Ecuador final

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Patricio Raffo

Ponencias del 1º y 2º Encuentro Internacional de Escritores Babahoyo, Ecuador – Agosto 2011 y 2014





BABAHOYO, ECUADOR AGOSTO 2011-2014 Patricio Raffo



“EL APORTE DEL RELATO ERÓTICO AL DESARROLLO LITERARIO”

PRIMER ENCUENTRO INTERNACIONAL DE ESCRITORES Babahoyo, Ecuador – Agosto 2011



Se miran, se presienten, se desean, se acarician, se besan, se desnudan, se respiran, se acuestan, se olfatean, se penetran, se chupan, se demudan, se adormecen, se despiertan, se iluminan, se codician, se palpan, se fascinan, se mastican, se gustan, se babean, se confunden, se acoplan, se disgregan, se aletargan, fallecen, se reintegran, se distienden, se enarcan, se menean, se retuercen, se estiran, se caldean, se estrangulan, se aprietan se estremecen, se tantean, se juntan, desfallecen, se repelen, se enervan, se apetecen, se acometen, se enlazan, se entrechocan, se agazapan, se apresan, se dislocan, se perforan, se incrustan, se acribillan, se remachan, se injertan, se atornillan, se desmayan, reviven, resplandecen, se contemplan, se inflaman, se enloquecen, se derriten, se sueldan, se calcinan, se desgarran, se muerden, se asesinan, resucitan, se buscan, se refriegan, se rehúyen, se evaden, y se entregan. Oliverio Girondo (1891-1967) / Texto 12, Espantapåjaros, 1932. PR • 7



Introducción “El erotismo es la aprobación de la vida hasta la muerte” George Bataille

Hablar de erotismo es hablar del propio gesto más puro y libre. Habar de erotismo es hablar del propio gesto impactando, como un terciopelo incandescente, en el deseo del otro. Hablar de erotismo es hablar del gesto que nos identifica, del gesto interior que nos nombra cuando el placer es parte del otro.

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Hablar de erotismo es hablar de la libertad de los sentidos. Hablar de erotismo es hablar de la capacidad de expresar la libertad de los propios sentidos en la libertad de recepción del otro. Hablar de erotismo es hablar de la capacidad de expresar la libertad de los propios sentidos en la libertad de uno mismo cuando uno es el otro. También es importante significar o proponer, como uno de los posibles enunciados introductorios de esta ponencia, que el erotismo es una vía absolutamente capaz para el conocimiento del uno mismo a través del reflejo sensorial en el otro. Ya adentrándonos plenamente en la relación entre el erotismo y la literatura, quisiera que quedara en nosotros, como epílogo de esta breve introducción, la idea de que “El erotismo es al individuo lo que la poesía es al lenguaje, es decir que el erotismo es una metáfora de la sexualidad”.

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La vida: ese resumen de actos eróticos

Podría pensarse que el primer acto erótico de nuestras vidas es el contacto con el seno de nuestra madre: esa primera succión que ejercemos, intuitivamente, para alimentarnos. Pero no, ese no es el primer acto erótico en el que nos vemos involucrados, ese es el primer acto sexual en el que nos vemos involucrados. El contacto físico entre nuestra boca y el pezón de nuestra madre es un acto profundamente sexual, refiere a uno de los tantos modos de fusión de los cuerpos. El mutuo conocimiento, al unísono, de la textura del otro cuerpo, de su temperatura, de su latido y el saber de la reacción del otro cuerpo a través del contacto con el propio es un acto de bella iniciación sexual.

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El primer acto erótico que nos involucra es la canción de cuna de nuestras madres. A través de esa canción de cuna, nos vemos cautivados, embelezados y abandonados a esa ensoñación y nos dejamos llevar por esa nueva e inevitable persuasión erótica. Interesantísimo resulta analizar o pensar que una de las primeras sensaciones con el mundo exterior, al nacer, además del cálido, fundacional y definitivo contacto con los brazos de nuestra madre, es una sensación erótica a través del erótico acto de nuestra madre al arrullarnos. Hay una magnífica película de Nikita Mikhalkov: Ojos negros (1987) con Marcello Mastroianni, Yelena Sofonova y Silvana Mangano. Está basada en varios cuentos de Antón Chejov (1860-1904), entre los cuales está “La dama del perrito” que refiere al amor oculto entre un tal Gurov y una tal Anna, ambos casados. Relata Chejov: “El entonces la miró fijamente y de pronto la abrazó y la besó en los labios, percibiendo el olor y la humedad de

