7º divertimento poético

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01 - No te tardes que me muero

Juan del Encina: Cancionero de Palacio

No te tardes que me muero, carcelero, no te tardes que me muero.

Versiones:

Apresura tu venida porque no pierda la vida, que la fe no está perdida, carcelero, no te tardes que me muero. Bien sabes que la tardança trae gran desconfiança; ven y cumple mi esperança, carcelero, no te tardes que me muero. Sácame desta cadena, que recibo muy gran pena, pues tu tardar me condena. Carcelero, no te tardes que me muero. La primer vez que me viste sin te vencer me venciste; suéltame, pues me prendiste. Carcelero, no te tardes que me muero. La llave para soltarme ha de ser galardonarme, proponiendo no olvidarme. Carcelero, no te tardes que me muero. Y siempre cuanto vivieres haré lo que tú quisieres si merced hacerme quieres. Carcelero, no te tardes que me muero.

[Biblioteca Real, MS II – 1335, Madrid]

(1505)

Amancio Prada: No te tardes que me muero;

Canciones de Amor y Celda; 1979; Pista 1


02 - Yo sé, Olalla, que me adoras ANTONIO —Yo sé, Olalla, que me adoras, puesto que no me lo has dicho ni aun con los ojos siquiera, mudas lenguas de amoríos. Porque sé que eres sabida, en que me quieres me afirmo, que nunca fue desdichado amor que fue conocido. Bien es verdad que tal vez, Olalla, me has dado indicio que tienes de bronce el alma y el blanco pecho de risco. Mas allá entre tus reproches y honestísimos desvíos, tal vez la esperanza muestra la orilla de su vestido. Abalánzase al señuelo mi fe, que nunca ha podido ni menguar por no llamado ni crecer por escogido. Si el amor es cortesía, de la que tienes colijo que el fin de mis esperanzas ha de ser cual imagino. Y si son servicios parte de hacer un pecho benigno, algunos de los que he hecho fortalecen mi partido. Porque si has mirado en ello, más de una vez habrás visto que me he vestido en los lunes lo que me honraba el domingo. Como el amor y la gala andan un mesmo camino, en todo tiempo a tus ojos quise mostrarme polido.

Dejo el bailar por tu causa, ni las músicas te pinto que has escuchado a deshoras y al canto del gallo primo. No cuento las alabanzas que de tu belleza he dicho, que, aunque verdaderas, hacen ser yo de algunas malquisto. Teresa del Berrocal, yo alabándote, me dijo: «Tal piensa que adora a un ángel y viene a adorar a un jimio, merced a los muchos dijes y a los cabellos postizos, y a hipócritas hermosuras, que engañan al Amor mismo». Desmentíla y enojóse; volvió por ella su primo, desafióme, y ya sabes lo que yo hice y él hizo. No te quiero yo a montón, ni te pretendo y te sirvo por lo de barraganía, que más bueno es mi designio. Coyundas tiene la Iglesia que son lazadas de sirgo; pon tú el cuello en la gamella: verás como pongo el mío. Donde no, desde aquí juro por el santo más bendito de no salir destas sierras sino para capuchino. Miguel de Cervantes: Don Quijote de la Mancha (I, 11) (1605) Versiones: Espliego e Luis Pastor: Yo sé Olalla; Nunca fuera caballero; 2005; Pista 2


03 - A la dana dina A la dana dina, a la dina dana a la dina dana, Se単ora divina; a la dina dana Reina Soberana. Quienquiera que sea la que hoy ha nacido, que el suelo ha vestido de verde librea, Egipto la vea su bella gitana, a la dina dana Reina Soberana; a la dana dina Se単ora divina. Quienquiera que tiene tanto alto valor, que a sembrar amor a la tierra viene, pues Dios la previene y el sol la encamina, a la dana dina, Se単ora divina; a la dina dana Reina Soberana. Lope de Vega: La madre de la mejor, Acto III尊, Baile de gitanos (1615) Versiones: Alberto Cortez: A la dana dina. Poemas y canciones, vol.2; 1968; pista 7


