Mensaje editorial
Amor clásico. Aburrido y cliché. Sexo monogámico en un planeta de promiscuos. Amor a la mexicana. Yo no nací para amar, nadie nació para mí. Amor de Hollywood. 6 de cada 5 repite un guión de película mientras tiene sexo. El poeta ama el cine, ama en el cine, sea en el autocinema o en los sótanos, y gana un premio. Amor por conveniencia. 60 y 20. Amor apache. Porque te amo te pego. No lo arresten, fue mi culpa por vestirme así. Amor en Costa Rica. Hetero y sacramental, por naturaleza. La Biblia en jerarquía impropia sobre la Constitución. Amor fraterno, amor de amigos. Como amigo me le arrimo. Friendzone. Amor/Roma. Rómulo y Remo en relación edípica y zoofílica con la loba. Amor platónico. Voyerismo. Desde la venta, con un telescopio, a través de una persiana americana. Amor, celos y muerte. Cariño en la cercanía, odio en la distancia. Sade y Masoch en una cama. Amor en martes, ni cases ni te embarques. Hacer el amor, yacer en el mismo lecho, alcanzar la horizontalidad. Coger. Puto amor, musa barata. Visión apócrifa del amor. Intentamos huirle y volvemos a él. Nos seduce y luego nos produce vómito. Juega con nosotros. Seguimos sin entenderlo. Puto amor definido por conjeturas. Tratado apócrifo del puto amor. En la literatura: romántico, sadomasoquista, profano, sucio, obrero. No merece una revista y se la dedicamos. . El editor apócrifo
(Si el puto amor te deja en la calle, acostúmbrate a dormir en la caja)
EL PUTO AMOR DE ALFREDO TREJOS El puto amor reúne todas las máscaras y todo el enfado. Se parece al amor simple en tanto costea sus argumentos basado en el puro, amplio y desinfectado esquema de querer o ser. El puto amor no tolera la asepsia. Gruñe microscópicamente en este mismo instante. Mientras hablamos. Mientras poco a poco tasamos el diamante del simple amor. Un kilate en el corazón equivocado y el amor se augurará un puto futuro
RIVIERA PARADISE Autor: Alfredo Trejos "En 1989, Stevie Ray Vaughan (1954-1990) grabó su álbum IN STEP. Al final de un largo día en el estudio pidió a su manager y a sus ingenieros que lo dejaran solo en la cabina, que bajaran las luces. Y comenzó a tocar. Esa noche improvisó RIVIERA PARADISE, el blues-rock que reservó como última interpretación en todos sus conciertos desde entonces y hasta su muerte". -0-
Pienso cometer en este poema todos los errores que cometí en la vida y que me han hecho un hombre tan triste y tan dichoso. Pienso decir y maldecir y rezar y confundirme y decir de nuevo para que no quepa duda de que soy yo quien escribe y no el poeta calculador y decente que he asilado todos estos años. El que acorrala moscas en la ventana con ladridos de perro grande y luces de transatlántico. Pienso en la de noches estúpidas llenas de fatalidad de las que salí, después de todo, sin un rasguño. Pienso en la música que me gusta y que no puedo escuchar porque me pone insoportable. Porque es la música que oye un capataz que explota a su propio corazón con imposibles jornadas laborales.
Pienso en qué voy a decir. En qué voy a decirle a ella cuando escuche estas atrocidades en su nombre. Para empezar, que la amo. Pero eso ya lo sabe. Como sabe multiplicar y rizarse el cabello y conducir un auto, eso sí, no cualquier auto. Y ya dicho lo más importante resta decir por qué es tan importante. Aunque me ha abierto la tapa de los sesos con su abrelatas de oro, aunque he mordido el polvo debajo de su ombligo, aunque por ella he acampado en parques y he sido persona de interés para cárceles y funerarias, ella, tan dura, tan cierta, con su saliva deliciosa ha hecho deliciosos mis tragos de dinamitero.
Ha hecho de este dossier de impurezas que les habla un hombre de bien que ya no buscará un edificio para lanzarse justo detrás de su pobreza. Ella conduce aplanadoras para los piratas que me sitian el sueño. Y ya dicho lo más importante resta decir por qué lo menos importante surge de entre la basura. Ella de vez en cuando me envía una cariñosa nota con una foto de su espalda. Una foto a medio revelar que al contacto con el aire no dura ni dos segundos en desaparecer.
PASEO COLÓN Autor: Alfredo Trejos Hoy puedo decir que lo que más me agrada es caminar junto a vos por el Paseo Colón, ver cómo te cambiás de lado a lado igual que las monedas se cambian de bolsillo, sentarnos juntos a nivel de las raíces, y considerarte para llevar mis condolencias a los viejos fantasmas, hincarme dentro de tu corazón como en un confesionario en el que si bien no diré todo, diré mucho, feliz de ser absuelto por mis crímenes a medias.
