Un millópn de pasos por Asturias y algo más I

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UN MILLÓN DE PASOS POR ASTURIAS Y ALGO MÁS 1982-2007 Manuel Antonio Miranda Álvarez



A nuestras familias por saber prescindir de nosotros durante tantos sรกbados.


© Manuel Antonio Miranda Álvarez ISBN 978-84-612-4582-6 D. Legal: Autor: Manuel Antonio Miranda Álvarez Editor: Manuel Antonio Miranda Álvarez Diseño y maquetación: Chiwake Impresión: Gráficas Rigel


“[] satisfacer el deseo generalizado entre los que exploraban las altas regiones montañosas con la formación del Alpine Club. Es sabido que muchos de los que se han comprometido en esta labor aprovecharán con gusto la oportunidad, al reunirse de vez en cuando, para comunicar información sobre anteriores excursiones y preparar nuevas proezas; y con la esperanza que la asociación contribuya indirectamente al progreso general del Conocimiento dirigiendo la atención de los no profesionales de la ciencia hacia cuestiones a las que puedan contribuir con resultados valiosos []”. Algunos objetivos del Alpine Club, fundado en Londres en 1857 plasmados en el primer volumen de su anuario y trazados por su presidente el naturalista John Ball, que han inspirado nuestra actitud expectante y curiosa.



ÍNDICE

INTRODUCCIÓN

17-18

A BANDUJO DESDE LA CARRETERA A TEVERGA

19-20

CASTAÑEDO DEL MONTE (DESDE VILLANUEVA DE SANTO ADRIANO)

21-22

CUEIRO Y PICO REDONDO

23-26

PUERTOS DE MARAVIO

27-28

EXCURSIÓN DE BANDUJO A MARAVIO

29-32

PICOS SOBIA Y SIELLA

33-34

DOLIA Y PORCABEZA

35-36

TOLINAS

37-38

VENTANIELLA

39-41

VEGA POCIELLO

42-45

MONGAYO

46-47

PICOS MACIÉDOME Y OTRAS SALIDAS DESDE PENDONES

48-51

PICO TIATORDOS

52-54

VEGAS ENRIBA Y ENBAXO

55-56

COLLADAS

57

ALTOS DE PAREO Y EL CUETO

58-60

PICO CABRÓN, DESDE MONCÓ (RENGOS)

61-65

PICO CANIELLAS

66-68

UN MITO MENOS: TOMAMOS RABO DE ASNO TAMBIÉN LLAMADO “EL CASTILLO” Y “EL SANTO”

69-75

PICO EL FRAILE

76-80

EXCURSIÓN, AL ALBUR, POR EL NO PENINSULAR

81-84

VIAJE -CALMO- POR EL SUROCCIDENTE ASTUR

85-90

DE VALCÁRCEL A VALCÁRCEL PASANDO POR CUEIRO Y LA BUSTARIEGA

91-94

REENCUENTRO EN CASTRO

95-98

ALTO DE EL MOJÓN

99-102

BRAÑA LOS CUARTOS

103-105


UN MILLÓN DE PASOS POR ASTURIAS Y ALGO MÁS

RODEANDO PEÑA ALBA (PEÑALBA) DE LAS VIÑAS A LAS VIÑAS

106-109

COLLADO CARBAINEDO

110-114

¡AL FIN! PISAMOS VALLEMORO

115-123

EXCURSIÓN POR EL SO DE ASTURIAS CON ESPECIAL DEDICACIÓN A SAN MARTÍN DE OSCOS

124-134

DE NUEVO POR LOS OSCOS

135-139

EN BUSCA DE LA COVA DO DEMO (DOIRAS)

140-143

EXCURSIÓN AL LAGO LA BAÑA

144-151

EXCURSIÓN AL PICO PRINIELLO

152-155

TRAVESÍA DESDE CUERRES DE LLENÍN A ONÍS

156-159

PEÑA SALÓN

160-161

EL ARCENORIO

162-165

EXCURSIÓN AL SEN DE LOS MULOS

166-167

AL PICO EL PIERZO

168-170

EXCURSIÓN POR EL SUR-OCCIDENTE ASTURIANO

171-176

EXCURSIÓN POR LA CALZADA ROMANA ENTRE PIEDECONCHA Y PESQUERA (CANTABRIA)

177-180

EXCURSIÓN POR EL ROMÁNICO DEL CONCEJO DE TINEO, CON INCLUSIÓN DE ARCELLANA (SALAS) Y CELÓN (ALLANDE)

181-186

EXCURSIÓN POR LAS SIERRAS DE BEGEGA Y COURÍO SIGUIENDO LAS HUELLAS DE LAS EXPLOTACIONES AURÍFERAS ROMANAS

187-191

EXCURSIÓN DE SAN MARTÍN DE LUIÑA A VILLAYÓN, PASANDO POR ARCALLANA, NAVELGAS, BARZANALLANA Y PARLERO

192-196

EXCURSIÓN A LA VEGA DE ARIO CON SUBIDA OPCIONAL AL JULTAYO

197-200

SALIDA AL PICO PEDROSO DESDE LA COLLADA ENTRE ARALLA Y GERAS DE GORDÓN

201-203

VALLE DEL FONTANÓN (SOMIEDO)

204-206

EXCURSIÓN A LOS LAGOS DE SALIENCIA CON SUBIDA A LOS PICOS ALBOS

207-211

DE TORRESTÍO A LOS LAGOS DE SALIENCIA

212-214

EXCURSIÓN A PEÑA RUEDA

215-220


ÍNDICE

UNA EXCURSIÓN LARGO TIEMPO ESPERADA

221-224

EXCURSIÓN A LOS PUERTOS DE PORTUDERA

225-228

VEGARADA

229-230

PUERTO DE PIEDRAFITA

231-234

EXCURSIÓN AL PICO NOGALES DESDE EL PUERTO DE VEGARADA

235-237

FOCES DEL RÍO PINOS-COLLADA LA CANIELLA (O CANIECHA)

238-239

EXCURSIÓN AL PICO REMELENDE, SIERRA DEL MONGAYO Y PICO LAS CUERDAS

240-242

EXCURSIÓN A LA BRAÑA LAS NAVARIEGAS DESDE LA FONCELLA

243-247

EXCURSIÓN DESDE TORCE AL PICO AGUIL, LA MAGDALENA Y FONFRÍA CON LLEGADA POR BARRIO DE CUÑA

248-253

SUBIDA AL GILDAR AUNQUE SE CORONÓ CEBOLLEDA

254-256

TRAVESÍA DESDE SANTA MARÍA DEL PUERTO A LA PORNACAL

257-260

COLLADA PANDELLANZA-MACIÉDOME

261-264

EXCURSIÓN AL PICO POZALÓN (O NIAJO)

265-267

EXCURSIÓN A LA COLLADA LLEVIS DESDE EL PEDROSO

268-270

EXCURSIÓN A PORCACABEZA DESDE SAN MARTÍN DE ONDES

271-273

FALDEANDO EL CORDAL DE PEÑAMAYOR DESDE PUENTE MIERA

274-275

EXCURSIÓN POR EL VALLE DE SALIENCIA (FONDO)

276-280

EXCURSIÓN POR VEGABAÑO

281-284

EXCURSIÓN POR COTO BELLO CON SALIDA A CONFORCOS

285-287

EXCURSIÓN DESDE LA COLLADA DE ARNICIO A ESPINAREDO

288-290

RÍO PINZÓN

291-293

PICO TORRES

294-296

SUBIDA AL PICO LAGO

297-299

EXCURSIÓN DESDE TRONCEDO AL PICO PALANCAS

300-306

PICO LORAL

307-310

EL DÍA EN TRES ETAPAS: UNA EN SALAS Y DOS EN TINEO

311-316


UN MILLÓN DE PASOS POR ASTURIAS Y ALGO MÁS

80 KM2 DE SALIME A ALLANDE DOMINADOS

317-320

PICO TRES CONCEJOS

321-327

MIRAVALLES TENTE FIRME QUE “EL RABO” YA CAYÓ, Y “EL NARANJO” ESTÁ TEMBLANDO DEL SUSTO QUE RECIBIÓ

328-334

PUERTO DE LAS MUJERES MUERTAS

335-341

EN BUSCA DEL DOLMEN DE PRADIAS

342-345

BOBIA DE BULLACENTE

346-352

COLLADA LA MUEZCA

353-354

LOS ARRUDOS DESDE CALEAO

355-357

EXCURSIÓN DESDE LA FELGUERINA AL PICO LAVERDE

358-361

EXCURSIÓN AL PICO SALERAS (O SALSERAS) DESDE VILLAMARCEL

362-364

EXCURSIÓN DESDE PUERTO VENTANA A LA FOCELLA PASANDO POR EL FERREIRÚA

365-367

ERMITA DE TROBANIELLO

368-369

EXCURSIÓN A PEÑA MICHO DESDE EL PUERTO SAN LORENZO

370-372

EXCURSIÓN DESDE ARANGAS AL PICO TURBINA

373-377

CABEZA BUBENA (O UBENA) Y PICO TIEDU

378-380

DE ALLES AL PICO LIÑO

381-384

EXCURSIÓN DESDE LA ROZA A ABALLE

385-388

A LOS PUERTOS DE NAVA

389-390

PICO PUTRACÓN Y PEÑA SALGADA DESDE SANTA MARÍA DEL PUERTO (SOMIEDO)

391-394

PEÑA MORA

395-398

COLLADA DE OBRANGO

399-402

COLLADA DE CUEVARROBLE

403-405

MAJADA DE CONFORCOS Y FOCES DE MALORDAÑA

406-407

CANTU´L OSO

408-410

COLLAU ZORRO

411-415

COLLADA DE VALDEBOIS

416-420

TRAVESÍA DEL PUERTO DE EL CONNIO-VALDEBOIS

421-425


ÍNDICE

DESDE INFIESTO AL PICO FACÉU

426-429

PICO HOSPITAL

430-432

BRAÑAVALERA

433-436

PICO CURULLU

437-438

PICO VÍZCARES

439-442

PEÑÓN DE LAS TRAVIESAS

443-444

LAGO UBALAS

445-447

BRAÑAGALLONES

448-449

RÍO CASAÑO

450-451

PICO MOFRECHO

452-454

PARADA LA VIEJA-BRAÑA JUNQUERAS

455-458

COLLADA JERMOSA

459-461

EXCURSIÓN POR LAS ESTRIBACIONES ORIENTALES DEL PARQUE DE LOS PICOS DE EUROPA 462-468 ENTIEGÜÉ

469-471

PICO TARANES

472-474

COLLADA PIEDRAFITA

475-478

PUERTO DEL TRAYECTO

479-482

EXCURSIÓN A LA CONIA DESDE SOTO DE SAJAMBRE

483-485

A AMIEVA POR LA SENDA DEL ARCEDAINO

486-489

DE PANDERRUEDAS A ENTRAMBOS CAMINOS EL CAMINO VIEJO DE VALDEÓN

490-493

PEÑA MANTECA

494-496

LAGUNAS DE GENESTOSO

497-499

PICO DEL SAGRADO CORAZÓN

500-502

DE LA BARRACA A LENDEPEÑA

503-505

PICO EL CUETO DESDE LA CASTAÑAL

506-507

MAJADA DE ESPINERES

508-509

MOTA CETÍN

510-513


UN MILLÓN DE PASOS POR ASTURIAS Y ALGO MÁS

DESDE LA MATOSA AL ARGUMOSU POR LAS ORILLAS DEL RÍO COLOR

514-516

CARRIEGA DE LOS GALLEGOS Y PICO CARONDIO

517-519

PICO PANCHÓN

520-522

PICO MULLEIROSO

523-525

EXCURSIÓN AL PICO ORÚA DESDE POMAR DE LAS MONTAÑAS

526-529

PICO COURÍO Y RUTA DEL ORO

530-532

COLLADA PROPINDE DESDE PENDILLA

533-535

COLLADA LA BEZAL

536-537

PUERTOS DE AGÜERIA

538-539

PUERTOS DE ANDRÚAS Y ERMITA LA MERCED

540-541

COLLADA EL TRAVE

542-543

VEGA DE ORANDI

544-547

ALREDEDORES DE LOS LAGOS ENOL Y ERCINA

548-551

DE SAN LORENZO A LA BRAÑA DE LA MAGDALENA

552-554

BRAÑA LA MAGDALENA DESDE BARRIO

555-556

LAGO DEL VALLE

557-558

PICO MOCOSO Y LAGUNAS DE PÁRAMO

559-560

PEÑA CHANA

561-564

EXCURSIÓN A PEÑA ORNIZ, TECHO DE SOMIEDO Y CUMBRE EMBLEMÁTICA DE LA CORDILLERA

565-568

PICO EL CORNÓN

569-571

PEÑA MAYOR DESDE MELENDREROS

572-573

PICO TRIGUEIRO

574-575

AL COLLADO DE ARNIZ (NAVA)

576-578

FOCES DEL RÍO PENDÓN

579-581

PUERTOS DE RETUERTO

582-584

LOS CAVADALES

585-587

PICOS CALDOVEIRO Y MOSTAYAL

588-589

PICO CRUZ DE LA SIERRA

590-591


ÍNDICE

PORNACAL-LOS CUARTOS-VALLE CEREZALES

592-594

COTORRA DEL ESCOBAÑO

595-598

PICO BRAÑAVALERA

599-602

EXCURSIÓN DESDE MURIELLOS A LA ERMITA DEL ALBA

603-605

PICO MONTSACRO

606-608

PICO LA MOSTAYAL

609-610

PICO VIZCONDILLO

611-614

PICO NAVIELLAS

615-618

TARNA-SOBREFOZ

619-625

PICO ENTRAMBOSLLAGOS DESDE RIOFABAR

626-634

VEGABAÑO-RESTAÑO (VALLE DEL RÍO DOBRA)

635-642

VALLE DE ANGÓN DESDE AMIEVA

643-644

EXCURSIÓN AL PARQUE NATURAL DE MONTESINHO Y VISITA A BRAGANÇA

645-651

TRAVESÍA DESDE EL PUERTO DE PANDERRUEDA A SOTO DE SAJAMBRE

652-657

ATÍPICA EXCURSIÓN MONTAÑERA ENTRE EL PEDRERO DE ARRAS Y EL RÍO GUADAMÍA (O AGUAMIA)

658-663

PICO ESPINA

664-669

PASEO DE TINAMAYOR A PIMIANGO

670-673

PICO MACIÉDOME

674-677

EXCURSIÓN -AL BIES- AL ALTO DE BUCIERO

678-682

PICO GARGALOIS

683-688

VALLE DE TOSANDE CON APROVECHAMIENTO DE ALGÚN ROMÁNICO MENOR DEL N DE PALENCIA

689-694

EXCURSIÓN A TIERRA DE CAMPOS

695-702

EXCURSIÓN A OCEÑO

703-707

CONTRA CORRIENTE A ORILLAS DEL RÍO COLOR

708-710

SUBIDA, ESCALONADA, AL PICO REQUEXINES

711-714

SALIDA POR LA SIERRA DE PENOUTA (BOAL)

715-717

APÉNDICE

718-724



INTRODUCCIÓN

INTRODUCCIÓN

Este libro es el fruto de 25 años de salidas. Durante este tiempo y hasta la actualidad, un grupo de amigos hemos salido los sábados con la impaciencia de conocer más y mejor. En todos los recorridos aquí descritos partimos de Oviedo. Este punto de inicio tiene tantas ventajas como inconvenientes: las salidas hacia el N no existen pero se encuentran facilidades para ir al S; y, cuando se trata de elegir entre el E y el O, el encanto está equilibrado. Algunas de estas salidas no han sido exclusivamente montañeras pero resultaron una excelente solución para disfrutar de los sábados. Todas se escribieron a vuelapluma en los primeros días de la semana siguiente al sábado de autos para repartirlas cuando se hiciera la próxima salida. Lamentamos que en algunos casos no figure la fecha de la realización pero -en nuestra disculpa se ha de tomar- estaban escritas con versiones antiguas de procesadores de texto tales como Word Perfect, Writing, Works, WordPad, etc. En la conversión de archivos se perdieron varios completos y de otros algunos datos. Éstas son las salvadas del olvido y de la tecnología que todo lo lleva por delante. No se han hecho actualizaciones, por lo que podemos encontrar pistas convertidas en carreteras, caminos cerrados, bosques talados... amén de otros cambios en el paisaje. Las diferencias que se constaten no son deslices 17


UN MILLÓN DE PASOS POR ASTURIAS Y ALGO MÁS

de los autores, sino los cambios introducidos por el hombre en su infinita necesidad de desnaturalizar. En los primeros años -1983/86- regresábamos a la hora de comer a casa y aquí no constan aquellas porque eran de corto alcance. Fueron el germen de éstas. Presentamos una sucinta descripción de algunos de nuestros paseos, realizables en todas las edades. Cuando la caminata quedaba algo corta completábamos el día con actividades culturales. Otras veces se trataba de una sencilla excursión para profundizar en el arte rupestre, estilo románico, pueblos con encanto, puntos de interés geológico o monumentos naturales. Por SEGURIDAD Y COMODIDAD resultan NECESARIOS una brújula y un mapa (siempre de la última edición) de escala 1:50.000 ó 1:25.000 para entender el relieve, las descripciones, avanzar en la interpretación del paisaje; y recabar SIEMPRE la sabia y rica orientación de los habitantes del lugar. Los mapas ofrecen representaciones del terreno sobre papel y suelen ser bastante precisos, pero en la toponimia se pueden encontrar discrepancias. Hemos procurado adaptarnos a la empleada en el M. T. N. 1:25.000 si bien en casos en los que en el lugar predominaba otro, hemos optado por el popular. Estimamos que en remontar una diferencia de cota de 300 m se emplea una hora, y el mismo tiempo en recorrer 3 km por senderos o campo a través. Estos tiempos variarán sustancialmente según las personas, las condiciones meteorológicas y el escenario por el que se transite.

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A BANDUJO DESDE LA CARRETERA A TEVERGA

A BANDUJO DESDE LA CARRETERA A TEVERGA

Por la carretera que va de Trubia al puerto de Ventana y casi exactamente a la altura del km 17 (a 250 m de altitud aproximadamente) hay a la izquierda un pequeño ensanche que sirve de aparcamiento y, a la derecha, el citado puente sobre el río Trubia. Aquí se debe dejar el coche. Las aguas de este río están reguladas por la toma que se hace más abajo de Entrago y por el pequeño embalse; aquí el cauce aparece casi siempre seco, sucio, aguas casi paradas, plásticos enganchados en las ramas de los árboles, etc. Tras pasar el puente se pueden recoger, en la época adecuada, setas1. Se toma el camino de la derecha, después el que sigue el curso del primer arroyo que encontramos y sin pérdida posible llegamos a Bandujo (600 m). Es camino ancho, empedrado con losas que impiden la formación de barros. Sube con acusado desnivel siguiendo a tramos el pequeño curso de agua, que abajo encontramos, y en cuyas orillas crecen alisos, avellanos, robles, amén de varias especies de sauces. En el monte bajo abundan las ericas, escayos y cotoyas. El bosque que se atraviesa es caducifolio, verdaderamente hermoso, árboles de gran porte, sanos, con importante sotobosque. Llegando al pueblo hay un molino hidráulico que tiene una interesante ventanita que da al 1. Sólo en caso de completa seguridad de identificación se pueden ingerir, pues los riesgos pueden ser mortales.

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UN MILLÓN DE PASOS POR ASTURIAS Y ALGO MÁS

camino que llevamos. Ya en el pueblo se puede visitar una iglesia románica, modesta, una torre con escudo de armas y paños del muro de una fortaleza medieval. También hay algunos hórreos con tallas de interés. Al comienzo del camino hay unos cuantos madroños. Es un arbusto típico de la región mediterránea y que en Asturias no es abundante, se encuentra preferentemente en terrenos calizos, aunque se puede ver en los ácidos y hasta con cierta abundancia como en este caso. Presenta la particularidad de dar flor y fruto en el otoño, simultáneamente. Estos frutos, en Asturias llamados borrachinos, contienen una incierta cantidad de alcohol cuando están maduros. Son codiciados por los osos y una de las especies vegetales que se está plantando dentro del plan de repoblación forestal para alimentarlos. La comida puede ser en Bandujo, Proaza o Bárzana. En Bandujo se canta esta coplilla: “En Bandujo canta el uxu en Traspeña la rapiega y bajando pa Caranga la miseria puñetera”. Otra versión dice: “... y en el pueblo de Caranga la bendita Madalena”.

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CASTAÑEDO DEL MONTE

CASTAÑEDO DEL MONTE (DESDE VILLANUEVA DE SANTO ADRIANO)

Es una salida de corto recorrido pero cómoda y gratificante. Se deja el coche en Villanueva y allí mismo se toma un camino empedrado que inicia el relajado ascenso. Dejamos a la izquierda un bosque de madroños y encinas que forman una inextricable maraña. La encina no llega a formar árboles significativos y apenas pasa de ser un tupido matorral. El madroño es un arbusto de gran tamaño que da un sabroso fruto llamado en Asturias borrachín, parecido a una fresa y con cierta cantidad de alcohol cuando está maduro; lo que sucede en otoño. Tiene la particularidad de dar flor y fruto simultáneamente; forma parte de la dieta de los osos y por esta razón con alguna frecuencia los plantígrados visitan este lugar. Al salir de Villanueva, la primera casa que encontramos a nuestra derecha se sitúa sobre un reguero. Continuando por su misma curva de nivel, casi en la perpendicular sobre este punto del arroyo, se abre una cueva en la caliza que al fin de la guerra civil española sirvió de refugio a los que llamaban fugaos1. Nuestro camino continúa y entramos en una plantación de castaños 2 jóvenes (paganos), salvamos el débil curso de agua y la subida se hace un poco más pendiente. En muy poco tiempo llegamos al pueblo. Llama la 1. Soldados y civiles que no aceptaron la rendición de la República y prosiguieron la lucha armada de guerrillas. 2. Antes de ser injertados se llaman paganos.

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UN MILLÓN DE PASOS POR ASTURIAS Y ALGO MÁS

atención la fuente que tiene en la misma plaza porque mana de una roca que parece colocada allí ad hoc. Se continúa por anchos caminos entre prados cercados por paredes de piedra -muchos de ellos con cabaña inclusa- hasta Linares y ya estamos aguas vertientes al río Sama, que desemboca en el Nalón por su margen izquierda bajo el puente La Llera. Fue en el pasado muy truchero y todavía hoy conserva parte de la riqueza piscícola en su tramo final. Desde Linares se toma la carretera que hacia el S se dirige a Sograndio y por aquí salimos a 1 km al S de Proaza y a unos 3,5 del lugar de partida. Villanueva tiene un hermoso puente sobre el río Trubia y una ermita románica a orillas del río, en la parte S del pueblo. Ambos merecen una visita.

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CUEIRO Y PICO REDONDO

CUEIRO Y PICO REDONDO 29 de mayo de 1993

Se accede por la carretera de Trubia al puerto de Ventana. Se toma en Entrago la desviación que conduce a Taja; está señalizada pero se puede confundir con otra que, ya dentro de Entrago, sale a la derecha y lleva a Hedrada. Se sigue el curso del río Taja y a partir de Campiello se abandona el fondo del valle (llamado de Santibáñez) y se toma altura rápidamente. Pasamos Urria (hay en Somiedo, camino de Valle de Lago, otro pueblo del mismo nombre) y muy pronto llegamos a Taja. Se puede dejar el coche donde termina la carretera; frente a una casa en ruinas. Mirando al NE desde aquí, se ve la collada que conduce a la -antañoimportante braña de Cueiro. El camino entra en el pueblo y se toma la primera desviación a la derecha; es un camino ancho, carretero, que sale entre espesas sebes. En el primer cruce se sigue a la izquierda. Es de pendiente llevadera y con algunos tramos empedrados. Poco después empiezan grandes prados, con cabañas, rodeados de sebes arboladas con fresnos. Las cabañas son grandes y sólidas, de gruesas paredes, con cubierta de teja a dos aguas, con un espacio contiguo ligeramente inclinado para amontonar el cucho y facilitar la evacuación de los purines y el agua de lluvia. El abonado de estas fincas sólo se podía hacer con el ganado que allí pastaba; y con la inclinación del estercolero, se obtenía una buena escorrentía para los purines. El último tramo es un poco más pendiente y las cabañas están al lado del camino. Al remontar llegamos a las praderías de Cueiro. Son 23


UN MILLÓN DE PASOS POR ASTURIAS Y ALGO MÁS

camperas que se sitúan a modo de plano inclinado orientado al S y extendidas de E a O con 2 km de largo, unos 500 m de ancho, encajadas entre dos resaltes un poco más altos y que se alinean en la misma dirección. A medida que vamos avanzando hacia el E cruzamos pequeños arroyos que siguen la inclinación del plano y desembocan en otro que va de O a E. El agua de estas praderías no tiene salida; se sume en un embudo que hay en su extremo E. Al O, se encuentra lo que queda del Camín Real de La Mesa. Al poco de empezar la pendiente, hay un montón de piedras de lo que fue la venta de Cueiro en el lugar llamado el Alto la Casa. Este era el único paso transitable para coches desde Castilla. Cuando viajó Jovellanos por aquí, aún se recordaba el paso -50 años antes- del Marqués de Ferrera (que por no poder cabalgar usó el coche). Por esta ruta se retiraron las tropas carlistas de Sanz el 26 de octubre de 1836. Aquí hubo una ermita y a su sombra una cofradía, cuyos componentes practicaban el comercio de pieles. En estos llanos se celebraba una importante feria el 5 de setiembre de caballos y navajas (acaso la más importante de Asturias en su género); un par de días antes, el 3, había en La Plaza una feria de menor entidad llamada El Cueirín. Desandamos lo andado, cambiamos de ladera y, sin entrar de nuevo en las praderías, seguimos el camino de La Mesa. A la izquierda se ve la braña Los Fueyos (perteneciente a Montovo) y a la que se le ha hecho, recientemente, acceso rodado desde Montovo únicamente apto para vehículos agrícolas. A pocos centenares de metros del cambio de ladera, hay un tramo que se conserva adoquinado y se encuentra el lugar llamado Pousalasal, nombre evocador como lugar de descanso en los tiempos, no tan lejanos, en los que fue la principal vía de comunicación entre Asturias y las tierras leonesas. Está señalado con un mojón que tiene grabado el nombre. Damos marcha atrás y recorremos un tramo de marcha muy placentera. Nos dirigimos hacia el E y, casi de manera imperceptible, pasamos a otras camperas no menos hermosas y de muy similar configuración, aunque 24


CUEIRO Y PICO REDONDO

más cortas y anchas que las anteriores: se trata de la braña de Taja. Al fondo ya se ve el Pico Redondo. Bordeamos esta braña por su cara N. Vamos ganando altura poco a poco y enseguida vemos el mojón que señala el vértice geodésico (1.419 m). La subida no presenta problema alguno, no hay senda marcada y cada cual elige la trocha que mas le conviene. La panorámica desde la cima es verdaderamente magnífica. A nuestros pies, al E, nace el río Cubia en el corazón de un espeso bosque. Más allá, el pico La Berza y el corte que identifica el Camín Real en su descenso hacia Dolia y La Cabruñana. Al lado del camino, hacia el N, el pico Porcabeza y, a sus pies, la venta del mismo nombre. El paisaje1 lejano incluye Peña Manteca al NO y al N.NO las llanuras que hay entre La Espina y Tineo. Hacia el S se identifica perfectamente El Cornón. Al E Peña Gradura, La Siella y, más lejos, el macizo de Ubiña. Todas las excursiones por el valle del río Trubia son exitosas. En el marco natural resultan impresionantes los estrechos desfiladeros, las masas boscosas y el hermoso dibujo que los prados y sus sebes aportan al paisaje. El hombre pone una arquitectura bien conservada en las dos Carangas, en Villanueva de Santo Adriano (la iglesia románica y la Casa Prada), en Proaza (la torre y casona de los Tuñón), en Tuñón (la iglesia prerrománica de Santo Adriano), en Entrago (el palacio), y en San Martín (la iglesia colegiata). Taja es un lugar con larga historia. En el s. X era propiedad de un sobrino de Fruela II. Bermudo III lo donó a la catedral de Oviedo. Aquí se levantó el castillo de Miranda del que era propietario el obispo de Oviedo, aunque lo administraba la casa de Valdecarzana. También se habla de un castillo en Cueiro administrado por un somedano que cobraba portazgo y protegía a los viajeros de los numerosos maleantes que controlaban el paso 1. Los componentes físicos del paisaje se pueden agrupar en: a) aguas y suelo. Forma del terreno, topografía, pendientes, afloramientos rocosos, superficies de suelo, lagos y cursos de agua, hielo y nieve, etc. b) vegetación, arbustos y cubierta vegetal percibidos como conjunto homogéneo o como contraste. c) actuaciones humanas. Distintos usos del suelo y estructuras y construcciones diversas, carreteras, ferrocarriles, tendidos eléctricos, grandes instalaciones, cultivos, etc.

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UN MILLÓN DE PASOS POR ASTURIAS Y ALGO MÁS

de viajeros y mercancías por la importante vía. En Taja nació el padre de d. Pedro Cienfuegos, obispo de Popayán y más conocido como el cardenal Cienfuegos. En este pueblo la arquitectura está muy descuidada. Tiene muchos edificios caídos y otros de nueva construcción, muy innovadores de formas y colores pero que resultan hirientemente llamativos. Las casas más viejas en ruinas y las paredes muestran su esqueleto: un entramado de finas tablas y relleno el espacio de separación por piedras pequeñas (en otras zonas de Asturias se emplearon otros materiales). Estas casas estaban constituidas por dos cuerpos separados por un corredor, en cada cuerpo había una alcoba con una pequeña ventana cuadrangular; la sala y la cocina tras el corredor (muchos de estos corredores pasaron a galerías a finales del XIX y principios del XX en las economías más saneadas) y en la planta baja las dependencias -generalmente separadas- para el ganado vacuno y porcino, que realizaban una importante aportación de calor. La margen derecha del río Taja está poblada por un espeso bosque que es en su mayoría hayedo, aunque también hay carballos, fresnos, arces y algún tejo; los castaños aparecen en cotas más bajas.

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PUERTOS DE MARAVIO

PUERTOS DE MARAVIO

Se parte de Trubia por la carretera que va al puerto de Ventana y hay que desviarse en Caranga hacia Teverga. En Entrago se ha de tomar la que sale a la derecha1 y conduce a Taja. Y, casi inmediatamente, a unos 100 m, otra -también a la derecha- que lleva a Hedrada; cuando se llega a un punto en el que se inicia un suave descenso, antes de llegar al pueblo, sale a la diestra una amplia pista asfaltada. Se delata como obra de reciente ejecución. Por ella hemos de continuar hasta la capilla de Santa Ana, donde toparemos con una pradería desde la que se contempla una buena panorámica del valle: a la izquierda, la blanca mole de Peña Gradura (1.160 m) y frente a ella La Sobia, cuyos dos puntos culminantes son los picos de La Siella (1.517 m) y Saleras (1.781 m), éste ya en el término municipal de Quirós. Un poco más adelante encontraremos una charca a la derecha, al lado de unas cabañas. Desde este punto se observa perfectamente el Fondón de Maravio, cuenca endorreica que alberga pequeñas charcas que sirven de abrevadero a los caballos. Podemos dejar el coche en este punto e iniciar la subida por los prados bordeando la descarnada caliza. Ahora se ven mejor las praderías y se da vista al conjunto de los puertos de Maravio, grandes prados con cabañas de piedra y los consabidos fresnos en los alrededores. En las praderías no cercadas y en el monte bajo, abundan los caballos. En período de lluvias se 1. Salvo indicación en contra, siempre nos referiremos al sentido de nuestra marcha.

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forman charcas que, si cuentan con la presencia de los citados animales, dan al paisaje una singular belleza y constituyen una estampa poco frecuente en gran parte de Asturias. Pronto llegamos a la braña de Fuego, (al E, al otro lado de la montaña, se encuentra Bandujo, pintoresco pueblo al que en otra ocasión dedicaremos un día); desde aquí se inicia la subida y al poco tiempo veremos dos cumbres: El Caldoveiro a la izquierda y La Mostayal a la derecha. Ambas son de fácil acceso pero de incómoda marcha por la superficie de lapiaz propia de su naturaleza caliza. Desde cualquiera de las dos se divisa una amplia panorámica de los valles del Cubia al O y del Trubia al E. La vegetación en la zona de roca es escasa, mayoritariamente herbácea y arbustiva. Los árboles que podemos encontrar son espineras, acebos y algunos tejos. Para terminar el día añadiendo un elemento artístico, se recomienda la visita a la Colegiata de San Pedro de Teverga, en San Martín, al lado mismo de la carretera que conduce al puerto de San Lorenzo. Construida entre 1069 y 1076. Articula el paso del Prerrománico al Románico en nuestra región. En el mismo edificio y sin desmerecer ni afear la construcción está adosada la casa abacial, del s. XVII. El conjunto fue declarado Monumento Nacional en 1921.

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EXCURSIÓN DE BANDUJO A MARAVIO

EXCURSIÓN DE BANDUJO A MARAVIO 17 de mayo de 1997

El viernes llovió como en Macondo y para el sábado todos teníamos las dudas mojadas. Y llegó. No llovía pero temíamos que las nubes se abrieran y abortaran la salida montañera. Haremos una excursión cautelosa de Bandujo a Maravio escalando antes El Caldoveiro. Recordamos como el tiempo también cambia el paisaje y la implacable penetración que supone la acción antrópica poniendo hoy a Bandujo como punto de partida, cuando la primera vez que lo pisamos era el de llegada. Saliendo de Proaza hacia Teverga, tras un par de centenares de metros, se toma a la derecha una carretera que al poco se ramifica: por la derecha a Linares y por la izquierda a Bandujo; tomamos la última. Bajamos hasta un reguero y a la subida, ya arriba, un letrero indica que pasamos sobre un castro. Se ve que el emplazamiento y la topografía corresponden perfectamente a esta venerable forma de agrupamiento y construcción. El pueblo siguiente es Proacina, que luce al paso una vieja y blasonada casona. La carretera se retuerce. De vez en cuando se asoma al valle del Trubia y abre una ventana de extraordinaria belleza. Llegamos a Bandujo. ¡Qué bien suena!. El pueblo se ve muy remozado. Los caminos están hormigoneados, no hay montones de cucho, las casas cuidadas, buenas techumbres de teja árabe, madera en puertas y ventanas, sin 29


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desconchados las paredes y varias casas in restauro con respeto al entorno. Las obras responden al modelo tradicional asturiano de media montaña: la vivienda y bajo ella la cuadra; de algunas sobresale la panza del horno; agregados hay hórreos, paneras y otras edificaciones para guardar aperos. Pedimos información a un hombre de mediana edad que se apoyaba en un cayado, vestido con loneta gris, un traje de faena para tropa en la Marina Española, que fumaba sin parar pese a lo temprano de la hora. Cuando hablamos de subir al Caldoveiro nos avisa de que la senda se pierde a tramos y este día no parece el más adecuado por el riesgo de lluvia y la mediocre visibilidad. Se plantea la alternativa de los Puertos de Maravio y ahora sí que obtenemos su beneplácito. Nos indica el camino. No parece demasiado complicado. Seguimos la ruta que nos indicó y salimos del pueblo hacia un reguero que ofrece una vista deliciosa del conjunto que forman los dos torreones y la iglesia. Una de las torres es circular, con puerta de entrada, ventana y saetera. Parece un gran palomar de estilo asturiano. La otra es de planta cuadrada y sin duda muy posterior, se ve que nació para vivienda mientras la primera lo hizo para fortaleza. La administración y gobierno de las tierras señoriales comportaba también la presencia de delegados de la autoridad de la mitra, mayordomos y merinos episcopales y, con funciones primordialmente económicas, la de comenderos o encomenderos, personas de condición noble a quienes se confiaba la tenencia de castillos y casas fuertes que constituían los centros de defensa de las demarcaciones señoriales. Algunas de esas viejas fortalezas, como ésta de Bandujo son elocuente testimonio del formidable poder temporal de los antiguos obispos de Oviedo. Llegamos al reguero llaneando y empieza la pendiente. El camino es muy ancho, carretero, y entra en un hermoso monte de castaños. La mayoría son varas rectas de gran altura. Nacen varios pies en una sola cepa, y algunos ejemplares, muy pocos, centenarios y heridos por la tinta. Se gana altura 30


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con mucha suavidad y pronto se llega a una explanada, a la izquierda queda una torre metálica de electricidad. Aquí giramos a la derecha y poco después aparecen también a la izquierda grandes prados cerrados por sebe o pared. De aquí sale por la derecha un sendero pero seguimos el camino más ancho y usado de la izquierda. Todo este tramo es de excepcional belleza por la suavidad, la espesura y el silencio. Acabados los castaños empiezan los carballos. El camino inicia un descenso y por la izquierda se ven, enteramente disimuladas, algunas cabañas. Parece que bajamos demasiado y terminaremos en Bustiello. Vamos mal y decidimos, con buen criterio, cambiar y ganar altura siguiendo una trocha que cruza entre los carballos. Acertamos, y enlazamos con un buen camino que lleva a una campera. Ya no hay posibilidad de pérdida, se ve: Peña Gradura, su prolongación por la sierra de Tameza, y la collada que nos pasará la capilla de Santa Ana. Al otro lado del río, tenemos a tiro de arcabuz Peña Sobia, que muestra casi al ras la esquelética cara de su cimera. Esta Sierra de Tameza es un cascote calizo cuyas cumbres dominantes son El Caldoveiro (1.337 m) y La Mostayal (1.333 m). En la caliza de la montaña se ve un tajo que es la caja del camino que buscamos, y, en el mismo canto, un árbol -parece una encina- de copa redondeada, y que nos servirá de referencia. Tomamos por la izquierda, hacia una majada con numerosas cabañas de piedra y buen tamaño. Pasamos un abrevadero y al poco trecho llegamos a otro mucho mayor. Estamos bajo el árbol-guía que antes avistamos. Hacia el valle se ve un pueblo a la izquierda, en nuestra ladera, se trata de Bustiello; y enfrente, al otro lado de la carretera, otro pueblo se cuelga de la montaña, éste es Santa María. Abandonados los prados y los bosques entramos, casi directamente, en el lapiaz; a continuación, pasada la peña, un monte bajo que sólo tiene algunos carballos que lograron sobrevivir resistiendo a los incendios. Desde aquí se ve otro pueblo que antes buscábamos sin dar con él, se trata de Fabar, acostado en el NE de Peña Gradura. El camino al que llegamos parece venir 31


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directamente de Bandujo. Es ancho como para permitir el paso de carros, la caja se talló en la roca y el firme está empedrado como si de una calzada romana se tratara. Sánchez Albornoz, en “Los Orígenes de la Nación Española”, habla de un ramal del Camín Real de La Mesa que sale de Biforcos de Quero, lo identifico como Biforcos de Cueiro, que pasa por Linares, Castañedo del Monte, sale de Villanueva Santo Adriano y se encamina a Oviedo por Tenebredo. La obra que estamos pisando es ambiciosa, de envergadura, y bien podría corresponder a un tramo de aquélla. Parece que pasaría por la capilla de santa Ana, seguiría hasta Bandujo y saldría al río por el antiguo camino empedrado que tanto nos gusta. No soy capaz de ver en el mapa la posible continuación de Bandujo a Linares1. Pasamos por encima del árbol guía y llegamos a una pequeña campa muy hocicada por los jabalíes. El camino sigue y se asoma a una gran dolina. Por la derecha, N, El Caldoveiro aparece blanco, calizo, pelado. No resulta una montaña atractiva. Buscamos la forma de no bajar hasta el fondo de la dolina para no perder altura, pero no hay otro remedio. Rodeamos la depresión y seguimos el camino hacia el E que, tras ganar altura de nuevo, se asoma a una colladina desde la que ya se ve la ermita de Santa Ana de Maravio. Desde aquí damos vista a la capilla.

1. Dióse esta caminata exploratoria d. Claudio acompañado por d. Juan Uría Ríu. Otro investigador (Santiago Recio) dice haber encontrado la vieja vía.

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PICOS SOBIA Y SIELLA

PICOS SOBIA Y SIELLA

En la carretera de Trubia al puerto Ventana, después de pasar Riello se llega a San Salvador, aquí se toma la que sale a la izquierda y se dirige a Carrea (700 m), donde termina el recorrido en coche. La enorme masa caliza que tenemos frente y sobre nosotros da la impresión en la parte final de no tener camino accesible. No es así. Lo tiene y, además, es cómodo aunque muy pendiente. Recientemente se hizo una pista que destrozó el hermoso camino empedrado aunque apenas cambió su trazado. Sube en zig-zag por la cara O de La Sobia y en la parte final salva, muy cómodamente, un desnivel de 400 metros. en poco recorrido; después la pendiente se reduce y pronto se llega a la laguna de La Sobia. Estuvo rodeada de un murete y en otros tiempos tenía un sistema de abrevaderos regulados. De ninguna de estas obras queda apenas rastro y hoy el ganado entra en el lago a beber pateando el fondo. También las cabañas circundantes cedieron sus puertas y otras maderas para alimentar fogatas. En los alrededores hay algunos corros de construcción antigua que merece la pena descubrir. La más elevada cumbre de este sector es La Siella (1.517 m), que se ve al NO. Pasamos por unas majadas llamadas Veigas de Afuera y Veigas de Adentro, y en menos de 1 hora coronamos el pico. Desde él la vista es de 360o: al NE, El Aramo; Peña Rueda y las Ubiñas al SE; las altas cumbres de La Mesa al S; Peña Gradura y El Caldoveiro al O. Además, la disposición de 33


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la red fluvial, la división del espacio agrario, la ubicación de los pueblos en la falda de las montañas o en los valles, y un sinfín de fenómenos naturales o en los que ha intervenido la mano del hombre, hacen de este vértice geodésico un lugar de visita obligada. Después, al regreso, resulta interesante parar en Riello para visitar su iglesia románica de la que destacan el arco de triunfo y unas pinturas descubiertas recientemente.

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DOLIA Y PORCABEZA

DOLIA Y PORCABEZA

A Dolia (850 m) se puede llegar desde el alto La Cabruñana por la carretera que sigue, aproximadamente, el trazado de la antigua calzada romana del Camín Real de La Mesa. Desde la venta Las Cruces continúa -como carretera- hasta Dolia, y de ahí en adelante, ya camino y siempre hacia el S, hasta Torrestío. También se alcanza el punto de partida desde Grado, por la carretera que remonta el curso del río Cubia hasta San Pedro; aquí se sigue la desviación que sale a la derecha y pasando por Vigaña se llega a Las Cruces. La vía es estrecha pero sin peligro y solamente toma cierta pendiente poco antes de llegar a Dolia. En este pueblo comienza la marcha a pie por un camino casi llano, ancho, de fondo arcilloso, barro muy pegajoso, entre prados cercados por paredes de piedra y con cabañas algunos de ellos. Pronto llegamos a la venta La Corredoria que se conserva en aceptable buen estado. Es un edificio de piedra, sólido, grande, con la casa del ventero adosada a la cuadra. Contaba con capilla dedicada a Santa Ana (se conserva el edificio). Parece ser que los arrieros disponían de cocina propia. Aquí mismo sale a la derecha una pista que conduce a San Martín de Ondes y a la izquierda continúa nuestra ruta convertida ahora en pista de tierra. Después de unos 2 km llegamos a la venta de Porcabeza. Está más deteriorada que la anterior de La Corredoria, aunque seguramente tuvo más importancia a juzgar por las edificaciones que la componían tanto las destinadas a personas como a animales de tiro y carga. Estas ventas fueron 35


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el servicio de hostelería con que contaba esta importante ruta; de todas ellas solamente queda en activo la de Las Cruces, en el lugar de este nombre, donde amasan pan de escanda los sábados que venden en el mercado de Grado los domingos, y que se recomienda comprar in situ al regreso de nuestra excursión. Subir al pico Porcabeza (1.215 m) y alcanzar su vértice geodésico1 supone un esfuerzo suplementario pero sobradamente recompensado con la visión (O) del valle del Pigüeña, Peña Manteca (1.527 m) y la sierra de Begega. Toda la toponimia tiene algún significado -conocido o no-, y la del Camín Real es muy inteligible: alto de El Mouro, fuente de El Ermitán, barranco de Pena, fuente de La Salud, campo de Las Cruces, etc. Se puede comer en Belmonte.

1. Bueno sería que tuvieran las coordenadas, la altitud y el nombre del pico señalado

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TOLINAS

TOLINAS

Tolinas está en el valle del río Cubia, cerca de su nacimiento, entre el pico La Berza (1.440 m) y El Corona (1.430 m). Se llega desde Grado por la carretera que conduce a Tameza y desviándose poco después de pasar San Miguel, a la derecha. A la entrada del pueblo de Tolinas, hay una casa blasonada que aparece citada en Liño1. Empieza la andadura en este lugar. Por aquí pasaba uno de los ramales que salía del Camín Real de La Mesa y desembocaba en este valle del Cubia. Se inicia la caminata por un ancho camino empedrado que sale con sentido SO. Transcurre entre monte bajo en el que es frecuente ver caballos pastando entre cotoyas, escayos, ericas y algún abedul. Los prados están cercados por paredes de piedra y muchos de ellos con cabaña y fresnos. El recorrido es bastante pendiente y se salva un desnivel notable hasta llegar a la fuente El Ermitán (950 m). Si desde aquí nos desviáramos por el de la derecha, llegaríamos a la venta de Porcabeza (1.050 m) situada en la base del pico del mismo nombre y objeto de una excursión ya descrita. El de la izquierda, más llano, nos lleva a la braña de Cuadras; desde allí, se abre el valle del Pigüeña con Peña Manteca al fondo; caminando un poco más hacia el S y siguiendo con la mirada el curso del arroyo que nace aquí, asoma el pueblo de El Llamoso. Al E, el todavía 1. Revista editada por el Dpto. de Arte de la Universidad de Oviedo

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pequeño río Cubia deja a sus orillas frondosos bosques de castaño. A poco menos de 1 km está la Cruz de la Sierra (1.161 m), objetivo de nuestro viaje; desde aquí se ve bien El Llamoso y aguas arriba del mismo valle tenemos Montovo. Ampliando en unos 3 km nuestro recorrido previsto, dejaríamos a la izquierda el pico La Berza (1.440 m) y 1 km después alcanzaríamos el campo de Cueiro (1.350 m). Hacia el O reconocemos fácilmente Peña Manteca por su característica silueta dentada vista de costado. Para comer, aunque queda un poco lejos, se puede ir hasta Peñaflor (Grado), Puente San Martín o Belmonte.

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VENTANIELLA

VENTANIELLA

Se parte de Sobrefoz (600 m), adonde se llega tomando en Cangas de Onís la carretera que lleva al puerto del Pontón. A unos 11 km, en el puente Los Grazos nos desviamos a la derecha siguiendo el curso del río Ponga por la que lleva a San Juan de Beleño (600 m), capital del concejo de Ponga; dejamos a la derecha el cruce que conduce a Taranes y, pasado el puente, en la siguiente bifurcación, se toma a la derecha que nos lleva a Sobrefoz; aquí hemos de dejar el coche. Continuamos por una pista -es la trinchera de una carretera largamente proyectada cuya remota referencia ya aparece en el Diccionario Geográfico-Histórico de Martínez Marina- hacia el S en buenas condiciones para caminar. A la derecha, la imponente mole del Tiatordos con su prolongación hacia el S del Cordal de Ponga; y a la izquierda el pico Bargolí y después el pico del Valle Antiguo, detrás está el monte Peloño. A ambos lados, prados cercados por paredes con su cabaña la mayoría; más lejos, el bosque de robles y hayas; cerca, y a nuestros pies, corre el arroyo Ventaniella. Aproximadamente a 3 km de la salida y a unos 900 m de altitud, encontramos La Faeda; a 2 km más, Cotiones y después de otros 2 de suave pendiente, llegamos al caserío de Ventaniella (1.090 m). Es un lugar ciertamente hermoso; un valle muy abierto con praderías limitadas por el hayedo.

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En el nacimiento del arroyo sobresale el pico El Abedular (1.815 m), hacia el E de Ten y Pileñes: “... buen par de peñes, Ten, pa les cabres, pa les oveyes, Pileñes...” Por el camino de la derecha que bordea dicho arroyo se llegaría a las colladas de Pareo también llamadas de Tarna en el lado casín, cuenca del río Nalón. Nuestro camino es el de la izquierda, ancho, cómodo, empedrado y que nos conduce al puerto de Ventaniella en poco tiempo. Si se recorre prestando atención al paisaje, será muy probable que se vean venados y rebecos. Por este valle de Ventaniella discurrió un glaciar de más de 6 km de longitud, así presenta fondo plano hasta las casas de Faeda. En la misma cabecera del circo de alimentación se encuentra el pico El Abedular, que fue tallado al desarrollarse varios circos a partir de un sólo macizo de base cuadrada. Además de la venta hay una capilla bajo la advocación de la Natividad de Nuestra Señora. Esta explanada donde se asientan la ermita y la capilla se originó al rellenarse con sedimentos una cubeta de sobreexcavación. Aquí hubo una alberguería, con capilla, vivienda y establo, cuyo veedor (administrador) perpetuo, -a veces, hereditario- era intervenido por una junta de vecinos de Sobrefoz llamados vicarios. Por escritura de 1.549 entre el magnífico señor don Juan de Caso de Sorribes, Señor y Justicia Mayor de Caso y representantes de los pueblos: “[] se comprometen a facer el camino de Tobaos a Sobrefoz y que el puente de La Bimbla fuere de buen canto, ancho, para carros, y que el camino se abriere a vista de oficiales que sepan qué es un buen camino []”. 40


VENTANIELLA

En 1830 se solicitó del rey, por conducto de d. Antonio Fanjul, representante de los concejos orientales, que una vez terminada la carretera de Castilla por Pajares, los arbitrios para ésta se destinaran a la de Ribadesella a Ventaniella, y así lo concedió Fernando VII el mismo año; pero no se cumplió, gastándose los recursos en la de Avilés, aunque el sr. Fanjul recurrió la queja con insistencia. En esta zona, las parcelas que fueron del común y se agregaron a las fincas rústicas se llaman innovadas. Se puede comer en Sobrefoz, San Juan de Beleño, y en Las Mestas.

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VEGA POCIELLO 19 de noviembre de 1994

En la carretera de Campo de Caso a Tarna, entre los km 14 y 15 (a unos 860 m de altitud) hay a la derecha una cabaña y unos prados. Desde este punto se ve el pueblo de Tarna. Se puede dejar el coche en el ensanchamiento que presenta aquí la carretera. Se toma el camino que sale a la derecha y conduce rectamente hacia el río Nalón. Una vez cruzado éste, se sigue el ancho pasaje que inicia la subida por la margen izquierda del arroyo La Ablanosa -desemboca en el Nalón un poco más abajo por su margen izquierda- y tras una hora de marcha llegamos a la majada La Ablanosa (1.180 m). Muy pronto comienza el hayedo; está limpio, sin sotobosque porque el desarrollo de las hojas paralelas al suelo y paralelas entre sí impide la llegada de luz suficiente para que crezcan otras especies de menor porte. A la derecha quedó El Canto del Oso y a la izquierda, al otro lado del arroyo, el Cueto Negro. Como a 1 km se presenta ante nosotros un pico escarpado: El Cueto, que dejaremos a la izquierda, aunque el camino parece que nos lleva a él de manera natural. Cuando llegamos al nivel del arroyo grandes matas de acebos y piornos limitan la visibilidad pero ya falta muy poco. Al poco tiempo aparece el prado y unas cuantas cabañas, algunas en buen estado. Esta vega de Pociello (1.290 m) está, en su conjunto, bien conservada. Su emplazamiento resulta verdaderamente privilegiado por la protección que le brindan las cumbres 42


VEGA POCIELLO

que la rodean: desde el Porrón de Cerrosa al Canto del Oso por el O y NO; y por el S y SE la sierra del Mongayo, Lagunillas y Valdevezón. Al final de la vega, por la collada Las Arenas se pasa a Valdevezón (1.450 m). Todo el conjunto resulta de una belleza difícil de encontrar fuera de las montañas casinas: las escarpadas cumbres que la envuelven, la presencia del hombre a través de sus construcciones. La vida animal, aunque no se deja ver en directo, la inferimos a través de huellas, egagrópilas, excrementos o plumas. Numerosos vegetales llenan los huecos de las zonas más bajas. La conjunción de vida en armonía que encontramos en este lugar, permite el descanso espiritual que uno se lleva a la ciudad después de un buen día en el monte. En Bezanes se puede comer y, si el tiempo no lo impide, nos podemos acomodar en el mismo centro y disfrutar de la vida del pueblo.

ANEXO Esta descripción será incompleta e inútil sin la anterior hoja de la excursión a la Vega Pociello. El camino que parte de la carretera de Campo de Caso a Tarna (está descrita la localización del punto de partida en su primer párrafo) es el mismo que conduce a la cascada de Mongayo. Baja hasta el río y poco antes de llegar se deja el que sale a la derecha. Se cruza el río por un puente de madera y ya no hay desviación ni pérdida posible. Las cabañas y campas de La Ablanosa (para bastones y mangos de herramientas son buenos los avellanos de corteza blanca y cortados en el menguante de enero) están muy bien cuidadas y atendidas. Este mayao se sitúa exactamente bajo la cara NE del Cantu`l Osu. El camino prosigue sin nada notable que reseñar hasta pasar frente al Cuito Negro, formado por dos agujas de cuarcita, roca de aspecto oscuro y más cuando está mojada. Esta formación tiene numerosas oquedades que 43


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aprovechaba el oso para invernar; y no debieron ser escasos por aquí ya que se encuentran otros topónimos que hacen referencia a este animal. El hayedo que atravesamos goza de buena salud. Son árboles jóvenes y sanos, algunos gigantes han caído y se pudren dando comida y cobijo a muchos de los pequeños habitantes de los bosques. El camino continúa hasta entrar en la Vega Pociello. Es un coso rodeado por un anillo de piornos, después hayas y, por último, monte bajo. Por la izquierda (E) se levanta la ladera con gran perpendicularidad pero aun así permite el ascenso hasta la línea de cumbres de la cordillera que se cierra al E con El Remelende y baja hasta el puerto de Tarna. Por la derecha (O) se levanta el extremo S del bosque Fabucao, hayedo que faldea la cara E del Cantu`l Oso desde el mayao de Cerreo hasta aquí. En la majada, al abrigo de los piornos, se levantan algunas cabañas y quedan las ruinosas paredes de otras muchas. Algunos techos son de caucho de cinta transportadora. Un camino sigue, casi paralelo y ganando altura poco a poco, el curso del río. Atraviesa otro hayedo haciendo varias eses y sale a una colladina con una campera dentro de un piornal. Desde aquí hay una vista fastuosa al E: el valle de La Ablanosa y el Cuito Negro, al fondo el extremo S del Tiatordos, el Maciédome, y las moles peladas de los Picos de Europa. Por la izquierda continúa la senda hacia la collada de Valdevezón. Se encuentra una fuente primero y un abrevadero después, desde aquí ya se alcanza la divisoria de aguas en poco tiempo. Desde la collada también resulta espectacular el panorama: la cabecera del río Monasterio, La Rapaína, La Rapaona, la Peña`l Viento, el Cascayón (o Fornos), la collada Berezoso y la sierra de Braña Piñueli. Esta sierra presenta la misma morfología que el Tiatordos, el Maciédome, y otras montañas de esta área ya que tienen el mismo origen dentro de la Región Asturiana de Mantos. Son todas como gigantescas galletas de caliza inclinadas hincadas en natillas. 44


VEGA POCIELLO

La cara N de La Rapaína, La Rapaona y la Peña`l Viento, es una pared vertical que conserva claras las huellas de la última glaciación, un pequeño circo. Hoy es una zona muy umbría que mantiene helada la pared gran parte del año. La vega de Valdevezón también está orlada por piornos. Las cabeceras de los ríos de esta región presentan gran parecido, es el caso de la del Vallemoro, el Monasterio, el Ablanosa, y el Pendones, entre otras menores. En la base de la Peña`l Viento se ven algunas construcciones propias del pastoreo. La mayor parte del término municipal de Caso es de acusada pendiente y se sitúa a altitud considerable: el 82 % presenta un desnivel superior al 31 %. Pero esta dura y accidentada orografía ha permitido la buena conservación del medio natural, así, Caso, mantiene algunos de los más importantes bosques de Asturias y buena parte de la fauna más representativa. Del cercano pueblo de Tarna, dice el Madoz: “... está en las inmediaciones del camino real que por el puerto de su nombre conduce a Castilla1, es de clima frío. Tiene 42 casas y algunas cabañas de pastores [] abundante caza mayor y menor, y multitud de lobos, osos, zorros y otros animales dañinos”. Antaño, los habitantes de los pueblos casinos eran magníficos artesanos de la madera, la trabajaban durante el invierno y vendían los aperos y madreñas en la primavera. Se surtían del monte para la consecución de carne a base de venados y rebecos.

1. El paso de automóviles no fue posible hasta 1935.

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MONGAYO

En la carretera de Campo de Caso a Tarna, entre los km 14 y 15 (unos 860 m de altitud), a la derecha, hay una cabaña y unos prados que se suceden hasta el río. Desde este punto se ve el pueblo de Tarna a algo más de 1 km (es el mismo punto de partida que para la vega Pociello) se puede dejar el coche en el ensanchamiento que allí mismo hace la carretera. Se toma el camino que conduce directamente al río Nalón que se salva mediante un puentecillo y se entra directamente en el bosque de hayas. Pronto aparecen ramificaciones y se puede seguir cualquiera de ellas siempre que no se cruce el arroyo La Ablanosa que discurre por nuestra derecha hacia el NE, ni el de Mongayo -desemboca en el antes citado por su margen derecha- que lo hace hacia el N. El bosque se acaba y el camino se torna más pendiente; a los lados hay grandes matas de acebo que proporcionan comida y cobijo a largo número de especies. Pronto se oye el ruido de la cascada y rápido se llega a la base. El agua se desploma desde más de 100 m de altura y se rodea de un halo al pulverizarse por efecto de la fricción con el aire y los choques que sufre contra la roca. Tan llamativo como el agua y su mágico canto resultan los verdes que algas, musgos y helechos dan a las rocas que reciben la humedad suficiente para alcanzar este esplendor. Estos montes casinos son muy ricos en caza y conservan -excepto el oso- todas las especies animales propias de nuestros bosques, tanto herbívo46


MONGAYO

ros como carnívoros. Los más difíciles de observar son los cazadores por su cautela y hábitos crepusculares. Al otro lado del arroyo Mongayo se levanta el Cueto Negro (1.582 m), no es muy alto pero sí escarpado. Esta montaña fue famoso refugio de osos y así se lo contaron a Aurelio de Llano Roza-Ampudia cuando anduvo por estos pagos en los años 20 del s. pasado. Famoso cazador de Bezanes -pueblo de este ayuntamiento de Caso- fue Lorenzo Posada, que a lo largo de su vida dio muerte a 19 osos y 80 lobos. El pueblo de Tarna fue bombardeado al final de la guerra civil española de manera que no quedó resto alguno del primitivo. En la reconstrucción no se tuvo en cuenta el modo de vida ni las necesidades de sus habitantes y así nos encontramos con un trazado y construcciones que no satisfacen las necesidades de sus propietarios ni corresponden en manera alguna a tal paraje. Los de Tarna son famosos artesanos de la madera y sobre todo como madreñeros, ocupación adecuada a los largos períodos invernales que viven. El bosque ha sido importante fuente de riqueza para ellos tanto por madera, leñas y pastos, como por la caza.

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UN MILLÓN DE PASOS POR ASTURIAS Y ALGO MÁS

PICO MACIÉDOME Y OTRAS SALIDAS DESDE PENDONES

El Cordal de Ponga está constituido por la alineación montañosa enmarcada entre los ríos Nalón y Ponga. Esta línea de cumbres se orienta al N a partir de la cabecera de ambos ríos entre los puertos de Ventaniella y Tarna. Los vértices notables, de S a N, son: Abedular (1.813 m), Llamardal (1.751 m), Montovio (1.700 m), Maciédome (1.899 m), Tiatordos (1.951 m), y Vízcares (1.419 m). Gran parte de esta zona está afectada por el PORNA y hasta ahora no cuenta con otra protección legal que la que le da la figura de Reserva Nacional de Caza. Tres reservas alberga: la no 6, Caso, de 29.834 ha; la no 9, Piloña, de 10.492 ha; y la no 10, Ponga, de 20.082 ha. Las de mayor valor ecológico se encuentran en el cordal. Esta excursión penetra en una extensa mancha forestal de hayas. Permite la contemplación de los árboles, del bosque, y de algunos de sus más hermosos habitantes. No requiere gran esfuerzo, no tiene peligro, y es apta para cualquier caminante. Por la carretera AS-17 que conduce de Langreo al puerto de Tarna, después de pasar Campo de Caso, Veneros, Soto de Caso, Bezanes y La Foz1. A 13 km de la capital del concejo, encontramos a la izquierda un ramal que 1. Aquí se rodó parte de la película “Adiós Cordera”, inspirada en un cuento de Clarín.

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lleva a Pendones (782 m). En este pueblo se deja el coche y empieza la marcha. Se sale por un ancho camino, casi llano, que bordeando el río sigue hacia el NE. El río baja encajado entre prados, rápido, en “escalera”, formando pequeñas cascadas cada pocos metros. Se franquean dos arroyos que llegan por la izquierda. El primero inunda el camino y se salva mediante una gran losa que cubre el canal de desagüe y el otro -ya es un pequeño río- por un puente. Después de cruzar éste último sale a la izquierda un ancho camino que va a la Foz del Palombar y al Tiatordos, seguimos por la derecha. Algunas de las divisorias entre los prados son sebes mientras en otras se construyó una estacada de troncos finos o varas entretejidas. Estas empalizadas dan al paisaje agrario un especial encanto artesanal. No se ven terrenos de labradío. Cruzamos un segundo puente. Se cambia de rumbo -ahora SE- y se empieza a subir. A la izquierda se ve un profundo tajo entre dos peñascos, es la foz de Forniello. El camino está ahora enlosado con grandes piedras hincadas de manera que forman una especie de adoquinado para evitar los barrizales. A la derecha queda el hayedo y a la izquierda algunos prados que llegan justo hasta la entrada a una foz de singular belleza: la del Congostín. Impresionante en verano si hay agua en el torrente. La verticalidad de la caliza, el cauce del torrente, una rica paleta de musgos y algunas hayas nos hacen presentir al mago Merlín. Al final hay una portilla. Momentáneamente se rompe el encanto y de nuevo se ve la mano del hombre que roturó el bosque y convirtió el espacio forestal en prado. A estas alturas de la excursión ya hemos avistado corzos, ciervos, rebecos y un urogallo hembra. Más tarde repetiremos de todas las especies y hasta un urogallo macho. El camino se pierde en el hayedo pero no hay error posible. Pronto aparecen unas camperas a la derecha. Aquí se puede optar por seguir la orilla del torrente -internándose en el hayedo y coronar hasta dar vista al valle del 49


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río que viene de Ventaniella- o seguir por la campera. En el primer caso la ruta es más incómoda pero se palpa el bosque. No tiene pérdida y se puede ir por libre. En los últimos tramos hay algunos peñascos y arriba un paraíso: San Juan de Beleño, Collau Zorru, los Picos de Europa al frente; y las inconfundibles Ten y Pileñes al S.SE; en nuestra línea de cumbres está al N el Tiatordos y al S el Maciédome. La panorámica es grandiosa, nos sentimos cautivados por la explosión de vida que nos rodea. Si elegimos las camperas, enmarcadas por un crestón de caliza a la izquierda y el bosque de hayas a la derecha, el camino está claramente marcado. En el primer rellano hay una cabaña grande en muy buen estado -es un refugio de caza- y algunos chozos con cubierta de losas o tapinos; el lugar se llama Recuencu. Este rellano tiene la forma de un diminuto circo glaciar y presenta un pequeño cúmulo -recuerda un lomo de ballena- de materiales que parecen morrénicos. Continuando el camino hasta las camperas que tenemos en frente llegamos a la base del Maciédome. Por la derecha se ve Tarna y a nuestros pies Vega d’Enriba y Vega de d`Enbaxu. Por la izquierda nos asomamos al valle de Ventaniella con la misma panorámica, ya descrita, que a través del bosque. El hayedo es un bosque caracterizado por su homogeneidad arbórea ya que la especie dominante, casi única, es el haya y apenas existen estratos arbustivos y herbáceos. Es un árbol de gran porte que puede alcanzar los 30 m de altura. Necesita humedad permanente por su intensa transpiración, por lo que se da en laderas que tengan orientación y pendiente tales que la mantengan todo el año. Al tener ramaje y follaje denso y de desarrollo casi paralelo al suelo apenas se permite el paso de la luz y les resulta difícil florecer y fructificar a otros vegetales, por lo que la mayoría tienen reproducción vegetativa a base de rizomas o bulbos, o florecen antes de que salgan las hojas como es el caso de las anémonas y los jacintos. 50


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El urogallo es la especie animal más interesante que vive en estos montes y la mayor de las aves que los habita. Pobló nuestros bosques fríos hasta la última glaciación y al retirarse los hielos quedó aislado en estas masas forestales altas. Se alimenta principalmente de hojas, flores y frutos de acebos, hayas y arándanos, también de larvas de insectos y gusanos. Su población en Asturias se estima en torno a los 300 machos adultos y reproductores, algo mayor es el número de hembras. No está bien determinado el número de ejemplares inmaduros de ambos sexos, que en total se puede aproximar a los 1.000 individuos. Si antes de iniciar la excursión se encarga la comida, al regreso nos congratularemos por la previsión. Pendones cuenta con unos 50 edificios destinados a viviendas. El aspecto que ofrece no es el que se espera de un pueblo de montaña, las casas aparecen demasiado alineadas, la trama viaria es sospechosamente rectilínea y faltan las edificaciones complementarias propias de una economía agrícola y ganadera. Los pueblos de Tarna y Pendones fueron cañoneados por el ejército de Franco. Se encontraban las baterías en la vega de Riosol (puerto de Tarna) y pese a la intensidad del cañoneo no hubo víctimas mortales; después, fueron incendiados. La reconstrucción se llevó a cabo por prisioneros de guerra. También Campo de Caso y Orlé fueron bombardeados por la aviación. Este relato está recogido en el bar de Juanín (Pendones) en enero de 1993. Aquí pervive la institución de solidaridad campesina llamada sextaferia. Se trata de una antigua carga vecinal para arreglar puentes, fuentes, limpiar y empedrar caminos, evitar argayadas y mantener en buen uso las infraestructuras de la comunidad. Hoy estaban los vecinos trabajando y la respuesta debió ser masiva a juzgar por la actividad que encontramos a nuestra llegada y el buen aspecto que ofrecía el lugar. Se puede hacer la subida muy descansadamente en 3 h. 51


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PICO TIATORDOS

También se parte de Pendones (700 m) siguiendo la ancha pista que bordea el río. Desde el pueblo se ve perfectamente la mole caliza de la cumbre a conquistar. Aparece detrás de unas foces (las rocas que las enmarcan dan la impresión de galletas redondas clavadas en natillas, inclinadas, algo separadas, dejando entre ellas el desfiladero). Encontramos a la izquierda dos anchos caminos, el nuestro es el tercero y está inmediatamente después de pasar un puente con firme de hormigón y barandillas de madera. Al principio dejamos a la izquierda un arroyo profundamente encajado entre prados; después, a medida que ganamos altura, nos alejamos del río. A la izquierda hay otro ancho, hemos de seguir por la derecha. Al poco trecho hay una pequeña cabaña con un minúsculo redil en el que suele haber cabras. A los lados hay monte bajo con algún árbol aislado. Cambiamos de ladera y nos asomamos a la vertiente del otro reguero. El Tiatordos aparece al fondo, a la izquierda, detrás de las tres “galletas”; y a la derecha, el Maciédome. Llaneamos un poco, dejamos unas cabañas a la derecha y pronto llegamos a la entrada de una hoz: la del Palombar. Abandonamos el camino y entramos en el estrecho desfiladero. Discurre algo de agua bajo el firme pedregoso del sendero. Tiene pared de caliza a ambos lados, algunas hayas aisladas; es muy pendiente pero sin otra dificultad. Casi al final hay una fuente con un hermoso canal de desagüe de una sola piedra. 52


PICO TIATORDOS

A la salida de la foz nos espera la majada del Plágano. Está constituida por unas pocas cabañas, ruinosas la mayoría, con techo de grandes losas. Alrededor hay helechos, algunas hayas, y piornal un poco más arriba. Ahora llegamos a un punto en el que a la derecha hay un piornal, de frente sigue un camino, y a la izquierda otro, hacia una pequeña collada. Ambos llevan a la majada del Tiatordos. Si optamos por la izquierda hay que girar a la derecha desde la collada y, después de atravesar el piornal, se llega a la majada. Se instala en una pradería de la misma base del pico. Son unas cuantas cabañas afirmadas contra la roca y tienen techo de losas. Las edificaciones no son especialmente interesantes ni están bien conservadas, pero el emplazamiento consiente una panorámica espectacular. Al SE el hayedo de Pandellanza y en la misma línea, un poco más lejos, el Maciédome; al E se abre el valle de Ventaniella y están Ten y Pileñes; al O se ve el sector central de la cordillera Cantábrica. La cumbre del Campigüeños (o Becerrera de San Pedro), al NE, deja ver un complicado origen geológico. Desde aquí se emprende el tramo final de la ascensión. Hay varias sendas marcadas por el ganado doméstico y los animales salvajes, y muchos “jitos”. El camino no tiene dificultades, aunque es muy empinado y ofrece visión flotante no hay malos pasos. En algunas guías aparece recomendado avanzar por la collada que conduce a Entiegüé y subir por su ladera O, pero tras hacer una exploración -aunque somera- no vimos mejor acceso que el ya citado. Desde la cumbre tenemos a vuelo de pájaro el valle del río Ponga bajo un escarpe vertical de 500 m, tras él los Picos de Europa, también El Pierzo, la mar. Aparece esta cumbre citada en una encuesta que hizo el diario “La Nueva España” entre algunos montañeros asturianos como una de las diez montañas más bellas de Asturias. Tiene la suficiente dificultad para dar emoción a su ascenso, sólo presenta riesgos para los temerarios, permite cubrir 53


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una vasta zona de nuestra región y está rodeada de espesos bosques de hayas. Estamos, desde el punto de vista tectónico, en la Región de Mantos, que comprende la cuenca de Valdeburón, parte de Riaño, Mampodre y Ricabiello. Se caracteriza el relieve de esta zona por los mantos (o unidades alóctonas) que se despegaron del sustrato y empujados de E a O desplazaron hasta 30 km (a modo de sándwiches que se curvan y montan unos sobre otros); aparecieron algunos pliegues y se verticalizaron estratos, por lo que en el paisaje se repiten formas topográficas similares y la misma sucesión de materiales a base de cuarcita, caliza de montaña y pizarras carboníferas. También se produjeron fracturas de desarrollo horizontal una de las cuales (falla de Ventaniella) desplazó horizontalmente unos 4 km los materiales situados a ambos lados (el lugar que hoy ocupa el Tiatordos estaría probablemente a la altura de Ten y Pileñes) que por un extremo llega a Avilés -donde se prolonga en un cañón submarino- y por el otro casi a Valencia. Por entonces se desplegaron en el planeta los anfibios y los reptiles; aparecieron los insectos modernos; las gimnospermas; y se desarrollaron más ampliamente las coníferas. En tiempos mucho más recientes -empezó hace unos 50.000 años y terminó hace 10.000- se produjo un gran enfriamiento del clima y el Tiatordos abrigó un circo glaciar que se abría al NE y alimentaba al río Taranes, más abajo de Tanda. Los pueblos de Tarna y Pendones fueron bombardeados por el ejército de Franco. Se encontraban las baterías en la vega de Riosol (puerto de Tarna) y pese a la intensidad del cañoneo no hubo víctimas mortales; después, fueron incendiados. La reconstrucción se llevó a cabo por prisioneros de guerra, también Campo de Caso y Orlé fueron bombardeados por la aviación. Este relato está recogido en el bar de Juanín (Pendones) en enero de 1993. 54


VEGAS ENRIBA Y ENBAXO

VEGAS ENRIBA Y ENBAXO

Hemos hecho este recorrido en otras ocasiones y la ruta no experimentó cambios. Sigue la pista y en las mismas condiciones. Se toma la primera que se encuentra a la derecha. Como en ocasiones anteriores salimos de Pendones, que cuenta con una ermita bajo la advocación de La Magdalena. Se trataba de reunirnos los que fuimos a Santiago de Compostela (en el Xacobeo 93) y camaradear en el paseo. Después de cruzar el pequeño río se llega a una collada, en la que hay un abrevadero, aquí se debe hacer un alto para contemplar el Tiatordos (hoy espectacular por la nevada que lo cubre). Poco después de salir de Taranes se ve el Tombayón de Mongayo, el hilo de agua que se derrumba formando la cascada más alta de Asturias. A los lados del camino queda monte bajo. La pista avanza casi llaneando y encontramos varias majadas. La primera es la de Bolonga, después vienen Gargasa, Pandevilla, Calameriza1, La Borboa, Fayaza, Vega Riba, La Texera y Vaga Baxo. Cuando se entra bajo la falda del Maciédome, el roquedo avisa de su naturaleza calcárea. Mirando a los canchales que quedan arriba, a la derecha, es frecuente ver rebecos. Poco antes de llegar a las vegas el camino se hace algo más pendiente y de nuevo 1. Entre Pandevilla y Calameriza hay otro camino para acceder al Maciédome.

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se atraviesa el hayedo. La llegada siempre es muy hermosa porque la pradera está cortada por el pequeño río y ofrece una estampa idílica con el bosque que, al fondo, se destaca cubriendo la collada que da paso a Ventaniella. A la derecha de la vega, según entramos, sale el camino que lleva a Tarna por la collada de Cerreos. Hay algunas cabañas de piedra y cubiertas de teja que fijan la idoneidad del entorno.

