l Manual para la igualdad de oportunidades
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l Manual para la igualdad de oportunidades
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l ÍNDICE INTRODUCCIÓN 7 ¿QUÉ ES LA IGUALDAD DE OPORTUNIDADES? 8 ¿SEXO?¿GÉNERO? PERO, ¿¿NO ES LO MISMO?? 9 NUESTRO PAPEL DE GÉNERO Y LOS “TÍPICOS TÓPICOS”: ROLES Y ESTEREOTIPOS DE GÉNERO 12 APRENDIENDO A SER MUJER. APRENDIENDO A SER HOMBRE: LA SOCIALIZACIÓN DE GÉNERO 15 APRENDEMOS MUY RÁPIDO PERO ¿QUIÉNES NOS ENSEÑAN?: LOS AGENTES SOCIALIZADORES 16 LA MUJER, EL HOMBRE Y EL TRABAJO: UN TRIÁNGULO CON LOS LADOS DESIGUALES 21 GÉNERO Y DISCAPACIDAD 26 ¿QUÉ PUEDES HACER TÚ POR LA IGUALDAD DE OPORTUNIDADES? 27 TEXTOS Y DOCUMENTOS CONSULTADOS 29
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l INTRODUCCIÓN Sexo, género, discriminación, igualdad de oportunidades, sexismo... son palabras que utilizamos a menudo o que nos suenan, pero ¿sabemos realmente qué significan? Nuestra intención con este manual es aclarar esos conceptos y otros con los que se relacionan para que puedas ver lo que pasa a tu alrededor desde otro punto de vista. No importa si eres mujer o si eres hombre; no importa la edad que tengas ni a qué te dedicas; simplemente es necesario que tengas un poquito de curiosidad. Y, cuando termines de leerlo, será como si le hubieras puesto cristales a tus “gafas de género”.
l ¿QUÉ ES LA IGUALDAD DE OPORTUNIDADES? Para entender qué es la igualdad de oportunidades es conveniente empezar por saber que la igualdad es un derecho fundamental por el que todas las personas son iguales ante la ley y merecen el mismo trato reconociéndose sus diferencias. En las constituciones de casi todos los países de Europa Occidental se incluye el principio de igualdad como un derecho de las personas a no ser discriminadas por su sexo, origen, religión,... Discriminar consiste en dar un trato de inferioridad a una persona o grupo por motivos raciales, religiosos, políticos, etc. Y, al menos en teoría, ninguna persona puede ser tratada de forma diferente, y especialmente injusta, por pertenecer a un grupo social concreto o tener algún rasgo que la diferencie del resto. Pero que la igualdad esté reconocida a nivel legal (igualdad formal) no garantiza que disfrutemos de una igualdad real en nuestra vida cotidiana. Todos los días se ven situaciones que lo demuestran; algunas de las más frecuentes son motivadas por el sexismo, que consiste en discriminar a las personas en base a su sexo, a sus diferencias biológicas. El sexismo está presente en todas las esferas de nuestra vida: cuando decimos “las niñas no deben hablar así”, cuando damos por hecho que es la mujer la que debe cuidar a un familiar enfermo, cuando decimos “los niños no lloran” o cuando 1. Diccionario de la Lengua Española. 2. Guía práctica para la planificación de acciones formativas en materia de género e igualdad de oportunidades. Proyecto Equal Igualdad en lo rural.
ridiculizamos a un hombre porque ha hecho una tarea “femenina”. Como vemos en estos ejemplos, las actitudes sexistas afectan y perjudican a ambos sexos, pero es evidente que las mujeres son las más desfavorecidas. Cuando esto ocurre, cuando hay actitudes y comportamientos que infravaloran o menosprecian a la mujer y privilegian al hombre, hablamos de machismo.
Las leyes reconocen plena igualdad de derechos entre unas y otros pero sabemos que la realidad es muy distinta. Para cambiar esta situación, los Estados y los organismos internacionales competentes (Unión Europea, ONU, etc.) desarrollan medidas que impulsan en nuestra sociedad el desarrollo de la igualdad de oportunidades para todas y todos. La Igualdad de Oportunidades entre mujeres y hombres consiste en la ausencia de toda barrera sexista para la participación económica, política y social; es decir, la situación en que todos los seres humanos son libres de desarrollar sus capacidades personales y de tomar decisiones, sin las limitaciones impuestas por los roles tradicionales, y en la que se tienen en cuenta,
l valoran y potencian por igual las distintas conductas, aspiraciones y necesidades de hombres y mujeres . Se trata de garantizar que mujeres y hombres tengan las mismas oportunidades para participar en la vida económica, política, social,... y en todas las actividades de la vida, como la educación o el empleo. Para conseguirlo, no basta con ofrecer a la mujer las mismas oportunidades ya que dar un trato igualitario a personas que socialmente son desiguales no genera igualdad. Imaginemos una carrera ciclista entre un chico y una chica. Él sale de la línea de salida y ella 100 metros más atrás. Ambos deben llegar a la misma meta y se les proporciona el mismo modelo de bicicleta, el mismo equipaje y la misma cantidad de agua. ¿Quién llegará antes? ¿Crees que de verdad tienen las mismas oportunida-
des? Es necesario, por tanto, adoptar una perspectiva de género, que implica considerar y prestar atención a las diferencias entre mujeres y hombres en cualquier actividad o ámbito dados de una política. Vinculado a este concepto está el de análisis de género entendido como el estudio de las diferencias de condiciones, necesidades, índices de participación, acceso a los recursos y desarrollo, etc. entre hombres y mujeres debidas a los roles, a los papeles, que tradicionalmente se les ha asignado3. Este enfoque defiende que el origen y la perpetuación de esas desigualdades no se deben a las diferencias biológicas entre mujer y hombre, sino que es una construcción social basada en atribuir trabajo, responsabilidades, espacios y obligaciones distintas según el sexo y con un valor desigual. En las páginas siguientes analizaremos cómo nace la desigualdad entre géneros y qué consecuencias tiene en nuestra vida diaria.
3. Guía práctica para la planificación de acciones formativas en materia de género e igualdad de oportunidades. Proyecto Equal Igualdad en lo rural
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Sexo
¿SEXO?¿GÉNERO? PERO, ¿¿NO ES LO MISMO??
Es algo biológico, natural Género
Aunque muchas veces los confundamos, no es lo mismo el sexo que el género. Cuando hablamos de sexo nos referimos a esas claras diferencias biológicas relacionadas con la reproducción que diferencian a las hembras y a los machos de cualquier especie animal: los órganos sexuales y las funciones reproductivas. Entre el ser humano, la principal diferencia es que el hombre (y sólo él) es capaz de fecundar y la mujer (y sólo ella) es capaz de dar a luz. Todas las mujeres del planeta tienen la capacidad de dar a luz y todos los hombres del planeta tienen la de fecundar. Es algo universal. Y, por mucho que hayan pasado los años, esto siempre ha sido y continuará siendo así. Es algo inalterable. Pero, que existan esas diferencias naturales no quiere decir que mujeres y hombres tengan capacidades o comportamientos diferentes por naturaleza. Eso es cosa del género.
