Pedro Ossandón Buljevic Presbítero. Santiago, Chile Licenciado en Teología Dogmática por la Universidad Pontificia Católica de Chile. Vicario Episcopal de la Zona Norte de Santiago. Profesor del ITEPAL, CELAM.
Con las debidas licencias eclesiásticas. © Pedro Ossandón Buljevic, Pbro. © Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM Reservados todos los derechos Carrera 5 Nº 118-31 Apartado Aéreo 51086 celam@celam.org Tels: (571) 657 83 30 Fax: (571) 612 19 29 Bogotá, D.C., 2008 ISBN: Centro de Publicaciones Avenida Boyacá Nº 169D-75 Tel: (571) 668 09 00 Fax: (571) 671 12 13 editora@celam.org Diseño de carátula: Luisa Fernanda Vélez Diagramación: Doris Andrade B. Impresión: Impreso en Colombia - Printed in Colombia
Presentación No hay duda que la parroquia sigue siendo, como dice Aparecida, el lugar privilegiado en el que la mayoría de los fieles tienen una experiencia concreta de Jesucristo y de una vida de comunión eclesial (cf. DA 170). El pastoralista chileno Padre Pedro Osandón nos ofrece este excelente trabajo sobre la parroquia misionera y solidaria, a la luz de Aparecida. Comienza afirmando que la parroquia también está llamada a la conversión pastoral. Ella tiene un nuevo desafío: o se renueva o se muere.
Aparecida valora ciertamente los esfuerzos de renovación pastoral. La parroquia es uno de los lugares privilegiados de la comunión eclesial y es también un lugar central de formación de discípulos misioneros. Esa renovación pastoral de la vida parroquial implica espacios de iniciación cristiana, de edu-
cación y celebración de la fe, la apertura a la diversidad de carismas, servicios y ministerios, la organización participativa y corresponsable, la integración de movimientos de apostolado ya existentes, la atención a la diversidad cultural de sus habitantes y el desarrollo de proyectos pastorales y supraparroquiales (cf. DA 170). Creemos que estas reflexiones sobre la parroquia, van a contribuir como las que más, al éxito pastoral y espiritual de la Misión Continental. + Víctor Sánchez Espinosa Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de México Secretario General del CELAM
La parroquia, misionera y solidaria
Introducción
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l Documento de Aparecida (DA) hace una clara opción por la parroquia. La que, por cierto, también está llamada a una conversión pastoral junto a todas las personas, estructuras y acciones evangelizadoras de la Iglesia Latinoamericana y de El Caribe. Podemos decir, entonces, que la parroquia está proféticamente desafiada: se renueva o se muere. Así de duro, así de fascinante.
La parroquia en el DA se puede estudiar desde dos aproximaciones: I) a la luz de todo el documento, el que fundamenta, orienta y desafía a todos los bautizados y a toda la Iglesia, por consiguiente, aplicable enteramente a la identidad y misión de la parroquia; y II) concentrándose en las señalizaciones explícitas que el DA hace a los actores, organizaciones y tareas de la vida parroquial. Ambos caminos metodológicos son necesarios y, al mismo tiempo, correspondientes.
I LA PARROQUIA A LA LUZ DEL DOCUMENTO DE APARECIDA
R
ecorramos juntos los principales contenidos de todo el DA que iluminan la renovación parroquial y, después de cada una de ellas, veamos las acciones concretas más relevantes que de ahí se desprenden. Las que se traducen en ámbitos, prioridades y tareas para realizar una renovada evangelización misionera y solidaria.
1. Con una revalorización del método ver-juzgar-actuar
En continuidad con las anteriores Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano, este documento hace uso del método ver, juzgar y actuar. Este método implica contemplar a Dios con los ojos de
la fe a través de su Palabra revelada y el contacto vivificante de los Sacramentos, a fin de que, en la vida cotidiana, veamos la realidad que nos circunda a la luz de su providencia, la juzguemos según Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, y actuemos desde la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo y Sacramento universal de salvación, en la propagación del reino de Dios, que se siembra en esta tierra y que fructifica plenamente en el Cielo. Muchas voces, venidas de todo el Continente, ofrecieron aportes y sugerencias en tal sentido, afirmando que este método ha colaborado a vivir más intensamente nuestra vocación y misión en la Iglesia: ha enriquecido el trabajo teológico y pastoral, y, en general, ha motivado a asumir nuestras responsabilidades ante las situaciones concretas de nuestro continente. Este método nos permite articular, de modo sistemático, la perspectiva creyente de ver la realidad; la asunción de criterios que provienen de la fe y de la razón para su discernimiento y valoración con sentido crítico; y, en consecuencia, la proyección del actuar como discípulos misioneros de Jesucristo. La adhesión creyente, gozosa y confiada en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo y la
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inserción eclesial, son presupuestos indispensables que garantizan la eficacia de este método (DA 19).
Consecuencias concretas:
Renovado método de discernimiento colegiado y eclesial (DA 20-98).
En plena continuidad con las anteriores Conferencias Generales del Episcopado: Río, 1955; Medellín, 1968; Puebla, 1979; Santo Domingo, 1992 (DA 9). Importancia de la realidad histórica como lugar teológico (DA 33-42) (DA 367).
Necesidad de mirar la situación de la propia Iglesia (DA 98).
Corresponsabilidad de todos los bautizados en la misión de la Iglesia (DA 30-32) (DA 184-185). Protagonismo laical (DA 209-215) (DA 371).
