OCTUBRE 2012 - n.1
N
Entrevista
EDITORIAL
Patricia Madrid
Soraya A. Zafra
Desde el momento que fui consciente del mundo, fui consciente de cuanto amaba la literatura. El primer libro que recuerdo era un libro de cuentos llamado“El osito goloso”, no era gran cosa, a decir verdad no era más que un cuento infantil sobre un oso del zoo que comía mucha miel con más dibujos que letra, pero me encantó. Me atrapó de tal forma que continué pidiendo que me leyeran, y cuando pude empecé a leer sola. Entonces sentí una sensación embriagadora y maravillosa que he buscado repetir el resto de mi vida. He leído cuanto ha caído en mi mano, lo reconozco, y estoy muy segura de que eso me ha hecho la persona que soy ahora. Eso es lo que buscamos despertar en vosotros, nuestros lectores.
dos valencianas empeñadas en hablar de literatura, de encuentros, de enventos, de novedades, y con la máxima de no olvidar los orígenes, los clásicos y esas obras de fondo de estantería que nos han formado y ayudado a crecer. Como ya sabéis, somos una revista online de publicación bimensual dedicada en su mayoría a la literatura juvenil. Nuestra intención es ofrecer a nuestros lectores un producto original y diferente que se aleje lo máximo posible de otras publicaciones de temática similar. Así podremos competir con ellas de forma honesta y entre todos ofrecer un abanico de contenidos aún más amplio.
Tanto Soraya como yo tenemos nuestra experiencia en la blogosfera y sabemos que en este mundillo o trabajas o estás fuera, nuestros blogs Librohólicas y Fantasía no tiene límites han sido una excelente práctica para darnos el valor de subirnos a este gran barco.
Es nuestro máximo deseo y el de todo nuestro equipo de redacción que Off the Record sea un referente de la literatura juvenil en la red. Sabemos que con nuestro esfuerzo y nuestra pasión es posible, y eso es lo que vamos a demostrar en nuestro primer número y en todos los siguientes. Desde luego, contamos con los mejores profesionales posibles y esperamos que este proyecto os entusiasme tanto como a nosotros.
Off the Record nace de la pasión de
LA DIRECCIÓN
Índice Editorial Crecer leyendo ¿Blogs? ¡Cuidado! (Jordi Sierra i Fabra) La receta de la escritura Paseos literarios - Cuesta Moyano Entrevista Rocío Carmona Reseña: Cazadores de sombras V El autor: Francesc Miralles El Gran Hermano hace pío pío La búsqueda (Blue Jeams) Fabulosas Fabulaciones Cine: Sucedió una noche Crisis de ideas Reseña: Balthazar Descatalogado: Caja de secretos Clásico: Noche de Reyes Reseña: Ventaja de ser un marginado Enzarzadas: Temas tabú Contemporánea: Tu rostro mañana Extranjera: The Scorpio Races Equipo
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Crecer leyendo Maite Belda Jacinto
Cuando un bebé llega al mundo lo hace indefenso. No tiene la visión desarrollada, es incapaz de mantener erguida la cabeza, no tiene fuerza muscular y todavía tardará unos meses en completar su desarrollo. No hablan, solo lloran. Esa es su forma de comunicarse. Tienen hambre, lloran. Les duele la tripa, lloran. Necesitan cambio de pañal, lloran. Pero con el transcurso de los meses, un día, sus padres se emocionan como locos. Seguramente lo grabarán con el móvil, lo publicarán en el Facebook: «Ha dado sus primeros pasos». Si acompañamos a un niño en sus primeros pasos por la vida, ¿por qué no en sus aventuras literarias? La literatura infantil y el desarrollo integral Limitar la literatura infantil a una mera distracción sería limitarla. Es cierto que su principal función es ofrecer momentos de disfrute y placer, pero es mucho más. Todos sabemos los beneficios que nos aporta la lectura a los adultos pero muchos infravaloran aquellos
que puede ofrecer a los más pequeños. Crea lazos afectivos con los adultos, fomenta valores, es un vehículo para relacionarse; en pocas palabras, la literatura infantil ayuda al niño en su desarrollo afectivo y social. Asimismo, en esas ocasiones en la que la palabra se convierte en melodía, en movimiento, contribuye a su desarrollo en la expresión musical y corporal. Estimula su curiosidad, se adapta a la realidad y la comprende, lo que, en definitiva, ayuda en su desarrollo cognitivo. La literatura infantil contribuye al desarrollo integral del niño y es labor del adulto (ya sea familiar o profesional) ponerle en contacto con el mundo de las letras desde su primer latido. ¡Mamá, cuéntame un cuento! Sí, mamá (o futura), cuéntale un cuento, pero hazlo desde el primer momento en que veas a tu garbanzo. Una de las cosas que reconocen los bebés al nacer es el olor de su madre, el sonido de su corazón, su voz. Esa voz es capaz de calmar el miedo más atroz, es la voz de la esperanza, de la seguridad; es la puerta a mundos fantásticos. Aunque creas que no te escucha, háblale. Cuéntale una historia. Puede que no entienda lo que dices, pero algún día lo hará y asociará ese momento al mejor de sus recuerdos. Cuando nazca y le regales ese primer libro no tengas miedo de que lo muerda, lo chupe, lo manosee... es su forma de descubrirlo. Déjale
que experimente. Déjale que se emocione con los colores, con los dibujos, con las texturas. Fíjate en cómo te mira cuando lees los garabatos que hay escritos y que, un día, serán palabras en sus labios. Sí, mamá, cuéntale un cuento. Hazlo siempre a la misma hora, justo antes de dormir. Para que sueñe, para que esa rutina evolucione a costumbre, a necesidad, a adicción. Cuéntale un cuento siempre que te lo pida. Nárralo con cariño, con ternura, con pasión... Y si tiene una historia favorita, ¡cuidado! No cambies ni una coma (pero de cómo narrar un cuento, hablaremos otro día).
De mayor seré lector Puede que lo sea o puede que no, pero no debemos olvidar la importancia que tiene la literatura en la vida de los niños. Desde los libros que no son literatura a los que, poco a poco, sí lo son. Hay que estimular a los pequeños sin forzarlos. Dejad que elijan el libro que quieren leer, que lo disfruten a su manera, que la lectura sea su pasión y no una obligación que le condena a un comentario de texto al finalizar o, peor, a un examen. Continuará...
¿Blogs?
¡CUIDADO! E
n una película de Clint Eastwood hay una frase memorable.
Dice el personaje que «las opiniones son como los culos: todo el mundo tiene uno». Hoy en día, los blogs personales (no hablo de los profesionales) proliferan como las setas, y sus opiniones, buenas o malas, acertadas o no, sinceras o mediatizadas, producidas por un arrebato o mesuradas, quedan colgadas en esa gran nube que nos cobija a todos bajo su paraguas y que se llama La Red. Y es bueno que sea así: hay más contacto, más libertad; libros que jamás verían la luz de una crítica en papel la tienen on-line.
blogs se pierde por el amateurismo de quienes los llevan. Soy aficionado a los blogs, lo sabéis bien, me encantan, colaboro con todos aquellos que me lo piden, bien sea a través de entrevistas personales o de artículos. Pero como escritor, he detectado profundos errores de interpretación en los comentarios de decenas de novelas que nadie se ha molestado en subsanar. Me siento feliz cuando un libro mío, incluso antes de ser editado, aparece en dos docenas de blogs como novedad. Es fantástico. ¡Gracias! Les sucede igual a muchos de mis colegas. Pero a veces tendríamos que escribirles uno por uno matizando interpretaciones, aclarando equívocos. Un libro puede gustar o no gustar, pero jamás ha de falsearse su contenido por muy ingenuo o poco preparado que esté el que lo ha leído y lo comenta. Si tenéis un blog personal, tenéis que exigiros rigor a vosotros mismos. Si asumís un papel, de comentarista o crítico, pensad en el esfuerzo de un escritor para crear una novela y sed consecuentes con ese esfuerzo. Fui crítico musical durante muchos años, y ningún artista se enfadó conmigo. Ese sigue siendo uno de mis orgullos. Claro que yo empecé con 21 años.
Me siento feliz cuando un libro mío, incluso antes de ser editado, aparece en dos docenas de blogs como novedad. Es fantástico.
Sin embargo, la oscuridad de Internet también aterra. Es un mundo de silencios, de seres que escriben bajo un seudónimo o un nickname, sin dar la cara. La crítica literaria, que antes hacían personas que, por lo menos, se habían leído a Dostoievsky, Stendhal, Chejov o Faulkner, y podían hacer juicios de valor, ahora la hacen chicos y chicas de quince años. Su única base es el “me gusta” o “no me gusta”, a veces visceral, de tal forma que, en ocasiones, el libro, el final o lo que propone el autor ni siquiera es entendido o se tergiversa. Todo lo bueno que tienen infinidad de
¡Suerte!
