REVISTA ANDAR EXTREMO Nº 40

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Director / Propietario

Participaron de esta edición

Fotografías

Marcos Ferrer

Edwin Mccartey Marisol López María Soledad Navarro Daniel Simbrón Lord Ernesto Fossatti

Edwin Mc Cartey Javier Rasetti Trans Andes Challenge Marcos Ferrer Club de Corredores Diego Winitzky Lord Ernesto Fossatti

Corrección María Soledad Navarro

Agradecimientos Club de Corredores Kumbre Tandil Trans Andes Challenge National Geographic

Foto de Tapa Marcelo Tucuna

Brett Archibald Lisandro Millán Martín Franzosi Norberto Calvagni

Pre Impresión Fotocromos Printerra Impresión Imprenta Printerra

Revista de Aventura, Deportes Extremos, Medio Ambiente y Turismo. Registro de la propiedad Intelectual. Dirección: 65 nº 287 (1 y 115), La Plata, Bs As, Argentina. Tel:0054 (0221) 4254577 E-mail: info@andaresaventura.com.ar ffan page: andar extremo Queda prohibida la reproducción no autorizada total o parcial de los textos publicados, mapas, ilustraciones y gráficos incluidos en esta edición.La Dirección de esta publicación no se hace responsable de las opiniones en los artículos firmados, los mismos son responsabilidad de sus propios autores. Las consecuencias de practicar deportes extremos pueden ser muy peligrosas. Las notas publicadas en este medio no reemplazan la debida instrucción por parte de personas idóneas. El staff de Andar Extremo colabora ad-honorem, si deseás publicar un relato o nota comunicate a nuestro mail.



las siete en punto suena el reloj. Por fin, ha llegado el día. Los últimos meses han transcurrido entre mapas, e-mails, libros y fotografías, intentando encontrar una ruta lógica que me permitiese explorar en solitario, con ciertas garantías y sin excesivos riesgos, el parque nacional de Fiordland en la isla sur de Nueva Zelanda. Con el proyecto claramente definido, sólo falta solicitar los permisos pertinentes.


No me cuesta mucho encontrar la oficina que el Departamento de Conservación (DOC) tiene en Te Anau, fabricada en madera, a la orilla del lago y rodeada de árboles, me parece un sitio inmejorable para comenzar mi aventura. La empleada encargada de expedir los permisos, me saluda con una sonrisa y me pregunta qué necesito. Le explico mi intención de explorar Fiordland durante los próximos veinte días, describo la ruta que voy a seguir, y amablemente le pido lo que necesito. No parece muy convencida de mis planes, y con el gesto torcido, me pregunta si tengo experiencia. No es la primera vez que me hacen esa pregunta a la hora de conseguir una autorización, y suele

dejarme bastante intranquilo, sin saber muy bien qué contestar. Le digo que sí, que tengo experiencia, y que hago este tipo de cosas con cierta frecuencia. Aún así no parece convencerse. Me pide que espere y vuelve con Arno, el responsable de la oficina, hombre alto y corpulento. No tardo mucho en darme cuenta de que conoce muy bien la zona, me hace preguntas sobre el equipo que llevo, la comida, el hornillo, el saco de dormir, el dispositivo de comunicación por satélite, mi experiencia en ríos, y me somete a un pequeño cuestionario sobre la geografía de la zona. Finalmente se convence y decide imprimirme los permisos. Antes de marcharme, tiene una última

recomendación. Me cuenta que en una zona concreta de la ruta, las lluvias pueden hacer que los arroyos, incluso secos, se vuelvan totalmente imposibles de cruzar por el caudal, algo a tener muy en cuenta en una de las zonas más lluviosas de la tierra. No me preocupo especialmente hasta que unos segundos después, decide enseñarme algunas fotos de la zona después de lluvias anteriores. Las fotos son un espectáculo de agua blanca descendiendo por laderas abruptas, árboles arrancados, ríos de barro y otros acontecimientos similares que incluyen un puente peatonal arrastrado un kilómetro, y un desprendimiento de ladera. Ahora es él quién sonríe, y yo quien tuerzo el gesto mientras recojo los permisos y me despido algo confuso. He calculado que, comenzando en el río Holyford, aproximadamente la mitad de los doscientos kilómetros del recorrido pueden hacerse en el packraft, la otra mitad, tendré que caminar mientras cargo los treinta y dos kilos de equipaje, material y comida. Descubrir el packraft me ha permitido leer los mapas de una manera distinta, con sólo tres kilos de peso, una resistencia sorprendente, y un manejo muy similar al de un kayak tradicional, permite descender por rápidos de hasta clase cuatro. Plegado no ocupa más que una tienda de campaña pequeña, y sus remos de fibra de carbono son colapsables. El inconveniente que supone cargarlo en los segmentos a pie, se ve sobradamente compensado con las posibilidades de exploración que ofrece, y la emoción que supone navegar ríos que de otra forma no serían accesibles.



Apuntalar los últimos trámites administrativos y llegar al punto donde comienzo la expedición, me lleva algunas horas pero finalmente, me veo en la orilla preparando todo para empezar. Estoy algo nervioso. El río no parece particularmente difícil, pero tampoco fácil. Por delante, muchos kilómetros de territorio desconocido rodeado de montañas escarpadas, y cimas nevadas. La vegetación que prácticamente nace desde el nivel del agua hará difícil las paradas para descansar y para valorar la dificultad de los rápidos. Termino de hinchar el packraft, aseguro el equipaje, y empiezo a flotar al ritmo de la corriente, me dejo llevar hasta que la luz del día me lo permite justo al llegar al lago Mckerrow. El lago se forma justo antes de que el río Holyford desemboque en el mar de Tasmania, y es la última parte del recorrido antes de llegar a la bahía de Martins. Su orientación oeste lo convierte en un lago extremadamente propenso a fuertes vientos que en la isla sur, soplan con frecuencia durante horas. La climatología en Nueva Zelanda es la más difícil de predecir que he encontrado hasta el momento. Llueve, hiela, nieva, y la temperatura sube a veinte grados en el plazo de dos días. Los fuertes vientos pueden hacer que el lago no pueda cruzarse con el packraft, y obligarme a atravesarlo por la orilla norte, donde la densa vegetación y el barro, podrían retrasarme al menos un día. He observado que incluso los días de más viento, éste amaina considerablemente las primeras horas de la mañana, y si consigo remar a través del lago al menos unas horas, creo que puedo llegar hasta la costa sin perder ningún día. Me despierto a las cinco de la mañana y me

preparo, aún no hay ni un rayo de sol. La falta de contaminación lumínica y la ausencia de nubes, me permiten ver el cielo cubierto de estrellas, se ven tan claramente que se pueden diferenciar los colores de la vía láctea. No hay viento y comienzo a remar en el silencio de un lago en calma. El amanecer y la belleza del lago ayudan a atenuar el esfuerzo que supone remar en solitario durante varias horas. Por suerte, el aire no se mueve, y atravieso el lago sin más problemas que unas pocas horas de lluvia. El agua en la desembocadura fluye muy despacio, hago algunas paradas llegando a la costa para contemplar la fuerza del mar. El cielo se ha despejado después de las lluvias, y la alternancia de nubes y claros le dan un aspecto muy dramático al paisaje. La bahía de Martins ha cumplido con las expectativas.

Después de varios días remando, casi se agradece poder caminar a pesar del peso de la mochila. Aunque sólo llevo una comida para cada día, y he reducido a lo estrictamente necesario el equipaje, el peso no ha podido reducirse a menos de treinta kilos. Por suerte, tengo la experiencia de viajes anteriores, y sé que con el tiempo, el cuerpo se adaptará al peso y podré caminar a un ritmo aceptable. Desde la bahía Martins, y siguiendo la costa durante un día, se llega a la bahía Grande. En principio, el recorrido no debe entrañar mayores

dificultades. No tardo mucho en llegar a Long Reef, muy cerca de donde he pasado la noche. La zona alberga una numerosa colonia de focas que con la altura de la marea, se agolpan en una franja de tierra muy estrecha. No se muestran muy contentas con mi presencia, y debido al tamaño de las rocas, es difícil saber dónde se encuentran con el fin de evitar encuentros inesperados. Con el nivel del mar subiendo, y el tamaño de las rocas en la zona libre de marea, tengo que desistir de trazar el camino por la costa y adentrarme en el interior, donde la densidad de la vegetación me dificulta sustancialmente el avance. Las siguientes tres horas transcurren abriéndome paso en una vegetación agobiante, en un par de ocasiones tengo que quitarme la mochila para reptar por debajo de las ramas, y cuando camino erguido, las puntas de los remos que sobresalen de la mochila se enganchan constantemente en la maleza. Reviso el GPS cada cinco minutos porque me desoriento en la maleza, y entre el barro y las raíces, tropiezo al menos tres veces. Lo peor de todo, es que a pesar del tiempo invertido y el esfuerzo, sólo



consigo recorrer unos seis kilómetros. No haber comprobado el nivel de las mareas se está cobrando demasiado tiempo y esfuerzo, únicamente puedo concentrarme en salir de allí lo antes posible. Con el mapa en la mano calculo que en un par de horas más podré llegar a Penguin Rock. Intuyo que allí la costa será menos abrupta y no habrá animales, lo que me permitirá progresar mucho más rápida y fácilmente. Afortunadamente estoy en lo cierto. Llevo algunas horas de retraso pero nada importante. Atravieso Penguin Rock y logro llegar a Three Mile Beach. Me siento muy aliviado de poder caminar de nuevo en un espacio abierto, la lluvia me ha dado un respiro y puedo disfrutar del

paisaje que forman las rocas, la playa y el mar. Llegando al lugar donde tengo pensado pasar la noche, diviso una avioneta a lo lejos. Del avión se bajan tres hombres, dos pescadores y el piloto. Resulta agradable mantener una conversación, hablamos de la zona, de nuestros países y alguna otra cosa sin mayor relevancia hasta que se me ocurre, que puede ser una buena idea consultar al piloto por las previsiones meteorológicas venideras. Me avisa que las lluvias intermitentes que vienen acompañándome desde que comencé, se van a intensificar al día siguiente y mucho. Puntualiza que serán muy severas a partir de las doce del mediodía. Mientras me dirijo a la zona donde voy a

montar el campamento, recuerdo las fotos que Arno me enseñó en Te Anau. Como no podía ser de otra manera, la zona que me señaló como delicada, es precisamente la que tengo que atravesar al día siguiente justo antes de alcanzar el río Pyke. Una vez allí, debo encontrar un punto donde entrar en el agua y volver a fluir río abajo hasta la confluencia con el río Olivain, donde el departamento de conservación tiene una cabaña que con un poco de suerte, podré usar como refugio. Gran parte de la noche la paso valorado mis opciones para el día siguiente. Mientras oigo la lluvia todavía moderada, intento pensar en cuál es la mejor opción. El trayecto que debo caminar hasta el río, me llevará unas seis horas, y me obliga a atravesar al menos cuatro ríos que potencialmente pueden cortarme el paso. Una vez cruzado el primero, si la lluvia se intensifica, corro el riesgo de quedarme atrapado entre dos ríos, y verme forzado a esperar a que el caudal disminuya, lo que dependiendo de las lluvias puede llevar varios días. El considerable peso de la mochila, y viajar solo, me obligan a reducir lo que llevo de forma considerable, eso significa que por norma general sólo cargo comida extra para uno o dos días. Después de mucho pensar y escuchar el incesante sonido de la lluvia, decido que mi mejor opción es salir cuanto antes y caminar todo lo de prisa que sea capaz. Descanso unas horas, y a las cinco de la mañana me pongo el frontal y comienzo mi camino hasta el río Pyke. La lluvia me acompaña todo el camino. Tardo unas dos horas en llegar al primer río, aún no está crecido pero sé que una vez cruzado, no hay vuelta atrás. Continúo caminando sin descanso con la idea de llegar al punto en el que pueda subirme al packraft lo antes posible. Cada vez llueve más fuerte y las posibilidades de que los ríos crezcan, aumenta. Según avanza el día,



los ríos son cada vez más caudalosos y difíciles de cruzar. Me preocupa que el último tramo deba caminarse a lo largo de un afluente del río principal. Al ritmo que camino, no llegaré allí hasta casi las doce, la hora en la que supuestamente lloverá con más fuerza. Al final, completamente mojado por la lluvia y el cruce de los ríos, consigo llegar a un canal del río Pyke, lo suficientemente profundo para navegarlo con el packraft, parece que lo más difícil ha pasado. Llegar al río después de la incertidumbre a la que me ha sometido la lluvia es una sensación

indescriptible. Me cambio de ropa y por fin, me quito la mochila para cargarla en el packraft. Ahora estoy sentado cómodamente, fluyendo a siete kilómetros por hora sin hacer casi esfuerzo y aunque sigue lloviendo, estoy disfrutando de la naturaleza. El paisaje es increíble y el río hace todo el trabajo. Me siento mejor que nunca. Unas horas más tarde, después de un requiebro del río, consigo ver a lo lejos la cabaña que el Departamento de Conservación tiene en

la confluencia de los ríos Pyke y Olivine. La cabaña está en lo alto de un terraplén a unos dos metros. Mi intención es parar justo delante y subir la pequeña pared de tierra que ha esculpido el río pero cuando estoy más cerca, me doy cuenta de que es demasiado alta para acceder con todo el equipo. Me veo obligado a continuar y dar un pequeño rodeo. No supone ningún problema. Está lloviendo muy fuerte y la imagen de un lugar seco, con paredes sólidas y una estufa, es más fuerte que ningún inconveniente. Finalmente he llegado a mi destino. Corto un poco de leña y me meto a descansar al calor del fuego con todos los recuerdos de un día inmejorable. Las condiciones han sido duras, pero ha valido la pena. El sonido de la lluvia sobre el techo de la cabaña no cesa en toda la noche, ni un segundo. Intento recordar cuándo había visto llover de esa manera, pero no recuerdo una lluvia así de fuerte y durante tanto tiempo. Fiordland está haciendo honor a su reputación de lugar más lluvioso de la tierra.

