En colaboraci贸n con
La Organizaci贸n Global de Telemercadeo
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PROSVET, Revista Insolente Queretana
PRESENTAN
Consejo Editorial Diana Diego F. Elizabeth Acosta Haro Kiril Kravchenko Tercera edición: Abril 2013 © Todos los autores incluidos en esta publicación
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D. R. © Grupo Editorial Mamá Dolores Cartonera, 2013
Impreso y hecho en Querétaro, México “Se prohíbe la reproducción total o parcial de este documento por cualquier medio sin previo y expreso consentimiento por escrito de Grupo Editorial Mamá Dolores Cartonera, a cualquier persona y actividad que sean ajenas al mismo”.
Prosvet es un proyecto de difusión artística sin fines de lucro. Todas las colaboraciones son voluntarias y por puro amor al arte.
En colaboración con:
Diseño Editorial:
a través de
ÍnDI CE сырой Manatease
Carta de los lectores El dulce encanto de la hipocresía
8
Prosvet Ilustrado 8
Hermosos defectos Adrián Ortega Iturriaga
25 de agosto N. Suri Torres
Minificciones
ABSURDOS TRIÁNGULO DE LAS BERMUDAS CABO VERDE (OTRA HISTORIA SOBRE LA COLONIZACION INVISIBLE) EL CABALLITO
10 10
Felipe Bohórquez
Asesino a sueldo Vlad Dolg
El cartero Vlad Dolg
El ingenio maldito Fernando Zesati
Conductas autodestructivas
(Sentencia de muerte a la humanidad, parte 1)
12 12 17 19
Los mismos y el otro Fernando Zesati
Reclamos imaginarios de odio hacia mi némesis Katia Álvarez
Rubens built my hotrod 80ʼs Bowie Geaderass Porrtdada Indotran Bathroom Salem Weather Proyect2 Weather Proyect4
36 37 37 38 38 39 39
Salvador Servín
Test 1 Test 2
40 40 40
Juglans Mollis
21
Miscelánea Prosvet
23
De políticos, pendejos y patanes
25
Hacia un correcto entendimiento del “ojete”
26 27
Silvana Edith Olmedo
30 32 33
42 42 44
Re-explicando las palabras
E. Manríquez
Horror-scopes
46
Efraín “Asteroide” Ríos
Radio Prosvet
(Elizabeth Acosta Haro) N. Suri Torres
35
Ury Enríquez
Radio Prosvet
Liszt E. Fraggle
Tiempo
Sin título(Kelloggs pollos Gallery)
Luis Sánchez
María José Juárez Becerra
Obra infinita
34
Héctor Mendoza
Alan Estefan Torres
Prosvet Literario
Sin título
34
Nappa Loggans
48 48
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Radio Prosvet
DESdE L La ruta de la caca Debajo de las cloacas, ahí donde el silencio viene impregnado con los aromas fétidos de una ciudad envilecida; en ese inframundo de plagas y enfermedades, estamos nosotros. Somos la ORGANIZACIÓN GLOBAL DE TELEMERCADEO. Somos O.G.T. Un poema nos destruyó. Un poema nos trajo al subsuelo. Aquí donde todo lo que hay es mierda. Hemos dejado los teléfonos y el tiempo lo usamos para ver hacia el cielo.
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····· Javier Sotomayor, cliente no. 138,452. Transcripción íntegra de la llamada del 26 de abril de 2013 - ¡Buenas tardes! Mi nombre es Jaime Albarrán, asesor de ventas de la Organización Global... - Lo conozco. Los conozco a todos. - ¿Perdón? - Sabía que iban a llamar hoy. Conozco sus horarios, sus bases de datos, sus dinámicas de trabajo. Lo he visto entrar a usted en las oficinas y lamento informarle que hoy todos conocerán lo que es un Prosvet. ····· “No mames, ¡huele bien pinche ojete aquí!” “¡Es el aroma de la resistencia!” “Ya, neta. ¿Qué chingados huele tan mal?” “Es un poema.” “¿Un poema?” “Un poema que no salió muy bien.” ····· La O.G.T. se había llenado de detractores: grupos feministas, indigenistas, naturalistas, salvadores de perros callejeros y anexos. Todos nos acusaron de violación a la privacidad, de vender productos que violentaban la libertad de las mujeres, los perros y los niños; todos trataron de desprestigiar a la organización y a quienes trabajamos en ella. Pero nadie nos golpeó tan fuerte como Javier Sotomayor, cliente no. 138,452. Le bastó un poema. ····· “No entiendo, no me gusta la poesía” “Dicen que un tipo escribió el poema más ojete de la historia. Que cuando leyó apenas los primeros versos, algo explotó.”
A_EDI TORIAL “No seas culero, no puede haber un poema así de malo.” “No es malo, es ojete. Mira, léelo tú. Pero tápate la nariz porque huele a mierda.” ····· - Hace 6 meses mi ex esposa, Lucía, compró el Super Fast Body Slim. La última vez que la vi tenía 30 kilos menos y una autoestima 30 kilos más robusta. Me cambió por un poeta, por eso también decidí dedicarme a la literatura y le escribí algunos versos. La busqué pero no quiso contestar. Por eso esperé tu llamada maldito vende promesas, esperé a que llegaras a mi y serás el primero en escucharlos. “Querida hija de puta, infeliz y mal parida...”
Jaime Albarrán soy yo. Después de esa tarde Javier Sotomayor publicó una revista. Al poco tiempo, la gente comenzó a leernos versos y más versos extraídos de ahí. Las oficinas olían a orín y a mierda, hasta que nos convertimos en una cloaca. Ahora vemos al cielo temiendo un nuevo Prosvet. Sotomayor lo describió muy bien entonces: “un Prosvet, ya lo verán, es la luz que entra por el ojete, milésimas de segundo antes de una tormenta de mierda”. ····· “Ya cierra esa pinche revista que nos estamos poniendo morados.” “Sí, ya. Pero está buena la idea, ¿no?” “¿Para una revista? ¡No mames!” ····· En esta tercera entrega de la revista Prosvet, nuestros autores son unos perfectos cabrones que entregaron material de temática ojete, cruel e insolente. Esta edición está compuesta por textos literarios, ilustración, música y opinión, creando una amplia variedad de formas de vivir la insolencia. Recomendamos leerla con precaución y cuidado de no reproducir nada de lo que aquí se presenta, es demasiado ojete.
LA REDACCIÓN
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MANATEASE Alex D. Franco o Manatease, nos comaprte una pieza que concibió a partir de un temática oscura e insolente en mente, con sonidos que pueden resultar obscenos, como el lo llama, para la mayoría de los oídos.
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El título сырой, es una traducción al ruso de la palabra “crude” o “crudo”. Manatease, es el proyecto de una persona que hace poco comenzó a producir música, y que encuentra en esa actividad una catarsis más que un proyecto profesional.
PHIL CALDERÓN https://soundcloud.com/ manatease/prosvet3
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CaRTAS_ DE-LoS_LECT ORes
El dulce encanto de la hipocresía
M
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uchas veces pienso que el simple hecho de enfrentarme a los fantasmas del pasado es lo que me hace huir, salir despavorido y tratar de no tener la más mínima relación con el yugo que me llena de impotencia. Ya no quiero seguir construyendo castillos de arena. Tengo que ser una persona coherente y lo suficientemente fuerte como para no llorar cada vez que veo que existe una injusticia en mi país.
Pobreza, violencia, secuestros, violaciones a los derechos y a las garantías individuales, un sistema de educación arcaico, corrupción; un abandono tremendo por parte de las autoridades, tranzas, falsos ídolos y una religión que está pudriéndonos desde las entrañas. La manera más fácil de lidiar con estas injusticias es buscándoles culpables: PAN, PRI, Enrique Peña Nieto, Joaquín “El Chapo” Guzmán, Elba Esther Gordillo, Norberto Rivera o Vicente Fox. La lista es infinita; siempre es más fácil buscar la basura en el ojo ajeno y encontrar un momento para hacer uso de mi lengua bífida. Pero hoy no es el caso. Estoy cansado de tratar de entender las cosas, de tener dudas, inseguridad, miedo. Quiero tener la cabeza fría por un momento y decir: ¡A la mierda! Tener el valor de sentirme bien, hacer lo correcto y aceptar el hecho de que he tomado muchas decisiones equivocadas en mi vida; me cuesta aceptarlo, no soy perfecto. Es tiempo de articular estas palabras: Estoy harto, no quiero más; es tiempo de dejar de buscar culpables y aceptar mi responsabilidad.
ALAN ESTEFAN TORRES
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11 Mi nombre es Alan y soy un mal mexicano. Acepto que he tirado basura en las calles, que he dado mordidas, que he bebido en lugares públicos; que en más de una ocasión he cometido delitos por falta a la moral en la vía pública, que he mentado madres cuando voy en mi automóvil, que he manejado con más alcohol en la sangre que el nivel legal permitido, que he comprado piratería, que he llamado indio a personas que tienen un nivel de educación inferior al mío y que he sido irrespetuoso con las creencias religiosas de los demás. Siempre traté de justificar esto como parte de mis años de adolescente, como parte de una rebeldía natural de los jóvenes, pero ahora estoy seguro de que todo eso era un autoengaño para no asumir mi responsabilidad. Sabía que estaba haciendo algo incorrecto y aún así lo seguía haciendo.
¿Cuánto tiempo más necesitas para dejar de hacerte el pendejo y abrir los ojos? Es una realidad que el problema de México somos los malos mexicanos. No voy a volver a tener miedo de aceptar quién soy y lo que he hecho, a partir de hoy voy a tratar de cambiar a mi país, empezando por cambiar yo. Las palabras se quedan en el imaginario colectivo, las acciones en la memoria; dejemos el falso activismo y empecemos a analizar en qué hemos contribuido para que México sea el país del que tanto nos quejamos.
