El equipo humano de Los Tiempos. Una casa periodística es ante todo el emprendimiento intelectual de un equipo humano: Dirección, Redacción, Administración, Talleres, Rotativa y Comercialización conforman una cinta circular que se retroalimenta constantemente para dar ese producto colectivo que es nuestro matutino.
Staff
Es difícil registrar la nómina actual de un personal tan numeroso, pero en nombre de todos, vamoa recordar a quienes nos antecedieron. En el pasado, bajo la conducción de nuestros fundadores, Los Tiempos tuvo destacados intelectuales como Eduardo Ocampo Moscoso, Juan Pereira Fiorilo, Jesús Lara,
Impreso en Editorial Canelas a los 10 días del mes de septiembre de 2008 Dirección: Fernando Canelas Diez de Medina Texto y edición: Ramón Rocha Monroy Fotografías: Rafael Balderrama, Archivo Los Tiempos Diseño y diagramación: Tito Jorge Burgoa Arnez Publicidad: Wenddy Paco, Juan Carlos Revollo
Rafael Peredo, Ángel Torres, José Medrano, Samuel Mendoza, Osvaldo Iriarte, Ramiro Julio Crespo, Carlos Heredia Guzmán, Alfredo Medrano, José Nogales Nogales, Mirta Sánchez, Mirta Fernández, Freddy Espinoza, Jaime d’Mare, Henry Mendoza, Roberto Fernández, Ernesto Daza, Walter Gonzales y tantos otros.
65° Aniversario. Los Tiempos cumple 65 años de vida siguiendo el legado intelectual y moral de sus fundadores: de izquierda a derecha, Demetrio, Julio César y Carlos Canelas Canelas.
65 años de libertad de expresión
Los Tiempos en ejercicio de las libertades democráticas La figura y carácter de don Demetrio Canelas ha signado el alma de Los Tiempos y le ha dado un rumbo que no ha variado jamás en 65 años de vida La historia de Los Tiempos en sus primeros 65 años de vida es un ejercicio de las libertades democráticas en busca de la normalidad institucional frente a diversas formas de autoritarismo y decisiones arbitrarias del poder. Desde su fundación, a Los Tiempos le tocó enfrentar el período histórico de mayores convulsiones sociales y acontecimientos históricos de nuestra vida republicana, pues las grandes transformaciones se produjeron desde la posguerra del Chaco y en sus emba-
tes muchas veces estuvieron a punto de naufragar el Estado de Derecho, las libertades democráticas y, en particular, el ejercicio de la prensa libre. Hay un debate no resuelto sobre quiénes son los sujetos de la historia, si los grupos sociales o los líderes; pero en la historia de un periódico no hay dónde perderse: los sujetos de esta historia son el director, cuya calidad intelectual y moral es decisiva para caracterizar la línea, la presencia y el prestigio del periódico
en el seno de la sociedad, lo que a su vez influye en la relación del periódico con el poder. A ello contribuyen todos y cada uno de los miembros de la casa periodística con su aporte de talento, genio e ingenio que dan profundidad y espesor a esta construcción colectiva. En esta línea de análisis, la figura y carácter de Don Demetrio Canelas ha signado el alma de Los Tiempos y le ha dado un rumbo que no ha variado jamás en 65 años de vida.
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El primer editorial
Declaración de principios Aquel 16 de septiembre de 1943 en que sopló el primer hálito de una vida larga y difícil, Don Demetrio escribió un célebre editorial que es el parteaguas más claro y expreso entre un antes y un después en el ejercicio del periodismo boliviano. Don Demetrio señaló la posguerra del Chaco como el escenario en el cual el periodismo había abandonado “la función tribunicia” que los había convertido en “instrumentos de combate”. Tal como ocurrió en el cese de fuego de la guerra, ese viejo periodismo había “silenciado fuegos y arrinconado su vieja fusilería de percusión”. El nuevo periodismo ya no fue tribuna de libelistas, propagandistas y pasquineros, tan comunes desde los albores de la Independencia. “La parte trascendental de la vida no está en lo que uno piensa sino en los hechos cotidianos que acontecen”, y sobre ellos se debe hablar “con alguna mayor imparcialidad…para ilustrar y documentar la conciencia pública, antes que para asumir el papel de conversor y catequista”. Esta regla de oro formulada por Don Demetrio Canelas trasuntaba el principio básico del periodismo
Uno tiende a comparar a Don Demetrio con el Ciudadano Kane, sólo que el personaje creado por Orson Welles quizá no hubiera podido bogar en un “diario libre” sobre el tormentoso mar de la política boliviana moderno, al cual se agregó un corolario: “informar con asiduidad y honestidad profesional” para que el público forme “sobre los hechos ocurrentes su propio criterio” y un principio: “Un público bien informado es la mejor defensa para la moral y el orden político.” Uno tiende a comparar a este patricio boliviano con el Ciudadano Kane, sólo que el personaje creado por Orson Welles quizá no hubiera podido bogar en un “diario libre” sobre el tormentoso mar de la política boliviana.
Don Demetrio Canelas fue un hombre público y un político de principios; no en vano fundó el Partido Republicano Genuino, junto a la egregia figura del Dr. Daniel Salamanca, tribuno de acrisolada y puntillosa vocación por el imperio de la ley y del Estado de Derecho. Fue dignatario de Estado en varias oportunidades y bien pudo haber accedido a la Primera Magistratura del país, pero la estructura íntima de su personalidad lo inclinó por la profesión más emblemática de una democracia: el periodismo. Con esa vara hay que medir la inmensa decepción que debió sentir al ver asaltada y destruida la obra de su creación y al aceptar que la vida no le daría una nueva oportunidad. Tuvieron que pasar catorce años para que su hermano, Don Carlos Canelas Canelas, saliera por los fueros de la casta familiar y echara nuevamente a navegar esta nave periodística. Por eso la historia de Los Tiempos es una saga de la familia Canelas iniciada por don Demetrio, el fundador; secundada por Julio César y Carlos; y continuada hoy por la segunda y tercera generación de esta ilustre familia.
Un siglo de periodismo. Don Demetrio inició su labor periodística en 1901. En 1907 fundó La Prensa, cuyo nombre recuperó la familia Canelas al abrir un prestigioso diario de circulación nacional. Sentado, al centro, Demetrio Canelas con militantes del Partido Republicano que rodean a Daniel Salamanca.
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De la vasta obra de Don Demetrio, hemos seleccionado al final 14 principios del periodismo libre (Pág. 40).
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Una página del periodismo boliviano
Cómo nació Los Tiempos
Primera sede. En este edificio funcionó Los Tiempos hasta el 9 de noviembre de 1953 en que fue asaltado y destruido por las hordas oficialistas. Poco después abrió allí sus puertas el Correo.
A casi cuatro décadas de sus primeras notas periodísticas, don Demetrio vio la oportunidad de abrir un periódico en Cochabamba utilizando equipos que habían pertenecido al diario La Razón, cuyo propietario era el empresario minero Carlos Víctor Aramayo. En junio de 1943 se produjo el traslado de la maquinaria al cuidado del linotipista Sixto Araníbar y, poco después, llegaron a nuestra ciudad los jóvenes linotipistas: Alfonso Salazar, Eduardo Capriles, Miguel Torrico, Andrés Coronado, David Fernández, Alberto Ríos, Mario Quiroz, Humberto Torrico y el citado Sixto Araníbar, entre otros que recuerda don Alberto Ríos Cortéz, también miembro del equipo. Alfonso Salazar era el jefe del grupo y Walter Durán junto a H. Cámara los prensistas. El taller y la prensa de Los Tiempos fueron instalados en una casa de la calle Hamiraya casi esquina Ecuador, con dos linotipos, una intertipo y una prensa rotoplana que también doblaba los periódicos. El primer número tenía que salir el 14 de septiembre de 1943, en las efemérides cochabambinas, pero el ajuste de la maquinaria usada se prolongó por dos días más y así Los
A sólo tres meses de su apertura, Los Tiempos fue clausurado por el gobierno del Presidente Peñaranda y don Demetrio, detenido y conducido a La Paz Tiempos nació el 16 de septiembre de 1943. Pronto los editoriales de don Demetrio Canelas concitaron la atención de los lectores por su actitud crítica insobornable por su línea democrática contra los excesos del poder y la corrupción, y Los tiempos extendió sus ventas a La Paz, Oruro, Santa Cruz y las provincias próximas a Cochabamba. A sólo tres meses de su apertura, Los Tiempos fue clausurado por el gobierno del Presidente Peñaranda y don Demetrio, detenido y conducido a La Paz. Reabierto Los Tiempos, don Demetrio continuó guiando la nave con mano firme y por el mismo rumbo de lucha por el respeto a las libertades democráticas. Tras varios años de funcionamiento, Los Tiempos se trasladó a su nueva sede ubicada
en la calle General Achá esquina Junín, donde prosiguió su labor crítica e informativa hasta aquel aciago 9 de noviembre de 1943 en que fue asaltado y destruido por una turba movimientista, y don Demetrio, deportado nuevamente a La Paz. Los Tiempos permaneció clausurado durante catorce años; en ese lapso, don Demetrio continuó con su labor de crítica al poder y apego a los principios democráticos con que había fundado la única organización política a la que perteneció: el Partido Republicano. No halló condiciones favorables para la reapertura de esta casa periodística y falleció en 1964; pero allí estaba su hermano Carlos para recuperar el legado de su hermano mayor, y no bien la situación política se hizo propicia con la caída del MNR, preparó la resurrección de Los Tiempos que se produjo el 19 de julio de 1967.
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Los Tiempos permaneció clausurado durante catorce años; en ese lapso, don Demetrio continuó con su labor de crítica al poder y apego a los principios democráticos con que había fundado la única organización política a la que perteneció: el Partido Republicano
La reapertura significó un salto tecnológico al off set y una nueva sede ubicada en la calle Santiváñez, donde permaneció este diario hasta la inauguración del Edificio Los Tiempos, donde funciona dotado actualmente de tecnología digital de punta.
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El mar agitado del periodismo boliviano
Qué Tiempos aquellos
La segunda sede. Don Demetrio adquirió el inmueble de la calle Santivañez con la mira puesta en la reinauguración de Los Tiempos, que reinició sus ediciones en esta sede, a partir del 19 de julio de 1967.
Fundar y cultivar el periodismo libre al margen del favor oficial o del financiamiento de la oposición fue una hazaña inusual en nuestra historia La colaboración singular de Demetrio, Julio César y Carlos Canelas Canelas fundó una tradición periodística similar a la de la familia Gainza Paz, en Argentina, o a la de la familia Edwards, en Chile. La agitación política del siglo XX fue el mar de tormenta en el cual la mano firme de los tres hermanos evitó que la nave de Los Tiempos naufragara. Demetrio y Julio César fueron los periodistas de cepa, mientras Carlos era el hombre de gerencia y administración. Fundar y cultivar el periodis-
mo libre al margen del favor oficial o del financiamiento de la oposición fue una hazaña inusual en nuestra historia. Sin embargo, la persecución política, la constante amenaza de intervención y clausura y las penurias financieras no consiguieron doblegar los ánimos de los hermanos Canelas. Con todo, diez años después de su creación, Los Tiempos sufrió el asalto, destrucción y clausura política de sus instalaciones por
una turba oficialista que incendió el rico acervo bibliográfico y archivístico del periódico. De 1953 a 1969 se sucedieron los trámites en busca de una indemnización pública que nunca llegó. La Sociedad Interamericana de Prensa acompañó los esfuerzos de la familia y, por fin, el 19 de julio de 1967 Los Tiempos resucitó. Lo que sigue es el recuento biográfico de esta saga familiar, que reunió a un importante grupo humano de intelectuales.
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Semblanza de un gran periodista
Demetrio Canelas Canelas Demetrio Canelas Canelas (1881-1964) nació un 7 de abril en la Hacienda San Pablo, heredada de sus mayores, ubicada cerca de San Benito, provincia Gualberto Villarroel del Departamento de Cochabamba y murió en Cochabamba un 8 de noviembre, cuatro días después de la caída del gobierno de Paz Estenssoro. Dicen que al enterarse del golpe contra el MNR, don Demetrio comentó: “¡Por fin ha caído el monstruo!” Hijo de José Manuel Canelas y Teodosia Canelas, era el mayor de nueve hermanos: Demetrio, Julio César, Manuel José, Cristóbal, Luis, Mercedes, Candelaria, Isabel y Carlos. Fue soltero, abogado, diputado y ministro, pero ante todo, periodista.
Hijo de José Manuel Canelas y Teodosia Canelas, era el mayor de nueve hermanos: Demetrio, Julio César, Manuel José, Cristóbal, Luis, Mercedes, Candelaria, Isabel y Carlos. Fue soltero, abogado, diputado y ministro, pero ante todo, periodista Este maestro de la comunicación inició su carrera periodística a principios de 1901 en “El Heraldo”, de Cochabamba, cuando era estudiante de la Facultad de Derecho de la Universidad Mayor de San Simón, donde se graduó de abogado el 14 de agosto de 1904 y dio examen de competencia para dictar cátedra. En 1903, a sus 23 años, fue Redactor-Jefe en “El Heraldo” de Cochabamba, fundado por el Dr. Francisco Velarde en 1877. Desde muy joven descolló por su intensa actividad de animador cultural en el Centro Patriótico, que reunía a los intelectuales de la época. Allí disertó sobre literatura e historia. Fue redactor editorialista de “El Ferrocarril”, que dirigía el Dr. Fernando Quiroga Salamanca. Fundó “La Prensa” el 9 de abril de 1908 y en sus editoriales difundió su vocación de ejercer el periodismo libre, sin compromisos con el oficialismo ni con la oposición, que luego marcarían la línea invariable de Los Tiempos en sus 65 años de vida. La oposición a la firma del Tratado de Paz firmado con Chile el 20 de octubre de 1904, durante el primer gobierno de Ismael Montes, lo aproximó políticamente al Dr. Daniel Salamanca Urey, con quien fundó, años después, el Partido Republicano Genuino.
Crítico del entreguismo. Desde los inicios de su carrera periodística, don Demetrio fue un crítico acerbo del Tratado de 1904, por el cual sentenciamos nuestro enclaustramiento marítimo. Desde entonces, Los Tiempos fue celoso defensor de la Tesis Reivindicacionista en el tema del mar.
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Don Demetrio fundó “La Patria” de Oruro, subdecano de la prensa nacional, el 19 de marzo de 1919, diario del cual fue director y editorialista. Desde sus primeras ediciones enjuició en forma sostenida la política conciliatoria y entreguista a Chile del montismo liberal, cultivando los principios republicanos de defensa intransigente de la heredad nacional. “La Patria” fue exponente inclaudicable de la reivindicación marítima de Bolivia y vigía permanente de los derechos políticos y las libertades por cuya vigencia y respeto sostuvo luchas memorables y enfrentó vejaciones y hostilidad que llegaron a los extremos del asalto y destrucción de sus talleres y oficinas”, dice el Dr. Joaquín Espada.
En esa temprana experiencia, don Demetrio cultivó su invariable línea de tolerancia ideológica, de indiscriminación a redactores, colaboradores e intelectuales, de respeto por las ideas ajenas, de libre y elevado análisis de las cuestiones nacionales e internacionales, según el valioso testimonio del Dr. Joaquín Espada. Siendo director de La Patria, en 1919 organizó y presidió el primer congreso de periodistas de Bolivia, al cual asistieron quienes serían luego personalidades del periodismo nacional. Durante el gobierno del Dr. José Gutiérrez Guerra (1917-1920), a raíz de la dura represión contra periodistas y opositores, don Demetrio publicó una serie de títulos bajo el título de “La Armenia Boliviana”, que concitaron la atención de la ciudadanía, al punto que el pueblo de Sucre lo invitó a visitar la capital y rindió homenaje a su valentía e integridad periodística entregándole una luma de oro. En esa época, don Demetrio escribió en “El Republicano”, de Cochabamba. Don Demetrio fortaleció la labor intelectual del Dr. Daniel Salamanca y ambos fueron los primeros promotores de la Descentralización Administrativa, postulado fundamental del Partido Republicano, como lo demuestran los documentos publicados en “El Republicano” en 1921 y 1925, que fueron presentados al Presidente Carlos Blanco Galindo para que sean incluidos en la Constitución de 1931. El Proyecto de Descentralización Administrativa quedó en suspenso por el estallido de la Guerra del Chaco y fue recogido en sus líneas originales durante el gobierno del Lic. Jaime Paz Zamora (1989-1993), que sirvieron de sustento para la promulgación de la Ley respectiva. Cuando dirigía el diario “La Patria”, don Demetrio fue exiliado a la Argentina en 1928, durante el gobierno del Presidente Hernando Siles. Desde allí envió duras críticas contra el prorroguismo del régimen de Siles. El Partido de la Unión Republicana, fundado en Oruro en 1914, fue la primera organización política que postuló la reforma agraria, el voto universal y la nacionalización de las minas, petróleos y ferrocarriles. Daniel Salamanca expuso la validez teórica de esos postulados en la convención republicana de 1916 y fue secundado por don Demetrio en sus editoriales, como que en 1931 fue elegido diputado por los trabajadores mineros de Llallagua, Uncía y Siglo XX. David Alvéstegui en su obra “Salamanca” y Guillermo Lora en su “Historia del Movimiento Obrero Boliviano”, período 1900-1923, confirman estas afirmaciones del Dr. Joaquín Espada.
