otros días, me fui, pensando en regresar.