REVISTA ANDAR EXTREMO N° 18

Alejandro Routurou junto con un numeroso grupo de amigos montañistas decidieron ir hasta los restos del avión de los uruguayos en El Sosneado. Luego de casi 40 años, hoy en día, sigue siendo la historia más grande de supervivencia que experimentó el ser humano, conocida en todo el mundo como “el Milagro en los Andes”. n uno de los rincones más bellos e inhóspitos de la Cordillera de los Andes, en Malargüe, Mendoza, el 13 de octubre de 1972 se estrelló un avión Fairchild FH-227 de la Fuerza Aérea Uruguaya. De las 45 personas que viajaban, en su mayoría un grupo de jóvenes rugbiers del colegio Old Christians, sólo 16 lograron sobrevivir durante 72 días en la montaña, soportando temperaturas extremas y viendo morir a varios de sus familiares y amigos a medida que pasaban los días. Esta odisea de supervivencia dio lugar a libros, películas y documentales como “Viven”, “Milagro en los Andes” y “La Sociedad de la Nieve”. Hoy en día, sigue siendo una de las historias más grandes de

supervivencia, conocida en todo el mundo como “el Milagro en los Andes”. Ya estando en el secundario, a mediados de los 90, me marcó mucho la película Viven, en especial la heroica travesía de Nando Parrado y Roberto Canessa cruzando la cordillera de los Andes durante de 10 días para salvar al resto de sus amigos. Desde entonces me propuse ir algún día hasta los restos del avión de los uruguayos, ya sea a caballo o de ser posible caminando desde El Sosneado. Si bien hace unos 20 años que se organizan cabalgatas para llegar a los restos del avión yo prefería hacerlo caminando con amigos montañistas. Es así que luego de averiguaciones, finalmente di con la empresa de Pablo Bravo

y junto con mi amigo Pablito Quintanilla, decidimos sumarnos a esa aventura prevista para la segunda semana de Enero del 2011.

La aventura para nosotros empezó antes de lo previsto, en la terminal de micros de Retiro, cuando Pablito y yo perdimos el micro que iba a San Rafael. Al igual que nosotros, Beto y Lorena, del mismo staff, sufrieron el mismo altercado, todo por el caos y descontrol que era la terminal en esa fecha donde todos salen de vacaciones. Al no conseguir otro pasaje para esa noche y ya que teníamos que estar en El Sosneado a las 11 am

del día siguiente para encontrarnos con el resto del grupo, pusimos el Plan B en marcha. Fuimos en 2 taxis a lo de Beto, haciendo un Tetris veloz metimos las 4 mochilas y todo el equipo en el baúl su auto y salimos rumbo a Mendoza.

Teníamos unas 12 hs de manejo por delante, toda la noche, y lo peor es que los 4 habíamos trabajado ese viernes y estábamos muy cansados, pero no quedaba otra o perdíamos el viaje. Es así que entre Beto y yo nos turnamos para manejar y gracias a varios mates y bebida energizante pudimos manejar toda la noche y llegar a las 10 a Malargüe y 2 hs más tarde a El Sosneado.

El sábado al mediodía, después de reunirnos con el resto el grupo y en un parador de El Sosneado, hicimos el chequeo del equipo y cargamos las mochilas, carpas y petates en las 4x4. Luego de unas 2 hs de viaje en 4x4 y habiendo pasado por el viejo hotel abandonado Termas El Sosneado, llegamos al refugio Puesto Soler, lugar desde donde parten las caminatas y cabalgatas hasta los restos del avión de los uruguayos. Por la tarde hicimos chequeos de equipo, dejamos una muda de ropa limpia para el regreso y fuimos con mi amigo Pablo Quintanilla a dar una vuelta por el lugar y disfrutar del atardecer con una vista imponente del cerro Sosneado. También, por cuestiones reglamentarias, todos debimos pagar un canon impuesto por la empresa Inka Expediciones a modo de autorización para poder ingresar a la zona de El Sosneado, que recientemente había sido adquirida por esta empresa.

Al día siguiente, luego de desayunar y un último chequeo de equipo, a eso de las 9 Pablito y yo, siendo el grupo “Carpe Diem”, salimos rumbo al río Atuel junto a Fede, Carlitos, Marcelo y Claudia, quienes serían nuestros compañeros de trekking y campamento durante los próximos días. En total, incluyendo al staff de Azimutrek, el grupo estaba formado por 17 personas. Acá empezaba la aventura, se venía el cruce del río Atuel a caballo. Si bien no era muy profundo el río, ya que el agua apenas tocaba la panza del caballo, la corriente era muy fuerte y no hubiese sido posible cruzarlo caminando con los bastones o encordados y con las mochilas puestas. Una vez que los baqueanos nos cruzaron a todos con sus caballos, seguimos viaje marcando rumbo al Oeste por la “Quebrada de las Lágrimas” caminando por la margen norte del río Atuel. Luego de unas 3 hs de caminata vino el segundo cruce de río a caballo, el río Rosado. De ahí al río Barroso tuvimos otras 3 hs de trekking con mucho desnivel y bajo un sol destructivo. El cruce del río Barroso no fue a caballo como el del Atuel y Rosado, sino encordados de a dos o tres personas por vez y usando los bastones de trekking. Salvo por Vanesa que se lastimó un tobillo con una roca no hubo ningún inconveniente y todos pudieron cruzarlo bien. Ya habíamos cruzado los 3 ríos previstos para ese día y nos quedaba menos de 1hr de caminata al Campamento 1. Una vez en el Camp 1, armamos la carpa, fuimos a buscar agua para la cena y los Nalgenes y cocinamos rápido porque ya estaba oscureciendo.

El lunes a eso de las 10 am, luego de desayunar y desarmar la carpa, salimos con Carlitos y Fede marcando rumbo Oeste junto al

río Lágrimas con destino al Campamento 2. Ese día no hubo cruces de ríos ni gran desnivel. A eso de las 4 pm llegamos a lo que sería el segundo lugar de pernocte, el Camp 2, al pie del río Lagrimas. Como las condiciones climáticas eran excelentes y la mayoría había decidido vivaquear esa noche, no hizo falta armar la carpa ni desarmar mucho la mochila. Luego de una breve caminata al Glaciar Negro que está a 1km del Camp 2, nos dispusimos a preparar unas ricas pastas y después unas sopitas antes de dormir.

Ni bien oscureció todos se metieron en sus respectivas bolsas de dormir para vivir lo que sería para muchos, la primera experiencia de vivaquear una noche en la montaña. El cielo estaba totalmente despejado y no hacía nada de frío, lo cual generó un ambiente ideal para pasar la noche dentro de la bolsa sin carpa y disfrutar de las constelaciones y ese circo de montañas imponentes a nuestro alrededor.

A la mañana siguiente, mientras preparaba unos mates Pablito fue a buscar agua al río para lavar las ollas y llenar los Nalgenes. Luego de armar las mochilas, nos fuimos del Camp 2 para cruzar el río Lágrimas, el cual cruzamos caminando y sin necesidad de usar cuerdas. De ahí tuvimos una subida muy pronunciada y transcurrida 1 hr llegamos a lo que sería el Campamento 3.

Luego de armar la carpa y vaciar las mochilas dejando sólo lo indispensable para una caminata corta, comimos unas galletitas con paté y salame y salimos rumbo a los restos del Avión de los Uruguayos. Con Hernán, Martín y Carlitos

escoltándonos, Pablito y yo empezamos la larga caminata por la subida de caracoles y acarreos que nos conducían a los restos del avión.

Tardamos unas 2 hs en llegar hasta el sitio donde se encuentran los restos del avión y el altar en homenaje a las víctimas y sobrevivientes del llamado “Milagro en los Andes”, ubicado a unos 3500 m.s.n.m. Mientras me acercaba a las cruces y al ver las fotos, virgencitas y placas conmemorativas se me puso la piel de gallina y no pude evitar emocionarme. Hacía varios años que quería estar en ese lugar por todo lo que representaba y sobretodo después de haber visto películas, documentales y libros de esa hazaña de los rugbiers uruguayos que enfrentaron unidos la furia de los Andes durante 72 días.

A medida que iban llegando todos pude ver que cada uno festejaba o rendía homenaje de distinta manera, algunos abrazándose fuertemente y otros buscando un espacio de soledad para la reflexión. Estando ahí se me cruzaron varias cosas por mi cabeza pero sobretodo lo que debieron haber sufrido los rugbiers uruguayos y cómo enfrentaron la adversidad para logar sobrevivir 72 días aislados en la inmensidad de la

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montaña. Luego de sacar algunas fotos fuimos a ver restos del ala y el fuselaje que estaban unos 200 mts atrás y después nos fuimos a caminar al glaciar donde encontramos parte del tren de aterrizaje, un pedazo de turbina, una ventanilla oxidada, hierros retorcidos y hasta pedazos de ropa, zapatos e incluso huesos humanos. Según Lorena, la médica del grupo, aparentemente eran una tibia y peroné. Increíble! No podíamos creer lo que estábamos viendo, fue muy fuerte estar ahí, en el lugar de los hechos donde hace casi 40 años se había estrellado el avión Fairchild FH-227 de la Fuerza Aérea Uruguaya dando lugar a la tragedia y milagro en Los Andes.

Después de unas 2 hs de caminata recorriendo el glaciar y encontrando todo tipo de restos del avión, volvimos al lugar del altar y el monolito, nos sacamos unas fotos grupales y luego regresamos al Camp 3, cada uno caminando y lidiando con su mundo de pensamientos. Una vez en el Camp 3, luego de armar la mochila de ataque para el día siguiente preparamos unas pastas y hablamos un rato con los chicos y nos fuimos a dormir para estar bien descansados para el día de cumbre.

El miércoles 12 de enero, siendo el cumpleaños de Pablito, fue el día elegido para intentar hacer cumbre en el Cerro Uruguayos de 4412 m.s.n.m., cerro donde se supone que impactó el avión Fairchild F227 aquel 13 de octubre de 1972.

Apenas terminamos el desayuno y de armar la mochila de ataque nos reunimos con el resto del grupo y salimos todos juntos a eso de las 8.30 am.

De acuerdo a nuestros cálculos, teniendo en cuenta el desnivel, el terreno y el clima, tendríamos entre 7 y 8 hs de ascenso hasta la cumbre, siempre y cuando no hubiese ningún imprevisto.

Para no llevar dos mochilas de 80 lts casi vacías con Pablito decidimos llevar una sola mochila de ataque y turnarla cada 2 hs. A menos de 1 hr de la cumbre me di cuenta que Pablito venía disminuyendo el ritmo de caminata y no lo notaba muy bien que digamos. Le dije de llevar la mochila hasta la cumbre pero su orgullo pudo más y siguió llevándola pese a su cansancio. Faltando unos 200 mts de acarreo para llegar a la cumbre Pablito cayó de rodillas, se apoyó con las manos y luego

se sentó mirando hacia todos lados como desorientado…le había bajado la presión y estaba como en estado de shock. Era su primer intento a un cerro de 4000 mts y tenía mucha ansiedad e ilusiones al respecto, pero a lo largo de la marcha desde el Camp 3 había cometido algunos errores como no hidratarse bien y en los tramos muy empinados subía rápido y de frente, en vez de dar pasos cortitos o de costado para no exigirse mucho. Estaba sentado con una mirada desorbitada, con mezcla de agotamiento extremo y miedo. Enseguida Pablo Bravo le dio una pastilla mágica de Glucosa y un Gel que lo hizo resucitar, le dimos algo de tomar y luego de unos minutos lo ayudamos a incorporarlo. Más arriba, en la cumbre, se podía ver al resto del grupo abrazándose y festejando con gran alegría, y no era para menos. Para muchos de ellos era su debut en un 4000, su primera cumbre de alta montaña y todo lo que eso representa. Me puse su mochila y emprendimos la marcha, era el último esfuerzo. Paso a paso fuimos subiendo

despacito los últimos 100 mts que nos llevaban a la cima y cuando llegamos fue increíble, un momento que nunca voy a olvidar: Pablito, lleno de lágrimas en sus ojos, me abrazó fuertemente y me dio las gracias mientras yo le dije algo así como “Feliz cumple tigre, disfruta de este regalo de la vida, que no siempre se festejan los 33 años en una cumbre”. Desde Buenos Aires ya sabíamos que, si las condiciones del tiempo eran favorables, el día de intento de cumbre caía el 12 de enero, justo para el cumpleaños de Pablo, y qué mejor que festejar la Edad de Cristo con un debut a lo grande en una cumbre a 4450 m.s.n.m.

Afortunadamente salió todo a la perfección y Pablito pudo festejar sus 33 y su debut en Alta Montaña en la cumbre del Cerro Uruguayos, con un paisaje imponente rodeado de cientos picos nevados de la Cordillera de Los Andes. Llenos de alegría y emoción, entre todos le cantamos el Feliz Cumpleaños y nos sacamos varias fotos grupales con la bandera argentina flameando en lo alto. Fue un momento de gloria que tanto él

como yo vamos a llevar siempre en el cofre de nuestros recuerdos. Luego de estar 1 hr en la cumbre volvimos al Camp 3, al cual llegamos a las 8 pm, casi cuando estaba oscureciendo.

A la mañana temprano, luego de desarmar la carpa y cruzar el río Lágrimas, pasamos por el Camp 2 a buscar una bolsita de basura y seguimos caminando al Camp 1. Faltando 1 hr para llegar al camp 1 decidimos parar a almorzar y descansar un rato en un lugar que se parecía a la pradera de Heidi, lleno de mallines y césped.

Me hizo acordar mucho al campamento Las Veguitas de Vallecitos. Estuvimos ahí como 3 hs, con almuerzo, mateada, charla y siesta de por medio. Por su parecido con el programa de los Teletubbies, al lugar lo apodamos “El Mallin de los Teletubbies”. Una vez en el Camp 1, luego de tomar unos mates y jugar al truco con los chicos preparamos la cena y nos metimos en las bolsas.

Era una noche ideal para vivaquear! Bien temprano por la mañana, luego de desayunar y terminar de armar las mochilas, vinieron los baqueanos a cargar los petates y a acompañarnos gran parte del trayecto hasta los cruces de los ríos. Luego de unas 5 hs de caminata y habiendo cruzado a caballo los ríos Barroso, Rosado y Atuel, finalmente llegamos al Refugio Soler a eso de las 4 pm. Para festejar a lo grande nos juntamos todos dentro del refugio para comer los 3 chivitos y brindamos con coca, vino y Bernet en nuestros Nalgenes. Por la noche hubo una picada contundente, charla grupal a modo de cierre y baile con música ochentosa, reggeton, rock nacional y otros temas muy bizarros a cargo del DJ Pablo Bravo. Por la mañana fuimos en 4x4 hasta El Sosneado y de ahí tomamos un micro a San Rafael. La verdad que fue un viaje inolvidable, lleno de momentos emotivos, paisajes increíbles y acompañado de un grupo muy humano con los que volvería a compartir grandes viajes. Misión cumplida y sueño realizado!

En el año 1986 César Pérez de Tudela recibió la curiosa noticia de que un español se había establecido para lograr el tiempo record de dos meses en la cima del Aconcagua, a 6.956 metros. Le hizo recordar sus aventuras y enseguida renació su deseo de volver a la experiencia de la cumbre, dieciséis años después de su primer ascenso, para entrevistar a Fernando Garrido. l Aconcagua es una montaña que, como alguna otra, está indefectiblemente unida a mi vida y a mi historia. En él viví una de las más terribles y grandiosas experiencias al estar perdido en su vertiente oeste durante cinco días, cuando ya habían preparado mi placa en el cementerio de Puente del Inca. A pesar de ello, volví un año después a su cima, cuando las circunstancias me forzaron a traer de allá el libro de la cumbre, lo que motivó una agria polémica. Soy, en alguna medida, uno de los mayores divulgadores de tan especial montaña, y era razonable que la curiosa y admirable supervivencia de Fernando Garrido no me fuera ajena. Y, sin pensarlo demasiado, me fui hacia el Aconcagua. La vida, pensé, es una constante

decadencia. Sólo estos momentos de peligro, dureza y exaltación frenan la rampa vital.