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Entre 1932 en que se inició la guerra del Chaco y 1943, año de la fundación de Los Tiempos, Demetrio Canelas fue parlamentario, Ministro de Guerra y Canciller de la República. Durante los regímenes militares de la posguerra, Don Demetrio volvió al periodismo y de ese modo decidió fundar este periódico en Cochabamba. Una demora imprevista hizo que el primer número saliera dos días después de las efemérides del 14 de septiembre de 1943. El libro “Historia de diez años de periodismo” (1960) testimonia las vicisitudes que sufrió Los Tiempos desde su fundación, por la labor crítica que ejerció durante el régimen de la Logia Radepa y el MNR hasta el asalto y destrucción del 9 de noviembre de 1953. El Dr. Daniel Salamanca denunció la injerencia de los miembros de la Logia Bolivia en el curso de la guerra, y señaló a los generales Montes, Quintanilla y Osorio como altos miembros de esa institución masónica creada en 1931, a la cual habría pertenecido también el por entonces soldado Víctor Paz Estenssoro. En la posguerra del Chaco, don Demetrio defendió la gestión presidencial de Daniel Salamanca y siguió la influencia de las logias en los gobiernos militares de la posguerra. En la serie titulada “Problemas bolivianos”, don Demetrio escribió una verdadera autopsia de la política nacional, desentrañando las causas últimas de nuestra agitada vida política con probidad intelectual y moral. Durante el gobierno de Busch, don Demetrio fue confinado a la isla de Coati para evitar que se opusiera a la firma del Tratado de Paz con el Paraguay, que sancionó la pérdida del Chaco Boreal. Durante el gobierno del General Enrique Peñaranda, la intervención del diputado
¿Cómo no consagró la ciudadanía boliviana al doctor Demetrio Canelas como mandatario lógico de sus destinos y negocios con el conocimiento tan cabal que tenía de su conducta cívica catoniana, de su abnegación bolivianista y de su sapiencia de hombre de Estado de la eminencia que exigían las supremas necesidades a resolver para restructurar todos los factores prósperos de la nacionalidad? Joaquín Espada
Demetrio Canelas en la interpelación de octubre y noviembre de 1943 a raíz de la masacre de Catavi (1942) fue decisiva para precipitar el golpe del 20 de diciembre de 1943 que permitió el ascenso al poder del My. Gualberto Villarroel. El Dr. Joaquín Espada revela que Villarroel consultó a don Demetrio para que se hiciera cargo de la Presidencia de la República; ofrecimiento que el ilustre tribuno y periodista desechó. A fines del sexenio 1946-1952 que se inició con colgamiento del Presidente Villarroel, don Demetrio enjuició los errores de “la junta militar gastronómica del general Hugo Ballivián”, en páginas plenas de ironía. Producida la revolución del 9 de abril de 1952,
don Demetrio acompañó a Jules Dubois, redactor del diario “Chicago Tribune” y presidente del Comité de Libertad de Prensa de la Sociedad Interamericana de Prensa, de la cual fue dirigente, para reclamar ante el gobierno del Dr. Víctor Paz Estenssoro por la confiscación del diario “La Razón”, de propiedad del empresario minero Carlos Víctor Aramayo, cuyas minas fueron nacionalizadas medio año después de la revolución de 1952. En julio de 1953, don Demetrio advirtió en un editorial sobre los aprestos de los universitarios que, a través de asambleas, crearon las condiciones para la confiscación de Los Tiempos. El estallido de un complot de Falange Socialista Boliviana en noviembre de ese año, sirvió de pretexto para asaltar y destruir los talleres y oficinas de Los Tiempos y la valiosa biblioteca y archivo de don Demetrio en noviembre de aquel año. Los Tiempos funcionaba en la esquina de las calles General Achá y Junín, donde luego se abrió la oficina de Correos. Don Demetrio fue conducido a La Paz y sólo la intervención de Jules Dubois, de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), consiguió su libertad y aun salvarle la vida, como reconoció el gran periodista boliviano. Don Demetrio viajó a Nueva York pero, ya de retorno al país, se estableció en una casa de sus mayores ubicada en el actual Parque La Torre; luego construyó una casa en Pucara, donde estableció una granja avícola.
Don Demetrio Canciller. De izq. a der., el Canciller Demetrio Canelas, el Presidente Daniel Salamanca y el Presidente del Perú Augusto B. Leguía.
El matonaje político no es una novedad. La he conocido desde que tengo uso de razón. Mal podría yo cometer la injusticia de atribuir al MNR la invención de esta fauna de nuestra democracia, que tampoco es exclusivamente boliviana. Los bolivianos compartimos de esta excrecencia tropical de la democracia latinoamericana, con otras varias naciones del hemisferio. El aporte del MNR se reduce a haber incorproado a las mujeres en las filas del matonaje.
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Demetrio Canelas
Desde el exilio y luego en el país, don Demetrio continuó su labor esclarecedora y crítica del régimen movimientista hasta su deceso en 1964. La vida le alcanzó para ver la caída de su principal enemigo político, pero no pudo asistir a la resurrección de Los Tiempos, ocurrida catorce años después.
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Otro mensaje de actualidad
Julio César Canelas Julio César Canelas Canelas nació en Cochabamba el 14 de noviembre de 1898 y murió en Cochabamba a poco menos de un siglo de vida fecunda. Hizo estudios de primaria en el Instituto Americano y de secundaria en el Colegio Nacional Sucre. Desde muy joven escribió poesía y ganó premios literarios estudiantiles. Prestó el servicio militar en el Regimiento Ballivián, de La Paz. Se casó con doña Elsa Saenz de la Oliva. Sus hijos fueron Jorge y Fernando Canelas Saenz. Jorge heredó la calidad y la línea periodística de la familia y fue director del matutino La Razón y del Semanario Pulso,
Julio César Canelas irrumpió en la vida política y periodística en las postrimerías de los 20 años de régimen liberal, que fue sustituido en el poder por el Partido Republicano, fundado en Oruro el 3 de enero de 1914 por Daniel Salamanca y Demetrio Canelas, entre otras personalidades que fundó. Demetrio, Julio César y Carlos fueron los hermanos mayores de la familia Canelas y juntos desarrollaron el oficio periodístico y editorial. Vivieron entre Cochabamba, Oruro y La Paz. Don Julio César hizo sus primeras armas en La Patria, fundada por Demetrio Canelas el 19 de marzo de 1919; en ese medio fue, sucesivamente, corrector de pruebas, redactor de noticias sociales, reportero, redactor y Director entre 1922 y 1937 en períodos interrumpidos por sus actividades empresariales y los continuos exilios, deportaciones y compromisos que le deparó su activa vida política. Dirigió asimismo El Republicano, de Cochabamba; La Patria, de Cochabamba; El Diario, de La Paz entre enero y julio de 1946. Fue el primer Director de Los Tiempos, luego subdirector y nuevamente director, alternando con don Demetrio, en los períodos en que éste fue Diputado y Ministro de Estado. Julio César Canelas dirigió, en suma, seis diarios en Cochabamba, Oruro y La Paz, e hizo incluso una edición de La Patria en Antofagasta, Chile, cuando fue desterrado junto a otros periodistas y obreros de ese diario. Fue diputado, ministro, embajador y agudo comentarista político. Según Ángel Torres, fue un arquetipo del periodista de la prensa brava y política.
Un bravo periodista. Don
Julio César Canelas fue Diputado, Ministro, Embajador y agudo comentarista político. Según Ángel Torres, fue un arquetipo del periodista de la prensa brava y política.
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El 21 julio de 1946 se encontraba preso en el Panóptico Nacional por cuestiones políticas y con serio riesgo de su vida. El mismo día que colgaron al Presidente Villarroel, Julio César Canelas fue liberado y sacado en hombros hacia la plaza Sucre. A punto de retornar a Cochabamba, el sucesor en la Presidencia, Dr. Tomás Monje Gutiérrez, lo nombró Ministro de Defensa. A su probidad y espíritu humanitario se debe la suspensión inmediata de los rigores a que eran someti-
dos los presos políticos en el Panóptico, según testimonia el Cnl. Francisco Barrero en su libro sobre la Logia Radepa. Como sus hermanos, Julio César Canelas fue hombre de principios. Antes de que se fundara Los Tiempos, vivió en primera línea las vicisitudes del periodismo en una época en que la prensa servía para subir y bajar gobiernos y correr la suerte de ellos. Por entonces, el contenido fundamental de la prensa eran las notas políticas, los brulotes, los sueltos, los libelos infamatorios y las polémicas. Eran frecuentes los lances de honor a primera sangre entre directores de diarios opositores, dignatarios de Estado y jefes de policía, que recurrían a la censura, el empastelamiento de las ediciones y la clausura de los diarios opositores con la consabida confiscación de los talleres de impresión. Años de beligerancia, censura, presiones, cargas explosivas, golpizas anónimas, detenciones, confinamientos, destierros, que agitaron la vida de este patricio tan importante en su quehacer periodístico como sus hermanos. Por entonces el periodista se formaba en el mismo diario, primero como corrector de pruebas, aprendiz del oficio como en cualquier taller, pues no había periodistas de escuela o de facultad. Don Julio César alternaba sus estudios de Derecho con el oficio de periodista autodidacta, para llegar a las cimas de esta noble profesión.
Una agitada vida política Julio César Canelas irrumpió en la vida política y periodística en las postrimerías de los 20 años de régimen liberal, que fue sustituido en el poder por el Partido Republicano, fundado en Oruro el 3 de enero de 1914 por Daniel Salamanca y Demetrio Canelas, entre otras personalidades. Su primera tribuna fue La Patria, de Oruro, fundada en 1919 para enarbolar la reivindicación marítima contra el practicismo del régimen liberal que precipitó la firma del Tratado de 1904 con Chile y reprimió duramente a sus críticos y opositores. El 12 de julio de 1920 en que fue derrocado el Dr. José Gutiérrez Guerra, último gobernante del Partido Liberal, Demetrio Canelas fue uno de los triunviros del nuevo gobierno junto a Bautista Saavedra, que a la postre fue Presidente. Saavedra repitió los errores de los liberales al ejercer la violencia contra sus críticos, entre ellos, Julio César Canelas. El republicanismo se fraccionó y en 1922 el Presidente Saavedra clausuró diarios en Oruro, La Paz, Cochabamba y Potosí, entre ellos, La Patria; al mismo tiempo que puso en prisión a directores y
redactores y les siguió procesos por el delito de subversión. Julio César, junto a cuatro redactores y cuatro trabajadores manuales fueron deportados a Antofagasta luego de la clausura del diario orureño de la familia Canelas. De retorno a Cochabamba, dirigió El Republicano, órgano opositor. Fue célebre la broma de Inocentes que hizo al dar cuenta de la dimisión del Presidente en página interior, como un despacho desde La Paz. La Fiscalía lo procesó y fue desterrado por segunda vez. Fue elegido diputado por la provincia Abaroa en 1932, a instancias de Daniel Salamanca. Éste envió a su sobrino Augusto con la misión. De inicio, Julio César no aceptó la candidatura porque prefería ejercer el oficio de periodista, pero cedió cuando Daniel Salamanca le replicó que él tampoco quería ser Presidente. En una muestra del pundonor y la honestidad de la prensa de entonces, don Julio César cerró el diario La Patria para ser candidato y tuvo que prestarse dinero para costear su campaña.
El 21 julio de 1946 se encontraba preso en el Panóptico Nacional por cuestiones políticas y con serio riesgo de su vida. El mismo día que colgaron al Presidente Villarroel, Julio César Canelas fue liberado y sacado en hombros hacia la plaza Sucre En 1940 fue nuevamente diputado en cuatro legislaturas sucesivas. Dos años después ocurrió la masacre de Catavi, en diciembre de 1942, cuyo costo político para el Presidente Peñaranda fue el golpe de estado de diciembre de 1943 por el cual fue depuesto. Entretanto nació este diario, su primer director fue Julio César Canelas y su primer gerente, don Carlos Canelas; el escritor Jesús Lara fue jefe de redacción. Tres meses y cuatro días después ascendía al gobierno el My. Gualberto Villarroel. Las críticas al gobierno Radepa-MNR desencadenaron represalias oficialistas y amagos de lan-
ces de honor. En julio 1945, junto al subdirector, Juan Antonio Barrenechea, Julio César fue detenido y trasladado en avión a la isla de Coati, de donde fue confinado a Sorata.
Muy estimado por los distribuidores. El trato cotidiano que tiene un periodista con los voceadores, le ganó la estima de la trabajadora más antigua del gremio.
Su agitada vida periodística se resintió con el asalto y destrucción de Los Tiempos en noviembre de 1953; restituidas sus ediciones, don Julio César mantuvo la columna Mirador, que mostró su talento periodístico como analista político. Demetrio Canelas no pudo asistir a la vindicación y reapertura del diario que fundó, pero Julio César pudo secundar la obra de su hermano, don Carlos Canelas, y acompañarlo con colaboraciones periodísticas y consejos hasta su muerte.
La Sociedad Interamericana de Prensa Después de su hermano Demetrio, don Carlos Canelas fue Vicepresidente de área, para Bolivia, de la Comisión de Libertad de Prensa de la Sociedad Interamericana de
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Ejemplo de tesón y firmeza. Don Carlos fue el artífice de la reaparición de Los Tiempos, pese a que el Estado no le otorgó una justa indemnización por el asalto de 1953. Aun así, con sus propios recursos y créditos bancarios, remozó el equipamiento de este matutino con la primera prensa offset de Cochabamba.
El artífice de la reaparición de Los Tiempos
Carlos Canelas Canelas Carlos Canelas Canelas (1905- 1999) nació en Cochabamba un 28 de agosto de 1905 y murió con el siglo un 30 de diciembre de 1999. Hijo de José Manuel Canelas y Teodosia Canelas, era el menor de nueve hermanos: Demetrio, Julio César, Manuel José, Cristóbal, Luis, Mercedes, Candelaria, Isabel y Carlos. Se casó con Doña Bertha Rosa Tardío y tuvieron siete hijos: Carlos, Alfonso, Eduardo, Gonzalo, Fernando y Enrique; la única hija falleció a temprana edad. Hizo sus estudios de primaria en Cochabamba y de secundaria en el Colegio Simón Bolívar, de Oruro, donde fue su condiscípulo el futuro presidente Víctor Paz Estenssoro, y salió bachiller del Colegio Nacional Sucre, de Cochabamba. Prestó su servicio militar en Oruro en 1924, donde su hermano Demetrio había fundado el diario La Patria en 1919 y concurrió más tarde a la guerra del Chaco como oficial de artillería. Debía proseguir estudios de Economía en Alemania pero lo hizo en Chile a instancias de su hermano Manuel José, allí residente, y los continuó en su tierra natal. A su retorno, se interesó en la vida periodística de sus hermanos Demetrio y Julio César, alternó su residencia entre Cochabamba, Oruro y La Paz e integró la agrupación “Los
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La vigorosa acción empresarial de Don Carlos permitió que, a la caída del régimen movimientista, la Editorial de su fundación asumiera el desafío de reabrir Los Tiempos Trece”, integrada por quienes luego serían connotados protagonistas de la vida nacional. Estalló la guerra del Chaco; su hermano Demetrio era Ministro de Guerra y luego Canciller del gobierno del Presidente Daniel Salamanca, pero Carlos no usó de esas influencias y se alistó en La Paz donde fue destinado al Colegio Militar para seguir un curso rápido de oficiales. Así obtuvo el grado de subteniente y fue asignado al Grupo de Artillería N° 10, donde participó en acciones importantes, como la de Kilómetro 7. Tres años después fue desmovilizado como oficial de reserva con el grado de Teniente de Artillería. Al inicio de la posguerra retomó sus emprendimientos industriales y en 1936 fundó la
Editorial Carlos Canelas, que publicó, entre otras, la primera edición de “Repete”, novela de Jesús Lara sobre la contienda. Don Carlos fue también gerente de Editorial América y fundó la revista quincenal “Sucesos”, cuyo jefe de redacción fue Alberto García Cabruja. Paralelamente fundó la Hacienda Angostura, que fue primera productora de leche del Departamento y mecanizó la agricultura. Las dos editoriales publicaron hasta los años 60 alrededor de 40 títulos, entre ellos: “Sobre el problema nacional y colonial de Bolivia (1962, de Jorge Ovando Sanz, “Simón I. Patiño, un prócer industrial (1964), de Manuel Carrasco; “Melodramas auténticos de políticos idénticos”, de Jorge Suárez; “Imágenes de ayer” (1975), de Armando Montenegro; “Mensajes y memorias póstumas (1976) de Daniel Salamanca; “La verdadera Adela Zamudio (1981), de Gabriela Taborga de Villarroel; además de las ediciones de Los Amigos del Libro. La vigorosa acción empresarial de Don Carlos permitió que, a la caída del régimen movimientista, la Editorial de su fundación asumiera el desafío de reabrir Los Tiempos. En principio, él y su hermano Julio César retomaron el juicio iniciado en 1954 para pedir una indemnización al Estado; no obstante, la
demora burocrática indujo a don Carlos y a su hermano Luis a financiar por su cuenta la nueva rotativa y maquinaria off set para reanudar las ediciones del periódico. La indemnización no llegó jamás pero el desafío había sido asumido con grandes riesgos financieros. La memoria de la familia Canelas conserva el último actuado del trámite de indemnización. Es la Resolución Camaral N° 151106 que dictó el Senado el 10 de septiembre de 1969, que dice: “Se crea una comisión pericial para establecer y evaluar los daños y perjuicios ocasionados por la destrucción del diario Los Tiempos de la ciudad de Cochabamba, publicada en el N° 474 la Gaceta Oficial de 20 de octubre de 1969. Dicha Comisión jamás fue conformada debido al golpe militar del General Alfredo Ovando Candia (26 de septiembre de 1969, que clausuró el Congreso) luego de la trágica muerte del Presidente Barrientos el 26 de abril de aquel año. De este modo, Los Tiempos volvió al escenario nacional con créditos bancarios.
