Sobre Competencia Comunicativa (Síntesis elaborada por Zahyra Camargo M.) El concepto de competencia comunicativa hace alusión a la habilidad que tiene el hablante para utilizar el sistema lingüístico de manera efectiva y apropiada. La concepción de este fundamento ha evolucionado desde una perspectiva estructuralista y unidimensional –décadas del sesenta y setenta– hacia una perspectiva interaccionalista y multidimensional, de los últimos años. Desde la perspectiva estructuralista, la lengua es vista como un sistema compuesto por elementos discretos (tales como la gramática y el vocabulario) y por el concepto psicológico de habilidades (escucha, habla, lectura, escritura). Por el contrario, la perspectiva interaccionalista utiliza el modelo heterogéneo de competencia comunicativa que incluye no sólo el conocimiento del sistema de reglas de una lengua, sino el de cuándo, dónde, con quién y cómo utilizarlas. Para hablar de competencia comunicativa se parte fundamentalmente del concepto del lingüista y antropólogo D. Hymes (1967), representante máximo de la corriente de la Etnografía de la Comunicación. En otras palabras, desde la Etnografía del Habla, o a través de ella, se tendrán en cuenta factores pragmáticos (los contextos interaccionales que intervienen en la comunicación); psicológicos (los procesos cognitivos complejos enmarcados en una cultura); sociolingüísticos (diversidad de usos lingüísticos, caracterización de los usuarios según sexo, edad, clase social, etc.). Así pues, esta vertiente sociocultural del enfoque de la etnografía de la comunicación permite verla como un planteamiento provechoso para el aprendizaje y la enseñanza de la lengua materna con estos fines determinados. Sin embargo, el fundamento del concepto de competencia comunicativa no se circunscribe a la comprensión de la lengua, es decir, a la capacidad potencial y al “qué”, sino al “cómo” y “con qué propósito” se usa ese conocimiento. La actividad real y concreta de la competencia comunicativa se pone de manifiesto en los diferentes actos comunicativos, que responden a la intervención de ciertos parámetros reguladores del
planteamiento, desarrollo y efectividad comunicativos, justamente lo que propone el modelo reelaborado por el mismo Hymes en colaboración con J. J. Gumperz (1972). El modelo de competencia comunicativa de Canale y Swain (1980) Estos autores proponen que la competencia comunicativa entraña: (1) la competencia gramatical –que comprende el léxico y las reglas que rigen la morfología, la sintaxis, la semántica y la fonología– que resalta la importancia que la gramática juega en la enseñanza de las lenguas, especialmente en lo que se refiere a enseñar a los estudiantes a producir y comprender enunciados en su significado literal; (2) la competencia sociolingüística –que implica, principalmente, dos conjuntos de reglas: (i) normas socioculturales que rigen el uso de la lengua; y (ii) reglas del discurso, que son fundamentales para la correcta interpretación de los mensajes, especialmente en las ocasiones en las que el significado literal de un enunciado no se corresponde con la intención del hablante. Estas reglas determinan el grado de adecuación de un enunciado en relación con el contexto sociocultural y disciernen en qué medida una estructura gramatical concreta logra expresar una actitud y un registro adecuado de acuerdo con un contexto sociocultural determinado; y (3) la competencia estratégica: que son aquellas estrategias –verbales y no verbales– que los hablantes ponen en práctica para compensar rupturas y fallos en la comunicación. Estas estrategias están orientadas a subsanar insuficiencias en la competencia gramatical y/o en la competencia sociolingüística. El modelo de competencia comunicativa de Canale (1983) Posteriormente, Canale revisa este modelo y propone una división de la competencia sociolingüística en sociolingüística y discursiva. La primera se centra en el conocimiento práctico de los modos de expresión, según edad, sexo, jerarquía..., y la segunda permite al usuario la comprensión y construcción de discursos y el conocimiento de las reglas lingüísticas que regulan la organización de las ideas en el texto, la selección de los términos adecuados, las nociones de coherencia, cohesión, corrección y los modos de construir cada tipología. La propuesta de Bachman y Palmer (1992) Estos autores sugieren que el conocimiento de la lengua requiere de dos grandes competencias: la organizacional y la pragmática. El conocimiento organizacional incluye tanto el conocimiento gramatical como el textual. Permite al usuario de la
