Capítulo VII LA PATRIA HERMOSA CON LA REPÚBLICA DE CIUDADANOS
La Patria Nuestra y la Presencia Fundadora Nacional de José Carlos Mariátegui45 Tenemos todavía un desafío pendiente: Peruanizar el Perú, uniendo su fundamento andino con lo más avanzado de Occidente. José Carlos Mariátegui sintetiza este desafío civilizatorio y nacional, y su propuesta constituye nuestra vía nacional para lograrlo. De ahí que sigue viviendo entre nosotros.
1. Vicisitudes de una presencia fundante Su presencia ha tenido vicisitudes muy contrapuestas. Ravines, tras el fallecimiento de Mariátegui, lo reemplazo en la conducción política, y trato de acabar con su memoria y sus planteamientos. En las vicisitudes de la política peruana y en la actuación del socialismo peruano, desde sus perspectivas, Del Prado y su equipo, así como diversos intelectuales, lo mantuvieron en la presencia ideopolítica. También lo hicieron sus hi-
45 Ponencia presentada en el Foro Mariátegui vive entre nosotros, realizada en el Congreso de la República, en junio del 2014.
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jos, que con la editorial Amauta editaron sus obras y animaron sus debates. Las luchas sociales por cambios, en reformas y revoluciones, reactualizaban su vigencia. Los años 70 del siglo XX fueron un momento de viraje en el mundo y en el país. A escala global, con el pase a la nueva era digital técnica informacional global-local y de reflexividad en la interacción social. América Latina empezó un nuevo periodo de cambios emancipatorios, con las luchas de los pueblos, las triunfantes revoluciones cubana y nicaraguense, la conquista democrática de Allende en Chile y su vía democrática al socialismo. El Imperio busco derrotar estas luchas y detenerlas para afianzar su dominio, asolando el continente con oprobiosas dictaduras facistas. Esta vana pretensión imperial, fue derrotada por el movimiento popular de ciudadanía, generalizándose una gran segunda oleada emancipatoria continental de bloques populares y gobiernos progresistas surgido del sufragio democrático, que está vigente actualmente y proyecta en el mundo multipolar la patria grande como poder civilizatorio continental. En el Perú, en este periodo, con la realización de reformas postergadas, especialmente la que acabó con los oligarquía terrateniente por el Gobierno Militar de Velasco Alvarado ante las inmensas movilizaciones populares por la tierra, por la vida urbana, por el trabajo digno y contra la exclusión social heredada desde la colonia. Se abrió un largo periodo de afirmación del pueblo como sujeto histórico activo, en ámbitos y dimensiones de la ciudadanía. El pueblo activo, ampliando sus derechos y sueños, se movilizo exigiendo y luchando con sus manos, pies y brazos, para recuperar las tierras productivas, construir ciudades, edificar casas y caminos, desarrollar la industria, florecer la cultura diversa masiva. En el mundo se pasó a una nueva era. En la formación del Perú como nación, se marcó un viraje sustantivo, en el que todavía estamos, tras acabar el régimen oligárquico terrateniente y plutocrático, pero sin que se termine de afirmar la comunidad nacional de ciudadanos. Y es justamente esta sustantiva presencia social del pueblo en la ciudadanía, lo que reactualizó el legado de JCM. Retumbo como consigna diaria que el socialismo no será calco ni copia en la tarea de peruanizar el Perú. Diversos agrupamientos, políticos, intelectuales o sociales, más antiguos o nuevos, activaron con este propósito, y con distintas interpretaciones y políticas. Era afán común tratar de ponerle vida a la ideas de Mariátegui.
