Mínima preceptiva para la acción literaria (2018)

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MĂ­nima preceptiva para la acciĂłn literaria



Mínima preceptiva para la acción literaria

Mínima preceptiva para la acción literaria Modelo Luis Bugarini



Mínima preceptiva para la acción literaria

En mí se puede reconocer muy bien una concentración en la escritura. Cuando mi organismo se dio cuenta con claridad de que escribir constituía la dirección más productiva de mi ser, todo se concentró en este aspecto, dejando vacías el resto de las capacidades dirigidas ante todo a los placeres del sexo, de la comida, de la bebida, de la reflexión filosófica, de la música. En todas estas direcciones quedé demacrado. Franz Kafka en los Diarios


Mínima preceptiva para la acción literaria publicado por: Iniciativa Cucurucho, registro en trámite. Iniciativa Cucurucho nace para editar libros que acaso no lo sean, por lo que son imposibles no sólo de vender en mercados convencionales, sino incluso de ser editados por sellos que gustan de asumir riesgos. Saltar desde nada, hacia nada, para nada.

Primera edición: 2018. luisbugarini@yahoo.com.mx © Iniciativa Cucurucho © Luis Bugarini Ilustración en cubierta e interiores: Luis Bugarini. Este documento puede reproducirse de manera libre sin autorización por escrito de los titulares de los derechos, por cualquier procedimiento mecánico o electrónico, actual o futuro —incluyendo las fotocopias simples y la distribución por Internet—, siempre que se cite la autoría del texto y del diseño. Hecho en México – Made in Mexico


Mínima preceptiva para la acción literaria

Índice

Prólogo

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Preámbulo

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Mínima preceptiva para la acción literaria

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Mínima preceptiva para la acción literaria

Prólogo Escribir es un acto de la polis mediante el cual se contrastan hipótesis y, con suerte, se proponen nuevas respuestas para las viejas preguntas. Es un andar hacia lo desconocido. De manera paralela, el modo de integrar esa escritura a la propia polis genera fricciones en las galaxias de signos que ya existían. Al escritor se le forma para generar obras, pero nunca para actuar como autor de las mismas. Los escritores andan como agentes libres para organizarse y con ello garantizar su sobrevivencia. En este modelo de preceptiva, que admitiría elaborarse bajo cualquier otra perspectiva ideológica, Bugarini enlista ochenta directrices que brotan de la individualidad para instalarse en lo colectivo, a la manera de un retrato de familia. Si ya lo que menos importa es escribir —se hace de modo inclemente a diestra y siniestra—, el refugio que destella es ejercer el personaje del escritor con un sello distintivo. Ese refugio, si bien confinado y minimalista, aún ofrece milímetros de libertad para ejercer la autoría de obras que serán olvidadas como cualquier otro producto humano. Aunque el planeamiento ideológico pueda ser discutible para lectores que sólo puedan leer desde la literalidad menos sugerente, nunca lo será el deseo de proponer otro organismo/prototipo abierto a la manipulación. La literatura, que admite cualquier vía hacia la hilaridad, destaca en aquellas relacionadas con los modos de integrarla a la sociedad como un registro en el tiempo. Mínima preceptiva para la acción literaria es una escritura para los más jóvenes, al igual que para quienes ya escriben sin saber por qué lo hacen. —Juana Ventura 7



Mínima preceptiva para la acción literaria

Preámbulo La escritura es una arena de juegos a la que no puede accederse sin un mínimo de principios. Hoy más que nunca la juventud se percibe mermada bajo el peso de un medio cultural premialista, que promueve el “feísmo”, la sed omnímoda de becas por parte del Estado cultural y, de manera consecuente, la búsqueda del aplauso fácil. A este empeño concurren editores, periodistas, autodenominados “críticos”, docentes nacionales y extranjeros, promotores de la lectura y hasta lectores espontáneos, que ignoran cómo son utilizados para los fines menos inocentes. Nadie se encuentra libre de esta influencia, que hace de la búsqueda literaria una forma de envilecimiento y una ocasión para degradar el oficio literario. La literatura es una persecución que nunca termina. De ahí que sea fácil explicar por qué tantos individuos renuncian a ella. Cruzamos una época aciaga en la que se actúa en la negrura más absoluta, y ni aún las inteligencias más preclaras logran vislumbrar con cabalidad el estado del mundo. Esta preceptiva abre la posibilidad de asumir una postura de acción, a través de distintas maneras. Es una interpretación personal del ejemplo moral de los autores del pasado, leídos en perspectiva, y con una vivencia de actualidad que privilegia esa transparencia que no es fácil hallar más que en los corrillos y en la informalidad de la cantina, esa gozosa catacumba de todos los entusiasmos. Las directrices de esta preceptiva serán de ayuda para el joven autor que, aún hoy, en que todo parece perdido, busca imponerse a la abulia, al silencio y a la falta de control sobre las herramientas necesarias para iniciar una carrera literaria con un mínimo de obstáculos. 9



MĂ­nima preceptiva para la acciĂłn literaria

1.

Ama al oficio literario por encima de ti mismo.

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2.

Ten confianza en tus capacidades. Nadie más lo hará por ti. No prestes oídos a los vaivenes del mundo. Abundan los apocalípticos y los optimistas, dos extremos de la inmovilidad y el desajuste. Procura caminar en línea recta, pero si debes hacerlo de otra manera, forzado por las circunstancias, no pierdas de vista el horizonte que hace latir tu corazón.


