Liga de la caridad

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Sierva de Dios Madre MarĂ­a Berenice


E.A.D. et. M. Medellín, Enero 30 de 1964 "...Y no volver el rostro ante el hermano...Entonces llamarás y Yavé te oirá; le invocarás y El dirá Heme aqui"."Amarás al Señor tu Dios, con toda tu alma, con todo tu corazón, con toda tu mente. Es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste! Amadas hijas en el Señor; “Alabados sean Jesús y María, ahora y siempre” En nombre de nuestra dulcísima madre nuestra Superiora General, os renuevo su maternal saludo de año nuevo y os agradezco en su nombre con toda el alma, nuestras demostraciones de amor filial y adhesión sincera como lo prueba vuestras carticas tan cariñosas, vuestras oraciones y actos de virtud. Ella misma sea vuestra recompensa, acercándonos más y más al anhelado fin de nuestra vida: LA UNION CON EL BUEN DIOS MÁS ÍNTIMA QUE PODAMOS LLEGAR EN ESTE DESTIERRO. Que como ésta servidora os ha repetido tantas veces, ésta UNION debe ser nuestra preocupación. TODO LO DEMÁS, tanto lo natural como lo sobrenatural, es únicamente un medio para alcanzarla; y lo que Ella nos aparte, por bueno que nos parezca, es un fracaso en nuestra búsqueda del AMOR. Con pena muy sentida comprendemos que vamos decayendo en la virtud de la CARIDAD, la reina de las demás y que debe ser característica en nuestro humilde Instituto por nuestro cuarto voto de amar y reparar. Hablaremos amadas hijas, únicamente de la caridad fraterna o sea del amor al Buen Dios en el prójimo, en la cual encontraremos la mística en nuestra vida religiosa y la condición indispensable para que nuestro apostolado en cualquier forma que el Señor nos lo pida, no sea una ilusión, una sorpresa dolorosa que encontremos en la última hora. Dejemos sentado como primer principio, que la formación de la caridad en el Noviciado es muchas veces incompleta, ficticia: que no hay en los años siguientes mejor durante toda la vida, la preocupación continua de perfeccionarla, tanto de parte de las Directoras como de las súbditas; no es constante ni efectiva por falta de amor o de comprensión o por negligencia, sin embargo, dice un autor contemporáneo "LA CARIDAD FRATERNA ES MUCHO MAS QUE UNA VIRTUD: ES TODA LA VIDA ESPIRITUAL".

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Y notemos amadas hijas por los textos indicados al empezar, que no hay ningún mandamiento tan insistente en una y otra forma, ya que en el Antiguo Testamento, donde podríamos contar centenares de textos que se refieren a la caridad, sin embargo, la ley antigua dista mucho de la sublime grandeza de este precepto que encontraremos, en las páginas del Evangelio, Jesús hizo de él un precepto nuevo y un precepto suyo por excelencia, se nos dio a sí mismo por modelo da amor al prójimo: “UN NUEVO MANDAMIENTO OS DOY: QUE OS AMÉIS LOS UNOS A LOS OTROS COMO YO OS HE AMADO (Juan 13-55). ESTE ES MI PRECEPTO: QUE OS AMÉIS UNOS A OTROS COMO OS HE AMADO". (Juan 15, 12). El precepto de la caridad es universal, debemos amar a todos los hombres del mundo sin excepción, porque todos somos hermanos en Cristo, hijos del mismo Padre, "tanto es, dice el Padre A. Royo - que si alguno extendiese su caridad a todos los hombres del mundo excepto a uno sólo, AL QUE EXCLUYERA POSITIVAMENTE; cometería un pecado mortal, que destruirá la virtud de la caridad en su misma raíz”. "Y esto -añadeporque el motivo formal de la caridad como virtud teologal, no puede excluir a ningún hombre mientras viva, por muy malo que sea, pues puede alcanzar aún la gracia de Dios y participar de su bondad infinita. Así amadas hijas sólo quedan excluidos de nuestra caridad sobrenatural, los demonios y los condenados porque ya perdieron la esperanza de recobrar la gracia que los hace hijos de Dios” Esto no quiere decir que tengamos obligación de amar a todas las personas en particular ya que ni las conocemos, si no que amemos a todos en general y no odiar a ninguno en particular aunque sea el mayor criminal, perseguidor de la Iglesia, etc. Y si esto es en forma tan exigente para toda persona, que diremos hijitas, del amor, de la caridad, que debemos a nuestras Hermanitas? almas vírgenes, preferidas del Celestial Esposo, almas, que se dan, se sacrifican por el buen Dios y por las almas, la presencia de nuestro Cristo adorado en ellas, nuestra común filiación divina como hijas del mismo Padre. Así no habrá caridad fraterna sin que sea inspirada por el amor de Dios; y nunca amaremos a Dios sin amar al prójimo, particularmente a nuestras Hermanitas. San Pablo nos enseña las cualidades de nuestra caridad: "LA CARIDAD ES PACIENTE, ABNEGADA, ES DESINTERESADA, NO SE IRRITA, NO PIENSA MAL, ES BENIGNA, NO ES ENVIDIOSA. NO ES JACTANCIOSA, NO SE HINCHA, NO ES DESCORTES, NO SE ALEGRA DE LA INJUSTICIA, SE COMPLACE EN LA VERDAD, TODO LO EXCUSA, TODO LO CREE, TODO LO ESPERA, TODO LO TOLERA (1ª. Corintios 13, 4-7). El comentario a éste texto queda para que sea hecho y estudiado en los círculos de la noche; pues daría margen a varias circulares; unos puntos prácticos os recomiendo con insistencia: 1. - CARIDAD SOBRENATURAL, que brote del amor al Buen Dios, que amemos ante todo en nuestro prójimo, su alma. Templo de la Santísima Trinidad.

