QMC 驴Qu茅 me Cuentas? Magazine Edici贸n septiembre 2012 Revista online de distribuci贸n gratuita
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aparecerá a partir de ahora sin periodos de tiempo concretos, haciéndolo por lo tanto cuando las colaboraciones recibidas sean las suficientes y su calidad la deseable. Hemos eliminado páginas de chistes o de horóscopos, por considerar que lo que queremos ofrecer es una revista en donde se den cita los artistas. Escritores de todo género (Novela, cuentos, mini relatos) así como artistas plásticos y grupos musicales o cantautores.
E stimados seguidores y colaboradores de QMC ¿Qué me Cuentas? Magazine, desde esta editorial queremos haceros partícipes de este cambio de rumbo en cuanto a la revista online que en este momento tiene ante sí. De hecho el motivo de no haber sido distribuida el día uno de septiembre, se debe por una parte a cambios sufridos dentro de la propia organización entre sus miembros colaboradores, y por otra al pensar, en que no por más páginas será mejor si éstas son de temas demasiado diversos. Es por ello informamos de que QMC,
Solo nos resta expresar, el hecho de que cada autor-colaborador en cada número que publiquemos, será siempre el propietario de sus trabajos, perteneciéndole por lo tanto su autoría y siendo el responsable de sus opiniones y textos. Email: quemecuentas105.9fm@gmail.com 3
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ESCRITORES UNIDOS POR LA EXCELENCIA EDITORIAL Un lugar de encuentro desde Facebook Decidir plasmar en papel nuestras películas mentales, lograr que quienes lean tomen el sinuoso camino de la historia, llevarles de la mano, acaparar totalmente la atención y la imaginación del lector es algo que muy pocos logran. ¿Habrá algún secreto que los grandes escritores tienen bajo el brazo, o mejor dicho, bajo los dedos?
Hay quienes han descubierto este secreto y logran grandes historias que tienen al lector al filo de la butaca, expectante y deseando que termine pero a la vez esperando que las últimas páginas del libro se multipliquen para continuar en ese estado mental, donde la imaginación que olvidamos en la adolescencia, brote a manantiales, se dispare con la historia. El complemento del escritor y una buena obra, es claro, una gran editorial. Conseguir una en estos tiempos de crisis donde todos quieren ir a la segura, donde los grandes y reconocidos escritores acaparan la atención del mundo, mientras los que vamos detrás abriendo camino, tropezando y por qué no decirlo, errando en las decisiones al elegir la mejor editorial para publicar, nos topamos con aparentes ilusiones escritas en contratos, que sin pensar o sin consultar, firmamos, confiando nuestro trabajo y un montón de esperanzas en la empresa equivocada. Cabe aclarar que no todos los que destinados a ser los próximos nos llamamos escritores estamos Premios Nobel de Literatura, ni a
vender millones de copias por todo el mundo… El ser escritor requiere de disciplina y constancia, reconocer que no todo lo que a nuestros ojos parece sublime, será igual para los demás; tampoco deberíamos sentirnos ofendidos si alguien nos dice que habríamos de trabajar un poco más para lograr crear una verdadera obra de arte. De eso se trata esta página. Escritores Unidos que trabajan, comparten y generan ideas, que se informan, que investigan, que aprenden y buscan la excelencia. Tal vez suene a utopía. Pero ¿por qué no atreverse? Si ya estamos aquí, si ya hemos dado los primeros pasos ¿por qué no?
crítica, cualquiera que esta sea, arriesgarse a los NO, NO, NO… Creo que no importa porque seguramente, en algún momento habrá un SI. Compartir información y tips, no se da tan fácilmente, así que aprovechemos a varios expertos que nos apoyan en las áreas literarias y legales para tomar buenas decisiones a la hora de elegir una editorial. Entramos a un mundo que se maneja diferente, donde no todo lo que aparenta ser bueno lo es. Permitamos que entre todos, la información y el conocimiento llegue. Te sorprenderás de las cosas que sabrás y de otras más que no tenías idea de que existían. La elección es tuya. El espacio está abierto… ¡Bienvenidos! Maggie Fuentes
Escritores unidos por la excelencia editorial
En lo personal, creo que arriesgarse a que alguien fuera de nuestro círculo, lea nuestro trabajo, es señal de que vamos por buen camino. Arriesgarse a la
Hoy con
CUENTOS ENTRETENIDO PARA DÍAS ABURRIDOS
EL CABRITILLO Y EL GUSANO Corriendo, corriendo, iba el cabritillo, cuándo se topó con un gusanillo. ¿Qué haces aquí en medio? dijo el cabritillo, salía de mi casa
y me enredé en un hilo ¿Un hilo dices? esto es una rama, y si no te sueltas te come la rana. Llevo aquí un buen rato sin saber qué hacer, cuánto más me muevo más me enredo en él. Con cara de pena mira el gusanillo, y le pide ayuda al buen cabritillo.
Sin darse cuenta de que el lobo merodea, el cabritillo afanoso se puso a la tarea. ¡Date prisa, por favor! aunque tires con más fuerza, que el lobo detrás de tí nos mira con desvergüenza. El cabritillo tiró, con tanta fuerza, asustado que la rama y el gusano en su garganta ha tragado.
El lobo se le acerc贸, ense帽ando los colmillos, y de un golpe merend贸 gusano y buen cabritillo.
