Comportamiento psicológico del mexicano, desde la óptica del marketing. ANTOLOGÍA
Autores: Adolfo Rafael Rodríguez Santoyo, Germán Rodríguez Frías, y Eduardo Barrera Arias. Alumna invitada: Ana Laura Alvarado García México, junio 2011
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Comportamiento psicológico del mexicano, desde la óptica del marketing.
ANTOLOGÍA
Adolfo Rafael Rodríguez Santoyo, Germán Rodríguez Frías, y Eduardo Barrera Arias. Alumna invitada: Ana Laura Alvarado García Junio, 2011
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Índice Comportamiento psicológico del mexicano, desde la óptica del marketing......................................i Comportamiento psicológico del mexicano, ........................¡Error! Marcador no definido. Índice .............................................................................................................................iv El perfil del hombre y la cultura en México....................................................................... 3 Notas para una filosofía d e l a his tor i a de Mé xi c o ................................................. 6 El espíritu español en América....................................................................................... 8 El pelado...................................................................................................................... 10 EL MEXICANO DE LA CIUDAD ......................................................................... 14 EL BURGUES MEXICANO ....................................................................................... 16 EL MEXICANO, PSICOLOGÍA DE SUS MOTIVACIONES...................................... 20 La organización familiar............................................................................................... 21 Problemas de un mundo en transición 19 66 ....................................................... 26 Patrones culturales en la vida genital y procreativa de la mujer, en particular en México .......................................................................................................................... 30 LABERINTO DE LA SOLEDAD. ................................................................................. 41 MÁSCARAS MEXICANAS. ...................................................................................... 41 LA "INTELIGENCIA" MEXICANA .......................................................................... 52 NUESTROS DÍAS ....................................................................................................... 68 CONTRA CULTURA EN MEXICO.................................................................... 83 1. Burbujeando bajo la superficie ................................................................................. 84 Existencialistas ............................................................................................................. 88 Beatniks ........................................................................................................................ 89 6. El lado oscuro de la luna .......................................................................................... 96 Punks ........................................................................................................................ 96 El Chopo ................................................................................................................. 101 Cholos..................................................................................................................... 102 Bandas .................................................................................................................... 104 Rock mexicano ....................................................................................................... 107 Prensa y crítica ....................................................................................................... 110 Caricatura ............................................................................................................... 113 Cine y televisión ..................................................................................................... 114 Literatura y contracultura ....................................................................................... 115 Protagonistas........................................................................................................... 116 La persistencia de la contracultura ......................................................................... 116 PSICOLOGÍA DEL MEXICANO EN EL TRABAJO.................................................. 120 Capacitación, productividad y psicología nacional. ................................................... 120 A) La psicología del mexicano, clave para interpretar nuestro subdesarrollo........ 120 PERSONALIDAD ..................................................................................................... 121 B) La mexicanidad, objeto de estudio Filosófico y Psicológico ............................ 122 Bibliografía considerada............................................................................................. 157
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PRÓLOGO
El comportamiento psicológico del mexicano es un tema extraordinariamente complejo, pero sumamente interesante, y fundamental para todos los mexicanos. El comportamiento psicológico del ser humano en general tiene características universales, las cuales podemos identificar en su origen, en la herencia y el medio ambiente. El comportamiento psicológico del mexicano tiene ingredientes adicionales que lo hacen aún más complejo: la conquista, el encuentro de dos razas, y una cultura impuesta por la fuerza. El contexto de estos acontecimientos lo forman -entre muchos otros-: las nativas violadas por los españoles, los hijos producto de esa violación rechazados por los padres, por la familia de la madre… y por la sociedad; despojo de sus bienes móviles e inmóviles; una religión impuesta por la espada, y lo más grave psicológicamente: un trato indigno. Este entorno se prolonga durante tres siglos, hasta el movimiento de independencia, en donde brota con la fuerza de un volcán el odio acumulado contra los españoles y los opresores, en la Alhóndiga de Granaditas, en Guanajuato. Pasan muchos otoños, nacen nuevas generaciones de mexicanos, y se van conformando varios Méxicos: el del norte y el del sur; el de los ricos y el de los pobres; el de los doctos y el de los ignorantes; el de los liberales y el de los conservadores; el de los nobles y el de los plebeyos. Se dio la Revolución Mexicana en 1910, con el ideal de justicia social: la tierra, la educación, la libertad religiosa, el trabajo … pero pasan los años y las desigualdades subsisten, el número de pobres es preocupante, por no decir alarmante; la inseguridad hace dudar de que se viva en un estado de derecho; hay incredulidad de la población en los partidos políticos y en las autoridades … los ejércitos de viene viene simbolizan la crisis laboral y el trabajo improductivo … y en el centro de todo esto está el mexicano. Para cualquier mexicano, para cualquier persona interesada en el comportamiento psicológico del mexicano, son obligadas varias lecturas sobre el tema; afortunadamente ya hay suficiente material para iniciar el estudio al respecto; sin embargo, para lograr el objetivo de que efectivamente se conozca lo fundamental del comportamiento psicológico del mexicano es necesario seleccionar, y en esa tarea de selección se presentan 5 obras cuidadosamente escogidas para iniciar el estudio y la comprensión de la conducta del mexicano: el Perfil del hombre y la cultura en México, de Samuel Ramos; El Mexicano, Psicología de sus Motivaciones,
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de Santiago Ramírez; El laberinto de la Soledad, de Octavio Paz, Contracultura en México, de José Agustín, y Psicología del Mexicano en el trabajo, de Mauro Rodríguez, son los textos que nos permitirán adentrarnos en la complicada mente de ese ser que se oculta siempre de una u otra forma atrás de lo que ha venido a ser parte de sí mismo: su máscara. Toda selección implica trabajar con parte de un todo. En función del objetivo tuvimos que dejar fuera -en éste momento- a autores y productos no menos brillantes como, El Problema de México, y México: ¡alas y plomo! , de Antonio Caso; La raza cósmica, de José Vasconcelos; a Rodolfo Usigli, con su El gesticulador, acompañado del Epílogo sobre la hipocresía del mexicano; Luis Villoro, con Los grandes momentos del indigenismo en México; José Revueltas con su interpretación Marxista de lo mexicano; Carlos Fuentes con Tiempo Mexicano, y desde luego Guillermo Bonfil con su México profundo, y Carlos Monsivais con su aportación en la Antología DECADENCIA Y AUGE DE LAS IDENTIDADES, Cultura, nacional, e identidad cultural y modernización. Se insiste, son enunciativos y no limitativos los autores y los títulos. El tema y el interés no es nuevo, ya que desde las famosas cartas de relación de Hernán Cortés, dirigidas básicamente al emperador Carlos V, entre 1519 y 1526, se empieza, a nivel internacional, el estudio del comportamiento del mexicano. Teniendo presente lo que Octavio Paz dice en su Laberinto de la soledad: Viejo o adolecente, criollo o mestizo, general, obrero o licenciado, el mexicano se me aparece como un ser que se encierra y se preserva: máscara el rostro y máscara la sonrisa. Va una invitación a conocer el alma de la persona más importante: Tú.
Germán Rodríguez Frías
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INTRODUCCIÓN El comportamiento del individuo desde la óptica del marketing, es interesantísimo, toda vez que en materia de marketing, como en la de calidad, el objetivo a seguir es la satisfacción total del cliente y lo esencial para lograr la satisfacción del consumidor es precisamente poder conocer su comportamiento a fondo, tema por demás complejo, por ser de naturaleza multifactorial toda vez que en el comportamiento del individuo pueden incidir variables por demás complejas, como las sociales que tienen que ver son la actuación y status en la malla social en la que se desenvuelve, actúa e interactúa la persona, dando como resultado gradientes de influencia, como la tradición y la costumbre, variables que tienen un gran peso en el comportamiento como clientes, pues en función de la proximidad del entorno social es el tamaño de la influencia, por ejemplo es más fuerte o más grande la influencia de la familia inmediata: mamá, papá, hermanos, que las de los tíos o abuelos y qué decir de los vecinos, pero por otro lado se podría preguntar ¿de que tamaño es la influencia del medio ambiente inmediato, el barrio o la colonia?, no es lo mismo vivir y crecer en Tepito que las Lomas en la Ciudad de México, incluso se podría preguntar ¿qué influencia es más fuerte en la decisión de compra, por ejemplo, la de mamá o la del entorno?.
Otra variable interesante y no menos compleja es la variable psicológica, que tiene que ver con la higiene del comportamiento del individuo en función de múltiples factores, y así sucesivamente se podría hacer un recuento de las variables intervinientes en él comportamiento del consumidor y encontraríamos un campo fértil para la investigación y se podría constatar el concepto de influencia multifactorial.
Tal vez en este punto se pueda apreciar el valor de la presente obra, que intenta recopilar la opinión sobre el particular del comportamiento del mexicano expresado por algunos de los grandes pensadores mexicanos, como Samuel Ramos, quien, junto con otros conocidos autores como Alfonso Reyes, Jorge Cuesta y Xavier Villaurrutia, retrataron el comportamiento del mexicano en la primera mitad del siglo pasado. También se ha incluido al insustituible premio Novel Octavio Paz, con su obra "El laberinto de la soledad" que representa un legado de su investigación sobre él mexicano de todos los tiempos. Se ha incluido también, una selección de la obra "El mexicano, psicología de sus motivaciones de S a n t i a g o R a m í r e z quien abunda sobre la estructura familiar en México y cómo evoluciona en el transcurso del tiempo. Es sobresaliente también la obra de José Agustín, la famosa "Contracultura en México", que nos habla de los jóvenes y no tan jóvenes en el entorno a los movimientos sociales del México de 1968; obra por demás interesante que refleja el comportamiento de
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una juventud desatada, politizada, culta y tal vez un poco influenciada por el Rock y el Rock mexicano. El lector común y corriente, el estudiante de mercadotecnia o el de sociología o cualquier otra persona interesada en el tema encontrará en estas líneas, si bien no todo lo escrito sobre el tema, si una selección de la cual puede obtener material de gran riqueza.
Adolfo Rafael Rodríguez Santoyo Junio de 2011
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El perfil del hombre y la cultura en México Samuel Ramos
Notas para una filosofía de la historia de México Si tratamos de representarnos la se r ie de acontecim ientos político s del siglo pasado dentro de un a lógic a concatenación, descubrir emos que no hac en hist or ia. Los hechos q ue adq uieren rango histórico son aquellos que aparecen determinados por una p r o f u n da ne ce si da d soci al. Entonces la s ucesión t emporal de los hechos s e alinea en un desarrollo continuo en el que la situació n actual añade siempre un e l e m e n t o n u e v o a l p a s a d o , d e m a n e r a q u e éste nunca se repite igual en el presente. En suma, si concebimos la historia como debe concebirse, no se nos aparecerá como la conservación de un pas ado muerto, sino c o mo un pr oceso v i viente en que el pasado se transforma en un p r e s e n t e s i e m p r e n u e v o . E n la historia cada momento tiene s u fecha y no vue lve a repetirse j a m á s . E n n u e s t r a v i d a – d i c e G a rcía Calderón , refiriéndose a l conjunto de la historia hi s p a n o a m e r i c a n a - , h a y u n r e c u r s o que v u e l v e a t r a e r , por s u c e s i v a s r evoluciones, los mismos hombres con las mismas promesas y los m i s m o s m é t o d o s . La comedia política se repite periódic amente; u n a r e v o l u c i ó n , u n d i c t a d o r , u n p r o g r a ma d e resta u raci ón nacional. Esta per iodic idad de nu estr a historia parece obedecer a la intervención insistente de la misma fuerza ciega del indivi d u a l i s m o q u e t r a s t o r n a u n a s i t u a c i ó n s i n m á s objeto que el de afirmarse. Cuando se emprenda una revaloriz ación de la hist oria de México a la luz d e u n a m e j o r c o n c i e n c i a c r í t i c a d e s u s e n ti d o , l a mon ó to n a nar r ación de los ricos quedará reducida a una exposición de pocas lí neas, como un fenómeno marginal que no emana de una necesid ad profunda del puebl o m e x i c a n o , c u y a revolución se manifiesta en otros acontecimientos que sí tienen valor his t órico. México –dice Justo Sierra tratando del sig lo XIXno ha tenido más que dos revoluc iones, es decir, dos aceleraciones violentas de su evolución, de ese movimiento interno originado por el medio, la raza y la his t oria, que impele a un grupo hum ano a realizar perennemente un ideal, un estado superior a aquel en que se encuentra... la primera fue la independencia , l a e m a n c i p a c i ó n de la metrópoli, nacida de la convicción a q u e u n g r u p o c r i o l l o había llegado de la impoten cia de España para gobernarlo y de su capacidad para gobernarse; esta primera revoluc ión fue determinada por la tentativa de conquis t a napoleónica en la península. La segunda revolución fue la R e f o r ma, f u e la n e c e s ida d profunda de hacer establec er una C onstitución política, es dec ir , u n
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régimen de libertad, basándolo so bre una transformación social, sobre la supresión de las clases pr i v i l e g i a d a s , s o b r e l a d i s t r i b u c i ó n equitativ a de la riqueza pública, en s u m ay o r p a r t e i n m o v i l i z a d a ; sobre la regeneración de l trabajo, sobre la creación plen a de la concienc ia nacional por medio de la educación popular; esta segunda revolución fue determinada por la invasión americana, que demostró la impot encia de las clas es privilegiadas para salvar a la patria, y la inconsistencia de un organis m o que apenas podí a llamarse nación. En el fondo de la historia, ambas revolucion es no son sino dos manifestacione s del mismo trabajo social: e m a n c ipa rse de E spa ñ a fue lo pr im ero; fue lo segundo ema ncipar s e del régimen colonial; dos et apas de una mis m a obra de creación de una persona nacional dueña de sí misma. 1 El círculo vic ios o que acabamos de difer enciar en la m asa de nuestro pasado constituye, pues, un eleme nto más bien antihistórico, un obstáculo que ha retardado la acción de las fuerzas históricas positiv as. Al c onsiderar a ese e lemento como accident al e innecesario para la co mprensión de nuestro destino, no desconocemos sus efec tos reales. El papel q ue desempe ña en nuestra vida es comparable al d e l a s e n f e r m e d a d e s , q u e n u n c a podemos considerar como parte integrante del destino de un hombre, porque no provienen com o éste de la raíz interna del carácter, aunque suelan interponerse accidentalmente en la ruta y alternar la marcha de aquel d e s t i n o . Es cierto que la historia –dice J. Sierra-, que en nuestr o tiempo aspira a ser científica, debe vedarse la emoción y concen t r a r s e e n l a f i j a c i ó n d e l o s hechos, en el anális is y en la coordinación de sus caracteres dominant es, para verificar la síntesis; pero abundan los periodos de nuestra historia en que las repetici ones de los m is m os er r or es, d e las mismas culpas, con su lúgubre m o n o t o n í a c o m p r i m e n e l c or a z ó n de amargura y de pena. 2 En cuant o a los otros procesos, los que constituyen la colu mna dorsal de nuestra historia, haya que distinguir bien en ellos la g e n u i n a s i t u a c i ó n r e a l q u e d e t e r m i n a u n m o v im i e n t o d e l a i d e o l o g í a con que se disfraza, por lo general reflejo de la his t oria europea. Esta dualidad altera un poco la fisonomía de los hechos trascendentales del pasado, que pi e r d e n s u n a t u r a l i d a d y t o m a n e l aspecto de un simulacro de la his t oria eur opea. T al es el efecto del procedimiento mimético ya descr ito. Este vicio ha impedid o que nuestros hombres, contando con los ele m entos de la civ iliz ación europea, realizar án, si no obra cr eadora, al menos una obr a más espontánea en la que se revelara con toda sinceridad el es píritu 1 2
México y su Evolución Social. Tomo I, pág. 225. México y su Evolución Social. Tomo I, pág. 200.
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mexicano. Si algo tenemos que lam entar de nuestr a histor ia, es e s e t e m o r d e nu e stros an tepasados –t a l v e z p o r e f e c t o d e l a a u t o degeneración- de no haber sido ellos mis m os, sinceramente, con sus cualidades y defectos, sino de haber oc ultado la r ealidad ba j o una histórica de ultramar. Por fortuna, este es un error que en nuestra historia contemporánea s e t i e n d e a c o r r e g i r , c o n u n s a n o afán de sinceridad que debe alentarse dondequiera que se encentre. Estas observaciones dan idea d e los qu e pudier a ser, con más amplitud y detalle, una filo s o f í a d e l a h i s t o r i a d e M é xic o .
El espíritu español en América A f i r m a m o s, casi a l co men zar este ensayo, que nuestr a cultur a tien e que ser de ri va d a; pero es claro, después de las an teriores observaciones, que no consideraremos como cultura mexicana la q u e s e de ri ve p o r me d i o de la im it ación. ¿Exist e, acaso, otro p r o c e d i m ie n to me j or p a ra der ivar de u n m o d o n a t u r a l u n a c u l t u r a d e o t r a ? S í , d e s d e l u e g o ; es lo que se denomina a s i mi l a c i ó n. E n t r e e l proceso de la im itación y el de la asimilación existe la misma diferencia que hay entre lo mecánico y lo orgánico. Aquí también la observ ación de la histor ia nos permitirá descubrir si, tras de la obra más aparente de la imitación, se ha realiz ado algún pr oceso de íntima asimilación de la cultura. No sabemos hasta qué punto se puede hablar de as imilac ión de la c u l t u r a, si , remon tá n d o n o s a nues tr o origen histórico, advertimos que nuestra raza tiene la sangre de europeos que vin ier on a América trayendo consigo su cultura de ultramar. Es cierto que hubo un mestizaje, pero no de culturas, pues al ponerse en contacto los conquistadores con lo s indígenas, la cultura de éstos quedó destruida. Fue –dic e Alfons o Re yes- el choque del jarro con el caldero. El jarro podía ser muy fino y hermoso, pero era el más quebradizo. En el d esarrollo de la c ultura e n A m é r i c a d e b e m o s d i s t i n g ui r d o s etapas: una primera de tr asplantación, y u n a s e g u n d a d e asimilac i ón . N o t o d a s l a s c u l t u r a s se han creado mediante el mismo proceso genético. Algunas de ellas, las más antiguas , han germinado y crecido en el mismo suelo que sustenta sus raíces. Otras, las más modernas, se han constituido con el injerto de materiales extraños que provienen de una c ultura pretér ita, la cual, rejuvenecida por la nueva savia, se c o n v i e r t e e n o t r a f o r m a v i v i e n t e del espíritu humano. Para que pode mos decir que en un país s e ha formado una c u ltura derivada, es preciso que los e lementos
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seleccionados de la cultura original sean ya par te inconsciente del e s p í r i t u de aq u e l p a ís. Entendem os por cultura no solamente las obras de la pura actividad espiritu al desinteresada de la realidad, s i n o t a m bi é n otras forma s de la ac ción que están ins piradas por el e s p í r i t u . D esd e e ste p u n to de vista, l a v i d a m e x i c a n a , a p a r t i r d e l a época colonial, tiende a encauzarse dentr o de for m as cultas tr aída s d e E u r o p a . L o s v e h í c u l o s m á s p oderosos de esta trasplantación fueron dos: el idioma y la religión. Fuer on éstos los dos o bjetivo s fundamentales de la educación emprendida por los misio neros españoles que, en una hazaña memor able, realizaron en el siglo XIX la conquista espiritual de Méxic o. Esta obra fue se guramente facilita da por cierta receptividad de la r a z a a b o r i g e n , q u e e r a t a n r e l i g i o s a c o m o l a d e l h om b r e b l a n c o q u e v e n í a a do mi n a rl a . E ra un ter r eno m u y b i e n p r e p a r a d o p a r a q u e l a semilla c r istiana prendiera en el Nu evo Mundo. Nos tocó el destino de ser conquis t ados por una teocracia católica que luchaba por sustraer a su pu eblo de la corrie nte de ideas modernas que venían del Renac imient o. Apenas organiz adas las c o l o n i a s d e A m é r i c a , s e l e s i m p u s o u n a r e c l u s i ó n p a r a p r e s e r v ar l a s de la herejía, cerrando lo puertos y condenando el c o mercio c on los p a í s e s n o e s p a ñ o l e s . D e m a n e r a q ue el único agent e civiliza dor en el Nuev o Mundo fue la Iglesia Católic a que, en virtud de su m o n o p o l i o p e d a g ó g i c o , m od e l ó l a s sociedades am ericanas dentro de un s entido m edieval de la vida. No sólo la escuela, sino la dirección de la vida social quedaron sometidas a la Iglesia, cuyo poder era semejante al de un Esta d o d e n t r o d e o t r o . S a l v a d o r d e Madariaga, sondeando el f ondo del alma es pañola, encuentra que su esenc ia es la pasión. En España –dic e- la religión es, ante todo, una pasión indiv idual como el a m o r , l o s c e l o s , e l o d i o o l a ambición. Si se tiene en cuenta que con este tono pasional s e vivía la religión, y además, las ot r a s e n s e ñ a n z a s t r a n s m i t i d a s p o r la Igles i a, se podrá apreciar la profundidad con qu e se gr abó l a cultura católica en el c orazón de l a n u e v a r a z a . D e s i g n a r e m o s a esta cult ura con el nom bre de criolla. Ella h a f i j a d o e n e l inconsc iente mexicano ciertos rasgos que, aun cuando no sean exc lusiv os de los españoles, sí estaban íntimamente adh eridos al carácter hispánico durante los sigl os de dom inación colonia l . Como es ta acción de España a trav és de la Iglesia s e ejerció con gran energía, y además, las primer a s inf lu e n c ias q u e r e c ib e u n e s p í r i t u j ove n so n l as más per dur ables, el sedim ento cr iollo de cultura representa la porción más rígi da del carácter mexicano. La tenacidad del es píritu conservador en nuestra sociedad tiene este origen. Cuando don Luc as Alamán fundó el Partido Cons ervador, bien entrado el s i glo XIX, hacía co nsistir su política en aliarse con la Iglesia y volver al sistema español de la colonia. La presencia 9
de esa c ultura tradicional puede advertirse todavía e n l o s p r e j u i c i o s m o r a l e s y rel i g i oso s y e n l as costum br es r utinar ias de nuestr a clas e media de provincia. La fuerte resistencia que opone el tradicionalismo a los cambios exigi dos por el tiempo, ha provocado una reac ción igualmente vigorosa, que tiende a modificar el es píritu mexicano en un sentido moderno. ¿Será originada esta reacción por algún elemento psíquico extr año al fondo español de nuestro carácter? No lo creemos así, porque lo español en nosotros no está del lado de una s ola tendencia parcial, sino que es una manera genérica de reaccionar que s e e n c u e n t r a e n t o d a s l a s tendencias, por divergentes que s e a n e n t r e s í . En efecto, encontraremos ciertos rasgos comunes entre la tendencia tradicionalista y la moderna, que deben ser m anifestaciones hereditarias de esa unidad psicológica en que se conden sa el verdadero carácter español.
El pelado Para descubrir el resorte funda m e n t a l d e l a l m a m e x i c a n a f u e preciso examinar algunos de sus grandes movimientos colec t ivos. Platón s ostenía que el Estado es una imagen agrandada del indiv iduo. A continuac ión demos t r a r e m o s q u e , e n e f e c t o , e l mexicano se comporta en su mundo privado lo mismo que en la v i d a p úb l i ca . La psicología del mexicano es resultante de las reacciones para ocultar un sentimiento de inferior i d a d . E n e l p r i m e r c a p í t u l o d e este libro se ha explic ado que tal propósito se logra falseando la representación del mundo extern o, de manera de exalt ar la conciencia que el mexicano tiene de su valor. Imita en su país las formas de civilización europea, para sentir que su v alor es igual al d e l h o m b r e e u r o p e o y f o r m a r d e n t r o de sus ciudades un grupo privilegiado que s e considera supe r ior a todos aque llos m e xicanos que v ive n fuera de la civ iliz ación. Pero e l proces o de ficc ión no puede detenerse en las cosas exteriores, ni basta eso para restablecer el equilibrio ps íquico que el sent im iento de infer ior idad ha roto. Aquel proceso se aplica también al propio in dividuo, falseando la idea que ti ene de sí mismo. El psicoanálisis de l mexicano, en su aspecto indiv i dual, es el tema que ahora abordaremos. Para comprender el mecanismo de la mente mexicana, la examinar emos en un tipo s ocial en donde todos sus movimientos se e n c u e ntran exa ce rba d o s, de tal suer te que se percib e muy bien el
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sentido de su trayectoria. El mejor ejemplar para estudio es el <pelado> mexicano, pues él constituye la expresión más elemental y bien dibujada del carácter nac iona l. No hab laremos de su aspecto pintoresco, que se ha repr oducido hasta el cansancio en el teatro popular, en la novela y en la pi ntura. Aquí sólo nos interesa verlo por dentro, para saber qué fuer zas elementales determinan su carácter. Su nombre lo define con mucha e xactitud. Es un indiv iduo que llev a su alm a al des cubierto, sin que nada es conda e n s u s m á s í n t i m os r e s o r t es. O s t ent a cínicam ente cier tos im pulso s elementales que otros hombres procuran disimular. El pelado pertenece a una fauna social de c at e g o r í a í n t i m a y r e p r e s e n t a e l desecho humano de la gran ciudad. En la jerarquía económic a es menos que un proletario y en la inte lectual un primit ivo. La v ida le ha sido hostil por todos lados, y su actitud ante ella es de un negro resentimiento. Es un ser de nat uraleza explosiv a cuyo trato es peligroso, porque estalla al roce más leve. Sus explosiones son verbales, y tienen como tema la afirmación de sí mismos en un lenguaje grosero y agres ivo. Ha creado un dialecto propio cuyo léxico abunda en palabras de uso corriente a las que da un sentido nuevo. Es un animal que se ent rega a pantomimas de ferocidad para asustar a los demás, haciéndole creer que es más fuerte y decidido. Tales r eacciones son un desquite ilusorio de su situación real en la vida, que es la de un ce r o a l a i z q u i e r d a . E s t a v e r d a d desagradable trata de asomar a la superficie de la c oncienc ia, pero se lo im pide otra fuerza que m a n t i e n e d e n t r o d e l o i n c o n s c i e n t e cuando puede rebajar el s entimiento de la valía personal. Toda circunstancia exterior que pueda ha cer resaltar el sentimiento de menor valía, provocará una reacción violenta del individuo con la mira de sobre ponerse a la depresión. De aquí una constante i r r i t a b i l i d a d q u e l o h a c e r e ñ i r c on l o s d e m á s p o r e l m o t i v o m á s insignific ante. El espíritu belic oso no se explica, en este caso, por un sentimiento de hostilidad al género humano. El pelado busca la riña com o un exc itante para elevar el tono de su “y o” deprimido. N e c e s ita un pu n to de ap o yo par a r ecobr ar la fe en s í m ism o, pe r o como está desprovisto de todo valor real, tiene que s uplirlo con uno ficticio. Es como un náufrago que se agita en la nada y descubre de impro viso un a tabla d e salvac ión: la v i rilida d. L a terminología del pelado abunda en alusiones se x u a l e s q u e r e v e l a n u n a o b s es i ó n fálica, nacida para considerar el órgano sexual como símbolo de la f u e r z a m a s c u l i n a . E n s u s c o m b a t e s verbales atribuy e al adv e rsario u n a f e mi n e i da d i mag i na ri a, r eser vando p a r a s í e l p a p e l m a s cu l i n o . C o n este a rdi d p rete n de afir m a r s u s u p e r i o r i d a d s o b r e e l contrincante. Quisiéramos demostrar estas ideas con ejemplos. Desgraciadamente, el le n guaje del pelado es d e u n r e a l i s m o t a n crudo, que es imposible transcrib ir muchas de sus frases más 11
características. No podemos omitir, sin embargo, ciertas expres iones típicas. El lector n o d e b e t o m a r a m a l q u e c i t e m o s aquí palabras que en M é x i c o n o s e p r o n u n c i a n m á s q u e e n conversaciones íntimas, pues el psicólogo ve, a través de su vulgaridad y grosería, otro sentido más noble. Y sería imperdonable que prescindiera de un valioso material de es tudio por ceder a una mal entendida decencia d e l e n g u a j e . S e r í a c o m o si un químico rehusara analizar las sustancias que huelen mal. Aún cuando el pelado m exicano sea completamente desgraciado, se consuela con gritar a todo el m undo que tiene muchos huevos (así llama a los t estículos). Lo im portante es advert i r q u e e n e s t e órgano no hace residir solamente una especie de potenc ia, la sexual, s ino toda clase de potenc ia humana. Para el pe lado, un hombre que triunfa en cualquier activi dad y en cualquier parte, es porque tiene muchos huev os. Citarem os otra de sus expres iones favoritas: Yo soy tu padre, cuya in t e n c i ó n e s c l a r a m e n t e a f i r m a r e l p r e d o m i n i o . E s s e g u r o q u e e n n u e s t r as sociedades patriarcales el padre es para todo hombre el símbolo del poder . Es precis o advertir también que la obsesión fálica del pelado no es comparable a los cultos fálicos, en cuyo fondo yac e la idea de la fecundidad y la vida eterna. El falo sugier e al pelado la idea del poder. De aquí ha derivado un concepto muy empobrecido del h o m b r e . C o m o é l e s , e n e f e c t o, u n s e r s i n c o n t e n i d o s u s t a n c i a l , trata de llenar su vació con el únic o v a l o r q u e e s t á a s u a l c a n c e : e l d e l m a c h o . E s t e c o n c e p t o p o p u l a r del hombre se ha convertido en un prejuicio funes to para todo mexi cano. Cuando és te se compara con el hombre civilizado extranjero y resalta s u nulida d, se c o n s u e l a d e l s i g u i e n t e m o d o : U n e u ropeo –dice- tiene la c ienc i a, el arte, la técnica, etc., etc.; aquí no tenemos nada de esto, pero... s o m o s m u y h o m b r e s . H o m b r e s e n la ac epción zoológica de la palabra, es decir, un macho que disfruta de toda la potencia animal. El mexicano, amante de s e r f a n f a r r ó n , c r e e q u e e s a potencia se demuestra con la valentía. ¡Si supiera que e s a valentía es una cortina de humo! N o d e bemos, p u e s, d e j arnos engañar p o r l a a p a r i e n c i a . E l p e l a d o no es ni un hombre fuerte ni un hom bre valiente. La fisonomía que nos muestra es falsa. Se trata de un camuflaje para despistar a él y a todos los que lo tratan. Puede establec erse que, mientras las manifestaciones de valentía y de f u e r z a s o n m a y o r e s , m a y o r e s l a d e b i l i d a d q u e s e q u i e r e c u b r i r . P or m á s q u e c o n e s t a i l u s i ó n e l p e l a d o s e en g a ñ e a sí mi s m o, m ientr a s s u d e b i l i d a d e s t é p r e s e n t e , amenazando traicionarlo, no puede estar segur o de su fuer za. Viv e en un c ontinuo temor de ser descubierto, desco nfiando de sí mismo, y por ello su percepción s e hace anor m al; im agina q ue e l
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primer recién llegado es s u enem i g o y d e s c o n f í a d e t o d o h o m b r e que se le acerca. Hecha es ta breve descripción del pelado mexic ano, es conveniente esquematizar su estructura y funcionamient o mental, para entender después la psicología del mexicano. I. El pelado tiene dos personalid ades: una real, otra ficticia. II. La personalidad real queda oculta p o r e s t a ú l t i m a , q u e e s l a que apar ece ante el sujeto mismo y ante los demás. III. La personalidad f icticia es di ametralmente opuesta a la real, porque el objeto de la primera es elevar el tono psíquico deprimido por la segunda. I V . C o m o e l s u j e t o c ar e c e d e t od o v a l o r h u m a n o y e s i m p o t e n t e para adquirirlo de hecho, se si rve de un ardid para ocultar sus sentimientos de menor valía. V. La falta de apoyo real que tiene la personalidad ficticia crea un sentimiento de desconf ianza de sí mismo. VI . L a d e sc o n fi an za d e sí m ismo produce u na anor malidad de funcionamiento psíquico, sobre todo en la percepción de la realida d. VII. Esta percepción anormal consis te en una des confianz a injustificada de los demás, así como una hiperestesia de la s usce p ti bi l i da d al co ntacto con los otr os hom br es. VIII. Como nuestro tipo vive en f a l s o , s u p o s ición es siempre i nesta b l e y l o o b l iga a vigilar constantem ente su “ yo ” , desatendiendo la realidad. L a f a l t a d e a t e n c i ó n p o r l a r ealidad y el ensimismamiento correlativo, autorizan a clasificar al pelado en el grupo de los introvertidos. Pu d i e r a p e n sa rse q u e l a p r e s e n c i a d e u n s entimiento de menor valía en el pelado no se d e b e a l h e c h o d e s e r m e xi c a n o , s i n o a s u c o n d i c ió n de prol eta ri o . En efecto, esta última circunstancia es capaz de crear por sí sola aquel sentimiento, pero hay motivos para consider ar que no es el único factor que lo determina en el pelado. Hacemos notar aquí que és te asocia su concepto de h ombría con el de nac ionalidad, creando el error de q u e l a v a l e n t í a e s l a n o t a p e c u l i ar de l me xi can o . Par a cor r oborar que la nacionalidad crea también por sí un sentimiento de m enor valí a, se pu e d e a n o t a r l a susceptibilidad de sus s entimient o s p a t r i ó t i c o s y s u e x p r e s i ó n inflada de palabras y grit os. La f r ecuencia de las manifestaciones patrióticas indiv i duales y colect iv as es un símbolo de que el mexicano está inseguro del valo r de su nacionalidad. La prueba decisiv a de nuest r a afirmación se encuentra en el hecho de que
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aquel s e ntimiento existe en los me xic anos cultivados e inteligentes que pertenecen a la burguesía.
EL MEXICANO DE LA CIUDAD El t i p o qu e va mos a p res entar es el habitante de la c i u d a d . E s claro que su psicología difiere de la del cam pesino, no sólo por el g é n e r o d e v i d a q u e é s t e l l e v a , s i no porque casi si empre en México pertenece a la r aza in dígena. Aun cuando el indio es un parte consider able de la población m exi cana, desempeña en la vida actual del país un papel pasivo. El gr upo activo es el otr o, el de los mestizos y blancos que viven en la ciudad. Es de suponer que el indio ha influido en el alma del otro grupo mexicano, desde luego, porque ha mezclado su sangre en éste. Pero su influencia social y espiritual se reduce hoy al m er o hecho de su pr ese ncia. Es como un coro que asiste silencioso al drama de la vida m e x i c a n a . P e r o n o p o r s e r l i m i t a d a su int ervención deja de ser importante. El indio es como esas sustancias llam adas catalítica s , que provocan r eacciones químicas con sólo est ar presentes. Ninguna cosa mexic ana puede sus t raer se a este influjo, porque la masa indígena es un ambiente denso que envuelve todo lo que hay dentro del país. Consideramos, pues, que el ind io es el hinterland d e l m e x i c a n o . M á s p o r a h o r a n o s e r á objeto de esta investigación. La nota del carác t er mexic ano que má s r e s a l t a a p r i m e r a v i s t a , e s la desc o nfianza. Tal actitud es previa a t odo cont acto con los h o m b r e s y l a s c os a s . S e p r e s enta haya o no fundam ento pa r a tenerla. No es una desconfianza de principio, porque el me xic ano generalm ente carece de principios . S e t r a t a d e u n a d e s c o n f i a n z a irracional que emana de lo más íntimo del ser. Es casi su sentido primordial de la vida. Aun cuando los hechos no lo justifiquen, n o hay nada en el universo que el me xicano no vea y juzgue a través d e s u d e s c o n f i a n z a . E s c om o u n a f o r m a a priori de su sensibilidad. El m e x i c a n o no de sco n fía de tal o c u a l h o m b r e o d e t a l o c u a l mujer; desconfía de todos los hom bres y de todas las mujeres. Su desconfianza no se circunscribe al g é n e r o h u m a n o ; s e e x t i e n d e a cuando existe y sucede. Si es comerciante, no cree en los negocios ; si es profesional, no cree en su pr ofesión; si es político, no cree en la política. El mexicano considera que las idea s no t i e n e n s e n t i d o y l a s l l a m a d e s p e c t i v a mente teorías; juzga inútil e l conocimiento de los principios cien t í f i c o s . Par e c e e s t a r m u y se g u r o d e s u s e n ti do p rácti co. P er o com o hombre de acción es torpe, y al fin no da mucho c r édito a la eficac ia de los hechos. No tiene niega religión ni profes a ni n g ú n cr edo s ocial o político. Es lo menos
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i d e a l i s t a p o s i b l e . N i e g a t o d o s i n r az ó n n i n g u n a , p o r q u e é l e s l a negación personificada. Pero entonces ¿por qué vive el mexic ano? Tal vez responder ía que no es necesario tener ideas y creencias para vivir... con tal de no pensar. Y así sucede, en efecto. La vida me xic ana d a la impresión, en conjunto, de una actividad irre flexiv a, sin plan a l g u n o . C a d a h o m b r e , e n M é x i c o , s ó lo se interesa por los fines inmediat os. Trabaja para hoy y mañana, pero nunca para después . E l p o r v e n i r e s u n a p r e o c u p a c i ó n q u e ha abolido de su conciencia. Nadie es capaz de aventurarse en empresas qu e sólo o f recen r e s u l t a d o s l e j a n o s . P o r l o t a n t o , ha suprim ido d e la vida una de sus dimensiones más importantes: el futuro. Tal ha s ido el resultado de la desconfianza mexic ana. En una vida circunscrita al presente, no puede funcionar más que el instint o. La reflexión inteligent e sólo puede int ervenir cuando p o d e m o s h a c e r u n a l t o e n n u e s t r a a c tividad. Es im posible pensar y obrar al mismo tiempo. El pensam iento supone que somos capaces de esperar, y quien espera está admitiendo el futuro. Es evidente que una vida sin futuro no puede tener norma. Así la vida mexicana está a merced de los vi entos que soplan, cam inando a l a deriva. Los hombres viven a la bu ena de Dios. Es natur al que, s i n disciplina ni organización, la socied ad mexic ana sea un caos en el que los individuos gravitan al az a r c o m o á t o m o s d i s p e r s o s . Este mundo caótico, efecto directo de la desconfianza, recobra s o b r e el l a , dá n d o l e un a especie de j u s t i f i c a c i ó n o b j e t i v a . C u a n d o el indiv iduo se siente flotar en un m undo inestable, en que no es tá s e g u r o n i d e l a t i e r r a q u e p i s a , s u desconfianza aum enta y lo hace apresurarse por arrebatar al m o m e n t o p r e s e n t e u n r e n d i m i e n t o e f e c t i v o. A sí, el h o ri zo n te de su vida se estrecha más y su moral se rebaja hasta el grado de que la sociedad, no obstante su aparienc ia de civilizac ión, semeja una horda primitiva en que los h o m b r es se di spu ta b a n al as cosas com o fier as ham br ientas. Una nota íntimamente relaciona da con la desc onfianza es la susceptibilidad. El desc o nfiado es tá siempre temerosos de todo, y vive aler ta, presto al a defensiva. Recela de cualquier gesto, de c u a l q u ie r mo vi mi en to , d e cualquier palabr a. Todo lo inter pr eta c o m o u n a o f e n s a . E n e s t o e l m e x i c ano llega a e xtremos increí bles. S u p e r c e p c i ó n e s y a f r a n c a m en t e a n o r m a l . A causa de la susceptibilidad hipersensible, el mexi cano r iñe const antemente. Ya no espera que lo ataquen, sino que él se adelanta a ofender. A menudo estas reacciones patológicas lo llevan m uy lejos, hasta a cometer delitos innecesarios.
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L a s a n o m a l í a s p s í q u i c a s q u e a c a b a m o s de describir provienen, sin duda, de una inseguridad de sí m ism o q u e e l m e x i c a n o p r o y e c t a hacia fuera sin darse cuenta, conv irtiéndola en desconfianza del mundo y de los hombres. Estas trasposiciones psíquic as son a r d i d e s i nsti nti vos pa ra pr oteger al “ y o ” d e s í m i s m o . L a f a s e inic ial de la serie es un complejo de inferioridad experim entado como desconfianza de sí mismo, que l u e g o e l s u j e t o , p a r a l i b r a r s e d e l d e s a g r a d o q u e l a a c o m p a ñ a , o b j e tiva como des confianz a hacia los seres extraños . Cuando la psique humana quiere apar tar de ella un sentimiento desagradable, recurre siempre a pr ocesos de ilus ión, com o el que se ha descrito. Pero en el cas o especial que nos ocupa, ese recurso no es de resultados satisfactorios, porque el velo que se tiende sobre la molestia que se quie r e e v i t a r n o l a s u p r i m e , s i n o solamente la hace cambiar de motivación. El mexicano tiene habitualmente un estado de ánimo que re vela un m alestar inter ior , una falta de armonía consigo mis m o. Es susceptible y nervioso; casi siempre está de mal humor y es a menudo iracun do y violento. La fuerz a que el mexicano se atribuy e fundá ndose e n su impulsiv i dad, nos parece falsa. De sde luego, la verdadera energía consiste en gober nar inteligentemente los impulsos y a veces en reprimirlos. El mexica no es pasional, agresivo y guerrero por debilidad; es decir, porque carece de una voluntad que controle s u s m o v i m i e n t o s . P o r o t r a p a r t e , la energía que desp liega en esos actos no está en proporción con su vitalidad, que, por lo común, es débil. ¿Cómo explic ar entonc es la v i olenc ia de sus actos? Solament e considerándola resultado de la sobreexc itación que le causa adentro el mismo desequilibrio psíquico. Nuestro conocimiento de la ps i c o l o g í a d e l m e x i c a n o s e r í a incompleto si no comparásemos la idea que tiene de sí m ism o con lo que es realmente. Hace un instante hablábam os de la fuer z a que se atribuye el mexicano, lo cual nos hace suponer que tien e u n a b u e n a i d e a d e s u p e r s o n a . Sos pechamos también que algunos lectores de este ensayo reaccionar án contra nuestras afirmaciones, buscando argumentos para no aceptarl as. Es que aquí nos hemos atrevido a descubrir ciertas verdades que todo mexicano s e esfuerza por mantener ocultas, ya que s obre pone a ellas una imagen de sí mismo que no repres enta lo que es, sino lo que quisiera ser. Y, ¿cuál es el des e o m á s f u e r t e y m á s í n t i m o d e l mexicano? Quisiera ser un hombre que predomina entre los demás p o r s u v al e n t í a y s u p o d e r . L a s u g e s t i ó n d e e s t a i m agen lo exalta artificialmente, obligándo lo a obrar conforme a ella, hasta que llega a creer en la realidad del fantasm a que de sí m ism o ha cr eado. EL BURGUES MEXICANO 16
En esta última parte de nuestro ensayo nos ocuparemos del grupo más inteligente y cultivado de los mexicanos, que pertenece en su m a y o r p a r t e a l a b u r g u e s í a d e l p aí s . E l c o n j u n t o d e n o t a s q u e configuran su carácter son rea cciones contr a un sentim iento d e menor valía, el cual, no deriv ándose ni de una inferioridad económic a, ni int electual, ni soci a l , p r o v i e n e , s i n d u d a , d e l m e r o hecho de ser mexicano. En el fondo, el mexic ano burgués no difiere del mexic ano proletario, salvo que, en este último , el sentimiento de menor valí a se halla exaltado por la concurrencia de d o s f a c to res: l a n a ci on a l i dad y la posición social. Parece haber un c o n t r a s t e e n t r e e l t o n o v i o l e n t o y gr osero que es permanente en e l proletario urbano, y cierta finura del burgués, que se expresa con una cortesía a menudo exagerada. Pero todo mexicano de las c l a s e s c ul t i v a d a s e s s u s c e p t i b l e d e a d q u i r i r , c u a n d o u n m o m e n t o de ira le hace per der el dominio de sí mismo, el tono y el leng uaje del pueblo bajo. ¡Pareces un pelado !, es el reproche que se hace a este hombre iracundo. El bur gués mexic ano tiene la misma susceptibilidad patriótica del hombre del pueblo y los mismos prejuicios que éste acerca del carácter nacional. La difer encia ps íquica que sepa ra a la clase elevada de los m e x i c a n o s d e l a c l a s e i n f e r i o r , r adica en que los prime r os disimulan de un modo completo sus sentimient os de menor valía, porque el nexo de sus actitudes manifiestas c on los móviles inconscientes es tan indir ecta y sutil, que s u descu br im iento es difícil, en tanto que e l < p e l a d o > e s t á e x h ib i e n d o c o n f r a n q u e z a c í n ica el mecanis m o de su psicología, y son muy sencilla s las relaciones que unen en su alma lo inconsciente y lo conscien t e . Y a s e h a v i s t o q u e e s t r i b a n en una oposición. Es conv eniente precisar en est e lugar en qué consiste n estos sentimientos de íntima deficiencia que irritan la psique del indiv iduo provocando las reaccion es que se han descrito. Son s e n t i m i e n t o s q u e e l i ndiv iduo no tolera en su conc iencia, por el desagrado y la depresió n q u e l e c a u s a n ; y j u s t a m e n t e p o r l a n e c e s i d a d d e m a n t e n e r l o s o c u l t os en lo inc onscient e, se m a n i f i e s t a n c o m o s e n s a c i o n e s v a g as d e m a l e s t a r , c u y o m o t i v o e l indiv iduo mismo no encuentra ni puede definir . Cuando logr an asomarse a la concienc ia asumen matices variados. Enumeremos algunos de ellos: debilidad, desva loración de sí mismo (menos v a l í a ) , se n ti mi en to de i ncapacid a d , d e d e f i c i e n c i a v i t a l . El reconocimiento que el individuo da a su inferioridad se traduce en una falta de fe en sí mismo. El mexic ano burgués posee más dotes y recursos intelectuale s que el prolet ario par a consumar de un modo perfecto la obr a de 17
simulación que debe ocultarle su sent imiento de inferioridad. Esto equivale a decir que el “y o” ficticio constr uido por cada ind ivid uo es una obra tan acabada y c on tal aparienc i a d e r e a l i d a d , que es casi imposible distinguirla del “yo” verdadero. Ocupémonos, des de luego, en definir c on qué elementos realiz a el mexicano su obra de ficción; o, en otras palabras, qué reacciones suscita su sentimiento de inferioridad. La operación consiste, en su forma más sim ple, en s uperpone r a los que se es la imagen de los que se quis iera ser, y dar es te deseo por un hecho. Unas veces, su deseo se limita a evitar el desprecio o la humillac ión, y después, en escala ascendente, encon traríamos el deseo de valer tanto como los demás, el de predom inar entre ellos, y, por último, la volunt ad de poderío. La empresa de construir la propia imagen conforme a un des eo de superioridad, demanda una atención y un cuidado constante de uno mismo. Esto convierte a cada mexi c ano en un introvertido, con lo cual pier de correlativamente su in terés co mo tal. Cons ide r a lo s hombres y las c osas como espejos, pero sólo toma en cuenta aquellos que le hacen ver la imagen que a él le gusta que reflejen. E s i n d i s p e n s a b l e q u e o t r o s h o m b r es crean en est a imagen, para robustecer él su propia fe en ella. Así que su obra de fantasía se realiza c on la co mplicid a d socia l. No pretendemos nosotros afirmar que este fenómeno es propiedad exc lusiv a del mexicano. Ningún hombre normal, sea cual fuere su n a c i o n a l i d a d , p o d r í a v i v i r s i n e l a u x i l i o d e fi cci o n e s p a r ecidas. Pero una c osa es aceptar p r a g m áti camen te e l i n fl u j o d e u n a f i c c i ó n , s a b i e n d o q u e l o e s , y otra cosa es viv irla sin c aer en la c ue n t a d e s u m e n t i r a . L o p r i m e r o es el cas o de pos eer ideales o arquetipos c omo estimulantes para superar la resistencia y dificultad e s d e l a v i d a h um a n a , m i e n t r a s que lo s egundo no signific a propiamente vivir, sino hacerle una trampa a la vida. No cabría aplicar a esta actitud ningún calificativo moral, por no derivar se de un pr opósit o consciente y deliberado. Los recientes descubr imientos de la p sicología nos muestran que, no por ser ciego, el inconsc i ente carece de lógica, aun cuando ésta sea diversa de la racional. El m exicano ignora que viv e una ment ira, porque hay f u e r z a s i n c o n s c i e n t e s q u e l o s h a n empujado a ello, y tal vez, si se die r a c u e n t a d e l e n g a ñ o , d e j a r í a d e vivir así.
Como el autoengaño consiste en cr eer que ya s e es lo que s e quisiera ser, en c uanto e l m e x i c a n o q u e d a s at isfecho de s u imagen, abandona el esf uerzo en pro de su m e j o r a m i e n t o e f e c t i v o . E s , 18
p u e s , u n h o mbre q u e p a sa a tr avés de los años sin experimentar ningún c ambio. El mundo civiliz ado se transforma, surgen nuevas f o r m a s d e vi da , d e l arte y del pensamiento, qu e el mexic ano procura imitar a fin de sentirse a igual altura de un hombre europeo; mas en el fondo, e l m e x i c an o d e h o y e s i g u a l a l d e h a c e c i e n a ñ o s , y s u v i d a t r a s c u r r e dentro de la ciudad aparentemente moderniz ada, como la del indio en el campo: en una inmutabilidad egipc ia. Podemos representarnos al mexic a no como un hombre que hu ye de s í m i s m o p a r a r e f u g i a r s e e n u n m u n do ficticio. Per o así no liquid a su drama psicológico. En el s ubterráneo de su alma, poco accesible a su propia mirad a, late la incertid umbre de su pos ic ión, y , r e c o n o c i e n d o o s c u r a m ente la inconsistencia d e s u p e r s o n a l i d a d , que puede desv anecerse al menor s oplo, se protege, como los e r i z o s , co n un re ve sti mi ento de es pinas. Nadie puede toca rlo sin herirse. Tiene una suscept ibilidad extraordinaria a la crítica, y la m a n t i e n e n a r a y a a n t i c i p ándose a esgrimir la m a l e d i c e n c i a c o n t r a el prójim o hasta el aniquilamiento. Pr act ic a la m al edicenc i a co n una crueldad de antropófa go. El culto de ego es t an sanguinario c o m o el d e l o s an ti gu o s aztecas; se alimenta de víctimas humanas. Cada individuo vive encer rado dentro d e s í m i s m o , c o m o u n a o s t r a en su c oncha, en actit ud de desconfianza hacia los demás, rezumando malignidad, para que nadi e s e acerque, es indiferente a los intereses de la colectividad y s u a c c i ó n e s s i e m p r e d e s e n t i d o indiv idualista. T e r m i n a mos e sta s n o ta s d e psicología m exicana pr eguntándonos s i acaso será imposible expulsar al fantasma que se aloja en el mexicano, para ello es indispensable que c ada un practique con honradez y valentía el consejo socrático de conócete a ti mismo. Sabemos hoy que no bastan las facu ltades naturales de un hombre para adquirir el autoconoc imiento, sino que es precis o equiparlo de antemano con las herramientas intele c t u a l e s q u e h a f a b r i c a d o e l p s i c o a n á l i s i s . C u a n d o e l h o m b r e así preparado descubra lo que es, el resto de la tarea se hará por sí solo. Los fantasmas son seres nocturnos que se desvanec en con sólo exponerlos a la luz del día.
COMENT ARIO
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Es i m presi on a n te co mo e l autor adentr a al lector en la evolució n del comportamiento psicológico del m e x i c a n o d e s d e e l m e s t i z a j e hasta bien entrado el siglo pasa do, primero apoyándose en la propuesta de Justo Sier ra sobr e l a p e n e t r a c i ó n E s p a ñ o l a e n América y la conquista de la fe, para después apoyar se en Alfonso Reyes en su famoso símil de "el choque de la jarra y el caldero" que reafirma la c onquista espiritual q u e t r a n s f o r m ó r a d i c a l m e n t e a l nativo mexicano. La excelente descripción que hace del "Pelado", que a decir de él es un sujeto que lleva su alma al descubier to, que apar enta s er muy fuerte y valiente, en veces brabucón y en todo momento enamorado, pero al desc ubierto r esult a q u e n i e s f u e r t e n i e s d e l todo valiente una vez decidida la pelea " le saca" y resulta igua l para el amor. Es pues una gran aportación, que no puede dejar de deleitar a quienes nos apas ionamos con el tema.
