Orígenes legendarios de A Coruña
Una leyenda vincula la fundación de A Coruña con el mismísimo Hércules, y Manuel Murguía impulsó, a finales del siglo XIX, la leyenda irlandesa de Breogán, un caudillo celta que sería el fundador de Brigantia en el emplazamiento de la Coruña actual.
Prehistoria: primeros pobladores
Aquí partimos de los datos ciertos: hallazgos neolíticos confirman que el área próxima a la ría de Coruña estaba habitada hace ya 4.000 años. Los arqueólogos, además, han descubierto rastros que nos hablan de una continuidad en el tiempo. Por ejemplo, se han encontrado piezas del período 900-700 A.C.de la última fase del conocido como Bronce Final.
Cultura castreña y romanización
Siglos más tarde, las fuentes grecorromanas se refieren a los habitantes de esa zona como ártabros y al espacio marítimo conformado por las rías de Coruña, Betanzos, Ares y Ferrol como Portus Magnus Artabrorum. Basándose en tales fuentes, Otero Pedrayo rebautizó dicha área litoral con el nombre de golfo Ártabro, denominación ya consolidada.
La población prerromana se distribuía por numerosos asentamientos, algunos tan importantes como los Castros de Elviña y Nostián. Según narra el historiador romano Dion Casio (nacido en el año 155 d.C.), Julio César desembarcó al mando de una flota en algún punto del Portus Magnus Artabrorum en el año 61 A.C., haciéndose con un copioso botín. En cualquier caso, no fue hasta la época de Augusto cuando la zona se incorporó al Imperio. Con la romanización, la población local fue poco a poco abandonando la dispersión de los castros para concentrarse en una ciudad que recibió el nombre de Brigantium (o Brigantia).
La mayoría de los historiadores identifica esta ciudad con A Coruña, si bien no hay unanimidad y ciertos estudiosos consideran que Brigantium estaría más cerca de la actual Betanzos.
Entre los siglos I y II se levantó el faro romano, origen de la actual Torre de Hércules. Fue el momento de mayor esplendor de la ciudad, que aprovechó su privilegiada ubicación para desarrollar importantes relaciones comerciales con otras partes de Imperio: fachada atlántica, Italia, Bética y África.
Edad Media
Desde finales del siglo IV, con ocaso del Imperio, toda Europa experimentó un debilitamiento de la vida urbana, precursor de la ruralización feudal del Medioevo. También Brigantium vio declinar su pujanza demográfica y comercial. Los restos
arqueológicos recogidos en las proximidades de la costa coruñesa atestiguan que el tránsito mercantil mantuvo cierta
vitalidad hasta la Alta Edad Media, las referencias a la ciudad son escasas desde la llegada de los suevos a Galicia (año 409) hasta finales del siglo IX, cuando las fuentes refieren los ataques vikingos a las costas del Farum Brecantium.
La repoblación urbana comenzó en el siglo XII y , poco después, los textos empiezan a referirse a la ciudad con los nombres de «Crunia» o «Curunia», más o menos por la época en la que el monarca Alfonso IX refundó la urbe en 1208 ordenando a los habitantes trasladarse al actual emplazamiento. También creó La Real Casa de la Moneda de La Coruña.
La ceca que acuñó moneda hasta el reinado de Carlos II. Fue la principal ceca establecida en Galicia, la que más moneda acuñó y durante más tiempo.
No hay documentación de cuando se estableció exactamente la ceca de La Coruña. Se sabe que debió de ser entre 1210 y 1230 cuando se acuñó la primera moneda, a nombre de Alfonso IX.
A partir de este momento dos hechos van a determinar la evolución de A Coruña: en primer lugar, su condición de ciudad de realengo en un reino dominado prácticamente en su totalidad por un clero potentísimo y una nobleza autóctona
especialmente depredadora y voraz. Así, A Coruña recibió casi siempre el apoyo de los reyes, que la favorecieron como a ninguna otra plaza del reino de Galicia. Por otra parte, de nuevo su excelente emplazamiento le iba a permitir beneficiarse del renacer económico y comercial que se produjo en toda Europa occidental durante los siglos XII y XIII. Son los siglos de la consolidación de un pequeño núcleo urbano en torno a la actual Ciudad Vieja.