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las flores, pero en seguida miró asustado a su alrededor para cerciorarse de que nadie les había visto. Vamos al hotel, dijo en voz baja. Y ambos se pusieron en marcha rápidamente” En la película Mastroianni es Romano Patroni, un camarero de barco que relata su vida a un eventual oyente entre las mesas alzadas del restaurante, después del almuerzo, en ese crucero de placer. Le refiere que supo estar casado con una mujer adinerada a la que ya no ama y que, en una ocasional casa de campo conoció a Anna, una mujer rusa, la dama del perrito, también casada, de la que se enamora profundamente y a quién va a buscar de modo tan incansable como alocado a Rusia hasta hallarla y presentarse en su casa. Sobre el final de la película hay una escena impresionante en la que Romano Patroni hace un resumen de su vida, dice: “Si el Padre Santo me preguntase qué recuerdo de mi vida le diría: la canción de cuna de mi madre, el rostro de mi esposa la primera vez que hicimos el amor y los campos llenos de bruma de Rusia.”

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Esta revelación no es más que el resumen del erotismo manifestado en lo sensorial y a lo largo de la vida de ese hombre. Inclusive pueden notarse las diferentes fases del erotismo y la soberbia enunciación del deseo al nombrar los campos llenos de bruma de Rusia y no nombrar a Anna. Romano Patroni recuerda los gestos del erotismo dejados por esas mujeres como un aroma imborrable. La canción de su madre, la imagen del rostro de su esposa y la búsqueda de Anna. Antón Chejov no escribía relatos eróticos. Anaïs Nin si escribía relatos eróticos. “Se levantó y colocó un largo espejo junto a la ventana. Lo puso de pie, apoyándolo en una silla. Luego, mirándolo, se sentó frente a él, sobre la alfombra, y abrió lentamente las piernas. La vista resultaba encantadora. El cutis era perfecto, y la vulva rosada y plana. Mathilde pensó que era como la hoja del árbol de la goma, con la secreta leche que la presión del dedo podía hacer brotar y la fragante humedad que evocaba la de las conchas marinas. Así

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nació Venus del mar, con aquella pizca de miel salada en ella, que sólo las caricias pueden hacer manar de los escondidos recovecos de su cuerpo.” Extracto del cuento “Mathilde” de “Delta de Venus”

Anaïs Nin (1903-1977) nació en Paris y murió en Los Ángeles. En su estancia en Nueva York escribió por encargo cuentos eróticos junto a Henry Miller, rondando los años ´40. Es interesante observar que Anaïs Nin tiene una particularidad: no se limitó a incluir el erotismo en una novela o en una historia sino que focalizó la atención completa en eso, en el erotismo. Para ello había sido contratada y para ello se le recriminaba, cada tanto, que se dejase “de poesía” y que se focalizara en el erotismo. De manera tal que escribió cuentos eróticos, construidos con ese fin. Como las “Casas de tolerancia” de principio del siglo pasado en la ciudad de Rosario, Argentina. A principios del siglo pasado la prostitución en la ciudad de Rosario tenía un desarrollo particular, podría hablarse de más de 10.000 prostitutas en una población de 192.278 habitantes sobre el año 1.910,

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siendo más del 60 % de género masculino. Las autoridades, por aquellos años, sintieron la necesidad de dar un orden a ese desorden prostibulario y relegaron esas actividades a una zona barrial determinada. Insólitamente denominada Pichincha, ya que su calle principal llevaba este nombre en honor a una de las batallas fundamentales de la liberación hispanoamericana aquí en Ecuador. Esta zona barrial o barrio tiene la particularidad de que sus “Casas de tolerancia” fueron construidas a tales fines, es decir que no fueron adaptadas, fueron arquitectónicamente pensadas para que en ellas habitara el erotismo. Como ocurrió con los cuentos de Anaïs Nin, que magistralmente construyó cuentos para que en ellos habitara el erotismo.