La mañana siguiente amanece con sorpresas. Desde la ventana puedo ver que el cielo no está completamente cubierto y el sol asoma entre los claros. Por primera vez en varios días se ven zonas azules además de nubes. Parece lógico que se vea algo de sol, el cielo se ha descompuesto toda la noche y esa forma de llover no puede durar para siempre. Decido salir de la cabaña para disfrutar de la buena temperatura, pero apenas tengo tiempo de relajarme. La primera visión que tengo al abrir la puerta, es que el terraplén de dos metros que el día anterior me impidió acceder a la cabaña, ha



aumentado de forma considerable y arrastra ramas, algunos troncos, e incluso algún animal muerto. Con este panorama y a dos días de camino del final de la expedición, tengo que tomar la decisión de seguir descendiendo el río en esas condiciones o esperar indefinidamente hasta que el caudal baje, asumiendo el riesgo de quedarme sin comida. No me cuesta mucho tomar la decisión. No hay comida suficiente para esperar que el tiempo mejore con garantías, y en los casi dos meses que llevo en Nueva Zelanda he visto lo peor de su

climatología. Si no aprovecho esta ventana de sol para descender el río, me puedo ver obligado a descenderlo en condiciones peores dentro de unos días. Seguro de estar tomando la mejor decisión, presurizo el packraft todo lo que puedo, aseguro la carga, y entro en el río en la única contracorriente que puedo encontrar. En pocos segundos estoy en el agua de nuevo, recordando aquello de que nunca se desciende dos veces por el mismo río. Hago todo lo que puedo por evitar ramas y troncos, y en la medida de lo posible intento no entrar en las zonas del río de mayor corriente. Aún así, el GPS que ayer marcaba picos de velocidad de siete km/h hoy marca nada menos que dieciocho. A esa velocidad tardo poco en alcanzar el lago Alabaster. La entrada al lago se ha llenado de toda la vegetación que la crecida del río ha arrastrado, y la espuma cubre casi medio kilómetro de lago. El nivel del agua ha cubierto las orillas pero el

riesgo ha pasado. Estoy satisfecho y contento de haber tomado la decisión de abandonar la cabaña. Atravieso el lago hasta casi llegar al punto en el que el río Pyke desemboca en el río Holyford y allí, paso mi última noche. La primera parte de mi aventura en Fiordland está llegando a su fin. Desde la confluencia de los ríos Holyford y Pyke, tengo que caminar durante veinte kilómetros hasta la pista forestal que dio comienzo a la expedición. Las lluvias han deteriorado el camino pero a pesar del barro y las zonas inundadas es, con toda seguridad, la parte más fácil de la expedición. A pesar de la pesada mochila, camino a buen ritmo. Algunas partes del recorrido final transcurren muy cerca del río y reconozco algunos segmentos que recorrí en el packraft el primer día. Mirando el agua correr en los rápidos más difíciles, no puedo evitar pensar en la innumerable incertidumbre que sentía cuando comencé, en toda la experiencia acumulada en los últimos ocho días, y en cuánto necesito estas aventuras en pleno contacto con la naturaleza y conmigo mismo. La primera fase de la expedición ha terminado, me esperan el lago Haruko y el río Wauiraurahiri. Estoy deseando ver qué me depara.



l barco “Naga Laut”, dejó Padang el 17 de abril de 2013. A bordo se encontraban diez amigos surfistas que viajaban juntos por octava vez. A eso de las 3:15 de la mañana, uno de ellos Brett Archibald, sudafricano de unos 50 años, salió de la cabina a orinar y beber agua. Se sentía bastante mareado y vomitó desde cubierta en el mar, y entre la descompostura y el mareo sin querer se patinó. Cuando despertó, estaba en el agua flotando. Miró hacia el barco pero ya se encontraba a unos 100 metros

alejándose en busca del destino de su ruta. Los amigos de Archibald sólo notaron su ausencia cinco horas más tarde, cuando tomaron el desayuno. Volvieron de inmediato sobre la ruta tomada durante la noche. La operación de búsqueda fue coordinada por las autoridades marítimas de rescate de Indonesia y Australia, que trabajaron juntos, ayudados por otras embarcaciones privadas. Pero al regresar por la ruta el “Naga Laut” no encontraron al tripulante. De acuerdo con los datos, la embarcación pasó a

unos 250 metros de Brett pero el gran oleaje, el cielo gris y una ligera llovizna obstaculizaron que el sudafricano fuera avistado. "Grité, agité los brazos y traté de nadar hacia el barco, pero la corriente era muy fuerte", recuerda Archibald. "Se detuvieron cuando vieron algo, pero luego se fueron" Antes de la puesta del sol, un animal marino golpeó dos veces a Archibald, que sumergió la cabeza en el agua y se volvió para identificar lo que era. "Di cara a cara con un tiburón. Estaba preocupado por un posible ataque y llegué a pensar que si lo agarraba, podría llevarme a la costa ", dice Brett. Pero lo miró y se fue. El surfista también fue picado por las medusas y herido por las gaviotas, que buscaban sus ojos. Por la mañana, Archibald vio un barco de pesca que se aproximaba. "Pensé que iban a anclar y pescar, entonces empecé a nadar frenéticamente hacia ellos. Pero al levantar la cabeza, vi que se habían ido en otra dirección ", recuerda. Sintiéndose agotado y completamente desmoralizado, Brett trató de ahogarse, pero fracasó. A las 7:30, poco más de 28 horas a la deriva, volvió la vista y divisó el barco “BarrenJoey” comandado por el capitán Tony Eltherington. Repitió el ritual desesperadamente como cuando vio los otros barcos: gesticuló, gritó y trató de nadar. "Después de mucho esfuerzo, pensé que iba a ahogarme en espera de rescate. Pero, afortunadamente, me vieron y llegaron a tiempo ", dice Brett. Luego de hablar por teléfono con su esposa Anita y con su familia tranquila, Brett decidió continuar el viaje. Él estaba bajo el cuidado de un


urólogo, un quiropráctico y dos socorristas que estaban a bordo del “Barrenjoey”. “En los ocho días restantes, fui a todas las playas que pude y surfeé la mayor cantidad de olas posibles", se ríe Brett. Luego se supo que Brett se desplazó y fue encontrado a 2 millas de la costa de Sipora.

La verdad es que no estoy bien. 28 horas en el agua, estoy destrozado. Me siento roto por la mitad.

Estábamos en medio de una navegación muy agitada, el mar estaba muy movido. Subí a cubierta para tomar aire y beber un poco de agua, y me di cuenta que estaba muy mareado. Tuve grandes vómitos, y luego creo que me desmayé. No me acuerdo de caer al agua ni nada, porque si no hubiera intentado agarrar una cuerda o algo así. Pero me desperté en el mar sin chaleco salvavidas, y el barco a 100 metros por delante de mí. Eran las 3.15 de la madrugada, en medio de una tormenta. Cuando vi el barco alejándose pensé que todo había terminado. No había islas en 15 kilómetros. Traté de mantener la calma y confiar en que una vez que se dieran cuenta de mi


ausencia, darían la vuelta. Y volvió, llegaron a menos de 250 metros de mí, pero no me pudieron ver porque el oleaje era enorme. Cuando pasó de largo supe que tenía un problema muy serio. La noche era una verdadera carnicería. Tuve tiburones nadando junto a mí, me picó cada una de las medusas del océano que pasaron cerca. Incluso las gaviotas trataban de sacarme los ojos, así que tengo grandes agujeros en la nariz. Era una locura, una verdadera locura. De hecho, me di por vencido y dije: “A la mierda, no puedo seguir adelante”. Pero no podía tragar agua, mis pulmones se cerraban. Así que me dije a mí mismo: “Bueno, tengo que seguir aquí”, y seguí nadando y

flotando en el agua. Vi un par de islas e intenté nadar, pero la corriente era brutal, así que seguí sólo flotando con la corriente.

El cuerpo humano es una cosa increíble. Yo no creo que podría haber aguantado mucho más. Seguí mi propio ritmo: me mantenía flotando 5 minutos y después nadaba, así todo el tiempo. Vi la tierra cinco veces, pero no podía acercarme por las corrientes. Avisté un barco de pesca, y pensé: “Bueno, me va a rescatar.” Se dirigía directamente hacia mí y luego se largó de

repente hacia el puerto, y no lo volví a ver. Luego vino el “Barrenjoey”. El capitán, Tony Eltherington, ya había organizado toda la búsqueda y el rescate, y fueron los que me encontraron. Vi los mástiles y empecé a nadar. Ellos obviamente, estaban tratando de encontrarme, pero parecía que podían pasar de largo por 200 metros. No podía silbar porque tenía la boca sequísima, por lo que empecé a gritar. Tony me escuchó, pero no podía verme! Identificaron el ruido y me encontraron con los prismáticos. Nunca en mi vida había estado tan feliz de ver un barco.

Afortunadamente había un médico a bordo, que controló la situación desde el principio. Me dio agua, calentó mi cuerpo. Apenas podía beber, mi lengua era del tamaño de una pelota de tenis. Me cuidó realmente bien, curó mis heridas, y mi nariz.

Todavía estoy acá en el Barrenjoey, he estado durmiendo bastante. Mi barco está llegando y entonces podremos continuar de nuestro viaje de surf.

No, no. Tenemos un doctor aquí y me cuida realmente bien. Dice que no hay problema, y que en un par de días estará todo bien. Debo decir que el hígado y los riñones están fatigados, mis niveles de azúcar en la sangre son bajos, mi ritmo cardíaco no va fino, pero calculo que mañana estará ya todo bien…




levamos más de 8 horas pedaleando. El viento de frente nos seca la boca, es fuerte y frío, pero cada tanto nos da algunos segundos de descanso en los que frenamos, tragamos saliva y miramos los volcanes que nos rodean. Sonreímos durante aquellos segundos en los que el tiempo parece detenerse y dejarnos inmortalizados entre nubes congeladas y cerros de millones de años. Son breves instantes que se vuelven indispensables para llenar el pecho, reforzar las fuerzas y seguir. Hasta que de lejos se lo escucha venir nuevamente con la misma incansable intensidad, entonces bajamos la cabeza, nos agarramos fuerte del manubrio y clavamos la mirada en el ripio y la subida, con los músculos tensos y la respiración entrecortada, avanzando desquiciadamente lento, pero avanzando siempre un poquito más.


Podríamos haber elegido cualquier parte del mundo para salir a pedalear nuevamente, pero vivíamos pegados a la Cordillera de los Andes y, de alguna forma, aquella cadena montañosa ejercía en nosotros una atracción imposible de eludir. Hacía miles de años todo había sido mar, hoy son enormes picos nevados, repletos de glaciares, salares y lagunas que, entre tormentas, vientos y erupciones intentaban contarnos algo más. Desde un principio la idea nos pareció fascinante. Apenas se le ocurrió a Javi nombrar los 43 Cruces de los Andes, la decisión fue unánime, no existía para nosotros mejor plan que pedalearnos la cordillera entera. Más adelante, cuando el proyecto se volvió bicis cargadas y ruta por delante, aparecieron los miedos e inseguridades. Que si alud y tormentas eléctricas, que si el agua, las distancias y la altura. La adaptación fue lenta y

difícil y los momentos de disfrute escasearon un tiempo. El paso de Jama nos cacheteó con una Cuesta del Lipan que habíamos subestimado. Salimos sin aclimatar, convencidos de superar aquellos 36km con sus 2000 mts de desnivel en tan sólo un día. El resultado fueron 12 km de corazón a punto del infarto, boca abierta y piernas ausentes. Tardamos 2 días hasta que el cuerpo decidió que ya se sentía a gusto. Recién entonces pudimos dejar de mirar para arriba (agitados e incrédulos) esos zigzag enormes que se perdían entre los cerros, para comenzar a dar paso a la alegría y el placer de poder estar pedaleando aquel laberinto infinito con nubes bajas y atardeceres de acuarela. De a poco llegó el primer festejo, la primera bajada y el año nuevo con un brindis de fideos con atún. Llegó Suques, ducha y sandwiches en la vereda del pueblo. Había pasado muy poco

tiempo pero el viaje ya empezaba a dejar huellas en la piel reseca y tostada, en las miradas de cansancio feliz. Aún la mutación a “cicloviajeros” no era completa, pero ya no faltaba mucho para desprendernos del capullo definitivamente y desplegar alas. Fue al sexto día cuando la ruta creyó que ya era tiempo de mostrar alguno de sus trucos y nos sorprendió en medio del camino rumbo al salar de Olaroz. Vimos una casa y nos acercamos a preguntar por agua, pero cuando nos dimos cuenta estábamos con dos vasos de vino en la mano frente a un corral lleno de cabras y ovejas, mientras el dueño de la casa, un hombre de unos 70 y tantos años nos señalaba los vasos y nos decía "hasta el fondo". Sólo después de que terminamos con la última gota de vino, levantó la soga y nos dio permiso de entrar al corral. Entonces nos llevó hasta una mesa llena de lana de colores y cartones de vino. Nos ofreció hojas



de coca. Nosotros las aceptamos agarrando algunas, pero entonces insistió con la bolsa:"más, más!!", así que seguimos sus consejos y terminamos con los cachetes deformes. Nos explicaron que los días siguientes a año nuevo en toda la zona se hacía “la señalada”, que consistía en marcar (con un corte elegido por el dueño) y aflorar (decorar con lana de colores) a todos sus animales, dando siempre las gracias a la Pachamama. En este caso los propietarios de la casa y animales eran dos señores mayores a los que varios amigos y familiares habían venido a ayudar. De la ruta a un corral, estaba lleno de cabras, ovejas, polvo y niños. Al principio mirábamos desde un costado sin entender demasiado a toda esa gente corriendo cabras y riendo como locos. Pero no pasó mucho tiempo hasta que los que

terminaron saltando y persiguiendo cabras fuimos nosotros. Nos teníamos que quedar a almorzar y no hubo explicación que los convenza de lo contrario. Las bicis podían esperar. Mesa larguísima, carne de llama con arroz y la curiosidad de ambos lados. Ellos: ¿De dónde son?¿Para dónde van?¿No se cansan de andar en bici?... Nosotros:¿Cuánto les queda por señalar?¿Vivieron acá toda su vida?¿Es muy frío en invierno?... A las 4 de la tarde, las llamas bajaron del cerro para entrar al corral en patota y nosotros nos montamos nuevamente a nuestras bicis después de despedidas y abrazos llenos de agradecimiento. El objetivo del día de pedalear ya estaba perdido, pero nuestros ojos brillantes demostraban sin duda que en el trueque habíamos salido