© Jordi Sierra i Fabra 2012
La receta de la escritura Anna Gallagher Una de las grandes complejidades de la cocina es el tema de las cantidades. Ya pueden tener en sus manos la receta del mejor pastel de manzana del mundo, pueden saberse a la perfección los tiempos de cocción, cuántas vueltas deben darle a la masa, el número exacto de rodajas de fruta… pero si finalmente se les va la mano y echan más azúcar del que deberían, el resultado es un pastel intragable. Las cantidades son importantes, y no solo en el mundo de la cocina. No hay una receta para el libro perfecto. Ni siquiera unos ingredientes que garanticen el éxito. Cada autor elabora su propia receta y tiene sus ingredientes personales. Algunos querrán añadir un poco más de misterio a su
receta, otros una pizca de humor o una cucharadita de drama. Ahora bien, en los últimos tiempos he visto demasiado a menudo cómo a muchos escritores de literatura juvenil se les iba la mano con el azúcar. Y eso no es necesariamente malo: en ocasiones ya apetece leer una historia bien romántica con la que suspirar durante su lectura. La historia ya estaba pensada para ser ofrecida como un romance, así que cumple con su cometido. El problema viene cuando en un libro el romance debería ser un segundo plato y acaba robando excesivo protagonismo a la trama principal, que finalmente queda totalmente eclipsada. Además, y por desgracia, normalmente dichas tramas románticas acaban cayendo en el romance
prefabricado que todos hemos leído ya hasta la infinidad en mil y un libros diferentes: chico misterioso y peligroso, chica sosa y aparentemente sin ningún atractivo (pero que “sorprendentemente” acabará llevándose a todos los guaperas del libro), triángulos amorosos sin ningún tipo de misterio, amores condenados… Y ya digo, no censuro este tipo de romances (aunque a veces pediría algo de originalidad a los autores de literatura juvenil), siempre y cuando no entorpezcan la trama principal del libro en cuestión. Pues, por desgracia, he visto cómo muchas historias partían de una base tremendamente original y prometedora y, sin embargo, dicha trama ha acabado perdiendo presencia y fuerza a favor
de un romance falto de emoción y originalidad. Y que conste que lo dice una lectora a la que le gusta encontrar amor en los libros, siempre que sea en su justa medida. Es importante conocer las exigencias de la historia que se tiene entre manos. Hay veces en el que el romance no tiene cabida. Y ya está. Un libro no será peor si la protagonista (o el protagonista) no suspira de amor por alguien, pero sí que lo será si intentamos meter con calzador un romance que no viene a cuento. Y si deciden que su historia debe tener una trama romántica secundaria, por favor, controlen las cucharadas de azúcar y las gotitas de clichés que añaden. Ya saben lo que decía la señorita Mary Poppins:
«con un poco de azúcar…»
Un paseo por el Madrid literario:
¡La cuesta de Moyano! Bella
¿Te gusta dar paseos? ¿Te gusta la literatura? ¿Te gusta subir cuestas? ¡Pues bienvenido a la cuesta de Moyano! Uno de los lugares literarios más emblemáticos de Madrid y el primero del que oirás hablar cuando decidas cargar la mochila al hombro para ir en busca y captura de deliciosos libros es la cuesta de Moyano. Este lugar está situado en la calle Claudio de Moyano, que comunica con el Parque del Retiro, y en él encontraréis un montón de casetas que ponen a la venta libros antiguos, de segunda mano o las últimas novedades del mercado. Es una pequeña Feria del Libro permanente de visita obligatoria para todos los amantes de las páginas escritas. La historia de la cuesta de Moyano se remonta a 1919. En sus inicios estaba situada en Atocha y por aquel entonces no solo se vendían todo tipo de libros, sino también
antigüedades y cachivaches varios. Más tarde, las casetas se trasladaron delante del Jardín Botánico, sitio en el cual no duraron mucho gracias a una carta escrita en 1924 al Ayuntamiento de Madrid para que se quitara inmediatamente la Feria de allí, ya que no daba buena imagen. Por tanto, a partir de 1925, se trasladó a la calle de Claudio de Moyano donde sigue desde entonces. En aquel momento se diseñaron las casetas, que tienen unos veinte metros cuadrados y están hechas de madera de pino. En 1969 el Ayuntamiento dio la orden para que tuviera lugar una renovación de las casetas, y se concedió el permiso para que se les pusieran agua y electricidad. A pesar de los cambios se mantuvo el aspecto clásico de las casetas anteriores, para no perder la esencia de la Feria. Pero como si la Feria no hubiera dado
demasiadas vueltas con el emplazamiento ya en sus inicios, en 2004 tuvo que volver junto al Jardín Botánico por culpa de un incendio sucedido en la calle paralela, la calle Almadén. ¡Claro, las casetas son de madera, huid del fuego! En 2007 pudieron volver al fin a la calle de Claudio de Moyano, esta vez completamente remodeladas, ya que se cerró el paso a los vehículos y se hizo calle peatonal. Ahora la gente puede pasear tranquilamente entre las casetas de pino más antiguas de todo Madrid, rodeados de libros y libros. La Feria puede visitarse de lunes a domingo, sin prisa alguna porque nunca se mueve de allí. Son doscientos metros de casetas en los que podréis encontrar incluso libros que están descatalogados. ¿Y aquel libro de tu infancia que no recuerdas ni cómo se llama pero que reconocerías si vieras la portada? ¿Ese que tanta ilusión te haría volver a tener
porque lo perdiste en la mudanza o entre los juguetes que regalaste a tu primito porque ya no usabas? ¡En la cuesta de Moyano lo podrías encontrar! ¡Y a muy buen precio, además! Si buscas y rebuscas por las casetas o las mesas que se sitúan enfrente de ellas, seguro que hallas algo de tu interés. Los precios pueden oscilar entre los dos euros hacia arriba, desde los libros más viejitos a las últimas novedades. Y es que cualquier amante de las letras no puede perder la ocasión de visitar un lugar con tanta historia. ¿Y os contamos el plan redondo para hacer una buena visita? Cuando se acerca la Feria del Libro de Madrid (mayo-junio) el mejor sitio para terminar el recorrido es la cuesta de Moyano. Porque es como si nunca dejaras de ver libros durante un día entero. ¿No es increíble? Lo es, oh amante de los libros, no hace falta que se pregunte.
Texto e imagen por Anna Gallagher
R
ocío Carmona nació en Barcelona en 1974. Su trayectoria profesional siempre ha ido ligada a la gestión cultural y a la comunicación: se licenció en Periodismo y Humanidades, y posteriormente cursó un máster en Dirección de Marketing y Publicidad. En febrero de 2011 debutó en el mundo literario con el libro La gramática del amor. El 23 de octubre de 2012 saldrá a la venta su segunda novela, El corazón de Hannah. Además, es la cantante del grupo de música Nikosia. Todos conocemos a la Rocío Carmona que firma bajo el título de La gramática del amor y, próximamente, también bajo el título de El corazón de Hannah, ¿pero quién es Rocío Carmona en la vida real? Pues… soy una mamá trabajadora. Tengo una niña pequeña, de tres años y medio, y como todas las mamás trabajadoras, tengo doble, triple y cuádruple jornada. En el fondo, soy una chica a la que le gusta leer. Estoy aquí por eso, porque me gusta leer.
En el fondo, soy una chica a la que le gusta leer ¿Playa o montaña? Playa, mar. Me gusta el olor del mar, me gusta el sol, la sal en la piel… Y sobre todo, me gusta el Ampurdán, es mi sitio de playa favorito.
ahora están más presentes. Aparte de eso, la verdad es que ha cambiado poca cosa. Además de escritora, eres la cantante de Nikosia. ¿Cómo llegaste hasta el grupo de música? Un poco por casualidad, un poco por culpa de Francesc Miralles, que es una especie de mago que entra en la vida de la gente para que cumplan sus deseos más escondidos. El mío era que me gusta cantar. Él lo detectó: me oyó cantar con un piano, y así, poco a poco, surgió la idea. Al principio, todos los que estábamos en la banda estábamos muy relacionados con el mundo editorial, después hemos ido cambiando. ¿Qué te aporta la música que no haga la literatura? Para mí son dos caras de la misma moneda. En el caso de la literatura, me sorprendí mucho: yo pensaba que era una actividad mucho más solitaria —y lo es, la parte de la creación—. Pero, después, hay una parte muy importante —que no sé si es por el tipo de novela que estoy escribiendo o por la sociedad y los avances en nuevas tecnologías—, que es la proximidad con los lectores y me parece muy chula. Y eso también pasa con los conciertos: te salen oportunidades de interactuar con la gente, aunque de distintas maneras. Son dos cosas que llenan mi vida de una manera distinta pero muy importante y me costaría prescindir de una u otra. Además, trato de complementarlas: en lo que escribo hay música y en lo que canto hay libros. De hecho, el tercer disco de Nikosia va a ser un disco de bandas sonoras de diferentes novelas.
¿Un viaje soñado? A las Seychelles: una playa de arena blanca, en un bungalow de esos perdidos en medio de la nada, que te sirvan el desayuno con una lancha… ¿Algo que no pueda faltar nunca en tu bolso o en tu maleta cuando sales de casa? Libros, siempre. Y miles de papeles: escritos, arrugados… de cualquier cosa, desde la lista de la compra, hasta las cuatro ideas que se me han ocurrido, hasta una canción que he impreso para mi niña porque se la quiero cantar. Y, para viajar sin tener que abandonar la ciudad: ¿cuál es tu rincón favorito de Barcelona? Me gusta mucho la Carretera de les Aigües, un paseo por el bosque de Collserola. Durante muchos años he ido allí a correr, ahora voy a pasear. Es especial. En febrero de 2011 se publicó tu primera novela, La gramática del amor. ¿Ha cambiado tu vida? Sí la ha cambiado porque he conocido a un montón de gente que me gusta mucho. Han entrado en mi vida muchas personas interesantes, amables y bonitas, tanto por dentro como por fuera. Y algunas que ya estaban,
Todos tenemos una canción que nos hace sonreír. ¿Cuál es la tuya? ¡Hay tantas! Cualquiera de Frank Sinatra, me pone de muy buen humor. No sé por qué, son canciones que suenan a buen rollo, a tranquilidad, a domingo por la mañana… Y la escritura, ¿qué aporta a tu vida? Es otra manera de expresar las cosas que llevo dentro. Durante un montón de años lo he estado haciendo por mi cuenta, escribiendo cosas aquí y allá. Pero, en realidad, es una necesidad de sacar cosas. Cosas que vives y que te suponen —o te han supuesto en algún momento— un conflicto, preguntas que te haces… A veces son cosas para las cuales no tienes respuesta. En mi caso suele ser así: no creo que las novelas que escribo tengan un mensaje moral, simplemente son preguntas que lanzo al aire porque son cosas que llevo dentro. Yo creo que,
durante un tiempo, puedes sublimarlo con otras cosas, pero en algún momento tiene que salir. Y me parece que, ahora que he empezado, ya no va a parar. ¿Qué es lo que más te gusta de escribir? Me gustan muchas cosas. La parte que me sorprendió es el contacto con la gente. De escribir, todo el proceso me gusta: me gusta estar sola delante de la pantalla, me gusta trabajar una frase hasta que suena bien. Tengo un oído musical y todo lo que escribo me tiene que sonar bien. Cuando esto pasa, es mágico. ¿Narración en primera o tercera persona? Vamos a empezar a experimentar con la primera persona. Hasta ahora, siempre había escrito en tercera. Por lo que estoy empezando a ver, la primera persona es mucho más personal. Es más difícil porque hay menos distancia con lo que estoy escribiendo y tengo la sensación de estar volcando mucho más de mí. Pero me apetecía un montón. y hasta ahora no me había atrevido. ¿Qué te inspira? Muchas cosas. Y variadas. Me inspiran mis amigos y las historias que me cuentan, la gente de la calle, cosas que pasan al lado, en el bus o en la cola del mercado. Soy muy observadora. Eso nos pasa a los que somos tímidos: observamos mucho. De pequeñita me quedaba en un rincón del patio o dónde fuera y observaba. Eso te da mucha información, mucha. Después música, películas… para El corazón de Hannah, un artículo que trajo Francesc de un viaje.
me gusta mucho. He hecho amigas a través de esto: de los blogs, de los lectores… Eso no quiere decir que siempre haga novelas juveniles. Hasta ahora, la primera novela ha encajado —un poco por casualidad— con el género, la segunda ya de manera más consciente, pero quién sabe… quizá la tercera o la cuarta historia den para otra cosa. Pero eso de los géneros… Yo creo que, principalmente, se trata de historias, y cada historia toma una forma u otra.
¿Qué no puede faltar nunca en tus historias? Amor. Creo que siempre voy a hablar de lo mismo: amor, música, libros… De una manera u otra siempre aparecen la música y los libros. Aunque quizá cuando vaya por la décima novela, alguno de estos ingredientes cambie, nunca se sabe.
¿Cuál sería tu escritor ideal? Una suma de un montón. Me gustan mucho los libros de Francesc [Miralles] porque son muy ágiles, tienen personajes simpáticos que siempre me llegan. Siempre hay alguno que me llevaría a casa para tomar un café. Otro de mis escritores fetiche es Murakami y, por supuesto, el maestro Stephen King. It es una de mis novelas favoritas. También me gustan los libros de Care Santos. El último que ha publicado, Habitaciones cerradas, está muy trabajado. Se le ve una evolución que me parece envidiable, algo a lo que aspirar. Luego me gustan mucho algunos autores norteamericanos. Por ejemplo, leo mucho a John Irving. También soy mucho de la novedad, de ir a la librería y buscar un libro que me haya llamado la atención, por lo que sea. No tengo muchos complejos, no soy de las que dicen: “sólo hay que leer a los clásicos”; los clásicos me gustan, pero también me atraen las novedades.