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El poder del erotismo o el erotismo del poder

Dalmiro Sáenz es un escritor argentino sumamente prolífico y exitoso nacido en Buenos Aires en 1906. Ha escrito innumerables libros en los cuales el erotismo tiene un espacio peculiar. “Había un olor a jazmines en ese balcón y olor a mujer en las manos del Coronel Villegas. La música de los valses en el salón grande de los Mejía giraba bajo los caireles temblorosos de la enorme araña. Los pechos de Clara eran grandes y blancos; la primera vez que la oscura mano de Villegas se había instalado en uno de ellos, la palma áspera quedó unos instantes inmovilizada ante la prepotencia de su deslumbrante suavidad, pero después

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lo apretó lo suficientemente fuerte como para que la preciosa boca de Clara se abriera de estupor.” Este extracto pertenece al libro “Malón blanco”. Clara Funes es la esposa del General Julio Argentino Roca (Presidente de la República Argentina entre 1898 y 1904), a quién ella admira y detesta, y tiene como amante al Coronel Conrado Villegas (1841-1884), hombre de batallas marcadas en el cuerpo. “Las cicatrices de su piel dibujaban unas formas de encaje muy diferentes al encaje de Bruselas de las fundas y del borde de las sábanas”. Ella, Clara Funes, se siente atraída por la inteligencia de Roca, su esposo, pero, físicamente, se siente atraída por ese cuerpo marcado por las batallas batalladas por Villegas. Villegas se siente atraído por Clara Funes, que es la mujer del General Roca, y por todo lo que ella representa, pero se siente atraído, también, por el cuerpo de gama negra de otra mujer, una mujer llamada Cipriana.

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“Ella mordisquea el cuello de él como un cachorro simulando una pelea. Su lengua recorre una a una cada herida y cuando llega a la mas reciente, la que Pincén había dibujado en el muslo del Coronel, su boca desciende sobre ella como una plegaria”. Cipriana era una de las mujeres del Cacique Pincén, quién la recibió como ofrenda de otra de sus mujeres. En cierta ocasión, cenando con Dalmiro Sáenz, tuve oportunidad de comentar con él esta cadena de erotismo y poder que había armado, en su libro, entre el General Roca, Clara Funes, el Coronel Villegas y Cipriana, la gama negra, una de las mujeres de Pincén. Le digo, Dalmiro vos hacés coger a Clara por poder con Roca pero por placer con Villegas y hacés coger a Villegas por poder con Clara Funes pero por placer con la Cipriana y a la Cipriana con Pincén por obediencia. Estás haciendo una cadena de erotismo y poder entre los personajes de la novela. Dalmiro Sáenz levanta la vista del plato y, antes de meterse otro bocado de comida en la boca, me mira y me responde sencillamente ¿sabés que no me había dado cuenta?

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Esta fantástica respuesta nos muestra que el erotismo en la literatura no es más que el erotismo que llevamos dentro y que el detalle erótico es parte de una trama mucho más compleja. Somos el erotismo. Somos el estupendo gesto de ensoñación que generamos para el otro. Somos ese genuino gesto nuestro impactando libremente en los sentidos del otro. Enuncia Bataille que somos seres discontinuos y que lo que nos separa es un abismo y que ninguna comunicación podrá o será capaz de suprimirlo. Me atrevo a preguntar si el hecho de sentir al unísono ese abismo que nos separa a unos de otros, el hecho de sentir en común el vértigo de ese abismo, esa fascinación que encarna a la muerte misma, no es el erotismo. Y me pregunto, además, y sugiero que hagan suya esta pregunta ¿si no somos el erotismo, si no somos el asomarnos al unísono a los abismos que nos separan, si no somos el vértigo de nuestros abismos comunes: qué es lo que somos?

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El erotismo censurado

Si el erotismo es uno de los más preciosos ejercicios de la libertad debemos considerar que existe el opuesto, es decir el no ejercicio de esa libertad. Y una de las formas del no ejercicio es su prohibición, es decir la prohibición del erotismo o el seccionamiento de ese ejercicio de libertad o la censura, total o parcial, del mismo. En principio deberíamos significar que el erotismo, la noción de erotismo o el modo de plasmar el erotismo, es absolutamente dinámico y se encuentra delimitado por los esquemas intelectuales de las épocas y de las culturas. No resulta pensable el mismo erotismo para el mundo musulmán que para el católico así como no resulta pensable un mismo erotismo para la cultura