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COLLADAS

COLLADAS

Son varias y muy atractivas a las que se accede desde Pendones. Aunque pueden resultar prolijas las enumeraciones de los nombres de los lugares porque éstos no están señalizados, son necesarias para poder, al menos, preguntar por el mejor camino hacia donde intentamos ir. Siempre acompañados del mapa más detallado y actual posible. Se requiere cierta práctica para trasladar los signos convencionales de los mapas a las realidades topográficas. Partimos del pueblo hacia la ría Los Valliquinos, de ahí pasamos a la Foz de Congostín y seguimos hasta la majada de Recuenco. Habremos atravesado majadas y hayedos de inolvidable belleza. Desde esta última majada citada, Recuenco, avanzando en línea recta hacia el E, está la collada de Pandellanza, desde la cual se contempla el valle de Sobrefoz. Cumbreando hacia el N hay una línea de colladas que ofrecen similares y, pese a la aparente contradicción, singulares visiones del bosque, de distintas foces, y del valle de Sobrefoz. El azar nos puso a la vista numerosos ciervos, rebecos, y urogallos. Son lugares con accesos fáciles, sin peligro y de cómodo andar.

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ALTOS DE PAREO Y EL CUETO 11 de diciembre de 1993

Es una salida gratificante, que requiere esfuerzo moderado aunque constante, y ofrece vistas completas de los bellísimos bosques de los términos municipales de Caso y Ponga. Se parte del pueblo de Tarna, al que se llega por la carretera comarcal 635 que va desde Langreo a Riaño por el puerto de Tarna. Pocos centenares de metros después de la última casa que hay al lado de la carretera e inmediatamente antes de una gran curva a la derecha, hay un ensanchamiento que ofrece un buen aparcamiento. Pocos metros antes sale por la izquierda un ancho camino. Es el que hemos de tomar. Hay un prado a la izquierda, y una cabaña en buen estado. Más arriba, a la misma mano queda monte bajo, a la derecha tiene ralos ejemplares de hayas, acebos y, entre ellos, algunas cabañas enmascaradas y semiderruidas. Encontramos un abrevadero, de cuyo manantial reponemos el agua de las cantimploras y remojamos el regatón. Al poco trecho llegamos a una diminuta majada de cabañas modestas, algunas en buen estado, que se repegan contra un paredón rocoso orientado al S, es Pareo (o Los Navarones). Cuando se acaba la pista al pie del Pareo, sigue un camino con sentido E-O y que, casi cimbreando, nos deja ver el valle del río Corralín y El Maciédome a tiro de piedra. 58


ALTOS DE PAREO Y EL CUETO

Si seguimos hacia el N y rebasamos el Pareo llegamos a la collada de este nombre, también conocida como Llano de Pin. Se acaba el arbolado y empiezan los piornos. Los escasos ejemplares de hayas y acebos indican un bosque degradado, mientras los piornos apuntan a que el bosque hace ya mucho tiempo que fue eliminado. Desde la collada, al N, se abre una panorámica plena: el magnífico hayedo de la cabecera del río Corralín (afluente del Nalón por la derecha); al E la collada de Valloseru (Valle Osero); en último plano irrumpen los inevitables (por suerte) Picos de Europa. Juan Carlos (como Juan de la Cosa, dispone de la mejor Cartografía) nos “obliga” a coronar diversas cumbres próximas y desde cada una se mejora la visión que ofrecía la anterior. Al fondo, NO, se ve Campo de Caso. Tomás y Antón casi explotan de felicidad. Saltan de alegría, como gnomos, ante la magnificencia del paisaje. Lucas reparte higos pasos a diestro y siniestro. Juan busca rutas que se puedan hacer en bicicleta. Y Pepe comprueba, henchido, que conoce y reconoce parte del Cordal de Ponga. Lucas nos inmortaliza. En el descenso nos detenemos unos minutos en unas trincheras, resto de la batalla que aquí se dio en Otoño de 1936. Estremecedor. Bordeamos el pico Pareo por la cara S y nos situamos en la estrecha y corta collada que lo une a la Cerra de Alto Paso. Estamos en la cabecera del Corralín. Tiene forma semicircular y está festoneada por un hayedo. Al E queda el valle de Ventaniella, que corre hacia el N; y el de La Uña, que lo hace hacia el S. Detrás las macizas moles de Ten y Pileñes. Juan, Lucas y Tomás son animados por Juan Carlos para salir a Ventaniella y él mismo los recogería en Sobrefoz. No se aprueba y Antón propone que la comida sea en Pendones. Retrocedemos un poco para comer las manzanas y enfilamos al S. Llegamos a la collada de Teixidiello (1.521 m). A nuestros pies está el bosque de La Salguerosa y el río Ventaniella. 59


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En otra ocasión estuvimos aquí, hace unos cinco años, acompañados por el amigo Elidio. Regresamos por el mismo camino. Decidimos comer en Pendones.

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PICO CABRÓN, DESDE MONCÓ (RENGOS)

PICO CABRÓN, DESDE MONCÓ (RENGOS) 23 de mayo de 1997

“Plomo en las botas” se podría intitular la jornada. Ya desde bien temprano el mercurio rebasó los 20 oC y, pese a nuestra positiva actitud, hubimos de buscar una excursión sombreada y de las que requieren moderado esfuerzo. Nos decidimos por el pico Cabrón, en Rengos. ¿Y por qué éste y no otro?. Porque permitirá asomarnos al famoso Monte Muniellos, contemplarlo en toda su extensión y caminar un buen rato entre árboles. La sierra de Rañadoiro está formada fundamentalmente por cuarcitas y el pico Cabrón está situado en su prolongación NE que muere en Ventanueva, donde se unen los ríos Narcea y Muniellos. Al O del Cabo Peñas se extienden seis barreras montañosas casi contiguas: Aramo, Sobia, Caldoveiro, Cordal de la Mesa, La Serrantina, Rañadoiro, Valledor, Muriellos y La Bobia. Rañadoiro, Valledor y Muriellos constituye un sistema de sierras de altura relativamente homogénea en las que quedan retazos de superficies planas situadas sobre los 600 m.; estas plataformas intramontanas (la más importante es la de La Espina) alcanzan su mayor desarrollo cerca de la costa y constituyen un elemento topográfico característico del occidente asturiano. En Cangas del Narcea se toma la carretera que va al puerto de Cerredo y poco antes de llegar a Rengos, se ha de estar atento para no rebasarlo, se gira a la derecha hacia Moncó. Ya en el pueblo, en el primer cruce a la derecha y cuando finaliza la pista echamos pie a tierra y a caminar. 61


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Salimos del pueblo por una campera dominada por afloramiento de caliza que apenas dejan sitio a raquíticas matillas de arbustos. Bordeamos la sebe que queda a la izquierda y ganamos el camino ancho en pocos minutos. Hasta la collada Moncó (918 m) que dista sobre 1⁄2 km se mantiene el buen trazado y con poco esfuerzo nos ponemos en ella. Desde aquí damos vista al valle de Muniellos, al pueblo de Moal, a otro pueblo en la ladera de enfrente llamado Oballo, a la carretera que sube a El Connio y a este mismo puerto que da entrada al concejo de Ibias; a la derecha de nuestro camino, a un pico de 1.011 m llamado El Montecín. Cambia el sustrato rocoso. Ahora es el dominio de la cuarcita que deja ver en el camino algunos trozos de cuarzo lechoso, roca que llega hasta la cima del Cabrón y se prolonga al Rañadoiro. Se mantiene el buen trazado. Faldea ahora la cara N del pico Los Corrales (1.224 m) y se gana altura insensiblemente hasta la collada La Sietcha, desde donde damos al reguero Fondesa. Al principio hay monte bajo a ambos lados y después atravesamos franjas de bosque de espectacular belleza. Se trata de un viejo hayedo no sometido a talas y donde los árboles, torcidos, ensortijados y desgajados algunos, mueren de viejos. Un bosque en estado primigenio. Se acabó la arboleda y ahora es monte bajo hasta la segunda collada. Descansamos y nos deleitamos. A la izquierda, casi a nuestra espalda, se ve El Cabrón. Reanudada la marcha topamos con una cabrada guardada por un par de perros mastines y otro de mil leches que armaron un notable estrépito. De nuevo un hayedo y todavía más hermoso, si cabe, que el anterior. Y por bosque llegamos a la collada; aquí se acaba. Se trata de la braña de Moncó de la que quedan unos montones de piedras que marcan el cuadro de lo que fue la antigua cabaña. Nueva parada. Mirando a la cima vemos un par de camisas que se mueven. Esperaremos a que lleguen sus dueños y a ver que cuentan. Se trata de dos hombres de mediana edad (uno equipado con un par de orejas so62


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bresalientes y muy abiertas, el otro portador de un reloj Rólex de oro), bien equipados que nos desaniman un poco. -El pico es aquél. No merece la pena ir porque no se ve nada. Hay un mojón de vértice geodésico y los árboles impiden ver el bosque. Bueno. Iremos. Teníamos pensado bajar por otro camino para salir a Rengos, pero para ello deberíamos coronar; lo hicimos por donde subimos, que tampoco está mal. Nos plantamos en la collada Moncó rápidamente. Ahora, en la bajada queda enfrente San Martín de Eiros y se aprecian con toda nitidez algunas formas topográficas que interpretamos como desplomes habidos como consecuencia de la actividad minera. El carbón, antracita aquí, no se extrae de pozos como en la cuenca central asturiana, sino de los comúnmente llamados chamizos de montaña. Las casas de Eiros son grandes, encaladas, con tejado de pizarra y propias de economías fuertes; pero también Moncó cuenta con buenas construcciones aunque el entorno es sucio: cucho y purines, plásticos, maderas, trapos, latas y hierros, y otros mil restos se amontonan en los alrededores de las viviendas. Los primeros reconocimientos geológicos con finalidad extractiva se realizaron entre 1918 y 1933, principalmente en Gillón, Eiros, Gedrez y Vega de Rengos. Aunque esta vez sólo bordeamos Muniellos quizá sea oportuno reseñar someramente la historia reciente de tan famoso monte. La primera inspección técnica de la que se tiene noticia data de mediados del s. XVIII, al hilo del alza de los precios de la madera destinada a los astilleros del Arsenal del Ferrol. Fue el constructor naval francés Francisco Gautier, quien estudió el monte e hizo varias cortas a diferentes alturas para 63


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comprobar la calidad de la madera. Se asombra del gran tamaño que alcanzan: “...pues casi todos tienen de 35 a 45 pies (10 ó 12 m) desde la base a las primeras ramas...”, y “encuentra cantidad de ellos que darían piezas de quilla de 60, 70 y 80 pies”. Pero casi todos tenían el interior podrido, y tampoco entre los jóvenes encontró buena madera por ser demasiado blanda, probablemente porque estos árboles crecían rápido y en clima demasiado húmedo. El suelo del monte perteneció a la familia Queipo de Llano (Condes de Toreno) hasta 1901, año en el que lo vendió al banquero vasco Juan Sansinenea y a Luciano Borié, que fundan, con otros tres socios, la Sociedad General de Explotaciones Forestales y Mineras Basna Asturiana S. A., que cuando quiebra pasa a la familia Herrero (partícipe de la sociedad). En 1940, el ingeniero Benito Irigoyen estudia y plantea un plan de viabilidad forestal. Distingue tres alturas y propone: en la parte baja pino insigne y abeto Douglas en la franja media pino pinaster, alerce y abeto rojo y en las altas alerce, abeto rojo y ciprés de Lawson. En 1952 se constituyó Muniellos S. A. para la corta de madera que se consorció con el Patrimonio Forestal del Estado y en 1973 el ICONA adquirió la totalidad del monte. Después se sumaron al conocido como Muniellos los montes de La Viliella (falda del Rañadoiro) y Valdebois (que sufrieron parecida evolución). Sobre los 60 reclaman protección la Biological Program Society y el World Wildlife Fund y se interesan por la adquisición del monte con fines científicos algunos biólogos como Ivar Ottosson, de la Växbiologiska Institutiones, de Upsala (Suecia) y José Antonio Valverde, de Doñana. A finales de los 60 Miguel Ángel García Dory (†) advierte de los peligros que amenazan al mon64


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te. Tras varios avatares administrativos en octubre de 1982 se crea la Reserva Biológica de Muniellos. En 1994 se convierte en la Reserva Natural Integral de Muniellos y actualmente es Reserva de la Biosfera.

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PICO CANIELLAS 20 de febrero de 1993

Desde Cangas del Narcea se toma la carretera que conduce al puerto de Cerredo, y en Pueblo de Rengos se sigue la que conduce a Monasterio de Hermo. Todo el recorrido a la orilla del río Narcea es un placer. A la derecha dejamos una franja de hayas y robles que nos acompaña hasta el final del recorrido y cierra la cabecera del río. Se puede seguir en coche por la carretera de servicio de las minas hasta más arriba del pueblo, se sube un pequeña cuesta y en el punto en el que se inicia un suave descenso sale a la izquierda una pista que es la que hemos de tomar; aquí mismo podemos dejar el coche. Se ve un pico que engaña porque parece Caniellas, pero no lo es. La pista es cómoda, de pendiente llevadera, y con algo de hierba debido al poco uso. En el primer cruce seguimos por la izquierda y pronto encontramos, en un prado a la izquierda, una construcción de tejado de pizarra que parece una cuadra. Seguimos por la derecha y pasamos por encima del prado. A la misma mano quedan también otros encerrados por paredes de piedra. A la derecha hay monte bajo. Vamos casi llaneando. En la siguiente intersección seguimos por la derecha. Se hace un poco más pendiente y llegamos a un bosquete de acebos. Descendemos un poco hasta cruzar un arroyo que viene de lo que parece que fue una laguna que hoy está colmatada (al regreso se ve muy bien). Frente a nosotros hay un prado cercado por pared de piedra, con un abrevadero y una fuente. Aquí se abandona el camino y se sigue monte 66


PICO CANIELLAS

arriba por sendas de ganado. Es terreno montuoso de helechos y, también, algún acebo; se ve una gran piedra un poco más arriba. Hemos de ir desviándonos un poco a la izquierda para salir a la collada que hay al E del Caniellas. Atravesamos un piornal y llegamos a una pequeña campera totalmente rodeada de dichos arbustos; aquí hay que buscar una senda que se interna en el piornal. Es muy importante localizarla porque si no el esfuerzo de caminar entre tan alta vegetación es agotador. Llegamos a otra campera que está encharcada. Ahora se ve más fácilmente la vereda y la collada a la que hemos de dirigirnos. Pronto salimos a la pequeña pradería en la que afloran algunas piedras de caliza y rápidamente estamos arriba. Desde aquí vemos la cima del Caniellas (no es la que veíamos desde abajo, y ya advertimos de la posible confusión). Subimos faldeando a la izquierda primero, después alcanzamos el espinazo de la cima y lo que falta lo hacemos cumbreando. La panorámica es buena: al O el puerto de El Connio, las montañas del Rañadoiro, las cumbres que rodean Muniellos y el pueblo de Larón; al S la sierra que separa este valle del de Degaña; al E el pico El Fraile, el Cueto Arbas, El Cornón, y hasta Peña Ubiña se alcanza; al N el valle y pueblo de Gillón. Al S de los altos de Monteiro se ve un antiguo fondo de valle colgado orientado en la misma dirección que el actual. Casi allí mismo nace el Narcea, a 1.550 m de altitud, entre el monte Granda de Rioconco, los altos de Monteiro y Bustapiedra. El valle del Monasterio de Hermo tiene 8 km de longitud y una anchura media entre cumbres de 4,5 km. En los tramos más altos se reconocen terrazas de depósitos fluvioglaciares. Se contempla en toda su plenitud el bosque de la margen izquierda del Narcea. La deforestación de la zona para la construcción de navíos, carbón vegetal, ferrerías, fundiciones, cultivos de rozas, etc., dejó un paisaje empobrecido y dominado por ericas y piornos, del que únicamente destaca la citada masa arbolada. Este bosque y el de Degaña albergan algunas parejas 67


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de osos condenadas a la endogamia por la dificultad que tienen para comunicarse con otras poblaciones, incluso tan próximas, como la de Somiedo. Aquí se encuentran casi todas las especies de vertebrados propios de nuestro clima. Se ha construido sin respeto alguno al pasado ni proyecto de futuro en Monasterio de Hermo. Se han usado toda clase de materiales y ofrece un lamentable aspecto tanto los elementos nuevos como el ruinoso aspecto de los antiguos. Conservan, por suerte, tejados de pizarra. En Monasterio de Hermo, siguiendo la carretera, la última casa a la izquierda antes de girar para ir a la iglesia, guarda bajo cubierta un notable conjunto de dependencias para vivienda y uso agropecuario que merece la pena pedir permiso y visitarlo.

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UN MITO MENOS: TOMAMOS RABO DE ASNO

UN MITO MENOS: TOMAMOS RABO DE ASNO TAMBIÉN LLAMADO “EL CASTILLO” Y “EL SANTO” 27 de abril de 1996

Esta excursión estaba en “in mente” y nació bajo los mejores auspicios. La conquista de Rabo de Asno entraña dificultades porque requiere una aproximación muy larga -que resolveremos con el 4 x 4 de Nando- y hay que salvar una gran diferencia de cota. Obsequiamos a nuestro amigo con un espléndido bocadillo de jamón porque siempre anda garoso. Partimos de Cornellana en el todo terreno. Seguimos la carretera a Cangas del Narcea antes de llegar, en Antrago, tomamos a la izquierda hacia Porley, cruzamos el río y rápidamente ganamos altura. Juan Carlos ya tiene clara la primera parada: San Pedro de Coliema1. Nos desviamos por un camino encementado que sale a la derecha y llegamos a la iglesia, románica rural del s. XII, al estilo cangués. Seguimos subiendo y ganando altura rápidamente. A la derecha se colocan los pueblos en las zonas de pizarras deleznables que dan formas, topográficamente, redondeadas. Casas grandes, prismáticas, de dos o tres alturas, con huertas contiguas y las erías (llousas) más alejadas. A partir de los 500 ó 600 de altitud empiezan las buenas tierras de labor. Los fondos de valle son estrechísimos y de laderas muy pendientes. Llegamos a Villadestre, al lado mismo de la carretera hay una capilla dedicada a San Bartolomé (tiene una imagen románica de este santo del XII 1. Mira al río Antrago. Tiene pórtico (las iglesias con pórtico tienen especial encanto). Cuando se llega se ve desde arriba, entre huertas y frutales, con el valle al abajo, y consigue una estampa hermosa. Tiene retablo barroco de mediados del s. XVII (tras el que hay pinturas del XVI), dos imágenes románicas del s. XIII. Es una iglesia modesta y bastante limpia. El mayor peligro está en su vulnerabilidad, es demasiado accesible y podría ser vaciada impunemente.

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ó XIII) y tras ella una enorme nave de ladrillo, de reciente construcción. Seguimos. Villaoril de la Sierra, Barnedo (románico), Soucedo y Porley. Nando se siente en terreno conocido y con decisión enfila a Parada la Nueva. Atacaremos por el N, se trata de intentar llegar a la majada El Acebal. Antes de cruzar el pueblo se sube a la izquierda totalmente a contrapelo por pista que pasa por una campera abierta junto a un abrevadero y se llanea hasta y después de los prados -que pertenecen al pueblo- y están cerrados por sebes; se va tornando más árida y gana pendiente. Se dobla un cantil, y aquí nos detenemos porque el paisaje bien merece una mirada atenta. A la derecha queda, muy encajado, el mismo nacimiento del río Antrago, en la cara E del extremo S de la sierra de El Acebo, de varios manantiales como la fuente de Sietcho, la de Las Cabaninas, y El Fontanín. El roquedo es cuarcítico y la vegetación que nos rodea de pequeño porte, principalmente ericas y Ulex sp. Es un paisaje abrupto, desolado y melífero, no se ve ni rastro de animales pero el oso puede aparecer en cualquier momento. Tomás da unas carrerinas y el resto se deja embrujar. De nuevo al coche. Avanzamos traqueteando y padecemos verdadero aerobic. Llegamos a una campera abierta con un gran trozo cerrado por pared, poco más arriba, a la derecha, se ven algunos montones de piedras que indican los emplazamientos que tuvieron las cabañas. Seguimos hasta dar vista al valle del río Onón, ya en su curso alto. Se trata de la braña de El Acebal. La campera está rodeada por acebos, ericas y piornos. Nando coloca el coche casi camuflado entre las ericas y el piornal. Aunque desayunó bien, así lo manifiesta, no presenta reparo al enorme bocadillo que le ofrecemos. Con limpieza, como un cirujano, corta un extremo y paladea el jamón. Repite, encuentra la miga vacía pero caza la broma y ataca por el otro extremo; en un santiamén desaparece. Pero sufre un “corte” cuando se da cuenta de que no queda nada para el resto y frena ofreciendo lo que le queda. Repuesto 70


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al ver que todo formaba parte de una conjura bromista termina la sesión, y empezamos a caminar. Ericas por la izquierda, mirando a Parada la Vieja; de frente y a la derecha, piornal; en lo alto se ven las peñas de Laringuín con un hilo de nieve al coronar. Rabo de Asno parece cercano y no tenemos duda: lo pisaremos. De aquí mismo sale un camino entre grandes ericas que faldea por la cara E de las Peñas de Laringuín. A veces desaparece encapotado por la vegetación pero en el suelo está claro, es de poca pendiente y cómodo, ganamos altura con facilidad. A la izquierda va quedando Parada la Vieja y a medida que subimos mejor perspectiva tenemos de este precioso valle. Más arriba aparece la sierra de La Serrantina y se identifica perfectamente la Fana de Genestosa -disección de la montaña que ya describió Schulz- y su final en la Collada Catabietcho. Este camino empieza a despertar nuestras sospechas porque resulta demasiado llano, bordea las peñas de Laringuín por la cara E pero sin presentar una vía clara de acceso. Como no vemos que nos lleve a buen término, torcemos a la derecha y enfilamos monte arriba “a pelo gocho2 ” entre las ericas. La cima de las Peñas de Laringuín (1.736 m) está sembrada de grandes bloques prismáticos o poliédricos de cuarcita (con las caras cubiertas de líquenes verde-grisáceos). Seguimos por el cantil porque parece la vía más fácil, pero ahora se ha de bajar hasta una collada (1.713 m) y seguir hasta una nueva cima: el alto de La Filtrosa (1.784 m) y bajar hasta la Chomba el Páramo (1.649 m); llana y con una minúscula campera, desde aquí ya se ven a la izquierda “huecos” en la falda E que pudieron alojar pequeñas lagunillas de origen glaciar. Al frente hay otro pináculo que coronar, se trata ahora de la Peña la Burra (1.775 m). Esto es un “rompepiernas”. Por la izquierda queda el valle de Junqueras y se ve la pista (abierta en tiempos de la guerra civil) que va desde 2. Monte a través por itinerario de libre elección

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Parada la Vieja a la braña de Junqueras. Subimos a buen ritmo porque parece que se acerca ya el asalto final; después hay un suave descenso hasta los 1.749 m y ya tenemos delante al alcance del pie el famoso Rabo de Asno. Por la izquierda hay un rellano ocupado por una laguna y otros por una pequeña red de pequeños charcos intercomunicados. Estas lagunillas tienen origen glaciar. Más abajo empieza el hayedo que sigue hasta el río Junqueras. Por la derecha al O se ve la braña de Berduceda, los reguerucos que dan origen al arroyo Valmayor y los Chozos de Paradietcha, toda la cabecera rodeada de bosque; por ahí abajo se saldría a los pueblos de Valmayor y Fuentes de Corbero. Este lugar se cita como punto final en las travesías que salen de Genestoso, suben al Rabo de Asno, salen por aquí a Fuentes de Corbero y bajan a la carretera general de Genestoso, aguas abajo de Sorrodiles; pero parece poco recomendable para iniciar aquí el ascenso por la diferencia de cota a salvar. Ahora sólo hay que poner un pie delante del otro para taconear sobre el mojón. Se arrecia el paso y en poco tiempo se ve el vértice geodésico entre la maleza. La falda O del Rabo tiene bosque hasta los 1.600 m aproximadamente, por encima, la vegetación rastrera propia de estas alturas, matas de bajo porte. Llega el último Antón porque sube deleitándose, pero se ve que está en plena forma. Hurgamos en el buzón de cumbres pero no hay mensajes. Nos sentamos en la cara SO y caemos en el embrujo de la montaña asturiana: Peña Orniz, Peña Chana, Putracón y el Diente, una cara desconocida del Mocoso, Peña Canseco, El Cornón, el Cueto Arbas y el Fraile; y los paraísos del valle de La Pornacal (se ve la camperina de la collada de Catabietcho, que da paso a La Rebollada), el de Somiedo, el del río Cibea que llega hasta Genestoso, el del Naviego (que nace en Leitariegos) y el del Narcea, que estructura la escorrentía y drena y da nombre a la cuenca3. Se ve Sorrodiles, Santiago de Cibea, y una pista que sale de Sorrodiles y llega a Texeo del Piorno, a unos 1.500 m 72


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(podría ser mejor acceso que el que trajimos pero sin diferencias notables). Embebidos, no vemos que a nuestras espaldas se fragua una tormenta, sólo Tomás se percata y cuando vemos las llamaradas de niebla salimos despendolados, apenas tenemos tiempo para garabatear los datos de nuestra tarjeta y encajarla en el buzón. Desde aquí vemos una senda claramente marcada en la cara E de la Peña la Burra que, aparentemente, sigue hasta la braña La Acebal. Cuando abandonamos el pico ya estaba envuelto por la nube e iniciado el descenso Nando se da cuenta de que quedó el machete arriba, no lo piensa y da la vuelta, lo recuperó rápido y enseguida nos dio alcance. Al poco de llegar a la primera collada nos amenazó el primer trueno. Thor se dispone a jugar. Alas en los pies crecieron. Buen camino, limpio de maleza y con el desnivel justo para facilitar la bajada a buen paso. Pasamos por encima del nacimiento del río Valmayor, de los Chozos de La Paradietcha y de las brañas de Valmayor (aquí se camina entre un abedular de ejemplares raquíticos). Tambores lejanos. Algunos goterones y entre ellos granizos blandos, pero todo amenazante. Da gusto ver al Nando agarrado a la funda del machete y dudando entre mantenerlo o arrojarlo, teme tentar la suerte y que los dioses tomen como desafío lo que no es más que cariño a su “palillo”. Antón, sabedor de que sólo estamos en el borde de la tormenta, avanza con paso firme. Cuando llegamos a la collada que separa las Peñas de Laringuín de la Fuente Buena (1.619 m) parece que ya estamos en La Acebal ¡pero menudo chasco!, sí que se ve la collada pero hemos de atravesar un piornal muy espeso (en algún punto anterior nos desviamos, el mapa sitúa un camino que llega a la misma braña y creo que por encima del piornal). Tomás se retrasó un poco pero no esperamos a verlo, sabemos la mala cara que pondrá al encontrarse con los piornos: los detesta. Salimos por la derecha procurando 3. La Cuenca del Narcea se caracteriza, a grandes rasgos, por formar una amplia plataforma cuyas alturas se mantienen entre los 600 y los 900 m y que aparece tallada de forma neta por la actual red fluvial. Su singularidad se debe no sólo a la anterior circunstancia sino también al contraste que se establece con el entorno (sierras subsidiarias), constituyendo una especie de circo abierto hacia el N en el que se alcanzan alturas muy notables: Rabo de Asno (1.894 m), Caniellas (1.924 m), Orúa (1.336 m).

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llanear para no perder altura y caer junto al coche. Un suplicio. Millones de tentáculos nos envuelven y azotan, enganchamos en todos los sitios, no vemos el suelo, y hemos de caminar protegiéndonos los ojos. De vez en cuando voceamos a Tomás que se queda algo retrasado pero Antón, que abre la marcha, camina como si lo persiguiera el Vietcong. Cuando llegamos a la ericas, Antón canta: -El Looobo, el Looobo, ¡qué gran turrón! y lo repite una y otra vez. Sin duda libera alguna tensión. Llegados al punto de partida salimos sin demora hacia Parada la Nueva. Nos recibe una voz femenina: -”¡Hay castañas!” La dueña aclara que eran para los cerdos pero si queremos algunas podemos cogerlas. Una vecina de gran volumetría explicaba la dura vida de los mineros y la angustiosa espera de cada día aguardando la vuelta a casa. Los hórreos tenían hermosas tallas -algunas del Sol girando, símbolo ario, remoto precedente de la cruz gamada- pero gran cantidad de trapos, latas, aperos desvencijados y restos de los que dicen “...no los tiramos por si acaso un día hacen falta pa algo...”. Salimos encantados. Regresamos por el santuario de El Acebo y después bajamos a Cangas del Narcea. Este último tramo nos dejó pasmados por la gran actividad agropecuaria que se ve. Todo lo que fue anteriormente monte bajo a pasto está hoy roturado y preparado para pradera. La cabaña ganadera está constituida, mayoritariamente, por vacas de raza asturiana de los valles. Esta bajada nos deposita en el valle del río Naviego. Pasamos Villaláez y paramos en el siguiente pueblo, Cobos, buscando la capillina de la 74


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Magdalena, que tiene un retablo pintado en el año 1850, una Magdalena y un franciscano de los s. XII ó XIII. Cobos es un pueblo casi tan desordenado como La Baña (León). Hermosas casas y espectaculares hórreos de tablones trabajados y panzudos pegollos; todo remendado con cinc, uralita, bloques de hormigón y mil pedradas más. Parte de los vecinos preguntaban si iba a salir en alguna de las TV, otros atisbaban desde las rendijas. Pese a todo es una aldea perfectamente recuperable Llegamos al río y Antón invitó a los postres en Las Mestas, silencio al principio y palmas al final. Y cerca de Cangas del Narcea4, en Limes, Nando y Tomás visitaron la exposición de vacas roxas que se celebraba en el pabellón de exposiciones de Cangas del Narcea; mientras Antón y Juan Carlos aprovecharon para ver la iglesia parroquial, de origen románico, con mal emplazamiento y entorno bastante sucio.

4. Hasta 1927 era llamada Cangas de Tineo.

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PICO EL FRAILE 4 de diciembre de 1993

Esta salida está recomendada únicamente para excursionistas de probada disposición montañera y buena resistencia física. Yendo de Caboalles de Arriba hacia el puerto de Cerredo, a menos de 2 km sale a la derecha una pista que conduce a una próxima mina de carbón. Este es el camino que se ha de tomar para remontar el valle de La Fletina. Es una pista ancha que permite subir -cuidadosamente- el coche 1,5 km más arriba, hasta la desviación a la mina de carbón. Se continúa hasta encontrar a la izquierda unas cabañas de techo de pizarra. Aquí abandonamos el camino de la derecha, descendemos, remontamos una pequeña subida y entramos en el piornal que nos acompañará unos 7 km. Durante casi todo el recorrido llevamos el río a la izquierda. Continuamos por vereda ancha hasta llegar a un canalillo que riega los prados cercanos. Aquí se trata de encontrar el paso que discurre entre los piornos y que es muy importante no perder porque el esfuerzo suplementario que requiere caminar campo a través entre estos arbustos es considerable. Se cruzan varias conducciones y manantiales que encharcan el terreno. Por la margen derecha del río va una pista que lleva a un chamizo, en cuya ladera crece un hermoso abedular. Por el otro lado de la sierra que hay a la izquierda va la carretera de Cerredo y Degaña. Si en algún momento nos desviamos de la senda principal y seguimos veredas del paso del ganado, no 76


PICO EL FRAILE

hay problema siempre que no nos alejemos del río. Llegamos a un gran rellano y pasamos al lado de un prado vallado, es el final del piornal; después hay una pequeña subida entre monte bajo y algunos ralos abedules. Alcanzamos otra planicie con una represa de piedras y tierra que sirve como abrevadero del ganado, y de nuevo entramos en un monte igual que el anterior. Hemos de pasar una última pradería, también llana, muy hocicada por los jabalíes y con una zona de profundas turberas. Vamos ahora entre ericas y carqueixas. Se llega a un canchal de grandes piedras más o menos poliédricas y desde allí se ve a la izquierda el extremo del lugar llamado Brañas del Narcea de Monasterio, en el mismo nacimiento del río Narcea. La pista que llega hasta Brañas del Narcea procedente de Monasterio de Hermo continúa, atravesando una importante masa de hayas, hasta llegar al puerto de Cerredo. Los ríos Fletina y Narcea están separados por el Collado Alto (1.495 m); resulta interesante el escaso desnivel que separa el nacimiento de ambos. La cumbre que está al S de la collada y es la más alta de las que encontramos a la izquierda es el pico Mariscal (1.817 m). Pasado el pedrero entramos entre grandes ericas (se emplea su madera para los afilados palos de calar el jamón; y su raíz para pipas) que dificultan seriamente la marcha. Se ha de ir descendiendo poco a poco hasta encontrar arroyo Chauchina (terreno encharcado formando turberas). Nuevas praderías y ya se ven las dos colladas desde las que se puede atacar el pico: una al E y otra al N. La que queda al E está a 1.728 m y desde ella ya se puede tirar rectamente hacia la cumbre. La que está hacia el N (unos 1.600 m) da paso a la cabecera del río Molinos entre el Alto Roguero, los Altos de Monteiro y la falda N del Fraile; desde aquí, por la derecha, se llega directamente a la cumbre. La panorámica conquistada es de 360o. El Cueto Arbas (2.007 m) y las más altas montañas de Somiedo (se reconoce El Cornón) al E; las del puerto del Trayecto y hasta el Miravalles al S; las de Cangas del Narcea al O. Se ven los pueblos de Brañas de Arriba y de Abajo al lado de la carretera del puerto de Leitariegos, más abajo Trascastro y otros núcleos a las orillas del 77


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río Naviego. En Brañas de Arriba todavía alcanza a distinguirse la reliquia de una construcción con techo de paja. El nacimiento del valle del río Naviego está orlado por un espeso bosque de carballos. Cuando alcanzamos la collada (N) nos detuvimos algunos minutos a compartir nuestro cansancio y estudiar el acceso a la cima. Nos sobrevolaba un cierto desánimo. Antón se debatía en la duda y tan pronto animaba una iniciativa como la frenaba. Un ruido le desconectó de su grupo: -“¡Coño, el oso! ” Una piel peluda marrón oscuro corría entre los piornos hacia el S. Esperó un poco para descubrir a sus compañeros el mítico gran vertebrado de Europa y confirmar su categoría de gran ojeador. Pero... -Oye, mira ¡un jabalí!. Vio el morro del puerco y detrás de él ocho rayones que le seguían. Por poco lo pone en ridículo su fe en ver un oso en Cangas del Narcea. El descubrimiento insufló nuevos ánimos y lo felicitaron efusivamente. Descubre alguno de nosotros que se cansa y se preocupa. Casi no conocía el cansancio y se sorprende de lo incómodo y desalentador que resulta. Claro : “El que no está acostumbrado a bragas, las costuras le hacen llagas” Coronamos el pico y rápidamente emprendimos el regreso porque la noche y la lluvia amenazaban muy de cerca. En la comarca de Laciana se habla dialecto denominado pachxuezu: 78


PICO EL FRAILE

“Quien nun diga cheite, dichxinu, chxume, chxuna, nun ya di Chxaciana”. Una letrilla se refiere a la principal actividad económica, la minería: Minero le quiero madre de las minas de León que aunque el carbón sea negro las pesetas blancas son. Esta cumbre se consigue con menos esfuerzo si se parte de Monasterio de Hermo ya que el coche llega hasta las Brañas del Narcea, con lo que ahorran casi tres horas. En el puerto de Leitariegos funcionó una alberguería desde la segunda mitad del s. XII mantenida por los monjes del monasterio. Los habitantes de Leitariegos, Brañas de Arriba y Brañas de Abajo disfrutaron desde 1326 de una generosa carta otorgada por el rey Alfonso XI, esta carta los liberaba del pago de los servicios votados por las Cortes como de las alcabalas: “...son libres porque reparan el puerto y dan recaudo a los peregrinos que pasan por él...” La carretera de Leitariegos se abrió hacia 1880, y hasta 1925 era una de las tres (con Pajares y el Pontón) que permitían la comunicación rodada con Castilla. De Brañas de Arriba dice el Madoz que tiene libre ventilación y clima sano, 66 casas de fabricación inferior y escasa comodidad, 66 vecinos y 329 almas. 79


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Las terrazas que encontramos probablemente proceden de materiales fluvioglaciares que rellenaron el fondo del valle dando estas plataformas. La Península Ibérica pasó por cuatro períodos climáticos -Boreal, Atlántico, Subboreal y Subatlántico- a lo largo de los últimos 10.000 años. A estas conclusiones se llegó por el estudio del polen (las plantas producen una desorbitada cantidad de éstos granitos: una espiguilla de centeno hasta 50.000 por día). La duración de los granos de polen es extraordinaria. Su resistencia a la destrucción es de las mayores del reino vegetal. Soportan la acción de ácidos y bases, y hasta 3000 oC. Se han encontrado palinomorfos (formas parecidas a granos de polen en depósitos del Paleozoico de hace más de 250 millones de años). Por permanecer inalterables en el terreno, se incorporan a la sucesión estratigráfica y aportan información esencial para el conocimiento del clima, la flora y la fauna. Las turberas son un buen lugar para conseguir polen. En los bordes de las plataformas aterrazadas que hoy cruzamos hay turberas en formación de más 1,70 m de profundidad, según comprobé al enterrar el palo de monte hasta la empuñadura.

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EXCURSIÓN, AL ALBUR, POR EL NO PENINSULAR

EXCURSIÓN, AL ALBUR, POR EL NO PENINSULAR 3 de mayo de 1997

El día, para caminar, es idóneo para legionarios: viento S y casi 20o a las 9,00. Este mes de abril nos machacó con sequía y calor, no en balde tiene mala fama en el refranero español: “En abril aguas mil y todas caben en un barril” “Reparte su tiempo abril entre llorar y reír” “Abril debieran llamarte ¡ah, vil!” No nos atrevemos a caminar y optamos por conocer el nuevo tramo de carretera recién inaugurado entre Querúas y Otur. Llama particularmente nuestra atención el puente que salva el valle del Canero volando sobre la playa de Cueva. No tenemos otros planes pero confiamos en nuestra capacidad para improvisar y, de alguna manera, saldremos del paso. Los puentes deben verse desde abajo porque al cruzarlos son todos iguales. La estilizada belleza de estas obras impacta si se contemplan en toda su plenitud porque la cinta asfaltada por la que se circula es tan vulgar como en el resto; y, además, no es posible detenerse para contemplar el nuevo paisaje. Total: ganamos un montón de tiempo pero vimos menos y más rápido. Seguimos. Con buen criterio paramos en Navia a tomar café y buscar alguna salida, compramos un mapa Michelín y vamos hacia la costa gallega. 81


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Pasado Ribadeo, Juan Carlos propone empezar en la iglesia románica de San Pedro de Mondoñedo. Está bien indicada la ruta y llegamos sin demora alguna. Se trata de una gran obra. Tiene una magnífica vista exterior aunque resulta maciza y pesada. Los contrafuertes de los ábsides contribuyen bastante a esta percepción. Sería una construcción desproporcionada para una iglesia pero no se trata de tal sino de una vetusta catedral. Se admiten como partes más antiguas los laterales N y S. Los elementos más importantes son los capiteles y el retablo pétreo. Veamos un poco de la historia lugareña. A estas costas gallegas llegaron los bretones que, empujados desde Gran Bretaña por los anglosajones tuvieron que emigrar a las costas francesas y españolas. En España pusieron su centro en Britonia, al N de Lugo, y se extendieron por la comarca marítima. Mindunieto -actual Mondoñedo- ya existía y el obispado permaneció allí desde 866 hasta el 1112, y en este período se construyó la actual iglesia. En 1112 pasó a Valibria, actual Mondoñedo, la sede episcopal, quizá por temor a las incursiones normandas. Esta comarca es rica, cuidado el entorno y con el espacio bien organizado. Prados y tierras de labor trabajados. Las casas son edificaciones notables, con buenos materiales, limpias y bien cuidadas Al paso encontramos un letrero que orienta hacia un pico que se ve desde la carretera. Nos aproximamos a la base, trepamos al castillete final y en poco tiempo nos sentamos en el vértice geodésico que lo corona. No tenemos definido el resto del día así que, un poco al azar, enfilamos a Ferreira (capital del concejo de Valadouro). Pasamos por Chao, Folgosa, san Acisclo (extraño nombre hasta para un santo) y santa Cecilia. Por el camino encontramos numerosos letreros que anuncian una concentración de “moteros” y, efectivamente, el pueblo está tomado por éstos. También hay feria, pero a estas reuniones comerciales también se uniformaron y todas son iguales en cualquier lugar de la Península. Data esta feria del s. XVIII. 82


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Al poco de salir de Ferreira, por Santa Cruz, hay, un letrero que avisa de la existencia de un dolmen. Hacia allá vamos. La señal avistada y alguna información nos llevan hasta una sierra de campera y monte bajo destinada a pastoreo. Llegamos hasta un área recreativa y seguimos monte arriba. No pudimos dar con él. Estos prados se consiguieron a base de hacer retroceder el matorral, y éste avanza ahora como consecuencia del abandono. En Galicia, el bosque originario fue el caducifolio con predominio del carballo en las vertientes más soleadas y bajas. El haya sólo aparece en la zona oriental de Ancares, y el castaño está muy extendido. En la parte alta de esta sierra, desde el área recreativa, asoma un roquedo granítico. Más adelante veremos mucho más y hermoso. Pasamos numerosos pueblos. Vamos a golpe de mapa y brújula. Sabemos que hay que salir a Labrada para después ir a Montouto. Entramos en áreas más pobres y las casas y sus entornos son elocuentes: cucho, plásticos, aluminio, potas y trapos. Pasamos Cuadramón sin enterarnos y poco más adelante topamos con una capillita en un precioso prado cercado por muro de piedra; es románica y tiene pinturas góticas. Seguimos por la derecha. Enseguida cruzamos el río Ouro y empezamos a faldear por la sierra de El Xistral. Se trata de un cordal de no mucha altura cuya cota máxima no pasa de los 1.100 m, sin vegetación, pelado y romo. En el último tramo la carretera está mejorada por obras de ensanche y afirmado. Nos cruzamos con algunos coches, pocos, procedentes de Labrada. Seguramente vienen de una feria. Al llegar a la cota máxima se llanea durante varios km por un paisaje más bien propio de paramera. Vegetación rastrera, pequeñas camperas, sin árboles y, en algunos rellanos, se formaron charcas que hacen de abrevaderos (vimos una pareja de ánades reales). El granito asoma por doquier y en algunos puntos se amontonan las piedras caballeras a modo de gigantescos “jitos”. 83


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Llegamos a Labrada justamente al bar-estanco. Se trata de una construcción reciente o muy mejorada, limpia, atendida por una señora de buena voluntad pero con parsimonia exasperante. Almacena al frente un gran montón de palos de pino tratado que parecen para cierres de alambrada. Allí preguntamos si de Montouto hay salida por carretera hacia Vivero. El pueblo de Montouto está señalizado. De aquí en adelante se suceden los pueblos: pobres, desordenados, sucios. El terrazgo refleja bien la raquítica realidad económica: fincas abandonadas, matorral de brezo, “xesta”, “xiniesta” o retama (se trata de los arbustos de flores amarillas que han colonizado los terrenos abandonados y baldíos, la “carqueixa” y el “toxo”) . Este tramo de carretera es estrecho, de mal firme y peor trazado. Cuando salimos al cruce giramos a la derecha (N), sospechamos que vamos hacia Belsa, como es nuestro deseo. Marchamos bordeando el río Landro. Este valle tiene las laderas de las montañas totalmente aprovechadas para plantaciones de eucaliptos. Pasamos Viveiro, Silán y llegamos a Miñotos. A la izquierda queda Xerdiz, que cuenta con una iglesia prerrománica. El pueblo de Miñotos apareció en el diario “El País” como “pueblo con encanto”. Chavín, San Pedro de Viveiro y en Margazos buscamos donde comer. Dimos con un pazo venido a restaurante y del que salimos ciertamente satisfechos. Y no es para menos: anchoas con pimientos del Bierzo, especie de zarzuela de pescado que aquí llaman caldereta, queso con membrillo casero, castañas en almíbar. Y marchamos a Vivero temprano para dar una vueltecita por el pueblo.

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VIAJE -CALMO- POR EL SUROCCIDENTE ASTUR

VIAJE -CALMO- POR EL SUROCCIDENTE ASTUR

Al nacimiento del río Ibias se puede ir desde Cangas del Narcea a Degaña o por Villablino. Esta área permaneció inalterada secularmente porque la preservó su marginación. Resulta claro que los cambios ya empezaron como constataremos hoy. Nosotros iremos por Villablino. Al llegar a la base del puerto de Cerredo -procedentes de Villablino-, hay a la izquierda una cantera de mármol. Ya en Cerredo sale por la izquierda la carretera -particular- del puerto de Valdeprado, que lleva el carbón a la térmica de Anllares (León). Todo gira en torno a la actividad extractiva de la hulla. Aquí, y en Degaña1, la minería determina el resto de las actividades. La mayoría de los mineros son lazaniegos y algunos africanos. Las construcciones son un desastre y el caos urbanístico es total: cualquier material y estilo son válidos. Este tramo de carretera poblada empaña el encanto del valle. Seguimos. En Rebollar tomamos a la izquierda. El río sigue con sentido N hasta Larón para, poco antes del pueblo, girar 90o al O. Esta será orientación que mantendrá hasta su desembocadura el río Navia por Marentes, y es la que permite la entrada de las masas de aire húmedo atlántico. Así, 1. Degaña se parece a León mientras Ibias toma un aire intensamente gallego. El concejo cuenta con unos 1.900 hab., la capital es Degaña y Cerredo el mayor núcleo, aldea a la que se le añadieron las barriadas entre el 50 y el 60. Los habitantes de Degaña mantienen intensas relaciones con Villablino tanto antes del desarrollo minero como ahora, donde la mayoría de los trabajadores mineros (el 77 % de su población empleada está en la minería) proceden de Laciana.

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se recogen por encima de los 1.500 l/m2/año. Los hielos del último período glaciar -que se han retirado hace tan sólo 10.000 ó 15.000 años- actuaron con bastante intensidad pese a su moderada altitud por la buena alimentación nival. Hasta Fondos de Vega se encuentran morrenas y acúmulos de materiales fluvioglaciares. Después de Rebollar hacemos la primera parada en la collada que está después del pueblo (hay una explotación de áridos). Es un punto estratégico para contemplar el valle desde Fondos de Vega hasta el puerto de Cerredo. Desde este punto se contempla el valle en toda su extensión. Tiene en la parte más alta un bosquete de hayas, en la margen izquierda del río y más abajo son dominantes los robles, rebollos y abedules (los dos primeros pertenecen al género Quercus y al Betula el segundo) hasta el cruce para Ibias. El relieve de Degaña está íntimamente ligado a la orogenia herciniana, que hace unos 300 millones de años levantó una cordillera de la que quedan únicamente las raíces. Más adelante, después de pasar Sistierna, veremos las cuarcitas y areniscas que entonces se irguieron. Estamos en el corazón de la Rodilla Asturiana. La ladera de enfrente está cubierta únicamente por matorral, tiene grandes canchales y extensas áreas descarnadas por las arrolladas. Se pasa Tablao y se llega a Sistierna2. Este pueblo merece un paseo. Se han recuperado algunas casas y sus habitantes, al menos estacionalmente. Se conservan buenos ejemplos de arquitectura muy distintos de los de Degaña y Rebollar. Se nota influencia gallega. Observamos una lápida que conmemora la visita del entonces Gobernador Civil de Asturias -Labadíe Otermín- que preside una ruinosa fuente. La carretera sale de Sistierna bajo un dosel de árboles siguiendo la 2. De estos pueblos de Tabláo, Sistierna (o Astierna) y El Bao procedían los antiguos “cunqueiros”, artesanos de la madera que hacían cuencos, jarras y otros recipientes con madera -preferentemente de abedul, aliso o arce- durante los inviernos y salían a venderlos a Castilla en el verano, permaneciendo varios meses fuera. Entre ellos desarrollaron un habla críptica y gremial conocida como tixileiro a la manera de los teyeros de Llanes y los caldereros de Avilés.

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margen izquierda del arroyo Collada, pronto empieza a ganar altura hasta El Brooxal (canto desde el que se ve la desembocadura del arroyo Collada en el río Ibias y la desolada cara del Pico Rioseco3 o Miro). Atrás va quedando el paisaje duro y amenazador de la salida de Degaña, poco a poco se dulcifica y deja paso a valles muy abiertos con formas onduladas. A partir de aquí se ven numerosos pueblos en los rellanos de las montañas o en las partes altas y redondeadas, con buen espesor de tierra para labradío4. En muchos de ellos se lee la distribución del terrazgo agrario tal como funcionó durante siglos: casas y sus dependencias agropecuarias y entre ellas los huertos (árboles frutales -manzanos, perales, cerezos, higueras- verduras y hortalizas); después las tierras de labradío; más allá las plantaciones de castaños; y por último el monte bajo5. Los pueblos aparecen como islas cultivadas, que resaltan su condición de terreno roturado6. 3. La cara S de la Peña Rioseco cobija a Corralín. Se aprecia perfectamente el roquedo cuarcítico que da valles muy encajados con laderas muy pendientes y abruptas. La falda de la Peña de Rioseco carece de suelo, sólo es un esqueleto de piedras; fue asolada por el gran incendio (abril de 1995) que llegó a invadir Muniellos. Corralín, cuenco de oro, tiras una piedra y sale un tesoro Se decía por aquí. Hubo en este pueblo importantes explotaciones auríferas en tiempos de la dominación romana. Se presenta el metal en filones de cuarzo en ocasiones con pirita o arseniopirita, también se explotó en San Antolín de Ibias y Posadoire. Subiendo el Puerto de Rañadoiro desde el S se aprecia justo encima de la carretera de Larón a La Veliella las ruinas de un castro, y más arriba, en la falda del monte, algunas antiguas. 4. El centeno era el cereal que más se cultivaba por ser el que mejor se adapta a la acidez del suelo. Hasta la década de los 60 se respetaba el reparto de hojas del terrazgo cerealista en muchas aldeas, especialmente en las más altas y alejadas del valle. 5. Estos montes soportaron el sistema de cavadas hasta mucho después de la guerra civil y no se abandonaron definitivamente hasta los años 60. Se quemaba una parcela de monte, se abría con una cambiella -especie de arado parecido al romano- y se sembraba los siguientes 3 ó 4 años. Estos cultivos itinerantes -sienras, searas, bouzas, cavadas o rozas-fueron práctica común hasta finales de los 50. 6. Más del 90 % de cubierta vegetal ocupa el monte en Ibias, bien como arbolado, erial o arbustivo. Para los ibenses representa una fuente de riqueza nada desdeñable, de él obtiene madera, caza, miel y, antiguamente, torgos y gamuzos de uz para alumbrar los hogares. Y, hasta tiempos recientes, acogió cultivos itinerantes. Las Ordenanzas del Principado de Asturias de 1781 permitieron convertir en superficie de explotación permanente las que fueron de rozas. Estas tierras las asignaba la Junta Parroquial y quedaban excluidos los vecinos cuyos bienes raíces no sobrepasaran los 2000 ducados. La Mayoría de los campesinos de Ibias accedieron a la propiedad de la tierra en el s. XX, anteriormente eran colonos sujetos a aforo. En la Edad Media era la Iglesia la gran propietaria y durante los s. XVII y XVIII fueron pasando las tierras a las casas Ron, Marquesado de Ferrera, Condado de Toreno, que se han mantenido como terratenientes hasta bien entrado el s. XX.

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Se pasa Llanelo y queda a la derecha una sinfonía de grises en las pizarras de los tejados. Cruzamos el río y pronto llegamos a la Campa Tormaleo (1.000 m). Éste es un estupendo balcón para contemplar un amplio sector del valle del Ibias. A la izquierda, sobre Luiña se levanta el pico Miravalles (1.969 m, al otro lado están la comarca leonesa de Los Ancares). Por la falda N de la sierra de Migalón se descuelga el teleférico que transporta el carbón a León. Cambian las tornas y la montaña que tenemos al frente (cara E de la sierra de Borde) presenta profundas heridas por las explotaciones a cielo abierto de Minas de Tormaleo7. El hábitat es tan anárquico y desordenado como era de temer. La ingenua espontaneidad y el capricho rigen la construcción originando una confusión de formas y colores verdaderamente notable. Es claramente perceptible el desahogo económico de la zona. Bajamos hasta Luiña atravesando la escombrera y seguimos por Villares de Abajo8. Ahora la carretera se encaja paralela al río Luiña y de nuevo pasamos entre cuarcitas. Se endurece el medio. A medida que ganamos altura entramos en terrenos pizarrosos y ganamos un entorno más cálido y envolvente. Pasamos por Torga y un par de km más adelante entramos de nuevo en el valle del Ibias, que ya no abandonaremos. A la derecha queda un río de aguas verdosas, con algunos rabiones y generoso caudal. En las riberas crecen álamos y alisos, y el amplio valle se divide en hermosísimos prados de diente y corta. Ibias tuvo importante cabaña de ovino y caprino. A finales de los 50 del s. XX había más de 3.000 ovejas y de 4.000 cabras (sumadas, tantas como

7. El famoso palacio de este pueblo está en ruina total. Aquí hay importantes minas de carbón (antracita) que se conocen desde mediados del s. XIX y se explotan a gran escala desde 1964 por Minas de Tormaleo, fuertemente participada por la empresa M.S.P. 8. Fue antaño la aldea más pequeña del concejo. Hoy es un poblado minero y el segundo núcleo del municipio. Las construcciones crecieron en medio de la anarquía o son tipo cuartel.

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vacas, unas 7.000). Este concejo siempre sufrió la sangría de la emigración a Madrid, agravado esto por el éxodo que dejó unos activos demográficos de algo menos de 2.800 hab. (en 1930 contaba con 10.600). Todo el monte bajo que cubre las partes altas del concejo permite la abundancia de colmenas9. A medida que avanzamos aguas abajo aparecen en las laderas cultivos 10 de vid . Las faldas, sobre todo en las cotas más bajas, se ven trabajadas agrícolamente. Todo el valle ofrece óptimas condiciones para la agricultura. La capital, San Antolín de Ibias, está a 220 m sobre el nivel del mar y protegida de los vientos del O, N y NE, que son los más fríos. A la entrada de Cecos hay, a la izquierda, una prenda de la arquitectura popular: un hórreo con cubierta vegetal. Faltan unos 3 km. A la entrada, en la margen derecha del río y a unos 200 m por encima de su nivel, se aprecian en el monte formas topográficas no naturales, debidas a los antiguos trabajos que realizaron los romanos para la explotación de oro. El pueblo es pequeño, limpio y ordenado en su construcción, como una aldea con pretensiones. El centro geográfico es el mismo que el de la gravedad, todo gira alrededor de la iglesia y la plaza que ésta preside. Es románica, de medidas muy proporcionadas, toda de pizarra y, pese a los serios colores de esta piedra, ofrece un aspecto alegre. Salimos hacia Sena por la cara E de la sierra de Busto. La estrecha carretera se toma en la parte S del pueblo. Sube faldeando suavemente aunque tiene 9 curvas muy pronunciadas. Al llegar a la collada de Cuantas -próximo está el vértice geodésico del mismo nombre: Pena de Cuantas, 831 m- nos ofrece una de las más completas panorámicas de la comarca ibense. Bajamos 9. Antes todas se agrupaban las de cada propiedad y se protegían con un muro que la cerraba, formando, aproximadamente, un círculo. Se trataba de protegerlas de los ataques de los osos. Esta construcción se llama cortín, es de gran belleza pese a su sencillez, y se reconoce fácilmente en el monte. En este viaje, hasta aquí, hemos visto varias. 10. Las vides fueron introducidas en la zona por los monjes del monasterio de Corias. Después de la Guerra Civil llegó a ocupar más del 40 % de la superficie cultivada. Todo el bajo valle disfruta de un microclima de corte mediterráneo, con abundantes precipitaciones y un período de estiaje e importante amplitud térmica. Así, cultivó tabaco, olivo y hasta caña de azúcar a orillas del río Bustellu. Navia abajo, en Riodeporcos, hay numerosos alcornoques (sufreiras), árbol del género de los carballos y propio de los climas mediterráneos.

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al Linares y subimos hacia Castaosa11. Después de pasar este pueblo se aprecian: el encajado valle del río Huselín, el dominio del monte bajo y la gran extensión que fue quemada recientemente. Tras recorrer los 16 km que separan San Antolín de Ibias de Sena, nos asomamos, por fin, al valle del Alto Navia. Hacia el N, al fondo, se ve Fonsagrada (Font Sagrada). El pueblo que tenemos al frente se llama Coea (Lugo). Aguas arriba y en la misma margen, se acomodan Valdeferreiros, La Muria, Lagúa, Sta. Comba de Cotos y algunos otros no visibles desde este punto. Sena se sitúa al O de los Montes de Cotasón y en él se estrellan de frente los vientos que llegan del Atlántico. Tiene buenas viviendas -especialmente una que está cerca del antiguo bar (ya cerrado) dotada de todas las construcciones propias de una casa de labranza entre las que destaca el hórreo- y buenas fincas de labor. La iglesia está un poco separada del pueblo, colindante con el cementerio.

11. Hubo una explotación de carbón y era baronía del primogénito de los condes de Toreno.

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DE VALCÁRCEL A VALCÁRCEL

DE VALCÁRCEL A VALCÁRCEL PASANDO POR CUEIRO Y LA BUSTARIEGA 23 de enero de 1999

De nuevo en el concejo de Somiedo y preparados para que el día pase sobre nosotros derrochando alegría y felicidad. Día soleado y con viento del SO, cielo con nubes alentejadas. Los reactores dejan a su paso una larga y deshilachada estela como mesenterio, lo que indica aire muy frío a esa altura y preludia inminente empeoramiento meteorológico. Se parte de La Riera hacia Teverga por el puerto de San Lorenzo, y a 1 km, aproximadamente, se toma el desvío que sale a la izquierda hacia Clavillas y Valcárcel. Carretera estrecha y sinuosa, se debe conducir con cautela. Ofrece una panorámica fantástica del Valle de Somiedo desde el primer momento. Contemplamos el pueblo de Las Viñas y atisbamos lo que puede ser una estupenda excursión por tierras somedanas. Poco antes de llegar al pueblo se ve el antiguo camino, la iglesia parroquial de Clavillas (parroquia a la que pertenece Valcárcel), y un barranco desazonador. Llegados a Valcárcel1 sale al paso un perro de mil leches que sitúa a Antón a cubierto por Tomás y Pepe. El pueblo se abriga en la cabecera del valle. Tiene un microclima acogedor a juzgar por los frutales que ocupan sus huertos. Casas con cuadra 1. Valcárcel, Valle de la Cárcel o Cárcel del Valle. Los vecinos identifican sin problema el edificio que ofició de prisión. Es una vieja construcción con puerta adovelada que se reconoce perfectamente. Todo el pueblo tiene interés por su arquitectura bien conservada.

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en la planta baja, panera (lo que habla de cosechas agrícolas), en las antojanas diversos útiles y aperos de labranza. La cubierta de teja árabe y las paredes de caliza rosa. En el centro del pueblo, en el lugar más accesible y soleado hay una capilla y una fuente. El conjunto es acogedor. Preguntamos a un transeúnte el itinerario a seguir para llegar a Cueiro, y amable y rápidamente nos pone en ruta. Nos encamina hacia Cueiro por una pista que sale por encima del pueblo hacia el E. Ancha, de tierra, cómoda y bastante llana en su primer tramo. Faldeamos hasta llegar al reguero y aquí empieza lo empinado, pero dentro de la pista. Amplia panorámica sobre el pueblo que permite apreciar que todos los alrededores están desarbolados y sólo en la alta cota, que cierra hacia el SE, tiene un bosquete de robles coronándolo. La caja de la pista eliminó la base de la ladera y salta a la vista un próximo desprendimiento que puede afectar al pueblo de manera importante. Se aprecia un naciente argayo que ya despegó de la roca y bajó cerca de 2 m. La pista bordea algunos prados y un avellanar. Estamos en la parte más pendiente. Poco después se llega a una collada y la pista sigue por la izquierda. El camino no ofrece duda alguna, “llama” por la derecha. Aquí empieza a aparecer algo de nieve, las botas se embarran y comienzan a pesar, la arcilla las envuelve pegajosamente. Las piedras están plagadas de fósiles que se reconocen como pertenecientes a la fauna marina (recogí un coral perfecto). A la derecha hay una cabaña para usos ganaderos carente de todo atractivo. Enseguida desembocamos en la parte alta de Cueiro. Aquí la nieve cubre la campera y está totalmente helada. Pepe y Antón se entretienen observando el paisaje, identificamos Cigüedres, San Martín de Ondes, Montovo, Llamoso y Peña Manteca. Al acercarnos a Cueiro damos con un letrero mal orientado. 92


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Tomás, pleno, nos abandona y demarra hacia La Celada. Lo perdemos de vista y nos juntamos ya al pie de la Venta de Cueiro. La panorámica hacia el E retrata El Aramo perfectamente. Regresamos dando un rodeo por La Bustariega siguiendo la pista que parte hacia el N. Cambia el suelo, ahora es cuarcítico puro, y también la vegetación: ericas y cotoyas. Se llega pronto a La Bustariega. Se ve un poblado de montaña precioso: casas apretadas de piedra amarillenta y tejados rojo naranja, todavía delatan muchas de ellas su anterior cubierta vegetal por su planta rectangular y las esquinas redondeadas. Se recoge La Bustariega en una especie de concha y se rodea de prados, pocos hórreos, caminos anchos para el paso del ganado. Al SE del pueblo quedan los grandes bloques que antiguamente se desprendieron de la montaña madre y quizá arrollaron alguna vivienda. Permanece la cicatriz del desgarro. Hace alrededor de 20 años que este pueblo tiene pista y bastantes menos carreteras asfaltadas. La pista hasta Valcárcel la pagaron los vecinos (sobre 3.500 pts/vecino). Dura debió ser la vida secularmente en estos parajes. A mediados del s. XVIII los Omaña eran señores del coto de Clavillas y Valcárcel. El Señor gozaba de la facultad de nombrar juez, teniente y alcalde del coto. Los vecinos del estado general pagaban al señor, en razón de vasallaje, 12 reales de vellón al año “...o una puerca que los valiese... 8 reales o un carnero y dos medidas de cebada...”. Cada vecino del estado noble pagaba 12 reales de vellón o una cerda..., y entre todos 200 reales de vellón o dos vacas mataderas (en razón de vasallaje, 1.324 reales/año). También percibía el Señor del coto de Clavillas y Valcárcel la luctuosa, que consistía en la mejor alhaja, mueble o semoviente, que tuviesen los vasallos al fallecer (a mediados del s. XVII unos 200 reales). Curioso: cobraba el buen Omaña 65 reales de vellón de marco de plata, de “... cualquier moza que quedara preñada de hombre casado o privilegiado... ”. Y muchos más dineros que percibían los 93


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Omaña por proteger a sus tutelados en variados conceptos contables. ¿Pagaremos menos impuestos ahora, según nuestro estado?. Al bajar vemos perfectamente la iglesia de Clavillas asombrada por hermosos árboles. Algo han cambiado los tiempos. Comimos en Belmonte. Fenomenal. En Oviedo a las 19,15.

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REENCUENTRO EN CASTRO

REENCUENTRO EN CASTRO 16 de enero de 1999

Tomás, Pepe y Antón abrieron el nuevo año recorriendo el viejo camino real entre Pola de Somiedo y Castro. Juan Carlos no nos acompañó y su ausencia es la única nube que enturbia un poco nuestra alegría. Hace tiempo que no caminamos y de nuevo pondremos un pie tras el otro y daremos varios miles de patadas. Se inicia al S de Pola de Somiedo1 (poco antes de llegar a la villa procedente de Belmonte). Se trata del antiguo camino que llegaba a la Pola desde la zona central de Asturias antes de la construcción de la carretera. Sin duda es más fácil abrirse paso a esta cota que al nivel del agua, donde el río corta la caliza y no deja margen para caminar. Comienza la andadura en el aparcamiento. Sube un poco y después llanea. Como a 1 km nos empieza a castigar el ruido de la central hidroeléctrica de La Malva2 (lluvia=agua=kw=pts=X de X). Unas cuantas maldiciones sí que se merece y nadie se las escatima, ¡joder!. Llegamos a un alero de caliza bajo el que salta un chorro de agua muy fresca que talló un banco en la piedra. Estupendo salvo por un detalle: está justo frente a la central hidroeléctrica y el sordo ruido empapa la estampa. 1. Solar del ilustre economista Flórez Estrada. 2. Esta central hidroeléctrica data de 1915, es de arquitectura singular y está catalogada como interesante dentro de la arqueología industrial.

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Pepe fabula: “... estando el buen X de X iniciando a su hijito en la caza del oso pardo, llegados a este lugar descansaron un rato y mientras el alimañero acompañante preparaba la comida un poco más allá, buscando una buena sombra, el padre iniciaba a su hijo en los secretos del engrandecimiento de Asturias y su desarrollo. El infante atiende cautivado, y, sin sorpresa, piensa: -¡Qué listo es mi padre!. Cuando sea mayor seré como él. Desea aquel angelote y sorprender a su padre con agudeza y con voz modosa y atiplada, chilla: -Paaapaaaá, ¿porqué no hacemos una centralita con este chorrito de agua?. Papá, sin perder la paciencia ni ápice de su compostura y dándose cuenta de que verdaderamente está educando al niñín, calmo, responde: -Para que pueda beber el guarda hijo mío. ¿Quién cuidaría nuestros osos si no cuidamos nosotros al guarda?. Piensa el bueno de X de X que el niño seguirá los pasos de la familia. Sabe muy bien que la educación que le está dando será la base de la paz social que ahora disfrutamos.” -Bueno, vale ya. Juanín, no te cabrees por el discurso. No pasa nada. Estamos bordeando al arboreto de La Malva. Se trata de un pequeño jardín botánico del que destacan la diversidad de sus especies arbóreas: arces, pino silvestre, un par de lilos, avellano, laurel real, encinas, álamo, nogales y algún fresno. El camino sigue por encima y la pared que lo cierra está tapizada por musgos de variadas especies y presenta una espectacular paleta de verdes. Se sigue un corto trecho y se entra en el encinar. Desde la curva se contempla el valle de Somiedo aguas arriba y, debajo, La Malva. Impone la verticalidad de todas sus paredes. Continuamos sin dificultad y recreándonos en tan hermoso paisaje. Las encinas nos acompañan y en los crestones, repegando, allí donde hay 96


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algo más de humedad, pequeños bosquetes de avellanos. En uno de ellos, también abrigado bajo la visera de caliza, se encuentra otro banco al lado del manantial. Llegados al final del camino y siendo muy pronto para iniciar el regreso decidimos seguir. Antón le empuja. ¡Hay que ver que ganas de saber tiene este hombre!. Es insaciable. Termina el encinar. Monte bajo y una gran cantidad de torres metálicas que llevan los kw X. Hasta este punto el camino estupendo. Ancho (no baja de 3 m en ningún punto), empedrado en algunas curvas, con gran parte del recorrido a la sombra, ofreciendo imponentes panorámicas en los salientes o cantos, tiene un par de fuentes (ya citadas) y casi llano en todo su recorrido. Una delicia. Por la derecha se enfila hacia Castro. Nosotros intentaremos bordear la cara E y NE de la montaña por ver si le echamos un vistazo al pueblo de Pineda. Hay prados, alguna cabaña, un teito ruinoso, monte bajo; y a la derecha, a más altura, importantes manchas de hayas. El camino sube un poco. Encontramos un gran charco, muy barroso, plagado de huellas de jabalí, sin duda uno de sus lugares de baño. El camino sigue y parece que pasa sobre las cabañas, pero se ve cerrado. En este punto hay que hilar fino para no extraviarse, bueno, más que para no perderse para elegir el mejor y más cómodo paso. Bordeamos por encima y llegamos a un piornal, aquí está cubierto el suelo de cagadas de ciervo aunque no logramos ver ni un ejemplar. Salimos como podemos y retomamos el camino hasta llegar a un hayedo (creo que sobre la vertical del cruce de la carretera general a Pineda). De aquí no pasamos. Tomás ya hace tiempo que protesta: el matorral de piornos le irrita profundamente. 97


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-Calma hombre, ya salimos. Incordia y pretende afrentar a Antón llamándole “Aguirre o la cólera de Dios”: que si vi la película, que si soy peligroso, que hay que saber medir, que patatín y patatán. Y Antón se rinde: no veremos Pineda hoy. Regresamos al punto de partida. Para comer, Belmonte. Y acertamos.

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ALTO DE EL MOJÓN

ALTO DE EL MOJÓN

En el puerto de Somiedo, aguas vertientes ya al río Sil, pero todavía en territorio asturiano, se sitúa la hermosa braña de Santa María del Puerto. De aquí partimos hoy hacia el alto de El Mojón, collada que da acceso a la braña de Sousas (una de las brañas de Somiedo sin cerramiento, de planta circular, como la de Los Cuartos de Villar de Vildas y la de El Cuérrago de Arbeyales) y a Valle de Lago. Llegados al puerto de Somiedo procedentes de Asturias, en Santa María del Puerto tomamos el primer camino por la izquierda -sale por encima del bar que encontramos a esta mano- que se dirige al E entre grandes prados cercados por paredes de piedra. Cruzamos el pequeño arroyo y subimos una suave pendiente entre monte bajo para llegar a unas praderías que se continúan hacia el S, pero nuestro camino sigue hacia el E. En ocasiones se pierde se desdibuja pero hemos de seguir siempre bordeando las cabeceras de los arroyos y ganando altura poco a poco, con la precaución de no alejarnos de la sierra de El Rebezo (no perder de vista el vértice geodésico alto de El Rebezo 1.978 m), y llegamos a un punto en el que destacan a nuestra derecha un pequeño prado cuadrado cercado por una pared de piedra -a su lado hay otros mucho mayores- y ya desde aquí vemos perfectamente la collada a la que hemos de dirigirnos. Podemos subir monte a través aprovechando las cárcavas hechas por las arrolladas. A partir de esta primera collada se origina hacia el O la sierra de El Rebezo. 99


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Ahora ya vemos el ancho camino que, desde La Cueta, conduce a la braña de Murias Llongas, y se adivina el valle del río Cebolledo (que con otros forma El Sil a partir de La Cueta). Frente a nosotros se levanta Peña Chana (Llagüezos, 2.073 m), que cierra la parte alta del río de Valle de Lago por el SO. Antes de llegar se ven -ya de lejos- dos hitos de piedra de más de 1,5 m de altura, muy separados, que indican el camino a seguir. Al coronar damos vista a dos cabeceras de valle separadas por un pico de fácil acceso que tiene un camino marcado invitando a subir. Cumbreamos sin ningún problema pero el desnivel por su lado N es muy fuerte. Se ofrece una vista al S de incomparable belleza. A nuestra izquierda, en la falda NE del alto de El Rebezo, asoma el bosque de hayas Fontiaxu; que es zona de uso restringido especial -dentro de la ordenación del Parque Natural de Somiedo-. Está reservada a los tradicionales usos ganaderos y requiere una autorización expresa de la Administración del Parque por ser refugio de algunos osos pardos. Exactamente bajo nosotros está la braña de Sousas. Es de construcciones circulares, cubiertas de tapinos, que sirven únicamente de refugio al pastor o brañeiro y no como residencia de verano. Más al fondo se ve Valle de Lago y el camino que da acceso al de Saliencia a través de un corte entre La Requexada al E (1.678 m) y La Palombera (1.660 m) al O. Este camino sale a Villarín entre los espectaculares bosques de hayas de Tibleus y La Mozqueta. La flora es una delicia: en los prados húmedos lucen nomeolvides, grasillas, calderones; en el monte bajo ericas, genistas, piornos, tojos y, sobre todo, destaca la gran abundancia de gamón, especie típica de los espacios desforestados e indicadora de un tapiz vegetal, degradado por los seculares incendios que padece esta franja de la ladera entre los prados de siega y los pastos de altura. En los prados secos y entre las rocas hay ortiga blanca, gencianas, y algunas de nuestras más bellas Orquidáceas. 100


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A lo largo de todo el recorrido desde el puerto se ven huellas en el modelado del relieve de su pasado helado: la forma de los valles que van hacia La Cueta, pequeñas cubetas y materiales morrénicos son reconocibles en todo el trayecto. El glaciar de Sousas discurría por el valle de su nombre y se alimentaba de los dos pequeños circos que hay entre Llagüezos y Peña de Gúa; y terminaba en la parte inferior de Valle de Lago. Santa María del Puerto tuvo todas sus edificaciones con cubierta vegetal (teito) hasta los años de la Guerra Civil en que fue quemado el pueblo. Aquí se conservó la institución del vecindeiro (vaqueiro que cuidaba la braña y durante el invierno orientaba al caminante tañendo las campanas) hasta la década de los 80 del s. XX. Se celebran dos ferias anuales que coinciden aproximadamente con el movimiento del ganado, al subir a los pastos de altura el 29 de junio y el 8 de setiembre, cuando los abandonan para pasar el invierno en cotas más bajas. Los vaqueiros de esta braña invernaban principalmente en los concejos de Salas y Belmonte. La religión oficial nunca ha tenido buenas relaciones con los vaqueiros, a lo que no ha sido ajena la dificultad que presentaban para el control y la recaudación de los diezmos. Y la respuesta de éstos es clara, cuando preguntaba el cura de arriba: -”¿Confesaste?”

-Sí, confesé abajo.

Si preguntaba el cura de abajo: -Sí, confesé arriba. Y en el folklore se manifiesta claramente: El señor cura del Puertu taba sentau nun penietsu, ya dícentse las vaqueirinas arre tú, cabritu prietu 101


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Otras canciones hacen referencia a la arriería entre Castilla y Asturias, actividad económica desarrollada frecuentemente por los vaqueiros: Mociquines de Tsaciana ¿Quién vos mantiene? Los arrieros del Puertu que van y vienen.

