REVISTA ANDAR EXTREMO N° 42

Page 1



Director / Propietario

Participaron de esta edición

Marcos Ferrer

Mariano Curiel Marisol López Marcos Ferrer Marcela Quiroga Mariano Galván

Corrección María Soledad Navarro

Agradecimientos Club de Corredores Thermoskin Mariano Outdoor

Foto de Tapa Javier Rasetti

Mitchell Zuckofff Jimena Sánchez Mélisse Castignts Rocío Seré

Fotografías Mariano Curiel Andrés Calla Club de Corredores Mariano Galván

Javier Rasetti Alejandra Melideo Leandro Gómez Ch.

Pre Impresión Fotocromos Printerra Impresión Imprenta Printerra

Revista de Aventura, Deportes Extremos, Medio Ambiente y Turismo. Registro de la propiedad Intelectual. Dirección: 65 nº 287 (1 y 115), La Plata, Bs As, Argentina. Tel:0054 (0221) 4254577 E-mail: info@andaresaventura.com.ar ffan page: andar extremo Queda prohibida la reproducción no autorizada total o parcial de los textos publicados, mapas, ilustraciones y gráficos incluidos en esta edición.La Dirección de esta publicación no se hace responsable de las opiniones en los artículos firmados, los mismos son responsabilidad de sus propios autores. Las consecuencias de practicar deportes extremos pueden ser muy peligrosas. Las notas publicadas en este medio no reemplazan la debida instrucción por parte de personas idóneas. El staff de Andar Extremo colabora ad-honorem, si deseás publicar un relato o nota comunicate a nuestro mail.



unto a su amigo sueco David Berg, la guía noruega Moa H Hundred, el inglés Chris Lambert y las alemanas Adelinde Trixly C Christine Huber, emprendieron el 14 de mayo pasado desde el fiordo de Kangerlussuaq, 318 km al norte de la capital Nuuk , el cruce de Groenlandia. El grupo, de entre 23 y 55 años, llegó a su meta en el pueblo de Isortoq, a orillas del estrecho de Dinamarca -unos 100 km al sur del círculo polar, el 8 de junio, en plena primavera boreal. En 1888 el aventurero noruego Fridtjof Nansen, en 42 días, fue el primero en abrir esa ruta en la latitud del círculo polar.

Fue de casualidad, a los 23 años trabajaba en una empresa de marketing deportivo y estaba cansado de ese mundo, quería viajar… de rebote terminé en una embarcación rusa que buscaba gente para la parte de hotelería y salía de Ushuaia, sin saber que iba a llevarme con destino a la Antártida. Cuando llegué a esa masa de hielo me enamoré. El barco manejaba expediciones, cuando vi ese mundo dije:- “listo esto es lo que buscaba”. Sabía manejar veleros, siempre estuve relacionado a la náutica, entonces fue fácil comenzar a trabajar con expediciones. Cruzábamos el pasaje de Drake y allí tuve los primeros contactos con ballenas, pingüinos, y quedé fascinado. Eso fue un verano y ya en junio me habían contratado para trabajar en el Ártico. Pasó de ser una aventura a ser parte de mi vida.

En realidad fue desde que me mudé a Bariloche que data de unos cinco años que me introduje en la montaña y comencé a caminar por esos lugares. En La Antártida había hecho cosas en hielo pero de un día, salía y volvía al barco. Así fue que en uno de los viajes al norte hice una caminata de tres semanas por la Costa Este de Groenlandia cerca de Kulusuk. Fue en 2014, realizamos esa travesía implementando el mismo sistema de expedición con esquíes, trineos, carpas y la misma rutina diaria entre arroyos, fiordos y glaciares, pero con un nivel de exigencia menor en lo que respecta a lo físico. Habíamos hecho 250 km y la idea era entrenar para el cruce total. Hasta ese momento era difícil una expedición de ese tipo, dado que tiene costos muy elevados y los permisos son imposibles, así que teníamos que ver cómo hacíamos para engancharnos en alguna expedición. Desde el 2015, por el hecho que hubo accidentes y dos muertes, necesitás un permiso especial que se lo dan a gente que ya haya realizado un cruce. Aunque seas guía profesional, no te dejan, y ahí fue que contactamos a Moa, una chica noruega que podía sacar el permiso. Este año, en enero en Antártida, mi amigo David Berg me comentó la posibilidad de participar en esa expedición. En febrero confirmé. En marzo volví a Antártida y luego tuve un mes para entrenar.