Siempre me sentí orgulloso por mi nivel superior de educación, por ser parte de la elite de este país. Por poder ser universitario en una escuela privada; pero ahora me doy cuenta que soy igual que las personas de las que me he quejado tan amargamente. Entre los mexicanos no hay diferencia, no importa el nivel cultural, económico o social. Nuestra semilla fue cosechada en la misma tierra, lo llevamos en la sangre: O me chingas o te chingo. Creo fervientemente que México no necesita milagros, no necesita a la izquierda, no necesita una revolución y mucho menos necesita un falso activismo. Lo que nuestro país necesita son personas que tengan los pantalones para aceptar que no existen ciudadanos ejemplares, que no existen soluciones mágicas ni políticos profetizados; que la diferencia está en que cambiemos todas esas prácticas que nos caracterizan como mexicanos. Si crees que has sido un ciudadano intachable, recuerda que el primer paso en cualquier situación de duelo es la negación.
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Por fin he tenido el valor de darme cuenta que me refugio detrás de un monitor para escribir, desacreditar, insultar y abogar por personas que tienen la misma culpa que yo de que nuestro hermoso país esté convertido en la cloaca que es.
PROSV Et_lIT ERARIO
ITURRIAGA
Hermosos defectos
ADRIÁN ORTEGA
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“Ella era un alma más o menos buena, pero el mundo está lleno de almas más o menos buenas y mira dónde estamos.” -CHARLES BUKOWSKI
De haber sabido cómo terminaría todo, probablemente habría huido. Me refiero a correr como una gallina asustada a la que le persigue un gordo con machete. ¿Por qué no tomé el primer avión a Findelmundo, a Lachingada y desaparecí? Bueno, tengo una gran debilidad. Seguramente, si regresara en el tiempo, actuaría de la misma forma. Aún sabiendo lo que pasaría. Se trata de una mezcla entre la atracción primitiva hacia el género femenino y el particular interés por meterme en problemas. No sé qué desencadena qué cosa. ¿Será que las mujeres traen consigo problemas por naturaleza? O, ¿es que no puedo enamorarme más que de mujeres confl ictivas? Prefiero inclinarme por la primera opción. Y es que no me cuesta mucho trabajo enamorarme. En realidad, creo que no hay cosa más fácil. Mira, que si viviera en la Edad Media, lo mismo me hubiera dado enamorarme de una princesa que de una cocinera, una granjera o de su hermana. Quizá mi gran defecto sea pensar que todas tienen una gran historia escondida por ahí. Generalmente bajo la falda. O eso me gusta imaginar. ¡Dios, es que hay tantos tesoros ocultos en la avenida que va del tobillo a la entrepierna!
2 -¿El señor Iturbide? -Itur… No, no, aquí no vive. -Eh… ¿está segu… Sí, sí, disculpe. Colgó.
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–¿Señor Iturbide? –Que aquí no… Espera un segundo, ¡Iturbide!–grité –No, ningún Iturbide por aquí, ¿entiendes? Aquí no hay ningún Iturbide. –Imposible, me dieron este número, es el cuatro cuatro tres Colgué. Volvió a sonar la maldita cancioncita del teléfono. –Busco al señor Iturbide. –¡EQUIVOCADO! Entonces caí en cuenta de que tal vez no buscaban al señor Iturbide, si no al señor Iturrana, que era yo. Afortunadamente, el tipo aquel era un terco de los que siempre se salen con la suya. Y es que por ese entonces andaba algo corto de dinero. Ya ves cómo pasa con eso de los trabajos free-lance y el capricho de hacer lo que te gusta. Para mí se trata de escribir: sólo ahí encuentro espacio para hablar de veras. La cancioncilla esa, que me recordaba a una de esas asquerosas obras maestras de las navidades, volvió a vomitar sus notitas alegres –Mire, me dieron este número y –Sí, sí, ya sé, el Señor Iturbide. Hay un error, querido. Un error pequeñito. Aquí sólo vivo yo, ¿entiendes? Pero, bueno, es gracioso, lo que pasa es que yo soy Iturrana, no Iturbide. I T U R R A N A. –Pero, aquí dice Iturb… Aquí claramente dice… ¿A qué se dedica, señor Iturrana? –La mayoría del tiempo a nada, pero cuando me sobra algo: escribo. –¡Ah, escribe! Muy bien, sí, muy bien. ¡Ja! Escuche, veinte años trabajando para esta compañía y nunca me había tocado un error así. Veinte años, ¡ja! Mi esposa no va a creérselo. Bueno, bueno, vamos a corregir esta pequeñez –deletreó – I-T-U-R… ¿Una erre o dos? –Dos, dos erres: I-T-U-R-R-A-N-A. –Ah, bien, bien, muy bien. Iturrana. Ya está. Se trataba de una oferta de trabajo. Como anillo al dedo, ¿sabes? Perfecto. Un guión para televisión.
Querían un drama. Querían infidelidad. Querían esa historia que se repite y se repite y se repite en la caja estúpida. Bueno, sí, está bien, aceptémoslo, a veces hay que adaptar los placeres a las necesidades. Dije que sí.
3 Ana estaba en el supermercado, apachurrando suavemente unos jitomates, cuando sonó su móvil. No reconoció el número y eso provocó que sus cejas se arrugaran. “Me fascina cuando arrugas las cejas. Bueno, me fascinas toda, siempre. Pero en tus cejas hay algo. Intriga. No sé”, le había dicho Bernardo en alguna ocasión, mucho tiempo atrás, cuando aún eran novios y se decían ese tipo de cosas, melosas. Ahora, todo eso se había desgastado hasta terminarse casi por completo. Ana no decidía si le molestaba más el hecho de que su esposo ya no fuera cariñoso con ella, o aceptar el condenado cliché de los matrimonios. Odiaba realmente cuando se juntaba con sus amigas para desayunar y se le salía alguna queja del estilo “Bernardo ya no es el mismo que antes”, “Bernardo ya casi no me toca, ¿será que me he puesto gorda?” Bernardo esto. Bernardo lo otro. ¿Y ella? Eso es lo que le molestaba en el fondo, ¿qué hacía ella para que su alma gemela actuara de esa forma? Cuando contestó el teléfono, las cejas se arrugaron aún más, se arrugaron tanto como podían arrugarse aquellas cejas tan maravillosas. –Pero, ¿está bien? –Sí, sí. Está todo bien. Ahora está bien. Aún así sería bueno que vinieran –la voz femenina que salía por la bocina, enfatizó la última letra. Ana sintió un escalofrío y rompió a llorar. –Claro. Por supuesto. Voy para allá. Colgaron. Una voz nueva, ahora masculina, salió por los agujeritos. –Ya te he dicho que no me llames si no se trata de una emergen –Es Julián –soltó Ana entre sollozos. –¿ Julián? ¿Qué hay con él? ¿Qué pasó? –Está en el hospital. ¡En el hospital, Bernardo! ¡Mi hijo, en el HOSPITAL! –Tranquila, vamos, tranquila. Dime qué pasó, ¿en
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Volvieron a llamar.
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PROSV Et_lIT ERARIO el hospital? Diablos, a ver, con calma, ¿qué pasó? –Sólo llega ahí, ¿de acuerdo? Sólo ve y… está en ese hospital cerca de la escuela, ¿de acuerdo? Por favor, sólo llega ahí. Aquella mañana estaba tumbado en la cama, mirando el techo. ¿A qué me dedicaba? Sí, bueno, eso de mirar el techo me quitaba gran parte de la mañana. Pero es que a veces no hay de otra para encontrar inspiración, tenía que entregar ese guión para televisión y no llevaba ni una palabra. Ya ves que eso de las musas es toda una mentira. Ojalá vinieran y te soplaran palabras cachondas al oído. Por mi parte no dudaría en arrancarles la ropa y acariciar sus buenas intenciones y sus consejos tan sagrados. ¡Oh, Talía, Erato y Calíope, llévenme a su Olimpo de orgías y borracheras! Me quedé esperando sus cuerpos carnosos de carrara. Luego sonó el teléfono. Malditos teléfonos, cómo los odio, especialmente cuando interrumpen pensamientos tan obscenamente divertidos.
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–Ah, Bernardo, ¿qué hay, querido? El muy cabrón llevaba meses sin hablarme, y de pronto, ¡voilá!, ahí lo tenía pidiéndome un favor tremendo. Estaba cerrando el trato más gordo en la historia de su apestosa tienda. Me parece que había una oriental de por medio. Seguramente una china. Y trompetas. Bernardo era un músico frustrado y uno de mis mejores camaradas. O eso es lo que él decía. Yo no estaría tan seguro, pero nunca estoy seguro de nada. Ve tú a saber. –¡Es una emergencia! Una emergencia, una emergencia. Sí, claro. Una emergencia. No paraba de repetirlo. Bueno, bueno, para eso están los colegas, le dije. Para mis adentros pensaba lo hijo de puta que estaba siendo: prefiriendo cerrar un trato, su china esa y sus trompetas y toda la pasta que iba a embolsarse, que a su chico de cuatro años. Me dio asco pensar en todos esos papanatas que traen chiquillos al mundo y luego se olvidan de sus responsabilidades. En fin, alguien tenía que apapachar a esa criaturita: superhéroe al rescate. –Está bien, hombre, está bien. Ya voy. Sí, sí, me debes una, sí. Me estoy poniendo los zapatos, ya salgo.