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2.- DESINTERESADA, no por recibir algún bien, ni para ser correspondidas en el amor. 3.- POSITIVA, no detenernos en la parte negativa que nos indica el catecismo; son más agradables al Señor esos deberes que muchas veces son espontáneos, como apunta Royo Marín. Atenderlas en sus necesidades espirituales y corporales prestarles con una sonrisa benévola los servicios que necesiten de nosotras, rezar por su alma, darles muestra de sincero afecto sobrenatural, de benevolencia, alegrarnos con ellas, compartir sus penas… "Se puede pecar incluso gravemente dice el mismo autor, por la omisión de los deberes positivos de caridad, aunque no nos remuerda la conciencia haber quebrantado ninguno de los negativos". 4.- UNIVERSAL. Ya hemos dicho que nuestra caridad debe extenderse a todos los hombres lo cual no impide que sea ordenada, así tener en cuenta la proximidad de nuestras Hermanitas, pero primero nuestras Superioras, la mayor o menor necesidad de alguien en determinado momento, la jerarquía, el Santo Padre, los señores Obispos, en particular el de nuestra Diócesis, Párrocos, etc. El principal obstáculo para la caridad, hijitas mías es el orgullo, si no reconocemos sinceramente nuestras miserias, nuestra nada, si no nos anonadamos ante Dios y ante los hombres, si no repetimos con absoluta convicción con el Publicano: "Señor, ten piedad de mí que soy una pecadora", será imposible evitar el juzgar mal a los demás. Dice un autor: "Como todas las virtudes, la humildad es el reflejo de Cristo; reproduce la imagen de nuestro Cristo" y en los discípulos de Cristo es el medio, la llave del amor fraterno; OS HE DADO EJEMPLO". Sí amadas hijas, para morir al orgullo, es necesario que como nuestro Amantísimo y Amadísimo Jesús a los pies de los apóstoles, vivamos de rodillas espiritualmente a los pies de nuestras Hermanitas, de las personas que se nos acerquen. Sólo así amadas hijas, llegaremos a la perfección de la caridad y a la unidad en el Instituto. San Pablo nos enseña una vez más: "... por la humildad, estimándoos los unos a los otros como superiores". Así invita a los filipenses, "a tener los mismos sentimientos que tuvo Jesucristo el cual se anonadó a sí mismo tomando forma de esclavo…”. Se abatió a sí mismo hecho obediente hasta la muerte y muerte de cruz”. Para alcanzar la caridad por medio de la humildad, nos dice el Divino Maestro: Si pues estando tu presentando tu ofrenda junto al altar te acordares de que tu hermano tiene algo contra tí...". El texto que podéis concluir, dice francamente que no se trata de una ofensa recibida, sino de la ofensa que mi Hermanita tenga. Que para nuestras oraciones, y particularmente la sagrada comunión es necesario que en el corazón reine el amor fraterno como dice el P.L. de otra manera, no es un refugio sino una prisión para el Cuerpo de Cristo.