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BRAÑA LOS CUARTOS

BRAÑA LOS CUARTOS

Tomando en el puente de Cornellana la carretera que va a Pola de Somiedo, se sigue la desviación que desde Aguasmestas conduce a Santullano, Pigüeña y Villar de Vildas, éste es el último pueblo al que llega la carretera. Aquí se toma una pista apta para vehículos agrícolas que se dirige hacia el S siguiendo la margen derecha del citado río Pigüeña, de orillas y aguas totalmente limpias. A los 2 km, aproximadamente describe una amplia curva y se orienta hacia el SE. El valle está perfectamente señalizado y con toda claridad se indica que, salvo los vecinos dedicados a la agricultura y ganadería, únicamente caminando se puede continuar. A la derecha (O) otros letreros indican la prohibición de paso para los excursionistas, se trata del bosque de Las Sendas que dentro del plan rector del Parque Natural de Somiedo está catalogado como Área de Uso Restringido Especial, por vivir en sus profundidades algunas parejas de oso pardo y también urogallos, además de otras especies más frecuentes de herbívoros y carnívoros. Pronto llegamos a la braña La Pornacal (1.150 m), el mayor y mejor conservado conjunto etnográfico de Asturias. Son más de 30 construcciones con techo de cubierta vegetal (teito) hecho con retamas y brezos, en casi perfecto estado de conservación y en uso por sus propietarios. Estos edificios responden a un modelo de economía basado en el pastoreo y ocupación estacional de las praderías que las hizo necesarias. Llegaron a nosotros gracias a que el modelo perduró hasta hoy. Es de temer que poco tiempo más 103


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seguirán prestando los servicios para los que fueron construidas. Guardan gran similitud con construcciones celtas del NO de la Península, de Bretaña y de las Islas Británicas. Algunas de las cabanas tienen tallas de piedra -resulta especialmente hermosa una con dos caras- y todas con paredes muy macizas, algunas con un pequeño recinto adosado rodeado por una pared que sirve para el ganado, el cucho, o los aperos. Casi exactamente al O de La Pornacal, ladeando la mirada un poco al O se ve una alta montaña, es el pico El Cogollo de Cebolledo que juntamente con Peña Treisa (1.923 m) y Las Camposas (1.841 m) forman un pequeño circo en la parte asturiana en el que se aloja el lago Bueno -6 m de profundidad máxima- cuyos excedentes forman un segundo lago más pequeño. Continuamos nuestro camino por el fondo del valle y con el mismo rumbo SE y vemos una cascada que se puede considerar el nacimiento del río Pigüeña. Remontando un desnivel nos alejamos del río y, queda a la izquierda, el camino que lleva a la collada La Festiecha y seguimos por la derecha hasta un rellano en el que nace la cascada. Aquí se asienta la braña Los Cuartos, las construcciones son más pequeñas que las de La Pornacal, algunas con el techo cónico y casi todas en lamentable estado. Están prodigiosamente enmascaradas entre los grandes bloques de piedra que en el pasado se desprendieron de Peña Canseco. Pasada la braña, a la izquierda según subimos, está la fuente El Piojo; más adelante encontramos la de La Paradona y al final la de Los Cerezales. A los 1.650 m llegamos a unas ruinas en las que se reconoce una antigua braña por la forma circular de las paredes que quedan. Desde este punto, volviendo la vista atrás se ve perfectamente el camino que sube a La Festiecha, también el pico El Mocoso (1.988 m, vértice geodésico de 2a categoría) al E. Al S el camino que por el puerto de Los Cerezales da paso a las tierras leonesas.

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BRAÑA LOS CUARTOS

Dentro de las muchas canciones de ritmo vaqueiro que se cantan por estas montañas, algunas de ellas aluden al desprecio que el vaqueiro siente por los xaldos: Lo que venga del marnueto ya lo que venga del xaldu pa la braña del vaqueiru la mía parte doula al diañu Aunque al par del monte entre los riscos metida nin marnueta nin xaldinus me verán cara de risa Vale más una vaqueira con una saya d’estopa, que una xalda o una maruya vestida de buena moza. Otras presentan orgullo de raza: Soy vaqueiru soy vaqueiru vivo entre la vaqueirada, soy fichu de Xuan del Rancio ya menéome pa la braña. O la condición de vaqueiro, que no se puede comprar: Los señores tienen don ya heredáronlo na calle a mí me llaman vaqueiro ya heredéilo de mío padre 105


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RODEANDO PEÑA ALBA (PEÑALBA) DE LAS VIÑAS A LAS VIÑAS 10 de abril de 1999

Fue planeada esta excursión el día que fuimos a Cueiro desde Valcárcel. Teníamos la montaña enfrente y se notaba el corte de un ancho camino, sombreado, que prometía llanear, sin desorientación posible y así lo mostraban los mapas de que disponíamos. No era tan llano pero lo resolvimos sin conflicto. La subida desde la carretera general a Las Viñas era la única dificultad importante. La carretera llega al pueblo después de dar 6 u 8 curvas en Z, con el mínimo espacio para girar la dirección. Esperamos que la pericia de Pepe nos alce hasta el pueblo sin problemas (aunque no sin temor por parte de Antón). Las Viñas se coloca a 650 m de altitud, orientado a la solana, sobre una endemoniada pendiente para las tierras de labor. Se trata de un hermoso pueblo que sujeta huertos y casas con bancales. Diferéncianse claramente dos etapas en las construcciones: antes y después de la carretera, las primeras de piedra vista, escalera exterior, cuadra en la planta baja, pocos y pequeños huecos, son las típicas casas somedanas; las segundas encaladas, ladrillo, algo de aluminio, porche bajo uralita y escalera de baldosa y alguna plaqueta dando colorido exótico. Con todo, está bien conservado y tiene encanto. Dejamos el coche en un pequeño ensanchamiento y emprendemos la caminata. 106


RODEANDO PEÑA ALBA

Sale el camino del pueblo entre prados cercados por paredes de piedra, es ancho, limpio de bardas y cómodo. Al poco se presenta una duda: un ramal tira por llano y otro se cuelga por la derecha en amenazadora pendiente. Duda corta y Tomás decide, que ha de ser por la izquierda, la más inclinada. Siguen los prados y sus murias. Tomás nos adelanta y lo recuperamos enrollado con un nativo que farfulla algo, ininteligible para nosotros, pero Tomás parece que consiguió enterarse de la ruta a seguir. Seguimos cuesta arriba y al poco llegamos al ansiado llano. Monte bajo a los lados y vista aérea de La Riera, Santiago del Hermo y Clavillas, enfrente Villaús (pueblo natal de aquel Manolín, furtivo famoso y afamado que detuvo la Guardia Civil hace años. El tal Manolín puso fin a sus días suicidándose hace un par de años). Sigue el llano. A medida que rodeamos se abre el valle y vemos hasta Peña Manteca. Al doblar el canto hay una corta bajada hasta llegar un teso a modo de collada que tiene a la derecha una casa con panera, este lugar se llama El Pando (845 m); un lugareño que lindiaba sus vacas nos dijo que fue construida en 1860 por un nativo de Las Viñas. Los bosques de hayas que tenemos al frente dejan al descubierto calveros de monte bajo originados por talas e incendios. ¡Lástima!. El tal lugareño tiene un perro que instaló el susto en Antón porque salió como una flecha hacia nosotros pero, a medio camino, volvió la vista atrás en busca de la aprobación de su amo, que no obtuvo; así que, rabo entre piernas y al pie del amo. Pepe, clarividente y de rápidos reflejos, ve más allá que nosotros: -Mirad, como “green man”. Ese también ladra y busca la aprobación de su agresión en la cara (o lo que sea) de su amo. ¿Os dais cuenta?. Por eso es buen etólogo. El hombre ignora al bicho y nos orienta para encontrar una fuente, la llamada Fuente del Carballo (con la que no llegamos a dar). 107


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El camino baja y sube. Atravesamos un hayedo y alcanzamos a ver el blanco de los culos de un par de ciervos que, rapidísimo, se adentran en el bosque. Pasamos un trecho embarrado y bordeamos ahora un arroyuelo de paredes boscosas aunque muy escarpadas. En un cantil exoneramos la vejiga y, aliviados, marcamos un nuevo ritmo. Un pequeño prado, con un molino en desuso, queda a la izquierda y pronto embocamos Valle de Ortigueiro1. Hay varias cabañas de piedra y cubierta de teja, con montón de cucho viejo y seco, en buen estado (las cabañas, no el cucho), y unos cuantos caballos pacen algo más arriba. Como es habitual, numerosos fresnos bordean las cabañas y sus alrededores. Intentamos seguir el camino para caer sobre Pineda pero la maleza lo tiene cerrado, así que tomamos por la izquierda para salir de nuevo a Las Viñas. Subimos por la izquierda, hacia el E, casi rectos y pico arriba por la pradera y llegamos a otros prados cercados y cada uno con su cabaña. Salimos a la collada de Pineda y vemos el valle del mismo nombre aunque no el pueblo. Por cierto, la montaña que cierra Pineda al NO figura en el mapa del I. G. C. 1: 25. 000 con plantación de coníferas y lo que tiene es un espléndido hayedo. Giramos a la derecha (SE) hacia la collada siguiendo el estupendo camino, pasamos por otra braña, Ricovela, y aquí se pierde en las numerosas entradas que hay a los prados. Seguimos rodeando hacia el N siguiendo el fino instinto de Antón y logramos perdernos en el hayedo. Las soluciones que se atisban no son buenas y ya nos preparamos para desandar parte de lo andado y regresar por donde hemos venido. Seguimos.

1. Llama la atención que tenga cierres de piedra lo que indica propiedad particular en lugar de prado comunal, que es lo que se podía esperar aquí.

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RODEANDO PEÑA ALBA

Llegamos a una campera y oímos relinchos y algunas voces. Según el mapa estamos en Piedraida pero otro la sitúa a un par de km, y sobre Las Viñas. Titubeamos porque nadie quiere correr el riesgo de cometer un error que puede ser importante. Un silencio y, a coro, decidimos: -Por aquí abajo. Y acertamos. Dimos con los que cuidaban los caballos y con un buen camino carretero que en varias Z nos depositó de nuevo en el pueblo: comimos en Belmonte. Como siempre. Espléndido.

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COLLADO CARBAINEDO

Oviedo- Belmonte- Aguasmestas- Pigüeña son los hitos para iniciar el camino a esta collada. Desde esta última localidad se toma el camino que sale por encima del bar hasta llegar a una fuente que tiene varias otcheras, ya cegadas por la maleza. Se continúa por debajo de la iglesia, con alineación SE, y se empieza a ganar altura. Muchas de las casas del pueblo están abandonadas o mal atendidas; de reciente construcción hay dos. Son edificaciones típicamente somedanas: de una planta de poca altura y huecos pequeños, puertas de dos hojas, con panza cilíndrica exterior del horno y, por lo tanto, boca interior, de muchos m2 bajo techo; la cuadra puede estar bajo la vivienda o en edificio contiguo. Hay pocos hórreos y éstos son pequeños. A medida que vamos subiendo se gana al O la visión de la margen izquierda del río Pigüeña y las aldeas de Robledo y La Rebollada. Se adivinan las colladas de Los Cadavales y Catabietcho, en la sierra de La Serrantina. Pasamos la braña Los Llanos, de grandes prados con cabañas de piedra y techo de teja curva. Poco después encontramos en el camino gran cantidad de pelo (más tarde, ya en Villar de Vildas, el guarda, Mero, nos explica que son restos del ataque del lobo a un ciervo). Continuamos ante las ruinas de otra braña que parece destruida por el fuego porque todas las cabañas presentan un similar grado de desgracia. Algunas tenían la planta circular u ovalada –supuestamente, éstas tendrían techumbre de teito-, otras 110


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cuadradas, y varias con un murete que haría las veces de corral. Desde aquí hay un tramo de camino cubierto por la maleza y de andar bastante incómodo. Cuando llegamos a la braña El Cascarón encontramos a vecino de Corés -marinero en tierra, tocado de boina y pipa entre dientes- con el que Lucas entabla conversación. Lo interroga y resulta tener 86 años. Subió para disfrutar viendo sus posesiones de prado y cabaña y las pequeñas manadas de venados que por aquí pastan. Vive con su esposa en Corés del subsidio de 45.000 pts/mes. Comenta nuestra afición y aspecto, y con desparpajo advierte que Antón, a juzgar por sus colores y volumetría no subirá. Le calculó unos 60 años y dijo: -Pa tener cincuenta y pico ta bien conservao, hom. Val más que non se apure si quier llegar. Antón no se lo toma muy en serio, chochea el paisano. Pero: -Redios!, ¿tendré tal pinta?. Será la barba blanca. Seguimos caminando viendo Corés en el fondo del valle. Al llegar a la siguiente braña (de El Monte) Juan Carlos da la alarma al descubrir en la ladera un grupo de venados. La alegría nos inunda y pronto, con varios pares de ojos, vemos más. Esta braña se sitúa en la base misma de una forma topográfica parecida a una joroba formada claramente por materiales alóctonos pero que no se puede concretar la causa de su arrastre hasta aquí. La sierra de La Serrantina se ve en casi toda su extensión y detrás emerge la blanca cabeza de Rabo de Asno (1.894 m). Observamos que todas las vallinas que origina en su caída al E hasta el río, las de la cara S están cubiertas de monte bajo y las de la N de bosque; colegimos que la primera ofrece mejores condiciones para pastos por lo que fue talada y quemada 111


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mientras que en la segunda se dejaba crecer la madera para leñas, construcciones y aperos. En la nieve aparecen numerosas trenzas de huellas. Poco a poco vamos avanzando y ya se ve la collada. Está nevada y refulge dando una luz irreal. La silueta de algunos venados correteando contribuye a dar un aire mágico al momento. Comentamos, no sin sarcasmo, algunas de las expresiones que usan los cazadores al fabricarse la imagen que desean. Personalidades peculiares las de estos depredadores de Sarrasqueta y Winchester. Estamos bordeando una de las zonas catalogadas de uso restringido especial dentro del Plan Rector de Uso y Gestión del parque Natural de Somiedo. Vamos en alerta roja por si vemos un oso o sus huellas. Desde la collada se conquista otro paisaje inédito y magnífico: a la derecha -S- El Mocoso y el espléndido bosque que reviste su cara N. A nuestros pies se cobija Perlunes; en un plano posterior Urria y la cónica Peña Furada guardando la entrada a Valle de Lago; más a la derecha la sierra de El Rebezo; y al frente, la crestada cumbre de El Micho asomándose al valle de Saliencia. Dudamos si regresar por el mismo sitio o arriesgarnos a bajar a Villar de Vildas y encontrar allí a alguien que nos devuelva al coche. Lucas se ofrece voluntario para rescatar la furgoneta1 y optamos por entrar en la zona de máxima protección y salir a Villar de Vildas. Giramos a la derecha faldeando y descendemos hasta el alto del Collado de Perlunes. Desde aquí emprendemos el descenso hacia el valle por un camino perfectamente marcado. Vamos entre un acebal que en otros tiempos fue importante mancha a juzgar por su extensión y el grosor de los troncos que quedan. Hoy está muy deteriorado y muestra las huellas de numerosos incendios. 1. Hemos comprado una furgoneta para nuestras excusiones. Tiene 9 plazas y la custodia uno de nosotros.

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Llegamos a la braña de Villarín y observamos que tiene dos barrios: uno a la solana, de grandes cabañas de piedra y prados cercados por paredes –propiedad particular- y otro en la umbría, al otro lado del reguero. Sin divisoria de prados, se reduce a los restos de cabañas pequeñas, circulares u ovaladas y que tuvieron techo de teito. La primera pertenece a Villar de Vildas y se ve en explotación; la segunda, mal orientada y de mal suelo, ya fue abandonada hace muchos años. Pertenecía a los vecinos de Robledo: Mociquines de Robledo que abrañáis en Villarín, tenéi cuidao con los mozos que vos riesguen el mandil. Después se encuentran las brañas de La Moral y de El Resellar. Algunas tienen cubierta de teito. El agua pone fondo melodioso a esta última parte de la excursión corriendo por arroyos, prados y caminos. Completa dándole vida y riqueza y, además –gratis- sirve para beber. Llegamos a la carretera y muy pronto a Villar de Vildas A la entrada hay un abrevadero en el que quedan unas otcheras obstruidas ya por el abandono. Los habitantes de este pueblo nunca fueron vaqueiros de alzada, sí los de Robledo. Se conserva la totalidad de las casas con las construcciones antiguas pero en mal estado. Sucias ellas y su entorno. En Villar de Vildas, mesonera joven, alegre y parlachina. Nos ameniza con su charla sincera. Afirma que le resultamos caras conocidas y pronto nos sentimos rodeados de un ambiente casi familiar. Aunque no todos los pueblos somedanos practicaban la trashumancia propia de los vaqueiros de alzada, sí se relacionaban mucho con este grupo, ya que aquellos, en su tránsito de la montaña a la Marina, siempre pa113


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saban por los valles. Así se encuentran por aquí muchas canciones vaqueiras y algunas cargadas de picaresca: Los vaqueiros vanse, vanse, las vaqueiras tchoran, tchoran, ¡Ay probe de mí cuitada!, con quien voy dormir agora. Madre mía estoy encinta Fía mía, tarazón; as castañas qué comiste ¿de que casteñeu son?

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¡AL FIN!, PISAMOS VALLEMORO

¡AL FIN! PISAMOS VALLEMORO 20 de abril de 1996

Este recorrido es de larga duración pero sin otros riesgos. Aprovechamos la disponibilidad de Nando y su coche para lograr la máxima aproximación. Salimos Oviedo hacia Infiesto. Al pasar por Sevares alguien propone ir por la collada Moandi para salir a Sellaño, y por allí vamos. Nando recuerda los tiempos en los que participaba en “rally” y se permite1 algún coqueteo con el pesadón 4 x 4. Pasamos por Cazo (que fue concejo independiente en cuanto a rentas reales, levas y quintas de soldados. Se agregó a Ponga en 1827. Hay un torreón medieval ) y preguntamos por el camino a Vallemoro a un paisano que debería dominar aquello. Falso. No informó de cosa alguna interesante. Sabía menos que nosotros. Nadie se arredra. Llegamos a Mestas (balneario ya conocido por los romanos donde descansaban sus legionarios) y Nando engulle un bocata de 20 x 20 x 10 cm, que Lucas mira con codicia pero se queda sin probarlo. Aquí se acaba la rutina. Metemos el coche por la estrecha carretera a Taranes2. Pasamos Tanda (550 m) y llegamos a Taranes (580 m). Atravesamos el pueblo y cerca de la iglesia giramos a la izquierda, salimos “pico arriba” por un camino asfaltado que se convierte en pista. A los lados hay algunos prados cercados 1. Nuestro grupo quiso llegar a Vallemoro otras veces: siguiendo el curso del río desde Sellaño, abandonamos porque el camino desapareció; por esta misma ruta que llevamos hoy llegamos hasta la collada Los Llanos y nos rindió tanto lo que faltaba, como pensar en el regreso que nos esperaba que abandonamos; otro intento, también por aquí lo hicieron Pepe, Tomás y Juan Carlos; y el último, hace 3 ó 4 semanas hubimos de dejar el 4 x 4 porque la nieve ya no dejaba pasar. Hoy lo conseguiremos. 2. De aquí fue el tte. coronel d. Matías Miranda, que luchó en las guerras de Cuba.

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por paredes, después salvamos un arroyo y empieza lo bueno: pista de tierra de firme acanalada con tramos de más del 30 % de pendiente. El agite dentro del coche no permite saborear la belleza del ascenso pero aun así no pasa desapercibida: a la izquierda, monte bajo y los contrafuertes de la Peña Taranes (1.677 m), por la derecha se abre la mirada hacia los Picos. Por fin llegamos a la primera collada, Collado Taranes (1.078 m), que para nosotros siempre será la de “Las Ranas” por la abundancia de este batracio en las charcas del camino. Hacemos un corto alto para empezar el deleite: Picos de Europa, Canto Cabronero y Beza, Ten y Pileñes, Tiatordos, Mota Cetín, y las cumbres piloñesas Vízcares, Maoño y Pandemules. Hay una gran campera y estiramos un poco las piernas. La pista ahora llanea más o menos ondulada. Hay hayedo a ambos lados, es el monte La Corina aunque por la izquierda hay algunos pedreros, materiales arrancados en las partes altas y arrastrados por las avalanchas. Después pasamos un canal de agua (fuentes de Garrote). Este monte es conocido como La Solana. Ya saliendo, y poco antes de llegar a la collada, se encuentra a la derecha una hermosa cabaña con el techo de piedra, enseguida se alcanza la collada de Llués. Aquí es obligado parar de nuevo, es una campera en abertal que tiene a la derecha algunas cabañas, prados cercados por sebes y una fuente (hoy seca). Ya nos asomamos a la cabecera del mítico río. No es que se trate de llegar a las minas del rey Salomón, pero para nosotros resulta una importante conquista. Ahora sí que se deja ver El Vízcares y, sobre todo, el Maoño, el Pandemules, y las colladas de Traslafuente y Pandemules. Por la izquierda se recorta La Llambria (1.749 m)3, se ve el arco -imaginario- que se describe de la Collada de Piedrafita y el mascarón del Collaín de La Trapa. Los montes del arco son La Vega, Muniellu, Canga’l 3. Las acanaladuras que presenta por esta cara son producidas por las sucesivas avalanchas de nieve que desde la cima se descuelgan y van conformando la roca. Buen espectáculo de geomorfología activa contemplamos en el anterior intento con las avalanchas que cayeron. Los canchales que se ven tienen el mismo origen: fragmentos arrancados al peñasco madre.

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Palo y Purupintu. Para llegar hasta aquí salvamos unos 500 m hasta el Collado de Taranes y desde allí llaneamos unos 2 km (pueden ser, caminando, casi tres h). Reemprendemos la marcha. Pasamos una portilla, a la derecha se abre el valle del río Les Cuerries tapizado de hayedo y por la izquierda queda la Peña del Águila. Hay bastante desnivel de bajada hasta la collada Los Llanos (majada del mismo nombre) y, por la izquierda, descolgándose hacia el río, se ven unas cuantas cabañas: son Piedra Blanca, Les Retoyes y Los Pinadales. Emoción: al frente se ve el pueblo de Vallemoro, las casas se colocaron al borde del cantil contenidas en línea al borde del barranco. El bosque, hayedo, es de singular belleza pero el punto de mira está puesto en el pueblo. Alguno de nosotros duda pero el resolutivo Nando se lanza cuesta abajo. La pista se enrosca y Antón amenaza con abandonar el 4 x 4 y pide solidaridad a Juan Carlos, Lucas está exultante y echa leña, Tomás sabe estar y Pepe pica un poco. Pasamos otra portilla y vemos que la pista que dejamos a la derecha poco antes sigue casi hasta el río, los más decididos dan marcha atrás para retomarla y Juan Carlos y Antón saltan. Consiguen bajar casi otros 100 m de cota. Aquí echamos pie a tierra y empezamos a caminar con intenso placer. Circulamos al pie de un pequeño torrente, entre avellanos. Enseguida damos con ellos y a partir de ahora vamos juntos. Llegamos al río en la zona llamada Sota’l Molín, y nuevo problema: ¡no hay puente!, queda una viga y, caído, el costillar. Estos dos jovenzuelos parecen de las COE, o funambulistas. Pasan casi “valseando”. Pepe busca un posible vado, Juan Carlos y Antón, con la sensatez que dan las canas, despójanse de botas, arremánganse y cruzan el proceloso río4.

4. Según nos contaron, los habitantes de este pueblo salvaban el río mediante unas varas cruzadas de palos menores que hacían tupido el firme llamadas, armaduras; o mediante vigas de orilla a orilla de nombre arrudos. Esta armadura se vino abajo el 26 de noviembre del 95 cuando la cruzaban las vacas de Aurelio, seis cayeron al río, ninguna se hirió y una alumbró gemelos a los diez días. El tal Aurelio piensa reconstruir la armadura con la subvención que solicitará a la consejería (suponemos que será la de Medio Rural).

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Ni tormenta ni bonanza mi rumbo a torcer alcanza ni a doblegar mi valor. Ya todos en la otra orilla subimos despacito, volviendo la vista atrás frecuentemente, porque ahora calamos los rincones que nos estaban vedados. El pueblo se sitúa por los 800 m, así que subiremos 300 (desde la collada de Llués hasta aquí se emplearán casi dos h). Tomamos el antiguo camino y salimos a las huertas, soleadas, de buen suelo, bastante pendientes y retenidas mediante algunos bancales. Muchas casas están derrumbadas y de otras queda el esqueleto. Reclaman la atención los numerosos frutales. No vimos la capilla ni el cementerio, tampoco los buscamos, ciertamente; aunque a Pepe le inquietaban las honras fúnebres de los moradores y el sepelio. Al asomarnos al canto, pétrea visera, nos ac...jjj...mos tanto que no llegamos a ver el cauce del río. Impresiona el bosque Semeldón5. Pa montes Semeldón pa mayada Curueñu, pa cocina Treslafuente pa despeñaderu’l Rasu; y’n la Vega Lllobín y’onde se cuaya’l suero

5. Este bosque fue talado para aportar madera a los buques de la Armada Invencible y mandado plantar por el propio Felipe II. En el último cuarto del s. XIX se formó La Forestal Asturiana para explotar el monte La Llambria (el parragués d. Juan Díaz fue uno de los promotores). Se construyó un trenecito de Sellaño a Semeldón. En 1938 un gran argayo cayó desde el monte La Trapa (se ve el monte desde el cantil del pueblo), taponó el río y se formó un gran pozo (se desatascó en 1952); de este punto, de gran anchura, partía un teleférico hasta el monte La Llambria. El proyecto era de un alemán, la explotación duró hasta 1920 y desapareció definitivamente toda actividad cuando el argayo de 1938. En la zona llamada Palombo, están los restos de La Fábrica, aserradero con energía eléctrica producida por una turbina. La obra va desapareciendo por las crecidas del río. Creo que se trata de la misma empresa. Les oí decir a Lolo y a Lucas que fue de capital francés, alemán o belga.

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Quedan en este borde restos de cables y anclajes que se usaron en antiguos funiculares. También había maromas de subir y bajar madera desde La Fábrica hasta el monte que tenemos enfrente, La Trapa, que enlazaban con el camino a Taranes. A este pueblo llegó, desde Infiesto, Aurelio de Llano Roza Ampudia sobre 1920. Tardó 6 h. Encontró 12 vecinos, todos parientes6, y pese a esto eran altos, rubios, hablando bastante bien el español, no halló deficientes, y le contaron que morían de puro viejos. Estaban exentos de ir a misa, subía el cura una vez al año para administrar los Sacramentos7. El ilustre viajero encontró a algunos pastores que sabían trozos enteros del Quijote, le dijeron que el maestro de Taranes -se trataba de d. Constantino Melón- recomendaba leer El Quijote, Hernán Cortés y el Gil Blas de Santillana. Llegamos más arriba, a la parte alta del pueblo, dando vista al Seu los Cabidos, que nace en Traslafuente (o Treslafuente). Al fondo la collada Traslafuente (1.046 m, da paso a Riofabar), a la izquierda el Maoño (1.418 m), más a la izquierda el Picaretón (1.042 m) y ya hacia donde estamos La Bolera (1.066 m), en cuya falda vemos pastar con total tranquilidad a más de una docena de ciervos. Espectacular resulta el cierre que hacen las peñas un poco más arriba del sitio por el que pasamos (son las foces de Vallemoro) y el gran bosque de La Llambria, también vemos la collada Los Llanos, la pista que nos trajo y el 4 x 4 que nos llevará. Regresamos. Llegados al río, cómodamente y sabiendo ya que hemos de descalzarnos (no todos, claro), nos ponemos a ello y cruzamos. Encontramos el agua más fría. Los funambulistas y Pepe siguieron río abajo hasta encontrar un paso aceptable. Llama la atención que Pepe no se descalce en 6. En 1783, en una Circular del Consejo de Castilla se dice “. . . hay pueblos cortos donde es conducente que los parientes se casen entre sí; pues no les conviene casarse con forasteras, que serían inútiles para la industria particular de la que viven.” 7. En Vallemoro había una capilla bajo la advocación de San Antonio Abad cuya imagen fue reparada por el cura de Espinaredo y llevada al pueblo en procesión, y al pasar por esta collada se lanzaron gran cantidad de voladores. En este viaje no vimos la capilla ni tampoco un cementerio que hubo en la parte alta del pueblo; aunque poco relleno debió estar porque los vecinos nunca quisieron ser enterrados aquí, su deseo era reposar en Taranes.

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nuestra presencia y recorra centenares de metros para cruzar sin quitar las botas. ¿Tan feos tendrá los pies?. ¿Se los habrán vendado de recién nacido?. He de preguntarle la causa. Ahora vemos un molino verde; lo empapelaron los gnomos con musgos, helechos y líquenes. Verde el tejado, verdes las paredes y verde la presa. El río rompe en blanco y descansa en verde. Más arriba, la foz de Vallemoro dejó pasar a toda prisa la blanca melena. Se mezclan historias de maquilas, sisas, y mozas (son frecuentes las coplas ingenuas, algunas picaronas, con molineros/as en el cancionero asturiano); lazos y pescatas que hurtaban al sr. conde truchas y algunas carnazas nada desdeñables entonces y hoy escasísimas. La molinera trae corales y el molinero corbatín; ¿de dónde saquen tanto lujo si no lo saquen del molín? Los molinos no son cosas porque están por los vegueros, son cuartitos retirados para los mozos solteros Vente conmigo a la fuente que está detrás del molino, y al son del agua que corre háblame de tu cariño Montera de terciopelo ya la llevas acabada, por ir de noche al molino y volver a la mañana. Estoy ronco arronquecido, arronquecí en el molino, 120


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no sé si fue la farola si el serenito del río. Pese a la norma establecida por el Concilio de Elvira (año 302 de nuestra era): “[] Penitencia para toda la vida, sin comunión ni aun a la hora de la muerte a los reincidentes en pecados de fornicación [].” (Canon nº 7) ¡Qué valor tuvieron para doblegar la Naturaleza y humanizar unos cuantos m2!, o ¿ qué pobreza los obligó a colonizar semejante sitio?. Vuelvo al mundo y retomo el camino, quedé el último y para alcanzarlos habré de esforzarme. Cuando llegué al coche ya me estaban esperando y, sin regañarme, salimos. La pista que se nos ofrecía tentadora y fácil para bajarla, se torna hostil para subirla, amenaza con clavarnos. Todos tememos algo y sólo Nando parece saber lo que hace (más tarde confiesa que estuvimos en un tris de no poder salir). Las zonas de agua y sobre todo las de barrillo fueron las más peligrosas, el truco parece estar en conducir con decisión sabiendo por donde queremos que vayan las ruedas. Los conductores dubitativos e indecisos lo tendrán más difícil. -Nando, en nombre de todos te “peloteo”, pero haznos llegar incólumes. Pasada la Collada Llués, ya iniciado el corto descenso que hay antes de llanear, nos vemos detenidos por una manada de vacas que ciega el camino, entre ellas anda el amo y un perro de mil leches. Paramos y, al paso del vaquero, procuramos conversación; despacio y con cautela entra a nuestro trapo (o nosotros al suyo). Es de mediana edad y se le ve satisfecho del mundo y buen conocedor de éste. Alegre sin estridencias, viene relajado y seguro, no teme sorpresa alguna. Da la impresión de estar aquí como pez en el agua. 121


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Magro y escurrido, calza madreñas y se envuelve en funda azul, le hacemos un gesto y se para ante la abierta ventanilla del coche. Nos interesamos por la vacada para buscar pie de conversación. Le contamos que venimos de Vallemoro, hasta dónde llegamos con el 4x4 y dónde dimos la vuelta, cómo cruzamos el río y las dificultades que tuvimos con el coche para ganar la Collada Corina. Corresponde a nuestra cordial acogida y nos cuenta que de resultas de la última nevada (cayó el 21 de febrero, miércoles) encontró el guarda los cadáveres de 86 ciervos8. Tomamos confianza, nos preguntó si habíamos visto venados en las cercanías del pueblo y salvamos diciendo que sí, porque rápido nos coloca la historia del último grupo de excursionistas que con los bichos a pocos metros y con prismáticos no los veían. ¡Qué irónico!. Seguimos acercándonos. También nos contó que durante la última nevada numerosos jabalíes murieron en las cuadras, en las que buscaban refugio, pero no tenían comida y allí quedaban para siempre. Él mismo encontró tres puercos muertos entre la hierba de sus cuadras. Con sarcasmo narra el último viaje que presenció a Vallemoro. Lo protagonizó un hombre llamado Jacinto, que iba con su mujer e hijos, y conducía un coche todo terreno. Todo fue bien a la ida pero, al volver, la pista se puso resbalosa (dice Aurelio que hay que saber que debajo de las lajas de pizarra está el agua aunque no se vea) y no se podía avanzar. Se entretuvieron intentándolo una y otra vez pero nada. El tal Jacinto sacó el móvil, informó de la situación y pidió ayuda (el sr. Aldeano tenía cacería y hasta el lunes no estaba libre para ir con el tractor a remolcar el precioso 4 x 4). Para el natural el coche era bueno pero Jacinto no sabía sacarle partido, le quedaba grande. Oyendo a este escurridizo pongueto se me antoja que lo estaba llamado inútil y engreído. Regresaron de noche y también tuvieron algún percance con la linterna porque Aurelio temió en varias ocasiones que alguno de los 8. Muchos eran hembras con crías de 2 años, ramoneando en muros con hiedra o árboles con brotes tiernos. Salvaron algunas madres porque alcanzaban a puntos más altos mientras las crías morían clavadas en la nieve. También contó el tal Aurelio que 14 murieron a la orilla del río y varios se vieron varios desventrados por las alimañas y otros que parecen disecados.

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habitantes de la ciudad cayera a una riega y a éste sí que no podría dejarlo hasta el lunes. Manejaba un bable con vocablos y giros propios del habla oriental y otros que nos son extraños, pero el léxico era preciso y comunicaba muy bien lo quería. Hasta Taranes el regreso fue una fiesta. Paramos en el pueblo y comimos donde siempre: vino, chorizo, y queso azul. Bueno, bonito y barato. Salimos hacia San Juan de Beleño y seguimos hacia Viego. Un poco más arriba del punto km 9, en El Cabanón (938 m), sale a la derecha una pista hacia Les Bedules, lugar que está a unos 2,5 km; donde hay una fuente y algunas cabañas. Un poco más arriba se da vista a Viego, Peña Salón, el Macizo Occidental de los Picos de Europa, Canto Cabronero y Beza. Dejamos algunos prados y entramos en el monte Peloño (vaya nombrecito, ¿eh?). Con relajo, conversaciones plácidas y baños de paisaje vamos entrando en el hayedo. Tanta fue nuestra suerte que hasta pudimos ver, casi contemplar, un gato montés. En la collada Granceno torcemos a la izquierda hacia Viboli, al E queda el Sen de los Mulos. La pista de descenso hacia Viboli es hermosísima, bajamos entre hayas y más abajo aparecen algunos prados cercados por sebes. Poco antes de llegar al pueblo topamos con un hombre de fácil charla que rápidamente preguntó de dónde veníamos y a dónde íbamos. Tenía encías piorreicas, sonrisa fácil, especial habilidad para hablar y no decir nada y, sobre todo, una risa de mercader, impersonal, que parece de tontos pero nada más lejos de la realidad. ¡Qué lejos del “saber estar” del Aurelio que encontramos en Corina!. Al final del breve encuentro sólo quedó el hábil juego de Juan Carlos que le siguió la corriente, llevó el interrogatorio a un punto muerto y desorientó al aldeano raposo.

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UN MILLÓN DE PASOS POR ASTURIAS Y ALGO MÁS

EXCURSIÓN POR EL SO DE ASTURIAS CON ESPECIAL DEDICACIÓN A SAN MARTÍN DE OSCOS 7 de junio de 1996

Ya se temía que este sábado estuviera mermada la asistencia, sólo dos acudimos a la cita, pero ¡nada menos que dos!, e ideas no faltan. Iremos a Los Oscos1. Con la nueva carretera se gana un montón de tiempo y nos plantamos en Luarca en una hora, a pesar de los 57 autobuses de Pola de Siero que sacaban a sus mayores a pasar el día en Foz. Seguimos a Navia y pasamos a Coaña; por cierto, que al pueblo se entra antes del castro por una carreterita que sale por la derecha, y nosotros nos pasamos. No iba muy atento el copiloto. Aquí empezamos a pintar de amarillo. Bordeamos a media ladera, al fondo queda el río Meiro. Pasamos Llosoiro; Nadóu, que queda al otro lado del río; y llegamos a Mestas, de este pueblo resalta un hórreo, ya de estilo gallego, que desde la carretera parece de grandes dimensiones (de estilo Mondoñedo). Dejamos atrás Lebredo y, en Arancedo, torcemos a la izquierda. Ya se ve niebla baja y probablemente tengamos escasa visibilidad. Ciertamente, ahora pasamos ciegos por los pueblos: Grandamarina, Mendones, La Braña y Chadascabras. Ciegos, y es una pena, porque el mapa promete buen paisaje.

1. La comarca de Los Oscos es, morfológicamente, una meseta levemente inclinada hacia el S, en la que la red fluvial ha excavado profundos tajos. Está formada por tres alineaciones montañosas; dos parten de la Sierra de la Bobia y la tercera está constituida por las sierras del Ouroso (ouro=oro) y Pasadoiro.

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En un punto, como a 3 km de Chadascabras, paramos porque a la derecha se abre un valle de boscosas laderas, creo recordar que daba la carretera una amplia curva a la izquierda y al fondo, a 1 km, se ve Trevé. Dos topónimos aparecen en el mapa interesantes: río Ouría al frente (O) y Vega de Ouría a nuestras espaldas (E). El siguiente pueblo, Rozadas, está en la carretera de Boal a Vegadeo. Lo cruzamos y tomamos una carretera que sale al SO y dice que va Brañavera y al puerto de La Garganta (unos 900 m). A partir de aquí ya veremos si continúa o hemos de dar vuelta. Nada se ve más allá de lo necesario para conducir. La carretera es nueva, bien pintada aunque sin quitamiedos. Cuando la niebla aclara aparece monte bajo dedicado a pasto, principalmente para caballos. Cuando pasamos ante el ramal que va a Brañavera observamos que se trata de una pista de tierra. No entramos, pero poco más allá sale una carretera a la izquierda que también va a Brañavera. Aquí sí. Allá vamos, pero ciegos. Pasamos bajo el pueblo sin ver más que los cierres de pared de algunas fincas. Pero la carretera sigue y nosotros con ella, no sabemos adonde va a parar pero la agotaremos. La carretera se descuelga en varias Z´s por monte de árgomas y ericas. De frente vemos unas cuarcitas desnudas y colgadas; y entre ellas un par de arroyucos que se juntan más abajo. El paisaje resulta muy solitario. Cuando la niebla se esparce un poco vemos en la montaña de enfrente muchos prados tipo braña y en el valle un pueblo, creemos que se trata de El Pato, arriba, y Braña del Pato, abajo. La carretera termina bruscamente a un par de cientos de metros de un pueblo, se trata de Bajada. Desde aquí se ve una gran vegetación arbórea y por los huecos algunos tejados de pizarra. Por el camino encementado, una mujer tantea el suco y el suelo con un palo, probablemente está ciega. Entramos en el pueblo cuando ella y procuramos entablar conversación. Son 3 vecinos y doce almas, la más joven es la nieta de la mujer que encontramos, que tiene 15 años y estudia 1o de BUP en Boal, y que ha de pa125


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garse el taxi que la acerque al transporte escolar -éste subvencionado- porque los estudios de BUP no son obligatorios. Bien dice la abuela, y no sin dolor, que menos mal que no tienen más hijos porque a más no podrían pagárselo. Vimos la casa, encajada en el talud, negras sus piedras, pizarras y tablas, de la que es imposible adivinar la distribución (más adelante hablaremos de alguna particularidad de las viviendas rurales2 de esta zona. La que tenemos delante no será muy distinta de las comentadas). Mientras dábamos algunas vueltas por allí salió la mentada quinceañera. Empatiza fácil, suelta en la conversación, con pinta de ser feliz, inspira simpatía natural inmediatamente. Nos arrolla un mundo de interrogantes: ¿preferirá la clase a vacaciones y festivos?, ¿pasará de BUP?, ¿y...a dónde?. Le deseamos toda la suerte del mundo. Volvemos a la carretera “general”, salimos a una collada que ahora vemos mucho mejor, tiene hileras de estacas preparadas como para una feria, estamos en el campo San Fernando; más adelante hay otra con campera, ésta se llama campo de San Pelayo. La siguiente collada se llama campo de La Bobia porque está en la falda SO del vértice geodésico del mismo nombre, de 1.202 m. De aquí sale una pista de cemento que parece conducir a la cima. Se ven gran cantidad de caballos. 2. El primer factor fisiográfico que determina la arquitectura popular en, al menos, alguno de sus aspectos, es el sustrato geológico, porque aporta los materiales de muros y cubierta. Así, estas construcciones de pizarra y madera de castaño, resultan sobrias, herméticas, acentuado por los tonos oscuros del hierro oxidado de las pizarras. Grandes losas despedazadas solapadas desordenadamente sin más agarre que el entrelazo de la cumbrera, su propio peso y el refuerzo de las piedras colocadas en los bordes. Estos tejados son de dos, tres o cuatro aguas; reservándose la de tres para proteger los muros arrimándose al talud mediante una gran excavación. La mayoría de las viviendas de Los Oscos son de base cuadrangular y aparecen estructuradas en dos plantas y desván (la cuadra en la planta baja). A la vivienda se accede a través de la pendiente o por escalera (exterior o interior), y otra que comunica la cuadra con la vivienda. Los espacios destinados a personas se articulan a través de un vestíbulo del que se sale a todas las dependencias. La cocina es la pieza donde más vida se hace y merece especial detalle. Se trata de una pieza donde el fuego, descubierto, ocupa el lugar central. Esta dependencia está dividida en dos niveles de los que en el más alto, unos 50 cm, se sitúa el fuego; alrededor hay unos bancos y las llamadas mesas de levante, que se suben o bajan según necesidades. La parte que está sobre el fuego se prolonga hacia el techo a modo de embudo tanto para facilitar el tiro como la salida de humos. Esta distribución permite la vida alrededor del hogar (llar o llareira) porque es la pieza más confortable de la casa. Los potes colgaban sobre la lumbre de unas cadenas o los soportaba un trípode. De estructura similar fueron todas las cocinas asturianas hasta que fueron desbancadas por la de Bilbao, las clásicas de combustibles sólidos que están generalizadas. Hoy ya no quedan, a todas las viviendas llegó la cocina de hierro y ahora la de butano, lo que sí se mantiene es la distribución de los espacios interiores, donde no se hicieron más obras que las de los baños y retretes. El llar sólo se puede encontrar en las casas abandonadas. El retrete suele ser una construcción exterior con pozo negro, y para lavarse hay pilas y baños en la segunda planta.

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Seguimos envueltos por la espesa niebla pero decidimos visitar El Pato, así que giramos a la izquierda. Pasamos el campo de La Vara y como a 1.500 m sale a la izquierda la carretera que va a El Pato. Menos visibilidad aun, sólo recuerdo algún pino y numerosas curvas. Llegamos al pueblo y lo vemos de un vistazo: ruinas, cucho, un par de vecinos y una ermita recién restaurada. Vuelta a la carretera y seguimos hacia el E, parece que Antón recuerda algo y anima a seguir a Pastur. A unos 500 m de la salida de El Pato, al E, sale un carretera a la derecha que pronto se ramifica: por la derecha a Pastur y por la izquierda a Entrerríos. Vamos a Entrerríos, preguntamos a un nativo pero no tuvimos suerte. Hablaba poco y mal. Dimos la vuelta y salimos a Cimadevilla e Illano. Vemos el embalse y los pueblos de Bullaso y Sarzol, donde estuvimos hace una semana. Illano es la capital del concejo del mismo nombre pero no tiene traza urbana alguna. Caserías diseminadas rodeadas de sus huertos y fincas unidas por caminos, hoy asfaltados o encementados, y una corta fila de edificaciones al lado de la carretera que hace de calle. Parece que tiene tres bares pero sólo estaba abierto ésta tienda-bar y con muy poco de todo. Aquí tomamos jamón, chorizo y queso, con un vaso de vino. Arrancamos hacia Pesoz. Al pasar por San Esteban de los Buitres miramos al paso buscando el castro (ya descrito por d. Aurelio de Llano Roza de Ampudia en los años 20 del s. XX) pero no dimos con él. Debimos parar. Llegados al pueblo damos una vuelta alrededor de la iglesia de Pesoz, de estilo románico, data del s. XIII y está dedicada a Santiago Apóstol (tiene en una ventana una concha de peregrino). Destaca en la plaza principal el Palacio de Ron, del s. XVII ó XVIII, con torre cuadrada de carácter defensivo. Muchas de las casas aprovechan todos los espacios libres próximos para emparrados, lo que le da una singular fisonomía. Del vino de la tierra, ácido y de poca graduación, se puede disfrutar en casa Lito y en casa Nova. 127


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Salimos de Pesoz hacia San Martín de Oscos. Bajamos hasta el río San Martín y a la derecha vemos un hermoso pueblo en un rellano, se trata de Villalmarzo. A la izquierda queda el encajadísmo valle del río. Pasamos justo bajo San Pedro de Agüeria y paramos poco después desde la curva que permite verlo de frente. El pueblo se sitúa en la parte alta, por encima de las tierras de labor. La serna3 presenta la retícula de las diversas propiedades. Este pueblo dedica notable superficie al viñedo del que se obtienen caldos ácidos y de baja graduación. Todas las construcciones del pueblo mantienen el estilo tradicional, y de ellas destaca una de planta cudrangular, con ventanas pintadas de blanco, que tiene aspecto de torre. Vamos ganando altura y al pasar por debajo de San Pelayo entramos en las tierras llanas. El pueblo siguiente, Baldedo, ya es totalmente llano y así continúa hasta San Martín de Oscos. El paisaje refleja los incendios que arrasaron los sotos de castaños y las carballeiras. Lo que no se llevó el fuego de las cavadas (se hacían cada 30 años) se lo llevaron los mazos y ferrerías4, así quedaron estas enormes superficies de ericas y piornos. Además, presenta otra adulteración por algunas repoblaciones que se hicieron de pino. Las fincas de labor cercanas a los pueblos formaban la senra, dedicadas a pasto y cereal según épocas y años. Las divisiones que vemos actualmente deslindan la propiedad de cada vecino. En estas tierras altas se han formado en los últimos años numerosas cooperati-

3. Las tierras de cultivo eran, tradicionalmente, de disfrute individual pero se encontraban bajo un recinto colectivo. Al conjunto de fincas, que hasta el s. XIX, eran destinadas exclusivamente a los cereales, se les denominaba sernas en Los Oscos, equivalentes a las erías y morteras de la zona central. La senra se cerraba desde la siembra hasta que se alzaba la cosecha; después se abrían a las derrotas. Las fincas de la senra están separadas por xantos, marcos y testigos; las de campos más alejados por sebes (setos de árboles y arbustos), xantos (losas de pizarra clavadas en el suelo), marcos (piedras puntiagudas semienterradas de las que sobresalen un palmo que se apoyan en otras dos llamadas testigos). Los montes de propiedad comunal se llaman bravos si son terrenos muy abruptos, y mansos si son aptos para cavadas. 4. Las leyes de los burgundios señalaban penas terribles para los que se atrevían a descortezar un árbol vivo: cortaban el ombligo del culpable y lo clavaban a la parte del árbol que había sido mondada obligándole después a dar vueltas al tronco de modo que quedasen los intestinos enrollados al árbol. Vida por vida, la del hombre por la del árbol.

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vas dedicadas al ganado de carne5 y de producción láctea. Entramos en San Martín y lo encontramos más limpio que la otra vez: había obras, entre otras las de la iglesia y se amontonaban los escombros. Este pueblo de San Martín mejoró mucho en los últimos años. Hoy en día no tiene mérito venir desde Oviedo a comer a esta capital municipal, ya que se llega en 2 h y todos los pueblos tienen acceso rodado aunque en algunos casos sea necesario un coche todo terreno6. Salimos de San Martín camino de “molín de La Coba” cruzando el puente, frente al hórreo de Curón, entre éste y la Casa de los Guzmanes, hacia la parte alta del Barrial. Vamos llaneando a Teijeira, Perdigueros, El Mesón, y Villarquile (último pueblo de San Martín); desde aquí empieza un fuerte descenso hasta Coba (perteneciente ya a Grandas de Salime). En este pueblo hay que dejar el coche y seguir caminando hasta el molín. Preguntamos a un chaval por el camino y estado del molín. Con sonrisa un poco bobalicona, responde: -Ta fecho una ruina. Ya en Oviedo me entero que el mozalbete que interrogamos es algo singular y puede ser agresivo. 5. La mayor parte de la ganadería que se ve está orientada a la vaca roxa para su aprovechamiento cárnico de alta calidad. Lo refleja el paisaje en las grandes camperas dedicadas a corta y los prados de diente y corta. La agricultura conserva reliquias de cereal: trigo y centeno pero que apenas tiene reflejo en el terrazgo agrario. 6. En 1982 la red de carreteras era muy sencilla. En el concejo de San Martín no tenían carretera los pueblos de Vilameá, El Rebollar, Villarín de Piorno, Piorno, Liceira, Soutelo, Solana, Vilarpille y Mazo de Mon. Arne, Arruñada y San Pedro de Ahío llegaban a la capital municipal por una pista que, desde La Garganta, iba a la mina -abandonada ya en estas fechas- La Excomulgada (unos 50 km de recorrido). Bousoño había de cruzar el concejo de Pesoz y los pobladores de Mazo de Mon sólo disponían de un camino de herradura. Contaba dos escuelas San Martín (una, graduada, en la capital) para 79 niños. Y una espeluznante lista de carencias de infraestructuras y servicios en esta década de los 80. San Martínde Oscos tenía 795 habitantes en 1980. Tenía 1.538 hab. en 1900; 1.869 en 1910; en 1920, 1.802; 1.480 en el 30; 1.674 para los 40; 1.863 en 1950; máximo de 1.956 en 1960; ya cae notablemente con los 1.198 de los 70 y se derrumba con los citados 795 del 80. En la actualidad hay seis pueblos del concejo (Arne, Arruñada, San Pedro de Ahío, Villapile, Mon y Baldedo) que no tienen población de menos de 15 años, mientras en Trasmonte 17 de sus 23 habitantes tienen más de 30 años y no aparecen censadas personas de menos de 30 años. Sobre 1984 se puso en marcha el Plan Oscos-Eo que trabajó en infraestructuras: carreteras, teléfonos, mazos, molinos, rehabilitación y acondicionamiento de viviendas, movimientos cooperativos agropecuarios, etc., que consiguió un desarrollo armónico de la zona.

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Iremos. El camino al “molín de La Coba” está tajado en pizarra, creo que son Pizarras de Luarca, lustrosas, ricas en sulfuro de hierro. Cuando bajábamos dimos con unos piragüistas que subían portando la embarcación, habían hecho un descenso desde cerca de Santa Eulalia de Oscos. Antón: -Ya empezamos. ¡Urbanitas aquí!. Reprocha Juan Carlos: -Antón, Antón. El molino y sus alrededores configuran un espacio mágico en torno al agua, la vegetación y la roca (también el lecho del río es pizarroso). Se trata de una obra importante por la volumetría y la calidad de la construcción, con dos muelas harineras y un espacio para atar las caballerías. Hay un puente de madera en muy buen estado que cruza el río Agüeira. Todo está tan limpio y es tan genuino que apetece esconderlo y que no sea hallado. De nuevo en el pueblo Juan Carlos pregunta a una mujer: -¿Tiene miel para vender? -Yo no. -¿Y por el pueblo? -No sé. Regresamos y al pasar por Teijeira decide Juan Carlos ir a Vilarín de Trasmonte. La capillina que hay a la entrada de Vilarín de Trasmonte, a la derecha, casi pasa desapercibida pese a los vivos colores de la balaustrada que cierra y protege el altar. Está dedicada a la Virgen del Carmen y es conocida como “ermita del Cabeceiro”. Al final del pueblo hay otra ermita, la de santa Engracia, rústica, alejada del núcleo, cuya campana está fechada en 1855, 130


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pero el templo, situado en el antiguo camino de San Martín a Santa Eulalia podría haber sido en el pasado ruta peregrina, parece mucho más antiguo. El monte que está entre Vilarín de Trasmonte y San Martín (de ahí lo de Trasmonte) se llama Marón y tiene vértice geodésico: “Cuando monte Marón pon capelo, San Martín tremba de medo”. Vamos directamente al restaurante La Marquesita. El dueño de La Marquesita nos orienta sobre las minas de Arruñada7 y el castro de Bustelo. Su hijo, tras la barra, amplía y corrobora las informaciones del padre; y aclara la inexplicable –aparentemente- fotografía de un avión en aquella tierra sobre 1930 rodeado de gente. Tras la explicación se comprende: aterrizó en la explanada que hoy forma el Canamouselle (vértice de 797 m, con apariencia de tabla y próximo al pueblo) en 1934 por imperativos mecánicos. Esta casa, La Marquesita, la fundaron d. José Ma Pérez Espasante y su esposa cuando se instalaron aquí en 1927. Alcanzó su máximo esplendor en 1947. Con el fin de la minería y la emigración fue decayendo; y en 1967 se vio relegada a comercio de artículos en general. En 1994 fue remodelada y hoy es un hotel de 6 habitaciones, con comedor, cafetería y bar. Entendimos bien las explicaciones y partimos hacia las minas. Salimos de San Martín por tierras llanas, dejamos Ron a la derecha, bajamos al río Ferrería. Subimos a Labiarón y Lourial (hierro8 y oro están presentes en incontables topónimos). Bajamos a Soutelo. 7. La explotación era de galena argentífera, también hay trazas de blenda, galena y hierro magnético. Las minas que se explotaron, aunque esporádicamente, a partir de 1948 fueron San José, Nueva José, Árnica, Carmina, Excomulgada y Piorno, hoy todas clausuradas. 8. En la zona Occidental de Asturias tuvieron gran importancia los mazos y las ferrerías. El proceso tradicional de la obtención del hierro es conocido como “Forja Catalana” y consistía en la fusión, en un horno bajo, de mineral de hierro sometido previamente a una cocción (“fraguado”), utilizando como combustible carbón vegetal. La combustión se avivaba de 1.200º a 1.300º C, generalmente mediante unos grandes fuelles o “barquinos” accionados por una rueda hidráulica que insuflaban a través de una tobera. En las ferrerías se fundía el metal en lingotes y en los mazos se trabajaba para estirarlo y dar forma a utensilios y herramientas. Tanto los mazos como las ferrerías consumían gran cantidad de leña y carbón vegetal que se obtenían de bosques cercanos de fácil acarreo. Una ferrería consumía 7 kg de carbón (vegetal, de uz y carballo) por cada kg de hierro. El Conde de Toreno dice:

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El río Soutelo modela el valle más agreste de la comarca, hasta el punto de no haber formado prácticamente ninguna vega que permita los cultivos ni, en consecuencia, asentamientos de población. El pueblo, del mismo nombre, es un precioso lugar a la orilla del río Ahío que parece un prototipo desde la curva que hay antes de llegar al pueblo. Se ve perfectamente el espacio dedicado a huerto (frutas, verduras y hortalizas); a sembrado (trigo, centeno, maíz y patatas) en la llousa, aquí llamada serna; y los prados de diente y corta a la orilla del río. Se identifican varios hórreos9 de tipo asturiano. Todos los tejados son de pizarra, con el fondo verde, consiguen una imagen verdaderamente bucólica. Por todos Los Oscos se ven numerosos cercados de piedra, que encierran colmenas, instalados en el monte. Se trata de los cortines, corros o almiares, donde se produce la miel para uso de la familia y venta de los excedentes. Algunos son verdaderamente monumentales por el tamaño y la solidez de sus muros, desde la curva-mirador de Soutelo se alcanzan a ver varios.

“. . . crezidos acopios anuales de madera realizados para la construcción de diques, carenas y bageles de la Real Armada llevan a la aniquilación de los montes del Principado...”. Los vecinos del concejo de San Martín y Villanueva de Oscos, promueven acciones oportunas contra el plan de Bravo por considerar Villanueva que pondría en peligro el precario aprovechamiento comunal de pastos y maderas. Se alegaba que existían ya abundantes herrerías, mazos y fraguas que hacían difícil el aprovechamiento de combustible (D. Andrés Bravo y Bermúdez tramitaba ante el Consejo de Estado un proyecto de 3 ferrerías y 4 martinetes). D. Arias Mon y Velarde, el 1 de marzo de 1787 dice: “...Con el establecimiento del proiecto quedarían los vezinos privados del uso de las rozas o senaras (...) el monte quemado vuelve pronto a reverdecer y crecer, y si cuando se roza y quema para sembrar tarda 15 o más años en reverdecer, quando se arranca para carbón tarde o nunca se repone, y especialmente los sitios de los hornos donde se fabrica el carbón, como en Santalla se advierte...”. La presencia de ferreiros vascos en la ferrerías asturianas se constata en la documentación y en apellidos como Legazpi y Azcárate, que son frecuentes en la zona. Los leñadores del Alto Palatinado piden con sigilo al árbol fuerte y hermoso que los perdone antes de derribarlo. 9. En Los Oscos dominan los hórreos de tipo asturiano y los cabazos en las zonas de la costa, San Tirso de Abres y Taramundi. Hay tres tipos: asturiano, Mondoñedo y Ribadeo, éstos últimos son los cabazos. El de Mondoñedo (recuerda el de Las Traviesas) es una construcción de planta rectangular que consiste en dos muros altos y estrechos (“los penales”) entre los que vuela la cámara, sostenida por dos vigas y cerrada por tablillas verticales, que están separadas para que el interior esté ventilado. Los de tipo Ribadeo están hechos de mampostería, con planta rectangular, y dos o tres pisos, con saeteras dispuestas geométricamente que son las que permiten la aireación. En San Martín destaca el hórreo de Curón, de estilo asturiano, de cubierta mixta de pizarra y paja que responde a uno de los modelos más primitivos, acaso importado del mundo romano. A la hora de desarrollar el plan de desarrollo y promoción del área, la vivienda rural se ha entendido como patrimonio cultural.

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Seguimos hacia Arruñada en busca de las antiguas minas. Antón cree identificar la ruta que siguió el día que cruzó los Oscos buscando el santuario de Pastur pero no lo puede asegurar ni con la ayuda de Juan Carlos. Apenas recuerda algunos retazos y descolocados. Cruzamos el río. Teníamos la intención de ir a Bousoño a ver el castro, pero una enorme piedra se derrumbó y está la carretera cortada. Es de especial interés este castro por su singular sistema defensivo de piedras hincadas, que es único en Asturias. Habremos de verlo, también ir de Mon a Mazo de Mon, y otras muchas atracciones que por aquí se encuentran. Las viviendas de Los Oscos necesitan un comentario y Soutelo, contemplado desde esta curva, puede ser un buen lugar para ello. Salimos de Soutelo por la pista de la izquierda que va a Arruñada. Vamos por la cara O del sector S de un cordal que sale de La Bobia y pasa por el campo La Vara separando el arroyo Carcabón y el río Soutelo. Es una carreterina estrecha, asfaltada, sin quitamiedos y con fuerte desnivel por la izquierda (mejor para subir). Bordeamos el pueblo de Arruñada y el asfalto da paso a una pista de tierra. Con un par de Z alcanzamos el nivel de Arne (lleva a la mina La Excomulgada). Aquí paramos. Sale una pista hacia Pastur y nos acercamos a ver el pueblo desde arriba; también Entrerríos y parte del recorrido de esta mañana. Buscamos las huellas de las explotaciones pero no alcanzamos a identificar rastro alguno. La pista se vuelve agresiva y la niebla nos envuelve otra vez, pero ya hemos decidido salir al campo La Vara y La Garganta y así lo haremos. Escasa visibilidad. Desde La Garganta al campo San Fernando y aquí tomamos a la izquierda para bajar por Balmonte, salir a Rozadas y, bordeando el río Porcía, alcanzar la costa. De todo este recorrido por Los Oscos llama la atención la superficie conquistada por piornos y monte bajo, refugiándose los árboles en el fondo de los valles o en lugares inaccesibles. Los árboles en Asturias siempre 133


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fueron perseguidos: rozas y cavadas, aperos y construcción, navíos y carbón vegetal para mazos y ferrerías. Por si todo fuera poco, ahora son sustituidos por especies de crecimiento rápido y que hasta por aquí se pueden ver.

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DE NUEVO POR LOS OSCOS 22 de junio de 1996

Salimos hacia las 9 de la mañana. Nos proponemos rematar el concejo de San Martín de Oscos. Viajaremos por la carretera de la costa y entraremos en La Caridad hacia Miudes, Arancedo y Mendones. Nos desviamos hacia Penadecabras por una carreterita que sale a la izquierda, después de una curva, y que casi pasa inadvertida. Es estrecha y está casi comida por la hierba, sin tráfico; sube un poco y baja después hacia el pueblo. Ahora mejora la vía, se que ve tiene relación con Rozada porque hay más tránsito. Siguiendo la de Boal y después de un par de pronunciadísimas curvas sale a la derecha el desvío que va al alto La Garganta. Ahora sí vemos lo que el otro día tuvimos que adivinar. Monte roturado para prados de diente y corta, y gran cantidad de caballos pastando en el común. Es tal la extensión que se ve, abierta, sin vallas, salpicada de caballos, que da la impresión de estar en un rancho de las películas del Oeste. Las sierras son planas o muy redondeadas, deforestadas, los valles encajadísimos, y los árboles se refugian en los valles. Pasamos por encima de Brañavera -por la derecha sale la carretera a Obanza y Vegadeo- y Bajada (recordamos a la estudiante de B.U.P.). En el Campo San Fernando seguimos de frente dejando a la izquierda la carretera que va a Bajada y a la derecha la de Balmonte, por Candal. Seguimos. Se ve perfectamente El Pato y la Braña del Pato. Y desde la siguiente collada, campo de San Fernando, a la izquierda y un pueblo en una silla de caballo. Rodeamos La Bobia (1.202 m) por tres caras: E, N y O, y llegamos al campo de La 135


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Bobia. Por la derecha sale una pista de la que recorrimos unos centenares de metros cuando, yendo a Santiago como peregrinos, buscamos quiastolita por estas tierras. Por la izquierda sale la carretera que va a Boal y por la derecha la de La Garganta. Vamos rodeando la Bobia por la de Boal porque esperamos encontrar una pista de cemento que nos lleve directamente a la cima, y así fue. Una caseta de Retevisión, dos o tres antenas, y el muñón de un vértice geodésico en el picacho rocoso, componen el mobiliario de la cumbre. Aunque hoy es un día de mediana visibilidad se adivina que este punto es un mirador fantástico del área occidental y que abarca hasta los confines de Galicia. Bajamos y seguimos hacia La Garganta (algo menos de 6 km). Es una campera en la que se asientan algunos edificios, hay un cercado de madera que encierra un par de docenas de caballos. Asomadas por los barrotes del cierre, están numerosas personas mirando los animales y charlando. Parece que se trata de una feria de ámbito local. Estamos muy cerca de Bustapena y se ven praderías sometidas a explotación intensiva, seguramente pertenecen a alguna cooperativa; ya tienen la “yerba” segada. Tomamos hacia Villanueva de Oscos, a unos 3 km encontramos a la izquierda -bastante a contrapelo- la carretera que va a Marlongo. Entramos en el pueblo buscando los hórreos de cubierta de teito. Dejamos el coche junto a la fuente y allí mismo tenemos un ejemplar. Se trata de una construcción de techo de escoba, sobre ella paja de centeno y acordonando concéntricamente el teito, tomando el centro geométrico del hórreo, unas ataduras de paja de centeno. Los hórreos son muebles que, si es necesario, se montan y desmontan para los traslados. Las uniones de las piezas que los componen se sujetan con clavos de madera, y todas juntas se encajan. Este tiene seis pegollos pero es de exiguas dimensiones. La techumbre está poco cuidada, le salen algunos musgos y la planta llamada Ombligo de Venus. Damos un paseo por el pueblo y vemos otro hórreo de iguales características pero en mejor estado. Per136


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tenece a una casa habitada. Llegamos a una casería que presenta una sinfonía de pizarra en varias construcciones y entre todas destaca el hórreo, que tiene el tejado de grandes lajas de pizarra, en perfecto estado de conservación y uso. Resulta llamativo porque el espacio que lo rodea está cerrado por un muro con saeteras que se prolonga hasta unirse con la casa, donde hay una puerta; de manera que sólo se puede ver algo de la antojana desde el camino. Llama la atención porque la finca que la incluye es de la familia y forma una unidad de explotación. De la casa sale una señora con la que entablamos conversación (no conoce la escanda, al menos con este nombre) y terminamos comprándole miel. La transacción se cierra en la casa, en la cocina, donde somos invitados a café pero colectivamente lo rechazamos. Miel a 1.000 pts/kg (más o menos). En el pasillo de entrada que hace la distribución hay una máquina de coser; más allá, la negrura de la pizarra impide ver, parece un espacio sin dividir. En la casa vemos dos mujeres, madre e hija. Hablan una jerga que cuesta entender pero con coger el sentido de la frase es suficiente para nuestras necesidades de comunicación. El pueblo es pequeño, está en bien conservado, poco adulterado. Sorprende, gratamente, ver el alcantarillado de la red de saneamiento. Seguimos camino de Villanueva. No nos detenemos pero constatamos el rápido y doloroso avance de la ruina del monasterio de Villanueva. Pasamos por San Martín y salimos -está la calle en obras- hacia Labiarón y Soutelo para ir a Bousoño a ver el castro. De nuevo paramos en la curva que hay antes de Soutelo para contemplar el pueblo, el angosto valle, y admirar el conjunto arquitectónico del emparrado y los cinco hórreos. Al pasar por Soutelo un letrero advierte que está cortada la carretera; paramos y buscamos conversación. Entramos en el núcleo que habíamos visto, que desde dentro es más hermoso que desde fuera. Al oír ladrar al perro y a nosotros hablar, sale una mujer de edad madura. De buen ver, limpia, de aspecto sanote, y fácil verbo. En aquella casa hacen vino los años que la cosecha lo permite. Aquí, si nos hubieran invitado, sí que habríamos aceptado un 137


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vaso. Las parras cruzan el camino y cuelgan de los aleros de casas y hórreos. Lamentamos no llegar a Bousoño porque el castro perece interesante, dice Madoz: “[] en el barrio de Bousoño existen vestigios de un antiguo fuerte, cuyas paredes son muy sólidas, circuidas de foso defendido por piedras puntiagudas []”. También habla d. Pascual de un martinete que aprovecha la energía de “[] un río que nace en los montes de Pastur, y corriendo de N a S va reunirse con el río Pesoz; tiene varios puentes de madera; y sus aguas dan impulso a un martinete para elaborar hierro”. Creo que puede tratarse de Mazo de Mon. Hemos de ir hoy mismo. Retrocedemos hasta Labiarón. Aquí vemos la iglesia, y en los pocos minutos que allí estamos pasan numerosas vacas de raza asturiana de los valles y la joven pastora que iba al cargo resultaba llamativa por el desaliño y la suciedad. Nos vamos a Villarín de Piorno y a Piorno. En Villarín de Piorno hay otro conjunto pizarroso de gran belleza, al lado mismo de la carretera, del que destaca un pequeño hórreo. Desde aquí se ve la sierra de Arruñada. Paramos en una curva y Juan Carlos identifica rápidamente la mordida que los romanos dieron a la montaña lavando el oro de sus entrañas. Lo que fue explotado alberga hoy un castañar que se extiende por la ladera de arriba abajo siguiendo la línea de caída de las aguas; alrededor sólo hay monte bajo. Más arriba se ve la presa de conducción y el rellano que aprovechaban para embalsar el agua. Y de nuevo traemos a d. Pascual Madoz: “[]en el lugar de Arruñada se ven señales de haberse beneficiado alguna mina metálica, hallándose aun el depósito de las aguas conducidas desde más de una legua de distancia []” 138


DE NUEVO POR LOS OSCOS

También alcanzamos a ver Bousoño y dos pistas que salen hacia Illano (San Esteban de los Buitres y el mismo Illano). Igualmente Arne y el entorno de la mina de galena argentífera “La Excomulgada”. El origen del río Soutelo es de gran soledad. Curiosamente, La Nueva España del 24 ó 25 de junio, publicó un minireportaje sobre una familia alemana que vive en Arne trabajando la tierra con sus hijos. Aún es temprano para ir a comer y queda mucho tiempo antes del partido (Inglaterra y España se enfrentan en Wembley para octavos de final de la Copa de Europa ). De manera que salimos a la capital municipal y fuimos a ver Mon y su famoso palacio. Decepción y chasco: éste ruinoso, sucio; y el pueblo no tiene visible ni el molino ni la fragua que se anuncia en la publicidad municipal. Pasa de las 18,00 h y aún pensamos ir a Mazo de Mon, ya en el concejo de Pesoz. La entrada a este hermoso rincón se hace por Villalmarzo y, desde aquí, se sigue la pista hasta que se convierte en sendero. El camino es como un paseo de rosaleda pero encapotado por toda clase de árboles. Está bien marcado y en uso, con algunos puntos de gran belleza, como el paso del hilillo de agua entre grandes castaños (vimos uno de más de 8 m de perímetro). El lugar llamado Mazo de Mon tuvo en el pasado varias casas habitadas a ambos lados del río, pero hoy sólo está la margen izquierda. Se trata de un conjunto de tres o cuatro grandes bloques rodeados por un murete con portalón y tejadillo de entrada. Alrededor las tierras de labor, en bancales, tienen numerosos varales para enredar las parras. No reciben energía eléctrica de la red, la consiguen de un generador de gasolina. Este lugar debe ser conocido: paraje, paisaje y lugar que recogen la grandeza y la miseria de Los Oscos al fondo del valle. Arriba, están las tierras llanas donde el trabajo es fácil. Ya es tarde y hemos de regresar a Oviedo.

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EN BUSCA DE LA COVA DO DEMO (DOIRAS) 8 de mayo 1999

Nos lanzamos a buscar la endemoniada cueva. Nunca mejor dicho. La sierra de San Isidro es paralela a la de La Bobia y ambas se extienden de SO a NE en extremo occidental de la provincia. La sierra de San Isidro acaba en su extremo NE sobre Cedemonio en un abrupto corte de cuarcita. Y ahí sitúan los autores la cueva, que debe contar con algunas pinturas y grabados rupestres aunque de no demasiada calidad porque de no ser así habrían alcanzado más fama y tendrían horario de visita, guarda, carretera, etc. A pesar de esto sí tienen interés para nosotros. Desde Navia se toma la carretera que sigue la ribera del río (hacia Grandas de Salime) y poco después de pasar Doiras y antes de llegar a Cedemonio seguimos una pista de buen suelo pero sin asfaltar que sale por la derecha hacia Froxeiras. Dejamos el coche e iniciamos el paseo por la orilla del río Urubio. Llanito, cómodo y sombrío. Lleva buen caudal el río y se descuelga con rapidez formando algunas cascadinas. La ribera está arbolada por estupendos alisos, fresnos y algún arce. A la izquierda, junto al río, hay unas construcciones rodeadas de prados que incluyen una antigua ferrería. Más arriba, en la ladera de la derecha, hay una casa rodeada de monte bajo. Parece tratarse de terrenos antiguamente roturados, quizá dados en foro hace un par de siglos. LOS HECHOS SOCIALES SIEMPRE SON INTERPRETABLES A TRAVÉS DEL PAISAJE. 140


EN BUSCA DE LA COVA DO DEMO

Llegamos a un punto en el que una señal nos orienta por la izquierda a través de un empinado camino, pero es ancho y cómodo. Obedecemos. Se interna en un bosque de castaños en el que se insertan numerosos ejemplares de grandes madroños, verdaderos arbolillos de un solo pie. Está pendiente pero se transita sin problema, despacito, a la sombra y muy entretenidos. La ladera de enfrente, a la izquierda en sentido de nuestra marcha, se ve pelada, monte bajo, y una gran cantera. Hoy, los hombres arrancamos áridos de las montañas; y ayer pelamos sus árboles para carbón vegetal, cuadernas de navíos o materiales de construcción. La flora y la fauna desaparecen con el medio. ¿Les quedará algo a nuestros descendientes para destrozar en estas sufridas montañas?. Llegamos a un tramo abierto, canchales de grandes bloques de piedra más o menos prismáticos y, sobreviviendo, algunos grandes ejemplares de castaños. Al poco, entramos en un paraje inusual, se trata de una extensión bastante grande de retoños de castaños –paganos- que ya alcanzan gran altura. Salen varios pies de la cepa madre y se nota que ya se seleccionaron las mejores varas. El suelo está limpio como el de un hayedo. Doblamos varios recodos, salimos y llegamos a una curva que presenta alguna duda en cuanto al camino a seguir, pero una rápida inspección ocular nos invita seguir por la izquierda porque a la diestra se ve que termina a los pocos m. Para reconocer el lugar citamos la presencia de un gran madroño que queda justo en el vértice del ángulo de la curva, en la orilla derecha. Poco a poco el camino se va perdiendo. Llaman la atención unos enormes bloques de piedra muy oscura quizá con alto porcentaje en Fe, que incluye cristales prismáticos, opacos y apenas traslúcidos, de hasta 3 ó 4 cm. Algunos puntos del camino están cubiertos por una espesa capa de hojarasca y se ha de tener cuidado para evitar alguna torcedura; un mal paso, vamos. Por la izquierda y al fondo se ven unos cantiles y hacia ahí nos dirigimos, puede ofrecer la pared el abrigo necesario para pintarrajear algo. 141


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Llegamos. Recorremos los peñascos y sus rellanos, salimos hacia el pinar que hay por encima. Nada. Acabamos abandonando. Se trata de un lugar bastante complicado y sin localizar el punto exacto para penetrar que nos condena a dar vueltas y más vueltas inútilmente. Rezongando, y hasta con maldición por el medio, renunciamos y emprendemos el regreso. Bajamos rápidamente y tras un corto intercambio de ideas se decide ir a comer a Puerto de Vega. Damos un último vistazo a Cedemonio porque la malla que presenta su parcelario, todas las fincas de parecidas dimensiones y separadas por una sebe de escasa altura, resulta cautivador. La superficie trabajada baja de cota mientras el suelo lo permite. Se acaba la tierra a medida que se desciende y el último centenar de metros está ocupado por el bosque de la ribera del Navia. En esta zona no se ven prados en las márgenes del río. Documentos de la Biblioteca Nacional el s. XVIII dicen que era muy rico en truchas, salmones, reos, lampreas y anguilas. Los 27 vecinos de Salime en 1798 vivían de la pesca. Madoz dice de Doiras: “...produce trigo, maíz, centeno, mijo, panizo, castañas, mucho vino blanco y tinto... se encuentra pesca de anguilas, truchas, salmones y otros peces menudos... molinos harineros y un martinete para labrar el hierro, fábrica de clavos cuyo producto constituyen el principal ramo de comercio extrayéndolos a Galicia y Castilla... 130 vecinos, 550 almas ”. Notad que era más importante este poblamiento que el de Salime. Y un poco más al N, Boal, la misma fuente dice que cuenta con “[] 11 molinos martinetes, 19 molinos harineros y 2 batanes para el sayal burdo []”. También se advierte que hacia el N es mayor la actividad económica. El paisaje está formado por distintos elementos físicos y humanos, y por las relaciones que entre ambos se registran. Geología, edafología, clima, reparto de la tierra, cultivos y cosechas permiten llegar a conocer la renta, 142


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sociología, o demografía de una población o grupo. Incluso las sepulturas, panteones y nichos del camposanto reflejan la pluralidad económica de los allí enterrados. En las fincas perduran técnicas y cultivos tradicionales. Elegimos para comer un restaurante conocido y fuimos estupendamente atendidos. Juan Carlos encontró un conocido que nos introdujo y, desde luego, se notó el benéfico efecto, aunque de manera desigual. Juan Carlos fue servido siempre por el maitrê y mordió las mejores tajadas, en segundo lugar Tomás que sin duda fue reconocido y bien vista su presencia allí, mientras Pepe y Antón fueron tildados de no saber comer pescado. Ya en Oviedo, días después, nos enteramos que la tal cueva existe realmente, son de escaso valor sus pinturas y de peligroso acceso. Quizá volvamos.