5 Ana estaba en la recepción cuando llegué. Llevaba una falda larga que le caía hasta los pies y una blusa entallada que reafirmaba su buena figura. Parecía una de esas muñecas hawaianas que bailan el hula en los coches. No había charlado nunca con ella, vamos, nada más que las obligadas palabras de cordialidad. En ese momento, cuando la vi ahí, de pie, esperando a que sucediera no sé qué cosa, pensé que tal vez habíamos bailado el día de su boda. Era una idea sensata. Pero de aquella fiesta no guardaba ningún recuerdo lúcido, a excepción de un vaso y una botella de whisky. A los chicos los conocía mejor, al pequeño Julián solíamos llevarlo a jugar futbol al parque. Bueno, creo que nos divertíamos más Bernardo y yo. En la infancia habíamos jugado para el mismo equipo y hacíamos una pareja estupenda, éramos una máquina de goles. La pelota era algo que nos conectaba. Quizá de las pocas cosas que nos quedaban. Yo me había desviado por la ruta del alcohol y el ocio. Él había seguido las instrucciones de sus padres: conseguir una buena mujer, tener hijos, comprar una casa y todas esas tonterías que tanto te aferran a la vida. Cuando Ana volteó, arrugó las cejas casi hasta juntarlas. Supongo que no le gustó lo que vio. Me tardé unos cuantos segundos en explicar mi presencia. No soy muy bueno para eso de dar explicaciones. Creo que le dije que iba de parte de Bernardo porque él “estaba muy ocupado”, alguna estupidez así. Por supuesto, ella empezó a llorar y yo me quedé ahí parado sin saber qué hacer. Probablemente pensaría algo como “ese cabrón se interesa más por su asquerosa tienda que por su familia y encima nos manda al borracho de su amigo”. –¿Cómo está el pequeño, Julián? –pregunté para romper el hielo. Nunca he sabido cómo actuar con la gente que llora. Me inquietan. Por suerte, la pregunta funcionó como un elixir curador, porque enseguida brotó una sonrisa en su rostro. –Está bien. No fue nada. Ya ves cómo son los niños, les quitas el ojo un segundo y ya están haciendo de las suyas –se recogió el cabello y lo envolvió detrás de la oreja –Oye, mira, esto puede sonar algo raro… – cuando alguien te dice que algo va a sonar raro, seguramente es porque va a sonar raro –Es sólo que,
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Nos abrazamos. Olía bien. Y se sentía bien. La emergencia consistía en una canica dentro de un ojo. ¿Cómo llega una canica a semejante lugar tan recóndito? Misterio. El pequeño Julián aseguraba que la canica lo había perseguido por todo el salón de clases, hasta que, finalmente, alcanzándolo, fue a dar dentro del ojo. Me costaba trabajo creer esa historia, pero Ana estaba convencida de que así tenía que haber pasado. Le ofrecí pagar por los medicamentos que había recetado el doctor. Insistí. Ya me arreglaría luego con Bernardo. Ahora que recuerdo, nunca recuperé aquel dinero. Seguramente no lo haga nunca. Ana estaba muy agradecida y era toda sonrisas, ji ji ji ja ja ja, parecía más contenta que nunca. Tanto así que me pidió de buena gana que la acompañara a su casa, por si Julián se quedaba dormido y había que cargarlo. Acepté.
6 Llevé al pequeño Julián hasta su cama. Resultaba extraño tenerlo entre mis brazos. Me refiero a que sentí cierta plenitud, quizá un poco de envidia. –¿Nunca has pensado en tener uno? –preguntó Ana, que había subido conmigo para indicarme la habitación. –¿Uno? –me horrorizó la forma en que había hecho la pregunta, como si pudieras conseguir una criatura de esas en el supermercado. Un muñequito para divertirte jugando a la mamá. “Y éste sí que caga”, pensé como anuncio de televisión. –No, no. Dios, no. Si no puedo ni conmigo mismo. –Ana se acercó por detrás, me tomó del hombro y descansó ahí su barbilla. El cabello rozaba mi oreja y me hacía cosquillas. Pegó sus pechos contra mi espalda. Estaban firmes. Caray, estaban condenadamente firmes. –Creo que lo harías maravillosamente bien. Bajamos a tomar algo. Vaya que si tomamos algo, los vasos se vaciaban en segundos. Había cierta urgencia. Quizá buscábamos una justificación para el vandalismo moral que estábamos a punto de cometer.
Empecé por quitarle los zapatos y a besarle las piernas. Me topé con algo misterioso a medio camino hacia los muslos. Era un lunar de tamaño considerable que “odiaba desde que era niña”. Lo besé y le dije que era perfecto, que si algo iba a recordar de todo, sería ese detalle. Sumergí la cabeza hasta el fondo y me dejé ahogar entre tanta oscuridad. Olía bien.
7 QUERIDO AMIGO: ME ESTOY COGIENDO A TU MUJER. No recuerdo cuántas horas pasé mirando el techo en busca de un título. Sabía que no lo aceptarían. A las televisoras no les gusta eso de las groserías. Y las faltas a la moral las explican como actos perversos, nunca por el placer que hay detrás. De cualquier forma decidí mandarlo así. Respetar mi dignidad. Me tomó una noche escribir el guión. Por eso no me siento mal cuando paso horas echado en la cama sin hacer nada. Estaba borracho y cansado, pero no podía dormir sin escupir toda esa mierda que acababa de vivir.
8 Pasaron meses para que Bernardo descubriera que me estaba bombeando a su mujer. No sé por qué incluí el detalle del lunar en el guión. Por idiota, seguramente. Pero es el tipo de cosas que me causan gran fascinación: los pequeños defectos que humanizan a las personas. Quizá era una forma de confesar el crimen. Serían eso de las once de la noche cuando llamó a la puerta. Abrí en calzones, porque a esa hora sólo podía tratarse de alguna vieja amiga con calentura o algún colega de copas: gente de confianza. Bernardo estaba de pie llorando. Pero llorando en serio. Me pregunté de dónde salían tantas lágrimas, parecían dos presas desbordándose. Hasta cierto punto resultaba asqueroso, tanta agua escurriéndole por toda la cara. Me dijo que ya lo sabía todo. Se refería al amorío con su mujer. Al parecer su detective interior había conectado la historia y el detalle del lunar y mi nombre en los créditos. Nada tonto, colega, nada tonto. Luego Ana lo confesó todo.
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bueno, con todo el susto y eso… ¿podría abrazarte? Lo único que quería era abrazar a… y… sólo necesito un abrazo.
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PROSV Et_lIT ERARIO Serví whisky para los dos. No sabía qué decir. Vamos, no podía cambiar nada de lo que ya estaba hecho. No me arrepentía tampoco. El dinero me había caído de perlas.¿Qué diablos quería que le dijera? No alcancé a preguntárselo porque sacó una pistola de su chamarra. Nunca había visto una tan de cerca. Sus manos temblaban. Creo que no sabía cómo utilizarla. Parecía no recordarlo. Aún así se apuntó contra la sien derecha. Sentí cierto alivio de que no me apuntara a mí. Cuando disparó, cerré los ojos y casi me caigo del sillón.
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No pudo hacerlo. La bala dio contra el refrigerador, arruinándolo. A veces pienso en ese agujero y en el lunar de Ana. Hermosos defectos.
25 de agosto
Era 25 de agosto de 1983, una fecha fatídica. Temprano ese día una pasmosa noticia dio la vuelta al mundo, el escritor argentino Jorge Luis Borges había muerto, tenía 84 años de edad. Las causas de su muerte estaban por comprobarse pero el resultado de las investigaciones era más que obvio. Las pastillas de cianuro sobre una impasible mesa, dentro de la habitación 19 de un hotel en
Adrogué sólo podían tener un significado: suicidio. Una jornada nefasta, la muerte parecía anunciarse en cada puerta a la espera de que el anfitrión abriera para cortarle la cabeza con su enorme hoz; nefasta, pero rara a la vez. El hecho de que sólo se haya salvado una persona del accidente me pareció increíble y más aún, que haya sido un anciano al borde de la defunción. De forma inusual sentí una extraña conexión con éste personaje, así que decidí ir la mañana del día siguiente a visitarlo, quería ser testigo del milagro, entrevistarme con él, saber sus impresiones acerca de lo sucedido y lo más importante, lo que pensaba acerca de la muerte y el por qué no lo había recogido ese día. A la mañana siguiente desperté con una mezcla entre emoción e incertidumbre, sentimiento muy extraño al que no le di importancia puesto que podría desviarme de mis pensamientos y las cuestiones que quería plantearle al viejo. Mientras tomaba el desayuno hojeé el periódico y descubrí algunos datos biográficos del sobreviviente: su nombre era Robert Wright-Jalsenjak, mi antiguo profesor de Universidad de ascendencia inglesa por parte de su padre y eslávica (creo que croata) del lado de su madre. Nacido en un estado del centro de la República (no recuerdo cuál), a temprana edad se dirigió a Europa, cursando la mayoría de sus estudios allá. Regresó en 1969 para fungir como rector de la Universidad más prestigiosa del país, cargo que desempeñó hasta hace cuatro años. Actualmente vive de su nada despreciable pensión y ocasionales conferencias; también trabaja en la escuela primaria de la que su hija es directora, bus-
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V
i en el reloj de mi pequeña cocina que eran pasadas las once de la noche. Acababa de llegar del trabajo y encendí el televisor, se transmitía el noticiero nocturno. Había manejado el autobús todo el día –esa condena que me dejó mis estudios truncados – y, aunque me sentía cansado, decidí ver la televisión de pie. En la pantalla un hombre de unos cuarenta años de edad que vestía un traje gris y corbata roja, narraba los sucesos acontecidos en el día luciendo su poblado bigote. Su tono era insoportable, con la monotonía que tantos años en el medio provocan –en el espectador–, y con énfasis en las historias amarillistas, tan fastidiosas, pero que sirven para sensibilizar al auditorio y aumentar el rating. En ese instante daba la noticia de un terrible accidente: un autobús repleto de infantes (entre 8 y 12 años), una joven de aproximadamente 20 años, una mujer de mediana edad (45 años) y un viejo de 84 años, hizo colisión con un tráiler, la escena era escalofriante, las imágenes aún más. Miembros extraviados que se habían desprendido de algún crío, agitándose desesperados por regresar al cuerpo, y vísceras bautizando el flemático pavimento. Suceso en verdad pavoroso y extraño, el conductor desapareció y todos los pasajeros perecieron a excepción del anciano.