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Es urgente que con la gracia lleguemos a comprender amadas hijas, la amplitud del precepto de la Caridad grabemos bien en nuestro espíritu y en nuestro corazón, la dulcísima enseñanza de nuestro Redentor: "QUE OS AMÉIS UNOS A OTROS COMO YO OS HE AMADO". Y ¿cómo nos ha amado Jesús? Fue el primero en llamarme, atraerme con sus voces íntimas sin tener en cuenta mis miserias, ignorancia, etc., como llamó a los humildes pescadores de Galilea. Me amó no porque fuera buena, sino para hacerme santa. San Pablo dice "que siendo nosotros aún pecadores, Cristo murió por nosotros" (Romanos 5,8). Jesús amó a sus verdugos: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. Esta es la medida de nuestro amor al prójimo e insisto, particularmente a nuestras Hermanitas. No puedo abstenerme de dejaros aquí un párrafo de un libro que habla de adaptación en el mundo nuevo: “Debemos amar los primeros, no porque los otros sean buenos, sino porque la bondad del Padre habita en nosotros, porque el amor de Cristo nos apremia. Debemos amar a nuestros enemigos (aquellos que creemos tales no porque son nuestros enemigos sino para que no lo sean ya) de igual modo que el amor misericordioso derrama sobre nosotros pecadores, para curarnos del pecado". También nos amó Jesús hasta el extremo recordemos hijitas mías: "Mayor amor que éste nadie lo tiene que dar uno la vida por sus amigos (Juan 15,13). Y podéis pensar: ¿cómo dar la vida por mi prójimo, por mis amadas Hermanitas? La vida podemos darla gota a gota sin derramamiento de sangre, con el don de nosotras mismas en nuestro vivir cotidiano, por una disposición permanente del corazón, en el amor divino en corazón humano, en todos los mil detalles, palabritas que se omiten o se expresan según las circunstancias: actos que no se miran, se olvidan para que mi Hermanita no se preocupe por ello, sin duda involuntario; debemos amar como vivimos, hasta la muerte primero de nuestro egoísmo y luego la muerte que rasga la cortina que nos separa del Amado, para arrojarnos en su CORAZÓN, si con nuestro ejemplo en el fiel cumplimiento de la santa regla, con nuestro amor a Él y a nuestra dulcísima Madre, que sea contagiosa para ellas. Oigamos nuevamente al autor antes citado: "Desde el Noviciado, las religiosas tienen que aprender que el amor quiere y busca darse, sin esperar la iniciativa de los demás. Que el amor es entrega y que es de tal modo un DON o un estado que no recibe sino en la medida en que se da sin percibirse". Sí, Hermanitas mías, llegaremos a la perfección de la caridad fraterna cuando abrumadas por el trabajo, por las dificultades, por los dolores físicos o morales para darnos incansablemente al prójimo, particularmente si éste prójimo, que es mi Hermanita, es la causa de mi sufrimiento. Pero ésta caridad, éste amor, que puede parecernos imposible lo conseguimos con la oración confiada y humilde, El dijo: "Pedid y recibiréis…”. Santa Teresita del Niño Jesús, dice en su autobiografía :"Oh Jesús mío; sé que no mandáis nada imposible, conocéis mejor que yo mi debilidad y mi imperfección; sabéis que nunca llegaré a amar a mis Hermanas como Vos las amáis. Si Vos mismo no las amáis en mí... ¡Sí, cuando estoy más unida a El amo más a mis Hermanitas”.