Hasta un cabeza dura como yo capta el mensaje: me ama, me ofrece todo, pero a veces tiene que irse. Créanme: dejarla ir a veces a ella, que es agua clandestina que no nos llega a todos, que no todos podemos beber, aunque sea por poco tiempo, es imposible. Pienso o pensaba cometer en este poema todos aquellos errores menos uno: el nombre de ella no está aquí, al menos no su nombre registral, porque hoy ni yo lo tengo, porque hoy ni yo lo sé. Así que serán uno o dos días, o incluso el resto de mi vida en los que tendré que conformarme con llamarla Riviera Paradise. Lo difícil, amor, es no poder decir cuánto nos tomará quedarnos el uno con el otro sin las privaciones del caso. (Decime que no tiene gran importancia). Insisto que hoy lo que más me alegra y me asombra es caminar junto a vos, estar con vos. Quizá lo único que tiene sentido. No es fácil calcular qué hay para nosotros cuando yo deje de ser un vago y vos perdás un poco el juicio. Hoy empiezo a hablarte de ello. Hoy empiezo a calcular.
CARCAJADA Autor: Alfredo Trejos Pregunto por los amigos.
Que perfumar el cuerpo con la piel de cuerpos idos es prescindir de la boca que te come a noche abierta.
Pregunto por cada vez que terminé con una mujer.
Sacarte de tu casa es lavar la calle con agua de orégano.
Pregunto por cada onza de ayeres vividos a medias, leídos en torno a Octavio Paz y Frank Sinatra.
Y qué me dicen de volver al pool con vos tomándome de la cintura.
Pregunto por mí mismo -¿qué me hice?¿Qué dolor me asesinó como a una zarigüella? Mucha gente come tortas de barro.
Pesándome como cualquier dolor ajeno. Como si te dedicaras a doler de vez en cuando. Que me penumbre el dolor a cada momento que sepa yo de vos.
Charcutería de tinieblas. Caldo de batuta.
Pude por dicha besarte donde nadie jamás te besará: el amor es una cosa sucia.
Predestinada mierda... Hoy te veo facultativamente horripilante como si todo en vos se perpetuara en un condado irlandés a la manera de "A Quiet Man". Así de vos no quedará ni uno solo de los ángeles que te consumen. Y cada vez más gente así no más concluye que venir al mundo es una carcajada.
El amor es una piel sin cuerpo adentro. Me congelo, amor, frente a tus estanterías. Extraje la monumental espora de tus adentros y vi el mar, y comprendí el ojo de la célula y mil veces amanecí junto a vos como si fueras la fría moneda con la que pago el lujo de vivir.
Reseña biográfica Alfredo TREJOS: Costa Rica, 1977. Autor de los libros CARTA SIN CUERPO (2001), ARRULLO PARA LA NOCHE TÓXICA (2005), VEHÍCULOS PESADOS (2008), CINE EN LOS SÓTANOS (2011). Poemas suyos han sido antologados y traducidos en Estados Unidos, Alemania, México, Argentina, España, Guatemala y Colombia. Premio Nacional de Literatura en el año 2011.
APROXIMACIÓN ACCIDENTAL AL MÉTODO SOCRÁTICO Autor: Gustavo Arroyo Tomar un café con vos –bajo techo o en descampado– me llena de satisfacciones, en especial por ese olor tuyo que no he podido encontrar en otra parte, y por todo lo que decís sin pronunciar palabra. A esta altura de la noche no me has dicho aún que los parabrisas empañados te revelan situaciones escatológicas mientras parpadeás el doble para precisar el camino. Que renunciaste a toda gracia, a toda acidez, a toda situación que no viniera de un sorteo, lo cual fue como perder la voz que engendraba la pregunta aunque no garantizara la respuesta. Que jamás supiste de qué vale estar una noche cualquiera en medio de lo indivisible, buscar la dialéctica en los ventiladores, o haber apostado a las posibilidades de una madre que te lleva en el vientre mientras fuma; ni de qué vale medir el cuándo y el porqué de lo que nunca se dirá.
FRACCIONES IMPROPIAS Autor: Gustavo Arroyo En esta colección de mitades tal vez podríamos ajustarnos, aunque a destiempo. Las fracciones nunca fueron lo mío, ¿lo habrá sido algo? He coleccionado reveses, medias tintas, apariencias que no superan la retina y las ganas.
En esta parte que es mía -que no es tu otra parte y muere por serlopodría haber una posibilidad de morir a gritos, por todo lo que le falta a lo nuestro. A medias, siempre, porque no alcanzan las sobras.
LA HERIDA Autor: José Cruz Padilla
En la sombra tú. -A- y todas las demás letras.
Un pedazo de carne. Afilas tus uñas.
Un micromundo:
Las hundes despacio en la gelatinosa materia.
