REVISTA ANDAR EXTREMO N° 39

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Director / Propietario

Participaron de esta edición

Fotografías

Marcos Ferrer

Cintia Percivatti Jimena Sánchez Javier Rasetti Federico Sordo Juan Maggi Lisandro Millán Leonell Scilingo

Noel Martínez de A. Andrés Calla Club de Corredores Federico Sordo Juanjo Cobo Antonia Maraviglia

Corrección María Soledad Navarro

Agradecimientos Club de Corredores Tandil Btt Goal Zero Luxor

Foto de Tapa Juanjo Cobo

Jorge Iza María Laura Giuliani Marisol López Diego Cavassa María Soledad Navarro Marina Beltramone Antonia Maraviglia

Jorge Iza Marcos Ferrer Diego Cavassa Javier Rasetti Tandil Btt

Pre Impresión Fotocromos Printerra Impresión Imprenta Printerra

Revista de Aventura, Deportes Extremos, Medio Ambiente y Turismo. Registro de la propiedad Intelectual. Dirección: 65 nº 287 (1 y 115), La Plata, Bs As, Argentina. Tel:0054 (0221) 4254577 E-mail: info@andaresaventura.com.ar face: andar extremo fan page: andar extremo info Queda prohibida la reproducción no autorizada total o parcial de los textos publicados, mapas, ilustraciones y gráficos incluidos en esta edición. La Dirección de esta publicación no se hace responsable de las opiniones en los artículos firmados, los mismos son responsabilidad de sus propios autores. Las consecuencias de practicar deportes extremos pueden ser muy peligrosas. Las notas publicadas en este medio no reemplazan la debida instrucción por parte de personas idóneas. El staff de Andar Extremo colabora ad-honorem, si deseás publicar un relato o nota comunicate a nuestro mail.


Cintia Percivatti escalando los largos de 7c+ y 8a


l viento sacudía las hamacas de pared, despertándonos con algún sobresalto. En la oscuridad de la noche, a 500m del suelo en nuestro campamento de altura, dos portaledges (hamacas de pared) se zarandeaban con sus cinco ocupantes adentro. Sin embargo cierta tranquilidad nos envolvía, estábamos en Brasil, lejos de los vendavales a los que estamos acostumbrados en El Chalten y confiábamos que en ningún caso podía ser peor que una tormenta patagónica, o sí? La historia de este “viaje de Cristal” nació con la idea que teníamos con mi pareja, Horacio Gratton, de abrir un big wall en algún lugar del mundo. Nos tentaba la opción de ir a Brasil, a la región de Minas Gerais y más precisamente al monolito


Todos los integrantes en el Porta Ledge (hamaca de pared)

de roca de casi 1000 metros de altura, llamada Pedra Riscada. Horacio ya conocía el lugar porque había conformado la expedición de apertura de la ruta “Place of happiness” en el 2009, junto a Stefan Glowacz, Holgher Heuber de Alemania y Ed Padilla de Brasil, vía que terminó siendo reconocida a nivel mundial por su calidad de escalada. Había varios puntos a favor, uno de ellos era que Horacio tenía contactos, lo cual ayudó muchísimo a la organización. Se sabía que la roca era de excelente calidad para la escalada, y ya estábamos en Brasil por motivos laborales, así que fijamos el objetivo y comenzamos con los preparativos. Para empezar sabíamos que abrir una vía de estas características es una tarea dura, y sería óptimo ser dos cordadas, para ir alternando entre lo que es apertura y los trabajos de pared: subir petates, agua víveres, material de escalada, etc… Enseguida se nos ocurrió que nuestra pareja amiga Majo Moisés y Nacho Elorza serían

perfectos compañeros para esta aventura, tienen mucha experiencia abriendo vías y en las técnicas de big wall y además, y muy importante, son grandes amigos. Sólo bastó mostrarles un par de fotos y olieron la aventura, el grupo estaba formado! Este tipo de aperturas en una zona relativamente alejada como ésta, conlleva numerosos problemas logísticos que fuimos resolviendo a lo largo de tres meses de preparación. Había un consenso general en hacer una buena documentación de esta escalada, y Noel Martínez de Aguirre era la persona a reclutar ya que desde hacía mucho se dedicaba a la fotografía y films de escalada de manera profesional. Nos gusta mucho su trabajo y tampoco costó mucho convencerlo! El trip comenzó con un inusual día frío. Pasamos a buscar a nuestros amigos por el aeropuerto de Sao Paulo, llenamos hasta el tope la Fiat dobló que alquilamos por un mes, y casi haciendo willie partimos hacia el norte. Como el camino era largo y por momentos nada sencillo, paramos dos veces en sectores de

La Pedra Riscada se encuentra a unos 20 km de Sao José do Divino, un pueblo al norte del estado de Minas Gerais. La mejor época para escalar es desde mayo a fines de agosto. El mejor campo base que se pueda imaginar es el Recanto Pedra Riscada de Edemilson Duarte. Esta zona de grandes morros y big walls se está consolidando como uno de los mejores lugares, al menos de Sudamérica, para el estilo deportiva en pared. Aunque queda mucho por abrir ya son varias las líneas abiertas, que bien vale la pena ir a repetir, vías como “The Place Of Happiness", “Onde O Vento Faz una Curva”, “O

escalada que nos quedaban de camino. De esta manera no sólo hacíamos más ameno el viaje, sino que también nos poníamos a tono para la escalada en la Pedra. Fue así como pasamos unos días entre Sao Bento do Sapucai (donde sembramos hermosas amistades con colegas escaladores que viven ahí) y Serra Do Cipo, sitio tremendamente explotado en escalada deportiva, un lugar fantástico. El pueblo que queda más cerca de la Pedra Riscada se llama Sao jose Do Divino, y nuestro contacto allí era Edemilson Duarte. Él es propietario de una estancia a pocos kilómetros de la Pedra donde tiene además una posada que funciona en los meses de verano como paraje turístico para la gente que busca bañarse en los pozones que forma el río que pasa a los pies de este hospedaje. Ya en viaje hacia el destino, Horacio tras incontables intentos, no había podido contactarse con Ed y tampoco recordaba cuál era su casa del pueblo. Íbamos a tirarnos a la pileta! como si supiéramos lo que estábamos haciendo. Llegamos de noche al pueblo y le preguntamos a

Planeta Dos Macacos” en el vecino morro Filiote, y por supuesto “Viaje de Cristal” son vías de alta exigencia en estilo big wall. Equipo: Para repetir “Viaje de Cristal” hacen falta: 19 cintas express, 1 set cams, .4-3, 1 set stoppers, 2 cuerdas 60m. En toda la vía no existen repisas donde vivaquear, así que a menos que se logre en el día o se instalen cuerdas fijas, recomiendo llevar portaledges (en el largo 10 existen emplazamientos para hamacas), de esta manera se hace más amena la escalada y da la oportunidad de probar los largos más duros.



la primera persona que se nos cruzó, si lo conocía a Edmilson Duarte. Para nuestro asombro, si lo conocía! Luego entendimos que Ed es la persona más famosa del pueblo. Músico (tiene grabados tres discos, uno junto al celebre Ze Ramallo), emprendedor rural y turístico, es sin duda la personalidad más importante de Sao José y a quien le debemos que los escaladores sean tan bienvenidos allí. Bastó con preguntarle a esta persona, para que nos guiara en la dirección correcta, y digo “guiara” porque fue literal, nos dijo:"esperen acá" y al ratito apareció en un auto y nos hizo señas de que lo siguiéramos. Creo que en Sao José do Divino encontré a la población más amable que haya visto. Ed nos recibió con los brazos abiertos y puso a nuestra disposición el “Recanto Pedra Riscada” una posada que queda convenientemente a unos 7 km del comienzo de nuestra vía! Durante el viaje, Horacio nos había estado preocupando por el estado de los caminos para acceder a la Pedra, nos contaba historias de machetazos y zanjas y todo tipo de peripecias que habían tenido que sufrir para llegar a la base de la pared. Pero ahora para nuestra sorpresa y agrado general, los caminos de auto estaban impecables y no sólo eso, estaban señalizados para los escaladores! La vía “ Place of Happiness” abierta seis años atrás se convirtió en un exigente clásico brasilero y además atrajo la atención de escaladores de todo el mundo, quienes a su vez fueron abriendo otras vías. Es por eso que Ed se encargó de que los sucesivos intendentes vieran la importancia turística que representa la Pedra y han puesto manos a la obra, dispuestos a ayudar a desarrollar la escalada en la zona. No creo que haya muchos sitios en el mundo donde el escalador se sienta tan bienvenido! Una vez acomodados en nuestro campo base de lujo nos fuimos a ver la pared y estudiar la línea. Intentaba concentrarme en



la vía a escalar, pero era difícil con las cientos de picaduras de garrapatas que había traído desde cipo. Visualmente la línea era perfecta, casi una recta desde la base a la cumbre, pero por supuesto no sabíamos si era factible. Por suerte al final siguió el recorrido planeado en ese día de estudio. Decidimos entrar por los primeros largos fáciles de la Place y luego continuar recto. En el primer día de escalada nos enfrentamos al mayor peligro: abejas! Desde el bosque salieron miles

de ellas en una nube densa y ruidosa. Pasaron a escasos metros de nosotros, pero por suerte pasamos desapercibidos. Hacía poco una cordada brasileña había sufrido el ataque de abejas, uno de los escaladores murió y el otro se salvo por poco. De ahí en adelante decidimos salir armados con buenas dosis de dexametasona inyectable, por las dudas. Al día siguiente, más o menos a la

misma hora de la mañana, me encontré jumareando en punta, mis compañeros venían más abajo. De repente empecé a escuchar un zumbido aterrador, segundos más tarde la nube densa se dirigía hacia mí. Había que mantener la calma! Intentando moverme lo menos posible, saqué los jumars, puse la placa y descendí unos metros intentando poner distancia y a la vez siendo lo más sigiloso posible. Segundos de tensión, la nube que pasaba se quedó estática a metros mío como dudando si ir por mi o seguir camino. Decidieron continuar y en pocos segundos las perdí de vista. Suspiré aliviada. Por suerte las vimos en dos oportunidades y luego ya no volvieron a aparecer. El primer día logramos ya instalar el primer relevo de nuestra vía, luego de cinco largos por la “Place” nuestra ruta continuaba recta. Luego vendrían días de intenso trabajo que consistía en jumarear, abrir, escalar, izar petates, fijar cuerdas. Para esto arrancábamos bien temprano en la madrugada y volvíamos a la base ya de noche. La escalada no paraba de sorprendernos por la calidad. Luego de unos días de apertura en que fijábamos cuerdas y retornábamos a la base, decidimos que era hora de instalarnos en la pared. A 500m, acomodamos dos portaledges y desde allí continuamos la apertura. Ahora se repetía la rutina pero desde más arriba!, habíamos comenzado a liberar los largos mas duros de la vía. La primera noche en las hamacas nos avisó cómo serían las cosas de acá en más. Al caer el



