MIS RECUERDOS DEL CEIP JOSÉ NOGALES.

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Mis recuerdos del CEIP José Nogales. María del Mar Alcuña Díaz. 40 Aniversario . 1979/2019.

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MI PASO POR “CEIP JOSÉ NOGALES”. Mi nombre es María del Mar Alcuña Díaz., Nací en 1978, casi al mismo tiempo que el colegio José Nogales. De mi paso por el cole guardo un montón de recuerdos, pero haré un resumen para no extenderme demasiado. Recuerdo mi primer día de cole. Septiembre de 1982. Entré con 4 años en lo que antes se llamaba parvulitos de 4 años. Ya mi madre me avisó de que iría al cole José Nogales, y que allí estaba mi mejor amiga de la infancia, Estefanía Arrayás, que era 2 años mayor, pero eso me daba mucha confianza. Cuando llegué y vi a mi amiga en una fila, me quise poner con ella, pero mi madre me dijo que mi fila era otra. A mi no me importó, estaba nerviosa y feliz. Nos llevaron a una clase donde había un montón de niños y muy poquitas niñas. Algunos niños lloraban en la puerta, lo cual me daba mucha pena y no entendía qué les pasaba. Como éramos muchos, nos separaron en 2 clases. Mi seño se llamaba Juani y solo estuvo en mi cole ese año. De ella recuerdo que era muy amable y dulce. Me enseñó una canción con las vocales* que aún recuerdo y que yo enseñé a mi hija cuando era pequeña. Me enseñó a tocar las palmas para acompañar las sevillanas. Recuerdo esa clase con total claridad. Nos dijo: una palmada fuerte y dos flojitas, una fuerte y dos flojitas una fuerte y dos flojitas…. Mi clase estaba situada en lo que hoy es la clase de infantil de 4 años. Mi mejor amiga de esa clase se llamaba Susana. Solo estuvo en el cole ese año. Era una niña tímida y tenía dificultad en el habla, pero nos hicimos inseparables. Desde entonces no nos hemos vuelto a ver, porque sus padres se separaron y se fué lejos. Pero cuando se casó, me 2


hizo llegar una carta muy emotiva y una foto suya a través de un familiar de Valverde. Se acordaba de mi, igual que yo de ella. Ese año, en la fiesta de fin de curso me vistieron de gato marrón oscuro. Pasé un calor que casi me muero porque el disfraz consistió en llevar unos leotardos marrones y una camiseta de cuello alto marrón. No recuerdo ni el baile ni la canción, solo recuero el calor que pasé ese día. Al año siguiente entré en parvulitos de 5 años. Mi maestro fue Manolo Pedrada. Recuerdo que los niños de la otra clase tenían una maestra que se llamaba Candi. Seguramente no sería así, pero yo daba gracias todos los días por no estar en su clase. Decían de ella que metía a los niños en “El cuarto de las ratas”. Así que el mayor castigo que se le podía imponer a un niño en aquella época era mandarlo a la clase de Candi. Era peor que llevarlo al director. Muchísimo peor. Menos mal que yo era buena. Con Manolo aprendí a leer y a contar. El libro de lectura que teníamos era Micho 1 y Micho 2. Aún los conservo. También recuerdo que cada vez que aprendíamos una letra, Manolo la escribía en la pizarra y luego los niños y niñas teníamos que ir repasando la letra con el dedo. Nos decía:” La O en dirección hacia las ventanas”. También hacíamos fichas. Recuerdo una que era de un hada muy bonita con un vestido precioso que me encantaba y a la que llegado el momento tendríamos que colorear. Contaba las fichas que me faltaban para llegar al hada todos los días. Por fín llegó el día de colorear esa ficha; tanto me gustaba que no sabía de qué color pintarla, así que decidí colorearla de todos los colores. Como eran ceras, los colores se mezclaron y el hada terminó de color marrón. Casi me da algo cuando vi que no tenía arreglo .¡Qué decepción! Aún tengo esa ficha guardada en mi casa. Los trabajos que más gustaban eran los del punzón. Recuerdo el tacto de las esponjas que colocábamos debajo del folio. Los punzones de textura rallada. Recuerdo el olor a cola blanca y el olor a limpio cuando íbamos a clase por la tarde y las limpiadoras habían limpiado la clase. Recuerdo que me gustaba ver como iba desapareciendo la huella de humedad que el asiento de la silla dejaba en la mesa, ya que cuando limpiaban, dejaban colocada las sillas sobre la mesa, de forma que el asiento y la mesa estaban en contacto. Y es que cuando yo 3