Valorización de la planificación estratégica pastoral (DA 368). Imprescindible incorporación del sujeto creyente que discierne (DA 243).
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2. Se nos anuncia una buena noticia: . el don del encuentro con Jesucristo Lo que nos define no son las circunstancias dramáticas de la vida, ni los desafíos de la sociedad, ni las tareas que debemos emprender, sino ante todo el amor recibido del Padre gracias a Jesucristo por la unción del Espíritu Santo. Esta prioridad fundamental es la que ha presidido todos nuestros trabajos, ofreciéndolos a Dios, a nuestra Iglesia, a nuestro pueblo, a cada uno de los latinoamericanos, mientras elevamos al Espíritu Santo nuestra súplica confiada para que redescubramos la belleza y la alegría de ser cristianos. Aquí está el reto fundamental que afrontamos: mostrar la capacidad de la Iglesia para promover y formar discípulos y misioneros que respondan a la vocación recibida y comuniquen por doquier, por desborde de gratitud y alegría, el don del encuentro con Jesucristo. No tenemos otro tesoro que éste. No tenemos otra dicha ni otra prioridad que ser instrumentos del Espíritu de Dios, en Iglesia, para que Jesucristo sea encontrado, seguido, amado, adorado, anunciado y comunicado a todos, no obstante todas las dificultades y resistencias. Este es
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el mejor servicio –¡su servicio!– que la Iglesia tiene que ofrecer a las personas y naciones (DA 14).
Consecuencias concretas:
Centralidad en la Persona, mensaje, testimonio, misión y comunidad de Jesucristo (DA 243-245). Importancia de los lugares de encuentro con Jesucristo (DA 246-275).
Maduración de la pedagogía del encuentro con Dios y el prójimo. (DA 244-245). Primacía de la gracia y de la alegría (DA 23-29).
3. Que nos hace recomenzar desde Cristo y, así, superar una gran amenaza No resistiría a los embates del tiempo una fe católica reducida a bagaje, a elenco de algunas normas y prohibiciones, a prácticas de devoción fragmentadas, a adhesiones selectivas y parciales de las verdades de la fe, a una participación ocasional en algunos sacramentos, a la repetición de principios doctrinales,
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a moralismos blandos o crispados que no convierten la vida de los bautizados. Nuestra mayor amenaza es el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad. A todos nos toca recomenzar desde Cristo, reconociendo que no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva (DA 12) y (DA 41).
Consecuencias concretas: Sano ejercicio de autocrítica o examen de conciencia (DA 98-100).
Importancia de la conversión permanente e integral (100h) (DA 226a). Renovación de una pastoral y pedagogía de la santidad (DA 129-153) (DA 245) (DA 352).
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4. Haciéndonos discípulos y misioneros de Jesucristo Esta V Conferencia se propone “la gran tarea de custodiar y alimentar la fe del pueblo de Dios, y recordar también a los fieles de este continente que, en virtud de su bautismo, están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo”. Se abre paso un nuevo período de la historia con desafíos y exigencias, caracterizado por el desconcierto generalizado que se propaga por nuevas turbulencias sociales y políticas, por la difusión de una cultura lejana y hostil a la tradición cristiana, por la emergencia de variadas ofertas religiosas, que tratan de responder, a su manera, a la sed de Dios que manifiestan nuestros pueblos (DA 10). La Iglesia está llamada a repensar profundamente y relanzar con fidelidad y audacia su misión en las nuevas circunstancias latinoamericanas y mundiales. No puede replegarse frente a quienes sólo ven confusión, peligros y amenazas, o de quienes pretenden cubrir la variedad y complejidad de situaciones con una capa de ideologismos gastados o de agresiones
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irresponsables. Se trata de confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigada en nuestra historia, desde un encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y misioneros. Ello no depende tanto de grandes programas y estructuras, sino de hombres y mujeres nuevos que encarnen dicha tradición y novedad, como discípulos de Jesucristo y misioneros de su Reino, protagonistas de vida nueva para una América Latina que quiere reconocerse con la luz y la fuerza del Espíritu (DA 11).
Consecuencias concretas:
La gran propuesta del itinerario formativo de los discípulos misioneros (DA cap. 6). Urgencia de una conversión pastoral y renovación misionera (DA 365-372).
Promover y proteger la mística popular como “el precioso tesoro de la Iglesia en América Latina (…) que contiene la dimensión más valiosa de la cultura latinoamericana” (DA 258-265).
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5. En una Iglesia que peregrina como Cuerpo de Cristo, Pueblo de Dios, en comunión y participación La providencia de Dios nos ha confiado el precioso patrimonio de la pertenencia a la Iglesia por el don del bautismo que nos ha hecho miembros del Cuerpo de Cristo, pueblo de Dios peregrino en tierras americanas, desde hace más de quinientos años. Alienta nuestra esperanza la multitud de nuestros niños, los ideales de nuestros jóvenes y el heroísmo de muchas de nuestras familias que, a pesar de las crecientes dificultades, siguen siendo fieles al amor. Agradecemos a Dios la religiosidad de nuestros pueblos, que resplandece en la devoción al Cristo sufriente y a su Madre bendita, en la veneración a los Santos con sus fiestas patronales, en el amor al Papa y a los demás pastores, en el amor a la Iglesia universal como gran familia de Dios que nunca puede ni debe dejar solos o en la miseria a sus propios hijos (DA 127). Los discípulos de Jesús están llamados a vivir en comunión con el Padre (1 Jn 1, 3) y con su Hijo muerto y resucitado, en “la comunión en el Espíritu Santo” (2 Co
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13, 13). El misterio de la Trinidad es la fuente, el modelo y la meta del misterio de la Iglesia: “Un pueblo reunido por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, llamada en Cristo “como un sacramento, o signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano”. La comunión de los fieles y de las Iglesias Particulares en el Pueblo de Dios se sustenta en la comunión con la Trinidad (DA 155).