¿Qué te ofrece la literatura juvenil que no lo haga la adulta? Ese contacto. Intuyo que ese contacto con los lectores de literatura juvenil no sé da en ningún otro género. Y eso
¿Cuál es el libro que te habría gustado escribir? Hace poco he releído Robinson Crusoe, de Daniel Defoe, y es una pasada. Es una novela de aventuras que se escribió hace cuatrocientos años, si no me equivoco.
¿Qué libro recomendarías con los ojos cerrados? ¡Estas son las preguntas que me cuesta responder! Últimamente he leído uno que me ha impactado y que se llama El lenguaje de las flores. Otro que me ha marcado es Nubosidad variable, de Carmen Martín Gaite. Pero es muy difícil recomendar una novela con los ojos cerrados porque cada uno es como es.
Es impresionante porque muestra una parte mística de las personas. Yo leí hace mucho tiempo una de esas versiones adaptadas que hacen para el cole y me impresionó mucho. Si tuviera que aspirar a algo, aspiraría a hacer un clásico así, que lo pudieras leer cuatrocientos años después y te siguiera conmoviendo. En octubre se publica tu próxima novela, El corazón de Hannah. ¿Podrías adelantarnos alguna cosa de la historia? El corazón de Hannah explica la historia de una chica amish de dieciséis años que vive en una comunidad en Pensilvania, en un pueblo muy pequeño. El pueblo permite por primera vez en muchos años la entrada de un extranjero — un inglés—. Por supuesto, se enamora de este chico. Es un amor complicado y prohibido, porque los amish sienten mucha reticencia hacia todo aquello que viene de fuera y ella está en una etapa de su vida en la que tiene que elegir si sigue en la comunidad —porque son anabaptistas y ellos deciden si se bautizan o no— o si se va, con todas las consecuencias que eso implica. Finalmente, decide romper con todo por amor y se marcha a Nueva York, que es como la Sodoma y Gomorra para una persona que viene de una comunidad tan cerrada. También hay otro personaje masculino que entra en juego, aunque no puedo deciros más sobre eso. Además
de la historia de amor, es una historia de iniciación, de cómo una chica joven empieza a encontrar su camino en la vida, cómo madura, los miles de obstáculos que se va encontrando… La veo también como una historia de crecimiento personal. ¿Cómo surgió la idea para esta historia? La idea surgió de un artículo de una revista alemana que trajo Francesc [Miralles] de un viaje a Berlín. Vimos una foto de una mujer amish pelirroja que se estaba cortando la melena. La imagen era preciosa y cuando Francesc me leyó por encima el artículo, me picó la curiosidad. Empecé a indagar y resulta que, una vez se casan, las mujeres amish no se cortan nunca el pelo. Esa mujer, en ese momento, estaba rompiendo con su vida anterior. Me llamó mucho la atención porque ella lo dejó todo por amor. Me gustaba explorar esa idea e imaginarme cómo podía ser el contraste de una persona que viene de una cultura con un estilo de vida de siglos atrás, cuando entra en contacto con la actualidad, los avances tecnológicos y la moral tan distinta que tenemos. ¿La historia de Hannah tendrá continuación? No sé, es como todo: si la gente lo pidiera mucho, sí, pero en principio es una historia autoconclusiva. Si tuvieras que resumir el libro en tres palabras, ¿cuáles serían? Wings of the soul. ¡No, son cuatro! Es que en la novela aparecen unos versos que corresponden a la canción que Nikosia ha hecho sobre la novela y que es una preciosidad. Alas del alma, traducido. ¿Conocías de antemano cómo es la vida de estas comunidades? Lo único que conocía de los amish es lo que había visto en la película de Harrison Ford, Único testigo. Después de leer el artículo, me compré un montón de libros por Internet, busqué en la biblioteca y vi todos los documentales que hay sobre los amish. No he podido ir a verlos en persona aún, pero algún día lo haré. ¿Tienes otros proyectos en mente o en los que ya estés trabajando? Sí, estoy en ello. Estoy dándole vueltas a una tercera novela, pero de momento no puedo decir nada porque aún la estoy pensando. Como ya he dicho, estoy experimentando con la primera persona. Creo que esto puede representar un cambio interesante en el estilo de mis novelas. Muchas gracias y suerte con El corazón de Hannah. TexTo y foTografías: anna López
Bella Ciudad de las almas perdidas vuelve a transportarnos al maravilloso universo creado por Cassandra Clare. Si en el anterior título de la saga ya había dejado a los lectores con el corazón en un puño, este libro no iba a ser menos. Al final de Ciudad de los ángeles caídos comprobamos como Sebastian volvía a alzarse, incluso con más fuerza que antes. Vale, hasta aquí bien, un malo tiene que haber en la historia. Valentine no está, Lilith había desaparecido...pues Sebastian. Qué bien. Nos vamos a entretener. ¡Craso error! No estaba solo, Jace le acompañaba unido a él por una runa (y eso ya no es tan genial). En esta nueva entrega de la saga, veremos, como no, qué es lo que ha pasado con Sebastian y con Jace; acompañando a la siempre temeraria Clary, en una aventura que nos mantendrá pegados a las páginas del libro. Una de las cosas que más me enamoró y enamora de la pluma de Cassandra Clare, es que escriba lo que escriba, mantiene mi interés al final del libro. Y digo escriba lo que escriba, porque no fui “muy fan” de Ciudad de los ángeles caídos y aún así lo devoré. Tal vez esa fuera la razón por la cual temía leer este nuevo libro. Sí, estaba segura de que iba atraparme, Cassandra es ese tipo de autora que puede estar escribiendo las instrucciones para montar una batidora eléctrica, que yo lo voy a leer con gusto y a buen ritmo. Pero a pesar de estar segura de eso, no sabía con qué me iba a encontrar. ¿Qué iba a inventarse para este libro? Digamos que me atrapó y me dejó con mejor sabor de boca que su antecesor, con algún pero. La lectura se hace rápida, atrapándote desde el principio. Si es verdad que hasta que viene lo interesante, ya han pasado cuatrocientas páginas, pero apenas te das cuenta. Es lo bueno que tiene. Aquí veremos que las historia gira sobre un eje prin-
cipal, que es lo que está pasando con Sebastian y sus planes, y luego están las historias que suceden alrededor, divididas en parejas: sabremos más sobre la “relación” entre Isabelle y Simon, Magnus y Alec, Maia y Jordan, Jocelyn y Luke...la autora nos va contando mini historietas sobre esas parejas hasta todo se funde en uno, hacia el final del libro. Confieso que a veces se me hacía un poco pesado, en el sentido de que la autora parecía dar muchas vueltas a cosas que realmente no tenían importancia. No quiere decir que sienta que al libro le sobren páginas, pero desde luego algunas cosas hubieran servido mejor para un libro llamado “Recopilatorio de relatos de Cazadores de Sombras” que para este. Vamos, que me ha faltado acción. Algo más...fuerte. Esta vez he notado como se le daba más importancia al tema amoroso, que a las aventuras (que es lo que al fin y al cabo me enganchó de la saga). Así que eso me molestó un poco, ¿dónde estaban las luchas? ¿los secretos tan bien escondidos que se revelaban al final del libro? ¿las sorpresas? ¿las intrigas? Muchos te quieros, no te quieros, te acaricio y ahora ya no lo hago. Contradiciendo esto último, agrego que me gustó leer muchas de las frases de amorío que nos ha regalado Clare en este libro. Me gustaron, sí, aunque yo las hubiera medido más, me gustaron. Lo que ya no me gustó tanto (¿veis?, una de cal y una de arena) es que en ocasiones, la historia me parecía cogida con pinzas. ¿Qué quiero decir? Pues que en un momento un personaje decía algo y al otro se contradecía. En una página aparecía un arma, y a la siguiente era otra distinta. Es decir, que es como si los “esquemas” mentales que seguramente se hará a la hora de escribir el libro, no estaban muy bien organizados. ¡Información confusa! ¿El final? De verdad, realmente, sinceramente y por el Ángel os digo, que solo se puede definir con una palabra: escalofriante.
EL AUTOR: Francesc Miralles Patricia Madrid
Llega un momento en la vida de todo lector -del que ha leído mucho, digo- que anhela encontrar una historia que le emocione como si fuese la primera vez. Cuando lees tanto tu criterio se hace mucho más selectivo y tu “top ten” solo tiene cabida para lo mejor de lo mejor. Siendo conscientes de esto podréis imaginar cómo se disparó mi corazón al encontrar a un autor nuevo –para mí, en ese momento- que despertó esas sensaciones tan ansiadas desde hacía tanto tiempo. La segunda obra suya que leí me dejó un regusto dulzón comparable a esas grandes obras que mejoran con el tiempo y que se convierten en clásicos, Barcelona Blues es probablemente su obra más malograda, la que menos gusta al público y desde luego, una que a mí me encanta. Amor en minúscula seguramente será la que mayor potencial tiene y sin embargo no acabó de triunfar siendo excepcionalmente única. Una novela sin pretensiones, sencilla y maravillosa. Eso es lo mejor del autor, su genialidad aparentemente accidental, su forma llana de llegar al público y la absoluta humildad con la que se enfrenta al creciente éxito que que está logrando. La película de una de sus novelas está ya en marcha y sus obras han sido traducidas a más de diez idiomas. Y sin embargo él es el mismo de siempre, el mismo. Los autores han sido, antropológicamente hablando, seres solitarios y malhumorados que no tenían apenas contacto con el público; ahora en este mundo 2.0 todo es absolutamente diferente, los escritores son mediáticos , conocidos, e incluso idolatrados o perseguidos. Son personas de interés y en el “nuevo mundo” digital hay que saber moverse y estar presente o estás off. El barcelonés ha conseguido una simbiosis en este aspecto con su web personal en la que publica artículos de opinión y una cuenta de Facebook abierta recientemente, que con una actividad moderada crea un gran interés.
Fotografía: Rebeca Bañuelos
El
Gran Hermano
ahora hace pío pío
Leara Martell
Que levante la mano al que le ocurre esto como mínimo una vez a la semana. ¿Nadie? ¡Mentirosos! Esas vibraciones fantasmas en el bolsillo, la mirada esquiva a la pantalla del móvil, que encender el ordenador sea tu primer impulso por la mañana y el último al acostarte. Intentas imaginarte cómo era tu vida antes de las redes sociales y del smartphone... Tampoco hace tanto, entonces, ¿por qué te cuesta tanto hacerlo? Tranquilos, no sois los únicos. Algo que siempre me llama la atención cuando alguien me agrega a Facebook o Twitter son sus caras de sorpresa cuando descubren que ambas cuentas están abiertas. No tengo nada restringido. Ni fotos ni comentarios ni amistades. Lo que no quiero que se sepa sobre mí y mi día a día simplemente no aparece vinculado a ninguna de mis redes sociales. Muchos lo tachan de falta de privacidad, pero para mí no es más que una confusión de intenciones, de mundos y de propósitos. Hace poco asistí a unas ponencias precisamente sobre este tema: las redes sociales y su influencia en el marketing. Una de las frases con las que me quedé y con las que estaba totalmente de acuerdo (de hecho, fue una de las pocas cosas útiles que saqué en claro de esas jornadas) es que una cuenta privada en una red social no sirve para nada. Porque, ¿qué es tu cuenta en Twitter, en Facebook, o en donde sea,
si no un escaparate virtual donde darte a conocer y venderte? Uno de los principales errores en los que incurre la gente es en mezclar lo real con lo virtual. Mal usadas, las redes sociales pueden quedar en algo inútil, pero ¿bien usadas? Una de las herramientas más revolucionarias y baratas que alguna vez ha tenido el hombre. El boca-oreja toma dimensiones globales y de la noche a la mañana un libro desconocido puede convertirse en un best seller, un chico canadiense corriente en una super estrella o un bloguero en un pastor de masas y tendencias. Ya lo dijo Woody Allen: «en esta vida es mejor nacer con suerte que con talento». En un mundo tan masificado como lo es Internet, donde todo está inventado y donde nada es nuevo, para asegurarse bien es mejor tener mucho de lo uno y aún más de lo otro. Siempre habrá tweets sobre nuevos autores y libros efímeros que perdurarán más o menos en el tiempo dependiendo en parte de la calidad de la obra y en mayor medida de quién te vea en la red, quién te retweetee, quién se empeñe en seguir hablando de ti... Un Gran Hermano en el que debes controlar todo cuanto te sea posible. El mundo siempre está mirando. Sonríe y dales constantemente material para que hablen de ti. Tu @nickname es tu tarjeta de visita. Que digan lo que quieran de ti, pero que se aseguren de mencionarte correctamente.