Nuestra casa en la sombra.
Poco a poco ensanchas la hendidura.
Y una habitación. Una cama. Tú y yo.
Emerge la herida.
Nosotros. Las calles.
La llenas de polvo. De viento. De dientes. De piedras. De leones. De mariposas.
Todos los bares. Los libros. Las películas. Los teatros. Los conciertos. Roma, París y Madrid.
De sangre. Pausa. Sacas la aguja. Coses, coses, coses. Coses.
Tarde o temprano, como un volcán rabioso, la herida
Una cicatriz. Una mancha. Una montaña. Una sombra en relieve.
explota.
El cielo me lo gano en su cama / blasfemia de un día Autor: José Reynold Quintanila ¡No me hablen de deidades si no han visto su cuerpo! Ya les dije: no creo en santos, menos en vírgenes, con esto del amor líquido, cualquiera se pervierte. En tiempos de infortunios, acurrucado en sus pechos conocí la gracia. Por Dios que el Cielo me lo gano en su cama, con rituales emancipadores y no con penitencias. Ya les explique: si es pecado o delito, me expongo al juicio con satisfacción. De todas formas confieso: ¡Cada vez que la abrazo siento el Templo vivo! El fuego del espíritu me rebasa y en la parte de a b a j o la resurrección.
ENTRAR EN EL BOSQUE Autor: Jorge García Torrego (España) Tu cuerpo manglar en la noche, dejarme caer, confiar que tu aullido me alimente. Somos los neandertales huidos de la tribu, atragantados de piel, descubriendo pliegues y yesca para hacernos lumbre. Coincidir y más allá. Borrarnos las fronteras, revuelto confuso, quedarnos dentro del otro, huesos molidos. Dejar mi cuerpo a la deriva, coger tu cuerpo a la deriva, las noches llegaban y morían y nosotros agricultores de semillas en la boca o enfermos de amor, plantas riendo hasta convertirse en Secuoya o cucharada pura de viernes 20 años. Nuestro escondite asimétrico se salvará de la paz de los cansados, de la lengua de madera ejecutiva. La noche nace en nuestros cuerpos y nos da de comer. Somos las cebras devorando a los leones, lanzar una piedra a un espejo. Corremos a sprint en cada beso que se nos escapa y abrimos el lenguaje para encontrar el ritual que se esconde. Me muerdes temblor de esquinas y en la oscuridad nuestras lenguas se dilatan como polillas confundidas. Voy y vengo, vas y vienes, y hay una isla cubierta de sábanas y verano, ponemos timbres en cada heiser que nos nace y no te vayas lejos, que mi boca es un naufragio si tu no le das cuerda. Nuestra respiración arrastra un olor a mar y no nos secamos. Vamos a nombrar este encuentro, llamarlo descubrimiento de América o renacimiento de acuarelas, tú eliges. Seremos susto cuando la grieta nos apunte, seremos ropa mojada y la casa cerrada, pero qué mierda importa nuestra derrota si ya nos multiplicamos por dentro. Qué importan nuestros huesos si ya nos quedamos sin aire en la cima, conociendo la víscera escondida, el origen músculo de nuestra poesía. En tu cuerpo se esconde un pájaro y voy a encontrarlo con mis manos.
EL TESORO Autor: Nando Alonso
para destrozar este delirio.
"Con sus lindas piernas ella me hace pensar debo destruir la mierda de esta ciudad" L.A. Spinetta "Un peso pesado es alguien que no olvida" Daniel González Mi cofre existencial siquiera reparó la inclusión de tu recuerdo junto al tesoro. Aunque ninguno sea realmente valioso, hay recuerdos como el tuyo: Un crimen pasional que he cometido incontables veces y con tantas. El resto lo acaba componiendo la colección de Los Peores Poemas nunca correspondidos. Tu recuerdo es útil para restregar la cara de mi mejor amigo.
Mi cofre no es lo que tú esperas - sino quieres más bien un pedestal y una vitrina es una maltratada bomba de agitación sanguínea, que un día estallará
Quizá tú no eres digna de ser parte de ese compendio de las más miserables y perfectas experiencias. Pero si lo deseas te pongo a la altura de mi desdicha - mi única posesión registrada -: Ser el primer poeta maldito de un país tan alejado de Francia; nada fácil de llevar, mucho menos agradable. La balanza nos dará una irónica sorpresa a tu favor, y aún sin comprenderlo nadie no será difícil de aceptar. De todos modos ya nos había cantado Baudelaire en su Bendición.