Sí, me adapto, aparte la ropa que se utiliza hoy es muy técnica, de muy buena calidad. Hoy en día tengo más tolerancia al frío y también mentalmente aguanto más sin ponerme nervioso, porque una cosa es el frío que te molesta y otro cosa es el que causa hipotermia o congelamientos…uno va aprendiendo a darse cuenta antes de que pase algo peor. Esto requiere de entrenamiento para el reconocimiento del peligro. Lo que uso desde siempre para andar, es primera capa merino Lepau que es muy buena, de muy buena calidad….es de nuestra oveja patagónica, no te mojás, no larga olor al no ser sintético. Después,


goretex tricapa respira muy bien, si tenés calor te abrís, es ideal para viento, lluvia o si nieva mucho. Lo que se buscás es estar seco. Estas dos prendas son, para mí, lo mejor para este tipo de expediciones. Cuando la temperatura es menor a -15º también me pongo un chaleco, como los de plumas pero de material sintético. Por último, me pongo la campera de plumas cuando se frena a comer, y me cambio los guantes por unos más gruesos para descansar o armar el campamento. Para las piernas uso lo mismo. En los pies, primera capa medias de compresión para facilitar

la presión en las piernas, después unas bolsas plásticas para evitar la transpiración y mojar la bota y arriba medias de merino gruesas. Los borcegos son especiales para expediciones nórdicas, son de cuero forrados con goretex que incluye polaina hasta casi la rodilla y se une a la suela. Para las manos, 5 pares de guantes que los iba cambiando según la situación del viento. Primero, una capa de lana merino o sintético bien fino. Luego manoplas de polar que se le quitan los dedos por si quiero hacer algo. Guantes de

cuero, los comunes de obrero, que los engraso para impermeabilizar. Los días que hace más frío, guantes de montaña o manoplas de pluma que arriba les pongo las de goretex.

Al principio tuvimos mucha agua y zona de ríos que formaban grietas. Fue peligroso por el terreno, no por el clima. También en el kilómetro 4, el segundo día me esguince la rodilla pero no pasó a mayores en ese momento. Cuando estuvimos en la parte más alta, a mitad de camino, superando los 2000 msnm el frío se sentía mucho, era el campo de hielo. Allí las temperaturas eran de -35º y menos también. Los días de viento eran peligrosos por la poca visibilidad que complicaba las cosas y aumentaba el nivel de estrés de todos… al frenar te abrigabas y seguías, en el viento te ponías de espalda al mismo y descansabas o armabas la carpa. Hubo un día que íbamos caminando, frenando, andando... Lo más peligroso fue que íbamos a muy baja temperatura y viento de frente, y empezamos a tener principio de congelamiento en la cara y dedos porque estábamos muy expuestos. Después de tres horas tuvimos que frenar. Armamos el campamento y esperamos que pare el viento. Ahí, cuando te detenés, podés cubrirte y mover las manos, pasabas el frío de otra forma.



Sí, con otra tormenta cerca de una base abandonada, nuestra carpa colapsó y, mientras estábamos ahí vimos que flameaba. Estaba toda llena de nieve pero tuvimos mucha suerte que no se voló ni rompió a pesar de los vientos de más de 140 km/h. Tuvimos que armar la carpa con mucho viento y mucho frío y una vez que armamos la base, estuvimos una hora más para

asegurarla fuerte. En esa hora salíamos entre tres y cinco minutos, no más de eso… generalmente eran tres y sentíamos el congelamiento. Con David, salíamos esos minutos porque conocíamos lo que era el congelamiento, era el tiempo estimado en donde sentías que los dedos se congelaban. Entrábamos a calentarnos 5 minutos y salíamos nuevamente a armarla porque sabíamos que si no, se nos podía caer otra vez.

Como ya conocía lo que iba a hacer, no hice el entrenamiento adecuado para expediciones con trineo (salir a caminar tirando dos ruedas que simula el peso del trineo). Mi entrenamiento se basó en caminar en las montañas: Cerro López, el Catedral. Trataba de llegar a hacer caminatas de seis horas para acostumbrar al cuerpo. Ya conocía a qué iba y sabía de este tipo de cosas. Me enfoqué en estar bien alimentado y fuerte para aguantar los primeros 5 días. Después el cuerpo se va acostumbrando a andar en la montaña, y estas físicamente bien. Primero viene el período de adaptación luego de debilitamiento y más tarde el final donde tenés que llegar bien mentalmente.