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EXCURSIÓN AL LAGO LA BAÑA (1.400 m) 1 de Julio de 1995

Seguimos aprovechando la disponibilidad de Nando y su coche para las excursiones de los sábados. Hoy se decide ir al lago de La Baña, en la falda N de la sierra de La Cabrera. Prometedor se ofrece el día y Antón incorpora al equipaje habitual la caña de mosca, por si hubiera lugar a la pesca de la trucha. En Asturias está cubierto, con calor y elevada humedad, hace días que se producen tormentas a una u otra hora y hoy parece que sucederá lo mismo. Salimos por la autopista y cuesta trabajo enfilar el coche hacia la boca de los túneles por la espesa niebla, Nando lo hace muy bien gracias a los ánimos que le da Juan Carlos. Pasado El Negrón se abre algún claro y al llegar al paralelo de La Bañeza ya domina el cielo despejado. Es día de mercado y ni con el imponente morro de este coche conseguimos abrir paso fácilmente; hubo que “empujar”. A la salida del pueblo tomamos el ramal de la derecha y entramos en la comarca de Valdería. Manchas de pinos, rebollos y extensos jarales. Por Castrocontrigo entramos en la Cabrera Alta. Cambia el paisaje: algunas frondas de castaños, manchas de cereal; en las laderas quemadas asoman esqueletos de pinos; sin bosque de ribera algunos pradinos tapizan las orillas del río. El paisaje que vemos es consecuencia de la acción del hombre sobre los elementos naturales. Roturaciones y rozas seculares para 144


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cultivos permanentes o temporales, incendios periódicos, cortas anuales... lo transformaron y así se muestra el resultado histórico. Pasamos La Reguera y también Morla. Se cruza un puente, dejamos a la derecha un pinar y se llega a Quintanilla de Suso, en la sierra de enfrente se ve un pueblo bastante extenso, es Cunas (cuenta con una iglesia de origen románico, de espadaña desmochada). Poco antes de llegar a Truchas, corazón de la Cabrera Alta, la carretera mejora notablemente; de nuevo castaños, algo de cereal y el monte bajo en las laderas, conforman el paisaje agrario más próximo. Se ven algunos rapacinos armando para ir a pescar. El pueblo es pequeño y con apariencia de sucio, la carretera a La Baña sale escondida por la izquierda (antes se deja la que va a Truchillas y después queda la de Corporales). A unos seis km está Iruela, a la entrada sorprende la ruina de las casas de paredes de pizarra negra, techos de piorno y paja de centeno. El aire de desolación se adueña del paisaje. Ni un alma, una fuente y un gigantesco reloj marcando la una llaman la atención; se trata del monumento a un famoso relojero nacido en el pueblo. Se ve una casa de reciente construcción y el resto parecen deshabitadas. A la salida de la aldea la carretera gana altura rápidamente. Seguimos subiendo entre pinares y al llegar al alto volamos sobre la Cabrera Baja1. Sorprende el profundo encajamiento de la red fluvial, no esperábamos tal diferencia de cota (Truchas a 1.100 m y Quintanilla de Losada a 850) de uno a otro lado. Se ven las cuarcitas aflorando en las líneas de cumbres mientras que entre ambas dominan totalmente las pizarras imprimiendo gran monotonía y uniformidad al paisaje. El roquedo y las formas topográficas que determina encuentran reflejo en la toponimia y así, las aplanadas o alomadas que dan las pizarras son “chanos”, “lombos”; mientras las cuarcitas que afloran dan “xeixos”, “picones”, y “cabezos”. El valle al que nos asomamos disfruta 1. Las líneas orográficas de las sierras del Teleno y la Cabrera determinan los flancos del extenso sinclinorio que recoge a La Cabrera leonesa. La Cabrera Alta está drenada por el río Ería -que discurre por encima de los 1.000 m- mientras la Cabrera Baja organiza la escorrentía con el río Cabrera, afluente del Sil. Parte de la red hidrográfica cabreiresa que se dirigía a la meseta resultó capturada por el Sil y se dirigió al W, y así se formó este valle que vemos, el de Losada.

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de un clima que permite la presencia de olivos, limoneros y naranjos en las solanas, mientras en las umbrías o “abesedos” se sitúan los prados y crecen magníficos sotos de castaños. En el fondo del valle, al pie de este pequeño puerto, se ve Quintanilla de Losada y a la izquierda Ambasaguas. Son grandes, de tejados de pizarra y con las casas apiñadas. En una caseta que hay bajando se lee una pintada “invitando” a marcharse a catalanes y vascos. Sorprende una gran instalación de industria extractiva, después se ven muchas más en las laderas. Al poco tiempo descubrimos que se trata de canteras de pizarra (aún no sabíamos lo que nos esperaba). Las aguas del río que cruzamos antes de llegar al pueblo tienen color lechoso y las expectativas de pesca de Antón bajan en picado. Tomamos la carretera a La Baña, pasamos Encinedo y Losadilla, es estrecha y con muchas curvas al adaptarse a los regueros, pero sin peligro. El valle es bastante abierto, a la orilla del río hay prados, la montaña es de formas muy suaves y onduladas y en la solana se asientan algunos pueblos: Castrohinojo, Trabazos, Forna, de apariencia verdaderamente pobres, numerosas construcciones con techumbre vegetal y en muchos casos hundida, corredores a la solana cerrados con tabla negra por el paso del tiempo y algún ventanuco; las fincas de labor se reducen a praderas de diente, corta y pequeños huertos (en algunos pueblos los llaman). Menudean los prados en las laderas o a orillas del río2. Al pasar por los pueblos llama la atención la gran cantidad de nogales, también manzanos y otros frutales3. Muchos tie2. En la Cabrera Alta constituyen los prados un componente esencial del paisaje y del terrazgo agrario permanente. Los de primera calidad dan dos cortes de hierba (de pelo y de otoño), están cercados de “lousas” o árboles y disponen de agua. Hasta principios del s. XX estaban abiertos y en el otoño eran de aprovechamiento comunal. De inferior calidad son los que dan únicamente el pelo que llaman de San Juan, en los que el ganado suele entrar todo el año. Otros prados de inferior calidad en los que entra el ganado todo el año aprovechan sólo el “diente”. El proceso de cierre de los prados alcanzó la máxima intensidad a principios de siglo. El aprovechamiento colectivo de los prados, “vecera”, impedía que nadie se anticipara al pasto en común, pero a finales del s. XIX este modelo de administración entró en crisis y con la primera mitad del s. XX moría learegulación concejil de los prados. 3. Cáritas trató de impulsar el desarrollo hortofrutícola y en 1966 repartió frutales en los Ayuntamientos de Encinedo y Castrillo de Cabrera, pero la falta de tradición, las dificultades para dar salida a la producción y el clima dieron al traste con la iniciativa. “. . . dijeron que no devían regular producto por medida de tierra, a los frutales, por que no rinden utilidad, común ni particular, por que pocas veces se sazona el frutto y regularmente se pierde por la mucha serranía e inmediazión de las montañas...” . (Quintanilla de Losada, Resp. Generales, Catastro de Ensenada).

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nen yemas y hojas secas por la dura y tardía invernada que vino en marzo. La Baña nos recibe a pedradas en los ojos, nunca vimos nada comparable, jamás se combinaron en tan poco espacio y tiempo tantos materiales y formas de construcción. Aquí, cada uno, llamó a los albañiles y planeó la casa como quiso. Está claro que corre el dinero, todos los signos externos lo evidencian. Conserva, para más INRI, las callejas estrechas y sinuosas que apenas permiten el cruce de dos carros y menos de sus poderosos 4x4. La iglesia combina la pizarra de las paredes y techo con una espadaña de difícil datación y una linterna de apariencia neoclásica. En este intrincado dédalo resultó difícil dar con la carretera que lleva al lago de La Baña, una vez enfilada de nuevo no damos con la pista porque son muchos los ramales de servicio para las canteras de pizarra y no están señalizados. Por fin un orensano nos orienta. Toda la montaña está comida por máquinas gigantescas y sus cibernéticos servidores. Los estériles se amontonan cegando el valle. Este tramo se hace con sufrimiento. El lago, considerado monumento natural, conserva la belleza en el reducto de sus justos límites, porque nada más levantar la vista la durísima presencia de las canteras lo borra todo. Esta pequeña laguna, como también las de Truchillas, Mortera Cavada, Las Lagunas y la de Malicioso, son de origen glaciar. Aquí, se aprecian los niveles de materiales morrénicos e incluso, aparentemente, el lago está represado por un cordón de rocas de gran de tamaño, que serían los primeros restos que abandonó la lengua de hielo. En la campera quedan enormes piedras que fueron transportadas por los mismos agentes. Otros depósitos de hielo originaron las lagunas, casi charcas, ya citadas son hoy cabeceras de arroyos. Ya de regreso se consigue una buena panorámica del pueblo y Antón descubre algunos restos de la arquitectura que cobijó secularmente a los cabreireses. En la vega de La Baña aparecen, muy pequeñas, fincas dedicadas a hortalizas, verduras y con gran predominio de patata4 formando una red de inverosímiles formas poligonales. 147


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Todas las tierras de La Baña son pizarras que alternan con areniscas silíceas; son suelos muy pobres, esqueléticos, a esto se une que el 70 % de la Cabrera Alta y el 60 % de la Cabrera Baja se sitúa a partir de 1.200 m y, para mayor abundamiento, microclimas casi extremos de tipo mediterráneo intercalados con atlánticos y de alta montaña. Así, la amplia comarca de La Cabrera fue ignorada hasta que se descubrió la forma de destriparla, incluso entonces sólo fue pobre pero no famosa y más que las extremeñas Hurdes porque aquí no vino el rey de visita. Se ven algunos viñedos relictos y descuidados amparados en la solana, aprovechando un mínimo resquicio ecológico. Su introducción se debe al monasterio de San Pedro de Montes que obligaba a sus vasallos al cultivo debido a los altos beneficios de su comercialización. Tuvo la mayor expansión en los s. XII y XIII hasta en la Cabrera Alta, retrocedió después hasta limitarse a La Ribera y al valle de Losada. Casi desapareció con la filoxera: “No tenemos vino, porque la filoxera destruyó el viñedo, y carecemos de recursos para reponerlo”. Da la noticia el corresponsal de Valdeorras en La Luz de Astorga, 7 de septiembre de 18985. La alimentación dependió secularmente de cereales, faceras de pan o tierras centenales, más de estas últimas por ser el centeno mucho menos exi4. La vega de La Baña está parcelada en diminutos e irregulares polígonos dedicados a verduras, hortalizas y sobre todo patatas. Estas tierras de regadío produjeron hasta los 50 lino, porque éste y la lana basta (pardo) fueron la base de la vestimenta cabreiresa. Sólo no se daba en Villarino y en Yebra. En el valle de Losada llegó a ocupar más del 11 % de la superficie agraria útil. Sobre el exiguo tamaño de estos huertos o cortinas, según amillaramientos de mediados de este s. tenían una media de 40 m2. 5. Casi todos los pueblos que poseían viñedo tenían un lagar de uso común. La mayoría de estos lagares de administración concejil ha desaparecido y sólo se pueden rastrear en el recuerdo de los ancianos y algunos topónimos. “...con extrahordinaria cultura como son bouzas, y viñas que las labran a brazo y se ben prezisados a sacar su fruto a la espalda por la fragosa situazion del terreno que ocupan...” (Respuestas Generales de Sigüeya, Catastro de Ensenada). Si quieres ver tu viña regalada haz la poda en marzo y en abril la cava (Popular)

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gente. Las tierras centenales, que producían un año y descansaban otro, eran las que ocupaban mayor superficie dentro del terrazgo agrario (65 % en el s. XVIII y 67 % a finales de los 50). En las faceras de pan también se cultivaba con el sistema de año y vez, en hojas o manos, mano cargada o sembrada y mano descargada o en barbecho6. San Genadio describe el lugar de San Pedro de Montes: “[] cubierto de zarzas y de un verdadero monte salvaje, con árboles grandes por la prolongación de los años []”. La transformación del monte7 prosiguió en los siglos posteriores por la continua necesidad de tierras de labradío y pastoreo ante la presión demográfica. Además, el monte, también surtía de leñas, hojas, aperos, construcciones de casas y puentes, energía, carboneo, etc. El espacio se organiza en torno al pueblo o aldea, terrazgo y montes. Por encima de esta estructura física se levanta el concejo, aglutinando y ordenando toda la actividad. El concejo organizaba la explotación de los cultivos temporales, bouzas, en los montes comunales. Repartía democráticamente los pedazos de terreno comunal cuando las necesidades apremiaban dentro de la comunidad dando a cada vecino una suerte o quiñón, facederas de caminos, puentes, servidumbres de cotos o presas, etc. Dentro de la vida cotidiana actual es la facendera la forma de trabajo comunal que, aparte de las veceras, sigue más vigente; también componer puentes y caminos, hacer y

6. Las cosechas de grano siempre fueron cortas pero en épocas críticas, corrientes en las economías de subsistencia, el campesino apenas podía nutrir a su familia “. . . la feligresía povre y miserable; no ai tráficos no comercios reduzida a corttos granos que algunos años echa la sementera no queda para alimento de natturales. . . “ (Sta. Eulalia, 11-mayo-1775, en contestación a una vereda de Arciprestre”). El endeudamiento de la población campesina cabreiresa ha sido constante; primero con la Iglesia y después con los comerciantes y la Hacienda Pública: en 1777, en Cunas, estaban en deuda con el párroco 65 vecinos. El endeudamiento alcanzaba al 80 % de la población y ascendía a 22. 272 reales de Vellón (Libro de Fábrica de la Yglesia Parroquial de Cunas, 1775-1785) 7. En la documentación medieval aparece muy frecuentemente el término «montes»; pero en el s. IX, el bosque, en su acepción «silvis», aparece mencionado 5 veces en la documentación medieval de La Cabrera; en los siglos posteriores ya no vuelve a aparecer este término.

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reparar cauces de regueros, y la distribución del agua, se mantienen en nuestros días. El aislamiento dio y conservó numerosas tradiciones, como «la covada», derecho del marido a ser cuidado en cama después del parto de su mujer y atendido con visitas y regalos. Más chocante es la de «las ceibas», que permitía que los mozos y mozas se emparejasen durante el verano en una fiesta que se hacía en las eras. Ocultaban la cabeza con un cesto y los que chocaran quedaban emparejados hasta la primavera teniendo derecho a dormir juntos sin que se adquiriera compromiso de matrimonio. Las zonas agrícolas están abandonadas y apenas presentan cambios; donde se descubrió pizarra se abrió la vieja montaña y se esparcieron sus restos. Coches nuevos y caprichosas viviendas dan salida a los ingresos extraordinarios que cuando se expriman las vetas dejarán a los habitantes más pobres de lo que estaban, y, sobre todo, habrán perdido los saberes que secularmente les permitieron subsistir en este medio. Esta excursión entra en la categoría de las obligadas por el patético mensaje de economía de subsistencia que todo lo empapa, pese al fulgor actual de la pizarra. Regresamos siguiendo el río, al poco de dejar Quintanilla de Losada, como a 1 km, se pasa por Robledo de Losada, otro pueblo típicamente cabreirés, está lado del río y conserva teitos y viviendas, todo de colores tan oscuros que le hacen parecer abandonado y sucio; también se ven algunos palomares, “colmeneiros” tipo cortín, y pajares (situados fuera del pueblo por almacenar paja y hierba, en caso de incendio sería una antorcha entre casas también de teito). Más abajo de Nogar, seguimos y a 1 km se toma el desvío hacia Corporales8, pasando un pequeño puerto en el que se encuentra una presa romana de conducción de agua para explotaciones auríferas9. Al fren8. Probablemente debe su nombre a la pronta existencia de un corporalis, corporación o concejo. Hay un castro cerca con muros de piedra y edificios de planta cuadrangular. 9. Labores abandonadas hay en Manzaneda, Pozos, Morla, Torneros y La Cuesta (cerca de Truchas). Además de las explotaciones del Ería y Médulas.

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te, NO tenemos el poco imponente Teleno y al S las de la sierra de Cabrera (Cubisco, Vizcondillo, Las Chanas, etc.). Corporales, además de nombre de desierto mejicano, de película de Clint Eastwood, de spaguetti western; tiene iglesia románica, humilde. El pueblo está tan descuidado como el resto de la comarca. Restos de las formas de vida anteriores quedan en algunos topónimos, presas de agua para laboreo de oro en las minas, y algunas iglesias pobres. Esquilmado el oro, poco en esta tierra interesó a la nobleza, a la Iglesia o al Estado.

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EXCURSIÓN AL PICO PRINIELLO 9 de diciembre de 1995

Buscamos salidas que reúnan los requisitos que impone nuestro grupo montañero y que, en esta época del año, tengan acceso con poco tiempo de coche. En el archivo del grupo encontramos ésta, que incluso superó nuestras expectativas. Carretera del Pontón, en Ceneya se toma la que va a Amieva. Es estrecha, sinuosa y bastante aérea en algunos puntos. En Ceneya hubo una herrería, verdadera forja catalana, hasta finales del XIX, que se abastecía de carbón vegetal de los montes próximos a Amieva y que bajaban por importante camino empedrado del que todavía quedan restos. Traían el hierro de Somorrostro. El pico elegido es El Priniello, de la sierra de Amieva, especie de cuerno paralelo al Dobra, de rumbo N.NO que parte de la collada de Angón y termina en la mecedura del Dobra. Se puede ir por el antiguo ramal que enlazaba con la Senda del Arcediano, que sale de la parte alta del pueblo, junto al nogal del que pende la campana de llamar a concejo. Nosotros quisimos ir en coche hasta la collada de Angón, a la que se llega por una pista de cemento, pero nos despistamos y seguimos otra de mal trazado y peor firme que nos detuvo antes, pero en tan buen sitio que casi adelantamos, pues pocos metros por encima pasa la que deberíamos haber tomado, y a la que llegamos ahora por un camino ancho y enlosado. Ancha, apta para vehículos agrícolas y ganaderos, de reciente construcción, comunica Amieva con San Román, 152


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siguiendo en gran parte el trazado de la antigua Senda del Arcediano que unía Castilla con Ribadesella (promovida por el Arcediano de Villaviciosa d. Pedro Díaz de Oseja, también fundador del Colegio San José, de Oviedo. Este camino sirvió de entrada y salida a franceses y patriotas asturianos; poco después a carlistas y liberales en la apasionada primera mitad del XIX). Cunde alguna inquietud pues el pronóstico meteorológico anuncia fuertes lluvias y sobre la cordillera vuela -bien la vemos- una boina desmelenada y negrísima; tememos más a la se colocó sobre el Canto Cabronero porque está más cercana. Antón anima a todos afirmando que no nos lloverá, las nubes se deshacen al rebasar la cordillera porque al encontrar espacios abiertos cambian sus condiciones físicas (presión y temperatura). Y efectivamente, no nos llovió. Al llegar a la collada de San Román, abandonamos la pista y saltamos a la derecha, pasamos unos prados cercados y tras salvar otra pared entramos en monte bajo, pero de muy buen caminar porque está totalmente trenzado por veredas de ganado. Todo el roquedo es calizo. A la derecha vemos la cima del Priniello. Al frente tenemos una collada que avista el valle del Dobra, sabemos que desde ella tendremos una panorámica fantástica del enorme tajo y del borde O del Macizo Occidental en su tramo final. Y así es, pero aun ofrece más: Ten, Pileñes, El Pierzo, Peña Mora, Sen de los Mulos, Canto Cabronero, Mota Cetín, Pandemules, Tiatordos y la Peña Taranes; y al N las inalterables siluetas de El Sueve, Sierra Plana, El Cuera, y la mar salada. Por un momento, una atronadora sinfonía que ataba mágicamente tamaños y colores nos arrebató. Al frente, aunque no lográbamos identificarlo perfectamente, se divisa parte del camino que va desde Següenco a la Vega de Orandi, que nosotros hicimos un par de veces. Desde este punto no se ve el curso de agua del Dobra. Juan Carlos y Antón observan que el descenso hacia el río no parece peligroso y bajan buscando el escarpe del cañón; Tomás, Pepe y Lucas deciden coronar. Por esta cara se cae hacia el Dobra rodando por fuertes pendientes con algunos 153


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rellanos en los que hay camperina y restos de la cabaña, por la otra parte la cortada es perpendicular. Creo que podríamos bajar sin correr riesgos pero la subida sería muy dura. El camino hacia el borde es, por ahora, fácil. Bajamos un poco más sin problema pero no logramos ver el río. De aquí en adelante la pendiente se acercaba demasiado a la perpendicularidad y ya nos dábamos por satisfechos con lo visto. Por el S veíamos el bosque de Pome, el encajamiento del río Pelabarda y a nuestros compañeros trepando hacia la cima (iba claramente destacado Lucas) que habían elegido la vía más corta -no hay atajo sin trabajo- y también la más difícil. Con toda tranquilidad emprendimos el regreso por el mismo sitio por el que accedimos. Al llegar al coche Juan Carlos decidió cambiar una rueda que perdía algo de aire, y la maniobra, que inicialmente era de puro trámite, se complicó porque el coche estaba situado en un plano horizontal, menos mal que llegaron Pepe, Lucas y Tomás para rematar y dejarla debidamente montada. Si Juan Carlos y Antón ya se dieron cumplidamente por satisfechos con su mirador, los que coronaron el Priniello quedaron prendados. Desde allí la panorámica era de 360o. Pudieron ver el curso alto del Dobra, el Mirador de Ordiales y la emblemática Peña Santa. Probablemente los Picos de Europa alcancen su máxima belleza al contemplarlos porque al pisarlos puede suceder que “los árboles no nos dejen ver el bosque”. Estremece pensar que en el próximo valle de Angón se piense montar un teleférico para alcanzar el Mirador de Ordiales. Esta mole de caliza de montaña está diseccionada y limitada en su cara O por el Dobra, que se encajó al disolver la caliza y más aún al coincidir con el levantamiento del bloque al final de las glaciaciones. Amieba (como lo escribe Madoz) tiene a mediados del s. XIX 44 casas y una escuela dotada por Diego Conesa, Canónigo de la catedral de Oviedo: 154


EXCURSIÓN AL PICO PRINIELLO

“...poco terreno dedicado a pradería fértil, alimenta unas 1.000 cabezas de ganado vacuno y un crecido número de otras clases. La pradería está dividida en muchos partícipes, pero una vez que se siega la hierba se abre al pasto común, que llamaban derrotas; costumbre muy perjudicial que va desapareciendo en virtud de la ley de acotamiento...” El mismo autor nos cuenta que “...Entre los muchos bosques dispersos por este distrito descuellan Carombo, Llamarcei, Mampodre y Tornos bastante poblados de árboles de diversas clases, que han facilitado a los arsenales buena madera de haya, abedul, roble, álamo y castaño. En los montes se crían osos, lobos, jabalíes, zorros, corzos y robecos...” Y así describe Madoz a los rebecos: “...llaman robecos en Asturias a un especie de cabras montesas de extraordinaria ligereza y de difícil caza por el instinto que tienen para vigilar la llegada del cazador; en su figura se asemeja a la cabra, pero es algo más pequeña; no tiene barbas y sus cuernos son de 5 ó 6 pulgadas, muy negros y vueltos atrás, figurando dos escarpias.” Hoy Amieva presenta el aspecto de un pueblo de montaña aunque no le corresponde por su altitud (poco más de 500 m), pero su proximidad a los Picos endurece el clima, que se manifiesta en las casas de piedra algo achaparradas, de ventanas pequeñas, la mayoría con cuadra bajo la vivienda (buena fuente de calor) y muchas con solana o algún tipo de voladizo bajo el cual almacenar y partir la leña, así como preparar el ganado para la salida o entrada de la cuadra. En muchas antojanas o bajo el hórreo se ve cercano el montón de cucho; los caminos son estrechos y están forrados de hormigón. La mayoría de las casas presentan buen aspecto y varias están en obra, todo el pueblo está en proceso de recuperación. 155


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TRAVESÍA DESDE CUERRES DE LLENÍN A ONÍS 30 de diciembre de 1995

Este itinerario nació en el despacho de Lolo cuando fui a verlo para que me tramitara la licencia federativa. Pensando alguna excursión sin mucha dificultad y apta para un día invernal, me recomendó en un periquete un sinfín de ellas entre las que elegí ésta por ser camino ya trillado por Jovellanos. Se accede a Cuerres por la carretera que va desde Cangas de Onís a Onís desviándose en el cruce para Villaverde y Llenín. Según el mapa del Servicio Geográfico del Ejército 1:50.000 parece que la carretera no pasa de Llenín pero sigue mucho más arriba y llega hasta Cuerres (de Llenín), aunque el tramo hasta el último pueblo requiere pericia y prudencia porque es muy estrecha, sinuosa y no tiene “quitamiedos”. Por fin llegamos a Cuerres, tomamos un desvío, en el pueblo a la derecha, y llegamos a una casa deshabitada que llaman Casa’l Acebal. De allí se sale a la derecha, hacia el río, por un camino ancho. Desde el río -no se cruza- se sigue por su margen izquierda y, pasando una portilla, entramos en el área de pastos comunales. Después de llanear un poco se llega a un complejo belenista: regatuelo, fuente y abrevadero. Aquí se bifurca el valle. Cruzamos y seguimos por la izquierda. Vamos siguiendo el antiguo camino real entre Corao y Ardisana del que me habló Lolo y que transitó d. Melchor Gaspar de Jovellanos. Pasamos ante una cabaña de grandes dimensiones que huele a cucho que apesta; el entorno está sucio y repleto de plásticos. Hasta aquí casi llaneamos, ahora se torna algo más empinado. Avanzamos hasta la collada de la Vega del Puerto que da paso 156


TRAVESÍA DESDE CUERRES DE LLENÍN A ONÍS

al valle de un arroyo afluente del río Piedra Hita, o Piedrafita. Aquí descansamos un poco e identificamos algunas cumbres y lugares de las cimas próximas como el Pozúa, el Mofrecho y la collada de Igena. El camino real sigue por la izquierda y se entierra bordeando la Muesca del Acebal buscando rápido el nivel del río. Por la derecha una pista parece conducir hasta Ardisana. Algunos montes se ven talados y en otros quedan pinos supervivientes de algún incendio. La vegetación se amparó en lo más encajado y profundo del arroyo. A medida que se gana altura va desapareciendo hasta llegar a las cumbres, donde casi todo es roca pelada. Nos encaminamos a la primera collada que nos queda a la derecha (S) por la cara NO de la Cabeza de la Vega del Puerto. Las trochas hechas por el ganado conducen a la collada y destacan claramente entre la vegetación de escaso porte. Cuando la alcanzamos, vemos el Macizo Central de los Picos de Europa envuelto en nubes. Estamos en la cabecera del otro valle que dejamos en la cabaña de la bifurcación. Hay una majadina con unos cuantos montones de piedras de las cabañas que tuvo antaño. Ahora faldeamos hacia el E la Cabeza de la Vega del Puerto y llegamos a otra collada que está señalada por dos palos cruzados encajados entre la caliza, ésta da paso a una pequeña cuenca endorreica (se trata de un poljé en cuyo extremo se ve alza el Ibeo). Paseando por la campera observamos una charca anegada de huevos de rana, sólo hay hierba en este fondo plano porque los bordes del alargado vaso son rocosos. No nos animamos a coronar el Ibeo, pero sí nos asomamos a otear la costa por la pared N de esta pequeña depresión. La panorámica es prodigiosa: la rasa, el antiguo aeropuerto y la mar. Retrocedemos hasta los palos cruzados y ahora seguimos hacia el S, por la siniestra. A la izquierda dejamos la cabeza Torrectrón (704 m), seguimos un camino muy marcado que nos lleva hasta otra collada llamada Ventoso (¿por qué este nombre?) en la que hay un campo en la que pastan unos cuantos caballos. Ahora no sólo vemos los Picos de Europa sino el valle del 157


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Güeña, Sirviella, Gamonedo y otros pueblos productores del queso. Justo bajo nosotros se ve un camino de carro y hasta él bajamos por el monte a “pelo gocho”, bien es cierto que se trataba de monte bajo y recorrido corto. Llegados al camino salvamos el arroyo que lo cruza y entramos en un bosque ralo de Quercus sp. Pasamos unos prados grandes en los que pacen numerosas vacas roxas; poco después llegamos a la carretera. Apresuramos el paso porque empiezan a caer algunas gotas de agua, que hace rato nos amenazan. Llegamos a Sirviella y apenas tenemos tiempo para disfrutar del pueblo. Hay un anuncio de hotel y bar prometedores. A la salida hacia Onís destaca una torre y algunas casas notables. El pueblo parece bien conservado. Cuando llegamos a Onís la lluvia arrecia; entramos en el bar porque empezábamos a empaparnos. Comimos pote, cabrito y arroz con leche. En esta casa encontramos un indiano, emigrante a Venezuela y refugiado en Miami, que todos los años viene a visitar a su “vieja”. Esto recuerda a Moratín (hijo), descendiente de asturianos, cuando entona: “Anda que con un indiano se casa Marica Pérez, pero es indiano que va que no indiano que viene” Bien comidos, emprendimos el regreso. No llovía y quedó un día espléndido, así que guiados y empujados por Juan Carlos tomamos en Corao la carretera a Nueva y después el desvío, a la derecha, que va a Zardón. Como la carretera continuaba seguimos y seguimos. Pasamos algunos pueblos; se acabó el asfalto; aparecieron cuadrillas de escopeteros; y por fin salimos a Peruyes y de aquí a una auténtica carretera: la de Arriondas-Ribadesella. La iglesia de Villaverde donde se toma el desvío para ir a Cuerres es merecedora de una parada. Se trata de una iglesia del románico rural, del s. 158


TRAVESÍA DESDE CUERRES DE LLENÍN A ONÍS

XI, con el cementerio adosado y también la sacristía. Está más que en desuso: abandonada y en ruinas, ya no es terreno sagrado; la parroquial nueva está en el pueblo. De lo que quedaba la última vez que la visité con Juan Carlos, destacaban los muros de piedra y el arco de triunfo completo. Capiteles troncocónicos primorosamente tallados (hojas lanceoladas a la derecha, a la izquierda bolas, ondas y piñas) sobre dos columnas a cada lado apoyadas en toros decorados.

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PEÑA SALÓN

A San Juan de Beleño se llega desde Cangas de Onís siguiendo la carretera que va al puerto del Pontón, en este punto, a la derecha, aparece la indicación en el puente Los Grazos y, siguiéndola, tras dejar la de Taranes a la derecha, llegamos a San Juan de Beleño. A la salida de este último pueblo encontramos una carretera a la izquierda que conduce a Viego. Está asfaltada, es estrecha y con muchas curvas aunque sin mayores riesgos; mucha más precaución requeriría llegar a Viego por la que sale del puente Vidosa aunque se ahorren algunos km. En la collada que da paso de Beleño a Viego merece la pena hacer un alto y tender la vista atrás para ver el sector centro-este de la cordillera y, especialmente, el Tiatordos. Cuando iniciamos la bajada hacia Viego distinguimos perfectamente nuestro objetivo: es una masa de caliza en la que destaca -vista desde aquí- un gran pliegue tumbado que habla de su complicado pasado geológico. Desde Viego (750 m) tenemos cerca Peña Salón (1.243 m). Al SE, en primer plano, y desde el bar que encontramos a la izquierda bajando, se puede estudiar la vía de acceso. Hay que llegar a la collada a través de un camino que no presenta problemas y está bien marcado pero tiene pronunciada pendiente en su tramo final. Una vez remontada, ya en la misma base de la peña, se continúa en cómodo zig-zag por una amplia canal entre Peña Salón y Baxeñu sin riesgo alguno hasta coronar. 160


PEÑA SALÓN

Entre esta montaña y el río Sella están los pueblos de Biamón, Casielles y Cándano, antaño únicamente accesibles por la famosa senda de El Cartero y a los que hoy se puede llegar por la carretera que parte del Puente Agüera por la Foz de los Andamios, aunque es muy estrecha y de sinuoso trazado, pero carretera asfaltada al fin y al cabo. Más abajo está la de Cangas de Onís al Pontón y, por último, el Sella encajonado entre las dos verticalidades que forman el precioso desfiladero de los Beyos. Se ve perfectamente la separación de las fincas por paredes o sebes dan al campo aspecto de red, de la resaltan los distintos verdes. Es más acusada la variación en las tierras de labradío, agrupadas en la zona más soleada y en la que hay mejor suelo que en los prados de diente y corta. El paisaje desde la cumbre es extraordinario: al SO, Ten y Pileñes “... buen par de peñes...”; al E, el borde del Macizo Occidental de los Picos de Europa sobre el valle de Angón con El Cotalba y las Peñas Santas. La sierra de Beza nos indica el paso de la Senda del Arcediano. Todos estos pueblos son productores del queso de los Beyos. Manjar que uno se puede encontrar al paso por estas tierras

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EL ARCENORIO

Esta salida montañera es verdaderamente hermosa. Desde San Juan de Beleño se sigue hacia Viego y, a los dos km de la partida, aproximadamente, se toma una pista de tierra y piedra que sale a la derecha; está señalizada e indica Les Bedules. Dos km después hay un abrevadero y algunas cabañas. Es un magnífico lugar para echar una mirada: al O, el imponente Tiatordos sobre Taranes; al N, El Pierzo; al S, Ten y Pileñes; y al E, Peña Salón. Más arriba hay otras cabañas. Poco a poco se penetra en el bosque Peloño. El camino no tiene pérdida y se llega a la collada Granceno. Este lugar se reconoce perfectamente. Hay grandes prados cercados por paredes de piedra, una cabaña a la izquierda y, también a la izquierda, una pradera abierta de la que sale un camino hacia el E (conduce al Sen de los Mulos, 1.506 m); a la derecha queda monte bajo cerrado por alambre de espino. La pista sigue adaptándose a la topografía que imponen los múltiples regueros que hay. A partir de aquí el hayedo resulta espectacular por su extensión y por la buena salud de la que gozan sus elementos. A unos tres km de Granceno se deja a la izquierda otra pista. Se sigue por la derecha, y se continúa sin posibilidad de pérdida. Se siguen encontrando arroyos que bajan del cordal Colláu Zorro. Casi se llanea hasta llegar a un punto en el que bruscamente el camino toma orientación S y empezamos a subir. 162


EL ARCENORIO

Hasta ahora hubo múltiples ocasiones de ver los Picos de Europa y, especialmente bien, en el Sen de los Mulos. Al S se alzan el Porru Texeu y Les Porres; entre ellos se ve perfectamente un corte, es la collada Guaranga (también llamada de El Abedal). Al llegar sorprenden unas fortificaciones de hormigón orientadas hacia el S, son restos de nuestra última guerra civil. Se acaba la pista y ahora es un camino el que se sigue. Hay que bajar casi 100 m hasta encontrar el río Ruaguín, después de llanear medio km por su margen izquierda y de nuevo subir. Se acaba el hayedo, se atraviesa una estrecha franja de piorno y, muy pronto, se entra en las espectaculares praderías de El Arcenorio. A la derecha se levantan Ten y Pileñes. ¡Colosal paraje!. Entre ambas peñas nace el río Ruaguín y está la collada del Cardal (también llamada de Las Arriondas). Toda esta zona estuvo cubierta por los hielos y el esculpido presenta rasgos perfectamente reconocibles. Hay pequeños circos glaciares, valles colgados, cubetas de sobreexcavación, y abundancia de materiales morrénicos. En estas praderías hubo varias majadas de las que en la mayoría de los casos no quedan más que las piedras de sus paredes, que permiten conocer la planta de las construcciones. La edificación más sólida y en mejor estado es la ermita. A estos pastos llega el ganado por San Juan y permanece hasta finales de setiembre. Actualmente están administrados por pastor mayor. Orientamos nuestros pasos hacia el E. Encontramos más ruinas y llegamos a la majada mejor conservada, se llama La Llana. De aquí parte hacia el S el camino para los puertos de Fonfría. Tiene dos fuentes y una capilla con algunas construcciones anejas. En el s. XIV ya existía en El Arcenorio capilla y albergue, y quien estaba a su cuidado debía tocar la campana en caso de niebla. Se celebra la fiesta en honor de la Virgen el 8 de septiembre.

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Bordeamos la pradería por la derecha y llegamos a un circo que se formó en la cara N de Peña Mora -cumbre que inicia el sector asturiano de la Cordillera Cantábrica- en el que hay otra majada. Vamos hacia la collada La Campa. Pudo ser aquí donde se dio la batalla de Pontuvio entre Fruela y los musulmanes. Así aparece recogida esta noticia en la tradición oral: Se cuenta y dicen por cierto que en la collada de Campa han campado muchos moros cuando se dio una batalla. Esta Virgen de Alcenorio mereció ser coronada por el milagro que hizo cuando ganó esta batalla. En esta collada se inicia el nacimiento del río Sorrello que corre en sentido NE y se une al Roaguín para formar el Cermozos. De la unión de éste con el Canalina se forma el Mojizo, que organiza la red fluvial que avena el monte Peloño. En el mismo nacimiento del Sorrello se ve un camino que atraviesa una pradería con una majada. Nosotros seguimos faldeando hacia otra collada -de Juspabierna- que tenemos enfrente; desde aquí rematamos en Peña Loto a través de un marcado sendero. Esta cumbre es un lugar privilegiado. El impresionante monte Peloño enlaza con Mampodre y ofrece una visión de las que dejan huella. Al E los Picos de Europa, Sierra de Beza, Soto y Oseja de Sajambre. Al S Peña Mora; al O Ten y Pileñes; al N El Niajo, el Sen de los Mulos y el Colláu Zorru.

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EL ARCENORIO

Desandamos lo andado con el agridulce sabor de un día magnífico y una duda sobre el incierto futuro de estos lugares y de los beyuscos, sus pobladores. De nuevo en el punto de partida, recomendamos el regreso por Viego a salir al puente Vidosa. La carretera es sumamente estrecha y requiere toda nuestra atención, pericia y prudencia. De vuelta a Cangas de Onís hay numerosos establecimientos hosteleros para saciar el apetito. Una antigua canción recogida por d. Aurelio del Llano Roza-Ampudia alude a la collada de las Arriondas, que separa Ten y Pileñes: Al puerto de las Arriondas tengo bajar cuando quiera, tengo los mis amores, pero aunque no los tuviera

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EXCURSIÓN AL SEN DE LOS MULOS

Hemos de pasar por San Juan de Beleño para penetrar en el bosque Peloño. Al final del pueblo la carretera gira a la izquierda y remonta una sinuosa pendiente; a los 2 km, aproximadamente, aparece a la derecha la señalización a Les Bedules a través de una pista de tierra y piedra, que tras otros 2 km nos deja en unos prados con cabañas. Hemos dejado a derecha e izquierda, monte bajo y también arbolado de robles y hayas. Este sitio (1.000 m) es un estupendo mirador al O del Maciédome y el Tiatordos al final; al N, El Pierzo; al E, los Picos de Europa; y al S, el Cordal de Ponga con Ten y Pileñes. Se continúa caminando por la pista, vemos perfectamente Peña Salón y el camino de acceso para coronarla sin dificultad. La pista es de poca pendiente y a partir de los 1.100 m ondula suavemente hasta los 1.200. Nos adentramos en Peloño entre hayas y algunos prados cercados, pocos; casi todos con su cabaña. Al otro lado del Lagarutu del Rasu, están el Bargolí y el Pico del Valle Antiguo, cumbres que quedan a la derecha, después está el valle de Ventaniella. Tras unos 3 km de cómoda marcha encontramos varios prados a la izquierda, grandes, con cabaña, el último de ellos con un cierre de alambrada alrededor de la casa. Se ensancha el camino en una pradería y la pista comienza a descender ya hacia el corazón del bosque. Aquí la abandonamos y tomamos el camino que bordea la pradería por la izquierda. Estamos en el nacimiento del Porciles, que forma la foz de los Andamios, y vemos el 166


EXCURSIÓN AL SEN DE LOS MULOS

pueblo de Viboli. Remontamos y encontramos un llano con cabañas tan ruinosas que apenas son reconocibles como tales. Seguimos el bien marcado itinerario y de nuevo pradería en una estrecha collada que recorremos longitudinalmente, a la derecha el arroyo de Resuela, a la izquierda el de Siergu, al frente nuestra meta. El camino se bifurca; se sigue por la derecha, casi por llano, bordeando bajo el escarpe calizo. Después de 1 km, aproximadamente, empieza la subida. Este es un lugar privilegiado para contemplar la amplia cabecera de valle del río Mojizo que drena desde el pico La Mora hasta el Bustantio, además de Ten y Pileñes. Es un hayedo aclarado en algunos puntos por prados perfectamente cuidados. Esta panorámica es de gran belleza y refleja claramente la enorme riqueza del medio. Llegamos a unas praderías que tienen en su parte baja unas cabañas, pequeñas y bajas, perfectamente enmascaradas en el paisaje y que pueden pasar desapercibidas. Desde aquí, emprendemos la parte final cruzando por las praderías dejando a derecha e izquierda rocas calizas. A nuestra derecha, pronto se abre una collada, y a través de ella se ven retazos del gran horizonte que nos espera en la cumbre. Este último tramo es muy pendiente y la vista es bastante aérea. La panorámica desde la cima compensa todos los esfuerzos: hacia el SE Oseja de Sajambre y la carretera que lleva a Soto de Sajambre; al E Beza, Canto Cabronero, las Peñas Santas y el Cotalba; al N El Sueve y el Cantábrico.

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AL PICO EL PIERZO

Desde San Juan de Beleño, capital del ayuntamiento de Ponga, se toma la carretera que conduce a Viego, y, en la collada Llomera, que separa vertientes, se deja el coche. Hacia el NO se recorta la silueta de El Pierzo, aunque lo que se ve no es el vértice geodésico sino un pico que se sitúa un poco antes y de altitud ligeramente inferior. De la misma collada parte a la izquierda una pista que es la que hemos de seguir. Emprendido el camino dejamos a nuestra izquierda San Juan de Beleño y a la derecha Viego; monte bajo a los lados con algunos ejemplares de haya aislados y algún prado. La pista acaba bruscamente en una cantera, es la majada de Excueño. Seguimos por la derecha una senda que va por encima de la cantera al NO y rápidamente ganamos altura. Se ha de tener cuidado no seguir el camino que sigue por la derecha porque llevará a una hermosa majada pero nunca a la cumbre de El Pierzo. Seguimos la senda del ganado; el roquedo es calizo y esto siempre lo hace dificultoso porque el lapiaz deja huecos y se ha de caminar con cuidado pues se trata de un camino “tuercebotas”. Al llegar arriba, al otro lado, hay una pradería y un par de pequeñas lagunas. A nuestra derecha hay una majada (Cerboes) con unas pocas cabañas (una de ellas tiene delante algunos árboles recientemente plantados que parece que tiende a convertir, con ayuda del tiempo, aquel terreno en propiedad privada). Desde aquí ya se ve la cima de El Pierzo y se alcanza a reconocer el vértice geodésico que lo corona. Vemos la falda O casi desnuda de vegetación, únicamente cuatro acebos se escalonan 168


AL PICO EL PIERZO

hasta la cumbre. Desde esta majada la marcha continúa, casi llaneando, por una senda de ganado hasta llegar al primer acebo, desde aquí se pierde con facilidad el camino, pero para alcanzar la cumbre no hay problema alguno, cada cual puede ir por donde le plazca. Ir cumbreando desde Cerboes es más dificultoso. La cima ofrece una panorámica de 360º, y, aunque resulta muy difícil pormenorizar el paisaje, completamente necesario por el goce añadido que conlleva el reconocimiento de montañas, valles y lugares habitados. Al N Cangas de Onís, la Mota Cetín y por encima de ella el curso final del Sella y su desembocadura en Ribadesella; al NO el pico Vízcares, el Maoño y el Torno Pandemules y el pico Taranes, (entre estos dos últimos el bosque de hayas del nacimiento de río Vallemoro); entre el pico Taranes y el formidable Tiatordos las foces de La Escalada, entre ellas y al fondo el Campigüeños; después del Tiatordos la prolongación del bosque de hayas de Pandellanza (Caso) y el Maciédome; también el valle de Ventaniella y Colláu Zorro; al S el Sen de los Mulos, Ten y Pileñes; al SO La Conia, el Canto Cabronero, la Peña Beza y el pico Valdepino; y más hacia el E, el Macizo Occidental de los Picos de Europa. Es una orografía verdaderamente enrevesada la de los términos municipales de Caso y Ponga que contemplamos. Su representación cartográfica la traduce en frecuentes confusiones topográficas y toponímicas. Esta excursión se puede realizar en 4 h con toda comodidad. Después se puede comer en Sobrefoz; menú casero y precio de agradecer. Por estas tierras se cantaba una canción que decía : “Si vas a San Juan de Ponga Tráeme una ponguetina, no la traigas regordeta que la quiero pequeñina”

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El regreso se realiza por la carretera que desde Sellaño sale a Sevares. El primer pueblo que encontramos es Cazo. Merece un paseo por lo bien conservado que está. El edificio más destacable es un torreón medieval que aparece citado en la revista Liño, (editada por el Departamento de Arte de la Universidad de Oviedo) actualmente deshabitado. Fue la casa fuerte de los dueños del coto, por señorío que donó Alfonso IX en 1188 a Pedro García de Caso. Tuvimos la suerte de hablar con su actual propietario (que abandonó Cazo y vive en Sellaño), y nos contó que fue comprado por su padre cuando vino de Cuba en 5.000 pts (a juzgar por la edad que representaba, unos 70 años, sucedió antes de 1929). De ese torreón, dice el Diccionario Geográfico Estadístico Histórico de d. Pascual Madoz (Madrid 1845-1850): “. . . de mucha solidez, que debió ser punto muy fuerte en tiempos remotos”; también que en estos montes “...se cría mucho arbolado y particular de robles a propósito para la construcción civil y náutica” Y en la misma obra, que el cercano pueblo de Abiegos cuenta entre su fauna con faisanes de monte (¿se referiría a urogallos?) y gran abundancia de lobos. De estos bosques (Monte Semeldón) salió gran parte de a madera utilizada para la construcción de los buques de la Armada Invencible y gracias a la prevención de d. Felipe II, que mandó repoblar a medida que se iba talando, hoy tenemos arbolado. En la cabecera de este bosque nace el río que después será de Vallemoro, en la fuente llamada Bramadora, nombre verdaderamente sonoro y muy adecuado al marco natural en el que se encuentra. Ponga tenía 1.308 habitantes en el censo de 1981, 990 en el de 1986, 759 en 2001. El descenso es notable. Siguiendo el viaje en coche llegamos a la collada que divide las aguas que van al Ponga y las del Piloña, ahora ya todo es bajada siguiendo el valle del río Tendi hasta Sevares. 170


EXCURSIÓN POR EL SUR-OCCIDENTE ASTURIANO

EXCURSIÓN POR EL SUR-OCCIDENTE ASTURIANO

Salimos, como otras muchas veces, sin itinerario definido. Lo único que estaba claro era que iríamos hacia Pola de Allande o Cangas del Narcea. Y así fue. Directamente a Pola de Allande por Tineo, porque estaba en obras la otra carretera a la altura del embalse de Soto de La Barca, y con un alto en La Allandesa, donde tomamos un caldo y seguimos. Nuestro plan consistía en hacer una travesía entre el puerto de El Palo y San Pedro de las Montañas. Poco después de pasar Tineo ya se veía sobre la línea de cumbres de las sierras de Los Lagos y Carondio una espesa masa de nubes que amenazaba con un radical cambio meteorológico. Obedientes, también cambiamos nuestros planes. Empezaríamos visitando la iglesia de Celón, y pasaríamos a Las Montañas, en Cangas del Narcea. En Celón, la encargada de enseñar la iglesia era una mujer de avanzada edad y que puso algunos reparos en acompañarnos porque su marido se había operado el día anterior de cataratas y no podía dejarlo solo. Obligada por su deber de guardiana-guía nos acompañó, pero antes dejó encerrado, bajo llave, a su marido. La iglesia de Santa María de Celón fue fundada por Tructinio y Godigera -su mujer- en el s. IX, el lugar fue después habitado por una comunidad benedictina, y hasta alcanzó cierto poder a la sombra del monasterio de Corias. Del desaparecido monasterio queda el templo, de estilo románico bizan171


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tino. De él sobresale la puerta principal con arco semicircular de triple moldura, una columna empotrada a cada lado, doble capitel (en el de la derecha enfatiza la serpiente ondulada, que representa a la que se nutría de cadáveres y tenía aterrorizada a la comarca, que se escondía en una galería subterránea y salía por el agujero que hay en la pared S. Este dañino monstruo fue muerto por un peregrino -San Miguel, de intensa devoción aquí sobre los s. XI y XII- que liberó al vecindario de tan terrible azote). En el interior, el arco de triunfo da paso a un retablo barroco y policromado del s. XVIII que aloja varias imágenes (la más interesante es románica, de una Virgen sedente). El edificio es de proporciones armónicas, bien orientado a la solana y con árbol ante la entrada que parece un cedro del Himalaya. El cementerio se situaba a mediados del s. XIX “...al extremo de la población, en paraje que no perjudica la salud pública...”; el lugar producía “...panizo y mijo”. Destacamos el mijo y el panizo por ser éstos cereales típicos de una agricultura de subsistencia: poco grano, pequeño, propio para cultivo de rozas, que ya a estas alturas habían desaparecido de la mayoría del terrazgo asturiano. Visitamos el inmediato bar y allí nos invitó un conocido de Juan Carlos. Tenía casa y casería cerca, su esposa y el hijo de ambos atendían el pequeño y surtido bar (donde, hasta después de los 60, se celebraban bailes todos los fines de semana, muchos de los cuales terminaban al estilo de La Aldea Perdida, con un Nolo vencedor habitual). Cerca de Celón se está excavando el castro de San Lluís. Probablemente sus habitantes tuvieron alguna relación con las cercanas labores auríferas porque otros pueblos, próximos a estas explotaciones, se fundaron para proteger el placer o cobijar a los trabajadores. Seguimos a Presnos, Pumar, Santa Eulalia y Villaverde. Aquí visitamos la iglesia, románica, rural, tan modesta como la mayoría de las de su estilo en el SO asturiano. Tiene origen monástico y mantuvo estrecha relación con la de Celón. Grandes dovelas, pórtico y una camperina ante la puerta principal consiguen una estampa íntima. Desde la carretera, bajando hacia 172


EXCURSIÓN POR EL SUR-OCCIDENTE ASTURIANO

la iglesia, hay a la derecha un hórreo con hermosas tallas en la puerta y en las colondras. Las casas cierran toda la antojana con muro, de manera que quedan dentro de este perímetro las construcciones anejas: hórreo, pajar, tendejón para maquinaria y aperos, y la propia vivienda -con la cuadra en la planta baja como fuente de calefacción-, frecuentemente comunicada con el hórreo -o panera- a través de un puente. Se suceden: El Valle, Abaniella, Peruyeda, y una collada antes de llegar a Iboyo; desde aquí, se ve a la derecha una herida en la montaña que sin duda es la huella de una explotación aurífera del tiempo de los romanos: se captaba agua en las cumbres que se canalizaba para producir derrumbes fanas o argayos-, materiales que después eran lavados. Un poco más allá, un par de cortines. Aquí encontramos una escena típica de la región por estas fechas: la matanza. Participan los hombres, son los que dan muerte al animal y lo dejan colgado y lavado -hay que esperar un día antes de despiezarlo para que enfríe- y después se van a tomar la media mañana quedando las mujeres encargadas de lavar las tripas para los embutidos y preparar las vísceras que se servirán en las comidas de los siguientes días; el resto de las carnes se salarán y serán la principal fuente de grasas y proteínas de los siguientes meses. La carretera se estrecha aún más -si cabe- y tras algunas dudas bajamos hasta el pueblo que se ve en el fondo, Comba. Es el último núcleo habitado del concejo de Allande, después se entra en Cangas del Narcea. Hay un par de casas grandes y buenas. Se acaba el firme asfaltado y empieza una pista en la que todos tememos se dañe el coche. Hay algunos prados a la orilla del río y buenos castaños -injertados- en el monte. Se llega a Otriello -se ve Besullo- y tras cruzar el río Arganza -muy pequeño aún a su paso por aquí- y recorrer un km más, se alcanza la carretera asfaltada. Vamos a Besullo. Mejoró mucho este pueblo en los últimos años: caminos, paneras, hórreos y casas se ven más atendidos. Contó con un monasterio benedictino del que se conserva una capilla -muy restaurada- junto al río Arganza. Tuvo 173


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un mazo -recientemente reconstruido- con el que se fabricaban sartenes, calderos y útiles de labranza. Cuenta con una población de protestantes –exigua- que llegaron aquí a partir de una familia de emigrantes a Madrid; que, al regreso, trajeron la nueva religión. Aquí nació el dramaturgo Alejandro Rodríguez, conocido como Alejandro Casona. Maestro de Primeras Letras. Tras breve parlamento optamos por ir a San Pedro de las Montañas. Se sigue una pista apta para vehículos todo terreno y malamente para coches, pero gracias a la paciencia y buen hacer de Pepe conseguimos llegar a Irrondo de Besullo: -¿Mula?, sí, ¿ciega?, no; ¿vale?, pues eso. Protesta Pepe porque teme que maltratemos su coche. Dice cuando le presionamos para que entre con el coche por sitios que resultarán duros para el vehículo. Este tramo de pista discurre entre castaños de gran tamaño, todos injertados, y a buen seguro que muchos de ellos fueron aprovechados según el derecho de poznera (se es dueño del árbol y sus frutos pero no del suelo sobre el que se asienta). Al cruzar el río, en la presa del molino que queda a la derecha, también había un grupo de mujeres lavando la matanza. Llegamos al pueblo y nos detenemos un rato a contemplar el camino que hasta aquí nos trajo, lo abrupto del paisaje, y unos cuantos cortines medio abandonados. Ahora ya iremos por firme asfaltado. Vamos a San Pedro de las Montañas. La carretera parece nueva pero es estrecha, tortuosa y muy umbría. El pueblo tiene una hermosa iglesia y algunas construcciones interesantes, destaca una quintana cerrada por un muro cuyo perímetro recoge la vivienda, cuadra, hórreo y tendejón para guardar maquinaria y aperos. De este pueblo dice Madoz:

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EXCURSIÓN POR EL SUR-OCCIDENTE ASTURIANO

“...cuenta con escuela de primeras letras frecuentada en invierno por indeterminado no de niños cuyo maestro se haya sostenido por los padres de los concurrentes... hay pocas perdices, abundan lobos, jabalíes, osos y corzos, y se pescan truchas muy sabrosas.” Seguimos hasta Fuentes de las Montañas, último lugar accesible en coche y casi ignoto. Están situados estos pueblos en la falda SE del Orúa, una de las zonas más remotas y desconocidas de Asturias. Los enjambres de abejas se explotan en truébanos (troncos de castaño huecos). Aún no llegaron las colmenas con sus alzas. Partimos hacia Cangas del Narcea, desandamos hasta Irrondo de Besullo, a Trones y a la capital del concejo. Estos pueblos se asientan en suelos pizarrosos que dan relieves mucho más suavizados que los cuarcíticos. Cangas del Narcea es el concejo más extenso de España (822 km2). El 90 % de su superficie tiene más del 30 % de pendiente, dedica a forestal el 70 % y de ésta es maderable tan sólo el 16 %. Cangas del Narcea -antes C. de Tineo- es un villorrio grande y desvencijado, de arquitectura extravagante y desordenada. Ya a mediados del s. XIX llamaron la atención de d. Pascual Madoz las sucias fuentes, los descuidados caminos y paseos arbolados. Buscamos la mejor aproximación a Rabo de Asno, que según Nando es partiendo de la ermita de la Virgen del Acebo. Es una cima que separa el valle de Genestoso del de Onón (en el nacimiento del río), y que a su vez entronca con la sierra de La Serrantina en el mismo arranque de la cordillera. Opinamos que será un formidable mirador. Además, cuando estuvimos en Parada la Vieja, nos contaron que por aquellos parajes andaba el oso. Hacia allí nos encaminamos. También es área pizarrosa y de suaves relieves. El coche llega por carretera hasta más arriba del santuario y aún se puede seguir por pista en buen estado algún km más. Desde aquí parece muy largo el camino aunque el desnivel a salvar no pasa de los 1.000 m. La panorámica, de 3600, es espectacular. Al regreso vamos por la ruta de los autobuses. Sorprende que tenga varios km sin asfaltar (hasta empalmar con la carretera que 175


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va a Porley). Va cresteando hacia el N, a la derecha quedan Parada la Vieja, Parada la Nueva y, al fondo, La Serrantina y los montes de Somiedo, a los lados monte bajo y, aunque no es excesiva la altitud, con la vegetación achaparrada propia de cotas más altas. Ya iniciado el descenso llegamos a Carceda y aquí Juan Carlos nos da una inesperada alegría: descubre una recoleta iglesia de estilo románico, malamente reconocible por el ábside. Conserva varias tallas, también románicas -aunque probablemente ya finalizando el periodo y casi dando paso al gótico- en muy buen estado. Nos la muestra un joven (de Casa`l Músico) que nos cuenta la rica tradición musical que enriquece al pueblo: son numerosos los músicos y especialmente los que tocan el acordeón. Probablemente forman parte de orquestinas como la amenizó los sábados de Celón -y de muchos pueblos-, y que en muchos casos contribuía de manera importante a las menguadas economías familiares. Basta recordar que la mayoría de las orquestas del tras-tras-pum nacieron en el occidente, que aportó excelentes conjuntos al panorama romero asturiano. El 9-mayo-1995 aparece en La Nueva España la inversión de 1.200 millones de pts en los próximos 10 años en la recuperación de los terrenos adquiridos por la Admón. Regional en Pumar de las Montañas. Se trata de rehabilitar las construcciones rurales del pueblo de Pumar para usos administrativos, retén de incendios y servicios de guardería. También algunas cabañas de uso vaqueiro en la zona de Brañiego. Este monte está considerado de alto valor como refugio de osos. Los estudios previos han sido realizados por profesores de la Universidad de Oviedo.

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EXCURSIÓN POR LA CALZADA ROMANA

EXCURSIÓN POR LA CALZADA ROMANA ENTRE PIEDECONCHA Y PESQUERA (CANTABRIA)

Hoy salimos para Cantabria y directamente hacia Bárcena de Piedeconcha. Se trata de recorrer el tramo de calzada romana1 que hay entre este pueblo y Pesquera. Bárcena de Piedeconcha está en la carretera que va de Torrelavega a Reinosa. En las últimas casas del pueblo saliendo hacia Pujayo, sale a la izquierda el antiguo camino que buscamos. Tiene buena pinta: ancho, empedrado, de pendiente llevadera. Echamos pie a tierra y empezamos la ruta. Parte faldeando y desde el principio observamos las grandes losas de cuarcita del pavimento. A los lados quedan prados cercados por paredes, en el fondo del valle se ve el pueblo del que salimos. El enlosado deja a los lados unas cunetas bastante profundas, perfectamente marcadas y bien conservadas. Al poco de salir da una pronunciada curva a la derecha, a la izquierda hay un pinar -Pinus radiata-. La pared del pinar está construida con bloques similares a los de la calzada -acaso alguno de ellos tenga en ella su origenque se colocan repitiendo la misma estructura: piedras grandes -casi a modo 1. Las calzadas romanas tenían un ancho entre 4 y 6 m, y de 0,5 1 de profundidad. El firme se componía de cuatro capas: la inferior hacía de cimiento y estaba formada por piedras grandes; encima otra de piedras pequeñas; una tercera de grava; y la superior de cascajo y cemento o empedrada. Estas vías eran aptas especialmente aptas para el movimiento de tropas, viajeros con poco equipaje y jinetes con correspondencia. Para el movimiento de mercancías se empleaban carretas. Esta que hoy recorrimos enlazaba Portus Blendium (Suances) con Amaia (5 pueblos rodean Peña Amaya: Amaya, al S de este monte; Puentes de Amaya al NO; Cuevas de Amaya al SO; Salzar de Amaya, y Cañizar de Amaya) a través de Iulóbriga (a 3 km al S de Reinosa, en Retortillo) , Aradillos (Aracillum), por donde hoy va el ferrocarril Palencia-Santander, por el valle del Besaya. Es el camino estratégico por el que penetró Augusto desde Segisamo (cerca de Sasamón, junto al río Brulles, en el Cotarro de San Pedro).

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de pequeños menhires- y entre ellas otras de menor tamaño y formas irregulares. Este tramo se conserva muy bien, se camina muy cómodo, y tiene una buena panorámica del valle. Al llegar al final se ve a la derecha, refugiado en un recoveco de la montaña, un pueblecito de casas apiñadas de paredes blancas y tejados rojos, es Pujayo. Después se llanea durante un corto trecho; a la derecha hay grandes prados cercados por paredes con algunos lienzos de las mismas características que las encontradas antes. Se sale a una pista que se superpuso a la calzada -aquí hay que seguir por la izquierda, hacia arribay muy pronto aparece de nuevo a la derecha la calzada antes sepultada. En este tramo, que es casi llano, se encuentra un abrevadero con fuente de agua potable de grandes dimensiones, y enseguida se llega a Mediaconcha. Es una aldea abandonada que conserva algunas casas en pie que parecen ocupadas ocasionalmente los fines de semana. Pequeños canes rondan por allí pero no molestan, ni ladran (Antón paseaba encantado). El camino entra en el pueblo y sale por el otro extremo. Continuando con nuestra ruta, en una cuadra, encontramos lo que parecía ser uno de estos modernos “bares” llamado “El quinto mandamiento”. Llamamos con timidez y salió un hombre de mediana edad portando un vaso de vino, creímos que era un bar e iniciamos prudente conversación -nosotros en el camino y él en el marco de la puerta- porque parecía poco hospitalario. Una voz desde arriba participa y pronto aparece su propietario que nos dice que él es el único vecino, y episódico, del pueblo. También nos informa de que el establecimiento -o lo que sea- no estaba abierto al público. Al preguntar por los vecinos que tiene o tuvo el pueblo, otras voces interiores contestan con tono entre la burla y la hostilidad. El peso de las conversaciones lo llevó Luisma. Decidimos continuar el viaje lo más pronto posible; parecía un sitio perfecto para ocultar un secuestrado. La última construcción del pueblo, ya en la salida, es una iglesia en ruinas. El camino entra ahora en un bosque mixto y alcanza su máxima belleza. El adoquinado es perfecto y presenta dos mordiscos equidistantes que parecen hechos por el desgaste de las ruedas de los carros a lo largo de los 178


EXCURSIÓN POR LA CALZADA ROMANA

siglos. El bosque tiene castaños, alisos, avellanos, y en algunas zonas el camino está cubierto por las hojas. Mantiene su calidad de trazado y firme. Se sale a un descampado -a 711 m- que es la cota más alta que se alcanza y desde donde se inicia el descenso hacia Somaconcha. Somaconcha es un pueblo del que sólo vimos la iglesia -hermoso edificio- y también parece deshabitado. Aquí termina la calzada, que se desarrolla entre Bárcena de Piedeconcha y Somaconcha. Iniciamos el descenso hacia Pesquera por carretera. Nos llevó el recorrido unas 2 1⁄2 h. Llegamos a Pesquera y salimos a la carretera general, barrio de Ventorrillo (¡que nombre!, ¡ya debimos sospechar!). Al poco tiempo llegaron Tomás y Juan Carlos que ya habían ojeado un buen sitio para comer. ¡Santa Lucía les conserve la vista!. Parecía remozado recientemente. Fuimos atendidos por un zagal con ojos azules, algo vidriosos –y saltones- y muy lento de reflejos, que con poca gracia, nos refirió la corta carta. El que estaba tras la barra, parecía su jefe, era un joven gordo y barbudo con andar de zápele-zápele. Para mí tengo que la mala elección del mesón depende más del azar que de la buena voluntad del elector, porque no siempre hay signos externos fiables en los que apoyarse. Marchamos con la intención de ver algo interesante por el camino y pensamos en salir a Ontaneda por la carretera que parte de Villasuso (Cieza) y pasa por Villayuso, pero un lugareño nos contó que no se puede pasar en coche, está prohibido (entraríamos en la Reserva Nacional de Saja) y, además, tiene mal firme. Dimos marcha atrás y paseamos por Riocorvo, hermoso pueblecito con la típica arquitectura cántabra2. 2. El paisaje agrario dominante en Cantabria es un mosaico de pequeñas explotaciones, la mayoría está constituido por prados permanentes y el resto pequeñas fincas de labradío dedicadas a maíz, patatas o forrajes. Las casas de Cantabria son de piedra, prismáticas, muy sólidas, muchas blasonadas. Todas parecen solariegas independientemente de su tamaño. La mayoría tienen solana (corredor) y un porche bajo ella. Además de la volumetría, el buen gusto, el entorno cuidado y la calidad de los materiales, el espacio urbano aparece ordenado, no hay huecos ni solares vacíos que acumulen desechos. Comparando con los pueblos castellanos hay una gran diferencia. Da la impresión de todos los campesinos son ricos, pero lo que sí tienen todos es un gusto exquisito para adecentar el entorno de sus viviendas. Estos modelos penetran en Asturias claramente hasta Llanes y a medida que se avanza hacia el O se van difuminando hasta desaparecer en el meridano de Ribadesella. Santander fue el centro de aprovisionamiento de Madrid, y salida natural de Castilla la Vieja, con lo que canalizó el comercio de la lana y la harina castellana con Cuba y los países europeos de la fachada atlántica, y sus pescadores llegaban hasta Terranova. Cuando se concedió el libre comercio en 1778 se le inyectó un importante refuerzo para su economía. Este pasado pujante dejó posos visibles que perduran hasta hoy.

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Desde aquí pasamos a Yermo para ver su iglesia románica3 y emprendimos el regreso.

3. Está situada en la parte alta del pueblo en un espacio aislado del camino por un murete y un poco más alto, lo que realza su esbeltez. Ya aparece citada en el s. XI dedicada a la Virgen. La actual fue edificada por Pedro Quintana en 1202. Ábside, canecillos y portada son muy hermosos. El tímpano representa un caballero con cota de malla matando un dragón. Muy cerca de Bárcena de Piedeconcha hay numerosas iglesias románicas valiosas, entre ellas la de Silió. Y otras muchas construcciones notables que figuran en cualquier guía y que merecen la pena.

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EXCURSIÓN POR EL ROMÁNICO

EXCURSIÓN POR EL ROMÁNICO DEL CONCEJO DE TINEO, CON INCLUSIÓN DE ARCELLANA (SALAS) Y CELÓN (ALLANDE)

Salimos de Oviedo hacia las 9 1⁄2 h con la intención de visitar las iglesias de Arcellana (Salas), Relamiego, Obona y Bárcena del Monasterio (Tineo) y Sta. María de Celón (Allande); y, aún más difícil: estar de vuelta en Oviedo sobre las 6 de la tarde. Tendremos un día espléndido -según el pronóstico oficial del I. N. M-, y esta primera hora de la mañana parece confirmarlo. Llegamos a Arcellana sobre las 101⁄2. La iglesia estaba cerrada pero no nos sorprendió (es frecuente que así sea). Es de planta rectangular y evidentes añadidos a la fábrica románica. Destaca la portada, de tres arquivoltas, con tejaroz, seis canecillos y metopas. Está un poco más alta que el camino y rodeada de un espacio que la singulariza en el entorno. Regresamos a la carretera de La Coruña y al llegar a la penillanura de La Espina asoman retazos nevados de la cordillera, se logra, con una altura moderada, una buena panorámica lineal de la Cordillera Cantábrica, desde el Miravalles hasta los Picos de Europa. Pasamos Tineo y vamos directamente a Relamiego (parroquia de San Esteban) por la carretera general de Pola de Allande. A unos 7 km está El Peligro (a pesar de este nombre, la aldea tiene un fenomenal emplazamiento y con buenas tierras de labor). Se ha de tomar un desvío a la izquierda y tras 1 km de carretera, perforada en mil puntos, se llega a la pequeña localidad. La iglesia está situada en la parte baja del pueblo, al lado de la fuente, entre dos caminos, empotrado el ábside en un huerto (hoy está plantado de 181


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berzas). Rural, humilde, pobre en construcción y ornato. Preguntamos por el depositario de la llave pero con la mala fortuna de que se había ido al Peligro a buscar pienso. Pero algún vecino lo avisó y al poco apareció ante nosotros con la enorme llave de ferrería. Nos la dejó y dijo que la dejáramos en la puerta, ya él la recogería. Estupendo. El interior está limpio pero descarnado, es de proporciones muy armónicas. Cuando nos disponemos a hacer unas fotografías aparecieron dos vecinos que se sorprendieron al vernos dentro. Cuentan que fueron a buscar la llave (saben donde se guarda y las casas quedan abiertas) pero no la encontraron. Entablamos conversación y nos dicen que pese a ser capital parroquial el cura celebra misa únicamente por encargo (suponemos que previo pago del peticionario). El sacerdote -de religión católica- procede de la milicia castrense del acuartelamiento Cabo Noval (Pruvia, Oviedo) y está en situación de excedencia. Juega la partida de cartas con los paisanos, anda armado con un pistolón y bebe brandy como un legionario. Uno de nuestros bienintencionados -y espontáneos- acompañantes recuerda (lo pone en boca de otro) que en la visita pastoral del entonces obispo auxiliar d. José Sánchez (hoy titular de Sigüenza-Guadalajara y Secretario General de la Conferencia Episcopal Española), preguntó a los niños por la muerte del patrón de la parroquia, san Esteban. Los ignoraban todo acerca de la vida y obra del santo, y, el obispo, cariñosamente les contó que murió apedreado y fue, por lo tanto, mártir. Todos los niños quisieron ser mártires en Relamiego (Tineo). A mediados del s. XIX aún se cultivaba cáñamo y había tres ermitas propiedad de los vecinos.. Salimos alegres del pueblo, comentábamos la forma y funcionalidad de las casas, y su distribución en el espacio que permite el control de lo que sale o entra en el pueblo. Vamos a Obona. El paisaje se ensancha y ya se ve El Cornón y el macizo de las Ubiñas. Pasamos por Piedrasecha y llegamos al pueblo. Está en una soleada ladera a la orilla de un arroyo, las casas son de planta cuadrada, 182


EXCURSIÓN POR EL ROMÁNICO

grandes, en buen estado, y las fincas están muy limpias y bien atendidas. Aquí no pudimos conseguir las llaves y hubimos de conformarnos con una ronda exterior. El monasterio está debajo de la llousa, muy cerca del arroyo Deyna (antiguamente Ardeina). Está en obras; dicen los vecinos que sería buena una hospedería. Al regreso fuimos al bar de abajo y allí tuvimos una charla inolvidable con algunos vecinos. Nos atendió la dueña del bar -con 78 años y gran lucidez- y nos contó que cuando era niña estaba de maestro en el pueblo un zamorano y frente a la escuela había dos torres de piedra, el maestro utilizaba a los niños en los recreos para demolerlas y con la piedra construir un murete para su huerta. Todos los días trabajaban en los recreos y en uno de ellos dejaron al descubierto un esqueleto con un agujero en el cráneo. Aquel infeliz murió bajo el tormento de la gota y fue emparedado (dijeron), y se pulverizó al tocar el maestro los restos. Esta anciana recuerda haber oído contar a su padre la terrible historia de Napoleato, vecino que fue de Bustiello. Este Napoleato era rebelde ante el pago de diezmos y primicias al monasterio, pero dada su fuerza y valentía los monjes no se atrevían a atacarle directamente. Pensaron en tenderle una trampa mortal y fueron a buscarle. Lo encontraron arando y el aldeano, ante la Iglesia que tenía delante, enarboló el arado por la vara y los amenazó conminándoles a que abandonaran sus tierras. Explicaron el motivo de la visita, se trataba de que fuera a Oviedo portando una carta que entregaría a cierto señor, y al regreso sería recompensado. Refunfuñó pero se puso en marcha. En Cabruñana se encontró con un amigo y en la conversación salió a relucir la carta y el amigo se ofreció a leérsela (él era analfabeto). La misiva llevaba la orden de ejecutar al mensajero. Regresó al pueblo, apiló un gran montón de leña ante el monasterio y amenazó a los monjes con dar fuego a la pira si no le entregaban todos los documentos vinculantes de sus fincas. Los monjes se los tiraron por una ventana, así pudieron salir y retirar la leña. También recuerdan los presentes el aparato de tortura con el que se aplicaba la gota, al parecer estaba a la vista 183


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hasta hace pocos años. Según la misma señora, los monjes abandonaron el convento cuando las guerras carlistas, pero lo dejan con la desamortización de Mendizábal, que coincide -en el tiempo- aproximadamente con el paso de las guerrillas carlistas por la zona (se dio una dura batalla en La Espina, y en Malleza -Salas- instalaron el cuartel general en casa Cuervo-Arango). Cuando los monjes abandonaron el convento emplearon una recua de más 100 mulas para portar sus bienes (un siglo antes contaba con 6 sacerdotes, 12 juniores, 0 novicios y tres legos). Recordaba haber oído decir a su abuelo lo que le pagaban al monasterio, que hacia la mitad del s. XVIII se detallaba así: “Diezmos de todo género de pan y de lino, nabos, castañas y lana. Por las crías de ganado que hubiera al año en cada casa se pagaba una cuando el número era de 8. Si las crías eran de 4 a 7 se pagaba media de diezmo y si eran tres, dos o una se pagaba a razón de 10 maravedíes por cada una. Se seguía la misma regla para las cabezas de ganado caballar y los pies de colmena.” Las respuestas al cuestionario del catastro continúan detallando los pagos que se han de hacer al monasterio para toda clase de bienes. Probablemente se debe el nombre de Obona a la calidad de su agua: Obona -> Aubona -> Augabona. Es célebre la fuente del Matoxo, de la que se abastecía el P. Feijoo. Se la hacía enviar a su residencia de Oviedo y para que no la adulterasen obligaba a cerrar los cántaros con llave. Obona se fundó antes de la aparición del sepulcro del Apóstol Santiago, sobre el 781 y fue dotado por sus fundadores de: “[] de muchas posessiones, y grandes términos por aquellas partes, y assimismo de algunas familias de esclavos, como entonces se acostumbrava... porque los naturales de Asturias andavan casi todos en la guerra contra los moros [] Proveyeron assimismo [] de ajuar para casa, ornamentos para la iglesia []”. 184


EXCURSIÓN POR EL ROMÁNICO

Pronto adquirió fama y el rey Alfonso I, en su peregrinación jacobea ordenó “...que nadie se atreviese a desviar a los peregrinos de este recorrido...” que desde san Salvador (Oviedo) se dirigían a Santiago de Compostela. El coto de Obona tenía a mediados del s. XVI 61 vasallos y tres viudas, sobre los que el abad del monasterio ejercía la jurisdicción civil y criminal. Con cuatro de ellos nombraba juez, confirmaba, daba la vara, y era considerado señor de horca y cuchillo. Se estimaba que cada vasallo valía unos 7.500 maravedíes. A mediados del s. XVIII contaba con 79 vecinos y 38 viudas. Desde Obona fuimos a Bárcena del Monasterio y con tan buena suerte que allí encontramos al cura de charla con unos feligreses. Se destacó y nos invitó a entrar. La iglesia está a la misma entrada del pueblo y tiene un ábside hermoso en forma y color, pero el interior está en lamentable estado. Conserva planta y trazado románico y algunas pinturas de difícil datación. Una de las capillas tiene el frontal de la pared recubierta de plástico. Extraña que esté in restauro el monasterio y la iglesia casi abandonada. Lo más pintoresco es la llamada puerta de los vaqueiros por la que estos tenían que pasar dada su “etnia marginal”. El coro tiene acceso desde el exterior, para que los monjes entraran desde el monasterio sin pasar por la iglesia, pero para esta obra tuvieron que cercenar la parte superior de la entrada principal; en esta misma portada se retiraron dos de los fustes de piedra y fueron sustituidos por madera. Esta parte de la obra fue muy posterior a la fábrica original. El muro del pórtico soporta el suelo del antiguo cementerio. Acaso lo más interesante sea la inscripción que tiene en el pórtico. La restauración del monasterio dejó la obra como un patio andaluz, un coso empedrado rodeado por una balconada. Fundaron este monasterio el conde don Vela y su esposa dña. Totilde, bisabuelos del famoso don Piñolo Jiménez, fundador del de Corias. En el s. XIX todavía se cultivaba aquí lino, había algunos telares, se pescaban 185


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truchas y ¡salmones!. El cura llevaba 3 meses en el pueblo y no conocía muy bien los entresijos con lo que no conseguimos murmuración alguna. Ya se hacía tarde para nuestros planes y salimos hacia Pola de Allande y Sta. María de Celón. El viaje es una delicia. En Borres nos acercamos a ver la ermita de la que partía el antiguo camino de Santiago (antes de la fundación de Pola de Allande) bordeando el pico Hospital, por Fanfaraón, a salir al puerto de El Palo. Pasamos por Pola de Allande admirando la prismática mole del Palacio de Cienfuegos en el barrio de Sobrevilla. Llegamos a Celón y rodeamos la iglesia, románica, contemplando los canecillos y la portada. Tiene el entorno más próximo urbanizado y ante la puerta un cedro del Himalaya. Destaca en la portada un capitel con una sierpe ondulada, en la parte trasera un gran agujero y en la fachada trasera una representación iconográfica del peregrino que mató la gigantesca serpiente. Parece que en el interior del templo habitaba una enorme culebra que se alimentaba de cadáveres y tenía amendrantada a la población (entraba y salía por el agujero). Y un buen día, un valiente peregrino -San Miguel, santo que alcanzó intensa devoción sobre los s. XI y XII- la mató. Fue fundada por Tructinio Alonso y su esposa Godigera en el s. IX. Más tarde fue comunidad benedictina y hasta alcanzó cierto prestigio y poder a la sombra del monasterio de Corias. En el interior guarda buenas imágenes románicas y entre ellas la Virgen de Celón, que se considera la mejor talla de Asturias. Tiene torre de espadaña con dos campanas, una fechada en 1222 (la segunda en antigüedad de las fechadas que se conserva en Asturias, posible donación de Alfonso IX). Comimos en el bar que hay al lado -El Choferón- una generosa tapa de lomo, jamón y chorizo con vino de la tierra. No sobró nada. Desde aquí emprendimos el regreso pasando por Tuña y saliendo por Boinás para ver los restos del laboreo aurífero.