04 - Amor de ciudad grande De gorja son y rapidez los tiempos. Corre cual luz la voz; en alta aguja, Cual nave despeñada en sirte horrenda, Húndese el rayo, y en ligera barca El hombre, como alado, el aire hiende. ¡Así el amor, sin pompa ni misterio Muere, apenas nacido, de saciado! Jaula es la villa de palomas muertas Y ávidos cazadores! Si los pechos Se rompen de los hombres, y las carnes Rotas por tierra ruedan, no han de verse Dentro más que frutillas estrujadas! Se ama de pie, en las calles, entre el polvo De los salones y las plazas; muere La flor el día en que nace. Aquella virgen Trémula que antes a la muerte daba La mano pura que a ignorado mozo; El goce de temer; aquel salirse Del pecho el corazón; el inefable Placer de merecer; el grato susto De caminar de prisa en derechura Del hogar de la amada, y a sus puertas Como un niño feliz romper en llanto; Y aquel mirar, de nuestro amor al fuego, Irse tiñendo de color las rosas, Ea, que son patrañas! Pues ¿quién tiene Tiempo de ser hidalgo? ¡Bien que sienta, Cual áureo vaso o lienzo suntuoso, Dama gentil en casa de magnate! O si se tiene sed, se alarga el brazo Y a la copa que pasa se la apura! Luego, la copa turbia al polvo rueda, Y el hábil catador-manchado el pecho De una sangre invisible-sigue alegre Coronado de mirtos, su camino! No son los cuerpos ya sino desechos, Y fosas, y jirones! Y las almas No son como en el árbol fruta rica En cuya blanda piel la almíbar dulce En su sazón de madurez rebosa, Sino fruta de plaza que a brutales


Golpes el rudo labrador madura! ¡La edad es ésta de los labios secos! De las noches sin sueño! ¡De la vida Estrujada en agraz! ¿Qué es lo que falta Que la ventura falta? Como liebre Azorada, el espíritu se esconde, Trémulo huyendo al cazador que ríe, Cual en soto selvoso, en nuestro pecho; Y el deseo, de brazo de la fiebre, Cual rico cazador recorre el soto. ¡Me espanta la ciudad! Toda está llena De copas por vaciar, o huecas copas! ¡Tengo miedo ¡ay de mi! de que este vino Tósigo sea, y en mis venas luego Cual duende vengador los dientes clave! ¡Tengo sed; mas de un vino que en la tierra No se sabe beber! ¡No he padecido Bastante aún, para romper el muro Que me aparta ¡oh dolor! de mi viñedo! ¡Tomad vosotros, catadores ruines De vinillos humanos, esos vasos Donde el jugo de lirio a grandes sorbos Sin compasión y sin temor se bebe! Tomad! Yo soy honrado, y tengo miedo! José Martí: Versos libres (1878-1882) Versiones: Pablo Milanés: Amor de ciudad grande; Versos de José Martí; 1973; Pista 8


05 - Pegasos Tournez, tournez, chevaux de bois Verlaine

Pegasos, lindos pegasos, caballitos de madera... Yo conocí siendo niño, la alegría de dar vueltas sobre un corcel colorado, en una noche de fiesta. En el aire polvoriento chispeaban las candelas, y la noche azul ardía toda sembrada de estrellas. ¡Alegrías infantiles que cuestan una moneda de cobre, lindos pegasos, caballitos de madera!. Antonio Machado: Soledades, Galerías y otros poemas (1907) Versiones: Adolfo Celdrán: Pegasos; Jarmizaer, Jarmizaer; 2001; Pista 9


06 - Alegra titiritero Alegra titiritero, la noche con tu tambor. ¡El sendero tiene las ramas en flor! la luna tras la montaña. asoma su cabeza muerta… La cabaña ha cerrado ya su puerta. Por el valle duerme Aurora, Noche va por el camino; lejos llora el corazón del molino. ¡Campos verdes, noches bellas, para el llanto y para el velo! Las estrellas tiemblan también en el cielo. Alegra titiritero, la noche con tu tambor. ¡El sendero tiene las ramas en flor! Juan Ramón Jiménez: Saltimbanquis, acto IIº, escena Vª; Teatro de ensueño (1905) Versiones: Amancio Prada: Alegra titiritero; De la mano del aire; 1984; Pista 7


07 - Niña morena y ágil Poema 19

Niña morena y ágil, el sol que hace las frutas, el que cuaja los trigos, el que tuerce las algas, hizo tu cuerpo alegre, tus luminosos ojos y tu boca que tiene la sonrisa del agua. Un sol negro y ansioso se te arrolla en las hebras de la negra melena, cuando estiras los brazos. Tú juegas con el sol como con un estero y él te deja en los ojos dos oscuros remansos. Niña morena y ágil, nada hacia ti me acerca. Todo de ti me aleja, como del mediodía. Eres la delirante juventud de la abeja, la embriaguez de la ola, la fuerza de la espiga. Mi corazón sombrío te busca, sin embargo, y amo tu cuerpo alegre, tu voz suelta y delgada. Mariposa morena dulce y definitiva como el trigal y el sol, la amapola y el agua. Pablo Neruda: 20 poemas de amor y una canción desesperada (1924) Versiones: Loquillo: Niña morena y ágil; La vida por delante; 1994; Pista 9