Encu茅ntame en las Ondas Con TINO PRIETO Programa de Radio Guiniguada, Onda libre y Comunitaria, 105.9 F.M.
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EL SONIDO DEL SILENCIO Escuché el silencio de tus palabras dormidas, el latir de un corazón ya roto apenas palpitante. Atisbé en la humedad ya reseca de tus ojos opacos, sin brillos, carentes de emociones,
Luis García Orihuela
sentimientos, pasiones.
Escuché el amor marchitarse, trémulo, zozobrante. Caminando sin sentido, perdido en un mar de ecos, de reflejos devueltos por sus olas de pasión muertas en la orilla sin pena, sin gloria.
Escuché mi nombre en tus labios, llamándome, pidiéndome volviera.
DejĂŠ escucharas tu mis pasos alejĂĄndose hacia el silencio, a la playa del olvido, y a sus olas protectoras que me abrazarĂan eternamente.
La playa de los recuerdos
DIANA ANDRÉS
Soy incapaz de sentir la blanca y rugosa arena de la playa en mi piel. O en lo que un día lo fue. Me divierto viendo a los niños jugando a hacer fortalezas y castillos que la fuerza del mar destruía sin esfuerzo. A las mujeres leyendo a la tranquilidad de la playa, debajo de esas sombrillas que les protegían de un sol abrasador a las orillas del
DIANA ANDRÉS
La playa de los recuerdos
Mediterráneo y a los hombres corriendo con sus sombreros cuan largo era el levante. Pero por más que lo intentara no podía sentir las suaves olas sobre mis tobillos o la húmeda arena metiéndose por mis dedos. Sólo soy capaz de sentir envidia hacia esas personas, de tener sentimientos hacia ellos y hacia este mundo, el que en un día fue el mío. Cuando estaba aquí sólo podía despreciarlo, un planeta corrompido por el odio y la amargura, uno en el que pensabas que la felicidad no existía y nadie podía obtenerla. La paz era algo invisible, evanescente e inexistente. El tiempo era una pesada carga a nuestros hombros con la que aprendíamos a vivir, como una tortuga con su caparazón, y de la que no podíamos separarnos. Ahora es imposible no pararme a pensar en lo equivocada que estaba. No despreciaba mi mundo, lo amaba como a mi vida. No estaba lleno de odio y amargura, sino de miedo a estos sentimientos, de miedo a perdernos los unos a los otros. La paz en cierto modo sí es invisible: la llevamos en nuestro
corazón. Es el tesoro que más deseamos, el botín de nuestra vida, nuestro tesoro. El tiempo no es una pesada carga, es una pluma que se esfuma en cuanto el viento de la diversión o el aliento de la muerte se la llevan consigo. Así, la felicidad se presentaba en las cosas y actos más pequeños y hermosos posibles. Pensaba que era tan desgraciada que creía no apreciarlos. Pero cuando me paro a mirar atrás veo que hubo muchos momentos en que la felicidad era absoluta, como cuando era pequeña y me iba a la playa con mis padres. Solíamos jugar en el agua y me relataban cuentos sobre el mar y el sol para que aprendiera a respetar la naturaleza. Pero ya ha pasado mucho tiempo y acontecimientos desde aquellos días de verano, uno de los cuales produjo mi fallecimiento en un hospital. El cáncer acabó con mi vida. Por eso he venido a las playas de mi mar, del mar de mi infancia, para convertirme en el agua que acaricie de buenos recuerdos las mentes de los niños que, como yo, quieran ser felices. Con mi historia no pretendo que tengáis compasión de mí, simplemente que viváis cada día con alegría y con la ilusión de un niño que ve por primera vez el sol reluciendo sobre las cristalinas aguas de un mar que bañe el horizonte de esperanza .
El arte y la literatura Margarita Pérez La palabra arte, derivada del latín artem. Posee varios significados. Según su etimología latina, corresponde a todo acto o facultad según el cual el hombre, valiéndose de la materia , de la imagen o del sonido , imita o expresa lo material o lo inmaterial, y crea copiando a fantaseando . En términos generales corresponde a toda la actividad creadora del hombre. En su uso habitual, designa restringidamente la actividad humana encaminada a crear objeto dotados de belleza o de contenido expresivo de significación estética, y se suele contraponer a la técnica, que etimológicamente significa lo mismo deriva del griego tekhne y se aplica a toda actividad dirigida a toda creación de objetos de valor práctico y utilitario. En este último sentido se consideran arte, las actividades como: la literatura, la música, la danza y el teatro. Sin embargo suele restringirse aún más el término, limitándolo a las artes plásticas, es decir, a aquellas manifestaciones cuyo medio de expresión son las formas y los colores – elementos perceptibles por la vista y el tacto- ordenados en el espacio, bien en dos dimensiones como es el dibujo y la pintura o en tres dimensiones como los es la escultura y la arquitectura, y desprovistas, en general, de concreta dimensión temporal, indispensable en la música o en la lírica. En relación con la literatura, el arte tiene una importancia capital. Se relaciona con la sensibilidad y el estilo del escritor. Un literato es artista cuando se expresa bellamente, embelleciendo los temas. Esto deriva a que el arte es una actividad espiritual por medio del cual el hombre crea obras con el fin de logar belleza. Establecida esta relación debemos definir ahora la palabra Literatura. Ella deriva del Latín littera, y, al igual que la palabra arte tiene varios significados.