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Si deseamos tener para nuestras Hermanitas esa caridad afectuosa y delicada, libre de la sensiblería, del egoísmo, adentrémonos en nuestro santuario íntimo para aprender y recibir del Divino Huésped los secretos del amor mutuo en Ellos, allí aprenderemos que hay un sólo amor, el que nos une con Él y el que irradiamos continuamente en el prójimo. Pensad también amadas hijas que la caridad fraterna tiene fuerza casi sacramental ya que todos nuestros hermanos son Cristo, si tenemos espíritu de fe recibiremos de Él, le daremos a Él en ellos, amor, paz, aumento de vida divina. Kierkergaard escribe: "El amor de Dios y el amor del prójimo, son dos puertas que solamente pueden abrirse o cerrarse al mismo tiempo". Aún más hijitas mías: He leído que el amor fraterno no es una simple virtud; es la misma vida de Dios, porque el amor procede de Dios, Dios es Amor, "Deus Charitas est". Por esto nuestra devoción al Sagrado Corazón, es una fuente de caridad fraterna, El que es amor, parece necesitar nuestro amor, nos lo pide continuamente por medio de nuestros hermanos, con la misma ternura y abnegación del suyo que se entregó hasta la muerte y muerte de cruz, así podríamos decir a nuestras Hermanitas que tenemos necesidad de ellas para entregarnos a Jesús hasta la muerte, y así llegaremos a una vida de oración continua; así también la caridad fraterna es el camino de la contemplación. En la Sagrada Eucaristía Él nos brinda el alimento de la caridad. Fue en el momento en que el Señor instituyó éste sacramento, cuando afirmó el mandato de la caridad en todos sus detalles: "En eso conocerán todos que sois discípulos míos, si os tuvieras amor unos a otros (Juan 13,13). Y rogó a su Padre nos hiciera caritativos: "QUE TODOS SEAN UNO.... PARA QUE EL MUNDO CREA QUE TU ME HAS ENVIADO"...(Juan 17,21,23). "HIJITOS MÍOS, AMADOS LOS UNOS A LOS OTROS COMO YO OS HE AMADO". Amadas hijas, oremos sin cesar para que en todas las comunidades religiosas, especialmente en nuestra pequeñita Anunciación, crezca, se perfeccione día a día la caridad fraterna. Leamos y meditemos con frecuencia el capitulo sobre: “La Caridad”, del Directorio, pidamos en el santo rosario a nuestra dulcísima Madre, haga de cada una de sus hijitas una llama ardiente de amor a Dios y al prójimo. Nuestra caridad ha de ser efectiva, practica, de otra manera nos haríamos más culpables, pues es verdadera infidelidad el no hacer el bien conocido. 1) Vigilancia y oración para evitar hasta las menores faltas voluntarias a la caridad: juicios temerarios, maledicencias, injusticias, antipatías o simpatías naturales consentidas, palabras secas, ásperas, burlas o desprecios. 2)Ayudémonos, mutua y caritativamente en las pequeñas, o mejor delicadas prácticas de la caridad:

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a) No pasar por delante de nuestras Hermanitas o de otras personas sin hacer la inclinación amable y respetuosa, con ella hacemos un acto da amor y reverencia a Dios. b) A cuantas almas nos aproximamos a llevarles la sonrisa de María, para unirlas a Jesús, vencerlas por el amor. c) A solas pensemos en la bondad y dulzura de María, sonreír a María, sonreír a Ella en todo momento, particularmente cuando nos sintamos fatigadas, enfermas, contrariadas; la caridad tiene como todas las virtudes, sus heroísmos; qué consuelo para el corazón de Jesús si pudiéramos repetir con hechos las palabras de Teresita González: “que quien me mire te vea”. La amabilidad es un complemento de la caridad y aunque se agotó el tiempo, no puedo menos de copiaros unas noticas que no sé donde encontré hace años. La amabilidad es una virtud distinta, es la reunión de varias virtudes; es la caridad que se da, la humildad que se abate, la mortificación que se priva, la paciencia que soporta, la fortaleza que jamás se cansa. Ser amable es hacer que nuestra alma irradie sobre los demás algo que haga asomar la sonrisa a sus labios y dilate sus corazones. Ser amable es tener siempre una palabra dulce que levante, que anime, que consuele y conforte. Es conservar en nuestro exterior esa gracia en los modales, esa apacibilidad en el aporte, esa tranquilidad en el rostro que atraen. Ser amable es el distintivo de un natural comunicativo, como el egoísmo es el de un corazón cerrado. Para estimularnos en la práctica de la caridad, meditemos las palabras de San Pablo: "Yo, pues, que estoy entre cadenas por el Señor, es conjuro que os portéis de una manera que sea digna del estado a que habéis sido llamados soportándoos unos a otros con caridad, solícitos en conservar la unidad del espíritu con el vinculo de paz, siendo un solo cuerpo y un sólo espíritu, así como fuisteis llamados a una sola esperanza en vuestra vocación…” Y daos cuenta Hermanitas mías que el apóstol nos lleva al conocimiento de que no encontraremos paz en nuestra vida religiosa, si no tenemos la perfección de la caridad que haga de nosotras: TODAS EN UNA por el AMOR a DIOS y a nuestra dulcísima Madre. Confiemos pues en que los Sagrados Corazones de Jesús y de María, que desde los albores de 1.964, terminarán para siempre en nuestro santo y amado Instituto los CHISMES, las MURMURACIONES, los CELOS, las ENVIDIAS, ese espíritu de curiosidad, de querer oírlo, saberlo, comentarlo todo sin tener en cuenta nuestras imprudencias y desconocimientos de la realidad de las cosas fuente de faltas a la caridad, de dificultades y aún de pérdidas de vocaciones de lo cual tendremos una clara visión en la luz de la eternidad.