Avatares de Los Tiempos En la primera época de Los Tiempos, Don Carlos Canelas Canelas acompañó a sus hermanos Demetrio y Julio César como gerente de esta casa periodística. Su vocación por la administración le permitió llevar adelante empresa tan difícil, con una inversión de riesgo pues en la década 1943-1953 Los Tiempos y el país vivieron momentos de inestabilidad política e incertidumbre económica que fueron confirmados con el vandálico asalto, la clausura y el amordazamiento impuesto en noviembre de 1953 por los milicianos del régi-
Como el héroe homérico, los hermanos Canelas enfrentaron la adversidad con coraje y decisión de persistencia porque los sostuvo invariablemente la pureza de sus principios e ideales men movimientista. Ya en 1936, don Carlos había fundado y dirigido la Editorial Carlos Canelas y una empresa agropecuaria que sirvió de garantía para contraer créditos destinados al equipamiento de este diario. Su firme empeño y su acrisolada honradez fue un puntal para la difícil obra intelectual y política de Demetrio y Julio César Canelas. Catorce años después del asalto a las instalaciones de Los Tiempos, Don Carlos pudo vindicar la obra de sus hermanos, restituyendo a la circulación este diario el 19 de julio de 1967, con maquinaria nueva que inauguró en Cochabamba la tecnología del off set (Presencia ya lo había hecho en La Paz), y luego de constituir a Los Tiempos en uno de los tres diarios nacionales más grandes y de mayor circulación desde su sede inicial en la calle Santiváñez, tuvo todavía energías para lanzarse al emprendimiento mayor de construir el Edificio Los Tiempos, premiado por el Municipio como la mejor edificación de Cochabamba en su momento, donde actualmente funciona este prestigioso diario. Pero quizá la heredad más importante que
conservó y cultivó fue el apego de los hermanos Canelas a los principios, a la integridad intelectual y moral y a la ética periodística, al pensamiento libre y a la libertad de expresión, virtudes todas que orientaron el rumbo de Los Tiempos en estos 65 agitados años de fecunda labor periodística, secundada por un selecto equipo de trabajadores y colaboradores. Alfonso Canelas Tardío destaca que, en apego a esta línea, ningún miembro de su familia, por tres generaciones, ha sido militante de ningún partido, aunque obviamente tengan, en lo individual, preferencias políticas que, sin embargo, no comprometen la línea de libertad de pensamiento de Los Tiempos. Según se conserva memoria, el primer ejemplar de Los Tiempos tenía ocho páginas tamaño estándar y salió a la luz en Cochabamba, el 16 de septiembre de 1943, bajo la dirección de Don Julio César Canelas y la gerencia de Don Carlos Canelas. Al hacer realidad su profunda vocación por el periodismo libre, quizá no intuyeron la dramática odisea que iniciaban por el proceloso mar de la política boliviana, plagada de adversidades, detenciones injustas, sobresaltos económicos y políticos, confinamientos, exilio, destrucción física y saqueo de la inmensa biblioteca y archivo familiar. Pero, como el héroe homérico, los hermanos Canelas enfrentaron la adversidad con coraje y decisión de persistencia porque los sostuvo invariablemente la pureza de sus principios e ideales.
Los descendientes recuerdan que Don Carlos, al igual que la familia Patiño, fue pionero en la introducción de ganado Holstein, que revolucionó la producción lechera en el valle cochabambino
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Puntualidad, trato fino y caballeroso y bondad personal son los atributos más recordados por quienes tuvieron la suerte de trabajar bajo sus órdenes en Los Tiempos
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Primera década de Los Tiempos En esa primera década que se extendió del 16 de septiembre de 1943 al 9 de noviembre de
La compañera de su vida. Doña Bertha Rosa Tardío de Canelas acompañó a don Carlos en las vicisitudes más extremas de la agitada vida política nacional. En noviembre de 1953, don Carlos permaneció en el Panóptico Nacional durante siete meses. La entereza de su esposa fue un puntal de la familia, y un ejemplo para sus hijos. Por estas circunstancias, la situación económica de la familia no fue bonancible. Quizo el destino que doña Bertha Rosa pudiera asistir al mayor emprendimiento de don Carlos, que fue el renacimiento de Los Tiempos. En la foto doña Bertha Rosa junto a don Carlos Canelas.
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Sociedad Interamericana de Prensa. Así como don Demetrio, don Carlos fue Vicepresidente de Área del Comité de Libertad de Prensa de la SIP para Bolivia, función que luego estuvo a cargo de su hijo Alfonso. El Comité elabora un infome anual sobre el estado de la libertad de prensa en cada uno de los países afiliados.
[n] El 19 de julio de1967, Los Tiempos volvió a remontar vuelo hasta constituirse en un faro de la libertad de prensa y de pensamiento en Bolivia
1953, Los Tiempos funcionó en la casa ubicada en la esquina General Achá y Junín, donde más tarde se instaló la oficina de Correos. Desde allí, un equipo selecto de periodistas informó con precisión, objetividad e idoneidad periodística sobre los acontecimientos decisivos de nuestra historia, tales como la agitación y los debates legislativos posteriores a la llamada Masacre de Catavi, ocurrida en diciembre de 1942, el Primer Congreso Campesino, la política social del gobierno de Gualberto Villarroel, los crímenes de Chuspipata, el colgamiento del Presidente Mártir, el sexenio, las elecciones de 1951, el golpe del 9 de abril de 1952 convertido en insurrección, la nacionalización de las minas, el voto universal, la reforma agraria, el asalto y clausura de esta casa periodística.
El asalto a Los Tiempos 1953 se inició con negros nubarrones para Los Tiempos y para la economía cochabambina. Se había creado una Comisión de Reforma Agraria que elaboraba conclusiones juiciosas para evitar que fueran intervenidas las empresas agrícolas medianas, que sostenían la producción del sector. El país vivía los primeros síntomas de la inflación y la recesión provocada por la nacionalización de las minas y la consiguiente reacción en el mercado internacional; y estos aspectos habían sido materia de los análisis juiciosos y serenos de don Demetrio Canelas que no se ahorraba críticas aunque las escribía en tono mesurado y respetuoso. El 9 de noviembre de 1953 se precipitó lo que ya se temía: las amenazas expresas o veladas se materializaron cuando una turbamulta de milicianos del MNR violentaron el acceso a los talleres y oficinas de Los Tiempos, así como al departamento y la biblioteca de Don Demetrio y destruyeron y quemaron cuanto encontraron a su paso. La pérdida más lamentable ocurrió en la biblioteca, pues aparte de los valiosos volúmenes, fueron incinerados documentos históricos y ensayos políticos y literarios de
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Demetrio y Julio César Canelas. El Gobierno intentó justificar la medida aduciendo complicidad con un levantamiento de militantes de Falange Socialista Boliviana que ocurrió al iniciarse ese aciago día que fue un baldón para el gobierno movimientista que cumplía sus primeros diecinueve meses. Los testigos oculares dicen que funcionarios del Gobierno que llegaron de La Paz disputaron la conveniencia de preservar la prensa y equipos de Los Tiempos para abrir otro periódico al servicio del régimen, pero se impuso la consigna oficial: “Este diario no debe salir más. Hay que acabar con el tabú de Los Tiempos”. Los tres hermanos Canelas fueron detenidos y trasladados a La Paz, mientras sus hijos varones sufrían similares vejámenes. Don Demetrio cumplió 40 días de cautiverio y fue liberado por gestión de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Julio César y Carlos permanecieron varios meses en la cárcel de San Pedro. En enero de 1954, don Demetrio pidió al Gobierno una indemnización y una autorización para la reapertura de Los Tiempos, pero la suerte estaba echada y tuvo que tomar el camino del exilio.
Resurrección de Los Tiempos El 4 de noviembre de 1964, un levantamiento militar dio fin a doce años de régimen movimientista; cuatro días después fallecía don Demetrio Canelas con la amargura de no asistir a la resurrección del diario que fundó. Pero allí estaba su hermano Carlos para tomar la posta y reanudar la labor periodística de Los Tiempos el 19 de julio de 1967 en presencia del nuevo Presidente Constitucional, General René Barrientos Ortuño, del Vicepresidente Luis Adolfo Siles Salinas, del Prefecto Eduardo Soriano Badani y del Obispo de la Diócesis Mons. Armando Gutiérrez Granier. A las diez de la mañana se efectuó el acto pro-
tocolar y la edición circuló a partir de las 4 de la tarde, el único día de la segunda época en que la edición se atrasó para registrar la inauguración oficial. Las 44 páginas de esa histórica edición llevaban las palabras de Don Carlos Canelas y del Presidente Barrientos. Don Carlos dijo: “Hoy es para la familia Canelas un día de especial significación, porque cumplimos un anhelo largamente sentido. Como prolongación de la obra del fundador de este diario, tengo la satisfacción de volver a inaugurar el periódico para continuar sirviendo a los intereses de la comunidad local y nacional. Los Tiempos, en esta nueva etapa, continuará la línea con la que fue fundado en 1943. Señor Presidente: su gobierno tiene el privilegio de haber devuelto a la prensa su libertad de expresión.” En verdad, Los Tiempos jamás se apartó de aquella línea de periodismo libre prevista por Demetrio Canelas desde el inicio de su vida intelectual y política. El Presidente Barrientos dijo: “Con mi presencia no sólo he querido expresar a Los Tiempos mi desagravio y el de mi Gobierno, sino destacar nuestro reconocimiento a la obra visionaria de Don Demetrio Canelas, que comenzó y jalonó su vida siempre de acuerdo a la línea de sus principios. Este es el sentir de la verdadera libertad”. Mons. Armando bendijo la moderna maquinaria off set con que fue equipada esta casa periodística. Aquel histórico número 2.896 de fecha 19 de julio de 1967 del Año XI según el cómputo pendiente desde 1953, llevaba un editorial titulado Nuestro Renacer, y la columna de don Julio César Canelas bajo el seudónimo Mirador. Desde ese día y para eterna memoria, a 65 años de vida, bajo la dirección actual de Fernando Canelas Tardío, la página editorial registra invariablemente las siguientes palabras: “Fundado por Demetrio Canelas el 16 de septiembre de 1943. Fue asaltado y destruido
Obras de Demetrio Canelas. La Editorial Canelas ha emprendido la edición de las Obras Completas de don Demetrio, que actualmente tiene 4 tomos.
Una pluma sobria y vigorosa
El estilo inconfundible de Don Demetrio Canelas En su estilo periodístico asomaba el novelista atento a la realidad nacional y el biógrafo capaz de resumir en pocas frases el alma de sus personajes Sobre Ismael Montes
Germán Busch: “un Belzu de más notable extracción”
carácter”. Don Demetrio publicó en “La Noche”, en febrero de 1943, esta valiosa semblanza del Presidente Germán Busch (19371939). “De él podía decirse que era un “real hombre del Chaco”, esto es, hombre que había luchado y no uno de tantos valores ficticios que hicieron su carrera, y a veces también su fortuna, practicando alguna de las variadas formas de emboscamiento, que nos condujeron a la derrota. Es por ello que, cuando hizo su aparición como gobernante, si bien se conocía por todos su falta de preparación para las funciones de gobierno, su presencia fue saludada con simpatía”, agrega don Demetrio.
“La figura de Busch venía envuelta en un nimbo de heroicidad y juventud. En la guerra del Chaco, donde el papel de militar profesional había sido a menudo deslucido, Busch se destacó por su valor personal y se hizo estimar también por la franqueza y sencillez de su
“Además de su modestia, su franqueza, cierto aire de candor en su trato con los grandes y con los chicos, acrecentaban en torno suyo las adhesiones y simpatías. Un nuevo Belzu animado de amor a las masas desheredadas,
Ningún mandatario en el último tercio de siglo ha despertado tantas resistencias y acumulado sobre su cabeza acusaciones tan tenaces y odiosas como este presidente, de voluntad de hierro, cuya personalidad se destaca imperiosa y temible, aniquilando cuanto gira en su rededor. Ninguno de los Jefes de Estado a quienes la pasión popular sometió a sus fallos terribles ha visto como él concitarse contra sí los enconos incisivos de la oposición, siempre ardiente y obcecada.
pero de una más noble extracción puesto que habría labrado su carrera en la defensa del suelo nacional contra el extranjero y no en las guerras intestinas, surgía en el escenario histórico”, compara don Demetrio a Busch con el Presidente Isidoro Belzu (1848-1855). “Por lo demás, el joven caudillo no tenía ninguna experiencia política, ni conocimiento sobre los problemas del país y sobre el modo de resolverlos. Su voluntad era juguete de las emociones del momento. Sus amigos y sus consejeros se disputaban el dominio de sus actos. Por ello, su conducta no tuvo continuidad ni consecuencia. Tan pronto era generoso y liberal, como vengativo; tan pronto legalista y defensor del caudal público, como despilfarrador y atropellador de toda justicia. Todo dependía de la clase de hombres que en último término, inclinaban su ánimo con sus consejos o con sus perfidias”. (…) El Dr. Demetrio Canelas se entrevistó con Busch luego de realizarse la
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5ª Convención del Partido Republicano Genuino, del cual era alto dirigente. “Al salir de esta entrevista, a la cual concurrieron varios dirigentes prestigiosos de mi partido, yo dije a un amigo que me interrogó, que el Presidente Busch me había hecho la impresión de un niño sentado al escritorio de su padre”. (…) “Al día siguiente de esta entrevista, fui capturado por agentes de policía y conducido a la isla de Coati, a media noche, en una de las jornadas más episódicas de mi vida de perseguido político. El día anterior, al despedirme de él, me había dicho el Coronel Busch, estrechándome la mano afectuosamente: “Ahora que le he conocido, mi querido doctor, esté usted seguro de mi apoyo y consideración”, escribe don Demetrio, ratificando sus extraordinarias dotes de escritor, ya testimoniadas en su novela “Aguas estancadas”.
Gualberto Villarroel asumió la Presidencia [20 de diciembre de 1943] Don Demetrio recordaba que, a mediados de 1943 había oído hablar del Mayor Gualberto Villarroel como del “militar más estudioso”, al punto que el Dr. Joaquín Espada lo calificaba como “el Salamanca de la clase armada”. “Tuve impresión agradable al conocerle; su fisonomía era de rasgos atrayentes. –Sus ojos de un verde difuso, miraban con franqueza y algo de nostalgia. Después de las presentaciones, Villarroel empezó a confiar su pensamiento como si hubiéramos sido amigos de antaño”, recordaba don Demetrio en un editorial publicado en 1950. Cuando Villarroel le confió que la oficialidad joven, los Mayores de ejército, estaban en apronte contra la jerarquía militar, le mostró un cuadro agudo de rebelión. “Si nosotros no derrocamos este régimen, los capitanes pasarán sobre nosotros y lo harán. Si los Capitanes se muestran remisos, serán los Tenientes. En suma, toda la clase armada sólo espera una voz de mando”, resumió Villarroel pidiéndole un consejo a don Demetrio, por entonces diputado nacional. Don Demetrio no quiso pronunciarse. Joaquín Espada rememora una revelación de trascendencia histórica: en una entrevista de los mayores Gualberto Villarroel y Antonio Ponce Montán con el doctor Demetrio Canelas, poco antes del derrocamiento del presidente general Enrique Peñaranda Castillo, “se consultó al doctor Canelas si aceptaba asumir la primera magistratura, ofrecimiento de los militares complotados que él rechazó.” La suerte del régimen de Peñaranda estaba echada y don Demetrio señalaba tres factores adversos: el resentimiento de la oficialidad joven contra la jerarquía castrense, la insurgencia de doctrinas revolucionarias de tipo comunista y nazi-fascista y la masacre de Catavi, ocurrida en diciembre de 1942. Sin embargo, don Demetrio jamás justificó el golpe de Gualberto Villarroel, la Logia Radepa y el MNR; por el contrario, recordó una conseja bíblica que fatalmente se cumplió en los colgamientos del 21 de julio: “Los dioses ciegan a los hombres que quieren perder”.