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2. La Izquierda Nacional, el Gobierno y el Poder de la Ciudadanía El nuevo rostro del Perú, con el ascenso de la ciudadanía plural y su poder convocante, acerco a diversos contingentes, anteriormente contrapuestos. El legado que los unió fue el de José Carlos Mariátegui, con el socialismo como creación heroica y el poder ciudadano del pueblo soberano. Luego de la reforma antioligárquica, exigida por una mayoría nacional activa, y que fue realizada por el gobierno militar velasquista, se abrió la posibilidad de un gobierno de cambio social con la izquierda. Velasco fue reemplazado en la cúpula militar por Morales Bermúdez que revertió las reformas en curso y confrontó la movilización popular. Los días cruciales del histórico Paro Nacional del 19 de Julio de 1977. Este paro remeció todo el país con el poder social del pueblo, aislando a la dictadura militar y obligó al retorno de los militares a los cuarteles. Pero en los contingentes políticos sociales, estrechada la perspectiva a lo gremial, faltaba la alternativa de la política Republicana, que hubiese podido exigir elecciones democráticas, con un gobierno de cambio constituyente. Primo una transición pauteada, bajo la alianza del Apra y el PPC con el ala conservadora de los militares, resultando la nueva constitución del 79 y el nuevo gobierno de AP-PPC del 80. Las diversas fuerzas populares, asumiendo el influjo de Mariátegui y sobre la base de la inmensa movilización ciudadana, nos unimos en 1980 en el Frente Político Izquierda Unida, que reunía a diversas corrientes socialistas con nacionalistas velasquistas, progresistas y reformistas radicales. Reunidos por el legado de Mariátegui, estaban millones de luchadores los que, pese a sus diferencias, se mostraban dispuestos a realizar los cambios revolucionarios en democracia, con el poder de la ciudadanía activa. En 1985, el candidato a la Presidencia de la República por IU Alfonso Barrantes, mariateguista entusiasta, quedó en segundo lugar, y el frente IU estaba posicionado en todo el país. Fue rápida la crisis y desgaste del gobierno del Apra, y se acrecentó la crisis social, pero la IU no logró responder con una propuesta de política democrática de cambios para resolver este inmenso desafío abierto. Era posible ganar por el sufragio el gobierno, y afirmar el poder de la ciudadanía, dando curso a los cambios que la nación exigía, como lo hacen ahora movimientos populares en otros países de Latinoamérica. Y era posible hacerlo deslindando con el terrorismo y los efectos perversos del accionar terrorista de Sendero Luminoso. Faltó sentido de política, nos faltó estrategia de república, en su carácter de ámbito de soberanía como fundamento e instituciones del poder ciudadano.
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Al entrar en crisis el gobierno aprista se abrió un curso contrapuesto. Ante las debilidades de una estrategia de República desde la izquierda, se impuso la antipolítica. La derecha oligárquica cooptó la presencia política de Alberto Fujimori que irrumpía aislado pero vinculado con Montesinos y se instaló el 5 de abril de 1992 una dictadura corrupta, neoliberal y que impuso un Estado Mafioso. Asoló la patria hasta que el pueblo la derrumbó el año 2000. Es necesario señalar que esos años activó un grupo terrorista, que decía ser “el sendero luminoso de J.C. Mariátegui”, en uno de los episodios más grotescos contra la Nación y el legado de J.C. Mariátegui. Dirigido por Abimael Guzmán, este grupo planteaba como propuesta política una sociedad cuartelaría de Autocracia Terrorista, sosteniendo la idea fascista que el terror construye conciencia de clase, base de su “aporte mundial” resumido en el cerebro personal de Guzmán, para “militarizar el partido” y hacer su alucinada “revolución mundial”. Castigaban con la muerte a los que participan en alguna actividad de mercado o de “innovación imperialista”, lo que practicaban en aquellas zonas que las FF.AA. abandonaban. Propugnaban el asesinato, especialmente de dirigentes y militantes de la izquierda y de los sindicatos, e imponían condiciones de esclavitud de comuneros y pueblos a los que sometían, para “batir el campo”. Fueron utilizados por el imperio para construir la imagen de “la barbarie del terror de izquierda”, y atemorizar a la sociedad con un falso “equilibrio estratégico de fuerzas militares”, entre SL y el Estado, lo que nunca ocurrió, pues nunca tuvieron las armas y control de territorios para ello, aunque así lo propagandizó el psicosocial del Departamento de Estado USA. De este modo, Sendero Luminoso fue un espolón utilizado para detener el ascenso popular ciudadano, para asesinar y replegar muchos de sus cuadros, para deformar la presencia nacional del legado de Mariátegui. Sobre estas bases de temor al terror, impulsaron el rechazo popular a la política, y así fueron un factor en la construcción de un ambiente para un golpe de estado. Está probado que el núcleo central de SL pudo ser detenido en Lima en 1990, pero fue advertido a tiempo, por sectores del aparato de inteligencia, para que pudieran continuar sus acciones, las que fueron usadas en la estrategia psicosocial para justificar el golpe de estado de Fujimori y Montesinos en abril de 1992.