ganadores. Esa noche dormimos en el salar de Olaraoz en el galpón de una empresa minera, y mientras adentro armábamos la carpa entre mates y galletitas con paté, afuera las nubes se volvieron tormenta y llenaron el cielo de luces y rayos. Quizás ellas también tenían un nuevo año que celebrar. Muy de a poco, el apuro y la ansiedad se volvieron paciencia, una enorme e inagotable bola de paciencia para ir despacito y sin problemas, a pesar del viento, el ripio o la subida. Así fue como después de 10 días tuvimos Jama y la satisfacción del primer paso logrado. Ya quedaban 42 y eso hacía todo posible. La salida a Sico, después de 4 días de descanso en San Pedro de Atacama, nos encontró fuertes, aclimatados y llenos de



confianza. Bajamos y subimos, bajamos y volvimos a subir otro poco más. Abra de Laco, de Sico, Abra de Arizaro y Chorrillo. Llegar al punto más alto eran abrazos y sonrisas, pero el esfuerzo nunca terminaba ahí. La cordillera siempre nos pedía más, cruzábamos cuestas y más cuestas, para encontrarnos con lagunas altiplánicas y dormir frente a salares azules con cielos de mil estrellas. El paso de Sico fue una sorpresa constante y nosotros estábamos en el momento justo y con todos los sentidos atentos para recibirla. Los Andes se ponían su mejor ropa y salían a saludarnos para demostrarnos que ellos también

estaban contentos de vernos. Llegamos al paso fronterizo y bailamos desencajados, felices, sin vergüenza. La alegría nos desbordaba el cuerpo y los deseos ya eran todos realidad. En Catua, la Intendenta del pueblo nos dio la bienvenida con una merienda de té y pan casero. Durante 2 días nos mostraron su pueblo, nos pasearon por geiser. Guadalupe nos esperó cada noche con la mesa decorada entre flores y tortillas, nos dio sopa y milanesa de llama con papas fritas, nos habló bajito y claro, mientras masticábamos extasiados. Habló de sus diez hijos y sus cabras, nos contó historias tan hermosas como sencillas. Catua se nos metió en

el pecho para que no podamos olvidarlo nunca más. Y como si aquel pueblito mágico no quisiera soltarnos al camino, se volvió todo arena, para alejarnos muy lentamente, entre bicis enterradas y empujones agotadores. Como un tesoro perdido desaparecía entre los cerros, con sus casitas y su gente linda, con la sabiduría y humildad de saberse ricos. Al octavo día del paso Sico finalmente estuvimos en San Antonio de los cobres. Y quedaban 41, pero los números de pronto nos parecían ajenos, teníamos salares, geiser y lagunas, atardeceres de cuento y cientos de estrellas fugaces. Quedaban 41 y ya había dejado de importarnos. Porque el camino no se sentía en cifras ni kilómetros, el camino éramos nosotros con la piel erizada y los ojos húmedos, con la enorme satisfacción de saber que lo único importante en nuestras vidas fue creerlo posible.




por Jimena Sánchez fotos: Andrés Calla

¿N


l día 25 de enero arrancó la 8va. edición del Trans Andes Challenge en la hermosa Reserva Huilo Huilo, en medio de Los Andes Patagónicos. Este evento se realizó en el extremo austral de América, en la ribera sur del lago Pirehueico, cercano al paso fronterizo Hua Hum uniendo las zonas de turismo de naturaleza más atractivas de Chile y Argentina. Me inscribí unos meses antes, con ganas de vivir una experiencia que por referencias sabía que era única. Salimos de mi ciudad, La Plata, en avión rumbo a Bariloche donde un transfer nos retiró a los 5 de la comitiva. Luego de caminar y de pasar una noche por la siempre mágica Bariloche, nos dirigimos a Villa la Angostura y de

ahí por el paso Cardenal Samoré, rumbo a Chile. Este recorrido fue una pequeña muestra de los paisajes hermosos que íbamos a encontrar en la semana de competencia. Después de unas horas, llegamos a la Reserva que aguardaba majestuosa. Estaba todo listo esperando a los competidores: las carpas armadas, otra que era el comedor y lugar de estar, y las instalaciones como duchas y baños para pasar tres días. El ambiente se iba armando con gente que no paraba de llegar. Muchos acomodaban las bicicletas desarmadas, otros se acreditaban. La ansiedad era muy grande. A la noche hubo una muy cálida cena de bienvenida con charla informativa de la carrera y finalizada, todos muy temprano se fueron a

dormir y a prepararse para lo que sería al otro día la primera etapa. A la mañana muy temprano, María Laura Giuliani nos levantó a todos. Ella fue no sólo una compañía, sino un soporte importante por su experiencia y calidez. Con la ansiedad y los nervios de ver con qué nos encontraríamos, desayunamos. Dimos una última mirada a la bici, llenamos las caramañolas, un poco de comida y a las 9 en punto se largó la carrera. Esta etapa de unos 61 km con 2350 metros de ascenso acumulado, nos llevó por antiguos caminos forestales los cuales sólo se pueden recorrer en esta competencia, y es algo que se nota porque la mayoría de los senderos casi no tienen uso. A los pocos kilómetros de salir cruzamos un puente colgante muy largo, y al pasarlo y ver el agua cristalina que pasaba por el río, uno pensaba que había valido el esfuerzo estar ahí…. pero todavía quedaba mucho por ver y andar!! En el kilómetro 35, comenzó la gran trepada del día. Yo soy un novato en estos terrenos, así que el esfuerzo que se planteaba era grande. La bici subía muy despacio y las pendientes eran cada vez mayores, pero los faldeos del volcán Choshuenco que recorríamos daban ganas de seguir. Al final de la trepada comenzó un sendero en descenso de 7 km de extensión (fue una regalo para mis ya agotadas piernas) que terminaba en la meta, ubicada en el campamento Huilo Huilo que pude cruzar 7 horas después de la largada.



Sentí una gran satisfacción saber que mis amigos habían llegado, que María Laura lo hizo primera en su categoría, y que el resto había andado muy bien. La etapa fue muy dura, más que cualquiera de las carreras que había participado, estaba exhausto pero muy feliz de haber terminado ese primer día. Para descansar, primero había que lavar las bicis, aceitarlas y, si era necesario, una pequeña regulada en los talleres Shimano que había puesto la organización. Luego, ducha caliente, tomar algo y relajarse. La noche fue igual de amena, con anécdotas y momentos vividos, parecía mentira que en tan sólo un día ya teníamos tantas cosas que contarnos. La mañana siguiente estaba igual de diáfana. La largada era a la misma hora, y nos esperaba una etapa más corta en kilómetros pero con un mayor desnivel que quedaba de manifiesto en los 2150 metros de ascenso acumulado. Fue el día más exigente desde el

punto de vista altimétrico. Esto quedó claro ni bien salimos con un empinado ascenso. Como a los 10 km, alcanzamos la sección más alta del día. Faltaba mucho y ya me había empezado a doler el tendón de tanto subir caminando. Comenzó un largo descenso hacia la comunidad mapuche de Remeco y el camino cambió… a subir de nuevooo!! Interminables 20 km. Un extenso ascenso en muchas partes y muchas caminando. Ya sufría cada vez que tenía que bajar de la bici. Miraba para arriba y decía “cuánto falta”?. Cuando al fin llegamos a la cima, con la ilusión de no hacer más fuerza, comenzaba un terrible descenso que era imposible bajarlo rodando. Bajar de la bici y caminar… pero ahora para abajo!! Luego, el sendero se ponía más tranquilo y pudimos llegar a la meta ubicada en el mismo punto de

largada. Ese día hizo mella en mi cuerpo, la bici estaba intacta pero yo no tanto. El pie hinchado, el cansancio era grande y aún pensaba cómo salir a la etapa 3, la más larga de todas.Ya me preocuparía por eso al otro día.

General Damas 1° Sonya Looney 19:47:36,39 hs 2° Kaysee Armstrong 21:57:15,22 hs 3° Denisse Van Sint Jan 23:25:15,77 hs

Equipos Mixtos 1° Michael Broderick y Mary McConneloug 18:55:22,22 hs 2° Claus Plaut y Elisa García 20:52:20,79 hs 3° Jennifer Hanks y Shannon Boffeli 21:21:21,70 hs

General Caballeros 1° Eyair Astudillo 16:15:21,83 hs 2° Joan Llordella 16:24:10,28 hs 3° Francisco Ramos 17:21:25,87 hs

Equipos Caballeros 1° Antonio Ortiz y Pau Zamora 16:47:13,76 2° Aldo Zanardi y Claudio 18:57:04,82 3° Kevin Hines y David Dornaus 19:20:43,55



Por obra divina, a la madrugada empezó a llover, y lo hizo sin parar hasta la tarde. La organización decidió suspender la etapa, situación que festejé ya que me vino de primera para dormir, descansar y prepararme para los 97 km que nos separaban de Huilo Huilo a Catripulli, donde terminaba la etapa. Motivado y con energías renovadas, salimos en pelotón. Los primeros kilómetros fueron por una camino ancho pasando por el pueblo de Neltume y con un descenso suave que rodea el hermoso lago. Luego hubo un sendero con mucha vegetación y cerca del km 30 había una cuesta tremenda de unos 1500 metros. Bajé de la bicicleta, y a caminar, fue terrible!!!! No podía ser más empinada. Todas las fuerzas que tenía las tuve que dejar ahí, para poder llegar a lo que sería una subida ya no tan empinada. Llegamos al primer puesto de hidratación, impecable en todo sentido. Nos recuperamos y empezamos lo que sería, para mí, lo más duro de la carrera los 37 km: la subida hasta el Parque Nacional Villarrica. Sabía que el parque cerraba a las 17 horas, así que esa era mi hora a vencer. El camino se ponía cada vez más angosto, hasta convertirse en una muy pequeña senda maderera que, en el cambio de fisonomía del paisaje con las araucarias, pasaron a ser las reinas del lugar. Fue un desgaste físico y mental el seguir adelante, y producto de esto me perdí en un sendero. Gracias a Dios encontré a Pablo, un eterno motivador y ciclista aguerrido que me puso las pilas para seguir. Me decía:- “dale que tenemos que llegar antes de las 5 a la entrada del Parque”, y me repetía eso todo el tiempo. Al fin con las últimas fuerzas, 16:30 llegamos al puesto de hidratación. Habíamos llegado!! Faltaban 7 km de ascenso y el resto bajada. Salimos con el aliento de los chicos de la organización. Los corredores que quedaban habían abandonado en el último puesto de hidratación, así que siendo los últimos con Pablo, encaramos el fin de la etapa. No parábamos de subir y con más de 9 horas arriba de la bici, llegamos a la cima. Nos decían: – fuerza, es todo bajada! Si era verdad pero eran 30 km más! Fue hermosa esta parte, con un rito muy ligero recorrimos la distancia que nos separaba con una ruta 199. Al llegar doblamos a la derecha y vi cómo nos seguían todos los de la organización:

dos motos, una ambulancia y camionetas. Era una emoción terrible. Pero faltaba todavía. Cuando ya creíamos que se terminaba, desviamos a un sendero. No podía ser… faltaba tan poco y no podía pedalear un metro más. Pasamos por una pasarela colgante peatonal sobre el río Trancura, no podía ser… era interminable!! Un camino de tierra y por fin, una última cuesta que hicimos parados en los pedales con el último aliento y ahí sí estaba la llegada! El abrazo de Puchi, Juli, José y Laura, hizo que las lágrimas se cayeran por las mejillas. Nos abrazamos y tuvimos el mejor premio: el aplauso de todos! Después de 11 horas habíamos llegado. Ahí estábamos orgullosos del logro, de haber dejado todo. Faltaban dos etapas para terminar, muerto como estaba, decidí no salir a la cuarta etapa y reservarme para poder terminar. Así lo hice, y al otro día no salí, descansé y me recuperé junto con mi fiel compañero. La última etapa la disfrutamos de verdad, con los paisajes más hermosos: bordeamos la laguna el León para luego recorrer caminos internos

antes de ascender hacia el sector de los Nevados y descender hacia el campamento de Pucón. Tenía unas pendientes suaves y caminos para pedalear. El ambiente era relajado. Todos estaban felices: los que corríamos y los que nos asistían. Ya estaba la tarea cumplida, había que llegar. Después de pasar un camino de lava, ríos y el siempre activo e imponente Volcán Villarrica, llegamos a la meta! A la noche nos agasajaron con corderos hechos al asador, y para terminar, una fiesta que sirvió para saludos, abrazos y festejos. Habíamos hecho una dura y hermosa carrera. No tengo más que palabras de agradecimiento para los que participaron en esta inolvidable aventura: los organizadores y personas que nos asistieron en todo momento y nos alentaron, los amigos con los que fui (que sin duda desde ahora nos une algo especial), y a Marcos y el Negro que hicieron posible que yo pueda ir.



uando tenía 15 años perdió a sus padres y se quedó a cargo de su hermana de seis años de edad. Aún así, ella hizo su camino hasta los picos más altos del mundo (K2 y el Everest, por nombrar algunos) y ha seguido trabajando sin descanso para servir a los menos favorecidos en las secuelas del terremoto de abril de 2015, en Nepal A los 19 años, Pasang Lhamu comenzó su carrera como una de las primeras estudiantes en el centro de escalada de Khumbu (KCC), la primera escuela en Nepal para proporcionar instrucción formal a los nepalíes. Luego se convirtió en el primer instructor de la mujer del alpinismo de Nepal. “Cuando la vi cómo escaló sin dificultad Collado Norte del Everest, estaba claro que tenía las aptitudes para la excelencia en la montaña”, ha declarado el alpinista y fundador de la KCC Conrad Anker. “Más allá de eso, está su dedicación al pueblo de Nepal. Desde enseñarle las prácticas seguras de montaña al apoyo sin descanso tras el terremoto de 2015, Pasang se ha convertido en un modelo a seguir para las mujeres, el pueblo de Nepal y los escaladores”. “La aventura para ella no es sólo placer, significa también un fin para ella misma y para su

apoyo incondicional a la comunidad”, recalca Norbu Tenzing Norgay, vicepresidente de la American Himalayan Foundation e hijo de Tenzing Norgay, quien realizó el primer ascenso al Everest con Sir Edmund Hillary en 1953. “Para los sherpas, éste es un momento de mucho orgullo”. En la siguiente entrevista, Pasang Lhamu comparte lo que fue crecer en el Himalaya, su peligroso ascenso hasta K2, su reciente proyecto para distribuir 11.000 mantas para los más afectados por el terremoto, y su proyecto de empezar una fundación para llevar la educación básica para las niñas desfavorecidas de su país.

