Zygoptera Grotesque
C.C. Marqués de Príapo Cuando un caballo se pone chúcaro se le mete a prisión. Piensan que de esta forma se va a tranquilizar, para luego ser reintegrado a la sociedad. No saben cómo se equivocan, aquí me vuelvo más loco. Con el miembro rozando todo el día el piso, cuando existen tantas cavidades naturales húmedas para depositar mi vida. Me arde. Me arde el miembro. Lo que más me gusta comer aquí adentro son arañas, hasta tarántulas si es que no se espantan con el miembro. A veces no queda otra que moscas y garrapatas, lo común. No es mi culpa ser un caballo terrorista. No es mi culpa que les de terror escuchar sus alaridos. Ya van 7665 días de claustro y me encuentro harto, espero que si la revolución me alcanza pueda ver a través de los barrotes la ciudad ardiendo.
María José Beltrán Hemipoeticus Colochuducus C.C. Cherepo satánico, Colochos del diablo
Durante la ocupación francesa se perdieron documentos del general De Gaulle para Jean Moulin. Poco se sabía del paradero de los documentos cuando un martes fueron hallados en el hocico de un perro callejero sobre la calle que sube a Montmartre. Al recuperar los documentos la resistencia se vio diezmada por un virus que brotó de la combinación de sudor Nazi, pan francés y saliva de perro. Durante uno de los bombardeos el virus quedó enterrado para siempre bajo una venta de boinas en la Rue Peathon contiguo al Sena. Bajo la calma de la metrópolis francesa, el virus soñaba con un mundo libre de Nazis, perros y un antojo a baguette. Un viernes de enero un joven compró la última copia de la Náusea que quedaba en las ventas de segunda al costado del Sena. Poco sabía que el virus se encontraba adentro pues el libro provenía de la tumba del vendedor de boinas mencionado anteriormente. El virus viajó hasta Costa Rica donde se encontró con políticos corruptos, una sociedad mediocre y pancito fresco más duro que el diamante. Un virus enojado es como ver un sacerdote hablando del diablo. Nadie nunca quiere un virus enojado, mucho menos uno que vivió las atrocidades cometidas por los Nazis. Mucho menos si odia las políticas liberales y la religión católica. El virus engendró el primer animal que se encontró en al salir de su escondite dentro de la Náusea. El virus adoptó la forma de lagartija satánica, tan satánica que con el estómago vacío. se comió dieciocho moscas y vomitó veinte. Al reproducirse con las demás lagartijas creo un ejército de cherepos fosforescentes que cuentan cuentos de heavy metal y swing criollo cuando están enojados. Los cherepos del “bajillo” son bestias temidas, guardan estampas de Prevert, anidan en lugares mal olientes como las calles francesas y escupen sobre el pan para que se ponga más duro. Se encuentran desde los 0msnm hasta los 4000msnm y pueden comer chiquitos si se ve mucha televisión. Su dieta consiste en libros de segunda mano y pan de manita (su nuevo amor). Pululan cerca de la UCR. Se pueden hallar en la facultad de letras o de ingeniería donde sus cuentos son opacadas por gritos de fútbol y machismo empedernido. Odia el pan costarricense.
Romantis Ludovicus
C.C. Labriego D. Millet Existen muchas versiones sobre el de nacimiento de este espécimen, lo único seguro que existe es que fue concebido por accidente. Ni siquiera eso, hay teorías minoritarias que dicen que pudo aparecer por generación espontánea, en un cafetal de Tres Ríos. Su vida es una línea al infinito que se acaba cada cierto tiempo y luego de un lapso, se reanuda. Algunas veces habitante de zonas áridas, en otras, vecino de las tierras más heladas del país. En ocasiones devoto con estigmas, o ateo por conveniencia, incluso discípulo de Belzebú, esto principalmente por diversión. Nómada en estado puro. Sus constantes decesos tienen como factor común la interacción con el sexo opuesto, que le resulta fatal. No importa la especie, es común que termine siendo el alimento de gatos, perros, ratas, de ojos claros o piel mulata. Acaban íntegramente con él. Sin embargo, esta nocividad le causa un placer inconsciente, su instinto de supervivencia, más que a cazar, lo lleva con frecuencia a ser presa. Estudiante con honores del curso impartido por Juan de Mairena. Amante del arte, su colección principal la conforman una Santa Cena y el retrato de unos canes jugando al póker. Filósofo por naturaleza, conocedor del Mito de la caverna. Cuando habla, repite sin cesar términos como silogismo, imperativo categórico y dialéctica, o frases elaboradas como “humano, demasiado humano”. La lectura de best-sellers lo ha impulsado a dedicarse al mundo literario. Pero su la inspiración exclusivamente le llega si está ante atardeceres cuyo soundtrack solo pueda ser el Padre Nuestro cantado.
Cynocephalvs C.C. Mors viatoris, terror virorum. Al otro, al Cinocéfalo, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por San José y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar al profeta de las aceras que predica contra mí; del Cinocéfalo tengo noticias por gmail y veo su nombre cuando lo escribo con sangre en los laberintos floridos. Me gustan los fractales, el metal progresivo, el cine destroyer, el sabor del vodka y la prosa de Bolaño; el otro comparte estas preferencias, pero de un modo cobarde que las convierte en atributos de un pendejo. Sin duda nuestra relación es hostil; él vive, yo lo obligo a vivir para que trame su literatura, y esa literatura lo justifica. Le arrebato el guión de sus fantasías, con el fin de volverlo más cruel y placentero. Transmuto las navajas por hachas, las casas por incendios; el semen que escurría por las tetas ahora llena los
esófagos.
El
otro
me
mira
con
amor
y
llora
de
agradecimiento; pero yo solo amo lo que prolifera y se intensifica, lo que se clava en todas las direcciones. Sé que la palabra es imposible, y que cuarenta siglos de literatura no han logrado comunicar una vivencia. Así, he experimentado lo más hermoso y terrible; y aún el Al Azif y el Libro de Juan se encuentran muy lejos de narrarlo.
Rhinocerotidae Selenicus C.C. Mateo Ibrahim Donesth Este rinoceronte nació en cautiverio, lo que lo predispuso al amor por la libertad y la revolución. Se hizo trostko. Como parte del exilio fue enviado a Siberia, a un zoológico de animales rojos. Tuvo 4 hijos, todos reconocidos y con el apellido de la madre. Ni blancos ni negros, eran rojos. Siempre quiso ir a África, pero termino como dueño de un bar en avenida 10, Le Grillon, que ahora es un prostíbulo.