Fernando Garrido era un joven alpinista aragonés, del que ya conocía que había sido capaz de subir sólo al Annapurna, un pico del Himalaya de 7.500 metros. Aquella vez Garrido se alzó inteligentemente sobre una difícil cumbre siguiendo y aprovechando las huellas de una expedición catalana que no llegó, sin embargo, hasta lo alto. Escribió un sencillo relato en el que hablaba de sus esfuerzos y de la soledad de tantos días. Garrido, profesor de esquí, tenía el proyecto de batir el "record" de permanencia en grandes altitudes, que ostentaba el francés Nicolás Jaeger, un médico alpinista francés que, en 1979, había estado 59 días en el Collado del

Entrevista en la cima del Aconcagua a Fernando Garrido por César Pérez de Tudela en 1986

Huascarán, de más de 6.300 metros. Jaeger había basado su tesis doctoral en el comportamiento del hombre a tales alturas y escribió después un libro sobre la soledad. Fernando Garrido escogió una montaña más dura en climatología y más alta. Si aguantaba los días que tenía previstos, superaría a Jaeger.

En ese entonces me puse en camino del Aconcagua cuando el español llevaba más de cincuenta días en la altura. No tenía tiempo que perder si quería realizar la misión periodística más alta del mundo: una entrevista a 7.000 metros. Recordaba la extrema dureza de la ascensión al Aconcagua y podía no llegar a tiempo si me descuidaba o Fernando desistía de su aventura.

Para subir al Aconcagua, y desde hace muchos años, un decreto del gobierno de la provincia de Mendoza exige un permiso que hay que gestionar. Actualmente, basta probar la capacidad física con un reconocimiento médico.

En otros tiempos, había que dejar fianza en dinero, cumplimentar largos cuestionarios en la policía, someterse a pruebas físicas en la altura y demostrar que se llevaba un equipo adecuado. El decreto que exige el permiso es sólo una advertencia de que el Aconcagua, montaña de enorme altura, tiene unas características muy especiales: está muy próxima a zonas pobladas y tiene una ruta que la pone al alcance de cualquier aventurero osado, sea o no técnico en alpinismo.

Y ése es su principal peligro entre otros que ya explicaremos. Sea lo que fuere, en sus laderas han fallecido más personas que en cualquier otra montaña de la Tierra.

Un arriero que me acompañaba, llevándome algo de peso hasta "Confluencia", me decía: El Aconcagua está furioso desde que el año pasado le han quitado la momia y el tesoro.

Entrevista en la cima del Aconcagua a Fernando Garrido por César Pérez de Tudela en 1986

Inmediatamente, un día después, hubo un movimiento sísmico en Mendoza y en Santiago.

Una expedición del Club Andinista de Mendoza que subía por la vertiente Sudoeste descubrió en uno de los contrafuertes un niño momificado y con el cráneo taladrado; junto a él, figuras de oro finamente talladas que representaban guanacos. La momia y el tesoro fueron depositadas en el Museo de la Universidad de Cuyo. Hasta allí, y muy posiblemente hasta la misma cima sur, debieron llegar para realizar sus sacrificios los incas, que dominaron la mayor parte de los Andes.

Sobre los 4.300 metros, en "Plaza de Mulas", base del Aconcagua, en la pequeña cabaña refugio, un cartel: "Desde el día 8 de Diciembre estoy en la cima. Si os sobra algo de comida o gas, dejarlo en el Refugio Berlín. Estoy a cien metros hacia el glaciar de los polacos. Fernando Garrido. Expedición hispano-chilena de supervivencia a 7.000 metros"y otro que decía: "Arriba compañero, arriba un poco más. Coraje, fuerza y alma para poder llegar” Y yo sabía que todo eso me haría falta y le haría falta a Fernando para pervivir entre el tremendo frío, el viento y las brumas de la altura.

Bajo una piedra, un japonés de cara afectuosa lleva tiempo inmóvil y pensativo. Es Tetsuo Abe, que acaba de bajar de la cima. En lo alto ha dejado muerto a su compañero Toshiaki Yamada. En el transcurso de la ascensión por la pared sur les faltaron las bombonas de gas, y no pudieron derretir el hielo y la nieve suficientes para ingerir líquidos. Yamada murió deshidratado. Los españoles y argentinos que nos hemos reunido procuramos dar un poco de calor al superviviente, y poco a poco se va animando con los tragos de sopa caliente o con el guiso de patatas extremadamente duras que el español Ramón Portilla cocina con un espíritu admirable.

Portilla cuenta su ascensión y los vómitos de sus compañeros afectados por la "puna". Tito Claudio, guarda del refugio del Naranjo de Bulnes, que viene de la Patagonia, no para de narrar su escalada al famoso Cerro Torre. Este es el año de los españoles en el Aconcagua. He contabilizado alrededor de veinte alpinistas que han merodeado por las vertientes de esta montaña: pared sur, "Ruta de los Polacos", vertiente norte Es de noche. Se nota una cierta sequedad en la garganta y un ligero malestar en la cabeza.

Campamento en la Cima del Aconcagua Al fondo se ve el Nevado Juncal Fernando Garrido

Fernando Garrido hoy

¿Cómo seguirá Fernando Garrido? Ciertamente tiene que tener una extraordinaria aclimatación después de tantos días sometido a esa descompresión de los 7.000 metros.

Todos los candidatos a la cima hacen bien la aclimatación. Duermen dos o tres días a 4.300 metros. Suben a los 5.000 y descienden nuevamente. Uno o dos días después, regresan a cotas superiores y así, subiendo y bajando, van espesando la sangre para aclimatarse. Yo soy un caso especial. Tengo la manía de ir siempre aprisa. También creo que es mejor subir seguido y sin bajar. Por otro lado, tengo la ilusión de escalar esta vez por la arista suroeste, que termina en un precioso filo de hielo. Me pongo en marcha caminando muy lentamente, pensando en alcanzar la cima en dos o tres días a lo sumo y entrevistar a Garrido. ¿Cómo estará? He preguntado a algunos que descendieron de la cumbre y no le han visto. Se llega tan cansado arriba que hay que tener muchas ganas para descender cien metros que habrán de ser subidos nuevamente. El día, en la altura, se hace muy corto. Al atardecer he superado los 5.400 metros. Me encuentro en forma y me dirijo hacia los contrafuertes donde comienza la arista.

Pronto se levanta un fuerte viento, y me veo obligado a montar un vivac improvisado. Derrito hielo para ingerir la mayor cantidad de líquido posible. En cuanto el frío y el viento lo permiten me pongo nuevamente en marcha desechando la idea de subir por la arista. Mi compromiso es llegar a la cima para ver a Garrido, pero pronto me doy cuenta de que es necesario bajar. La cabeza me da vueltas y doy pasos vacilantes. Son síntomas inequívocos de una falta de aclimatación, por lo que decido descender.

Al día siguiente, recupero lo perdido. Subo de un tirón hasta los 5.800 metros. Allí se encuentran los tres pequeños refugios de madera, muy deteriorados. En el "Berlín", desmantelado y sin techo, está el almacén de víveres de Fernando, formado con lo que los andinistas han ido dejando. Es un lugar al que la gente desiste de subir. Un viento constante, la baja temperatura y ese extraño y misterioso malestar que la "puna" produce (mal de altura) son causas suficientes para perder la ilusión. Me refugio en una de las dos cabañas restantes, en la que hay que entrar en cuclillas y permanecer sentado. Cocino

Fernando antes y después de estar 2 meses en la cima del Aconcagua

en cuclillas y permanecer sentado. Cocino lentamente una sopa y compruebo que la temperatura, dentro de la cabaña, es de 25 grados bajo cero. Sólo deseo descansar para continuar al amanecer hacia la cima. Creo que habría desistido de mi proyecto si no hubiera tenido una misión concreta que cubrir. Se trata de sobrevivir ante tanta inclemencia y tanta dureza.

Esta noche el viento es violento en las zonas altas de la montaña. Garrido tendrá que estar aferrado a su tienda para evitar que el aire la levante, pienso mientras las turbulencias suenan por los canales del Aconcagua.

La noche la pasé bien, aunque con esa sensación de asfixia tan difícil de soportar. Si te pones nervioso y quieres aspirar más aire es cuando puedes tener inconvenientes. Hay que estar tranquilo para no producir ninguna exigencia respiratoria. Antes de los 6.300 metros me encontré a un americano de aspecto fuerte que bajaba, increíble, en zapatillas de con bolsas de plástico en los pies. Hablaba nerviosamente, y pensé que estaba bajo los efectos de la altura. Le acompañaba un francés con la vista fija, los mocos colgando, helados, y una sonrisa permanentemente congelada en los labios. No habían visto a Fernando Garrido en la cima; sin duda llegaron muy agotados y no miraron hacia

Campamento en la cima detrás se ve la pared y la cumbre sur

el "Glaciar de los Polacos", donde al parecer tiene establecida su tienda. Me dio miedo seguir subiendo y descendí nuevamente a los 5.500 metros, a los mismos pequeños refugios donde había pasado la noche anterior. Llegué extenuado y me metí en el saco de dormir con mucho esfuerzo.

A la mañana siguiente me levanté decidido a comenzar el suplicio de la escalada final. Me encontraba totalmente arrepentido de haber emprendido esta aventura. Para mí, ya estaba bien del Aconcagua. Sólo deseaba llegar arriba y entrevistar a Garrido, cumplir mi objetivo periodístico. No podía fracasar. Alcancé el refugio "Independencia". Es sólo una especie de caseta para perros grandes, sin techo y lleno de cosas de Fernando, a unos 6.500 m de altura. La temperatura ha dulcificado mucho y sólo registro -15 grados. Reemprendí la ascensión efectuando un largo flanqueo hacía el oeste y dejando a mi izquierda la ruta de las "canaletas". Subiendo, trepando en una sucesión de rocas fáciles, viendo la arista sobre mí, me daba cuenta del suplicio que estaba viviendo y que más o menos sufren todos los que consiguen alcanzar la misma cima. Algunas veces presentía que ya no podría subir un metro más. La mente se quedaba vacía, sin ser capaz de tomar decisión alguna. En

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estos momentos, y es algo que ya he comprobado en más ocasiones, es el subconsciente el que manda; estás en el mundo de los sueños. Yo procuraba exigirme una extrema concentración mental y así subía quince o veinte metros.

A veces, pensaba con la tranquilidad del que está plácidamente soñando o no sé si incluso gritando, que estaba perdido, viendo alucinaciones y absolutamente sin fuerzas. No soy más que materia agotada. En el Aconcagua se está en los últimos metros, en la frontera del más allá, y esto, estoy seguro, lo han sentido la mayor parte de los aventureros, curiosos y alpinistas que han intentado llegar a la cumbre, lo recuerden o no.

Yo podía recordar, entre brumas de recuerdo y alucinación pasada, mis días perdido e inconsciente por estas laderas, en 1970, y renacían mis terrores sólo al haber vuelto a ver las quebradas y los glaciares por los que transité.

Por fin llegué a la arista y pude contemplar muy próxima la cima sur del Aconcagua y, justamente debajo, el enorme precipicio helado de la vertiente sur, por donde en esos momentos caía una avalancha de hielo. Me costó casi dos horas recorrer la arista y trepar los últimos metros a la cima norte, la más alta. Ya me encontraba más recuperado. Me fotografié sin ninguna ilusión junto a la cruz y vi la cumbre distinta a c o m o y o l a recordaba de mis dos pasadas visitas.

No perdí tiempo y c o m e n c é a descender hacia el este por la nieve.

Allá, unos cien metros, abajo había una pequeña tienda azul, en cuyo interior Fernando Garrido, v e c i n o d e l A c o n c a g u a , domiciliado en los alrededores de la cima, probando su espíritu, esperaba b a t i r e l ex t r a ñ o " r e c o r d " d e sobrevivir.

En una tienda azul, muy pequeña,

César Pérez de Tudela hoy

Fernando Garrido Principio de congelamiento en los dedos

montada en el límite del glaciar de los polacos, a unos 100 m bajo la cima del Aconcagua, está Fernando. Asoma su cabeza por el agujero redondo de la entrada con una sonrisa.

Cuando sale, nos damos un abrazo y nos hacemos algunas fotos. Tenía unos 26 años, alto y de aspecto muy deportivo. Yo le encuentro muy bien a pesar del enorme castigo que significa llevar casi 2 meses en esta cárcel cósmica, absorbiendo tanta radiación, que parece ser es una de las causas que hacen del Aconcagua una montaña peligrosa.

Fernando está muy contento de verme y de que me quede con él esta noche. Durante estos días, por la cima, han pasado muchos montañeros. Sin embargo, han sido muy pocos los que han bajado hasta donde Garrido se encuentra.

Se llega a la cima, normalmente, en condiciones físicas muy precarias y no se está para visitas.

Aquí, tan altos, y bajo este ambiente tan especial, Fernando y yo iniciamos una conversación cruzada, mientras él, con un trocito de hielo, mientras cacharro, sucio de semanas de sopas, para hacer un café con leche.

Fernando tiene los ojos claros, y se le nota que es persona de fuerza y coraje. Tiene puesto un pasamontañas y normalmente se encuentra en el saco de dormir. Dentro de la tienda hace un olor fuerte que, al instante, se encuentra ya

CERRO TORRE BACKPACKS

normal. En el techo, una pequeña foto carné de su novia Desde el día 8 de diciembre estába Fernando en los 7.000 metros, aunque hasta el día 12 no empezó a contar su permanencia en la altura. Primero montó la tienda en la misma cima, pero el fuerte viento le hacía estar muy incómodo, y no era sitio adecuado.

Luego se trasladó donde está ahora.

En la página 49 culmina esta nota con la entrevista a Fer nando Garrido, luego de pasar más de 60 días en la cima del Aconcagua .

El 7 y 8 de enero se corrió la segunda edición del Cruce de Tandilla en Tandil, una competencia de running aventura, que constó de dos etapas de 21 km a desarrollarse en ambos días, completando entre las dos jornadas 42 km. También hubo una carrera promocional de 10,5 km por etapa. En la nota Maximilano Batelli nos cuenta su experiencia ara comenzar la temporada atlética 2012 nada mejor que el OSDE Cruce Tandilia!

Realmente solo unos 600 atletomasoquistas somos capaces de largar dos días seguidos con una sensación térmica de más de 30 grados, corriendo entre las sierras más viejas del mundo! Carrera 100% aventura organizada por los amigos de Kumbre sin nada para reprochar en cuanto al recorrido, marcación, hidratación y premiación. Muchos corredores donde el 90% provenían de otros lugares de la Argentina y algunos del exterior. Allá por fines de octubre 2011 fue que junto a mi compañero y amigo Juan Carlos Rodríguez decidimos correr esta carrera, para lo cual una vez finalizada la temporada 2011 nos tomamos unos días de descanso y encaramos la preparación. Lomas, pasadas, fondos largos y más lomas, todo sumado al calor del verano pero convencidos que nos serviría para lo que se venía. Mención y reconocimiento especial para mi compañero, excelente deportista, corredor de carreras de aventuras, ganador del circuito Northland 2010, movediza de plata 2010 en aventura, duatleta en 2011 llegando entre los 15 en la general en el HDP Tandil, ternado para el movediza de plata en duatlon 2011. Así fue pasando el tiempo y cuando nos quisimos acordar estábamos retirando el kit y viviendo las últimas horas con mucha ansiedad. La entrega del kit fue en un comercio céntrico, de fácil acceso y fue rápido, consistía de un chip tipo tobillera, 2 remeras, folletería y muestras de los auspiciantes.