E
mpujó la puerta con sigilo, vigilante. Como si esperase encontrar a alguien al otro lado. Sin embargo, en aquella habitación no había nadie más. La visibilidad era escasa, casi nula. Así que decidió encender su linterna para contemplar mejor el escenario. Atónita, Aria, examinó su alrededor. El caos era absoluto y el polvo se amontonaba en gruesas capas grises sobre cada uno de los muebles. ¿No se habría equivocado de lugar? Sacó del bolsillo trasero de sus vaqueros un papel y repasó sus notas. No, no parecía que hubiese ningún error. Aquel era el sitio que llevaba buscando durante años. Un escalofrío sacudió su interior, mezcla de la emoción y la incertidumbre. Y comenzó a caminar analizando todas las posibilidades. Estaba tan cerca. Fue revisando uno a uno todos los trastos. En cualquier hueco, cualquier rendija, cualquier cajón, podría encontrarlo. El polvo se introducía en su garganta y la hacía toser mientras proseguía con su misión. Nada iba a pararla ahora. Nada la detendría en esos momentos en los que su corazón palpitaba a toda velocidad. Y hasta que por fin... Se dio cuenta enseguida. Una intuición, un impulso descontrolado. Lo supo en cuanto vio aquel cofre oculto en un armario repleto de ropajes viejos y agujereados. Su instinto no se podía equivocar. Cogió con esfuerzo aquel objeto de madera y lo situó encima de una mesa de escritorio. Le limpió el polvo a toda prisa y, con gran ansiedad, levantó su tapa. Una sonrisa, acompañada de una tremenda emoción reflejada en sus ojos vidriosos, invadió el rostro de Aria. Había dado con el libro.
Aquel grueso tomo también estaba cubierto de polvo. Con cuidado, lo sacó del cofre, temblorosa de que al agarrarlo se deshiciera en sus manos. Luego, sopló suavemente sobre la parte superior en la que rezaba el título del ejemplar. En voz baja lo leyó satisfecha: “El libro del destino”. No era una leyenda. Existía. Todo lo que había escuchado era verdad. En aquel libro estaban escritas las vidas de miles y miles de personas. Revisó página tras página, con el pulso acelerado y la boca seca. Casi no podía respirar y le costaba mucho trabajo tragar su saliva, espesa, apelmazada. Pero no le importaba. No podía creer que ante sí tuviera el pasado, presente y futuro de toda la humanidad. Sus ojos, entonces, se entreabrieron como platos. Aria leyó su nombre y sus sentimientos se desbordaron. ¿Debía conocer lo que le depararía hasta el final? Dudó unos minutos intensos, pero la curiosidad se impuso. Estaba allí para eso. Respiró como pudo y sin aliento leyó aquellas líneas que explicaban su vida. Cuando llegó a la última frase, su cara se descompuso de terror. Comenzó a toser con más fuerza. Un nudo inquebrantable obstruía su garganta. El aire no llegaba a sus pulmones. Dejó caer el libro y ella se precipitó sobre él. El último aliento. La última escena. Su final. Y es que no hay nada más peligroso que intentar anticiparte a tu propio destino.
FABULOSAS FABULACIONES Juanjo Grau
Me han encargado que a través de este espacio me encargue de los descubrimientos. No voy a ser tan pretencioso de creerme descubridor de nada. Todo aquello de lo que voy a hablar está ahí, al alcance de cualquiera con un poco de curiosidad. Solo aspiro a que a través de mi entusiasmo, o mi experiencia, alguien se sienta motivado para acercarse a esas obras a las que de otra manera no habría dado una oportunidad. Principalmente me voy a centrar en el cómic, y en menor medida, en el manga, aunque también haré referencia a series de televisión y videojuegos. Algunas cosas serán relativamente actuales, aunque a otras habrá que sacudirles el polvo. Puede que incluso descubra alguna novela o autor de género, ¿quién sabe?
Y para inaugurar esta sección he decidido hablar de la que probablemente sea la obra más importante del cómic actual, una serie todavía abierta y a la que, si sigue gozando del favor del público, le queda todavía una larga vida: Fábulas, de Bill Willingham. Fábulas es una serie del sello Vértigo de DC Comics, que en España empezó a publicar Norma Editorial, pasando luego a manos de Planeta-DeAgostini. Desde este año 2012 los derechos de Vertigo/DC Comics en España están en posesión de una nueva editorial, ECC Ediciones que ha iniciado una nueva edición de lujo (preciosa, pero bastante más cara), desde el principio de la serie y con periodicidad semestral. La historia de Fábulas se sitúa en Nueva York, donde se han instalado los personajes de los cuentos de hadas tras exiliarse de su mundo debido a la invasión de un misterioso enemigo al que se referirán como El Adversario. En Nueva York habitarán dos espacios diferentes. Por un lado Villa Fábula, un gran edificio y algunos adyacentes enclavados en plena ciudad (un pequeño barrio), donde viven las fábulas de aspecto humano, y La Granja, muy apartada de ojos indiscretos donde viven las fábulas animales o de aspecto no humano. Al tener que empezar de cero en un nuevo hogar, decretan una amnistía total para los crímenes pasados que las fábulas hubieran cometido en sus tierras natales, lo cual creará no pocas tensiones y desconfianzas. Pero esto es solo el punto de partida. Vamos a acercarnos un poco más a esta enorme obra centrándonos en algunos de sus aspectos por separado.
LA TRAMA No es fácil hablar de la trama de una obra tan compleja como esta. Podríamos decir que hay un hilo argumental principal que sería el enfrentamiento de las fábulas exiliadas contra El Adversario. Pero en medio van sucediendo muchas cosas. Diversos arcos argumentales van dominando las diferentes etapas de este viaje, cada una con su propio estilo y sus protagonistas. Porque nos vamos a ir encontrando con diferentes estilos: policíaco, de espías, hazañas bélicas, épicos y heroicos, incluso de terror y monstruos o cómico y satírico, todo cabe si la pluma inquieta de Bill Willingham lo considera adecuado para lo que nos quiere contar. Y, además de estos arcos principales, irá salpicando el relato de pequeñas piezas, relatos breves aparentemente desconectados de las tramas centrales pero que aportan mucha información sobre algún personaje o algún acontecimiento. Es difícil intentar decir más cosas sin destripar nada. Mejor que quien tenga curiosidad vaya descubriéndolo por sí mismo, así que pasaremos a otro de los puntos de Fábulas, para mí uno de los más atractivos.
LOS PERSONAJES Es el punto fuerte de Fábulas y donde se percibe que el guionista ha puesto toda la carne en el asador. Partiendo de personajes por todos conocidos, Willingham crea caracteres muy definidos y complejos, llenos de matices y claroscuros. A algunos los pre-
senta en seguida y otros se los reserva para cuando llegue «su momento», pero todos y cada uno de ellos te sorprenden y te atrapan sin remisión. Podríamos definirla como una gran obra coral, aunque, evidentemente, algunos personajes tienen más protagonismo que otros. Si hubiera que elegir unos protagonistas, estos sin duda serían Blancanieves y El Lobo Feroz (o simplemente Feroz, como se le llama la mayor parte del tiempo). La primera se nos presenta como mano derecha del Rey Cole, a la sazón alcalde de Villa Fábula, aunque dado el carácter de este, bastante simplón y débil, es ella quien ejerce el poder real. Es una mujer fuerte y decidida, muy alejada de la imagen de princesita de cuento que nos esperaríamos, pero no es algo que el autor se saque de la manga porque sí. Todos los acontecimientos ocurridos desde la invasión de las Tierras Natales, el exilio y el establecimiento de la nueva comunidad en el mundo mundano han ido forjando su carácter. Por su parte Feroz es el cruel lobo de los cuentos, hijo del Viento del Norte (de ahí su capacidad para soplar con tanta fuerza), es ahora el sheriff de Villa Fábula y encargado no solo de su seguridad, sino también de la red de espionaje, vital en la guerra que se libra contra El Adversario. Aunque ya no es la cruel bestia asesina que fue en tiempos, no todos en Villa Fábula confían en él. La amnistía pudo perdonar sus crímenes, pero no resulta fácil olvidarlos, a pesar de las continuas pruebas del abandono de su antigua vida. Pero, como ya he apuntado, todos tienen su parcela de protagonismo. Otros personajes importantes son El Rey Cole, El Príncipe Encantador, Rosa Roja, El chico Azul, Papamoscas (Príncipe Rana), Bella y Bestia, Mowgly, Cenicienta, Pinocho, Barba Azul, Frau Totenkinder (la bruja malvada de los cuentos), Ricitos de Oro… Por ejemplo, El chico Azul se presenta al principio como ayudante de Blancanieves en la oficina del ayuntamiento de Villa Fábula, pero en determinado momento emprenderá un camino que le llevará a protagonizar uno de los arcos argumentales a mi juicio mejores de toda la obra, con un tono épico realmente logrado y con un grado de virtuosismo visual realmente memorable. Otro secundario que en cierto momento cobrará gran protagonismo y se adueñará de otro arco argumental es Papamoscas, el Príncipe Rana, que alcanzará un cariz heroico que no nos hubiéramos esper-
ado de un personaje que hasta entonces parecía un secundario cómico y poco más. Mención aparte merece Jack Horner, el Jack de las habichuelas mágicas, Jack Frost, Jack Matagigantes, protagonista de muchos cuentos populares. Se presenta como un pícaro, estafador, espabilado y un poco (o bastante, según se mire) sinvergüenza, que no dejará de meterse en líos y causar todo tipo de problemas. Reconozco que no se contaba entre mis personajes favoritos. Pero algo tiene cuando ha llegado a protagonizar su propia serie (Fábulas presenta: Jack), un spin-off en toda regla. Hay incluso un tomo que recoge un arco argumental donde las dos series se cruzan. Vamos, el crossover de toda la vida. Puede que en algún momento haya personajes que no nos suenen o no podamos asociar a una leyenda o cuento concreto. Hasta cierto punto puede ser normal, ya que no solo se inspira en los cuentos populares de Grimm, Andersen o Perrault, tomando tanto principales como secundarios, sino que también echa mano de la tradición popular anglosajona en forma de canciones y poemas. De todos modos, no saber exactamente de dónde viene el Rey Cole no dificulta para nada el disfrute de la obra. Y para los más curiosos está Google.