08 - Canción de cuna para despertar a un negrito Una paloma cantando pasa: -¡Upa, mi negro, que el sol abrasa! Ya nadie duerme, ni está en su casa; ni el cocodrilo ni la yaguaza, ni la culebra, ni la torcaza...

Coco, cacao, cacho, cachaza, ¡upa, mi negro, que el sol abrasa! Negrazo, venga con su negraza. ¡Aire con aire, que el sol abrasa!

Mire la gente, llamando pasa; gente en la calle, gente en la plaza; ya nadie queda que esté en su casa... Negrón, negrito, ciruela y pasa, salga y despierte, que el sol abrasa, diga despierto lo que le pasa... ¡Que muera el amo, muera en la brasa! Ya nadie duerme, ni está en su casa. Nicolás Guillén: La paloma de vuelo popular (1958) Versiones: Los Lobos: Coco cacao; Vientos del pueblo; 1972; Pista 5


09 - Antes de amarte, amor Soneto XXV

Antes de amarte, amor, nada era mío: vacilé por las calles y las cosas: nada contaba ni tenía nombre: el mundo era del aire que esperaba. Yo conocí salones cenicientos, túneles habitados por la luna, hangares crueles que se despedían, preguntas que insistían en la arena. Todo estaba vacío, muerto y mudo, caído, abandonado y decaído, todo era inalienablemente ajeno, todo era de los otros y de nadie, hasta que tu belleza y tu pobreza llenaron el otoño de regalos. Pablo Neruda: Cien sonetos de amor (1959) Versiones: Pedro Guerra: Antes de amarte, amor; Neruda en el corazón; 2004; Pista 3


10a - Quiénes se amaron como nosotros Soneto XCV

¿Quiénes se amaron como nosotros? Busquemos las antiguas cenizas del corazón quemado y allí que caigan uno por uno nuestros besos hasta que resucite la flor deshabitada. Amemos el amor que consumió su fruto y descendió a la tierra con rostro y poderío: tú y yo somos la luz que continúa, su inquebrantable espiga delicada. Al amor sepultado por tanto tiempo frío, por nieve y primavera, por olvido y otoño, acerquemos la luz de una nueva manzana, de la frescura abierta por una nueva herida, como el amor antiguo que camina en silencio por una eternidad de bocas enterradas. Pablo Neruda: Cien sonetos de amor (1959) Versiones: Estrella Morente: ¿Quiénes se amaron como nosotros? (Sonetos XCV e XCVI)*; Neruda en el corazón (VVAA); 2004; DVD, Pista 18

*[La versión musical de Estrella Morente se completa con el poema Pienso, esta época en que tú me amaste (Soneto XCVI), de la obra de Pablo Neruda, Cien sonetos de amor]


10b - Pienso, esta época en que tú me amaste Soneto XCVI

Pienso, esta época en que tú me amaste se irá por otra azul sustituida, será otra piel sobre los mismos huesos, otros ojos verán la primavera. Nadie de los que ataron esta hora, de los que conversaron con el humo, gobiernos, traficantes, transeúntes, continuarán moviéndose en sus hilos. Se irán los crueles dioses con anteojos, los peludos carnívoros con libro, los pulgones y los pipipasseyros. Y cuando esté recién lavado el mundo nacerán otros ojos en el agua y crecerá sin lágrimas el trigo. Pablo Neruda: Cien sonetos de amor (1959) Versiones: Estrella Morente: ¿Quiénes se amaron como nosotros? (Sonetos XCV e XCVI)*; Neruda en el corazón (VVAA); 2004; DVD, Pista 18

*[La versión musical de Estrella Morente está precedida del poema Quienes se amaron como nosotros (Soneto XCV), de la obra de Pablo Neruda, Cien sonetos de amor]