Consecuencias concretas:
Una renovada espiritualidad trinitaria de la comunión (DA 154-163). Asumir el desafío de “hacer de la Iglesia la casa y la escuela de comunión” (NMI 41) y (DA 158). Importancia de la pastoral orgánica (DA 169) (DA 368) (DA 371).
La vocación a vivir en comunión corresponsable (DA 162).
Renovación de los lugares eclesiales de comunión (DA 164) y de los actores y destinatarios de la vida en comunión (DA 184- 239).
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6. Al servicio de la Vida plena La gran novedad que la Iglesia anuncia al mundo es que Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, la Palabra y la Vida, vino al mundo a hacernos “partícipes de la naturaleza divina” (2 P 1, 4), a participarnos de su propia vida. Es la vida trinitaria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, la vida eterna. Su misión es manifestar el inmenso amor del Padre, que quiere que seamos hijos suyos. El anuncio del kerygma invita a tomar conciencia de ese amor vivificador de Dios que se nos ofrece en Cristo muerto y resucitado. Esto es lo primero que necesitamos anunciar y también escuchar, porque la gracia tiene un primado absoluto en la vida cristiana y en toda la actividad evangelizadora de la Iglesia: “Por la gracia de Dios soy lo que soy” (1 Co 15, 10) (DA 348).
Consecuencias concretas:
El gran proyecto de Jesucristo: El Reino de Dios (DA 361) (DA 380), Una vigorosa opción por los pobres y excluidos (DA 358) (391-406).
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En una renovada pastoral social (DA 399406). Contemplando a Cristo en los rostros sufrientes (DA 407-430). Pastoral familiar (DA 432-469).
El cuidado del medio ambiente (470475).
La cultura y su evangelización (DA 476480). La educación como bien público (DA 481483). La pastoral de la comunicación social (DA 484-490).
Nuevos areópagos y centros de decisión (DA 491-500). Pastoral de los constructores de sociedad (DA 501-508). La pastoral urbana (DA 509-519).
La pastoral de la integración latinoamericana (DA 520-546).
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Con esta mirada sintética del DA, podemos hacer un ejercicio que nos ayude a iluminar la identidad y la misión de la parroquia. Para ello, hemos recorrido los principales contenidos del DA, desde los cuales podemos distinguir las más importantes tareas que el mismo documento nos señala. Veamos, en primer lugar, la formulación de los contenidos del DA: 1. Con una revalorización del método ver-juzgar-actuar.
2. Se nos anuncia una buena noticia: el don del encuentro con Jesucristo.
3. Que nos hace recomenzar desde Cristo. 4. Haciéndonos discípulos y misioneros de Jesucristo.
5. En una Iglesia que peregrina como Cuerpo de Cristo, Pueblo de Dios, en comunión y participación. 6. Al servicio de la Vida plena.
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Y, ahora, en el siguiente cuadro, veamos la correspondencia de los principales contenidos del DA con los más importantes ámbitos, prioridades y tareas, que la parroquia está invitada a confrontar para asumirlas en una renovada Pastoral Orgánica: Principales contenidos del Documento de Aparecida
. Algunos ámbitos, prioridades y tareas
1. Con una revalorización del método ver-juzgaractuar
Renovado método de discernimiento colegiado y eclesial (DA 20-98).
En plena continuidad con las anteriores Conferencias Generales del Episcopado: Río, 1955; Medellín, 1968; Puebla, 1979; Santo Domingo, 1992 (DA 9). Importancia de la realidad histórica como lugar teológico (DA 33-42) (DA 367).
Necesidad de mirar la situación de la propia Iglesia (DA 98).
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Corresponsabilidad de todos los bautizados en la misión de la Iglesia (DA 30-32) (DA 184-185). Protagonismo laical ( DA 209-215) (DA 371).
Valorización de la planificación estratégica pastoral (DA 368).
2. Se nos anuncia una buena noticia: el don del encuentro con Jesucristo
Imprescindible incorporación del sujeto creyente que discierne (DA 243) .
Centralidad en la Persona, mensaje, testimonio, misión y comunidad de Jesucristo (DA 243-245). Importancia de los lugares de encuentro con Jesucristo (DA 246-275). Maduración de la pedagogía del encuentro con Dios y el prójimo (DA 244-245). Primacía de la gracia y de la alegría (DA 23-29).
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3. Que nos hace recomenzar desde Cristo
Sano ejercicio de autocrítica o examen de conciencia (DA 98-100). Importancia de la conversión permanente e integral (100h) (DA 226a).
4. Haciéndonos discípulos y misioneros de Jesucristo
Renovación de una pastoral y pedagogía de la santidad (DA 129-153) (DA 245) (DA 352). La gran propuesta del itinerario formativo de los discípulos misioneros (DA cap. 6).
