Carnosa. revista puente

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una revista puente número cero La Plata - Bahía Blanca verano 2016


CARNOSA

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CARNOSA número cero La Plata - Bahía Blanca verano 2016 escriben: Paz Bongiovanni León Peredo Cristina Baroni M. Esteban


Editorial Carnosa Porque nos gustan los comienzos, esta revista nace en los primeros días de 2016. Entre calores y tererés que alivian, bajo nubes que guiñan lluvia, acompañados por las cuatro perras que duermen la siesta del patio. Miramos por la ventana y decidimos darle cuerpo a esta revista que es un puente, un modo de tocarnos las manos. Carnosa tiene pulpa, busca ávida la boca y los ojos de los comensales, de los que siempre se quedan con ganas. Carnosa sale al encuentro, se construye de otros. ¿Quiénes somos? Somos Cristina y somos Paz y somos Matías y somos León y somos los otros también, los que no estamos pero están. Acá todos los hambrientos son bienvenidos porque la carne alcanza para todos. Esta es nuestra primera comilona, pero habrá otras y en cada una cuatro poetas azarosos nos darán la bienvenida. 3


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PAZ BONGIOVANNI (San Juan, 1980) desde Bahia Blanca

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Las avenidas odian a las callejuelas que vos y yo solemos transitar, y este conjunto bizarro de autos que ondulan en hip hop sobre el asfalto alto aceitado alto caliente de vanidades con smog. En las avenidas el sol cae como hacha sobre decapitados cuerpos de mármol. Sangrosa imagen de alta city las estrellas sí titilan; vos no las ves. rojo radioactivo el semáforo de tus ojos. Segunda, tercera y cuarta. Del otro lado de las vías no te soñás vivir. Licuada sangre con hielo desde los pies hasta la nariz. Imágenes repetidas de álbumes que no compro. Y perseguís la luz... del otro lado del río cruzando la vía hablan de cerezas. 7


A las palabras las antecede un nido. No vienen todas del mismo lugar. Existen nidos que las cobijan, nidos distintos y entonces algunas salen con garras con alas y salen con hierbas silvestres salen con tierra o con algodones y algunas salen con frĂ­os otras desiertas Pero terminan de nacer en las bocas de a montones nacen. Para explotar ante un otro. Siempre hay un otro. 8


Aunque sea uno mismo. Que puede darles muerte O ponerlas a vivir en un trรกgico segundo.

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LEÓN PEREDO (San Justo, 1978) desde Bahía Blanca

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Pochi nunca tenĂ­a un centavo. pero tenĂ­a un Centauro en el que me llevaba todos los dĂ­as a caballito/

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no conozco Cuba pero amo Cuba si me preguntan por quĂŠ amo Cuba digo amo Cuba porque tiene cubanitos y los cubanitos son dulces como el rostro de Fidel/

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yo también tuve una novia suicida. por todo se mataba. a cada rato se quitaba la vida. si el pan se le quemaba si el colectivo le pasaba de largo si un orangután moría en el Zoológico de Dallas allí estaba ella matándose suicidándose entera de pies a cabeza no dejaba ni un pelo sin morir. lo más terrible eran sus notas notas suicidas por toda la casa yo debía barrerlas o esquivarlas o patearlas debajo de la cama, más de una vez me fui de boca al piso 13


tropezando sin par con una palabra suya! para colmo leĂ­a Schopenhauer para colmo amaba las telenovelas para colmo se le secaban todas las plantitas del jardĂ­n! y allĂĄ iba ella suicidĂĄndose entra las rosas pero era tan hermosa que uno lloraba a mares cada una de sus muertes/

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CRISTINA BARONI (Darregueira, 1981) desde La Plata

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I La casa se ha convertido en algo cerca nuestro. La casa y el árbol. De la gente que allí vive no sabemos nada. Sus perros, a veces, sacan corriendo a las nuestras cuando se acercan demasiado. Vemos la casa desde nuestras ventanas. La casa y el árbol. La gente casi nunca. La visión del campito enfrente es una de las cosas que más nos gustan de vivir acá. Se ve cielo, un horizonte engañoso pero horizonte al fin, nubes, pájaros, los perros del barrio que se cruzan a dormir la siesta o a correrse entre sí, el timbre de la escuela, los chicos en el recreo, un caballo. El árbol hace que las estaciones pasen para nosotros, desde la pieza, en alguna siesta, nos avisó del otoño. Hoy saqué una foto a la casa con su árbol. Alguien se adueñó de ese terreno y lo está parcelando para vender. Nos preguntamos qué será de la casa. De la casa y del árbol. Qué será de la gente que vive en la casa.