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Es algo construido, cultural
Cuando hablamos de género, nos referimos al conjunto de normas diferenciadas para cada sexo que la sociedad construye según sus necesidades, y que se trasmiten a mujeres y hombres desde su nacimiento como pautas que deben regir sus comportamientos, deseos y acciones de todo tipo. Es lo que cada cultura dice que es apropiado para cada sexo: comportamientos, obligaciones, derechos,... Un ejemplo: hasta hace muy pocos años no se consideraba apropiado que las mujeres usaran pantalón, que salieran a divertirse sin sus maridos o que accedieran a la Universidad. De esta forma, quien nacía con sexo femenino tenía prohibido este tipo de comportamientos, mientras que quien nacía con sexo masculino no. El género sí cambia de una cultura a otra. Por ejemplo, en la tribu Tchambuli, de Nueva Guinea, lo que es apropiado para mujeres y hombres es distinto a cómo lo vemos en Occidente. Allí, ellos son muy sensibles, dedican mucho tiempo a adornarse, son sumisos y dependientes de la mujer; mientras, ellas son las que buscan alimentos y quienes, en definitiva, dominan y ordenan la sociedad.
l ¿Qué quiere decir esto? Pues que, a diferencia del sexo, el género no es universal y no es inalterable. Es decir, que lo que es propio de mujeres o de hombres no es algo biológico sino que lo hemos construido socialmente. Y nuestra sociedad se organiza basándose en ese sistema sexo-género. Es decir, se basan en el sexo, en las diferencias biológicas, para definir el papel que nos corresponde según seamos mujeres u hombres. Por ejemplo, diríamos que “lo propio” de las mujeres es que sean tiernas, sensibles y se preocupen del cuidado de los demás (madres y padres, hijas e hijos,...); mientras que “lo propio” de los hombres es que sean fuertes, valientes y, por supuesto, no deben llorar.
Sexo4
Género
Diferencias biológicas que diferencian a hembras y machos de cualquier especie animal: órganos sexuales y funciones reproductivas.
Características que cada cultura dice que son propias de mujeres o de hombres.
Es algo biológico, natural.
Es algo construido, cultural.
Divide a los seres humanos en dos grandes grupos: hombres (fecundan) y mujeres (dan a luz).
Permite clasificar valores, funciones y formas de actuar como “propios” de mujeres o de hombres.
Este tipo de asociaciones enfatizan que hay grandes diferencias entre mujeres y hombres y que, cómo son biológicas, naturales, no se puede cambiar; pero, lo acabamos de ver, sabemos que lo que diferencia a unas y otros, aparte del sexo, lo decide la sociedad y sí se pueden modificar.
4. Cuadro adaptado Formación de formadoras y formadores en ocupaciones de la construcción desde la perspectiva de género. Manual del alumnado. Año 2004. http://www.famp.es/famp/publicaciones/enlaceportada.htm
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l NUESTRO PAPEL DE GÉNERO Y LOS “TÍPICOS TÓPICOS”: Podríamos pensar que esta diferenciación es correcta: ellas se encargan de ciertas ROLES Y ESTEREOTIPOS DE GÉNERO ocupaciones y ellos de otras. Pero lo cierto es que ese reparto de responsabilidades
Los roles son los papeles sociales que desempeñamos en nuestra vida cotidiana y que varían dependiendo de con quién estemos y en qué situación nos encontremos. Como hemos visto, desde que nacemos, y dependiendo de nuestro sexo, nuestros papeles son diferentes según seamos mujeres u hombres. Y la gente esperará que nos comportemos de una manera y no de otra. Esos papeles son los roles de género, es decir, las funciones, actividades y responsabilidades que se dan como propias y diferenciadas para hombres y mujeres5. Los roles femeninos son los que tienen que ver con la reproducción, el cuidado de hijas e hijos, el cuidado de personas enfermas,... Son tareas que, fundamentalmente, están asociadas al ámbito doméstico. Los roles masculinos, por otra parte, se asocian con lo productivo, con el mantenimiento económico de la familia. Son tareas que se realizan en el ámbito público, fuera del hogar.
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no es justo, no es equitativo, porque a las actividades que realizan los hombres se les da más prestigio que a las que realizan las mujeres Un ejemplo claro y muy común es el trabajo de ama de casa, tradicionalmente realizado por mujeres. A pesar de que se ocupan de algo tan fundamental como la alimentación de la familia, su salud o su higiene, es un trabajo por el que no reciben dinero y que no tiene prestigio social. De hecho, cuando se hacen estudios estadísticos, a quienes se dedican al cuidado del hogar se les mete en el grupo de personas “inactivas” (estudiantes, personas jubiladas, labores del hogar,...). Además, mientras se dedican a esto tienen más dificultades que los hombres para acceder a trabajos remunerados y participar plenamente en la vida social. Aunque esto ya lo veremos más adelante. Puesto que mujeres y hombres jugamos roles distintos, tenemos también una serie de creencias o ideas preconcebidas sobre qué es y cómo deben comportarse unas y otros. Son los estereotipos de género.
5. ERGA, FORMACIÓN-EMPLEO Y GÉNERO (2006), Entre tú y yo... ¿En qué consiste la igualdad de oportunidades?, Fundación Andaluza Fondo de Formación
6. Mujeres y hombre en España, 2006, instituto Nacional de Estadísticas e intituto de la mujer
y Empleo (F.A.F.F.E.), Sevilla
http:/www.mtas.es/mujer/novedades/docs/2006.pdf
l Los estereotipos son ideas o imágenes preconcebidas que tenemos sobre una persona o un grupo de personas según su edad, su etnia, el lugar donde ha nacido, etc. Son los “típicos tópicos”; una forma rápida de clasificar a las personas. Un ejemplo de estereotipo según el lugar donde se haya nacido puede ser el caso alemán, ya que se suele creer que todas las personas que viven en Alemania son altas, rubias, puntuales y muy ordenadas.
Los estereotipos de género son, por tanto, imágenes preconcebidas de cómo son y cómo deben comportarse las mujeres y los hombres. Son las etiquetas que la sociedad nos pone nada más nacer. Así, se da por hecho que las niñas son débiles, sumisas, serviciales y ordenadas y los niños fuertes, dominantes, competitivos y desordenados. Estas etiquetas hacen que las personas realicen tareas y se comporten tal como se espera de ellas según sean mujeres u hombres, y se castiga salirse de lo establecido.
¿Qué debemos saber sobre los estereotipos de género?
Primero: son generalizadores Estamos generalizando cuando decimos, por ejemplo, que todos los hombres son valientes o que todas las mujeres son tiernas. ¿Seguro que eso es cierto? ¿Todos ellos son valientes? ¿Todas ellas son tiernas?
Segundo: son bipolares, opuestos Las características que se consideran propias de las mujeres se supone que son excluyentes para los hombres. Por ejemplo, cuando se dice que las mujeres son más sensibles y se emocionan más se da por hecho que los hombres son más duros y demuestran menos sus sentimientos. Pero ¿es esto así? ¿Nadie conoce a un hombre sensible? ¿Y a una mujer dura?
Tercero: son complementarios Las tareas que se les asigna a un sexo complementan las del otro. Es lo que ha ocurrido tradicionalmente con la división sexual del trabajo: el trabajo en la casa (reservado a las mujeres) complementa al trabajo fuera de ella (reservado a los hombres). Aunque existen estereotipos para uno y otro sexo, en general, los que se asocian al hombre son más positivos que los que se asocian a la mujer.
