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Este núm ero de AGO RA PHILOSO PHICA. REVISTA MARPLATENSE DE FILOSO FIA presenta diversos artículos vinculados de m anera directa con la cibercultura, es decir, con la em ergencia gradual de una cultura de alcances globales fundada en una red m undial de com putadoras. El desarrollo de las nuevas tecnologías de com unicación y, especialm ente, el advenim iento y el posterior afianzam iento de Internet, ha producido una im portante producción teórica que tem atiza los aspectos sociales, cognitivos, estéticos e incluso m etafísicos de la “red de redes”. Algunos de los problem as relacionados con este tópico tienen una indudable raíz filosófica. Entre ellos, el proyecto de un cosm opolitism o inform ático, la distinción entre natural y artificial, el carácter nóm ada del sujeto-cibernauta y la posibilidad de una fenom enología del ciberespacio. Varios de los trabajos que conform an esta edición intentan responder a estos “nuevos” interrogantes.
M ar del Plata, junio de 2004. G . F.
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Año V, Nº 9, diciembre de 2004 ISSN 1515-3142 AGORA PHILOSOPHICA. Revista Marplatense de Filosofía ARTÍCULOS Arte y ciberespacio: círculos extraños MÓNICA B. CRAGNOLINI. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Cosmopolitismo informático GRACIELA FERNÁNDEZ. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25 Tecnología, naturaleza y artificialidad. Notas sobre algunas metáforas totalitarias en la cibercultura DIEGO PARENTE. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37 Cibercultura. Nuevas formas del nomadismo CRISTINA AMBROSINI. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53 Cibercultura: tres piezas fundamentales MERCEDES NAVEIRO y ANA M. PICCIN. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69 NOTICIAS Nuevas autoridades AAdIE-BA 2004-2008.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Jornadas "Ética, razón y conflictividad". . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Quirón: 35 años. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20º Aniversario de Relaciones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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RESEÑAS Alain de Botton, Las consolaciones de la filosofía Juan Brando.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91 Francis Korn. Buenos Aires, mundos particulares 1870-1895-1914-1945 Herminia Solari. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93 Patricia Britos, La investigación en la ciencia política. Dos métodos y un diálogo posible. Laura Llamas Figini. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95 Ricardo Maliandi. Ética: conceptos y problemas Sergio Cecchetto. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
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Año V, Nº 9, December 2004 ISSN 1515-3142 AGORA PHILOSOPHICA. Revista Marplatense de Filosofía ARTICLES Art and Cyberspace: Odd Circles MÓNICA B. CRAGNOLINI. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Cybernetic Cosmopolitism GRACIELA FERNÁNDEZ. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25 Technology, Nature and the Artificial. Remarks on Some Totalitarian Metaphors in Cyberculture DIEGO PARENTE. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37 Cyberculture: New Forms of Nomadism CRISTINA AMBROSINI. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53 Three Basic Elements of Cyberculture MERCEDES NAVEIRO y ANA M. PICCIN. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69 NEWS New AadIE Authorities 2004-2008. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . "Ethics, Reason and Conflictivity" Congress. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Quirón: 35 Years. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Relaciones 20th Anniversary. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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REVIEWS Alain de Botton, The Consolations of Philosophy Juan Brando.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91 Francis Korn. Buenos Aires, Singular Words 1870-1895-1914-1945 Herminia Solari. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93 Patricia Britos, Research in Political Science. Two Methods and a Possible Dialogue. Laura Llamas Figini. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95 Ricardo Maliandi. Ethics: Concepts and Problems Sergio Cecchetto. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
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AR TE Y C IB ER ESPAC IO : C ÍR CU LO S EXTR AÑ O S MÓNICA B. CRAGNOLINI (Universidad de Buenos Aires - CONICET). RESUMEN E n e ste a rtícu lo se a b o rd a e l te m a d e l a rte e n e l cib e re sp a cio y la s p o sib ilid a d es q u e e l m ism o b rin d a p a ra u na re se m a n tiza ció n de a lg u n as ca te g o ría s e sté tica s. E s as p o sib ilid a d es p u ed e n se r p e n sa d a s d e sd e d o s p u n to s d e vista : la so b re sa tu ra ció n de re p re se n ta ció n , q u e h a ce v isib le la in e xiste n cia d e l o rig in a l, y la d esa p ro p ia ció n qu e se p ro d u ce e n la R e d . S e concluye planteando las posibilidades que brinda el arte cibern ético para concebir una fo rm a de pensar "entre " la lógica bin aria . P ALAB R AS C L AV E : A rte , C ib e re sp a cio , E s té tica , R e p re se n ta ció n . AB S TR AC T In th is p a pe r, th e to p ic o f a rt in th e cyb e rsp a ce is a n alize d in its p o ssib ilitie s, in o rd e r to a re sig nification of som e aesthetic categorie s. These possib ilitie s can be thought from tw o poin ts of vie w : the re pre sentation's "o ve rsa tu ra tio n " th a t m a ke s visib le th e no n e xiste n ce o f th e orig in a l, a n d th e "d isa p p ro pia tion" th at takes pla ce in the N et. The paper conclu des outlin in g the possib ilitie s that offers the cybern etic art in ord er to con ceive a form of thinking "am on g" the bina ry log ic. K E Y W O R D S : A rt, C yb e rsp a ce , E s th e tics, R e p re se n ta tio n .
Internet, "la red de diez mil dimensiones en el cielo y la tierra", como dicen los chinos, es un ámbito que -parafraseando a Ricoeur- “da que pensar” en torno a la deconstrucción de categorías referentes a la temporalidad, la espacialidad, la comunicación, la subjetividad, la representación. Se suele decir que el fin de la modernidad tiene que ver con el fin de la representación, y con la posibilidad de clausura de la misma. Durante la década de los ochenta y parte de los noventa, el debate modernidadpostmodernidad1 permitió, entre otras cosas, una rápida aproximación de lo acontecido - a partir del uso que se hacía, por aquellos tiempos cada vez
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Quisiera recordar que el el térm ino “posm oderno” surge en los sesenta para caracterizar los productos literarios que se obtenían, no a partir de la experim entación (característica de “lo m oderno”) sino desde la reelaboración o el pastiche. C uand o Lyotard realiza su inform e para el C onsejo de Estado de Quebec, caracteriza la form a de saber de las sociedades occidentales avanzadas a partir del descreim iento en los grandes relatos. Por su parte, lo “posm oderno” en la arquitectura im plica, entre otras cuestiones, la oposición al racionalism o y funcionalism o del m ovim iento m oderno, de allí el retorno a las superficies y lo decorativo.
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más habitual, de la computadora, y de las posibilidades que comenzaba a ofrecer Internet-, a los caracteres del mundo postmetafísico anunciado por el postmodernismo. Cuando en el ámbito italiano de fines de los ‘70 se caracteriza el pensiero debole, se intenta señalar la estrecha relación entre la metafísica y las categorías fuertes, posibilitadoras del dominio (y que, en términos heideggerianos, serían, en la genealogía de la metafísica de la subjetividad, las que hallarían su consumación en el mundo tecnocientífico). Frente a la violencia “disimulada” en la metafísica, violencia que tiende al aseguramiento y la conservación, el pensamiento débil se constituye en Vattimo como una “ontología del declinar”, que asume la condición finita del hombre y el hecho de que el ser acontece en la trasmisión de los lenguajes. Desde una reafirmación de la premisa nietzscheana que señala que “todo es interpretación”, el trabajo del pensamiento se realiza en la superficie, en los pliegues, en la piel. Este trabajo hace visible el carácter “tentativo” del pensar (frente a la metafísica buscadora de seguridades); la multiplicidad de las lenguas (una vez desaparecido Dios, el dador del sentido de toda verdad y todo lenguaje), y la diversidad de los relatos. Para Vattimo, la consecución de la tarea nietzscheano-heideggeriana supone la profundización del nihilismo, como nuestra posibilidad, y la admisión de que, estando en el mundo de la comunicación generalizada, ya no existe la verdad sino como pertenencia (a la lengua, a la tradición). Al no haber, en virtud de la inexistencia de la verdad, una metateoría juzgadora de la validez de los discursos, lo que se da es la multiplicidad de los mismos; al desaparecer el télos de la historia, se hacen presentes múltiples relatos sin una direccionalidad fija, sino en convivencia de diferencias y diversidades. Considerando el nihilismo como la pérdida del sentido de los grandes valores de los sistemas religiosos, metafísicos y morales, uno de los aspectos del mismo más destacado por los pensadores de este siglo es el que se relaciona con la vaciedad de sentido generada a partir de la tecnociencia y su influencia en los diversos ámbitos de la vida. En el campo de la estética, el creciente avance de la técnica fue visto como una paulatina homogeneización tanto de las obras de arte -por acción de la reproducción técnica- como de aquellos que experimentaban "placer" estético, convertidos ahora en espectadores masificados. En esta línea de pensamiento, los miembros de la primera Escuela de Frankfurt -Adorno y Horkheimer, sobre todo- señalaron proféticamente que marchábamos hacia la sociedad de la organización total, y que los mass media contribuirían a dicha organización, en virtud de su poder aniquilador de lo individual en aras de la masa y la gregarización del individuo. Para Vattimo, los resultados de la comunicación generalizada han sido otros: en lugar de una sociedad centralizada, los mass media se han convertido en el vehículo de la multiplicación de las más diversas imágenes, a través de las cuales podemos acceder y entrar en contacto con otros sistemas de valores y creencias, otros lenguajes y dialectos, otras formas de
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ser en el mundo. La situación que era vista como amenaza para la individualidad se transforma, para Vattimo, en una de las chances de la posmodernidad: me refiero a la posibilidad de la pluralidad de imágenes e interpretaciones que los medios masivos de comunicación nos trasmiten. En un mundo fragmentado, el concepto de realidad estalla: ya no creemos en la existencia de una realidad en sí, un fundamento último por debajo de las múltiples realidades, sino que la realidad es ahora el “entrecruzamiento de múltiples imágenes e interpretaciones [...] que distribuyen los media”.2 La apuesta de Vattimo en La sociedad transparente –apuesta que, en más de un punto suena demasiado a “apologética de lo existente”- apunta a la posibilidad –dada por ese carácter caótico y múltiple de los mass media- de una experiencia del aligeramiento del ser, aligeramiento que contrasta con la ontología fuerte de dominio de la metafísica y de la racionalidad tecnocientífica. El mundo cibernético, mundo en que se exacerban aquellos caracteres de multiplicidad, adireccionalidad, fragmentariedad, diversidad, tan caros al pensamiento posmoderno, brinda una nueva posibilidad de acercamiento a estos temas. Más de un informático ha señalado esta cercanía desde la noción de hipertexto, que hace visible el desplazamiento con respecto al supuesto centro y origen, o ha creído encontrar en las experiencias internéticas aquello que antes no había comprendido del deconstruccionismo.3 Mantenimiento en la superficie, valor de la interpretación por sobre todo, indistinción entre realidad y virtualidad, yoes múltiples y diversos, instalados también en espacios múltiples y diversos, parecen indicar que el ciberespacio es el “lugar” en que hallan concreción las ideas acerca del fin de la modernidad. El mundo del ciberespacio se presenta como una superficie que, como indicaba Jameson en 1984, es imposible “cartografiar”:4 ¿en qué “lugar” se encuentran los navegadores de la World Wide Web? Ser-en-el-mundo cibernético. Cuando Heidegger planteó, en 1927, la analítica del Dasein, su caracterización del ser del hombre desde la noción de ex-sistencia, apertura, proyecto (y todo lo que implica el término Dasein a nivel de sus existenciarios) apuntaba a un modo de ser diferente de la subjetividad moderna. Dicha subjetividad, pensada en la forma de la permanente presencia a sí del sujeto en los modos de la representación, la interioridad y la conciencia, estaba marcada por el peculiar sesgo de la propiedad y el dominio de todo lo que
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G. Vattim o, La sociedad transparente, trad. T. Oñate, Barcelona, Paidós, 1990, p. 81.
3
Esto es lo que señala, inter alia, S. Turkle, La vida en la pantalla. La construcción de la identidad en la era de Internet, trad. L. Trafí, Barcelona, Paidós, 1997. 4 F. Jam eson, "Postm odernism , Or, The C ultural Logic of Late C apitalism ," N ew Left R eview , no. 146 (July-August 1984).
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acontece. Soberbias del sujeto moderno que el Dasein pretendía echar por tierra, marcando la necesaria pertenencia al mundo, su carácter de arrojado, en un mundo con sus circunstancias y caracteres propios, y la dependencia referencial con respecto a los otros y lo otro. Un peligroso huésped se anidaba en el corazón de ese sujeto de la modernidad: el dominio, huésped que, exacerbado en la tecnociencia, se transformaría en el responsable de la devastación de la tierra, su anfitriona. Hoy, que las condiciones de vida han cambiado drásticamente por el avance de las tecnologías, sobre todo en el ámbito de la comunicación, y que el trabajo se ha tornado, en gran parte, en trabajo inmaterial, tal vez se torne necesaria una re-descripción fenomenológica del modo de ser del existente humano, redescripción que de cuenta de las transformaciones habidas en el ámbito de la temporalidad, la espacialidad, la identidad, sobre todo en la últimas dos décadas. Si el mundo es, en términos heideggerianos, la red de referencias significativas, el ser-en-el-mundo cibernético pareciera una exacerbación de ese carácter. El ciberespacio supone una forma de comunicación que no depende de los modos del tiempo y del espacio habituales para generar modos de relación con los otros. Años atrás se hablaba de la computadora personal como “segundo yo” (Turkle), hoy en día la multiplicación y diversificación del yo en Internet, en espacios y tiempos también diversificados y diversificables en tanto virtuales, obligan a una consideración de las transformaciones acontecidas, y del modo en que afectan categorizaciones anteriores. En otro lugar5 , de denominado “ciudades intangibles” a las nuevas “más que urbes” a las que da lugar el intercambio informático en la red. Le Goff ha mostrado de qué manera en la época medieval y en el renacimiento la ciudad se rodea de muros para diferenciar el ámbito de lo “propio” frente a lo “otro”: la selva, el desierto. El caminante en dirección a Tierra Santa, que atraviesa la ciudad medieval, reviste el carácter de marginal,6 ya que desconoce el valor de lo “propio” en este mundo -la casa, la seguridad- en vistas de la “verdadera ciudad”, la ciudad celeste. La modernidad, por su parte, coloca “lo otro” en el ámbito mismo de la ciudad: la “selva” baudeleriana encierra tanta multiplicidad y diferencia que impide colocar lo extraño “por fuera” de la urbe. La idea de metrópoli aparece entonces con los rasgos de la artificialidad frente a la ciudad, más comunitaria. Sin embargo, la ciudad es cada vez menos el lugar de una posible comunidad, y se transforma así en lugar de tránsito, de homogeneización, de intercambio. Max Weber ha señalado la importancia del territorio en la caracterización de la ciudad occidental (lo que permite delimitar el ámbito de lo propio). La metrópoli, la urbe, por el contrario, se halla caracterizada por las relaciones. Todas las polémicas ciudad-metrópoli dan cuenta de estas temáticas desde
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Véase m i artículo “Las ciudades intangibles”, en Alternativas, San Luis, Año IV, N º 16, pp. 63-70. Aquí reproduzco algunas de las ideas allí vertidas.
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N . Guglielm i, G uía para viajeros m edievales, Buenos Aires, C O N IC ET, 1994, p. 11.
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las cuestiones de organicismo-funcionalismo. Las ideas de la Glaskultur7 permiten “visualizar” la noción funcionalista presente en la metrópoli, tal como lo ha indicado Cacciari: en el intercambio de la "transparencia universal", toda diferencia deja de tener importancia en tanto todo está "expuesto" y omni-visualizado. La cultura del vidrio borra los límites entre lo interior y lo exterior, exponiendo todo al mismo nivel de visibilidad, y desmarcando toda posible diferencia. En el lenguaje cotidiano, se habla ahora de “nuevas ciudades” o, más bien, de “nuevas comunidades” que surgen a partir del uso de la así llamada “autopista informática”, ese nuevo lugar del estar contemporáneo (y que tal vez, más que autopista, que siempre supone una direccionalidad, sea un “mar” a navegar). Podríamos calificar a esas ciudades de “intangibles”, puesto que los límites espacio-temporales de las mismas son indeterminables. Hay quienes caracterizan a la revolución informática y las transformaciones que la misma acarrea por la potencialidad de ser descubierta, más que por la permanencia.8 La permanencia ha sido el gran patrón de medida en lo que respecta al tiempo (duración) y el espacio (la homogeneidad), aún en la época moderna, guiada por la necesidad de la novedad y el tiempo nuevo. El ciberespacio no es sólo el lugar de la “no permanencia”, sino que se podría decir que es un no-lugar, no en el sentido de Augé (ya que los no-lugares serían localizables, pero carentes de marca propia), sino en tanto “ilocalizable”, no situable: un espacio que no está en ningún “espacio”. Un mapa de Internet graficaría una estructura anáquica, sin centralidad. Cuando se crea en 1957 ARPA (Advanced Research Project Agency), agencia creada por el ministerio de defensa norteamericano con fines militares, se inicia la red. La necesidad de generar un mecanismo de supervivencia informativa supuso la elusión de la centralidad de Arpanet. Tal vez Arpanet, con su actual desarrollo en Internet, sea una más de las paradojas que generan las estrategias de la razón instrumental, que, en la búsqueda del mayor dominio parecieran dar lugar a un mundo que constantemente escapa a las posibilidades de dicho dominio y a las ansiedades de control. Las ciudades intangibles tienen algo de metrópoli y algo de ciudad comunitaria. Como en las grandes metrópolis, en la red pareciera que se puede mantener el anonimato, pero el mismo está amenazado por la
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M . C acciari, “Interno e esperienza (N ota su Loos, R oth e W ittgenstein)”, en N ueva C orrente, Austria: la fine e dopo, N ros 79-80, 1979, pp. 368-381, y “The C hain f Glass”, en Architecture and N ihilism : On the P hilo sophy of Modern Architecture, transl. by S. Sartarelli, N ew H aven and London, Yale U niversity Press, 1993, pp. 187 ss. 8 A. M . Artopoulos, “El futuro llegó hace rato...: usos alternativos de la inform ática centralizada en espacios urbanos”, en S. Finquelievich, y E. Schiavo, (com ps.), La ciudad y sus TIC s. Tecnologías de inform ación y de com unicación, Bs. As., U niversidad N acional de Quilm es, 1998, p. 62.
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posibilidad de acceso a datos por parte de cualquiera con los suficientes conocimientos para violar seguridades computacionales. Por otro lado, se gesta la idea de “comunidad” en la medida de esos rasgos de “pertenencia” que se comparten. Pero, como señala Derrida,9 con la expresión “comunidad tecnológica” se corre el riesgo de reconstituir lo que está en cuestión. Como Jean-Luc Nancy, prefiere utilizar el témino “reparto”, para señalar una red sin coherencia ni homogeneidad, en la que están presentes lo común y las diferencias y singularidades. “Hay una forma de coinscripción en el espacio... pero vacilaría en llamarla una comunidad”10 , dice Derrida, ya que “comunidad” pareciera remitir a un fondo identitario difícil de señalar en este caso.11 Cuando, en el surgimiento de la metrópoli, se planteó el conflicto entre lo orgánico y lo funcional, se destacó el carácter individualista del habitante metropolitano, en virtud –entre otras cosas- de que el espacio ya no era un espacio compartido, sino un “lugar de tránsito”. La paradoja del ciberespacio y las ciudades intangibles es que ahora sí se comparte un “espacio”, pero el mismo no es ni permanente, ni localizable; y la tradición que se va gestando a partir del mismo es un archivo continuamente transformable.12 En este sentido, una “tradición” que opera desde una idea diferente de “lo resguardado”, parece cuestionar la idea de propiedad. John Perry Barlow, autor de la "Declaración de independencia en el ciberespacio", señala “Aquí no hay materia alguna", para referirse a las cuestiones que se generan en la Red. Si la propiedad es uno de los pilares fundamentales de la sociedad civil moderna y sus derivaciones, el “libre acceso de todos a todo” –predicado por el Manual de ética hacker- pone en crisis ese modelo de sociedad. La “tradición” que se genera a partir del ciberespacio pareciera eludir la idea misma de tradición como “archivo” o “reservorio” y, con ello, toda idea de propiedad. La constitución de nuevas figuras de la identidad desde el imaginario de Internet: hackers y crakers, aludidos generalmente como los nuevos héroes del ciberespacio, "caballeros de la Red" que transitan por los nuevos ámbitos, son precisamente figuras cuestionadoras de la idea de propiedad.
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J. D errida - B. Stiegler, Ecografías de la televisión, trad. M . H . Pons, Buenos A ires, EU D EBA , 1998, p. 86. 10
J. D errida - B. Stiegler, Ecografías de la televisión, p. 87.
11
La com unidad en sentido habitual rem ite a un “fondo identitario”, sin em bargo, el m odo en que Derrida trabaja la problem ática de la com unidad, siguiendo las huellas de N ietzsche, Bataille, Blanchot y N ancy en Politiques de l’am itié, Paris, Galilée, 1994, señala ese “fondo” justam ente com o “ausencia de fondo”, desde caracterizaciones com o “la com unidad anacorética de los que am an alejarse”.
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Si pensam os, por ejem plo, en el “net.art” (el arte de red), una de las precauciones a tener en cuenta es que, junto con la obra (si es que se desea su “perdurabilidad en el tiem po”) es necesario archivar el software que la hace accesible.
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Por ello aludo al mundo ciberespacial con la expresión de “ciudades intangibles”, comunidades inmateriales, que tienen mucho de las ciudades invisibles que transita Marco Polo, y que describe al Kublai Kan en las tardes.13 Al igual que Pentesilea, Internet se construye como una periferia de sí misma que tiene su centro en cualquier lugar; por ello, como señala Marco Polo "hace horas que avanzas y no ves claro si estás ya en medio de la ciudad o todavía afuera". Del mismo modo que en Melania, en el ciberespacio uno siempre se encuentra en mitad de un diálogo ya empezado: “La población de Melania se renueva: los interlocutores mueren uno por uno y entre tanto nacen los que se ubicarán a su vez en el diálogo, uno en una parte, otro en la otra. Cuando alguien cambia de parte o abandona la plaza para siempre o entra por primera vez, se producen cambios en cadena, hasta que todas las partes se distribuyen de nuevo... Sucede a veces que un solo interlocutor sostiene al mismo tiempo dos o más partes: tirano, benefactor, mensajero, o que una parte se desdobla, se multiplica, se atribuye a cien, a mil habitantes de Melania”.14 O como Cecilia, el ciberespacio está en todas partes, porque “los lugares se han mezclado”,15 en una ciudad que, como Raissa, enlaza con hilos invisibles, y por un instante a los personas: “También en Raissa, ciudad triste, corre un hilo invisible que enlaza por un instante un ser viviente a otro y se destruye, luego vuelve a tenderse entre puntos en movimiento dibujando nuevas, rápidas figuras, de modo que a cada segundo la ciudad infeliz contiene una ciudad feliz que ni siquiera sabe que existe”.16 Tal vez tenga también mucho de Cloe: “En Cloe, gran ciudad, las personas que pasan por las calles no se conocen...Algo corre entre ellos, un intercambio de miradas como líneas que unen una figura a la otra y dibujan flechas, estrellas, triángulos, hasta que todas las combinaciones en un instante se agotan, y otros personajes entran en escena...Así... se consuman encuentros, seducciones, abrazos, orgías,... sin rozarse con un dedo, sin alzar los ojos. Una vibración lujuriosa mueve continuamente a Cloe”.17 O como Leonia,18 que se rehace a sí misma cada día, y cuanto más expele más
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M e refiero, por supuesto a I. C alvino, Las ciudades invisibles, trad. A. Bernárdez, M inotauro, 1995. H e utilizado esta referencia en el artículo antes citado, “Las ciudades intangibles”, pero aquí m e perm ito la dem ora en la cita, ya que la caracterización de cada ciudad m e aproxim a –en la m aravillosa escritura de C alvino- a las ideas que intento desarrollar.
14
I. Calvino, op.cit., p. 91-92.
15
I. Calvino, op. cit., p. 164.
16
I. C alvino, op.cit., p. 160.
17
I. C alvino, op. cit., pp. 63-64.
18
I. Calvino, op.cit., p. 125.
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acumula, o como Smeraldina, ciudad de los múltiples caminos que sabe que los mismos nunca podrán ser representados en mapa alguno.19 Tal vez el ciberespacio tenga algo de todas esas ciudades invisibles, y se asuma como Ottavia, ciudad-telaraña, cuya base es una red “que sirve de pasaje y de sostén”, y sin embargo, señala Marco Polo, “la vida de los habitantes de Ottavia es menos incierta que en otras ciudades. Sabes que la red no sostiene más que eso”.20 Arte y ciberespacio La constitución del ciberespacio, las telectecnologías en general y las topologías de lo virtual, implican –como ha sido indicado– otros modos de pensar el espacio y el tiempo, y con ello, los conceptos referentes a los “habitantes” de estas ciudades intangibles, que ya no pueden ser considerados en los tradicionales términos de “ciudadanos” (como poseedores de deberes y derechos en la sociedad civil), sino tal vez, como “navegantes” ya no situables o localizables. En relación con la estética, las aproximaciones del posmodernismo intentaban dar cuenta de los modos en que, a partir de la era generalizada de las comunicaciones, la percepción y el goce estético se transformaban, evidenciando ese “aligeramiento” que se hacía visible en las interpretaciones del ser. Esto es algo que comienza a tematizarse a patir del surgimiento de la metrópoli. En la época de reproductividad técnica el campo posible de la experiencia estética sería, como señaló Benjamin, el de la “percepción distraída”, incapaz de reconocer “obras de arte”. Vattimo encuentra en la percepción distraída la chance del arte actual: está en el ámbito del declinar y de las significaciones diseminadas.21 Mientras que la estética moderna consideraba como valores esenciales la estabilidad y perennidad de la obra, por un lado, y apreciaba la vivencia estética en virtud de su profundidad y autenticidad, por el otro, para la estética posmoderna esos valores ya no tienen sentido. Al arte del monumento eterno se le ha opuesto el arte del ornamento, que nos reenvía constantemente hacia otros mundos posibles que son parte del mundo múltiple con el que nos enfrentamos. Los productos de la sociedad de masas son efímeros y es difícil reconocer "detrás" de ellos una "esencia". La experiencia estética de hoy es una experiencia de movilidad, de cambio, de fragmentación: junto con Dios y la idea de la historia unitaria, también muere el ideal de conciliación del arte, ideal subordinado a la metafísica occidental.
19
I. Calvino, op. cit., p. 100.
20
I. Calvino, op. cit., p. 87.
21
G . Vattim o, El fin de la m odernidad. N ihilism o y herm enéutica en la cultura posm oderna, trad. A. Bixio, Barcelona, Gedisa, 1986, p. 57.
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Más allá del optimismo de Vattimo frente a la era generalizada de las comunicaciones, creo que muchas de sus consideraciones acerca del ámbito comunicacional encuentran, en el campo del ciberespacio, un nuevo lugar de desarrollo. Analizaré, entonces, estas cuestiones tomando como hilo conductor dos problemas que me parecen claves: la sobresaturación de la representación y la cuestión de la desapropiación. Dos problemas que en los términos tradicionales se referirían, por un lado, al “objeto” artístico y, por el otro, al “creador” de la obra pero que, en términos del ciberespacio pueden ser analizadas desde la idea de virtualidad, idea que pone en crisis esas categorizaciones. Ernesto Mayz Vallenilla habla de un “proyecto meta-técnico”22 para referirse a un nuevo logos de la técnica contemporánea que va más allá de los límites antropocéntricos, geocéntricos y antropomórficos de la técnica moderna, proyecto que permite que el hombre supere sus límites y fronteras somato-psíquicas. Este ir más allá de los límites se relaciona, entre otras cuestiones, con la de la virtualidad. ¿Cómo analizar la problemática de la virtualidad en relación al arte? Tomás Maldonado señala: “Estoy persuadido de que la experiencia hermenéutica recogida tanto en la iconología como en la semiótica de la pintura puede prestar ayuda al estudio de las realidades virtuales”.23 Las “realidades virtuales” son construcciones icónicas en una peculiar interacción: como indica Maldonado, el obrar de cada una de las partes del sistema opera como factor dinamógeno interactivo, y rompe con el tradicional circuito entre intérprete, interpretante y referente. Por ello, la cuestión del ciberespacio remite al tema de las implicaciones epistemológicas de la iconicidad, y al de la relación entre el representante y lo representado en el espacio virtual.24 Un carácter de autorreferencialidad rodea a lo que acontece en el ciberespacio, en la medida de las dificultades de separar “referente” de “soporte material” (como acontece, por otra parte, en más de una obra pictórica, pero que en el net-art se hace evidente). Maldonado es optimista con respecto a las posibilidades del arte en el mundo de la virtualidad, para él no se trata de fuga mundi, sino de creatio mundi.25 Analizando los núcleos constantes del arte contemporáneo, considera que los mismos tienen en la realidad virtual una confirmación de sus presupuestos. Estos núcleos son, según Maldonado, el arte no figurativo (arte abstracto, op art, concreto, expresionismo abstracto), el núcleo performativo (happenning, arte conceptual, land art, minimal art), el núcleo de la imagen programada (arte cinético, videoarte, computer art), y el núcleo del realismo (neorrealismo, hiperrealismo).
22
E. M ayz Vallenilla, Fundam entos de la m eta-técnica, C aracas, M onte Avila, 1990.
23
T. M aldonado, Lo real y lo virtual, trad. A. Bixio, Barcelona, Gedisa, 1994, p. 74.
24
T. M aldonado, op. cit.,p. 67.
25
T. M aldonado, op. cit., p. 90.
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Si la cuestión ha de pasar por la temática de la representación, deberíamos señalar que el tiempo y el espacio cibernéticos trastornan y trasforman la representación de una manera muy especial. La no secuencialidad, la fragmentación del tiempo, su desajuste con respecto a los “lugares”, nuevas velocidades en el umbral de lo perceptible, son algunos de estos caracteres que se hacen evidentes en las nuevas formas de arte. Además, se hace visible una suerte de estética de la repetición que, tal vez, por sobresaturación, acabe por deconstruir la idea misma de representación que la sustenta. Algo similar a lo que ocurre cuando Nietzsche se aboca a la tarea de crítica de la metafísica y la moral, procediendo al “análisis químico” de los conceptos que se ejercita en obras como Humano demasiado humano, Aurora, etc. En este análisis opera por sobresaturación: argumenta y contraargumenta contra la razón argumentativa, en un proceso que, aportando más y más de lo mismo, hace vislumbrar lo otro en esa mismidad. La representación de representación que se hace patente en el ciberespacio nos conduce por el camino que permite cuestionar la supuesta verdad del “original” perdido, desplazado en el tiempo o, tal vez, inexistente. Por otro lado, la fragmentación de imágenes, mensajes y la superproducción de detalles se conjugan en esta estética de sobresaturación quebrando, desde mi parecer, toda posibilidad de la asignación de alguna categoría de totalidad –con todo lo que ello implica- para los productos del mundo cibernético. Técnica, arte y espectralidad En Ecografías de la televisión, Derrida alude al modo en que se ve afectada la experiencia del lugar y del tiempo desde las nuevas tecnologías comunicacionales,26 y señala dos rasgos de la actualidad: la artefactualidad y la actuvirtualidad. La actualidad está producida de manera activa, cribada, interpretada, posee una hechura ficcional (artefactual) pero también lleva impresa una virtualidad que afecta al tiempo y al espacio de la imagen. Y un carácter de espectralidad signa las telecomunicaciones: el público es anónimo, virtual, un receptor que no puede ser calificado de sujeto en los términos habituales. Más de un pensador se ha sentido preocupado por esta cuestión de las construcciones “ficcionales” de las tecnologías de representación y la presuposición de creencia otorgadas a las mismas. Stanislav Lem denominó “fantasmología” a la teoría que intenta explicar el amor de la cultura actual por construcciones “ilusorias” que son sustitutivas, vicarias o alternativas de
26
Ver J. D errida-B . Stiegler, Ecografías de la televisión, ed. cit., p. 51.