iba al cole, había clases por la mañana y por la tarde. Creo que el horario era de 9.00 a 13.30 y de 15.00 a 17.00. Aunque tenía muchos amigos y amigas, en ese curso, conocí a la que es a día de hoy mi mejor amiga, Belén.

Ahí estoy yo. En el medio. La más alta. Lo de nacer en enero, tenía sus ventajas a los 5 años. Ese año gané la maratón del cole que se hacía a final del curso. Tengo la medalla en mi casa todavía. En la fiesta fin de curso nos disfrazamos de pitufos. Supergraciosos todos con los gorros. Pero también nos hicieron llevar leotardos celestes y camiseta de cuello alto blanca en Junio. Llegué a pensar que las fiestas de fin de curso consistían en sobrevivir al calor. Si pasabas de ese día, pasabas al siguiente curso.

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Estas son algunas fotos de mis fichas de parvulitos.

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Ya al año siguiente, entramos en E.G.B.. Mi maestro desde primero a segundo fue José Cejudo. Había 3 líneas; A,B y C. Había muchos niños y niñas en Valverde. En las otras clases estaban Paco Mendoza (que tocaba la bandurria) y Juan Cruz. Nuestras clases estaban en lo que hoy es el patio de infantil. Eran unas clases prefabricadas. Pasábamos frío en invierno y calor en verano, y es que el cole se había quedado pequeño para tantos niños y niñas. En tercero, abrieron el cole de Los Molinos, y muchos de los niños de clase se fueron a ese cole. Entre ellos también se fue el chico que a mi parecer era el más guapo de la clase, Lucas Macías, lo cual me dio un disguto muy grande. Por aquellos años, los niños jugaban a que eran caballos y las niñas a la comba y a elástico. Recuerdo que en el recreo los niños y niñas de octavo nos parecían hombre y mujeres mayores. En primero el libro de lectura era “Pan con Chocolate” Mi página favorita era la 22 porque el texto aparecía en la copa de un árbol. Siempre he sido muy romántica.

En segundo, el libro de lectura fué “La Serpentina”.

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José Cejudo impartía todas las asignaturas que teníamos: lengua, matemáticas, experiencia (era como ciencias sociales y naturales) y educación física. Y todo en español. Hasta sexto no tendríamos inglés.

Recuerdo que en primero, para la fiesta de fin de curso, nos dividieron en 2 grupos. El grupo 1 recitaría una poesía y el grupo 2 bailaría “Chinita tu chinito yo”. Muy a mi pesar, ya que antes no consultaban a los niños para ver nuestras preferencias, me tocó recitar la poesía. ¡Con lo que me gustaba a mi una actuación bailada y el disfraz de chinito!. Mi madre para la poesía me puso bien fresquita. Un vestido muy bonito. Por fin, una fiesta fin de curso sin leotardos. La poesía era “La niña que se fue al mar”. 7


Aunque de esta etapa solo recuerdo esa fiesta de fin de curso, tengo en la memoria otra actuación que tuvimos en ese periodo de tiempo. Fue en el campo de futbol del pabellón. Y nos aprendimos 2 canciones. “Con un pie bailo” y “El caballo trotón”**. Participaron todos los colegios de Valverde. No sé el motivo del evento. Solo sé que Pepita, maestra de música, nos enseñó las 2 canciones. De tercero a quinto, mi tutor fue Juan Baquero. Él nos impartía todas las asignaturas. En la otra clase la tutora era Manolita Isabel.

