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“SER MUJER”, “SER VARON”… NO ES IGUAL. Y A LA EDUCACIÓN NO ES NATURAL La sociedad moderna está caracterizada por una configuración de relaciones entre los sexo signada por la desigualdad social y, en tanto institución social, la educación formal es escenario y está atravesada por diferentes expresiones de esa desigualdad. Poniendo un cierto orden en la información disponible, podemos identificar algunas pocas imágenes que todavía parecen resumir la posición social de las mujeres en nuestra sociedad. Por una parte, la mujer madre, esposa y ama de casa, por lo general dulce y abnegada y por la otra parte, bella, delgada, siempre joven y por último, la mujer que trabaja en forma remunerada pero sin descuidar su hogar, de buen humor y eficiente. También existe un modelo del “ser varón”. El varón exitoso económicamente, agresivo sexualmente, valiente y seguro de sí mismo, líder, dominante. Pensemos por un momento: ¿Por qué diferenciamos entre “señorita” y señora” mientras que ‘para el varón solo existe “señor”? ¿Cuál es el masculino de “ama de casa”? ¿Significaría lo mismo si fuera “amo de casa”? Todos estos fenómenos forman parte de un “currículum oculto” que incide en el nivel de confianza y autoestima que adquieren los/as jóvenes en su paso por la escuela, asi como en sus motivaciones y expectativas de protagonismo social. Hoy en día más mujeres participan del mercado de trabajo, su aporte económico para la subsistencia familiar es esencial y se proyectan hacia una participación más jerarquizada en los espacios públicos. Para algunos jóvenes, colaborar en las tareas del hogar y disfrutar de la crianza de los hijos comienza a resultar una alternativa deseable y/o necesaria del mismo modo que orientar sus intereses hacia campos profesionales no tradicionales. Es indudable que la escuela tiene que acompañar y fortalecer estos profundos cambios. Para ello debería asegurar para ambos sexos la adquisición de competencias en los saberes considerados básicos para desempeñarse en el mundo actual; estimular la toma de decisiones, el ejercicio de la autonomía y la creatividad; capacitarlos para


desempeñar todo tipo de actividades y proyectos independientemente de aquéllos que culturalmente se han asignado a uno u otro sexo. La identidad masculina y femenina y los roles que ocupan mujeres y varones en la sociedad no son un resultado mecánico del sexo biológico. Se aprende a “ser varón” o a “ser mujer” a lo largo de un proceso que se inicia en la familia y se continúa en todas las instituciones de la sociedad. La masculinidad y la femineidad son entonces construcciones sociales. Estas premisas nos alejan del “naturalismo” y del “biologismo”, que, en materia de diferencias sexuales, interpretan como inevitable o natural que los varones desarrollen el intelecto y las mujeres el afecto y la sensibilidad, que ellos sean agresivos y ellas sumisas, que los varones ocupen puestos de mando y las mujeres posiciones subordinadas o dependientes, etc. Por ello, es necesario distinguir al “sexo” del “género”. Sexo

Genero

 Diferencias entre el macho y la

hembra de la especie.  Se trata de características

naturales e inmodificables

 Alude a la dimensión psicosocial

de sexo: es decir, las características atribuidas a lo femenino y lo masculino y los roles que varones y mujeres deberán desempeñar en la sociedad  Las dimensiones de femineidad

y masculinidad son propia de cada cultura y presentan ciertas variaciones según las clases sociales, las etnias y los momentos históricos.


No obstante, podemos señalar como constante que el género distribuye entre los sexos atributos “humanos” que se valoran de manera desigual en la sociedad. En este sentido, el género no solo señala diferencias sino que, al ordenarlas jerárquicamente, también determina desigualdades. Las diversas instancias de socialización infantil -principalmente la familia- son contextos claves en el aprendizaje de las características y los valores de género. La identidad que construimos en forma permanente está compuesta justamente por una combinación, por una convergencia de estructuras sociales: clase, edad, sexo, religión, nacionalidad, etc. Por eso podríamos afirmar que todos somos producto de una combinación multicultural en cambio casi permanente. Así como deseamos ser “iguales”, en cierto sentido todos/as somos diferentes. EL MOVIMIENTO SOCIAL DE LAS MUJERES Sufragismo

Feminismo liberal

(antes del siglo

Feministas

Feminista

marxistas

radicales

XX) No haya habido

Continua

Sostiene que la

Entienden que

reflexiones

reclamando para

desigualdad social

todas las mujeres

críticas y acerca

las mujeres el

de la mujer es

son explotadas

de la condición

pleno ejercicio de

consecuencia de

por los varones,

social de las

los derechos,

la desigualdad

de modo que son

mujeres, pero

explicando la

económica, porque las mujeres las

como movimientos

situación

su trabajo es

que forman “una

de agitación y

desfavorables

invisibilidad y a la

clase”. Como su

visibilización es

femenina como

vez usufructuado

nombre lo indica,

recién a principios producto de

por quienes

se trata de las

de nuestro siglo

tradiciones, ya

detentan el poder

versiones más

cuando aparecen

caducas e

económico en un

“ultra” del

las primeras

improductivas

marco capitalista

feminismo, para

manifestaciones

para ña época

de producción.

las cuales

actual

Desde esta

mientras exista la

posición, una vez

propiedad privada


que desaparezca

el hombre no

la división social

puede hacer otra

de clases entre

cosa que oprimir a

pobres y ricos,

la mujer.

también se lograra la plena igualdad de la mujer

Es evidente que la construcción social de lo femenino a que tiende la educación formal se relaciona todavía con la domesticidad, la reproducción, la docilidad, mientras que lo masculino está connotado como lo público, el marcado, el poder tradicional. Podríamos decir, a partir de los datos analizados anteriormente, que la escuela, sigue siendo una de las instituciones en las que varones y mujeres cohabitan en forma “igualitaria”, construye una relación particular entre chicas y chicos. Las relaciones entre mujeres y varones tiene un fuerte impulso en la premisa liberal de que todos los seres humanos son iguales por el solo hecho, justamente, de ser humanos. Comprender la igualdad como valor implica tener una meta en un sentido estructural: no son los “individuos” o voluntades individuales las que la posibilitan perse, sino las instituciones concretas con las cuales la sociedad se organiza y se mantiene. Se trata de igualdad social, de derechos y posibilidades y no de “identidad”, es decir que “uno se transforme en la otra”. La construcción de una sociedad no sexista no implica solamente trabajar por la igualdad social de varones y mujeres en el mundo adulto sino, y talvez fundamentalmente, aportar a la construcción del sujeto niña y la desalienación del sujeto niño. Las relaciones de género y saberes sociales: currículo formal.


 Las relaciones desiguales de género y su valoración han influido desde

siempre en la educación.  El lenguaje es utilizado, enseñado y aprendido es la manifestación de

valores, perjuicios y pautas culturales. El lenguaje marca diferencia. La lucha por el “que” enseñar en las escuelas.  La idea de enseñanza transversales, no es introducir contenidos

nuevos, sino organizar algunos de esos contenidos alrededor de un determinado eje educativo  El sexismo educativo reside en el proceso de enseñanza-aprendizaje,

los cuales son activos, reflexivos comprometido con los contenidos y con la sociedad, con las organizaciones y con las transformaciones.


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