Tres munícipes. Guillermo Urquidi, Demetrio Canelas y Jesús Aguayo, connotados militantes del Partido Republicano y municipes cochabambinos. que escribió en su infatigable carrera periodística. El pensamiento de don Demetrio está presente en los numerosos editoriales, ensayos, correspondencia y documentos políticos que escribió en su infatigable carrera periodística.
Don Demetrio jamás justificó el golpe de Gualberto Villarroel, la Logia Radepa y el MNR; por el contrario, recordó una conseja bíblica que fatalmente se cumplió en los colgamientos del 21 de julio: “Los dioses ciegan a los hombres que quieren perder” Un día después de la asunción de Villarroel, don Demetrio comentó con buena voluntad la insurgencia de los elementos jóvenes del Ejército y también de “un nuevo partido político (el MNR) cuya flamante bandera flamea en nuestro horizonte despertando esperanzas en la conciencia cívica boliviana”; un año después, escribió que “la revolución del 20 de diciembre” había levantado “los cimientos de una nueva cultura política, donde nuestra democracia logre echar sus raíces para fortificarse y producir una real evolución espiritual, moral y material”; sin embargo, pronto se desengañó, y una década después, el MNR alentó el asalto y destrucción del diario Los Tiempos.
Los crímenes de Chuspipata El 20 de noviembre de 1944, ciudadanos connotados de la época desaparecieron, fueron fusilados y lanzados al vacío en el abismo de Chuspipata, camino a los Yungas, de La Paz. La Logia Radepa, formada por militares jóvenes que combatieron en el Chaco, organizó el
atentado que perjudicó decisivamente la imagen del Presidente Gualberto Villarroel. Un año después, don Demetrio lamentaba que no se hubiera iniciado ninguna investigación calificada como una necesidad social, moral y política, a más de ser también una necesidad histórica. Don Demetrio vindicó la memoria de los hermanos Barragán, periodistas paceños que investigaron las célebres matanzas de Plácido Yañez, que sirvieron a Gabriel René Moreno para escribir su conocido ensayo histórico; y lamentó que se repitiera un hecho similar al ocurrido en nuestra “edad plutoniana”, no obstante que Bolivia había ya ingresado al cuerpo de las Naciones Unidas, “defensoras de la libertad y de la vida”. Don Demetrio lamentó que los personeros del gobierno señalados como autores por la opinión pública no asumieran defensa. Siete meses después, los hechos le dieron la razón aquel trágico 21 de julio de 1946 en el cual el Presidente Gualberto Villarroel fue victimado por una turba y su cadáver colgado de un farol de la Plaza Murillo junto a los de sus principales colaboradores.
Un concepto sorprendente de don Demetrio escrito el 3 der marzo de 1960: “No se debe suponer que abrigo algún prejuicio acerca de la capacidad del analfabeto indígena para el ejercicio de la ciudadanía. Tengo alta idea del indígena boliviano, tanto aymara como queshua, y también del selvático que puebla las hojas que confluyen en el Mamoré, que tuve ocasión de conocer en mis variados confinamientos. La capacidad de estos tipos humanos para adaptarse a las disciplinas de la vida civilizada no es inferior a la del poblador mestizo de los centros urbanos. En cambio, su honestidad natural y su buena fe les hacen más fiables que al trajinista político común. Alguna vez he dicho que Bolivia haría bien en entregar el gobierno a los analfabetos, después de la decepcionante experiencia de un siglo y pico de dominación por alfabetizados.”
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Demetrio Canelas
El gobierno de Villarroel, “pródigo en desmanes y excesos de autoridad, atentados contra la prensa y las libertades ciudadanas, originó una efervescencia popular que culminó con la revolución sin caudillos del 21 de julio de 1946. Fue un levantamiento popular, similar al del pueblo francés contra la Bastilla”, resumió don Demetrio en un editorial de julio de 1951.
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Los 13. En su juventud, don Carlos Canelas (último de la derecha) perteneció al club “Los 13” integrado por personalidades de la época, entre ellos el futuro presidente Víctor Paz Estenssoro (de pie, quinto de izquierda a derecha).
Los hijos de don Carlos. Doña Bertha Rosa, don Carlos Canelas Canelas y sus 6 hijos, el legado familiar al desarrollo empresarial y periodístico del país.
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19 de julio de 1967. A la izquierda, el Presidente René Barrientos asiste a la reapertura de Los Tiempos, luego de 14 años de haber sido intervenido. Mons. Armando Gutiérrez Granier, Obispo de Cochabamba, bendice las nuevas instalaciones junto a don Carlos Canelas. A la derecha, personalidades que asistieron al acto, entre ellas el Prefecto Eduardo Soriano Badani y don Julio César Canelas.
Nueva rotativa offset. El Presidente Barrientos, el Prefecto Soriano, don Carlos y los invitados al acto de inauguración, aprecian el funcionamiento de la nueva rotativa.
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La memoria de don Demetrio. Los hermanos Julio César y Carlos Canelas honraron en múltiples ocasiones la memoria de don Demetrio.
Uno de sus últimos documentos políticos
Bolivia en 1959 El 2 de julio de 1959, don Demetrio Canelas envió una
Una sana política debe partir de la base de reconocer y respetar la fisonomía propia de cada región del agregado nacional.
Carta Abierta al Presidente Hernán Siles Zuazo en la cual enjuicia los excesos del régimen movimientista con lucidez de visionario, en términos de una actualidad sor-
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prendente después de medio siglo. Don Melchor Pinto Parada tuvo elogiosos comentarios sobre esta carta. Señor Presidente.- Las movilizaciones armadas que se realizan estos días sobre Santa Cruz revisten los caracteres de una guerra regional y racial que compromete la unidad espiritual de la Nación y puede afectar a su integridad geográfica. Me considero obligado, en mi calidad de Presidente del Frente de Unidad Nacional, a dirigirme a Ud., como a Jefe del Estado, mediante la presente carta,
para hacer constar la inquietud que suscita esta política. El Departamento de Santa Cruz, que arrastra en sus destinos a los de Beni y Pando, atrae hacia sus grandes potencialidades de todo orden el interés de las naciones vecinas. Los ferrocarriles de Corumbá y de Yacuiba convergen hacia la capital oriental,
incorporando al distrito afluentes de actividad, de dinero y de población, en forma que Santa Cruz está convirtiéndose en el hinterland de otros Estados, debilitando sus dependencias con la Nación de que oficialmente forma parte. Este grave proceso, que se desarrolla a nuestras vistas, imparte a los sucesos que motivan esta carta una trascendencia mayor.
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El pueblo cruceño, de otro lado, por causa de su composición étnica, ajena a la infiltración de la vena incaica, y por la impronta de su hábitat, ha cultivado, y tiene derecho a ello, un modo propio de existencia que difiere en algunos aspectos de las modalidades que caracterizan la vida y antecedentes del Altiplano, desde donde se manejan, con poca ventura hasta ahora, los destinos de Bolivia.
[n] Entre los elementos
que enturbian las aguas políticas de Bolivia se ha mencionado de tiempo atrás el llamado “separatismo” de Santa Cruz. No intento analizar aquí el tema. Básteme decir que por todo lo que conozco de Santa Cruz y de los cruceños, reina en ese pueblo un auténtico sentimiento de bolivianidad, bolivianidad resentida, si se quiere, pero que se confirma precisamente por el tesón y franqueza con que se ha puesto a luchar por sus derechos y sus progresos, como parte de los progresos de la Nación misma. En este respecto, la lucha cruceña ha conquistado la simpatía boliviana, por su decisión, su hombría y, ahora, por su sacrificio. Me parece que nunca Santa Cruz ha sido más boliviana que en este singular período de nuestra historia.
Una sana política debe partir de la base de reconocer y respetar la fisonomía propia de cada región del agregado nacional. De fuentes que fluyen de sus entrañas, surgió el Comité Pro Santa Cruz, como símbolo de lo que es cruceño y como instrumento creado para romper el secular secuestro del Oriente y acelerar su incorporación a los progresos de nuestro tiempo. En el desarrollo de sus labores, las cuales, por su naturaleza misma, han estado por encima de los intereses de partido, el Comité tropezó a menudo con interferencias políticas, más propiamente partidistas, emergentes de los instintos totalitarios con que el MNR ejerce el poder. Al final, acabó por plantearse un estado de beligerancia intermitente entre el Comité y el MNR. Reiteradamente, el Comité hizo hincapié en el carácter apolítico de sus objetivos y labores, poniendo énfasis en el logro de reivindicaciones de interés departamental, campo en el cual ha dejado un récord de indiscutibles méritos. Las fricciones ocurridas cada vez, siempre tuvieron por causa, si es que mis observaciones son correctas, incompatibilidades en torno a individuos del MNR, calificados por el Comité como personas no gratas. La pugna fue planteada entre los intereses regionales, patrocinados por el Comité, y los intereses burocráticos de afiliados del MNR. Me parece que ahora mismo, cuando se han abierto todas las espitas de la difamación contra el Comité derrocado, nadie se atreve a culparle de haber obrado contra los intereses cruceños. Los cargos son de haber ofendido los intereses de los próceres del partido. Conflictos de esta índole entre entidades locales y funcionarios o próceres del partido, no han dejado de presentarse en otros distritos. Así, es notorio que en Cochabamba grupos políticos o sindicales hicieron imposible al administración de un Prefecto honorable y recto (Coronel Juan Moreira). Hace pocas semanas surgió violenta pendencia entre el Prefecto de Oruro y elementos políticos. En estos casos, el Gobierno, antes de movilizar milicias armadas, buscó soluciones apaciguadoras. Tengo la impresión, Sr. Presidente, que en el caso de Santa Cruz, después de varios ensayos para un modus vivendi transaccional, usted logró formar el equipo administrativo presidido por el Sr. Hugo Méndez Ibáñez
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Esta carta no es reservada, sino un documento político, manteniendo yo mi derecho de publicarla en el momento que juzgue oportuno, sea que merezca o no el honor de una respuesta. como Prefecto y el Sr. Guillermo Ariñez, como Alcalde, equipo que tuvo el tino de cultivar relaciones cordiales y cooperativas con el Comité, al punto de haber llegado a firmar un pacto solemne, por el cual el Comité resultó constituyéndose en una rama de la administración local, para el resguardo del orden público, prometiendo su acatamiento al Gobierno constituido. Este feliz desideratum, que debía haber sido celebrado como un gran triunfo político y como la iniciación de una era benéfica para el Orienta, para la Nación y para la suerte misma del MNR, fue, sin embargo, el punto de partida de una violenta campaña, abierta desde los ambientes oficiales de La Paz, no solamente contra el Comité, sino contra los funcionarios firmantes del pacto pacificador, a quienes se acusó como traidores del MNR. Ellos fueron presionados a renunciar a sus funciones, como lo hicieron, mientras la propaganda oficialista anunciaba a tambor batiente la “retoma” de Santa Cruz. Esta campaña se ha hecho extensiva contra todos los Comités locales, donde se cultiva el amor al campanario y se promueve el progreso, o por lo menos se cree hacerlo. Estos organismos, en la mayoría de los casos son de antigua data. En los últimos tiempos, al haber sido abolido el Poder Municipal y haberse desnaturalizado el carácter representativo del Parlamento, ellos habrían podido jugar un papel importante, como intérpretes de la conciencia cívica de cada pueblo y de sus necesidades, frente al vacío de las instituciones propias del régimen democrático. Aunque estos Comités han quedado reducidos, en general, a una existencia agónica, los planes del Gobierno parecen haberlos condenado a inexorable desaparición. El Comité Pro Santa Cruz, advertido del peligro, dirigió instancias clamorosas a los Poderes Públicos, a la Nunciatura Apostólica, el Cuerpo Diplomático, a la OEA, a la Prensa, para que alguna mediación pudiera todavía ponerse en juego para evitar la catástrofe. Después de estos antecedentes, han ocurrido los hechos que, a partir del viernes 26 de junio, tienen conmovida a la República. Estos hechos no son conocidos sino a través de las tendenciosas y procaces campañas de las gacetas oficiales. La censura de prensa y radio ha obstruido todo canal responsable de información. Tengo para mí que es preferible ignorar los detalles. Según publicaciones oficiales, el Gobierno “ha consolidado plenamente el orden y la
paz en Santa Cruz”, quedando ahora solamente la tarea de “aplicar sanciones ejemplares a Melchor Pinto y sus secuaces”. Con estos ecos que oímos de las propias voces del Gobierno, tenemos suficiente para darnos cuenta de la gravedad de los problemas que ha hecho surgir esta política. Cualquiera que sea el final de esta temeraria cacería humana, terminada la limpieza de las huestes unionistas y exterminada la última guerrilla cruceña, se levantarán peligros internos e internacionales mayores, peligros que, por su naturaleza, no podrán ser dominados por las milicias hoy victoriosas, ni por el Gobierno mismo. Entre los elementos que enturbian las aguas políticas de Bolivia se ha mencionado de tiempo atrás el llamado “separatismo” de Santa Cruz. No intento analizar aquí el tema. Básteme decir que por todo lo que conozco de Santa Cruz y de los cruceños, reina en ese pueblo un auténtico sentimiento de bolivianidad, bolivianidad resentida, si se quiere, pero que se confirma precisamente por el tesón y franqueza con que se ha puesto a luchar por sus derechos y sus progresos, como parte de los progresos de la Nación misma. En este respecto, la lucha cruceña ha conquistado la simpatía boliviana, por su decisión, su hombría y, ahora, por su sacrificio. Me parece que nunca Santa Cruz ha sido más boliviana que en este singular período de nuestra historia. En todo caso, si como lo ha denunciado una y otra vez la palabra oficial, existiera en aquel pueblo una corriente separatista, las proezas bélicas de esta temporada habrían catalizado esa corriente, en profundidad y extensión, llevándola tal vez más allá de nuestras fronteras. Me he tomado la libertad de transmitir a usted las precedentes consideraciones que interpretan el pensamiento de los ciudadanos que forman el Frente de Unidad Nacional y el mío. Estos ciudadanos eran o son afiliados de diferentes partidos políticos. Algunos entre ellos son ajenos a toda militancia política. Por lo tanto, la actitud que este documento define, no debe vincularse con partido alguno, ni coalición de partidos. Ellos se pronunciarán cuando quieran o puedan hacerlo. Nos presentamos como simples bolivianos, unidos por el destino y el corazón a la suerte de la Patria que nos ha dado el ser. No dudamos que usted, si bien hombre de partido, tiene un corazón boliviano y quisiéramos que Dios le ayude a encontrar una salida para la grave crisis presente. Esta carta no es reservada, sino un documento político, manteniendo yo mi derecho de publicarla en el momento que juzgue oportuno, sea que merezca o no el honor de una respuesta. Presento a Ud., Señor Presidente, mis altas consideraciones. Firmado: Demetrio Canelas.
El Faro de Los Tiempos. Por su ubicación en una de las áreas más espaciosas de Cochabamba, el edificio Los Tiempos semeja un faro de la libertad de prensa que orienta el ejercicio del periodismo libre en Bolivia.
El legado familiar
En buenas manos La familia Canelas constituyo un linaje periodístico que
Siguiendo las enseñanzas de Le Corbusier acerca del crecimiento vertical de una ciudad, el Arq. José G. Prada Montaño edificó una de las primeras estructuras de aluminio con vidrios reflexivos que atenúan el impacto de los rayos ultravioleta, no obstante que se trataba de un material caro. Tuvo también en cuenta que las especies arbóreas de la Plazuela Quintanilla habían sido clasificadas por el sabio naturalista Martín Cárdenas. La construcción se alzó sobre 252 pilotes más las columnas del sótano, bajo la dirección del Ing. Juan Marcus. Se tardó 18 meses en la estructura. El lobby fue construido con mármol oscuro para realzar el busto de don Demetrio esculpido por Alejandro Guardia. El Arq. José G. Prada es hijo del reconocido pintor don Raúl G. Prada. Estudió en el célebre Pratt Institute, de Nueva York. Diseñó los edificios más vistosos y estéticos de nuestra ciudad, entre ellos el Edificio COMTECO, en el Paseo del Prado.