EL DIBUJO Por supuesto, había que hablar de este aspecto. Al fin y al cabo, se trata de un cómic. Tratándose de una obra tan extensa y ambiciosa, varios han sido los dibujantes que han ido haciéndose cargo de los distintos momentos o arcos argumentales. Pero uno ha sido el más asiduo y quizá el que más responsabilidad ha tenido a la hora de dotar de carácter y personalidad a la obra y sus personajes: Mark Buckingham. No era un autor especialmente conocido hasta que se hizo cargo del reto de dar cuerpo a Fábulas, pero ha demostrado con creces estar a la altura del desafío. A medida que avanzamos en la lectura, cada vez que cambia el dibujante, con el cambio lógico en el aspecto de los personajes, echamos de menos los rasgos con los que nos habíamos familiarizado. A mí me pasaba especialmente en el caso de Feroz. La caracterización de este personaje es tan potente, juega tan hábilmente con los contrastes de luz y sombras en
sus rasgos que se acusa mucho cuando es otro dibujante el que se hace cargo de él. Por favor, que nadie entienda esto como una descalificación del trabajo del resto de artistas que colaboran en Fábulas. Nada más lejos de mi intención. El trabajo de todos es más que digno y todos cumplen a la perfección con su cometido, ajustándose a lo que la historia reclama en cada momento. Ya habíamos visto que la trama transita por gran variedad de géneros y cada uno reclama un tono propio y singular. Otro nombre que merece destacarse en el apartado gráfico es James Jean, responsable de las portadas de la edición americana y de las ilustraciones de los tomos recopilatorios. Son ilustraciones bellísimas, sutiles y a la vez cargadas de detalles e información sobre los arcos argumentales a los que se refiere. Su trabajo ha sido premiado en varias ocasiones en certámenes. Planeta-DeAgostini editó un tomo recopilando las portadas e ilustraciones de James Jean para esta serie, aderezada con comentarios, curiosi-
dades, bocetos e ideas rechazadas. No aporta nada a la trama de Fábulas, pero es una preciosidad, y desde luego, no debe faltar en las estanterías de los muy fans. Para haceros una idea, una simple búsqueda en Google basta.
A modo de conclusión Fábulas coincidió en el tiempo con Shrek. En cierto modo supusieron la respuesta de una generación de creadores a la disneyficación de los mitos y cuentos clásicos, buscando rescatar sus orígenes siniestros y crueles, tal y como declaró el propio Willingham en alguna entrevista. Pero mientras las películas del ogro cascarrabias optaron por la revisión de los cuentos en su propio contexto, el comic se decantó por la traslación del mundo mágico a nuestra realidad y la elaboración de los personajes más allá de sus historias originales, haciéndolos además asequibles y atractivos para un nuevo público adulto. Por lo visto el autor ha declarado en alguna ocasión que su intención fue, principalmente, la de mantener vivos a los personajes de los cuentos de toda la vida en un mundo cada vez más mediatizado por la televisión, el cine, los videojuegos y las grandes epopeyas de espada y brujería. Según he podido averiguar por la red, Bill Willlingham, animado por el éxito de público de la serie, intentó convertir Fábulas en una serie de televisión. Parece ser que la ABC se interesó por el proyecto y anunció el rodaje de un piloto. Pero poco tiempo después se anunció que el proyecto se convertía en una película, de la que tampoco se supo nada. El propio Willingham da por abandonado el proyecto. Curiosamente en 2011 la propia ABC lanzó la serie Once Upon A Time (Érase una vez), con unas similitudes que a los fans de los comics no nos pasaron desapercibidas. Por lo visto la cadena decidió que, tratándose de personajes libres de derechos y de dominio público, le resultaba más rentable crear su propio tratamiento que comprar un tratamiento ajeno sobre el que además tendría un control creativo más limitado. En fin, cosas del show business. Pero el tiempo pondrá a cada uno en su sitio y si Fábulas sabe mantener el nivel que ha venido demostrando hasta ahora, sin duda será una obra de culto y de referencia, y tendrá un lugar destacado en el Ol-
impo de las obras maestras del Noveno Arte junto a clásicos como The Sandman de Neil Gaiman, Mauss de Art Spiegelman, Watchmen de Alan Moore y Dave Gibbons o cualquiera de las joyas de Will Eisner. Espero que su creador sepa darle un final digno cuando llegue el momento y no la alargue innecesariamente. Mientras tanto, y si el bolsillo lo permite, seguiremos gozando de sus aventuras en nuestro mundo. Espero haber despertado vuestra curiosidad y haberos inoculado el veneno de Fábulas. Si ha sido así, bienvenidos a la secta. Nos vemos pronto con otro descubrimiento.
It happened one night Vanesa Hildy
‘It Happened One Night’. Cómo hacer del cine un cuento eterno. «Estas son las murallas de Jericó. Puede que no sean tan fuertes como aquellas que derribó Josué con su trompeta, pero sí más seguras, porque yo no tengo trompeta. Y ahora, para demostrarle mi buen corazón le prestaré mi mejor pijama… ¿Le molestaría unirse a los Israelitas?» Si uno respira muy hondo y cierra los ojos mientras ve una de las películas de Frank Capra, estoy totalmente segura de que podrá verse a sí mismo arropado dentro de su confortable cama oyendo de fondo los ecos de un narración clásica, una de aquellas de toda la vida que nos ayudaban a dormir, tal vez salida de la boca de uno de sus seres queridos, tal vez obtenida del foco de luz de una pequeña linterna guarecida bajo las sábanas. Y es que Capra es, sin lugar a dudas, el mayor Cuentacuentos de la historia del cine, así, a bocajarro, y con las mayúsculas que tan honorable título merece. Decía Preston Sturges sentando cátedra en sus Reglas de oro para una comedia de éxito algo así como que «una chica bonita siempre es mejor que una fea, una pierna, mejor que un brazo, un dormitorio, mejor que una sala de estar, una llegada, mejor que una partida, un nacimiento, mejor que una muerte, una persecución, mejor que una charla, un perro, mejor que un paisaje, un gatito, mejor que un
perro, un bebé, mejor que un gatito, un beso, mejor que un bebé, y una caída, mejor que ninguna otra cosa». Pues bien, en Sucedió una noche Capra une, juega y se regodea en todas y cada una de estas premisas. El argumento, como todo buen cuento, tiene un punto de partida sencillo. Chica rica (Claudette Colbert) cansada de su cuadriculada vida que decide, en un ataque de
rebeldía, escaparse de casa para dar una lección a su padre e inicia un viaje a ninguna parte en busca de su destino, que como no podía ser de otro modo, le deparará un desastroso pero divertido encuentro con el chico pobre de turno, el cual no podía ser otro que un Clark Gable en estado de gracia, cuya participación en el largometraje de Capra le supondría, además de la consagración como el sex symbol del momento, el único Óscar de su carrera. A partir de ahí el periplo, los viajes en autobús, el tira y afloja entre los protagonistas y unos secundarios envidiables
mantendrán el sustento de la acción, con momentos tan memorables como el autoestop en el que Colbert consigue parar un coche con solo enseñar una de sus rodillas, mientras que un desesperado Gable lo ha estado intentando durante horas. En el campo técnico, Sucedió una noche consiguió lo que ninguna otra película había conseguido hasta entonces: llevarse nada menos que cinco estatuillas, todas ellas de las consideradas las más importantes, a saber: Mejor Película, Director, Actor, Actriz y mejor guion. Y aunque setenta y ocho años después el récord ya ha sido superado por otros laureados filmes, Sucedió una noche continúa siendo la única comedia en ostentar tan amplia lista de medallas, a parte de haberse erigido como una de las comedias más imitadas de la historia del cine. Finalmente, y a pesar de que vista desde nuestros días —tiempos en los que el (necesario por otro lado, no digo que no) destape y desinhibición han conseguido que nuestros ajados ojos no se escandalicen ante nada— las situaciones creadas en la película no juegan el papel de picardía que en su momento hicieron de ella un éxito arrollador de taquilla — recordemos que el film se estrenaba en el año 1937—, sí conservan la magia y la chispa del incomparable narrador y creador de sueños que fue y siempre será Frank Capra.
Crisis de ideas Anabel Botella
Cualquiera que se fije un poco en lo que nos rodea estará de acuerdo conmigo en que vivimos inmersos en una crisis sin precedentes, una crisis que se ha infiltrado hasta lo más profundo de nuestras vidas, impregnándolo todo. En muchos casos tengo la impresión de que esta circunstancia se emplea como excusa por parte de muchas editoriales a la hora de afrontar la decisión de editar nuevas novelas. Por supuesto, hablo desde el desconocimiento. Ignoro totalmente cuáles son los mecanismos del funcionamiento interno de una editorial. Solamente me mueve la avidez como lectora por encontrar auténticas novedades en los catálogos editoriales. Es totalmente comprensible que, dadas las circunstancias del momento en el que nos encontramos, las empresas sean mucho más precavidas y se impongan consignas de austeridad y ahorro. Las editoriales no son, ni pueden ser, una excepción; no son ONG ni su objetivo es la beneficencia. Sin embargo, parece que en muchos casos la precaución es excesiva. No sé si es solo una percepción mía, pero he visto muy pocas apuestas arriesgadas en las estanterías de las librerías, y gran parte de estas publicaciones suelen ser de autores extranjeros que repiten fórmulas ya exploradas por otros, sin aportar
apenas novedades. En algunos casos hay editores que se niegan a apostar por el producto nacional. En este punto, como lectora, me pregunto si la crisis es también creativa, de ideas. ¿Se repiten las fórmulas para poder llegar fácilmente al mercado? ¿Existen realmente novelas arriesgadas cogiendo polvo en los cajones, esperando su momento? Llevo días
reflexionando sobre este tema y he llegado a la conclusión de que realmente no hay una crisis de ideas, y que tal vez estas historias tengan que ver la luz por otros medios que no son los tradicionales. Amazon ha desembarcado en el mercado español con fuerza y ha alterado en cierto modo la manera de llegar a los lectores. Es aquí precisamente donde muchos autores se lanzan a la aventura de dar a conocer sus novelas. Si tienen la suerte de despegar, alcanzar un buen puesto y permanecer durante varias semanas en la listas de los más vendidos, es
posible que una editorial se fije en alguna de ellas y se decida a publicarla. Gracias a esta vía se puede hablar de una Generación Kindle que ha encontrado su hueco y ha recibido ofertas editoriales. Resulta paradójico pensar que, en muchos casos, estas historias pueden haber sido rechazadas por esas mismas editoriales, tal vez por tratar temas arriesgados o por ser demasiado novedosas en sus formas. De todos modos, gracias a las nuevas plataformas, los lectores pueden hacer valer su criterio y decidir, una vez la tienen a su alcance, si quieren leer o no una novela. Estos foros son especialmente sensibles al «boca-oreja», y entonces la novela rechazada se convierte en un éxito de ventas. No sé si los editores están observando desde la barrera cómo los autores se deciden a lanzar sus obras por su cuenta para que el tiempo y los lectores les hagan el trabajo, pero sí que parece que se dedican a apostar al caballo ganador, descuidando su fondo editorial. Los best-sellers apenas llegan y los que salen al mercado se cuentan con los dedos de una mano. En conclusión, ¿hay crisis de ideas? No, yo pienso que hay tantas y tan buenas ideas como antes. El problema es que el bolsillo es más conservador.
