TRAMAS Museo del Árbol/La Fatalísima

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Museo del Ă rbol T R A M A S La FatalĂ­sima Magazine

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Alessandro Valerio. Rancho Moyo, Baja Mar. 2019


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LFQ. Tramas. Veintisiete de Abril, Santa Cruz. 2019.


Las revistas La FatalĂ­sima y Museo del Ă rbol, presentan el proyecto

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TRAMAS en el arte contemporáneo

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Una vez más La Fatalísima Magazine y Museo del Árbol aúnan esfuerzos para producir esta nueva edición, abril-mayo, 2019, considerando la temática de TRAMAS. Implica no solo la idea de focalizar ventanas, marcos, retículas, petatillos, tratamientos, texturas, tejidos, sobreposiciones, acumulaciones, molotes, estructuras, enrejados, o lo encontrado en la naturaleza, sino también planear, proyectar, configurar, y por ende diseñar.

LFQ. Tramas de Cassia siamea, encontrada en Paraíso de Santa Cruz, Guanacaste. 2019.

Se trata de darle rienda suelta a la creatividad con una táctica que pretende encontrar respuestas eficaces y realizables, ideas o pensamientos que serán llevados al proyecto artístico contemporáneo: Tramar o idear una instalación, crear un performance, una muestra, la museografía, un diseño arquitectónico, una canción o pieza musical, un poema, todo aquello que se piensa en la imaginación, en un papel o modelo -o, como se dijo-, porque fue realizado por la naturaleza.


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Al dibujar se trama una idea con un gesto que se repite, sobrepone, re-direcciona e incrementa su contenido, trazo que posee sus acentos, luces, sombras, todo para provocar interés y darle a lo pensado la alternativa de ser único u original, e incluso que sea expresión artística de nuestro tiempo. Se habla de la trama de una película, como la acción que conlleva resolver enigmas, misterios, continuidad, pero también alegrías, diversión, relax, emocionalidad. Un video o un filme sin esta cuadratura estaría vacío y carente de sentido. En el campo tecnológico una fotografía se trama para resolver la nitidez de impresión, existen infinidad de soluciones que solventan el proceso de tramado; puede ser lineal, con puntos en blanco y negro, y que serán luego reproducidos en colores.

LFQ. Bosque de reforestación con árboles de teca, (Tectona grandis). 2017. Playa Callejones, Paraíso de Veintisiete de Abril, Cantón de Santa Cruz.


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LFQ. Mancha de comején, en Veintisiete de Abril, Santa Cruz, Guanacaste. 2019.

Aprovechamos para republicar y reeditar un artículo acerca del joven artista cubano Jassiel Palenzuela, publicado en un resiente post de Wall Styreet International Magazine, el cual en particular se adhiere al lenguaje de internet y los juegos electrónicos tan nutrido de tramas, y exploración senso-perceptual. Además incluimos otro comentario de la muestra INTER/Fases, de la artista Dinorah Carballo en el Museo R. A. Calderón Guardia, de la ciudad de San José, quien resuelve su obra a partir de acercamiento a diversas realidades donde los objetos encontrados son sitiados por la fogosa imaginación de la artista. Para cerrar la edición, traemos a estos espacios virtuales la propuesta de una muestra muy singular que sealizará en Portugal este peóximo verano 2019, trama el anonimato que pretende devolver el valor al arte y no al autor, en este caso con la piedra como material prinicipal. Para esta nueva edición con un “corpus” y abordaje tan singular, apreciaremos infinidad de posibles maneras de un tramado, según lo resuelva o lo valore el pensamiento crítico de quien lo realice o lo descubra. No solo hablo del artista, sino también del espectador. Algunos ahondarán en lo conceptual, y la idea central de esta edición es precisamente reflexionar sobre ese compendio de ideas producidas por un artista, o tramado por la infinita creatividad del planeta.

LFQ. Cenizas de la quema de un árbol, en Veintisiete de Abril, Santa Cruz, Guanacaste. 2019.


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LFQ. Tramas. Veintisiete de Abril, Santa Cruz. 2019.


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LFQ. Tramas. Veintisiete de Abril, Santa Cruz. 2019.


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Las fotografías presentadas son de artistas reconocidos a quienes se invitó a sumarse a esta iniciativa editorial, otras fueron seleccionadas de las páginas de Facebook e Instagram, pidiéndose el respectivo permiso del autor para publicarlas en estas páginas. De esta manera, contamos con un corpus de autores y obras considerable, y de gran calidad.


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María Fe Alpízar nos ofrece la imagen fotográfica del ángulo de un zaguán, donde un asiento de hilos trama una singular textura que se sobrepone a la sombra del enrejado en madera perimetral de la fachada de la casa. Es una pieza vibrante y ataviada de memoria de la arquitectura y mobiliario popular costarricense.


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María fe Alpizar. De la serie, “Las imágenes de las cosas”. 2019.


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Las tramas que captó Ricardo Ávila son ramajes de árboles de cedro, (Cedrela odorata); teca (Tectona grandis); pochote (Bombacopsis quinata) y madero negro (Gliricidia sepium), impactan como la visual del firmamento que traman o la que se halla en sus cortezas, en estos días desprovistos de follaje.


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Ricardo Ă vila. Tramas, troncos y ramajes. 2019.


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Ricardo Ă vila. Tramas, corteza del madero negro. 2019.

Ricardo Ă vila. Tramas, corteza de la teca. 2019


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Ricardo Ă vila. Tramas, corteza de un cedro. 2019.