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oriental que para la cultura occidental. Tampoco, obviamente, es pensable el erotismo de hace 500 años comparado con el actual o el de 200 años atrás, ni siquiera es pensable el erotismo sin la variabilidad de los últimos años en el inconciente colectivo. Es por este modo dinámico, a través del cuál se plasma el erotismo, que resulta fundamental poner el acento en la necesaria e imprescindible libertad que lo encarna. Es válido, también, observar que, por encima de las variables que se mencionan, el erotismo depende de cada individuo. ¿Son mis respuestas a estímulos eróticos necesariamente las mismas que para el resto de la gente? ¿Son mis actitudes eróticas necesariamente las mismas que las del resto de los individuos? En definitiva podría decirse que el ejercicio del erotismo, si bien depende de los infinitos factores sociales y culturales que nos condicionan como sociedad, es de-

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pendiente de las libertades individuales. El erotismo depende del grado de libertad que logremos en nosotros mismos ya sea para recibir o brindar esos fantásticos estímulos. ¿Estoy al tanto de los grados de libertad logrados conmigo mismo? ¿He tenido la capacidad de expandir estos grados de libertad con el devenir de los años y las experiencias? ¿He dado libertad a la libertad de imaginación para que construya dentro de mí las figuras eróticas necesarias para poder expresar y recibir el erotismo con cabal exactitud de que el horizonte de la erótica, como todo horizonte, no es más que un límite que se aleja a medida que nos acercamos a él? El erotismo no es el destino, no es el puerto de llegada, el erotismo es el viaje. Edwin y yo nos masturbábamos de ocho a nueve en clase de aritmética. Y de cuatro a cinco en la de Historia Patria. El de él

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era idéntico a su cara. Pícaro y sonriente. Con el glande torcido como su peinado. Él semiacostado en la última banca del salón y yo en la contigua. Con vaselina o crema dental. Cuando ocurría lo mejor guardábamos el semen en un libro. Con fecha “para cuando pasen los años y nos querramos acordar Gómez Jattin” como él decía. Recordándonos siempre Raúl Gómez Jattin, poeta Colombiano (1945-1997)

He enunciado desde el comienzo de esta ponencia la relación fundamental que existe entre el erotismo y la libertad. Pero es necesario verbalizar la obvia referencia que la literatura tiene como herramienta fundamental a la palabra, por lo que, no resulta dificultoso, inclusive pensemos que resulta absolutamente imprescindible, trazar una línea de relación, también, entre la libertad y la elección de las palabras a utilizar en un texto.

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¿Tenemos la libertad tan plenamente desarrollada como para que la elección de un término no se vea contaminado por las circunstancias sociales? ¿Cuánto miedo tenemos a la vulgaridad como para que ese temor se traslade a la selección de las palabras? Estas preguntas que muchos escritores pensarían como absolutamente innecesarias, creo que es bueno hacérselas de tanto en tanto o de texto en texto. ¿Elijo “hacer el amor”, coger, follar (del latín “fuelle”), “echarse un polvo” (dónde polvo hace alusión al semen) o “tener sexo”? ¿Elijo vagina, coño (del latín “cunnus” que significa cuña), almeja (por la similitud con el molusco), concha, argolla o entrepierna? ¿Elijo masturbarse, “hacerse una paja” (que hace mención a quitar la paja del cereal), cascársela (del latín “quassare” que significa sacudir) o “hacerse una manuela”?

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Un primer ejercicio que podríamos plantearnos es si en el texto de Gómez Jattin podríamos o hubiésemos utilizado alguna otra expresión para generar un reemplazo en el primer verso, el que dice “Edwin y yo nos masturbábamos…” Es indudable que cada uno de nosotros habrá de tener una respuesta particular a este interrogante y habremos de tener, también, las argumentaciones correspondientes. Tengamos plena conciencia que lo fundamental es tener la suficiente libertad para elegir. Un segundo ejercicio que podríamos plantearnos es escribir un texto teniendo como consigna la utilización de las palabras “verga” y/o “concha”, modos vulgares de nombrar los órganos genitales, masculinos y femeninos, en Argentina. Si bien habría una pérdida de libertad de elección, tendríamos la posibilidad de tomar exacta conciencia de la complejidad de abordar un texto a partir de palabras de clara censura en los códigos de “buenas costumbres” aplicables a las charlas de tono social. A modo de respuesta tomemos un extracto del texto de Néstor Perlongher (1949-1992) llamado “El polvo”.