Urgencia de una conversión pastoral y renovación misionera (DA 365-372). Promover y proteger la mística popular como “el precioso tesoro de la Iglesia en América Latina (…) que contiene la dimensión más valiosa de la cultura latinoamericana” (DA 258-265).
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5. En una Iglesia que peregrina como Cuerpo de Cristo, Pueblo de Dios, en comunión y participación
Una renovada espiritualidad trinitaria de la comunión (DA 154-163).
Asumir el desafío de “hacer de la Iglesia la casa y la escuela de comunión” (NMI 41) y (DA 158). Importancia de la pastoral orgánica (DA 169) (DA 368) (DA 371). La vocación a vivir en comunión corresponsable (DA 162).
6. Al servicio de la Vida plena
Renovación de los lugares eclesiales de comunión (DA 164) y de los actores y destinatarios de la vida en comunión (DA 184- 239). El gran proyecto de Jesucristo: El Reino de Dios (DA 361) (DA 380).
Una vigorosa opción por los pobres y excluidos (DA 358) (391-406). En una renovada pastoral social (DA 399-406).
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Contemplando a Cristo en los rostros sufrientes (DA 407-430). Pastoral familiar (DA 432469.)
E l c u i d a d o d e l m e d i o ambiente (470-475). La cultura y su evangelización (DA 476-480). La educación como bien público (DA 481-483).
La pastoral de la comunicación social (DA 484-490). Nuevos areópagos y centros de decisión (DA 491-500).
Pastoral de los constructores de sociedad (DA 501508). La pastoral urbana (DA 509519).
La pastoral de la integración latinoamericana (DA 520546).
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Reflexión personal y comunitaria: 1. Consecuentes con el método de discernimiento del DA, nos preguntamos: ¿Qué realidad nos señala el DA en América Latina y El Caribe? Leer el capítulo 2 del DA (33-97) y hacer la lista de los grandes temas ahí planteados y, luego, confrontémoslos cada uno con la realidad que nuestra parroquia le corresponde afrontar. 2. ¿Cómo nos ayudan los principales contenidos del DA para discernir estos desafíos que la realidad nos señala? Leer y reflexionar uno a uno los contenidos propuestos y realizar un ejercicio de discernimiento compartido para analizarlos tal como el DA nos enseña. 3. ¿Cuáles son las principales iniciativas pastorales que nos llama a desarrollar el DA en relación a la realidad histórica y también eclesial de la parroquia? Hacer un elenco y priorizar algunos ámbitos, prioridades y tareas que nos entrega este método de discernimiento colegiado y eclesial para la misión de nuestra parroquia.
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II EN CONCRETO, ¿QUÉ ENSEÑA APARECIDA SOBRE LA PARROQUIA? 1. Una valorización de los esfuerzos de renovación pastoral en las parroquias uando el DA realiza el ejercicio de hacer –en el capítulo 2– la mirada de los discípulos misioneros sobre la realidad, después de ofrecer una teología de la realidad (DA 33-42) y, luego, de analizar de cerca la situación sociocultural (DA 43-59), la situación económica (DA 60-73), la dimensión socio-política (DA 74-82), la biodiversidad, ecología, Amazonía y Antártida (DA 8387), la presencia de los pueblos indígenas y afroamericanos en la Iglesia (DA 88-97), los obispos nos invitan a ver la situación de nuestra Iglesia en esta hora histórica (DA 98-100).
C
Es aquí donde revisan, por un lado, los frutos de los esfuerzos pastorales que han provenido del encuentro con Jesucristo vivo (DA 99a-99g), y, por otro, las sombras que han ocultado o dificultado el encuentro con Cristo (DA 100a-100h). Entonces, dentro de los frutos observan que: Crecen los esfuerzos de renovación pastoral en las parroquias, favoreciendo un encuentro con Cristo vivo, mediante diversos métodos de nueva evangelización, transformándose en comunidad de comunidades evangelizadas y misioneras. Se constata, en algunos lugares, un florecimiento de comunidades eclesiales de base, según el criterio de las precedentes Conferencias Generales, en comunión con los Obispos y fieles al Magisterio de la Iglesia. Se valora la presencia y el crecimiento de los movimientos eclesiales y nuevas comunidades que difunden su riqueza carismática, educativa y evangelizadora. Se ha tomado conciencia de la importancia de la Pastoral Familiar, de la Infancia y Juvenil (DA 99e).
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Reflexión personal y comunitaria: 1. Realizar una lectura personal de los números 99 y 100 del DA para tener a la vista una mirada global de los frutos y las sombras que nos hacen ver nuestros pastores. Hacer el elenco de cada uno de ellos y, luego, hacer el elenco que observamos en nuestra propia parroquia. 2. Compartir en grupos este elenco de los frutos y las sombras que nos muestra el DA y el que ve cada uno en su parroquia. Hacer un diagnóstico común. 3. Realizar un plenario con los demás grupos para buscar un consenso en la mirada sobre la propia parroquia, a la luz del DA. Se trata de tener una mirada común de la realidad de la propia parroquia.
2. Como lugar eclesial y de actores responsables para la comunión de . los discípulos misioneros en la Iglesia El capítulo 5 del DA, donde se habla de “La comunión de los discípulos misioneros en la Iglesia”, los pastores hacen, en primer lugar, un llamado a vivir en comunión (DA
En concreto, ¿qué enseña Aparecida sobre la parroquia?