11 - Canción del gitano apaleado Veinticuatro bofetadas. Veinticinco bofetadas; después, mi madre, a la noche, me pondrá en papel de plata. Guardia civil caminera, dadme unos sorbitos de agua. Agua con peces y barcos. Agua, agua, agua, agua. ¡Ay, mandor de los civiles que estás arriba en tu sala! ¡No habrá pañuelos de seda para limpiarme la cara! Federico García Lorca: Escena del Teniente Coronel de la Guardia Civil; Poemas del Cante Jondo (1921) Versiones: El último ke cierre: Canción del gitano apaleao; ¡Ay, de mí!; 2003; Pista 2


12 - Cásida de las palomas oscuras Por las ramas del laurel vi dos palomas oscuras. La una era el sol, la otra la luna. «Vecinita», les dije, «¿dónde está mi sepultura?» «En mi cola», dijo el sol. «En mi garganta», dijo la luna. Y yo que estaba caminando con la tierra por la cintura vi dos águilas de nieve y una muchacha desnuda. La una era la otra y la muchacha era ninguna. «Aguilitas», les dije, «¿Dónde está mi sepultura?» «En mi cola», dijo el sol. «En mi garganta», dijo la luna. Por las ramas del laurel vi dos palomas desnudas. La una era la otra y las dos eran ninguna. Federico García Lorca: Diván del Tamarit (1940) Versiones: Marta Gómez: Casida de las palomas oscuras; El corazón y el sombrero; 2011; Pista 6


13 - Relieves Rendición: relieves. ¡Qué míos, qué puros Todos! Uno a uno Resaltan, ascienden. Castillo en la cima, Soto, raso, era, Resol en la aldea, Soledad, ermita. En el río, niña, Niña el agua verde, Señorón el puente, Y la aceña en ruinas. La tarde caliza Que fue polvareda Se extrema, se entrega. Diáfanas vistillas. ¡Oh altura envolvente! Rondan los vencejos Sin cesar. ¡Oh cercos! Posesión: relieves. Jorge Guillén: Cántico (1950) Versiones: Candeal: Relieves; Campo grande; 1996; Pista 13


14 - Cerca del agua te quiero llevar Cerca del agua te quiero llevar porque tu arrullo trascienda del mar. Cerca del agua te quiero tener porque te aliente su vívido ser. Cerca del agua te quiero sentir porque la espuma te enseñe a reír. Cerca del agua te quiero, mujer, ver, abarcar, fecundar, conocer. Cerca del agua perdida del mar que no se puede perder ni encontrar. Miguel Hernández: Cancionero y romancero de ausencias (1958) Versiones: Joan Manuel Serrat: Cerca del agua; Hijo de la luz y de la sombra; 2010; Pista 7


15 - Menos tu vientre Menos tu vientre, todo es confuso. Menos tu vientre, todo es futuro fugaz, pasado baldĂ­o, turbio. Menos tu vientre, todo es oculto. Menos tu vientre, todo inseguro, todo postrero, polvo sin mundo. Menos tu vientre, todo es oscuro. Menos tu vientre claro y profundo. Miguel HernĂĄndez: Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941) (1958) Versiones: Silvio RodrĂ­guez: Menos tu vientre; Cuba le canta a Serrat (VVAA); 2005; CD 1, Pista 7


16a - De La Habana ha venido un barco De mi ventana huye el barco venido ayer de La Habana. ¡Saltemos del lecho al barco, lucero de la mañana! Al pasar por tu azotea, me echarás una naranja y un zapatito de oro, lleno de almendras y agua. ¡A las Antillas me voy por unas mares de menta amarga! Rafael Alberti: Marinero en tierra (1925) Versiones: Alfredo Arrebola: Salinero (Alegrías de Cádiz)*; Tríptico poético; 1999; Pista 6

* [La versión musical de Alfredo Arrebola se completa con el poema Salinero de Rafael Alberti, también de su obra Marinero en tierra]


16b - Salinero ...Y ya estarán los esteros rezumando azul de mar. ¡Dejadme ser, salineros, granito del salinar! ¡Qué bien, a la madrugada, correr en las vagonetas llenas de nieve salada, hacia las blancas casetas! Dejo de ser marinero, madre, por ser salinero. Rafael Alberti: Marinero en tierra (1925) Versiones: Alfredo Arrebola: Salinero (Alegrías de Cádiz)*; Tríptico poético; 1999; Pista 6

* [La versión musical de Alfredo Arrebola está precedida por el poema De La Habana ha venido un barco de Rafael Alberti, también de su obra Marinero en tierra.]


