Malisia La Revista #6

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MALISIALIBROS

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MALISIAEDITORIAL

REVISTAMALISIA - AÑO 1 #6 | DIC 2018

Editorial: Hay orden de no aflojar [pág. 2] // Reseñas: El que compone no baila. Un estudio de la composición de música para danza en la escena platense, de Ramiro Mansilla Pons por Mariana Sáez [pág. 4] // El brillo de mi descendencia, de Rosina Lozeco por Juan Delaygue [pág. 5] // Dossier Mujeres y Edición: El año de las mujeres por Celeste Diéguez [pág. 8] // Especial Latitudes: Brasil. Expresividades por Cecilia Arbolave y João Varell, editorxs de Lote 41 [pág. 12] // Francia. Lo común-editorial. Tránsitos entre La Plata y Bretaña por Verónica Stedile Luna [pág. 15] // La Liebre Dorada y la edición actos. Pequeños saltos a través de la meseta por Marie Audran [pág. 16] // Perfiles: NpL por Celicia Szperling [pág. 18] // Documento de Lxs trabajadorxs de la palabra [pág. 19] //


Colectivo editorial Verónica Stedile Luna Leonel Arance Juliana Celle Pablo Amadeo Agustín Arzac Agustina Magallanes Francisco Magallanes

Colaboradorxs Celeste Diéguez Cecilia Szperling Juan Delaygue Mariana Sáez Marie Audran

Fotografía Leonel Arance Correcciones Gustavo Paolini Diseño Pablo Amadeo

Diagonal 78 #506 Tel: 221 - 4212946 facebook/revistamalisia facebook/malisialibros facebook/malisiaeditorial


HAY ORDEN DE NO AFLOJAR

EDITORIAL

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x Mariana Sáez El que compone no baila. Un estudio de la composición de música para danza en la escena platense Ramiro Mansilla Pons Papel Cosido (Facultad de Bellas Artes, UNLP) La Plata / 2018.

El que toca no baila”, enuncia un dicho popular. Y en esas cinco palabras, en ese saber tradicional condensado, se anudan unos cuantos prejuicios. Quizás el más evidente es que “el que toca” es un varón. Y no se trata aquí de un pronombre masculino que se supone inclusivo: la ejecución instrumental y la composición en la música popular han sido terrenos mayoritariamente acotados a los hombres. Por contraposición, la danza ha sido históricamente una práctica femenizada, lo que implica que el placer de bailar sería cosa de mujeres, o en todo caso, de varones homosexuales. Por otra parte, afirmar que quien toca no baila, implica también una cierta definición acerca de la danza, vinculada a la belleza y el virtuosismo. Ambas cuestiones funcionan articuladamente excluyendo a los músicos tanto de la experiencia del bailar como de la danza como hecho estético escénico. Hace unos días fui a ver “Diario de otra bailarina. Ensayo literario sobre la imposibilidad de la danza” dirigida por Leonardo Basanta e interpretada por Mariana del Mármol. Durante toda la obra la bailarina permanece de pie, hablándonos a los espectadores, leyéndonos fragmentos de los posibles guiones de la obra que no fue. Podríamos decir que permanece quieta y no: habla, gesticula, mueve sus manos, balancea su cuerpo, busca entre sus papeles. “Si hay cuerpo, espacio, tiempo y energía, entonces es danza. Acá hay cuerpo, espacio, tiempo y energía. Por lo tanto esto es danza”, nos dice. Retoma así los elementos básicos del movimiento, pero desde una ontología de la quietud que se distancia del hipercinetismo coreográfico de la modernidad, tal como fue caracterizado por André Lepecki. ¿Qué es entonces la danza y cómo es entonces bailar?, es una de las preguntas que deja en el aire la obra y que resuena ahora en la lectura del libro de Ramiro Mansilla Pons pero reformulada desde la perspectiva de un músico. Componer música para danza, ¿es bailar?

Calle 5 #1289 e/58 y 59 La Plata (1900) Bs. As. (221) 530 1721 quevesgrafica@gmail.com Qué ves? Gráfica

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RESEÑAS


Buscando correrse del formato más académico propio de la Tesis de Maestría que le dio origen, “El que compone no baila” recorre las prácticas de composición de música para danza contemporánea en la escena platense de la última década (y vale decir que lo hace en un lenguaje accesible y ameno, en un texto ATP y ATR). Partiendo de la imposibilidad de que el análisis de la música para danza se restrinja a la conformación de acordes, a la escala utilizada o a la orquestación, Mansilla Pons propone incluir la coreografía, el movimiento, como elementos constitutivos de esas composiciones musicales. En concordancia, su trabajo de investigación incluye análisis musical y coreográfico y entrevistas tanto con les compositores como con les coreógrafes de las obras seleccionadas. En este diálogo recorre y analiza las trayectorias formativas y los conocimientos que se ponen en juego en la composición musical y en la comunicación entre coreógrafes y compositores; las estrategias, características y modos de trabajo del proceso compositivo; las características estructurales de las músicas analizadas prestando especial atención a las fuentes sonoras y al lugar dado a la improvisación; y las características discursivas, contenido y funcionalidad de las piezas compuestas. De este modo logra dar cuenta de la composición musical para danza contemporánea platense como “una práctica colectiva e interdisciplinar con características singulares, rica en procedimientos compositivos y estéticos”. Una práctica en la que predomina la ejecución musical en vivo, trayendo aparejada la presencia escénica de les músiques y el trabajo coreográfico en torno a ella. De allí el título del libro. Los músicos no bailamos / Ya habrás oído decir / Gracias de todos modos / Y gracias por insistir, cantaba Jorge Drexler por el 2004. Afortunadamente, diez años después supo contradecirse y bailar (La idea es eternamente nueva. / Cae la noche y nos seguimos juntando / a bailar en la cueva), poniendo de manifiesto las transformaciones en las prácticas y representaciones en torno a la música y a la danza a las que venimos asistiendo en los últimos tiempos. “El que compone no baila” emerge en este contexto, sitúandose en un campo transdisciplinar y en cierto modo transgenerizado. En la hibridez entre la música -una práctica históricamente masculinizada- y la danza -históricamente feminizada. Un contexto en el que, como nos dice su autor, “felizmente, el que compone, cuando toca –a veces– baila.”