En promedio era de 25km por día. Hubo jornadas que hicimos muy poco. La primera salida, por ejemplo, avanzamos sólo 4 km. Fue en la subida al glaciar. En total de los 26 días hubo tres q no avanzamos, dividido en distintas etapas. El día que más avanzamos fueron 36 km. Cerca del final fue más rápido, a pesar de que no te dabas cuenta, ibas bajando 5 metros por kilómetro y eso te hacía acelerar.

Nos levantábamos, y demorábamos una hora y media o dos antes de arrancar con el desarma-



do. Desayunábamos con un suculento vaso de avena, pasas de uva y manteca o chocolate para ganar calorías. Desarmábamos y de ahí salíamos a hacer marchas de una hora con pausas de 10 minutos, donde comíamos papas fritas, caramelos, pasas de uva o chocolate. Carne, salame, mantecol, alimentos con muchas calorías. Había días que después de la cuarta hora de avance, frenábamos media hora para comer un poco más o descansar y ahí armábamos una carpa. Después seguíamos otras 5 horas. La clave es esa, caminar una hora, 10 minutos de descanso por 4 horas, un descanso prolongado donde hacíamos nuestras necesidades y después seguíamos 5 horas. La clave es recomponer la energía todo tiempo. De no hacerlo en esos 10 minutos a la hora siguiente llegabas muy cansado. Te afecta. Te quedás sin nafta, te cuesta mucho seguir… Al principio tenés que comer a la fuerza porque el cuerpo no está acostumbrado al gasto y aprovisionamiento de tanta energía. Pero al cabo de los días te pide

más y más alimento. Comíamos 5000 calorías por día. Fui con sobrepeso de 10 kg y bajé 11kg.

Tomábamos 4 litros por de agua por día. Así como comíamos si o si teníamos que tomar agua. Los primeros días costaban más también, el cuerpo no estaba acostumbrado. Al tener que hacer agua, lo ideal era llegar al campamento con agua líquida y guardarla. Cuando la temperatura era menor a -30º tardábamos entre 2 horas y media y 3 en derretir y calentar unos 4 litros, y así y todo no alcanzaba el hervor.

Era el momento más complicado, estábamos muy cansados luego de caminar 14 horas. Doloridos, con hambre y sed, tardábamos 10 minutos en armar la carpa. Nuestro sistema era:

mientras yo armaba, había que derretir nieve y calentar el agua casi hasta hervir para hacer la cena, y guardarla para el desayuno del día siguiente. Era un trabajo de hora y media a dos hasta que podíamos comer y después dormir. Armabas la carpa, preparabas los trineos, dejabas todo bien asegurado y una vez que te metías, no salís más. Te quedabas ahí adentro tranquilo esperando que se caliente el agua. Es muy importante en ese momento hacer un chequeo físico, revisarte la cara que no tengas quemadura, los pies, las manos, que esté todo el cuerpo bien. Nos poníamos crema en las heridas y hacíamos una curación de lo que estuviera mal y no dejábamos ninguna herida que se pudiera complicar luego. Cenar, el mejor momento del día! Llevábamos comida deshidratada para la cena que era carne a la cacerola o pescado al curry, era sólo echarle el agua hirviendo y listo. Al minuto, luego de acabarse la comida, era el peor momento del día. Después, meternos en la bolsa y dormir.

Al principio sí, pero estábamos muy decididos a seguir. Salimos de la ruta segura, la que conocíamos, porque había muchos lagos y ríos y encontramos otro camino alternativo. Después, no en la expedición en sí, pero hubo peligros para algunos. Por ejemplo, cuando nuestra carpa se voló, para nosotros hubiera sido el fin si se hubiera roto. En otro momento de los seis, una de las integrantes (una chica alemana), no comía bien, estaba muy débil, a las dos semanas casi no podía caminar. Ahí nos reunimos y debíamos analizar si la evacuábamos o, lo que hicimos, sentarla a comer y asistirla



yendo más lento… un día le hicimos comer una manteca entera!. Se empezaba a retrasar, y por ende nosotros también. Los debatimos en dos situaciones y decidimos asistirla, y así llegamos los seis.

