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HISTORIA DEL MUNDO CONTEMPORÁNEO TEMA 6 Napoleón III. Los nacionalismos
Napoleón III Francia se encontraba en plena revolución industrial, la burguesía se había ido enriqueciendo con las milicias agrarias de la revolución, mientras las clases trabajadoras se hundían en la miseria. Esta situación llevó al pueblo de París a levantarse contra el gobierno de Luis Felipe de Orleáns en febrero de 1848. Segunda República francesa (1848-1851) La sublevación del pueblo, inducido por los líderes socialistas, logró acabar con la “monarquía de julio” y consiguió que el nuevo gobierno provisional proclamar la segunda República francesa. El gobierno provisional restableció el sufragio universal, garantizó las libertades individuales, suprimió la pena de muerte y abolió la esclavitud. Sin embargo, el gobierno republicano se desistió a reconocer el derecho al trabajo a todos los ciudadanos, aún que permitió la creación de los talleres nacionales para ocupar a todos los desempleados, reduciendo también la jornada laboral. La constitución de 1848 copiaba el régimen presidencial de Norteamérica. En diciembre se celebraron elecciones para elegir un presidente por cuatro años que pudiera restablecer el orden político salió elegido por amplia mayoría el líder del partido “bonapartista”, el príncipe Luis Napoleón Bonaparte, sobrino del gran Napoleón. Durante tres años impuso un férreo sistema represivo y dictatorial. En diciembre de 1851 Luis Napoleón dio un golpe de estado para conseguir su nuevo nombramiento como presidente de la República, que la constitución impedía. En enero de 1852 promulgó una nueva constitución que le nombraba jefe del estado francés y presidente del gobierno para 10 años. La constitución de 1852 otorgaba gran poder al ejecutivo y reduciría en poder del legislativo. La gran mayoría de la población votó a favor de la dictadura instaurada por el presidente. Napoleón III y segundo imperio francés (1822-1870) El nuevo imperio napoleónico constituiría el fracaso tanto de la revolución de 1848, de la segunda República francesa. La dictadura imperial de Napoleón III duraría casi 18 años divididos en dos períodos de gobierno: imperio autoritario hasta 1860 y el imperio liberal que finalizó en 1870. Integrador siempre contó con el apoyo del ejército, la burguesía y la Iglesia Católica, aunque la alianza entre el trono y el altar quedó rota en 1860 a luchar Francia contra los estados pontificios. El Imperio autoritario, inaugurado tras la aprobación de la constitución de 1852, se caracterizó por el control de la vida política: se deprimió a la oposición, compuesta por Orleanistas, legitimistas y republicanos, se censuró la prensa, que controlaron las elecciones y se creó un cuerpo de policía muy efectivo. Sin embargo, también se produjo un gran crecimiento económico; el auge del urbanismo en las principales ciudades francesas potenciaban la creación de muchos puestos de trabajo y la exportación de capitales convertir a Francia en un país de acreedores y rentistas. La política intervencionista del emperador, en el interior y en el exterior, provocó que la sociedad francesa comenzase a demostrar su descontento y provocará un cambio en el régimen. El imperio liberal se inició a partir de 1865, propiciado por la divisa de un emperador y sus vacilaciones políticas. El aumento de las críticas al régimen logró que la oposición fuera cobrando protagonismo hasta conseguir que el emperador en 1864 incluyeran programas de libertades necesarias: derecho de asociación, de prensa, libertad de la Cámara, etc. Este nuevo período de gobierno imperial se caracteriza por la liberalización del régimen en educación, que se hace obligatoria y gratuita en primera y secundaria. En 1869 se reforma la constitución de 1852 se obtienen nuevos derechos para el cuerpo legislativo. La política económica de Napoleón III fue el mayor éxito de su régimen. Apoyó al librecambismo, los transportes avanzaron sin cesar, se crearon grandes compañías de navegación y se desarrollaron