Cómo fue tu infancia en Nepal? Crecí en Lukla, que es la puerta de entrada al Monte Everest. Había perdido a mis padres a los 15 años En general, al crecer como un niño Sherpa en Khumbu, era una diversión típica de la infancia y sencilla.

En comparación con otras sociedades en Nepal, las mujeres Sherpas disfrutan de más libertad y tienen voz en la familia. Sin embargo, eso no significa que son tratadas por igual, incluso dentro de las familias Sherpas. A las hijas por lo general no se les da tanta prioridad como a los hijos. Las mujeres no se animaban a salir y participar en actividades al aire libre. Cuando dije


que quería escalar montañas, muchas personas me desanimaron, diciendo que era el papel de los hombres para subir montañas y ganarse la vida.

Crecer al lado del Everest. Veía a muchos extranjeros que venían a escalar montañas. Y obviamente, conocidos: mis primos y tíos, ellos subían también para trabajar. Por lo tanto, crecí aprendiendo sobre montañismo y pronto aprendí a hacerlo. Cuando mis padres murieron decidí tomar el montañismo como una profesión, ya que tenía que cuidar de mi pequeña hermana de seis años.

Siempre me han gustado las montañas, es tan simple como eso. Me parece que las montañas son muy justas, y no diferencian si uno es un hombre o mujer, rico o pobre. Además, siento una gran sensación de libertad allá arriba, muy diferente a la sociedad que impone tantas reglas. Por supuesto, también me encuentro con un montón de grandes personas mientras escalo, y puedo conocer muchos países.

Solía ser el K2, pero desde que me subí en el año 2014, ahora tengo el deseo de escalar todas las montañas que no he subido. Está claro que eso no será posible.

Obviamente, tenía miedo al subir el K2. Después de todo, se la llama la "montaña salvaje o asesina." El peor momento fue cuando nos habíamos ido más allá del cuello de botella. Yo pensaba que era sólo la nieve y sin peligro, y había más de 17 personas conectadas a una línea fija, y algunos de ellos quedaron colgados en la cuerda. Me di cuenta de que toda la cuerda estaba sujetada sólo a dos herramientas de hielo. Si las herramientas se hubieran desprendido, hubiésemos caído cientos de metros. Pienso y todavía me da escalofríos.

Yo estaba cerca del campamento base del Everest cuando el terremoto ocurrió, y vi muchas muertes y destrucción. Un año antes de eso, había sido testigo de la tragedia que había matado a 16 sherpas, incluyendo mis amigos cercanos. Cuando llegué a Katmandú, me di cuenta de una gran cantidad de lugares que se vieron afectados muy mal y que podía haber muerto también. Dios me había dado la oportunidad de vivir, y yo me sentí realmente obligada a hacer algo.

Fuimos en varios viajes de auxilio y nos dimos cuenta de que los ancianos, las mujeres embarazadas y los niños eran los más afectados. Por lo tanto, hicimos refugios para ellos. Me sentí muy satisfecha de poder ayudar. Después de regresar de la escalada del Ama Dablam, fuimos a Salyantar, un pueblo en las montañas. Teníamos sacos de dormir y los aldeanos mantas

delgadas que les había dado el gobierno, y eso no era suficiente para mantener el calor. Con mi marido, Tora Akita, les prometimos volver con mantas y colchones. Esa es la forma en que se inició. Hemos distribuido más de 11.000 mantas hasta ahora en las zonas más afectadas, incluyendo Gorkha, Dhading, Sindhupalchowk, Katmandú, y Dolakha.

Va tanta gente que incluso van personas sin experiencia. Sería bueno establecer ciertas normas. Por ejemplo, el gobierno tendría que exigir experiencia en cierto número de montañas en Nepal antes de que se permita en el Everest. Esto hará que sea más seguro para todos.



a ciudad parecía aún dormir cuando una legión de remeras azules comenzó a teñir San Martín de los Andes. El almanaque marcaba el 11 de febrero y 3000 corredores empezaban a latir el comienzo de un nuevo Cruce; 33 países estaban representados en un evento deportivo increíble en dimensiones y recorrido. Muchas expectativas se movilizaban divididas en 3 categorías que vivirían en 3 días un desafío inolvidable: domar la cordillera y sus propios miedos. El primer día les tocó romper el hielo a los avanzados. Para deleite de los espectadores de la largada, Sergio Trekaman, Marcos de Gasperi, Gustavo Reyes, Roxana Del Cid, Verónica Bravo, Luciana Urioste, Oihana Kortazar, entre otros tantos, dieron el comienzo a la aventura. El día del inicial fue acompañado por una temperatura intensa y un sol que dejó huellas no mayores a los recuerdos del recorrido. Grandes sueños comenzaron a concretarse, entre ellos el de un tandilense que hizo su bautismo con felicidad en un segundo lugar sorpresivo, para los habitués de este evento. Diego Simón hizo su presentación, con un excelente tiempo y toda la emoción de quien durante años deseó El Cruce y lo estaba viviendo. Acostumbrado a las sierras, no tuvo empacho en secundar al atleta italiano Marco De Gasperi, con quien estableció una comunicación fluida que también se la llevó como tesoro del evento, aparte de un merecido 2° puesto en su categoría y un 4° lugar en la general. Ohiana Kortazar, corredora del País Vasco, de 32 años, rememoró su triunfo del 2013 y desde el primer al último día logró llevarse un merecido 1° lugar. Agilidad, rapidez y una cadencia increíble le dieron a la niña de piernas imparables, una performance impecable. El llegar a la meta los enfrentó con un micro mundo. Hua Hum enmarcaba cientos y cientos de carpas, un comedor, una carpa médica… lo mismo los esperaría en el campamento 2. Durante horas, minutos y segundos, su espacio sería ese. Quién dijo que sería fácil? Abandonaron familias (sólo en geografía), trabajo, comodidad... llegaron buscando cosechar meses y meses de entrenamiento… en alguno casos, años de espera.Y ahí estaban ellos y el campamento.


Paisajes increíbles en El Cruce 2016

Martín Franzosi


Las rutinas serían iguales en las categorías: muchos revisaban su tiempo oficial, otros cargaban los GPS, los más relajados iban a la parrilla seducidos por el aroma que inundaba el paisaje. El comedor, como hormiguero, se llenaba en segundos. Compartían experiencias, se alentaban, relataban sus vidas tan alejadas a las que en ese momento estaban llevando. Mientras tanto en la carpa médica, llegaban algunos corredores con heridas de guerra: ampollas, estómagos que juegaban en contra, esguinces leves (y no tanto), calambres y hasta algún rezagado que debía volver con el sinsabor del no continuar. Al anochecer los campamentos se volvían más silenciosos, había menos ansiedad. Llegaba el momento de descansar el cuerpo, la mente y las emociones, que durante toda la jornada habían estado activas, intensas, con una mezcla de felicidad e incertidumbre. Todo se repetía, era cíclico, nada calmaba del todo… hasta el día 3. El día 12 de febrero, trajo el comienzo de las duplas y la continuación de los avanzados. Parejas esperadas comenzaron a escribir su historia. Daniel Simbrón y Pablo Ureta, Cilene Sophia Santos y Paulo Quesada, los cordobeses Sebastián Castellani y Gonzalo Ochoa, entre otros reconocidos deportistas, hacían una jornada de fiesta que también traería sorpresas, como la presencia notoria de Cristian Morales y Carlos Hidalgo, dos jóvenes que iniciaban su 1° Cruce en pareja, y mantuvieron un ritmo contínuo e impecable sosteniendo su 3° lugar en el podio hasta el final. Corrían juntos, se separaban un poco, se buscaban, compartían un camino, se acompañaban... Hermosa carrera que inició el día 2. Al atardecer, los encontraba el mate, la relajación

en el agua, las curaciones y la preparación para montañas y volcanes, cumbres nevadas, bosques, lagos, valles y zonas rocosas… recorrido de la etapa 2. La tercera jornada dio la bienvenida a los amateurs y despidió a la elite con Marcos De Gasperi llegando de forma increíble a la meta. La categoría “Sólo Amateur” disputó su primera etapa con mucha ansiedad contenida. Así salieron lanzados a superar el recorrido de 40 k, que culminó en el Camp 1, ubicado en Hua Hum. El primero en cruzar la meta fue el brasilero Joao Paiva Ferraz. En segundo lugar quedó

Kravos Javier, y en tercer lugar Manuel Cela. Entre las damas, el podio quedó conformado por la santafecina Viviana Mihalic en el primer puesto, seguida por Cecilia Gonzáles y Mariela Vigliocco en segundo y tercer lugar, respectivamente. El objetivo había sido cumplido: cruzar los Andes, uniendo Argentina con Chile, en una distancia de más de 100 kms, pero esta vez, todo había sido mejorado: el servicio a los corredores en los camps, en los recorridos y llegadas, un trayecto distinto con una convivencia permanente con paisajes únicos, un equipo de más de 300



Vista Aérea

personas trabajando antes, durante y luego de la carrera. Desde el 2002 hasta el 2016, la organización sumó experiencia y perfeccionamiento, con su líder a la cabeza: Sebastián Tagle, que convivió permanentemente con el “mundo Cruce”. Pasaron de correr 300 deportistas a hacerlo casi 3000, y logró convertirse en uno de los eventos deportivos de reconocimiento y prestigio mundial. Muchos atletas elites lo eligieron y cada vez más lo eligen. El atleta Marco De Gasperi y la corredora Oihana Kortazar, son los nuevos campeones de la categoría “Avanzado” de la 15ª Edición de “El Cruce Columbia”. Es importante señalar que entre las damas, sus escoltas en el podio fueron la brasileña Leticia Saltori, junto a la rionegrina Luciana Urioste. Con respecto a la categoría “Teams”, el podio no se modificó en ninguna de las etapas. El equipo Columbia Dole (Ureta y Simbrón)- repitió el triunfo del primer día. Otros que se quedaron con el mismo puesto en el podio fueron Sebastián Castellani y Gonzalo Ochoa. Mientras que, el tercer puesto fue para Cristian Morales y Carlos Hidalgo los jóvenes de Comodoro Rivadavia. Entre las damas teams, el triunfaron las hermanas Gilda y Roxana Flores. En el podio fueron acompañadas por Estefanía Ovejero y Romina Sarden, en segundo lugar, mientras que en el tercer puesto quedaron Patricia Ossenbach y Natalia Alvarado. Las remeras azules lentamente se disiparon… todos volvieron a su casa. La satisfacción de un Cruce se vive un año y se mantiene latente hasta el reencuentro con el mismo espacio, el mismo evento, los mismos desafíos.

“El Cruce Columbia”, Tal vez el título impacte de una manera directa en el lector, ya sea para aquéllos que no pertenecen al mundo del running, como para aquéllos que sí forman parte de este pequeño gran universo.

Imaginarse el hecho de cruzar la Cordillera, con el contenido épico que representa para nuestra historia, es casi impensado para muchas personas. Pero lo cierto es que esta competencia de trail de montaña es fuertemente atrapante, y muchos corredores nos vemos tentados a realizarla. El Cruce Columbia es una de las carreras más grandes e importantes de Latinoamérica y del mundo. Aquí, año tras año, se trazan distintos recorridos en donde se unen dos países hermanos: Chile y Argentina, a través de su extensa y fascinante Cordillera de los Andes. Se recorren diferentes trazados, pasando por distintos pasos limítrofes y asegurando en cada edición una variedad interminable de paisajes que se renuevan constantemente, para que todos los corredores tengamos la posibilidad de disfrutar de diferentes escenarios y en algún punto, encontrarnos con terrenos o situaciones de carrera inesperadas. Cada carrera tiene sus ciudades anfitrionas, sus senderos, caminos, montañas y particularidades propias. Se podría decir que cada espacio

La Patagonia y sus lagos

de nuestra Patagonia tiene su sentido y estilo "sui generis". Si bien es cierto que todos los años los recorridos son diferentes, la distancia final se trata de respetar, en todos los casos un poco más de 100 km, aunque ha sucedido tener que modificar en la competencia, una o todas las etapas previstas por diversas situaciones que no pueden preverse con demasiada anticipación, como el clima o regulaciones propias de cada territorio. Es fascinante entender que el sentido del paisaje y la percepción del mismo varían según la capacidad del corredor de poder tomar registro de las escenas mientras se corre, teniendo en cuenta que una leve distracción puede ocasionar una caída, un esguince de tobillo o males mayores. Debemos correr todo lo mejor y rápido que podamos, pero como sólo somos amateurs, de vez en cuando es bueno tomarse un instante para disfrutar de esos maravillosos paisajes que son parte importante de esta travesía y que después de dar unos pocos pasos más, quizás no tengamos la oportunidad de volver a estar en ese