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3.

Tu valor como persona y como escritor, con independencia de tus méritos, es a toda prueba, así que olvídate de probarlo a los otros. Sólo los necios y los inseguros se abren el pecho a la primera provocación para demostrar que tienen un corazón. Que escuchen su latir a través de tu entrega al oficio literario.

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4.

Pon a salvo tus energías de las modas —lo primero es aprender a detectarlas— y de las opiniones que emiten los becerros de oro en turno. Siempre los habrá, pero en nuestra época tienen altavoces de última tecnología. Tan sólo así podrás preservar tu espíritu intocado para dar cauce a una obra literaria sólida y con un sello personal.


Mínima preceptiva para la acción literaria

5.

Asume que la realidad está en contra tuya y actúa en consecuencia. Conserva tu mente ocupada. Evita la ociosidad, lo mismo que el dispendio de tiempo. Ayuda a la buena disposición de tu cuerpo alineándolo con una mente en óptimas condiciones. Elige con tino tus lecturas o acude a pedir consejo a escritores mayores de tu confianza. Prepara tu mente y tu cuerpo para la batalla que vas a enfrentar. Nada se resolverá a tu favor si no logras ajustarlo a tus necesidades. El camino de la literatura está lleno de escritores malogrados que perdieron la confianza en su espíritu, fuera por alcoholismo o falta de confianza en su labor. Haz oídos sordos a la tontería invariable que hace girar el mundo, pero si tienes que trabajar para ella, obligado por la circunstancia, sé consciente del perjuicio que ocasionas y ayuda a enmendarlo en un escenario diferente. No seas corresponsable de ese mal obrar, ya que opera en perjuicio de ti mismo y de los tuyos.

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6.

Dedica parte de tu tiempo al cultivo de otras disciplinas artĂ­sticas. Combina tus aprendizajes con la materia plĂĄstica del lenguaje y su gama de posibilidades.


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7.

Mantén la fe o si deseas llámala “confianza en uno mismo”. Esa confianza es una forma de riqueza que nadie te puede quitar. Es un arma secreta para los tiempos buenos y para los malos, para los aplausos y para los abucheos. Frente al poder del dinero y al culto delirante al materialismo, levanta un dique con ladrillos de tu fe en el valor de tu escritura, que debe tener el valor suficiente para salvarse a sí misma. La victoria no son los premios, los aplausos, las invitaciones a publicar en sellos con distribución nacional e internacional, beber con los escritores consentidos del entorno cultural de facto, y demás estrategias para diluir la entereza de tu espíritu. Siempre piensa que todo podría ser diferente y que no hay ningún privilegio que no sea producto de un malentendido propagado por quien tiene interés de que así sea.

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8.

Asume la necesidad de ser austero para hacer frente a las tentaciones que más temprano que tarde se harán presentes. Embajadores y delegados oficiales o espontáneos, parte del entorno cultural de facto, te buscarán para tantear una posible cooptación. Aprende a mimetizar el paso de un lince que camina por la noche, atento del entorno, presto para correr o enfrentar para salvarse. No hay indignidad en la autopreservación siempre que, si se eligió el enfrentamiento, se intente una batalla con todos los medios de defensa a la mano.


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9.

Desconfía de quien te diga que tu obra es “buena”. Podría ser tu adversario más vehemente, actuando bajo una máscara y por consigna de un grupo al que no perteneces.

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10.

La confianza en uno mismo es un mecanismo de autopreservación que se aprende y se ejercita. Es una palpitación inexplicable que alimenta con su calor. No se llega a sus brazos a través de la ciencia o la razón. Fuera de tu madre, nadie confiará en ti sólo porque parezcas honesto de intenciones, o incluso las abrigues. Esa confianza se lleva en la sangre y en el espíritu y es producto de lo que has vivido. Una vez que hayas logrado cultivarla, deja que brote y siga por instinto la dirección hacia donde crecerá. En los momentos de pesar —que habrá demasiados—, afiánzate en la memoria de las lecturas que te han dado fortaleza y felicidad, así como en el ejemplo de quienes han sobrellevado la exigencias de la vida para escribir. Los modos de la victoria son flexibles y admiten ejercicios de personalización. Lo que le funcionó al marqués de Sade, Chejov o Nabokov, puede que te sepulte en lugar de ayudarte. Naces en una circunstancia que debes enfrentar por ti mismo.


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11.

Nadie está obligado a pagar por tu sueño de ser escritor. Déjate rozar por el ejemplo de otros, pero nunca lo encumbres hasta el punto de terminar en la inmovilidad. Siempre hay camino al frente y nadie tiene la última palabra.

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12.

Cultiva la soledad porque ayuda a generar templanza. Nadie ha escrito algo significativo en medio del barullo. Presérvate al margen de la propaganda de los mercaderes de todos los templos, a quienes no les interesa la literatura, ni los lectores. Los periódicos, revistas y películas, además de la televisión, están impregnados de valores negativos. Pon atención a lo que dicen sus palabras, pero también al modo en cómo las usan. Siempre hay un mensaje detrás de lo que imaginas que lees o escuchas. Busca y difunde, de manera prioritaria, la literatura propositiva que busca adicionar valor a la tradición literaria de tu lengua, y al paso denuncia la hipocresía del entorno cultural de facto y a sus participantes. Después, lee la que ellos producen, en silencio y en la sombra, ya que no hay victoria posible sobre lo que se desconoce. Una de tus armas es el conocimiento mudo de las estrategias que utilizan para someter a los ignorantes con dinero. El alcance de los adversarios debe contenerse a tiempo por lo que respecta a sus límites y posibles ampliaciones.