En esta etapa , seguía habiendo colegio por la tarde.

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Había “talleres” . Cada maestro impartía un taller, y cada mes, más o menos, se rotaban los grupos. El taller que más nos gustaba era barro que lo daba Manolita Isabel, aunque a mi también me gustaba mucho el taller de teatro, siempre y cuando me tocara ser princesa… lo que casi nunca sucedía, porque Juan, que era quien daba ese taller decía que era muy buena actriz y me daban los papeles de madrastras y brujas malas. Nunca lo entendí… con lo dulce que soy. Otros talleres eran cuenta cuentos, lo daba Antonio, Costura, lo daba María Jesús, pirograbado, lo daba Villadeamigo, carpintería, lo daba Arrayás, Ángeles, espejo (había que rascar un espejo por la parte de atras de forma que terminabas creando un dibujo), Pepita, música. En música me gustaría pararme porque me encantaba. Las clases, sobre todo eran del “sentido del ritmo”. Una vez, Pepita, nos enseñó a cantar a coro. Dividió a la clase en tres grupos, un grupo tenía que decir “Juan”. El segundo “Pedro” y el tercero “Margarita”. Después de explicarlo y requexplicarlo, cuando lo pusimos en prácticas, salió un desastre. Parecíamos de todo, menos un coro. También intentó enseñarnos a tocar la flauta. Me se dos canciones con la flauta: “Din don din don dan, campanitas sonaran, din don din don dan na na na na nanana”…. No recuerdo el final. Y “ do, re, mi , fa , sol cansado estoy de solferar y no podré llegar al do, re, mi fa…. “ y así hasta que te cansabas. Cuando más me gustaba apuntarme al taller de música era para navidad, porque Pepita ponía unos villancicos superchulos. Aunque como no todos los años este taller coincidía con esa época, porque iba” por toca”, así que nos enseñaba otras canciones. Recuerdo dos que canto mucho en mi trabajo. *** 9


Trabajos del taller de Pirograbado Los trabajos de los talleres, los exponíamos en una clase, que solía ser lo que hoy en día es tercer ciclo de infantil, para que todos pudieran verlos durante la fiesta fin de curso. También durante la fiesta de fin de curso, alguna que otra vez, de hizo concurso de tarta de galletas. Muchas madres participaban. Por esta época en carnavales nos disfrazamos de “ Muñeca Chochona “ de “Viejecitos” y de “Payaso”. Recuerdo la letra de algunas canciones para carnaval****

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También hicimos mucha excursiones: fuimos a Sevilla y Ruinas Romanas de Itálica

, al dolmen del Soto, a los Gabrieles

, al Andévalo

(Foto en ermita de Tharsis)

A Riotinto

y como no “ al pinar” acampábamos… que valor tenían los maestros …

. En el pinar hasta

Recuerdo que un día que íbamos al pinar, a mitad de camino empezó a llover, e hicimos lo que no se debe hacer en caso de lluvia, nos metimos todos debajo de un árbol. Antes no había móviles y no sabíamos cómo avisar a alguien para que nos recogiera. Al padre de un alumno, se le ocurrió que podría estar lloviendo por el pinar aunque en el pueblo no caía ni gota, y se presentó a por nosotros. Tenía una furgoneta y si hoy nos llega a parar la guardia civil nos empapela hasta a los menores. Yo no se las plazas que tenía la furgoneta, pero si