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154-163), y, a continuación, señalan los lugares eclesiales para la comunión (DA 164-183), y, luego, recorre cada uno de los actores responsables e incorporados para esta tarea de la comunión corresponsable, llamándolos discípulos misioneros con vocaciones específicas (DA 184-239). Todo está presentado en clave de Pastoral Orgánica y misionera, tanto en los lugares: la diócesis (DA 164-169), la parroquia (DA 170- 177), las comunidades eclesiales de base y pequeñas comunidades (DA 178180), y las conferencias episcopales (DA 181-183); como en los actores involucrados: los obispos (DA 186-190), los presbíteros (DA 191-200), los párrocos (DA 201-203), los diáconos permanentes (DA 205-208), los fieles laicos y laicas (DA 209-205), los consagrados y consagradas (DA 206-224); integrando a los que han dejado la Iglesia (DA 225-226), en diálogo ecuménico e interreligioso (DA 227-234), en relación con el judaísmo y diálogo interreligioso (DA 235-239). Entonces, al describir cómo entienden la naturaleza y la misión de las parroquias, afirman que:
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Entre las comunidades eclesiales, en las que viven y se forman los discípulos misioneros de Jesucristo, sobresalen las Parroquias. Ellas son células vivas de la Iglesia y el lugar privilegiado en el que la mayoría de los fieles tienen una experiencia concreta de Cristo y la comunión eclesial. Están llamadas a ser casas y escuelas de comunión. Uno de los anhelos más grandes que se ha expresado en las Iglesias de América Latina y El Caribe, con motivo de la preparación de la V Conferencia General, es el de una valiente acción renovadora de las Parroquias a fin de que sean de verdad espacios de la iniciación cristiana, de la educación y celebración de la fe, abiertas a la diversidad de carismas, servicios y ministerios, organizadas de modo comunitario y responsable, integradoras de movimientos de apostolado ya existentes, atentas a la diversidad cultural de sus habitantes, abiertas a los proyectos pastorales y supraparroquiales y a las realidades circundantes (EAm, 41)”. (DA 170).
Y a continuación, precisando la responsabilidad de todos los actores responsables de la renovación misionera de la Iglesia, en
En concreto, ¿qué enseña Aparecida sobre la parroquia?
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especial para transformar a la parroquia en una comunidad misionera con auténticos discípulos de Jesucristo, afirma el DA, refiriéndose a los párrocos, que: La renovación de la parroquia exige actitudes nuevas en los párrocos y en los sacerdotes que están al servicio de ella. La primera exigencia es que el párroco sea un auténtico discípulo de Jesucristo, porque sólo un sacerdote enamorado del Señor puede renovar una parroquia. Pero, al mismo tiempo, debe ser un ardoroso misionero que vive el constante anhelo de buscar a los alejados y no se contenta con la simple administración (DA 201).
Reflexión personal y comunitaria: 1. Leer todos los lugares eclesiales de comunión (DA 164-183), y preguntarnos: a) ¿conocemos la historia, contexto, organización y responsables de nuestra diócesis, de nuestra parroquia, de las CEB’s y de nuestra Conferencia Episcopal local?; b) ¿tenemos a la mano los planes pastorales de cada una de estas instituciones?; c) ¿conocemos, especialmente, la realidad que circunda y atiende nuestra parroquia?
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2. Leer los llamados que el DA hace a cada uno de los actores responsables de la comunión de los discípulos misioneros (DA 184-239), respondiendo a las siguiente preguntas: ¿cuáles son los desafíos más importantes que el DA hace a cada uno?, y b) ¿podemos agregar otros desafíos a la luz del examen de conciencia que cada actor se hace en estos llamados? 3. ¿Qué acciones concretas puede asumir responsablemente cada uno para ayudar a transformar las parroquias en comunidades de discípulos misioneros de Jesucristo? Que cada uno escriba 5 compromisos para colaborar en esta hermosa misión. Compartirlo después en grupos.
3. En la gran tarea de implementar . un itinerario formativo de los discípulos misioneros Se encuentra en el importantísimo capítulo 6 (DA 240-346), un lugar muy destacado para la parroquia misionera. Ella, de manera particular y siempre en Pastoral Orgánica, está desafiada a colaborar activamente en la elaboración e implementación de este itinera-
En concreto, ¿qué enseña Aparecida sobre la parroquia?
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rio formativo. Itinerario que se fundamenta y realiza desde una espiritualidad trinitaria del encuentro con Jesucristo (DA 240-245), puntualizando los lugares de encuentro con Jesucristo (DA 246-257), dando especial relevancia a la piedad popular como espacio de encuentro con Jesucristo (DA 258-265), contemplando a la máxima realización de la existencia cristiana como discípula misionera, la Virgen María (DA 266-272), con el testimonio de los apóstoles y los santos (DA 273-275).
