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Literatura una perspectiva realista-fantテ《tica

literatura [ 5 ] ES

| Paula Croci | Marcela Groppo | Laura Isola | Martテュn Paz |

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ENFOQUE “Hablar un lenguaje significa estar inmerso en una manera de organizar y entender el mundo; bucear en él constituye ni más ni menos que la apasionante tarea de preguntarse cómo es esa manera de ver el mundo que tenemos”. La realidad no se nos presenta única, estática y homogénea, sino de forma múltiple y dinámica. Acercarse a ella, expresarse sobre ella, interpretarla es, a la vez, construirla. El modo de ver el mundo es el modo en el que lo pronunciamos. La realidad es plural, porque son muchas y diversas las voces que la nombran. Cada una de ellas tiene un sonido, un acento que la hace propia y distinguible de otras. La humanidad ha encontrado en el arte un espacio ideal para que estas voces —las de los artistas, las del público— se escuchen, se crucen y dialoguen. La literatura, el arte de trabajar con la palabra, revela los modos y los mecanismos con los que las sociedades piensan, conciben y representan su propio mundo. Leer literatura teniendo presente su contexto de producción, pensarla ligada a los procesos históricos y políticos, posibilita la formulación de la pregunta política; leer literatura como una indagación a las problemáticas existenciales de la humanidad nos lleva al plano de la pregunta filosófica; leer literatura hurgando en su propia especificidad abre el campo de la pregunta estética. Estas preguntas y sus respuestas no se excluyen, sino todo lo contrario, entrelazadas se complementan en un diálogo constante. Literatura 5 ES - Huellas propone un recorrido por la literatura argentina, latinoamericana y española, a partir de cinco grandes tópicos: la ley, la identidad, los amores, la tierra y las revoluciones. Cómo el campo literario se pronuncia en relación con temas que trascienden la esfera de las letras es la pregunta que inaugura el diálogo entre textos, y el debate con otras esferas y con otras disciplinas como la música, el cine y la pintura. Por otro lado, la organización del libro mediante ejes temáticos —que permiten pensar las formas realistas y fantásticas fuera del marco de género— sugiere un estudio de la literatura que trasciende los modos de enseñanza centrados en la cronología de autores y de escuelas literarias, o dentro de un esquema de definición, exposición y comparación de géneros y períodos, donde el texto literario, la mayoría de las veces, cumple la función de ejemplificar la teoría. Los autores y editores de este libro, al retomar y desplegar la pregunta política, filosófica y estética, pretendemos invitar a los docentes y alumnos a analizar la literatura en y desde la literatura. Esta práctica habilita a pensar continuidades, presencias y perseverancias en nuestra historia política, social y cultural, y en la de nuestra América. Luis Di Filippo Profesor y licenciado en Letras (UBA). Enseña las materias Prácticas del Lenguaje y Literatura en escuelas secundarias del Gran Buenos Aires. Ha colaborado como autor de libros de texto y de literatura para varias editoriales.

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ÍNDICE Bloque 1. La ley ................................................................................................................................................... 6 Introducción: Leyes, rituales y castigos. ............................................................................................................................ 8 1. Una literatura rabiosa: El juguete rabioso, de Roberto Arlt........................................................................................ 10 2. La ley del más fuerte o el precio de crecer: “Irlandeses detrás de un gato”, de Rodolfo Walsh. .......................... 16 3. Transgresión y redención: Los cachorros, de Mario Vargas Llosa. ........................................................................... 20 Letras cruzadas: ¿La ley del padre?: “Las preocupaciones de un padre de familia”, de Franz Kafka....................... 26 Plan lector: Don Segundo Sombra, de Ricardo Güiraldes.............................................................................................. 28 Plan escritor: reseña, texto argumentativo. ..................................................................................................................... 29