Día 1 de carrera Largada puntual a las 17. El

circuito a pesar de tener desnivel es más bien rápido, se corre en parte por sierras y en parte por caminos y senderos que permiten imprimir un poco más de ritmo. Se largó bastante rápido, el primer parcial 3'45”, el segundo 3'50” lo cual resultó que en el km 4 cuando comienza una trepada brusca (el camino que lleva a la cruz de madera) y luego de un par de kms por las sierras me encontrara totalmente ahogado y recién me pude recuperar en el km 8 (atrás del country cerca de la curva de la muerte). De ahí hasta el

final tuvimos buen desempeño (cantera CARBA, vía muerta, villa del lago y caminos vecinales zona boliche de Noly) lo cual nos catapultó a estar 3ros en la general a unos 3 minutos de la punta Luego de la carrera nos hidratamos y alimentamos bien y a descansar. Para recuperar las piernas me fue muy útil un consejo de un kinesiólogo amigo, balde con agua helada hasta las pantorrillas lo más que pueda aguantar y luego un buen baño de inmersión caliente. Y la verdad que al otro día no tenía ninguna molestia

Caballeros 21 k parejas 1° Diwan y Carneiro 1:44:51 2° Dinicola y Ponte 1:47:44 3° Ramos yJugelaitis 01:59:25

Caballeros 42k +70 parejas Damas 42k +70 parejas 1° Quintulen y Cayupan 3:16:43 1° Ferreyra y Costantini 4:33:23 2° Rodriguez y Batelli 3:24:54 2° Etchebehere y Molin 4:55:57 3° Labriola y Losco 4:04:26 3° Louvet y Faccio 4:57:07

Damas 21 k parejas 1° Vega y Roman 2:09:51 2° Garcia y Togni 2:19:53 3° Alberti y Begovic 2:22:22

Caballeros 42k +100 parejas 1° Sanchez y Martinez 4:28:51 2° Ellena y Trejo 5:28:01 3° Elias y Arnold 5:32:34

42K Damas Ind 1° Castillo Andrea 4:02:40 2°Aqueveque Daniela 4:19:47 3° Zerbo Karina 4:19:55

Mixtos 21 k parejas 1° Manrique y Mendoza 1:48:25 2° Esquivel y Bordone 2:00:01 3° Cepeda y Cabrera 2:01:17

42K caballeros Ind 1° Ricci Dario 3:19:44 2° Rojas Peredo 3:21:52 3° Rosasco Nicolas 3:25:11

Mixtos 42k parejas 1° Galvez y Tosti 4:09:13 2° North y garcia 4:16:32 3° Ruiz y hidalgo 4:29:50

Caballeros 42k parejas 1° Pereyra y pereyra 3:22:48 2° Pagliacci y Escudero 3:41:28 3° Garcia y Cena 3:45:50

Damas 42 Km parejas 1° Doeyo y Vulcano 4:27:13 2° Domecq y cordoba 5:13:29 3° Torres y Rodriguez 5:16:04

Mixtos 42k +70 parejas 1° Perez y Mendivil 4:03:39 2° Sanchez y Torres 4:14:50 3° Gallini y Gil 4:29:19

en las piernas. Me costó conciliar el sueño, para la próxima voy a poner en práctica el consejo de dos gladiadores de la aventura y nuevos amigos Néstor y Leo Pereyra que me dijeron minutos antes de la largada: la “próxima tomate un buen vaso de cerveza o vino!”

Día 2 de carrera Largada con una demora de media hora producto de un importante incendio previo que desmarcó parte del circuito y debió remarcarse. Esta etapa consistía de un circuito rústico y técnico con bastante desnivel. Se largó más suave que el día anterior, ya al km 2 comienza la trepada de los pioneros en el cerro el mate. Luego de allí encaramos hacia la zona de la las cabañas las Dinas con mucha trepada y bajada técnica. Hasta el km 10 aprox. me sentía bastante bien, hasta que me quedé sin fuerzas y de allí (zona centinela y picapedrero) hasta el final fue dejar todo para tratar de llegar lo más arriba posible. Sirvió mucho el aliento y empuje de mi compañero, y también el aliento de la gente, compañeros de entrenamiento y de mi familia que me sigue a todas las carreras. Nuevamente logramos llegar en 3er lugar.

En la sumatoria de tiempos:1° CayupanQuintulen, 2°Pereyra-Pereyra, 3° Rodríguez-Batelli, 4° Escudero Pagliacci y 5° García Cena. Terceros en la general y segundos en la categoría. Como resumen debo decir que fue muy buena carrera, muy contento con el resultado logrado. Es la primera vez que corro en pareja con Juanca, la pasé muy bien a pesar que me hizo sufrir como nunca, pero como los atletas tenemos una buena dosis de masoquismo espero que podamos correr otras carreras de aventura juntos y obviamente estaremos para la 3ra edición del Cruce Tandilia!

uienes nos juntamos esta vez para encarar esta travesía, todos teníamos gusto y experiencia con el frío. Claudio Scaletta (44) de Gral Roca, con quien compartimos ya varios viajes, había ido con el chileno Cristian Donoso en una expedición en kayak en la Antártida durante 2 meses. Pablo Kommer (52) de Río Grande, organizador de la bajada de dicho río, había acompañado a Heber Orona en su logro de escalar el monte Vinson en la Antártida en su búsqueda de las cumbres más altas de los continentes y remado en varios lugares de Tierra del Fuego. Y yo Marcelo Hostar (48) de Bariloche, que como más destacado hice la travesía invernal al glaciar Montt, con temperaturas menores a -9° y el viaje al glaciar OHiggins y el Hielo Sur, donde volvi pasando por el Canal de los Vientos con ráfagas de100 Km esto junto a Federico Zancaner.

Ahora la propuesta era sumar dentro de los 450 Km. de remo que haríamos en los fiordos y ríos glaciarios, porteos de los kayaks en senderos construidos hace años por indígenas a través de la selva.

Nuestra travesía se iniciaría en el río Exploradores, el cual nace en el glaciar del mismo nombre y se une a los ríos San Juan y Teresa y que juntos fluyen hacia el mar, más bien los canales del estero Elefantes.

Luego de recorrer los 78 Km. desde el Puerto Tranquilo ubicado a orillas del lago Gral.

Mientras el común de los mortales planea viajes a lugares cálidos y agradables, algunos preferimos “sufrir” el frío, la humedad y el clima hostil solo por llegar a lugares únicos en belleza que son inhóspitos o casi, que te llenan el espíritu sabiendo que el hombre todavía no va a poner la mano ahí por un buen rato. Esos lugares se encuentran en la Patagonia, más del lado de Chile que de Argentina, donde existen miles de islas despobladas y fiordos rodeados de grandes cerros nevados y entre ellos aparece nuestro principal objetivo, los glaciares de los Campos de Hielo Norte y Sur donde varios se sumergen en el mar o en lagos y otros, ya retraídos por el calentamiento global, que dejan en su retroceso, paredes de roca pulidas y terrenos llanos donde comienza a aparecer la vegetación .

Carrera, llegamos a la casa de un colono, quien nos cuidaría la camioneta.

Como no podía ser distinto, una llovizna acompañó todos los preparativos para iniciar el viaje. Luego de compartir unos mates con esta familia, iniciamos la bajada de los 26 km del río hasta el final de la Bahía Exploradores, lugar donde armaríamos nuestro primer campamento.

El río no tenía complicaciones, era amplio y bajaba a unos 11 km/h. Lo único que lo hacía de cuidado era, la temperatura. Por ello en el equipo recomendado es llevar un traje seco, con el que contábamos los tres.

Como nuestra travesía era sin parada definida, íbamos observando toda posibilidad de lugar de acampe a partir de cierta hora para no

tener sorpresas sabiendo que hay marea cuyas cotas máximas se dan a la noche y variando éstas según la luna, siendo la más fuerte la luna Nueva, lo cual te puede dar una húmeda sorpresa.

Saliendo de la bahía Exploradores, nos dirigimos hacia el sur, por el estero Elefantes. El viento se encontraba calmo y la corriente estaba a nuestro favor por poco tiempo más.

Tuvimos que pasar por el paso Quesahuen y podríamos haber parado en un cabo pero continuamos hacia caleta Gualas, donde nos quedaríamos 2 noches, una por mal clima y otra por intentar llegar al glaciar Guala, para lo cual debíamos remontar varios kilómetros de río de deshielo, el cual por momentos bajaba a 15 km/h.

Laguna San Rafael

Este intento por llegar al glaciar era duro debido a que habría que remontar buscando el sector de menor esfuerzo, el cual es siempre pegado a la costa, del lado interior de la curva.

Varias veces, debido a la imposibilidad de avanzar, nos bajamos del kayak y lo arrastramos, sirgando o caminando dentro del río el cual enfriaba demasiado los pies y eso que teníamos botitas de neoprene y medias. Nuestra intención llegó a 1,4 Km. del lago previo glaciar.

Desde ahí caminamos a través del bosque colmado de canelos, lengas y calafates, estos últimos tenían los frutos a punto y aprovechamos para darnos una buena panzada.

Lamentablemente al llegar a la laguna Gualas con grandes pedazos de hielo, un paisaje her moso y los infaltables chubascos, observamos que el glaciar estaba ubicado detrás de un pequeño cerro el cual no podríamos flanquear debido a que las paredes eran lisas y al estar mojadas posiblemente nuestro intento terminaría dentro del lago. Avanzamos por el lado norte, cruzando el río Reicher, pero nos fue imposible. Fotosy media vuelta al campamento.

Al día siguiente, con chubascos, partimos con intención de llegar a Bahía Témpanos y luego al río del mismo nombre y posteriormente entrar a la laguna San Rafael.

Como el viento había incrementado su intensidad decidimos buscar lugar de acampe en el golfo Elefantes. Nos refugiamos junto al islote Almanzor. Todo avance estaba programado según la marea a favor sino se haría muy lento.

En el lugar había pequeños espacios disponibles para armar la carpa, por lo cual decidimos armar 2 solamente en la orilla y lo mas alto posible.

Una vez terminado el campamento, colocamos una lona en forma de toldo que colgamos de las ramas y eso nos dio refugio para cambiarnos.

Siguiendo con lo que sería nuestra rutina, tomamos mate (Pablo el experto en el tema y por ende, el nominado), mientras los restantes buscábamos ramas secas, las cuales no se encontraban fácilmente en un ambiente tan húmedo, pero a veces hallábamos algunas con la que podíamos intentar iniciar un fuego con la ayuda de un poco de combustible de una cocinita.

Nuestra alimentación se basó en galletitas o barritas al levantarnos y en cada parada, y con la cena, un plato de pastas. Algunos gustos como mantecol, chocolate, o fruta seca, calmaban las ansias de dulce durante el trayecto.

Esa noche, a eso de las 4, la marea casi nos sorprende. Los kayaks, atados a algunas ramas ,

al comenzar a flotar, emitieron el sonido suficiente como para alertarnos. Ante esto, debimos trasladar las carpas adentro del bosque, sobre un suelo desparejo, sintiendo al día siguiente las molestias de haber dormido allí.

Habiendo desarmado el campamento, desayunado y cargado los kayaks, partimos con un mar planchado, hacia el río Témpanos para llegar posteriormente a la laguna San Rafael (lo de laguna es una forma de decir puesto que está conectada con un canal el río Témpanos, de 150 ms. de ancho y 8 Km. de largo, al fiordo y lo consideran como espejo de agua aislado).

Sobre la salida del río a dicha laguna, había encallado un gran témpano, que se supone que, por efecto de la marea y el viento, se desplazó hacia el norte como para irse por el río, pero no lo logró por su tamaño. Durante los días siguientes, fue perdiendo masa por derretimiento y terminó volviendo a la laguna por efecto de la corriente.

Lo interesante fue que como avanzábamos con la marea entrante, al pasar al lado de este bloque inmenso de hielo, observamos que en el agua, se formaban inquietantes remolinos los que aparecían y desaparecían en cualquier lugar, por lo cual debimos extremar precauciones por el tamaño de estos.

Ya dentro de la laguna, siendo su superficie

Vista Glaciar San Quintín- lengua mayor

Equipo con los kayaks

de unos 11 km de diámetro, observamos al glaciar San Rafael sobre la margen izquierda infinidad de témpanos y hielos en el lugar.

Por el horario, teníamos que buscar el lugar de campamento. Recorrimos parte del margen oeste de la laguna y llegamos al ingreso de un sendero que habían construido los indígenas hace muchos años para trasladarse con sus canoas hacia un canal a través del istmo de Ofqui y luego a mar abierto en el golfo de Penas. Todo esto perteneciente a la península de Tai Tao.

Sendero vuelta

Armado el campamento en un claro en el bosque nos dispusimos a contemplar el espectáculo que brindaba la vista al glaciar San Rafael y la cantidad de témpanos con sus diversas formas que llegaban hasta nuestra playa, pero lo mejor fue la salida de una luna llena sobre el glaciar a través de los pocos claros que brindan la nubes en esa zona donde fuimos privilegiados.

Después de unos amargos, preparamos la cena, pasta con salsas y soja texturizada, y

planificamos lo que podríamos hacer al otro día.

Amaneció despejado, contrariamente a lo que nos tenía acostumbrado el lugar y aprovechando el buen clima decidimos hacer un reconocimiento del sendero por donde deberíamos portear los kayaks y si sobraba tiempo, visitar el glaciar San Rafael.

El sendero, para nuestro agrado, era angosto pero plano y sin piedras, por lo cual el arrastre de los kayaks no era “tan” terrible.

Además en el trayecto de 1,8 Km. podríamos avanzar a través de muy pequeños canales por cerca de 300 ms y así achicar la distancia de porteo. En el camino sacamos fotos debajo de las inmensas hojas de nalcas que llegaban a medir 1,5 m de diámetro. Estas hojas son usadas para realizar el famoso curanto al hoyo, las cuales aíslan de las calientes piedras a la comida, verduras, pollo, mariscos, que en ella se pongan.

Al final del sendero, nos encontramos con un gran humedal y no se distinguía por donde pasaba el canal que consta en la carta, habría que meterse y buscarlo. Pero eso sería al día siguiente.

Eran las 15 hs cuando retornamos al campamento y nos sobraba tiempo para visitar al glaciar, Pablo se quedo.

En el trayecto debimos sortear témpanos y atravesar un campo de bloques de hielo que se juntaron por efecto del viento. Por suerte los kayaks reforzados soportaron bien el rozamiento contra el hielo cuando nos abríamos camino entre ellos. Después de recorrer los 11 km llegamos frente a la pared del glaciar, imponente y maravilloso. Había desprendimientos que tronaban al precipitarse al agua. El sol nos regalaba postales del lugar que no

Bajando hacia el Golfo de Penas

desaprovechamos para sacar fotos y filmar.

Tomamos mate en el margen derecho del glaciar, donde la pared se veía mas compacta y no había muchos desprendimientos.

E l e n t o r n o e ra ú n i c o. Q u e d a m o s maravillados por lo que se presentaba delante de nuestros ojos. Las caídas del pequeños hielos era, por efecto de las montañas alrededor nuestro, una caja de resonancia que magnificaba los sonidos y sentías que te caían al lado.

Impresionante fue ver un desprendimiento en el cual involucró una gran parte de la pared y parte de lo que estaba bajo el agua. Todo eso se sumergió para aparecer luego hasta llegar a la altura misma del glaciar, mostrando las distintas tonalidades del hielo compacto y un llamativo turquesa, al momento que rotaba y daba origen a una enorme ola que se diseminó por toda la bahía llegando hasta nosotros unos 5 min. después.

Luego de la movida, iniciamos el regreso hacia el campamento con un oleaje lateral.

Salinas Grandes,iniciamos Jujuy el porteo. Al Al día siguiente

Laguna San Rafael

principio aprovechamos los canales para remar un poco. Un tanto incómodo pata ingresar o salir por lo angosto y las ramas alrededor, pero ayudaba. Después comenzamos el tedioso porteo, que de inicio los tres tirábamos con correas a cada uno de los kayaks cargados con casi 80 kg. Después nos dividimos, aunque más esfuerzo era más cómodo y avanzábamos más rápido.

Llegamos al final del sendero y como había comentado, no se distinguía el río que nos llevaría hacia el río Tadeo. Nos largamos, previo marcar el GPS, para poder retornar al lugar.

Por suerte el Río Negro, llamado así por su tonalidad oscura, apareció cerca y comenzamos nuestro viaje a través del istmo de Ofqui. Casi no había corriente y al no haber viento, el agua era un magnífico espejo con el cual aprovechamos para hacer tomas fotográficas.

Durante los 25 km que nos separaban del mar abierto, al río llegaban las aguas glaciarias del San Quintín, nuestro siguiente objetivo, las

cuales se presentan “lechosas” por los sedimentos que traían.

Como estaba cayendo el sol entre las nubes, apuramos la remada para encontrar un lugar, sabíamos que llegado al mar había una gran playa de arena. Armamos el campamento en un terreno bastante húmedo pero bueno a los fines de descansar en la Isla del Diablo, ya en el golfo San Esteban.

A la mañana siguiente, recorrimos las playas aledañas, donde el mar y la rompiente se presentaban tranquilos. A la lejanía y sin la protección de islas, se observaba un mar de fondo con oleajes, lo que nos hizo declinar el avanzar hasta el glaciar San Quintín a la lengua mayor.

El clima no favorecía para recorrer el mar hacia playas que figuraban en la carta, decidimos entonces remar por la zona y relajarnos un poco antes de encarar el glaciar nombrado, pero remontando 28 km de río.