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hoy se prolonga felizmente en los sucesores La obra periodística e institucional de Demetrio, Julio Cesar y Carlos Canelas Canelas inauguró una tradición familiar seguida por la segunda y tercera generaciones con verdadera devoción. El Edificio Los Tiempos es la infraestructura más vistosa de todos los medios del país, pero el secreto de
este matutino está en su legado espiritual y su capital humano. Como los Gainza Paz, en Argentina, o los Edwards, en Chile, la familia Canelas constituyo un linaje periodístico que hoy se prolonga felizmente en los sucesores, quienes, unidos a un destacado grupo de periodistas, colaboradores, administradores
y técnicos, sostienen el prestigio de Los Tiempos. Lo que sigue es un recuento breve de los aportes periodísticos y empresariales que hicieron todos y cada uno de los miembros del clan familiar.
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Alfonso Canelas Tardío Alfonso Canelas Tardío hizo sus estudios secundarios en la Argentina, de 1958 a 1962, y en principio se propuso estudiar Medicina en Buenos Aires; pero al final se inclinó por el legado familiar del periodismo. Don Carlos Canelas había alternado sus emprendimientos con la actividad de difusión de la Editorial Carlos Canelas, fundada en la posguerra del Chaco, que editó a numerosos autores bolivianos, como Jesús Lara, Humberto Guzmán Arze, Augusto Guzmán, Jorge Suárez y otros no menos notables. Don Carlos fundó asimismo la Corporación de Fomento Agropecuario, la primera firma en importar abonos, fertilizantes e insecticidas para la agricultura, pero no abandonó el negocio editorial con la mira puesta en la reaparición de Los Tiempos. La imprenta estaba instalada en la acera oeste de la Plaza 14 de septiembre, al lado de la Farmacia Cosmos. En 1962, Alfonso inició su colaboración a la
editorial y asistió a la reinauguración de Los Tiempos, en 1967, cuando cursaba el último año de Derecho en la Universidad de San Simón. La salida del matutino le demandaba trabajar hasta las siete de la mañana, hora en que se iba a clases con el periódico bajo el brazo. Eran equipos nuevos y desconocidos que costaría dominar. Meses antes, don Carlos integró el equipo humano apelando sobre todo a sus antiguos colaboradores, entre ellos, Eduardo Ocampo Moscoso, quien durante años sería el editorialista del periódico, y el joven periodista Carlos Revollo, entre otros. Pese a la demanda tramitada durante tantos años, no hubo indemnización del Estado, y Los Tiempos tuvo que volver a salir con financiamiento bancario. En su segunda época se instaló en la casa de la calle Santiváñez adquirida por don Demetrio. El 19 de julio de 1967 salió la edición al mediodía, y luego se regularizó recién el 21 de ese mes, según recuerda Alfonso.
El Grupo Líder Una experiencia nueva para Los Tiempos fue la extensión de sus servicios periodísticos a otros distritos, conformando el Grupo Líder que integran: Los Tiempos, La Prensa, El Deber, Correo del Sur, El Potosí, El Norte de Montero, Nuevo Sur de Tarija y El Alteño de la ciudad de El Alto. Correo del Sur se inició el 27 de noviembre de 1987 y más tarde El Potosí, de la Villa Imperial, que tiene su propia redacción y también se imprime en Sucre. La sociedad inicial que fundó La Razón fue reestructurada con el ingreso del Grupo Garafulic, que al cabo asumió el control de dicho matutino. Los Tiempos fundó entonces el diario La Prensa, en sociedad con la familia Ribero, de El Deber, que es también dueña de El Norte, de Montero, y edita otro diario en Tarija. Alfonso Canelas asumió la Dirección de La Prensa de 1998 a 2003. Hoy es Presidente del Directorio de Los Tiempos. Vicepresidente ejecutivo es Francisco Cossío T.
Eduardo Canelas Tardío Eduardo Canelas Tardío secundó la obra de su padre desde 1962, año en que viajó a los Estados Unidos para conocer nuevos sistemas de composición e impresión que sustituyeran a la vieja tipografía. Esa experiencia le sirvió para adquirir la prensa rotativa off set que estrenó Los Tiempos en su reapertura, la primera prensa de ese tipo en Cochabamba que hoy todavía funciona. Nuevo fue también el sistema de composición Freeden: una cinta perforada en papel amarillo que servía para obtener las columnas con textos justificados, y la titulación con una máquina Varitype. Esos textos se pegaban en cartulinas (lay outs), incluyendo ilustraciones, pasaban luego por la fotomecánica y el revelado de páginas en negativo, que servían para quemar placas de zinc destinadas a la impresión en rotativa. Las noticias y fotografías de otros países llegaban por teletipo. El traslado al Edificio Los Tiempos significó un salto significativo a la nueva tecnología informática, con recepción de noticias y armado virtual. La rotativa continúa usando el sistema original off set y sólo falta el proceso directo de la computadora a la prensa (computer to play). La prensa imprime en cuatro cuerpos full color, con los colores básicos: amarillo, azul, magenta y negro (CMYK). Se ha agregado un horno de impresión que
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permite imprimir en papel couché con scado instantáneo, como ocurre con la Revista OH. Eduardo Canelas fue también el fundador del diario tabloide Clarín, publicado en 1978, con periodistas jóvenes bajo la dirección de José Nogales Nogales y Adolfo Mier Rivas. Fue un diario ágil, popular y de éxito, para guardar la competencia en casa y no estar sujetos a la aparición de otros periódicos, según recuerda Eduardo, que actualmente se ha jubilado luego de cuatro décadas de dedicación a este matutino.
Los Tiempos Offset Secundando a don Carlos, Eduardo Canelas Tardío fue uno de los artífices de la instalación de la maquinaria off set que revolucionaría la impresión de Los Tiempos en su segunda época. La nueva rotativa y los equipos adicionales fueron instalados en la casa de la calle Santiváñez, donde este diario funcionó hasta su traslado al Edificio Los Tiempos. Los originales se entregaban en papel sábana con numeración de líneas escritos a máquina. La composición se hacía reescribiendo esas notas en máquinas Freeden, las cuales perforaban cintas que luego el revelado fotográfico las convertía en columnas del periódico. La corrección de estas columnas se hacía a mano, lo mismo que el armado, pues se las
pegaba con cera en hojas blancas tamaño estándar, sobre mesas de vidrio iluminadas. Los titulares eran producidos por una máquina Varytiper”. El papel armado pasaba por la fotocomposición para convertirse en placa y ésta en lámina de aluminio, con la cual imprimía la rotativa. Para “quemar”, se enmascaraban las fotografías. La compaginación, corte, conteo y doblado de los ejemplares lo hacía la prensa en forma automática. Gonzalo Aguilar dirigía el taller de armado. Allí trabajó en principio Carlos Heredia Guzmán armando el célebre suplemento Facetas, para luego convertirse en director del Suplemento además de la revista Correo. Alfonso Vargas es jefe de la rotativa. Las innovaciones tecnológicas permitieron sacar ediciones de 36 páginas cuando las habituales no pasaban de 12. Según testimonio del periodista, radialista, y dramaturgo Adolfo Mier Rivas, el personal tardó en dominar la nueva tecnología, por lo cual se registraron algunas interrupciones en la edición diaria. “Los Tiempos fue una nave escuela. Debe ser el único diario en el país que nunca tuvo tijera para censurar opiniones contrapuestas a la misma línea del diario”, testimonia Mier, que llegó a ser Jefe de Informaciones de este matutino cuando ocupaba la jefatura de redacción Agustín Fernández Pommier.
Fernando Canelas Tardío Fernando Canelas Tardío, actual Director de Los Tiempos, ingresó a la Facultad de Derecho de la UMSS, pero la vocación familiar por el periodismo enderezó sus estudios y preocupaciones. Se inició en los talleres del periódico, fue redactor y subdirector y ahora conduce la nave fundada por don Demetrio Canelas. Con la sencillez habitual en su familia, Feny confiesa que jamás buscó la Dirección, pero la expansión del trabajo periodístico hizo que su hermano Alfonso tomara la dirección del matutino La Prensa, de La Paz, y entonces tuvo que ocupar esa importante plaza. Fernando es hijo de don Carlos Canelas y doña Bertha Rosa Tardío, que fueron padres de Carlos, Alfonso, Eduardo, Fernando, Gonzalo y Enrique Canelas Tardío. Desde muy joven atendió a los requerimientos de Don Carlos; salió bachiller en 1968, del Instituto Americano, y aunque estudió brevemente en la Facultad de Derecho, buscó estudiar periodismo en España. Muy joven, trabajó en los talleres off set estrenados por este matutino y estuvo a cargo de la tituladota; trabajó tam-
bién en el armado del periódico mientras estudiaba Derecho, hasta que viajó a los Estados Unidos a estudiar inglés. Luego de un tiempo de trabajo como mesero, ingresó a la Universidad de Wisconsin con ese propósito y poco después viajó a Madrid a estudiar en la Escuela Oficial de Periodismo, que hoy es la Facultad de Periodismo de la Universidad Complutense. Comenta risueño que hoy no entiende cómo muchos latinoamericanos iban a esa Escuela en tiempos del franquismo, que había limitado las libertades de pensamiento y de expresión a tal punto que la Escuela estaba cotidianamente custodiada por la policía y funcionaba en el edificio del Ministerio de Información y Turismo. Con todo, 25 años después asistió a la celebración de ese aniversario y encontró a condiscípulos exitosos, entre ellos la conocida novelista Rosa Montero. A raíz de la intervención y clausura de Los Tiempos, la situación de la familia Canelas no era de ningún modo bonancible, pero por entonces vivir en Madrid costaba unos 60 dólares mensuales y en las vacaciones había que aprovechar para
trabajar en los Estados Unidos para ahorrar el dinero de los estudios. En 1970 se había producido una intervención solapada a Los Tiempos y don Carlos pidió ayuda a sus hijos. Un año después, cuando el golpe de Estado del entonces coronel Banzer en agosto de 1971, Feny se encontraba trabajando en los Estados Unidos, aprovechando sus vacaciones, cuando fue requerido por don Carlos para reforzar el equipo del periódico. Así retornó para trabajar en la redacción en noticias nacionales y cables durante dos años, hasta que obtuvo una beca de la Sociedad Interamericana de Prensa y continuó sus estudios de periodismo en la Universidad de Texas. Recuerda con nostalgia el periodismo de antes, ligado al trasnoche y propicio para las relaciones de amistad. Recuerda con particular afecto a don Eduardo Ocampo Moscoso, por años editorialista de Los Tiempos, a Carlitos Revollo, a José Gandarillas, a José Nogales Nogales y al finado Alfredo Medrano, entre otros compañeros de trabajo.
Gonzalo Canelas Tardío Gonzalo Canelas Tardío egresó del Colegio San Agustín y obtuvo una beca a Holanda que le permitió graduarse de ingeniero agrónomo. A su retorno, desarrolló proyectos agrícolas en el Chapare y en Santa Cruz, pero debido a que su hermano Eduardo fue designado gerente de Los Tiempos en la capital oriental, se trasladó a Cochabamba y se integró al equipo central del matutino en 1975 y permaneció en servicio durante 35 años. Por entonces, Los Tiempos era un diario de alcance regional; por esa razón, Gonzalo se propuso proyectar la obra de sus mayores al conjunto del país, compitiendo con Presencia y El Diario que, por entonces, tenían en Cochabamba una circulación similar a la de los diarios locales. Las innovaciones que emprendió se iniciaron con la instalación del primer servicio de radiofoto en Cochabamba. Entre las iniciativas periodísticas de Gonzalo, tenemos la fundación de Correo del Sur y La Razón, la compra de El Día, de Santa Cruz, que se convirtió en El Nuevo Día (hoy ya no es de propiedad de Los Tiempos); la fundación de La Prensa, de La Paz; de El Potosí; de Correo Boliviano y de Los Tiempos USA.
En 1987 propició la creación del diario Correo del Sur, de Sucre, cuyo primer director fue don Fernando Ortiz Sanz, hasta su jubilación. Enseguida dirigió Jorge Suárez, poeta y periodista de larga trayectoria en Bolivia y en Chile, que posicionó definitivamente el periódico y lo convirtió en una tradición regional. Al iniciar su gestión, publicó un titular memorable: “La justicia tarda, pero llega: Jorge Suárez al manicomio”. Esto porque lo apodaban el Loco Suárez. Hoy es Director Marco Antonio Dipp. Gonzalo gestionó asimismo la fundación del diario La Razón, de La Paz, con diez inversores y el apoyo de Jorge Canelas Saenz en la dirección. Todavía conserva en su archivo el número cero de este matutino. Los inversores fueron sustituidos por el Grupo Garafulic y luego la sociedad con Los Tiempos fue disuelta. En su gestión se fundó el diario La Prensa, de La Paz, que hoy tiene prestigio nacional, y El Potosí, que abrió hace siete años en medio de una crisis económica regional sin precedentes, tuvo excelente acogida y se convirtió
en palanca y empuje moral del pueblo potosino. Fue su director hasta hace poco el empresario Samuel Blanco, dueño del Club de Fútbol Real Potosí, secundado por el periodista Juan José Toro. Gonzalo fundó asimismo el periódico Gente, que tuvo inmediata aceptación. Correo Boliviano fue un semanario anterior a la Internet, producido en Bolivia y enviado por vía aérea a Miami a casi 10.000 abonados. Los Tiempos USA, dirigido por Gonzalo Canelas Eterovic, está en vías de convertirse en el primer diario de la colonia hispana desde la capital Washington, con 30.000 ejemplares actuales. Otra innovación que introdujo Gonzalo fue la de los equipos de computación Atex, que sustituyeron a las viejas máquinas de escribir. El impacto de esta innovación en los redactores determinó la realización de un curso de una semana, con el psicólogo Augusto Iglesias, que fue muy comentado por los proveedores de dichos equipos. Los equipos Atex funcionaron todavía en el nuevo Edificio Los Tiempos, hasta que fueron sustituidos por nuevos sistemas digitales.
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Un oficio de familia
La tercera generación Luz Marina Canelas Arze
María Renée Canelas Leytón
Salió Bachiller del Instituto Americano y se graduó en Comunicación Social con Mención en Periodismo en la Universidad Católica San Pablo. Apreció el trabajo periodístico de su tío, Jorge Canelas Saenz, y recibió las primeras orientaciones del periodista Carlos Heredia Guzmán, director de los suplementos Facetas y Correo.
Desde el 14 de marzo de 1999, María Renée Canelas Leytón tiene a su cargo la revista más exitosa y de mayor tiraje del periodismo nacional: ¡Oh!, la Revista de Domingo para Toda la Familia, que hoy circula simultáneamente con Los Tiempos, Correo del Sur y El Potosí. En sus inicios integró asimismo la edición de La Prensa y de Ahora, de Tarija. Entre sus colaboradores destaca Paulo Coelho, el conocido escritor brasileño que publica una columna semanal. Tiene también a su cargo el suplemento Click. María Renée salió bachiller del Instituto Americano y estudió Comunicación en la Universidad Católica San Pablo.
Incorporó nuevo diseño y creo espacios en la sección Sociales. Fue editora de Deportes. Creó y mantuvo durante dos años la Revista Vida y Futuro (VyF), de divulgación científica. Elaboró productos especiales, como Atlas de Historia, revistas de arte, de zoología, de turismo, de danzas folklóricas y suplementos sobre el patrimonio cultural de Cochabamba, entre otros. Tuvo éxito la revista Mi Bebé, destinada a padres jóvenes. En total, creó un millar de productos educativos, controles de vacunas, del desarrollo y crecimiento infantil, fixtures y otros.
Bernardo Canelas Méndez
Mauricio Canelas Montaño
Gerente de Producción y Logística, salió bachiller del Instituto Americano y se graduó en Administración de Empresas en la Universidad de Huntington, West Virginia y la Universidad de Miami, EEUU.
Salió bachiller del Colegio Calvert y estudió, junto a su hermano Eduardo, administración de empresas en la Winthrop University de Carolina del Sur. Hizo maestría en Administración de Empresas en la Escuela Europea de Negocios. Fue gerente de Correo del Sur y gerente general de La Razón durante tres años. Ocupó las mismas funciones en El Nuevo Día y promovió la nueva presentación y diseño de ese prestigioso diario cruceño. Similar apoyo dio al diario La Prensa, de La Paz. Actualmente es gerente de proyectos de Los Tiempos.
Fernando Canelas Diez de Medina Salió bachiller del Colegio La Salle y estudió Administración de Empresas en la Universidad Privada Boliviana (UPB).Hizo maestría en Administración y Dirección de Empresas por la UPB. Una vez profesional se integró a la familia de Los Tiempos como ejecutivo de Marketing y luego como gerente general de Correo del Sur, de Sucre. A su retorno a Cochabamba fue Gerente de Marketing, de Los Tiempos. Tuvo experiencias profesionales en COMTECO y CBB S.A., pero el llamado familiar hizo que volviera a integrarse a este matutino, ahora como Gerente Comercial.