17 - Canción marinera Todos somos marineros, marineros que saben bien navegar. Todos somos capitanes, capitanes de la mar. Todos somos capitanes y la diferencia está sólo en el barco en que vamos sobre las aguas del mar. Marinero, marinero; marinero... capitán que llevas un barco humilde sobre las aguas del mar... marinero... capitán... no te asuste naufragar que el tesoro que buscamos, capitán, no está en el seno del puerto sino en el fondo del mar. León Felipe: Ganarás la luz (1943) Versiones: Arturo Hortas e Monte Solo: Canción marinera; Agua; 2007; Pista 18


18 - Igual que vosotros Desesperadamente busco y busco un algo, qué sé yo qué, misterioso, capaz de comprender esta agonía que me hiela, no sé con qué, los ojos. Desesperadamente, despertando sombras que yacen, muertos que conozco, simas de sueño, busco y busco un algo, qué sé yo dónde, si supieseis cómo. A veces me figuro que ya siento, qué sé yo qué, que lo alzo ya y lo toco, que tiene corazón y que está vivo, no sé en qué sangre o red, como un pez rojo. Desesperadamente, le retengo, cierro el puño, apretando al aire sólo... Desesperadamente, sigo y sigo buscando, sin saber por qué, en lo hondo. He levantado piedras frías, faldas tibias, rosas, azules, de otros tonos, y allí no había más que sombra y miedo, no sé de qué, y un hueco silencioso. Alcé la frente al cielo: lo miré y me quedé, ¡por qué oh Dios!, dudoso: dudando entre quién sabe, si supiera qué sé yo qué, de nada ya y de todo. Desesperadamente, esa es la cosa. Cada vez más sin causa y más absorto qué sé yo en qué, sin qué, oh Dios, buscando lo mismo, igual, oh hombres, que vosotros. Blas de Otero: Ángel fieramente humano (1950) Versiones: Hilario Camacho: Igual que vosotros; A pesar de todo; 1972; Pista 3


19 - Bolero para Gil de Biedma A ti te ocurre algo, yo entiendo de estas cosas, hablas a cada rato de gente ya olvidada, de calles lejanísimas con farolas a gas, de amaneceres húmedos de huelgas de tranvías. A ti te ocurre algo, yo entiendo de estas cosas, cantas horriblemente, no dejas de beber y al poco estás peleando por cualquier tontería, yo que tú ya arrancaba a que me viera el médico pues si no un día de éstos en un lugar absurdo en un parque, en un bar o entre las frías sábanas de una cama que odies te pondrás a pensar, a pensar, a pensar y eso no es bueno nunca... ...porque sin darte cuenta te irás sintiendo solo igual que un perro viejo sin dueño y sin cadena, te pondrás a pensar, a pensar, a pensar y eso no es bueno nunca. A ti te ocurre algo, yo entiendo de estas cosas. José Agustín Goytisolo: Antología personal (1997) Versiones: Silvia Comes e Lídia Pujol: Bolero para Jaime Gil de Biedma; Al entierro de una hoja seca van dos caracoles; 2000; Pista 8.


20 - El mundo que yo no viva El mundo que yo no viva lo pensé como cosa extraña, como arca de maravilla. Ay de mi vida. Allí ¿sonará la lluvia junto al fuego las noches frías? ¿Tendrá Agosto en el río barcas? Y tú ¿la gentil sonrisa? ¿Durará en el papel que siembro la negra flor de la tinta? Ay de mi vida. ¿Será posible que vengan los amigos y que "Era" digan "un hombre, y te quiso mucho" y "Mucho" llorando digas? Es el mundo que no conozco, Atlántida sumergida. Ay de mi vida. Allí las palmeras echan esmeraldas. Allí las crías del delfín esmeraldas pacen. Allí no hay noche ni día: cuando ordeñan a los rebaños, de púrpura el mar se agría, Ay de mi vida. Más limpio que agua de oro es el mundo que yo no viva: no hay naves de arar espumas ni arado para las viñas; el gran árbol le da su fruto al que el nombre del fruto diga. Ay de mi vida. Ese mundo no es el mío: es el tuyo: el que en tus pupilas hundido está desde siempre

y no lo alcanza mi vista. A ese mundo quisiera entrar, antes que suene la hora —ay— de mi vida. Agustín García Calvo: Canciones y soliloquios (1976) Versiones: María Dolores Pradera e Amancio Prada: El mundo que yo no viva; Esencia de mujer; 2000; CD3 Pista 12.


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