Al principio, no teníamos corriente en

Arrastrando el kayak en bancos de arena

contra con lo cual remábamos sin esfuerzo. El tema fue que ingresamos a uno de los afluentes que venían del glaciar, de 8 m de ancho y se fue cerrando cada vez más, nos adentrábamos a lo que sería un gran mallín y sin lugar seco para detenernos. A veces nos atascábamos en bancos de arena sin posibilidad de esquive, así que había que bajarse del kayak y deslizarlo sobre ellos. El canal se fue achicando tanto que por momentos tenía el ancho del kayak y en cada curva debíamos bajarnos y deslizar el kayak sobre el pastizal. Eso fue durante 5 km, mucho desgaste físico y psicológico, al estar en medio de la nada, sin lugar de acampe y el clima, como de costumbre, con lloviznas.

El glaciar se lo veía lejos. A veces el canal giraba tanto que apuntábamos en dirección opuesta y nos preguntábamos adonde terminaríamos .Después de maldecir un largo rato y preocupados por no tener opciones de escape, el canal se amplió y nos dio un pequeño respiro. Aunque bajamos del kayak varias veces más, nos alentaba a que llegaríamos al canal principal. Eso sucedió luego de 3 Km. de remo y al llegar al río Blanco ubicamos un lugar de acampe.

El lugar era bueno, con arena, pero nada nos protegería del viento si se levantase. El semblante del grupo mejoró bastante. mate de por medio y al abrigo de la carpa. Luego nos reímos de las caras malhumoradas que teníamos previamente.

Descansamos durante la noche y luego de un desayuno y decidimos dejar el campamento en el lugar para remontar lo que nos faltaba de río hasta el glaciar.

El trámite no fue fácil. El río bajaba fuerte y debíamos ir pegados a la costa buscando la menor velocidad del mismo y por momentos

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despegábamos toda la potencia para pasar los rápidos. Río arriba, un par de veces debimos bajarnos para caminar sirgando el kayak desde la costa.

Cuando las fuerzas del río fueron mayor a las nuestras, sacamos las embarcaciones y las dejamos atadas a una pequeña lenga, a merced del viento y lluvia. A partir de ahí observamos que estábamos cerca de la lengua mayor del San Quintín. Avanzamos hacia allá y a mitad de camino nos encontramos con un bosque tupido.

Se puso tan impenetrable que nos fue imposible avanzar sin dañar los trajes secos, por lo cual cambiamos rumbo y decidimos atacar entonces a la lengua chica del glaciar.

A 2 km de llegar, el bosque se hizo presente de vuelta y el horario ya era límite para volver al campamento.

Al día siguiente, luego de nuestro frustrado intento por llegar al San Quintín, comenzamos la vuelta hacia la laguna San Rafael. Lo que creíamos que sería un trámite se empezó a complicar. Porque el importante río que bajábamos por momento se convertía en una laguna llena de bancos de arena los cuales nos obligaban a bajarnos de los kayaks y arrastrarlos hasta encontrar más profundidad. A esto había que adicionarle que no había corriente y desconocíamos que rumbo tomar. El GPS marcaba hacia el noreste y ningún hueco se habría entre el pajonal. Utilizando el sentido común, empezamos a buscar el más mínimo indicio de corriente que nos fuera indicado por una rama fija al suelo o la inclinación de alguna pequeña planta. Así fue que la continuación del río terminó siendo entre medio de grandes matas de juncos.

En medio de una de esas lagunas, y con frentes de lluvia que pasaban una tras otra sobre

nosotros, nos preocupó uno que se veía muy negro y avanzaba destellante. Al instante un trueno retumbó en toda la zona. La preocupación fue total, si un rayo caía cerca, muy posiblemente nos dañara.

Ante tal situación y, sin poder refugiarnos, optamos por sentarnos en el kayak y tirar los remos de carbono lejos de nosotros por ser muy conductores. Al llegar sobre nosotros cayó una fuerte lluvia seguida con granizo pero por suerte fue rápida.

Logramos llegar al punto de partida al final del sendero indígena. Sabíamos que tendríamos un lugar cómodo para acampar y hacer fuego. En los últimos días de travesía pescadores del lugar nos ofrecieron, para alegría de nuestros estómagos, róbalos y salmones lo que sirvió para una cena de lujo después de comer tanta pasta y soja.

Nos quedaba llegar al punto de partida situado a 20 km río arriba del Exploradores.

Los primeros 15 km fueron llevaderos pero los últimos 5 eran duros por las lluvias caídas que incrementaron el caudal del río.

El ansiado final llegó luego de 8 hs de remo.

El poder ponernos ropa seca y limpia era un placer. Esa noche terminamos en un hotel en puerto Tranquilo, disfrutando de una buena cena y recordando los mejores momentos de la travesía.

Kayaks usados: el nuevo MG Pacífico Extrem ( reforzados) Palas de carbono desarmables más una de repuesto por cada una.

Carpas: Doite Himalaya y North Face V25 Teléfono satelital y GPS Garmin map 60 csx

La emocionante saga de Emilio Scotto, un hombre que dió la vuelta al mundo en moto. Rompió todos los records: en distancia, 735.000 km, en recorrer países, unos 280 y en viajar 10 años seguidos. Pero lo más importante a parte de ser Record Guiness y figurar como unos de los 40 exploradores más grandes de la historia, es que Emilio sigue con su espíritu aventurero. oy Emilio tiene 56 años, vivió en España y Estados Unidos y desde allí escribió por muchos años para revistas especializadas en motos y para magazines de aventuras como National Geographic, dio charlas para empresas sobre ejemplo de vida y trabajo probando numerosas motos y autos en diferentes caminos de Latinoamérica. En el año 2011 decide volverse a nuestro país y con Mónica, su esposa, no dudo en venirse en camioneta. Al llegar corrió el Desafío Ruta 40 y luego llevó a gente a viajar en moto a Sudáfrica. Al cierre de la revista Emilio estaba asistiendo al equipo “La Misión Ezeiza” de Sergio Petrone en el Dakar.

Cuando Emilio Scotto tenía ocho años le dijo a su madre "Mañana me voy a dar la vuelta al mundo". Ella sonrió y respondió "Mañana vas a la escuela”. Pero desde ese momento Emilio mandó su mente a viajar por el planeta, seguro de que un día su sueño se convertiría en realidad.

El 14 de enero de 1985, Emilio renunció a su trabajo, le dijo adiós a su novia Mónica, a sus amigos de toda la vida, montó sobre su motocicleta Honda Gold Wing 1100, y con solo 300 dólares en sus bolsillos partió desde Buenos Aires. Los que lo vieron pasar aquella mañana no imaginaron siquiera que eran testigos de los primeros pasos de un viaje de características Homéricas, el cual nadie antes había realizado, y que seguramente jamás nadie nunca podrá igualar. Diez años, dos meses y diecinueve días depués, el hombre en esa motocicleta, Emilio Scotto, regresó a su casa un hombre cambiado.

Había circunvalado el planeta dos veces consecutivas, una en el sentido de las agujas del reloj y otra en sentido contrario, cubriendo una distancia equivalente a un viaje a la luna ida y vuelta, 735.000 km.

Fue encarcelado 6 veces, acusado de contrabandista de drogas, de espía de la Unión

Soviética, de ser un agente encubierto de la CIA, de ser un agente infiltrado de Muammar Gadaffi, de usar pasaporte falso, y acusado de entrar a Liberia para matar a su presidente. Emilio presenció un ajusticiamiento público a muerte, se encontró con caníbales en África, fue torturado en Liberia, le dispararon en la guerra de Somalia, y casi muere de malaria en las selvas del Congo.

El Papa Juan Pablo II lo recivió en persona, y bendijo su viaje y la moto. Fue cristiano en el Vaticano, pero luego debió enfrentar leyes religiosas dificiles y se fue adaptando a las reglas, para poder entrar a los países Árabes. Se cambió el nombre y aceptó a los musulmanes como sus hermanos. Asi se convirtió en Kalid Sagal Yunali. Seguidamente fue judio en Israel y Budista en la tierras del Asia lejana.

En el quinto año de viaje, su novia Argentina, Mónica, lo fue a encontrar a la India, y se casaron en una ceremonia Hindú. Finalmente el 2 de abril

de 1995, Emilio entró a la Avenida 9 de Julio en Buenos Aires, seguido de 3,000 motociclistas que vitoreaban su nombre. Estaba de regreso. El presidente de Argentina, Carlos Menem, dijo: «Historias de tenacidad y coraje como la de Emilio enorgullecen no solo a un país, sino al mundo todo».

En 1994 la ciudad de New York declaró el día 27 de mayo como «Día de Emilio Scotto en esa ciudad». En 1997, Emilio entró en las páginas del libro Guinness de los Records como la persona que realizó el mayor viaje alrededor del mundo en moto. Su record no ha sido igualado. En el 2002 Emilio fue incluido en una lista internacional que inmortaliza a los 40 exploradores más grandes de la humanidad, junto a Marco Polo, Cristóbal Colón, Magallanes, Amelia Erhart, Livingston, y el astronauta de la Apolo 11, Neil Armstrong, entre otros. Ese mismo año Guinness lo nombró “Rey de La Carretera”. En el 2004 Honda de EE.UU. lo nombró Gran Mariscal, y actualmente Hollywood sigue estudiando realizar una película sobre su increíble vida.

Tenia 8 años cuando mi madre me regaló un Atlas del mundo. Me puse a ojearlo y días después, al regresar de la escuela le comenté: Sabes que hay caminos por todas partes, y que tienen letras y números. Mañana me voy a dar la vuelta al mundo y voy a formar un camino que pase por todos los países. Con toda paciencia mi madre respondió: Adonde iras mañana es a la escuela,. Pasaron los años, estudiando primero, trabajando después y jugando al fútbol cada vez que se armaba un partido. Jugaba de arquero. A los 16 años debuté oficialmente en Sportivo Barracas. Parecía que mi vida iría por el camino de la pelota. De todas maneras, siempre, siempre continuaba diciéndole a todos los que me escuchaban que algún día me iba a dar la vuelta al mundo; algo que, por supuesto, hacia reír a mas de uno.

Entre mapas y libros de geografía, y mirando los barcos partir hacia el horizonte desde el puerto de Buenos Aires, las consabidas

preguntas crecían en mi cabeza: La vuelta al mundo ¿cómo?. ¿Con qué dinero? Y la más importante de todas, ¿en qué? ¿En barco, en auto, en avión... en burro? Todas las mañanas me levantaba listo para partir, y todas las noches me acostaba sin haber podido resolver el misterio. Sin dinero, auto y barco quedaban descartados, y avión, ¡ja! eso era para ricos.

Claro que siempre quedaba el burro.

Entonces, un día de 1980, un evento para mí inaudito, pivoteó mi vida colocándome de frente a un camino en el que nunca había siquiera pensado. Un compañero del trabajo me comentó que se había comprado una moto. Yo contaba con 25 años, y siendo que jamás le había dado importancia a ese tipo de vehículos, que a mi criterio, cuando llovía te dejaban mas mojado que un gato recién salvado del río, no atiné a decirle otra cosa que, ¡Una moto! ¿Para qué? ¿Estas loco? Aun así me pidió que lo acompañara.

Mientras él firmaba unos documentos yo caminaba alrededor del salón observando los bólidos de colores brillosos. Fue entonces cuando, debajo del vidrio de un escritorio, ví un folleto publicitario que me dejó sin respiración.

Era la foto de una moto, negra, brillante, enorme.

Que digo enorme, ¡impresionante! Para mí, que no teniendo ni siquiera un Fiat 600, esa en particular me parecía inalcanzable; una Ferrari.

Una casa sobre ruedas. ¡Un trasatlántico! En un costado se leía: Honda Gold Wing 1100, Interstate. Para coronar mi estupor, como una premonición, en el margen superior podía leerse en letras capitales: "El Mundo Es Tuyo, En Dos Ruedas."

Me quedé con la boca abierta como un estúpido; no podía creerlo. Y como si fuera poco, mientras miraba la foto casi en shock, una vocecita retumbaba en mi cabeza: "Yo soy tu vuelta al mundo, ¡cómprame!.

De pronto, en un flash, en un tris de los dedos, comprendí que finalmente había encontrado la respuesta a mi pregunta de “En Qué” iba yo a dar la vuelta al mundo. ¡Por supuesto! ¡En una moto! ¿Porque no? Esa decisión cambió mi vida, para siempre.

Por mi condición económica y social en aquellos tiempos, esa moto estaba tan lejos de mi alcance como Júpiter. Sin embargo, los dados del destino estaban echados, y por una extraña situación económica, un mes después salía yo de la agencia montado en la que con los años se convertiría en la famosa "Princesa Negra."

Pasarían todavía otros 5 años, siempre aferrado a mi sueño de la vuelta al mundo, que me envolvía como las escamas envuelven a los peces. Como la armadura de un cocodrilo. ¿Qué hay mas allá del horizonte? ¿Cómo sale el sol en otras latitudes? ¿Cómo son las otras razas de la tierra? .¿Qué hacen, que comen? Me preguntaba una y mil veces. El mundo se había convertido en mi obsesión, y por las noches mientras dormía, mi espíritu se transportaba a lugares lejanos de una manera tan vívida que hoy no me atrevería a tratar de explicarlo. Sobre todo porque, años después, llegué a estar realmente en esos lugares, asombrándome por ya conocerlos. El caso es que, un día, como cualquier otro día, sin anuncios ni presagios, la señal de partida llegó.

Ni antes ni después, sino cuando fue el momento.

Renuncié a mi trabajo, me di tres vacunas, rematé lo poco que poseía, preparé mi equipaje y

sin bombos ni platillos, con 300 Dólares en el bolsillo, partí. Era el lunes 14 de enero de 1985.

Me despedí de mi familia, de mi novia, de mis incrédulos amigos, de mi perro, y encaré la desconocida carretera. Les pedí que no me esperaran, que tal vez jamás volvería. Que no importaba cuanto tiempo me llevase ni lo que pudiera acontecer en el camino, porque lo importante era recorrer mi ruta, no llegar al otro extremo. Les expliqué que no podría ser feliz si no cumplía con el único propósito para el cual yo sabía que había nacido: un hombre, una moto, el mundo. Nada más.

Me fui, montado en mi alfombra mágica, la moto.

Reconozco que era un proyecto ambicioso y algo descabellado para un simple muchacho sin dinero, sin conocimientos, nacido en el seno de una familia humilde de un barrio de Buenos Aires, y sin apoyo logístico o preparación alguna.

Y hasta hay quien diría que tampoco llevaba la moto adecuada: muy grande, muy pesada.

Acepto todo eso. Pero, como siempre fui de la creencia de que para mover una montaña basta una pala, una pizca de paciencia, tiempo y mucha determinación, no me preocupé en

pensar si podría lograrlo, sino en que no intentarlo era la peor elección.

Pero mas allá de la cantidad de países que visité o kilómetros que recorrí que a la posteridad no son mas que números que siempre podrán ser superados lo importante fue lo que vi, lo que aprendí, lo que viví, y que no le fallé al sueño de un niño que un día, con toda inocencia dijo que iba a dar la vuelta al mundo.

¿Ingenuo? ¿Increíblemente valiente? ¿Loco? ¿Quién puede juzgarle? Tal vez fue esa extrema carencia de recursos lo que hace que la historia de Emilio sea tan motivante, que valga la pena contarla una y otra vez. Frecuentemente enfrentó situaciones extraordinarias, y quedó atrapado en circunstancias impredecibles. Sin dinero no podía comprar su salida de los problemas que en ocasiones se le presentaron.

Cruzar los océanos, llegar a las islas de la Polinesia con su moto, cruzar fronteras sin tener el carné internacional de pasaje. Tuvo que enfrentar situaciones que parecían insuperables, y sólo con su voluntad, ideas y mucho ingenio, salió adelante.

Obviamente es imposible recontar la historia completa de los más de 10 años de viajes de Emilio en las páginas de Andar Extremo. En vez de eso, y aprovechando la gran cantidad de experiencias que este hombre tiene, contaremos algunos aspectos sobresalientes de su aventura.

Como lo sugiere la apertura de este artículo, Emilio es también fotógrafo y escritor. Sus imágenes no sólo presentan todo el mundo, también miden la altura y profundidad de la condición humana, a menudo con su moto Gold Wing como contrapunto de la balanza.