El campamento luego de una dura etapa

Emociones

lugar. Créanme, ese disfrute es parte importante de este tipo de carreras. Tal vez no nos dé el tiempo para sacar una fotografía, si es que se quiere ir en busca de un mejor tiempo o una mejor posición en la carrera, de hecho yo nunca lo hago, pero al menos mirar y tardar unos segundos en sacar la vista de esos lugares, alcanzará sobremanera para traer grabado en nuestras retinas esos parajes de ensueño que ninguna cámara fotográfica logrará transmitir con la fidelidad de nuestra propia mirada. Cada Cruce es absolutamente diferente, cada uno tiene su particularidad que lo hace único. Los distintos recorridos, el clima prevalente, la cantidad y calidad de participantes, el estado físico y anímico de cada uno, hace que esto sea de esta manera. En mi caso, lo he realizado cuatro veces hasta ahora, y digo “hasta ahora” porque espero poder seguir viviendo esta experiencia muchas ediciones más. Lo hice en 2013, 2014, y 2015 en modalidad Team, con mi amigo Pacha Cascia, y este año en categoría individual, ya que necesitaba hacer mi experiencia corriendo solo por el lugar donde más feliz y libre me siento... la montaña. En este lugar, durante tres días habrá un coctel de sensaciones de las más variadas. Sensaciones encontradas entre sí, que desencadenarán cambios profundos en nuestro interior para siempre. Es fascinante experimentar

este proceso en el cual conviven dolor, plenitud, fatiga extrema, alegría, impotencia, emoción, angustia, esperanza, y tantas otras... el premio final... la felicidad total y absoluta de cumplir con nuestro objetivo. Ahora bien, ésta es una carrera en la cual tenemos que tener una buena preparación con el entrenamiento adecuado para no pasarla mal. Son terrenos de los más variados y muchas las subidas y bajadas pronunciadas, las cuales debemos transitar de la mejor manera. Son tres días los que estaremos recorriendo en forma permanente estos trazados. En las bajadas es donde hay que tener mayor precaución, ya que allí suele ser más fácil lesionarse por la contracción excéntrica de la musculatura del cuádriceps que se contrae en extensión, como consecuencia de ir controlando la bajada que suele ser a veces muy pronunciada, trayendo el riesgo de caernos y lastimarnos. La edición 2016 como todas las anteriores, escribió su propia historia...La ciudad anfitriona fue San Martín de los Andes, donde se desarrolló la mayor parte de la competencia, la cual se dividió en tres etapas. La primera parte fue de 43 km con una altura de 1130 m y un desnivel acumulado de 3367 m. Se desarrolló entre el Lago Escondido y el Lago Lacar, bordeando este último durante la segunda parte del recorrido, llegando al paso limítrofe Hua Hum, en donde luego de realizar el trámite

migratorio a Chile, se regresó a nuestro país y se finalizó la etapa a orillas del río Hua Hum. Fue un recorrido muy largo y algo trabado tornándose por momentos un terreno muy técnico. Es difícil transmitir las increíbles imágenes que pasan por delante de nuestros ojos. Si los caminos de cornisa tienen su encanto por la inmensidad que nace al borde de ellos mismos y por lo infinito del paisaje, no es para desmerecer el encanto de los caminos madereros y senderos angostos con frondosa vegetación, inmersos en el monte que habita en la montaña. Los caminos guardan un encanto único porque su color, textura y aroma le dan al entorno un encuadre tan cálido como mágico con infinidad de tipos y tamaños de troncos, desde los más pequeños que atravesados en el camino a modo de peldaños nos ayudan en la trepada, hasta los más enormes que tendidos sobre el camino debieron ser perforados para poder darnos paso a través de sí mismos, ya que atravesados en nuestro recorrido suelen tener tal diámetro que superan nuestra estatura, quedando así una especie de túnel por el cual atravesaremos en nuestra carrera. En estos caminos tenemos a mano una amplia variedad de palos de treking naturales que son sumamente útiles porque adecuamos cualquier rama a nuestra estatura para usarlos como bastones improvisados, para trepar con más facilidad y sin tanto desgaste, además de



Elisa Forti, italiana de nacimiento y argentina por adopción, a sus 81 años, realizó por tercera vez El Cruce Columbia. Con un estado atlético increíble, completó íntegramente los tres tramos, feliz de los ripios y las subidas complejas que le requieren mayor esfuerzo. "El desafío surge porque adoro la naturaleza, me anoté porque lo hice dos años seguidos y ahora quería volver a repetirlo", contó Elisa. Esta carrera la corrió con Nehuén, otro de sus nietos que se atreve a acompañar a la intrépida abuela en esta nueva aventura.

contar con la ventaja de que al finalizar la trepada podremos dejarlos de lado sin el remordimiento de haberlos abandonado como si fuesen de nuestra propiedad. En resumen, palos de treking naturales y descartables, que más pedir... Es también generalmente en algunos sectores de la montaña en donde se dificulta el trayecto por largos senderos de lodo, en los cuales no es fácil progresar porque las piernas se hunden y al retirarlas en cada paso se hacen cada vez más pesadas y no es raro ver cómo algún participante busca con su brazo desesperado sacar una zapatilla que quedó enterrada en el barro y fuera de la vista. Los caminos pueden ser muy trabados. También los hay rectos, en franca subida y en notable bajada. Las bajadas a veces se dan sobre terreno rocoso, y ése es otro tema, porque hay grandes rocas y piedras pequeñas, las primeras con riesgo de caídas grandes, las segundas con riesgo de caídas más pequeñas pero aún más peligroso es por el posible esguince de tobillo, producto de una mala pisada. Tal vez el punto más relajado de carrera se dé cuando se corre por el llano a la vera de los grandes espejos de agua formados por hermosos lagos de agua helada. Un placer absoluto, lleno de armonía. Esta armonía de la que hablo, puede

Día 1. Largamos muy temprano desde el paraje Quina Quina hacia Hua Hum nos esperaban 42 km de duro trekking con subidas y bajadas llenas de cenizas volcánicas, Allí tuve una caída que me generó un dolor que me dificultaba seguir hasta que un corredor de Costa Rica llamado Manuel Albarado me asistió con medicamentos y así logré terminar la etapa, ya pensando en recuperarme para el segundo día. En el campamento 1 me alimenté y descansé bien para el día siguiente. Día 2. Ya recuperado largué la segunda etapa que fue muy veloz y satisfactoria para mí y luego de correr de menor a mayor no sólo sabía que llegaría bien sino que también estaba marcando mi récord: había hecho dos etapas con el mismo par de alpargatas y estaba decidido a ir por el tercero. Día 3 La etapa final la arrancamos con 15 km de subida, todo trepadas, a medida quesubíamos, se sentía más el frío y el fuerte viento de la cordillera. Allá en la cima llena de filosas piedras se podía apreciar el bello paisaje, para luego comenzar a descender a muy buen ritmo jugando con mis piernas largas y siempre con una sonrisa, para más tarde divisar el glorioso inflable de la llegada. Con mucho orgullo crucé la meta como argentino y habitante de San Miguel del Monte. Estaba muy feliz porque logré realizar todo El Cruce con un solo par de alpargatas, y con gran emoción abracé a mi hijo que me estaba esperando en la llegada. Un sueño más cumplido, había logrado un Cruce más, mi quinto Cruce.

encontrarse en su punto justo en cualquier momento. Aparece de repente y nos sorprende. Allí, las sensaciones fluyen como torrentes de vida. Y son muchas... y si de carreras extremas como ésta se trata, las hay de variadas formas. No necesariamente mantienen una línea paralela entre sí. A veces son sensaciones encontradas, no hay que olvidar que estamos en un ámbito natural único y muy preciado, pero no estamos paseando por aquí sino compitiendo. A pesar de que en ocasiones las cosas no vayan muy bien y los dolores o situaciones negativas quieran ganar terreno, es la gran paz que nos brinda este ámbito la que recobra protagonismo. Entonces todo, un poco antes o un poco después, alcanza esa armonía inigualable de la que hablo. Tuve la suerte de llegar en el puesto 13 de 1200 participantes. Pero esto recién comenzaba. Sabía que el dolor de una lesión previa que traía no tardaría en aparecer y eso haría bajar un poco el rendimiento. En el campamento nos recibieron para descansar, comer e hidratarnos bien. En es el lugar, más allá de reponer energías, se comparten experiencias con corredores de distintos países poniendo de manifiesto la idiosincrasia de cada lugar, y son las anécdotas de cada uno las que terminan ocupando un papel protagónico, porque todos tendremos alguna

experiencia vivida que valdrá la pena ser contada. Los campamentos suelen establecerse sobre márgenes de algún lago o río donde aprovechamos a permanecer por un tiempo en esas aguas heladas y así de a poco, las piernas se recuperan, al actuar el agua fría como un descongestivo natural de los miembros inferiores. Cuando empieza a caer el sol, ya está nuestro colchón inflado y sobre él la bolsa de dormir lista para ser usada cuando sea la hora de descansar. Ya deberíamos tener también casi lista la mochila de hidratación con los elementos obligatorios, así como la ropa que usaremos en la competencia al día siguiente. Hora de planificar cómo encararemos el próximo día la carrera. El movimiento es constante, y todos queremos saber sobre los tiempos para planificar cómo plantearemos nuestra estrategia de carrera según los puestos de los otros corredores más allá de evaluar la altimetría y el tipo de terreno del recorrido, junto al clima previsto para ese día. Ya presentada la noche sobre el campamento, son las luces frontales las que toman protagonismo sobre las frentes de todos los corredores que de a poco se van sumando y en imaginario ritual se acercan a la enorme carpa que reúne a todos para la cena, la que aportará lo necesario para encarar la etapa que se viene.


Más tarde el silencio se adueña del lugar y todo se torna quietud. Sólo algunos susurros perdidos ... y de pronto un enorme y fantástico silencio, atesorando todos los anhelos, sueños y emociones contenidas que serán libradas al viento de la montaña cuando asome el sol en el nuevo día que ya viene llegando ... Amanece, y ya se escuchan susurros. Enseguida las voces se hacen notar aún más, y ya es claro escuchar los diálogos entre los compañeros de equipo, que se mezclan con algunos gemidos con suerte de onomatopeyas que delatan el agotamiento físico de algunos corredores, sobre todo por molestias en las piernas. De a poco este sonido es tapado por uno nuevo que con más fuerza deja sin demasiada presencia al anterior. Es el sonido imperante de grandes soplidos de aire. Bocanadas de aire que enérgicamente salen expulsadas de los

colchones inflables. Una vez entregados nuestros bolsos, es momento del desayuno donde tendremos lo necesario para sentirnos fuertes y comenzar nuestro segundo día de carrera. La largada suele darse por orden de llegada según los puestos del primer día. Así es como ya se puede empezar a ver que las primeras tandas son las de aquéllos que vienen con un ritmo más rápido. El segundo día, el punto clave de la carrera. Es momento de empezar a poner toda la energía siendo lo suficientemente cuidadoso e inteligente como para tener un resto necesario para ir por todo el tercer y último día. Uno va en busca de la carrera, sin dejar de lado que aún nos queda la última etapa. Finalizar la segunda, es de alguna manera, sentirse en la antesala de conseguir el objetivo final, culminar el Cruce.

Aquí la distancia es menor que el primer día, 31 km con una altura de 1108 m y un desnivel acumulado de 1965 m. Los primeros km fueron de coastering por el lago Nonthue, y es una etapa que en su mayor parte se presenta óptima para correr sin que surjan demasiados inconvenientes. Igualmente el cansancio acumulado y los distintos desniveles hacen que esta etapa no sea para subestimar. Todo esto que nos pasa adentro nuestro se mezcla solapadamente con las imágenes que captan nuestros ojos de los infinitos paisajes que muestran sus montañas con picos nevados, y sus ríos nacidos de deshielo, surcando sus laderas como cicatrices para mitigar tanta belleza. Sus lagos inmensos como espejos reflejan tupidos los árboles de los bosques que de vez cuando asoman en la montaña y en los cuales, en ocasiones, se adentran a ella y nos llevan por


Ureta y Simbrón

Sebastían Tagle y Oihana Kortazar

Hubiera sido imposible imaginar esta edición sin su presencia. En 2012 vio el circuito, con la única meta de correr, correr y correr. En 2013 llegó al triunfo de la mano de la recordada Cristina Carvalho. En 2014, obtuvo un segundo puesto con Sofía Santos que la caracterizó como “una bestia en la montaña”. En 2015, y de la mano de Roxana del Cid, festejó un 1° lugar épico. Este año, con la emoción a flor de piel, hizo el recorrido con Paulo Quesada Pacheco, atreviéndose al desafío mixto obteniendo un segundo lugar. Considero que El Cruce es lo mejor en mi calendario, una entrega el corazón y el alma, soy más fuerte y más feliz. Es un mundo en el que se fortalecen los valores, desde la simplicidad de compartir una mesa con alguien que no se conoce, hasta dormir en una carpa. Sebastián Tagle ha demostrado que sabe cómo acompañar a los atletas con cada mirada que ofrece. Todo eso hace que las emociones se experimenten de una manera única!

caminos inhóspitos entre leños, fango y piedra para recorrer senderos que creo deben pertenecer a algún cuento que nos contaron de niños para poder conciliar el sueño. Así es como transcurre otro día más de competencia. Para muchos un día más de carrera... Para mí, el más grande regalo de la vida... Este segundo día de competencia se entrega, casi sin escapatoria se deja vencer, no sin antes un guiño de aprobación, ya estamos pasando por debajo del arco de llegada. Una vez más, en el campamento, estiramos bien, alimentarnos y descansar. Esta vez me tocó ir a almorzar solo porque mis amigos aún no habían llegado. Me senté en una mesa donde el destino me hizo conocer a una gran persona, el Chato Cumil, donde almuerzo de por medio, me contó que era buzo táctico de la Antártida y que se había propuesto realizar el Cruce como un desafío más entre tantos realizados como haber hecho cumbre en el Aconcagua. La amistad se gestó casi de inmediato, y sin saberlo sería parte importante de mi último día de carrera. La largada del tercer y último día tuvieron que postergarla por un rato, porque la situación climática hacía que no tuviéramos las condiciones mínimas de seguridad, teniendo en cuenta que esta etapa era un recorrido de alta montaña

durante 33 km, con una altura de 1844 m y un desnivel acumulado de 4624 m. Esto implicaba ascender muy alto y las bajas temperaturas y los fuertes vientos complicarían aún más el desgaste físico que ya estaba presente. Mediando la mañana dieron lugar a la largada y así nos lanzamos después de despedirnos de nuestros amigos con fuertes abrazos, lo que nos servirán como fuente de energía para fortalecernos en esos momentos donde probablemente el dolor y el agotamiento físico quieran ganar la pulseada. Claro que eso nunca debe suceder... no debe existir siquiera lugar para la duda...Tenemos que tener en claro desde el mismo momento de largada de la primer etapa, que nunca, pero nunca, perderemos nuestra batalla contra nosotros mismos. Jamás nos daremos por vencidos. Esa será siempre nuestra consigna. Dejar todo lo mejor para poder sentirnos orgullosos de nosotros mismos y conseguir nuestra victoria, la gran victoria de poder hacer lo que nos propusimos, pese a todas las adversidades. Las sensaciones de carrera, como ya lo mencioné, van cambiando a medida que transcurre el tiempo y la distancia. Existen muchas formas de ver y sentir las cosas, pero es muy difícil de explicar. Es difícil convencer a alguien que las sensaciones de fatiga extrema,