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no iban 20 niños por viaje, que se yo. Además unos encima de otros, sin cinturones, ni silla de seguridad ni nada… a presión. Y es que era raro que un padre fuera a por nosotros en aquella época. Como mucho alguna madre que tuviera carnet, que también era raro. Una vez, estando en el pinar, se presentaron de pronto allí un montón de padres y madres porque en Valverde llovía y pensaron que en el pinar pasaba lo mismo. Allí lucía un sol maravilloso. Y es que el pinar del Estado, en lo que meteorológicamente concierne , es otro estado que nada tiene que ver con el pueblo. Al Pinar, iban todos los cursos a pie. Por el camino cantábamos canciones con los maestros como por ejemplo: Ahora que vamos despacio vamos a contar mentiras…. Y shu shu que viene que viene… , caracol, col col saca los cuernos al sol… y sol solito caliéntame un poquito, para hoy para mañana, para toda la semana. Hablando de sol y lluvia, antes el cole se inundaba si llovía. Cuando esto sucedía pasaban 2 cosas: si era antes de las 9 ( casi nunca ocurría) , se suspendían las clases. Si pasaba a la 13 (era lo que siempre pasaba) el “Membri”, tenía que dar viajes con los niños en “trunche” para evacuar el cole. En sexto, séptimo y octavo también Juan fue nuestro tutor pero ahora solo nos impartiría la asignatura de lengua. Paco Romero, matemáticas. José Arrayás, técnicas de investigación, que era como ciencias naturales y sociales, aunque los temas a tratar lo elegíamos los alumnos y Ángeles, inglés. El tutor de la otra clase era Paco Romero. Las fiestas de navidad, que se hacía justo antes de las vacaciones de navidad, eran una pasada. Antes no estaba prohibido cortar eucaliptos, y nosotros competíamos con las demás clases para ver si era la que más eucaliptos tenía. Y hacíamos cadenetas con periódicos. Poníamos música y era todo una pasada. Por supuesto a las madres les estaba prohibido el acceso. Eran una supercomidas navideñas que nada tienen que envidiar a las que se hacen hoy en día.

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En esta época recuerdo que Juan Baquero, hizo un Dragón superchulo y lo sacábamos por Carnaval. Era todo un espectáculo en el pasacalles.

La fiesta fin de curso consistió en un teatro de un juicio en sexto. Estuvo chulo. En séptimo fue sobre la telenovela de moda, Topacio. El teatro se lo dedicamos a una compañera de clase que en esas fechas estaba hospitalizada para operarse de la vista. A mí, me tocó ser Blanca, la madre de Topacio. Topacio fue Fátima Vázquez, la madre de los mellizos José y Manuel. En octavo hicimos un cuadro flamenco. Desde tercero a octavo mi clase no tenía libros. Solo teníamos el de lengua. Y además era compartido con un alumno de la otra clase. Es decir, el libro que yo usaba, lo usaba también Isa, de la otra clase.

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Teníamos cooperativa y de esta forma todos teníamos los mismos materiales. Estaba prohibido traer estuches o material de casa. Así que la época de los estuches automáticos, pasó sin protagonismo alguno. A mí, me regalaron uno por mi comunión. Pero nunca lo puede llevar al cole. Tenía tres botones. Si le daba a uno, salía el sacapuntas a velocidad luz. Si le daba a otro salía el compartimento para la goma y si le daba a otro, la parte de los rotuladores se levantaban. En sexto dejamos de usar cuadernos y pasamos a usar block. Teníamos 3 montones de papeles: los de rayas ( para lengua y técnicas de investigación ) , los de cuadros (para matemáticas) y los folios . Según los necesitabas te levantabas a por ellos. Otra cosa muy importante que había junto a los papales, eran las pegatinas para arreglar los agujeros que se nos rompían y se salían de las anillas.

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En la clase teníamos el encargado de la cooperativa. Tenía una lista con todos los de la clase y se encargaba de anotar le material que íbamos pidiéndole. Si te pasabas de número, ya no te daban más lápices o gomas o bolígrafos. Los bolígrafos nos lo teníamos que ganar. Había dos competiciones. Una era la de los dictados. Cuando hacías 10 dictados sin falta, ya te daban el boli azul. Y otro era las tablas. Nos poníamos en fila y el profesor te preguntaba la tabla salteada, si acertabas, avanzabas un puesto en la fila, si no acertabas lo retrocedías. Juan anotaba tu lugar en la fila, y si durante un tiempo determinado tu puesto estaba entre los 3 primeros, te ganabas el boli negro. Y ya te quitabas de la fila. De todas formas Juan inventó un juego para aprendernos las tablas. Era como un rompecabezas gigante con todas las tablas. Se suponía que era para montarlo y desmontarlo mientras aprendíamos las tablas. Pero le encontramos un mejor uso. Hacer castillo de naipes con las piezas del puzle. Salían castillos que para terminarlo nos teníamos que subir en las sillas, porque no llegábamos. 15


