NÚMERO 5 | JUNIO / JULIO’13
Entrevista a
PACO ROCA
Autor de ARRUGAS, Premio Nacional de Cómic
Ana Campoy, autora de Las aventuras de Alfred y Ágatha
Artículo de Francesc Miralles Ya he terminado mi novela 2
Editorial Algo más tarde de lo habitual llegamos con este número. Si bien es cierto que contamos con unos contenidos muy interesantes resulta inevitable que los imprevistos surjan. Como sobrellevarlos sin que supongan un problema mayor es lo que nos define. Contar con un equipo estupendo permite que una servidora no muera de puros ataques de estrés. No podría imaginar mejores compañeros para compartir el trayecto de esta emocionante aventura, sin su ayuda, colaboración y sin su infinita paciencia nada de esto sería posible. Por tanto, dejadme que me tome la libertad de dedicar al EQUIPO OTR este número que ha conseguido salir adelante contra viento y marea por su esfuerzo y dedicación. Desde luego no quiero que se me olvide daros una vez más las gracias, esta vez gracias por esas 30.000 visitas recién superadas. ¡Gracias! Además no quisiera despedirme en esta ocasión sin compartir con vosotros una feliz noticia, nuestra compañera Cris Andrés es desde este número la “Jefa de Maquetación” y Laia Soler será la “Jefa de Prensa” desde prensa@offtherecordrevista.com podéis mandarle vuestras ideas y/o sugerencias. Un saludo y como en cada ocasión… ¡gracias!
índice 4-. Ya he terminado mi novela; Francesc Miralles Patricia Madrid - Directora
6-. Descubrimientos: Parcuellos 8-. Desde el otro lado de la caseta; Anabel Botella 10-. English Literature A-Level 12-. Entrevista a Paco Roca 22-. Reseña: Alfred&Agatha 24-. Reseña Express; El cuaderno de Aroha 26-. The Raven Boys 27-. Reseña: Música de cámara 30-. Entrevista a Ana Campoy 33-. Frankenstein 36-. Efesméride Junio -Saint Exupery37-. Efesméride Julio -Hesse38-. ¿Cuál es el mejor blog?
YA HE TERMINADO MI NOVELA. ¿AHORA QUÉ HAGO? (II) Francesc Miralles
En la segunda parte del artículo que publicamos en un número anterior, me ocuparé de dos alternativas diferentes a mandar tu libro a una editorial: • AGENCIA LITERARIA. Aunque a veces sucede, no es nada fácil que una gran agencia (Balcells, Sandra Bruna, Kerrigan, etc.) se interese por la obra de un autor que nunca ha publicado. Por eso es importante empezar por agencias más pequeñas (han surgido bastantes últimamente) donde disponen de más tiempo para leer los originales o, como mínimo, mirarán la sinopsis de la obra y una pequeña muestra.
• CONCURSO LITERARIO. Antes de hacer llegar vuestro manuscrito (las copias que sean) aseguraos de que está perfecto a nivel formal: ortografía, sintaxis, sin párrafos excesivamente largos, una tipografía legible… Unos pocos apuntes: * A muchos premios grandes (por ejemplo, el Planeta) sólo se puede acceder por invitación. Aunque la convocatoria sea abierta, cuando la dotación es muy alta las editoriales negocian con las agencias para que presenten candidatos y el jurado acostumbra a elegir entre una selección de finalistas.
Algunos consejos:
* Esto significa que, si eres principiante, debes elegir premios pequeños o medianos donde cualquier persona puede concurrir. Fijaros en la lista de premiados de convocatorias anteriores. Si hay nombres desconocidos, tenéis vuestra opción.
* Igual que si os dirigís a una editorial, antes de enviar el manuscrito escribid un mail de cortesía explicando el proyecto con una breve sinopsis.
* La mayoría de premios de literatura juvenil son totalmente limpios y abiertos a cualquiera. Ahí tenéis una buena oportunidad.
* A la hora de elegir agencia, prestad atención al catálogo porque algunos agentes se especializan en cierto tipo de autores (internacional, juvenil, etc.)
* No ganar el premio (siempre es difícil) no significa que el libro no pueda publicarse. Es más, a menudo algunas obras no ganadoras son «rescatadas» por el jurado, que recomienda su publicación a la editorial organizadora (es lo que me sucedió a mí con mi primera novela: Perdut a Bombai)
* Tened paciencia: no os van a contestar vuestro correo de la noche a la mañana, y la lectura de un libro se puede demorar algunos meses. *Si el primer contacto ha sido satisfactorio y luego se corta la comunicación, mandad al cabo del tiempo un recordatorio amable y seguro que retoman vuestro tema. * A menudo hay que llamar a varias puertas para que te abran una.
Una vez más… ¡Buena suerte y a disfrutar escribiendo!
Fran
s e l l a r i M c s e c
Juanjo Grau
PARACUELLOS
De Carlos Giménez
El cómic que te hace reír a moco tendido
L
as obras artísticas pueden gustar más o menos, pero no todas consiguen emocionarte hasta el extremo de convertirse en parte de tu vida. Pocas son las que te invitan, casi te exigen volver a ellas una y otra vez para descubrir en cada revisión nuevos aspectos, matices y significados. Paracuellos, de Carlos Giménez, es una de esas obras fundamentales e imprescindibles para mí. Carlos Giménez es, probablemente, el autor de cómics español más importante de la segunda mitad del siglo XX (sino de todo él). Y Paracuellos es su obra maestra. Cuenta las vivencias de los niños acogidos en las residencias («hogares») de Auxilio Social, la organización de caridad de la Falange, durante los años de la posguerra, principalmente huérfanos de los perdedores de la contienda, pero también hijos de enfermos, presos o familias sin recursos. Historias cortas y autoconclusivas repletas de humor y ternura, pero
también de violencia y drama. El mundo que vemos entre esos muros, dominado por el fanatismo (ideológico y religioso), la arbitrariedad, la injusticia y el miedo no es más que un reflejo del que se extiende fuera de esos mismos muros. En palabras del propio autor, «estos colegios, estos “hogares”, eran el monstruo lógico que engendraba una sociedad monstruosa». Aunque no es estrictamente un relato autobiográfico, sí que todas las historias están basadas en hechos que sucedieron a lo largo de los años en estos recintos. Pero lo que hace especial este comic es el particular punto de vista del autor y su maravilloso y siempre reconocible dibujo. Muchas de las historias están contadas como si de aventuras se trataran. Porque el punto de vista de los niños es el que nos va a guiar durante todo nuestro viaje. Y, aún en las condiciones más adversas, los niños son niños. Y por eso siempre sentimos que hay esperanza y futuro. Además, el autor es capaz de hacernos reír gracias a su manera de presentarnos las situaciones más absurdas o las ocurrencias más descacharrantes de este grupo de pequeños héroes. Y queda hablar del dibujo, claro. El estilo de Giménez es muy personal y reconocible. Aunque es detallista y de corte realista, no es recargado. Las viñetas se componen de los elementos precisos, sin adornos innecesarios. Y es especialmente hábil en la caracterización de los personajes. En seguida sabemos qué podemos esperar de cada personaje a primera vista. Normalmente los «malos» son más caricaturescos y grotescos, mientras que las facciones de los «buenos» son más amables y suaves. Aunque la distinción entre buenos y malos es un poco forzada y tal vez injusta: se trata de seres que creen obrar con corrección y según lo que se les exige en cada momento. Jamás percibimos odio ni rencor en estas páginas. Más bien lástima por individuos más miserables y patéticos que malvados
(aunque algo hay…). En fin, víctimas todos de un momento especialmente trágico y triste. Y los ojos, los ojos de los niños, sus miradas. Te conmoverán y no podrás olvidarlos. No recuerdo haber visto nunca dibujados rostros más expresivos que los presentes en este cómic. Creo que es necesario que esta obra sea conocida y leída por el máximo número posible de personas de todas las edades. Si no la conocías, búscala. Y si te gusta, recomiéndala y habla de ella con tu entorno. Disfrutarás y harás disfrutar a tus amigos.
e d o d a l o r t o l e e d s e D tella o B l e b a n A la caseta, por
Feria del libro de Madrid 2013 Parque del Retiro
C
omo cada año, en los jardines de El Retiro se celebra la Feria del Libro, uno de los eventos literarios más importantes de España. En la feria ya no solo se venden y se firman libros, es un encuentro de los lectores con sus autores favoritos. Así mismo, la Feria del Libro te da la oportunidad de conocer a otros autores menos conocidos, o de poner cara a los lectores que te siguen en las redes sociales. La Feria del Libro de este año se inauguraba el viernes 31 de mayo, y como suele ser tradicional en las últimas ediciones la Reina se paseó por las más de 300 casetas que la conforman. Sin embargo, para mí, como autora y
como bloguera, el evento más importante del primer fin de semana de la Feria del Libro era la Blogger Lit Con, un encuentro bloguero a nivel nacional. Este año llegamos a los 260 participantes. La jornada fue intensa y apenas hubo un momento para descansar. Tuvimos firmas, mesas redondas, juegos y por la parte que me toca, la entrega del Premio Ellas Juvenil Romántica. Tuve la oportunidad de escuchar parte de una charla muy interesante de los autores de Kelonia, así como el próximo título de la colección, Ocaso de Sanghai, de esta editorial pequeña, que lucha con uñas y dientes para sacar títulos diferentes al mercado. Más tarde, sabiendo que firmaba
Antonio Martín Morales en la caseta de Everest, me pasé a saludarlo. Además de ser un autor que ha demostrado que la fantasía sigue viva, recibe a sus lectores con una sonrisa en la boca. Así mismo, también quise saludar a Francesc Miralles, un autor al que aprecio, no solo por su obra, sino como persona. Sobre las 12:30 había un picnic literario con Begoña Oro, una autora con un sentido del humor excepcional. SM organizó un concurso divertido, donde los blogueros dejaron sus “croquetas” literarias. Fue uno de los momentos mágicos del día.
