El pequeño perro

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EL PEQUEÑO PERRO En una ciudad llamada Rus todos los animales eran extraños. Los gatos bailaban la jota y los ratones eran muy grandes. Lo único que no era raro, era un perrito recién nacido. Un día un padre lo adoptó porque le gustaban muchos las animales y se dio cuenta que normal, lo que se dice normal, no era. ¡Tenía súper-poderes! Tenía una fuerza superior, podía excavar un hoyo profundo en un momento, se movía a la velocidad del rayo y volaba como los pájaros. Pero su defecto era que cuando veía a otro perro como él, pequeño, se volvía loco y emitía sonidos de otros animales. El hombre que lo adoptó tenía un hijo pequeño llamado Güil y se quedó con el perro. Además le compró un chupete con su dinero. Poco tiempo después llegó el cumpleaños del niño. Cumplía tres años y cuando estaban en la fiesta el perro se puso a cantar. Todos estaban asombrados. Y es aquí cuando descubrieron los poderes…

Cuando el perro terminó de cantar dijo: “¡Que hambre tengo, me comería un trozo de esa tarta!” y la gente alucinó en colores. Y Güil le dio un trozo de la tarta de su cumpleaños. Luego, el perro salió volando por la ventana. Aterrizó cerca de una perrera en la que había perros pequeños como él. Al intentar hablar, le salió el rugido de un león y los cachorritos se asustaron.


El pequeño perro, para no seguir asustando a sus amigos, se escondió y empezó a hablar con ellos para tranquilizarles y les dijo: “¿Queréis venir conmigo?” Y los otros perros pequeños, que también tenían algunos poderes, contestaron que sí. Y todos juntos se fueron a dar un paseo por el parque para jugar con los niños.

Pero cuando llegaron al parque descubrieron algo que les dejó con la boca abierta.


En el centro se encontraba una mujer con el pelo muy largo y de muchos colores que parecía algo mandona pero muy amable cuando hablaba a los docenas de perros que había a su alrededor. -Perritos míos. Tenemos que hacer algo para ayudar a esos niños que no tienen que comer. -¡Guau, guau! Estamos de acuerdo. -Cada uno de vosotros entrará en un restaurante o en una casa y cogerá lo que pueda. Cuando lo tengáis lo traeréis aquí y después lo repartiremos por aquellas casas donde lo necesiten. -Si señora. ¡Guau, guau! Al oír esta conversación nuestros amigos y su jefe, nuestro perrito Kimbo, que así se llamaba, se acercaron a ellos y les propusieron ayudarles en su trabajo. La señora del pelo de colores les aceptó con cariño y así entre todos se pusieron manos a la obra.


Todos juntos se fueron de casa en casa buscando comida para los niños. Los perros iban cargados de patatas, gusanitos, sopas, pimientos, lechugas, aceitunas, zumo… y muchos más alimentos que les habían ido dando.


Más tarde llegaron a un restaurante, el dueño al ver a tantos perros no les dejó entrar y empezó a asustarlos para que se fueran. Nuestro amigo le empezó a hablar y le dijo: -

¡Guau, guau! Queremos comida para dársela a los niños que la necesitan.

El dueño del restaurante se quedó sorprendido y no sabía qué hacer. ¡Un perro le acababa de hablar! -

Por favor, necesitamos comida – le dijo Kimbo.

El hombre se metió dentro de la cocina y empezó a sacarles espaguetis, huevos fritos, queso, manzanas, plátanos… y además, les preguntó si querían comer algo. Los perros asintieron y el dueño les sacó un gran plato de macarrones y agua para que los perritos cogieran fuerzas y pudiesen repartir toda la comida. Kimbo y los demás le dieron las gracias y metieron toda la comida que habían conseguido en pequeñas cestitas, las cogieron y salieron volando hacia el parque donde les esperaba la mujer del pelo de colores.


La Señora del pelo de Colores se cayó en un agujero del parque, porque estaban en obras y los niños salieron corriendo a pedir ayuda.

Los perritos les dijeron a los trabajadores de la obra que por qué no habían puesto las señales de obras y los trabajadores se quedaron con la boca abierta al ver que los perritos hablaban. Cuando los niños volvieron con ayuda, pudieron sacar del agujero a la Señora del pelo de Colores y ella tan tranquilamente se fue al parque de paseo con sus perritos, como si nada hubiera pasado. Los trabajadores de la obra dijeron a los niños que lo sentían mucho, colocaron las señales de obras para que nadie más cayera, e invitaron a los niños a tomar unos batidos. Después de tomar el batido, Kimbo volvió al cumpleaños de su amigo, Todos los amigos de Kimbo se lo estaban pasando muy bien hasta que sonó un gran estruendo y se apagaron las luces del pueblo, ¡era una tormenta eléctrica! Se asomaron por las ventanas y vieron un coche funerario. Paró y de él salió lentamente un hombre vestido todo de negro. Entró muy despacio en la casa del amigo de Kimbo, mientras los niños estaban quietos muertos de miedo, cuando de pronto vino la luz y… era el tío del amigo de Kimbo que les quería hacer una broma. Todos los niños después del susto empezaron a coger todos los cojines de la casa y entre grandes gritos y risas comenzaron a bombardear al tío, lo que desencadenó una gran batalla de almohadas… fue divertidísimo.


Ya bien entrada la noche, el niño se despertó y vio una extraña luz fluorescente en la calle, entonces como no se lo podía explicar llamó a todos sus amigos para ir a ver que era. Era el primo de Kimbo que resultó un extraterrestre y así se explicaron que tuviera poderes. El primo de Kimbo se llamaba Roki, y todos juntos, al día siguiente se fueron al planeta donde había nacido Kimbo.

FIN.


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