Para los deberes también había el encargado de revisar si lo habías hecho o no. Si lo tenías hecho, te ponía una señal azul. Si no los tenías hecho te ponían una señal roja. Cuando llegamos a sexto teníamos un bote de la cooperativa, y Juan compró una enciclopedia para la clase. Ya teníamos enciclopedia en la biblioteca del cole, pero lo de tener la nuestra propia molaba. Sobre todo para la asignatura de Técnicas de Investigación . Voy a pararme un poco a explicar esta asignatura. Vamos a ver. Cada tema a estudiar, se elegía por mayoría. Es decir. Juan nos daba un papelito a cada uno y teníamos que anotar sobré qué queríamos saber. Por ejemplo: El perro. Incas mayas y aztecas. El universo. Los caballos. Las plantas. El esqueleto humano. La sexualidad, la prehistoria y un largo etcétera. Todos los temas se anotaban en la pizarra y teníamos que votar cual queríamos investigar. El más votado era la sexualidad, pero Juan decía que ese tema lo íbamos a dejar para octavo porque él pensaba que lo entenderíamos mejor. Nos daba la misma explicación cada vez que teníamos que votar el tema a investigar. Si por ejemplo salía el más votado el esqueleto humano pues nos dividíamos en grupos. Entre los 5 o 6 que formaban el grupo tenían que hacer un trabajo. Lo primero era hacernos 10 preguntas sobre el tema (Ejemplo: ¿De qué están hecho los huesos? ¿Cuántos huesos hay en el cuerpo?...) A esas preguntas teníamos que dar respuesta sin tener ni idea. A eso se le llamaba el apartado de hipótesis. Luego nos repartíamos las preguntas entre los componentes de cada grupo y tenías que buscar la respuesta mirando en libros, enciclopedias y demás. Cuando tenías las respuestas, hacíamos un proyecto con su portada ilustrada, su índice y todo donde al final del tema, en las conclusiones, comparabas la respuesta dada sin tener ni idea, la respuesta de la hipótesis, con la respuesta confirmada a través de libros y demás. Hay que decir que no teníamos internet. No existía internet. Y todo se hacía a mano, no había ordenador. Ya en octavo, podías presentarlo a máquina, si tenías en casa. La verdad que este método de estudio me dio una gran ventaja cuando pasé al instituto. Nos enseñaron a buscar información. A tener recursos para saber dar respuesta a una pregunta. Aunque claro, este método tenia lagunas, porque no dabas el contenido de los libros de texto de los alumnos/as de otros colegios y al llegar al instituto eso también se notó.

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Una vez a la semana teníamos la Asamblea. Consistía en reuniones donde había la figura del moderador/a, que rotaba, y era el encargado de dar el turno para hablar. En las asambleas, un punto importante a tratar era la de leer las críticas y felicitaciones. ¿Qué era esto? Pues en clase había dos urnas, en una metíamos las felicitaciones a otros compañeros (ejemplo: Felicito a Belén por dejarme el diccionario de Inglés) y críticas (ejemplo: Critico a Manuel por romperme el botón del abrigo). La naturaleza de las críticas y felicitaciones era de lo más variopinta. Pero nos encantaba ese momento. También teníamos en la clase una biblioteca. Una vez a la semana, tenías que llevarte un libro, leerlo y rellenar una ficha que diera fe que habías leído el libro. Esta actividad, lejos de despertar el amor a la lectura, lo que sí despertó fue la astucia y creatividad para hacer esos resúmenes sin leer el libro. Y es que éramos unos delincuentes en este aspecto.