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cando nuevas alternativas de estimulación y apreciación temprana de los niños por las artes, por lo que organiza, para los pequeños, excursiones a museos y conciertos, a los que él también acude. A las 7:15 am salí de mi casa y me dirigí al Hospital Cantonal en donde se encontraba el octogenario. El trayecto fue de aproximadamente cuarenta minutos, amenizados por la lectura de El otro de Borges, así que cuando llegué a la clínica no había mucha gente, a excepción de un puñado de ociosos reporteros a los cuáles se les permitiría el acceso hasta las 9:30 am. Con el conocimiento adquirido por la lectura del diario tuve las herramientas para infiltrarme en la habitación del viejo. Entré al hospital, me presenté como H. Bustos Domecq y pregunté por su cuarto, la enfermera me dijo que el paciente se encontraba en el cuarto número 91. Le expresé mi deseo por verlo alegando que era un antiguo estudiante de la Universidad, que la noticia de su accidente me había perturbado y que tenía que cerciorarme de que se encontraba en un estado óptimo; ella no se opuso. Me indicó cómo llegar al lugar y sólo me hizo la recomendación de que fuera breve y no lo agotara en demasía, ya que a pesar de que se encontraba bien, el cansancio de su longevo organismo y las heridas sufridas – aunque sin mayor consideración–, no le permitían mantener una conversación prolongada. Le prometí que seguiría sus indicaciones y a toda prisa me dirigí a la habitación del anciano. Llegué al cuarto, la puerta estaba abierta y lo vi con un aspecto lúgubre bajo la despiadada luz. Entré y de inmediato volvió la cabeza preguntando quién se encontraba ahí. Avancé hasta una silla al lado de su cama, lo saludé y en seguida me presenté. No me conocía y nunca había oído acerca de mí, así que demandó una explicación del motivo de mi visita y del porqué se me había permitido pasar. Le expliqué que era un hombre simple fascinado con su historia, el ser el único sobreviviente a ese terrible accidente; que había sido un estudiante suyo durante la Universidad y que actualmente trabajaba como operador de una unidad de transporte privado. Pude notar en su rostro una mueca de desconcierto, a pesar de ello no me pidió que me fuera, al contrario, me ofreció que tomara asiento y pronto comenzamos a charlar.
Era un viejo bastante extraño; su plática a la vez me perturbaba y despertaba en mí una curiosidad inexistente. Hablamos de literatura, escritores como Kipling, Joyce, Schopenhauer, Poe, Rulfo, entre otros. Después de música, especialmente de dos grupos: Pink Floyd y Radiohead, y la fascinación que tanto la música como las letras de ambos despertaban en nosotros. Luego nuestra tertulia comenzó a tomar un curso diferente, con temas bastante raros y enigmáticos para mí. De la nada el anciano se insertó en un monólogo acerca del tiempo, de laberintos, espejos, tigres y un ente excepcional parecido al internet –por lo que pude interpretar –, a través del cual se es capaz de ver el universo en un instante. Confuso, me disculpé y alegué un compromiso importante que debía atender. Me despedí y salí a toda prisa de la habitación. Mientras caminaba hacia la salida no dejaba de pensar en que el viejo estaba loco y que en ningún momento hablamos acerca de la muerte ni del accidente. Además noté que durante todo ese tiempo nunca hizo contacto visual conmigo, que no lo vi parpadear. Para cuando crucé la recepción me percaté de que alguien me tomó violentamente por el brazo, volteé y observé que se trataba de un par de policías. Me esposaron dentro del hospital, no opuse resistencia. Caminando hacia la patrulla decidí preguntar el porqué de mi detención. Llegué al vehículo y fui introducido en la parte trasera de éste; se me comunicó que había sido acusado de homicidio imprudencial y de darme a la fuga. Concluí entonces que el anciano estaba ciego, y que su milagrosa postergación de la muerte, así como nuestro diálogo imposible, eran otra de sus tretas para asegurarse la eternidad.
Minificciones
MARÍA JOSÉ JUÁREZ BECERRA
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ABSURDOS
TRIÁNGULO DE LAS BERMUDAS Contrario a lo que mencionan todos los libros de geografía o enciclopedias, el enigmático Triángulo de las Bermudas no está entre Puerto Rico, Bermudas y Florida. Está en México: entre el terror del crimen organizado, la ineptitud de las instituciones gubernamentales y la indiferencia de la sociedad que en conjunto se encargan de desaparecer e invisibilizar a los migrantes.
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Él tenía una de las colecciones más inusuales del mundo. No coleccionaba bichos, ni mujeres; ni discos, ni atardeceres; ni cartas, ni voces. Él coleccionaba la fe y esperanza de los pueblos; discursos religiosos y políticos; promesas de todos los colores y de todas las épocas: “Absurdos”, le llamaba a su colección.
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CABO VERDE
(OTRA HISTORIA SOBRE LA COLONIZACION INVISIBLE)
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Los jóvenes de Cabo Verde, a pesar de invertir su tiempo en estudiar dentro de su país, deben buscar trabajo fuera de sus costas; allá en los países desarrollados. Lo más triste es que el nivel de sus estudios está, supuestamente, muy por debajo de los estándares internacionales de educación.Entonces, los jóvenes de Cabo Verde en el exterior si bien aspiran a conseguir trabajo, están condenados a laborar sólo dentro del servicio doméstico y derivados. Abandonando así, sus sueños. Desperdiciando así, su talento. Subsistiendo del polvo que se acumula en los muebles de las casas europeas. Mientras tanto los discursos sobre la igualdad y derechos humanos se acumulan en las bocas de los dueños de aquellas casas y de aquél polvo.
EL CABALLITO Si busca «La Torre del Caballito» en Wikipedia, se puede dar cuenta de que uno de los datos más relevantes (segunda oración del primer párrafo) es que cuenta con nueve elevadores de alta velocidad (6.3 metros por segundo). Por algo está ahí ese dato. Quizá un hombrecillo tiene alguna extraña fijación por los elevadores y fue él quien escribió ese entrada en Wikipedia. Pero Don Gilberto no era la clase de hombrecillo que se obsesiona con los elevadores. No. Él era un típico vendedor de tortas en las oficinas del centro del DF. Pero como le prohibieron la entrada en su nido de clientes principal: la Torre Prisma, sede de la Secretaria de Administración Tributaria (SAT), decidió cruzar la Av. Paseo de la Reforma a probar su suerte en la Torre del Caballito; la guarida de los diputados y senadores.
Ricardo es un hombre sencillo que gusta de comer a todas horas. Ya pasan de las once de la mañana y sale en busca de aperitivos. Al salir de su edificio se encuentra con un vendedor de tortas, pregunta si trae de jamón mientras busca el billete de veinte pesos que había visto en su saco esa mañana. Sí, dice Don Gilberto mientras le entrega a Ricardo su pedido y éste le paga. Don Gilberto mira hacia arriba de la Torre del Caballito y nota que es más alta que la Torre Prisma. Oiga, dirigiéndose a Ricardo, ¿Como cuánta gente trabajará en el edificio? Ricardo pospone por un momento la inauguración de su torta y responde; – Un poco menos de la mitad.
Se intuye un dios (productor, director de la obra y jefe de iluminación) que cambia los tonos claros del verde y el azul en morados y azules oscuros desde las consolas; una gran barba que se desparrama encima de miles de botones, potenciómetros y faders, mientras unas manos manipulan los efectos; una halo de cigarro que fuma el Operador del espectáculo desde el cuarto de mando. En consecuencia, el ser abominable reacciona precipitándose al suelo dando gritos que inundan el cuarto, recorriendo tímpanos ansiosos y retinas estupefactas; entretiene con temblores, arcadas, parálisis: magnífico asombro. Él se toma su tiempo, agudiza sus gritos que se graban en el corazón y luego los agrava para guardarlos en cada orilla de nuestro ser. Silencios en momentos exactos: todo perfectamente ensayado. Su cuerpo se arquea y cae de nuevo al suelo con el tronido de sus escleróticos huesos. Vuelve a llorar mientras se retuerce sin sentido. El adefesio, que cuando había empezado el acto era un hombre cualquiera, responde de manera precisa a su público dejándonos ver su ritmo y manejo total del escenario.
Granulado, deforme, de piel seca, ojos rojos, babeante, con los pocos pelos que le quedan, pelos que gradualmente han dejado espacio a un sudor tan espeso que es ya pus hedionda solamente, llena la sala con su tormento. La podredumbre parece imperceptible para la demás gente. El éxtasis del público se deja notar, mientras tanto mi asombro se transforma, sin saber en qué. Confundido volteo a ver al público: siguen estúpidamente alegres balanceándose por la delgada línea de la euforia. ::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::: El hombre entró corriendo, se detuvo en una esquina que todavía no estaba iluminada, se detenía para vomitar y después el lugar se fue iluminando poco a poco. El escenario, que tenía sus paredes llenas de espejos, lo dejaba expuesto por todas direcciones, su cara todavía llena de vómito, miró alrededor. Parecía irreal. Era maravilloso cómo todo empezaba a oscurecer dejando una delgada línea de luz de un amarillo tan claro que simulaba la bondad de una bendición cayendo sobre él. Sus ojos miraron con terror hacia el cielo. Así, con esa escena, nos quedamos esperando un tiempo, tiempo que se parecía a esas eternidades que presumen los sacerdotes y los amantes. El tiempo que se detiene sin tedio. El espacio como un témpano. El tiempo congelado. El impulso de un hemisferio violento era lo único que roía las entrañas de los que estaban sentados en sus asientos confortablemente. Pero ninguna dicotomía se detiene, espacio, tiempo y obra continuaron. Así que esa delgada línea se fue haciendo mas ancha y a su
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E
n escena un monstruo llora y nadie sabe por qué. Su cuerpo se transforma constantemente y sus lágrimas hacen ríos y figuras de plastilina o arcilla; formas flexibles, más monstruos que corren asustados golpeándose unos con otros y evaporándose poco después de su exhaustiva lucha dejando cristales de sal encima de la tarima. La audiencia a la expectativa se convulsiona. El silencio en escena abruma la sala.
BOHÓRQUEZ
Obra infinita
FELIPE
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vez el color cambió a un color ocre que al hombre, actor principal de esta obra, le amargó el semblante. Así seguimos con ese hombre y con esa luz que lo diferenciaba del resto de los espectadores. Con los ojos en blanco y la cara sin expresión se empezaba a transformar; la joroba apareció primero, se encorvó como se expresa un cansancio a cuestas; la cara fue deformándose, un ojo desapareció por la hinchazón de la carne, que comenzaba a formar barros y espinillas. El resto de la piel sobre el tenue color naranja tardó más tiempo en cambiar. Entre más se ensanchaba el halo de luz, enverdeció: era un verde opaco que enturbió la sala y enfermó aún más al hombre.