EL MEXICANO, PSICOLOGÍA DE SUS MOTIVACIONES Santiago Ramírez
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La organización familiar La organizació n de la familia tiene características variables s egún la cultura donde la misma se desarrolla. Existen muchos tipos de f a m i l i a ; p or e l mo me n to me content aré con señalar la e xisten cia d e una familia cuyo trato es la organi zación en forma triangular en la que los vértices del triángulo est án constituidos por el pa dre, la m a d r e y l o s h i j o s. E n e l m undo occ idental, a gr andes r asgos, es el tipo de organización prevalente. Al lado de las ant eriores existen otras a las que los s ociólogo s han d e n o m i n a d o cul turas ute ri nas, der ivando dicha denominación de la circunstancia de estar integradas por una prevalente relación madre hijo. El niño, al nacer, es tablece sus relaciones de afecto, sus necesidades de satisfacción, protección y apoyo con la madre. Al princ i pio tales necesidades so n f u n d a m e n t a l m e n t e a l i m e n t i c i a s p e r o t a m b i é n d e c o n t a c t o , d e t e r n u ra y c e r c a n í a . E n u n a f a m i l i a e l niño va a encontrar una madre pr epar ada par a satisfacer la s demanda s señala das. Hay familias, las uterinas, don de la relación madre hijo es particularmente intens a. En México, por lo menos en las áreas rurales y en las urbanas de clas e media y baja, la familia tiene estas características. Un grup o de inv estigador es ha estudiado la organización fa miliar de un área de la ciudad d e M é x i c o q u e t ie n e l a f o r m a d e u n triángulo. Uno de sus costados lo forma la calle de Constituy entes, otro la de Observatorio y la base es Parque Lira. En este triángulo se han estudiado las carac t erísticas d e l a o r g a n i z a c i ó n f a m i l i a r c o n técnicas rigurosas de mues treo. En e s t a z o n a , c a d a m u j e r h a t e n i d o más de seis embarazos y en un porcentaje elev ado han sido satisfactorios y carentes de pr o b lem a . L a lac t a n c ia e s d e o n c e meses, cifra fuertemente contra stada con los escasos veinte a treinta días presentes en la cultur a norteamericana. También en la cultura americana uno de los problemas centrales de la organización familiar es el hijo único. En otros estudios hemos observado que durante el proces o de urbanización, mujeres procedentes del campo frecuentemente se embarazan en condic iones par ticularmente traumáticas. Rechazadas de sus lugares de origen, las hemos investigado en un centro de protección para madres abandonadas de tipo religioso. Si bien es c i e r t o q u e e l n ú m e r o d e m ujeres estudiadas fue pequ eño, cincuent a, no menos cierto es el impacto que nos produjo la ausencia de trastornos durante el em barazo y la lactancia a pesar, repito, de que las cir c unstanc ias de embarazo fueron muy
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t r a u m á t i c a s : v i o l a c i ó n , r a p t o , s educción y engaño, etcétera. Este grupo de mujeres se embarazó después de un promedio de 1.6 coitos. Uno de lo s proble m as centrales en la organ i zación fa miliar de Méxic o es el gran número de madres solteras. D e l e s b o z o d e c i f r a s p r e c e d e n t es nos permitimos pregunta r nos: ¿qué determina la gran pro creativ idad de la madr e mexicana?, ¿qué la lactanc ia tan pr o l o n g a d a ? , ¿ q u é l a facilitación de lo s partos? En Méxic o hay una atmósfera soci ocultur al alr ededor de la im age n de la mujer. Esta atmósfera contrasta con lo que sucede en otras culturas en las cuales los abortos s on múltiples, así como intensas las perturbaciones durant e el embarazo y seve r a s l a s d i f i c u l t a d e s en la lactancia. La atmósfera socioc u l t u r a l e n u n o s c a s o s f a c i l i t a y en otros dificulta. El mundo del mexicano tiene una doble m oral sexual y características c ontrastadas en l o s p a p e l e s q u e r e c í p r o c a m e n t e j u e g a n e l h o m b r e y l a m u j e r . E l v a rón es dueño de prerrogativas, usa sin restricciones el dinero, se permite placeres que nie g a a la mujer, gasta en ropa y at uendo c a ntidades más significativas que s u s p a r e j a s . E l m u n d o e n M é x i c o desde el punto de v ista de la atmósfera sociocultural de tipo s exual es un mundo de hombres. Palabras tales como "viejas" o " v i e j a e l ú l t i m o " , a d q u i e r e n características despectivas . En nuestro mundo "ser vieja el ultimo" e s e q ui v al en te d e d e sp recio, tam b ién el ser maric a . E l h o m b r e t i e n e e l p r i v i l e g i o d e s e r s e r v i d o por la mujer, a ésta no se le permite que ind ague la utilizac ió n que el hom br e hace d el din ero, el varón detenta poder y recursos. El padre es temido, frecuentemente ausente, tanto como presencia re al como en su carácter de co mpañía emocion al. La familia e n Méxic o está integrada por una serie de obligac iones y de compromisos. La m u j e r t ie n e q u e s a t i s f a c e r s u s n e c e s i d a d e s e n o f i c i o s p o c o calificados: lavanderas, servicio doméstico o pequeños comercios, preñados de ausencias, en los que se trafica frecuentemente con unos cuantos estropajos, un poco de tequesquite y algunas rajas de ocote. Estas mujeres habitualm ente han sido abandonadas por un padre qu e cua n d o pr esente, f ue violento, alcohólico y habitualmente ausente. Hace años, estudiando la est r uctura familiar del cuart el de la Soled ad, encontramos qu e en un a familia c o n s t i t u i d a p o r u n p o c o m á s d e c inco hijos, éstos había n sido c o n c e b i d o s p o r u n a m a d r e ú n i c a y p o r un poco más de tres padres. La cohes ión del hogar, de tipo uteri no, se estructuraba alrededor de la madre. El padre t an sólo había sido procreador ev entual. Estas mujeres no son coquetas sino abandonadas. La licenciada Berman también se dedicó a es t u d i a r c u á l e s e r a n l a s 22
características dinámicas de dic ho a b a n d o n o . E n c o n t r ó q u e e n u n alto porc entaje el abandono acont ece d u r a n t e e l e m b a r a z o d e l a mujer. En México la mujer se acerca a la edad adulta con un miedo a la sexualidad que le han remarcado desde pequeña. Este clima de recato es el que prevalece con alta intensidad en los peq ueños pueblos del país. Agustín Yáñez lo describió magistralmente en su n o v e l a A I fi l o d e l ag u a . En e l p e q u e ñ o p u e b l o d e l n o v e l i s t a , Teocaltic he, toda la organiza c i ó n s o c i a l g i r a a l r e d e d o r d e congregaciones religiosas . Hijas de M a r í a , m u j e r e s e n l u t a d a s q u e esconden en forma masiva un sexo pros crito y sustraído de la c o m u n i d a d . E s t a s m u c h a c h a s , j óvenes modosas y arregladas, son promotoras de afectos por parte de los hom br es jóvenes. En l a canción mexicana encontramos ejemplos reveladores de esta actitud. Con frec uencia l a u n i ó n n o s e p u e d e l l e v a r a c a b o e n f o r m a pausada y normal debido a los c elo s de los padres y hermanos de la muchacha, vigilantes guardianes de l a v i r g i n i d a d d e l a h i j a . E n e l lenguaje popular es un vejamen el que alguie n califique de "cuñado" a un amigo. Parecier a que nuestra parte femenina, colocada en la hermana, se ve muy amenazada ante tal calificac ión. La unión frec uentement e es logr ada m ediante el r apt o. El matrimonio lleva una vida sexual po bre, en el área triangular a la c u a l y a me h e refe ri d o , h e m os en contrado que sola mente un quinc e por cient o de las mujeres han busc ado en f orma activa a su pareja masculin a. La inv estigació n de referencia h a tenido como finalid a d la plan ea ción familiar y el control de la natalida d. Quien con más vehemencia ha mostrado reticencia al control ha sido el varón. La mujer acepta pasivamente este papel don de se le veda sexualidad y se le premia procr eación. Todas las instit ucione s culturales, desde antes de la Con quista, aplauden y premian los aspectos maternales de la mujer y, por el contrario, censuran sus expres iones sexuales. En los cons ejos que los antig uos mexicanos daban a la niña en edad crecedera le recomiendan la discreció n, el r e c a t o y l a a u s enci a d e coquet eo. Diego Rivera, en uno de sus murales del Palacio Nac ional, el tianguis de Santiago Tlat elolc o, nos pinta la imagen despectiva que el mundo prehispánico tenía de la prostituta. La llamaban la al egr adora; su tono era estridente, masticaba chic le, se colocaba c hapopote en los dientes para llamar la atención y se pintaba las piernas con color es llamat ivos. E s t a m u j e r e r a o b j e t o d e c e n s u r a . Más tarde, durante la Conquista, México s e vuelve “guadalupanista” ha ciendo hincapié en los valores sobresalientes de la Virgen de G u a d a l u p e , c u y o s a n t u a r i o e s t á ubicado en el antiguo asiento del templo de la Madre de los Dioses. Madre de los Dioses, Vi r g e n r e c a t a d a , p r o g e n i t o r a d e l
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Cristo y Vaso Es piritual de Elecc ión forman una un idad estrecha e indisc utible en la mente del mexic ano. Buscamos mujeres que se asemejen a nues tras madres, mujeres que se embaracen mucho, que lacten bien y que cocinen mejor, pero a la vez condicionamos el que tan sólo un quince por ciento de ellas se nos acerque s exualment e. Las mujeres colaboran par a que est a mancuerna s ubsista; a poc o de embarazarse se d e s c u i da n , d e j an d e a rre glar se y s e privan de atractivos sexuales. La maternidad y la lactanc ia se l l e v a n a c a b o a b i e r t a m e n t e y s i n ningún pudor. El pecho se le bri nda al niño en c ualqu ier lugar público o privado. Pronto el hombr e abandona a esta mujer para reanudar un nuevo enlac e amoroso c u y o d e s t i n o t e n d r á i g u a l e s c a r a c t erísti cas. E l l a se refugiar á e n el mar t irio masoquista de la "mujer abnegada" . Las instituciones sociales aplauden la con dición m a t e r n a l y r e a b a s t e c e n e s t e c í rculo enfer mizo que hace que la familia d el me xic ano se a de car ácter uterino, c on un a madre asexuada y un padre ausente. Las pautas de comportamiento se aprenden tempranamente, la mujer aprende su manera de ser desde niña. Los troqueles en los c u a l e s v i v e l a n i ñ a m e x i c a n a e s t á n br indándole m uy pr ecozm ente l a aceptación del rol maternal. Observa una madre desorbitadamente fecunda, tempranamente se le as ignan funciones en el cuidado de sus hermanos menores, en sus juegos muy precozmente se entrena a hacer "la comidita". No todas la s culturas enseñan a ser madre, hay otras en donde, por razones que no vienen a colación, se enfatiza el papel sex ual de la m ujer en oposic ión a su f unción m a t e r nal . E j e mpl o d e mostr ativo de lo anterior es la cultura d e las I s l a s Marqu e sa s , d o n d e se condiciona una a ctividad sexu al desmesurada en oposic ión a la exigua maternidad. La niña es educada tempranamente en el rec ato y en la evas ión de todos y cada uno de los tópicos sexuales . Tempranamente se la a l e j a d e l c o m p a ñ e r o v a r ó n . L a c o e d u cación en Méxic o fue obj eto de escánda lo y de protesta: amenazab a la estructura familia r tan rígidamente acuartelada en la priv ación, represión y huida ante todo lo que connotase sexo en el m undo de la mujer. En el aspecto educativ o también se refuerza la relación de la madre con el hijo. La mayor parte de las socieda de s de padres de familia en la escuela primaria están constituid as fundamentalmente por madres. El padre casi no participa en los problemas pedagógico s, de crecimiento ni de cria n z a d e s u s h i j o s . H a s t a h a c e p o c o t i e m p o c o n muy poca frecuencia veíamos padres cargando a sus hijos. Hemos vivido en una cult ura en la que lo fundamental ha sido la relación con la m adre. El padre au sente, por serlo, es anhelado. Una buena familia necesita ser tri angular, debe desc ansar sobre la 24
base de una adec uada relación sexual, d e u n j u e g o r e c í p r o c o e n e l encuentro genital. Una mujer adecuadamente satisfecha en sus aspectos genitales no brinda al niño e l e x c e s o d e s u s c a r g a s n o satisfechas. Hace muchos años v e n i m o s d i c i e n d o q u e l o q u e caracteriza a la familia mexica na es el exces o de madre y la ausencia de padr e. El hombre mexic ano c arente de un padre que le brinde estructura va a buscar en aspectos formales externos aquello que no ha incor porado en su int erioridad . Por eso hará alarde externo de una hombría, de una paternidad de la cual carece. Su dinero y recursos lo s e m p l e a r á e n o b j e t o s , c os a s y diversiones que estereotipadamente han sido calificadas como masculinas. La pistola, el caballo, las espuelas, el sombrero de charro o el automóvil último modelo, en la actualidad, son a t u e n d o s e xte rno s q u e le per m it e n c a l m a r s u i n s e g u r i d a d masculina. La convivenc ia con hombres, la elus ión de afectos tiernos, de llanto, de trato cordial con la mujer le hacen alucinar que llev a dentro de sí mismo mucho hombre. Son muchas las razones históric as que han permitido que la mujer sea devaluada. Ya desde Hernán Cort é s , e l t r a t o a l a M a l i n c h e e s t á revelando que una vez u t i l i z a d a e s o b j e t o d e regalo a un s úbdito. P o c o s i n m i g r a n t e s h o m b r e s , m u y v aluados, conquist an y c olonizan a un mu ndo de mujeres indígena s a las cuales p ueden utiliz ar, minimizar e identificar con lo dev aluado. Estas mujeres se van a refugiar en una maternidad exuber ante cuando no encuentran en el varón la espina dorsal que las sustente. Hay un mundo de va rones del cual son exc l uidas las mujeres, más acentuado en la clas e baja. L a s r eun i on e s s o ci a l es discr im inan y segr egan a la m ujer del mundo privilegiado de un hombr e que tiene conversación i n t e r e san te , chi ste mo rda z y gr ue s o q u e n o h a d e c o n t a m i n a r l a comunicación lineal e ins ustantiva de las mujeres. Una pequeña reseña del día de una familia de la c l a s e m e d i a n o s m o s t r a r í a a u n a mujer que se lev anta temprano, le sirve el desayuno a un s eñor gruñón que le ha brindado una se xualidad escasa y espaciada y q u e s al i en d o a l tra b a j o, b ien ar r eglado, a las nueve de la m a ñan a, probablemente llegue a las dos de la madrugada. Esta mujer tan abandonada, tan frustrada, va a enc ontrar en la procreación el camino reparativo a las limitacion es en su calid ad de compañera. Además el hombre espera que así lo haga, su expectativa es encontrar a la mujer cocinando y cuida n d o a l o s n i ñ o s . E l l a a s u vez es la víctima abnegada y as exual. Los padres del me xic ano pocas veces mostraron una facha da sexual y erót ica enfrente de los hijos . El beso brilló por su ausencia y la imagen de ella, vinculada a la comida: se la visualiza sirviendo la sopa, los huevos, el pequeño bistec de la c l a s e m e d i a y l a v e r d u r a y l o s f r i j o l e s . L a madre, en la orga nización familiar d el me xic ano, ha s ido totalmente
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desexualizada. Y el sexo es muy i m p o r t a n t e , t a n i m p o r t a n t e c o m o tener hijos. El prob lema de la o r ganización familiar en Méxic o es sustantivamente la ausencia de padre, el exces o de madre y la limitación sistemática de l ár ea genital entr e los pr ogenitor e s. Es preciso que no sea mal interpret ado. En ningún momento he querido decir que la vida genital se tenga enfrente de los hijos, pero es importante que proyecte s u so m b r a e n l a c o r d i a l i d a d d e l a f a m i l i a . E s p r e c i s o q u e l a m u j e r m exica na y el pad re mexic ano no interpongan más entre su relación recíproca a los hijos. Que se aprenda que el papel genital n o e s t á e n c o n t r a d i c c i ó n n i t i e n e p o r qué oponerse al papel maternal. Es importante señalar, siempre lo hemos hecho, que el pr oblem a básico d e la estructura familiar en México es: el exceso de madre, la ausencia de padre y la abundanc i a de hermanos.
PROBLEMAS DE UN MUNDO EN TRANSICIÓN 1966 Los problemas que acont ecen en un mundo de transición tienen una característica un tanto indep endiente del problem a mismo, por simple o complejo que éste sea. Dicha c aracterística deriva del escenario en que dichos problemas se dan. Un mundo en transición; la transitoriedad del mundo nos está habla ndo de un proceso cambiante notor i a m e n t e d i n á m i c o . P o r t a n t o , n o s e t r a t a tan sólo de afrontar la conducta e n t o d a s s us d i m e n s i o n e s , a l a s cuales después aludiremos, sino ta mbién, y esto importa mucho, n o s t e n e m o s q u e r e f e r i r a e l l a s en una situación de cambio. El psicoanálisis es experto en conduc t a y l a p s i c o l o g í a e s l a c ie n c i a de la conducta. A toda conducta le podemos imputar, desde d i f e r e nte s án g u l os, ci e rtas car acter ísticas: siempre está motivada, tanto en el hom bre como en el anim al; clar o está que los t r o q u e la d o s qu e v an a mo tivar la conducta s on más e s tereotipados, rígidos y fijos en el anim al. El c a mbio conductual en el animal no se modifica, o si se modifica lo hace tan lentamente que no percibim os mutación. Las pautas de comportamiento en el animal no cambian; lo que es más: si en cautiverio sometemos a un animal a una situación dada, digamos la agresión por parte de un rival, y al mismo tiempo impedim os que la pauta de comportamiento se lleve a c abo, nos encontramos con que e l a n i m a l m u e r e y s u m u e r t e es la consecuenc ia no d e l a s h e r i d a s d e l a s q u e h a s i d o v í c t i m a , sino de la tensión der ivada del bloqueo de la pauta de comportamiento. Los troqueles ge n e r a d o r e s d e c o n d u c t a , p o r u n lado, o si se quiere las pautas d e c o m p o r t a m i e n t o , p o r o t r o , s e
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e n c u e ntran ce rra d o s e n e l anim al a diferenc ia de lo que suce de en e l h o m b re. La praxis del anim al, su hacer, no va a afectar su devenir. Más aún, no podemos hablar en rigor de un hacer y un devenir dialéct ico en e l a n i mal . En cambio los troqueles y las pautas de comportamiento del hombre se encuentran abiertos. Lo que el hombre haga o lo que con él se haga van a forjar su dev enir, su suceder, su destin o. Es equivalente decir: la praxis es el devenir y decir infancia es destino. El hombr e está haciendo su futuro y el animal lo trae hech o. El hombre nace en proceso de hac erse , el animal está hecho. El animal tiene escrito su destino en su filogenia y el hombre, en tanto t a l , v a a ins c r i b i r l a s c a r a c t e r í s t icas de su destino en su particular y especialísima ontogenia. El troquel de una historia inc o m p l e t a e s e n t r e g a d o a u n a p a r e j a parental, a una familia o a una g en e ración. Son func iones de esta pareja, esta familia y esta generac ión completar para un hijo o para la siguiente generación el resto de la histor ia, hasta hacer l o devenir con un nuevo jalón. La familia y la pareja y también la gener ación tiene n, en gener al y en una c ultura dada, intenciones si milares. Cuand o las intenc ione s de la generación con todas sus ins t ituciones lingüísticas, sociales, r e l i g i o s a s , v a l o r a t i v a s , e t c . , están en discrepancia c on las intenciones de la pareja parental e n c a r g a d a d e t r a n s m i t i r e l t r o q u e l cultural, a poco, la discordancia se manifestará y entrará en escena revelándose en la conflictiva del hijo d e l a f i g u r a p a r e n t a l , p u e s h a recibido pautas de comportamien to de natur aleza privada, cerrada, las que entrarán en conflict o con la pauta de comportamiento y los t r o q u e le s q u e l a g e n e raci ón esper ar í a de ese sujeto. Es decir , y sintetizando, las instit uciones es peran que la familia rectora del t r o q u e l c u l t u r a l a p o r t e a l i n d ividuo las car acter ísticas que, probabilísticamente, van a ser las más adecuadas para el logro de los propósitos del grupo cultural. En otras ocasion es las in stitucio nes culturales sufren un proceso de cambio, a una velocida d para la cual la f amilia n o preparó a su progenie; entonces nos enfrentamos co n u n s u j e t o p e r p l e j o a n t e e l cambio; sujeto que carece de praxis para enfrentarse a un devenir que le resulta ajeno. El control de la natalidad y la planeación de la familia e s un suc eder cult ural que se ha vu elto realidad y pa ra el
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cual frec uentemente los indiv iduos, nacidos y for m ados e n un mundo de varías décadas atrás, no estaban preparados. El cambio indiv idual, normal o patológico y el cambio social, t a m b i é n n o r m a l o p a t o l ó g i c o , a l n o adecuar se o no llevar la misma impronta entran en conflicto dentro de l a e s t r u c t u r a i n d i v i d u a l o dentro de la estructura social. La conflictiva puede ser creadora o aniquilante. Cuando el j uego dialéctic o no plantea una exagerada lucha de contrarios el suceder histórico tendrá características dinámicas integradoras. Cuando el juego dialéctico es abrumador por una intens ificación desmesurada de los c ontrarios, nos encontramos con una incapacidad de éstos para el logro de una síntes is integr ativa. Por el contrario cuan do el j u e g o d e c o n t r a r i o s e s n u l o , e l estatismo y la inercia s on las características del proceso cultural. E n s í n t e s i s l a c u l t u r a , s u p r a e s t r u c tural, con todas sus instituc iones entrega a la familia el troquel con el cual espera que la misma modele las pautas de comportamiento del hijo. Un sujeto, niño, a punto de hacer se o en vías de hacerse, es particular m ente sensible a la praxis o al hacer que sus padres, con su conducta, tratan de imprimirle. Este hacer de los padr es se volverá un devenir del sujeto en cuestión. Una vez más la inf ancia será destino. En el proceso de la mestización del siglo XVI las características de la praxis determinaron devenires q ue explic an la car acterística d e l mestizo y su conducta. El encuentro fue violento como se señala en el Manuscrito anónimo de TIatelolc o.
En los caminos yacen dardos rotos; los cabellos están esparcidos. Destechadas están las casas, e n r o j e c i d o s t i e n e n s u s mu r o s . Gusanos pululan por calles y plazas, y están las paredes manchadas de sesos. Rojas están las aguas, cual sí las hubieren teñido, y s i l a s b e b í a mo s , e r a n a g u a d e s a l i t r e . Golpeábamos los muros de adobe en nuestra ansiedad y nos quedaba por herencia una red de agujeros. En los es cudos estuvo nuestro resguardo, pero los escudos no detienen la d esolac ión. H e mos c o mid o p a n e s d e c o l o r í n , h e mos m a s t i c a d o g r a ma s a l i t r o s a . 28
Pedazos de adobe, lagartijas, ratones, y tierra hecha polvo y aun los gusanos.
Cardozo y Aragón lo decía: El corte de la tizona es pañola no nos ha separado del mundo antiguo de la poesía pr imigenia y original, de nuestra carga explos iva y mágica. El mito se hizo carne. Al partir la tizona a la serpiente emplum ada, los trozos cobraron nueva y v i eja existencia. Y se internaron en las s elvas y se escondier on por todas par te s . H o y r e p ta n y vu e l an en pa labr as, sangr es y s ueños, tan vivos c om o en códic es, leyendas, frescos y monolitos.* Toda conducta tiene dim ensiones múlt iples, una de ellas es su génesis. La hemos analiz ado someramente en las líneas p r e c e d e n t e s , e n l a s c u a l e s t a m b i é n indicamos el mayor o menor e s t a t i s mo de l a pa u ta conductual , del troquel o de los mod os de comportamiento. En la síntesis de l cambio, en el sig l o XVI, la lucha de los contrarios fue tan intens a q u e s us r e s u l t a d o s t u v i e r o n características desintegradoras. Al hablar en estos o en parecidos términos, le estamos dando a la c onducta una nuev a dimens ión, su dinamism o. También la conducta tiene una dim ensión estructural; cuan do el h a c e r , g é n e si s, praxi s, i n f ancia, se vuelve devenir tan sólo lo logr a mediante el instrumento estructura lizado en la interioridad del s u j e t o . L o q u e e s t u v o a f u e r a , l o q u e h iz o o s e h i z o c o n e l s u j e t o , s e internaliz a y adquiere es tructura c o n t o d a l a r i q u e z a d i n á m i c a inic ial y con todas las variables presentes desde el principio. T a m b i é n l a c o n d u c t a t i e n e u n a dimensión heurística, con ell o c o n n o ta mos la n a tu r aleza pr opositivam ente económ ic a, homeostática de la misma. El propósi t o h e u r í s t i c o d e l a c o n d u c t a l a hace que mida y acote, que diga del b e n e f i c i o o p e r j u i c i o q u e h a n de tener tal o c u al movim iento, ta n t o p a r a e l p r o p i o sujeto como para el mundo en el cual habita y en el cual se mueve. Es necesario señalar que si bien es cierto que la lucha de contrarios entre la praxis y el de v e n ir o l a inf a n c i a y e l d e s t in o cobra características de un determinado dinamism o, no menos c i e r t o e s q u e a l o l argo d el tiem po y de las generaciones u n sujeto con adecuada identidad va a tener una línea de continuidad consistente e ininterrumpida. Lo que es más, cuando en oc asiones l a l u c h a d e c o n t r a r i o s t i e n d e a i n terrumpir la c ontinuida d, la identidad, en forma soslayada, trata de volver a sus fueros restituyendo la oque-dad que dejara la desolación. De allí q ue la 29
serpiente emplumada busque reaparecer en nuevos moldes formales que a la vez que la encubr an la c onserven. El poeta León Felipe claramente lo intuye: ...Llegan los españoles y te proponen adores a un dios muerto, hecho un coágulo, con el cost ado herido, clavado en una cruz. Sa c r i f i cad o , o fren d a do. ¿Qué cosa más natural que acept ar un sentimiento tan cercano a todo tu ceremonia l, a toda tu vida?... Pero a un dios al que no le basta que se sacrifique por él, sino que incluso va a que le arranquen el corazón. ¡ C a r a m b a , j a q u e m a t e a Huitzilopochtli En el sentimiento trágico de l a v i d a , U n a m u n o l o d i j o : “Ni a un hombre ni a un pueblo, q u e e s e n c i e r t o s e n t i d o u n hombre también, se le puede exigir un cambio que rompa la unidad y la continuidad de su persona”. * Luis Cardoz o y Aragón, Guatemala, las líneas de su mano, México, FCE, 1965. Hasta ahora cuatro dimens iones: g énesis, dinámica, estructura y economía. Una última, pero no por e l l o m e n o s i m p o r t a n t e , l a dimensión adapt ativa de la c ond ucta, con lo c ual queremos expresar que las pautas de comportamiento se adec úan y establec en un nexo, el más l ogr ado posible entre una nec esidad, c o n s u fu e rza y presi ón , y el objeto.
PATRONES CULTURALES EN LA VIDA GENITAL Y PROCREATIVA DE LA MUJER, EN PARTICULAR EN MÉXICO 1972 Es obvio que el mexicano no pierde su identidad en la Independencia, muy antes de ella le había sido usur pada. Castas, criollos, mestizos y peninsulares formaban una diversidad de figuras que impedían la adecuada adquis ición de una identidad medianamente configurad a, inclusive en niveles de ide ntidad sexual. Durante muchos años pensamos que la Conquista había determinado tanto la adquisic ión de un a identidad como la pérdida d e o t r a . P é r e z M a r t í n e z e n e s t a línea de ideas expres aba: El cuerpo de Cortés, caído en sedas y desgracias; Cuauhtémoc vuelto cenizas en la selva forman nuestra epopeya. Ambos fueron hombres de dos
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mundos que en nosotros se concilian y luchan. Tal es nuestra estirpe, y a tal linaje tal escudo. Cuando escribíamos esto había una g r a n d o s i s d e e x a g e r a c i ó n . Suponíamos en forma casi absoluta que el haber perdido una identidad y adquirido otra era en forma total. Las crisis de identidad a ú n n o resu e l tas d e sd e los inic ios de la cultur a prehis pánica subsisten y prevalecen. En un relato de Z urita se muestran algunas características que el cuidado de la cría tenía en la cultura azteca: Dábanles cuatro años le che y son tan am igas de s us hijos y los crían con tanto am or que las m ujer es por no se tornar a empreñar entretanto que les dan lech e se excus an cuant o pueden de ayuntar con su s mandos, e si enviudan o quedan con hi jo que le dan leche por ninguna vía se tornan a casar hasta lo haber criado y si alguna no lo hacía ansí parecía que hacía gran traición. La incorporación, introyección y ulteri or identificación con la figura materna era particularmente in tensa desde el punto de vista cuantitativo. Es por esto que Elizabeth del Río dice: El pueblo azt eca expresó su primer ideal inconsc iente, la unidad con la madre en la figura de una mujer virgen que da a luz al héroe; así establec e un diálogo, acepta sin dificult ad el pas o d e l a pri mera pe rsona, yo a la segunda persona T ú (la madre), pero lo que no ac epta es la intrusión d e u n te rcero, el p a d re. Para logr ar el precario pas o de este magno matriarcado al aparente patriarcado que exhibe el pueblo del Sol, fueron necesarias muchas instituciones coer citivas, muchos s i s t e m a s e d u c a t i v o s , u n a g r a n cantidad de maniobras represivas y la alter ación e n la sim bología , el mito y el folklore de las cual i d a d e s b o n d a d o s a s d e l d iá l o g o y o niño, tú madre. La misma autora señala: " En la cult ura azteca la edu cación d e los jóvenes tanto den tro de la familia c omo en las escue las, se realiz ó bajo un r égimen en el que la repres ión de los im puls o s constituía el funcionamiento estatal" y agregaríamos: " L a r e p r e s i ó n d e l 6 8 — c o m o p o s t u la Paz — la g r a n p ir á m id e " . Se im p o n í a la n e c e s id a d de castigo. Las prohibiciones in stitucionalizadas contra la e m b r i a g u e z . E l t e m o r d e l a c e r canía tierna a Toci (la madre de los 31
dioses) era aterrante en v i rtud de s u gran intensidad. Sin embargo, el retorno de lo reprimido aflora e n e l m i t o , m a g i a d e l c e n t r o , p l u m a preñador a en lugar de falo fecundante: era preciso transformar las expres iones formales de la identi dad tolteca tierna en muestras expres iv as que dieran paso y canaliz aran el sadis m o; de aquí la g u e r r a fl ori d a . Este exagerado cuidado y prol o n g a d a l a c t a n c ia a l a c r í a posiblemente derivaban de grandes pr ivaciones histó r icas debidas a la sequía. El origen del culto al agua y de la an siedad ante la inanición es su consecuenc ia. Necit l i - m a g u e y - m e xic a s e s e l n o m b r e y la filiación de este pueblo: en el aguamiel vieron los aztecas la leche materna. También como señal a Gutierre Tibón " m etl-luna; xiombligo; co-lugar. El lugar del ombligo de la luna".
La máscara seductora de la madre buena se vuelve persecutoria y m a l a m á s q u e p o r c u l p a , p o r d e f e nsa y negación a daptativa. Tan to a través del folklore, la leyenda, el mito y las instituciones educativ as se logra y cuaja la figura masculina de los caba lleros tigres y caballeros águ ilas, evitándose así la persistencia en la identificación fem enina temprana. Quizá no seamos "el p ueb lo del Sol" sino como una defensa pa ra no ser "el pueblo de la Luna". Atrás de nuestro aparente exceso de macho no se esconde sino n u e s t r a i nmen sa h e mbra, la figur a fem enina que abr e y cier r a el c a l e n d ari o azte ca : Ma l i n a l li y Xóchitl. ¿Estoy de verdad en la gue r r a ? , a h or a no soy guer r er o mi lucha es con mujer. Muy posiblement e los s i gnos, los mitos y leyen d as de c arácter n e g a t i vo re fe ren te s a l a m ater nidad no son sino for m acione s reactivas y no al revés, frente al s en t i m i e n t o o c e á n i c o d e r i v a d o d e l a r e l a c i ó n ma d re-hi j o . La mujer es progenie, no sexo. La alegr adora tiene el v ientre echado a perder porque ha dejado de ser un vientre de progenie y lo es de deseo. La Malinche es objeto de sexuali dad, m as no de pr ogenie. Lo s preceptos obediencia, castidad, ayuno y busca d el justo medio lograron con su enorme fuerza co ercitiva reprimir a nuestra gran madre. Del Río nos muestra con mucha cl aridad cómo la identida d del triángulo familiar con sus respectivos roles: 32
...e st á diseñ a d o per fectam ente desde el m undo náhuatl: el padre distante y temido, la madre pródiga y sobre-protectora, la sexualidad prohibida, la maternidad aplaudida. La regla de la vida que las instituciones educativas proporcionan, reprime las satisfacciones infantile s tempranas, la embriaguez severamente ca stigada, la risa y el estruendo subyugados, la templanz a enaltec ida. La destrucción de las inst ituciones educativ as prehis pánicas a raíz de la c onquista hizo que af lorara lo q u e s e h a b í a r e p r i m i d o . E l n i ñ o insaciable de pecho nutricio care ció a partir de entonces de los medios para hacerse un caballero tigre. La desvalorización de la mujer en la vida azteca es una técnica defensiv a para no regresar al ma triarcado, todavía muy cercano y muy temido. Muchas reminiscenc ias de él aún pers isten en las i n s t i t u c i o n e s y e n l o s s is t e m a s d e g o b i e r n o . P a r a d ó j i c am e n t e q u i e n quizá defendió c on más fervor el p a t r i a r c a d o f u e T l a c a e l e , e l C i h u a l c óa tl d e Izcóa tl . L a par te femenina de la pareja en el poder. Tras la máscara del jaguar aún se oculta, persistente y subsistente hasta nuestros días, la venus esteatopigia de Tlatilc o. Los estudios de antropología cultural l l e v a d o s a c a b o p o r M a r g a r e t M e a d , A b rah a m K ardi ne r, Ruth Benedict y otros, han puesto de manifiesto que muchas de las caracter ísticas consider adas como fundamentalmente femeni nas, las que clásicamente se inc luí an en el carác t er femenino, más que vinculadas a determinismos orgánicos se encuentran profunda y hondamente arraigadas a las instituciones culturales que otor gan determinadas pa utas, ide ales, metas y papeles atribuidos a la m ujer y a sus funciones dentro de l a c u l t u r a . C a r a c t e r í s t i c a s c o m o : p asividad, ter nur a, r eceptivida d, falta de agresividad y temor al peligro, todas ellas c onsideradas en la cultura occidental como específicas de la mujer y derivadas a priori de su condición genética, tienen que ser revaloradas a la luz de la investigación cultur al y del cambio social operado en las últimas décadas. D e s d e u n p u n t o d e v i s t a f o r m a l , p o d r íamos adscrib irle a la mujer dos tipos fundamentales de expresió n d e s u f e m i n e i d a d : r e a l i z a ci ó n femenina de tipo genital y realizac i ón femenina de tipo maternal. Estas dos series de expresiones pueden encontrarse aus entes, asociadas u oper ando alternativa y a n t a g ó n i c a m e n t e . E s f r e c u e n t e que en las concepciones populares se a s o c i e l a r e a l i z a c i ó n c a b a l de una de las funciones c on el éxito de la otra. Así se expresa que 33
una realizac ión orgásmica intensa neces ariamente debe a c o m p añ a rse d e fe cu n d a ción; o por el c ontrario, se asocia la frigidez con la e s terilidad e infertilida d. Una afirmación co mo la anterior está bien lejos de ser exacta y con más frecuencia encontramos que la cultura al realizarse en determinados grupos sociales o pueblos, ant a g o n i z a u n a f u n c i ó n c o n l a o t r a . M a r g a r e t Mead estudió la conducta sexual y procreativa en c ulturas primitivas relativ amente simples. La ventaja de la utilización y organización cult urales si mplificadas es obvia, ya que las variables s u s c e pti bl es d e p rod u ci r pautas de conduct a son m enor es y, por l o tanto, la complejidad del a nális is también es menor. Los arapesh de Samoa son un pueblo p e r t e n e c i e n t e a l a r c h i p i é l a g o polinésic o. La forma de educac ió n brindada al niño guarda bastantes diferencias con la existe nte en la cultura occident al. Los a r a p e s h so n u n a so ci ed a d de gente pobr e, suave y tr abajadora; cuando la niña llega a los seis o si ete años es prometida a su futuro esposo, el cual es ocho años mayor que ella. Desde el momento del com promiso se trasla da a c as a del pro m etido, quien trabaja en compañía de su familia para mantenerla. Cuando lle ga la menstruación se llevan a cabo diver sos tipos de ritos de inic ia ción, l o s c u a l es cul mi na n con el ayuno. Dur a n t e é s t e , e s e l p r o p i o n o v i o quien pr epara a su prometida una sopa c ompuesta con distintas h o j a s d e val or ri t ual ; a l fi naliz ar el acto el novio le da de c o mer a s u a m ada , co mo si se tratar a de una cr iatur a que aún no es tuvies e e n c o n d i c i o n e s d e t o m a r p o r s í misma la cuchar a . D e s p u é s d e varias cucharadas la novia sigue comiendo s ola; tal parece que con ello se s imboliz a el que haya adqu irido suficiente fuerza. A partir de este momento la s ociedad los c on s i d e r a m a r i d o y m u j e r . Cua n d o surge alguna dific ultad entre el hombr e y la mujer, el primero nunc a apela a su condición mas culina; se i g n o r a l a f r a s e t a n c o m ú n e n n u e s t r a cu l tura d e " po rque soy el hom br e", por el contr ar io, s e expresa: "Yo trabajé el s agú, cultivé el ñamé, maté el canguro e hice tu c uerpo. Yo te hic e crec e r , ¿ p o r q u é n o m e t r a e s l a l e ñ a cuando te la pido? Como se ve, el hombre tiene derecho sobre la mujer, porque mediante s us sacrificios y su esfuerzo la nutrió y la hizo crecer. Durante las primer as semanas del embarazo de la mujer el marido está obligado a realiz ar el coito con más frecuencia, creyéndose que el sem en alimenta y hace crecer al f e t o . E n esa cul tura l a s madr es suelen s er m uy car iñosas con sus hijos y los niños muy bien recibidos en la comunidad; la lactancia es prolongada y la relación entre la madre y el hijo es tá cargada de a f e c t o . E l n i ño mama ca da vez q u e l o e x i g e , s i n e xi s t i r h o r a r i o d e t e r mi n a d o ; l a l a cta n ci a s e pr olon g a h a s t a l o s d o s o t r e s a ñ o s d e edad. Cuando el hijo es destetado pasa a ser atendido y c uidado por los hermanos mayores, a los cuales desde temprano, en particular a las niñas, se les responsabiliza del cuidado de los 34
menores. Es decir, que desde muy temprana edad las niñas se identifican con su propia madre, teniendo hacia sus hermanos actitudes maternales. En la vida s amoana los patrones culturales no son particularmente competitivos , se trata de un pueblo alegr e y con pocas aspiraciones. La vida sexual de las niñas se inicia precozmente. Esta organizac ió n cultural, tan brevemente reseñada, fue estudiada por Margaret Mead con el objeto de disipar algunas asever aciones que se habí an aceptado a p r ior i. Efectivamente, la autora f ue a Sam oa c o n l a i d e a d e i n v e s t i g a r s i l o que denominam os adolescencia un producto de modificaciones glandular es o el resultado de una organiz ación c ultural y s ocial. Encontró que las muchachas de Sa moa no sufrían la adoles cencia tal y c omo suc ede en nuestra cultur a occidental; es dec ir , que pese a una modificación glandular presente en dicha eda d, la tormenta psicológica d e n om inada adolescencia no existía. F ue a s í c o m o log ró co n cl ui r q u e existí an determinadas situaciones vitales que eran el result ado de la cultur a donde s e vive y no de cambios físicos. Como señalamos en ot r o t r a b a j o , l a a u t o r a n o p u d o descubrir en esta cultura esterilidad , f r i g i d e z y t a m p oco t r a s t or n o s en la lac t ancia. Como dato particul a r m e n t e i l u s t r a t i v o a f i r m a r e m o s que entre los arapesh no existe el suicidio. Una cult ura contrastante con la anterior, es la que describió Kardmer en las Islas Marquesas. Se t r a t a d e g e n t e f u e r t e , a l t a , hermosa, de carácter violento y orgulloso; los hombres son antropófagos y la organización c ultur al s e está e xting uiendo. La región es muy rica, pero a consec u e n c i a d e s e q u í a s i n t e r m i t e n t e s se sufren épocas alternativas de hambre. Desde el punto de vista demográfico hay dos y media veces más varones que hembras. En una comunidad c onviven el jefe de la familia co n s u mujer y dos o t r e s m ari d o s se cu n d a ri o s. En com u n i d a d e s m á s a d i n e r a d a s , p u e d e n convivir el jefe, s u espos a princ i p a l , d o s e s p o s a s m á s y u n o s o n c e o d o c e ho mbres. L o s ce l os no exis t en en el sentido occident al de la a c e p c i ó n d e l a p a l a b r a ; e l j e f e trata de tener una es p osa hermosa que atraiga hombres a la comunidad. La mujer le sirve al hombre únicamente de objeto sexual, es m u y a p r e c i a d a y m u y o d i a d a p or l a gran dependenc ia sexual que el varón tiene par a con ella. La m u j e r , par a s a t i s f a c e r a l m a r i d o p r incipa l y a los m últiples maridos secundar ios, tiene que renunciar a sus instintos m ater nales. El periodo máximo de amamantamiento es de cuatro meses, quedando el niño después al cuidado d e l o s m a r i d o s s e g u n d o n e s . L a a d o p c i ó n e s muy frecu e n te y se pr actica en esta for m a: cuando u n jefe de familia poderoso tiene inte r é s e n a d o p t a r u n n i ñ o , l o p u e d e p e d i r a c u a l q u i e r c o m u n i d a d d o m éstica donde haya una mujer embarazada. No satisfacer esta petición es una of ensa qu e trae a p a r e j a d a s c r u e l e s v e n g a n z a s e n t r e a m b a s c om u n i d a d e s . P o r t o d o
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e s t o , l a m a d r e , a ú n a n t e s d e t e n e r a su hijo ha de r enunciar totalmente a él. En resumen, la mujer en el as pecto sexual se encuentr a en una s i t u a c i ón de pri vi l e g i o frente al hombre; desde el punto de vista social en un plano de igualdad cas i absoluta; pero pr ivada del goce d e l a ma te rni da d po r p e rder pr ácticamente a sus hijos pocos meses después del nacimiento, no puede am arlos ni recibir el cariño de ellos. Las consecuencias de todo lo anterior son: rechazo del e m b a r azo med i an te p rácticas anticonceptivas, abor to o ba j a n a t a l i d a d . L a m o r t a l i d a d e n t r e l a s em bar azadas y par tur ientas es más alta que la que podr ía explic arse como cons ecuencia de la falta de higiene. La gravidez simulada, pseudocies i s , e s p a r t i c u l a r m e n t e f r e c u e n t e en las Islas Marquesas. En la mitología folk lórica hay dos tipos de personajes: los fanuas y las v e h in i ma i. Los primeros son hombres que murieron al servicio de una mu j e r ; s i é s t a q u i e r e m a l a u n a rival le manda a sus fanauas para que le destruyan el feto en su interior (explic ación mágic a del por qué la pseudociesis no culmina e n e m ba razo re a l ) o pa ra que la m a te en tr abajo de par to. La s vehimmai son mujeres salvajes, destruyen y roban fetos y se apropian de los niños pequeños para comérselos. El hombr e sufre de niño en la cult ur a marquesa iguales privaciones orales que la niña y de adulto tiene una dependencia sexual tan intensa de la mujer que lo obliga a odiar la. En los cuentos f o l k l ó r i c o s , c o m o s e ñ a l á b a m o s , aparecen las ogr esas, mujeres d i s f r a z a d a s d e j ó v e n e s h e r m o s a s q u e a m e n a z a n c o n c o m er s e a l hombre a menos que éste les dé satisfacciones sexuales permanentes. En las Islas Marquesas la homosexua l idad entr e los hombres es habit ual pero caract erizada por prácticas de fela cio y no por coito anal; el suicidio es u n f e n ó m e n o c o n o c i d o y c o m ún . En Samoa, donde la niña es bien tratada y bien a l i m e n t a d a , e l embarazo es recibido con gusto. En las Marquesas p or el predominio de s ujetos del sexo m asculino, la m ater nidad es consider ada com o algo no deseable y molesta. Es evidente que los resultados bien pronto se dej a r á n s e n t i r . E n u n a y o t r a o r g a n i za ci ón l a muj er re sponde de acuerdo con las demandas que le hace s u propia cultura: fecundida d en un caso y e sterilidad en e l otro. Este material antr opológic o, más otro que no es cit ado, hac e que Mead exprese:
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...muchos, si no todos, de los ras gos de personalidad, que llamamos femeninos o masculinos, se hallan tan débi lmente unidos al sexo como lo están la vestimenta, las maneras y la forma de peinados que s e asignan a cada sexo, según la sociedad y la época. Si por un momento tratamos de ext r apolar el material antropológic o a n t e s s e ñ a l a d o a d i f e r e n t e s á r eas de la cult ura occidental, podríamos decir que el tipo de conducta procreativa y maternal existente entre los arapesh es bastante parecida a la conduct a p r o c r e a t i v a y m a t e r n a l q u e p r e v a leció en nuestra cultura hasta antes de la Revolución Industrial. La maternidad es bien recibida, las prácticas antic onceptiv as poco ut iliza da s y la lac t ancia a m plia y generosa. Este tipo de conducta procreativa también es la c omún en nuestro medio actual, tanto en la s clas es proletarias como en l a s s o c i e d a d e s d e t i p o r u r a l . P o r e l contrario, las pautas presentes en las Marquesas son la caricaturización de lo que observamos en n u e s t r a a c t u a l c u l t u r a o c c i d e n t a l , e n par ticular en las clases m ed i a superior y alta y en las zonas urbanas fuertemente industrializ adas. Con muc ha frecuencia hemos seña lado que en la cult ura mexicana, viviéndos e como antagónic a la satis f acción genital y procreativa, la mujer poco satisfecha y realizada en su conducta genital, compensa vicariamente la falta de s e g u r i d a d y a p o y o q u e d e b i e r a obtener del compañero en una mat ern idad exuberante y prolífica, dándole al hijo la protección y a poyo que ella no recibe de su c o m p a ñe ro. P ru e b a de el l o es el dato expres ado en el último c enso: cuatro de cada diez madres carecen de compañero. En estas condic iones, en particular en la clase popular , los trastornos procreativos de origen psicógeno s on bajos y todo esto ya desde antes de la conquista, como se dijo anter ior m ente. Por el c ontrario, en las clases media alta y alta, sustancialmente t r a n s c u l t u r a d a s a f o r m a s s o c i a l e s anglos ajonas, la satisfacción en niveles de expresión genital es particularmente óptima y la participación de la mujer en inst rumentos de cultura considerados hasta antes de la Revolución Industrial como típicamente masculinos es c ada vez mayor. Las lim itaciones de la f unción procreativa mediante medidas anti conceptiv as, la interferencia del embarazo y de la procreación en la vida social y cultural de la mujer; la lactancia exigua, el abandono temprano de los hijos ya por el trabajo, ya por la vida social, están tr ansfor m ando la vida p r o c r e a t i v a d e l a m u j e r e n a l g o precario y lim itado que está haciendo de nues tro mundo cont emporáneo un universo ba stante similar al de las islas Marquesas . Mundo poblado de ogresas, promiscuidad genital en do nde las clases adineradas 37
frecuentemente funcionan en forma si milar a como lo hace la mujer marquesa, un marido princ ipal y múltiples segundones. Cualquier actitud extrema, ya aque lla qu e limita la satisfacción g e n i t a l , y a a q u e l l a q u e f r u s t r e l a s a t i s fa c c i ó n p r o c r e a t i v a , n e c e s a r i a e i n e v i t a b l e m e n t e c o b i j a n d e n t r o d e sí fuentes de patología que tarde o temprano se pondrán al des cubierto. En esta muy apretada y condens ada s í n t e s i s n o s h a m o v id o e l intento de hacer ver que el ser humano no tan sólo es un conjunto de órganos, sino que también es histor ia y cultur a. De la m isma manera que la expresión plástica es manifestación de un proceso cultural, también el síntoma y la manera de ser son una objetivación de la cultura en la cual el ser humano se desarrolla, se angus tia, goza y sufre. Resumiendo, a la mujer se le pueden atribuir dos tipos fundamentales en la expresión de s u femineidad, las cuales pueden operar en diversos tipos de combinaciones, a saber: a) expres iones en la realización femenina de tipo genit al, y b) expres iones en la realización femenina de tipo maternal. Las difer encias c ulturales producen desigualdad en las muj eres a r a p e s h d e S a m o a y e n l a s m u j e r e s de las Islas Marquesas, o b s e r v á n d o s e q u e l a m u j e r r e s p o nde de acuer do con las dem anda s que le h ace su p r opia cu ltura: fecundid ad en un ca so y este rilida d en el otro. Esto nos conduc e a un hecho de extrema importancia. M adres rechazantes con sus hijos, madres que dan poco amor y calor a los niños, c ondic ionan potencialment e l a p r e s e n c i a d e m uj e r e s estériles. A veces las cosas no son tan simples porque ocasionalmente una madre puede ocultar a los ojos de los demás y a sus propios ojos el rechazo que tiene frente al hijo, extremando en forma obses iv a los cuidados higién icos y dietétic os, pero estas atenciones nunca son capaces de suplir el verdadero afecto. En la mayor parte de las ocasiones l a m u j e r e s t é r i l y c o n t r a s t o r n o s durante el embarazo nos negar á haber tenido una m ad r e r e c h a z a n t e y f r í a c u a n d o l a i n t er r o g a m o s d i r e c t a m e n t e . S i n embargo, en la labor analítica nos encontramos en forma sistemática con que la m a d r e d e l a m u j e r e s t é r i l f u e u n a m u j er q u e por diversas circunstancias la rechazó, le dio p oco afecto o condic ionó en la niña s ituaciones emocionales poc o propic ias para una identificación maternal. En nu e s t r a a c t u a l c u l t u r a u r b a n a , c o n incremento creciente de la este rilidad lo que señalamos resulta lógic o si pensam os que la vi da actual, con sus dificultades 38
económic as, sus problemas y vicisitudes hacen poco deseables a los hijos. Vivimos en una cultura que demanda del ser humano, en este caso la mujer, cualidades y aptitudes cada vez más alejadas de la sat isfacción procreativa. Es t o t r a e c o m o c o n s e c u e n c i a q u e l a m u j e r s e en cu e n tre an te un dilem a muchas v eces irresoluble. Optar por su condic ión maternal, satisf aciendo sus necesidades en esta tarea u optar por renunciar a satisfacciones procreativas por otras gratificaciones de tipo soc ial: traba jo, participación en la c ult ura o genital. Según las estadí sticas de Güemes Troncóse , el 70% de las mujeres son frígidas. Muy frec uentemente el síntoma es el resultado de una transacción ante el problem a. En estas circunstancias, las de fa milias co rtas, en las cua le s los problemas de rivalidad se ven agravados por el escaso número de m i e m b r o s , e l n a c i m i e n t o d e u n hermano adquiere proporciones traumáticas que no tenían las organ izacio nes familiares de hace un siglo, en las cuales la niña ado ptaba en f orma natural un papel maternal a edad temprana, ayudando así a la madre en el cuidado d e s u s h e rma n o s me n o res. El nacimient o de un hermano menor t i e n e h o y e n d í a u n a s i g n i f i c a c i ó n que no estaba presente en la familia d e hace un siglo. Hoy la mujer tiene que dis t ribuir su tiempo e n t r e el tra b a j o, las acti v idades so ciales y culturales y los hijos. É s t o s , l o s h i j o s , y a c o n u n a d ie t a i n s u f ic i e n t e d e a f e c t o y d e c o n t a c t o e m o c i o n a l c on s u p r o g e ni t o r , t i e n e n q u e a f r o n t a r e l nacimiento de un hermano, sobre una tasa de amor ya escasa. Por eso el nacimiento del hermano adquier e en nuestra cultura proporciones tan dramát icas. El anterior no es, claro está, siempre el caso. En una familia judía el nacimiento de un he rmano varón después de tres niñas, adquirir á significación en función de la valoración que la cultur a judía da a l v a r ó n . E n e s t e c a s o l a h e r m a na mayo r, l a n i ña , se ver á privada de afec to o sen t irá la preferencia de los progenitores al hermano, pero las razones serán diversas. Consideramos que la esterilida d y lo s trastornos del embarazo a l igual que la hipertensión, se encuentran presentes con mayor frecuencia en los estratos sociales altos; también co n frecuen cia es mayor en la consulta privada. Podemos conclu ir que la frigidez, la esterilida d y los tr astornos del embarazo son el resultado de una relación inadec uada ent re la n i ñ a , f u t u r a m u j er f r í g i d a o e s t é r i l , y s u m a d r e . Cada mujer vivirá su ciclo sexual, ovulac ión y menstruación y sus deseos genitales, así como sus funciones procreativas, de acuerdo a su particular historia personal. Un a s s e a l e g r a r á n a l l l e g a r l a menstruación, como índice de ha ber podido sortear una relación 39
penosa y peligros a. Otras, en las que exist e un conflicto entre el deseo procreativo y el temor a embarazarse reaccionar án de manera ambivalente: se sentirán, por un lado frustradas en su deseo de concebir y por el otro, liberadas de ese temor. Cosa similar se puede decir acerca de la ovulación, proceso q ue los analistas estamos acostumbrados a detectar a través de los sueños o c a m b i o s d e h u m o r d e l a s p a c ientes. Hay mujeres que en el intermenstruo están angustiadas an te la percepción inc on sciente del peligro que signific a la ovulac ión. Este tipo de mujeres con intenso t emor al embarazo se mu estran habitualm ente frígidas y rechazantes en el intermenstruo, a diferencia de la mujer normal. R a c i o n a l i z a n e l m o t i v o p a r a r echazar al com pañ er o aleg and o motivos baladíes: falta de atenció n per sonal, dis gu stos o gesto s d e t e r m i n a d o s ; l a r e a l i d a d e s o t r a, condicionan el disgusto y el pleito ante el peligro del c oito fe c u n d a n t e . O t r a s m u j e r e s , p o r l o contrario, las hiperfecundas, reivin dicarán c ontra cualquier técnic a anticonc eptiva o ausencia de contacto sexual en el momento fértil valié ndo se también de motivos triviales.
COMENT ARIO Es simplemente extraordinario el tr atam iento que da el aut or al tema de la familia mexicana d e principios de l siglo pa sado, apoyánd ose en e l concept o de la "f amilia uterina" hace tod a una reflexión sobre la historia de la mujer y su roll en la familia y por tanto en la sociedad. De manera magistral desarrolla el tem a de paso del deseo sexual "la mujer sexu al" a la m adr e total. Com o l a m u j e r me xi can a d e cl ase baja y r ur al , p a s a d e s er u n a t r a c t i v o sexual a ser abandonada por el pa dr e "pr ocr eador " asem ejándos e más a una historia de Animal Planet, que a la historia reciente del r o l l d e l a m u j e r , E s i m p r e s i o n a n t e t a m b i é n , c om o n a r r a e l h e c h o d e que las instituc iones premien y elogien la mat ernidad pero censuren la sexualidad, permitan q ue se menosprecie y lacere a la mujer. Esta tendencia ha permeado la costumbre y el diario convivir inclus o en expresiones diar ias com o " v i e j a e l ú l t i m o " .