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13.

Relega a los autores que se entregaron al entorno cultural de facto con plena conciencia de hacerlo, en aras de obtener un lugar que no podrían lograr por méritos propios. A quienes sólo escribieron para recibir dinero a cambio de una obra deficiente. También a quienes se burlan a carcajada suelta de poner ladrillos a medio cocer en el edificio de la tradición literaria de tu lengua. Si bien es cierto que hay estafadores en cualquier tradición, tu obligación como lector y escritor es detectarlos para contener su polinización de daño sostenido. Estos autores desleales carecen de honor y, por tanto, son indignos de ser tratados como colegas del oficio. Todo en este mundo, hasta la consideración más humilde, debe ganarse con méritos lejos de toda duda. Cuando debas estar cerca de ellos debido a las circunstancias, míralos a los ojos, al fondo de la pupila, con especial atención. Reconoce en la cercanía a los ojos de la avaricia y a quien los porta y utiliza para burlarse del otro. Ellos harán lo mismo contigo.

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14.

Deja atrás el miedo. Nadie ha muerto por mantener una postura disidente. Sé valiente, conoce tus límites, amplíalos, déjalos expandirse como una materia viva que busca y necesita más espacio. Un carácter flaco se sacude con facilidad. Levantarán muros de contención para aislarte. Olvídate de ellos. Reconoce a tus pares y actúa en consecuencia. Tienes la fuerza de la escritura de tu lado. Es un latir a rojo vivo, que se nutre de tus lecturas y de una llama que no se apaga pese a la violencia de la tormenta. Todo lo que puedan decir los miembros del entorno cultural de facto no es nada más que otro capítulo de cualquiera de sus libros: todos innecesarios, fracturados de la base e indignos de hallarse al alcance de los lectores. Es el poder del dinero y ni aún Jesucristo, que terminó en una cruz, pudo contra los murmuradores, hábiles para sisear como las serpientes de las que nacieron.


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15.

Asume que en la literatura se imponen los más enérgicos, quienes levantan los brazos y que si deben usarlos para pelear, no dudarán en hacerlo. Ojalá esto no fuera necesario, pero es el entorno cultural de facto que elegiste y en el que debes actuar, según la circunstancia. El único silencio que debe preocuparte, es el tuyo, el que puedas tener para contigo mismo. Si eso sucede, en cualquier punto de tu carrera, ya estás derrotado. Ellos ganaron y quedaste sin opciones de defensa.

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16.

Nunca debe confundirse a la valentía con la inconsciencia o el mero gusto por la insensatez gratuita. La primera es fruto de la conciencia de un hombre que reconoce que nació para dedicarse a la literatura. Las últimas son el reflejo de una actitud pueril y proliferan en el entorno cultural de facto —hábil para dar cabida a casi cualquier manifestación del espíritu humano—, en el cual verás aparecer y desaparecer a tantos individuos que no habrá tiempo ni capacidad para memorizar ni su nombre ni aún las líneas generales de su rostro. Prepara tus aparejos para una batalla extendida en el tiempo. Podrás hacerlo porque te acompaña la memoria de la lectura de los mejores autores. Cervantes recibió todas las humillaciones que puede recibir un hombre, por citar sólo un ejemplo.


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17.

Desprecia al cobarde como una norma de vida, lo mismo en la escritura que en la vida misma. La falta de valor es un vicio del espíritu y no la necesitas cerca de ti para tu carrera literaria. También el valeroso tiene miedo, aunque posee la fuerza necesaria para imponerse a sí mismo y vencerlo. El cobarde es ególatra por naturaleza, ya que asegura su permanencia incluso por encima de los otros. También haz de lado a quienes se olvidan de engrandecer la tradición literaria de su lengua, sólo por la comodidad de ejercer el personaje de escritor, o porque recibieron dinero de inversionistas sin rostro y sin aprecio auténtico por el oficio literario. No pocos, incluso entre los más grandes, han caído en el juego de los mercaderes. Son individuos que carecen de principios para encarnar un modelo digno de ser imitado.

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18.

El mezquino vive con un tumor en el espíritu y así debe ser tratado. Déjalos andar como animales de la estepa, pero nunca los borres de tu radar. Tienen por costumbre migrar a los valles más verdes después de la lluvia. Los verás desfilar, uno a uno.


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19.

Si te es posible, respeta a tu adversario siempre que sea digno de ello. Todas las culturas lo han hecho y es muestra de nobleza. Sin embargo, desprecia al que carece de realeza de espíritu. Él no tendrá consideraciones para contigo cuando pases hambre y sed, soledad y ostracismo, consecuencia de no alinearte en las filas de la cooptación. Serán los primeros en escupirte, incluso si tienen la boca seca, consecuencia de su lambisconería.

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20.

No te dejes lisonjear por las falsas concesiones de la literatura disolvente. Es la que más abunda y es posible hallar porque su misión es extender un área de sombra sobre los más jóvenes. No debe visitarse lo que nace podrido, sino promoverse lo que viene mejor a la tradición literaria de una lengua. ¿Para qué desear una parcela de poder, efímera, caprichosa, sesgada, si puede generarse la imagen de un mundo nuevo? Un solo escritor puede hacer que brote otra visión del mundo. No esperes a que lo haga alguien más o a que seas desacreditado por la masa de ignorantes.