3. El Perú Integral de Mariátegui Una formulación autocrítica, desde el legado de Mariátegui, requiere repensar su propuesta civilizatoria del Perú integral que une lo más avanzado de occidente con el mundo andino, en las nuevas condiciones actuales del mundo, de Latinoamérica y del Perú.
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Recordemos que Mariátegui habla del Perú de los Incas, y hunde las raíces de nuestra nación en sus bases civilizatorias andinas, zanjando con las herencias del coloniaje que pretendía que el Perú era un reino traído e impuesto por la conquista española y organizado desde el Virreinato colonial. Para Mariátegui la nación se encontraba expresada sobre todo por la mayoría indígena, que reclamaba la propiedad de la tierra y que expresaba la condición pluricultural de una nación en formación. Para JCM la nación fructificará en el encuentro con lo más avanzado de occidente, que es no solo el cálculo y el empuje del capitalismo, sino que los constituye sobre todo, el trabajo productivo, el socialismo y el mito de la revolución social. Los fundamentos civilizatorios del legado de JCM, son decisivos para responder a los desafíos del periodo de la humanidad en que vivimos. El mundo ha pasado desde los años 70’s a la nueva etapa global-local de la era digital, técnica informacional, o del conocimiento. Más aun, fue corto el periodo del frenesí del pretendido reino eterno unipolar de EE.UU. capitalista supuestamente triunfante. Asistimos, más bien, a un periodo de expansión productiva extendida, con las nuevas ciencias, la trasformación productiva y la comunicación global. Forjamos una nueva simbiosis de nuestra especie de vida con el conjunto de la naturaleza. Estamos en una crisis general ambiental con el cambio climático global, que modificará las condiciones básicas de vida y energía en todo el planeta. El capitalismo se ha extendido en el mundo, acrecentando la potencialidad humana, pero también incrementando la desigualdad social, las pugnas entre estados y territorios, alterando dramáticamente las condiciones ambientales de la vida general. La expansión capitalista ha superado la precaria unipolaridad norteamericana y se expresa en la multipolaridad activa, con China como potencia económica en ascenso, varios bloques en disputa, y el poder emergente de Latinoamérica como poder civilizatorio andino-amazónico-criollo. Somos integrantes de la Patria Grande Latinoamericana. Constituimos un continente que tiene las más amplias reservas de recursos, el mayor volumen de agua dulce, el mar más rico en especies, la riqueza de la inmensa biodiversidad amazónica y andina, y la población pluricultural que posee ancestrales sabidurías y habilidades de la gestión complementaria de las variantes ecosistémicas en los territorios diversos de nuestras naciones. Somos una potencia civilizatoria en ascenso, unidad y proyección. Se evidencia con el Celac, Unasur, Alba, Centroamérica - Caribe, y sus procesos de integración y cooperación. En esta Patria Grande, en estos años de poder ciudadano en todas nuestras naciones, se está haciendo potencia el sueño del Bolívar de la gran unidad continental. Tenemos
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desde Caral uno de los focos civilizatorios autónomos de la especie humana, y en nuestro periodo de historia autónoma del resto del mundo los diversos pueblos se integraron continentalmente con la gran calzada del Qhapac Ñan Inca. La unidad continental se forjó también en la resistencia indígena durante los largos años del Virreinato. Se forjó nuestra unidad política y social en ese ciclo histórico bicentenario que une la revolución de Túpac Amaru en 1780, al triunfo continental de Bolívar y los libertadores en Junín y Ayacucho en 1824. Estos son los procesos fundantes de la peruanización mariateguista del Perú, que se articulan y forman parte con los actuales procesos de soberanía, independencia, integración y democracia en todo el continente.