Inició su trabajo en la Granja de La Angostura, pero pronto sintió el llamado de la casa periodística familiar. Hizo sus primeras armas en selección de personal, en varios emprendimientos y en las relaciones institucionales de Los Tiempos.
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Directorio de Los Tiempos. Director Suplente: Arq. José G. Prada Montaño. Director: Gral. Eduardo Galindo Grandchant. Síndico: Lic. Raúl Rivero Adriázola. Sentados: Vicepresidente: Dr. Marcelo Rodríguez Veltze. Presidente: Dr. Alfonso Canelas Tardío. Director: Ing. Felipe Guzmán Brockman.
Valiosa incorporación
Jóvenes miembros del staff
Francisco Cossío Trujillo
Sergio Miranda Yaksic
Alcides Flores Moncada
Estudió el bachillerato en el Instituto Americano como becario y se graduó de licenciado en Economía en la Universidad de San Simón. Un reto importante en su carrera fue la Dirección Nacional de Finanzas y Administración del Servicio de Impuestos Nacionales, cuando el Lic. Eduardo Zegada emprendió un proceso de reforma institucional. En 2006 fue consultor y asesor. Su experiencia en reestructuración de empresas sirvió para reconceptualizar la organización y consensuar las visiones de los socios, ejecutivos y trabajadores en una dirección estratégica que ahora orienta el futuro de Los Tiempos. Actualmente es Vicepresidente Ejecutivo de este matutino.
Salió bachiller del Colegio Don Bosco y se graduó en Administración de Empresas en la Universidad Católica San Pablo. Obtuvo Maestría en Marketing y Finanzas en la Univalle. Su experiencia laboral se inició en el Fondo de la Comunidad. Desde abril de 2006 es Gerente de Finanzas de Los Tiempos. Considera que trabajar en un medio de comunicación es un desafío y una experiencia distinta que exige aplicar sus conocimientos teóricos en una experiencia de fortalecimento de una gran empresa, tarea en la cual se siente satisfecho por el equipo de trabajo que lo acompaña, al cual considera de excelencia.
Nació en Villa Charcas, provincia Nor Cinti, Chuquisaca. Estudió en la Unidad Escolar Bolivia, de Camargo y fue seminarista estudiante de Filosofía en el Instituto Superior de Teología de la Universidad Católica San Pablo. Estudió Comunicación en la U Católica de La Paz e inició su trabajo periodístico en La Razón. Participó en el lanzamiento de El Nuevo Día y trabaja en Los tiempos desde octubre de 1998. Ha sido editor de Local, editor de Nacionales, jefe de Informaciones y actualmente Jefe de Redacción de este matutino.
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Personalidades de Los Tiempos
Testimonios de vida Un equipo humano de centenares de personas integró la historia de Los Tiempos en sus 65 años de vida. Sus testimonios son valiosos para ilustrar las vicisitudes que pasamos en medio de la agitada historia nacional.
En el pasado, bajo la conducción de nuestros fundadores, Los Tiempos tuvo destacados intelectuales como Eduardo Ocampo Moscoso, Juan Pereira Fiorilo, Jesús Lara, Rafael Peredo, Ángel Torres, José Medrano, Samuel Mendoza, José Nogales Nogales,
Osvaldo Iriarte, Alfredo Medrano, Ramiro Julio Crespo y Carlos Heredia Guzmán, entre otros. De toda esta experiencia hemos seleccionado algunos, aun sabiendo que recogerlos es una tarea interminable.
Un colaborador valioso de Don Demetrio
Memorias de Rafael Peredo Acucioso investigador, es la memoria viva del nacimiento, destrucción y resurrección de Los Tiempos. Tiene un manuscrito inédito de sus memorias sobre medio siglo de periodismo, que incluyen la vida y obra de don Demetrio Canelas; su devoción intelectual ha permitido clasificar y rescatar del olvido las reflexiones profusas y serenas de un patricio que debió haber llegado alguna vez a la Primera Magistratura de la Nación. Rafael Peredo y el Dr. Joaquín Espada posibilitaron la edición, hasta hoy, de cuatro tomos de editoriales, conferencias, correspondencia y comunicaciones de Don Demetrio sobre nuestra historia, desde la Guerra del Pacífico hasta el primer sexenio del Estado del 52, ya como testigo ya como actor de primera línea. Sus primeras inclinaciones de escolar se manifestaron durante la Guerra del Chaco, como lector de la información que publicaba El Imparcial y luego comentaban los profesores de la Escuela Sucre, de Quillacollo, donde hizo primaria para después concluir el bachillerato en el Colegio Bolívar. Recuerda asimismo la llegada del primer receptor radial a Quillacollo, donde residía, y el grupo de radioescuchas que se reunía junto a la casa de don Policarpio Vargas, para oír las informaciones que se propalaban desde su balcón. Se vivían momentos de efervescencia patriótica, que preservaban en la memoria de los muchachos nombres de batallas, destacamentos, héroes y fortines, y los motivaban a entrenar con armas hechas de cañahuecas y palos en casa de doña Benjamina Méndez, tía materna de Rafael. No bien aprendió las primeras letras, Rafael escribió sus primeras crónicas referidas al curso de la guerra y cartas que dirigían los familiares de los combatientes, bajo la coordinación del Comité Juvenil Pro Chaco y de las maestras Nélida Mercado de Guerra y Milena Estrada Sainz. Rafael combinaba sus estudios con la labor de amanuense o pendolista de los abogados Esperidión Mena y Aniceto
Antezana. Ellos y los profesores alentaban a ese pequeño estudiante que usaba el dinero destinado a la compra de golosinas o bolitas para acceder a la lectura de los diarios. Rafael Peredo era hijo de Emilio Peredo Molina, militante del Partido Republicano Genuino, que fue fundado por Daniel Salamanca y Demetrio Canelas, entre otros. Imbuido de esos principios, acompañó a don Demetrio en su larga trayectoria y luego fue destacado redactor y columnista de Los Tiempos en su segunda época. Al visitarlo en su retiro de Tiquipaya, valoramos la importancia de contar con su memoria larga y su lucidez a toda prueba, que nos permite reconstruir la historia de este matutino. El olor a tinta condujo sus primeras inquietudes a los talleres de El Imparcial, ubicados en la calle Baptista y a la Escuela Industrial Pedro Domingo Murillo, de donde hubiera salido gráfico si no lo ganaba el oficio de redactor, que inició en el semanario falangista “Abaroa” en 1942. Un año después, en septiembre de 1943, se inició en este periódico recién fundado como corrector de pruebas. Eran redactores Jesús Lara y Eduardo Ocampo Moscoso, quienes fueron sus padrinos de armas en la redacción. Por entonces era director de Los Tiempos don Julio César Canelas, pues don Demetrio era Diputado nacional. En la redacción había periodistas de la talla de René Canelas López, Walter Ponce, Tobías Almaraz, Guillermo Vizcarra Monje y Alberto Peyrou, poeta argentino, además de los nombrados Lara y Ocampo. Héctor Mostajo fue el primer redactor deportivo. En 1944, La Patria, de Oruro, tenía como jefe de redacción a José H. Gordillo, quien propició el traspaso de Rafael Peredo al subdecano de la prensa nacional. Allí trabajó como reporter bajo la dirección de Luis Herrero, Luis Téllez Herrero y David Ríos Reynaga. Téllez Herrero publicó en 1946 su inolvidable libro “Lo que se come en Bolivia”, valioso testimonio de un
gastronauta nacional prologado por Gamaliel Churata, una rareza bibliográfica digna de reedición. Entre 1946 y 1950, Rafael Peredo volvió al valle como corresponsal provincial, alimentando las noticias de provincia junto a Carlos Iriarte Fiorilo, Humberto Caero Rojas, Osvaldo Iriarte Ardaya y Ángel Ferrufino. Don Demetrio apreció su vocación y destinó un espacio para las notas políticas de Rafael. Una crónica inolvidable de Los Tiempos aquellos se encuentra en su artículo “Ocho años al servicio de la cultura, publicado en 1960 y recogido en el libro “Historia de diez años de periodismo”. Don Demetrio era un maestro del periodismo. “Sabía indagar en cada uno de nosotros nuestra vocación y era comprensivo en sus observaciones y críticas”, puntualiza Rafael Peredo y recuerda una anécdota: por entonces se pagaba a los redactores por “pita”, es decir, por centímetro publicado. Preguntó en Administración “por qué trataban de esa forma a los periodistas. La respuesta fue seca y realista –dice Peredo--: Les pagamos para que aprendan a escribir.” Es importante la rememoración que hace Rafael Peredo sobre la nómina de redactores de entonces, encabezada por Óscar Dorado Vásquez, Juan Pereira Fiorilo, Samuel Mendoza, José Medrano Carrillo, Juan Walker Villarroel, Walter Virgüetti, Alfredo Ferrufino, Osvaldo Iriarte, Hernán Claros Lara, Luis Antezana Ergueta, Walter Schultze, Humberto Caero Rojas, el My. Vargas Guzmán, Guillermo Arzabe Reque y Adolfo Galleguillos.
Don Demetrio era un maestro del periodismo. “Sabía indagar en cada uno de nosotros nuestra vocación y era comprensivo en sus observaciones y críticas”, puntualiza Rafael Peredo y recuerda una anécdota: por entonces se pagaba a los redactores por “pita”, es decir, por centímetro publicado. Preguntó en Administración “por qué trataban de esa forma a los periodistas. La respuesta fue seca y realista –dice Peredo--: Les pagamos para que aprendan a escribir.”
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Rafael Peredo Antezana.
La resurrección de Los Tiempos en julio de 1967 motivó el trabajo metódico y sostenido de Rafael Peredo para recopilar los artículos y ensayos dispersos de Demetrio Canelas, que no se agotó, ni mucho menos, con la publicación de cuatro volúmenes.
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José Nogales Nogales.
Testimonio de José Nogales Nogales
Tiempos difíciles [n] Chechi Nogales
recuerda que el General Joaquín Zenteno Anaya le permitió hojear el Diario del Che, y que el médico Reynaldo Ustáriz leyó algunos pasajes, que luego se reprodujeron en Los Tiempos en una histórica edición extra.
José Nogales Nogales inició su carrera periodística en el diario El Mundo, bajo la dirección de Víctor Zannier, y luego fue conocido radialista, director del informativo El Central, de Radio Centro, así como del programa Yo estuve ahí, ambos de gran audiencia, particularmente durante el juicio a Regis Debray, en Camiri, y en la exhibición del cadáver de Ernesto Che Guevara. Chechi Nogales recuerda que el General Joaquín Zenteno Anaya le permitió hojear el Diario del Che, y que el médico Reynaldo Ustáriz leyó algunos pasajes, que luego se reprodujeron en Los Tiempos en una histórica edición extra.
Nogales integró brevemente la redacción de Los Tiempos en octubre de 1967, precisamente el mes en que murió Ernesto Che Guevara y su imagen se hizo famosa porque integra el conjunto de una célebre fotografía en la cual se ve el cadáver del guerrillero abatido en La Higuera
Nogales integró brevemente la redacción de Los Tiempos en octubre de 1967, precisamente el mes en que murió Ernesto Che Guevara y su imagen se hizo famosa porque integra el conjunto de una célebre fotografía en la cual se ve el cadáver del guerrillero abatido en La Higuera.
pobres si no se abría un espacio a una preocupación nueva en el país: la ecología. En esa línea destacaron Alfredo Medrano y Osvaldo Iriarte con notas de fondo publicadas por el suplemento dominical Facetas, que abordaron no sólo problemas de desforestación, recursos acuíferos, torrenteras y preservación del medio ambiente, sino demandas cívicas como la de Misicuni, la construcción del nuevo aeropuerto, la apertura de la carretera al Beni, la pavimentación de la ruta al Chapare y el apoyo a la construcción del Campo Ferial, entre otras.
En 1978 fue co director del diario Clarín, hechura de Los Tiempos, dirigido por Eduardo Canelas Tardío.
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Vino el golpe del General García Meza y Radio Centro fue intervenida por la policía del régimen y tuvo que suspender sus ediciones informativas. De ese modo fue acogido nuevamente en Los Tiempos, en principio a cargo de notas culturales y luego como jefe de redacción en reemplazo de Jorge Canelas Saenz.
Pero esa campaña ecológica tuvo frutos inesperados porque gracias a una infidencia oportuna Los Tiempos pudo denunciar un trámite adelantado de expropiación de las lagunas Alalay y Coña Coña a favor de militares del régimen garciamecista.
Chechi recuerda que, debido a la censura del régimen, las ediciones hubieran sido
En esos años aciagos, Nogales dirigió un suplemento literario que en cierta ocasión
publicó un cuento de Enrique Rocha titulado “Su compromiso”, que a juicio de algunos críticos era ofensivo al honor de la mujer cruceña y, como consecuencia, la agencia de Los Tiempos en Santa Cruz fue incendiada. Afortunadamente, una semana antes se había trasladado a otro sitio, de modo que los destrozos fueron mínimos, pero Los Tiempos dejó de circular durante meses en Santa Cruz. Nogales recuerda que se presentó ante don Carlos Canelas que naturalmente estaba disgustado, pero don Carlos salió por los fueros de la libertad de expresión y anunció que afrontaría cualquier juicio. En efecto, dos procesos, uno en Santa Cruz y uno en Cochabamba se iniciaron pero no prosperaron. Los Tiempos sufrió un atentado explosivo el 27 de octubre de 1983. No fue el único siniestro, pues la noche del 23 de junio de 1987, Fiesta de San Juan, unos petardos estallaron en el depósito de la Editorial Canelas, ubicado en la casa de la calle Santiváñez donde funcionaba Los Tiempos. El incendio adquirió proporciones y amenazó la prensa y el equipamiento. Los empleados, dirigidos por don Alfonso Canelas, trabajaron en el rescate de materiales y equipos. Meses después, Los Tiempos se trasladó a su actual edificio ubicado en la Plazuela Quintanilla. José Nogales Nogales, abogado y periodista, trabajó en Los Tiempos de 1980 a 1997, año en que se acogió a la jubilación.
Recuerdos de Carlos Heredia Guzmán
Carlos Canelas, El Maestro Al morir en un verano de 1999, en su Cochabamba natal, Carlos Canelas Canelas llevó consigo la rara satisfacción de haber sido un hombre que jugó toda su vida en un gran sueño –y consiguió realizarlo decididamente. Bajo su inspiración, fue construido a partir de las cenizas que quedaron del periódico fundado y dirigido por su hermano Demetrio Canelas, Los Tiempos, un emprendimiento que abarca el mayor complejo periodístico de Cochabamba. Publica dos periódicos, más de cuatro revistas, imprime miles de ejemplares diariamente, y se dedicó unos buenos años del siglo pasado a editar libros, fascículos, anuarios, enciclopedias y hasta guías telefónicas. Ese triunfo en el terreno empresarial y público tenía su contrapartida en el ámbito privado: Carlos Canelas fue feliz con su esposa, doña Berta Rosa Tardío, sus hijos Carlos, Eduardo, Alfonso, Gonzalo, Fernando y Enrique, sus nietos y sus incontables amigos. Él fue exitoso en todos los campos, disfrutando de lo que la vida le podía dar. Desde que Los Tiempos salió nuevamente a circulación en 1967, con el pequeño capital que contaba y su fe inquebrantable en un periodismo de principios básicos, de los cuales nunca se apartó, Carlos Canelas invirtió en educación, cultura, información y entretenimiento contribuyendo decisivamente en el desarrollo de Cochabamba y el país. Gran parte del éxito alcanzado se debió a su público lector, que siempre acogió con entusiasmo sus publicaciones y a los cientos de periodistas, profesionales y técnicos que pasaron por su redacción y talleres. Don Carlos Canelas fue un hombre que probablemente desconoció el significado de la palabra depresión, a pesar de las vicisitudes que llevaba editar diariamente el único periódico que circulaba en Cochabamba. Quienes lo conocimos de cerca, no recordamos haberlo visto nunca, entregado a un estado de espíritu introspectivo o abatido, u oscurecido por dudas existenciales. Con la mayor naturalidad, aún después de completar los 80 años, continuaba haciendo planes para el futuro, alentando a sus redactores y periodistas, además de interesarse y orientar el trabajo en el presente. Su mayor preocupación fue la puntualidad en la entrega de las revistas, que por esa entonces se convirtieron en las únicas y más prestigiadas del país. Entusiasta a tiempo íntegro, Carlos Canelas desarrolló sus actividades periodísticas con una serie de actividades extra gráficas, como la atención de la primera granja lechera del país en importar ganado Holstein de Holanda, en su Hacienda de La Angostura. Pasada ya su media década de vida, edad en
La lista de emprendimientos desde la dirección de Los Tiempos por Carlos Canelas y su grupo de asesores es innumerable. Hay lugar en ella para CDs de música clásica y popular, libros de literatura, enciclopedias, atlas, fascículos de culinaria, artes plásticas e historia que la mayoría de la gente ha definido el sentido de su existencia y tiene un rumbo claramente trazado, él, con el apoyo de su familia, en 1967 puso en circulación nuevamente Los Tiempos, el primer periódico de Cochabamba en utilizar la tecnología del offset, dejando atrás las linotipos e impresoras rotaplanas. Poco después de desembarcar en ese nuevo proyecto, donde empeñó toda su economía y una gran deuda sobre las espaldas, sólo para crear algo que los finos espíritus realistas de la época consideraban una rematada locura, se rodeó de lo más nato del pensamiento literario y cultural de Cochabamba, con colaboradores que idealizaban los días mejores de nuestra tierra. La arriesgada aventura de don Carlos Canelas hizo que su destino se comprometiese indisociablemente con el desarrollo de la región, del país y del periodismo nacional, a tal punto que, en determinados momentos, cambió el rumbo de la historia de la información y las letras del país. Carlos Canelas fue un ciudadano ejemplar, cuyo mayor mérito fue creer en su terruño, donde invirtió lo mejor de su talento. Carlos Canelas heredó de sus hermanos Demetrio y Julio César, el gusto por la aventura y la persistencia en conseguir sus objetivos. En las oficinas de Carlos Canelas nació la idea de las primeras revistas culturales y de miscelánea –FACETAS y CORREO-- que se editaban en las últimas décadas del siglo pasado. La vetusta casona de la Calle Santiváñez cobijó en sus primeros años la redacción y talleres de Los Tiempos. La presión de las deudas y los pagarés obligaron a montar la industria gráfica que, ya editaba libros bajo el patrocinio de Editorial Canelas. Los corrillos decían que en Cochabamba no había lectores porque la mayoría eran analfabetos; y que los intelectuales, periodistas y obreros de las artes gráficas estaban en la sede de gobierno. Carlos Canelas remontó las críticas y, lectores en potencia de todo el país buscaban los
Carlos Heredia Guzmán.