Juan II le concedió el título de ciudad en 1446 y autoriza el libre comercio con Inglaterra
. Durante la guerra civil (1475-1476) entre Isabel I y Juana de Castilla, despectivamente denominada la Beltraneja, A Coruña dio su apoyo a la primera, quien, tras su victoria, lejos de recompensar a la ciudad afianzando su autonomía, la cedió al conde de Benavente. Los coruñeses resistieron durante meses el sitio al que el conde los sometió en 1476 hasta que, al final, los Reyes Católicos optaron por confirmar la condición de realengo de A Coruña. Los monarcas instituyeron además un tribunal de justicia, con sede en A Coruña y no en Santiago de Compostela, para evitar las injerencias eclesiásticas.
La época de los Austrias
Carlos I presidió en 1520 las Cortes celebradas en la ciudad, antes de partir desde el puerto de A Coruña para recibir la corona imperial de Alemania. También instala en la ciudad la Casa de Contratación para la especiería, lo que provoca la construcción del Castillo de San Antón para proteger esta nueva infraestructura. Además, permite la celebración de un mercado franco los sábados
Desde 1578, el tribunal de la Real Audiencia, hasta entonces itinerante, y el capitán general se asentaron definitivamente en la ciudad, lo que, en definitiva, hizo de A Coruña la capital judicial y militar de Galicia.
Tras el desastre de la Armada Invencible, en 1588, el puerto coruñés sirvió de refugio para decenas de barcos. Apenas unos meses después, en mayo de 1589, la ciudad sufrió la réplica inglesa con los ataques de la flota encabezada por Francis Drake.
En la defensa de la plaza se significó María Pita, heroína local que pronto entró a formar parte de la leyenda de la ciudad.
El siglo XVII supuso una época de decadencia para la mayoría de los reinos de la monarquía hispánica. El caso coruñés resultó, a este respecto, paradigmático: el aumento de los impuestos para financiar las continuas guerras minando la prosperidad comercial de la urbe herculina. La situación se agravaba porque A Coruña era un objetivo militar de primer nivel y periódicamente debía hacer esfuerzos extraordinarios para resistir los ataques de corsarios y armadas enemigas.
Gran ola de 1685
El siglo XVIII de A Coruña
La historia de A Coruña continúa con los primeros años del siglo XVIII en los que se acentuaron las penalidades de A Coruña a causa de la Guerra de Sucesión. La ciudad sufrió nuevos impuestos, obligaciones y reclutamientos. Una leve recuperación se inició a partir de 1716. En cualquier caso, la ciudad herculina pareció consolidar nuevamente su posición económica con el desarrollo de la industria de salazón.
La Ilustración
Es en esta época también cuando se terminan los caminos reales de Madrid y Santiago de Compostela, se establece la iluminación pública y otras obras de ese tipo.
El siglo XVIII es decisivo en el desarrollo portuario. Con la llegada de los Borbones se inicia el afianzamiento de A Coruña como centro administrativo del Reino de Galicia.
La creación Consulado del Maritimo y Terrestre favorece la fundación de las escuelas de Náutica y Comercio, así como la reconstrucción de la Torre de Hércules. Se trata de la reforma más importante en la historia del faro romano, con la que la torre recupera su esplendor, adquiere su fisonomía actual y asegura su conservación.
Se abre el puerto al tráfico marítimo con América a través del Correo Marítimo establecido por Carlos III y se concede el libre comercio con las Indias. Esta situación favorece la expansión del sector conservero y la aparición de una incipiente industria de diversos productos para exportación.
En el aspecto urbanístico destaca el desarrollo del proyecto de ampliación de la ciudad a través del Ensanche como respuesta al crecimiento de la población. También se suceden los proyectos orientados a cerrar y proteger el frente de la Pescadería y la construcción del muro perimétrico del puerto, embarcaderos y rampas para la actividad portuaria. En la segunda mitad del siglo XVIII se crea la fachada al mar de la Pescadería, y se construyen los edificios de la Aduana o las Casas de Paredes.
La Guerra de Independencia
A partir de 1808 todos los esfuerzos se volcaron en responder a la invasión francesa de 1808, Ante el vacío de poder de los poderes del Estado, en A Coruña se formó de forma autónoma una Junta General Provisional, cuyo presidente convocó una reunión a representantes de todas las juntas gallegas. El encuentro tuvo lugar el 5 de julio de 1808 y en él se aprobó la constitución de una Junta de Galicia.