Bloque 2. La identidad....................................................................................................................................... 30 Introducción: En busca de la argentinidad...................................................................................................................... 32 1. Civilización y barbarie: Facundo, de Domingo Faustino Sarmiento. ...................................................................... 34 2. Inmigración y “limpieza social”: En la sangre, de Eugenio Cambaceres. ................................................................. 44 3. Escribir el peronismo: “Casa tomada”, de Julio Cortázar y “Cabecita negra”, de Germán Rozenmacher............. 50 Letras cruzadas: La invención de la pampa: Apuntes tomados durante algunos viajes rápidos por las Pampas y entre los Andes, de Francis Bond Head.......................................................................................................................... 60 Plan lector: “La inundación”, de Ezequiel Martínez Estrada......................................................................................... 62 Plan escritor: síntesis, texto argumentativo, texto comparativo.................................................................................... 63

Bloque 3. Los amores........................................................................................................................................ 64 Introducción: De amores y desamores. ........................................................................................................................... 66 1. Los amores, entre la idealización y la sátira: “Soneto XIII”, “Soneto XXIII” y Égloga I, de Garcilaso de la Vega; “En estos versos de mi amor dictados”, “Amor constante más allá de la muerte”, “Diálogo de galán y dama desdeñosa”, de Francisco de Quevedo. ............................................................................................................... 68 2. El amor al amigo: “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías”, de Federico García Lorca; “Elegía”, de Miguel Hernández. .........................................................................................................................................................................74 3. Loco amor: “Las hortensias”, de Felisberto Hernández; “El mundo ha vivido equivocado”, de Roberto Fontanarrosa.................................................................................................................................................80 Letras cruzadas: Trágicos amores prohibidos: “Píramo y Tisbe”, de Ovidio. ............................................................. 90 Plan lector: Boquitas pintadas, de Manuel Puig. ............................................................................................................ 92 Plan escritor: síntesis, texto comparativo, análisis.......................................................................................................... 93

Bloque 4. La tierra.............................................................................................................................................. 94 Introducción: Tierras prometidas...................................................................................................................................... 96 1. El indio, el gaucho y la propiedad de la tierra: el Martín Fierro, de José Hernández............................................. 98 2. Reescribir la tradición: “El escritor argentino y la tradición”, “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz” y “El fin”, de Jorge Luis Borges. .........................................................................................................................................................106 3. Rulfo: una poética de la sequía: “Nos han dado la tierra”, de Juan Rulfo. .............................................................116 4. España y la pérdida del reino: “Romance de Abenámar y el rey don Juan”; “El crimen fue en Granada”, de Antonio Machado; “Himno a los voluntarios de la República”, de César Vallejo. .............................................122 5. La invención de un lugar: Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. ....................................................128 Letras cruzadas: La tierra de la imaginación: Las ciudades invisibles, de Italo Calvino. .........................................134 Plan lector: Los pichiciegos, de Rodolfo Fogwill............................................................................................................136 Plan escritor: reseña, texto argumentativo, canción popular.......................................................................................137

Bloque 5. Las revoluciones............................................................................................................................. 138 Introducción: La literatura de la revolución...................................................................................................................140 1. La revolución en los tiempos modernos: El siglo de las luces, de Alejo Carpentier..............................................142 2. Héroes y traidores: Hijo de hombre, de Augusto Roa Bastos...................................................................................148 3. Una revolución personal: Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos, de José Martí. ...................................................152 4. La escritura en tiempos de crisis: Operación Masacre, de Rodolfo Walsh.............................................................156 Letras cruzadas: Utopías y distopías revolucionarias: Rebelión en la granja, de George Orwell. ..........................164 Plan lector: Julio César, de William Shakespeare..........................................................................................................166 Plan escritor: texto comparativo, texto argumentativo, noticia, diario de viaje, reseña, discurso político, carta y canción....................................................................................................................................................................167

Dossier de literatura por movimientos...................................................................................................... 169 Biografías............................................................................................................................................................ 204