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Un resumen de la caridad para cada Hermanita, lo tenemos en nuestro Voto de Hostias de Amor y Reparación que nos impone el deber de darnos a nuestros hermanos, en alimento sobrenatural como Jesús se da a ellos en la sagrada comunión. Ruego a nuestras amadas Hermanitas Directoras pongan su entusiasmo, nacido del amor a Jesús y a las almas para que nuestra consigna espiritual se realice con fervor y exactitud en las almas que el Señor les ha confiado. Servidora y Madre que os ama en Jesús y María,

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CONSTITUCIÓN DE LA COFRADÌA Modelo: El Divino Jesús, quien crecía en gracia delante de Dios y delante de los hombres. Patrona: La Santísima Virgen María, invocada por la Iglesia con el amable titulo de Madre de Dios. Emblema: Una rosa deshojada símbolo de la caridad. Divisa: Las palabras de San Pablo “Me hice todo para todos para ganarlos todos a Jesucristo”. (Carta a los Corintios)

Extensión y excelencia de la Amabilidad. La Amabilidad: es la caridad que se da, la humanidad que se anonada, la mortificación que se sacrifica, la paciencia que soporta, es la fuerza que no se cansa jamás. La amabilidad no es una virtud aparte porque ella comprende todas las virtudes, porque los actos repetidos de amabilidad las atraen poco a poco y las conserva todas en el alma amable. La amabilidad es el rayo del alma, que produce la sonrisa en los labios y dilata el corazón, como el rayo del sol hace abrir el botón de la rosa. La amabilidad es la dulce palabra que reanima, levanta, consuela, estimula, fortifica; como el rocío, levanta, reanima y colorea la planta que seca, la amabilidad es la gracia de las maneras, la soltura del porte, la serenidad del rostro, la benevolencia de la mirada que se transmite y se comunica como el perfume de una flor. ESTATUTOS DE LA COFRADÍA Los artículos del código de la amabilidad o reglamentos de la cofradía son muy sencillos. Los socios se comprometen a: 1.Sonreír habitualmente, aun cuando se este solo; para que la sonrisa de la benevolencia se aclimate en los labios, hasta trabajar y orar bajo la mirada de Jesús Niño, quien nos sonríe en los brazos de su amabilísima Madre. Jesús Niño sonríe siempre al alma culpable que se vuelve hacia El. 2. No decir no, a una disposición dada por un superior, ni tampoco a un servicio pedido.

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3. Aminorarle a los demás todas las penas que podamos, tomándolas para nosotros en cuanto el deber nos lo permita. 4. No mostrarnos contrariados, enojados, ni descontentos. 5. Reprimir, al momento que se caiga en cuenta, todo gesto que pudiera revelar alguna contrariedad interior. 6. Buscar cada mañana delante de Dios, como dar gusto a tal persona, con quien se vive, o a tal otra, sobre todo a quien se teme un poco o a quien no nos simpatiza. 7. No pedir favores jamás a nadie, sin agregar una palabra de cortesía o emplear un tono benévolo. 8. Emplear siempre, aquellas pequeñas fórmulas de urbanidad que parecen no ser importantes, entre otros: los buenos días, las buenas tardes, las gracias por el menor servicio; a usar las expresiones: tenga la bondad, si fuera tan amable, hágame el favor, agregando a todo servicio pedido el saludo amable, dar una sonrisa, al menos cada vez que se encuentre con otro. 9. Estudiar los gustos, de aquellos con quienes se vive y satisfacerlos según lo permitan nuestros deberes, a disimular sus caprichos y a nunca hacer caer en la cuenta de los arranques del genio. 10. No dar nunca un consejo, y sobre todo a no hacer nunca un reproche sin poseer completamente la convicción y sin cubrir con buenas palabras las advertencias que creamos puedan herir. 11. Reconocerse sencillamente culpable, si se ha comprendido que se ha sido poco amable y aceptar con humilde generosidad los reproches que se nos hagan. 12. Encomendar a Dios todos los días los miembros de la familia o de la comunidad en la cual vivimos, agregando " Dios mío haced que nos amemos mucho; María madre amable, hacednos amables como lo sois Vos. Jesús manso y humilde de corazón, haced nuestro corazón semejante al vuestro. 13. Reunirse una vez a la semana en familia o en comunidad para releer este pequeño reglamento, o perdonarse recíprocamente las ofensas involuntarias que se hayan podido causar durante la semana y unirse más fuertemente con los lazos del afecto, bajo la protección de Jesús Niño, de María Madre Amable. Si hay dificultades para la reunión, al menos se debe leer personalmente este pequeño reglamento en particular y perdonar así mismo de todo corazón a los demás, las penas que nos hubieran podido causar.

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