Pensar el afuera

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Pensar el afuera / Celeste Castiglione ... [et.al.] ; coordinado por Nicolás Hochman. 1a ed. - Mar del Plata : Kazak Ediciones, 2010. EBook. - (CLEUM / Lucas E. Misseri)

ISBN 978-987-26573-0-7

1. Migraciones. 2. Exilio. I. Castiglione, Celeste II. Hochman, Nicolás, coord. CDD 304.8

Fecha de catalogación: 06/01/2011 Imagen de tapa: Leticia Paolantonio

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Índice

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Introducción……………………………………………………………………………....……………………………………

Primera parte. Pensar la adaptación: redes sociales, género y medios de comunicación “En busca de un sueño. Estrategias de un inmigrante para convertirse en ‘rey del vino’” Ana María Mateu ………………………………………………………………………………………………………………

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“Migraciones y género: una aproximación a partir de las experiencias de mujeres bolivianas residentes en Mendoza” Victoria Martínez Espínola …………………………………………………………………………………………………

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“Marcas de la focalización: el migrante latinoamericano en la prensa argentina”. Celeste Castiglione …………………………………………………………………………………………………………………………

Segunda

parte.

Pensar

las

fronteras:

posicionalidad,

desterritorialidad

58

y

extraterritorialidad “Los Estudios Fronterizos y sus descontentos: un manifiesto Posicional” Gustavo Fares …………………………………………………………………………………………………………………… 81

“La extraterritorialidad del pobre” Pablo Gasparini …………………………………………………………………………………………………………………. 103

“Fabio Morábito, o el exilio sutil” Nicolás Hochman ………………………………………………………………………………………………………………. 122

Agradecimientos……………………………………………………………………………………………………………….. 138

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INTRODUCCIÓN

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Pensar el afuera es uno de los primeros productos del Proyecto CLEUM; es decir, del proyecto para la formación de un Centro Latinoamericano de Estudios Utópicos y Migratorios, cuya finalidad es aunar los esfuerzos aislados de los especialistas que están trabajando arduamente en la región sobre esas dos amplias temáticas. El primer interrogante surgido entre nuestros colaboradores fue pensar cómo se integran dos núcleos de investigaciones en apariencia tan disímiles como el del pensamiento utópico y el de los estudios migratorios, cuyos abordajes suelen ser muy diferentes. En principio, ambos temas no tienen un abordaje monádico sino que necesitan de múltiples enfoques para una comprensión más cabal de los problemas que se ramifican a partir de cuestiones tan simples como qué es una utopía, o por qué migran las personas. Tanto para la primera como para la segunda se suele apelar a la filosofía, la historia, la sociología, la antropología, el psicoanálisis y la literatura, entre otras áreas de estudio. A medida que las respuestas se acumulan surgen nuevos interrogantes y nuevos entrecruzamientos, que obligan aún más a trabajar en conjunto con especialistas de áreas que comúnmente están alejadas unas de otras para poder aprehender dichos conceptos. Las utopías son experimentos mentales, son pensamientos comprometidos socialmente y también política, económica y filosóficamente. La utopía supone un viaje, una proyección de un ideal o de un terror y su contrastación con la sociedad empírica del utopista, aquella que vive a diario. Por ello las funciones de ficción y de crítica son elementales para ella. En este sentido, el utopista usa su razón para hipotetizar en torno a nuevas formas de sociedad y para criticar la propia. Si pensamos que el migrante, ya sea voluntario o forzado se mueve para mejorar su estado, sus posibilidades, para conseguir autorrealización o para escapar a un mal, estos conceptos no parecen tan alejados. En Argentina se da un fenómeno particular que es compartido con otros Estados americanos, el de una inmensa descendencia de migrantes. Muchas de las generaciones de argentinos descienden de europeos que vinieron a “hacerse la América”. El nuevo continente jugó un rol trascendental en el desarrollo del pensamiento utópico en tanto que posibilidad

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física o geográfica de un espacio otro, fue el topos de la esperanza europea, el mal llamado “continente vacío”, el paraíso edénico, el hogar del buen salvaje, la tierra gratis, un mundo abierto a las posibilidades humanas y a su vez una apertura en la concepción del mundo y del hombre. Tanto los conquistadores, como los criollos, los italianos y españoles, los europeos del Este, los chinos y coreanos, etcétera, imaginaron este lugar como un sitio mejor. Se movieron abrazados a la esperanza de que existía un lugar otro que era mejor que el propio, la ouk-topía en tanto que negación de este lugar, rechazo de mi aquí y ahora, devino en eutopía y búsqueda del allí y mañana. Pasan los siglos y los herederos de esos viajeros esperanzados vuelven a proyectar ideales en otros espacios. Vuelven al viejo continente a “hacerse la Europa”, a explorar las nuevas posibilidades, ya sea laborales o de libertad de expresión. En fin, los movimientos humanos en muchos casos están ligados a proyecciones de ideales sociales, la mayoría de los cuales son rayanos a la utopía. Por ello, la finalidad de este proyecto es acercar estos dos campos para una mejor comprensión de los movimientos migratorios y de los imaginarios que les subyacen. El grupo que le da forma al Proyecto CLEUM está formado por especialistas de diferentes países de América Latina, y procura, con volúmenes como Pensar el afuera, difundir las posibilidades de trabajos transdisciplinarios internacionalmente, explotando esa gran ventaja que tenemos los latinoamericanos de compartir no sólo vivencias, sino también el código en el que registramos las mismas: una lengua común. Mientras se publica este volumen estamos trabajando en otros dos, al tiempo que se prevé la organización de una serie de reuniones científicas para la promoción de dichos trabajos y para la estimulación del diálogo entre diferentes áreas sociales de conocimiento, con la finalidad de solidificar los estudios en la región. No obstante, que el Centro de Estudios sea latinoamericano se debe a que las similitudes mencionadas permiten aunar esfuerzos y evitar repeticiones, al tiempo que nos brinda la posibilidad de discutir con otros centros de estudios norteamericanos, europeos, o de cualquier otra parte del mundo, y enriquecernos del intercambio, muchas veces fraccionario o escaso.

Editar un libro siempre es una tarea complicada, y más todavía cuando lo que se busca no es armar una compilación homogénea e idéntica a sí misma. Pensar el afuera nació como prolongación de un proyecto mayor, y tanto en esta publicación como en CLEUM partimos de la premisa de que las diferencias, el debate y la permanente confrontación son

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necesarios e imprescindibles para que el pensamiento pueda crecer y desarrollarse. Por eso los artículos que componen este volumen poseen un carácter heterogéneo y asimétrico, condiciones innegociables a la hora de convocar a sus autores. El criterio de selección que pusimos en práctica, cuestiones formales al margen, consistió en tomar al perspectivismo como guía. Los trabajos que aquí presentamos son, invariablemente, apreciaciones subjetivas, parciales y fragmentarias de realidades mucho mayores. No renegamos de esa condición (por otra parte, presente indefectiblemente en cualquier tipo de estudio), sino que la aceptamos como la posibilidad de transformar en acto algunas ideas, prejuicios y suposiciones de las cuales partimos a la hora de iniciar una investigación. Un perspectivismo que propone analizar diferentes temas desde diferentes lugares, sin proponer soluciones finales ni unilineales a los diversos problemas que van surgiendo. Y que, de hecho, en cierto modo estimula más la aparición de esos problemas que sus virtuales respuestas. En la primera parte del libro, “Pensar la adaptación: redes sociales, género y medios de comunicación”, el lector podrá encontrar tres trabajos de corte empírico que, abordando diferentes temas, pueden ser leídos como un cruce de miradas a partir de preocupaciones similares: ¿Cómo es la adaptación de los inmigrantes al nuevo espacio? ¿Qué estrategias implementan para sobre-vivir a esa nueva realidad? ¿Cómo se interrelacionan con el medio y con las personas que se hallan en él? ¿Qué rol juega la mirada del otro en todo ese proceso? ¿Cómo se ve afectada la biografía de los sujetos en esa coyuntura? Estas preguntas, que subyacen en los artículos propuestos, son interrogantes que pueden aplicarse a cualquier contexto histórico-social, y que siempre tendrán respuestas distintas, lo que, lejos de angustiar al investigador, debería servir como incentivo para comenzar a tratar de entender y explicar lo complejo de la condición humana, y las dificultades agregadas de analizarla en un momento de cambio tan radical como lo es una migración. Ana María Mateu ,en su artículo “En busca de un sueño: Estrategias de un inmigrante para convertirse en rey del vino”, se propone contar la historia de la familia Arizu, emigrantes navarros, como un ejemplo microhistórico de las posibilidades de inserción y de ascenso social a las que era posible acceder a fines del siglo XIX y principios del XX en la provincia de Mendoza, Argentina, siempre que se conjugaran algunas habilidades personales, familiares y empresariales. Victoria Martínez Espínola, por su parte, con “Migraciones y género: una aproximación a partir de las experiencias de mujeres bolivianas residentes en Mendoza”, comparte el mismo

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espacio geográfico, la provincia argentina de Mendoza, pero desde una mirada particular que viene desde fines del siglo pasado: el enfoque de género. Desde el supuesto de que el género constituye una forma primaria de relaciones de poder se analiza la problemática de las inmigrantes bolivianas en la mencionada provincia. Celeste Castiglione, con “Marcas de la focalización: el migrante latinoamericano en la prensa argentina”, ofrece un estudio del modo en que fueron presentados los migrantes latinoamericanos en los principales diarios argentinos, en el período 1999-2007. El análisis se sustenta en el reconocimiento del valor performativo del lenguaje, lo que remarca la influencia de los medios de comunicación en la población al tiempo que se destacan sucesos puntuales descritos por esos periódicos (ataques a inmigrantes, incendios de talleres clandestinos, etc.). La segunda parte, “Pensar las fronteras: posicionalidad, desterritorialidad y extraterritorialidad”, es de corte más teórico, y busca instalar la idea de la “frontera” como un punto de quiebre y no retorno en los sujetos, mediante la cual el adentro y el afuera quedan un poco difuminados en el imaginario de aquel que debió partir. Los tres artículos abordan las cuestiones que se proponen desde el título confrontando la teoría con la práctica, intentando explicar los conceptos a través de ejemplos claros y accesibles. La noción de “identidad”, presente en los primeros artículos, cobra en estos un rol mucho más protagonista, siendo discutida desde diferentes ángulos. A través de visiones de paralaje complementarias (a veces contradictorias, pero no por ello excluyentes), los tres autores buscan cuestionar algunos preceptos que muchas veces son tomados pasivamente por los investigadores que se basan en ellos para construir sus propios corpus bibliográficos. Gustavo Fares, en “Los Estudios Fronterizos y sus descontentos: un manifiesto Posicional”, analiza los Estudios Fronterizos tal como se practican en la academia estadounidense, y los desafíos que enfrentan, uno externo, la desterritorialización de la nación-Estado, y uno interno, la esencialización de su objeto de estudio, es decir, de las poblaciones migratorias y que habitan en los territorios fronterizos. Propone una alternativa a estos desafíos mediante la noción de “posicionalidad,” generalmente asociada con la geografía. Como ejemplo del uso de la posicionalidad en los Estudios Fronterizos analiza la construcción y deconstrucción de la identidad hispana en los Estados Unidos, y las características de tal construcción de identidad como proceso político y no como categoría natural dada. Pablo Gasparini, en “La extraterritorialidad del pobre”, parte del ensayo “Reflections on Exile” de Edward Said para analizar el concepto de extraterritorialidad de George Steiner y

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reflexiona sobre la aplicabilidad del mismo a la literatura y la cultura latinoamericana. Distingue las categorías de “extranjero” y de “inmigrante” (la primera aparentemente más ligada a la experiencia extraterritorial) y compara las políticas de escritura de Antonio Porchia y Witold Gombrowicz en Argentina considerando, para esta tarea, algunos conceptos sobre la inmigración provenientes de Vilém Flusser y de Abdelmalek Sayad. Por último Nicolás Hochman, en “Fabio Morábito, o el exilio sutil”, entremezcla su experiencia en los estudios sobre el exilio con una entrevista al reconocido escritor egipcioitaliano-mexicano. Al tiempo que se entrecruza la teoría migratoria con la poética de un eterno migrante, se expone el problema que supone la ausencia de una concepción específica del punto de partida de quien migra: el “nostos” (el hogar, el propio lugar, la patria) de toda nostalgia. La angustia del “haber ido” deviene en una extranjería fecunda para la escritura y por extensión para los estudios migratorios. Pensar el afuera implica salir un poco a lo desconocido. Resignarse (en el sentido de resignar, de volver a dar un significado) a que el afuera siempre será desconcertante, imposible de encasillar y de contener; a que la entropía (del movimiento de las cosas, pero también del pensamiento) va a seguir estando ahí. Y que precisamente por eso es positivo apostar a los proyectos que permiten compartir esos espirales excéntricos que son las ideas, y compartir el proceso con quien quiera ser parte de él. Proyecto CLEUM invita, desde esta posición, a que los lectores se enfrenten a este libro desde esa perspectiva, en tanto algo inconcluso, abierto y deseante de seguir construyendo un camino basado en la observación, las preguntas, la investigación, el debate y la participación.

Nicolás Hochman

Noviembre de 2010

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PRIMERA PARTE

Pensar la adaptaci贸n: redes sociales, g茅nero y medios de comunicaci贸n

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EN BUSCA DE UN SUEÑO. ESTRATEGIAS DE UN INMIGRANTE PARA CONVERTIRSE EN “REY DEL VINO” Ana María Mateu

Resumen

La historia de la familia Arizu, emigrantes navarros, constituye un claro ejemplo de las posibilidades de inserción y de ascenso social a las que era posible acceder a fines del siglo XIX y principios del XX en la provincia de Mendoza, Argentina, siempre que se conjugaran algunas habilidades personales, familiares y empresariales. Esta biografía

tiene

sus

comienzos en la aldea de Unzué, en la provincia de Navarra, España, y en la coyuntura social y económica que dejaron atrás. De las múltiples relaciones entre ese contexto y el que encontraron y contribuyeron a moldear en esta provincia argentina surgen esclarecedoras pistas sobre su exitoso proceso de inserción en la vitivinicultura provincial, que llevó a que el hermano mayor, Balbino, fuera calificado como “rey del vino”.

Palabras claves: Inmigración – Redes sociales – Vitivinicultura.

Abstract

The history of the Arizu family, migrants from Navarre, constitutes a clear example of the possibilities of insertion and of social mobility to which it was possible to accede at the end of the 19th century and beginning of the 20th in the province of Mendoza, Argentina, providing that there were conjugating some personal, familiar and managerial skills. This biography has his beginning in Unzué's village, in the province of Navarre, Spain, and in the social and economic conjuncture that they left behind. From the multiple relations between this context and the one that they found and helped to mold in this Argentine province

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enlightening tracks arise on his successful process of insertion in the provincial viticulture, which led that the elder brother, Balbino, was qualified as "king of the wine".

Keywords: Immigration – Social Networks – Viticulture.

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Introducción

La historia de la familia Arizu, emigrantes navarros, constituye un claro ejemplo de las posibilidades de inserción y de ascenso social a las que era posible acceder a fines del siglo XIX y principios del XX en la provincia de Mendoza, Argentina, siempre que se conjugaran algunas habilidades

personales,

familiares y empresariales. Esta biografía

tiene sus

comienzos en la aldea de Unzué, en la provincia de Navarra, España, y en la coyuntura social y económica que dejaron atrás. De las múltiples relaciones entre ese contexto y el que encontraron y contribuyeron a moldear en esta provincia argentina surgen esclarecedoras pistas sobre su exitoso proceso de inserción en la vitivinicultura provincial, que llevó a que el hermano mayor, Balbino, fuera calificado como “rey del vino” (La Quincena Social, 1920). El abordaje microanalítico, sugerido con fuerza por la riqueza y la prodigalidad de las fuentes nominativas encontradas, permitió a través de la historia específica de una familia empresaria, contextualizar, confirmar, refutar o relativizar, algunos de los avances de los últimos años sobre la historia de inmigrantes, de empresas y de sectores agroindustriales. Los actores “de carne y hueso” que aquí rescatamos nos remitieron a aldeas españolas, a parientes, a pasajeros de barcos, a trabajadores, a pueblos vitivinícolas, cuyas identidades entrecruzadas, fueron “traducidas” en el sentido de Geertz y ofrecieron explicaciones para esta historia, que esperemos expresen la complejidad del problema estudiado (Geertz, 1987). Balbino Arizu embarcó en Barcelona en el buque Fivaller para llegar a Buenos Aires el 8 de julio de 18831. Era una de las 127.177 personas que salieron de Navarra entre 1861 y 1930 y de los 3.901 españoles que partieron ese año. Con la convicción de que su horizonte se podía extender más allá que el de sus abuelos, subió al buque que lo traería a América con bastantes más cosas que un pasaje y el equipaje. Trajo consigo una experiencia vitivinícola aportada por varias generaciones: ese era su mejor capital social y cultural (Bourdieu, 1991). Su llegada al país fue temprana en relación a la mayoría de sus compatriotas y lo convirtió en un anticipador y disparador de los cambios en su propia familia y en su red de parientes y amigos. No vino a probar suerte en cualquier actividad, declaró, a su arribo, ser agricultor y orientó sus energías y estrategias para continuar siéndolo. Ejerció un destacado rol en relación al crecimiento vitivinícola de Mendoza, sector en cuya cúspide se insertó, marcando pautas y señalando comportamientos y estrategias. Al elegir Mendoza, sabía que la reproducción de su 1

Información extraída de las Listas de Pasajeros de las bases de Datos del Centro de Estudios Migratorios Latinoamericanos, Buenos Aires (CEMLA).

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cultura vitivinícola no iba a estar constreñida al acotado y fragmentado espacio navarro. Su historia empresarial y la de la industria recorrieron senderos similares. ¿Pensaría que llegaría a tener el paño de vides más grande del mundo?

La inmigración española

Insertar este estudio microanalítico en el importante proceso de cambio demográfico de la Argentina moderna permite corroborar o discutir algunos supuestos que forman parte de la última literatura disponible sobre el tema y conocer las múltiples y, a veces, inesperadas relaciones entre las escalas micro- y macroanalíticas que explican las relaciones entre el individuo, el grupo y el contexto. En relación al estado del arte sobre el tema de la inmigración española2, Moya afirmó en 2004, que los estudios en la Argentina son mucho menos numerosos a los realizados en otros países, y sobre otras colectividades y esboza algunos fundamentos. Sugiere que tal vez no llamaban la atención porque eran “invisibles”, es decir, demasiado parecidos a los habitantes del país, o porque eran el grupo fundador de la cultura original. A veces eran considerados “primos” pero también recién llegados, incultos, extranjeros, extraños (Moya, 2004:15). Por su parte, distintos especialistas 3 señalan que la historiografía vasca y navarra, ha dedicado poca atención al ámbito americano y solo han rescatado la atención a las biografías de grandes personajes. Los Arizu formaron parte de la oleada trasatlántica impulsada por la apertura de la economía y la ampliación del mercado de trabajo. Argentina se convirtió, para muchos, en la tierra de promisión dadas sus enormes posibilidades de progreso relacionadas con sus condiciones estructurales: población escasa, tierra abundante, expansión económica acelerada, demanda de trabajadores y salarios más altos que en España o Italia, como lo ha demostrado Cortés Conde en sus series de salarios (Cortés Conde, 1979). En vísperas de la Primera Guerra Mundial, Buenos Aires era la segunda ciudad más poblada de la costa atlántica, después de Nueva York y había más españoles en ella, que en cualquier ciudad de la península ibérica, a excepción de Madrid y Barcelona. El Cuadro Nº 1 muestra la preferencia 2

Remitimos, entre otros, a Sánchez Albornoz, 1988; Clementi, 1991; Marquiegui, 1993; Fernández, 1986; Fernández, 1987; Fernández y Moya, 1999; Yáñez Gallardo, 1989; Moya García, 1998; Pérez Fuentes; Fernández de Pinedo, 1993; Sánchez Alonso, 1995 ; Romolo, 1988; Cagiao, 1989; Mikelarena Peña, 1993. 3 Azcona Pastor 1992, Idoate Ezquieta, 1989, Erdozain Azpilcueta, 1999, Garaico Echea, 1965.

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de los migrantes por venir a “hacer la América”, por otra parte, el Gráfico Nº 1 es demostrativo de los volúmenes de crecimiento de la inmigración española en el país, con un punto máximo en 1913 y el Cuadro Nº 2 relaciona el porcentaje de españoles en

relación a

otras

colectividades, mostrando el predominio de los italianos en los primeros años de la inmigración masiva.

Cuadro Nº 1: Emigración española, distribución por continentes de destino de los efectivos

Años

Emigración Total

América

Europa

África

Asia-Oceanía

1885-1890

374.088

262.420

4.613

98.020

9.035

1891-1895

396.474

282.751

16.650

87.262

9.811

1896-1900

396.183

276.839

7.257

81.300

30.787

1901-1905

348.910

236.910

8.602

100.127

3.271

1906-1910

713.055

586.934

11.938

110.059

4.124

1911-1915

818.486

649.703

33.449

133.023

2.311

1916-1920

453.878

401.069

11.499

40.011

1.299

1921-1925

484.115

416.508

8.166

58.048

1.393

1926-1930

376.340

302.725

8.328

64.253

1.034

Fuente: Comisión de Estadística del Instituto Geográfico y Catastral e Instituto Nacional de Estadística. www.ine.es

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Gráfico Nº 1: Inmigración española en bruto en Argentina (1857-1960)

Fuente: Sánchez Alonso, 1992: 77.

Cuadro Nº 2: Inmigración al país, por nacionalidades (1876-1910)

Nacionalidad

Españoles

Italianos

%

%

1876-1880

16.086

14.3

69.210

61.7

26.913

24.0

112.191

1881-1885

23.133

9.1

182.620

71.5

49.432

19.4

255.185

1886-1890

135.709

23.0

313.265

53.0

142.409

24.0

591.383

1891-1895

36.450

15.4

160.240

67.8

39.562

16.8

236.252

1896-1900

95.264

23.1

264.455

64.2

52.355

12.7

412.074

1901-1905

146.774

27.9

289.534

55.0

89.722

17.1

526.030

1906-1910

488.768

39.5

528.197

42.7

221.108

17.8

1.238.073

Período

Otros

Total=100 %

Fuente: Martín, 1992:254.

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A las favorables condiciones estructurales del país se les unía la posibilidad de tener rápidamente trabajo. Hasta la Primera Guerra Mundial la oferta laboral en nuestro país era inmensa y ello explica los grandes volúmenes de migrantes que arribaron y su rotación entre distintos puestos rurales y urbanos. Entre 1882 y 1930 las dos terceras partes de los inmigrantes que declararon

profesión eran agricultores, seguidos muy de lejos por

trabajadores del comercio y del transporte. Su composición profesional no respondía tanto al tipo de demanda de mano de obra del país de destino como al perfil de los excedentes de la oferta española en aquellas décadas. Por ello tuvo mucha importancia la emigración “golondrina” que puso de relieve la formación, a finales del siglo XIX y primeras décadas del XX, de un mercado de trabajo de dimensiones atlánticas. Como el Cuadro Nº 3 demuestra, el movimiento migratorio se correspondió con el índice del crecimiento del PBI argentino.

Cuadro Nº 3 Crecimiento del producto real por habitante (1870-1989) (tasas de crecimiento medias anuales compuestas)

1870-1900

1900-13

1913-29

1929-50

Argentina

1,1

2,5

0,9

0,6

Australia

0,7

1,1

-0,4

1,6

Canadá

1,8

3,3

1,0

1,8

Brasil

1,1

1,4

1,4

2,4

Fuente: Sánchez Alonso. 1992: 42.

Migrar en red desde Navarra

¿Era la familia Arizu un exponente de la agricultura navarra de la época? ¿La elección de Mendoza se relacionó con la intención de reproducir un paisaje vitivinícola, acerca del que ya se tenía conocimiento y experiencia? ¿La fragmentación de la tierra y sus limitaciones en cuanto al aumento de la productividad, a la expansión de los cultivos y a la subsistencia de una familia numerosa, fueron decisivos para migrar? Las respuestas a estas preguntas explican el comienzo de esta historia.

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Hacia 1880/84 el vino representaba el 45% del total de las exportaciones españolas, que en especial se orientaban hacia Francia, antes de iniciar en 1891 un largo declive. Grandes superficies de tierra, que sólo servían marginalmente para otros cultivos, habían sido apropiadas para el viñedo, y se extendían, especialmente, entre los pequeños propietarios. La vitivinicultura, el “primer ramo de riqueza navarra” (Lana Berasain, 1987), llegó a representar en vísperas de la filoxera a mediados de la década del noventa, poco menos de un 40% del producto agrícola total, habiendo partido en 1857 de una proporción inferior al 20%. Se había producido un importante crecimiento a partir de 1880, especialmente en la zona de Tafalla, aunque también en Tudela y Estella. Si a comienzos del siglo XIX se producían en Navarra entre 375 a 400 mil hectolitros de vino, hacia los años ochenta la producción provincial se acercaba al millón de hectolitros, habiéndose multiplicado por 2,5. Por otra parte, las dinámicas vías de comunicación ferroviaria de la red Norte, que vinculaban directamente las zonas productoras de caldos de alta graduación (Tudela, Tafalla) con la frontera francesa, permitieron la mejora de la comercialización del vino de mesa, que así pudo responder a las oportunidades del mercado internacional impactado por la drástica reducción de la producción de uva en Francia por la expansión de la filoxera. La coyuntura que acabamos de analizar, nos permite afirmar que Balbino y sus hermanos no abandonaron una economía agotada. Por el contrario, en 1883 la vitivinicultura española, y, en especial, la de Navarra se encontraba en la “golden age”4 de la euforia exportadora hacia Francia. Incluso el proceso migratorio familiar se adelantó a la posterior crisis de sobreproducción y a la difusión de la filoxera y el mildium. La importancia que hemos atribuido al conocimiento y a la experiencia que Arizu capitalizó en Navarra y aplicó a un contexto de crecimiento como el de Mendoza, es compartida por Pinilla cuando sostiene que el arribo de inmigrantes con experiencia como bodegueros, con conocimientos técnicos de cómo cultivar y cómo producir vinos, produjo un crecimiento muy importante en áreas con condiciones para la vitivinicultura, como Australia o Argentina (Pinilla, 2002:63). El ingreso de inmigrantes como consumidores y como activos laborales y la ausencia de barreras de 4

Afirma Juan Pan-Montojo que la “edad de oro de la vid” fue el periodo 1877-1887 durante el cual no dejaron de crecer las exportaciones de vino común español ante la expansión de la filoxera en las cepas francesas desde los años ‘60. España y Francia suscribieron por diez años el tratado comercial de 1882 por el que se redujeron los aranceles que pagaban los vinos españoles al entrar en Francia. Cuando finalizó el tratado se produjo una crisis de sobreproducción que no pudo ser absorbida por el mercado interior. Sus efectos solo fueron amortiguados por la penetración de la filoxera en España. PanMontojo, Juan. El vino y la política comercial en la restauración. En: http://dialnet.unirioja.es. Formato pdf.

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entrada, permitió el establecimiento de viñedos de mucha mayor escala que los de los países de origen. Sostiene que si a esto le unimos, en el caso argentino, el proteccionismo tarifario y las políticas públicas tendientes a la sustitución de importaciones, podemos explicarnos el fin de países exportadores de vinos como España. ¿Fueron los Arizu un caso especial dentro del proceso migratorio español? ¿Su temprana llegada constituyó un factor de atracción para otros españoles? ¿Cómo circulaba la información entre los dos mundos que se iban a encontrar? ¿Actuaban las redes sociales como un mecanismo que aminoraba los riesgos y maximizaba las posibilidades de conseguir lo que se buscaba? Plantearnos estas preguntas desde las “dos orillas”5, permite rescatar las especificidades de las regiones de atracción y expulsión en donde se movían los actores y conocer el rol jugado por las redes sociales. Fernando Devoto resalta la importancia, para el proceso migratorio español (Devoto, 2004) del “acceso a la información”, de los vínculos tradicionales entre ambos países, de la misma lengua, religión y tipos de sociabilidad, factores todos que deben ser mediados por las diferencias regionales que conectan el mundo con la aldea, posición también sostenida por Blanca Sánchez Alonso (Sánchez Alonso, 2000:730-755). La circulación de la información remite a la categoría de “redes sociales” de dilatada presencia en los estudios migratorios y en otros temas de historia económica y política. La misma constituye una “metáfora” que pone de relieve mecanismos de comportamiento social invisibles a los modelos estructurales (Ramella, 1995:9). La conformación de los vínculos originales y sus múltiples resemantizaciones y reconfiguraciones crean solidaridades o alianzas para la difusión acerca de dónde migrar. Reafirmando esta postura Ramella sostiene que la oferta y la demanda entran en contacto en el interior de una trama de relaciones en donde la información no es un bien libre, y donde cada individuo desarrolla una estrategia para acceder a ella, incorporarla y transmitirla(Ramella, 1995:15) En la historiografía argentina, los condicionantes relacionales, lo que Cortés Conde llamó efecto “parientes y amigos” (Cortés Conde, 1985), tuvieron sus primeras aproximaciones en los trabajos fundadores de Samuel Baily (Baily, 2000:45-62) y de Fernando Devoto (Devoto, 1988), de amplio impacto en los años ‘80 en lo que Miguez califica como una visión histórica post-estructural, porque desplaza el eje hacia lo relacional y hacia el individuo, hacia la historia “desde abajo” (Miguez, 1995).

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Nos pareció interesante recrear el nombre de un sitio español sobre los procesos migratorios. http://www.entredosorillas.org/.

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¿Fue la migración una enfermedad, una epidemia que tuvo para todos los actores y las regiones las mismas repercusiones? (Fernández y Moya, 1999:20).6 A pesar de que los consulados argentinos estaban diseminados por Europa y operaban prácticamente como agentes de propaganda, sostiene Moya que los principales auspiciantes fueron los propios miembros de la familia, a través de las cartas de los migrantes que llegaban a los pueblos y eran leídas en las iglesias, y, en especial, por medio de las remesas que actuaban como el principal incentivo para salir del país. Para otros, como John y Leatrice MacDonald tuvo gran importancia el auspicio de los padroni, aunque también fue importante la acción de los agentes reclutadores, que recibían dinero por cada emigrante conseguido (MacDonald, 2004). Las cadenas actuaban en un espacio definido más como “espacio migratorio”, que como delimitaciones geográficas. La regionalización del fenómeno migratorio como clave explicativa, ha mostrado una visión más optimista del fenómeno y permitido desvincular la penuria rural con la inmigración (Moya, 2004; Sánchez Alonso, 1995; Devoto, 2004) al remitir a las características socioeconómicas de la región y a tipos familiares, unidades de corresidencia y sistemas de herencia. Todas estas especificidades llevan incluso al interior de la propia familia y enriquecen modelos más generales. Afirma Sánchez Alonso que ayudan a explicar la despoblación de algunos pueblos o comarcas y la concentración de personas de un mismo origen en determinadas localidades del país de destino (Sánchez Alonso, 1988). Pareciera estar demostrado que la emigración fue un fenómeno de alfabetos, pequeños propietarios y comerciantes y que el éxodo no se inició en las zonas más empobrecidas sino en aquellas relativamente mejor ubicadas y más democráticas. Corroborando esta postura, Moya sostiene que Navarra fue la región de donde salió la mayor proporción de emigrantes, a pesar de que había llamado la atención de un viajero en los años ‘80 por el bienestar general que se vivía y por la ausencia de mendigos (Moya, 1999:41). En un primer momento, la jurisdicción norteña de Pamplona centró la mayor parte de la emigración Navarra, ya que en 1857 representaba el 91% de las salidas al extranjero. Su ubicación estratégica en las vías de comunicación permitió mejores contactos con la información que provenía de los puertos o a través de los Pirineos, entre los “primos” de ambos lados de la frontera, que, a juicio de José Moya, eran vecinos y parientes, a pesar de que las estadísticas oficiales los diferenciaban simplemente como extranjeros.