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Leyes, rituales y castigos La ley inexorable Formuladas para regular y encauzar la conducta de los hombres, las leyes que elaboran las sociedades son producto del acuerdo y constituyen una convención. Para Franz Kafka —uno de los escritores que más ha reflexionado sobre el tema—, ese carácter de construcción de las leyes se traduce como una arbitrariedad sin sentido. En los textos del autor checo, el individuo se vuelve víctima de la sinrazón de la burocracia. Los protagonistas parecen ser, además, los únicos que intentan enfrentar esas normas absurdas, que en muchas ocasiones ni siquiera son claras o explícitas. En comunidades más reducidas —instituciones, grupos de amigos—, también existen leyes que rigen su funcionamiento. De la misma manera que sucede en ciertos relatos de Kafka, algunas veces esas reglas de comportamiento están explicitadas, y otras han sido impuestas y aceptadas de manera tácita durante generaciones. A lo largo del tiempo, la literatura se ha ocupado con especial atención de aquellos que decidieron enfrentar lo establecido. No son pocos, sin embargo, los relatos en que los personajes optan por acatar la ley. En todos estos casos, el denominador común parece ser cierta cuota de resignación. Aunque se la considere incoherente, la ley se sabe establecida. Y el castigo por su incumplimiento, inexorable.

Rituales de iniciación La adolescencia es otro tema que la literatura ha privilegiado. Numerosas prácticas en Oriente y en Occidente festejan el paso que va desde la niñez hacia un estadio madurativo superior.

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Ceremonias que se celebran entre los trece y los quince años, como el Bat y el Bar Mitzvah en la tradición judía, el seijin sheiki (la ‘venida de la edad’) en Japón o la fiesta de los quince años en muchos lugares de nuestro país, poseen ese sentido de pasaje. No es de extrañar, entonces, que la literatura haya contado, de muy diversas formas, el tiempo de crecer. Todo un género literario se estructura, de hecho, en torno a las contingencias y los conflictos que suele acarrear esa etapa. La novela de iniciación o Bildungsroman —término alemán que significa ‘novela de aprendizaje’ o de ‘formación’— muestra el desarrollo físico, moral, psicológico y social de un personaje, por lo general desde la infancia hasta la madurez. Las desventuras del joven Werther, de Johann Wolfgang von Goethe, inició el género en 1774. Como sucede en este primer texto, en los relatos de iniciación el hecho de crecer conlleva, de manera casi inevitable, sufrimiento. En “Irlandeses detrás de un gato”, del escritor argentino Rodolfo Walsh, el dolor que produce el rito de pasaje es tanto emocional como físico. Aunque se quiera postergar su llegada, en este caso la iniciación en el mundo de los hombres y la violencia aparecen como leyes también ineludibles. La institución educativa donde el protagonista debe transitar ese pasaje, hacerse “hombre”, es una comunidad con reglas propias. Allí, lo ilegal termina siendo la norma. Incluso quienes deben imponer la disciplina aceptan con resignación que la ley que impera entre los alumnos escapa a su autoridad.

Una edad nueva En Los cachorros, de Mario Vargas Llosa, también se escenifican los conflictos que supone el crecimiento. Los personajes, jóvenes

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limeños de la década de 1950, se encuentran, sin embargo, en un contexto muy diferente. Durante esa época, en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, emerge en la cultura occidental —principalmente en Inglaterra y en los Estados Unidos— lo que se conoce como cultura juvenil. La juventud se volvió, desde ese momento, un actor social independiente. El fenómeno coincidió con el surgimiento del rock y una moda que tenía al adolescente como centro. Gran parte de los consumos culturales de masas, como el cine, la ropa o la música, comenzaron a destinarse a ese público nuevo. Los personajes de Los cachorros se encuentran configurados según ese novedoso modelo cultural, que tenía al cine de Hollywood de los años cincuenta, la música y las nuevas prácticas sociales como referentes.

curso, aunque se vea involucrado, una y otra vez, en situaciones que lo sitúan al margen de la ley. Y la literatura constituirá, en su derrotero, una de sus posibilidades de salvación.