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LABERINTO DE LA SOLEDAD. Octavio Paz
MÁSCARAS MEXICANAS. Corazón apasionado D i s i mu l a t u t r i s t ez a . Canción Popular. V i e j o o a d o l esce n te , cri ol l o o m e stizo, general, obrero o licenciado, el mexic ano se me aparece como un ser que se encierra y se p r e s e r v a : m á s c a r a e l r o s t r o y m á s c a r a la s o n r isa . Pla n t a d o e n s u risca soledad, es pinoso y cortés a un tiem po, todo le sirv e para defender se: el silencio y la palabra, la cortesía y el desprec io, la ironía y la resignación. T an celo s o de su intimida d como de la ajena, ni siquiera se atreve a rozar con los ojos al vecino: un a mirada puede desencadenar la cólera de esas almas cargadas de electricidad. Atraviesa la vida co m o desollado; todo puede her ir l e, p a l a b r a s y so sp e ch a de palabr as. Su lenguaje está lleno de reticencias, de figuras y alusiones, de puntos suspensivos ; en su silenc io hay repliegues, matices, n u b a r r o n e s , a r c o í r i s s ú b i t o s , a m e n a zas i n d e sci fra b l es. Aun en la dis puta prefier e la exp r esión velada a la injuria: “al buen ent endedor pocas pala bras”. En suma, entre la realidad y su persona establec e una m uralla, no por invis ible menos infranqueable, de impasibilidad y lejanía. El mexicano siempre está lejos, lejos del mundo y d e los de más. Lejos también de sí mismo. El lenguaje popular refleja hasta qué punto nos defendemos del exterior: el ideal de la “hombría” consiste en no “rajarse” nunca. Los que se “abren” son c obardes. P a r a n o s o t r o s , c o n t r a r i a m e n t e a l o q u e o c u r r e c o n o t r o s p u e b l o s , abrirse es una debilidad o una traición. El mexic ano pu e d e d o b l a r s e , h u m i l l a r s e , “ a g a c h a r s e ” , p e r o n o r a j a r s e , e s t o e s , p e r m i t i r q u e e l mundo exterior penetre en s u i n t i m i d a d . E l “ r a j a d o ” e s d e p o c o f i a r , u n t r a i d or o u n h o m b r e d e dudosa fidelidad, que cuen ta los secr etos y es incapaz de afr ontar l o s p e li gros co mo se d e b a. Las m ujer es son ser es infer ior es p or que, al entregarse, se abr en. Su inferioridad es c onstitucional y r a d i c a e n su sexo , en su “r ajada” , her ida que jam ás cicatr iza. E l h e r me ti smo e s u n recur so de nuestro recelo y desconfianza. Muestra que instintivamente consid e r a m o s p e l i g r o s o a l m e d i o q u e nos rodea. Esta reacción se justifica si se pi ensa en lo que ha sido nuestra historia y en el carácter de la s ocieda d que h emos creado. La dureza y hostilid ad del a m biente nos oblig an a cerrarnos a l e x t e r i o r , c o m o e s a s p l a n t a s de la m eseta que acum ulan su s jugos tras una cáscara espinosa. Pe r o e s t a c o n d u c t a , l e g í t i m a e n 41
su origen, se ha convertido en un mecanismo que funcion a solo, a u t o m á ti camen te . A n te l a sim patía y l a d u l z u r a n u e s t r a r e s p u e s t a es la reserva, pues no sabemos si esos sentimientos son verdaderos o simulados. Y además, nuestra integridad masculin a corre tanto peligr o ante la benev olenc ia como ante la hos t ilida d. Toda abertura de nuestro ser entrañ a una dimis ión de nuestra hombría. N u e s t r a s r e l a c i o n e s c o n l o s o t r o s hombres también están teñidas de recelo. Cada vez que el mexicano s e c o n f í a a u n a m i g o o a u n c o n o c i d o , c a d a v e z q u e s e “ a b r e ” , a bdica. Y teme que el des precio d e l c o n f i d e n t e s i g a a s u e n t r e g a . Por eso la confid encia des honra y es tan peligrosa para el que la hace como para el que esc ucha; no nos ahogamos en la f u e n t e q u e n o s r e f l e j a , c o m o N a r c i s o ; s i n o q u e l a c e g a m o s . N u e s t r a c ó l e r a n o s e n u t r e n a d a m á s d e l t e m or d e ser utiliz ados por nuestros confide ntes –temor general a todos los hombres- sino de la pe n a de haber r enunciado a nu estra soledad. E l q u e c o n f í a , s e e n a j e n a ; “ m e h e vendido con fulanito” , decim os cuando nos confiamos a alguien que no lo merece. Esto es, nos hemos “rajado”, a algu ien ha pen etrado en el cas t illo fuer te. La d i s t a n c i a e n t r e h o m b r e y h o m b r e , cr eador a del m utuo r espeto y l a mutua seguridad, ha desapareci do. No solamente estamos a merced del intruso, sino que hemos abdicado. Todas estas expres iones revelan que el mexicano considera la vida como lucha, concepción que no lo distingue del r esto de los hom br es m oder nos . El ideal de hombría par a otros pueblos consiste en una abier ta y agresiva dis posición al com bate; nosotros acentuamos el carácter defensiv o, listos a repeler el ataque. El “macho” es un ser hermético, encerrado en sí mismo, capaz de guardarse y guardar lo que se le confía. La hombría remide orla invulnerabilidad a nte las armas enemigas o ante los im pact os del m undo exter ior . El estoicismo es la más alta de nuestras virtudes guerreras y políticas. Nuestra historia está llena de frases y episodios que r e v e l a n l a i nd i feren ci a d e nuestr os hér oes ante el d olor o el peligro. Desde niños nos enseñan a sufrir con dignidad las der r otas, concepción que no carece de grandeza. Y si no todos somos estoicos e impasibles –como Ju árez y Cuauhtémoc- al menos procuramos se resignados , pacient es y sufridos. La resignación es una de nuestras virtudes populares. Má s que el brillo de la vict oria nos conmueve la entereza ante la adversidad. La preeminencia de lo ce rrad frente a lo abierto no se ma nifiest a sólo com o impasibilidad y desconfi a n z a , i r o n í a y r e c e l o , s i n o c o m o a m o r a l a F o r m a . É s t a c o n t i e n e y encierra a la in t i m i d a d , i m p i d e sus exc esos, reprime sus explosiones las separa y aísla, la preserva. La doble influencia indígena y española se conjugan en nuestra predilecc ión por la ceremoni a, las fór m ulas y el or de n. El 42
m e x i c a n o , c o n t r a l o q u e s u p o n e u n a s u p e r f i c i a l i n t er p r e t a c i ó n d e n u e s t r a h i s t o r i a , a s p i r a a c r e a r un mundo ordenado conforme a principios claros. La agitación y encono de nuestras luchas políticas prueba hasta qué punto las nociones jurídicas juegan un papel im portante en nuestra vida públic a. Y en la de todos los días el mexic ano es un hombre que se es f u e r z a p o r s e r f o r m a l y q u e muy fácilmente se convierte en formulista. Y es explicable. El or den – j u r í d i co , soci al , rel i g i oso o ar tístico- constituye una esfer a segur a y estable. En su ámbito basta con ajustarse a los modelos y principios que regulan la v i d a ; n a d i e , p a r a manifes t arse, necesita r e c u r r i r a l a con ti nu a i n ve nción qu e exige una socied ad libre. Quizá nuestro tradicionalismo –que es un a de las constantes de nuestro s e r y l o q u e d a c oh e r e n c i a y a n t ig ü e d a d a n u e s t r o p u e b l o - p a r t e d e l a m o r q u e profe sa mos a la For m a. Las complicac iones rituales de la cortesía, la persistencia del h u m a n i s m o c l á s i c o , e l g u s t o p o r l as f o r m a s c e r r a d a s e n l a p o e s í a (el soneto y la décima, por ejempl o), nuestro amor por la geometría e n l a s a rtes d e co rati vas, por el dibujo y la com posición en l a pintura, la pobrez a de nuestro Rom anticismo frente a la exce lencia de nuestro arte barroco, el formalismo de nuestras instituciones políticas y, en fin, la peligrosa inclinación que mostramos por las fórmulas –sociales, morales y bur ocr áticas- , son otr as tantas expres iones de esta tendencia de nue s t r o c a r á c t e r . E l m e x i c an o n o s ó l o n o se a b re; ta mpo co se der r am a. A veces las formas nos ahogan. Durante el siglo pasado los liberales vanamente intentaron some ter la realidad del país a la c a m i s a de fue rza de l a C o nstituci ón de 1857. Los resultados fueron l a D i c t ad u ra d e P o rfi r io Díaz y la Revoluci ón de 1910. En cier to s e n t i d o l a h i s t o r i a d e M é x i c o , c o m o la de c a da mexic ano, co nsiste en una lucha entre las Formas y fórmulas en que se pretende encerrar a nuestro ser y las explosiones con que nuestra espontaneidad s e venga. Pocas ve ces la For m a ha sido una creación original, un equilibrio alcanzado no a expens as sino gracias a la expr esión de nuestro s i n s t i n t o s y q u e r e r e s . Nue s t r a s f o r m a s j ur í d i c a s y m o r a l e s , p o r e l c on t r a r i o , m u t i l a n c on f r e c u e n c i a a n u e s t r o s e , n o s i m p i d e n e x p r e s arnos y niega n s atisfacción a n u e s t r o s ap e ti tos vi ta l es. La preferencia por la forma, inclusive vacía de contenido, ser manifiesta a lo largo de la histor ia de nuestro arte, desde la époc a precortesiana has ta nuestros días. Antonio Castro Leal, en su excelent e estudio sobre Juan Ruiz de Alarcón, muestra cómo la reserva frente al romanticismo – que es, por definic ió n, expansiva y abierta- se expresa ya en el siglo XVII, esto es, antes de que siquiera tuviésemos conciencia de nacionalidad. Tenían razón los 43
contemporáneos de Juan Ruiz de Alarcón al acusarlo de e n t r o m e t i d o , a u n q u e m á s b i e n h a b lasen de la deformidad de su cuerpo que de la singulari d a d d e s u o b r a . E n e f e c t o , l a p o r c i ó n m á s c a r a c t e r í s t i c a d e s u t e a t r o niega al de sus co ntemporáneos e s p a ñ ol es. Y su ne g a ci ón contiene, en cifra, la que Méxic o ha opuesto siempre a España. El teatro de Alar cón es una respu esta a la vita lid ad esp añ ola, afir mativa y d e s l u m b r a n t e e n e s a é p o c a , y que se expresa a través de un gr an Sí a la his t oria y a las pasiones . Lope exalta el amor, lo heroico, lo sobrehumano, lo increíble; Alarcón opone a estas virtudes des mesuradas otras más sutiles y burguesas; la divinidad, la cortesía, un estoicismo melancólico, un pudor sonriente. Los problemas morales interesan poco a Lope, que ama la acción, c omo todo s s u s c o n t e m p o r á n e o s . Más tarde Calderón mostrará el mismo desdén por la psicología; los conflictos morales y las oscilac i ones, caídas y cam bios del alm a humana sólo son metáforas que tr ansparentan un drama teológic o c u t o s d o s p e r s o n a j e s s o n e l p e c a d o orig ina l y la Gracia Div ina. En las comedias más representativas de Alar c ón, en cam bio, el ciel o cuenta poco, tan poco como el vi ento pasional que arrebata a los personajes lopes cos. El hombre, no s dice el mexicano, es un compuesto, y el mal y el bien se mezclan sutilmente en su alma. En lugar de proceder por síntesis, ut iliza el anális is : el héroe s e vuelve pr oblema. En varias comedias se plantea la cuestión de la m e n t i r a: ¿ ha sta q u e p u n to el m e n t i r o s o d e v e r a s m i e n t e , d e v e r a s se pone a engañar?;¿no es él la pr im era víctima de sus enga ños y no es a sí mismo: tiene miedo de sí. Al plantearse el problema de la autent icidad, Alarcón anticipa u n o d e l o s t e m a s c o n s t a n t e s d e r e f l e x i ón d e l mexi c an o , que m ás t a rde rec ogerás Rodolfo Usigli en E l G e s t i c u l a d o r . En el mundo de Alarcón no triunfan la pasión ni la gr acia; todo se subordina a lo r azonable; sus arquetipos s on los de la mor al que s o n r í e y p e rdo n a . A l s ustituir los v a l o r e s v it a l e s y r o m á n t i c o s d e Lope por los abstractos de una mor al univer sal y raz onable, ¿ no s e e v a d e , no n o s e s ca mote a su pr opio s e r ? S u n e g a c i ó n , c o m o l a d e México, no afirma nuestra singularidad frente a la de los españoles. Los valor es que postula Alarcón per tenecen a todos los homb res y son una herencia grecorromana t anto como una profecía de la moral que impondrá el mundo bur gués. No expresan nuestra espontaneidad, ni resuelv en nuestr o s c o n f l i c t o s ; s o n F o r m a s q u e no hemos creado ni sufrido, máscaras. Sólo hasta nuestros días hemos sido capac es de enfrentar al Sí español un Sí mexic ano y no una afirmación intelectual, vací a de nuestr as par ticular idades . La revolución mexicana, al descubrir las artes populares, dio origen a la pint ura moderna; al descubr ir el lenguaje de los mexic a nos, creó la nueva poesía.
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S i e n l a p o l í t i c a y e l a r t e e l m ex i c a n o a s p i r a a c r e a r m u n d o s cerrados, en la esfera de las relaciones c otidianas procura que imperen el pudor, el recat o y la reserva ceremonios a. El pu dor que n a c e d e l a vergü e n za an te l a d e s nu d e z p r o p i a o a j e n a , e s u n r ef l e j o casi físico entre nosotros. Nada má s alejado de esta actitud que el miedo al cuerpo, característico de la vida norteamericana. No nos da miedo ni vergüenza nuestro cuerpo; lo afrontamos con naturalidad y lo vivimos con cierta plenitud –a la inversa de lo que ocurre con los puritanos -. Para nosotros el cu erpo exist e; de gravedad y límites a nuestro ser. Lo sufrimos y lo gozamos; no es un traje que estamos ac ostumbrados a h a b i t a r , n i a l g o a j e n o a nosotros: somos nuestro cuerpo. Pero las miradas extrañas nos sobresaltan, por que el cuerpo no vela intimidad, sino la descubre . El pudor, así, tiene un carácter defensivo, como la muralla chin a de la cortesía o las cercas de órganos y cac t os que separan en el campo a los jacales de los campesinos. Y por eso la virtud que más estimamos en las mujeres es el r e c a t o , c o m o en l o s h o m b r e s la reserva. Ellas también deben defender su intimidad. Sin duda en nuestra concepción del r e c a t o f e m e n i n o i n t e r v i e n e l a vanidad masculina del s e ñor –que hemos heredado de indios y españoles. Como casi todos los p ueblos, los mexicano s consid eran a la mujer como un instrumento, ya de los deseos del hombre, ya de los fines que le asignan la ley, la sociedad o la moral. Fines, hay que decirlo, sobre los qu e nunca se le ha pedido s u consentimiento y en cuya realizac ión participa sólo pasivamente, en tanto que “depositaria ” d e c i e r t os v a l o r e s . P r o s t i t u t a d i o s a , g r a n s e ñ o r a , aman te , l a mu j er tr asm i te o conserva, pero no crea, los valores y energías que le confían la n a t u r a l e z a o l a s o c i e d a d . E n un mundo hecho a la imagen de los h o m b r e s , l a m u j e r e s s ó l o u n r e f l e j o d e l a v o l u n t a d y q u e r e r m a sculinos. Pasiva, se convierte en d i o s a , a m a d a , s e r q u e e n c a r n a en los elementos estables y antiguos del univ e rso: la tierra, madre y virgen; activa, es siempre función, medio, canal. La feminid a d n u n c a e s u n f i n e n s í m i s m o , como lo es la hombría. En otros países estas funciones s e r e a l i z a n a l a l u z p ú b l i c a y c o n brillo. En algun os se reverencia a las prostitutas o a las vírgenes; e n o t r os, se p remi a a las m adr es; en c asi todo s, se ad ula y respeta a la gran señora. Nosotros p r e f e r i m o s o c u l t a r e s a s g r a c i a s y virtudes. El secreto debe acompañar a la mujer. Pero la mujer no sólo debe ocultarse sino que , a d e m á s , d e b e o f r e c e r c i e r t a impasibilidad sonriente al mundo exteri or. Ante el escarceo erótico, debe ser “decente”; ante la adversidad, “sufrida”. En ambos casos s u r e s p u e s t a n o e s i n s t i n t i v a ni personal, sino c onforme a un modelo genérico. Y ese modelo, como en el caso del “macho”, tiende a subrayar los aspectos defensivos y pasivos, en una gama 45
que va desde el pudor y la “decencia” hasta es estoicis mo, la resignación y la impasibilidad. La herencia his panoárabe no exp lica com ple tam ente es ta c o n d u cta. L a a cti tud d e l os españole s f r e n t e a l a s m u j e r e s e s m u y s i m p l e y s e e x p r e s a , c o n b r u t alidad y c oncisión, en dos r efr anes : “la mujer en casa y con la pata rota ” y “ e n t r e s a n t a y s a n t o , p a r e d d e c a l y can to ”. L a mu jer es una fier a dom éstica, lujur iosa y pecadora de nacimiento, a quien hay que someter con el palo y conducir con el “freno de la religión”. De ahí que muchos e s p a ñ o l e s c o n s i d e r a n a l a s e x t r a njeras –y especialmente a las suyas- como presa fácil. Para los mexicanos la m ujer es un ser oscuro, secreto y pasivo. No se le atribuy en malos instintos: se pretende que ni siquiera los tiene. Mejor dicho, no son suyos sino de la es pecie; la mujer encarna la voluntad de la vida, que es por esencia impersonal, y en este hec h o radica su im posib ilid ad de tener una vida personal. Ser ella m ism a, dueña de su des eo, s u pasión o su capric ho, es ser infiel a s í m i s m a . B a s t a n t e m á s l i b r e y pagano que e l e sp a ñ o l –com o el heredero de las gr andes r e l i g i o ne s n a tu ral i sta s p recolom bi nas- el m exicano no cond ena a l mundo natural. Tampoco el amor sexual está teñido de luto y horror, como en España. La peligr osid ad no radica en el instinto sino en asumirlo personalmente. R e a p a r e c e a s í l a i d e a d e l a pasividad: teñida o erguida, vestida o desnuda, la mujer nunca es ella mis m a. Manifestación indiferenc i a d a d e l a v i d a , e s e l c a n a l d e l apetito cósmico. En este sentido no tiene deseos propios. L a s n o r t e a m e r i c a n a s p r o c l a m a n t a m b ién la ausencia de inst intos y deseos, pero la raíz de su pretensión es dis t inta y hasta contraria. La norteamericana oculta o niega ciertas partes de su cuerpo –y, con más frecuencia, de su psiquis: s o n i n m o r a l e s y , p o r l o t a n t o , n o existen. Al negarse, reprime su espontaneidad. La mexic ana simplemente no tiene voluntad. Su cuerpo duerme y sólo s e enciende si alguien lo despierta. Nunca es pregunta, sino respuesta, materia fácil y vibr ante que la im aginac ió n y la sensualidad masculina esculpen. Frente a la actividad que despliegan las ot ras mujeres, que d e s e a n c au t i v a r a l o s h o m b r e s a través de la agilidad de su espíritu o del movimiento de su cuerpo, la mexic ana opone cierto hieratis mo, un reposo hecho al mismo t i e m p o d e e s p e r a y d e s d é n . E l h o m b r e revolotea a su alrededor, la festeja, la canta, hace caracolear s u caballo o su imaginac ió n. Ella se vela en el recato y la inmovilidad. Es un ídolo. Como todos los í d o l o s , e s d u e ñ a d e f u e r z a s m a g n é t icas, cuya eficacia y poder crecen a medida que el foco emis or es más pasivo y secreto. Analogía cósmica: la mujer no bu sca, atrae. Y el centro de su atracción es su sexo, ocult o, pasivo. Inmóvil sol secreto.
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Esta concepción –bastante falsa s i se piensa que la mexica na es muy sensible e inquieta- no la convierte en mero objeto, en cosa. La mujer mexicana, como todas las otras, es un símbolo que representa la estabilidad y c ontinuidad de la raza. A su signific ac ión c ós m ica se alía la soci a l : e n l a v i d a d i a r i a s u f u n c i ó n consiste en hacer imperar la ley y el orden, la piedad y la dulz ura. T o d o s cui da mos qu e na d i e “ falte al r espeto a las s e ñor as” , noción u n i v e r s a l , s i n d u d a , p e r o q u e e n M é xico se lleva has t a s u s ú l t i m a s consecuencias. Gracias a ella se suavizan muchas de las a s p e r e za s d e n u e stras r elaciones de “ hom br e a ho m br e ” . Naturalmente habría que preguntar a la s mexic anas s u opinión ; ese “respeto” es a veces una hipócrita manera de sujetarlas e i m p e d i r l e s q u e s e e x p r e s e n . Q u i z á muchas preferirían ser tratadas con menos “ r e s p e t o ” ( q u e , p o r lo demás, se les c o ncede solamente en público) y c on más libertad y autentic idad. Est o es, c o m o se res h u man o s y n o com o sím bolos o funciones. Pero, ¿cómo vamos a conseguir que ellas se expresen, si toda nuestra vida tiene a paralizars e en una máscara que oculte nuestra intimidad? Ni la modestia pr opia, ni la vigila n c i a s o c i a l , h a c e n i n v u l n e r a b l e a la mujer. Tanto por la fatalidad de su anatomía “abierta” como por su situac ión s ocial –depos itaria de la honr a, a la e s pañola- est á expuesta a toda clase de peligros , contra los que nada pued en la moral personal ni la protección ma sculina. El mal radica en ella misma; por naturaleza es un ser “raj ado” , abier to. M ás, en vir tu d d e u n m e c a n i s m o d e c om p e n s a c i ó n f ác ilm e n t e e xp l i c a b le, s e h a c e virtud de su flaqueza original y se crea el mito de la “sufrida m e xic a n a ” . E l í d o l o – s i e m p r e vulnerable, siempre en trance de convertirse en ser humano- se tr ansforma en víctima, pero en víctima endurecida e insensible al s ufrimiento, encallecida a fuerza de sufrir. (Una persona “ sufrida” es m e n o s s e n s i b l e a l d o l o r q u e las que apenas s i han sido tocadas p o r l a a d v e r s i d a d . ) P o r o b r a d e l sufrimiento, las m u j e r es se vuelven como los hombres: invulnera bles, impasibles y estoicas. Se dirá que al transformar en virt ud algo que deber ía ser m otivo d e vergüenz a, solo pretendemos de scargar nuestra conciencia y encubrir con una imagen una r ealidad atr oz. Es cier to, pe r o también lo es que al atribuir a la mujer la misma inv ulnerabilidad a q u e a sp i ra mos, recu b ri mos con una inmunidad moral su fat alidad anatómica, abierta al ext erior. Gracias al sufr im iento, y a s u capacidad para resistirlo sin pr otesta, la mujer trasciende su condic ión y adquiere los mismos atributos del hombre. Es curioso advertir que la imagen de l a “ m a l a m u j e r ” c a s i s i e m p r e se presenta acompañada de la idea de actividad. A la inversa de la “ a b n e ga d a mad re”, de l a “ novia que esper a” y del ídolo her m étic o, 47
seres es táticos, la “mala” va y v i ene, bus ca a los hombres, los abandona. Por un mecanismo análogo al descrito más arriba, su extrema movilida d la vue l ve invu ln erable. Actividad e impudicia se a l í a n e n e l l a y a ca b a n p or petr ificar su alm a. La “ m ala” es dur a, impía, independiente, como el “mac ho”. Por caminos distintos, ella también trasciende su fisiol ogía y se cier r a al m undo.
E s s i g n i f i c a t i v o , p o r o t r a p a r t e, que el hom osexualis mo masculino s e a c o n s i de rad o c o n ci erta indulgenc i a , p o r l o q u e t o c a a l a g e n t e activo. El pasivo, al contrario, es un ser degradado y abyecto. El j u e g o d e l l os “a l bu res” – esto es, el com bate ver bal hec ho d e a l u s i o n e s o b s c e n a s y d e d o b l e s e n t i d o, que tanto s e practic a en la ciudad de México- transparenta esta ambigua concepción. Cada uno de los interlocutores, a través de trampas verbales y de ingenios as combinaciones lingüís ticas, procura anonadar a su adversario; el vencido es el que n o p u e d e c o n t e s t a r , e l q u e s e traga las palabras de su enemigo. Y esas palabras están teñidas de alusiones sexualmente agresivas ; e l p e r d i d o s o e s p o s e í d o , violado, por el otro. Sobre él caen las burlas y escarnios de los espectadores. Así pues, el homosexualismo masculino es tolerado, a condic i ón de que se trate de una violac ión del a gente pasivo. Como en el caso de las relaciones heterosexua les, lo importante es n o “ a b r i r s e ” y , s i m u l t á n e a m e n t e , r ajar , her ir al contr ar io. Me parece que todas est as actitudes, por diversas que sea n sus raíces, confirman el carácter “cerrado” de nuestras reacciones frente al mundo o frente a nuestros semejantes. Pero no nos bastan los mecanismos de preser vación y defensa. La simulación, que no acude a nuestra pasividad, sino que exige una inv ención activa y que se recrea a sí misma a cada instante, es una de nuestras formas de conducta habit uales. Mentimos por una de n u e s t r a s f a n t a s í a s , s i , c o m o t o d o s los pueblos ima ginativos , pero también para ocultarnos y ponerno s al abrigo de intrusos. La mentira posee una impor tancia deci siva en nuestra vida cotidiana, e n l a p o l í t i c a , e l a m o r , l a a m i s t a d . C o n e l l a no pretendemos nada más engañar a los demás, sino a nosotros mismos. De ahí su fertilidad y lo que se distingue a nuestras mentiras de las groseras invenciones de o t r o s p u e b l o s . L a m e n t i r a e s u n j u e g o trágico, en el que arriesgamos parte de nuestro ser. Por eso es estéril su denunc ia. El simulador pretende ser lo que no e s . S u a c t i v i d a d r e c l a m a u n a c o n s t a nte i mp rovi saci ón , un ir hacia d e l a n t e s i e m p r e , e n t r e a r e n a s m o v e d i z a s . A c a d a m i n u t o h a y q u e r e h a c e r , r e c r e ar m o d i f i c a r e l personaje que fingimos, hasta que llega un momento en que r e a l i d ad y a p a ri e n ci a, mentir a y ver d a d , s e c on f u n d e n . D e t e j i d o d e 48
invenc iones par a deslum brar al prójim o, la sim ulación se tr ueca en una forma superior, por artística, de la realidad. Nuestras mentiras r e f l e j a n , si mu l tán e a men t e, nuestras carencias y nuestros apetitos, lo que no somos y lo que deseamos ser. Simulando, nos acercamos a nuestro modelo y a veces el gesticulador, como ha visto c on hondura Usigli, se f un d e c o n s u s g e s t o s , l o s h a c e a u t é n t icos. L a mue rte d e l pr ofesor Rubio, un revoluc ionario sincero y un hombre capaz de impulsar y purif icar la Revolución estancada. En la obra de Usigli el pr ofesor Rubio se inventa a sí mismo y se transforma en general; su mentira es tan verdadera que Navarro, e l c o r r omp i do , no ti e n e más r em edio q u e v ol v e r a m at a r e n é l a s u antiguo jefe, el general Rubio. Mata en él la verdad de la R e v o l u ci ón . Si por el camino de la mentira p o d e m o s l l e g a r a l a a u t e n t i c i d a d , u n exces o de sinceridad puede conduc irnos a formas refinadas de la mentira. Cuando nos e nam or am os nos “ abr im os” , m ostr am os nuestra intimidad, ya que una vieja tradición quier e que el que sufre de amor exhiba s u s heridas ante la que ama. Pero al descubrir sus llagas de amor, el enamorado transforma su ser en una imagen, en un objeto qu e entrega a la contemplación de la m u j e r – y d e s í m i s m o - . A l m o s t r a r se, invita a que lo cont emplen con los mismos ojos piadosos con que él s e contempla. La mirada ajena ya no lo desnuda; lo recubr e de piedad. Y al pr esentar s e como espectáculo y pretender que se le mire con los mismos ojos con que él s e v e, se ev ade de l juego erótico, po ne a s alvo s u verdadero ser, lo sustit uye por una imagen. Substrae su intimidad, que se refugia en sus ojos, esos ojos que so n nada más contemplación y piedad de sí mism o. Se vuelve s u imagen y la mirada que lo contempla. En todos los tiempos y en todos los climas las relaciones humanas –y especialmente las amorosas- corren el ries go de volverse equívocas. Narcisismo y masoquis mo no son tendencias exc lusiv as del mexic ano. Pero es notable la frecuencia con que canciones populares, refranes y conduc tas cotidianas aluden al amor como falsedad y mentira. Casi siempre eludimos los riesgos de una relación desnuda a través de una exageración, en su origen sincera, de nuestros sentimi entos. Asimismo, es revelador cómo el carácter combativo del erotismo se acentúa entre nosotros y se encona. El amor es una tentativa de penetrar en otro ser, pero sólo puede realiz arse a condic ión de que la entrega sea mutua. En todas partes es di fícil este abandono de sí mismo; pocos coinciden en la entrega más pocos aún logran trascender esa etapa posesiva y gozar del amor como lo que realmente es: un perpetuo descubrimient o, una in mersión en las aguas de la realidad y una recreación constante. N o s o t r o s c o n c e b i m o s e l a m o r 49
como conquista y como lucha. No se trata tanto de penetrar la realidad, a través de un c uerpo, co m o de violar la. De ahí que l a imagen del amante afortunado – her encia, acaso del Do n Juan español- se confunda c on la de l hombre que se vale de sus sentimientos – reales o inventados - para obtener a la mujer. La simulación es una actividad parecida a la de los actores y puede expresar se en tantas formas como personajes fingimos. Pero el actor, si lo es de veras, se entrega a su personaje y lo encarna plenamente, aunque después, terminada la r epresentación, lo abandone como su piel la ser piente. El simulador jamás s e entrega y se olv i da de sí, pues dejaría de simular s i se fundiera con su imagen. Al mismo tiempo, esa ficción se convierte en una parte inseparable –y espuria- de s u s e r : e s t á c o n d e n a d o a representar toda su vida, porque e n t r e s u p e r s o n a j e y é l s e h a establecido una complicidad que n ada puede romper, excepto la m u e r t e o el sa cri fi ci o . La mentir a se i n s t a l a e n s u s e r y s e c o n v i e r t e en el fondo último de su personalidad. SIMULAR ES inventar o, mejor, aparentar y así el udir nuestra condic ión. la disimulación exige mayor sutileza: el que disim ula no representa, sino que quiere hacer se invisible, pasar desaper cibid o - s i n r e n u n c i a r a s u s e r - . E l m e xic ano excede en el disimulo de sus pasiones y de sí mismo. Temeroso de la mir ada ajena, se contrae, se reduce, se vuelve sombra y f a n t a s m a , e c o . No c a m i n a , s e desliz a; no propone, insinúa; no r eplic a, rezonga; no se queja, sonríe; hasta cuando canta – si no estalla y se abre el pecho- lo hace entre dientes y a media voz, disimulando su cantar: Y es tanta la tiranía De esta disimulac ión Que aunque de raros anhelos Se me hincha el corazón, Tengo miradas de reto Y voz de resignación. Quizá el disimulo nació durante la colonia. Indios y mestizos tenían, como en el poema de los Reyes, que cantar quedo, pues “entre dientes mal se oy en las p a l a b r a s d e r e b e l i ó n ” . E l m u n d o colonial ha desaparecido, pero no el tem or , la des confianz a y el recelo. Y ahora no solamente disimulamos nuestra cólera sino nuestra ternura. Cuando pide disc u l p a s , l a g e n t e d e l c a m p o s u e l e decir “Disimule usted, señor”. Y disimulamos . Nos dis imulamos con tal ahínco que casi no existimos. En sus formas radicales el disimulo lleg a al mimetismo. El indio s e funde con el pais aje, se confunde c on la barda blanc a que apoya la 50
tarde, con la tierra oscura en que se tiende a mediodía, con el silenc io que lo rodea. Se disimula tanto su humana singular idad que acaba por abolirla; y se vuelve piedra, pirú, muro, silencio: espacio. No quier o decir que comul g u e c o n e l t o d o , a l a m a n e r a p a n t e í s ta, ni q u e en un ár bol aprehenda todos los ár boles, s i no que efectivamente, esto es, de una m aner a concr eta y par ticular , s e confunde con un objeto determinado. Roger Caillois Observa que el mi metismo no implic a siempr e una tentativa de protección c o n t r a l a s a m e n a z a s virtuales que pululan en el mundo externo. A veces los inse ctos se “hacen los m uertos” o i m i t a n l a s f o r m a s d e l a m a t e ria en des composic ión, fascinados por la muerte, por la inercia del es pacio. Esta fascinación –f uerza de gravedad, diría yo, de la vida- es com ún a todos los ser es y el hecho de que se exprese como mimetismo confirma que no debemos considerar a éste exclusivamente como un recurso del instinto vital para escapar del peligr o y la muerte . D e f e n s a f r e n t e a l e x t e r i o r o f ascinación ante la muerte, el mimetismo no consiste tanto en cambiar de naturaleza como de aparienc ia. Es revelador que la apar iencia escogida sea la de la muerte o la del espacio inerte, en r eposo. Exten der se, confundir s e c o n e l e s p a c i o , s e r e s p a c i o , e s u n a manera de ser sólo Aparie ncia. El mexic ano tiene tanto horror a las apar iencias, com o am or l e profesan sus demagogos y dirigentes. Por eso se disimula su propio existir has ta confundirse con los objetos que lo rodean. Y así, por miedo a las apariencias, s e sólo Apariencia. Aparenta se otra cosa e inclus o prefiere la apar iencia de la muerte o del no ser antes de abrir su intimidad y cambia r. La disimulació n m i m é t i c a , e n fin, es una de tantas manifestacio nes de nuestro hermetismo. Si el gesticulador acude al disfraz, los demás queremos pasar desaperc ibidos. En ambos casos oc ultamos nuestro ser. Y a veces lo negam os. Recuerdo que una tarde, como oyera un leve ruido en el cuarto vecino al mío, pregunt é en voz alta: “¿Quién and a por ahí?” Y la voz de una criada recién llegada de su pueblo contestó: “ N o e s na d i e, señ o r, so y yo.” N o s ó l o no s di si mul amos a nos o t r o s m i s m o s y n o s h a c e m o s transparentes y fantasmales; también disim ulamos la existencia de nuestros semejantes. No quiero decir que los ignoremos o los hagamos menos, actos deliberados y soberbios. Los disimulamos de una manera más definitiva y r adical: los ninguneamo s. El ninguneo es una operación que c onsiste en hacer de Alguien, Ninguno. La nada de pront o s e i n d i v i d u a l i z a , s e h a c e c u e r p o y o j o s , se hace Ninguno.
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D o n N ad i e, pa d re esp a ñ o l de Ningun o, pos ee don, vientre, honra, cuenta en el banco y habla con v o z f u e r t e y s e g u r a . D o n N a d i e llena al mundo c on su vacía y voc ing l e r a p r e s e n c i a . E s t á e n t o d a s partes y en todos los sitios tiene amigos. Es banquero, embajador, hombre de empresa. Se pasea por todos los salones, lo condecor an en Jamaica, en Estocolm o , y e n L o n dr e s . D o n N a d i e es un funcionario o influy ente y tiene una agresiv a y engr eída manera de no ser. Ninguno es silencioso y tímido, resigna do. Es sensible e inteligente. Sonríe si empre. Esper a siempr e. Y cad a vez q u e q ui e re ha b l ar, trop i eza con un m ur ote silenc io; si s alu da encuentra una espalda glacial; si s uplic a, llora o grita, sus gestos y gritos se pierden en el v a cío q u e d o n N a d i e c r e a c o n s u v o z a r r ó n . Ninguno no se atreve a no ser: oscila, intenta una vez y otra vez ser Alguien. Al fin, entre vanos ge stos, se pierde en el limb o de donde surgió. Sería un error pensar que los demás le impiden existir. Simplem ente disimulan su existenc ia, obran como si no exist iera. Lo nulifican, lo anulan, lo ningunean. Es in útil que Ningun o hable, publique libros, pinte c uadros, se ponga de c abeza. Ninguno es la ausencia de nuest r as miradas, la pa u s a d e n u e s t r a c o n v e r s a c i ó n , l a reticencia de nuestro silencio. Es el nombre que olvidamos siempre por una extraña f atalidad, el eterno ausent e, el inv itado qu e no invitamos, el hueco que no llen am os. Es una om isión. Y s i n embargo, Ninguno está presente siempre. Es n u e s t r o s e c r e t o , nuestro crimen y nuestro remordim iento. Por eso el “ningune ador” también se ningunea; él es la omisión de Alguie n. Y si todos somos Ninguno, no existe ninguno de nos otros. El círculo se cierra y la sombra de Ninguno se extiende sobre México, asfixia al Gesticulador y lo cubre todo. En nuestro territorio, m ás fuer te qu e las pirám ides y los sacrificios, que las iglesias, los motines y los cantos populares, vuelve a impera r el silenc io, anterior a la Historia.
LA "INTELIGENCIA" MEXICANA INCURRIRÍA en una groser a simplificación quien a f irmase que la cultura mexicana es un reflejo de los cambios históricos operados por el movimient o revoluc ionario. Más exacto será decir que esos cambios, tanto como la cultur a mexicana, expres an de algun a manera las tentativas y tendencias , a veces contradictorias, de la nación. —esto es, de es a parte de M é x i c o q u e h a asum ido la responsabilidad y el goc e de la mexi c anidad—. En este sentido sí se puede decir que la historia de nu e s t r a c u l t u r a n o e s m u y d i v e r s a
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a la de nuestro pueblo, aunque es t a r e l a c i ó n n o s e a s i e m p r e e s t r i c t a . Y n o e s e s t r i c t a n i f a t al porque m uchas v eces la c ultura se adelanta a la hi s t o r i a y l a p r o f e t i z a . O deja de expresar la y la traiciona, según se observa en ciertos momentos de la dictad ura de D í a z . Por otra p a rte, l a p oesía, en virtud de su misma naturaleza y de la nat uraleza de su instrument o , l a s p a l a b r a s , t i e n d e s i e m p r e a l a a b o l i c i ó n d e l a historia, no por-que la desdeñe s ino porque la trasciende. Reducir la poesía a sus signific ados his t óricos sería tanto como reducir las palabras del poet a a sus connota ciones lógic as o gramaticales. La poesía se escapa de historia y len guaje aunque ambos s ean su necesario a l i m e n t o . L o m i s m o p u e d e decirse, con las naturales salvedades , d e l a p i n t u r a , l a m ú s i c a , l a novela, el teatro y el resto de las artes. Pero las página s que s i g u e n n o t i e n e n p o r t e m a l a s o b r as de creación s ino que se limitan a describir ciertas actitudes de la "i nteligenc ia" mexic ana, es decir, de ese s ector que ha hec ho del pens amiento crítico su actividad vital. S u o b r a , p o r l o d e m á s , n o e s t á t a n t o en libros y esc r itos como en s u i n f l ue n ci a pú b l i ca y e n s u a c c i ó n p o l í t i c a . Si la Revolución fue una brusca y mortal inmersión en nosotros m i s m o s , e n n u e s t r a r a í z y o r i g e n , n a d a n i n a d i e e n c a r na m e j o r e s t e fértil y desesperado afán que José Vasconc elos, el fundador de la educación moderna en M éxico. Su obr a , b r e v e p e r o f e c u n d a , a ú n está viva en lo esencial. Su empresa, al mismo tiempo que prolonga la tarea inic iada por Just o Sierra —extend er la educación elemental y perfeccionar la enseñ anza superior y universit aria— pretende fundar la educac ión sobre ci ertos principios implícit os en nuestra tradición y que el positivis mo había olvidad o o ignorado. Vasconc elos pensaba que la Revo lución iba a redescub r ir el sentido de nuest r a historia, busc ado vanamente por Sier ra. La nueva educación se fundaría en "la sangre, la lengua y el pueblo". El movimiento educativo poseía un ca rácter orgánico. No es la obra aislada de un hombre extraordinar io —aunque Vasc oncelos lo sea, y en varias medidas—. Fruto de la Revolución, se nutre de ella; y al realizars e, realiza lo mejor y más secreto del mov imient o r e v o l u c i o n a r i o . E n l a t a r e a c o l a b or a r o n p o e t a s , p i n t o r e s , p r o s i s t a s , maestros, arquitectos, músicos. Toda, o casi toda, la "intelig enci a" m e x i c a n a . F u e u n a o b r a s oc i a l , p e r o que exigía la presencia de un espíritu capaz de encenderse y de encender a los demás. Filósofo y h o m bre d e a cci ón , V a sconcelos pos e í a e s a u n i d a d d e v i s i ó n q u e imprime coherenc ia a los proyectos disper sos, y que si a vece s o l v i d a l o s d e t a l l e s t a m b i é n i m p i d e perder se en ellos. Su obra —
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sujeta a numerosas, necesarias y no siempre felices correcciones— no fue la del técnico, sino la del fundador. Vasconc elos concibe la enseñanz a como viva participac ión. Por una parte se fundan escuelas, se editan silabarios y clásicos , se crean ins t itutos y se envían misiones culturales a lo s rincones más a p a r t a d o s ; p o r l a o t r a , l a " in t e l i g e n c i a " s e i n c lina hacia e l p ueblo, lo desc u bre y lo convierte en su elemento superior. Emergen las artes populares, olvidadas durante sigl os; en las escu elas y en los salones vuelven a cantarse las vi ejas canciones; se bailan las danzas regionales, con sus movimientos puros y tímidos, hechos de vuelo y estatismo, de reserva y f uego. Nace la pintura mexicana contemporánea. Una parte de nuestra literatura vuelve los ojos hacia el pasado c olonial; otra hacia e l i n d í g e n a . L o s m á s v a l i e n t e s se encar an al presente: surge la no vela d e la Revo lu ción. Mé xic o, perdido en la sim ulación de la dict adura, de pronto es descu bierto por ojos atónitos y enamorados: "H ijos pródigos de una patria que ni siquier a sabem os definir, empezam os a obser var la. Castellana y m o r i s c a , ra ya d o de azte ca . M i e m b r o de l a ge n e raci ón del Ateneo , partícipe de la batalla c ontra el positiv ismo, Vasconcelos sabía que toda educación entraña una imagen del mundo y rec lama un p r o g r a m a d e v id a. D e a h í s u s esfuerzos para fundar la escuela mexicana en algo más concreto que el texto del artículo tercero constituciona l, que preveía la enseñanza laica. El laicismo n u n c a h a b í a s i d o n e u t r a l . S u pretendida indifer encia ant e las cues tiones últimas era un artificio que a nadie engañaba. Y Vasconcelos, que no era católico ni jacobino, tampoco era neutral. Así, quiso fundar nuestra e n s e ñ an za sob re l a tra d i c ión, de l m ism o m odo que la Revolución se empeñaba en crear una nueva economía en torno al ejido. Fundar la escuela sobre la tradición significaba formular e x p l í c i t a m e n t e l o s i m p u l s o s r e volucionarios q ue hast a ese momento se expresaban como instinto y balbuceo. Nuestra tradición, si de verdad estaba viva y no er a una for m a yer ta, iba a r e d e s c ub ri rno s un a tra d i c ión univ e r s al, en la que la nuestra se insertaba, prolongaba y justificaba. Toda vuelta a la tradición lleva a reconocer que somos parte de la t r a d i c i ó n u n i v er s a l d e E s p a ñ a , l a ú n i c a q u e p o d e m o s a c e p t a r y continuar los hispanoamericanos. Hay dos Españas: la cerrada al mundo, y la España abierta, la heter o d o x a , q u e r o m p e s u c á r c e l p o r respirar el aire libre del espíritu. Esta últim a es la nuestr a. La otra , la castiz a y medieval, ni nos dio el ser ni nos descubrió, y toda nuestra historia, como par te de la de los españoles , ha sido lucha contra ella. Ahor a bien, la tradición universal de España en América consiste, sobre todo, en concebir el continente como una 54
unidad superior, según s e ha vist o. Por lo tanto, volver a la t r a d i c i ó n e s p a ñ o l a n o t ie n e o t r o s e n t i d o q u e v o lv er a la un idad de Hispanoamérica. La filos ofía de la r a z a c ó s m i c a ( e s t o e s , d e l nuevo hombre americano que diso lverá todas las oposic iones raciales y el gran conflicto entr e O r i e n t e y O c c i d e n t e ) n o e r a s i n o la natural consecuencia y el fruto extremo del univers alism o español, hijo del Renacimient o . L a s i d e a s d e V a s c o n c e l o s n o tenían parentesco con el casticismo y tradicionalismo de los conservadores m exicanos , pues pa r a él, com o par a los fund ador es de Amé- rica, el c ontinente se pres entaba c omo futuro y nov edad: " l a A m é r i c a e s p a ñ o l a e s l o n u e v o por excelencia, nov edad no sól o d e t e r r i t o r i o , t a m bi é n d e a l m a " . E l tradicionalismo de Vasconc elos no se apoyaba en el pasado: se justificaba en el futuro. La filosofía iberoamericana de Va s c o n c e l o s c o n s t i t u í a l a p r i m e r a tentativa para resolver un conflic to latente desde que se inició la R e v o l u c i ó n . E s t a l l i d o d e l i n s t i n t o , a n s i a d e c om u n i ó n , r e v e l a c i ó n d e nuestro ser, el movimient o revoluc ionario f ue búsqueda y hallazgo de nuest r a filiación, rota por el libera lis mo. Mas esa tradició n redescubierta no bastaba para al imentar nuestra voracidad de país vuelto a nacer, porque no contenía elementos univer sales que nos sirviesen para construir una nuev a sociedad, ya que era im posib le volver al catolicis mo o al liber alis mo, las dos grandes corrientes u n i v e r s a l e s q u e H a b í a n m o d e l a d o n u e s tra cultura. Al mismo tiempo, la Revolución no podía j ustificarse a sí m isma por que apenas si tenía ideas. No quedaba n, pues, s i no la autofagia o la invenc ión de un nuevo sistema. Vasconc elos res uelve la cuestión al ofrecer su f i l o s o f í a d e l a r a z a i b e r o a m e r i c a n a . El lema del posit ivismo, "Amor, Orden y Progreso", fue sustituido por el orgullos o "Por mi Raza Hablará el Espíritu". Por desgracia, la filosofía de Vasconcelos es ante todo una obra personal, al contrario de lo que acont ecía con liberales y positivist as, que continuaban vastas corrientes ideológicas. La obr a de Vasc oncelos posee la coherenc ia poética d e los grandes sistemas filosóficos, pero no su r i g o r ; e s u n m o n u m e n t o a i s l a d o , que no ha originado una escuela ni un movimiento. Y como ha d i c h o M a i r a u x , " lo s m i t o s n o a c u den a la complicidad de nuestra razón, sino a la de nuestros instin t o s " . N o e s d i f í c i l e n c o n t r a r e n e l sistema vasconceliano fragmen t o s t od a v í a v i v o s , p o r c i o n e s fecundas , iluminaciones, anticipos, pero no el fundamento de nuestro ser, ni el de nuestra cultura. Durante la época en que dir ige al paí s Lázar o Cár denas, l a Revolución tiende a realizarse con m a y o r a m p l i t u d y profundidad. Las reformas planeadas por los regí m e n e s a n t e r i o r e s a l f i n s e l l e v a n a c a b o . L a o b r a d e C á r d e nas c onsuma la de Z apata y 55
Carranza. La nec esidad de dar al pueblo algo más que el laicismo l i b e r a l , p r o d u c e l a r e f o r m a d e l a r t í c ulo tercero de la Constitución: "La educación que imparta el Estado s e r á s o c i a l i s t a . . . c om b a t i r á e l f a n a t i s m o y l o s p r e j u i c i o s , c r e a nd o e n l a j u v e n t u d u n c o n c e p t o racional y exacto del Universo y de la vida s o cial." Par a los mis m os marxistas el texto del nuev o artículo tercero era defectuoso: ¿cómo implantar una educación socialista en un país cuya Constitución consagraba la propiedad privada y en donde la c lase obr era no poseía la dirección de los negocios públic os? Arma de lucha, la educación socialista creó muchas enemistades inútiles al régimen y suscitó las fáciles críticas de lo s c o n s e r v a d o r e s . A s i m i s m o , s e mostró im potente para superar las carencias de la Revo lución mexicana. Si las revoluciones no s e hacen con palabras, las ideas no se im plantan c on decretos. La filosofía implícita en el te xto del artículo tercero no invitaba a la p a r t i c i p a c i ó n c r e a d o r a , n i f u n d a b a las bas es de la nación, como lo había hecho en s u m om ento el catolicis mo colon ial. L a e ducaci ó n s o c i a l i s t a e r a u n a t r a m p a e n l a que sólo cayeron sus inventores, con regocijo de todos los reaccionarios. El conflic to entre l a u n i v e r s a l i d a d d e n u e s t r a tradición y la imposibilidad de volv er a las formas en que se había expresado ese universalis mo no podía ser resuelto c on la adopción de una filosofía que no era, ni podía ser, la del Estado mexicano. El mismo conflic to desgarra las formas políticas y económicas creadas por la Revolución. En todos los aspectos de la vida mexicana se encuentra, al mismo tiempo que una concienc ia muy viva de la autenticidad y origin alidad de nuestr a Revoluc ión, un afán de totalidad y coherencia que ésta no nos ofrece. El calpulli era una institución ec onómica, social, política y religiosa que floreció naturalmente en el centro de la vida precortesiana. Durante el período colonial logra convivir con otras formas de propiedad gradas a la naturaleza del mundo fundado por los españoles, orden universal que adm itía diversas conc epciones de la pr opiedad, tanto como cobijaba una pluralidad de r azas, castas y clases. Per o ¿cómo integrar la propi edad comunal de la tierra en el seno de una s o c i e d ad qu e i n i ci a su etapa capita- lista y que d e pr onto se v e lanzada al mundo de las c ontienda s imperialistas? El problema era el mismo que se planteaba a escrit o r e s y a r t i s t a s : e n c o n t r a r u n a solución orgánica, total, que no sac r ificara las particularida des de nuestro ser a la universalidad del s istema, como había ocurrido con el liberalismo, y que tampoco reduj era nuestra participación a la a c t i t u d pa si va, es tá ti ca de l cr eyent e o d e l i m i t a d o r . P o r p r i m e r a v e z al mexic ano se le plantean vida e historia como algo que hay que inventar de pies a cabez a. En la i m p o s i b i l i d a d d e h a c e r l o , n u e s t r a cultura y nuestra política social han vacilado entre diversos extremos. Incapaces de realizar una síntesis, hemos terminado por aceptar una serie de compromisos, tanto en la esfera de la 56
educación como en la de los problemas sedales. Estos compromisos nos han permitido defender lo ya conquistado, per o sería peligroso considerarlos definit iv os. El text o actual del artículo tercero refleja esta situación. L a e n m i e n d a c o n s t i t u c i o n a l h a s i d o benéfica pero, por encima de cualqu ier consideración técnica, s i g u e n s i n c o n t e s t a r c i e r t a s p r e g u n t as: ¿cuál es el sentido de la tradición mexicana y cuál es su va l o r a c t u a l ? ¿ C u á l e s e l p r o g r a m a de vida que ofrecen nuestras escuelas a los jóvenes? Las respuestas a estas preguntas no pueden ser la obra de un hombre. Si no las hemos contestado es por que la historia misma no ha resuelto ese conflicto. Una vez cerrado el periodo milit ar de la Revolu ción, muchos jóvenes intelectuales — que no habían tenido la edad o la posibilidad de participar en la lucha armada— empezaron a colaborar con los gobiernos rev o lucionar ios. El intelectual se convirtió en el c onsejero, secreto o público, del gener al analfa beto, del líder campesino o sindical, de l caudillo en el poder. La tarea era inmensa y había que improvisarlo todo. Los poetas estudiaron economía, los juristas sociología, los nov elistas derecho i n t e r n aci on a l , p e d a g o g ía o agr onomía. Con la exc epción d e los pintores —a los que s e protegió d e l a m e j o r m a n e r a p o s i b l e : entregándoles los muros públic os— el resto de la " int eligencia" fue utiliza da para fin es concr etos e inmediato s; proyectos de leyes, planes de gobier no, misiones confi denciales, tar eas educ ativas , fundación de es cudas y bancos de refacción a graria, etc. La diplomada, el comercio exterior, la administración pública abrieron sus puer tas a una "inteligencia" que vení a de la clase media. Pronto surgió un grupo numeroso de técnicos y expe rtos, gradas a las nuev as escuelas pr o fesionales y a los vi ajes de estudio al e x t r a n j ero. S u p a rti ci p a ci ón en la gestión g u b e r n a m e n t a l h a h e c h o posible la continuida d de la obra inic iada por los primeros revolucionarios. Ellos han defendido, e n m u l t i t u d d e o c a s i o n e s , l a herencia revolucionaria. Pero na da más difícil que su situación. Preocupados por no ceder sus posiciones —desde las materiales hasta las ideológicas— han hecho d e l c o m p r o m i s o u n a r t e y u n a forma de vida. Su obra ha sido, en m uchos aspectos, adm ir able; al mismo tiempo, han perdido indep endenc ia y su crítica resulta diluida, a fuerza de prudencia o de maquiav elismo. La "inteligencia” mexicana, en su conjunto, no ha po dido o no ha sabido utiliz ar las armas propias del intelect ual: la c r í t i c a , e l e xa m e n , e l j u i c i o . E l resultado ha sido que el espíritu cortesano —producto natural, por lo visto, de toda revolución que se transforma en gobierno— ha invadido casi toda la esfera de la actividad pública. Además, como ocurre siempre con toda burocracia, se ha extendido la moral cerrada de secta y el culto mágico al "sec r eto de Estado”. No se discuten los asunt os públic os: se cuchichean. No debe olvidarse, 57
sin embargo, que en muc hos caso s la cola boración se h a p aga d o con verdaderos sacrificios . El dem onio de la eficacia —y no el de la ambición—, el deseo de servir y de cumplir con una tarea colectiva, y hasta cierto sentido as cético de la mor al ciudadana, entendida como negación del yo, muy propio del int electual, ha llev ado a algunos a la pér dida más doloros a: la de la obra personal. Este drama no se plantea siquiera para el intelectual europeo. Ahor a bien, en Europa y los Estados Unidos d intelectual ha sido desplaz ado del poder, vive en exilio y su influencia s e ejerce fuera del ámbit o del Est ado. Su misión pr incipal es la crítica; en México, la acción política. El mundo de la política es, por naturaleza, el de los valor es relativos: el único va lor absoluto es la eficacia. L a "inteligencia" mexicana no sólo ha s ervido al p a í s : l o h a d e f e n d i d o . Ha sido honrada y eficaz, pero ¿no ha dejado de ser "inteligencia", es decir, no ha renunciado a ser la concienc ia crítica de su pueblo? Las oscilaciones de la Revolución, la presión internaciona l que no dejó de hacerse s entir ape nas se in iciaron la s reformas socia l es, la demagogia que pr onto se convirtió e n u n a e n f e r m e d a d p e r m a n e n t e de nuest r o sistema político, la c orrupción de los dirigente s, que crecía a medida que era más notoria la imposibilidad de realiz arnos e n f o rma s de mocráti cas a la m aner a lib er al, pr odujer on escepticismo en el pueblo y desconf ianza entre los intelec t uales. La "inteligencia" mexicana, unida en una empresa común, también tiene sus heterodoxos y s olitarios, sus críticos y su s doctrinarios. Algunos han cesado de colaborar y han fundado grupos y partidos de oposición, como Manuel Gómez Morín, ayer autor de las leyes hacendar ías revolucionarias y hoy jefe de Acción Nacional, el p a r t i d o d e l a d e rech a . Otr os, com o Jesús Silva Her zog, han mostrado que la eficac ia técnica no está reñida co n la independencia es piritual; su revis t a Cuader nos Am er icanos ha agrupado a todos los e scritores independientes de His panoamérica. Vi c e n t e Lo mba rdo T ol edano, Nar ciso Bassols y otr os s e c o n v i r t i e r o n a l m a r x i s m o , ú n i c a f il o s o f í a q u e l e s p a r e c í a c o n c i l i a r l a s p a r ti c ul a ri d a d e s de l a histor ia de México c on la un iversalida d de la Revolución. La obra de estos h o m b r e s d e b e j u z g a r s e s o b r e t o d o en el campo de la política social. Por desgracia, desde hace muchos años su actividad se ha v ic i a d o p o r l a d o c i l i d a d c o n q u e h a n s egu i do , au n en sus peor es m om entos, la línea polític a estalinista. Al mism o tiempo que un a parte de la "intelig enc i a" se in clinaba hacia e l marxis mo —casi sie m pre en su forma oficia l y burocrática—, buscando as í romper su soledad al ins ertarse en el movimiento obrero mundial, otros hombres iniciaban una tarea de revisión y crítica. La Revolución me xicana había des- cubierto d rostro de México. Samuel Ramos interroga esos rasgos, arranca máscaras e inicia un examen de mexi c a n o . S e d i c e q u e E l p e r f i l 58
