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HISTORIA DEL MUNDO CONTEMPORĂ NEO TEMA 3 La Guerra de independencia y el reinado de Fernando VII
TEMA 3 LA GUERRA DE INDEPENDENCIA Y EL REINADO DE FERNANDO VII
La guerra de independencia 1.Antecedentes: las abdicaciones de Bayona y la designación de José I A finales de 1807, Napoleón estaba decidido a estrechar el bloque continental sobre Inglaterra para lo cual necesitaba impedir el trafico comercial de Portugal con los británicos. De ahí firmase con España el Tratado secreto de Fontanebleau (1807) que preveía la ocupación conjunta de Portugal por parte de Francia y España. Pero Napoleón, aprovechando la profunda crisis de la monarquía española, decidió sacar partido a la familia real para acceder al trono de España. En Marzo de 1808, una conspiración instigada por Fernando, primogénito de Carlos IV, contra el favorito Gadoy, acabó originando la abdicación de Carlos IV en su hijo y heredero, Fernando VII. Napoleón logró encontrar a Fernando en Bayona, donde también hizo llegar a Carlos IV. Allí obtuvo que Fernando devolviera la corona a su padre y que este renunciara a sus derechos al trono español en Napoleón (Abdicación de Bayona) y nombró como Rey de España y de las Indias a su hermano José, hasta entonces Rey de Nápoles. La junta de gobierno y el consejo de castilla, que ejercían el poder tras la marcha de la familia real, se pudieron bajo la autoridad de José Bonaparte, que reinó como José I de España. 2.La España josefina Napoleón aspiraba a ser recibido como el “regenerador” de España, por lo cual hizo reunir en Bayona unas “cortes” o junta de notables y aprobaron la llamada Constitución de Bayona, en realidad un estatuto “carta”. Los españoles colaboradores del Rey José I fueron llamados afrancesados. Muchos lo eran por necesidad, por el conformismo o el miedo del Rey francés, pero otros, una minoría intelectual de mentalidad ilustrada, lo eran por convencimiento ideológico. José I intentó atraerse a las élites ilustradas del país, ofreciendo una amplia gama de reformas y libertades. En la España josefina quedaron abolidos el feudalismo y la inquisición y hubo una drástica reducción del numero de efectivos y bienes de las órdenes religiosas. El nuevo Rey (José I) permanentemente subordinado a Napoleón, tuvo grandes dificultades para gobernar en un país donde la gran mayoría de la población le consideró un Rey intruso y se alzó en armas contra el ocupante extranjero. 3.El estallido y las primeras fases de la guerra En España el ejercito francés se comportó desde el principio como un ejercito de ocupación. La insurrección popular del dos de mayo en Madrid, fue sofocada brutalmente por las tropas francesas. Enseguida se produjo un levantamiento en cadena por todo el país y a continuación hubo un estallido armado general que dio lugar al comienzo de la guerra de la independencia. Aquella guerra por una parte fue una “guerra internacional” librada por las grandes potencias del momento, Francia e Inglaterra, sobre el suelo de una potencia de segundo orden, España. Por otra parte fue una “guerra civil” que dividió a los españoles en dos bandos: los “afrancesados”, que aceptaron a José Bonaparte, frente a los “patriotas”, que se rebelaron contra él. Pero, entre los patriotas hubo profundas diferencias ideológicas: unos defendían el sistema tradicional, otros aspiraban a una revolución liberal similar a la francesa. Pronto serían conocidos como “serviles” los primeros y “liberales” los segundos. La primera fase de la guerra fue exitosa para los patriotas. Hubo una férrea resistencia di ciudades sitiadas como Zaragoza, Gerona o Valencia. Pero fue resonante sobretodo la victoria de los españoles, al mando del general Castaños en la batalla de Bailén (Jaén) en Julio de 1808, que supuso para el hasta entonces invencible ejército napoleónico su primera derrota en Europa en