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EXCURSIÓN POR LAS SIERRAS DE BEGEGA

EXCURSIÓN POR LAS SIERRAS DE BEGEGA Y COURÍO SIGUIENDO LAS HUELLAS DE LAS EXPLOTACIONES AURÍFERAS ROMANAS

Las minas de oro de Asturias fueron explotadas por los romanos1 y no parece que hubiera posteriormente trabajos importantes hasta finales del s. XIX, cuando una compañía irlandesa inició la explotación de los yacimientos de Naraval y Santiago Cerredo en Tineo. Lo que sí se mantuvo casi hasta hoy fue la actividad de los “oureiros”, buscadores de oro que en el verano bateaban las arenas de las orillas de los ríos2. A principio de 1995 se volvió a hablar insistentemente del gran yacimiento de oro que hay la ladera O de la sierra de Begega, en el término municipal de Belmonte, y que pronto se pondrá en marcha. Tiene la concesión la empresa minera Río Narcea Gold Mines3. Esta compañía espera obtener unos 4.500 kg/año, lo que supone unos 8.000 millones de pts. El potencial del yacimiento se estima en 5 millones de onzas (1 onza = 31,15 gr) y se calcula un movimiento de tierras de 4,5 millones de tm. La puesta en marcha de la explotación está subvencionada por el gobierno español con 1/2 millón 1. Se calcula que nuestra región aportaba a Roma unos 2300 kg/año de oro en concepto de tributo. En la zona de Salas-Belmonte se encontraron huellas de la actividad extractiva en Godán, Ablaneda, Carlés, La Brueva del Courío, Millara, Antoñana, Villaverde, Pontigo, Begega, El Valle, La Rozada y Boinás. Se reconocen más de 17 áreas de laboreo. 2. Recogían las arenas en una tela, vertían mercurio para amalgamar el oro y después lo evaporaban en una cuchara obteniendo así el botón de oro. Esta elemental técnica aún es empleada en muchos lugares del mundo por los buscadores que trabajan por su cuenta, como los garimpeiros. 3. Las áreas de Salas y Belmonte fueron estudiadas modernamente por las compañías Boliden, Charter España y Durandel S.A. Esta última se constituyó por las Sociedades Charter España (90 %) y Minas de Villabona-Hullas de Coto Cortés (10 %).

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de $ y se dice que estaría dispuesto a financiar hasta el 30 % del coste de la puesta en marcha. Este yacimiento muestra gran parecido con la explotación de Carlintred (Nevada, USA). El yacimiento asturiano generará unos 300 empleos directos. Esta excursión parte de Boinás y termina en Selviella. Yendo hacia Boinás procedente de Tuña vamos dejando el río Cauxa a la izquierda, después se cruza y poco antes de llegar a Boinás -unos 500 m- un reguero corre por un bosquecillo de castaños, justo en el punto que corta la carretera, se ve por arriba el gran tajo que el arroyo le hizo a la ladera. El agua fue usada como fuente de energía hidráulica para producir grandes argayos (fanas, desplomes) y para lavar los materiales térreos que el agua arrancaba en busca de oro nativo. Boinás es una aldea pequeña, pero aun así cuenta con dos bares. Cobraron nueva vida con los sondeos en busca de oro que se están haciendo y esperan convertirse en importantes establecimientos del ramo. Aquí se bifurca la carretera, por la derecha se sale a Alvariza (a 1,5 km aguas abajo de Belmonte) pasando por las Estacas (este tramo es muy estrecho y peligroso). Por la izquierda, faldeamos la sierra de Begega por la cara NO y después de la collada del Courío, aguas vertientes al río Pigüeña, salimos a Selviella. Pasado Boinás, como a 1 km, después de una curva a la izquierda determinada por un reguero, hay un sitio estupendo para contemplar el gran movimiento de tierras que los romanos realizaron aprovechando la altura a la que captaban el agua. Más adelante hay otra curva muy cerrada -ésta a la derecha- y después de darla se ven unos prados casi llanos a la misma mano. Parece que son el fondo de un pequeño embalse, hoy desecado, en el que se retenía el agua para derrumbarla en la cabecera del arroyo de Boinás. Aquí, siguiendo un camino casi llano que sale a la izquierda, se encuentran escorias de fundición, probablemente contemporáneas de la primera explotación. Estudiando con atención el mapa topográfico 1:50.000 da la impresión de que la carretera discurre buena parte del recorrido siguiendo el traza188


EXCURSIÓN POR LAS SIERRAS DE BEGEGA

do de un canal cuya agua trabajaría en las cabeceras de todos los arroyos que se encuentran a la izquierda (aguas vertientes al río Cauxa o directamente al Narcea, al actual embalse de Soto de la Barca). El siguiente pueblo, Valle, queda 1 km más arriba. Se llega por un ramal que sale a la izquierda. Tiene un aspecto ruinoso. Lo más interesante es un túnel -bocamina- probablemente perteneciente a la red que se hacía en las fucaronas para anegarlos de agua, romper así el equilibrio y producir los desplomes. En el siguiente cruce se deja a la izquierda el que conduce a Begega y muy pronto se alcanza la cota de los 700 m, lo que se nota en la vegetación y en las construcciones. Pasados Santa Marina y El Pontigo -las casas están orientadas al S y tienen los tejados sembrados de grandes piedras para paliar los efectos de los vientos N y NO- se encuentra el desvío a Villaverde. El reguero que discurre entre Villaverde y Antoñana (nombres de origen romano) fluye por un cauce artificial creado por el movimiento de tierras que se realizó que se aprecia muy bien en el abarrancamiento de la parte alta. Al llegar a la collada que da paso al valle del Pigüeña, en la falda S del Courío, se encuentra la carretera -muy encajada- dejando unas hombreras a los lados de más de 8 m de altura, y por la izquierda -por la falda del Couríose aprecia una topografía resultado del mismo movimiento de tierras. Esta excavación se une a la que pasa por Millara siguiendo el curso del río. En la misma collada pudo haber una balsa (como en el puerto de El Palo); donde la hubo seguro fue aquí cerca, en un prado que hay subiendo al Courío en el que se observa perfectamente -aun queda un encharcamiento- lo que fue un pequeño lago artificial y la presa (corrugi) que lo abastecía. Sorprende el roquedo granítico de este pequeño enclave. Desde aquí se puede coronar el Courío por la pista recién abierta (en 1994) con poco esfuerzo y en poco tiempo. 189


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A lo largo del recorrido desde Boinás se presentan numerosas ocasiones de admirar el tajo del Narcea y la plataforma que al O soporta algunos pueblos de los concejos de Salas y Belmonte (varios de los cuales fueron brañas de invierno) y el gran vaso que contiene el embalse de Soto de la Barca. Aun a esta distancia resultan espectaculares los pliegues de las pizarras del Narcea. Si se hizo la excursión entrando por Tuña. Se llega a comer a Selviella, o al Puente San Martín. Courío, Courío cuanto oro en tu panza tienes metío Se decía por estas tierras.

SOMERA DESCRIPCIÓN DE ALGUNOS PROCEDIMIENTOS DESARROLLADOS POR LOS ROMANOS PARA EXTRAER ORO, LOS ARADOS Se llama así porque parecen las arrolladas que hacen las lluvias torrenciales, con surcos parecidos a los que hace un arado. Se conducía el agua a través de un canal alimentador que seguía una suave pendiente -casi una curva de nivel- y a lo largo del recorrido se hacían desagües a intervalos regulares de 10 ó 15 m controlados por portillas que hacían de compuertas. Desde cada una se excavaba una roza (paralelas entre sí, que les da el aspecto arado) en el sentido de la máxima pendiente. Así se conseguía labrar la ladera. Los surcos marcados se reunían en un haz unos 200 ó 300 m más abajo. Se excavaba una parte de la ladera que quedaba con forma de gran cuchara hendida por las cárcavas y cuyo mango sería el canal 190


EXCURSIÓN POR LAS SIERRAS DE BEGEGA

de salida. Los trabajadores harían circular el barro separando las piedras. En una explotación de tamaño medio, con esta tecnología se empleaban de 2.000 a 3.000 mineros.

RUINA MONTIUM Era el de efectos más destructores. Se excavaban túneles en la falda de la montaña y también se abrían grandes pozos que comunicaban con estos túneles. Al inundarlos violentamente el agua corría por el interior arrancando materiales y produciendo grandes desprendimientos, así se conseguían gigantescos desplomes y se abría el gran cráter a media ladera.

CONCHAS DE EROSIÓN Es el modo de ataque hidráulico más elemental y primitivo de todos los conocidos. Siempre se trata de lograr que el agua arranque y arrastre los materiales produciendo derrumbes. Se conduce desde cotas altas al objetivo que se pretende desplomar; a veces, tiene en la base una zanja u hornillo para preparar la pérdida de equilibrio y, en la cimera, algunos pasillos para facilitar la penetración en la masa pétrea. Las minas eran concesiones a particulares, pero las de oro las explotaba directamente el Imperio. Los aprovechamientos estaban al cargo del procurator metallorum y eran trabajadas por esclavos condenados ad metalla. Los canales que conducen el agua se llamaban corrugi; arrugia las conducciones; agoga el canal de decantación. Las agogas estaban tapizadas de tojos que hacían de filtros o coladores, que, una vez secados se quemaban y extendían la ceniza sobre la hierba. Las pepitas grandes de oro se llamaban paluga o palacurna, y al oro que afloraba a la superficie talutatium o alutatium.

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EXCURSIÓN DE SAN MARTÍN DE LUIÑA A VILLAYÓN, PASANDO POR ARCALLANA, NAVELGAS, BARZANALLANA Y PARLERO

Para hacer una excursión en coche este itinerario resulta excelente. Para llegar desde Oviedo a San Martín de Luiña no se necesita explicación alguna. Aquí ya se debe hacer la primera parada para ver la maciza -y a la vez esbeltaiglesia parroquial. Tiene tres naves y data del s. XVIII. Es una construcción acometida por un pueblo pujante, con dinero y con pretensiones. Está situada en una explanada rectangular y flanqueadas dos de sus caras por una hilera de viviendas unifamiliares que pudieran ser contemporáneas de la obra de la iglesia y guardan perfecta armonía con el entorno. Por aquí pasaba el Camino de Santiago de la costa, y la casa rectoral era el antiguo hospital de peregrinos. San Martín de Luiña es una parroquia muy conocida en su entorno. A su ámbito pertenecen las brañas de invierno de los vaqueiros de alzada (Brañaseca, Bordinga, Los Gayuelos, aunque creo que sería Valluelos), población ésta que siempre encontró problemas con los xaldos en los lugares de invierno. En esta iglesia parroquial el espacio está dividido según estamentos sociales. Los vaqueiros, no podían rebasar cierta línea divisoria grabada en el suelo en la que aún se lee: NO PUEDEN PASAR DE AQUÍ A OÍR MISA LOS VAQUEIROS. También se indicaba dónde se debían sepultar los nobles, los plebeyos, el estado llano, los forasteros, los niños y los célibes. Seguimos y en Salamir tomamos un desvío a la izquierda, hacia Arcallana. Cruzamos un reguero antes de llegar a San Cosme y oímos un gran 192


EXCURSIÓN DE SAN MARTÍN DE LUIÑA A VILLAYÓN

alboroto en la ladera del monte de enfrente: una partida de cazadores regresa de una batida con varios jabalíes muertos (cuatro) que transportan ocho de la cuadrilla colgando de un palo. En Arcallana hacemos otra parada en el bar-tienda que abastecía a una amplia zona entre Malleza, San Martín de Luiña y Trevías. Esta parroquia también es de las afamadas en los alrededores y también tiene numerosas brañas (Argumoso, Arquillina, Baos, Sinjania, Lendepeña), pero aquí las relaciones eran menos tensas porque la población de vaqueiros era mayor, aunque eran mirados con algún desprecio o prevención. La iglesia parroquial está al lado del bar y aunque de menos pretensiones que la de San Martín de Luiña merece la pena verla. El maestro de niños de Arcallana en los pasados años era pagado por el pueblo. Al dejar la cuenca de El Esqueiro (que desemboca por Soto de Luiña en la playa de San Pedro de la Ribera, antiguamente San Pedro de Boca de Mar) y entrar en la del Canero se nota un terreno más pobre y un aire más galleguizante que se traduce en las viviendas y en el aspecto del paisaje agrario. Recordamos al Marqués de Ferrera al pasar al lado de su solar, Ferrera de los Gabitos (fue el último viajero que pasó en carruaje el puerto de La Mesa a mediados del s. XVIII), del que se conserva casona y capilla. Todos estos pueblos cuentan con muy buen suelo. Las tierras de labor se agrupan en la “llousa” o ería y las zonas más húmedas se dejan para prados, con divisoria de sebes o paredes. Cada casa tiene al lado una pequeña huerta/o para frutas, hortalizas y verduras. Las construcciones no ofrecen una tipología única pero la mayoría cuentan con hórreo o panera y tienen la cuadra bajo la vivienda. Por Muñás salimos a la carretera de Brieves y de aquí vamos sin más a Paredes de Merás. A la entrada del pueblo hay letreros indicadores de un dolmen que, al parecer, no está lejos. Lo dejamos para otro día. Aquí nos detenemos a comer. Y nos dejamos aconsejar por los mesoneros. Se ven 193


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algunas casas unidas a la panera por un puente, componenda arquitectónica bastante corriente al O de La Espina. En Paredes, aún se cosechaba mijo y panizo a mediados del s. XIX. Vamos ahora camino de Tineo y entramos en el concejo por Nara1 val y Navelgas2. En el término de Navelgas hubo importantes minas de oro explotadas por los romanos. Actualmente, destacan los edificios destinados a la floreciente industria chacinera. Del s. XIX hay numerosas anécdotas que refieren encuentros de pepitas de varios gramos. Parece que las excavaciones más importantes estaban en Entrepeñas (Ferrería). Por aquí encontramos a unos tíos de Juan Carlos que viven en Madrid, encantadora pareja de ancianos, paseando por la carretera. Seguimos por la carretera de Barzanallana. Queda a la izquierda el río Navelgas enmarcado por prados. Hay ahora unos cuantos km por el fondo del valle de gran belleza, que se va estrechando y, por el horizonte, se van acercando las montañas -muy redondeadas, como corresponde a su edad- de las que reconocemos el pico Mulleiroso. Éste es como un mascarón de proa que enfila hacia el N y deja nacer, a sus pies, el río Navelgas. Siguiendo la carretera pasamos Parada3 y Rellanos. Al abandonar el valle del río Navelgas se ve el precioso rincón de su cabecera en la cara E del 1. Varias aras con inscripciones de la época romana fueron halladas aquí y dan el nombre geográfico del lugar donde se asientan a algunas divinidades indígenas, como Evedutonius Barciaecus. (Evedutonio el de La Barcia). Resto de interés arqueológico es el castro Manxelón, cerca de Naraval. Con referencia a la riqueza aurífera del lugar, relata Schulz que con las obras de mejora del camino de Navelgas a Luarca, en la divisoria entre ambas localidades, se explotaron dos filones a cielo abierto y en lo alto de la loma se notan los restos de dos pequeñas balsas que recogían el agua por un cauce que venía de las brañas Businán y Folgueras. Adriano Paillette estudió la zona a mediados del s. XIX y cuenta que en la zona de Navelgas (en un camino que sube de Navelgas a Entrejeito) encontró María Fernández en 1842 una gruesa pepita en forma de placa de 54 onzas, y en 1843 Bárbara Feito una de 20 onzas y en el mismo año Ángel Fuentes una de 10; un año después, un pastor dio con una que le valió 7 duros. Desde Brieves vamos por la cuenca del río Canero, que hasta principios del s. XX era recorrido por cuadrillas de “oureiros” que recogían las arenas que quedaban “pegadas” a las plantas de los márgenes y echaban después en artesas para batear, y, si hubo suerte, recogían las escamas de oro. 2. Cerca de Navelgas hay un castro llamado Pico Cortino. En Navelgas se encontraron monedas de Claudio, lo que puede indicar hasta cuando se mantuvo la actividad minera en la zona. 3. Muchos de los pueblos con este nombre lo deben a la existencia de un puesto de remonta de caballos, que siempre eran de control militar por el interés del ejército en velar por “las máquinas” del Arma de Caballería.

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EXCURSIÓN DE SAN MARTÍN DE LUIÑA A VILLAYÓN

Mulleiroso. Empezamos a faldear hasta llegar a Tejedal4. Al ir ganando altura aparecen las montañas circundantes muy redondeadas y las áreas cultivadas en los mejores suelos. Las casas, pese a lo apartado del lugar, son grandes y parecen de buenos materiales. Cambiamos de cuenca hidrográfica en la collada que hay entre el Verdigueiro y el Risco Sarnoso y entramos en la del río Navia a través del arroyo Polea. Aparecen algunos pueblos entre los que destaca Parlero (también aquí picotearon los romanos en busca de oro) por la llamativa forma topográfica -de silla de caballo- en la que se asienta. Al poco de iniciar la bajada dejamos a la derecha una pista de reciente construcción que lleva a Llendequintana. Al llegar al nacimiento del arroyo de Cárcabos destaca un molino hidráulico5 en uso, de materiales y formato absolutamente típicos: paredes de piedra, cubierta a dos aguas de teja curva, canalización y salto de agua identificables. Pasamos Cárcabas, Parlero, Cotorullo, Collado, Legumín, Busmente. Salimos a la carretera que viene desde el puerto de El Palo a unos 2 km antes de Villayón. Desde que pasamos Tejedal encontramos en los regueros prados de color verde botella de sidra y en lo inculto sólo monte bajo. Todos los pueblos tienen una parte dedicada a “llousa” y cerca de las casas hay huertos para frutas, verduras y hortalizas. La arquitectura no varía llamativamente y únicamente destacan los tejados de pizarra. En Carrio, cerca de Villayón, se encontró en 1926 una pizarra con una inscripción en letra cursiva (podría corresponder a los reinados de Recaredo o Ervigio, s. VI al VII) con varias invocaciones o conjuros de ritos cristianos mezclados con paganos. En el catastro del Marqués de La Ensenada se contesta en algunas de las preguntas generales que las parroquias de San Pedro de Villayón, Sta. María de Oneta y Santiago de Ponticiella no cosechan 4. Se referirá, probablemente el topónimo a los tejos, (Taxus baccata). 5. El molino hidráulico no se generalizó en Asturias hasta entrada la Edad Media.

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“[] trigo ni cebada por el poco jugo y substancia de la tierra y por no tener suelo en donde pudiera afianzarse el cultivo, respecto de lo montuoso y peñascoso[]”. Cerca de Villayón, en Illaso, se localiza un castro conocido como El Castro. Esta capital de ayuntamiento es, en realidad, una aldea pequeña. Cuenta con dos bares donde dan comidas. El regreso se debe hacer por Navia, Luarca, Canero, Cadavedo, Novellana y Soto del Barco. En este último tramo ya no hay problemas de establecimientos hosteleros, menudean.

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EXCURSIÓN A LA VEGA DE ARIO

EXCURSIÓN A LA VEGA DE ARIO CON SUBIDA OPCIONAL AL JULTAYO 25 de marzo de 1995

Esta excursión admite pocos comentarios porque el atractivo de los Picos de Europa es magnético. No se puede transitar por ellos sin ser víctima de su hechizo. Fue el primer parque nacional de España (1918), debe su sombría fama a los numerosos accidentes de montaña que aquí se han producido, por la gran riqueza de paredes y cañones que ofrece para la práctica de todos los deportes de montaña. La llegada al lago Enol, con un poco de suerte, puede ser una imagen casi mágica si aparece flameado por la niebla y al fondo Peña Santa de Enol jugando al escondite. La misma encantada estampa se puede encontrar en El Ercina. Desde el lago Enol se hizo una carretera a la parte alta de la vega Comeya que termina debajo de la base del Ercina. Se trata de acceder a un gran aparcamiento, que contará con algunos servicios, bajo la administración del ICONA Ante esta iniciativa reaccionaron en contra algunos vecinos de Cangas de Onís a través de INCATUR (Iniciativas Canguesas de Turismo). Antes de la llegada a la explanada que acoge el lago hay -subiendo, a la izda.- un relleno de pináculos que parecen grandes termiteros. Se debe esta morfología a un pasado de clima tropical con abundantes precipitaciones que disolvió la caliza y dejó este profundo lapiaz que, mucho más tarde, se rellenó con los materiales morrénicos que arrastraron los hielos de la última 197


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glaciación. Este lugar, aunque de pequeñas dimensiones, mereció la calificación de PIG (Punto de Interés Geológico). En este lago hay una numerosa población, estable, de fochas1; en los dos lagos, abundan las truchas y los cangrejos -autóctonos- de gran tamaño. Dejamos el coche a la vera del lago Ercina y atravesando la campera nos dirigimos a su extremo NE. Bordeando una gran peña encontramos la senda -bien indicada- que conduce a Vega de Ario. Pasamos al lado de unas cabañas y, en una roca a la derecha, hay un tejo que hace de paipay -nació en un sitio inverosímil y consiguió vivir varios cientos de años pues tiene el tronco abierto y vaciado-. Alcanzamos una colladina y después llaneamos hasta llegar a un roquedo. Aquí, aunque no lo parezca, es necesario estar atentos porque si nos desviamos a la izquierda apareceremos en la majada Belbín. Llegados a la majada La Rondiella, disfrutamos de las cuidadas cabañas y el pastoril entorno. Entramos en el peñascal y pasamos junto a una fuente donde una moderna manguera de plástico nos permite enchufar el agua en la boca. Llegamos al nacimiento del río Casaño. Es un lugar con encanto, recoleto. Se trata de una miniatura de cabecera de paredes verticales y fondo casi plano -parece un “cirquín” glaciar- y cuya morfología seguramente tiene algo que ver con climas mucho más fríos. En un extremo salen dos hilillos de agua que se juntan 2 ó 3 m más abajo y forman el primer metro de cauce del Casaño (mucho ha de crecer hasta llegar a La Molina). Ahora hay que subir hasta una collada y ya se ve El Jultayu. A partir de aquí, SIEMPRE MIRANDO LAS SEÑALES AMARILLAS Y LOS PE1. Ave acuática de casi 40 cm de longitud. Se caracteriza por el escudete blanco que tiene en el pico y la frente. Vive en lagos y embalses y sólo se acerca a la orilla para alimentarse y descansar. Es grande y pesada y para despegar ha de dar una larga -y estruendosa- carrera sobre el agua. Estas del lago Ercina refuerzan su población con algunas inmigrantes de invierno. Si llegan a ser demasiadas se producen encarnizadas peleas en los límites de los territorios. Son tan valientes en la defensa de sus crías y territorio y hasta llegan a enfrentarse con el hombre. Construyen un nido flotante anclado a la orilla y generalmente cubierto por hojarasca.

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EXCURSIÓN A LA VEGA DE ARIO

QUEÑOS Y COQUETOS MONTONES DE PIEDRA QUE TAMBIÉN JALONAN LA RUTA -JITOS- Y QUE INDICAN QUE ESTAMOS EN EL BUEN CAMINO, no hay nada que merezca la pena resaltar hasta llegar a la collada El Jito. En esta collada se abre el panorama y ahora sí que resulta espectacular. Al frente está el tajo del río Cares (que encontramos cubierto por la niebla formando un estrecho mar algodonoso) y al otro lado, yendo de N a S, se ve: Amuesa, el Neverón de Urriello, Los Cabrones, Torre Cerredo y, ya encima de Caín, Dobresengos. A nuestra derecha el Jultayo, la cresta de Peña Santa de Castilla y el Cuvicente. Tras un suave descenso llegamos a la vega de Ario, donde hay algunas cabañas y el refugio de montaña Marqués de Villaviciosa. Los Picos de Europa constituyen por su volumen, modelado y altura, la unidad más destacada del paisaje morfológico asturiano. Se ve desde numerosos puntos de nuestra geografía y resultan particularmente hermosos cuando están nevados y helados. Tienen perfectamente definido su contorno por los escarpados paredones que lo limitan. Se pueden distinguir dos niveles montañosos escalonados por los bloques que, a distinta altura, se levantaron: uno al N entre 1.000 y 1.400 m de altura, cuyo sector más significativo es la plataforma del Enol. Está muy carstificada y en algunos puntos retocada por la acción de los hielos o las aguas de fusión de las lenguas glaciares cuaternarias. El otro sector, más al S, se levanta bruscamente hasta los 2.600 m; y presenta un extraordinario y particular relieve cárstico de alta montaña muy marcado por los hielos de la última glaciación. Aquí no hay red fluvial jerarquizada ya que, salvo en sus límites, en el interior no existen ríos y son los jous y las cresterías que los separan los elementos que definen el relieve, y que están muy modificados por la acción de los hielos. Presentan numerosas formaciones glaciares y periglaciares, y frecuentes depósitos de tipo morrénico. 199


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Aunque se extienden de E a O y en ellos se localizan las cumbres más elevadas de la Cordillera Cantábrica, no constituyen una línea de separación de cuenca hidrográfica. Están atravesados perpendicularmente y enmarcados por los ríos Sella, Cares, Duje y Deva, que nacen en las montañas de la divisoria; y los tajan formando profundos desfiladeros. Estos cañones dividen el conjunto en tres macizos: al E, entre el Duje y el Deva (entre el valle que conduce a Potes y las vegas de Sotres, camino de Áliva), el Oriental o de Andara, que no pasa de los 2.300 m e incluye pequeñas fosas tectónicas como la de Sotres; entre el Cares y el Duje se sitúa el Central (el más famoso, duro y agreste), que incluye las mayores elevaciones de la cordillera como Peña Vieja y Torre Cerredo; al O, el Occidental (fácilmente accesible por Covadonga, más conocido y pisado), entre el Sella y el Cares y, más exactamente, entre la Senda del Cares y el Valle de Angón, que comprende el Cornión y alberga los lagos Enol y Ercina. La gran originalidad de los Picos de Europa radica en la combinación entre las formas cársticas, de acumulación glaciar y las de carácter mixto. Caminando por ellos se encuentran rocas modeladas por el hielo. Los seres vivos más interesantes son de pequeño tamaño, tales como flores e insectos, aunque el más afamado sea el rebeco. En todo el conjunto predomina la caliza de edad carbonífera. La naturaleza de esta roca, soluble en agua de lluvia, permitió que las depresiones cerradas se ampliaran lentamente y se originaran galerías, simas, y todas las formaciones cársticas propias de su naturaleza. Toda la unidad está ahuecada por estos fenómenos.

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SALIDA AL PICO PEDROSO

SALIDA AL PICO PEDROSO DESDE LA COLLADA ENTRE ARALLA Y GERAS DE GORDÓN 15 de abril de 1995

Partiendo de Oviedo, se puede acceder a esta collada desde la autopista A66, por el puerto de Pajares o, todavía mejor, llegar por la primera y salir por la segunda. De la collada sale hacia el N una pista que termina en el cercano Alto del Castro (1.721 m) que tiene en la cima un gran poste metálico. Nuestro camino sigue la pista que sale hacia el S enfilando la loma Sextillo y poco después gira al SO. Sale de la misma divisoria de aguas y ataca la ladera de frente, pero resulta suave. Dejamos un desvío que sale a la izquierda y tras un poco la abandonamos, giramos a la izquierda de nuevo y avanzamos –cresteandomanteniendo la misma dirección. A la derecha se ve en una campera el final de la pista y a la otra mano se abre el valle del arroyo Valmeán. Al encontrar una alargada pared rocosa -cuya máxima cota es el Alto Juncanal- la bordeamos por la izquierda (cara NO) siguiendo un estupendo camino con algunos tramos empedrados. Vamos casi paralelos -queda a la derecha- al valle del río Aralla y vemos el concierto de tejados del pueblo. El camino abierto termina en un alto y a la izquierda queda la collada que nos separa del valle de Valmeán. Detrás dejamos una estupenda panorámica de cientos de km. Disfrutamos identificando cimas conocidas: Cueto Arbás, Peña Chana, el macizo de Orniz, Ubiña, el Tresconcejos y hasta el Espigüete y la llanura palentina. 201


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Mucho más próximo el embalse de Barrios de Luna y las numerosas cumbres peladas de esta comarca montañosa del norte de León. Fascinante. Encontramos pequeñas manchas de piornos y faldeamos un pico de 1.838 m que dejamos a la izquierda. Por terreno pedregoso, sin senda marcada pero sin problema alguno, llegamos al Collado Pedroso. Esta es la divisoria entre el arroyo San Juan, que va al río Aralla, y el de Polanco, que va a Geras de Gordón; en la cabecera de éste hay una buena pradería, y quedan algunos montones de piedras, restos de cabañas. Desde aquí ya vemos El Pedroso a la derecha. No es aconsejable atacarlo de frente porque es muy pendiente. Es mejor caminar hasta la collada y después rodear un poco su cara N para emprender la subida por la ladera E. Esta cima ofrece una panorámica circular con la zona de contacto -y contraste- entre la llanura mesetaria y la Cordillera Cantábrica. A lo lejos, hacia Tierra de Campos, la rotura de pendiente forma un ángulo de 1450 tan lineal y geométrico, que parece mentira que al pasar en el coche pase casi desapercibido el fenómeno. La franja norte de la Península rejuveneció su relieve como consecuencia del Plegamiento Alpino y el antiguo Macizo Ibérico, levemente inclinado al O, continúa peneplanizándose. Al N se ve el túnel de Aralla en la cima del puerto, y el crestón de caliza de alineación E-O que oculta los valles de Casares y Rodiezmo. En conjunto, es un paisaje duro con poca vegetación y mucha roca a la vista, pero no exento de belleza. Muy destacable resultó el encuentro de Pulsatilla rubra subsp. hispánica -hermosa flor de montaña- que produjo en Antón una gran alegría y a la que fotografió repetidas veces. Alegría que todo el grupo compartió porque se trata de una especie muy hermosa. Al regreso comimos en Geras de Gordón. Presenta el pueblo un aspecto ruinoso, muchas casas caídas y otras muy descuidadas. Se salva únicamente el restaurante. A mediados del s. XIX 202


SALIDA AL PICO PEDROSO

tenía 80 casas, pertenecía a la diócesis de Oviedo y cultivaba centeno, trigo y pastos. Estos datos que da el Madoz hablan de un pueblo de muy escasos recursos naturales y así no es extraño que hoy lo encontremos casi abandonado.

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UN MILLÓN DE PASOS POR ASTURIAS Y ALGO MÁS

VALLE DEL FONTANÓN (SOMIEDO) 15 de abril de 1995

Se sale de Sta. Ma del Puerto (Somiedo) por el mismo camino que para El Cornón. Encontraremos un espeso piornal el camino se bifurca. Seguiremos por la derecha. Al salir del piornal y dar vista al valle de Somiedo, se presenta una panorámica impecable de la braña La Peral, con algunos teitos y una rotunda división de los prados por paredes de piedra y anchos caminos para permitir el paso del ganado, como cordeles. En los canchales que dejamos a la izquierda es frecuente ver rebecos, también en la cara O de Peña Canseco y en la SO del Fontarente. A la entrada del valle del Fontanón -nacimiento del río Somiedo- hay algunos montones de piedras que antaño fueron cabañas; pues bien, por la derecha de las ruinas sale un camino que empalma en la collada La Festietcha con el que viene de La Peral. A la misma entrada del valle, situándose en la falda E del Fontarente, junto al único árbol del lugar, se aprecian con toda nitidez las “cucharadas” que los pequeños glaciares fueron arrancando de Peña Canseco, y los conos que formaron los materiales arrastrados al pie de la montaña. Se continúa bordeando el recién nacido río y al remontar unas peñas, mirando hacia atrás, con su minúsculo y sinuoso curso parece una postal viva. Poco más arriba se entra en una nueva llanera que alcanza la cara N de El Cornón. Esta panorámica, con la pared de la montaña de frente, es muy hermosa. Conociendo las otras caras de El Cornón se comprende la talla 204


VALLE DEL FONTANÓN (SOMIEDO)

piramidal que el hielo le dio y quedó como un horn (pico piramidal que se origina cuando varios circos se desarrollan a partir de un mismo macizo). De la cascada que se desploma por esta cara nace el río Somiedo, que también se lo toma con calma dando numerosas vueltas en esta pradería antes de emprender un descenso más rápido. Hacia el N se recorta -suave y tentador- el Mocoso. Los prados que rodean el poblado de verano prenden nuestra atención. Las casas de Sta. Ma del Puerto se están rehabilitando dentro del caos: bloques de hormigón, tejados de uralita, barandillas y marcaciones de aluminio, plásticos, y todo lo que maltrata los ojos del paseante. Del campanario de la iglesia pende una cadena que ya gastó la piedra de la construcción y borró una inscripción en la que se lee algo de la segunda mitad del s. XVIII. Se puede tañer desde el exterior, no en balde tenía como función importante orientar al caminante cuando había adversa meteorología además de convocar a los actos de culto. Esta braña contó con Escuela Nacional hasta principios de los años 70. Era de las llamadas “de patronato”, lo que le daba cierta autonomía (especialmente en el nombramiento de los maestros) y confería algunas peculiaridades. Creo que el patronato estaba presidido por el alcalde de Somiedo, lo formaban el secretario del ayuntamiento y el inspector de Enseñanza Primaria de la zona. El último Maestro Nacional fue d. Ángel Llorente. Esta escuela abría sus puertas en mayo y cerraba hacia octubre. Se trataba de atender la educación de los niños que acompañaban a sus padres a los pastos de altura. La actividad escolar cesó al abrirse las Escuelas-Hogar de Pola de Somiedo y Belmonte. Estos vaqueiros tienen sus pueblos de invernada en brañas de los concejos de Salas y Belmonte (p. e. Villaverde, aldea afectada por la puesta en marcha de la explotación minera de oro, en Boinás). 205


UN MILLÓN DE PASOS POR ASTURIAS Y ALGO MÁS

Prescindir de la ayuda de los hijos era, para los padres, un cierto sacrificio y no veían muy claras las ventajas de los estudios. Así, un padre con cuatro hijos, le decía al maestro: -Don Ángel, ¿puedo mandar a la escuela a la nena mayor y después que ella enseñe a los hermanos.

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EXCURSIÓN A LOS LAGOS DE SALIENCIA

EXCURSIÓN A LOS LAGOS DE SALIENCIA CON SUBIDA A LOS PICOS ALBOS

Este día, largo tiempo esperado, nacía bajo los mejores auspicios. Por la carretera de Belmonte a Pola de Somiedo, después de pasar Castro, en el embalse La Malva sale a la izquierda una carretera que conduce a Saliencia. Un 4 x 4 nos aproximaría a la collada La Farrapona. Tenemos conductor de probada confianza y espléndido día. Llegamos a la collada de La Farrapona (también llamada de Balbarán) y continuamos hasta la misma orilla del lago de La Cueva. Aquí empezamos la caminata bordeando el lago. El entorno está dignificado por la restauración que se hizo de la antigua explotación minera. Empezamos a subir para alcanzar el nivel del lago Cerveriz por una pista apta para vehículos todo terreno pero que únicamente pueden usar vehículos de la guardería del Parque Natural de Somiedo. A medida que ganamos altura mejora la vista aérea del lago de La Cueva. Apenas se notan dos bocaminas y quedan en pie las paredes de lo que debieron ser barracones. Esta mina llegó a tener más de 100 empleados. Cerró hacia 1970. Al alcanzar el rellano nos llevamos una grata sorpresa: una excursión del IMSERSO cordobés llegó antes que nosotros. Rodean a Juan Carlos, a Pepe y a Juan; y éstos, sintiéndose colegas, derrochan amabilidad y atenciones, hasta una piedra con dedicatoria les regalan. Antón y Tomás, cosas de la edad, se alejan para ver el lago Negro. 207


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Esta gran vega de Camayor pertenece a los vecinos de Saliencia, quienes la alquilan por los veranos a los trashumantes de Salamanca o Extremadura. Antiguamente venían caminando -ahora en ferrocarril o camión hasta León o Villamanín- por la cañada La Vizana, de 880 km, entre La Farrapona y el puente de La Lavandera (Cáceres). Estas camperas aportan importantes ingresos a los vecinos de Saliencia por este concepto (300.000 pts en 1985). Queda a la izquierda una laguna (La Mina) con muy poca agua y con importante masa de vegetación acuática. Después, dejándose caer, ya se ve el lago Cerveriz. Estamos al comienzo de la Vega Camayor. Para acercarse al lago no hay más que seguir la línea recta y para asomarse al Lago Negro -o Calabazosa, aunque algunos llaman Calabazosa a las lagunas que hay en la majada de Traspando- se sigue el sendero que desde el Cerveriz sale a la izquierda, hacia el E. En pocos minutos se puede ver completo. Es el más profundo de los asturianos y tiene un calado superior a los 30 m. Por estar represado para aprovechamiento hidroeléctrico sufre fuertes oscilaciones y alcanza unos desniveles de hasta 9 m. Justo encima del Cerveriz se levantan los Picos Albos. Son de similar altura, remotamente parecidos a las Tetas de Viana (Guadalajara), y separados por una collada. No parecen demasiado duros para nosotros y empezamos el ataque. Vamos hasta una pequeña construcción que hay al O del lago Cerveriz y desde allí, mirando al S se distinguen tres niveles de rocas. Algunos del grupo desean conquistar Los Albos y salir a Valle de Lago. Pronto llegamos a un acuerdo: Nando y Juan Carlos optan por la travesía, el resto ataca los picos. Empezamos bordeando el primero de los resaltes rocosos por la derecha y después, por la misma mano, remontamos el segundo. Aquí encontramos una hoya de unos 200 m de longitud, con unas cuantas lagunillas circulares o redondeadas y algunos cursos de agua que meandrizan unos cuantos metros para después sumirse. Bordeamos este antiguo lago seco (parece) y alcanzamos el último nivel de rocas que veíamos desde abajo. Lo bordeamos 208


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un poco por la derecha y desde aquí ya enfilamos la canal que nos pone en la collada que separa ambos picos. Trepamos por la canal. Es pendiente y pedregosa pero se recorre sin problema. Al coronar la collada hay que rodear una pequeña torca y, si se hace por la izquierda, se llega a otra de grandes dimensiones. Al cambiar a aguas vertientes al Valle se abre ante nosotros el fantástico espectáculo del Lago del Valle a vista de pájaro, más allá Peña Chana y al fondo El Cornón; al S el paisaje lunar de Las Duernas y la cara N de Peña Orniz; al E Los Bígaros y las Ubiñas. Remontamos el castillete del Albo Occidental y ahora sí que completamos un maravilloso paisaje de 360º al incluir Valle de Lago en toda su extensión. Este es el punto culminante de la excursión y un perfecto observatorio del sinclinal de Saliencia. Destaca Peña Orniz, que nos enseña su cara N y los conos que acumula en su base; y el paisaje lunar del paraje llamado Las Duernas, que es una plataforma cóncava de caliza muy carstificada y plagada de diminutas dolinas que le dan el aspecto lunar por los cráteres. Se aprecia en su modelado la influencia de los hielos de la última glaciación. En el arco montañoso que de Peña Orniz cierra el circo de Las Duernas, se acumulaba la nieve que originaba el glaciar de Lago del Valle. Los hielos fluían valle abajo hasta rebasar el pueblo, aproximadamente hasta donde está el pequeño embalse de HC. También en este arco nacía el glaciar de Camayor, que copaba toda la vega a modo de casquete. Excavó el sitio para los lagos Cerveriz y Calabazosa y uno de sus ramales alimentó al de Saliencia; éste, después de erosionar el embudo del lago de La Cueva, saltaba el desnivel y se escurría valle abajo casi hasta el pueblo de Saliencia. El glaciar de Los Albos nacía en la cara NE de estos picos y corría para conectar con el de Camayor, resto de este contacto es la pequeña morrena lateral que los separaba. No se puede asegurar que este relieve somedano -lagos, valles, cubetas y “duernas”- deba sus formas totalmente a los hielos del cuaternario, 209


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pero sí que éstos actuaron sobre formas preexistentes adaptándose a la estructura del terreno. Todo este conjunto del sinclinal de Saliencia se resume en 3 niveles: 1º Las Duernas estrictamente dichas. 2º La curvatura que recoge el Calabazosa, el Cerveriz, casi una docena de lagunas, y la vega de Camayor con el pequeño macizo interior, de planta elíptica, de Los Albos. 3º Y enmarcando las vegas de Camayor se alinean los valles de Valle de Lago y Saliencia. Extensos y profundos surcos, de pendiente muy débil, fondo de valle amplio y paredes escarpadas, orientados de SE a NE, que canalizan las vías de comunicación y en los que se establecen los únicos núcleos habitados. Subiendo a Los Albos encontró Antón Salix breviserrata, infrecuente sauce enano -no levanta más de 4 ó 5 cm- descubierto en estas montañas por el P. Laínz. El lago del Valle es el de mayor superficie de Asturias con 23,7 ha, y con una profundidad de más de 25 m. Desde aquí tiene color verde esmeralda y cierta transparencia. Comimos las manzanas y nos empapamos del viejo Somiedo sabiendo que nuestra fortuna va mermando. Cada día se amputa un poco, cada día se conquista un poco más de espacio para hormigón, paella y transistor. No veremos nunca más el mismo paisaje dos veces. Juan y Antón posan, Tomás se deja abducir tumbado sobre una mata de arbustos, Pepe los inmortaliza. Una visual a Orniz, los lagos, Peña Chana, valle abajo, Camayor y Ubiña. Y otra mirada, y otra, y otra, y mil más. ¡Qué suerte tenemos!. Para el descenso, Tomás emprende en solitario el camino más recto hacia el Lago del Valle para alcanzar a Nando y Juan Carlos en Valle de Lago; Antón, Pepe y Juan retornan a buscar el coche y recoger a sus compañeros en Valle de Lago. 210


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Bajamos por la pista hasta Saliencia, salimos a La Malva y vamos hacia Pola de Somiedo. Nos sorprende el intenso tráfico y confirmamos el pesimista pronóstico que hacemos sobre Somiedo. No se trata del DESARROLLO SOSTENIBLE, ES EL DESARROLLO ESTRUJABLE. Como a 2 ó 3 km de La Pola encontramos a Juan Carlos y a Nando. Se alegran, suben al coche y seguimos al encuentro de Tomás. Lo encontramos ya en el pueblo. Buscamos donde comer. Floja comida. La mesonera es de físico opulento y luce buenos colores; sus dientes ya tienen algunos arreglos y necesitan otros con urgencia; las uñas se adornan con morrena terminal negra, presentan a una nueva Maritornes. Pese a todo se acepta el marco. Demasiada gente merodeando dentro y fuera del bar. El pueblo cambió mucho y no todo para mejor. No queda ningún teito, los materiales de las casas son de todo tipo, y se nota bastante actividad económica: un par de hoteles, un camping y actitud general fenicia para con el visitante -que siempre dejará algo- completan el cuadro del turismo.

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DE TORRESTÍO A LOS LAGOS DE SALIENCIA

La excursión a los lagos de Saliencia nos lleva a una zona de claro modelado glaciar cuaternario y pone en contacto con una importante ruta, todavía viva, de la trashumancia. Yendo de Torrebarrio hacia puerto de Ventana, a unos 3,5 km, se encuentra la carretera que lleva a Torrestío (1.350 m), último lugar al que podemos llegar en coche. Aquí se inicia la andadura por una fragosa pista que sigue primero la margen derecha del reguero de La Forcada y la izquierda después. Tras unos 4,5 km la dejamos en la collada de Balbarán (1.709 m), aunque continúa hasta Saliencia. En la collada se entra en el Parque Natural de Somiedo y tenemos perfectamente indicados los caminos posibles, las zonas y las actividades prohibidas. Tomamos el de la izquierda que conduce directamente al lago de La Cueva (1.600 m), al que llegamos en menos de 10 minutos. La vista del valle de Saliencia desde el camino que conduce al lago es impresionante: a la izquierda hay un denso bosque de hayas -hoy reserva integral porque en él se encuentran varias parejas de osos- y, en las praderías, algunas construcciones de techo vegetal que traen la imagen de la vida pastoril. Este lago está represado para su aprovechamiento hidroeléctrico. Actualmente han sus aguas recobrado el color natural por el cese de la actividad en la mina (Santa Rita) próxima, que entre 1960 y 1970 llegó a tener más de 100 empleados. 212


DE TORRESTÍO A LOS LAGOS DE SALIENCIA

De esta cubeta partían los hielos que saltaban el escarpe de más de 200 m y llegaban al fondo del valle; a partir de aquí discurría una lengua glaciar de unos 3 km, hasta los 1.250 m de altitud, aguas arriba del pueblo de Saliencia. No llegó a tener un grosor demasiado importante y su acción se redujo al fondo del valle. Bordeando el lago por la derecha, pasando al pie de las antiguas construcciones de la mina, y girando después a la izquierda se llega por un ancho aunque empinado camino a las vegas de Camayor. Están asentadas en el sinclinal del mismo nombre y que es el de mayor importancia geomorfológica de todos los pliegues que se incluyen en el Sinclinal de Saliencia. En Camayor se asentó un casquete alimentado principalmente por el circo formado por Peña Orniz y sus cumbres contiguas, que terminaba sobre los 1.500 m y excavó las cubetas del Cerveriz y del Calabazosa, y de éste salían hielos que alimentaban al de La Cueva. En estos lagos hay gran cantidad de truchas y de gran tamaño. En 1867 se concedió al gobernador civil de Oviedo don Ramón Álvarez de Quiñones el aprovechamiento de la pesca de estos lagos. Una segunda concesión se hizo a don Carlos Flórez para los de La Cueva, Calabazosa y Cerveriz. Los vecinos de Valle de Lago y Coto de la Buena Madre se negaron para el lago de El Valle, pese a todo fue repoblado con alevines del río Pigüeña con notable éxito. Estas vegas de Camayor son hoy pastos que se venden estacionalmente a los trashumantes procedentes, en su mayoría, de Extremadura. En otros tiempos llegaban caminando a través de la cañada La Vizana (que comienza en el puerto de La Mesa y termina en el puente La Lavandera, Cáceres). Hace casi 1.000 años que en nuestro país se realiza la trashumancia y con mayor intensidad que en ningún otro lugar de Europa. Si efectuamos la visita en los comienzos del verano encontraremos gran cantidad de flores; muchas de ellas raras en otras zonas de la cordillera 213


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Cantábrica: Orquidáceas, pulsatillas, narcisos, gencianas, arenarias, el toronjil de Roncesvalles, calderones, gran número de rupícolas, etc. Torrestío, lugar de partida, tiene el caserío extendido. Las casas son de piedra, sólidas, no muy cuidadas y algunas con arreglos que afean y deterioran el conjunto de este pueblo de montaña. Las edificaciones son las propias de una economía ganadera, pues se ve muy poco terreno agrícola. El bar probablemente tuvo mucho más movimiento cuando el pastoreo, tanto trashumante como de lugareños, era intenso. También influyó la nueva carretera1 que comunica el valle de Saliencia con la capital del concejo, Pola de Somiedo; antes era la única salida rodada de este valle.

1. Se abrió al final de los 80 del siglo XX

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EXCURSIÓN A PEÑA RUEDA

EXCURSIÓN A PEÑA RUEDA 27 de mayo de 1995

El pronóstico meteorológico no es el mejor de los posibles pero no rebajamos nuestras expectativas. Hoy atacaremos Peña Rueda (2.155 m) -en el término municipal de Quirós- y que en tantas ocasiones contemplamos codiciosamente1. Salimos de Oviedo, a Trubia y Proaza, (hasta Caranga está la carretera en mal estado). Llegamos a Bárzana, seguimos hasta Sta. Marina y -por la carretera de Ricabo- a unos 4 km, se toma la pista que súbitamente sale a la izquierda. Se abrió para las explotaciones a cielo abierto que hay más arriba. Después, la inercia y la dejadez oficial permitieron el paso de vehículos todo terreno; y hoy se llega a la collada Lingleo en un 4 x 4. Al llegar a las minas espanta la herida que dejó la remoción de tierras; otros restos se encuentran más adelante. Los movimientos fueron tan profundos que no recobrará nunca la topografía anterior2. Nando maneja el coche al estilo Camel Tropy mientras todos saltan y danzan en el habitáculo. No sé si quiere zarandearnos, amedrentarnos o sólo se trata de embadurnar el coche.

1. Su forma cónica y la proximidad al macizo de Ubiña la hacen perfectamente reconocible desde cualquier punto. Sus pendientes tiene una suave inclinación que retiene fácilmente la nieve. 2. Estas minas resultaron polémicas y tanto la Delegación del Gobierno, la Agencia de Medio (actualmente consejería) como el Ayuntamiento de Quirós necesitaron emplearse a fondo en unos tiempos en los apenas había legislación al respecto.

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Llegamos a la collada Lingleo, nos equipamos y muy pronto emprendemos la ascensión. Juan Carlos y Tomás se organizan para dar un paseo, después bajarán el coche a Lindes y nosotros podremos, gracias a su colaboración, consumar una hermosa travesía. Iniciamos la subida por la campera de la cara S. Antón demarra en busca de flores pero pronto es absorbido por el pelotón y ampliamente rebasado. Vamos desviándonos un poco más al S. Al volver la vista atrás cobra mayor grandeza el murallón de El Panchón, El Ranchón y el Huerto del Diablo (creo que se corresponde con Peña Cigacha); y separándonos, la maravillosa collada de Lingleo. Continuamos la subida y entramos en un canchal, ahora sí que se ven los puertos de Agüeria bajo el Tapinón y Siegalavá, los Joyos de Cuevapalacios, El Siete, Los Castillines, Peña Ubiña y el, ya referido, murallón de caliza; algunas cabañas y grandes manchas de acebo ablandan el duro paisaje. Detrás está Peña Orniz (se reconocen los conos de deyección en la base de la cara N), El Cornón, y muchos km de cordillera que no identificamos. Hacia el O se ven: pico Saleras (o Salseras), la pista que va desde Ricabo al puerto de Ventana por Trobaniello, la que sube al Saleras, las que cruzan hacia Jomezana desde La Cobertoria por la cara O de Brañavalera, y las que dan acceso a Peña Rueda. Demasiados accesos. La gran escama caliza de El Gamoniteiro se orienta con rumbo N-S y destaca sobre una densa red de valles organizados por el curso principal, el río Trubia. La carretera que va desde Santa Marina a Pola de Lena sube faldeando. Resalta el conjunto rural de Llanuces. También se ve en el piso inferior de El Aramo la ermita de La Merced asomada al valle del Trubia por cantil. Poco después de salir del canchal y antes de entrar ya definitivamente en la alta montaña, Antón topa una enorme mancha de Pulsatilla rubra subsp. hispanica y P. alpina, flores de montaña de gran belleza; también se encuentran Ranunculus sp. y otras flores propias del piso en el que nos hallamos (en franco retroceso por el calentamiento del clima), también Iberis 216


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sp. y Draba sp. Más arriba hay cierres de piedra protegiendo unas zanjas que sin duda fueron trincheras cuando la guerra civil. Desde aquí, ya por encima de los 2.000 m, apenas hay vegetación, se hace más llano y enseguida se ve el vértice geodésico de la cima. Llegados al mojón depositado por el Instituto Geográfico y Catastral tenemos panorámica de 360º. Especialmente gratificante es la de los puertos de Agüeria y las huellas que el glaciarismo dejó en el modelado. Resulta extremadamente excitante imaginar los casquetes de hielo escurriéndose en desplomes y aludes, aterrando a aquellos peludos antepasados nuestros que hicieron los túmulos de enfrente, en la collada de La Cobertoria, en El Aramo. Formidable -y única- atalaya para observar el modelado de la cara N del macizo de Ubiña. El glaciar de Cueva Palacios tuvo una lengua en el momento de máxima expansión de 2,5 km. Se unía más tarde al Llongo y al de Colines y originaba el de la Foz Grande. También se ven con toda profundidad los circos alojados entre el Fariñento y Peña Chana; y entre ésta y el Tapinón, que, unidos, formarían el de la foz pequeña. Los de La Foz Grande y de la Foz Pequeña separaban sus lenguas por una gran arista morrénica perfectamente visible. Las formas relictas más manifiestas son las cubetas que alojan la lagunas de Tcheturbio y el Tchago, los ya citados circos glaciares y las morrenas, ya sea como mantos, aristas, arcos o terrazas. La cima es un peñasco descarnado, con el vértice geodésico y una cruz con un buzón de cumbres, que se prolonga en un cuchillar con alineación NE. Arriba todo es alegría. Lucas nos da los preciados higos pasos (de Éfeso, dice) y repartimos las manzanas francesas de Tomás. Comemos tumbados al Sol mirando la silueta de unos montañeros recortados en la ladera de El Panchón. Hacemos las fotos de rigor y preparamos las cosas. El descenso lo hicimos hacia Lindes por una amplia canal que sin problemas nos lleva a Manín Cimero. Abajo, antes de llegar a la campera, la senda se desvía un poco a la izquierda y salva el desnivel por un estrecho 217


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camino que no convence a Antón; y éste, acompañado por Pepe, exploran la bajada por la derecha y la encuentran sin problema. Desde aquí, ya en la pradería, se puede optar por salir directamente al camino que viene de los puertos de Agüeria o tirar de frente por el bosque a llegar al camino pero mucho más abajo. El subgrupo más animoso -formado por, Lucas, Nando y Pablo- se descolgó bosque abajo y llegó a Lindes mucho antes que el resto: Antón y Pepe. Allí estaban Tomás y Juan Carlos, frescos y relajados, con el coche preparado para marchar a comer. Y aún hubimos de soportar el derroche de facultades de Juan haciendo planchas en el asfalto de la carretera. Comimos en Bárzana. Nando y Pepe se entretuvieron escuchando las diversas estrategias que empleaba un joven pálido para ligar con una chica. Estaban en una mesa contigua y no se recataba el hombre para conseguir un volumen de voz discreto, alardeaba de experiencia, se decía separado, y deseaba encontrar una mujer joven y fuerte para cuidarlo el día que fuera necesario (por ejemplo, si rompía una pierna). ¿Prosperaría la aventura?. El río podría ser muy hermoso si no hubiera varias minicentrales hidroeléctricas que lo dejan el río casi sin agua. Los quirosanos no tenían fama de galantes ni corteses, más bien se les consideraba rudos y patosos. Es famosa la tonada que dice: Ayer en la romería bailé con un quirosanu, y estropayóme una deda y desféxume un calcetín. Bailando, bailando, al son del tambor, aquel quirosanu un pie me trió. 218


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Con el quirosanu nun vuelvo a bailar; baila de madreñas, me puede triar. ¡Ay madre!, aquel quirosanu que no entre en la mió praera, que dond’afinca les pates non vuelve a nacer la yerba. Aquel quirosanu que no entre en mió práu, que donde él afinca nun naz el segáu, y el mió práu cría muy buen alcacer, si entra el quirosanu nun vuelve a nacer. Yo quiero bailar con Pachu, Pinín redobla el tambor, que está munchu más lixero y ximiélgase mejor. Miráilu, miráilu, miráilu bailar, mirái que figures, les vueltes que da; miráilu bailandu, paez un molín, que bien da les vueltes, mirái a Pachín. 219


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Otra letrilla, cargada de inquina, dice: Adiós concejo de Aller, adiós concejo de Aller, adiós, nobles alleranos, adiós, nobles alleranos, tenéis que criar los fíos de los mozos quirosanos.

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UNA EXCURSIÓN LARGO TIEMPO ESPERADA: PEÑA VIEJA

UNA EXCURSIÓN LARGO TIEMPO ESPERADA: PEÑA VIEJA

De nuevo en el coche todo terreno, y también conducido por Nando, emprendemos la gozosa aventura de conquistar Peña Vieja1. El recorrido hasta Sotres, aun siendo de carácter monumental no tendrá cabida en esta crónica porque sería una repetición innecesaria. Pocos cientos de metros antes de Sotres, en la última curva (1.000 m de cota) que hay a la izquierda -muy cerrada, de más de 300º- sale por la diestra la pista que seguiremos. Va paralela al río por su margen derecha hasta más arriba de su nacimiento. Por aquí el valle es amplio. A la izquierda -a la orilla del río- hay un hermoso conjunto de cabañas muy bien conservadas, se trata de los invernales de Cabao (880 m); enfrente, subiendo a Pandébano, está la invernal de El Tejo). También se ve la pista -autorizada únicamente para uso de los ganaderos de la zona- que llega a la collada de Pandébano. Nuestro camino baja hasta casi alcanzar el nivel del río y después va ganando altura suavemente hasta las Vegas de Sotres (1.067 m), a unos km de la salida y en la misma desembocadura del valle de Las Moñetas. Se levantan aquí numerosas cabañas de piedra -de considerables dimensiones y estupenda conservación- colocadas casi como en un belén. Cobijadas bajo el 1. Cumbre de 2.613 m perteneciente al Macizo Central de los Picos de Europa, situada al fondo del valle de El Duje y cabecera del Nevandi. Está en la línea de cumbres que limitan el Macizo Central de los Picos de Europa por el E, que desde Sotres son las más importantes: Peña Castil, El Escamellao, Peña Vieja y Torre de Horcados Rojos.

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ciclópeo Escamellao parecen minúsculas. Aquí convergen dos torrentes muy encajados y de acusada pendiente: la riega Camburero (no confundáis con la Canal de Camburero) y la de Las Moñetas. Nacen ambas entre Peña Castil (2.444 m) y El Escamellao (2.068 m). Ahora se encaja el río, se estrecha el valle y aparecen gonfolitas3, tanto en masas aisladas como en el talud. Por la izquierda (E) llega el regato llamado Canalón del Jierro, que baja de la pica El Jierro (2.430 m). Un km más arriba está la majada de Piedrallé4. Un poco más de subida y se alcanza el “lomo de ballena” conocido como la Llomba’l Toro. Es un cúmulo de materiales morrénicos sin cementar que se estira valle abajo durante unos cuatro km. La pista sigue exactamente la línea de la cota más alta y remontando así la morrena. Alcanzamos el refugio-hotel de Áliva (1.666 m) y aquí empieza lo más espectacular de esta zona: el Macizo Oriental de los Picos de Europa, el límite del Central con el valle de El Duje, la monumental Canal del Vidrio5, Peña Vieja y su prolongación al S, Peña Olvidada (2.406 m). La caliza se yergue inmutable, aparentemente, al paso de los tiempos, pero al pie de tan ingente verticalidad se amontonan los materiales que el hielo y el 2. Cumbre de 2444. Presenta en su cara E y S numerosos circos glaciares que, en su momento, acumularon la nieve que formó el hielo del glaciar de Las Moñetas. 3. Son conglomerados calcáreos, cementados, que presentan aspectos variados por contener materiales de formas y tamaños muy diversos. Se encuentran en número y extensión notables en la invernal del Tejo, canal de Jidiello, canal del Jierro (en la desembocadura de esta canal con el valle principal se pueden distinguir hasta tres generaciones de gonfolitas). Se formaron en el Pleistoceno, hace algo más de un millón de años en un clima seco con actividad torrencial. En el valle de El Duje se encuentra escrita la historia de la evolución geomorfológica cuaternaria. 4. Raya entre Asturias y Cantabria, donde lebaniegos y cabraliegos acordaron poner la divisoria de pastos. Parece que encontraron este punto empezando a caminar desde Sotres y Áliva, respectivamente, al cantar el gallo, hasta cruzarse. Dicen que una lebaniega emborrachó al suyo que cantó antes y el pastor cántabro avanzó mucho más que el asturiano. 5. Hay en la canal hay importantes yacimientos de Zinc que han permanecido activos hasta hace pocos años, son las minas de la Providencia (pertenecen a la Real Compañía de Minas). En la zona de Áliva se encuentran Torpeza, Punta de Clavo, Teresita, Lenengoa, Almanzora, Deamasía a Paz, Seigarrena, Centinela y Zinconisa. Debido a la presencia de cristales de galena que los pastores recogían y llevaban a las cerámicas del N de Palencia se bautizó como Canal del Vidrio. De estos yacimientos se extraían la esfalerita (destaca la forma conocida como “blenda acaramelada”), la galena y la pirita. Refiere Madoz que cerca de Peña Vieja hubo una explotación aurífera que databa del s. XVI. Probablemente se trataría de afloramientos de pirita o calcopirita que en Picos puede aparecer asociada a la galena. En la cara E de Peña Vieja se ven los circos glaciares que alimentaron al glaciar del Duje.

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agua arrancaron y transportaron hasta que la gravedad les dotó de equilibrio. En estos puertos de Áliva se inicia la gran loma morrénica que llega hasta las Vegas de Sotres. Pasamos al lado del hotel -sólo abierto en temporada estival- y tras poco más de un km dejamos a la derecha el “Chalet Real”, construcción de buen aspecto perteneciente a la Real Compañía Asturiana de Minas en la que se alojaron visitantes ilustres como Alfonso XII. Seguimos subiendo -los peñascos situados sobre el refugio de Áliva, al O, son los Cuetos de Juan Toribio- y enseguida llegamos a la Horcadina de Covarrobres. Una vez aquí, queda a la derecha -N- Peña Olvidada y al S las Peñas de Hachero; a esta collada llega la pista que viene de Fuente Dé y a partir de aquí las aguas se orientan al Deva. Este es un punto clave -por si no se quiere coronar Peña Vieja- para contemplar a placer el Macizo Oriental (se identifican perfectamente la Morra de Lechugales, el Pico Cortés y el Prao Cortés), el Alto Duje y los Puertos de Áliva. Fascinante. Los pastos de estos puertos son aprovechados desde la Edad Media y desde entonces, los deslindes, han sido fuente de disputa entre los pastores de Liébana y Cabrales. Desde este punto se llanea y, a los escasos 3 km, se llega a La Vueltona (1.960 m). Aquí dejamos los coches y partimos para Cabaña Verónica, Tesorero, Horcados Rojos y Peña Vieja. La pista bordea por su cara N los llamados Hoyos de Lloroza, cubeta de sobreexcavación (debido a la acción del glaciar de Las Salgaradas) que en épocas de abundantes precipitaciones parece un lago. Hacemos la subida por un extenso canchal y ganamos altura cómodamente. A la derecha queda el enorme cordón calizo de Peña Vieja y a la izquierda el jou Sin Tierra; al S, al otro lado del jou, se levanta el Pico San Carlos. Cuando se rompe la alineación con la Torre de Horcados Rojos se abre una brecha por la que se cuela una senda que sale a la derecha después de pasar el jou Sin Tierre, y ésta es la nuestra. Al fondo deslumbra el destello del refugio de Cabaña Verónica. Sigue al canchal, a la izquierda dejamos la 223


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Aguja de Bustamante y poco después La Canalona (lleva el mismo nombre que la canal de subida). Al pasar a la cara O el camino -de tierra- se hace muy fácil. La cima es seductora y los montañeros caen rendidos ante la colosal panorámica: las más bellas cumbres del Macizo Central se ofrecen al alcance de la mano (Naranjo de Bulnes, Torrecerredo, el Neverón de Urriello, y otras muchas, todas a cual más hermosa; al E el Macizo Oriental, el Coriscao). Interminable sería la enumeración. La primera ascensión datada fue la de Saint-Saud, Labrouche y Cosme Somerón el 9-julio-1890. En los canchales y roquedos por encima de La Vueltona encontró Antón numerosas flores propias de este piso y de interés botánico. Los Picos de Europa constituyen una unidad biogeográfica y geológica, dentro de la Cordillera cantábrica, de gran singularidad (de enorme interés estratigráfico, tectónico y geomorfológico). Las huellas geomorfológicas del valle de El Duje están sobre otras formas más antiguas y que guardan la acción del clima del momento. En El Tejo hay arcillas rojas con algunos nódulos de hierro que se originarían bajo un clima cálido y húmedo. Tras unos cambios climáticos se repite el período húmedo y llega una gran bajada de temperaturas y aumento de la humedad que se conoce como glaciación. Es en este momento, entre -50.000 y -15.000 años cuando se instalan los hielos (glaciación de Würm) que produjeron la excavación y abrasión glaciar. Se forman las morrenas, los depósitos fluvioglaciares, y los fenómenos de colmatación observables.

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EXCURSIÓN A LOS PUERTOS DE PORTUDERA

EXCURSIÓN A LOS PUERTOS DE PORTUDERA

La salida se presentaba con buen agüero pese a que Tomás no podía acompañarnos (aun así, no logrando vencer cierta añoranza, se presentó en el desayuno). Llega Lucas y nos sorprende agradablemente con su aportación al capital humano del grupo: un joven de nombre Pablo, educado en USA, nos acompañará. Una vez que se comunicó el objetivo, se emprende la marcha a Portudera. Desde Arenas de Cabrales se va a Tielve, de donde se parte. En el mismo pueblo se toma un camino con orientación E.SE. En los prados se ven pequeños muros a modo de bancales, parece que la finalidad es la misma que la de éstos: frenar la pérdida de suelo. A la derecha, muy abajo, va quedando el Duje. Emprendemos la marcha por un camino carretero. Atrás dejamos Tielve ofreciendo la pobre imagen de un pueblo que, por tener casas parecidas a las de la ciudad, borró sus señas, construyó con prefabricados de hormigón y cubiertas de uralita (eso sí, roja). Pronto se llega a unas praderías con muchas y buenas cabañas. Estamos en los Altos de Peña Barreda. En la campera se ven algunos finsos que hacen pensar en un aprovechamiento de tipo comunal que parece de similar funcionamiento al de los Puertos de Nava. Hasta la topografía ofrece gran semejaza. Desde aquí ya asoman las cimas de Peña Maín, Peña Castil, Na225


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ranjo de Bulnes, algunas del Macizo Oriental y la gran morrena que formó la Collada Pirué. Al E se ve una collada que da paso al nacimiento del río Tejaduro, en cuya cabecera hay una pequeña majada con 2 ó 3 cabañas. Aquí recordó Lucas su empleo de panadero mientras estuvo en la “mili”. También la anécdota de un envío de hornos a Ifni (pequeño enclave español en África Occidental perdido tras la guerra de 1957) que, estando a bordo del Almirante Cervera (navío que fue, durante mucho tiempo, Buque Insignia de la Armada Española) no pudieron ser enviados a tierra por la dureza de los combates entablados. Recordó nuestro amigo su corto paso por el Campamento de Suboficiales de Talarn (Lérida) del que parece que salió sin alcanzar la fama, y con una pobre imagen de lo que era el Ejército y su papel en la sociedad de aquel tiempo. En este punto dimos la vuelta y faldeando el Cabezo de Trescares (1.394 m) llegamos al jorcau La Torzal, horcada que protege la majada de Tordín, alojada en una gran dolina. Desde aquí hay una preciosa panorámica de los macizos Central y Occidental. Del primero se ve el Naranjo de Bulnes, Torrecerredo, Horcados Rojos, Peña Castil y Peña Vieja; del segundo el Macondiú, el Sagrado Corazón y el Pico Cortés. Por aquí pasaba la calzada que comunicaba el valle de Liébana con Cabrales a través del valle de Áliva y del Alto Duje, y bajaba hasta Arenas de Cabrales. Es la llamada senda de Caoro, con 44 curvas entre Portudera y Arenas. Caminamos un poco más y alcanzamos la cota de 1.172 m desde la que se ofrece una completa panorámica de la sierra de El Cuera; al E, y más alejado, El Sueve. Frente a nosotros se ven perfectamente los Puertos de Nava y se adivina el escalofriante tajo del Cares. Destaca el arbolado de encinas (reliquia de otros tiempos más cálidos en la franja cantábrica). El paisaje se completa y enaltece con el mar Cantábrico como telón de fondo. 226


EXCURSIÓN A LOS PUERTOS DE PORTUDERA

Constituyen los Picos de Europa un dominio bien delimitado en el que se distinguen dos niveles escalonados: uno al N que varía entre los 1.000 y los 1.400 m (perfectamente representativo, el del sector del lago Enol) y otro al S entre los 2.000 y los 2.500 m. En general no hay un red hidrográfica jerarquizada en el interior del macizo, y las aguas desaparecen en el sustrato calizo; solamente los ríos Cares (separa el Macizo Occidental del Central) y Duje (entre el Central y el Oriental) organizan el drenaje. El monte, como herbaje común, de los Picos de Europa tiene cuatro formas distintas de aprovechamiento: en los puertos pasta el ganado en primavera y verano; las bajuras son ocupadas en el otoño; las dehesas (acotaciones que se hacen en ciertas épocas del año) son ocupadas por los bueyes, caballerías y ganado lanar; y las boarizas, destinadas a labores agrícolas. Regresamos a Tielve. Antón se resiste -un poco- a las propuestas de ir a comer a Sotres, aduciendo que resultará demasiado caro y la carretera le da miedo. Juan Carlos empuja y lo convence. ¡A Sotres vamos!. Ciertamente, el bar de Tielve es frío, desangelado y hasta maloliente (sensibilidad de Pepe). Llegados a Sotres fuimos bien recibidos y Juan Carlos especialmente. Nos atendió Dolores, que en anteriores ocasiones hablaba con gran seguridad y cierta dureza, se comportó con mayor humanidad. Toda la familia procuró que la comida nos resultara agradable y verdaderamente lo consiguieron. Locuaces, sin ser pesados, dándonos muestras de confianza. Buenos conocedores de su zona e interesados por buscar y conservar sus señas de identidad. Francamente agradable. Dolores nos cuenta que ayuda a una moza -creo que belga y que piensa matrimoniar con un lugareño- en sus investigaciones sobre esta área de los Picos de Europa. Habla de algunas peculiaridades de la zona: como el litigio que mantuvieron los de Sotres con Arenas de Cabrales a propósito de la propiedad y uso de los invernales de Cabao, la ausencia de deficientes físicos o psíquicos; que no hay casos de bocio, ni suicidios; y que las mujeres alcanzan una talla media superior al común, hecho éste más notable en las de 227


UN MILLÓN DE PASOS POR ASTURIAS Y ALGO MÁS

avanzada edad, lo que lo hace más llamativo aún. Políticamente, los vecinos de Sotres se inclinan hacia una opción política mientras que los de Tielve son de signo contrario. Campillo, ministro de la Corona en el s. XVIII era nacido del limítrofe concejo de Peñamellera, este mismo apellido se encuentra en Sotres (Dolores afirma que éste es su solar) y también en el occidente astur, aunque aquí se transformó -por diptongación- en Campiello, e incluso dio nombre a un pueblo del concejo de Tineo. Los padres escuchan complacidos la buena capacidad de comunicación de su hija. De vez en cuando asienten y precisan algo. La madre se empeña en mostrarnos su biblioteca y la colección de rocas, minerales y fósiles que ha ido recogiendo. Pero pese a todo a la muchacha le falta algo, se ve sola con sus padres, ya mayores y sin perspectivas de abandonar el pueblo. No puede ocultar cierto resentimiento ante su sociedad rural que no valora sus aptitudes. Obsequian a Juan Carlos con cesta de huevos “de casa” y nos despedimos entre promesas de volver pronto y con la oferta de que la muchacha nos llevará a Las Moñetas cuando se quite la nieve. Regresamos a Oviedo con sensación de plenitud. Hemos tenido un día redondo.