Balthazar,
el retorno en solitario del vampiro que levantó suspiros en la saga Medianoche Anna Gallagher
Tras los sucesos en la Academia Medianoche, Skye ha vuelto a casa e intenta amoldarse a su nueva vida. Sin embargo, las cosas han cambiado mucho: sus padres están siempre ausentes debido al trabajo, la vuelta al instituto le ha deparado encuentros de lo más incómodos, parece que la joven ha desarrollado unos inquietantes “poderes” sobrenaturales y, para más inri, todo parece indicar que hay un grupo de vampiros que la persigue. Su buen amigo Lucas decide mandar a alguien para que la proteja: Balthazar, el vampiro por el que la joven había suspirado en Medianoche. Sin embargo, Balthazar lleva siglos ateniéndose a una regla: no enamorarse de humanas. Balthazar es un spinoff de la saga de vampiros Medianoche. Y, antes de empezar con esta reseña, veo conveniente mencionar que no he leído la saga de Claudia Gray, aunque tampoco es necesario para poder leer (y entender) este libro. Ahora bien, lo que sí hay que tener en cuenta es que en Balthazar se destripa todo lo que sucede en la saga Medianoche. Una vez aclarado esto, comencemos. Aunque el libro se haya titulado Balthazar, la verdadera protagonista es Skye Tierney. Desde luego no será una protagonista inolvidable, pero
como mínimo consigue despertar cierta simpatía en el lector: es inteligente, sincera y luchadora. Balthazar viaja a Darby Glen para protegerla, pero la joven no esperará con los brazos cruzados a ser rescatada. Intentará salvar su propio pellejo e incluso será ella la que ayude a Balthazar en alguna ocasión. Incluso tendrá que luchar en el campo del amor. Cansada de libros donde la chica se deja seducir, aquí tenemos a una protagonista que reunirá todas sus armas para conquistar al macho de turno. Por otro lado tenemos a Balthazar. Todo parecía indicar que él sería el principal atractivo de este libro: un vampiro con siglos de aventuras y desventuras, el vampiro que tantos suspiros había arrancado en la saga Medianoche… Nada más lejos de la verdad. Balthazar me ha parecido un protagonista masculino bastante insulso. Además de que, a pesar de sus varios siglos de edad, sigue comportándose como un adolescente hormonado. Pero imagino que para aquellos que se quedaron con ganas de más de este personaje cuando leyeron la saga Medianoche, aquí verán sus deseos hechos realidad. Asimismo, aparte de la trama del presente, Claudia Gray nos presenta algunos flashback que muestran cómo fueron los
últimos días como humano de Balthazar y su transformación, además de algunos episodios de su vida como vampiro. Aparte de la pareja protagonista, tampoco hay ningún secundario que sobresalga especialmente. Solo destacaría a Redgrave, que viene a ser el malo malísimo de esta historia; pero, sobre todo, destacaría a Charity, la hermana de Balthazar, y en la que me hubiera gustado que se profundizara más. Hacía tiempo que no leía un libro sobre vampiros, pero Balthazar tampoco ofrece ninguna vuelta de tuerca en la temática. La historia está bien, engancha lo justo como para no aburrir y ofrece un romance que no conmueve especialmente pero que, como mínimo, no empalaga. El final es cerrado, pero se dejan algunos cabos sueltos que hacen pensar que Claudia Gray podría seguir esta historia en un segundo libro. El tiempo dirá. A grandes rasgos, Balthazar me ha parecido una lectura que entretiene pero que no aporta nada especial y que no creo que perdure demasiado en mi memoria. Quizá la habría disfrutado más si hubiese leído la saga Medianoche (aunque algo me dice que no). Como mínimo saciará la curiosidad de aquellos que se quedaron con ganas de saber algo más de Balthazar.
Libros Perdidos Maite Belda Jacinto Preguntaba Bécquer: «… cuando amor se olvida, ¿sabes tú adónde va?». Un día llegas a una librería, con ilusión, buscando ese libro de tu infancia (o no). Le preguntas a tu librero, él busca en su ordenador y ¡zas! Ves esa cara, esa que te dice que el libro que estás buscando está descatalogado. Los libros que se descatalogan, ¿adónde van?
«... las historias están desde siempre en todas partes y utilizan a los escritores como el aire a la caña para que suene una canción». Carmen es escritora y va a un colegio a dar una charla y a firmar libros. Entre los niños se encuentra Isabel, una lectora que no quiere que le firme el libro, sino un pequeño papel. Cuando le pregunta la razón, Isabel responde que «el libro no cabe en mi caja de secretos». De inmediato la curiosidad de la escritora se dispara, pero se ha terminado el tiempo y ha de irse. Pronto llega el verano y, casualidades de la vida, Carmen veranea en el mismo pueblo que Isabel. Pasarán una tarde juntas, intercambiándose los papeles: Isabel contará historias y Carmen las escuchará. Siete historias guardadas en forma de objetos en una caja de latón. Seis capítulos que nos adentran en el alma de Isabel, en sus gustos, sus vivencias... sus secretos. Un paseo por la amistad a media voz entre el lector y el escritor. Carmen Vázquez-Vigo (Buenos Aires, 1923) cautiva con su prosa convirtiendo los momentos más
sencillos de la vida en historias inolvidables. Su obra más conocida se enmarca en la literatura infantil y ha sido premiada en multitud de ocasiones, recibiendo el Lazarillo de Creación literaria en 1973 por Caramelos de menta y en 1992 el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil que concede el Ministerio de Cultura por su novela Un monstruo en el armario. ¿Por qué buscarlo? Porque aunque en la contraportada se establece que es una lectura recomendada a partir de los doce años, la novela es atemporal. Pasan los años, la releo y la sigo disfrutando como el primer día. Su lenguaje fresco y juvenil, aunque en absoluto simple, te hace olvidar que es una novela dirigida a preadolescentes. Las historias de Isabel no dejan indiferente al lector que, pasado un ratito, se puede sentir más que identificado. Publicado por primera ve en 1989, Caja de secretos está fuera del mercado desde hace algunos años, pero es un verdadero tesoro que hará las delicias de los lectores más exigentes y, por qué no, de los románticos sin remedio. Si tenéis la oportunidad de haceros con un ejemplar (aunque sea de segunda mano) no lo penséis. Os cautivará.
Noche de Reyes Vanesa Hildy
Despedida de las comedias románticas de Shakespeare por todo lo alto con esta obra. En Iliria el duque Orsino se ha enamorado de la condesa Olivia, sin embargo, el hermano de Olivia acaba de morir y ésta está decidida a guardarle luto, lo que quiere decir que ni saldrá a la calle ni conocerá hombre durante muchos años. Por otro lado, Viola ha naufragado junto con su hermano (que cree muerto) y enamorada de Orsino, decide disfrazarse de hombre y llamarse Cesareo para estar junto a él. Cuando Orsino envía a su querido amigo Cesareo a transmitirle a Olivia su amor por ella, Viola no podrá imaginar que además de tener que sufrir por el imposible amor que siente hacia su jefe le sucederá algo que cambiará por completo el desarrollo de la historia. Y es que Olivia se ha enamorado de él, es decir de ella, de Cesareo que realmente es Viola y ahora, los enredos están servidos.
La posibilidad de tener la sección de reseñas de clásicos en esta nueva revista literaria que ahora ve la luz es, además de un lujo, un verdadero placer. Si tenemos en cuenta que el estreno voy a realizarlo analizando la obra de uno de los mayores genios de la historia de la literatura, la labor se convierte, además, en algo realmente complejo, pues a mi mente llegan de forma simultánea dos pensamientos: el primero de ellos me acompaña desde los últimos años de instituto y se resume en un rencor enorme hacia una enseñanza literaria que no me enseñó a disfrutar de la maravilla de quien hoy en día es uno de mis autores más admirados; el segundo, un miedo, creo yo que comprensible, a que las palabras que ahora escribo no reflejen la realidad de la grandeza de su obra. Teniendo delante la última de las comedias románticas de Shakespeare, los enredos amorosos y las situaciones disparatadas son, al igual que en la totalidad de sus obras de este género, el centro de toda la acción. Sin embargo, la originalidad en esta ocasión viene servida por el personaje de Viola, lleno de matices, divertido. Se trata de una joven que se ve obligada a disfrazarse de hombre para conseguir estar junto al amor de su vida y cuyo cambio de sexo va a propiciar los momentos más divertidos del libro, principalmente cuando Sebastian, su hermano gemelo, aparece en escena y es confundido con ella por casi todos los personajes, incluida Olivia, quien está enamorada de Viola sin saber que es una mujer. Por otro lado, Viola se ve envuelta en varios prob-
lemas de los que no sabrá salir y que provocarán auténticas carcajadas en el lector, la mayoría de los cuales serán propiciados por unos secundarios realmente destacables y que sustentarán la acción de la obra con sus divertidos enredos y tomaduras de pelo. Especialmente destacable es Feste, el bufón, un don nadie que se gana la vida gracias a las limosnas de los demás, quien resulta ser realmente inteligente y consigue engañar a los señores de más alto estatus para conseguir sus propósitos. Si nos centramos en la prosa, poco pueden decir las humildes letras de mi teclado acerca de la maestría y complejidad del estilo de escritura de Shakespeare. Al leerlo te invade la misma sensación que transmite estar viendo una obra de arte, esa mezcla de admiración e incredulidad absoluta. Parafraseando a Benitez Reyes y su gráfica descripción de la forma de hablar de uno de los personajes principales de su obra Mercando de espejismos, diré que Shakespeare traza las líneas de sus textos «como si esculpiera columnas salomónicas en el aire». El desenlace final quizá sea lo menos destacable de la historia, pues las comedias de Shakespeare están marcadas desde el inicio por ese tono simpático y divertido que nos hace saber que los protagonistas terminarán comiendo perdices, lo que no desmerece para nada la grandeza de ver cómo todo se desenreda en un par de páginas con una maestría envidiable. Y es que leer a Shakespeare siempre es un placer.