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Daniel Campos Tioli acude a la monotipia intervenida para generar una imagen de superposiciones y texturas visuales y/o tectĂłnicas terrestres de enorme interĂŠs por su sensibilidad al sketch y garabateo.


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Daniel Campos Tioli S/T. Monotipia intervenida. 2019.


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El artista italiano Giacomo Ditano, nos comparte la fotografía “Esta es mi obra”, la cual representa a un personaje que se dispone a lanzar un vector de fuerza hacia la fotografía de una urdimbre o petatillo que se encuentra expuesta en la pared. Es una pieza de interés en tanto que representa una de las manifestaciones actuales, que tiene que ver con el arte en acción y el performance.


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Giacomo Ditano. Esta es mi obra. Acción. 2019. Fotografía cortesía del artista.


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El artista fotógrafo francés Sasha Duvivier, nos comparte la fotografía de una singular trama que pareciera ver el correr de gotas de lluvia sobre una superficie empañada -que pudiera ser también un profuso jardín de luces y sombras-, o quizás hasta un aguacero mientras nos guarecemos bajo un árbol en la foresta, en un tiempo variable que no es solo atmosférico sino psicológico.


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Sasha Duvivier. Agua-Luz. Fotografía. 2019. Fotografía cortesía del artista.


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El escultor y ceramista Amit Ganjoo de la India, nos comparte fotografías del planeamiento de una muestra donde se trama la modularidad, diversidad y visibilidad, para un conjunto de productos cerámicos que coronan su cuello con una especie de flor hecha con billetes o papel moneda, con rostros e iconografía propios de estos valores económicos que entran a los escenarios de un arte imaginativo e intenso como el de Ganjoo.


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Amit Ganjoo. Money plants. 2019. FotografĂ­a cortesĂ­a del artista.


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Eduardo Gamboa nos comparte una fotografía titulada “Tramas del atardecer”, cuando el sol baja y se consume al otro lado del horizonte y tiñe de rojiza la atmósfera, lo cual recorta la silueta de las ya renegridas arboledas.


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Eduardo Gamboa. Tramas del atardecer. FotografĂ­a. 2019.


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Írvin González expone un ensayo fotográfico de árboles, los cuales tienen la singularidad de ser tratados con recursos tecnológicos, para hacer ver al paisaje esférico, como si los árboles brotaran del mundo para salir más allá a purificar la atmósfera. El proceso de González es rico en color, texturas, y conforman un imaginario muy singular cargado de simboilismos de la vida rutinaria de la ciudad, el estudio, el trabajo, el confort.


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Irvin GonzĂĄlez. S/T. FotografĂ­a digital. 2019.


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Irvin González. S/T. Fotografía digital. 2019. Irvin González. S/T. Fotografía digital. 2019.


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Irvin González. S/T. Fotografía digital. 2019.

Irvin González. S/T. Fotografía digital. 2019.


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Irvin González. S/T. Fotografía digital. 2019.

Irvin González. S/T. Fotografía digital. 2019.


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Irvin GonzĂĄlez. S/T. FotografĂ­a digital. 2019.


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Irvin González. S/T. Fotografía digital. 2019.

Irvin González. S/T. Fotografía digital. 2019.


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Irvin González. S/T. Fotografía digital. 2019.

Irvin González. S/T. Fotografía digital. 2019.


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Irvin González. S/T. Fotografía digital. 2019.

Irvin González. S/T. Fotografía digital. 2019.


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Irvin González. S/T. Fotografía digital. 2019.

Irvin González. S/T. Fotografía digital. 2019.


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Luis Miguel Gutiérrez comparte algunas fotografías de árboles que a él en particular le llaman la atención. La primera es de un tronco de abundantes gambas, que asemejan figuras como de duendes jugando al pie del tronco. En la segunda el tronco posee una oquedad o cueva que permite ingresar a su vientre, animando aún más la imaginación. Y el tercero es un árbol de vistosa copa, que por su porte asemeja a la ceiba.


Luis Miguel Gutiérrez. Tramas. Fotografía de árboles y troncos en una finca en la comunidad de Veintisiete de Abril, Cantón de Santa Cruz, Guanacaste. 2019.

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O s c a r J I M É N E Z - F E R N Á N D E Z

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El joven músico Oscar Jiménez Fernández nos dice que las fotografías que muestran huellas petrificadas, “es un bosque que algún día fue mar de sal y espuma”. Y con palabras de suma poesía afirma: “hoy es el oleaje del viento que trae semillas y pájaros”. Las fotografías presentadas son fósiles en las piedras de la catarata El Encanto, Esparza, provincia de Puntarenas, Costa Rica.


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Oscar Jiménez Fernández. Fósiles en finca El Encanto. 2019.


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Y nos comparte además la fotografía de una vaina de árbol, que podría ser de un guayaquíl (Pseudosamanea guachapele), la cual posee la singularidad de asemejar la notación de una pieza musical, o la idea del teclado en blanco y negro del piano.


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Oscar Jiménez Fernández. Caina con semillas de lo que podría ser un árbol de guayaquíl. 2019.


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Jairo Miranda en playa Uvita, Caribe Sur costarricense, encuentra el fragmento de un coral que asemeja un petroglifo precolombino. Una imagen cargada de luz y esperanza.


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Jairo Miranda. Fragmento de coral en Playa Uvita, Caribe Sur. 2019.


A l b e r t o Q U E S A D A - U R E Ñ A

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Alberto Quesada Ureña nos presenta la fotografía de un ramaje, que superpone diversas direcciones y cruces o tramas de arbustos.


