Pitayolandia s

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Revista Va de Nuez No 24 2015

PITAYOLANDIA S a de c v

Ph. D. Francisco Salinas Paz Érase que se era un país que en su sistema educativo renunció a formar ciudadanos y se dedicó a formar consumidores. Para ello organizó una reforma educativa donde los protagonistas del acto educativo fueron ignorados olímpicamente. En las escuelas y oficinas de educación, el que pensaba diferencia, criticó, el que no estaba de acuerdo era visto como un obstáculo para el desarrollo y progreso. De algún modo habían instalado el espíritu de que todos tenían que "jalar parejo", "por los intereses de la nación". Como si la nación fuera una sola y no hubiera pensamientos diferentes. Parece que a la par de la escuela, adoctrinaban a sus niños en un discurso que sólo hablaba de armonía, de unidad, de paz, todo ello en el marco del pensamiento único y borreguil. A los que pensaban diferente consideraban que vivían en la falsedad, porque su discurso era el único verdadero. A esa actividad le llamaban religión y en esas instituciones había individuos a los que todos seguían y aceptaban sus palabras como si fueran la verdad o la única interpretación. Ningún niño se atrevía a contradecir al pastoreador. Desde ahí los iban educando a no pensar diferente. A los que pensaban diferente los ignoraban, los criminalizaban y además tenían un sistema de medios masivos de comunicación que se encargaban de manipular todo. Por ejemplo un día a los que adoraban el pensamiento único se les ocurrió desaparecer a 43 de ellos y los que actuaban en solidaridad a los desaparecidos eran tratados como oportunistas, como sembradores del coas, como gente aprovechada que no compartía la idea de nación de seguir produciendo consumidores en lugar de ciudadanos. Formando consumidores la población era no lo que pensaba, actuaba, criticaba, defendía, sino lo que consumía. Como había pocos ciudadanos que debatieran entonces no había espacios de debate. Sólo tenían uno pero estaba secuestrado para seguir simulando que se debatía aunque cuando alguien pasaba al estrado sólo era para la foto, el teatro o el canal que transmitía eso, por que en realidad nadie les hacía caso, ya todo estaba cocinado, presupuestado, cabildeado y calculado. Tantos votos a favor, tantos en contra, nos falta uno, dile a fulano que si quieres ser gobernador de su Estado, dile a mengano que si quiere que su hijo sea diputado, etc. Era una mafia que operaba de manera clientelar discrecional. Pero todo parecía funcionar. Como no había ciudadanos que debatieran no era necesaria la construcción de espacios sociales de debate, bibliotecas, salones vecinales, escuelas comunitarias, etc. Todo eso se había dejado de construir. Solo había una gran biblioteca en el centro y justo su lado un templo de adoctrinamiento. Cada nueva colonia que abrían tenía reservado un espacio


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para el adoctrinamiento para seguir docilizando a los borregos. Pero no espacios de debate ciudadano, ni nada por el estilo. Las iglesias usaban el centro comunitario para convencer a los creyentes de que en la vida eterna serían felices y que aquí solo habían venido a sufrir. Y a los pobres niños hasta los explotaban emocionalmente "como tu padre, tu abuelo y tu bisabuelo fue de x religión tu también", puro chantaje emocional de los padres para evitar que sus hijos pensaran por sí mismos. Había quien hasta desconocía a sus hijos sino pensaban como ellos. Como había muchos consumidores en las ciudades se comentaba y admiraba mucho cuando se habría un nuevo centro comercial, todos acudían no ha interactuar como miembros de una ciudad con clases, interese y preocupaciones, sino a actuar como lo que eran, consumidores. Algunos, los que tenían dinero, consumían, los que no pues solo miraban, preguntaban, y hacían cálculos matemáticos que si en tantas mensualidades, que si sin intereses, que si le regalamos un mes, que si, etc. etc. Muchos que no eran consumidores sólo se simulaban o bien admiraban en los aparadores lo que les ilusionaba comprar y se regresaban a sus casas con la esperanza de que algún día serían grandes consumidores de carros, casas, ropas, perfumes, relojes. Para alimentar esa esperanza pasaban en sus medios masivos de comunicación cientos de películas de perdedores que llegaban a ser "alguien en la vida" que dejaban de ser "perdedores". Los perdedores veían esas películas hasta la saciedad, y en cada ocasión se emocionaban, más, y más. Vivían la vida de los personajes de las películas, no sus propias vidas. Lo que consumían no era para satisfacer sus necesidades sino para ser tomados en cuenta pues en una sociedad de consumidores era importante el que consumía y presumía que consumía. No era importante saber la hora, era importante en que reloj se veía la hora. No era importante trasladarse seguro de un lugar a otro, sino en qué se trasladaba. No era importante lo que se pensara, criticara, propusiera o transformara. Es más, quienes tansformaban, criticaban eran vistos como un peligro para la sana convivencia, la armonía del pensamiento único, el orden y paz a que todos aspiramos. Pensar diferente era un delito.


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