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la realidad.27 Sin embargo, la transformación de los conceptos espaciotiempo en el ciberespacio debería llevarnos a una resemantización de categorías como “simulacro”, que siempre parecen hacer referencia a un original,28 (original que estaría cuestionado en la idea misma de simulacro). Las tecnologías de la imagen están afectadas de espectralidad, de lo que Derrida llama “visibilidad nocturna”: el fantasma no es tangible, “se encarna en un cuerpo de noche”. Por otro lado, las imágenes de las teletecnologías adelantan también la ausencia de aquellos que captan: atraviesan a los presentes de desaparición, avanzan, de algún modo, su muerte, en la pervivencia en la imagen. La condición fantasmática alude a aquello que está “entre” (entre la vida la muerte, entre lo sensible y lo inteligible) y que, entonces, no puede ser localizado. Un filósofo tradicional no cree en la existencia de fantasmas: lo real y lo no-real, lo vivo y lo no-vivo son para él ámbitos totalmente separados. Más allá de estas oposiciones, el terreno no le parece apto para filosofar, sino para crear ficciones y literatura. Sin embargo, convivimos con fantasmas – y no sólo con los de la literatura-, ya que siempre vivimos "entre la vida y la muerte". La lengua también tiene una condición fantasmática: los términos operan por asuencia –de la cosa- en una cadena de huellas de huellas que no remiten –según Derrida- a ningún lugar originario. El fantasma representa un desafío a toda lógica de la presencia y de la identificación, puesto que opera resistiendo a la ontologización: mientras que el muerto y el vivo están “situados” en lugares precisos, el fantasma transita entre umbrales, no habitando, sino asediando. Ese carácter fantasmático o espectral que Derrida aplica a las teletecnologías sería pensable, con más razones, para el ciberespacio. Somos cuerpos espectrales, yoes espectrales, en un mundo que no está ubicado en parte alguna, en el que el día y la noche ya se hallan totalmente indiferenciados, mundo en el que transitamos entre umbrales no localizables. Por otro lado, el archivo electrónico “opera” de algún modo la deconstrucción misma del concepto de archivo como lugar de la herencia y la conservación –y, entonces, de la localización-: las huellas del mismo escapan en parte a la oposición entre lo sensible y lo inteligible, el texto puede replegarse sobre si, ofrece saltos. Cuando Geoge Bennington,29 en su “Derridabase”, finaliza su escritura, señala el acercamiento de la lectura de la obra de Derrida al abismo y el laberinto: un sistema abierto, que considera los caminos seguidos por los lectores como otros textos conecta27
Véase S. Lem , Phantastik und Futurologie, Frankfurt am M anin , In sel, 1977-1980 (2 vol), 1977, p. 182 ss.
28
Por otro lado, existe una clara “inm aterialidad” en el ám bito de estas tecnologías, inm aterialidad que se hace visible en el arte. La m uestra Les im m ateriaux del C entro Pom pidou en 1985 dio cuenta de estas ideas.
29
G . Bennington, “D erridabase”, en G . Bennington y J. D errida, Jacques D errida, trad. M . G arrido, M adrid, C átedra, 1994, pp.316-317.
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dos a la red general. Es lo que Derrida en el Ulysses Gramophone llama “joycial” (joyciciel)30 , para referirse a la posible máquina capaz de integrar todas las variables y factores cuantitativos y cualitativos a tener en cuenta en la obra de Joyce, el ordenador joyce (un archivo abismal). Un lugar interesante para analizar las cuestiones de lo espectral en el arte lo constituye la lectura que hace Derrida de la exposición de Gérard Titus-Carmel en 1978 en el Centro Pompidou (y que está recogida en La verdad en la pintura).31 Titus-Carmel realizó una exposición de ciento veintisiete dibujos, supuestas “réplicas” de un original: una caja de caoba, de dimensiones pequeñas (10 x 6,2 x 2,4), con un armazón en forma de cola de golondrina, con un fondo recubierto por un espejo, y con dos contrafuertes en los costados más pequeños, operando de soporte a un óvalo de mimbre, envuelto en una piel sintética gris. El óvalo, a su vez, mantenido por unos lazos que atraviesan las paredes de la caja en seis puntos, y que anudados en torno a una especie de llaves, caen libremente a los costados de la caja, está cubierto por una tapa transparente de acrílico –altuglass-. Una suerte de pequeño féretro princeps a partir del cual aparecen todos los demás, las “réplicas”. Desafío a la repetición en serie, ya que cada uno, a pesar de ser copia, es único. Titus Carmel finge fingir el paradigma en una serie de supuestos símiles, y entonces, lo “cadaveriza”, lo transforma en desecho. No hay aquí copias de un original, sino phantásmata, copias de copias sin ejemplo.32 Por otro lado, los lazos, el entrelazado del adentro y del afuera, el arriba y el abajo, la izquierda y la derecha, atraviesa la pared, ejerce una dislocación de las oposiciones demasiado seguras de sí mismas, “disloca, una vez puesta en práctica, todas las junturas tranquilizadoras del discurso sobre el arte, sobre los límites que autorizan el encuadre, todos los rebordes de propiedad”.33 La seriación presente en la obra expuesta quiebra, con sus modos de supuesta reproducción, la idea misma de representación, que siempre remite a un representante (el féretro princeps) frente a sus representados. Supuesto juego de la mismidad que hace patente la otredad, la diferencia. Derrida señala “El otro, el diablo, está en la caja”.34 Y esto tal vez remita a la Carta a D’Alembert sobre los espectáculos: allí Rousseau se refiere a la representación de una tragedia, uno de cuyos personajes era el diablo (carta
30 J. D errida, U lysses gram ophone, Paris, G alilée, p. 23. G errit Schroeder y Tim M urphy com putarizaron en 1987, en U C LA, el sueño lingüístico de Joyce, percibie ndo la coincidencia entre la estructura herm enéutica de la novela y la novela m ism a. Finnegans W ake es, tal vez, el prim er hipertexto. 31 J. D errida, “O rlas”, en La verdad en la pintura, trad. M . C . G onzález y D . S ca vin o , Buenos Aires, Paidós, 2001, pp. 196-261. 32
J. D errida, La verdad..., p. 230.
33
J. D errida La verdad..., p. 257.
34
J. D errida, La verdad..., p. 251.
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que Derrida menciona en La tarjeta postal).35 Cuando el actor re-presentante del papel del diablo, hace su aparición en escena, se encuentra con la sorpresa de que ya está en la misma (tal vez el diablo no soportó la imitación, y por ello quiso mostrar el original). Esta situación da lugar a un espanto generalizado, y a la huída de todos los actores, con el consiguiente fin de la representación. El doble, el otro, el diablo, es la figura de la disrupción en la presencia, que hace patente que la lógica de la identificación –supuesto básico de la representación- ya está siempre quebrada. El doble ya está allí, desde antes, en la escena. Toda la seriación de los dibujos de Titus-Carmel hace patente, según mi parecer, el estallido de la idea de reproducción en la representación, por sobresaturación de la representación misma. Este estallido se patentiza, también, en el juego de simulacros que se opera en el ciberespacio, juego que muestra, así, lo otro en lo mismo. Si el arte –y tal vez, toda acción- en el ciberespacio es “espectral”, se produce en el tema de la representación un juego de myse en abîme que quiebra la posibilidad misma de la “representación” y la reproducción. También el hipertexto posibilita comprender este quiebre de la idea de representación por sobresaturación. En El nombre de la rosa, la biblioteca es una imagen del hipertexto (biblioteca que, por otro lado, es la misma obra), en el que los textos se autorremiten. Y esta autorremisión, más allá de todo original que de inicio a lo acontecido, es un juego constante de ausencias-presencias, entre textos perdidos, posibles, o futuros. Una red de interpretantes conduce al libro que no está, pero que opera de algún modo desde su pura posibilidad.36 El supuesto original “perdido”, tal vez no exista, tal vez nunca haya existido, o tal vez existirá en el futuro, pero genera una cadena de representaciones y acciones que remiten, en una suerte de ausencia-presencia fantasmática, a algo que, de tan aludido, se sobresatura de significación haciendo patente, así, que la red significativa es independiente de la existencia o no existencia del referente.
35
M e refiero al diablo -supuestam ente el “original” frente al “doble” (el representante)com o doble, para indicar la ruptura de la conciencia en la representación. J. D errida, en “Especular-sobre Freud”, en La tarjeta postal D e Sócrates a Freud y m ás allá, trad. H . Sylva, M éxico, Siglo XXI, 2001, en las pp. 258 ss. com enta esta nota de R ousseau para señalar de qué m anera la aparición del “original” no reduce los efectos del doble, sino que los m ultiplica.
36
R em ito en este punto al artículo de V . C ricco, “Um berto Eco y el hipertexto de la ‘Poética’de Aristóteles”, en R evista de la Facultad de Filosofía, C iencias de la Educación y H um anidades, U niversidad de M orón, N º 2-3, m arzo-abril 1997, pp. 25-67. C ricco m uestra el carácter hipertextual en El nom bre... a partir de la consideración de que el supuesto libro perdido no es la segunda parte de la Poética aristotélica, sino G argantúa y Pantagruel de R abelais (escrito después de los acontecim ientos que narra la novela).
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Desapropiación El otro tema a tener en cuenta es la cuestión del autor, en relación con la problemática de la desapropiación. El ciberespacio hace visible, tal vez, algo que siempre está presente en todo hecho cultural: la mostración del destinatario como productor.37 Como señala Derrida,38 el destinatario nunca fue un receptor pasivo, tal vez lo que patentiza el ciberespacio es que las fronteras entre emisor y receptor son muy difíciles de marcar. Por otro lado, en la medida de la reproductibilidad continua de todo material que circula en el ciberespacio, pareciera que la temática del nombre propio y la “firma” de autor –temas esenciales en la cuestión de la desapropiación- revelan, también, lo que de algún modo está presente en toda obra (aún la más fuertemente “firmada”): que el autor no es dueño de su obra. Lo que los teóricos del postmodernismo encontraban “representado” en el mundo contemporáneo, es, tal vez, lo que Calabrese ha denominado la “era neobarroca”39 : esa búsqueda de formas en que se produce una pérdida de la integridad y la globalidad, a favor de la inestabilidad, la polidimensionalidad y la mudabilidad.40 Lo “neobarroco” es un “aire del tiempo” que se relaciona, en gran parte, con una peculiar cercanía entre el arte de vanguardia y los mass-media. Y, como señala Umberto Eco, en la “era neobarroca” el problema ya no tiene relación con los “intérpretes” de las obras, sino con “unos procesos, unos flujos, unas derivas interpretativas”41 que implican al conjunto de mensajes que circulan en el territorio de la comunicación. En cierto modo, podríamos decir que desaparecen las supuestas individualidades emisoras de un mensaje, a favor de las “composiciones de mensajes”. 42 En otro lugar abordé las relaciones entre escritura y nombre propio,43 indicando el modo casi anónimo de la escritura filosófica tradicional frente al modo aparentemente más personal de autores como Nietzsche, que escriben "en nombre propio", y concluí señalando de qué manera el nombre 37
Algo que se torna evidente en las “obras en continua transform ación” del net.art.
38
J. D errida-B . Stiegler, Espectrografías..., ed. cit., p. 75.
39
C alabrese retom a elem entos de S. Sarduy, que define barroco (Barroco, Seuil, Paris, 1975) com o categoría contrapuesta a clásico, y de G. D orfles, qu ien, en Architetture am bigue, D edalo, Bari, 1985 caracteriza lo barroco com o el abandono de los caracteres de orden y sim etría, con la consiguiente aparición de lo disarm ónico y asim étrico. 40
O C alabrese, La era neobarroca, trad. A. Giordano, M adrid, C átedra, 1994.
41
“P rólogo” de U . Eco a C alabrese, op.cit., p. 10.
42
Para algunos estudiosos de las telecom unicaciones, hasta el zapping estaría dentro de esta categoría de “com posición de m ensajes”.
43
M . C ragnolini, "N om bre e identidad: filosofar en nom bre propio", publicado en Actas del X C ongreso N acional de Filosofía, H uerta Grande, C órdoba, 24 al 27 de noviem bre de 1999, AFR A-Escuela de Filosofía, U niversidad N acional de Córdoba, pp. 658-661.
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propio es despersonalizador. Como lo ha trabajado con amplitud Derrida, el nombre propio es siempre "impropio": da existencia (pareciera señalar la identidad) y al mismo tiempo la retira, es la marca de la "muerte" de su poseedor, en la medida en que el nombre es lo único que nos sobrevivirá. La escritura, aún realizada con la propia firma es siempre una operación diseminante separada de la presencia (del ser)44 . Entre lo rasgos nucleares de toda escritura, Derrida señala la ruptura con el horizonte de la comunicación como comunicación de conciencias o como transporte lingüístico del querer-decir, y la sustracción al horizonte de sentido. El nombre propio se relaciona con la espectralidad, ya que indica una supervivencia testamentaria: sobrevive a priori a su portador y, en este sentido, permite estar más allá de la presencia. Pero a la vez está apresado en una cierta historia, en esa herencia del nombre y en el tema del renombre social. Ahora bien, se podría decir que en la escritura electrónica esto acontece de manera casi paradigmática. Posiblemente, casi ningún habitante del ciberespacio diría que su experiencia, a nivel de la corporalidad, se reduce a la del cuerpo ausente, oculto tras la pantalla: en el modo de escritura electrónica se forja, se construye, se constituye un modo de corporalidad diferente. Así como el ejercicio de la escritura no electrónica no supone una ausencia de la corporalidad45 sino una presencia de la misma en otros "modos", algo similar podría afirmarse con respecto al modo ciberespacial de escritura. Aún más: en el ciberespacio se torna más claro algo implícito en la escritura, y es que el cuerpo del otro es su escritura, pero, mientras que en la escritura tradicional ese cuerpo siempre se hacía presente en el desplazamiento, diferido, en el ciberespacio esa "ausente presencia" puede darse de otra manera: en forma sincrónica, o en el así llamado "tiempo real", mediante el "chat" (IRC =Internet Relay Chat) y las Torres multi-usuarios, MUDs (Multi-User Dimensions, Multi-User Dungeons o Multi-User Domains) o de modo asincrónico, tal como se realiza en el correo electrónico y en las listas o foros de discusión. Con diferencias temporales, en todos estos casos la problemática del "nombre propio" plantea diversas cuestiones. El chat implica la reunión virtual de usuarios en "salas de reunión" (canales) con nombres supuestos: cuerpo diferido en su realidad "real" pero presente en su realidad virtual, con un nombre también diferente: nombre propio de la virtualidad que, a partir de la posibilidad del así denominado anonimato (de la vida real) permite la multiplicidad del nombre (¿y de la identidad?) de la vida virtual. Los MUDs
44
Véase J. D errida, "Signature, événem ent, contexte", en Lim ited Inc., Présentation et traduction par E. W eber, Paris, Galilée, 1990, pp. 16-51. 45
Trato este tem a en relación al cuerpo de Nietzsche presente en su escritura en “La constitución de la ‘identidad’ en el pensamiento nietzscheano: sí m ism o y m áscara. El ‘caso Nietzsche’ en los inicios del psicoanálisis” en R evista de la Universidad de Morón, M orón, Año 4, N º 5, abril de 1999, pp. 13-21, Tam bién en form ato electrónico en PsycheN avegante (www.psyche-navegante.com ), N º 10, 1999.
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hacen posible, junto con la elección del nombre, la caracterización de vestimenta y aspecto del personaje elegido en el juego, como en los tradicionales juegos de roles. Turkle compara los MUDs basados en un texto con la commedia dell'arte,46 en la medida en que crean una nueva forma de literatura en la que varios escritores "anónimos" colaboran de manera improvisada. En los modos de escritura indicados como "asincrónicos" también se constituye la subjetividad de manera diversa. Más allá del planteo meramente instrumental de la PC que explicaría el correo electrónico como una reactualización -en medios digitales- de los viejos epistolarios, considero que tanto el e-mail como los foros de discusión son modos de escritura de la corporalidad, en los que se hace más patente que no se escribe con el cuerpo, sino que el cuerpo es la escritura misma. Con el siguiente agregado: en los foros el propio cuerpo textual deviene, al mismo tiempo, el cuerpo de los otros. Así como lo propio de la escritura es la posibilidad de la "diseminación" con respecto al origen-sentido (el autor y sus supuestas intenciones), en los foros de discusión esta posibilidad se torna más clara y evidente a partir de la escritura de los otros en el propio texto, que se transforma en virtud de ese juego de la intertextualidad. Como en el caso de la escritura en el sentido tradicional, en que esto acontece más allá de las intenciones del autor que se cree dueño y "creador" de su escritura, en los modos electrónicos esto ocurre también más allá de las intenciones de los "sujetos frente a la computadora" que suelen asociar sus experiencias con el yo múltiple, entendiendo por tal la múltiple representación del sujeto en el sentido moderno, y no con una forma diferente de constitución de la yoidad. La escritura -tanto tradicional cuanto electrónica- supone, más allá de los propósitos de quien escribe, una desapropiación, aún hecha en nombre propio. La escritura es una experiencia de "desubjetivación", de "desidentificación", en la que el "yo" supuestamente propietario de sus decires, se encuentra siempre diferido y alejado de los mismos, y experimentado otros modos de ser en el mundo a partir de las voces -de los otros- que en su escritura resuenan. Como ya lo indiqué, una de las características que parecieran configurar a la red desde sus inicios es la "ausencia de propiedad". La red se fue generando de manera descentralizada, si bien por razones estratégicas: en lugar de un órgano central, múltiples nodos que en su interconexión conforman una trama. Se podría decir que en el ciberespacio no hay "propietarios",47 en tanto el espacio virtual pareciera sustraerse a las reglas del espacio tangible. Por otro lado, también puede hablarse de una "ética de
46
S. Turkle, La vida en la pantalla. La construcción de la identidad en la era de Internet, ed.cit., pp. 18 ss. 47
Sin em ba rgo, es sabido que si bien no existen propietarios, sí existen quienes son dueños de los m edios -el software- para transitar la R ed, y quienes im ponen, desde los m ism os, la lengua de tránsito.
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la desapropiación" en la medida en que la red se presenta como "disponible para todos",48 tal como lo indica el "código de ética hacker". Junto a esta ausencia de propiedad "espacial", la elusión del propio nombre -junto con la posibilidad de los múltiples nombres- en las experiencias internéticas podrían significar, más allá de la mera re-producción y representación de figuras de la yoidad en el sentido moderno -es decir, como sujetos representativos y apropiadores- la vía hacia una nueva forma de constitución de la subjetividad. Si la escritura en el sentido tradicional implica una desapropiación en la medida en que, más allá de los propósitos de quien firma, las voces de los otros se hacen presentes -desde la ausencia- en el ejercicio de la escritura, cuanto más parecería implicarlo la escritura electrónica que se constituye en ese cuerpo textual de los cibernavegantes. Final: estetización de la vida “cibernética” En el surgir de la gran metropoli, y a pesar de – o gracias a- su artificialidad, aparecieron las estéticas que apreciaban el ritmo, los modos y los nuevos avatares de la nueva vida. Teniendo en cuenta los principios del “rizoma” deleuziano, en 1987 Calabrese indicaba que a partir del mismo se podría plantear una suerte de estética del riesgo, que está presente en las formas de pensamiento que valorizan más la indecidibilidad y la suspensión que las formas de conservación. Estética del riesgo en cierto modo preanunciada en el pensamiento del “peligroso quizás” de Nietzsche. Ahora bien, si entendemos por “estética” la arquitectura del pensamiento, es interesante tener en cuenta que todas estas configuraciones de la multiplicidad, la movilidad, etc., son posibles gracias a la simple binaridad, la lógica del input y output. En cierto modo, se podría establecer una cercanía con la misma estructura oposicional del pensamiento metafísico, y el reconocimiento de la imposibilidad de salir del mismo, pero, al mismo tiempo, de la probabilidad de generar otras arquitecturas de pensamiento. El binarismo parece ser el “sino” del pensar occidental, pero tal vez la cuestión no pase tanto por el intento de la “superación” de ese destino, sino por la posibilidad de generar arquitecturas diferentes “entre” lo binario. En este sentido, lo que acontece en el ciberespacio puede resultar una buena metáfora de esas posibilidades: con un marco de aparente “dominio” (la estrechez del 0 y el 1) se posibilitan estructuras que indican líneas de fuga frente al mismo.
48
S. Levy señala las bases del código de "ética hacker" (H ackers, heroes of the com puter R evolution) a partir de la desconfianza a la autoridad y la prom oción de la descentralización, y el acceso ilim itado y total a las com putadoras.
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En El intercambio imposible, Baudrillard49 considera con tonos demasiado negativos la relación hombre-computadora en la Red, señalando que en la interfaz intercambian sus características negativas. El usuario ocupa la máquina como una extensión de sus facultades intelectuales, pero también de su libido reprimida y de la negación de su cuerpo. Para Baudrillard la máquina es tan víctima como el hombre, porque se pretende de ella que “piense”, olvidando su carácter funcional. Pone como ejemplo la derrota de Kasparov ante Deeper Blue: la victoria no está garantizada para el hombre en el ámbito de la inteligencia técnica, entonces, señala, “optemos por batirnos en el terreno del pensamiento, en el que precisamente no se trata de ganar”.50 Sin embargo, en aquello que se genera entre hombre y máquina (y que, desde mi punto de vista, no es una simple relación hombre-útil) hay mucho que “da que pensar”, más allá de calculabilidad. Los conceptos de autorreferencialidad, recursividad e indeterminación se hacen patentes en el marco de lo aparentemente más “lógico” en el sentido habitual del término, generando todo un ámbito para el pensar que desafía toda reducción al simple cálculo. Mencioné antes El nombre de la rosa, señalando las cercanías entre la noción de hipertexto y el ciberespacio. Tal vez el ciberspacio esté testimoniando una estética rizomática, que se gesta más desde la posibilidad que desde la actualidad. Cuando hacia el final de El nombre de la rosa Guillermo y Adso comentan acerca de sus ideas de la verdad, Adso reafirma la existencia de la misma, indicando que Guillermo ha descubierto la trama de Jorge de Burgos. A lo que Guillermo contesta que no había tal trama, que sólo la ha descubierto por equivocación, y que “el orden que imagina nuestra mente es como una red o una escalera que hay que tirar”-citando, de esta manera a un “místico” –Wittgenstein- aún no nacido. Tal vez lo que permita Internet, como modo de descubrimiento de nuevas formas de pensar, sea esta estética de la posibilidad, que se configura – a pesar de los límites que la marcan en su “origen” –el binarismo- como un camino que se arma a medida que avanza, pero que, en ese avance, puede eludir algunos de los aspectos operatorios de la lógica binaria, demorándose, entonces, en las posibilidades, generando –como Guillermo, que afronta el presente con elementos del futuro- círculos extraños.
49
J. Baudrillard, El intercam bio im posible, trad. A. M artorell, M adrid, Cátedra, 1999, pp. 120 ss. 50
J. Baudrillard, op. cit., p. 122.
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C O SM O PO LITISM O IN FO R MÁ TIC O GRACIELA FERNÁNDEZ (CONICET/ Universidad Nacional de Mar del Plata)
RESUMEN L a n e t se yerg ue com o una ciu dadela , detrá s del valla do de la virtu alid a d : u n ju e g o p a ra a lg u n o s. E s tod avía u n m un do ap arte, con sus p rop ias reglas y exige ncias. ¿C o ntribuirá al crecim iento de la sociedad cosm o polita o al em p obrecim iento de la s p o sib ilid a d es q u e é sta te n ía a nte s d e su a dve n im ie n to ? E sta s p á gin a s e stá n o rie n ta d a s a e la b o ra r u n a re sp u e sta , o u n e sb o zo d e e lla , p a ra e sa p re g u nta . P ALAB R AS C LAV E : C o sm o p o litism o - In te rn e t - V irtu a lid a d - P e rce p ció n . AB S TR AC T The N et appears as a city a b o v e , a w orld apart with its ow n ru les and dem ands. W ill In te rn e t fa vo u r th e in cre a se o f a co sm p o lita n so cie ty? W ill it co n trib u te th e em p o o rin g . Th is pa pe r inten ds to e lab orate a n a nsw er, or a sketch, to tho se q ue stion s. K E YW O R D S : C o sm p o lita n W o rld - In te rn e t - V irtu a l - P e rce p tio n .