Descrito el fundamento de este itinerario formativo, el DA pasa a señalar sus aspectos constitutivos, diciendo que es un proceso (DA 276-277), con cinco aspectos doctrinales (DA 278), los que se formulan y entregan con otros cinco criterios generales (DA 279-285), con una propuesta de iniciación a la vida cristiana y catequesis permanente (DA 286-300), el que se realiza en seis lugares de formación (DA 301-346). Y es en este último punto donde aparece la especial responsabilidad de las parroquias para implementar el itinerario formativo, el que comparten coordinadamente con las pequeñas comunidades eclesiales. Al
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respecto, el DA desafía a las parroquias, diciéndoles que: Si queremos que las Parroquias sean centros de irradiación misionera en sus propios territorios, deben ser también lugares de formación permanente. Esto requiere que se organicen en ellas variadas instancias formativas que aseguren el acompañamiento y la maduración de todos los agentes pastorales y de los laicos insertos en el mundo. Las Parroquias vecinas también pueden aunar esfuerzos en este sentido, sin desaprovechar las ofertas formativas de la Diócesis y de la Conferencia Episcopal (DA 306).
Y sobre las pequeñas comunidades, dice que: Ellas son un ámbito propicio para escuchar la Palabra de Dios, para vivir la fraternidad, para animar en la oración, para profundizar procesos de formación en la fe y para fortalecer el exigente compromiso de ser apóstoles en la sociedad de hoy. Ellas son lugares de experiencia cristiana y evangelización que, en medio
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de la situación cultural que nos afecta, secularizada y hostil a la Iglesia, se hacen todavía mucho más necesarias (DA 308).
Reflexión personal y comunitaria: 1. ¿Tienen nuestra diócesis y nuestra parroquia un programa de formación cristiana y misionera integral? Si existe, ¿cómo podemos colaborar para integrarle los aportes del DA?, y si no lo tenemos ¿cómo podemos colaborar para diseñar e implementar uno? 2. Leer atentamente el itinerario formativo del DA (240-346), anotando los puntos más relevantes de sus fundamentos, organización y responsables. Hacer un cuadro de síntesis para tenerlo a la vista en el diseño del propio programa de formación parroquial. 3. ¿Cuáles son los pasos que debemos decidir para levantar una propuesta de formación a la luz del DA? Definir equipo responsable que integre a todos en este proceso, con una coordinación con la diócesis, elaborando un proyecto de trabajo, con presupuesto, calendario de actividades y evaluación.
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4. Asumiendo los retos-desafíos pastorales que el DA hace a toda la Iglesia en Latinoamérica y El Caribe La parroquia misionera es invitada a considerar y asumir prácticamente todas las grandes tareas que el DA nos formula. Es así que en los capítulos 7, 8, 9 y 10 la parroquia recibe muchos encargos para realizar la misión de los discípulos al servicio de la Vida Plena (DA 347-546). Perfectamente se pueden leer todos estos capítulos cambiando el sujeto ‘Iglesia’ por el de ‘Parroquia’ y así tenemos que los obispos en el DA formulan un profético y urgente llamado expresando que: Asumimos el compromiso de una gran misión en todo el Continente, que nos exigirá profundizar y enriquecer todas las razones y motivaciones que permitan convertir a cada creyente en un discípulo misionero. Necesitamos desarrollar la dimensión misionera de la vida en Cristo. La Iglesia necesita una fuerte conmoción que le impida instalarse en la comodidad, el estancamiento y en la tibieza, al margen del sufrimiento de los pobres del Continente. Necesitamos que cada
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comunidad cristiana se convierta en un poderoso centro de irradiación de la vida en Cristo. Esperamos un nuevo Pentecostés que nos libre de la fatiga, la desilusión, la acomodación al ambiente; una venida del Espíritu que renueve nuestra alegría y nuestra esperanza. Por eso, se volverá imperioso asegurar cálidos espacios de oración comunitaria que alimenten el fuego de un ardor incontenible y hagan posible un atractivo testimonio de unidad “para que el mundo crea” (Jn 17, 21). (DA 362).
El acento está puesto en dos grandes llamados que se hacen a la Iglesia y a la Parroquia desde el encuentro con Cristo Vivo: 1. que se transforme en misionera permanentemente y, 2. con un fuerte sentido y compromiso social por los más pobres del Continente. Formulan claramente el mandato universal de la caridad de Cristo que nos urge para trabajar por el Reino de Dios, la justicia social y la promoción de la dignidad humana (DA 380-390), con una vigorosa y renovada opción preferencial por los pobres (DA 391398), al interior de una renovada pastoral social para la promoción humana integral (DA 399-405), procurando la globalización
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de la solidaridad y justicia internacional (DA 406), contemplando comprometidamente los rostros sufrientes que nos duelen (DA 407-430). Lo mismo con la opción por la familia (DA 432-463), la cultura de la vida (DA 464-469), el cuidado del medio ambiente (DA 470-475), y la opción por la cultura y su evangelización (DA 476-480), la educación (DA 481-483), la pastoral de la comunicación social (DA 484-490), los nuevos aerópagos y centros de decisión (DA 491-500), los constructores de la sociedad (DA 501-508), la pastoral urbana (DA 509519), al servicio de la unidad y la fraternidad de nuestros pueblos (DA 520-528), con la integración de los indígenas y afroamericanos (DA 529-533), los que se deben realizar todos por los caminos de reconciliación y solidaridad (DA 534-546). Reflexión personal y comunitaria: 1. Anotar todos los ámbitos, prioridades y tareas que el DA (347-546) nos formulan y ver su correspondencia ante la realidad que nuestra parroquia debe atender como comunidad misionera y solidaria. En concreto, ¿qué enseña Aparecida sobre la parroquia?