La hora de comer se acercaba y las casetas iban cerrando. Los blogueros que se habían dispersado volvieron a reunirse para comer todos juntos y cambiar impresiones. Después de la comida y de los juegos, estaba la entrega del Premio Ellas Juvenil Romántica por la novela Como desees, galardón del que me siento muy orgullosa. Fue un encuentro informal en el que estuvieron Gemma Xiol, editora de Montena, Rocío Muñoz y Eva Rubio, administradoras de Juvenil Romántica y Francisco de Paula Fernández (Blue Jeans), como parte de jurado de este certamen. Al encuentro
también acudieron los autores Elena Martínez Blanco, autora de Aventuras y desventuras de Mari Loli Baker en el ciberespacio, de Versátil, y Carlos García Miranda, autor de Enlazados, de Destino. Una vez acabó el encuentro, fui hasta la caseta 109 para saludar a las autoras de 14 lunas, una antología benéfica publicada por Kiwi. Enseguida acabaron de firmar y me dejaron un hueco para firmar y hablar con mis lectores. El día llegaba a su fin. Una vez más pude reencontrarme con autores y lectores, momento con el que llevas tiempo soñando. El año que viene más.
Alicia Rojo
S
English Literature A-Level
iempre he considerado que la clave del éxito a la hora de estudiar es disfrutar del temario. Sin embargo, y a lo largo de los años, esto me ha resultado difícil. Memorizar no es lo mío, y no es ningún secreto. Mientras mis amigas iban al cine los viernes por la tarde, me he quedado encerrada en casa semana sí, semana también, hincando los codos e intentando retener datos, fechas y títulos que, dos días después se me borrarían para siempre. Utilizar este método de estudio me daba una rabia especial en asignaturas como lengua o literatura. ¿Cómo se pretende conseguir una mayor difusión de la literatura si lo único que haces es obligar a los jóvenes a recordar los autores más importantes de cada siglo? Obviamente, algo de conocimiento básico es necesario, pero ¿no hay otra forma de aprender? Así es como llegué este año a mi primera clase de English Literature A-Level, es decir, literatura inglesa para el bachillerato británico. Y así es cómo los ingleses, una vez más, me han conseguido enamorar. Cuando nos llegó la lista de libros a los estudiantes de literatura unos meses antes, fuimos a hablar con el coordinador. En ella, sólo constaban cuatro títulos: The Great Gatsby de Fitzgerald, Twelfth Night de Shakespeare, The Importance of Being Earnest de Wilde y The Kite Runner de Hosseini. Sin embargo, no había ni un libro de texto. ¿Y la teoría? ¿De dónde íbamos a estudiar? Su respuesta fue simple: no había teoría. La literatura se tiene que disfrutar, que conocer, que analizar. Uno no puede hacer esto sabiendo únicamente cuándo nació el autor, o de qué va su obra más importante. La perspectiva que nos dio fue algo completamente rompedor, y nos dimos cuenta de que tenía toda la razón. La asignatura ha resultado ser mucho más complicada de lo que parecía a primera vista. A lo largo del curso tuvimos que hacer dos ensayos largos de las obras de Wilde y Shakespeare (nosotros elegimos la pregunta, nosotros lo hicimos todo por nuestra cuenta). Eso era el 40% de la nota final. El otro 60% era del examen que hicimos hace poco, y que incluía las obras de Fitzgerald y Hosseini, además de varias poesías de Keats y Auden. Un examen sin datos, en el que no te pedían que escupieses un montón de información memorizada, sino que dieses tu opinión, que explicases cómo contaba la historia el autor, que discutieses sobre los temas de la obra, sobre los personajes... Decir que el sistema es perfecto sería una tontería. Al igual que el bachillerato español, tiene sus cosas positivas y negativas. Sin embargo, si hay algo destacable, es el hecho de que esto ha conseguido enamorarnos a todos los estudiantes. ¿Qué es más importante? ¿Llenar la cabeza de los jóvenes con una larga lista de nombres que tarde o temprano se olvidarán? Tal vez deberíamos de cambiar el chip, querida España, y darnos cuenta de que estudiar tiene que levantar pasiones. Y me temo que, de momento, esto no está sucediendo.
H
Patricia Madrid
oy tengo el placer de compartir con vosotros una entrevista con el ilustrador e historietista valenciano Paco Roca. Reconocido internacionalmente por su obra Arrugas –ganadora del Premio Nacional de Cómic- y por El invierno del dibujante –Premio Nacional Mejor Guión-. OFF THE RECORD: ¿Siempre quisiste ser ilustrador o tenías otro tipo de sueños? PACO ROCA: He tenido la suerte de que lo he tenido muy claro desde el principior. Sabía que lo mío era el dibujo, o bien al estilo de Walt Disney o bien al de Picasso. La vida me ha ido llevando por el camino del cómic porque es algo sencillo de hacer; tú mismo puedes contar historias.
PACO ROCA “Arrugas ha llegado a gente que no lee còmics.”
O.T.R: Mencionas a Walt Disney y a Picasso, ¿son ellos algunos de tus referentes infantiles? P.R: Sería decir mucho con lo de Picasso, ¿no? Recuerdo que en mi casa había una enciclopedia de arte y copiaba -de una forma muy cutre- a Velázquez, Goya, Picasso... Yo no era un gran dibujante de pequeño, era más bien mediocre. Con el tiempo, iba teniendo mis recursos pero no era mucho mejor dibujante que otros compañeros. Todos los niños comienzan dibujando por ser un medio de comunicación antes que la escritura. Hay gente que tiene un don para dibujar, pero por circunstancias de la vida lo acaban abandonando. Yo no nací con el don del dibujo, pero sí que me apasionaba y aún lo sigue haciendo. O.T.R: ¿Consideras a Tintín uno de tus referentes infantiles? ¿Qué significó para ti? P.R: Aunque tenía cómics en mi casa, tampoco tenía muchísimos, ni cómics caros. Tenía muchísimos de Mortadelo y Filemón y ese tipo de cómic más popular y económico. Pero descubrí en la biblioteca del colegio a Tintín, así como también Astérix y este tipo de cómics franco-belga. Tintín fue para mí todo un descubrimiento porque en los cómics de Bruguera, como Mortadelo y Filemón, para evitar problemas con la censura no lo situa-
ban en España sino en un país abstracto. Tintín, en cambio, estaba situado en lugares concretos, había aventura, fondos muy detallados, otro tipo de narración en donde que las historias comenzaban y terminaban. Fue en ese momento cuando me di cuenta que lo mío eran los cómics. He tenido la suerte de poder viajar mucho a los lugares dónde había estado Tintín, y para mí el placer de estar en esos lugares ha sido enorme. Además, con el tiempo he descubierto que la forma de trabajar de Hergé, el autor de Tintín, es el camino que a mí me gustaría seguir: documentación muy precisa, muy exhaustivo con lo que hacía. Él tenía un estudio con mucha gente reunida para llevar a cabo esa idea de la mejor forma posible. Ese tipo de cosas ya no pasa en los cómics, salvo en los de superhéroes y en el manga. O.T.R: Estamos hablando de que fue en tu juventud cuando te diste cuenta que lo tuyo era dibujar, pero ¿cuando empiezas a dibujar en serio? P.R: En aquellos años, el tema de dedicarte a algo artístico era controvertido. Decían, dibuja en tu tiempo libre pero búscate una profesión de verdad. Yo seguí la tradición familiar, la electricidad y la electrónica, y lo estudié durante tres años, hasta que mis padres se dieron cuenta de que aquello no era lo mío. Lo dejé y empecé a estudiar Artes y oficios. Antes había hecho algún encargo para alguna revista, pero fue en el momento en que entré en Artes y oficios cuando me di cuenta que dibujar era lo que quería hacer, que me quería dedicar a ello, a vivir de ello. O.T.R: ¿Fue en ese momento cuando empezaste a publicar para la revista El Víbora? P.R: Mucho antes. Mientras estudiaba Artes y oficios lo compaginaba trabajando en la publicidad. Desde entonces y durante veinte años hasta que llegó Arrugas. La publicidad es una profesión bastante agobiante porque el ritmo creativo depende del tipo de trabajo que hagas. Necesitaba sacar por algún lado lo que me apetecía hacer, explorar otro tipo de caminos, contar historias que lógicamente no podía contar en publicidad. Así que retomé el tema del cómic empezando a trabajar para La Cúpula, la editorial de El Víbora y para la revista erótica Kiss Comix. Tenía unos
veinte años cuando empecé a hacer cómic erótico. Me daba mucha vergüenza hacerlo, enseñárselo a mi madre, pero ella estaba muy orgullosa. Con el tiempo lo fui compaginando todo, hasta que pude dejar la publicidad y dedicarme únicamente a los cómics y a la ilustración.