6

La intensidad del fenómeno migratorio y su difusión fue asimilada al lenguaje corporal. Moya remarca el uso de conceptos como “fiebre”, “enfermedad contagiosa”, “desangre”, “cáncer”, utilizados por los países ante la pérdida de sus habitantes. Dicho autor analiza varios de estos conceptos y su significado.

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Según el análisis de Fernández de Pinedo, el 82, 45% de los navarros salió por el puerto de Barcelona. Aunque las Estadísticas de Emigración e Inmigración de España, indican solamente el lugar de salida y no el de la provincia de origen, dicho autor deduce que por Vizcaya emigraba un sector más calificado que el grueso español, con un elevado porcentaje de industriales y artesanos. En este sentido sostiene que “grupos sociales cualificados” buscaron alcanzar en la emigración metas que no veían posibles en su propia tierra” (Fernández de Pinedo, 1988:120) como una manera de resistir la proletarización. Esto es corroborado con que el afán de “mejorar fortunas”, en la documentación para salir del país, fue confesado por los navarros como la principal causa de emigración (Idoate Ezquieta, 1989). Afirma Marcelino Iriani que en el caso vasco y navarro, el 30% de los llegados a Argentina utilizó el mecanismo de la cadena (Iriani, 1999:185). Lo usual era que primero llegara un pionero y que luego de este impulso inicial, los mecanismos de llamada o de salidas se daban desde ambas orillas. En el mismo sentido, Idoate Ezquieta refrenda esta opinión a través de la trascripción de la documentación que se debía llenar antes de partir, en donde se manifestaba la existencia de llamados de parientes o amigos (Idoate Ezquieta, 1989). La peculiaridad de la emigración navarra era expresada por las rimas y coplas de la época. Moya destaca que, a diferencia de Galicia, las canciones transmitían los lamentos más de las madres que de las viudas, ya que la mayor parte de los navarros emigrantes eran hijos solteros. La circunstancia, señalada por Fernández Pinedo, de que la emigración en los años ‘80 fuera de una media sorprendentemente baja, de 12 a 14 años, explica el pesar de muchas familias por su desmembramiento y la difusión de algunos folletos que circulaban para frenar el éxodo (Cola y Goity, 1882).7

La familia Arizu

Como afirman Anaclets Pons y Julio Serna, siempre las búsquedas de interpretaciones, dependen del tamaño de la red que tiremos al océano: “ceñirse al lugar, al objeto reducido, no es la antítesis de lo universal, ya que en lo cercano pueden formularse cuestiones generales: cómo unos individuos concretos se han planteado problemas semejantes a los de otros seres humanos muy diferentes o alejados” (Pons y Serna, 2007:17).

7

Agradecemos el acceso a este documento al Dr. José Miguel Lana Berasain.

21


Esta historia familiar rescata a actores “de carne y hueso”, (Bragoni, 2004)8 que remiten a aldeas españolas, a parientes, a pasajeros de barcos, a trabajadores, a pueblos vitivinícolas, cuyas identidades entrecruzadas, permiten ensayar algunas explicaciones sobre el proceso migratorio. Del matrimonio de Ambrosio Arizu (1833) con su prima Eusebia Labiano nacieron once hijos: Balbino (1858), Juan Clemente (1859), Lucio Prudencio (1861), Eusebia Vicente (1863), Sotero Miguel (1866), Jacinto Prudencio (1868), Eustaquia Micaela (1870), Luciana (1873), Antonio (1875), Isidro (1876) y María Dolores (1879). Eustaquia y Luciana se hicieron monjas y Lucio Prudencio, Antonio, Isidro y María Dolores parecen haber fallecido tempranamente. Constituían una familia numerosa9 que vivía junto a un peñón de casi mil metros de altura, en una aldea que, en la actualidad, tiene solamente 132 habitantes. Los Arizu Labiano estaban asentados desde el año 1600 en Navarra y emparentados entre sí desde varias generaciones:

Arizu

Otazu,

Arizu

Labiano,

Fernández Arizu,

Arizu

Abadía,

Arizu Yracheta, Arizu Yrisarri , Arizu Leoz, Arizu y Alcalde, Arizu Elorza, Arizu Díaz, Arizu Yturria, Arizu y Martínez, Arizu y Duque, Arbizu Arizu, Zalba Arizu y Erice Arizu10. Según el amillaramiento11 de Unzué realizado en 188912, seis años después de que Balbino hubiera partido a Mendoza, Ambrosio Arizu, su padre, era uno de los 105 residentes censados (en los que se incluía a los forasteros) y era propietario de tres casas, dos corrales, casi 25 hectáreas de herbáceos y un poco menos de 1,62 hectáreas de viñedos. Su esposa Braulia, estaba registrada en otra unidad familiar, como propietaria de 2 toros, 20 cabras, 122 lanares “churros” y 2 mulas. Sus bienes urbanos y agrícolas los ubicaban entre los más ricos del pueblo, solo superados por Patricio Erice con casi 32 hectáreas y por Benigno Zabalza, con 45 hectáreas, quienes tenían además entre 200 y 300 cabezas de ganado lanar. En todo el pueblo había 52 hectáreas de viñedos, la mayoría de menos de 1 hectárea, que en la actualidad han desaparecido. El comercio no era una actividad importante, ya que la producción agrícola y la 8

El retorno al actor y a las perspectivas microanalíticas ha tenido una recepción interesante en la historiografía argentina económica, política y social en las últimas décadas. 9 La alta natalidad de la época era una estrategia contra la alta mortalidad y un recurso para establecer alianzas con otras casas familiares. 10 Información extraída de los Archivos Mormones, sede Godoy Cruz y de su sitio en Internet. www.lds.org 11 El amillaramiento es la relación numerada y por orden alfabético de todos los dueños y usufructuarios de bienes inmuebles y ganadería sometidos a contribución que haya en cada término municipal, expresados separadamente y en conjunto, individuo por individuo, de cada uno y todos los objetos de imposición que el dueño o usufructuario posea. Se realizaron a partir de 1853 hasta 1906. 12

Archivo General de Navarra, Diputación Foral de Navarra, Catastro, caja 16128. Agradecemos la gentileza de José Miguel Lana Berasain por facilitarnos este material.

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actividad industrial, se reducían prácticamente al autoabastecimiento. Los pocos excedentes se intercambiaban en las ferias y mercados locales, según se había hecho desde siglos anteriores.

Algunas explicaciones para la migración familiar

En medio del contexto de las migraciones internacionales cuáles fueron las motivaciones para el viaje de Balbino y de sus hermanos varones: ¿Una familia numerosa en relación al tamaño de la propiedad?, ¿falta de actividades productivas que absorbieran la fuerza de trabajo familiar?, ¿la obligación del heredero de compensar económicamente al resto de los hermanos?, ¿una personalidad ambiciosa?, ¿conflictos familiares?, ¿su soltería? Los Arizu vivían muy cerca del cruce de los caminos entre Pamplona y Tafalla y a un promedio de 30 Km. de ambas importantes poblaciones, una de ellas, Pamplona, la capital de Navarra. Es decir, estaban en contacto con las profundas transformaciones sociales de su época, relacionadas con la disminución del analfabetismo, la aceleración del proceso urbanizador y los cambios económicos y culturales. No estaban aislados, ya que el telégrafo (1882) y el teléfono (1885) comunicaron a Navarra con el resto del país y luego con el mundo. A mediados del siglo XIX, había llegado a Pamplona el ferrocarril. Balbino y sus hermanos sabían leer y escribir en un medio donde el 64% de la población era analfabeta y donde el sufragio universal estaba recién estrenado, ya que fue en la Constitución de 1869 cuando por primera vez se reconoció el sufragio universal masculino. Inserto en un medio escasamente alfabetizado, con altos niveles de ruralidad y en donde la burguesía era un pequeño grupo de comerciantes, industriales o propietarios que solían ocupar la mayor parte de los cargos municipales, Balbino no era uno más. Pertenecía a una de las familias más ricas y antiguas de Unzué. No huía de la miseria. Sin dudas, una de las causales más directamente relacionadas con el

proceso

migratorio vasco o navarro fue la peculiar forma de transmitir el caserío y sus tierras, cuya unidad no debía romperse. En el sistema de “herencia troncal” (Aizpún Tuero, 1945), generalmente los matrimonios eran de conveniencia y lo más habitual era que el heredero elegido, generalmente el hijo mayor, recibiera, al casarse, la propiedad inmueble y sus padres quedaban viviendo bajo su amparo. Al asociar a un solo hijo al trabajo del padre, se perpetuaban en el hogar paterno los valores de trabajo y familia. Sin embargo, afirma Azcona

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Pastor (Azcona Pastor, 1992) que, a veces, se dejaba afuera al hijo más emprendedor para que fuera a probar fortuna a América. Si Balbino partió de un puerto español13, es evidente que cumplió el servicio militar o pagó para evitarlo. Llegó a Mendoza con 25 años recién cumplidos, el 31 de marzo. No se había casado lo cual implicaba que no había logrado acrecentar el patrimonio con otra heredera o “pubilla” ni acceder a los bienes troncales de su familia y a las obligaciones que ello acarreaba: compensar a sus hermanos segundones con dotes y legítimas, cuidar a los padres, ser usufructuario de sus bienes hasta que fallecieran e intentar “colocar” lo mejor posible a los hermanos. Por otra parte, si llegó a la Argentina con su nombre y a los 25 años, podemos suponer que ya había cumplido con los requisitos del servicio militar o había pagado una compensación en metálico. Y si embarcó en Barcelona y no desde un puerto extranjero, implica que también había cumplimentado con la normativa de época14. Su decisión había sido suficientemente planeada: venía a expandir su capital económico, social y cultural vinculado a la vitivinicultura. Si las tierras navarras eran pocas para tanta familia y el peñón ponía límite a sus aspiraciones ¿porqué no buscar un paisaje similar con montañas que se recostaban hacia el oeste15, pero también con una llanura inmensa hacia el este que marcaría un enorme espacio para vender sus productos? El encuentro de un paisaje adecuado para reproducir “lo conocido” ¿constituye una de las claves para entender una inserción económica tan exitosa? Balbino se embarcó a la Argentina en julio, época en que ya en su pueblo se habían terminado las tareas agrícolas de la siega, la trilla y la vendimia. Cuando subió al Fivaller no se diferenciaba del común de los resto de los emigrantes que caracteriza José Manuel Azcona Pastor16: sexo masculino (89,2%), solteros (89%), agricultores y de una edad que oscilaba entre 13

Los agentes de embarque facilitaban la emigración clandestina a través de la falsificación de documentos personales, del embarque en altura o por puertos extranjeros como Burdeos, Gibraltar, Lisboa, por ejemplo, para escapar del servicio militar. Los varones jóvenes enfrentaban el problema de la prolongada duración del servicio militar, entre los 18 y los 25 años, que podría ser evitada con una compensación en metálico, y a la que no todos podían acceder. Esto explica que fueran los varones jóvenes quienes nutrieron la emigración clandestina y los más propensos a caer en las redes de reclutadores que les proporcionaban documentación falsa y pasaje para abandonar el país. 14

Para un pormenorizado detalle de la documentación presentada sobre los emigrantes del Valle de Baztán puede consultarse a Idoate Ezquieta, 1986:139-147. 15 La aldea de Unzué y la ciudad de Mendoza se ubican casi a la misma altura sobre el nivel del mar. 16 Analiza un grupo de 2.019 emigrantes navarros entre 1830 y 1900, p. 64. El hecho de abandonar el hogar, el pueblo de origen y el país comportaba una selección de aquellos miembros de la familia que estaban en mejores condiciones para situarse en el país de destino. Consecuentemente, los niveles de alfabetización de los que emigraban eran superiores a la media de España por las mismas fechas (Azcona Pastor, 1992:64).

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los 20 y 25 años (36,2%). Cuando, como era tradición entre los navarros, Balbino fue a la feria de Tafalla en 1882 se encontró con Bernardino Izuel17, un “pariente” de origen zaragozano, especialista en riego, que había traído de Argentina un lote de mulas para vender y que lo entusiasmó a viajar. Con él llegó a Mendoza en 1883, a trabajar en la apertura de un canal en el departamento de Rivadavia. Es posible que a Izuel, que actuara como “padroni”, como un agente de trabajo, ya que no sabemos si el grado de parentesco era real o fue “recreado” posteriormente18. Debemos destacar que entre las regiones españolas, los vascos y navarros gozaban de la mejor reputación entre los grupos ibéricos de la Argentina y eran preferidos antes que los europeos del sur. Sin embargo, la llegada de los Arizu Balbino no parece haber estado relacionada con las políticas públicas inmigratorias argentinas ni con las Oficinas de Propaganda en Europa, ni con los pasajes subsidiarios del estado argentino19. Aunque la mayoría de los inmigrantes se asentó en Buenos Aires (Cuadro Nº 4), la búsqueda de mano de obra fue central en las políticas públicas de Mendoza. Para el desarrollo vitivinícola de Mendoza, se necesitaba, en forma prioritaria, mano de obra. Por ello, el gobierno se empeñó en su búsqueda ya en los primeros años de la década de 1870. Con el presupuesto nacional o con el provincial se nombraron distintos agentes e inspectores de inmigración que se establecieron en Buenos Aires y que hasta viajaron a Europa a buscar trabajadores.

17

No conocemos su grado de parentesco real, pero se trataban como “primos” y se acompañaron en la vida empresarial. El Álbum del Centro Vitivinícola de 1910 cuenta que Izuel vivía en San Rafael desde 1870 y se había dedicado a las obras de riego. Había realizado en Francia estudios sobre irrigación y tuvo a su cargo la extensión de la red de riego en el sur mendocino, cuyos honorarios el gobierno canceló con tierras, muchas de las cuales fueron vendidas a los Arizu. Entre ambos donaron tierras para la fundación de Villa Atuel. 18 Entrevista a Sara Ruiz Izuel de Casale, 18 de marzo de 2008. 19

El experimento del gobierno argentino con la inmigración “subsidiaria” durante el periodo 1888-1891 atrajo a miles de personas que abandonaron su país sin planes claros y sin contactos en la Argentina, precisamente antes de la crisis del 90. Entre 1889 y 1890 el gobierno argentino expidió alrededor de 134.000 pasajes que fueron entregados a agentes reclutadores y de los cuales unos 60.000 se entregaron a españoles. La promoción tuvo impacto en el conjunto de España, especialmente sobre las familias de jornaleros andaluces afectados por la sequía y la filoxera.

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Cuadro Nº 4 Distribución geográfica de la población española en Argentina ( 1869-1914) (% sobre el total de españoles en cada fecha censal)

Año

1869

1895

1914

Capital Federal

41,8

40,4

37,0

Buenos Aires

42,2

35,2

33,0

Santa Fe

4,6

10,6

10,2

Entre Ríos

8,9

3,2

0,9

Córdoba

0,7

2,7

5,1

Mendoza

0,2

1,4

5,0

San Juan

0,1

0,9

1,3

Tucumán

0,1

2,0

1,9

Fuente: Blanca Sánchez Alonso. La inmigración española en Argentina. Siglos XIX y XX. Ediciones Jucar, 1992, p. 68.

Cuando llegó a Mendoza en 1883, la vitivinicultura estaba dando sus primeros pasos en su “proceso de resurrección” 20, amparada por el estado nacional y provincial que promovía el cambio de una economía basada en la ganadería comercial a otra sustentada en la agroindustria para abastecer el mercado nacional en formación. Los cambios económicos se asentaron en complejas relaciones comerciales y laborales vinculadas a la ganadería comercial, a la expansión de alfalfares y a los cultivos cerealeros que trascendían los límites provinciales21. Balbino Arizu se insertó en una sociedad de profundos cambios y tuvo la habilidad de beneficiarse con las múltiples posibilidades que la expansión económica brindaba: conexiones ferroviarias, canales y diques para el riego, llegada de mano de obra. Su condición de extranjero no le impidió insertarse en las redes mercantiles y clientelares y a los cuatro años de llegar compró diez acciones del flamante Banco Provincia, que más tarde presidiría. La 20

Mateu, Ana María. “Estado y vitivinicultura. Las políticas públicas de la transición. Mendoza 18701890”. En: Travesía. Revista de Historia Económica y Social. 3/4. Vol. 1. ISBN 0329. Compilación a cargo de Daniel Campi y Marta Bonaudo. Tucumán, 2003, pp.177-205. 21 La historiografía tradicional sobre las regiones agrarias argentinas ha mostrado la expansión capitalista como una época de grandes cambios que se realizaron sobre un territorio vacío o virgen. Sin embargo, la última literatura disponible, aun reconociendo la importancia de los cambios, intenta rescatar las etapas previas para conectarlos con las relaciones sociales agrarias y empresarias del siglo XIX. Bragoni, Beatriz y Richard Jorba, Rodolfo. “Acerca de la complejidad.... Op. Cit.

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empresa Arizu se incorporó a una industria naciente que estaba buscando su perfil dentro de la dicotomía “calidad versus cantidad”. Desde los momentos iniciales de la fundación de la industria a nivel industrial, se creyó que la viña era un negocio millonario. La Memoria de la Exposición Interprovincial de 1885 sostuvo “no hay cultivo más lucrativo que el de la viña”22. Cinco años más tarde, Emilio Civit expresó que “...el que puede ahorrar un peso sobre su renta o disponer un peso sobre su crédito debe emplearlo en bodegas y viñas con entera confianza y fe en lo venidero; en la viña está la riqueza de Mendoza23. Arata24, en 1903, todavía seguía sosteniendo que convertirse en viñatero no era un negocio tan difícil, ni que requiriese de grandes desembolsos. Sostenía que con un capital que fácilmente se obtenía en los bancos, se podía asegurar una tasa de ganancia del 40 o 50%. La plantación de viñedos se convirtió en un “boom”, que se tradujo en un crecimiento fabuloso pero anárquico, y que rápidamente llevó a que los establecimientos para elaborar tanta materia prima fueran insuficientes. Las elites tradicionales diversificaron su capacidad económica invirtiendo en la modernización del viñedo y en la ampliación de la superficie cultivada. A esta incipiente burguesía se le unieron empresarios de origen extranjero. Aquí comienza la historia de la empresa Arizu. Las políticas públicas pronto dieron sus frutos. Aquellos 39 extranjeros de 1874 se convirtieron en 296 al año siguiente, llegaron a 3.177 en 1890 y alcanzaron un pico en 1914, para luego descender abruptamente con la Primera Guerra Mundial (Gráfico Nº 2).

22 23 24

A.H.M. La Provincia de Mendoza en su Exposición Interprovincial de 1885. Mendoza, 1885, p.73. Civit, Emilio. Los viñedos de Francia... Op. cit., p.27-28. Pedro Arata. “Investigación vitivinícola”. Op. cit., p. 202.

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Gráfico Nº 2:

Mendoza-Crecimiento Vegetativo e Inmigratorio - 1900-1928 18.000 16.000 14.000 12.000 10.000 8.000 6.000 4.000 2.000 0 80 83 886 889 892 895 898 901 904 907 910 913 916 919 922 925 928 18 18 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1

Año Crecimiento Veget at ivo

Crecimient o Inmigrat orio

Fuente: Martín, José Francisco. Estado y empresas. Relaciones inestables. EDIUNC, Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, 1992, pp. 248-250.

Apenas instalados los Arizu en Mendoza, la información para migrar circuló por los lazos fuertes y débiles, ampliando los límites de la experiencia más allá de la familia. Su temprana inserción fue un factor de atracción para casi el 25% de las familias de Unzué que llegaron a Mendoza, sabiendo que acá encontrarían techo, comida y un trabajo. Constituyeron un claro caso de migración en red, que terminó por trasladar a más de un tercio de la aldea. Ser pariente, ser amigo o ser español, actuaba como una especie de garantía para acceder a un trabajo, para integrar la cadena y para ir armando la “familia empresarial” por etapas. Los nombres de trabajadores, comerciantes y proveedores que aparecen, incluso antes de la formación de la primera empresa familiar en 1887, son casi los mismos que marcarán el entorno relacional de la empresa en los años posteriores.

28


Los Arizu configuraron una red social, de un carácter aldeano o microregional y no solo familiar, que, simbólicamente, reprodujo el entramado de vecinos de la aldea natal en Mendoza. Las fuentes nominativas nos remiten a comunas de origen y a parentescos lejanos, mostrando la revalorización de la comunidad como ámbito significativo de interacción social. La aldea pasó a ser el lugar de pertenencia, la patria, aunque desde allí se valorizara un espacio más amplio, como Navarra y por último, como España. Muchas de las relaciones laborales dentro de la empresa ya venían estructuradas desde España, desde la misma aldea de Unzúé. Para conocer el peso de estas redes étnicas hemos cruzado los apellidos de las familias consignadas por el amillaramiento de Unzué con los de los trabajadores, cualquiera fuera su condición, en el periodo analizado. Del total de grupos de familias de Unzué, que totalizaban 105, 18 (17%) se trasladaron a Mendoza, totalizando alrededor de 100 hombres, que, a su vez, seguramente era cabezas de familia (Gráfico Nº 3 y Cuadro Nº 5).

Gráfico Nº 3: Residentes de Unzué y familias de Unzué en la empresa (%) (1889-1930)

Unzué y Arizu 1889-1930

70 60 50 40 30 20 10 0 Unzué

Empresa Arizu

Fuente: Elaboración propia en base a bases de datos de Arizu y Amillaramiento de Unzué.

29


Cuadro nº 5 Familias de Unzué en la empresa Arizu

Familia

Cantidad de personas

Armendáriz

7

Echeverría

3

Erice

2

Esain

1

Gorriz Celaya

1

Gil

9

Indurain

1

Irisarri

2

Liberal

11

Lizasozin

1

López

11

Martínez

17

Ramírez

14

Salinas

3

Salas

5

Valencia

4

Zabalegui

3

Zabalza

5

Fuente: Elaboración propia en base a Amillaramiento y Base de Datos de trabajadores de Arizu.

Pero no debemos limitar el funcionamiento de esta red solamente a los trabajadores de la empresa Arizu. Los apellidos del amillaramiento se multiplicaron en otras empresas y actividades de la provincia y muchas veces, se fueron entrelazando entre ellos. Para la mayoría de los emigrantes del Navarra, el proceso de inserción social en Mendoza había comenzado con la alentadora noticia de que en lo de “los Arizu”, para los primeros tiempos, siempre había techo y comida25.

25

Entrevista a Daniel Schimtt, Op. Cit.

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Conclusiones

La empresa Arizu se convirtió en los primeros años del siglo XX en la tercera en importancia del país y Balbino fue un destacado actor en el gremialismo empresario y en actividades filantrópicas. Ya hemos analizado los pasos de Balbino Arizu para, desde una bodega alquilada convertirse en el tercer empresario vitivinícola del país, que muestran las habilidades de un “emprendedor” que encontró o se creó un espacio en una estructura productiva que se estaba conformando. Y que, rápidamente, comenzó a incidir sobre la misma a través de sus propias pautas y las de las corporaciones en las que participó, que pretendieron controlar la industria e incluso incurrir en prácticas colusivas26. Fue el artífice de la exitosa mezcla de valores “modernos”, con la preponderancia de la familia como elemento determinante de su “cultura empresarial”. Evidentemente su inserción social en una red, que ya venía estructurada desde el país de origen, constituyó una de las herramientas para que este grupo familiar y empresarial

fuera tan exitoso. Las

explicaciones van más allá del fenómeno pull and push y de dos contextos en estrecha relación. No fue el encuentro de un paisaje adecuado para reproducir “lo conocido” la única clave para entender porqué los Arizu eligieron Mendoza. Una vez instalados, se movieron dentro de redes sociales, que reconfiguraron un espacio de paisanos, familiares y de relaciones políticas y sociales que aminoraron los riesgos y maximizaron las posibilidades de conseguir lo que se buscaba. Hay a lo largo de todo el periodo un continuo intercambio de poderes ante escribanos público que permiten suponer que los límites entre la familia, los compadres y paisanos y los negocios estaban poco nítidos. Esto también se corresponde, con un manejo muy casero y familiar del dinero27. La historia de los Arizu no es un caso especial dentro del proceso migratorio español. Exhibe rasgos comunes con otras historias, pero también sus diferencias. Del análisis de su 26

El término “colusión” se refiere a un acuerdo entre empresas que compiten entre sí o cuyas actividades se complementan verticalmente, ya sea para aumentar o fijar los precios, o para reducir la producción y así incrementar sus ganancias. El beneficio resultante del acuerdo implica un perjuicio para el resto de las empresas o consumidores. En este tipo de circunstancias, los participantes de una industria oligopólica suelen tomar en cuenta las acciones de sus rivales y coordinar sus acciones como si fueran un cártel, aunque no tengan un acuerdo formal. A este tipo de comportamiento se denomina colusión tácita o paralelismo consciente. 27

Eran frecuentes los retiros de los Arizu para pagar sus cuentas personales de luz, agua, viajes, la ropa de “Gath y Chávez” y “A la ciudad de Buenos Aires”, hasta el bacalao o el champagne, las limosnas, el palco del teatro, los bombones. A esto se añadía el llamativo descuento ¿compulsivo o coercitivo? a los mensuales de números de la Lotería de Navarra y de contribuciones a la Sociedad Española de Socorros Mutuos.

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itinerario empresarial se pueden extraer conclusiones que iluminan los procesos de conformación del empresariado regional. En primer lugar, no escaparon de la miseria. La familia Arizu pertenecía al sector de mayor poder económico de Unzué, aunque también su crecimiento futuro estaba limitado por la situación de la agricultura navarra de la época. Fueron los hijos varones, y en especial, el primogénito, quienes decidieron reproducir, a una escala mayor, un contexto vitivinícola acerca del que ya se tenía conocimiento y experiencia. Fue esta una estrategia encabezada por el propio heredero de los bienes troncales y desplegados para evitar un proceso de movilización descendente. El principal capital de Arizu fue su propio conocimiento de cuánto del modelo español podía ser trasladado a Mendoza y qué errores no debían repetirse. Los tres hermanos más importantes de la saga crecieron dentro de la empresa, pero también fuera de ella, donde cada uno armó su propio grupo familiar. La excepción fue Balbino, el mayor, quien contrarió un mandato que ya constituía parte del imaginario colectivo de la industria: “la viña se planta siempre pensando en los hijos”28. Sin embargo, su elección matrimonial, con quien seguramente no le daría hijos, fue el arranque de la empresa. Sotero (ocho años menor que Balbino) falleció en 1912 a los 42 años y Jacinto (diez años menor) en 1927, a los 60 años. Ambos formaron familias numerosas y construyeron su vida con solidaridades e identificaciones propias, al margen de la de Balbino. De las tres mujeres del grupo de hermanos inicial, dos fueron monjas y quedaron en España. La otra, Eusebia, casó con Florencio Garde y tuvo una participación escasa en la empresa, mediada por su rol de mujer y por el protagonismo de Balbino. Fue la proveedora del mundo de los afectos de su hermano, quien en su viudez se aferró a ella y a sus hijas. De acuerdo al sistema troncal de transmisión de la herencia que priorizaba “la casa”, el “tronco familiar”, Balbino, era el responsable de la transmisión material y simbólica de los bienes. Este rol se mantuvo internalizado en la familia, a semejanza del habitus de Bourdie y fue resemantizado en la sociedad de arribo, donde el núcleo familiar se ramificó. Es probable que la empresa familiar funcionara en el imaginario familiar como el bien troncal del derecho sucesorio navarro y esto explicaría el intercambio de bienes entre los hermanos y sus descendientes para no dispersar el patrimonio (Bourdieu, 1991). La parentela fue reedificada y construida más allá de los vínculos biológicos. Hemos podido corroborar que muchos de los apellidos de los residentes del pueblo de Unzué son los 28

Memoria del II Congreso Nacional de Comercio e Industria en Mendoza, Compañía Sudamericana de Billetes de Banco, Buenos Aires, 1914. Balbino se desempeñó como vocal de ese Congreso.

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mismos del personal vinculado a la empresa familiar a través de distintas relaciones laborales. La propia demanda de trabajadores actuaba como mecanismo de llamada para los pobladores de una pequeña aldea, que a largo del siglo XX fue casi desangrada por el éxodo de sus pobladores. Esto es demostrativo de la importancia de los vínculos personales en la sociedad industrial y en el mercado, que actuaban como factor condicionante de las relaciones sociales. Si pensamos en un proceso migratorio en busca de tierras cultivables, el objetivo fue plenamente cumplido. La empresa, y la familia llegaron a tener inmensos paños de viña a través de compras que superaron las 19.500 has. Si la meta era la producción de vinos y la llegada hasta los más lejanos puntos de venta del mercado interno, su inserción como los terceros productores del país a partir de la primera década del siglo XX, no permite dudas. Por otra parte, fueron innovadores y pioneros en la mayoría de las estrategias societarias de la época: en la conformación de una S.A, en la inversión en el sur de la provincia, en la integración vertical con sus principales distribuidores de vino, en la constitución de un fideicomiso de “garantía” para conseguir fondos en los complicados años de la primera Guerra, en cotizar en la Bolsa de Londres, en su equipamiento tecnológico, en el diseño de los canales de distribución, en la diversificación de su cartera de productos

y hasta en la

exportación al extranjero de pequeños volúmenes. Pero, como contrapartida, Balbino fue, un conservador que mantuvo el control absoluto de una “muy simple” estructura organizacional. Y para mantenerla, recurrió a un cúmulo de relaciones en las que la familia, el origen étnico, la aldea, los favores recibidos y los lazos políticos se entremezclaban y casi no permitían fisuras. La empresa fue su vida, su familia, su “tronco”, en el sentido navarro de los bienes. Debemos destacar que, también, tuvo un compromiso con la Mendoza de su época, en la que concretó sus sueños e invirtió su dinero. No fue un inmigrante golondrina, no volvió a España a gastar lo conseguido, sus restos reposan en el Cementerio de la Capital de la provincia, luego de que sus actividades fueran una parte muy importante de la vida laboral y económica de la provincia.

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Fuente: La Quincena Social. Nยบ 35, Mendoza, 15 de octubre de 1920.

Diagrama: Descendientes Ambrosio Arizu

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Diagrama de descendientes de Sotero Miguel Arizu

Diagrama de descendientes de Jacinto Prudencio Arizu

Fuente: Elaboración propia en base a Bases de Datos del Archivo de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. www.lds.org

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MIGRACIONES Y GÉNERO: UNA APROXIMACIÓN A PARTIR DE LAS EXPERIENCIAS DE MUJERES BOLIVIANAS RESIDENTES EN MENDOZA Victoria Martínez Espínola

Resumen

El presente trabajo se dirige a conocer algunos de los factores que han dado lugar al desarrollo de proyectos migratorios por parte de mujeres bolivianas residentes en la provincia de Mendoza, Argentina. Intentamos aproximarnos a la cuestión estableciendo una relación entre distintos niveles de análisis: algunos determinantes estructurales que explican el desarrollo de las migraciones, la conformación de redes sociales de migrantes y las motivaciones personales de las protagonistas del fenómeno estudiado a partir de sus discursos. Partimos del supuesto de que la perspectiva de género, en tanto pone de manifiesto que éste constituye una forma primaria de relaciones significantes de poder, permite hacer visibles ciertas posiciones de dominación/subordinación socialmente construidas. Tal categoría posibilita un abordaje de los procesos migratorios orientado a conocer ciertas especificidades en que el mismo es experimentado por las mujeres.

Palabras claves: Migraciones – Factores de género – Mujeres bolivianas.

Abstract The current article aims to learn about some of the factors that have caused the development of migratory projects of Bolivian women living in Mendoza Province, Argentina. We intend to deal with the matter by establishing a relationship between different levels of analyses: some structural issues explaining migrations’ development, the constituency of

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migrants’ social laws and the personal reasons of the women involved in this phenomenon taking into account their comments. The starting point is the idea that as the genre perspective highlights the fact that genre is a primary form of significant relationships of power, it makes it possible to make some positions of domination/subordination which are socially built clear. Such category allows for the possibility of an approach to the migratory processes oriented to learn about certain specifications in which it is experienced by the women.

Keywords: Migrations – Genre factors – Bolivian women.