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El juego de colores siguió. El público tuvo reacciones diversas. Unos lloraron de emoción. Los más sesudos dijeron oraciones breves alabando la genialidad del creador, previo a proferir sus alaridos de entusiasmo. La historia era conmovedora para otros y éstos se identificaron y sufrieron, pero también reían porque, en el fondo, se sabían salvados de la luz del escenario. Sobre mí caía un asombro absoluto, que en el fondo era un morbo placentero. Y la compasión por aquel ser sobre el escenario se disolvió en el aire viciado de la sala. :::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::: Los granos se revientan y sangran y se infectan tan rápidamente que nadie sabe ya qué esperar. El ente se transforma, se hincha, el pelo cae, lo que alguna vez fue humano ya no está. Las luces se apagan, se oye un golpe; el monstruo cayó al suelo. La expectativa es desesperante, se oye el respirar de la gente emocionada, al fondo de la fila una mujer comienza a babear una espuma espesa. Rabiosa, la mujer se para del asiento corre hacia el escenario, nadie le pone atención, es ella contra la nada. Entra a escena, las luces se prenden. Colérica toma a la bestia por un brazo, no la puede cargar, voltea hacia todas partes, sus ojos tiemblan y gruñe, la baba escurre por entre los labios, se abalanza hacia el espejo choca con él torpemente y éste se rompe. Con cortadas graves que dejan caer unas gotas de sangre sale de escena, una luz la persigue entre el público, se detiene y comienza a estampar su cabeza contra la pared hasta la inconciencia. La luz se apaga y devolvemos la mirada al escenario.
Llanto. Una llaga purpúrea baja desde las lámparas. El monstruo llora. La sensación de emoción comienza a desaparecer, me he dado cuenta del olor que sale de la bestia. La sangre que la mujer pierde tirada en el suelo hace que el lugar se vuelva más insoportable. Otro hombre se ha acercado a la mujer para penetrarla al ritmo triste de los sollozos del ser doliente. A pesar del estupor que me causa ver las pequeñas lágrimas convertidas en figuras que danzan en el suelo, ya no confundo el malestar general por el ambiente que me rodea. Gritos. El público comienza a serenarse. Han saltado y se han retorcido. Algunos aún tiemblan con los músculos agotados. Gritaron junto con la cosa que está en escena. ¿Sufrirán igual, a pesar de sus aplausos? La gente toma una vez más asiento. Mientras tanto, el agotamiento de las piernas me paraliza en mi lugar. La luz se viste de un rojo intenso y el monstruo atenúa los gritos hasta el punto de hacer sus gemidos casi sordos: comienza su agonía. Se esta ahogando lentamente, los ojos se le ponen rojos, saca la lengua, sopla. Arrastra las rodillas, no lucha más, sólo trata de respirar de vez en cuando. Es asco. El asombro se fue hace tiempo. Es asco. Cuando la masa temblorosa queda inerte, me paro de mi asiento. Salgo huyendo por el corredor que va hacia la derecha; no sé muy bien a dónde voy, pero me sigo moviendo entre los corredores. Las ganas de vomitar; me paro, está oscuro, descanso, me inclino para vomitar. La mejora es rápida y perceptible. Las luces se encienden. Escucho aplausos. La nausea regresa envuelta en nudos. Estoy en escena y la obra continúa.
Asesino a sueldo
VLAD DOLG
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E
Las personas en los tiempos modernos no ponen mucha atención a lo que está a su paso. Ya están acostumbrados a ver cosas raras, como los vendedores de cosméticos o los baptistas que dan unas hojitas de propaganda, así que me puse cómodo en la mitad del camino. Ellos sin darse cuenta automáticamente pasaban sobre mi o alrededor del rifle. Después de un buen rato sólo una persona se interesó. Me preguntó: —¿Es un comercial de armas? —No. Soy un asesino profesional. Espero a mi “trabajo”. —¿Y a quién va a matar? —me preguntó el con entusiasmo en sus ojos. —¿Usted esta esperando que salga del bar? —Sale, muere. Bastante fácil. Nunca me han gustado las conversaciones, pero de todos modos tenía que buscar algo que hacer para matar el tiempo. Después de un rato aparecieron más personas interesadas en mi persona. —¿Qué pasa aquí? —,le preguntó una chica
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legí una posición bastante cómoda –el bar “Rusia” estaba frente a mi. Y me puse bastante cómodo –saqué un colchón, para no resfriarme acostado en el asfalto, puse el rifle francotirador en un soporte especializado, cerca de mi un termo con té caliente y una lonchera con sándwiches. Revisé la óptica del rifle, saqué un cigarro y me puse a esperar.
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curiosa al hombre con el cual yo hablaba. —¡Tss! Cállate por favor. Lo estas distrayendo. Es un asesino profesional. ¡Va a matar alguien! —Ahh. Qué bien. Pero dígale que se apresure. Quiero verlo, pero no puedo esperar mucho, me esperan en la casa. —¡Oye, hermano! Dijo un hombre aproximadamente de dos metros. Cuando veas tu objetivo, no te pongas nervioso. Apunta bien y aprieta el gatillo lentamente. —Gracias por el consejo, pero ya no soy un niño. Sé cómo hacerlo, —le contesté yo. Él fijó la mirada en mi y luego me dijo: —¡Oye! Te conozco. Eras uno de los francotiradores de la 2ª división. —Si, pero esos tiempos ya pasaron. Contesté yo. —¡Qué gusto verte! ¡Estuve en la primera! Luego nos pusimos a hablar sobre los viejos tiempos, sobre las batallas terminadas y sobre la vida de antes. —¿Y por qué no estás en el trabajo? Pregunté yo. —Ah. Nuestra división ya no existe, al igual que la tuya. Así que ahora estoy libre de hacer lo que quiero. ¡Oiga, tráiganos cerveza por favor! Yo pago, —le gritó a uno de los observadores. —¡Bromeas! ¿Cómo que cerveza? Estoy trabajando. Tomamos algo después. —No te preocupes. Le pediré que te traiga una sin alcohol. —¿Y a quién va a matar? Preguntó alguien de los observadores. —Ah. A un político. A Svinchuk. —¡Vaya! ¿Al mayor o al menor? —Al mayor. —¡Mata a los dos! Yo vi que están juntos allá adentro. Estoy seguro que habrá algo de recompensa por el menor también. Dijo el ex camarada. —Ay, dios mío. No es una batalla en las montañas. A mi me pagan por el numero de personas que mato. Pasaron unos diez minutos más. Llegaron un montón de protestantes contra el gobierno, para apoyarme. También llegaron las fuerzas especiales de la policía, para calmar a los protestantes. Uno de ellos llegó hacia mi y me dijo: —¿Para quién está trabajando usted?
—Para su jefe. Dije yo y le mostré los documentos. —Ah. Entonces está bien. Después de unos cuantos minutos llegó una bola de gente. Todos tenían curiosidad y me rodearon por todos lados para ver mejor el disparo. Los que tenían prisa querían sacarlo del bar, para que lo matara, pero yo no lo permití. Al fin el mayor de los Svinchuk salió por la puerta todo borracho, acompañado por dos guardias. La gente empezó a gritar “¡DISPARA YA!”. Yo apunté el rifle e hice dos disparos en su cráneo. “¡BRAVO!” empezaron a gritar y aplaudir. Los guardias sacaron pistolas para encontrar a la persona que disparó, pero la multitud empezó a lanzarles tomates, huevos, ladrillos y otras cosas. Una mujer se acercó a mi, me regaló flores y dijo : —¡Bravo! ¡Ese tiro fue buenísimo! Yo hice un tiro más en el cráneo del muerto para satisfacer al público y di un par de entrevistas a los reporteros que llegaron instantáneamente. Después, dejé el rifle como lo hacen todos los profesionales y me fui a tomar un par de copas de cerveza con mi ex camarada. La multitud, para calmarse un poco, se fue a destruir el edificio del alcalde.
C
arlos Álvarez, cartero de oficio, ubicado en la Ciudad de México, daba sus rondas por el vecindario de la Colonia Roma, como lo hacia habitualmente, cuando, sin querer y por pura casualidad, al meter correspondencia al buzón de una casa, echó un vistazo por la ventana. Lo que contempló fue algo fuera de lo común: vio del otro lado del vidrio a una viuda, mujer solitaria, montando en pene incrustado en el piso. No era un juguete de hule, era de verdad, le pertenecía a su esposo difunto, Juan Manuel y la pobre mujer que pasó 20 años de su vida en compañía de este señor, sólo encontraba paz y felicidad a través de este sucio acto. El cartero al principio se quedó asqueado y asombrado por semejante suceso, pero por otro lado, sintió curiosidad, mucha curiosidad y a partir de ese día, iba a ver a la señora desconocida a diario, dando sus rutas por la colonia. Un par de semanas después se aprendió su horario y un día, le vino a la mente una idea sucia pero a la vez, brillante.
Llegó un poco más temprano de lo normal, la mujer no estaba presente en la casa y Carlos aprovechó el momento para meterse por debajo de la edificación e identificar el lugar exacto de la instalación del miembro del difunto y con una navaja suiza se tardó unos 20 minutos para removerlo. Se escuchó abrirse la puerta y sin dudar ni un segundo, metió su pene en el agujero. Al principio no sucedía nada, pero poco después, un impulso caliente pasó por todo su cuerpo; sentía el cuerpo de la mujer moviéndose en el ritmo repetitivo, acelerándose cada vez más y más. Le costaba trabajo no acabar, pero se aguantaba como todo
un soldado, frente al ritmo hipnotizante de las caderas de esta mujer, como un tanque bajo el fuego de la artillería pesada y, al pasar un buen rato, se acabó de la misma manera inesperada que como empezó. Carlos esperó un rato más, hasta escuchar el fuerte y firme ronquido de la mujer, para sacar su miembro y remplazarlo nuevamente con el que estaba en el hoyo originalmente. Regresó a su casa inmensamente feliz y a partir de esa vez, lo repitió cada que pasaba por la Colonia Roma. Pasaron días, semanas, meses y nunca fue descubierto; tiempo después, regresó como habitualmente a ese lugar y con un ágil movimiento de la mano, removió el miembro estacionario y colocó el suyo expandiéndose en el piso a la espera del éxtasis que estaba por venir. Escuchó abrirse la puerta, los pasos lentos de la mujer. Y luego, por primera vez en todo este tiempo, su voz. Ella dijo: — Juan, esposo mío. Tengo una noticia maravillosa para ti. Por fi n reuní suficiente dinero para mudarnos a Italia. Yo sé que tú siempre quisiste ir, así que... ... la mujer sacó una navaja.