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“Ella depositaba junto al pubis cofres de oro amarillo, joyas de los piratas Fruto de sus deposiciones y repuestos y él era su manera de uncirse los zafiros y calzarse los aros en su verga aquella corva y justa, espamentosa, cuya prestancia enrula las praderas de piel, el infinito poro oh erupciones de un huracán canalizado, como rayos miméticos o eructos de una empolvada saciedad. Su maquillaje eran los bultos que en los días de feria exhiben los gitanos halándolos desde las carpas de las tribus; su sombra de los párpados eran esas ojeras tormentosas de las noches de fiesta tropicales y cuando, tras sus fornicaciones simultáneas, sus rítmicos

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jaleos y sus exhalaciones de almidón y sus pedos, sus dulcísimos pedos desleída la aurora en la polvera, nada ni nadie pasa.” Eliminar todo tipo de frontera es lo deseable para que podamos hacer un pleno ejercicio tanto de la literatura como del erotismo.

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La influencia del erotismo en la literatura

No ha sido pretensión de esta ponencia hacer un enunciado académico de planteamientos formales, así como tampoco ha tenido la pretensión de realizar una mostración de datos, nombres de escritores, listado de citas célebres o abarcar históricamente el planteo. El eje de esta exposición ha sido hablar de las libertades en función de la literatura y del erotismo. Generar preguntas que nos ayuden a comprender la importancia de lo enunciado y disparar nuevas preguntas, aún no realizadas, para que, a partir de estas preguntas, encontremos las respuestas en nuestras lecturas o en nuestros escritos viéndonos ante la enorme satisfacción de poder aprehender la posibilidad del vuelo a cielo abierto, de

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poder treparnos al planeo perfecto de las palabras para divisar nuevas visiones de nuestro mundo, las reales y las imaginadas, sin temores y sin la horizontabilidad del plano. A partir del título de la ponencia nos es dado indagar acerca de cuál ha sido la influencia del erotismo en la literatura. Realizar este planteo, en función de lo expuesto, no es más que plantearnos la influencia de la muerte en la literatura o la influencia de una mano o la influencia de una simple silla. En tal caso me permito jugar con las palabras que acabo de nombrar: sentado en la silla de siempre la de color marrón y las patas despintadas en este exacto momento de vahos en la mañana majestuosa en que la memoria muele las distancias de los placeres dados cabalga la muerte a pelo la bestia hacia su entrepierna de mi mano

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la lengua de los pezones en la saliva que sobrevive hasta el dulce licor ha sido la hoguera un fustazo de furia en el centro de la espalda de la noche del tajo lúbrico la sed saciada en el jamás de los jadeos una curva de cuerpos entrelazados en la eternidad de la sal tal vez cierta sutura que ciega o la ceguera del después en el tanteo tembloroso de una ausencia que no cesa la misma mano que rozara el gesto hembra en el espasmo vacía ya ni los huesitos para roer su aroma ahora que al ras la tierra es un desierto inacabable ¿Hablo de la silla en la que me encuentro con el recuerdo de la mujer amada? ¿Hablo de la muerte que me halla en esa silla casi seco por no tener a esa mujer amada? ¿Hablo de la mano que supiera rozar a la mujer amada en los tiempos del amor? ¿Se trata de un poema erótico? ¿Es esto literatura erótica?

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La literatura es una herramienta a través de la cuál un escritor toma no más que un mínimo guijarro entre millones y millones de una inmensa playa de guijarros y a partir de él edifica un mundo. Ha habido magníficos escritores que han hecho magníficos usos del erotismo en sus tareas literarias. Ha habido magníficos escritores que han hecho magníficos usos de la libertad en sus tareas literarias. Desearía concluir confirmando que el aporte del relato erótico en la literatura ha sido absoluta y profundamente fundamental. Y desearía, también, retomar las palabras iniciales de esta ponencia: “Hablar de erotismo es hablar del propio gesto más puro y libre”

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Bibliografía • Bataille, George: El erotismo, Barcelona, Tusquets Editores, 2000. • Girondo, Oliverio: Obra completa, Edición crítica, Madrid, Galaxia Gutenberg, 1999. • Girondo, Oliverio: Antología, Buenos Aires, Argonauta, 1986 • Muxica, Daniel: Poesía erótica argentina, Buenos Aires, Manantial, 2002. • Chéjov, Antón P.: La dama del perrito y otros cuentos, Buenos Aires, Centro editor de América Latina, 1980. • Nin, Anaïs: Delta de Venus, Barcelona, Bruguera, 1983. • Nin, Anaïs: Pajaritos, Buenos Aires, Booket, 2005. • Zinni, Nicolás: El Rosario de Satanás, Rosario, Centauro, 1980. • Saenz, Dalmiro: La fantasía aplicada, Buenos Aires, Beas, 1992. • Saenz, Dalmiro: Malón Blanco, Buenos Aires, Emecé, 1995. PR • 33


• Gómez Jattin, Raúl: Príapo en la hamaca, Buenos Aires, Diario de poesía, revista literaria. • Perlongher, Néstor: Poemas completos, Buenos Aires, Seix Barral, 2003. • Barthes, Roland: Fragmentos de un discurso amoroso, Buenos Aires, Siglo XXI Editores Argentinos, 2003.