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Introducción

El presente artículo se propone una aproximación al conocimiento de los factores que han dado lugar al surgimiento de proyectos migratorios por parte de mujeres bolivianas residentes en Mendoza. La colectividad boliviana ha adquirido, desde mediados del siglo XX en adelante, una importancia cuantitativa creciente en la provincia. Asimismo, consideramos que junto con su aumento numérico, se desarrollan procesos de gran interés sociológico que deben abordarse en su especificidad. La investigación se enmarca en el cruce de dos campos temáticos centrales: por un lado, los estudios sobre migraciones; por el otro, los estudios de género. Esta intersección de campos teóricos ha dado lugar a los estudios sobre feminización de las migraciones, enfoque tendiente a problematizar algunas líneas de los clásicos estudios sobre migraciones. El trabajo pretende relacionar estos aportes teóricos con algunos resultados del trabajo de campo realizado desde una metodología cualitativa. Se trata de un análisis dirigido a interpretar los discursos de las mujeres entrevistadas con el fin de reconstruir las significaciones que enlazaron a sus experiencias migratorias, prestando especial atención a las motivaciones de la migración. Así, intentamos captar ciertas estructuras de significación presentes en “lo dicho” por las mujeres y buscar algunas explicaciones (Geertz, 1988: 24). Los testimonios que analizaremos pertenecen a mujeres de distintas edades nacidas en Bolivia, que residen de manera permanente en Mendoza, y que actualmente se dedican a la venta ambulante de prendas de vestir en el centro de la ciudad. El límite temporal de la investigación se ubica en el año 2009.

Migraciones y reproducción de la vida

El campo de análisis constituido por los procesos migratorios contemporáneos es de una vastísima extensión. Asimismo, son muchas las disciplinas y enfoques desde donde se los puede analizar, pudiendo enfatizar en aspectos demográficos, antropológicos, económicos, psicológicos, comunicacionales, etc. Además, existen diversas corrientes teóricas dentro de las ciencias sociales que han abordado esta temática desde distintos marcos conceptuales29.

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Para una revisión acerca de teorías migratorias contemporáneas, ver: Massey, Douglas, Arango, Joaquín, Graeme, Hugo y otros (2000) “Teorías sobre la migración internacional: Una reseña y una

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Según Massey y otros, en la actualidad no existe una teoría coherente y única sobre las migraciones internacionales, sino un conjunto fragmentado de teorías que se han desarrollado aisladas unas de otras. Según los autores, dada la complejidad y la naturaleza multifacética que revisten actualmente las migraciones, es necesaria la incorporación de varias perspectivas, niveles y supuestos de análisis (Massey, Arango, Graeme y otros, 2000:6). De acuerdo a nuestra investigación bibliográfica y a nuestro trabajo de campo, consideramos importante tener en cuenta esta sugerencia a la hora de conceptualizar el fenómeno migratorio. Tomaremos como referencias teóricas algunos estudios que ponen de manifiesto la importancia de distintas variables que permiten explicar el surgimiento y desarrollo de los movimientos migratorios: la existencia de aspectos socioeconómicos que determinan la salida de grupos humanos de determinadas sociedades, la conformación de redes sociales que estimulan la inmigración a ciertas regiones y las motivaciones personales de las protagonistas de este proceso social. Siguiendo a Larissa Lomnitz, consideramos a la migración como el resultado de una perturbación entre los seres humanos y su ambiente, sea social o físico (Lomnitz, 1987: 47). La autora propone un modelo descriptivo de las migraciones que permita comprender analíticamente los diversos aspectos del problema. Para este fin, caracteriza a las sociedades humanas desde un enfoque ecológico, entendiéndolas como uno de los elementos dentro de un sistema complejo de factores geográficos, climáticos y de fauna y flora propios de una región dada. En este marco, el fenómeno de la migración se presenta como un proceso de desplazamiento geográfico de poblaciones humanas de un “nicho ecológico” a otro. Dentro de este proceso se distinguen tres etapas: a) Desequilibrio: proceso mediante el cual un nicho ecológico se satura temporal o permanentemente, afectando la subsistencia o la seguridad de un grupo humano. b) Traslado: comporta todos los factores que afectan al proceso migratorio propiamente, incluyendo diversas variables como: distancia de traslado, medios de transporte, características de los migrantes, aspectos temporales y espaciales. c) Estabilización: implica el restablecimiento del equilibrio o acomodo del grupo. Incluye todo el proceso de aculturación y adaptación al nuevo ambiente (Lomnitz, 1987: 4849).

evaluación”, en: Trabajo, Año 2, núm. 3, 5-50. Arango, Joaquín (2003) “La explicación teórica de las migraciones: luz y sombra”. Migración y Desarrollo, Nº 1.

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Lomnitz hace una consideración relevante para nuestro análisis, dado que se refiere a la migración de tipo rural-urbana. Al respecto, aclaramos que la mayoría de nuestras entrevistadas provienen de zonas rurales pertenecientes al departamento de Potosí, ubicado en la región andina boliviana. Según la autora, en América Latina la etapa (a) del proceso migratorio (desequilibrio) se produce por la saturación del subsistema rural, debido al crecimiento de la población rural y el agotamiento de las tierras. A esta saturación se agregan factores de desequilibrio relativo, como la centralización de los recursos nacionales en el subsistema urbano. Este proceso tiene por consecuencia un rezago creciente del campo, no sólo en lo que se refiere a la economía, sino en diversos aspectos como la concentración urbana de servicios médicos, la educación pública y la infraestructura tecnológica en general (Lomnitz, 1987: 50). Esta conceptualización nos permite hablar de la migración como una estrategia por parte de los y las sujetos frente a un contexto ecológico que dificulta la producción y reproducción de la vida humana. Por esto tomaremos el concepto de estrategias de reproducción que aporta Bourdieu, según el cual éstas son acciones destinadas a generar nuevas condiciones de vida en un contexto de deficiencia de algunos de los factores imprescindibles para asegurar el mantenimiento de la vida individual y/o colectiva. Así, estas estrategias pueden ser emprendidas por sujetos individuales o colectivos, con diferentes grados de conciencia por parte de los mismos y son aplicadas en puntos diferentes del ciclo de vida como proceso irreversible (Bourdieu, 2002:7). Dado que los factores de expulsión de la población boliviana tienen sus raíces en un proceso histórico muy complejo, su abordaje excedería los límites del presente trabajo. Sin embargo, para situarnos en ese contexto, vale citar a Cristina García Vázquez cuando afirma que Bolivia es uno de los países más pobres de América Latina y un representativo ejemplo de que la riqueza de sus suelos ha sido la causa del hambre y la explotación de gran parte de su población. “Un país que ha contribuido al desarrollo de los países industrializados, por ser fuente de las materias primas más demandadas por éstos; primero con la extracción de plata; más tarde, a finales del siglo XIX y durante el siglo XX, con la de caucho, petróleo y, principalmente, del estaño” (García Vázquez, 2005:42). Como consecuencia de la sostenida explotación de sus recursos naturales y de su población, la compleja sociedad boliviana se vio desestructurada, empujando a gran parte de ella a buscar mejores oportunidades laborales y de vida en otras tierras.

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Con respecto a la Argentina como destino primordial de las migraciones bolivianas, Alberto Zalles Cueto menciona como determinante de este proceso el déficit crónico de mano de obra durante el siglo XX en actividades que han sido las realizadas por los y las migrantes, como el trabajo agrícola, la construcción, el servicio doméstico y la industria de la confección (Zalles Cueto, 2002:92-93). La conformación del circuito migratorio entre Bolivia y Argentina es antigua y ha pasado por diversas etapas, en las que se conjugan determinaciones económicas, políticas y culturales de ambos países, tanto de tipo estructurales como coyunturales30. Según Susana Sassone, la circulación entre Bolivia y Argentina es un recurso permanente, hecho que se hace visible con las numerosas empresas de transporte que, desde distintas ciudades del país, llegan a las localidades de la frontera con Bolivia. Además, otro aspecto más elocuente de la visibilidad de los y las bolivianas en Argentina está dado por su presencia en el espacio público a través de la acción comunitaria, la religiosidad y las festividades transferidas desde Bolivia (Sassone, 2009:400).

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Para una profundización en este tema, ver Sassone, Susana María (2009) “Breve geografía histórica de la migración boliviana en la Argentina”, en: “Temas de patrimonio cultural Nº 24: Buenos Aires Boliviana. Migración, construcciones identitarias y memoria”, Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Buenos Aires, 389-402.

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Las redes sociales de migrantes

Otro aspecto relacionado con las estrategias de sobrevivencia y los procesos migratorios es el de las redes sociales de migrantes. Dentro de los estudios sobre migraciones, este asunto constituye un campo en sí mismo. En relación con nuestro trabajo este aspecto es insoslayable, dada la importancia que para nuestras entrevistadas ha tenido la existencia de migrantes previos (como los padres, hermanos y primos), tanto en la toma de la decisión de migrar, así como en el apoyo que les fue brindado una vez llegadas a Mendoza. Debido a la existencia de una extensa bibliografía sobre el tema de las redes migratorias, acotaremos nuestra referencia teórica a la conceptualización que hacen Douglas Massey y otros autores, siendo Massey uno de los más importantes investigadores que se han centrado en esta temática. Según los autores, las redes de migrantes son “conjuntos de lazos interpersonales que conectan a los migrantes, primeros migrantes y no-migrantes en las áreas origen y destino mediante lazos de parentesco, amistad y de compartir un origen común (…) Las conexiones de redes constituyen una forma de capital social que la gente puede usar para tener acceso al empleo en el extranjero. Una vez que un número de migrantes alcanza un umbral crítico, la expansión de la red reduce los costos y los riesgos del movimiento, lo que hace aumentar las probabilidades de la migración, lo que origina traslados adicionales, que después expanden la red, y así sucesivamente. Con el tiempo esta conducta se extiende hasta abarcar amplios segmentos de la sociedad expulsora” (Massey, Arango, Graeme y otros, 2000:26-27). Las redes de migrantes tienen una importancia central en la conformación de comunidades migrantes en todos los momentos implicados en la trayectoria migratoria, es decir, desde la toma de decisión en los lugares de origen hasta el establecimiento en las sociedades de destino. En un primer momento, es a través de parientes o amigos que los futuros migrantes obtienen la información necesaria para evaluar y decidir emprender la migración. Posteriormente, por ejemplo, gracias a los miembros de estas redes, los y las migrantes accederán más fácilmente a un trabajo y podrán construir sus casas.

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Agencia migrante

Por otra parte, consideramos de fundamental importancia tener en cuenta la dimensión de las motivaciones personales en el análisis de los procesos migratorios, ya que si se desdibujan los factores subjetivos –que pueden estar configurados, por ejemplo, por la existencia de redes de migración-, la comprensión profunda de este fenómeno social quedaría incompleta. En un análisis de Sergio Caggiano sobre las construcciones que la prensa escrita ha elaborado sobre los inmigrantes en Argentina, encontramos un llamado de atención al respecto: “se recurre a numerosos términos (…): «ola», «corriente», o «flujo» inmigratorio, «oleadas», «torrente» o «aluvión». Todos ellos evocan fenómenos pertenecientes al orden de lo natural. La historicidad, las condiciones sociales y aun la subjetividad envueltas en estos procesos quedan relegadas. El reenvío a la naturaleza sugiere un movimiento que no puede controlarse o que, en cualquier caso, se rige por leyes ajenas a la dimensión social” (Caggiano, 2005:78). Stephen Castels aporta una noción que nos parece indicada para introducir la comprensión de los aspectos subjetivos en los procesos migratorios, que es la noción de agencia migrante. Según esta idea, los y las migrantes no son individuos aislados que reaccionan a estímulos del mercado y reglas burocráticas, sino que son seres sociales que buscan algo mejor para sí mismos, sus familias y sus comunidades dando forma de manera activa al proceso migratorio (Castels, 2006:42). Consideramos que esta noción de agencia migrante puede complementarse con la idea de Joan Scott, según la cual la agencia humana se define como el intento parcialmente racional de construir una identidad, una vida, un entramado de relaciones y, por ende, una sociedad (Scott, 1990:44).

Feminización de las migraciones

La presente investigación pretende conocer y comprender el fenómeno migratorio en Mendoza desde una perspectiva de género. Siguiendo a Marina Ariza y Orlandina de Oliveira, entendemos al género como un sistema de prácticas, símbolos, representaciones, normas y valores en torno a la diferencia sexual entre los seres humanos, que organiza las relaciones entre mujeres y varones de manera jerárquica. Este sistema es una construcción

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social que se impone a los individuos y que, a su vez, es recreado por ellos a partir de los significados proporcionados por el lenguaje, la historia y la cultura. Por lo tanto, el concepto de género articula aspectos de carácter socio-estructural y socio-simbólico e incluye tanto determinantes macro- como microestructurales (Ariza y Oliveira: 2000:2). Consideramos que el concepto remite siempre a relaciones de género o entre los géneros, intentando de este modo alejarnos de ciertas nociones del sentido común que asocian las cuestiones de género a los asuntos estrictamente femeninos. En este sentido aclaramos que, si bien nuestro trabajo de campo se basó únicamente en testimonios de mujeres, esto no quita que, en torno a algunos temas, también existe una narración de la experiencia de género masculino, y de la relación entre ambos. En el presente apartado pretendemos arribar a una comprensión del proceso de feminización de las migraciones actuales a partir de distintos estudios que se centran en el análisis de dicho fenómeno a escala internacional y nacional. Nos interesan estos aportes en la medida en que cuestionan el tratamiento que se ha hecho históricamente de los fenómenos migratorios al no contemplar la dimensión de género como un aspecto diferencial de los desplazamientos humanos. También nos interesa el rescate de la noción de autonomía por parte de las mujeres en el proceso de toma de la decisión de migrar. De acuerdo a las investigaciones de varias autoras, existe el consenso de que la incorporación de la categoría de género a los análisis de las migraciones internacionales se ubica históricamente en la década de los ‘70 del siglo XX y, con mayor rigurosidad, desde los años ‘80. Previamente, su inclusión ha sido mínima (Gregorio Gil, 2003; Jiménez Julià, 1998; Aubarell, 2000; Rizzo, 2007).

El surgimiento del nuevo campo de análisis constituido por la

relación entre migraciones y estudios de género se presenta como una continuidad de la perspectiva inaugurada por la antropología feminista en los años ‘70, la cual indagaba acerca de las relaciones entre el capitalismo internacional y su impacto diferencial según el género (Gregorio Gil, 2003: 1). Consideramos que la perspectiva de género ha permitido echar luz sobre una realidad que ha estado “siempre ahí”, pero que ha sido invisibilizada por una cultura patriarcal muy fuerte, de la que no ha estado exento el ámbito académico. Un aspecto señalado por varias autoras como obstáculo al tratamiento específico de las migraciones femeninas ha sido el estereotipo subyacente a los estudios tradicionales sobre migraciones, según el cual la migración es fundamentalmente laboral y masculina. Por este motivo se ha construido una

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imagen de las mujeres migrantes como sujetos pasivos, dependientes y acompañantes del varón proveedor (Gregorio Gil: 2003; Juliano, 2000; Aubarell, 2000; Jiménez Julià, 1998). Dolores Juliano apunta a deconstruir este estereotipo a partir de la idea de que las mujeres son estructuralmente viajeras.

La mujer se caracterizaría por permanecer, mientras que el hombre tendría unos itinerarios autónomos más amplios. Sin embargo, esto es falso en su conceptualización misma, dado que la inmensa mayoría de nuestras sociedades son patrilocales, lo que significa que el modelo tradicional de mujer es el de la mujer que abandona su hogar de origen para ir a vivir al lugar de su marido. Así, mientras que el hombre podía pasar toda la vida en el grupo en el cual nacía, la mujer era emigrante por definición, puesto que al casarse debía cambiar de lugar. (Juliano, 2000:382)

Los distintos aportes acerca del proceso de feminización de las migraciones nos llevan a captar la cuestión de la autonomía de las mujeres en tanto migrantes, como también a considerar que los motivos de las migraciones pueden ser diferentes según la pertenencia de género. Al respecto, Juliano menciona la existencia de problemáticas de género que permiten explicar las diferencias entre la migración masculina y la femenina. Entre ellas se destacan las situaciones de mujeres viudas, madres solteras o mujeres que desean continuar sus estudios. En este mismo sentido, resulta esclarecedora la reflexión de Nadia Rizzo a propósito de la migración de mujeres latinas a Alemania. La autora afirma que los factores socioeconómicos o de clase no son suficientes para dar cuenta de los motivos que impulsan a las mujeres a emigrar. A ellos debe agregarse la comprensión de factores de género, los cuales se relacionan con situaciones represivas vividas por el sólo hecho de ser mujeres, tanto en el ámbito familiar como en el cultural. En tales situaciones, “la migración puede suponer un giro hacia una transformación creativa en la biografía, ante una trayectoria biográfica de sufrimiento” (Rizzo, 2007:10). Todos estos aportes dejan en claro la existencia de relaciones de poder en los distintos espacios de interacción de la vida social. Además, dan cuenta de la autonomía y capacidad de las mujeres para modificar dichas relaciones a través de sus propias acciones, como puede ser la toma de la decisión de migrar. Con respecto a este último punto, Eva Jiménez Julià considera que uno de los aportes de los estudios de género al estudio de las migraciones es que permiten reconocer la existencia de relaciones patriarcales al interior de la

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familia y, por lo tanto, considerar que determinadas situaciones son conflictivas y no neutrales, como puede ser la decisión de emigrar por parte de las mujeres (Jiménez Julià, 1998: 20-21). Por último, tomamos un estudio de María Inés Pacecca y Corina Courtis sobre migraciones de mujeres de países limítrofes en el Área Metropolitana de Buenos Aires desde un enfoque cuantitativo. Nos interesa su definición de “feminización” de las migraciones, según la cual “el término «feminización» se refiere a la modificación de la composición por sexos en los flujos migratorios, específicamente al aumento cuantitativo de mujeres en el total de inmigrantes. Como proceso, la feminización de las corrientes migratorias abre un conjunto de discusiones sobre la incidencia, la visibilización y la comprensión del género en el plano individual, de la unidad doméstica, comunitario y del mercado de trabajo. Desde 1960 en adelante se verifica la feminización paulatina y sostenida de la población limítrofe residente en Argentina” (Pacecca y Courtis, 2008:23).

Emprender la migración

El

principal

interrogante

que

nos

planteamos al comenzar la investigación sobre experiencias migratorias de mujeres bolivianas residentes en Mendoza alude a sus causas. Nos interesa conocer qué motivó a las mujeres entrevistadas a emprender un viaje, al menos prolongado, a otro país. Desde nuestras prenociones acerca de lo que podría impulsar tal acción estratégica, esperábamos encontrar respuestas referidas a la situación económica en su país y sus lugares natales. Sin embargo, si bien los motivos laborales son importantes a la hora de comprender las migraciones aquí analizadas, no constituyen los únicos determinantes de las mismas. Más bien, cabe resaltar que las entrevistadas enfatizaron en otro tipo de explicaciones de sus motivaciones, relacionadas con aspectos afectivos.

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Redes sociales

Evidentemente, las mujeres entrevistadas han buscado una mejora en sus condiciones de vida. Observamos que, en todos los casos, esa posibilidad de cambio ha estado estrechamente asociada a otras personas de sus círculos de relaciones más cercanas. Así, ante las preguntas acerca de las motivaciones para emprender la migración, las respuestas se refirieron a las relaciones con otras personas en tres sentidos: en primer lugar, la separación de sus parejas y padres de sus hijos; segundo, la presencia en Mendoza de familiares, ya sean sus madres, hermanos y hermanas o primos; por último, la ausencia de seres queridos en Bolivia, como los padres, debido a su muerte.

Teodora: “Mi hermana vivía acá antes, ella me llamó, ella me llamó y por eso vení, sí.”

Flora: “Mis hermanos hace mucho estaban acá. Venían, iban, venían, entonces yo venía a buscar mis hermanos.”

En la mayoría de los casos, la existencia de una red de relaciones de parentesco en el lugar de destino es lo que ha habilitado y animado a las mujeres entrevistadas a dejar sus hogares en Bolivia y comenzar la búsqueda y construcción de nuevas condiciones de vida en Mendoza.

Además, estos entramados de relaciones han sido fundamentales para la

supervivencia de las mujeres que migraron solas con sus hijos pequeños, ya que encontraron en los hogares de sus familias un lugar donde residir durante un tiempo, a la vez que un espacio de contención de los hijos para que las mujeres puedan trabajar fuera del hogar.

Factores de género

Uno de los aspectos que contrastó con ciertas ideas previas al trabajo de campo ha sido acerca de con quién/quiénes vinieron las mujeres entrevistadas. En un solo caso nuestra entrevistada migró con su marido y sin hijos, a quienes tuvo estando en Mendoza. Todos los otros testimonios son de mujeres que vinieron sin maridos o parejas. La mayoría de las entrevistadas

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vinieron con amigos, primos, hermanos, con sus hijos pequeños luego de separarse de sus maridos, o bien solas y con la certeza de que se encontrarían con sus familiares. Las relaciones de pareja han tenido una importancia decisiva en cuanto al surgimiento de los proyectos migratorios de las mujeres entrevistadas. Nos animamos a decir que, en varios casos, el mal funcionamiento de las relaciones de pareja ha jugado el papel de “factor de expulsión” de las mujeres de sus lugares de origen. Como muchas de ellas relatan, decidieron emigrar porque se habían separado de sus maridos, porque “las cosas no andaban bien” o porque el marido las había dejado. En esos casos, la situación conflictiva a nivel de la pareja fue un factor fundamental para que decidieran dejar sus lugares de origen, aunque tuvieran hijos y un futuro bastante incierto en Argentina. Por este motivo hablamos de factores de género para explicar las motivaciones de las migraciones, dado que, alejándose de estas experiencias conflictivas, las mujeres también han buscado mejorar su calidad de vida.

María Elena: “Viví en la frontera de Brasil con mis tres hijos, porque mis hijos, me abandonó el padre de mis hijos, también es boliviano. Me agarré mis hijos, me vine, ojos cerrados (…)”

Lucero: “Yo me separé con el papá, por problemas, no me llevaba bien y por eso es que ando acá.”

Las entrevistadas han atravesado diversas dificultades. Éstas no sólo han estado dadas por ser madres sin cónyuges. Se suman distintos factores que han complejizado sus experiencia, entre los que se destacan el no tener documentación argentina al ingresar al país, hablar solamente quechua en algunos casos, y tener que trabajar en condiciones de explotación para garantizar la propia supervivencia y la de sus hijos e hijas. Al respecto, cabe destacar que las entrevistadas son vendedoras ambulantes que permanecen en sus lugares de trabajo durante extensas jornadas. A pesar de la intensidad e informalidad que caracterizan a ese trabajo, todas las mujeres prefieren sus actuales situaciones laborales a las anteriores, las cuales estuvieron marcadas por el servicio doméstico y el trabajo rural. En relación a este último, las mujeres registran la experiencia como muy sacrificada, tanto por el esfuerzo físico que debían realizar como por estar sujetas a las inclemencias climáticas y vivir en condiciones de extrema precariedad.

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Por todas estas razones no podemos dejar de preguntarnos qué es lo que ha motivado a las mujeres a pasar por tantas situaciones difíciles y seguir adelante. La respuesta más elocuente que encontramos es la existencia de una búsqueda permanente, sin fronteras geográficas, de vivir mejor.

María Elena: “[En Bolivia] hubiera trabajado pero capaz no hubiera tenido lo que mis hijos tenían. Tenían que salir ellos a algún lado. Yo digo, hubiéramos estado más… peor, discúlpame, más pobres, digo yo. Mis hijos siempre me agradecen, “gracias mami por habernos manejado tanto por todos lados, conocemos todo, sabemos cómo es la vida mami, trabajando, durmiendo en las calles, trabajando toda nuestra vida, trabajando”, ¿ve?”

Coincidimos con Silvia Hirsch en cuanto a que acciones tales como movilizar diversas estrategias económicas, recurrir a la familia extensa para el cuidado de los hijos y querer acceder a un mayor nivel educativo, involucra una capacidad de agencia que se renueva y actualiza (Hirsch, 2008:250). Advertimos que a partir de la vivencia de la migración, sorteando diversos obstáculos, las mujeres experimentan una revalorización de sí mismas. Reflexionan acerca de las capacidades que, como mujeres, han desplegado con el fin de generar una vida más satisfactoria.

Lucero: “Es feo depender del hombre, pedirle para cualquier cosa, es feo. No, ahora yo que trabajo sé que voy a comprar lo que voy a comer. A veces hasta preguntan qué vas a cocinar porque él te da la plata. No, es feo depender de un hombre.”

Reflexiones finales

A lo largo del presente trabajo hemos intentado aproximarnos a una comprensión de los factores que han dado lugar al surgimiento de las migraciones de mujeres bolivianas a la

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provincia de Mendoza desde una perspectiva de género. Sin dudas, el análisis a partir de dicha categoría permite echar luz sobre diversos aspectos de la vida de las mujeres migrantes que merecen futuros análisis, como son los condicionamientos del género en el mercado laboral, en el sistema educativo y en el trabajo dentro del hogar, por nombrar sólo algunos. A partir de la problemática planteada en el presente análisis, podemos afirmar que existe una interrelación de aspectos que permite comprender las migraciones de las protagonistas del estudio. Por un lado, existen factores de tipo económico y ecológico que han configurado un circuito migratorio entre Bolivia y Argentina. A partir de esta situación, se han conformado en distintas regiones de Argentina agrupamientos de personas de origen boliviano de importancia cuantitativa y cualitativa. En este punto cobra fuerza la conformación de las redes sociales de migrantes, que con su sola existencia animan y habilitan la migración de más personas, ya que aseguran la supervivencia en el contexto posmigratorio. Por otro lado, nos hemos preguntado de qué manera se han desarrollado los proyectos migratorios desde la perspectiva de las mujeres entrevistadas. Al respecto, un importante hallazgo durante nuestra investigación es que, junto con las motivaciones laborales y la existencia de redes de migrantes, lo que denominamos factores de género permite explicar una parte importante de las migraciones aquí abordadas. Por este motivo podemos dimensionar la riqueza hermenéutica de la perspectiva de género para el estudio de distintos procesos de la vida en sociedad y de las migraciones en particular. Con la noción de factores de género nos referimos a experiencias vivenciadas por las protagonistas de la investigación que tienen que ver con sus posiciones en tanto mujeres en distintas dimensiones de la vida individual y social. De manera privilegiada, en nuestro trabajo, los factores de género que influyeron en la migración de las mujeres están dados por las rupturas en las relaciones de pareja, como resultado de vivencias negativas de las que las mujeres han querido alejarse. Es decir, podemos interpretar que las relaciones de pareja han constituido un elemento represivo para algunas mujeres en sus lugares de origen. Un último aspecto que queremos poner de relieve (y no por eso menos importante, sino todo lo contrario) es que las mujeres entrevistadas han protagonizado el fenómeno estudiado en tanto agentes activas con proyectos de mejorar sus condiciones de vida, de modo que han dirigido todos sus esfuerzos a perseguir objetivos de superación para sus vidas y las de sus hijos e hijas. Un claro ejemplo de esto último es el intenso trabajo de las mujeres (tanto remunerado como no remunerado) con la intención de que sus hijas e hijos tengan una escolarización lo más prolongada posible sin tener que trabajar, situación diferente de las que

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ellas tuvieron que atravesar. Por lo tanto, para la comprensión del desarrollo de las migraciones queremos tener presente, junto con los aspectos macrosociales, la agencia migrante de las mujeres, es decir, su capacidad de proyectar distintas situaciones para sus biografías personales y de llevar a cabo todas las acciones posibles para lograr sus objetivos.

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MARCAS DE LA FOCALIZACIÓN: EL MIGRANTE LATINOAMERICANO EN LA PRENSA ARGENTINA31 Celeste Castiglione Resumen

El tema de este trabajo es estudiar cómo son presentados los migrantes en los diarios argentinos, entre los años 1999 y 2007. Se eligieron como diarios de referencia a La Nación, Clarín y Página/12, por su alcance nacional y bajo la creencia de que se podría alcanzar un vasto abanico de posiciones ideológicas. Tenemos en cuenta el carácter performativo del lenguaje. En otras palabras, que el lenguaje construye realidades, relaciones de poder y quien tiene acceso a expresarse en los medios tiene la gran posibilidad de influir en la opinión pública. El tema estudiado es el tratamiento que los diarios dieron a la inmigración reciente latinoamericana en Argentina. Se hace énfasis en la cobertura de sucesos puntuales (“noticias”) como el ataque a quinteros bolivianos, ocurrido en 2000; el incendio en un taller clandestino del barrio de Flores de la Ciudad de Buenos Aires, en 2006 y los espacios en donde viven. De estos ejes, se infieren relaciones discursivas, así como la constante alusión y comparación con el pasado.

Palabras Clave: Migración latinoamericana – Representaciones sociales – Medios de comunicación.

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El presente trabajo es una de las líneas desarrolladas en la tesis doctoral. Para la misma se han analizado 1241 artículos. Los párrafos seleccionados poseen la fuente La Nación, Clarín o Página/12 (LN, C y P12 respectivamente y fecha).

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Abstract

The purpose of this work is to study how immigrants are dealt with in Argentine newspapers, between the years 1999 and 2007. La Nación, Clarín and Página 12 were chosen as reference newspapers, because of their national reach, and in the thought that a wide span of ideological positions could be covered. We take into account the performative condition of language. We understand that language implies power; that one who has the chance to express something in the media has a great opportunity to influence the public opinion. The first subject dealt with was the treatment given by the papers to the recent Latin American immigration in Argentina. The emphasis lies on the coverage of three particular subjects (news): an attack on Bolivian workers (“quinteros”) in the outskirts of town occurred in year 2000, the fire set to a clandestine workshop in the neighbourhood of Flores (city of Buenos Aires) in 2006; and the different places where they live. Of these axes, discursive relations are inferred, as well as the constant allusion and comparison with the past.

Keywords: Latin American migration – Social representations – Media.