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Alberto Quesada Ureña. S/T. Fotografía digital. 2019.


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Joseph Quirós Segura. Liquen. Fotografía digital. 2019.

Joseph Quirós Segura comparte la fotografía de un liquen de una forma circular que asemeja a un encaje, no solo por ser blanco sino por la delicadeza de los bordes. También presenta seis fotografías de hongos estudiados en el microscopio. La foto 1 y 2 son una Diatomea. La 3 y 4 corresponden a hifas de un hongo que se llama Fusarium. Finalmente, la 5 y 6 son esporas de un hongo que se llama Trichoderma sp.


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Patricia Rucavado capturó la imagen de distintos árboles para compartirlo en esta edición, uno es un árbol cuyas raíces permanecen expuestas al soltarse la tierra; el otro muestra una trama de troncos y ramajes propios de los bosques. Ambas sujetas a la lectura simbólica cuando aún en la naturaleza se advierten esas tensiones que aquejan a la sociedad.


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Patricia Rucavado. Tramas arbóreas. Fotografía Digital. 2019.


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Ana Beatriz Sánchez constata, con sus dos fotografías de un enorme Matapalo o higuerón (Ficus goldmanii, Moraceae), como nos sorprenden esos matapalos que, tras reducir al árbol hospedero, manifiestan un conjunto de formas que suben hacia lo alto asemejando tuberías y ductos. Ella observa delante de las pacayas que dan la idea de trama a la imagen.


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Ana Beatriz Sánchez. Matapalo en San José de la Montaña, Heredia 2019.


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Las piezas del artista Rafael Ottón Solís, por su gran experiencia, instaladas en la comunidad fronteriza de La Cruz, cantón del mismo nombre, provincia de Guanacaste, son quizás de la mayor poesía por la afinada lectura que él hace del sitio, y de los materiales. Un ruedo hecho de tucas de maderas, añosas, gastadas por la acción del sol y la intemperie, son un altar conmemorativo a la creatividad y al arte de esa prodigiosa región norteña costarricense.

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Rafael Ottón Solís. Casa en ruinas. 2018. Foto cortesía del artista.


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Rafael Ottón Solís. Madero negro. Instalación en La Cruz de Guanacaste. 2018. Foto cortesía del artista.


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Rafael Ottón Solís. Madero negro y mar. Instalación en La Cruz de Guanacaste. 2018. Foto cortesía del artista.


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Rafael Ottón Solís. Escalera al mar. Instalación en La Cruz de Guanacaste. 2018. Foto cortesía del artista.


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Alessandro Valerio nos comparte fotografĂ­as captadas en el Rancho de Moyo, Bajamar, Puntarenas, formidable colecta de materiales, como maderas, tejas de arcilla, piedras, y una naturaleza cargada de fuerza como es el arte del maestro Moyo Coyatzin, propietario del rancho.


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Alessandro Valerio. Rancho de Moyo. FotografĂ­a digital. 2019.


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Alessandro Valerio. Rancho de Moyo. FotografĂ­a digital. 2019.

Alessandro Valerio. Rancho de Moyo. FotografĂ­a digital. 2019.


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Alessandro Valerio. Rancho de Moyo. FotografĂ­a digital. 2019.

Alessandro Valerio. Rancho de Moyo. FotografĂ­a digital. 2019.


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Alejandro Villalobos va a la selva, a la profunda foresta donde aprecia ventanas para mostrarnos la fuerza de esa urdimbre natural. Se aprecian epífitas, lianas, bejucos, trepaderas, musgos, helechos arbóreos con profusa transparencia y profundidad apreciándose distintas capas del bosque húmedo.


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Alejandro Villalobos. Ventanas. 2019


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Alejandro Villalobos. Ventanas. 2019


Alejandro Villalobos. Ventanas. 2019

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Estos procedimientos creativos los apreciaremos en las fotografías del artista ruso, radicado en Berlín, Valeri Scherstjanoi, quien avista hacia esas zonas boscosas en la periferia de las grandes ciudades donde se producen fenómenos entre los árboles y/o el sotobosque: choques, doblados, quiebres, o sea cuando se genera un acto irregular que vierte diversidad e interés a la imagen. 64

Valeri Scherstjanoi, en Berlín. 2019.


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Valeri Scherstjanoi. Tramas en los bosques. FotografĂ­a digital, cortesĂ­a del artista. 2019.


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Valeri Scherstjanoi. Tramas en los bosques. Fotografía digital, cortesía del artista. 2019.

Valeri Scherstjanoi. Tramas en los bosques. Fotografía digital, cortesía del artista. 2019.


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Valeri Scherstjanoi. Tramas en los bosques. Fotografía digital, cortesía del artista. 2019.

Valeri Scherstjanoi. Tramas en los bosques. Fotografía digital, cortesía del artista. 2019.


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Valeri Scherstjanoi. Tramas en los bosques. Fotografía digital, cortesía del artista. 2019.

Valeri Scherstjanoi. Tramas en los bosques. Fotografía digital, cortesía del artista. 2019.


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Valeri Scherstjanoi. Tramas en los bosques. FotografĂ­a digital, cortesĂ­a del artista. 2019.


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Valeri Scherstjanoi. Tramas en los bosques. Fotografía alto contraste, cortesía del artista. 2019.

Valeri Scherstjanoi. Tramas en los bosques. Fotografía alto contraste, cortesía del artista. 2019.


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Valeri Scherstjanoi. Tramas en los bosques. Fotografía alto contraste, cortesía del artista. 2019.