las obras públicas por todo el estado. La política colonial del segundo imperio fue muy activa. El emperador logró en África la ocupación final de Argelia, colonizó el Senegal, conquistó Somalia. Sin embargo, los errores y fracasos diplomáticos en que fue incurriendo el emperador En la década de los 60, culminaron con la declaración de guerra a Prusia en 1870. El ejército alemán, aniquiló al francés en la batalla de Sedan el 1 septiembre 1870, Donde el emperador francés fue hecho prisionero. Tres días después se dio fin al segundo imperio al ser proclamada en París la tercera República francesa. Los nacionalismos (1815-1870) El nacionalismo surge como consecuencia de la Revolución Francesa y de la expansión napoleónica en Europa y se convierten en una de las fuerzas políticas más poderosas del siglo XIX. El nacionalismo mantiene que la nación es la única base legítima para el Estado y sus principios son: 1. La soberanía nacional como derechos de la nación para ejercer el poder.. 2. La autonomía como expresión de la libertad 3. El principio de nacionalidad, que mantiene que cada nación debe formar su propio estado y que las fronteras del estado deben coincidir con las de la nación. La unificación italiana (1815-1870) A comienzos del siglo XIX Italia pero sólo una unidad geográfica y cultural formada por un mosaico de estados y ocupada por potencias extranjeras. La península de Italia, tras el Congreso de Viena de 1815, se encontraba dividida en siete estados: el reino de Piamonte, cuya capital era Turín, que estaban regidos por la dinastía Saboya. El Milanesado y le decían que pertenecían Austria. El reino de Las dos Sicilias, como Nápoles como capital, bajo la soberanía de los Borbones. Los Ducados de Parma, Modena y Toscana; la Romaña y las Marcas, y el reino de la ciudad de Roma, que pertenecía a los Estados Pontificios. En todos esos casos se produjeron desde 1815 hasta 1870 movimientos revolucionarios influenciados por las revoluciones americanas, de las que tomaron la idea de independencia y dignidad nacional. Mientras tanto, los ideales nacionalistas continuaban propagándose por los estados italianos incentivados por el progreso económico. El “Risorgimiento” Esta época italiana se conoció como el Risorgimiento, movimiento ideológico fundado por el conde de Cavour, principal protagonista de la unificación. A la unidad italiana se oponían a Austria y los Estados Pontificios. El fracaso de la revolución de 1848 demostró los italianos que era imposible expulsar a los austríacos por sus propios medios. El liderazgo de la lucha por la unificación de Italia lo protagonizaron los reyes Carlos Alberto y su hijo Víctor Manuel de Saboya, con la ayuda de su ministro el Conde de Cavour, consiguió que los movimientos revolucionarios aceptasen la propuesta de la unidad, se atrajo a un gran hombre de líderes patriotas como Mazzini y Garibaldi y dirigió la lucha contra Austria. Asimismo, la burguesía patriota, organizada en sociedades secretas (los Carbonarios) fue la que impulsó el movimiento revolucionario en en todos los estados para conseguir la independencia. En 1820 y 1830 las sociedades secretas habían sufrido una dura represión ordenada por los gobiernos absolutistas y por Austria, según las directrices de la Santa Alianza. Entre 1830 y 1848 la burguesía revolucionaria se encontraba dividida en tres corrientes protagonizadas por destacados personajes: la “Joven Italia”, dirigida por Mazzini, Que pretendía
una república italiana con capital en Roma; Gioberti proponía una Confederación de Estados presidida por el Papa; D'Azzeglio, Balbo y Cavour apostaban por la unidad de Italia bajo el reino de Piamonte-Cerdeña. Esta última corriente fue la que finalmente se impuso, aún tiene éxito del apoyo francés para luchar contra Austria y recuperar los territorios italianos que se había anexionado. Proceso de unificación en tres etapas La primera etapa comienzan tras el fracaso de la revolución de 1848 que, sin embargo, infunde en los italianos el convencimiento de que el bien esencial es la unidad de Italia y de que había que luchar contra su mayor enemigo: Austria. Éstas ideas fueron impulsadas por Cavour, quien recurrió a medios políticos internos. La segunda etapa la continúan los italianos de todos los estados entre 1859 y 1861. El Reino de Nápoles o de las Dos Sicilias fue incorporado por Garibaldi, héroe de la unificación. Desde el norte, las tropas de Victor Manuel de Saboya atravesaron los Estados Pontificios y derrotaron al rey de Nápoles. En febrero de 1861, en una asamblea de diputados de todas las regiones italianas, se proclamó la existencia de Italia como nación independiente y se declaró rey de la misma a Víctor Manuel II de Saboya. En la tercera etapa fueron anexionados