Picardías La novela picaresca es otra de las maneras en que la literatura ha sabido contar el crecimiento de los personajes protagonistas. El género —del cual El lazarillo de Tormes es uno de los principales exponentes— se desarrolló en España entre los siglos xvi y xvii. Estos relatos giran en torno a la vida del pícaro, un joven marginal que cuenta sus infortunios en primera persona. A lo largo de los años y con la aspiración principal de ascender socialmente, el personaje presta servicio a diferentes amos. Astuto y de pocos escrúpulos, recurre a artimañas y a procedimientos ilegítimos, como el engaño y la estafa. Este antihéroe, sin embargo, alcanzará la madurez sin lograr su objetivo. En el siglo xx, muchos de esos elementos de la picaresca fueron reelaborados por Roberto Arlt en su novela El juguete rabioso. Silvio Astier, el personaje principal, es una suerte de pícaro moderno que alberga la esperanza de mejorar su condición social. Para lograrlo, será capaz de apelar a cualquier re-

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Foro literario 1. ¿Cuáles son las maneras en que la litera-

tura ha contado el proceso de pasaje de la infancia a la adolescencia?

2. ¿Por qué se podría afirmar que crecer conlleva un sufrimiento? ¿Qué textos literarios o películas que conocen desarrollan esta hipótesis? 3. De los textos mencionados, ¿en cuáles creen que los protagonistas deciden acatar la ley y en cuáles se oponen de alguna manera al orden establecido?

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1 UNA LITERATURA RABIOSA Roberto Arlt dijo que para él escribir constituía un lujo: sin tiempo, sin un espacio, con manos fatigadas, “cuando se tiene algo que decir, se escribe en cualquier parte”. En sus novelas y en las famosas aguafuertes que publicó en el diario El Mundo, mostró de una manera única y nueva a la ciudad de Buenos Aires y a quienes habitaban sus márgenes.

Realismo en la Argentina 182

La literatura como profesión La trayectoria intelectual de Roberto Godofredo Christophersen Arlt —tal su nombre completo— no fue la previsible para alguien de su origen social. En el Buenos Aires de las primeras décadas del siglo xx, el periodismo y la literatura eran practicados por quienes poseían cierto linaje cultural, y no por los que eran, como él, hijos de inmigrantes. A diferencia de otros de su misma generación, como Borges o Bioy Casares, no tuvo una buena educación ni una biblioteca, y menos una fortuna familiar que le permitiera dedicarse a la literatura a tiempo completo. La escritura fue para Arlt una necesidad material, una forma de ganarse la vida, y, por esa razón, es considerado uno de los primeros escritores profesionales de nuestro país. El autor de Los siete locos, sin embargo, hizo de la carencia un estilo y, en ocasiones, encontró en la falta de legitimación de la crítica un elemento identificatorio de su literatura. Arlt no escribía para deleitar la hipercorrección de los letrados, sino, en parte, para escandalizarlos.

La literatura fuera de la norma En 1922 Roberto Arlt terminó su primera novela, a la que inicialmente llamó La vida puerca. Tiempo después, sin embargo, a instancias de Ricardo Güiraldes, le dio el título con el que hoy la conocemos: El juguete rabioso. No le resultó fácil publicarla. El manuscrito fue rechazado por

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varias editoriales, porque —decían— Arlt escribía “mal”: desatendía normas ortográficas o de sintaxis, y sus personajes hablaban en lunfardo, el idioma de los marginales, de los delincuentes. En el prólogo a Los lanzallamas, el autor adjudicó esas marcas de escritura a las “condiciones bastante desfavorables” en que debía producir: “Escribí siempre en redacciones estrepitosas, acosado por la obligación de la columna cotidiana”. Ese estilo —o según él mismo, la falta de este— poseía, sin embargo, un sentido mucho más amplio: “Crearemos nuestra literatura, no conversando continuamente de literatura, sino escribiendo [...] libros que encierran la violencia de un ‘cross’ a la mandíbula”. A través de ese lenguaje, Arlt buscaba dar cuenta de la realidad de un sector social del cual él provenía y que hasta el momento había estado marginado, también, de la literatura: la clase baja de origen inmigrante, que vivía y hablaba de una forma distinta de la legitimada.