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mprender la lectura de El brillo de mi descendencia es como internarse en un territorio virgen. Este comentario va a ser, por esto, una especie de transcripción del itinerario de ese recorrido; más la anotación de un viaje que la reseña de una lectura, porque eso es lo que creo que conforman los textos que integran el libro de Rosina Lozeco: el movimiento de un cuerpo que avanza por un terreno que se adentra más allá del alcance de la vista. 1. La primera parte del libro se llama “El brillo”, y el texto que abre esta parte inicia de esta forma: “Camino las veredas de las casas/ siguiendo el camino…”. La lectura sigue este movimiento, siguiendo a la voz que sigue ese camino, y camina a la par. Lo primero que experimenta el cuerpo al ingresar en ese espacio es la sensación de un calor húmedo y pesado. Y quiero ser literal: se trata de una sensación física lo que produce esta lectura. Acá el clima se muestra en sus indicios: los split que derraman en la vereda “las lluviecitas del confort de los ricos”, que forman el camino que sigue la voz en ese primer poema cuyo inicio mencioné; el “desasosiego” atemperado de la madre que lee en el borde de la pileta mientras el hijo juega en el agua; las postales del patio; el recuerdo de una tarde de sudestada con las bicicletas en las manos y la lluvia a punto de caer. Esos indicios del mundo funcionan con potencia porque se limitan a sugerir, a la manera en que lo hace un haiku. Pero, modulados por la tradición de una voz –la del litoral– se trata de una oscilación entre el haiku y el chamamé. RESEÑAS

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Estas imágenes no están nunca quietas. Son postales en movimiento, se abren en la dimensión del tiempo proyectando la historia de esos lugares, una historia que se entrelaza con el pasado y el futuro de la voz del poema, es decir, la familia. El diccionario define la palabra brillo en tanto “luz que refleja o emite un cuerpo”. Pienso que el brillo en estos poemas es más bien el reflejo de una luz que no es de uno sino de todos y todas las que conforman esa familia. Por eso, en la descendencia que se nombra en el título también aparecen en la forma del reflejo los antepasados, como un río del cual se van desprendiendo distintos brazos. Y acá la imagen del río es importante. 2. El brillo del poema es también el resplandor del tiempo, donde el texto funciona como una superficie reflectante que devuelve la imagen de los elementos de una época. Son estos elementos los que delinean el contorno de lo que, desde cierto lugar, se ha dado en denominar “grieta”, y que en este libro bien podría pensarse en la forma del lecho de un gran río que levanta sedimentos de ambas orillas y los entrega en su desembocadura como pequeñas noticias de la historia, que son los poemas. Así, en una de las orillas, queda la estructura circular del afecto: la abuela que la llevaba a la plaza “en su bici amarilla”, el abuelo de las “manos curtidas”, el padre que está cada día más parecido a su propio padre, el hijo que juega en la pileta y los amigos alrededor de “la mesa de chapa”. Del otro lado quedan los “diarios nerviosos pidiendo/ conciliación, perdón y concordia”, todo lo que es muerte (“los milicos llevándose/ hasta lo último que tenía (el abuelo)/ y también llevándoselo a él”) y también todo lo que es privilegio (ahí vuelven a aparecer “las lluviecitas del confort de los ricos” del primer poema). 3. La segunda parte del libro, de este territorio que recorremos, se llama “El fetiche”, y abre con un poema que aclara: “No es que yo sea/ una fanática del río,/ es que la poesía del litoral se ahoga/ en su propio fetiche”. Acá aparece otra dimensión del brillo que despunta en el poema. Se trata, en ese caso, de una declaración de principios, sí, pero además es el brillo de una inteligencia del texto y de la voz, que puede leerse a sí misma con distancia, lo suficientemente segura de sí misma como para declarar ‘yo me adscribo a esta corriente’, a este brazo del río. Y aunque ya todos sepamos que un río nunca es igual a sí mismo, en cierto sentido este es el mismo río que mencionaba antes: el que separa esas dos orillas, la de la vida y la de la muerte. La idea del fetiche tiene una historia: el fetichismo de la mercancía, según Marx, es una condición que esconde el carácter social que existe detrás de los objetos y los lugares, su historia y su trabajo. 6