A Coruña fue escenario una de las batallas más importantes de la comunidad, la Batalla de Elviña, acontecida el 16 de enero de 1809, cuando las tropas francesas, superiores en número, batieron a un ejército inglés en retirada. Los franceses, sin embargo, no se quedaron mucho tiempo en la urbe herculina. Ante la imposibilidad de someter la región y la necesidad de reforzar su presencia militar en otras partes de España, el ejército francés se retiró de A Coruña y de Galicia durante el verano
Nicolas Jean de Dieu Soult, mariscal que comandó el Ejercito Imperial Francés Arc du triomphe
Durante la retirada, el capitán Thomas Lloyd Fletcher, del 23º Regimiento de Fusileros de Gales y su cabo, últimos ingleses en abandonar la ciudad, cerraron las puertas de las murallas usando las llaves, pero no giraban. Desesperados usaron una bayoneta con la que forzaron el cierre doblando una de ellas. Era el 18 de enero de 1809 y Fletcher, quién sabe si por las prisas, se llevaba las llaves de A Coruña, en las que figuraba la inscripción “Postigo de Puerta de Abajo”, en el último buque que partía del puerto.
Llaves expuestas en el Castillo de Caernarfon
El siglo XIX y la consolidación del liberalismo
La Constitución de Cádiz (1812) abrió una puerta a la esperanza para la consolidación de las ideas liberales y democráticas en España, esperanza truncada con el regreso de Fernando VII y la derogación de dicha Constitución. Desde el minuto uno, A Coruña se posicionó del lado liberal en la dura pugna con el absolutismo (en fecha tan temprana como 1815 se produjo el primer pronunciamiento en Coruña en defensa de la Constitución de 1812), el mariscal de campo Juan Díaz Porlier, apodado El Marquesito, se pronuncia con la intención de restaurar la constitución española de 1812, apoyado por la
burguesía y la intelectualidad coruñesa. Sin embargo, el día 22 de agosto el militar liberal era traicionado, capturado y llevado al Castillo de San Antón, donde fue ahorcado dos meses después en la entonces Plaza de la Leña, hoy Plaza de España.
El 20 de febrero de 1820 la Coruña apoyó el pronunciamiento de Rafael de Riego, viviendo la ciudad el Trienio Liberal (18201823) rematado por los "Cien Mil Hijos de San Luis". A La Coruña llegó una parte de ellos al mando del General Burke, que conquistó la ciudad tras asediarla.
Unos años más tarde, también sería Coruña la primera ciudad gallega en pronunciarse frente a Espartero.
Las turbulencias políticas no socavaron el progreso demográfico, urbano y comercial de A Coruña. El siglo XIX fue el siglo de la consolidación de La Coruña como uno de los núcleos más dinámicos del norte de España. A partir de 1887, año en el que se consolidaron los censos de población, la ciudad experimenta una verdadera explosión demográfica. Así, los 53.615 habitantes que la urbe tiene en 1900 se convierten en 74.132 en 1930, ascienden a 177.502 en 1960 y se acercan a los 240.000 en la década de los ochenta.
A lo largo del siglo XIX, por otra parte, florecen en A Coruña las tensiones y problemas que caracterizaron la entrada de las sociedades europeas en la época moderna. Las primeras referencias al movimiento obrero son de 1871. Dicho movimiento estuvo dominado por una fuerte impronta anarquista, tendencia que ni siquiera la visita a la ciudad de Pablo Iglesias en 1891 pudo cambiar. La primera huelga registrada en A Coruña data de 1882 y contó con la colaboración de socialistas y anarquistas.
