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Midsommar y El mago de Oz? por Dana Sopranzetti

¿Midsommar y el Mago de Oz?

por Dana Sopranzetti

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Así es, Midsommar (2018) y El Mago de Oz (1939) tienen mucho en común y más de lo que se podría imaginar. En este análisis, descubriremos algunas relaciones que se desarrollan entre los personajes principales. Esta conexión surge a partir de una imagen que se presenta en la primera de las películas mencionadas perteneciente al género de suspenso/ terror, la cual fue escrita y dirigida por el joven director estadounidense Ari Aster y protagonizada por las ajustadas interpretaciones de Florence Pugh (Dani) y Jack Reynor (Christian). La segunda, correspondiente al género musical/ fantasía, fue dirigida por Victor Fleming y protagonizada por Judy Garland (Dorothy) con tan solo 15 años de edad.

Ésta es la imagen de la que hablábamos anteriormente. Como podemos observar, esta puesta en escena se presenta sumamente oscura, con algunos colores predominantes como el azul, el amarillo y el marrón, en tonos fríos y desaturados. Solo aparecen algunos detalles que pueden apreciarse con mayor facilidad, aunque nuestro objeto en cuestión, no. Si agudizamos la mirada, podemos ver que sobre la heladera se encuentra un pequeño cuadro que contiene el retrato de un espantapájaros, el cual nos remite directamente a la reconocida historia de El

Mago de Oz. A continuación, se interpretará lo que sutilmente nos revela el director con este plano que tan solo dura unos pocos segundos. Aunque también, éste recorrido nos invitará a desmenuzar aún más conceptos que se relacionan: la pérdida, la familia, el engaño, entre tantos otros. Desde ya, sugiero ver previamente las dos películas para poder entender la totalidad de la propuesta.

En esta oportunidad, Aster nos trae una película sin sucesos paranormales, donde a plena luz del día nos cuenta cómo una comunidad alejada de la civilización, en tiempo y espacio, puede sorprendernos e impactarnos con sus peculiares prácticas religiosas. Aun así, estamos obligados a comprender y empatizar directamente con los desgarradores sentimientos de Dani, una mujer estadounidense de 27 años aproximadamente, que pierde a su familia y, en definitiva, lo pierde todo. A partir de este doloroso suceso, emprende un viaje a las afuera de Suecia, en principio para despejarse por lo ocurrido y para acompañar a su novio Christian, siendo lo único que le queda, y también a sus amigos Mark, Josh y

Pelle. Si reflexionamos, esta actitud no resulta el único propósito, ya que Dani sale en búsqueda de un lugar distinto, donde pueda pertenecer y sentirse parte, un lugar donde pueda encontrar esperanza, amor y cariño, sentimientos que Christian ya no está dispuesto a entregar, sin siquiera cobrar valor y aclarar que la relación estaba llegando a su final.

Guiados por Pelle, quien es parte de todo esto, llegan finalmente a la comunidad “Harga” donde los reciben muy cálidamente. Él es quien los invita a formar parte del “Midsommar”, una fiesta tradicional que celebra el solsticio de verano. Todo esto parece desarrollarse con “normalidad”, una normalidad atípica ante nuestros ojos, únicamente dispuesta por sus creencias. Aunque dura poco tiempo, a raíz de los rituales que se practican, despierta ciertas sospechas y desencuentros con motivo de estas extrañas, sangrientas y perturbadoras costumbres religiosas.

Desafortunadamente, los funestos hechos comenzaron a suceder. Primero, desaparece Mark por su limitado interés en lo que sucedía a su alrededor, pues sólo buscaba meros entretenimientos terrenales, y es por este motivo que, ignorando su significado, termina orinando sobre el árbol sagrado. Luego es el turno de Josh, un estudiante que decide investigarlos de manera externa, y pierde así la oportunidad de comprender ese mundo desde la percepción, la sensibilidad y la espiritualidad; en síntesis, su modo de vivir, ya que lo consideraba como una simple teoría para sus tesis. Luego Christian muere en llamas —por decisión de su propia novia—, en aras de la venganza. Finalmente es Dani quien ingresa a la comunidad con intenciones de permanecer, puesto que es “la elegida”, la ganadora del baile, nombrada como Reina de Mayo y honrada en un carruaje con una inmensa y bellísima corona de flores.