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21.

Aspira a la creaciĂłn de una literaria buena, bella y verdadera, a la que se acceda sin alharacas, casi como un ritual para iniciados.

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22.

Imponte una norma de vida y procura no apartarte de ella. El pragmatismo es uno de los males de nuestro tiempo. Quien rompe la brújula, despeñó su vida. Quien nunca la tuvo y se rehúsa a buscarla, no merece la experiencia de vivir con más privilegios que cualquier animal de tierra o mar. La vida consciente implica reconocer si se tienen o no facultades para desempeñar tal o cual actividad en el mundo. La literatura es una de las más exigentes. ¿Estarás a la altura de las circunstancias?


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23.

La escritura, al ser un producto individual pero tambiĂŠn social, se aclimata. Una vida mediocre redunda en una escritura mediocre. El virtuosismo no es privilegio de unos cuantos. Es posible lograrlo a partir de un proyecto cohesionado que ensamble arte y vida.

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24.

El culto al facilismo y al “feísmo”, sólo porque es reflejo de la “realidad”, ha hundido a la literatura en un fango del cual debe recuperarse. Los amaneramientos son producto de mentalidades que no encuentran una salida, que hacen lo posible por diseminar esa confusión a cualquier persona que se los permita. Los lectores son individuos vulnerables, que ignoran todo lo que se pone en juego con la publicación de un libro. Oponte a la falta de ética de editores poderosos, que se miran al espejo y son incapaces de hallar su rostro. O que prefieren no buscarlo siquiera.


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25.

No debe confundirse el entusiasmo temporal con un texto literario, con la detección de una auténtica obra literaria. El placer que proporciona es efímero y si se busca como único fin, de manera hedónica, concluye indigno. La auténtica lectura es altruismo, negación del “yo” para formar otro en el que se confundan los espíritus del autor y el lector. Es la forma más alta de la comunión. A través de la lectura, se ponen en contacto vivos y muertos. Sólo la literatura logra ese vínculo que genera un patrimonio compartido.

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26.

La pasión literaria auténtica es poderosa, se impone por encima de cualquier penuria y se enriquece mediante el sacrificio y el olvido de uno mismo. En la historia, las únicas obras literarias que fueron olvidadas son aquellas por las cuales el escritor se negó a morir. La construcción de una obra literaria se logra con sacrificio y dedicación. Recuerda el gesto final de Emilio Salgari, de Yukio Mishima y de otros autores. No es inusual que la literatura termine por estallar el cuerpo a través del cual se escribió. Es una fuerza que dinamita y las condiciones históricas no siempre son las más favorables para lograr un cambio en las estructuras.


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27.

Cada individuo escribirá lo que esté predestinado a hacer, y nadie podrá interferir con este destino. A la tradición literaria de una lengua no debe interesarle el uso de la genitalidad, salvo que resulte en la escritura de la obra literaria. Las nuevas modalidades de conducta sexual, producto de la ampliación del binomio hombre-mujer, no impactan por sí mismas el hecho literario. Sólo los incapaces le dan un lugar de privilegio a la genitalidad en el trayecto de una vida, aunque así suele ser.

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28.

Todas las distracciones ayudan a sabotear la construcción de una obra literaria. También la familia, las obligaciones fiscales y hasta la necesidad de llenar la despensa. Si no tienes quién lo haga por ti, prepara tus energías para enfrentarte a trabajos físicos que restarán horas a tu empeño literario. No permitas que suceda. Procura igualmente alejarte de la bohemia y la compañía demasiado frecuente de otros escritores. Quitan el tiempo, restan brío a tu espíritu, roban ideas y se interponen en la consecución de tus objetivos.


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29.

De tu cuerpo brota el manantial de tu escritura. Haz deporte. Aléjate de las drogas, pese a que grandes autores las hayan venerado en el pasado. Tu circunstancia es diferente. Los tiempos han cambiado. Ahora se requiere un doble ejercicio para enfrentar el cúmulo de taras que se interpone para llevar una vida digna. Además debes leer y escribir. No dilapides la riqueza que te fue otorgada al nacer.

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30.

La conquista de la autonomía debe ser uno de tus objetivos centrales. Sin autonomía serás un robot que puede juntar palabras. Para la construcción de la obra literaria, se requiere el máximo esfuerzo mental y la dedicación más transparente. Lleva la torre de Montaigne a cualquier sitio al que concurras, sea por voluntad o por la fuerza.


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31.

Lucha por la verdad y denuncia al mentiroso. Desprécialo, pero dale la oportunidad de que lo sepa hasta que puedas asestarle un golpe del cual no tenga posibilidad de levantarse. La mentira es un refugio del cobarde. Hazlos salir a la luz. La cobardía no ayuda a limitar la proliferación de idiotez en el mundo. Sin embargo, no gastes tus energías en buscar oportunidades para enderezarlos. Abundan y tienes un empeño mayor, que te espera.

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32.

La ética que ejercemos es producto de la ética que heredamos. Recuerda que la tradición literaria de una lengua es una riqueza producto de una suma de esfuerzos. Al asumirla como tuya, te alineas con los más grandes del pasado para erigirte como un eslabón adicional. Al declinarla, pasas a la obscuridad de la cual nunca debiste escapar. Elegir es salvarse.


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33.