campo abierto. Los franceses tuvieron que replegarse casi hasta la frontera. En Portugal, el ejército francés que dirigía Junot fue derrotado cerca de Lisboa. Los británicos, enfrentados a Napoleón en Europa, decidieron apoyar con decisión a los españoles. A finales de 1808 Napoleón decidió intervenir personalmente, poniéndose al frente de un gran ejercito de 250.000 soldados: la grande armée. Comenzó entonces una segunda fase de la guerra caracterizada por una imparable sucesión de victorias francesas. José I, que tras Bailén había salido precipitadamente de Madrid, fue repuesto en el trono. La gran ofensiva francesa logró también expulsar a los británicos que habían desembarcado en Galicia. En 1810 la casi totalidad del territorio estaba nuevamente ocupado por los franceses. Los españoles, frente la superioridad militar francesa, van a recurrir a un tipo inédito de guerra, la llamada “guerra de guerrillas”. Eran partidas o cuadrillas de gente del pueblo, campesinos en su mayor parte, conocedoras del terreno, que contaban con el apoyo de la población, que hostigaron sin tregua a las tropas francesas con emboscadas, interceptando correos, suministros, asaltando convoyes, dificultando sus desplazamientos y creándole una sensación de permanente inseguridad. 4.La revolución liberal. Las cortes de Cádiz En 1808, ante el vacío del poder causado por la ausencia de los reyes de España, surgieron diferentes “juntas provinciales” que asumieron la soberanía; estas nombraron a su vez, a una “junta central suprema” de 35 miembros erigida en institución legítima de poder en ausencia de la autoridad del monarca. El vertiginoso avance del ejército francés obligó a la junta central a abandonar Sevilla y refugiarse en Cádiz, donde convocó las cortes antes de disolverse, inmersa en una grave crisis, y ser sustituida por una regencia de 5 miembros (enero de 1810). La reunión de cortes no se hizo por estamentos, sino en una sola cámara (parlamento unicameral). Los diputados son los representantes elegidos de las distintas provincias; entre los diputados los había también americanos por considerarse que “la nación española es la reunión de los españoles de ambos hemisferios” (como pronto reconocerá la constitución de Cádiz en su articulo 1º). Por primera vez en toda la historia colonial española, la metrópoli permitía a sus colonias tener representación en las cortes del reino. Muchos españoles, huyendo de los franceses, se habían refugiado en Cádiz, que llegó entonces a duplicar su población. Cuando las cortes inician sus sesiones la mitad de los diputados son residentes en Cádiz que actúan como suplentes porqué muchos tuvieron dificultades para salir de las provincias ocupada por los franceses. Socialmente, la mayoría procedía de las capas medias urbanas: funcionarios, abogados, catedráticos, profesionales. También había casi un centenar de eclesiásticos y un número algo inferior de representantes de la nobleza. Enseguida se distinguieron dos actitudes contrapuestas, los liberales partidarios de las reformas y los serviles contrarios a las mismas. Desde sus primeros momentos, las cortes aprueban decretos transcendentales: reconocimiento del principio de la soberanía nacional, división de poderes (ejecutivos, legislativos y judiciales) libertad de imprenta, inviolabilidad de los diputados. Elaboraron, además, la “Constitución de 1812”, netamente liberal, que establecía los derechos del ciudadano, el sufragio universal masculino indirecto y la preeminencia de las cortes sobre el rey. La Constitución de Cádiz es fundamental en la historia de España. Tras abordar las materias políticas, las cortes prosiguieron la ruptura con el antiguo régimen legislando sobre materias sociales y económicas. Las libertades políticas quedaban reconocidas, pero no así la religiosa. El articulo 12 de la constitución establecía que la religión de la nación española es y será perpetuamente la católica, y prohibía el ejercicio de cualquier otra.