“En España hay màs libertad creativa” O.T.R: Según tengo entendido, ¿empezaste a publicar en Francia? P.R: Primero trabajé para el cómic erótico en España, después me pasé a El Víbora ya que en aquellos años se podía vivir de una revista mensual, sobre todo si lo hacías a un buen ritmo. Lo consideraba una afición porque en aquella época, los años noventam, en la publicidad se ganaba mucho dinero. Aunque el el cómic erótico también se pagaba muy bien; de hecho, en los 80 y a principios de los 90 la mayoría de autores de cómic subían a las revistas, porque entregaban mensualmente y no estaba mal pagado. Pero una vez desaparecidas las revistas, hubo una crisis del cómic. Si querías vivir de los cómics tendrías que salir de España. Me di cuenta que había un mercado fuera, un gran mercado en el mundo editorial francés y hacer según qué tipo de cosas en España estaban muy mal pagadas, no en el campo de las revistas, sino en el álbum. Fue cuando empecé a hacer cosas para fuera de España. A veces volvía a España y luego continuaba en Francia; ahora ya no trabajo para Francia y trabajo para España. O.T.R: En España Arrugas fue Premio Nacional de Cómic, pero en Francia también estuvo premiado, ¿no? P.R: En Francia, estuvo seleccionado entre los mejores del año. Francia es un mercado mucho más grande, por tanto, las editoriales son más grandes y pagan más, aunque únicamente por las ventas. Te pueden anticipar más pero al final nadie te paga más de lo que vendes. Esa es la dife-
O.T.R: Y llegas aquí y dices ¿por qué en España no hay esto? P.R: La situación en España ha cambiado bastante aunque también ha coincidido con la crisis. Sí que es verdad que la llegada de la FNAC fue la punta de lanza para que las librerías no especializadas en cómic empezasen a tenerlo. La misma FNAC ha ampliado su sección de cómic, en Madrid y en Barcelona tiene una planta entera dedicada a ello, y a partir de ahí El Corte Inglés también ha tenido su sección, entre otras librerías. Todo eso va haciendo que los cómics empiecen a ser como un poco más normal.
rencia que hace que Francia sea un mercado al que van muchos autores españoles. Aunque te das cuenta que en el fondo es en España donde hay más libertad creativa, puesto que en Francia los contratos son mucho más abusivos. Durante varios años trabajé para una editorial francesa, una de las más grandes de Europa, y me pareció que era una falta de respeto para los autores en cuanto a la recuperación de los derechos de sus obras. Grandes estrellas del cómic francés han tenido luchas con sus editoriales para conseguir recuperar los derechos. Por ejemplo, los de Arrugas pertenecerán a la editorial durante toda mi vida. O.T.R: ¿Por qué, en realidad, Arrugas fue una traducción al español y todo lo han gestionado ellos desde allí? P.R: Ellos se quedan un porcentaje mucho mayor del que yo me quedó por cualquier beneficio que surja a partir de Arrugas, tanto de la película como del cómic, como del merchandising como de cualquier cosa. El haber trabajado en publicidad durante mucho tiempo, me ha hecho darme cuenta que si quiero, digamos, prostituirme a cambio de dinero, la publicidad es mucho más fácil que los cómics. Para mí, hacer un cómic requiere muchísimo esfuerzo, es como un producto de libertad. Yo necesito ese espacio de libertad absoluta y no quiero pasar por el aro de las editoriales francesas. Mientras pueda prefiero hacerlo en España y si necesito más dinero, hacer publicidad u otro tipo de ilustración. O.T.R: Con Arrugas seguimos. De entre todos los premios que te han dado por ella, ¿cuál es el más especial? P.R: No les doy mucha importancia, es mejor olvidarse de todo eso, porque en el fondo te das cuenta de que hay gente que se lo merece mucho más y no los tiene. Quizás el que más ilusión me ha hecho es, por un lado, el del Salón del Cómic de Barcelona porque había estado varias veces nominado pero nunca lo había conseguido, y con Arrugas fue la primera vez que conseguí el premio al mejor álbum y eso me hizo mucha ilusión. El Premio Nacional del
Cómic también, porque en cierta forma te cambia la vida. Hay otros premios nacionales que comentan que pasó esos meses y que después desapareció, pero en mi caso me sirvió muchísimo para romper un poco la barrera de los lectores de cómics y llegar a un público mucho más amplio y a los medios de comunicación donde normalmente no suelen llegar los dibujantes de cómic. También un premio que me hizo muchísima ilusión fue recibir una especie de premio nacional que se da en Japón, que Arrugas tenga mucha influencia me hizo mucha ilusión recibir un premio de allí, al ser lugar muy cerrado para el cómic extranjero. O.T.R: En Japón hay una cultura del cómic impresionante. Si allí tu hijo te dice que va a ser ilustrador no le dices que no. P.R: De hecho, el cómic se estudia en la universidad, es una carrera universitaria. El mundo del cómic es una gran industria, cuando estuve allí pude ver como son las tiendas y son edificios enormes llenos de cómics y hay una pequeña parte, mínima, que está dedicada al cómic occidental, y allí dentro está, por ejemplo, Arrugas. Que entre todo aquello alguien se fije en eso, pues la verdad es que es un detalle importante.
O.T.R: En El Invierno del Dibujante, que también te han galardonado, el tema del color es esencial. Tienes un estilo muy tuyo gracias al color y a las sombras. P.R: El tema del color es importante en la ilustración. Había un ilustrador norteamericano, Norman Rockwell, que hacía unas ilustraciones muy narrativas, en ellas se contaba una historia a través de la ilustración. Él decía que un ilustrador tiene unas herramientas limitadas y nada tienes que dejarlo al azar. Entre ellas, lógicamente, está
el color, que es parte de la narración de lo que estés haciendo, comunica cosas. En El Invierno del Dibujante el color servía para separar todo lo ocurría en la historia, las épocas, ya que los personajes y los ambientes son los mismos y tenía dudas de sí el lector se podía liar y perderse. Como hay tres épocas pensé en tres colores diferentes y situé la historia en tres estaciones del año, el color hace relación a una estación del año pero al mismo tiempo también hace referencia al estado de ánimo de los protagonistas. En el invierno utilicé el gris para situar el momento en que han tenido que vender la editorial lo que conlleva a la depresión, luego está la primavera, el rosa, que es el momento en el que surge el proyecto, y eclosiona el tema en el verano con el color amarillo. Quedó muy bonito porque luego en el lomo están los extractos de las épocas. El formato que estás usando es una de las bases de la novela gráfica. Cada historia requiere además unas características técnicas, y tienes ahora una libertad que antes no tenías. Hay un autor que se llama Chris Ware que explora un poco esas fronteras del cómic y en el último que ha hecho, es una caja que la abres y son diferentes historias que todas juntan cuentan una historia global, pero van por separado, unas son postales, otras son desplegables y todo va dentro de una caja. O.T.R: Sigo con El invierno del dibujante. En él contáis vuestra historia, la de los que os dedicáis al cómic y todo lo que os ha pasado. P.R: Hay gente que piensa que al ser una historia de dibujantes solamente interesa a éstos o a los lectores de cómic, pero no es así. Habla de una época de España, da igual que sean dibujantes, cineastas o escritores. Por un lado me servía como homenaje a todos esos cómics que en mi infancia hicieron que me gustasen y el querer dedicarme a esto; por otro, era la oportunidad de contar como era la España de la época, una España gris, sin ilusiones, cómo mucha gente tenía que agachar la cabeza, olvidarse del pasado y aceptar las cosas cómo estaban. Sobre todo cuando ya se dieron cuenta que el franquismo se iba a quedar para muchísimos años. Es lo que ocurre ahora con la crisis: ¿Qué voy a hacer?
¿Estar llorando todos los días o aceptarlo y echar para adelante? Para estos dibujantes, la creación de la revista Tiovivo era encontrar un hueco para la dignidad del autor. O.T.R: En El juego lúgubre también haces hincapié en el cómic histórico. ¿No te gusta imaginar el futuro y prefieres el pasado? P.R: Una vez empiezas a conocer el mercado en España te das cuenta que es muy diferente al mercado francés. El mercado francés funciona con un tipo de cómic, funciona muchísimo el género como la fantasía, pero España es un mercado diferente. Entonces te vas dando cuenta que hay un camino que parece que funciona, es esa crónica sobre partes de la historia. Me parece interesante porque es un camino que me gusta y pienso que es un camino en el que consigues lectores no habituales en el mundo del cómic. Sin embargo, si te vas hacia la ciencia ficción y la fantasía que son géneros que me gustan también, tienen un publico mucho más limitado. Los que me empiezan a seguir es un público amplio que en muchos casos se acerca al cómic ocasionalmente, que jamás ha leído Spiderman, ni Tintín, pero sin embargo ese tipo de cómic que hago lo tocan de vez en cuando. Veo, entonces, que es un camino que me permite vivir de ello. O.T.R: O sea que te gusta convertir a los no creyentes. P.R: En el fondo todos los creadores de cómic nos dedicamos a eso mismo. Imagino que todos los medios que no tienen demasiados lectores lo hacen. Es lo que nos pasa cuando tienes algo que a ti te apasiona y que la gente no lo comparte y tú piensas que no lo comparte por desconocimiento. Yo tengo una serie de cómics que son los que considero que puede gustar a la gente, pero no son los que más me gustan a mí. Sí que intentas siempre convertir con tu obra, intentas ir por ese camino. Hay veces que me gustaría hacer otro tipo de cosas, historias con lo que a mí me gusta. Pero en estos momentos me da miedo salirme de ahí aunque lo haré en algún momento.
guntaron si no hacía nada más, no volvieron a llamar ni a decir nada.