Más o menos en sexto y séptimo y quizás octavo, nos daban leche en el recreo. Recuerdo que eran como un saquito de plástico blanco, de la cantidad de un vaso. Por una carilla, estaba la marca y por detrás había preguntas del tipo: Sabias que… A mí, no me gustaba la leche sola y al principio te obligaban a tomarla en el cole. Así que me llevaba de casa al cole cola cao y azúcar para podérmela tomar. Luego, a los que no nos gustaba tomar la leche, nos dejaron poder llevarla a casa y consumirla allí. Una vez a un niño se le reventó su paquete de leche. La maestra (Ángeles) mandó a las niñas a por la fregona para que la recogiéramos. Y así lo hicimos, porque era supernormal que la chicas fregáramos el suelo, mientras el niño nos miraba (1991). Eso no pasaría hoy en día. 19


Por entonces ya el programa de vacunación infantil y revisiones médicas se hacían con los centros escolares. Estaba prohibido que te acompañara tu madre o padre (era rarísimo ver a padres implicados en estos temas). Te acompañaba el tutor/a .Nosotros teníamos suerte. El centro de salud estaba al lado del cole, pero resultaba divertido ver a niños/as de otros coles, desfilar hasta el centro de salud para vacunarse. Sobre todo era curioso ver a la niñas de Santana y Salesianas, porque todas eran chicas. Y se ponían a gritar frente al cole, para hacer salir a los chicos por la ventana y decir adiós con la mano, hasta que las monjas se daban cuenta y le reñían. Y es que para ellas debía ser superraro tener a chicos como compañeros de clase. Con respecto a las actividades deportivas, desde el cole se hacían pequeños campeonatos con otros colegios. Estábamos separados por sexo. Nosotras en la clase solo éramos 7 niñas fijas y una que de vez en cuando venía al cole. Para estas actividades no podíamos contar en ella porque nunca sabias si aparecería o no. Así que tampoco podíamos participar en todos los deportes. Jugamos sobre todo a voleibol, porque éramos malísimas en baloncesto. Y es que la primera vez que nos presentamos en el pabellón para jugar al baloncesto no teníamos ni idea. Aunque en educación física, algo habíamos visto, no sabíamos ni botar el balón. Ninguna. No sé, qué pinta tendríamos para que Lole López, la que fue alcaldesa de Valverde, al vernos venir, nos dijo: Podéis practicar un poco conmigo si queréis. Cuando esa muchacha vio que no sabíamos ni botar, ni lanzar la pelota, ni nada, se llevó las manos a la cabeza y como pudo nos dio una clase exprés. No sirvió de nada. Perdimos de forma catastrófica. Pero en voleibol éramos buenecillas. Así que me quedo con el recuerdo de haber metido 11 tantos seguidos en los saques en uno de los partidos contra Santana. Esa tarde nos acompañó al partido Juan Baquero y Fernando Arrayás (director del cole por entonces) . Yo no sé muy bien qué estaba pasando, porque era pura casualidad, pero recuerdo que Juan y Fernando me gritaban desde fuera del rectángulo de la pista: “Saca otra vez, María del Mar, y no pises”. Cuando los miraba, me hacía gestos de que estaba a punto de pisar la línea de saque… Así 11 veces seguidas… Creo que ha sido la única vez que he destacado en deporte, después de ganar la maratón del cole con 5 años. Tampoco es que fuera mala malísima, digamos que estaba en la media. Pero me esforzaba mucho, y al final, eso era lo que contaba. Aunque el tutor de la otra clase era Paco, al viaje fin de curso nos acompañó Manolita Isabel, porque las poquitas niñas que éramos en octavo nos sentíamos más cómodas con ella para tratar cosas de chicas. 20


La excursión de octavo fue a Torremolinos. Nos alojamos en Hotel El Griego y allí coincidimos con más niños y niñas de otros colegios. El Hotel tenía una pequeña discoteca y preferíamos quedarnos en la discoteca, antes que salir por Málaga. Preferíamos quedarnos en la piscina del hotel, antes que irnos de excursión a Marbella. Y todo era porque con 14 años, lo más importante de la vida, era conocer gente y tontear.