Pero estas exploraciones del artista ruso-alemán no se quedan ahí, él, conociendo los procesos fotográficos como el alto contraste, los reamados, explora otras posibilidades que le lleva al dibujo, o al performance donde antepone estas tramas a su retrato, generando piezas de gran interés autobiográfico, experimentación e investigación visual.


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Valeri Scherstjanoi. Dibujos en tinta china con plumilla. 2019.

Valeri Scherstjanoi. Dibujos en tinta china con plumilla. 2019.


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Valeri Scherstjanoi. “Van Gogh’s coffin in the Thuja root”. Dibujos en tinta china con plumilla. 2019. Valeri Scherstjanoi. “Van Gogh’s coffin in the Thuja root”. Dibujos en tinta china con plumilla. 2019.


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La artista y gestora cultural guanacasteca Vera Beatriz Vargas, con “Texturas naturales del bosque seco”, y como ella misma lo expresa “captura la gravedad que acomoda naturalmente los elementos para la visualización del ojo humano”. La artista se comporta como colectora de memorias recogiendo signos o texturas generadas por el sotobosque, como también de los árboles que conforman un entorno nutrido de naturaleza, como es el guanacasteco.


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Vera Beatriz Vargas Leรณn. Texturas del bosque seco. 2019.


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Vera Beatriz Vargas Leรณn. Paisaje de la pampa. 2019.


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Vera Beatriz Vargas Leรณn. Paisaje de la pampa. 2019.


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De Otelo Quirval se presentan un conjunto fotográfico de esas casas en la zona de Guanacaste donde se almacenan maderas y todo tipo de materiales, incrementando el interés visual. También ofrece la fotografía de un tejido con vainas de Cassia siamea, y las cenizas de una quema de maderas en el suelo del sotobosque, cuya tierra es recuperada para dedicarla a la agricultura.


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Otelo Quirval. Paisaje de texturas en Veintisiete de Abril, Santa Cruz. 2019.


Otelo Quirval. Paisaje de texturas en Veintisiete de Abril, Santa Cruz. 2019. 80

Otelo Quirval. Paisaje de texturas en Veintisiete de Abril, Santa Cruz. 2019.


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Otelo Quirval. Paisaje de texturas en Veintisiete de Abril, Santa Cruz. 2019.


Otelo Quirval. Paisaje de texturas en Veintisiete de Abril, Santa Cruz. 2019. 82

Otelo Quirval. Paisaje de texturas en Veintisiete de Abril, Sanya Cruz. 2019t


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Otelo Quirval. Paisaje de texturas en Veintisiete de Abril, Santa Cruz. 2019.


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Arte Cubano Contemporáneo Jassiel Palenzuela Por Luis Fernando Quirós (Resumen del texto publicado en Wall Street International Magazine. 1 de Abril 2019).

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Arte cubano contemporáneo Dentro de este retrato a la creatividad en aquella isla caribeña, importa considerar a quienes antecedieron e introdujeron los discursos de lo contemporáneo, artistas como Ana Mendieta con el performance y la profunda experiencia autorreferencial. El escultor Juan Francisco Elso con su mano tendida, es uno de los más visibles indicadores de criticidad contestataria. Los cubano-americanos Luis Cruz Azaceta y José Bedia, confrontan a esos monstruos disfrazados de las tácticas del eterno poder. Las acciones e instalaciones de Carlos Garaicoa, Kcho, Los Carpinteros, entre otros creadores de alta visibilidad en los escenarios del mundo del arte, son testimonios del potencial, tanto como las confrontaciones de Lázaro Saavedra y Tania Brughera, que acuerpan lo político en las prácticas del arte cubano actual. Pero, importa decir además que, las recientes generaciones ya traen incorporado el chip de los nuevos lenguajes y discursos alternativos, acrecientan la cultura global replanteándola desde posiciones o visiones muy singulares, a explorar con esta aproximación, despejar su ecuación mediando con la tecnología


Horizontes Verticales Uno de estos jóvenes cubanos, Jassiel Palenzuela, entrevistado en un resiente chat, expresa que su pieza de la serie Horizontes Verticales, 2018: “es la metáfora de una cultura de la simultaneidad, donde la realidad no es tal, es virtual. Me interesa mostrar el estado de incertidumbre que a mi genera el estar conectado, las complejidades de la interacción multisensorial en redes sociales, donde la verdad deriva, divaga, miente”. Obsérvese que él utiliza la palabra “incertidumbre”, uno de los grandes asuntos de la virtualidad, que es portador de ese carácter del “saber o no saber”. Importa cuestionarse a quién llega el mensaje: ¿Cómo lo asume?, ¿quién está al otro lado de esa dimensión de la simultáneo y ubicuo?, ¿cómo edifica e interpreta este joven habanero la temática que aborda

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Jassiel Palenzuela. Horizontes Verticales. 2019. Foto cortesía del artista.

dentro de un entorno mediado, y con el cual rompe el aparente aislamiento y oficialidad? (In)formación y conectividad Prevalece la duda de cómo será interpretada, cuál será el impacto en esta cultura, y cómo será retroalimentado el artista mediando verdades o falsedades, que pueden generar incertezas, cuando tanto se habla de las nocivas noticias falsas en las redes. Pienso que hoy más que nunca se nos requiere dar temple al don de discernir, evaluar, tomar decisiones. Pero hago notar el uso que en particular le doy al vocablo (in)formación, que implica no solo aprender, sino a la vez desaprender, pues la teoría se replantea a sí misma constantemente, se trasviste cada día para exigirnos a estar alertas y atentos a lo que nos llega de vuelta.