ejemplares que salían "calientitos" de las rotativas. La Paz, Santa Cruz, Chuquisaca, Oruro, Potosí, Tarija fueron integrándose a la familia de Los Tiempos, con periódicos regionales bajo la supervisión de Cochabamba. La lista de emprendimientos desde la dirección de Los Tiempos por Carlos Canelas y su grupo de asesores es innumerable. Hay lugar en ella para CDs de música clásica y popular, libros de literatura, enciclopedias, atlas, fascículos de culinaria, artes plásticas e historia. Y todo eso vendido por "canillitas" en los puestos de venta de revistas y periódicos, en tirajes de miles de ejemplares, destinados a llegar a los más cultos, a los niños, a los jóvenes, a los pobres, a los ricos, a los estudiantes, a los poderosos, a los desamparados –todo eso para informar, educar, entretener y divertir a pueblo cochabambino en particular.
Carlos Canelas fue un ciudadano ejemplar, cuyo mayor mérito fue creer en su terruño, donde invirtió lo mejor de su talento.
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Don Carlos Canelas ciertamente tenía un aguzado talento para percibir aquello que los lectores cochabambinos deseaban; tenía un esmerado sentido común; era dueño de una sensibilidad de carácter casi artístico. Ese era el arrojo e inventiva que colocaba en sus proyectos que, además, eran de un realismo a toda prueba. Para él, el trabajo comenzaba a las cuatro de la mañana, controlando la calidad de las ediciones del matutino. Al mediodía ya había cumplido casi un noventa por ciento de su labor diaria. El trabajo era arduo para que las cosas salieran bien; el dinero no debía ser malgastado y sólo rodeándose de buenos profesionales fue posible conseguir el éxito y la calidad que impuso al sello de Los Tiempos.
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La Casa del Voceador. Ha sido el hogar de varias generaciones de voceadores que han acompañado con encomiable fidelidad el desarrollo del periodismo boliviano.
Antiguo funcionario. Saúl Valenzuela es el distribuidor de Los Tiempos, importante función que ha desempeñado durante décadas.
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La más antigua. Doña Ana Gamboa es actualmente la voceadora más antigua de este noble gremio.
Los Canillitas
Aves mensajeras de Los Tiempos Por Carlos Heredia Guzmán En Cochabamba, cuna de viajeros y valle propicio para el alma y el cuerpo, los canillitas forman un grupo muy arraigado del día a día de la calle, de la sociedad, de la cultura y de la información. La sociedad de canillitas ya pasó los 55 años de vida desde su fundación y se ha consolidado en un gremio fuerte y de alta responsabilidad dentro los círculos intelectuales. Cochabamba se ha transformado de forma relampagueante en las últimas décadas con la filosofía del cemento y las urbanizaciones caóticas; del pavimento rígido y la contaminación mental. En este escenario, hay un gremio, un sindicato, una familia unida de hombres, mujeres y niños que trabajan los 365 días del año y que, de madrugada, corren por las calles con los periódicos bajo el brazo, anunciando las noticias de apertura de los diarios que se editan en la Llajta. Ellos merecen nuestro respeto y reconocimiento en este homenaje a los 65 años de circulación de Los Tiempos.
Un poco de historia Hoy recordamos al gremio de los canillitas, sus orígenes, su historia pasada y reciente, sus costumbres, jornadas deportivas y sociales; los perfiles de gente con quienes he compartido más de 30 años. No escapan a mi memoria Doña Anita Gamboa, a quien mangueaba una leidita de los titulares de la prensa de La Paz, cuando no alcanzaban las monedas para poder adquirirle un ejemplar. Anita Gamboa recuerda: "Dicen que eras la mimada de Don Porfirio Díaz Machicao, el director de El País… Era muy bueno, yo apenas tenía ocho años. Te cuento de 1943, porque era muy diestra para compaginar y doblar los periódicos, tal vez por eso. Muy distinto, por ejemplo, de Don Demetrio Canelas, con quien prácticamente no se podía hablar y, muy distinto de su hermano Don Carlos Canelas que era un caballero, muy cooperativo, siempre nos escuchaba en cualquier reclamo y nos daba soluciones satisfactorias. Era el mejor dueño que ha tenido Los Tiempos". Doña Anita dice que Los Tiempos es el periódico que más vende. “He recorrido por todos los lugares donde funcionaba. Cuando se fundó en 1943, Don Demetrio Canelas era el dueño y funcionaba en la Hamiraya entre Ecuador y Mayor Rocha. El ayudante de Don Demetrio era Valentín Arandia; el distribuidor, Don Oscar. Después se han trasladado a la General Achá y Junín, donde ahora es el Colegio Petrolero y antes fue el Correo. Seguía Don Demetrio Canelas como dueño, hasta que en noviembre los ucureños han asaltado su
Los canillitas constituyen el eslabón que cierra el circuito de la compleja labor de los periodistas. No podemos concebir la existencia de lectores sin esta correa transmisora. Los canillitas no sólo tienen sabrosas e ilustrativas anécdotas que contar, sino que sus percepciones y su conocimiento de los hábitos y la psicología del lector, pueden ser una valiosa pauta para el "marketing" y el éxito o el fracaso de cualquier publicación casa, todo lo han dejado destrozado; de eso, Los Tiempos se ha perdido muchos años de circulación, han vuelto a reaparecer en la Santiváñez entre Junín y Hamiraya. El nuevo dueño era Don Carlos Canelas, ahora está en ese edificio en la Plaza Quintanilla". Doña Anita puntualiza: “Nos llaman canillitas porque nosotros voceamos los periódicos. Voceador es el que grita ¡Quillacollo, Quillacollo! ¡Naranjas, Naranjas!, esos son los voceadores.” En estos 65 años recuerdo a Julián Gutiérrez, que con su vozarrón levantaba a todo el vecindario de Villa Montenegro, mi barrio paternal donde también vivía el Ojo de Vidrio. A Mario Fernández, con cuya progenitora aún compartí la buena tertulia en la Cacha Blanca. Al Dr. Néstor Velarde, Ejecutivo del Sindicato de Canillitas en varias ocasiones y capitán del equipo titular de la Avenida Heroínas, que llegó de Punata a sus diez añitos, que vendió y sigue vendiendo periódicos y al mismo tiempo, ya se graduó de abogado, con muchos diplomados. Al Huachipato, que se adelantó y seguro que desde arriba estará festejando esta excelsa publicación. A Coqui Frías, con quien curaba la cabeza los domingos en la Humboldt y Tadeo Ahenke. A José Jiménez Arancibia, el bombón del Hogar. A Víctor Hugo, el abuelo aurorista, que ronda por Quillacollo y sus alrededores, quien fue uno de los entusiastas canillitas en poner a circulación El Cóndor, La voz del Valle Bajo, una aventura periodística de efímera circulación porque en Quillacollo ya no hay quillacolleños. Don Juan Verástegui, Carlos Bustos, Rafael “El Pulgas” Balderrama y tantos otros, algunos en el limbo
del olvido, otros, canillas y canallas de corazón con el grifo abierto, a quienes festejamos como nuestros carnales voceadores.
Fiel termómetro A los voceadores los conocemos con el cariñoso nombre de canillitas, palabra que nos vino de Buenos Aires. En esos días felices de la mejor prensa en Cochabamba la mayor orientación la recibíamos de dos grandes tipos: Saúl Valenzuela, oficial mayor de los canillitas, y Alfonso Vargas, paladín en jefe de prensistas del periódico Los Tiempos. Tuvimos el orgullo de publicar los suplementos más valiosos y más leídos de toda la historia del periodismo en Cochabamba. Los canillitas constituyen el eslabón que cierra el circuito de la compleja labor de los periodistas. No podemos concebir la existencia de lectores sin esta correa transmisora. Los canillitas no sólo tienen sabrosas e ilustrativas anécdotas que contar, sino que sus percepciones y su conocimiento de los hábitos y la psicología del lector, pueden ser una valiosa pauta para el "marketing" y el éxito o el fracaso de cualquier publicación. No he conocido amigos más despiertos que los voceadores de periódicos. Y no lo digo solamente porque son madrugadores como este servidor, sino porque ese diario vivir a orillas de un diario les ha afinado el olfato de la noticia, el espíritu crítico sobre la calidad de un periódico y hasta los ha vuelto adivinos, porque nadie como ellos para decirte si este diario se va a salvar de la crisis, o a este otro no le quedan más que unas semanas de vida. Un canillita es mejor que una consultora de encuestas y marketing, porque ellos saben en secreto cuál es el tiraje de cada diario, qué secciones y suplementos gustan al público y cuáles otras nadie se explica por qué siguen saliendo. Este homenaje a esos gorriones madrugadores, unos todavía pichones y otros ya thalus de viejitos, que fueron nuestros mejore socios, los canillitas.
Anita Gamboa recuerda: "Dicen que eras la mimada de Don Porfirio Díaz Machicao, el director de El País… Era muy bueno, yo apenas tenía ocho años. Te cuento de 1943, porque era muy diestra para compaginar y doblar los periódicos, tal vez por eso. Muy distinto, por ejemplo, de Don Demetrio Canelas, con quien prácticamente no se podía hablar y, muy distinto de su hermano Don Carlos Canelas que era un caballero, muy cooperativo, siempre nos escuchaba en cualquier reclamo y nos daba soluciones satisfactorias. Era el mejor dueño que ha tenido LOS TIEMPOS".
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El Sindicato de Canillitas de Cochabamba, ya festejó sus Bodas de Oro de fundación. Son más de cincuenta años de historia, añoranzas y nostalgia. Más de cincuenta años de vida comunitaria con el gremio, con el lector, con el pueblo. Son más de cincuenta años que llevan la historia del día a día en los diarios locales y del interior. Más de cincuenta años que están en el día a día de la cultura, de la información, del conocimiento que ponen al alcance de nuestras manos. Es justo reconocer al gremio de los "canillitas" porque forman parte de la historia regional y nacional y porque es un importante eslabón en la comunicación de nuestra sociedad.
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Una columna del Ojo de Vidrio
En memoria de Alfredo Medrano de organizar en 1986 la feria más grande jamás vista, nada menos que en el Campo Ferial. Hoy las ferias son un uso en todo el Departamento e invariablemente sirven para promocionar las delicias de la cocina valluna.
Alfredo Medrano.
A poco de su muerte, y no sabiendo cómo resucitarlo, Carlitos Heredia y este servidor decidimos designar a Alfredo Medrano nuestro corresponsal en el Más Allá. Se fue a los 62 años quizá para que fuera más significativo su aporte al imaginario popular de los cochabambinos, pues muchas de sus ideas son hoy parte del sentido común regional. Un ejemplo de su legado son las ferias de la cocina popular que él alentó hasta el punto
Alfredo cultivó el legado del poeta Man Cesped: pocos paisanos defendieron con tanto ardor a los árboles, que son las principales víctimas del crecimiento urbano en nuestro valle. Alfredo defendió los grandes proyectos regionales, luchó por el buen uso de los recursos naturales y rescató la memoria popular en sus célebres coloquios sobre la concertina, el charango, la chicha, la cocina criolla y también sobre la identidad local de Cala Cala y Caracota, las dos mitades hermanas que conforman nuestra ciudad. La prosa de Alfredo era cristalina y precisa, y su virtud para la narrativa era superior. Era asimismo un hábil caricaturista, e hizo célebre el seudónimo Skorpio. Sin embargo no era un alma ácida, era más bien un alma de buena leche, un alma noble que jamás practicó el chisme o la malediciencia y sí, más bien, la piedad y comprensión del prójimo, tanto más si éste era humilde y poseía, sin embargo, habilidades o virtudes.
Alfredo cultivó la vena popular en el periodismo. Su generosidad nos permitió convertir en personajes a paisanos anónimos, y a celebrar capillas menores del noble arte culinario. Decenas de instituciones recibieron de él oportunos consejos y asesoramiento. Alentó fiestas cívicas y religiosas, celebraciones regionales y tradiciones íntimas, y tuvo un paladar insobornablemente criollo. Pocas veces montó en cólera pues era más bien cultor de la ironía, tema sobre el cual tengo varios recuerdos, pero el más significativo es el siguiente: Cierta vez me llamó muy temprano para decirme que jamás había habido entre nosotros celos ni competencia, pues cada uno hacía buenamente lo suyo. “Pero hoy quiero felicitarte, porque lo que has escrito en tu columna es una pieza maestra de la lengua castellana.” Le agradecí y salí ronceando a ver qué siempre había escrito para merecer semejante elogio. La respuesta es sencilla: por equivocación, el texto que él había escrito salió como si fuera mi columna. Como dice su epitafio: Amó las jarcas, los molles, los chilijchis / amó la amable sombra y la tertulia / vida y obra consagró a la expresión justa / pero la fe en el amigo fue su virtud maestra.
Nuestro corresponsal en La Paz
Ángel Torres Sejas taca una biografía de Fray José Zampa, creador de las Escuelas de Cristo; Oruro en su Historia, monumental ensayo de 730 páginas; ensayos monográficos sobre El Diario y Última Hora; una Memoria de la Asociación de Periodistas de La Paz y más de 1.500 ensayos periodísticos, entre ellos, sus colaboraciones a la revista Signo y a publicaciones literarias de Buenos Aires y Madrid. Diciembre de 2003. Víctor Toro, Presidente de la Asociación de Periodistas de La Paz entrega a Ángel Torres el Premio Nacional de Periodismo.
Miembro de número de la Academia Boliviana de la Lengua y Premio Nacional de Periodismo 2003, otorgado por la Asociación Nacional de la Prensa, Ángel Torres (Oruro, 1930) fue puntal de la redacción de Los Tiempos en La Paz. A su pluma le debe este matutino enjundiosos análisis y ensayos que enriquecieron oportunamente sus ediciones. Estudió en la Escuela Jorge
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Oblitas y en los Colegios Juan Misael Saracho y Casimiro Olañeta, de Oruro. En Madrid hizo dos cursos de Información y Documentación para periodistas iberoamericanos en 1965 y 1970. Se inició en Radio Amauta y luego en el vespertino “Última Hora”. Trabajó en Radio Altiplano y en El Diario. Fue corresponsal de Los Tiempos en La Paz durante muchos años. Entre sus obras des-
Fue distinguido con la Medalla Bautista Saavedra (1989) y la Medalla Franz Tamayo (1995) por la Asociación de Periodistas de La Paz; fue condecorado con la Medalla de Escudo de Armas de Oruro, en Arte y Cultura (1997); recibió un Homenaje de Honor de la Universidad Ricardo Palma, de Lima (1997); recibió la Medalla de la Casa Departamental Puno, de Lima (1997). Fue declarado Hijo Predilecto de Oruro (2000); le otorgaron el Diploma a la Excelencia Académica en la Universidad Técnica de Oruro y recibió el Premio Nacional de Periodismo en 2003.