lengua crear e interpretar enunciados gramaticalmente precisos y combinarlos para formar textos, orales o escritos, cohesivos y retórica o conversacionalmente organizados. Este planteamiento promueve una visión funcional del lenguaje, orientada hacia la comprensión y producción de textos. Por su parte, el conocimiento pragmático incluye la comprensión funcional y el conocimiento sociolingüístico. Facilita al usuario relacionar las palabras, los enunciados y los textos con los conceptos, con los propósitos comunicativos y con los rasgos del contexto en que se usa la lengua. En 1996, estos mismos autores retoman la competencia estratégica de Canale y Swain con una visión interactiva y la complementan con otros componentes de tipo procedimental como, por ejemplo, las estrategias que utiliza el usuario de una lengua para evaluar los contextos lingüísticos o situacionales que se le presentan en una tarea, a fin de trazarse metas y planes para enfrentarla y para verificar que los esté llevando a feliz término. Estas estrategias procedimentales deben ser estudiadas al lado de las otras dos macro-competencias ya presentadas: organizacional y pragmática. El modelo de competencia comunicativa de Celce-Murcia, Dörney y Thurrell (1995: 14) Estos autores proponen un modelo de competencia comunicativa menos estático que ha sido representado mediante una estructura piramidal que contiene un círculo y, a su vez, está rodeada por otro círculo. El círculo central corresponde a la competencia discursiva que se vincula con las competencias que están en los tres ángulos del triángulo -sociocultural, lingüística y accional-. En este sentido, para los autores la competencia discursiva está situada en un lugar desde el cual los conocimientos léxicogramaticales, las habilidades de organización del acto comunicativo y el contexto sociocultural actúan de manera conjunta dando forma al discurso, el cual, a su vez, determina las otras tres competencias. El círculo que rodea la pirámide corresponde a la competencia estratégica –que es entendida como un conjunto de habilidades que faculta al hablante competente a negociar mensajes, subsanar problemas y compensar deficiencias que puedan darse en otra competencia. En síntesis, el concepto de competencia comunicativa puede definirse, entonces, en términos generales, como el conjunto de estrategias de diverso tipo y de reglas lingüísticas o no (gestos, movimientos, repeticiones, valores culturales y principios
sociales) que organizan la comunicación de los individuos en las distintas comunidades y situaciones. Se debe tener en cuenta que la competencia comunicativa se erige como un concepto abarcador que integra distintos repertorios que se proyectan, según circunstancias culturales, psicológicas y sociales. Por eso, se convierte en un eje pedagógico fundamental desde el cual se pueden articular diversas propuestas articuladas en torno al estudio de la lengua materna desde una aproximación funcionalcomunicativa. En otros términos, el desarrollo de la competencia comunicativa plantea un conocimiento, no sólo de tipo lingüístico, textual, sociocultural y pragmático, sino también, procedimental, lo que permite potenciar el uso del lenguaje. Bibliografía Bachman, L. (1995). “Habilidad lingüística comunicativa”, en Llobera, M (coord.) Competencia comunicativa: documentos básicos en la enseñanza de lenguas extranjeras. Madrid: Edelsa. Canale, M. (1983). “De la competencia comunicativa a la pedagogía comunicativa del lenguaje”. En VVAA: Competencia comunicativa. Documentos básicos en la enseñanza de lenguas extranjeras. Madrid: Edelsa. Canale, M. y Swain, M. (1980). “Fundamentos teóricos de los enfoques comunicativos. La enseñanza y la evaluación de una segunda lengua”. Signos, teoría y práctica de la educación, 17: 54-62. Celce-Murcia, M., Dörney, Z. y Thurrell, S. (1995): “Communicative competence: A pedagogically motivated model with content specifications”. En Issues in Applied Linguistics, 6: 5-35. Guillén, C. y Blasco, T. (1998). “La evaluación de la competencia comunicativa en las áreas de lengua: análisis de las concepciones y actuaciones docentes”. C&E, 10 (1): 97-112. Gumperz, J. J. y Hymes, D. (1972) (Comps.). Directions in Sociolinguistics. The Ethnography of Communication. New York: Holt, Rinehart & Winston. Lomas, C. (coord.) (1997): La educación lingüística y literaria en la enseñanza secundaria. Barcelona: ICE-Horsori. Lomas, C. (1999). Cómo enseñar a hacer cosas con las palabras. Teoría y práctica de la educación lingüística, v I y II. Barcelona: Paidós. Lomas, C. (comp.) (2002). El aprendizaje de la comunicación en las aulas. Barcelona: Paidós. Lomas, C. y Osoro, A. (1993). El enfoque comunicativo de la enseñanza de la lengua. Barcelona: Paidós. Lomas, C. y Tusón, A. (1993). Ciencias del lenguaje, competencia comunicativa y enseñanza de la lengua. Barcelona: Paidós.