Cuando Kant expuso su idea de una sociedad cosmopolita como fin de la cultura -en el sentido de una idea límite del proceso civilizatorio- no imaginó otros espacios posibles en los cuales se desarrollarían las futuras fases de esa sociedad. La Crítica de la Razón Pura se apoya en unas pocas tesis básicas. La unicidad del espacio de experiencia es una de ellas. Un único espacio y un único tiempo constituyen la posibilidad de la experiencia y son garantía de la objetividad de los juicios. La sociedad cosmopolita aparece recién mencionada en la Crítica del Juicio, donde Kant presenta al derecho cosmopolita no como un derecho abstracto, sino como una parte del derecho de gentes, que permite a un ciudadano trasladarse libremente por el suelo de otra nación sin ser avasallado. Sobre estas nociones de libertad de tránsito y de "comunidad universal" es posible pensar a Internet como un momento histórico en el camino incierto y espinoso a la realización de la sociedad cosmopolita. La libre navegación y la comunidad virtual universal son, efectivamente, dos cuestiones centrales que definen la existencia y las condiciones de propagación de las redes informáticas. Ambas exponen un “momento de realidad” de aquellas ideas que esbozó Kant hace más de doscientos años. La sociedad cosmopolita representa, para Kant, el fin de la cultura humana, su realización más alta y quizás imposible. A esta altura de la historia, con marcada consciencia de las pérdidas que entraña esa marcha, tampoco sabemos si ella es, en verdad, un fin totalmente deseable, entre otras cosas por el riesgo de uniformidad y empobrecimiento ecológico que todo futuro
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conlleva. Pero ella es la dirección hacia la que apuntan todos los esfuerzos civilizatorios: no más guerra e igualdad de derechos para todos los seres humanos. Representa también, aunque Kant no lo expresara de ese modo, la idea límite de una comunidad futura, que iría alcanzando sus formas en los tratados y las organizaciones internacionales, los que poco a poco fueron apareciendo hasta llegar a su máxima expresión en la Organización de las Naciones Unidas, concretada en 1945, después de una de las guerras más cruentas de la historia. Internet aparece como una posibilidad del cosmopolitismo justamente cuando se agota la confianza popular en las organizaciones políticas internacionales como formas representativas de la dialéctica del progreso y al mismo tiempo que se consolida la presencia en el plano internacional de las organizaciones no gubernamentales. Como todas las producciones humanas, el valor de esta invención es ambiguo. Para Kant y para Hegel la historia humana es la historia de la libertad. ¿Cuál es el valor de Internet en esta marcha dolorosa de la especie, que en la medida en que conquista ciertas fronteras pierde otras? Considerada desde el punto de vista de la tecnología de comunicaciones, Internet y el correo electrónico han potenciado la comunicación como no lo había hecho ningún otro medio. Internet no es sin, embargo, un mero medio de comunicación (en el sentido de la telefonía, ni el de los mass-media) ¿Quién comunica allí qué a quién? La constelación de Internet está constituida por millones de fuentes que irradian mensajes, para millones de viajeros que hacen zapping sobre ellos. La lectura de esos textos brillantes en la pantalla del visor es difícil. Los textos largos son agotadores y deben ser impresos, acumulándose la mayoría de las veces sin ser leídos. Se vuelve a la “ilusión de la fotocopia” a la que se refirió alguna vez Umberto Eco. De cualquier modo, ciertas búsquedas bibliográficas, que a un estudiante le hubiese demandado meses y años reunir, sobre todo en países como el nuestro donde las bibliotecas escasean, se hacen ahora en unos pocos días de trabajo, y esto tiene un indudable valor. Sin embargo, la información que se encuentra es tan apabullante que, en el estado actual de la net, se precisa un internauta avezado en el arte de desechar información. Otra cosa es la calidad de la misma. La propia mecánica de crecimiento de Internet hace que la información que se recibe de ella no sea totalmente confiable. En cuanto al correo, y al chat, ellos, efectivamente, comunican, pero además producen la ilusión de “estar comunicado”. Ciertamente, las personas pueden acercarse mediante esta tecnología en una relación tiempo-costo muy inferior a cualquier otra. En ese sentido resulta un alivio de la soledad característica del individuo de las grandes ciudades, mientras compite con las horas de absorción de programas de TV. La medida en que promueven un acercamiento real de las personas de carne y hueso, la medida en que influye en la vida de las ciudades, en los logros culturales y cívicos de éstas, todavía no podemos medirla. La net se yergue como una ciudadela, detrás del vallado de la virtualidad: un juego para algunos. Es todavía un mundo aparte, con sus propias reglas y exigencias. ¿Contribuirá al crecimiento de la sociedad cosmopolita o al empobrecimiento de las posibilidades que ésta
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tenía antes de su advenimiento? Estas páginas están orientadas a elaborar una respuesta, o un esbozo de ella, para esa pregunta. La experiencia virtual Kant concibió estructuras básicas de la experiencia en forma estática y ese ha sido su error. Es posible que ante nosotros se hayan abierto (o se estén abriendo) nuevas formas de la experiencia y quizás, también, que se hayan cerrado otras. El giro lingüístico de la filosofía contemporánea nos ha permitido concebir las condiciones de posibilidad de la experiencia en términos de lenguaje, lo que hace posible también apresar su peculiar dinamismo. Imperceptiblemente, se han ido introduciendo cambios en nuestra experiencia cotidiana, que son difíciles de apresar conceptualmente. Estos cambios están producidos, especialmente, por la introducción de las nuevas tecnologías, particularmente, la informática. También es posible que esté cambiando nuestro concepto ordinario de la estructura del espacio, cambios no son sólo cuantitativos sino cualitativos, con respecto al diseño que Kant tuvo en mente. Internet nos abre la posibilidad de arrojarnos al abismo de un espacio infinito y actual, que se satura pero no se llena y que, en tanto virtual, pertenece, como un agregado, al espacio único de experiencia, aunque, en ciertos aspectos, no obedece sus reglas. Todo lo que hacemos en Internet, está gobernado, primordialmente, por metáforas espaciales. No entiendo la la expresión "metáfora" en sentido liviano, como contrapuesta a "hecho real". La contraposicion virtualidad/realidad es, sobre todo, social antes que, de algún modo, física. El mundo virtual -construido por las nuevas tecnologías- también es real. Está soportado por una realidad de orden físico, (perteneciente al "mundo 1", en el sentido de Popper) y una realidad de orden 2, que es "quasi social" y se produce entre máquinas. Del mismo modo que cualquier tipo de experiencia, la experiencia virtual está sostenida por un soporte físico. Sin embargo, la materia de ese "soporte", no es esencial a ella misma. Se hace por medio de aparatos y tecnologías sofisticadas que actualmente se encuentran en vertiginosa expansión y cambio. Esto también es común a muchos aspectos de la vida moderna. Su novum no consiste, simplemente, en haber potenciado, por sumatoria, formas ya conocidas de la tecnología (televisor teléfono, etc.) La circunstancia de que sean la vista y la imagen los vehículos que gobiernan la experiencia cibernética, ha dado lugar al desarrollo de ese tipo de metáforas para referirnos y describir un fenómeno que, considerado materialmente, no es, esencialmente, espacial. Ni el teléfono, ni la televisión aceptan ese tipo de metáforas. La voz que se trasmite en la comunicación telefónica no "navega" por ningún lado (el ubi no es relevante ni tampoco su desplazamiento) aunque recorra distancias más o menos cortas o lejanas. El mensaje se escucha o no. La pantalla del televisor es un cuadro estático, no es ningún "portal" por más que muestre un escenario fijo o móvil, en tanto
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no se lo utilice como una computadora, y deje de ser, entonces, un televisor. Por el contrario, el mensaje del correo electrónico "llega" o "se pierde", "se entrega", su forma de darse está asociada al movimiento errático, sujeto a la captura y la piratería como un viajero del siglo XVII, ahora estrictamente vigilado según el modelo de Orwell. Los programas y productos asociados se "bajan" de la red, como si Internet fuera un cielo estrellado o un Gran Dispensador del que se toman bienes cuya utilidad no se termina de entender, pero que están a disposición, mientras la necesidad de protegerse de virus, el mandato de la aceleración y la novedad tecnológica son aquí los disparadores de la mecánica del progreso. La caracterización política que mejor describe la estructura de la net es el anarquismo, en sus diversas formas: Kropotkin (redes) Proudhom (la idea de "propiedad" y específicamente de "propiedad intelectual" no vale o está severamente amenazada), Bakunin (terrorismo informático, jaqueo), también por supuesto, las formas liberales del anarquismo. Desde el punto de vista de la lógica política de la net hay ejemplos interesantes, como el juicio entablado al creador del programa Napster Music Community, un programa creado para que los usuarios de la net compartan sus discos compactos, armándose una discoteca monumental, sin pagar, por supuesto, los derechos de autor. Probablemente la tecnología informática se torne un hueso duro de roer en el centro de grandes negocios, pues abrirá algunos y tornará inmanejables a otros. La estructura del espacio virtual El espacio virtual es, en su estructura, proteico, maleable. Entre las formas proteicas que adopta, algunas son reproducciones de actividades hstóricamente ensayadas y conocidas: la carta, el teléfono, el cine, el libro, el folleto, la propaganda, el grafitti. El espacio virtual se convierte, considerado como graffitti, en una enorme pared, situada en todas las calles y en ninguna, en donde se puede escribir lo que se quiera, desde una obscenidad hasta un poema, sin hacerse cargo, sabiendo que, potencialmente, puede leerlo todo el mundo. Esa apelación "a la humanidad", a la "comunidad mundial virtual" es lo característico de esta fase del cosmopolitismo que Internet representa. Aunque los fenómenos que ocurren en la red también son posibles por otros medios (la conversación, la carta, la biblioteca) ésta los expande ad-libitum. La carta se vuelve instantánea, el cine se torna interactivo. La comunicación imita la "conversación" bajo la forma del "chat". La comunicación toma la forma de expresión pura, sin contenido, en un gran porcentaje. Es similar a lo que ocurrió en una gran parte de uso de la radio por los "radioaficionados" que ocupan gran parte de su tarea en comprobar que el otro, efectivamente, está allí y lo escucha, de modo que lo que constituye propiamente el mensaje pasa a un segundo plano. El libro se convierte en infinito, como la biblioteca de Babel. Pero su estructura errática admite la basura e infinitos textos que ningún bibliotecario medianamente inteligente hubiese tolerado. Allí transitan formas aberrantes de la pornogra-
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fía, estupideces, páginas abortadas, genialidades, mediocridades, información universitaria de primera y de segunda mano. La forma de biblioteca otorga a la cultura posibilidades de sobrevivencia y otras de extinción. Como la biblioteca, admite reescribir y conservar obras y difundirlas planetariamente, pero no se sabe si, finalmente, contribuirá a la creación de pensamiento. Lo fenoménico y lo nouménico También en Internet podemos distinguir un plano "fenoménico", constituído por el darse o aparecer y uno "nouménico" o inteligible. Entre los aspectos "nouménicos" que plantea Internet sobresale el de la libertad. También aparecen de modo intenso los problemas de la identidad (o construcción de la subjetividad), el orden y el caos (asociados a la idea de Internet como un mundo, los virus (en relación con el mal). Si bien los dioses creadores de esta naturaleza de segundo grado son mundanos y no constituyen ninguna idea "regulativa", el producto de su creación, la red, es una especie degradada de dios spinociano, del que solo conocemos algunos modos. Como forma bastarda, pero real y efectiva, del cosmopolitismo kantiano, Internet se presenta como un espacio sin fronteras y, de hecho, se está constituyendo, aunque todavía limitadamente, en un suelo común de la experiencia de una parte de la humanidad, por cierto, limitada pero creciente. El espacio virtual de Internet disimula la diferencia entre ricos y pobres. Es obvio que no todos tienen una computadora y los medios para introducirse en ella. Pero el tiempo de introducción de Internet en los hogares será más corto que la introducción del televisor. La idea de "libre tránsito" asociada a Internet corresponde más bien la libertad de comercio, a una expresión minimalista de la libertad negativa, que al desarrollo de una existencia auténtica, en el sentido del existencialismo, o de una conciencia autónoma, en el de Kant. Pero esa expresión comercial minimalista, como una primera manifestación de la sociedad mundial, también es un rasgo que caracteriza al cosmopolitismo kantiano, por lo menos en un cierto sentido. La particular inconsciencia de los procesos informáticos Es una característica de la técnica moderna el hecho de que las personas utilicen los artefactos sin tener conocimiento o conciencia de cómo funcionan, cuáles son sus principios, etc. Esto no es nada que entorpezca su uso, si se aprende a respetar algunas instrucciones básicas. Cuando se enchufa un televisor, o un teléfono, ni siquiera los expertos piensan en los procesos físicos que se habilitan con este hecho. Los aparatos técnicos se usan, funcionan. Aunque haya personas trabajando en las plantas de energía, o en las compañías de teléfonos, mientras otras brinden sus espectáculos para llenar la pantalla de un televisor, todo lo que ocurre existe en función de que ese teléfono o ese televisor respondan de modo
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adecuado. A la particular inconsciencia de los procesos físicos de primer nivel, la informática ha sumado la de un segundo nivel, que se produce entre máquinas. Ciertos procesos físicos y sociales ocurren cuando un usuario se conecta a Internet, y esto sucede sin que él adquiera una conciencia clara de esos procesos. Cuando un usuario entra en el juego de Internet, lo hace usando un lenguaje de reglas y signos del que no es consciente, que rige el intercambio de información entre computadoras. El usuario no puede ver las gestiones que a nivel IP desarrollan las aplicaciones, así como no puede ver los procesos químicos que tienen lugar en su aparato digestivo cuando come, aunque, en teoría, los conozca. A la particular inconsciencia de este primer nivel, se le suma ahora una inconsciencia de otros procesos de carácter social que ocurren cuando un usuario conecta su computadora, o más bien, se conecta. El texto que ha escrito en su computadora se fracciona en pequeños trozos o "paquetes" y se retransmite, traducido y retraducido en lenguaje matemático binario. Internet imita la concepción galileana de la Naturaleza escrita en signos matemáticos. La red es una especie de naturaleza de segundo orden, cuyos estratos se manifiestan en distintos niveles, que definen el intercambio de datos entre computadoras, al tiempo en que todos los procesos complejos de esa rutina ocurren "a espaldas" del usuario. La mayoría de personas desconoce la existencia y la función de los centros mundiales, institutos de investigación, intereses económicos, comunidades de hackers, etc. que rigen la vida de Internet y cómo se correlacionan éstos con lo que ocurre en la pantalla de su PC. Incluso, si por una catástrofe esos centros desaparecieran, la red podría volver a construirse a partir de la multiplicidad de subestructuras formales e informales que se han ido creando en estas dos décadas que tiene su existencia. Organizaciones e individuos actúan por debajo de la vista del operador como dioses, semidioses, demonios, grandes y pequeños que deciden el flujo y la permanencia de esa naturaleza inventada. Si toda la Naturaleza de orden 1 es concebida como un infinito proceso de comunicación, Internet también lo es, y además lo es esencialmente. En un hipotético mundo futuro, constituido por personas conectadas a máquinas, esa realidad de segundo grado, o alguna otra análoga y más sofisticada, podría pasar, lisa y llanamente, a ser la única disponible. El hecho de que ese mundo esté lejos de ser efectivo -y sea indeseable desde muchos puntos de vista- no impide que podamos reflexionar sobre él. Por el momento, sólo conocemos una avanzada de ese mundo: Internet, en su primera fase, y con ella el correo electrónico, como una forma específica de su rutina. La ventana de Lewis Carroll La computadora ha absorbido la existencia humana como no lo ha hecho ningún otro artificio mecánico o audiovisual. No se usa Internet como se usa, por ejemplo, una máquina de escribir o un sistema de salud. La expresión "usuario" es aquí deficiente: el individuo conectado en la medida en que usa la tecnología disponible, es usado por ella. La relación del hombre con la
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máquina nunca ha sido más íntima que en este caso. El hacha de piedra, el martillo, eran instrumentos que constituían un todo con el hombre, que se acostumbró a disponer de ellos y los conviertió en prótesis como una prolongación de su propia existencia hacia el mundo. La innovación tecnológica en todos artefactos estuvo dirigida a mejorar la función de los mismos y a acortar el tiempo de su uso, lo que determinó la reducción de las horas de trabajo del operador. En el caso de Internet, y en general, la informática, la eficacia en la innovación no apunta a acortar su tiempo de uso, sino a lograr una inmersión total y simbiótica con ella. En la medida en que es un útil, una herramienta de trabajo, es también un juego que atrapa y distrae y demanda toda la atención del operador. La computadora abre un orificio, una ventana (window) al mundo, y opera como un canal. No es casual el que el principal programa de Microsoft se llame Windows y que el término sea un elemento conceptual decisivo de todas las aplicaciones. La ventana es el puente que permite trasladarse entre textos y construir hipertextos, textos infinitos e ilimitados, que de otra manera no serían reunibles físicamente. En esa medida, también es un agujero que permite salir de un mundo y pasar a otro. Cuando el sujeto se conecta abre, efectivamente, una ventana al mundo. El "acceso", sin embargo, no solo tiene la dirección de salida, sino también la de entrada, y ese es su precio. Se entra al mundo de Internet en mucha menor medida en que se es penetrado por él. La ilusión del permiso de la libre navegación tiene un costo: la captura de la identidad por los registros de las compañías comerciales, las bases de datos de empresas, gobiernos y hackers. La persona entra en el mundo público de la net en primer lugar como un locus, una dirección de correo donde es fácilmente apresable. A partir de ese momento estará disponible para las exigencias de los otros. Durante los siglos en los que la carta llegó a su apogeo, mediante un sistema público de entregas aceptablemente seguro y económico, era comprensible, y hasta perdonable, que el destinatario se tomase días, y a veces meses en contestarla. La demora en responder una carta no iba en desmedro del valor de esa respuesta bien meditada. El mail no acepta las reglas del sistema de correo tradicional y exige una respuesta inmediata. Es un mensaje que contiene casi siempre una orden, o varias, que aspiran a la rápida respuesta. Lo característico del mensaje de correo es su utilidad, que no compromete una estética literaria definida. A partir de su incorporación, la persona estará disponible para su empleador, para conocidos y desconocidos, para cadenas de solidaridad, propaganda, y campañas pública de toda índole. La sensación de ser y de estar en el mundo por la recepción permanente de correspondencia, excitan los mecanismos de la Neuigkeit, la "avidez de novedades" (como tradujo Gaos) que Heidegger señala como modo de la existencia inauténtica frente a la cuestión de la técnica. La persona está inquieta y revisa frecuentemente su casilla de correo como se miran los noticieros televisivos. Antes, las cartas llegaban de tanto en tanto y el género epistolar estaba en franca decadencia, debido al uso del teléfono y el fax,
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cuando apareció el correo electrónico que renovó el intercambio epistolar, bajo la forma degradada del e-mail. Infantilismo y adaptación Los adultos contemporáneos -quizás no suceda con los de las generaciones futuras- deben pasar por el sufrimiento de la adaptación que afecta su vida y su trabajo, experimentando hondamente la diferencia generacional frente a la rápida adaptación de los más jóvenes. Todas las personas en el siglo XX tuvieron que adaptarse, de un modo más o menos dramático, a la velocidad creciente de los productos técnicos. Pero lo particular de la tecnología informática fue la necesidad de adaptación a un sistema de conceptos o más bien de acciones, formas de praxis que los adultos incorporaron con dificultad y no en todos los casos. Las generaciones nacidas con posterioridad a los años 70 fueron entrenadas en el uso de juegos electrónicos y de videos que los prepararon adecuadamente para la introducción en esta práctica. Las personas adultas, que proceden de la sociedad industrial, tienen miedo que las máquinas se rompan, que el castigo por el error cometido sea demasiado intenso. Los niños saben que las máquinas responden a los ensayos y tocan todo para ver si resulta. Las personas mayores necesitan conceptos y explicaciones. Los niños obedecen instrucciones, memorizan códigos y cifras, y siguen órdenes dócilmente cuando éstas traen adecuadas recompensas. La tecnología informática se orienta en la simplicidad de la lógica infantil que acepta de buen grado la magia: la pregunta básica que solicita el manejo de computadoras no es por qué sino cómo. Los programas se excitan con la escritura de un cierto texto cifrado, y solo uno. Para los adultos no informados esto solo rememora el “Sesamo ábrete” de los libros de cuento. Los enchufes múltiples de la PC incorporan el sistema de los juegos de encastre: basta con probar, cada uno entra sólo en el agujero correcto. Simplicidad, paciencia, docilidad y apertura al mundo, acompañadas de ciertas dosis de ansiedad, son las virtudes del operador paradigmático. Este debe haber superado la “fase industrial” -aunque por supuesto el hardweare de su máquina pertenece a ella y no podrá, por ejemplo, derramar un vaso de agua dentro de la PC sin consecuencias- tiene que haber incorporado las herramientas conceptuales de sus programas, sin aferrarse demasiado a ellas, de modo tal de poder absorber las nuevas ofertas que se irán presentándose en la medida en que los flujos económicos tornen interesante su difusión. El sujeto es constreñido al imperativo de la actualización tecnológica, al encogimiento del cuerpo, a la soledad disimulada de la pantalla luminosa sobre la que el operadoroperado, o el usuario-usado, se entrega como una libélula a la luz, dócilmente. Cierto aire infantil caracteriza toda la producción de Internet y en similar medida los productos informáticos, exasperando la tendencia juvenilizante del mundo moderno. Es algo más que una casualidad emblemática el que el principal personaje de Internet, Bill Gates, conserve su sempiterna cara
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de niño. Más allá del operador paradigmático se extienden otros círculos de personas: los técnicos, los hackers, los crackers, los centros de investigación, los gobiernos, etc. Pero ese operador paradigmático es al sistema de Internet lo que el “individuo” es al “mercado”. Gobernado por la tiranía visual, el texto debe presentarse en forma atrayente, independientemente de las virtudes de su contenido. Los centros de investigación, universidades, etc. esperan y exigen de sus miembros la competencia necesaria para responder cuestionarios informáticos, renovados periódicamente en función de las necesidades de venta de programas. No importa tanto el qué sino el cómo, porque la nueva tecnología que aparentemente ahorra tiempo, exige sin embargo una entrega mucho mayor en tiempo, dinero y esfuerzo que cualquier instrumento antes utilizado. Usando la posibilidad de formar nuevos textos a partir de otros, mediante sistemas de “cortar y pegar”, ante la urgencia de la demanda social por el incremento cuantitativo de la producción de informes y artículos, las personas se copian a sí mismas. La copia está en el centro de la construcción del espacio virtual e Internet y sus programas asociados promueven la cultura de la copia en todos sus niveles, tanto en las producciones que aparecen en el visor, como en los productos insumos y programas. El mal La existencia del mal adquiere una representación tragicómica en la presencia de los virus, que se tornan tema prioritario de la preocupación y la conversación. Los universitarios, los centros de investigación, las listas de discusión tienen pre-definida una preocupación antes que cualquier otra, un enemigo común capaz de arruinar en un solo instante la producción de años de trabajo: los virus. Los virus patentizan la existencia del mal y hecho de que no hay creaciones humanas perfectas. En un instante pueden arruinar décadas de trabajo y causar un daño material que sólo hubiera sido posible por un accidente de grandes dimensiones. Su origen es incierto y también los motivos psicológicos, sociales, comerciales que alientan su existencia. Pero ahí están, para dar cuenta de la fragilidad de todo lo mundano. Una primera generación de virus entorpece o acaba con los programas y la información contenida en un ordenador. Un segundo tipo de acciones aparece con los virus capaces de controlar ciertos elementos del hardweare, como abrir y cerrar la compactera. No se conocen todavía virus que logren realizar acciones físicas del tipo “disparen sobre el operador”, pero esto no es impensable. Sin embargo, hay que decirlo, las últimas generaciones de virus han optado mayoritariamente por la expansión a través del correo electrónico antes de exacerbar el efecto desastre sobre las piezas vitales del ordenador. La dialéctica de crecimiento y producción de virus permanecerá tan ignorada para los historiadores del futuro como la realidad de la llamada “guerra fría”.
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Esa dialéctica del crecimiento de virus determina que la persona entre en una dependencia creciente con respecto a las grandes compañías que generan programas antivirus en la medida en que estos aparecen. Los antivirus se bajan en forma gratuita de Internet. El costo no expresado es el mantenimiento constante de los bancos de datos que ingresan diariamente los usuarios y permiten una rápida y económica limpieza y actualización del sistema. Buscadores potentes y rápidos como Google permiten ubicar los datos de todas las personas con alguna actividad pública en pocos segundos, y también hallar otras que nunca en su vida supieron o sabrán algo de esta nueva tecnología. Listas de cementerios, registros de inmigración, de pensión, bancos, comercios, etc. aparecen en la pantalla si se los evoca correctamente. Internet posibilita, por primera, vez una versión mundial de Big Brother de un modo eficiente y económico, ya que son los mismos sujetos o los centros a los sujetos estuvieron vinculado de manera casual o permanente los que ingresan esos registros. En pocos años se hará verdad, literalmente, la versión negativa del cogito cartesiano: si no está en Internet, no existe. La construcción manual de ciberespacio El ciberespacio se construye manualmente. Pocas veces se toma conciencia sobre este hecho: millones de personas, sin estudios específicos o con ellos, construyen el ciberespacio, minuto a minuto y lo vienen haciendo desde hace algo más de veinte años. No todos los públicos son hipersensibles al llamado de Internet. Muchas razones determinan esa disponibilidad: respuesta hipertrófica a la propaganda, necesidad de "estar al día e informado", hipersensibilidad al mandato de "modernización", necesidad de comunicación, etc. Los Estados Unidos llevan ventajas sobre todos los países en la construcción del espacio virtual tanto por su poder económico como por su tendencia activa a imponer sus valores, estilos culturales y forma de vida. Ellos han puesto a sus copistas en la tarea de transcribir o "scannear" libros e información sistemáticamente, desde hace dos décadas. Cuando me refiero a "las copistas" me refiero a las dactilógrafas, las secretarias, los estudiantes, que están ingresando manualmente los registros de la cultura anglosajona. En su construcción, el espacio virtual imita a la organización de las bibliotecas en el medioevo, en las cuales la manualidad requerida para la transcripción era un requisito decisivo para su existencia. La manualidad cobra nuevas formas en la experiencia cibernética actual. Se necesita la manualidad del operador, pues hasta que los comandos de voz no se hagan accesibles, la mano del operador conduce la experiencia. La mano se repliega sobre sí misma, sostenido el mause de modo suave pero preciso, con posibles consecuencias traumáticas para el operador, mientras que el cuerpo no participa sino sólo como sostén de las funciones vitales. Ojos y manos conducen la acción, en tanto el cuerpo pasa a segundo plano. Para construir una página se necesita la manualidad del copista, que llena el
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espacio con información. El operador no sólo prescinde de gran parte de su cuerpo para desarrollar su tarea, sino que también minimiza su gestualidad. Los expertos programadores y expertos en computación, especialmente los jóvenes, son por lo general personas uniformemente inexpresivos: la computadora no responde ni al gesto, ni a la sonrisa. Gracias a la tarea de millones de copistas las producciones culturales adquieren una posibilidad de conservación y difusión desconocida, con costos económicos ínfimos. Considerado desde el punto de vista de la conservación, todas las culturas, y la española entre ellas, tienen en la net una posibilidad todavía no explorada. Las listas de discusión Las listas de discusión son un fenómeno de la expresión pública y en relación con ello son una expresión del cosmopolitismo. La publicidad adquiere posibilidades nuevas en las listas en este sentido: se resisten a las astucias de la retórica política conocida (no a toda retórica) y a la autoridad del prestigio social del argumentante. Cuando se discute públicamente en una lista los argumentos quedan escritos y son difundidos inmediatamente. No se puede gritar- aunque la escritura en mayúsculas imita al grito -no se puede gesticular, se tiene que poder expresar por escrito los argumentos en forma sencilla. Internet tiene una retórica propia. Los estilos retóricos convincentes varían según las exigencias y las expectativas de los grupos de discusión. Los moderadores de las listas, y los participantes actúan como elementos de control. Los títulos adquiridos o las posiciones relativas a lo profesional, sociales y reales, no sólo no alcanzan, sino que más bien comprometen. Escritos, los errores y las debilidades argumentativas quedan expuestos. De este modo, las listas de discusión promueven la movilidad virtual de los participantes quienes, aunque no ocupen cargos en la sociedad real, adquieren (o pierden) competencia comunicativa. Con referencia a las listas de discusión es interesante observar la aparición de códigos éticos propuestos de antemano al funcionamiento de las listas, o bien a posteriori por el grupo que la frecuenta. Esos códigos, en general, son códigos del diálogo: no apartarse del propósito central (coherencia), no saturar la lista con mensajes ni usar esos espacios públicos para el "chateo" con miembros de las listas (egoísmo), ser claro en los mensajes (rectitud) El inglés bestial El cosmopolitismo informático se hace de dos modos sobre la base histórica lingüística: el idioma propio y el inglés bestial. El inglés bestial es una especie de esperanto que no responde a ningún modelo tolerable por la academia, sino, primariamente, al propio idioma del que se comunica y sus reglas, al lenguaje de la televisión, y a la jerga informática. La base del cosmopolitismo informático es el inglés bestial. Otras formas de esperantis-
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mo o cosmopolitismo informático están dadas por la apertura potencial del espacio de denuncia internacional, ligas, asociaciones, manifiestos. Estas no amplían su contenido habitual, sino que se benefician por las ventajas de la aceleración de la comunicación y la posibilidad de frecuentar sitios de denuncia abriendo nuevas fronteras. Internet toma la forma de mercado persa y tiene una faz comercial que alienta su crecimiento. En sus comienzos se pensó que resultaría una competencia nociva para los hábitos de lectura. Paradójicamente, el producto más vendido son los libros; también los derivados de la industria informática misma. Conclusión Estos son solo algunos elementos de la red y su modo de aparecer actual. Cabe preguntarse cuánto durará esta fase y qué vendrá después. Cómo habrá afectado a la sociedad y cómo habremos de insertarnos en ella. Qué pasará con las páginas actuales cuando hayan pasado tres o cuatro generaciones de usuarios, cuando pasen siglos, esto no puede predecirse. En qué sentido la permanencia de la net - aunque bajo el imperativo de la "novedad tecnológica", será sin embargo un factor de inmovilización en las próximas centurias, donde generaciones de usuarios-usados se limiten a producir cambios técnicos sobre la misma base conceptual conocida y reproducida, sobre las mismas ideas, incesantemente repetidas, con cierta ingenuidad característica, esta es una pregunta que deberemos empezar a formularnos. La Internet actual quizás se transforme en un cementerio virtual o un archivo de documentación histórica, una memento mundi, y no puede todavía alcanzarse todavía una comprensión cabal de cómo determinará la historia del pensamiento y de la creación cultural. Tampoco podemos entrever cómo observará un historiador del futuro la estructura caótica que ahora presenta, qué habrá de desechar y qué considerará interesante, pero esto último es una condición universal de la existencia histórica. La dialéctica del crecimiento de Internet permite ver, corto plazo, que la estructura selvática de esta primera fase promoverá el surgimiento de nuevas redes (en el sentido, por ejemplo, de la Internet II para las universidades). Cuando eso suceda la net ganará en eficiencia y perderá en posibilidades para el público masivo, pues las llaves del ingreso a algunos espacios se tornarán menos accesibles. La net puede imitar, en un futuro, la sociedad de castas, y desalentar la movilidad intrínseca que la caracteriza en esta primera fase.
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TEC NO LO G ÍA, N ATU RALEZA Y AR TIFIC IALID AD . Notas sobre algunas metáforas totalitarias en la cibercultura DIEGO PARENTE (Universidad Nacional de Mar del Plata – Asociación Argentina de Investigaciones Éticas)
RESUMEN P artie ndo de la am big üedad cara cterística del concepto de “cib ercultura ”, e l pre sente tra bajo pre tende re alizar u na indagació n filo sófica sobre la m atriz teóric a que posib ilita la aplicació n del pre fijo “cib er” a una gra n cantidad de sectore s d e n uestra cultura . A fin d e re co n stru ir d ich o m o d e lo se e xa m in a rá n la s m e tá fo ra s co n stitu tiva s d e l d e n om in a d o “p rin cip io d e in fo rm a ció n ” a sí ta m b ié n c om o s u s im p lica cio n e s d e n tro d e lo s d e ba te s a ctu a le s a b ie rto s d e ntro d e la filo so fía d e la te cn o lo g ía . P ALAB R AS C LAV E : Tecnología - N aturaleza - A rtificialidad - C ibercu ltura - M etáfora AB S TR AC T T h is paper exam ines the theoretical m odel underlying the prefix “C yber”. In ord e r to re co n stru ct th a t m o d e l, e xa m in e s th e co n stitu tive m e ta p h ors o f so -ca lle d “in fo rm a tio n prin cip le ” a nd its im plications in the contem pora ry p hilo sophy of technolo gy. K E Y W O R D S : T e ch n o lo g y - N a tu re - A rtificia lity - C yb e rcu ltu re - M e ta p h or
1. Introducción Es frecuente que la utilización indiscriminada de un término produzca una notoria pérdida de sentido. En esta dirección deben comprenderse las denuncias realizadas hace poco más de una década por G. Vattimo1 sobre el significado del adjetivo “posmoderno” –evaporado según este autor en una interminable lista de apropiaciones y aplicaciones incompatibles-. En la actualidad resulta evidente que el prefijo “ciber” (cyber) es objeto de un fenómeno similar: cibercultura, ciberespacio, ciberfeminismo, cibersexo. Lo cierto es que esta noción invade confusamente una enorme cantidad de sectores de nuestra cultura disolviendo su propia significación. El término puede designar desde una cultura de alcances globales fundada en una red mundial de ordenadores hasta lo que se llama el pervasive computing, esto es, la incorporación de microchips en objetos de orden cotidiano. A pesar de este contexto de ambigüedad, el concepto de “cibercultura” resulta útil en cuanto permite un acercamiento a un conjunto de discusiones que posee una indudable raigambre filosófica. Muchos de estos debates
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VATTIM O , G., La sociedad transparente, Barcelona: Paidós, 1994, p. 73.
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giran en torno a problemáticas tradicionales tales como el sujeto, el conocimiento, los límites de la experiencia y el papel de la razón, entre muchos otros. La relevancia de los debates llevados adelante dentro de este ámbito tienen su correlato histórico-social en la creciente importancia de la computadora como tecnología de comunicación del complejo sociotécnico característico del mundo globalizado. Siguiendo la analogía propuesta por Langdon Winner, “lo que el agua y la máquina de vapor significaron para la sociedad industrial es lo que los ordenadores representarán para esta nueva era que está aflorando”2 . Este trabajo no pretende dar cuenta de las variadas aplicaciones del término “cibercultura” sino más bien indagar el trasfondo, el modelo, la matriz teórica que posibilita la aplicación del prefijo mencionado, matriz que nos conducirá a lo que llamaremos el “principio de información”. 2. La cibernética como prehistoria del ciberespacio El surgimiento y desarrollo de la cibercultura tiene como una de sus matrices teóricas a la cibernética. Esta es comprendida como la ciencia que se ocupa de los sistemas de control y de comunicación en las personas y en las máquinas, estudiando sus aspectos y mecanismos comunes. El nacimiento de esta disciplina se dio en 1942 en ocasión de un encuentro acerca de la inhibición cerebral realizado en New York. Allí surgió el proyecto de combinar el conocimiento entre fisiólogos y técnicos en mecanismos de control.3 En 1947, Norbert Wiener propuso el nombre de cibernética, un derivado del griego kubernetes (timonel o regulador). Dentro del campo de esta disciplina se incluyen las grandes máquinas calculadoras y toda clase de mecanismos o procesos de autocontrol semejantes, así también como las máquinas que imitan la vida. En este recorrido, ha brindado pautas de acción útiles para el progreso científico, desde el estudio del comportamiento de la célula nerviosa -la neurona- hasta el del individuo en su conjunto, abriendo un amplio territorio de investigaciones. La palabra “cibernética” se utiliza, en primer lugar, asociada a la tecnología informática y, posteriormente, al uso de las redes de comunicación. En este último uso –el más masivo de ambos- aparece la noción de “espacio cibernético” (cyberspace), nombrada por primera vez en 1984 no en la literatura teórica sino en una novela de William Gibson titulada 2
W IN N ER , Langdon, La ballena y el reactor, Barcelona: Gedisa, 1987, p. 122.
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Es im portante destacar que, en sus inicios, la cibernética estuvo liga da –a l igual que gran cantidad de innovaciones tecnológicas hum anas- a la guerra. Esta prim era cibernética, signada por los conceptos de control, retroalim entación y previsión, tenía com o objeto la construcción de eficaces dispositivos antiaéreos que pudieran predecir la ubicación futura de una avión y poder regular en consecuencia el disparo-. En la década del ’80, la atención se de splazó desde la noción de “control” a los conceptos de autoorganización y em ergencia.
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Neuromante4 . Algunos de los interrogantes abiertos por el ciberespacio están relacionados con varias metamorfosis en las que este nuevo “espacio” se encuentra involucrado: la del cuerpo (con su virtualización experimentada en Internet), la del espacio-tiempo, la de la identidad5 . El cyberspace y la virtualidad también fueron musas para los guionistas de la pantalla grande y sus huellas en la cinematografía de los años noventa no pueden ser eludidas. Especialmente en clave distópica, el problema de la distinción entre lo real y lo virtual fue abordada por films como Strange Days (Kathryn Bigelow, 1995), Existenz (David Cronenberg, 1999) y la trilogía Matrix (Andy y Larry Wachowski, 1999-2003). Es notable, por otra parte, la repercusión lograda por algunos cyborgs (abreviatura de cybernetic organisms), entre ellos Terminator (James Cameron, 1984), o los replicantes de Blade Runner (Ridley Scott, 1982)6 . 3. Cibercultura y ciberespacio La noción de cibercultura incluye a aquellas transformaciones culturales que se están generando como consecuencia de la utilización de la informática como medio de información y comunicación. Representa una metamorfosis cognitiva que pone en juego nuestras propias facultades perceptivas. Así como la implementación y la posterior interiorización de la escritura7 permitió un desarrollo cognitivo impensable para sociedades ágrafas basadas en la evanescente oralidad, la “sociedad de la información” indica una serie de cambios que, a largo plazo, amplificarán muchas de nuestras funciones de cognición (la memoria, a partir de las bases de datos y los hiperdocumentos; la imaginación, a través de las simulaciones; la percepción, mediante generación de realidades virtuales o telepresencia).
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GIBSO N , W illiam , N eurom ancer, N ew York: Ace Books, 1984 (E d. C ast. N eurom ante, Barcelona: N orm a, 1991).
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Algunas reflexiones sobre estos tópicos aparecen, con distinto énfasis, en LYO TAR D , J.-F., Lo inhumano, Bueno s Aires: M anantial, 1998; VIR ILIO , Paul, La velocidad de liberación, Buenos Aires: M anantial, 1997; LEVY, Pierre, C ibercultura, M adrid: C átedra, 1999; PISC ITELLI, Alejandro, C iberculturas, Buenos Aires: Paidos, 1995 y Metacultura, Buenos Aires: La Crujía, 2002.
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H ay sin duda una extensa lista de film s que recrean “dram as cibernéticos” en clave de distopía. Abordo el problem a ético-po litico de la distopía técnica en “Entre Godard y H eidegger: D istintos rostros de la distopía técnica”, en P A R E N TE, D iego (com p.), La verdad a 24 cuadros por segundo: Estudios sobre cine y pensam iento, M ar del Plata: Ediciones Suárez, en prensa. 7 Las com plejas relaciones entre la tecnología de la escritura y las form as de percepción hum ana fueron desentrañadas por O N G , W alter, O ralidad y escritura, M éxico: FCE , 1987; H AVELO C K, Eric, Prefacio a Platón, M adrid: Visor, 1994; GO O D Y, Jack, La lógica de la escritura y la organización de la sociedad, M adrid: Alianza, 1990.
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Por otra parte, la cibercultura está caracterizada por su falta de centro y de entidades ligadas a un tiempo y un espacio8 . La metáfora de la “red de redes” impide pensar al sistema en términos de centro/periferia. Allí reside lo que Pierre Levy ha denominado la “esencia paradojal” de la cibercultura: “un laberinto móvil, en extensión, sin plano posible, universal (...) universalidad desprovista de significado central, ese sistema de desorden, esa transparencia laberíntica, es lo que llamo un ‘universal sin totalidad’9 ”. El ciberespacio no genera una cultura de lo universal porque esté en todas partes, sino porque su forma, su propio diseño, implica el derecho a todos los seres humanos –al menos de aquellos que posean la competence necesaria para ser “conectables” a la red-. En este sentido, la cibercultura, comprendida especialmente como apertura del ciberespacio, también ha desarrollado sus defensores en una perspectiva ético-política. Being Digital, el libro de Nicholas Negroponte10 , puede leerse como un manifiesto -entre panfletario y utopista- que augura el advenimiento de una razón digital en reemplazo de una obsoleta racionalidad gráfica. Los guardianes del ciberespacio enfatizan generalmente el hecho de que el acceso a las computadoras producirá una sociedad más democrática, igualitaria y rica, distinta de las anteriores. Estas apologías del hipertexto postulan la siguiente oposición: mientras que la cultura del libro ha representado una forma de saber elitista y pasiva y ha privilegiado la autoridad del nombre, la racionalidad lineal, secuencial y clausurada, el hipertexto representaría el surgimiento de una razón no secuencial, activa, multidimensional, pluralista, un ataque a la lógica tradicional, una nueva praxis des-centralizadora, des-jerarquizante y desautorizante. Las sombras y equívocos relacionados con el carácter libertario de esta ciber-utopía fueron adecuadamente denunciados por Winner11 -
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La paulatina destrucción del espaciotiem p o m o derno y el surgim iento de un “tie m p o m undializado” son los pasos que siguen a aquella otra dislocación producida por la velocidad q ue de scribe H eidegger en Sein und Zeit, § 23. En este sentido, la desalejación (Ent-fernung) del m undo que efectiviza la radio anticipa el decisivo rol que la instantan eida d juega en el cam po de la com unicación en las sociedades contem poráneas. D esarrollo este tem a en PAR EN TE, D iego, “A qu í y ahora: O bservaciones sobre el colapso de espacio y tiem po en H eidegger y Virilio”, A ctas d e l XII Congreso N acional de Filosofía, U niv.N ac.del C om ahue, N euquén, 2003. 9
LEVY, Pierre, “O U niversal sem totalidade, essencia da cybercultura”, Internet, http://www. cibercultura.com /levy.htm 10
N EG R O P O N TE , N icholas, Ser D igital-Being Digital, Buenos Aires: Atlántida, 1995, especialm ente pp. 167-174.