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Si bien la migración limítrofe es un fenómeno permanente desde 1869 en las zonas de frontera y el interior del país, se torna más visible en las zonas urbanas, a partir de los cambios económicos en las décadas del sesenta y setenta del siglo XX, donde pasan a incorporarse en sectores de baja productividad (Devoto, 2003). Las relaciones de interacción de la migración limítrofe con los argentinos se basan casi fundamentalmente en constituirse como fuerza de trabajo etnificada, vinculada a la horticultura, en zonas rurales y periféricas y al servicio doméstico y la construcción en ámbitos urbanos (Benencia, 2003, 2009) y viviendo en lugares empobrecidos y villas de emergencia. Como explica Maguid (2001), hasta 1991 la diversificación sectorial permitía que se adecuaran y redireccionaran los flujos migratorios de los países limítrofes, y la demanda de la fuerza de trabajo adicional generada en algunos segmentos absorbía la mano de obra. Esta creciente visibilización o “hipervisibilización” (Gavazzo, 2008) de la migración se instala en los medios de comunicación y en la opinión pública y “sin ninguna base empírica, se intenta responsabilizar a los migrantes del aumento de la desocupación, de la pobreza y el deterioro de los servicios sociales” (Maguid, 2001: 4) en los `90. El “1 a 1”, les otorgaba una ventaja comparativa y la posibilidad de enviar remesas a sus países de origen. Los cambios producidos en el modelo económico a partir de la crisis de 2001 tuvieron consecuencias en el mercado laboral metropolitano. En el período elegido para este artículo (1999-2007), se cruzan dos aspectos muy importantes que atraviesan la temática migratoria: la crisis de 2001 y la nueva ley de migraciones N° 25.871/03, así como también transformaciones en el MERCOSUR, que constituye un marco de respeto y garantías de los Derechos Humanos sumamente importantes. La prensa argentina, si bien no será tan explícita en las estrategias discursivas enunciativas empleadas como en la década del noventa, no dejará de asociarlas a categorías negativas así como mostrará una relativa indiferencia frente a las políticas migratorias, tanto nacionales como regionales. Por esa razón, nos resulta sumamente adecuado considerar el planteo de Laclau (2006), en quien desarrolla aspectos como la homogeneidad de la voz que emerge en los diarios y que se encuentra signada por la relación binaria en donde se constituye, a través de un acto de exclusión entre un otro y un nosotros situando al otro en una “exterioridad radical”. Este planteo aún no ha sido superado, sino por el contrario: se encuentra tan naturalizado en el discurso mediático, que ha hallado formas de expresarse sutiles que son las que pretendemos evidenciar. Esta dinámica se encuentra anclada en que la exclusión y la identidad

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se presentan como un juego de “suma cero” que ayuda a la percepción binaria y posee un correlato en la ausencia o presencia en el sistema y su exposición en el campo de la representación. En ese sentido, este planteo es útil en la construcción de una identidad del nosotros (argentino, hijo/nieto de inmigrantes europeos) y en la distancia que establece con el grupo elegido para ser otro: el nosotros es imposible cuando descubre que él (yo, nosotros) no es otro que siendo abyecto. La abyección es un reconocimiento de la falta que se construye entonces en el no reconocimiento de los próximos en donde “nada le es familiar, ni siquiera la forma de los recuerdos” (Kristeva, 2006: 13): el nosotros no se reconoce como latinoamericano y ni como emigrante, ante una crisis. Esta separación es la que constituye la brecha que sitúa al otro en el otro extremo del puente: cruzarlo implica nuestra aniquilación como sujetos en esta sociedad. La construcción de excusas para atravesar la distancia se encuentra cimentada por estructuras simbólicas y de sentido que nos reaseguran en nuestra inacción. El contexto en donde hoy emerge esta voz homogénea es el modelo neoliberal que requiere un ejército proletario de reserva cada vez más dependiente de los movimientos del mercado y un discurso acorde con la des-subjetivización del trabajador como actor político. Esta realidad (el sistema), es representado como algo tan intangible que en consecuencia, parece, es imposible de cambiar. Por lo tanto, en este marco, ¿cómo se construye la relación entre los grupos? En primer lugar afirmando que las relaciones entre éstos implican relaciones de poder: “que cada grupo no es sólo diferente de los otros sino que en muchos casos constituye esa diferencia sobre la base de la exclusión y la subordinación de los otros grupos.” (Laclau, 1996: 177) Las posibilidades de acción política que surgen a partir de este punto están basadas en la opresión del grupo mayoritario con respecto al minoritario que obtura posibilidades. Como señala Laclau, el rechazo es una forma especial de afirmación: no se puede superar aunque sí negociar. El otro tiene que ser siempre otro, aunque el rechazo del otro no implica eliminación discursiva radical, sino una renegociación constante de las formas de su presencia, por esa razón el despliegue de la presentación del otro oscila entre la conmiseración y la abyección. Si una minoría racial o cultural intenta afirmar su identidad en un nuevo contexto social, “tendrá que tomar en consideración circunstancias nuevas que transformarán inevitablemente su identidad” (Laclau, 1996: 178). La segregación discursiva, (por ejemplo, “los bolivianos no pagan impuestos”, “las paraguayas son dulces y sumisas”, etc.), implica que hubo interacciones y concesiones mutuas.

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En donde el nosotros espera que en el futuro, los otros se adapten a nuestra forma de vida, formando parte del mismo sistema político. Si renuncian a ello, se reafirma su irracionalidad y obliga a una “relación periférica y ambigua con las instituciones existentes que sólo puede tener efectos políticos paralizantes” (Laclau, 2006: 180), o apariciones standardizadas y estereotipadas en fiestas o celebraciones. Frente al otro, si el lector se percibe como un igual (por ejemplo con el boliviano) que es un excluido, un subalterno, esclavizado, el nosotros se desvanece, se pulveriza, del mismo modo que si el otro intenta afirmar su identidad tal como es ella al presente, se condena a sí mismo a una existencia marginal de ghetto y sus valores sólo pueden ser recuperados como “folklore”. En síntesis, no hay posibilidad de victoria en términos de una autenticidad cultural ya adquirida. En definitiva, cada identidad se conforma a partir de sus diferencias con todas las otras. El problema es que el concepto de universalidad requiere que todos nos veamos como iguales: para evitar esa contradicción, hay que postular un más allá radical: el otro no es un distinto, es una amenaza (Laclau, 2006): no pueden comprenderse a sí mismos si no es en relación y en oposición con otros, en una situación de frontera, nunca de puente. Estudiar las identificaciones es estudiar los límites, y algunos de ellos son establecidos por los diarios en la creación y reproducción discursiva de sentido, redundante y repetitiva (van Dijk, 2008). En La Nación, Clarín y Página/12, hemos encontrado distintos niveles de construcción de esta distancia, que a su vez poseen manifestaciones temáticas concretas en cuanto a la presentación de los inmigrantes latinoamericanos en los diarios argentinos.

Relaciones discursivas en torno a las interacciones sociales

El lenguaje es una forma de construir y narrar el mundo. Lo que “se dice” y las “formas del decir” contribuyen a conformar las relaciones entre los grupos en las sociedades no sólo desde las representaciones, sino también en la convivencia cotidiana. En consecuencia, la mención a los lugares y espacios en donde viven, trabajan y desarrollan su vida los migrantes son narradas por los diarios, a veces como marco o periferia de la noticia, pero que resultan relevantes porque contribuyen a conformar y construir concepciones y percepciones que el lector actualizará y estará presente, explícita o implícitamente, en su relación con ellos en la Argentina.

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Si bien históricamente la Capital Federal y el conurbano bonaerense fueron lugares de entrada, paso e instalación de las migraciones de principios y mediados de siglo XIX, sigue siendo un espacio que los que se consideran “nativos” deben compartir y/o defender frente a determinadas “ocupaciones”.

Las Fronteras

Las representaciones sociales en torno al espacio se agravan a partir de que se debe compartir con personas con las que un nosotros no se siente identificado. El “espacio”, el aire ocupado por el cuerpo considerado como abyecto, implica en la lógica binaria que es un lugar restado a otro, al nativo, al nosotros. Este dispositivo, que se manifiesta bajo una tácita metáfora de “casa tomada”, se hace notoria en los diarios, mixturado con otros elementos, que distraen y diluyen la connotación negativa pero que se suman a construir la distancia. Como explica Kunz (2008), una vez que el migrante cruza la frontera territorial, hay otra frontera dentro del país receptor, las ciudades, los barrios que dividen a los individuos en dos grupos separados por el maniqueísmo legalista: por un lado, la ley y el orden, por el otro, la trasgresión y la irregularidad. Pero también, a niveles más simbólicos que se remiten desde “formas de vida”, usos y costumbres, hasta detalles vinculados con los sentidos en donde los olores de la comida, manifestaciones culturales y el mismo cuerpo del otro ocupan, atraviesan y conviven en nuestro espacio32. Se despliegan, entonces, estrategias de esquivamiento (Prévôt Schapira, 2001) y distancias materiales, conformando una “nueva marginalidad”, como plantea Waquant (2001) de concentración y estigmatización para con la migración (pobre) y otra de orden más simbólico. Ésta última, como expresa Kristeva (2006), es más interna, más íntima en donde el 32

Esto es consistente con lo que expresa Perceval (2008:117), que condensa de manera concreta lo que queremos ejemplificar: “De este modo, las poblaciones migrantes definidas fundamentalmente a partir de sus particularidades culturales, se convierten en una seria amenaza para las sociedades de instalación. Se produce una representación de la inmigración extracomunitaria que construye socialmente el miedo al extranjero, al extraño, y más concretamente, actitudes entre la población mayoritaria como la condescendencia, la desconfianza, el desprecio, el temor e incluso el odio a los inmigrantes, como una reacción natural y comprensible”. La brecha se expande, hay “algo”, que para el nosotros con intenciones y ecos de la vieja Europa en el mapa genético, impide el acercamiento.

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reconocimiento del otro como un igual, impide el desarrollo del nosotros/yo como un sujeto que puede vivir en nuestra sociedad. En consecuencia esta “sensación” de abyección resguarda, cuida y da seguridad al sujeto que desplaza y condensa en la figura del inmigrante todo lo que no quiere ser ni parecer. Esto le permite separarlo de la propia subjetividad, y la distancia tiene que ser necesariamente producida y justificada (nacionalidad, historia, cultura, costumbres, “mentalidades”, etc.). Por esa razón, consideramos que las descripciones de las torturas, talleres y espacios en donde migrantes pobres viven, lejos de promover cierta empatía en el lector, contribuyen a formar una distancia, porque concentra “todo” aquello de lo que el lector se quiere alejar. El reconocimiento de la igualdad, en definitiva, la sospecha de que todos podemos ser vulnerables y víctimas, como el otro, como expresa Kristeva (2006): si la reconozco me aniquila. Por esa razón, en el discurso de los diarios en mayor y en menor medida se contribuye a afianzar que “eso” le pasa a otro y en otro lado. Ese otro que posee características intrínsecas que lo predisponen, y cuyo horizonte de expectativas y comportamiento es consistente con su condición de migrante, lo encierran en una categoría unificadora y omniexplicativa. Este artículo forma parte de una serie de dos notas firmadas por Isabel Saralegui, y que comienzan el domingo, tituladas “Camionetas y fotos robadas por cocaína” y “El camino de la cocaína, los zares usan camellos, vehículos y piqueteros”.

Es mediodía cuando se escuchan dos disparos que hacen eco en la quebrada. Nadie se inquieta en el paso clandestino bautizado El Túnel por los lugareños del Sector Cinco, en la caliente frontera con Bolivia (…) La línea de puntos y rayas que se ve en el mapa es aquí un límite difuso en el que se confunden la arena, la tierra colorada, la basura y la vegetación selvática. (“LN en la frontera. SALVADOR MAZZA”. LN 23/06/2002)

En este sentido, relaciona aspectos de hiperexoticidad como son las organizaciones criminales de Rusia, la metáfora del camello, que si bien es una modalidad de tráfico, remite a Medio Oriente y por último, los piqueteros. Esto no quiere decir que no existan organizaciones criminales en la zona de la Triple Frontera, sino dónde cae la responsabilidad de lo que pasa allí: el peso está puesto en el lugar, en donde no se contextualizan las condiciones históricas que hicieron de esa zona una “frontera caliente” con Bolivia que combina con imágenes de clandestinidad, deshechos, disparos y peligro.

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La Ciudad "Para qué voy a votar, si total no voy a regresar a Perú", remató un joven, que prefirió no dar su nombre. No hace falta que regrese. Por estos días, algunas esquinas de Buenos Aires podrían confundirse con las de cualquier ciudad peruana. (“Escaso interés de los peruanos en Argentina”. LN 01/07/2001)

En este párrafo, la periodista realiza entrevistas a peruanos, sobre su participación en las elecciones su país y apuntando a relevar el grado de compromiso político con su país de origen. De esta manera, generaliza “interés” por parte de la comunidad peruana, a la que al mismo tiempo connota como numerosa y permanente, y en donde las esquinas de Buenos Aires se han transformado a su imagen y semejanza. Asimismo, el título también sugiere que los peruanos (todos), no se encuentran interesados en su actual sociedad de residencia.

(Alejandro Frigerio, Sociólogo UCLA y antropólogo UCA argentino, actualmente profesor de la UCA) “Es cierto: hubo una gran corriente inmigratoria europea, muy importante, pero ése no es el momento fundacional de La Nación. Además, se toma como representativo de La Nación a la Capital pero en el Gran Buenos Aires el panorama cambia: hay otro fenotipo. Toda la gente de piel oscura vive fuera de la Ciudad Autónoma. Pero en algún momento del día se ve a gente de piel oscura: son los cartoneros". Frigerio cuenta que le empezó a preocupar el tema de la raza en 2001, cuando estalló la gran crisis. "Vi a dos chicas rubias, absolutamente blancas, pidiendo plata, y me asusté. Tenía naturalizado que la gente que pedía dinero en la calle sólo era la de piel oscura. La ciudad es blanca, europea, y es la que nos representa como Nación. No sólo es un prejuicio socio-cultural; es también racial. En la historia argentina siempre se identificó la falta de cultura con el color oscuro. (C 17/11/2007)

En las declaraciones del especialista que citamos, la raza se menciona en forma naturalizada. Como dice van Dijk (2009) las declaraciones de la élite “blanca”, dirigida al lector “blanco” es un ejercicio cotidiano, en donde el acuerdo de presuposiciones basadas en una ideología compartida se hacen presentes constantemente, aunque tal vez no, de manera tan explícita. En este párrafo se generaliza y presentan desde un lugar de “especialista”, (una

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sección de Historia del Diario Clarín), situaciones no sólo incomprobables (“toda la gente de piel oscura vive fuera la Ciudad Autónoma”) sino también prejuiciosa (cartoneros como sinónimo de gente de piel oscura, chicas rubias, “absolutamente” blancas, pidiendo plata, los que piden plata son oscuros, la ciudad es blanca, europea”) en un abuso tendencioso de imágenes y conceptos como la “raza” que resultan aún más peligrosas viniendo de un discurso habilitado desde el diario que le aporta un “efecto de verdad”.

El Barrio

Como expresa Laura Rocha (Redacción de La Nación): “La comunidad boliviana (prefiere) vivir en las áreas bonaerenses de Escobar, Pilar, Campana, La Plata, Bahía Blanca y Tandil. También los hay en la Capital, Salta, Jujuy, San Juan, Rosario, Córdoba y Mendoza” (LN 26/10/2006). Sin embargo, denominaciones como “prefiere” resulta una simplificación, en donde más allá de las motivaciones individuales, las facilidades vinculadas a las redes sociales que ya marcaron las actividades frutihortícolas, no toma en cuenta las decisiones locales y comunitarias, ni los aspectos globales y estructurales. Esa generalización de “toda” la comunidad boliviana y su aparente “preferencia”, podría ser reemplazada por “la comunidad de

animales x prefieren vivir”, como si su establecimiento estuviera determinado por

cuestiones ambientales y adaptativas. Cuando se hace referencia a las zonas en donde residen los migrantes provenientes de países limítrofes se detalla que habitan los barrios de La Boca, Barracas, Once, San Telmo, Flores, Floresta, Balvanera, Liniers, todos conocidos por tener zonas pobres, o denominadas “peligrosas” o lindantes con villas miseria. En este párrafo Clarín remarca la procedencia étnica (aunque de manera generalizada) y de mafia, en el título y en el contenido, que también relaciona con asesinatos, drogas y prostitución. Asimismo, le atribuyen características relativas que evocan una suerte de dinastía “grandes familias”, pero que además le suma una característica cultural que denomina “primitiva” que no puede ser considerada sino de forma negativa.

Un marido que le pega a su mujer. Otro que engaña a la suya. Las deudas tras la pesificación. Los conflictos en el Bajo Flores son solucionados por los narcos que lo manejan, aun después del operativo del domingo pasado. Sobre la mejilla morena de Johana la mancha azul no deja dudas. El recuerdo de la pateadura que soportó una semana antes todavía la dobla

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sobre la panza, como si se protegiera de su ex marido. Así le pega él desde hace mucho (…) A saber: primera orden incumplida, un disparo en un pie. Tras la segunda advertencia: directo a la cabeza. (…) “Ellos son de meterse en conflictos de familia cuando ya se van de las manos para que no se pueda meter la policía. {Ellos intentan entender el problema tratando de solucionar a su manera}. Al principio son de hablar fuerte, poniendo en claro cómo es que se sale del asunto. El método más extendido es el del “préstamo anticrético”. (“Bolivianísimo, el sistema es en La Paz y Cochabamba usado por el diez por ciento de los propietarios de casas”. P/12 13/05/2007)

El cuadro aquí presentado, contiene elementos de violencia doméstica y de frustraciones por problemas económicos que son literaturizados y personalizados en la figura de Johanna que se pueden encontrar en cualquier hogar sin distinción de clase social. Sin embargo, estas acciones son enmarcadas en el Bajo Flores y relacionadas con actividades ilícitas. Si bien se menciona la presencia del Estado argentino que realiza el operativo, su poder continúa, como continúan también los golpes. De esa manera, le otorga un sistema normativo propio, “ellos” manejan sus problemas a su manera, coherente con “su cultura”, bolivianizando y alejando del nosotros éste tipo de episodios. Esta forma de “encapsular”, condensar y desplazar el conflicto, desde la reflexión del lector argentino y la autopercepción del migrante lo separan cada vez más de la igualdad y los derechos humanos universales. Asimismo, esta descripción en donde algunas pautas se comparten (violencia, infidelidad) genera mayor rechazo en la sociedad de residencia cuando la acción del otro se parece a la nuestra. Esto se manifiesta especialmente en una sociedad que se jacta de torcer las leyes o inflingirlas porque otro no las cumple o porque es un indicador de su identidad (“viveza criolla”). Cuando observa que el otro posee un aparato normativo diferente, todo lo que viene a posteriori es una manifestación de condena moral e insulto a las buenas costumbres. Pero no sólo como una fachada hacia el exterior sino una separación interna, una ruptura en donde quien denuncia (y quienes lo leen) no se van a sentir identificados: por eso el cuadro debe ser grotesco y etnicizante: lo hacen otros/ ellos: “La ley de la villa”. En una serie de acontecimientos delictivos en donde se trazó una relación generalizada en cuanto a “los peruanos” con relación a las drogas: “‘Base’ de los narcos peruanos” (LN 07/05/2007). “Sospechan que un narco fue uno de los ladrones del avión” (LN 10/05/2007). “Mataron a otro peruano. Recelos por las venta de drogas ilícitas” (LN 13/05/2007). “Sospechan que los crímenes serían para ganar el Abasto” (LN 13/05/2007). Esta

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presentación de “narco” asociada a una nacionalidad se conforma como estrategia asociativa que queda en la memoria del lector, así como el lugar del desarrollo, el Once y la mención del Abasto con reminiscencias históricas que contribuye a estigmatizar no sólo a una comunidad sino presentarlo en término de “ganancia” (y por lo tanto pérdida) y de territorio, que también remite a un léxico biológico. Asimismo: “Once: asesinaron de seis balazos a un joven peruano en plena calle” (C 08/05/2007). “Fusilaron de un balazo a otro peruano en una casa de Once” (C 10/05/2007). En el primer titular, la imagen de un chico joven muerto, atravesado por seis balas en el espacio público es impactante así como la alusión a “fusilamiento” del segundo, en donde “otro” remite en este caso a una continuidad. En el presente, la cooptación de barrios que históricamente fueron considerados como el “patio trasero” de la Capital Federal (Salessi, 1995), en virtud de una separación como consecuencia de la fiebre amarilla de 1871, se refuerza con lugares en donde se condensa todo lo abyecto:

“el agua casi sólida. Antes el Riachuelo no tenía este olor a podrido, aclara. Antes eran todos tanos laburantes -recuerda Colchón-. Yo nací en la isla y acá se hablaba el dialecto genovés. Había un bar, con jamones colgados, donde todos los parroquianos se conocían y se juntaban a tomar cerveza. Quedan pocos italianos o descendientes en la zona”. (C 13/03/2000)

Se relaciona con una descripción que hace Esteban Echeverría en El Matadero, considerando al Riachuelo, en parte como realidad y en parte como metáfora y que desprende de un artículo periodístico de 1871, el agua era “unas veces sangrienta, otras verde y espesa” (Salessi, 1995: 72). Pero fundamentalmente marca la profunda distancia entre la dimensión temporal del pasado en donde todos eran “tanos laburantes” y el presente, (paraguayos, bolivianos y peruanos) y en donde el “olor a podrido” “copó” todo: el barrio, el agua, el aire, contaminándola. En el artículo “Buenos Aires, capital de la quinta provincia gallega en el mundo” (C 22/09/2007) esta situación es visibilizada como algo profundamente positivo, como una suerte de aproximación, legitimidad y pertenencia con Europa.

(Testimonio de Mauricio Macri, en ese momento diputado de Compromiso por el Cambio) "Buenos Aires tiene que volver a ser la ‘gran puerta de

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entrada’ de la Argentina para que miles de extranjeros vengan a visitarnos y a invertir en el país". El ámbito era propicio, ayer, para esa definición que regaló Mauricio Macri, candidato a jefe de Gobierno por Compromiso para el Cambio: lo dijo durante un encuentro con la colectividad Armenia. (C 29/07/2003)

La “gran puerta de entrada”, que Clarín refuerza con las “negritas”, se abre para quienes quieren venir a invertir o en calidad de turistas, los transatlánticos, los que entran por aire o por mar, evidentemente, donde la puerta es Buenos Aires. Aquí la voz del actual Jefe de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es clara en cuanto a la distinción entre turista o inversor con poder adquisitivo, en contraposición al migrante pobre. La apropiación de lugares en donde se desarrollan las actividades delictivas alimenta un círculo vicioso que profundiza las imágenes abyectas que provocan, como lo expresa el periodista de Página/12, Cristian Alarcón: “El joven peruano acribillado sobre la vereda de la calle Alsina, cerca del Spinetto Shopping, en la madrugada del lunes, sería una víctima más de una guerra por la zona de Once-Balvanera entre traficantes de origen peruano. Y además, objeto de una “justa venganza” por haber asesinado antes a otras seis personas” (“Tiros en la saga de ‘Los Nañas’”, P/12 09/05/2007). En este caso, la palabra “saga” está usada en un sentido muy distinto al que se emplea cuando se relaciona a la experiencia migratoria del pasado. En este caso remite a una historia que se perpetúa a través de las generaciones (casi hereditariamente); mientras que en el caso de las migraciones mediterráneas, es relacionado con leyendas poéticas y tradiciones heroicas.

En la villa 1.11.14 ayer hubo una fiesta. Al ritmo de reguetón, los narcotraficantes peruanos que lograron zafar de la Gendarmería y su megaoperativo del último domingo despuntaron el vicio del asado y el vino (…) “Chiquito”, una mano derecha de los jefes de la banda, dormía junto a una novia a pocos pasos de su propia pieza. (P/12 09/05/2007)

En este párrafo, las tradiciones alimentarias locales como el asado y el vino, son para los peruanos un “vicio”, mientras que en el caso de los argentinos emigrados, es un recuerdo nostálgico, una añoranza que despierta los sentidos y los sentimientos de argentinidad. La asociación “narcotraficantes peruanos”, así como “mafia china”, consolidan relaciones entre

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un registro étnico y una actividad ilegal. En este caso, lograron “zafar”, y uno de los jefes, duerme junto a “una” novia, dando a entender una cierta promiscuidad o poligamia exótica. En este caso Página/12, con su estilo, invita a naturalizar la relación entre grupo migratorio, barrios y de cantidad. En éste sentido, y bajo una elíptica relación con Hamlet (“Algo huele podrido en Dinamarca”), fue el único diario que mencionó la idea de algunos miembros del municipio de Escobar que querían hacerles pagar las calles a los bolivianos por el deterioro del espacio urbano. Y vuelven a surgir las mismas estrategias vinculadas a la estrategia de mobbing (acoso) inmobiliario respecto de las tierras ocupadas por las quintas que se combina con acciones xenófobas.

Algo huele a podrido en el municipio de Escobar. En las últimas semanas la comunidad

boliviana

–en

su

mayoría

quinteros

y

vendedores

frutihortícolas– ha sido objeto de robos xenófobos y aprietes por parte de pequeños grupos de jóvenes de la zona que cortaron las vías de acceso al mercado donde distribuyen su mercadería los quinteros, en protesta porque las calles están rotas, según dicen, como consecuencia del flujo de camiones que entran y salen del lugar. (P12 04/05/2007)

Espacios laborales, espacios de enfermedad y muerte

La lectura de los artículos que se relacionan a los quinteros bolivianos, el trabajo en los talleres, y los actos delictivos en la zona del Abasto con un grupo de peruanos, poseen una relación intrínseca que subsume las esferas laborales con el cuerpo del migrante. De acuerdo a lo estudiado por Scribano (2009), la definición política de los cuerpos son estrategias que una sociedad adopta para disponer de ellos, como parte de una estructuración social del poder. Es decir, un cuerpo que la sociedad de acuerdo a sus parámetros considere perfecto, tendrá un lugar determinado, con atributos de poder que fueron aprendidos por el sujeto, que forman parte de su auto percepción y la de los demás. Asimismo, junto a la “política de los cuerpos” se establecen las “políticas de las emociones”, una oferta de sensibilidades construidas y configuradas por dispositivos de regulación de esas emociones y sensaciones. Los diarios, y los medios de comunicación en general, se constituyen como grandes arquitectos en los ordenamientos y cánones que guían, otorgan permisos y ponen hitos en la transmisión de las emociones. Especialmente a través de las tapas, los

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espacios dedicados, los suplementos, así como en la cotidianeidad. Siguiendo a este autor, y al contexto que hemos planteado de la relación entre las migraciones recientes y la globalización, coincidimos en que el neoliberalismo “se ha transformado en una máquina depredatoria de energía corporal”, (Scribano, 2009: 142-143), así como un gran aparato represivo internacional. Desde el espacio global hasta los más cotidianos, las emociones también constituyen dispositivos que en el espacio cotidiano, desde lo conciente y lo inconsciente que establecen y robustecen formas de diferenciación corporal. Este concepto de Figari (2009) resulta sumamente adecuado para estudiar como es presentado por los diarios el cuerpo del migrante.

En el pecho todavía se puede ver la estampa de la plancha caliente y, cerca de su tetilla izquierda, las quemaduras hechas con los cables pelados son escalofriantes. A Choque le cuesta hablar, pero la bronca que tiene encima y las ganas de hacer público su caso le hacen olvidar el dolor. (…) "Fernando, mi hijo de ocho años -agregó Basílica- nunca se va a poder olvidar de lo que escuchó y vio. El odio y el rencor que siente, ¿quién se lo saca? Necesitamos que alguien se haga cargo y nos proteja (…) (A otros familiares) no les pasó nada porque pudieron escaparse; tuvieron suerte, nada más." Sin embargo, el sábado último la fortuna no estuvo del lado de Ángel Ramírez, un familiar de Basilio. (LN 27/06/2000)

La descripción focalizada en primer plano, así como los instrumentos utilizados conforman una imagen mental, con las coordenadas exactas. Asimismo, las emociones que transmite son de bronca, odio, rencor, que constituyen un potencial peligro de venganza o represalia, que a su vez representan su continuidad con el hijo, construyendo una escena de “problema”. Cuando la periodista toma la palabra, las actividades y decisiones del migrante no están mediadas por la razón sino por la “fortuna”, la “suerte”, el azar.

El de ayer, el más cruel de los ataques, fue sufrido por Fidencio Choque, de 44 años, quien, en presencia de sus dos nietos y de otros dos niños -todos de entre 2 y 14 años-, fue quemado con una plancha en el pecho dos veces. Además lo intentaron colgar con un cable de los genitales para que revelara dónde ocultaba los ahorros de la familia (…) El niño lo contaba con toda naturalidad, sin advertir la crueldad de la escena que describía. "Al abuelo lo

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ataron, lo colgaron, enchufaron la plancha y lo quemaron acá, en el pecho", contó el pequeño de 8 años ante los funcionarios judiciales.(…) Amenazaron a Choque y a Albornoz para que les entregaran el dinero que escondían en su casas, a sabiendas de que los trabajadores bolivianos no están acostumbrados a hacer uso del sistema bancario (…) Los delincuentes recurrieron a los métodos más salvajes para obtener la plata: tomaron al niño de 8 años, bailarín en el ballet de la comunidad tarijeña, lo ataron a una silla y le pusieron un cuchillo en el cuello, mientras le gritaban a su abuelo: "Si no aparece todo el dinero degollamos al nene". (LN 24/06/2000)

En el detalle pormenorizado de la tortura intervienen todo tipo de sensaciones cualquiera sea el perfil del lector: sexo, edad, así como la incorporación del testimonio del nene, en donde aclara que lo contaba con “total naturalidad”, sin poder dar cuenta de lo que estaba relatando, sin considerar siquiera un efecto de las escenas que acababa de presenciar y colmado de detalles irrelevantes. A menudo, la recolección de datos y testimonios en momentos de crisis, exponen al entrevistado de manera negativa. Asimismo, la tortura se encuentra entre las acciones que el individuo no quiere pensar ni recrear. Sin embargo, en el caso de los quinteros bolivianos, se llega a detalles impensables. Este grado de datos y organización de la composición del “cuadro”, posee una doble mirada: la posibilidad de crear una empatía con respecto al sufrimiento del otro o por el otro de profundo rechazo. Intercalando este nivel de narración (de las torturas, colgarlo de los genitales, plancha en el pecho, testículos, cuchillo en el cuello, atar al nene) con costumbres étnicas (dejan el dinero en su casa, comunidad tarijeña), conforman capas de información e imágenes de distinto orden que combinadas conforman un todo ajeno, en donde el lector toma distancia de ese otro. La frontera se establece: “esos desechos caen para que yo viva” (Kristeva, 2006: 12). Ese límite me resguarda en mi mundo y me confirma. En el caso de la descripción de los migrantes éstas situaciones no se ocultan. Por el contrario, las emociones y recuerdos que despiertan, se condensan y se desplazan hacia la situación de ese sujeto, al que no veo como víctima, sino como responsable de ese destino. Ése es el límite claro, que separa la civilización de la barbarie, el nosotros argentino de ese otro limítrofe (indígena) o asiático (exótico), que me generara rechazo y se confirma con la presencia de su cuerpo.

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"También le taparon la boca a un bebé para que no llorara", contó uno de los investigadores (…) "Pero eso no fue todo. A uno de los chicos le colocaron una escopeta en la boca. Y, además, amenazaban todo el tiempo con violar a todos" (Testimonio del fiscal que investiga el caso, José Maraggi) (C 18/08/2000)

Aquí, la descripción de la escena en donde incorpora un bebé, otros niños, la imagen de la escopeta en la boca y la amenaza de violar a “todos” resulta repulsiva, y operan como disparadores de emociones.

La tragedia de las familias de las víctimas del incendio no tiene fin. Al dolor de haber perdido a sus esposas e hijos se suma la angustia de no poder enterrarlos. Según informó el Ministerio de Derechos Humanos porteño, la Justicia sigue analizando los seis cuerpos. En el incendio murieron Juana Vilca, Wilfredo Quispe (15), Harry Rodríguez (3) y otros tres menores de edad. (C 09/05/2006)

La demora en la entrega de los cuerpos fue por el estado en que quedaron. "Estaban calcinados. Hubo que buscar tejidos sanos para poder realizar las pruebas de ADN que acreditaran sus identidades", explicó el abogado Carlos Oreste Cardozo. "Recién el martes recibimos el informe del cuerpo médico forense y por eso mañana (por hoy) podremos retirarlos de la morgue", agregó. (C 20/05/2006)

En ambos ejemplos, se remite a cuestiones tanáticas que se hunden en lo más profundo de la historia de la humanidad y también de la historia nacional: enterrar los cuerpos, cuerpos quemados, el análisis de los mismos, que afortunadamente en el primer caso les devuelve a algunos la dignidad de nombrarlos. En el segundo párrafo, descripciones como “estado de los cuerpos”, “calcinados”, “tejidos sanos”, “ADN”, “forense”, “morgue”, arman a través del lenguaje un mundo vinculado a la muerte y a todos los pensamientos que el individuo día a día aparta para poder continuar. Si estas emociones que suscita, están especialmente distribuidas en un contexto de otredad, en donde la tragedia fue etnificada, el nosotros está a salvo. Como expresa Kristeva (2006), el cadáver es aquello que irremediablemente ha caído, que relaciona con la cloaca: trastorna más violentamente aun la identidad de aquel que

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se le confronta como un azar frágil y engañoso. Los olores, la sangre, el sudor, la putrefacción, no significan la muerte, sino un desecho, que indica lo que el individuo descarta para vivir, eso que se esconde, se perfuma, se limpia: simbolizan eso que el individuo debe evitar. Asimismo, la animalización del otro nos confirma en nuestra humanidad: “Cuando vio a Amalia Venacio le pidió una anécdota. La mujer la miró y después de un momento se acordó de una: “Ya sé -dijo-, me acuerdo del día que me querían hacer dormir en la cucha de un perro.” Eso sucedió hace un año, cuando Amalia buscaba trabajo en una casa de Av. Avellaneda”. (P12 27/02/2002) Y con respecto a uno de los talleres, que también se constituyen como espacios de reproducción de la fuerza de trabajo, se abarcan todas las posibilidades del asco: olores, el polvillo intangible que se respira, la imagen de las cucarachas y enfermedades:

Allí trabajaban bolivianos, peruanos o paraguayos (…) Las condiciones de “higiene no existen, los baños están permanentemente tapados, se aspira mucho polvillo y la cocina está invadida por cucarachas”. (P/12 16/01/2007)

Es decir, la descripción per se no sería negativa, de hecho puede provocar un acercamiento o sensibilización, incluso empatía: lo que provoca distancia, en este caso, es anteponerle la condición étnica, a la situación que describe. Tampoco, relaciona el contexto en donde se desarrollan los migrantes en función al modelo de producción que lo provoca.