Muéstrate partidario de la discreción. No molestes a nadie que no amerite ser molestado. Tampoco tengas miedo de devolver una ofensa. Actuar con reciprocidad es una forma de justicia. Que no se note tu escritura por incómoda sino por estilizada. Encuentra tu punto de equilibrio. La demasiada trasparencia es una afectación. Envuelve, pero deja respirar. La literatura es aire y tierra y mar. Es lo que anheles que sea, en los ojos del lector, para dotarlo de un sentido que desconocía.

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34.

No hagas brotar la extravagancia sólo para hacerte notar. La búsqueda de la diferencia llegará cuando conozcas los usos y prácticas de lo cotidiano. Aléjate de la tentación de las florituras que amaneran el discurso. Tu objetivo es una transparencia tal que tú mismo puedas ver a través de ella. Que pasen las décadas y releas tus libros como si hubiesen sido escritos por otras personas. Mantén la verticalidad necesaria para no tener que recurrir a trampas y otras argucias mentales.


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35.

Escribe aseado y con pulcritud. El aspecto de la escritura es reflejo del perfil espiritual de un autor. La bohemia de medio pelo se esmera en mostrarse de mal aspecto, incluso de modo fingido. Antes proliferó la idea de que la pobreza y el desaseo estaban emparentados con la creatividad y el genio. Nada más falso. El que va a escribir lo hará desnudo o vestido de gala. En tanto no puedas liberarte de las cuerdas que te atan al aspecto exterior, no podrás concentrarte en proponer una modificación a la tradición literaria de tu lengua en los libros que escribas. Si es el caso, mejor renuncia a escribir.

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36.

Busca mantener ordenado el lugar en el que escribes. Una mente escribe con más transparencia en un entorno ordenado. Por eso se escriben buenos libros en prisión. Demasiados objetos a tu alrededor se vuelven trabas a la expresión libre. Entorpecen el paso de las ideas. La mente tiene cierta capacidad para almacenar y procesar. No la agotes con asuntos de orden menor. Una vez que se llena, se agota y sólo arroja desperdicio en lugar de líneas estimables.


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37.

El caos no es benéfico más que para sí mismo, que se expande y gana espacio donde sólo había límites difusos. Ganar para sí el trabajo de los demás es una de sus victorias más celebradas. No lo dejes imponerse sobre tu trabajo literario.

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38.

Sé cuidadoso con las palabras. No seas ordinario ni desvergonzado. No debe confundirse la agudeza con el descaro. Estas artimañas y otras más, que descubrirás con el tiempo, son rutas fáciles para quien carece de talento. A más ensordecedoras las expresiones, menos tiene que decirse. Los autores estridentes carecen de herramientas de expresión. Busca una expresión tersa. Que leerte sea un roce de satín.


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39.

El comportamiento ético debe llevarse a cualquier lugar, no importa si se vive en el campo o en la ciudad. Todo lo que te rodea es patrimonio de todos, incluida tu escritura, que con el tiempo será patrimonio de una lengua. No actúes el papel del escritor que ignora lo que hace. El escritor es un artista y, por lo mismo, tiene responsabilidad social. Sobre nada se tiene un derecho exclusivo o un privilegio que no pueda cuestionarse. Deberá respetarse la obra literaria de los demás, si es honesta y hace una contribución fundamental, como si tú mismo la hubieses escrito. La insolencia tiene límite de edad y nunca te permitas actuar como un viejo idiota.

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40.

El adversario está atento para transformar tus errores en armas contra tu espíritu. Lo más fácil es entregarse a las ilusiones de un éxito temporal. Vender algunos ejemplares de tu libro no significa nada. La tradición literaria de una lengua es mucho más que una relación comercial con los lectores. Debes vacunarte contra los excesos de la confianza para cuando logres cierta maestría con las palabras. Ahí empiezan a hacerse más presentes los riesgos que deberás sortear.


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41.

En un mundo ideal: si escribes bien, hablarán bien de tu obra, y si escribes mal, hablarán mal de aquello que intentaste escribir. Actúa en la consideración de que juzgarán lo que simboliza tu elección de escritura, y nunca la escritura misma. No hay tiempo de leerlo todo. Una pasada de ojos bastará para desacreditar tu iniciativa. La celebración de una obra literaria es un acto político para afianzar una red de intereses. Deja de lado de ingenuidad de estimar que el talento será tu arma para abrir los salones de la consolidación. Entre más pronto salgas de confusiones semejantes, antes llegarás a trabajar con plena conciencia por aquello que elegiste. Nunca esperes aplausos de los demás, que lejos de ayudar tu escritura, buscan adscribirla como parte de un grupo literario específico. A menos, claro, que sean de quienes sostengan a tu lado una lucha semejante.

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42.

La austeridad pone a prueba la fortaleza de las personas. La experiencia viva del rechazo te enseñará a apreciar las obras clásicas y darás más valor a lo que vives que aquel que todo lo tiene y está incapacitado para valorar la carencia. El escritor que ha padecido por llevar a cabo su labor de artista, debe ser evaluado con especial atención por esa circunstancia. No puede ser equivalente una carrera de escritor de quien todo lo padeció, y la de quien todo lo tuvo. En la sociedad actual, la literatura es un beneficio social del tiempo libre, auspiciado por la abundancia patrimonial, aunque igualmente puede crearse en las catacumbas, luego de una jornada laboral exhaustiva. Distinguir quiénes son tus pares resulta esencial para tramar alianzas estratégicas.