De todo. Primero vas acomodándote, escuchás música, unos radio-libros. Vas con la mente en blanco, navegando… vas con la brújula, tratando de seguir el camino. Cuando estás atrás, es seguir al de adelante. Pensás de todo, lo que te imagines, mil proyectos, ideas de expediciones nuevas, la familia, amigos, en todo el mundo, qué hacer cuando frenás… Llegó un momento que era elegir qué pensar. Te empezás a volver loco porque te caen muchas ideas y no querés caer en un bajón. Así todos los días. La parte mental es la más dura en este tipo de expediciones. Las expediciones polares son: 60% mental y 40% físico. Dos trineos chicos plástico, cada uno soportaba hasta 50kg de peso por lo que llevábamos de 80 a 90km cada uno. Repartimos el equipo por pareja. Estaba conformado por: 3 carpas, 4 cocinas, unos MSR modelos nuevos para baja temperatura (calentador de montaña) y 20 lts de combustible. Más esquíes y crampones. El equipo de esquí estaba compuesto por esquíes de fondo con cantos de metal bastante largos y finos, de 2 metros en mi caso, que alivianaba mucho el avance en nieve. Las botas de esquí son modelos especiales con la bota de cuero con una polaina de Gore-Tex incorporada que protege del frío y la humedad. La fijación de esquí de fondo se pone en la bota, sólo en la puntera dejando el talón libre permitiendo el caminar. Y para poder avanzar con los esquíes en

pendiente o condiciones planas tirando el peso de los trineos utilizamos lo que se conoce como “pieles de foca”, que es una especie de tela que simula una piel y permite deslizar hacia delante y se frena cuando el esquí se mueve hacia atrás al quedar a contra pelo.

Una sensación muy buena. El día anterior empezamos a ver montañas en el medio de la nada, pero en realidad estábamos a 70 km. Al final de ese día empezábamos a ver el mar. En realidad tres días antes, pero no estábamos seguros, dudábamos que fueran nubes. Parecía que estabas ahí nomás y empezás a pensar en la ducha caliente y en todo lo que vas a comer, pero faltaban como 70km. Esa noche llegamos al último campamento, es donde teníamos que estar más tranquilos porque empezaba el descenso glaciar, las grietas y ríos nuevamente, y el peligro exponencial. Estás llegando y si te apurás tomando decisiones sin pensar tanto, es muy peligroso. Es donde más seguridad tenés que tener. Como trabajo en expediciones desde hace mucho, sé que el 10% al principio y el 10% del final son los momentos más peligrosos, de mayor cantidad de accidentes. Al principio por desconocimiento y al final, por exceso de confianza. Sabiéndolo y todo, nos mandamos por un campo de grietas por el que no debíamos hacerlo, no estaba contento por la situación pero en ese momento donde íbamos rotando el liderazgo, yo quedé atrás del grupo. Por suerte no pasó nada. Veíamos el mar que se unía con el cielo, los iceberg como puntitos blancos, las montañas y el atardecer. Ese día arrancamos a las doce de la noche para llegar a la mañana ya que había luz las 24 horas. Salimos a esa hora que es el horario más frío para que los cauces estuvieran congelados. El último día como el

primero, nos juntamos todos en una carpa para la cena de festejo. Todos queríamos llegar pero era una mezcla de sentimientos…se estaba acabando y era una lástima. Desarmar el campamento por última vez fue raro, nos gustaría haber seguido pero en realidad queríamos llegar. Ya estábamos mentalizados en terminarlo. Si en ese momento la expedición se alargaba dos días más, capaz nos caíamos del bocho. Estábamos con la mente en la meta.

Lo de ser el primer argentino es anecdótico, no sabía que era el primero, allí me enteré. Lo hice porque tengo pasión en este tipo de expediciones. Está bueno ser el primero, no es conocida esta aventura. A futuro, Groenlandia es la tercera en expediciones polares, primero están polo Norte y polo Sur, que son los desafíos más grandes. Polo Norte es más larga, haciéndola desde la tierra que son más de 800 km. Con el calentamiento global es cada vez más difícil y arriesgada. El Polo Sur es una extensión de lo que hice en Groenlandia pero con temperaturas más bajas, lo mismo pero en 3 meses. Una de las cosas que me gustaría y quiero hacer son los hielos continentales “Campo de Hielo Sur”.

A Lola, mi mujer quien me motivó a hacerlo. Justo estamos construyendo y a pesar de estar ajustados me dijo:- “andá a hacerlo ahora”. A la gente de Noruega que me pasaba el parte diario meteorológico e informaba a Lola cómo íbamos. A mi familia y amigos, y gente que nos siguió. A Lepau y Antártica XXI que me dieron empuje. Al pul Club Social de Amigos que me consiguen conexiones



i no fuera porque el escritor y profesor de periodismo Mitchell Zuckoff encontró tanta evidencia de que ocurrió como él lo cuenta, el relato parecería tan inventado como las leyendas que existían sobre el lugar donde pasó. Pero así todo hubiera sido ficción, valdría la pena, ya que tiene todos los elementos y el encanto de las mejores películas de acción, incluso una heroína que físicamente tenía poco que envidiarle a Grace Kelly. Y fue precisamente gracias a ella que la prensa de la época reportó el incidente. "Cuando los reporteros vieron su foto, empezaron a cubrir la historia pues era como si una joven estrella de Hollywood se hubiera caído en la mitad de la selva: era como salido de una película de Tarzán". Gracias a que su belleza cautivó a los

periodistas, Zuckoff se topó con la historia, cuando estaba investigando otro tema.