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El cartero
VLAD DOLG
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El ingenio maldito Hay que meter, por descuido, la bota en un charco, olvidar la sombrilla cuando inicia la tormenta, perder todas las llaves para entrar por la ventana, encender, sin darnos cuenta, un cigarrillo al revés, perder el sombrero frente al hombre detrás de la barra, abrir un mapa y no saber, después, cómo doblarlo, sonrojarnos al hacer algún cálculo absurdo, tirar un billete pensándolo una papeleta y abrir, por error, una carta que no es para nosotros; también hay que llamarle merienda al desayuno, llegar al festejo mucho antes de la fecha, confundir el sábado con el domingo, golpearnos el dedo con el plomo del martillo, olvidar que la sopa hierve en la estufa y abrirnos la piel con las páginas de un libro; hace falta, sí, nos hace falta todo esto, nos hacen falta las faltas, las enmiendas, las erratas, ser tan idiotas como somos, perfectos imperfectos.
FERNANDO ZESATI
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Conductas autodestructivas (Sentencia de muerte a la humanidad, parte 1)
Quiero fumar hasta carbonizar mis pulmones e hígado Cataclismos En mi ser
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quería irme al centro a fumar beber leer nadie me quiso llevar conducir no me pareció prudente conducir nunca es prudente té de siete azares (meditación) la cabeza me punza inhala exhala ommmmmm me punza detrás, del lado derecho la ira se come mi cerebro me falla la respiración me duele el abdomen, el hígado, el bazo, el intestino contraídos, acalambrados, implotando hijos de puta no aguantan nada hija de puta la civilización humana y yo, hoy no estoy de humor para aguantarlos hoy no me da la bilis para ignorar su ineptitud egoísmo conveniencia orgullo mentira celos cursilería falsedad falta de buen gusto incongruencia complejos abusos
LISZT E. FRAGGLE
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gente pendeja, muéranse todos (por hoy) quiero seleccionarlos y darles DELETE a la papelera sin reciclarlos purgar la papelera Que no quede huella (que no , que no) Que no quede hueeeEEEeellaaa Quiero salir, despejarme, distraerme asesinar a un pobre cristiano que vaya pasando explotar cosas con tan sólo verlas ojalá sucediera podría suceder (es cosa de intentarlo) estrellar vidrios ventanas y puertas romper la guitarra que intenté tocar para apaciguarme no funcionó fue frustrante tomar café me da miedo podría resultar contraproducente Do not feed the fire Do not feed the animals ALERTA ROJA Esta conducta te autodestruirá en 3, 2…
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Evasión regresar al a evasión bloqueo negación hacerse de la vista gorda con mimisma explosión nuclear en rewind nube fungi regresando a su contenedor nube fungi regresando a su casa E.T. phone home Get back, JoJo yo estoy en mi casa quiero irme al centro fumar hasta carbonizar mis pulmones mi hígado no carlmar los cataclismos en mi ser
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Catalizadores buscar distracciones televisión, redes sociales estupefacientes garantizados estupefacientes por excelencia y de fácil alcance escribir funciona (a veces) a veces resulta como el café: contraproducente.
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Tiempo
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M
i padre estaba obsesionado con la idea del tiempo, y cómo éste transcurre de manera misteriosa. Yo compartía ese interés con él. Me intrigaba en exceso la forma como transcurren los años, y que de un momento a otro el tiempo puede no actuar a nuestro favor, y cambiar o terminar nuestra existencia. A pesar de la afinidad de ambos en ese tema, yo no era, por mucho, el favorito de mi progenitor, probablemente por mi origen bastardo. Mi madre era la sirvienta que contrató la esposa de mi padre. Al morir mi madre, el viejo me adoptó, más por una carga moral que por gusto propio, y me permitió vivir con su familia. Quien poseía el privilegio de ser el preferido era mi medio hermano menor, José. Tipo de carácter noble pero dueño de una inteligencia ínfima1. Una noche del mes de enero de 1939 llegué a casa y recibí una escalofriante noticia. Mi padre, vigoroso hombre, falleció en un aparatoso accidente automovilístico; su coche fue partido a la mitad por un camión. Pereció al instante puesto que los fierros del motor le atravesaron el abdomen dejando al descubierto los intestinos (mismos que imaginé grasientos y aún palpitantes al momento de oír la noticia). Desolado ante la muerte de mi progenitor y nostálgico por su recuerdo fui desarrollando el hábito de embriagarme con ron todas las tardes de Varios años después mi hermanastro se convirtió en uno de los administradores de hacienda más ricos de Egipto.
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N. SURI TORRES
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los martes, jueves y sábados. Una de esas ocasiones –un poco tomado–, descubrí una caja de considerable tamaño llena de libros y baratijas. Eran algunas de las posesiones más preciadas de mi padre. Este hallazgo me intrigó y, a partir de ese día, con botella en mano, repasaba asiduamente los libros, cuadernillos y anotaciones que el baúl poseía. Los escritos eran principalmente sobre el periodo helenístico y más en específico de Alejandro III de Macedonia y la dinastía Ptolemáica. En poco tiempo devoré los cerca de cuarenta volúmenes que encontré, pero fue hasta las profundidades de la caja donde un par de objetos llamaron poderosamente mi atención: un cuaderno viejo y un reloj de bolsillo desgastado cuya maquinaria funcionaba, pero no marcaba ya ninguna hora. El reloj estaba grabado con la frase Quid ergo est tempus? Si nemo ex me quaerat, scio; Si quaerente explicare velim, nescio, de Agustín de Hipona. El cuaderno estaba lleno en su totalidad de ensayos e historias referentes al tiempo, una en particular me interesó. Era una traducción al español de un escrito muy raro, traducido del latín, que databa de la época de Cesarión, último rey de la dinastía Ptolemaica. El original era más antiguo y el autor –según una nota posterior a la historia–, había sido Neftalí, segundo hijo de Jacob y Bilha, sirvienta de su segunda esposa Raquel. En tal relato se hace alusión al origen del tiempo. Según dicha historia, Neftalí escuchó a su padre reprochando la vejez deplorable en la que se encontraba, y cómo la voz de Dios, que parecía percibirse no por el oído sino desde lo más profundo de la cabeza, se limitaba a responder plácidamente que era consecuencia del
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Días antes de su muerte y debido a su docilidad y obediencia, Jacob recibió un regalo misterioso, y según Neftalí, divino. Un sutil obelisco construido atrás de su morada, con instrucciones precisas para medir e interpretar el tiempo de manera correcta con la ayuda del sol, así como una advertencia para evitar utilizarlo de manera irresponsable –fuera de la práctica de los ritos para adorar a Dios–, puesto que Jano se encontraba atrapado en la construcción3. De esa forma Jacob se convirtió en el poseedor del tiempo. Jano a modo de entretenimiento y también como un favor hacia Dios, puesto que no fue despreciado como Lucifer, succiona la vida de los seres vivos provocándoles su carácter mortal, lo que le permite al Todopoderoso evitar la sobrepoblación de la vida terrenal 2
Según un pasaje de la biblia, Jacob lucha con un Ángel para lograr su bendición: “Los tomó, pues, y les hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía. Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Cuando el hombre vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Y dijo --Déjame, porque raya el alba. Jacob le respondió:--No te dejaré, si no me bendices. --¿Cuál es tu nombre? --le preguntó el hombre.-Jacob --respondió él. Entonces el hombre dijo: --Ya no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. --Declárame ahora tu nombre --le preguntó Jacob.--¿Por qué me preguntas por mi nombre? --respondió el hombre. Y lo bendijo allí mismo. Jacob llamó Peniel a aquel lugar, porque dijo: «Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma»” (Génesis 32:23-30 (Reina-Valera 1995). Se dice que el Ángel al que derroto Jacob era en realidad Jano. Dios le concedió la oportunidad de levantar su castigo, dotándolo de forma física nuevamente, la de un Ángel, tenía que entretener a Jacob en lo que llegaba su hermano Esaú, quien lo detestaba, a matarlo. Pero fue atrapado por Jacob, y éste le obligó a bendecirlo, Jano lo hizo y lo renombró como Israel (el que lucha con Dios). Como consecuencia de este fracaso, Jano tuvo que renunciar de nueva cuenta a una forma física, y más importante aún, a su libertad. A partir de ese momento Dios le mantuvo cautivo en un pilar. 3
Al final del relato una extensa explicación respalda la historia pero no narra qué sucedió con el obelisco. Otros escritos dentro del mismo cuaderno mencionan que la columna permanece en el mismo lugar, en algún punto de Oriente Medio. Asimismo se afirma que esta historia llegó a oídos de Alejandro de Macedonia y buscó el pilar, lo encontró, y mandó llevarlo en una sola pieza a Alejandría donde hizo construir con él una clepsidra. El mismo día en que murió, el reloj de agua desapareció de manera misteriosa. Se dice también que Jesús era dueño de un pequeño reloj de arena el cuál contenía a Jano y que le fue arrebatado por los soldados romanos durante su detención. Se afirma que Jano pasó a través de la historia en forma de relojes de diferentes personajes. La última fuente documentada sobre éste data del siglo XV: Alfonso V, rey de Aragón, poco antes de conquistar Nápoles y establecer su reino, le compró un reloj de bolsillo a un vagabundo y pagó con un plato de lentejas. En el reloj estaba grabada una frase en latín de San Agustín. *Algo que pocos saben es que Neftalí en realidad despreciaba a su padre por dos razones principales –además del favoritismo de éste por José–. La primera se debía a que en una ocasión Jacob, su padre, profetizaba el futuro a sus hijos. De Neftalí dijo: “es una venada suelta que tendrá hermosos venaditos”, cosa que no fue del total agrado del vástago. La segunda razón fue cuando se enteró del oportunismo de su padre, quien siendo joven aprovechó la ceguera de su progenitor Isaac, y con la complicidad de su madre, lo engañó para recibir la bendición del primogénito. Tiempo atrás Jacob había tomado ventaja de la ignorancia de Esaú, su hermano, y en una ocasión, aprovechando que llegaba hambriento después de laborar en el campo durante el día, le “compró” la primogenitura con un plato de lentejas.