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VEGARADA

VEGARADA 21 de diciembre de 1991

Se llega desde Collanzo, pasando por Casomera, La Paraya, y final del trayecto rodado en Rioaller. El coche es mejor dejarlo a la entrada porque hay dificultades para maniobrar en el pueblo. El acceso para automóviles es reciente. Hasta hace pocos años únicamente era posible con vehículos todo terreno. Desde la fuente se toma la pista que se inicia con pendiente sensible aunque no demasiado dura, a la salida del pueblo atenúa. Con estas características de trazado y pendiente se llega hasta el mismo puerto de Vegarada (1.480 m). El recorrido se hace por la umbría, por lo que está más recomendada esta excursión para los calores del verano por la buena orientación que tiene para evitar el castigo del Sol. En el trayecto se atraviesan hermosos mayaos con sólidas cabañas. Son grandes están bien cuidadas y situadas en las orillas de extensos prados, separados por paredes o sebes. Dejándose llevar por la pista dejaremos a nuestra derecha un reguero. En el punto en el que se cruza el regato, sale a izquierda un camino -lleva a la collada La Caniella- . Nosotros hemos de seguir por la pista, que ahora describe un par de cerradas curvas. Cada cabaña o grupo de cabañas que vemos recibe un nombre: El Arenero, Casa del Monte, Bocaína, La Corra, Praal, etc. Encontraremos otras pistas a la izquierda pero seguiremos siempre la derecha. Si no fuera así el error siempre sería subsanable con sólo desandar 229


UN MILLÓN DE PASOS POR ASTURIAS Y ALGO MÁS

lo andado o, incluso, perseverar y alcanzar el puerto por otra vía. El último tramo, sobre 1.300 m de longitud, se hace casi llaneando. Tanto por un camino como por otro es posible ver venados y, a medida que se alcanza mayor altura, casi seguro que se presenta algún rebeco por las peñas. Para los más enteros queda la conquista de los picos Faro y Huevo, asequibles desde aquí. El retorno hacia Rioaller se puede hacer por la misma pista que nos trajo.

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PUERTO DE PIEDRAFITA

PUERTO DE PIEDRAFITA 6 de julio de 2003

Acudieron a la cita Tomás y Antón, excusaron su asistencia Juan Carlos, por causas ajenas a su voluntad, y Pepe, por voluntades ajenas a la causa, ni se excusó ni acudió. Valoramos acudir al encuentro de unos amigos que planeaban pisar la etapa que tenían pendiente del Camino de Santiago entre el alto La Marta y Montefurado (Pola de Allande), pero optamos por una salida más corta de coche y emprendimos la ruta de Llananzanes, 750 m (Aller) al puerto de Piedrafita. Dicho y hecho. Fuimos de Collanzo a Casomera y a La Paraya. La carretera desde este pueblo a Llananzanes es muy estrecha. Emprendemos esta última etapa esperando no encontrar vehículo alguno. ¡Hubo suerte!. Llegamos al pueblo -que se recuesta en la ladera E de El Pubiyón- y a la entrada, ante el edificio de lo que fue escuela pública aparcamos. El edificio que albergaba la escuela muestra palmariamente -y demuestra- lo que el Estado destinaba a sus maestros, ¡Y qué decir de los alumnos!. Determinaba los retretes: uno para niñas y otro para niños. La sala de aprendizaje era común. En la pared frontal se alojaba el encerado. El edificio podría datarse de principios del s. XX, patentiza la pobreza del lugar y el desinterés del Estado por los vecinos excepto para levas e impuestos. El pueblo está constituido por unos cuantos bloques prismáticos de edificios de una planta, con cubierta de lajas o teja curva. Están muy juntos, 231


UN MILLÓN DE PASOS POR ASTURIAS Y ALGO MÁS

no hay entre ellos camino carretero amplio, ni gallinero, cuadra u hórreo. Las vacas pastan en el monte y la agricultura está por debajo de la subsistencia. Frutas, verduras y hortalizas han de ser compradas en el valle con los exiguos excedentes de la carne y la leche. Tomando el camino que sale al final, hacia el sureste (preguntad siempre) pronto se entra en la antigua plantación de castaño que rodeaba todos los pueblos asturianos. Esta cenefa de castaños apenas queda visible en la mayoría de ellos, aunque abunda algo más en el occidente, es patente en el extremo suroeste. Está viva, formando parte del terrazgo, en León (Bierzo), Zamora y norte de Portugal. Llaneamos entre los viejos árboles y pasados un par de km entramos en el hayedo. A lo largo dejamos prados muy bien cuidados. Están cercados por cerramientos de madera. Básicamente se construyen éstos con dos postes de madera de castaño y, entre ellos y de la misma madera, largueros de 3 ó 4 m de longitud que se sujetan al poste por clavos de hierro. No hay modelo local y el ingenio de cada propietario se pone de manifiesto. Los prados son de grandes dimensiones en proporción con el minifundio asturiano: rondarán la ha. Entre las hayas hay masas aisladas de avellanos. Observa Tomás que todas las hayas tienen parte de las hojas marchitas, y muchas de ellas con varios agujeros que las taladran. Impropia situación en estas fechas. Hasta ahora cruzamos algunas riegas y llama nuestra atención el puente que salva una de ellas algunos metros por encima del camino. Encontramos una fuente raquítica que encauza el hilo de agua por un rail de vía estrecha. Se trata de la Fontica Requexu. Poco más adelante encontramos un tramo del azud descubierto. La majada que a continuación encontramos es la de Canayosu. Algunos tramos del camino están empedrados, lajas de piedra encajadas transversalmente frenan las fuertes arrolladas e impiden la formación de 232


PUERTO DE PIEDRAFITA

barro, que amenaza con manchar el fondillo de los pantalones del impoluto Tomás. Encontramos a un optimista de menguada consciencia y escasa prudencia. Desde Piedrafita (León), atravesó el puerto con un todoterreno, atascó (su coche, no él), en un lugar que no recordaba y desde Llananzanes pretendía encontrarlo, darle la vuelta y salir de nuevo por donde había entrado. No reconocía el camino ni sabía con certeza dónde lo había dejado. Desde abajo ya veíamos la niebla que ocultaba las cimas, pero creímos -Antón creyó- que a partir de los 1.200 ó 1.300 m luciría el Sol. Peor. A medida que ganábamos altura el puré era más espeso. Se agradecen los hitos que, en algunos cruces, orientan al caminante. Se acaba el bosque, clarea y aparecen más pastos, cercados unos y en abertal otros. Sin desánimo, aunque Antón jadea, ponemos un pie delante del otro. Hace calor y las moscas nos rodean nos mortifican. Ante la falta de visibilidad emprendemos el regreso desde un punto indeterminado. Al poco tiempo topamos con un lugareño que nos dice que falta un buen rato para hacer cima, sobre una hora. También aclara que tomamos un camino equivocado, si bien éste lleva al puerto de igual manera. El verdadero Camino Real estaba marcado con las paralelas rayas de PR pero los ecologistas las borraron para que el urogallo no fuera espantado por los caminantes. Al regreso, atentos, dimos con el camino y con las, casi eliminadas, rayas que asomaban pintadas en el tronco de un cerezo. En el invierno de 1730-31, a causa de la nieve se bloquearon los puertos de montaña y hubo desabastecimiento en Oviedo. Años después, para evitar tal situación, el Ayuntamiento de la ciudad obligaba a que los taberneros tuvieran siempre una reserva de dos pipas de vino. En estos parajes del puerto de Piedrafita murió Celestino Cepedal en un encuentro -encontronazo- con la Guardia Civil. Era el jefe de la partida 233


UN MILLÓN DE PASOS POR ASTURIAS Y ALGO MÁS

conocida como de Los Cepedales, formada, entre otros, por sus hermanos Celso y Jesús. Este paso entre el valle leonés del río Torío y Llananzanes discurre por una antigua calzada. Actualmente en estudio, y en la que se busca el asentamiento de un campamento. Durante La Guerra Civil intentaron cruzar por aquí las tropas de Franco pero quedaron atorados sus vehículos y no pudieron ser rescatados. Uno de los camiones fue descubierto recientemente a orillas del río Carballalín. Lo cierto es que nosotros nada vimos, acaso por tomar el camino errado. Al paso, debíamos haber encontrado la capilla de san Pedro de la que, al parecer, todavía se conservan restos. Aunque había una construcción en terreno abierto que podría ser la referida capilla; y más abajo otras muy juntas y con una especie de menhir, auténtica piedra-hita, en el camino. Culpamos a la escasa visibilidad los detalles que a nuestro paso resultaron desapercibidos. Llananzanes cuenta en la actualidad con seis habitantes y diez construcciones. La capillita que hay a la entrada está bajo la advocación de santa Ana, cuya fiesta se celebra el 26 de julio. En el interior tiene un arco de medio punto y una saetera en el presbiterio. Tiene la cubierta con las típicas losas que cubren muchas de las cabañas del concejo allerano y está coronada por una espadaña. En las cercanías de Llananzanes hay varias cuevas como Peña del Oro, la Patana del Villar, La Covona, el Glayero de las Barrosas (cerca de Piedrafita) o el Valero (cerca de Valtroné). En el Madoz aparece Llananzanes, sin otros datos, como feligresía perteneciente a la parroquia de San Román de Casoniera. La Enciclopedia Asturiana (1970) sitúa este pueblo a 1.016 m, le asigna una población de 43 habitantes y da por abierta su escuela.

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EXCURSIÓN AL PICO NOGALES

EXCURSIÓN AL PICO NOGALES (2.077 M) DESDE EL PUERTO DE VEGARADA (1.555 M)

La ruta de aproximación y acceso más cómoda y corta para ascender al Pico Nogales sale del puerto de Vegarada, límite entre Asturias y León. Situado entre Pajares y San Isidro y que constituye el interfluvio que separa las cuencas de los ríos Curueño y Aller. Desde la misma divisoria de aguas se toma hacia E. Se remonta un pequeño desnivel y se alcanza una campera en la que hay un par de cabañas. A la izquierda se ven algunas sendas de ganado que invitan a iniciar el ascenso. Pista falsa. Juan Carlos nos previene y continuamos en línea recta. Tras alcanzar una colladina se inicia la subida que mantiene ya las mismas características hasta el final. Se camina sin senda entre monte bajo de ericas y sobre todo carqueixas, con algunos ejemplares de enebro rastrero. A medida que se va ganando altura la vegetación se hace más achaparrada. Cuando se alcanza un segundo rellano hay una panorámica completa sobre el pico Huevo de Faro y la cortada próxima (Portillo de Faro). Destacan dos pequeños circos glaciares que situados en la base de los picos La Fitona (2.110 m) y La Quemada (1.986 m); el primero tiene las paredes más escarpadas, lo que permitió una mejor alimentación de nieve. En las praderías del puerto, el agua duda entre el Cantábrico y el Atlántico, forma algunas charcas y al final opta por una solución ecléctica: se reparte entre ambas cuencas. Las cabañas tienen cercados los prados por paredes o empalizadas, 235


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lo que no es frecuente en los pastos de altura porque suele escasear la madera apta. Hacia el O-NO se ve la margen izquierda del nacimiento del Aller y el pico Estorbín de Valverde. Al frente hay un pico redondeado, no es el Nogales pero es paso obligado, se trata del Gegé (2.084 m). Desde aquí mejora la panorámica que ya no difiere mucho de la que tendremos al final: Peñaubiña, Peña Mea, El Retriñón (que por la forma de los estratos parece envuelto en barquillo de helado), Torres, Toneo y los Picos de Europa. Hacia el N se abre un valle con un par de charcas que más tarde forman el arroyo de Riopinos que desemboca en Cuevas, un poco más arriba del puente La Muñeca. Se ve el Nogales con el mojón del vértice geodésico, pero desanima porque hay que bajar 70 u 80 m y después recuperarlos hasta los 2.077. Vacilamos un poco pero la decisión de Tomás y Pepe nos arrastra y en poco tiempo coronamos. Encontramos dos personas. Se trata de una pareja de más de 50 años, de León, que practican el montañismo habitualmente y en solitario. Se entabla conversación con facilidad y Tomás hace gala de su conocimiento del valle del Aller informándonos a todos. A los mismos pies del Nogales se encuentra la majada de El Gumial, constituida por una campera en la que se asientan las cabañas. En esta cara NE del pico se formó un pequeño circo glaciar que dejó huellas claras en el modelado con algunas pequeñas cubetas de sobreexcavación. Alrededor de la majada y hasta el río hay un espeso hayedo. Este diminuto glaciar -es la cabecera del arroyo del Alba- formó un valle colgado1 como el que cae a Repinos. Entre la majada y la línea de cumbres hay un extenso glaciar de piedras, colonizado por líquenes, formado por un campo de bloques angulosos originados por la acción crioclástica hielo-deshielo. En los alrededores de este Pico Nogales que divide las aguas y los hielos entre Asturias y León 1. Son los que enlazan con el valle principal a través de un fuerte desnivel. Se originan con más frecuencia en áreas que fueron afectadas por la glaciación, porque el valle principal ha sido sobreexcavado por un glaciar. Aquí se trataba del que bajaba por el valle del río San Isidro.

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EXCURSIÓN AL PICO NOGALES

se formó un circo bien definido que enlazaba con el valle glaciar de Repinos. Desde aquí a San Isidro se encuentran numerosos circos con espectaculares arrolladas rocosas. El glaciar que discurría por el actual valle del Curueño -por el que llegamos al puerto de Vegarada- tenía un lecho de escasa pendiente y hoy presenta un perfil en U2 bien definido. El valle del Curueño, y su enlace con el del Aller, está recorrido desde tiempos remotos por una calzada que desde León entraba en Asturias por Vegarada, pasaba por Rioaller, La Paraya, Casomera y Collanzo para unirse en Moreda a la de La Carisa, que venía por la collada Propinde. De ésta, la del Curueño, se conservan en la parte leonesa algunos tramos con empedrado y buen número de puentes en excelente estado de conservación. El regreso fue rápido y cómodo. En el puerto nos cambiamos de ropa y acordamos comer en algún pueblo del valle del Curueño. Y así lo hicimos. Durante la comida y, también en la sobremesa, nuestro nuevo compañero, Pablo, participó activamente en la conversación. Aportó ideas y nos mostró como un americano muy poco americanizado, lejos del gran sueño que propone como ideal aquel modelo de vida. La agricultura intensiva, la acción inclemente de las corporaciones, la tecnología, el imposible desarrollo sostenido, la debilitada capa de ozono y la imparable acción de los CFC..., fueron algunos de los temas que se tocaron.

2. No todos los valles en U tienen origen glaciar, pero esta cabecera del río Curueño sí ha sido modelada por los hielos. Éstos tienen el fondo plano y las laderas escarpadas, resultados de la acción erosiva del hielo sobre el cauce y también sobre las paredes (hasta el nivel del hielo) del valle preexistente.

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FOCES DEL RÍO PINOS-COLLADA LA CANIELLA (O CANIECHA)

Se accede por la carretera que, desde Oviedo, va al puerto de San Isidro. Pasado Collanzo y Pola del Pino, en Pinos se ha de dejar el coche. Y tras cruzar el río San Isidro, se sigue el camino que lo bordea. Es ancho, casi como una carretera pero sin asfaltar. Cuando se hace más pendiente alejándose del curso de agua encontramos un molino -ya no funciona- y sale a nuestra izquierda un camino que cruza por el río un puente. Seguimos y ahora tenemos el agua a nuestra derecha. El camino discurre a tramos tallado en la piedra y otros empedrado, encajonado, el río también y más hondo. Cuando salimos a los primeros prados tenemos el curso muy superficial, casi al nivel del prado. Mucho más alto y a nuestra derecha (S) está Peña Redonda (1.830 m) y a la izquierda (E) la collada La Caniella (1.450 m). El camino entra entre prados cercados por sebes de fresnos y paredes de piedra. Cada prado tiene su cabaña y algunos fresnos en las cercanías. A medida que ascendemos asoma la cumbre de Peña Redonda y por sus abruptas paredes será fácil ver rebecos. Desaparecen los prados cercados y comienza pradería abierta que se mantiene hasta el final del recorrido. Situados en la collada objetivo del paseo, la masa rocosa del O es Peña Redonda; los dos más altas que se ven al E son el Nogales (2.077 m) y el Fuentes (2021 m), y faldeando en la misma dirección y casi por la misma curva de nivel llegaríamos al puerto de Vegarada; al S se inicia el descenso que termina en el río Aller y en el pueblo Rioaller. 238


FOCES DEL RÍO PINOS-COLLADA LA CANIELLA

La rama montañosa que partiendo del Nogales se distancia del eje longitudinal de la Cordillera Cantábrica desviándose tomando una orientación NO es conocida cono Sierra de las Fuentes de Invierno y separa los valles de los ríos San Isidro y Pinos. Pinos conserva interesantes muestras de arquitectura rural y merece un detenido paseo. Hay una famosa canción cuya letrilla hace referencia a estos pagos: Entre La Pola y El Pino Hay una peña redonda dónde se sientan los mozos cuando vienen de la ronda.

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EXCURSIÓN AL PICO REMELENDE, SIERRA DEL MONGAYO Y PICO LAS CUERDAS 3 de septiembre de 1994

Esta salida ya estaba en nuestro pensamiento desde hace muchos años pero por cercanía, carecer de peligro y ser practicable en cualquier época del año, se fue retrasando hasta hoy. Se deja el coche en el puerto de Las Señales (comunica los puertos de San Isidro y Tarna, 1.625 m). Desde aquí se ve el Remelende al NE, su vértice geodésico (1.887 m) y el buzón de cumbres que lo corona. Para la subida no hay senda marcada pero tampoco resulta un problema. La ladera está cubierta de ericas y carqueixa. Se camina monte arriba ladeándose un poco al NE. Al superar el primer tramo de pendiente, se llega a una zona de terreno ondulado de la que sale al O un valle (seco, aunque con huellas profundas de ser excavado episódicamente por el agua) que más tarde originará el arroyo del Páramo, afluente del Zampuerta, que con el del Pinzón y el del Pinar formarán el río Porma. Estamos en el llamado Páramo del Remelende, al S se levanta la Peña del Águila, más al S y un poco al E, se ve el pico Lago. Desde la cima se abre una panorámica espectacular y totalmente competitiva con las que puede ofrecer cualquier lugar de Europa: - Al E el puerto de Tarna, El Abedular, Peñas Pileñes y Ten, y Colláu Zorro. Detrás, la recortada silueta de los Picos de Europa (Macizos Occidental y Central). 240


EXCURSIÓN AL PICO REMELENDE

- Al SE se ve el Mampodre, con La Cruz (2.190 m), el Mediodía (2.148 m), el Valcerrao (2.165 m) y La Polinosa (2.160 m). - Al SO, la casi piramidal silueta del peñón de San Justo (1.782 m). - Al NO el Toneo y las pistas de esquí de la estación de San Isidro. El Torres (2.014 m), La Rapaína (2.020 m) y La Rapaona y la Peña del Viento (2.012 m). - Ya hacia el N se ve El Cascayón, Peña Mea y El Retriñón. - La perla es la visión hacia el N con el valle del Nalón, el Canto del Oso (1.800 m), el peñón de Las Traviesas, Pandemules, Campigüeños, el Tiatordos (1.951 m), el Maciédome (o Pandona). Cumbreamos hacia el O y dejamos a la derecha (N) el valle del Nalón, que se abre con un desnivel muy pronunciado y que en algunos tramos se troca por barranco de más de un centenar de m. En la base del talud se formaron glaciares de piedras que empiezan a ser colonizados por abedules. Más abajo se ven camperas en las que se asientan majadas. Después, la franja de hayedo, prados y el río Nalón. Vamos caminando por una amplia terraza y asomándonos al borde con precaución. La primera majada que se avista es la de Moneo, donde ya no queda ninguna cabaña en pie. Coronamos el pico Porrones (1.843 m) y contemplamos la majada de Requexada. La siguiente cumbre que coronamos es Moneo (1.830 m) y desde ella se ve el rellano desde el que se desploma el Tombayón del Mongayo (la cascada más alta de Asturias). En esta repisa se acumulan la nieve y el agua. También se alcanzan a ver el Cuito Negro y el hayedo de Fabucao (franja boscosa que bordea el camino a la Vega Pociello desde la majada La Ablanosa). La siguiente cima que pisamos es el pico Las Cuerdas (1.807 m), ya sobre la Vega Pociello, que constituye un bellísimo resguardo con numerosas cabañas en una pradería atravesada por un arroyo y separada del hayedo por un ribete de piornos. Este cómodo paseo reúne tal ramillete de bellezas, que constituye “delito” pasear por él como por pistas de atletismo. Se desarrolla sobre la 241


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cuerda divisoria de aguas de la Cordillera Cantábrica, por el límite S de la reserva de Caso (todavía pendiente de ordenación definitiva del PORNA). Esta reserva tiene casi 300 km2 e incluye el antiguo Coto Nacional de Reres. A lo largo de la ruta descrita se ven numerosas cabradas de rebecos y algunos rebaños de ciervos de gran tamaño. El concejo de Caso perdió a partir de 1950 más de la mitad de población (en 1991 sólo se celebraron 17 matrimonios) y sin embargo la riqueza ecológica ha decrecido y se degradó asimismo su valor paisajístico. El río Nalón nace en el puerto de Tarna, en la fuente La Nalona (a 1.440 m). Tiene una longitud de 136 km y su cuenca hidrográfica alcanza los 4.900 km2, casi la mitad del Principado. Recorre los primeros metros hacia el N pero pronto el Cordal de Ponga lo orienta al NO. La cubierta vegetal, por la línea de cumbres que recorrimos, está formada de ericas, carqueixas, ralas matas de arándanos y algunos enebros rastreros. Todos estos arbustos tienen un desarrollo almohadillado por las duras condiciones de vida que soportan.

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EXCURSIÓN A LA BRAÑA

EXCURSIÓN A LA BRAÑA LAS NAVARIEGAS DESDE LA FOCELLA 30 de septiembre de 1994

Desde Páramo, último pueblo que se encuentra subiendo puerto de Ventana procedente de San Martín de Teverga, se toma una carreterita a la derecha que conduce a La Focella. En este pueblo comienza la caminata y dejamos el coche. Se sale de la aldea por un camino que la atraviesa hacia el S. Es ancho, de carro, con algunos tramos empedrados, y pasa entre prados cercados por estrechas sebes de tupidas espineras. Se deja a la derecha la bocamina de un chamizo abandonado y se llega a un arroyo que atraviesa el camino y que dispone de un puentecillo para salvar el pequeño curso. Hay una pequeña subida y aparece el hayedo por la derecha. Hasta aquí se viene casi llaneando. Pronto aparece a la derecha un camino, algo más estrecho que el que llevamos ahora y de muy buen aspecto. Éste nos lleva directamente a Las Navariegas sin pérdida posible. Primero hay monte bajo a la derecha y prados (braña Las Verdes) a la izquierda, después algunos árboles aislados y, finalmente, se entra en un hayedo hermosísimo. Al poco de salir de este bosque encantado (y encantados estamos) se oye por la izquierda el estrépito de una cascada. Más arriba se atraviesa un espléndido abedular. El camino “sesea” y gana altura rápidamente pero sin resultar fatigoso. Al superar el nivel de la cascada y alcanzar el rellano, ya se ve parte del semicírculo que abriga y recoge a la braña. Se entra bajo un arco 243


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hecho de: acebos, serbales, abedules, piornos y algunas hayas; todos de vivos colores ofreciendo una delicada paleta. Y el agua. Concierto y plata. Las cabañas son de piedra y muchas de ellas están abandonadas. Por allí pacen algunos caballos y unas pocas vacas. Se ve que el monte bajo va avanzando a medida que afloja la presión del pastoreo, y la campera va siendo reducida. Siguiendo el camino se alcanza la collada que da paso a las campas del puerto de La Mesa, y en poco tiempo se llega a Torrestío (León). Éste hubiera sido el recorrido deseado pero el nuestro no fue exactamente así. En vez de tomar el que se ofrecía a la derecha seguimos el que parecía principal y bajamos al río La Verde. Ciertamente fue un paseo delicioso, cómodo y que permite conversar relajadamente. Flanqueados por arces (con hojas de color amarillo plátano), algún roble, y fresnos. Antón temía no tener camino a partir del río pero, con gran discreción y ánimo, encaró la situación y siguió un sendero apenas perceptible que pronto se acabó; entonces, tras una breve arenga encabezó, la subida a “por libre” en el hayedo procurando elegir los pasos más cortos y cómodos para ganar altura rápidamente. Había alcanzado el deseado punto de no retorno. Ahora sólo se trataba de soportar los reproches, aunque ¿qué importancia tiene perder el camino si no competimos ni entre nosotros?. ¿No venimos para hacer ejercicio, contemplar nuevos parajes, y ensanchar el Conocimiento?. Sólo se trata dar pasos cortos y descansar más a menudo. Al salir del bosque se entra en un monte bajo -de suelo muy desigualde ericas que sufrió un incendio y resulta casi intransitable, tupido por restos de los arbustos y en el que se resbala muy fácilmente sobre las ramitas caídas y chamuscadas. Tomás nos sacó bastante ventaja y llegó al camino antes que nosotros. Desde aquí a Las Navariegas ya no hay problema alguno. La Focella es una aldea interesante aunque muchas de sus antiguas y hermosas edificaciones están abandonadas. Actualmente hay una casa en 244


EXCURSIÓN A LA BRAÑA

construcción y otra que se nota de factura reciente. El Madoz la describe como “...casas de mala fábrica y escasa comodidad... con 30 vecinos y unas 150 almas, con escuela a la que asisten 16 niños y maestro pagado por los padres...” Son de piedra, casi todas con la sobresaliente panza semicilíndrica del horno, de techo bajo y ventanas pequeñas para conservar mejor el calor en el duro invierno (está a 1.080 m), con pocos hórreos -escasas tierras de labranza- y éstos con los pegollos apoyados directamente en el suelo (bajo el hórreo se guardan herramientas y aperos), con gavitos en las colondras y sin corredor. Celebra su fiesta patronal el 8 de setiembre pero no era muy frecuentada por los mozos porque el pueblo no cuenta con bar: En el pueblo que no vivo y La Focella se llama, para tomar un ruin caldo hay que pasar a Ventana. El resto arqueológico más notable es el castro localizado en el Carrilón de los Moros. Madoz cita los restos de una capilla llamada de “El Humilladero” en el puerto de Cuevas, a una legua (1 legua = 5,4 km) del pueblo. Al SO hay una depresión fácilmente reconocible por su topografía dedicada a tierras de labor que aprovecha el fondo de una laguna cuya desecación fue promovida por d. Francisco Alonso (indiano benefactor que construyó algunas escuelas en el concejo) al final de los años 30 del s. XX y que, hasta entonces, mantuvo el paludismo como endemismo en la zona. Llegó a tener más de 200 varas (1 vara = 5 m) de largo, aunque a mediados del s. XIX se veía reducida a 1⁄4 de esta extensión. 245


UN MILLÓN DE PASOS POR ASTURIAS Y ALGO MÁS

La aldea constituyó el poblamiento característico de Teverga, y dentro del espacio de cada una se intercalaban las viviendas de los aldeanos “[] una huerta que yaz en La Fozella, en la qual dicha huerta están dos casas, una de las dos casas ye de Gonçalo Alfonso e la otra de Martín Pérez... se determinaban por tales términos: de la parte de la çima el camino que vien de Pando e va para Bavia []” (Julio 1402) De La Focella abundan las citas: “[] Ioan Martínez vende a Pero Alfonso, Martín Pérez, a sus mujeres y a María Alfonso todos los heredamiento que heredó de su madre en La Focella, por el precio de 40 maravedís []” (1402) La Focella junto con Páramo y Villa de Sub formó un concejo llamado Páramo, que tenía grandes privilegios (estos tres pueblos se les conocía como los del Privilegio, otorgado por Bermudo III) entre ellos el de no dar quintas ni pagar tributos. Los que casaban con mujeres naturales de este concejo, si eran de estado plebeyo, se hacían nobles y gozaban con sus descendientes de los mismos privilegios. Las reuniones concejiles se celebraban en la iglesia parroquial de Santa María de Pando. En un documento de 1375 de Enrique II ya se alude expresamente a este concejo: “...los concejos de Quirós e de Proaza e Yernes e Tameza e Teverga e de Páramo e de La Fozella e Olloniego e de Santo Adriano...” Las armas de Páramo de La Focella figuran en el escudo de Teverga.

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EXCURSIÓN A LA BRAÑA

“...Esta tierra es toda del obispo con sus vasallos e con el Castillo de Miranda, con todo el sennorío real, con su condado e con todos los derechos reales e del condado...los lugares de Páramo e de La Fozella espiritual e los vasallos e el sennorío tenporal es todo del obispo...” (obispo don Guetierre, año de 1385). Juan I envió a La Focella Carta Real para que no obedezcan ni presten ayuda al conde don Alfonso y para que afirmen su lealtad al Obispo de Oviedo del cual son sus vasallos. El bosque proporcionaba caza, recurso que los campesinos utilizaban con libertad si no lo impedían los usos señoriales. Los Montes de Taja a La Focella eran frecuentados por osos, jabalíes, lobos, corzos, rebecos y algunas liebres. Fueron visitados con asiduidad por los reyes de León que desde Babia se desplazaban aquí para cazar. Por estos pagos gozaba de gran veneración San Justo: -Un padre nuestro a San Justo para que de lo poco haga mucho.

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EXCURSIÓN DESDE TORCE AL PICO AGUIL, LA MAGDALENA Y FONFRÍA CON LLEGADA POR BARRIO DE CUÑA 8 de octubre de 1994

Se llega Torce desde San Martín de Teverga, desviándose de la carretera que va al puerto de Ventana. Se Sale del pueblo con rumbo S por un camino ancho, pavimentado, por encima del pueblo. Hay a la izquierda, hasta el río, prados cercados por espesas sebes; a la derecha, una impenetrable formación boscosa de avellanos. No hay pérdida posible, el camino sigue (a distancia) paralelo al cauce del río y otros que aparecen a izquierda y derecha no invitan a la confusión. Poco a poco van desapareciendo los prados. Nos vamos adentrando en el bosque y se mantiene el buen trazado y firme del camino. El dulce rumor del agua apaga nuestras conversaciones. Hacemos algunas paradas embelesados por el espectáculo. Lucas habla del mundo árabe que tan superficialmente conocemos por la secular confrontación de religiones pero que resulta más próximo en algunos ámbitos de la cultura como la vida solidaria y bulliciosa en común con los vecinos, su concepto de la familia, calles, colorido, hospitalidad, sabiduría en todo el quehacer aprovechando el agua y la sombra, dominio de la Hidráulica, etc. Espíritus refinados los suyos. Más adelante el camino se aparta del río y se enrosca en la peña ganando altura rápidamente. Salimos del bosque a monte bajo de ericas y, volviendo a la derecha, se llega a una braña. Hay unas pocas cabañas repegadas al abrigo de unas rocas, una pequeña campera rodeada de piorno y algunas 248


EXCURSIÓN DESDE TORCE AL PICO AGUIL

vacas -asturiana de los valles, con placa de saneamiento- moscando son las imágenes que constituyen la estampa. A la izquierda (S) se ve el Aguil. Avanzamos entre piornos -es importante no perder el camino- y entramos en un abedular que pronto da paso a un bosque con hayas, serbales y abedules. Cuando salimos a monte bajo y volvemos la vista atrás, un bello retrato nos guarda la espalda: el cordal de La Sobia en toda su extensión con Carrea, Berrueño y Sobrevilla, Peña Gradura, El Caldoveiro y Maravio, Picos de Europa, la cima de Peña Rueda, El Panchón, El Ranchón, el Huerto del Diablo y la crestería de Peña Ubiña. Doblamos un cantil y enseguida contemplamos el anfiteatro de la braña El Aguil. Incrustada la campera y rodeada de piorno, con cabañas bien conservadas aunque alguna derrumbada, y tres maravillosos corros1 componen el cuadro. Desde aquí se sale al puerto -y braña- La Mesa yendo por el camino de la izquierda (SO) y al Muro (sector algo más al N del mismo “Camín Real del puerto La Mesa”) saliendo hacia el O. Fuimos hacia el O y pronto avistamos el tramo del Muro, el alto La Cuguruza, Peña Negra y El Micho. Ahora es importante no perder altura hasta llegar a un espeso piornal2, ya sobre la pradería. Atravesando esta formación arbustiva levantamos algunos venados que en su huída ofrecen una hermosa viñeta. Llegados al Muro y tendiendo la vista atrás vemos que el matorral -cortado por la caja de la calzada- oculta la braña La Mesa y al fondo está la sierra Los Bígaros3 (2.045 m). Esta braña pertenece al pueblo de Saliencia, antaño tuvo venta para arrieros (y una ermita, del Ángel, cuyas imágenes fueron trasladadas a Éndriga) atendida por un vecino elegido por sorteo y 1. Construcción de planta circular con paredes y techo de piedra usado para guardar los xatos. 2. Colgadas de sus hojas abundan las garrapatas en los sitios frecuentados por mamíferos (vacas, perros, jabalíes, venados, ratones, etc.), por lo que conviene llevar prendas cerradas (cuellos de camisa, manga larga, calcetines, altos, ...) 3. Debe su nombre a la gran abundancia de fósiles de moluscos marinos.

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sin poder ser reelegido. Aquí se detuvo Jovellanos el 27 de junio de 1792 (comió bien pero con hartas incomodidades, manifiesta en sus escritos) y bajó a Teverga por el camino que a nosotros nos trajo, que el ilustre gijonés calificó como el peor de los que recorrió en su vida. Aquí, en El Muro, nos encontramos con un joven que sin otro atuendo que una toalla y un bañador subió trotando a una cercana montañita; una vez en la cima, quedó erguido y con los brazos en postura declamatoria. Algunos mojones -los hay de 2 estilos- de los que jalonan la ruta fueron descabezados; éste, el del Muro, se conserva entero. En este punto parece que hubo antaño alguna construcción de carácter defensivo pero no vemos resto alguno. Seguimos hacia La Magdalena (N) y, del piornal que tenemos al frente, salen tres venados que enseguida notan nuestra presencia y se refugian de nuevo en la espesura. Cuando llegamos a La Magdalena nos sentamos y, arrobados, se nos escapa casi 1⁄2 hora. Contemplamos el valle de Saliencia y las recortadas siluetas de las cabanas que dan, con esta luz crepuscular y contrastada, un aire mágico, evanescente e intemporal. Emprendemos el regreso pasando hacia Fonfría por un sendero bastante embarrado. Cuenta la braña con varias cabañas en pie, algunas cabanas, y también ruinas de ambas. El camino sale hacia el N por la margen izquierda del arroyo que allí mismo nace. No ofrece problema alguno hasta salir del hayedo donde invita a seguir hacia abajo, pero es engañoso porque pronto se cierra; se debe seguir por llano hasta ver unos prados a la derecha y allí seguir un sendero hasta ellos. Después, saltando las sebes, se llega al camino principal. Desde Fonfría hasta más abajo de Carroceda nos acompañó el berrido de los venados en el ritual nupcial de la berrea. Los machos emiten poderosos mugidos con el fin de asustar a otros competidores en la lucha por las hembras. Entablan incruentas batallas entre ellos haciendo entrechocar sus cuernas para cansar o desanimar al oponente. 250


EXCURSIÓN DESDE TORCE AL PICO AGUIL

Torce se asienta en la cara NE de Peña Negra de Torce (1.535 m), a 760 m de altitud. Esta Peña Torce fue un importante puesto de ojeo para la caza del oso. Los cazadores se situaban en la cima y los monteros los empujaban hacia arriba produciendo toda clase de ruidos. Últimos ejemplares abatidos: 3-10-57 muerta hembra de 70 k 22-9-59 muerto macho de 110 1-11-60 muerta hembra de 123 1-11-60 muerto macho de 87 31-10-61 muerta hembra 60 kg 31-10-61 muerta hembra 55 kg 29-10-62 muerta hembra 120 kg 26-11-62 muerta hembra 56 27-10-65 muerta hembra de 72 Kg En el año 1122 un monasterio de este pueblo fue donado al Cluny por el conde Suero Vermúdez y su esposa Enderquina; cuatro años más tarde, el mismo conde lo entregó a la Iglesia de Oviedo. En abril de 1921 pasó por aquí el eximio d. Aurelio de Llano Roza de Ampudia de camino hacia Somiedo. Un lugareño le acompañó como guía hasta Fonfría (32 cabanas tenía esta braña por aquellas fechas) y de él recoge: Más quisiera morena dormir contigo, que tener la panera llena de trigo. Después de dormido quisiera tener. 251


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la panera de trigo y a ti por mujer. El que non tién rapacinos nin tampoco tién muyer, unce cuando i da la gana y desunce cuando quier. Estos pueblos de Barrio de Cuña, Cuña y Torce se encuentran en el valle de Somoza (o Somaza), hermano menor del de San Pedro (Teverga se estructura en torno a tres valles principales: Val de Santibáñez, Val de Carzana y Val de San Pedro): El Somoça con la maça con los moros se embelena muchos dellos despedaça las doncellas desempena. En Cuña hubo un cenobio, bajo la advocación de san Cristóbal, que por orden del mismo conde d. Suero pasó en 1123 a pertenecer a san Salvador de Oviedo. Aquí se levanta la casona de Cienfuegos, del s. XVIII, con capilla de la misma fecha. Se dijo que en vísperas de una batalla contra los moros y siendo los cristianos muy inferiores en número, su capitán, d. Pedro, ordenó a sus hombres -100- que cada uno encendiera una hoguera y diera vueltas a su alrededor para que el enemigo identificara las sombras con el número de soldados. Así lo hicieron y obtuvieron un clamoroso éxito. Tantas víctimas ocasionaron al enemigo que aún hoy en períodos de lluvias intensas afloran sus huesos en el lugar llamado Fuente de los Huesos. Este glorioso -real o no- hecho de armas figura en el escudo del apellido Cienfuegos. 252


EXCURSIÓN DESDE TORCE AL PICO AGUIL

Cerca de Barrio hay unas paredes ruinosas en un lugar llamado El Tesouro, donde se asegura que hubo minas de oro. La ruta conocida como “Camín Real de La Mesa” la identificó como calzada romana d. Claudio Sánchez Albornoz, que la recorrió en compañía de su amigo d. Juan Uría sobre los años 20. En el Campo La Magdalena los vecinos de Teverga (los de la “oreya larga”) no podían llevar a pastar su ganado si no iba el pastor con perro, palo y bocina, según sentencia judicial de 1907, a causa de las numerosas fricciones entre los vecinos de ambos valles. Los de “la oreya larga” deben su fama a cierta raza porcina por la calidad de sus jamones: Para frailes, San Vicente, para monjas, Santa Clara, para gochos en Teverga, que son de la Oreya Larga. En Barrio entablamos conversación con un lugareño y nos cuenta que es tal la cantidad de venados y jabalíes que hay en los montes que arruinan sus campos. Probablemente es cierto lo que dice pero no lo es menos que las brañas están invadidas por la maleza y muchas fincas se ven abandonadas. La gente se dedica a la ganadería de vacuno (asturiana de los valles) y se ven pocas fincas de labradío; él tiene 23 cabezas de ganado. Torce tiene mejor orientación y se ven algunos huertos.

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SUBIDA AL GILDAR (2.078 M.) AUNQUE SE CORONÓ CEBOLLEDA 4 de noviembre de 1994

El día comenzó con muy buen pie: vuelve Luisma y nos trae el coche nuevo. Lo estrenan Lucas y Juan Carlos. Para ir al Gildar se parte del p. k. 2 de la carretera que va desde el puerto del Pontón a Posada de Valdeón. De aquí sale a la derecha un ancho camino (SE) que pronto llega al río (Tuerto), que se cruza en dos saltos. Se sale a una campera que tiene al fondo un piornal, parece que el camino se pierde pero con un poco de atención se le puede seguir, o rodear por la izquierda y seguir por la campera. Esta formación arbustiva es de incómodo andar porque las ramas golpean la cara y la mochila se engancha en todas las ramas. Todo el camino sigue, aproximadamente, paralelo al cauce del pequeño río. Después de los piornos se abre una extensa pradera; está rodeada por el hayedo y por su margen O corre el arroyo de la Iglesia. Tiene algunas zonas encharcadas en las que se forman turberas no muy desarrolladas. Al final se atraviesa una estrecha franja de hayedo que sale a una nueva campera. Más arriba se encuentran acúmulos de materiales procedentes de las montañas que rodean este valle, que en su cabecera presenta la morfología de un pequeño circo glaciar, con lo que serían el hielo y, sobre todo, el ciclo hielo-deshielo, los causantes del transporte de éstos. Se llega a una pequeña laguna que tiene un bosquecillo a la izquierda (O) y que con el reflejo de las montañas circundantes, presenta una preciosa 254


SUBIDA AL GILDAR

estampa. Más arriba, a la derecha, se ve una repisa en la que pastan algunos caballos. El camino se pierde y ya sin senda se alcanza la collada que da vista al valle de Cuénabres. Desde aquí se consigue una panorámica fascinante, de 360º. De O a E se divisan Ten, Pileñes, Maciédome, Tiatordos, Mota Cetín, Sueve, El Pierzo, Niajo y Valdepino. Por el E hasta el Espigüete y un indeterminado número de montañas que no podemos identificar. Se sigue cresteando hacia el E y queda el valle de Frañana a la izquierda y el de Cuénabres a la derecha. Varios rebecos huyen a nuestro paso. Topamos con el pico Cebolleda (aquí aún creíamos que era el pico Gildar, el error lo descubrió Pepe poco después) y Tomás y Lucas lo coronan con dominio y poderío. La gorra de niebla impide contemplar los Macizos Occidental y Central de los Picos de Europa, el encajonamiento del Cares cortando la caliza, Posada de Valdeón y Caín. La niebla amenaza una vez más con envolvernos y pronto emprendemos el regreso. Luisma encuentra el sitio adecuado y en poco tiempo descendemos a la cabecera del valle de Frañana, nacimiento del río Cares. Hacemos un breve alto para tomar uvas pasas (las famosas y afamadas de Corinto) y manzanas. Un poco más abajo se ven ruinas de cabañas de las que quedan algunas paredes circulares con un pequeño adosado. Vamos ahora faldeando y al paso se encuentran numerosas matas de arándanos. Al conquistar la colladina que da paso al valle de la Iglesia, nos dejamos caer con grandes zancadas y muy pronto llegamos a la laguna. Desde aquí a la carretera es un salto. Guiados por Juan Carlos comimos en Vega Cerneja. En una taberna de aspecto desolado encontramos una encantadora cocinera que, pese a la deshora, nos atendió maravillosamente. Gozamos de alegre conversación. Cuénabres está en un valle afluente del de Las Regueras, que es el de Vega Cerneja, y su iglesia parroquial está dedicada a san Miguel Arcángel. 255


UN MILLÓN DE PASOS POR ASTURIAS Y ALGO MÁS

Antiguamente talaban madera para construir aperos, carros y cambas que vendían en Tierra de Campos, donde compraban trigo, vino y otros artículos. Vega Cerneja tenía 28 casas a mediados del s. XIX, escuela de primeras letras, e iglesia parroquial dedicada a santa Águeda. En la campera de Panderruedas (1.450 m) hay un monolito que homenajea a d. Diego Quiroga, Marqués de Santa María del Villar (divulgador del Cares y de Valdeón). El monolito se levantó por llevar hasta allí al Conde de Vallellano, ministro de Obras Públicas, y que recorrió a caballo el valle de Valdeón. Gracias a esta visita se construyó la carretera del Pontón a Panderruedas, que 30 años más tarde (por la Diputación de León), llegó a Posada. Desde Panderruedas, faldeando el Pico Guadañas, se llega en pocos minutos al mirador de Piedrashitas, dedicado al General Franco, inaugurado en 1966 y que ofrece una impresionante panorámica del Macizo Occidental de los Picos de Europa. De Caín arranca el canal que llega a Camarmeña construido en 1917 por Electra del Viesgo para la central hidroeléctrica de Poncebos. Estamos en el corazón de la Reserva Nacional de Riaño. Área de gran valor ecológico y que alcanzó la protección legal en 1966 por su rica oferta cinegética. Limita con Fuentes Carrionas, Saja, Mampodre y Ponga. Se sitúa al S del Parque Nacional de Covadonga y tiene su máxima altura en el Pico Murcia (2.341 m). De su fauna destacan los urogallos (unos 180 machos), las 10 parejas de águila culebrera, águila real y búho real y otras rapaces nocturnas. También todos los grandes herbívoros silvestres de la cordillera: corzo, ciervo (recientemente reintroducido), y rebeco.

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TRAVESÍA DESDE SANTA MARÍA DEL PUERTO

TRAVESÍA DESDE SANTA MARÍA DEL PUERTO A LA PORNACAL 5 de noviembre de 1994

Se sale de Santa María del Puerto pasando por delante de la iglesia, hacia el O. El camino es ancho, carretero, y cómodo. Dejamos a la izquierda grandes prados cercados por paredes de piedra que reticulan poligonalmente el paisaje y le dan una configuración armónica. Al volver la vista atrás contemplamos la braña con cierto pesar. Esta braña de alzada mantuvo techumbre de teito hasta 1936, año en el que ardió como consecuencia de las luchas que la guerra civil llevó hasta allí. Hoy no quedan más de un par de teitos. Las casas de las brañas de invierno son de aspecto cubista, sólo tienen líneas rectas que siluetean paralelogramos. Macizas, con pocos huecos, de escalera exterior también compacta, sin barandilla y con tejado a dos aguas. En la mayoría se sustituyó la puerta de madera de dos hojas por una plancha de hierro y lo mismo se hizo con algunas ventanas. El conjunto del poblado está bastante deteriorado por algunas nuevas construcciones en las que se emplea la uralita y otros materiales modernos. Aun así tiene mucho que conservar. Esta braña disfrutó de vecindeiro hasta finales de los 80 (creo que hasta 1989) y el último en desempeñar el empleo fue d. Manuel Lorences. Esta institución mantenía una persona durante el invierno al cuidado de la braña y como auxilio a los caminantes. Hay vacas en algunos prados y de uno que queda a la derecha salen ladridos a 1,20 m del suelo (aproximadamente). Pronto vemos un mastín que enfila hacia nosotros y Lucas se embala frente a él profiriendo amenazas. El 257


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perro detiene su carrera, enrosca el rabo, baja las orejas, da la vuelta sumiso y de vez en cuando mira hacia atrás con preocupación, ¿temerá no haberse mostrado lo suficientemente resignado?. - Lucas: ¡¡¡TORERO!!! Cuando se reincorpora al grupo, intenta convencernos de que sólo mostró al can su superioridad. Así de fácil nos lo pinta y Antón decide -en su interior, sabe que no conviene pregonar- ser él quien repela la próxima agresión perruna. Dejamos los prados de la izquierda y vamos entrando en el piornal, siguiendo el camino de la derecha. A la izquierda se levanta el impresionante pedrusco de La Peñueta. El camino abandona el valle y faldea por el E la peña. Se mantiene ancho, se ve que fue importante. Por la derecha aparece el puerto de Somiedo y la Peral ofreciendo una imagen poco conocida. Cada poco tiempo hacemos un alto para deleitarnos. Llegamos al nacimiento de un arroyo -afluente del río Somiedo- y después remontamos una pequeña cuesta. A continuación queda el enorme canchal -la roca se fracturó por efecto de la gelifracción- que se formó al pie de la montaña; a la izquierda y a la derecha un piornal: estamos frente a la collada La Festietcha. Giramos al S, quedan piornos a la derecha y, tras otra pequeña subida, alcanzamos un rellano por el que meandriza un río. Hemos llegado a un lugar parecido a la cara N del Vignemale, pero de reducidas dimensiones. Nos resulta hermoso y evocador. Llevados por la inercia seguimos por el valle y al final lo encontramos cerrado, es un fondo de saco con El Cornón y El Esplá al fondo; estamos en el Valle Fontanón. Desde el rellano caminamos sobre nieve fresca, es de esta madrugada. Es precioso todo el entorno. Resulta grandioso pese a lo reducido de sus dimensiones (unos 2 km de largo por menos de 0,5 km de ancho). 258


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Se acabó el encanto porque a Antón lo trajo aquí el azar y debe volver sobre sus pasos para terminar bien el día. Hemos retroceder para salir hacia La Pornacal y no tener problemas. Retrocedemos a buen paso hasta La Festietcha y desde aquí nos dejamos caer a grandes zancadas hacia el valle del Alto Pigüeña. A la izquierda queda la braña Los Cuartos (especialmente interesante por las cabañas circulares y los techos -de teito- cónicos). Se abre el valle repartido en prados y con las vacas dedicadas a lo suyo: pastar. Los graves ladridos del mastín somedano vuelven el aire sólido y a Antón le cuesta mucho trabajo avanzar, pese a todo se prepara psicológicamente para emular a Lucas. Cuando alcanza a ver los perros las piernas se le vuelven de gaseosas y ha de acudir a Lucas que de nuevo monta su número; y los perros, dos enormes mastines, repiten la escena que ya vimos y se retiran humillados. El pastor, que parece su propietario, los mira con desprecio: -”Son una mierda, los he de cambiar” y tal parece que peligra su puesto de trabajo al cuidado de la hacienda del amo. Les deseo lo peor. La Pornacal no mejoró en los últimos años, sigue sucia y mal cuidada, con algunas cabanas con el techo hundido. Villar de Vildas aún peor: aluminio, plástico, uralita y muchas casas ruinosas. Las sabias coplas vaqueiras (vaqueiradas) acompañan los movimientos estacionales de los vaqueiros: La gracia para cantare nin se compra nin se hereda dala Dios a quien Él quiere y a mí déxome sin ella.

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Al señor cura del Puertu, capáimelo capadores, que confiesa las mutcheres debaxu los cobertores. Mocinos de La Peral, ¿a qué venís al Puertu?. Vamos ver las vaqueirinas como revuelven el cuechu. En este llugarín del Puertu al que tien un borricuchu, una albarda y dos costales ya le llaman mayorazgo. Si quieres que vaya a verte echa a tu perro cadena, que me ladra cuando voy a visitarte morena. El señor cura del Puertu ya nun compra más cebada porque se le murió la burra y ahora monta la criada.

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COLLADA PANDELLANZA-MACIÉDOME

COLLADA PANDELLANZA-MACIÉDOME 12 de noviembre de 1994

¡De nuevo en Pendones!. Hoy salimos casi contra pronóstico -meteorológico- y conseguimos subir al Maciédome. A la entrada del pueblo se toma la pista hormigoneada de la derecha. Se baja un poco hacia el río y después se sube entre prados cercados por sebes y murias hasta alcanzar la primera collada (1⁄2 km aproximadamente), desde aquí se llanea. Esta collada es un buen lugar para volver la vista atrás vemos: Pendones, con los tejados alineados, no presenta la fisonomía -esperable- de un pueblo de montaña (por el bombardeo sufrido y la posterior reconstrucción); el imponente Tiatordos y las escamas tajadas por las foces que lo guardan y le dan entrada; y el estrecho valle del Nalón. Un centenar de metros después de la collada tomamos un camino que sale a la izquierda y que se adentra en el hayedo. Zigzaguea al principio. El bosque empieza a desnudarse para protegerse del invierno (que aquí ya llegó) y el suelo esta cubierto de hojas. Después de las hayas y hasta la primera cabaña aparecen carballos y rebollos. Contemplamos el puerto de Tarna, la sierra de El Mongayo (excepcionalmente bien la cascada) y el Canto del Oso en toda su grandiosidad. A partir de aquí reaparece el hayedo. Al salir del bosque se encuentra vegetación arbustiva de erica y tojo entre los afloramientos de caliza. Sorprenden algunas antenas de TV clavadas en las rocas: dan servicio a algunas 261


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cabañas del contorno. El camino es ancho, cómodo y de pendiente muy llevadera. El valle de Corralín aparece en su totalidad al pie de la ladera. La desnudez de sus árboles hace resaltar las melenas de los líquenes que los cubren, ¡buena señal!1 Un poco más adelante, a la derecha, una alambrada evita que el ganado se despeñe. Muy pronto se encuentra un bosquete, se pasa un pequeño piornal y se llega a una camperina en la que hay una cabaña de cubierta de teja a dos aguas y con dos cuerpos separados por un porche. Este mayao se conoce con el nombre de Bustantigo, o Texeu, y los lugareños como Pandiella. Al E.SE se ve un mayao con topografía de “silla de caballo” que llaman Bolenga, y los naturales Bustantigo. Al N.NE se ve una collada que da paso a Recuencu, y yendo hacia esta collada sale a la derecha (al comienzo) un camino que lleva a una campera próxima en la que se ve un acebo de buen tamaño. En el nacimiento del arroyo que desemboca en el río Corralín hay una fuente. Este arroyo se enmarca, más abajo, entre dos grandes agujas que dejan entre ellas y el cordal una especie de silla de caballo, donde se asientan las mencionadas majadas de Texeu y Bustantigo. Al poco trecho se deja otro camino que sale a la derecha que va Bustantigo. Se pasa un pequeño hayedo, después un canchal de grandes bloques de piedra, un nuevo tramo de hayas, se dobla un pequeño canto y ya se entra en el gran pedrero por el que se corona el Maciédome. La subida desde aquí se hace según las preferencias de cada montañero, aunque la vía más conveniente es la paralela al cantil recién rebasado. La cima es un balcón formidable para ver Ten, Pileñes, valle de Ventaniella, Colláu Zorro y, en último plano, los Picos de Europa. Los bosques que pueblan estas áreas, especialmente los hayedos (1⁄3 de la superficie del término municipal de Caso), son los más hermosos y densos de Asturias ¡ahora sí podemos ver Pandellanza a satisfacción!. Se conservó el bosque 1. No se desarrollan en ambientes contaminados.

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COLLADA PANDELLANZA-MACIÉDOME

debido a que su explotación nunca fue más allá del uso que exigía la economía autosuficiente -sostenible- y de trueque. Los árboles aportaban madera para construcciones, aperos, leñas, y daban vida a numerosas especies animales que proporcionaban carne para todos. Siempre se practicó la caza -furtiva, necesariamente- porque entraban en competencia los intereses de los señoríos primero, y después, de su sustituto, la Administración, con los de los vecinos. Las talas siempre se vieron obstaculizadas por las pendientes, la complejidad del relieve y las grandes dificultades para establecer vías de comunicación. La panorámica que queda a la espalda no es desdeñable pero nos secuestra la vista que ofrece el E. Se ha caminar con cuidado porque hay una caída libre de centenares de m. En esta cara E se formó un pequeño glaciar similar al del Tiatordos y con la misma orientación. Resto de esta actividad es la talladura de la mole caliza y la pequeña repisa -hoy ocupada por piedras- que alojó la masa helada. El Maciédome está situado en el Cordal de Ponga. Se inicia en el puerto de Tarna con el pico Abedular, y se descuelga hacia el N con el Montovio, el Maciédome y el Tiatordos. Hasta Pendones se llega por el valle del Nalón, se atraviesan algunos desfiladeros y abiertos valles. El río corta transversalmente las estructuras y, cuando los materiales son netamente calizos o cuarcíticos, se forman los pasos angostos, la amplitud se da cuando se tajan las pizarras porque son mucho más deleznables. Los asentamientos humanos se dieron en las anchuras, donde se formaron los amplios prados de Soto de Caso, Bezanes, y hasta La Foz, situada esta última a la entrada de un desfiladero. En La Foz se conservan numerosas viviendas con la arquitectura tradicional y los tejados ofrecen un bonito puzzle desde la carretera procedente de Tarna. Pese a todo algunos edificios debería recortarlos la motosierra o ser confiados a nuestro amigo Pablo. 263


UN MILLÓN DE PASOS POR ASTURIAS Y ALGO MÁS

El paisaje vegetal que ofrece la zona del Alto Nalón es consecuencia del aprovechamiento agrícola y ganadero de la zona y de la pervivencia de las formas tradicionales de explotación. Cuando llegamos a Pendones éste fue nuestro menú: Fabas con jabalí Rebeco con patatinas Cabrito asado Queso casín con miel Variadas tartas caseras. De todo un poco. Después, el sopor post prandial casi nos aniquila.

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EXCURSIÓN AL PICO POZALÓN

EXCURSIÓN AL PICO POZALÓN (O NIAJO) 26 de diciembre de 1994

Se desarrolla en tierras pertenecientes, administrativamente, a la comunidad autónoma de León aunque en términos de regiones naturales este espacio debería pertenecer a la de Asturias. La divisoria sube por el río Mojizo, continúa por el Sera y después pasa a las praderías de El Arcenorio. En Oseja de Sajambre se toma la carretera a Pío. Cruzamos los ríos que pocos metros más abajo forman el Sella, justo bajo la cara NE de la Pica Ten, interfluvio de cuarcita que separa los arroyos Pontigos y Fonsella. Pío es una aldea asentada en la falda NE de La Tanda (1.583 m), de la que extraña su ubicación a la umbría. Las casas son de piedra, de una altura, con antojana en la que almacenan la leña de haya. Desde aquí se ve en la ladera el corte del camino que se ha de seguir. Sale el Sol por Panderrueda y se esconde en La Vallina, y los mocinos de Pío enroscaos en la cocina. Se inicia la andadura bajando hasta el río Sella, todavía pequeño, se cruza éste y acto seguido un arroyo que le llega por la izquierda. Después se toma el camino de enmedio, que mantiene las mismas características que el anterior. Es bastante pendiente hasta que corta al paso una canalización de 265


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agua que discurre con la mínima pendiente. La parte final zigzaguea por el hayedo y pronto alcanza la collada. Aquí se puede -y se debe- volver la vista atrás porque la estampa, aunque incompleta, es de las que no se olvidan: Pío, Oseja de Sajambre, Soto de Sajambre, Peñas Santas, Torre Bermeja, Peña Beza, Valdepino, y algunas cumbres del Macizo Central de los Picos de Europa, El Jario, y la línea de cumbres de la Cordillera Cantábrica con el Gildar y el Cebolleda. El denso y extenso hayedo que cubre la comarca sajambriega y el Pontón, aún con el despojo que el invierno impone, resalta como mancha boscosa notable. Peña Negra y Peña Mora, Peña Loto y la collada que da paso a El Arcenorio; al O las cimas de Ten y Pileñes; y estirándose hacia el N aparece Colláu Zorro, Lagarutu’l Rasu y El Pierzo. El hayedo de Peloño cubre la fachada E de este cordal, desde aquí ofrece una imagen mucho más accidentada que cuando se penetra por San Juan de Beleño. En Llaete acaba la pista. Una majadina con alguna cabaña en pie se abriga al otro lado de la collada, que está en la misma cabecera del nacimiento del río Sera. Desde aquí, siguiendo el camino que se orienta hacia el N.NE se emprende la subida al Pozalón. Se faldea por el E y no ofrece problema alguno, vemos el vértice geodésico y se ganan grados de visibilidad sobre Peloño a medida que se avanza. Pronto vemos el Sen de los Mulos y la campera y majada que se aloja entre las dos hiladas de montañas que parten del Sen. El camino bien marcado termina en una colladina, a la izquierda quedan algunos árboles, muy pocos en pie, la mayoría caídos y podridos. La campera es una diminuta cuenca endorreica y conserva una lagunita. Se da vista a Sajambre. Ahora se sigue una senda orientada al NE la que se sigue. Es muy pendiente pero no tiene otra dificultad ni peligro. Se llega a una cima cónica que se alarga hacia el Pozalón por una estrecha -aunque corta- prolongación rocosa. Aquí sí que se pone peliagudo el tránsito y es mejor que continúen únicamente los que estén seguros de sus movimientos. Los desniveles son fortísimos, verticales y con nieve o hielo absolutamente impracticables. Des266


EXCURSIÓN AL PICO POZALÓN

de la misma cima el campo de visión es de 360º, tiene la proa hundida en las mismas entrañas del desfiladero Los Beyos justo sobre el río Mojizo. Peloño ahora no puede ocultar ningún rincón, las cuencas de los ríos Canalina y Mojizo aparecen desentrañadas. El mojón del vértice geodésico está en El Pozalón. Se ve en toda su amplitud la cuenca del Alto Sella y casi hasta la misma fuente -del Infierno- de la que nace (León). Tiene casi 60 km de longitud y una cuenca hidrográfica de 1.200 km2. Alcanza su madurez en territorio asturiano y desemboca en Ribadesella. La red fluvial de esta zona es de geometría claramente arborescente, un avenamiento perfectamente jerarquizado. Estos ríos se encajan profunda y rápidamente en el roquedo porque han de salvar grandes desniveles en muy poco espacio, y así se originan los abarrancamientos. Oseja de Sajambre se recuesta en una repisa de la cara O de El Jario. Este pico parece fácilmente conquistable a partir de Soto de Sajambre y ofrecerá un mirador excepcional de los Macizos Central y Occidental.

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EXCURSIÓN A LA COLLADA LLEVIS DESDE EL PEDROSO

Esta salida también se hizo bajo el signo de las prisas porque era necesario estar en Oviedo de regreso antes de las 18.00 h. Teníamos la intención de subir al monte Hibeo, por su estratégica situación, para contemplar el mar Cantábrico y los Picos de Europa, porque cubiertos de nieve y helados ofrecerían un día como hoy -soleado y con brisa del NE- una visión preciosa. Pero sopesados de nuevo los tiempos de andadura y de coche se buscó una más corta y resultó elegida la collada Llevís que, aunque no tan circular en su panorámica como el primero, era muy esperanzadora. Entramos en Infiesto cruzando el puente (acaso donde estaba el antiguo, que tenía tres arcos de piedra, construido en 1749 y rehecho en 1816 por los destrozos que sufrió cuando la guerra con los franceses). Desde Infiesto tomamos la carretera de Espinaredo y poco después de pasar el pueblo se gira a la izquierda hacia El Pedroso (o Cuerrias), es la primera que sale a esta mano y se ha de prestar cierta atención porque no está señalizado el desvío. Es una estrecha carretera que bordea el río Escosura. El Pedroso es una pequeña aldea sin amplitud para que un coche de la vuelta, para esta operación -esencial para un buen retorno- se ha de maniobrar en una pequeña explanada que hay justo ante la primera casa que se encuentra a la izquierda.

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EXCURSIÓN A LA COLLADA LLEVIS DESDE EL PEDROSO

Un ruido sobresalta a Pepe pero lo atribuimos a algo ajeno al coche. Al salir vemos que sólo quedaba el muñón del espejo retrovisor... ¡El ruido!. -¡Rapidillo! Le dicen sus compañeros. A la misma entrada del pueblo encontramos a uno de sus habitantes que, con una pachorra envidiable, paseaba por las proximidades de su casa. Nos cuenta que tiene mejor campo de visión la collada Llevís que El Niaño y que, canteando, se llega fácil la cima de El Vízcares. Emprendemos la marcha muy animados por la cercanía y las buenas expectativas. Es un camino ancho y que no tiene pérdida posible, el único desvío es el que sale a la izquierda para El Niaño. Pasado este desvío -se mantiene apto para un coche todo terreno- y llegados a un reguero, da un brusco giro a la derecha, aumenta la inclinación pero mantiene el ancho y buen firme. Zigzaguea un poco cuesta arriba y pronto recobra la suave pendiente hasta la collada. La llegada recuerda un poco a la de Piedrafita (Caso) por la camperina y por la aparición de los Picos de Europa que hoy, nevados, helados y con sol, aparecen rutilantes; también se ve El Cuera, Sierra de La Escapa (donde está El Mofrecho) y la sierra de Santianes. Hay una cabaña dedicada a refugio de caza y cerca un depósito de agua -cúbico- del que rebosa un poderoso chorro. Hacemos una parada mucho más breve de lo que el paraje requiere pero aun así suficiente para embobarnos un poco. Pepe, Pablo y Tomás “cantearon” hacia El Vízcares (se ve muy bien el mojón del vértice geodésico y parece cercano) y Antón los siguió un corto trecho pero lo suficiente para ganar muchos grados de visión sobre la anterior posición. Ahora aparece El Sueve y se identifican perfectamente El Naranco, la planicie de Llanera, el Fario, la Peña Careses, y hasta algunas crestas de El Aramo. 269


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La cobertera vegetal de las laderas de estos montes se reduce a monte bajo -matorral de brezo, aulaga, escoba y zarza- y algunos prados en cotas más bajas o bien guarnecidas. La mayoría de los montes se talaron a lo largo de los años para carbón vegetal o fundiciones y para la construcción de navíos (especialmente para El Ferrol). Fueron especialmente vulnerables los próximos a la costa. Se aprecia perfectamente la depresión que se extiende entre Oviedo y Cangas de Onís. Frente a nosotros se abre la abrupta cabecera del nacimiento del río Color, más allá discurre el valle del Tendi, aprovechado por la carretera que va de Sevares a Sellaño por la Collada Moandi. No se ve la Mota Cetín. La zona que paseamos se sitúa en la Reserva de Piloña al S de Infiesto y al N de Ponga. Ocupa algo más de 100 km2, la mayoría alrededor del Pico Vízcares. Paramos en Espinaredo, tomamos una botella de vino y una tapa de jamón en un bar-tienda frío y desaborido. No quedamos contentos y nos dirigimos a otro, también bar-tienda pero mucho más cálido y acogedor donde encontramos a dos del grupo de montaña Vetusta ante montañas de patatas, pollo, huevos fritos y picadillo. ¡Bingo!. Aquí nos sentamos y copiamos su menú. ¡Suculento!. Infiesto celebra anualmente el Festival de la Avellana, de gran tradición. Muy extendido debió estar su cultivo en esta zona central de Asturias cuando en 1844 y 1845 salieron por el puerto de Villaviciosa 743.360 qm, y del de Ribadesella 10.790 qm, para el extranjero. Al filo del tráfico de avellanas por estos puertos, me vienen a la memoria los números de la madera que por allí salió en los mismos años: 1.192.362 duelas, 1.152 piezas de madera y 435 qm de carbón vegetal, y 434 duernas de castaño.

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EXCURSIÓN A PORCABEZA DESDE SAN MARTÍN DE ONDES

EXCURSIÓN A PORCABEZA DESDE SAN MARTÍN DE ONDES Marzo de 1995

A las 9.00 h estábamos preparados para partir Tomás, Nando, Pepe y Antón. Esperamos un poco por si venía Lucas, Juan Carlos o Pablo y hacia las 9.15 salimos camino de Somiedo. Pensábamos rodear el Mocoso partiendo de La Peral hasta la braña Fuejo porque es un camino casi llano y ofrece buena panorámica del valle de Somiedo. Hace tiempo que no caminamos y Tomás convalece de un esguince. Poco después de pasar Belmonte arranca por la izquierda la carretera que va a San Martín de Ondes. En este punto cambiamos de planes. Abandonamos la primera idea y decidimos recorrer el tramo de Calzada Romana entre la venta La Corredoria y Porcabeza. La carretera tiene muy buen firme pero el trazado deja algunos tramos bastante aéreos y sin valla protectora se siente cierto temor. Llegamos a San Martín, dejamos el coche junto a la fuente y emprendemos la marcha. Se sigue una ancha pista, apta para vehículos agrícolas, que con suave y continuada pendiente nos deja en La Corredoria. Sale al S y antes de llegar a la barranca El Real gira a la izquierda, desde aquí ya mantiene la dirección hasta la venta. Se pasa sobre la tubería de agua que lleva la fuerza motriz para la central hidroeléctrica de Selviella y a partir de aquí, a unos 500 m de la salida, el pueblo ofrece una estupenda panorámica. Se divide en dos barrios y las fincas y tierras de labor aparecen en tres hojas que recuerdan la antigua distribución del espacio, cuando había derrotas. 271


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Se pasa una collada y después de una pequeña bajada y un llano se llega a la venta, poco antes hay una fuente a la derecha. Está en un despoblado. Se trata de un edificio de piedra, de dos cuerpos adosados, uno para vivienda y el otro para cuadra; parece una construcción muy antigua. Frente a la entrada hay una capilla. Los edificios están sobre el camino, orientados al SE. Al frente hay grandes prados rodeados de paredes de piedra, a la espalda una campera abierta que parece ser propiedad de todos, en ella encontramos un pastor -caballero en un asno de gran alzada- con viejos prismáticos que buscaba un caballo extraviado. Por aquí habrán pasado arrieros, pícaros, estudiantes, mercaderes, recaudadores de impuestos, aventureros, militares y clérigos, bandoleros, vaqueiros, y una interminable lista de personajes de toda laya. Volvemos a la pista. Seguimos el camino viejo, que, al pasar junto a una cabaña, se encharca formando un gran barrizal que Tomás salta con prodigiosa limpieza. Pronto llegamos a una collada y desde aquí se llanea casi hasta la venta de Porcabeza. Estamos en el Alto del Mouro. Nos desviamos a la izquierda por unas camperas hasta situarnos casi sobre Tolinas. Al frente se ve El Caldoveiro, el Loral y a su izquierda, el Buey Muerto, también Yernes encajado en una repisa; más a la derecha, hacia el S, el Redondo y la Berza; a nuestra espalda, a la derecha del Camín, Porcabeza. Por aquí encontramos un gran embudo que no tiene explicación topográfica aparente, parece tratarse de un almacén de nieve. Por este paraje comentan que quedan restos de una fortificación pero no encontramos rastro alguno. Volvemos al camino y llegamos a la venta de Porcabeza. Se trata de una construcción mayor aparentemente y más moderna que la de la Corredoria. Hay por aquí dos fuentes: la de los Huesos y la del Ermitán. Seguimos hacia Peñas Negras y pasamos a la vertiente del río Pigüeña. A nuestros pies está El Llamoso y más arriba Montovo. Hacia el SE El Cornón, El Cabril; El Cogollo y Rabo de Asno aparecen nevados y esplendentes en una sucesión de planos gris-azulados de gran belleza; al frente -E272


EXCURSIÓN A PORCABEZA DESDE SAN MARTÍN DE ONDES

la silueta dentada de Peña Manteca y en su falda Villar de Zuepos y Vigaña. Estamos a 1,5 h de Cueiro. El Camín Real continúa hacia el S -cresteando- siempre manteniendo su trazado estratégico. Próximo se ve el pico La Berza y se adivinan las praderías de Cueiro. Está jalonado por mojones (modernos miliarios) formados por tres cuerpos prismáticos superpuestos, de muchos fue derrumbado el superior. Casi resulta ocioso comentar algo de este camino por ser harto conocida y divulgada su historia. Fue importante vía de comunicación antes de la dominación romana, muy mejorada por los invasores, y la principal arteria de paso entre el occidente asturiano y la meseta, hasta la gran mejora que se hizo en el puerto de Pajares en la segunda mitad del s. XVIII. Se regresa a San Martín de Ondes cómoda y rápidamente. Este pueblo contaba a mediados del s. XIX con 42 casas, 42 vecinos y 124 habitantes. Pertenecía al Ayuntamiento de Grado y al Partido judicial de Pravia. La fuente junto a la que aparcamos es muy vieja, también tiene lavadero y abrevadero. El pueblo tiene una peculiar trama viaria y algunos ejemplos buenos de la arquitectura rural; destaca una casa de planta cuadrada que parece una torre.