Era mayo de 1945 y mientras en Europa ya celebraban la victoria, en el Pacífico la Segunda Guerra Mundial aún no terminaba. Sin embargo, ya no había combates en lo que entonces era Nueva Guinea Neerlandesa (hoy, las provincias indonesias Papúa y Papúa Occidental, en la isla que queda al norte de Australia), así que un grupo de militares estadounidenses se preparaba para disfrutar de un paseo recreativo en avión. "Yo no sabía que esas cosas pasaban, pero un piloto que estuvo en Irak recientemente me

contó que todavía se hacen ese tipo de vuelos. Los llaman “vuelos de incentivo”: si quieren premiar a alguien, como un cocinero que se la pasa metido en una cocina, de tanto en tanto los llevan a pasear", señala Zuckoff. En este caso, en esa época, el paseo era a lugar tan exótico como desconocido. "Un año antes de este vuelo, dos aviadores estadounidenses sobrevolaron el lugar y donde el mapa decía que había montañas vieron un valle increíble, habitado por decenas de miles de personas para las cuales la Edad de Piedra nunca había terminado". Una vez que lo encontraron, todo el mundo quería ir. "Pero nadie podía llegar: no se podía aterrizar, ni era fácil ir a pie, pues estaba rodeado de montañas. Así que todo el mundo quería tomar uno de estos vuelos, para poder mirarlo desde las ventanas". Unos de los primeros en ir fueron dos corresponsales de guerra y, al verlo desde la altura, pensaron en Horizontes Perdidos de James Hilton, la idea de lugares magníficos, alejados de la civilización, por lo que lo apodaron "Shangri-La" y así se le conoció.

Poco se sabía del lugar, particularmente de sus habitantes. Un biólogo, Richard Archbold, había estado ahí pero él no estaba interesado en la gente, sino en la flora y fauna. Como suele ocurrir, la falta de conocimiento engendró mitos. "Se decía que medían más de dos metros, que practicaban sacrificios humanos...", cuenta Zuckoff. Ninguno de estos rumores resultó cierto. En cualquier caso, quienes se disponían a viajar no tenían ninguna intención de comprobar la veracidad de las leyendas: el plan no era más que sobrevolar el área, como cualquier turista. La belleza de Hasting, mujer sobreviviente, llamó la atención de los medios. Pertenecía a la primera generación de mujeres que sirvieron en el ejército de EE.UU.



Kenneth Decker yJohn McCollom

El 13 de mayo, 24 militares se embarcaron en el avión “The Gremlin Special”, un nombre que, dado el desenlace, resultó desafortunadamente acertado. El Gremlin especial se estrelló contra una montaña y sólo tres pasajeros sobrevivieron. "La primera es Margaret Hasting, esta bella cabo del ejército; el segundo es el sargento Kenneth Decker, quien sufrió una herida terrible en la cabeza y quedó amnésico (no recordaba nada del accidente aéreo). El tercero, teniente John McCollom no tenía muchas heridas físicas, pero sufrió lo que sólo se puede describir como una herida existencial. Su hermano gemelo estaba en el avión pero murió. Así que cuando salió a la selva, se encontró solo por primera vez en la vida". Con mucha dificultad, todos los líquidos que encontraron y algunas bolsitas de dulces, emprendieron su camino hacia el valle. "McCollom se dio cuenta de que si se quedaban ahí, se morían. No había ningún chance de que los encontraran, pues estaban en medio de una tupida selva. Así que se fueron en busca de un claro en el valle, y McCollom llevó consigo un pedazo de lona amarilla: algo que pensó se

podría ver desde el aire", relata Zuckoff. Y esa fue su salvación: el pincelazo de amarillo en ese mar verde fue lo que vieron quienes los buscaban.