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43.

Respeta las obras que ya son símbolo de una nación. Más allá de su valor literario, engarzan valores nacionales que se perpetúan a través del goce estético. Por encima de las páginas y las tapas de que están hechos y las contienen, se encuentran las ideas que representan. Cervantes, Shakespeare, Boccaccio. Debe extirparse del corpus literario, que la nación es un asunto que deba evitarse. No debe existir remordimiento en subrayar las virtudes de una sociedad en su conjunto, a través de la literatura.

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44.

Despójate de ideas que no coadyuven a lograr que la literatura se convierta en un bien colectivo. Los libros ilegibles y los experimentos amanerados son células cancerígenas que circulan por el sistema circulatorio de la tradición literaria de tu lengua. Identifícalos y apártalos de ti, una vez que los hayas leído. No hables de ellos, no los cites. Una obra literaria de la que no se habla, no existe.


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45.

El mercado actual del libro sobaja a los autores que aún poseen el valor de dar a conocer un ideal de servicio y entrega, a través de obras literarias capaces de unir a los hombres. Deja el hedonismo y el culto a la personalidad para quienes lo ignoren todo de sí mismos y dependan del reconocimiento de otros. Para sobrevivir como autor e individuo en un entorno arruinado, deberás olvidarte de la secuencia de corruptelas que inventa el entorno cultural de facto para generar deudas en los autores. Compran su espíritu y degradan su arte. Ellos se creen independientes, pero no lo son. Entre menos distancia tengan los artistas de una época del poder político que hace posible su labor, menor será su contribución a la historia universal de su disciplina. La independencia es fuste, arrojo, asunción de riesgos.

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46.

Trata de mantener tu escritura uniforme. Es la primera garantía para mantener una trayectoria equilibrada, lo mismo en lo individual que en lo social. Las turbulencias y los “experimentalismos”, por lo regular, son errores de juventud. Terminarás arrepintiéndote de ellos, como ha sucedido en tantas ocasiones. Es deseable que sucedan a una edad específica, pero su aplazamiento es una afectación que debe ser limitada. Una escritura con claridad de intención y objetivo, es la solución más deseable en contra de las tentaciones de ser espectacular sólo para ganar aplausos.


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47.

No desprecies a los autores de las tradiciones literarias de otras lenguas, pese a que las conozcas en su idioma original o no compartas sus valores estéticos. El mejor elogio que les puedes prodigar es mantener una sana distancia. Admira sus valores y aprende de sus virtudes, que son parte de ti a su modo. El hecho literario tiene semejanzas en cualquier tradición literaria. Siempre habrá estafadores y escritores que asumen su papel en la Historia. Piensa que no hay autor que no pueda trasmitir a otro alguna experiencia valiosa. Cada contexto y cada circunstancia forjan el carácter e impulsa las motivaciones hacia un punto determinado.

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48.

La lectura es lo que más acerca a las distintas obras literarias, aun siendo tan dispares en formación. No caigas en la falacia de apreciar una obra sólo por la editorial en la que se publicó, o por los textos amistosos de autores reconocidos. Tu deber es afinar el ojo para detectar los concentrados de intereses y las alianzas estratégicas que intentan mantenerse en la sombra. No te será difícil. Por lo regular, carecen de la astucia necesaria para ocultar cómo hacen funcionar los medios a su alcance.


Mínima preceptiva para la acción literaria

49.

No desprecies a ninguna persona por estar desorientado consecuencia de recibir consejo y recomendación de quienes actúan con temeridad e intereses en la sombra. Por encima se encuentra siempre lo humano. La lectura ofrece vías de escape a las determinaciones que parecen no tener una solución. Ofrece tu idea de la tradición literaria de tu lengua. Si se rehúsan a escucharte, entonces sí procede. Ya no hay nada qué hacer con ese individuo.

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50.

La tradición literaria de una lengua muestra que la mezcla de géneros, practicada a gran escala, deriva en el caos de la disciplina y a la ruina de la cultura literaria. Muestra tu oposición a estos experimentalismos (vendrán otros, dalo por hecho), que llevan a la decadencia de las civilizaciones. Lo primero que muere en una sociedad en agonía, es la literatura que se escribe. Quienes defienden la hibridación hablan desde la ignorancia y no deben ser atendidos.


Mínima preceptiva para la acción literaria

51.

La conservación y permanencia de las obras literarias, no sólo de la tuya, es voluntad de una realidad trascendente. No hay una sola palabra que escriba sin la intervención de esa fuerza superior. Sólo los experimentalismos promovidos por el entorno cultural de facto, producto de la desviada voluntad humana, que se confiesa extraviada en un laberinto del cual conoce la entrada y nunca la salida, existen fuera de esa voluntad. Andar a palos de ciego nos ha llevado al desastre que puede admirarse en cualquier mesa de novedades de las librerías. Y, peor aún, en las listas de los libros más vendidos de un año cualquiera.

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52.

Haz de lado las formas disolventes de escritura. Son producto de una perversión del signo y de la palabra, fruto del hedonismo más condenable. Decir “no” con énfasis y claridad te salvará de posiciones incómodas y caminos sin salida. Que cada quien pague por las elecciones que haga en esta vida.


Mínima preceptiva para la acción literaria

53.