“Díaz y Miranda, los dos de 31 años, golpearon a un vecino con una silla de hierro, lo patearon, le ataron las manos con un alambre de púas y después de incendiarle la casucha lo tiraron al fuego. Al hombre que intentó ayudarlo le dieron con un ladrillo en la cabeza, le dispararon con un calibre 32 que le perforó el pulmón, le pusieron un cable en el cuello y le clavaron un hierro en la nuca. Mientras tanto cantaban y bailaban, se contó en el juicio, entre otros detalles”. (“Perpetua por un caso como el de la ‘Naranja Mecánica’”. P/12 09/05/2002)

En este caso, el paralelo con “La Naranja Mecánica” en el título, que obviamente establece el contrato entre el autor y el lector y deja satisfechas las condiciones de felicidad, pero desvía en cuanto a que durante toda la noche habían torturado delante de toda la familia

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a alguien atado a una silla. Y en otro sentido, se confirma lo que afirma van Dijk y que mencionamos previamente, cuando se refiere a que la información que se construye es en general en torno a dichos y escritos por las élites “blancas” y dirigidas a ellos.

Otros perfumes, otros olores

Dentro de la atribuida sensación de invasión de los migrantes, el tema alimentario surge siempre como una característica más de la cultura inaprensible del otro que emerge como una sensación incontrolable de emociones. Siempre asociada identitariamente con el placer, el descanso, las reuniones y celebraciones, la comida “es la forma más elemental y más arcaica de la abyección” (Kristeva, 2006: 9). En este caso, el momento de comer, utilizado simbólicamente para hablar de la familia, de los nuestros, es invadido con otras posibilidades gastronómicas que generan distancia y fuerzan a crear la representación visual de lo que se describe. Sin embargo, en el caso de las colectividades más antiguas, la comida es considerada como puente, un acercamiento: “No cabe duda de que la comida es una gran transmisora de la cultura de un país. Por eso, los aromas y los sabores ocupan un lugar privilegiado en los stands de las diferentes colectividades”. (LN 03/09/2000) Existe una tensión con esa descripción del pasado y el presente siempre visto como algo idílico y romántico, pero esencialmente puro, desprovisto de toda mácula, en donde el lugar de la mujer también es pasivo, manso, absolutamente circunscrito al hogar, a una función reproductiva y asexuada:

Una abuela española en la cocina hirviendo potajes eternos. Un patio andaluz perfumado de geranios y jazmines, o una huerta gallega donde crecían las verduras de la vida. Un suspiro, de tanto en tanto, y una misma frase al final: España está en el corazón. Una casa que alegraba -o entristecía- la voz quebrada del flamenco, la música brava y rotunda de España. (LN 13/03/04)

En este artículo Joaquín Morales Solá apela a imágenes visuales, auditivas y olfativas, todas agradables, en donde lo “eterno” plantea una continuidad del pasado más remoto. Este

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tejido entre el pasado y el presente, activa representaciones positivas. Asimismo, “inserta” a España en el corazón de la Argentina, como una fuerza que impulsa.

En nuestro país viven unos 120 mil peruanos (…) María Cabrejos sacude la cabeza con desazón. Mientras acomoda en una bandeja una porción de ceviche y un plato humeante listo para servir (papas a la huancaína, aclara), esta peruana de 30 años arremete: "Alan García dejó al país hecho un desastre, con la inflación por las nubes, mientras que Toledo es un populista ambicioso. No, no voy a votar a ninguno de los dos". Y agrega una botella de Inka Cola a la atiborrada bandeja… (LN 01/07/2001)

“En ese rincón del corazón porteño no se escucha tango. El vals peruano y la marinera norteña acompañan a los comensales que degustan cerveza mezclada con Coca-Cola.” (Vals peruano y marinera, LN 27/09/2004)

Dentro de las estrategias discursivas que presentan la caracterización del otro mediante la referencia de signos perceptibles de su alteridad constituyen una diferenciación basada en rasgos culturales: “papas a la Huancaína”, “ceviche”, “Inka Cola”, atravesadas por una importante desafección política y la alusión a la “cantidad” de peruanos que viven en la Argentina, conforman una suerte de contraposición especular con la nota de Morales Solá. Por un lado, la mujer en el hogar, en la casa, abuela, ajena a los cambios del exterior y superado el desarraigo, aunque no la nostalgia, se contrapone la mujer joven, peruana, trabajando en el espacio público, con su voz y la de la periodista, los sentimientos son de desazón, bronca y sin reparos expresa su opinión de manera contundente. Como sostienen Taibi y el-Madkouri Maataoui (2006), el tiempo y el espacio resultan fundamentales en la reflexión del lector: en nuestro corazón porteño, centro del amor, centro del cuerpo, órgano fundamental (puede morir el cerebro, pero no el corazón y en donde ya está España), en nuestro espacio (espacio es poder) ya no se escucha nuestra música, el tango, sino un vals peruano. Y la comida no es comida sino cerveza. Este “silenciar al otro tratándolo como un objeto abierto a la interpretación libre, sin darle la oportunidad de explicarse a sí mismo y sin fundamentar las interpretaciones sobre datos objetivos”, son encontradas también con el inmigrante magrebí: el presente del otros es el pasado del yo, en donde es visto como económicamente subdesarrollado y culturalmente atrasado, del cual el nosotros y el observador-lector, en el presente logró desprenderse.

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Sin embargo, el ejemplo más agudo en cuanto a la comida, se despliega en el caso de los talleres clandestinos y los testimonios e historias de vida que los diarios realizan:

"inmigrantes dormían hacinados y alimentándose con comida que estaba en pésimo estado". ("Operativo Coreatown". C 03/03/2000)

“una porción de nervio, porque a eso no lo puedes llamar carne", detalló el periodista. (LN 04/04/2006)

En este caso, el periodista que “se hace pasar” por un tallerista, describía las raciones y una suerte de guiso en donde se mezclaba todo, como parte de lo que los migrantes se podían ahorrar ya que se les brindaba “cama y comida”.

Algunas palabras finales

Esta forma de “presentación” en donde se revaloriza la posición y la historia de un nosotros nacional en contraposición a otro latinoamericano no aúna una posición de integración y solidaridad regional. Esta mirada desde los medios de comunicación que describe de manera tan cercana, lleva a una visión microscópica que impide relevar el contexto macro y las múltiples líneas económicas, políticas y sociales, que se entrecruzan y que constituyen las causas de este tipo de migración que fractura solidaridades de clase, reemplaza el concepto de raza por el de “cultura” (o de mentalidad) y pone el eje y la responsabilidad en el sujeto migrante como culpable de su destino. Asimismo, recuperando el planteo de Laclau y Kristeva planteados al inicio, el reconocimiento del otro como un igual, pone de manifiesto la fragilidad del sujeto en el marco neoliberal en el que estamos insertos. Por esa razón, el lenguaje de los medios de comunicación, actores parte del mismo, opera reproduciendo y profundizando las diferencias, porque en definitiva, el migrante es una metáfora del “pobre” al cual no se lo puede atacar directamente por ser “políticamente incorrecto”, pero es ésa clase que hay que dejar caer para seguir existiendo.

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Fuentes primarias

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SEGUNDA PARTE

Pensar las fronteras: posicionalidad, desterritorialidad y extraterritorialidad

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LOS ESTUDIOS FRONTERIZOS Y SUS DESCONTENTOS: UN MANIFIESTO POSICIONAL Gustavo Fares Resumen

Pensar un afuera y su opuesto, un adentro, así como la noción misma de movimientos migratorios, sobreentienden las fronteras que separan tales dominios espaciales. El presente artículo analiza los Estudios Fronterizos tal como se practican en la academia estadounidense, y los desafíos que enfrentan, uno externo, la desterritorialización de la nación-estado, y uno interno, la esencialización de su objeto de estudio, es decir, de las poblaciones migratorias y que habitan en los territorios fronterizos. Se propone una alternativa a estos desafíos mediante la noción de “posicionalidad,” generalmente asociada con la geografía. Como ejemplo del uso de la posicionalidad en los Estudios Fronterizos se estudia la construcción y deconstrucción de la identidad hispana en Estados Unidos, y las características de tal construcción de identidad como proceso político y no como categoría natural dada.

Palabras claves: Frontera – Posicionalidad – Hispano

Abstract

To think of an outside and its counterpart, an inside, as well as about migratory movements, assume the notions of borders that separate and unite those spatial domains. This articles discusses Border Studies, as practiced in the United States now-a-days, and the challenges the discipline faces. Those challenges can be characterized as external (the deterritorialization of the nation-state) and internal the essentiatlization of Border Studies’ objects of inquiry, i.e. migartory populations and inhabitants of border areas. The article

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proposes the use of the notion of “positionality,” generally associated with geography, as an alternative to those challenges. As an example of the use of positionality in Border Studies, the article analyzes the construction and deconstruction of Hispanic identity in the United States, and the characteristics of such constructions as political processes, rather than as given or natural categories.

Key words: Border – Positionality – Hispanic

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Ser, de alguna manera, Cervantes y llegar al Quijote le pareció menos arduo —por consiguiente, menos interesante— que seguir siendo Pierre Menard y llegar al Quijote, a través de las experiencias de Pierre Menard. Jorge Luis Borges. “Pierre Menard, autor del Quijote” (Borges, 1990)

En una conferencia reciente en Lawrence University, Salman Rushdie describió su viaje “iniciatorio” en los 1960s de Londres a Mumbai como una experiencia sin fronteras notables. Esa misma semana, el Congreso de Estados Unidos debatía la extensión de una barrera fronteriza en el sudoeste del país, medida fuertemente opuesta en California por su “Governator”, Arnold Schwarzenegger, una de las más recientes encarnaciones del “ideal” norteamericano de la historia exitosa del inmigrante. Mientras estos asuntos se trataban legislativamente, los inmigrantes se lanzaron a las calles en más de cien ciudades para reclamar el derecho a ser ciudadanos. Y aun así, las áreas fronterizas raras veces figuran en la imaginación colectiva cuando se piensa en los Estados Unidos tanto dentro como fuera del país. Parecería, sin embargo, que esta falta de atención esta llegando a su fin en este milenio que comenzó hace ya una década y que los grupos otrora marginalizado están accediendo al centro de la escena política y cultural. Es claro que por motivos de seguridad, inmigración, y por razones económicas, las políticas de la frontera y de los grupos que allí habitan o transitan se han ubicado en el centro de la atención publica y de las agendas domestica e internacional del país. Para mejor entender estos cambios colectivos culturales y políticos importantes estudiar las fronteras como regiones, si, pero además como separaciones imaginadas, pero no imaginarias, entre gente, separaciones que proveen no solo territorios donde ubicarse, sino también la posibilidad de comunicación, de cruces, de retornos, y la de la creación de identidades múltiples y fluidas, basadas no en características esenciales, sino en posiciones transitorias.

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Pensamiento Fronterizo

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define una frontera como “Línea real o imaginaria que separa dos terrenos, dos países, dos territorios”; línea, a su vez, es definida como "Sucesión continua e indefinida de puntos en la sola dimensión de la longitud," y en sentido más especifico, como “sucesión de personas o cosas situadas una detrás de otra o una al lado de otra.” Las fronteras, pues, pueden ser definidas como “una [sucesión de personas o cosas situadas una detrás de otra o una al lado de otra] real o imaginaria que separa dos terrenos, dos países, dos territorios.” Las fronteras pueden ser, no solo reales o imaginarias, sino también "imaginadas", en el sentido que son ideas manifestadas en hechos físicos, en el terreno, y en sus encarnaciones (patrulleros, cuerpos armados, guardias fronterizos, guardacostas, funcionarios de inmigración, paredes, perros, trafico, leyes escritas y obedecidas, o no, cruces ilegales, etc.) que de maneras diversas “territorializan” nuestro pensamiento y proveen parámetros dentro de los que nos movemos y vivimos. Podemos distinguir al menos dos dimensiones del concepto de “frontera.” La “Frontera,” con "F" mayúscula, se refiere a los limites territoriales de la nación, donde, según Galeano, las interacciones que allí se dan muestran el verdadero rostro del sistema (Galeano, 1988: 113-125). Las otras fronteras, con "f' minúscula, se ubican en encuentros diversos, similares en complejidad y riqueza, señalando interacciones entre áreas que se demarcan. Gloria Anzaldúa, por su parte, usa historias locales y desafía concepciones hegemónicas cuando señala en sus escritos sobre la nueva mestiza que las áreas de frontera no son sólo territoriales sino también psicológicas, sexuales, y espirituales. Para Anzaldúa, las áreas de frontera no se circunscriben solamente al territorio del sudoeste de Estados Unidos, sino que están presentes como sitios de interacción constante donde sea que dos o más culturas se encuentran, donde la gente de razas diferentes ocupan el mismo territorio, donde las clases bajas, medias y altas, se tocan (“Whenever two or more cultures edge each other, where people of different races occupy the same territory, where under, middle y upper classes touch.” 1987: “Preface”). En estas áreas y en estos encuentros existen fronteras con “f,” no “F” donde y cuando la separación y los limites se repiten en lugares, tiempos y poblaciones diferentes. Las fronteras también se encuentran relacionadas con el tiempo, no solo el territorio, lo cual las vuelve aún más fluidas y cambiables. Como tales, pueden ser consideradas como líneas temporales que representan el correr de la historia en un lugar

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determinado. La Historia vis-à-vis las fronteras y la formación de los estados nacionales, se relaciona estrechamente con los sistemas y movimientos coloniales y post-coloniales y, en este aspecto, las fronteras pueden ser consideradas como restos que presentan las menaras en que el mundo llego a ser lo que es en el presente. En tal contexto el “pensamiento fronterizo” marca los momentos, no solo los lugares, donde el imaginario del mundo moderno se quiebra, donde aparecen formaciones nuevas, cambian las viejas, y la hibridez, la diversidad y la diferencia se presentan en la cultura. (Mignolo, 2000b: 23). Este proceso se ha dado muchas veces antes a través de la historia, como por ejemplo, en la construcción del mundo moderno entre los siglos 16 y 19, proceso apoyado por textos religiosos. De acuerdo con una posible (Occidental) interpretación del Viejo Testamento, Noé tuvo solo tres hijos y por lo tanto, era imposible hacer caber en ese ascendencia, a la gente de 4 continentes, una vez que el Nuevo Mundo hubo sido descubierto como tal , luego del Encuentro en el siglo XV. Consecuentemente, América, el cuarto continente, fue visto y clasificado como la extensión “natural” de la tierra de Japeth, o Europa, al Occidente de aquella. Subsecuentemente, España debatió acerca de los Derechos de las (nuevas) Gentes, tomando en cuenta la noción religiosa de “pureza de sangre” y las obras e ideas de Bartolomé de las Casas, mucho antes de la declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en el S. XVIII. La “pureza de sangre” y la producción de escrituras alfabéticas marcaron los límites entre los pueblos y, en tal situación, la traducción fue la herramienta que permitió incorporar la diferencia colonial entre conquistadores y conquistados, permitiendo a los nuevos amos comunicarse y controlar a la población nativa, y trascender los límites impuestos por las diferencias culturales que separaban las poblaciones en contacto. Hacia el final del S XVIII, la frontera entre los pueblos pasó a estar marcada por el acceso a la historia, y aquellos se clasificaron entre pueblos con o sin historia. El S XIX fue testigo de un cambio radical en laconstrucción del mundo y de sus poblaciones, en este caso, basada no en la “pureza de sangre”, ni en términos de escritura, historia, o derechos del ciudadno, sino en términos de raza y de color de piel. Este corto análisis indica que el conocimiento no es universalmente establecido por un sujeto trascendente, sino por sujetos históricos en sitios variados, con diferentes historias, culturas y límites, que se imponen no solo en territorios sino también en sus habitantes. Cuando las historias locales pasan a primer plano, cuando el sistema que las mantiene subyugadas se quiebra, revelan diseños globales que pueden tener nombres diferentes pero los mismos, o similares fines, que se relacionan con la construcción de grandes narrativas desde una perspectiva de la colonialidad.

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Finalmente, las fronteras también aparecen en los sistemas semióticos, como bien lo señala Lotman (2005: 205). Para él, la noción de “semiósfera” señala el espacio semiótico, fuera del cual el sentido no puede existir. El conjunto ensamblado de formaciones semióticas precede a la existencia del lenguaje individual y es la condición de existencia del mismo. Las fronteras se dan entre las diferentes simiósferas, donde a su vez se encuentran los “filtros” que permiten el paso de una semiósfera a otra, filtros traductores, si se quiere, donde y a través de los cuales los textos y palabras se traducen a otros idiomas, situados fuera de la semiósfera de marras, pero no fuera del sistema en su totalidad. Existe, además otra frontera entre el sistema en su totalidad y lo que queda fuera de él, el sitio donde el lenguaje no puede existir. Así como en las Matemáticas, dice Lotman, la frontera representa un conjunto de puntos que pertenecen simultáneamente al espacio interno y externo del sistema, así también la frontera semiótica se representa por la suma de filtros traducibles, a través de los cuales el textos e traduce a lenguajes situados fuera de dicha semiósfera. La frontera, en esta concepción, es un mecanismo bilingüe que permite la transformación de la información. Debe tenerse en cuenta que esta frontera que divide y une a la vez, es asimismo el sitio donde los procesos semióticos se aceleran, fluyen de maneras mas activas, jugando mas libremente en esta periferia con las estructuras de la lengua, en lugar de estar fijos, como sucede en los centros. En tanto las fronteras son parte de la semiósfera, ésta requiere la existencia de un “afuera” caótico, y lo construye en caso de no encontarlo. De lo dicho se deduce que desde un punto de vista interno, desde dentro de la semiósfera, es posible que un cultura vea a la otra como caótica, como habitando el espacio caótico, externo a la semiósfera, de tal modo que la frontera entre culturas no se da en sitios fijos, sino de acuerdo a la posición y percepción del observador.

Diferencia y diversidad a través de las fronteras

El pensamiento fronterizo no es, de ninguna manera, el resultado de procesos “naturales” sino de procesos sociales y políticos y, como tales, tienen historias siempre sujetas a una variedad de interpretaciones. En algunas de estas interpretaciones, el papel de las fronteras es dual y, casi siempre, contradictorio: las fronteras están allí para excluir tanto como para permitir el pasaje, para segregar, pero también para colocar a las gentes una al lado de la otra. La proximidad implica interacción, la cual, a su vez, produce una cultura híbrida o

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“enriquecida”, que se manifiesta en cientos de maneras y en una cantidad de artefactos. Las fronteras, pues, no solo separan, sino que además crean áreas que promueven la formación de culturas caracterizadas por negociaciones e interacciones, engrandeciendo el espacio geopolítico y creando sentidos nuevos, como sugiere Homi Bhabha en su ensayo “The Third Space.” Allí, Bhabha arguye que es contraproducente tratar de colocar juntas diferentes formas de cultura y pretender que pueden coexistir fácilmente

ya que las culturas no

comparten un elemento en común que permita una traducción fácil de una a otra (Bhabha, 1990: 209). Bhabha comenta el intento de concebir la diversidad cultural como opuesta a la diferencia cultural, intento que tiene como objetivo contraponerse a la idea de que las culturas diversas pueden entenderse fácilmente, y de que esa diversidad es algo bueno que debe promoverse. Estas creencias no son nuevas pero se han vuelto moneda común en el ámbito académico y en las sociedades democráticas y pluralistas, que creen poder acomodar tal diversidad. Bhabha, en cambio, arguye que tal celebración de la diversidad se considera manejable solo en tanto las culturas foráneas puedan ser localizadas y ubicadas en los esquemas de la cultura dominante, cuya existencia garantiza la contención de las diferencias culturales. Este universalismo aparente y la aceptación de diversas culturas, dice Bhabha, enmascara en verdad valores y normas etnocéntricos. Después de todo, es la cultura de las sociedades democráticas y pluralistas la que conforma los esquemas dentro de los cuales entran y contienen a las demás culturas, como si ellas no formaran parte del sistema dominante, el cual mantiene una posición privilegiada desde la cual acomoda, o trata de hacerlo, a las demás culturas. Adicionalmente, presumir que diferentes culturas pueden coexistir y que, en algún nivel, todas las formas de diversidad cultural pueden entenderse en base a un concepto universal puede ser a la vez peligroso y contraproducente. Peligroso porque enmascara una serie de creencias e ideologías que por naturaleza se oponen a la aceptación de las diferencias reales entre culturas; contraproducente, porque es limitativo, ya que las culturas diferentes no pueden, con facilidad, ser traducidas entre ellas y tratar de abarcarlas y entenderlas en base a un sistema de creencias y desde una perspectiva única las empobrece y empobrece, además, a la cultura dominante. Según Bhabha, culturas diferentes establecen entre ellas una inconmensurabilidad, un terreno no-en-común, que esencialmente crea bordes que las separan, mostrando el proyecto universalista como una utopia que trata de hacer que las culturas coexistan sin mayores conflictos y que, en algún nivel, se reconozca que todas obedecen a un sistema de principios y a un lenguaje o sistema de conceptos universales. Tal sistema universal, que afecta a todas las culturas, sería la noción de derecho

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natural, aceptada hasta mediados de siglo, y cuestionada a partir del post-estructuralismo en adelante. José David Saldivar aplica conceptos similares a los de Bhabha, en cuanto al conflicto entre diferencias culturales, la situación en Estados Unidos, cuando nota que la diversidad en el país no es algo a ser celebrado, sino el resultado de prácticas coloniales/neocoloniales que resultaron en instituciones tales como la esclavitud, la conquista, la desterritorialización, y el desplazamiento involuntario muchas veces, de pueblos (aunque este ultimo aspecto varia de comunidad a comunidad, de acuerdo a las maneras en que llegaron al país, o si ya estaban en el al momento de ser dominadas). Bhabha y Saldivar se mueven dentro de la teoría de cultura similar a la teoría del lenguaje de Walter Benjamin, de acuerdo a la que la traducción cultural es posible solo si las culturas son entendidas no como equivalentes en contenido sino como actividades simbólicas y significantes. Estos conceptos relativos a la coexistencia pacifica de diversas culturas, dadas sus diferencias, puede sin embargo pensarse que se aplica mas a la situación europea, desde donde Bhabha los desarrolló, que a la de Estados Unidos. En Europa el camino a la ciudadanía es mucho mas dificultoso, y hasta misterioso, que en Estados Unidos, y ello ha derivado en conflictos basados no en razas, sino en religiones (Islam) y aspectos culturales (vestirse o no de maneras tradicionales como la burka, en Francia, o la prohibición de minaretes en Suiza, por ejemplo) a su vez reflejados en motines en las calles y en enfrentamientos violentísimos con las fuerzas del orden. Estos últimos aspectos no se han dado en Estados Unidos, y es más bien la lucha por los derechos civiles a través de carriles legales, la que ha avanzado las causas de los inmigrantes basadas en sus propias culturas y el respeto que buscan por parte de las corrientes dominantes. De estas ideas de diversidad, diferencia cultural y traducción cultural Bhabha deriva la noción de que todas las culturas están en un proceso continuo de hibridez. La importancia de la hibridez en las culturas se refleja mediante los procesos de traducción, que niega el esencialismo de cualquier cultura y permite la comunicación, no solo los contactos, entre ellas. La hibridez se da no en la posibilidad de sintetizar dos posiciones en una tercera, sino en la existencia de un tercer espacio donde las posiciones previas pueden renegociarse y donde emerge una tercera posición cultural (Bhabha, 211). En este tercer espacio surge algo nuevo, diferente, e irreconocible, una nueva área de negociación de sentidos y de representación, que encontramos claramente presente en áreas de frontera, este término entendido tanto con “F” como con “f.” Pero, ¿cómo se construyen estos elementos diferentes, nuevos, irreconocibles? y por quién? La disciplina de Estudios de Frontera, o de Estudios Fronterizos, tal como se practica en Estados Unidos trata de responder a estas preguntas y de

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dar cuenta de los elementos nuevos que aparecen cuando dos o mas culturas, dos o mas estados-nacionales, dos o mas naciones, dos o mas naciones-dentro-del-estado, interactúan y se comunican entre si y con otros elementos. Pero, la disciplina de “Estudios Fronterizos” esta a su vez, enfrentando al menos dos desafíos: la desterritorialización y la reterritorialización, de la nación-estado, que puede ser caracterizado como un desafío externo a la disciplina, y un segundo desafío, esta vez interno, que ser relaciona con la tendencia a esencializar las entidades que los Estudios Fronterizos definen y examinan. Veamos con detalles ambos desafíos.

El desafío externo: Desterritorialización

Según Arjun Appadurai (1996) dos fuerzas principales han sostenido la interacción cultural antes del siglo XX: la conversión religiosa y la guerra, a veces como fenómenos separados, otras, al unísono. En parte debido a la expansión territorial y política de Europa a partir del siglo XVI y XVII, en parte al desarrollo de formaciones sociales agresivamente independientes, tales como los estado-naciones europeos y las compañías de comercio con ellos asociados, durante esos siglos comenzaron a tomar forma una serie de formaciones políticas interrelacionadas de naturaleza “Eurocolonial.” La expansión sentó el escenario para la exportación de la cultura europea y su aplicación a otros dominios, como proyectos políticos y culturales de gran escala basados en afinidades étnicas. Junto con la formación de comunidades políticas imaginadas, como Benedict Anderson llama a la nación-estado (1983) la expansión del Occidente europeo dio lugar a procesos y negociaciones que podían entenderse apropiadamente usando el modelo de organización de centro-margen.

Vivimos en la

actualidad, en cambio, en lo que se ha dado en llamar “capitalismo desorganizado,” resultado de desfazajes fundamentales entre la economía, la cultura, y la política. Appadurai propone un marco elemental para explorar tal desfazaje, mediante el estudio de relaciones entre 5 dimensiones de corrientes culturales, en y a través las fronteras: 1.

Etnoscapes: paisaje de personas que constituye el mundo de poblaciones

cambiantes (turistas, refugiados, trabajadores temporarios, etc.) 2. Mediascapes: distribución de capacidades electrónicas para producir y diseminar información; grandes y complejos repertorios de imágenes, narrativas, y etnoscapes 3.

Tecnoscapes: configuración global de tecnología

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4.

Financescapes: disposición del global capital y

5.

Ideoscapes: concatenaciones de imágenes, a menudo con cargas políticas e ideológicas, incluyendo imágenes y términos tales como libertad, bienestar social, derechos, soberanía, y representación. La dispersión de estos términos ha causado que pierdan cierta medida de coherencia interna. El sufijo “scapes” señala los rasgos irregulares de estos fenómenos y de su naturaleza

artificial, construida. Estos paisajes son los bloques básicos de nuestro mundo imaginado y formulan, de maneras tentativas, las condiciones y desfazajes bajo los cuales se dan los flujos globales actuales. La desterritorialización, o negación y trascendencia de las fronteras, y la reterritorialización o los cambios de fronteras previamente aceptadas, son fuerzas que se mueven entre los desfazajes mencionados, poniéndolos en contacto entre sí. Los mediascapes y los ideoscapes habitan estas corrientes, estos flujos de poblaciones y también sus cambios de territorios. A medida que la nación-estado se convierte en una construcción atacada, estos dos términos tratan de controlarse mutuamente y de convertirse en el proyecto dominante: naciones buscan estados (Palestinos) mientras que hay estados que buscan controlar las naciones dentro de sus fronteras (Yugoslavia, Iraq). Los datos primordiales (“primordial”), sean basados en el lenguaje, el color de piel, la vecindad, etc.) se han globalizado y, consecuentemente, se han globalizado, siendo desterritorializados

y reterritorializados

constantemente, y cuestionando la naturaleza de los lugares y sus manifestaciones manifestaciones culturales, políticas, ecológicas, que tienen lugar dentro de sus fronteras, así como el efecto de estas manifestaciones en territorios más extensos, y no solo a nivel local. La globalización, la desterritorialización, y la reterritorialización de fenómenos sociales quedan representados no solo en eventos políticos, sino también en fenómenos sociales y culturales. Estos producen artefactos culturales tales como películas, literatura y arte, como materias primas, “primordia” en el lenguaje que usa Appadurai, no como complementos de otras experiencias más “reales”, sino como realidad en sí misma, y a través de ellos, originan construcciones que encarnan estos fenómenos, les ponen un rostro, y les otorgan capacidad de expresión. En las universidades de Estados Unidos el cuestionamiento de fronteras y las tendencias a considerar la desterritorialización y la reterritorialización se ven expresadas en un constante, y acelerado, cambio de fronteras entre disciplinas académicas, lo que origina nuevos campos de conocimiento, tales como los Estudios Hemisféricos, o los Estudios InterAmericanos, con o sin un componente “trans-Atlántico” (Bauer, 2009)

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El desafío interno: un problema esencial

Además de los desafíos que los Estudios Fronterizos enfrenan por los fenómenos de de las tendencias de desterritorialización y de reterritorialización, un segundo problema en la practica de los Estudios Fronterizos es la tendencia a esencializar sus objetos de conocimiento, definiendo a la vez que fijando sus características y sus historias. Un ejemplo contemporáneo de una construcción cultural esencializante, relevante a nuestros estudios y a los Estados Unidos como nación, es la frontera México-Americana en su encarnación como la tierra mítica Aztlán, la cual, por su parte, esencializa las gentes y la historia de ese territorio. Una relación importante entre el mundo anterior a la llegada de Hernán Cortés a México y la sociedad española en los territorios del norte del hemisferio Occidental es la organización política en los territorios de América del Norte bajo la dominación de los Aztecas, antes que los españoles hubieran cruzado al Valle de México (Fields, 2001). Una característica de esta sociedad indígena era la naturaleza hegemónica de su cultura, impuesta tanto en el nivel del idioma como de los dioses, y en terrenos más comunes, como la entrega de esclavos y el pago de tributos. El Nahual prevalecía como lengua franca, aun más allá de los límites formales del Imperio Azteca, intensificando los procesos de aculturación lingüística hacia el Nahual mucho antes que los españoles aparecieran en escena. Esta hegemonía lingüística, además del sistema impositivo ya reinante en el Imperio y de su red de comunicaciones, fueron apropiados por Cortes, permitiéndole un control más fácil de las poblaciones Mesoamericanas subyugadas. A pesar de haber sido derrotada, la sociedad mexica siguió siendo extremadamente importante culturalmente, apropiándose de la imaginación tanto de de súbditos como de dirigentes. En las poblaciones conquistadas, Aztlán se transformo en un sitio de orígenes míticos del pueblo azteca pero, con la dominación de Tenochtitlán por Cortes, se volvió además, una noción a la cual regresar, que simbolizaba la perdida del paraíso de los indígenas, así como una tierra prometida para los españoles. De esta manera, los ejércitos españoles avanzaron al norte, siguiendo un sendero que siglos antes, de acuerdo a las tradiciones aztecas, los había conducido al sur, a México Central. La conquista resultante de Nuevo México por parte de los españoles, puede ser vista como el resultado de la intersección entre las identidades aztecas y españolas, las dos influencias culturales prevalecientes en la formación de la sociedad colonial de América del Norte. El regreso al paraíso original de las

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gentes mexica significaba, a su vez, para los españoles, el regreso a un lugar sin pecado original. En esta interpretación, quizás Aztlán podría mostrar lo que seria una civilización Azteca sin el mal del politeísmo y los sacrificios, sin el pecado de la idolatría, un Nuevo México que seria mejor que el México real, y donde los Indios pueblo serian más virtuosos que los aztecas. La “Nueva Jerusalén” de los españoles, se transformo así en el Nuevo México de las poblaciones que hablaban Nahual, una utopia inalcanzable, inmersa en el mito y en la religión, más allá de las fronteras del mundo, de los mundos, conocidos. Este mito del retorno posible a un lugar edénico ha tendió una larga duración y ha contribuido a la definición de una identidad hispana en Estados Unidos mediante la agencia del chicanismo. El “nacionalismo” chicano, en busca de su mito fundacional, encontró a Aztlán y a la romantización del pasado indígena, construyendo con esos elementos un modelo esencializado y universal, que ha generado todo tipo de contradicciones, ejemplificadas por un lado, por el carácter exclusionario de la iconografía y la simbología de Aztlán, y, por el otro, mediante diferentes objetivos que el movimiento chicano tenía, de acuerdo a perspectivas desde México y desde Estados Unidos. Con respecto al uso de iconografía y simbología aztecas, no se mencionaba la existencia de otros grupos indígenas pre-colombinos, como por ejemplo, los mayas, dando lugar a una dominación simbólica y a una homogenización de la ascendencia y el pasado indígena. Esta construcción se acerca mucho a una esencialización y, aun más problemático, a la homogenización de culturas indígenas que caracterizó a la colonia europea en América y a su discurso Eurocolonial. La segunda contradicción señalada en el concepto de Aztlán se encuentra relacionada con las maneras en que al pasado pre-colombino se uso en México y en Estados Unidos. En México, la idealización del pasado indígena no puede separarse de la ideología indigenista del México post-revolucionario, que incluye a Vasconcelos y a su famoso ensayo La raza cósmica. Sin embargo, surgen problemas cuando se trata de combinar una versión idílica de un pasado pre-colombino y los textos de Vasconcelos referidos a la raza cósmica, ya que el proyecto indigenista era, en verdad, un proyecto de mestizaje, más que de indígenas puros, proyecto que necesitaba legitimizar las mezclas raciales y culturales para dar al México post-revolucionario una cultura nacional, que no podía lograrse solo con un énfasis en el pasado indígena puro, antes de la caída del pecado original, como las versiones previas del mito de Aztlán podían dar a entender. La homogenización llevada a cabo por el ideal mestizo trataba de encontrar o, mejor dicho, de construir, una raza nacional, la raza cósmica, bajo la cual los indígenas pudieran ser asimilados. Estas ideas pusieron a los indígenas en México en una posición similar a la de los chicanos en Estados

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Unidos, es decir, se enfrentaron al mandato de asimilarse a las corrientes dominantes. En el caso de México esa corriente dominante dictaba una identidad indígena uniforme, mientras que en Estados Unidos la asimilación de los chicanos esperaba lo opuesto, es decir, la integración al mundo anglo, que despreciaba a los indígenas.