Respecto a su pieza Tríptico, 2018, de la serie Horizontes verticales, cuyo título en sí conlleva la contradicción, en tanto compone dos vocablos en oxímoron, que se califican mutuamente. Palenzuela expresa en su estado compartido por redes: “Las piezas pretenden ser una abstracción de la realidad seccionada y fragmentada que recuerda por momentos a los códigos de barras en los productos que consumimos, a las pantallas múltiples de nuestros móviles o al muro de nuestro Facebook donde un cúmulo de realidades interactúan simultáneamente, derivando en una especie de realidad metafísica”. Pero esa actitud de la comunicación actual, y que él llama “metafísica”, supone reducir las incertezas, pues en tanto son códigos decodificados aquí, en China, o en el extremo sur de África, son sujetos sensibles a la cultura de inicios de siglo y milenio. Se trata de una comunicación numérica, cuyos algoritmos constituyen el imaginario simbólico que nutren a estas nuevas formas de producir arte. En algunas piezas Palenzuela juega con el inventario que aprendió del entorno digital, de los juegos de Atari, las viñetas, y animados digitales con los cuales se entretuvo desde niño, tecnología que también deja sentir la estocada del adversario, y cuyo aguijón produce una herida también digital, y aunque es mediática, resulta difícil de paliar.

86 Jassiel Palenzuela. Horizontes Verticales. 2019. Foto cortesía del artista.

En un texto que me compartió este artista, la crítico cubana frency, en un texto titulado Falencias, 2017, el cual refiere al reciente premio del Salón de la Ciudad de La Habana recibido por Jassiel, comenta: “Parece que vivimos en una contemporaneidad en la que muchos no somos conscientes de lo que se mueve tras lo que se nos presenta como “realidad”. Somos pocos los que nos interesamos por intentar ver más allá y escudriñar en las costuras de los sistemas o los campos de actuación humana. Somos cada vez más adictos a la necesidad de comunicarnos des-comunicándonos, de pretender realidades que no son tal cuales, o vivir otras que se nos ofrecen y a la vez, como en bucle, alimentamos con nuestro consumo”. (frency, Falencias, La Habana, 2017). Estar despiertos Afirmo que, en mi situación personal de comentarista de arte, caminar es sinónimo de pensar, pues mientras ando reviso, exploro, cuestiono o acuerpo mis teorías y comprensiones del fenómeno e investigación creativa, analizo y extiendo la mirada al paisaje externo, pero también al propio, me dejo hundir en sus trazos y emocionalidad. Diría que hemos comportado como eternos palimpsestos, cavando bajo las estratificaciones de


esa cartografía del entorno, del paisaje, de las rutas urbanas y/o rurales, entre los puentes y estaciones de la imaginación. Lo hicimos siendo exhaustivos, con ahínco, pues a lo largo del sendero de lo creativo, también se encuentran muchos asientos, cómodos pero equívocos, que tentarán a reposar la fatiga, pero si lo hacemos, vendrán esos filibusteros modernos a afinar sus tácticas de dominación, y nos encontrarán dormidos a la vera, desguarnecidos, presas fáciles. De esta manera defino al acto creativo como estar despiertos, andantes, observadores activos que asumen el disenso delante de las vicisitudes, que la condición de eternos migrantes conlleva. Migrar hacia el saber, hacia lo alfabetizado, hacia un signo de esperanza. Hemos afirmado -y, con esto concluyo-, la existencia del síndrome de las dudas en el arte de hoy, y en las capas más jóvenes de los artistas investigadores, buscadores, peregrinos y a la vez migrantes por los ductos de la comunicación y tecnología. Pero al mismo tiempo me cuestiono: ¿qué genera esa noción? La respuesta señalará siempre a la incertidumbre, que algunos artistas la observan como bicho acechante, como la bestia que pintó Bedia, Azaceta, o esculpió Elso, o el monstruo interior que empujó a Ana Mendieta en sus extraordinarias acciones autorreferentes, en una lucha sin fin por tener su mano en alto y su posición de mujer y artista; o al gigante de las dudas que nos castigan hoy en día con sus prácticas de lo político que, tal y como califica Brughera, serán siempre incómodas para muchos.

Jassiel Palenzuela. Horizontes Verticales. 2019. Foto cortesía del artista.

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La piel de las cosas Acercamiento a la obra de la artista costarricense Dinorah Carballo Por Luis Fernando Quirós (Resumen del texto publicado en Wall Street International Magazine. Abril 2019).

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La posición asumida por esta artista dentro de las expresiones actuales del arte contemporáneo, diría que se me parece a la actividad cotidiana de un investigador científico, quien replantea y cuestiona a cada momento la taxonomía y orígenes de las cosas, constatando sus saberes y conocimientos. Las separa por su apariencia o por la sustancia, en un desglose donde lo colectado -sean subproductos industriales, artesanales o naturales-, son siempre cercanos, e íntimos, en tanto provienen de su entorno: Su casa, jardín, estudio, biblioteca, o su memoria personal tan cultivada debido a su pasión por el arte. Dinorah Carballo colecta botellas, frascos, cajitas, raíces, flores, ramajes, telas, encajes, cuerdas, hilos, cables, texturas, plásticos, piedritas, arcillas, maderas, entre otros signos que ella advierte e instiga con una mirada escudriñadora, para apropiárselos y hacerlos aptos a encadenar en su imaginario simbólico, el cual acuerpa la obra. Respecto a los insumos para la creación, la misma artista comenta: “Yo no recojo objetos, yo tengo la idea de algún proyecto que se me pide o que quiero desarrollar: (exposición, bienal, encuentro) y busco la materia prima que es la técnica, siembro, proceso material que escribo para la idea, incorporo elementos vivos de la naturaleza, fotos de paisaje, tramas de lo cotidiano y del entorno social en que vivo, residuos. Investigo y uso esa naturaleza que me envuelve”. Quizás, desde este principio, lo suyo es cercano al arte “Povera”, aunque aquella corriente artística de mediados de los años sesenta del siglo pasado, se interesaba solo por los materiales a partir de la tierra y entorno natural. Pero Carballo, además de todos esos insumos adhiere lo artificial, como correspondencia con los materiales actuales -tan criticados y/o rechazados, como es el plástico traslúcido ante los problemas de degrado ambiental-, ella observa lo que ocurre a esos recursos