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FALDEANDO EL CORDAL DE PEÑAMAYOR DESDE PUENTE MIERA

Desde Infiesto se sigue la carretera que va a Campo de Caso por la Collada de Arnicio. En Puente Miera, entramos por la derecha con el coche y pudimos aparcar junto al río Muriosa, afluente del Marea. Ahora se sigue la pista que hay en la margen derecha del río y en la que aparece el letrero “Fin de ruta”, refiriéndose a las bicicletas. El color del cauce, pardo-amarillento, evoca las truchas doradas y engalanadas con pintas rojas. La pista es apta para vehículos todo terreno pero a pesar de ello encontramos algún automóvil sin especial preparación de altura ni tracción. El río es limpio y de rápida corriente. La vegetación es la propia de ribera con sauces de varias especies y alisos. En las sebes y prados siempre están presentes los avellanos. La pista sigue la pendiente del río y es de muy cómodo andar. Se pasa junto a unas cabañas que están en el medio -prácticamente- del camino porque aprovechan una camperina y no están rodeadas por muro ni señal alguna que delimite la propiedad. Pronto aparece al frente una montaña de forma cónica y en la base unos cuantos prados, cada uno con su cabaña. A la izquierda sale un ramal que se une después a otras pistas y nos puede conducir a Montecoya o a la collada que está encima de las foces del río Pendón. Nosotros seguimos por la izquierda y la pista se hace pindia. Pasamos al lado de unas construcciones que sorprenden por el cuidado entorno y el gran número de colmenas que tenían. Al alcanzar la cota de los 900 m el camino 274


FALDEANDO EL CORDAL DE PEÑAMAYOR

llanea hacia el S. Las cabañas que encontramos al paso están -también otras que se ven más alejadas- muy cuidadas. Son grandes, tienen cubierta de teja y buena madera en puertas y ventanas. A las que estaban cerca del río y se llega en coche parecen habitadas permanentemente o, al menos, durante largas temporadas. Numerosas pistas surcan estas montañas y en un vehículo todo terreno se llega desde cualquier punto al escarpe calizo que constituye el cordal de Peña Mayor. Por encima de los prados se encuentra únicamente monte bajo, principalmente de ericas. Atravesamos un bosquete muy ralo de hayas con algunos prados incrustados. Al llegar a una pequeña pradera se ve El Sueve, y los Picos de Europa, enmarcados entre El Vízcares (la cota más alta de Piloña, 1.420 m) y el Facéu. Por aquí hay algunas cabañas abandonadas y otras de reciente construcción. Ahora, al llanear, el camino se encharca y hay bastante barro. Tomás, como siempre, los salva impoluto. Nos detenemos un rato y damos la vuelta. A la excursión, sin llegar a ser ciega, le falta mucho para alcanzar buen nivel.

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EXCURSIÓN POR EL VALLE DE SALIENCIA (FONDO) 22 de septiembre de 1995

Salimos sin rumbo y el coche nos depositó en Saliencia. Así de sencillo. Aparcamos a cien metros del pueblo, por la pista que va a Torrestío. Calzamos las botas, empuñamos los palos, y empezamos a caminar. Esta pista se abrió sobre los años 60 del s. XX. Es fácil de andar y poco a poco vamos calentando. Pasamos el primer puente y nos congratulamos de estar aquí. A medida que caminamos ganamos altura, aunque lentamente, y también campo de visión. El valle va mostrando sus intimidades: los primeros teitos a la vera de la carretera; la braña La Magdalena, y un sinfín de teitos salpicando la falda de la repisa que va de El Micho a Los Bígaros. Poco más arriba, después de algunas curvas, se ve la collada de Balbarán (o de La Farrapona), la repisa que encaja al lago de La Cueva (o de La Mina) y las camperas que ocupan el fondo del valle; por la derecha, el intransitable bosque de hayas y robles que cubre la margen izquierda del valle, donde se esconde el oso. Después de encontrar los teitos aparecen unos prados e inmediatamente nos flanquea un bosque de rebollos. El camino se hace recreo. Avanzamos sin hablar en un acto de voluntarismo para darle mayor énfasis al paisaje, aunque de vez en cuando nos adelanta un coche empolvándonos de arriba a abajo. Se encuentran dos entradas de pista para las praderías de la derecha y nos dejamos caer por la primera. ¡Maravilloso!. Es de esas cosas que no pierden al penetrarlas. El río -recién nacido- lleva bastante agua y luce en la 276


EXCURSIÓN POR EL VALLE DE SALIENCIA

orilla un rótulo del Principado de Asturias que dice: Vedado De Pesca; no creo que sea pretencioso porque aquí, en Somiedo, ya encontramos truchas en lo que no era más que la meada de un niño. Estas camperas mantienen un uso comunitario de la tierra del que apenas quedan restos. En época de pasto cada vecino lleva sus reses porque funciona como abertal aunque está parcelado y amojonado. Para la recogida de la “yerba” cada propietario retira la de su parcela. Seguimos río arriba un poco más y enseguida nos desviamos a la izquierda para ver como teitaban una cabana. Hay dos teitadores, un viejo los mira mientras habla con un señor con aires de ciudad que lo escucha con cierta condescendencia. La operación de teitar consiste en meter nuevas ramas de escoba entre las viejas, sin arrancar éstas. Esta sustitución del ramaje se va haciendo poco a poco, de manera que cada año se renuevan sólo algunos m2. Entablamos conversación con el paisano y conectamos fácilmente. Estaba contento por las atenciones que recibe el pueblo por parte de las autoridades del Principado desde los tiempos en los que era Delegado del Gobierno Obdulio Fernández y Presidente del Principado d. Pedro de Silva. Después de la agradable charla, seguimos hasta el mismo pie del gran muro por el que se desmoronaba el glaciar que escurría su lengua desde el lago de La Cueva: es el mismo nacimiento del río Saliencia. Los teitos que están inventariados reciben una subvención anual por parte del Principado a tenor de 20.000 pts/m2. El desarrollo somedano fue tan notable que se pasó del s. XVIII a las postrimerías del XX en sólo 10 años. Cuentan con teléfono domiciliario, carretera asfaltada que enlaza con la general de Pola de Somiedo, pala quitanieves, servicio de helicóptero para emergencias, y una interminable lista de adelantos que se entrelazaron porque uno trajo al otro. Recordaba el hombre, alcalde pedáneo desde los tiempos del franquismo, que cuando se abrió la pista a Torrestío, el Presidente de la Diputación le decía: 277


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-Buenooo, estará usted contento ahora, ¿no?. No se quejará. No me diga que no quedan bien comunicados. Regresamos por el viejo camino que unía el pueblo con estas camperas. Sólo hay que seguir el río. Al final, justo antes de tomar la calzada, hay que volver la vista atrás para fijar la estampa. El camino se encaja entre paredes de piedra que cierran fincas de corta y diente, ya estamos en terrenos de propiedad privada cercada. A la izquierda queda un bosque de hayas que goza del máximo nivel de protección por ser refugio de algunas parejas de oso pardo (por mucho que merodeamos por estas zonas oseras siempre se nos muestra esquivo el animal, pero no dudo de que algún día lograremos inmortalizarlo en una foto). Vemos algunos “teitos” desde el camino. Casi 30 años hubieron de pasar para que estos somedanos pudieran ir a la capital de su concejo en coche por tierras asturianas, ya que la carretera que llega aquí desde el embalse de La Malva se abrió en 1989. Todo el valle es un regalo para el espíritu. Saliencia (1.060 m) tiene dos barrios: La Pandiella y el Bonchau. Antiguamente poseía una venta en la braña La Mesa que estaba abierta entre mayo y octubre. El ventero se elegía por sorteo anualmente entre los vecinos, de manera que no se podía repetir empleo hasta que completara su turno cada vecino. En esta braña había una capilla que, según la tradición, data de los tiempos de d. Pelayo. Ya estaba arruinada a mediados del s. XIX y las imágenes están en la iglesia parroquial. Dolores Medio cita unas “... ruinas de Saliencia...” como, posiblemente, la fortaleza más importante de los romanos en estas tierras. En Villarín nació en 1784 d. Jerónimo Valdés, conde de Villarín y Torata (ganó la batalla de Torata, Perú). Se alistó en el ejército durante la francesada y llegó a Capitán General de Cuba. Fue Virrey del Perú, Senador y Ministro de la Guerra. 278


La Peña Escrita de Rozada (Museo Arqueológico de Oviedo) es una lápida conmemorativa de la inauguración de un camino real durante el reinado de Fruela II (año 922). Como en toda el área vaqueira o bajo su influencia, las canciones son de gran sencillez y sonoridad: Vaqueiriña, vaqueira, regalásteme un querer, non se te olvide, prenda. Que dame la mano pa subir al horro. Que dame la mano que de pena morro. ¡Eeeeeei! Si quieres que vaya a verte echa a tu perro cadena, que me ladra cuando voy a visitarte morena. Las mocinas d’Arvitchales cuando van al filandón, van tirando la fueireta como vacas de pación Villarín es un jardín, las chavalas son las rosas, los chavales claveles y las mujeres las hojas. En Saliencia planté un pinu n’Arvitchales floreció y en el pueblu Villarín tengo los amores yo.

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Adivinanzas del Valle de Saliencia: Largo, largo, comu un camino, foza, foza, comu un gorrino. (El río, Veigas) Mía buela con un mantón, cubre la tierra y’al ríu non. (La nieve, Veigas) Escarpín sobre escarpín escarpín de fino paño, si no te lo digo yo no aciertas en un año. (La cebolla, Villarín).

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EXCURSIÓN POR VEGABAÑO

EXCURSIÓN POR VEGABAÑO 7 de octubre de 1995

El mejor camino de acceso sale de Soto de Sajambre. Desde esta aldea arranca una pista con muy buen firme que llega hasta la misma pradera de Vagabaño. Salimos desde las fuentes que hay en la parte alta del pueblo. Es camino ancho, de carro, y empieza a subir desde el primer momento aunque con suavidad. Dejamos prados a derecha e izquierda y enseguida llegamos a un punto en el que hay al frente los más extensos. Ahora se sigue por la derecha cruzando el cauce de un río (frecuentemente seco). Se entra en el hayedo que rodea Vegabaño que cubre la base de las montañas circundantes hasta donde lo permiten las condiciones climáticas. La extensa campera (1.340 m de altitud) que se abre está ribeteada por una corona de piornos, es casi llana y tiene a la misma entrada algunas construcciones, una de ellas, el refugio para montañeros. Fue construido por la Diputación de León en 1967. A la derecha vemos El Jario; al frente las colladas que separan la majada del valle de Valdeón; a la izquierda los Moledizos, Peña Santa de Castilla y el gran paredón rocoso del Macizo Occidental sobre el valle de Angón. Más a la izquierda, se dibuja la Cotorra del Escobaño, que pasa casi inadvertida entre tanta grandiosidad (pese a lo dicho es un mirador fenomenal de todo el contorno) y la Peña Beza, ya encima de Soto de Sajambre. Seguimos el camino que rodea por la izquierda la campera hasta llegar a la última construcción (se trata de un bar), desde aquí hay que bajar 281


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un poco hasta encontrar la ancha senda que pasa bajo la valla que rodea un campo. Ahora sólo se trata de seguirlo. Penetramos en el bosque y cruzamos un torrente y un par de arroyos. Estos cursos de agua organizan su escorrentía siguiendo la suave pendiente de Vegabaño. De su unión nace el Dobra, afluente del Sella por la derecha (es un hidrónimo de origen celta, de dubrom). Cambia el suelo y el camino pasa entre grandes bloques de cuarcita. Entramos en un ralo bosque en el que abundan los abedules, pero pronto se sale a una campera y se cruza y un pequeño río -el Dobra- que se salva por un puente, y de nuevo se entra en el hayedo. El camino está bastante claro. Culebrea poco a poco entre los árboles y la pendiente se salva casi sin esfuerzo, se llama esta pendiente Cuesta Fría. Al paso se encuentra un gigantesco roble que puede competir con los mejores ejemplares de Muniellos. En general se sigue la margen derecha del arroyo hasta llegar a su mismo nacimiento en una fuente. Desde aquí a la collada se encuentran abedules y ericas de gran tamaño, y ya se salva en dos pasos. Al llegar sufrimos cierto desencanto porque no se ve directamente el valle de Valdeón, sino que dimos al nacimiento de un reguero que desemboca en Soto de Valdeón, además, tanto el Macizo Central como el Occidental (estamos en las estribaciones de Los Moledizos, en la Collada del Cueto) están envueltos por nubes bajas y no se ven, únicamente asoma de cuando en vez El Jario. Por aquí debió estar el mítico Monte Vindio, en Vegabaño o en la majada de Carombo, último baluarte de los astures en su lucha contra Roma y donde fueron exterminados. Se ha dicho que mataron a sus mujeres e hijos y murieron batallando contra sus enemigos; otras versiones hablan de que se suicidaban con el mismo veneno que aplicaban a la punta de sus flechas: savia de tejo. Frente a nosotros se ven los Altos del Verde y la Canal del Burro, por la que se llega a la Canal del Perro y de ahí al refugio de Vega Huerta. Desde esta collada se advierte al frente un canto por el que dobla un senderuco, siguiéndolo se llega a la Vega de Llos: diminuta majada en la falda SE de Los 282


EXCURSIÓN POR VEGABAÑO

Moledizos y desde la que hay un claro camino para bajar a Soto de Valdeón. Este tramo descrito últimamente se ve perfectamente desde el puerto de Panderrueda, entre el Pontón y Posada de Valdeón. Esta carretera se abrió a principios de los 70. En Asturias son numerosos los topónimos que llevan el prefijo pan: Pandales, Pandanes, Pandávanes, Pandébano, Pandecarmen, Pandefresnu, Pandejana, Pandelacal, Pandelaforca, Pandelamazca, Pandelamazca, Pandelcampo, Pandelescolines, Pandelo, Pandellana, Pandellanza, Pandellévanes, Pandellina, Pandemiñeros, Pandemules, Panderotes, Panderraíces, Panderruedas, Pandescura, Pandespinas, Pandestébano, Pandetrave, Pandiella, Pandiella, Pando, Pantovalles. Sajambre y Valdeón son las únicas tierras leonesas en la cara N de la Cordillera Cantábrica desde que en 1835 se reorganizó la división administrativa de las provincias, en ambos casos se debe la pertenencia a la incomunicación que imponían Sella y Cares al encajarse los ríos en la caliza. Los dos tienen una cabecera arborescente, es decir, numerosos cursos de agua con características muy parecidas que se reúnen y forman el curso principal. Paul Labrouche describe el desfiladero de Los Beyos: “El desfiladero del Sella es el más escarpado e imponente de los desfiladeros célebres: Pierre Lys y Saint-George en los Pirineos de Aude; el Tier en Saboya; el Paso Maldito de Los Grisones; el Chiffa en el Atlas; la Grieta de Kha-Roveta, en el valle de Soul y la Calle del Infierno, en el Lys, sólo pueden dar una pequeña imagen de la entalladura fantástica en la que ingenieros de Castilla lograron hacer pasar la carretera”. Algunos de estos tramos de entalladura son: La Verganza, Bidosa, Pambayón. La carreterita a Soto de Sajambre tiene un mirador que ofrece una buena vista del enorme tajo. Oseja de Sajambre tiene 81,5 km2 en los que se distribuyen cinco núcleos habitados. El término Sajambre viene de Saliamen, topónimo derivado 283


UN MILLÓN DE PASOS POR ASTURIAS Y ALGO MÁS

de Saelia, nombre latino del Sella. Aquí estuvo el monasterio de santa María de Osalia, del que quedan restos documentales del s. XI. Conserva el pueblo buenas casas y llaman la atención la presencia de algunos hórreos. Nació en este lugar d. Pedro Díaz de Oseja, Arcediano de Villaviciosa, que en la primera mitad del s. XVII impulsó la construcción de la vía que conectó Ribadesella con Riaño siguiendo el trazado de una calzada, de la que se conserva la caja, y que se mantuvo activa hasta finales del s. XIX. Comimos en Cangas de Onís.

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EXCURSIÓN POR COTO BELLO

EXCURSIÓN POR COTO BELLO CON SALIDA A CONFORCOS 28 de octubre de 1995

¡Al fin Tomás cumplió algunas promesas!. En la misma semana en curso trajo queso de Gamonedo y nos llevó a comer. Nuestro amigo estaba contento explicando las características de “su” valle: las últimas actuaciones del MOPT en la nueva carretera, el relicto barrio de Bustiello (del que destaca la iglesia) creado a capricho del Marqués de Comillas, y un sinfín de historias convirtieron el recorrido en una lección magistral. Además, posee un total conocimiento -y de primera mano- de la realidad minera bajo HUNOSA y sus repercusiones en toda la economía regional. Sus observaciones son de gran valor. En Levinco tomamos la desviación a Bello y de ahí seguimos a la -ya restaurada- explotación a cielo abierto de carbón conocida como Coto Bello. Está situada sobre el Cordal de Murias y Santibáñez que separa los valles de los ríos Negro y Aller, en las proximidades del cerro Renorios. Fue puesta en marcha en 1979 y afecta a 566 ha de las que están rehabilitadas la mayoría (HUNOSA puso en marcha otras explotaciones a cielo abierto como La Mozquita, La Matona, San Víctor, Braña del Río, etc.). En la recuperación se intentó conservar el equilibrio hidrológico basado en el modelado del terreno y en una adecuada red de drenaje; evitar el impacto visual rellenando huecos y configurando taludes de forma estable para proteger de la erosión y crear una cubierta vegetal con pastizales y plantaciones arbóreas en armonía con los ecosistemas circundantes. Todo lo dicho formaba parte de la letra 285


UN MILLÓN DE PASOS POR ASTURIAS Y ALGO MÁS

del proyecto. Dejamos el coche junto a un edificio de la empresa minera y empezamos a caminar por la pista, vamos recorriendo el cordal de N a S. El paisaje próximo es muy artificial y las formas topográficas conservan más o menos la forma original, pero apenas hay suelo y la vegetación herbácea es raquítica. En taludes o pendientes pronunciadas, se ven manchones de piornos y del primitivo bosque nada queda. Llegamos a la collada que da paso al valle de Santibáñez. Tenemos de frente, al O, los puertos de El Rasón, donde se alimenta la cabaña del valle de Santibáñez, actualmente en peligro por las explotaciones a cielo abierto activas y por las que pueden comenzar en cualquier momento. Se ve la collada que da paso al valle de Tonín y a su izquierda (visto desde aquí) el pico Tres Concejos. Por allí transitaron desde siempre los alleranos a aprovisionarse de vino y grano a las tierras leonesas. Siguiendo la línea de cumbres abandonamos la campera artificial y entramos en piornal. Seguimos el camino natural hasta que empieza a bajar hacia al valle de Santibáñez. Ahora giramos a la izquierda, hacia el valle de Casomera. Se ven muy bien todas las pistas de El Rasón y hasta la mina Escalar, en el valle que baja del pico Tres Concejos. También se ve, “barriendo” de S a E, el puerto de Piedrafita, el de Vegarada, las foces de Rioaller, Peña Redonda, el Toneo, el Torres y, al E, Peña Mea. Cuando llegamos a este punto se escinde el grupo: Tomás y Juan Carlos regresan por el mismo camino a buscar el coche para recogernos en Casomera. Nando, Pepe y Antón se dejarán caer hasta el valle del Aller. Desaparecemos entre ericas, sin senda, hasta dar con una pista que sin pérdida lleva hasta Conforcos, de ahí a la carretera y finalmente a Casomera. Tiene mucha pendiente. Se encuentran prados cercados por paredes de piedra y algunos con cabaña de techo de grandes lajas pizarrosas al estilo allerano. Más abajo hay masas arboladas en las que predominan los castaños. Llegamos a Conforcos, de ahí a la carretera general hay menos de 1 km. 286


EXCURSIÓN POR COTO BELLO

En las montañas de Aller hubo osos, lobos, jabalíes, corzos, rebecos y urogallos (según la obligada referencia a d. Pascual Madoz). Uno de los cazadores más famosos de esta comarca fue Xuanón (d. Juan Díaz Faes), de Cabañaquinta, amigo del Marqués de Camposagrado, de los generales Prim y Ros de Olano, de los Duques de Montpensier, y de d. Alejandro Pidal, medía 1,98 m, y murió luchando con una osa hacia Piedrafita (puerto y bosque entre La Paraya y Piedrafita). Ya en la principal Pepe y Nando están doblados de cansancio, se quejan lastimeramente tanto y tan seguido, que Antón decide dejarlos y parte en solitario hacia Casomera a buscar a los amigos para que recojan rápidamente a los agotados “montañeros”. Al poco rato, llegan Tomás y Juan Carlos, recogemos a nuestros compañeros y vamos a comer. La parroquia de San Juan, de Bóo, tenía a mediados del s. XIX “... dos ermitas de escasas rentas y un cementerio que en nada perjudica a la salud pública...Caminos locales y malos. El correo se recibe por Mieres del Camino”. Entonces se beneficiaba de la rica cabaña de vacuno para la producción de manteca de Flandes (salada). Hoy es un pueblo abigarrado en el que las casas se disputan todo espacio libre y dejan el imprescindible espacio para el tránsito. Aquí se produjeron espectaculares hundimientos del suelo que se tragaron bloques enteros de casas y obligaron a dejar otras abandonadas. Los habitantes del valle del Aller que están ausentes de su tierra se reúnen una vez al año en Oviedo, celebran una cena de hermandad, hacen una foto de familia y salen en el periódico local, dan la imagen de formar un grupo de presión con poder real. Lo cierto es que dio numerosas personalidades de alcance nacional. Pero ninguno fue tan famoso (y menos 1.000 años después) como dña. Gontrodo, lozana allerana de Pelúgano (en la falda O de Peña Mea), que cautivó a d. Alfonso VII y que le dio por hija a la famosa dña. Urraca, fundadora del convento de Sta. María de la Vega (en el que se encerró como abadesa). 287


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EXCURSIÓN DESDE LA COLLADA DE ARNICIO A ESPINAREDO 21 de octubre de 1995

Esta travesía fue posible gracias a la negativa de Juan Carlos a caminar con nosotros y a su generosa oferta de recogernos en Espinaredo. Desde Infiesto se sigue por la carretera a Campo de Caso, por La Marea, que sigue a la orilla del río del mismo nombre. Es estrecha, tiene muchas curvas y más en el tramo final subiendo a la collada, desde donde se ve la sierra de Giblaniella al E; y al N de ésta, el inconfundible pico Faceu. La travesía promete ser cómoda y gratificante. Desde Arnicio retrocedimos unos par de cientos de metros hacia Infiesto hasta dar con una pista Es de suave pendiente, que sale a nuestra derecha. Pronto vamos dejando algunas cabañas a ambas manos de la ruta, una de ellas tiene varios cuerpos y parece demasiada construcción para ser destinada sólo a usos pastoriles, acaso fuera venta (estamos en el antiguo camino real entre Campo de Caso e Infiesto, ya descrito en el tramo Infiesto-Faceu). En los últimos cruces elegimos la izquierda y poco a poco nos vamos alejando de la vía principal; así llegamos a un punto en el que lo abandonamos y nos vemos obligados a seguir por un sendero que va por encima de un gran prado, que también hemos de abandonar porque los helechos y zarzas lo cerraron y está intransitable. En la ladera O de Giblaniella se ve una senda bien marcada que lleva a la collada que está al S del Faceu y que parece de muy fácil andar. Saltamos a la derecha y por monte bajo vamos ganando altura hasta encontrar la senda que veíamos. Ya en ella, sólo hay que seguir 288


EXCURSIÓN DESDE LA COLLADA DE ARNICIO

hasta la collada. Aquí el paisaje es de pequeñas dimensiones pero de gran belleza: al S la complicada orografía que separa Caso de Infiesto (la zona del Llagu, peñón de Las Traviesas); más hacia el E el Torno de Pandemules y el Maoño, detrás la Peña Taranes, el Campigüeños y el Tiatordos; después, El Vízcares en toda su extensión; al NE El Sueve y ambos lados del macizo el mar Cantábrico, algo difuminado por la bruma que lo cubre. Pero lo más hermoso es lo más cercano: la gran foz que tenemos a nuestros pies que baja hasta el río Espinaredo1. La caliza resultó cortada por el agua y marcó un tajo impracticable (desde aquí así parece). Se ve por la ladera O el camino que va por encima de la línea de prados y cabañas, el valle del río de La Marea, al fondo el cordal de Peñamayor y en los extremos las cimas de Peñamayor y Trigueiro, al N y S respectivamente. Desde aquí (la collada antedicha) sale una senda que, primero por la cimera y después por la cara E del Faceu, llega a la repisa que hay en el extremo N. Pese a que se avanza casi llaneando, Antón pone reparos y amenaza con desviarse a la izquierda para ganar rápidamente el camino principal, pero la presión ambiental y la fuerza de las palabras de Pepe y Lucas lo convencen. Se llega al rellano y de nuevo se planta el mismo miedica, ahora lo abandonan, y aceptan -no sin intentarlo- que espere al pie; pero esta vez él solo se lanza a la subida (pensó que merece la pena intentarlo y para dar la vuelta siempre se está a tiempo) y el veneno de Pepe no tardó en salpicarle: -¡Como te gusta que te rueguen!, ¿eh?. Ahora se sigue la senda que sale de aquí mismo y sin dilación se gana la cumbre. La panorámica es similar a la descrita desde la primera collada, pero aquí se logran los 3600 y se gana en grandiosidad. 1. Este río sigue, aproximadamente, trazado N-S hasta su desembocadura en el Piloña, pero éste tuvo que desviar recorrido al chocar con las estribaciones de la sierra -prelitoral- de El Cuera.

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El descenso se hace a campo a través hasta la intersección con el camino real. Se sigue hacia el N y pronto se encuentran algunos tramos -los mejor conservados de la ruta- adoquinados con grandes piedras de cuarcita y hasta con cunetas y pequeños pretiles. Dejamos la pista que sale a la izquierda hacia los pueblos de Moro, Argañal, La Braña y Tozo. Enseguida topamos con un poste del que destaca una placa solar, poco más abajo hay una campera con un abrevadero a la izquierda, y aquí el camino se bifurca: por la izquierda a San Vicente, Otero y termina en Infiesto; y por la derecha a Omedal. Al paso dejamos las ruinas de la ermita del Sellón. Sellón era el nombre de la parroquia que cita d. Pascual Madoz a mediados del s. XIX: “SIT. al E del monte Roduco en la parte meridional del concejo. Reinan todos los vientos, y goza de clima sano. Tiene unas 80 casas en los l. de Fresnero, Homedal, Liguera, Moro, Peral y Rozapanera. La igl. parr. (San Lorenzo) se halla servida por un cura de ingreso y patronato laical. También hay cuatro ermitas de propiedad particular... POBL. 87 vec., 435 alm.”. Al pie de la ermita hay un roble con dos barras pintadas en el tronco a media altura, blanca y roja, que indican Pequeño Recorrido. Seguimos la indicación y de nuevo monte a través por el mismo canto hasta encontrar el camino. Hay algunos prados cercados por sebes y pared y enseguida llegamos a Omedal. En el abrevadero que hay a la entrada del pueblo saciamos la sed y un poco más adelante robamos -incitados por Tomás- unas manzanas. Ya por carretera asfaltada vamos hacia Espinaredo. Como no encontramos setas nos entretenemos cogiendo algunas castañas y Lucas descubre que no todas las castañas son iguales, las hay “miguelas”, “chambergas”, “verdetas”, y se llaman bravas las que proceden de árbol no injertado. Casi en Espinaredo aparece Juan Carlos con el coche, que nos recoge y, como un rayo nos lleva a comer, a Infiesto. Plato del día que nos deja satisfechos. 290


RÍO PINZÓN

RÍO PINZÓN 12 de abril de 1996

Parte de nuestros amigos no pudieron salir hoy porque obligaciones y devociones se lo impidieron. Así las cosas, tomamos café con ellos en el lugar de costumbre y salimos Pepe y yo. Conquistaremos el Pico Lago (2.007 m). Después de pasar Isoba y poco antes de la laguna vemos un azor que vigila la carretera. Paramos y lo contemplamos a placer, hasta que el bicho se cansó y se largó. Arrancamos. A los pocos metros, un pequeño mustélido nos para de nuevo: es un armiño muerto por atropello hace pocas horas. Sin duda era la presa que pensaba engullir el azor. Llegamos al puerto de Las Señales y casi quedamos clavados: hay tanta nieve que la pista no se ve y toda ruta por estas cotas se presenta impracticable. Cabreo sordo y algunas dudas. Nos vamos. Propuse ir a la majada de El Gumial y parece que así será. Pero al bajar vimos el valle del río Pinzón sin nieve, tentador. No lo pensamos dos veces y aquí mismo aparcamos el coche, de tal suerte que Pepe vio un enorme gato montés. El día se presentaba, zoológicamente hablando, prometedor. El río Pinzón desemboca por la derecha en el curso alto del Porma. Nace entre el Pico Lago y el Valmayor. Se accede a este hermoso valle desde el km 26 de la carretera que comunica San Isidro con Tarna, a unos 1.200 m

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de altitud. Es un valle abierto en U con el brazo E caído. Hermoso, de fácil andadura, un recorrido idóneo para una excursión no demasiado ambiciosa. El valle es disimétrico en su topografía y también en la vegetación. Tiene grandes prados en la margen izquierda (solana) y bosque -hayedoen la derecha (umbría). También son mucho más suaves las laderas de este cordal de Mongayo que las del peñón de San Justo. Los prados se asientan sobre las amplias hombreras formadas por la acumulación de materiales fluvioglaciares -en ellos se encaja el río- que probablemente cubren modelados anteriores. El piornal sucede a los prados. Después, una estrecha franja de hayedo, en lo más alto, hasta la línea de cumbres del crestón cuarcítico, crecen ericas. Se sale por una ancha vía, carretera, que bordea el piornal por abajo. No conviene entrar entre los arbustos porque están muy ramificados, enganchan en todo y se camina con mucho estorbo. El espacioso camino se acaba, se ha de seguir por los prados. Casi al final del valle, sale un sendero muy marcado por la derecha: éste es el que hemos de tomar. Divisamos Mampodre (La Cruz y La Polinosa), el Pico Lago, sobre el pinar de Lillo, y el peñón de San Justo a la entrada del valle; casi en el arranque del pequeño Pico Pinzón (1.628 m) y la collada que da paso a Isoba (todo esto en la margen derecha). Cierra la cabecera el pico Valdevezón. Siguiendo la senda se gana altura rápidamente. El río queda cada vez más profundo. Al doblar la esquina, a la derecha, vemos como se descuelga por una cascadina. Se ve la falda del Valdevezón a la izquierda y al fondo, a la derecha, el pico Cuerdas y las colladas que dan entrada a la Vega Pociello. En la cara E del Valdevezón, en un pedrero casi al nivel del arroyo, pace una cabrada de rebecos, unos 8 ó 10. Están tan confiados que nos permitieron contemplarlos todo el tiempo que quisimos; hasta que nos cansamos de descansar. Reemprendimos la marcha y salieron huyendo monte arriba saltando matas y trepando riscos con gran facilidad. Impresiona ver como saltan contra pendiente las grandes matas. ¡Qué envidia!. 292


RÍO PINZÓN

El arroyo baja crecido por el deshielo. La nieve está cada vez más blanda y los manchones son mayores. Pasado el canchal de los rebecos, nos desviamos hacia la derecha para subir al pico Cuerdas. Hay bastante nieve pero la vamos esquivando. Es una zona de charcas y lagunas que se modelaron durante la última glaciación. La vegetación que asoma es de ericas y carqueixas. El roquedo corresponde a las cuarcitas. Desde aquí se accedería fácilmente al pico Valdevezón y a cualquiera de las colladas que rodean Valdevezón y Pociello. Nos faltan unos 150 m para coronar el pico Cuerdas y algunos menos para avistar la Vega Pociello. Esta zona es conocida como Páramo. La collada que asoma a Valdevezón tiene tanta nieve que ni nos planteamos llegar. Pepe se desanima y socava. Antón no insiste. El regreso es sumamente apacible. El espléndido tiempo y la amena conversación nos dejan en el punto de partida complacidos. Regresando por el puerto de San Isidro se puede echar un vistazo a la laguna de Isoba, que ocupa una bandeja de sobreexcavación cerrada por una barra que da paso al encajado valle del río Isoba. El área del puerto de San Isidro es un caso particular dentro de la Cordillera Cantábrica por tratarse de un espacio de alta montaña en el que la escasa incidencia de la erosión fluvial -pliocena y cuaternaria- ha permitido la conservación de una gran cantidad de formas.

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PICO TORRES 11 de enero de 1992

Hasta el puerto de San Isidro (1.520 m) -los alleranos lo conocen por el puerto de La Braña- se llega por desde Oviedo por la AS-253, y en la divisoria se puede dejar el coche. Hay amplio aparcamiento. Si se trata de emprender la ascensión rápidamente y por el camino más corto al pico Torres, se aparca el coche un poco antes, en el punto km 43 y (procedente de Collanzo), allí mismo, tomar el sendero de ganado que por entre los arbustos se encamina hacia el Torres. Es bastante trabajoso porque hay que atravesar un espeso piornal en el que es fácil desorientarse un poco, pero con la mirada puesta en él Torres se puede rectificar cuantas veces sea preciso hasta llegar al lugar llamado Vallina Valverde, aquí hay un charco para abrevar el ganado y una construcción con una empalizada en ruinoso estado. Desde aquí vemos al frente el pico Valverde (O); al E, la peña La Capilla, la inconfundible pirámide del Torres, y la Ventanona del Cantábrico1 (1.910 m). Continuamos el camino a la izquierda hacia la collada que hay entre el Torres y los picos de Valverde. Desde aquí asusta la verticalidad de la pared S del pico. Llegados a la collada seguimos un camino a la derecha (N) hacia 1. Caprichoso hueco rectangular modelado por la erosión con forma de ventana.

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PICO TORRES

otra collada próxima; y desde allí ya se puede preparar el asalto para tomarlo. Por esta cara N es el acceso más fácil, aunque los últimos 100 m no carecen de dificultad y sólo los que tengan experiencia deben atreverse. Hemos hecho esta descripción somera porque si la intención es únicamente de coronar el pico la ruta no tiene más complicaciones. Aprovechando más el día, aunque el esfuerzo sea mayor, propondremos otra caminata distinta pero complementaria. El punto de partida es el mismo pero desde la raya emprendemos el camino hacia el N para pasar entre dos columnas metálicas de conducción eléctrica, vamos a la collada que está al E del pico Valmartín, se llama Horcadina del Llagu. Pasadas las primeras praderías pronto entramos entre ericas y carqueixas y después entre piornos. Atravesamos alguna zona encharcada en la que hay parnasias, gencianas y también arándanos. Sin problema alguno llegamos a la Horcadina del Llagu (1.850 m) y aquí merece la pena detenerse a contemplar el impresionante paisaje: a nuestros pies el lago Torres, la laguna La Caballuna2, y otras muchas de menor entidad. Más abajo el valle de La Almagrera que se prolonga hasta unirse al río Rexecu y, si se reconoce la senda, se puede salir a los puertos de Contorgán, La Fuentona, Los Arrudos y terminar en Caleao. Es casi seguro que cerca tenemos rebecos, pero no es fácil distinguirlos entre la vegetación ni en el roquedo porque suelen quedarse quietos y se mimetizan en el paisaje de manera sorprendente. En el horizonte se ve El Aramo, La Mostayal, El Retriñón, y Peña Mea. Ahora bordeamos la línea de cumbres por su falda S -no hay senda pero se recorre sin dificultad- y nos dirigimos a la Ventanona del Cantábrico, desde aquí vemos la cara NE del Torres y el pequeño circo que forma y origina el nacimiento del valle de La Almagrera.

2. De orillas y fondo totalmente rocosos y sin vegetación

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Nuevamente damos marcha atrás y seguimos bordeando dejando el pico Torres a nuestra derecha, vamos camino de la collada Valverde. Una vez allí el itinerario es el ya descrito. La panorámica se orienta más al O y vemos el pico Nogales, más al fondo Peña Rueda y Peña Ubiña. Estos parajes de San Isidro también han estado sometidos a la acción del glaciarismo. Fruto de esta helada etapa destaca el circo colgado del río San Isidro desde su mismo nacimiento en el puerto hasta el punto en que se precipita en Riofrío. De aquí en adelante el valle también debe al glaciarismo su forma en U -aunque no todos los valles en U tienen origen glaciar- que se mantiene casi hasta Felechosa. Otros valles colgados, también afluentes del S. Isidro y que se adivinan desde la base del Torres son el de Repinos y el de Alba. En Riofrío hay una minicentral eléctrica comenzada a construir en 1918 y terminada en 1922, que, juntamente con la de Paraya, había de suministrar energía a los “troles” que circulaban entre Ujo y Busdongo. En 1936 fueron declaradas objetivos militares y fueron voladas. Reconstruidas por ERCOA en 1938 entraron de nuevo en funcionamiento en 1960.

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SUBIDA AL PICO LAGO

SUBIDA AL PICO LAGO (2.007 M) 3 de agosto de 1996

Viernes, 23.00 h. Las expectativas para el sábado siguiente eran de una vulgaridad capaz de laminar al más creativo. Pensaba acumular grabaciones de las TV y cargarme de prensa para gastar un día infinito. Pero no estaba solo en este desierto y Lucas, en el otro extremo del planeta, me tendió su mano para volar al día siguiente. Intercambiamos dos palabras y acordamos la salida. Y la hora, 9.00, estábamos tomando café y un par de pinchos. Tomás vino a vernos. No podía acompañarnos porque su hija acababa de llegar de Londres y todo tiene su jerarquía. Decidimos ir al Pico Lago, cabecera del pinar de Lillo y fantástico mirador del Macizo de Mampodre. Oviedo estaba nublado pero pasada Pola de Laviana se abrían algunos claros de azul que presagiaban un cielo raso al otro lado del puerto. Y así fue. Dejamos el coche en el puerto de Las Señales (1.625 m) y empezamos a andar. Sorprende un letrero de la Junta de Castilla-León que prohíbe el paso porque ¡estamos en el Parque Nacional de los Picos de Europa!. Ver para creer. Se sigue la pista que de aquí mismo parte al SO. Se ha de tener cuidado no tomar otra que también nace aquí pero va al SE. La que seguimos entra rápidamente en el pinar y va faldeando -unos 800 m- hasta una collada que se abre al E y da vista al Arroyo del Pinar, aquí gira a la izquierda y sigue al SE. No hay pérdida posible. Avanza casi llaneando. Está el pinar en el 297


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fondo y en el piso más alto abedules, a los lados hay algunos robles casi rastreros, ericas, escayos, piornos; en suma, matorral. Se ve que esta pista acaba pronto (otros 800 m) y hay que subir sin senda, no hay senda ni paso alguno marcado. Pasado el primer grupo de grandes peñascos que se encuentran a la izquierda, junto a un pino de gran tamaño, aislado, y cuando la pista inicia un suave descenso poco antes de terminar, se debe saltar a la izquierda y atacar. Resulta algo engañoso porque el pico no se ve y parece que es el que resalta a la derecha, pero ... ¡no piquéis!. Se ha de seguir recto, hacia arriba, que en menos de una hora se pisa la cima. Antón se desvió a la izquierda pero Lucas, con buen olfato y alas en los pies, enfiló por el camino más corto y, cuando llegó Antón, esperaba sentado. A medida que se sube, al volver la vista atrás, el espectáculo es integral, pero en la cumbre caemos rendidos ante el embrujo de la panorámica: 360o indescriptibles. Resulta osado poner tanta grandeza en palabras porque somos prisioneros del lenguaje y no nos podemos escapar. El Mampodre, con sus tres cimas -La Cruz, Mampodre y La Polinosa- parece accesible hasta las colladas incluso para el ausente Juan Carlos. El valle de Maraña y el de Riosol, de inequívoco retoque glaciar, son dignos de los paisajes de montaña más afamados. Empezando por el E y girando al N se ve el embalse de Boñar, asoma Peña Ubiña, el cordal de El Fontún, el Toneo, el Valverde y el Torres, La Rapaína, El Cascayón, el grandioso Tiatordos, el Maciédome (o Pandona); pero el éxtasis se alcanza con El Abedular, detrás, Ten y Pileñes; y al fondo el recorte de los Picos de Europa. ¡Monumental!. Casi escapan a la cita: una lagunita que hay al pie del pico, la mina de cobre de Riosol, el pinar de Lillo en toda su extensión, el puerto de Tarna, El Abedular, y el paso a Ventaniella. Por si esto fuera poco alguien dispuso que un frente nuboso, blanco como la nieve y espeso como el chocolate sólo dejara despuntar las cimas más queridas. Largo rato fuimos arrebatados por este embrujo. 298


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Bueno, también se ha de pensar en alimentar el cuerpo. Dejamos nuestra tarjeta en el buzón y recogimos las dos que había: una del Grupo de Montaña Moscón (de Grado), y un folio de unos radioaficionados de Nava. Bajamos en un pis-pas y fuimos a comer a Cofiñal.

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EXCURSIÓN DESDE TRONCEDO AL PICO PALANCAS Marzo de 1996

Hoy había nieve a bajas cotas (a 800 m de altitud) y tuvimos que volver a la línea de costa. El pronóstico meteorológico nos empuja al O y, aprovechando la buena carretera, hacia allá vamos. Subiremos por la cimera del cordal que sale de Soto de Luiña, paralelo a la costa, hacia el SO; que alcanza su máxima cota en el susodicho pico Palancas y cae hasta llegar a la carretera de Cadavedo a Cortina. Pepe toma equivocada la salida y nos pasea: atravesamos Lamuño y, por Salamir, salimos a San Pedro de la Ribera (antiguamente San Pedro de Boca de Mar) y por fin nos saca a Soto de Luiña. Al pasar vimos abierta la iglesia y entramos (este conjunto parroquial obtuvo hace unos 4 años el premio Europa Nostra). Es una salida apropiada para cualquier época del año tanto por la facilidad de sus accesos como por la panorámica que ofrece. El Palancas (702 m) es la máxima cota de la sierra de Las Parleras, de 16 km de longitud, que se extiende entre Luarca y Cudillero. Se llega por la carretera de Soto del Barco a Canero (N 632). Tras pasar Ballota hay una pequeña capilla a la derecha e inmediatamente después una curva muy cerrada, también a la derecha. Poco antes de comenzar el giro sale a la izquierda una pista asfaltada -al principio- sin señalizar y que fácilmente pasa desapercibida, es la que hemos de tomar. A la izquierda van saliendo algunos ramales pero se ha de continuar en todos los casos por la 300


EXCURSIÓN DESDE TRONCEDO AL PICO PALANCAS

derecha hasta llegar a Busmarzo, (parroquia de Arcallana, concejo de Valdés). Es un pueblo pequeño, actualmente con cuatro vecinos. Las casas están dispersas, tienen una escalera exterior de piedra que da acceso a la vivienda, y en la planta baja la cuadra. Están orientadas al E o al S -dando la espalda a al N o al O- con muchas piedras en el tejado -especialmente en los bordes- para sujetar las tejas porque aquí azotan los aquilones. El coche se debe dejar en el pequeño rellano que hay antes de la última casa, bien aparcado, para permitir el paso del camión de recogida de la leche, vehículos agrícolas y turismos. A la izquierda se ve una antena, está en la cumbre del pico -vértice geodésico de primer orden- y es una excelente referencia para llegar sin pérdida. Seguimos la pista y al final hay una cuadra a la derecha, continuamos por el prado que hay frente a nosotros y dejamos a la izquierda la casa y el camino que pasa por su antojana. Más arriba dejamos a la derecha unas ruinas cubiertas de maleza, después una casa deshabitada y muy cerca otra de las mismas características. Seguimos desde aquí un camino empedrado -casi en desuso- entre peculiares paredes formadas por piedras grandes separadas -cuesta verla porque está cubierta por la maleza- 3 ó 4 m y entre ellas relleno de otras mucho más pequeñas. A los lados monte bajo de cotoyas y ericas, más lejos se ven fincas que el abandono ha convertido en monte. Llegamos a una collada con espeso tapiz herbáceo y damos vista al valle de Mones. El camino gira a la izquierda y pronto encontramos otra collada. Seguimos bordeando y dejamos a la derecha un prado cercado por pared de piedra y con una cabaña en un extremo. Desde aquí un sendero enfila rectamente a la cumbre. Al lado de la antena hay una construcción nueva que parece de servicio para la propia antena; cerca, una caseta-abandonada-que sirvió para vigilar los montes en un servicio contra incendios. 301


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Todo el roquedo es cuarcítico, los suelos ácidos y en las zonas húmedas se forman pequeñas turberas. Las montañas próximas son de los mismos materiales, se ven muy redondeadas por la erosión. Los montes presentan vegetación arbustiva y en muchos de ellos se reconoce la acción del fuego. Es muy escasa la vegetación arbórea. Se ve el pico Aguión y se adivina el valle del río Canero. La estrella de la panorámica es la rasa1 cantábrica que vemos entre Peñas y Burela. Es una superficie plana, horizontal o algo inclinada hacia el mar, que no sobrepasa los 300 m de altitud y los 5 km de anchura, que termina bruscamente ante lo que fueron los antiguos acantilados -hoy muertos- del interior. Se extiende desde San Vicente de la Barquera a Burela y resulta perfectamente identificable desde aquí. Se originó por el levantamiento de la costa debido a movimientos glaciostáticos. Debe su modelado -fundamentalmente- a la abrasión marina. En Soto de Luiña hubo un hospital de peregrinos desde tiempos muy remotos, que fue reformado y mejorado en 1655. El 1 de octubre de 1713, d. Antonio Bances funda por donación un hospital “[] por ser de gran falta para los peregrinos de Santiago, por ser camino público y real desde el reino de Francia []” La donación incluye, además de la casa, huerto, huerta, castañedo y carbayedo. Estas parroquias de Soto y San Martín de Luiña tienen varias brañas y fueron frecuentes los incidentes con la población vaqueira -aquí también llamados brañeros- aún hasta tiempos recientes. La iglesia parroquial de San Martín de Luiña tiene en el pavimento las inscripciones que delimitaban el 1. Llámase así a la superficie plana de abrasión, escalonada en algunos lugares formando en otro nivel lo que por aquí se llaman sierras planas que extiende a lo largo de la costa asturiana hasta Vegadeo. Tiene variable anchura y la mayoría de los autores le dan un origen marino aunque la mayor parte de los sedimentos tienen proceden del continente. En una de estas, en el Llano de Roñantes, se encontraba la única explotación de turba que existió en Asturias. Es un carbón reciente, de unos 3.200 años.

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espacio que podían ocupar los vaqueiros pese a que en 1844, el jefe político (equivalente al actual Delegado del Gobierno) ordena que: “En todas las iglesias que hubiere señal de división sea de la clase que sea, para marcar los puntos que debían ocupar los brañeros y aldeanos deberán quitarse, según por el Sr. Gobernador Eclesiástico se ha prevenido a los párrocos y para cuyo efecto auxiliaron a estos señores Alcaldes, dándome parte de quedar ejecutado, Oviedo a 5 de junio de 1844. Juan Ruiz Cermeño” También se puede partir de Troncedo. En este caso se sigue por la carretera que sale frente a la iglesia. Pasa por encima de El Fondón. Se gana altura rápidamente con unas curvas muy cerradas y se dejan a la derecha unas airosas construcciones con aire indiano, se trata de Vista Alegre, y en verdad lo es porque la panorámica sobre La Marina es un privilegio. Vamos por la cara SE del cordal dando vista al valle de El Esqueiro. De vez en cuando nos deslumbra el verde botella de los prados. Pasamos Troncedo sin que el conductor se dé cuenta (es Pepe) y seguimos hasta el final de la carretera asfaltada; en una collada -la Calea de Arriba también llamada Venta Vieja- que da vista a La Marina, giramos a la izquierda -hay una casa guardada por un perro criado con mil leches- y seguimos la pista de tierra unos centenares de m. Empezamos a caminar por la cara SO del espinazo que separa el valle de El Esqueiro de la rasa. La pista, de reciente construcción, descubre los materiales que forman este suelo: areniscas y cuarcitas asociadas a esquistos ricos en cuarzo. A la izquierda, se adivina el cauce del río (Esqueiro) muy encajado en las cuarcitas, dando un trazado muy sinuoso y cortes iguales a los del EsvaCanero entre Ese de Calleras y San Pedro de Paredes. No son los Arribes del Duero pero resultan bastante espectaculares. La ladera de la izquierda está repoblada por pinos y eucaliptos y en los regueros hay bosquetes de 303


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alisos, sauces, avellanos; a la derecha apenas hay más vegetación que monte bajo de ericas. Llegamos a una collada y nuestra pista es cruzada por otra que llega del N y sigue hacia Arcallana. Seguimos por la de la derecha, pretendemos ver el ojo del puente Dionisio Fierros de la nueva carretera que salva el río Cabo (¿no debería llamarse del Río Cabo?). No llegamos a ver el arco completo; además, la distancia atenúa el impacto y pierde grandeza. Lo impresionante es el corte que las menguadas aguas del río Cabo han hecho en esta sierra y en la rasa. A la izquierda queda la braña de Resellinas, se ven algunas casas con la techumbre caída y todos los signos de abandono; más allá Busmarzo (de allí partimos en anterior subida a este pico en el otoño de 1992). Seguimos la pista hasta llegar a una campera en la que hay una capillina dedicada a San Roque, y un hórreo que cobija el bar del día de la fiesta a juzgar por los tablones que cierran el bajo. Hasta aquí llega una carreterita asfaltada que sale de Ballota. Llaman la atención las enormes cotoyas que se encuentran en los alrededores de la capilla. Regresamos a la encrucijada. A la izquierda queda el alto San Roque y más arriba, a la derecha, el pico Cabornín. Poco antes de llegar al entronque con la pista que antes abandonamos encontramos a un paseante solitario que miraba embelesado hacia el O. Le pedimos información de los pueblos que tenemos al otro lado del río Cabo. Con gran soltura nos la da, y añade que el pueblo de Resellinas está cercado por una alambrada que cierra una ganadería. También conoce los pueblos que hay al otro lado de El Esqueiro y cita algunas brañas: Gallineiro (de la parroquia de Malleza), Lendepeña, Arquillina, Sinjania y Baos (de Arcallana). La cara del informante resulta familiar para Antón, que se corta algo pero arranca: -Perdona la aparente indiscreción, pero ...¿te llamas Fernando? -Sí, hombre, sí. Tú eres Antón.

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Está calvo. Tiene la cara rellena y algo risueña. Le quedan restos de tartajeo si apura la palabra. Creo que se alegró del encuentro. Más de 25 años han pasado desde la última vez que se vieron. Otro compañero de colegio y también de Arcallana, Mino, (los tres estábamos internos en el colegio San Luis, de Pravia) hizo fortuna en Paraguay y es millonario, con avión privado y todo. Nos interesamos por el pasado reciente y, sin atrevernos a mayores interrogatorios, nos despedimos con el ánimo disimulado de buscar más encuentros. Seguimos por la pista hacia El Palancas. Llega un momento en que chocamos con la alambrada del “rancho” de Resellinas, pero hay una portilla que permite el paso y por allí entramos, aunque con alguna resistencia por parte de Antón. La malla, muy tupida, produce cierto desasosiego y Antón pierde los papeles porque teme la aparición de un perro guardián. Salta de uno a otro lado atenazado por el miedo y respira tranquilo cuando consigue que sus compañeros salgan del cercado. Estamos en el alto Las Cogoruzas, se ve la cima coronada por las antenas de telecomunicaciones. Juan Carlos y Cuco regresan al coche, nos recogerán en Arcallana e intentarán que en el bar del pueblo nos den comida. Pepe, Tomás y Antón enfilan recto hacia arriba bordeando el cierre. Cuando estamos llegando entramos en una pista de tierra que sale de Mones y llega hasta la misma cumbre para dar servicio rodado a las instalaciones. Cuando estábamos coronando oímos vocerío. Se trataba de un grupo de ciclistas de mountainbike. Dimos una vuelta alrededor de las instalaciones pero apenas pudimos disfrutar porque la visibilidad era muy mala. El viento del norte soplaba con fuerza y se sentía frío. La rasa occidental es más llana que la oriental. El regreso lo hacemos siguiendo el camino que pasa por encima de Argumoso. Es un pueblo de casas muy diseminadas, todas abandonadas, con grandes prados contiguos a las casas salpicados de vacas. Algunos tramos del camino están muy embarrados pero al llegar al punto en el que despedimos 305


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a Cuco (Cuco, reconocimos tu colillina apagada y caída en el suelo) y a Juan Carlos, encontramos el buen camino que ya no abandonamos hasta Arcallana. Es sábado 2-marzo-96. Mañana hay elecciones generales al Parlamento. Tan entretenidos bajábamos charlando que no nos dimos cuenta de que el cielo ennegrecía. Empezó a llover y cuando llegábamos a Arcallana las nubes aliviaron la panza y soltaron agua a “jarraos”. Curiosamente, casi en el pueblo, perdimos el camino y hubimos de cruzar algunas huertas y controcios para no empaparnos. El bar está en la plazuela de la iglesia. Hace más de un siglo que está abierto este establecimiento y más que un negocio fue un servicio público; sobre todo antaño, cuando no había carretera a las brañas y los vaqueiros adquirían mercancías al trueque. Cuando llegamos ya nuestros amigos tenían todo arreglado y apelando al parentesco y amistad que nos une a un conocido común nos sirvieron la comida. De Arcallana parte una pista encementada que pasa por Lendepeña y llega a Zreizal, aquí empalma con una carretera asfaltada que sigue a La Barraca y termina en Malleza. Las parroquias de Arcallana, San Martín de Luiña y Soto de Luiña tienen varias brañas cada una y sus habitantes son conocidos como vaqueiros.

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PICO LORAL

PICO LORAL 9 de marzo de 1996

Hay que salvar poca diferencia de cota y no ofrece problema alguno. La nieve aún está muy baja y la cordillera permanece inaccesible; ¡y eso que contamos con el 4 x 4 y su conductor, Nando!. Nos esperaba en Grado y de allí partimos. Salimos por la carretera de Yernes pero poco después de Llantrales torcimos a la izquierda hacia Rañeces. Al ganar altura cogimos una buena vista de la torre de Villanueva y las construcciones circundantes. Después de Rañeces de nuevo ganamos panorámica, esta vez el valle de Coalla. Poco después pasamos Pando, Temía, las casas de Arellanes y Panicera. A la derecha queda Rubiano, pero salimos por un ramal perfectamente asfaltado, de reciente construcción, que nos lleva a empalmar con la carretera que viene por el valle de Coalla. Desde la unión de ambas, al SE, se ve perfectamente el Buey Muerto, de 1.016 m, que intentamos alcanzar en otra ocasión desde El Palacio (Sama de Grado), pero hubimos de abandonar por el barrizal con el que topamos en sus caminos. Los prados se sitúan en dolinas, muy bien tapizadas por la vegetación, y están cercados por paredes de piedra caliza. Muchos de ellos tienen cabaña que parece muy sólida y confortable. Más arriba hay monte bajo sobre lapiaz de muy difícil andadura. Llegamos a Yernes. El pueblo está muy arreglado y se nota una mejoría notable desde la última vez que lo vimos. Hay muchas casas recuperadas y llama la atención una de la que sólo quedan las paredes maestras: se trata de 307


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le antigua casa rectoral. Un hostelero de Vega de Anzo, había llegado a algún acuerdo con el anterior alcalde para adecuarla con vistas a la hostelería pero no llegó a cristalizar. Metimos el coche por la pista que va a Cuellagar. Está asfaltada hasta la majada situada al pie del pico Taraniello (948 m) que se ve a la derecha. Se trata de un conjunto de cabañas colocadas todas en el borde de un prado que recrean un entorno mágico. Son construcciones de piedra, a dos aguas, con cubierta de teja, puerta y dos ventanas en la planta baja, muchas con algún fresno próximo, y todas con un altillo para guardar la yerba. Una tiene el rótulo del Club de Montaña Moscón. Merodeaba por allí una lugareña acompañada de un perro que no dejó de hacerse notar. A partir de aquí se encuentran algunos manchones de nieve pero se llega sin problema a la collada (unos 1.000 m). Nando juega un poco con el coche haciendo un par de derrapes y haciéndolo bailar. Unos cuantos caballos buscan en los claros que deja la nieve al fundirse. De un mar de bruma emergen algunas sierras conocidas: Naranco, Tres Concejos, Sueve,...; más hacia la cordillera se ve despejado El Aramo ante nosotros; en cambio, Peña Rueda y otras cimas están veladas por las nubes. Hacia el O identificamos Aguión, el Courío y Peña Manteca, al S El Caldoveiro y La Mostayal. También se ve muy bien el tramo de El Camín Real de La Mesa que pasa desde el Pico Redondo, por Porcabeza (se ve la venta), hasta Dolia (no se ve el pueblo), sale a la venta de Las Cruces y sigue hasta Cabruñana al pie de El Pedrorio. La prolongación del Loral hacia el N termina en el Buey Muerto, que asentó en el espolón N un pueblo con escuela, Santo Adriano, que en la actualidad está completamente deshabitado. Desde aquí se llega a la cima, llaneando, por la Polichega -cuyas cabañas tienen pintadas las puertas y parecen bodegas leonesas- y la braña de El Gato. Calzamos las botas y emprendemos el ascenso. Hay bastante nieve y buscamos zonas barridas por el viento y con nieve más dura. Llegamos al vértice geodésico -que aparece derribado- en algo menos de una hora, reco308


gemos la carta que dejaron en el buzón de cumbres los miembros del Club de Natación Santa Olaya el 18-febrero-96, y dejamos nuestro tarjetón. Este pico, Loral, se ve y se reconoce muy bien mirando desde Oviedo hacia el O, se presenta como un cono de apariencia volcánica, base muy ancha y laderas muy tendidas. Bajamos a Cuellagar en zig-zag buscando buena pisada en la nieve. Cuando llegamos ya nos esperaba Nando (que se había descolgado en línea recta desde El Loral) al pie de un chozo. Cuellagar es una cueva de grandes dimensiones en la que dicen que caben más de cuatrocientas reses. Tiene varios metros de altura y sirve de cobijo a miles de murciélagos y a algunas aves nocturnas. Se originó en el extremo S de un poljé de más de quinientos metros de largo y un ciento de ancho. El agua excavó la oquedad en la caliza y buscó salida hacia los ríos Cubia o Trubia o, acaso, vierte aguas a los dos. Regresamos a la collada de la que partimos por la pista. Allí nos encontramos con que un par de turismos habían llegado casi hasta donde nosotros. Y por allí pasó un caballo fusco de crines ahumadas, cargado de forraje, dirigido por un hombre maduro que acompañaba a otro que podía ser su padre, y un niño de 10 ó 12 años; hijo y nieto, respectivamente. Empatizaron fácilmente y fueron locuaces. Nos cuentan que estos pastos pertenecen al pueblo, a los vecinos de hecho y derecho. Si alguno emigra, pierde vecindad y derechos y se venden. El pasado verano los compraron ganaderos vascos a razón de 15.000 pts/vaca, que traen en ferrocarril. Interviene el de más edad (oye mal y gasta audífono) para aclarar que el derecho data de los tiempos de Felipe II y está en un documento escrito con raros caracteres. En Cuellagar se celebra una fiesta el 9 de agosto y ese día vienen miles de romeros (hasta 400 tiendas de campaña se contaron el año pasado) y los derechos de explotación del bar también los subastan los vecinos. Bajamos a Yernes y nos dirigimos al bar. Está encalado, limpio y desinfectado, impersonal y casi inhóspito, como un ambulatorio. De alguna 309


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forma está financiado por el Principado, gracias a los buenos oficios del alcalde del concejo. El impoluto establecimiento está atendido por un jovenzuelo, casi imberbe, que intenta echarle gracia y nos vende una botella de vino, chorizo y pan caseros. Tenemos apetito y entramos rápido al trapo (chorizo) pero Antón se muestra lago renuente; Lucas elogia el embutido con optimismo envidiable y hasta Nando “pica” y canta alguna excelencia. Todo en vano para Antón, algo come pero poco y en silencio. Donde sí explotó la aprobación unánime fue en el pan: harina de trigo con algo de escanda y leche hicieron de la masa una delicia. Tanto fue así que le pedimos al mozalbete algunas piezas para llevar, pero nos advirtió que estaba congelado porque si no se guardaba así se ponía mohoso y endurecía. Llamó a la madre y llevamos las seis piezas necesarias, y las últimas que le quedaban. Salimos y Antón fanfarroneaba ante un perro de poco más de 20 cm de alzada cuando sintió una horrible dentellada en la pantorrilla derecha. Gritó y salió corriendo, pero enseguida se dio cuenta de que el “perrazo” había soltado la presa y no lo perseguía. Ya parado, se enfurece por ver a sus compañeros partiéndose de risa por el aparatoso susto. Fue Nando el autor de tan desagradable broma. Felonía.

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EL DÍA EN TRES ETAPAS

EL DÍA EN TRES ETAPAS: UNA EN SALAS Y DOS EN TINEO 16 de marzo de 1996

La nieve todavía nos tiene arrinconados y con esta disculpa recurrimos de nuevo al 4x4. Hoy tocan los pueblos de nombres raros. Empezamos por el concejo de Salas y entramos en Bodenaya por una carreterita asfaltada que va a Casandresín, pero salimos por la primera pista que encontramos a la izquierda. Vamos entre grandes prados cercados por alambre de espinos, tienen algo de nieve pero no hay dificultad alguna para el poderoso vehículo. Llegamos hasta el vértice geodésico Rebollín (816 m) -punto más alto de la sierra de Bodenaya- y lo rebasamos hasta una estación de Retevisión. Desde aquí se ve Aguión y se consigue una estupenda panorámica de Salas. Tornamos a Bodenaya. En La Espina bordeamos su polígono industrial -sorprenden las grandes instalaciones de una cerámica- y poco después una gran charca casi seca. Entramos hacia La Bouga y de aquí a El Pevidal. Este último tramo resulta intransitable para otro tipo de vehículo y sale a un camino encementado que termina ante la casa de un vaqueiro de alzada genuino. Campechano, nos enseña -con cierto orgullo- la cabaña de vacas de raza asturiana de los valles y el camino hacia Buspol (son sus vecinos en el Puerto, siempre referido al de Somiedo). Seguimos sus orientaciones y desde El Pevidal a Buspol contemplamos panorámicas incomparables de Soto de los Infantes, del valle del Narcea, y alcanzamos a identificar el sinclinal del 311


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Narcea por sus estratos combados en U muy abierta, aunque no logramos ver el embalse de Soto de la Barca. El espacio próximo presenta la red poligonal propia de las economías ganaderas, grandes fincas dedicadas a prados de diente y corta cerrados por paredes de piedra, todas con anchísimos caminos de acceso. Cada núcleo familiar ocupa un conjunto de edificaciones con diversa dedicación: aperos, cerdos y gallinas, cuadra y vivienda, no se ven hórreos ni paneras porque ni el suelo ni el clima permiten cosechas. Aquí está el lado oscuro del paisaje: ladrillo visto, tejados de uralita variopinta, adosados y contiguos a anteriores bloques, en las antojanas se amontonan cucho y plásticos. Las carreteras y el dinero para emprender las obras llegaron cuando la sensibilidad no estaba a la altura del desahogo económico; además, coincidiendo con la total dejadez municipal, que no sólo no vigiló las normas sino que dejó impunes todas las infracciones. Pese a todo, merece un paseo. Estas tierras casi llanas de la penillanura de La Espina padecen un clima duro pese a situarse en torno a los 600 m. Los vaqueiros siguen ocupando áreas de escasos recursos . Seguimos. De Cueva -pasamos ante la ermita de La Magdalena- a Idarga, Rañadoiro (ya en el concejo de Tineo) y, por rozar la aventura, bajamos hasta una mina de caolín -abandonada- a orillas del río Lleiroso. Imposible seguir hasta Villanueva. Antón anticipa la imposibilidad y abandona el coche. El resto, muy animosos, siguen; pero pronto regresan, a regañadientes, claro. La mañana termina y nuestra primera etapa también. Nos vamos a tierras tinetenses. Salimos a La Espina y arrancamos hacia Tineo. Paramos en El Crucero y reponemos fuerzas. Reanudamos el viaje aplaudiéndonos por efectuar la parada. Al pasar por Tineo vemos que se celebra un partido de fútbol y Tomás se entusiasma creyendo que se trata del Santiago de Aller; decepción, es otro equipo. Pronto se hacen largos silencios dentro del coche. Hay muchas expectativas. Pasamos por la braña Las Tabiernas donde admiramos la típica división de 312


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las fincas. Bajamos a Villatresmil (hay registrados restos de un castro en una lomina que se ve bajando a la izquierda). Cruzamos el río Paganas y entramos en Calleras, donde la iglesia parroquial está cerrada y tampoco esta vez podemos ver el altar (que procede del desaparecido monasterio de Lapedo, en Belmonte de Miranda). Pasamos Ese de Calleras (tiene una capilla dedicada a san Roque, pequeña y ruinosa a orillas del Esva-Canero con una celosía prerrománica y que corre el peligro de ser robada); La Rebollada, Vega de Muñalén, Muñalén. De este último lugar destaca la casona de El Escribano, del s. XVIII, con una inscripción rodeada de una cruz floreteada, dos adornos triangulares que rematan bolas y una cara enmarcada entre follaje arqueado, que reza: “ESTA CASA LA EREDIFICO D(ON) JU(AN) R(ODRIGUEZ) VALENTIN CURA Q(UE) AL PRESENTE LO ES DE STA. CECILIA DE SEARES ANO DE 1773” En esta casa se sitúan los ancestros, por parte materna, de Juan Carlos. Pasamos Sabadel y entramos en Navelgas. Este último tramo de carretera discurre a la orilla del río Navelgas y resulta hermoso: los pueblos presentan el gris pizarroso (conservando los modelos arquitectónicos tradicionales) que combina muy bien con el intenso verde de los prados. Paramos a estirarnos un poco. Es un tabernón mal iluminado y ¿decorado? en oscuro. Nos atiende una mujer relativamente joven con el pelo a lo “garçon”. Viste pantalón vaquero y jersey añil. Es enjuta y tiene los andares desnivelados, las manos retorcidas por la artritis y enrojecidas por los sabañones. Nos ofrece las mercancías de la taberna. Pepe acepta rápidamente un vaso de vino mientras Antón se retrae y opta por un café cortado. Juan Carlos pide agua y ríe socarronamente. A Tomás, despistado, habiendo pedido un caldo le endosan un café. Nando se va situando y salva la situación con un caldo. 313


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-¡Señor, Señor!. Salimos alegres y tenemos preparada la segunda etapa de hoy: Monterizo, pasaremos al pie de Businán, por Folgueras del Río, Candanedo, cara S de El Estoupo (850 m), y saldremos al alto de Aristébano (unos 520 m). Seguimos la carretera a Luarca y a poco más de 1 km entramos por la izquierda hacia Monterizo. Remontamos una cuestecilla para dar vista al valle del río Naraval que, con El Estoupo al fondo y con este día tan soleado, resulta bellísimo. La carretera se estrecha y enfila hacia el río; pero aun así, con el dominio que tiene Nando del coche nos animamos. Y no sólo bajamos sino que seguimos. La vía va encajada a la orilla del río por el fondo del valle. Los montes, están pelados de arbolado, sólo cubiertos por vegetación arbustiva. Los prados, separados por murias, lucen maravillosos el verde botella de sidra- de su naturaleza. En el mapa no figura la carretera que va a Monterizo y mucho menos la continuación hasta Candanedo; sí aparece una que no existe: la que va desde Candanedo al alto de Aristébano. Entramos en la misma cabecera del río Naraval, afluente del Navelgas por la izquierda que corre al E, cerrada al N por la sierra de El Estoupo (el punto culminante es el vértice geodésico con 850 m) y al O por la sierra de Buset. Las casas de Monterizo están renovadas: ladrillo visto, bloques, plásticos y cucho componen los elementos visibles de la quintana. Llegamos al río y, a la izquierda, sale hacia Businán un camino encementado muy pendiente, entre 400 y 600 m, de inconfundible fisonomía brañera. Por la derecha hay una carreterita que vuelve a la de Luarca, pero seguimos por la izquierda hacia Folgueras del Río. Es un valle hermoso, con algunos tramos angostos. Donde se abre, hay pequeños prados, algún molino hidráulico y, en las laderas, restos de cortines. Pasamos al pie de Folgueras del Río (también se asentó sobre la típica forma topográfica de silla de montar). Desde los altos de este pueblo, en la sierra de Buset, se construyó un canal que llegaba a 314


EL DÍA EN TRES ETAPAS

Castandiel (donde entramos al valle del Naraval) para llevar agua a los lavaderos de oro, de los que aún hay numerosos restos y topónimos. Justo encima de la pronunciada curva que hace la carretera hacia Candanedo, está el pico más alto de la sierra de Buset (tal vez sea Buseco); al otro lado, a orillas del río Negro (desemboca en Luarca), está la braña de Buseco: La brañina de Buseco nun ya de las piores, tien mocinos como pinos ya mocinas como flores. Llegamos a Candanedo: la suciedad, el mal gusto y el cucho son envolventes. Preguntamos por la salida hacia Escardén y por la carretera o pista que aparece en el mapa. Con alguna dificultad, conseguimos enterarnos. Salimos y con la agudeza de Juan Carlos dimos con la entrada. Se trata de una pista de piedra suelta, flanqueada por acacias, con buena pinta -aquí- pero que no se sabe más allá. Antón intenta poner un poco de cordura pero está asediado y empieza a sentirse un poco lastre para sus amigos: Nando no tiene problema, Juan Carlos y Pepe están lanzados, y Tomás también empuja. No pudo resistir tanto y, ...ojonado, empezó la subida con sus compañeros. Por suerte fue mejorando y resultó muy cómodo y agradable. Aproximadamente a 1 km encontramos un corzo que desapareció en un periquete. Pasamos bajo El Estoupo y cuando estábamos por encima de Escardén hicimos un alto solazándonos en tanta belleza: Folgueras del Río, Candanedo, Escardén, y las sierras circundantes están desde aquí, sencillamente, preciosas. Ya compensamos el desastre de penillanura de La Espina. Salimos al Alto de Aristébano y pensamos cerrar la segunda etapa saliendo por Leiriella a San Pedro de Paredes. Damos una vuelta por Aristébano estériles de emoción porque es un sitio repetidamente pateado por festivales de toda laya, donde a los políticos provincianos de turno les coronan la testa con montera picona 315


UN MILLÓN DE PASOS POR ASTURIAS Y ALGO MÁS

y, coronantes y coronados, hacen fiesta de la miseria secular de los vaqueiros. Volvemos a la carretera y, en Leiriella, tomamos una pista que, por encima de Busindre y Candanín, sale cerca de San Pedro de Paredes. De piedra suelta, ancha y sin barrancos, perfecta para un 4 x 4 sin ambiciones. Llegados a San Pedro de Paredes; comimos de “tapeo”. Después de la comida empieza la tercera etapa, de escasos atractivos pero donde Nando nos asombró un poco más por el dominio que tiene del coche. Salimos de San Pedro de Paredes por Longrey y Ovienes. A la orilla de la carretera de este último pueblo hay una descomunal piedra de casi tres metros de altura, más o menos ovalada, que llama nuestra atención y hasta hay quien bromea con la forma y tamaño de la criadilla de Ovienes. Pues bien, se trata de un menhir. Pasamos Naraval (cerca hay un dolmen), Navelgas (cruzamos el pueblo como rayos), a unos 5 km torcemos a la izquierda hacia San Fructuoso y muy poco después entramos en la pista que sale por la izquierda (no hay señalización alguna) que nos lleva hasta Pacieres. De ahora en adelante es una pura aventura donde el coche se rebela, pero la firmeza y serenidad de Nando dominan el “cuadrurruedo” que no logra descabalgarnos. Seguimos a San Fructuoso, bajamos al río Bárcena y subimos por Bustavil a Bustellán (nombres llenos de sentido y ajenos al afán cristianizador de la aplanadora sociedad eclesial), Tablado de Riviella y Riviella. Aquí se agita de nuevo la fiera metálica y de nuevo su domador la asienta. Este tramo fue duro y agitado y, además, casi nos mete el cucho en los bolsillos. Los caminos están anegados de aguas estercoladas y rellenos los baches con los purines que emplean para el riego: una olorosa marranada. Terminamos en Murias, a un km de Obona (de tan grato recuerdo para nosotros por el recorrido de Camino de Santiago, donde “dobló” la rodilla el peregrino adjunto que nos acompañaba y que no pudo completar la peregrinación). Sólo faltan Piedratecha y Tineo.