del hom bre y la cultura en México, primera tentativa seria por conocernos, padece div ersas li mitaciones: el mexicano que describen sus páginas es un tipo aisl a d o y l o s i n s t r u m e n t o s d e q u e el filósofo se vale para penetrar la realidad —la teoría del r e s e n t imi en to , má s como ha sido expuesta por Adier que p or Scheler — reduc en acas o la significación de s us conc lusiones. Pero es e libro c ontinúa siendo el único punto de partida que tenemos para c onocernos. No s ó lo la m ayor par te de su s observaciones son todavía válidas, sino que la idea central que lo inspira s i gue siendo verdadera: el me xicano es un s er que c uando se expresa se oculta; sus palabr as y gestos son casi siempre máscaras. Utiliz ando un método distinto al em plead o e n ese estudio. Ramos nos ha dado u n a d e s c r i p c i ó n m u y p e n e t r a n t e d e ese conjunto de actitudes que hac en de cada uno de nosotros un ser cerrado e inac cesible. Mientras Samuel Ramos descubre el s entido de algunos de n u e s t r os g e sto s más ca racter ísticos —exploración que ha bría que completar con un psicoanálisis de n u e s t r o s m i t o s y c r e e n c i a s y u n examen de nuest r a vida er ótica— Jorge Cuesta se preocup a por indagar el sentido de nuestra tr adición. Sus ideas , dispersas en artículos de crítica estética y política, poseen coherencia y unidad a pesar de que su autor jamás tuvo ocas ión de r eunirías en un l i b r o . L o m i s m o s i t r a t a del clasicis mo de la poesía mexicana que de la influencia de Francia en nuest ra cultura, de la pintura mural que de la poesía de López Velarde, Cuesta cuida de reiterar este pensamiento: Méxic o es un país qu e se ha hecho a sí mismo y que, por lo tanto, carece de pasado. Mejor dicho, Méxic o se ha hecho contra su pas ado, contra dos localismos, dos inercias y dos casticismos: el indio y el español. La v e r d a d e r a t r a d i c i ó n d e M é x i c o n o c o n t i n ú a s i n o n i e g a l a c ol o n i a l pues es una libre elección de ciertos valor es universales: los del r a c i o n a l i s m o f r a n c é s . N u e s t r o " f r a n c e s ismo" no es ac cidental, ni es fruto de una mera circunstancia hist órica. En la cultura francesa, que también es libre elección, el m e x i c a n o s e d e s c u b r e c o m o vocación universal Los modelos de nuestra poesía, como los que inspiran nuestros sistemas políticos, son universales e indiferentes a tiempo, espado y color local: implican una idea del ho mbre y tienden a realizarla sacrific ando nuestras particularidade s nacionales. Constituyen un Rigor y una Forma. Así, nuestra poesía no es romántica o nacional sino c uando desfallece o se traiciona. Otro tanto ocurre con el rest o de nuestras formas artísticas y políticas. Cuesta desdeña el examen histórico. Ve en la tradición esp añola nada más inercia, conformismo y pa sividad porque ignora la otra 59
cara de esa tradición. Omite analizar la in fluencia de la tra dició n indígena, también. Y nues tra prefer e n c i a p o r l a c u l t u r a f r a n c e s a ¿no es más bien hija de divers as circunstancias, tanto de la Historia Universal como de la mexic ana, que de una sup uesta afinidad? Influido por Julián Benda, Cuesta olvida que la c ultura francesa se alimenta de la historia de Francia y que es inseparable de la realidad que la sustenta. A pesar de las limitacion e s de su posición intelectual, m ás visibles ahora que cuando su autor las formuló a través de esporádicas publicaciones periodísticas, debemos a Cuesta varias observaciones valiosas. M éxico, en e f e c t o , s e d ef i n e a s í m i s m o como negación de su pasado. Su .e rror, como el de lib erales y positivist as, cons istió en pens ar que es a negac ión entrañaba forzosamente la adopción del radicalismo y del c l asicism o franceses en política, arte y poesía. L a h i s t o r i a m i s m a r e f ut a s u hipó- tesis: el movimiento revoluc i onario, la poesía contemporánea, la pintura y, en fin, el crecimiento mismo del país, tienden a imponer nuestras particularidade s y a r o m p e r l a g e o m e t r í a intelectual que nos propone Fr anc ia. El radica lismo mexic ano, como se ha procurado mostrar en es te ensayo, tiene otr o sentido. Más allá de las diferencias que los separ an, se advierte cierto parentesco entre Ramos y Cuesta. Ambos, en direc ción cont raria, reflejan nuestra voluntad de conocem os. El primero representa esa t e n d e n ci a h a d a n u e stra p r opia intim i dad que encarnó la Rev olución mexicana; el segundo, la necesidad de inser tar nuestr as particular idades en una tradición universal. Otro solitario es Daniel Cosío Villegas. Economista e historiador , fue el fundador del Fondo de Cultur a Económica, empresa editorial no lucrativa que t uvo por primer objetivo —y de ahí su nombre— proporcionar a los hispanoamericanos los text os fund amentales de la c iencia económica, de Smith y l o s f i s i ó c r at a s a K c y n e s , p a s a n d o p o r M a r x . G r a d a s a C o s í o y s u s s u c e sores, el Fondo se transformó en una editorial de obras de filosof í a , s o c i o l o g í a e h i s t o r i a q u e h a n renovado la vida intelect ual de los países de habla española. Debemos a Cosío Villegas el examen más serio y completo del régimen porfirista. Pero quizá lo m e j o r y m á s e s t i m u l a n t e d e s u actividad intelectual es el espí r itu que anim a a su cr ítica, l a desenvoltura de sus opiniones, la independencia de su juicio. S u m e j o r l i b r o , p a r a s í , e s E x t r e m o s de América, examen nada piadoso de nuest r a realidad, hecho con ironía, valor y una admirable impertinencia. Cárdenas abrió las puertas a los venados de la guerra de España. En t r e el l os ven ía n escri to r es, poet as, pr ofesor es. A ellos se debe 60
e n p a r t e e l r e n a c im i e n t o d e l a c u lt ur a m exicana, sobr e todo en e l campo de la filos ofía. Un españo l al que los mexic a nos debemos g r a t i t u d es José G ao s, el m aestro de la joven "inteligencia". La nueva generación está en aptitud de m a n e j a r l o s i n s t r u m e n t o s q u e toda empresa intelectual requiere. Por primera vez desde la época de la I ndependencia la "inteligen cia" mexicana no necesita formarse fuera de las aulas. Los nuevos maestros no ofrecen a los jóvenes una filos ofía, sino los medios y las posibilidades para crearla. Tal es, precisamente, la misión del maestro. Un nuev o elemento de estímulo es la presencia de Alfonso Reyes. S u o b r a , q u e a h o r a p o d e m o s e m pezar a contemplar en sus verdaderas dimensiones, es una invitación al rigor y a la coherenc ia. El clasicismo de Rey e s, equidistante del ac ad emismo de Ramírez y del romanticismo de Sierra, no parte de las formas ya hechas. En lugar de ser mera imitación o adaptación de formas universales, es un clasicismo que se busca y se modela a sí m i s m o , esp e j o y fu e n te , sim ultánea m e n t e , e n l o s q u e e l h o m b r e s e reconoce, sí, pero también se sobrepasa. Reyes es un hombre para quien la literatura es algo más que una vocación o un destino: una religión. Escritor cabal para quien el lenguaje es todo lo que p u e d e s e r e l l e n g u a j e: s o n i d o y s i g n o , t r a z o inanimado y magia, organi sm o de r elojer ía y ser vivo. Poeta, c r ític o y e n s ayi sta , es el L i terato: el m in e r o , e l a r t í f i c e , e l p e ó n , e l j a r d i n e r o , e l a m a n t e y e l s a c e r d ote de las palabr as. Su obr a e s h i s t o r i a y p o e sía , refl exi ón y cr ea c i ó n . S i R e y e s e s u n g r u p o d e escritores, su obra es una Liter atura. ¿Lección de forma? No, lección de expres ión. En un mund o de retóricos elocuentes o de reconcentrados silenciosos . Reyes nos advierte de los peligros y de las responsabilidades del lenguaje. Se le acusa de no habernos dado una filosofía o una orientación. Aparte de que quienes lo acusan olvidan buena parte de sus escritos, destinados a esclarec er muchas situaciones que la historia de América nos plantea, me parece que la importancia de Reye s reside sobre todo e n q u e l ee rl o e s u n a l e c c i ó n d e c l a r i d a d y t r a n s p a r e n c i a . A l enseñam os a decir, nos enseña a pensar. De ahí la importancia de sus reflexiones sobre la inteligencia american a y sobre las responsabilidades del intelectual y del escritor de nuestro tiempo. E l p r i m e r de b e r de l escri tor , nos di ce, estriba en su fidelidad al lenguaje. El escritor es un hombre que no tiene más instrumento que las palabras. A diferencia de lo s útiles del artesano, del pintor y del músico, las palabr as están henchidas de signific ac iones ambiguas y hasta contrarias. Usarlas quier e decir esclarec erlas, purificarlas, hacerlas de v erdad inst rumentos de nuestro pensar y no másc aras o aproximac iones. Escrib ir implica u na profesión de 61
fe y una actitud que trasciende al r etórico y al gramático; las raíces de las palabras se confunden con la s d e l a m o r a l : l a c r í t i c a d e l lenguaje es una crítica histórica y moral. Todo estilo es alg o más que una manera de hablar: es una manera de pensar y, por lo tanto, un juicio implícito o expl í cito sobr e la realidad que nos circunda. Entre el lenguaje, ser por naturaleza social, y el escritor, q u e s ó l o e n g e n d r a e n l a s o l e d a d , s e establec e así una relación muy extraña: gracias al escr itor el l e n g u a j e a m o r f o , h o r i z o n t a l , s e yergue e indiv idualiza; gr acias al lenguaje, el es critor moderno, rotas las otras vías de comunicaci ón con s u pueblo y su tie m po, participa en la vida de la Ciudad. De la obra de Alfonso Reyes se puede extr aer no solam ente un a Crítica sino una F ilosofía y una Ét i c a d e l l e n g u a j e . P o r t a l r a z ón n o es un az ar que, al mismo tiempo qu e d e f i e n d e l a t r a n s p a r e n c i a d e l v o c a b l o y l a u n i v er s a l i d a d d e s u s i g n i f i c a d o , p r e d i q u e u n a m i s i ó n . Pues aparte de esa radical fidelidad al lenguaje que define a todo escritor, el mexic ano tiene algunos deberes específicos. El primero de todos consiste en expresar lo nuestro. O para emplear las palabras de Reyes "buscar el alma nacional". Tarea ardua y extrema, pues us amos un len-gu a j e h e c h o y q u e n o h e m o s c r e a d o para revelar a una sociedad balbuciente y a un hombre enmarañado. No tenemos más re-medio que usar de un idiom a que ha sufrido ya las experiencias de Góngora y Quevedo, de Cervantes y San J uan, par a expres ar a un hombre que no ac aba de ser y que no se conoce a sí mismo. Escribir, equivale a deshac er el español y a recrearlo para que s e v uel va mexic ano, s in dejar de ser español Nuestra fidelidad al lenguaj e, en sum a, im plica fidelidad a nuestro pueblo y fidelidad a una tradición que no es nuestra totalmente sino por un acto de violencia intelectual. En la escritura de Rey es viven los dos términos de este extr em oso deber . Por es o, en sus mejores momentos, su obra consiste en la invención de un lenguaje y de una forma universal e s y c a p a c e s d e c o n t e n e r , s i n ahogarlos y sin desgarrarse, todos nuestros inexpresados conflictos. Reyes se enfrenta al lenguaje como problema artístico y ético. Su obra no es un m odelo o una lección, s i n o u n e s t í m u l o . P o r e s o n u e s t r a a cti tud a n te e l lenguaje no puede ser diver sa a la d e nuestros predecesores: también a nosotros, y más radicalmente que a ellos, puesto que tenemos menos ilusiones en unas ideas que la cultura occidental soñó eter nas, la vida y la historia de nuestro pueblo se nos presentan como una voluntad q ue se empeña en crear la For m a que la expr ese y que, sin traicionar la, la t r a s c i en d a . S o l ed a d y Com unión, Mexicanidad y Universalidad, siguen siendo los extremos que dev or an al mexicano . Los términos de este conflicto habitan no sólo nuestra intimidad y coloran con un 62
matiz especial, alternativament e s o m b r í o y b r i l l a n t e , n u e s t r a conducta privada y nuestras rela ciones con los demás, sino que y a c e n e n e l f o n d o d e t o d a s n u e s t r a s tentativas polític as, artísticas y sociales. La vida del mexic ano es un continuo des garrarse entre ambos extremos, cuando no es un inestable y penoso equilibrio. Toda la historia de México, desde la Conquista hasta la Revolu ción, puede verse como una búsqueda de nosotros mismos, deformados o enmascarados por instituciones extrañas, y de una Forma que nos exprese. Las sociedades pr ecortesianas lograron creaciones muy ricas y diversas, según se ve por lo poco que dejaron en pie los es pañoles, y por las revelac iones que cada día nos entr egan lo s arqueólogos y antropólogos. La Con quista destruye esas formas y superpone la española. En la cultura española laten dos direcciones, conciliadas pero no f u n d i d a s e n t e r a m e n t e p o r e l Estado español: la tradición mediev al, castiza, viva en España hasta nuestros días, y una tradición universal, que España s e a p r o p i a y h a ce suya an t es de la C o n t r a r r e f o r m a . P o r o b r a d e l catolicis mo, España logra en la esfera del arte una s í ntesis afortunada de ambos elementos. Otro tanto puede decir se de algunas instituc iones y nociones de Derecho polític o, que intervienen decis ivamente en la c onstitución de la s oc iedad c olonia l y en el estatuto otorgado a los indios y a sus comunidades. Debido al carácter universal de la religión católica, que era, aunque lo olviden c on frecuencia fieles y adversarios, una religión par a todos y e s p eci a l me n te pa ra l os desheredados y los huérfanos, la s o c i e d a d c o l o n i a l l o g r a c o n v e r t irse por un momento en un orden. Forma y sustancia pactan. Entre la realidad y las instituciones, el pueblo y el poder , el arte y la v ida , e l i n d i v id u o y l a s o c i e d a d , n o hay un muro o una fosa sino que todo se corresponde y unos mismos conceptos y una misma vo luntad rigen los ánimos. El hombre, por más humilde que sea su condición, no está solo. Ni tampoco lo está la sociedad. M undo y trasmundo, vida y muerte, acción y contemplación, son experiencias totales y no actos o c o n c e p to s a i sl a d o s. C ad a fr agm ento participa de la tot alidad y ésta vive en cada una de las partes. El orden precortesiano fue reemplaz ado por una Forma univers al, abierta a la participació n y a la comunión de todos los fíeles. La parálisis de la sociedad colonial y su final petrificación e n una máscara piados a o feroz, parece ser hija de una cir cunstancia que pocas v eces ha sido examinada: la decadencia del catolicismo europeo en tanto que manantial de la c u l t u r a o c c i d e n t a l , c o i n c i d i ó con su expansión y apogeo en Nu eva España. La vida religiosa, fuente de creación en otra época, se reduce para los más a inerte participación. Y. para los menos, osc ilantes entre la curiosida d y la f e , a t e n t a t i v a s i n c o m p l e t a s , j u e g o s de ingenio y, al final, silen cio y 63
sopor. O para decirlo en otros términos: el catolicis mo se ofrece a la inmensa masa indígena como u n r e f u g i o . L a o r f a n d a d q u e provoca la ruptura de la Conquista s e resuelv e en un regresar a las oscuras entrañas maternas. La religio sidad colonial es una vuelta a la vida prenatal, pasiva, neutra y satisfecha. La minoría, que intenta s alir al aire fresco del m undo, se ahoga, enmudece o retrocede. La Independenc ia, la Reforma y la Dictadura son distintas, c o n t r a di ctori a s fase s de una m ism a voluntad de desar raigo. El siglo XIX debe verse como ruptura total con la Forma. Y simultáneamente, el movimiento li beral se manifiesta como una tentativa utópica, que provoca la v e n g a n z a d e l a r e a l i d a d . E l esquema liberal se convierte en la simulación del positiv i smo. Nuestra historia independiente, desde que empezamos a tener concienc ia de nos otros mismos, noción de patr ia y de ser naciona l , es ruptura y búsqueda. Ruptura con la tradic i ó n , c o n l a F o r m a . Y búsqueda de una nueva F orma, capaz de c ontener todas nu estr a s particular idades y abierta al porveni r. Ni el catolic is mo, cerrado a l futuro, ni el liberalismo, que sustit uía al mexicano concreto por una a b s t r a c ci ó n i n á n i me , po d ían ser esa For m a buscada, expr esión d e nuestros quereres particulares y de nuestr os anhelos univer sales. La Revolución fue un descubrimient o de nosotros mismos y un r e g r e s o a l o s o r í g e n e s , p r i m e r o ; l u e g o u n a b ús q u e d a y u n a tentativa de sínt esis, abortada va r ias veces; inca paz de asimilar nuestra tradición, y ofrecernos un nuev o proyecto salvador , finalmente fue un compromiso. Ni la Revolución ha sido capaz de articular toda su salvadora explos ión en una visión del mundo, ni la "inteligencia" mexic ana ha resu elto es e conflicto entre la insuficiencia de nuestra tradici ón y nuestra .exigencia de universalidad. Esta recapitulac i ón conduce a plantear el problema de una filosofía m e x i c an a , susci tad o re ci entem ente por Ramos y Zea. Los conflictos examinados en el curso de este e n s a y o h a b í a n p e r m a n e c i d o h a s t a hace poc o ocultos , recubiertos por formas c ideas ext r añas, que si habían servido para justificarnos, también nos impidieron m a n i f e s t a m o s y m a n i f e s t a r l a í n d ole de nuestr a quer ella inter ior . Nuestra situación era semejante a la del neurótico, para quien los principios morales y las ideas ab s t r a c t a s n o t i e n e n m á s f u n c i ó n p r á c t i ca qu e l a de fe n sa de su intim idad, com plicando el s is t em a con el que se engaña, y engaña a lo s de-más, acerca del verdadero signific a do de sus inclinaciones y la índole de sus conflictos. Pero en el momento en que estos aparecen a plena luz y tal cual son, el enfermo debe afrontar- los y reso lverlos por sí mismo. Algo parecido nos ocurre. De pronto nos hemos encontrado desnudos, 64
f r e n t e a u n a r e a l i d a d t a m b i é n d e snuda. Nada nos justifica ya y sólo nos otros podemos dar respues t a a las preguntas que n os hace la realidad. La reflexión filosófica se vuelve así una tarea salvadora y urgente, pues no tendrá nada más por objeto examinar nuestr o pasado intelectual, ni des cribir nues tras actitudes características, s i n o q u e d e b e r á o f r e c e m o s u n a s o l uc i ó n c o n c r e t a , a l g o q u e d é sentido a nuestra presencia en la tierra. ¿Cómo puede ser mexic ana una ref lexión filosófica de esta índole? En t a n to qu e exa men de nuestr a tr adi c i ó n s e r á u n a f i l o s o f í a d e l a historia de Méxic o y una historia de las ideas mexicanas . Pero nuestra historia no es sino un fr agmento de la Historia universal. Quiero decir: siempre, excepto en d momento de la Revo lución, hemos vivido nuestra historia co mo un episodio de la del mundo e n t e r o . N ue stras i d e a s, asim ism o, nunca han sido nuestr as d el todo, sino herenc ia o conquista de las engendradas por Europa. U n a f i l os ofía d e l a h i stor ia de M é x i c o n o s e r í a , p u e s , s i n o u n a reflexión sobre las actitudes que hemos asumido frente a los temas que nos ha pr opuesto la His tori a universal: contrarreforma, racionalismo, positivismo, socialis m o . E n s u m a , l a m e d i t a c i ó n histórica nos llevaría a responder esta pr egunta: ¿cóm o han vivid o los mexic anos las ideas universales ? La pregunta anterior entraña una idea acerca del car ácter distintivo de la mexicanidad, segundo de los temas de es a proyec tada filosofía mexicana. Los mexic anos no hemos creado una Forma que nos expr ese. Por lo tanto, la me xicanidad no se puede iden tificar con ninguna forma o tendencia hi stór ica con- cr eta: es un a oscilac ión entre varios proyec tos univer sales, sucesivam en te trasplantados o impuestos y todos hoy inservibles. La mexicanidad, a s í , e s un a ma n e ra de no ser nosotr os m ism os, una r e iter ad a manera de ser y vivir otra cosa. En suma, a veces una máscara y otras una súbita determinación por buscamos, un repentino abrimos el pec ho para encontrar nuestra vo z m á s s e c r e t a . U n a f i l o s o f í a mexicana tendrá que afr ontar la ambigüedad de nuestra tradición y d e n u e s t r a v o l u n t a d m i a ñ a d e s e r , que s i e xi g e u n a p l e n a originalidad nacional no s e satisface con algo que n o im pliqu e una solución universal. V a r i o s e s c r i t o r e s s e h a n i m p u e st o la tarea de e xaminar nuestro p a s a d o i nte l ectu a l . D e st acan en e s t e c am p o l o s e s t u d i o s d e Leopoldo Zea y Edmundo 0'Gorman. El problema que preocupa a 0 ' G o r m a n e s e l d e s a b e r q u é c l a se d e s er h i s t ó r i c o e s l o q u e l l a m a m o s A méri ca . N o e s una r egión geogr áfica, no es tam poco u n pasado y, acaso, ni siquiera un presente. Es una idea, una invenc ión del espíritu europeo. Amér ica es una utopía, es decir, es el momento en que el espíritu europeo se universaliza, se desprende de sus particularidades históricas y se concibe a sí 65
mismo como una idea universal que, c a s i m i l a g r o s a m e n t e , e n c a r n a y se afinca en una tierra y un t iem po pr eciso: el por venir . En América la cultura europea se concibe como un idad superior. 0 ' G o r m a n a c i e r t a c u a n d o v e a nuestr o continente com o l a actualización del espíritu europeo, p e r o ¿ q u é o c u r r e c o n A m é r i c a como ser histórico autónomo al enfr entarse a la realidad europea? Esta pregunta parece ser el tema esencial de Leopoldo Zea. Historiador del pensamiento hi s panoam er icano —y, asim ismo, crítico independiente aun en el camp o de la política diaria— Zea afirma que, hasta hace poco, Amér ica fue el monólogo de Europa, una de las formas históric as en qu e encarnó su p ensamiento; hoy ese monólogo tiende a c o nvertirse en diálogo. Un diálogo que no es pura-mente intelec t ual sino social, político y vital. Zea ha estudiado la enajenación americana, el no ser nosotros mismos y d ser pensados por otros. Esta enajenación —más que nuestras particular idades— constituye nuestra manera propia de ser. Pero s e t r a ta d e u n a si tua ci ón univer sal, compartida por todo s los hombres. Tener concienc ia de esto es empezar a tener conciencia de nos otros mismos. En ef ecto, hemos vivido en la per ifer ia de l a historia. Hoy el c entro, el núcl e o d e l a s o c i e d a d m u n d i a l , s e h a disgregado y todos nos hemos conv ertido en seres periféricos, h a s t a l os eu rop e o s y l os nor team e r i c a n o s . T o d o s e s t a m o s a l margen porque ya no hay centro. Otros escritores jóvenes s e ocupa n en des entrañar el sentido de nuestras actitudes vitales. Una gran avidez por conocer- nos, con rigor y sin complacencias, es el m é r i t o m a y o r d e m u c h o s d e e s t o s trabajos. Sin embargo, la mayor parte de los componentes de este grupo — especia lmente Emilio Ura nga, su principa l insp irad or— ha comprendido que d tema del mexic ano sólo es una parte de una larga reflexión sobre algo más vasto: la enajenación histór ica d e l o s p u eb l os de p e n d i en te s y , en general, del hombre. Toda reflexión filosófica debe posee r a u t e n t i c i d a d , e s t o e s , d e b e ser un pensar a la intem perie un problem a concreto. Sólo así el objeto de la reflexión puede convertirse en un tema universal. Nuestro tiempo parece propicio a una empresa de este rango. Por primera vez, México no tiene a s u dispos ición un conjunto de ideas universales que justifiquen nuestra situación. Europa, ese almacén de ideas hechas, vive ahora como nosotros: al día. En un s entido estricto, el mundo moderno no tiene ya ideas. Por tal razón d mexicano se sitúa ante su r ealidad como todos los hombres m o d e r no s: a sol as. E n esta desnudez encontr ar á su ver dade r a universalidad, que ayer fue mera adaptación del pensamiento europeo. La autenticidad de la reflexión hará que la mexicanidad de esa filos ofía resida sólo en d ac ento, d énfasis o el estilo del filósofo, pero no en d contenido de su pensamiento. La 66
mexicanidad será una más-cara que, al c a e r , d e j a r á v e r a l f i n a l h o m b r e . L a s c i r c u n s t a n c i a s a c t u a l e s de Méxic o transforman así d proyecto de una filosofía mexica na en la necesidad de pens ar por nosotros mismos unos problemas que ya no son exclusiv amente nuestros, sino de todos los hombres. Esto es, la filos ofía mexic ana, si de veras lo es, será simple y llanamente filosofía, a secas. La conc lusión anterior puede cor r o b o r a r s e s i s e e x a m i n a históricamente d problema. La R e v o l u c i ó n m e x i c a n a p u s o e n e n t r e d ich o n u e s tra tr adición intelectual . El movimiento revolucionario mostró que todas la s ideas y concepciones que nos habían justificado en d pasado es taban muertas o mutilaban nuestro ser. La Historia universal, por o t r a p a r t e , s e n o s h a e c h a d o encima y nos ha planteado direct amente muchos proble mas y cuestiones que antes nuestros padres vivían de reflejo. Pese a nuestras singularidades nacionale s —superposición de tiempos h i s t ó r i cos, ambi gü e d a d de nuestr a tr ad ición, sem icolonialsim o, etc .— , l a s i t u a c i ó n d e M é x i c o n o e s ya distinta a la de los otros países. Acaso por primera vez en la historia la crisis de n uestra cultura es la crisis misma de la es pecie. La m elancólica r eflexió n de Valéry ante los cementerios de las civilizaciones desapar ecidas n o s d ej a a h o ra i nd i feren tes , p o r q u e n o e s l a c u l t u r a o c c i d e n t a l l a que mañana puede hundirse, como antes ocurrió con griegos y á r a b e s , c o n a z t e c a s y e g i p c io s , s i n o d h o m b r e . L a a n t i g u a pluralidad de c ult uras, que postulab an div ersos y cont rarios ideales del hombre y ofrecían diversos y contrarios futuros, ha sido s u s t i t u i d a p o r l a p r e s e n c i a d e u n a s ola c ivilizac ión y un solo futuro. Hasta hace poco, la Historia fue una reflexión sobre las varias y opuestas verdades que cada cultur a proponía y una verificación de la radical heterogeneid a d de cada sociedad y de ca da ar quetipo. Ahora la Historia ha recobrado su uni dad y vuelve a ser lo que fue en su or igen: una meditación sobr e d h o m b r e . L a p l u r a l i d a d d e culturas que d historicismo moder no rescata, se resuelve e n una s í n t e s i s : l a d e n u e s t r o m o m e n t o. Todas las civilizaciones d e s e m b o c a n e n l a o c c i d e n t a l , q u e ha as imilado o a plastado a sus rivales. Y todas las particularidades tienen que responder a las preguntas que nos hace la Hist oria: las mismas para todos. El h o m b r e h a r e c o n q u i s t a d o s u u n idad. Las decis iones de los mexicanos afectan ya a todos lo s hombres y a la inversa. Las d i f e r e nci as qu e sep a ran a com u nistas de "oc cidentale s" son bastante menos profundas que las que div idí an a persas y griegos, a romanos y egipcios, a chinos y europeos. Comunistas y demócratas burgueses esgrimen ideas antagónicas pero que brotan de una fuente común y disputan en un len guaje universal, comprensible par a ambos bandos. La crisis contemporánea no se presenta, según dicen los conserv adores, como la lucha ent re dos culturas diversas, sino como una escisión en d seno de nuestra civilización. Una civilización que ya no tiene rivales y que confunde 67
s u f u t u r o c o n e l d e l m u n d o . E l destino de cada h o m b r e n o e s y a diverso al del Hombre. Por lo tanto, toda tentativa por resolver nuestros conflictos desde la realidad mexic ana d eberá poseer validez universal o estará condena da de antemano a la esterilidad. La Revolución mexic ana nos hizo sa lir de nosotros mismos y nos puso frente a la Historia, planteán donos la necesidad de in ventar nuestro futuro y nuestras instituc iones. La Revolución mexic ana ha m u e r t o si n reso l ver n u estr as contradicciones. Después de la segunda Guerra Mundial, nos damos cuenta que esa creación de nosotros mismos que la realidad no s exige no es diversa a la que una realidad sem ejante reclama a los otros. Viv imos, como el resto del planeta, una coyuntura decisi v a y m o r t a l , h u é r f a n o s d e p a s a d o y c o n u n f u t u r o p o r i n v en t a r . L a H i s t o r i a u n i v e r s a l e s y a t a r e a común. Y nuestro laberinto, el de todos los hombres.
NUE STROS DÍAS
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Búsqueda y momentáneo hallazgo de nosotros mismos, el m o v i m ie n to re vo l uci on a ri o tr ansfor m ó a M é x i c o, l o h i z o " o t r o " . S e r uno mis m o es, siempre, llegar a ser ese otr o que som os y qu e llevamos escondido en nuestro inte r i o r , m á s q u e n a d a c o m o p r o m e s a o p o s i b i l i d a d d e s e r . A S Í , e n cierto sentido la Revolución ha recreado a la nación; en otro, no menos importante, la ha extendido a razas y clases que ni la Colonia ni el siglo XIX pudieron incorporar. Pero, a pesar de su fecundidad extraordinaria, no fue capaz de crear un orden vital que fues e, a un tiempo, visión del mundo y fundamento de una soci edad realmente justa y Ubre. La Revolución no ha hec ho de nues t r o p a í s u n a c o m u n i d a d o , siquiera, una es peranza d e c o m u n i d a d : u n m u n d o e n e l q u e l o s hombres se reconozcan en los hombres y en donde el "principio de a u t o r i d a d " — e s t o e s : l a f u e r z a , cual- quier a que sea su origen y justificación— ceda el sitio a la libertad responsable. Cierto, ninguna de las s ociedade s conocidas ha alcanzado un e stado semejante. No es accident al, por o t r a p a r t e , q u e n o n o s h a y a d a d o una visión del hombre comparable a la del catolicis mo colonial o el liberalis mo del siglo pasado. La Revolución es un fenómeno n u e s t r o, sí, p e ro much as de sus limitaciones dependen de circunstancias ligadas a la historia mundial contemporánea. La Revolución mexic ana es la pr imera, cronoló gic amente, de las grandes revoluciones del siglo XX. Par a com pr ender la cabalm ente es neces ario verla como parte de un proceso general y que aún no termina. Como t odas las revoluc i o n e s m o d e r n a s , L » n u e s t r a s e propuso, en primer término, liquidar el régimen feudal, transformar d país mediante la industria y la té c n i c a , s u p r i m i r n u e s t r a s i t u a c i ó n de dependencia económic a y política y, en fin, instaurar una verdadera democracia social. En otr a s p a l a b r a s : d a r e l s a l t o q u e soñaron los liberales más lúcidos , c o n s u m a r e f e c t i v a m e n t e l a Independencia y la Reforma, hacer de Méxic o una nación moderna. Y todo esto sin t r aicionar nos. Por el contrario, los cambios nos revelarían nuestro verdadero ser, un rostro a un tiempo conocido e ignorado, un rostro nuevo a fuerza de sepultada antigüedad. La Revolución iba a inventar un México fiel a sí mismo. Los países "adelantados", con la excepción de Ale m ania, pasaron del antiguo régimen al de las mode rnas democracias burguesas de una manera que podríamos llamar n a t u r a l . L a s t r a n s f o r m a c i o n e s políticas, económicas y técnicas se sucedier on y entrelazaron como inspiradas por una coher encia su perior. La historia poseía una lógic a; descubrir el secr eto de su funciona-miento equiv alía a a p o d e rar se d e l futu ro. E sta cr eencia, bastante vana, aún nos hac e v e r l a h i s t o r i a d e l a s grandes nac i ones com o el de sarrollo de una inmensa y majestuosa proposición lógic a. En efecto, el capitalism o pasó gradualment e de las formas primitivas de acumulación a otras 69
cada vez más complejas, hasta desembocar en la época del capital financier o y el imperialis mo mundia l. El tránsito del capit alism o primitivo al internacional produjo cambios radicales, tanto en la s i t u a c i ón i nte ri o r de ca d a país com o en la e sfera mundia l. Po r un a parte, al cabo de siglo y medi o de explotación de los pueblos coloniales y semicoloniales, las diferencias entre un obrero y s u patrón fueron menos gr andes que las exist ent es entr e ese m ism o obrero y un paria hindú o un peón boliviano. Por la otra, la expansión imperialista uni ficó al planeta: captó todas las riquezas, aun las más escondidas, y las arrojó al torrente de la circulación mundial, convertidas en mercancías; u n i v e r s a l i z ó e l t r a b a j o h u m a n o (la tarea de un pizcador de algodón la continú a, a miles de kilómetros, un obrero textil) r ealiz ando por primera vez, efectivamente y no como postulado moral, la unid ad de la condición humana; destruyó las culturas y civilizaciones extrañas e hizo girar a todos los pueblos alrededor de d o s o t r e s a s t r o s , f u e n t e s d e l p o d e r p o l íti co , eco n ó mi co y espir itual. A l m i s m o t i e m p o , l o s p u e b l o s a s í a n e xa d o s p a rti ci pa ron sólo de una manera pasiva en e l proceso: en lo económic o eran meros productores de materias primas y de mano de obr a barata; en lo político, eran colonias y semicolonias; en lo espirit ual, sociedades bár bar as o pintor escas . Para los pueblos de la periferia, el "progreso" signific aba, y signific a, no sólo gozar de ciertos bienes materiale s sino, sobre todo, acceder a la "normalidad" hist ó r i c a : s e r , a l f i n , " e n t e s d e razón". Tal es el tras-fondo de la Rev olución mex i c a n a y , e n general, de las revoluciones del siglo XX. Puede verse ahora con mayor clarid ad en qué consist ió la emp r esa revolucionaria: consumar, a corto plazo y con un mínimo de sacrificios humanos, una obra que la burguesía europea había llevado a cabo en más de cient o cinc uenta años . Para lograrlo, deberíamos previamente asegurar nues tra independencia política y r e c u p e r a r n u e s t r o s r e c u r s o s n a t ur ales. Adem ás, todo esto deber ía realizars e sin menoscabo de los derechos sociales, en particular los obrer os, consagrados por la Cons t i t u c i ó n d e 1 91 7 . E n E u r o p a y en los Estados Unidos est as conquistas fueron el res ultado de más de un siglo de luchas pr oletarias y, en buena p a r t e , r e p r e s e n t a b a n (y representan) una participación en las ganancias obtenidas por l a s m etróp o l i s en el e xter ior . Entre nosotros no sólo no había gananc ias coloniales que repartir: ni siquiera eran nuestros el petróleo, los minerales, la energí a e l é c t r i c a y l a s o t r a s f u e r z a s c o n que deberíamos transformar al paí s. Así pues, no se trataba de empezar desde el principio sino des de antes del principio. La Revolución hizo del nuevo Est ado el principal agente d e la transformación s ocial. En primer lug a r : l a d e v o l u c i ó n y e l r e p a r t o d e t i e r r a s , l a a p e r t u r a a l c u l t i v o d e otras, las obras de irrigación, las escuelas rurales, los banc os de refacción para los c ampesin os. Los 70
e x p e r t os se exti en d e n en los e r r o r e s t é c n i c o s c om e t i d o s ; l o s moralistas, en la intervención maléfi ca del cacique tradicional y del político rapaz. Es verdad. También lo es que, bajo formas nuevas, subsiste el peligro de un retorno al monopolio de las tierras. Lo conquist ado hay que defenderlo todavía. Pero el régimen feudal ha desaparecido. Olvidar esto es olvidar demasiado. Y hay más: la reforma agraria no sólo benefició a los campesinos sino que, al romper la antigua estructura social, hizo posible el nacimiento de nuevas f uerzas productivas. Ahora bien, a pesar de t odo lo logrado —y ha sido mucho— miles de campesinos v i ven en c ondic ion es de g r a n m i -se ri a y o tros mi l es no tienen m ás r em edio que em igr ar a los Estados Unidos, cada año, como trabajadores temporales. El crecimiento demográfico, circuns t a n c i a q u e n o f u e t o m a d a e n cuenta por los primeros gobiern os revoluc ionarios, explic a parcialm ente el actual desequilibrio. Aunque parez ca increíble, la mayor parte del país padece de sobrepoblación cam pesina. O más exactam ente: carecemos de tierras cultiva bles. Ha y, además, otros dos factores decis ivos: ni la apertur a de nuevas tier r as al cultivo ha sido suficiente, ni las nuevas in d u s t r i a s y c e n t r o s d e p r o d u c c i ó n han crec ido con la rapi d e z n e c e s a r i a p a r a a b s o r b e r a t o d a e s a masa de poblac ión sobrante, condenada así al s ubempleo. En suma, con nuestros recursos actuales no podemos crear, en la proporción indis pensable, las indust rias y las empresas agrícolas que podr ían dar ocupación al exc edente de brazos y bocas. Es claro que no sólo se trata de un cr ecimient o demográfico excesivo sino de un progreso económico insufi cient e. Pero también es claro que nos enfrentamos a una situac ión que rebasa la s posibilidades reales del Estado y, aun, las de la nación en su conjunto. ¿Cómo y dónde obtener esos recursos económic os y técnicos? Est a p r e g u nta, a l a q u e se i ntentar á c ontestar más adelante, no debe hacerse aisladamente sino consider ando el pr oblem a del desar r ol l o económic o en su totalidad. La indust ria no crece con la velocidad que requiere d aumento de poblac ió n y produce así el subem pleo; por su parte, el subempleo campes ino retarda el desarrollo de la industria, ya que no aumenta el número de consumidor es. L a R e vol uci ón tambi én se pr opuso, según se dijo, la recuperación de las riquezas nacionales. Los gobiernos revolucionarios, en particular el de Cárdenas, decr etaron la nacionaliz ación del petróleo, los fer r ocarriles y otras i n d u s t r i a s . E s t a p o l í t i c a n o s enfrentó al im perialismo. El E s t a d o , s i n r e n u n c i a r a l o reconquistado, tuvo que ceder y suspender las exprop iaciones. (Debe agregarse, de paso, que s in la nac ion alizac ión del petróleo hubiera s ido imposible el desarrollo in d u s t r i a l . ) L a R e v o l u c i ó n n o s e limitó a expropiar : por medio de una red de b anc os e institu c iones de crédito creó nuevas industrias e s t a t a l e s , s u b v e n c i o n ó o t r a s (privadas o semiprivadas) y, en gener al, intentó orientar en forma 71
racional y de provecho público el de s-arrollo económico. Todo esto — y m uch a s otras cosa s más— fue r e a l i z a d o l e n t a m e n t e y n o s i n tropiezos, errores e inmoralidades. Pero, así sea con dificultad y desgarrado por terribles contradicci ones, el r ost r o de M éxic o empezó a cambiar. Poco a poco su rgió una nueva clase obrera y u n a b urgu e sía . A mb a s vi vier on a la so m b r a d e l E s t a d o y s ó l o h a s t a ahora comienzan a cobr ar vida autónoma. La tutela gubernamental de la clase obrera se inició como una a l i a n z a po p u l ar: l o s o b rer os apoy ar o n a C a r r a n z a a c a m b i o d e u n a política social m ás avanz ada. Por la misma razón sostuvieron a O b r e g ó n y C a l l e s . P o r s u p a r t e, el Estado pr otegió a las organizaciones sindicales. Pero la alianza s e convirtió en sumisión y los gobiernos premiaron a los dirigentes con altos puestos públicos. El proceso se acentuó y consumó, aunque parezc a extraño, en la época de C á r d e n a s , e l p e r í o d o m á s e x t r e m i s t a d e l a Revolución. Y fueron pr ecisamente los dirigentes que h abían l u c h a d o c o n t r a l a c o r r u p c i ó n s indic al los que entregaron las organizaciones obreras. Se dirá que l a p o l í t i c a d e C á r d e n a s e r a r e v o l u c i on a ri a : n a d a más natur al qu e los sindica-tos la apoy asen. Pe r o , e mpu j ad o s p o r sus líder es, los sindicatos for m ar on par te, c o m o u n s e c t o r m á s , d e l P a r t i d o de la Revolución, esto es, del p a r t i d o g u b e rna men ta l . S e frustró así la posibilidad de un pa rtido obrero o, al menos, de un movimiento sindic al a la n orteamericana, apolítico, sí, pero autónomo y libre de t o d a i n g e r e n c ia o f i c i a l . L o s únicos que ganaron fuer o n l o s l í d e r e s , q u e s e c o n v i r t i e r o n e n profesionales de la polític a: dipu tados, senador es, gober nador e s . E n l o s úl ti mos a ñ o s a si s tim os, sin em bar go, a un cam bio: con creciente energía las agrupaciones obreras recobran su autonomía, desplaz an a los dirigentes corromp idos y luchan por instaurar una d e m o c ra ci a si nd i cal . E ste m ovim iento puede ser una de las fuerzas decisiv as en el r enacimiento de la vida democrática. Al mismo t i e m p o , da d a s l a s caracter ísticas s o c i a l e s d e n u e s t r o p a í s , l a a c c i ó n o b r e r a , s i s e q u i e r e e f i c az , debe evitar el sectar ism o de algunos de los nuevos dirigentes y buscar la alianz a con los c a m p e si n o s y co n un nu e v o sector , hijo también de la Revolu ción: la clase media. Hasta hace poc o la clase media era un grupo pequeño, constituido por pequeños come r ciantes y las tr adicionale s "profesiones liberales" (abogados, méd i c o s , p r o f e s o r e s , e t c . ) . E l desarrollo ind us t rial y comercial y el cr ecimient o de la Administración Pública han crea do una numerosa clase m edia, cruda e ignorante desde el punto de vista cultural y político pero llen a de vitalid ad. Más dueña de sí, más poderosa también, la burgues ía no sólo ha logrado su independenc ia sino q ue trata de incr ustarse en el Estado, no ya c acao pr otegida si n o c o m o d i r e c t o r a ú n i c a . E l banquero sucede al general revolucionario; el indus trial aspira a 72
desplaz ar al técnico y al político. Estos grupos tienden a con vertir al Gobierno, cada vez con mayor exclusiv idad, en la exp r esión política de sus intereses. Pero la bur gues ía no for m a un tod o homogéneo: unos, hereder os de la Revolución me xic ana (aunque a veces lo ignoren), están empeñado s en crear Un capitalism o nacional; otros, son simples inter m ediarios y age ntes del capital f i n a n c ier o i nte rna ci on a l . F inalm ente, según se ha dic ho, dentro del Es t a d o h a y mu ch o s técn i c os que a tr avés de avances y r etr oceso s , audacias y concesiones, c ontinúan una política de int erés nacional, c o n g r u e n te co n e l pa sa do r evoluci onario. Todo esto explica la marcha sinuosa del Estado y su deseo de "no romper el equilibrio". Desde la época de Carranza, la Revoluc ión mexicana ha s i do un c o m p r o mi so en tre fu e rzas opuesta s : n a c i o n a l i s m o e i m p e r i a l i s m o , obrerismo y des- arrollo industrial, econom ía dir igid a y r égim en d e "libre empresa", democracia y paternalismo estatal. Nada de lo logr ado hubiese sido posible dentr o del m ar c o d el capitalis m o clásico. Y aún más: sin la Rev olución y sus gobiernos n i s i q ui era ten d ríamos c apitalist a s m e x i c an o s . E n r e a l i d a d , e l c a p i t a l i s m o n a c i o n a l n o s ó l o e s consecuencia natural de la Revolución sino que, en buena parte, es hijo, criatura del Estado revolucionario. Sin el reparto de tier r as, las gr andes obr a» materiales, las empresas estatales y las de "participación estatal", la política de inversiones públicas, los subsidios direc t os o indirectos a la industria y, en general, sin la intervención del Estado en la vida económica, nuestros banqueros y "hombres de negocios " no habrían tenido ocasión de ejercer su actividad o f o r m a r í a n p a r t e d e l " p e r s o n a l nativo" de alguna c o mpañía extranjera. En un país que inic ia s u desarrollo ec onómico con más de dos s iglos de retraso era indis p ensable acelerar el crecim iento "natural" de las fuerzas productivas . Esta "aceler ación" «e llama: intervención del Estado, direcci ón —así sea parcial— de la e c o n o mía . G ra ci as a esta política nu e s t r a e v o l u c i ó n e s u n a d e l a s más rápidas y constantes en Am érica. No se trata de bonanzas momentáneas o de progr esos en un sec t or aislado—como el petróleo en Venez uela o el azúcar en Cuba— riño de un des arrollo más amplio y general. Quizá el síntoma más signific ativo sea la t e n d e n c i a a c r e a r u n a " ec o n o m í a d i v er s i f i c a d a " y u n a i n d u s t r i a "integrada", es decir, especializada en nuestros recursos. Dicho lo anterior, debe agr egarse que aún no hemos logrado, m con mucho, todo lo que era necesario e i n d i s p e n s a b l e . N o t e n e m o s u n a industria básica, aunque c ontamos con una naciente siderurgia; no fabricamos máquinas que fabr iquen m áquin as y ni siquiera h a c e m os tracto res; nos faltan todavía cam inos, pu ente s , ferrocarriles; le hemos dado la espalda al mar: no tenemos puertos, m a r i n a e i n d u s t r i a p e s q u e r a ; n u e s t r o comercio exterior se equilibra 73
gracias al turismo y a los dólares que ganan en los Estados Unidos n u e s t r o s " b r a c e r o s " . . . Y a l g o más decisivo: a pesar de la l e g i s la c i ón n a ci on a l i sta , e l capital norteamericano es cada día más poderoso y determinante en los centros vitales de nuestra economía. En suma, aunque empezam os a contar con un a industria, todavía somos, esencia l m e n t e , u n p a í s p r o d u c t o r d e m a t e r i as pri mas. Y e sto s i gnifica: d e p e n d e n c i a d e l a s o s c i l a c io n e s d e l m ercad o mu n d i al , e n lo exter i o r ; y e n l o i n t e r i o r : p o b r e z a , diferencias atroces entre la vida de los ricos y los desposeídos, desequilibrio. Con ciert a regularidad se discute s i la política social y económica ha sido o no ac ertada. Sin duda s e t r a t a d e a l g o m á s c o m p l e j o q u e la técnic a y que está más allá de los e rrores, imprevisiones o inmoralidades de ciertos grupos. La verdad es que los recursos de que dispone la nación, en su tota lidad, son ins uficientes para "financiar" el des arrollo integral d e M é x i c o y a u n p a r a c r e a r l o q u e los técnicos llam an la " i nfraestructura económica" , única base sólida de un progreso efectivo. No s faltan capit ales y el ritmo interno de capitalización y reinve r sión es todavía dem asiado lento. Así, nuestro problema esencial c onsiste, según el dec ir de los expertos, en obt ener los recursos indis p ensables para nuestro desarrollo. ¿Dónde y cómo? Uno de los hechos que caracterizan l a e c o n o m í a m u n d i a l e s e l desequilibrio que existe entre los bajos precios de las m aterias primas y los altos precios de los productos manufactura-dos. Países como Méxic o —es decir: la mayoría del planeta— están sujetos a los cambios cont inuos e imprevistos del mercado mundia l. Como lo han sostenido nuestros delegados en multitud de conferencias interamericanas e internacionales, ni siquiera es posible esbozar programas económ icos a largo plazo si no se suprime esta ines tabilidad. Por otra p a r t e , n o s e l l e g a r á a r e d u c i r e l desnivel, cada vez más pr o f u n d o , entre los países "subdesarrollados " y los "avanzado s " s i e s t o s ú l t i m o s n o p a g a n p r e c i o s j usto s p o r l o s p r oductos pr im ar ios. Estos pr oductos so n nuestra fuente principal de ingres os y, por tanto, constituyen l a mejor posibilidad de "financiamiento" de nuestro desarrollo económic o. Por razones de sobra c onocidas , nada o muy poco se ha conseguido en este campo. Los países "avanzad os" sostienen imperturbables —como si viv iésemos a princ i pios del sig l o pasado— que s e trata de " leyes naturales del merca do", sobre las cuales el hombre tiene escasa influ encia. La verdad es que se trata de la ley del león. U n o d e l o s r e m e d i o s q u e m á s fr ecuentem ente nos ofr ecen lo s países "avanzados" —señaladamente los Estados -Unidos — es el 74
d e l a s i n v e r s i o n e s p r i v a d a s e x t r a n j eras. En primer lugar, todo el mundo s abe que las gananc ias de esas inv ersiones salen del país, en forma de dividendos y otros benefic ios. Además, implican dependencia ec onómica y, a la la rga, ingerenc ia polític a del exterior. Por otra parte, el capi tal privado no se interesa e n inversiones a largo plaz o y de esc a so rendimiento, que son la s que n o s o t r os ne ce si t a mos; por el contr ar io, busca los cam pos m ás lucrativos y que ofrezcan posibi lidades de mejores y más rápidas gananc ias. En fin, el capitalista no puede ni desea so-meterse a un plan general de desarrollo económic o. Sin duda la mejor —y quizá la única— s olución consiste en la inversión de capit ales públic os, ya sean préstamos gubernamentales o por medio de las organizaciones internacionales. Los primeros entrañan condic iones políticas o económic as y de ahí que se prefiera a los segundos. Como es sabido, las Naciones Unidas y sus organismos especializados fueron fundados, entre otros fines, c on el de impu ls ar la ev olución económic a y soc i al de los países "subdes arrollado s". Princ ipios análogos postula la Carta de la Organiz ación de los Estados Americanos. Ante la inestable situación mundial —r eflejo, fundamentalmente, del desequilibrio entre los "grandes" y los "subdesarrollados "— parecería natur al que s e hubies e hecho algo realmente apreciable en este campo. Lo cierto es que las sumas que se destinan a este objeto resultan irrisorias, sobre todo si se piensa en lo que gastan las gran des .potencias en prepar ativos militares. Empeña das en g anar la g uerra de mañana por medio de pactos guerreros con gobiernos efím eros e impopulares, ocupadas en la conquista de la l u n a , o l v i d a n l o q u e o c u r r e e n e l s u b s u e l o d e l planeta. Es evidente que nos encont r a m o s f r e n t e a u n m u r o q u e , solos, no podemos ni saltar ni perf orar. Nuestra política exterior ha sido justa pero sin duda podríamos hacer más si nos unimos a o t r o s p u e b l os co n p rob l em as sem ej a n t e s a l o s n u e s t r o s . La s i t u a c i ó n d e M é x i c o , e n e s t e a s p e c t o , no es distinta a la de l a mayoría de los países latinoamer icanos, asiáticos y africanos. La ausencia de capitales puede remedi a r s e d e o t r a man e r a . E xi s t e , ya lo sabemos, un método de probada eticada. Después de todo, el capital no es sino trabajo hum ano acumulado. El prodigioso d e s a r r o l l o d e l a U n i ó n S o v i é t i c a —otro tanto podr á dec irse, en breve, de China— no es más que la aplicación d e esta fórmula. G r a c i a s a l a e c o n o m í a d i r i g i d a , que ahor r a el des pilfar r o y l a anarquía inherent es al s is t ema capitalista, y al empleo "rac ional" de una inmensa mano de obra, diri gida a la explotación de unos recursos también inmens os, en m enos de m edio siglo la Unió n Soviética se ha convertido en el ún ico rival de los Estados Unidos. Pero nosotros no tenemos ni la población ni los recursos, 75
materiales y técnicos, que exige un experimento de tales proporciones (para no hablar de nu estra vecindad con los Est ados Unidos y de otras circunstancias histór ic as) . Y, sobr e todo, el empleo "racional" de la mano de obra y la economía dirigida signific a n, entre otras cosa s, el trabajo a des-tajo ( d e s t a j a n o v i s m o ) , l o s c a m p o s de concentración, las labores forzadas, la deportación de razas y nacionalidades, la supresión de los derechos elementales de los tr abajadores y el imperio de la burocracia. Los métodos de "acu mulación socialis ta" —como los llamaba el difunt o Stalin— se ha n revelado bastante más crueles que los sistemas de "ac u mulación pr i m i t i v a " d e l c ap i - t a l , q u e c o n tanta justicia indignaban a Marx y Engels . Nadie duda que el "socialis mo" totalitario puede tran sfor m ar la econo m ía de u n país ; es más dudoso que logr e liberar al hombre. Y esto último es lo único que nos interesa y lo único que justifica una revolución. Es verdad que algunos aut ores, com o Isaac Deutscher , piens an qu e una vez creada la abundancia se iniciará, casi ins ens iblement e, el tránsito hada el v erdadero socialis mo y l a d e m o c r a c i a . O l v i d a n q u e mientras tanto se han creado clas es, o castas, dueñas abso lutas del poder político y económico. La historia muestra que n unc a una clase ha cedido voluntariamente sus priv ileg ios y gananc i as. La idea del "tránsito insens ible" hacia el socialism o es tan fantástic a como el mito de la "desaparición gradual del Estado" en labios de Stalin y sus sucesores. Por supuesto que no son imposibles los c ambios en la sociedad soviética. Toda sociedad es históric a, quiero decir, condenada a la transformación. Pero lo mismo p u e d e d e c i r s e d e l o s p a í s e s capitalistas. Ahora bien, lo característico de ambos sistemas, en este momento, es su resistencia al cambio, su voluntad de no ceder ni a la presión exter ior ni a l a i n t e r i o r . Y e n e s t o r e s i d e e l peligro de la situación: la guerra antes que la transformación. A la luz del pens amiento revoluc io nario tradicio nal —y aun desde la perspectiva del liberalism o del si glo pas ado— r esulta escandalos a la existencia, en pleno siglo XX, de anomalías históricas como los países "subdesarrollados" o la de un im per io "socialis ta" totalitar i o. Muchas de las pr evisiones y hasta de los s ueños de l siglo XIX se han realizado (las grandes revolu c i o n e s , l o s p r o g r e s o s d e l a c i e n c i a y l a t é c n i c a , l a t r a n s f o r m ac i ó n d e l a n a t u r a l e z a , e t c . ) p e r o de una manera paradójic a o ines perada, que des afía la famosa lógic a de la his t oria. Desde los socialis tas utópicos se había afirmado que la c lase obrera sería d agente pr incipal de la histori a mundial. Su fundón consistiría en realizar una revolución en los p a í s e s m á s a d e l a n t a d o s y c r e a r a s í las bas es de la liberac ión del hombre. Cierto, Lenin pe nsó que era posible dar un salto histó r ico y 76