En su sentido más amplio se llama literatura al conjunto de obras literarias producidas en cualquier lugar y en el tiempo a las reglas y leyes a que están subordinadas, y las bases filosóficas sobre las que tales reglas se fundan. También se usa ese concepto para designar los testimonios de la actividad espiritual del hombre que no están fijados en escritura, sino que se han producido y conservado oralmente como las leyendas. Pues se sabe a ciencia cierta que esta expresión se produjo antes que la literatura escrita. La literatura admite dos principales divisiones: una, por extensión y contenido; otra, según su objeto. Por su extensión y contenido, se divide en universal, si comprende las obras de todos los siglos y países; general o nacional, si se limita las de un pueblo en particular, si sólo trata de un género de composiciones o de un asola época literaria. Por su objetivo, la literatura se apellida: preceptiva, si da reglas para las diversas composiciones; filosofía, si investiga la naturaleza de lo bello y los fundamentos de las reglas; histórico crítica, si presenta una serie de obras literarias, examinando su contenido, sus virtudes y defectos, y su influencia en la sociedad. Respecto a las obras literarias, se dividen por la forma en que se escriben, en obras en prosa y en obras en verso. También se dividen en: obras destinadas a la lectura, obras destinadas a ser leídas ante un auditorio y obras destinadas a ser escenificadas. Cuando la literatura abarca la rama de los conocimientos humanos y la apreciación de la belleza y su expresión artística por medio de la palabra, y se ciñe a las reglas de la preceptiva literaria, se la llama con el atributo de bellas letras., buenas letras o letras humanas, y supone una actividad eminentemente estética. Se diferencia de la literatura técnica, cuyo fin es el de comunicar una información concreta de cierta materia sin tener en cuenta una finalidad artística.
Las bellas letras, en conjunto, se denominan con una expresión creada por Goethe: literatura mundial. Bajo este nombre se alude también, de un modo más especial, al estudio de los autores clásicos, tanto griegos y latinos, como castellanos, con el cual se adquiere, por medio de la imitación, el buen gusto en el arte de hablar y escribir. La literatura, como todo en el arte, es un medio de comunicación espiritual. Su fin es transmitir un pensamiento o un sentimiento a otros, influir en los demás. La misión de las bellas letras es trabajar activamente para el logro de una sociedad mejor o para el perfeccionamiento moral y espiritual del hombre. Si el autor lo hace de un modo ostensiblemente agitador, hablamos de la literatura tendenciosa. En otros casos, si la finalidad del autor es ofrecer una sensación puramente estética, entonces hablamos de una manifestación cuyo fin es el arte por el arte La creación y la finalidad de una obra literaria Desde el momento en que un escritor concibe un tema o el motivo general de una obra, hasta que ésta alcanza su forma definitiva, hay de por medio un creciente proceso de fijación o plasmación de ideas. Aunque este proceso es muy amplio y esta escalonado en fases, tradicionalmente suelen señalarse tres grandes momentos en la creación literaria: La invención, disposición y elocución. La invención es el encuentro del fondo, la definición del tema general, el hallazgo de los detalles y los adornos de lo que se va a tratar en la obra: Según el diccionario de Sainz de Robles, la invención se define como “el arte De elegir los argumentos y los medios para desarrollarlos”. La invención responde a un hecho interno o externo que conmueve el espíritu del escritor, quién intenta traducir esa conmoción vivida, esa vivencia, esa experiencia emana la obra imaginada en sus rasgos fundamentales. La Disposición consiste en la tarea de distribuir y ordenar la materia, las pruebas y antecedentes que han de construir la obra. En términos generales, corresponde al trazado, plan y bosquejo del argumento general, cuya finalidad es logar el convencimiento de los lectores.
La elocución corresponde al momento en que la creación literaria toma cuerpo y adquiere su forma definitiva concentrándose en las palabras. Cabe señalar que cuando la obra se genera espontáneamente, cuando se gestiona sin reflexión previa, se denomina improvisación. Una vez señalados los tres momentos esenciales en la creación de una obra literaria, debemos indicar cuál es la meta, el fin último que se persigue con ello. Muchas son las respuestas que se pueden dar al respecto, pero tres son los principales fines que se puede proponer al escritor. Conmover y deleitar, investigar y enseñar verdades, y dirigir la voluntad hacia el bien. De aquí nace la división de las obras literarias en: poéticas, didácticas y morales. Son obras poéticas las que aspiran a conmover y a deleitar mediante la expresión de la belleza. Son didácticas las que se proponen investigar y enseñar verdades. Son obras morales las que tienden a educar y dirigir la voluntad hacia el bien.
Pedro Manuel Giron Castro La Marea del Universo LA MAREA DEL UNIVERSO ES UN SUEÑO PERSONAL QUE PRIMERO FUE UN SUSPIRO, MAS TARDE SE CONVIRTIO EN VERSO Y PROXIMAMENTE SE REENCARNARA EN LIBRO DE POESÍA. (FOTO DEL PERFIL CORTESIA DE NURIA MEJIAS)
Cada uno de estos tres grupos de obras se subdivide en varios géneros, de la siguiente manera.