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l Veamos algunos de ellos: Los hombres son...
Las mujeres son... Espontáneas Tiernas Débiles Intuitivas Tolerantes Superficiales Sensibles Dependientes Con poca necesidad sexual
Razonables Violentos Fuertes Inteligentes Autoritarios Profundos Racionales Independientes Con fuerte impulso sexual
“Lo femenino” se relaciona más con lo afectivo, con los sentimientos, mientras que “lo masculino” se relaciona con aspectos más prácticos y necesarios para triunfar en la vida. Puede parecer que estamos exagerando y que le damos demasiada importancia a eso de los papeles y las ideas preconcebidas pero, en realidad, son más importantes de lo que creemos. Las personas formamos nuestra personalidad teniendo en cuenta esos estereotipos y esos roles. Actuamos y planeamos nuestra vida teniéndolos muy en cuenta porque es el modelo que creemos que debemos imitar. Por ejemplo, todavía no es muy común encontrar a una mecánica en un taller de
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coches; casi todos son hombres. Las chicas creen que se trata de una profesión masculina, propia de un chico, y eligen trabajos que se consideran más “apropiados” para ellas: en peluquerías, en guarderías,... Muchas mujeres han dejado de dedicarse a lo que les gusta porque “no era un trabajo para mujeres”, no estaba bien visto. Toreras, bomberas, conductoras de autobús,... ¿cuántas conocemos? Aunque menos, algunos hombres que han querido trabajar en puestos “femeninos” tampoco han podido hacerlo porque no estaba bien visto. Azafatos, secretarios,... ¿cuántos conocemos?
¿Sabías que la escritora Concepción Arenal fue la primera mujer española que asistió a la universidad? Se vestía como un hombre para poder asistir a las clases. Hasta 1910 no se reconoció a las mujeres el derecho a estudiar una carrera universitaria.
¿Sabías que...? Sophie Germain fue rechazada en la Escuela Politécnica de Francia por ser mujer. Publicó sus trabajos con el pseudónimo masculino Monsieur Le Blanc y consiguió ganar el Premio Extraordinario de las Ciencias Matemáticas de la Academia de Ciencias de París.
l Los roles y los estereotipos nos afectan a todas y a todos y nos impiden desarrollarnos como personas con total libertad. Son como corsés que nos ponen difícil la tarea de ser libres para elegir cómo queremos ser. Lo más grave es que, aunque los roles de género vayan cambiando, los estereotipos no desaparecen. Imagina por un momento que tu hermano te dice que ha decidido dejar de trabajar y convertirse en “amo de casa”. Piensa con sinceridad: ¿lo verías como algo raro? ¿Pensarías que está loco? ¿Te sentirías incómoda o incómodo? Seguro que algunas personas hasta se reirían. Eso ocurre porque nuestros papeles en la sociedad van cambiando, adaptándose a los nuevos tiempos, pero los estereotipos, no. Los estereotipos son duros de roer.
Seguro que nadie ha asistido a ninguno de estos cursos. ¿Cómo sabemos, entonces, cómo debemos comportarnos si somos una mujer o si somos un hombre? ¿Cómo se aprende eso? Es algo tan sencillo cómo ver, imitar y repetir lo que vemos cada día a nuestro alrededor. Desde que somos bebés, vemos a nuestro alrededor y aprendemos a comer, a beber, a vestirnos, a saludar, a relacionarnos con las demás personas,... Poco a poco, vamos grabando esos comportamientos en nuestro cerebro y los reproducimos día a día. Lo aprendemos de una forma tan natural que ni siquiera nos damos cuenta. Ese proceso de aprendizaje se llama socialización.
APRENDIENDO A SER MUJER. APRENDIENDO A SER HOMBRE: LA SOCIALIZACIÓN DE GÉNERO
Pero, además nos fijamos en cómo son y cómo se comportan las mujeres y los hombres de nuestra familia, de nuestra escuela y de nuestro barrio. También lo vemos en la televisión, en las revistas y en los periódicos. Es así cómo aprendemos qué es “lo propio” de mujeres y “lo propio” de hombres, y que existen dos formas de ser y de vivir distintas para unas y para otros. Y, desde muy pequeñas y pequeños nos adaptamos a esos modelos. Esto es la socialización de género o socialización diferencial, y sirve para que aprendamos los roles de género que nos correspondan (femeninos o masculinos).
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l Pero, el que nos eduquen de manera tan diferente no es inocente porque, además de encorsetarnos, discrimina a un sexo respecto a otro y produce desigualdades. ¿Cómo? Pues asignando tareas y formas de comportarse distintas para mujeres y para hombres y valorando más todo lo relacionado con ellos. La mujer, desde siempre, se ha encargado de todo lo relacionado con la casa y con el cuidado de la familia. Mientras, los hombres se han encargado de estudiar, de trabajar y de organizar el mundo; su trabajo era el importante, el que tenía prestigio, y el de la mujer era su complemento. Lo que ocurre es que vemos como “normal” esa diferenciación, creemos que nuestra forma de comportarnos, pensar o sentir no nos viene impuesta, sino que esa es nuestra forma de ser por haber nacido mujer u hombre. A veces, incluso, nos conformamos con que “las cosas son así”.
APRENDEMOS MUY RÁPIDO PERO ¿QUIÉNES NOS ENSEÑAN?: LOS AGENTES SOCIALIZADORES ¿Quiénes se encargan de enseñarnos que somos mujeres u hombres? La familia La escuela El grupo de iguales Los medios de comunicación. Publicidad. La religión El lenguaje, presente en todos los anteriores
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La familia es nuestra primera maestra en eso del género y veremos por qué. En primer lugar, e incluso antes de nacer, tenemos un color “propio”: el rosa para las niñas y el azul para los niños (¿Has probado a regalarle algo rosa a un niño?). Los juguetes que nos compran también son diferentes, reflejo de los distintos papeles que tenemos en la sociedad: cocinitas y muñecas para ellas; espadas, coches y maletines de herramientas para ellos. Además, nos leen cuentos para niñas (La Cenicienta, La ratita presumida,...) y cuentos para niños (El soldadito de plomo, El sastrecillo valiente,...). Pero, lo principal es lo que hacen y cómo se comportan nuestra madre, nuestro padre y/o aquellas personas de nuestro entorno que consideramos importantes porque nos fijamos en ellas para aprender y les imitamos. Así, si en nuestra casa se diferencian claramente las tareas de nuestros progenitores, lo más probable es que las repitamos. Por eso es tan frecuente que sean las chicas quienes limpien y ordenen el hogar mientras los chicos arreglan motos o hacen bricolaje. Es probable que los nuevos modelos de familia, como parejas formadas por personas homosexuales, o familias monoparentales (con un sólo progenitor), provoquen cambios en este sentido ya que, al no ser una familia tradicional, la socialización diferencial puede que se suavice. La escuela es casi tan importante como la familia en el proceso de socialización e influye mucho en la transmisión de roles y estereotipos de género. Esto lo hace de varias maneras. Una de ellas es a través de los contenidos de las asignaturas y de las imágenes y ejemplos utilizados en los libros de texto. En la mayoría de los manuales escolares y de los materiales didácticos los personajes femeninos son menos
l frecuentes y todavía se ignoran las importantes aportaciones de muchas mujeres a nuestra Historia. La mayor parte de los personajes históricos que parecen en los libros de texto son hombres; héroes, científicos, artistas,... constituyen modelos a seguir para los chicos. Para las chicas, sin embargo, sus modelos históricos de referencia suelen ser reinas o santas, exceptuando el ejemplo de alguna que pasó a la Historia por haber realizado gestas que se consideran tradicionalmente masculinas, como Juana de Arco. Es cierto que, como ya sabemos, han sido los hombres quienes tradicionalmente han tenido acceso a los estudios y al conocimiento y, por tanto, han tenido también la oportunidad de ser protagonistas de la Historia (y también de contarla). Pero esto no quiere decir que ninguna mujer haya luchado contra lo establecido ni justifica, por tanto, que se ignore a aquellas que, como ellos, han llegado a realizar importantes descubrimientos científicos o sociales.