confiar a la dic t adura del prolet ariado la tarea histórica de la burguesía: el des arrollo industrial. C r e í a , p r o b a b l e m e n t e , q u e l a s revoluciones en los países at rasados precipitarían y aun desencadenarían el c ambio revoluc ionario en los países capitalistas. Se trataba de romper la cadena imperialista por el eslabón más débil ... Como es sabido, e l e s f u e r z o q u e r e a l i z a n l o s países "subdesarrollados" por indus t ria l i z a r s e e s , e n c i e r t o s e n t i d o , a n t i e c on ó mi co e i mpo n e gr andes sacrificios a la poblac ión. En realidad, se trata de un recu r s o h e r o i c o , e n v i s t a d e l a imposibilidad de elevar el nivel de vida de los pueblos por otros m e d i o s . A h o r a b i e n , c o m o s o l u c i ó n m undial la autar quía es, a l a p o s t r e , s u i c i d a ; c om o r e m e d i o n acional, es un costoso exper im ento que pagan los obr eros, los consumidores y los campesinos. Pero el nacionalismo de los países "subdesarrollados" no es una respuesta lógic a sino la explosión fatal de una situación que las na ciones "adelantadas" han hecho desesperada y sin salida. En cambio, la dirección racional de la ec onom ía m undial —es decir , el socialismo— habría creado econ om ías com plem entar ias y n o sistemas rivales. Desaparecido el imperialismo y el mercado mundial de precios regulado, es decir, suprimido el luc r o, los pueblos "subdesarrollados " hubier an contado con los recursos necesarios para llevar a cabo su transformación económic a. La revolución socialista en Europa y los Estados Unidos habr ía facilitado el tránsito —ahora sí de una manera raciona l y casi insens ible— de todos los pueblos "atrasados" hada el mundo m o d e r no . La historia del siglo XX hace dudar , p o r lo m e n o s , d e l v a l o r d e e s t a s h i p ó t e s i s r e v o l u c i o n a r i a s y , en primer término, de la f unción universal de la c lase obrera co mo encam ación del des-tino del mundo. Ni con la mejor buena v oluntad se pued e afirmar que el proletariado ha sido el agente dec is ivo en los cambios históricos de este siglo. Las grandes revoluci ones de nuestra época —sin exc luir a la soviética— s e han re alizado en países atr asados y los obr er os han representado un segmento ca si nunca deter m inante, de grandes masas populares compuestas por campesinos, soldados , pequeña burguesía y miles de seres desarraigados por las guerras y l a s cr i si s. E sa s masas in- formes han sido organizadas por pequeños grupos de profesionales de la revolución o del " golpe de Estado". Hasta las contrarrevoluc iones, c omo el fascismo y el nazismo, se ajustan a este esque m a . L o m á s d e s c o n c e r t a n t e , s i n duda, es la ausencia de revoluc ión socialista en Europa, es decir, en el centro mismo de la crisis contemporánea. Parece inútil subrayar las cir cunstancias agravantes: Europa cuenta c on e l p r o l e t a r i a d o m á s c u l t o , m e j o r organizado y con más antiguas tradiciones revolucionarias ; asimismo, allá se han producido, una y otra vez, las "condiciones objetivas" propicias al as alto del poder. 77
Al mismo tiempo, varias revoluci o n e s a i s l a d a s — p o r e j e m p lo : e n Es p a ñ a y , ha ce po co , en Hungr ía— han s i do r epr im idas sin pieda d y sin que se manifestase efectivamente la solidaridad obrera internacional. En cambio, hemos asistido a una regresión bárbara, la de Hitler, y a un renacimiento general del nacion alismo en todo el viejo continente. Finalmente, en lugar de la rebelión del proletariado organizado d em ocr áticam ente, el siglo XX ha v isto el nacimiento del "partido", esto es, de una agrupación nac ional o i n t e r n a c i o n a l q u e c o m b i n a e l e s p í ritu y la organización de dos cuerpos en los que la disciplina y la jerarquía son los valores decisiv os : la Igles ia y el Ejército. E s t o s " p a r t i d o s " , q u e e n n a d a s e parecen a los viejos partidos políticos, han sido los agentes efectivos de cas i todos los cam bios operados d espués de la p r i m e r a G ue rra Mun d i al . E l c o n t r a s t e c o n l a p e r i f e r i a e s r e v elador. En las c olonias y en los países "atrasados" no han cesado de p r o d u c i r s e , d e s d e a n t e s d e l a primera Guerra Mundial, una se rie de trastornos y cambios r e v o l u c i o n a r i o s . Y l a m a r e a , l e j os d e c e d e r , c r e c e d e a ñ o e n a ñ o . En As ia y Áfric a el imp erialismo s e r e t i r a ; s u l u g a r l o o c u p a n nuevos Estados con ideologías conf usas pero que tienen en c omún dos ideas, ayer apenas irreconc iliables: el nacionalism o y la s aspiraciones revolucionarias de l a s m a s a s . E n A m é r i c a L a t i n a , hasta hace poco tranquila, asistimos al ocas o de los dictadores ya una nuev a oleada revolucionaria. En c a s i t o d a s p a r t e s — t r á t e s e d e I n d o n e si a, V en e z u e l a, E gi pto, Cuba o Ghana— los ingredientes son los mismos: nacionalismo, reforma a g r a r i a , c o n q u i s t a s o b r e r a s y , en la cúspide, un Estado deci dido a llev ar a cabo la industrialización y saltar de la época feudal a la moderna. Poc o importa, para la definición genera l del fenómeno, que en ese empeño el Estado se alíe a grupos más o menos poderosos de la burguesía nativa o que, como en Rusia y China, suprima a las viejas clases y sea la burocraci a la encargada d e i m p o n e r l a transformación económica. El rasgo distintivo —y decisivo— es qu e no estamos ante la revoluc ión proletaria de los países "avanzados" sino ante la insur r ección de las m a s a s y p u e b l o s q u e v i v e n e n l a periferia del mundo occidental. An e x a d o s a l d e s t ino de Occidente por el imperialismo, ahora se v uelven sobr e sí m ism os, descubr en su identidad y se dedican a participar en la historia mundial. Los hombres y las formas políticas en que ha encamado la insurrección de las naciones "atras adas" son m uy var iados. En un extremo Ghandi; en el otro, Stalin; más allá, Mao Tse Tung. Hay m á r t i r e s c o m o M a d e r o y Z ap a t a , b u fones como Perón, intelec t uales como Nehru. La galería es muy variada: nada más distinto que Cárdenas, Tito o Nasser. Muchos de estos hombres hubier an sido i n c o n c e b i b l e s , c o m o d i r i g e n t e s p o l í t icos, en el siglo pasado y aun 78
e n e l p ri mer tercio de l qu e cor r e. Ot ro tanto ocurre con su lenguaje, en el que las fórmulas mesiánicas se alían a la ideología democrática y a la revolucionaria . Son los hombres fuertes, los políticos realistas; pero también son los ins pirados, los soña dores y, a veces, los demagogos. Las ma sas los siguen y se reconocen en ellos... La filosofía política de estos movimientos posee el mismo carácter abigarr ado. La dem ocr acia entendida a l a occident al se mezcla a formas inéd itas o bárbaras, que van desde la "democracia dirigida" de los in donesios hasta el idolátrico "culto a la per sonalidad" soviét ico, sin olvidar la respetuosa ven eración de los mexicanos a la figura del Presidente. Al lado del culto al líder, el par tido oficial, presente en todas p a r t e s . A ve ce s, co mo en M éxic o, s e t r a t a d e u n a a g r u p a c i ó n abierta, a la que pueden pertenec er prácticamente todos los que desean intervenir en la cosa públic a y que abarca v astos sectores de la iz quierda y de la der echa. Lo m i s m o s u c e d e e n l a I n d i a c o n e l Partido del Congr eso. Y aquí convi ene dec ir que uno de los rasgos más saludables de la Revoluc ión mexic ana —debido, sin duda , t a n t o a l a au s e n ci a de una or todo xia polí tica como al carácter abierto del partido— es la ausencia de terror organizado. Nu estra falta de "ideologí a" nos ha preser vado de caer en esa tortuosa cacería humana en que s e ha convertido el ejercicio de la " virtud" p o l í t i c a en otras pa rtes. Hem os tenido, sí, violenc ias populares, cierta extravagancia en la repr esión, capr icho, ar bitr ar iedad, b r u t a l i d a d , " m a n o d u r a " d e a l g u n o s gener ales, "hum or negr o", pe r o aun en s us peores momentos, todo fue humano, es decir, sujeto a la pasión, a las circunstancias y au n al azar y a la fantasía. Nada más lejano de la aridez del es píritu de sistema y su moral silogístic a y policí aca. En tos paí ses comunistas el partido es una minoría, una sect a cerrada y omnipot e n t e , a u n t i e m p o e j é r c i t o , a d m i n i straci ón e i nq u i s ici ón: el poder espiritual y el brazo se glar al fin reunidos. Así ha surgido un tipo de Estado absolut am ente nuevo en la historia, en el que los r asgos r evolucionar ios, com o l a desaparición de la propiedad privada y la economía dirigida, s on indistinguibles de otros arcaicos: el carácter sagrado del Est ado y la diviniz ación de los jefes. Pa sado, presente y futuro: progreso técnico y formas inferiores de l a m a g i a p o l í t i c a , d e s a r r o l l o económic o y esclavismo s indic alist a, ciencia y teología estatal: tal es el rostro prodigios o y aterrador de la Unión Sov iética. Nuestro siglo es una gran vasija en donde t odos los tiem pos histór icos hierven, se confunden y mezclan. ¿Cómo es pos ible que la "inteligencia” contemporánea —piens o sobre todo en la heredera de la tradición revoluc ionaria eur opea— no haya hecho un análisis de la sit uac i ó n d e n u e s t r o t i e m p o , n o y a desde la vieja per spectiva del s iglo pasado s ino ante la novedad de 79
esta realidad que nos sa lta a los ojos? Por ej e m p l o : l a p o l é m i c a e n t r e Rosa Lu xe mbu rgo y Lenin acer ca de la "espontaneidad revolucio naria de las mas as" y la función del Partido Com unist a como " van g u a rdi a de l pr oletar iado", quizá cobr ar ía ot r a signific ac ión a la luz de las respec t i v a s c o n d i c i o n e s d e A l e m a n i a y R u s i a . Y d e l mi s m o mod o : no hay d u d a d e q u e l a Unión Soviética se parec e muy poco a lo que pensa ban Marx y Engels sobre lo que p o d r í a s e r u n E s t a d o o b r e r o . S i n e m bar go, ese Estado existe ; no e s una aber ración ni una "equivocación de la his t oria". Es una realidad enorme, evident e por sí misma y que s e justifica de la única manera con que s e justifican los sere s vivos : por el peso y plenitud de su existenc ia. Un filósofo eminente como Lukács, que ha dedicado tanto de su es fuerzo a denunc iar la " irracionalidad" progresiv a de la filosofía bur gues a, no ha intentado nunc a, en serio, el análisis de la s oc iedad s o viética desde el punto de vista de la r azón. ¿Puede alguien a f i r m a r q u e e r a r a c i o n a l e l estalinis mo? ¿Es racional d em pleo de la "dialé ctica" po r los comunistas y no se trata, simple m en t e , d e u n a r a c i o n a l i z a c i ó n d e ciertas obsesiones, como sucede c on otra clase d e neurosis ? Y la "teoría de la dirección colectiva", la de los "caminos diversos hada de socialismo", el escándalo de P a s t e r n a k y . . . ¿ t o d o e s t o e s r a c i o n a l ? P o r s u p a r t e , n i n g ú n i n t electual europeo de izquierda, ningún " m arxólogo", se ha inc linado sobr e d rostro borroso e informe de las revoluc iones agrarias y nacionalis tas de América Latina y Oriente para tratar de e n t e n d e r l a s c o m o l o q u e s o n : u n fenómeno univer sal que requiere una nueva inter pr etación. Por supuesto que es aún más desolador d silencio de la "inteligencia" latinoam ericana y asiátic a, que v ive e n d c e n t r o d e l t o r b e l l i n o . Claro est á que no sugiero abandonar los antiguos métodos o negar al marxis mo, al menos como instrumento de anális is histórico. Pero nuevos hechos —y que contradi cen t an radicalmente las previsiones de la teoría— exig e n n u e v o s i n s t r u m e n t o s . O , p o r l o m e n o s , a f i l a r y a g u z a r l o s q u e p o s e e m o s . C o n m a y or h u m i l d a d y mejor sentido Trotski escribía, un poco antes de morir, que s i después de la segunda Guerra Mundia l n o s ur g í a u n a r e v o l u c ió n e n los país es desarrollados quizá habría que revisar toda la perspectiva histórica mundial. La Revolución Mexicana desemboc a en la historia universal. N u e s t r a si tu a ci ón , con difer encias de gr ado, sistem a y "tiem po histórico" , no es muy diversa a la de m uchos ot ros países de América Latina, Orient e y Á f r i c a . A u n q u e n o s h e m o s l i b e r a d o d e l feudalis mo, el caudillism o militar y la Iglesia, nu estros problema s son, esencialmente, los mismos. Esos problemas son inmens os y de difícil resolución. Muchos p e l i g r o s n o s a c e c h a n . M u c h a s tentaciones, desde el "gobierno de los banqueros" —-es decir: de los inter m ediarios— hasta d cesa r i s m o , p a s a n d o p o r l a d e m a g o g i a 80
nacionalista y otras formas espasmódicas de la vida polí t ica. Nuestros recursos materiales s o n e s c a s o s y t o d a - v í a n o n o s enseñam os del todo a usarlos. Más pobres aún son nuestros i n s t r u men to s i n te l ectu a l es . Hem os p e n s a d o m u y p oc o p o r c u e n t a propia; todo o casi todo lo hemos visto y aprehendido en Europa y los Estados Unidos. Las grandes pa labras que dieron nacimiento a nuestros pueblos tienen ahora un valo r e q u í v o c o y y a n a d i e s a b e exactam ente qué quieren decir: Franc o e s d e m ó c r a t a y f o r m a p a r t e del "mundo libr e". La palabra comunis m o designa a Stalin; socialismo quiere decir una reunión de s eñores defensores del orden colonial. Todo parec e una gigan t e s c a e q u i v oc ac i ó n . T o d o h a pasado c omo no debería haber pasado, d e c i m o s p a r a c o n s o l a r n o s . Pero somos nosotros los equivoc ados, no la historia. Tenemos que aprender a mirar cara a cara la realidad. Inventar, si es preciso, palabras nuevas e ideas nuevas para estas nuevas y extrañas realidades que nos han salido al paso . P e n s a r e s e l p r i m e r d e b e r de la "inteligencia". Y en ciertos casos, el único. Mientras tanto ¿qué hacer ? No hay recetas ya. Pero hay un punto de partida válido: nuestros problemas son nuestros y constituyen nuestra responsabilidad; s in embar go, son también los de todos. La situación de los latinoa m ericano s es la de la mayoría de lo s pueblos de la periferia. Por prim e r a v e z , d e s d e h a c e m á s d e trescientos años, hemos dejado de ser materia inert e sobre la que se ejerce la v ol u n t a d d e l o s p o d e r o s o s . É r a m o s o b j e t o s ; empezamos a ser agentes de los cambios históricos y nuestros actos y nuestras omisiones afectan la vida d e las gran-des potencias. La imagen del mundo act ual como una pelea entre dos gigantes (d resto está compuesto por am igos, ayudantes, cr iados y p a r t i d a r i o s p o r f a t a l i d a d ) e s b a s t a n t e supe rficial. El trasfondo —y, en verdad, la sustancia misma— de la historia contemporánea es la oleada revoluc ionaria de los puebl os de la per ifer ia. Par a M osc ú, Tito es una realidad desagradable pero es una realidad. Lo mismo p u e d e de ci rse de N a sse r o Nehr u par a los occidentales. ¿Un tercer f r e n t e , u n n u e vo cl ub d e naciones, el club de los pob res? Quizá es demasiado pronto. O, tal vez, demasiado tarde: la historia va muy de prisa y d ritmo de expansión de los poderosos es más rápido q u e d de n u e stro creci mi ento. Per o antes de que la congelac ión d e l a v i d a h i stóri ca —pu e s a eso equivale d "em pate" entr e lo s grandes — se convierta en definitiv a pe trificación, hay posibilidades de acción concertada e inteligente. Hemos olvidado que hay muchos como nosotros, dispersos y aislados. A los m exicanos nos hac e falta una nu ev a sens ibilidad frente a la América Latina; hoy esos países despier tan: ¿lo s dejaremos solos? Tenemos amigos desconocidos en los Estados Unid o s y e n Eur o p a . L a s lu c h a s e n O r ien t e e s t á n lig a d a s , d e a lg u n a m a n e r a, a l a s nu e stras. Nuestro nacionalismo, si no es una 81
enfermedad mental o una idolatría, debe desembocar en una búsqueda univer s al. Hay que partir de la con-ciencia de que nuestra situación de enajenación es la de la m ayoría de los pueblos. Ser nosotros mismos será oponer al avanc e de los hielos históricos d rostro móvil del ho mbre. Tanto mejor si no tenemos recetas ni remedios patentados par a nuestros males. Podemos, al menos, pensar y obrar con sobriedad y resolución. El objeto de nues tra reflexión no es diverso al que desvela a otros hombres y a otros pueblos: ¿cómo crear una sociedad, una cultura, que no niegue nuestra humanidad pero tampoco la convierta en una vana abs tracción? La pregunta que se hacen todos los hombres hoy no es diversa a la que s e hacen los mexic anos. Todo nuestro malestar, la violencia contradictor ia de nuestras reacciones , los estallidos de nuestra intimidad y l a s b r u s c a s e x p l o s i o n e s d e n u e s t r a hi stori a , qu e fue r on pr im er o ruptura y n egación de las formas petrificadas que nos oprimían, tienden a resolvers e en búsqueda y tentativa por crear un mundo en donde no imperen y a la mentira, la mala fe, el disimulo, la avidez sin escrúpulos, la violencia y la simulación. Una soc i edad, también, que no haga de l h o m b r e un i n strumen to y una dehesa d e l a C i u d a d . U n a s o c i e d a d humana. El mexic ano se esconde bajo muc has máscaras, que luego arroja un día de fiesta o de dudo, del m i s m o m o d o q u e l a n a c i ó n h a desgarrado todas las formas que la asfixiaban. Pero no hemos encontrado aún esa que reconcilie nuest ra libertad con el orden, la palabra con d ac to y ambos con u n a e v i d e n c i a q u e y a n o s e r á sobrenatural, sino humana: la de nuestros semejantes. En es a búsqueda hemos retrocedido una y ot ra vez, para luego av anzar c o n más d e ci si ó n h a ci a adelante. Y ahor a, de pr onto, hem o s llegado al límite: en unos cuantos años hem os agotado todas la s formas históricas que poseía Europa. No nos queda sino la desnudez o la mentira. Pues tras e s t e d e r r u m b e g e n e r a l d e l a Razón y la Fe, d e Dios y la Utopí a , n o s e l e v a n t a n y a n u e v o s o viejos sis t emas intelectuales, capaces de albergar nuestra angustia y tranquilizar nue stro desconcierto; frente a nosotros no hay nada. Estamos al fin solos. Como todos los hom br es. Com o ellos, vivim o s el mundo de la violencia, de la simula ción y del "nínguneo": el de la soledad cerrada, que si nos defiende nos oprime y que al o c u l t a r n o s n o s d e s f i g u r a y m u tila. Si nos arrancamos esas m á s c a r a s , s i n o s a b r i m o s , s i , e n f in, nos afrontamos, empezaremos a viv ir y pensar de v erdad. N o s a g u a r d a n u n a d e s n u d e z y u n desamparo. Allí, en la soledad ab ier ta, nos esper a tam bién l a trascendencia: las manos de otros s o l i t a r i o s . S o m o s , p o r p r i m e r a vez en nuestra historia, contemporáneos de todos los hombres.
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COMENT ARIO Resulta difícil, realmente muy co mplicado el hec ho de h ac er un c o m e n t a r i o s o b r e e s t a o b r a d e l Nobel Octavio Paz , sin embargo puedo expresar que me gustó la magistral forma de relatar las diferentes caretas que presentam o s l o s m e x i c a n o s , d e s d e e l hermetismo que evade las miradas de los demás para no tener que saludar, hasta el que reserva y cuida su intimidad y el sentimient o para no entrar en dialogo pues "al buen entendedor pocas palabras" , pasando por el que construye una muralla entr e la r e a l i d a d y s u p e r s on a e n u n a e t e r n a defens a del e xt er ior . Algo que me queda muy claro es que la hombría consiste en no rajarse n u n c a , p o r q u e l o s q u e s e a b r e n son c obar des, dado que el mexicano puede doblarse, humillarse "agacharse", pero no rajarse. Y es per fectamente entendible la connotac ión sexual del ab rirse, como lo exp lic a Paz.
CONTRA CULTURA EN MEXICO José Ag ustín
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1. Burbujeando bajo la superficie En la segunda mit ad de los años ci ncuenta, el régimen mexic ano se consolidó del todo y la revolución "se institucionalizó". Las asonadas habían quedado atrás , per o también las conquistas sociales; en los años cuarenta se abatió la reforma agraria, se domesticó a los obreros y se desmanteló la educación "socia lista". El país entró en un proceso de industrialización y "moderniz ación" en el que la influencia de Estados U n i d o s c r e c i ó a c e l e r a d a m e n t e . A cambio de un sist ema antidemocrático y cada vez más corrupto, de que el presidente fuera monarca abso luto durante seis años, y de q u e u n a d e s i g u a l d i s t r i b u c i ó n d e l a riquez a motivara protestas y manifestaciones populares, reprim i d a s s is t e m á t i c a m e n t e , h a b í a relativa tranquilidad, y el llamado "desar r ollo estabilizador " logr ó casi quince años de alto crecimiento económico y de paridad sin cambios. Se habló, incluso, de un "milagro mexic ano". Si éste existió, las grandes mayorías lo vieron pasar como un extraño fenómeno sideral, pero la clase media creció en las grandes ciudades. Además, el paso del México tradicional, atávico, al país m oder no q u e p r o m e t í a e l r é g i m e n n o e r a f á c i l . A u n q u e e l c on t e xt o y a n o e r a exactam ente el mismo, gran part e de la sociedad continuaba con los viejos prejuicios y se complacía en los c onvencio nalismos , en el moralismo fariseico, en el enérgico e j e r c i c i o d e m a c h i s m o , s e x i s m o , r a c i s m o y c l a s i s m o , y e n e l p redom inio de un autor itar ism o paternalista que apestaba por doquie r. Los chismes y el qué - dirán daban a la hipocresía el rango de gran máscara nacion al. Los m o d o s d e v i d a s e r i g i d i z a b a n y s e per día la pr ofu ndidad de antes. No es de extrañar entonces que muchos jóvenes de clase media no se sintier an a gus to. Por una parte crecían en ambientes urbanos, no pas aban demasiadas estrecheces y oían hablar de pr ogr eso y oportunidades; en México todo est aba perfecto, se les decía, aquí la Virgen María dijo que estaría mu cho mejor. Por otra parte, las costumbres eran exces ivamente rígidas, las formas de vida en la familia y la escue la resultaban ca misas de fuerza; el deporte y las diversiones no bastaban para canaliz ar la enor m e ener gía pr op i a de esa edad, pues también habían salido de los viejos y ya inoperant es moldes. A muchos no les satisfacía un paisaje social en el que había que guardar las formas, pues los valores religiosos y civiles sólo operaban en la teoría: mediante s o b r e e n t e n d i d o s y l e y es n o e s c r i t a s, e n l a p rácti ca se pr ofesaba el c ulto al diner o, al est atus y al poder en medio de una alarmante indigencia interior, lo que generaba la emergencia d e los aspectos m ás negativos de la g ente,
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en espec ial de m uchos de quienes ocupaban sitios de autoridad. Neurosis , cáncer y úlceras eran los terrores de la époc a. Los grandes cultos religios os, como el católico, ya no cumplían bien su función de preservar la salud síquica de las comunidades, además d e q u e e l f u r o r a n t i c o m u n i s t a d e l a época v itam inó una intoler anc i a que se intensific ó a principios de los sesenta, después de la represión a los maestros y ferrocarrileros, y de la aparición de los rebeldes sin causa y de la revolución cubana. La represión a jóvenes e inconformes se volvió cosa de todos los días. Ante este contexto, que difícilmente se a dver tía en la s up er ficie, tenían que aparec er vías que expresar an la profunda insatisfa cción ante esa atmósfera anímica cada vez más contaminada , que encontraran nuevos mitos de convergencia o, en el caso de los jóvenes, que descargasen la energí a acumulada y representaran nuevas señas de identidad. La c o n t r a c u l t u r a c u m p l i r í a e s a s funciones de una manera relativament e s e n c i l l a y n a t u r a l , y a q u e , p o r s u p u e s t o , s e t r a t a d e m a n i f e s t aciones culturales que en s u esencia rechazan, trascienden, se oponen o se marginan de la c u l t u r a d o m i n a n t e , d e l " s i s t e m a " . También se les llama c ultura alternativa, o de resistencia. ¿Tuvi eron sus precursores? Ah sí, c l a r o q u e s í , d e h e c h o n o h a b r í a h a b i d o c ontracultura si és tos no h u b i e r an ve n i do man i festándose silenciosam ente desde la a p a r i c ió n de l o s pa ch u co s en los años cuar enta. Pachucos Desde siempre, los jóvenes de as cendenc ia mexicana en Es tados Unidos han viv i do cont extos de sever a explotación, marginac ión y discriminación. Desde los años cu arenta, y especialmente después de ser utilizad os como carne de cañón en la segunda guerra mundial, manifestaron su identida d m a r g i n a l d e m u c h a s m a n e r a s . En el país más rico del mun do, que ostentaba su poderío y su "destino manifiesto", el mexic a no-estadunide nse, salvo pocos casos, era sirviente o peón de la más baja categoría, y tema que soportar el desprecio del gringo o pasarla muy mal si se rebelaba. Los jóvenes, para bardearse de la hostilidad circundante, formaron pandillas y establecieron al barrio c o m o s u p a t r i a y a l a s c a l l e s c o m o su terri tori o na tu ral. Se peleaban y se em borrachaban, c o m e t í an a traco s y to d o el tiem po te m an que tor ear a la policía y los blanc os más racistas. A estos jóvenes s e les empezó a conocer como pachucos. Un mito de origen señala que en un pr i n c ip io e xi s t ió un muchacho muy bravo apodado el Pac huco por que habí a nacido en Pac huca, aunque desde los dos años de edad su s padres lo llevaron a Los Ángeles. Este chavo pronto y sin d e m a s i a d o s e s f u e r z o s l i d e r e ó u n a pandilla de rufianes que hizo mu cho ruido por revoltosa y temeraria, pero también por los lucidores trajes con que iba a las fiestas. Dado que muchos negros vivían c ondic iones relativ amente 85
semejantes, no es de extrañar que estos jóvenes adoptar an l a forma de vestir de los jazzistas negros más macizos, los locos del b e b o p , q u e se p o n ía n h o l gados tr ajes r e s p l a n d e c i e n t e s , e l e g a n t e s , de pantalones de pliegues en la cintura y valencianas estrechas como tubo; sus s acos eran largos , de amplias solap as cruzadas y grandes hombreras; usaban cor b a t a s a n c h a s c o m o b a n d a presidencial y bogartianos sombreros de fieltro. El zoot suit, como llamaban a estos tacuches, se volvió también, por méritos propios, el Traje del Pachuco, y causó sensación pues era diferente, llamativo y provocativo: fue una de l a s p r i m e r a s m u e s t r a s d e l a estética de la ant iestética que de s pués ser í a común en todos los movimientos contraculturales. A e s t a p a n d i l l a de j ó ve n e s se le c onoció c omo los Pachuco s y, con el paso del tiempo, a todo joven que usaba z oot suit también s e le llamó así , aunque el único y verdadero Pac huco par a esas alturas había ido a dar a la cárcel, donde f ue acuchillado. Usar este traje no era una moda, sino una seña de identidad de jóvenes oprimidos e insatisfechos que no eran ni me xicanos ni estadunidenses, sino el laboratorio de un mestizaje cu ltural. Los pachucos no sólo se a f i r m a b a n a s í m i s m o s s i n o q u e tam bién, sin sa ber lo, es taba n c r e a n d o l a s con d i ci o n e s par a que surgiera lo que después, en los años sesenta, fue el movimient o chicano, que luchó por sus d e r e c h o s , se exp r esó a través de la s a r t e s y l o s m e d i o s , y f o r j ó u n a auténtica identidad cultural. Por supuesto, los chicanos nunca dejaron de reconocer orgullos amente a los pachucos como sus antecesores, tal como lo mostró Luis Valdez en su célebre film Zoot suit. El p a c hu co ta mbi én a cu ñó su pr opi o l e n g u a j e : u n e s p a n g l é s d e pochismos puros y caló del sur que lo distinguió en el acto. Joven al fin, s e entusiasmó e hizo su yos algunos de los grandes ritmos musicales de la época: el danz ón, ll eno de cur vas peligr os as, l a rumba y el mambo, porque se hallaba pr ofundam ente conectad o con sus raíces Méxic o-Latinoameric a n a s . P e r o t a m b i é n f u e e xp e r t o del s wing y el boogie, y a que, lo quisiera o n o , l a c u l t u r a e n q u e vivía se le había metido hasta lo más hondo. Con sus trajes relampagueantes se entregaba al baile porque así lograba una a u t é n t i c a l i b e r a c i ó n e m o c i o n a l q u e tam bién abr ía la puer ta a lo s siempre fascinantes y peligrosos plac eres dionisiacos del lad o oscuro de la luna. E l d e l o s p a c h u c o s f u e u n f e n ó m eno c ontracultural en varios aspectos: lo protagoniz ó gente joven y pr opuso u n atuendo, caló, música y baile que lo identificaba . Repudió al sistem a por que és te a su vez lo rechazaba, pero el nivel de c oncienc ia de la rebelión era casi nulo y con gust o los pa chucos s e habrían integra do al 86
sistema de haber podido. Éste, si n em bar go, se cer r ó par a ellos y los reprimió lo m ás que pudo. Se trató de una reb elió n inst intiva, visceral, primitiva, que llamó la atención porque era auténtica, vistosa y provocativa, aunque, c l aro, encontró grandes i n c o m p ren si on e s. O c t a v i o P a z , p o r e j e m p l o , v i o a l o s p a c h u c o s d e s de f u e r a , c o n desdén de aristócrata y mentalidad de maestro lasallista. Los consider ó un extremo, clowns im pasibles y sinies tros, pasivos y d e s d e ño so s, sad o maso q uistas qu e p r e t e n d í a n a t e r r o r i z a r y q u e e n realidad sólo mostraban voca ción de ví ctimas, para lla mar la atención, o de delincuentes, para ser "héroes malditos" . No contento con esta andanada de derechazos, don Octavito descalific ó al pachuco como un ser inútil que no reivindic aba ni la raza ni la nacionalidad de s us ante pasados, y cuya rebeldía er a un "gesto suicida, pues el ' pachuco' no afirma nada, no defiende nada, excepto su exasperada volu ntad de no- ser "; es "una lla ga q u e s e mue stra, u n a h er ida que se e x h i b e y q u e e s a d o r n o bárbaro, caprichoso y grotesco". En realidad, los pachucos no tenían n ada de suicidas; al contrario, estaban llenos de vida y querían expres arse; se defendían a sí mismos pero también defendían la libertad de ser. No tanto como los chicanos, pero ellos también, conscient emente o no, tenían muy presente su país de origen. En ef ecto, eran una herida que se exhibía, pero Paz condenó la llag a y no el cuerpo enfermo en que había br otado. A fin de cuentas r edujo un com plejo fenóm eno c u l t u r a l a mu se o de ho rror es, y lo u t i l i z ó p a r a t e j e r m e t á f o r a s y e j e r c i t ar el esti l o . In cl uso salió con que hasta el Af amado T r aje de Pachuco era un "homenaje a la sociedad que pretende negar". En t o d o caso , esto s el eg antes y si nuosos maestros s e e x t e n d i e r o n a las z onas fronterizas mexica n a s , d o n d e s e r e p r o d u j e r o n c o n n a t u r a l i da d , pu e s mu ch o s jóvene s d e l a s c h u l a s f r o n t e ras s e apantallaron con los des tellos refu lgentes de los trajes de los pachucos y pensaron que el modelito est aba perfecto para ir a bailar. En la ciudad de M éxico hu bo algo parecido, pero no eran pandillas de jóv enes s ino gente, no por fuerza joven, que s e entusias m ó con el tacuche de grandes hombreras y que raspaba suela en el Salón México; primero se les c onoció c omo tarzanes, pero a fines de los cuarenta se hablaba ya de los pachucos, especialmente cuando, en la bis agra de las décadas, los popu larizó Tin T an, alias Germán Valdés, a quien no le costó tr abajo h acerl o porque era un auténtico pachuco de la f r o n t e r a . C o n e l d i r e c t o r Gilberto Martínez Sola r e s y u n a r un f l a d e c ua t e s c o m o e l c a m a l M a r c e l o, V i tol a, e l en a n o T untún y Borolas, Tin T an dejó pelí culas memorables com o El rey del barrio. El sultán descalzo o 87
Calabacit as tiernas. Sin embargo, en Méxic o más bien se vio de l e j o s a l os pa ch u co s y l os que hubo n i r e m ot a m e n t e c o n s t i t u y e r o n un fenómeno contracultural como el del sur de Califor nia.
EXISTENCIALISTAS Después de la s egunda guerra mundial, J ea n - P a u l S a r t r e y A l b e r t Camus obtuvieron gran p o p u l a r i d a d c o n s u s t e s i s f i l o s ó f i c a s conocidas como existencialismo. Éstas se hallaban e xpues tas en sus libros teóricos (El ser y la nada, de Sartre; El ho mbre rebelde y El mito de Sísif o, de Camus, par a s ó l o m e n c i o n a r t r e s o b r a s medulares) pero también en novelas, cuentos y obras teatrales (El muro. La náusea. Puerta cerrada, de Sartre; El extranjero. La caída, de Camus ) , que generaron un a fuerte excitación entre varios jóvenes franceses. El existencialismo se hallaba sintonizado c o n i d e a s d e M a r t í n H e i d e g g e r , K a r i Jaspers , Sóren Kierkegaard y Federico Nietzsche, entre otros, y era una corriente pesimista, desencantada ("El hombr e es una pas i ó n i n ú t i l " , d e c í a S a r t r e ) , pero humanista e inclus o c o n a l g u n o s t i n t e s r o m á n t i c o s ; e n t o d o caso expresaba la atmósfera des oladora que pen día en Europa después de nazis, fascistas y bomba nuclear . E l e x i s t e n c i a l i s m o i n f l u y ó e n o r m emente porque fue una de las primeras manifes t aciones de un es píritu de los t iempos, o un estado de ánimo colectiv o, de desencanto paulatino que después abarcó casi todo el mundo, pero en los años cincuent a los primeros en manifestarlo fuer on algunos jóvenes franceses, entusiastas de la obra de Sartre y Camus, que empezaron a llamar la atención porque se vestían de negro; se dejaban la barba y bigote. Eran jóvenes sens ibles, ins a tisfechos, y la rolaba n por los cafés y bares de Saint Germain d e s P r é s , donde se podía encontrar a Sar t re con Simone de Beauvoir; estos jóvenes e r i g i e r on a Jul i e tte G re co com o im agen de su alm a y alentar o n una imagen de desinhibidos y per ver tidor es intelectuales que co n gusto le entraban al alcohol y al ha shish. Estos tataranietos de los poetas malditos se dejaron ver bi en en algunas películas de la Nueva O la francesa de fines de los cincuenta: el ambiente, por ejemplo, en L o s p r i mo s , de Claude Chabrol, y el espí r itu, r adiante, en las personalidades de Michel Poicca rd y Patricia en Sm aliento, de Jean-Luc Godard. Hacia fines de los cinc uenta el existencialismo s e había dado a c onocer en gran parte del mundo y los libros de narrativa de Sartre y de Camus se pusieron de moda internacionalment e. Por supuesto, para apreciar el c uerpo de ideas 88
que sust entaba al existenc ialismo se requer í a un ent r enamiento en l e c t u r a s fi l osó fi cas, pe ro la nar r ativ a e r a m á s a c c e s i b l e , o s c u r a y sumamente inquiet ante. En Méxic o, a principios de los años cincuenta, aparecieron los que Oswaido Díaz Ruanova llamó "exist encialistas mexicanos": Emilio Uranga, Jorge Portilla, Joaquí n Sánch ez Macgrégor, Antonio Gómez Robledo, Leopoldo Zea, M anuel Cabrera (qui en era c uate de Heidegger), Luis Vill ero y otros alumnos de J o s é G a o s . A l g u n o s de ellos formaron el grupo Hiperión y escribieron estudios sobr e el ser del mexicano desde un punto de vista sartreanoheideggereano-kierke-gaar deano- husser leano- cam usino. Por cier t o, entre los existenc ialistas mexica nos, Díaz Ruanov a incluyó a José Revueltas, quien, a pesar de qu e siempre profesó la doc t rina m a r xi s t a , e n s u l i t e r a t u r a m u c h a s veces se vio como auténtico existencialista. Estos maestros dieron vida al exis tencialis m o en México desde el lado de la alta cultura. Por el de la contracultura, a principios de los sesenta, cuando los doctores hiperiones (no son híper ni son iones) ya no s e interesaban por el existencialism o, o no tanto, en México se empezaron a ver algunos chavos de clase media urbana con cara de genios incomprendidos que leían a S a r t r e , C a m u s , L a g e r k v i s t , a los poetas beats y a Hesse; vestían suéteres negros de cuello de tortuga y asistían a los cafés "exi stencialis t as". De pronto, éstos habían brotado en la ciudad de México a principios de los años s e s e n t a y te n ía n n o mbres ad hoc c o m o E l G a t o R o j o , L a R a n a Sabia, Punto de Fuga, El Gatolote, El Co yote Fla co, Acua rio; en ellos se bebía café, se oía jazz y a veces se leían poemas. Estos jóvenes en realidad eran un híbrido de existencialis t as y beatniks, pero en México s e les conoció co m o " e x i s t e n c i a l i s t a s " , s u p o n g o que porque así les decían a los cafés y porque a cualquier joven "raro" también se le decía así.
BEATNIKS En 1945, los jóvenes escritores Jack Kerouac y Alien Ginsberg, de veintitrés y diecis éis años respec t i v a m e n t e , c o n o c i e r o n , c a d a q u i e n por su lado, a William Burrough s en la Universid ad Co lu mbia de Nueva York. Burroughs, nieto del dueño de la com pañía d e m á q u i na s reg i stra d o ras, tenía tr eint aiún años y, a pesar de que se había gr aduado en Harvard, era un gran c onocedor de liter atura, sicoanálisis y antropol o g ía; adem ás, le gustaba la m or fina y l a heroína. De más está decir que impresionó profundamente a los chavos, quienes lo tomaron como una espec ie de tut or, de gurú, a
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la vez que establecían una gran amis t a d e n t r e e l l o s d o s . M á s t a r d e se les unieron los poet as Gregory Corso y Gary Snyder, el n o v e l i s ta Jo h n C l e l l o n H olm es y el loco de tiempo completo Ne a l Cassady (Deán Moriarty en el camino). Todos coincidían en una profunda insatisfacción ant e el mundo de la posguerra, creían que urgía ver la realidad desde una per spec tiva distinta y escribir algo libre como las improvisaciones del jazz, una literatura directa, desnuda, confesional, coloquial y provocativa, personal y generacional; una literatura que tocara fondo. Todos es tuvieron de acuer do también e n c o n s u m i r d i s t i n t a s d r o g a s "para facilitar", decía, muy serio, Alien Ginsberg, " el d e s c u b r i m i e n t o d e u n a n u e v a f o r m a de vivir que nos permitiera convertimos en grandes escritores". En un principio le tupieron a las anfetaminas (la vieja benzedr i n a c o n f o r m a d e c o r a z ó n ) , p e r o también a la morfina, el opio , l a m a r i g u a n a y p o r s u p u e s t o a t o d o t i p o d e al coh o l . F u eron p ioner os de los alucinógenos, peyote en un principio, y por allí consolidaron su interés por el orientalism o y el misticismo. Por cierto, e n e s o de atacarse para crear, los antecesores de estos gringabachos fueron los m uralistas mexicanos, quienes, en una asamblea a fines de los años veint e, a su vez acordaron, por aclamación, f u m a r m a r i g u a n a p a r a p i n t a r mejor, ya que, según Diego Rivera, eso hacían los artistas aztecas en sus buenos tiempos. El único que no asis tió a la asamblea fue O r o z c o , pe ro este proto punk m aes tro mandó decir que si bien usualmente Diego sólo proponía es tupideces, en esa ocas ión lo apoyaba sin reservas. En 1948, Jack Kerouac bautizó a su grupo y a la vez definió a la gente de su edad: "Es una especie de fur tividad, com o que som o s una generación de furtivos", le d i j o a C l e l l o n H o l m e s , q u i e n l o transcribió en Go, la primera, y según dic en muy buena, novela sobre los beats, publicada en 19 52; "una especie de ya no poder m á s y u n a f a t i g a d e t o d a s l a s f o r m a s , t o d a s l a s c on v e n c i o n e s d e l m u n d o . . . P o r a h í v a l a c o s a . A s í es que creo que puedes decir que s o m o s a b e a t g e n e rati onn, o sea, una gener ación exh austa, g o l p e a d a , e n g a ñ a d a , d e r r o t a d a . H e r b Hunde (célebre conecte y gandalla intelect ual de Times Squa re que surtía a William Burroughs) le había pegado a Kerouac ese uso de la palabra "beat", y a su vez él lo había leva ntado del ambiente del jazz y de la droga, donde, por ejemplo, se decía: “I´m beat right down to my socks", algo así como "estoy molido hasta las chanclas", "estoy madreadísimo", "ya no puedo más". Otros dicen que "beat" más bien significaba " engañado", es decir, que la droga que se conectó era chafa. En todo caso, también usaban el término como p a r t i c i pi o d e l v erb o " to beat" ( d e b e r í a s e r " b e a t e n " , p e r o e n l a s mutaciones alquí micas del caló el su f i j o s e p e r d i ó ) , a s í e s q u e p a r a 90
Kerouac "beat" también implicaba " g o l p e a d o " y " de r r o t a d o " . C o n e l tiempo la palabra derivó en "beatn ik" y, por supuesto, en Be atles. Años des pués, Alien Gins berg di ría que "beat" era una abreviació n de "beat ífico" o de "beatitud"; Ja ck Kerouac coincidió, y En el camino asentó, refi- riéndose a Ne a l C a s s a d y - D e a n M o r i a r t y : " E r a B E A T : l a r a í z , e l a l m a d e B e a t í f i c o." Los dos tenían razón pues la r e l i g i o si d a d era profu n d ísim a entr e l o s b e a t s , a d e m á s d e q u e s e caracterizaron por la entrega y la devoción con que emprendieron sus proyectos, por lo que pueden c onsiderar se como indiv iduos de una pur eza ins ólita en tiempos cada vez más corruptos y deshumanizados. Los beat s, como much os jipis después, sin dejar de ser unos cabrones a su peculia r m a n e r a , e n v e r d a d f u e r o n puros, porque no se contaminaron con la mierda circundante. Era hasta cierto punto normal q ue en países com o Fr ancia e Inglaterra surgier an grupos de jóvenes des encantad os despu és de l o s h o rrores d e l a g u e rra , per o r esultaba cuando menos un síntoma preocupante que en el país más rico, e l v e n c e d o r d e l a g u e r r a , e l temible gendarme de las ar mas nucl e a r e s , u n g r u p o d e j ó v e n e s n o sólo rec hazara el "mito americ ano", sino que se considerase agotado, golpeado, vencid o, engañado. Er a una m ue str a ir r ebatib l e de que detrás de su fachada de Happy Disneyland, Estados Unidos d e s g a s t a b a p r e c i p i t a d a m e n t e s u s m i tos rectores: el país del destino manifiesto, de los valiente s y l i b r e s , d o n d e t o d o s p u e d e n ser millonarios. En los cincuenta, Burroughs vino a Méxic o y se dedicó de lleno a pilotear t odo tipo de dr ogas, pero las cosas se echaron a pe rder cuando, accident almente, metió una ba la en la frente de su esposa. Después viajó por muchas partes y en Par í s public ó, en Olympia Press, la editorial de libros e scandalos os de Maurice Giradlas, Junkie (que en México debería ser Tecato) y El alm uerzo desnudo con el s eudón imo Willia m Lee (el nombre con qu e aparece en el c a m i n o ; p o r c i e r t o , f u e K e r o u a c q uien sugirió el título The naked lunch). Después v endrían los juicios por obscenidad, el aval de la crítica y de escritores clave de Estados Unidos, y otros libros importantes, como The soft machine y Nova Express . En realidad, Bu r r o ug h s si empre reco n oció una gr an am istad con Ker o uac y Ginsberg, pero pintó su raya ante e l m o v i m i e n t o b e a t , a s í e s q u e , en cierta manera, hay que consider arlo aparte. Los demás emigraron a San Franc isco . Allí se consolidaron como un grupo de cuates escritores, en su mayoría poetas. Se reunían en Clty Lights Bookstore, la librería y después editorial de Lawrenc e Ferhnghetti; prepararon lectur as, antologías, traducciones, p u b l i c a c i o n e s . S e h i c ie r o n n o t a r en el medio lit er ar io de Estado Unidos (es decir, de Nueva Yor k) y fuer on descalificados 91
tajantemente por "antintelectuales" y "antilit erarios". Además de los q u e l l e g a r o n d e l e s t e , y d e F er l i nghetti, en San Francisc o eran beats Michael McCIure, Lew We ich Philip Lamantia y Philip Whalen, entre otras. Por otra parte, Charles Bukowsky y Philip K. Dick no fueron beats pera coinci dieron en el es píritu. En un momento, Norman Mailer estuvo muy cerca de ellos Esta G e n e r a ci ón Ma d rea d a er a una co ntinuación dir ecta de l a Generación Perdida, que, con Sco tt Fitzger aid y Hem ingway a l a cabeza había surgido treinta años antes, después de la primera gran guerra, sólo que con menos decibeles. Los beats definitivamente fueron más aceler ados porque su contexto er a más oscuro. En 1956 apareció Aullid o y o t r o s p o e m a s , d e A l i e n G i n s b e r g , y e n 1957 En el camino, de Jack Kerouac. Des de un princip io los dos libros c a usaron s ensación. Aullido fue llevado a los tribunales por un grupo de ancianos baj o la acusación de obscen idad, per a en 1957 gano el j u i ci o , p ues el j u e z d e t e r m i n ó q u e l a p o e sí a d e Ginsberg tenía una "redent ora importancia social" y s e convirtió en texto de culto porque fue una rev o lución poética que const eló el alma de muchos que s e hallab an ins atisfechos en e l orden e x i s t e nte. G i n sb e rg escri bió el poem a después de una tr em end a sesión de dos días en la que se metió peyote (para inducir v i s i o n es), a n fe ta mi n a s (par a di s p o n e r d e p o t e n c i a ) y d e x e d r i n a (para estabilizar la experiencia). Desde el primer momento supo que le había salido algo extraordinario y, para estrenarlo c omo se merecía, organiz ó una lectura, ahor a legendaria, en la Six Gallery de San Francisc o, con Kenneth Rexrath como emcee y Michael McClure, Phil Wa llen, Gar y Snyder , Philip Lamantia y Le w Weich t a m b i é n co mo l ec t ores. Se cuenta que el lugar est uvo retacado. Kerouac hizo una cooperac ha y comp ra varios galones de vino que circularon libremente, así es que pr onto la gente le gritaba a los poetas como si fueran músicos en conc ierto. El climax por supuesto tuvo lugar cuando Gins berg enton ó su poema, prendido como nunca, y el públic o quedó feliz e impresionado. "Después todos nos fuimos y nos seguimos emborrachando", contó Jack Kerouac, quien también decía: "A mí, el whisky me gusta duro, me gusta el sábado en la noche y ponerme loco en la cabana, me pasa que el sax tenor toque como vi eja loc a, me gusta estar hasta la madre cuando s e trata de estar ha sta la madre". Y de escrib ir sin parar cuando s e trata de e scr ibir , se podr í a agr egar . Un ideal de los beats era dar una primera versi ón definitiva, que no r equir ie r a de corrección alguna, y Ker ouac esc r ibió En el ca min o durant e tres semanas casi s in comer ni dormir, en estado de trance y en un rollo kilométrico de papel para teletipo , pues no quería parar ni par a cambiar de hoja; después no corrigió ni reescribió n ada, salv o una 92
parte que desapareció porque su perrito se comió un cacho del gigantes co rollo de papel. Keroua c envió ese mis m o rollo a la editorial Hartcourt Brace, donde se aterraron y por ningú n motivo quisieron publicar lo, a pes ar de qu e a t r a j o l a a t e n c i ó n d e l c r í t i c o Malcolm Cowley. Durante varios años, mientras no paraba de escribir otros libros ahora célebres, Kerouac reescribió su nov ela y la envió a distint as editoriales; todas la r echazar on, hasta que l a publicación de fragmentos en The Evergreen Rev iew y The París Review lograron que la editorial V i k i n g l a c o n t r a t a r a c o n u n adelanto de mil dólares . A fin de cuent as, Kerouac tuvo que soportar que le corrigieran la pu ntuación e hicieran c ambios m í n i m os; po r su pa rte, apr ovech ó el viaje para suprimir las referencias a la relación homose xual de G insberg y Cassa dy. El éxito fue instantáneo. Kerouac fue asediado por la prensa y la t e l e v i s i ó n , y l a v i d a " e n e l c a m i n o " se volvió fascinación colectiv a; no sólo agotó cientos de miles de ej emplares sino que, como decía B u r r o u g h s , " v e n d i ó u n trillón de pantalones L e v i s , u n m i l l ó n d e máquinas de café exprés, y mandó a miles de chavos al camino". E n 1 9 5 7 l o s s o v i é t i c o s p u s i e r o n e n ó r b it a e l p r im e r s a t é lit e espacial, el Sputnik, y a Herb Ca en, perio dista de San Francisco, se le oc urrió el t érmino beatniks, que vení a a ser lo mismo que "generación beat" pera c on una am plitud de frecuencia mayor. Varios j óvenes adultos efectiva mente eligieron "el camino" y salieron a rolarlo a su manera: tom aban café exprés de día, pues de pronto abundaron los cafés y bares b e a t , y s e r e v e n t a b a n d e noche; oían jazz, leían a los beats . L a r e v i s t a M a d l o s d i b u j a b a con barbita, bigot e, pantalón vaquer o, huaraches y ¡boina! Los beatniks se hic i eron sumamente conocidos, pero como moda duraron poco pues representaban algo que horrorizaba a la gente decente; sin embargo, durante un tiempo fueron tema de chistes, c h i s m es, ca ri ca tu ras, pr ogr am a s y r e p o r t a j e s ; p o r s u p u e s t o también de satanizaciones , repres iones, adhesiones , discusiones y definic io nes. Fue célebre, por ejemplo, la di stinción que Norman Mailer hiz o e n t r e b e a tn i ks y hi pste rs, a los que d e f i n í a c o m o " n e g r o s b l a n c o s , a v e n t u re ros d e l a ci ud a d , m er odead ores de la noc he, sicópatas filosóficos". Pero en realidad, el t é r m i n o h i p s t e r , q u e d i o o r i g e n a h i p p i e , p r á c t i c a m e n t e e s s i n ó n i mo de beat. Si acaso el hipster sería un poco más grueso y violent o que el beat. Bruce Cook dice que la palabra se originó, otra vez, entre los negros del jazz y de la droga. En un principio era " h e p " y s i g n i f i c a b a " u n a c a l i d a d intuitiva de entendimiento instant á n e o " . D e s p u é s s e c o n v i r t i ó e n "hip", y ya en los cuarenta el término era t an común que ha bía un j a z z i s t a l l a m a d o H a r r y T h e H i p s t e r G ibson. A fin de cuentas, lo h ip es lo que está en onda, y "hipst e r " e s e l q u e a g a r r a l a o n d a , u n 93
"macizo". En ese sentido aparece continuamente en Aullido y En el c a m i n o . " H i p p i e " a s u v ez equivale a "machín". A fin de cuentas, a Kerouac no le gus t ó e l é x i t o y p r á c t i c a m e n t e desapareció del mapa. Se f ue a Lo weil, M ass achusetts, su puebli to natal, y allí, aunque no t an aferradamente como J. D. Saling er, toreó a los periodistas y redactores de tesis unive rsitarias. Poco antes de morir, en 1969, hi z o una r eaparición públic a que decepcionó a sus amigos y fans, ya que s e vio mu y reaccionario. Ginsberg, por su parte, siempre tuvo vocación para el estrellato y sus presentaciones se volvieron legendarias porque eran ricas en recursos e ingenio, con m ú s ic a, percusiones, proyecciones y desplantes anticonvencionales, como la célebre ocasión en que alguien del público le preguntó qué pret endía pr obar con su p o e s í a . " La de sn u d e z" , respondió. "¿Pero qué quiere decir con e s o ? " , i n s i s t i ó e l c r e t i n o , a s í e s que Gins berg se encueró allí m i s m o . D e s p u é s d e A u l l i d o p r o d u j o o t r o g r a n p o e m a , K a d d i s h, y e n los sesenta los jipis lo reconocieron como su Gran Pre c ursor; también viajó a la India y a J apón, donde tuvo un gran cambio espiritual que como era de esperarse reportó después en su p o e m a " Th e c h a n g e " ; f u e u n a e s p ec i e d e s a t o r i , u n a i l u m i n a c i ó n que le permitió aceptarse tal cual era y conc iliar sin c onflictos sus contradicciones, sus lados apolíneo y d i o n i s i a c o, l a s b o d a s d e l cielo y el infierno. Fundó Naropa, un centro cultural-espiritual en B o u l d e r , C o l o r a d o , p e r o n u n c a d e j ó de participar in t en s a m e n t e e n la militan cia pacifista. Con Philip Glass hizo The hydrogen jukebo x y siempr e ha estado en el cande lera, a pesar de que los años setenta no fueron favo rables a los beats. En los noventa, en cambio, los beatnik s resurgieron co n gran f u e r z a . P ri mero vi no e l auge de Burr oughs, el Heav y Metal Thunder, como gran padr e de la cont r acultur a y la m acicez : s e filmó El almuerzo de snudo y él mis m o ha aparecido como actor en películas , especialmente memorabl e en Dr ugstor e cowboy, de Gus Van Sandt, además de que ha hecho célebres grabaciones con g r u p o s d e rock. In med i atam ente de s p u é s v in o e l r e n a c i m i e n t o d e Kerouac, Ginsberg y de los beat niks en general. Sus libros, y parafernalia que los ac ompaña, han sido so lic i t a d í s i m o s . E s t o corrobora que los beatniks se adel antaron tremendamente a su t i e m p o. Jun to con ge n te c om o D. T. Suzuk i, Aldous Huxiey, C. G. J u n g , R . G o r d o n W a s s o n , M a r í a S abina y otras, desde los años cincuent a previeron los cambio s en el ser humano q ue s e manifestarían a fin del milenio y diseñaron nuevas , más f u n c i o n a l es, ru ta s de acce so al alm a y el espír itu. Los beatniks constituyeron un fenómeno contracultural. Compartieran el desencanto de los existen cialistas pero le diero n 94
un sentido totalmente distinto. La literatura fue su gran vía de expres ión. También crearon un lenguaje propio. Explorar on su naturalez a dionis i aca y favorecieran el sexo libre, el derec ho al ocio, ¡la hueva c r eativa!, y a la in toxicac ión; fueron hedonis t as y lúdic os; consumieran drogas para producir arte, para dar mayor intensidad a la vida y par a expan der la c oncienc ia; manifestaron una religiosidad de inc linaciones míst i c o - o r i e n t a l i s t a s , y e l j a z z f u e su vehíc ulo mus i cal; rechazaron c o n s c i e n t e m e n t e e l s i s t e m a y siempre dejaron ver una concienc ia política traducida en activismo pacifista. Casi todo esto sería asumido por los jipis en los años sesenta. En M é xi c o se d i eran p o cos beatnik s. El m ás connot ado de todo s fue el poeta Ser gio Mondragón, quien c o n su ent onces esposa Margaret Randall fundó El Corno Em plumado, una excelente r evista literaria, bilingüe, donde publicó la plana may or de los poetas beat de Estados Unidos. A principios de los años sesenta, Mondragón y Margaret Randall conocieron a Phil ip Lamantia, quie n , s i g u i e n d o los pasos de Bur r oughs y Kerouac vivía en Méxic o en la c alle Río Hudson, muy cerca del departamento de Juan José Arreóla. Después llegó el poeta Ray Bremse r , quien había estado pr eso e n Texas por poses ión de mariguana y s e m u d ó a M é x i c o p a r a e l d e s t r a u m e . E n c a s a d e L a m a n t i a , además de Brem ser, se reunían Randall y Mondragón, los j ó v e n e s p o e t a s H o r n e r o A r i d j i s y J u a n Martínez, hermano del crítico José Luis Martínez; el pintor, ya fallecido, Carlos Coffeen Serpas y los nicaragüenses Ernesto C a r d e na l y E rn e sto Mej ía Sánchez. Después fue a visitarlos Alien Ginsberg y así se consolidó el carácter beat del grupo. Un activ o promotor de los beatniks f u e C a r d e n a l , q u i e n , c o m o s e sabe, además de poeta era sacerdot e. Cardenal había salido de Nicaragua para ingresar en el monasterio de los trapenses en Kentucky , donde hizo una gran amistad con Thom as Merton; sin e m b a r g o , t u v o q u e i r s e d e a l l í y a que los trapenses le proh ib ieron escribir poesía. En Méxic o se instaló en el monasterio de benedictinos en Cuernav ac a , c u y o p r i o r e r a Gregorio Lem ercier (quien escandaliz ó a la iglesia católica cuando instauró el sicoanálisis entre sus monjes). En Cuernav aca, Cardenal at endía religiosamente a sus amigos beat s; los confesaba, ofició el matrimonio de Ph ilip L a mantia y tam bién bautiz ó a algun os de los hijos de los beatniks que v isitaban Méxi co. En el Dis trito Federal, asistía a las reuniones en casa de L a m a n t i a , d o n d e t o d o s s e l e í a n sus poemas. Allí , Sergio Mondragón t u v o l a i d e a d e f u n d a r E l Corno, que llevó la poesía beatnik a varios poetas latinoam ericanos, especialmente al grupo colo mbiano de los n a d a í stas y a l os tza n tzicos de E c u a d o r . T a m b i é n o r g a n i z a r o n
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lecturas en el c élebre café El Gat o jazz con su saxof ón.