DIVISIÓN DE LAS OBRAS LITERARIAS OBRAS POÉTICAS Género lírico Género épico Género dramático Género mixto OBRAS DIDÁCTICAS Tratados elementales Tratados magistrales Tratados particulares o monografías Oratoria académica. OBRAS MORALES Oratoria sagrada Oratoria política Oratoria forense Libros de devoción y controversia religiosa. La originalidad de la literatura Se llama originalidad a la cualidad personal de un artista que imprime en sus obras un sello inconfundible. Por extensión, se califica de originales aquellas obras que ofrecen un carácter propio, único, nuevo, exclusivo, no imitado ni influido. No se debe confundir la originalidad con la extravagancia, pues ésta es un vicio de tendencia, y aquella es una virtud. Aunque en el arte plástico y en la literatura es muy difícil crear obras que sean poseedoras de una originalidad absoluta, es decir, que no deban nada a obras anteriores, hay dos modos de ser original:
inventando elementos nuevos o combinando elementos ya conocidos de un modo nuevo. Cabe señalar que el motivo de estas influencias –conscientes o inconscientes- se debe a que en todas las disciplinas artísticas existe una tradición, y corresponde a la herencia de las creaciones precedentes. La primera forma de originalidad que hemos nombrado, invención de elementos nuevos, es la más valiosa, pero también la que más pronto conduce al efecto contrario, la extravagancia. El invento de nuevos elementos, en lo que a literatura se refiere, puede consistir en el empleo de palabras nuevas, en la expresión de ideas nuevas y en el desarrollo de asuntos hasta entones no tratados. Respecto al empleo de palabras nuevas, en la impresión de ideas nuevas y en el desarrollo de asuntos hasta entonces no tratados... Respecto al empleo de palabras nuevas, si bien es cierto que es un recurso lícito, su uso — por ser limitado—no puede determinar la originalidad total de una obra. En cuanto al invento de ideas o asuntos, diremos sólo que es poco menos que imposible encontrar alguna o alguno que no haya sido abordados por diversos autores, a menos de tratarse de asuntos literarios relacionados con inventos o descubrimientos científicos; es, por tanto, tarea relativamente fácil acusar de plagio a un literato. Respecto a la búsqueda de la originalidad completa de asuntos y conceptos, Coli y Véhi dice: “Además de un sueño quimérico, es la principal causa de equilibrios y extravagancias y que han sido el oprobio de las artes y de la literatura. La naturaleza y el hombre en medio de la variedad de fenómenos y modificaciones que en la serie de los tiempos ofrecen, están sujetos a leyes constantes: leyes a que se debe atemperarse el genio del artista, bajo pena de caer en el absurdo. Los buenos modelos de las artes no pueden menos que parecerse, como se parece un hombre a otro hombre, diferenciándose tan sólo de la
manera en que un hombre bien conformado se diferencia de otro hombre bien conformado.
El autor citado continúa: Buscar la originalidad en las deformidades de la naturaleza, hermanar las serpientes con las aves y los tigres con los corderos, juntar la cabeza de la mujer con la cola del pez, y concentrándonos, pensar y escribir de un modo opuesto al modo en que piensa y escribe todo el mundo, no es original, es ridículo y loco de atar”. La originalidad que debe buscarse es que la obra de arte resulte una verdadera concepción del artista, para ello es preciso que el pensamiento o idea fundamental de la obra, como también los elementos de su realización, se hayan convertido en sustancia propia, penetrando en todos los senos de su espíritu y fundiéndose con las representaciones de su imaginación, aunque otros artistas lo hayan empleado con anterioridad. “En una palabra —dice Milá—, debe realizar el pensamiento con toda la plenitud de sus facultades, debe ser él quién lo exprese.” Acerca de la reñida controversia sobre la originalidad, Valera, en el tomo XXIV de sus obras completas, bajo el título de la originalidad y el plagio, entre otras cosas dice: “Puesto que todos los poetas se copian, ¿en qué consiste la originalidad? Primeramente diré que la originalidad puede tomarse en mala parte. Llámese a veces originalidad a lo extravagante, raro y disparatado. De esta originalidad pedimos a Dios que nos libre”. Y continúa: “La verdadera y buena originalidad ni se pierde ni se gana por copiar pensamientos, ideas o imágenes, o por tomar asuntos de otros autores. La verdadera originalidad está en la persona, cuando tiene ser fecundo y vale bastante para trasladarse al papel y quedar en lo escrito como encantado, dándole vida inmortal y carácter propio. Para ser, pues, original en el buen sentido, no hay que afanarse mucho ni poco en decir y pensar cosas raras. Basta con pensar, sentir y expresar lo que se piensa del modo más sencillo. Entonces sale retratada el alma del que escribe, y como el alma el original, original es lo escrito”. Ahora bien, existe, por así decirlo, una originalidad relativa, que es imprescindible para que la obra artística posea un cierto valor. Como ya hemos dicho, un escritor puede aprovechar un asunto, las ideas, los personajes, la época e incluso frases de otro autor, pero a condición de