¿Sabías que... La persona que creó el primer lenguaje de programación fue una mujer? Se llamaba Ada Lovelace y nació en el año 1815 en Londres. En 1979 el Departamento de Defensa de los Estados Unidos encargó el diseño de un lenguaje de programación en honor a ella, llamado ADA. También se le conoce como Ada Byron porque fue hija del famoso poeta inglés Lord Byron.
Normalmente, el tipo de protagonismo asociado a las mujeres en los libros de texto se relaciona más con aspectos como el afecto y la belleza, mientras los hombres se relacionan más con la riqueza, el poder o la autoridad. Y, aunque los roles y estereotipos de género más criticados, como «Papá lee el periódico», «Mamá
cocina», «La niña pone la mesa», etc., han ido desapareciendo, a ellas se les sigue representando más que a ellos cuidando a hijas e hijos y realizando las tareas del hogar, y menos desempeñando su trabajo en ámbitos como la empresa, la política o los deportes. Además de los contenidos que se transmiten, las imágenes que se utilizan también son muy importantes en la socialización de género. Recordamos un 10% de lo que leemos pero recordamos un 30% de lo que vemos, y los libros de texto, que son una herramienta de trabajo y de consulta fundamental para las y los escolares, todavía muestran imágenes diferentes sobre mujeres y hombres y éstos, además, aparecen en mayor proporción. La actitud del profesorado y las relaciones que fomentan entre niñas y niños también juegan un papel importante en la transmisión de roles y estereotipos de género. Profesoras y profesores también han ido interiorizando los papeles tradicionalmente marcados para unas y otros y, conscientemente unas veces y otras veces sin querer, los proyectan y transmiten a alumnado. Un ejemplo sería el hecho de establecer juegos diferentes para niñas y niños. Si echamos la vista atrás seguro que recordamos la separación que se hacía en la hora del recreo entre unas y otros: las niñas jugaban a la rayuela y los niños campaban por la pista de fútbol. Por tanto, aunque ya contamos con una enseñanza mixta, con colegios donde niñas y niños comparten espacios, todavía se les transmiten papeles diferentes. Por eso se está trabajando porque exista una verdadera coeducación, que es el proceso
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l intencionado de intervención a través del cual se potencia el desarrollo de niñas y niños partiendo de la realidad de dos sexos diferentes, hacia un desarrollo personal y una construcción social común y no enfrentada (Acuña, 1995). Se trata de hacer ver a alumnas y alumnos las discriminaciones entre ambos grupos y de conseguir que superen los estereotipos de género; que aprendan a valorar a las personas por la calidad personal y no por pertenecer a uno u otro sexo. En el grupo de iguales (amistades, compañeras y compañeros de colegio, etc.) reproducimos y aplicamos lo que aprendemos en nuestras familias y, algo muy importante, comprobamos que lo que se nos ha enseñado es lo más común: los juegos de niñas y niños son distintos, las asignaturas o estudios que eligen también,... Sin duda, otro de los principales agentes socializadores son los medios de comunicación (la televisión, la radio, la prensa, la publicidad, internet,...). A través de ellos se nos transmiten mensajes sobre cómo deben ser mujeres y hombres, la mayor parte de las veces sin que ni siquiera seamos conscientes de ello. Además, es muy fácil acceder a ellos: ¿quién no tiene, al menos, un televisor en su casa? ¿O una radio? ¿Quién anda por las calles de su barrio y no se fija en los carteles publicitarios? El poder de influencia que tienen es, como vemos, enorme. El “peligro” de los medios de comunicación de masas es que uniformizan, igualan el pensamiento de la sociedad general y no nos conducen a reflexionar sobre lo que
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pensamos y/o hacemos. De esta manera es muy fácil que transmitan los estereotipos sexistas de forma muy eficaz. Nos daremos cuenta si, cuando veamos la televisión, leamos una revista o escuchemos la radio, prestamos un poco de atención a la imagen que se da de mujeres y hombres. Por un lado, tratan de convencernos de que ellas deben ser delgadas, altas, jóvenes y guapas, para lo cual deben consumir productos bajos en calorías, usar tacones, comprar cremas antiarrugas, abastecerse de maquillaje e, incluso, someterse a operaciones de cirugía estética. Para ser aceptadas, deben luchar constantemente contra su propia imagen tratando de convertirla en otra más acorde con los cánones de belleza actuales.
¿De verdad las mujeres se cuidan tanto para gustarse ellas mismas? ¿No resulta un poco agotador? Esto también se está generalizando a los hombres, que consumen cada vez más productos de belleza y se preocupan más por el cuidado de su imagen. Sin embargo, la presión que reciben las mujeres en este sentido sigue siendo mucho mayor. En los medios de comunicación, los hombres no necesitan ser especialmente guapos, altos y delgados, ya que se les suele representar relacionados con el mundo de la empresa, los grandes despachos, coches lujosos y potentes,... A ellos les basta con su inteligencia, su arrojo, sus conocimientos y sus habilidades. Algo parecido ocurre con el uso que se hace del cuerpo de la mujer como un mero objeto, utilizado para vender productos con los que poco o nada tienen que ver. Así, en anuncios de bebidas alcohólicas, desodorantes, colonias, relojes o coches aparecen mujeres semidesnudas o partes de sus cuerpos normalmente asociadas con el erotismo y la sensualidad. Por otra parte, la publicidad nos da a entender que la mujer actual es dueña de sí misma y de su vida: independiente y moderna, trabaja fuera del hogar (no sólo por
l cuenta ajena sino que algunas crean su propia empresa); sin embargo, siguen siendo ellas las que aparecen como responsables del trabajo doméstico. Esto demuestra que, aunque se nos intenta convencer de que la mujer se ha liberado, en realidad se siguen reproduciendo los roles tradicionales de género. Fíjate en los anuncios de televisión o en los de las revistas: ¿Cómo son las mujeres?¿Qué están haciendo? ¿Y los hombres? Fíjate en la publicidad de detergentes y lejías ¿quiénes son sus principales protagonistas? ¿Qué papel tiene mujeres y hombres en ellos? ¿Cómo son los anuncios destinados a las niñas y cómo los destinados a los niños? ¿Encuentras alguna diferencia? La religión también está relacionada con la desigualdad entre géneros, ya que normalmente transmiten valores y normas morales que mantienen a la mujer en un papel secundario con respecto al hombre y justifica prácticas denigrantes para ella. Por ejemplo, y como ya sabrás, muchas religiones han recomendado y recomiendan a las mujeres sacrificio y resignación si sus maridos las maltratan o les son infieles. O la encorsetan en el papel de esposa y al hombre en el papel de marido, dificultando el reconocimiento de nuevos modelos de familias formadas por personas que tratan de romper los roles de género. Hay algo que está presente en todos esos medios e instituciones socializadoras: es el lenguaje. El principal instrumento que usamos para comunicarnos y nos permite transmitir o explicar a otras personas lo que sentimos o pensamos. Reflejo de la sociedad, nos sirve para representar el mundo en el que vivimos y, algo muy importante, transmitir el conocimiento, los valores y las normas sociales generación tras generación.