Como era de esperarse, se dio el temido encuentro: los tres sobrevivientes heridos se vieron de frente con unos nativos que nunca habían visto personas blancas, que no medían más de dos metros ni hacían sacrificios humanos, pero que sí practicaban el canibalismo y no les gustaban los intrusos. "Eran guerreros caníbales y según el ritual, si mataban a un enemigo, era común comerse su carne. Varios querían matarlos pero Wimayuk Wandik, el líder de la tribu, les recordó una leyenda que profetizaba que un día, espíritus o fantasmas de piel clara bajarían del cielo. Así que, en vez de comérselos, decidieron que tenían que ayudarlos y protegerlos", cuenta Zuckoff. Entre tanto, el ejército estadounidense no sabía bien qué hacer: habían visto a los sobrevivientes pero no había forma de

Restos del avión en la actualidad

rescatarlos. No se podía aterrizar. Lo único que podían hacer era enviar a más soldados -con medicinas y provisiones- para ayudarlos pero, ¿a quién se le podía pedir que fuera a un lugar desconocido habitado por tribus salvajes, sin esperanza de volver?

"Resultó que había una muy inusual unidad del ejército, liderada por C. Earl Walter Jr., un fornido estadounidense que creció en Filipinas. Capitaneaba una unidad de paracaidistas filipinos que habían sido entrenados para llevar a cabo misiones detrás del frente enemigo". Como no habían sido llamados a la acción, estaban a la espera, cuando les llegó un mensaje preguntándoles si querían ser los voluntarios de esta misión. "Earl todavía está vivo y me contó que el lema de la compañía era ´Cueste lo que cueste´. Y que cuando le dijo a sus soldados 'hay miles de enemigos por cada uno de nosotros, no hay forma de escapar, tendremos que marchar por kilómetros sin casi ninguna provisión y nadie nos puede ayudar... ¿alguien quiere venir?', todos se levantaron y dijeron 'cueste lo que cueste'. Poco después, Walter y 10 de sus mejores hombres se lanzaron en paracaídas sobre Shangri-La. Cuando tocaron tierra, se vieron rodeados por tantos nativos que, aunque iban armados, supieron que no tenían chance. "Se vieron en esta confrontación en la que Earl no sabía qué hacer pero resultó ser uno de los malentendidos más cómicos de la guerra, en el que Earl y sus hombres terminaron desnudos. Pero le guardo el placer de descubrir cómo se llegó a eso, a los lectores del libro".

No había nada qué hacer... excepto quizás, intentar un rescate descabellado. El plan era que quienes estaban en tierra erigieran una especie de arco de fútbol americano: dos postes verticales unidos a medio camino con uno horizontal. En la parte superior, iba una cinta elástica de la cual estaría amarrado un planeador. Así, aviones equipados con cuerdas y ganchos volarían muy cerca a la superficie, engancharían la cinta elástica para que ésta levantara al planeador, ojalá en la dirección y a la altura indicada. "Ésto se había hecho antes, se llamaba


Marasco

Situado en los difíciles años anteriores a la Segunda Guerra Mundial, el libro habla de una comunidad en una lamasería (un monasterio de lamas tibetanos), en el valle perdido tibetano, aislado del mundo y del tiempo. Toda la sabiduría de la raza humana se encuentra en este lugar, en los tesoros culturales que guarda, y en las mentes de las personas que se han reunido ahí de cara a una catástrofe inminente. Shangri-La se ha convertido en sinónimo de cualquier paraíso terrenal.

Los gremlins son criaturas mitológicas traviesas a las que les gusta dañar o desarmar máquinas, particularmente aviones. A pesar de que sus orígenes son más antiguos, durante la II Guerra Mundial estaban muy en boga, luego de que los aviadores de la Fuerza Aérea Real (RAF) del Reino Unido activos en Oriente los responsabilizaran de los múltiples accidentes que sufrían, acusándolos de sabotear sus aeroplanos.

”snatching”, pero nunca se había intentado a esta altitud ni rodeados de montañas en la mitad de la selva... nunca en nada parecido a estas circunstancias, nunca en condiciones tan adversas. De hecho, este tipo particular de planeador tenía un apodo durante la II Guerra Mundial: lo llamaban 'el ataúd volador' “, señala el autor de "Perdidos en Shangri-La".

La delicia de esta historia es que Zuckoff no sólo logró conseguir todo lo que se describió entonces, sino también fotos y fascinantes recuerdos de los involucrados., y no sólo estadounidenses. Habló también con los nativos: adultos que eran niños cuando humanos blancos cayeron del cielo. "Si los marcianos aterrizaran en mi jardín, yo lo recordaría por el resto de mi vida, y así fue para ellos: esto era tan lejano a su experiencia. Habían vivido en un mundo prehistórico desde siempre y de repente había aviones volando y estrellándose, y gente. Recordaban todo y me lo contaron (...) Y eso amplió totalmente el panorama: poder tener no sólo la historia como la vieron los aliados que estaban allá, pero la idea de poder contar con la perspectiva de lo que los nativos pensaban que estaba pasando... en ese momento fui el escritor más feliz del mundo! " Quizás, lo más inverosímil de todo es que éste evento se haya perdido de la memoria colectiva de una guerra que ha dado tantas historias.