4. Desafío civilizatorio y autocríticas indispensables A partir del socialismo creador de Mariátegui, existen tres cuestiones de la práctica política y social del bloque nacional popular en el Perú, que son necesarios pensar autocríticamente y son de las más grande importancia para lograr el Perú Integral, uniendo lo más avanzado civilizatoriamente de occidente con el mundo andino. 4.1 La base civilizatoria y los territorios sociales En relación a los años de comienzos del siglo XX en que Mariátegui formula el desafío civilizatorio nacional se han producido cuatro cambios sustantivos que ratifican pero al mismo tiempo amplían su perspectiva de carácter civilizatorio. Hemos entrado a una nueva era técnica científica informacional ampliando las condiciones de reflexividad e interacción de los sujetos sociales pluriculturales. También vivimos un cambio climático de consecuencias de cambio civilizatorio, por el agotamiento del industrialismo extractivista y el calentamiento global general. Y una tercera novedad es el curso acelerado en la globalización de la multipolaridad y de las condiciones generalizadas de la vida urbana, emergiendo la patria grande latinoamericana como un poder civilizatorio singular. Ante este cambio civilizatorio el socialismo creador de Mariátegui nos aporta perspectivas cruciales para responder a su desafío. Se adelanta a las reflexiones que reconocen que el tiempo es heterogéneo y forma una unidad con el espacio, el cual es socialmente producido. Al situar el nudo crucial de la nación en el espacio de fuerzas señalado, Mariátegui lleva a superar el conocimiento descorporeizado y descontextualizado, que produce una fisura ontológica de occidente entre la razón y el mundo.
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Para Mariátegui, la Nación no se reduce al Estado. Lo requiere, pero transformado. La Nación no se forma exclusivamente desde el sistema educativo, y su literatura expresa las sensibilidades de una sociedad enfrentada a una singular relación de fuerzas de su heterogeneidad estructural y discursividad. El proceso de la nación, siendo de identidad, se afinca en las prácticas sociales e históricas de una comunidad de destino. Al situar la relación de fuerzas sociales como claves de la formación de la nación y su esfera política republicana, Mariátegui está incluyendo a las fuerzas sociales, en el caso, a las excluidas mayorías indígenas, como actores fundamentales de la política. Está abriendo una perspectiva para superar la contraposición entre la política reducida al Estado y la sociedad sumida a la despolitización. 4.2 La nación, comunidad de ciudadanos, sujeto histórico La formación del Perú como nación es la narrativa de un proceso social. Los siete ensayos y toda la obra de Mariátegui sobre el Perú, no son ni se reducen a la épica teatral o eclesiástica, ni al drama corrupto e ineficiente del viejo Estado, su régimen presidencial-absolutista, su deforme República de privilegios y su casta colonial. Más bien, explican el avance en la formación democrática de la nación pluriétnica, afirma en la vida social la matriz civilizatoria integral del Perú a partir de lo andino como sujeto activo configurante. Las sucesivas relecturas de los 7 ensayos expresan y acompañan esta historia. Sostiene Mariátegui que las grandes etapas de nuestra formación como nación están marcadas por acontecimientos principalmente políticos. Las explica desde el sustento económico social de cada una. La Conquista la caracteriza como un acto político que divide la historia de la nación al imponer la Colonia, sojuzgadora de sus mayorías indígenas, con la esclavitud en la mita (minas, obrajes y agricultura comercial) y la feudalidad traída de un imperio que resumía lo más atrasado del sistema mundo europeo. La Independencia la considera el otro gran acto político, en el que se afirma la soberanía, formándose la República como esfera singular de la política, pero reducida a una minoría criolla que mantenía la condición económica social semifeudal de la colonia, minoría criolla asustada ante la condición nacional de las masas indígenas a las que buscaba excluir o reemplazar con otras poblaciones. El tercer gran momento nacional, de acuerdo a JCM, y producido en la conjunción de los elementos iniciales del capitalismo en el Perú, en la unión de la clase obrera incipiente con la mayoría indígena y las clases medias ilustradas, no seguiría una