Cuando hablamos y escribimos transmitimos nuestra forma de pensar, sentir y actuar y, puesto que nuestra lengua se ha creado en una cultura desigual en torno a mujeres y hombres, también pone de manifiesto esas mismas desigualdades. No sólo las refleja sino que las refuerza porque, a pesar de los importantes cambios producidos en el papel social de las mujeres, a través de la lengua todavía se transmite una imagen muy parcial de ellas, valorando mucho más las funciones, habilidades y características atribuidas a los hombres. Pongamos unos ejemplos que nos ayuden a ver esto más claro. Ocultamos a la mujer cuando hablamos: Usamos el género gramatical masculino creyendo que es neutro y que engloba tanto a mujeres como hombres, pero esto crea confusiones. Si alguien nos dice “a los italianos les gusta la pasta” ¿qué intenta transmitir: que la pasta sólo les gusta a los hombres italianos o que les gusta tanto a los hombres como a las mujeres? Literalmente, los italianos son los hombres naturales de Italia y las italianas son las mujeres naturales también de allí. ¿Por qué usar una sola palabra para los dos géneros cuando tenemos una para cada uno? ¿A que si decimos “a las italianas les gusta la pasta” pensaríamos inmediatamente en las mujeres italianas y nunca incluiríamos a los hombres? El masculino no es neutro: es masculino7, y el negarse a utilizar el femenino siempre que sea necesario tiene más que ver con nuestras propias barreras mentales que con razones lingüísticas. 7.- “ En español no existen sustantivos neutros, ni hay formas neutras especiales en la flexión del adjetivo;”... Diccionario de la Lengua Española, Género neutro.
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l Esto se ve claramente en las ofertas de trabajo. El Instituto Vasco de la Mujer hizo una revisión de varios diarios y encontró las de una consultora que buscaba personas para cubrir los puestos de “gerente”, “director técnico” e “ingeniero de ventas”. En principio, suponemos que aunque usaron el masculino, buscaban tanto a mujeres como a hombres. Pero después comprobaron que la misma empresa solicitaba una “secretaria”. Aquí no hay duda de que pensaron en una mujer para cubrir ese puesto de trabajo ¿Por qué aquí no utilizaron también el masculino?8 ¿Por qué no pidieron un secretario? Podemos pensar que, en realidad, estarían diciendo lo mismo, repitiéndose. Pero decir “secretaria o secretario” no sería repetir lo mismo. ¿Es lo mismo decir “amarillo” que “verde”? No; aunque ambos son colores, los nombramos con palabras distintas porque son colores diferentes.
Los estereotipos y roles de género también se transmiten a través de los refranes y de las frases célebres. Aquí tienes algunas citas de hombres cultos e ilustres que reflejan esto: “El hombre, aunque tenga los cabellos grises, siempre puede conseguir una esposa; pero la mujer dispone de corto tiempo”. Aristófanes. Dramaturgo griego (444 d. C.-385 d.C.).
Menospreciamos a la mujer en el lenguaje: Solemos utilizar la palabra “señor” para dirigirnos a un hombre y, sin embargo, para dirigirnos a una mujer distinguimos entre “señora” o “señorita” en función del estado civil, de si está casada o no con un hombre. Algo también muy corriente es utilizar palabras como “niña” para dirigirse a una mujer ya adulta, minusvalorándola. También solemos atribuir significados distintos a una palabra dependiendo de si están expresadas en femenino o en masculino. Algunos ejemplos serían: Verdulero: Persona que vende verduras. Verdulera: Mujer descarada y ordinaria. Fulano: Persona indeterminada o imaginaria. Fulana: Prostituta. 8 “El lenguaje, más que palabras. Propuestas para un uso no sexista del lenguaje”. Instituto Vasco de la Mujer, 1988.
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“De la mujer puede decirse que es un hombre inferior”. Aristóteles. Filósofo griego (384 a.C.-322 a.C.).
“Dar placer [a los hombres], serles útiles, hacerse amar y honrar por ellos, criarlos de jóvenes, cuidarlos de mayores, aconsejarlos, consolarlos, hacerles agradable y dulce la vida, esos son los deberes de las mujeres en todos los tiempos, y lo que se les ha de enseñar desde la infancia”. Jean Jacques Rousseau, Filósofo suizo (1712-1778)
l “El hombre para el campo y la mujer para el hogar; el hombre para la espada y ella para la aguja; el hombre con la cabeza y la mujer con el corazón el hombre para el mando y la mujer para la obediencia: todo lo demás es confusión”. Alfred Tennison. Poeta británico (1809-1892)
Debemos recordar dos cosas: El lenguaje refleja lo que realmente se piensa La lengua no es sexista, porque tiene formas que nos permiten diferenciar entre hombre y mujer; sexista es el uso que se hace de ella.
LA MUJER, EL HOMBRE Y EL TRABAJO: UN TRIÁNGULO CON LOS LADOS DESIGUALES Al principio de este manual hablábamos sobre la igualdad de oportunidades y vimos que, en general, tiene como objetivo eliminar las barreras sexistas que hace que mujeres y hombres no participen equitativamente en la economía, la política, la cultura y la sociedad.
El hecho de que cada vez sean más las mujeres que se incorporan al mercado laboral hace pensar que no son tantas esas barreras y que cuentan con las mismas oportunidades que los hombres para acceder a un empleo. ¿Cuántas veces hemos escuchado, incluso dicho, frases como: “Ahora no es como antes: las mujeres de hoy en día pueden trabajar en lo que quieren”. Sin embargo, la situación, ahora lo veremos, no es tan simple. En primer lugar, es justo decir que las mujeres han trabajado siempre y han desempeñado actividades muy importantes para el desarrollo de la sociedad. Lo que ocurre es que su labor no ha tenido (ni tiene) el reconocimiento que merecía. Si hacéis un poco de memoria, en el apartado sobre roles y estereotipos de género hablábamos de la división sexual del trabajo, que consiste en diferenciar entre “actividades propias de mujeres” y “actividades propias de hombres”. Según esta división, ellas tienen su propio espacio, el doméstico, y se encargan del cuidado del hogar y de organizar y atender a su familia. Se trata de un trabajo gratuito o no remunerado y, por tanto, es poco valorado socialmente. Es un trabajo reproductivo. Los hombres, por su parte, cuentan también con su propio espacio, el público, y se dedican a tareas relacionadas con la vida económica, política y social (son mecánicos, abogados, políticos, fontaneros, albañiles, banqueros,...). Se tratan de empleos o trabajos remunerados y siempre han sido muy reconocidos socialmente. Es un trabajo productivo.