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D esde la perspectiva de W inn er la ide a según la cual el acceso a los ordenadores producirá autom áticam ente una sociedad m ás dem ocrática y un renacim iento cultural es m uy ingenua y se apoya en una errónea asociación entre cantidad de inform ación disponible y producción de una sociedad m ás dem ocrática. Ver W IN N ER Langdon, La ballen a y e l reactor, ed. cit., pp. 117-138. Véase tam bién su artículo “Los m itos
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cuyas reflexiones logran evitar el tono nostálgico, reaccionario y poco crítico de muchos autores. Ahora bien, más allá del abuso del prefijo “ciber”, creemos que una reflexión filosófica sobre las tecnologías reunidas alrededor del concepto “cibercultura” requiere retrotraernos a la propia noción de “ciber” para detenernos en sus presupuestos y aclarar algunos de ellos. No es difícil detectar que esta cultura, al comprender el ciberespacio en términos de flujo interactivo de datos, privilegia de manera especial la noción de información. Este último aspecto es el que se discutirá en la siguiente sección. 4. El paradigma informático 4.1. El sujeto reducido a computador: del paradigma de la conciencia al paradigma de la información Como se ha explicado más atrás, el nuevo entorno virtual no implica solamente la posibilidad de acceder a modos de comunicación antes impensables, sino también una relocalización de algunas nociones filosóficas tradicionales tales como sujeto, objeto, comunicación, lenguaje y comunidad. Tanto en sus versiones moderadas como en sus apologías o sus críticas más elocuentes, los diagnósticos de la cibercultura coinciden en el reconocimiento del desafío antropológico implícito en las nuevas tecnologías: lo que está en juego es la propia noción de “humano”. En tal sentido, el paradigma del sujeto-conciencia (resistente en la historia de la filosofía desde Descartes y, además, característico de la Modernidad) se ve gradualmente remplazado por -o al menos convive con- un nuevo paradigma que se entromete en todos los asuntos teóricos disponibles: el modelo de la información. Desde la mente (en las investigaciones sobre inteligencia artificial) hasta el propio cuerpo, desde lo biológico hasta lo social, desde lo micro hasta lo macro, son pensados en clave informacional. “Todo es (reductible a) información”. Una doble lectura resulta aquí imprescindible. Si evitamos lo incluido en el paréntesis, hablamos de una caracterización ontológica, en cierto sentido deudora de aquella frase de Galileo Galilei según la cual el mundo estaba escrito en lenguaje matemático. Pero si nuestra lectura incluye lo contenido, la frase se convierte en una advertencia sobre una posibilidad, una sugerencia que implica un tono normativo con respecto a la acción del observador. Sin embargo, quien opera en base a esta última comprensión está –necesariamente- implicando la viabilidad y la no-problematización del asunto mismo del “reducir”, proceso que se muestra como inobjetable ¿Qué significa que todo es “reductible” a información? ¿En qué consiste esa “reductibilidad”? ¿Qué estrategias u operaciones retóricas están en juego en dicha comprensión? A fin de ciberlitarios y sus prospectos para la com unidad”, en C ontexto Educativo-R evista Digital de Educación y N uevas tecnologías, nº 4, feb rero de 2000 (Internet, http://contextoeducativo.com .ar)
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aproximarnos a estos interrogantes abordaremos la concepción del lenguaje implícita en este paradigma informático. 4.2. El giro informático Posterior al linguistic turn pero previo al giro hermenéutico en filosofía y ciencias sociales, es dable pensar en la aparición de un giro informático12 materializado en el creciente desarrollo –a partir de la primera parte del siglo XX- de la noción de información en el tratamiento de temas tales como el lenguaje, la sociedad, el individuo, la tecnología y la vida –comprendida esta última en sentido biológico-. El anuncio de este giro ya estaba dado, en cierto sentido, en las afirmaciones de Norbert Wiener anticipando el papel de la cibernética y del paradigma de la información: “sólo puede entenderse a la sociedad mediante el estudio de los mensajes y de las facilidades de comunicación de que ella dispone (...) en el futuro, desempeñarán un papel cada vez más preponderante los mensajes cursados entre hombres y máquinas, entre máquinas y hombres, y entre máquina y máquina”13 . Las investigaciones de orientación cibernética dieron lugar a la conformación de otra modalidad centrada en el principio de información: la “teoría matemática de la comunicación” creada por Warren Weaver e inspirada en trabajos de Claude Shannon –investigador de los laboratorios de telefonía Bell. La prioridad del paradigma informático en este modelo es explícita: La Teoría Matemática de la Comunicación es tan general que no es necesario decir qué clases de símbolos se consideran: si se trata de palabras o letras escritas, de notas musicales, de palabras habladas, de música sinfónica, o de imágenes14 .
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C om o es sabido, el concepto de turn debe com prenderse com o u n a cue rdo generalm ente im plícito en el tratam iento de los problem as, en la asunción de ciertos presupuestos de trabajo, en fin, un cierto “aire de fam ilia” que une invisiblem ente a investigadores de distintas ram as. Indudablem ente, tanto el giro lingüístico com o el herm enéutico produjeron im portantes transform aciones dentro de la historia del pensam iento, sin que sus representantes debieran renunciar a la variedad y flexibilidad propias de la reflexión filosófica (carácter elástico que perm itió incluir a autores com o C arnap y Austin en el prim ero y a Heidegger y Apel en el segundo). Lo conflictivo en el giro inform ático es que su propio desenvolvim iento m uestra un alcance m ás global y una tendencia m enos favorable a la diferencia.
13
W IEN ER , N orbert, C ibernética y sociedad, Bs. As.: Sudam ericana, 1988, p. 16 . (ed. orig. 1950).
14
W EAVER , W arren, “L a m atem ática de la com unicación”, en SM ITH , Alfred, ed., La teoría de la com unicación hum ana, tom o 1, Buenos Aires: N ueva Visión, 1972, p. 43.
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Todo es (reductible a) información. Al privilegiar los problemas de codificación, magnitud de información y capacidad del canal, esta perspectiva no hace otra cosa que reducir la complejidad del fenómeno comunicativo mostrándose impotente para echar luz sobre los aspectos sociales constitutivos de la experiencia de la comunicación interpersonal. Por otra parte, la teoría weaveriana y su insistencia en el circuito emisormensaje-receptor ejemplifica la “metáfora del tubo” (conduit metaphor) desmontada por Michael Reddy15 hacia finales de los setenta. Reddy analizó la forma de hablar acerca de la comunicación humana no sólo en la manera que es tratada por el discurso teórico, sino también en la forma cotidiana en que los hablantes se refieren a ella. Su investigación apuntaba a mostrar que, debajo de enunciados corrientes tales como “No puedo poner mis pensamientos en palabras”, o “Yo le di la idea de que lo hiciera”, subyace un sustrato metafórico a partir del cual las ideas son pensadas como objetos físicos. En este sustrato también está presente la idea de que el propósito del lenguaje es “empaquetar” estas ideas para transferirlas entre las distintas mentes. Las palabras funcionan como “paquetes” para los significados y, de esta manera, la escritura y el habla son vistos como procesos de envase, envío y desempaquetamiento de “objetos”. Hablamos de las expresiones lingüísticas como si ellas fueran “recipientes” para una “sustancia” llamada significado. De allí precisamente deriva la “metáfora del tubo”: el lenguaje como un todo es visto como un conducto utilizado para transferir significados de una mente a otra. 4.3. La lengua decapitada: cibernética y Seinsvergessenheit La denuncia filosófica contra el reduccionismo de la comprensión cibernetista del lenguaje y la comunicación puede remontarse a algunos escritos heideggerianos de los años sesenta. Cuando Heidegger admite amargamente que la cibernética ha ocupado el puesto de la filosofía16 , su intención es denunciar la estrechez de miras de esta nueva disciplina, su anquilosamiento en un concepto operacional (puramente “técnico”) de información que impide reflexionar adecuadamente sobre lo peculiar de la técnica moderna. En su Seminario de Le Thor (1969), Heidegger ya advierte el peligro de un movimiento que “tiende a tomar como patrón de la lengua las posibilidades de cálculo del ordenador”. Allí declara: “La lengua es decapitada y adecuada inmediatamente a la máquina. Resulta claro que la relación con la lengua que hace posible un fenómeno semejante es su comprensión como simple instrumento de información”17 . 15
R E D D Y, M ichael, “The C onduit M etaphor. A case of fram e conflict in our language about language”, en OR TO N Y, Andrew, ed., Metaphor and Thought, C am bridge: U niversity Press, 1979. 16 H EIDEG G ER , M artin, Entrevista del Spiegel, M adrid: Tecnos, 1996. La entrevista fue realizada en setiem bre de 1966. 17
H EID EG G ER , Sem inario de Le Thor, trad. D iego Tatián, C órdoba: Alción, 1995, p. 25.
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En su priorización de lo mensurable, la cibernética se mueve dentro del recorrido abierto por la tecnociencia moderna y está conectada, por tanto, con el Seinsvergessenheit: sólo obliga a la naturaleza a mostrarse en una objetualidad susceptible de cálculo y medida. Esta apropiación de la naturaleza en términos exclusivamente cuantificables llega a su máxima explicitación en tesis como las de Max Planck para quien “Es real lo que es medible”. Si, como postula Heidegger, en la comprensión cibernetista el lenguaje del hombre queda atrofiado18 , también la teoría weaveriana estaría desviada: cuando se plantea que el lenguaje es información “esa explicación se queda en al superficie (...) En los principios tecnocalculadores de esta transformación del lenguaje por la que el lenguaje como decir queda convertido en un lenguaje como notificar por via de tal producción formal de signos descansa la estructura y modo de operar de los grandes ordenadores y de los grandes centros de cálculo”19 . Que el pronóstico heideggeriano se haya cumplido es prácticamente indiscutible: la comprensión cibernetista del lenguaje invadió -como señala D. Haraway- las ciencias de la comunicación y la biología moderna. Ambas pretenden “la traducción del mundo a un problema de códigos”20 . Incluso la propia territorialidad, a raíz de su comprensión mediante tecnologías de observación satelital, ha perdido su espesor característico. La superficie terrestre y atmosférica circundante se ha convertido, fundamentalmente, en información visible y utilizable21 . En términos heideggerianos, podríamos afirmar que esta peculiar Gestell articulada en los ejemplos anteriores obliga a desvelar el mundo en términos de “información” disponible. Por otra parte, es posible trazar relaciones entre este “principio de información” y la historia de la metafísica occidental. Entre los apólogos del mencionado ‘giro informático’, Peter Sloterdijk22 ha visto en el mencionado principio un sustituto del espíritu objetivo hegeliano útil para desmontar las 18
H EID EG G ER , “Lenguaje de tradición y lenguaje técnico”, Artefacto-Pensa m ientos sobre la técnica, nº 1, 1996 (a partir de una conferencia pronunciada en 1962). 19
H EID EG G ER , “Lenguaje de tradición y lenguaje técnico”, ed. cit.
20
H A R AW AY, D onna, C iencia, cyborgs y m ujeres, Valencia: C átedra, 1995, p. 280. Según la autora, las teorías cibernéticas traducen (y, podríam os agregar, reducen) el m undo a un problem a de codificación con efectos prácticos en el diseño de computadoras, el despliegue de arm amentos y la construcción de bases de datos. El m ism o m ovim iento m etafórico se presenta en biología m olecular, sociobiología e inm unología: el organism o ha sido traducido a problem as de codificación genética y de lectura. 21
BER LAN D , Jody, “C artografiar el espacio: las tecnologías de form ación de im ágenes y el cuerpo planetario”, en S.AR O N O W ITZ, B.M A R TIN SO N S y M .M EN SER , com ps., Tecnociencia y cibercultura, Barcelona: Paidós, 1998, p. 150.
22
SLO TER D IJK, Peter, “El hom bre operable: N otas sobre el estado ético de la tecnología génica”, Artefacto-Pensam ientos sobre la técnica, nº4, 2001, pp. 20-29.
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tradicionales oposiciones entre naturaleza/cultura, sujeto/objeto, yo/mundo y espíritu/materia. La información no tiene reino, no puede asignarse inequívocamente a uno u otro lado de la dicotomía23 . En esa terceridad que la información inaugura, Sloterdijk presagia el feliz advenimiento de una resignificación de la naturaleza (a través, por ejemplo, de la tecnología genética). La posición de Sloterdijk, sin embargo, tiende a pasar por alto el carácter poderosamente unitario que este principio contiene. Este modelo no sólo es heredero de la peculiar lógica de la ciencia moderna y su énfasis en la cuantitificación de los entes, sino que profundiza de manera notable este impulso haciéndolo más totalitario, impidiendo el acceso a formas distintas de aproximación y/o comprensión. Una vez que se ha señalado el carácter reduccionista de este paradigma intentaré abordar dos ejemplos de estudios basados en estas metáforas (si bien con distinto grado de repercusión social y, desde ya, con un estatuto epistémico bien diferenciado): el ala dura de la Inteligencia Artificial (IA) y el movimiento transhumanista. Se tratará de ver, más allá de sus diferencias, qué modelo subyace a ambas perspectivas. 4.4. Las metáforas de la Inteligencia Artificial La ciencia cognitiva, surgida aproximadamente hace treinta años, representa un esfuerzo transdiciplinar para investigar la mente humana en el que convergen la IA, la lingüística, la psicología, la neurociencia y la filosofía. E. Rabossi24 ha señalado los presupuestos básicos de este nuevo campo del saber: (a) los humanos son sistemas procesadores de información (entendiendo por información a los item abstractos sobre los que se opera y al procesamiento como una serie ordenada de operaciones); (b) todo proceso cognitivo implica procesamiento de información; (c) hay un nivel computacional (software) de los mecanismos cognitivos, los cuales se implementan sobre una base física (hardware). La mencionada analogía entre computadoras y cerebros está basada en la idea de que ambos son sistemas que procesan información. Si bien algunos plantean que el computador simplemente simula operaciones del cerebro al tiempo que resulta útil para comprenderlo, el ala dura de la IA sostiene que el computador no simula operaciones, sino que piensa. Es así que Alan Turing, quien introdujo el problema de la inteligencia artificial en los años cincuenta, se negaba a distinguir entre inteligencia “artificial” e inteligencia “natural”.
23
La frase “H ay inform ación” obliga, según Sloterdijk, a abandonar la ontología tradicional m onovalente: “hay nadas que son entes y entes que son nada”. SLOTERDIJK, “El hom bre operable”, ed. cit., p. 22. 24 R ABO SSI, E duardo, “C óm o explicar lo m ental”, en R ABO SSI, E. (com p.), Filosofía de la m ente y ciencia cognitiva, Barcelona: Paidós, 1995, pp. 20-21.
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El conocido Gedankenexperiment searleano de la “habitación china”25 apunta a criticar la ecuación mente/cerebro=software/hardware argumentando que la simple manipulación de símbolos no implica comprensión, lo que conduce a pensar que instanciar el programa correcto en una computadora no es suficiente para tener una mente. La perspectiva de Searle, de todos modos, no deja de ser una crítica puramente “interna” al propio modelo en tanto no pone en cuestionamiento el estatuto metafórico de la serie de figuras que constituyen el modelo de la IA ni tematiza de manera explícita las consecuencias prácticas de la metáfora puesta en juego en la ecuación mencionada.26 Otra perspectiva crítica, también interna, sobre el modelo de la IA fuerte es la que realiza Joseph Weizenbaum (ex investigador del MIT), quien impugna la asignación de “humanidad” a cualquier máquina procesadora de información argumentando que hay en nuestras experiencias una gran cantidad de emociones y sensaciones que no serían traducibles en términos de información. En este contexto, y en cuanto a su traducibilidad mecánica, Weizenbaum se pregunta si el hombre posee una vida interior que le sea propia, inefable y, por tanto, incomunicable. Su respuesta es afirmativa: “de lo contrario no habría arte ni cultura”27 . Sin embargo, la cuestión aquí no consiste en problematizar la traducibilidad de emociones o sentimientos (cuestión que aparece sólo una vez que nos encontramos dentro del paradigma de la información),28 sino el propio modelo metafórico puesto en juego, modelo sin el cual la pregunta por la traducibilidad carecería simplemente de sentido.
25
John Searle ha desplegado una de las m ás poderosas críticas sobre los supuestos del m odelo de la IA “fuerte” en “M entes, cerebros y program as”, en D EN N ETT, D . y H O FSTAD TER , D ., eds., El ojo de la m ente, Buenos Aires: Sudam ericana, 1983. Para una crítica de la m etáfora del ordenador desde una perspectiva autopoiética, ver M ATU R AN A, H . y VAR ELA, F., E l árbol del conocim iento, Barcelona: D ebate, 1996, p. 145.
26
Según J. Sanm artín, esta m etaforización según la cual el hom bre es concebido com o com putador tiene im portantes consecuencias prácticas, por ejem plo, cam bios revolucionarios en educación. SAN M AR TIN , José, Tecnología y futuro hum ano, Barcelona: Anthropos, 1990, especialm ente caps. 2 y 3.
27
Véase la interesante confrontación “W eizenbaum contra Haefner”, en ArtefactoPensam ientos sobre la técnica, nº4, 2001, pp. 63-66.
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La cuestión con cerniente a la posibilidad de diseñar y construir m áquinas con capacidad para alcanzar estados “em ocionales” fue tam bién objeto de varios film s –entre ellos cabe destacar Artificial Intelligence (Steven Spielberg, 2001) y la ya m encionada Blade R unner-.
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Ahora bien, siguiendo el planteo de Lakoff y Johnson29 según los cuales ciertas metáforas pueden estructurar la percepción de una determinada manera, es dable pensar que en la actualidad la computadora juega un rol decisivo e insoslayable: sus metáforas han triunfado e invaden todos los sectores de nuestra cultura. De hecho, la computadora es un dispositivo técnico por el cual percibimos el mundo no sólo en un plano empírico (se escribe en computadora, se toma su monitor como contacto con el mundo, etc) sino en un plano cognitivo, ya que se concibe lo social, la vida o procesos de conocimiento a través de una red de lectura informática. Por otra parte, las metáforas se encuentran radicalmente atadas no sólo a constricciones de carácter biológico (los image-schemata de raíz kantiana citados por Johnson30 ), sino también al contexto histórico-cultural en el que surgen. Esta contingencia de las metáforas se revela una vez que consideramos el carácter profundamente idiosincrático que constituye, por ejemplo, a la visión moderna mecanicista. Según ésta, el ser humano y el resto de los organismos son considerados como máquinas. Algo similar ocurre cuando Hume -en su Treatise- analoga a la mente con un teatro, cuando Locke explica el origen de las ideas mediante la figura de la tabula rasa, o cuando hallamos en las distintas modernas teorías del conocimiento huellas de lo que Rorty ha llamado el “carácter especular” de la mente31 . Desde este punto de vista, la actual “teoría computacional de la mente”32 -que comprende a ésta como un manipulador de símbolos- no sería estructuralmente distinta de los desplazamientos metafóricos anteriormente nombrados. Teniendo en cuenta lo anterior, creemos que una crítica “externa” al modelo presupuesto en las investigaciones de la ciencia cognitiva y la IA debería referirse, especialmente, a las metáforas subyacentes constitutivas de dicho campo de interrogación. En tal sentido, es necesario señalar que en este peculiar diálogo entre filosofía e Inteligencia Artificial el desplazamiento fue, en realidad, doble. Como señala Th. Roszak, detrás de los enfoques cibernéticos hubo inicialmente un proceso de antropomorfización
29
Ver, especialm ente, LAKO FF, George y JO H N SO N , M ark, Metáforas de la vida cotidiana, M adrid: C átedra, 1986, especialm ente caps. 1-4. Tam bién puede consultarse P A R EN TE, D iego, Márgenes del lenguaje: Metáfora y conocim iento, M ar del Plata: Suárez, 2002, especialm ente caps. 4 y 7. 30
JO H N SO N , M ark, The body in the m ind, C hicago: C hicago U niversity Press, 1987, pp.101-138. 31
R O R TY, R ichard, La filosofía y el espejo de la naturaleza, M adrid: C átedra, 1983, especialm ente cap. 1 y cap. 3. 32
D icha denom inación fue dada originariam ente por Jerry Fodor para definir a aquellas teorías que tratan a la m ente com o un com putador que procesa sím bolos, en el que los sím bolos se alm acenan y m anipulan. Para un panoram a sobre las distintas alternativas dentro de la filo sofía de la m ente, ver B EC H TEL, W ., Filosofía de la m ente, M adrid: Tecnos, 1991, cap. 4.
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del ordenador como sustituto de la inteligencia humana33 . La asignación de la facultad de “memoria” al ordenador -realizada cuando las máquinas se perfeccionaron logrando almacenar gran cantidad de información- daba un atributo “mental” a lo artificial. John Von Neumann, continuador de los proyectos de Turing, fue el primero en antropomorfizar el lenguaje referido a las computadoras al introducir los términos “memoria” y “sentido”. Más tarde, esta adjudicación metafórica se invirtió al pensar a los procesos de pensamiento humano en términos de procesos de computación. Lo cierto es que para que este segundo paso fuera significativo debió mediar el olvido de aquel primigenio desplazamiento metafórico. 4.5. Las metáforas del Transhumanismo Como si fuera una hipóstasis discursiva de carácter religioso derivada de las promesas tecnológicas de la IA, el movimiento transhumanista (Transhumanism)34 articula un discurso entre teórico y profético en el que subyacen las mismas metáforas mencionadas en la sección anterior. Como se verá, se trata de una orientación teórica cuya existencia es impensable fuera de la matriz cibercultural descripta en la primera parte de este trabajo. Surgido en los años setenta, el movimiento reúne hoy varios centenares de miembros alrededor del mundo, la mayoría de ellos provenientes de la ciencia natural y de las tecnologías de la información -entre ellos, Hans Moravec (Carnagy Mellon University) y Marvin Minsky (MIT) han sido sus representantes más importantes-. El transhumanismo, de acuerdo con la definición de la World Transhumanist Association, es la filosofía que defiende el uso de la tecnología para superar nuestras limitaciones biológicas y transformar las condiciones humanas. En su fundamentación reúne postulados de la teoría de la evolución, el humanismo y la teoría de la información, combinándolos de un modo peculiar y haciendo de esa combinación la esencia de un “nuevo humano”. En este sentido, su principal propuesta reside en suturar la cuarta discontinuidad, aquella que –en términos de Mazlish- separa a las máquinas de los hombres35 . Lo posthumano, como anuncio y como proyecto, se funda en la posibilidad de lograr un acoplamiento entre máquinas y hombres, ya sea a raíz de una mutación en
33
R O SZAK, Theodor, El culto a la inform ación, M éxico: Grijalbo, 1990, p. 53.
34
En su sitio web oficial http://www.transhum anism .com / es posible hallar una serie de m onografías de corte filosófico en la que se analizan algu na s de las consecuencias de la profetizada hibridación entre m áquinas y hum anos. 35
S egún M azlish, la prim era discontinuidad fue la que suturó C opérnico con su teoría heliocéntrica al term inar con la separación entre lo celeste y lo terrestre, la segunda –la que separa al hom bre del resto de las especies- fue resuelta por la teoría de D arwin, m ientras que la tercera fue llevada adelante por Freud al term inar con la discontinuidad entre lo racion al y lo irracional. Ver M AZLISH , Bruno, “La cuarta discontinuidad”, en PYLYSH YN , Z, Perspectivas de la revolución de las com putadoras, M adrid: Alianza, 1975.
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la inteligencia humana, o bien como hibridación con lo artificial36 . Tal transformación tiene una justificación de corte neodarwinista: si la evolución de la vida nos ha mostrado la aparición de sistemas de procesamiento de información cada vez más complejos, es esperable que la computadora sea nuestro sucesor evolutivo, lo que implica que lo humano tal como hoy lo entendemos es sólo un pasaje o tránsito hacia un Übermensch liberado. Es evidente que el proyecto transhumanista no puede ser considerado –en sentido estricto- como utopía (o distopía) técnica, como la New Atlantis baconiana o el Brave New World de Huxley: aquí “lo técnico” ya no se plantea como algo exterior al hombre, dispuesto para su instrumentalización, sino como algo que ya le es estructuralmente esencial. La dicotomía naturaleza/cultura se vería, entonces, radicalmente alterada. Ahora bien, es necesario destacar cómo esta perspectiva opera mediante un idiolecto particular signado por las metáforas de la información, las cuales se patentizan en posiciones como las de Hans Moravec. Este último plantea que –a fin de superar las limitaciones inherentes de nuestro material biológico- seremos capaces de descargar (download) la mente humana en un sustrato artificial libre de las carencias de todo cuerpo orgánico37 . Esta transferencia de la mente humana nos convertiría en seres potencialmente inmortales38 . Mediante estos backups de la mente, la destrucción de nuestro cuerpo no terminaría con nuestra conciencia al tiempo que nos permitiría realizar “copias de nosotros mismos”. Finalmente podremos estar inclinados a dejar nuestro cuerpo material completamente y elegir vivir de modo exclusivo en una simulación corporal. No es casual que entre los pilares de esta orientación transhumanista se encuentre el cybergnosticism, es decir, la creencia según la cual el mundo físico es impuro e ineficiente y la existencia (trans)humana en forma de “información pura” es superior y debe ser pretendida39 . Pese al barniz cientificista de su
36
PISC ITELLI, Alejandro, “El tiem po se acaba”, en BLEIC H M AR , S. (com p..), Tem poralidad, determ inación, azar, Buenos Aires: Paidós, 1994, p. 237. 37
M O R AVEC , H ans, Mind C hildren: The future of R obot and H um an Intelligence, C am bridge: Cam bridge U niversity Press, 1998, pp. 109-110. No cabe duda que la realización de este procedim iento presupone que la identidad de la m ente no reside en la m ateria de la que está hecha el cerebro, sino en la estructura y en los procesos que tienen lugar en él. Ver D E M UL, Jos, “Transhum anism : The convergence of evolution, hum anism and inform ation technology”, Internet, http://www.transhum anism .com , m ayo de 2002.
38
N o nos detendrem os en las m otivaciones religiosas de fondo im plícitas en esta ancestral búsqueda hum ana de inm ortalidad. 39
Entre los neologism os sugeridos por el transhum anism o encontram os tam bién el de “existencia post-biológica”, es decir, el m om ento en la vida de un ser posthum ano en el que ha logrado deshacerse de toda dependencia de sus partes biológicas, concepto conectado a su vez con el “transfusión de identidad”, el desplazam iento de la conciencia a un sistem a diferente al cuerpo hum ano. Para una am pliación del significado de estos
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discurso, el vocabulario metafórico esencial sobre el que se edifica esta teoría no ha superado la antigua dicotomía griega entre cuerpo y alma -una oposición nacida con los pitagóricos, retomada por Platón, resignificada pero conservada en la tradición escolástica, presupuesta e indiscutida en buena parte de la gnoseología moderna y, finalmente, deconstruida por Nietzsche40 -. Este desprecio por lo corpóreo recuerda las ambiciones de la secta gnóstica por liberar las almas de su existencia corpóreo-terrenal sólo que, en este caso, la emancipación estaría mediada tecnológicamente a través de un download que tradujera las redes neuronales de nuestras mentes a la memoria de un ordenador. Si estos aspectos son correctamente considerados quizá deberíamos abstenernos del optimismo que profesa Sloterdijk41 acerca del papel del “principio de información” en la superación de las viejas dicotomías metafísicas. El programa transhumanista no logra superar en modo alguno la dicotomía cartesiana res cogitans / res extrensa sino sólo sustituirla por otra (software / hardware) con implicaciones metafísicas tan poderosas como las anteriores. Por otra parte cabe el interrogante: ¿cómo tomar desde la filosofía de la técnica manifiestos futurológicos como el presentado en esta sección? Resulta claro que subestimarlos o dejarlos a un lado a raíz de su extrañeza o grandilocuencia (¿qué escrito que postule una “gran transformación” no lo es?) no es una opción adecuada: es sabido que a lo largo de nuestra historia muchos grandes logros de la cultura tecnocientíica sufrieron esa recepción en repetidas ocasiones. Por otra parte, tomar estos relatos dogmáticamente, consagrarlos como profecías certeras, no sería una buena alternativa –o, al menos hablando con precisión, no sería una alternativa filosófica crítica, sino más bien el resultado de una convicción cuasi-religiosa-. Teniendo en cuenta lo anterior, sólo una lectura indicial sobre ellos puede sernos filosóficamente útil: habría que interpretarlos como índices de cambios dables en nuestra cultura, como anuncios de transformaciones bio-sociales que ponen en juego importantes nociones filosóficas clásicas –algunas de ellas ya puestas en crisis desde finales del siglo XIX. Lo cierto es que, más allá de sus peculiaridades, aquello que distingue al transhumanismo de la IA no es una diferencia estructural relacionada con “principios” de algún tipo sino, más bien, cuestiones “retóricas” (si se quiere, de énfasis y de elocuencia) que motivan que cada una cuente con distintos grados de verosimilitud en el ámbito social.
neologism os ver http://www.transhum anism .com / 40
El carácter ficticio del alm a es señ alado, por ejem plo, en D ie W ille zur Macht, § 486: “Tener fe en el cuerpo es m ás im portante que tener fe en el alm a: esta últim a nació de la observación anticientífica de las agonías del cuerpo”. N IETZSC H E, La voluntad de poderío, M adrid: ED AF, 1981, p. 281. 41
SLO TER D IJK, “El hom bre operable”, Artefacto-P ensam ientos sobre la técnica, ed. cit.
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5. Conclusiones El trasfondo de este trabajo está constituido por la metáfora: la naturaleza del prefijo “ciber” fue tratada a la luz de las figuras que lo fundan, lo alimentan y le otorgan la verosimilitud necesaria para funcionar de manera adecuada tanto en el ámbito académico como fuera de él. Precisamente, la denominación “principio de información” intenta sintetizar el núcleo de metáforas constitutivas de los discursos teóricos analizados más atrás. “Todo es (reductible a) información” es, por supuesto, un principio omni-explicador. Es sabido que el principal poblema de los principios o conceptos “omni-explicadores” no es su eficacia. Por el contrario, generalmente su impulso totalizador consigue retóricamente el effet du réel del que hablaba Barthes –pensar, por ejemplo, que todos los acontecimientos históricos resultan explicables por el concepto de lucha de clases, o que tanto la acción individual como la social es producto de un designio divino suele ser, aunque incorrecto, bastante convincente-. Su principal aporía radica precisamente en la amplitud de su pretensión, la cual presupone una ontología oculta y produce una obstaculización de cualquier Weltanschaaung en desacuerdo con ella. Es cierto que, actualmente, la cibernética cuenta -para decirlo en terminología de Lucien Sfez42 - con una particular “potencia simbólica” que legitima el uso del concepto de información en una gran cantidad de temas y problemas de distinto tipo. También es cierto que las figuras referidas a la información son metáforas eficaces para la comprensión de sistemas humanos o extrahumanos. Pero, como hace toda metáfora, destaca algo y oculta otros aspectos. Si bien hay algo constitutivamente azaroso en la elección de una metáfora, es indudable que sus efectos no lo son, es decir, ellos están atados a la particular lógica que se impone en la figura elegida. Una vez que los procesos de la mente o cualquier otra entidad son comprendidos en términos de “procesamiento de información” ya no hay forma para pensar el problema que a través de la estructura mencionada –al menos hasta una nueva revolución en el ámbito de estudio particular-. En este caso, como se ha argumentado, el principio según el cual “todo es (reductible a) información” impide el acceso a formas alternativas, al tiempo que canibaliza –de modo creciente- otros nuevos territorios del saber. No se trata aquí de abandonar las aproximaciones metafóricas que hoy están en uso, algunas de las cuales conducen, en última instancia, a fines ventajosos para la vida humana –aunque este último interrogante merecería, sin duda, un tratamiento aparte. Lo que se pretende advertir no es tanto la inadecuación de ese paradigma como la relación vertical que él está creando con respecto a cualquier otro modelo que se postule como válido para la interpretación. Si todo es información, si nada cae fuera del espectro de lo
42
Ver “Entrevista a Lucien Sfez”, por Pablo Rodríguez, en Artefacto-Pensam ientos sobre la técnica, nº 5, 2004, p. 78.