Todos en la cumbre

sol comenzaban fuertes vientos que amenazaban la integridad del campamento, pero de a poco aprendimos a relajarnos, ya que siempre paraba hacia el amanecer. También tuvimos noches de lluvia que se prolongaron hasta media mañana, lo cual retrasaba la apertura pero al mismo tiempo nos daba una oportunidad para dormir un ratito más! ya que luego de varios días seguidos en la pared, el cansancio empezaba a pasar factura y los madrugones costaban cada vez más. La motivación estaba bien arriba, ya que la vía siempre iba a mejor! Dos días de trabajo nos llevó superar el desplome amarillo, que quedó con largos de 7c+ y 8a de alta calidad. El primer largo del desplome me tocó abrir a mí. Se trataba primero de un dique o pequeño canal, que parecía haber sido socavado por el agua, haciendo tomas o agarres

en los bordes del mismo. Por momentos era como estar en España en los clásicos sectores de chorreras y desplomes con canto. Luego, el dique se terminaba y seguía para arriba una placa con ínfimas tomas y pequeños cristales de granito que apenas se dejaban agarrar, lo cual la apertura se hizo más interesante. Tuve que aplicar técnicas de progresión artificial, ya que escalar con el taladro en la espalda semejante larguito se complicaba un poco. Fueron 5 horas de ardua tarea y un poco de adrenalina, pero nada que impidiera nuestro paso. El largo siguiente le tocó a Horacio. Era el segundo largo de los dos desplomados, que terminó con un grado de dificultad similar al anterior. El fin del desplome nos depositó en una gran columna vertical de 200m que resultó más fácil

técnicamente pero de gran ambiente y roca óptima. Un largo después de terminar esta columna alcanzamos los últimos largos fáciles de la “Place” donde volvían a juntarse las rutas. Horacio que ya conocía estos últimos largos, me fue indicando por donde iba la línea de escalada, ya que al ponerse mas fácil técnicamente, también comenzaban a escasear los seguros cada vez más. Salí de la reunión y las chapas brillaban por su ausencia. :-“Dale recto, superá ese resalte y seguro hay una chapa ahí!, me gritó Horacio, intentando tranquilizarme ya que iba más de medio largo sin poder asegurar. Veinte metros más arriba me encontré haciendo unos pasos delicados con el relevo de abajo como única protección En eso a lo lejos vi dos puntos brillantes, era la reunión! todavía a unos quince metros a la derecha de donde me encontraba! Después de una travesía fácil pero delicada, llegué al relevo luego de sesenta metros sin seguro! Otro larguito más y la ansiada cumbre estaba bajo nuestros pies. Uno a uno fuimos llegando hasta estar los cinco festejando, y admirando la vista desde este mágico lugar. A la bajada nos encontramos con amigos de Brasilia que estaban terminando de repetir la “Place”, los felicitamos y continuamos con nuestro trabajo de limpiar la vía. Unos días mas tarde, luego de haber limpiado la pared, de bajar el campamento, todo el equipo, nos despedimos de Edemilson, de la Pedra y de la vía que habíamos dejado lista para que otros escaladores la transitaran, nos despedimos de los amigos de Sao José y de este lugar increíble que en adelante permanecerá en el recuerdo de una mágica aventura, un viaje lleno de aprendizaje, de adrenalina, de compañerismo, de emociones…un viaje de Cristal.



El Vasco Jorge Iza naufragó en solitario en el Atlántico y fue rescatado por un carguero hace un mes. Aquí la nota de un soñador que asegura que el fracaso es no intentar las cosas en la vida.

ui a cumplir un sueño que tenía dentro de mí hacía mucho tiempo, y que por las situaciones de la vida por responsabilidades o trabajo lo fui postergando. Desde el año 84 lo tenía en la cabeza, pero con firmeza empecé a esculpir ese sueño hace unos 20 años atrás. Cuando me jubilé encaré el viaje.

Tuve 2: primero tuve un Spray 26, lento y pesado, y hace tres años pensando en este viaje

compré un Orión de 34 pies (10,3 metros), un barco pesado y fuerte, pero hasta ese momento pensaba que era el ideal para hacer una vuelta al mundo. Uno de fibra que navegaba bien. Entonces empecé a acondicionar este barco.

La vida me llevó en el 74 a embarcarme en un barco griego como aprendiz de oficial. Salimos de Génova a Estados Unidos. Allí conocí el agua, y cuando estuvimos en Miami, conocí los veleros. Me volví loco, es un mundo. Al pasar el tiempo, un

amigo me invitó a hacer un curso de timonel y allí me metí de lleno. Vos tenés el sueño pero yo sostengo que podés mentirle a cualquiera pero no podes mentirte a vos mismo, tenés que demostrarte que podés hacerlo. Mi primer susto en la náutica fue cuando tenía el Spray y encaré en solitario Montevideo, cuando salí del canal y apagué el motor, fueron 10 minutos trágicos pero si no superaba eso tenía que volver y vender el barco.

Sí, era un límite que tenía que pasar. Si no podía vencer eso, todo el sueño que tenía no podía ser. Después de esos 10 minutos me sentía el rey del agua. Hice Mar del Plata pero con tripulación, con el barco que acabo de perder. Fui a Brasil con una de mis hijas, a Angra dos Rey. Nada que ver la navegación en solitario porque en algún momento al barco lo dejás solo. Sí o sí tenés que dormir, y ajustás las velas para navegar despacio y va solito, pero tenés que estar continuamente pendiente, atento a todo, hasta cuando dormís. En ese viaje a Brasil capeamos una tormenta importante, con olas de 6 metros, duró por lo menos 12 horas y el barco se comportó bien, lo superamos. Ahí me convencí de viajar, me sentí que ya estaba listo. Me jubilé y me preparé para el sueño de mi vida.

Quería hacer el viaje que hizo Vito Dumas por lo “40 Bramadores” sin escalas, que es de acá hasta Nueva Zelanda vas por el paralelo 40, de ahí bajás al Cabo de Hornos y por el paralelo 57. El paralelo 40 pasa en Argentina por Bahía Blanca. Yo pensaba no parar, llevaba agua y comida para 10 meses.



En TN en el programa “David y Goliat”

Con su esposa al ser rescatado

Comida en latas de todo: atún, sardinas, jurel etc... Arroz y fideos. Mucha fruta seca: 30 kg de pasa de uvas, 10 kilos de higo, 5 kg de ciruela. También aceitunas. Llevaba una olla a presión para economizar el gas y preparar de a tres comidas. Si racionaba podía pasar un año y medio con lo que tenía

Quería salir en agosto pero no llegué a tiempo porque quería llegar en verano a Cabo de Hornos. Salí el 12 de septiembre de 2015. El barco lo compré en Noviembre del 2014 y le hice timón nuevo, lo reforcé al doble con tres bujes

porque había dos cosas que no me podían pasar: desarbolar el palo mayor que se caiga el palo), o romper el timón. Pinté todo el barco y lo modifiqué todo en el interior. Me hice un corralito para cuando rolaba el barco no me caiga. Otro problema que intuía, era que la cubierta cuando se empezara a mover haría agua, entonces tenía que poner todo en bolsas. Después de la primera tormenta entraba agua por todos lados y tenía que sacar por día, con tormenta, más de 10 baldes y esponjas pero eso me mantenía activo. Esto era parte de lo que me podía pasar y no me iba a modificar el viaje. Hice revisar la Jarcia Firme que se cambia cada 10 años o 40000 millas y tenía 8 años, así que cambie el stay de proa, un cable fundamental que enrolla una vela. Entonces estaba tranquilo ya tenía los problemas resueltos.

Fue en el club Regatas de La Plata, muy emotiva. Es una sensación rara en la gente: ves caras que parece que es la última vez en la vida que te van a ver y hay gente que te anima y te da mucha energía. Cuando salí al principio bien, y enseguida me quedé sin viento en el río. Entonces tuve que fondear y llegando a Punta del Este, otra me quedé sin viento pero esta vez no pude fondear porque había mucha profundidad. Puse el barco a la capa (atás el timón a una banda y acuartelás la vela de proa) y ahí si hay viento quedás a 2 nudos de velocidad o si no, quedas planchando y te lleva el viento para donde quiere.Yo seguí durmiendo tranquilo.

A los nueve días de navegar, me levanté y estaba cortada la burda que es un cable de acero inoxidable que en la punta tiene un aparejo donde vos ajustás el cabo sintético. Se había cortado el cable de acero. Imaginé que cuando cambiaron la jarcia dejaron la burda. Lo reemplacé por una escota, un cabo sintético que estira solamente un 1% y funcionó, tuve que subir al palo que mide 12 metros. Yo subí casi 9. A los dos días se corta el de la otra banda. El problema es que tuve que subir de nuevo. En navegación eso mueve mucho y se te acelera el corazón. Estaba a unas 500 millas de acá. Tuve mucha mala suerte: quería ir para el este y el viento venía del este, me iba para el norte, para el sur… avanzaba poco. Al mes de estar navegando, iba con 20 nudos, con una vela chica (trinquetilla) y al irme a dormir sentí que el barco navegaba mal, salí y vi la vela bañándose en el mar. Se había cortado el arraigo donde está el stay que tienen un cáncamo (una argolla de metal) que se había desoldado y estaba abierta.


Los Bomberos que lo rescataron

Tracking

Se había cortado la driza que es el cabo sintético que levanta la vela. La recogí y me dije “la jarcia está mala, me vuelvo, reparo todo en Argentina y el año que viene lo intento de nuevo”. Esa era la idea pero parecía que alguien estaba jugando conmigo. Viré 180° y el viento también. Avanzaba poco y por ahí se me corta un obenque bajo y se rompe la banda. Lo reparo como puedo pero se quejaba la madera. Puse el barco a barlovento para que no sufra el palo y trabajé de la otra banda y volvía de 4 nudos. Estaba a 1300 millas de Montevideo, que era el punto más cercano. No me quedaba otra, no me importaba si tardaba 3 o 5 meses. Me agarraron dos o tres tormentas que avanzaban 80 millas y retrocedía 60. Y en un momento se rompió el otro obenque bajo de la otra banda y allí dije “esto llega a su fin”.