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II Estoy casi segura que el sauce es el árbol más grande de la cuadra, está a unos metros de nuestra vereda, en la de Lidia más precisamente. Lidia es una mujer vieja que vive en una casa de madera con su hija. En verano todos los vecinos de la cuadra nos peleamos por la sombra de ese sauce, puede proteger a dos o tres autos del sol. Los días del viento nadando entre su cabellera porta una intensidad especial. Algunas tormentas han arrastrado sus ramas hasta nuestra vereda. Lidia pasa casi toda la primavera y el verano sentada afuera. Cuando nos ve estacionar el auto nos saluda y nos pide algo para comer. El sauce da sombra todo el año. Pero en invierno no nos acordamos tanto del árbol. A veces tampoco de Lidia.

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III Podríamos decir que nuestros vecinos son amables, con el tiempo fuimos descubriendo en esa amabilidad un poco de curiosidad por conocernos a nosotros y también a nuestra casa. Viven acá desde los inicios del barrio. En nuestras breves conversaciones notamos que siempre tienen miedo de que les roben. Fue lo primero que nos vinieron a advertir cuando nos mudamos, nos dijeron que el barrio era peligroso, que a la casa en la que estamos ya habían entrado antes, nos señalaron supuestamente dónde vivían “los negros chorros”. Nos advirtieron de Lidia. Nunca les hicimos caso y hasta ahora nunca nos robaron. Tratamos de tener una relación cordial, pero hay entre ellos y nosotros una distancia hecha de chismes, presupuestos, y comentarios que nos hacen ocupar la cabeza en cosas que no queremos. Por lo menos no de esa forma. Es como si no les gustara vivir acá. Al borde de la medianera tienen plantada una rosa china. La planta fue creciendo hasta pasar el tapial, una gran cantidad de ramas con sus flores asoma para nuestro lado, y es la imagen más hermosa que vemos desde la ventana del comedor. El color de las rosas hace lucir mejor nuestro frente, le aporta algo que nosotros no podemos darle porque no tenemos tiempo ni paciencia para la jardinería. Pienso, en esa silenciosa forma en que ellos, nuestros vecinos, tienen algo bello para dar y no lo saben. 19


M. ESTEBAN (Doce de Octubre, 1976) desde La Plata

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mi ángel de la guarda sé lo que vi y lo que sentí yo estoy seguro reseguro aunque ahora estoy medio dudando fue cuando me estaba peinando o lavando la cara (no es tan tan importante lo que hacía yo en ese momento) cuando sentí algo blanco algo dulce en la nuca un gran amor 21


algo que me flotaba como atrás me flotaba sonreí de gozo (estaba cepillándome los dientes recuerdo el sabor dentrífico en mis labios sonrisientes) y cuando me doy vuelta sobre el caño de la cortina de la bañera tu bombachica blanca como volando seca y perfumada con jabón de ángel blanco 22


estábamos en el futón tapados con esa manta de color amarillo raro sobre los hombros para no tener frío en la espalda atrás nuestro la ventana y la tarde viendo en la televisión un documental de gauchos paisanos de ahora hombres que trabajan en el campo alambrando veíamos los pozos las palas las púas en un momento uno recitó algo 23


era payador en sus ratos libres pero le daba vergüenza decía y había otro más joven decía que los alambradores de ahora eran muy distintos que apenas usaban la ropa la ropa que distingue a los gauchos al campo el baldío de enfrente estaba más feriado que nunca después escuchamos guarany zamba del carbonero y bailamos a nuestro modo atrás el ventanal la tarde blanca de tan gris

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La Plata - Bahia Blanca verano 2016


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CARNOSA

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