1875: Ferrocarril de Lugo a A Coruña
1893: Traslado de Capitanía a León, El ministro de la Guerra había dispuesto una nueva distribución territorial militar en el país amparándose en razones de economía y estratégicas, que suponía el traslado a León de la Capitanía coruñesa. Políticos, miembros del clero,
profesionales, comerciantes, militares... todas las fuerzas vivas de la ciudad de unieron al clamor popular contra la medida impulsada por el gobierno de Mateo Sagasta, que la ciudad sintió como un ultraje en toda regla.El alcalde José Soto se puso de inmediato al frente de la causa y tras reunir a la corporación convocó en el Ayuntamiento a las fuerzas vivas para decidir cómo evitar la afrenta. Hubo una auténtica guerra de telegramas entre las autoridades locales y de Madrid, pero en vano. El Gobierno no se doblegó y publicó el decreto con la reforma tal como la había previsto.La Reunión Recreativa e Instructiva del Círculo de Artesanos movilizó a sus socios y pidió a la corporación municipal que dimitiese en señal de protesta. Creó una comisión, que sería el germen de la Junta de Resistencia, más tarde llamada Junta de Defensa de Galicia. Las dimisiones se sucedieron en cadena: los miembros de la Diputación, de Obras del Puerto, Cámara de Comercio, Sanidad, Instrucción Pública... El creciente movimiento ciudadano aglutinó a todo tipo de ideologías y clases y se unieron desde banqueros como Pedro Barrié y Pastor o exalcaldes como José Marchesi Dalmau a los canónigos de la catedral de Santiago, numerosos párrocos y el abad de la Colegiata de Santa María. Galicia entera y gracias, en buena medida, al papel del ilustre médico y exministro Ramón Pérez Costales, que se encargó de redactar el manifiesto reivincativo.
El 28 de junio, la Junta de Defensa difundió una dura proclama ante el agravio del Gobierno a la ciudad. A partir de ese momento -decía- "se suspende el pago de toda contribución directa al Estado y, por consiguiente, los propietarios, fabricantes, industriales, comerciales, abogados, médicos, farmacéuticos, y todos aquellos que estén inscritos en el padrón industrial, se abstendrán de pagar las matrículas". Era toda una llamada a la desobediencia civil y quien la contraviniera sería declarado "traidor a la Patria". Los miembros de la Junta, con el alcalde Soto a la cabeza, fueron procesados y llevados a la prisión de Santo Domingo. Unas 400 personas los acompañaron por las calles hasta el lugar de reclusión. Los balcones de las casas por donde pasaban se vistieron de luto, menos los de los procesados, que exhibían la bandera blanca de A Coruña con el lazo carmesí. El pueblo se volcó en llevarles alimentos a la prisión .Con la Junta detenida, se formó otra
segunda para sustituirla en la lucha. La protesta era imparable y el Gobierno tuvo que rectificar. El 10 de septiembre restituyó a la ciudad la sede militar. El general Azcárraga actuó como valedor. Desde entonces da nombre a la plaza frente a la cual se haya el edificio de Capitanía, del que ahora se cumplen 250 años.
Real Fábrica de Tabacos
En 1804 una Real Cédula de Carlos IV concedía a la ciudad el privilegio de instalar allí la Real Fábrica de Tabacos de La Coruña.
Albergando a 500 cigarreras de no más de 14 años. Esta cifra creció hasta tener en plantilla a unas 1400 trabajadoras. Se dice que allí llegaron a trabajar al mismo tiempo 4.000 empleadas a mediados del siglo XIX, una cifra puede que un poco exagerada, pero muy notable en todo caso, si se tiene en cuenta que A Coruña contaba con unos 40.000 habitantes en 1875 Los primeros conflictos que se registraron tuvieron lugar en 1831 tuvieron la primera huelga de mujeres en Galicia debido a las malas condiciones de trabajo y , el 7 de diciembre de 1857, y la mecanización de la fábrica dentro de la tendencia lúdica iniciada por los artesanos ingleses.
(Su origen se remonta a la acción de "Ned Ludd", su mítico líder, un tejedor que en 1779 fue supuestamente pionero en este tipo de prácticas tras destruir el telar mecánico que manipulaba. Se desarrolló entre 1800 y 1830, fundamentalmente en Inglaterra y su intervención estuvo jalonada por una oleada de amenazas, tumultos y desórdenes que amedrentó a los patronos y provocó la intervención del gobierno).