Para ayudar a comprender mejor la magnitud de sus viajes comenzaremos por una panorámica en números: Emilio cruzó 6 continentes, 279 países y 735.000 kilómetros. Usó 13 pasaportes de 64 páginas cada uno -al poner un pasaporte junto al otro ocupan 4 metros de largo. La Gold Wing usó un motor de reemplazo, 42,500 litros de nafta, 750 de aceite, 86 neumáticos, 12 baterías y 9 asientos.

Los mayores incidentes: estuvo en

prisión 6 veces: una en Estados Unidos y cinco en África. Le dispararon con arma de fuego dos veces: en la guerra de Nicaragua y en la guerra de Somalia. Sufrió 4 enfermedades mayores: leche mañosa en las selvas de Brasil, intoxicación masiva agravada con bolo fecal en Guatemala, malaria en las selvas del Congo, y una enfermedad desconocida en Papua Nueva Guinea. Le robaron cinco veces: en 1985, Rio de Janeiro, Brasil (argentinos, todo menos la moto).

También ese 1985 en Ciudad de México (el casco). En 1988 en Bata, Guinea Ecuatorial, Africa Negra, (toda la ropa que habia colgado en una soga para que se seque). En 1989 en Mombasa, Kenia, Africa del Este, 300 US. En el 2003 en Beijing, China, Asia (su equipo fotográfico). Sufrió dos accidentes de tráfico mayores: Yugoslavia, patinó en una mancha de aceite y se estrelló contra un muro. Tanzania, pegó de noche en una rotonda a 80 km/h y voló con la moto varios metros. Pasó por dos terremotos, 2 tornados y cuatro huracanes. Le hicieron 15 infracciones de tránsito (13 en California, 1 en Nueva York, y 1 más en Argentina el día de su regreso). Tuvo 9 colisiones: con un taxi, un hombre, un venado, un águila, un baboon, un cerdo, dos perros, y virtualmente con

2 millones de pájaros e insectos del mundo. Pero el peor fue en Australia contra un Avestruz, que además de arrancarle media moto casi le hace perder una pierna a su esposa Mónica, que justo viajaba con él en ese país.

Cada viaje comienza con un primer paso, por así decirlo, y el primer paso de Emilio ocurrió en la frontera de Argentina al pasar a Uruguay. El comienzo no fue fácil. Al agente de migración uruguayo le dio un ataque de risa al ver todo lo que Emilio llevaba en su moto, donde casi no quedaba espacio para él mismo. «¿Alrededor del mundo?» dijo el oficial «Ho, ho, ho… con todo lo que lleva podría dar la vuelta al universo».

Siguió hacia Montevideo, capital de Uruguay, después al este y al norte, al siguiente país, Brasil.

Emilio recorrió la costa Brasilera para llegar a la famosa y glamorosa ciudad de Río de Janeiro, donde rápidamente cinco argentinos le robaron todo lo que había preparado para su viaje. Le quedaron algunos recursos para viajar 1,000 kilómetros al norte, a Salvador Bahía, donde llegó sin un centavo. Por casualidad estableció amistad con un joven que provenía de una familia

influyente que lo ayudó, así que luego de los carnavales siguió viaje.

Rodaba hacia el norteste, batallando contra la tormenta El Niño, que parecía que quería borrar todo el continente de la faz de la tierra. No estaba seguro de sobrevivir a semejante ataque de la naturaleza, pero siguió con su moto.

Conforme se iba aproximando a la zona de la selva tropical más densa del mundo, el Amazonas, El Niño quedó atrás. Al llegar a Belén do Pará, el extremo norte de Brasil, le dijeron que la jungla era impasable para cualquier vehículo, que debería volver a Argentina y subir hacia el norte por la conocida Ruta Panamericana, en la costa oeste. Esto representaba un desvio de 12.000 kilómetros. Pero Emilio no se amilanó.

Quería cruzar esa selva, por el medio. Su determinación era explorar la tierra, no hacer kilómetros sobre una cinta asfáltica. Le avisaron que había tribus de indios reducidores de cabezas, los Waimirí y Atroarí. Pero nada ni nadie lo podía convencer de no seguir por ahí.

Encontró una vieja barcaza que partía de Belén hacia Manaos e Iquitos, llevando contrabandistas y buscadores de Oro, río arriba por el Amazonas. Convenció al capitán y abordó la embarcación, con su Gold Wing que apenas

entraba entre las columnas de madera. Emilio comenzaba a vivir una de las más increíbles historias de su vida.

«Brasil y Venezuela no se comunican. La única carretera si así se le puede llamar es a través de las caudalosas aguas del río Amazonas. Abordo una vieja embarcación de madera que tiene más de 80 años. Me hace recordar a la Reina Africana, de Humphery Bogard. Estamos en la noche del 5 de abril de 1985. Bajo un manto de misterio, zarpamos. En la noche cerrada solo se escucha el “chug-chugchug-chuh” del viejo motor diesel que nos empuja hacia le centro del río. Parece como si huyésemos de algo, o de alguien. ¿Contrabando, drogas, oro?, no lo sé, mejor no preguntar. Para mí lo que este trasto flotante lleva está a la vista: 25 o 30 buscadores de oro sin patria ni ley, y

varias bolsas de papas, cebollas, calabazas, arroz y porotos que son nuestra comida. Por mutuo acuerdo con las autoridades, esta gente que vive al margen de la ley ha sido enviada a la selva. Muchos de estos hombres tienen familia en las ciudades, a quienes mandan el poco oro que pueden conseguir del río. A cambio, están condenados a vivir el resto de sus días en esta prisión verde. Aquí la única ley vigente es la ley de la selva.

Hoy, en un recodo del rio uno de los hombres cae accidentalmente por la borda. El capitán no detiene la barcaza…sin pausa sigue avanzando y el hombre es abandonado a su suerte. Otros hombres le lanzan papas probando sus punterías y riéndose de la mala suerte del desdichado, que pide auxilio desesperadamente.

Si no sabes cuidarte, otros no lo haran por ti me dice Pedro, un garimpeiro mas cercano a Obi Wan Kenobi, que al machete.

Con el correr de los días nos vamos adentrando en la tupida selva, siempre navegando, muy lentamente, sobre las aguas color león de este río misterioso que, como una víbora gigantesca, zigzaguea dentro de la espesura verde.

Es el atardecer. Mientras el motor de la embarcación trabaja a su lento ritmo, se entabla un juego de cartas. En la ciudad, antes de partir, varias personas me habían advertido: «Pase lo que pase y digan lo que digan, nunca juegue cartas con esos hombres».Yo de todos modos no tengo intención de hacerlo.

Después de un rato se desocupa un lugar y me invitan a unirme al juego. Amablemente declino. Entonces me dicen nuevamente que me una y dejan muy claro que es una oferta que no puedo rechazar. Titubeo, pero la situación no me da otra posibilidad. Además, uno de ellos se para, me toma de los hombros y me sienta de prepo. En

Record Guinness, 1997 / 2012 Record Ripley's, Créalo o No Elegido entre los 40 exploradores más importantes de la humanidad

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la mesa hay muchos billetes. También hay algunas armas: un fusil, dos revólveres, y varios machetes y cuchillos. Esto no es un juego social de cartas.

El juego es muy sencillo. En la primera mano, para mi sorpresa, gano. En la segunda vuelvo a ganar. ¿Suerte de principiante? Cuando para mayor sorpresa vuelvo a ganar la tercera, cuarta, quinta, sexta… empiezan a maldecir y amenazarme con que no mantenga viva mi buena suerte si quiero mantener viva mi vida.

Sorprendentemente sino ganando. Lo siguiente que tengo delante de los ojos es un revólver Sabemos que estas haciendo trampa dice un tipo sucio y maloliente que mas parece un cavernícola.

Temiendo por mi vida ofrezco devolver lo que he ganado, unos 40 dólares. Grave error. Con gran ira comienzan a gritarme: Ahora nos insultas tratándonos de miserables. Puede ser que no vivas lo suficiente para volver a poner pie en tierra firme.

Métele tu revolver en su trasero y descárgalo.

Tal vez le cortemos la garganta al argentino en la noche y lo echemos por la borda.

Todos ríen, yo no.

Miro a Pedro, el patriarca, suplicándole

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ayuda.

No me mires a mí, no puedo ayudarte me dice. ¿Cómo piensas recorrer el mundo en tu moto si vas haciendo tonterías como esta?

No es necesario decir que esta noche no cierro los ojos ni un momento. Definitivamente es la noche más larga de mi vida. Las horas se arrastran lentamente y creo que nunca me ha dado más emoción ver el amanecer. Lo mejor es que con el nuevo día llegamos a destino, Manaos. Todos los pasajeros bajan a tierra y se dispersan en un abrir y cerrar de ojos. Me quedo sólo, con mi moto. Entonces Pedro se acerca y desliza algo en mi mano. Miro y es una carta.

Sorprendido miro de nuevo a Pedro, pero ya me dio la espalda y se está yendo, sin siquiera decir adios. La leo: «Amigo Emilio, ellos te forzaron a jugar cartas y te dejaron ganar para contribuir con tu sueño.

Esos hombres son como bestias, pero quisieron ayudarte a continuar tu viaje; no sin antes divertirse un poco a tu costa, claro. Todos nosotros te deseamos buena suerte. Si logras dar la vuelta al mundo, es como que nosotros vamos contigo, en tu moto, aunque jamas podremos dejar esta maldita selva».

Pedro.

“...En el último siglo miles de aventureros han pasado a convertirse en émulos de Marco Polo, cruzando el mundo en todo tipo de vehículos.

Franceses, ingleses, italianos, alemanes, españoles, australianos y otros, abandonan todo para recorrer los caminos de la aventura, visitando las naciones más dispares del planeta.

Uno más, pensaron muchos, cuando Emilio Scotto partió desde su Argentina natal. Sin embargo, poco a poco, el mundo empezó a escuchar el rumor del motor de su moto, bautizada "La Princesa Negra" y comenzó a viajar a través de sus fabulosos relatos y fotografías. Scotto recorrió el mundo de extremo a extremo como ninguno lo había hecho, y su aventura es hoy día considerada una de las más grandes epopeyas del siglo XX. La prensa mundial le otorgó títulos como "La Reencarnación de Marco Polo", "El Ultimo de los Gauchos", "como Cristóbal Colón pero en moto".

Algunos dicen que es el Maradona de las motos, que es el más grande referente que existe de lo que es viajar en moto. Venerado y respetado en España, Italia, México, Colombia, Estados Unidos, Francia, Inglaterra y otros tantos países, también están los que dicen que es un chanta y

Buzz Aldrin y Emilio Scotto

un mentiroso. No hace falta que mencione en que país. ¿Cierto?

Nadie negará que Emilio Scotto no fue el primero en doblar el mundo, ni será el ultimo, pero su viaje por completo y extraordinario, marcó para siempre la historia de las exploraciones.

Emilio invirtió mas de 10 años de su vida para recorrer la totalidad de países, territorios e islas del planeta, bajo todo tipo de circunstancias y condiciones. Abrió fronteras cerradas, contribuyó a doblegar leyes injustas contra visitantes extranjeros, abrió caminos desconocidos, fuera de las rutas comúnmente transitadas. De alguna manera fue un conejillo de indias para algunos gobiernos que siempre negaban el paso por carretera a extranjeros. Cuando a Emilio Scotto le dijeron que no podría entrar a Polonia, a la Rumania de Cheuchesco, a Guinea Conakry, a Libia, a Irán, a Indonesia en moto, a Laos, a Tibet, o recorrer la milenaria China de extremo a extremo en solitario, él convenció a los gobiernos de que lo dejaran pasar, sentando un precedente que más tarde serviría para que esos gobiernos le abrieran el paso a otros viajeros, y a las empresas de turismo en moto y otros vehículos.

Con una prosa entre poética y cultural, Emilio contó al mundo en cientos de revistas y periódicos, en distintos idiomas, todo lo que iba encontrando a su paso. Sirvió como fuente de

inspiración. Describió mundos fantásticos, aprendiendo incluso varios idiomas. Desde entonces, la realidad de su incomparable viaje ha llenado miles de páginas de la prensa escrita, de todo el mundo. Ha ocupado espacios en casi todos los canales de televisión, y ha provocado la admiración de millones de personas a lo largo y ancho de los 6 continentes. El trayecto por él cubierto no fue de ninguna manera uno más, ni en distancia, ni en tiempo. Ni en aventuras o desafíos. Ni en riesgos o compromisos. Ni en valor o peligro. Fue, por el contrario, el más grande viaje en moto alrededor del mundo, en la historia de la humanidad. Como dijo el London Times en una de sus editoriales: si hoy quisiéramos definir lo que significan dentro de las sociedades actuales estas incursiones alrededor del globo, deberíamos estudiarlo «hasta» Emilio Scotto, y «después» de Emilio Scotto. Él ha sobrepasado todos los límites, y se ha ganado el título de "Rey de la Carretera" seleccionado por el Libro Guinness de los Records en 1997 hasta la fecha, 2012.

Pero lo más importante es que Scotto nos mostró que no hay proyectos imposibles, y que el mundo de las grandes aventuras humanas está todavía comenzando.

Debido a la grandeza de su cruzada, Emilio

Scotto forma hoy parte de una honorable lista internacional que nomina a los 40 exploradores más grandes de la humanidad, Emilio Scotto es una leyenda viviente, y es para muchos el más grande aventurero del siglo XX. De momento su primer libro ya está a la venta, “The Longest Ride”, My 10 Year-500,000 Mile Motorcycle Journey (por ahora solo en Inglés, casi 300 fotografías), y que se puede adquirir en Touratech, en la Av del Libertador, Olivos, Pcia de Bs As., en la Librería de Viajes, en capital, o por Amazon, donde figura recomendado con 4½ estrellas de las posibles 5.

The Longest Ride ha tenido y sigue teniendo las mejores criticas, sobre todo porque es un libro para todo público, muy ameno de leer, ya que nada tiene que ver con las motos, y si en cambio con la aventura, el ser humano, los pueblos y sus culturas.

Hemos elegido terminar esta nota con una sentencia de Emilio mismo: Sobre la ruta, las ruedas; sobre las ruedas, mi moto; sobre mi moto, yo; y sobre yo, los cielos.

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elizmente nos encontró terminando el 2011 corriendo todo el circuito XK Race completo, esta vez el desafío era en Olavarria, más de 200 km de carrera de los cuales incluirían las siguientes disciplinas: natación, trekking, bici, kayak y una prueba especial.

Llegamos el 27 de noviembre cerca de las 16hs, nos acreditamos, hicimos el deslinde, foto del equipo y nos comunican que se larga 19:15 hs, con charla previa y entrega de mapas con hoja de ruta, una hora y media antes de la largada.

Así que con Diego, y Pablo Vivas que se había sumado al equipo, empezamos a preparar los elementos obligatorios y trasladarnos a dejar las bicis al cuartel del regimiento de Olavarría. La

El 27 y 28 de noviembre se corrió en Olavarría la XK Race. Casi 200 corredores desafiaron los más de 200 km de carrera, que combinó 500 metros de natación, 150 kilómetros de mountain bike, 50 km de trekking y 20 km de kayak. En la nota Leonell Scilingo nos cuenta su experiencia. ansiedad empezó a ganarnos a todos ya que tendríamos poco tiempo para una buena planificación. Una vez entregado los mapas, cada equipo se dispuso a proyectar, llamados a la charla técnica, había nerviosismo cual se acrecentó tras una charla plagada de preguntas.

Así que adrenalina a full y preparados para largar, con 400m de natación arrastrando un elemento flotante, bomba de estruendo y se largooó!!!

Salimos del agua en una buena posición, para correr 10 km por la costanera Mitre por un sendero al borde del arroyo Tapalque, pasando por varios puentes hasta la compuerta del regimiento, por donde se cruzaba por el agua y por campo traviesa a la zona de cuarteles. Allí vimos iluminada la pista militar, donde tuvimos que realizar la prueba especial de obstáculos, una vez sorteados fuimos al AT (área de transición) a buscar las mountain bike.

Era de noche, nos dirigimos por una huella de tanques saliendo a la ruta, marcamos PC (puesto de control) en la iglesia de Sierra Chica, después de varios cambios de rumbos llegamos al PC

Túnel en la autopista, para dirigirnos a la cumbre del Cerro San Cayetano el próximo PC, teníamos buen ritmo, liderados por Pablo, marcamos y de allí al Club Sierras Bayas a dejar las bicis luego de unos 25 km aproximadamente.