LA COSA ES SIMPLE Autor: Mauricio Brenes Lo que pasa es que todo nace en su mente a partir de razones, sin razones no nace la idea, sin la idea no se mueve su mente, sin su mente en movimiento no logra existir. Hoy aparqué dimensiones el espacio se quedó sin jugar y logré ahora estar tan cerca miré hacia mis adentros le dije Lo que pasa es que el día trae momentos, todos llenos de detalles, detalles que huelen a usted. Por ser detallada su presencia me logro atraer y entretener, me hizo ver como los segundos se adherían a sus poros en el danzante avanzar de mis manos poseídas por el calor de su piel. El asunto se supone tiene que ver con que sé que usted existe, y no me cabe duda de eso porque la he sostenido en mi mirada, y debo decir es cierto no ha sido difícil que suceda. Y es cierto que su existencia es notable. Y es cierto que su inexistencia lo es más. Basta de cercanías y lejanías, el espacio hoy no vino a jugar, pero las verdades son adimensionales y la verdad es que usted no oye con cuidado. Solo sirve para escuchar razones y lo que hoy vengo a decirle no tiene razón, no tiene ningún sentido. He perdido el uso de la lógica desde que sus ojos se situaron frente a los míos
TRILOGÍA DE LAS ESTRELLAS PORNO Autor: Kevin de Jesús Román Lisa Ann Entre los vintage noventeros y sus videos HD hay una diferencia de al menos quince cinceles. El tamaño lo es todo. Proeza de la industria. Por ello gigantiza sus tetas. Ya no revolotean. Sobre sus costillas dos machetazos. La falacia de lo grande también llega a sus labios antes de grueso mulata ahora picaduras de avispa colagenal. Luego de los treinta cinco, da el salto MILF: botox y cabinas de bronceado. Señora naranja con expresión tétrica. Artificial como sus gritos de orgasmo. Un minuto de silencio por su belleza sobrehumana. En su memoria se carga un vintage del 99.
Gianna Michaels Entre tanta prótesis, están las curvas de Gianna. Entre tanto simulacro, sus gemidos. Besa antes del acto. Trabaja con ahínco la felación. Pechos versátiles durante la ceremonia. Arriba es una asesina. De cuatro no hay quién le aguante.
Cierra sus ojos gatunos. Exige que le chupen las tetas. Grita como quien goza y no. Suda cada gota antes de terminar empapada. Mujer hermosa y natural. ¿Ama su trabajo? ¿No necesita actuar? Si lo hace, merece una estatuilla: nos ha convencido.
Alexis Texas Si Isaac Felipe la ve, le escribe un poemario… o dos A él le gustan las nalgas. ¡Mucho! Con ella, las imágenes vasija y globos resultan mediocres; pecan de pura simpleza ¡Pero es cierto! él las prefiere quietas. Un día dijo: Yo le doy. Mi amada recibe, salta, tiembla, dulce gime. Ella no va con esas escenas, casi necrofilia, casi violación. Alexis predica igualdad: dar y recibir. Lo de amada sale sobrando. Si se conocen, y queda corto, como en sus metáforas al culo, o como simple mortal, Isaac no le escribe ni un verso. Así es el erotismo de su época.
Alter ego Autor: Danthe Thenad Era mujer. Creía saber que era una mujer. Tal vez era humana y podría ser que fuera parte de la sociedad. En todo caso, era producto del vómito. Engendrada en plena resaca. Era mujer. Ella lo sabía y así se comportaba: activista femenina. Sin embargo, un día entró por la puerta de un quirófano y su alter ego despertó meses después mientras ella protestaba. Él se trató de rascar los huevos y no estaban.
No te hagas el gil (el duro) Autor: Fabián González No te hagas el gil Que ayer tenías ganas de sacar del sótano tu personalidad más melancólica. No te hagas el gil que no ves la luz, sino es reflejada en una copa. A que no te sientes impotente al ver el chico de al lado que publica sus mierdas. No te hagas el gil Que ayer pasaste viendo la ventana y pensando en ella y eso que no te gusta. Que aun te importa lo que ellos miren por sus ventanas No te hagas el gil Que ayer vertiste lágrimas en la arena Que sonreías y aun así no lo sentías No te hagas el gil Que te mueres por besarle los labios Que sabes que todo se acabó y aun te haces el gil
La Noticia Autor: Sergio Rojas Yo conocí a Omar en la panga cruzando el San Juan. Él era de Jinotega pero había vivido los últimos 4 años en Tipitapa con su esposa y dos hijos. Yo había salido ese mismo día de El Chilamate y estaba cagado en nervios. Omar me calmó explicándome que no debía de preocuparme, que todo iba a estar bien, que Mauricio era un tipo de confiar, que había ayudado a su hermano 7 meses atrás. Fue en esa cruzada en la panga El Tigre que vi la honestidad en sus ojos.
En Los Chiles nos reunimos con Mauricio atrás del Abastecedor Yireh. Algunos iban para Cariari a la piñera y a otros para Heredia a construir un condominio. Omar y yo íbamos con un grupo de 6 para Parrita a pegar gypsum y cerámica en una nueva clínica que allí estaban construyendo. Ahí mismo nos dio nuestros nuevos documentos de migración, en ese momento creo que sentí un gran alivio.