El lunes 7 del actual hubo un pronunciamiento de mujeres en la fábrica de La Palloza de esta ciudad [A Coruña]. Parece que en lugar de los cigarros que antes se hacían en esta fábrica, están ahora ensayando la construcción de otros de diferente hechura y cuyas hojas van engomadas, suprimiéndoles los virginias o comunes, y los de capa habana o mixtos, y en vez de éstos crearon un taller de pitillos con una máquina para picar el tabaco. Como ambas operaciones son nuevas, no se prestan ni acomodan a ellas las cigarreras, porque no saben hacerlos, tardando tanto en elaborarlos que apenas sacan la tercera parte del jornal que acostumbraban. Esto y lo poco satisfechas que están del director de la fábrica, las exasperó en términos que el expresado día 7 a cosa de las once de la mañana, se alborotaron aquellas cuatro mil mujeres, arremetiendo contra los jefes y empleados del establecimiento, destruyendo todo el tabaco picado, pitos y hoja que tuvieron a mano y el que hacía tiempo estaban elaborando, pisoteándolo y arrojándolo al mar, rompieron e hicieron pedazos las máquinas nuevas para picar el tabaco, y que se dice costaron catorce mil duros, tirándolas al mar, lo mismo que los muebles, papeles, libros de caja y efectos que hallaron en las habitaciones del director. (Diario de Pontevedra)
El Capitán General y el Gobernador Civil enviaron tropas de infantería y caballería para acabar con la revuelta. Alrededor de las cuatro de la tarde la protesta finalizó y más de veinte mujeres fueron detenidas. Al ser trasladadas a la prisión del Parrote, otros grupos de mujeres apedrearon a los militares que las llevaban, hasta que la Guardia Civil cargó contra ellas, dispersando a las manifestantes. La realidad es que la protesta no consiguió su objetivo (las máquinas se impusieron de inmediato), pero constituyó en todo caso la primera huelga de mujeres documentada en Galicia.
La historiadora Ana Romero Masiá señala que los dirigentes sindicales no eran partidarios de que las mujeres se asociaran y sólo comenzaron a organizarse gracias al contacto de las trabajadoras con Severino Chacón, el gran líder de las cigarreras de
toda España. “Las Chaconeras les llamaban. Gracias a él se crea la Unión Tabacalera en 1916, que fue muy importante. Lo cierto es que con pocas huelgas, consiguieron siempre muchos avances”.
Durante el siglo XIX se crearon diez fábricas de tabaco en España. La fábrica de La Coruña fue la segunda en ser creada y terminó siendo la más grande.
Para poder cumprir coa dobre faceta de ama de casa (e de nai de familia na maioría dos casos) e de traballadora de fábrica, o regulamento da fábrica establecía unha ampla flexibilidade á hora das entradas e das saídas, de modo que puidesen compaxinar as dúas facetas. Desde o inicio da fábrica e ata entrada en vigor da xornada laboral máxima das oito horas, o seu salario non era fixo, senón que estaba en relación ao número de cigarros ou pitos elaborados; é dicir, que cobraban por obra feita, en función da súa habilidade e do número de horas de trabalo, de modo que só elas sabían o que realmente cobraban. Estas peculiaridades, ademais da tranquilidade e seguridade que daba traballar nunha empresa sen riscos de quebra, facían que as cigarreiras fosen vistas como unha auténtica aristocracia obreira no conxunto dos traballadores do século XIX. Ben o observara a atenta mirada de Emilia Pardo Bazán cando escribía, en 1882, unha das mellores novelas da narrativa naturalista española: La Tribuna, protagonizada pola cigarreira Amparo.
ttps://acorunhadasmulleres.gal/as-cigarreiras-da-real-fabrica-de-tabacos-da-palloza/
El florecimiento de una conciencia galleguista
A Coruña asistió durante todo el siglo al resurgimiento de un regionalismo que, con el transcurrir de los años, acabaría por desembocar en la cristalización de un verdadero nacionalismo gallego. Rexurdimento es el nombre con el que se denomina a la segunda mitad del siglo para referir el proceso de recuperación de una personalidad propia en Galicia. Aunque se trató de un movimiento principalmente cultural y literario, cuya consagración se produjo con la publicación en 1863 de Cantares Gallegos, el poemario de Rosalía de Castro acabó expresando también una componente política, bajo la dirección de Manuel Murguía
El grupo regionalista coruñés, encabezado por Murguía, fue uno de los grandes responsables de la creación en 1906 de la Real Academia Gallega en la ciudad herculina, en cuya sede tuvo lugar la fundación de las Irmandades da Fala, primera organización clara y decididamente nacionalista. Las Irmandades da Fala crearon agrupaciones por todo el territorio gallego. La Irmandades se disolvieron en 1931, con el advenimiento de la II República, para fundar el Partido Galeguista.