&Speziale M&S

70 años

Outdoor Company



on las 3 de la madrugada. No sé por qué, pero me despierto, quizás por los sueños monotemáticos y recurrentes que tengo durante los días previos a la salida: yo remando en un lago planchado, yo remando en un lago agitado, yo surfeando olas de 5 metros con el kayak. Pero ese día me doy cuenta de que no soy la única que tiene grabado en el inconsciente las pocas horas que faltan para empezar la travesía. No. Lo primero que escucho una vez abiertos los ojos es la voz de Andrés que soñando me pregunta:-¿cómo está el lago? .Claramente no le respondo. Lo miro, me río y le susurro:- shhh, tranquilo. El calendario tenía fecha de partida 18 de marzo, pero el Nahuel quiso que nos demoremos 24 hs más. Ese día, la Patagonia amaneció ventosa, fría y lluviosa. Y Prefectura (porque para hacer este tipo de travesías uno tiene que presentar una carta solicitando permiso, un listado y fotos del equipo, incluyendo los elementos de seguridad) nos llamó a las 8 de la

mañana avisando que el puerto estaba cerrado (se dice así cuando las embarcaciones tienen prohibido salir a navegar por las condiciones climáticas). Menos mal que las cosas salieron así y no de otra manera: además de que el clima no era el mejor, la noche anterior nos habíamos acostado super tarde. Estábamos cansados por las idas y vueltas de los preparativos, nos habíamos estresado porque la radio VHF (otro obligatorio para hacer este tipo de travesías) no funcionaba... en fin, necesitábamos un día de nada, y ese 18 de marzo en lugar de remar, dormimos como morsas. A la mañana siguiente no había excusas: un sol que raja la tierra, calor de verano y una brisa de viento. El día ideal para salir a remar. El Nahuel nos espera como pocas veces se lo ve: pacífico, quieto, como la pileta del jardín de mi casa. Mientras una amiga nos lleva con los kayaks, las bolsas secas, los remos y todo el equipo en su Fiat 147. La emoción de estar a punto de


empezar nos pone la piel de gallina. El km 0 es en Bahía López, ahí nos esperan tres Prefectos que con una carpeta y un ckecklist en mano, revisan con lupa que todo el equipo esté en condiciones. Después de media hora de ordenar y poner todo en su lugar, saludamos a nuestra amiga, nos despedimos de los Prefectos (y ellos se despiden de nosotros sacándonos una foto mientras entramos en el agua), y partimos. Después de las primeras remadas, freno, apoyo el remo sobre el cubre copickt, pongo mis manos sobre el agua y cierro los ojos: "sólo necesitamos 17 días de vos en paz". Acto

seguido, Andrés me dice:- bueno Sánchez, a Bariloche vinimos para esto. Y le respondo con una sonrisa y ojos saltando de adrenalina. Y pienso que más allá de la aventura, éste es un viaje de purificación. Por eso el agua, hoy y ahora. El Nahuel Huapi es un lago de origen glaciar compartido entre las provincias de Río Negro y Neuquén, y vive dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi, el primer Parque Nacional de Argentina. Su superficie, 557 km2, lo ubican en el cuarto puesto dentro de los lagos más grandes de nuestro país. Su profundidad máxima es de

464 metros y tiene siete brazos o ramificaciones: Campanario, Huemul, Última Esperanza, Rincón, Machete, Blest y Tristeza. La vuelta completa, incluyendo brazos e islas, suma aproximadamente 400 km. En el siglo XVI toda esta zona estuvo poblada por pueblos llamados ténesh o poyas, habitantes milenarios del Nahuel Huapi también conocidos como "vuriloches" (gente del otro lado de la montaña) por los mapuches. Al lago llegaron militares españoles, misioneros jesuitas de Chile y la figura más emblemática de la Patagonia argentina, el perito Francisco Pascasio Moreno, que remontando el río Limay arribó a la costa este del lago. Él fue quien donó las tierras para que tiempo después se creara el Parque Nacional. No sabemos cuántos le habrán dado la vuelta completa. Quizás muchos o quizás menos de los que imaginamos. Pero poder sentirnos al menos por un ratito en la piel de aquellos primeros exploradores que vaya uno a saber qué pensaron cuando se encontraron con tan titánico lago, es como convertirnos en los protagonistas de una película fantástica y épica a la vez. Porque salvaguardando las distancias de tiempo y espacio, el agua sigue siendo la misma. Y el escenario, también. Empezar la travesía en Bahía López tiene un lado B: sí o sí debíamos salir con poco viento. Es que a la izquierda están los brazos Tristeza y Blest, los más largos y complejos del Nahuel Huapi. Y sumado a que saliendo de la bahía, el lago empieza a abrirse hacia la derecha, hacer estos primeros kilómetros con el lago picado hubiese sido una odisea peligrosa para dos principiantes kayakistas. En su lugar, navegar este tramo con 0,0 km/h de viento es una bendición tan azarosa como improbable. Además del desafío de salir de la bahía, se suma el de cruzar "La tabla", unos paredones altísimos que con viento se convierten en la zona más peligrosa y expuesta a las olas del Nahuel. Pero el día de la salida es el día de yapa. Dejando atrás la península LlaoLlao, y con esas paredes