Por suerte tenía un aparato que se llama Tracking por un sistema que se llama Iridium manda dos mensajes mínimos por día, entonces una vez que llega la señal a tierra, mi hija y mi sobrina veían mi navegación y me preguntan qué estaba pasando. Con el apuro del viaje este aparato había llegado muy sobre la marcha y no pude saber cómo podía escribir mensajes, sólo enviaba los que estaban seteados. En clave le empecé a comunicar que me volvía.

Fue una tormenta como de tres días, en ese lapso las olas golpearon el barco y lo hacían girar 90 grados pero estaba tranquilo. El primer día de tormenta el palo aguantó pero sentía desde adentro como se cortaban los tornillos. Encima la corriente me llevaba para el lado de África. Si se caía el palo perdía el barco porque no se puede remolcar. Y después de cayó. Me subí con una cadena y en la primera cruceta le puse una gruesísima, pero no aguantó. Había olas de 7 metros y vientos de 40 nudos. A las 10 de la mañana del segundo día de tormenta empezó a crujir, sentía como cuando talan un árbol y sabía que se venía abajo. Tenía que ser rápido y cortar todos los cabos porque cuando se cae si no lo separás rápido del casco se puede agujerear y es peor. Se hunde el barco. Apreté enseguida el botón rojo del tracking y pedí ayuda. Estaba a la deriva y solamente tenía combustible para 300 millas y estaba a 1300 de Montevideo. Lo guardé igual como reserva por si pasaba algún mercante. Si bien estaba en el paralelo 40, sabía que en el paralelo 35 pasaban los mercantes. El servicio internacional de rescate me informó que venía un petrolero de 250 metros de Punta Arenas al Congo que pasaba cerca de donde estaba. Llamó al capitán y como código moral accedió al rescate y me avisaron que el buque “Dubai Glamour” iba a pasar al otro día al mediodía. Lo vi venir al día

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siguiente como por una autopista, porque el tracking mío estaba programado para enviar cada 10 minutos la posición y ya sabían dónde estaba. A los 10 minutos me vieron y me hicieron sonar la sonar la sirena comenzando el rescate.

Ya había hecho el duelo anticipado con el correr de las tormentas, ya sabía cuál era el fin. Se me iba la ropa técnica, las herramientas… se perdía todo. Preparé un bolso marinero pensando que venía un barco de la Armada

Argentina pero cuando lo vi venir a mercante que al principio pasó mil metros de largo y siguió, dio la vuelta y volvió, mi hija me mandó un mensaje y me indicó que me suba a ése porque no había opción b. Allí achiqué todo, sólo puse el documento, el pasaporte, la tablet, el tracking y unos dólares que tenía. Me puse el traje de agua, me até el bolsito y me dispuse a subir los 15 metros que tenía el buque. Con olas de 7 metros en una escala de gato no se puede llevar mucho. El barco no se podía acercar porque me aplastaba, como yo tenía combustible me dirigí hacia el barco. Ellos no tenían nada preparado, sólo esperar a que pase la tormenta para

rescatarme. Detener esa mole un día es una fortuna. Así que dije: yo voy hacia el barco. Me tiraron un cabo finito con una bocha y con eso no podía. Di tres vueltas al barco, vi una escalera. Allí me acerqué a un metro, salté y dejé el barco a la deriva. Y desde la escala, miraba y se veía que le di un golpe de timón porque el barco da un giro y lo chocó al buque. Se levantó cayó y no lo vi más. Creo que se hundió porque al caer el palo rompió el techo de la cabina y tenía un agujero. Si no se hundió con el golpe, seguro tarde o tempranos e iba a hundir.



Ni bien subí me abrazaron, eran oficiales hindúes y marinos filipinos. Un trato espectacular. De allí navegó el buque al Congo y no me dejaron bajar porque no tenía visa. Dentro del barco el capitán decía que era un héroe. Los filipinos que hablaban castellano me cocinaban, me invitaban a fiestas… Realmente increíble. Me llevaron a Trinidad y Tobago, estuve un mes embarcado compartiendo momentos. Incluso el capitán mandó a la Armada Argentina una carta por mi actitud en el viaje. Cuando bajé el capitán me acompañó hasta la explanada. Muy emocionante! Y allí tomé el avión al otro día.

Me quedó que esto puede ser el principio de algo. Antes creía que podía hacer ese viaje, ahora sé que puedo, porque en las situaciones más adversas, la moral no se cayó, en ningún

momento me arrepentí de estar ahí. Me viene la imagen de todo lo que perdí, lo más triste es perder el barco y las herramientas. Pero una vez viendo una película, una mujer grande le decía a un chico “el único fracaso es no haberlo intentado”, y me quedó esa frase. No logré lo quería, pero no fracasé….lo intenté.


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osotros elegimos ciertos lugares o son los lugares los que nos eligen a nosotros? De algo sí estamos seguros: detrás de los mapas se orquesta la magia que orienta nuestros pasos hacia determinadas coordenadas. Porque a veces los destinos te atraviesan, te llegan hasta los pies y las uñas, te invaden. Y Córdoba tiene ese “no sé qué” que nos dice que sí, que hay algo. En lugar de ir por los caminos típicos (La Falda, Cosquín o Villa Carlos Paz) elegimos pedalear por rutas solitarias que cruzan montañas. Estudiamos el camino, evaluamos cuáles son los más transitados, para evitarlos, y nos preguntamos qué es lo que más disfrutamos. La respuesta es obvia: adentrarnos en lo desconocido aunque sea más difícil por la sencilla razón de que los caminos más vírgenes suelen ser los más espectaculares.


La Ruta 28 nos desafía desde el momento cero: los primeros 25 km de tierra y subida progresiva nos comen las piernas. Las curvas y contra curvas nos invitan a pedalear en el cambio más liviano, pero de a poco y con cada metro de altura que vamos ganando, el paisaje se convierte en una maqueta surreal. Es un duelo para pulmones y cabeza. El velocímetro marca 7 km/h y avanzamos al mismo ritmo de las nubes. Si no fuese por las elevaciones de los cerros podríamos cerrar los ojos e imaginarnos en la mismísima Patagonia. El viento helado que nos despeina, sentir cada pendiente, llegar a un mirador y tomarnos el tiempo para anotar en nuestro cuaderno de viaje:

“desde acá arriba se pueden ver todos los caminos recorridos. Escuchamos un silencio íntimo, penetrante. Observamos los volcanes que están en frente y los cerros con sus infinitas formas. Queremos que nos crezcan alas para volar. Queremos sentir el pulso de la tierra en el cielo”.

Cuando pensábamos que ya habíamos visto todo, aparecieron ellos: Los Gigantes, un cordón montañoso que tiene algunas de las cimas más altas de las Sierras Grandes. Humean nubes en sus picos, nubes que se mueven de un lado a otro como olas en el mar. El viento hiela y urge encontrar un lugar donde acampar. Nos subimos a unas rocas y

vemos un río que cruza un valle rodeado de árboles verdes que contrastan con la vegetación árida del lugar. Ahí mismo, cerca del agua y sobre un colchón de arena, tendemos nuestra casa. La cena: unos tallarines sin más condimentos que una salsa de tomate, pero en este contexto y con un cielo de mil estrellas, se convierten en los más ricos del mundo.

Nos quedan 10 km para llegar a los 2 mil metros de altura. El camino se hace tedioso porque las rodillas ya están cansadas, pero pedaleamos con una sonrisa a pesar de que el viento sigue soplando sin piedad, sin parar... Sabemos que después de tanto esfuerzo se viene la recompensa: una bajada de tobogán



hasta llegar a Tanti donde sólo debemos acompañar el movimiento sobre los pedales y dejarnos llevar. Ssss ssss…lo único que se oye es el sonido de las cubiertas rozando el suelo de piedras y arena. Viajar en bicicleta es esto y más: sentirse solo en la inmensidad del todo cuando es nada. Andar por caminos perdidos, hacer cumbre, que el viento te sacuda los pensamientos y sentirte vacío. Verte diminuto. Sentirte vivo.

das. Intuyo que sí: nada es azaroso. A veces los destinos te atraviesan, te llegan hasta los pies y las uñas, te invaden. Y Córdoba tiene ese “no sé qué” que me dice que sí, que hay algo. Otra vez los pájaros, nuestras sombras en la ruta, la vieja estación de servicio, el olor a rocío de campo, la familia en bicicleta. Desde que salí de Buenos Aires que quiero llegar a Córdoba. No sé por qué a veces elegimos ciertos lugares o si en verdad son ellos los que nos eligen a nosotros. Desconozco si habrá algo orquestado detrás de los mapas para orientar nuestros pasos hacia determinadas coordena-

La laguna de Mar Chiquita no se ve desde el asfalto, pero está. El camino que la conecta con la civilización es la Ruta 3 que desemboca en Miramar de Ansenuza. Desde la calle principal alcanzamos a percibir una minúscula parte de lo que en verdad es un inmenso mar que sala ojos. Contiene en su forma la bravura del oleaje y la fuerza del agua: Miramar sufrió tres inundaciones siendo la segunda la más dura por llevarse 35 manzanas. Aún quedan bajo el agua escombros que se llegan a ver cuando la marea baja. Pero no todo está cubierto: hay misterios que permanecen vivos en el tiempo. En la punta de la bahía hay un hotel que parece sacado de un thriller hollywoodense: el Gran Hotel Viena. Lo que en el año 1934 era una pensión alemana, en 1945 se convirtió en un gran hotel de lujo levantado por una familia también alemana de apellido Pahlke. Invirtieron 25 millones de dólares en un alojamiento que sólo funcionó tres meses. Nadie entiende el cómo y los porqués, pero después de seis años de trabajo, empacaron sus cosas sin previo aviso y regresaron a Alemania. La historia dice que uno de los hijos de la familia sufría de soriasis y gracias a las propiedades curativas de la laguna, logró curarse. Por eso ellos levantaron este emporio para devolverle algo a Miramar. El lado B cuenta que en realidad fue una gran operación de blanqueo de dinero nazi y que quizás sirvió como refugio de criminales de guerra. También existe el mito de que allí estuvieron Perón y Hitler. La única certeza es que se trata de la construcción con



mayor actividad paranormal de toda Sudamérica. Hoy abrazamos al viento y nos hizo cosquillas en la nariz. Nos entregamos a su ráfaga invisible y sentimos su forma. También lo escuchamos: los puntos cardinales no tenían de dónde agarrarse para mantenerse en pie. Otra vez ella: Mar Chiquita. Un mar en frasco de laguna y no al revés. En su horizonte no se ven límites ni puntos ni árboles ni nada que enmarque el paisaje. Si oímos al viento es también por ella y sus olas de sal. Vuelan flamencos de oeste a este y en bandadas, los saludamos todas las mañanas. El muelle se convierte en nuestro hogarventana.