En octavo, cada quince días, había una tarde que llamaban, tarde blanca. Ese día no había clases. No sé por qué era, pero era una supertarde. Para poder irnos de excursión estuvimos echando una hucha desde sexto. Además teníamos que trabajar en la barra de la fiesta de fin de curso cuando estuvimos en séptimo. Por suerte algunos padres ayudaban en esta tarea. Además vendimos mantecados en navidad y cogimos la cafetería del cole. Esto consistía en trabajar por turnos poniendo café para que lo consumieran los profesores/as. Bajábamos 10 minutitos antes de terminar la clase y calentábamos la leche y poníamos el café en la cafetera. Luego, nos quedábamos a recogerlo todo y a limpiarlo todo perfectamente para el día siguiente. Como teníamos un maestro con mucha iniciativa, ese año además del café, vendíamos patatas fritas caseras hechas por una mujer en Valverde que se dedicaba a ello. Fue un éxito. Hoy en día esa propuesta se consideraría poco sana. Pero en aquellos tiempos, los alumnos y maestros estaban encantados de comprar una bolsa de patatitas en la hora del recreo. 21


Y así, fue mi paso por José Nogales. Pero como dije al principio, esto es solo un resumen. Cuarenta años después, esta es la foto de mis compañeros de cole:

Aquí aparecemos las dos clases juntas. No estamos todos. En medio, está la seño de Inglés, Ángeles. Le cantamos” I am Stam Macan.” Que era una canción, la única en inglés, que nos hizo cantar de sexto a octavo. Como para no acordarnos. Y aunque muchos hemos seguido formándonos en inglés, seguimos sin saber pronunciar bien la letra de la canción. Fin

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Letra de las canciones referidas en el relato. *Canción de las vocales: A a a mi gatita mala está. No se si se curará o si se me morirá. A a a mi gatita mala está. E e e a mi me gustá el café. No se si lo tomaré o si yo lo dejaré. E e e a mi me gusta el café. I i i en un libro yo leí una letra muy bonita que enseguida la aprendí I i i en un libro yo leí. O o o mi hermanita me bordó, un pañuelo muy bonito de la virgen de la O O o o mi hermanita me bordó. U u u tengo un bastón de bambú. Me lo trajo mi papá cuando vino de Perú. U u u tengo un bastón de bambú. ** El caballo trotón Había un caballo en el monte que corria y que trotaba Habia un caballo en el monte que corría y que trotaba Su cola era elegante, su pelo color marrón. Trotaba trotaba y trotaba, el biuen caballo trotón. Un día que corrian tanto una espina se clavó 23


Un dia que corría tanto una espina se clavó Y en el suelo relinchando, el caballo se quedó. Relincha, relincha, relincha, el buen caballo trotón. Un vaquero del oeste al caballo encontró. Un vaquero del oeste al caballo encontró Y llevándolselo a su rancho, enseguida lo curó Contento, contento, contento, está el caballo Trotón. *** Al lado de mi cabaña Al lado de mi cabaña, tengo una huerta y un madroñal. Con la cabaña y la huerta lerén, y los madroños lerén qué quiero más. Sierra de Aroche Se menean cuando paso Las barandillas del puente Se manean cuando paso Yo a ti solito te quiero De los demás no hago En la sierra de Aroche Sierra de flores Donde cantan los mozos Coplas de amores Coplas de amores niña Coplas de amores En la sierra de Aroche Sierra de flores. **** Al ladito de nuestro colegio, nos han construido un anfieteatro, que aunque metan la gente a empujones, 24


allí es no caben más de cuatro gatos. Tra libuqui jabili li traqui li traqui libuqui jabili li trá el murito que nos han “construio” por delante de nuestra “fachá “. Esta mañanita he visto en mi calle , una maquinita que todo lo barre. Caramelos sí, gomas de mascar, si me gusta el cole es para jugar.

María del Mar Alcuña Díaz, abril de 2019.

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