a Italia Venecia y los estados pontificios. Venecia fue unida en 1866 gracias a la alianza de Italia con Prusia en la guerra austro-prusiana. Desde 1849 Napoleón III, en su apoyo al Papa, había mantenido una parte del ejército francés en Roma. Italia deseaba la incorporación de Roma, capital del estado italiano, pero ni el emperador francés y su esposa, la emperatriz Eugenia di Montijo, ni el pontífice católico deseaban entregar Roma. Victor Manuel, finalmente, convenció al emperador para que retirara las tropas francesas y esté así lo hizo bajo la promesa de que se respetaría el estado pontificio. Sin embargo, Garibaldi rompió la promesa y entró y saqueó Roma en 1867, momento que aprovecharon las tropas italianas para invadir Roma y declararla capital del reino de Italia, quedando los estados pontificios bajo la jurisdicción de Italia. La unificación italiana quedó consolidada en 1870. Víctor Manuel II de Saboya fue admitido por todos los italianos como su rey constitucional. El Vaticano, se constituyó en único ámbito de la soberanía papal. La “cuestión romana” entonces jefe de en solucionada cuando Mussolini firmó en 1929 con el Papa Pío XI el tratado de Letrán. Uno de los aspectos positivos de los enfrentamientos ocurridos en Europa con motivo de las luchas por la unificación italiana fue la fundación de la Cruz Roja. En 1863 se fundó el Comité internacional de la Cruz Roja y al año siguiente doce Estados europeos firmaron la primera Convención de Ginebra, ciudad suiza que desde entonces sería la sede de la Cruz Roja. LA UNIFICACIÓN ALEMANA (1815-1870) El Congreso de Viena de 1815 estableció la confederación germánica compuesta por 39 estados diferentes, con sus fronteras, monedas y gobiernos propios, aún que los habitantes de estos estados tenían en común la lengua, la cultura y la historia. Las ideas liberales favorecían el deseo de unión de los pueblos por encima de las fronteras del pasado y que los principados existentes. Así surgió el movimiento unificador alemán. De los estados alemanes, Austria y Prusia eran los más importantes, aunque el sistema de Viena de 1815 había otorgado a la católica austriaca el predominio de la confederación y este hecho impedía la unificación, por oponerse a ella el canciller austriaco Metternich. Pero ya a mediados del siglo XIX la política del canciller comenzó a deteriorarse por su cerrado absolutismo y por la tardía entrada de Austria que la revolución industrial. Esta diferencia la aprovechó Prusia para establecer su predominio en los territorios alemanes. La burguesía prusiana, protestante e intelectual, promovía la unidad y la industrialización, Integrando a todos los estados alemanes, excepto a Austria, en una unidad económica. Varias fueron las respuestas políticas a cambio de régimen dos. Confederación de estados; estado federal en una gran Alemania que incluyera a Austria, una pequeña Alemania sin Austria y bajo el predominio de Prusia.
La ascensión al trono prusiano de Guillermo I Y el poder decisorio del canciller Bismarck, que organizó un ejército poderoso, hicieron posible la dirección y consecución de la unificación. Proceso de la unificación alemana Rusia inicie otras guerras entre 1864 y 1870 para conseguir la unificación, siempre intentando aislar a Austria: • • •
Guerra de los Ducados (1864) Guerra austro-prusiana (1866) Guerra franco-prusiana (1870)
El 18 enero 1871, en el palacio de Versalles, se nombró a Guillermo I emperador (Kaiser) de Alemania, y fue proclamado el segundo imperio alemán o II Reich. La unificación alemana constituyó el mayor cambio político ocurrido en Europa en el siglo XIX. En definitiva, las revoluciones liberales fueron las propulsoras de las unificaciones italiana y alemana, aunque un poco significativas diferencias en los procesos de unidad de ambos estados: 1. Italia, tras el Congreso de Viena, estaba dividida en siete estados, mientras en Alemania eran 39 los estados que se debían reunificar. 2. La intervención extranjera en el conflicto alemán no tuvo tanta importancia como en el de Italia. 3. La unificación italiana giró en torno a un solo estado, el Piamonte 4. la unificación alemana en torno a los estados, Austria y Prusia, quien decidirían por la guerra cuál de los dos conseguiría la unidad definitiva. Web consiga es que al fin realizó la unificación de Alemania, aunque sin conseguir el imperio austro-húngaro se uniera al II Reich.