Rojo, donde Lam antia tocab a
Margaret Randall se mudó después a Cuba y en los ochenta logró ganarle un pleito legal al gobie rno de Es tados Unidos, que se negaba a restituirle su ciudadanía. M ondr agón, por su par te, s e clavó en el budismo y ya entra dos los s esenta s e fue a Japón, d o n d e s e r a s u r ó l a c a b e z a e i n g r e s ó en un monasterio zen. En los setenta estaba de retache; escribió varios libros de poemas e hizo u n e s pl é n d i do trab a j o co m o pr om otor cultural en los años oc henta. Otro gran personaje que puede c o nsider a r s e d e e s t i r p e b e a t e s e l pintor y neólogo Felipe Ehrenberg, que siempre ha estado c on los machines y los jodidos. Y el (te x t u a l m e n t e ) l o c o d e P a r m é n i d e s García Saldaña, quien fue un erudi to en cultura beatnik y beat antes del surgimiento de la onda. Muchos años después, en los oc henta, los poetas Pura López Colomé y José Vicente Anaya, cada quien por su lado, se especializaron en los b e a t n i k s , l o s t r a d u j eron y retradujeron. Habría que revisar las versiones de Anaya, no vaya n a estar como las que hizo c on los poemas de Jim M o r r i s o n . Y e n l o s n o v e n t a , Jorge García-Robles se especializó en William Burroughs y p ublic ó los libros La bala perdida y Dr og as. La prohibic ión inútil. De a u t é n t i c a a l m a b e a t t a m b i é n r e s ultó el poeta José de Jesús S a m p e d r o , e l t e r r o r d e Z a c a t e c a s , y a s u m an e r a , e l t a m b i é n p o e t a Marco Antonio Jiménez, hombre fuer te de Tor r eón, y por supues to el reverendo Alberto Blanco, quien publicó su poesía en inglés en City Light Books, la editorial de los beatniks.
6. EL LADO OSCURO DE LA LUNA
Punks Hacia 1974 se habló, con una insis t encia q ue más parecía campaña, de la muerte del rock. Naturalmente se trataba de un wishful t hinking o del viejo truco de ver si al decir una cosa ésta se volvía realidad. Lo que sí resultó claro fue que había quedado atrás una fase de la contracultura, la r om ántica, paz- y- am or , de lo s sesenta. Los nuevos tiempos venían especialmente oscuros. Algunos, pocos, de los que circul aron en la onda o que de plano fueron hipitecas de alguna manera se las arreglaron para conservar
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s u s i d e a s, l o e ra rel ati vam ente fá cil en el lado es piritual, pero la mayor parte se integró en el sist em a, aunque nunca dejó el gusto por el rock, al menos el de los sesenta, y ocasional o consuetudinariam ente, se daba sus toques. Todo indicaba que las pr emisas esenciales de la contracultura h a b í a n s id o n o ta b l emen te epidér m icas (Juan Villoro lo e j e m p l i f i c a con el ex sesent ero que sin darse cuenta tararea "Satisfacción" al h a c e r c u e n t a s c o n s u c al c u l a d o r a p o r t á t i l ) , y e n b u e n a m e d i d a l o f u e r o n , p e r o , s i n e m b a r go, quedó un desenc anto y una desconfianza hac ia el s istema en general; se aceptaba, pero nadi e s e c r e í a y a l o s v i e j o s m i t o s . Se dijo ent onces que las utopías h a b í a n mue rto, l o cu a l dem ostr aba su inoper ancia. Es ver dad qu e la revolución sicodélic a era una fran ca utopía, y en México después de 1968 no se la tragaron muchos, pero lo importante era el mito en que c onvergían todos porque le d a b a u n s e n t i d o t r a s c e n d e n t e a la vida; lo importante er a n los ideales, la expl o r a c i ó n d e l a m e n t e y el señalamiento de una realidad cu ltur al que r equer ía cor r egir se. No se decía, además, que el sis t ema había cerrado filas contra las rebeliones es tudiantiles y la contracultura, así es que las esperanz as de un mundo mejor en el in div i duo, en la sociedad y la naturalez a no m urieron por causas naturales sino que f ueron aplastadas después de una guerra intensa, sucia y desigual. Los grupos dominant es, políticos y financier os, programaron una contrarrevolución cultural a través de la s atanización de las drogas , la mitificación del narc otráfico co mo villano internacion al, e l amarillis mo sobre el sid a, la ide ntificació n del co munismo como terrorismo y del terrorismo como manifestación del demonio. Ya todo se había consumado. No tema caso rebelarse, había que entrarle al juego con todo y sus i n c o n c e b i b l e s r e g l a s , l a l l a m a d a economía de mercado o neoliberalismo, y aceptar la manipulación de los derechos, la disminución de las libertades, el aumento de la r e p r e s i ó n y l a i n t i m i d a c i ó n , y e l av ance inc ontenible de la m iseri a m o r a l y mate ri a l . Todo est o signific ó un osc urecimiento paulatino de los estados de ánimo. En el rock de los sesenta pr im er o cobr ar on fuer za cor r ientes a p a r e n t e m e n t e a n t i t é t i c a s , p e r o o s c ur a s, com o el r ock pr ogr esivo y el metal pesado, que por supuesto representaban las tend encias m á s de sa rro l l a d a s y l as m ás viscer ales entr e los jóvenes ( e n México, t ambién una distinción de c lase) per o éstas fueron he chas a un lado brutalmente con el surgimiento del rock punk. A principios de los sesenta, el seudopintor Malcolm McLaren dirigi ó a los New York Dolls en Nueva York y después regresó a Londres, donde abrió Sex, una tienda de an timoda y de rop a de p iel para sadomasoquistas. Juan Villoro reporta que Sex vendía "lentes a h u m a do s d e so l da d o r, aretes de chatar r a , tintes para teñir el pelo 97
de rojo, azul, verde o anaranjado, alfileres de seguridad que simulaba n atravesar la mejilla , ch am ar r as r asgadas , botones qu e decían “si sientes que alguien te si gue no es que estés paranoico, sino que ya saben quién eres” y camisetas que p arecían recién lavadas en una alcantarilla". La boutique de pr onto se lle nó de chavos jodidos que allí s e sen tían a gus t o y se puso de moda. Desde que dirigió a los Dolls, Mc Laren había planeado cr ear un grupo de rock que diera forma a su s fantasías, así es que pronto reunió al jovencito John Lydon, un as i d u o d e S e x f a m o s o p o r o j e t e , con Glen Matlock, uno de sus empleados qu e tocaba el bajo con o t r o s do s roca n rol eros y que andaba en bus ca de un cantante para formar un grupo. Lydon jamás había cantado, pero eso era lo de menos, así es que se transformó en Johnny Rotten, y el grupo, que McLaren bautizó como los Sex Pistol s, empezó a cobrar rápida notoriedad por ruidoso y por el salvajis mo, la violencia, las atrocidades y asquerosidades que hacían en escena. Ante este éxito surgieron nuevos grupos, como The Clash y The Damned, que s i guieron en la lí nea durí sima de los Pis t ols y tuvieron grandes éxitos de ventas a pesar de que s us discos eran prohibidos en la r adio y de que el medio de los es pectáculos les tenía pav or. Este éxito comercial r es u l t ó p a r a d ó j i c o porque, al igual que los rocanroleros gringos los Ramones, Taik ing Heads, Patti Smith y Televis ión (que apenas u n a ñ o a n t es h a b í a n e m p e z a d o a tocar en el CBGB de Nueva York), los nuevos grupos ingleses c r e í a n q u e e l r o c k h a b í a c a í d o e n la absoluta decadencia y c o r r u p c i ón . L a s co sto sísim as grandes produccio n es de algunos g r u p o s presti gi ad o s l e s par ecía una vil c omercialización, y por tanto optaron por un rock desnudo, básico, rápido, violento y a g r e s i v o , si n ad o rno s, si n solos, t an pelón que el de Creedenc e Clearwater parecía sinfónico, con delgadísimas líneas melódicas y l e t r a s de mol ed o ras, como cuando Rotten cantó los famosos versos: "No hay futuro... Cuando no hay futuro, ¿cómo puede haber pecado?" en la rola "Dios salve a la reina". Por lo general las canciones eran breves y explosiv as . En cierta forma recordaban un poco los rocanrolitos de los cinc uenta, sólo que sin candor ni humor y con una visión bárbara de la vida. Los antecedente s de este rock fueron los pequeños g r u p o s g r i n g o s d e g a r a g e d e mediados de los sesenta, como? and the Mysterians (los de "Noventa y seis lágrimas") o Count Five ("Reacción sicótica") y, después, los Stooges, MC-5 o los New York Dolls. A esta nueva corriente se le llamó rock punk. La palabra punk es un coloquialismo de viejo uso, suma mente derogativo, que indica a una pers ona que se comporta como m ar r ano, un ojete y gandall a, bueno para nada, desconfiable y agresi v o ; o a l g o q u e n o s ir v e , d e pésima calidad, por lo que rock punk quier e decir "r ock ojete" o " r o c k c h a f a " . U n a d e l a s p r i m e r as veces que la pa labr a punk 98
apareció en la música fue en "Dea r o f f i c e r K r u p k e " , d e W e s t S i d e Story, el refrito de Romeo y Julieta entre pandilla s j u v e n i l e s d e Nueva York; después la utilizaro n los Who en la canción "The godfather and the punk" de su ópera rock "Quadrophenia" de 1973. En ese año se le oyó también al v i e j o M o t t t h e H o o p l e e n s u é x i t o "W i z z k i d" . Los máximos representantes del punk sin duda fueron los Se x Pistols, a los que poco después s e agr egó Sid Vic i ous, antihér o e que ac abó apuñaleando a su nov ia Nancy y que después murió en u n p a són de he roín a . E n m edio de un extraordinario éxito de ventas, los Pistols fueron boicotead os duramente por la in dustria musical de Inglaterra, tuvieron que salir de gir a y ac abaron disolv iéndose en Estados Unidos . En los ochenta Johnny Lydon dejó de s er Rotten y formó Public hn age Ltd. The Clas h también fue un grupo exitoso, al igual que l o s B u z z - c o c k s y T h e D a m n e d , q u e precedier on la aparición posterior de Joy Div isión, Sio uxs ie an d the B a n s h e e s y o t r o s p u n k s i l u s t r e s . L a virulencia inicial de l roc k punk fue tan intensa que no podía durar, as í e s q u e s e d i l u y ó e n l o q u e se llamó new wave, otra nueva ola, algo mucho más amplio que abarcó a numerosas bandas ingles a s y e s t a d u n i d e n - s e s . S i n embargo, en los ochenta el punk revivió con nuev os bríos entre chavos de línea dura tanto en Inglaterra como en Europa y el G a b a c h o , e s p e c i a l m e n t e e n l a c o s t a oeste. Surgieron incontables grupos que tocaban un punk más rui d o s o , m á s l é p e r o , m á s d u r o y rápido, con letras cada vez más terribles; además, el rock punk se abrió a numerosos subgéneros y fusiones, y a principio de los noventa procreó el grunge. Los grupos punk fueron popular í simos en Inglaterra porque expresar on notablemente bien el estado de ánimo de incont ables j ó v e n e s p o b r e s , p r o l e t a r i o s , f r a n c amente asqueados de los ñutos y los espejismos del sistema. Su desencanto era abis m al y abarcaba todo: familia, religión, esc uelas, in stitucion es, gobie rno; el rechazo lleva ba a los p unk s a inc lin arse por m u c h a s c o s a s q u e l a s o c i e d a d consider aba repugnante, destructivo o tabú. Esto ya lo habían h e c h o l o s j i p i s, pe ro l os p r im er os p u n k s e r a n m u c h o m á s g r u e s o s y desde un principio mostraron una radicalidad que despreciaba la m u e r t e . S u d r o g a f a v o r i t a f u e l a heroína, junto con alcohol y todo t i p o d e f á r m a c o s : a n f e t a m i n a s y b ar b i t ú r i c o s e n e s p e c i a l . N a d a d e a l u c i n ó g e n o s n i m a r i g u a n a . P r i m e r o se vestían con ropa de piel y las mujeres en la moda del sadomasoquism o y de la Mujer Fatal; usaban los cabellos cortísimos y pintados de colores; después vinieron las cabezas con largas puntas, mucho maquillaje en las mujeres, collares de perro, aretes, zapatos puntiagudos y demás.
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Como se ve, en los setenta todo se fue al extremo opuesto, porque si bien los punk s se cagaban en e l m u n d o e n t e r o , d e t e s t a b a n especial- mente a la generación an terior, a los jipis y los grupos sesenteros, especialmente a los Beatles, los Rolling Stones y al pobrecito de Donovan. Si antes se hablaba de amor y paz, a los punks les gustaban las suásticas y c o n s i d e r a b a n a l a m o r c o m o " u n s e n t i m i e n t o b a j o " . L o s p u n k s l l a m ar on m ucho la atención y s e reprodujeron en muchas partes de Europa, en Es tados Unidos y México, aunque y a en versiones menos f e r o c e s . S u i n f l u e n c i a f u e decisiv a en el rock y la contracult ura, y en los años no venta, perfectamente establecido y con una vasta infraestructura, continuaba con fuerza porque el mundo seguía cancelando el futuro a los jóvenes más pobres. El movimiento punk por lo tanto tuvo una influencia directa en el surgim iento de los fascistoides grupos de skinheads en varias partes de Europa. E n M é x i c o , c o m o e n o t r as p a r t e s , el fenómeno punk se dio con variaciones al modelo or iginal. Hacia fines de los setenta y principios de los ochenta aparecieron chavos muy pobres que, orgullos o s, pro-clamaban: "Nuestro rey Cuauhtémoc fue el primer punk mexic ano." Como los ingleses , los punks aztecas no ec haban raíces en el barrio, no consideraban que su te rritorio era sagrado ni que debían defenderlo a morir de chavos de otros rumbos; más bien, como plantea Juan Manuel Valenzuela, los punks eran nómadas urbanos cuyo centro de uni ón era el rock y la facha. Les gustaba salir a rolarla por la ciudad en busca de avent ura y naturalmente para lucir el pelo p i n t a d o d e c o l o r e s , e n g o m i n a d o para formar puntas de est r ella, o c abeza de maguey, o rapado a la mohawk. Les gustaban los pantalones c on parches y muchos c i e r r e s, b o ta s pe sa d a s, y m uñequer as, cham ar r as y chalec os d e piel con ásperos estoperoles y picos metálicos. Con el tiempo l l e g a r o n l as ca mi s etas n e gr as con estam pas de gr upos de r ock y l a ropa negra en general, a la que se añadían leyendas que los convertían, dice Valenz uela, en "o radores silenc ios os". Al r olarla por la ciudad los punks s e conect aban y así se formaban algunas, i n f r e c u e n te s, ba n d a s de punks. Fue un fenómeno de jóvenes jodidos, lumpenproletarios, y sólo uno que otro niño rico, suscriptor de Option, quiso vivir el mito punk con resultados ridículos . Algunos chavitos de clas e media t am b i é n s e e m o c i o n a r o n m u c h o con los punks, pero siempre desde fuera. Con semejante fachada, especialm ent e el cabello, los punks l l a m a r on mu ch o l a ate n c ión e inevitablem ente fuer on objeto de reportajes en los medios, generalm ente para burlarse pero a veces con ánim o solidario. La gente por lo general los r echazaba o s e burlaba de ellos por su aspecto ri dículo. No tenían una maner a e s p e c í fi ca d e p e n sa r, salvo la idea de que nada valía la pen a 100
porque el Apocalipsis había llegado; por lo general no armaban escándalos y su manera de vestir y de peinarse era su proclama para mandar a todos a la chingada, como decía la canción del grupo Solución Mortal, de Tijuana. De cualquier for m a, par a n o v a r i a r , l a p o l i c í a n u n c a d e j ó d e h o s t igar los y, com o a los jipis, los a r r e s t a b a p o r l a m e r a a p a r i e n c i a . A principios de los oc henta algunos punks organizaban fiestas pesadísimas en departamentos llenos de basura, donde la gente fumaba mariguana, bebía alc ohol, inhalaba cemento, ingería pastas y b a i l a b a e n m e d i o d e v ó m i t o s , meadas y parejas que cogí an en lo s rincones . Los punks mexic anos eran pocos pero en un principio viv ier on su m ito con gr a n intensidad. De cualquier manera, con el tiempo la marranez bajó de volumen y los punks mexic anos ate nuaron la onda na z i . F i n a l m e n t e quedaron como grandes personajes del tianguis de rock del Ch opo.
El Chopo El tianguis se inició en octubre de 1980, cuando J orge Pantoja, promotor rocanrolero que trabaja ba en el legenda r i o M u s e o d e l C h o p o , c o n v e n c i ó a l a d i r e c t o r a , Ángeles Mastretta, d e p e r m i t i r q u e en la calle, frente al museo, se abriera "un canal de c omunicac ión" p a r a el i nte rcambi o y la venta de dis cos, libr os, r evistas y parafemalia rocanrolera-contracultur al. La apertura del tianguis fue precedida por una serie de conciertos de rock ("Una alternativa para los lunes" y "Rock desde acá" ), que contribuyeron a qu e se rompiera así el gueto de los es pacios s iniestros para el rock nacional. Desde un principio tuvo u n g r a n é x i t o , pues fue un inmejorable punt o de reunión par a los chavos que oían rock en México y que podían interc ambiar d i s c o s c o n o t r o s , a d e m á s d e q u e , al menos en las dos cuadr as que c o mprendía el tian guis, se podía circular libremente con las fac has m ás loc as del m undo. Pr onto s u r g i e ro n verda d e ros esp ecialistas de todas las corrie ntes del rock, que, conectados con las redes de r o c k a l t e r n a t i v o e n t o d o e l mundo, podían c onseguir discos que se dar ían por im pos ible s . Abundaban los discos, cintas y videos pirata, y allí estaba toda la ropa, la indumentaria y parafer nalia par a punks, postjipis y m a c h i n e s d e t o d o t i p o . T a m b i é n a b u ndaban las revist as y fanz ines rocanroleros de todas partes, así es que en unos cuantos años el Chopo se convirtió en la capital de la contracultura en México. E l t i a n g u i s d e l C h o p o t u v o q u e s o p o rtar muchos aco s os; los de los vecinos más azotados, que se quejaban de la concentración sabadera de macizos de todo tipo. No faltaron también los periodist as antichavos que se rasgaban las vestiduras porque era
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un centr o-de-vicio-y-de- pésimo-aspecto. Con todo esto s e hiz o constante la presencia de la po licía, que si no hacía redadas rondaba por los alrededor es para at rapar a los pobr es jodidos que l e s t o c ab a . N o e xtrañ ó e n tonces que subsec uentes dir ecciones del museo, como la de la poet a Elba M a cías, retirara el apoyo al rock y al tianguis, y que éste tuviera que m udar se por distintos sitios de l a ciudad hasta que quedó j unto a la es tación de ferrocarriles de Buenav is ta. Entre los grandes personajes del Chopo, además de Jorge Pantoja y sus hermanos, es tán Roge lio Ga lle gos, Abr aham R í o s , Bel én V a l dé s, l os her m anos Panda, Carlos Alvarado, Trini M a y a , José X avi er N áva r, M anuel Ahumada y muchos más.
Cholos En t r e lo s p u n ks y l as b a ndas, a fi nes de los años setenta en la costa suroeste de Es tados Uni dos aparecieron los cholos, herederos directos de los pachucos , cu ya huella se hizo c ada vez más nítida en los jóvenes que v ini eron después de ellos. Cua ndo, en los años sesenta, surgió el mo v imiento c hicano, que tuvo como fin la reivindicación de la dign i d a d y l o s d e r e c h o s u s u a l m e n t e pisoteados de los mexicano-estaduni d e n s e s , l o s p a c h u c o s f u e r o n reconocidos, con razón, como antecedente directo del movimiento chicano. Éste no fue una forma de cont racultura, pero su necesidad de afirmarse en una sociedad explot adora y discriminadora los hizo albergar numerosos rasgos de oposic ión al sistema, empezando, claro, por su identificación con los pachucos. Los primeros cholos eran chícanos y por tanto no es de extrañar q u e m u c h a s s e ñ a s d e i d e n t i d a d chic ana pas aran al cholo, especialmente el barrio como territorio sagrado. También la reverencia por el pasado mítico: Az tlán, los aztecas y, finalmente, una religiosidad profunda cuyo centro era el culto a la Virgen de G u a d a l u p e . D e l o s c h í c a n o s t a m bién s e heredó el gusto por la expres ión a trav és de pintura mura l , q u e d e r i v ó e n l a p r á c t i c a d e l o s p l a c a z o s , g r a f í t i s o p i n t a s , c om o s e l e s c o n o c e e n e l s u r d e M é xic o . E s t o s m u r a l e s r e p r e s e n t a b an su s i mbología básica y eran m a r c a s c h o l a s e n l o s b a r r i o s . Los cholos también usaban el paliacate en la frente, casi cubriendo los ojos, o sombrero, y pantalones muy guangos. Los cholos surgieron con fuerza en l o s m o m e n t o s e n q u e s e d a b a e l movimiento punk en Inglat erra y en otros países europeos, y la influenc ia de éste se reflejó entre lo s c holos en la violencia, en el
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hermetismo de la grafía de sus pintas, en el consumo de drogas (la pobreza impidió que el cholo se afic ionara a la heroína, pero tuvo el alc ohol, la mariguana, los inhal antes y las pastillas) . Por otr a parte, los cholos aportaron un espanglés sensacional, fronterizo, rico en coloquialismos inéditos y en giros idiomáticos. Los cholos chícanos, como suele ocurrir, pronto extendieron su influenc ia, por lo que en poco t iempo hubo cholos en T ijuana, Ciudad J uárez, Culiac án, Mazatlán y G u a d a l a j a r a . N o l l e g a r o n a l a capital de México porque allá s e habían dado ya las bandas , pero los cholos vinieron a ser un punto de enlace entre las c u lturas alternativas de México y las de Estad os Unid os. El c holismo evidentemente representó un punt o de identidad y estabilidad de muchísimos jóvenes pobres, por lo que, con sus variaciones, en los noventa aún había cholos. Como todos sus hermanos contracult u r a l e s , l o s c ho l o s p a d e c i e r o n incomprensión y desprecio por parte de la cu ltura instituciona l, así como represiones incesant es. Los a rrestos por la mera apariencia, las razzias, las golp izas y las hu millac ion es eran incontables en t o d a s p a r t e s d o n d e h a b í a c h o l o s . Su pres encia era muy visible y por tanto las aut oridades tuvieron que bus car formas para lidiar con ellos ; por lo gen e r a l s e b u s c a b a d e s p o j a r los de sus r asgos e i n t e g r a r l o s e n e l s i s t e m a . E s t o ocur r ió en los años ochenta e n Ciudad J uárez, donde el entonces pr e s i d e n t e m u n i c i p a l F r a n c i s c o Barrio salió c on s u programa "Barri o s U n i d o s c o n B a r r i o " , c o n e l que quis o manipular a los cholos para que lo apoy aran a él y al PAN, a la vez que seguía reprimiéndolos. Sin embargo, los cholos repr e s e n t a r o n u n a m a n i f e s t a c i ó n contracultural has ta cierto punto m e n o s i n t e n s a , p u e s , c o m o l a s bandas y los punks, carecían de un gran mito de transformación que canalizara la creat ividad y la expresiv idad artística hacia un fin mayor, trascendente. Al no disp o n e r d e u n a m í s t i c a , l o s c ho l o s le dieron un enor m e énfasis a la r opa y a formas superficiales de i d e n t i d a d , c o m o e r a el caso de los lo wriders y sus coches brincalones, que implicaba una ma yor enajenación al consumismo. Se explicaba ent onces que la mús ica preferida de muchos cholos fueran las viejas rolitas de los ci ncuenta y sesenta, las oídles but goodies, o, si no, canciones románticas, convencionales, desprovistas de la mínima densidad expresiva.
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Bandas E n M é x i c o , d e s d e p r i n c i p i o s d e los años s esenta desaparec ieron las p a n d il las ; a l p a r e c e r , la r e b e l d í a j uv e n i l s e c a n a l i z ó s i n problemas a través de los movimien tos estudiantiles y de la onda. Sin embargo, quince años después , l a i n c o n f o r m i d a d j u v e n i l y a n o s e h i z o s en ti r tan to en tre la cl ase media sino entre los más pobres, los que vivían condiciones de extrema marginación en los cinturones de miseria de las grandes ciudades; las carencias, la inestabilidad de la fam ilia y la estrechez d e o p o r t u n i d a d e s s e habían vuelto más difíciles de soportar para estos jóvenes, porque si no eran consc i entes sí intuían que su c o ndición de parias nunca iba a desaparec er y todo conspiraba para que no pudiesen d e s a r r o l l a r s u s t a l e n t o s y c a p a c i d a des. Ya ni siquier a quedaba e l sueño del amor y de la paz. Aunque hubo g e nte que logró expresar se muy bien a través de la l i t e r a t u r a y l a p l á s t i c a ( c o m o los chav os de T epito Armando Ra m í r e z , G u s t a v o M a s s o , E n r i q u e Aguilar, el grupo Tepito A r te Acá) , en gener al a l j o v e n m u y p o b r e e l sistema le deparaba explotación, desprecio y represión. No importaba que s u friera "porque ya estaba acostumbrado". Además, todo esto ocurría en medio de la llamada " abunda ncia petrolera", cuando el gobierno hablaba de "admin istrar la rique za", presumía de que "ya sonaban las arcas" y pedía a los mexicanos "una mística de esperanza". Precisamente en 1977, cuando se iniciaba "la abundanc ia" los jóvenes más jodidos volvieron a for m ar pandillas, sólo que par a entonces les llamaban "bandas" por que eran más numerosas y mucho más violentas. En un prin cipio la más célebre y devastadora fue la de los Panchitos, chavos de Santa Fe y Tac ubaya que se hicieron f amosos por sus pleitos, escándalos , atracos y violac iones. S e c u e n t a q u e l a b a n d a f u e i n i c iada por dos c havos que se llamaban Francis co, los Panchos, y que f uncionaron bien un rato hasta que se pelearon y uno de ellos tomó el control. En todo caso la banda creció con cha v itos adole s c e n t e s d e S a n t a F e , s e c on o c i ó como los Panchitos y después, cuando s us violaciones aterrorizaron la zona, como Sex Panchitos, y con ese nom br e s e hicieron célebres. La prensa los tomó de cancha para ejercitar s u amarillis mo y durante un t iempo se oyó muc ho de e llos, hasta que la policía los metió en la cárcel, no sin antes dejarlos como tapete de tantos golpes . Su fama fue tal que en su honor surgió la e x p r e s i ón " n o ha ce r p a n chos", esto es, no ar m ar br oncas m uy desagradables. Los Sex Panchit os fueron liquidados , pero ya era tarde. Nuevas , numerosas y feroces bandas aparecieron en los bar r ios pobr es de
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las ciudades, especialmente las de México y Guadalajara. Se llamaban los Verdugos, los Salvajes , los Lac ras, los Mierdas Punk o las Capadoras, una banda de chavas gruesas. Como los punk s ingleses de mediados de los setent a los chav os banda ya no cr eían en nad a, ni e n la familia , la esc uela, e l trabajo, la religió n, e l gobierno, los medios de difusión. No es de extrañar entonces que en los ochenta se vieran pintas con el lema de Johnny Rotten: "No hay futuro." En el México de la madridista de los ochenta, los años de la crisis, se desplomó el viejo mit o e s t u d i a - t r a b a j a - y - s é -fe l i z . S i t o d o s e l e s c e r r a b a , s i s e l e s d e p a r a b a e l ú l t i m o e s c a l ó n s oc i a l , l a s b a n d a s ca n a l i za ron su e n er gía juv enil en una e xtrema violenc ia. Ya no se t r ataba de navajas, cint u r o n e s y c a d e n a s , s i n o q u e abundaban las pistolas y en las gr andes br oncas de las bandas no faltaban los muertos. L a s b an d a s, co mo a n te s las pandillas, tenían al bar r io como territorio sagrado, las calles era lo único que poseían y muchos de los pleitos ocurrían a caus a de las expedic i ones inv asoras de otras bandas, usualm ente del mismo barrio. Las bandas estaban compuestas por muchos chavitos , por lo que s u s bases er an amplias; había diversos gustos y clas es de c havos: r ockers , m e t a l e ro s, p u n ks y sa l ser os con s u s c o r r e s p o n d i e n t e s t i p o s d e m ú s i c a . C a s i t o d o s v e n í a n d e f a milias mis erables con incontables problemas y mucha violenc ia, por lo que los niños s alían de casa lo antes posible. Todos compartían un fuerte resentimiento hacia los demás, especialmente hacia los ric os y la c lase med ia, pues éstos encamaban la vida inalcanzable que la televisión les restregaba en la cara como suplic io de Tántal o. Dentro de la banda habí a que probarse a chingadazos y aprender a atracar. Volverse el machín, y aquí el término no significaba tanto "macizo", sino el jefe de la banda, que era eminentemente machista. Todos recibían un apodo, lo que equivalía a un a i n iciación, una nuev a identidad (yo s oy la banda). Todos s e ponían locos. Con cem ento, tíner, mariguana, cervezas, pastilla s para arriba y para abajo, lo que hubier a. Les gustaba cruzarse. También, como los punks, se erizaban el cabello, l o t e ñ ían o l o o xi ge n a b an; usab an aretes, pantalones pegados, chamarras negras, y las chavas se maquillaban con untuosidad fellin esc a. En realid ad lo punk era una presencia f uerte entre las bandas. Su lenguaje venía directam ente del de los se senta, per o l a b a n d a l e a ñ a d i ó t é r m i n o s c l a v e q ue l o h i c i e r o n s uy o . S u b a i l e favorito era el es lam, o baile de los caballaz os, que transmutaba la violencia en relajo puro. P o r s up u e sto , l a p o l i cía los com batió con la m ism a fer ocidad irracional de las bandas. Las redadas se volvieron co munes en las fiestas de los barrios pobres, p u e s e n e l l a s l o s g r a n a d e r o s golpeaban a los chavos para des car g a r e l r e s e n t i m i e n t o p o r e l 105
e n c u a r t e l a m i e n t o p r e v i o , e l m a l t r a t o y los bajos salarios, además de que por unos momentos sentían el delirio del poder aunque fuese en su forma más elemental . D e s p u é s d e r e p a r t i r g o l p e s y d e su acost umbrada práctica de picar les las nalgas c o n alfilere s, los policías saqueaban las escasas pertenencias de los chavos , los montaban en aut obuses urbanos y lo s l l e v a b a n a l a d e l e g a c i ó n polic iaca, donde, para empezar, lo s acus aban de haberse robado los mis m os autobuses en que los ac ababan de transportar; naturalmente, unos no salían ha sta que alguien llegaba con la multa y/o mordida; otros eran co nsignados y tenían que salir bajo fianza, si es que no los ac usaban de delitos contr a la salud. Como no lograron contener la erupción d e b a n d a s , A r t u r o D u r a z o , e l entonces director de la policía ca pitalina, amigo del presidente y n o t o r i o n a rcotrafíca n te , cam bió de táctica y pr opus o a los c havos banda que se volv ieran soplones, o que de plano se enrolaran en la policía, pero los chavos banda eran virulentamente antiautoridades, y l a p r o p u e s t a n o p r o s p e r ó . M ás adelante, a Sales Gasque, otro jefe policiaco, s e le oc urrió org a n i z a r p a r t i d o s d e f ú t b o l ( T i r a s contra Bandas), supues ta-mente para fraternizar y establecer comunicación, pero más bien para la promoción personal, y no muy brilla nte, de Sale s Gasqu e. Se h i cieron a l gunos ju egos, pe ro no s i r v i e r o n d e n a d a , y a q u e s e h u b ieran necesitado m uchos equipos de policías para cascarear con toda s l a s b a n d a s d e l a c i u d a d d e M é x i c o. P o r ta n to , con tinuó la brutalidad policiaca. En la primera mitad de los años ochenta se formaron consejos de bandas para unir fuerzas y coordinar la defensa ante la ofensiva polic iaca , los in sultos d e la pre nsa y la incom prensión de la sociedad. Esto representó un paso decis i vo porque tuvieron que salir cuadros de entre las bandas q u e s e i n f o r m a r an s o b r e l e y e s , derechos y obligaciones, lo cual pr opició el inic io de un proceso de ensanchamiento cultural que per mi tió la salid a a sus necesidades d e e x p r e s i ó n . A l g u n o s p o l í t i c o s o funcionar ios de l gobierno, que e r a s umamen te he te rog éneo, tr at aron de comunicarse con las bandas s in autoritarismo, aunque s in dejar un tono pater nalista o condescendiente. Sin embargo, la verdadera causa de las bandas, la miseria sin p o s i b i l i d a des de superación, empeoraba paulatinamente. De cualquier manera, poco a poco las banda s le bajaron un poc o a la violenc ia y, sin per der su car ácter de feudo, se fueron convirtiendo en "la band a", algo m ucho m ás am plio que a b a r c a b a a t o d o s l o s c h a v o s l u m pen que oían r ocanrol y se agrupaban para sentirse más fuertes. La disminución de terremoto de 1985, no aprov echaron el por el contrario,
la v iolencia fu e perceptible e n el dev as tador cuando, para sorpresa de muchos, las bandas caos de la catá str ofe par a el saqueo, sino que, participaron e n los e x t r a o r d ina r ios a c t o s d e 106
auténtica solidaridad con los que la sociedad civil rebasó t o t a l m ente al g o b i erno . "A la hora de la v erdad", dic e Elena Poniatowska en su libro Nada, nadie, "los chavos banda están dispuest os a jugarse la v ida, no le temen a nada y s on much o más generosos que muchos que se cr een ejemplos a seguir... Mostraron con cr eces su calidad humana" e hic ier on ver " que su organización, siempre marginal , siempre rechazada por la s o c i e d ad , si rve pa ra al go ”. Las bandas han sido un fenómeno u r b a n o q u e m u e s t r a l a a g u d a descomposición y deshumanizac ión del sist ema y que fluctúa entr e l a c o ntracu l tura y l o an tisocial. Rechazaban la so ciedad al punto en que necesitan manifestarlo con una violencia ciega y casi suicida que con frecuencia los po nía fuera de la l e y . C o m p a r t í a n una ident idad com ún, la de la banda, que a su vez forja y marca la del indiv iduo. Por lo general, las bandas están c ompuestas por niños y adolesc e ntes que después de los veinte años buscan acomodarse en la socied a d e n l o q u e s e a , a no ser que hayan caído en la cárcel y graduado en la univers idad de l crimen. Por lo mismo, las bandas no duran mucho tiempo, pero cuando unas se desintegr an otras están surgiendo, y este desolador espejo sigue reflejando a la sociedad entera.
Rock mexicano Las bandas result aron el públic o idóneo par a el r ock m exican o de fines de los setenta, que finalmente logró salir de los hoyos hacia el circuit o cultural y universitar io hasta que, ya en los ochenta, finalmente aparecieron cent ros noct urnos dedicados en teramente al rock nacional: en la ciudad de México, Rockotitlán, creado po r los guacarroqueros Botellita de Jere z; La Últim a Car cajada de l a C u m b a n c h a , W e n d y ' s , A r a m í s , R o c k s t o c k , Tut t i F r u t t i, A r t e r í as, L a Iguana Azul, el Bar Mata, el Buga, el Nueve y otros sitios que inexorablemente se enfrentaban a vecinos intolerantes y a consuetudinarios cierres y obstrucciones por parte de las a u t o r i da d e s. L o mi smo o cur r ía en los hoyos r ocanr oler os que s e abrían y se cerraban en Tijuana, Ciudad Juárez, Monterrey, Z a c a t e c a s , G u a n a j u a t o , V a l l a r í a , G uanajuato, San Miguel Allende, Oaxaca, Puebla y los Acapulcos. Además de grupos como Chac Mool , la banda de Guillermo Briseño, Kerigma, Ritmo Peligroso, Manchu r i a , A n c h o r a g e y o t r a s , e l fenómeno más notable en la bis agra de las décadas de los setent a y o c h e n t a l o c on s t i t u y ó e l g r u p o T hree Souis in my Mind, no sólo
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porque logró una popular idad enor me entre la banda (que después se desparramó hacia sectores de clase media y de jóvenes campesinos) sino porque a partir de ellos el rock en México se compuso en es pañol o, m ás bien , e n m e x i c a n o . E v i d e n t e m e n t e n o iba a haber un verdadero rock nacional si no se componía en n u e s t r o i d i o m a . C o n u n e s t i l o p r i m ar io, basado en el blues y el rhythm and blues , con notoria in fluencia de los Rolling Sto nes, Three Souis in my Mind era un poco el equivalente de Creedenc e Clearwater Reviv al en Méxic o (hasta la voz de Alejandro Lora era como la de John Fogerty): rock aut é n t i c o q u e v i e n e d e s d e e l f o n d o y surge sin ornamentaciones ni ar tificios: puro y primitivo rocanr ol con letras que primero expresaban a la banda y después con una marcada y no s iempre espontánea tenden cia social. Three So uis i n my Mind señoreó el universo de lo s hoyos hasta que, a pr incipio s de los ochenta, se transformó en el T r i , s i e m p r e b a j o l a m a n o f é r r e a d e L o ra, si n d u d a un per sonaje decis ivo del r ock nac i onal ; durante años Álex Lora emitió las in jurias más léperas, sangrientas y divertidas cont ra el gobierno, s in perdonar, por supuest o, al president e en tumo. Lo mismo hizo en su momento con Salinas de Gortari, pero no se im aginó que el enano f uese u n g á n g s t e r y q u e en el ac to le asestaran un fulminante y escalofriante arresto, a p a r t i r d e l c u a l L o r a m i d i ó m á s las invec t ivas. Después de cas i treinta años con el "v icio del rocanr o l " , e l T r i s e c o n v i r t i ó e n u n a institució n sui gen eris. R o d r i g o G o n z á l e z c o n s o l i d ó , p ro f u n d i z ó , a m p l i ó y r e f i n o e l i n c i p i e nt e ro ck me xi can o. Este tal e n t o s o r o c a n r o l e r o l l e g ó d e Tampico, una auténtica mina de r o c k , y d u r a n t e u n t i e m p o sobrevivió cantando sus canciones en el metro, en autobuses urbanos y en la c alle. Sus compos ic i o n e s s e c a r a c t e r i z a b a n p o r u n ingenio mexicanísimo y gandallón; el humor y la ironía se codeaban con un verdadero aliento poético y se manifestaban a través de un lenguaje coloquial que se adaptaba estupenda m ente a los m ar co s melódicos. Rodrigo, que después modificó su nombre a Rock drigo, finalmente logró trabajo en un hoy o llamado Wendy's y con rapidez se hizo de numerosos seguidores que disfrutaban enormemente s u s ca n ci on e s. E n vi vo, Rockdrigo exudaba un carisma e x t r a o r d i n a r i o y e r a m u c h o m á s r o c anrolero de lo que resultó en s u único dis c o que él supervisó y controló: Hurbanistonas, en el que parecía más cerca del c a nto nuev o. Era muy inteligente y tenía una cultura estimable, así es que en sus rolas había referencias a intelectuales mexicanos, a libros, y tema versos como "ya lo dijo Freud, no me acuerdo en qué lado, és ta es la experiencia que he experimentado". Sus hom enajes a la c i u d a d d e M é x i c o , c o m o "Vieja ciudad de hierro", sedujeron al p ú b l i c o r o q u e r o , a l i g u a l q u e sus canc iones humorísticas, como " O h y o n o s é " o " E l E t e " , q u e p e r t e n e c í a n a l a m e j o r t r a d i c i ó n p i caresca de Chav a Flores; "Metro 108
Ba l d e - ras" a su ve z se volvió emblemática del México de los ochenta. En 1985 la fama de Rockdrigo crecía imparable y lo convertía poco a poco en la máxi m a f i g u r a d e l r o c k m e xic a n o . Precisamente cuando le iba mejor, cuando su disco recogí a reseñas favorables y se conocía cada vez más, cuando le ofrecían m u c h a s y b u e n a s o p o r t u n i d a d e s , R ockdrigo murió aplastado en su departamento de la colonia J u ár ez dur ante el ter r em oto de s e p t i e m b r e . E l t e r r e m o t o l o m ató, pero acabó de mitificarlo. A él se le atribuye el término "rock rupestre", aunque Roberto Ponce dice que los originadores fueron Rafael Ca tana y Alai n Derbez, quien es en un p r incipio lo utiliza ban pey orativamente, c o m o s i n ó n i mo d e " na co ". En todo caso, fue Rockdrigo el que escribió el Manifiesto rupestre, e n e l q u e p l a n t e a b a : " S e t r a t a solamente de un membrete que se c u e l g a n t o d o s a q u e l l o s q u e n o están muy guapos , ni tienen voz de tenor, ni componen como las grandes cimas de la sabiduría es tética o ( lo pe or) no tienen un equipo electrónico sofisticado lleno de synthers y efectos muy locos que apantallen al primer despistado que se les ponga enfrente. Han tenido q u e encuev arse en sus propias alcant arillas d e concreto y, e n m u c h a s o c a s i o n e s , q u e d a r s e c om o un chinito ante la c ultura: n o m á s mi l an d o ... L o s r upestr es son poetas y locochones, rocanroleros y trovadores. Simples y elaborados; gustan de la fantasía,' le mientan la madr e a lo cotidian o; tocan como carpinteros venus inos y c antan co m o b e c e r r o s e n u n e x a m e n f i n a l del cons ervatorio." El rock rupestre, pues, era el rock d e los jodidos, un rock básico, sin sofísticación, sin r ecur sos, salido directamente de las márgenes de la r ealidad urbana de l o s a ñ o s d e la primera gran c r isis; un rock de las caver nas, lo que im plicab a también un movimiento musical en sus inicios. Por supuesto, se trataba del rock mexicano que al fin nacía: un rock tan inconfundible como el de Led Zep pelin, pero tan mexicano como José Alfredo Jiménez. En el movimiento rupestre de una manera u otra hay que in cluir a Nina Galindo, Roberto González, Roberto Ponce, Cecilia Tou ssaint y Jaime López; estos dos escandalizaron al medio roquero c uando se dejaron seduc ir por Televisa. Los dos, muy talentosos, llevaron al rock aires tropicales, viejos bo leros, jazz, humor, crítica social. Con Botellita de Jerez apareció el h u m o r d e s a t a d o , c i r c e n s e , c o n fuerte crítica social y una mexi c a n i d a d t a n r e c i a q u e a d m i t í a t o d a desmitificación. La música no era el fuerte de este grupo ( c uyos o r í g e n es ve n ía n de l o s T epetatles de Alfonso Ar au en los sese nta) , y lo que importaba era el espect á c u l o , e n e l q u e s e v e s t í a n d e a z t e c a s o s e p o n í a n g r a n d e s s o m b r e r os zapatistas, a la vez que l e daban al presidente De la Madrid el título de "hulero" (por no
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decirle " culero", definic ión exacta que el pueblo d e México dio a l preciso durante el campeonato mundial de fútbol de 1986). A mediados de los ochenta, el rock mexicano se había extendido, rebasó la marginalidad y reconquis tó a buena par t e de la clase media. Las grabadoras comerciales se abrieron para algunos y para los demás apareció Disc os Pentagrama, de Modesto López, que cubrió una necesidad vit al del ro ck mexic ano (después vendrían D e n v e r , R o l l n ' R o l l C i r c u s , D a r k Side, Genital Pro ductions, Dodo, D i s c o s R o cko ti ti á n , Grabaciones Lejos del Par aíso y Opción Sónica, t odas ellas, a su manera, grabador as rupes t res). El rock mexicano también se metió a codaz o s e n l a s e s t a c i o n e s d e r a d i o d e los ochenta, como Rock 101 y grandes y medianas de Méxic o, y la infraestructura naturalmente se había expandid o. Finalmente llegaron grandes rocanroleros como Dylan, Rolling Stones, Pin k Floyd, King Crimson, U2 o Dead Can Dance, que tocaban en el Palac io de los Deportes (o de los R e b o t e s , p o r s u m a l a a c ú s t ic a ) , el Autódr omo, el Auditorio Nacional o el Cine Metropolitan, pero la gran promoción que tuvieron estos co n c i e r t o s n o s e e x t e n d í a a l rock nacional, salvo alguna inclus ión de Caifanes o de alguien así. Cuando s e suponí a que había mejores condiciones para el rock, en buena medida el mexic ano seguía marginado a pesar de su vastedad y pluralidad.
Prensa y crítica Después de la des aparición de Pi edr a Rodante hubo u n gran v acío en la pr ensa roc anrolera que no pudieron llenar ni La o n da, el suplemento del periódico Noved ades, que dirigía J orge de Angelí; ni Jeans, de Gerardo María, ni Sonido, que era muy convencional. D e s p u és h u b o i nte n to s m ás bien r idículos, com o los for m ato s gigantes cos y el papel cuché de Rock m i , d e V í c t o r J u á r e z ; p e r o l o bueno llegó a fines de los setenta con Melodía: diez. años después, q u e c o n s e m e j a n t e n o m b r e t e m a q u e salir bien. Era dirigida por Víctor Roura, quien se había inic iado en México c anta y d espués publicó varios libros de literatur a y s o b r e r o c k y m ú s i c a , c o m o Negros del corazón (sobre el Tri) , y Apuntes de rock, por las c alles del mundo. En 1979 Roura tuvo el acierto de convoc ar a jóvenes e s c r i t ores, como Jua n V i ller o y Alain Der bez (quienes hacían el programa de radio El lado oscuro de la luna), Rafael Var gas, Guillermo Sampe r io, Carlos Chima l y Alberto Blanco (quien, con el también poeta Ricardo Ca stillo, formó el gr upo de r ock las Plumas Atómicas). Melodía fue un perió dic o roquero al día y de buena calidad, con traducciones , reportajes , a n á l i s i s , c o l u m n a s y t e m a s
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monográficos. Fue una lástima que des apareciera en el vigésimo sexto número. En los ochenta, Roura volvió a sacar una publicación, Las horas extras, que resultó más amplia aunque cubría notablemente el rock. Por su parte, desde Zacatecas, José de Jesús Sampedro siempre dio es pa c i o a l r o c k y l a c o n t r a c u l t u r a en Dos filos, cuyas portadas er an rockers dibujados por Luis Femando. También roquera resultó Topodrilo, la exc elente revista d e l a U A M di ri gi da po r A ntulio Sánchez. M u y e s t i m a b l e t a m b i é n f u e A t o n a l , dirigida por Arturo Sau c edo, con Rogelio Carvajal como eminenc ia gr is, y dedicada al r ock alte r nativo. Por esas fechas llamó la at ención La pus moderna, dirigida por Rogelio Villarreal, una revista pr ovocador a, punk- dar k intelectual, que prometía más de lo que presentó. Más comedida y recatada aún vino a ser Grafiti, dirigida por José Hornero desde Jalapa, con am plia c obertura de rock. En cambio. La re gla rota resultó una revista seminal, al igual que La guillotina, hecha por una cuasi comuna de uameros y más inclinada a la política. Después, Guillermo Fadane lli sacó Moho. Un esfuerzo insólito, por su buen nivel, porque no estaba de d i c a d o a l a v e n t a y s e d i s t r i b u í a gratuitamente por correo, fue Corriente alterna, de Sergio Monsalvo, una revista de temas monogr á f i c o s q u e s e i n i c i ó e n 1 9 9 3 con un cuerpo de colaboradores compuesto por David Cortés, Xavier Velasco, Jorge Soto, Naief Yehya y Hugo García Michel. Este último en 1994 dio a luz La mosca en la pared, una revista imaginativa, provocativ a y c o n g a n a s d e t e n e r é x i t o ; L a m o s c a f u e cerrada por razones políticas per o pudo r esucitar después. Otra briosa public ación contracultural fue Generación, dirigida por Carlos Martínez Rentería. A medi ados de los noventa fugazm en te apareció Rock Pop, y Entremés dedicó un exc elente número d e d i c a d o a l r o c k . P o r o t r a p a r t e, las publicaciones populac herocomerciales sobr e rock venían del modelo de México canta, y las principales habían sido Conecte, Simón Simonazo y Banda rockera. En los noventa apareció Códic e rock, editada por el tian guis de l Chopo, y para esas fechas varios periódicos daban at ención al rock y la contracultura, al igual que los suplementos culturales Sábado, d e H u b e rto B a tís, L a Jo rnada Sem anal , de J uan Villoro, y El Buho, de Rene Aviles Fabila. La crítica de rock siguió desarrollándose en los años och enta y noventa. Como v eterano en plena acción seguía Óscar Sarquiz, sobreviviente de los ses enta. De Melodía, los más importantes fueron Víctor Roura, Carlos Chimal , Rafael Vargas y Juan Villoro; estos dos últimos además publicaron libros con traducciones de letras de rock {El rock en silenc io y La poesía en el r ock) . Chim a l , por su parte, compiló las dos ed iciones de Cr ines , lectur as de rock, con materiales muy diversos, incluyendo poemas y dibujos, 111
de críticos, escritores, p o e t a s y dibujantes (la primera, de Ediciones Penélope, con mucho f ue mejor que la de Ediciones Era). En los setenta también apar ecieron Xavier Velasco y José Xavier Návar. Y Alain Derbez, pero éste se especializó en el jazz. En los ochenta s urgieron Sergio M onsalvo, David Cortés, Jorge R. Soto, Arturo Sauc edo e Ignacio López Velarde, Antonio Malacara y H u g o G arcía Mi che l ; e n los noventa se dieron a conocer Naief Yehya, J ordi Soler y Pacho Parede s, baterista de Maldita Vecindad, publicó Rock mexic ano, los sonidos de la calle. También es cierto que a algunos jóvenes intelectuales les gustó el rock y de una manera u otra mostraron formas de c o ntr acultur a. Entr e ello s estaban José Joaquín Blanco, Alber to Román, Sergio González Rodríguez, Jaime Moreno Villarr eal (que alguna vez compuso rock rupestre), Carlos Miranda Ayala y José Hornero. Con sus variaciones, algunos de ellos se inclinaban hacia la contracultura pero sin perder su sitio (o sus as piraciones por tenerlo) en la nave mayor de la cultura institucional. Cuando se trataba de rock extranjero por lo general la crítica no fallaba, pues par a eso había numerosas fuentes de información, que iban desde revistas como Op tion o Les inrock uptibles a las vías cibernéticas e internáutica s. Su función era poner al día y t o d o t e n d í a a v er s e c o n u n a ó p t i c a t e ñ i d a d e m i t if í c a c i ó n ; s i n remordimientos, los críticos podían m ostr ar pasión de fan. En cambio, ante la producción nacional se veían en problemas. Al g u n os de p l an o d e cí an que no había r ock m exicano, sino m e x i c a n o s q u e t o c a b a n r o c k y m u y m a l por cier to, lo cual er a un a exagerac ión s ignificativa del d e s d é n i m p e r a n t e . L a m a y o r í a descalific aba cas i todo tajante y v i s c e r a l m e n t e , t a l c om o t e n d í a a hacer la crítica cinem atográfica y la literar i a . E l f e n ó m e n o s e hallaba demasiado cerca y a la vez distante, pues la interacción de críticos y rocanroleros er a casi nula , así es que n o se veí a ni el bosque ni los árboles. Por otra parte, el viejo malinchismo, con el sentimiento de inferioridad implícit o, seguía causando estragos. La admiración aerifica que muchas ve ces se tema hacia on das y grupos de Inglaterra, Estados Un idos y demás, se convertía en hipercrítica disfrazada de severidad hacia los paisanos y ya no se salvaban ni los buenos cantantes, ejecutantes o com pos itor e s . Instalados en alturas nirvánicas, los críticos se pitorreaban de los r o c a n r ol eros, p e ro n o o fr ecían r azones; a veces las pr om etía n, pero a mediados de los noventa a ún faltaban, por decir algo, los análisis y la contextualización de l rock rupestre, del rock en el interior de la repúblic a o de grup o s c o m o S a n t a S a b i n a , M al d i t a V e c i n d a d o C a i fan e s, cu y a popular idad er a com plej a y no pod ía meterse en el cos t al de Gloria Tr evi o de los grupos de Televisa. Urgían investigaciones que cuando menos cubrieran los niveles estadísticos del rock en Méxic o. Y criticarlo con la debida 112
a r g u m en ta ci ón . N o se tr ataba de anchar la m anga ni de s er complacientes, ni de renunciar a la ironía, la sátira o el simple b u e n hu mor, si n o d e c r iticar la objetividad de la obra en su contexto, no con base en prejuicios ni a l o q u e a l c r í ti c o l e g u s t a r í a que fuese el rock mexicano.
Caricatura A fines de los ses enta, Alexandr o J odorowsk y present ó sus Fábulas p á n i c a s en el su p l emen to cultural de El Heraldo; eran tiras de monos c on la net a condensada del maestro Ale x and ro, que en ese momento se hallaba en el céni t d e s u g u r e z . D e s p u é s , y a a mediados de los setenta, apareció una generación de moneros, c a r i c a t u r i s t a s y d i b u j a n t e s f u e r t e m ente influenciada por el rock y la contracultura punk: Sergio Arau, Ahumada, El Fisgón, Rocha , Helg uera , Ulises y Luis Fer nando pr esentaron una vir ulenc ia p unk y p o p u l a r , c o n t r a c u l t u r a l , q u e a m p l i ó notablem ente su cr ítica polític a y su influencia. De una manera u ot ra, todos co mpartían, además del gusto por el r ock, una "estética a n t i e s t é t i c a " y u n a i r e g a n d a l l a que era nuevo porque correspondía a un espíritu de los tiempos que se empezaba a manifestar. Todos eran muy activos. Arau reunió s us cartones cont raculturales en s u libro La netafísica; Ahumada realiz ó dibuj os le gendarios de grandes mitos r o c a n r o l e r o s , y L u i s F er n a n d o l e siguió con las espléndidas p o r t a d a s d e D o s f i l o s ; R o c h a r e p r e s entaba el punto de vista de la banda. T odos ellos trabaj aron en los suplem entos de Uno más uno y La Jornada, que en los s etenta y los ochenta hacían que las tiras cómicas de los demás periódicos s e v i e r a n m u y f r e s a s . Si estos moneros se podí an inc luir e n t r e l a c o n t r a c u l t u r a , l o s q u e les j siguieron, Jis, Trino y Falcón, de Guadalaj ara, de plano hicieron en | Méxic o lo que Robert Crumb y G i l b e r t S h e l d o n e n Estados Unidos durante los años sesenta. "La mamá del Abulón", "La croqueta" y la serie del Sant o s c o m b i n a b a n m a c i c e z s e s e n t e r a , punk de los setenta, dark de los oc henta y gore de los noventa en medio de una gracia extraordina ria y de extrema gandallez y marranez. La impecabilidad de est os m o n e r o s s e c o n v i r t i ó e n é x i t o instantáneo entre los chavos a fines de los ochenta y en los noventa, pero la celebridad no melló el filo del trío guadalajareño, del que s e desprendió Falc ón por a quello de que cu ando tr es viaja n juntos uno se queda solo (pero encuentra compañía). El libro El S a n t o c o n t r a l a T et o n a M e n d o z a , d e Jis y Trino, los c onsolidó como un acontecimient o en la caricatura y el periodismo en Méxic o. Del g r u p o de Gu a d a l aj ara, m uy ac tivo, salió también Jabaz, especialista en collages.