durante el proceso. Podría asumirse incluso que mucho de ello es efímero, como la poesía del momento, las palabras que se dicen sin ser un gesto escribible, pero se va n a la deriva. En el trasfondo conceptual, el trabajo de Dinorah Carballo me recuerda el encuadre temático de una novela del escritor Kóbó Abe (1924-1993), “El Rostro Ajeno”, 1964. Abe, el novelista japonés en una experiencia autorreferencial, argumenta la labor cotidiana de un investigador científico, quien, durante sus experimentos ocurre una explosión que le destruye la cara, y desde ahí inicia una constante búsqueda de su propia identidad. El personaje central se propone identificar su piel, color, poros, y facciones que le caracterizan en un constante rastreo de la médula de la memoria. La novela lo lleva por vicisitudes como experimentar el rostro del otro, o tener una cara prestada en el momento de entablar relaciones con la sociedad. Desde ese filtro de interpretación y lectura de su obra, Dinorah busca su piel, los poros por los cuales transpira el arte, los caracteres de los cuales se apropia para encadenar o desencadenar lo que intenta manifestar, y que ella conoce muy bien: Comunicarse con sus semejantes, e incluso a veces utilizar el vocabulario de sus referentes para hacernos nadar en el río del arte.

Dinorah Carballo. Conjunto ¨Nubes¨ Instalación in situ. 2018

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Esa carga de sentido también la anuncian aquellos vestidos colgados del gran gancho (la sociedad), que a veces pareciera dejar de ser un objeto de servicio a tratarnos a los usuarios como si fuésemos marionetas. La misma artista, en el texto del brochure de la muestra INTER/Fases, argumenta: “El trabajo creativo que aquí presento de tres décadas tiene que ver con pesos, y medidas, pero también es intuitivo, orgánico, que edificado en la interacción con la persona, produce reflexión. Cada parte de lo que somos afecta las otras de un conjunto social. Esa relación que implica el proceso creativo, el tema, los materiales y principalmente cada técnica la utilizo como apoyo al texto y no como un fin en sí misma”. ¿Qué sería del arte sin las contradicciones y las dudas, agregan interés y provocan seguir esas acciones a veces sin comprenderlas del todo, pero que calan en nuestra necesidad de estética y que superan la mera realidad? Esas “inter/fases” buscan manifestar la anomalía (la incertidumbre) de las estructuras de repetición, cuyos módulos o fases, durante la actividad compositiva persiguen el clímax, para ser el “verbo” diferenciador que

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Dinorah Carballo. ¡Qué Gancho¡ Fibras y relaciones (fragmento), instalación y vídeo, 2007.


aporta a la constitución de la frase, el contraste u oposición del sentido. Pero en el fondo lo que interesa -a ella y a mí como comentarista de su obra, es la actividad de interpretación que se activa de una a otra pieza, y es sustancia interior, muy suya. Dinorah se interesa en la memoria y lenguaje de las cosas; hay que decir que todo en esta vida la posee: Los materiales, las técnicas, la actividad que las reúne para conformar un conjunto la poseen; son palabras cercanas que ella compone para motivar el interés e incrementar la fuerza del discurso. Son hipertextos que nos llevan a otros estados, a otras estratificaciones y zonas de la expresión, a nuevos escenarios que se “clickean” para convertirnos en migrantes del saber. Importa indagar sí aquello que veo será áspero o liso, flexible o rígido, o hasta incómodo, pues al percibir el conjunto de esta muestra es que se recuerdan los acentos que nos ligan a otros encadenamientos de realidades y memorias paralelas. Comenta la artista: “La literatura o escritura que va acompañando mis tramas, SEMILIBRO, impresión digital de 1999, La serie MODELO NO ARMADO, Registros de un momento Creativo, y el libro Entre el Hecho estético y la Forma del 2002. Además APUNTES PARA DEFINIR UNA LINEA tiene un texto, CONVERSACIONES CON EL MAR tiene texto. LA TELARAÑA, LA HONDA NOCHE Y LA TERNURA tienen textos incorporados, NO TODO ES NATURALEZA MUERTA tiene un texto incorporado al cuadro. Y los tejidos: FiGURILLAS DE BARRO son tejidos, LA MACETA Y NUBES Y CELAJES, MAR y LADERA son tejidos- collages-junturas”. Todo esto se trama con el pensamiento, durante el caminar intranquilo reconstruyéndolo a la luz y “a b c” de la teoría del arte. Serán el ideario, el jardín interior de la artista que en su práctica requiere de algo más que hacer, pues necesita cargarlo de sus vivencias. Ella comenta que, en una de sus piezas expuesta, “Conversaciones con el mar, hay teoría del arte, aspectos de la sociedad, de la estética de las personas, de lo poético de la naturaleza y la filosofía. Trabajo las líneas, los puntos y las sombras, las trasparencias, entre otras cosas”. Al andar por las salas del museo, salta una seguidilla de dudas que intensifican el reto de aclararlas para tener control de la interpretación una vez salido del museo. Esto me ocurre siempre. Y, ¿no es acaso un motivo para investigar y ponerse al tanto de lo expuesto, pues, sin ese reto sería absurda la visita al museo? Uno se pregunta cosas como, ¿si podríamos afirmar qué, ese carácter de explorar las transparencias, las yuxtaposicio-