que añada, por lo menos, una interpretación personal acorde con su naturaleza y fisonomía interior. De este modo un artista que intenta abordar asuntos nuevos para él, no obtendrá buenos resultados si estos no se hallan de acuerdo con sus concepciones habituales, su filosofía, su carácter, las prácticas de su estilo, etc. No nos referimos a los casos extraordinarios en que un nuevo sentimiento embarga poderosamente el alma del artista y renueva, por así decirlo, su imaginación y su entendimiento. Finalmente debemos agregar que la originalidad de una obra literaria afecta no solo a la idea o pensamiento capital que motiva el escrito, sino también al modo de desarrollarla. La primera originalidad es la más importante; la segunda, sin embargo, imprime un más acusado relieve en el escritor o artista. El lenguaje literario Si bien es cierto que el lenguaje humano es uno solo, el que utiliza la literatura difiere un poco del que se emplea corrientemente. La expresión escrita y el habla poseen idénticos sonidos y los mismos procedimientos gramaticales; sin embargo, entre ellos existe una diferencia sustancial. Al escribir siempre hay un afán de superación que hace evitar las incorrecciones y los vicios que incurre usualmente el lenguaje oral, cuyos yerros más frecuentes son: voces y giros mal empleados, palabras reñidas con la ortografía, frases mal construidas gramaticalmente y uso arbitrario de la sintaxis. Otra diferencia entre uno y otro estriba en su fin ulterior. Mientras que el lenguaje oral tiende a satisfacer exclusivamente las necesidades de
comunicación, el lenguaje literario procura, además, ser un portador de belleza. Por tal motivo amplía, enriquece el léxico, y afina los matices significativos con una incesante labor creadora – eligiendo entre unas formas expresivas y otras
– lo que contribuye a la perfección del idioma. Aunque son requisitos deseables en cualquier expresión verbal, el lenguaje literario necesita reunir muy especialmente las siguientes cualidades: claridad, propiedad, vigor expresivo, decoro, corrección, armonía, abundancia y pureza. • Se dice que una expresión es clara cuando los sentimientos o ideas que exterioriza se entiende fácilmente y sin esfuerzo por las personas a quienes va dirigida. Una idea expuesta en forma clara, evita las interpretaciones erróneas y equívocas, y da a entender lo que el autor quiere decir. Contra la claridad peca la ambigüedad o anfibología, vicio literario cuyas expresiones ofrecen duplicidad de sentido. • La propiedad es la cualidad que tienen los vocablos que, al propio tiempo que revelan un estado de ánimo, no permiten dudar acerca del pensamiento que el escritor se propone enunciar. En otros términos, la propiedad se da cuando las palabras usadas son las que se ajustan convenientemente y exactamente a lo que se pretende expresar. No bastan expresiones vagas: hace falta el término justo, exacto, preciso. Cabe recordar que las palabras no son intercambiables, y aunque existen lo sinónimos, en cuanto al concepto, éstos ofrecen diferencia de matiz. • Se dice que el lenguaje posee vigor expresivo cuando da indicio del estado y movimiento del espíritu por medio de la palabra, cuando expresa con fuerza representativa lo que el escritor quiere comunicar o exteriorizar. Si el poder expresivo se presenta ante nuestra imaginación con caracteres de realidad sensible, se dice que hay plasticidad en el lenguaje.
• El decoro apunta a la dignidad conceptual del lenguaje en síntesis, es contrario a todo aquello que esta tachado de chabacano, grosero o contrario al pudor y a la honra: no obstante, en la literatura es muy variable la delimitación entre lo decoroso y lo indecoroso, pues la expresión mal sonante, la palabra soez o el término vulgar, son un recurso lícito cuando se quiere dotar a un escrito de intensidad o crudeza expresiva. • La corrección implica el respeto a las normas lingüísticas vigentes. La infracción de las reglas sintácticas se llama solecismo, y significa un vicio en la agrupación de las palabras, o sea, en la sintaxis, a distinción del barbarismo que lo supone dentro de una misma palabra. Incurren en el los que contravienen la concordancia.
• La armonía tiene varías acepciones, pero la que está más estrechamente relacionada con el uso del idioma, corresponde a la acertada colocación y elección de las palabras de modo que su disposición en la frese u oración y sus cualidades sonoras realcen los elementos propios del lenguaje. • La abundancia es sinónimo de riqueza idiomática. Ella estriba en la variedad del vocabulario y en el uso peculiar de la sintaxis, recursos expresivos que determinan la fluidez o la monotonía de un texto. Para obtener abundancia de léxico, muchos escritores recurren a veces al empleo de arcaísmos, palabras y frases comunes en otro tiempo, caídas en desuso por culpa de la afectación, del capricho o del cálculo.
También emplean cultismos, que son palabras muy selectas y poco usuales, o bien tecnicismos eruditos. • Se dice que el lenguaje es puro cuando emplea voces y construcciones propias de su idioma, sin injerencia de elementos innecesarios. La pureza no excluye el uso de extranjerismos ya asimilados por un idioma.
Maggie Fuentes
Era tarde y apenas volvía a casa. La calle estaba sola, parecía tan larga… y es que ya quería llegar; los pies me dolían por andar todo el día de arriba abajo. No paré. El trabajo me había tenido como suspendida entre papeles y el teléfono. Sin darme cuenta eran las nueve de la noche cuando salí. De la oficina a casa hacía casi dos horas de trayecto. El barrio era seguro, o al menos hasta ahora no había sucedido nada malo. Miré al cielo. La luna en lo alto brillaba intensamente iluminando la calle con esa luz un tanto azulada, por momentos, algunas nubes la cubrían y es cuando se ponía oscuro el camino.