La literatura fuera de la ley El juguete rabioso es una novela de formación. De niño a adolescente, de ladrón de libros a delator es el itinerario que recorre Silvio Astier, el protagonista. Su aprendizaje está marcado por la literatura y por transgresiones a la ley: la lectura de relatos de bandidos; la construcción de un cañón que fascina por su capacidad de destruir; el robo a la bi-

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blioteca de un colegio; el incendio de la librería en la que trabaja; la delación del Rengo, que le permitirá salir de la marginalidad e iniciar una vida “legal”. Esta traición a su amigo y confidente —un acto legalmente bueno, pero moralmente condenable— también es justificada a través de la literatura: en el personaje de Rocambole, al que el protagonista admira y que fue creado en el siglo xix por el escritor Pierre A. Ponson du Terrail, que “no era menos: asesinaba. [...] ¿A quién no traicionó

él?”. El juguete rabioso presenta, de esta manera, elementos de la picaresca y de la novela de aventuras: por sus vivencias extraordinarias o inverosímiles, Astier parece alcanzar ciertas características rocambolescas. El ciclo de su aprendizaje culmina con la traición, pero también con el desprecio que despierta en él el ingeniero Vitri, el respetable representante de la clase media por quien delató al que, en sus palabras era “el hombre más noble” que había conocido.

Gentileza de Oscar Grillo

LA IMAGEN Y LAS PALABRAS

Silvio Astier, don Gaetano y su esposa, dibujo de Oscar Grillo.

… don Gaetano dijo: —Traete la canasta, después te llevás el café al negocio —y encasquetándose un grasiento sombrero de fieltro tomó la canasta que le entregaba el viejo y dándomela, dijo: —Vamos al mercado. —¿Al mercado? Tomó mi frase al vuelo. —Un consejo, che Silvio. A mí no me gusta decir dos veces las cosas. [...] Entristecido salí tras él con la canasta, una canasta impúdicamente enorme, que golpeándome las rodillas con su chillonería hacía más profunda, más grotesca la pena de ser pobre. [...] ¡Oh, ironía!, ¡y yo era el que había soñado en ser un bandido grande como Rocambole y un poeta genial como Baudelaire! 1. ¿Qué características de los personajes, del ambiente y de la situación se infieren de la imagen? 2. ¿Qué particularidades de Astier y de don Gaetano pueden observarse en el texto, y no en el dibujo? ¿Y viceversa? ¿Por qué les parece que es así?

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el Juguete raBIoso roberto arlt i los ladrones Cuando tenía catorce años me inició en los deleites y afanes de la literatura bandoleresca un viejo zapatero andaluz que tenía su comercio de remendón junto a una ferretería de fachada verde y blanca, en el zaguán de una casa antigua en la calle Rivadavia entre Sud América y Bolivia. Decoraban el frente del cuchitril las policromas carátulas de los cuadernillos que narraban las aventuras de Montbars el Pirata y de Wenongo el Mohicano. Nosotros los muchachos al salir de la escuela nos deleitábamos observando los cromos que colgaban en la puerta, descoloridos por el sol. A veces entrábamos a comprarle medio paquete de cigarrillos Barrilete, y el hombre renegaba de tener que dejar el banquillo para mercar con nosotros. [...] Solía echar algunos parrafitos conmigo, y en tanto escogía un descalabrado botín entre el revoltijo de hormas y rollos de cuero, me iniciaba con amarguras de fracasado en el conocimiento de los bandidos más famosos en las tierras de España, o me hacía la apología de un parroquiano rumboso a quien lustraba el calzado y que le favorecía con veinte centavos de propina. Como era codicioso sonreía al evocar al cliente, y la sórdida sonrisa que no acertaba a hincharle los carrillos arrugábale el labio sobre sus negruzcos dientes. Cobróme simpatía a pesar de ser un cascarrabias y por algunos cinco centavos de interés me alquilaba sus libracos adquiridos en largas suscripciones. [...] Así, entregándome la historia de la vida de Diego Corrientes, decía: [...] —Figúrate tú... daba ar pobre lo que quitaba ar rico... tenía mujé en toos los cortijos... si era ma lindo que una rroza... En la mansarda, apestando con olores de engrudo y de cuero, su voz despertaba un ensueño con montes reverdecidos. En las quebradas había zambras gitanas... todo un país montañero y rijoso aparecía ante mis ojos llamado por la evocación. [...] Más tarde agregaba: —Verá tú qué parte ma linda cuando lleguez a doña Inezita y ar ventorro der tío Pezuña —y observando que me llevaba el libro me gritaba a modo de advertencia: —Cuidarlo, niño, que dineroz cuesta —y tornando a sus menesteres inclinaba la cabeza cubierta hasta las orejas de una gorra color ratón, hurgaba