Protege tu obra literaria. Mejor renunciar a ella antes que alimentar a los oportunistas. Hacer sufrir a lectores ingenuos, utilizándolos como cebo por mero placer personal, carece de nobleza e implica actuar con irresponsabilidad. El escritor no debe publicar obras que no tengan intención de goce estético. Esto debe dejarse para quienes desprecian la tradición literaria de una lengua, o la desconocen y no desean asomarse a ella. Evita relacionarte con individuos semejantes.

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54.

Dedica parte de las horas del día al esfuerzo físico. De él brotan cualidades necesarias para llevar a cabo tu obra. Todo lo demás que puedas imaginar es accesorio.


Mínima preceptiva para la acción literaria

55.

Respeta el oficio, la cultura y la identidad de la tradición literaria de tu lengua. Al producto de tu entrega, ámalo. Al de los otros, sólo si tiene las cualidades suficientes para ser amado. Aprende a detectar a los estafadores que saben sonreír ante las cámaras.

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56.

Ama la tradición literaria de tu lengua. Es una comunidad de artistas vinculados por lazos en pie de lucha por un objetivo idéntico al tuyo: la expresión transparente. Ámalos, pero no olvides ofensas personales. En la batalla, imponte. Reserva las prédicas del cristianismo para quien, al igual que tú, las ponga en práctica.


Mínima preceptiva para la acción literaria

57.

La tradición literaria de tu lengua está delimitada por la cultura, la tradición, la historia en común y otros aspectos que podrás identificar con claridad, y nunca por unas líneas trazadas sobre un mapa. El lenguaje permite que los pueblos vivan unidos sin intervención de los Estados nacionales, o de políticas públicas. El Estado nacional debe auspiciar la literatura más alta, y no las mamarrachadas que asfixian a nuestros jóvenes, los incitan a las drogas y otros escapismos de la literatura disolvente.

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58.

Amar una tradiciรณn literaria es amar las posibilidades de una lengua.


Mínima preceptiva para la acción literaria

59.

Admite la acción de la voluntad de una realidad trascendente, a partir de la cual puede explicarse la realidad material. La teoría materialista considera al escritor sólo como una materia o un animal racional, surgido de la casualidad y sin esperanza de vida futura, negándole cualquier sentido trascendente. Lo que se escribe, no se escribe por mero azar. Detrás hay una voluntad que dispone lo necesario para que así suceda. Concluir intervenciones del azar carece de relación con la experiencia que necesita el escritor para sobrevivir a sí mismo. Eso explica casi la totalidad del suicidio en el escritor.

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60.

La idea de una realidad trascendente no caduca. Enfrenta con los valores de la tradición literaria de tu lengua, a las veleidades del escepticismo y el materialismo. Las verdades no requieren comprobación y son de aplicación universal. Escribe con pautas claras hacia un objetivo definido, sin detener tu marcha por el ruido de fondo, que siempre lo habrá y nadie puede escapar de él.


Mínima preceptiva para la acción literaria

61.

Respeta todas las formas de escritura basadas en el reconocimiento a la voluntad de la realidad trascendente y desprecia aquellas edificadas sobre principios egoístas, propagadoras de la banalización, que fomentan una idea del hombre y del mundo materialista en exclusiva. De otro modo, tu escritura carecerá de cuerpo y sentido. Entregarse al festín del mundo conlleva a la deshumanización de los escritores. Evítalo, date tus mañas para ser claro en situaciones de presión. No es fácil pasar de largo ante sus cantos de sirena, pero puede hacerse y para ejemplo de ello asómate a la trayectoria de grandes autores del pasado. Con los años sabrás a quiénes debes buscar, y de quiénes puedes prescindir.

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62.

Con la cantidad necesaria de confianza en tu trabajo, la escritura cobrará sentido. Escribe convencido de que tu obra literaria es un servicio comunitario, antes que la mera expresión de tu egoísmo. Una actitud semejante sólo conduce al solipsismo y al encierro dentro de tus límites. Quedarás atrapado detrás de las barreras que te impones y nunca llegarás al corazón de los niños o de los campesinos.


Mínima preceptiva para la acción literaria

63.

La sociedad requiere ejercicios de reflexión, de manera permanente. Esta es una de las razones por las que en la comunidad de autores y lectores hay personas deprimidas y vacías interiormente. No es infrecuente que nos dejemos llevar por el ruido y el deseo de acción, siempre insatisfecho. Orienta tus pasos, haz lecturas fundamentales, aléjate en lo posible del culto sin explicación a la fugacidad de lo contemporáneo. El fluir interminable termina por ser nada y con el paso de los años, de manera consecuente, te quedarás con nada.

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64.

Cede algunos momentos del día para la lectura. Deberás detenerte para recuperar tu relación con la voluntad de la realidad trascedente. No hay escritor que importe que haya ignorado la voluntad de la realidad trascedente. Quien lo hizo, por vanidad o soberbia, vivió carente de sentido, sin brújula. Dejó libros que ya no son visitados y era natural que así sucediera.


Mínima preceptiva para la acción literaria

65.

Todos saben leer, aunque algunos creen no saber cómo hacerlo. Tal como todos saben respirar sin que nunca les enseñaran cómo hacerlo. Muchos males que nos aquejan brotan de la falta de lectura. Desconfía de los autores que se jactan de no leer, o que lo prueban con sus obras. Huye de su proximidad como del cáncer. Rehusarse a leer no sólo es prueba de vanidad excesiva. También es una autolimitante a conocer otras propuestas. Nadie es tan genial que pueda darse el lujo de cerrar puertas y ventanas.