Faltaban como veinte metros para llegar a casa. En la bolsa de mi abrigo apretaba la llave de la entrada y suplicaba por mis pantuflas. Escuché unos pasos. Estaba tan oscuro, pero miré. La figura de una mujer cargando un bebé iba tras de mí. Traté de reconocerla pero no pude ver su rostro, ella vestía de negro y el bebé iba cubierto por un rebozo del mismo tono. Es extraño, a esta hora… Tal vez venía también de trabajar como yo, seguramente vendría de la guardería con el bebé. Seguí caminando, faltaba tan poco. Cuando miré hacia adelante, ella… estaba frente a mí. Un grito se ahogó en mi boca. Me detuve en seco. -Perdón, buenas noches. No la vi. Su cabeza iba cubierta con un anticuado sombrero que no dejaba ver más que su boca, bien delineada y pintada de rojo. Cuando habló sus dientes blancos brillaron. -Tengo que pedirte un favor… - su voz era suave. -Pero… No la conozco, ¿en qué la podría ayudar yo? -Tengo que salir de viaje esta noche y no tengo donde dejar a mi hija… ¿podrías cuidarla por favor? Te recompensaré si aceptas. La luna iluminó de nuevo y pude ver su rostro.
Era una mujer joven, sus ojos de un azul profundo me miraban fijamente. Nunca había visto unas cejas tan perfectas y su piel… era como el mármol. -Pero yo… yo tengo que trabajar, no podría cuidarla durante el día…. -No te preocupes. Con esto no tendrás que trabajar más- extendió hacia mí una gran bolsa de piel negra. Miré al interior animada por ella. Había joyas, monedas y muchos billetes. -No sé qué decir… Es mucho dinero y yo…. Yo no sé cuidar bebés. -Ella miró tras de mí, parecía tener prisa. -No te preocupes, ella es una bebé muy bien portada. Es adorable- dijo mientras me la ponía en los brazos. Yo como autómata la tomé y miré ese pequeño rostro. Era un hermoso bebé. Cuando levanté la vista ella… se había ido. Tomé la bolsa del suelo y caminé hacia mi casa. Un viento frío comenzó a sentirse, apuré el paso y entré corriendo. No sabía qué hacer con la pequeña, así que subí al segundo piso y la recosté en mi cama. Ella dormía. La cubrí con la colcha. Olía tan rico.
Vacié el contenido de la bolsa en la mesa del comedor. Era increíble la cantidad de dinero que había, las joyas eran antiguas pero se veían valiosas. -¿Estoy loca o qué? ¿Cómo había aceptado hacerme cargo de un bebé que no tenía ni idea hija de quien era? ¿Qué tal si me acusaban de secuestro? Mi reacción fue lenta, ya tenía a la niña durmiendo en mi cama. -Y ¿si llamo a la policía? Ajam y ¿qué les digo? Una mujer me la dio y yo la recibí, me dio dinero y joyas a cambio de cuidarla y ¿cuándo vuelve? Ni idea. ¡Si claro! Estaba hablando sola mientras caminaba de un lado a otro en la pequeña estancia de mi casa. Vivía sola de tiempo atrás, mi familia vivía en otro estado del país y yo no tenía tanto contacto con ellos. Por ese lado no habría problema. Además la chiquita era hermosa. Subí de nuevo, pero cuando entré a la habitación el grito de terror que salió de mi boca no pudo ser más fuerte. Sobre la cama un par de lobos con ojos de fuego, mostrando sus afilados colmillos rodeaban a la pequeña. Ella comenzó a llorar.
Los lobos me miraron gruñendo. Estaban furiosos. Pensé en algún modo de salvar a la pequeña… Recordé un bate de béisbol que guardaba en mi armario “para las emergencias”. Lo blandí amenazante, los lobos comenzaron a caminar en círculo sobre la niña. Ella dejó de llorar. Los lobos se sentaron primero mientras se relamían. Luego, se echaron al lado de la pequeña. -¿Y? ¿Me he perdido de algo?- pregunté al viento. Uno de los lobos se fue transformando en un atlético hombre. Con la mano, me pidió que bajara el bate. Yo estaba más que sorprendida. -Has sido elegida para cuidar a nuestra princesa. Tú serás su madre terrenal. Su nombre es Enya. Estará contigo hasta que se convierta en mujer. Después ella volverá con nosotros, a nuestra tierra donde pertenece. Hay algo que debes saber… Tenemos un enemigo poderoso que quiere destruirla y acabar con nuestra estirpe. Sólo tu vida podrá defenderla. Dicho esto, el hombre volvió a ser lobo y luego ambos, salieron por la ventana. Al día siguiente tomé a la pequeña Enya cerré mi casa, compré un auto y me fui a otra ciudad. La vida transcurrió en paz. Enya crecía, era una niña hermosa, alegre y cariñosa. Me llamaba madre, no tuve problemas para quererla. Algo
extraño sucedió en esos días, mi cabello negro se volvió del mismo rojo que el de Enya, mis ojos castaños se tornaron en ese azul profundo de la mujer que me la entregó. Todo mundo creyó con el parecido que la pequeña era mi hija. Estando ella por cumplir los dieciséis años, fuimos a una fiesta en la playa con varias amigas nuestras. El tiempo era magnífico. Las dos nos vestimos de blanco. Había cierto chico que coqueteaba con Enya, ella le daba entrada y luego, los perdí de vista entre las rocas. Pensé que estarían escondidos tal vez, besándose. Pero la curiosidad me llevó a buscarlos. Cuando me acerqué, la escena que vi me dejó helada. Enya estaba sobre el joven. Su boca chorreaba sangre, sus uñas eran tan largas que podía destrozar el cuerpo del muchacho como si de papel se tratara. Me cubrí la boca para no gritar. Era asqueroso todo esto. Ella me sintió. Volvió hacia mí su cabeza y luego se puso de pie. -Madre, ¿lo sabías no? Sabías que esto sucedería. Bien, me estoy convirtiendo en lo que soy pero no temas, nunca te atacaré a ti. Eres mi madre. Arrastró lo que quedó del joven al mar. No nos quedó más que ir de ciudad en ciudad. A veces era insaciable. Cierto día ella no volvió de sus correrías. Salí a buscarla y la encontré no muy lejos en un camino oscuro. La luna brillaba y ella estaba por devorar al tipo que la acompañaba, pero éste de un salto se lanzó a su cuello, Enya luchó, era muy
fuerte pero no tanto como para luchar contra este ser demencial que la atacaba con garras y colmillos. No lo pensé y fui en su ayuda. Entre el forcejeo, algo pasó, terminé destrozada en el suelo, mi sangre corría entre la hierba y Enya por fin, vencía al ser que la atacaba… que no era otro más que su padre que queriendo acabar con la maldición de los lobos, había seguido su rastro de sangre. Ahora soy realmente su madre. La cuido y la protejo por las noches cuando ambas salimos de cacería a la luz de la luna. Maggie Fuentes©
Esta obra está licenciada bajo la Licencia Creative Commons Atribución-SinDerivadas 3.0 Unported. Para ver una copia de esta licencia, visitahttp://creativecommons.org/licenses/by-nd/3.0/.