Reseñas

Ahora retomo un camino que ya anduve: veo con otros ojos los split en las veredas del primer poema del libro, “las lanchas con conservadoras llenas” que pasan en el poema “Gringos cavando” y, sobre todo, esos “gringos cavando” del título. La imagen que abre ese texto son unas “uñas negras” que “resaltan/ en lo plateado del remo” a bordo de un kayak, una imagen que sugiere algo más: el trabajo detrás de esa imagen, su carácter social. Esos pibes que pasan con conservadoras llenas por el arroyo remontan el fetiche de una diversión de clase. Pero por debajo del agua la voz del poema todavía puede desenterrar “la fuerza/ de los gringos cavando” que hicieron “este arroyo a pala/ sin saber la magnitud/ que podría alcanzar algún día”. El brillo del poema reinstaura siempre la dimensión histórica del territorio que recorremos en la lectura. 4. Para salir de este territorio seguimos el camino del poema “El ritmo del Ubajay”, donde la voz y la visión del texto emprenden caminos separados pero paralelos. Así, la voz parece estar remontando el cauce del río que da nombre al poema, serpentea en recodos y destella el brillo de la correntada en la secuencia de rimas que, vuelvo otra vez con lo mismo, suenan a la música del litoral. Por su parte, la visión construye el paisaje yendo tras de los pasos de “un carpincho (que) camina/ buscando tierras altas”, que “va escribiendo/ con sus patas cortas/ este poema, pisoteando/ y yo un poco más atrás:/ él pisoteando, sin miedo,/ y yo un poco más atrás”. El poema como huellas de erráticas de un animal por la orilla del río, pequeños indicios de algo que no se deja leer. En ese poema aparece finalmente todo el ecosistema del “humedal ribereño”: las cotorras, el camalotal, el ibirá pitá, el yacaré, el benteveo, y con sus nombres se manifiesta también otra dimensión del brillo de la lengua. La voz nos acompaña con su serpenteo en el camino de salida del paisaje (y del libro), mientras la visión se interna y se pierde en ese paisaje. Yo me quedo, sin embargo, con el final de un texto que no es el texto final del libro. Son los últimos tres versos del poema “Excursiones”, que creo que conforman un conjunto tan redondo como un haiku: Acampamos en la isla dejamos el fuego apenas prendido para que las vacas no choquen la carpa.

x Juan Delaygue El brillo de mi descendencia Rosina Lozeco Club Hem La Plata / 2018



ElAÑODELASMUJERES CELESTEDIÉGUEZ

La llegada de Diciembre siempre es tentadora en cuanto a balances se refiere. Escribo esta nota pensando en los avances y retrocesos de un 2018 que sin dudas será recordado como un año muy importante para el movimiento feminista en nuestro país. El debate por el aborto legal no solo fue el evento legislativo del año, sino que movilizó a la sociedad entera, impulsándola a tomar posición, a revisar prejuicios y creencias. Más allá del resultado de la votación de un Senado que no supo acompañar este movimiento social, me gusta pensar que este debate terminó de consolidar un movimiento que viene traccionando- desde hace 33 años con los Encuentros de Mujeres, Ni una menos, los paros de mujeres y las colectivas feministas que se multiplican por todo el país- los cambios necesarios que nuestra sociedad ya está lista para transitar y gestionar, de lo privado a lo público y de lo público a lo privado. Una de las experiencias que nacieron al calor del debate por el aborto legal, fue Martes Verde, una acción poético política ideada y coordinada por las poetas María Alicia Gutiérrez y Juana Roggero que consistió en lecturas de poesía acompañando desde la calle lo que sucedía dentro del Congreso. Ese caudal confluiría luego en la Colectiva #poetasporelderechoalabortolegal integrada hoy por 300 poetas de todo el país y cuya primera representación material fue la antología Martes Verde, pensada como herramienta y registro pero además como una forma de colaborar con la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. El libro M.V está integrado por las 53 poetas que leyeron esos meses y fue editado de manera colectiva por poetas editoras de distintos proyectos: Paisanita, Viajera, El ojo del mármol, Presente, Gog & Magog, Mi gesto Pank, Color pastel, Pánico el 8

DOSSIER MUJERES Y EDICIÓN | PARTE 3


Pánico, Op.cit y Club Hem. Todo el tiempo que duró el debate y la votación de la ley I.V.E, se desarrollaron diversas actividades en todo el país y en otros lugares del mundo donde las mujeres se solidarizaban con la lucha argentina. Una de las más llamativas fue la “Operación Araña”; Melina Varnavoglou nos cuenta esa experiencia: “Una de las cosas que más me gratificó hacer con M.V fue coordinar la intervención “Operación Araña” convocada por Ni una Menos y las metrodelegadas. Apenas salido de imprenta y horas antes de presentarlo, nos reunimos en la estación Los Incas, rebautizada “Deseo” y por unas horas “interrumpimos voluntariamente” todas las líneas de subte de CABA, una auténtica agrit-pop feminista. Con el libro en alto, la poeta más joven de nosotras empezó a correr por el pasillo gritando, dos chicas del secundario se recitaron una a la otra un poema lésbico, en la cara de los pasajeros varones leímos poemas eróticos; con un megáfono y una visceralidad que todavía me atraviesa, Andi Nachon leyó “Oración” de Adrienne Rich. Al salir a la superficie nos esperaba un sol radiante y más y más compañerxs. Me fui sola pero como en el poema de Rich era una soledad que tuvo la gracia de arder y arder con otras.” Meses después M.V sigue ardiendo para recordarnos que no estamos solas, que somos muchas y que esto sigue; “El intercambio fue emocionante, alguien tomaba el libro y se replicaban las voces de las poetas en las voces de otras mujeres que leían al azar un poema” cuenta Vale De Vitto quien fue a presentarlo a Cnel. Dorrego y Villa Ventana junto a Flor De Felippe o como dice la poeta Marcela Manuel: “M.V es una experiencia intensa, de respeto, de mucho movimiento intergeneracional. Lo llevamos a todas partes, rueda por festivales, universidades, espacios cultura-