Las ventajas de ser un marginado Soraya A. Zafra
«Supongo que somos quienes somos por un montón de razones, y quizá nunca sabremos la mayoría de ellas. Pero incluso si no tenemos el poder de elegir de dónde venimos, todavía podemos escoger adónde vamos. Aún podemos hacer cosas. Y podemos intentar sentirnos bien acerca de ellas». Cuando Charlie tenía quince años, tenía un amigo llamado Michael, y era su único amigo, hasta que un día Michael apareció muerto. Como dicen The Smiths en Asleep, la canción favorita de Charlie, Michael se había ido a dormir. Solo que a Michael nadie le cantó cuando se suicidó. Ahora Charlie tiene que empezar su primer curso de instituto tal y como ha pasado el verano, solo. Tiene un poco de miedo, y se siente algo inseguro, pero está decidido a que las cosas sean diferentes. Por eso empieza a escribirle cartas de forma anónima (utilizando nombres falsos) a alguien en quien confía, simplemente para que le entienda y le escuche, y esas son las cartas que conforman Las ventajas de ser un marginado, aunque el lector nunca llega a saber a quién le escribe el protagonista. Poco después de comenzar la aventura de esa nueva etapa, Charlie conoce a dos personas que se van a convertir en sus mejores amigos: los hermanastros Patrick y Sam. Con ellos cruza la decisiva línea entre la niñez y la adolescencia: salir por ahí, ir a fiestas, beber, fumar, sentirse parte de un grupo, reír mucho y sentirse infinito. Con ellos aprende que «observar apoyado en las paredes de la vida ofrece una perspectiva única. Pero llega un momento en el que hay que comprobar qué tal se ve desde la pista de baile». Casi al instante, Charlie se queda prendado de Sam, de Sam tierna, Sam con los brazos abiertos, de Sam que te hace reír, Sam única, Sam que comprende, Sam de voz suave, de Sam actuando en el Rocky Hor-
ror Picture Show. Y siempre Sam. Desde el principio, ella le hace comprender que no estaría bien que estuviesen juntos debido a su diferencia de edad —o más bien de mentalidad, aunque eso la chica no lo diga— , ya que mientras que para Charlie este es su primer año en el instituto, para Patrick y ella es el último. El cineasta Stephen Chbosky explora en su primera novela varios temas que aparecen por primera vez en la adolescencia y tienen un papel muy importante en ella, desde la amistad y la familia, hasta el amor y la sexualidad. De forma magistral, expone estas ideas en la mente del lector y le invita a reflexionar acerca de ellas, contribuyendo de forma única y especial al su recorrido por el largo y a veces difícil camino que hay entre la confusión adolescente y la madurez. Las ventajas de ser un marginado es una auténtica obra maestra de la literatura juvenil, aunque suene a anuncio publicitario. Pocas veces se encuentra un libro con una historia que, además de ser buena, enseña, aporta algo al lector. Y Chbosky ha conseguido que su primer libro aporte mucho. Esconde sorpresas, poesía, un giro argumental en el desenlace que es brutal, canciones de las que tocan la fibra y decenas de citas de las que años después lees al inicio de otros libros. El pasado 21 de septiembre se estrenó en los cines de EEUU la adaptación cinematográfica, que lleva el mismo nombre que la novela, y que está destinada a ser un éxito en taquilla. Pero no solo porque nuestra querida Emma Watson vuelva a la gran pantalla -¡sí, es Sam! -, sino también porque el propio Chbosky es el director y guionista. No es que sea una detractora del cine frente a la literatura, pero en este caso más especialmente que en ningún otro, es imprescindible leer el libro antes de acudir a las salas. Un libro que dice cosas como «aceptamos el amor que creemos merecer» desde luego se lo merece. Todo nuestro amor.
Riña de gatas:
Temas...
tabú
Laia Soler y Cris G. Leiton
La libertad de expresión es uno de los derechos fundamentales de nuestra sociedad, y aunque parezca que siempre haya sido así, no hace tanto que se acabó con la censura. Hace años, eran los gobernantes los que cortaban escenas de los filmes o modificaban los textos originales de algunas novelas para adecuarlas a sus intereses. A día de hoy, la censura oficial en la literatura española es algo impensable, pero su sombra sigue planeando encima de las consciencias de muchas personas. A menudo se hace un trato superficial de temas tabú como el sexo, las drogas, o la homosexualidad, o directamente se evita tocar esas materias.
LAIA: ¿Por qué la literatura sigue aferrada a esos temas tabú? CRIS: Hoy en día parece ser que para triunfar en el mundo de la literatura hay que saber encajar. Si al tratar ciertos temas el escritor se arriesga a no encajar o a ser señalado con el dedo, simplemente pasan por ellos de puntillas y sin hacer ruido. Lo único que se consigue con esa actitud, en cierto modo cobarde, es que ese tema que está siendo ignorado siga siendo un tabú. LAIA: La homosexualidad, por ejemplo. En la literatura juvenil actual,
las tramas románticas están presentes en la mayor parte de las novelas y son muy pocos los casos en los que los protagonistas son homosexuales. La pregunta es si los lectores prefieren parejas literarias heterosexuales o es que simplemente no hay oferta de romance homosexual, y al no haberla, no podemos comprobar cuál sería su aceptación. El problema puede estar en los autores, ¿no crees? CRIS: Claro, es a lo que me refería. Si los jóvenes, lectores o no, no se ponen barreras a
la hora de hablar sobre ciertos asuntos, ¿por qué los escritores se empeñan en que sus personajes sí que lo hagan? El lector quiere sentirse identificado con los personajes, y si nota que un tema no es tratado con naturalidad hay dos opciones: que sienta que la historia no es creíble, y, por tanto, la rechace, o que la influencia de la novela sea más fuerte y el lector acabe convirtiendo el tema en un tabú para él mismo. El escritor debería ser el primero en superar esos tabús, pero el lector también tiene parte
de responsabilidad. LAIA: El problema es que parece que muchos de estos temas controvertidos se quedan relegados a la novela realista. Puedes escribir una novela de fantasía y no por eso dejar de lado los problemas más humanos de los personajes. Es decir, aunque esté rodeado de elfos o aliens, un chico de 15 años seguirá con el mismo baile hormonal que uno que protagonice una historia más realista. Sé que no es el objetivo de una novela de fantasía, pero abordar esos temas les
da realismo y humanidad a los personajes. CRIS: Exacto. Tú y yo, como lectoras, seguro que estamos de acuerdo en que siempre se agradece que un autor y su libro sean sinceros. Digo sinceros en el sentido de que traten temas como lo hace la gente en la calle, sin tener en cuenta que están apareciendo en una novela que seguramente vaya a influenciar a muchos de sus lectores. Creo que los temas tabú en la literatura, si se tratan de manera cercana y sin darles más importancia de la que tienen, pueden dejar de serlo con el paso del tiempo. LAIA: Sí y no. Hay libros y libros. Jordi Sierra y Fabra, por ejemplo, escribe un tipo de novela muy social, en los que suele abordar temas como el maltrato, el sexo o las drogas. Son temas muy importantes y hay que darles
el tratamiento que se merecen. No creo que sea positivo abordar el sexo de manera banal en una novela enfocada a adolescentes, porque hay que ser conscientes de riesgos como las enfermedades de transmisión sexual. Tampoco es positivo un tratamiento como el que le da Stephenie Meyer. En ese caso, sus creencias personales influenciaron demasiado a la hora de hablar de sexo, como si fuera algo de lo que no hay casi ni que hablar. CRIS: Sí, supongo que te doy la razón en el asunto de las creencias. La opinión del autor sobre estos temas tabú siempre va a ser palpable en la historia, y eso es peligroso a la hora de influenciar al lector, sobre todo si este es demasiado joven como para tener claras sus propias opiniones. En cuanto al sexo, creo que es el tema más complicado
de tratar, sobre todo en la novela juvenil. No hay una moral establecida para el sexo, porque su visión varía según la edad o la educación (no como en las drogas, que está claro que son malas para la salud), y por eso cuesta tanto tratarlo en la literatura. LAIA: Lo importante, entonces, es la naturalidad, ¿verdad? Captar lo que se vive en la calle, la realidad del lector. CRIS: Claro, que no se trate el tema de manera forzada. Si para el lector es algo natural, ¿por qué no hablar sobre ello de manera normal? ¿Por qué darle una importancia que no tiene o quitársela cuando es algo importante? LAIA: Claro que también hay que tener en cuenta esa moral establecida, esa que tanto mayores como jóvenes aceptan. Muchos jóvenes fuman y beben en exceso, aunque sepan que
es malo para la salud. Hay que combatir esas actitudes nocivas, en mi opinión, y la literatura puede ser una gran arma. Se pueden crear modelos de conducta haciendo un buen tratamiento de los temas tabú, naturalizándolos como decías, pero también condenándolos cuando sea algo indiscutiblemente negativo, como las drogas. CRIS: Es a lo que me refería. Hay que tratar correctamente los temas tabú para que dejen de serlo, ya sea censurándolos o tratándolos con naturalidad. Pero lo importante, creo, es no permitir que sigan siéndolo, porque en una sociedad en la que alardeamos de la libertad de pensamiento no podemos permitir que temas tan presentes en el día a día no formen parte de la literatura.
Con el tiempo, los tabús van desapareciendo y, poco a poco, los temas que antes ni siquiera se nombraban en la literatura van cogiendo fuerza. A medida que la sociedad vaya aceptando y naturalizando antiguos tabús, los escritores los olvidarán y la literatura juvenil será cada vez más honesta, sea cuál sea el género. Porque la literatura, sea realista o no, trata sobre personas, y como personas buscamos honestidad, tanto en el papel como fuera de él.
La cumbre de un maestro Santi Ramos «No debería contar uno nunca nada, ni dar datos ni aportar historias ni hacer que la gente recuerde a seres que jamás han existido ni pisado la tierra o cruzado el mundo, o que sí pasaron pero estaban ya medio a salvo en el tuerto e inseguro olvido».
Nunca es fácil hablar de una obra tan inmensa y compleja como Tu rostro mañana, del madrileño Javier Marías. Esta novela posee tal envergadura y se ha hablado tanto de ella que resulta una labor ardua no reincidir en los innumerables elogios que ha recibido por parte de la crítica de todo el mundo (aunque no se ha librado de feroces opiniones negativas en círculos más reducidos, como toda gran producción). Acometer una reseña –por muy sencilla que se pretenda hacer– de una de las obras más ambiciosas y abrumadoras de la reciente literatura española sólo puede hacerse, creo, con la perspectiva del tiempo y con la novela ya asentada en la memoria y procesada como se merece. Y, pese a todo, este escrito sólo se quedará en la superficie más externa
de todo lo que la novela abarca, propone y ofrece. Javier Marías está considerado –y con razón– el máximo exponente de aquella generación de escritores que, siguiendo la brillante estela de Juan Benet, reiniciaron la literatura española tras la larga dictadura franquista. De este formidable grupo de escritores forman parte nombres tan ilustres como Eduardo Mendoza, Muñoz Molina, Álbaro Pombo, Juan José Millás, Félix de Azúa, Juan Marsé (quizás este quede fuera por poco, pero igualmente formó parte de ese círculo impulsor), que abandonaron el omnipresente realismo social que en aquella época dominaba las letras hispanas. Y de todos ellos, puede que sea Marías el que ha conseguido erigirse no ya como el más aventajado y conspicuo
de todos ellos, sino como uno de los más mayores escritores que ha visto la literatura en castellano. Sin duda su obra más importante y de mayor repercusión (con permiso del terremoto que supuso en 1992 su Corazón tan blanco) es Tu rostro mañana, cuya publicación se produjo en tres partes a lo largo de más de 5 años: Fiebre y lanza en 2002, Baile y sueño en 2004 y Veneno, sombra y adiós en 2007. Aquí es conveniente hacer una puntualización necesaria, porque esta novela no es una trilogía; es una obra escrita y pensada como una, donde no existe un final en el primer tomo y comienza con otra línea narrativa en el segundo; es un todo, un relato cuyos acontecimientos iniciales quizás no tengan resolución hasta el segundo o tercer libro. Es una obra que para ser leída
debe el lector tomarla como una, porque es lo que es, pese a que incomprensiblemente se la define como «trilogía» incluso en medios especializados. No es una lectura fácil, esta décima novela de Marías. Su prosa posee ecos de los formidables Conrad, Faulkner o Benet, por lo que el lector que se haya acercado a sus escritos puede hacerse una idea de la alta y densa (y a veces difícil) literatura que se va a encontrar en las páginas de Tu rostro mañana, lo que ya venía siendo habitual en sus últimas publicaciones. Porque, pese a ser una obra tan extensa y siguiendo las líneas formales de su autor, que ya se definieron definitivamente en Todas las almas (1989), no se cuentan grandes acontecimientos ni el arco argumental abarca largos períodos de la vida de sus protagonistas, aunque sí se retrotrae a momentos pasados. La novela discurre lentamente, no hay una sucesión de hechos que fluyen veloz y unidireccionalmente, sino que un instante o circunstancia puede permanecer pausada, latente, para volver después –puede que mucho después– a tomar el eje central de la narración. Y esto es lo que para muchos es la gran rémora de la prosa de Marías (entre otras, porque no ha estado exento de críticas incluso a nivel gramatical), esa lentitud en el ritmo, esas elipsis narrativas que continuamente soslayan la situación y desvía la mirada del lector hacia otras direcciones que poco tienen que ver con el nudo argumental.