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66.

Nunca llegues a la conclusiĂłn soberbia de que eres un escritor completo en sĂ­ mismo, ya que siempre hace falta el otro para acceder a la plenitud.


Mínima preceptiva para la acción literaria

67.

Escucha los consejos de los mayores manteniendo, a la vez, tus convicciones. Lee sus obras, estúdialas con atención al detalle. Entiende porqué las escribieron y qué circunstancias tuvieron que enfrentar. Nada surge de la nada.

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68.

Aporta a tu labor literaria un espĂ­ritu completo y puro. Siempre piensa en los tuyos, en tus hijos, si los tienes, o en los hijos de los demĂĄs. Prepara para ellos las obras sobre las que descansarĂĄ el honor de tu legado. No limites esfuerzos para lograr obras de fuste. Que otros vivan para dilapidar el tiempo que les fue concedido al nacer.


Mínima preceptiva para la acción literaria

69.

Cada día que pierdes, avanzan los más jóvenes, que ya vienen tras de ti y te pisan los talones. El lugar que tú desprecias es codiciado por diez en silencio. Si te preocupas demasiado sólo por tu persona, no te quedará tiempo para los demás. Logra que los días tengan más horas para que no te detengas por razones pueriles. Tú mismo debes darte la disciplina necesaria para la práctica del oficio, antes de amonestar a los otros.

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70.

Cuida tus vĂ­nculos familiares. Los autores que vivieron una vida dispendiosa, generaron una obra dispersa y menguada por la circunstancia vital. La promiscuidad degenera a los individuos y a sus descendientes, lo mismo que el uso y abuso de las drogas. Nadie puede crear una obra robusta desde un espĂ­ritu menguado.


Mínima preceptiva para la acción literaria

71.

Cualquier escritor que respeta su obra y a sus lectores, respeta a los animales. Es una representación de una vida armónica. El que siente desprecio por ellos, y además los maltrata, no merece ser editado, ya no digamos leído. Quizá ni siquiera merece la vida. Debe condenársele al ostracismo y a la desmemoria.

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72.

Quien elige la carrera del arte, y no de su banalizaciรณn, admite crear al margen de la sociedad, a la que observa como si estuviese tras un cristal. La demasiada manipulaciรณn genera falta de cuerpo en la producciรณn literaria.


Mínima preceptiva para la acción literaria

73.

La escritura es un salto al vacío que requiere una condición física saludable. Aprovecha los beneficios que te brinda la naturaleza. Evita visitar la playa, que desguanza el cuerpo y diluye la inteligencia. El sol es benéfico sólo hasta el punto en que deja que circulen las ideas con libertad. Pese a lo anterior, suele tener una acción directa en el desequilibrio de la mente y entonces debe ser evitado.

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74.

Desprecia a los escritores que hagan de la caza un deporte o una “experiencia religiosaâ€?. No ameritan ser considerados como portadores de la tradiciĂłn literaria de tu lengua.


Mínima preceptiva para la acción literaria

75.

Ama el oficio literario y empéñate en él. No seas un lastre para tu nación, ni esperes vivir de ella con apoyos del Estado de manera permanente. Eso te resta independencia. Aprende un oficio y ejércelo. El contacto con la sociedad es indispensable. Cualquier acción dentro de lo social nutre tu experiencia como escritor. La consabida “torre de marfil” es una idea disolvente que recluye al escritor y lo coloca frente a un espejo, de modo permanente. No dependas de lo que hacen los demás. Cumple con tu obligación y procura dar ejemplo a quienes no lo hagan.

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76.

Evita la idea de que la práctica del arte te coloca en un sitio por encima de los demás. Cada actividad tiene su modo específico de ser realizada, por lo que escribir nunca debe ensalzarse con el ánimo de humillar al otro.


MĂ­nima preceptiva para la acciĂłn literaria

77.

El cine debe atenderse dosificado por su incesante repeticiĂłn de contenidos. SĂłlo la literatura es capaz de garantizar una mirada nueva sobre los mismos hechos.

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78.

Si careces del temple para ignorar un saludo a medias, un gesto de desprecio, un golpe en el hombro al pasar, dedica tus energías a una disciplina más liviana. O entrégate a su juego, que tarde o temprano te harán olvidar la opción de intentar un camino lateral.


Mínima preceptiva para la acción literaria

79.

Enfrentarás muchas batallas y cada una dejará lecciones invaluables. La sonrisa es el mecanismo imprescindible para salir librado de cada una de ellas. Si no sabes sonreír, antes de aprender a escribir, ejercítate en el arte de la sonrisa.

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80.

Si llegado cierto punto decides que no puedes seguir, ponte a un lado y deja pasar a quienes tengan la entereza de iniciar o continuar su lucha. Una vez de lado, es tu deber apoyar a ese temperamento que se yergue orgulloso. En adelante, tu primer mandamiento serรก no estorbar y dejar espacio libre a los nuevos actores de la Historia.


Mínima preceptiva para la acción literaria

Esta primera edición para descarga gratuita de Mínima preceptiva para la acción literaria, de Luis Bugarini, que continúa la Colección “Libromas” de Iniciativa Cucurucho, se terminó de editar para su distribución libre en la Delegación Coyoacán, Ciudad de México, durante los primeros días del mes de septiembre de 2018.



MĂ­nima preceptiva para la acciĂłn literaria



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