Pedaleamos al ritmo del vuelo de las aves. Hoy reposo, pero también movimiento a mil metros de altura. Nos metemos en el corazón de las sierras por caminos de arena y tierra. ¿Lindo? Dejo los adjetivos de lado: no hay necesidad de etiquetarlo todo. Este paisaje es lo que es y así es perfecto. Mis pestañas como el obturador de la cámara. Nuestros recuerdos como fotos: la misma vegetación y colores, y viento de la Patagonia. Hay paredones de piedras y el camino se convierte en huella: senderos que no se pueden predecir porque cada curva desorienta. En las bajadas ganamos velocidad, pero frenamos.

Hay que saber cuándo andar lento. La forma de las sierras: hongos, peces, alas de avión, rostros de nariz puntiaguda, cangrejos. Llegamos a las Cuevas de Ongamira, o bautizado por Neruda como “el lugar más triste del mundo”. Son grutas naturales que encierran la historia de los pueblos originarios de Córdoba: grandes paredones de piedras rojizas cuyo nombre deriva del cacique “Onga” quien falleció en combate contra los invasores europeos. Fue en estas cuevas donde se suicidaron los aborígenes para resistirse a los españoles.

Un pueblo de pulso lento, de escritores, músicos, poetas, artesanos y ecologistas. Un pueblo que vibra diferente. Camino por sus calles sin rumbo, porque perderse entre esquinas desconocidas es jugar. Entro a una librería y abro un libro al azar. En sus páginas: “la vida es un poema que se va improvisando”. El verdadero viaje es el del descubrimiento.



a pregunta que me hicieron fue: “¿Qué es una Max...?”. Antes de haberla corrido podría haber dicho que es una simple carrera de aventuras….luego de correrla, confirmo que es la máxima expresión de superación de un atleta que quiere conjugar un desafío de una o varias disciplinas con el mejor de los condimentos, que es la diversión. Una de las cosas que siempre me llamó la atención de las Max es que no sólo convoca corredores, sino que convoca familias enteras que van a pasar un día al aire libre y a alentar a sus seres queridos. Eso es algo a destacar, ya que los que hacemos deporte y competimos, necesitamos ese plus de aliento familiar sin el cual los desafíos, no serían lo mismo. Los

entornos de las dos Max (Arana y Magdalena), permiten esto. El domingo 15 de noviembre luego de una semana de lluvia absoluta, salió el sol. No alcanzó para secar el circuito, pero sí para atraer a los mosquitos y dejarnos tatuadas las remeras en la espalda. La ansiedad es mortal en la previa. Cuidar la hidratación por el calor, revisar la cantidad justa de geles para el recorrido, zapatillas con doble nudo para que no queden haciendo sopapa en el barro y, para los que hacemos dúa: dejar la bicicleta en un lugar estratégico del parque cerrado para no andar saltando otras al salir. Revisar el casco, los guantes, zapatillas con trabas…Parece que explota la cabeza en ese momento pero por suerte, siempre hay algún amigo que colabora con el listado. Unos corrían, otros elongaban, algunos rodaban en sus bicicletas, y estaban los que ni habían aumentado sus pulsaciones por la espera. Qué envidia sana! El predio del Regimiento, cedido para la carrera, se vio de pronto inmerso en medio de sonidos de la banda tocando canciones militares. Alucinante. Todos con las cámaras de fotos viendo cómo venían marchando al son de las notas. Esto logró distraernos y relajarnos por unos momentos hasta que escuchamos que estaban citándonos en el punto de partida. Llegaba el momento más esperado. Clásica cuenta regresiva al unísono de los competidores de la Max y largamos. Los más rápidos se posicionaron adelante en menos de un minuto, y el resto del pelotón nos fuimos distribuyendo en una larga fila, intentando cambiar el aire y no morir en el intento. El bullicio de la largada se transformó en un silencio que sólo se rompía por las risas y gritos de alguno que se caía en el barro. Teníamos por delante 12 km y no era una distancia como para derrochar energía con alguna conversación.



El camino se transformó rápidamente en un sendero irregular, con pisadas de vaca, charcos de barro, pastos altos……en fin, todo lo que describe a una carrera de aventura. Ya pasados los primeros kilómetros fuimos logrando un ritmo parejo y alguna palabra de aliento que dábamos o recibíamos de algún amigo de momento. El sol empezaba a apretar fuerte y la humedad de los pastizales se hacía sentir, pero había que seguir y así fue, hasta que nos topamos con el arroyo y un soldado banderillero nos indicó lo tan temido:- “por adentro!” Fuimos sumergiéndonos hasta que el agua nos llegó a la cintura. El suelo barroso e irregular me hizo caer de cara y comprobar en primera persona el gusto al barro. La mano salvadora de un amigo me sacó rápidamente del trance y me colocó nuevamente en rumbo de carrera. Rescato de la caída, que la mojadura me hizo revivir bastante y terminar la

parte de running sin inconvenientes. El resto del recorrido se volvió a transformar en un sendero que subía, bajaba, derecha, izquierda, saltos, tranqueras, “guarda que hay un pozo” se oía a cada tanto. Hasta una vaca nos hizo un piquete a mitad de camino, tal vez intentando cobrar algún peaje!!! Llegada al parque cerrado: cambiar las zapatillas, poner el casco y guantes, revisar las herramientas y sin tiempo de pensar mucho, comenzar a pedalear. El cambio de activación de los distintos músculos hace que ante los primeros giros de las palancas tiren zonas que no sabés ni que existen. No la tengo clara pero lo que sí es un hecho, es que la transición en los dúa, a mi entender, es la

parte más complicada. Igual pasado este trance, comienza la diversión nuevamente. Pastos, charcos, arroyo, un sinfín de alambrados y tranqueras para saltar, pero ya con algo de fresco en la cara. Es la ventaja de la bici sobre el running: algo más de velocidad. El tramo de bicicleta se hizo a campo traviesa y bordeando el arroyo, en donde veíamos a los más osados que se habían animado también a la navegación en

Caballeros 12 k 1° Ludueña Nicolás 0:49:12 2° Dirosa Alejandro 0:49:21 3° Lopez Andrés 0:51:43 Damas 12 k 1° Maldonado Patricia 0:57:06 2° Llontop Nadia 0:59:21 3° Occhi Candelaria 1:00:08 12 k con Carga 1° Marquez Lucas 1:00:34 2° Hector Vargas 1:06:42 3°Rodriguez Roberto 1:10:15 Caballeros 21 k 1° Ramallo Ezequiel 1:48:13 2° Rossi Cesar 1:55:37 3° Rueda Roberto Martín 1:56:00 Damas 21 k 1° Darino Vanina 2:11:11 2° Cabral Rosana 2:13:18 3° Villanueva Pilar 2:35:50 Dua Caballeros 1° Cristian Garnica 2:16:59 2° Rubén García 2:20:45 3° Degenhardt Gabriel 2:20:47 Dua Damas 1° Giuliani María Laura 2:42:50 2° Castainats Melisse 3:16:50 3° Benitez Rosana 3:21:36

Dua Caballeros Equipo 1° Alias Pablo y comp 2:29:33 2° Bermolen Matias y comp 2:59:12 3° Perazzo Guillermo y comp 3:10:33

Dua Mixtos Equipos 1° Ardiz Silvia y comp 2:50:22 2° Eyroa María y comp 3:01:58 3° Fernández y Minhot 3:19:00 Tria Caballeros Equipos 1° Novellieto y Guaragna 3:10:33 2° Ferreira Ariel y comp 3:29:50 3° Pellegrini Fabian y comp 3:57:38 Tria Mixtos Equipos 1° Saenz Eleonora y comp 5:55:30

Tria Individual caballeros 1° Vivardo Gonzalo 3:21:07 2° Ghiringhelli Pablo 3:28:56 3° Miliccio Martin 3:44:28

Posiciones



kayak…tal vez la próxima lo intente. Qué placer la convivencia de estos deportes en un lugar inigualable y sobre todo tan cerca de nuestras casas. Nuevamente llegada al parque cerrado. Había que cambiar de calzado para hacer la última etapa de running hasta la meta. Las zapatillas del primer tramo estaban tan embarradas que era imposible calzarlas así que sin pensarlo comencé a correr descalza sobre el pasto con los brazos en alto y sonrisa de oreja a oreja por el objetivo cumplido. Los organizadores por micrófono alentando sin parar y la gente aplaudiendo. Es el mejor regalo para la llegada. El cansancio se transforma en satisfacción y la convicción de nunca más correr un dúa, se convierte en la seguridad de que en la próxima fecha estoy seguro largando. Al fin y al cabo son 3 o 4 horas de cansancio y sacrificio versus el resto

de la vida con la alegría y felicidad de habernos animado. Vale la pena el riesgo. Poco a poco fueron llegando todos los competidores, y el factor en común fue la felicidad en sus caras. Algunos eran esperados por sus familias en los últimos metros que los hacían tomados de las manos en señal de acompañamiento, otro llegaban y se tiraban cuerpo a tierra a los gritos. Hermoso cuadro. En fin, cada uno expresa su satisfacción como mejor le sale! Llegó la premiación, y ése fue otro punto a destacar. Pasada la meta, la rivalidad dejó de existir. Todos aplaudían a cada participante que subía al podio, independientemente de la categoría o si le habías ganado o te había sacado una hora. Sí escuché que a varios, por alguna apuesta, les tocaría pagar el asado del próximo domingo.