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2. Detenerse especialmente en leer con atención y mirada de creyente contemplativo, los rostros sufrientes que nos duelen (DA 407-430). Rezar por cada uno de ellos y reflexionar acerca de cómo estamos procurando realizar encuentros personales con cada uno de ellos en nuestras propias parroquias. 3. ¿Hay otros rostros que nos duelen en nuestra parroquia? ¿Cómo podemos comprometernos misionera y solidariamente por cada uno de ellos?
5. Con una conversión pastoral y renovación misionera de las comunidades (DA 365-372) Se formula aquí el gran desafío que el DA hace a toda la Iglesia en Latinoamérica y El Caribe para llevar a cabo la gran misión evangelizadora. Se trata –dicen los pastores– de ‘entrar decididamente, con todas sus fuerzas, en los procesos constantes de renovación misionera’, agregando una increíble e inaudita invitación ‘de abandonar las estructuras caducas que ya no favorezcan la transmisión de la fe’ (DA 365).
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Por lo tanto, todas las unidades pastorales, todos los responsables de la evangelización, todos los proyectos diocesanos, de manera especial las parroquias, deben considerar que: La conversión personal despierta la capacidad de someterlo todo al servicio de la instauración del Reino de vida. Obispos, presbíteros, diáconos permanentes, consagrados y consagradas, laicos y laicas, estamos llamados a asumir una actitud de permanente conversión pastoral, que implica escuchar con atención y discernir “lo que el Espíritu está diciendo a las Iglesias” (Ap 2, 29) a través de los signos de los tiempos en los que Dios se manifiesta (DA 366).
Una conversión pastoral que requiere de renovados proyectos pastorales diocesanos, como caminos de Pastoral Orgánica. Encontrando aquí las parroquias un fuerte apoyo para realizar en comunión y participación esta extraordinaria misión que busca involucrar a muchos y llegar a todos, sin excepción. Para dicha finalidad, enseñan que:
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El proyecto pastoral de la Diócesis, camino de pastoral orgánica, debe ser una respuesta consciente y eficaz para atender las exigencias del mundo de hoy, con indicaciones programáticas concretas, objetivos y métodos de trabajo, de formación y valorización de los agentes y la búsqueda de los medios necesarios, que permiten que el anuncio de Cristo llegue a las personas, modele las comunidades e incida profundamente mediante el testimonio de los valores evangélicos en la sociedad y en la cultura. Los laicos deben participar del discernimiento, la toma de decisiones, la planificación y la ejecución. Este proyecto diocesano exige un seguimiento constante por parte del obispo, los sacerdotes y los agentes pastorales, con una actitud flexible que les permita mantenerse atentos a los reclamos de la realidad siempre cambiante (DA 371).
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Reflexión personal y comunitaria: 1. Leer atentamente en el DA (365-372) este importante llamado a una conversión pastoral y renovación misionera de las comunidades que nos hacen nuestros pastores. Anotar las ideas centrales de este desafío pastoral y, luego, en oración personal, contemplar a Jesús que me llama –a través de nuestros pastores en Aparecida– a ser su discípulo misionero para construir el Reino de Dios. 2. Compartir con los demás el fruto de esta oración. Responder juntos ¿por qué la Iglesia latinoamericana nos invita a realizar esta especial conversión pastoral? 3. ¿Qué pasos concretos podemos dar para iniciar esta anhelada conversión pastoral?
En consecuencia, podemos recapitular, al revisar donde se encuentra citada y reclamada la renovación de la parroquia misionera en el DA, su identidad y misión en estas afirmaciones:
En concreto, ¿qué enseña Aparecida sobre la parroquia?
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1. Una valorización de los esfuerzos de renovación pastoral en las parroquias. 2. Como lugar eclesial y de actores responsables para la comunión de los discípulos misioneros en la Iglesia. 3. En la gran tarea de implementar un itinerario formativo de los discípulos misioneros. 4. Asumiendo los retos-desafíos pastorales que el DA hacen a toda la Iglesia en Latinoamérica y El Caribe. 5. Con una conversión pastoral y renovación misionera de las comunidades. Finalmente, se hace necesario detenerse especialmente en aquellos números del DA (170-177) donde se expresa más explícitamente la descripción de la naturaleza y la misión de la parroquia para motivar ‘una valiente acción renovadora de las parroquias’ (DA 170):
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1. Entendidas como ‘células vivas de la Iglesia y el lugar privilegiado en el que la mayoría de los fieles tienen una experiencia concreta de Cristo y la comunión eclesial (…) llamadas a ser casas y escuelas de comunión eclesial’ (DA 170). 2. Para que las parroquias sean de verdad: ‘espacios de la iniciación cristiana, de la educación y celebración de la fe, abiertas a la diversidad de carismas, servicios y ministerios, organizadas de modo comunitario y responsable, integradoras de movimientos de apostolado ya existentes, atentas a la diversidad cultural de sus habitantes, abiertas a los proyectos pastorales y supraparroquiales y a las realidades circundantes’ (DA 170).
3. Donde ‘todos los miembros de la comunidad parroquial son responsables de la evangelización de los hombres y mujeres en cada ambiente’ (DA 171). 4. Con la exigencia de ‘reformular sus estructuras, para que sea una red de comunidades y grupos, capaces de articularse logrando que sus miembros se sientan y sean realmente discípulos y
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misioneros de Jesucristo en comunión’ (DA 172). Reformulación que ‘exige que se deje iluminar siempre de nuevo por la Palabra viva y eficaz’ (DA 172).