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línea evolutiva eurocéntrica, con el capitalismo y el liberalismo, sino que correspondería a la Revolución, al gran mito social, que uniría en un gran sujeto histórico a las mayorías indígenas con el socialismo, peruanizando el Perú, culminando su formación como nación integral. Mariátegui hace una crítica argumentada y decisiva respecto a las teorías sobre la formación de la nación peruana que desde el mestizaje, la latinidad y el hispanismo, pretendían edificar la Nación criolla en la persistencia de la colonia y su matriz racista. Mariátegui formula su propuesta alternativa de matriz civilizatoria indígenaandina de la nación peruana. No es una propuesta “indigenista”, de mirada lejana o de exclusión inversa, sino que es la de una nación integral, en la que el indígena como sujeto activo de ciudadanía da curso y forma parte sustantiva de una nación plural que potencia todos los avances de la humanidad. Es la Nación que une en sus fundamentos lo andino con el socialismo. 4.3 La República y la Política como Soberanía del Poder Ciudadano Mariátegui vive intensamente su época, y al descifrar la escena mundial, también aprecia los cursos posibles del Perú como nación y sus desafíos políticos de soberanía. Señala que se vivía la nueva etapa del capitalismo, la del Imperialismo. Este no era solo el crecimiento del industrialismo y la exportación del capital desde Europa a otras zonas del mundo. Era también una redefinición de otros aspectos de la vida política y social, que ahora podemos apreciar desde la perspectiva de la Soberanía. Afirmar la nación, peruanizar el Perú, es asumido como una perspectiva de varias dimensiones de la república, que son económicas, políticas, sociales y culturales. Señala la heterogeneidad estructural del país, para afirmar que la comunidad campesina, y su reciprocidad, aporta una vía sustantiva y propia para el desarrollo. Reconoce en la organización de los trabajadores, el baluarte fundamental de la conquista de los derechos de la población. Hace de la lucha cultural, una estrategia básica de la forja de hegemonía en la transformación de la soberanía. Perfila la crítica al sistema presidencialista, y su base de herencia colonial, lo que nos abre perspectivas a nuevos sistemas de representación de la soberanía democrática. Los Juristas medievales al definir la soberanía (summa potestas), diferenciaban entre dos sociedades: El Estado y la Iglesia. Delimitaban entre prerrogativas y dominio
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de lo trascendente y lo terrenal. El Estado tenia poder exclusivo sobre territorio y habitantes, en base de la fuerza. La iglesia era dueña de la moral, la persuasión, lo espiritual. La era moderna separa la esfera religiosa de la esfera civil, y lo público de lo privado. La Política se autonomiza, y se transforma en la sede de la soberanía, cuyas potestades ejercerá el Estado y la sociedad en instituciones democráticas. El Estado de Soberanía es asumido por la era moderna desde una condición necesaria y otra suficiente. La condición necesaria: el uso de la fuerza. La condición suficiente: el uso exclusivo de este poder. Para Jean Bodin; un gobierno justo de muchas familias y de los que les es común con poder soberano (absoluto y perpetuo). Según Hobbes: el paso del estado de la naturaleza al Estado, depositario de la soberanía. Define Weber: el Estado es el detentador de la coacción física legítima. Precisa Kelsen: El Estado es una organización política porque es un ordenamiento que regula el uso de la fuerza. La nueva etapa Imperialista, acentuó el cambio en la relación entre economía y política. Mariátegui desde el marxismo creador, incorpora enfoques gramscianos (hegemonía y cultura) y sorelianos (mito social), que le permiten apreciar la nueva complejidad de estas dimensiones. Mariátegui, al analizar tan agudamente la escena mundial, acentúa las nuevas formas de expresión de las masas en los atributos de soberanía, y los aprecia en las fábricas, en las localidades, en los Estados, en la cultura. La revolución de los Soviets, las vicisitudes de las revoluciones derrotadas en Europa, los cambios en Asia y la Revolución en México, van a darle enseñanzas fundamentales en la perspectiva de asentar la soberanía en la sociedad y parlamentarismo europeo. No reduce la soberanía a las formas políticas de representación pero tampoco las anula. El socialismo de Mariátegui tiene estas singularidades. Las apreciamos mejor desde la perspectiva de la soberanía de la comunidad que constituye el pueblo. En el debate actual diversos autores dialogan con la formulación mariateguista desde las condiciones del actual siglo XXI. Uno de ellos es Enrique Dussel, propugnador de la filosofía de la liberación desde nuestra América y del encuentro mundial intercultural de civilizaciones diversas. Dussel dialoga, desde el marxismo creador con filósofos y pensadores de la nueva era del mundo, en lo que podemos encontrar una mirada que nos ayuda a responder desde el desafío mariateguista. Dussel funda el poder en la vida. El ser viviente es una realidad que tiene a inalcanzable realización corporal. La voluntad es el plus de vida inscrito en la corporalidad.