Agarramos bus de 5 de la mañana luego de dormir en la sala de la casa de la mama de Mauricio. A las 11 llegamos a Parrita y nos reunimos con Roger Madrigal, el Maestro de Obras, en la Soda El Puente. Nos invitó a un casado mientras nos informaba sobre el trabajo y el hospedaje. Ese filé de pescado me supo a gloria. Dormiríamos en una casa de dos cuartos en Pueblo Nuevo y empezábamos a trabajar al día siguiente. Terminado el almuerzo Don Roger nos llevó a la construcción. Mientras veíamos lo que nos ocuparía en esos meses, uno de los muchachos, Ángel, preguntó si íbamos a firmar contrato, a lo cual Don Roger respondió con una risotada seca. No se volvió a hablar del tema. Nos dejó a los 6 en la que sería nuestra casa y se fue. Eran las 2 de la tarde. Recuerdo que dividimos los cuartos rápidamente (yo quede con Omar y Luis Rafael) y nos fuimos a comprar un poco de comida con un adelanto que nos dio Don Roger. Ya en el centro de Parrita Omar y Ángel compraron una tarjeta para llamar a Nicaragua, eran los únicos con familia. A las 4 nos fuimos a la playa Palo Seco con unas cervezas a refrescarnos. Medio borrachos nos metimos a nadar y a celebrar el inicio de esta nueva etapa. Omar era el único sobrio pues había prometido a su mujer no tomar al venirse. Le montamos verga un rato por su fidelidad. En la noche ya acostados me contó sus planes de traerse a su esposa e hijos en dos meses. Su confianza en el buen porvenir me mantenía tranquilo.
Ese miércoles empezó el trabajo duro. No empezamos con el gypsum porque faltaba terminar unas columnas del último piso, la construcción iba atrasada. En ese mes terminamos de poner block y varilla. La paga era baja pero resolvíamos. Omar pasaba más hambre que todos porque estaba ahorrando para su meta familiar. Su esposa se había llevado a los niños de vuelta a Jinotega a la casa de su madre ya que en Tipitapa no tenía trabajo. Él la llamaba de día de por medio durante el primer mes, luego cada 4 días, luego una vez por semana.
Mientras más tiempo pasaba entre llamadas más solitario se volvía Omar. No salía de la casa si no era para trabajar, comía poco y fumaba mucho. Al cabo de dos meses su esposa no contestaba. Pasaron dos semanas en las que Omar llamaba todos los días pero no conseguía respuesta. Desesperado decidió a llamar a sus amistades y familia en Jinotega buscando a alguien que la hubiera visto o que supiera algo de ella. Fue el Lunes a la hora de almuerzo que al llamar a su primo Carlos este le contó que le llego un rumor de que María Eugenia se había juntado con un tipo que se la llevo a León hace un mes con todo y niños.
Omar volvió del teléfono sin expresión alguna. Trabajó en el silencio que lo caracterizaba el resto de la jornada y a las 6 que salimos me contó lo sucedido mientras caminábamos al bus. Recuerdo ver la derrota en sus ojos, la agonía de haber perdido la esperanza. Nos fuimos directo al bar. Nos echaron a las 2. Pasamos la noche en el parque bajo un mango. El calor de la mañana de lunes nos despertó, teníamos que ir a trabajar, así que aún borrachos nos esforzamos por llegar al terreno. Llegamos para toparnos a Don Roger enfurecido por nuestras dos horas de retraso. No hubo tiempo para explicaciones, nos despidió ahí mismo. Omar montó en cólera y se tiró sobre Don Roger quien lo esquivó con facilidad gracias a su sobriedad. Yo levante a Omar y juntos nos fuimos puteando todo el camino hacia la casa.
Recogidas nuestras pocas cosas saqueamos la despensa y pasamos por unas cervezas al centro. En el parqueo del Palí, mientras tomábamos, le sugerí partir hacia San José. Pensé que allí habría más oportunidades de trabajo y además teníamos los papeles que nos había dado Mauricio en Los Chiles. Omar no me respondía, solo miraba al vacío.