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l Es habitual escuchar que las “amas de casa” no trabajan, incluso ellas dicen «no, yo no trabajo», porque la idea de trabajo está asociada a un ingreso económico. Pero lo cierto es que sí trabajan, y mucho; lo que no tienen es un empleo, un trabajo remunerado.
Mujer
Espacio doméstico Organización y atención de la familia y cuidado del hogar Trabajo gratuito o no remunerado Poco valorado socialmente
Hombre
Espacio público Vida económica, política y social Empleo o trabajo remunerado Muy valorado socialmente
Mujeres y hombres en el trabajo reproductivo Esta división sexual del trabajo ha ido cambiado en los últimos años, ya que la mujer ya no se dedica exclusivamente al trabajo doméstico, pero aún no ha desaparecido. Todavía siguen siendo las mujeres las principales responsables de las labores del hogar y del cuidado y de la atención a sus familias.
En España, la mayor parte de las personas dedicadas en exclusiva a las actividades domésticas siguen siendo mujeres (el 95,7% de un total 5.008,7 personas)9. Forman parte de lo que se llama población inactiva, junto con estudiantes, personas jubiladas,... Cerca de un 78% de la población ocupada a tiempo parcial son mujeres. De ellas, un 28% no trabaja a tiempo completo para poder cuidar a personas dependientes u atender otras obligaciones familiares. El 90% de las personas ocupadas como “personal doméstico” también son mujeres. Debemos reconocer que son cada vez más los hombres que van asumiendo este tipo de responsabilidades, aunque suele tratarse de actividades como recoger a hijas e hijos del colegio, servir la comida o poner la lavadora, mientras la gestión del hogar sigue dependiendo de la mujer. Esto provoca una enorme desigualdad por varias razones. En primer lugar, porque se trata de un trabajo sin derecho a sueldo, a jubilación ni a vacaciones y no cotiza a la Seguridad Social, con todas las consecuencias negativas que implica: dependencia económica, jornadas de trabajo interminables,... A pesar de ser de vital importancia, se trata de un trabajo “invisible” y muy infravalorado. En segundo lugar, porque provoca que las mujeres se encuentren con más dificultades para acceder y promocionar en el mercado laboral, viéndose obligadas a realizar una doble e incluso una triple jornada: trabajan fuera de casa, dentro de ella (trabajo productivo + trabajo reproductivo) y dedican tiempo al trabajo en Asociaciones de Madres y Padres de Alumnas/os, Juntas vecinales, etc. Los hombres, en general, siguen trabajando fuera pero todavía no han asumido demasiadas responsabilidades en el hogar. 9. Encuesta de Población Activa (EPA). INE. 2006.
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l ¿Sabías que... el artículo 35 de la Constitución Española recoge que “todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo”?. ¿Y que el preámbulo de la Constitución Francesa de 1946 recoge que: “La ley garantiza a la mujer, en todas las esferas, derechos iguales a los del hombre” y “Todos tienen el deber de trabajar y el derecho de obtener un empleo. Nadie puede ser perjudicado en su trabajo o en su empleo a causa de sus orígenes, de sus opiniones o de sus creencias”.
Mujeres y hombres en el trabajo productivo Cuando se publican estadísticas oficiales sobre el mercado de trabajo, solemos encontrarnos con algunas palabras como “población activa”, “población en paro”, etc. En breves líneas veremos qué significan para entender qué relación tienen con la desigualdad de género en el mercado laboral. Relacionados con esa separación entre trabajo productivo y reproductivo, existen los términos de población activa y población inactiva.
La población activa la forman aquellas personas en edad de trabajar que tienen un empleo (están ocupadas) o están buscando un empleo activamente. La población inactiva son las personas en edad de trabajar que no están ocupadas ni buscan empleo. Pues bien, los datos estadísticos oficiales en España demuestran que más del 64% de las personas en edad de trabajar que no tienen empleo ni lo buscan (población inactiva) son mujeres, mientras un 36% son hombres. Por otro lado, de las personas que tienen un empleo o que lo están buscando (población activa) un 46,31% son mujeres, frente a un 69,09% de hombres. Es decir, hay más mujeres que hombres sin empleo ni expectativas de buscarlo. Y esto, como acabamos de ver, está muy relacionado con el hecho de que sean ellas las que asuman la responsabilidad de gestionar el hogar.
La población activa se divide, a su vez, en población ocupada (que tiene un empleo) y población en paro (sin empleo pero buscándolo). La tasa de paro de las mujeres (11,11 en el último trimestre de 2006) es casi el doble que la tasa de paro masculina (6,02 para el mismo trimestre)10. Es decir, hay casi dos veces más mujeres desempleadas que hombres desempleados. Algunas otras características que definen la situación de las mujeres en el mercado laboral son las siguientes: Salarios más bajos: Las mujeres suelen ganar sueldos más bajos. En la Unión Europea ganan un 25% menos de media que los hombres.
10. Encuesta de Población Activa (EPA). INE. 2006 TIII.
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l Empleos más precarios y subempleo: Más del 80% de los contratos a tiempo parcial son mujeres y sólo un 40% están indefinidas. El 99% de las jornadas reducidas que se solicitan por obligaciones familiares pertenecen a las mujeres11.Además, ellas ocupan más que ellos puestos de trabajo o sectores de inferior categoría a lo que les correspondería por su nivel de estudios y su experiencia profesional. Segregación ocupacional: Antes hablábamos de que los roles de género influían a la hora de elegir determinados estudios o de dedicarse a una u otra profesión. Esto provoca lo que llama segregación ocupacional, es decir, la concentración de mujeres o de hombres en determinadas profesiones o empleos. Así, las mujeres suelen trabajar en el sector servicios y dedicarse a actividades tradicionalmente consideradas como femeninas: la enseñanza, la limpieza o la sanidad. Suelen ser una prolongación, como vemos, de los quehaceres domésticos (enseñar, limpiar y cuidar) y están peor pagadas. ¿Cuántas mujeres conoces que hayan hecho un curso de soldadora o de fontanería? ¿Cuántas electricistas conoces? Segregación vertical: consiste en la concentración de la mujer en los escalones más bajos del mercado laboral. Es decir, ocupan categorías más bajas que los hombres, puestos de menor responsabilidad, estén o no mejor capacitadas. Y esto ocurre hasta en aquellos sectores profesionales donde las mujeres son mayoritarias. Esta segregación da lugar a lo que se conoce como techo de cristal, que es una barrera invisible que las mujeres se encuentran para seguir ascendiendo con iguales
11. Mujeres en cifras. Instituto de la Mujer del Mº de Trabajo y Asuntos Sociales.
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condiciones que sus compañeros varones. Así, sus carreras profesionales se estancan antes de alcanzar los puestos de máxima responsabilidad. ¿Cuantas directoras de colegio conoces? ¿Y directoras de hospitales? Otra dificultad que se encuentran las mujeres para incorporarse en el mercado laboral son las barreras culturales, creencias muy extendidas en la sociedad en general y, por supuesto, también entre las mujeres. Veamos algunos ejemplos. “Las mujeres tienen poca resistencia física”: Muchas mujeres cuidan a personas enfermas que pesan 80 ó 90 kilos y que deben mover varias veces al día en la cama, arrastran muebles de un lugar a otro de la casa, o se dedican a profesiones como la de policía, guardia de seguridad, etc. En muchas partes del mundo, son ellas las que cargan enormes cántaros de agua o fardos de leña durante kilómetros. Además, en todo caso, las innovaciones tecnológicas provocan cambios en este sentido y hacen menos necesaria la fuerza física. ¿No será que más vale maña que fuerza?