Cómo se escribe una novela negra (¿Se puede freír un huevo sin romperlo?)
Mariano Sánchez Soler
Mariano Sánchez Soler (Alicante, España, 2 de mayo de 1954) es escritor, periodista y doctor por la Universidad de Alicante. Como periodista ha trabajado en los equipos de redacción de reconocidos periódicos y semanarios (El Periódico de Catalunya, Diario 16, Le Monde diplomatique, los semanarios Tiempo, Actual, Primera Plana, Interviu, Madrid Económico...). Recibió el Premio de Narrativa Francisco García Pavón 2009 por su novela Nuestra propia sangre, el Premio Internacional de Literatura de No Ficción Rodolfo Walsh en el 2002, el Premio Álvaro Iglesias de poesía 1982 y el Premio Alcudia de Poesía 1978. Recientemente ha recibido el Premio de la Crítica Literaria Valenciana 2012, en su XX edición, en la modalidad de ensayo, por su libro "Anatomía del Crimen". FUENTE http://es.wikipedia.org/wiki/Mariano_S%C3%A1nchez_Soler
Aunque, como autor, he reflexionado poco sobre el acto creativo y sobre la técnica narrativa que utilizo al escribir mis novelas, me veo en la obligación, debido a las intensas pesquisas realizadas desde la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, de mostrar la flor de mi
secreto: cómo se escribe una novela negra. Bien, la suerte está echada. Como dijo Jack el Destripador: «Vayamos por partes».
1. La búsqueda de la verdad. Si el objetivo de cualquier aventura, de cualquier creación artística, es la búsqueda de la verdad (y si no, que se lo pregunten a Alonso Quijano), la novela negra es la expresión más nítida de esta indagación literaria. Su objeto narrativo nace de la necesidad de desvelar un hecho oculto/misterioso que nos mantiene sobre ascuas. A través de sus páginas, el autor se propone, además, desentrañar el impulso escondido que mueve a los personajes y que justifica la existencia del relato desde el principio al fin. 2. La intriga: del quién al cómo. Una novela negra debe escribirse con esa voluntad de intriga, de revelación; cada capítulo, cada página, tiene que conducir al lector hasta la conclusión final sin concederle el más mínimo respiro. Sin embargo, a diferencia de la novela rompecabezas clásica (Christie, Conan Doyle...), que cimentó la gloria de la novela policíaca desde los inicios de la era industrial, en la novela negra escrita a partir de Hammett, con la corriente hardboiled(duro y en ebullición), tanto o más importante que saber quién o quiénes cometieron un hecho criminal es descubrir cómo se llega hasta la conclusión. Ahí está Cosecha roja, del gran Dashiell, cualquiera de las novelas de Chandler o el Chester Himes de Un ciego con una pistola como ejemplos del cómo. También es importante el por qué, aunque su respuesta puede resultar secundaria en una sociedad como la nuestra, en la que, como todo el mundo sabe, es más rentable fundar un banco que atracarlo.
3. La acción esencial. Si en la definición clásica de Stendhal «una novela es un espejo a lo largo de un camino», la novela negra es una narración itinerante que describe ambientes y personajes variopintos mientras se persigue el fin, la investigación, la búsqueda. La acción manda sobre los monólogos interiores, y la prosa, cargada de verbos
de movimiento, se hace imagen dinámica y emocionante. Es un camino urbano, ajeno a las miradas primarias y a las mentes bienpensantes, donde la creación de personajes y la descripción de ambientes resulta fundamental y exige al autor una planificación previa a la escritura. Aquí radica uno de los rasgos esenciales de la novela negra, que la convierte, de este modo, en novela urbana, social y realista por antonomasia. 4. El argumento. Veamos: aventura indagatoria, intriga, realismo, crítica social, espejo en movimiento... Sin embargo, como diría Oscar Wilde, para escribir una novela (negra) sólo se precisan dos condiciones: tener una historia (criminal) que contar y contarla bien. ¿Y qué debemos hacer para conseguirlo? Antes de empezar a escribir, es preciso tener un argumento desarrollado, una trama en ciernes, un esquema básico de la acción por la que vamos a transitar. Saber qué historia queremos contar: su tema central. Después, al correr de las páginas, los acontecimiento marcarán sus propios caminos, a veces imprevisibles, pero el autor siempre sabrá hacia dónde dirige su relato. Un buen mapa ayuda a no perderse. 5. Lo accesorio no existe. La voluntad de contar una historia y atrapar con ella al lector permite pocas florituras y ningún titubeo. Toda la narración ha de estar en función de la historia que pretendemos escribir. Si leemos 1280 almas, de Jim Thompson, por ejemplo, descubrimos que el novelista escribió una historia exacta, ajustada, sin ningún pasaje prescindible.