Comparto días con gente hermosa y siempre, al volver a casa, lo hago con el deseo de volver cada año. Este año viví algo raro, he sufrido fatiga. En esos momentos, recordé lo difícil que era el entrenamiento, el dolor parecía ser eterno… estaba cansada y me entregué con fortaleza cruzando la cordillera, por la emoción de encontrar en la llegada el mejor abrazo del mundo: Teo, Luna y Paulo, que son mi familia. Estar en El Cruce es ya una emoción fuerte, pero viví otras emociones intensas durante la carrera de este año. A menudo es inevitable recordar momentos intensos. Lloré en silencio y con el corazón roto. Al inicio de la última jornada, yo estaba muy emocionada y cansada por el esfuerzo del día anterior, en ese momento, recordé a Cris Carvalho y sus consejos cuando hicimos El Cruce juntas en 2013. Ella me pidió que me concentrara en la respiración. Sentí que Cris me daba la bienvenida con su abrazo y vi su sonrisa, y todo pareció más hermoso y perfecto. Estoy muy agradecida a Cris por haberse cruzado en mi camino y haberme introducido en el lugar más encantador: la montaña!

dolor, calambres, contracturas, entre otras, no nos importan tanto cuando tenemos un objetivo tan importante por delante. No digo que no se las padezca, sabemos que estarán ahí como escalones para llegar a la cima, son aceptadas de antemano. Sólo hay que esperar que lleguen, por supuesto, mientras más tarden en aparecer, más felices estaremos... Es increíble el poder que la mente le otorga al cuerpo. Saber que todo ese sufrimiento será pagado con creces cuando podamos pasar por el arco de llegada. Eso cambia radicalmente, al menos para mí, la sensación y el umbral del dolor. Por suerte, también existen sensaciones sumamente placenteras como correr sintiendo que nuestras piernas se liberan, es casi la sensación de sentirse volar, aún tocando el piso. A pesar de la altura el aire puede entrar con un color azul claro a nuestros pulmones y refrescar todo nuestro interior. El paisaje visto desde tan alto nos hace sentir que no estamos errados en estar ahí, en nuestro último día de competencia intentando con mucha convicción, cruzar la cordillera. Una vez me encontré absolutamente solo corriendo, por un surco de unos 50 cm de ancho y de profundidad hasta la rodilla, alrededor sólo nieve. Tomaba puñados y la transformaba en


Individual Avanzados Caballeros 1° Marco De Gasperi 8:18:46 hs 2° Sergio Jesús Trecaman 08:34:37 hs 3° Sergio Pereyra 8:35:16 hs Individual Avanzados Damas 1° Oihana Kortazar 10:03:50 hs 2° Leticia Saltori 10:22:05 hs 3° Luciana Urioste 10:47:48 hs Individual Amateur Caballeros 1° Joao Paiva Ferraz 10:47:33 hs 2° Javier Kravos 11:02:29 hs 3° Manuel Cela 11:16:34 hs Individual Amateur Damas 1° Cristina Fernanda Llaser 12:36:31 hs 2° Cecilia González 13:10:38 hs 3° Viviana Martha Mihalic 13:12:42 hs Equipos Caballeros 1° Team Columbia Dole 9:18:10 hs 2° Team DW-Dribbling 10:12:48 hs 3° Team Latidos Scat 10:30:46 hs Equipos Damas 1° Team Hermanas Flores 10:55:14 hs 2° Team Ganeshas AK+ 13:08:48 hs 3° Evolution CR 14:11:28 hs Equipos Mixtos 1° Aktitud+ 11:01:56 hs 2° Cilene Sophya Team/ Nucleo Aventura 11:05:49 hs 3° Portland & Mancuerna 11:23:51 hs

agua en mi boca. En ese momento se posó por un instante el helicóptero de la organización sobre mi cabeza y luego de verlo y bajar la mirada, me encontré con una vista hacia un enorme lago debajo de mí y por encima de él, las nubes... encima de ella, yo corriendo en absoluta armonía... No pude evitar emocionarme hasta las lágrimas. Cuando lo conté, alguien me dijo, “tuviste un encuentro con Dios” Y así, entre recuerdos de paisajes, vivencias y palabras de aliento de aquellas personas que ocupan un lugar privilegiado en nuestro corazón, me lancé a mi tercer día y con frío comencé con una trepada muy empinada de casi 6 k ayudado por dos tramos de cañas que recogí del camino. Luego de

El esfuerzo y la meta

varios desniveles llegamos a la cima y empezó un brusco descenso entre uno de los paisajes más hermosos de este Cruce, un camino estrecho y sinuoso rodeado de una infinidad de flores amarillas. A mitad de carrera, en pleno descenso, encontré a mi amigo, el Chato Cumil, con el cual transitamos la segunda mitad de esta etapa, dándonos aliento. Alimenté mi espíritu en cada bajada con sus palabras al ver que lo hacía cada vez con más dificultad por el dolor que ya era más que importante en los rectos anteriores por una lesión aún no curada. Finalmente vimos el arco de llegada y desatamos la bandera de Argentina que traía en su

mochila. Entre los dos la desplegamos llegando con lágrimas en los ojos, orgullosos de haber concluido una vez más el Cruce y de haber desplegado nuestra bandera con la leyenda " Malvinas Argentinas y Antártida presentes en mi piel”. Un solo sentimiento... Abrazos, lágrimas, fotos, y la satisfacción de haber dejado todo en un lugar donde siempre voy a querer volver ... la montaña.

E


rimera carrera del año. Con poca expectativa y con las ganas mermadas, me fui en busca de una nueva edición y con un formato nuevo, 60k. Tengo que admitir que hace mucho tiempo no estoy en condiciones mentales de competir y por eso cuando encaro una competencia, sólo lo hago por el simple hecho de romper la monotonía de los entrenamientos, y las encaro sin compromiso. Después en la carrera surge algo mágico y todo se transforma. Siempre digo que "lo mejor de cualquier atleta, sea el nivel que sea, es cuando tiene muchas cosas en contra y lucha por salir adelante. Cuando se da cuenta que el esfuerzo que hizo no tiene nada que ver con la performance, sino más bien con su espíritu, se sentirá inmensamente satisfecho, porque dio lo mejor de sí en ese momento.” El viernes por la noche al arribar a Tandil, y después de cenar, nos fuimos a descansar para encarar la carrera. Nos levantamos temprano (yo no pude dormir lo necesario porque estoy teniendo problemas para hacerlo), desayuna-

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mos y nos fuimos a acreditar. Allí nos encontramos con amigos y conocidos, y todos saben lo que eso significa…fotos, charlas…buenos momentos!! De allí, a comer algo liviano y descansar. 16hs, partimos a la largada de la primera etapa. Nos alistamos en el punto de partida, y comencé a divisar la carita de los rivales y sus gestos peculiares, típicos, previos a una carrera, donde las dudas y miedos nos invaden por más que queramos ocultarlo. Si bien no tenía ganas de competir, comenzó a picarme un bichito interno y mi cuerpo comenzó a liberar químicos que me encendían y me conectaba con los posibles rivales: Trecaman, los hermanos Pereyra, y algunos más. También mi amigo y alumno Leandro, a quien en

las carreras no considero un rival y me da placer que me gane. Si bien corríamos los 60km, uno tampoco puede "inconscientemente" desconectarse de los otros corredores de 42k. Ellos te arrastran y en menor medida también compites con ellos. 17hs, se larga a un ritmo desenfrenado. El primer k 3'26" en cuesta. Demasiado rápido para una carrera de trails con calor. Enseguida nos metemos en los campos y el ritmo continúa siendo rápido y duro. Pasamos los 5km por debajo de 18'. En ese momento mis fuerzas comenzaron a disminuir y quedo en segundo lugar para los 60k, detrás de Trecaman, que se escapaba con el grupo de 42k. A partir de ese momento, fue un calvario. Me costaba subir en las trepadas y trataba sólo de compensar en las


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bajadas y caminos planos. Si bien en esos momentos, no me sentía bien, solamente pensaba en que después de separarnos de los corredores de 42k, comenzaría otra carrera...y así fue. Cuando nos dividen km 10-11 veo al primero

a unos 300mts (1'15") .empecé allí a darme el ánimo necesario para salir adelante de ese malestar físico de fatiga. Me concentré en administrar fuerza para salir adelante. Corrí a buen ritmo en bajada y en las cuestas sólo pensaba en las horas de entrenamiento en las

42 km Equipos Mix 1° Damian Ballesteros y Yesica Iriart 3:48:01 hs 2° Sandra Escudero y Carlos Mancini 3:57:01 hs 3° Santiago García y María 42 km Equipos Cab 60 km Damas 1° Matías Urrutia y Ludobico Ots Paula Ren 4:00:39 hs 1° Tania Diaz 5:45:27 hs 3:06:46 hs 2° Nelsa Valenzuela 5:49:29 hs 42 km Equipos Dam 3° Elizabeth Bezpalko 6:21:00 hs 2° Gonzalo Ochoa y Sebastián 1° Leonela Rodriguez Zule y Castellani 3:21:25 hs Roxana Del Cid 3:54:45 hs 3° Eddie Basabe y Maximiliano 42 km Caballeros López 3:43:27 hs 1° Diego Simón 2:52:01 hs 21 km Caballeros 2° Dario Ríos 2:55:52 hs 1° Cesar Tosoroni 1:44:09 hs 3° Fernando Silva 3:07:19 hs 60 km Caballeros 1° Daniel Simbrón 4:36:43 hs 2° Sergio Trecaman 4:41:35 hs 3° Nestor Pereyra 4:45:47 hs

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42 km Damas 1°Carina Mendoza 3:45:47 hs 2° Soledad Fernández 4:11:01 hs 3° Ivana Cucchetti 4:14:08 hs

escaleras y rampas de la General Paz, para sumar desnivel y fuerza. Con ese pensamiento mí mente llevo a mi cuerpo hacia adelante y de a pocos fui acercándome a Treca. Pero me pasó algo extraño, cuando estaba por darle alcance, mi cuerpo de desplomó y perdí todas las fuerzas. Comencé de nuevo a sufrir y se me hacía insoportable por momentos. Hasta pensé en tirarme a descansar y dormir debajo de un pino, por lo extenuado que me sentía. También se me cruzó por la cabeza el típico "que hago aquí compitiendo con más de 40 años?”. Pero más allá de esos pensamientos negativos que te tiran para atrás, me dije, "no me puedo rendir tan fácil si he de salir segundo, tercero o lo que sea, que sea luchando!... Si bien el Treca ya se había ido demasiado lejos y no lo veía, me concentré nuevamente en administrar fuerzas. Pensar en los km que faltaban, con las fuerzas que me quedaban para terminar lo adelante posible. De esta forma, corrí algunos km y en una larga recta lo vi de nuevo adelante mío, a unos 300mts. Nos juntamos con los de 42k. El verlo fue una inyección de ánimo, porque me devolvió todas las fuerzas, y mis piernas comenzaron a responder nuevamente. Si bien a esa altura mi intención no era darle alcance, me concentré en

2° Ignacio Vaninetti 1:45:32 hs 3° Eduardo Manrique 1:47:32 hs 21 km Damas 1° María Fraguio 2:08:17 hs 2° Carolina Rossi 2:10:23 hs 3° Leticia Moroso 2:14:38 hs 10 km Caballeros 1° Ezequiel Mayora 0:54:05 hs 2° Facundo Althabe 0:54:18 hs 3° Luciano Pena 0:55:17 hs

10 km Damas 1° Clarisa Ríos 1:03:55 hs 2° Barbara Milán 1:04:29 hs 3° María Almada 1:05:16 hs


que me sacara lo menos posible, y que los de atrás me quedarán lo más lejos también en esa primer etapa. Corrí con todo lo que tenía en ese momento, en cuestas y bajadas, y a falta de 3 km levanté la vista y lo tenía a escasos metros. Fue tanta emoción, que generó que desapareciera todo tipo de dolor y sufrimiento. Lo alcancé y lo pasé como venía. Mientras que lo alentaba, el también lo hacía conmigo... así que corrí esos dos últimos km, con todo lo que me quedaba sin mirar atrás y sin importarme el segundo día. Se me cruzó por la cabeza "hoy es hoy, mañana será otro día". Terminé con 1:54'49". Conforme a pesar de tanto sufrimiento…fue positivo! 10' después comencé a desestabilizarme un poco por la exigencia física y mental de llevar el cuerpo hacia donde no quiere ir, pero por suerte me recuperé! Esa noche comencé a pensar en lo que me vendría el segundo día...era muy gracioso

porque tenía mucho miedo a sentir lo del primer día. No sabía qué estrategia llevar adelante para soportar la presión de tener a Treca tan cerca, porque es un atleta guerrero que no se guarda nada, y esa presión es difícil de administrar. Pensé en una estrategia que nunca falla: "Que sea lo que Dios quiera" y me fui a la cama. Esa noche no pude dormir nada, pero al menos me quedé tendido unas 6 hs. Me levanté 6:30 tomé un mates mientras comía algo, me cambié y nos fuimos con el grupo a la largada. En el calentamiento me sentía dolorido de isquios, pero suponía que todos estaban igual. Nos alistamos en la largada y cuando sonó el disparo, salí tranquilo sin desesperarme hacia la calle de asfalto y allí me acomodé. En ese momento surgió espontáneamente la estrategia "que sea lo que Dios quiera…y seguí a Treca hasta donde más lejos puedas llegar”. Algunos parciales a 3'40" sintiéndome relativa-

mente bien comenzaron a darme confianza...confianza que comenzó a menguar cuando nos internamos en las sierras. Empecé a sentir lo mismo del día anterior, pero por suerte el equipo ganador de 42k, estaban junto a Treca y a mí. Nos fuimos con ellos, que llevaban un lindo ritmo, acorde al nuestro…eso ayudó para continuar la lucha. Justo antes de separarnos de los 42k y con algunas escapadas de Sergio (y yo de atrás tratando de dar alcance), se quedó el equipo Kumelen. Allí la carrera empezó a ser definitivamente entre Treca y yo. Él tratando en las cuestas de escapar, y yo recuperando en bajadas y caminos corribles. Cuando cruzamos la ruta, ya por el km 24-25, en la subida del Cristo, Treca comenzó a irse y yo, extenuado, solamente atiné a caminar lo más rápido posible porque no podía trotar. Allí se me fue y perdí visual con él. De repente miré para atrás y vi venir a Pereyra como un lobo hambrien-


to a unos 100mts... Por suerte después de esa cuesta y salir de un monte técnico con subidas y bajadas difíciles para desplazarse, comenzó una larga bajada en camino y me largué lo más rápido que pude. Cuando terminé de descender tenía al primero a escasos metros. Sin bien en el falso plano Treca no se me iba, yo tampoco podía hacer demasiado, así que me quedé allí con él