les, clubes, plazas, ferias, barrios, el conurbano, el país, cruzó el atlántico, la cordillera, miró el pacífico, los mares del norte. Es una celebración de nuestro compromiso con la poesía, un aporte concreto a la larga lucha que viene desarrollando la Campaña y es definitivamente una de las experiencias más hermosas de las que soy parte.” Es que el feminismo produce sentidos no sólo cuestionando privilegios y reclamando derechos, genera además nuevas formas de organización y de acción que ponen mucho cuidado en no replicar la estructura que se quiere hacer caer. La reflexión sobre las formas que adopta nuestra práctica es constante. No hay recetas, porque justamente, hay que revisar todo; las verdades van surgiendo de la experiencia y de las necesidades en un camino compartido .Después del #8A, la Colectiva organizó una asamblea; la poeta Carolina Giollo nos cuenta como fue: “Al ver cómo iba creciendo la Colectiva decidimos armar una asamblea para poder conversar sobre lo organizativo, los recursos que había, las acciones a seguir, sobre todo porque nos dimos cuenta que la lucha estaba empezando a darse no solamente en la calle, sino también en el plano simbólico. Una de las primeras cosas que decidimos fue armar comisiones de acuerdo a las distintas tareas en las que pudiéramos participar desde nuestra experiencia, conocimientos y capacidades. En estas comisiones no hay una dirección, se organizaron los recursos, se acordaron algunas pautas; pero a partir de esa estructura cada poeta se maneja con su propio criterio sintiéndose acompañada por la Colectiva. Una horizontalidad donde cada una aporta lo que puede desde sus tiempos, ganas y recursos. En este proyecto trabajamos con una visión abierta, horizontal, reconocemos que todas tenemos algo para dar y que es en el diáEL AÑO DE LAS MUJERES

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logo y el encuentro con la otra donde crecemos. Se demostró que se puede trabajar en red viniendo de ámbitos diversos; la presencia en las actividades depende de lo que cada una puede en cada momento, pero hay un estado de sororidad permanente y eso permite que no se estanque el funcionamiento, que siempre esté fluyendo; que es lo que necesita justamente una causa como el reclamo por el aborto legal.” Y de la fluidez nos habla Mónica Rosenblum: “Lo que pasa con M.V es casi mágico. Hace poco tuve la suerte de presentar el libro en Berlín y también se dio de una forma increíble: yo estaba por hacer un viaje a Alemania y cuando pregunté si había algunos M.V para llevar, me habló Caro Bartalini y me dijo que también iba a estar en Berlín para la misma fecha y que estaba gestionando presentar el libro ahí; todo fluyó muy fácilmente. Entonces presentamos juntas M.V en Berlín y fue como si ya lo hubiésemos hecho cien veces. Y esto yo lo relaciono mucho con la impronta de M.V .El libro en sí es un bien, en todos los sentidos de esta palabra; es un bien porque te hace bien, es un bien material y es fácil de narrar, de leer y de presentar, porque es una creación colectiva que habla por sí sola. Entonces pienso que todo lo que rodea a MV es alegría, un dispositivo polifónico, coral, que al abrirlo en cualquier página es como poner play y las voces cantan y creo que son voces también que cantan al son de estos tiempos, en un movimiento que arrancó y vino para quedarse, que no va a parar, que trasciende lo legislativo, lo ejecutivo y lo judicial y más allá de que sabemos que un día va a ser ley, creo que M.V también nos alegra porque es acción y concreción y además es portátil, es transmisible, es lo que sabemos hacer y es una manera que hemos encontrado de estar juntas en esta realidad.” Y si pensamos esta lucha como el derecho a decidir sobre el propio cuerpo, sabemos que esta es solo una de las cuestiones alrededor de esa autonomía tan negada. Vanina Colagiovanni, reflexiona :“Para mi M.V es uno de los modos que encontramos para visibilizar la problemática de género; más allá de la discusión por el aborto legal, hay un montón de cuestiones asociadas como la identidad de género, la desigualdad económica ,la violencia, el femicidio; y todas juntas componen un combo letal. En estos últimos días vimos el fallo que deja libres a los asesinos de Lucía Pérez y los condenan por tráfico de drogas y no por femicidio ; la justicia que tenemos es claramente patriarcal y hay que seguir visibilizando esta desigualdad y esta injusticia. Creo que M.V

es una manifestación más de esta problemática y que por eso tenemos que seguir. Más allá de la discusión por el aborto legal, los pañuelos verdes creo que engloban mucho.” Escribo esta nota a dos días de un fallo misógino, en el que la complicidad patriarcal dejó sin condena a los asesinos de Lucía Pérez, cuyo brutal asesinato fue uno de los que impulsó el primer Paro Nacional de Mujeres en 2016. El fallo de los jueces se dio a conocer paradójicamente, en el marco del Día Internacional de Lucha contra la Violencia hacia las Mujeres. El mensaje del patriarcado es muy claro. Poder Judicial, Legislativo y Ejecutivo, alineados para castigar, disciplinar y someter los cuerpos de las mujeres, que aún en el siglo XXI son considerados materia moldeable del deseo masculino. Hay mucho por hacer, esto no empieza ahora; viene de largas luchas y hacia la lucha va. Pero este año quedó claro que el movimiento de mujeres no se va a detener hasta lograr la autonomía e igualdad de derechos en todas y cada una de las áreas de la vida humana. Como dice Andi Nachon: “Creo que M.V fue una manera que tuvimos las poetas de decir presente, de apoyar el proyecto de ley, de acompañar a la Campaña. En un año sumamente difícil y arduo, plagado de momentos oscuros e injustos; M.V y la Campaña por la legalización del aborto fueron un resquicio y una posibilidad. Creo que ese punto de encuentro desde un acuerdo, desde el feminismo, desde reconocernos mujeres que escribimos u otres que escribimos, generó un espacio de alianza que ya no tiene retroceso más allá de lo que pasó después en Senadores. Y mirando hacia adelante; me parece que tendríamos que llevar todos estos proyectos a los colegios; ese es el lugar donde ahora hay que acompañar y apuntalar; para que sea ley y para que en cierto punto logremos socavar y hacer caer estas leyes patriarcales que nos asfixian y que no es el mundo que queremos, ni para nosotres, ni para nuestros hijes, ni para nadie, en realidad.” El feminismo propone un mundo mejor para todxs. Estamos en eso.

