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DE COMO APRENDI A TRABAJAR LA CABUYA TRABAJANDO, VIENDO Y ESCUCHANDO FUE QUE YO APRENDÍ TODO LO QUE HE
TRABAJANDO, VIENDO Y ESCUCHANDO FUE QUE YO APRENDÍ TODO LO QUE HE HECHO EN LA VIDA
Cuando se escuchaba hablar a don Lalo sobre sus actividades, sobre sus experiencias, entiende uno bien claro, por qué estos maestros de la tierra, exhiben tal entendimiento y comprensión de los trabajos y oficios artesanos. Ellos no solo fueron agricultores, también se formaron en oficios relacionados con el agro. Eran en su caso, como diríamos hoy "toderos" y en muchos aspectos, se valían por si solos.
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"Yo he sido agricultor, ganadero, herrero, enjalmero. Cuenta don Lalo. Pero este último oficio de enjalmero no me gustó mucho. También yo he sido aserrador, por ahí tengo el serrucho que herede de mi papá".
Como ven Don Lalo si era un conocedor de serruchos, tableros, troceros, tablas, tablones y cercos, no como el protagonista del cuento "Que pase el aserrador" de don Jesús del Corral, que no sabía nada de eso.
"También vendimos leña, recuerda don Lalo nuevamente. Me tocaba llevar la leña los días sábados, martes y jueves. Yo la vendía cerquita de Rionegro. Pero todos esos oficios se están perdiendo también por el modernismo. A las bestias les amarraba uno hasta 5 bultos de leña. Yo casado amarraba aquí una carga a las 4 de la mañana y llegaba a Rionegro a las 6 am, casi con los primeros rayos del sol. Todas las panaderías y hoteles cocinaban a punto de leña. La abuela de nosotros administro el hotel Bolívar en la calle de la Chirria muchos años. Pura leña era lo que quemaba. También mucha gente quemaba carbón, que usaban para las hornillas para fritar las empanadas, en el parque para las fritangas y las arepas.
En la primera mitad del siglo XX, la vida rural era muy dura. El campo adolecía de los servicios más básicos. Agua, electricidad y vías de comunicación eran asignaturas pendientes en los municipios. En el campo hombres, mujeres y niños todos debían trabajar colectivamente para poder mantener la economía familiar a flote. El agua el recurso vital de la familia campesina era obtenida con sacrificio y esfuerzo. Todos estaban comprometidos en su consecución y uso.
Hay referencias del cultivo del fique en las ultimas década del siglo XIX, si bien no era de mucha importancia, su establecimiento gano terreno en los comienzos del siglo XX. La cabuya cumplió un rol muy importante en el Oriente Antioqueño en la primera mitad del siglo pasado, pero su verdadero auge se presentó cuando se reemplazó el carrizo por la desfibradora de motor, dándole impulso comercial a este renglón agrícola.
Dicen por ejemplo, que cuando acabo el auge del oro en Guarne, la cabuya ayudo mucho a la economía de la gente de toda la región. Este cultivo pues, fue parte del sustento de la mayoría de la gente.
Entre el cultivo y el procesamiento del fique se movió una amplia masa de campesinos. A veces se tenían lotes especialmente cultivados con esta planta, en estos casos, se sembraban las plantas del fique siempre en hileras, en el centro de las parcelas y se procuraba dejar espacio para el cultivo de las otras especies comestibles. También se cultivaba en las franjas limítrofes de las parcelas. Cuando la planta llegaba a su madurez, se recolectaban las hojas y procedían a procesarlas. En muchas fincas esta faena era realizada enteramente con la mano de obra familiar. Aunque por aquí por estos lados del Carmín, había tres despulpadores de cabuya. Incluso en la finca de la familia Gómez se sacaban 130 a 140 arrobas de cabuya cada seis meses.