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Otro gran acontecimiento fue la aparición de la revista El gallito inglés, de filiac ión roca nrolerís ima, que presentó dibujos e h i s t o r i eta s de nu e vo s chavos fuertemente influenc iados por las atmósferas punk, góticas y populares. La idea era hacer una revista de alta c alidad s i n perder el e s p í r i t u c o n t r a c u l t u r a l , l o c u a l s e l o g r ó en buena medida. El gallito, dirigi da por Víctor del Real, contaba con las c olaborac iones de Luis Fem ando, José Quintero, Clément, Ricardo Peláez y Frick, y fue decisiv o en el surgimie nto de numerosos fanzines dedic ados al dibujo y la caricatura.
Cine y televisión En 1983, el cineasta Paúl Leduc emprendió una realizac ión que prometía mucho y que tituló Cómo ves, en la que Rock drigo, el Tri y Cecilia T oussaint eran hilos conduc tor es de im ágenes sum am ente estáticas de chavos banda y del poet a Javier Molina. Los números m u s i c a l e s s o n m uy b u e n o s . L e d u c también realizó un exc elente video s obre Rockdrigo en la ciuda d de México, con el viaje textualm ente desenfrenado de una c á m a r a q u e r e c or r e l a c i u d a d a las seis de la mañana y se pasa todos los altos m ientr as s e escucha "Vieja ciudad de hierro". Una espléndida visión de la c i u d a d d e M é x i c o t a m bi é n t u v o l u g a r e n D e v e r a s m e a t r a p a s t e, d e G e r a r do P ardo , qu e ad e m ás de dir ector y guio n i s t a e r a e l h o m b r e de la batería en el grupo de rock pr ogr esivo M anchur ia ( que p or supuesto tocó en la película). Al principio, un rocanrolero hac e una p i n t a q u e d i c e " T i r a s p u t o s " , y a l f ina l la h eroína canta: "Yo lo ú nic o que quiero es rocanrolear contigo, y al acabar la fies ta, ir a coger contigo"; en medio ocurre la hist oria de amor de una chav a y el fantasma de un rocanroler o. La pe lícula está basada en un c uento de Rene Aviles Fabila y merecía mucha mejor suerte de la que t u v o . A l b e r t o C o r t é s , a u t o r d e E l a mor a la vuelta de la esquina, una pelí cula que tiene mucho de contracultura, realiz ó C i u d a d d e ciegos, c on una paloma de Rita Gue rrero (Santa S a b i n a ) , P a c h o ( M a l d i ta V e ci nd a d ) y S aúl ( Caif anes) . Éstas fuer on las única s cintas relacionadas con la cont racultura que se realizaron en los a ñ o s o c h e n t a y l o s n o v e n t a . P o r s upuesto, se hic i eron pelí culas comerciales que trataban de teínas como el rock o jóvenes i n c o n f o r m e s , p e r o b a j o l o s l i n e a m i entos del s istema. La censur a cinematográfica siempre fue reacia a tratar esos temas a fondo. En la televisión, durante los ochenta se vivió una pequeña primavera de Praga en la televisi ón oficial y hubo cuando menos dos nobles intentos por hacer pr ogr am as de r ock m exicano: Flor d e
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asfalto y Neblina morada, que a pesar de las buenas intenciones tronaron al poco r ato. Alberto Cortés, en cambio, sí logró una serie c o m p l e ta co n Á g u i l a o roc k, que estaba m uy bien hecha. Ricar do Rocha oc asionalmente se ocupaba del r ock en sus pr ogr am as Pa r a gente grande y En vivo. En los ochenta Televis a tuvo un canal cultural, o algo que pretendía serlo, que bajo el lema "la alegr í a de la cultura" se per mitió programar videoc lips , pero después se cerró a t o d o r o c k q u e n o f u e r a e l c h a f í s i m a que ellos pr om ovían, salvo un periodo a fines de los ochenta en que ¡a las cuatro de la ma ñana! Alfonso Teja presentaba shows de buenos r ocanr oler os m exicano s entre las seudonoticias de Eco. Ra dio En la ciuda d de Méxic o, el rock se empezó a escuchar, en los años cincuenta, en Radio Mil y Radio Éxitos. En los sesenta la primera salió del panor ama y entraron Radio 590 y Radio Capit a l . P o r s u p u e s t o , e r a n radiodifusoras perfectamente conv encionales que exp lotaban la música de rock. En ambas se dieron programas con buen rock no comercial a fines de la década: "Vib raciones" fue el más célebre, con su locutor de voz fantasmal y sus textos de diver t idas metáforas pachec as. En los setenta, el rock encontró sitio en Radio Universidad y Radio Educ ación, do nde se emitió la serie El lado oscuro de la luna, de Villoro/Derbez. En los ochenta se estableció la frecuencia m odulada y el cas o más notable f ue Rock 101, d i r i g i d o p o r L u i s G e r a r d o S a l a s , q u e se abr ió al r ock alter nativo, l o combinó con clásicos de los sesenta y setenta y con algunas muestras del rock nacional. En los noventa vino el declive de esta estación y el surgimiento de Radio A c t i v o , S t e r e o 1 0 0 y d e o t r a s . A mediados de los noventa. Radio U N A M t e m a s e i s p r o g r a m a s d e rock a la semana ("Querido señor Fantasía", "Saint John's Wood", "Se regala cascaj o", "Radio Etiopí a " , " A l a s y r a í c e s " , " L a s o n d a s del Chopo" y " Alma de c oncreto") . S i n e m b a r g o , n i r e m o t a m e n t e había sur gido una estación de radio en v e r d a d i n d e p e n d i e n t e , y a n o digamos contracultural.
Literatura y contracultura A pesar del fuerte bloqueo a cualquier obra que pudies e consider arse "de la onda", la narrativa relac ionada con la contracultura continuó de los años setenta en adelante. Están: Las r o j a s s o n l a s c a r r e t e r a s ( 1 9 7 5 ) , de David Martín del Cam po; A control remoto y otros rollos (1974 ) y Las m otivaciones del pe r son al ( 1 9 7 7 ) , d e Je sú s L u i s Benítez; La noche navegable (1980) y Tiempo transcurrido (1985) de Juan Vi lloro; Fábrica de conciencias d e s c o m p u e s t a s ( 1 9 8 0 ) , d e G e r a r d o María; Cuatro bocetos (1984), d e C a rl o s C hi ma l ; E l L o co y la Pituca se or nar a de Javier Cór dov a
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(1985); Los desencantados (1985), de Jaim e Tur r ent; Polvos de l a urbe (1987) y Un látigo en mi alco b a ( 1 9 9 2 ) , d e V í c t o r R o u r a ; Entrecruzamientos (1986, 1988, 1990) , d e L e o n a r d o d a J an d r a ; Marcela y el rey al fin juntos ( 1988) y El gran pretender (1992), de Luis Humberto Crosthwa ite; La leyenda esc andinava ( 1989) , d e Nelson Oxman; Cr ónica de días inút iles ( 1992) , de Hum ber to M ena; Bocafloja (1994), de Jordi Soler; No te enojes Pamela y El día que la vea la voy a m atar, de Guillermo Fada n elli; Obras sanita rias y Los sueños mecánicos de las ovejas electrónicas, de Naief Yehya.
Protagonistas Entre los personajes de la contracultura de fin de milenio en Méxic o habría que mencionar a los rocanroler os Rockdrigo González , Álex L o r a , Jo rge R ey es, G uiller m o Briseño, Hebe Rossell, Betsy Pecanins , Nina Galindo, Sergio Arau, Armando Vega Gil, Cecilia Toussaint, R i t a G u e r r e r o y m u ch o s m á s ; l o s c i n e a s t a s A l b e r t o Cortés y Gerardo Pardo; el fotógr a f o F a b r i z i o L e ó n ; l o s e d i t o r e s Ví c t o r Ju á rez, R o g e l i o V illar r eal y V í c t o r d e l R e a l ; l o s p e r i o d i s t a s C a r l o s M ar t í n e z R e n t e r í a y A r t u r o García Hernández; los escritores y críticos Juan Villoro, Rafael Varg as, Carlos Chimal, Víctor Roura, X a v i e r V e l a s c o , J o s é X a v i e r N á v a r , Sergio Monsalvo, David Cortés, Arturo Saucedo, Alaín Der bez, Luis Humberto Crosthwaite, Jorge R. Soto, Naief Yehy a, Antonio Malacar a , J o r di S o l e r , J o r g e G a r c í a Robles, Fernando Na-chó n; los p o etas Ricardo Castillo, Alberto Blanco, Pura López Colo-mé, José Vicente Anaya, Luis Cor tés Ba r g a l ló, Jo sé d e Je sú s Sam pe- dr o; el antropólogo J ulio Gloc kner; los caric aturistas Ahumada, Luis Fernando, Rocha, Jis, Trino, Falcón, Clément, José Quintero, Ricardo Peláez, Frick y José Agustín Ramírez. Como era de e s p e r a r s e , e s t a l i s t a p u e d e ampliarse.
La persistencia de la contracultura A mediados de los nov enta, la contr acultur a en M éxico había persistido casi cincuent a años, y todo indicaba que en el futuro inmediat o, los inicios del nuevo mi lenio, continuaría presente. Ya no se habían dado gr andes movimien t o s s o c i a l e s , c o m o l o s j i p i t e c a s , l o s p u n k s y l a s b a ndas, pero se halla ban pres entes numerosas manifestaciones de contracultura, en las que participaban jóvenes de clase media y ya no nada más los chavos l u m p e n; era común ver las cam is et a s n e g r a s c o n e s t a m p a s d e
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r o c a n r ol e ros, l o s pa n ta l on es de m ezc lilla rasgados y con agu j eros, a r e t e s , t a t u a j e s , p e r f o r a c i o n e s , p e lo largo o muy corto, pintado de colores, o rapado como bola de bill ar. Los más riquitos le entraron a la onda de los raves, en los q ue consumían éxtasis, "bebidas inteligent es", drogas nootrópicas (que, reporta Naief Yehya, "actúan en la mente"), hormonas como la dehidroepiandosterona, y compuestos como piracetam, oxir acetam y centrofenofína; per o esto escasamente podía verse como contracultura, porque era politic ally corred. A los jodido s l e s f a s c i n a b a e l e s l a m , b e b í a n c e r v e z a s y t e q u i l a , f u m a b a n m o t a, v i a j a b a n c o n a l u c i n ó g e n o s (porque en los noventa volvieron los ácidos y los hongos), se metían anfetaminas y barbitúric os, inhalaban cem ento o t í ner. Pocos le entraban a la cocaína, porque era mucho más cara; tampoco al crack o la heroína. Al gunos se identificaban m ás c on e l p u n k , otros co n e l me ta l pesado, o t r o s c o n l a s ic o d e l i a , p e r o e n realidad estos grandes m o v i m ie n t o s contraculturales se e n t r e mezcl a-ro n y l os j óvenes tom aban de ellos según les latía y m e z c l ab a n tod o si n preo cupar se. El rock seguía oyéndose entre los c h a v o s d e to d o s l os e str atos sociales, per o par a m uchos habí a m u e r t o . E s o s í , d e f i n i t i v a m e n t e s e había institucionaliz ado, pero, q u i z á s po rqu e n o sa l ía a l go m ejor , s e g u í a r e n o v á n d o s e a t r a v é s d e l a s c o r ri e n te s al t ern a ti vas. Había m uchos sitios de r eunión par a el personal, pero seguían destacando el tianguis del Chopo y el de T e p o z t l á n . E l z ó c al o d e C o y o a c á n t am b i é n h a b í a s i d o t o m a d o p o r e l ambulant aje alternativo. Entre los adultos de clase m edia l a espiritualidad cundía a través de l n e w a g e , q u e e n g l o b a b a e l y o g a , l a m e d i t a c i ó n , l a e s o t e r i a , e l I c hing, la tensigridad de Carlos Castañeda, el tibetismo azteca de Antonio Ve- las c o Pina, los rituales para todo, la moda de los ángeles y la adicción a las dietas, las vitaminas, la melato n i n a , e l n a t u r a l i s m o , l a a l t a tecnologí a y otras ondas más. Por otra parte, no era descartable la irrupción de un nuevo movimient o juvenil, masivo, contracultural, en el futuro mediato e inmediato. A mediados de los años noventa, al borde del milenio, las condic iones en M éxico habían llegado a extremos inverosímiles. El sistema se hallaba en franca desc o m p o s i c i ó n , d e h e c h o e n p l e n a putrefacción, y sólo se sost enía por la intimidación, la militariza c ión y la mano dura, por el apoy o del gra n capital y de Estados Unidos. El autoritarismo se ejercía con desesperación ant e las const antes muestras de inconf ormidad de la sociedad. En vez de hacer caso a las cada vez más trágicas advertencias de la historia, el régim en se af erraba al poder con una insens ibilidad criminal y el resultado era que lo s peligros se ahondaban. Nu estra h i s t o r i a era un círcu l o vi c ioso, por que siem pr e se volv ía a los v icios de antes pero en contextos mucho m á s a g u d i z a d o s . P o r e j e m p l o , volvieron los asesinatos políticos porque los grup os en el poder 117
habían perdido c ohesión y procedi eron a despedaz arse los unos a los otros. Todo es to en medio de la omnipresencia del narcot r áfico, d e s e c ue stros ge n e ral i za d os y alta insegur idad en todo el país, con dos guer rillas e n activo, una milita r iz ación indetenib l e y la miseria en ascenso. Pero, claro, cuando se vive en el pe l i g r o u n o s e a c o s t u m b r a a é l , y eso había ocurrido en México, lo que hacía más difícil la cont ención d e l d e v a s t a d o r p r o y e c t o n e o l i b e r a l, e l c a p i t a l i s m o s a l v a j e , u n p r o y e c to frío , de sp i ad a d o , que pr et endía exprimir a la población hasta dejarla exánime en beneficio de un reducidísimo grupo de o l i g a r ca s de E sta-do s U n i dos y M éxi c o . E l g o b i e r n o y e l s i s t e m a e n general, por supuesto, cerraban los oídos a toda queja y crítica, y trataban de imponer la idea de que las cos as marchaban bien ya que podíamos estar mil veces peor. Exigía que nad ie lo contradijera y que se cumplies en sus dictados con rapidez, eficienc ia y gratitud. Vivía una re alidad virtual, ajena a la de los demás, y todos debían c onformarse a ella por la s buenas o las malas. No importaban minucias como hones tidad, honradez, sensibilidad, derec hos hum anos. Ha bíamos pasado de la hipocr esía al cinism o. Para la gente joven el panoram a no era alentador . La educación universit aria iba cerrándose para la p o b l a c i ó n d e b a j o s r e c u r s o s , a l a q u e se p rete n d ía p rogr am ar exc lusiv amente como técnicos, obreros, empleados y servidores sin posibilidad de ascender a los planos s uperiores de riqueza. Aun para el que podía estudiar, las posibilidades de empleo no er an m uchas y, de obtener tr abaj o, debía convencerse de que era una suerte celest i a l t e n e r l o y q u e l o p r i n c i p a l era co n se rvarl o ; es dec ir , no pedir aumentos ni mejores condic iones. Por supuesto, un grupo reducido de jóvenes de las élites tenía todo a su favor: las escuelas más caras y selectivas , toda la tecnología de moda, viajes al extranjero y acceso a los altos niv eles ejec utivos. Ellos v ivían su ghetto, el de la cu ltura de la riqueza; quién sabe qué oj otadas habían hecho en su reencarnación anterior par a merece r s e m e j a n t e k a r m a . P e r o d e l a clase media hac ia abajo, el fu turo no era muy promisorio y predominaba el es píritu dark. E n c i e r t a f o r m a , l a s c o n d i c i o n e s eran semejantes a las de los años cincuent a y ses enta, sólo que mucho más agudizadas. Como entonces se hacía creer que todo marchaba bien, que "se marchaba por el c a mino correcto", y el desfas e c o n la r e a lida d p r o p ic ia b a u n a profunda insatisfacción en muchos jóvenes, porque el sistema bloqueaba o cancelaba las posibilidades de una verdadera e x p r e s i ón y d e l a rea l i za ción de la creativ idad y de sus m ejores aspectos. Desde principios de los noventa fue observable que, 118
contra todos los pronósticos, los sesenta estaban muy presentes, Jim Morrison fas cinaba a nuevos adolesc entes, para la f r esez estaba la moda retro y la vuelta al órgano en algunos grupos de rock. Entre otras cosas, esto indi c aba que las condiciones anímicas eran semejantes, con la notoria di ferencia de que, a princip ios de los noventa, el gobierno se proponía una regresión que nos retrotrajera a las condiciones cultur ales de los sesenta, con s u r e p r e s i ó n , a u t o r i t a r i s m o y censura. Poco a poco se robustecieron l o s m e c an i smo s de con trol par a lim it ar lo más posible la libertad de expres ión, y se recurrió al mecenazgo para cooptar a buenas cantidades de artistas e intelectua les, pues , como se sabe, Carlos Salinas de Gortari ha s ido el más g r a n d e c o o p t a d o r d e l a h i s t o r i a d e M é x i c o, s i e m p r e l i s t o a r e p a r t i r diner o a todos los que fuese n necesarios con tal de que la gran mayoría siguiera empobreciéndos e. La cultur a oficial se habí a vuelto conservadora, cómplice de c e n s u r a, n e o e l i ti sta y pater nalista. En ese contexto, c o n t r a c u l t u r a o f r e c í a u n r e s p i r a d e r o . La opresión ava nzaba, pero voluntad de expresión de muchos jóvenes buscaba salida y contracultura seguía vigente en México.
la la la la
COMENT ARIO Jasé Agustín nos escribe s obre el presidencialismo domeñado a los Estados Unidos del Norte, en la ép oca de los excesos del PRI , y la reacción de los jóvenes, sobre todo de los estudiant e. Exces os que fraguaron golpe a golpe m ovimient os sociales que c ulminaron en el m o v i m i e n t o d e l 6 8 ; n o s h a b l a d e l calder o hir viente social com o producto de los excesos de gobierno, la inf luenc ia de los sim ilares en Francia y el efecto Rock Mexicano, que abanderaron, el TRI S O U L S I N MY MI N D , L A T I NTA BL ANCA, EL PEACE AND LO VE, LA TRIBU, BANDIDO, y que con piezas como "agu jeros en los bolsillos" , "niños de la calle", "a b u s o d e a u t o r i d a d " , " m a r i g u a n a " , se concientizaba a los jóv enes par a b i e n o p a r a m a l . M i e n t r a s q u e Televisa y Raúl Velazco, hacían hasta lo imposible por minimizar e l g o l p e . P e r o c o m o d i c e n q u e p a l o dado ni Dios lo quita, qu eda el recuerdo del 68 y sobrevive una c a m a d a d e i n t e l e c t u a l e s entusiastas, despiertos y decididos a continuar co n la idea del cambio, el TRI DE MÉXICO, Elena Poniatowska y algunos Jipíes perenes extraviados en el túnel del tiempo. El valor para la mercadotecnia es el mercado de la nostalgia y la m o d a r e tro.
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PSICOLOGÍA DEL MEXICANO EN EL TRABAJO. M auro Rodrígue z .
Capacitación, productividad y psicología nacional.
A) La psicología del mexicano, clave para interpretar nuestro subdesarrollo. Atendiendo a su posici ón geográfic a y a sus recursos naturales, México es un país que podría ser rico y poderoso. De hecho es un p a í s s ub d e sa rro l l a d o , te rc er m undis t a. Ni produce lo suficiente, ni a d m i n i stra b i en l o q u e tiene, y m u chísim os de s us habitante s gimen en la miseria. Los hom bres más dinámicos y de m á s v i s i ó n ( f u n c i o n a r i o s d e l gobierno, capitanes de las empr esas, educador es , dir ector es d e p e r s o n a l , ge ren te s de capacitación…) s e p r e o c u p a n a l v e r q u e a l p a s o d e l t i e m p o n u e s t r o p a í s s e rez aga y que nuestro subdes a rrollo se acent úa. Los más cons cientes a naliz an la situación y se ponen a estudiar: • ¿Cómo hacer que nuestra gente se desarrolle? • ¿Cómo administrar mejor? • ¿Cómo producir más? • ¿Cómo motivar al personal a ser solidario con la empresa? • ¿Cómo lograr la calidad y la excelencia? En algunos medios empresaria les y guber namentales se maneja con abundancia la literatura sobre finanzas , sobre administración y sobre productividad. Para todos estos temas pululan entre nosotros obras escritas en Ja p ó n , E s t a d o s U n i d o s , C a n a d á , I n g l a t e rra … Po r o tra p a rte, l os p rofe sionales que salen de las universidades comprueban a poco andar que no les bastan los conocimien tos y habilidades técnic as; muchos problemas en el des empeño laboral s u r g e n e n to rno a l ma n ejo de l e l e m e n t o h u m a n o . Y c u a l q u i e r e j e c u t ivo, g e ren te , d i re cto r o jefe de departamento va aprendiendo, a veces con tropiezos y fracasos , que la productividad, la eficienc ia, la calidad son resultado de más de la gente que de los sistemas y de los recursos técnicos y materiales. Si representemos con un triángulo los tres elem e n t o s c l a v e d e l a e m p r e s a 120
productiva, la bas e –anc ha, sólida y c o n f i a b l e - n o p u e d e s er o t r a que el factor humano. Toda persona que ocupa un puesto dire ctivo, y todo profesionista, están abocados a buscar y a enc ontrar una orientación dentro de la esfera humanan en la que se desenvuelv e n. La gente no es igual en los diferentes países. Aunque todos participamos de la naturaleza humana y de la misma especie homo sapiens, los mexic a nos, los alemanes, los japoneses y los canadienses no s omos iguales en cuanto a seres humanos y no somos iguales en cuanto a tr abajador es. Y la s r azones están a l a vista. Una obser vación elementa l enseña que cada uno somos p r o d u c to : 1) d e l a he renc ia biol ógica que nos dier on nuestr o s padres, 2) del medio am biente y 3) de nuestras reacciones y decisiones.
PERSONALIDAD Ya la Herencia Biológic a , es decir , los 46 cr om osom as con sus miles de genes, determina grupos humanos característicos y deferentes unos de otros. Los genes que reciben los esquimales no son iguales a los de los cubanos, ni los de éstos a los de los rusos. Per o e l i m p a c t o d e l M e d io e s t a l v ez más evidente aún. El c lima, los pais ajes, la alimentación, e l folklor e local, la región, la e s t r u c t u ra f a m i l i a r ; y l u e g o l a s e xp e r i e n c i a s d e c a d a u n o ( c o n t a c t o s humanos durante la infancia, aprendizajes, enfermedades , accident es, sustos…) van con f o r m a n d o personalidades muy peculiares; de modo que si ya de por si un bebé mexic a no es diferente de un bebé japonés, un m e x i c a n o d e 4 0 a ñ o s q u e h a vivido en Méxic o es aún m ás diferent e, mucho más, de un japonés de la misma edad que ha vivido siempre en Japón. Las raíces últimas de las conduct as labor ales hay que bus carlas en las psicologías e idios incrasias nacionales. La c ultura es una enorme fuerza determinante de los comportamientos. Es muy e s t r e c ha l a re l aci ón qu e existe ent re la cultura mexic a na y la personalidad de los mexic anos. Y si m u y a m e n u d o e l m e x i c a n o aparece poco trabajador, poco col a b o r a d o r y p o c o e f e c t i v o , q u i e n p r e t e n d e c o m p r o m e t e r l o c o n l a p r oductividad y con la calidad a base de discursos políticos, de reglam e n t o s , d e r e e st r u c t u r a c io n e s organizacionales, de cur sos admin i s t r a t i v o s , y de talleres de c o n t r o l d e c a l i d a d , s e q u e d a a n i v el d e l o s s í n t o m a s , s i n l l e g a r a l fondo del problema. Es como quien pretende curar un herpes con
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p o m a d a s , o c o m o q u i e n p i n t a y r e pinta una pared que se est r opea por una humedad que se filtra desde afuera. L o s d i r i ge n te s co n más v isión y l o s c a p a c i t a d o t e s m á s s ó l i d o s s e vuelven ahora hacia los pliegues y las entretelas de las idios incr asias e identidades nacionales. Si nues tro reto es comprender al mexic ano y orientarlo, n e c e s i tamos co n u rge n ci a conocer la p s i c o l o g í a d e l m e x i c a n o ; a s u vez, esta psicología, este modo de ser peculiar, se explica a través de las vicisitudes históricas. No se puede construir una psicología del m exicano si se ig nora la historia de México. Ni tampoco es pos ible c omprender al trabajador mexic ano ( o al m e x i c a n o e n e l t r a b a j o ) s i n c o m p r en d e r l a c u l t u r a mexicana en sus a s p e c t os más fu n d a men tales, no olvidemos que el tr abajo es una función de la personalidad, y que el hombre se proyecta en su oficio o profesión. Es preciso y urgente organizar conf erencias, seminarios y cursos de psicología del mexicano; hacerlo en el contexto empresarial y no sólo en el ámbito académico, en eventos diseña dos para los p r o f e s i o n i stas y l os d i ri ge ntes de t odos los niveles; y también para l o s o b re r os. A to d o s n o s incum be la tar ea de conocer nos m ejor . Y deben ac udir a ellos sobre todo quienes ocupan los más elev ados niveles jerárquicos y las más complejas responsabilidades directivas. B ) La mexicanidad, objeto de estudio Filosófico y Psicológico Existe México por que existe lo mexicano. Ahora podemos decir que la m exicanidad es una vocación y un estilo de vida. Pero no siempre fue así: durante la domin ación española hubo m uy poc o interés en definir lo mexic ano como tal (en aquel ent onces sería en r i g o r l o no vo h i spa n o ). L a c oncienc ia n a c i o n a l s e d e s ar r o l l o a p a r t ir de 1821; pero en las primeras décadas de la vida independient e otras urgencias y otras prioridades acapararon la atención de los estudios os y de los pensadores. Hubo que esperar hasta principios del siglo XX para ver florecer investigaciones y reflexiones sobr e la esencia de la mexica nidad. U n o d e l os l o g ros má s a pr eciables y dur ader os de la Revolución de 1910 fue activar el proceso del autoconocimient o nacional: en ella los mexicanos empezamos a encontrarnos con nosotros mismos, y a realiz ar, como comunidad, el sabio princ i pio socrático: Conócete a ti mismo. Los pioneros fueron José Vasconcelos (1881-
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1959), Antonio Caso (1883-1946) y Samuel Ramos (1897-1959); y algunos otros integrantes del At eneo de la Juventud, de feliz memoria. Vasconc elos: Filósofo y educador. Fue secretario de Educación Pública, rector de la UNAM, creador del lema universitario “Por mi raza hablará el espíritu”; gran creyente en la intelectualidad mexicana frente a la anglosajona, ponderó las cualidades y el destino no los latinoamericanos (“la raza cósmica”), e invitó con pasión a los mexicanos a d e n t r a rs e c o n p r o f u n d i d a d en sus propias raíces y en su proyección futura. En su época y a su sombra, creadores de la t alla de Diego Riv er a y Clem ente Or ozc o demostraron que lo típicamente mexicano puede interesar y c o n m o v er a l mun d o . Caso: Filósofo y sociólogo. Fue rector de la UNAM y embajador de México en varios países de América del Sur. Ramos: Filósofo y educador. Fue director de la Facult ad de Filosofía y Letras en la UNAM y pionero de la discusión públic a del tema mexic ano c on su obra El per fil del hombre y la cultura en México ( 1934), que ha permanecido como un clásico en la materia. L o s t r es p i on e ros fu e ron , adem ás de inv estigador es y ma estros, escritores lúcidos y fecundos. Más cerca de nosotros tenemos estudios os y ot ros centros de estudios. Pensem os en O ctavio Paz, en Santiago Ramírez, en Pablo González Casanova y en tantos otros. Por los años cincuent a se for m ó el grupo llam ado “Hiperion”, con el pr opósito de estudiar la filosofía de los mex i c a n o s , y c o n p e r s o n a l i d a d e s t a n destacadas como José Gaos y de Leopoldo Zea. De este último son El Pos itivismo en México, Cienc ia y posibilidad del Mexicano, El occident e y la concienc ia de Méxic o, entre otras obras.
Los traumas a lo largo de los siglos. Al término de la conquista, que fue destrucción y saqueo de tragedias sin cuento, todo fue al terado, violentado y sometido a un implacable proceso de desintegración. L a c o n q u i s t a m i l i t a r y r e l i g i o s a “ f ue un cataclismo que dislo c ó las bases de la relación de la relac i ón a los dioses, al cosm os, al acontecer temporal”*. Como símbolo d e a f i r m a c i ó n s á d i c a d e l o s europeos podemos tomar la habitual edific ación de los templos
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cristianos sobre las ruinas del respectivo cu: lo nuevo y extraño a p l a s t a d o , d e s a c r a l i z a n d o y a n i q u i lando a lo más s agrado de los autóctonos: sus dioses. La doble conquista expu lsó al indio como protagonista de la historia; lo borró y lo anuló. Muchos de aquellos hombres, desconec tados del hilo de su fu erza vital, desmembrados, desarticulados, siguieron existiend o, pero como sombras, como f a n t a s m a s . E n a d e l a n t e s u l e n g u a j e será el silenc io. El desarraigo causó un repliegue y un desgano vital. La secuencia mas común de acont ecimient os garantizaba la total desculturización, según nos lo i l u s t r a a b u n d a n t e m e n t e E n r i q u e F l o r e s c a n o : “ C o n q u i s t a – f r a i l e s - p e r s e c u c ión d e h e c h ic e r o s extirpac ión de la idolatría - encomienda - esclavitud”. Los dios es de los vencidos se co nvirtieron en los demonios de los vencedor es, y as í la hazaña d e l o s europeos redundó en la destrucción de todos los valores de los naturales. S i t u a c i ó n p a r t i c u l a r m e n t e e s p i n o s a fu la de la mujer: al unirse al español traicionaba su raza y a su cultura. Pero era forzada a ello. Y los hij os crecían a la s ombra de la madr e y lejos del padre. Y desde entonces la familia mexic a na sufre de exc e so de madre y falta de padre. El mestizo era entonces un aut é n t i c o “ h i j o d e s u m a d r e “ : n o aceptado ni en el mundo criollo al que aspiraba ni integrado en el mundo indio que podía ofrecerle se gur idad y calor . Per o convien e notar que ya en la época precortesiana la mujer era poco más que una cos a. Los c aciques del sur est e, con la mayor naturalidad, regalaron veint e doncellas a Cortés. Cortés tomó para sí a Malinche, con quien procreó a M artín Cortés el ba stardo, y más a d e l a n t e l a r e g a l ó a u n o d e s us amigos. En una curiosa t ensión que par ece nuestro sino y fatalid a d , C o r t é s y C u a u h t é m o c perpetúan en nosotros su lucha secular. Y observ amos que si durante la conquist a emerge el ind i o como p r o t a g on i sta d e l c hoq u e co n los eur opeos, durante la Co lonia es la india quien toma el p a p e l p r o t a g ó n i c o . Traumáticas fueron las pavorosa s epidemias que diezmaron a la poblac ión y traumáticos fueron los tr abajos forzados en las minas y en la construcción de palacios, de templos y sobre todo de los enormes conventos que adornaron todos los ámbitos del territorio nacional y que eran, además, fortalez a y refugio para los españoles y símbolo del poderío de cada una de las órdene s evangelizadoras. 124
Las tres órdenes (franciscanos, do minicos y agustin os), rivalizaron entre sí en fundar pueblos de indios, donde los naturales s e mantenían separados de lo s españoles; los indios les sirvieron de m a t e r i a p ri ma p a ra u n pr oyecto que habían fabr icado m ucho s misioner os ya desde antes de partir para América, una espec ie de ciudad c elestial como réplica a la ciudad terrena. Para realizar un eficaz control político, un eficiente co bro de tributos y una mejor evangelización de los indio s, el gobierno virreinal tuvo la ocurrencia de juntar a los autóctonos en poblac iones de traza europea que poco o nada tenían que ver con las actividades de los indígenas. P o r o t r a p a r t e R i c h a r d c o n f i r m a : “ Todos estos pueblos se hallaban enteramente en manos de los r eligiosos aun en asuntos temporales”. El renac imiento significaba primero la crítica y luego el colaps o de la cultura de la Edad Media. Se pensaba en una nueva soc iedad, pero aún no s e encontraba el m o d e l o para l a p os i b l e r e o r g a n i z ac i ó n . T o m á s M o r o s o ñ a b a y hacia soñar c on la utopía… El nuevo mundo pareció a m u c hos descubridor es el p araíso terrenal aun existente, y muchos misioneros creyeron que su misión p r o v i d e n c i a l e r a i n s t i t u i r e n e s t as t i e r r a s v í r g e n e s l a s o c i e d a d paradisíaca que en la Europa sofist icada y corrupta ya nos se podía realizar. No podemos extendernos aquí sobre el particular, pero cualquiera entiende que a c a usa de esta drásti ca separ ación y encierro de los indígenas y casi 500 años después , aún muchas comunidades no s e a c a b a n d e i n t e g r a r a l a s o c i e d a d nacional y s iguen siend o en el sentido más literal, “marginados”. L o s e s p a ñ o l es n o su p i eron colonizar y la únic a “ defens a” que s e les da es que hubo otros conquistador es peores que ellos. La soc i edad del v irreinato –s ociedad de c a stas, sociedad desintegr ada, no comunidad sino yu xtaposición de grupos- dio origen al tipo popular cí n i c o, p í c a r o , c o r r u p t o , d e s t r u c t o r . E l p el a d o se coloc aba frente al gachupín, sinónimo éste de privilegio, p r o t e c c i o n i smo , y mon o p olio, y se oponía al criollo, sinónimo de l i b r e c o merci o y d e l u ch a por m edr ar . Sociedad piramidal como la que m ás; dogm ática, opr esiva, r itua l , explotadora; sociedad donde “las e j e c u c i o n e s d e l o s r e o s … s e hacían con la solemnidad de un oficio religioso”.
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No sólo en los r udos inic ios del s iglo XVI, también en los siglos XVII y XVIII los trabajadores gemían devaluados: eran “mano de obra”, en el peor sentido de la cos ificación del hombre. Alejandro von Humboldt habría de señalar que en los obrajes –embriones o anticipos de la fábrica- los obre ros laboraban y m alcomían en u n a m b i e nte i n frah u man o , casi com o anim ales. Y en c uanto a los indios, el repartimiento, a diferencia de l cuatequitl precolonial, no r ec o n o c e ni hace uso de la especialización de trabajo que tenían las com unidad es. En pr incipi o todos hacen lo mismo, o más bi e n l o q u e s e r e quiera… En el trabajo obligatorio los i n d i o s s o n s ó l o f u e r za mecánica, que se aplic a indistintamente a tareas cuyos objetivos los determinan los e s p a ñ ol es y cu ya ra zó n res ponde exclusivam ente a los interes es de aquellos. En 1753 por orden real de Carlos III se llevó a cabo la gran secularización de las doctrinas , r e t i r a nd o a l o s m i s i o n e r o s franciscanos, dominicos y agustinos del cuidado de los indígenas, y a r a í z d e e s t o m uc h o s q u e d a r o n c om o h u é r f a n o s , d e s a m p a r a d o s . No habían madurado como adultos ; no podían haberlo hecho ante un paternalismo dogm ático y opresivo. Hacia fines del siglo X V I I I t o ma n c u e r p o l o s m o v i m i e n t o s p r o independencia; los protagonizan los criollos para sus propios intereses, no los mestizos ni los indios; pero los pr imeros hábilmente alborotan a los segundos y a los terceros, y así tienen carne de cañón a precio de regalo. Para cohesionar una población e scindida por mil desigu aldades , los criollos utiliz an un símbolo relig ioso-p atriótico: la Virg en de Guadalupe. E n s u m o m e n t o H i d a l g o l l a m a r á a la “Virgen me xic ana” a declarar la guerra contra la Virgen espa ñola: la Guadalupana avanzar á l u c h a n d o y m a t a n d o r e a l i s t a s , c o n t ra la Virgen d e los Re medios que aplasta insurgentes. Ya en los primeros años de la Colonia se satanizaba c u alquier conato de insurrección c ontra la corona españo la. “el demonio, como perdidoso de esta tierra, que tenía por suya, ha de poner toda diligencia que pueda para restituirla, si pudiere”. Si así se presentaban las cosas al día siguiente de la Conquista, ahora, tras tantos años y siglos d e “ o r d e n e s t a b l e c i d o ” , a p r i o r i era más fácil desacreditar a los rebeldes. Y observaremos que m i e n t r a s el b a j o c l ero, p o br e y so m etido, se convir tió en un vene r o de liber ales, el alto clero, el de los privilegio s, enarboló con 126
f i r m e z a y du reza l a b a n d er a cons e r v a d o r a , y l o v e m o s e m p e ñ a d o en presentar y en hacer presentar en púlpitos y confesionarios a los insur gentes como blas femos, herejes, sacrílegos y traidores y en intimar la fidelidad al rey de España como un fundamentalísimo dogma de fe cristiana. Para am edrentar a los mexicano s que demostraban tendencias más o menos ostensibles a favor de la libertad, se recurrió a las a r m a s qu e sob re l a s con ciencias podía es grimir todo sace rdote adicto a la dominación española. El confesionar io m is m o se puso a dispos ición del poder civil para de nunciar c om o r eos de tr aición a l a p a t r i a a a q u e l l o s q u e c o m e t í a n la debilidad de decir a los sacerdotes que eran adictos ala causa de la indepen dencia. El des enlace fue como de novela tr agicómic a; al dar se en Es paña en 1820 una revolución liberal que re stringía los privilegios de la noblez a y del cler o, la nobleza y el a l t o c l e r o n o v o h i s p a n o s h i c i e r o n un viraje de 180 grados y adoptaron con pasión la causa de la independencia que con tanta saña habían combatido. Encomendaron a un activo realista, Agustín de Iturbide, que encarnara la ins urgencia y cons um ara la independencia, y le dieron to das las facilid ad es ad ho c ellos t enían la sartén por el mango. Iturbide recompensó con ascensos a q u ie n e s lo a p o y a r o n e n s u fulminante campaña y en su fácil v i c t o r i a , y - ¡ p a r a d o j a h i r i e n t e ! todos cuantos recibieron el grado de general en la nueva repúblic a habían sido realis tas, ex cepto Guerrero. Así al cabo de once años ( d e 1 8 1 0 a 1 8 2 1 ) , l a i n d e p e n d e n c ia s e h a b í a c o n s u m a d o ; p e r o s u s términos son muy diferentes a los q u e l a r e v o l u c i ó n p o p u l a r h a b í a planteado. La rebelión no pr opugna ninguna t r ansformación importante de antiguo régi men. Ate las innovaci ones del liberalism o reivindic a ideas conservadoras. S obre todo se trata de defender a la igles ia de las r eformas que amenaz an y a las ide as católicas de su “contaminación” con los filosofe mas liber ales. De allí el apoyo entusiasta, incondicional que pres ta la Iglesia al movimiento; lo presta como una cruzada para salvar a la “Santa Religió n amenazada” y a Iturbide como un “Nuev o Moise s” enviado por Dios… Desde el punto de v ista social es c lar o que el movimiento de Iturbide no tuvo nada en compón tonel Hidalgo y Morelos. ¿Paradoja? ¿Ironía? ¿Acert ijo y enigma social? En cierto modo, los indígenas ( t l a x c a l t e c a s ) c o n s u m a r o n l a conquist a y los españoles (hijos de españoles) consumaron la independencia. ¡El mundo al revés!
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¡De veras que somos un país peculiar! Pero los traumas no habían termina do. Apenas a los 26 años de la i n d e p e nd e n ci a, e n 1 8 4 7 , cuando podr íamos decir que México vivía su adolescencia, sufrió la bárbara mutilación demás de la mitad de su territorio. Mutilac ión que en la psicología del pueblo se ha vivido como una castración. Los causantes fueron los vecinos del n o r t e , l o s m i s m o s q u e h o y s e m u e s t r a n t a n s o l í c i t os d e n u e s t r o bienestar … En 1854-1857 fue la Ref orma; em peñada en fundar un Méxic o moderno negando su pasado, con aspiraciones a una nuev a liberac ión nacional, esta vez sí de verdad. El mexic ano no quiere ser indio ni español. Ta mpoco quiere descender de ellos. Los niega… la reforma es la gran ruptura con la Madre. La Reforma culmina con la Constitución de Febrero de 1857, condenada a más no poder por la Iglesia, que prohíbe (marzo de 1857) se absuelv a en la confesió n a cualquier católico q ue hay a jurado a la Cons titución si no pr esenta una retractación p úblic a. Nuevo trauma para la concienc ia re ligiosa del pueblo, que se ve ante la disyuntiv a: ¿enemigo de mi religión o enemigo de mi Estado? Y sigue la aventura de Maximiliano de Habsburgo, que llega con todas las bendiciones papales. Y el conflicto de fidelidades se extrema hasta el paroxismo. Luego v i ene el Porfiriato con su n uevo feudalismo y con su paz s e p u l c r a l : h a y o r d e n c í v i c o , p e r o c on su des l umbrante riqueza para una aristocracia soberbia, y cruel miseria para las muchedumbres de camisa y calzón blanco, para los peones acasillados exp lotados vilmente en las tiendas de raya. La Revolución de 1910 f ue un cata clismo que desquició el orden social del porfiriato con el señuelo de la justicia, la democracia y la libertad; convuls ió n pop ula r que h a b ría de c ostar al país un milló n d e m u ertos. P ero con re sultados m u y diferentes de los esperados y planeados. Madero quedó atrapado en las garras del régimen vencido, y al cabo de diez años ya había emergido un nuev o statu quo, también resultado del privilegio y de la injusticia social. Al ir corr iendo los decenios del s iglo X X M éx i c o h a s u f r i d o o t r a conquist a: el neocolonialismo del poderos o vecino del Norte, que nos ha invadido con su diplomac ia , con s us transnacion ales, con 128
sus productos, consumistas, con sus espectáculos, con sus modas, su lenguaje, su american way of life, creándonos actitudes ambivalentes: de admiración y de coraje, de envidia y de rec hazo. Sabemos que el coloso imperialis ta n o s d o m i n a , n o s c o n t r o l a ; q u e m a n i p ul a nu e stra eco n o mía y nues tr a política; que la misma gesta nacionalista que tanto nos enor gullec e – la expropiación p e t r o l era- fu e promovi da por los n o r t e a m e r i c a n o s p a r a e x p u l s ar a s u s c ompe ti do res (e u rop e os) de M éxico, pr ovocar u na dism inució n de las exportaciones de petról eo y lograr una depen denc ia tecnológica petrolera de México hacia Estados Unidos. Al final de los años setenta, y todavía ante la euforia de nuestra r e c i é n d e scu b i erta ri q u e z a petr oler a ( “ tenem os que apr en der a administrar la abundancia”, advertía el presidente de la República), n o s e s p e r a b a o t r o t r a u m a : e l d e l as devaluac iones que pulverizaron el pes o mexicano y el de la inflac ión galopante con el cons ig uien te empequeñecimiento implacable de los salarios. Y para rematar la cadena de ex periencias traumáticas a nivel c o l e c t i v o , a h o r a e l p r o b l e m a d e l c o n t rol de la natalida d, exigido por la sociedad y reprobado ta jantemente por la Iglesia Católic a, y el del abor to, reprobado por ella m i s m a y p o r otros grupos e instituciones, en tanto que apoya do por otros mexic anos como arena de modernidad y prenda de la necesaria emanc ipación femenina.
La sociedad mexicana actual. La sociedad mexicana no es una unidad bien integr ada, sino en cierto sentido, un mosaic o. No hemos superado las castas. Per o existe un común denominador: un medio cultural que hace que todos, incluidos los indios y cr iollos, seamos culturalmente mestizos. Somos dos naciones en una: la naci ón moderna, la de la minoría privilegiada que acapara ciencia, riqueza, poder, y la de la mayoría oprimida y marginada: polarizac ión de explotad ores y explotados. El mexicano de la clase “alta” sigue buscando un p r i v i l e g i o po r e n ci ma de la ley, y n u e s t r a p o l í t i c a n o e s l a representación ni la expresión del pueblo, sino una esfe r a separada de la sociedad; madeja de manejos turbios detrás de los bastidores del escenario nacional. Si buscamos definir un perfil, encontramos que la tendencia y la tónica es la inhibición y repliegue, junto con una apertura sumisa y afectiva: Si tomamos
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en cuent a a toda la república, el mexic ano más frecuente es el obediente afiliativ o. Por vivir en una época de cambio acelerado, observamos un t enaz conflicto de fuerzas culturales (la tradición) y de fuerzas contraculturales (la modernidad); s ie n d o l a s m á s s i g n i f i c a t i v a s d e este segundo tipo la ciencia, el avance de la tecnologí a, el cosmopolitismo, las migraciones, los modelos extranjeros, y la movilidad social en gener al. En este capítulo destacaremos los siguientes aspectos de la socieda d mexican a: la familia, la mujer, los jóvenes, las clases sociales.
A) La familia En las clases populares el padr e sigue siendo una especie de dueño de la mujer y de los hijos. Por eso éstos se refieren a él c o m o “ m i j e f e ” , “ e l j e f e ” . C o n f r ecuencia pr iva un am biente de miedo, desconfianza, simulación, ag r e s i v i d a d r e p r i m i d a , c h a n t a j e s sentimentales, resentimiento y odio. Muchos matrimonios s e m a n t i e ne n só l o p o r el mi edo de l a m u j e r a s e p a r a r s e , o p o r u n a moral mitológica y dogmática, lo q u e v i e n e a r e d u n d a r e n l o m i s m o : miedo religios o y sacral. Los problemas de identidad y de sumisión, los conflictos con la autoridad, la dific ultad en superar la etapa m ater nal ( edípica) son tales qu e se puede con cluir con facilida d que la constelació n resultante es favorable al desarrollo de la neurosis. Un estudio célebre de Luis Leñer o Otero, presidente del IMES arrojó que en la s familias tradicionalistas (75% al momento del estudio) la mujer protegida, depend iente, aceptaba de buen grado su minoría de edad; en tanto que e n l a s “ m o d e r n a s ” , 2 5 % p u g n a b a por abrirse paso la tendencia i gualitaria , y que estas familias s u f r í a n di versos tip o s de desajustes, connatur ales al cam bio. En la relación laboral muc hos obr e r o s , s o m e t i d o s a l a u t o r i t a r i s m o del patrón, interiorizan el papel de opr esor y sin dar se cuenta están expuestos a reproducirlo en s u r e l a c i ó n d e p a r e j a . An á l o gamen te , el b u róc rata, fr us trado por mil experiencias de servilism o, llega a su casa y se desquita mangone ando sob r e su m u j e r y sus h i j o s . Pe r o no pri va l a mi sma nor m a en el mundo de los afectos (familiares o amigables) y en el de la productivida d laboral.
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Sondeos sobre filosofía de la vida en dos culturas, la norteamericana y la mexic ana, nos revelan el grado de importancia y de c o mpromiso que s upone la de fensa de los derechos de la familia y de las personas en u no y otro medio. Dan prioridad y entregan su energía: En Est ad os Unido s A los derechos de la familia 22% A los derechos personales 78%
En M éxic o 68% 32%
Los mexicanos se muestran más cooperativos (cultura colectivista); los gringos, más competitivos.
B) La mujer. En la cultura azteca l o m e j o r que podía sucederle a una mujer era morir al dar a luz; las que así morían adquirían el rango de diosas. Se trasluce aquí la poca im por tancia que s e les co nced ía como individuos. Y podem os inferir que la racionalización s ervía para quitarles el miedo a la muerte, que de seguro estaba a la orden del día para las parturientas. Los precortesianos habían dado u n a d i m e n s i ó n c ó s m i c a a l a i n f e r i o ri d a d de l a mu j er a l equipar ar la a la Tierra (frente al cielo , masculino), a la Luna (perdedora fren te al Sol Vencedor) y a la o s c u r i da d (po l o n e g a ti vo fr ente a la luz ) . No s olo dur ante l a colonia s ino también después del m e stizaje, la histor ia azar os a del hombre se vive como una culpa cuya primera responsab le fue la mujer, y se sobrepone el refuerzo de la idea judeo-cristiana de que el pecado entró al mundo a través de la mujer (Eva), provocada por l a s e r pi en te de l p a raíso . La india que da cabida en su vientre al semen extranjero es la nueva Ev a, o la nueva Pandora. Y así vemos a lo largo de los 300 años de la Colonia a la española altiva, a la c r i o l l a o r g u l l o s a y agresiva, a la mestiza confusa y a la india devaluada y sumisa. A diferencia de lo que s ucede en l a s c u l t u r a s a n g l o s a j o n a s , l a mujer mexicana es más madre que espos a, se define más como protectora de los hijos que como compañera del hombre. Entre nosotros apenas en 1953 se le otorgó el voto a la mujer, es decir, se le dejó salir de la minoría de edad política. Compárese esta fecha con la de Nueva Ze l a n d a ( 1 8 9 3 ) , F i n l a n d i a ( 1 9 0 6 ) , Noruega (1913), la de la tradicionalist a I n g l a t e r r a ( 1 9 1 8 ) , e t c .
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Al trazar un perfil psicológico de la mujer mejicana, la encontramos: • Abnegada: se deja nulific ar como persona; no vive para sí sino para otros; no exige ni protes t a . P r o y e c t a a s í , a s u p e s a r , u n fondo de masoquis m o. • Disimulada, fingida: por que r epliega celo samente un mundo de vivencias; la cultura la h obligado a buscar máscaras para manifestarse a medias. • Sometida: de niña al padre y a la madre; de adulta a su hombre, tal vez al hermano mayor ; se le or illa a viv i r el sexo más c o m o p o s e s i ó n a j e n a q u e c o m o í nt i m a r e l a c i ó n i n t er p e r s o n a l . L a p o s e s i ó n p o r p a r t e d e l h o m b r e e s económic a, psíquica y física. • Religios a: con esa religiosidad hecha de resignac ión, p a s i v i da d y e sp e ra, qu e no es la esperanza proclamada por el cristianis m o genuino. • T rad i ci o n a l i sta : l a mujer tiende a simboliz a r el pasado; el hombre el presente. Muy recientemente, y por influjo del c in e e x t r a n j e r o , s e h a i d o perfilando otro tipo de mujer: la mujer moderna, liber ada; de modo que coexisten dos estereotipos muy c o n t r a s t a n t e s : e l p r i m e r o , l a d u l c e , f i e l , a m o r o s a , a b n e g a d a , d e p endiente, no responsable de sí fuera del hogar; el segun do la am bicios a, manipuladora, traidora, prostituta, cómplice. D e e s t a s i t u a c i ó n d e t e s i s y a n t í t e s is t e n d r á q u e i r s e m a d u r a n d o l a s í n t e s i s d e l j u s t o medio y del equilibrio.
C) Los jóvenes Su psicología es diversa según la c l a s e s o c i a l y o t r o s m u c h o s factores. No podemos ir a detalles para cada c aso. Aq uí nos limitamos a un panor ama general, tomando co m o b a s e a l a c l a s e m e d i a y ad vi rti en d o q u e l os m ás a u t o a f i r m a t i v o s s o n l o s j ó v e n e s r i c o s y d e ci ud a d g ran d e y los m enos autoafirmativos son los pobres y de campo o de poblado pequeño. Características sobresalientes de su autoimágen: • Tienen c oncienc ia de ser una clase o estrato dentro de la sociedad. • Tienen c oncienc ia de viv i r en el p a í s d e l a c o r r u p c i ó n , y q u e d e e s t o a f e c t a r á p e s a d a m e n t e su tr abajo y su desem peñ o p r o f e s ion a l . • Por causa del diluvio de estímulos que reciben de los medios masivos, viven en función de la simulación y de un hedonismo superficial.
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• Suelen ser madejas de contradicciones y de frustraciones por ejemplo: o Quieren ser dueños del mundo (de este mundo) y quieren t r a n s f o r m a r l o h a c i a u n a s o c i e dad más justa y más lim pia (la utopía). o Critican la sociedad de c o nsumo, pero la as imilan y viven e n ella y de ella. o Son iz quierdistas: defienden los postulados del socialismo, pero se acomodan en los espacios facilones del capit alismo. o Desafían a los intelectuales, pe ro en la u niv ersidad qu ieren asumir el papel de intelectuales. o Critican y cuestionan el mundo m or al de s us padr e s, pe r o sienten culpa por alejarse de él y transgredir sus normas. o Ven la universidad como in s t r u m e n t o p o l í t i c o , c o m o u n a palestra de combate, más que como una casa de estudios; com o si fueran un partido. o Ven el matrimonio como c o n f o r m i s m o , t e d i o , i m p o s i c i ó n social, estancamiento, pero sient en que tendrán que encauz ar su erotismo hacia el matrimonio. o Se interesan mucho en el deporte, pero lo ven como huída, agresión, violencia, revancha, pales tra de prestigio; no tanto como ejercicio físico, afirmación de vita lidad y expansión de la persona. o Sueñan en un coche (los ricos, en un coch e de sup erlujo) que no es en primer lugar medio de tr anspor te, sino segur idad, i n d e p e n d e n c i a , l i b e r t a d , aventur a, r iesgo, pr estigio, m edio de s er d i f e r e n t e d e d e a u t o a f i r m a r s e ; y s e e n a m o r a n d e s u c oc h e : d e l r e a l o del imaginario. o No saben d i v e r t i r s e ; n o s a b e n distinguir entre el ocio positivo, es liberación y que es diversión, y la ociosidad que es vacío y enajenación. Hay una dificultad específica par a los jóvenes del sexo masculino: tienen que superar fuertes presione s hacia c onductas antisociales: Al mexicano medio se le enseña, desde niño, que la fuerza , no el espíritu, es el fact or primordial del tr iunfo. ¡ No te r ajes si te buscan pleito! ¡Hazte respetar!, es decir , imponte físicamente a los otros. En una selva de chingones, en la que todos quieren chin gar, el trabajo cuenta poco. Las ideas menos. Lo único que vale es el valor personal y en última instancia la capacidad de imponerse.
D) Las clases sociales y castas. Oficialmente en la retórica de los f uncionarios, México es un país democrático, donde la igualdad es uno de los valore s axiales . De hecho presenta una acentuada y mu y heterogénea estratificación,
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donde las mayorías quedan ubicadas en la "cultura de la pob reza". En efecto, son dramáticas las diferencias entre los pocos ricosricos y los muchos pobres- pobr e s . a ) L o s d e a b a j o . Son los marginados, d esnutrido s, humillad os. concienc ia de explotados y otros sin ella.
Algun os
con
S u m e j o r s í m b o l o : e l i n d i o t r i s t e , s i n v o z y s i n r o s t r o. U n e s t u d i o d e Dumont-Motin nos da un cuadro de solador: 27% de la pob lación padece hambre, y 50% están mal alimentados. Se sigue devaluando al indio, se le tiene por mañoso e indig no de confianz a. Se sigue repitiendo el antiguo dicho, que tanto fondo de agresión tiene: "no tiene la culp a el indio sino el que lo hac e compadre". Una mas a de parias sin energías y sin ent usiasmo de vivir; como rasgo ps íquico más saliente tene mos la resignac ión; como quien dice, la psicología de la impotencia y de la derrota.