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La vida de ser corporal discurre entre la vida/que/se/es y la vida/por/alcanzar. Pone los entes como sus mediaciones, su objetivación, como momento de la realización inalcanzable. La Voluntad, es la potentia primera de poder-poner, de ser-señor, de soberanía. Es mediación de aumento de vida (positivo) y sobre la voluntad de otro (reductivo). Por esto, no es atributo de un individuo. Es un momento de la comunidad política cuando la pluralidad de voluntades, ligada intersubjetivamente, avanza la organización funcional heterogénea, disciplinada, jerarquizada, como se muestra en la historia humana desde la caza civilizatoria a la revolución urbana. Señala que los entes del mundo tienen valor, en el ciclo de vida dado, en la espacialidad y en la vida por darse. Son procesos de Pasado/Presente/Futuro en el espacio construido en la actividad productiva del ser humano recreándose como especie, tal como formulaba Marx al sentido social fundamental del trabajo como actividad humana. Los entes de la práctica social son puestos por la potentia de querer vivir, de una voluntad que quiere y tiene la fuerza para poner las mediaciones como posibilidades, condiciones para permanencia e incremento de la vida. Afirma que todas las mediaciones tienen valor político en tanto posibilidades para la voluntad de poder (realización de la vida humana), integrados a una cadena de condiciones condicionantes. Estas condiciones de la política, permiten reconocer sus niveles de autonomía y su rol fundamental de articulación de las diversas esferas de la vida. La pluralidad de voluntades ligada intersubjetivamente, en la lucha de la vida por alcanzar, es el momento de la comunidad política que Mariátegui asumía como el de mito revolucionario soreliano que potenciaba la vida social para realizar las transformaciones revolucionarias de su emancipación de toda opresión. Es así como la estrategia de república es consustancial a incorporar la vida social y la pluralidad cultural. Estos son desafíos que las nuevas condiciones de la humanidad plantean a la perspectiva del socialismo como creación heroica.
5. El Perú Integral: una comunidad nacional entre dos repúblicas En el Perú, la elite dominante, que tiene añoranzas del Reino nobiliario, y que aprendió la gobernabilidad de la oligarquía, ya perdió sus bases de poder anteriores y trata de subsistir subordinándose a la Reificación del Imperio USA como Poder Unipolar, cuando el mundo más bien se despliega la multipolaridad, el creciente de China y la emergencia de países del BRIC así como de Latinoamérica como poder civilizatorio continental.
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La elite plutocrática asume el Perú como una Des-topía. Es decir, como un Lugar sin Nación, como un territorio de flujos, en el cual solo les queda ser Lobbystas intermediarios de los grandes flujos del capital internacional. Son ilustrativas al respecto las nuevas condiciones de los “dueños del Perú”, en la relación actual entre el poder económico, el Estado y la corrupción. Unen la persistencia de ensoñación de la elite nobiliaria colonial con la captura del Estado desde dentro o su reconfiguración como un Estado corporativo privado. Lo he dominado República Lobbysta con Estado Mafioso. Sinesio López lo denomina Estado Cleptocráticopatrimonialista. Francisco Durand señala la captura del Estado por los privados de tres poderes económicos cruzados (formal, informal y delincuencial). Esta Des-topía no requiere comunidad de ciudadanos con soberanía, por lo que reducen la política al espectáculo, mientras organizan el Estado en base a un exacerbado presidencialismo, cuasi monárquico, que se asume sobre todo como el orquestador de la entrada de inversiones transnacionales a los recursos de la nación. Corporativizan el territorio en fragmentado archipiélago minero-energético, en los cuales las empresas internacionales asumen los atributos del poder local, en pacto con la elite del Estado. Propugna ahora la sujeción en la Des-topia, la que puede definirse como la privación a la nación del sustento del lugar. Es el régimen de una “provincia-administrada”, nueva modalidad de la colonialidad en la era actual. La elite plutocrático Lobbysta, deja de lado la discursiva mestiza y la latina; inclusive la prohispánica, pues ni siquiera se asumen como “reino”. Se contentan con la Des-topía de una “provincia-administrada” por el añorado Imperio mundial. La nación es reducida a “provincia de ultramar” del imperio global, en la cual se saquean sus recursos naturales con archipiélagos mineroenergéticos, se piratea su biodiversidad genética e impide su producción orgánica y alimentaria. Se condena a su población a la neo esclavitud del subempleo crónico, la precarización laboral y el analfabetismo tecnológico. El régimen político de esta Des-topía, de esta “provincia-administrada”, se sustenta en cuerpos territoriales de colonialidad, formados de la corporativización privada de los territorios en archipiélago sujetos a enclaves despóticos, con una república burocrática autoritaria, de Lobbystas y ujieres, deforme por el presidencialismo autocrático, a la cabeza de un Estado centralista, clientelista y corrupto. La Des-topía necesita impedir al ciudadano para instalar súbditos, y busca administrar sus poblaciones diversas como razas “sub-humanas” excluidas y carentes de libertades.