La raza mestiza y un pasado

común dieron, tanto a Vasconcelos como al chicanismo, los elementos para uniformar la diversidad cultural, estableciendo parámetros para construir una identidad nacional que era no solo hegemónica sino también homogénea. Pero, a pesar de las similitudes apuntadas entre el mestizaje y el chicanismo había una diferencia fundamental: mientras que el discurso de Vasconcelos representaba la corriente indigenista dominante en México y tenía el poder del Estado detrás suyo, el chicanismo se construía de manera precisamente contraria a la corriente dominante en Estados Unidos. En ambos casos, la alternativa simbólica que el concepto de la nación de Aztlán proponía a la cultura dominante, se volvió problemática tanto en México como para los chicanos en tanto no fue capaz de integrar la diversidad de gentes, ideas, y culturas, del pasado mítico que se reclamaba como propio. Con la explosión de la conciencia chicana, lesbiana y feminista, el universo simbólico que dominaba la cultura chicana fue criticado aun más duramente como una tiranía cultural impuesta por intelectuales masculinos, como una metonimia del orden patriarcal. Para autores que salían a la palestra en los años de las décadas de los 1970s y 1980s, tales como Anzaldúa y Moraga, Aztlán, concebido de acuerdo al movimiento chicano, era una construcción más bien monolítica, que debía ser criticada y cambiada, expandida, para poder incorporar los elementos que alguna vez había rechazado, si quería llegar a ser una noción cultural y políticamente eficaz, aceptable para la gente que decía representar, y para poder formar la base de una “nación movible.” La esencialización de una geografía, Aztlán, como la tierra mítica de la identidad chicana, llevó, a su vez, a la esencialización de los que se decían descendientes contemporáneos de los habitantes

originales del lugar, los hispanos/latinos en Estados

Unidos, identificados mayoritariamente con las poblaciones del sudoeste de Estados Unidos y sus áreas fronterizas. Siguiendo el argumento de Mignolo, en tanto la colonialidad es un lado invisible pero imperdible de la modernidad aun en acción en el mundo de hoy, se puede considerar a la esencialización de los hispanos/latinos en Estados Unidos como un proceso que responde a causas históricas, a partir de 1848, cuando Estados Unidos y México lucharon por dominios territoriales, seguidos por la guerra contra España de 1898, cuando el poder emergente, Estados Unidos, y el imperio en decadencia, España, se enfrentaron por la supremacía, que incluía entonces las causas independentistas de Cuba y Puerto Rico. El

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tratado de Guadalupe Hidalgo de 1848 entre Estados Unidos y México movió la frontera hacia el ur, mientras que el conflicto de 1898 la expandió hacia el Caribe y Asia. Aun si se tiene en cuenta que la noción de “Fronteras españolas” (“Spanish Borderlands”) se introdujo originalmente 1921 por el historiador Herbert Eugene Bolton ya articulaba el concepto racista de una raza Aria civilizadora presente desde 1898 como parte del destino manifiesto de la nación de habla inglesa. En este contexto, la re-creación y re-apropiación de Aztlán puede ser vista como una reacción contra dicha expansión política y cultural y la consecuente subordinación de diferencias. A medida que las fuerzas de desterritorialización y reterritorialización señaladas por Appadurai, y el carácter cultural exclusionista de Aztlán mencionado más arriba se pusieron de manifiesto, la noción de una tierra mítica de origen comenzó a perder validez, y fue reemplazada en las universidades norteamericanas por el campo de los Estudios Fronterizos. Pero, a su vez, los Estudios Fronterizos, como otras tantas construcciones culturales, como “raza,” “género,” o “nación,” no pudo evitar la tendencia a esencializar sus objetos de estudio, volviéndolos estáticos y fijos en términos culturales y políticos, antes que dinámicos y adaptables a las condiciones de un mundo en proceso de cambio, tales como la globalización, la desterritorialización, y la reterritorialización.

Posicionalidad: Una Posible Solución

El uso de la posicionalidad, generalmente asociada con la geografía, en las disciplinas de las humanidades puede ser un instrumento que ayude a tener en cuenta las tendencias desatadas por la globalización, la desterritorialización, y la reterritorialización, a la vez que nos permita liberarnos de tendencias esencialistas, que hemos visto se encuentran presentes en el estudio de regiones, sujetos y encuentros fronterizos. Si bien geógrafos usan una variedad de términos para describir las maneras como diversos lugares se relacionan a través del espacio, Eric Sheppard, tomando prestada la idea de teorías feministas, propone “el término posicionalidad para describir cómo entidades diferentes se colocan con respecto a las demás en el espacio/tiempo” (Sheppard, 2002: 318). Para Sheppard las teorías feministas de posicionalidad enfatizan una variedad de posiciones desde las cuales los sujetos conocen el mundo, y que pueden ser así también utilizadas por la geografía y su conceptualización (318). Desde este punto de vista, la posicionalidad es una construcción

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relacional, en tanto las condiciones de posibilidad para un agente dependen de su posición con respecto a otros, de manera similar a lo que se aduce en la teoría de redes (network theory). La posicionalidad incluye relaciones de poder en cuanto ciertas posiciones pueden tener mayor influencia que otras y en tanto que la naturaleza localizada de todo conocimiento desafía afirmaciones de objetividad. Aun más, la posicionalidad reproduce configuraciones previas, a la vez que deviene sujeto y agente de cambio, precisamente porque cada repetición, cada recreación, es siempre imperfecta. Para nuestros propósitos, vale la pena enfatizar que en la propuesta de Sheppard “la posicionalidad de dos lugares debe medirse no por las distan cias físicas que los separan, sino por la intensidad y la naturaleza de sus interconexiones” (324). El prestar atención a la posicionalidad cuestiona la esencialización de sujetos, definidos por la geografía que ocupan o de donde vienen, y requiere un entendimiento más fluido de sitios y de fronteras como espacios que determinan identidades y culturas, pero que no las fijan de maneras rígidas e inescapables, como si se trataran de condiciones biológicas o naturales. Cabe preguntarse, en esta coyuntura, en qué difiere este acercamiento a la cuestión de definiciones espaciales y de sujetos de otras teorías postcoloniales. Examinando el “Brut Barroque”, Lois Parkinson Zamora afirma que su acercamiento “brut” puede aplicarse a otros contextos históricos y culturales específicos donde se ve un encuentro de culturas (Parkinson Zamora, 2009: 130). De manera similar, la posicionalidad puede dar cuenta de posiciones situadas, en contextos e historias específicos, sin alienar, o “reificar” dichas condiciones, de las maneras en que la mayoría de los postcolonialismos académicos hacen mediante conceptos generales tales como “la mirada”, o “el Otro” sin dar referencias especificas a las condiciones de campo, o a un contexto determinado.

Debido a esta ausencia de especificaciones, estos

colonialismos, afirma Parkinson Zamora, son “Eurocéntricos” y deben verse con cierta sospecha, como también sucede con cuestiones de hibridez que llevan a una reificación de identidades culturales” (131). Si la posicionalidad puede ser eficaz a la hora de desarrollar estrategias de resistencia y/o cambio en los procesos de globalización, también puede tener consecuencias importantes en las humanidades, al legitimizar un a perspectiva alternativa las identidades postcoloniales fijas y al abrir la condición de los sujetos, de sus circunstancias, y de sus discursos, a la posibilidad de cambio. La idea de posicionalidad no es, en sí, nueva. Un ejemplo temprano que señala una construcción cultural que cambia de acuerdo con el contexto en que se predica puede ser vista en el gesto del Padre Mateo Ricci, que en 1584 transfirió el centro del mundo del Atlántico al Pacifico (Mignolo, 1995). En ese entonces, el Mandarín de la dinastía Ching visitó a Ricci en su

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estudio, y se sorprendió al ver el mapa que colgaba en su pared, donde China no ocupaba el centro. Sorprendido porque, en los 2000 años previos, la organización espacial China se basaba en cinco puntos, norte, sur, oeste, este, y central, con China en el centro, como bien lo dice la frase Reino Medio (“Middle Kingdom”.) El movimiento del Padre Ricci en al mapamundi consistió en redibujar las coordenadas preservando los continentes y los océanos, pero colocando a China, no a Europa, en el centro. Su estrategia señala el momento cuando los sujetos europeos se dieron cuenta de que el centro del mundo era movible, al cambiar la posición de dicho centro para adaptarlo a las condiciones y contextos culturales nuevos. El movimiento efectuado por Ricci es un aspecto particular de lo que Mignolo llama “semiosis colonial”, el proceso por el cual diferentes sistemas culturales interactúan en la producción e interpretación de artefactos culturales, haciendo que el sentido de los signos no dependa ya de su contexto original sino de un nuevo cuadro de relaciones generado a través de límites culturales. La posicionalidad también puede rastrearse, aunque con otros nombres, en las nociones antes señaladas por Lotman, en la relatividad de las semiósferas y en las características de sus fronteras.

La (de)construcción de la identidad hispana

Si bien la idea de posicionalidad no es nueva, quizás lo que si puede ser original es reconocer su importancia para los Estudios Fronterizos. Para ilustrar este punto, y concluir, quiero ofrecer un ejemplo de las maneras cómo la posicionalidad puede ser usada para evitar esencializaciones y para llevar a cabo un análisis más sutil de las identidades, fronterizas o no. En su artículo “The Invención of Ethnic Origins y the Negotiación of Latino Identity, 19691981,” Klor de Alva desafiaba a Said en una polémica contra las tendencias esencialistas de su noción de orientalismo, alegando que un número cada vez mayor de especialistas en Estados Unidos, había comenzado a re-examinar las interpretaciones de identidades y de culturas basadas en características inmutables (Klor de Alva, 1997: 55-74). Este examen, a su vez, generó diversos acercamientos a la cuestión de cómo definir identidades sin asumir características esenciales, y generó un renovado interés en ver a las identidades como relacionales, más que como esenciales, como en continuo estado de construcción, más que fijadas para siempre, y en una constante negociación y reinvención, más que inmutables. Gerald Torres es un autor que, desde los Estudios Fronterizos, presta atención a la historia, y

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des-esencializa, las identidades colectivas de los hispanos/latinos en Estados Unidos, proveyéndonos de un claro ejemplo de las ventajas de utilizar una perspectiva basada en la posicionalidad para el estudio de identidades y de asuntos relacionados con el espacio, el territorio, y las fronteras en Estados Unidos Torres medita acerca del legado del Encuentro y de la Conquista, en lo relativo a la cuestión étnica, racial, y sus intervenciones en la política de Estados Unidos, recordando a Gabriel García Márquez y su novela El general en su laberinto, donde el colombiano presenta a Simón Bolívar como reflexionando sobre su sueño fracasado de unificar a la América del Sur, y para quien la alternativa era entre la unidad o la anarquía (Torres, 1998:153-168). Bolívar veía a la nación-estado, el análogo liberal de la construcción del pueblo donde el ciudadano reemplaza la noción del sujeto, como el lugar por excelencia para dar un marco a la organización de las nuevas repúblicas. La construcción del estado liberal, que acoge hoy en día a las comunidades que no comparten la cultura de la mayoría, como es el caso de los hispanos en Estados Unidos, pregunta ¿cómo se puede organizar la nación para hacer que la libertad y la solidaridad sean dos aspectos del mismo tema? En Estados Unidos se hace posible pensar que el sueño de Bolívar se haya hecho realidad en la unidad pan-hispánica, que deja de lado las diversas nacionalidades de donde han venido los hispanos, unidad que se da dentro de un estado multicultural y multiétnico, y de manera políticamente pacífica. Pero, que no haya nacionalidades, no implica que no haya divisiones, esta vez basadas en la raza que definirían así una identidad “pan-hispánica” inexistente en los países de origen. Una identidad “pan-hispánica” forjada de las muchas culturas nacionales de Latinoamérica pero basada en la raza, parece tener sentido en el sistema político de Estados Unidos en tanto esta nueva identidad responde a la estructura política y de grupos de poder en el país, basada en concepciones raciales de la identidad. Tal es, en esencia, el modelo asimilacionista en Estados Unidos, donde las identidades basadas en la cuestión racial son primero oprimidas, más tarde respetadas como minorías, y, una vez que se llega a un porcentaje de la población, asimiladas partes de la cultura nacional. Tal es la historia de los grupos inmigrantes irlandeses, italianos, alemanes, que siguiendo los dictados de la estructura política del país, asumieron una identidad racial primero, para pasar más tarde a ser parte de la corriente dominante. Esta identidad racial puede considerarse como falsa, no en el sentido de no existir sino en el de ser inventada, construida, de acuerdo al contexto, y no a partir de características esenciales de los diversos grupos; tal es el caso de los hispanos en su condición actual de identidad ya no racial aunque lo fuera hasta el censo del año 2000, sino ya étnica,

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categoría intermedia entre raza y corriente dominante en el esquema político de Estados Unidos. Jorge Gracia define el término como el grupo de gente que comprende los habitantes de países de la Península Ibérica después de 1492 y sus colonias después del encuentro entre Iberia y América, y los descendientes de la gente que vive en esos países. La noción es problemática porque requiere que quienes han sido colonizados por los Iberos empiecen a concebir su identidad como separada de las culturas regionales de América, de modo que el proceso que viven los hispanos o latinos en Estados Unidos no es nuevo, sino que parece una repetición del que se ha estado viviendo desde el Descubrimiento o Encuentro en adelante en cada nación hispanoamericana. Además, como afirma Laura Moya, el concepto de identidad hispana así definida se encuentra sin contenido en un número de niveles.

No provee

información acerca del lugar de nacimiento de la persona a que se aplica, su nacionalidad, estatus social o económico, lenguaje, religión, filiación política, o ni tan siquiera a que centuria pertenece. Como tal, oscurece más que ilumina la identidad de la gente que quiere describir (Moya, 2001: 2). Para complicar las cosas se puede decir que la categoría de “hispano” es una abstracción, pero una abstracción diferente a las abstracciones de “cubano” o “mexicano”, por ejemplo. Decir que la idea de “cubano” o “mexicano” son abstracciones, es cierto, pero estas categorías tienen al menos cierta base empírica e intersubjetiva o comunal para localizar sus raíces. Decir que uno es “hispano” es hacer una aclaración sobre las maneras como la herencia étnica y cultural latinoamericana se concretiza dentro de la cultura general de Estados Unidos. Otra manera de formular estas nociones es afirmar que el único lugar donde hay hispanos es Estados Unidos. La existencia de una identidad hispánica en Estados Unidos surge, creo, como una manera de responder de manera coherente a una política de identidades nacionales definidas en términos de las políticas de los grupos de interés en Estados Unidos, lo cual ha llevado a la creación de un grupo abarcador, como un paraguas que subsume las culturas nacionales individuales. Imaginemos que uno es miembro de un grupo cultural identificado como un subgrupo (méxico-americano, puertorriqueño, cubano, etc.); imaginemos además que uno ha examinado el panorama político de Estados Unidos y, después de hacerlo, se pregunta ¿cómo puedo organizarme de manera que las cuestiones que me interesan entren dentro de la agenda política nacional? La respuesta obvia es que uno debe organizarse de manera que el grupo al que pertenece establezca una presencia política a nivel nacional. Pero ¿cómo se llega a tener una presencia política nacional? Mirando las distribuciones de las culturas nacionales

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hispanas y las diferentes culturas de Estados Unidos, uno descubre rápidamente las nacionalidades que invoca y los lugares donde se afincan. Se revela entonces que los grupos que tienen una voz en la política a nivel nacional están conformados por distintas identidades cuasi-raciales, más que nacionales. También se nota que los subgrupos culturales dominantes se replican a sí mismos, de manera que sus miembros forman subgrupos que son también parte de los grupos dominantes. Entonces, en este punto, surge la cuestión de ¿cuál va a ser la identidad de este grupo asociado por historia, lenguaje, creencias, y en algunos casos por sus orígenes, que quiere influir en la política nacional? Una posible fuente de identidad transnacional es organizarse de acuerdo a la identidad del colonizador. Este es un primer paso útil porque crea una inmediata distinción entre uno hispano y quienes han sido colonizados por los británicos o los franceses. Aún más, hay variantes específicas de la experiencia histórica que pueden ser mostradas, ocultadas o reprimidas, como se haga necesario. La identidad hispana o latina puede entonces utilizarse para organizar el avance de objetivos políticos específicos. El grupo, además, se organiza como una fuerza nacional y deja de lado conflictos de clase o nacionales como estrategia para poder intervenir en la política de Estados Unidos. El problema es que de esta manera estamos haciendo un grupo con componentes que, en principio, no son tales, es decir, que no tienen “esencialidad”. Pero la idea de organizarse, basada en una identidad común, llamada hispana, es coherente con el manejo de la cosa pública en Estados Unidos, que se basa en las diferencias o raciales y en el uso de un eje racial bipolar de blanco-no blanco. La identidad pan-hispánica implica que hemos ya asumido todas las diferentes culturas nacionales y nos encontramos respondiendo a intereses de grupos, para lo cual tiene sentido usar un término que crea, en efecto, una falsa categoría racial. Este gesto falsifica una raza, define la etnicidad en términos raciales, y concibe una identidad política que quiere ser organizada alrededor de la bipolaridad racial blanco-no blanco del dominador. A pesar de la racionalidad de esta respuesta desde el punto de vista de las élites la estrategia es un tanto inestable; de hecho la bipolaridad de esta política racial se encuentra bajo estrés precisamente por la racialización de las políticas étnicas. La creación de una falsa raza crea, además, una tripolaridad que subvierte la idea de raza en sí misma. A pesar de ello, la identidad pan-hispánica, dentro de la estructura de los grupos pluralistas de Estados Unidos, crea entonces una forma de disciplina política que permite que los grupos étnicos se muevan fuera de sus políticas raciales o nacionales bajo la rúbrica de una identidad hispana. La misma es situacional, fluida, multifacética, parte de una constelación de identificaciones individuales múltiples a disposición de los individuos, quienes pueden manejarlas de diferentes maneras.

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El beneficio de organizarse de acuerdo a la identidad del colonizador tiene ciertas ventajas. Una vez creada una identidad política pan-hispana mediante una falsa etnia, los grupos que pertenecen a esta identidad, mexicanos, cubanos, puertorriqueños, etc., ganan un espacio y una técnica para manejar las discusiones raciales y los conflictos en la sociedad donde habitan. Así, definidos los hispanos como un grupo de intereses políticos, tiene sentido para un puertorriqueño negro transformarse en hispano en lugar de ser un afro-americano para la sociedad dominante, si la ventaja política específica de ser puertorriqueño es más importante que la podría ganar siguiendo las líneas raciales de blanco-negro. Los subgrupos específicos participan de esa identidad en la medida en que les permite acceder a la agenda política nacional y, a través de ella, a la distribución de bienes sociales y políticos. Esta participación transforma las opciones políticas de los grupos locales, si bien los obliga a mantener la ficción de la identidad que los agrupa, fundada en principios raciales. Tal organización requiere que se reconozca también que el fin último de este tipo de organización es llegar a borrar la distinción entre hispano y blanco. La organización racial ofrecida a los hispanos es una forma de asimilación cultural que elimina el poder de un grupo nacional específico, y es posible, precisamente, debido a la fundación no-racial de la categoría “hispana.” En suma, la raza y las identidades que ella sostiene son más bien un proceso político y no una categoría “natural” dada, y los grupos que se formen alrededor de la raza, y no de nacionalidades o culturas, en el esquema político norteamericano, van a tener más posibilidades de que su voz se escuche a nivel nacional. Volverse “hispano” entonces, es dar vuelta la idea de la identidad étnica, es un paso intermedio a la asimilación, o puede serlo, desde el momento en que, en último término, quiere dejar de tener identidades específicas para participar en la vida del país sólo como ciudadano.

El epígrafe de Borges sugiere que los contextos dan sentido a las palabras, a las obras, y a los artefactos culturales. Si esto es así, la posicionalidad puede ser un instrumento que, tomando en cuenta la naturaleza fluida y cambiantes de las identidades y de las fronteras, con “F” y con “f”, presente en un mundo globalizado, pueda abrir la cultura de Estados Unidos con sus elementos latinoamericanos, a una comprensión más fluida y útil de la variedad de identidades que se encuentran dentro de sus fronteras espaciales y culturales.

Quizás,

entonces, en un futuro no muy lejano, la ausencia de fronteras de que hablaba Rushdie en su viaje, pueda replicarse en las fronteras actuales entre naciones y pueblos, gentes y culturas.

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LA EXTRATERRITORIALIDAD DEL POBRE Pablo Gasparini

Resumen

A partir del ensayo “Reflections on Exile” de Edward Said, el artículo analiza el concepto de extraterritorialidad de George Steiner y reflexiona sobre la aplicabilidad del mismo a la literatura y la cultura latinoamericana. Distinguiendo las categorías de “extranjero” y de “inmigrante” (la primera aparentemente más ligada a la experiencia extraterritorial) se comparan las políticas de escritura de Antonio Porchia y de Witold Gombrowicz en Argentina considerando, para esta tarea, algunos conceptos sobre la inmigración provenientes de Vilém Flusser y de Abdelmalek Sayad.

Palabras clave: Extraterritorialidad – Porchia – Gombrowicz

Abstract Focusing on the essay “Reflections on Exile” of Edward Said, the article questions the concept of extraterritorial from George Steiner and makes some reflections about this concept when applied to the Latin-American literature and culture. In an attempt to distinguish the categories of “foreigner” and “immigrant” (the first more compatible with the extraterritorial experience) the articles compares the writing policies of Antonio Porchia and Witold Gombrowicz in Argentina, according to some concepts about the immigration from Vilém Flusser and Abdelmalek Sayad.

Keywords: Extraterritoriality – Porchia – Gombrowicz

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Crítica y extensión del concepto de extraterritorialidad

En Reflections on Exile (2000) Edward Said alerta sobre cierto punto de vista estético que, al generar aquello que el pensador palestino vislumbra como una suerte de metafísica del exilio, ocultaría los conflictos políticos y sociales de los actuales desplazados: las “incontáveis massas” (49) de refugiados e inmigrantes. La posición de Said sobre esta cuestión es rotunda: “Deve-se deixar de lado Joyce e Nabokov e pensar nas incontaveis massas para as quais foram criadas as agências da ONU” (Said, 2003: 49). A pesar que este llamado a la realidad social y política del desplazamiento territorial acabe aludiendo al relato “Amy Foster” de Joseph Conrad en tanto matriz narrativa que puede “decir” –desde su fulgor metaforico y ficcional– sobre la experiencia del desplazamiento, no es exagerado afirmar que Said exhibe cierto gesto escéptico ante la conversión del tema en exclusiva disquisición literarioacadémica. El blanco es claramente sino Steiner y su concepto de extraterritorialidad (que son explicitamente citados al comienzo del ensayo), sí la conversión de este último concepto, de extraordinaria fortuna, en categoría omnipresente y ubicua para los estudios literarios dedicados a la problemática del pasaje y superación de fronteras identitarias, culturales y lingüísticas. En el restringido ámbito sobre el cual este artículo se moverá, aquel delimitado por la “literatura latinoamericana”, podría afirmarse que cierta perspectiva extraterritorial aparece lateralmente enunciada por Borges en “El escritor argentino y la tradición” (1953). Por cierto, en este conocido ensayo, Borges realiza una serie de analogías a partir, aparentemente, de una observación del sociólogo Thorstein Veblen sobre el lugar de los intelectuales judíos en la cultura occidental. Así como estos intelectuales actuarían “dentro” de esa cultura sin sentirse por ello “atados a ella por una devoción especial” (Borges, 1973: 272), Borges afirma que a escritores como Shaw, Berkeley y Swift “les bastó el hecho de sentirse irlandeses, distintos, para innovar en la cultura inglesa” (Borges, 1973: 273). Traicionando quizás la forma paradójica en que Borges prefirió enunciar la cuestión, el vislumbre del escritor sudamericano a partir de esta nada euclidiana situación (a la vez “dentro” y “fuera” de determinada cultura) forjaría un verdadero paradigma cultural capaz de romper y cuestionar cualquier tipo de exigencia identitaria. Este paradigma puede sospecharse o intuirse

incluso por atrás del rescate de cierta tradición universalista

de “lo

latinoamericano”. Así Octavio Paz en su nuclear ensayo sobre Rubén Darío y el modernismo (“El caracol y la sirena: Ruben Darío”, 1964) revierte la decimonónica acusación de

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“descastamiento” y “afrancesamiento” de los modernistas en estrategia o vía de modernidad y universalidad. Dejando de lado aquí si, en rigor, el cosmopolitismo modernista puede o no entenderse como una experiencia extraterritorial (y sí, quizás, transnacional en el sentido de Casanova, ya que se trata aquí de alcanzar el meridiano de cierta contemporaneidad)33 lo cierto es que la reflexión sobre los límites permeables de una cultura y de una literatura no es nada ajena al campo latinoamericano que, incluso, en algunas de sus líneas americanistas, asume y anticipa las reflexiones de Borges. Así ya en 1926 Pedro Henríquez Ureña afirmaba en “El descontento y la promesa” que: “tenemos derecho a tomar de Europa todo lo que nos plazca: tenemos derecho a todos los beneficios de la cultura occidental” (Ureña, 1989: 42). Y esto por no señalar, tal como lo hace Roberto Schwarz en “A nota específica”, que tal gesto puede encontrarse en América Latina mucho antes, puntualmente en “Noticia da atual literatura brasileira-Instinto de nacionalidade” escrito por Machado de Assis en 1873. De hecho si por extraterritorial podemos entender ciertas situaciones de no sujeción, superación o desborde de lo considerado “propio” (“Masson era bom escocês, sem dizer palavra do cardo” – apuntaba Machado, 1959: 817), la literatura latinoamericana podría entenderse como “extraterritorial” in toto. Y esto, para comenzar, y si queremos seguir una radical afirmación de Octavio Paz, por el hecho primordial de que “La lengua que hablamos es una lengua desterrada de su lugar de origen” (Paz, 1991: 51)

Sobre las figuras del exilio y la inmigración

Distanciándose de su sentido más fuerte, aquel que destaca autores que han resignificado y ampliado, en lo que respecta al ámbito literario, su pertenencia lingüística, el concepto de extraterritorialidad puede extrapolarse, de esta manera, para la comprensión de estrategias superadoras de demandas románticas que procurarían forjar determinadas 33

En La República Mundial de las Letras Pascale Casanova hace del concepto de transnacionalidad uno de los recursos que tendrían las literaturas de los confines para instaurarse en el centro del debate intelectual. Casanova, discípula dilecta de Pierre Bourdieu, lee los procesos de internacionalización desde la constitución de un campo literario global; desde esta perspectiva, su pensamiento parece querer desacralizar el de George Steiner. Si para éste los escritores modernos son quienes se quedaron sin hogar (los que arrojados de la lengua materna debieron refugiarse en lenguas extranjeras), en Casanova se trata de releer esta opción por la superación de las fronteras nacionales menos como un abrigo que como una estrategia, menos como efecto de la intemperie intrínseca a la modernidad que como una deliberada búsqueda de participación en el “mercado simbólico” mundial.

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entidades (la “literatura argentina”, la “literatura brasileña”, etc.) en virtud de hipóteticos genios o características nacionales y esto sin caer en el mito universalista de la literatura como mero producto retórico capaz de desarrollar sus virtuales posibilidades independientemente del locus de su producción. En este sentido, toda literatura moderna es extraterritorial, pues sería imposible pensar en la experiencia literaria contemporanea fuera del intenso intercambio de lenguas, figuras y experiencias que supone el trabajo estético con la palabra; un trabajo que, para aludir al concepto de “literatura menor” de Deleuze-Guattari, ha sido entendido como producto de aquel que trabaja la “propia” lengua como si no lo fuera, es decir, un producto de aquel que puede vislumbrar la lengua desde cierta posición externa metaforicamente dicha, en ocasiones, a través de la figura del exilio. Sobre este aspecto, Yves Delègue en Le Royaume D’Exil (1991) analiza el corrimiento del concepto de exilio de su sentido literal, una experiencia individual e histórica de abandono forzado del territorio de pertenencia, a su sentido metafórico; es decir la conversión del concepto de exilio en una figura capaz de significar la vacilación de determinada identidad a partir de un desplazamiento que expone esta identidad a la confrontación con lo otro y por lo tanto a la revisión y cuestionamiento de sus propios límites. Tal como ha sucedido con el concepto de extraterritorialidad, la figura del exilio se ha convertido, de hecho, en una imagen omnipresente y ubicua que ha llegado a postularse ya sea como la esencia misma de la experiencia estético/literaria (como, para sólo citar un ejemplo, lo hace Michael Seidel en Exile and the Narrative Imagination, donde es afirmado que “[the] exile is a symptomatic metaphor for the state of the narrative imagination”, Seidel, 1986: 8) ya sea como una suerte de punto de fuga capaz de desconstruir las certidumbres sociales de la modernidad34. Es en este punto donde desearía volver a la visión crítica de Edward Said sobre el privilegio otorgado a la figura “dos exilados cosmopolitas” (49) en detrimento de las masas de inmigrantes, de los “homens e mulheres desconhecidos [que] passaram anos de solidão miserável”, de las “multidões sem esperança, a miséria das pessoas ‘sem documentos’ subitamente perdidas, sem uma história para contar” (49), pues releer el concepto de extraterritorialidad ya no a través de la figura del exiliado cosmopolita sino a través de la del migrante desposeído supondrá no tan sólo otro corpus de autores sino también el análisis de un tipo de relación identitaria particular con la lengua del país anfitrión y, fundamentalmente, otra serie de connotaciones para el concepto de extraterritorialidad construido en verdad 34

Así Christian Miquel en Critique de la modernité. L’exil et le social (1992) y el más literario La quête de l’exil (1996) postula una suerte de “condición exílica” que lleva a la elaboración, junto a Huguette Dufresnois, de una supuesta filosofía del no-ser o “nontologie” (ver La philosophie de l’exil, 1996).