O.T.R: ¿Cuál es tu cómic favorito? ¿O el que no recomiendas pero es el que te gusta a ti? P.R: Hay una saga de un valenciano que me gusta mucho, el autor se llama Daniel Torres y es una historia de ciencia ficción de los 90, trata sobre un escritor de ciencia ficción en un futuro no del todo realista, es una historia muy bonita y me encanta ese cómic. Ocurre con muchos, como con Watchmen, que es también un gran cómic pero yo creo que para valorarlo en su justa medida tienes que haber leído mucho de superhéroes porque es como el ocaso de los superhéroes, es decir, si lo lees por separado pues puede estar muy bien pero si lo lees de haber leído muchos cómics tiene mucho más sentido porque ves la ruptura de un género. Para mí hay cómics muy buenos pero es más difícil que gusten a otro tipo de gente, porque para disfrutarlos tienes que haber leído muchos cómics. O.T.R: ¿Y en los tuyos? ¿Cual te gusta más? P.R: Es más complicado porque en general no te gusta ninguno. Cuando vas a empezar a hacerlos, cuando lo tienes en la cabeza, es lo más cerca de la perfección. Mientras esté en tu cabeza es lo mejor que se ha hecho en el mundo, según va avanzando ves que estás más lejos de esa perfección. Cuando lo acabas estás muy lejos de esa primera idea que tenías. Con el tiempo los puntos de partida siempre me parecen interesantes y me gustaría retomarlos. Por ejemplo, El juego lúgubre me parece un buen punto de partida y me gustaría volver a hacerla pero posiblemente iría por otro lado y le daría otro aspecto. Sí que hay pequeñas cosas que me gustan de todos. En Arrugas me gusta mucho como crece el personaje de Miguel, en El Invierno del dibujante me gusta como está dividido el tiempo, en El juego lúgubre me gusta el comienzo de la historia. De cada uno hay algo que te gusta y muchas más cosas que no te gustan. También eso es lo bueno, porque si llegas a hacer una obra que consideras que está bien, ya no tendría mucho sentido seguir haciendo más. O.T.R: ¿Y Memorias de un hombre en pijama también lo cambiarías? P.R: Como son historias cortas, simplemente se me ocurren otras que son en realidad las viñetas de Las Provincias, las cuales estuvieron saliendo
O.T.R: ¿Te gusta dibujar en tu estudio? P.R: No consigo hacerlo de otra forma. Aunque cuando tienes que viajar en el tren o en el avión, acabas escribiendo y le sacas su provecho a esos viajes. Normalmente trabajo siempre en casa, de hecho he intentado a veces hacerlo fuera pero nunca sale. Prefiero mi espacio del estudio, que es donde soy productivo.
allí durante un año y medio. Nunca había hecho nada así y me apetecía mucho hacer humor porque lo he hecho en otros sentidos. Durante muchísimos años hacíamos un programa de radio con unos amigos y era una tertulia más o menos con humor. Aunque no me gusta el formato de gags porque se te agota muy rápido; en prensa es muy complicado hacer una historia que empieza y termina, ya que sales una vez a la semana y el público del periódico es ocasional. Así que hice gags y me di cuenta que era algo muy fresco. Lo que había pasado un día podías ponerlo ese domingo. La gente que lo leía reaccionaba de una forma que te podía afectar y eso hacía que la siguiente semana tuvieses algo que contar que fuera diferente a lo que habías contando. Como por ejemplo, contar que no tienes pijama y que un lector te regale un pijama y eso da a pie a contar una historia. O.T.R: ¿Cuál es tu método de trabajo? P.R: Es bastante de oficinista. Todos los días te levantas, te pones a trabajar y haces tus horas y ya está. De hecho, un programa de televisión -que seguía la vida de una persona supuestamente famosa durante un día, lo condensaban en medía hora y lo emitían- me escribieron para que les contase un poco cómo era mi día antes de venir a grabar. Entonces les conté cómo era y me pre-
O.T.R: ¿Y cómo trabajáis los dibujantes? ¿Sólo hacéis el boceto artesanal y luego dibujáis y coloreáis en el ordenador? P.R: Hay gente que sigue haciendo todo el proceso manual y gente que no. En mi caso es intermedio: dibujo a mano, lo paso al ordenador donde retoco cosas y lo imprimo. Dibujo encima de ese dibujo que he arreglado con el ordenador, lo vuelvo a escanear y allí coloreo. Es un ir y venir del ordenador. Me gusta seguir dibujando a mano pero si que es verdad que el ordenador te da muchas herramientas. No sólo en el color, por ejemplo, también con las historias en las que necesito mucha documentación, busco fotos de calle, las coloco, luego las dibujo...
“Que te apasione tanto como para que cualquier sacrificio no lo sea” O.T.R: ¿Qué consejo les darías a los jóvenes que quieren ilustrar, dibujar…? P.R: Vivir de la cultura es complicado y en esto de los cómics bastante más. En el fondo una parte es el negocio y hay que conocer el mercado y saber adaptarse a él. Hay dos caminos: o bien vas en línea recta intentando tirar abajo todos los obstáculos que hay hasta conseguir lo que quieres, o bien eres flexible y vas buscando la editorial que te interesa. Viendo qué puede funcionar dentro de lo que a ti te gusta hacer. Yo empecé a hacer un tipo de cómic que no era exactamente lo que
buscaba, pero con el tiempo he llegado a hacer de lo que puedo, lo que más me gusta. Incluso en la ilustración ocurre lo mismo, siempre está en función de un encargo, tienes que conocer un poco el mercado, posicionarte y encontrar tu camino y hasta que tengas una voz propia, que es lo que en el fondo todos quieren: que una ilustración se reconozca quién la ha hecho. Hay que buscar las oportunidades hasta conseguir lo que quieres, y darte cuenta que ni todos los que publican o funcionan son los mejores, ni todos los que no lo consiguen son malos. Hay una mezcla y no hay que deprimirse por no conseguirlo. En el fondo lo importante es que lo que estés haciendo te apasione tanto como para sacrificar todo por ello.
P.R: El trabajo del guionista es muy detallado y no deja ningún margen al dibujante. El ilustrador lo que tiene que hacer es intentar plasmar lo que el guionista le dice. Pero también hay otros guionistas que te dan mucha más libertad. Te cuentan un guión más bien cinematográfico y tú lo adaptas. A mí me gusta hacer esa segunda parte en la que puede aportar mi visión. Cuando tú eres el único autor acabas pensando que las historias sólo se pueden contar de una forma. Hay muchos autores que parecen que sólo tienen una historia y a partir de ahí hacen mil variaciones. En cambio, cuando trabajas con un guionista de repente es como una alteración en todo eso: encuentras otra forma de narrar, de plasmar la historia y otros temas que tú jamás hubieses pensado. Es muy interesante trabajar O.T.R: Ahora prácticamente los álbumes es lo con un guionista. que se vende al gran público, ¿el ilustrador también es el responsable del guión? ¿Cómo se tra- O.T.R: ¿Qué opinas de las grandes editoriales? baja cuando son colaboraciones? Como por ejemplo de las de superhéroes: DC,
Marvel… Parece como que el dibujante se pierde un poco ya que el personaje sigue viviendo pero el dibujante principal cambia. P.R: En el cómic de superhéroes sólo afecta a una determinado público muy minoritario que son los que siguen a esos autores. En la mayoría de los casos siguen a un personaje: Spiderman, Los cuatro fantásticos, Batman. Van cambiando con el tiempo de guionistas, de dibujantes, de coloristas... porque lo que funciona son los personajes. Los autores simplemente son el medio para que cada mes ese producto esté en el quiosco o en la librería. Durante muy poco tiempo estuve haciendo de colorista para Marvel, pero mi ritmo de trabajo es muy diferente, yo voy a la europea, era tan lento que sin decirme nada llegó un momento en el que ya había otro colorista que estaba terminando el cómic. Preferirían que todo fuese homogéneo pero lo que no puede fallar es el terreno en el quiosco. Lo importante es el personaje más que el autor.
lueta de Picasso, que está en varios lugares de Valencia. Hemos hecho muchas colaboraciones, ya que nos llevamos muy bien y tenemos muchos gustos en común.