Agarramos bus de 10 hacia San José. Íbamos tomando más cerveza en el bus y a la altura de Tárcoles Omar empezó a llorar. No era llorar sino sollozar, no podía contenerlo. Yo intentaba calmarlo mientras los demás pasajeros se comenzaban a molestar por sus quejidos. Mis intentos fracasaron ya que al cabo de 10 minutos el chófer nos bajó del bus justo en el puente sobre el río Tárcoles bajo amenaza de la Fuerza Pública. Ahí sentados a la orilla del puente sacó una pacha de guaro y le empezó a pegar tragos como desesperado. Como queriendo ahogar su llanto. Entre chupadas de botella soltaba unos “ya no puedo”. Yo me empecé a preocupar. Sin avisar se levantó y se tiró a media calle. Yo lo cogí del brazo justo antes de que lo aplastara un cabezal. Le pegue una puteada en la acera. Me miro a los ojos, seguía llorando pero ya no gemía. Fue en esos ojos, los mismos en los que había visto honestidad meses atrás en la panga, que vi la desesperación y la miseria. Me dijo que quería refrescarse en el río. Yo sabía que él sabía de los cocodrilos, me los había señalado de camino a Parrita. Igual lo dejé ir. Lo vi bajar por el lado del puente, quitándose la ropa y haciendo ruido para llamar la atención de los lagartos, durante todo esto las lágrimas seguían saliendo de sus ojos como goteras en un techo. En mi cara corrían también. Yo me di la vuelta y caminé hacia donde paran los buses. El resto lo vi en las noticias.
Acróbata Autor: Autor: Giovanni Collazos (Perú/España)
Porque el amor es una canción que se evapora un fuego pueril a las cinco de la mañana con su viento macilento en el azul de unos pezones como garúa incurable sobre el enfermo rabioso clavel desplomándose en el reguero abrazo de carne virulenta ausente de belleza que desmenuza el latón de este pecho ¿y quién se ha trenzado en él? ¿y quién sigue su instinto y se alegra por terminar en su sombra? se sabe de la muerte antes de ser cadáver su afasia flamea por la saliva con su boca labrada acaba minúscula en la noche te arrastra en caderas como raíces estrujantes en el vacío codicioso en el vacío del ceño de la sonrisa ronca que desala la lengua ese no sé qué quimérico y ruinoso sólo es un muñón de madera equilibrista que arde y te destruye.
Lexatin Autor: Giovanni Collazos (Perú/España) Dijiste que el mejor ansiolítico es un abrazo y te hiciste proveedora en un profundo goteo de amaneceres la cautela desconocía tu noche donde la ciudad desaparecía incontestable el temor no calculó la fuerza del viento que soñaba por tus ojos llenos de fauna y amé el abismo como aullido de tumbas reclamando mi muerte me desnudé hasta las vísceras en la periferia de tus muslos en la música animal de tu sangre licor boca esqueleto estuve ahí con mi nebulosa cargando el arma del palo santo en tu poniente como si la tierra me expatriara de la carne la cordura se nos fue de las manos y reventamos silencios desmesura desmesura siempre calatos por las ventanas estalactitas de pájaros extraviados que reían al miedo ¿dónde quedó mi cadáver? ya no se entierra en tu vientre.
Amistad Autor: Fredy A. Ayala. Los tres amigos compartían en la mesa un café. Nelson. Sara, Sved. Sved de vez en cuando procuraba ligeros besos en el cuello de Sara cuyo rostro emanaba una sonrisita enferma. Sved amaba a Sara, a Sara le enfermaba ese amor. Nelson apenas los contemplaba como sintiéndose incomodo en medio de una pareja de estúpidos novios. Los ojos de Nelson se cruzaron sin querer con los ojos de Sara. Era bella, pensó, enferma, pensó, sexual, pensó. Se detuvo a contemplar la espuma del café. Sved, pensó que era bueno ir a la calle por unas cervezas. Los miró un rato y dijo que ya volvía. Sved se fue. Nelson no perdió el tiempo. Se dispuso ante Sara. La miró a los ojos, se le acercó, la tomó por el cuello, aterrizó su boca, Sara intentó detenerlo, Nelson refugió su boca en la oreja de Sara. Sara se debilitó y tomó la cabeza de Nelson hasta llevarla a su pecho. Dientes, botones. Nelson empezó a dibujar círculos infinitos en los circuitos nerviosos de su pecho. Una ligera saliva invadió el terreno, después unas manos se apoderaron de lo poco que allí faltaba por tomar. Sara lanzó leves gritos. Nelson la besó hasta sentir que su pantalón era desabrochado. Desde arriba, Nelson contemplaba la cabeza de Sara que realizaba movimientos circulares y lineales. Sara y sus labios gruesos dibujaban la O, una y otra vez, mientras un corrientazo le avisaba a Nelson que era hora de contenerse. Se detuvo. Se agachó, alzó la falda de la enamorada y entabló un dialogo cercano con su boca tímida, mojada y honesta. Nelson duró apenas 5 minutos dibujando una flor silvestre hasta que un estallido sacó a Sara de su consciencia. Gritó, rasguñó la mesa y levantó a Nelson, sentándolo en la silla. Se acercó, se sentó sobre él y dejó que su vida completa fuera invadida y penetrada, Cuarenta movimientos ascendentes y descendentes fueron suficientes para liberar la carga libidinal de Nelson. Se vistieron. 30 minutos pasaron. Llegó Sved. Te demoraste mi amor. Un poco mi vida, lo siento, pero ¿se aburrieron? No, hablamos un rato. Ella me contó algo de su vida y yo de la mía, aunque eso si queríamos que usted llegara rápido. Esa noche hablaron, tomaron, rieron. Días después Sved no dejaba de reírse con un estado que Nelson había colocado en Facebook y que decía: "Los tres amigos compartían en la mesa un café. A, bella y C, C de vez en cuando procuraba ligeros besos en el cuello de Bella cuyo rostro emanaba una sonrisita enferma. C amaba a Bella, a Bella le enfermaba ese amor. A apenas los contemplaba como sintiéndose incomodo en medio de una pareja de estúpidos novios. Los ojos de A se cruzaron sin querer con los ojos de Bella. Era bella, pensó, enferma, pensó, sexual, pensó. Se detuvo a contemplar la espuma del café. C, pensó que era bueno ir a la calle por unas cervezas. Los miró un rato y dijo que ya volvía. C se fue. A no perdió el tiempo…"
Ella conoce tu Lorenzetti
El รกlbum de fotos
Autor: Danthe Thenad.