Nos reabastecimos y al trekking nocturno, cerca de 18 km. Eran 7 PC, algunos virtuales (Puesto de Control sin banderillero), cual fuimos marcando uno a uno tirando rumbos, yo era el encargado de la orientación, así que vinieron los puestos “Cerro del Diablo”, “Vías”, “Cumbre San Cayetano”, “Molino”, que nos costo encontrar, “Ruta”, “Cumbre Cerro” y “Terraplen”. Al llegar al área de transición compramos algo de comer y salimos con las bicis a recorrer cerca de 60 km, para ir al PC Cerro Negro, largísimo!; peroooo, fue en este último tramo para llegar al PC, que mi cabeza corría una carrera y mi cuerpo otra, tal vez me cayó todo el año, no se!, pero estaba agotado. Fue Diego quien empezó a alentarme y arrastrarme hasta llegar al PC, ahí Pablo fue solo a marcar a trote sostenido a la cumbre de Cerro Negro.

ELITE MIXTOS 1° Trek Uruguay 2° Argentour.com Terra Team 3°-Black Rock

DESAFÍO PRO MIXTO 1º El Núcleo Running Team 2º Mapuche Btt 3º Remanso Valerio

ELITE CABALLEROS 1º Columbia 2º Sirius 3º Bicyshop y Kayak Sit On Top

DESAFÍO PRO CAB 1º Team Vaccaro 2º Todo Harinas Cemento 3º Tag Black Rock

PROMOCIONAL 120KM 1º 42k 2º OLV 3º Qué te indica

El equipo empezó a trabajar muy solidario para conmigo, y a marcar el siguiente PC “Molino Gigante”, para ir al AT Club Loma Negra, pasando por todo tipo de paisajes y superficies , un circuito muy lindo, que poco pude apreciar.

Stop obligatorio de 1/2 hora y al trekking largo, aprovechamos para descansar y comer.

Salimos rumbo sur al Cerro 280, marcamos para ir al PC Arroyito, que lindos lugares!, con previo aviso se corrió el PC 500m, a nosotros nos costo mucho encontrar, después de un ratazo, desistimos, pero divisamos muy difuso un equipo marcando, bien lejito! Pablo otra vez fue corriendo a marcar y entre idas y vueltas a los PC, apareció todo tipo de clima, lluvia fuerte, sol en las sierras, para ir terminando el trekking de 25km.

Subimos a las mtb, recorriendo las últimas

distancias, tramos rápidos, exigentes, lentos, técnicos, para pasarnos la parte de kayak y tomar nuevamente la costa del arroyo Tapalque un coastering muy lindo, dejamos las bicis y correr a la llegada después de 200km y 22 horas y 51 minutos.

En lo particular fue una carrera agotadora, cual en la garra aparecieron todos, familia, amigos y el “gracias” por lo que uno hace. Abrazo a todos mi coequipers 2011 Ángel Pucheta, Diego Meroni y Pablo Vivas.

Muy bien a la organización XK Race, mejorAlitoo, Pablo, Colores y tropa, siempre a la altura de semejantes logísticas requeridas.

YYY por último (no así en importancia), a Andar Extremo y Timex por bancar a un equipo turístico jaja, esta vez!

El Monte Pissis con sus casi 6800 mts es la tercera cumbre más alta de América y segundo Volcán más alto del Mundo.

Se ubica en la Cordillera de Los Andes en la región de la Puna enteramente en territorio Argentino en el límite entre las provincias de Catamarca y La Rioja. En la nota Pablo Lukach nos cuenta su experiencia en noviembre del 2011. legamos como siempre a la ciudad de Fiambalá lugar de partida de todas las expediciones que van a la zona donde se encuentran los volcanes más altos del Mundo, el calor de fin de noviembre es intenso y a la siesta por estos lugares nadie está caminando por sus calles ya que todos sus habitantes están al refugio del sol.

Nosotros decidimos partir a la tarde al refugio de Chauschil que se ubica a la vera de la ruta Internacional del paso de San Francisco, con sus 3000 mts de altitud es un inmejorable lugar para empezar con el proceso de aclimatación a la altura que resulta indispensable antes de ascender a una gran montaña como el Pissis.

Luego nos instalaremos por unos días en el refugio de Vialidad Provincial Las Grutas a 4000 mts para seguir aclimatando y realizaremos algunos ascensos y caminatas por la zona para mover las piernas y acostumbrarnos a la Puna implacable combinación de altitud, sol, viento y casi cero humedad ambiente que por resultado amplia los efectos del mal de Montaña, fata de aire, dolores de cabeza, insomnio, fatiga y demás dolencias características.

En las Grutas nos juntamos todo el grupo, Marcelo Cuadrado y Gustavo Massara de La Pampa, Héctor Ferrero y Javier Borlle de Rafaela Santa Fé, Andrés Orozco y quier escribe de Córdoba.

Javier subiendo por el Glaciar el día de cumbre

Ya pasaron tres días de estancia aquí y luego de subir el cerro Morocho Chico de 4550 mts y varias caminatas por la zona, buena comida y comodidades llegó la hora de partir al CB del Pissis donde empieza verdaderamente el ascenso a una de las grandes montañas de Los Andes, más precisamente la 3ª cumbre de América y 2º Volcán mas alto del Planeta.

5 horas de camino y mas de 95 Km. de huella 4x4 entre grandes subidas, bajadas, arenales, piedras, cruce de ríos y espectaculares vistas a las lagunas del Pissis que desde hace unos años forman parte de los sitios Ramsar de la UNESCO como humedales patrimonio de la humanidad con sus flamencos rosados y vicuñas que conviven llegamos al CB del Pissis a 4600 mts de altitud, para sorpresa el río que baja del glaciar trae bastante agua que no es común en esta época, el Pissis tiene una buena cantidad de hielo y eso es una alentadora noticia para estos tiempos donde todo está mas seco y árido, esta temporada es la excepción y da esperanzas.

Armamos campamento con carpa comedor incluida para hacer mas cómoda la estadía y soportar mejor el viento y el sol que en la Puna desgastan tanto al físico como a la mente y preservarlo es lo mejor que se puede hacer para tener mas posibilidades de éxito, festejamos el cumpleaños numero 50 de Gustavo que tuvo la suerte de cumplir años en un lugar tan especial como este y por supuesto que descorchamos en su honor.

Para esta y todas las grandes montañas de la zona de mas de seis mil metros es necesario equipo de alta montaña priorizando las botas que pueden ser dobles o simples pero se debe contar con modelos de alta montaña, bolsa de dormir para -20Cº y carpas resistentes a los fuertes vientos de la región.

El resto del equipo es el de uso común en la alta montaña.

Pueden hacer falta grampones y piolet dependiendo del estado de la nieve en la montaña y la época de ascenso.

La logística es fundamental en todas las expediciones por lo inhóspito de la zona y las largas aproximaciones, además tienen que ser autosuficientes.

Un buen proceso de aclimatación es la clave del éxito en estas montañas.

La aproximación en vehículos 4x4 y un plan de ascenso escalonado son muy importantes.

Particularmente en la ruta normal al Pissis es necesario realizar 2 campamentos de altura por lo largo de la ruta de ascenso, uno entre 5200 mts y 5400 mts antes del comienzo del glaciar para el

C1 y otro que se puede optar en realizarlo a 5800 mts o a 6300 mts donde existen buenos lugares para instalar el C2 Tener siempre en cuenta que en la parte alta de la montaña hay que derretir hielo para obtener agua.

El CB está a 4600 mts de altura, el C1 está entre 4 y 5 hs de marcha, el C2 entre 4 a 6 hs y el día de cumbre dependiendo del campo de atura lleva entre 6 a 10 hs de ascenso y 2 a 4 hs de descenso.

Desde el CB salimos a recorrer la zona y a planificar el ascenso, decidimos realizar 2 campos de altura, uno a 5200 mts, otro a 5800 mts y desde allí atacar la cumbre.

El grupo se dividirá en dos, Héctor y Javier subirán al C1 caminando porque al romper una rueda de la camioneta no queremos arriesgar ya que no tenemos un segundo auxilio y los demás iremos en la otra camioneta por la huella que llega cerca del campamento para de esa manera portear el equipo y facilitar el ascenso.

Acá estamos todos en el C1 a 5200 mts, armamos las tres carpas y nos disponemos a pasar la noche para mañana a la mañana partir hacia el C2.

La noche pasó fría y con mucho viento, decidimos salir para el C2 recién al medio día para aprovechar el sol y tener la posibilidad de que el viento nos dé una tregua cosa que no pasó ya que sopló con fuerza todo el día e hizo difícil el ascenso, 4 horas nos llevó subir al C2 y el peso de las mochilas sumado a la altura se sienten en la espalda, el grupo subió bien pero el viento y el frío nos desgastó bastante así que nos preparamos a armar las carpas que en este caso solo son dos para meternos adentro y refugiarnos del torbellino que aturde después de todo el día soplando.

En este campamento se nos unió Daniel Mariani un amigo de Córdoba que está

intentando nuevamente el Pissis y mañana si el clima lo permite salimos todos a la cumbre, seguimos con el preparativo del equipo, cena temprana y a dormir.

Son las 4 de la mañana, suena la alarma y apenas me despierto me doy cuenta porqué estoy soñando que estoy dentro de un tambor, el viento que no dejó de soplar en toda la noche ruge y mueve la carpa con gran estruendo, decidimos esperar y no salir de noche con este viento y frío (-17Cº) porque somos candidatos a congelarnos sin tener posibilidades de cumbre.

Así pasó toda la mañana con mucho viento y tomamos la decisión de quedarnos otro día y esperar tener suerte con el clima.

Vista del Campo Base desde lo alto

se realiza en 4x4, el camino comienza sobre la ruta internacional Nº 60 que lleva al paso de San Francisco en el paraje llamado La Coipa, la huella tiene mas de 95 km hasta el campo base que demandan 5 hs de vehículo

El día de espera en el C2 a 5800 mts de altitud pasa lento, nos dedicamos a derretir hielo y a comer lo mejor posible para reponerse del duro ascenso con viento del día anterior, Andrés decide bajar al C1 porque no pasó una buena noche y está satisfecho de haber llegado hasta aquí y por la tarde bajará.

Dejamos todo listo una vez más y nos vamos a dormir con el viento casi en calma.

Son las 5 de la mañana y esta vez el viento está ausente, el día parece perfecto, apuramos los preparativos y uno a uno nos reunimos fuera de las carpas, me avisa Gustavo que no sale para arriba ya que tiene un fuerte dolor de cabeza y no durmió nada así que desiste de subir, somos 5 en total y a las 6 de la mañana partimos con los grampones puestos al cercano glaciar que nos demandará 3 hs de duro ascenso sobre todo en la inclinada parte final, estamos a 6300 mts son las 9 de la mañana y el promedio de ascenso es muy bueno, Javier está un poco mas abajo y Héctor con problemas en una de sus piernas está lejos, el viento empieza a soplar con fuerza y nos acompañará todo el día, seguimos subiendo rodeando una cumbre secundaria y ascendemos el acarreo que lleva al Plateau de 6500 mts donde se puede ver la cercana pero a su vez lejana cumbre, vamos muy bien pero sabemos que falta mucho, cruzamos un nevero y nos disponemos a subir por una incómoda y dura pendiente que nos lleva al filo final, es la parte mas difícil pero si llegamos al collado tenemos la cumbre casi

asegurada, ahora a 6700 mts descansamos en una enorme piedra que nos resguarda del viento, nos juntamos los tres y salimos a la última parte del ascenso, aparecen unas nubes desde el oeste que pasan a toda velocidad por la cumbre y nos da una idea del viento que hay allá arriba, llegamos al filo y seguimos a buen ritmo, después de superar grandes piedras y un nevero llegamos a la parte final, la cumbre es muy grande y el punto mas alto nos queda a la derecha, nos juntamos los tres en medio de una extraña calma y nubes que hacen del momento una especie de sueño ya que no hay viento y las nubes nos envuelven tapando la vista, allí en ese raro escenario estamos los tres en la Cumbre del Pissis, son las 15 hs del 6 de diciembre.

Después de un rato y del festejo de cumbre volvemos a la realidad, se abre la vista a 360º y podemos ver toda la cordillera a nuestros pies, no alcanzan los ojos para mirar pero el viento vuelve con furia y luego de cruzar miradas nos damos cuenta que es hora de bajar, estamos pisando la 3ª cumbre de América y falta mucho por recorrer hasta la seguridad del campamento.

Empezamos el descenso y vemos a Javier que al vernos se da media vuelta y empieza a bajar, lo alcanzo, cruzamos unas palabras y me doy cuenta que está totalmente agotado y con falta de coordinación producto del esfuerzo y la falta de oxigeno, le aviso a Marcelo y a Daniel para que bajemos juntos, lo ponemos en medio y empezamos el largo y duro descenso, por suerte

Desde el CB a 4600 mts de altitud se parte por el lecho del río con dirección al glaciar Norte y entre los 5200 mts y 5400 mts hay lugares para el primer campo de altura antes del comienzo del glaciar, tiempo aproximado 4 a 5 hs.

También se puede subir en camioneta por una huella 4x4 hasta la cercanía del campo de 5200 mts Desde allí se puede subir directamente por el glaciar o sino por el acarreo y luego de unas 4 hs se llega a una planicie donde se puede instalar el C2 a 5800 mts, también existe un buen lugar a los 6300 mts donde se está mas cerca de la cumbre pero el esfuerzo que demanda subir con carga hasta allí sumado a la gran altitud para

reacciona bien y puede bajar por sus propios medios aunque con varias caídas y demoras por su estado de agotamiento y deshidratación casi total, decidimos bajar por el acarreo en vez del glaciar para hacerlo mas seguro y luego de unas horas llegamos muy cansados al campamento donde ya nos espera Héctor que había bajado desde el glaciar.

Comemos, hidratamos y agotados nos metemos en las bolsas de dormir para mañana bajar al C1 y desde allí desandar el camino hasta Fiambalá.

Es medio día y después de un largo rato la camioneta se decide a arrancar, en el viaje nos damos cuenta de lo duro que fue la expedición y como siempre las ganas de llegar a Fiambalá, meterse en las termas para recuperarse del frío y comer el asado con el buen vino de la zona son el motor que nos lleva casi como flotando sobre la Cordillera, el día es perfecto y nos regala las mejores vistas, de repente se empieza cubrir y vemos a lo lejos como la montaña queda atrapada por las nubes, la nieve nos alcanza y unos copos caen por el parabrisas antes de que salgamos a la ruta, el paisaje cambia por completo.

Tuvimos suerte, el Pissis ayer nos regaló un día de cumbre y hoy nos regala un blanco día de festejo.

dormir no hace recomendable este camp salvo que se tenga una optima aclimatación.

El día de cumbre demanda dependiendo del lugar elegido para el C2 entre 6 a 10 hs de ascenso y 2 a 4 hs de descenso.

Desde el C2 se monta el glaciar hasta llegar a una cumbre secundaria 3 hs donde se desvía hacia la derecha para subir el acarreo donde se llega al Plateau entre las cumbres principal y Oeste 2 hs, desde allí se retoma otro acarreo hasta el filo cumbrero en donde se toma dirección norte hasta la cima 3 hs.

El descenso se realiza por la misma ruta de ascenso o la variante de bajar por el acarreo de la cumbre secundaria a la izquierda del glaciar que lleva directamente al C2.

Sebastián Armenault corrió la "Icemarathon" de 42 km en la Antártida en homenaje a los 100 años de la llegada del Hombre al Polo Sur y, paralelamente, completó el desafío solidario“50 km en el Polo Sur”, por cada kilómetro recorrido importantes empresas donaron elementos de primera necesidad a Entidades con carencias básicas no resueltas. na vez que tomé la decisión de participar en el "Icemarathon", se fueron sumando hechos motivadores e increíbles. En primera instancia que las donaciones crezcan, en conjunto con la empresa Codere donar un Respirador y un desfibrilador al Hospital San Juan de Dios de La Plata y Omint un Electrocardiógrafo para el Geriátrico Municipal de Vicente López, a esto se le sumó el 100 aniversario de la llegada del Hombre (Roald Engelbregt Gravning Amundsen fue un explorador noruego de las regiones polares.