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dejando pasar los metros, mientras Pereyra se nos acercaba peligrosamente. Cuando llegamos cerca del 30k, comencé a reflexionar y sacar cuentas. Tenía 1'40" de ventaja con el segundo del primer día y varios minutos con el tercero. El segundo tenía que correr 20" más rápido por km que yo para ganarme, y el tercero 2' más rápido, cosa difícil. Y si bien podía salir 2° o 3° y ganar la

general igual, no sería lo mismo, así que me dije...”Simbrón tienes que jugártela hoy como lo hiciste ayer”. En una parte de calle, comencé a marcar el ritmo y a tirar para adelante y Sergio no pudo continuar conmigo. Subí y baje lo más rápido que pude, doblé en una calle y encaré una larga recta. Miré la distancia y me fui hacia adelante lo más rápido que mis piernas daban, mientras miraba hacia atrás para ver si los otros dos aparecían...cuando lo hicieron, tenía 400mts a mi favor…eso me dio tranquilidad y alegría, porque si bien estaba extenuado y lo único que quería era llegar y tirarme al suelo a descansar, también quería separarme más, porque "una carrera termina cuando se cruza el arco de llegada". Y le di con todo… los últimos 200mts me invadió una oleada de sentimientos y pensamientos que me dieron ganas de llorar… Los días previos no tenía ganas de correr, no estaba pudiendo dormir bien desde semanas, me siento estresado y cansado (ojalá que no sea la crisis de los 40). En la carrera la pasé mal los dos días, no porque alguien tenga culpa, sino por mí mismo, y a pesar de mí, lo logre!! Me quedó una enseñanza de las tantas que da este deporte. No importa lo mal que estés, sea por depresión, trabajo o cualquier cosa negativa que esté invadiendo tu vida...si realmente tienes determinación y no te rindes jamás, verás que tu corazón y espíritu te llevarán mucho más lejos de lo que puedes imaginar y creer de ti mismo!!.


n la sexta edición del Cruce Osde Tandilia, Martín conoció a Andrea Castillo, una atleta que también es acompañante terapéutica, y que se ofreció como guía para acompañarlo en este desafío . Tenía ganas de hacer una carrera de aventura, muchos amigos habían corrido el Cruce Tandilla en años anteriores y me habían hablado maravillas de esta carrera, y por si fuera poco, nunca había ido a Tandil. Puedo decir que me sentí genial, tanto por la previa, como por la competencia en sí y todo lo que rodeaba. Fui con amigos, con mi hijo y tuve la oportunidad de conocer mucha gente linda allí). Que Andrea sea acompañante me tentó, me sensibilizó, pero por otro lado me daba miedo, porque en carreras de aventura es muy difícil ser mi guía...no veo. Siempre que finalizo una carrera de aventura termino todo roto. Me tiro encima de mi guía, me apoyo... Cuando ella me dijo su peso y estatura me dio miedo. Entonces la llamé y le dije:- la experiencia me encanta porque me encanta la adrenalina pero te tengo que ser sincero, va a ser complicado, muy

complicado, y ella me dijo:- me la banco. Para serles sincero, en los primeros kilómetros me estaba arrepintiendo un poco de la decisión que había tomado, pero por suerte poco a poco logramos encontrar de qué forma coordinar bien para superar los diferentes obstáculos, y lo logramos tan bien, que prácticamente no tuvimos que frenar ni caminar en casi ningún momento. Hicimos un gran equipo, el objetivo era pasarla bien y deportivamente hablando, este tipo de carreras son muy riesgosas, así que mi prioridad siempre es llegar en perfectas condiciones. Ya caminando en estas superficies es complejo conmigo, es riesgoso. Fue una carrera dura pero de una emoción

increíble que se tradujo en los agradecimientos de Maratón en la premiación. Siempre que termino una carrera de aventura me pasa lo mismo, por un lado, el orgullo y satisfacción de un nuevo logro obtenido, y por el otro lado me digo: qué necesidad de exponerme tanto a una posible lesión? Sin embargo meses después termino anotándome nuevamente en otra más!!! Me llevo un gran recuerdo de Tandil, la gente que conocí, todo el aliento y buena onda de los competidores, la sensación de los hermosos lugares por los cuales pasé, y la picada más rica que comí junto a mi hijo


x erca, muy pero muy cerca, por la ruta 6 en Gral. Rodríguez, Provincia de Buenos Aires, se encuentra el primer Túnel de Viento de Argentina. Treinta y tres metros de altura con cuatro ventiladores gigantes movidos por 4 motores eléctricos gemelos que generan 100 hp de potencia hacen que, desde la ruta y al ver la estructura, uno quede mirando paralizado.

Mezcla de silo y cohete espacial, la maraña de hierros te atrae para entrar a la aventura. Al llegar, uno ya empieza a sentir la energía de poder flotar. En la recepción Seba y Kiki te atajan y tratan de relajarte, porque de eso se trata volar, de estar relajado. Entre charlas y preparativos, los instructores te llevan al sector donde cada uno se pone el traje cerrado, el casco y las

antiparras. Desde allí, al lugar donde nos dan las instrucciones, dos o tres recomendaciones. Seba insiste en que dejemos caer el cuerpo sin tensión, como si abrazáramos un gran pelota, y Kiki atrás, remata con la comparación: -“si dejamos caer una hoja flota, si cae un pedazo de madera cae rápido y bruto, así que a disfrutar”. Nos sentamos un rato en el Frigobar y a la orden de los instructores, nos dirigimos luego hacia el túnel de viento. Subimos donde está la “pecera” (lugar donde se vuela) que es un espacio que tiene 4,10 de diámetro y el viento circula allí a 250 km/h. Somos cuatro niños queriendo realizar el sueño de nuestras vidas, cada uno va a tener tres minutos. Entramos a una cabina donde esperamos el turno de cada uno para entrar con un instructor. Y por fin!!! A volarrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr. Sensación indescriptible, adrenalina, paz, energía, alegría, emoción… todo transcurre en ese primer vuelo inicial. Pasamos en tandas de un minuto. Las primeras dos tandas sentí que el cuerpo se adaptaba a volar y al relajarse, flotaba mejor y contralando los movimientos. La tercera pasada y última tuve la suerte de estabilizarme y volar. En un momento empecé a dar vueltas y vueltas queriendo que ese momento sea infinito. Las caras tienen sonrisas dibujadas. Ni bien terminamos y se abren las puertas, lo primero que pensé fue: tengo que venir de nuevo, quiero más! El domingo soleado se empezó a diluir. Subimos a la camioneta de Andar Extremo con mi amigo Manú Zaratiegui y su hijo. Éramos tres niños felices. Los mates acompañaron la charla entretenida mientras surcábamos la ruta 6 con


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Vuela es un simulador de vuelo o de viento. Lo que hace es generar una corriente de aire que simula la caída libre. Es una corriente de aire ascendente que llega a 200 km/k 240 km/h. Cuando ingresás a esta cámara donde está la corriente de viento, volás… tenés la sensación de flotar.

Hace dos meses abrimos y la mayoría empieza con el pack inicial que son tres vuelos de un minuto. La semana pasada estuvieron dos españoles dando clases a nuestros 8 instructores para poder brindar más horarios. Actualmente está abierto de jueves a domingo.

Nosotros la llamamos la máquina de volar. Mucha gente pasa por la ruta y le llama la atención, y vienen y dicen: - Esto qué es? Un silo, un telescopio, un mirador…La idea la surge de haber hecho viajes por el mundo. En EEUU y Europa, nos llamó la atención. Es más, los paracaidistas argentinos tenían que practicar afuera del simulador de viento para alguna

competencia. Vimos que en América Latina había pocos y dijimos “tenemos que innovar y hacerlo acá”. Con mi hermano Ariel, que es ingeniero, se diseñó, planificó y se fabricó íntegro en Argentina. Hay diferentes tipos, éste es un “túnel de viento cerrado”, funciona como un gran extractor. Los ventiladores están en la parte superior, tira el aire limpio para fuera sin turbulencias. La ventaja de este sistema es que es menos ruidoso, se gana en velocidad y en seguridad porque los ventiladores están lejos.

Hay diferentes tipos, éste es un “túnel de viento cerrado”, funciona como un gran extractor. Los ventiladores están en la parte superior, tira el aire limpio para fuera sin turbulencias. La ventaja de este sistema es que es menos ruidoso, se gana en velocidad y en seguridad porque los ventiladores están lejos.

Que preparación hay que tener para volar? No tenés que tener ninguna experiencia ni preparación, y a partir de los 7 años podés hacerlo. Hay que venir relajarse y sólo volar. Equipamiento: venir con zapatillas cómodas, es el único requerimiento. Acá le damos el traje, las gafas y el casco. Es una actividad súper segura, y controlada siempre con un instructor, que te va corrigiendo las posturas hasta que le enganchás la técnica al vuelo.


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Le pasa a todo el mundo, el vuelo básico es de 3 minutos y es tan relajante y te genera tantas endorfinas que querés más. Es una sensación única que la siente el que se tira de un avión nada más, y acá volás un paso y detrás del vidrio tenés a la gente sacando fotos.

Concurren más paracaidistas o gente sin experiencia? Ésto y el paracaidismo son dos actividades diferentes. Obviamente el mundo del paracaidismo se engancha enseguida porque vienen, aprenden, couchean (hay Couchs que enseñan las diferentes técnicas)… pero la mayoría que viene es gente que quiere experimentar.

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l sábado 20 de febrero la atleta de Brasil cubrió el trayecto Horcones-cumbre-Horcones en 22 horas y 52 minutos. Siendo el mejor tiempo femenino oficial de ascenso y descenso al Aconcagua desde Horcones en una sola jornada. La brasileña había logrado la cima semanas atrás, exactamente el 3 de febrero, pero solamente desde y hasta el campo base de Plaza de Mulas, en un record que muchos cuestionaron por tratarse de una prueba normal para quienes habitualmente desafían al Aconcagua en 14 horas 20 minutos . Esta vez la atleta se propuso cumplir el récord “completo”, un trayecto de 80 kilómetros de extensión y 3,5 de desnivel y lo logró con un tiempo total de 22 horas 52 minutos, exactamente a las 23:10 del sábado 20 de febrero. Cabe recordar las impresionantes marcas logradas el año pasado por el español Kilian Jornet (12 horas 49 minutos) y el ecuatoriano Karl Egloff (11 horas 52 minutos) en igual trayecto al logrado por Maciel. La corredora registró un tiempo de ascenso apenas por debajo de las 15 horas. De Horcones a la cima demoró 14 horas 53 minutos, en tanto que el descenso lo hizo en 7 horas y 59 minutos. El propio equipo de Fernanda Maciel informó que de tal forma también logró el récord femenino de ascenso al Aconcagua, que estaba 17 horas 30 minutos.

aría Alejandra Ulehla, de 44 años, logró el pasado 30 de diciembre subir al macizo Vinson de 4.897 metros. La montañista rionegrina se convirtió en la primera mujer argentina en ascender la montaña más alta de la Antártida. Entre sus hazañas se destacan los ascensos al Elbrus, en Rusia, el Kilimanjaro de Tanzania y el Aconcagua. "Fue una alegría enorme lograrlo en el primer intento. Todo fue muy lindo y súper exitoso" comentó María. En 2014 no pudo hacer cumbre en el Everest (8.848 metros) porque un terremoto en Nepal abrió grietas y debió batallar durante varios días hasta ser rescatada.

l domingo 21 de febrero Kyle Maynard hizo cumbre en el Aconcagua y le demostró a la humanidad que nada es imposible. “Estamos acampando esta noche aproximadamente a 6300 metros. Partiremos mañana a las 6 am y vamos a ir hasta que lo logremos. No importa, lo que estoy seguro es que vamos a tener uno de los días más difíciles y absolutamente sorprendentes de nuestras vida”. Con esas palabras el sábado por la noche el atleta Kyle Maynard se iba a dormir en su carpa en el campamento para intentar su objetivo y el de su equipo: sin brazos ni piernas por su amputación genética, lograr la cumbre del gran Aconcagua y convertirse en leyenda. Y así ocurrió finalmente. Por la tarde del mismo domingo los amigos del Refugio Mausy de Vallecitos anunciaban eufóricos el cumplimiento del objetivo. Con esta ascensión se suma al logro de 2012 de haber hecho cima en el Kilimanjaro.




eportaje realizado por mí hacia mí, un día con conjuntivitis en Matna (no haga esto en su casa, lo más probable es que le digan que tiene conjuntivitis).

que llegues a destino. Cuenta la leyenda que hay zombies vagando por las calles, pero es la gente perdida, y lo más importante si vas a hacer montaña: el famoso Mitad del Mundo es un bodrio.

En Ecuador se utilizan 110 volts, el Fernet cuesta 30 dólares (lleválo de acá, podés hasta 3 por persona en viaje aéreo), los domingos no se vende cerveza en ningún lado, la noche termina a las 2 a. m. pero arranca a las 18 hs, si te dicen que queda “Ahisito nomás” preparáte a caminar, y si no conocés, siempre llevá un mapa en la mochila, preguntando es imposible

Un cliente llegó para comprar indumentaria, y como siempre pasa en Matna, comienza el cuestionario. Ahí me comentó que iba a Ecuador y bla bla. El loco volvió después de su viaje para contarme lo bueno que estuvo y que conoció el volcán Cotopaxi. Después de unos “verdes” me senté en el Matna-escritorio y mis dedos solitos se pusieron a buscar en internet fotos y


todo lo relacionado a los volcanes de Ecuador. Paso siguiente, Despegar.com y ver precios de pasajes, e inmediatamente poner de fondo de pantalla el Cráter del Cotopaxi (imponente).

Lo mejor es entre los meses de diciembre y marzo; no en julio, cuando fui, jaja (los ascensos tienen muchas nubes). Es algo raro, ya que los mejores meses para la Cordillera Blanca o la Real son junio/julio/agosto, temporada de baja lluvia.