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sobre la figura del extranjero políglota consciente de la valía de su diferencia cultural y lingüística.

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La inmigración según Vilém Flusser y Abdelmalek Sayad

Para intentar apuntalar esa lectura, es decir para reconcebir el concepto de extraterritorialidad desde la figura del inmigrante, parece conveniente acudir a Vilém Flusser quien, en un fragmento notable de su ensayístico Bodenlos.Uma autobiografía filosófica, no sólo establece el concepto de “apatridad”, en ciertos aspectos análogo al de extraterritorialidad, sino que reflexiona también sobre las relaciones entre “apatridad” (una condición, según Flusser, “extralingüística”; Flusser, 2007: 70), con la situación del “clássico imigrante” (69) y aún con la experiencia de la vivencia de la cultura como “simple dado”, es decir la vivencia de la propia cultura como dato natural, sin la perspectiva externa intrínseca al abandono del sedentarismo. Según Flusser, judío de Praga emigrado a Brasil debido a la invasión nazista, una vez trascendida la propia cultura (y esto por razones de un desplazamiento territorial violento y no buscado) ocurre un “esvaziamento constante do eu” (69) ya que la cultura aparentemente trascendida (la judía/praguense en el caso de Flusser) sería recurrentemente reclamada en el país anfitrión como “factor cultural”. Es decir, al mismo tiempo que ocurre y se asume un abandono de lo que se consideraba propio, de aquello que siendo invisible a los propios ojos configuraba el fundamento de cierta existencia “natural”, sucede también una exigencia de auto-representación de la “propia” cultura (o al menos de una mirada externa y distante en virtud de aquello que los locales posicionan como una obvia “extranjería”). El problema apuntado por Flusser es que esta exigencia, nacida en cierto modo del reconocimiento de la diferencia, es que lejos de limitarse a aquello que el propio Flusser posiciona como una clara ganancia o agudeza intelectual (“a gente vê interpenetrações culturais, hierarquias culturais e abismos entre as culturas, e a gente vê os vários dinamismos que fazem com que culturas se interpenetrem, se distanciem e se entredevorem”; p.68) desemboca, en razón de su propia lógica, en “um processo de constante auto-alienação” (69). Las palabras del filósofo checo son, en este sentido, categóricas: “a gente passa a pairar por cima de um conjunto complexo de várias culturas, e a gente se vê a si própria assim pairando” (68). Contrariamente a ese “pairar” (vocablo portugués que podríamos traducir como “fluctuar” y también, en otro sentido, como “hesitar” o “vacilar”) la situación del “clássico imigrante” es para Flusser aquella de la asimilación. No habría aquí conflicto, sino voluntariosa aspiración o simple definición en la nueva cultura. En esta situación, una cultura, para Flusser, sería simplemente sustituida por otra. En todo caso, menos que un conflicto o un estar a la vez

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fuera y dentro de determinado ámbito, sucedería aquí un proceso de lenta incorporación vivenciado, en ocasiones, de una generación a otra:

Simplesmente uma ‘realidade’ vai sendo paulatinamente substituída por outra, e em lugar nenhum se abre o abismo da falta de fundamento (é claro que o processo dialético varia conforme as culturas: tal variação será discutida em outro lugar do presente livro). Pois tal processo de substituição de uma cultura por outra é lento, passa-se em grande parte em camadas inconscientes, e geralmente ocupa mais tempo que a vida do imigrante. O imigrante transfere o processo da assimilação para os seus filhos, e tal vez até netos, e em nenhum ponto do processo pode ser constatada uma passagem nítida de uma cultura para a outra. O problema de um engajamento na ‘nova cultura’ não se põe, porque a gente desliza imperceptivelmente na direção dela. A ‘nova cultura’ é vivenciada como paulatina penetração de uma realidade. (Flusser, 2007: 69-70).

Podría objetarse, con seguridad, el grado de aserción de Flusser en la categorización de un proceso multifacético e históricamente tan determinado como la inmigración. Sin embargo, sin la intención de adentrarnos en esa crítica (que debería considerar el carácter especulativo inherente al género predominante desde donde Flusser está escribiendo: el ensayo filosófico) vale la presentación de dos experiencias de desplazamiento cultural aparentemente tan diferentes: una, la de la inmigración, caracterizada por cierta afirmación identitaria (es decir, las culturas se abandonan o se adoptan sin lugar para la vacilación o el “pairar”) y otra, la del apatrida sin-fundamento que, signada por la trascendencia de la propia cultura, no exige ni supone la asimilación en la nueva y determina una suerte de descomprometido cosmopolitismo: “A gente passa a ser esponja que pode chupar elementos de não importa que cultura (tal vez seja este o verdadeiro significado do termo cosmopolitismo: capacidade de aproveitamento universal pasivo e irresponsable)” (Flusser, 2007: 69). Lo curioso es que ciertos matices de tal rotunda categorización podrían encontrarse en un estudio esta vez sí signado a partir de una discursividad sociológica fuerte y a partir de una realidad histórico-espacial determinada. Me refiero a A imigração (ou Os paradoxos da alteridade) de Abdelmalek Sayad donde se sugiere establecer ciertas

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diferenciaciones entre los conceptos de inmigrante y de extranjero. Según Sayad, aunque no exista diferencia jurídica entre estas categorías (pues, desde el punto de vista legal, la categoría de extranjero subsume a cualquier otra), sería necesario superar las limitaciones del estatuto jurídico para poder aprehender la verdadera situación de las personas que atraviesan fronteras nacionales. Así el inmigrante, “oriundo dos países dominados”, sería aquel en quien “os efeitos da condição social dobram os efeitos da origem nacional” (Sayad, 1998: 268); efectos estos que, a su vez, reafirman cierta jerarquía entre naciones exportadoras e importadoras de inmigrantes (el tercero y el primer mundo respectivamente). Por su parte, el extranjero, siempre según Sayad, sería aquel en quien los efectos de la condición social anularían los efectos del origen nacional y, por ende, lejos de convertirse (como el inmigrante) en permanente objeto de adaptación (lingüística, social y aún política) es tratado siempre “com o respeito devido a sua qualidade de ‘estrangeiro’” (268). Sobre estos apuntes, podría concluirse que la extraterritoralidad de Steiner estrecharía vínculos, en virtud del relieve dado a la capacidad de habitar una casa o patria abstracta por encima de las territorialidades específicas, con el extranjero de Sayad (a quien se le permite en razón de su extracción social y origen nacional la conservación y culto de su diferencia) y con el apatrida sin fundamento de Flusser (en tanto experiencia de transcendencia cultural) y parece, en principio, distante de la demanda de asimilación (exigida y autoimpuesta) del inmigrante. Y esto hasta en términos de vivencia lingüística. Si según Flusser, como adelantáramos más arriba, para el apatrida sin-fundamento “todas as línguas são vistas a partir de uma posição extralinguística” (Flusser, 2007: 70), para el inmigrante “a ‘nova’ língua é vivenciada como meio de comunicação com o novo ambiente, e passa, imperceptivelmente, a deslocar a língua materna e estabelecer-se em ‘propria língua’” (Flusser, 2007: 71). Releer el concepto de extraterritorialidad de Steiner ya no a partir de la figura del exiliado cosmopolita sino desde aquello que Silviano Santiago llamó (en un artículo notable sobre el film Viagem ao começo do mundo de Manoel de Oliveira) el “cosmopolitismo del pobre” (Silviano, 2004), supone reconocer la asunción rotunda de una pérdida (de una lengua, de una cultura) que cancela la vivencia fantasmática de aquel origen al que el exiliado, imaginariamente, regresará. Por cierto, si el inmigrante vive así en la unidimensional aspereza de lo real, el exiliado vive, para traer una cita de Piglia en Respiración Artificial, en “la constante nostalgia del futuro” (Piglia, 1993: 30).

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Un inmigrante entre extranjeros: Antonio Porchia

En una entrevista de 1952, André Breton afirma que “El pensamiento más dúctil de expresión española es, para mí, el de Antonio Porchia, argentino” (Breton, 1952). La opinión, que proviene quizás de la lectura de la edición francesa de Voces (Voix, 1949), resulta paradójica si pensamos que aquello que Breton entiende ser el pensamiento poético más dúctil en lengua española es el resultado del trabajo literario de un inmigrante calabrés que, habiendo llegado a la Argentina con quince años de edad, debió aprender fuera de cualquier circuito institucional o académico la lengua del país anfitrión. Por cierto, entre la llegada de Porchia a la Argentina (1902) y la publicación de sus primeras “voces” (1938) transcurren cerca de 36 años, en los cuales podemos sospechar la lenta asimilación de la lengua española reflejada en el plano biográfico a través de los diferentes oficios que Porchia desempeñó en Argentina, ya que en ellos es claro el pasaje de tareas manuales (la costura de cestos o la carpintería) a otros, como el de funcionario portuario, significativamente caracterizado por la exigencia de dominio del registro escrito y oral de la lengua referencial. En este sentido, podríamos concluir que la propuesta estética de Porchia se encuentra, en principio, muy lejos del colorido “cocoliche” con el cual el sainete y la tradición del teatro popular argentino representaron usualmente la lengua de los inmigrantes italianos. Lengua bestial e índice, como en Don Chicho de Novión, de bajeza y degradación espiritual, el macarronismo se lee en esta tradición menos como posibilidad de encuentro o de ácida crítica social (como sucede con el Juó Bananére brasileño) que como marca de una tenaz opacidad lingüística que sus autores (sintomáticamente, en su gran mayoría, descendientes de inmigrantes) buscarían –vanamente– redimir. Lejos de toda “infame” propensión macarrónica, la lengua poética de Porchia se nos presenta, en principio, universal e irreprochablemente dada a la lengua referencial del país anfitrión. En otro trabajo postulábamos que la limpidez léxica de estas voces podía originarse del peculiar cruce que Porchia realiza entre la universalización de los conceptos (propia de la tradición religiosa) y la instigación a la praxis inherente a la discursividad anarquista (un cruce entre universalismo e imanencia que no tengo aquí espacio para desarrollar y que origina, a mi ver, el tantas veces señalado panteísmo de esta experiencia). Sin embargo, como bien sabemos, a pesar que hacia mediados de la década de ’50 Porchia es invitado a leer sus voces en la “Sociedad Argentina de Escritores” (SADE) en un momento en el cual Jorge Luis Borges es presidente de esta institución, la tentativa de Sur de corregir algunos de estos aforismos para una posible publicación en esta

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revista genera la negativa de Porchia quien retira, discretamente, sus textos de manos del editor. ¿Qué sería, nos preguntamos, lo que Sur sugería corregir? En este sentido podríamos convocar el trabajo de la estudiosa Laura Cerato, quien analizando las primeras versiones de algunas voces (editadas por la editorial Impulso en 1943 y 1948) y la edición de la editorial Hachette (1965), afirma que podríamos encontrar una serie de adecuaciones o inclusive supresiones entre las mismas. Estas modificaciones y supresiones que Cerato revela en Voces abandonadas, indicarían la tentativa del propio Porchia de corregir lo que la estudiosa lee como “ciertas anomalías de construcción provenientes del italiano, que prestan un particular sabor a su palabra” (en Porchia, 2002: 15), como si por detrás de la limpidez léxica de estos aforismos emergiese, “en soufrance”, aquella lengua que la condición de inmigrante relegó a la perdida.35 El

hecho

de

que

estas

“anomalías”

se

refieran

siempre

al

plano

sintáctico/pronominal (Cerato hacer referencia, por ejemplo, al pleonasmo pronominal en“Quien hace lo que hace como sabiéndolo hacer lo que hace, no lo hace consigo lo que hace, y no es suyo lo que hace; Porchia, 2002: 99) nos induce a pensar que lejos de constituir una gratuita agramaticalidad, esta “anomalía” se ofrece a aquella “retorcedura del Logos” que Ortiz-Osés en “Humanística y aforística” lee como intrínseca al Saber destilado por el aforismo; un Saber que, propio del “Apolo hermesiano de sobrenombre Loxias” (Ortiz-Osés, 2004: 244) dice o logra evocar lo descartado por la rígida gramática del Logos o, en palabras del crítico, “la sunción de lo sobreseído por nuestra razón victoriosa (…) los márgenes de lo real convivido, los residuos de una experiencia aún sin reciclar, las consideraciones intempestivas, los pensamientos sin cobijo oficial u oficioso” (Ortiz-Osés, 2004: 242). Por remitirnos a la voz citada, podríamos decir que lo que desde un punto de vista estrictamente gramatical y normativo es vivenciado como un pleonasmo pronominal, puede ser leído, desde un punto de vista aforístico, como una audaz vía de extrañamiento de la lengua y de, por lo tanto, acceso a lo poético. Por cierto, podría pensarse que el objeto directo, lejos de estar duplicado, es decir sustituyendo pronominalmente el mismo sintagma, esté haciendo referencia a elementos en verdad incompatibles sólo entrevistos como idénticos gracias a lo que Vilém Flusser llamaba el hábito y “cobertor” de determinada lengua (Flusser, 2007: 234). De esa manera, el “lo” de

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Tomamos este concepto del campo disciplinar psicoanalítico (ver Amati-Melher, 2005: 72). Sobre este mismo fenómeno , Jacques Hassoun lee la “lengua materna” como una “langue contrabande” pues la misma se encontraría “enfouie au fond de notre mémoire comme un mendiant, un cheminot [...], et un Jean Val Jean en rupture de ban, enfouirait au fond de sa besace des candélabres dérobés á un généreux bienfaiteur […]. Mais ce contrebandier est rarement conscient de ce qu’il porte” (Hassoun, 1993 : 65).

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“sabiéndolo hacer” estaría refiriéndose a algo diferente del “lo” de “lo que hace” estableciéndose así una clara distinción entre el “saber” y el “hacer”; distinción esta que lo restante de la voz (que deslegitima el “hacer sabiendo” para priorizar, tal vez en alusión a la propia actividad poética, un “hacer” desde el “no-saber”) parecería confirmar. La posible normalización de la voz (“Quien hace lo que hace como sabiendo hacer lo que hace, no lo hace consigo lo que hace, y no es suyo lo que hace”) perdería de hecho este efecto de no identidad del objeto, aquella falta de proximidad entre el objeto del saber y el objeto del hacer, traicionando el sentido que la voz parece estar instaurando al remitir todo objeto al mero hacer. El férreo control y depuración que Porchia hacía de sus voces puede entenderse así como una práctica de control de la agramaticalidad que lejos de inhibirla procura reconvertirla y redimirla como saber poético; pues es cierto que aunque podamos encontrar en este trabajo de vigilancia lingüística cierto eco de las exigencias de las escuelas italianas contra lo que en la adolescencia de Porchia (y aun en la época de escritura de estas voces) era entendido como las contaminaciones que los demonizados dialectos pudiesen llevar a la lengua mayor “florentina”, también es cierto que Porchia no duda en conservar el sabor agramatical cuando este parece necesario al decir de su saber. Veamos sino, como si fuese un efecto de cierta hipercorrección de aquellos pleonasmos pronominales, la supresión, en cierta voces, de toda deixis anafórica y el trabajo, intencional, con la hiperbólica reiteración: “Y si no hay nada que es igual al pensamiento y no hay nada sin el pensamiento, o el pensamiento es sólo pensamiento o el pensamiento es todo”. (Porchia, 1978: 75). Indiferente a esta búsqueda de equilibrio entre agramaticalidad y saber poético, el pedido de corrección de Sur deja entrever más bien la insoslayable sospecha de macarronismo que pesaba sobre este inmigrante que las sutilezas de un proyecto estético construído, quizás, sobre la herida –nunca del todo cicatrizada– de un corte lingüístico.

Un exiliado “degradado” a inmigrante: Witold Gombrowicz

Esta condición de alguna manera inerme frente a las pérdidas y cambios lingüísticos, esta condición que en Porchia aparece no dicha pero que podemos leer en las entrelíneas de sus redimidas “retorceduras” gramaticales, quizas aparezca explicitada en las palabras que otro desplazado, Witold Gombrowicz, profiere a la hora de comenzar una célebre

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conferencia en la librería Fray Mocho de Buenos Aires en 1947. La figura elegida por Gombrowicz para hablar de su precariedad lingüística será la de la infancia: “Soy un forastero totalmente desconocido, carezco de autoridad y mi castellano es un niño de pocos años que apenas sabe hablar” (en Gombrowicz, 1984: 108). Sabemos que Gombrowicz, arribado a la Argentina en 1939 con el objetivo –nunca del todo reconocido por el autor– de escapar a la guerra que se cernía sobre Polonia, nunca tuvo –diferentemente de Porchia– el proyecto de producir estéticamente en castellano y que su producción en polaco aparece en Argentina mediada por traducciones, algunas de ellas antológicas como la que el propio Gombrowicz, el escritor cubano Virgilio Piñera y un “comité de traducción” hiciera de su principal novela Ferdydurke al español (Argos, 1947). Sin embargo, la figura de Gombrowicz, lejos de poder reducirse a la de un “exiliado cosmopolita” que, al decir de Flusser, logra sacar provecho de su condición de “extranjero”, se ve, por el contrario, expuesto a todo tipo de necesidades materiales y a una radical falta de legitimación simbólica que lo marginará en el medio local hasta que el reconocimiento europeo lo saque de su “exilio sudamericano”. Quizás, siguiendo a Sayad, su suerte estuvo echada por la geopolítica y al avatar de provenir de un país europeo periférico y militarmente arrasado. De hecho, la poca atractiva situación de Varsovia (devastada por la maquinaria de guerra nazista) y su histórica lejanía de París, relegó a los polacos arribados durante la Segunda Guerra a un rango de europeos de segunda, cuando no a la de emigrantes refugiados. El propio Gombrowicz llega a traslucir esta condición cuando a propósito de cierto auditorio argentino que está escuchando a un conferencista de su nación, observa que “los argentinos escuchaban con indulgencia (...) ya que comprendían la situación psicológica del pobre polaco” (Gombrowicz, 1988ª: 25). De este modo, a pesar de presentarse, fiel a su histrionismo, como el “conde Gombrowicz” y de buscar, al menos en un primer momento, posicionarse como un escritor europeo, podría afirmarse que menos que lograr representarse como extranjero, Gombrowicz cae –bien contra su voluntad– en el paradigma del inmigrante: de aquel a quien no se le otorga el derecho a su diferencia o más bien está desprovisto de aquella legitimación que lo convierte, a los ojos de los locales, en lo que Flusser llamaba un “factor cultural” y las consecuentes posibilidades de auto-representación de lo propio. Lejos de acceder al circuito que un exiliado-extranjero reconocido como tal podía gozar en la Argentina de aquella epoca (pensemos en la amplia tarea que Roger Caillois cumple en la Argentina para la cultura francesa, por ejemplo), el inesperado arribo y marginal origen de Gombrowicz parece haberle impedido imaginar una patria que pudiera valuarse en

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términos de diálogo cultural. Su concepto de Polonia como “nación menor” podría ser repensado así a partir de la propia situación de Gombrowicz en Argentina e, incluso, la resignificación que este escritor realiza de la tradición polaca del exilio romántico (Mickiewicz por antonomasia) podría ser leída desde este exilio “degradado” a situación inmigratoria. De hecho, tal como hemos propuesto en El exilio procaz: Gombrowicz por la Argentina, Witold no pretende adoptar ninguna de lo que considera las “fachas” o imposturas del exilio, ni la del cantor del humo acerbo (en relación a la Tragedia de la segunda guerra) ni la del refugiado, sino que más bien pretende desconstruir lo que considera ser los lugares comunes de esta experiencia. En el relato que se esboza en su Diario, y en la misma Transatlántico, el exilio quiere mostrarse menos como una decisión por la preservación que como resultado de sus intrascendentes caminatas; y antes que como tierra de seguridad, el exilio se convertirá en una posibilidad existencial y artística de vacilación “asegurada” por las inherentes experiencias de la humillación, la derrota y la soledad. La cita de su Diario ya es, en este sentido, antológica: “¡Doy gracias al Ser Supremo por haberme sacado de Polonia cuando mi situación literaria empezaba a mejorar y por haberme lanzado al continente americano en medio de gente que habla una lengua extraña, en la soledad, en la frescura del anonimato, en un país más rico en vacas que en arte!” (Gombrowicz, 1988b: 236). Preguntarse por el hacer intelectual de Gombrowicz si el Chrobry, en lugar de desembarcarlo en “un país más rico en vacas que en literatura”, lo hubiera hecho en un lugar donde hubiera podido desarrollar su “extraterritorialidad” (salvándolo, en cierta forma de la miseria económica) nos lleva a pensar hasta qué punto una crítica fundamentada en el análisis de las relaciones de fuerza dentro del campo intelectual puede dar cuenta de la práctica que emana de ese campo. ¿Necesariamente, nos preguntamos, la desubicación en el campo cultural implica la asunción de una actitud intelectual impertinente (ya prefigurada estéticamente en su novela Ferdydurke de 1937)? Por lo pronto vale recordar que no existían en Argentina cátedras de lenguas y literaturas eslavas como aquellas que acogieron a Czeslaw Milosz al comienzo de su exilio norteamericano36, aunque bien podemos especular que de haber arribado a ese destino materialmente más promisorio sería difícil imaginar que Gombrowicz, en vista de lo políticamente remiso de su pensamiento, hubiera sido tan felizmente aceptado: recordemos el lugar ya laureado de Milosz cuando arriba a Estados Unidos donde se lo considera no sólo un intelectual directamente comprometido en la lucha

36

A partir de 1961, Czeslaw Milosz se instala en los Estados Unidos donde enseña lenguas y literaturas eslavas en la Universidad de California, en Berkeley.

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contra el nazismo, sino también como aquel que había hecho pública y explícita su ruptura con el régimen comunista polaco37. Contra ese currículo promisorio, el ingreso de Gombrowicz al Banco Polaco de Buenos Aires como empleado (donde trabajó por ocho años) o la inversión de sus primeros derechos de autor en la compra de una máquina inyectora (en la que se reproducían en material plástico íconos de la religiosidad popular argentina: virgencitas del Luján y grotescas figuritas de San Cayetano) hablan –aun desde lo anecdótico– de una raigal falta de legitimación dentro del campo intelectual local. En este sentido, la indiferencia de Sur (que Gombrowicz, diferentemente al tan discreto Porchia, siempre se encargó de recordar) parece haber fortalecido aquello que, desde cierta perspectiva, parece una desmotivada arenga sobre la miseria (simbólica y material) como alternativa artística.

Algunas conclusiones

Si para Steiner el extraterritorial es un “potentado em viagem” (Steiner, 1973: 19) el paradigma del inmigrante opondría a esa riqueza la pobreza y la pérdida. Menos que la posibilidad de moverse por las varias lenguas que su propio desplazamiento territorial le permitiría, la demanda del país anfitrión por operar mecanismos de identificación que “limen” su “bárbara” singularidad38 obliteran la posibilidad de exponer o representar su cultura o culturas de procedencia. La inscripción universalista de Porchia en Argentina o la persistencia de Gombrowicz en la lengua polaca no son así más que los diferentes lados de la imposibilidad de permitirse estar –para decirlo con Steiner– en la frontera (aunque de hecho, por cierto, lo estén). Concentrándonos específicamente en Porchia, podríamos pensar que frente al abanico lingüístico del extranjero poliglota, la renuncia o intolerancia a la hesitación (al “pairar” diría Flusser) que se carga sobre el inmigrante parece llevar, con todo, a la emergencia “en souffrance” de las lenguas de proviniencia; una circunstancia que lejos de auspiciar cierto tipo de pertenencia identitaria o de aprovechamiento estético (como ciertas frases del inglés de 37

Milosz permaneció en Varsovia durante la ocupación alemana y trabajó clandestinamente como poeta y editor de textos de la resistencia. Luego de la guerra fue nombrado agregado cultural en Washington y luego en París, donde en 1951 rompe con el régimen comunista (dos años más tarde publica El Pensamiento cautivo, una aguda crítica al stalinismo soviético). 38 Recordemos que según Sayad “os imigrantes são constantemente objeto de um trabalho de correção que consiste em reduzir os erros, as falhas que eles demonstram com relação à sociedade de sua imigração”, trabajo que va de la formación más simple, profesional, “até a formação mais geral (lingüística, social e até mesmo política’ (Sayad, 1998: 61-62).

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Nabokov que, según Steiner, son “’metatraduções’ do russo”; Steiner, 1973: 20) parece querer evitarse o conjurarse. Pasando ahora al caso específico de Gombrowicz, podríamos pensar que aun intentando expandirse a través de las (auto)traducciones, su desconstrucción y rechazo de la “polonidad” podrían comprenderse como una opción histriónica de liberarse de aquel pasado que el país anfitrión auspicia interdictar y que, de forma análoga a la emergencia clandestina de la lengua materna en Porchia, emerge bajo la lógica de un susurro incesante (“allá Mataban y Degollaban” se oye decir el autoficcional narrador de Transatlántico; Gombrowicz, 1995: 39). Diferentemente del exiliado, confinado en un exterior que vive como provisorio pues su (mítico) pasado y pertenencia territorial están siempre en aquel lugar y tiempo que se ha visto obligado a dejar y al que fantasmáticamente pretende y desea volver (fantasma y deseo que el país anfitrión sustenta al suponer que el exilado retornará a su territorio una vez terminada la proscripción o persecución política), el inmigrante carga sobre sí (aún -como lo expone Sayad- sin reconocerlo)39 el peso de una decisión aparentemente definitiva. Las categorías, naturalmente subjetivas, pueden variar y superponerse, aunque sobre esa subjetividad pese el cielo de la historia. Así, a pesar que Andrée Bachoud en “Exilés, immigrés? Un pouvoir? Une influence?” (1998) distinga los términos “exilio” e “inmigración”40afirma también que ambos conceptos (el primero determinado fundamentalmente por razones políticas y el segundo por razones económicas y sociales) pueden modificarse en el tiempo. Más allá de los ejemplos concretos citados por Bachoud para sostener tales afirmaciones,41 vale rescatar que lo político se instaura como un importante campo diferencial entre ambas categorías. Para el exiliado la política (con mayúsculas) será el objeto primordial de sus reflexiones ya que es ella, o más bien sus percances y visicitudes autoritarias, la que lo ha expulsado del territorio de pertenencia. El inmigrante, por su lado, a pesar de la exclusión 39

Así, si para el país anfitrión la presencia del inmigrante es “permanente mas destinada a um estatuto de ilegitimidade permanente” (Sayad, 1998: 283), para los inmigrantes el sentimiento de lo provisorio parece constituirse en una forma de no confesarse su transplante definitivo: “São (…) os proprios imigrantes que, tendo entrado como que sub-reptícia e provisoriamente (como eles pensavam) numa sociedade que sentem hostil, precisam convencer a si mesmos, às vezes contra as evidencias, de que sua condição é efetivamente provisória” (Sayad, 1998: 46). 40 “L’exil suposse l’intervention de facteurs politiques déterminants dans l’expatriation. Il peut être collectif ou individuel; il implique l’eventualité d’un retour dans le cas oú les mobiles ou les causes du départ disparaissent. L’emigration est un phénomène collectif, dont les causes peuvent être économiques, elle suppose une volonté d’implantation dans le pays d’accueil”; Bachoud, 1988: 25) 41 Por sólo poner un ejemplo de los citados por Bachoud, los obreros agrícolas que emigraban de España a Francia desde fines del siglo XIX y principios del XX, adquieren en el país anfitrión una gran conciencia política de la mano del pensamiento anarquista y socialista, hecho que les impide regresar a España una vez que esta ha caído en las manos de Franco.

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política impuesta por el país anfitrión (los derechos políticos, como analiza Sayad, son aquellos que el país anfitrión explicitamente impide desarrollar a la inmigración)42 se moverá más bien en la concretud de la lucha por lo político. En este punto, y a pesar que no sea el objetivo principal de sus reflexiones, debemos admitir que Gombrowicz, por el espesor de sus observaciones (fundamentalmente en su Diario) sobre el devenir político de Polonia, se inscribiría dentro de la figura del exiliado, mientras que Porchia, en razón de su conducta política, en la del inmigrante. De hecho, la temprana adhesión de Porchia a la primera organización obrera argentina (la FORA, Federación Obrera de la República Argentina), su participación en la revista de izquierda La Fragua (donde, entre 1938 y 1939 publicará sus primeras voces) y la fundación en 1941, junto a otros inmigrantes italianos, de la “Asociación de Artes y Letras Impulso” (de cuño anarco-socialista), dejan claro esta voluntad de actuar políticamente en el territorio del país anfitrión y esto a pesar que ese territorio se le presente, en este aspecto, claramente remiso. En todo caso, de pensarse en este sentido algún tipo de trascendencia territorial, deberíamos considerar la clara orientación cosmopolita y universalista del movimiento obrero argentino, orientación esta no sólo compatible con las matrices internacionalistas que lo fundaron (el anarquismo, el socialismo, el comunismo) sino también por el relevante hecho de que la mayor parte de los obreros “argentinos” eran, precisamente, “extra-territoriales”. Rediseñar, siguiendo de alguna manera la propuesta de Said, el concepto de extraterritorialidad a partir de la figura del inmigrante, supone así oponer la (fantasmática) multidimensionalidad del extranjero/exiliado políglota (paradigma de identidades y de representación cultural), la pérdida (y consecuente contrabando) de las lenguas del pasado que distinguen la vivencia del inmigrante y esto porque, a no ser en un uso estético deliberado (Perlongher, Wilson Bueno, Juó Bananére) sería difícil operar algún tipo de identificación simbólica en el translingüísmo migrante.43 Repensar, por último, desde estos otros fundamentos aquello que en la primera parte de este trabajo posicionábamos como la “extraterritorialidad” cultural latinoamericana, nos obliga a meditar sobre como tal extraterritorialidad privilegió, al menos en el caso de Sur en Argentina, al “extranjero” por sobre el inmigrante, y esto no sólo en lo que atañe al reconocimiento simbólico dentro de aquel campo literario, sino también en lo que atañe a la figuración “cosmopolita” de cierta zona de las letras latinoamericanas, pues si, como ya ha sido citado, “nuestra tradición es toda

42 43

Ver Sayad, 1988: 270-271. Sobre este punto, ver Cangi, 2000: 266.

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la cultura occidental”, no debería omitirse que tal extraterritorialidad ha sido construida también sobre la pérdida, los silencios y el regreso siempre persistente de lo aparentemente abandonado o destruido.

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FABIO MORÁBITO, O EL EXILIO SUTIL Nicolás Hochman

Resumen

Es algo habitual que los escritores, enfrentados a experiencias de carácter traumático, se refugien en la escritura y encuentren en ella un modo eficaz de poder resistir y transformar lo trágico en una representación aceptable. Fabio Morábito es un prestigioso escritor de nacionalidad mexicana. Nació en Alejandría, Egipto, en 1955, pero como sus padres eran italianos se trasladó desde muy pequeño a Milán. A los quince años su familia volvió a mudarse, esta vez a México, donde Morábito se dedicó a las letras. Desarrolla una poesía que parte de un desarraigo que él no quiere llamar así. En sus versos se percibe el dolor del tránsito permanente, de aquel que se siente extranjero en donde quiera que esté. Ni totalmente italiano, ni totalmente mexicano, la angustia del haber ido se manifiesta como algo tangible, concreto, fácil de distinguir. Esa extranjería de la que él hace mención se traduce en primer lugar como una pérdida de su patria, que luego deriva en un cortocircuito que dificulta establecer, precisamente qué y cuál es esa patria.