Se fueron achicando los inflables, guardando los gacebos y los autos emigraron. La paz y tranquilidad invadió nuevamente al Regimiento de Infantería Mecanizado Nº 7 que nos había atendido todo el día con total amabilidad y desinterés. El show llego a su fin. La fiesta terminó, todos a descansar y contar anécdotas, pero con la única y absoluta convicción de que cuando nuevamente digan que hay una Max, ahí estaremos en la largada! Como dije en el comienzo: Si Querés Hablar de Ella, Tenés Que Correrla!!!!! Gracias a los organizadores por esta fiesta del deporte!



acer uno de los cruces de La Cordillera de los Andes en bici es el plan perfecto: la naturaleza, lo inhóspito, el desafío. Unir dos países divididos por una gran cadena de montañas, lograr llegar hasta sus picos para luego descender en una vertiginosa bajada de felicidad y vientito en la cara, sería una propuesta fascinante. Pero hacer los 43 cruces de La Cordillera de los Andes, eso entonces tendría que ser ufff..... Somos Javi y Sol una pareja de treintañeros que luego de unir Ushuaia- La Quiaca por la ruta 40 en bicicleta en el 2014, decidió salir a transitar la vida al ritmo del pedal. Antes de terminar el viaje, mucho antes de llegar a La Quiaca ya habíamos comenzado a idear un nuevo proyecto...rutas, mapas, geografía infinita y la bici, siempre la bici.... Alaska, India, Brasil, las alternativas eran

abrumadoras y ya contábamos con lo necesario para lograr cualquier nuevo objetivo: la capacidad de creerlo posible. Así que había que tomar una decisión, comenzar por algún punto en el mapa, para luego unirlo a otro, otro, y otro más. Inmediatamente lo primero que hicimos fue pensar en las experiencias que nos había regalado el viaje. ¿Qué era lo que más habíamos disfrutado?, ¿En qué tipo de lugares nos gustaba pedalear? Y en forma automática se nos venían a la cabeza las imágenes de la estepa enorme y desolada, los caminos rumbo al Abra del Acay con sus subidas imposibles y paisajes irrepetibles, toda la inmensidad de la naturaleza en aquellos lugares donde el hombre es un simple invitado. Durante el recorrido por la 40 habíamos notado que cuanto más nos acercábamos a la Cordillera, los lugares se iban tornando irreales:

entre volcanes, desiertos rojos, lagunas color esmeralda, grandes distancias cubiertas por sal o flamencos rosados. Quedábamos hipnotizados ante tal despliegue, estudiábamos las formas de las rocas y nos creíamos los primeros seres vivientes de un mundo que recién había empezado a crearse. Por ese entonces nuestro objetivo era la ruta 40, así que rápidamente renunciábamos a los maravillosos Andes y volvíamos al plan trazado, que nos alejaba de aquellas cumbres para regalarnos muchas otras. Cuando aquel objetivo se logró, otro empezó a nacer, y para ese momento ya teníamos muy claro qué era lo que queríamos….queríamos pedalear inmersos en la naturaleza, hacerlo con subidas que quitan el aliento (literal y poéticamente hablando), queríamos el cansancio feliz de lo logrado al terminar el día y que la vía láctea


se nos caiga en la cabeza por las noches, queríamos aprovechar la suerte de vivir pegados a uno de los cordones montañosos más bellos del mundo, poder descubrirlo y ser parte de él. Queríamos definitivamente hacer los 43 Cruces de La Cordillera de los Andes. Teníamos la idea, ahora sólo quedaba comenzar a construir el feliz y trabajoso ánimo de volverla real. Y así como todo lo que nace lo hace de a poquito, fue tomando forma propia, con nombre, rasgos y personalidad. Hoy con el semblante lleno de orgullo y entusiasmo en la cara, como cualquier padre en alguna salita de espera, la presentamos al mundo para que finalmente termine de dar a luz.

“Un viaje de pelos” es un proyecto que va a recorrer las rutas del país fomentando los derechos de todos los animales. Los viajeros son Barón, un perro mestizo de 4 años, y Federico Sordo, un humano de 32 años. Ellos se conocieron hace dos años y ambos son parte de “Cascote, un perro macanudo” el proyecto madre del cual se desprende el viaje que van a iniciar en breve. Fede viene del mundo publicitario, trabajó durante 7 años en diferentes agencias de publicidad. Por ese motivo, durante el viaje va a dar charlas gratuitas para organizaciones que

trabajan por los animales con el fin de mejorar la comunicación de las mismas. También va a conversar con chicos de 4to grado en adelante, para poder fomentar la confianza en ellos de poder llevar adelante una idea. El viaje lo van a realizar en una bicicleta que lleva un carro diseñado especialmente para Barón. Hacerlo de ese modo tiene como objetivo demostrar que se puede estar sano y realizar cualquier tipo de actividad sin tener que consumir carne ni derivados. La travesía comenzará en Ushuaia, luego seguirá hasta La Quiaca para bajar por el Noroeste y el Litoral hasta regresar a Buenos Aires.



Cómo ingresás al mundo de la aventura? istóricamente yo no soy deportista de montaña, corría maratón. He corrido el Iroman como deporte de largo entrenamiento, pero entré en esto para transmitir un mensaje: con mi incapacidad he podido llegar a esta altura.



Justamente elegimos ese lugar para poder gritar que se puede.

En realidad yo fui anti deportista. Hasta los 37 años vivía en una oficina trabajando, y con mucha vida social. Mucho cigarrillo, en una vida social donde por ahí tomás una copa de más…y terminó donde tenía que terminar: un infarto. Empecé a vivir como un enfermo cardíaco hasta que una vez le dije a mi mujer que estaba haciendo vida de una persona grande. Yo no quería eso para mí. Incursioné con esto de la actividad física y me puse como meta la maratón de New York. Ahí arranqué carreras deportivas. Hace un par de años las “piernas biónicas” me han dado estado público y esa situación me permitió poder salir a contarle a la gente mi mensaje y poder llegar a la comunidad de personas con discapacidad, a personas que están pasando un momento y no se animan a arrancar. Hay que tratar de animar a la gente; creo que estamos en una sociedad llena de mala onda y agresión y yo estoy con mi historia intentando contener a la gente.

nada porque era una cosa super lejana. Nosotros almorzamos todos los domingos con mis hermanos, sus familias, mi viejo y mi vieja. Yo era de caminar 3 metros y tener que sentarme, agotado por el físico, la discapacidad, porque estaba gordo y no me movía y… me senté un domingo y les dije: voy a correr la maratón de New York!. Recuerdo que se dieron vuelta, me miraron y deben haber pensado: “éste anoche tomó de más” (risas). Nadie me creía

Nada, nada…no tenía ni pantalón corto ni zapatillas! Salió esto de empezar a buscar la bicicleta para la maratón, y me crucé con un amigo de la vida, que era un deportista reconocido en Córdoba, en el mundo del rugby y le pedí

que me entrenara. Estuve al principio moviéndome poco porque no tenía ni bicicleta así que me metí en internet, la compré y me llegó en junio. Corrí mi primer maratón desde Rosario, como primer entrenamiento para New York. Ahí arranqué hasta que llegué al Himalaya. Me apasioné en el deporte, me apasioné al ver que mi cuerpo ya no era una rastra, sino que era el motivo por el cual entraba mi satisfacción, mi felicidad…entonces me dediqué mucho a esto.


Hice Pircas Negras, hice Champaquí… caminando, todavía no entiendo cómo llegué arriba caminando con el bastón. Yo digo que estoy haciendo hoy cosas de chicos, aprender a caminar, ir a Los Gigantes de Córdoba como van un día los estudiantes, ir a Champaquí… estoy como chico con juguete nuevo con todo.

Y si… hace 15 años que vengo entrenando. Para ir al Himalaya ( lo tengo contado) tuve un entrenamiento de 109 días desde el día que deseé ir hasta que salimos para allá. Durmiendo en carpa! Yo nunca había dormido ni en bolsa de dormir …toda una experiencia nueva.

arriba de los 1000 para poder estar un poquito más alto y el entrenamiento más largo de montaña y de ripio, todo lo que tenía que ver con descensos rápidos, caminos rotos.

Las subidas se sienten mucho, porque un ciclista profesional tiene una masa muscular que tracciona los pedales y es muy distinta a la que tienen los brazos. Es un casi 60 % inferior. Las pendientes se sientes muchísimo.

Entrenaba entre 4 y 5 horas por día, he llegado a hacer picos de 130 en 2 días, en menos de 24 hrs. El fin de semana iba a Champaquí,

Cuando nosotros fuimos a Pircas Negras nos encontramos con un chico que se dedica a la montaña en cuatriciclo, al que le pedí que me hiciese de guía, de soporte. Cuando bajábamos me preguntó si no me animaba a filmar un documental para presentar al Banff y me ofreció ir a Coronel Díaz a hacer el video, y cuando volvimos le conté la idea a un amigo que hace filmaciones sobre mi historia, para mostrar que se puede, y me dijo que sí… entonces ya que vamos a hacer tanto quilombo, vamos más lejos y más alto! (risas) Lo contacté a él con Mariano Lorefice. Yo había ido a los volcanes de Costa Rica a inaugurar la bici y me había dado su dato del guía allá porque él no podía y me empezó a mandar emails sobre el Himalaya… es como que se alinearon los astros. El chico del documental, mi amigo y el Himalaya que me insistía, y bueno, allá partimos. La verdad que la dedicación, la pasión y la paciencia que puse, que pusimos, en esto, dio sus frutos. Cunando vinimos, empeza-



mos a editar y a contar la historia, de pronto explotó. Y nos propusimos ir a un abanico más grande de personas para que esto llegue a todo el mundo. Cuando yo era chico me hubiese gustado tener un camino a seguir, y como para mí fue tan mágico el cambio que mi vida hizo con el deporte, creo que poder transmitir es fundamental.

Creo que la gente se asombró más con nosotros (risas)… veían una bicicleta de tres ruedas, naranja, con un tipo arriba que pedaleaba con las manos, con ropa fosforescente…yo creo que se han sorprendido mucho más ellos que nosotros.

Nos tocó hacer un pueblito al que estábamos entrando y la gente empezó a sumarse, los chicos me empujaban la silla…me pasó que iba un militar, se paró delante, bajó y me hizo la venia y me dijo que era un honor para él verme a mí e hizo bajar a sus colaboradores para que me saludaran. Sorpresa por ambas partes. Una grata sorpresa. Ahí al norte de la India, la gente muy particular espiritualmente, vive en la extrema pobreza y nunca vimos una cara que no estuviese transmitiendo paz o alegría. La verdad que fue una experiencia que sufrimos muchísimo…

Porque yo no soy de este rubro, soy nuevo, y de pronto pasé a dormir 10 días en carpa. El primer día la comida te parece folclórica y después ya no te entra por temas de altura….

Comer en altura es difícil, tomar agua es difícil, mi discapacidad suma una problemática especial

Marcos Gorban fue quien asistió en las cosas personales, el resto lo hacía solo. Yo fui a hacer el Himalaya yo, me entrené para eso y básicamente la asistencia que he recibido fue en las cosas personales, pero en lo que fue propiamente el ciclismo, lo hice solo.

Mi meta era el Karakorum, el paso más alto que tiene el mundo a 5600 ms a nivel del mar. Allí llegamos a un lugar a 5460 según mi altímetro. Después hicimos el segundo que era Tantalia que estaba a 5350. Mi objetivo era llegar a Karakorum

El día 8 la pasé pésimo porque hicimos una transición en el jeep con mucho movimiento y llegué descompuesto. Ahí la pasé mal pero estaba dispuesto a hacerlo. Soy medio cabeza dura y muy metódico. Nunca me sentí en riesgo físico….era más difícil volverme (señala entre risas)

Tiene suspensión independiente de la silla de ruedas, equipamiento top para las montañas. Había mucho de esto de bicicletas en el mercado de calle, hacía como dos años que quería incursionar en la montaña. Compré una bici de descenso, e hice un par en EEUU. Mi otra experiencia en la montaña es en los Paraolímipcos de esquí, fui a Canadá a competir.