No en vano, es una obra maestra de la narrativa moderna. Es cierto: una novela criminal puede contener todo tipo de elementos disgregadores de la trama, divagaciones caprichosas, puede cambiar de espejo a lo largo del camino; pero entonces no nos encontraremos ante una novela negra, aunque se mueva alrededor de la resolución de un crimen o se describa un proceso judicial. En la novela negra, como
en la poesía, lo accesorio no existe. Un poema puede ser bellísimo, pero si quiere llamarse soneto tendrá que escribirse, como mínimo, en endecasílabos. Es una regla fundamental del juego. Lo mismo ocurre con la novela negra: hay que elaborarla en función de unas reglas (que aquí estoy disparando a quemarropa) aceptadas a priori por el autor. Y para que sea buena literatura, hay que escribirla bien. 6. La construcción de los personajes. Cuestión clave: antes de comenzar a escribir, conviene saberlo todo sobre ellos. Su pasado, su psicología, su visión del mundo y de la vida... Si conocemos a los personajes principales (y muy especialmente al narrador o conductor de la historia, si es uno), el relato discurrirá fácilmente, se deslizará a través de las páginas como el jabón sobre una superficie de mármol y el lector no podrá abandonar el libro hasta el párrafo final. Para ello se aconseja realizar una biografía resumida de los personajes principales, como si se tratara de una ficha policial o un currículum para obtener trabajos basura, dos instrumentos de la vida real muy útiles en la creación literaria. 7. La fuerza de los diálogos. Cuando hablan, los personajes deben utilizar la jerga precisa, sin abusar, con palabras claves, pero sin caer en un lenguaje incomprensible y cambiante. Vale la pena utilizar de manera comedida palabras profesionales. Por ejemplo, si habla un policía, cuando vigila a un sospechoso está marcándole; un confidente es un confite; cuando matan a alguien, le dan matarile... Cada diálogo cuenta una historia, y muchos personajes que desfilan por la novela negra se muestran a sí mismos a través de sus palabras. El diálogo es un vehículo para mostrar su psicología y sus fantasmas. Un ejemplo
clásico: Marlowe, en El sueño eterno, se disculpa ante la secretaria de Brody, a la que ha golpeado:
-¿Le he hecho daño en la cabeza? -pregunta el detective. -Usted y todos los hombres con los que me he tropezado -contesta la mujer. 8. Documentarse para ser verosímil. Para que el lector se crea el relato que se está contando, el autor debe documentarse con el objetivo de no caer en mimetismos fáciles (especialmente cinematográficos). Por ejemplo, en España los jueces no usan el mazo, como los anglosajones, sino una campanita; los detectives españoles no investigan casos de homicidio ni llevan pistola (salvo rarísimas excepciones).
Hay que conocer las cuestiones de procedimiento, no para convertir la novela en un manual, sino para no caer en errores de bulto. La verosimilitud lo exige para que el lector se crea nuestra historia. Hay que saber de qué se está hablando. Por ejemplo, de qué marca y calibre es la pistola reglamentaria de la policía española, ¿una pistola es lo mismo que un revólver?, cómo se realiza en España un levantamiento de cadáver..., y tantas otras dudas que surgen a lo largo de la acción.
9. El mundo del crimen. Si la trama que mueve una novela negra ha de ser creíble, los métodos del crimen también. La conclusión de un hecho criminal ha de llegar por los caminos de la razón. En el siglo XXI, los enigmas rocambolescos, los
venenos exóticos y las conspiraciones insólitas han sido reemplazados por la corrupción institucional, las mafias, los delitos económicos vestidos de ingeniería financiera o el crimen de Estado. Vivimos en una era post-industrial donde la novela negra es un testigo descarnado
de las cloacas que mueven el mundo, más allá del agente moralizador de la burguesía que campaba en las páginas de las novelas-enigma tradicionales. Los tiempos han cambiado y no hay retorno posible. El realismo y la denuncia imponen su rostro literario. Los mejores personajes de la novela negra actual son malas personas, pero, como diría Orwell, algunas son más malas que otras. Y 10. Advertencia final: nada de trucos. Poe, en "El doble crimen de la calle Morge", inauguró el género policíaco y el género negro posterior al crack de 1929, porque, al escribir esta historia, planteó al lector el juego de descubrir una verdad, en apariencia sobrenatural, con las armas de la razón, a través de una investigación detectivesca. Esa voluntad del novelista, esta complicidad con el lector, exige al escritor no hacer trampas en la construcción de sus historias criminales y plantea, al mismo tiempo, una relación privilegiada con el receptor de sus novelas. Divertir, entretener, emocionar, escribir para ser leído... ¿No es este el objetivo de la Literatura? Hay que jugar limpio con el lector. ¡Las manos quietas o disparo! Para freír un huevo, es preciso romper la cáscara. Siempre.
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