l “Sólo valen para dedicarse a trabajos ‘femeninos’”: Que existan mujeres taxistas, arquitectas o ministras demuestran que esto no es cierto. Cada vez son más las que se dedican a actividades tradicionalmente masculinas. “Faltan más al trabajo”: otra creencia es que las bajas por maternidad, el cuidado de su familia o la menstruación hacen que presenten más absentismo laboral que los hombres. Sin embargo, la duración de las bajas maternales es corta y significan bastante poco en una vida laboral de 30 ó 40 años. Además, ellos suelen solicitar más bajas por accidentes y enfermedades laborales que ellas debido a que corren más riesgos y tienen actitudes menos preventivas. En cuanto a la menstruación, sabemos que no incapacita para realizar ninguna actividad profesional. “Tienen menos disponibilidad horaria y geográfica”: Las mujeres tratan de estar disponibles en este sentido pero no lo tienen fácil mientras sigan siendo ellas las encargadas de cuidar a su familia y atender el hogar.
“Son menos ambiciosas y huyen de los puestos de mucha responsabilidad”: Esto, ya lo sabemos, no es correcto ya que cada vez son más las mujeres que ocupan altos cargos. Pero, lo más importante es que cada vez son más las que quieren ocuparlos, trabajan para conseguirlo y se siguen encontrando con un techo de cristal. Como vemos, la incorporación de la mujer al mercado de trabajo ha dado lugar a una transformación social muy profunda marcada, entre muchos otros aspectos, por la desigualdad laboral. Para reducir esta desigualdad uno de los pasos más importantes es la conciliación de la vida laboral, familiar y personal, que consiste en organizar el entorno laboral facilitando que mujeres y hombres puedan compatibilizar su empleo con sus responsabilidades familiares y personales.
“Las mujeres traen problemas”: Es común pensar que en profesiones donde los hombres son mayoría, las mujeres pueden causar conflictos entre ellos, casi siempre argumentando que rompen el ambiente de camaradería, que no se puede hablar de los mismos temas o que habrá tensiones y lucha por conquistarlas.
Un ejemplo son las empresas que cuentan con un servicio de guardería gratuito, que tienen jornadas de trabajo más cortas (estar más horas en el trabajo no implica que sean más productivas) o que ofrecen la posibilidad de trabajar en casa. Este tipo de medidas hace que sea más sencillo conciliar nuestro empleo con nuestra familia, nuestra casa y, por supuesto, nuestro tiempo de ocio.
Es importante, por un lado, saber que debido a una diferente socialización, la mujer suele tener más habilidad para las relaciones interpersonales; por otro, cabe preguntarse si el problema no es otro que la incapacidad de esos hombres para ver a una mujer como algo más que una posible conquista.
La conciliación laboral, familiar y personal es una condición indispensable para que se de una verdadera igualdad de oportunidades.
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l GÉNERO Y DISCAPACIDAD Muchas personas, además de convivir con la desigualdad entre géneros, se enfrentan también a otro factor que las discrimina: la discapacidad. En Europa, 38 millones de personas padecen algún tipo de discapacidad física, psíquica o sensorial12. Del total de la población masculina europea, un 14% sufre alguna discapacidad; un 15% en el caso de la femenina. ¿Recuerdas el ejemplo de la carrera ciclista entre una chica y un chico? Pues debemos entender que la línea de salida de estas personas está situada muchísimo más atrás que la de los personajes de nuestro ejemplo, y su bicicleta, su equipaje y la cantidad de agua de la que disponen son bastante distintos. A lo largo de su vida, se encuentran con muchísimas, con infinidad de barreras que deben salvar: arquitectónicas, comunicativas, actitudinales,... Es decir, se encuentran en una situación de clara desigualdad con respecto a quienes no sufren discapacidad. En este caso, género y discapacidad se entremezclan y el resultado es que las mujeres discapacitadas ocupan una posición desigual no sólo respecto a las personas sin discapacidad sino también respecto a los hombres discapacitados. Sufren una doble discriminación: por ser mujeres y por ser discapacitadas. Veamos por qué decimos esto. En general, las mujeres con discapacidades sufren más aislamiento, más riesgo de padecer malos tratos y abusos sexuales, más dificultades para acceder a los servicios de salud y un escaso o nulo acceso a los programas y servicios dirigidos a las mujeres en general. 12. http://antiguo.cermi.es/graficos/e2003.asp
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También tienen menos acceso a los estudios y al empleo que los hombres con discapacidad y que el resto de las mujeres. En España, en el 2003, la tasa de actividad de las mujeres discapacitadas era de un 24% mientras llegaba a un 40% en los hombres discapacitados. Y la tasa de paro era del 33 % en la mujer y 22 % en el caso del hombre. Esto quiere decir que, entre las personas mayores de 16 años, hay menos mujeres que hombres trabajando o buscando trabajo. Y hay más mujeres paradas que hombres parados. Las mujeres discapacitadas suelen estar reducidas al ámbito doméstico y, si acceden al mercado laboral, ocupan puestos de trabajo con sueldos más bajos. Si antes hablábamos del techo de cristal, ahora podemos hablar de lo que se conoce como suelo pegajoso: dedicadas al hogar, poco formadas y con salarios precarios o desempleadas, a las mujeres discapacitadas les resulta difícil “despegarse” del lugar en el que se encuentran para cambiar su situación. La doble discriminación que sufren las mujeres con discapacidades se refleja también en la familia porque, al igual que entre quienes no tienen discapacidad, la socialización, la educación, será distinta para una chica y para un chico. Así, a un hombre discapacitado se le educa para que pueda trabajar y tener independencia económica, para que tenga pareja, se reconoce su derecho a disfrutar de su sexualidad,... A una mujer discapacitada se le suele sobreproteger: se les estimula menos a que estudie o trabaje fuera de casa, a que tenga relaciones sentimentales, incluso a que sea madre. Esto provoca situaciones como las que acabamos de ver: menor nivel de estudios, peores condiciones de trabajo, dependencia económica, dedicación exclusiva al hogar,...
l Los roles y estereotipos de género, esas ideas preconcebidas de cómo creemos que debemos ser unas y otros, son especialmente difíciles de cumplir para las mujeres con discapacidad. Un ejemplo que nos ilustra esto es el hecho de que, como mujeres, se considera que deben cumplir sus roles de esposa y madre y, sin embargo, se lo ponemos bastante difícil para que lo hagan: como acabamos de decir, no se les anima a tener pareja ni a que disfruten de su maternidad, pensando que esto podría ser un problema para una persona con sus limitaciones. ¿Cómo van a ser madres y esposas entonces?¿Como van a entrar en sus “corsés” de género?.
¿Sabes quién es Alison Lapper? Es una mujer. Es pintora. Es británica. Es modelo ocasional: posó desnuda y embarazada de 8 meses y su escultura puede verse en Trafalgar Square, en Londres. Es madre de un niño de 3 años que se llama Parys. Es discapacitada: nació sin sus brazos y con las piernas más cortas de lo normal.