Compré una bicicleta pero no me gustó porque gran parte de este deporte tiene como objetivo conservar mi salud. La parte aeróbica es fundamental así que ésta no me gustó mucho, la vendí y compré la que tengo ahora. Pesa como 25 kilos.

Llegué tan cansado que yo digo que la cima la estoy viviendo estos días que se alejaron los malos olores, los malos sabores… los dolores. Recién hoy estoy disfrutando. En ese momento lo que quería era volver a mi casa, abrazar a mi familia, estar con mis amigos. Disfruto los recuerdos de lo que iba pensando, reconstruyendo cada momento… los últimos 20 km. Recuerdo cómo iba funcionando mi cabeza, imaginando todo lo que me podía llegar a pasar después de eso.

Hasta hace 24 hrs sólo pensaba en comer asados… (risas) pero ayer me llamó Mariano (Galván) para contarme que le habían pedido que escribiera algo y le pregunté si había algún punto del Aconcagua adonde yo pudiera llegar. (risas) Le consulté si a plaza Piura yo podía subir de alguna forma, y me dijo que no. Por eso le pregunté por la salina que está en Bolivia, el salado Uyuni. Es mi impronta, mientras que el físico me dé y haya lugares… También quiero

dedicarme a algo que hace mucho deseo al igual que mi gente allegada: tratar de hacer una fundación, que supongo me llevará un poco de tiempo. La idea es moverse y seguir haciendo cosas.



na misma experiencia puede ser diferente, porque aunque suceda en un mismo lugar, las cosas cambian. Luego de la inscripción, nos juntarnos a charlar para organizar el viaje de fin de semana. Todo siempre con amigos, y con otros tantos por conocer, porque es lo que siempre intento en este camino loco del running, conocer gente y hacer amistad.

Trato siempre de viajar en grupo, con personas con las que también entreno. Algunos más, otros menos, pero todos con la intención de superar nuestro límite. Y luego de esperarlo con ansiedad, llegó el día. Miramar esta vez nos esperó con unos días hermosos, de sol y temperatura agradable. No podíamos pretender que no hubiera viento, pero

éste también estuvo a favor. La organización de la carrera Terma Adventure Race fue muy buena. Acreditación rápida, remeras y fotos buenísimas. Quedamos conformes. Esta vez todos corríamos. Para algunos era la primera vez en carreras de aventura. Por mi parte compartí posta con Milagros una flaca de patas largas que llamamos cariñosamente “plantis” y con Daiana, una niña de 18 años que se las trae. Para ambas su primera aventura. La carrera estaba por empezar. Cada uno a su lugar, muchos ya en la manga cerca del arco de largada. Nervios y adrenalina de hacer lo que nos gusta. Bien acompañados, sintiendo que todos (aunque desconocidos entre nosotros) estábamos palpitando la misma emoción. Se escucha la cuenta regresiva y a la voz de ¨0¨


Caballeros 1° Emmanuel Blanchard 1:47:47 2° Julián Martín Giunti 1:57:10 3° Gabriel Dario Pérez 1:58:25 Damas 1° Soledad Virasoro 2:06:47 2° Ennia Barreda 2:22:49 3° Giselle Blanco 2:23:25 Equipos Mixtos 1° “Pipi Run” 2:17:29 2° “Carfull Iacos” 2:25:19 3° “Las Tortugas Que Cor” 2:31:38 Equipos Más de 90 1° “Parque Chacabuco” 2:02:10 2° “Satsaid” 2:58:49 3° “Animals Runners 2.0” 3:35:19 Equipos Damas 1° “Damas Legroup” 2:39:03 2° “Las Del Moño” 2:56:44 3° “Chicas Legroup” 3:03:31

comenzaron a sentirse las piernas en movimiento y con aplausos de fondo, cada uno buscando su ritmo, arrancó otra gran aventura. Las etapas tuvieron diferencias, tanto en dificultad como en sus atractivos. Atravesando médanos, agua, bosque, playas extensas solitarias que se veían a lo lejos atravesadas por una especie de “hilo en movimiento”. Todos corredores, amigos, compañeros y hasta desconocidos que, a la luz de un sol inmenso que daba calor, transpiraron la camiseta con un mismo objetivo: llegar.

Equipos Caballeros 1° “Los Cabrales” 2:54:01 2° “Altos Viejitos 2” 3:00:51

Andando la arena dura, blanda, con la espuma de las olas que mojaban los pies, subimos el último médano donde arrancó un ripio interminable. Con el aliento de los lugareños o quizás turistas esperando que pasáramos para aplaudir se dio el empujón final que nos llevó a pasar debajo del arco. En mi caso con Wally, un gran amigo que desde su humildad es un grande, perseverante y tenaz como pocos, con el que compartimos una frase: las carreras se empiezan con las piernas pero se terminan con el corazón.

Postas Caballeros 1° “Iaco Boys” 1:57:32 Postas Mixtos 1° “Sil” 2:15:19 Postas Damas 1° “Vamos Las Chicas” 2:23:25

E


ace dos años compré mi primera MTB, así que la tarde del viernes 30 de octubre cuando estaba preparando todo para ir a la carrera y a punto de salir con Gabriel, me parecía mentira. La adrenalina previa a una competencia, esa incertidumbre de no saber con qué te vas a encontrar, me mantenía ilusionado y motivado. Pero nada de lo que imaginé se acercó a la realidad de la experiencia que fue correr y disfrutar de los paisajes de las sierras de Tandil. Tomamos una tranquila y despejada ruta 3, y en pocas horas llegamos a Tandil. Al hotel ya habían llegado unos amigos; el ambiente estaba tomando color. Se fueron sumando nuevos personajes, como es el caso de Pablo de unos 60 años con algunos bypass, Fabián un veterinario con una pinta de corredor terrible, y algunos que sólo venían a ver. Todos con expectativas distintas: unos, llegar con mejor tiempo que años anteriores, otros, únicamente querían participar, y yo que quería llegar entero. Todos aportaban sus experiencias y sus consejos, fue una noche llena de anécdotas y de historias. El sábado a la mañana nos despertamos y

después de un buen desayuno nos fuimos a acreditar. Ya estaba lleno de gente entrenando, comprando cosas en los puestos. Todos charlaban de las bicis y de cómo estaba el circuito. Como buen novato trataba de captar todo, cualquier ayuda me iba a venir bien. En ese momento le digo a Gabriel:-vamos a rodar un poco que mañana no sé qué voy hacer, y él, como siempre me respondió:- “Quedate Tranquilo”. Salimos a dar unas vueltas por el circuito, esa fue la primera vez que hacía unas trepadas así. En La Plata, ciudad donde vivo, no hay muchas sierras que digamos, pero la experiencia de subir las primeras cuestas y hacer unos descensos tranquilos, me dieron una idea con lo que me iba a encontrar al otro día. Creo que fue fundamental haber reconocido un poco el

terreno, pero me preguntaba ¿cómo van a pasar todos los corredores por lugares tan angostitos? La clara realidad era que por muchos lugares pasaba uno solo, y no sólo eso, había que sumarle subida o bajada de por medio. El domingo de la carrera amaneció hermoso. El cielo estaba sin una nube, aunque el aire se sentía un poco fresco. Iba a poder salir sin campera, eso me gustaba porque después no sabés qué hacer con ella. Prefería un poco de frío a cambio de estar cómodo. A la 6 ya estaban todos arriba, hasta los más experimentados estaban ansiosos, se fueron despertando bastante temprano a pesar de que había que estar en la largada recién a las 8 hs. Nos preparamos, cargamos las caramañolas, unos geles al bolsillo de la espalda, última


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revisada a la bici (la miré diciendo “espero que aguantes, bebé”) y salimos rodando todos al punto de largada. Pensaba que íbamos a ser de los primeros locos que iban tan temprano, pero no. A medida que nos acercábamos estaba más lleno

de ciclistas. Todos calentaban, yendo y viniendo como un cardumen sin control. Unos despacio, otros muy ligeros, pero todos sabían lo que hacían. Después de dar unas vueltas y tener los músculos calientes, nos separamos, éramos todos de categorías distintas. Yo era B1, así que

nos despedimos y nos deseamos suerte. Me fui a mi posición de largada. Las categorías salían cada 5 minutos. Se hacía eterna esa espera, el corazón me latía cada vez más fuerte. De repente, la largada. Salieron todos despedidos y yo tratando de mantener el ritmo que había planeado, a media máquina hasta ver qué pasaba…ahí empezó lo bueno. Una salida tranquila por la ciudad, un poco de ruta, vuelta a la derecha y la tierra. Una recta larga y todos en pelotón nos acercamos a una tranquera donde empezaba la primera trepada, creo que la más larga. De a poco, cada vez un piñón más grande. Fue duro y eso hizo que el grupo se vaya distanciando para poder pasar los senderos angostos. Cada vez se hacía más lento el ascenso. La respiración iba acostumbrándose al ritmo y al fin, después de mucho esfuerzo, llegamos a la parte más alta. Para mí ya estaba hecho el día, pero faltaba mucho. La bajada que el día anterior la había hecho rápida y ágilmente, con corredores era distinto. A los pocos metros uno se trababa adelante, me tiré a un costado y primer porrazo! “Va a ser largo el día”, pensé. Me levanté rápido y sentí alegría: sin un rayón me subí de nuevo a la bici.