EL AÑO DE LAS MUJERES

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EXPRESIVIDAD GRÁFICA

CECILIA ARBOLAVE Y JOÃO VARELL EDITORXS DE LOTE 41 Si en unos años algún historiador, antropólogo o lector curioso se interesara por investigar el momento editorial brasileño actual, encontraría señales contradictorias. Por un lado, una crisis inmensa después de que las dos principales cadenas de librerías, que concentran 40% del mercado, entraran recientemente en convocatoria judicial con deudas que superan los US$ 5 millones. Una inmensa incertidumbre asusta a las editoriales, que al no tener claro cuáles serán los próximos pasos, se ven inundadas por un pesimismo agudo. Por otro lado, una generación joven de artistas y editores que encara el libro impreso como un campo de posibilidades expresivas. Hace unos años, cuando esta suerte de movimiento independiente empezó, las publicaciones independientes parecían experimentos aislados y parte de un universo restringido. Eran artistas que se autopublicaban, diseñadores explorando límites, editores aprendiendo a editar. Muchos no venían de la tradición del libro y sí de las artes visuales, del diseño y del periodismo. A su vez, como varios de ellos no vivían exclusivamente de sus publicaciones, la libertad para decidir qué publicar también era significativa. Los presupuestos acotados llevaban a tiradas pequeñas, que a su vez posibilitaron una experimentación que un libro comercial ni sueña en alcanzar. Con sus formatos osados, variedad de materiales, encuadernaciones diferentes, las publicaciones comenzaron a abordar temáticas que casas editoriales convencionales probablemente no encararían. 12

ESPECIAL LATITUDES | BRASIL


Hoy ese movimiento ganó legitimidad. Muchos proyectos editoriales ya están más estructurados y con propuestas más claras de catálogo. Varios realizan tiradas que superan mil ejemplares, mientras están los que se valen de impresión por demanda. Algunas editoriales combinan técnicas digitales con soluciones artesanales. Otras prefieren mantener bajas tiradas, pero explorar técnicas manuales de impresión, priorizando la expresividad de la tinta sobre el papel. Y también están las que juegan con los materiales y proyectos gráficos para agregar nuevos sentidos a las obras. La literatura aquí va de la mano de las artes visuales, borrando límites y con una producción cada vez más difícil de definir – sin que eso sea necesariamente un problema. Esa multiplicidad de voces impresas también encontró su público en las ferias de publicaciones. Son eventos que generalmente responden a una lógica similar: hay una convocatoria pública, postulaciones y una curaduría que realiza un recorte de editores. Quien organiza la feria tiene a su cargo la responsabilidad de moldear un microuniverso temporario de propuestas autorales y generar un espacio de intercambio. Los catálogos están distribuidos de forma democrática sobre mesas, acompañados por sus editores, quienes cuentan las historias de cada libro, explican sus decisiones y, tal vez sin darse cuenta, estimulan un público en formación, interesado en entender la trastienda editorial. EXPRESIVIDAD GRÁFICA

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Hay algo poético en esas ferias. Todos están reunidos alrededor de la misma actividad intelectual, artística y económica. Por más diferentes que sean sus catálogos, las editoriales tienen más afinidades que diferencias. Y pueden aprender algo nuevo con esa convivencia. En cinco años, se generó un circuito consistente de eventos en diferentes ciudades, como San Pablo, Rio de Janeiro, Porto Alegre, Salvador y Brasília, entre tantas otras. Cada uno va encontrando su estilo: desde ferias periódicas que resultan en un encuentro anual, como el caso de Ecêntrica, en Goiânia, hasta proyectos itinerantes que recorren diferentes ciudades de una región, como la Feira Cria, que ya pasó por João Pessoa, Natal y Recife, en el nordeste de Brasil. En nuestro caso, organizamos anualmente la feria Miolo(s) en la Biblioteca Mário de Andrade, la segunda biblioteca pública más grande del país. En portugués, “miolo” es el interior de una publicación y también el interior de la cabeza, por lo tanto el nombre sugiere diferentes formas de pensar el libro. Desde 2014, la institución abrazó la idea de reunir en sus pasillos a más de 150 artistas y editores que al final del evento donan sus publicaciones a una colección de la biblioteca que ya lleva cinco años y es testigo de este movimiento de arte impreso. También hemos realizado tres ediciones de Tinta Fresca, en el Espacio Cultural Porto Seguro, un evento que no sólo reúne editores en una feria sino también presenta una serie de experiencias gráficas para que el público pueda vivenciar técnicas de impresión como serigrafía, xilografia, tipografia, entre otras. Una experiencia empírica que ayuda a formar público, entrenar la mirada, entender mejor la producción de un libro y, en última instancia, darle más valor a las publicaciones independientes. Ese circuito de ferias probó que hay un público considerable interesado y abierto a pensar el li-