QUÉ PUEDES HACER TÚ POR LA IGUALDAD DE OPORTUNIDADES? Conseguir que en nuestra sociedad exista una auténtica igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres no sólo depende de lo que decidan los gobiernos con sus políticas; depende también de que las personas cambiemos nuestra forma de pensar y de comportarnos. Si te preguntas qué puedes hacer tú por la igualdad de oportunidades, aquí tienes algunas ideas:
Con tu pareja:
Sé corresponsable: reparte las responsabilidades familiares de forma equitativa para que los trabajos domésticos, las tareas y los cuidados no representen un sobreesfuerzo para una sola persona y que ambos miembros de la pareja tengáis las mismas posibilidades de disfrutar de vuestro tiempo. No se trata de ayudar, sino de compartir. Tener descendencia es una responsabilidad de los dos: compártela con tu pareja. Si eres hombre, recuerda que puedes hacer uso del permiso de paternidad.
Con tus hijas y/o hijos:
Obviamente, la relación entre género y discapacidad es bastante más compleja de lo que hemos explicado aquí, pero no podíamos dejar de señalar que guardan una relación muy estrecha y que ambos deben tenerse en cuenta si hablamos de igualdad de oportunidades.
A tus hijas o hijos no les prohíbas hacer cosas utilizando argumentos o frases como “eso es cosa de chicas”, “no seas marimacho”,... Ofréceles juguetes de todo tipo porque que tendrán más posibilidades de desarrollar sus capacidades. 27
l niñas y niños pueden juga con los mismos juguetes. Un niño no dejará de serlo por jugar con muñecas y una niña no dejará de ser niña por jugar al fútbol. Adquiere cuentos no sexistas, en los que no aparezcan personajes estereotipados y en los que el número de personajes femeninos y masculinos sea equilibrado tanto en imágenes como en protagonismo. Utiliza los diminutivos y aumentativos para ambos sexos.
Utilizar perífrasis o rodeos: “la población alemana” en vez de “los alemanes”. Usar abstractos: “gerencia” en lugar de “gerente” o “secretaría” en lugar de “secretaria”. Utiliza los nombres de oficios o profesiones en masculino y en femenino. Evita las expresiones “señora de” o “señor de”. Intenta no usar refranes o frases hechas en las que se menosprecia a las mujeres y “lo femenino” o a los hombres y “lo masculino”.
Dedica a niñas y niños la misma atención, cariño y protección. Fomenta la cooperación de toda la familia en el mantenimiento del hogar, siempre realizando un reparto equitativo de las tareas. No te dejes llevar por las prisas o la impaciencia ni las hagas tú por ellas o ellos. Y recuerda que parte importante de nuestro aprendizaje es por imitación. Evita hacer comentarios despectivos o burlones sobre profesiones y ocupaciones, otorgándoles menor valor por el hecho de ser asignados tradicionalmente a chicas. Apóyales especialmente si eligen profesiones tradicionalmente asignadas al otro sexo; ayúdales a despreocuparse por “el qué dirán” 13.
En general: Trata de utilizar un lenguaje no sexista. Para eso puedes: Usar sustantivos genéricos o colectivos: “el ser humano” o “la Humanidad” en lugar de “los hombres”. Emplear la palabra “persona” en singular o en plural: “las personas participantes” en lugar de “los participantes”. 28
En tu día a día: Defiende siempre lo que piensas y lucha contra los estereotipos. Si eres hombre y te has hecho cargo de la gestión del hogar, ¡adelante!, no dejes de hacerlo por el qué dirán. Mujeres y hombres tienen las mismas potencialidades y los mismos derechos, y deben tener las mismas responsabilidades y oportunidades. Acuérdate de que los estereotipos son como clichés que no nos permiten desarrollarnos con libertad.
13. Adaptado de “Coeducar para la conciliación de la vida familiar y laboral. Cuaderno para la familia”. Servicio integrado de recursos para el empleo y el desarrollo, Concejalía de Desarrollo económico y empleo, Ayuntamiento de Coslada.
l TEXTOS Y DOCUMENTOS CONSULTADOS Textos:
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ALARIO, C. ET AL. Nombra. La representación del masculino y el femenino en el lenguaje, Serie Lenguaje. nº1, Instituto de la Mujer. Ministerio de trabajo y Asuntos Sociales. Con la colaboración de la comisión española de la UNESCO.
RUIZ OLIVERAS, L. VALLEJO MARTÍN-ALBO, C. (1999), ¿Qué queda del sexismo en los libros de texto?, Revista Complutense de Educación, nº 2, vol. 10, pp.125-145
AYALA CASTRO, M. C.; GUERRERO SALAZAR, Susana y MEDINA GUERRA, A. M. (2003), Manual de Lenguaje Administrativo no Sexista, Asociación de Estudios Históricos Sobre la Mujer y Área de la Mujer del Ayuntamiento de Málaga, Málaga.
SUBIRATS MARTORI, M. (1994), Conquistar la igualdad: la coeducación hoy, Revista Iberoamericana de Educación, nº 6
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Documentos digitales y enlaces:
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Guía práctica para la planificación de acciones formativas en materia de género e igualdad de oportunidades, Proyecto Igualdad en lo rural, Iniciativa Comunitaria Equal. https://equal.cec.eu.int/equal/ jsp/dpComplete.jsp?cip=ES&national=ES498#rationale_es Igualdad de Oportunidades y Aplicación Transversal de la Perspectiva de Género. Ayuntamiento de Jerez. Delegación de Salud y Género. http://www.webjerez.com/fileadmin/Documentos/Salud_ y_G_nero/MEDIO.pdf Guía de Sensibilización y Sormación en Igualdad de Oportunidades para Mujeres y Hombres. Documento de la Fundación Mujeres disponible en la página del Instituto de la Mujer. http://www.mtas.es/mujer/ publicaciones/materiales_digit/index.htm
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l Formación de formadoras y formadores en ocupaciones de la construcción desde la perspectiva de género. Manual del alumnado. Año 2004. http://www.famp.es/famp/publicaciones/enlaceportada. htm Recursos y estrategias para la transversalidad de igualdad de género en la Formación Profesional Ocupacional. Mediáfora, S.L. http://www. mediafora.net/proy11.php Las desigualdades según el género y su relación con los ámbitos público y privado. Una perspectiva desde lo educacional. Mª Eugenia Parra. http://www.moebio.uchile.cl/01/frprin02.htm Formación en igualdad de género. Documento enmarcado dentro del P.I.C. Equal Itaca. http://www.equalitaca.org/portada/ 2004formacigualdad/info.pdf La primera discriminación: la teoría sexo-género http://www. mujeresenred.net/IMG/pdf/la_primera_discriminacion-2.pdf Incorporación de la perspectiva de género en la formación profesional. Materiales didácticos http://www.cinterfor.org.uy/public/ spanish/region/ampro/cinterfor/publ/guia_gen/index.htm
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Muchas gracias por todo
Edita: Sodevega Carretera Bética, nº 163, San José de la Rinconada La Rinconada (Sevilla) Elabora: Antropológica, S.Coop.And. Texto: Loreto Martínez Otero Impreso en España Diseño, maquetación y dibujos: Luzdemente, S.Coop.And. Cofinanciado por el Fondo Social Europeo y por la Consejería de Empleo de la Junta de Andalucía
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