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Tiempo de paz. Oleo.75 x 90 cm. 1986. ¡Qué Gancho¡, fibras y relaciones (fragmento), 2007.


nes y superposiciones de pétalos, hojas, caparazones, urdimbre de hilos, fue el motivo que catapultó a esta artista a lo conceptual? ¿Cuál es ese concepto?, ¿cómo definirlo en su caso?, ¿cuándo impera el minimalismo y el intento de doblegar a la mirada, esto en alianza con el museógrafo y curador Luis Núñez. Respecto a lo referencial en el acto creativo, en la investigación y producción de la obra de arte, ¿qué dicen?, ¿qué aportan?, ¿dónde y cuándo se valoran o encuentran esos referentes y se define un programa estético? Respecto a estas inquietudes, ella responde: “En esta parte no me quedó muy claro tu pensamiento, querrás decir que en el afán de sintetizar o buscar un guion curatorial ¿quedan dudas o incoherencias?... No sé, puede ser. En el momento pasan muchas cosas, sobran piezas, faltan piezas, chocan unas con otras, el tiempo que no alcanza, la visión estética, la superposición de pensamientos, la yuxtaposición de ideas, el inconsciente, lo racional, todo influye para que quede como quedó”. De ahí que algunos objetos y sujetos de esa poesía que ella llama “Inter/ fases” -tal y como se dijo-, nos atrapan o repulsan, pero es indispensable que existan para dar respuestas a ese encadenamiento, que son la “anomalía” del sentido o programa compositivo. A veces no encontramos las 92 respuestas, pero se intuyen entre murmullos o comentarios escuchados de terceros. Ejemplo de esta incertidumbre son aquellas valijas de un tono rosa intenso, que distraen, subvierten, hasta incomodan, pero calzan en el Cofradía. Inyección de Tintas, montaje fo- encadenamiento de la sombras y reflejos que arrojan los trajes de plástico tográfico (fotografía análoga) Medidas sobre la pared, y que se reflejan en el piso de vidrio, y deja ver en lo pro231x50, cms. 2001 fundo de la visión, hasta los cimientos del inmueble del museo. Importa además decir que, en el tratamiento de la memoria, también hay espinas que nos punzan y obligan a evocar, así mismo es la vida, no siempre esta sembrada de flores perfumadas y aterciopeladas, siempre habrá rosas y, aunque sean tersas y signo de la delicadeza o feminidad, también tienen aguijones. Implican reflexionar acerca de las relaciones intrafamiliares, las relaciones de pareja, en una realidad que pende de un hilo o de un “gancho”, para ser precisos en el caso de este singular encuadre expositivo. En el reciente proyecto expuesto en el Museo R. A. Calderón Guardia de la ciudad de San José, Costa Rica: “INTER/fases, un recorrido antológico por los períodos artísticos, períodos 1982 – 2019”, se vuelven tramas que nos acercan a distintas realidades donde ella, Dinorah Carballo como artista,


puso la mirada, y planeo la táctica de tocarnos en el interior de cada uno como espectador, para recoger reminiscencias. El o la artista es eterno colector de cosas. En este proceso conforma cada fase, pero sobre todo considera lo que las reúne, la fuerza o energía interna de cada objeto, que, les atrae y hace pertenecer al compendio de la exhibición, lo cual tiene mucho de autobiográfico, y en tanto que, a quien ella investiga, es a sí misma. La primera sala expone pinturas, óleos sobre telas, realizadas en años de formación en la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Costa Rica. Manejaba un lenguaje formal de enormes signos sobre planos de color de adecuada construcción y dinámica abstracta, pero en algunas situaciones se vuelve figuración, como en su pieza “Tiempo de paz”, óleo de 1986. Luego aparecen sus escultumuebles, silla “Celaje” y sillón “Garúa”, 1999, y con lo cual participó en la Bienal de Diseño Iberoamericana de Madrid 2012. Al lado aparece su “SeMiLibro”, con el cual descubre un sendero tomado por ella desde finales de los noventa e inicios de los dos mil, en el cual interesa la relación entre las palabras, los soportes, los espacios y donde se lee o reflexiona acerca de esa poesía visual. 93

Modelo no armado. Registros de un momento creativo. 2001 Abajo: Urnas con insumos e impresiones y tejidos


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Dinorah Carballo. Escultumuebles. Silla Celaje y Sillón Garúa. 1999. Al fondo: SeMiLibro (Texto e impresión) Instalación.