Menores 1° Merli Matías 2:13:40 2° Sánchez Enzo 2:14:35 3° Bordon Nicolás 2:18:14

Caballeros A1 1° Ranquehue Cristian 1:52:01 2° Ortiz Matías 1:57:31 3° Kollrich Franco 1:57:33

Caballeros B2 1° Toledo Gabriel 2:12:32 2° Gambella Guillermo 2:15:13 3° Torres Javier 2:16:25

Caballeros D1 1° Álvarez Oscar 2:38:39 2° López Roberto 2:38:43 3° Istillarte Jorge 2:46:24

Juveniles 1° Irigoyen Juan José 2:14:12 2° Palma Fausto 2:16:04 3° Figueras Leonell 2:19:41

Caballeros A2 1° Facchin Gabriel 1:56:12 2° Gobernatori Franco 1:56:35 3° Hostein Rafael 2:01:49

Caballeros C1 1° Lemos Torres Fredy 2:15:17 2° Faccipieri Guillermo 2:17:13 3° Prioletto Daniel 2:20:51

Damas A 1° Tufro María 2:28:32 2° Soggetti Lucia 2:36:52 3° Arce Marina 2:37:25

Elite 1° Dorhmann Germán 1:56:32 2° Gasco Dario 1:56:34 3° Adrion Wenceslao 1:58:25

Caballeros B1 1° Di Lorenzo Jose 1:58:47 2° Taddeo Hernan 2:04:26 3° Tizi Facundo 2:04:27

Caballeros C2 1° Breser Hugo 2:19:06 2° Bibbo Gustavo 2:21:25 3° Quiñones Hector 2:26:09

Damas B 1° Pérez Carolina 2:22:40 2° Díaz Slater Tania 2:26:00 3° Maldonado Carolina 2:27:09

Damas C 1° Fernández Lorena 2:24:09 2° Brugnoli Jacqueline 2:29:26 3° Badie Eva 2:40:28 Damas D 1° Barahona Ana 2:53:51 2° Gorosito Patricia 2:53:54 3° Alos Adriana 2:55:31


Era una experiencia hermosa ir bajando por un paisaje tan lindo. Únicamente un ciclista puede disfrutar de esa sensación de viento sobre la cara y la adrenalina del descenso. La carrera no paraba de sorprenderme, no había un lugar igual al otro, subía y bajaba todo el tiempo. Todos estaban concentrados y alegres… esa es la imagen que me llevé cuando bajando por una pendiente que serpenteaba entre unos pastos y piedras, escuchaba que uno decía: -¡Qué lindo que es esto! Todos los que escuchamos asentimos con un sí corto. Eso fue para mí lo que significo esta carrera. A medida que avanzaban los kilómetros, me fui cruzando con algunos de los chicos, a Gabriel lo vi con gran sorpresa, estaba corriendo con un amigo que lo duplicaba en peso. Fabián estaba con una cubierta reventada. Pablo venía detrás. Todos se hablaban, se daban consejos y alentaban. Si veían que alguno se quedabas,

siempre había una voz de aliento o frases como: pedaleá más fuerte, sentáte más atrás. Ya habíamos corrido más de la mitad de la carrera y llegábamos a la cantera. Sabía que después de eso lo que quedaba era pan comido. Antes de empezar a trepar un chico me dijo: “–es durísima, subíla caminando”, cosa que hice después de la mitad. Las piernas ya no daban más. Me bajé de la bici y empecé a caminar. A partir de ahí ya casi era todo bajada hasta la meta. Pero faltaba la última cuesta, había que dejar todo lo que se pudiera allí. Por fin después de 4 horas, crucé un arco, con el tema a todo volumen de Bon Jovi “It´s my life”. Parecía de película…la había terminado. Fue una experiencia dura, pero terriblemente divertida. Te sentías seguro en todo momento, porque la organización fue perfecta. Los banderilleros dando todas las indicaciones justas, los puestos de hidratación y de primeros

auxilios dando el respaldo suficiente, y la gente que miraba y alentaba. Yo entreno con el objetivo de poder participar, terminar la carrera y no sufrir demasiado en el intento. Esto también me permite poder ir en grupo a lugares que sino uno no iría. Y me di cuenta que con esfuerzo se puede hacer. Fue una gran alegría enterarme que Gabriel hizo toda la carrera ayudando y acompañando a ese amigo que estada recuperándose de una operación, que Pablo, eterno motivador, llegó sin ningún problema con sus coronarias intactas, y que Fabián a pesar de no terminarla, estaba feliz pensando en la revancha. Éstos son momentos para disfrutar y compartir estas historias de personas que no sólo hacen un deporte, sino que hacen de esto una forma de vida. ¡Y ahora, entrenar para la próxima!


omos un grupo de amigos que compartimos el amor por la naturaleza, el deporte y la aventura. A través de eso, realizamos acciones deportivas solidarias orientadas a nuestra comunidad. Así nació Aventura Sin Fin. Desde hace unos años, organizamos una Carrera para niños en el Parque Ecológico de la

Plata. Desde sus inicios esta carrera ha contado con la asistencia del Sr. Aldo Herbotte, de Baobab Supercamping, quien nos motivó con el relato de sus experiencias y generó también nuestra inquietud por incursionar en el montañismo de altura como una nueva actividad deportiva y recreativa. De ese modo iniciamos las reuniones y las intensas prácticas de entrenamiento para

llevar a cabo una expedición al Cordón del Plata, en Vallecitos, Provincia de Mendoza. Con el objetivo de darle a la expedición un fin solidario, y de mejorar el equipamiento destinado a la atención de las emergencias en el Hospital San Roque de Gonnet, propusimos recaudar fondos para contribuir a la adquisición de un equipo de ecografía Doppler color.

Aquí comienza nuestra aventura… Miércoles 28 de octubre Con mucho entusiasmo cargamos los autos llevando el equipo de montaña y mucha comida para los 4 días que íbamos a estar en el refugio de Sky y Montaña en Vallecitos. Y partimos rumbo a Mendoza, la montaña nos esperaba…

Por la mañana nos reunimos todos los integrantes de la expedición en un supermercado ubicado sobre la ruta 40 en Mendoza. Compramos frutas, verduras y productos frescos y emprendimos el último tramo todos juntos rumbo al refugio. Llegamos al mediodía, nos instalamos rápidamente en el refugio, armamos las mochilas, preparamos las colaciones y emprendimos una caminata para comenzar a adaptarnos a la altura. Montañas y más montañas nos envolvían. Un sol radiante nos iluminaba. Increíblemente ya estábamos cumpliendo nuestro sueño. Todos en fila como patitos,


comenzamos el ascenso. Sentíamos que íbamos caminando en un mar de dulce de leche: lentos, muy lentos. La altura se hacía presente. Físicamente nos sentíamos muy bien pero notábamos que la entrada de aire no era la misma que en el llano al cual estábamos acostumbrados. Paso a paso realizamos todo el recorrido: tierra, nieve, piedras… ningún obstáculo nos impidió seguir. Felices retornamos al refugio. Cansados por el viaje, acomodamos nuestras cosas mientras Andrea, nuestra cocinera de lujo, preparaba la comida. Nos habían contado que convenía pasar un tiempo en el lugar para aclimatarse y no correr el riesgo de apunarse, sin embargo la montaña decidía y a pesar de beber mucha agua, movernos lento, y llegar a una altura mayor a la que íbamos a dormir, el apunamiento nos alcanzó uno a uno de nosotros. El mal de altura

en Antonia no se hizo esperar. Sin embargo todos pudimos dormir (a pesar de los 2500 mts. de altura) y prepararnos para el día siguiente.

Amanecimos muy temprano, Aldo nos tenía preparadas unas ricas tostadas y un termo con agua caliente a cada uno, y nos invitaba a tomarlo con la infusión que quisiéramos, antes de partir. La pregunta que nos angustiaba era si Antonia iba a poder subir. Por suerte los nueve emprendimos el viaje rumbo a nuestro primer objetivo, el Lomas Blancas a 3850 msnm. Al principio sentíamos la altura, Antonia pudo subir, pero sin demasiada fuerza por lo que Aldo tuvo que cargar dos mochilas. De a poco, mientras avanzábamos

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nos sentíamos cada vez mejor, luego de un poco más de tres horas todos llegamos a la cumbre. ¡Qué alegría! Para muchos de nosotros nuestra primera cumbre. Mucho viento, sentíamos que volábamos. Sacamos fotos e inmediatamente comenzamos el regreso. El tiempo es fundamental, se venía la nube y nos iba a dejar sin visibilidad. El descenso fue más rápido, paramos un rato para comer algo y continuamos bajando hacia el refugio. ¡Primer objetivo logrado! Charla, mates, cartas, dados, intercambio de sensaciones… Así llegamos al final del día.

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había nevado toda la noche. La montaña no dejaba de sorprendernos y nos ofrecía un paisaje distinto, blanco, increíble. Un nuevo recorrido nos esperaba. Había mucha nieve, así que Aldo tendría el doble de trabajo, tendría que ir abriendo camino sobre la nieve, marcando las huellas que luego pisaríamos los que íbamos detrás de él. Continuábamos como patitos, Karina, Andrea, Analía, Roxana, Graciela, Antonia, Gastón y Jorge cerrando la fila. El día más frio, la nube nos invadía, las montañas no se veían, seguíamos subiendo intentando alcanzar nuestra meta. Llegamos, nos abrigamos y comimos algo. Al recorrer el lugar vimos que había gente acampando, aclimatándo-

se para seguir subiendo. Regresamos al refugio, nevaba y según el pronóstico el clima no mejoraría y nos complicaría el ascenso al San Bernardo, nuestro último y más complejo objetivo.

Como habíamos previsto, lamentablemente las condiciones climáticas no nos permitirían intentar el San Bernardo. Cambiamos el destino y decidimos partir rumbo a la base del Cerro. Mucha nieve, mucho hielo. Nos costó encontrar agua, todo congelado. Gastón se

dispuso a juntar nieve para luego derretirla. Éste nos resultó el circuito más bello, las paredes de la montaña se nos venían encima, pisábamos la nieve y nos enterrábamos, la nube fue tapando el sol… parecíamos estar dentro de una película. Sensaciones miles, viaje alucinante. Descendimos. Nuestro sueño estaba llegando a su fin. Nos quedamos en la base del refugio jugando con la nieve, con la alegría de haber logrado nuestra primera cumbre y con la certeza de que ésta no sería la última.