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pasar de los años. En seguida, la voz comenzó a narrar la historia de un tal Jano, quién fuera uno de sus ángeles, y compañero de batallas de Lucifer. Cuando éste perdió la gracia de Dios y fue relegado al inframundo debido a su arrogancia, Dios se percató de que el ego del mismo había sido alimentado por Jano, así que decidió castigarlo también. Le permitió conservar su carácter inmortal pero le quitó la forma física; peor aún, lo condenó a estar entre los hombres por toda la eternidad. La voz le dijo a Jacob que Jano se hizo llamar tiempo2. Jacob aceptó la explicación y jamás volvió a reprochar el paso de los años a su Señor.
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Losmismos y elotro
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o alguna vez me hice la gran pregunta, la cuestión más capital y más decisiva de todas, pero ahora no la recuerdo y eso no tiene aquí la menor importancia. Lo que importa es que me pregunté a mí mismo o, mejor dicho, a mi mismo, mi doble, y él mismo me respondió, desde el otro lado del cuarto. No recuerdo la pregunta ni la respuesta, pero recuerdo que mi mismo le preguntó, a su vez, a su mismo, que apareció tan de pronto como el primero, y luego éste le preguntó al suyo y así sucesivamente, durante casi dos horas. Los mismos se fueron multiplicando, uno por cada otro, y llegó el momento en que no cabíamos en el cuarto y tuve que llevarlos al salón, después de convencerlos y de tener que argumentar al respecto. Los otros – mis mismos– me siguieron por el pasillo, después de haberlo negociado un rato, y mientras caminábamos comenzaron a dialogar entre sí y, por supuesto, también a enfrentarse en discordancias y discusiones: sí o no, arriba o abajo, esto o aquello, lo uno o lo otro. Y del desacuerdo pasaron a la burla, el insulto y, finalmente, al odio franco (demasiado rápido, diría yo) y se entregaron por completo a un embate de ira que aceleró sus puños y les ablandó el juicio. Lucharon por horas uno contra uno, sin que nadie resultara vencido ni victorioso, pues cada uno tenía la misma fuerza que su oponente y los golpes los lastimaban siempre en la misma medida. Este equilibrio habría podido mantener su combate indefinidamente y dejarlos así quizás habría
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sido lo mejor, lo más sensato, pero yo me estaba aburriendo y, además, tenía cosas que hacer. Así que pensé en encontrar una potencia mayor a la de todos nosotros – que éramos los mismos y, además, los únicos– y recé, idiota, un rezo inventado. Apareció entonces un dios inventado, que nos impuso palabras y leyes inventadas y que tomó como diezmo todas nuestras fuerzas. Ahora estamos los mismos y se nos opone ese otro, convertido, finalmente, en Otro, con esa gran mayúscula, que nos mira a todos por debajo del hombro.
Nota: Nada se resuelve con odio, así que el propósito de este despotrique está meramente orientado a desahogarme y sacar todo este enojo que me está comiendo las entrañas. Mi intención no es insultar aunque lo parezca.
¿Qué esperas de mí estúpida vieja cuadrada? ¿Esperas que deje de ser yo misma sólo porque mi personalidad te parece patética? Sabes, es por personas como tú que personas como yo no podemos encontrar nuestro lugar. Es por tus estúpidos valores cuadrados que personas lentas, introspectivas, inseguras, dubitativas e indecisas no son aceptadas en una sociedad de expectativas y admiración al éxito, de admiración a lo grande, a la eficiencia, a lo funcional, a lo rápido. Me haces sentir que soy una basura solamente porque a mí me cuesta más trabajo que a ti enfrentar mis miedos, solamente porque a mí no me gusta la competencia tanto como a ti, porque no soy independiente y porque no me salí de mi casa a los pinches 17 años como tú lo hiciste. Según tus valores y criterios, soy patética porque tardo más en enfrentarme a estos miedos, mientras tú ya te comiste al mundo entero. Me dices “¡experimenta, muévete, párate, conoce gente, sé interesante, vive la vida, sal de tu mundo raro que nadie entiende!” Pues, ¡perdón señora perfecta! Perdón por no ser la seguridad y el emprendimiento personificado. Discúlpeme porque yo todavía esté trabajando en mi independencia, porque todavía esté buscando lo que soy, porque yo no tenga un plan de vida, porqué gaste mi tiempo hipnotizada en la nada, porque no gane millones, porque me cueste trabajo comunicarme, porque no sea exitosa, porque prefiera encerrarme en mis mundos a salir al exterior. Perdone que la vida me parezca mucho más aterradora que a ti. Pero ¿qué puedo hacer?
No puedo evitar tener miedo. Mi constante inseguridad no me deja ser libre y esquivar todos los problemas que nublan esta vida. Lo único que puedo hacer es tratar de combatir estos miedos lo mejor que puedo, y ¿sabes? es un puto gasto de energía como para que vengan personas como tú a hundirme más y pisotear todos mis intentos diciéndome: “No es suficiente. Se mejor. Eres patética”. Es un gasto de energía que me hace avanzar más lento que a ti, y es una energía que tú estás utilizando para hacer de este mundo un lugar en el que personas como yo parezcamos un letargo andante. Una energía que tú utilizas para hacer de la vida algo eficiente, rápido, mejor, recto, perfecto, grande y más, más, más. ¿Pero sabes qué, estúpida vieja cerrada? Yo no puedo hacer nada para complacerte. Yo estoy haciendo lo mejor que puedo, y si a ti no te gusta, mínimo no lo critiques. No te metas con lo que no conoces, con lo que no entiendes, porque tú jamás entenderás lo que es sentirse pequeño y aplastado por las expectativas del mundo, unas expectativas que son ajenas a mi mundo, a lo que soy. Tú jamás entenderás lo que es la inseguridad, el sentir que hay algo malo dentro de ti, el sentir que no perteneces a ningún lugar. Así que abre tu mente, entra a mi mundo y trata de comprender que no todos crecemos, pensamos y sentimos igual.
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Reclamos imaginarios de odio hacia mi némesis
KATIA ÁLVAREZ
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HÉCTOR MENDOZA
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Sin título
Sin título
PARTE DEL LIBRO DE ARTISTA “1936” COLLAGE Y ACRÍLICO SOBRE POSTAL NOVIEMBRE 2012 MÉXICO
URY ENRÍQUEZ
(Kelloggs pollos) Gallery
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Rubens built my hotrod
LUIS SÁNCHEZ
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Geaderass Porrtdada
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80’s Bowie SALVADOR SERVÍN
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PROSV ET_I LUS TRADO
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Indostran Bathroom
Salem
Weather Proyect4
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Weather Proyect2
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JUGLANS MOLLIS
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El grupo Juglans Mollis, como se hacen llamar en la nube, nos presenta “Test 1”, pieza instrumental, compuesta por patrones de ritmo que se repiten para formar una atmósfera un poco oscura, recordando la dark wave, de fi nales de los setenta y principios de la década de los ochenta. Juglans Mollis tiene en su haber varias grabaciones, entre ellas nos brinda un segundo “test” de sus creaciones. Con un ritmo sencillo y un bajo que da la sensación de hacernos ir y venir de un lado a otro, generan una atmósfera tranquila, incluso dreamy, excelente para disfrutar sin problemas de Prosvet.
PHIL CALDERÓN https://soundcloud.com/ juglans-mollis/test-1 https://soundcloud.com/ juglans-mollis/test-2
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De políticos, pendejos y patanes
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M
i abuelo decía que a lo único que hay que tenerle miedo es a los pendejos, porque son muchos. Yo creo que hay que temerle aun más a un pendejo con poder, esos son letales. De esa clase abundan muchos en nuestros días y hay grandes representantes dentro de la política, quienes, sin ningún miramiento, han utilizado los recursos materiales, humanos y financieros del sector público en beneficio propio. Somos espectadores de cómo el erario público ha patrocinado sus lujos, sus viajes, sus grandes casas. Situaciones que molestan, lastiman e indignan, pero que sin duda alguna nos hacen cuestionarnos cómo es que estos entes lograron burlar de manera tan impune la opinión pública. Podemos culpar a nuestro sistema político por permitirles el acceso o debemos culparnos a nosotros mismos que votamos por ellos y los dotamos del mismo poder que ahora les ha permitido obtener todo aquello con lo que algún día soñaron. Y si no, que le pregunten a Elba Esther si en su infancia siquiera conocía un par de zapatos, mucho menos sabría de la existencia de tiendas como Neiman Marcus -donde llegó a convertirse en una de las mejores clientas-, o a Romero Deschamps, que pasó de ser un simple obrero al líder de uno de los más grandes sindicatos de México; este personaje que un día viaja por el mundo en compañía de su hija, y al otro regala un exclusivo Ferrari a su hijo. No critico el tener aspiraciones y trabajar fuertemente para cumplirlas; critico el llevarse entre las patas a miles de personas a costa de ellas. Bendita política que los ha cobijado durante tantos años.
SILVANA EDITH OLMEDO
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Se supone que gracias a la política nosotros, el pueblo, podemos expresar nuestras necesidades, inquietudes e intereses a través de las personas en que creímos al momento de las elecciones, comprando ese maravilloso sueño de “esta vez será diferente”; y si no, que les pregunten a todos los que votaron por Vicente Fox en el 2000, ahí está ahora su flamante ex presidente (ese que venía a traer el cambio y que al final lo único que trajo fue MISC ELáNEA un estado de decepción al termino de su mandato), reposando en su rancho junto a su esposa, la controvetida Martita Sahagún e hijos, cuya credibilidad y principios políticos están al servicio del mejor postor, tal como lo pudimos comprobar en las pasadas elecciones, donde le brindó su apoyo a otro personaje igual de brillante que él, Enrique Peña Nieto. Y a este último sí que hay que tenerle cuidado. Además de pendejo con poder es un pendejo con iniciativa, quien en definitiva jamás aprendió esa valiosa lección: “si no tienes nada bueno que decir, no digas nada”, aunque si aplicase este principio permanecería callado la mayor parte del tiempo. Aún hoy todavía me parece obra del realismo mágico que este príncipe de telenovela sea el responsable de gobernar un país. Ante esta realidad, yo apoyaría totalmente hacer un examen de conocimientos básicos a nuestros mandatarios incluso antes de postularse a cualquier elección; les apuesto que un alto porcentaje no lograría una calificación aprobatoria, comenzando por nuestro actual presidente. Es lamentable ver cómo la política funciona de tal manera que al final del día se presta a ser el mecanismo mediante el cual personajes tan lamentables como los antes mencionados pueden acceder a puestos públicos.