II República y franquismo
Unos meses antes de que el grueso del nacionalismo gallego se articulase en torno al Partido Galeguista, se produjeron las elecciones que, a la postre, significaron el exilio del monarca y el derrumbe de la institución monárquica. En dichas elecciones, los partidos republicanos obtuvieron 34 concejales frente a los 5 de los monáquicos.
Durante la dictadura, los planes de desarrollo de la década de los sesenta propiciaron el nacimiento de la refinería de petróleo y varios polígonos industriales. Ya antes, en 1941, la reindustrialización de Coruña había dado sus primeros pasos con la creación de FENOSA.
La Gran Ola
https://elpescador56.blogspot.com/2012/11/la-gran-ola-de-coruna-de-1685.html?m=1
En 1685, A Coruña era una ciudad pequeña. Dividida en dos zonas diferenciadas, la Ciudad Alta y el arrabal de la Pescadería, su población no llegaba a superar, aproximadamente, los cinco mil habitantes. En la Ciudad Alta, rodeada de murallas, las calles eran estrechas y se organizaban en torno a la plaza central.
Había buenas casas de piedra, que servían de residencia a las autoridades, y casi todas tenían sus huertas donde podía haber naranjos o se podía cultivar lechugas que, según el cardenal Jerónimo del Hoyo, que visitó la ciudad en 1607, eran de muy buena calidad. A tiro de un arcabuz y separado por un campo raso estaba el arrabal de la Pescaría o Pescadería, donde vivían mareantes y pescadores. Aquí las casas se distribuían alrededor de dos calles largas y paralelas: la calle de Arriba, también llamada en uno de sus tramos del Arenal y en otro del hospital de San Andrés, y la calle de Abajo o Real que continuaba por los Cantones. El mar en la zona de la bahía llegaba hasta la trasera de las casas de la calle Real, batiendo sus paredes cuando había temporal de suroeste. En la zona del Orzán, el gran arenal llegaba hasta lo que hoy es la calle que tiene ese nombre. La Pescadería estaba defendida por una muralla, el frente de tierra, que iba por la actual calle Juana de Vega y de la que aún conservamos una parte: el Caramanchón o Coraza. En frente de esta muralla, en los terrenos que van desde la actual plaza de Pontevedra a la de Orense, había numerosas huertas con cultivos destinados al mercado local.
La vida rutinaria de la ciudad se vio alterada el 12 de noviembre de 1685, cuando aconteció un hecho extraordinario que llevó a don Juan de Ortega y Castro, escribano del Concejo y testigo de lo ocurrido, a anotarlo en el libro de actas de los acuerdos
municipales. Según nos cuenta, entre las dos y las tres de la tarde de dicho día se alborotó la mar de Orzán y sus aguas penetraron en la Pescadería. Parte de las aguas entraron por el antiguo hospital de San Andrés (situado donde está hoy la iglesia de ese nombre), llegando hasta la trasera de la casa de nuestro testigo. También las aguas bajaron por la calle de Santa Catalina y por la rúa Nueva hasta los Cantones, juntándose con la mar de la playa de la bahía. Muchas de las casas que daban al arenal quedaron inundadas, desperdiciando las ropas y enseres de sus dueños.
Lo más curioso aconteció en la zona del Caramanchón, donde las aguas llegaron hasta las huertas que estaban pegadas a las murallas, dejando en seco algunos pescados, como fueron sanmartiños, fanecas y otros que cogieron algunas personas.
Lo insólito de esta inundación se acentúa cuando vemos que, en su relato, nuestro testigo no menciona la existencia de un fuerte temporal que podía explicar lo sucedido; es más, él no encuentra explicación y por eso tituló lo acontecido como el suceso de la salida del mar de Orzán. Descartado el temporal y teniendo en cuenta que en aquella época el arenal ocupaba mucho más espacio que hoy, sirviendo sin dificultad de colchón a los embates del mar, la posible explicación está en la existencia de una o varias olas de gran tamaño que se abatieron sobre la ciudad. Su origen bien podría ser un tsunami, aunque nuestro testigo no menciona para nada la existencia de temblores previos a lo acontecido, o bien podría estar relacionado con el fenómeno no muy frecuente de las olas gigantes que se producen en alta mar. Ambas hipótesis son posibles riesgos a los que A Coruña debe hacer frente. Su origen podría ser un «tsunami», pero el testigo no dice nada de los temblores previo