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l cierre de esta edición estaban para cruzar, a remo, el río más ancho del mundo. Adriana, si lo logra, será la primera mujer en cruzar a remo el Río de la Plata y con Diego conformarán la primera pareja que lo atraviesen en kayak. Adriana Buchele de 45 años y Diego Comunelli de 40 remarán desde el puerto de Colonia y después de recorrer entre cinco y seis horas las aguas del río, unos 46 kilómetros, calculan arribar al Club Regatas de la ciudad de La Plata. La travesía está programada para el 20 de diciembre y para preparar la aventura tuvieron que presentar una infinidad de papeles y ajustar el kayak a los requisitos de seguridad que les exigieron, en una gestión que demoró seis meses con Prefectura.

odolfo Rossi el 8 de diciembre cumplió su sueño. Recorrió por primera vez en la historia los 5.450 kilómetros desde la Quiaca a Ushuaia y logró así un récord en distancia. Es licenciado en administración de empresas, tiene 40 años y tiene dos hijos. Es maratonista profesional y posee en su currículum deportivo el record sudamericano 24hs en cinta con 212 km recorridos, campeón argentino de 100 kilómetros y compitió representando al país en los mundiales de ultra maratón en Taiwan y Qatar. Rodolfo cumplió uno de sus sueños, unió corriendo la Argentina desde la Quiaca hasta Ushuaia, con la misión de contribuir al desarrollo de las escuelas rurales cercanas a la ruta 40 y transmitir por medio de los valores del deporte que todo desafío es posible si se realiza con pasión. Tres meses y medio después de haber partido, finalizó una epopeya histórica. www.corre40.com

ibro de Roberto Canessa ´Tenía que sobrevivir'. Estaría a la venta a partir del 1 de marzo de 2106. Editorial Amazon.

ras la aparición del libro Guinness de los Récords Mundiales 2016, llama la atención que sigue inamovible el record en el espacio «Travesías Superépicas». Se trata de nuestro amigo Emilio Scotto, que logró coronarse en el Guinness, en la edición de 1997, como el más grande viajero en motocicleta de la historia, después de haber atravesado casi todos los países del mundo, (280), de los 7 continentes, en 2 vueltas consecutivos alrededor del planeta, a lo largo de casi 735.000 kilómetros (la misma distancia de la Tierra a la Luna ida y vuelta). Un desafío que lo tuvo más de 10 años ininterrumpidos de su vida en la carretera, (1985-1995) y que comenzó con sólo 300 dólares. La editorial Motorbooks sigue publicando su exitoso libro: “The Longest Ride”, My 10 Year 500,000 Mile Motorcycle Journey, del cual Scotto es autor. En 2016 Guinness sigue teniendo a Scotto como una leyenda de los viajes épicos. www.emilioscotto.com


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on los primeros días de Noviembre y en las montañas todavía hay abundante nieve. Hace cinco años que estoy viviendo en la provincia de Mendoza y nunca las he visto tan blancas. Según andinistas, desde hace mucho tiempo no se las observaba de esta manera e incluso la Precordillera amanecía del mismo color, debido a los frecuentes temporales. Es ideal para ascender montañas y observar panorámicas de la cordillera con nieve. El objetivo de ascenso está situado en el Cordón del Plata y consiste en transitar un canal de nieve por la cara sur del Pico Franke de 4810 msnm. La vía tiene el nombre de Alma del Diamante y está ubicada en la Quebrada de la Angostura. Desde allí se puede observar la cara este del Cerro Plata,


siendo ésta la montaña más alta del cordón. La semana previa a la salida observé el pronóstico por internet y las condiciones climáticas no eran alentadoras debido a un reciente temporal y la acumulación de nieve en el camino a transitar. Por este motivo elegí un nuevo objetivo ubicado a 170 km de la Ciudad de Mendoza, en Punta de Vacas. En este caso, el pronóstico era favorable con menor cantidad de nieve caída los días anteriores y con un sol radiante el día de ascensión. En las inmediaciones a esta localidad había varios objetivos interesantes y uno de ellos era el Cerro De las Vacas de 4385 msnm. Siempre que pasaba por este lugar en busca de visitar algún

cerro de Penitentes, no dejaba de observar esta montaña y más precisamente en el invierno de este año cuando fui a esquiar por primera vez. Recuerdo que me encontraba sentado en la aerosilla sacándole fotos y diciéndome: “tengo que intentar ascenderlo”, y ésta fue la ocasión indicada. Buscando información de anteriores ascensiones a esta montaña, encontré datos muy valiosos del blog de Pablo David González quien también tenía un libro sobre 50 cumbres de 3000 a 5000 metros de los Andes de Mendoza. A este cerro se llega por la ruta nacional 7 pudiéndose ir en vehículo particular o con una empresa de transporte. Si se elige la segunda opción, desde la Terminal de Mendoza se debe tomar el ómnibus Buttini que cuenta con tres frecuencias diarias. El viaje tiene una duración

El libro de cumbres

de tres horas y media aproximadamente. Siempre soy fiel a este transporte cuando se trata de ir a la montaña, pero esta vez no fue así debido a que Armando “Mandy” Párraga, amigo y compañero de cordada, iba a manejar en su auto con destino a Punta de Vacas y 3 km antes estacionamos el auto al costado de la ruta. Nos ahorramos de caminar esa distancia debido a que el ómnibus no estacionaría antes de Punta de Vacas. Del vehículo bajamos el equipo de montaña y la parrilla. Caminamos unos 200 metros y elegimos el lugar para nuestro vivac. Rápidamente, empezamos con los mates acompañados con una picada, para luego finalizar con pizzas caseras de jamón y huevo, con una refrescante cerveza “Andes”. Al día siguiente, a las 6:25 hs empezamos la


ascensión por senderos marcados gracias a los guanacos. El desnivel hacia la cumbre era de 2000 metros y para llegar al punto más elevado había que hacer un gran esfuerzo. A medida que íbamos ganando altura se observaban los cerros aledaños como el Juan Pobre, Obispo, Mario Ardito, Leñas, entre otros. Desde los 3800 msnm nos encontramos con

nieve en la ruta de ascensión. Lo más conveniente era usar crampones y piqueta debido a la pendiente, pero continuamos ascendiendo sin utilizarlos. ¡¡¡El paisaje era hermoso!!!. Por momentos nos deteníamos a sacar fotos y tomar mates. No nos preocupaba el tiempo porque era temprano y no había que olvidarse de disfrutar cada momento y no sólo

pensar en la cumbre. Observamos una falsa cumbre a lo lejos, que tenía una torreta metálica. Visitamos este lugar en el descenso y también encontramos testimonio. Para llegar a la cumbre principal debíamos hacer algunas trepadas sin dificultad pero expuestas y transitar por grandes rocas con


nieve que complicaban el ritmo de marcha. Alcanzamos el punto más elevado luego de 7 hs de ascenso, encontrando una apacheta y un libro de cumbres. Según el mismo era la 11° ascensión en la historia siendo la primera, el 30 de Noviembre de 1955. En lo personal, la panorámica desde la cumbre me hacía sentir que estaba adentro de un cuadro de pinturas, de esos que se cuelgan en el living y se disfrutan desde el sofá. Pero en esta oportunidad lo que se observaba era real y el asiento consistía en una roca con restos de nieve. Mientras dejamos el testimonio de nuestra

ascensión seguimos con los mates mientras observábamos el paisaje. En el mismo, sobresalían el Aconcagua, Tolosa, Gemelos, Tupungato, entre otros y a 500 metros de desnivel por el mismo filo se encontraba el Guardián de los Valles con abundante acumulación de nieve, que quedará pendiente para otra salida. El descenso al comienzo fue difícil y concluyó por un gran acarreo que nos hizo perder altura rápidamente. Llegamos al lugar del vivac al atardecer, guardamos el resto del equipo de montaña y nos fuimos a comer las pizzas caseras que sobraban de la noche anterior al Lago

Potrerillos, para luego continuar con destino a nuestras casas en la Ciudad de Mendoza. ¡¡¡Qué lindo es sentirse vivo y ser feliz con tan poco!!!. Para muchos, los andinistas estamos locos y seguramente tienen razón. Luego de hacer este tipo de ascensiones volvemos renovados, somos distintos por unos días, disfrutamos de las pequeñas cosas de la vida y le damos un valor importante a una cama o a una ducha de agua caliente. En definitiva, el que sabe ser feliz en la montaña no la cambia por nada.

Disfrutando de mates con paisaje.



el 5 al 8 de diciembre y con unas jornadas a puro sol se desarrolló por décima séptima vez consecutiva la travesía de kayak entre Dolores y San Clemente organizada por nuestro ícono de la aventura, Alfredo Barragán del CADEI. Más de 150 kayakistas disfrutaron de la camaradería de esta travesía que año a año reúne más adeptos.

aría con sus 102 años participó en el maratón más alto del mundo en Pasco, Perú. Conocida popularmente como la “Tía Maracuyá”, es considerada la participante más longeva de la historia de la competencia. María es nacida en Pasco y el domingo 25 de noviembre se hizo presente en la XXXIV Maratón de esta ciudad que es considerado “el maratón más alto del mundo” ya que se corre a unos 4380msnm. Dando muestra de su excelente estado físico gracias a la vida sana que lleva y a una dieta especial que consta de “todo tipo de verdura, huevo sancochado, menos carne y menos pollo”. Para doña María correr es parte de su vida y asegura que su entrenamiento de cada día se inicia con un baño de agua helada desafiando el frío de la ciudad. A sus 102 años de edad posee una vitalidad envidiable y confiesa que no necesita “nada de pastillas” tampoco ir al médico porque come su “mazamorra de maca con quinua”. María tuvo que dejar por un momento su balde donde vende su jugo de maracuyá de “pura fruta”. A paso lento pero seguro, la “Tía Maracuyá” pudo completar el circuito de manera exitosa haciendo su ingreso al estadio Daniel Alcides Carrión con una gran ovación de la gente en las tribunas.

ntti Pendikainen, un deportista extremo, realizó la peligrosa hazaña de saltar sin paracaídas al vacío y terminar con vida en el intento. El finlandés, desafiante, tira su paracaídas primero y luego se arroja junto a otras dos personas que lo asisten en su descenso. La temeraria proeza fue difundida por el canal “Action Office” en YouTube. Los paracaidistas controlaron la caída de Pendikainen en los aproximadamente 4.000 metros, y cuarenta segundos que duro la caída. El video ya suma más de un millón de reproducciones.

n la tarde del 8 de diciembre de 2015 murió el creador de The North Face y ecologista Douglas Tompkins, en el lago General Carreras en la Patagonia chilena Tompkins, de 72 años, había sufrido un accidente cuando practicaba kayak junto a otras cinco personas en el lago General Carrera. Fue trasladado al hospital regional de Coyhaique con un severo cuadro de hipotermia y falleció en el mismo establecimiento. Tompkins, navegaba en el sector norte del lago ubicado en la región de Aysén, 1600 kilómetros al sur de Santiago, cerca de la frontera con Argentina. Douglas fue rescatado por un helicóptero particular, al igual que otras dos kayakistas, mientras que personal de la Armada auxilió a las personas luego de varias horas luchando con un lago embravecido. Al ingresar al hospital, los médicos intentaron elevar su temperatura corporal ya que había llegado con 19 grados, cuando lo normal es 35. Fundador de la marca de ropa y equipamiento para deportes al aire libre The North Face y de Esprit, una empresa multinacional de ropa que alcanzó más de un billón de dólares en ventas, Tompkins se radicó en el sur de Chile hace más de dos décadas. Allí creó su primer proyecto de conservación de gran envergadura, el Parque Pumalín, en la provincia de Palena, un área de 300.000 hectáreas de bosque templado lluvioso, de altas cumbres, lagos y ríos. También en Argentina poseía un a zona de conservacionismo en los Esteros del Iberá.


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