O.T.R: Sobre los carteles que tienes ahora sobre la concienciación social. ¿Te gusta trabajar en ello? Con Arrugas tratabas el tema del alzheimer. P.R: Se podría decir que lo que más ha traspasado las fronteras del cómic ha sido Arrugas y ha llegado a gente que normalmente no lee cómics. Para un gran sector de los lectores, yo solamente he hecho Arrugas. Ha llegado a mucha gente relacionada con el tema de la medicina y de las obras sociales. A partir de ahí me han surgido muchos encargos. Es un camino que me apetece hacer y que incluso la mayoría las hago gratis porque me parece que es una forma de colaborar. Por otro lado me parece que tanto el cómic y la ilustración puede ser un medio didáctico. Sobre todo el cómic, que es una forma capaz de explicar cosas que no nos apetecería leer y llega de una forma O.T.R: Además de la ilustración, en el mundo de muy fácil al público. El cómic encaja perfectala cultura también tienes un programa de radio. mente en la concienciación social. P.R: Ya no lo tenemos. Desde hace un mes Punto Radio la compró la COPE. El programa que ha- O.T.R: Siguiendo con lo social y con el tema de cemos no encajaba y ahora estamos huérfanos. que la ilustración y el cómic ayudan a expresar Quizás en un futuro volvemos. las emociones, estuviste tres meses participando en la Obra social de La Caixa, ¿no? O.T.R: Un ilustrador en la radio suena raro. P.R: Seguimos con ello. Estamos haciendo un P.R: Es como ser caricaturista. Lo bueno es que taller para niños autistas. Cuando salió Arrugas es mucho más fresco de lo que es cualquier otro hicimos una especie de gira junto con otro aumedio. En la radio no llevábamos ningún guión, tor, Miguel Gallardo, que había hecho un cómic simplemente es improvisación. Buscas caminos, sobre su hija autista, María y yo. Juntamos los encuentras cosas, recursos, formas que no te sal- temas del alzheimer y el autismo y cómo el códrían de otra forma. Memorias de un hombre en mic era una buena forma para explicar cosas pijama sale de las tertulias de la radio, de anéc- como éstas. Me pareció muy interesante lo que dotas que cuentas; ves un poco lo que funciona, intentamos hacer en este taller. Para un autista lo que no funciona, ves la gente dónde se ha reí- escribir es complicado, pero sin embargo, el dido, dónde no. La verdad es que lo echo de menos bujo es nuestra herramienta más natural para porque era una cantera de ideas. comunicarnos. En este taller hay gente con un nivel muy alto de autismo y gente que tiene meO.T.R: Con MacDiego también has trabajado, a nos. No puedes aplicar las mismas cosas a todos, parte del programa de radio, en otros proyectos. pero ellos encuentran una herramienta para coP.R: Durante la época de publicidad hicimos mu- municarse y nosotros para entenderlo. Es muy chísimas cosas juntos. Tenía un estudio de dise- interesante ver cómo te cuentan las cosas, cómo ño que era bastante importante, él trabajaba con dibujan lo que han dibujado, te dibujan lo que no Bancaja y para ellos hicimos, por ejemplo, la si- les gusta, lo que sí, que se expresen a partir del
dibujo. A mí me está abriendo un mundo. Son visiones diferentes del mundo, a ellos les limita en muchos casos el exceso de información y nosotros nos perdemos muchísimas cosas que ellos son capaces de detectar. O.T.R: Hay ilustradores que visualmente no son tan atractivos, que la historia puede ser buena pero visualmente para el que no está iniciado no gusta. Eso no pasa con tu ilustración porque es muy dulce y sientes que te atrapa. ¿Qué piensas de la relación entre la calidad de la ilustración y la historia? P.R: El dibujo al final es una herramienta más. Un cómic lo que pretende es contar una historia o unos sentimientos, unas emociones… lógicamente con el texto y con el dibujo, pero ambos tienen que ir en un mismo camino. En mi caso he encontrado un estilo gráfico que me gusta porque no me limita en un tema, sino que puedo pasar de una historia sobre la vejez y el alzheimer a una sobre dibujantes españoles. He encontrado un estilo gráfico que se llama la línea clara, pasa un poco desapercibido y te puedes centrar en la historia. Además es un estilo muy legible, incluso para gente que normalmente no lee cómics. El cómic es una democracia de estilos, como lo fue en el siglo XIX eb el momento de las vanguardias artísticas. Hasta ese momento parecía que sólo había una forma de pintar, una temática y una forma de concebir una pintura, pero de repente había mil formas diferentes. Con el cómic ocurre lo mismo. Por otro lado, muchas veces la frescura es porque ha vivido esa situación, aunque no sea un virtuoso del dibujo. También ocurre en el otro sentido, un dibujante que quería ser demasiado virtuoso, no hace falta ser tan detallista cuando la historia no lo requiere.
Ciudad: Estambul Color: Azul Sabor: Picante Olor: Azahara Mar o montaña: Mar
O.T.R: Tus ilustraciones sí que son identificables fácilmente. Las ves y no hacer falta ir a ver la firma. P.R: Eso bueno y malo a la vez, por un lado es bueno porque tienes un estilo que te reconoce y mucha gente te puede pedir ilustraciones en ese sentido y ya tienes el camino hecho. Pero por otro lado te gustaría salir de ese camino y hacer algo que no tenga nada que ver. Muchas veces el cliente cuando te pide una ilustración tienes que pensar muchas veces qué quiere. Te sales un poco de ese camino, intentas buscar otros si no te apetece ir por ahí. Si te encargan algo es porque eres tú, pasa como Mariscal, como Jordi Labanda o como Isidro Ferrero, ya tienes una estética creada y la gente quiere que si te encarga algo que lo hagas por ahí. O.T.R: Ahora que has citado a Jordi Labanda, ¿no has pensado en hacer bolígrafos, libretas, carpetas…? ¿Te planteas el merchandising? P.R: Sería un camino aparte. Al final no tienes tiempo para hacer todo lo que quieres hacer, y lo que me gusta es contar historias. Cuando empezaba a hacer cómics las editoriales tenía otra mentalidad: que te crees un personaje y que te sirva para continuar una serie y al mismo tiempo sacar dinero con merchandising. Eso es de lo que se vive y sigue viviendo la industria del cómic y en muchos casos también la del cine. Todo lo que sea salirse de ahí es perder una buena parte de esa industria. Quizás lo único, y ha sido por casualidad, que encaja dentro del merchandising es Memorias de un hombre en pijama. Sé que hemos hecho pijamas, cartelería y alguna cosa en ese sentido. Necesitas muchas veces tener un personaje para poder hacerlo o un estilo gráfico como Jordi Labanda para que funcione. Mi camino va por otro lado.
Canciòn: Aquellos ojos verdes, de Natalia Sosa Un sueño: Poder estar tranquilo Còmic: Barrio lejano, de Jiro Taniguichi Animal: Mi hija Tè o cafè: Cafè
Vanesa Hildy
LAS AVENTURAS DE
ALFRED & AGATHA
EL CHELIN DE PLATA de
Ana Campoy
T
odos conocemos los importantísimos logros de dos grandes figuras de las artes como son Alfred Hitchcock y Agatha Christie. Pero, ¿cómo hubiera sido su infancia si estos maestros del suspense se hubieran conocido siendo unos niños? Pues eso es precisamente lo que se propone contarnos Ana Campoy en su serie de novelas juveniles Las Aventuras de Alfred & Agatha, en las que estos jovencísimos compañeros de viaje se verán inmersos en todo tipo de incidentes misteriosos.
En esta ocasión nos las vemos de frente (sí, como si al igual que en la historia, de un gran enigma se tratase) con la segunda novela de Ana sobre los pequeños Alfred y Agatha, los cuales son ya, como no podía ser de otro modo, grandes amigos gracias a su gusto en común por los misterios sin resolver. Y, si en la primera entrega la autora nos presentaba cómo se conocieron, ahora vamos a tener el honor de que se nos presente también a otro inigualable del misterio, Arthur Conan Doyle, quien aparece en la historia como un vecino del adinerado barrio en
el que vive la pequeña Agatha, y siendo ya el famosísimo escritor de las novelas de Sherlock Holmes. Resultado de la mala fortuna tenida en un accidente, el Señor Doyle se encuentra impedido y recluido en su casa sin más compañero que su silla de ruedas, por lo que cuando los niños aparezcan para pedirle su ayuda, este se mostrará encantado de prestársela —mostrando, gracias a la ágil y divertida pluma de Ana, que Sherlock Holmes podría tener mucho de autobiográfico—, y más teniendo en cuenta que el misterio que atañe en esta ocasión a los niños no es otro que la desaparición de Morritos, la fiel perrita compañera de Agatha. Las posibilidades son muchas, pero el tiempo escasea. El secuestrador decide ponerse en contacto con sus perseguidores a fin de aliñar su macabra acción en-
viando pistas y enigmas al grupo, de este modo espera ver si son capaces de adivinar el paradero de Morritos. Así, y sin apenas darnos cuenta, nos veremos inmersos de nuevo en otro rompecabezas creado por esta joven autora, quien ha conseguido lo que sus homenajeados personajes lograron en su época: atrapar a grandes y pequeños en sus historias. Todo esto sin olvidarse de ningún posible lector, pues si la aventura en sí hará las delicias de cualquier joven que se acerque a la novela, la calidad literaria, el estilo y los continuos guiños a hechos reales sucedidos en las vidas de Agatha o Alfred, o a sus libros y películas respectivamente, consiguen que los que ya contamos con cierta memoria histórica disfrutemos de igual manera. Poco más se puede decir. Que comience la función.
Patricia Madrid
S S E R P X E
Anabel Botella
El Sueño
EL CUADERNO DE
AROHA
Q
De Francesc Miralles
ue me encanta la pluma de Miralles no sorprende ya a nadie. Acaba de salir al mercado su última obra El cuaderno de Aroha, su proyecto comienza con la palabra AHORA, que le instaba a comenzar como un icono en blanco en su escritorio. Al darle la vuelta a la palabra nos aparece el precioso nombre femenino Aroha —que será el nombre de la protagonista— y al buscar novelas con ese título descubrió algo mágico. El significado de Aroha en japonés es literalmente «te quiero» pero lo más sorprendente es su significado en una lengua muy poco conocida como es el maorí en el que significa «amor», lo que inevitablemente lo convertiría en parte del título. Con este punto de partida es indiscutible que El cuaderno... será una novela de amor, algo mística pero muy interesante. Y si bien es cierto que Josan es un pro-
tagonista un tanto sosaina, lo mejor de esta historia son sus personajes. Muriel es encantadora, y aunque llegado un momento puede parecer insoportable, la genialidad de esta chica es cuanto menos entrañable. Y una mención también a Padre Niebla, un gurú apostado en una montaña muy intenso y que me ha parecido un poco corto. Le hacían falta más páginas, para profundizar y para «llevarnos a todos a Idilia» pero de verdad. El hilo argumental es el descubrimiento de un diario olvidado por parte de Josan en su habitación de hotel. La anterior inquilina del dormitorio lo dejó con la leyenda «Búscame y te encontrarás». Página a página el protagonista se va enamorando de la autora del cuaderno e inevitablemente se lanza en su busca. Es su verdadera alma gemela y al final encontrará una fotografía con el rostro de su amada, y una petición «no tardes en venir». Y las cosas se ponen realmente interesantes cuando al final, la encuentra.