Luego de sintetizar en escasas líneas una película que posee una duración de dos horas, se emplearán los siguientes puntos de anclaje con la segunda película en cuestión.

Comencemos con El Mago de Oz, una de las primeras películas filmadas a color y considerada como cultural, histórica y estéticamente significativa por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos en 1989. La misma no debe haber pasado desapercibida por

la imaginación de Ari Aster cuando escribía Midsommar, ya que podemos comprender que está narrada como si fuese un cuento de hadas.

Por momentos, acompañada con una musicalización específicamente de arpas, y con escenografías muy similares a las de la tierra de Oz, una comunidad en medio de las montañas, rodeada de naturaleza con una vegetación bastante colorida y floreada.

En medio de un gran tornado, la casa de Dorothy es arrasada desde una granja al mundo mágico de Oz. Por este imprevisto, pierde a su familia y emprende un viaje donde debe adaptarse a distintas reglas y tareas (en este caso para regresar a su casa; en cuanto a Dani, para quedarse). Luego, encuentra esta extraña comunidad que la elige, la honra y la celebra (por haber matado a una bruja al aterrizar; en cambio, Dani por ganar la competencia de baile). Y finalmente descubre que fue engañada (El Mago de Oz no era quien aparentaba ser, como le ocurre a Dani con su novio).

Luego conoce a tres personajes: primero encuentra al espantapájaros, con la particularidad de que no tiene cerebro y no puede pensar; por lo tanto, se puede realizar una directa relación con Mark, aquel personaje que mediante sus diálogos expresa una total falta de madurez y podemos pensar como si le faltara aún desarrollar parte de su cerebro para poder razonar. (Detalle no menor, cuando el cuerpo de Mark es llevado hasta la cabaña para incendiarlo, se puede ver cómo lo han rellenado de paja).

Segundo, se topa con el hombre de hojalata, un personaje oxidado que no posee corazón, referencia que podemos observar en Josh ya que lo caracteriza una personalidad seria, fría y distante frente a sus amigos y a la comunidad. Su estudio, erróneamente, se enfocaba en investigar teóricamente aquella religión, dejando de lado todo lo que un corazón abierto y vivo puede enseñarle en la espiritualidad.

Y tercero, se opone al león, un temible animal que hasta el momento no ha desarrollado la valentía para dejar de temer y ser quien realmente es. Algo muy similar a lo que le sucede a Christian, ¿no? Él demuestra un gran

desinterés por la relación que mantiene con Dani pero no tiene el valor para dejarla, ni de expresarle lo que realmente siente; por ello, durante toda la película sus actitudes serán despreciables ya que actúa siendo alguien que

no es.

Antes de finalizar, no podríamos dejar de lado la cuestión del portal, un concepto que se comparte en gran medida en las dos historias. Aquel portal representa un antes y un después, ya nada podrá ser como antes y, una vez traspasado, los personajes se verán obligados a tomar un nuevo rumbo. En la comunidad se

presenta en una estructura circular de madera con forma de sol; y en la tierra de Oz, un tenebroso pasillo oscuro. Pero lo interesante de todo esto es el color amarillo del camino que los dirige hacia ese portal, simbolizando un camino hacia la sabiduría, el conocimiento y el poder, palabras que definen tanto a la comunidad Harga como al Mago de Oz.

En conclusión, más allá de un comentario que realizó el director de manera chistosa: «podría decirse que es una versión de El Mago de Oz para pervertidos» durante una entrevista con Vulture, actualmente una de las revistas más importantes de New York, no podemos siquiera pensar en la idea de que hayamos hablado de simples coincidencias.

El cine también se nutre de sí mismo.

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