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con los dedos mugrientos de cola en una caja, y llenándose la boca de clavillos continuaba haciendo con el martillo toc... toc... toc... toc... Dicha literatura, que yo devoraba en las “entregas” numerosas, era la historia de José María, el Rayo de Andalucía, o las aventuras de don Jaime el Barbudo y otros perillanes más o menos auténticos y pintorescos en los cromos que los representaban de esta forma: Caballeros en potros estupendamente enjaezados, con renegridas chuletas en el sonrosado rostro, cubierta la colilla torera por un cordobés de siete reflejos y trabuco naranjero en el arzón. Por lo general ofrecían con magnánimo gesto una bolsa amarilla de dinero a una viuda con un infante en los brazos, detenida al pie de un altozano verde. Entonces yo soñaba con ser bandido y estrangular corregidores libidinosos; enderezaría entuertos, protegería a las viudas y me amarían singulares doncellas. Necesitaba un camarada en las aventuras de la primera edad, y este fue Enrique Irzubeta. Era el tal un pelafustán a quien siempre oí llamar por el edificante apodo de “el Falsificador”. He aquí cómo se establece una reputación y cómo el prestigio secunda al principiante en el laudable arte de embaucar al profano. Enrique tenía catorce años cuando engañó al fabricante de una fábrica de caramelos, lo que es una evidente prueba de que los dioses habían trazado cuál sería en el futuro el destino del amigo Enrique. Pero como los dioses son arteros de corazón, no me sorprende al escribir mis memorias enterarme de que Enrique se hospeda en uno de esos hoteles que el Estado dispone para los audaces y bribones. [...] Próximamente a las doce de la noche me reuní en un café con Enrique y Lucio a ultimar los detalles de un robo que pensábamos efectuar. [...] Tratábamos nada menos que de despojar la biblioteca de una escuela. [...] —Dejó de llover... Salgamos. [...] Enrique abrió cautelosamente la puerta de la biblioteca. [...] Me senté en el ángulo de un escritorio distante pocos pasos de la puerta, en el centro de la biblioteca, y Enrique me imitó. Estábamos fatigados. El silencio del salón oscuro penetraba nuestros espíritus, desplegándolos para los grandes espacios de recuerdo e inquietud. —Decime, ¿por qué rompiste con Eleonora? —Qué sé yo. [...] —Así es la vida —dijo Enrique—, pero vamos a ver los libros. [...] Sacando los volúmenes los hojeábamos, y Enrique que era algo sabedor de precios decía: “No vale nada”, o “vale”. [...]

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—¿Y esto? —¿Cómo se llama? —Charles Baudelaire. Su vida. —A ver, alcanzá. —Parece una bibliografía. No vale nada. Al azar entreabrí el volumen. —Son versos. —¿Qué dicen? Leí en voz alta: Yo te adoro al igual de la bóveda nocturna ¡oh! vaso de tristezas, ¡oh! blanca taciturna. “Eleonora —pensé—. Eleonora.” [...] —Che, ¿sabés que esto es hermosísimo? Me lo llevo para casa. [...] Enrique en el escritorio acomodaba los volúmenes y echaba un vistazo a sus páginas [...], cuando en el pasillo reconocimos los pasos de Lucio. Se presentó con el semblante desencajado, gruesas gotas de sudor le perlaban en la frente. —Ahí viene un hombre... Entró recién... apaguen. Enrique lo miró atónito y maquinalmente apagó la linterna; yo, espantado, recogí la barra de hierro que no recuerdo quién había abandonado junto al escritorio. En la oscuridad me ceñía la frente un cilicio de nieve. El desconocido trepaba la escalera y sus pasos eran inciertos. Repentinamente el espanto llegó a su colmo y me transfiguró. Dejaba de ser el niño aventurero; se me envararon los nervios, mi cuerpo era una estatua ceñuda rebalsando de instintos criminales, una estatua erguida sobre los miembros tensos, agazapados en la comprensión del peligro.