E) La clase media. Los clas emedieros suelen ser ge nte dinám ica, pero, centrados en su propia promoción, poco se interesan en entender al país y de resolver los problemas naciona les. Aliment an sueño s de riqu eza y de poder muestran mucho espíritu de competencia; tienden a aparentar y presumir' Viven de la si mulación, la mist ificación, el a u t o e n g a ñ o ; s e m u e r e n p o r u s a r productos importados de Es tados Unidos. Este clasemedier o empiez a por engañar a los dem ás y acaba engañándose a sí mismo. En s uma, una estructura de enajenac ión y simulación", como dice el sociólogo Ca r eaga. S i a c t ú a e n p o l í t i c a e s p o r p r e stigio personal y desahogo de sus tensiones y por esperanz a de m edr ar , no por el s er vicio al bien común que teóricamente define a la política. En las m ujeres de esta clase se está haciendo bast ante común el segundo estereotipo femenino de los dos que señalamos anteriormente en este capítulo. c) La clase poderosa. Es la que encama la auténtica c o n t r a r r e vol u c i ó n , o l a r e v o l u c i ó n c o n g e l a d a ; s i b i e n a c u d e r e t ó r i c a m ente al tem a de la Rev olu ció n m e x i c an a , p revi amen te m itificada. Es la ar istocr acia económ ic a que controla los medios de comunica ción y que controla la empresa y l o s o b r e r o s ; c a p a z d e a n u l a r c u a l q u i e r i n s u r g e n c i a o br e r a d e s d e s u e m b ri ó n .
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La que ejerce control sobre el ca mpesinado; y control sobre la ciencia y sobre los espectáculos. Detrás de las bambalinas existe un diálogo íntimo entre el Estado y el gran c apital, los únicos super poderes en México. La autollamada "familia revolucio naria" es una cú pula, un verdade ro clan o una mafia bien organiz ada. La sucesión presidenc ial es el acto p o r e l q u e e l r e y e n t u m o premia al más adicto de sus cortesanos. Pa r e c e e scri to p a ra l a sociedad mexic ana y para la política m e x i c an a el vi ej o prove rbi o, que adaptamos: "Nada es verdad, nada es mentira. Todo es del color del sexenio en que se mira". Se ha borrado la distinc ión entre el alto funcionario y la alta burguesía. Estos poderes, convertidos en c otos cerrados, todo lo t ienen controlado y previsto. Ya desde los años en que se van formando sus retoños, disponen de escuelas y univer sidades superelitistas, verdaderos baluartes del poder capitalista, que los aislan d e l pueblo real y verdadero; fortalezas ubicadas en el polo opuesto a la integración nac ional de los mexica nos, y más aún de la igua ldad y de la luc ha por la justicia social. Dice el inv estigador Pablo L atapí, aludiendo al hecho de que muc has de estas instituciones se a n u n c i a n co mo ca tó l i ca s: "Pagan el precio de existir re-forzando lo que dicen rechazar... la Iglesia en su presencia un iversitaria da la espalda a su opc ión preferencial p o r los p o b r e s , p e s e a t o d a s las Pueblas" . Cuatro de las siete universidades más caras del país s on manejadas por institutos de la Iglesia Católica, y en todos los ámbitos del territorio nacional, estudiar en un colegio relig ioso elitista implica, no un alto grad o de fe cristiana, ni es pecial devoción a los v alores ét ico-religiosos . E q u i v a l e a n o r e v o l v e r s e con los hijos de los proletarios, a disfrutar un ambiente de gente d e b u e n ve r y bu e n vi vi r y a anudar promisorias relaciones con los poderoso s. Así el clas is mo qued a disfrazado de "familia muy cristiana" , "buena educac ión", "formación en los s a nos principios m o r a l e s" , y cosa s po r e l e stilo. De este modo, al igual que en la Colonia, tam bién hoy la Igles i a viene a ser la legitimador a del nuevo sistema de c astas. Lo que a h o r a , a t r a v é s d e l a r a c i o n a l i z a c i ón sutil de "educ ar a las clases dirigentes y ricas". 135
El individualis mo De un país que ha sido siempre manejado com o "e l p r oye cto d e u n a mi n or ía", di fícilm ente se puede esper ar otr a cosa que poco sentido social y mucho personalismo individualista. El mexic ano no es muy institucio n a l . A l g u n o s d e l o s s í n t o m a s d e ello s on: Un país de héroes y de c audillos ; pero entendiendo al caudillis mo como una de formación social, opuesta a la democracia. — Muchos comportamientos desor ganizados, indisc iplinados , en todas las esf eras de la vida laboral y s ocial. — P o c o s e n t i d o social y de cooperación; por esto, y sin negar las honrosas excepciones, en México las cooperativas fracasan o languide cen. —Poca responsabilidad s ocial. Los puestos políticos son feudos personales, graciosamente llamados "hues os"; y para nadie es un misterio que la c orrupción es la regla entre los funcionarios. Cada sexenio, en "año de Hidalgo", barr en con t odo lo que pueden. — H a y m u c h o s l l a n e r o s s o l i t a r i o s y muchos hombres-orquestas. El mexicano prefiere trabajar solo : no cree en el equipo. Muy d i f e r e n t e s s o n e n e s t o l o s a n g lo s a j o n e s . C u a t r o n o r t e a m e r i c a n o s juntos valen más y pueden más que c u atro norteamericanos s e p a r a d o s . P o r f o r t u n a l a s p r e s i o n e s d e l a c om p e t e n c i a y l a c a p a c i ta ci ón en l a s empresas ya apuntan a un cambio sus t ancial en este renglón. — Por ello mism o, los m exicanos han flor ecid o más como artesanos que como industriales, porque la industria moderna exige equipos bien integr ados y la artesanía no. — Como d e p o r t i sta s sob resa l en , no en los depor t e s , d e e q u i p o , s i n o e n l o s indiv iduales: natación, clavados, c am i n a t a , b o x e o , e q u i t a c i ó n . — Como científicos nos ofrecen éxitos aislados, genialidades c u r i o s a s de Fulano o de Zutano. — Como seres religios os acusan una religión personalista, sentimental, ut ilitarista, contractual, de "doy para que me des". Ya vimos de qué polvos resultan t odos estos lodos: polvos lejanos de iomin ación co lonial, p olvos ce rcanos de familia s que n o so n equipos y w proveen buenos modelos de organizac ión social. Y resulta y resalta una paradoja: el mexic a no tiene sentido de clan y 10 tiene sentido de equipo. Las c o n n o t a c i o n e s p s i c o l ó g i c a s d e u n o / o t r o s o n d i v e r s a s : e n e s t e último, eficiencia, colaboración, m i e n t r as q u e en el cl an , afectos, aceptación y seguridad.
El trabajador mexicano
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OBJETIVOS 1. Analizar las actitudes y m o t i v a c i o n e s m á s c o m u n e s d e l trabajador mexicano a fin de compre nder sus com por tam ientos en el medio laboral. 2. Asimismo, enfocarse en la relación humana, incluyendo a la contraparte del trabajador, que es el dirigente, y estudiar cómo éste suele fom entar algunas a c t i t u d e s y c o m p o r t a m ie n t o s negativos.
F) Sus actitudes Femando Benítez describe pintor escamente a los nietos de los conquist adores y endo dur ante años de oficina en oficina de la burocracia virreinal, pretendiendo "mercedes" que les resuelvan todas sus necesidades ec onómicas s obr e el alegato de ser n i eto s de sus abuelos, "defendiendo con uñas y dientes el sagrado derecho de no tr abajar que para ellos habían conquistad o sus antecesores". Y como contra parte , durante los siglos coloniales "prevalec í a el criterio de que a la poblac ión nativa só lo se le podía induc ir a trabajar por medio de la coacción y el látigo". "Todos quieren ser señores para vivir en la ociosidad", decía Miguel J osé Sanz, abogado de la Real Audienc ia y fundador del Colegio de Abogados de V a l l a d o l i d ( h o y M o r e l i a ) ( 1 7 5 6 - 1 8 1 4 ) . P o r otra parte, Indalecio Liév ano Aguirr e en su libro Bolí var nos da la clave de algunas actitudes labo rales que prevalec en en las ex colonias españolas: "Millares de aventureros formados en las g u e r r a s de Ita l i a y d e F l andes y acostum br ados a la r apiña y al saqueo trajeron al Nuev o Mundo el clásico co ncepto español sobre la economía: desprecio por las artes manuales e intelectuales que crean la fuente de producción, y el deseo de apoderarse simplemente de la riqueza pa r a g o z a r d e l e s p l e n d o r q u e proporciona". Encontramos que en el siglo XVII, la Cor ona vende m uchos puesto s públicos (alcaldes, corregidores, etcétera); lógic o es que tengan acceso a ellos sólo los ricos que concentran y acaparan el poder, estableciéndose el cargo público c omo instrumento de benef icios , riqueza y patrimonio personal y no c o m o d e b e r p ú b l i c o y s e r v i c i o a la comunidad. A diferencia de lo que es hoy Es tados Unidos, M éxico no sur gi ó como país de inmigrantes que lle g a b a n a t r a b a j a r , l u c h a r y competir más o menos en plan de i g u a l d a d . A q u í t o d a l a e s t r u c t u r a
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sociopolítica y religios a er a pirami d a l y e s t r a t i f i c a d a ; u n a s oc i e d a d de privilegios, no de méritos. El camino para adqu irir dinero, poder y prestigio no era el trabajo esme rado y pr oductivo, sino los nexos con Madrid, de donde llegaban los t í t u l o s n o b i l i a r i o s , l a s c é d u l a s reales y los puestos jugosos de poco trabajo y copiosas rentas. Al irse extinguiendo la encomienda (prohi bida ya en el siglo XVI, pero d e f e n d i da a c apa y e s pada por los hij os y nietos de lo s conquist adores) fue surgiendo el r epartimiento, y luego, poco a poco, la hacienda. Notemos que el común denominador de estas tres formas de manejo laboral es uno solo: el trabajo como servidumbre. Y deduzcamos lo que esta situación implicó en la formación. Y ya en los albor es de la época industria l, muchas empresas na cieron como ext ensiones o derivaciones de las hac iendas. La mentalidad del hacendado se resumía en este pr incipio: "Yo soy el dueño; yo soy el que sabe; yo tengo el poder. A ustedes les toca obedecer me en todo. Si lo hacen, me encargo de ustedes, pero, ¡cuidado con oponerse y rebelarse!" D e a q u í l a c u l t u r a d e t r a t a r siempre de quedar bien con el de a rriba. Y en el ámbito político la tradición del part ido dominante ha reforzado este servilism o. La escuela, por su parte crea un clima autoritario en el que no coincidir con el profesor es estar contra él y at raerse su mala voluntad. Y para rematar, la legis lación laboral mexic ana es tan protectora del trabajador que propic ia el infa ntilismo. Mucho nos queda a los mexic anos del 2000 del prejuicio novohis p ano de que el trabajo manual es servil y de que e l ho mbre de clase elevada no trabaja sino que vive de sus rentas, si no es que legis la manda y guerrea. Pa r a co mpren d e r al me xicano en el ám bito labor al, hay qu e distinguir entre el empresario o directivo y el personal qu e labora bajo la dirección de estas person as. La perspectiva del trabajo y los logros que obtienen s on diferentes, pero desde luego s e da una interacción entre unos y otros. El anális is previo de este libro n o s d a u n p e r f i l c a r a c t e r í s t i c o d e l mexicano, que por supuesto se refleja en el trabajo. La dependencia en algunos casos, el i n d i v i d u a l i s m o e n o t r o s y l a autodevaluación de muchos son elem entos pr esentes e n la s relaciones laborales. Explican la es casa m otivación par a el tr aba j o de grupo y el excesivo deseo de conquis t ar poder y estatus a través del influy entismo y del recurso económico. "Mantener la p r o p i a e s t i m a e s , s e g ú n c r e o , la más poderosa necesida d de l trabajador mexicano. Dada su in t e n s i d a d , p u e d e n o s e r s ó l o buscada directamente sino bajo máscaras distintas: sexualidad, dinero, etcétera." 138
Muchos mexicanos ven en el trabajo sólo un medio para subsistir Solic itar empleo "de lo que sea" es la petición más escuchada; se busca trabajo, es decir diner o . P o r o t r a p a r t e , m u c h a s organizaciones en México tien en los mismos conflictos: competencia interna excesiva que se traduce en entorpecimiento de labores, envidias y actos desleales a la empresa. En las organizaciones mexic anas —dice Horacio Andrade en un análisis de la cultura o r g a n i z a c io n a l d e n u e s t r o p a í s — " h a y u n a fuerte lucha por el poder y las áreas suelen convertirse en feudos q u e c o m pi t e n e n t r e s í , p o r l o q u e la c olabor ación y los tr abajos i n t e r d ep a rtamen ta l es son poco fr ec uentes. El trabajo en equipo es prácticamente inexistente e inc lus o se llega a dar muchas veces una competencia por sobresalir y obtener logr os individuales aunque para ello se tenga que recurrir al boic ot de los demás”. También encontramos exc eso de parloteo del personal y exceso de c e l e b r aci o n e s qu e se re alizan n o t r a b a j a n d o y q u e o b v i a m e n t e r e p e r c u t e n e n b a j a p r o ductividad. Unido a est o hallamos el alcoholis mo que encuentra un campo propicio en los festejos. En Méxic o existen oficialm ente un número considerable de días no l a b o r a l e s . A d e m á s , e n m u c h a s e mpresas se oto r gan días de descanso obligatorio como "conquistas sindicales": s e festeja o se le da el día al trabajador en su onomástico, se festeja el día del santo del jefe, el día del compadre, el día de la madre, el aniversar io del sindicato, de la e m p r e s a , e t c é t e r a : e l t r a b a j a d o r m e x i c an o fe ste j a h a sta el día de pago (quincenal o semanal) y todos estos "acontecimient os" se celebran brindando. Parecier a que estamos demasiado necesitados de compañía. A este respecto, en una encuest a realizada por el Ce ntro de Es tudios Educativ os, A.C., en 1982,5 se enc o n t r ó q u e e l e s t a d o a n í m i c o emocional de más de la mitad de los mexicanos es negativo o muy negativo (53%) y sólo en el 13.4% es positivo. E s t e e s t a d o a n í m i c o s e c o m p o n e , se g ú n l o s a u t o r e s d e l a e n c u e s t a , Narro Rodríguez y Her nández Medina, del es tado físico y psicológico que logra el equilibrio de la persona y que la hac e s e n t i r se tra n q u i l a , sati sfecha de sus logr os, valor ada por lo s demás, interesada en las cosas, como si marcharan viento en popa y a total satisfacción. Este estado anímico poco positivo, r efleja o confir m a la per cepció n devaluativa que ya se ha menc ionado. Entonces pareciera que estar con amigos le permite al mexic ano "ser alguien".
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Por otra parte se regis t ran alt o s í n d i c e s d e a u s e n t i s m o , d e impuntualidad y de accidentes y de enfermedades de trabajo; así como una alta rotación de empleos . T o d o e l l o s í n t o m a s d e l a m i s m a e n f e r med a d . Si el mexic ano desprecia a la muerte porque es " m uy macho" y porque al fin y al cabo se tiene que morir, ¿por qué respetar las normas de seguridad e higiene y de protección a la salud? Su actit ud resignada y fatalista ante la vida, su per cepción distorsionada del tiempo, unida a su sentido mágico-religioso de los a c o n t e c i m i e n t o s , l e h a c e a c e p t a r cualquier event ualidad de esta naturalez a, inclus o el des emp leo t emporal o permanente a causa de incapacidades físicas, parciales o totales. La poca estimación de sí mismo tambi én contribuye a su des precio por la muerte, al igual que sus fr ecuentes inasistencias. Falt a porque no se siente útil o valioso; llega tarde por lo mismo. Este desprecio a sí mismo se revierte en desprecio a los demás. Pese a que los mexicanos somos tan amigables y buscamos la compañía de otros, la actitud desc onfiada, insegur a y dependiente impide la participación c olaboradora en los grupos de trabajo. Muchos mexicanos se mantienen con reserva y a la expect ativa, posiblemente por haber sido enga ñados y manipulados por siglos; pues se ha abus ado de s u actitud servicial. Por otra parte, se muestran cautelos os hac ia el diri g e n t e y hacia los compañeros. 82.3% de los encuestados por el CREA, cuando se les preguntó si s e p u e d e con fi ar o no en l a g e n t e , d i j o q u e e s m e j o r p r o c e d e r c o n cautela; 52.4% siente que ahora la gente está menos dispue sta a ayudar a otros; 58.14% no pertenece a asociación o grupo algu no. Eso significa que pese a la necesidad de compañía no hay participación grupal, difícilmente se logra integrar buenos equipos de trabajo; por la falta de compromiso, uno nunc a puede estar seguro de lograr algo en grupo o con la participació n de todos. El concepto de lealtad al grupo se limita a la protección mutua en caso de cometerse indisciplinas, errores o inc u mplimiento del trabajo y en ocasiones s e ha lleg ado al extremo de convertirlo en una norma explícita donde ningún tr abajador puede atestiguar en contra de un c ompañero aun cu ando hay a incurrido en una g r ave falta. De lo contrario el trabajado r es rechazado, sancionado y hasta expulsado por el grupo. Éste no es sino r eflejo de una cultura sobreprotectora; no es lea lt a d s in o e n c u b r im i e n t o y complicidad. P o r o t r a p a r t e , r e h u s a a s u m i r el lider azgo por tem or a s er rechazado (alta necesidad de ser aceptado), por considerar que no 140
está suficientemente capacitado (escasa estimación de sí mismo), porque representa mayor respons abil i d a d ( d e p e n d e n c i a ) y p o r q u e tal vez termine siendo el único que trabaja (desconfia nza). Seguramente a esto se debe la e scasez de liderazgos auténticos , democráticos, participativ os . A veces se busc a el liderazgo formal porque da estatus y esto satisface la búsqueda de prestigio y reconocimiento. Cuando obtiene el liderazgo, el a n t i g u o s ú b d i t o s e a u t o r i t a r i o ; s u r g e s u d e s e o de poder más que de logro.
muestra
El trabajador sometido a la autoridad y a la fuerza del dir ectivo interioriz a el papel de la autoridad e incons cientemente se dispone a repetirlo. Es u n a acti tud ambi val en te por que r echaza la autocracia aunque se s o m e t e a el l a . P ero cua n do tiene o portunidad él mis m o ejerce ese estilo dir ectivo, ya s e a e n s u f a m i l i a , o c o m o p r o f e s o r , o e n l o s sindic atos o en la empresa. No hay más que ver la prepot encia t í p i c a y c l á s i c a d e l o s j u d i c i a l e s , d e l o s s ol d a d o s d e l e j é r c i t o y d e muchos funcionarios que no son capaces de asimilar el hecho de sentirse con un poco de autoridad-oscuros y rancios complejos se apoderan de ellos.
G) Sus motivaciones laborales Las necesidades son los motores de la conducta, son los dinamism os que mueven al indiv iduo a b u s c a r s u s a t i s f a c c i ó n . U n a necesidad satisfecha ya no es una m otivadora y cuando las expectativas de lograr lo que se desea son escasas, pierde f uerza motivadora esa necesidad. Se ha vis t o que se pueden encontrar s u s t i t u t o s p a r a l a s a t i s f a c c i ó n de las necesidades. De tal forma que la inten s idad de la motivación de una persona para actuar depende de la f uerza co n que cr ee que puede alcanzar lo que desea o nece sita y de la intensidad del deseo. O t r a v a r ia b l e c ap a z d e d e s m o t i v a r e s la de desproporción ent re el e s f u e r zo re a l i za d o y l os l o gr os obtenidos. Estas consideraciones son premisas importantes para explic amos por qué el mexic ano se s i ente des motivado par a el tr abajo. Invent a frases como "la ociosidad es la madre de una vida padre"; "el trabajo es tan malo que pagan por hac erlo"; "los listos viven de los
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t o n t o s y l o s t o n t o s d e s u t r a b a j o"; "los patr ones hacen com o qu e me pagan y yo hago como que trabajo"; "el trabajo honrado hace al hombre jorobado" ; "el trabajo embr utece" (en parodia al refrán castellano: "el trabajo ennoblece"). Por eso, al mexic ano s e le ha representado durmiendo bajo un gran sombrero. Lo que sucede en realidad es que sus exp ectativas de obtener l o g r o s , re co n o ci mi en to y autoestim a son escasas, su sentim iento de minus valía le hace suponer que difícilmente puede lograr algo, y menos por sí solo. Preferiría unirse a otros pero como desconfía de sí y de los demás, no se arriesga; el camino más seguro es buscar una mejoría económica que le llev e a subir en la escala s o c i a l y p o d e r s e r i m p o r t ante a través de sus bienes materiales o de sus conquistas amorosas. De ahí su actitud fanfarrona. Encuestas realiz adas por el d o c t o r R o g e l i o D í a z - G u e r r e r o demuestran que a la mayoría (68%) les gusta su trabajo.6 El Centro de Estudios Educativos antes citado encontró en 198 2 que 83% de las personas se encontraban entre bastante y muy orgullos o s de su trabajo. El probl ema en general no es, pues, el trabajo en sí, sino las relaciones humanas y las actitudes de las personas . Abraham Maslow, teórico de la corriente humanista de la conduct a humana, nos dice que de ac uerdo c on la intensidad de la n e c e s i d a d , e l h o m b r e p u g n a r á p a r a encontr ar satisfacción en el orden siguiente: l o . N ec e s i d a d e s f i s i o l ó g i c a s . 2 o . N e ce si da d e s de segur idad. 3o. Necesidades sociales. 4 o . N e ce si da d e s de estima, reconocimiento y autoestima. 5o. Necesidades de autorrealización (producción, creatividad). Mientras una necesidad de orden primario no esté satisfecha, no se buscará satisfacer la de orden superior. En rigor de términos, las necesidades nunca e s tán plenamente satisfechas ya que se presentan en f o r m a r ec u r r e n t e . S i n e m b a r g o , uno debe sentir que han sido s a tisfechas y que podrán seguir siéndolo. Si consideramos que muchos de nuestr os com patr iotas tiene n f u e r t e s c a r e n c i a s e n s u a l i m e n t a ci ó n , e s c o m p r e n s i b l e q u e p o c o les impor te su seguridad, el amor , l a d i g n i d a d o s u p r o p i a e s t i m a . Particularmente se o b s e r v a e s t o e n t r e e l p e r s o n a l d e s al a r i o mínimo o inferior.
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En otros niveles donde los salar i os y las prestaciones ofrecen además seguridad física y estabilid a d e c o n ó m i c a e n c o n t r a m o s a l personal con demasiada necesidad de contacto social y búsqueda continua de relac i ones interpersonales. Son muy dados a fest ejos y a l a c omun i caci ón e xce si v a. Cabe s e ñalar en este r e n g l ó n u n a v a r i a n t e d e l a te oría de Maslow: el llamado modelo E-R- G , q u e e s t a b l e c e t r e s t i p o s d e n e c e s i d a d e s : las de existencia (E, Existence en inglés), las de relació n (R, Relation en inglés) y las de crec im i e n t o ( G , G r o w t h e n i n g l é s ) ; cuando alguna de ellas no logr a ser satisfecha se exager a l a satisfacción de la necesidad inferior. En este caso el mexicano, al no poder satisfacer sus necesidades de c r e ci mi en to q u e i ncluye la a u t o e s t i m a , s o b r e v a l ú a l a s d e relación o necesidades sociales: si al menos alguien lo escuc ha es porque es digno de s e r e s c u c h ado, adem ás puede liber ar s u angustia por medio del verbalismo. En tales circunstancias ¿ quién s e preocupa por ser creativo, por l l e g a r a l a c i m a d e l a p i r á m i d e y o btener logros signif icativos que le ayuden a crecer y a desarrollarse y cont ribuyan a su vez a l a estimación de sí mismo? Sólo un peque ñ o s e c t o r p a r e c e m o t i v a d o a obtenerlos; son los mexicanos de este sector quienes mejor han contribuido al des arrollo social y al progreso del país. Las necesidades primarias son co nscientes, las secundarias, a m e n u d o i n c o n s c i e n t e s ; y s e c a e e n l a f a l a c i a d e c r e er q u e l a ú n i c a vía para satisfacerlas es el dinero. Cuando en su relación c o n la em presa los sindic atos aboga n por sus representados, siempre exigen mayores sueldo s, más prestaciones, reducción de actividades y hasta de responsabilidades . Están mucho muy lejos de la nec esaria sinergia "sindic ato-consejo administrat ivo" de la empresa. Manifiestan creer que el único recurso para satisfacer sus necesidades, inclusive la de estima-autoestima y autorrealización, es a través del dinero; por cierto muy difícil de obtener y retener en una époc a de inflación y c on patrones de c onducta consumis tas. El resultado no puede ser más que una insatisfacción g eneraliz a da. Por o t r a p a r t e l a s a t is f a c c ió n c o m p let a d if í c ilm e n t e la p u e d e alcanzar una persona dependiente, in s e g u r a d e s í m i s m a , q u e p o r ello no s e ha puesto a prueba y no s a b e d e l o q u e e s c a p a z , n i cómo puede obtener re-conocimiento y mejorar el concepto que tiene de sí misma; mucho menos enfr entar nuevos r etos o cr ear 143
grandes empresas. Prefiere atenerse al v iejo refrán de que "más vale malo por conocido que bueno por conocer".
H) Diferencias geográficas Dentro de este contexto caracter ístico de nuestr o país, conviene r e s a l t a r e l h e c h o d e q u e e x i s t en algunas diferen cias ent re el trabajador mexicano de la zona front eriza con los Estados Unidos, con respecto al del sur y sureste, de la zona c e ntral y del área metropolitana de la ciudad de Méxic o. Estas dif erencias surgen por un l ado, debido al c lima geográfico que los afecta. Pese a que todos conservamos nuestra idios incr asia, cabe mencionar que nuestros compatriotas norteños n e c e s i tan esfo rzarse má s par a logr ar su super vivencia a c a usa de sus climas extremosos; exces ivo c alor en el verano y temperaturas muy bajas en el invierno. Se ha observado que los habitant es de climas extremosos fríos son más industriosos y trabajadores que aquellos de climas templados o pe rmanentemente cálidos. En los climas fríos la gente tiene que estar activa para generar calor, y a d e m á s de b e ser p revi sora y ahor r ativa para las époc as de es casez de recursos porque en tales fechas no puede sem br ar ni m eno s c o s e c ha r. E n con se cu e n cia en estas r egiones se m anifiestan, au n dentro de la mis m a psic ología nacional, cier tas difer encias que conforma hombres más austeros, disciplinados, previsores y activos. P o r o t r a p a r t e , e n e l s u r y s u r e s te de la Repúblic a nos encontramos con mexicanos menos activos, a causa de su clima cálido, más despilfarradores con sus abundantes recursos naturales y con más inclinaciones hacia las div ersiones y fiestas popular es, m ás alegr es y jocosos. Por lo que respecta a la Meseta Central donde el clima es más benigno, la ge nte es tranquila, servicial, a f e c t u o s a . S e p o d r í a incluir aquí a la ciudad de Méxic o de no ser una gran metrópoli, sobrepoblada, que por es te hecho se ges ta en ella el cada vez más común estrés; producto de presiones de tiempo y econó micas que son causadas por la competencia, a su vez derivada de los escasos recursos. Encontramos diferencias soc ioeconómicas y culturales muy marcadas a más de que en ella se encuentran habitantes provenientes de todas las regiones del país. Estos hechos generan también diferencias notorias.
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Otro aspecto de consider able interé s, cuando se trata de patrones culturales reflejados en el trabaj o, es que muchos campesinos han tenido que incorporarse a las industrias, no siempre con una buena adaptación a sus normas y formas de vida diferentes. El campesino se convierte en obrero y este cambio provoca con f lictos en su es tilo de vida, más apacible , contemplativa y resignada ante las adversidades naturales. Quien siembre tiene que esperar pacientemente la cosecha. La producción fabril es mucho más activa y con hor arios preestablec idos de t r abajo, requiere más d i s c i p l in a , preci si ó n y e sfuer zo.
I) La mujer en el trabajo L a s i t uaci ón d e l a muj er en nuestr o p a í s , a l i g u a l q u e e n o t r a s c u l t u r a s, d i fi e re d e l a d e l hom br e. En México "la mujer vive una s i t u a c i ó n a s i m é t r i c a y d e s i g u a l respecto al hombre de generac i ones atrás, aunque últim amente muestra un deseo de cambio y liberación, todavía débil, desarticulado y sólo en algunos sectores". Tradicionalmente se le ha inculc ado a la mujer que su papel principal en la vida es ser madre. Más que compañera o esposa, d e b e ser bu e n a mad re, lo que sign ific a tener hijos, amarlos, alimentar los, cuidar de su salud, pr eocupar se por ellos y hac er le s la vida fácil. Así, se pasa toda su vida trabajando para ellos o para los hijos de sus hijos, porque de lo c ontrario pierde s u razón de ser y de vivir. Parte de la actitud dependiente de muchos mexicanos es debida a la exageración en los c u i d a d o s y a t e n c i o n e s de la madre hacia los hijos que, guiada por el afán de pr odigarles afecto y ternura, les i m p i d e d e sa rro l l a r su s propias capacidades , porque no les permite aprender a valorarse por sí mismos, ni separarse de ella, ya que siempre la necesitan. El doctor Santiago Ramírez, psicoanalista mexic ano, decía al respecto que la mujer mexicana es l a m a d r e p e r f e c t a , p e r o s ó l o durante el primer año de vida de niño. A pesar de que s e ha registrado un cam bio en la c o ncepción de l a mujer en nuestra sociedad, aún se s i gue cons iderando que su papel está en torno al hogar y a la fam ilia. La encuesta realizad a por Enrique Alduncín Abitia c oncluye q ue exist e un ligero cambio en el c o n c e p t o d e l a m u j e r c o m o c o m p añ e r a d e l h o m b r e e i g u a l a é l , e n
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especial en los ni-veles de escola ridad e ingreso medio y sup erior, pero se le sigue juzgando centro de la familia. En lo s niveles más b a j o s d e e sco l ari d a d e i ngr esos, se le v e c om o la r esponsa ble d e l cuidad o familiar, h echa par a el hoga r y para tener hijos. Al parecer su destino y ámbito de acción en cualquier caso es el mismo. Existen diferencias importantes en la participac ión empresarial d e la mujer en un lapso de 50 años. En 1930, 60.5% de los hombres y sólo 2.8% de las mujeres pertenecía a la poblac ión económic amente activa. Pues bien, para 1980, 76% de los hombres y 23% de las mujeres participaban de modo directo en la ec onomía. Esto representa que la mujer ha in cr em entado su par ticipación e n más de ocho veces en dicho periodo. También se ha inc r ementado su nivel de escolaridad y la socie dad en gener al tiene una actitud más abierta y flexible respecto al papel de la mujer, se adiciona el atribu to de inteligente como deseable en ella pero aún s e le requiere que en primer lugar sea limpia, hogareña , femenina, trabajadora, honesta y sencilla, al igual qu e d i s c r e t a , d u l c e , h e r m o s a , atenta, casta y abnegada. Dentro de este contexto, la mu jer mexic ana enfrenta en la actualidad cambios drásticos en su entorno, que rep ercuten en su vida de una u otra forma. Se enc uentra con oportu nidades de estudiar , tr abajar y tener una vida social más activa que en años atrás. Su madre, incansable, veló por ella y tal vez lo s iga hac ie ndo, per o ella disfr uta m ás l a vida, tiene menos hijos y s e sient e ú t i l n o s ó l o p a r a s er m a d r e s i n o p a r a p arti ci p a r acti vam e n t e e n e l d e s a r r o l l o c i e n t í f i c o , c o m e r c i a l e i n d u s t r i al d e l p a ís. Esta dualidad de oportunidades, por un lado, y de valores que tradicionalmente se le atribuyen , p o r o t r o , c r e a e n l a m u j e r mexicana sentimientos de culp a. Si se dedica al hogar exc lusiv amente, se siente frustrada e inútil. Si trabaja y es madre, siente culpa por descuidar a sus hijos y a su hogar. El cambio aún no ha sido asimilado completamente, ni por el hombre ni por la mujer. La sit uación se agrava cuando por las c i r c u n s tan ci as se ve ob l i gada a de jar a sus hijos a l cuidado ajen o por tener que trabajar, bien s ea porque fue abandonada, está d i v o r c iad a o p o rqu e su esposo no apor ta lo suficiente par a el sostenimiento de su familia. Esto hac e a la mu jer mucho más pr eocupad a por su familia q ue por su trabajo, pero también mucho má s neces itada de reconocimiento 146
y estímulo y de comprensión hacia su doble pap el de m adre y trabajadora. Por otra parte, desde pequeña se refuerza su papel de servidora, s e l e as i gn a n resp o n sa b i lidades de ayuda y cuidado de otr os . T al vez por ello se ha destacado en labores de servicio como enfermera, maestra, secretaria, et cétera; su actitud en gener al es la de as umir sus labores con responsabilidad y mayor dedic ación, pero también más necesitada de af ecto y apoyo. De por sí es más p r o p e nsa a rea cci on e s em otivas y a juicios subjetivos e i n e v i t a b l emen te se en cu e ntr a ligada a la maternidad.
J) La contraparte: Los directivos Como ya dijimos, en n ue s tra tradición la b oral e l hacendado, dueño y señor de todo, albergaba en s í mismo todo el poder y todo el s aber. Los trabajad ores debían obe decer y cumplir las órdenes; a cambio recibían pr o t e c c i ó n , c a s a y h a s t a p o d í a n utilizar un ped a zo de tierra para cultiva r y tene r sus propio s animales . Esta forma de relación dueño-trabajador conformó la cultura del poder oso-generoso y del poder oso-exp l otador, al cual había que respetar so pena de se r expulsado de la hacienda el trabajador y su familia, lo que equi valía a quedar en el desamparo. De aquí la conducta de quedar bi en con el de arriba (gobernante, e m p r e sari o , j e fe , po l íti co , pr ofesor y m a e s t r o ) y la d e é s t e d e m a n i p ul ar, ap rove ch a r y mantener la r elación de dependenc ia. El que no está con el patrón está contra él. No se aceptan las divergencias. Se le considera rebelde y merece ser castigado. Con estos antecedentes, unidos al bajo concepto que tenemos los mexicanos de lo nuestro, se dificu lt a que los patrones, empresarios o directiv os valoren a quienes ded i c a n s u s e s f u e r z o s p a r a e l l o g r o d e l o s ob j eti vos d e l a e m pr esa: "para es o se les paga", dicen, reforzando la cr eencia de que lo único que una persona puede obtener por su trabajo es dinero. El liderazgo que se ejerce es de ti po autoritario o paternalista, que mantiene al personal en ac titud de dependencia y de inferioridad y menosprecia sus aportes o habilidades. Este lider azgo lo hemos aprendido muy bien desde épocas prehispánicas. Se abus a del poder económico, de los patrones culturales de obedienc ia, de la neces idad de ser aceptado, del concept o de respeto a la autoridad y del s o m e t i m i e n t o . E x i s t e l a i d e a equivoc a da de que para lo gr ar que las per sonas tr abajen bien, hay
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q u e m a n i pu l arl a s, ha ce rl a cr eer e n p r o m e s a s f a l s a s , c o m o e l arriero que usa una vara con una z anahoria en un e xtremo y que la coloca frente al animal par a que camine. En muc has empresas mexicana s existe un alt o grado de centraliz ación del poder, de la información y de la toma de d e c i s i o n e s , y a q u e s e d e s - c o n f í a de la capacida d de los niveles inferiores para actuar por sí mismos. La supervisión y el c ontrol son estr echos y la par t icipación del trabajador se limita a cumplir ór denes a m enudo car entes de signific a do de objetivos para él. En estas empresas exis te gran cantidad de normas, políticas, r e g l a s y proce d i m ie n to s, a lo que s e les da demasiada importancia, c o n v i r t i é n d o s e , m u c h a s v e c e s , e n los objetivos m ism os de l a empresa, desplaz ando lo fundamenta l, que es el cu mplimiento de metas, el mejoramiento de la c a l i d a d , e l a u m e n t o d e l a productividad y el valor mismo de los productos o servicios que r e s u l t an de l trab a j o. L a s co mun i caci on e s son descen d e n t e s y v e r t i c a l e s , l o q u e incrementa la dificultad de la integración de equipos, de la p e r c e pci ón co mpl eta d e l os objetivo s y el involucr amiento de los trabajadores en los procesos produc tivos. El resultado es la c o m p e te n ci a i n te rna y e l tr abajo poco signific ativo, monótono, descuidado. Asimismo, cantidad de s a nciones y castigos para los que vio len las n o r m a s y re g l as; e n co n traste m uy poc as f or m as de r econocim ient o al esfuerzo. Lo que es peor, a vec es se ot or gan premios y r ecompensas de manera irracional; en algunos caso s es el m ism o sindicato quien propone a los candidatos, basando la dec isión en el amiguism o y en apreciaciones muy subjetiv as que deprimen a los buenos trabajadores. Tanto directivos como sindicatos se olvidan de buscar caminos para o t o r g a r e l r e c o n o c i m i e n t o objetivo al es fuerzo y a la d e d i c a c i ó n a l t r a b a j o , d e s d e l a s i m p le obs ervación del trabajo bien hecho, hasta el otorgamiento de recompensas ec onómicas y de r e f o r z a d o res soci al es. La queja frecuente de los trabajadores es que cuando cometen errores hay sanc iones y c uando el trabajo está bien hecho na die lo nota. Se olvida que los verdaderos factores motivadores son, como lo ha comprobado el doct or Frederi ck Her z ber g, el r econocim iento, el logro, el progre- so, el crec imiento y, en general, los factores 148
intrínsecos al trabajo. Éstos son lo s elementos que contribuyen a la s a t i s f a cci ón e n e l tra b a j o, a la aut o e s t i m a y a l a a u t o r r e a l i z a c i ó n . N o l a s con d i c ion e s de trabajo, ni las prestaciones, las buenas r e l a c i o n e s c o n l o s c o m p a ñ e r o s o el jefe; ni tampoc o la s eguridad en el em pleo, ni s iquiera el sueldo, porque c asi siem pre iguala a los trabajadores, lo hagan bien o lo hagan mal. Éstos son los factores necesar ios para una or ganizac i ón sana, pero no son, motivadores intrínsecos. El c omportamiento para c onsolidar s e r e q u i e r e d e u n r e f u e r z o q u e es la respuesta o reacción de l a o t r a p a r t e . L a a c t i t u d m e x i c a n a de fiarse más del amigo es reforzada por los empresarios o d i r e c t i vos a l con trata r a persona que son amigas, y no a quienes tienen conocimientos y experiencia , por que despier ta desconfianz a quien no es conocido o amigo nuestro, o recomendado d e una tercera persona. Salvo rar as excepciones s e recluta al personal entre los conocidos del p e r s o n a l d e l a e m p r e s a o e n t r e a m i g o s . L a s el e c c i ó n t é c n i c a se ha vis t o como poco confiabl e y además costosa, sin perca t arse que a la larga resulta rentable. Esto, decimos, refuerza el hecho de que la gente busque en sus amigos la recomendación, la influencia o "la palanc a" que le ay ude a conseguir "chamba", o incluso hay que quedar bien con el jefe o superior para ser ascendido o rec ib i r u n a u m e n t o d e s u e l d o ; h a y que hacerse su amigo. En este c ontexto el amigo adquier e u n g r a n v a l o r ; a d e m á s c o n v i e n e ser simpático. La simpatía en Méxi c o tiene tanto valor como el amigo. Entonces muchas decis iones se t o m a n c o n b a s e e n la amistad y simpatía, grave hecho c uando s e trata de contratar personal, evaluar el desempeño y dar promociones y ascensos . P o r o t r a pa rte en c o n tramos que la empresa privada y la púb lica, se han caracterizado, una por su lider azgo aut oritario y la otra por el del tipo laissez faire, sin que esto signifique una regla. En consecuencia las acciones y reaccio n e s d e l o s t r a b a j a d o r e s e n u n o y otro casos son distintas En el primero se da mayor productividad pero más insatisfacción personal por la presión que ejerce el líder autoritario; a la larga también dis m inuye el r endim iento y cr ece el resentimiento y la opos ic ión, mientras que en el segundo s e propicia la apatía, la indifer encia hacia el trabajo y una organización informal cohesiva y muy dañina p orque result a en improduc tividad, ineficienc ia y poco interés en el trabajo. 149
DESARROLLO DE ACTITUDES LABORALES POSITIVAS.
A) Construcción y reconstrucción de la autoestima. Los mexicanos hemos tomado concienc ia de ser una sociedad en proceso de cambio, y un gran laboratorio de transformación psicosoc ial. Ahora muchos profesionistas y ejecutivos sentimos la necesidad de crear las actitudes que nos permitan llegar a se lo que virtualmente somos. Nos motiva considerar las amplias perspectivas que tenemos de maduración y de desarrollo intelectu al técnic o, social, polí t i c o y e m o c i o n a l : s a b e m o s q u e podemos pasar de la m entalidad de s ier vos y empleado s a la mentalidad de empres a r i o s ; d e s e r u n a población pasiva, m a n i p u l a d a y s o m e t i d a a c i u d a d a n í a cons ciente y participativa. El reto es arduo pero atractivo. Señalamos aquí adelante dos columnas para este edificio: el desarrollo de la autoes t ima y el de la creatividad. La base del des arrollo humano está en el conoc i miento de uno m i s m o ; s a b e r c u á l e s s o n n u e s t r a s cualidades y c uáles nu estras d e b i l i d ad e s no s pe rmi te apr ovechar las pr im er as y esfor zam os p or s u p e r a r l as seg u n d a s. La táctica del avestruz —tan común, por desgracia— a nada bueno conduce. Si en v ez de tratar de negar la realidad mexic ana, la aceptamos, pero no para deprimimos o sentimos aún más i n f e r i o r es , si no p a ra su p er ar estas limitaciones, mucho habremos logrado. Algunos autores niegan que el mexicano se sienta de valuado. Sin embargo, estudios tan riguros os como los del doctor Rogelio D í a z - G u e r r e r o c o n f i r m a n r otundamente nuestra exposición. No es lo mismo sentirse inferior que ser inferior. Los mexicanos no s o m o s i n f e r i o r e s , p e r o n o h e m o s a l c a n z a d o e l p l e n o d e s ar r o l l o porque no nos sentimos capaces de lograrlo. Es tiempo de deshacemos de nuestr as autoimágenes negativas y que nos demostremos a nosotros mism os que sí podem os logr ar nuestras me-tas y alcanz ar objetivos de c r ecimiento y des a rrollo. Pero para eso es necesario partir de donde estamos, y reconocer que no podemos vivir como un paí s r i c o . N u e s t r o s r e c u r s o s — t a n t o
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materiales como humanos— son tales que nos pueden convertir en un país rico y poderoso. Muchos lo s h e m o s d e s p e r d i c i a d o , p e r o e l momento actual nos urge a r eencontrar nuestros valores y encontrar el cam ino para aprovec h arlos. Si todas las empresas m e x i c a n a s y t o d o s l o s m e x i c a n o s pensár amos en términos de valores, nuestro camino hacia la su peración sería fácil y agradable. E l p r o c e s o c o n s i s t e e n d e j a r a t r ás el estado de dependenc ia c o n respecto a la familia, al patró n, al g obierno, a los países extranjeros; lograr la verdadera independencia, que significa saber v a l e m o s p o r n o s o t r o s m i s m o s y s e n t im os segur os de logr ar lo. Per o no quedamos aquí; el éxito está en saber formar parte de los grupos, en la inter dependencia que sólo se logra si s e ha s uperado la actitud colonial y ávida de so b r e p r o t e c c i ó n . S e r i n d e p e n d i e n t e e interdependiente s ignific a s er responsa b l e y p a r a a p o r t a r l o q u e m e corresponde, dis ciplinado para tr a b a j a r y a c a t a r n o r m a s , y dispuest o a dar y ceder algo en aras del cumplimiento de los objetivos comunes. Para todo esto existe el potencial pero hay que desarrollarlo. Los mexicanos necesitamos que se reconozca nuestro esfuerzo y dedicac i ón al trabajo de manera i ndividual, lo cual los aumentos g e n e r a l e s d e s u e l d o n o h a c e n , p o r el contrario equ ipar an a los que cumplen con los que no cumplen o que trabajan mal. D e j e m o s d e v e r h a c i a a f u e r a p a r a e ncontrar modelos a imitar y des cubramos nuestras riquezas: valores humanos, recursos naturales y capacidad de trabajo. Así podremos eliminar el sentimiento de poca estima, la desconfianza en nosotros mismos y en los demás, la apatía y la dependencia. La forma de expr esarse y de hablar refleja la cultura. La nuestra, rica en eufemismos, demuestra la necesidad de ocultar verdades que nos lastiman y la tendenc ia a eludir la r esponsabilidad y a minimizamos. Señalamos a continuación al gunos ejemplos de ello, y m e n c i ona mos l a s corre sp ondientes expr esiones autoafir m ativas y responsables:
Se dice "Quisiera decirle" "Se rompió" "Venía a solicita r"
Se debe decir "Quiero dec irle" " Lo r o m p í " "Vengo a solicitar" 151
"Me gustaría" "Se descompuso" " M e c h o c a r o n e l c oche" "Ni modo" "Dios dirá"
"Deseo o quiero que" "Lo descompuse" "Choqué el auto" "Evitaré que vuelva a suceder" "Haré todo lo que pueda"
Son estas formas más directas de expresar nuestros deseos y reflejan la asunc ión de la responsabilidad de nu estros actos; demuestran control y valor en vez de temor e insegur idad. De hecho nos encontramos en un proces o de ca mbio ent r e la tradición y la modernidad, como lo plantean los res ultados de la encuesta Los valores de los mexic a n o s ( B a n a m e x , 1 9 8 9 ) . M á s d e l a mitad de la población no desea que nuestro país se parezca a ningún otro. El 70% de la gente busca influir en su entorno en vez de adaptarse a él (30%). Hay cons en so r es pecto a que los factor es de triunfo son la buena educación, la i n t e l i g e n c i a y e l t r a b a j o d u r o . Ex i s t e u n a re va l ua ci ón de la m uj e r , t a n t o p o r e l h o m b r e c o m o p o r ella mis m a, aun cuando todavía hay mucho por hacer. En r i q u e A l d u n cín n o s d i c e: "M éxico se encuentra en dos planos superpuestos, entre la tradición y la modernidad, aspirando a encontrar su identidad y buscando ubicar se como país desarrollado entre las naciones del mundo". A este r especto podemos decir q u e M é x i c o t i e n e p o t e n c i a l d e cambio d e b i do más q ue nada al a l t o p o r c e n t a j e d e p o b l a c i ó n joven; los jóvenes enc uentran siempre el ímpetu y las energía s para lograr sus objetivos el68% de la población "no están dispuest os a conformarse con la mane ra en que las cosas se dan o se dier an, saben que el p o r v e n i r s e r á m e j o r q ue el presente o el pasado, desean crecer y mejorar y hacerse más grandes v poderosos". Conviene transcribir el siguiente párrafo del doctor Rogelio DíazGuerrero: "nuestra sociedad y cultura son en muchos aspectos, s a l u d a bl es, p e ro l o se rí a n todavía m ás si s e cultiv ase un poco m á s lo que algunos psicólogos social es consideran de extraordinaria importancia para la ve rdadera madurez de una cu l t u r a , a s a b e r : l a l l a m a d a d o b l e l e a l t a d " . E s d e c i r , r esulta s aludable ser leal a las propias maneras de ser, pero tambi én a las maneras de ser de los demás. Es bien sabido que en c i ertos sect ores de la poblac ión se rechaza l o e x tran j ero, pe ro no se tr at a de negar los valores de otros como
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recurso para apreciar lo nuestro; m u c h o m e n o s l o c o n t r a r i o , s i n o ser capaces de •valorar tanto lo propio como lo ajeno. La capacitación humanística puede hacer mucho; el solo adiestramiento técnico mejora la s h a b i l i d a d e s d e l t r a b a j a d o r p e r o a menudo lo robotiza; en cambio la formación humana es favorecedora del crecimiento y del des arrollo integral del ser humano porque v a a la raíz: impulsa el es fuer zo y la de dica ció n para el aprendizaj e.
B) Educación del mexicano creativo C r e a r i m pl i ca p rod u ci r co s as nuev as y v a l i o s a s . P a r a p o d e r c r e a r se neces ita haber desarrollado un buen niv el de au toestima para sentirse capaz d e dejar los camin os trillad os y enfrentar el riesgo del pos ible fracaso, superar el t e m o r d e l c a m b i o y r e s i s t i r l a r e a c c i ó n , n o s ie m p r e p o s i t i v a , ' d e l o s d e m á s . S i l o s m e x i c a n o s superamos el sentimiento de minu s valía estar em os en posibilidade s d e d e s a r r o l l a r n u e s t r o p o t e n c i a l creativo. De hecho t enemos ingenio, imaginac ión, flexibilidad, s entido del humor y emotividad, todas ellas cualidades para ser creativos, que no sólo deben aplic arse a las ar tesanías, folklore o ch istes, sino u t ilizarse para lograr el desarrollo tecnológico y s o c i a l d e n u e s t r o p a í s . L a creatividad, a m ás de proporcion ar benef icios a la humanidad, puede proveer grandes satisfacciones personales a quienes la d e s a r r ol l an . Para ser creativo, el mexica no debe ser m ás disc iplinad o, constante, y sobre todo adquirir confianz a en sí mismo y en los demás. Es s a b i d o q u e la c r e a t iv id a d e s u n p o t e n c i a l h u m a n o q u e t e m p r a n a m e n t e s u e l e s e r r e p r i m i d o p o r u n a e d u c a c i ó n e s c ol a r y familiar rígida, dogmática, que provoca el con f ormismo. Esa educación da como resultado sujetos moldeados, adaptados en extremo a los hábitos y costumbr es de la cultura donde s e d e s e n vue l ven . E mp e ro el pr oceso puede m odificar se. Dentr o de l a cultura mexicana encontramos en f o r m a p o c o f r e c u e n t e u n t i p o d e compatriotas que Díaz-Guerrero, en su libro de Psicología del mexicano denomina "sujetos con cont rol activo interno"; es decir, m e x i c a n o s í n t e g r o s q u e a l b e r g an en sí mismos todas las c a r a c t erísti cas po si ti va s de nuestr a c u l t u r a . S o n o b e d i e n t e s c u a n d o se requiere, o rebeldes si se necesita, tan afectivos y complacientes como la mayoría, per o m ás disciplinados, m etódicos , reflexiv os y optimistas. Se oponen a la corrupción y al
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compadrazgo y están convencidos de que los logros se obtienen con esfuerzo y dedicac ión. Se le s encuentra en todos los niveles socioeconómicos, en la ciudad y en el medio rural; entre los h o m b r es y e n tre l a s mu j eres. L o s e s tud i os re ve l an qu e este ti po de m exicanos so n inteligentes, con buena capacidad de c omprensión y sobre todo responsables. De tal suerte que en ellos no están presentes los aspectos negativos de baja autoestima, in seguridad, dependencia y desconfianza y sí en cambio los aspectos positivos como facilidad para relacionarse, amabilid ad, cortesía, respeto, interdepend e ncia y suficientes recursos internos como para enfrentar los problemas cotidianos. Encontramos en ellos muchas cualidades para ser creativos. Si nuestras familias educan jóvenes con es tas cualidades, puede transformarse la orient ación de nuestra cultura. E n v e z d e s e r e l tipo más es-caso podría ser el más común. Por no ser e l t i p o m á s usual, a veces son absorbidos por los grupos dominantes o bien actúan de manera aislada y sin m u c h o r e c o n o c i m i e n t o . C o n v i e n e descubrir los, apoyarlos e impuls arlos como líderes posit ivos, creativos y constructivos que a s u v e z s e a n p r o m o t o r e s d e l o s cambios tan necesarios y convenient es para nuestras instituciones y n u e s tro pa ís. En la publicac ión México-Asia, el g r u p o d e c o n s u l t o r e s d e l C o l e g i o de Graduados en Alta Dirección que fue a Oriente a estudiar modelos de producción, nos recomienda que, par a logr a r e l é x i t o y ser excelentes, México ante todo valore y aproveche sus recursos naturales y los cuide; enaltezca el v a l o r d e l t r a b a j o ; i n c r e m e n t e l a dedicac i ón e interés de los padres en la educación de sus hijos. El gobierno, asimismo, debe mantener la política de diversificación de las exportaciones. F i n a l m e n t e , t r a b a j a r u n i d o s e m p r esa y gobier no en actitud de cooperac ión en torno a la calidad to t a l d e n u e s t r o s p r o d u c t o s p a r a lograr el fin común: crecimiento y desarrollo. Si todos nos proponemos aprender de otros, si las empresas encuentran el valor del factor humano y lo recompensan por sus e s f u e r z o s y e n f u n c i ó n d e s u p r o ductividad, m otivan a tr avés d e los valor es e invierten e n c a p a c it a c i ó n y e n t e c n o l o g í a , b u s c a n d o la excelencia individual y organ izacion al, se garantiza r án los logros, la autorrealiz ación y la creatividad de los mexicanos. Podemos hacerlo.
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México n o tiene gran poder económ ico, político y militar, pero h a sabido c onservar valores espiritu a l e s q u e o t r o s n o s e n v i d i a n . E l mexicano es un pueblo h u m a n o , c á l i d o , a f e c t uoso, sentimental y emotivo; tiende a ser amable, gener oso y cortés, con sentido del humor, adaptable e inclinado a la bellez a y a lo estético. A sus dis cípulos que le preguntaba n cuáles er an los tr es elem ento s más importantes para mantener y alentar a un pueblo, Confucio r e s p o n d ía : " l a s a rma s, e l alim ento y la fe, pero si sólo se puede contar con dos, las armas no son tan necesarias; y si de los dos restantes hubiera que elegir uno solo, entonces lo imprescindible es conservar la fe del pueblo"
COMENT ARIO FINAL La lectura de estos connotados escr itor es per m ite for m ar se una i d e a c lara d e l compo rtam iento psic ológico del m exic ano, por l o m e n o s e n c u a n t o a l o q u e a l s i g lo pasado corresponde; desde luego que se puede tomar como tendencia y e x t r a p o l a r a l o s i n i c i o s d e este nuevo milenio y probablemente ahí radique la riqueza de estos escritos. Para los estudiantes de mercadotecnia considero que es u n a o b r a o b l i g a d a q u e i n dudablemente puede ap oyar a s entar las b a s e s e n e l e s t u d i o d e l c om p o r t amiento del consumidor, no solo basado en lo que los c lásicos pr oponen: Schiffm an y Kannuk , Michael R. Solomon, Rolando Ar e l l a n o C u e v a , H u g o S c h n a k e Ayechu y demás estudios os, que des d e l u e g o , e n f o c a n e l e s t u d i o del comportamiento del consumidor desde la óptica de sociedade s como la estadounidense o la europea, y es difícil para el estudiante mexicano aterrizar los conceptos al caso del comportamiento del consumidor mexic ano; des de esta óptica, lo realmente importante es que el estudiante, previa lectur a del presente documento, podr á f o r m a r s e u n c r i t er i o c l a r o y c o n ant e c e d e n t e s , d e las d i f e r e n c i a s entre el cliente extranjero y el consumidor mexic ano.
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FIN
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Bibliografía considerada
EL PERFIL DEL HOMBRE Y LA CULTURA EN MÉXICO. Ramos, Samuel (1988). El perfil del hombre y la cultura en México. Espasa-Calpe. México DF. México.
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