Dirigió la expedición a la Antártida que por primera vez alcanzó el Polo Sur, fue el primero en surcar el Paso del Noroeste, que unía el Atlántico con el Pacífico, y formó parte de la primera expedición aérea que sobrevoló el Polo Norte) al Polo Sur, ser el único y primer Argentino en correr en la Antártida esta distancia y como si esto fuera poco, a un amigo mío de toda la vida, Alejandro, el 1 de Diciembre, el mismo día que yo corrí, lo operaban de Cáncer, con lo cual en el mismo momento estaríamos corriendo cada uno su carrera.

Para esto, mandé a hacer dos remeras iguales, el mismo día de partir, pasé por la casa nos dimos un abrazo, le di la remera, nos miramos y me dijo: Te va a ir bárbaro !!!, el 1 de diciembre voy con esta remera a mi carrera y los dos vamos a ganar, con otro abrazo, me despedí, diciéndole, los dos corremos la carrera con la misma remera,

nadie nos va a parar. En ese momento sentí que nada me pararía y que debía hacer algo más, por ese motivo le agregué 8 km al Icemarathon y mi objetivo personal pasó a ser los 50 km.

El 28 de Noviembre, ya estaba en Punta Arenas, una ciudad chiquita, pero pintoresca por el colorido de las casas y la zona costera. Alojado en el hotel “Diego de Almagro” que la organiza-

ción recomendaba, ubicado en uno de los puntos más meridionales de Chile, en la costa del Estrecho de Magallanes. Un hotel que conocí en el 2009 cuando fui a correr el Maratón de las islas Malvinas.

Ya en el lobby te cruzabas con otros corredores, es inevitable reconocerlos, bolsos, indumentaria, estilo de vida, la gran camaradería, el ambiente por enfrentar lo desconocido te lleva fácilmente a cruzar palabras, presentarte y con orgullo decir de qué país venís.

La organización nos dio a cada corredor un horario, donde personalmente pasaban por las habitaciones a controlar el equipamiento de cada uno. Todo esto genera nervios, ya que si

faltaba algo había que salir a comprarlo y no había mucho tiempo, así fue mi caso, me faltaban medias, que pude comprar en el centro de la ciudad, en el caso de la campera y botas especiales para temperaturas por debajo de 30 grados, las pude alquilar a la misma organización. Por la noche tuvimos la reunión informativa, donde nos dieron detalles como que las carpas serian de a dos, la importancia de mantener limpio el lugar, usar constantemente alcohol en gel, que el recorrido de la carrera tendría tres puestos de abastecimientos y que “Unión Glaciar”, el punto donde se encontraba la base Internacional en la Antártida estaba a unos 2000 km al sur de la Base Marambio Argentina y a unos 900 km al Norte del Polo Sur, casi cinco horas de vuelo desde Punta Arenas, que durante las 24 hs. es de día, la temperatura era 26 grados bajo cero y que podría bajar aún mas según el viento. Con todos estos datos, cenamos todos

juntos y a descansar temprano, el avión que nos llevaría al Continente Blanco, tenía hora de despegue a las 10 hs del 29 de Noviembre.

A las 6.00 hs de la mañana me desperté solo, la verdad no había dormido muy bien, a las 8 hs teníamos que estar listos, para ser trasladados al Aeropuerto. Me levanté, repasé todo lo que tenía que llevar, pero la verdad tenía una sensación extraña, sentía como una mezcla de miedo, incertidumbre, cómo sería estar con 30 grados bajo cero? y a la vez, quería largar, completar el recorrido, llevar la bandera Argentina y seguir logrando mas donaciones.

Desayunando, nos informaron que el avión no podría despegar por la mañana debido a la neblina. En esta zona, "Unión Glaciar" al no haber Radares, se necesita para poder aterrizar, una visibilidad excelente, ya que los pilotos lo deben hacer con su propia vista y sin instrumental.

Fueron horas interminables, finalmente por la noche y aprovechando que en la Antártida en esta época del año todo el día hay un sol como si fueran las 4 de la tarde, pudimos despegar. Un avión de guerra Ruso, tripulación Rusa, con capacidad para 50 pasajeros y el resto del avión para transportar maquinarias, combustibles, alimentos y otros. El nerviosismo crecía, el avión no tenía ventanillas, prendieron las turbinas, nos repartieron tapones para los oídos (este avión está prohibido en varios aeropuertos del mundo, por el nivel de ruido de sus turbinas) y dejamos Punta Arenas y el Continente, rumbo al Desierto Blanco.

El 30 de Noviembre, llegamos a las 4.00 de la mañana, mucho viento y unos -30 grados.

Bajamos del avión y pisar el hielo fue increíble. La Base estaba a 9 km de la pista de aterrizaje.

Parecía un sueño estar ahí. Nos asignaron las carpas y me tocó “Hillary”. Cada carpa lleva los

Pendiente hacia Abra Blanca

apellidos de los primeros hombres que llegaron al Polo Sur y de compañero a Ladislav de Republica Checa. Había que ir a dormir, pero era imposible con tanta luz. Me acomodé en la carpa y leyendo las cartitas de mis hijas y mirando sus fotos, una y otra vez, logré dormirme.

Amaneció nublado, con viento, desayunamos y nos confirmaron que la carrera se haría al día siguiente, el 1 de Diciembre.

Quedamos con los otros corredores hacer una especie de reconocimiento de terreno, a la tarde, nos cambiamos como para correr y salimos a hacer unos 5 km. Realmente sentí lo duro que sería el terreno, partes hielo y partes nieve, el viento, el equipamiento por momentos no era suficiente, los cuatro kilos de peso extras, que los médicos con una dieta especial me recomendaron incorporar, mas los miedos e incertidumbre y el frío extremo, todo esto hacía un combo especial, pero todo el apoyo, los mensajes de la gente, de mis hijas, mi familia, amigos, la donaciones, llevar la bandera de mi país, ser el único Argentino, Sudamer icano y Latinoamericano presente en el 100 aniversario, contrarrestaba todas la sensaciones.

Fui a cenar temprano, ordené toda la ropa para la carrera, preparé la cámara de fotos, la filmadora, el camelbag y el mp3. Con doble bolsa de dormir, gorrito de lana, guantes, dos pares de medias y ropa térmica, me acosté, leí las cartas y

me dormí soñando con largar ya mismo la carrera.

Fue difícil poder dormir, la mezcla de nervios, miedos, el frío, la luz, recuerden que en esta época de año no hay noche; mas las ganas de empezar, el poder superarme, conseguir las donaciones y saber que mi amigo “Ale” estaría corriendo su carrera también hizo su efecto y como es habitual en mi, la noche anterior a largar, casi no pude dormir.

Tipo 6 de la mañana, me levanté muy silencioso, no quería despertar a mi compañero de car pa, que sin problemas dor mía plácidamente. Me fui a desayunar pensando que estaría solo y me encontré con varios corredores.

Ya se notaba el clima previo a la carrera. Trataba de escuchar algunas conversaciones, como para aprender o poder incorporar algún dato desconocido, claramente la gran mayoría tenía experiencia con el frío y con este tipo de terreno.

Me fui a la carpa, quería con tiempo prepararme, cambiarme y ver que nada faltara, disfrute mucho de este ritual, ponerme tres capas de ropa en las piernas y cuatro en el torso, las medias, los guantes, la bala clava (una especie de pasamontaña de polar con aislación que te protege toda la cabeza y solo deja al descubierto la zona de los ojos) las antiparras, el camelbag y mi infaltable compañera: la bandera Argentina. Tenía todo listo y escuché al aviso que

faltaban 30 minutos para transportarnos hasta la largada. Ya podía sentir mi conexión con la carrera, ya quería largar.

Salí de la carpa listo, con todo el equipo, la verdad sentía frío, pero este era todo el equipamiento que tenía, fue un momento difícil, por delante tenía 6,7 tal vez 8 o 9 horas de carrera. Me fui a tomar un té, para recuperar calor y sobre todo que mi mente se olvide del frío.

Mientras tomaba el té, vi un Diario, fue increíble, se me vino a la memoria mi abuelo “Tata”, el padre de mi padre, un aficionado a las bicicletas que llegó a fabricar su propia marca llamada “Leonar” dado que su nombre era Rene León Armenault, cuando hace 30 años, yo tenía 15, no había la tecnología que hay hoy en abrigos y me iba en bicicleta al colegio; me dijo: “Ponete diario en el pecho, por debajo de la campera y vas a ver como el frió no te llegara”. Ahí mismo, empecé a ponérmelo por debajo de la ropa. Los otros competidores me miraban “Horrorizados”, como si estuvieran viendo a un cavernícola. Les aseguro que a partir de ese momento dejé de sentir frío, y una emoción me invadió, me cayeron un par de lágrimas, se me empañaron las antiparras, pero sentí a mi abuelo que me abrazaba y me daba calor.

Todo listo para largar, el arco de salida, flameaba por el viento, cada competidor haciendo todo lo posible por entrar en calor,

algunas fotos, abrazos, saludos, los mejores deseos y se escucho la bocina de largada, había llegado la hora.

En ese momento, solté todo, como si abren una jaula de alguien que hace 8 meses viene preparando y soñando con este momento, quería correr! El terreno estaba difícil, parecía una pista de patinaje sobre hielo, las piernas se te iban para los costados, los aductores empezaron a sufrir. Me dejé llevar los primeros metros a un ritmo que no es el mío, para poco a poco bajé las revoluciones y llegé a mi velocidad crucero. En ese momento volví a ser Sebas, transcurrida la euforia, pasó por mi mente todo el proyecto, desde la inscripción, los preparativos, juntar el dinero, los entrenamientos, las donaciones, la Operación de Ale, ahí realmente comenzó la carrera y con ella las dificultades, a 30 minutos de largar el camelbag se me había congelado! No lo podía creer!, no tenia nada para tomar!, más obstáculos, más dificultades !, sumados a todos los miedos.

Llegué hasta el primer control, tomé un vaso gigante de té bien caliente, le puse agua caliente al Camelbag para poder descongelarlo y le mostré al médico mis manos, sentía mucho frío y tenía duros los dedos, la verdad no tenía idea si era normal, pero quería sacarme la duda. Por suerte todo estaba bajo control. Mientras comía algo, empecé a sentir mucho frío en el cuerpo, pensé que sería la reacción del cuerpo frío al tomar algo caliente, generaría esta sensación, como de escalofrío. Pero cuando retomé la carrera, me di cuenta que ese frío era la misma transpiración que se había congelado, se había hecho como una escarcha muy finita entre la ropa y la piel, era como tener una lija que me raspaba. La piel sufrió mucho.

Comenzó a soplar el viento, el frío se filtraba por todos lados, pero yo tenía el escudo de diarios, el terreno había cambiado, de hielo firme a una especie de nieve, que me enterraba hasta casi la rodilla, los dedos de los pies ya sufrían la dureza de las zapatillas, ya tenia identificados los cuatro dedos que perderían sus uñas, mas dificultades, pero con más ganas de superarme.

Con todas estas sensaciones me di cuenta como crecía la dureza de la carrera a medida que avanzaba. Recurrí a mi fórmula personal, empecé a pensar en mis hijas, cuándo me reencontraría con ellas, mi familia y mis amigos, con una rica comida, contándole todo lo vivido, en Ale, saber que él también me diría que había superado su carrera, en las donaciones, todos los mensajes recibidos, imaginando a cada uno escribiendo y así con esa energía que generaba cada momento recordado, pude ver el arco de llegada, desde ese momento no pude parar de llorar, sentí que pude relajarme, que tantas incertidumbres habían terminado y realmente disfruté esos últimos metros.

Al llegar no entendían nada, porque lejos de parar, yo decidí recorrer 8 km en honor a Ale y totalmente relajado, feliz de haber cumplido los 42 km oficiales de la carrera, pude seguir a pesar de los dolores y recorrer los 8 km contemplando el Desierto Blanco. Cómo los disfruté!

Me esperaba mi premio de cada carrera, una pizza y Coca Cola. Llevé desde Bs As, una pizza en el bolso, hablé con la cocinera y ella se ofreció para tenerla lista cuando yo terminara la carrera.

Los demás corredores no lo podían creer, como había traído una pizza, pero les aseguro que el asombro les duró muy poco, cuando la corté en muchos pedacitos y les convidé, nadie pudo resistirse a la Pizza Argentina.

Conseguí un teléfono satelital y llamé a mis hijas, que estaban con mi madre, quería escucharlas y contarles que había terminado esta carrera, otra carrera mas, que Alejandro mi amigo estaba bien y también había ganado su carrera, ahí realmente sentí que había finalizado este, otro desafío, son el motor de mi vida.

El frío era intenso, había viento, y las incertidumbres varias y el tema grietas, por mas supervisado que estuviera la zona, son posibles.

Los miedos, el frío en las extremidades, los dedos, casi no los podías mover. Las zapatillas muy duras, dado que eran de trekking me lastimaron y perdí 4 uñas, estas fueron algunas de las dificultades mas duras que superar. El ganador de la carrera, un atleta extraordinario, terminó algo así como tres horas ante que yo, volaba en el hielo, yo con mi equipamiento, con el diario en el pecho y con lo que puedo hacer, terminé la carrera orgulloso, con la bandera Argentina, fui el primer Argentino en correr 50 Km en la Antártida, el único Latinoamericano en participar y finalizar la prueba, y conseguir:1 Respirador Artificial y 1 Desfibrilador eléctrico aporte de Codere, 1 Electrocardiógrafo de OMINT, 2500 kg de Pan Oroweat/Bimbo, 250 Pares de anteojos Mormaii, 50 Pares de Zapatillas Puma, 7500 kg de Revestimiento Weber, 250 litros Gatorade, 2500 Barritas de cereales NatureCrops, 50 Kits Escolares Pole Position. Con todo esto, seguir difundiendo el mensaje del proyecto SA18: “Superarse es Ganar”, y mostrar que todos podemos, con sacrifico, trabajo, pasión y humildad, lograr nuestro objetivo por mas difícil o inalcanzable que parezca.

Gracias a todos, gracias por tanto apoyo y cariño, Sebas

ay una historia que siempre me intrigó, la escuché de chico y se me quedó pegada como un recuerdo, y como los recuerdos se me fue tergiversando, mutando, convirtiendo en otra cosa.

Hace poco encontré, por primera vez, una foto del viejo Prieto, y me di cuenta de que no era tan alto como yo lo recordaba, entre otras cosas.

La foto parece haber sido tomada en los mismos años en que yo lo conocí, y de hecho no parecía tan viejo como se mostraba en mis recuerdos. El chaleco sí era el mismo que se me había impregnado en la memoria, de lana de oveja, y al sombrero lo recordaba igual.

La barba…difícil de decir, es muy probable que cuando mi cabeza decidió guardar su imagen, él tuviese la barba más larga, pero no más blanca, eso lo habré inventado yo sin quererlo.

La historia que me contaba Prieto creo que es recuerdo fiel. Él aparecía cada tanto por casa, por la chacra, pedía permiso a papá y armaba una carpa precaria en el fondo del terreno, cerca del río. No se lo veía mucho cerca de las casas, sólo cuándo venía a ayudar con la leña o los caballos. Por lo general el Loco Prieto (así lo llamaba papá en la intimidad, y en su propia cara también) se quedaba unos días, dos o tres, en su carpa. Después venía a avisar que se iba para el cerro, se llevaba uno de los caballos de papá (el zaino era el preferido, se lo debe haber llevado tres veces) y salía para el lado de la cordillera.

El tiempo que tardaba en volver era una incógnita, que sólo se develaba con su llegada.

Me acuerdo (o a esta altura creo que me acuerdo) que nos quedábamos con mi hermana como

montando guardia en las alamedas para ver si lo escuchábamos o veíamos algo del polvo que levantaba el caballo. Era como un premio para nosotros ser el primero en tener noticias de su regreso.

A la vuelta venía roñoso, cansado y sonriente. Rehusaba el baño que le ofrecía mamá (nunca se aseó en casa) y se iba a mojar al río. A la noche, sí, compartía con nosotros la única cena de su visita. Después, cuando creían que nos íbamos a dormir, lo espiaba y lo veía con papá tomando café y grapa, y dibujando cosas en un mapa.

En algunas de sus visitas el Loco Prieto me contó la historia, su historia. De a dónde iba y qué buscaba. Era yo muy chico para entender y más para retener nombres de lugares que ni conocí, pero me quedó eso de que algo había ahí, dónde el viejo iba, y que él quería encontrar.