iv Judas Iscariote Una vez solo, varios temores se levantaron en mi entendimiento. Yo vi mi existencia prolongada entre todos los hombres. La infamia estiraba mi vida entre ellos y cada uno de ellos podía tocarme con un dedo. Y yo, ya no me pertenecía a mí mismo para nunca jamás. Decíame: —Porque si hago eso destruiré la vida del hombre más noble que he conocido. Si hago eso me condeno para siempre. Y estaré solo, y seré como Judas Iscariote. Toda la vida llevaré una pena. En realidad —no pude menos de decirme— soy un locoide con ciertas mezclas de pillo; pero Rocambole no era menos: asesinaba... yo no asesino.

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Por unos cuantos francos le levantó falso testimonio a “papá” Nicolo y lo hizo guillotinar. A la vieja Fipart que le quería como una madre la estranguló y mató... mató al capitán Williams, a quien él debía sus millones y su marquesado. ¿A quién no traicionó él? De pronto recordé con nitidez asombrosa este pasaje de la obra: Rocambole olvidó por un momento sus dolores físicos. El preso cuyas espaldas estaban acardenaladas por la vara del Capataz, se sintió fascinado: parecióle ver desfilar a su vista como un torbellino embriagador, París, los Campos Elíseos, el Boulevard de los Italianos, todo aquel mundo deslumbrador de luz y de ruido en cuyo seno había vivido antes. Pensé: —¿Y yo?... ¿yo seré así...? ¿no alcanzaré a llevar una vista fastuosa como la de Rocambole? Y las palabras que antes le había dicho al Rengo sonaron otra vez en mis orejas, pero como si las pronunciara otra boca: —Sí, la vida es linda, Rengo... Es linda. Imaginate los grandes campos, imaginate las ciudades del otro lado del mar. Las hembras que nos seguirían, y nosotros cruzaríamos como grandes ‘bacanes’ las ciudades que están al otro lado del mar. Despacio, se desenroscó otra voz en mi oído: —Canalla... sos un canalla. Editorial Losada S.A., Buenos Aires, 1998 © Herederos de Roberto Arlt. (Fragmento). EN SUS PROPIAS PALABRAS

En “Yo no tengo la culpa”, texto incluido en Aguafuertes porteñas, Arlt se queja con humor de la dificultad de su apellido: Yo no tengo la culpa que un señor ancestral, nacido vaya a saber en qué remota aldea de Germanía o Prusia, se llamara Arlt. No, yo no tengo la culpa. [...] ¿No es, acaso, un apellido elegante, sustancioso, digno de un conde o de un barón? ¿No es un apellido digno de figurar en chapita de bronce en una locomotora o en una de esas máquinas raras, que ostentan el agregado de “Máquina polifacética de Arlt”? [...] Ya en la escuela, donde para dicha mía me expulsaban a cada momento, mi apellido comenzaba por darle dolor de cabeza a las directoras y maestras. Cuando mi madre me llevaba a inscribir a un grado, la directora, torciendo la nariz, levantaba la cabeza, y decía: —¿Cómo se escribe “eso”? Mi madre, sin indignarse, volvía a dictar mi apellido. Entonces la directora, humanizándose, pues se encontraba ante un enigma, exclamaba: —¡Qué apellido más raro! ¿De qué país es? —Alemán. 1. Comparen los fragmentos de esta aguafuerte con El juguete rabioso: ¿qué diferencias encuentran entre la escritura periodística y la literaria de Arlt? 2. A partir de las ideas que Arlt presenta en “Yo no tengo la culpa” y de lo que leyeron en las páginas 10 y 11, ¿en qué aspectos de su literatura les parece que influyeron las experiencias personales del autor?

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