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La República de la Neo-oligarquía, quiere re-transformar al país en una provincia sin soberanía, administrada desde los intereses de EE.UU., con poblaciones excluidas, como ciudadanos de segunda y tercera clase, y en regímenes laborales de empleo precarios sin derechos. En esta etapa histórica, la otra forma política de organizar la solución en república de los asuntos comunes, es la República de Ciudadanos. Esta afirma y recupera la soberanía nacional de la nación pluriétnica, de re-territorialización de los cuerpos territoriales heterogéneos en una nación pluriétnica, una república igualitaria con reconocimiento de las diferencias, con centralidades macro regionales, y la incorporación del medio técnico científico para el desarrollo endógeno a partir de la recuperación de los recursos naturales, un proceso de neo industrialización en una nueva escena mundial de multipolaridad, y la afirmación de regímenes de trabajo con derechos e innovativos. En la Nación como comunidad de ciudadanos, se amplía el poder de ciudadanía, forjado en la conquista de derechos y atribuciones de soberanía popular, lo que desde los años 70 del siglo XX hasta la actualidad se expresa en la pugna contra la República Lobbysta imperante, por un pujante y creciente poder de ciudadanía. Este se manifiesta en diversos movimientos sociopolíticos y ámbitos, como en los millones de hectáreas recuperadas al latifundio por la pequeña producción familiar y comunal, en costa, sierra y Amazonía; en la autoconstrucción de ciudades por los pobladores; en la micro y pequeña empresa mayoritaria; en la extensión de la educación financiada por las familia; en la persistente creación cultural pluriétnica; en los diversos derechos políticos, cívicos, sociales, de género y ambientales, arrancados en pugna con la plutocracia lobbysta. Este amplio pero disperso y fragmentado poder de ciudadanía, en el Bicentenario Nacional, es el horizonte democrático del desafío de la República de Ciudadanos. En el choque entre ambas Repúblicas, vive actualmente la Patria. Tras derrotar la dictadura mafiosa del fujimorismo, el pueblo, afirmado en sus derechos ciudadanos, pese a sus debilidades organizativas y políticas, ha hecho uso del sufragio para impulsar cambios sustantivos. Ha elegido en los años 2001, 2006 y 2011, gobiernos que ofrecían hacer los cambios sociales requeridos por la patria. Pero los electos, rápidamente pasaron a ser controlados por la plutocracia Lobbysta, que maneja el concentrado poder económico y mediático, y los resortes del aparato estatal. Volvió a ocurrir en la última elección, en la que la alianza del candidato Humala, nacionalista, con las fuerzas populares y la izquierda, con un programa de transformación nacional, gano las elecciones y empezó a tratar de dar curso a los cambios nacionales. Pero no se mantuvo en ellos. En menos de seis meses, paso a gobernar en alianza con el poder económico Lobbysta. Este poder, pese a todo, no le perdona haber encabezado el primer triunfo electoral, por
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el sufragio, de una propuesta programática de alianza entre el nacionalismo centrista y la izquierda nacional, para afirmar la nación y su base civilizatoria en unidad con la patria grande latinoamericana. Tenemos inmensos desafíos con el legado de JCM, que sigue vivo en nuestra historia. Es urgente y necesario repensar autocríticamente muchos aspectos, en especial los tres señalados, de la base civilizatoria, de la nación como comunidad pluricultural y desde el poder democrático de la República de ciudadanos. Este poder civilizatorio lo dibujan los pintores, lo cantan nuestros músicos, lo escriben los poetas y se narra entre flores amarillas y amores encendidos de nuestros pueblos. Lo resumen en sus metáforas los hombres y mujeres de la patria grande que unen sueños, vida y pasión por la justicia y la libertad, afirmando que porque la patria es nuestra, de todas las sangres, es hermosa, y más aún todavía, y la defendemos con nuestra vida.