Pero esa «dilatación del tiempo», si se me permite la expresión, no supone en absoluto una pérdida de vigor e interés en la novela; al contrario, la enriquecen de forma prodigiosa gracias al gran dominio de Marías a la hora de utilizar tan complicados recursos, porque los dota de tanto calado o más que a la propia historia. Seguramente cualquier otro escritor no conseguiría mantener un ritmo adecuado con tan arriesgada propuesta, porque es un recurso que normalmente condena la obra al tedio y a la pérdida de empaque. El anónimo protagonista de la fundacional Todas las almas (aquí ya sí tiene un nombre) vuelve a ser el narrador en un entorno muy distinto a aquella Universidad de Oxford que formó parte de su vida (por esto es recomendable acercarse a ella antes de acometer la lectura de Tu rostro mañana). Ahora pertenece a un selecto grupo de personas cuya singular misión es observar, indagar en las personalidades ajenas, estudiar los rostros e intuir la forma del ser más profundo del individuo (ver su «rostro del mañana»). Todo esto, en un escritor como Marías, es la base, la columna que vertebra las innumerables divagaciones casi filosóficas que inundan el libro (no en vano su padre fue el eminente filósofo Julián Marías). La carga narrativa se apoya en un relato apolíneo, preñado de numerosos meandros para que los hechos discurran siempre por la serenidad implícita que imprime la pluma de Marías.
«No debería uno contar nunca nada…» Esa frase inicial será un punto de partida hacia un estudio de la más amplia dimensión humana, trascenderá los hechos y momentos que los protagonistas vivirán, y obtendrá una explicación, un sentido necesario en la última parte de la novela, “Adiós”, cuando el narrador habla con un importante personaje, un viejo profesor (qué interesantísimos personajes caminan por sus páginas, construidos impecablemente y con un bagaje vital asombroso). Hay veces en las que deberíamos quedar callados, enmudecidos, sin dar pistas de nada, puede que por nosotros, pero también por aquellos que pueden ser víctimas de nuestras palabras, de nuestras revelaciones o quizás de nuestros despistes. La poderosísima carga emocional con la que Marías construye ese –trágico– momento no hace sino enaltecer aún más un libro que trasciende todo estilo, movimiento, etiqueta e incluso todo tiempo. Decía el gran H. D. Thoreau en su imprescindible Walden (1854): «Cuántos hombres han fechado una nueva época en su vida por la lectura de un libro». Sin duda Tu rostro mañana supone para todo aquel lector que esté dispuesto a sumergirse en sus densas pero irrepetibles páginas, un punto y aparte, una experiencia capaz de mutar y redimensionar la visión no sólo literaria, sino también la vital, por medio de la palabra escrita. Es, sin ningún tipo de duda, una de las grandes novelas españolas contemporáneas.
Maggie sopla su magia celta en Scorpio Races Soraya A. Zafra
Por estas mismas fechas, cuando el frío se acerca a la pequeña isla de Thisby, surgen de las profundidades del mar Scorpio: los capall uisce, caballos de agua que luchan con sus poderosas patas contra la corriente y las olas para refugiarse en la costa. Tienen una apariencia semejante a la de cualquier otro corcel, pero en realidad son predadores que viven a base de sangre y carne. Se les nota en los ojos. Tienen una magia especial, y lucharán con todas su fuerzas para volver al mar. Sean Kendrick lo sabe bien, pues ha montado a su único amor, un capall uisce
llamado Corr, desde que su padre murió al caer de él en plena carrera Scorpio. Al llegar noviembre, decenas de hombres se juegan la vida a lomos de sus cabal-
como rival a la única persona en el mundo que no le es indiferente: la novata Kate Conolly —Puck para los amigos—, a la que mira más de lo que debería.
«Mi corazón está lleno y vacío de todos los comienzos y finales» los de agua para obtener el honor y la gloria que suponen cruzar la meta en primer lugar, además del suculento premio en metálico, por supuesto. Pero esta temporada el tetracampeón Sean Kendrick se juega mucho más de lo que jamás esperó soñar, y tendrá
Puck ha decidido ser la primera mujer que corre en la carrera Scorpio, ¡y nada más y nada menos que a lomos de su poni! Como Sean, ella también es huérfana, y necesita ganar el dinero de la carrera para conservar el hogar de sus padres, la casa en la que viven ella
y sus dos hermanos. Por no decir que participar le hará ganar un poco más de tiempo con su hermano mayor. Gabe se ha hecho cargo de ella y de su hermano pequeño, Finn, desde que hace un año murieran sus padres a causa de la violencia de un capall uisce. Sin embargo, ahora pretende dejarles solos para marcharse a buscar suerte en la península, probablemente para siempre. The Scorpio Races es la prueba de que hay un después para Maggie Stiefvater tras la publicación de su conocida trilogía Los lobos de Mercy Falls. En esta obra auto-
conclusiva ha demostrado que la magia y la delicadeza de su prosa no es solo cosa de los hombres lobo. También en esta su estilo es deliciosamente inimitable, y también en esta sorprende la belleza de sus descripciones. No obstante, esta vez ha cambiado la quietud y el frío de la nieve y los bosques por el rugido del mar en tormenta y el susurro de las olas al lamer la playa. Junto con la música y la pintura a las que la propia Stiefvater ha dado vida —y que podemos disfrutar en su web—, sus letras nos introducen en un cuidado ambiente del que es difícil no enamorarse. No se sabe dónde está Thisby ni el mar Scorpio, ni de dónde
vienen los capall uisce, pero no hace falta. Maggie se ha asegurado de ello. A pesar de que Temblor, Rastro y Siempre han sido las obras que la han encumbrado internacionalmente, no se puede negar que su última novela es más innovadora y original. ¿Caballos carnívoros que emergen de entre la espuma del mar para arrastrar de vuelta a los incautos? Los capall uisce están basados en la leyenda celta del caballo de mar eich uisce, definitivamente un mito mucho menos utilizado en la literatura juvenil que el del hombre lobo o las hadas, que es el tema de su primera obra, la bilogía Books of Faerie.
La autora tampoco se ha olvidado de que sus personajes se conviertan en personas, tanto sus protagonistas como sus secundarios, con sus defectos y sus curiosidades, sus gustos y anhelos. Al principio puede parecer que Puck está más conseguida, pero en realidad lo que ocurre es que Sean es más difícil de discernir, por sus silencios secretos y su corazón hermético; mientras que las aspiraciones de la primera son más sencillas a la vista del resto. Lo que sí es seguro es que Puck está dispuesta a hacer lo que sea para ganar la carrera, por mucho que le pese que Sean pierda el primer puesto.
Las cosas se van poniendo más interesantes a medida que los entrenamientos y su relación progresan, pues uno de los dos perderá lo que más desea a manos del otro. ¿Quién ganará? Maggie Siefvater ha escrito de nuevo una novela digna de releer, una sola vez no basta para saborearla, ni dos, ni tres. Esperemos que su último trabajo, The Raven Boys, que salió a la venta en inglés el 18 de septiembre, sea como mínimo tan excepcional como este. Sean y Puck se enfrentarán en una carrera que puede costarles no solo la vida, sino también el corazón, y los capall uisce no tendrán piedad.
Nuestra Redacción Os presentamos a la redacción al completo.
SORAYA A. Z.
A veces pienso que estoy hecha de libros. Chocolate, amarillo, vestidos, besos. Nací en el Mediterráneo, soy hija del verano y mi hogar es el mar. Cerveza, amigos. Quiero tener mil profesiones y en todas ellas me acompañará la lengua. Autoestima, familia. Además soy una fiera guerrera que ha conquistado el inglés y se halla en plena campaña contra el alemán. 22, Leo.
PATRICIA MADRID
La parisina, nacida de polvo de estrellas y letras a porrillo, Es una valenciana de corazòn rebelde que ama la literatura más que a nada y desde bien pequeñita escribe historias inverosímiles que pronto verán la luz. Redactora durante varios años para la publicación en papel Melic.
MAITE BELDA JACINTO
Llegué al mundo una tarde calurosa de 1982 y soy una enamorada de las palabras. Las cazo desde hace un año en mi blog. Estudiante por vocación, hacedora de haikus y adicta a los sueños que no mueren al amanecer. Cuando no estoy leyendo o escribiendo, paso el tiempo haciendo fotografías, cocinando deliciosos brownies para mis amigos y soñando con novelas de final feliz. PS. ¡Ah, soy una chica Jane Eyre!
CRISTINA G. LEITÓN
Nacida un miércoles del último año capicúa del pasado siglo (¡y milenio!). Una Tauro con veintitantas primaveras a sus espaldas. Ser bajita me permite tener otra perspectiva del mundo. Mato el tiempo en la universidad sumergida en dos filologías mientras pienso en mis historias sin escribir. ¿Bloguera? ¡La duda ofende!
ANNA LÓPEZ
Soy la niña (ya crecidita) de los Girasoles, la de los sombreros y los gorritos. Traductora en formación y bloguera a tiempo completo. Soy una amante de los zumos de fruta, los finales felices y los abrazos bien dados. Aunque soy hija de la Ciudad Condal, vivo entre libros y palabras. Gracias a ellos he volado por los cielos del País de Nunca Jamás, estudiado en Hogwarts y veraneado en Pemberley. ¿Mi siguiente aventura? ¡Los libros dirán!
SANTI RAMOS
Apasionado de todas las manifestaciones de arte, escribo (o lo intento) porque es el mayor acto de liberación del alma, la más fiel expresión del pensamiento y una de las más nobles aspiraciones del ser humano. Admiro a los grandes creadores, a aquellos que construyen obras capaces de hacernos sentir y pensar, cosa que considero lo más difícil y valioso que puede hacer una persona. Bloguero (o como se diga) en ocasiones, intento escribir, más mal que bien, sobre todo aquello por lo que merece la pena decir unas palabras.
LAIA SOLER
Me caí dentro de una madriguera siguiendo el camino de baldosas amarillas y aterricé en Nunca Jamás. En mi tiempo libre creo universos de tinta y cazo estrellas más allá de Reykjavík. Enamorada de las palabras, Peter Pan, el color lila, las sonrisas, Jane Austen, la música, la luna y las auroras boreales. Viajera de corazón, futura periodista y actual bloguera.
JUANJO GRAU
Amante de lo s cómics y del buen hacer, este biólogo es un auténtico descubridor de las rarezas maravillosas más excéntricas. ¿Necesitas una serie? ¡Es tu hombre! ¿Un cómic? ¡Es tu hombre! ¿Necesitas saber en que película apareció por primera vez “Fulanito Pérez”? ¡También es tu hombre! Un auténtico sabedor de los datos más curisos de cine, series y demás.
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