con el que tu mamรก amenaza.
La hendija de la cortina
El trago de cacique
en los domingos y feriados.
cuando comienzan las rancheras.
Las chancletas de los sรกbados
Los detalles que incomodan
y las medias con hueco.
y al fin ella
El lado de la cama
los conoce y suspiras.
preferido para dormir. Es cuando recogiendo La carpeta con cosas vergonzosas.
papeles oxidados en las gavetas la botรกs a ella, dejando un huracรกn de papeles.
El apartamento vacío Autor: Andrés Salas Retorcía profundo entre sábanas, y a lo que me recurría el pensamiento retraído de Milia junto a Diego, gimiéndole al oído, sus piernas bien abiertas, y balaceándose sincopadamente, se me aglomeraba una abominable nausea al punto de levantarme de la cama, teniendo que darme un cigarrillo afuera del apartamento. A toda esa tarea mecánica de inhalar y exhalar el humo mientras minuto tras minuto, posicionaba al reloj como centro de atención, era consciente de que todo iba dirigido a callar su exasperante gemir en mi cabeza. El volumen medio de la radio, con una tenue voz conduciendo un programa de política nacional mientras el humo se elevaba en tan azulina noche; y a lo que ya acogía bajo mi zapato varios cigarrillos, decidí nublarme aquel nerviosismo a cuantos buenos tragos de ron alcanzaran. Ahí mismo, veía su viva imagen agitándose sobre Diego, susurrándole al oído, sintiendo ser atravesada por flechas; y a como mi figuración conducía a ambos al orgasmo, la hostilidad en el debate en la radio se agudizaba. Aun así fui ingenuo al pensar que Milia sucumbiría en culpa, pero al contrario; se alzó en el más seco orgullo de tener esperma usada en su bendito óvulo. Partía de ahí mi imperante deseo de que saliera un niño, dejarlos sin posibilidad de que pudieran dar un paso atrás. Creo que así me sería más fácil olvidarla; para finalmente lograr apagar el sofocado delirio que aún voy sufriendo por tercer día consecutivo, siempre a la misma hora. No sé cuántos días pasaron desde que Milia ya había movilizado lo suyo para el nuevo apartamento junto con Diego; se llevó los libros que le habría regalado, todos en una esquina con mi firma; la colección de estampillas y el óleo de un perro malformado que personalmente siempre detesté. Ya con el closet teniendo tantísimo espacio, el estante de libros medio vacío, y uno que otro detalle inútil, comenzaban a denotar su ausencia dentro del cuarto. A pesar de todo, solo me quedo recordando aquella vieja historia de la pareja en el apartamento número cuatro: ambos cuerpos en hielo, intentando hacer el amor bajo una pasión revolcada en lo más áspero de un colchón viejo, revoloteando polvo. Ser nada más que un rompecabezas humano que se vuelve asfixiante a rápidos términos; un va y viene violento de choques de piel. Todo esa condición de satisfacer el vacío con otro maldito vacío; y de ahí parten muchas noches más en desvarío, de dramatismos insensatos y de imaginarme a Milia dando de amamantar a su niño, mientras Diego ve la televisión y crítica ásperamente la postura del señor presidente; y sus pechos hechos miel, alimentando su único hijo, quién comienza a entrar en llanto.