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DE SALIME Y ALLANDE DOMINADOS

80 KM2 DE SALIME Y ALLANDE DOMINADOS 30 de marzo de 1996

Bordeamos el fin del s. XX y aún encontramos rincones genuinos en Asturias, ¡y no pocos!. Los que medien el siglo XXI nos verán como nosotros vemos a los que conocieron las diligencias, las ventas, los bandoleros, las facas y los trabucos. Con un tiempo endemoniado, el coche (4 x 4) nos puso en Berducedo (948 m) en un instante. Se trata de una aldea de unas 40 casas situada en una llanura en los interfluvios de cabecera de los ríos del Oro y Rozados, ambos afluentes del Navia por la derecha. Hoy está en un cruce entre la antigua -y ahogada- carretera a Grandas de Salime y la nueva, que cruza el río por el muro del embalse. Nando aparcó, decidido, ante el bar que alberga la estafeta de correos, saltó estilo “Cocodrilo Dundee” y entró en la casa que hay a la izquierda del bar; y nosotros, de cabeza al bar que teníamos delante. Detrás de la barra hay una señora y delante un joven guarda del CEISPA. Pronto aparece Nando que es recibido con inequívocas muestras de cariño por la señora y el que parece ser su marido; después, se suma al recibimiento la madre de la chigrera. Nosotros atacamos una botella de vino y, con el visto bueno de Nando, una tapita de chorizo que nos pusieron. Recordamos la parada que hicimos aquí cuando recorrimos el Camino de Santiago, y algunas incidencias graciosas. Aquí empieza el verdadero viaje. 317


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Salimos por la carretera que va a Valle del Oro -antes de ser anegada por el embalse llegaba hasta Grandas de Salime- y pasados un par de km, en El Llanteirón, nos desviamos por una pista de tierra que sale por la derecha hacia la ermita de Bedramón. Viajamos expectantes porque Nando, en alguna ocasión, vio urogallos por este pinar. Antón y Juan Carlos ven unos corzos en el monte y, simultáneamente, Pepe una hembra de urogallo en el suelo, con tanta calma, que le dio tiempo sobrado a contemplar el vuelo de despegue. Cruzamos una gran mancha de 2.000 ha de pinos. Tras unos 5 km llegamos a la ermita de Bedramón y quedamos pasmados por la belleza del lugar: una capilla de grandes dimensiones en una campera rodeada de pinos, una fuente con un canalillo de agua que remansa en un abrevadero, y una construcción como almacén, constituyen toda muestra de actividad humana. ¡En verdad que es un lugar bello!. Este santuario mariano pudo haber nacido como cristianización de una necrópolis dolménica. A mediados del s. XVII se fundó la cofradía de Nuestra Señora de Bedramón. Consta la fábrica religiosa de pórtico, nave alargada, cabecera destacada, contrafuertes, y cubierta de pizarra. Las imágenes originales fueron destruidas durante la guerra civil. Seguimos por la pista y salimos, ya cuesta abajo, del pinar. Las grandes camperas que nos rodean proceden de roturaciones recientes (década de los 80). Están dedicadas a forraje de corta y diente y cerradas por alambradas; en una que queda en un alto, a la derecha, vemos una corza paciendo, nos mira y sigue dedicada a lo suyo. Asomamos al valle del río Couto, afluente del Navia. Descendemos. A la izquierda queda Pena Blanca (1.133 m). Paramos en la encrucijada del Chao del Lago, saltamos del coche: Juan Carlos y Antón basculan a explorar opciones por el Valle del Oro, Tomás se lanza a corretear, Nando y Pepe aguardan, cómodamente, la decisión que les ha de llegar. Ya está decidido, iremos a Villarpedre por la pista de enmedio, saldremos a la antigua carretera de Pravia a Lugo (que pasaba por Salime y Gran318


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das de Salime) y por otra pista retornaremos a éste mismo lugar. Al poco, Nando aconseja visitar un conjunto que, de lejos, parece ruinoso. Está frente a Paradas, en el antiguo camino a Busvidal. Nos acercamos, se trata de tres grandes cuerpos que cierran una antojana. Destaca la cocina con el horno adosado y una zona porticada sobre grandes columnas de pizarras apiladas con una increíble perfección. Se trataba de una obra importante y por la distribución del espacio podría ser una venta; como casa de labradores, era de una familia pudiente. El lugar figura en el mapa como Albas de Ferrera. ¿Acaso una ferrería de las muchas que hubo en el occidente astur?. Aún admite fácil restauro. Se ve el pantano y las contadas edificaciones de Salime que no fueron anegadas. La pista rodea el Pico Valiel (865 m) y cruza monte bajo de cotoyas y ericas; de vez en cuando, coníferas y algún abedul salpican el matorral. Se llega a Villarpedre. Desde arriba se ve un conjunto de pizarras pardas y ocres de volumetrías más o menos prismáticas y, entre ellas, los tejados de planos plomizos pizarrosos; alrededor están las huertas con nabiza florida. El pueblo está apretado, construcciones contiguas y caminos estrechos. Los hórreos con pegollos fusiformes y algunos con hermosos grabados en las colondras. La iglesia está en el extremo O, casi incluida en el pueblo, y el cementerio enfrentado a su puerta principal (pocas tumbas y todas iguales, no hay panteones, no hubo ricos). Juan Carlos y Antón dan una vuelta por las huertas próximas y estudian el viñedo relicto: cepas protegidas por un murete de piedra -hace de bancal- que se enroscan a una gran vara tan larga como la pared y forman una especie de emparrado. Seguramente que están instaladas de la misma manera que el primer día de su introducción. Nando contacta con un vecino, se entera de los horarios y consigue un paseo por el embalse de Grandas de Salime. Abandonamos el pueblo prestos y corremos a esperar al barquero. Antón queda en tierra y los otros disfrutan del marinero que, muy animado, les muestra los más oscuros rin319


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cones del embalse. Vuelven enamorados de las posibilidades del lugar y encantados por el entusiasmo del improvisado guía. Regresamos bordeando el embalse y espantados de la dura vida (desde nuestra perspectiva) que llevaron los lugareños. En la otra orilla del embalse se ve algún pueblo en el que vivir allí parece castigo. A los lados hay pinares y llama la atención la gran cantidad de madroños. En el punto kilométrico 53 nos desviamos a la izquierda siguiendo una pista que, por encima de Cornollo, nos lleva al Collao del Chao del Lago, del que partimos. La excursión empieza a declinar. Lo que viene ya es regreso. Pasamos por Paradas y una vez más apedrean el paisaje la uralita, los bloques de hormigón en las construcciones nuevas y, especialmente, los plásticos que orillan las casas. Salimos a La Mesa y al pasar por encima de La Figuerina encontramos una ganadería de cientos de reses, parece que se trata de una cooperativa de este pueblo. Desde aquí damos vista a algunos tramos del puerto de El Palo. Vamos cruzando monte bajo de cotoyas y ericas y en algunos zonas se ven tareas de limpieza. Seguimos. Pasamos cerca de Buspol y buscamos la ruta que siguieron Tomás, Belar y José Luis en el “Xacobeo 93”, de tan dulce recuerdo. De frente, al otro lado del embalse se ven los decrépitos restos de las edificaciones de apoyo que se hicieron durante su construcción. ¿Por qué no serán demolidas y el paisaje restaurado?, nos preguntamos. Ya buscamos la carretera de El Palo. El estómago de Nando se pone inaguantable y él también, necesita comer. Hay alguna duda pero caemos a San Emiliano. Huevos fritos, jamón y patatas, como para una boda. Volvemos: Berducedo, Pola de Allande. La carretera a Cangas del Narcea por el Puente del Infierno está en obras y casi impracticable para un turismo.

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PICO TRES CONCEJOS

PICO TRES CONCEJOS (2.020 M) 1 de junio de 1996

Esta salida llevaba largo tiempo pensada pero siempre contábamos con la dificultad de la aproximación y por ello era necesaria la presencia de Nando y su coche 4x4. Éste fue el caso de otras muchas salidas y también al pico Tres Concejos le llegó el día. Tomás estaba encantado, iríamos a su tierra. Salimos de la autovía en Ujo. Como a 1 km cruzamos el río Aller y llegamos a Valdeorallo. Tomás no recordaba muy bien el camino y preguntó a un transeúnte pero no entendió sus explicaciones (no supimos si a causa de la dentadura del interrogado o un problema de otra índole). Pasamos un corto túnel y tras algunos recovecos salimos a la carretera que va a Carabanzo, punto de partida para ir cresteando entre los concejos de Lena y Aller por la sierra de Ranero. Al subir se ven, alternativamente, los valles de Aller y Lena; a la espalda (N) Ujo y el río Caudal. Llegados al pueblo enviamos por delante a Tomás que, probablemente reconocido, sería muy bien informado. Muchas de las viviendas de este pueblo son nuevas o fueron reformadas recientemente (destaca una casona con torreón), pero lo nuevo se entrecruza con lo viejo y aparecen colorines de azulejos al lado de madera o viejas piedras. Los huecos y entradas se enfrentan y superponen obligando a una convivencia estrecha y donde la intimidad queda muy menguada. Casi todas las casas tienen una huerta de pequeñas dimensiones para verduras y hortalizas. 321


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Salimos ya por pista y ganando altura. Iremos sobre la antigua calzada romana de La Carisa. Al mirar atrás, N.NE, Tomás explica el desarrollo de la minería del carbón en el valle del Aller y las huellas que las explotaciones a cielo abierto dejaron en la montaña. Pasamos entre grandes prados encuadrados por paredes. La pista no ofrece posibilidad de pérdida siempre que se mantenga la idea de avanzar por la cresta. Se ven algunas manchas de piornales. Pasados los prados se llega a una collada (sobre los 900 m) que da vista a los dos valles; y un par de centenares de metros más arriba nos indica Tomás la presencia de un yacimiento megalítico. Se trata de un pequeño promontorio que hay a la izquierda. Salimos, y hacemos una inspección ocular pero no vemos restos que lo identifiquen sin dejar lugar a la duda. El emplazamiento es idóneo y el lugar de gran belleza. Hasta aquí, la mayoría del recorrido discurre por la cara que da al valle del Aller, con gran regocijo por parte de Tomás que hoy está imparable. Cruzamos por bosquetes de hayas y piornales. Llegamos a un punto en el que la pista seguía a la izquierda, muy a contrapelo, y alcanzamos lo que parecía el trazado natural, pero nos equivocamos y pronto damos la vuelta para tomar el trazado en Z que dejamos atrás. Cada vez que se toman estas curvas con la marca del Zorro se gana altura rápidamente. Zigzagueamos un par de vueltas y llegamos a una llanada que recoge algunos prados rodeados por pared y las correspondientes cabañas. Toda la falda del cordal está cruzada por pistas, muchas de reciente construcción que no figuran en los mapas. Se recorren en el 4 x 4 estupendamente. Tomás viene avisando que pronto entraremos en un hayedo importante y efectivamente llegamos a él. Hay viejas hayas colonizadas por musgos y líquenes con todos los verdes del mundo, retorcidas por mil y una peripecias que guardan la huella que les que dejó la última nevada o el vendaval que las torció y amenazó con dejarlas con el culo al aire. Mención especial merecen algunos ejemplares de acebos, también por la extensión de los bosquetes 322


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que forman. El camino tiene muchos tramos casi llanos y por la izquierda va quedando el río Aller aunque no vemos el fondo del valle porque la caída del cordal hacia el E es mucho más suave que al O y los grandes rellanos están aprovechados para prados. Hay innumerables cabañas. Pasado el pico Ranero (1.090 m), vamos por la cara O viendo el valle del Lena, la capilla de santa Cristina y algunos tramos del ferrocarril León-Gijón, que se estira monte arriba dando vueltas y más vueltas para desaparecer en La Perruca. Después de pasar La Cerra (1.295 m) nos asomamos a un gran rellano en el que los prados están separados por sebes, cada uno con su cabaña. Seguimos y entramos en zona de niebla. No abandonamos la ruta en ningún momento pero estamos un poco despistados. Después de una amplia curva a la izquierda se inicia un suave descenso. Da la impresión de que caemos al valle del Aller. Juan Carlos avisa: -Es el valle de Lena. Escepticismo y duda. De la niebla sale un perro y, tras él, una pareja: - ¿Dónde estamos?. ¿Ése de enfrente es el Pedro García?. ¿Cuál es el camino para ir al Tres Concejos?. Nos contestan con amabilidad. Efectivamente, es el valle del Lena y el pico es el Pedro García. Este valle es mucho más abrupto. Estamos en la parte cuarcítica y la vegetación es la corriente en monte bajo, sólo algunas calveras con algo de pradería. Pasamos Busián y al pie del Pico Corros, en Buchimoso, topamos con un allerano de Bóo, un mocetón mal encarado, no demasiado claro al hablar y que, pese a los esfuerzos de Tomás por conversar, no hubo manera de que entrara con soltura a la conversación, aunque le dijo que él era de Bóo. Había subido para ver como estaban los pastos porque traerá el ganado la semana que viene. 323


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El día se estaba cerrando en niebla y nos previene, con seguridad digna de mejor causa, que si nos atrevemos a subir al Tres Concejos seguro que nos perdemos. Mal agüero el de este rapaz. Por la parte de Lena vemos alguna bocamina casi a nuestra altura. Hubo aquí explotaciones hasta hace poco tiempo (una de ellas, tenía un túnel que atravesaba el cordal). Algún temor a no coronar empieza a aparecer porque el allerano fue rotundo. Dejamos el pico Boya (1.731 m) a la derecha y ya nos asomamos a El Rasón: infinidad de prados con cabañas en una repisa. Al lado mismo de donde pasamos hay una diminuta laguna. La niebla se hace sólida poco más arriba, hacia los 1.500 m. Vuelven las dudas y los temores. Dejamos a la derecha la pista que sigue hasta la Collada Propinde (1.589 m) y Pendilla (siempre hemos seguido la calzada romana) y llegamos a la campera que está entre el Pico Fuentes (1.762 m) y el Tres Concejos. La niebla sube en llamaradas pero parece que puede abrir o, al menos, dejar algún claro. Aparecen unos pastores en un 4 x 4 rojo. Cuando les comentamos nuestra idea de subir, no se asustaron nada. Nos orientaron algo y dijeron que había un camino por la derecha pero que, con niebla, era mejor seguir la cimera que nos llevaría sin pérdida. Nadie quiere subir pero Antón insiste, confiando en la sabiduría de los pastores. Por fin se anima Pepe y tras él Tomás. Juan Carlos y Nando van a dar un paseo probablemente hasta Pendilla. De vez en cuando se abre algún claro que puede ser suficiente para ganar la cumbre y ver una muestra. Efectivamente, no hubo más que poner una bota delante de la otra hasta chocar con la cruz. En este último tramo está mucho más cortada la parte allerana que la lenense. La cabecera del río Mortera tiene un gran bosque en la cara SO y numerosas cabañas en la NE. Arriba no había visibilidad más allá de unos pocos m, sólo por el E algunas ventanas permitían ver la gigantesca explotación a cielo abierto de Coto Bello, el pico Renorios (1.278 m), el encajado valle del Mortera, algunas minas 324


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activas en su margen izquierda y las de cielo abierto que hubo en la derecha; el Cordal de Murias y Santibáñez con los picos de La Liebre, el Cueto Llugosa (1.428 m), Los Pozos (1.562 m), y la blanca gorra que cubría El Cuaña (2.031 m). Al N y al O estaba tan cerrado que ni el Pisones ni el Estorbín nos daban cara. El buzón de cumbres contenía una tarjeta, que recogimos (rápidamente la enviaremos). Parecen muy solemnes porque piden la firma del montañero que la recoge y el sello del grupo al que pertenece. Descendemos. Calma y conversación. Juan Carlos y Nando nos esperan abajo. ¡Menudo susto llevamos al ver que casi habían zampado una botella de vino!; pero aún llegamos a tiempo y pudimos colaborar en el achique. La niebla no invita a parar. Bajaremos por El Rasón y saldremos a comer a Murias. Pasamos junto a la laguna que vimos antes y entramos directamente en las camperas. La flora de El Rasón está representada por las más de 200 especies vegetales que hay censadas, pero lo más llamativo son las tres asociaciones vegetales: pastizales, piornales y bosques. Estos puertos constituyen una típica vega establecida por la acción humana en el límite superior del bosque caducifolio. Las cabañas son casi de lujo y muchas encubren viviendas secundarias. Nos llama la atención la intensidad del tráfico rodado a base de coches japoneses 4 x 4. Vemos actividad en todas las cabañas y cercados. Por aquí se han visto cigüeñas blancas y hasta hubo urogallos; hay ánades reales, halcones, perdices rojas, codornices, arceas, palomos torcaces, pito real y pico picapinos. De los mamíferos destacamos: armiños, comadrejas, garduñas, martas, algunas nutrias, tejones, turones, gato montés, jineta, zorro, algún corzo, lobos (itinerantes), jabalíes y liebres. Tomás sigue “crecido”. Está en su terreno. Informa, cuenta, amplía y retoca continuamente. Todos se lo agradecemos. Regresamos. Encontramos alguna mina y un sinfín de pistas sin indicadores que se entrecruzan de mil maneras. También a unos chavales que 325


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nos orientaron bien que, cuando ya nos despistábamos, aparecieron de nuevo para ponernos en el buen camino. Llegamos al río y salimos a Santibáñez de Murias un par de km por encima del punto deseado. Bajamos hasta Murias y todo bajo el aura de Tomás. No había nada preparado pero enseguida propone queso, chorizo, jamón, cecina, carne asada, huevos y chorizo frito. ¡Bendita tierra que nos ofreces ricas viandas en cualquier rincón!. Bajamos bordeando el río Negro y al filo de Chucha la de Nembra recordamos la rica aportación de este valle a la tonada asturiana: Tonín de Nembra (Nembra), la ya citada Chucha (La Enfestiella, Nembra), Román Prieto Martínez (Bóo), Pepín de La Rumiá (La Rumiá), Carlitos Fernández Solís (Murias), Jaime Fernández García (Murias), José Requejo (Moreda de Arriba). Y faltan muchos de otros pueblos del concejo. Baxaben cuatro alleranos, todos xuntos de madreñes, y en Santullano pidieron fabes, tocín y morcielles. Les fabes non taben buenes, morciella no había dalguna, el tocín taba nel gochu. ¡Válgamne Dios que fartura!. Que dixo Melchor, que tan vagu yes tú como yo y yo como tú, y semos los dos. Bueno, ya parecía que todo se había terminado pero Juan Carlos propone, y consigue, pasar la Collaona y buscar una salida rodada a Rioturbio (Mieres). Desde la Collaona tomamos una pista a la izquierda pero a los pocos km estaba cortada por una alambrada. Vuelta y bajada al valle del Nalón. Regresaremos pronto. Ahora es Nando el que propone: 326


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-Me ofrecen una cabaña en el monte y piden unas 450.000 pts, aprovechando este coche podíamos subir a verla. Tengo la dirección exacta. Sólo hay que ir a Rioseco y preguntar. - No hay problema, Nando (Coro). Y a Rioseco fuimos. Allí nos dicen que el punto de partida está en un camino que sale a la izquierda (subiendo) justo antes del túnel del embalse de Tanes. Nos cercioramos en el bar y emprendemos la subida. Es un antiguo camino carretero a la orilla de un arroyo emboscado que resulta hermoso. El viejo camino pasó a ser pista recientemente y con un par de curvas al borde del abismo que quitaban el hipo. Por fin se ve la majada y, con esto, parece suficiente para Nando. El emplazamiento permite contemplar la cordillera hacia Tarna y una vista aérea del embalse. Al regreso, Antón y Juan Carlos prefieren bajar caminando. Ya cerca de la curva más peligrosa se hace el silencio por si se oía algún ruido; hubo suerte y el coche pasó incólume. Por bajar caminando, más calmoso todo, pudo observar Juan Carlos que se equivocaron de cabaña, la que buscaba estaba en otra majada a la que se llegaba desviándose a la derecha al subir. Hoy pintamos de amarillo1 otros 30 km. ¡Fenomenal!.

1. Coloreamos de amarillo en nuestros mapas cada nuevo tramo de carretera o ruta que ejecutamos.

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MIRAVALLES TENTE FIRME QUE “EL RABO” YA CAYÓ, Y “EL NARANJO” ESTÁ TEMBLANDO DEL SUSTO QUE RECIBIÓ 18 de mayo de 1996 El Miravalles, de 1.969 m de altitud, es vértice geodésico de 1er orden y, por su lejanía, difícil de patrullar para los habitantes de la zona central de Asturias. Ocupa el ángulo SO y dista de la frontera interregional algo menos de 500 m. Se considera que aquí empieza el sector asturiano de la Cordillera Cantábrica que, después de casi 250 km, termina en Peña Mora. Asturias se encuentra entre los 42º 50’ del Pico Miravalles y los 43º 40’ del Cabo Peñas de latitud N. Estamos en el borde más meridional de la provincia. Esta montaña no brinda especiales dificultades de andadura ni supone hito cimero, pero hasta llegar al abordaje mucho se ha de penar. Y este esfuerzo es el que estamos consiguiendo obviar gracias al coche. Este sábado pretendimos imponer ritmo más ágil y acordamos salir a las 9.00. No lo conseguimos pero bajamos el retraso a 10 minutos. Salimos por la autopista A-66 y llovía intensamente; en la entrada S del túnel de El Negrón nevaba. Tomamos el desvío para Villablino, y desde allí seguimos la carretera de Ponferrada hasta pasar Orbón y llegar al desvío de Anllares. Encontramos esta central térmica apagada y en labores de mantenimiento. Más adelante está Anllarinos, que tiene algunas casas in restauro y ofrece un aspecto algo desaliñado pero con arquitectura perfectamente recuperable. Casas apiñadas de tejado de pizarra y pocos huecos conforman el pueblo, con huertos al lado en los que se ven algunas verduras. Preguntamos 328


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a un lugareño si hay camino rodado hasta la carretera que va a Peranzanes, y lo afirma. La pista sale entre algunos prados, poco prometedores, y bordea la ladera dejando el río abajo, que es de fondo negro -por la pizarra- y muy encajado. En la otra ladera hay monte bajo y en la franja cercana al río, la más inaccesible, bosque de rebollo. Llegamos a la carretera asfaltada -se nota terminada recientemente- y antes de 1 km dejamos a la derecha el ramal que conduce a Faro. Llegamos a Cariseda (858 m), cruzamos el puente que hay a la entrada y vemos la iglesia al lado un par de ruinosas pallozas y pequeño cementerio. A los lados se mantiene el rebollar hasta poco antes de Peranzanes. Las laderas están cubiertas de erica, aulaga, retama, y cotoyas enanas que dan una paleta de amarillos, malvas, rosados y bermellón de gran belleza (aunque Nando no la encuentra en este decorado). Pasamos al lado de Peranzanes. Está a la derecha, a la orilla del arroyo Asdopín -en la ladera de La Prohibida (1.337 m)- pero no entramos. Poco más arriba sale a la derecha el camino a Trascastro (que se encuentra al O de La Prohibida, donde hay un lugar llamado la Viña del Moro. Seguimos hacia Chano. A la izquierda queda el río, se mantiene el rebollo y el monte bajo. Poco después de este pueblo se encuentra a la izquierda, en la desembocadura del arroyo El Regatón, un castro en proceso de excavación y que, por ello, tiene prohibido el acceso. A partir de aquí hay un tramo en obras pero parecen perfectamente salvables. Por la derecha galopa el río, ruidoso, crecido, tentador para pescar. A unos 2 km de está Guímara, último lugar habitado del valle. Estos pueblos son muy parecidos entre sí: un núcleo de casas, los huertos y más lejos, a la orilla de ríos y arroyos, los prados de regadío. Ya nieva lo suficiente como para pensar en abandonar, pero la decisión no está tomada, aún. Algunas casas son verdaderamente agresivas con el visitante: materiales, forma y color destrozan la armonía del pueblo; sin embargo, la parte de la derecha -a la entradaconserva las viejas y sólidas viviendas que secularmente resultaron el mejor habitáculo. Poca altura, tejados de pizarra muy inclinados, paredes de más de 329


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un metro de espesor y edificios apretados con el espacio justo para el tránsito de carros, constituyen el núcleo. Buscamos un bar donde conseguir información y tomar un tentempié. Encontramos uno en el que había 2 ó 3 varones y una mujer. La tabernera: joven, morena, de hermosísimos ojos almendrados, dedos romos y dentadura con huecos de los caniles. Muy compensado todo por su natural alegría, sentido del humor y el saber femenino, que le permite seguir la corriente hasta el punto justo; cortar la conversación, y devolver alguna rápida y aguda respuesta. -Verá, quisiéramos tomar un chorizo importante. -No (suena: nok). -Bueno, puees..., una cecina importante. -No (mismo sonido cortante). El cuadro incluye pavimento alicatado y mostrador de formica. Lucas se estira sobre el mostrador; y ella, con la barbilla apoyada en la mano derecha, le responde a un palmo de su nariz. Deliciosa escena. Tomamos de todo: agua, vino y zumo. Y una tapita de chorizo casero con el que la casa obsequió. Parlamos con los paisanos. Dicen que la subida no tiene problema pero el vendaval que sopla arriba neutralizará el intento. Seguiremos. La pista sale por la margen derecha del, ya menguado, río y gana altura rápidamente. Pasamos un puente y dejamos a la derecha un camino, sale hacia el N y según el mapa, pasa a la Campa Tormaleo; un par de cientos de metros después, se cruza otro puente (cada vez son más pequeños, los puentes y el río) y a 1 km llega el desvío -también a la derecha- de la pista (para 4 x 4) que cruza por el puerto de Cienfuegos (1.686 m) y sale a la Campa Tormaleo, Fresno y Luiña. Le echamos un ojo a las curvas con la marca de “El Zorro” y seguimos por la izquierda hacia la collada El Cuadro (1.595 m). A 330


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la derecha hay un prado cercado por pared y en el recinto un par de cabañas (una debe ser el refugio que nos ofreció la moza del bar por si se presentaba alguna contingencia no deseable). La pista resuelve sobre el prado una curva angular -por el vértice se descuelga una cascada- forrada por piedra para buscar peralte. Estamos en el nacimiento del río Cúa. Seguimos. La nieve ya impide ver otra cosa que no sea nieve y el coche hace amagos de piruetear; Nando le aplica guante de terciopelo y mano de hierro. Llegamos a la collada -Alto del Cuadro- y quedamos entre el Morteiro (1.838 m) y el Cerro de la Pesca (1.876 m); tras éste, al NO, vemos el Alto Boquín, y por su cara N la collada -campo de La Pesca- que da paso a la cimera de la sierra de La Corredoria; no se ve El Miravalles pero no debe tener, una vez aquí, dificultad alguna. Con mejor tiempo que el de hoy, se conquistaría. La nieve impide ver camino o senda alguna pero la meteorología y la vegetación -ericas y carqueixas- no parecen dificultar de manera notable el paso. Fuera del coche azota un vendaval y es imposible caminar manteniendo el rumbo. Ni siquiera Antón mantiene la esperanza. La pista continúa hasta Suertes y Juan Carlos explora los primeros centenares de metros pero pronto vuelve, no podemos seguir en condiciones tan adversas. Abandonamos esta intentona. Volveremos. Retrocedemos y subimos por el puerto de Cienfuegos (1.686 m). Ganamos estupendas panorámicas del valle del Cúa. Al llegar arriba nos detenemos y llegamos en buen momento: súbitamente despejó un poco el día y vemos al Miravalles encapuchado pero con la suficiente nitidez como para comprobar que no hay obstáculo para coronarlo. Tras observar detenidamente el pico que “nos plantó”, nos lanzamos a volar sobre Luiña y el valle del Ibias. Dedicamos gran atención a la gigantesca explotación a cielo abierto de antracita de Villares. Iniciamos el descenso. La vegetación es similar en ambas laderas: monte bajo. 331


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La línea de vagonetas colgantes por las que pasa el carbón a las centrales térmicas de León se cuela en un túnel en la cimera. Pasamos ante el ramal de pista que sale a la Campa Tormaleo y salimos, sin remedio, a Luiña. La pista es cómoda. Vimos un cuco1 (cuquiello en otras áreas de la provincia) y salimos a Luiña Vamos hacia Tormaleo donde veremos el palacio compuesto de tres torres y capilla. Nos decepcionó porque está en ruinas. Parece un pueblo rico, con actividad, seguramente que muchos trabajan en la minería y lo compaginan con la ganadería y la agricultura. Se ven buenas casas, nuevas o recientemente arregladas, y buenos coches. De nuevo estamos en la carretera camino de Degaña. Entraremos en Taladrid y comeremos en Sistierna. Pasamos por la Campa Tormaleo (donde saldríamos si hubiéramos visto la pista) y poco después tomamos a la izquierda y a contrapelo, la pista de tierra que va a Taladrid. Paramos en el primer pueblo que encontramos, y lo vemos con calma. Paredes de anchos de fortaleza hechas piedra a piedra con pizarra y usando barro como mortero. A algunas se les pueden calcular más de 200 m2 bajo techo aunque, probablemente, incluyen otras dependencias no destinadas a vivienda. Ninguna está nueva ni en obras. Un encanto: pizarra, pizarra, y pizarra. Marrón y negro en las paredes y plomo en los tejados. Al lado de las casas hay huertinos y frutales. Una delicia. Un vecino intrigado sale de casa (siempre somos observados) y nos 1. El cuco: ave insectívora, trepadora y migratoria (viene de África) que llega a Asturias por San José y marcha por San Miguel. Pone un huevo (hasta en 20 ocasiones lo puede repetir por año) en el nido de otras aves -frecuentemente chochín o petirrojo- que los empolla y alimenta a la cría como propios. Si no hay comida suficiente, el intruso arroja del nido a la competencia. Si entre marzo y abril non vengo contáime muerto o al rey sirviendo. Otro dice: El día cinco de abril, el cuco tien que venir, y si non bien, novedá tien. Y el más conocido: Cuquillín de rey rabiquín de escoba, ¿Cuántos años falten pa la mió boda?

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informa de que estamos en Villaoril (¿tendrá su nombre algo que ver con el oro: -oril?), Taladrid es el pueblo siguiente. Volvemos a la pista principal. Después de una curva vemos Taladrid. Es un pueblo pequeño, con la iglesia en la parte baja, las casonas -destacan las de Rigueras, Candeas y Buelta-, los prados con hierba alta y la perspectiva del fondo [Villardecendias y la cara S de la Reserva de Muniellos: Kalladeira (1.502 m), Redondo (1.646 m), El Miro (1.642 m) y el ajustado valle del Ibias] componen una imagen de gran belleza. El pueblo está perfectamente incrustado en la Naturaleza aunque en su implantación se llevó por delante a los bosques. La iglesia está rodeada de un pequeño campus encerrado por un murete de piedra que la diferencia y separa del resto de las fincas del entorno. Aquí cerca, en Villarmeirín, hay un castro probablemente relacionado con las explotaciones mineras; por aquí pasaba el antiguo camino real que, por Llanelo, llegaba a Cecos bordeando el río. Creo que debemos estudiar esta ruta y hacerla. Las tierras se labraban en común. Lo que sucedía en Ibias y buena parte del occidente asturiano hasta mediados del s. XX. Se llamaban sienras, bouzas o searas. Y también aquí, en las tierras de monte bajo, se practicaron las cavadas hasta la segunda mitad del citado siglo: se quemaba el monte y, aprovechando las cenizas como abonos minerales, se medio enterraba la semilla de cereal. Agotada la productividad de la quemada en 2 ó 3 años se trasladaba la acción a otra área, siempre dentro del común. Salimos camino de Sistierna porque Nando tiene hambre. Pasamos Llanelo y un par de km antes de Sistierna vemos la sutura del movimiento de tierras que hicieron los romanos cerca de Corralín. Llegamos al pueblo -que ya pertenece al concejo de Degaña- y nos lanzamos al primer bar que vemos. La comida no pasó de ser la ingesta que aporta energía, no merece más comentario. El pueblo tiene una fuente dedicada al que fuera Gobernador Civil de Asturias -y más tarde Procurador en Cortes- Labadí Otermín, y una placa en honor de d. Aurelio Menéndez. El pueblo empieza a acusar cierto revival, se ven casas en obras aunque de gusto dudoso 333


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Con la bendita rutina, una vez más, compartimos un día delicioso. Regresamos por Degaña y el puerto de Cerredo para salir a la autopista.

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PUERTO DE LAS MUJERES MUERTAS

PUERTO DE LAS MUJERES MUERTAS 29 de marzo de 2003

El viaje plantea algunas incertidumbres y por temor a equivocarse nadie quiere decidir de dónde debe partir la excursión. Puede ser la braña de Xunqueiras, el puerto de las Mujeres Muertas, u otro punto cualquiera. Está abierta. En definitiva se trata de ganar altura para aprovechar las mejores condiciones meteorológicas. Antón, con algunas dudas, propone el puerto, Juan Carlos lo duda y el resto calla. Y otorga. Ya sé, este título os pone a la espera de un itinerario sorprendente y singular; pero no lo esperéis, es más: mágico La villa Cangas del Narcea cada día ofrece aspectos más sorprendentes. Un día parece cubista, al siguiente abstracta y al otro expresionista. Siempre incomprensible, inquietante, donde los constructores proyectan las obras con más imaginación que en ningún otro lugar de Asturias. Sólo en La Baña (León) vimos algo parecido. Al puerto de las Mujeres Muertas (1.097 m) se le podría llamar La Encrucijada o algo así. Es el punto de intersección entre las carreteras a Cangas del Narcea (por Monasterio de Hermo), Pola de Allande (por Valledor) y San Antolín de Ibias (por Seroriro). Lo de Mujeres Muertas parece apuntar a un pasado oscuro y sangriento. Un ritual siniestro y trágico, o una venganza. Un accidente machista, p. e. Nada de eso. Sólo se trata de una red de aguas embalsadas en tiempos de los romanos para producir derrumbes en los yacimientos auríferos que explotaban por aquellos andurriales. Son perfecta335


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mente observables las conducciones que captaban el agua en las cumbres y por presas de suave desnivel la llevaban hasta las lagunillas. Aquellas presas se emplearon como caminos. Llegamos al puerto -estaba fresco y hubimos de cargar con prenda de abrigo- y emprendimos la marcha. Tomás dirigió y nos enfiló hacia el O. Vamos por un camino ancho, carretero, cumbreando la loma de La Argasada (cima en Folguera, 1.302 m). El monte bajo que nos rodea presenta grandes manchones rozados. Se trata de una iniciativa para producir pasto y evitar los incendios. Casi llaneando describimos un par de ZZ y Juan Carlos deriva a Tomás a la cimera. Es necesario que camine más y más duro para que acabe el día algo sosegado. Ganamos altura y se abre al E un reguero afluente del río Coto; al O las sierras que protegen el valle de Ibias; y al N el término de Allande. Si el día estuviera claro veríamos el pico Hospital sobre Pola de Allande, el Miravalles sobre San Antolín de Ibias y Fonsagrada en la penillanura gallega. La niebla empenacha las cimas y sólo cabe adivinar dónde está Valdebois, Combo y el puerto de El Connio. Nos detuvimos en El Coladín y frente a nosotros campea la collada herbosa de Louseira, en la que se ven algunas construcciones y de la que sale una pista que desemboca en la carretera de Ibias. Buscamos, sin éxito, una salida con formato de travesía para la excursión de hoy. Quizá la haya. Desde este lugar, El Coladín, hasta Louseira hay un ancho camino, de ahí al Chaitón -siempre cumbreando-, del Chaitón a la peña El Sautón y un camino nos bajaría a la braña Salamín, que vemos frente a nosotros -al este-, desde donde se sale a la carretera que nos trajo. Desandamos y al pie del coche se plantea el regreso bajo diversas opciones: por San Antolín de Ibias, por Cangas del Narcea o por Pola de Allande. Es, relativamente, temprano y se opta por Allande. Bajamos hacia Valledor. Carretera estrecha aunque sin peligro. Suelo pobre, cuarcitas y areniscas, glaciares de piedras, monte bajo salpicado por unos 336


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pocos carballos y castaños. Vemos una braña de reducidas dimensiones de nombre El Candal. Es una isla de verdor entre las cuarcitas que la rodean. Sabido es que los verdes de las zonas silíceas son más oscuros que los de suelos calizos. Vuelta, revuelta y, tras una de ellas, aparece Villalaín. Gris sobre verde. Grandes bloques prismáticos con algunos huecos sobre una retícula verde oscuro mate definen el caserío. Las viviendas son de notables dimensiones y cuesta pensar en su distribución interior. Probablemente deben su enorme volumen a la ya fósil convivencia de bestias y hombres a un andar bajo techo. El pueblo se ve cuidado y activo. Desde aquí, a vista de pájaro, resulta bucólica la panorámica. Grises y verdes componen una hermosa paleta. Seguimos. Fonteta es el siguiente pueblo y también en él paramos. Ofrece la misma impresión de actividad agropecuaria y cuidada arquitectura. Pizarras pardas en las paredes y grises en las cubiertas. Los hórreos son pequeños y, también, grises. Villalaín y Fonteta son conjuntos que merecen una visita. San Salvador de Valledor, en cambio, da peor impresión en ambos aspectos. En estos últimos pueblos se ven numerosos especímenes de alcornoque, algunos de ellos fueron descortezados para truébanos, creemos. Cruzamos el río Oro y llegamos a San Martín de Valledor. El tejo que está ante la iglesia tiene las hojas amarillentas. Cercado como está por una especie de altar con peldaños concéntricos de grandes lajas de pizarra perece estrangulado. Sus amarillentas hojas parecen anunciar una muerte próxima. Nos sorprendemos ante el afamado y unipersonal retrete de uso público, y vamos en busca de “La Torre”. Damos con ella y tiene franco el paso hasta los jardines pero está cerrada y nadie responde a nuestras llamadas. Se trata de un conjunto de tres elementos: capilla, casa y torre. Una pared de la capilla, en su cara exterior, se adorna con cadena y una piedra para lastrar a los presos; su lado cuelga un candado semicircular de 15 ó 20 cm de diámetro 337


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y dos llaves. La cadena pesa varios kg y la piedra, un morrillo, 10 de 12 kg. Debió ser muy dura la condición de preso en aquellos tiempos. ¡Y pensar que así estuvo el Conde de Montecristo!. Los vecinos a los que Tomás pidió información no fueron explícitos y nos vamos “de vacío”. Pocas relaciones deben tener con los dueños de La Torre. Salimos camino de Berducedo. Del antes famoso pinar de Bedramón quedan los palos negros de lo que fueron los pinos. La maldita cultura del fuego nos ofrece esta imagen cada pocos km. Al pasar recordamos el Xacobeo 93 y la parada que aquí hicimos. Bajamos hacia San Emiliano (300 m.s.n.m.). Ya en el pueblo vamos directos al bar para comer. Antón, por esperar a Pepe, quedó algo atrasado. Un bujarrón de buen aspecto se acerca a Pepe para ofrecerle sus servicios -de guía- y hacerle introducción en el pueblo. Rechazamos todas las ofertas y alcanzamos a nuestros amigos. ¡El bar no da comidas por estar la dueña plantando patatas!. Algún vecino fue a avisarla y llega, pero se niega a dar comidas. Está exhausta. Insistimos moderadamente y lo conseguimos. Hemos de darle un descanso y preparará lo nuestro. Ante la puerta quedan las katiuskas y las medias. Dentro del bar tomamos un vino, natural, con algo de aguja y muy ácido. Un hombre come lo que parece pollo de calella y Pepe, con su natural espíritu inquisitivo, y con algo de envidia: - Está bueno eso. ¿Eh?. El hombre le mira comprensiva y compasivamente. -Sí. Está bueno. 338


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Antón se queda buscando minúsculas setas mientras el resto del grupo da una vuelta por el pueblo. A la vuelta nos sentamos a la puerta del bar y se acerca el moscardón de antes. Antón, y tras él Pepe, se refugian en la taberna. Hambre y sed hacen mala mezcla. Juan Carlos abre una botella de manzanilla y hurga en todos los rincones. No hay otra cosa. La mujer nos pone cinco trozos de empanada que desaparecen como si de la casa del Buscón se tratara. Después hubo huevos, chorizos y patatas, como para una boda. Juan Carlos insiste y aparece vino rioja. Antes del café, la buena mujer nos ceba con bizcocho. Estupendo. El café, de pota, en su punto. Antón y Pepe repiten infusión. Este último, verdaderamente exultante, no cesa de proclamar el maravilloso día del que disfrutamos. La cercana casa blasonada consta de torre cuadrada con tres pisos y tejado a cuatro aguas. La fachada oeste revela su noble pasado, sus escudos así lo pregonan: Cienfuegos, de la Rúa, Ron, Ibias, Navia Osorio, Llamas y Cancelada. Cuarteles y yelmos de estos linajes los coronan. La iglesia parroquial podría tener su origen en la Alta Edad Media, trazas tiene de románico. El regreso ¿por dónde?. Antón amaga y Juan Carlos remata: por Tamagordas hasta el embalse de Doiras. Salimos de San Emiliano hacia Fresnedo de San Emiliano. Antón salta y grita de alegría: -¡Un alcornoque. Y otro, y otro! La pista discurre por la margen derecha del río Navia y ofrece unas vistas espectaculares. Laderas muy pendientes, alcornoques, robles, madroños, muy pocos castaños y algunos arbustos componen la vegetación. El 339


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roquedo, cuarcitas y areniscas, asoman en forma de glaciares de piedras y cubren las áreas más pendientes. Tamagordas (425 m) tiene cuatro habitantes. Parece mejicano el nombrecito. Se asienta sobre una silla de caballo entre un pico (462 m, tal que un pomo de silla de montar) y el Monte Castelo (560 m, que es la grupa). Pertenece al concejo de Illano. Pasamos sin detenemos camino de Estela. La pista gira al este y se aleja del río. Es más terrosa, la obra se ve reciente y hasta tememos que no exista paso practicable para coche. Seguimos, pero temor a que no tenga salida. Paramos ante Estela (lo pueblan cinco habitantes en siete viviendas), que pertenece a la parroquia de Herías. Voluminosos bultos negros se mueven en una finca. Probablemente siembran patatas. El pueblo está bajo un picacho rocoso que en alguna ocasión desmoronó parte de su masa a juzgar por los pedruscos que cubren la ladera. Se trata del pico Violla (1.011 m). Es el último espolón de la sierra de Carondio que separa estos pagos de Is. No falta aquí una capilla, bien se ve que la Iglesia no dejaba desatendidos a sus feligreses. Y suponemos que el conde de turno tampoco. Pepe piensa en lo duro que sería, y es, vivir aquí. Tal vez sea más duro morir. Seguimos y pasamos el puente -bueno, bajo él- que permitirá salvar el río Mello. Enormes pedruscos a ambos lados evidencian los continuos desplomes que se producen de la Pena del Castelo (713 m). Estamos camino de Doiras y recobramos la buena perspectiva sobre el valle del Navia. Dejamos el cruce a Cernías (parroquia de Herías) y llegamos a la capital parroquial (treinta y cuatro habitantes en diez y seis viviendas de las treinta y dos con las que cuenta el pueblo). Un par de lugareños descansan ante la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Rebollín y Antón pierde una espléndida fotografía. No se atrevió al retrato ni a preguntar siquiera. En la margen izquierda se divisa San Esteban de los Buitres. Sarzol pertenece a la misma parroquia y es el núcleo más poblado: cuarenta y ocho habitantes se reparten en catorce viviendas, de las 33 con las que cuenta el pueblo. Se ven 340


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niños jugando y el pueblo parece animado aunque no se ve bar ni establecimiento similar alguno. Hasta aquí habíamos llegado en otra ocasión pero no pudimos pasar. La pista que hoy estrenamos todavía no estaba lista. Tiene ermita bajo la advocación de santa Eulalia y un castro conocido como Os Castelois!. Bustelo y Bullaso son de Illano, Silvón y el embalse de Doiras de Boal. ¡Hay que jorobarse con las divisiones administrativas!. En Navia damos un paseo por la playa y Antón aprovecha para escarbar bajo los eucaliptos. Encuentra algunas setas –“pelotillas”, las llama- y ante la inminencia de la tormenta nos vamos. No hay otras paradas. La carretera está llena de coches y muchos de éstos con conductores incorrectos, temerarios, perezosos, y merecedores de otros títulos.

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EN BUSCA DEL DOLMEN DE PRADIAS 20 de julio de 1996

El día se presenta con algunas dudas. No nos desanimamos porque ya pasó otras muchas veces y resolvimos rápido y bien. Varias propuestas y al final decidimos ir a lbias en busca de megalitos. Empezamos por el dolmen de Pradias. Pasamos en el puerto de El Connio (1.316 m) y entramos en el abedular que cubre la cara NO de la sierra de Muniellos. A unos seis km sale la pista que va al pueblo de Valdebois y poco más de dos km después nos detenemos para tomar la que faldea al S de El Picareto (1.158 m). Aquí dejamos el coche. El Sol luce espléndido pero esperamos que, pese a la fecha, no nos licúe. Es una pista recientemente abierta, de piedra suelta. A derecha e izquierda monte bajo de ericas y carqueixas, sólo algún pino de vez en cuando. Poco después buscaremos estos ejemplares aislados para conseguir el corto refresco de su sombra. Con lo que no contábamos era con la compañía de centenares de miles de moscas que pronto nos envolvieron hasta hacer difícil que nos reconociéramos. Parecían una nube electrónica. Subimos suavemente hasta avistar el valle del Aviouga, aquí se llanea pero las moscas siguen con nosotros y el Sol dejó de ser nuestro amigo. De frente está la sierra de Cazarnoso y el camino entre Valdebois y Seroiro. Estamos cerca del dolmen de Pradias (aquí lo conocen como Hucha da Sierra da Pradias), el más famoso de la zona. Se trata de una construcción 342


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funeraria del Neolítico que resulta particularmente interesante por las cazoletas circulares excavadas sin orden aparente (a modo de agujeros de juego de canicas) en la losa cobertera. Hay otros dólmenes en las sierras de Ibias: Seroiro (Chao da Leda), Andeo (próximo a este lugar en el que estamos) y el de Villares de Arriba (Luiña). Buscamos alguna estructura pétrea emergente entre las ericas y acudimos a explorar las que resaltan, pero siempre en vano porque dábamos con roquedo natural. Numerosas entradas y salidas nos van agotando, el Sol nos achicharra y abandonamos. La pequeña guía del concejo dice que es inútil buscarlo sin ayuda de un lugareño. Volvemos al coche y prospectaremos el concejo de Ibias en profundidad. Antón está embalado y preñado de ideas. Pasamos la capital y tomamos la carretera de Sena. Hay una trepada y desde las curvas se toma una panorámica plana de San Antolín y, sobre todo, de los restos de labores mineras de los romanos en busca de oro. Llegados a la collada de Cuantas. La vista sobre el valle del Ibias es excelente, pero todas las sierras circundantes están cubiertas de piornos y ericas. La acción antrópica ha sido devastadora y no queda ni un arbolito. Por la izquierda sale una pista que va a Linares. Seguimos la carretera asfaltada que baja al valle del río Linares y sube hasta Castaosa. Dejamos el pueblo a un lado pero constatamos que cuenta con, al menos, un hórreo con cubierta vegetal. Vamos con la intención de llegar a Santiso donde hay tres casas redondas. Se llega por una pista de tierra que sale a la izquierda. Según Salazar (viajero por la Asturias del s. XVI) cohabitaban dentro, indiviso, el ganado y las personas. Sólo encontramos dos aunque identificamos perfectamente el solar que la otra ocupó. Están separadas y cada una con su diminuto huerto rodeado de pared de piedra. Tienen el techo de paja de centeno y no se le ven más huecos que la puerta. Actualmente están abandonadas y ni siquiera tienen el aspecto de cuadras. El resto del pueblo es una suma de edificaciones de planta rectangular, paredes de bloques de hormigón o ladri343


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llo y tejado de pizarra. Alrededor colocan el cucho, plásticos, latas y chatarra diversa. ¡Qué incuria!. Retrocedemos hasta la carretera y vamos a Sena. Al derecha (N) quedan dos pueblos típicamente ibienses: Peneda y Penedela. Núcleos de casas oscuras y a cuyo alrededor se sitúan las tierras de labor envueltas por la inmensidad del monte bajo. Estas tierras de labor constituían las cortías. En el monte, se practicaban las cavadas y las searas. Los cultivos tradicionales fueron los nabos y centeno; a partir del s. XVIII maíz, patatas; y desde la Edad Media hasta hoy la vid con el sistema de emparrado. De nuevo hay un descenso hasta el río Texeira y justo antes de iniciar la subida al Monte Chailón se ve un monumental cortín. Se gana una vista estupenda del valle, duro, esquelético el suelo, lavado de mil quemas, con el río encajado, buscando desesperadamente salir de este desierto. Pasada la collada de Chailón dejamos Sena a la derecha y caemos al Navia pasando por Barca, último pueblo asturiano. Aquí encontramos al lado de la carretera un hórreo de techo de paja con una piel clavada en las colondras, secando. El hambre se hace intensifica sus ataques y decidimos comer a la orilla del río. Así, cruzamos el Navia y bajo el mismo puente encontramos la sombra y frescor necesario. El menú: chorizo, pan, bizcocho de Cangas del Narcea, y vino tinto. Fenomenal. Buscaremos ahora Valdeferreiros. Dejamos a la izquierda La Muria. Se acaba el asfalto súbitamente, más arriba queda Coea a la derecha y reaparece la carretera embreada (Juan Carlos descubre que este tramo-pista pertenece a Lugo). Llegamos a Valdeferreiros. El pueblo está en un rellano, sobre los 600 m, de buena tierra labradía. La mayoría de las casas son planta rectangular, bloques o ladrillo y tejado de pizarra; están nuevas o recientemente restauradas. Aquí hay una casa redonda, habitada, y 3 hórreos de teito. Mientras Antón fotografiaba al primero se ganó Tomás una gran bronca de 344


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su propietario. Todo empezó cuando nuestro amigo le ofreció explicaciones por haber movido un carretillo (excutatio non petita, acusatio manifiesta, ¿no?) y el hombre, sin cortarse ni un pelo, empezó a reñir porque “...todo se hace sin su permiso...” y está harto de turistas, visitantes y fotógrafos. Salvado esto, fuimos al bar y tomamos un café de manga servido por una tabernera morena, pequeña, gordita, de bata muy ventilada de manga, sobadísima, y que hablaba una jerga ininteligible. Lo interesante: el suelo de piedra y la cocina central, que permite el paso a su alrededor. Vimos otros hórreos y pegamos la hebra con un vecino, lo que fue una suerte. El hórreo que tenemos delante (dentro de una casa con corralada) tiene dos pisos interiores, lo mismo que otros que vamos a ver en una casa próxima, que era rica de hacienda y tenía dos. Consideramos el día cumplido y emprendemos el regreso. Tenemos mal apoyo cartográfico y salimos hacia Fonsagrada: Villaselande, Louxas, Seoane (más hórreos), Barcela, Aldobrén, Lamas de Moreira, Pasadaseca, Porteliña y salida a la carretera principal de Fonsagrada a Lugo (C-630). Pasamos el pueblo casi sin mirarlo y sin otras paradas llegamos a Santa Eulalia de Oscos, para tomar café. Paseamos por el pueblo y en un par de horas llegamos a Oviedo.

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BOBIA DE BULLACENTE (998 M) 25 de mayo de 1996

Desde Navelgas (Tineo) se toma la carretera que va Barzanallana, pasa por Parlero y sale a la que va del puerto de El Palo a Villayón, a 2 km de esta capital municipal. Esta ruta constituye en sí misma un hermoso paseo por la arquitectura y el decorado vegetal. Se va a la orilla del río hasta empezar a subir a Burgazal, pasada la desviación a Caldobredo. El pueblo de Burgazal (450 m) es capital parroquial y está situado sobre una redondeada loma asomada al valle del Navelgas: casas de piedra y tejados de pizarra, alrededor están los huertos y después la geometría regular de los prados definida por las murias. A medida que se gana altura mejor se ve el valle y los contrafuertes al N del Mulleiroso desde el Braniego (1.073 m) hasta el mismo Mulleiroso. En la ladera se ven algunas diagonales que muy bien pudieron ser conductos de agua (“antiguas”) para el lavado de tierras auríferas. Llegados a la collada que da paso al valle del Arroyo del Oro, el llamado Campo de Brañúas (780 m), se conquista una penetrante estampa del río Navelgas, que nace en la Collada Santiellos, en la falda O del Mulleiroso (1.254 m) (cuyo nombre se relaciona con aguas y lodos estancados por explotaciones auríferas de la zona por los romanos, que la embalsaban para el dicho arrastre y lavado de tierras). Se ve Rellanos, Llaneces de Rellanos, Tejedal, Paradiella, y El Cerezal; y aguas abajo se alcanza casi hasta Navelgas. Esta divisoria de aguas también lo es entre los términos municipales de Tineo y Villayón. Hacia el O, los nubarrones y 346


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la bruma restan nitidez pero aun así localizamos Bustantigo, las cimas del Carondio y del Gargalois, y el área de Boal. Aparcamos en la misma collada y estudiamos el mapa. Juan Carlos se decanta rápidamente por caminar hacia el S, cresteando, hasta la Bobia de Bullacente. Aceptamos. Seguimos el camino ancho -pista- faldeando por el O. El roquedo es cuarcítico y la vegetación de los lados está formada por ericas y árgomas. Toda esta sierra está dedicada a pasto de caballar1. Enseguida nos asomamos a una collada que da vista al E y profundiza más en el valle del Navelgas. Esto promete. Cambiamos de ladera -ahora vamos por el E- y ya de frente se ve el Pico del Monte (algo más de 940 m). Subimos entre grandes bloques de cuarcitas fragmentadas por la gelifracción. Una vez arriba estamos al lado del vértice de La Bobia. Sopla fuerte el aire y hace frío pero con todo nos detenemos un rato. Al NE sigue la sierra de Buset y su prolongación hacia la de El Estoupo; al S se despliega la Cordillera Cantábrica. Podemos identificar el Cueto Arbas, El Cornón, Orniz, Ubiñas y otras cumbres. Alcanza hasta El Sueve el campo de visión. Localizamos muy bien Aguión y las tierras llanas de Tineo. También se ve el mar -confundido con el cielo- y una parte de la rasa al O de Luarca. A la izquierda están los pueblos de Concernoso, Mansega, Sellón, y el nacimiento del río Negro, que desemboca en Luarca. Bajamos a la collada que separa esta sierra de la de enfrente -E- llamada Chan del Laurel y aquí nos dividimos: Juan Carlos y Pepe regresan por el monte a buscar el coche y Tomás y yo bajamos hacia el molino de Cárcabas. Cómodo y muy agradable fue todo hasta aquí. Llegados a la carretera esperamos a nuestros amigos. Cuando llegaron subimos al coche y seguimos.

1. Entre los caballos del área occidental hay una variedad de asturcones.

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Como a un km Juan Carlos da un brusco giro de volante a la izquierda y se cuela por un camino asfaltado. No nos asustamos porque conocemos la curiosidad que siente por todo y sabemos de su seguridad. Al centenar de metros llegamos a una antojana de la que no podemos pasar por la estrechura del camino, y aquí empezaron las dificultades. ¿Cómo salir sin espacio para maniobrar ni anchura para continuar?. Fácil: marcha atrás. No, no se puede embocar el coche en la estrecha pista y hay por uno de los lados un desnivel de varios m. Sale un vecino, mira y vuelve a mirar pero no ve la salida. Pepe, decidido -se nota que está acostumbrado a tomar decisiones- inicia la maniobra de retroceso. No hay manera, hemos de buscar otra solución. Antón, temeroso y muy nervioso, ve otro camino que sale por llano hasta otra casa y descubre que tiene salida a la carretera. También es muy estrecho pero no tiene desniveles. Lo peor que puede pasar es que se raye el coche. Pepe lo estudia y también opina que es la mejor salida. Conduce Juan Carlos, y Pepe dirige las maniobras con la precisión de un cirujano. Perfecto. Antón y Tomás esperaban en la carretera y recibieron a sus amigos con aplausos. Pasó el susto y corremos hacia Parlero, donde se mantuvo una ferrería en funcionamiento hasta finales del s XIX. Necesitamos reponer en cualquier venta o posada pero ni en Parlero, Collado ni Busmente encontramos establecimiento alguno. En este último pueblo esperamos encontrar una carretera a la derecha que pase por Herías y salga a Villayón (concejo desde mediados del s. XIX) sin embargo desde el coche no la localizamos, por lo que llegaremos a Villayón por la carretera de siempre. Ya allí, nos dirigimos al restaurante que conocemos de otras veces, pero está cerrado. Buscamos otro y apenas traspasado el umbral un orate advierte a Tomás: -Esto no es del Principado. -Malo, ya te reconocieron. Pensamos. -Bueno, ¿qué le vamos a hacer?. 348


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Nos sentamos en una mesa pero aquel individuo no se desanimó y nos siguió. Repitió la advertencia mezclada con un montón de incoherencias. Nos sentimos algo agobiados y no sabemos salir sin alguna violencia verbal. Juan Carlos despliega el mapa sobre la mesa y se pone a hablar en una lengua desconocida para todos. El intruso “se corta”, vacila, no sabe dar respuesta. Quedó totalmente descolocado, como un toro en la plaza al que le quitan todo menos la arena. El suelo falló bajo sus pies, se encontró “raro” y se retiró a “dar la paliza” a sus convecinos. También nosotros necesitamos explicación por parte de Juan Carlos: -¿Qué idioma es ese que ni nos suena? Juan Carlos soltó una de las mejores carcajadas de los últimos tiempos: -La Ilíada y el Ave María en lengua griega. Perplejos, y anonadados; más aún, apabullados; pero muy alegres. Aún nos sorprende la rapidez y habilidad con que entras en el juego (¿recordáis el desdentado paisano de Peloño?). Ya recuperados, aunque sin encontrar donde comer, orientándonos hacia el viaje cultural y recreativo aunque la mesa sea corta, arrancamos camino de Doiras. Desde Carrio, cruzamos el río del Oro por Puente Polea. Después vendrán: Vidural, Valle, Valdedo, Ponticiella, Lendelaiglesia y Sampol; a partir de aquí buscamos la salida, por la izquierda, hacia Doiras. Y en el primer desvío asfaltado que sale -parece que indica a Reigoto- nos metemos. ¡Chasco!. Terminamos casi como en Cárcaba. El camino muere cortado ante un hórreo, pero en este caso se cuenta con un semicírculo que permite retomar la carretera fácilmente. No cejamos y así fuimos premiados, ahora dimos con la que va a Doiras (el letrero de Reigoto está movido, es en esta carretera donde se encuentra el pueblo). Vamos 349


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dejando Folgueira Mayor y en Sarceda parece que se acaba. Preguntamos y hay salida (aunque no lo parezca) hacia Silvón. Aquí se ramifica: una va hacia Sarzol y la otra a Doiras. Estamos justo ante el embalse -parece el lago Ness-. Al frente, Cedemonio descuelga casas y fincas -parece un cono de deyecciónaprovechando las buenas tierras del piedemonte hasta el agua. Cerca, aguas arriba, está Gío. Antón insiste y se sigue por la primera. Acertamos. A medida que vamos adentrándonos en el valle del Navia, ignoto para nosotros por aquí, nos sentimos más gratificados. Los pueblos se ven, a uno y otro lado del río, intemporales. Lo mismo podemos estar en el umbral del s XXI que en el del X, XV ó XX. Así, desde lejos, nada indica que dentro de 5 años habremos pasado del año 2000. En las fincas, verde oscuro botella sidrera, hacen bancales para aliviar la erosión y como resto del cultivo de la viña; las casas se ven amontonadas en una esquina, con los tejados casi tocándose, sin huecos entre ellas, dando una imagen maciza. Tras cruzar el primer arroyo -llamado Barranco das Grovas- se entra en el concejo de Illano. El primer pueblo que se encuentra es Baborera, después Lombatín y Chousavieja. Por la izquierda sale el ramal a Villar de Bullaso, y sigue Bullaso: “Si chegas a Bullaso, a Llanteiro teislo a un paso; si chegas a Llanteiro, el vino por un caldeiro”. Al otro lado del río hay una cantera desde la que de vez en cuando se oye la explosión de un barreno. Y una cascada que endulza algo el paisaje. El tiempo parece que va cambiando, al O se ven nubarrones de turbonada. Por aquí vimos una enorme culebra de escalera cruzando la carretera, poco después una raposa. Los animales perciben mucho antes que nosotros el cambio de las condiciones meteorológicas. Lantero se ve junto al agua y al lado El Cortín. Los pueblos ofrecen igual fisonomía. Remontamos una 350


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cuestina y pasamos sobre Bustelo casi sin darnos cuenta, así que hubimos de parar para encontrar el pueblo. En el mapa sí figura. Efectivamente, está aquí, a la derecha, “pintado” de gris y casi invisible. Un perro que ladra a unos 80 cm del suelo nos avisa de que el terreno está poblado. Seguimos hacia Sarzol. Debe su topografía redondeada a que se asienta sobre pizarras. Es de belleza singular. En las cercanías, en Los Castelloes, hay un castro citado por José Manuel González (†). A la entrada varios alcornoques (sólo se encuentran masas significativas en la ribera del Navia, donde los llaman “sufreriras”) descortezados y tierras abajo otros muchos diseminados. Los mismos materiales, construcciones y disposición de las tierras de labor que antes. Los hórreos son llamativos por los motivos decoradores y los Regoyos, las casas grandes, con pizarra en paredes y tejados; todas con hórreo, unas cuantas colmenas, algún emparrado y un huerto (muchos de ellos con naranjos o limoneros, y en uno hasta un olivo); caminos estrechos entre ellas para permitir el paso de los carros. Imposible la intimidad pese a los gruesos muros que las separan, cierto nivel de promiscuidad ha de haber, la vida no puede ser absolutamente privada; y, además, sin tal contacto no se alcanzaría el necesario nivel de solidaridad. Una de las casas se prolonga a través del camino salvándolo mediante un arco-puente. En varias viviendas llaman la atención algunos ventanales, de tres o cuatro hojas, de madera muy trabajada, con arcos conupiales y pintados de colores llamativos. Tiene este pueblo una ermita dedicada a san Eusebio enmarcada entre un gran tejo y un hórreo monumental; se ve gris, enlosada, bajo la carretera, humildísima. La “llousa” de Sarzol baja hasta un peñascal cuarcítico llamado Penedo Llargato. Damos un corto paseo por el pueblo y enseguida nuestra presencia despierta curiosidad: en todas las ventanas hay alguien asomado o fisgando. Bajamos a la carretera y, al llegar, ya hay un par de vecinos dispuestos a charlar. Cuenta un hombre que el firme está asfaltado desde hace cuatro años y la pista se hizo hace unos 10. Aún quedan núcleos de población que tienen únicamente acceso con vehículos 4 x 4 (Navedo, Herías, Cernías, Tamagordas, Río de 351


UN MILLÓN DE PASOS POR ASTURIAS Y ALGO MÁS

Coba, Estela y otros). Desde aquí se puede llegar, también en 4 x 4, a la collada Entrerríos (donde está el dolmen conocido como Llastra da Filadoira). Al poco de iniciar la charla llegó una quinceañera (estaba antes tras los cristales de una ventana) que tomó posesión de un coche cercano dando inequívocas muestras propiedad y deseos de hacerse notar, que resultó ser hija de quien nos hablaba. Al otro lado del río se ve San Esteban de los Buitres y, al O, un cuchillar de cuarcitas que llegan al embalse (igual que el Penedo Llargato por este lado), que resistieron mucho mejor las agresiones del agua y del aire quedando como fruto de la erosión diferencial. Siguiendo esta misma carretera -ya pista- se llega a Herías y, en esta misma margen del Navia, a unos 4 km en línea recta está Tamagordas, al pie del Monte Castelo. Regresamos. Penetramos un poco más en el corazón de la Asturias menos conocida. Por aquí se recogen pocos votos y escasos tributos. La próxima parada es el muro del embalse de Doiras. En 1988 se ocupan en el apartado Agua, Gas y Electricidad unos 58 puestos de trabajo entre los concejos de Boal y Grandas de Salime como contrapartida a las grandes construcciones hidráulicas para esta población afectada por el impacto de las masas de agua.

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COLLADA LA MUEZCA

COLLADA LA MUEZCA

Caleao (700 m) es punto de partida de numerosas salidas por las montañas del concejo de Caso. El coche puede dejarse delante de los bares que hay a la entrada del pueblo. El camino a seguir no es el que allí mismo entra en el río, se ha de tomar otro que sale un poco más abajo hacia el S durante unos 400 m, es paralelo al primer tramo del que va a Los Arrudos. Se ha preguntar para evitar dar alguna vuelta inútil. A algo menos de un km del pueblo se llega a un pequeño río, el Xulio, que seguiremos hasta el final. Es bastante encajonado y poco a poco se va estrechando hasta convertirse en una verdadera foz, donde el curso del río discurre casi al mismo nivel que el camino. Pasadas estas foces se ven a la derecha -y más de 200 m por encima de nosotros- prados, cabañas y, también, una pista apta para vehículos agrícolas que se puede tomar en Caleao pero es un recorrido mucho más largo. Continuamos y dejamos a nuestra derecha el mayao de Xulio. Se acaban los prados y atravesamos un bosque de hayas que cobija una importante población de venados. Después monte bajo con algunos abedules, ericas y cotoyas. Es el dominio del rebeco y seguramente vemos alguno. Tras un esfuerzo final llegamos a la collada La Muezca (1.672 m), al pie mismo de El Retriñón (1.862 m). El Retriñón es asequible. Se puede 353


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subir con sólo un poco más de esfuerzo bordeando la cara S de la línea de cumbres. Su cara E es la más abrupta. Al otro lado está el valle del río San Isidro. Se ven innúmeros mayaos. Más abajo se avistan varios pueblos y la carretera que va al puerto de San Isidro; todo a vista de pájaro. Hacia el SE la inconfundible silueta del pico Torres (2.104 m) y casi justamente tras el Toneo. Pajares queda al SO. Parece que los prados de Caleao quedarán cubiertos por el agua si se lleva a cabo el proyecto (muy polémico) de construir un embalse antes del cruce de La Felguerina.

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LOS ARRUDOS DESDE CALEAO

LOS ARRUDOS DESDE CALEAO

Siguiendo la carretera de Oviedo a Campo de Caso se toma en Coballes la que conduce a Caleao (717 m). Allí se deja el coche a la entrada, ante unos bares estratégicamente situados. Se retroceden unas decenas de metros y se toma el camino que, atravesando un pequeño arroyo, se dirige a la ermita de san Antonio. Una vez en éste la dejamos a nuestra izquierda. Iniciamos un suave descenso hasta el río y ya no hay posibilidad de pérdida: la ruta continuará igualmente definida hasta nuestro destino teniendo siempre, más o menos, próximo el curso del río. El valle se estrecha para abrirse de nuevo en Braña Vieja a unos prados con cabañas estupendamente cuidadas. Nuevamente se angosta hasta El Felguero. El hayedo y el río se acercan o alejan de nosotros según se hayan o no colonizado terrenos para prados. El camino ha sido casi llano pero tras cruzar el cuarto puente desaparece la ancha vía que hemos traído y se torna vereda empedrada o tallada en la roca que en poco tiempo alcanza una importante altura sobre el río. Poco después se llega a una minúscula collada con pradería donde el horizonte se abre. Siguiendo el curso del arroyo que sale a nuestra derecha tenemos La Fuentona (1.150 m), manantial capturado para abastecer a Gijón de agua y que en tiempo de lluvias rebosa importante excedente. Con poco más esfuerzo se llega a los puertos de Contorgán 355


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(1.550 m) y a lagunas como la Caballuna (1.450 m), de fondo casi plano, con 200 m de largo en la mejor de las épocas y 75 m de ancho. Desde que salimos de Caleao dejamos a nuestra derecha tres grandes montañas: desde el pueblo hasta el primer arroyo que sale por la derecha quedó Peñas Roscas (1.182 m); entre éste y el segundo que cruzamos está situada -aunque algo más al fondo- Cabeza del Arco (1.602 m); desde aquí al arroyo de La Robre -nuestro destino- Peña Tabierna. Es una excursión hermosa y cómoda. El trayecto atraviesa invernales con cabañas en perfecto estado, prados separados por empalizadas o anchas paredes que le dan un especial atractivo, avellanos por las sebes; y fresnos en las proximidades. En Caleao se puede comer en alguno de los dos bares que hay en la misma plazuela que da entrada al pueblo, mejor si la encargamos por la mañana. El río es característico de montaña. Al comienzo se pueden ver cantos rodados de gran tamaño que prueban la fuerza que desarrolla con crecidas; a medida que remontamos se hace más notorio cómo excava el lecho por los desniveles que salva y ya no se ven las grandes piedras del principio. En sus orillas hay abundante vegetación arbórea compuesta principalmente por alisos, sauces y avellanos. Entre los árboles y recubriendo las piedras, los musgos dan un verdor de muy variados matices que les presta una inolvidable imagen. Después las hayas llegan a la misma orilla del río. Procediendo con esmero es fácil ver truchas a la espera de la caza o huyendo al percatarse del presunto peligro. En el bosque la vegetación está compuesta especialmente por hayas, y robles en algunos tramos. En cotas más altas se ven abedules; ericas, helechos y tojos entre los arbustos. De la fauna mayor están representados todos los grandes herbívoros asturianos. Con facilidad se pueden ver venados y más fácilmente todavía rebecos. Mucha más suerte hay que tener para los mamíferos cazadores. 356


LOS ARRUDOS DESDE CALEAO

Especial importancia y singularidad tuvo la parroquia de Caleao y d. Juan Manuel Calvo Calvo, su alcalde entre 1979 y 1999. La iglesia de Caleao data del s. XVI y fue reformada en el XVIII. Conserva una talla románica de la Virgen, policromada, de gran sencillez y belleza. Aquí se fundó una fábrica de manteca en 1831 que conseguía un producto muy parecido al de Flandes.

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EXCURSIÓN DESDE LA FELGUERINA AL PICO LAVERDE 14 de septiembre de 1996

También está en nuestra lista y vamos a pisar esta pica. Desde la cola del embalse de Tanes (la presa tiene 93,5 m de altura y la Rioseco 28 m) salimos hacia Caleao. El río Caleao (afluente del Nalón por la izquierda) es muy rico en truchas. ¡Algunas buenas pescatas conseguí por aquí!. Hay un corto tramo en el que el río se encaja y hubo de horadarse la montaña para la carretera. Las foces que hoy vemos empezaron con la circulación subterránea del agua, después prosiguió con la erosión y el desmantelamiento de la cúpula continuando progresivamente el proceso de encajamiento del curso fluvial. Hoy, en el punto más estrecho, a la altura del túnel, no hay márgenes, hizo el tajo estricto para el cauce. Donde tomamos el desvío para La Felguerina quedará en el fondo del embalse que aquí se construirá. Los análisis que se han hecho del agua del Nalón la califican de excelente calidad hasta Campo de Caso, buena hasta Entralgo, mala hasta La Felguera y pésima hasta su desembocadura en el mar. No dejamos de fijarnos en los pocos km de recorrido, los núcleos de población y las actividades extractivas e industriales de sus márgenes para sacar conclusiones. Llegados a la Felguerina (a unos 1.100 m) dejamos el coche allí donde termina la carretera, en una explanada preparada para maniobrar. Nos cubre un sol radiante y el día amenaza con ser de castigo tórrido. Tomás, inusual en él, solicita una gorra y Antón saca del coche-chistera un par de 358


EXCURSIÓN DESDE LA FELGUERINA AL PICO LAVERDE

ellas. Enfrente, al S, está Laverde, un enorme faldón que se descuelga hasta los prados y que parece de fácil conquista. Prudentemente preguntamos a un vecino y seguimos una pista. Salimos del pueblo dejando a la derecha un par de reguerucos que nacen directamente de la ladera N del pico. Vemos algunos prados cercados por sebes con sus correspondientes cabañas. Casi sin darnos cuenta llegamos a la collada, donde se instalaron unas cuantas cabañas que forman la majada La Gallera. Al otro lado las aguas vierten directamente al Nalón y por un extremo se ve Soto de Caso. En esta majada -en el flanco NE- hay una fuente; que, en un día como hoy, resulta vital para mantener el balance hídrico. La pista sigue hasta la collada Incós, que está un poco más allá. Pero nosotros salimos por encima de las cabañas, a la derecha, para bordear el pico El Cuerno desde el hayedo que hay en su base. Buscamos alguna seta y en la camperina que hay al inicio del camino encontramos lepiotas. El sendero está bien marcado. Bordea el pico y pasa por encima de otro que llega a la Collada del pico de El Cuervo. Hasta aquí fueron innumerables las ocasiones en las que nos paramos para felicitarnos por la elección: el paisaje es admirable. Repetimos tópicos: el valle del río Caleao es hermosísimo; también el pueblo de Caleao, El Retriñón, Peña Roscas y Cabeza de Arco, y la collada La Canalina que vemos a tiro de piedra. La retícula de los prados y la espesa alfombra forestal en armonía labrada hace siglos, consiguen un paisaje memorable. Pasamos la collada. Estamos aguas vertientes al río Nalón, en la cuenca del arroyo Vallines. Bordeamos el hayedo por arriba, llegamos a una campera, torcemos a la derecha y empezamos a crestear enfilando el pico. Por la izquierda se aprecian en el paisaje huellas de algunos retoques glaciares que dejaron pequeñas lagunas unidas por un hilo de agua endorreico. La escasa vegetación es rastrera y con grandes calveras de cuarcitas de pequeño tamaño y muy redondeadas por la erosión. Cuando llegamos nos tumbamos al pie del mojón geodésico y disfrutamos. Tenemos 360º de lo mejor de la 359


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Cordillera Cantábrica: picos de Europa, Tiatordos, gran parte de la Reserva de Redes, y a nuestra espalda el valle de Caleao. Regresamos por el mismo sitio y al llegar a La Gallera nos desviamos a la derecha para ver unas setas. Muy acertado estuvo Tomás que en un pis-pas recogió magníficas bolas de nieve, lepiotas y avistó una gran cepa de pardinas. El Sol se desploma sobre nosotros y Antón lo recibe con sonoras maldiciones. Llegados a La Felguerina, Antón, con lengua de esparto, pide agua en la primera casa que encuentra de aspecto limpio. Una moza que le pareció una hurí lo refresca. Deslumbró en el brocal del pozo. Tomás no quiso y se perdió la fantasía. Salimos a Tanes y tomamos una tapa de queso. En el bar había mayoría masculina que se hacía notar: con camisa blanca, sin corbata, pecho adelantado, faria, copa y vocerío. A las mujeres, en grupos de 4 ó 5, apenas se les oía. Dentro, en el bar: la tele, las máquinas tragaperras, y los camareros poco entrenados se estorban al intentar ser eficaces. Pasamos por Sobrescobio y recordamos algo de su historia. Vivió largo tiempo sometida a la Orden de Santiago hasta que en 1565 el pueblo enajenó su jurisdicción con su propio peculio, y en el año 1568 pasó de Señorío a Concejo libre. En la fachada de la Casa Consistorial de Rioseco hay una plaza recordando la fecha de liberación y la suma (18.000 maravedíes) que aportaron los vecinos que hubieron de luchar en la puja con el potentado ovetense d. Pedro Solís mientras estuviera prendida una vela de sebo. En Caleao, la Peña el Casal y La Felguerina hubo minas de barita, que se encontraba encajada en la caliza de montaña; y de fluorita, de colores blanco al violeta oscuro. Se mantuvieron abiertas mientras el mineral tuvo algún valor en el mercado. Las de carbón se redujeron prácticamente a chamizos de montaña. Resulta curioso que todas las minas que se abrieron en Sobrescobio en 1867 pertenecían a Javier López Bustamante; y que 360


EXCURSIÓN DESDE LA FELGUERINA AL PICO LAVERDE

las bautizó con la antigua letanía latina del Rosario: Mater Creatoris, Virgo Prudentisima, Mater Admirabilis, Mater Inmaculata, Speculum Justie, Mater Intemerata; y otras como La Vicaría o La Abadesa, distribuidas por todo el perímetro municipal. En la monografía de los nombres recuerda al naviero Sayalero que bautiza a los buques de su flota con nombres evocadores de la 2ª república española (Azaña, Indalecio Prieto, etc).

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