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ESPECIAL LATITUDES | BRASIL

bro de una forma diferente. No son pocos los casos de personas que después de frecuentar una feria decidieron zambullirse en la edición y, un tiempo después, estaban del otro lado de la mesa. Pero las ferias como espacio de circulación tienen una desventaja intrínseca: son breves. Como respuesta a ese carácter efímero surgieron espacios fijos para que el público pueda encontrar esas publicaciones de forma constante. La Banca Tatuí, por ejemplo, un puesto de diarios en San Pablo que creamos con nuestra editorial Lote 42 en 2014, hoy reúne a más de 180 editoriales y proyectos independientes. Con una arquitectura original y un techo que en eventos se transforma en palco para conciertos en la calle, conseguimos atraer a un público que no frecuenta librerías y que pasó a interesarse por libros y arte gráfico. Este año inauguramos en la misma calle la Sala Tatuí, un espacio para cursos, una librería a puertas cerradas y también nuestra oficina. Otras iniciativas encabezadas por editoriales pequeñas, como Rizoma, un ómnibus antiguo transformado en librería, o Ugra Press, un espacio de fanzines y cómics alternativos, muestran cómo la creatividad no sólo está en las publicaciones impresas sino también en las estrategias para la circulación. Han surgido también librerías que valorizan esta nueva generación de editores y no se rinden a lógicas convencionales como Livraria da Rua en Belo Horizonte, Palavrear en Goiânia, Livraria Taverna en Porto Alegre y Tapera Taperá en San Pablo. Y los libros también empezaron a circular por lugares donde antes no se veían, como tiendas de diseño y cafés. 2018 termina con más interrogantes que certezas para el mundo editorial. Pero en medio de tanto pesimismo, la escena independiente parece renovar un poco el aire y traer una nueva mirada hacia el libro. Esperemos las escenas de los próximos capítulos.


LO COMÚN-EDITORIAL TRÁNSITOS ENTRE LA PLATA Y BRETAÑA por Verónica Stedile Luna

“Una partida siempre es un punto/ Éste es rojo”, dice Chantal Bideau, editora de Travesías, proyecto bretón, migrante, de acciones poético-políticas[1]. Encontrarse en el norte de Francia, entre una mesa de pocos libros, con un título que habita la biblioteca platense de nuestras casas es un azar feliz; pero encontrar ahí también imágenes entremezcladas que piden por la libertad de Milagro Sala o que fueron tomadas en la Biblioteca Del Otro Lado del Árbol de La Plata, nos dice algo sobre las redes, los tránsitos y la conformación de proyectos editoriales que se arman como proyectos de intervención artística. Editoriales–acto cuyos libros son a la vez una puesta en página y el encuentro físico-humano que le dio lugar. « Cada edición es una aventura que comienza por una acción artística » (« Chaque édition est une aventure qui commence le plus souvent par une action artistique »), dice Chantal Bideau, y caracteriza su proyecto como recorrido por pequeñas ciudades, regiones de talleres de edición, encuentros, lecturas en bibliotecas, escuelas y centros penitenciarios. Cada libro se trata de dar a ver, hacer archivo con la comunidad. Travesías es el nombre de un conjunto de acciones y colecciones como “La casa de cartón” –serie de libros cartoneros, bilingües– que se trama entre un viaje a Buenos Aires, sigue por el resto 1 https://www.travesias.fr/editions-2 LO COMÚN - EDITORIAL

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de América Latina, vuelve a Brest y retorna a este lado del Atlántico. Textos entre el swahili y lingala, el francés y el bretón, el español, el croata, traducciones, ediciones bilingües, escritos que ponen en relación las experiencias de mujeres en cárceles de Argentina y la región bretona en Francia, las escuelas ; libros de cartón, bordados, impresos en digital y en serigrafía. En esa diversidad se constituye un proyecto que es editorial y acto de intervención a la vez. Designación de extensiones imaginarias, encuentros insospechados entre territorios distantes. No casualmente la editorial La Liebre Dora[2] da nace también entre la escala platense de su editora, Marie Audran, y su colaboración con las traducciones de « La casa de cartón » en Travesías. Proyectos que empujan proyectos, reagrupan fuerzas, y superponen colectivos. Editorial fanzinera, novísima, también bretona, también migrante, La Liebre Dorada publicó su primer libro Jardín de invierno, de Valentina Sandoval, en noviembre de 2018, en español, francés y bretón.

2 https://www.facebook.com/LaLiebreDorada/ 16

ESPECIAL LATITUDES | FRANCIA

LA LIEBRE DORADA y la edición-acto. Pequeños saltos a través de la meseta por Marie Audran “La liebre dorada” es el cuento que abre el libro La furia de la autora argentina Silvina Ocampo. Una liebre perseguida y luego rodeada por sus enemigos –un grupo de perros– logra burlarse de ellos performando la inmovilidad, el mimetismo, la duplicidad y se zafa en un gesto de fuga poética. La Liebre es subversiva y discreta; practica una resistencia poética y respira una rebelión alegre y pícara. Es mutante, liminal, disidente, trans, pero sobre todo…inasible. Salvaje –sin domesticar–, traza sin parar líneas de fuga y desborda a cada instante haciendo su territorio mil mesetas. Es en ese salto que radica nuestro dispositivo editorial; en esa meseta, su territorialidad; en esa carrera hacia adelante, su dirección que es puro movimiento. La velocidad transformadora de la liebre arrastra en su carrera todas las letras de su significante para desbordarlo y crear nuevos: la liebre deviene libre deviene libro. Si “un libro no tiene objeto ni sujeto, está hecho con materias diversamente formadas, de fechas y de velocidades muy diferentes (…) En un libro encontramos de todo, hay líneas de articulación o de segmentaridades, de estratos, de territorialidades; pero también líneas de fuga, de movimientos de desterritorialización y de destratificación” (Deleuze, 1976: 9-10). La liebre en la meseta se hace libro en mil mesetas.