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traducible a información, ¿no implica este modelo un régimen totalitario de la comprensión, esto es, no estaría imponiendo dicho paradigma una clausura de las interpretaciones? En definitiva, sólo se trata de destacar la necesidad de tomar conciencia de las metáforas estructurales que hay en juego en el funcionamiento propio de los saberes y teorías que se han planteado más atrás. Parafraseando a Nietzsche, podríamos decir que el paradigma informático trabaja a partir de metáforas de las que ha olvidado su carácter metafórico. Si admitimos que no hay otro modo de acercamiento explicativo a lo real que no sea por medio de (alguna clase de) metáforas y si a la vez una buena parte de los elementos de la cibercultura funciona en base a un “paradigma informático” construído metafóricamente, será mejor tomar conciencia de sus límites, de su contingencia histórica, de su particular enclave cultural, a fin de no clausurar el advenimiento de nuevas -y, quizá, menos totalitarias- metáforas.
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CIBERCULTURA. NUEVAS FORMAS DEL NOMADISMO CRISTINA MARTA AMBROSINI (Universidad de Buenos Aires - Asociación Argentina de Investigaciones Éticas)
RESUMEN La m ovilidad e s u n a d e la s exigencias de este nuevo arte del navegar en la era info rm ática lo que re instala nuevas fo rm as del nom adism o. La m etáfo ra de la navegación exp one la re sistencia del hom bre contem porá neo a c o n fin arse en la se g u rid a d d e la v id a s e d e n ta ria . E l o xím o ro n de l via je in m ó vil vu e lve a evid e n cia r e l arcaísm o de la aventura , m ovim iento universal desde una silla inm óvil. E n este artículo re visare m os algunas posicion es acerca de la existencia o no de una “cibercultura ” lo que perm itiría revisar las particularidades de estas novedosas form as del nom adism o ca p a ce s d e m o d ifica r ra d ica lm e n te n ue stro e th o s, es decir, nuestra m ora da existencial. P ALAB R AS C LAV E S : N om adism o, C ibercultura, N avegación, N arcisism o AB S TR AC T M o b ility, a d em a n d o f th e ne w a rt o f n e t su rfin g in th e ag e of cyb e rn e tics, re sto re s n e w fo rm s o f n o m a d is m . T h e m e ta p h or o f su rfin g exp re sse s th e re lu cta n ce o f th e co n te m p o ra ry m a n to b e co n fin e d in th e sa fe ty o f a se d e nta ry life . T h e o xym o ro n of th e m o tio n le ss trip re -e sta b lish e s th e arch a ism o f a d ve n tu re , a u nive rsa l m o ve m e n t fro m a still ch a ir. T h is p a pe r re vie w s s o m e p e rs p e ctive s re g a rd in g th e existe n ce o r n o n existen ce o f a "cyb e rcu ltu re". Th is w ou ld a llow us to review the pe culiarities o f the se new form s of nom adism , w hich can a lte r ra d ic ally our e th o s, th a t is, o u r e xiste n tia l dw ellin g. K E YW O R D S : N om adism - C yberculture - N etsurfing - N arcissism .
“Cuando no es el hambre, es el aburrimiento o la desesperanza lo que nos mata” Michel Maffesoli, El nomadismo. Vagabundeos iniciáticos Nomadismo y sedentarismo Nomadismo y sedentarismo son ubicados como dos polos extremos de un conflicto latente en la cultura. En el fondo conflictivo del hombre se ubica una oposición fundamental: la tendencia permanente hacia lo que falta junto a la tendencia a proteger lo ya conquistado; lo prospectivo (la adquisición del
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futuro) y lo retrospectivo (la conservación del pasado).1 De allí que el nomadismo es lo antitético al Estado, puesto que sólo sedentarizando, territorializando, es posible dominar.2 Pero el impulso de la vida errante resurge contra el confinamiento domiciliario propio de la modernidad. El encierro establecido por la modernidad, presenta signos de debilitamiento. Propiciadas por las nuevas tecnologías, aparecen experiencias que revelan el retorno del deseo de estar “en otra parte”, deseo que no siempre llega a ser conciente.3 “Jugarreta de lo imaginario” ya que el desarrollo tecnológico, que debería servir para controlar mejor, ahora sirve para cruzar fronteras. El esquema de la fuga posee raíces arcaicas y surge en momentos específicos. El recuerdo de una juventud virginal, de un amor puro, de un ideal incontaminado, le confiere nuevo vigor a la cultura. El nomadismo, hoy en día, es el recuerdo nostálgico de alguna aventura fundadora. Instalados en las postrimerías de la sociedad industrial, renacen algunos mitos iniciáticos que alivian la pesadez de lo instituido. En los años, ’90 la revolución tecnológica, en el campo de las comunicaciones, se ha basado en la instalación de novedosas “autopistas” donde podría transitar la inteligencia humana. Internet crea una nueva red comunicacional que puede transformar la vida económica y política de nuestras sociedades. En este nuevo universo, las reglas del juego y los requisitos para lograr la supervivencia están cambiando. Como en todo proceso de cambio, son tiempos de grandes oportunidades y peligros. Los poderosos nuevos medios de comunicación alteran la forma de socializarse y de tomar contacto con los otros. Más allá de la identificación de una
1 V er M A LIA N D I, R icardo , E l puente y la m uralla, en C ultura y conflicto, Buenos Aires, Biblos, 1984, M aliandi cita la obra del filósofo árabe Abengaldún (1332-1406) quien elaboró la prim era filosofía de la histo ria, según Ortega y Gasset, sobre la experiencia directa de las luchas entre nóm ades y sedentarios asentados en los oasis del norte de África. Allí, nom adism o y sedentarism o son vistos com o actitudes hum anas conflictivas, que se excluyen pero, a la vez, son com plem entarios. Am bos im pulsos sim bolizan lo prospectivo y lo retrospectivo, respe ctivam ente. El enfrentam iento entre estas dos tendencias constituye el inevitable conflicto intrínseco de la cultura, afirm a M aliandi. 2
El m undo antiguo conoció una intensa circulación en el M editerráneo. Platón (Leyes, XII, 952) advierte sobre la naturaleza peligrosa del viajero, del extranjero que debe ser recibido con hospitalidad pero en las afueras de la ciudad ya que es portador de no vedades que pueden corrom per la ciudad. La peligrosidad del bárbaro radica en el carácter “m ovedizo” del ave m igratoria. En la E da d M ed ia, el “goliardo” es la figura del intelectual errante, disconform e, encarnado en la figura anóm ica de François Villon. Ver M AFFESO LI, M ichel, El nom adism o. Vagabundeos iniciáticos, M éxico, Fondo de C ultura Económ ica, 2004. 3 “La vida errante, desde este punto de vista, es la expresión de una relación diferente con los otros y con el m undo, m enos ofensiva, m ás suave, algo lúdica y, claro, trágica, pues se apoya en la intuición de lo efím ero de las cosa s, de los seres y de sus relaciones” M AFFESO LI, M ., El nom adism o… , op. cit., p. 28.
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cibercultura, podemos reconocer que Internet y la cultura que en ella se va creando, constituye un espacio nuevo con respecto a las culturas dominantes en la modernidad, seguramente un espacio-puente hacia lo desconocido. Como lo desconocido debe ser asimilado, por analogía, a lo conocido, el ciberespacio es nombrado a partir de una serie de metáforas. Así, en los primeros años de expansión de Internet, a los inexpertos cibernautas les gustaba usar la metáfora del "navegar", subrayando claramente los rasgos de aventura y de misterio que el ciberespacio podía deparar. La movilidad es una de las exigencias de este nuevo arte del navegar en la era informática lo que reinstala nuevas formas del nomadismo. Sedentarismo del cuerpo y nomadismo del alma que restituye, en parte, el mito platónico de La Caverna. En el libro VII de República, Platón muestra a unos prisioneros encerrados, atados y condenados a mirar constantemente las imágenes que desfilan en la pared de la caverna, tomando como realidad las sombras que se proyectan. Para algunos, las imágenes de la pantalla, con sus luces y sombras, vuelven ahora interactivo al prisionero que ya puede liberar su mente del cuerpo para incursionar en otras realidades cuando la máquina intermedia en la en la creación de una realidad que no es mera sombra sino creación y transformación de una realidad virtual.4 En este artículo revisaremos algunas posiciones acerca de la existencia o no de una “cibercultura” lo que permitiría revisar las particularidades de estas novedosas formas del nomadismo capaces de modificar radicalmente nuestro ethos, es decir, nuestra morada existencial. Cibercultura, ¿sí o no? En los últimos años nadie discute la influencia transformadora del ciberespacio sobre nuestras vidas pero sí se discute si esos cambios nos permiten establecer la existencia de una cibercultura, es decir, de una cultura dominada por las transformaciones del ethos5 ocurridas a partir del uso del ciberespacio. Entre los propagadores de la idea de una cibercultura encontramos a Pierre Lévy quien afirma que la virtualización afecta no sólo a la información 4 “La interactividad de la red no evita una actitud pasiva, receptiva, casi hipnótica, del usuario. Y la realidad virtual es lo m ás parecido al universo platón ico q ue pueda im aginarse.” C EBR IÁN , Juan Luis, La R ed, C óm o cam biarán nuestras vidas los nuevos m edios de com unicación, M adrid, Taurus, 1998, p. 75. 5
El térm ino ethos puede ser traducido del griego com o “carácter”, “costum bres”, “hábitos” de allí la im portancia de su estudio en relación a la Ética, disciplina que, justam ente, tom a de allí su nom bre. En su significación m ás antigua, la palabra “ethos” alude a la “casa”, “m orada”, refiere al lugar donde fuim os socializados, connota la dim ensión social de la existencia hum ana. En am bos sentidos, “ethos” designa lo propio, lo endógeno, aquello de donde salen las m otivaciones para nuestros actos. Ver M ALIAN D I, Ricardo, Ética, conceptos y problem as, Buenos Aires, Biblos, 1991, p.14
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y a la comunicación, sino también a los cuerpos, la economía, la sensibilidad, la inteligencia e incluso aspectos colectivos como las comunidades, la empresa, la democracia, etc. Lévy se pregunta si esta extensión debe asumirse con una visión apocalíptica y catastrófica o debe ser enfrentada de una manera positiva. El autor apuesta a esta última posibilidad afirmando que la virtualización es simplemente la continuación expresa de la hominización. Lévy6 considera que el ciberespacio no es un espacio real, es un espacio metafórico, un espacio de comunicación abierto por la interconexión mundial de los usuarios de computadoras. Así, la cibercultura es el conjunto de técnicas, de maneras de hacer, de maneras de ser, de valores, de representaciones que están relacionados con el ciberespacio. La hipótesis principal de Lévy es que, lejos de ser una subcultura de la Red, la cibercultura expresa una mutación importante de la esencia de la cultura. ¿Por qué? Porque manifiesta una nueva forma del Universal. La universalidad que se construye con la cibercultura es diferente de las formas culturales universales que la han precedido. Lévy define la cibercultura como la tercera era de la comunicación, en la que se habría configurado un lenguaje todavía más universal que el alfabeto: el lenguaje digital, una era que habría seguido a las de la oralidad y la escritura. Según Lévy,7 la evolución cultural podría describirse como la sucesión de tres fases: La de la sociedades pequeñas y cerradas, de cultura oral, que vivían una totalidad sin universalidad La de las sociedades "civilizadas", imperiales, que utilizaban la escritura e hicieron surgir una universalidad totalizadora La de la cibercultura, que corresponde a la mundialización concreta de las sociedades e inventa una universalidad sin totalidad No hay un sentido único, no hay un sentido global, no hay una totalización posible de lo que pasa en el ciberespacio y de lo que pasa en la cibercultura. Se
6 El texto de C iberespai i cibercultura corresponde a una conferencia pronunciada el 5 de m arzo de 1998 en el Auditorio del Palau de la Generalitat en Barcelona, conferencia organizada por la Universitat Oberta de Catalunya. Tomado de: http://www. uoc.edu/web/cat/articles/digitum _ciberespai_cat.htm l. Otros artículos, La cibercultura, el segundo diluvio?, Proa, Edicions de la U niversitat Oberta de C atalunya, Barcelona 1998 donde dice qu e el prim er diluvio fue el agua, el segundo, inform ación, pero am bos ahogan. U n océano, que a m anera de nuevo diluvio universal de datos e inform aciones, genera una com unicación interactiva de todos contra todos para dar lugar al surgim iento de una definitiva inteligencia colectiva. 7 U na m anera de com prender en qué consiste la nueva situación epistem ológica de la llam ada revolución electrónica, la ofrece LÉVY Pierre en su artículo Sobre la cibercultura, p u b licado por la R evista de O ccidente en junio de 1998. S us m á s im p ortante s publicaciones son: L'Intelligence C ollective: Pour une A nthropologie du C yberspace (Paris: Éditions La Découverte, 1994) La M achine U niverse (1992), Les Technologies de l'Intelligence (1990).
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trata de una universalidad por contacto, por interconexión donde los que se conectan son elementos heterogéneos. Lo común de estos tres tipos de cultura es la idea de universalidad. Mientras en el primero era posible el sentido, éste (la totalidad del conocimiento), era apenas local, restringido a la tradición, cerrado. En las sociedades modernas, debido al descubrimiento de la escritura, se hace posible una práctica de la universalidad entendida como la fijación del sentido (clausura semántica, según Lévy). Así es como las obras se valoran en la medida en que sus mensajes pueden circular por todas partes, independientemente de su proceso de producción: la obra escrita se hace autoexplicativa y la condición de universalidad, así entendida, se extiende a otras dimensiones de la cultura, en la medida en que su base se hace "textual". En la tercera fase, el concepto de totalidad es relativizado. Sin embargo, la idea de universalidad no desaparece, sino que se comprende de otra manera: ya no depende del cierre del sentido (de la clausura semántica), de la posibilidad de completar un trayecto, sino de la posibilidad de la interconexión generalizada. Este modo de relacionar ya no es totalizador. Lo universal propio de la cibercultura, sería pues el deseo, la necesidad del conjunto y comunión de los seres humanos. La universalidad ya no consiste en un sentido único, en una clausura semántica, sino en la posibilidad de participar de lo que Lévy llama la inteligencia conectiva. Para Lévy la universalidad de la cibercultura es una universalidad sin totalidad, una universalidad que ya no es imperial. Esta posición no implica afirmar que la cibercultura es neutra ni que no tenga consecuencias. Por el contrario, Lévy cree que este proceso de interconexión tendrá en el futuro unas repercusiones inmensas en la vida económica, política y cultural ya que trata de un espacio de metamorfosis constante. En el campo de la Antropología, encontramos a Ricard Faura i Homedes8 quien cuestiona la posibilidad de aceptar que la llamada “cibercultura” pueda identificarse como “una cultura”. Para ello, comparará la que podríamos denominar “cultura tradicional”9 con la nueva cultura del
8
FAUR A I HO M ED ES, R icard, C ib ercultura, ¿realidad o invención? En http:// www.naya.org.ar/congreso2000/ponencias/R icard_Faura.htm 9
1) La Cultura se transm ite de generación en generación. Es fundam ental en esta prim e ra característica delim itar el concepto de generación tal y com o lo p od e m o s considerar dentro del ciberespacio. 2) La C ultura es sim bólica. E l antropólogo Leslie W hite, definió a la C ultura com o "un continuum extrasom ático (no genético, no corporal) y tem poral de cosas y hechos depend ien tes de la sim bolización. Podem os considerar com o sím bolos m ás utilizados en Internet a los Iconos. Su iconografía es uno de los factores m ás determ inantes dentro del C iberespacio. Esta iconografía ayud a a unificar a la llam ada C ibercultura de m anera m uy sim ilar a lo que sucede internacionalm ente con las señales de tráfico. 3) La Cultura es com partida. La Cultura se transm ite a través de los grupos a los que se pertenece que son los encargados del proceso de enculturación.
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ciberespacio o cibercultura, intentando con ello comprobar si es correcto o no equipararlas. Parecería que el uso del ciberespacio impuso suficientes características como para poder afirmar que estamos delante de un proceso de creación de una nueva cultura. Para este autor, esto no llega a cumplirse en la cibercultura, si entendemos como nueva cultura una de características únicas y claramente diferenciadas de cualquier otra ya existente, ya que al analizar los valores centrales de esta supuesta nueva cultura, nos encontramos que es la réplica de la Ideología Californiana. Esta ideología nacida en los Estados Unidos de América, reproduce muchas de las propias características de la cultura norteamericana. El ejemplo más claro de ello lo tenemos en la revista Wired, revista editada en San Francisco. Son sus principales ideólogos Marshall McLuhan y el "gurú" del ciberespacio Nicholas Negroponte. Esta ideología aparece al producirse una alianza espontánea de escritores, hackers, capitalistas y artistas de la Costa Oeste de los Estados Unidos y ha conseguido definir una ortodoxia heterogénea para la naciente era de la información. Esta nueva fe ha emergido de una extraña fusión entre la bohemia Cultural de San Francisco y la industria de tecnología de punta de Sillicon Valley. Promovida en revistas, libros, programas de televisión, sitios web, grupos de discusión de Usenet y conferencias de la Red, para este autor, la ideología californiana combina, de forma promiscua, el espíritu despreocupado de los hippies y el ardor empresarial de los yuppies. Esta amalgama de realidades opuestas ha sido posible gracias a una profunda fe en el potencial emancipatorio de las nuevas tecnologías de la información. En esta cultura ubica los siguientes puntos claves: Individualismo. Esta es una característica muy asumida por todos los círculos afines al ciberespacio, aunque últimamente se han levantado algunas voces contradiciendo esta mayoritaria opinión. No deja de ser contradictorio que un proceso que de alguna manera ha logrado revolucionar al mundo de las comunicaciones, sea considerado como paradigma del individualismo y la incomunicación. El valor de la Iniciativa. "Todo es posible si uno se lo propone". Aquí estaríamos hablando de la reedición del llamado Sueño Americano. El valor de la iniciativa está directamente relacionado con la posibilidad de un enriquecimiento económico rápido, "todos tenemos la posibilidad de hacernos ricos". Valor por otro lado estrechamente vinculado con el del individualismo. Igualdad de Oportunidades. Este "socialismo tecnológico" se da solamente sobre el papel ya que los condicionantes económicos previos son determinantes en el ciberespacio.
El sentim iento de pertenecer a un grupo está claram ente m arcado dentro del ám bito propio del C iberespacio. Los cibernautas se sienten ligados e identificados a los dem ás m iem bros de esta com unidad y m ucho m ás cuando hablam os de com unidades o grupos de interés o discusión form ados dentro del m ism o ciberespacio.
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Liberalismo Político. Este punto lo vemos reflejado en la práctica por la solicitud de no intervención de las instituciones públicas y así impedir que estas marquen las pautas de funcionamiento dentro del ciberespacio. Se rechaza cualquier tipo de traba que la ley pueda poner. Se propugna la noexistencia de fronteras ni límites jurisdiccionales. Se detecta también una clara tendencia a la uniformización idiomática teniendo como lengua "franca" al inglés. Se rompe claramente con la premisa de la igualdad ya que las demás lenguas parten con grandes desventajas. Un alto índice de "religiosidad", entendiendo esta religiosidad como una fe hacia la ciencia y la tecnología. A través de ella podremos obtener o acceder a todo, son la "puerta" hacia un futuro mejor. Para este autor, debemos de rechazar el concepto de cibercultura si detrás de él se escudan criterios y postulados unidireccionales y excluyentes. Quizá a partir de ahora tendríamos que empezar a hablar de ciberculturas en plural. Para Olivier Malnuit10 el problema con el futuro es que siempre parece suceder en Estados Unidos. Para este autor, podemos ubicar una vasta superchería proliberal llamada cibercultura. Desde fines de los años ‘80, el término, que designa la gran doctrina visionaria de la gente que pulula por Internet, cumple la misma función que Hollywood en los años ‘50: promover la bendita voz del mercado. Porque en el fondo, ¿qué es la cibercultura?. En realidad –digan lo que digan sus fans–, la cibercultura es una especie de religión difusa basada en la confianza absoluta en las ventajas liberadoras de la tecnología, el rechazo de toda forma de Estado o de intervención política y la veneración sagrada de las libertades individuales (expresión, empresa, religión), afirma Malnuit. La cibercultura se identificaría, para sus cultores, en un universo de progreso y supercomunicación, fuera del alcance de los Estados (incluso del de Estados Unidos). Una de las críticas más duras al liberalismo tecnófilo proviene, justamente, del riñon del poder norteamericano. Philip Bobbitt, en su libro The Shields of Achilles (“Los escudos de Aquiles”)11 donde scribe: “Nuestra relación con la tecnología está matando a la democracia”. Anuncia el reemplazo de la nación-estado por el mercado-estado. “La velocidad de las comunicaciones lo deslegitima todo: los gobiernos ya no pueden darse el lujo de reflexionar antes de actuar, y la era de lo instantáneo nos empuja hacia
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Olivier M alnuit es un periodista francés de la revista Technikart, escribe sobre Internet y la cibercultura.. Extraído de Página 12, ¿La cibe rcultura es de derecha? 19 de septiem bre de 2004. 11 Philip Bobbitt ha sido Director de Inteligencia del N ational Security C ouncil y asesor frecuente de la C asa Blanca. BO BBITT, Philip, The Shield of Achilles: W ar, Peace, and the C ourse of H istory, Knopf, 2002. Otras obras: C onstitutional Interpretation (1991), D em ocracy and D eterrence (1987), U .S. N uclear Strategy (with Freedm an and Treverton) (19 89 ), C onstitutional Fate (1982), Tragic C hoices (with Calabresi) (1978) Ver http://www.utexas.edu/law/faculty/pbobbitt/index.htm l
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las formas más carnavalescas de la democracia directa”.12 Sostiene Bobbitt que el siglo XX no fue un siglo de varias guerras, sino de una única “larga guerra” (epochal war) con distintos episodios, en la cual se confrontaron los tres grandes modelos que se disputaron el mundo: el fascismo, el comunismo y el capitalismo democrático. En esta guerra, Estados Unidos queda entonces como la potencia hegemónica mundial, cuya victoria se habría debido esencialmente a la mayor eficacia económica y tecnológica, que tuvo sus dos pivotes centrales en el armamento nuclear y la informática En los últimos años, se pasa entonces de un estado-nación que busca garantizar el bienestar de las personas, a un estado-mercado que no pretende garantizar este bienestar, sino que busca maximizar y garantizar la oportunidad que tengan las personas de lograr su bienestar cualquiera sea la acepción individual de la palabra bienestar, puesto que ya no sería rol del Estado tener una verdad oficial respecto a lo que se entiende como bienestar. ¿Qué cultura resiste el embate de internet? nos preguntamos ahora. Podemos aceptar que la navegación por el ciberespacio expresa un nuevo deseo de libertad, un nuevo modo del nomadismo que, paradójicamente, es posible a partir de la sedentarización del cuerpo. La metáfora del mar y el viaje inmóvil El mar ha sido, desde siempre, un puente, el lugar del viaje, de conexión, de comunicación, de diálogo.13 De allí que no resulte extraña la metáfora de la navegación ya que el uso de internet ha producido la formación de un océano tecnológico por el cual hoy navegan millones de personas. El ciberespacio expresa el enriquecimiento cultural que siempre está ligado a la movilidad, a la circulación, aun cuando esta movilidad es mental. La metáfora de la navegación expone la resistencia del hombre contemporáneo a confinarse en la seguridad de la vida sedentaria. El oxímoron del viaje inmóvil vuelve a evidenciar el arcaísmo de la aventura, movimiento universal desde una silla inmóvil. El concepto de movimiento navegación- está implícito en las comunicaciones mediadas por internet. La paradoja de las nuevas tecnologías consiste en que éstas inmovilizan al sujeto en lugar de permitirle moverse. En el ciberespacio se produce una estandardización del viaje, donde el pasajero permanece inmóvil, esperando ser trasladado. No es internet el único caso de viaje inmóvil. La lectura, las
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Extraído de W AISSBLU TH , M ario U n www.chile21.cl/m edios/PD F/C oleccion/col38 13
elefante
llam ado
progresism o
en
Son varios los nom bres del m ar. Para los griegos, el m ás com ún era “thálassa”, m are nostrum , m editerráneo, son nom bres propios. “Pélagos” representa la vasta extensión de alta m ar. El m ar por excelencia es el archi-pélagos, el lugar de puente, diálogo entre las distintas islas que lo habitan, todas nutridas por el m ar y todas arriesgadas en el m ar. Ver C AC C IAR I, M áxim o, El Archipiélago, Buenos Aires, EU D EBA , 1999.
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drogas, la contemplación de un hecho estético, son formas de viajar con la mente pero, a diferencia de otros casos, en internet el viaje es compartido, es interactivo ya que el navegante se encuentra con otros con los que se comunica. En todo caso, el viajante desplaza su cuerpo para presenciar imágenes que le han sido suministradas previamente por la imaginería tecnológica actual. El ciberespacio aparece como una zona intermedia entre la realidad y la imaginación, un espacio de juego, de fronteras movedizas, un espacio de ilusión que lleva implícito, a la vez, la posibilidad de desilusión.14 Por un lado, lo virtual se refiere a aquello que tiene una existencia aparente pero, por otro lado, instaura una realidad que logra surtir efectos sobre el mundo para transformarlo. En más de un sentido, el ciberespacio puede ser visto como una tercera zona, mediadora entre lo objetivo y lo subjetivo, un Spielraum, un espacio de juego.15 Tanto mágico como siniestro, el mundo virtual del ciberespacio propicia la aparición de un nuevo tipo humano que Jeremy Rifkin caracteriza como alguien más interesado en tener experiencias excitantes y entretenidas que en acumular bienes, capaz de cambiar rápidamente de personalidad para adecuarse a cualquier nueva realidad –real o simulada-, que ya no reacciona como sus padres y abuelos, los burgueses de la era industrial.16 Para este autor, en esta nueva era, la gente adquiere su identidad en forma de pequeños segmentos comerciales. Lejos queda la dureza de una era dedicada a la explotación y transformación de los recursos físicos. Esta nueva cultura es más suave, más ligera, aliada del talento y los sentimientos. La conciencia racional se torna sospechosa, mientras que los deseos eróticos, ilusiones y sueños del inconsciente salen a la luz y se convierten en realidad o, mejor dicho, en hiperrealidad. Se muestra y ensalza la cara oculta de la fantasía. Es un mundo vuelto del revés. 17
14 El térm ino “ilusión” deriva del latín illusio-onis de in y ludere (jugar). La ilusión supone el estado especial de entrar en un juego. 15 Ver C ATZ D E KATZ, H ilda, Entre la realidad y la fantasía,...lo virtual, Correo de APA Año IV, N 10, octubre 2000, pp.4-5 W innicott caracteriza al juego com o una tercera zona que se ensancha en la vida creadora y cultural del hom bre. El juego no es una cuestión de realidad psíquica interior ni de realida d exterior sino de una tercera zona de experiencia cultural que vincula no sólo el espacio sino tam bién el tiem po al dar sentido al transcurso del pasado, el presente y el futuro, ”C uando hay fe y confiabilidad existe un espacio potencial, que puede convertirse en una zona infinita de separación, que el bebé, el niño, el adolescente, el adulto, pueden llenar de juego en form a creadora. C on el tiem po, ese juego se convierte en el disfrute de la herencia cultural.” W IN N IC O TT, D . W ., R ealidad y juego, Buenos Aires, Gedisa, 1988, p. 144. 16 R IFKIN , Jere m y, La era del acceso. La revolución de la nueva econom ía, Barcelona, Paidós, 2000, p. 247. 17
R IFKIN , Jerem y, op. cit., p. 257.
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Los cambios fundamentales de la sociedad digital vienen determinados por la velocidad a que se producen: velocidad en la transmisión de información, en la transformación y perfeccionamiento de los sistemas, tanto de hardware como de software, en el creciente número de usuarios, lo que dificulta la capacidad de orientación o control del fenómeno cuando deja atrás incluso a los sistemas jurídicos. La vida se descentra, a la misma velocidad en que los individuos se conectan al cada día mayor número de redes. El término “generación de la red” o “generación.com” alude a las personas que habrán llegado a la mayoría de edad en la era digital. Esta generación adquiere destrezas en el uso de la red con la misma naturalidad con que un niño de los años ’50 aprendió a manejar el televisor con mayor facilidad que sus padres. Para estas nuevas generaciones podría no haber mucha diferencia entre la diversión y el trabajo, entre aprendizaje y juego, entre tiempo ocioso y tiempo remunerado. Infopistas, infovías o ciberespacio son distintas maneras de nombrar la web (World Wide Web).18 La intromisión de la computadora, más allá de los ámbitos de trabajo, coloniza el tiempo libre de la gente, en todas las edades, pasando a ser parte de una novedosa forma de socialización, desconocida hasta ahora. En las horas de ocio, las personas consumen horas chateando animadamente con amigos que pueden estar en la otra punta del planeta y con los que intercambian tanto información como sistemas de creencias o usos lingüísticos. Las notas características de un sujeto centrado en una identidad fuerte se relativizan frente a las posibilidades de una comunicación no representativa, donde la descentralización es una nota común con el otro. La idea del “ciberespacio” rompe con las categorías tradicionales al imponer la sensación de un “lugar virtual”, que se define más por la interacción que por la propiedad o la extensión. En Internet desaparece el cuerpo ya que la red no transporta átomos sino bytes, entonces, ¿cuál es el cuerpo que se presenta en la navegación por internet fuera del cuerpo de la escritura o de las imágenes que nos muestra la pantalla? En este nuevo ámbito el sujeto se torna una continuación de la máquina y su virtualidad hasta el punto de propiciar la ausencia del nombre o el cambio del nombre o el uso de apodos ya que se puede “jugar” a asumir otra personalidad, otra edad, otro sexo. Hasta ahora, la comunicación estuvo ligada al uso de soportes “duros” (personas físicas, libros, cintas, discos) donde tenía sentido la distinción entre original y copia, entre realidad e imagen de la realidad. En cambio, en
18
Otra m etáfora am pliam ente publicitada, sobre todo por la adm inistración estadounidense, fue la de la autopista inform ática. Al Gore, (hijo de un próspero constructor de carreteras) propuso esta denom inación para proponer la construcción de una infraestructura nacional y m undial de la inform ación con canales de fibra óptica que ten gan un ancho de banda m ucho m ás grande. La m etáfora de una supercarretera, relaciona lo nuevo, difícilm ente co m prendido com o espacio cibernético, con algo cotidiano com o el sistem a de carreteras, conservando las otras m etáforas correspondientes, que se refieren al tráfico abundante, a la velocidad de circulación, a los em botellam ientos... etc. Otra m etáfora es La Red (The N et) que da nom bre a internet.
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el espacio virtual, estas distinciones, impregnadas de valoraciones lógicas, sentimentales y jurídicas, tenderían a disolverse por completo hasta el punto de instalarse en la infovía una especie de no-lugar de pública disponibilidad de recursos. Una gran parte del tiempo empleado en internet se utiliza en una especie de “charla” planetaria donde el hecho de estar comunicado es más importante que el contenido de lo que se dice y, en este sentido, la interactividad propia del medio, rehabilita la existencia del diálogo.19 La correspondencia on-line pasa a ser un nuevo género literario que, normalmente, crea la ilusión de una relación profunda cuando las piezas faltantes de esta comunicación “sin cuerpo” se completan con imaginación y fantasía.20 Superada la necesidad de la presencia física, el chat pasa a ser un curioso lugar para encuentros eróticos: no contagia virus biológicos, no exige salir a la calle ni exponer el cuerpo. Dentro de cada uno de estos servidores se encuentran una infinidad de salas o canales de conversación. El usuario puede decidir entre entrar en uno de los ya existentes y charlar con los allí reunidos o crear uno nuevo (una sala, un espacio, un mundo, a un click de distancia), en el que, como creador del canal, disfruta de algunos privilegios, como operador del canal o chanop. Finalmente, un tercer nivel de interacción permite establecer conversaciones privadas entre dos usuarios, en los que ningún otro puede entrar. Todos estos niveles pueden mantenerse simultáneamente, de manera que un usuario puede estar participando de una conversación en un canal masificado, en otra más, dentro de un canal que él mismo ha creado y al que ha invitado a un número reducido de usuarios y, finalmente, estar discutiendo o flirteando con algún otro usuario en privado. Este sistema de comunicación involucra una serie de corolarios sociales que merecen la atención de las ciencias sociales. Cuestiones como el anonimato, la tendencia a la desinhibición, lo fluctuante de las identidades construidas, la abundancia de travestismo electrónico, el comportamiento lúdico-comunicativo que lo envuelve, la escasez de control y de normativización del entorno, y lo efímero o duradero de las relaciones con eventuales desconocidos son algunos de los que aspectos que se
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M AYA N S I PLAN ELLS, Joan, 2000, "El lenguaje de los chats. Entre la diversión y la subversión". Fuente Original: R evista iW orld, 29 (Julio, 2000), pp.42-50. D isponible en el A R C H IV O del O b s e rv a to rio para la C ibe rS o c ie d a d en http:// www.cibersociedad.net/archivo/articulo.php?art=27 20 Las estadísticas de los sitios de encuentro sentim ental por internet son desalentadores. Match.com contabilizó cinco m illon es de m iem bros en los últim os seis años, con el resultado de 1.100 m atrim onios confirm ados y 45 bebés nacidos en estos m atrim onios. Esto significa que 1 de cada 2.270 m iem bros se casó por interm edio del site, lo que equivale a 0,045% . O tro sitio , uD ate, sobre un total de 1,2 m illones de personas conectadas, registró 75 casam ientos confirm ados. Ver CO H EN , Joyce, ”En los rom ances por Internet, el am or es verdaderam ente ciego”, publicado en LA N AC IÓ N , dom ingo 21 de enero de 2001, p. 11.