Qué buena pregunta Nacho, a ver… cuando uno tiene un objetivo hay que empezar a leer mucho sobre el lugar al que vas: su cultura (aunque sea un país hermano no significa que sea igual a nosotros), buscar contactos, información del lugar, clubes de andinismo, etc… Hoy en día el “Caralibro” funciona muy bien, si revisás tus contactos o las páginas tipo “Quién está viviendo allá” siempre encontrás gente con ganas de ayudar. Consejo: averiguá hostels, leé mucho sobre gente que haya estado, armáte un buen cronograma de aclimatación, contactáte con guías (en Ecuador, desde hace un par de años,

en la ascensión a toda montaña de más de 5000mts. ir con Guía habilitado), anotáte todo en papel, no dependas de la tecnología (o de la memoria), no dejes cosas al azar (sólo algunas) y si nada sale como lo armaste, hace un bollito con lo que escribiste y que fluya.

De Buenos Aires a Quito en avión son 6 horas. Tame es una excelente empresa ecuatoriana y más para nosotros que llevamos equipo (hasta 32 kilos + una mochila de mano de 8). Podés ingresar sólo con el Documento de Identidad nuevo; no exigen pasaporte, pero si lo tenés, llevalo, nunca está de más. Desde el Aeropuerto tenés los micros AirBus (con wifi) que te llevan a la ciudad ya que éste está alejado; tienen un costo de 8 dólares y salen todo el tiempo; en taxi cuesta aproximadamente 30 dólares. Quito es una ciudad muy pintoresca. Lo mejor: está a 2800 msnm, ideal para comenzar la aclimatación. Se puede visitar el Casco Histórico, la Mitad del Mundo, varios museos y la Plaza Foch y tomar unas cervezas a la noche (para los que quieren probar cosas típicas, desayunar en los mercaditos y/o tomar un poco de más, no se olviden de la altura, esperen aclimatar un poco).

El tercer día me parece suficientemente bueno para arrancar con las primeras ascensiones, y el Rucu Pichincha es lo más aconsejable. Tenés un telesférico que te deja a los 4000 msnm, donde comienza la senda; calculá que son aproximadamente 4 horas hasta la cumbre de 4695 msnm. Es un trekking muy


lindo, con hermosas vistas, y si está despejado vas a poder disfrutar del Cotopaxi, Los Ilinizas, Antisana, Cayambe y el Chimborazo. Si el Rucu te cuesta mucho, podés seguir aclimatándote haciendo el trekking al Ilalo, de 3200 msnm, o el volcán Corazón, de 4800 msnm. Son alternativas antes de probar el Iliniza Norte,

de unos 5024 msnm. La verdad, yo hice todos y valen la pena, pero contaba con tiempo. Si aclimatás bien con el Rucu ya guardate para el Iliniza. Otras alternativas para hacer desde Riobamba son el Trekking del Altar y el Trekking del Inca, éstos son de 2 a 3 días cada uno.

De Quito debemos ir a Chaupi, parque los Ilinizas, y desde ahí hay camionetas que te llevan a la Virgen (comienzo de la senda). Desde este punto hay unas 2 o 3 horas hasta el Refugio Nuevos Horizontes, a 4600 msnm, donde te cobran 15 dólares por la noche (recordá que sí o


sí te van a exigir Guía, hay “argentinidiadas” para hacer en este caso y zafar del guía). Del refugio a la Cumbre hay unas 6 horas. Se habla mucho del “Paso de la Muerte”; no es nada del otro mundo pero a no confiarse, y menos en el descenso, si va gente sin experiencia lo mejor es encordarse. Recuerden que el Iliniza Sur es técnico.

Latacunga, capital de la provincia de Cotopaxi, a 2750 msnm, es nuestro próximo destino. Ahí se contacta a un guía, y se están cobrando unos 200 dólares con todo incluido (al parque Cotopaxi no se ingresa sin guía o sin una autorización de un prestador de servicios). El volcán cuenta con un refugio a los 4800 msnm que actualmente está en reparación, pero como alternativa el parque habilitó uno en la Base, que está a 4000 msnm. Desde este punto se sube en camioneta hasta el “parqueadero” a 4500 msnm. Sí, sí un “parqueadero”. El ascenso arranca a las 22 hs., aproximadamente. A la cumbre se llega a las 6 am. La idea es subir con el hielo duro, porque cuando pega el sol todo se hace sopa y es mucho más complicado. La pendiente en todo el ascenso es pronunciada, más cuando arranca el hielo a la altura del “Tanque de agua”, así que se debe ir encordado y, usar crampones y piqueta de travesía. En mi caso, sólo llegamos hasta los 5600 msnm; el clima no era favorable, así que lo tengo pendiente para el 2015 con Matna Expediciones (excusas para volver, jaja).

Éste es un lugar para descansar después de tanta exigencia. Tenés muchas actividades de turismo aventura (puenting, canyoning, rafting, 60 km de Bike recorriendo cascadas, etc…), termas y la vista al Tungurahua, el viejo en erupción. Hay mucho más para contar pero debería dedicarle una revista entera a este hermoso país.

Ecuador es un país hermoso, la gente es increíble, siempre dispuestos ayudar, aunque no sepan cómo. La organización de los transportes públicos en Quito es muy buena; obvio, no deja de ser una ciudad, pero tienen bicicletas públicas, ecovías y el trolebús, que es muy económico. Si el semáforo te favorece para cruzar, igual esperá un rato y mirá bien, que los autos no respetan mucho, jajaja! Las rutas son nuevas y eso hace que sea muy rápido y cómodo viajar en micro; se calcula U$S 1 por hora de viaje, así que con U$S 4 te hacés unos 350 km. y son seguros a la hora de llevar el equipo. El 90% de las montañas tienen refugios y tienen todas las comodidades, incluso cocinero. Y por más alto que sea el objetivo, como el Chimborazo (6310 msnm), aclimatado se puede hacer en 2 días nada más, sólo pasando una noche arriba; eso sí que me llamó la atención.

Para hacer montaña en Ecuador no necesitás mochilas pesadas ni carpa, todo el equipo lo llevás puesto a la hora del ascenso.

No sea malito / deme sueltitos (cambio) / allá al tope (donde te chocás) / ahisito nomás (a caminar se ha dicho) / bielas (cervezas) / java (cajón de cerveza) / faro (semáforo) / redondel (rotonda) / allá (para el otro lado o que no tienen ni idea) / pana (amigo) / qué más? (qué onda?) / a los tiempos (hace mucho que no hacemos algo) / chapa acostado (loma de burro) / mande (sería un nuestro “qué?”) / ya (ok) / Chuuuttaaaaa (sería una expresión como “mierdaaaaa”). Y por último, si te mueven la manito hacia los costados sin hablarte, es “NO”, jajaja!!

Principalmente a mi mujer y a mi hija Jaz que son las que se bancan todo, Agrupación nuevos horizontes club de Andinismo Ecuatoriano; Christian, que me bancó en su casa; Maribel que me ayudó con la logística, a la maravillosa familia de los “hippies come pan” incluyendo al Jefe y a Santos; a mi pana Ñato, el guía loco y familia; tierra de biciviajeros; Filo sur, quien me dio una guía excelente de Ecuador; y a los infaltables que siempre están: Frontlimit, Rotpunkt, Estilo Alpino Y Captus.



artín Rodríguez, está uniendo todo el país corriendo, transformando los kilómetros recorridos en donaciones para instituciones de Tandil. Ya lleva 144 días, unos 2800 kilómetros corridos y podés saber más de el en el face: Desafío Solidario: De Ushuaia hasta la Quiaca .

o lograron 2 montañistas de EE.UU. El Fitz Roy Es una de las montañas más duras del planeta. Se escala, como mínimo, en tres días. En 21.08 horas, es la increíble fracción de tiempo que necesitaron los norteamericanos para romper un récord mundial de ascenso y descenso en el Fitz Roy en Santa Cruz. 21.08 horas para ir desde el pueblo de El Chaltén, subir a toda marcha hasta los 3.405 metros de altura del pico y regresar al mismo punto. Parece imposible pero Colin Haley (31) y Andy Wyatt (39), dos montañistas de reconocida trayectoria, lo consiguieron. Los dos anteriores récords de velocidad de “auto a auto”, como se denomina a escaladas de este tipo, databan del 2009, hecha por un equipo argentino en 36 horas, y 2014, cuando unos italianos clavaron el reloj en 31,30.

a adolescente siria y su hermana mayor salvaron su vida después de nadar por el mar Egeo, después de que se rompiera el bote en el que intentaban llegar a Grecia; a salvo en Berlín, fue elegida por el Comité Olímpico Internacional para llevar la bandera del equipo de refugiados que competirá en Río 2016.

l aventurero británico Henry Worsley fallece cuando apenas le faltaban 50 kilómetros para terminar de cruzar la Antártida. El aventurero falleció por un fallo multiorgánico provocado por la deshidratación y el cansancio extremo cuando terminaba de cruzar la Antártida de costa a costa, a pie y en solitario. Worsley, que tuvo que ser evacuado hasta el hospital de Punta Arenas, en la Patagonia chilena, llevaba 71 días de expedición en su intento por emular la travesía que hizo hace cien años el también expedicionario inglés Sir Ernest Shackelton. Worsley, un oficial retirado del Ejército británico de 55 años, casado y padre de dos hijos, comenzó su descomunal aventura el 14 de noviembre, cuando con su trineo y sus esquís comenzó la travesía. Por delante 1770 kilómetros de nieve, hielo, vientos de más de 80 kilómetros hora y temperaturas que han llegado a alcanzar los 44 grados bajo cero. Y la única compañía de su trineo, sus esquís y un teléfono satélite. Días eternos de ir avanzando paso a paso apoyado por su familia y los constantes mensajes de apoyo y ánimo que le llegaban, también en forma de donaciones para su proyecto solidario, a través de internet.

os jóvenes españoles cruzarán África de Marruecos a Madagascar en bicicleta proyectando películas a pedales. Hablamos de Cinecicleta, o de cómo mezclar arte, ciclismo y generosidad. Ecología y cultura. Aventura y solidaridad. Todo ello y mucho más es Cinecicleta, un proyecto puesto en marcha por Carmelo López e Isabel Segura, dos jóvenes españoles que recorren África de norte a sur proyectando películas… sin necesidad de enchufes. Tan sólo es necesario pedalear para que se produzca electricidad y, con ella, la magia del cine, ante un público que en muchas ocasiones no ha visto nada parecido.


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l Raid es una carrera con una riqueza cultural y geográfica única. Recorré la ruta del Tren a la Nubes, que se inicia en el pueblo de Campo Quijano, conocido como el Portal de los Andes; Luego continúa uniendo las comunidades de Tumbaya y Purmamarca, pasando por el Cerro de los Siete Colores, desafiando finalmente la altura en Salinas Grandes y compartiendo tres días con las comunidades y su cultura, que representan la mística imperdible del Raid. En cada edición trabajamos en todos los detalles para sorprenderlos. En 2016 nos propusimos para que la carrera siga su crecimiento sostenido, hacer la acreditación en un lugar amplio y cómodo. La llegada del 1er día será en el centro de Campo Quijano para que el pueblo los pueda recibir con la calidez que estamos acostumbrados de los pueblos del NOA. El camp 1 será en un lugar realmente increíble, con muchísimas comodidades, el rally Dakar lo eligió como campamento en Salta. Y esto es sólo el comienzo de esta gran aventura.

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Partirán desde la estación Chorrillos a 2121 msnm, desde allí el recorrido continúa por las vías y túneles en el Tren a las Nubes disfrutando de un paisaje único, culminando en Campo Quijano.

La segunda etapa del Raid de los Andes comienza en Tumbaya y continúa con un recorrido inmerso en el Cerro de Siete Colores y llegarán a una altura de 2820msnm.

Transitarán por uno de los desiertos de sal más imponentes del mundo. Salinas Grandes con más de 12.000 has. de sal a cielo abierto que encandilan por la vastedad infinita del color blanco.

Los kilometros aproximados de cada etapa Día 1:28km Día 2:24km Día 3:10km



CURSOS Escuela de Escalada y Montañismo: Acción Directa, Cursos, expediciones, campamentos de aventura Construcción de palestras y tirolesas, ww.acciondirecta.com.ar tel: 0223-4744520 MDQ Curso de iniciación al kayakismo de travesía: individuales personalizados, recreativo en el delta de Berisso www.utopiakayak.com.ar Kayaks PERU BEACH Kayak Team, info@peru-beach.com.ar UTOPIA KAYAKS Travesías, paseos, alquiler de kayaks, www.utopiakayak.com.ar Salidas y Travesías Del 8 al 17 de Abril - Talampaya, Ischihualasto y Las Cuestas de La Ruta 40 (San Juan y La Rioja) 24 de Abril - Viaje al Corazón del Delta (Versión por Escobar) 1 de Mayo - Bici & Kayak en San Isidro, 8 de Mayo Travesía Dos Lagunas (Monte a Lobos, 17 al 21 de Junio - Descensos de Las Altas Cumbres (Mina Clavero, Córdoba) Gustavo González 15 6336-0326 y 46504817 bicigg@speedy.com.ar Jauque Aventura & Turismo Trekking : Ascensos al Lanin y en Cicloturismo MTB 7 Lagos. San Martin de los Andes- Neuquen consultas@jauque.com.ar www.jauque.com.ar MTB Tours Tel: +54 11 4788-1549 info@mtbtours.com Grupo La Loma Info: www.grupolaloma.com.ar

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20 de Marzo, ADVENTURE RACE, Tandil www.clubdecorredores.com 6 al 8 de Mayo, RAID COLUMBIA, Salta y Jujuy, www.clubdecorredores.com 8 y 9 de Abril, PATAGONIA RUN, San Martín de Los Andes, www.tmxteam.com

17 de Abril, THE NORTH FACE ENDURANCE CHALLENGE, Bariloche, www.clubdecorredores.com 30 de Abril, CHAMPAQUI ULTRA TRAIL, Córdoba, www.mountainrace.com.ar 28 de Mayo, FIAMABALA DESERT TRIAL, Catamarca, www.salvaje.com,ar 28 de Mayo, INDOMIT, Mendoza, www.tmxteam.com 29 de Mayo, M42, Villa Ventana, www.crossaventura.com.ar

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ectores de Andar Extremo por un error de impresión en la página 20 de la revista 39 no salieron los 4 últimos renglones de la nota de supervivencia “Rescatado en el Atlántico”.

x TELEFONIA POR INTERNET




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