5. Para que ‘todas nuestras parroquias se vuelvan misioneras’ (DA 173). 6. Convocando y formando laicos misioneros al servicio del mundo (DA 174).
7. ‘Siguiendo el ejemplo de la primera comunidad cristiana (cf. Hch 2, 46-47), la comunidad parroquial se reúne para partir el pan de la Palabra y de la Eucaristía y perseverar en la catequesis, en la vida sacramental y la práctica de la caridad (…) para que todos los discípulos misioneros puedan en los sacramentos ‘dar frutos permanentes de caridad, reconciliación y justicia para la vida del mundo’ (DA 175). 8. Con la exigencia de una evangelización integral que surge de la Eucaristía ‘signo de la unidad con todos, que prolonga y hace presente el misterio del Hijo de Dios hecho hombre (cf. Fil 2, 6-8) (…) que nos hace preocuparnos de los que más sufren, dado que ‘la inmensa mayoría
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de los católicos de nuestro continente viven bajo el flagelo de la pobreza’ (DA 176).
9. Apreciando cada vez más el Sacramento de la Reconciliación, ‘con celo pastoral y entrañas de misericordia’ (DA 177).
Agregando la importante consideración de las Comunidades Eclesiales de Base, las que han sido vigorosamente asumidas desde la formulación de Medellín y Puebla (DA 178-180). Nuestros pastores las asumen y entienden como:
1. Las que ‘han ayudado a formar cristianos comprometidos con su fe, discípulos misioneros del Señor, como testimonia la entrega generosa, hasta derramar su sangre, de tantos miembros suyos’ (DA 178). 2. ‘Recogen la experiencia de las primeras comunidades (…) (cf. Hch 2, 42-47). (DA 178).
3. Reconocidas como ‘célula inicial de estructuración eclesial y foco de fe y evangelización (Medellín 15)’ (DA 178).
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4. Las que ‘permitieron al pueblo acceder a un conocimiento mayor de la Palabra de Dios, al compromiso social en nombre del Evangelio, al surgimiento de nuevos servicios laicales y a la educación de la fe de los adultos’ (Puebla 629). Procurando que no las hagamos perder su sentido eclesial (DA 178).
5. ‘Tienen la Palabra de Dios como fuente de espiritualidad y la orientación de sus Pastores como guía que asegura la comunión eclesial’ (DA 179). 6. ‘Despliegan su compromiso evangelizador y misionero entre los más sencillos y alejados, y son expresión visible de la opción preferencial por los pobres’ (DA 179). 7. ‘Son fuente y semilla de variados servicios y ministerios a favor de la vida en la sociedad y en la Iglesia’ (DA 179). 8. ‘Manteniéndose en comunión con su obispo e insertándose al proyecto de pastoral diocesana, las CEB’s se convierten en un signo de vitalidad en la Iglesia particular’ (DA 179).
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10. ‘Pueden contribuir a revitalizar las parroquias haciendo de las mismas una comunidad de comunidades’ (DA 179).
11. Afirmando que ‘todas las comunidades y grupos eclesiales darán fruto en la medida en que la Eucaristía sea el centro de su vida y la Palabra de Dios sea faro de su camino y su actuación en la única Iglesia de Cristo’ (DA 180).
Reflexión personal y comunitaria: 1. Elabore una síntesis de las principales ideas acerca de la identidad y misión de la parroquia y de las CEB’s, a la luz del DA. 2. ¿Cuáles son los más importantes hilos de renovación parroquial? 3. Escribir un compromiso personal para colaborar en la renovación parroquial misionera y solidaria. Llevarlo a la oración y discernimiento colegiado y eclesial.
En concreto, ¿qué enseña Aparecida sobre la parroquia?
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Índice Presentación.......................................................................... 5 Introducción........................................................................... 7 I. La Parroquia a la Luz del Documento de Aparecida............................................................... 9 1. Con una revalorización del método ver-juzgar-actuar.................................................... 9 2. Se nos anuncia una buena noticia: el don del encuentro con Jesucristo.................. 12 3. Que nos hace recomenzar desde Cristo y, así, superar una gran amenaza..................... 13 4. Haciéndonos discípulos y misioneros de Jesucristo............................................................... 15 5. En una Iglesia que peregrina como Cuerpo de Cristo, Pueblo de Dios, en comunión y participación..................................... 17 6. Al servicio de la Vida plena.................................. 19 Reflexión personal y comunitaria......................... 27
II. En Concreto, ¿Qué Enseña Aparecida . sobre la Parroquia?.......................................... 29 1. Una valorización de los esfuerzos de renovación pastoral en las parroquias.......... 29 Reflexión personal y comunitaria .................. 31 2. Como lugar eclesial y de actores responsables para la comunión de los discípulos misioneros en la Iglesia................. 31 Reflexión personal y comunitaria.................... 34 3. En la gran tarea de implementar un itinerario formativo de los discípulos misioneros................................................................. 35 Reflexión personal y comunitaria.................... 38 4. Asumiendo los retos-desafíos pastorales que el DA hace a toda la Iglesia en Latinoamérica y El Caribe................................... 39 Reflexión personal y comunitaria.................... 41 5. Con una conversión pastoral y renovación misionera de las comunidades (DA 365-372)............................................................ 42 Reflexión personal y comunitaria.................... 45 Reflexión personal y comunitaria.................... 51