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subrayan. Para Howard Rheingold,21 lo reseñable es que el software IRC (Internet Relay Chat) ha permitido la creación de una subcultura global que se fundamenta en tres aspectos fundamentales: identidades artificiales aunque tendientes a la estabilidad, ingenio veloz y, finalmente, el uso de palabras escritas para construir un contexto compartido para la conversación. La característica textual del IRC requiere creatividad, pensar rápido, imaginación o bien el estilo de uno de esos humoristas faranduleros que frecuentan espectáculos nocturnos norteamericanos -tipo Seinfeld- (stand-up comedian).22 Así como en los años anteriores el televisor llegó a merecer un lugar especial dentro del espacio doméstico, hoy en día la computadora usurpa parte de ese lugar totémico en el que tantas veces se inmolan los vínculos familiares, víctimas de la incomunicación, ya que una de las características de la computadora es su uso personal (personal computer), acentuando una de las principales características de la sociedad individualista: el aislamiento. El cibernauta no es sólo un navegante sino que es un navegante solitario. La realidad sobre la que opera es virtual y, en gran
21
R H E IN G O LD , H oward, La com unidad virtual. U na sociedad sin fronteras, Barcelona, G edisa, 1996. 22 H ay varios aspectos etnográficam ente rem arcables en el com portam iento en los IR C . Por un lado está la etiqueta identitaria utilizada por los usuarios. Los nicks utilizados suelen ser de varios tipos: reproduciendo los nom bres reales de los usuarios, apelando a anim ales o cosas o, por últim o, cuidadosam ente escogido del contexto cultural, m ediático o literario con el que los usuarios se identifican. Q ue estos contengan o no un distintivo de género, es un aspecto fundam ental, que alterará de form a com pleta la form a en que es tratado y percibido por la com unidad en que entra. N o obstante, por libre que sea la selección de un nick, existe un sistem a (N ickserv) que im pide que haya dos nicks iguales dentro de un servidor. La existencia de este sistem a conlleva unas consecuencias socio-relacionales destacables: por m edio de él, se establece una regla -social- que tiende a favorecer la estabilidad de las identidades, aunque esto nunca sea del todo regulable. D e hecho, el m ayor de los pecad os que pueden com eterse en un IR C es usurpar e l nick de otro usuario y asum ir sus eventuales atributos y/o privilegios. R heingold considera que esta es una acción tabú, pero aunque no se trate de un ‘tabú’ strictu senso, realm ente ataca una de las principales características que dan existencia a la subcultura de IR C , que es la m ínim a (pero tangible) certeza que se tiene acerca de la identidad (independientem ente de que ésta sea construida y artificial) de los participantes de una conversación. Ante tal ofensa, se procede a una vistosam ente etnográfica confesión pública, donde destaca la faceta teatral, exagerada y ritualizada. Esta confesión es la ún ica form a regulada de conseguir el perdón. R heingold tam bién señala que el intercam bio de gestos de reconocim iento y apreciación (peer recognition) entre los usuarios es com ún, haciendo casi la s veces de una m oneda de cam bio entre éstos. Los com entarios ingeniosos, agradables o sim plem ente a certados son debidam ente saludados positivam ente por el auditorio. D e m anera sim ilar, un canal frecuentado por un usuario suele saludar efusivam ente a éste cuando hace su entrada, y lo despide sentidam ente al m archarse éste. Los gestos de aprecio y reconocim iento nos llevan aún m ás allá en teoría sociológica.
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parte, un producto de su propia imaginación. Esto produce, en muchos casos, un verdadero efecto hipnótico cuando siente que es la pantalla quien le hace compañía,23 cuando se aísla de las personas con las que convive para conectarse con sus millones de amigos virtuales a los que siente tanto más íntimos que a los reales. En la generación de la red, millones de adolescentes, a punto de entrar al mundo productivo, permanecen largas horas on-line al sentirse miembros de una tribu universal mientras sucumben al aislamiento para entregarse a una realidad distinta e imaginativa que, a diferencia del mundo cotidiano, no les exige responsabilidades mientras desarrollan fuertes mecanismos de identificación con la máquina en el uso del ciberespacio. La revolución tecnológica está, en gran parte, protagonizada por los adolescentes, ellos son los que programan la máquina, la interrogan, a la vez que descubren los secretos de un mundo onírico con el que se identifican.24 En buena medida, gran parte de la socialización ocurre en internet, sin la mediación del cuerpo lo que facilita la creación de una comunicación desinhibida. Los amigos se recluyen en la intimidad de una secta planetaria, justamente, en momentos de auge del narcisismo, la otra cara de la despolitización. Como en tiempos de Epicuro,25 la gente busca en la reclusión de la privacidad, en la vida personal, lo que se le niega en el ámbito público.
23
“El com porta m iento, el lenguaje, la conducta general cam bian. Encerrado en la oscuridad de su pequeño gueto dom éstico, un cibernauta avezado puede durante horas envolverse en la ilusión de que su núcleo de am igos, sus preferencias, sus intereses, sus m anías, sus am ores y hasta sus odios viven encapsulados en esa especie de nueva bola de cristal a la que puede castigar m udándose de sitio ....¿Puede? N um erosas encuestas indican que no siem pre es así, y que su actitud equivale a la del heroinóm ano” C EBR IAN , Juan Luis, La red, op. cit., p. 82.
24
La com putadora es su com pañera, su novia electrónica, no existen secretos para ellos dos, entre los que crece un fuerte sentim iento de identificación (… )Su falta de tutela en la navegación, el descubrim iento de un m undo onírico, tan distante com o íntim o, su desarraigo de toda realidad no virtual, el caótico devenir de las inform aciones, su necesidad im perio sa de acom odarse a los im provisados usos del ciberespacio, son la base segura de un problem a de identidad” C EBR IAN , Juan Luis, La red, op. cit. p. 86.
25
La época en que el espíritu cívico de la ciudad inventora de la dem ocracia griega está com pletam ente desgarrado es la que recibe, en Atenas, al joven Epicuro, oriundo de la isla de Sam os. En el 306 (a.C .) com pra una casa y un pequeño terreno, el Jardín (kêpos). En este ám bito funda una Escuela filosófica con la intención de rivalizar con la Academ ia y el Liceo aunque, a diferencia de éstas, no tiene pretensiones científicas sino éticas y allí se adm itirán a personas de toda condición social, incluso m ujeres y esclavos. A diferencia de Platón y Aristóteles qu e hacen de la polis el eje de interés y destacan las virtudes del ciudadano, Epicuro, a tono con los nuevos tiem pos, centra su propuesta en el ejercicio de la autarquía, de la autosuficiencia, del dom inio de sí m ism o, ya que será ésta la auténtica m edicina que libere al hom bre de los placeres
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El narcisismo contemporáneo Para algunos optimistas, la nueva era es ambigua y diversa, entretenida y simpática, tolerante y caótica, ecléctica e irreverente cuando las verdades inalterables y las leyes férreas pierden sentido y dejan su espacio a todo tipo de representaciones. Lejos de la dureza de una era dedicada a la explotación de los recursos físicos, la nueva era es más suave, más ligera, aliada del talento y la fantasía cuando la conciencia racional se vuelve sospechosa y los deseos eróticos, ilusiones y sueños del inconsciente se convierten en realidad, mejor dicho, en hiperrealidad. En el ciberespacio, las personas se ven a sí mismas muy distintas de sus padres y abuelos, los burgueses de la era industrial. Si las generaciones anteriores se tenían por gente de “fuerte personalidad”, de caracteres identitarios muy definidos y permanentes, este nuevo arquetipo humano vive parte de su vida en los mundos virtuales del ciberespacio, está interesado en tener experiencias excitantes y entretenidas antes que en acumular bienes, es capaz de adaptarse fácilmente a cualquier nueva realidad –real o simulada- que se le presente, piensa en sí mismo como intérprete antes que como trabajador, está acostumbrado al trabajo temporario y su vida es mucho más provisional y mudable que la de sus abuelos. Son más terapéuticos que ideológicos, más emocionales que racionales, consideran al shopping como la plaza pública e igualan soberanía del consumidor con democracia. Sus mundos son más fluidos, han crecido en el hipertexto y las páginas web, tienen poco interés por la historia ya que las costumbres, convenciones y tradiciones apenas existen en su entorno siempre acelerado y cambiante. La libertad, entendida como capacidad de optar, es el señuelo en las redes cibernéticas.26 En este mundo de conectividad, redes y portales, lo que cuenta es el acceso, estar desconectado es morir. Algunos caracterizan esta época por el declive de la conciencia histórica y el auge de la conciencia terapéutica. La gente ya no se preocupa tanto de su lugar en la historia (ideales capitalistas y marxistas) como de su propia historia El declive de la conciencia histórica y el auge de la conciencia terapéutica corren paralelos al cambio de un mundo en el que las propiedades acumuladas eran, a la vez, la medida del propio éxito y de la contribución a la Historia, a otro mundo donde la acumulación de experiencias de vida es un índice de la búsqueda de transformación personal. Actualmente asistimos a una revalorización de un yo narcisista y hedonista, que rechaza los compromisos afectivos justamente por el peligro potencial de sufrimiento y de dolor que convocan los compromisos de largo plazo. Mientras el mundo va tomando una apariencia más y más amenazante, la vida se convierte en una permanente búsqueda de la identidad, no ya en la relación con los otros sino a través de la auto-realización recurriendo a las dietas, las drogas, los ejercicios espirituales, la lectura de los manuales
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C EBR IAN , Juan Luis, La red, op. cit., p. 69.
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de auto-ayuda y la asistencia al consultorio del psicólogo o del psiquiatra cuando todo lo demás no surtió efecto. 27 El Estado-Nación del Siglo XX, que proveía protección aduanera, educación pública, salud pública, pensiones públicas, electricidad pública, correo público, ferrocarriles públicos, se desmorona. La muerte del espacio público es, para Richard Sennett, la causa de la omnipresencia del narcisismo, no entendido con la idea vulgar de admiración de uno mismo, sino como búsqueda constante de la identidad del yo que se frustra en la misma medida en que se vuelve compulsiva.28 Sin ánimo de conclusión Navegamos por espacios simulados como un "inválido equipado", nos advierte Paul Virilio.29 Ya estamos conduciendo un cibercuerpo, cuya velocidad nos vuelve instantáneos. Vencemos la distancia por la velocidad de la información, derrotamos las fronteras reales por medio del vuelo virtual. Para el mañana no habrá quizá límite geográfico sin superar; construiremos una cibergeografía cuya tele-exploración se hace desde ya sorprendentemente posible. El cibernauta, con sus prótesis electrónicas,
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“¿Q ué quiere decir que el cuerpo ha pasado a form ar parte de la reflexivid ad de la m odernidad? Los regím enes corporales y la organización de la sensualidad en la m odernidad reciente se abren a una atención refleja continua que aparece en el trasfondo d e la pluralidad de elecciones. Tanto la planificación de la vida com o la adop ció n de opciones de estilo de vida se integran -en principio- en los regím enes corporales. Sería m uy m iope ver estos fenóm enos tan sólo com o ideales cam biantes de la apariencia co rp oral (com o en el caso de la delgadez o el aire juvenil) o considerar que han sid o generados únicam ente por la influencia m ercantilista de la publicidad” El estudio de la anorexia nerviosa es considerada una nota relevante dentro de este enfoque. GIDD ENS, Anthony., Modernidad e identidad del yo. El yo y la sociedad en la época contem poránea. Barcelona, Península, 1995, p. 132.
28
SEN N ETT, R ichard, Fall of Public Man, C am bridge, C am bridge U niversity Press, 1977.
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Para Virilio, la prim era de las seducciones de la tecnología es la velo cid ad, la capacidad de rom per lo previsible, com o instrum ento de control y dom inación, pero tam bién de riesgo, de precipitación hacia un ‘nuevo desorden m undial’, porque ‘parar significa m orir’. C ontrolar la tecnología, la velocidad del cam bio, es controlar la sociedad, el espacio y la inform ación. Las guerras por el control han conocido el desarrollo de la bom ba atóm ica, la bom ba genética y, m ás tarde, según el pensador francés, la ‘bom ba inform ática’, que, desde una visión pesim ista, enuncia com o el anticipo de la nueva Babel, en un m undo atem orizado por el na rcotráfico inform atizado, el terrorism o, las arm as ‘inteligentes’. La crítica ácida de Virilio, que contrastó con radicalidad durante los años de literatura tecnocéntrica com placiente, ha cobrado actualidad tras el 11 de septiem bre de 2001 y de las guerras preventivas. http://www.infoam erica.org/teoria/virilio2.htm . VIR ILIO , Paul. El arte del m otor. Aceleración y realidad virtual. Buenos Aires: M anantial, 1996.
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adquiere formas inusitadas de movilidad de la mente, despreocupado, liberado de la movilidad del cuerpo. Así, deslocalizándose, desterritorializándose, sus prótesis apabullan lo ya socializado. Como consecuencia del intento de permitir la subjetivización de todos los lugares y todas sus imágenes, se produce una desterritorialización de éstas, deviniendo todas ellas en meros recortes, en simples postales, ubícuas, fluctuantes y insituables.30 El paseante, prisionero en estas redes, se ha dado cuenta que habita en un universo diverso, disperso pero almacenado en una pantalla a la que puede asistir como ciber-turista, ciber-viajero, logrando la idea tan promocionada por los estoicos: ser ciudadano del mundo.31 Superado el encantamiento de la novedad, podemos reconocer que, sin capacidad crítica, corremos el peligro de ser consumidos antes que consumidores. La voracidad del sistema impide la reflexión y convoca la improvisación generando un universo siempre distinto donde no hay dudas porque desaparecieron las certezas. Intuimos que somos navegantes en un barco que hace agua, que podemos alegremente disfrutar de la navegación en el ciberespacio “bailando sobre el Titanic”. Mientras los lazos sociales se debilitan, la gente busca, en la multiplicidad de las emociones cibernéticas, establecer vínculos de confianza y de identificación. Cuando las ciudades dejan de ser lugares de encuentro e identificación, los horizontes de la realización personal se desdibujan mientras se desvanecen los sentimientos de pertenencia política y de deber cívico. Al abandonar la expectativa de controlar el entorno social, las personas se repliegan en sus preocupaciones personales: la perfección de su cuerpo, la búsqueda de la estabilidad emocional, la evitación del dolor. Al respecto afirma Carlos Fajardo Fajardo: Las terapias narcisistas y hedonistas tratan de apaciguar el espacio de dolor dejado por las crisis del naufragio. Abandono de la esfera pública, entusiasmo por la esfera privada. La sensibilidad individualizada toma conciencia del "ego" marginando la conciencia política. El sujeto autónomo moderno, autoconsciente, crítico y con voluntad transformadora, ha sido desplazado por la idea terapéutica de un Yo excitado, inmediatista, saturado de información. Por lo tanto, todas las propuestas de una ética civil y ciudadana, junto a los conceptos de participación y pertenencia, van siendo desplazados por un "intimismo incivil" que destroza los cimientos de más de doscientos años de Iluminismo. 32
30 M AYAN S I PLAN ELLS, Joan, 2 000, "A nonim ato: el tesoro del internauta". Fuente O riginal: R evista iW orld (O ctubre, 2000), pp. 52-59. D isponible en el A R C H IV O d e l O b s e r v a t o r i o p a r a l a C i b e r S o c i e d a d e n http://www.cibersociedad.net/archivo/articulo.php?art=28 31
FAJAR D O FAJAR D O , C arlos, El abism o presentido (cartografias de las sensibilidades de fin de siglo), 1999, Espéculo, R evista de estudios literarios. U niversidad C om plutense de M adrid, en http://www.ucm .es/info/especulo/num ero13/cfajardo.htm l 32
FAJAR D O FAJAR D O , C arlos, El abism o presentido, op. cit.
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CIBERCULTURA: TRES PIEZAS FUNDAMENTALES MERCEDES NAVEIRO Y ANA M. PICCIN (Asociación Argentina de Investigaciones Éticas)
RESUMEN E n e ste a rtícu lo se a n a liza la re la ció n e n tre la cib e rcu ltu ra (e n se n tid o ge n e ra l) y tre s com ponentes fu ndam entales: la tecnología, q ue da el soporte a las transacciones, la e d u ca ció n , q u e p ro ve e lo s m e d io s p a ra in co rp o ra rse a e lla , y e l a rte , q u e e stru ctu ra y da curso a la expre sió n. P ALAB R AS C L AV E : C ibercultura - Tecnología - E ducación - A rte - R ealid a d v irtu al. AB S TR AC T T h is p a p er d e scrib e s th e re la tio n sh ip b e tw e e n cyb e rcu ltu re (in a w id e se n se ) a n d th re e fundam ental elem ents: techn o lo g y, w hich supports it; education, w hich allo w s its in co rp o ra tio n ; a n d a rt, w h ich stru ctu re s a n d a llo w s its e xp re ssio n . K E Y W O R D S : C yberculture - T echnolo gy - E ducation - A rt - V irtu al R eality
Introducción Como punto de partida para este trabajo, hemos elegido la definición de cibercultura dada por Lisa Nakamura1 . Según Nakamura, la mejor forma de entender la cibercultura es considerarla como una serie de transacciones que tienen lugar dentro y fuera de la Internet. Teniendo en cuenta este punto de vista transaccional, consideramos crucial acceder al tema a través de la consideración de los aspectos de la tecnología, que soportan y delinean la cibercultura; de la educación, que facilita las vías de incorporación; del arte, que posibilita la expresión de nuevas percepciones del mundo y de la identidad. ¿Cuáles son los puntos de arraigo de la cibercultura? ¿Cuáles son las vías de instalación? ¿De qué modo participan y se retroalimentan los distintos aspectos culturales? 1. La tecnología La combinación de comunicación y virtualidad, posibilitó el desarrollo de nuevos vínculos entre los seres humanos, del ser humano con la información y de la información con la información. El impulso que cobraron las comunicaciones al incorporar las ampliaciones significativas que le otorgó 1
C itada por D avid S ilver [7] e n http://w w w .com .w ashington.edu, “Introducing C yberculture”: N A K A M U R A, Lisa. (1999), R ace in/for cyberspace: Identity tourism and racial passing on the internet. En Vitanza, V. J. (ed.) C yberR eader. Boston, M A: Allyn and Bacon, 442-453.
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la informática hizo que las empresas en telecomunicaciones representen uno de los atractores más significativos en la economía mundial. Para aproximarnos a la idea, basta con pensar qué parte del presupuesto familiar se dedicaba a las comunicaciones (incluyendo línea telefónica, servicios de Internet, y comunicaciones celulares) diez años atrás y cuánto significa hoy en día ese rubro en el mismo presupuesto. Cada vez está más al alcance del bolsillo la posibilidad de explorar hasta los límites las experiencias de estar comunicado virtualmente, manteniéndose aislado físicamente, por citar un caso extremo; constituir varias identidades, tapar, disimular, obviar y hasta eliminar la propia. Todo esto en un espacio de equidistancias inmediatas del cual uno mismo es el centro, para el placer de los “integrados”, y que ha llevado a reflexionar sobre el valor del cuerpo humano y sus posibles modificaciones. Visión del mundo virtual que provee profusamente de temas para la ciencia ficción, en particular en el sentido de ciencia catástrofe, según la insinuación de los “apocalípticos”. Esta visión es igualmente perturbadora cuando se toma conciencia de que, ese individuo con el que uno casualmente interactúa en una sesión de “chat”, probablemente no sea el que dice ser. Que tal vez varios de los que participan en un debate o discusión virtuales sean sólo uno con personalidades múltiples. Aunque, culturalmente, hemos superado las fantasías, el desconcierto y las irritaciones de los primeros tiempos del contestador automático telefónico, es inquietante pensar que estos interlocutores podrían ser “chatbots”. Agentes inteligentes virtuales capaces de mantener una conversación con un ser humano sin que éste descubra que se trata de un programa conversador. 2 A pesar de la atracción que puedan ejercer estos temas, no pretendemos revisar acá las patologías psicológicas exacerbables con la habilitación de nuevas tecnologías. En un sentido más directo, proponemos una observación desprejuiciada del estado de la tecnología y de lo que se espera de ella, para sugerir caminos para la reflexión sobre el impacto psicológico y cognitivo en los usuarios (adeptos adictos o no), para construir un punto de referencia para el desarrollo de posteriores discusiones o inferencias acerca de las ciberculturas. a) Hacia una implementación de la telepatía y la Gestalt Las ciencias de la computación y la ingeniería electrónica y en comunicaciones, parecen compartir con las telecomunicaciones el proyecto de implementar la telepatía y la gestalt o por lo menos están dando pasos importantes hacia crear la ilusión. Con una inclinación mayor hacia la “psi-fi”
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E n 19 66 , JosephW eizenbaum , investigador de Inteligencia Artificial, publicó un program a sorprendentem ente sim ple que sim ulaba una sesión de psicoanálisis. (C om m unications of the AC M Volum e 9, N um ber 1 (January 1966): 36-35). El program a se llam a”Eliza” y sigue siendo un hito significativo en el desarrollo de individuos virtuales interactivos.
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que la hacia la “sci-fi”3 , la tecnología de las telecomunicaciones se desplaza hacia la comunicación virtual con alto grado de autonomía física. Los escenarios propuestos a mediano plazo, dentro de la década, incluyen a personas comunicándose remotamente sin que medie entre ellos ninguna conexión observable. Mientras algunas disciplinas se ocupan de hacer más “reales” la realidad virtual, otras están empeñadas en que los individuos puedan estar conectados a alguna red desde cualquier lugar del planeta, sin ninguna ligadura física (cable), garantizando además la calidad de la conexión y la confiabilidad de la transmisión. b) La Wi-Fi Wi-Fi (wireless fidelity o fidelidad inalámbrica) es la forma tecnológica más avanzada a la que se ha llegado en el camino hacia el desafiante objetivo de la comunicación inalámbrica segura y con un estándar universal. Las note-books fueron diseñadas para aventajar a las computadoras de escritorio por su portabilidad. Actualmente su autonomía con respecto a la red de eléctrica está alrededor de las 5 horas. Sin embargo, hasta hace poco, no se había conseguido proveerlas de autonomía con respecto a Internet. Si uno pretendía conectarse a Internet fuera de los lugares habituales, donde ya estaban dadas las condiciones tecnológicas, sólo podía hacerlo a través de la línea telefónica. A la hora de conectarse a una red de cable módem ajena, había que ser especialista. Actualmente, los aparatos informáticos (note-books, palm-tops, etc.) vienen provistos de una antena para conexión inalámbrica. Esta antena detecta la presencia de otros dispositivos igualmente equipados. Si uno posee un aparato con esta propiedad, puede concurrir a algún “hot-spot” (locales donde se ofrece el servicio de conexión inalámbrica), para acceder a Internet sin la necesidad de ninguna conexión extra. Los hot-spots pueden dar el servicio en forma gratuita o paga. Los criterios son similares a los actuales para la oferta de Internet. Están previstos hot-spots en aeropuertos, terminales ferroviarias, edificios públicos, etc. Es importante tener en cuenta que la Wi-Fi es un proyecto de orden mundial puesto en marcha en 2000 por la Wi-Fi Alliance, una asociación internacional sin fines de lucro, que se ocupa de certificar la interoperabilidad de productos inalámbricos bajo determinadas condiciones. Actualmente hay más de doscientas compañías productoras de artefactos inalámbricos que son miembros de Wi-Fi. El objetivo que se propuso esta alianza es amplificar las experiencias de los usuarios a través de la interoperabilidad de los productos. En otras palabras, si para acercarnos a la fantasía de que nuestro conocimiento personal se extiende más allá de nuestro cuerpo, hasta ahora molestaban los cables, de ahora en más sólo podrán ser un problema el tamaño y el peso. Pero no por mucho tiempo. La tendencia es reducir
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“Psi-fi” y “Sci-fi”, por ficción psicológica y ciencia ficción repectivam ente.
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diferentes soportes informáticos (agenda, computadora, celular, tarjetas, identificaciones) en un único soporte que cumpla con todas las funciones. Al mismo tiempo se irán popularizando y extendiendo los hot-spots (locales que ofrecen acceso a Internet por medio de una red inalámbrica), de modo que, virtualmente, toda la red cabrá en un bolsillo. Se podrá acceder a las prestaciones informáticas donde y cuando se necesiten. Ya se diseñó un saco o campera con dispositivos similares incorporados a una de sus mangas. c) Donde “psi” y “sci” se juntan Se puede prever un futuro de comunicaciones realizadas mediante implantes informáticos. Actualmente está en experimentación un chip que puede reemplazar el hipocampo4 . No resulta extraño, entonces, pensar en la posibilidad de aumentar la capacidad de la memoria humana mediante implantes. Estas memorias estarían pensadas como “de lectura solamente”, por el momento. Está previsto que sean de escritura también, con lo que estaremos en condiciones de grabar las vivencias para recordarlas fielmente. Habrá que prever el impacto psicológico de borrar algunos recuerdos para incorporar otros. Estas proyecciones tecnológicas, vinculadas con las comunicaciones inalámbricas e hibridaciones como el implante de una antena, por ejemplo, son tema de la producción de series como “Ghost in the Shell” (1996), donde se pueden apreciar múltiples ejemplos interesantes y explicativos de estas situaciones y de sus posibilidades. Este icónico animé japonés dejó su impronta cultural con la estética recogida y popularizada más tarde por “The Matrix” (1999). A través de un delicado trabajo de imágenes superpuestas propone visualmente un mundo donde la comunicación, que abarca desde el mensaje hasta la realidad virtual, incluyendo “virus”, “hackers”, “spams” y “firewalls” (términos técnicos propios de la informática), está mucho más cerca de la telepatía que del e-mail. 2. La Educación Si miramos a la educación como un formador de criterios y de conocimientos para la libre elección e inserción cultural de los integrantes de la comunidad, vale entonces detenerse a observar cómo encaminan las instituciones escolares la articulación de la curricula con las posibles modificaciones de orden cognitivo y psicológico que sugiere la evolución de la tecnología de la información. En cuanto la computadora se puso al alcance del individuo, a fines de los 70, la educación percibió las posibilidades revolucionarias de la informática para la enseñanza y el aprendizaje, pero incorporó los contenidos de manera notablemente pragmática. Es decir, se guió más por las
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http://www.newscientist.com /news/news.jsp?id=ns99993488
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oportunidades que ofrecía la tecnología, programación (y robótica en casos aislados) primero, herramientas de oficina e Internet después, que por el estudio del posible desarrollo de capacidades cognitivas e intelectuales que estas herramientas favorecerían en los alumnos. En las primeras épocas, cuando las computadoras personales permitieron acceder a la programación en las aulas (épocas de Logo y Basic), en los ámbitos educativos se hizo hincapié en no confundir el medio con el fin. Pero, a pesar de que estaba claro que la programación era un medio y no un fin, no estaba claro cuál era el fin. Se buscaba una aplicación transversal, como si las capacidades intelectuales no lo fueran. El nivel de abstracción requerido y algunos ajustes necesarios para su enseñanza, según la edad de los alumnos, fueron escollos importantes en este intento de incorporar la nueva tecnología a la educación. Las capacidades de abstracción, de conceptualización y de generalización que se desarrollan, al mismo tiempo que se ponen en juego, durante el acto de programar, quedaron eclipsadas por las dificultades que presentaba el estado del arte de la informática. Por las mismas razones, no hubo oportunidades para valorar educativamente la actitud epistemológica del programador, quien metodológicamente se cuestiona las causas de determinados comportamientos, relaciona problemas con posibles soluciones y construye soluciones alternativas. Se perdió una oportunidad de poner en práctica habilidades lógicas con inmediata corroboración empírica, que son universales. Cuando la tecnología se hizo más amigable, con el desarrollo de las interfaces gráficas y la reducción de costos, fue posible acceder a nuevos contenidos informáticos, esta vez sí de aplicación transversal obvia. El procesador de textos, por ejemplo, es aplicable a todas las áreas del conocimiento5 . Así, la presencia de la informática en educación, pasó de la propuesta aparentemente restringida de la programación, a la de aplicación supuestamente más amplia del utilitario de oficina. Pero no hubo lugar en la agenda escolar para la aplicación transversal de estas herramientas en sentido educativo, transformador, y la confusión entre fin y medio siguió vigente. La enseñanza de Internet tampoco escapó a las generales de la ley y se la añadió al ámbito del laboratorio de computación como una herramienta extra y de la misma naturaleza. Vale considerar al respecto, la influencia que ha tenido el laboratorio, con su estructura tecnológica, sobre la elección de las formas de incorporación de la informática a la curricula. Generalmente, y por razones prácticas, cuando las instituciones educativas decidieron la incorporación de la informática a sus aulas, lo hicieron mediante la constitución del “Laboratorio de Computación”. Este espacio está destinado a albergar los materiales necesarios en la enseñanza de los contenidos informáticos. Notablemente, en este ámbito destinado a una tecnología en constante evolución, el paso del tiempo se tradujo en más equipamiento, de mayores capacidad y velocidad. Más de lo mismo. Las
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Lo que, por supuesto, no es m érito del procesador de textos.