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“EL COMPLEJO MUNDO DE LA INVENCIÓN LITERARIA”

SEGUNDO ENCUENTRO INTERNACIONAL DE ESCRITORES Babahoyo, Ecuador – Agosto 2014



I Estoy en la fila de pago, a las tres de la tarde, de un mercado cercano a mi domicilio. Delante de mí una señora discute con la cajera, a mi derecha una hermosa mujer habla con el que parece ser su esposo, a mi izquierda un hombre mayor se coloca los lentes para leer en detalle las mínimas palabras que están en la parte trasera de un paquete de arroz y, detrás de mí, un adolescente observa su teléfono móvil con insistencia. El olor del lugar es el olor típico y afectivo de un mercado. Si bien son las primeras horas de la tarde, la luz que ilumina es la de los blanquísimos tubos fluorescentes. Alrededor la gente va y viene. Las personas se entrecruzan. Hay quienes lo hacen en silencio y hay quienes intercambian algunas palabras.

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En ese exacto momento pienso en una mujer que amé hace ya muchos años. No, no pienso en esa mujer que amé hace ya muchos años: pienso en ese viento perfumado que habrá de quedar para siempre soplando en la memoria de esa mujer que amé hace ya muchos años. Y vaya uno a saber porqué, también, en ese exacto momento pienso en un río. Pienso en el río de mi ciudad, en el río caudaloso de mi ciudad, en ese río que tantas veces navegué con mis hijas, a pura vela, bajo cielos de tormenta y entre olas altísimas y marrones. Y pienso en el olor que se genera con la mezcla de la vegetación, el agua y el barro de la costa. Y pienso que también mi padre amó profundamente ese río. ¿Pienso, realmente, en ese río que tanto amo? ¿Pienso en ese río en el que he sido inmensamente feliz tantísimas veces? ¿Pienso en ese río o pienso en la mujer que amé navegando ese río? ¿Esa mujer era un río?

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¿El río era un potro salvaje agitado por los vientos de tormenta? ¿Hay dioses? ¿Hay demonios? Pienso en los pescadores y en las canoas, en las nubes que avecinan la lluvia. Pienso en las redes de esos pescadores y en ese remar incesante para llegar a la orilla antes de la sudestada. Pienso en la sudestada: ese viento violento que azota desde el sudeste. Quisiera tomar nota de estas cosas. Quisiera tomar nota de estas sensaciones mezcladas con trozos de memoria, de estos modos de sentir el pasado en el presente. Pero estoy en una fila de caja de un mercado y no puedo hacer nada más que seguir pensando. No puedo hacer más nada que seguir ordenando las imágenes que vienen a mi cabeza y que siguen y siguen llegando, sin detenerse, como viejos recortes de un film de mi propia vida. ¿Veo esos recortes de este modo en que lo estoy relatando? ¿Las imágenes que anegan mi cabeza están dispuestas

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del modo en que lo indican las palabras? ¿Las palabras que pugnan por salir para desparramar en el aire esas imágenes? ¿Como quien siembra una tierra arrojando las semillas con la mano? ¿Son semillas estas mismas palabras con las que acabo de describir estas imágenes que menciono? Pienso en ciertos potros y en que ciertos dioses se inventan en las olas. Pienso que los cielos son de tormenta y que esos cielos abandonan su tersura. Y pienso en los camalotes eternos. Y pienso en que alguna vez hubo una mujer que fue un río endemoniado. Y pienso en perfumes y en texturas y siento una intensa necesidad de escribir. Hay una intensa urgencia: no hay nada más importante que esto: no hay nada más importante que escribir.