Palabras clave: Fabio Morábito – Exilio – Extraterritorialidad.

Abstract

It is commonplace that writers, faced with traumatic experiences in nature, taking refuge in writing and finding it an effective way to resist and transform the tragedy into an acceptable representation. Fabio Morábito is a prestigious writer of Mexican nationality. Born in Alexandria, Egypt, in 1955, but his parents were Italian, from a young age he moved to

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Milan. At age 15 his family moved again, this time to Mexico, where Morábito was devoted to letters. He develops a poetry that part of an uprooting that he did not want to call it. In his verses is perceived a pain of permanent movement, who feel foreigner wherever. Although not entirely Italian or Mexican, the anguish of having been manifested as something tangible, concrete, easy to distinguish. That foreigner’s feeling which he mentions first is translated as a loss of their homeland, which then leads to a short circuit that makes it difficult to establish precisely what and which is that country.

Keywords: Fabio Morábito – Exilie – Extraterritoriality.

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Otras maneras de exiliarse

‘Ser’ un inmigrante es, pues, muy distinto a ‘saber’ que se emigra. Implica asumir plena y profundamente la verdad y la responsabilidad absolutas inherentes a esa condición. Las realizaciones de este tipo pertenecen a un estado mental y emocional difíciles de soportar. Ello explica la necesidad de recurrir a múltiples operaciones defensivas, para quedar tan sólo en el ‘saber’ y no en el ‘ser’ emigrantes. (Grinberg y Grinberg, 1984:82)

Habitualmente se entiende por exilio la experiencia abrupta que enfrenta un individuo cuando debe abandonar su país por razones políticas y/o ideológicas. Generalmente, ese exilio está ligado a la presión real de un Estado opresor, muchas veces militar, que amenaza la integridad física del sujeto debido a diferentes posturas de pensamiento o acción. En ocasiones, la persona marcha al exilio por recomendación directa del Estado (o de los funcionarios que lo encarnan), obteniendo su pasaje al exterior de manera legal, como si fuera una medida preventiva. En otros contextos, el Estado no brinda esa posibilidad a modo de advertencia, y el sujeto elige exiliarse antes de que una catástrofe se cierna sobre él o sus allegados. Estas políticas pueden ser individuales o masivas, sin que por ello se distinga entre un tipo de exilio u otro. La experiencia, en todo caso, no deja de ser individual (indivisa), por más compartida y generalizada que sea. Como señala Juan Gelman,

Serías más aguantable, exilio, sin tantos profesores del exilio, sociólogos, poetas del exilio, llorones del exilio, alumnos del exilio, profesionales del exilio, buenas almas con una balancita en la mano pesando el más el menos, el residuo, la división de las distancias, el 2x2 de esta miseria. Un hombre dividido por dos no da dos hombres. Quién carajo se atreve, en estas circunstancias, a multiplicar mi alma por uno. (Gelman y Bayer, 2009:31)

Es innegable que una experiencia que reúne alguna de las características mencionadas arriba puede conducir al exilio. Sin embargo, no toda expulsión o abandono (por

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motivos político-ideológicos) de un país se transforma en exilio, ni todo exilio está causado por detonantes similares. Si bien no se conoce con exactitud de dónde proviene la palabra exilio, es de suponerse que esté ligada a relatos de la Antigüedad. En La Eneida, Virgilio describe qué pasó cuando Ulises, Aquiles, Agamenón y demás griegos famosos saquearon y destruyeron Troya. En el libro, Virgilio narra la epopeya de Eneas, príncipe de Dardania, quien condujo a los troyanos fuera de su ciudad, trasladándolos hasta Italia para que pudieran estar seguros. Irse de Troya, estar fuera de Ilión (como se la llamaba antiguamente), ex-Ilión. Si aceptamos que el origen de la palabra puede estar asociado a este relato, veremos entonces que aquellos primeros exiliados no abandonaron su ciudad por un motivo político-ideológico, sino porque su ciudad no existía más. Es indisociable la desaparición de Troya de los motivos que llevaron a su caída (duelos de dioses, problemas de jurisdicción, enfrentamientos comerciales, mujeres que se van con otros hombres que no son sus maridos, etc.), pero lo importante aquí es otra cosa: los exiliados se convirtieron en tales a partir del momento en que una situación límite les impidió continuar viviendo como lo hacían y los obligó a buscar una alternativa para seguir adelante. No se vieron expulsados por un Estado opresor, sino por un vacío imposible de llenar. Para que un exiliado sea exiliado, hay un requisito indispensable: la elección. No necesariamente esa elección es la de irse, ya que un deportado se ve imposibilitado de elegir si permanecer o alejarse44, sino la de verse a sí mismo como tal. Como sugería Gelman en la cita anterior, no son los profesores, poetas ni sociólogos los que definen qué es ser un exiliado, sino el exiliado mismo. El exilio no es una categoría necesariamente permanente, sino que muta, se transforma, varía según la percepción que el propio sujeto tenga de su realidad, de su propia paralaje. Es probable que una persona que debió exiliarse en un momento a otro país, pero logró superar el trauma, resignificar su experiencia y sentirse a gusto con su nueva vida, no se sienta exiliada. Ahí hay un punto importante para demarcar las continuidades e intermitencias de su exilio, que dependerán, en cada caso, de la psiquis del sujeto, en relación con las fluctuaciones cotidianas de la vida y el contexto en el que elige vivir. Cómo lo elige. Para qué, cuándo, dónde, de qué manera, con quién. El exilio genera un trauma que puede desencadenar reacciones sumamente diversas. Pero el trauma, como tal, puede ser resignificado, y aunque la experiencia permanezca allí 44

Distinto es el caso de un sujeto que se ve forzado a abandonar un espacio bajo la amenaza latente de la muerte. En este punto la persona sí tiene una elección, que es la de quedarse y morir, o irse y vivir. Aunque dramática y binaria, sigue siendo una elección.

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ineluctablemente, es factible de ser elaborada. El exilio implica una serie de elecciones que, por supuesto, no son fáciles, ni cómodas, ni carentes de paradojas y contradicciones inherentes. Elecciones que posiblemente nunca puedan llegar a ser tomadas y que impliquen consecuencias imprevisibles para el sujeto y su entorno más inmediato. Pero elecciones al fin. La elección de un sujeto de verse a sí mismo como exiliado, consciente o inconsciente, surge probablemente del enfrentarse con el vacío simbólico que queda tras la destrucción de Troya. Esa destrucción, que puede haber sido detonada por factores político-ideológicos, tiene en muchos casos causas que la anteceden, y que no siempre son demasiado claras para el sujeto que lleva a cabo acciones que lo comprometen, acciones que tienen consecuencias. Esto quiere decir que lo político-ideológico, aunque muchas veces esté y sea central en el exilio como consecuencia, puede no ser su motivo fundante, o al menos no el único. El exilio se convierte así en un fenómeno complejo y difícil de reducir a estructuras rígidas, inencasillable en los moldes a los que los investigadores sociales tantas veces nos acostumbramos a utilizar para poder demarcar con claridad de qué estamos hablando. Un concepto incómodo, permeable, poroso, fluctuante, en continuo movimiento. Un sujeto puede exiliarse porque una dictadura militar lo fuerza a hacerlo. Pero también puede hacerlo por motivos económicos, o sociales. Puede estar en el exilio cuando su lengua no es la del nuevo espacio que habita, aunque no haya habido una expulsión de su tierra natal que lo llevara a trasladarse allí. O puede naufragar como Robinson Crusoe, Tom Hanks en “El náufrago” o los pasajeros del vuelo 815 de Oceanic Airlines en “Lost”. Puede experimentar un exilio por motivos burocráticos, como le ocurre (nuevamente) a Tom Hanks en la película “La terminal”, de Steven Spielberg, o sentir que está exiliado en su propio país, del que tampoco siente pertenencia. Puede haberse exiliado un habitante de provincia que se trasladó a trabajar a una capital, y encontró allí una cultura radicalmente diferente de aquella que dejó. O, como ocurre muchas veces, el exiliado se encuentra exiliado de sí mismo, ya que no consigue elaborar el vacío que dejó Troya, y probablemente ni siquiera sepa por qué se siente así.

El exilio, más allá de su nominación

Fabio Morábito es un prestigioso escritor de nacionalidad mexicana. Nació en Alejandría, Egipto, en 1955, pero como sus padres eran italianos se trasladó desde muy

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pequeño a Milán. A los quince años su familia volvió a mudarse, esta vez a México, donde Morábito se dedicó a las letras. Tras adoptar el español como primera lengua, comenzó a publicar sus libros (cuentos, poesías, ensayos, relatos infantiles y traducciones). Si alguien lo escucha hablar, entenderá perfectamente que lo hace en español, aunque sea tan evidente que su país de origen es otro, siendo su pronunciación la de un extranjero que no termina de interiorizar la nueva lengua. En Extraterritorialidad. Ensayos sobre la literatura y la revolución lingüística, George Steiner explica que en ocasiones, cuando un escritor abandona su patria y su lengua, puede emplear a la literatura (y a la traducción en particular) como un vehículo para poder sublimar la experiencia exiliar de la cual aún no pueden salir (Steiner, 1973). Rossana Álvarez y Juan Gómez lo explican así:

En su ensayo ‘Extraterritorial’, George Steiner se detiene en el modo en que las lenguas, al ser traducidas por escritores multilingües, se ven recreadas, y reconoce que en esos procesos se estaría gestando una nueva figura de autor, signada desde el Romanticismo por el escritor como conocedor de la lengua con la que crea para, finalmente, concluir junto con Theodor Adorno que ‘...solamente aquel que no se siente verdaderamente como en su propia casa dentro de una lengua puede usarla como instrumento’. La condición de extranjero del autor resignifica, entonces, el traslado de un lenguaje a otro, porque en ese proceso subyace una intención, un propósito del autor. De ese modo, la traducción resulta ser un medio para alcanzar un fin, la traducción se vuelve un dispositivo. (Álvarez y Gómez, 2004)

A partir de esto, Gina Saraceni, en su libro Escribir hacia atrás, intenta comenzar a dar una explicación del por qué de las preocupaciones y acciones de Morábito dentro su obra:

El poeta-viajero se siente extranjero frente a la lengua: no solamente ante la lengua de adopción –el español–, sino también ante la lengua madre –el italiano–, que, con el paso de los años, se atrofia… convirtiéndose, en un momento dado, en una lengua extranjera que hay que volver a aprender/aprehender desde otro lugar: el lugar de la lengua literaria. En un ensayo titulado ‘El escritor en busca de una lengua’ (1993), Morábito dice que ‘(…) sólo es posible hablar otro idioma convirtiéndose en otro individuo’, apuntando al hecho de que la lengua es el factor constitutivo de

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la identidad del sujeto y que de ella depende su representación del mundo. (Saraceni, 2008:122)

Es algo habitual que los escritores, enfrentados a

experiencias de carácter

potencialmente traumático, se refugien en la escritura y encuentren en ella un modo eficaz de poder resistir y transformar lo que podría llegar a ser trágico en una representación aceptable45. Morábito, que sabe muy bien cuál es el carácter de esa experiencia, busca quitarle rigidez y dramatismo. Cuando Moctezuma Quistian Ollin Tecandi, periodista de la revista Babab, le pregunta de qué manera el continuo traslado afectó su vida y su obra, Morábito responde: Afectó a mi vida al provocar un sentimiento persistente, no de desarraigo es una palabra muy fuerte, trágica-, sí, de extranjería, de sentirme perteneciente a dos mundos diferentes y tener marcas de uno y otro. Esto no ha producido una escisión grave de la personalidad, pero sí el hecho de no ser ni sentirme totalmente italiano o totalmente mexicano, si es que estos términos significan algo.46

Quizás el libro en el que mejor puedan percibirse los síntomas del exilio sutil en este escritor sea en Lotes baldíos, donde Morábito desarrolla una poesía que parte de ese desarraigo que él no quiere llamar así. En sus versos se percibe el dolor del tránsito permanente, de aquel que se siente extranjero en donde quiera que esté. Ni totalmente italiano, ni totalmente mexicano, la angustia del haber ido se manifiesta como algo tangible, concreto, fácil de distinguir: Yo nací en una playa / de África, mis padres / me llevaron al norte, / a una ciudad febril, / hoy vivo en las montañas, /// me acostumbré a la altura / y

45

Jacques Lacan dedicó gran parte de su seminario 23 a tratar este tema a partir del estudio de la obra James Joyce, que le permitió explicar su concepto de sinthome. LACAN, Jacques. El Seminario. Libro 23. El Sinthome. Paidós, Buenos Aires, s/d. Cfr. HOCHMAN, Nicolás, “El exilio y los síntomas: Gombrowicz fuera de Polonia”, en actas de las Primeras Jornadas de Historia, Psicoanálisis y Filosofía, realizadas en el Centro Cultural de la Cooperación, Buenos Aires, 22 y 23 de octubre de 2009. 46

OLLIN TECANDI, Moctezuma Quistian, “La importancia del estilo. Entrevista a Fabio Morábito”, en Revista Babab. http://www.babab.com/no14/Morábito.htm

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no escribo en mi lengua, / en ciertos días del año / me dan mareos y vértigos, / me vuelve la llanura (Morábito, 2002:7-8) Yo nací lejos / de mi patria, en una / ciudad fundada / en las afueras de África. /// Que en todo continente / y país, aunque mínimo, / hay algo de más / que no les pertenece /// (…) Yo nací en un combate / de lenguas y de orígenes / que sólo tierra adentro / termina, en el desierto, /// tal vez por eso un algo / de irrealidad me nutre / de eterna despedida / y la ironía no basta /// -ni el buen humor, ni el arte- / para dejar de ser / alguien que en todas partes / se siente un extranjero (Morábito, 2002:15-16)

Esa extranjería de la que él hace mención se traduce en primer lugar como una pérdida de su patria, que luego deriva en un cortocircuito que dificulta establecer, precisamente qué y cuál es esa patria. Esto resulta muy habitual en los exiliados que permanecen mucho tiempo en el exterior, arraigándose en un espacio específico, que no es su tierra original. Y cuando ese espacio incluye además un cambio radical de lengua, de un idioma a otro, el trauma se acentúa y puede ser vivido como un exilio dentro del exilio. Es decir, como un agravante que pesa aún más que el traslado espacial de un lugar a otro. Las metáforas con que Morábito lo define son muy claras y precisas en este sentido: Un día mi padre dijo / nos vamos, y tú eras / la meta: otra lengua (Morábito, 2002:20) Nos mudamos un día / para ir lejos, irse / tan lejos como herirse (Morábito, 2002:22)

Cuando Morábito titula su libro Lotes baldíos hace algo más que elegir azarosamente una mera nominación. El lote baldío es el espacio que está vacío y sobre el cual se puede construir. Un vacío que no se refiere a objetos materiales, sino a significaciones. Un lote baldío que está en el espacio al que se llega, pero también en aquel que se abandonó, porque las resignficaciones funcionan en pasado, presente y futuro. En esos lotes baldíos, en esos vacíos expectantes de ser significados, Morábito encuentra un espacio para construir su vida y su obra, sintiendo que pertenece y que no pertenece, que es de allí y que no lo es, que podrá adaptarse y que no lo hará nunca. Sin ellos, probablemente, ese tránsito sería insoportable.

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Especialista en mudanzas: entrevista a Fabio Morábito

Nicolás Hochman: En “Mudanza” decías que “A fuerza de mudarme / he aprendido a no pegar / los muebles a los muros, / a no clavar muy hondo, / a atornillar sólo lo justo”. ¿Cuáles fueron las experiencias que atravesaste para llegar a esa percepción del espacio ocupado?

Fabio Morábito: No hay como mudarse muchas veces para descubrir que no existen los espacios vírgenes. Deseamos que los haya, de hecho cada mudanza encierra la esperanza de cierta virginidad alcanzable, pero cuando llegamos al nuevo lugar, se nos hace patente su inmersión en el ruido del mundo, su condición de espacio ya usado y pisado por otros. He ahí que el especialista en mudanzas, si no quiere perecer por la decepción, debe olvidarse entonces de la virginidad y mirarse como un pasajero en tránsito, como un simple ocupante.

NH: ¿Conociste a otros especialistas en mudanzas?

FM: Sí, conocí a una mujer brasileña, que emigró a México por motivos políticos durante la dictadura en su país, y cuando la conocí, se había mudado una docena de veces dentro de la pura Ciudad de México.

NH: ¿Y cómo fue tu vínculo con ella?

FM: ¿Cuál fue mi vínculo con ella? Es mi mujer desde hace treinta años. Llegamos a México en el mismo año, pero no nos conocimos hasta diez años después. Mi hijo tiene tres pasaportes: el mexicano, que le corresponde por haber nacido en México, el brasileño, por parte de su madre, y el italiano, por parte mía. En casa sólo se habla español, pero mi hijo habla además inglés, alemán, italiano y francés.

NH: ¿Qué aprendiste? ¿De que prejuicios te fuiste desprendiendo a través de compartir esas experiencias migratorias?

FB: Bueno, supongo que se aprende a tener una especial sensibilidad hacia todo tipo de desarraigo, no sólo geográfico, sino social, que finalmente es el más grave de todos, y, en

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consecuencia, a tener un olfato especial por descubrir en los demás y en uno mismo el más mínimo atisbo de estrechez de miras, de provincianismo y, sobre todo, de fanatismo.

NH: ¿Qué cambia cuando cambia la lengua? ¿Cómo afecta eso la obra de un escritor?

FM: Aclaro que me hice escritor después de haber mudado de lengua, lo cual es un dato importante. No es lo mismo ser un escritor y luego mudarse de lengua, que hacerlo cuando se tiene quince años, que es mi caso, y luego hacerse escritor en la nueva lengua aprendida. Si en lugar de hacerme escritor, me hubiera hecho médico, nadie me preguntaría en qué afecta la mudanza de la lengua en mi profesión de médico, y sin embargo yo creo que sí afecta, como afecta en todos los órdenes de la vida. Se piensa que a un escritor le afecta de manera particular, ya que la lengua es precisamente su herramienta de trabajo. Es verdad, pero la herramienta de trabajo de un escritor no es precisamente la lengua, sino la lengua literaria, que es otra cosa; que es de por sí una lengua extranjera; en este sentido, el cambio de lengua, que es una experiencia de extranjería, puede facilitar la tarea del escritor, en vez de perjudicarlo.

NH: Hablar de la lengua literaria lleva a pensar en conceptos como extraterritorialidad (Steiner) o desterritorialización (García Canclini). Tu nomadismo, si podemos llamarlo así, habrá afectado y condicionado ciertos hechos y procesos de tu vida. Perder (espacios, lenguas) para ganar otros, como si fueran nuevas capas de piel. Uno de estos procesos, claramente, está ligado a la escritura. ¿De qué otras maneras sentís que esas experiencias te transformaron?

FM: En muchos sentidos, pero quizá el más fundamental de todos es que uno aprende cuán dúctil es el ser humano y cuán azarosa la vida misma. Es un aprendizaje que está al alcance de cualquiera, desde luego, pero quienes hemos emigrado y reiniciado nuestra vida en otros lugares, lo percibimos más claramente. Se le hace patente a uno la vieja máxima estoica de que no somos dueños de nada, y que lo que poseemos hoy, mañana puede esfumarse en un parpadeo. Yo, al menos, procuro no perder de vista jamás esta verdad. Me considero un hombre afortunado, a quien la vida ha tratado con largueza, hasta con laureles, pero procuro no dormirme en ellos, porque sé que son efímeros.

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NH: En continuo traslado (involuntario) de los primeros años de tu vida, el ser/sentirte extranjero tantas veces, ¿te llevaron a pensar tu extranjería como una forma de exilio?

FM: No soy un exiliado, soy un emigrado. Que las dos experiencias tengan puntos en común, no cabe duda, pero no hay que confundirlas. Cuando se habla de exilio, hay que tener cuidado de no elevar esta condición a una postura existencial, en la cual acaba por caber medio mundo: emigrados, residentes extranjeros, nómadas por libre voluntad, simples especialistas en mudanzas, etc. Todos quieren ungirse con el prestigio del exilio. No, definitivamente yo nunca me he sentido un exiliado, afortunadamente.

NH: ¿Y por qué el exilio otorga tanto prestigio? ¿Qué es lo que hace que ciertos emigrados prefieran verse a sí mismos como exiliados?

FM: Porque el exiliado es una víctima, o así se le ha visto siempre, y la víctima está siempre rodeada de un halo de prestigio, o cuando menos de consideración. Y a todos nos gusta sentirnos considerados. Durante los años setenta, México fue la meta de muchos exiliados latinoamericanos, en especial del cono sur, pero también de otras partes de América Latina. Conocí a muchísimos y aprendí a detectar, en varios de ellos, el oportunismo de la víctima, la queja existencial como medio de conseguir la atención ajena, cuando no favores y beneficios. Había incluso cierto tipo de mirada y de tono de voz, de lo más impostados, que me ponían los pelos de punta. Con esa mirada y ese tono de voz, muchos mediocres se abrieron camino. Aprendí que los que habían sufrido mayormente las consecuencias de su exilio, eran los más pudorosos, los más llevaderos y sencillos en el trato, y a menudo, incluso, los más alegres. No tenían que actuar.

NH: ¿Volviste a Egipto e Italia alguna vez?

FM: He vuelto a Italia varias veces; en dos de ellas, me quedé a vivir durante un año, por razones de estudio. Nunca pensé quedarme a vivir ahí, a pesar de que siempre he disfrutado esos regresos. A Egipto sólo he vuelto una vez, y durante pocos días, para conocer mi casa natal. Quiero volver de nuevo, con más calma, de ser posible con indicaciones más precisas sobre ciertos lugares donde vivió mi familia, tanto en El Cairo, como en Alejandría. Soy

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partidario de los regresos. Quienes no regresan, lo pagan caro. Hay que regresar una y otra vez. El regreso es inagotable.

NH: ¿De qué maneras y mediante qué recursos intentaste transmitir lo complejo de la experiencia migratoria?

FM: No soy un especialista en experiencia migratoria, ni quiero serlo. No he intentado ni remotamente transmitir la complejidad de esa experiencia. He escrito sobre ella porque es algo que me ha tocado vivir, pero he escrito sobre muchas otras cosas, tanto en prosa como en poesía, que me interesan más que la experiencia del emigrante. Con esto, respondo a tu pregunta: he hablado de esta última con los recursos a mi disposición, que son los de mi temperamento y mi estilo, los mismos con los cuales he hablado de cosas como los columpios, el sexo, las moscas, el mar y los lotes baldíos.

NH: ¿Qué libros y autores modificaron la visión que tenías de tu propia migración? ¿De qué forma?

FM: No puedo dejar de interesarme por aquellos autores en cuya obra la marginación juega un papel preponderante. La lista sería larga, así que sólo mencionaré la última obra que ha venido a sumarse a esta lista predilecta, tratándose además de una obra argentina: El entenado, de José Saer. Hay en ese libro una cantidad de reflexiones extraordinarias sobre la situación del exilio.

Bibliografía

ÁLVAREZ, Rossana y GÓMEZ, Juan Ariel. (2004) “Manuel Puig y la estrategia de la (auto)traducción”, presentado en el

II Congreso CELEHIS de Literatura, Mar del Plata.

http://www.freewebs.com/celehis/actas2004/ponencias/38/3_Alvarez_Gomez.doc BERNETTI, José Luis y GIARDINELLI, Mempo (2003). México: el exilio que hemos vivido. Bernal: Universidad Nacional de Quilmes. GELMAN, Juan y BAYER, Osvaldo. (2009) Exilio. Buenos Aires: La Página. GRINBERG, León y Rebeca (1984). Psicoanálisis de la migración y el exilio. Madrid: Alianza.

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HOCHMAN, Nicolás (2009) “El exilio y los síntomas: Gombrowicz fuera de Polonia”, en actas de las Primeras Jornadas de Historia, Psicoanálisis y Filosofía, realizadas en el Centro Cultural de la Cooperación, Buenos Aires, 22 y 23 de octubre de 2009. LACAN, Jacques (s/d). El Seminario. Libro 23. El Sinthome. Buenos Aires: Paidós. MORÁBITO, Fabio (1993). “El escritor en busca de una lengua”. En Vuelta, año XVII, N° 195. _____ (2002) Lotes baldíos. México: Era-Conaculta. _____ (2005) Lunes todo el año. México: Era-Conaculta. OLLIN TECANDI, Moctezuma Quistian, “La importancia del estilo. Entrevista a Fabio Morábito”, en Revista Babab. http://www.babab.com/no14/Morábito.htm SARACENI, Gina (2008). Escribir hacia atrás. Rosario: Beatriz Viterbo. STEINER, Georges (1973). Extraterritorialidad. Ensayos sobre la literatura y la revolución lingüística. Barcelona: Barral. ŽIŽEK, Slavoj (2006). Visión de paralaje. Buenos Aires: FCE.

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SOBRE LOS AUTORES

Celeste Castiglione Licenciada en Ciencia Política (1996, UBA) y Licenciada en Sociología (2006, UBA), ha realizado un posgrado en FLACSO (2005) y actualmente es doctoranda de la UBA. Desde 2005 a la actualidad se desarrolla como asistente de investigación en el Instituto de Investigaciones “Gino Germani” en el Grupo Población Migración y Desarrollo (Dir. Susana Novick) y consultant del proyecto de post doctorado (2008-2009) de Jorge Ginieniewicz: “Accumulation of political Assets among Argentiniean Migrants to Spain and Canada, and Returnees” del Global Urban Research Centre, University of Manchester. Posee publicaciones en la Argentina y en el exterior. Su principal área de interés son las migraciones actuales y el análisis crítico del discurso en torno a la migración desde los medios de comunicación escrita. castiglioneceleste@yahoo.com.ar / ccasti@cnba.uba.ar

Gustavo Fares Nació en Argentina, donde se graduó de la Facultad de Derecho de la UBA y de la Escuela de Bellas Artes “Prilidiano Pueyrredón.” Después de realizar estudios de posgrado en la Escuela Superior de Bella Artes “Ernesto de la Cárcova” viajó a Estados Unidos. Allí obtuvo un Master en Idiomas y Letras y otro en Artes Visuales, ambos de West Virginia University. En 1987, comenzó sus estudios de doctorado en Literatura Latinoamericana y Estudios Culturales en la University of Pittsburgh, de donde se graduó en 1989. Sus intereses incluyen las obras del escritor mexicano Juan Rulfo, escritoras argentinas contemporáneas, cultura latinoamericana, y estudios culturales. Actualmente es Profesor y Chaiperson del Spanish Department en Lawrence University, en Wisconsin, Estados Unidos. faresg@lawrence.edu http://www.lawrence.edu/fast/faresg/

Pablo Gasparini Profesor en Letras por la Universidad Nacional de Rosario (UNR, Argentina), posee maestría y doctorado en Letras (Literatura hispanoamericana) por la Universidad de São Paulo (USP,

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Brasil). Realizó pos-doctorado en el Instituto de Estudos da Linguagem de la Universidad de Campinas (Unicamp, Brasil). Sus temas de investigación se orientan a la cuestión del exilio (publicó El exilio procaz: Gombrowicz por la Argentina, Beatriz Viterbo, 2007) y a la problemática del desplazamiento lingüístico/literario. Posee artículos sobre el tema en varias revistas especializadas (Revista Iberoamericana, Hispamérica, Remate de males, etc.). Desde 2009 es profesor de la Universidad de São Paulo. pablogasparini@usp.br

Nicolás Hochman Nació en Buenos Aires en 1982. Estudió Cine y Locución, y es Profesor y Licenciado en Historia por la Universidad Nacional de Mar del Plata, con una tesina sobre el escritor Witold Gombrowicz. Ha recibido becas en la UNMdP (donde dicta clases en la Facultad de Humanidades) y el CONICET, del cual es investigador. Se encuentra desarrollando su Doctorado en Ciencias Sociales en la Universidad de Buenos Aires, con una tesis acerca de las diferentes formas del exilio. Publicó los libros Modernidad: conquista, relaciones coloniales y formación del capitalismo (2009) y Entre las revoluciones y la consolidación de los Estados-Nación: el capitalismo en el siglo XIX (2010), ambos por editorial Longseller, además de haber colaborado en revistas académicas y literarias de Argentina, Chile, Colombia, España, México y Uruguay. Desde el 2004 hasta el 2010 fue editor de la revista Prometheus (www.pmdq.com.ar). Actualmente dirige la revista Casquivana (www.casquivana.com.ar) y es miembro del comité editorial de Prometeica. Revista de Filosofía y Ciencias (www.prometeica.com.ar). Coordina diversos proyectos, como el taller de lectura y escritura Heterónimos, el Proyecto CLEUM y el ciclo literario Alejandría. hochmanicolas@yahoo.com.ar

Victoria Martínez Espínola Licenciada en Sociología por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo. Becaria de la Beca para la Promoción de la Investigación, Secretaría de Ciencia, Técnica y Posgrado, Universidad Nacional de Cuyo. Realizó su tesis de licenciatura sobre el tema “Experiencias migratorias de mujeres bolivianas residentes en Mendoza”,

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dirigida por la Dra. Estela Fernández Nadal y co-dirigida por la Dra. Mercedes Molina. Es miembro integrante del Proyecto de investigación bianual 2009-2011: “El sujeto en la filosofía latinoamericana contemporánea: A. Roig, E. Dussel, F. Hinkelammert, I. Gebara, R. FornetBetancourt”, dirigido por la Dra. Estela Fernández Nadal. Realizó una pasantía de investigación en el Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI), San José, Costa Rica, durante los meses de septiembre a noviembre de 2007, en el marco del Seminario de Investigadores y Formadores (SIF). Participó de los cursos “Arte y Educación Popular” y “Género/Religiones: Historia y Perspectivas”, promovidos conjuntamente por el Centro Ecuménico de Servicios a la Evangelización y la Educación Popular (CESEP) y la Secretaría de Especialización, Perfeccionamiento y Extensión de la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo, CESEP, durante enero y febrero de 2009 Sao Paulo, Brasil. viquimar2002@yahoo.com.ar

Ana María Mateu Doctora en Historia por la Universidad Nacional de Cuyo, Argentina, Diplomada en Economía Política por FLACSO. Es profesora en la universidad de la cual se graduó en la cátedra de Historia Social Argentina I y es investigadora adjunta del CONICET en el Instituto de Ciencias Humanas Sociales y Ambientales, donde lleva a cabo también la dirección de becarias sobre las temáticas asociadas al ámbito vitivinícola. Ha publicado numerosos artículos en revistas argentinas y extranjeras y dos libros en colaboración: La gran aldea mendocina (2005) y El vino y sus revoluciones (2008). Es miembro de la Comisión Directiva de la Asociación de Historia Económica desde 1995 y de la Red Iberoamericana de Estudios Empresariales, Universidad de León, Monterrey, México. amateu@lab.cricyt.edu.ar

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AGRADECIMIENTOS

En primer lugar, a los autores que componen este volumen, quienes confiaron en el Proyecto CLEUM al enviar sus respectivos artículos y, en todos los casos, tuvieron una excelente predisposición para corregir, modificar y recibir sugerencias destinadas a hacer de diferentes textos dispersos un libro compilatorio. En segundo término, todo este trabajo no hubiera sido posible sin la colaboración de los asesores académicos que evaluaron de manera anónima (a través del sistema de double blind) los textos que les enviamos, haciendo devoluciones precisas, críticas, formales y, pese a todo eso, distendidas; ellos son Silvina Jensen, Emmanuel Taub y Lucas Misseri. Tercero, a Fabio Morábito, quien con mucha paciencia y buena voluntad nos permitió entrevistarlo y publicar esas palabras en Pensar el afuera. Por último, a Leticia Paolantonio, ilustradora de la imagen de tapa, por sus dibujos; no solamente el que quedó seleccionado al final del proceso de selección, sino también por todos aquellos que fueron quedando en el camino, como parte de una travesía difícil y puntillosa. A todos ellos, muchas gracias.

Nicolás Hochman

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