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características lógicas del laboratorio de computación no se han modificado desde los comienzos, más de veinte años atrás. Siguen siendo las mismas que cuando no existían espacios similares fuera del ámbito educativo. Por eso hoy, cuando la tecnología informática ha ocupado un lugar cotidiano, el laboratorio de computación no ofrece diferencias sustanciales con un local público de telefonía, que haya ampliado su oferta a computadoras, utilitarios informáticos y acceso a la Internet. El laboratorio de computación mantuvo toda la distancia, que le permitió su nombre, con el aula tradicional, pero no fue testigo de nuevas prácticas educativas. Los alumnos han aprendido a copiar, a pegar, a corregir automáticamente sus trabajos. Hacen monografías más largas e incluyen ilustraciones que extraen de CD´s, de Internet o de sus cámaras digitales. Suelen “bajar” de Internet trabajos prefabricados o refritos que entregan sin lectura previa, si hacemos caso a las quejas de sus profesores. Según los mismos docentes de computación, cada vez se hace más evidente que “vienen sabiendo”. Una afirmación que constituye un alerta cuando es proferida en el aula. Todo hace suponer que el valor educativo, que justificaba la enseñanza de herramientas informáticas en la escuela, se va diluyendo sin perturbar la vocación docente. a)Internet, una nueva oportunidad Como se insinúa en el párrafo anterior, el programa de enseñanza de Internet fue organizado curricularmente con el mismo espíritu que las demás herramientas informáticas de oficina. Usualmente, el término Internet va asociado exclusivamente al “Diseño de Página Web”, lo que no está mal en sí, nada es malo en sí mismo. Pero omite el potencial que tiene la herramienta para la constitución individual de las ideas de mundo y de realidad que posibilitan, entre otras cosas, la incorporación cultural. Tampoco considera el uso de las posibilidades que encierra esta herramienta para desarrollar habilidades que tienen relación estrecha con el famoso “aprender a aprender” de David P. Ausubel. Si bien la Internet aparece como un mundo desordenado y caótico donde la posibilidad de encontrar lo que se busca depende de habilidades personales preexistentes; donde los esquemas de ordenamiento son tan frágiles que no garantizan el encontrar lo que se busca ni que lo que se encuentre sea veraz.; donde el exceso de la oferta propone una libertad inusual, para la que muchos individuos no se sienten preparados o no pueden afrontar o administrar, Internet es una herramienta culturalmente revolucionaria. Basta con pensar que no hay ni jerarquías ni límites físicos y que convergen en ella la mayoría de las culturas de la humanidad, no sólo del presente, sino también las del pasado y las de la ficción. La navegación por los ciberespacios permite tener nuevas experiencias cognitivas, psicológicas y epistemológicas con impacto directo en nuestra visión personal del mundo. Una visita guiada por un docente internauta, permitirá que el alumno se enriquezca con situaciones de valor educativo como las que siguen:
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- Reflexiones metodológica y epistemológica: ¿Cómo lo hago? ¿Por qué lo hago?Cuando la respuesta a una consulta es abrumadora, el internauta procura restringir la búsqueda. Se detiene y reflexiona acerca de qué tipo de respuestas desea recibir. - Ampliación de competencias. Acceso a nuevos significados. La respuesta masiva a una búsqueda pone al alcance del internauta referencias inesperadas que sugerirán vínculos con conceptos afines no considerados inicialmente. - Descripciones alternativas de la realidad. Pluralidad de modelos. Las respuestas adyacentes no tienen estructuras uniformes. Presentan otros órdenes y otras relaciones. Se ponen a consideración otros puntos de vista. - Evaluación de la veracidad de la información.El internauta investigador debe acostumbrarse a identificar los sitios serios y rechazar los dudosos. Aprende a comparar fuentes y a hacer cruces de información para asegurarse de la calidad que obtiene. - La exploración de otras “realidades”. ¿Qué pasaría si..?”. Ya sea en experiencias exclusivamente textuales, como en las provistas por la realidad virtual, el internauta puede visitar, de incógnito o no, distintos espacios y culturas, interactuar en ellos, tratar de comprenderlos, descubrir sus leyes. b) Educación y cibercultura En el diseño de la curricula correspondiente a informática, la función educadora no debe perder de vista el delicado trabajo de guiar culturalmente a los alumnos. Debe identificar las características de la comunidad en la que se desenvolverán y formarlos en prácticas que les permitan validar su experiencia dentro del colegio con su desempeño en otros ámbitos a fin de promover la constitución de herramientas psicológicas e intelectuales que les permitan reconocer su propia cultura y reconocerse en ella, elegir las subculturas a las que desea pertenecer, discriminar y discriminarse, aceptar o rechazar. Seguramente podrá encontrar en la Internet, el ámbito informático para el desarrollo de las habilidades necesarias para asimilar las modificaciones culturales provocadas por los cambios tecnológicas. 3. El Arte a) De Wagner a la realidad virtual Para hablar del arte basado en la tecnología que existe en la cibercultura, comentaremos un sitio del Artmuseum.net, basado en el libro Multimedia: From Wagner to Virtual Reality, editado por Randall Packer y Ken Jordan y con un prólogo de William Gibson y epílogo de Laurie Anderson. Este sitio es muy completo, y consideramos que responde a las preguntas más actuales de los temas de la nueva cultura. Es además un brillante hipertexto que está vinculado a un libro -representante de la lectura lineal- llevando así
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a un cierre circular del vínculo entre el pasado y el presente. La experiencia artística multimedia, leemos en este sitio, es por naturaleza, abierta, democrática, no jerarquizada, fluida, variada, e inclusiva. Estas opiniones no son absolutas y hay severas críticas a estas creencias, que veremos más adelante. Se utilizan como paradigma de este medio las óperas de Wagner que intentaban mezclar todas las formas expresivas. Dado que es difícil encontrar un tema dominante en este nuevo arte, y que los críticos evaden a veces esa responsabilidad, se proponen cinco conceptos básicos para comprenderlo y ordenarlo. Los conceptos esenciales que se manejan en el nuevo arte son cinco: integración, interactividad, hipermedia, inmersión y narratividad. Dichas características fueron evolucionando de un modo más o menos paralelo, entretejidos siempre con Internet e influenciándose mutuamente. Por “integración” se entiende la combinación de formas artísticas y tecnología en una forma híbrida de expresión. La “interactividad” es definida como la habilidad del usuario de manipular directamente la tecnología digital y efectuar su experiencia de ese medio. “Hipermedia”- o “Hypermedia”-, se relaciona con la unión y enlace de elementos del medio digital separados para crear una huella propia en un camino de asociaciones personales. A través de esta actividad se produce la “inmersión”, o experiencia de entrar en una simulación o sugestión de un entorno tridimensional, comúnmente llamado “virtual”o no “real”. De los conceptos y actividades arriba descritos se derivan estrategias estéticas y formales que resultan en una forma expresiva no lineal, la “narratividad” que indica la existencia de un autor que traduce su experiencia y filosofía esencial. El sitio mencionado presenta a algunos pioneros y representantes actuales del ciberarte, entre ellos al precursor Nam June Paik, quien ya en los años 1960s se dedicó al medio televisivo, y se convirtió en el padre del videoarte. Milton Krueger, quien influido por el músico de los 60 John Cage, experimentó en indeterminación y participación de la audiencia, y fue pionero en la interacción hombre-computadora en el contexto de entornos físicos, compuso ambientaciones como “Videoplace”de 1970, donde la computadora respondía a los gestos de la audiencia interpretando y también anticipando sus acciones. Los miembros de la audiencia podían “tocar” las siluetas de cada uno de ellos generadas por videos, y también manipular el conjunto de extraños objetos gráficos y organismos animados que aparecían en el monitor, presentando la actividad de la vida artificial. Otro importante artista es Robert Wilson con su teatro musical, experiencia indescriptible donde integra drama no narrativo, espectáculo escénico, música, sonidos, silencio y danza. Influido por el trabajo de John Cage y de Merce Cunningham, el concepto de teatro visual de Wilson inicia eventos y movimientos libres en el tiempo y el espacio. Algunos trabajos de gran escala como “Einstein on the Beach”, con música de Glass, y “The Life and Times of Sigmund Freud”, son bocetos biográficos de la mente, que generan en el espectador una experiencia “intuitiva” a través de acciones
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sugestivas, textos sin sentido lentos y repetitivos. En vez del flujo lineal del tiempo en el teatro tradicional, la interfaz visual y musical de Wilson permite al espectador y permite a su mente explorar y participar. Michael Naimark realiza lo que él llama “viajes imaginarios”donde el espectador es transportado virtualmente a otro lado. Este artista ha trabajado posteriormente en otros “mapas cinematográficos”en lugares como Canadá, el Métro de Paris, y el sistema de trenes de Karlsruhe en Alemania. En 1992 Naimark se incorporó a “Interval Research”, grupo “think tank” basado en Silicon Valley, y creó allí su instalación de realidad virtual “Be Now Here” (“Esté ahora aquí”). El trabajo integra el movimiento de los visitantes a la instalación con un piso que rota lentamente, sincronizado con imágenes cinematográficas panorámicas y estereoscópicas, que muestran un tour de los sitios en peligro de extinción alrededor del mundo de UNESCO World Heritage. La artista Lynn Hersman explora en sus performances temas de identidad, alienación y la zona borrosa entre la realidad y la ficción. El primer trabajo interactivo que realizó fue “Lorna”, en 1982, un videodisco artístico que muestra un viaje laberíntico a través de la mente de una mujer agorafóbica. La relación pasiva de Lorna hacia la vida y los medios se yuxtapone a la posibilidad del espectador de seleccionar y reorganizar los temas de la narrativa, sus diferentes opciones, historias, interpretaciones y conclusiones. En sus novelas de ciencia ficción, William Gibson ofrece una visión alucinante del ciberespacio, presentando un modelo social y espacial para la frontera digital. En el libro de 1984, “Neuromancer”, agregó la palabra “ciberespacio”a nuestro vocabulario. Su obra explora las implicaciones de una cultura digital con sus consecuencias terribles. Presenta una noción de un terreno inhabitable, inmersivo, que existe en las conexiones entre las redes digitales, un espacio fluido que puede expandirse indefinidamente, tema que ha abierto una línea nueva de formas literarias y artísticas, y dado forma a nuestras expectativas de lo posible en espacios virtuales. La visión de Gibson del ciberespacio, con sus anti-héroes que viven en el vacío entre el mundo físico y la red, ayudó a imaginar la era del post humano. La redefinición cyborgiana del yo ha sido desde entonces explorada en cyberhabitats como MUD, comunidades virtuales, espacios de chateo on-line etc., lugares donde la identidad es maleable e intercambiable. Pavel Curtis, creó uno de los primeras ambientaciones de juegos de rol on-line, llamado “LambdaMOO”, en 1991. Conocido como MUD (Multi-UserDungeons). LambdaMOO es un reino de fantasía de texto, heredero de los juegos de espadachines y hechiceros de los 1970 como “Dungeons and Dragons”. Este tipo de texto presenta una nueva forma híbrida de literatura, performance, cine y narración interactiva. A través de la libre dinámica del diálogo improvisado y de la interactividad no ensayada, los participantes se pierden en sus roles y colaboran en forma de una creación colectiva. Protegidos y liberados por la anonimato de sus personajes, los jugadores improvisan sus conversaciones, tramas, espacios; inventan sus aventuras
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y experimentan una serie de identidades alternativas, ocasionalmente cambian de género y también de especie. Los “MUD” se caracterizan por una comunidad cerrada – aunque globalmente dispersa- de caracteres que llevan un diálogo permanente que combina el rumbo indefinido de los nómades con la creatividad focalizada de la construcción de mundos. Marcos Novak introduce el término de “arquitectura líquida”, un paisaje fluido, imaginario que sólo existe en el reino digital. Sugiere una arquitectura liberada de las expectativas de la lógica, la perspectiva y las leyes de gravedad, una expresión de la “4ª. Dimensión”que incorpora el tiempo al espacio entre sus elementos primarios. La “arquitectura líquida” de Novak se dobla, rota, muta en interacción con la persona que la habita. “CAVE”, (Cave Automatic Virtual Environment) fue construida por el artista Daniel Sardin y el ingeniero Thomas DeFanti. La interfaz de CAVE es un pequeño cuarto de tres metros cúbicos. Después de entrar en el cuarto, el espectador se encuentra rodeado de imágenes proyectadas y sincronizadas en tres de las paredes y el piso. Es como entrar en un espacio virtual, alusivo a la caverna de Platón. Sus pantallas múltiples y el sonido que rodea evocan la metáfora de una representación de sombras de la realidad, sugiriendo cómo la percepción está siempre filtrada a través del velo de ilusión de la mente. Las propiedades de CAVE están realzadas por el juego entre lo real y lo virtual. El espectador no experimenta incorporeidad sino que está visceralmente consciente de su presencia “en escena”entre las imágenes y los sonidos. Pierre Levy considera que el receptor de la obra de arte tiene un rol activo al mismo tiempo que hay una disolución del control autorial de parte del creador. Considera que el arte se está convirtiendo en un entorno dinámico, fluido, cambiante, donde artista y receptor se unen en un juego consensual de formación, ejecución e interpretación del arte. Ve al medio digital como un trabajo en progreso continuo y colaborativo. Para Levy la ruptura con las nociones de autor nos está llevando a una transformación cultural. Imagina una sociedad colectiva unida por redes electrónicas, con ciudadanos activamente ocupados en la invención de los lenguajes y signos de la comunidad. La multidisciplinaria artista Laurie Anderson estudió pintura y escultura y luego continuó con danza, música y performance. En 1984 completó “United States”, una performance multimedia de 4 partes con canto-textos, proyecciones(en colaboración con Perry Hoberman), teclados y micrófonos con sonidos distorsionantes. En general, podríamos decir que el nuevo arte consiste, no en un movimiento unificado sino en diferentes intentos de individuos de llegar a una integración y a veces interacción del observador con el espacio virtual, buscando así expresar y explorar nuevas sensaciones y emociones resultantes del desarrollo tecnológico contemporáneo.
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b) Lev Manovich y la teoría de la nueva vanguardia Este artista y teórico de los nuevos medios nació en Moscú, donde estudió arte, computación y arquitectura. Su interés está en la nueva vanguardia que representa la computación. Observa que los nuevos medios no se asemejan a otras vanguardias porque no usan formas nuevas, como las anteriores. La vanguardia de los años 1920 inventó un nuevo lenguaje formal, el llamado modernismo, que a partir de los constructivistas rusos, pasando por la Bauhaus, y con aportes del futurismo, cubismo, surrealismo etc., es usado hasta nuestros días. Si bien la abstracción total en pintura ocurre entre 1910 y 1914- con Malevich, por ejemplo-, desde el punto de vista de comunicación masiva, la década importante fue la de 1920. En esa década, señala el autor, todas las técnicas modernas de comunicación visual fueron desarrolladas: montaje de foto y de film, collage, publicidad, diseño gráfico moderno, tipografía, objetos de uso cotidiano de formas simples y funcionales, etc.6 Estas técnicas, modos de ver el mundo, descubrimientos formales, y técnicas de trabajo sobre las imágenes, son las mismas que usan los programas de computación actualmente. ¿Podemos entonces considerar a los nuevos medios como una vanguardia? Manovich considera que sí, porque sus innovaciones son tan radicales como las innovaciones formales de la primera parte del siglo XX. Si la vieja vanguardia adquirió nuevas formas, nuevas maneras de representar a la realidad y nuevas maneras de ver el mundo, la nueva vanguardia se trata de nuevas maneras de acceder y manipular información. Sus elementos son la base de datos, los buscadores, el procesamiento de imágenes, la simulación. La nueva vanguardia, escribe este autor, no está ya interesada en representar al mundo de nuevas maneras sino en acceder a, y procesar de nuevos modos, información previamente acumulada. Los nuevos medios son en realidad meta-medios, ya que son viejos medios usados de otra manera. La sociedad meta-mediática no quiere más maneras de representar el mundo; ya tiene bastante problemas con la manipulación de representaciones acumuladas a través de los medios como foto, cine etc. Así, los programas de animación en 3d imitan al viejo cine, las animaciones de Flash imitan viejos gráficos de video, la Web misma combina en sus sitios convenciones establecidas de gráfica, cine, y televisión. ¿Qué es la nueva vanguardia? Según el autor se trata de técnicas, basadas en la computadora, de acceso, generación, manipulación y análisis de la información. Las formas en la información, por ejemplo imágenes, modos de tratarlas etc., son las mismas, pero la manera en que se usan esas formas cambia radicalmente. Los cambios son básicamente tres: - Acceso: Las bases de datos permiten guardar millones de archivos y también abrirlos casi instantáneamente. Los buscadores permiten encontrar los datos deseados en la enorme base no estructurada que es Internet. La Multimedia permite el acceso a todos los tipos de medios usando un sólo
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M anovich, Lev “Post-m odernism ” and Photoshop- Internet.
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aparato- la computadora. La Hipermedia añade hipervínculos, permitiendo crear nuevos caminos a través del material mediático. Las redes como Internet permiten crear y distribuir representaciones en las cuales diferentes partes de un objeto pueden existir en lugares físicamente separados. - Análisis: Las técnicas de “data mining” (minería de datos) permiten buscar relaciones significantes en grandes volúmenes de información, dando así un orden y sentido al conocimiento que se busca en un determinado momento. - Generación y manipulación de datos: La tecnología de los programas gráficos digitales en 3D permite crear escenas navegables en gran detalle. Técnicas matemáticas permiten generar imágenes de propiedades particulares- por ejemplo, fractales, y usando scripts se pueden crear objetos a medida de lo que se desea. Además, el uso generalizado de capas, partes del objeto o imagen creados pueden ser fácilmente modificados, sustituidos etc. Resumiendo, los programas de software codifican y naturalizan las técnicas de la vieja vanguardia. Por otro lado, las nuevas técnicas del software de trabajar con la información representan la nueva vanguardia de la sociedad de la metamediática. Manovich considera que el elementos central del nuevo arte es la base de datos y que uno de los problemas interesantes que se plantean al artista es la combinación de esa base de datos infinitos con la narrativa, o subjetividad del artista creador, que parece antagónica a esa proliferación de información sin sentido previo. Utiliza como ejemplo de este dilema el cine de dos clásicos: Dziga Vertov, en “Man with a Movie Camera”, (Hombre con Filmadora)1929,y Peter Greenaway, en sus variadas películas y exposiciones.7 En “Hombre con filmadora”, la edición de la película, que narra un paseo de un hombre que capta imágenes, es un ejemplo de edición de una base de datos muy amplia, que incluye tratamiento de las imágenes de todo tipo dentro de lo conocido en esa época: superposición, fade-ins y fade-outs8 , congelamiento de tomas, aceleración, pantalla dividida, etc, pero esa selección y edición se realiza con un fin: decodificar el mundo. No hay un guión previo; sin embargo, a través de la información visual aparece la narración de un sujeto que busca revelar una estructura social a través de la enorme cantidad de datos registrados. Peter Greenaway, interesado en expandir el lenguaje del cine, busca una narrativa diferente a la narrativa lineal, tratando, según explica Manovich, de realizar una tarea creativa similar a la de Joyce, Eliot, Borges, en la literatura. Buscando reconciliar la base de datos del director- sus imágenes y secuencias- con una narrativa, recurre a diferentes técnicas: por ejemplo, listar una serie de items, sin orden inherente- por ejemplo diferentes libros en los Libros de Próspero, o usar números. La secuencia de números funciona como una estructura narrativa
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M anovich, Lev., D atabase Cinem a.: Greeaway and Vertov. Internet.
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Fade-in y fade-out son térm inos del diseño digital, que indican que una aparece (in) o desaparece (out) de la vista en una transición evanescente.
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que “convence”al espectador que está viendo una narración. Es el caso de “The Falls”(1980). En “The Draughtsman’s Contract” (“El contrato del pintor”) de 1982, la película se ordena en torno a doce dibujos hechos por el artista. Lo que hace en film Greenaway es espacializar la base de datos, distribuir los elementos en el espacio, sin intentar hacerlo con una lógica inherente. En una instalación de 1992, “100 Objects to represent the world”, propone a través del título mismo que el mundo debe ser comprendido a través de un catálogo más bien que una narración. En tal sentido, la diferencia entre Dziga Vertov y Greenaway es que este último no intenta decodificar nada. La base de datos es el único tema en la nueva vanguardia. Nuestra opinión es que no puede hablarse de una combinatoria ilimitada de datos como vanguardia. Las vanguardias han incluido siempre una visión del mundo, una utopía posible, una “explicación” o al menos acercamiento al sentido de la existencia del hombre. Esto no existe en absoluto en esta propuesta. Escribe Manovich mismo que el mapping (mapeo) -incorporación de una imagen o información dentro de otra, que es lo típico de la era digital- plantea un problema entre lo arbitrario y lo motivado. El espectador se pregunta por qué el artista eligió ese camino cuando hay infinitos caminos posibles de combinatoria. Admite que el “lado oscuro” del mapping y de la tecnología digital es, en general, esa posibilidad de mezclar cualquier cosa con cualquier otra que lleva a un angustia existencial al artista. La posibilidad de construir un número infinito de interfaces y trayectorias, para un objeto, hace que toda elección parezca arbitraria, “a no ser que el artista use estrategias especiales para motivar sus elecciones”. Hay preguntas esenciales que no han sido aún respondidas, utopías posibles de imaginar que no pueden todavía ser imaginadas, y esta base de datos - ya existente y sin innovaciones- no puede proveerlas, como tampoco cualquier selección arbitraria de cambios en ella. Recordemos las definiciones de Peter Bürger en su clásico libro “Teoría de la vanguardia”: “Acotar la subjetividad, estableciendo una pauta sobre la que la libre elección adquiere un sentido completo podría considerarse el objetivo común a todas las facetas de la vanguardia: establecer las condiciones para que lo libre no se confunda con indiferente y lo indeterminado no se identifique con lo indistinto, sería el fundamento estético común a todas ellas..”9 Antes de que esta actividad, no por llena de datos menos inútil y triste, nos lleve a mundos feroces como el de Gibson, o insulsos como el de Lévy, seguramente se buscará una opción creativa más importante para las preguntas esenciales que seguimos haciéndonos: quiénes somos, por qué estamos aquí, cual es nuestra función, a dónde vamos, y, como consecuencia u origen de estas preguntas, qué es el mundo, qué es la realidad, cuál es el significado de la condición humana. En este sentido, la era digital en el arte es una transición, creemos y esperamos, a nuevas respuestas.
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BU R G ER , Peter, (1987), Teoría de la vanguardia, Barcelona, Península, pp. 11-12.
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c) La desaparición del cuerpo Simon Penny, en un libro sobre cultura y tecnología, presenta una crítica radical de la cibercultura y la realidad virtual.10 Según Penny, el espacio cartesiano estructura todavía nuestra cultura y es parte de la tecnología digital; no hay, dice, un espacio alternativo propuesto. La realidad virtual, o RV sigue siendo patriarcal y cristiana ya que retoma la filosofía del cristianismo del rechazo al cuerpo. La RV, continúa, como los Renacentistas, el concepto del ojo del espectador en una posición de mando, en un punto de vista privilegiado y por eso es otro “espacio colonizado” por la ideología dominante. Los programas de software son formados por la visión del mundo de sus creadores y sus sistemas de valores se incorporan en el objeto. Aunque los discursos postestructuralistas incluyen preguntas sobre género, recuperación del cuerpo, la voz del “otro”, minorías, márgenes, y critican los valores de la Ilustración sobre la autoridad de un poder “racional” y patriarcal y la subyugación y rechazo del cuerpo, estos discursos no son explorados en la tecnología de la RV. La navegación en el espacio virtual es exclusivamente óptica. Todo está “en otro lado”y el cuerpo es una zona vacía. Como en el espacio pictórico del renacimiento, hay siempre una distancia entre el ojo del hombre y lo demás, una ventana al más allá donde no hay nada que éste no controle. El cuerpo virtual, dice Penny, es sólo representación, apariencia externa, totalmente maleable y ajustable al gusto del dueño de ese cuerpo- no necesariamente el que se identifica con él. Inclusive en la llamada “total body representation” donde se conecta al cuerpo a diferentes aparatos para experimentar sensaciones, esas sensaciones son muy limitadas y el cuerpo real es reemplazado por una imagen corporal electrónica muy incompleta, casi una pura creación de la mente; no hay texturas, sensaciones de gravedad, sensaciones internas del funcionamiento visceral etc. Por otra parte, como no tenemos una autoimagen continua y estable, y es la realidad la que nos refuerza la identidad con su feedback, cuando en la RV podemos alternar identidades, o recibir información corporal incompleta, el peligro de psicosis y disociación de la personalidad es muy fuerte. En resumen, las tecnologías son siempre, para este autor, productos de una cultura. Las ideas que construyeron la RV están profundamente asentadas en nuestra cultura, y la RV no solamente nos libera de la dualidad mente / cuerpo producto de la ideología occidental y cristiana, sino que incluso elimina el componente cuerpo para aquellos quienes, cabe agregar, no sufren de problemas corporales ineludibles como, por ejemplo, el hambre. En esta cultura de la realidad virtual, concluye el autor, el cuerpo se convierte en un instrumento altamente especializado sin existencia real. Es el extremo tecnológico del ideal renacentista.
10 PEN N Y, S., (1994) Virtual R eality as the C om pletion of the Enlightenm ent Project, in “C ulture on the Brink”, Seattle, Bay Press.
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4. Conclusiones En este recorrido se ha intentado dar cuenta de las decisivas transformaciones de tres espacios: Tecnología. La tecnología se desarrolla hacia mayor capacidad de cálculo y almacenamiento de datos, mayor velocidad, mayor portabilidad, mayor realidad (virtual) de las transacciones. Las agendas electrónicas sugieren incluir la URL (Dirección en la Internet) de nuestros contactos. Notamos cómo, en los últimos años, la aridez tecnológica desaparece bajo la facilidad con la que se puede disponer de ella. La estética publicitaria anuncia nuevas formas de comunicación virtual. Educación. Las universidades fueron las primeras en “colgarse” de Internet para intercambiar información, especialmente textual. Hoy, es una herramienta de enseñanza en la educación primaria y secundaria. En estos niveles, Internet no es sólo un medio de compartir información, sino un ámbito para el desarrollo de habilidades para el aprendizaje, que determinarán la inclusión del individuo en la cibercultura. En cuanto a los contenidos informáticos que transitan por la red, ya no se encuadran necesariamente en el texto. Se abandona la hoja de papel con imágenes estáticas, por el hipertexto digital con todas las expresiones posibles constituyendo una nueva narrativa, donde los individuos despliegan las habilidades desarrolladas en el manejo de utilidades informáticas para texto, imagen, sonido, animación. Cabe aclarar que, estas utilidades expresivas, si bien posibilitadas y facilitadas por la tecnología, tuvieron su origen en el arte. El arte. Los conceptos integración, interactividad, hipermedia, inmersión y narratividad, sintetizados a partir de los usos y aplicaciones de las ciencias de la computación, de la tecnología informática y del ámbito de la Internet, son enunciados, explicitados y devueltos a la sociedad en cada obra. Aventurando tendencias, podríamos decir que resulta casi imposible prever con exactitud los cambios que las transacciones ciberculturales, modificadas por la tecnología, la educación y el arte, provocarán en nosotros en un futuro cercano; sin embargo, se pueden apreciar direcciones interesantes. En lo social, por ejemplo, la democratización de la información, que sugiere una forma de igualdad social (¿ciberigualdad?). En lo psicológico, la deconstrucción y reconstrucción significativas de los mundos externo e interno; la resignificación de la identidad. En lo cognitivo, la puesta en marcha de nuevos mecanismos, según lo faciliten nuevas formas de acceder al ciberespacio y sus contenidos; la administración consciente de múltiples “ciberconstrucciones”, múltiples mundos, múltiples realidades. Y todo esto puesto en marcha en el ciberespacio, vinculado hipertextualmente, en constante retroalimentación multidireccional.
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BIBLIOGRAFÍA AUSUBEL, D., NOVAK, J, HANNESIAN, H. (1983) Psicología evolutiva, Un punto de vista cognoscitivo. Editorial Trillas, México. BORK, A. (1985), Personal Computers for Education. Harper and Row Publishers Inc. New York. BURGER, Peter, (1987), Teoría de la vanguardia, Barcelona, Península, pp. 11-12 ECO, U., (1999), Apocalípticos e integrados. Editorial Lumen, S.A. y Tusquets Editores S. A. Barcelona. KURZWEIL, R. (1999) La era de las máquinas espirituales. Editorial Planeta S.A, Barcelona PENNY, S., (1994) Virtual Reality as the Completion of the Enlightenment Project, en “Culture on the Brink”, Seattle, Bay Press. SILVER, D. (2000) Looking Backwards, Looking Forward: Cyberculture Studies 1990-2000, en “Web.studies: Rewiring Media Studies for the Digital Age”, David Gauntlett (ed.),Oxford University Press, 2000: 19-30.
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Nuevas autoridades AAdIE-BA 2004-2008 Desde el momento en que se constituyó el Consejo Regional de la Asociación Argentina de Investigaciones Eticas en la Provincia de Buenos Aires (2000), las autoridades electas en Asamblea Constitutiva para regir los destinos de la Asociación no se habían renovado. Ellas fueron el Dr. Sergio Cecchetto, que cubrió el cargo de Director, la Lic. Alejandra Agustino como Secretaria, los Consejeros Asesores Titulares Dra. Graciela Fernández y Lic. Agustín Estévez, y los Consejeros Asesores Suplentes Lic. Florencia Sal y Lic. Diego Parente. En junio 2004, durante la Asamblea General Ordinaria y de acuerdo a los estatutos vigentes, se realizó el acto eleccionario por medio del cual se designó por unanimidad un nuevo Consejo Directivo, y se lo puso en funciones. El mismo, con mandato desde junio 2004 hasta junio 2008, quedó conformado de la siguiente manera: el Dr. Sergio Cecchetto fue reelecto como Director del organismo mientras que el Lic. Andrés Crelier oficiará como Secretario. Serán Consejeros Asesores Titulares el Lic. Diego Parente y la Dra. Graciela Fernández; asimismo Los Lic. Herminia Solari y Agustín Estévez se desempeñarán como Consejeros Asesores Suplentes. Queremos desde estas páginas agradecer el desempeño de los profesionales que integraron el Consejo Directivo saliente, porque con su dedicación y esfuerzo la etapa fundacional de nuestra organización llegó a buen puerto. El período que ahora se inicia ya cuenta con algunas líneas directrices que, de seguro, irán desarrollándose y ampliándose con el tiempo, por lo que puede augurarse una etapa de consolidación y de diversificación. Entendemos asimismo que la continuidad de ciertas personas en la conducción de la Asociación permitirá mantener el mismo espíritu que ha animado hasta aquí el trabajo emprendido, a la vez que representa un reconocimiento manifiesto de la masa societaria hacia la brillante labor realizada por el Consejo Directivo. Jornadas "Ética, razón y conflictividad" Organizadas por la Asociación Argentina de Investigaciones Éticas Consejo Regional Buenos Aires- y auspiciadas por la Asociación Argentina de Bioética y la Asamblea de Alumnos de la Carrera de Filosofía de la Universidad Nacional de Mar del Plata, se llevaron adelante en esta ciudad balnearia entre el 7 y el 8 de mayo de 2004 estas Jornadas, a manera de homenaje a la persona y a la obra de Ricardo Maliandi.
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Maliandi, miembro de la carrera de Investigador Científico Conicet, es doctor en Filosofía por la Universidad de Maguncia (Alemania). Especializado en ética, ha sido profesor titular de esta disciplina en la Universidad de Buenos Aires, y en otras muchas carreras de grado y de posgrado en el país y en el exterior. Ha publicado gran cantidad de libros y de artículos, entre los cuales se destacan sus volúmenes Cultura y conflicto –investigaciones éticas y antropológicas- (1984), Transformación y síntesis (1991), Ética: conceptos y problemas (1991-1994- 2004), Nicolai Hartmann (1992), Dejar la posmodernidad (1994), Volver a la razón (1997), La ética cuestionada –prolegómenos para una ética convergente- (1998), entre varios otros. Actualmente es presidente nacional de la Asociación Argentina de Investigaciones Éticas, director de carreras de grado y posgrado en la Universidad Nacional de Lanús y en la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES), y profesor titular de la asignatura Ética en la Universidad Nacional de Mar del Plata. El encuentro pretendió realizar una revisión exhaustiva de los principales tópicos presentes en la obra escrita de este investigador y docente, la cual constituye un aporte de gran importancia para la ética y la filosofía en nuestro país. El principal objetivo del encuentro fue lograr una aproximación crítica a sus aspectos centrales, ya fuera para analizar y discutir el estatuto de ciertos elementos dentro de la obra del autor elegido, bien para señalar aspectos relevantes en torno a dichos conceptos en relación con discusiones filosóficas contemporáneas, en especial aquellas que hacen a la fundamentación de la ética, a las nociones de razón y conflictividad, al problema antropológico, al enigma de la técnica, a la historia de la ética, a las relaciones entre ésta y la política, al debate modernidad / posmodernidad y al estatuto de la argumentación y el de la racionalidad. El encuentro convocó a estudiantes, graduados y profesores de distintos puntos del país, pertenecientes a tres generaciones de filósofos. Durante la reunión se discutieron exhaustivamente una veintena de comunicaciones, mientras que el homenajeado, por su parte (presente durante todo el desarrollo de la actividad), trató de responder objeciones, aclarar malentendidos, compartir dudas y volver a pensar asuntos desde ángulos diversos, teniendo para cada uno de los oradores una palabra de estímulo, de reconocimiento y de sincera gratitud. La noche del viernes 7 se cerró con la presentación de la tercera edición del renovado Ética: conceptos y problemas, para el cual tuvieron palabras elogiosas los Prof. Alberto Damiani y Sergio Cecchetto (ver reseña de la obra en este mismo número de Agora Philosophica). La del sábado 8, en cambio, culminó con un solvente recital de standard de jazz a cargo del trío Ledesma-Gómez-Angelillo, que eligieron para su presentación la casamuseo de Victoria Ocampo en Mar del Plata. S.C.