Empezó entonces como un juego, un juego para él más que nada, en el que cada vez que regresaba armaba un fogón, y nos juntaba a los dos (a mí y a mi hermana) y nos contaba por dónde había andado. Nos daba detalles de los árboles, del camino, de los ríos que encontró y que nadie más había visto, de los animales con los que se había cruzado y con los que (creo yo, inventaba) se había trenzado en dura pelea. Su relato terminaba siempre igual, “y cuando me cansé, me volví” se reía y nos mandaba a la cama.

Una de las últimas veces que vino nos trajo de recuerdo unos guijarros, él dijo que los había tomado en lo alto de un monte que desde casa ni se ve, yo le decía a mi hermana que los había sacado del río, y ella me peleaba que no. Nunca

supe.

La noche de los guijarros debe haber sido (ya no le sé con seguridad) la última en que nos contó una historia, porque un año (el siguiente a ese, calculo) el viejo no volvió. Papá esperó un tiempo, nosotros creímos escucharlo tres o cuatro veces, y antes de que lleguen las tormentas papá salió a buscarlo, y volvió sin noticias.

No se dijo mucho en casa. Buscamos sus cosas, y las llevamos al pueblo, no sé que hicieron ahí con ellas. Papá aprovechó y se trajo otro caballo, que después fue mío.

Así y todo, cosa de chicos, cada tanto nos quedábamos con mi hermana mirando a ver si ese viejo de barba larga y chaleco de lana se aparecía, hasta que nos olvidamos de esperar.

Hace poco encontré la foto, no voy a decir que lo reconocí al instante, me di cuenta de que era él porque estaba fechada y con nombre. Yo lo recordaba más alto, más barbudo y no tan flaco, pero se ve que son cosas que la mente inventa, el chaleco de lana y el sombrero los recordaba igual.

Me intrigó nuevamente la historia del viejo, qué hacía ahí, en esa chacra perdida en el medio de la nada que tenía papá, y que después cambió (le cambiaron, a decir verdad) por los terrenos del pueblo, y qué iba a hacer cuando pasaba esos días perdido en el monte. La Marta (mi hermana) dice que leyó alguna vez que estaba trabajando en comisión para el Perito Moreno, yo no sé, para mí había algo ahí que él buscaba, y cuando lo encontró ya no quiso regresar, o por ahí nunca se cansó de andar, y por eso no volvió.

De hecho, seguramente no es la verdad, pero

ómo fue el tema de las congelacines?

Fernando me muestra sus dedos llenos de ampollas. - No es nada. Fue al principio de estar aquí - . De los pies se le cayeron las uñas a los pocos días. También por un proceso de congelaciones que pronto fue controlado. ¿Qué te sientes aquí, Fernando?

Muy adormilado y apático durante casi todo el día. Por la mañana me tomo la tensión - Me enseña el aparato - También hago alguna anotación en el diario. Escucho la radio con frecuencia y duermo mucho Garrido me pregunta por la gente de la montaña, y yo me extiendo exageradamente en las respuestas. Estoy hablando mucho más que él mientras grabo un "cassette" que Fernando me regalo, y esto no es de buen entrevistador sino todo lo contrario. Era yo quien tenía que saber preguntarle a él para que él contase mucho.

Hablar tanto y con tanta pasión fatiga en esta altura, y noto muy cansado a mi corazón, que ya no es del todo el que fue.

Toma estas pastillas, César. Son para el dolor de cabeza, y estas otras, para dormir. Y yo, que nunca tomo ningún tipo de medicamentos, en esta alta ocasión, no lo pienso. No sé decir que no y me las tomo sin pensar en las consecuencias.

Tras el café con leche, Fernando me ofrece hacer una especie de leche en polvo con unas vitaminas del Canadá.

Esto es todo lo que se come a estas alturas.

Eso y las almendras que yo he subido y que le parecen exquisitas. Me las dieron mis hijas pequeñas para que me alimentase, y para mí tienen un componente especial en estas cotas en que los hombres se aprietan a sus afectos con enorme intensidad. ¿Piensas hacer algo luego de esta supervivencia?

Me gustaría escribir un libro sobre estos días. . Eso hizo el francés Nicolás Jaeger, que escribió "Cuadernos de Soledad", en los que incluía sus estudios sobre sí mismo. Jaeger, muerto en el Himalaya, estuvo 59 días en el Huascarán, en el collado entre ambos picos, a unos 6.300 metros de altura. Sobre su experiencia, al parecer, el francés hizo su tesis doctoral en Medicina.

Ciertamente, se sabe muy poco sobre el comportamiento del organismo a esas alturas. Y no digamos del cerebro. He ido tratando de reconstruir, en estos relatos, retazos de impresiones rescatadas a través de mi diario luego no te acuerdas,de mi apresurada ascensión al Aconcagua, pero no es lo mismo que permanecer tanto tiempo en las alturas.

Si Fernando ha tomado, de verdad, anotaciones y se ha observado, tratando de penetrar en sí mismo, puede resultar sumamente interesante, aún desde un punto de vista científico, su experiencia.

Fernando. Debes escribir más en tu diario, hacerte fotos, le digo cuando me confiesa su lógica apatía y sus constantes deseos de dormir.

Le animo en lo que puedo, diciéndole que su experiencia es grandiosa, y que la gente está pendiente de él.

Última foto en la cumbre con la nariz congelada

¿Cuáles han sido los peores momentos?

Unos días de tormenta y viento. Tenía que agarrarme con todas mis fuerzas a la tienda para no quedarme sin ella. Sin tienda, César, estaría perdido. No soy nada, no soy nada. Y los rayos son algo que no se puede explicar. Una constante claridad, como si el sol hubiera salido en mitad de la noche. Es espantoso.

Pero, después de la tempestad, viene la calma.

Ojala. Y que, en los días que aún me quedan, no tenga viento ni rayos.

Poco a poco, las pastillas contra el insomnio mal frecuente en las grandes alturas - empiezan a surtir efecto, y la conversación se va haciendo más lenta. Fernando está lleno de proyectos. ¿Cuál fue la peor temperatura?

He llegado a tener 35 grados bajo cero, me dice. Yo, en cualquier caso, he descuidado

Del libro 7000 Metros Diario de Supervivencia (2 meses en la cumbre del Aconcagua) Editorial Martínez Roca 1986 - por Fernando Garrido -

taparme la espalda y la tengo como el hielo. Estoy completamente vestido, incluyendo las botas dobles, que no me he quitado, y metido en un grueso saco que Fernando me ha dejado.

De pronto, se acuerda de que es día de conexión con José María García.

La noche a 7.000 metros. pasó sin darnos cuenta. Fernando sé toma la tensión, y yo le hago algunas fotos. No sale siquiera del saco. Le deseo toda la suerte que merece.

Días después, Fernando batiría la marca del francés Jaeguer permaneciendo más de 61 días sobre una cota de alrededor de 6.900 metros.

Todavía tuvo que soportar una enorme tormenta con rayos y perdió la conexión radiofónica. El extraño "record" tubo una finalidad: Fernando escribió sus experiencias, y de sus anotaciones la Humanidad sabrá algo más de cómo el hombre puede pervivir en las alturas de la Tierra

a temporada 7 de las XK Race, arranca en un nuevo destino en San Luis, con base en la paradisíaca localidad serrana de Merlo, al pie de la Sierra de Comechingones de más de 2000msnm Los días 29 y 30 de abril y 1 de mayo, fin de semana puente se desarrollará la carrera que constará de unos 250km de mountain bike, trekking, cuerdas, pruebas especiales en las categorias elite y desafio, y 120 km en la categoria promocional.

Habrá charter especial. Bs As, Merlo, Bs As más info en www.xkrace.com.ar contacto info@xkrace.com.ar Conquista Tu Cumbre en la Cordillera de Los Andes tendrá su sede en Alumine los días 14, 15 y 16 de marzo, 100km de puro trekking.

Habrá charter especial Bs As, Alumine, Bs As www.conquistatucumbre.com.ar info@conquistatucumbre.com.ar

e presentó este libro el 20 de diciembre, Adrián J. Sánchez, nos transmite su experiencia personal de escalar el Cho Oyu, la sexta montaña más alta del mundo, plasmada a través de su diario de viaje por la India, Nepal y Tíbet. En el mismo, se lo podrá acompañar en los descubrimientos, dificultades y alegrías que vive en lugares tan distintos a los que estamos habituados. Pero no es sólo una narración cronológica; comparte sus emociones y pensamientos nacidos en tales inhabituales ambientes.

Asimismo, acompañando en el relato al protagonista, se puede percibir la diferente concepción del montañismo como lo practicamos en los Andes, del que se realiza mayoritariamente hoy en el Himalaya, donde empresas brindan cómodos servicios a sus clientes y muchos de éstos incluso contratan un asistente personal para que los acompañe en la subida. Todo esto durante una temporada con condiciones climáticas que no fueron las mejores para la actividad y que complicaron todas las montañas y las ilusiones de los soñadores que allí se presentaron.

lejandro Daniel Carranza quería volver a Monte Longdon. Pero no pensaba en reclamos ni soberanías. Quería darle a su regreso el tono de proeza: unir en kayak las Malvinas con Ushuaia, 800 kilómetros, desafiando al océano. El miércoles 25 de diciembre, a las 16:05, un buque de la Armada encontró su cuerpo flotando en el mar. Estaba a 200 metros de la costa de la isla donde se halla el faro del fin del mundo, la isla de los Estados.

Desde hacía dos años, Alejandro había planeado esta travesía con su compañero de aventuras: Juan Pablo Dacyszyn, que tuvo mejor suerte.

Logró llegar a la costa y resistió solo durante un día y medio, resguardado en una cueva de Bahía Rivas y con temperaturas que en apenas una hora pasaron de los 24 a los 5 grados.

Alejandro y Juan Pablo eran dos expertos, tenían equipos de primer nivel y habían logrado financiar el viaje con el apoyo de una decena de sponsors. Partieron de Ushuaia el 6 de diciembre. Desde hacía dos años venían planificando este viaje al que habían bautizado “Del fin del mundo a Malvinas”.Iban solos, sin apoyo, e imaginando poder sobrevivir a fuerza de cañas de pescar y comida enlatada. Fue a las 14:40 del miércoles cuando los rescatistas de la Armada recibieron el pedido de auxilio de Dacyszyn. Para entonces, ya había perdido a su compañero.

Desde esa hora, el Centro Coordinador de Búsqueda y Rescate intentó llegar a él. Lo logró recién el 28 de diciembre siete de la tarde. Pudo sobrevivir con los víveres y la radio que llevaba en el kayak.

Bicicletas

Trailers

ace tiempo comenzó la idea de recorrer las costas de Sudamérica en kayak, esta idea de a poco fue teniendo más fuerza, hoy podemos decir que es un sueño que se está realizando.

Nestor Rasiak y Gustavo Perrucci se embarcaron en el proyecto “Sudamérica en Kayak” que comenzó su primer etapa en enero, uniendo la ciudad de La Plata (Bs As Argentina) con la ciudad de porto Alegre (Brasil).

La Expedición “La Plata a Porto Alegre 2012” comenzó el 10 de enero con los 40 kilómetros del cruce abierto y sin escala del Río de la Plata, que separan el club regatas La Plata, punto de partida de la travesía con la ciudad de Colonia del Sacramento (R.O.U.), en este trayecto estuvieron acompañados a modo de apoyo por el velero “Navegante”. Después intentarán navegar la costa uruguaya hasta la ciudad fronteriza del Chuy, a partir de ahí empezarán a remar por aguas del

Brasil hasta la ciudad de Río Grande do Sul, donde se internarán en la laguna “dos patos” y por la costa oeste tratar de llegar a la ciudad de Porto Alegre, destino final de esta primera etapa.

Serán aproximadamente 1500 km. De río, laguna, mar y océano.

La planificación del trayecto prevé una duración de 40 días aproximadamente de los cuales tendrán en cuenta las jornadas por malas condiciones climáticas. La estimación está basada en la intención de remar unos 50 kilómetros por día.

La Expedición “La Plata Porto Alegre 2012 “puede ser seguida a través de Internet .Será posible navegar el Rio de la Plata, la costa uruguaya y brasilera desde la web. Toda la travesía podrá seguirse online a través del sistema Spot satelital, el cual marcara el “Día a Día” de la expedición, también subiremos todos los detalles y relatos de los protagonistas a medida que transcurra el desafío.

wwwlaplata-portoalegreenkayak.blogspot.com

a conjunción de carreras de carácter internacional “Eco San Juan”, “Campeonato Sudamericano de Freestyle Kayak”, “La Conquista de Tu Cumbre” y dos competencias de nivel nacional “Timex Expedition Bike” y “Desafío Ischigualasto”, conforman una propuesta difícil de superar, por los escenarios donde se desarrollarán, por la logística desplegada, por la cobertura de prensa y por el nivel superlativo de organización. El calendario 1er Desafío: 1° de Abril: Timex Expedition Bike 4ª Ed. de la expedición en duplas de MTB, con la realización de la feria previa en la Estación San Martín .Largada y llegada en Carpintería 106km y dos stop obligatorios: quebrada de los Helechos y Pedernal Organiza Eco Aventura -Logistica Deportiva 2° Desafío: Septiembre, Desafío Ischigualasto 6ª Ed. del Duatlón de Aventura, se desarrolla en el parque triásico, Trekking y MTB a la luz de la luna. Organiza Kuntur Aventura 3er Desafío: Eco San Juan Race-Jachal 2ª Ed. de la carrera de aventura multidisciplina de carácter internacional, tendrá en la ciudad de Jachal. En Octubre: MTB, Trekking, Kayak, Rafting, orientación y cuerdas en la geografía a descubrir de los puestos jachalleros. Organiza XK Race-The South American Eco Challenge y Eco Aventura -Logistica Deportiva 4° Desafío: La Conquista de Tu Cumbre 5ª Ed. de la carrera de autosuficiencia, de carácter internacional Octubre ó Diciembre la fecha de realización, 110km de trekking full orientación, departamento Iglesia, Organiza XK Race-The South American Eco Challenge 5° Desafío: Campeonato Sudamericano de Freestyle Kayak 2ª Ed. en Argentina, en la ola artificial aguas abajo del embalse del dique de Ullum, competencia internacional que cuenta con la participación de los principales referentes de la actividad a nivel sudamericano. El mes de Diciembre es la cita, en el departamento Rivadavia. Organiza Kayak Club San Juan

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Pantalón confeccionado en tela gabardina, prelavado, con cinturón en cintura. Posee dos bolsillos en el frente, uno lateral con cierre y dos traseros con cierre. Tiene ajuste con cordón elástico y tancas en botamanga.

Usos ideales: trekking y escalada Talles: S al XXL Color:

Pantalón confeccionado en tela supplex de secado rápido, con protección UV. Posee dos bolsillos en el frente con cierre.

También posee cierres en la botamanga para facilitar el acceso al calzado.

Usos ideales: trekking y escalada Talles: XS al XL Color:

Piedra Oscuro Gris Noche

Respirable

Piedra Negro

Protección al viento

Protección UV

Confeccionada en Cordex 1000D Duratex® /PU, Diamond Ripstop, refuerzos en cuero sintético, cierres impermeables, cinchas de compresión lateral, escalera frontal portamosquetones, cinchas ajustables en pecho y riñonera, herrajes Nifco, cubremochila termosellado, compatible con sistema de hidratación (no incluído), cinchas porta-equipo, medidas: 70cm altura x 32cm ancho x 20cm profundidad

Campera Preston

Mochila Impala Confeccionada en Poliéster con recubrimiento PU. Acceso frontal, desmontable regulable, altura regulable de hombros bolsillos, cierres impermeables, cinchas de ajuste frontal porta tabla, regulación lumbar y pectoral, cinchas de compresión, porta equipo, cubre mochila, espaldar anatómico, flejes de aluminio, herrajes Nifco, hombreras anatómicas, organizador interno, porta (bastones, bolsa de hidratación, casco) y silbato de emergencia.

Tela exterior: 190T polyester resistente al agua, Tela interior: 190T poliéster, Relleno: capa de aislación de Hollow Fiber 300g/m2, fibra hueca siliconada de polyester , Bolsa de transporte compacta, Rango térmico aproximado: 12ºC / 0ºC.

Secado Rapido

Para publicar en clasificados, enviar los datos a info@andaresaventura.com.ar detallando: producto, precio y datos personales. Los clasificados son gratuitos y serán publicados en 3 números seguidos Solo pedimos que nos informen si han sido vendidos.

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