De
Los
Muertos e d
E
Virgina Pérez de la Puente
l príncipe heredero de Novana, Danekal, un joven que ha de asumir una responsabilidad muy pronto, intenta averiguar quién está detrás del atentado que casi le cuesta la vida a su padre en vísperas de la firma de un tratado con la reina de un país vecino, Sihanna Phanobia. Al mismo tiempo deberá lidiar con los nobles que esperan la muerte del rey Tearate para hacerse con la corona, una horda invasora y sus propios fantasmas interiores. Conocemos a Kal, un hombre esclavizado por su capacidad para encauzar una antigua magia llamada Shah. Pugna por liberarse de las cadenas que lo someten a la mujer que obtiene de él su poder: su Melliza, poseedora de una magia que solo pueden utilizar las mujeres. Pese a sus enormes diferencias, el futuro rey y el esclavo descubrirán que existe entre ellos una unión, y que es mucho más profunda de lo que ambos suponen. El sueño de los muertos es una novela compleja, llena de misterios e intrigas palaciegas, muy bien escrita. Aunque se toma
su tiempo para dar a conocer todos los datos y los personajes, una vez que arranca la novela no puedes dejar de leerla. La lectura se vuelve más ágil y la historia mantiene un buen ritmo. Si en algo destaca la autora es por hacer unos personajes diferentes y muy bien definidos, sobre todo Danekal, un protagonista que evoluciona bastante y que te enamora. Cada uno tiene sus motivaciones, sus dudas y sus pasiones, incluso los secundarios están bien construidos. Hace un buen retrato de las miserias humanas, así como del fanatismo religioso llevado a las últimas consecuencias. La historia del príncipe Danekal y la del esclavo Kal van muy unidas. Parte de la trama de la novela recae en la magia de los dos hermanos, Kal y su Melliza (ella por ser poseedora de la magia gracias a su hermano), que dan mucho juego en la historia. El sueño de los muertos es una novela de fantasía que se aleja un poco del género fantástico más tradicional. Virginia Pérez de la Puente es una autora muy a tener en cuenta dentro del fantástico español.
Soraya A.Z.
Maggie Stiefvater vuelve al folclore místico con sus chicos cuervo
A
THE RAVEN BOYS
los dieciséis años, el primer beso de Blue Sargent acabará con la vida de su amor verdadero. Sin embargo, «la Academia Aglionby era la razón número uno por la que Blue había desarrollado sus dos reglas: uno, mantente alejada de los chicos porque solo dan problemas; y dos, mantente alejada de los chicos de Aglionby, porque son unos capullos». Aunque Blue ha nacido en una familia de videntes, su único poder consiste en amplificar los de los demás, y por eso todas las vísperas de San Marcos acompaña a su madre a una iglesia en ruinas para que esta pueda observar los espíritus de todos los que van a morir en el próximo año. Pero ahora que Blue ya tiene dieciséis, ve por primera vez a un espíritu, el de un chico de Aglionby que se hace llamar Gansey. Y «solo hay dos razones por las que un no-vidente vería a un espíritu en la víspera de San Marcos. O eres su verdadero amor... o vas a matarle». Gansey y sus amigos, Adam y Ronan, se han embarcado en una tarea que nada tiene que ver con las clases de la elitista Aglionby:
seguir las líneas ley, fuentes de poder, hasta la tumba del mítico rey galés Glendower, que concederá cualquier deseo a aquel que le despierte de su letargo. Blue no soporta a los niños ricos como Gansey, y es Adam quien despierta su interés, de modo que cuando Gansey acude a la familia de Blue en busca de ayuda sobrenatural, esta decide sumarse a la causa, a pesar de saber que ella y Gansey bailan al filo de un precipicio que podría ser fatal para el chico. Con esta emocionantísima premisa comienza el séptimo libro de Maggie Stiefvater, la introducción de su primera tetralogía: The Raven Boys. Con semejante misterio, una historia de amor incierta, unos secundarios con historia propia y una aventura mágica digna de Excalibur, Merlín y los caballeros de la mesa redonda, Maggie ha mezclado un par de ideas del folclore galés con cartas del tarot y unas gotas de poción de amor y lo ha vuelto a conseguir: ha creado una novela excepcional. SM ha comprado los derechos de publicación y si finalmente se decide a editarla, Maggie Stiefvater atacará de nuevo con su prosa poética y The Raven Boys.
‘MUSICA DE CÁMARA’,
Santi Ramos
ENJAULANDO EL AMOR
T
razos de una época, rincones de un tiempo, rasgos de un sufrimiento, el dibujo de un periodo tenebroso e ineluctable; quizá sean estas las bases con las que Rosa Regás desentraña una sociedad —una nación— callada y encadenada en su última novela, Música de cámara (Premio Biblioteca Breve 2013). El testimonio de una relación amorosa en la más oscura dictadura franquista, en los tenebrosos años cincuenta, sirve para perfilar un fino y certero retrato de lo que supuso aquel tiempo, donde la libertad, la justicia, la verdad y la igualdad fueron presos de la sinrazón y la demencia, y tantas personas se convirtieron en víctimas del horror más incomprensible. Música de cámara es ante todo una historia de amor, y en ella se apoya Rosa Regás para dar forma a su novela de manera inmejorable. Enmarca, en el duro reinado fascista que asoló España, una trama en la que los dos mundos de entonces se entrelazan, se unen e intentan cohabitar como mejor pueden; ella, Arcadia, hija de republicanos exiliados; él, Javier, hijo de un importante gerifalte del Régimen, pero
«No extirpamos el mal que crecerá y crecerá, se esconderá cuando convenga, aparecerá cuando quiera y siempre tendrá el poder».
sin llegar a formar parte de éste. No podían unirse dos universos menos miscibles, tan opuestos y tan irreconciliables. Pero inevitablemente surge el amor, y Arcadia, tras tomar matrimonio, se verá encadenada a una sociedad condenada a la costumbre y el conservadurismo, en un entorno que constriñe su ser, que consume su vida hasta reducirla sólo a una agostada existencia, sin aspiraciones ni objetivo alguno. Es aquí cuando Rosa Regás pone de manifiesto el sufrimiento, no sólo de los oprimidos por el totalitarismo de la época, sino también de las mujeres que vieron su dignidad ninguneada, aherrojada y pisoteada por una Iglesia y una sociedad machistas y crueles, donde la vida diaria para tantas de ellas era como en un convento, apartadas, silenciadas, amordazadas, humilladas en su orgullo. Arcadia es víctima, y pese al denuedo de Javier por hacerla feliz, ella se va consumiendo, su vitalidad y su salud se ven drenadas por la presión de la curia y la sociedad, donde hasta las propias mujeres tienen asumido y aceptado el delirante machismo impuesto. Pudiera parecer que Rosa Regás se centra demasiado en el aspecto extrínseco de su propia historia, en detallar con excesivo esmero las atrocidades de la dictadura, pero
ello es esencial para comprender el lado intrínseco, la psicología y acciones de los personajes, que están poderosamente determinadas por las circunstancias, y son éstas y no la voluntad personal las que encauzan sobre todo la vida de la protagonista. La presión de todo el entorno de Arcadia hará que su amor poco a poco vaya desdibujándose, diluyéndose entre reproches, mandatos y obligaciones, acabando por encarcelar todo rastro de pasión en su matrimonio. La novela va creciendo a medida que avanza, tiene una primera mitad más pausada y cadenciosa, para dar paso a una segunda parte espléndida, que arranca con un hecho decisivo en la vida de Arcadia —y de Javier, cuando todo su mundo es destruido definitivamente por la infamia y la ignorancia. Es ahí cuando Música de cámara se convierte en un torrente de acontecimientos, un alud de pensamientos, de reflexiones sobre un momento de nuestra Historia que aún hoy nos estremece. Para el recuerdo su último capítulo, más de veinte años después, testigo de las vidas pasadas, de los sentimientos y palabras que quedaron enterradas, de las confesiones que vieron el olvido, y de la vuelta a creer que aquel amor había existido realmente.
Anabel Botella
de
años para Day
U
n joven se ve obligado a vender su cuerpo a cambio de dinero. Una muchacha discreta y recatada es testigo del lujurioso acto. Siete años más tarde, estas almas atormentadas se encuentran para calmar una atracción irresistible... Juntos descubrirán que hay placeres por los que vale la pena esperar. Alistair Caulfield es el menor de cuatro hermanos y carece de la fortuna de su familia. Para poder alcanzar sus sueños, Alistair vende su cuerpo a las mujeres más acaudaladas. Jessica Sheffield, la víspera antes de casarse con Benedict Reginald Sinclair, presencia un encuentro lujurioso en un jardín entre Alistair y una joven. Siete años después, Jessica y Alistair se vuelven a encontrar en un viaje en barco, un viaje que les cambiará para siempre. La autora de la trilogía Crossfire vuelve con una novela cargada de sensualidad desde la primera página. Sin embargo, Siete años para pecar es anterior a su famosa trilogía publicada por Espasa.
En esta historia hay una trama principal, protagonizada por Jessica y Alistair, que nos regalarán los momentos más eróticos de la novela. Jessica es recatada, distante y seria, todo lo contrario a Alistair. Él es un deslenguado que representaría el libertinaje, la sensualidad y la pasión. Entre ambos saltan chispas, la atracción es mutua, y aunque Jessica desea ocultar cuáles son sus verdaderos sentimientos, le será difícil no caer en las redes de Alistair. Por otra parte, hay una subtrama protagonizada por Hester, Michael y Regmont, que aunque es menos erótica, es igual de intensa que la de Jessica y Alistair. Esta segunda historia es más romántica y tierna. Siete años para pecar ofrece una historia maravillosa de Regencia, ideal para todos los amantes de este tipo de novelas. Además de ser picante, tener escenas eróticas y unos protagonistas sensuales, hay momentos en los que el corazón se te encogerá. Desde luego es una autora que sabe cómo enganchar al lector.