Los libros me llevaron a Argentina y Argentina me abrió a otros libros, otras textualidades, otras lenguas, otras escrituras, otras personas, otras formas de relacionarme y crear comunidades. De vuelta a Bretaña quise tratar de encontrar una forma o un dispositivo para concretar la posibilidad de una comunidad más allá de la lejanía Argentina-Bretaña, castellano-francés-bretón, un punto de articulación que pudiera ser a la vez de fuga entre esos países, literaturas, paisajes, lenguas y personas. La Liebre surgió como la posibilidad de articular todo esto transformándolo en otra cosa que no fuera la suma de cada cosa. Cada publicación se transforma en un acontecimiento donde el libro publicado se desplaza fuera de sí : se organiza una bouquineada[3] – una suerte de carnaval orgía creativa– donde el texto publicado sale del libro y se lee en voz alta en varios idiomas reanudando con las tradiciones orales mediante las cuales un cuento puede pasarse y metamorfosearse en miles de versiones. Festejamos y le hacemos “carnis levare” al libro: lo sacamos de su encuadernación y saqueamos nuestro trabajo editorial para que el texto sea apropiado o expropiado por la comunidad de liebres inspiradas. El bar se vuelve taller salvaje de escritura y dibujo mientras se toma una copa, se charla, se baila entre desconocidos y conocidos. La gente se sienta un rato en la máquina de escribir. El ruido del tecleo se mezcla con la música. Gente dibuja. Una mujer toma papel y birome y escribe en la barra; un niño elige colores mientras su amiga prueba la máquina…etc. Un hombre mayor lee un texto colgado del hilo donde cada uno va poniendo y fundiendo su creación entre las demás y se siente a escribir. La única consigna: crear de manera colectiva el fanzine OFF: dar su versión, su continuación, su inspiración propia del texto publicado. El hilo de creaciones desarma la forma libro y lo hace conjunto de pedazos colgados de forma aleatoria, horizontal, mezclada, superpuesta donde se van acumulando – en los espacios vacíos – nuevos textos, nuevas formas siguiendo la lógica del rizoma. “Se sustrae lo único de la multiplicidad a constituir” (Deleuze): se escribe a n-1 del texto publicado. Cada bouquineada genera entonces un fanzine salvaje creado por la comunidad de liebres en el acto: el libro se vuelve acontecer; la editorial: una entidad y una fábrica tomada por los usuarios. Así, un texto escrito en español puede transformarse en un texto bretón que puede transformarse en un dibujo y un lector puede volverse 3 Bouquiner en francés significa a la vez : leer y copular (para una liebre).

escritor de un texto que se vuelve archivo de una obra por venir. La Liebre desordena las categorías temporales, territoriales y los estatutos de autor/lector, profesional/amateur y los estatutos de lenguas oficiales/regionales-minoritarias hacia lo inesperado, lo inédito. Ahí se coloca el gesto editorial: en este equilibrio entre articulación y fuga; en materializar el devenir en libros aceptando desbordes posibles y que cada libro siempre pueda dar lugar a más libros. La Liebre llega entonces a ser una forma de pensar y hacer comunidad desde la experiencia. En acto. Pensando la comunidad como una entidad siempre abierta y porosa que se crea como tal desde el vacío/el intervalo/la distancia entre cada uno (Nancy). Intenta materializar ese pensar la comunidad como entidad inacabada (Bataille), sin fundación, una comunidad “que viene”, sin destino ni propiedad (Agamben), que “desborda” (Rancière) en que “cualquier persona” (Agamben, Rancière) puede manifestarse como sujeto poético –y siempre político. Si la comunidad tal como la vivimos –la comunidad “policial” (Rancière) satura la relación entre los cuerpos y sus significados; la comunidad de Liebres tiende a crear esos intervalos que abren la posibilidad de la creación.

El archivo que viene Cada libro es un disparador de archivos para un libro a venir. La Liebre genera su propio archivo y pone en movimiento las textualidades que constituyen su catálogo. Tanto como la publicación IN zafa de su condición de “original” carnavalizada en la bouquineada, el archivo OFF zafa de su condición de “pasado” para hacerse archivo activo, archivo que viene. La Liebre necesita del IN (el libro publicado) para deshacerlo y generar el OFF (el fanzine salvaje). La comunidad de liebres crea su propio archivo en expansión. La idea es que cada año, como un ritual, se pueda hacer un libro nuevo a partir del catálogo IN-OFF que no fuera una suma de cada cosa sino “otra” Liebre que emerge de la meseta. El concepto de catálogo se modifica entonces: se explota en varias ramas y queda atravesado por un movimiento que lo transforma, lo expande, lo hace archivo y a la vez obra por venir. El estatuto de la editorial no es fijo tampoco: se desplaza, se burla de sí mismo, se desborda, se deja ocupar y tomar. En definitiva, su mayor intención es ser un disparador de actos, de acontecimientos, de deseos y crear las condiciones de posibilidad de constituir una comunidad de liebres libres en la meseta-libro. LA LIEBRE DORADA

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NpL x Cecilia Szperling “Nació como una célula dentro de Nosotras proponemos, el colectivo feminista de artistas visuales. Nos sumamos a sus acciones en el Museo Nacional de Bellas Artes (apagar la iluminación de los cuadros de pintores y dejar solo con iluminados los de pintoras), en la semana del 8M se hizo esta acción todos los días de 18 a 18:30, un museo en tinieblas. Luego participamos en la explanada del MALBA recitando “Por qué grita esa mujer” de Susana Thenon y así surgió nPliteratura. Al compromiso de NP de 37 puntos para el ámbito del arte le sumamos el compromiso de 10 puntos para el ámbito de la literatura y el campo intelectual”. “Es una asamblea abierta compuesta por escritoras, poetas y académicas; más de 300 han firmado nuestro compromiso. De momento el grupo que organiza está conformado por Gabriela Cabezón Cámara, Cecilia Szperling, Valentina Vidal, Florencia Abbate, Lucía de Leone, Claudia Aboaf, María Inés Krimer, Fernanda García Lao, Gabriela Luzzi, Mercedes Araujo, Clau Sobico, como grupo central. Por supuesto para las acciones se suman muchas colegas y a la vez articulamos con otros colectivos además de con NP, como NiUnaMenos, MartesVerde, Colectivo de Editoras, Actrices Argentinas, Periodistas argentinas“. “La búsqueda es la equidad entre mujeres y hombres en el campo literario y cultural. Desde la ocupación de cargos directivos en editoriales, revistas, suplementos culturales, la igualdad de paga en la industria, la igualdad de puesta en valor, la equidad en paneles en delegaciones, la equidad en el canon literario, la equidad en los programas literarios de participación de escritoras, en la cantidad de reseñas, en los espacios de prensa de las editoriales, en la gestión cultural, la curaduría de