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Salgo del mercado. Apuro el paso. Tengo en mí las palabras que han venido. Están alrededor. Bailan. Navegan. Juegan. Mientras camino, otras palabras van llegando. Se amontonan. Se entrelazas unas con otras. Y las dejo hacer. Camino mirando hacia abajo. Ruego que nadie se cruce en mi camino para no perder todo lo que bulle. Finalmente me dispongo a escribir. Suena el teléfono. Atiendo sin atender. Continúo con la escritura. Una de mis gatas pasa por delante del teclado. Escribo. Escribo. Corto, pego, quito. No hay nada más en el mundo. Solo están esas palabras que van tomando la forma que intento modelar. Termino el texto. cuando la tormenta se amontona allá lejana el horizonte amenaza en los sabores del sudeste y los potros y los dioses se inventan en las olas de ciertos cielos que abandonan su tersura bulle caliente y fuerte el río entre las piernas

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en la cabalgadura de los remos por el músculo - si tan siquiera cediera en la bravura me digo en el ruego de trepar el agua endemoniada la cincha tensa de las piernas ajusta la espesura del olvido y no hay rienda que contenga esa líquida fiera en los recuerdos es como un amor que se retuerce en el batallar último de su muerte este río enamorado y sin fin y sin retorno por donde navegan los dioses de lo ido ella era un río endemoniado y yo remaba la locura entre sus olas simiente de mi sangre enamorada entre los dos urdiendo los placeres ahora me siento tranquilo en la barranca mirando pasar cada uno de los gestos que quedaron perfumando la corriente

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como camalotes eternos de esas horas ella era un rĂ­o endemoniado y yo navegaba hambriento su tormenta

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II Aquellos que nos dejamos llevar por la escritura poética debemos saber lo que saben aquellos que saben hacer uso de más de una lengua. Suele decirse que, quienes saben los secretos de otros idiomas, no realizan traducción alguna en sus pensamientos idiomáticos. Quienes saben de otros idiomas, piensan en esos otros idiomas. Es decir que, cuando ven una manzana en inglés no piensan en la palabra manzana sino que piensan en apple. Pues lo mismo ocurre con la poesía. No se realiza traducción alguna. Quienes nos entregamos a los vaivenes de la escritura poética pensamos en poesía. Aquellos que nos dejamos llevar por la escritura poética PR • 45


debemos ser cavidad. Una cálida cavidad modelada por nosotros mismos. Una cavidad como la que podemos hacer juntando nuestras manos para atrapar el agua que habrá de calmar la sed. Aquellos que nos dejamos llevar por la escritura poética debemos ser una cavidad de sal. Y esa cavidad debe ser lo suficientemente grande como para quepa en ella una célula infinitesimal. - Cierto mínimo gesto habrá de brillar para siempre desde la memoria Y esa cavidad debe ser lo suficientemente pequeña como para que cobije el universo de un tris. - El sonido de las ruedas de la bicicleta, con la que pedaleamos el último verano de la infancia, quebrando una mínima ramita seca Cuando esa cavidad está plena, estamos en estado de gravidez.

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Y con el estado de gravidez sobreviene la necesidad de parir. Y este concepto de parir es el que habla de la inmensa e incontrolable necesidad de expulsar bellamente la escritura. Y es que entonces llega el tiempo de pujar. - el licor arde en la boca de la vulva dulce manteniendo el musgo al ras de la memoria para beber en el vuelo curvo de los pĂŠtalos del placer en los finales ensangrentados de las batallas cuando las arremetidas del amor hacen silencio entre mis cosas mis asuntos cotidianos entre pobres aleteos en la limosna de lo que se desea pujo en el parir de lo suculentamente suave: la luz entornada que atraviesa cĂĄlidamente el ventanal y el clĂ­toris de cristal inalcanzable

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cuando la burda masa desmembrada abanica las banalidades insípidas sobre el terciopelo torpe de lo que hierve en la misma inutilidad de lo que ensalsa pujo en el beber la sublime suavidad del silencio corrompido por el gesto que incuba lo que anhela cuando en la escasez del alimento necesario es posible acariciar los huérfanos propios buscando el perdón en estampitas brutales con imágenes de vírgenes desnudas riendo a carcajadas pujo desde la sien que estalla por la bala roja y perfumada pujo en los cuerpos todavía tibios a pesar de la petulancia del olvido pujo en las madrugadas que drenan sin cesar pujo en la incontinencia de lo que ya no fluye pujo me siento en la vieja silla de siempre

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y pujo edifico un castillo de naipes sin ases y pujo lloro desconsoladamente como tantas veces he llorado y pujo en el llorar las ausencias insostenibles pujo

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CURRICULUM VITAE



Patricio RAFFO sudeste42@hotmail.com

Naciรณ en 1959 en Rosario (Argentina), donde vive.