Ana Campoy Vanesa Hildy
En este número he tenido el placer de entrevistar a Ana Campoy, autora de la saga de libros juveniles Las Aventuras de Alfred y Agatha. Es una autora a la que he tenido el honor de conocer personalmente y de la que sólo puedo decir que su calidad humana es tan grande como la que ostenta como escritora. Aquí os dejo las preguntas, a las que tan amablemente ha contestado para nuestra revista. OTR: La primera pregunta, la evidente: ¿cómo surgió la idea de crear Las Aventuras de Alfred y Agatha? Ana Campoy: Pues todo parte del libro El cine según Hitchcock, que escribió François Truffaut, el director de cine. El libro consiste en una larga entrevista en la que Alfred recordaba una anécdota de su infancia: su padre lo castigó a permanecer unas horas en la comisaría del barrio por algo malo que había hecho. Así que esa anécdota fue el comienzo de la primera novela de Alfred y Agatha, Los diez pájaros Elster. OTR: ¿Tardaste mucho en atreverte a dar el salto y comenzar a escribir las historias? AC: Todo forma parte de un proceso. Siempre había tenido muchas ganas de escribir infantil o juvenil. Era una ilusión que conservaba desde que era adolescente, pues nunca me separé del todo de ese tipo de literatura. Supongo que ocurrió cuando llegó el momento adecuado. OTR: Y ahora que todo el mundo las conoce y que estás cosechando éxitos allá donde vas, ¿cómo te sientes? AC: Muy afortunada. La colección gusta mucho a niños y mayores y es halagador recibir tantas muestras de cariño. Ya vamos por el quinto título y aún habrá más. De hecho, ya ha sido traducida en Italia y en
Turquía, algo que jamás podía imaginar cuando comencé con la serie. Es un sueño hecho realidad. OTR: ¿Qué hay de ti en Alfred y Agatha? ¿También eras tan inquieta como ellos de pequeña? AC: Es una pregunta que me han hecho bastante en mis encuentros en colegios y yo siempre les contesto que hay mucho de mí en los dos. Tal vez Agatha represente mi parte activa y pizpireta, mientras que Alfred es mi lado más reflexivo y calmado. De hecho, de pequeña era un poco de los dos lados. Bastante inquieta, pero también algo introvertida. OTR: A pesar de que las historias están publicadas con destino a un público infantil y juvenil, nos encontramos con que pueden ser disfrutadas de igual modo por adultos, pues además de su calidad literaria, están llenas de guiños reales sobre la vida u obras de sus protagonistas. AC: Sí, es cierto. Hay verdaderos fans adultos de Alfred y Agatha que disfrutan mucho de las tramas. La literatura infantil también puede ser atractiva para el público adulto. Hay verdaderas joyas accesibles para todo el mundo. Tal vez uno de los secretos es no tratar a los niños como estúpidos.
Santi Ramos
OTR: Detrás de todo escritor hay siempre un gran lector. Cuéntanos tu caso, cómo empezaste a leer y cuáles son tus libros favoritos. AC: Yo empecé a leer gracias a los Cuentacuentos Salvat que mi madre me compró cuando era muy pequeñita. Venían con un casete y un libro, y de tanto escucharlos me los aprendía de memoria. Al final aprendí a identificar cada palabra con sus fonemas correspondientes. Sería incapaz de elegir un libro favorito, aunque me considero una enamorada de Roald Dahl o Hans Christian Andersen. Me encanta su honestidad a la hora de contar historias. Aunque tampoco puedo olvidar clásicos como El mago de Oz o cosas más recientes como los libros de Flanagan. Hay tantos títulos que no cabrían ni en tres entrevistas.
OTR: Y de ahí al salto a la escritura… AC: Sí, pero eso fue mucho después. Considero que hay que leer muchísimo antes de tomarse la escritura como algo profesional. Y además, en mi caso, el cine ha tenido una importancia vital. Mi técnica de contar historias tiene mucho que ver con el desarrollo de guiones. La narrativa literaria y cinematográfica está más unida que nunca en esta época. Los lectores también son espectadores. OTR: Y después de cinco libros ya publicados, ¿piensas seguir haciéndonos disfrutar con más aventuras de esta pareja? ¿Tienes otros proyectos? AC: Hay una sexta aventura ya en camino y numerosos proyectos acabados o encima de la mesa. No concibo estar parada cuando en la cabeza bullen las ideas. Es lo bonito de la profesión de escritor, que puedes soñar incluso estando despierta.
‘FRANKENSTEIN’, TREMULA SOLEDAD «¡Despiadado creador! Me has dado sentimientos y pasiones, pero me has abandonado al desprecio y al asco de la humanidad»
H
ay autores o autoras, como el caso que traemos a colación, cuya inquietud y mentalidad destemplada, de una manera contundente y palmaria, consiguen crear una historia —bajo forma de novela, cuento, narración o incluso poesía— cuyo inóculo es el más certero epítome de su visión del mundo, de sus fantasías y anhelos, de sus temores y terrores, y alcanzan, en su creación pero también en su legado, la trascendencia para ser considerados verdaderos adalides del pensamiento y la inventiva, pero también del arte. Porque, ¿qué es la literatura si no la extracción y transmuta-
ción en palabras —en la palabra escrita— de la desnudez más íntima del escritor, que se opone a una realidad imperfecta, puede que carente de toda belleza y luminosidad? Mary Shelley consiguió con su única obra verdaderamente trascendente, elevar a un tono decididamente trágico, que golpea al lector irremisiblemente, lo que ella creía un terror que por aquellas primeras décadas del siglo XIX (probablemente el más brillante novelísticamente hablando) estaba en ciernes: devolver vida a un organismo ya muerto mediante procesos eléctricos. La joven Shelley imaginó este horror y la invadió un profundo miedo al ver, en su imaginación, caminar
entre los vivos a un cuerpo que ya no era de este mundo, que pertenecía a una realidad separada de la vida por esa etérea pero definitiva barrera que es la muerte. Por casi todos es conocida la historia de la creación de la novela Frankenstein o el moderno Prometeo (1818), en aquella especie de apuesta con su amigo Lord Byron, su marido y otro conocido para ver quién escribía el relato más aterrador. Y la jovencísima Mary decidió tomar como base dramática aquel terror casi sobrenatural que se imaginó en su búsqueda de una historia que hiciera estremecerse a aquel grupo que se sentaba junto al fuego a contar viejas historias escabrosas. Ese eje que vertebró la novela de aquella joven era a priori sencillo, pero de una fuerza y audacia arrebatadoras y poseída un alma oscura que situaba al hombre frente al divino poder de crear vida, en esta eterna lucha que no es más que un combate consigo mismo. Una creación de un científico con ínfulas de dios —o de titán, si nos acercamos al mito de Prometeo, como reza el título— que vio cómo su sueño se convertía en la más terrorífica de sus pesadillas, tras aquel en principio apotropaico experimento.
Pero Frankenstein no es sólo el tan manido y poco preciso término que siempre se le ha atribuido, aquel del «juego a ser Dios»; es, pese a que los analistas de la obra no reparan casi nunca en ello —sólo se detienen en la «emulación divina» del doctor—, un viaje por el tormento de la soledad. Porque es ésta, la soledad infinita que invade al «monstruo», la que hace que su yo más humano se revele y le implore a su creador un alma compañera que no lo rechace en su monstruosidad. Son sentimientos que lo llevan a atormentar y torturar al doctor Frankenstein, como él está atormentado, de acabar con todo aquello que ama si no pone fin a la locura de su solitaria existencia. Es esta una arista principal del relato de Shelley —un verdadero milagro literario—, y parte indisoluble de la orquestación con la que la novela cuenta, sustentada en un profundo análisis acerca de las infinitas aspiraciones humanas a transgredir los límites naturales establecidos, incluso los de la vida. Hay autores o autoras, como el caso que traemos a colación, cuya inquietud y mentalidad destemplada, de una manera contundente y palmaria, consiguen crear una historia —bajo forma de novela, cuento, narración o incluso poesía— cuyo inóculo es el más certero epítome de su visión del mundo, de sus fantasías y anhelos, de sus temores y terrores, y alcanzan, en su creación pero también en su legado, la trascendencia para ser considerados verdaderos adalides del pensamiento y la inventiva, pero también del arte. Porque, ¿qué es la literatura si no la extracción y transmutación en palabras —en la palabra escrita— de la desnudez más íntima del escritor, que se opone a una realidad imperfecta, puede que carente de toda belleza y luminosidad? Mary Shelley consiguió con su única obra verdaderamente trascendente, elevar a un tono decididamente trágico, que golpea al lector irremisiblemente, lo que ella creía un terror que por aquellas primeras décadas del
siglo XIX (probablemente el más brillante novelísticamente hablando) estaba en ciernes: devolver vida a un organismo ya muerto mediante procesos eléctricos. La joven Shelley imaginó este horror y la invadió un profundo miedo al ver, en su imaginación, caminar entre los vivos a un cuerpo que ya no era de este mundo, que pertenecía a una realidad separada de la vida por esa etérea pero definitiva barrera que es la muerte. Por casi todos es conocida la historia de la creación de la novela Frankenstein o el moderno Prometeo (1818), en aquella especie de apuesta con su amigo Lord Byron, su marido y otro conocido para ver quién escribía el relato más aterrador. Y la jovencísima Mary decidió tomar como base dramática aquel terror casi sobrenatural que se imaginó en su búsqueda de una historia que hiciera estremecerse a aquel grupo que se sentaba junto al fuego a contar viejas historias escabrosas. Ese eje que vertebró la novela de aquella joven era a priori sencillo, pero de una fuerza y audacia arrebatadoras y poseída un alma oscura que situaba al hombre frente al divino poder de crear vida, en esta eterna lucha que no es más que un combate consigo mismo. Una creación de un científico con ínfulas de dios —o de titán, si nos acercamos al mito de Prometeo, como reza el título— que vio cómo su sueño se convertía en la más terrorífica de sus pesadillas, tras aquel en principio apotropaico experimento. Pero Frankenstein no es sólo el tan manido y poco preciso término que siempre se le ha atribuido, aquel del «juego a ser Dios»; es, pese a que los analistas de la obra no reparan casi nunca en ello —sólo se detienen en la «emulación divina» del doctor—, un viaje por el tormento de la soledad. Porque es ésta, la soledad infinita que invade al «monstruo», la que hace que su yo más humano se revele y le implore a su creador un alma compañera que no lo rechace en su monstruosidad. Son sentimientos que
lo llevan a atormentar y torturar al doctor Frankenstein, como él está atormentado, de acabar con todo aquello que ama si no pone fin a la locura de su solitaria existencia. Es esta una arista principal del relato de Shelley —un verdadero milagro literario—, y parte indisoluble de la orquestación con la que la novela cuenta, sustentada en un profundo análisis acerca de las infinitas aspiraciones humanas a transgredir los límites naturales establecidos, incluso los de la vida.