Luego, en uno de esos recodos del recorrido aparece su conjunto “Figurillas de Barro”, hechas en diversos tiempos pero recompuestas en el presente año para mostrar un intervalo lúdico -entre ella, la artista y la materia-, componiendo tramas de intensa carga sensorial. De pronto aparece la ya comentada instalación y video “¡Qué Gancho¡, fibras y relaciones (fragmento)”, 2007, con aquel signo portador: el enorme objeto de colgar ropa del cual penden varios vestidos en plástico, traslúcidos, pero que arrojan sombras y reflejos sobre la pared y el piso de vidrio, afirmando la percepción de extrema fragilidad. Al fondo del mismo espacio se localiza una pequeñna salita donde montó “Ensayo para un tejido Referencial” (fragmento), instalación in situ de 2015. Ahí acude la memoria de las cosas, esa piel que se rastrea, aunque a veces queda tendida entre las cuerdas, como en una profusa trama de lianas y vejucos del bosque o selva de la mente, pero industriales, artificiales.


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Dinorah Carballo. Ensayo para un tejido Referencial (Fragmento). Instalación in situ. 2015.

Requiere del tiempo, no en cuanto métrica del reloj, sino el de las condiciones atmosféricas que afectan a tales productos a observar (los chubascos interiores referidos por Carmen Martín Gaité (1925-2000), en “Nubosidad Variable”), pues inciden en el grado de luminosidad y de la sombras propias o arrojadas por los objetos, que son sujetos del encuadre estético de la instalación, ensamble, collage, escultura, grabado o pintura de Carballo. Ella es una estudiosa de la amalgama de las cosas, su intelecto de investigadora prioriza y rinde un proceder para conformarles y, sobre todo, provocar a quienes la seguimos en su singular práctica artística. Actúa la gracia de la telaraña: nos atrapa con sus hilos invisibles, para vernos dentro, atados en el fondo por esos reflejos y luces catando la poesía interior de naturaleza intimista, pero de pronto -como en la sala se reduce la luminosidad al no tener a nadie presente delante de las obras-, todo se apaga y quedamos al garete.


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El arte en su génesis, fue una manifestación del anonimato, no identificaba autor, animaba en la colectividad creencias y expresiones espirituales pero no daba culto a la personalidad como ocurre hoy en día. Y de esta manera se mantuvo por siglos, hasta arribar al Renacimiento cuando los artistas, en sus talleres, empezaron a cultivar el arte compartiendo sus saberes y experiencias con sus aprendices. En Florencia, Italia, cuna de estas relaciones de poder, florecieron los talleres de maestros, que enseñaron a otros maestros dejando honda huella en tanto se manifestaba el signo de su ingenio en las piezas que ellos pusieran el pincel o el cincel. O sea no se firmaba la pieza, la lectura crítica rastreaba los rasgos estilísticos y tratamiento de los materiales. Pero es el auge del capitalismo de la era industrial el que incrementó el valor de cambio y el arte comenzó a ser firmado extendiéndose la honda expansora del mercantilismo por las grandes capitales del mundo.


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Mural de piedras en Pitosi, Portugal. 2018.


Con la muestra Arte Anónimo MMG en Portugal, se propone borrar la idea del autor, para que la conciencia del ingenio creativo vuelva a la obra, considerando la piedra como la manifestación de la materia dura del planeta. Se elaboró en Egipto, Mesopotamia, Oriente, el las culturas nordicas y los bretones, en la civilización Inca, Maya y Mesoamérica. No dejan de tener presencia en la historia del arte movimientos anti-arte como el Dadaísmo y el Povera, que fustigaron esa desliz del mercado del arte, utilizando sus mismos subproductos para ponerles la etiqueta y firma de autor. Se recuerda el “Ready made” del Dadaísmo, exhididos por primera vez en Nueva York en 1917, o las latas de “Merda D’ Artista”, 1963, que subvirtieron los escenarios oponiéndose a los encuadres de la vanguardia, convirtiéndose ellos mismos en vanguardia y abriendo las puertas al Arte Conceptual, en los años setenta del siglo pasado.

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Minimizar al autor, para que la conciencia del ingenio creativo vuelva a la obra misma, y considerar la piedra como la gran manifestación de la materia del planeta, es esencial y concreto. La piedra hizo grande al arte de Egipto, Mesopotamia, Oriente, el de las culturas nórdicas que construyeron dólmenes, navetas y mehires como arquitectura funeraria, y suma la grandiosidad en el uso de esta materia originaria por parte de la civilización Inca, Maya y Mesoamérica.

Mural de piedras en Pitosi, Portugal. 2018.


99 Muro en un parquesito de Zapote, San José. Piedra caliza. 2018.

Se elige la piedra para volver al anonimato, pues el planeta Tierra es una conglomeración geológica de diversidad de especificidades matéricas que pertenecen a todos los terrestres. Las rocas son extraídas de las enormes cordilleras hasta de los fondos marinos. Los cauces o cuencas de los ríos, lagos, hasta de los volcanes que eructan magma (piedra fundida), la cual al llegar al exterior y enfriarse se convierte en roca (granito volcánico), o en cenizas que también son materia molida. Para esta reunión anónima del arte en piedra participarán cinco artistas costarricenses, quienes se han distinguido por elaborar esta materia. Son portadores de propuestas muy contemporáneas, que vuelve a ver hacia el pasado para repasar lo que enseñan, y uno de esos grandes aprendizajes es que el arte es el arte, y que el artista comparte sus talentos con todos los demás, con nosotros mismos los espectadores que vemos crecer esas inmensa proezas de la civilización humana que también está en constante transformación.


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Museo del Árbol TRAMAS La Fatalísima Magazine Diseño Gráfico: LFQ Fotografía: Autores citados Abril 2019 102

Museo del Árbol Grupo editor Rodolfo Uder, Ilse Uder, Nelson Moya y LFQ. La Fatalísima Grupo editor: E’ Mundo Chevón y Otello Quirval.


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