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Esto sólo habla de una sociedad ajena a los asuntos públicos, amedrentada y desconfiada del político, que debería servir a su gente, no servirse de ella. Como el caso de Ivonne Ortega, ex-gobernadora del estado de Yucatán, que se caracterizó por una gestión de despilfarros, mentiras y actos masivos llenos de acarreados. Cuidado con estos sinvergüenzas que no temen satisfacer sus deseos, pero más cuidado aún con aquellos que no pretenden ocultarlos del ojo público y al contrario, se enorgullecen de ellos y se muestran con enorme descaro y regocijo, como el Bukowski de la política, el italiano Silvio Berlusconi. Con él no hay medias tintas; o lo amas o lo odias. Cualquiera que sea el caso, el motivo será el mismo: ser un cabrón al que no le interesa mantener la usual imágen del político: impecable, solidaria y amorosa. Este texto no está hecho para hacer un repaso sistemático de todos y cada uno de los escándalos de
cada uno de los personajes de quienes hizo mención; el objetivo es simple, mostrar lo que todos sabemos: en la política, como en la viña del señor, hay de todo. Lamentablemente las grandes mentes están fuera de la política o dentro de ella, en un muy bajo perfi l; mientras que aquellos que están al frente, representando a los sindicatos, partidos, organizaciones, estados y al país a veces dejan mucho, muchísimo que desear. La invitación es a reflexionar sobre la política y los políticos que nos merecemos. A quién debemos cuestionar entonces, ¿al sistema por permitirles acceder a las vías que los dotaran de poder o a nosotros mismos que lo hemos aceptado sumisa y abnegadamente todo?
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Algunas de estas personalidades han logrado evitar las contiendas electorales amparándose en el principio de las candidaturas plurinominales. Cual rémoras, sólo necesitan esperar que su partido obtenga el mínimo porcentaje de votación para hacerse de un buen hueso. Entre algunos nombres encontramos a Jorge Emilio González mejor conocido por la opinión pública como el Niño Verde. Cínico, déspota, un verdadero parásito que un día es detenido por conducir ebrio y al siguiente presenta una propuesta para instaurar el alcoholímetro en los estados, haciendo de la política pública un stand up comedy plagado de irreverencia y valemadrismo puro. O qué tal Ana Gabriela Guevara, ahora senadora plurinominal por el Partido del Trabajo (PT); no pongo en tela de juicio sus dotes como velocista que están más que comprobados, pero en su papel como Senadora la única opinión que me merece es: qué buena corredora. Lo peor del caso es que si hubiese contendido en las urnas por ese puesto, tal vez también hubiera resultado ganadora, y es que es lamentable observar que la población ve más atractivo y convincente un perA_PROSv ETsonaje de la farándula y de la vida pública, que a quienes supuestamente han dedicado la vida a esta noble labor de hacer política.
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Hacia un correcto entendimiento del “ojete”
E. MANRÍQUEZ
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Re-explicando las palabras
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E
l ojete en su más pura definición es, sin lugar a dudas, uno de los guerreros en la cotidianeidad del ser humano. Desde los tiempos más primitivos, los ojetes han formado parte inherente del individuo y sin ellos, defi nitivamente no existiría el mundo como lo conocemos ahora. Héroe de mil batallas, embestido en una oscura y rugosa armadura; irritado y fétido pero firme y fruncido, no hay ser más noble como él, que el que acepta y enfrenta con orgullo su destino: cagar. Sin embargo, parece ser que sólo en México, el uso de la palabra “ojete” hace referencia a una persona “mala onda”, “ruin”, “grosera” y “despreciable”. Hasta ahora sigo sin entender en qué momento la palabra se comenzó a utilizar para definir a un individuo, sin embargo y pese a lo grotesco que pueda parecer, tiene mucho sentido que finalmente se le catalogue así a una persona: un excelentísimo “ojete”. Entre algunas de las definiciones que ofrece el internet, la RAE dice lo siguiente sobre el ojete: m. Abertura pequeña y redonda. m. coloq. ano. m. Méx. Persona tonta. m. vulg. Ur. Suerte favorable.
Desgraciadamente la información que ofrece la RAE y el Diccionario Panhispánico de Dudas, no fueron lo suficientemente claros para resolver la
45 cuestión que aquí se discute. Por lo que se realizó un profundo trabajo de investigación para resolver en dos propuestas para explicar el uso de la palabra “ojete” como nosotros lo conocemos. La primera propuesta se basa en registros de que esta palabra comenzó a utilizarse evidentemente en tiempos de la colonia, con la llegada de un sinnúmero de finos y recatados miembros de la realeza española, momento en el que la vulgaridad llenó cada metro cuadrado de este país, al igual que sus excrementos. En el libro R ÍOS DE PALABRAS Y OTRAS COSAS de S. Esgueva (1964), se presentan los registros de una posible causa para la utilización de la palabra “ojete” en el sentido en que se usa en este país:
De tal forma que los “Culeros” eran reconocidos por la agresividad de sus actos y finalmente, el manejo de la información hizo que en México se asumiera al culero como una persona mala onda y agresiva. El término “ojete”, llegó como una especie de sinónimo o como coincidencia al culo = ojete. No sabemos con total certeza en donde se originó este significado de la palabra, lo que tenemos claro es que no podemos seguir permitiendo que se desprestigie de esta forma a uno de los personajes más importantes de la vida cotidiana del ser humano: el ano.
S. Esgueva afirma que los nativos del México antiguo hacían referencia a que los primeros españoles que llegaron en tiempos de la conquista, como es bien sabido, eran la clase más vulgar de ciudadano en España, tenían la costumbre de desechar sus excrementos en cualquier lugar de la vía pública, lo cual rompía con la armonía y los indignaba y molestaba de sobremanera. No les llamaban “ojetes” a ellos, sino que se referían al orificio por donde defecaban, al ano, eso que los españoles denominan justamente así, ojete. Otra de las propuestas plantea que todo inició con la acepción de la palabra culo-culero, que en México tiene el mismo significado que “ojete”. En 1969, durante los grandes movimientos sociales encabezados por jóvenes, surge en Nicaragua el “Movimiento de reivindicación de los Culeros” utilizando esta palabra que fonéticamente es muy agresiva y buscaba resaltar de entre los demás movimientos; cabe señalar que en este país “culero” está asociado con la homosexualidad. Una de las características de este movimiento indicaba que debía ser homosexual para poder pertenecer a él, pero también tomar medidas agresivas ante las demostraciones de homofobia.
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“Había caca por todos lados. Excremento. Cuando llegamos nos acercamos a algunos naturales para preguntarles sobre sus hábitos de higiene. La mayoría comentaba que tenían un lugar asignado para poner sus deshechos, pero ‘esos ojetes’ cagaban en todos lados.” (A NÓNIMO, aproximadamente 1552).
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Horror-scopes
Aries
Estos meses las estrellas te ayudarán con los cambios que quieres hacer en tu vida. Pero recuerda, hacerte gay para tener más compañía no es una fórmula mágica. Si no hay mujeres que te quieran ¿Qué te hace pensar que los hombres sí?
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Tauro
Disfruta los sencillos placeres de la vida como una tarde calma, un atardecer pintoresco o la risa de los niños; después de todo ellos se van a seguir riendo de ti y ya es hora de que empieces a disfrutarlo.
Géminis
Tú puedes darle un giro a tu vida, empieza por el gimnasio. No te conformes con ser calvo, gordo y feo. Los astros están de tu lado para que sólo seas calvo y feo.
Cáncer
Si aún tienes a tus padres contigo, las estrellas recomiendan que les digas cuánto los quieres, muy probablemente sean ellos los únicos que te contesten: “yo también”.
Leo
Tu profesionalismo puede traerte problemas. Durante estas épocas de crisis las constelaciones te recomiendan hacer amigos en el trabajo para que cuando te corran por lo menos alguien te recuerde.
EFRAÍN “ASTEROIDE” RÍOS
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Virgo
El amor es de cuidado en estos meses virgo, recuerda que lo importante son los sentimientos, no cuanto pagues por ellos. Si lo único que te aleja de comprar amor es tu presupuesto, mejor reconsidera el ahorro.
Libra
¿Necesitas ese empujoncito para empezar a hacer deporte? Recuerda que nada se gana más a las multitudes que un atleta paralímpico. Las estrellas recomiendan que te andes con cuidado.
Escorpión
Últimamente no has sentido el cariño de la gente como te mereces, alacrán. Pero para eso el cielo te augura cosas que harán que todo el mundo te refleje su amor, después de todo ¿quién no se compadece de alguien terminalmente enfermo?
Capricornio
¿Ser un skinhead nunca ha sido una de tus metas? Los astros te piden que reconsideres, no hay nada mejor que usar esto como pretexto para justificar la calva que te va a dejar el cáncer.
Acuario
Es tiempo de que expandas tus horizontes, sé holístico y abarca todos los espectros, recuerda: ser un desgraciado con todas las razas te exime de ser racista.
Piscis
Dale un giro a tu cultura Pescadito. Esas referencias a Julio Cortázar y los lentesitos de pasta ya se quedaron atrás, recuerda que no eres la única “Maga” por andar teniendo encuentros con cualquiera, sin buscarlo.
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Sagitario
Repite este mantra Shaolin que ayudó a los monjes orientales a soportar la presión que sentían al tratar de llevar su pequeña sabiduría y sus enseñanzas de bolsillo por el occidente del globo: “El tamaño no importa”.
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LOGGANS Loggans es una banda queretana de rock instrumental, que juega con riffs de guitarra potentes sin dejar de lado los solos, que por momentos evocan los de antaño; y nos comparten uno de sus temas que más se disfrutan en vivo, Nappa, tema que combina momentos de tranquilidad con guitarras brillantes, que van tomando fuerza poco a poco hasta explotar durante segundos con un ritmo bastante memorable, para regresar a respirar antes de soltar toda su fuerza y alcanzar el momento más emotivo y furioso de la pieza.
PHIL CALDERÓN https://soundcloud.com/ drmartens-villegas/9nappa
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