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Efemésride Junio
eguramente muy pocos sabrán que Antoine de Saint-Exúpery murió antes de ver publicada su obra más prodigiosa, El principito, en su propio país, Francia. Una primera edición aterrizó en las librerías estadounidenses, por Reynal & Hitchcock Editions, en abril de 1943, pero no fue hasta 1944 cuando la editorial Gallimard decidió publicarlo en Francia, aunque para entonces Antoine ya había fallecido en uno de sus vuelos al norte de África. Este 2013 hace 70 años que El principito fue publicado, pero es en este mes de junio cuando se conmemora el nacimiento de su autor. Antoine, además de ser escritor, era un aviador con una gran experiencia, lo que a menudo le otorgaba una gran fuente de inspiración. Volaba y escribía, así se podría resumir su vida desde el momento en que se publicó su primera novela breve, El aviador (1926), y conseguía un contrato como piloto para una sociedad de aviación. Continuó su andadura literaria con Correo del Sur (1928) y Vuelo Nocturno (1931); ambas novelas le otorgaron un gran éxito gracias a sus adaptaciones cinematográficas. Con la llegada de la Segunda Guerra Mundial luchó con la aviación francesa y de esa experiencia escribió Piloto de guerra (1942) y Carta de un rehén (1943), entre otras. El fin de Antoine de Saint Exúpery llegó en 1943, pero no el fin de su obra: Ciudadela (1948), Escritores de guerra (1982) y Cartas a lo desconocido (2008) son algunas de sus obras póstumas. Estoy segura de que lo primero que conocimos de Antoine de Saint-Exúpery fueron sus propias ilustraciones acompañando a El Principito, aquellas que mostraban un sombrero, aunque en realidad se trataba de un elefante devorado por una boa. Sin embargo, no debemos olvidar que fue alguien más que el autor de un clásico, que escribió numerosos libros dedicados a la aviación y a lo que veían sus ojos mientras se adentraba en las nubes; como dijo él mismo…
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Efemésride Julio
A los verdaderos hombres no les pertenece nada. El tiempo y el dinero pertenece a los mediocres y superficiales». El lobo estepario El 2 de julio se conmemora el nacimiento del escritor alemán Hermann Hesse, probablemente uno de los autores más valiosos e interesantes que nos dejó el siglo XX. Premio Nobel de Literatura en 1946, sus escritos discurrieron sobre todo por la novela, aunque también cultivó algo de poesía —fue como poeta el inicio de su andadura literaria—, siendo ésta de un carácter menor en su obra global. Pocos son los que no conocen o no han leído sus maravillosas y trascendentes historias, siempre empeñadas en ofrecer, por encima de la trama —siempre fascinante—, un velo de profundo análisis de la figura humana y su universo. Resulta muy llamativo que su obra siempre ha sido dirigida, incomprensiblemente, a un público juvenil o poco exigente, cuando lo cierto es que los textos hessianos encierran una importante carga subyacente de psicología y estudio antropológico. La exposición de los aspectos que atañen a la visión del mundo de sus personajes —de Hesse— es disfrazada de novela, de la novela más cercana al sentido estricto de la palabra, y que quizá se vio diluida respecto al siglo anterior. Toda esa explosión de inventiva y certeras divagaciones puede que aflorara como consecuencia de la dura infancia de Hesse, sometido a una férrea e impositiva educación religiosa —incluso fue víctima de un exorcismo— que determinó de forma decisiva su forma de ver el mundo. Esa liberación de los dogmas y el distanciamiento de una existencia casi esclava pueden rastrearse en las historias que posteriormente escribiría. Novelas imperecederas, intemporales, como Demian (1919), Siddhartha (1922), El lobo estepario (1927) o El juego de los abalorios (1943) hicieron de él uno de los más grandes novelistas de su tiempo —y de todos los tiempos—, pintor de tinieblas, también de luces, capaz de propalar la verdadera simiente de la condición humana, porque Hesse vivió las dos grandes guerras de su siglo, y ello, sobre todo el primer gran conflicto, insufló a su obra una retentiva pesimista y desoladora del mundo, pero a la vez, y esto es lo más valioso, otra de vitalista humanidad.
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Soraya A. Zafra
¿Cuál es el mejor blog?
Las notas de un blog a examen
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ace unos días el gigante Planeta planteaba esta cuestión en una de sus páginas de Facebook, Teen Planet, que me ha hecho reflexionar acerca de cómo reconocer a los buenos blogs y qué es necesario para serlo. Dejando para el siguiente artículo de esta serie los blogs en los que se habla sobre literatura, aprenderemos primero a identificar buenos blogs en general fijándonos en sus cifras. Los indicadores numéricos no son muy fiables, y si hay que fijarse en alguno, uno de los más válidos y visibles es el de los comentarios: un número alto en una entrada significa que el contenido era actual en su momento, e interesó lo suficiente como para que el lector actuase y aportase su opinión, anécdota, caso personal, emoción, crítica, información adicional… incluso un breve saludo y un emoticono sirven. Los comentarios vienen a decir: he estado aquí y este sitio me ha gustado lo suficiente como para hacerme visible con el nick por delante. Otro indicador numérico que puede tenerse en cuenta es el de visitas únicas, pero a falta de que Blogger nos regale un gadget para anunciarlas, hay que conformarse con el de páginas vistas. ¿La diferencia? El número de visitas únicas corresponde al número de direcciones IP (cada una identifica a un elemento de conexión a internet) desde las que se ha accedido a un blog. Por tanto, las visitas únicas se acercan más al número de personas que lo han visto, al contrario que la cifra de páginas vistas, que podría significar que el blog tiene un número de seguidores reales más reducido, pero muy fiel, que ha visitado muchas veces el blog en cuestión. Ambos indicadores son válidos, pero por lógica, un blog tiene más páginas vistas que visitas únicas, y es la primera cifra la única que se puede hacer visible mediante el gadget de Blogger. Esto puede dar lugar a que el internauta
que entra por primera vez a un blog crea que el número de visitantes es mayor de lo que es en realidad. Antes emparejaba a los seguidores con el adjetivo reales porque cualquier bloguero con un mínimo de experiencia sabe que el número de seguidores del gadget de Google, a pesar de ser en teoría lo que más prestigio da un a un blog, es inútil en la tarea de determinar si este es bueno: seguidores no es sinónimo de lectores, ni mucho menos de calidad. Los seguidores pueden haber llegado al blog atraídos por cuestiones alejadas del contenido el sí mismo, como por ejemplo concursos o sorteos —caso que se lleva la palma en algunos blogs sobre literatura juvenil—. También es posible que los seguidores llegasen cuando el contenido que se publicaba hace dos años interesaba más que el contenido actual. Los blogs están vivos, eso es lo que los hace especiales, y por tanto evolucionan, con lo que puede que lo hagan negativamente. Así pues, un blog con miles de seguidores bien puede ser un blog cadáver. Por eso antes de tener en consideración a un blog lo primero es comprobar la fecha de la última entrada: un blog que no se actualiza está condenado a quedarse obsoleto. No vale la pena seguirlo. Personalmente sólo empezaría a seguir a aquellos que se hayan actualizado hace menos de un mes o aquellos en los que, en caso de llevar abandonados más tiempo, el administrador haya dejado alguna nota o aclaración que venga a decir “Volveré” y que tenga un fecha de reapertura. Para acabar, hay una cifra que no siempre es visible y que, no obstante, es de las más importantes: la antigüedad. Es de suponer, que cuantos más años de vida tiene un blog, más experiencia tiene el administrador, tanto en diseño, como en promoción, como en lo que al tema del blog se refiere. Por tanto, su contenido será de mejor calidad y más completo. Aunque ojo, no siempre los años de vida de un blog se corresponden con los años de experiencia del bloguero, especialmente en los blogs que cuentan con colaboradores. Espero que esta clase acelerada de identificación de calidad en un blog mediante sus cifras os sirva para cribar un poco entre la enormidad de la blogosfera. Os los recuerdo clasificándolos de mayor a menor importancia: última actualización, antigüedad, comentarios, visitas únicas, páginas vistas y seguidores. Aun así debéis tener en cuenta que en la identificación de un buen blog hay muchos más factores determinantes, y mucho más importantes que las cifras. Veremos algunos en la próxima lección, en la que ahondaremos en el caso de los blogs sobre literatura: ¿por qué hay blogs que publican reseñas mediocres y sin embargo tienen mucho éxito?
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