5.El final de la guerra Hasta mediados de 1812 las tropas napoleónicas dominaron la península. El giro se produjo cuando Francia entró en guerra contra Rusia. Napoleón se vio obligado a retirar tropas de España para destinarlas a la campaña rusa. Comenzó así la “tercera y última fase de la guerra”. LA batalla de Arapiles (Salamanca) en julio de 1812, marcó un punto de inflexión ya que hizo posible a continuación la toma de Madrid. Después, las derrotas francesas se sucedieron. La coalición anglo-española consiguió finalmente el objetivo de expulsar a los franceses de la península. Napoleón, con la guerra prácticamente perdida, liberó a Fernando VII mediante la firma de Tratado de Valençay. Poco después terminaba la ocupación francesa de España y llegaba también a su fin la época imperial napoleónica. Napoleón sería muy pronto desterrado a la Isla de Elba (1814). 6.La vuelta de Fernando VII y del absolutismo Tras seis años Fernando VII volvió a España y decidió seguir el consejo de 69 diputados serviles que mediante el Manifiesto de los persas (abril 1814) reclamaron al rey la vuelta del absolutismo. En Valencia, Fernando VII decretó la disolución de las Cortes, la derogación de la Constitución y la detención de los diputados liberales. Se restituyeron las antiguas instituciones de la monarquía absoluta y toda la obra de Cádiz quedó anulada. La Iglesia recuperó las tierras incautadas, se restablecieron los gremios, la mesta, el sistema de señoríos y, por supuesto, la inquisición. Tanto los españoles afrancesados como los liberales fueron perseguidos y tuvieron que emprender el camino del exilio. EL REINADO DE FERNANDO VII 1.El sexenio absolutista El contexto internacional era muy favorable al régimen absolutista restaurado por Fernando VII ya que, tras la derrota de Napoleón, se configuró en Europa un nuevo sistema surgido del Congreso de Viena (1815), orientado a defender las monarquías absolutistas. Pero en el interior, la monarquía española tuvo que hacer frente a una grave crisis económica motivada por diversas causas: la devastación originada durante los seis años de guerra, la secular crisis de la hacienda real, la coyuntura europea de depresión económica. El malestar fue en aumento, el pronunciamiento será el medio empleado por el liberalismo para tratar de acceder al poder. Tras una serie de pronunciamientos, en 1820 finalmente triunfa en Cabezas de San Juan (Sevilla) el del teniente coronel Rafael de Riego, al frente de un contingente reclutado para embarcar hacia América a combatir la insurgencia. 2.El trienio liberal El 1 de enero de 1820 Riego proclamó la Constitución de 1812. El 9 de marzo , ante la extensión del movimiento revolucionario, el monarca se vio finalmente obligado a jurar la Constitución. Inmediatamente se decretó la amnistía para los liberales encarcelados y se restableció la legislación liberal vigente entre 1810 y 1814. De forma espontánea surgieron en todo el país las “sociedades patrióticas” reuniones de liberales. Pronto surgieron diferencias entre los liberales, que se dividieron en dos tendencias o facciones: los doceañistas, que pretendían aplicar la Constitución de 1812 en sentido moderado, y los veinteañistas, o exaltados, que aspiraban a una aplicación estricta de las reformas políticas, sociales y económicas establecidas en la Constitución de Cádiz, incluida la supremacía de las Cortes ante el rey. Durante el trienio, Fernando VII hizo desde el principio todo lo posible para obstaculizar el régimen liberal . El clima de confrontación entre la milicia nacional, de orientación liberal, y las partidas realistas
favorables al absolutismo, fue en aumento. Fernando VII, que conspiraba en secreto para conseguir la intervención militar de las potencias absolutistas de la Santa Alianza (Prusia, Austria, Rusia y la Francia de Luis XVIII) logró finalmente su propósito. Tras el Congreso de Verona (1822), un ejercito francés al mando de Luis Antonio de Borbón, invadió España en abril de 1823. La fuerza de las armas hizo inevitable la restauración absolutista: Fernando VII se convertía de nuevo en monarca absoluto. 3.La década Absolutista (1823-1833) Fernando VII, ayudado por los contingentes de tropas francesas que se quedaron en España en misión de vigilancia, emprendió una represión contra los liberales mucho más dura que la de 1814. Muchos se vieron obligados a exiliarse en Francia y Gran Bretaña. En el terreno económico, la crisis hacendística se agudizó debido a la pérdida de las colonias americanas, exceptuando Antillas y Filipinas. Durante esta década, los realistas se escinden en moderados y ultrarrealistas que paradójicamente van a conspirar contra el rey, cuya actitud juzgan demasiado blanda.