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Quiron: 35 años Cuando corría el año 1969 la Fundación Dr. José María Mainetti para el Progreso de la Medicina (La Plata, Argentina) creó el Instituto de Humanidades Médicas, primer organismo centro y sudamericano dedicado por entero a la investigación, la enseñanza y la documentación en disciplinas tales como las ciencias sociales y las artes volcadas hacia el fenómeno biomédico. Tales áreas –reunidas luego bajo la denominación común de medical humanities- recibieron un fuerte impulso para el desarrollo de posgrados, programas de investigación y publicaciones en Europa y los Estados Unidos de Norteamérica en la década de 1970, no sencillamente económico sino también cultural e institucional (el prestigiosísimo Institute of Society, Ethics and the Life Sciences –Hastings, USA- se fundó en 1969; y el Kennedy Institute of Ethics –Georgetown University, USA- en 1970 …), puesto que los esfuerzos estuvieron orientados desde el inicio a la puesta en valor de la tradición humanista, humanizante y humanizadora de las ciencias médicas en su cuádruple vertiente: histórica –y aquí cabe destacar la labor de la escuela española de historia de la medicina, capitaneada por don Pedro Laín Entralgo-, antropológica –en la cual se destacaron muy especialmente los aportes de la escuela alemana-, filosófica de la ciencia –y ésta fue la aportación anglosajona por excelencia-, y epistemológica –a la cual no fue ajena la novísima escuela francesa liderada entonces por Georges Canguilhem y Gastón Bachelard. Como reacción indignada frente a un paradigma de la salud de corte positivo, decisionista, reductor y pretendidamente pragmático, se agruparon todos estos planteos contestatarios abogando por una nueva comprensión de la salud, no apenas biológica sino también social y psicológica, holística o integral. Si la razón biomédica traía como heredad una tradicional patología, una clínica y una terapéutica que se mostraban ya insuficientes para comprender por completo al proceso salud-enfermedad humano y planetario, entonces la reformulación de una teoría filosófica superadora de estas deficiencias habría de conjugarse en tono antropológico, epistemológico y ético. En 1970, cuando el Instituto de Humanidades Médicas platense contaba apenas con un modesto año de vida, hizo su aparición la Editorial Quirón y su ambicioso programa de emprendimientos: textos universitarios que continúan enlazándose uno a uno hasta nuestro presente, y la mejor revista que haya conocido la región para difundir los progresos alcanzados en esta área del saber. El emblema distintivo que identificó el compromiso asumido por distintas personas para llevar adelante la empresa, necesariamente colectiva, fue el Centauro Quirón, símbolo quimérico, mitad humano mitad bestia, expresión nobilísima del espíritu mitológico: diestro cirujano que rindió culto a la vida, por un lado, pero sin abandonar su pertenencia a la oscura tierra, cuya divinidad protectora no es otra que Dionisos. Este Quirón fue capaz de curar y de cuidar, entre otros, a Jasón (audaz conquistador del vellocino de oro), a Hércules (esforzado héroe que cumplió con los doce trabajos), a Aquiles (de pies ligeros y talón vulnerable), y Asclepio, hijo de
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Apolo, a la postre aventajado discípulo. Pero el centauro del que hablamos no fue apenas un hábil componedor de pócimas y de sorprendentes artilugios quirúrgicos sino también, y quizá sobre todo, un maestro de moral, de gimnasia, de música, de encantamientos y conjuros a base de palabras. La revista Quirón, que hizo del fenómeno moral en al área de las ciencias de la vida y de la atención de la salud una estupenda catedral de palabras, nació en 1970 -decíamos-, con periodicidad trimestral, aunque en su devenir estos cuatro números anuales se trocaron en ocasiones en dos, y hasta en un solo número doble, sin desdeñar tampoco la aparición cuatrimestral. Estas mutaciones espantarían al opulento intelectual europeo o al rígido bibliotecario norteamericano: para nosotros, trabajadores desde el sur del sur, estas anomalías pueden ser leídas con facilidad acompañadas por las transformaciones políticas, sociales y económicas que padeció el país en cada época histórica. Más llamativo resulta, en todo caso, el viraje que insensiblemente la publicación fue dibujando en sus intereses temáticos. Si bien Quirón mantuvo siempre su doble naturaleza centáurica, científica por un lado y humanística por otro, es verdad que los años inaugurales fueron teñidos por una preocupación por la filosofía de la medicina y las humanidades médicas (hasta bien entrada la década de 1980), y a partir de 1985 y en forma creciente el foco de interés humanístico se desplazó hacia la bioética. Y tanto fue así que, desde 2000, la publicación adquirió en tapa una especificación que antes no tenía: “Revista de Medicina y Bioética”, denunciando un nuevo centro de gravedad y compromisos. El rector de esta decana empresa exitosa fue el Prof. Dr. José María Mainetti, presidente de la Fundación mencionada; pero el director-fundador de la revista y su alma mater, casi sin interrupciones en estos 35 años fue, claro está, el Prof. Dr. José Alberto Mainetti, maestro generosísimo de generaciones de estudiosos del fenómeno biomédico en el continente. Y “su” publicación, horadando la piedra, gota sobre gota, número tras número, fue uno de los instrumentos de penetración más claro de estas disciplinas inexistentes en todos nuestros países, debiendo incluir de manera ladeada a España misma en este mapa imaginario. Muchas otras personas merecerían su mención aquí, un breve elenco de directores asociados (el cordialísimo Dr. Juan Carlos Secchi –entre 1990 y 2000-, el actual impulsor de la revista Dr. José María Tau –desde 2000-…), un puñado de fieles profesionales que realizaron y realizan su tarea como comisión editorial, un nutrido número de prestigiosas figuras que conforman una comisión asesora a puro lujo, y un pavoroso ejército de colaboradores de todas partes del mundo. En fin, que homenajear a la revista en su cumpleaños número treinta y cinco es una forma discreta de homenajearlos a todos ellos, sin ánimo de excluir a ninguno en absoluto. Algunos pensarán que en un país como la Argentina, en el cual existen espléndidas publicaciones científicas centenarias (pienso sin ánimo de exhaustividad en los Archivos Argentinos de Pediatría, en los Anales de la Sociedad Científica Argentina, etc.), 35 años no es nada. Discrepo desde ya con ellos: acumular años de trabajo es ya un valor por sí mismo, ciertamente, pero no lo es menos persistir contra corriente en una huella y en una temática al margen de los favores oficiales, de los auspicios de la industria,
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y de los subsidios de las agencias encargadas de la investigación científica en el país y en el exterior. Quirón es nuestra, doblemente nuestra, con sus más y sus menos, “… por prepotencia de trabajo”, porque es una publicación que ha querido mantenerse independiente, fuera del círculo de las presiones políticas oportunistas y del influjo malsano de la publicidad tramposa. Y no sólo ha sabido y conseguido hacerlo, sino que lo ha logrado de manera elegante, influyente, soberbia, magnífica durante 35 años, y aún espera continuar con el favor de sus lectores para repetir en adelante, una y otra vez, estos merecidos festejos. Sergio Cecchetto 20º Aniversario de Relaciones Cada logro obtenido por el pueblo uruguayo es festejado por los argentinos como un triunfo rioplatense, manera ladeada de adjudicarse algo de la gloria que pudiera corresponderle a los habitantes del país vecino… Pero esta vez poner en funcionamiento el vicioso mecanismo será bien difícil, porque relaciones –revista al tema del hombre- cumple veinte años ininterrumpidos de dedicada entrega a sus lectores, y son muchos y distintos los entusiastas latinoamericanos que aparecerán a reclamar su porción en el banquete. Ante tanto público afectado, el reclamo argentino caerá de seguro en saco roto. Lo cierto es que con envidiable puntualidad, el primer martes de cada mes, desde 1984, ve la luz un nuevo número de la publicación –obviando febrero, cuando hasta los lectores descansan. Doscientas cuarenta entregas entonces y un espíritu inalterable para esta excelente revista volcada al estudio de los asuntos humanos y los arrabales divinos. Con lluvia o sin ella, con cambios de gobierno o huelgas generales, con flamantes anuncios de paquetes económicos o crisis inenarrables, navegando sobre aguas rápidas o casi inmóvil por la reinante calma chicha, encontrar relaciones en el kiosco de la esquina se ha convertido en la tradición uruguaya más estable de estas dos últimas décadas. Seguramente esto ha sido posible porque una comunidad la adoptó como propia, unos pocos anunciantes apostaron a darle una mano, y el empecinado y generosísimo director –Saúl Paciuk ¿por qué callarlo?- hizo lo posible para que Dios sólo le apretara el cuello pero no terminara nunca de ahorcarlo. Al margen de subvenciones oficiales, relaciones es una realidad tangible a pesar de la adversa realidad circundante. Algunos memoriosos recordarán a sus otras hermanas: Vuelta en México, Sur y Crisis en Argentina, Casa de las Américas en Cuba… Todas pero todas ellas han fallecido a edad temprana. Ninguna ha llegado a cumplir sus veinte años. Otras muchísimas han desaparecido al rozar el segundo o el tercer número, por lo que hablar de mortalidad infantil en nuestros países más o menos pobres es ya una referencia folklórica, parte del color local. Los mensuarios de cultura aparecen sin que nadie los llame, y se sumergen
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al poco tiempo en el silencio más empecinado, se los traga la tierra y ya nadie vuelve a hablar de ellos. Pero, ya sabemos, relaciones sigue ahí para registrar este triste y repetido acontecimiento, y analizarlo, identificar causas y hacer propuestas que permitan superar las dificultades omnipresentes. Los uruguayos quizá no sepan que para muchos lectores que vivimos en el extranjero relaciones llega por correo, y que cuando suponemos el cartero está por acercarnos un número nuevo nos ponemos ansiosos, ya que cada tanto algún entusiasta nos birla la revista y no hay manera de volvernos a juntar con ella. No sospechan tampoco que sus páginas nos brindan la posibilidad de publicar sin censura nuestras ideas, para un público lector cuantitativamente importante. Ni, sobre todo, que en ella nos damos cita autores de Bolivia, Brasil, Paraguay, Chile o los Estados Unidos que no tenemos otra manera de encontrarnos, ni de saber unos de otros. Más aún: en ocasiones tomamos noticia de alguna nueva publicación o de alguna reunión científica que se realiza en nuestro propio país por intermediación de este medio gráfico más o menos lejano. Este hecho, que causaría risa a un europeo, nos duele a todos nosotros que vemos cómo seguimos empeñados en ser “un archipiélago de tierras firmes”, según el diagnóstico de don Ezequiel Martínez Estrada hace ya medio siglo. Hay un mérito que no podemos olvidar cuando hablamos de relaciones, y es aunar en una misma publicación los intereses del gran público y los de la academia. Todos los temas urgentes pasan por sus páginas con un tratamiento responsable y a la vez ágil. Los autores son intelectuales en el mejor sentido de la palabra, en cuanto pertenecen al ámbito de resonancia de las cuestiones que nos afectan a todos y las tratan con respeto y auténtico conocimiento. Se hallan entre ellos los clásicos y los referentes más actuales, pero todos ellos son capaces de generar la polémica y la adhesión. A la literatura, la filosofía, la ciencia, la política debemos sumar también el arte. Nos sorprenden cada vez la excelencia de las reproducciones como la multiplicidad de los artistas que encuentran entre las letras sus rincones expresivos. Nombres famosos se entrecruzan con otros aún desconocidos en una maravillosa muestra de sensibilidad y ojo atento. Y enmarcándolo todo: el ingenio que aparece en los recatados recuadros, en los comentarios breves que nos introducen en mundos míticos, misteriosos, risueños, curiosos, permitiéndonos la distracción amable y muchas veces reparadora. Hablábamos de intereses que en realidad se transforman en placer, el cual debemos agradecer a un equipo y un director que hacen gala de exquisitez y erudición. En nuestros países padecemos el culto de lo efímero. Nosotros preferimos brindar por estos veinte y desearíamos volver a hacerlo pronto por otros tantos más. Es nuestro más ferviente deseo. S. Cecchetto, A. Crelier, G. Fernández, R. Maliandi, D. Parente, M. L. Pfeiffer, M. L. Rovaletti
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Alain de Botton, LAS CONSOLACIONES DE LA FILOSOFÍA Madrid, Taurus, 2001, 296 pp. Por Juan Brando Con la sola mención de un texto de “divulgación” filosófica , hecho para el gran público, el filósofo de escuela menea la cabeza al estilo fariseo o frunce el ceño como Catón el censor. Empero una vieja opinión- plausible o no- mantiene que la conquista de las ideas debe hacerse de a poco. Así, el niño no puede enterarse de lo que hacen sus padres cuando cohabitan, el escolar aprende los procesos revolucionarios cribados y coloreados y el pueblo- como lamentaba un sabio famoso- no cree de buenas a primeras en las entidades abstractas. Si nuestra educación básica depende en gran medida de esas “vulgarizaciones” del conocimiento en general, ¿tiene caso temer las que ocurren a la filosofía? Como no se sabe bien qué es la filosofía, y si alguien lo supiera no lo diría a riesgo de no ser llamado filósofo, no se resuelve si esta augusta actividad es de quienes la comprenden y aman o puede ser manipulada sin mayor escrúpulo por todo el mundo. Tal vez lo que resulte urticante al filósofo profesional y comprometido es que alguien pueda llegar a creer que la filosofía es una serie de recetas para solucionar los problemas de su vida. Es decir, que sin verdadero espíritu filosófico, se pretenda de ella un utilidad o se la confine a un uso estratégico. No me detendré siquiera en la estulta discusión acerca de si la filosofía “sirve para algo”. Supongo que es inútil en el mismo sentido en que lo son los viajes al espacio o la Historia de Roma de Teodoro Mommsenn. La propuesta de Alain de Botton, según creo, adopta una perspectiva que la exime de las censuras supracitadas. Los problemas de la vida no pueden evitarse- diríase que son coesenciales con ella- y la filosofía puede consolarnos, no ya en un sentido “pragmático”, sino con un retroceso hacia nosotros mismos (reflexión, especulación) que nos permita contemplar el verdadero cariz de las cosas y, desde un punto de vista racional, establecer cuál es la verdaera procedencia de nuestras angustias. Así, cuando presenta a Sócrates como el arquetípico afirmador de sus convicciones frente a los magistrados y la opinión pública- el pionero de una virtuosa serie- el autor confiesa que se siente cohibido con el contraste entre la grandeza del insigne sileno y sus propias hipocresía, inseguridad y servilismo civil. Para el de Alopeco su confianza racional era más poderosa que el deseo de ser aceptado. Botton quisiera aproximarse un poco a ese “escepticismo inteligente” y alejarse de la máscara de sí mismo que propugna a diario. Es algo que podría hacer tranquilamente sin pagarlo con la vida.
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El capítulo II es una consideración sobre la felicidad y sus vínculos con el placer y los bienes materiales, y también, una útil aclaración sobre la filosofía práctica de Epicuro, generalmente asociada a la voluptuosidad y el banqueteo sin límite. El de Samos se proponía interpretar las sensaciones de deseo, hasta el hallazgo de lo que es más apropiado para la propia felicidad. Indagar en esas cuestiones es un proceso tan trabajoso como el de aprender un oficio cualquiera, pero solemos asumirlo como algo que debe resolverse en forma intuitiva e inmediata. Sorprende enterarse de que Epicuro tomaba alimentos a base de pan, verduras y olivas, y que su lujo consistía en un pedazo de queso de vez en cuando. El caso de Séneca es planteado como un émulo romano de aquella imperturbabilidad socrática, y también como la constatación de que el suicidio no es algo sencillo. Séneca sangraba poco a pesar de haberse cortado venas por todo el cuerpo. Tampoco pudo matarlo la cicuta, por lo que pasó sus últimas horas ahogándose en un baño de vapor. La vida que no quiere extinguirse parece sublevada ante la nefanda orden del emperador. Este filósofo afrontó una vida plagada de adversidades con el precepto e que las frustraciones siempre están adecuadas a nuestros presupuestos de lo que debe suceder: serán menos si estamos preparados para lo peor. Las desgracias pueden menguar su dramatismo si no depositamos en ellas tantos sentimientos. Si no podemos cambiar las imperfecciones de la vida, sí podemos hacerlo con nuestro catálogo de expectativas. Montaigne, el noble instruido y perpicaz del siglo XVI, se rebela contra los dicterios de Cicerón, que exaltaba a la razón como vía de acceso a la felicidad. Propone en cambio el modelo de felicidad de los animales, serenos ante su situación en el mundo y sabedores de todo lo que les es necesario. El deseo de dominio racional de todas las cosas es inocuo: Montaigne invita a aceptar que tenemos un cuerpo que a veces puede manifestarse fuera de nuestro control. El estupor que esto nos causa tiene que ver con una postura arrogante que no queremos ver contravenida. El cinismo de Montaigne también se refiere- en esa época tan especial- al modo en que adquirimos prejuicios y a nuestra forma de enfrentar la alteridad. El capítulo V es el más indicado para quienes tienen preocupaciones eróticas, y tal vez no para quienes amanecen preguntándose si vivir merece la pena. En él aparece Arthur Schopenhauer, el viejo gruñón de Danzig, con todo su apesadumbrado esplendor. Unas cuantas páginas biográficas son una aciaga mezcla de soledad, frustraciones amatorias, afecto por los perros, petulancia y largas horas de sueño. Si requerimos a alguien de amores y nos rechaza, tendemos a pensar que hay algo relacionado con nuestro aspecto o personalidad que es repulsivo. Pero el autor propone, en una atinada interpretación de la Metafísica del amor schopenhaueriana, que es el “genio de la especie” el que toma esas decisiones por nosotros, guiándose por criterios impenetrables que nada tienen que ver con los méritos o la afinidad espiritual. Por último, Nietzche, en un comienzo adherido a Schopenhauer- al punto de tener una estampa de aquél a la que imploraba ayuda- cambia
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radicalmente su modo de pensar después de una temporada en Sorrento. Sus nuevas ideas dicen que la vida es un negocio que compensa los gastos, y que no podemos obtener satisfacciones a menos que hayamos entregado a cambio otro tanto de privación y sufrimiento. Sus héroes (Goethe, Stendhal) no han procurado evitar el dolor, sino afrontarlo y obtener como recompensa la realización artística. Sus enemigos son el utilitarismo, el Cristianismo, las bebidas alcoholicas, su madre y su hermana. La de Nietzche es una vida llena de padecimientos, acaso en la misma proporción que de euforias de alta montaña. Con un estilo inteligente, no exento de sensata irreverencia, Botton presenta a filósofos conocidos con escrutaciones originales que se dirigen a una posición propia: el consuelo de la filosofia no es la supeditación de la vida a una razón implacable y neurótica, ni el apego a una sinrazón histérica y angustiante. Si por la razón deseasemos procurar una actitud mesurada y reflexiva ante la vida, en nosotros mismos hay un apropiado comienzo.
Francis Korn. BUENOS AIRES, MUNDOS PARTICULARES 1870-18951914-1945 Buenos Aires, Sudamericana, 2004, 190 pp. Por Herminia Solari Buenos Aires, mundos particulares… conjuga lo mejor de la historia de nuestras disciplinas sociales: el encanto literario de los orígenes y la rigurosa documentación que se fue adquiriendo avanzando en el siglo XX. Francis Korn escribe con la libertad de quien domina un tema, sin la necesidad de ceñirse a la imposición de marcos teóricos forzados, no sólo, como indica el título acerca de la vida social de Buenos Aires en el período 1870-1945, sino que se extiende a las vidas, costumbres y sucesos en distintas zonas del país (Rosario, Córdoba, Tucumán, Mar del Plata, etc.). Esta libertad da como resultado un libro de lectura atractiva, que no tiene ni una referencia a pie de página o al final, en el que los datos cuantitativos se mezclan con crónicas atractivas, o bellas y ajustadas citas de Madame de Staël y Henry James sin que, sin embargo, choquen entre sí: la escritura científica es también literaria. Buenos Aires, mundos particulares... está organizado en tres partes; la primera y la última dedicadas a la Argentina durante los períodos 1870/1914 y 1914/1945, respectivamente; y la segunda, la más extensa, se ubica en el año 1895 en la ciudad de Buenos Aires. El libro comienza con la pintura de un período de expansión en el que, en medio de conflictos, la sociedad no se mostraba proclive a esperar indefinidamente por el “derrame”, mostrando una trama que hoy aparece deshecha o parece desecho: “aún con los conflictos, las huelgas y las desilusiones, se puede convenir en que el balance general del período, y dada la dimensión del crecimiento, muestra un país que se convirtió en el
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escenario de uno de los procesos sociales más satisfactorios dentro de su desmesurada y multiforme especie” (p. 45). Proceso de modernización marcado por el impacto de la inmigración y la variedad y “mezcla” ella que trajo aparejada. Como se dijo, la última parte se restringe a Buenos Aires, 1895. Aún cuando se trata del año del segundo censo nacional, recurriendo a él, F. Korn no hace una presentación descarnada de cifras. Tampoco ensaya una visión panorámica ni una suma de detalles minúsculos. Es la pintura vívida de un año a partir de acontecimientos que fueron marcando la cotidianidad de la existencia porteña. A este día a día también se acerca en tono coloquial en ciertos pasajes: “No iba el señor Onofroff [ilustre visitante hipnotizador] a presentarse en el salón de la logia Garibaldi ni en el de la Unión de la Boca. Porque una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa y la Boca es la Boca y el centro es el centro” (p. 113). Este recurso tal vez vaya exacerbándose algo a medida que avanza la sección. Como a lo largo de todo el libro, fenómenos puntuales permiten dar cuenta, en este caso, de los contrastes de una ciudad que se moderniza: el boulevard, distintas huelgas, los reclamos, los deportes bien organizados, la compra del nuevo terreno para el Hospital Italiano, el Salón Nacional, la basura, incendios, españoles que no quieren cantar el himno, la presentación de la Manon de Puccini y la de Massenet en dos días seguidos, etcétera. Hasta miradas sobre el censo son traídas a cuento: con el relato de un censista que anotó como protestantes a todos aquellos que no eran católicos (rusos que mezclaban su lengua de origen con yidish incluso) Korn no sólo muestra cuántos, quiénes y cómo vivían en Buenos Aires sino que reflexiona sobre ciertas dificultades inherentes a los censos: “La mente humana es un organismo humano preparado para la clasificación, pero nadie dijo que para la correcta. Clasifica siempre, pero con lo primero que tiene a mano. Si para el censista la alternativa a “católico” era “protestante” y nada ni nadie lo disuadió de su error, pudo haber clasificado de esa manera” (p. 78). Así como en el período estudiado en la primera parte Korn tomó el impacto demográfico como el fenómeno más visible que afectó la vida del país, en la tercera parte toma a las guerras mundiales como hitos que enmarcan los mundos particulares que se van construyendo en la Argentina: “Los niños hambrientos de Europa fueron el tema obligado para los que crecieron aquí entre 1914 y 1945 y se negaron a terminar la sopa” (pp. 149/50). La coexistencia de mundos dispares, que van configurando las “Infancias de la década del diez” (nombre de un capítulo) es una pintura brillante de la multiplicidad producto de la diversidad y mezcla a la que se abocó en la primera parte, multiplicidad que, por otra parte, suponía una experiencia integradora y compartida de educación y hábitos. Pero el libro en general no es sólo una pintura atrapante por lo que cuenta, sino por las sugerencias que despierta: cuando habla, por ejemplo, de una fábrica de hielo, cercana a la casa de una niña de Rosario, “donde también se producían helados de tres gustos: crema vainilla, limón y chocolate” (p. 156), no sólo surge la comparación con las otras historias infantiles coetáneas que narra sino con el presente; juego constante de asimilaciones y diferenciaciones.
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El capítulo final es muy sugestivo: al hablar de la cuestión habitacional, señala el año 1932 como el de la aparición de la primera “villa miseria”. F. Korn muestra a través de la cuestión de la vivienda cómo, entre 1930 y 1945, se va configurando una sociedad en la cual “Los más pobres pasaron a ser otros, las casas más pobres también, las ciudades comenzaban a lucir muy distintas. Si los primeros mundos que construyen las mentes infantiles habían sido siempre tan diferentes como la cantidad de niños que los construían, ahora habría incluso más cantidad de mundos y con menos cosas parecidas aún” (p. 180). La puerta queda abierta para otra pintura de tonos más contrastantes.
Britos, Patricia. LA INVESTIGACIÓN EN LA CIENCIA POLÍTICA. DOS MÉTODOS Y UN DIÁLOGO POSIBLE. Mar del Plata, Suárez, 2004, 150 pp. Por Laura Llamas Figini En este libro se plasman las reflexiones de la autora sobre dos enfoques epistemológicos, tradicionalmente antagónicos en cuanto a la manera de abordar cuestiones políticas: la teoría de la elección social y la teoría consensualista. Desde el discurso científico, se ha convertido en un lugar común denostar la falta de método y de poder predictivo de las denominadas ‘ciencias sociales’; con lo cual éstas quedan relegadas a un status inferior al ostentado por disciplinas más duras. Como una manera de comenzar a cubrir estas falencias, en las últimas décadas se ha estado trabajando en una serie de teorías que estudian el campo de lo político basándose en un mayor grado de matematización de sus conceptos. Así, teorías como la de los juegos, la de la utilidad y la de la elección social, buscan describir y ofrecer explicaciones de hechos a partir de una teoría más abarcadora, la de la racionalidad. En este contexto, ‘racionalidad’ se concibe como la elección de los medios más adecuados para la consecución de un objetivo determinado. Según Michael Resnik, estas teorías son “el resultado de los esfuerzos conjuntos de economistas, matemáticos, filósofos, científicos sociales y estadísticos por explicar cómo toman o cómo deberían tomar decisiones los individuos y los grupos”. Es por ello que uno de los principales objetos de estudio de estas teorías es la votación, entendida como método de agregación de preferencias individuales. Del otro lado, los teóricos de la argumentación como Habermas y Apel, proponen una comunidad ideal de comunicación regida por las reglas del discurso, como única fuente de legitimidad de cualquier resolución grupal o social. El concepto clave para la toma de decisiones es, pues, el consenso de todos los posibles afectados por los efectos de la determinación a adoptar. Cada participante en el discurso ideal debe poder dar su consentimiento sólo en base a la consistencia y la fuerza de los argumentos;
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excluyendo de este modo la coacción y la violencia en cualquiera de sus variantes. Cada uno está, además, ubicado en una relación simétrica de poder con respecto a los demás. Ahora bien, la autora observa que ninguno de los dos enfoques es completo por sí mismo, pues “no parece quedar claro por qué, para los consensualistas, no hay más que modelos ideales que no parecen aportar a la resolución de los problemas políticos inmediatos. En el caso de los teóricos de la elección social, sólo mencionan el consenso al señalar que, cuando no se lo alcanza, es necesario recurrir a la votación para resolver conflictos; pero no lo discuten en profundidad”. Por esta razón, en el texto se aboga por una integración de ambas perspectivas que sería valiosa para la teoría de la democracia. La teoría de la elección social ha mostrado ser capaz de construir modelos que son particularmente útiles a la hora de evaluar los métodos de votación empleados en las democracias actuales; puesto que permiten reconocer aquellos procedimientos que resultan más resistentes a la manipulación (ya sea por parte de las élites políticas, o del resto de los votantes). Por su parte, la teoría del discurso busca fortalecer las instituciones democráticas mediante la implementación de discursos prácticos, cuyos presupuestos fueron previamente reconstruidos en la reflexión teórica. Se propone, así, un ideal al que las instituciones concretas deberían procurar aproximarse. Dicho con otras palabras, desde la teoría de la elección social se intenta explicar los comportamientos políticos, y aun predecirlos. Pero por más éxito que tenga en esta empresa, una perspectiva semejante es incapaz de proveer una justificación ética de los procesos democráticos. La teoría consensualista, en cambio, suele hacer caso omiso del hecho de que el diálogo no es siempre posible (ya que las asimetrías de poder son una constante en el mundo real) y de que, en verdad, la votación ha sido históricamente el método más utilizado para resolver conflictos y tomar decisiones grupales; pero aporta una importante fundamentación moral, allí donde las teorías que analizan la realidad con instrumentos matemáticos continúan aferradas a su linaje maquiavélico, en el cual la política se mantiene disociada de la moral. Por supuesto, puede decirse que éstas últimas, al estudiar los problemas de los regímenes democráticos, se hallan motivadas por consideraciones de índole moral; no obstante, existe una clara diferencia entre esta intención, y una fundamentación ética. Sin embargo, y a pesar de la oposición entre estas dos tradiciones epistemológicas, Britos sugiere la posibilidad de considerar a la ética discursiva de Apel como una suerte de puente entre ambas. En este pensador, encuentra una admisión de la conflictividad inherente a las relaciones humanas que lo separa de Habermas. Consecuentemente con este reconocimiento, Apel incorpora una ‘parte B’ en su teoría que vincula a ésta con la praxis. En ella, se restringe el principio del diálogo, al tiempo que se compensa esta limitación con una exigencia de colaborar en la implementación efectiva de los discursos prácticos (al menos, en el largo plazo). La investigación en la ciencia política, en síntesis, encara una serie de cuestiones actuales de teoría democrática –como los distintos métodos de votación, la mencionada manipulación de votaciones, la posibilidad de
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transferir preferencias individuales al ámbito colectivo, etc.- mediante una constelación de conceptos y técnicas como el teorema de Arrow, la paradoja de los votantes de Condorcet o los juegos (cooperativos o no) de más de dos personas, por citar sólo algunos. Problemas y conceptos que, hasta el momento, adolecen de escasa difusión, especialmente entre los académicos latinoamericanos. El análisis efectuado por Britos devela una necesidad de trabajar en la complementación de las dos visiones de la teoría de la democracia; tarea cuyas líneas generales quedan apenas esbozadas. En este sentido –y a pesar de que los primeros capítulos ofrecen una descripción del origen y de lo que se entiende actualmente por ‘ciencia política’-, es el subtítulo el que mejor refleja la intención de la obra. Si bien a medida que transcurren las páginas, pareciera que el equilibrio buscado se quiebra a favor de la teoría de la elección social, es posible que ello se deba a la voluntad de la autora de no alejarse de las prácticas democráticas concretas. En suma, se trata de un libro interesante que, a pesar de la complejidad propia del tema, posee la ventaja no menor de estar escrito en un lenguaje diáfano, por lo que resulta accesible a lectores no especializados.
Ricardo Maliandi. ÉTICA: CONCEPTOS Y PROBLEMAS Buenos Aires, Biblos, 2004, 3ra. edición corregida y aumentada, 207 pp. Por Sergio Cecchetto La primera edición de esta obra vio la luz en 1991, pero por entonces fue acogida dentro de la Colección Filosofía de la editorial Biblos, en su Serie Menor. Lógicamente, el opúsculo no contaba al nacer más que 93 páginas. Más tarde volvió a editarse en otra oportunidad, con algunas pequeñas correcciones y ampliaciones (1994). Maliandi volvió ahora a la carga y dotó a su obra con nuevas armas: no se limitó a corregir y actualizar lo ya expresado sino que además agregó un amplio capítulo sobre ética convergente –su propuesta de los últimos años, en la cual intenta aunar la conflictividad hartmanniana con la ética discursiva apeliana-, incluyó un índice onomástico y otro temático, un apartado de bibliografía y retoques varios, en especial en lo referente a la ética aplicada. El volumen, en su nueva presentación, ha dejado de ser “menor” para convertirse en obra adulta y considerable (207 páginas). No haríamos justicia al trabajo si anotáramos como único dato relevante este crecimiento cuantitativo de papel sacrificado en aras del saber filosófico. La obra nació con la pretensión de ser el primer eslabón de una trilogía sobre ética: ella debía encargarse de exponer los rudimentos, una segunda parte se ocuparía del problema de la fundamentación de las normas morales y una tercera atacaría al componente conflictivo del ethos. Este esfuerzo inicial se propuso entonces como introducción panorámica a la disciplina (si se me permite la metáfora), tratando de ofrecer nociones
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básicas, destacar conceptos clave y señalar problemas, pensando en especial en los estudiantes de filosofía. Los avatares que el librito sufrió no lo dejaron andar por ese camino que se le había prefijado: los eslabones restantes nunca se concretaron, y los estudiantes de otras disciplinas científicas –en especial los del área biomédica y los del derecho- se apropiaron del trabajo para utilizarlo como hoja de ruta en el intrincado mar de sus estudios académicos de grado y de posgrado. Como consecuencia de ello resulta frecuente verlo citado por profesionales de ambos continentes: españoles, mexicanos, colombianos, peruanos, cubanos, etc. Son todos ellos los que reclamaron por nuevas ediciones, y los que impulsaron al autor a completar una revisión general de la obra, así como también una reorientación general de su esfuerzo, en el sentido de que esta tercera edición corregida y notablemente aumentada ya no se quiere tan sólo una propedéutica sino que además introduce una tesis en el curso de su argumentación principal. Con ella los contenidos enumerados (ética y ethos, las dicotomías del ethos, los niveles de reflexión ética, los métodos para su examen, los principales problemas y los modelos de soluciones probables) se enhebran en torno de una intuición personal, de una experiencia propia respecto de aquello que ha de entenderse por “tematización del ethos”. La convergencia ordena y a la vez jerarquiza los asuntos tratados, les asigna su fuerza o su altura, permite en definitiva leer las dificultades y las soluciones, los dilemas y las coincidencias, a la luz de una noción iluminadora y orientadora. Así, entonces, si las primeras dos ediciones de la obra se mostraban más asépticas, en tanto y en cuanto eludían la toma de partido por una u otra de las posturas esbozadas, la presente edición no se inmuta al momento de proponer una nota dominante a partir de la cual integrar todo el discurso desplegado. Este es sin duda el libro de Maliandi que mejor suerte ha corrido, aunque no necesariamente el más problemático o el más profundo. No me refiero a su mera difusión comercial, o al volumen de sus ventas, sino a que ha podido llamar la atención de distintos lectores cultos sobre los problemas éticos y la necesidad de su estudio sistemático. De alguna manera y más allá de la permanencia de su título general, no sé si esta tercera versión es ya la misma obra. Su tono didáctico-pedagógico permanece, es verdad. Podemos reconocer que sin el deseo de agotar cuestiones, instiga igualmente a la reflexión y a la discusión éticas. Pero, más allá de estas lealtades profundas, de estas pocas permanencias en el mar de los cambios, aparece también ahora un pensamiento más maduro y rico, más íntimo y propositivo. Para sintetizar, diría que se trata de una obra de tesis escondida detrás de un manual. Y esto es algo verdaderamente difícil de hallar en el mundo del ensayo, porque sabemos de sobra que un manual es la primera obra que cualquier desavisado debiera leer, y la última que cualquier autor debiera osar escribir. Ricardo Maliandi hace su intento a pesar de cualquier advertencia, y sale muy bien parado a la hora de los balances generales.
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