Testimonio de Wilson García Mérida
Un cultor del periodismo de investigación
También historiador. Wilson García Mérida (izq.), en la foto junto a Luis René Baptista y a Elizabeth Arriázola, escribió Un Siglo en Cochabamba, historia documentada y plena de valiosas sugerencias sobre nuestro pasado.
Wilson García Mérida estudió en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de San Simón, e inició su trabajo en Los Tiempos en abril de 1984, a sus 21 años, cubriendo el Sexto Congreso de la COB, el último en que se vio activo a Juan Lechín Oquendo. José Nogales Nogales, jefe de Redacción, lo designó luego corresponsal en el Congreso Nacional, a cargo de la columna “Desde el Parlamento”, debido a que se trasladó a La Paz para estudiar Comunicación. “El Periodismo –dice Wilson García-- es una profesión que nunca dejo de equiparar con la Filosofía renacentista, cuando los filósofos tenían “virtudes mutidisciplinarias”. “Lo más importante de mi experiencia como periodista de Los Tiempos fue mi contacto directo con quienes siempre fueron considerados mis maestros en este oficio de la escritura. Siempre quise conocer personalmente a Alfredo Medrano, desde que leí, en el colegio, una entrevista maravillosa que le hizo a Serio Almaraz Paz para la revista “Praxis”. Aunque a Ramón Rocha Monroy lo conocí de manera algo efímera en la Universidad durante la
Wilson García Mérida, sociólogo y periodista, contribuyó decisivamente al desarrollo de un periodismo incisivo y cuestionador en la fiscalización de los actos de los funcionarios públicos y la denuncia oportuna de los delitos contra el patrimonio del Estado. resistencia a García Meza, compartir con el autor de “El run run de la calavera” (una mezcla de finísimo humor con una profunda sensibilidad por nuestra identidad valluna) la misma sala de redacción, un mismo espacio laboral, era un privilegio muy poco común para jóvenes de mi edad. A Ramón Rocha le debo mi deleite por Boris Vian. Codearme con Waldo Peña Cazas, otro maestro en mi carrera, junto con el Dr. Nogales y los generosos hermanos Canelas Tardío, justo en un
momento en que el periodismo cochabambino comenzaba a brillar con sus luces propias, fue para mí más que un honor. Pero no fui el único que gozó y aprendió de estas influencias; hubo entonces otros jóvenes colegas como Walter Gonzáles y Carlitos Heredia con quienes formamos la retaguardia generacional de Los Tiempos para ejercer un periodismo creativo y cuestionador.”
¡A por el mar! A fines de los 90, Los Tiempos contrató unos consultores españoles que llegaron para re-diseñar formatos y contenidos. Estos españoles tomaron las riendas de las ediciones diarias y eran quienes decidían los titulares, imponiéndolos en algunos casos a la misma Jefatura de Redacción. En vísperas del 23 de marzo, el Gobierno había anunciado que se iniciarían gestiones ante Chile para recuperar nuestra salida al mar. El titular de primera plana y a seis columnas que pusieron los españoles fue como para un periódico de Barcelona: “¡A por el Mar!”. Nadie lo entendió en Cochabamba y los canillitas protestaban porque ese día el periódico no se
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Wilson define su labor periodística como periodismo de análisis, requisito previo al periodismo de investigación, para que éste no se convierta en un simple trabajo de persecución policiaca. Wilson forma parte de un grupo de intelectuales integrado por Fernando y Coco Mayorga, Yoyo Komadina, Adolfo Mendoza, Gustavo Soto, Carlos Cossío, Chino Navarro y otros cientistas sociales. Menciona asimismo al maestro Luis H. Antezana. Incluso con riesgo de su vida, ha investigado temas como el de las inmobiliarias, la corrupción en la administración pública o los mecanismos de protección al narcotráfico.
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Dos suplementos inolvidables. Los suplementos Facetas y Correo fueron en su momento el rostro más vistoso de Los Tiempos. Facetas fue creada por el destacado periodista Ramiro Julio Crespo, y Correo, por Carlos Heredia Guzmán. En sus páginas, muchos escritores hicieron sus primeras armas, como es el caso de Edmundo Paz Soldán, en la foto.
Primeras armas de un escritor
Edmundo Paz Soldán Un día diferente
[n] En 1978, a los 11
años de edad, yo hacía un periódico para mis padres: eran tiempos de elecciones y tan sólo me dedicaba a recopilar informaciones de la radio y la televisión. Luego hice periódicos para mis compañeros de curso, en 1981, dirigí un semanario en mi colegio (Don Bosco). Pero lo que quizá selló para siempre mi camino, fue algo que sucedió en 1983: gané un concurso intercolegial de cuento. Correo / Los Tiempos, jueves 25 de diciembre de 1986
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Minuto a minuto, día a día un siniestro complot de insospechadas proporciones se extiende en el planeta. Son responsables de esto los medios de comunicación, quienes, en su constante afán de mantenerse informados, no cesan en su cruel bombardeo de malas noticias y pesimismo. Este hecho es una tremenda falta de respeto para cualquier hombre que, necesitado de una reconfortante dosis de esperanza, debe desayunar y acostarse con los más diversos y originales atentados, secuestros y asesinatos, por no citar a tragedias más exorbitantes. Gracias a este plan macabro, resulta normal y aceptado que el Líbano los miembros de múltiples religiones se destruyan unos a otros sin descanso, pero es imposible de creer cuando los matutinos anuncian que el poder adquisitivo del trabajador medio ha aumentado en Brasil --¡mentiras!, es el comentario más escuchado. Es necesario tomar medidas urgentes que puedan vacunarnos contra el pesimismo, antídotos que combatan la desesperación y el desaliento. Por mi parte, y hasta que la actual tendencia informativa no se revierta o equilibre, he implantado un cambio fundamental en mi vida diaria, un método eficaz que me ayuda a sobrellevar la jornada: apenas termino de escuchar los noticieros y de leer los diarios, realizo un recuento de las cosas que no sucedieron, los hechos no informados, potenciales almacenes de optimismo y esperanza.
El conocido escritor Edmundo Paz Soldán publicó sus primeros cuentos a temprana edad en el suplemento CORREO, de esta casa periodística. A los 11 años de edad manifestó su temprana vocación periodística, y a los 16 ganó un premio intercolegial de cuento. Estudió Relaciones Internacionales y actualmente es profesor de la Universidad de Cornell, EEUU. Veamos uno de sus primeros cuentos, rescatados del Suplemento CORREO Por ejemplo, ayer Ronald Reagan no anunció que iba a atacar Libia. Como contrapartida a tan grato gesto, Muhamar Khadafy no acusó a Reagan de loco e idiota. Tampoco hubo el secuestro de algún avión, y por espacio de veinticuatro horas no existieron atentados a ciudadanos israelíes o a turistas norteamericanos. Ningún misil fue emplazado ayer en suelo europeo, por lo que los ecologistas se abstuvieron de hacer manifestaciones y la política se quedó sin oportunidad de reprimirlos. Los diarios no informan, por otra parte, de algún cantante de rock que haya
muerto a consecuencia de una sobredosis de cocaína o heroína. Los medios informativos tampoco trajeron noticia alguna de Corea del Sur o Pakistán, hecho que hace presumir que ayer fue tranquilo y hermoso día para ambos países. No circularon rumores sobre una posible conspiración contra Corazón Aquino en Filipinas. Los contras nicaragüenses no atacaron ayer, y gracias a ello Daniel Ortega se ha debido aburrir como cualquier ciudadano los domingos en la tarde viendo en la televisión una vetusta película. Ningún político latinoamericano mencionó ayer a la deuda externa, y Paz Estensoro no pidió ayuda a algún otro país para combatir el narcotráfico en Bolivia. En Argentina nadie se declaró en huelga y el dólar no subió en México. Ninguna central nuclear sufrió desperfectos en la Unión Soviética. Maggie Thacher, en vibrante discurso ante el comité central del Partido Conservador, no declaró que “la violencia se combate con más violencia”. Todos los pilotos de Fórmula Uno resultaron ilesos tras la carrera efectuada en Monza. En Beirut no explotó ningún auto-bomba. En Etiopía, nadie falleció a causa del hambre. Francia no realizó ninguna prueba nuclear en sus territorios en Oceanía y, como epílogo de un brillante día, los teletipos no hicieron mención a enfrentamientos a causa del apartheid, allá en Sud África. Hoy me encuentro optimista, esperanzado. Es que ayer, para mí, fue un día diferente.
Medio siglo de cronista deportivo
José Gandarillas Un periodista distinguido. Numerosas instituciones premiaron la labor periodística, entre ellas, la Prefectura del Departamento y el Círculo de Periodistas Deportivos, que lo distinguió como el periodista más honesto. Ha sido miembro del Tribunal de Honor del Sindicato de la Prensa José Antonio Gandarillas Jiménez, prestigioso cronista deportivo, se inició en Radio Cochabamba en 1959 en un programa deportivo que conducía junto a Felipe Cáceres. En 1960 se integró al diario El Mundo, junto a Carlos Dalence Loayza, con quien participó durante años en el programa “Pregón Deportivo”, de Radio Nacional. Ellos y Raúl Cardona transmitieron los partidos del Campeonato Sudamericano de 1963
en que Bolivia salió Campeón. Fue corresponsal del diario Hoy, de La Paz durante 21 años, y del diario La Nación, de La Paz; integró el equipo de El Central de Radio Centro, dirigido por José Nogales Nogales; fue periodista de “Correo Boliviano” y de “La Voz”, y escribió artículos en El Gráfico, de Buenos Aires, entre otros medios. En 1976 trabajó en Los Tiempos como corrector y se integró al periodismo deportivo desde 1977. En esa calidad ha viajado 24 veces por Sudamérica y por el país entero, transmitiendo y comentando todos los deportes. Se ha tomado fotografías con los grandes ídolos del deporte, como Pelé y Maradona.
A la izquierda, José Antonio Gandarillas Jiménez; a la derecha, el finado Luis Alberto Arébalo junto a Pelé.
Estudió tres años de Economía, tiene título de Periodista, de la Asociación Nacional. Heredó de su padre la bicicleta Hércules que conduce hace 24 años. Es un personaje muy querido y respetado por los periodistas y por la afición deportiva del país y de América Latina.
Elogio de un gran reportero gráfico
Rafael Balderrama Rafael Balderrama es probablemente el reportero gráfico más distinguido y premiado del periodismo boliviano, con galardones internacionales que reconocieron su arriesgada labor y la calidad de su fotografía en las circunstancias más arriesgadas. El acervo fotográfico que ha acumulado debería servir para la creación del Museo Balderrama, como un testimonio de nuestra labor informativa Hijo del intelectual y periodista Joel Balderrama, Rafael compró su primera cámara a los 17 años, cuando vivía en Santa Cruz. Estudió fotografía durante tres años en Buenos Aires. A su retorno, fue distribuidor de Los Tiempos, y luego don Carlos le brindó la oportunidad de practicar el periodismo gráfico, en el cual ganó premios
internacionales aun con riesgo de su vida, pues no medía el peligro y fue detenido y torturado al menos en dos ocasiones muy serias. Es uno de los testigos gráficos principales de grandes acontecimientos, entre ellos la llamada Masacre de Tolata, que le sirvió para obtener una fotografía famosa en América Latina. Siguió de cerca la carrera política de muchos líderes, entre ellos el Presidente Evo Morales desde sus inicios, y conoce entretelones que calla prudentemente. Rafael Balderrama.
Una característica de su carrera digna de la creación de un Museo Gráfico es la independencia política. Nunca militó en ninguna organización ni gozó del favor de ningún gobierno. Conoce a personalidades públicas importantes, pero invariablemente vivió de su trabajo como fotógrafo. Danilo Balderrama, su hijo, es uno de los más prestigiosos fotógrafos de estudio en la actualidad. Verónica es ingeniera civil y vive en Nueva Zelandia. Bernardo vive y trabaja en los Estados Unidos. Valeria estudia Medicina. Rafael, Juan Carlos y Fernando secundaron su vasta labor fotográfica.
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Por Demetrio Canelas Canelas
14 principios del periodismo libre Introducción La conducta informativa de algunos medios parecería indicar que el periodismo de hoy ha retrocedido más de medio siglo en su enfoque y objetivos. Oficialismo y oposición se enfrentan en trincheras opuestas y abundan en verdades parciales, si no en mentiras evidentes al servicio de una facción y con una evidente falta de respeto por el ciudadano que aspira a ser informado con objetividad para decidir su posición en forma serena y constructiva. Más de medio siglo a juzgar por el primer editorial de este matutino, escrito por don Demetrio Canelas y publicado aquel 16 de septiembre de 1943. Ese texto inolvidable fue el parteaguas más claro y expreso entre un antes y un después en el ejercicio del periodismo boliviano. Se vivía los embates históricos de la posguerra del Chaco, y la experiencia periodística le permitió a don Demetrio vislumbrar un nuevo escenario en el cual el periodismo había abandonado “la función tribunicia” y la vieja condición de “instrumento
de combate”. Usando el símil del cese de fuego en el Chaco, don Demetrio decía que ese viejo periodismo había “silenciado fuegos y arrinconado su vieja fusilería de percusión”, y que el nuevo periodismo ya no sería más tribuna de libelistas, propagandistas y pasquineros, tan comunes desde los albores de la Independencia. “La parte trascendental de la vida no está en lo que uno piensa sino en los hechos cotidianos que acontecen”, y sobre ellos se debe hablar “con alguna mayor imparcialidad…para ilustrar y documentar la conciencia pública, antes que para asumir el papel de conversor y catequista”. Esta regla de oro formulada por Don Demetrio Canelas trasuntaba el principio básico del periodismo moderno, al cual se agregó un corolario: “informar con asiduidad y honestidad profesional” para que el público forme “sobre los hechos ocurrentes su propio criterio” y un principio: “Un público bien informado es la mejor defensa para la moral y el orden político.”
Uno tiende a comparar a este patricio boliviano con el Ciudadano Kane, sólo que el personaje creado por Orson Welles quizá no hubiera podido bogar en un “diario libre” sobre el tormentoso mar de la política boliviana. El periodismo libre que practicó y sigue siendo norma en esta casa periodística fue abruptamente silenciado el 9 de noviembre de 1953 y tuvo que esperar catorce años para retornar en la línea invariable de su fundador. Hoy el panorama del periodismo libre es crítico, por un lado, con la reducción del Canal estatal a órgano oficial y de propaganda, y por otro, con la fogosa oposición de otros medios que recargan los tintes y alientan salidas violentas a la crisis. Ambas facciones parecen haber reanudado fuegos usando su vieja fusilería de percusión. Las víctimas somos nosotros, los espectadores, escuchas y lectores que estamos hartos de la sobredosis política que vivimos y sólo aspiramos a la normalidad de un Estado de Derecho.
14 principios del periodismo libre
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1
La parte trascendental de la vida no está en lo que uno piensa sino en los hechos cotidianos que acontecen.
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2
Ilustrar y documentar la conciencia pública antes que asumir el papel de conversor y catequista.
10 Alejarse tanto de las exacerbaciones tenaces de la oposición como de las complacencias del periodismo disciplinado.
3
Llevar a los lectores informaciones seleccionadas con asiduidad y honestidad profesional para habilitarles a formar sobre los hechos ocurrentes su propio criterio sobre la base del conocimiento de la verdad.
11 No secundar las contiendas estériles y odiosas ni favorecer las obcecaciones del proselitismo inconsciente, en vez de infundir en las masas ideas de buen sentido y sabiduría práctica.
4
Un público bien informado es la mejor defensa para la moral y el orden político.
5
La palabra independiente tiene un sentido que sugiere cierta doblez calculada, cierta ausencia de determinación conciencial para estar al alcance de toda conveniencia. Este es un diario libre, lo que es algo diferente.
6
No importa la tendencia política que tenga un periodista; lo único que tiene que hacer aquí es colgarla en el perchero, antes de empezar a escribir.
7
Escribir, ante todo, porque sí. Escribir sin animadversión para nadie, pero también sin amor para nadie.
8
Contribuir, desde una esfera neutral, a la acción progresiva del periodismo.
No propiciar en la palestra ningún interés banderizo ni consigna ni fórmula preconcebida.
12 Libres de prejuicios y de vinculaciones que embarazan y tuercen el criterio, seguir y apreciar los hechos de la vida nacional, serena e imparcialmente. 13 Para cumplir con honradez los deberes democráticos, no es necesario acogerse a ninguna tendencia exclusiva y disociadora. El interés de la nación se contempla mejor desde un punto de mira alejado de las contiendas activas, en las que la obstinación apasionada obscurece el sentido práctico que debe informar todos los actos humanos. 14 Nosotros tenemos fe en el porvenir y en el progreso de Bolivia, por obra del trabajo y de la industria. Creemos que este país será libre y fuerte, en su régimen administrativo y en su carácter de entidad internacional, solamente cuando la acción de sus hombres dirigentes y las energías de las masas sean encaminadas con inteligencia y decisión por el sendero de la vida moderna, cuyo evangelio es la riqueza.