Guisselle Autor: Roberth Ramírez Acostada en la plaza de San Isidro, se le ocurrió que si se quedaba bien quieta, iba a sentir cómo se movía el mundo. Lo cierto es que la cabeza de Guisselle es un mundo por sí sola, con sus propias reglas de poker y sus cambios de tinte cada mes. Pedazos de ella se esparcen por las paredes rayadas con frases que algún día valieron la pena, pinturas desparramadas por el suelo, pilas de ropa haciendo un simulacro de orden, bocetos de Frida, autorretratos, dibujos de seres coleccionables y dos señales de tránsito robadas. Solo el rotulo de salida en verde neón ilumina el espacio. Es actriz en un teatro pequeño de la capital, donde interpreta papeles secundarios por un sueldo de mierda. Apenas y puede comprar las drogas del mes, sus toallas, algo de comida para gato y el blanco navajo que ocupan sus huesos fosilizados. Hace poco le dieron el papel en una obra importante. Solo un acto, mejor dicho, los últimos tres minutos de una escena. El sexo de Guiss es suave, casi tranquilo. Quiere llenarse los rincones de las muchas personas que fue. Las luces se derraman en rojo cabaret sobre la última escena. Por la mesa deambulan doce sombras borrachas y Guisselle, en tres cuartos, entra, poseída por el recuerdo de su ensayo. Todo lo que hizo fue para llegar a este momento. Se tiende sobre la mesa y empapa con vino la tela transparente que la cubre. Los pezones advierten el peligro de tormenta, son pararrayos del último intento por encontrarse. El resquemor que le bulle de las orejas, la rabia que se mueve entre sus glóbulos, la cara roja que quiere morirse o matar. La mesa se raja y fragmenta, las doce sombras la besan en la mejilla. Las tablas en braza fulminante. Una marcha de inquilinos del abdomen en protesta por desórdenes subcutáneos. Guiss está inerte, sobre mí, suave, muy suave. Yo sé que por dentro me está odiando. Yo sé que quiere gritar un orgasmo de estrella porno y deshacerme, moler a caderazos mi falocentrismo. Pero ella es delicada por fuera, su sexo se puede coger entre las manos y quererlo. La sinfónica comienza el crescendo, el director levanta los brazos para sostener con todas sus fuerzas un Calderón. Guisselle tiene cara de estatua, es una Santa Teresa en éxtasis, pero sus ojos saben que algo por dentro se le revuelca. Las primeras filas de espectadores sudan, las fusas se desbaratan contra el techo en perfecta acústica. Tres violines y un chelo revientan sus cuerdas, los timbales se abren, las trompetas suelta babas por la campana, los trombones se traban y las flautas se asfixian. Guisselle se escurre cada músculo por dentro, tiene una contorsión de electrochoque y el público se
levanta, pega brincos y quiere arrancarse el pelo de la cabeza. Aplaude el Broadway costarricense. Nunca en la historia del teatro nacional se vio semejante actuación. Despacio, muy despacio se me acurruca en el pecho. Y me siento utensilio, un chavalo más tras bambalinas, vestido de negro. Me siento como todo un equipo de tramoya. Creo que solo fui su mejor ensayo.
Instrucciones para salvar una cita Autora: Nimsy Rojas
Allá en el fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Julio Cortázar. Destape la botella, asegúrese verter el preciado líquido rojizo dentro de la copa. Coloque íntegro el mantel sobre la mesa, alíselo, aplánchelo, alárguelo, extiéndalo, consiga dos platos, da igual si son hondos o planos, lo que interesa en este momento es que sean dos, coloque uno delante del otro, procure conseguir flores, no velas, ya que el meteorólogo pronuncio sus santas palabras: -Será una noche calurosa, esperamos sea para usted más aún. Las flores no son para ella, olvide esa idea que se deben de dar flores en la primera cita, son para el centro de mesa. Seguidamente busque dentro de su ropero algo que le alargue la figura, no se vista de negro, no es algo que requiera de ese tipo de formalidades, lustre los zapatos, peine su cabello e indispensable no olvide lavar sus dientes. Hemos planteado si debe bañarse o por consiguiente no, lo dejamos a su criterio. De una vuelta, el aire en la cara sienta bien hasta para los más desdichados, analice la posibilidad de un plan B por si ella no acude a la cita. No se empecine en observar cómo besan los demás, esto no impedirá que por su suerte salga mejor parado. Y por favor, no comience a soñar despierto, nadie puede asegurar si ella dentro de su mundo estará nerviosa o dormida, si acudirá al llamado o si se irá con otro. Pero no se preocupe, las cosas que se le otorgan en esta lista son para su ayuda y no para desmotivarle, de igual manera sea realista. Pasaran las horas, usted llegará a su casa con el corazón en cualquier sitio menos donde le corresponde, tomará una copa para los nervios y entonces esperará… El meteorólogo, como es de costumbre se ha equivocado, una vez más, comenzará a llover y es en este momento donde el tic tac del reloj será un ronroneo lejano cuando su cabeza, sea por el vino sea por motivos ajenos a nuestro conocimiento, le jugará una mala treta y profundamente se quedará dormido. Ella tocará la puerta, se ha mojado, tirita, pero nadie le abre. Posdata: recuerde dejar abierto.
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