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Colaborador del diario La Capital. Desde 1993, a la actualidad, redacta contratapas para el suplemento Rosario 12 del diario Página 12. Participante del Festival Internacional de Poesía de Rosario como poeta invitado y coordinador (Ed. 1993 y 1998). Integrante del staff de la revista virtual Urbis tertium y miembro del grupo integrado músico–literario Urbis tango. Integrante de diversas perfomances músico-literarias junto a la cantante de tangos Jimena Sánchez y al bandoneonísta Carlos Quílici. En 1998, coordinador del ciclo literario Pensando en Rosario.

Ha tomado clases de actuación con Oscar Medina y Mirta Maurizi. Como actor, ha filmado diversos cortometrajes y en 2007 el largometraje Terminal dirigido por Claudio Perrin. Ha sido integrante del proyecto Río Revuelto, leyendas del Paraná, miniserie para televisión dirigida por Claudio Perrin. 54 • PR


Como realizador, en 2012, ha sido integrante del Staff de filmación de los documentales Fiestas Populares y Hip Hop del Área de Cultura del Distrito Oeste de la Municipalidad de Rosario. En 2013, ha sido integrante del Staff de filmación de Clips sobre Talleres de teatro, percusión y literatura del Área de Cultura del Distrito Oeste de la Municipalidad de Rosario.

Jurado del Concurso Internacional de poesía de Acebal. Año 2012. Jurado del Certamen literario de poesía y narrativa Alberto Maritano de la Sociedad Argentina de Letras, Artes y Ciencias, filial San Genaro. 7ma. edición. Año 2013.

Actualmente, presentado la performance Agua, Premio Fondo Nacional de las Artes, a través de lectura de textos, junto a Belén Wegelin y Carola Rondinella en danza, Claudio Bergese en bandoneón y Ralf Seeber en fotografía.

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Actualmente, en etapa de ensayo de la obra de teatro “Acuname después de la lluvia”, escrita en conjunto con la escritora Maia Morosano y que ambos habrán de protagonizar bajo la dirección de Tania Scaglione e Irupé Vitali.

Participante del I Encuentro de Escritores de Babahoyo (Ecuador, 2011) presentado la ponencia “La influencia del erotismo en la literatura”. Participante del II Encuentro de Escritores de Babahoyo (Ecuador, 2014) presentando la ponencia “El complejo mundo de la invención literaria”.

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Publicaciones

90 AÑOS. Historia del Club Universitario de Rosario. Ed. Club Universitario de Rosario, Argentina. 2014. OTRO PASTO. Cinco poetas rosarinos (Poesía) Ed. Fundación Ross. Rosario, Argentina. 2007. DIOS HEMBRA (Poesía). Ed. Los lanzallamas. Rosario, Argentina. 2003. RESTOS INEXPLICABLES (Prosa y poesía, con collage de Mario Perone) Ed. Bajo la luna nueva. Rosario, Argentina. 2000.

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Figura en las antologías

AVAT-JOUR. Poéticas de la noche (Poesía). Ed. Gatogrillé, Rosario, Argentina. 2014. 20 AÑOS Festival Internacional de Poesía de Rosario. Ed. Espacio Santafesino. 2012. CUENTOS BATIDOS. Fabricio Simeoni / Federico Tinivella. Colaborador. Ed. Homo Sapiens. 2012. CUENTOS SANTAFECINOS. Relato a cargo de Quique Pesoa. (Prosa / formato CD) Ed. Secretaría de Comunicación Social, Ministerio de Gobierno y Reforma del Estado, Ministerio de Innovación y Cultura del Gobierno de Santa Fe, Argentina. 2010. 58 • PR


FIN ZONA URBANA (Poesía). Ed. Gatogrillé. Rosario, Argentina. 2010. 19 DE FONDO. Poéticas de la Construcción (Poesía). Ed. Gatogrillé. Rosario, Argentina. 2008. TEXTURAS Escritores en imagen. (Formato CD) Ed. Área Literaria de la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de Rosario, Argentina. 2007. LOS QUE SIGUEN Veintiún Poetas Rosarinos. Ed. Los lanzallamas. Rosario, Argentina. 2002. CAFÉ CON LETRAS (Poesía) Ed. Editorial Municipal de Rosario. Argentina. 1997.

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