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TODO OFICIO QUE SE PIERDE ES UN ARCHIVO RURAL QUE DESAPARECE
Los hermanos de mi mama fueron zapateros. Mi papá era agricultor y la familia por parte de mi mama, eran zapateros. Yo también trabaje zapatería. Yo aprendí con los tíos.
Eso era una belleza en Rionegro en esa época, por donde usted andaba no sentía sino machacar cuero. El zapato de Rionegro tenía fama, eso se vendía por todas partes. Pero eso se acabó ya. Para mí, se empezó a acabar con la aparición del tenis. Primero el zapato era de suela de res, eso desapareció y hoy en día todo es goma.
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Había familias que tenían el almacén y tenían trabajadores. Entre esas familias recuerdo a los Cardona. Entre ellos estaba Enrique Cardona, que le decían Chichi, también estaba un señor de apellido Arias, mi tío Samuel Serna, le fue muy bien con la zapatería, pero el murió muy joven. Él tenía un taller grande, muy buena herramienta para trabajar. El calzado lo hacían desde cero. Los materiales eran comprados en Medellín, luego todo el proceso se hacía aquí. Claro que aquí también había almacenes donde se podían comprar materiales, pero eran un poco más caros. Aquí estaba la máquina para cocer el zapato, la guarnecedora. También tenían la cantadora, que cosía todo el perfil.
Don Alfredo nos sigue contando acerca de los oficios que se dieron en Rionegro y que al día de hoy han disminuido. Nos habla de que le gusto la carpintería, y que el primer trabajo de torno, lo hizo sin saber nada de torneado y con su mano nos muestra la mesa que tiene en un espacio de la casa. Nos indica que la madera que utilizo fueron los restos de un tocador que habían hecho los hermanos. Muestra también un camarote, que también es torneado, el comedor de la cocina, y con orgullo, repite que todo eso lo hizo el con la madera de la finca.
"Yo hacía cositas de carpintería para complementar el salario. Con los trabajos de la carpintería le compre yo la finca a mi familia. Mis hermanos eran graduados de la Industrial, los veía trabajar y fui aprendiendo. Yo hice una mesita, luego un espejo, y así. Hoy la casa también tiene mucha madera y trabajo de carpintería. La carpintería que yo aprendí fue de manera autodidacta. Uno va aprendiendo, a reconocer especies como el pino, el guayacán, el comino.
Yo también trabaje en las fábricas de textiles. Coltejer entro por allá en el año de 1962. Aquí llego primero Textiles Córdoba, como filial de Coltejer. Todo empezó a ponerse delicado por allá por los años 80s.Allá me jubile, con ellas trabaje 26 años y medio.
De todas las historias y relatos narrados por don Alfredo nos damos cuenta que San José de las Cuchillas fue quizá, una de las veredas más agrícolas del municipio de Rionegro. Como la gente de este lado tenía fama de buenos trabajadores, la agroindustria- floristerías, casafincas, viveros- se los fueron llevando. La gente fue dejando de cultivar para irse a trabajar fuera de su parcela.
"En la historia de nuestra agricultura, indica don Alfredo, es siempre lo mismo, no se le paga al campesino el verdadero valor de los productos que saca. Muchos dicen que el agricultor es una persona al que no le reconocen su labor. Usted ve todo el trabajo que cuesta producir, sembrar, cuidar y luego vender y comercializar los productos. Al final todo el mundo los quiere regalados. En esta vereda de San José de las Cuchillas, ya se puede decir que hay muy pocos agricultores, como los oficios de los que hablamos, también la agricultura va en descenso. Es una lástima todo lo que está ocurriendo"
DON ALDEMAR GOMEZ VALENCIA (DON LALO) Q.E.P.D
Don Aldemar Gómez Valencia era una persona conversadora y jovial. Por esos lados de la vereda El Carmín, es más conocido como don Lalo, como le gustaba que lo llamaran. Don Lalo el de la tienda, don Lalo el que trabajaba la cabuya.
Yo conocí a don Aldemar Gómez en el año 2014, por intermedio de una invitación hecha por su hijo Fernando para acercarnos a su casa en la vecina vereda El Carmín. En ese entonces mi esposa Alejandra y yo, llevábamos tres años de residir en Rionegro y solo 4 meses de haber establecido nuestra residencia permanente en la vereda San José de las Cuchillas.
Fue una visita inolvidable. Aún tengo en mi memoria el hermoso patio solariego de su casa, el corredor inmenso y la imagen de Don Lalo sentado, en la vieja banca de madera, con las piernas cruzadas, abrigado con su ruana y su sombrero, con sus pies calzados con sandalias y jugueteando distraídamente, con el palo viejo del perrero que le servía de bastón.
Fue una conversación amena, agradable y muy fructífera, a partir de la cual nació una amistad fraternal y muy sincera. Fue una charla colectiva, donde intervinieron no solo su esposa doñaNelly, sino también su hijo mayor Fernando y otros miembros de la familia que participaban de soslayo en medio de las charlas y conversaciones.