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PERFILES

espacios culturales y literarios, presencia de libros de autoras en las bibliotecas nacionales y de las ciudades, apoyar las causas de equidad ante la ley como la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo, solidaridad, comprensión de los lapsos de interrupción por maternidad“. “En nuestro caso nuestras acciones fueron en 8M, a lo largo de toda la campaña en los escenarios de lecturas, en diputados adhiriendo con nuestra firma al discurso de Claudia Piñeiro y a la solicitud de la aprobación de la ley, en el hall del teatro San Martín, en Pegatina Poética alrededor del Congreso, en el encuentro de la Colectiva en Berlín, en Karne Kunst, en la FilFem. También existe el NPSaoPaulo. Hemos estado en acciones a ritmo de una por semana desde febrero a septiembre de este año”. “Estamos hablando con la Feria del Libro y con Coñaripe para llevar acciones y tener presencia en esos espacios. Las escritoras ponemos el cuerpo, fue lo único que pude articular al iniciar la campaña y la firma histórica de la carta en las que nos juntamos escritoras, poetas, editoras de todas las edades y sectores. A nuestro corpus de palabras, libros y artículos le sumamos el cuerpo biológico. Con frío, con lluvia, con cansancio, siempre estuvimos en la calle. Esa frase se encarnó. Cobró vida. El final con la no aprobacion de la ley y la aparición de una derecha evangelizadora y teocrática inédita e inesperada fue un duro golpe. Creo que estamos decantando lo que pasó y ya volvemos a tener fuerza”. “¿Si la política va a poder hacerle lugar al feminismo y a las mujeres? ¿Si esa fuerza va a encontrar un espacio único o se va a desdoblar? Está por verse. Lo que es claro es que somos muchas y ya sabemos que hay conquistas con las que no vamos a transar”. http://nosotrasproponemos.org/np-literatura/


Documento Lxs trabajadorxs de la palabra x Lxs trabajadorxs de la palabra Lxs trabajadorxs de la palabra somos librerxs, editores, periodistas culturales, traductores y escritores. El sector en el que trabajamos está en crisis. La caída del salario diezmó las ventas de libros teniendo como consecuencia, en muchos casos, el cierre de librerías. El aumento en los costos de producción, a partir de la devaluación y la dolarización del precio del papel, daña los planes editoriales y conlleva una menor cantidad de libros publicados y de trabajos asociados a la producción del libro. Toda la cadena de valor está precarizada. Desde correctores hasta autores, pasando por el diseño, la diagramación, la impresión y la venta. A lo que se suma la falta de políticas públicas de incentivo o regulación y la apertura de importaciones. Los espacios culturales, que en muchas ocasiones funcionan como promotores de lectura y con los que trabajan editoriales y escritores, están cerrando. Los planes editoriales no sólo deben achicarse, también se vuelven cada vez más conservadores teniendo que postergar la publicación de autorxs nuevxs, nuevos géneros y nuevos formatos que garantizan la bibliodiversidad. Además, el precio del libro está cada vez más inaccesible para grandes sectores de nuestra sociedad. El Estado, como productor de libros, bajó en 2016 y fue casi inexistente en 2017. En el mismo sentido, el Estado como comprador de libros (para, por ejemplo, fortalecer el ya raquítico Plan de Lectura Federal) cayó un 12% en 2016 y apenas si subió algún punto en 2017.

Sabemos que esta crisis no es nuestra. Es una crisis de proporciones nacionales y sociales que afecta a trabajadores, jubilados y desempleados. Con todxs ellxs nos sentimos solidarios. El mismo Estado que desmantela programas culturales es el que ajusta, reprime y desguaza la educación, la ciencia, la tecnología y la salud. No queremos pensar la lectura -y su principal herramienta, el libro- como un lujo. No nos van a obligar a pensar que tenemos que elegir entre el subsidio para comer o la promoción de la lectura. La contradicción entre lo urgente y lo necesario es falsa. Lxs trabajadorxs de la cultura producimos valor y con nuestras remuneraciones llevamos la comida a nuestras casas. Somos parte de una industria que mueve 700 millones de dólares al año. Hay miles de puestos de trabajo en juego. De forma directa o indirecta. Exigimos que se retomen los programas de lectura que transforman al Estado en un agente de demanda vital para la supervivencia de muchas editoriales pequeñas y medianas. Acompañamos la iniciativa de la Unión de Escritoras y Escritores que exige una Ley del Libro que valorice y respalde el trabajo de lxs escritores, y que coordine políticas para la industria del libro en general. Exigimos planes de fomento, becas e incentivos para los diferentes actores de la cadena productiva que promuevan las publicaciones y el acceso a los libros. Exigimos la regulación del precio del papel para lograr un costo razonable, especialmente para las editoriales emergentes para garantizar la bibliodiversidad. PERFILES

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