de piedra tan imponentes, nos sentimos como en la película “Querida, encogí a los niños”, diminutos, frágiles y vulnerables, pero sobre un lago sedoso y tranquilo. Algo que casi nunca se da. La inmensidad y nosotros. Y nada más. Ni nadie más. Al mediodía, y después de dos horas de remada, paramos a almorzar en la península San Pedro. Estacionamos los kayaks entre unas rocas, sacamos una de las cuatro bolsas de 1 kilo de frutos secos que compramos y maldecimos a quien las preparó: hay un exceso de pasas de uva. Tomamos un puñado y de 10 frutos secos, 7 son pasas. Todo bien con las pasas, pero presentimos que a la semana ya las vamos a odiar. Las horas pasan y avanzamos en piloto automático. Entramos en el brazo Campanario y

la luz de la hora dorada vuelve este instante surreal: el agua está tan baja que tenemos que sumergir sólo la punta del remo para poder avanzar, subimos los timones para que no peguen con la arena, vemos que la luna se asoma llena y de la nada empieza a sonar de una de las casas de la costa una ópera de Pavarotti a los cuatro vientos. Frenamos en una playa y así como quien se bautiza, nos damos nuestro primer chapuzón en estas aguas mágicas del Nahuel. A las 8 de la noche y con los últimos rayos del sol, llegamos a playa Bonita, nuestra parada del día. Habemus remado 40 km. Nuestros primeros 40 km en el Nahuel Huapi. Salimos de playa Bonita con una leve brisa del este. El reloj marca las 11 de la mañana y la proa del kayak apunta hacia la isla Huemul en una diagonal de casi 3 km. En este lugar se dieron los primeros pasos en la investigación de la energía

nuclear en Argentina. Hoy es solamente un área protegida de 75 ha. Su nombre viene dado del apellido de un antiguo poblador, Bernardino Guenul, y que por alguna cuestión que desconocemos (quizás por una deformación fonética o por referencia a una especie de ciervo nativa) se transformó en Huemul. Muy cerca de la isla vemos la proa de un barco semi hundido. Le damos la vuelta y la claridad del lago nos permite ver parte de la quilla, la cubierta y su popa clavada en la arena. La historia nos sumerge en sus profundidades: de 1948 a 1965 era una lancha torpedera de la Armada Argentina, que luego fue vendida y convertida en una lancha de paseo turístico. "Don Luis" prestó servicio en la ciudad de Mar del Plata, pero después fue vendida y trasladada a Bariloche donde fue utilizada como lancha de paseo en el Nahuel Huapi, uniendo puerto San Carlos-isla Huemul entre los años 70 y principios de los 90. En julio del 93 una fuerte crecida del lago dañó por demás las instalaciones del puerto San Carlos y provocó el hundimiento de "Don Luis". Una vez reflotado fue trasladado a la isla Huemul, pero quedó abandonado y varado en la costa durante años. Nuevas crecidas hicieron que se hundiera muy cerca del muelle en aguas poco profundas. Hoy sólo se asoma su proa, sin mucha más suerte que la que le tocó. Al lado de Huemul hay dos islas mucho más pequeñas llamadas, informalmente: Gallinas y Huevo. Le damos una vuelta a las tres y sin intenciones de hacerlo, empezamos a entrenar la mirada. A diferencia de las demás islas, los paredones de piedra de Gallinas esconden multiplicidad de formas. Lejos de ser uniformes y prolijos como otras paredes, se agrietan, sobresalen, se hunden y se quiebran exageradamente. Las islas están alfombradas de piedras anchas y redondas de colores verde, naranja, marrón, gris y violeta.



Cualquier amante del fen shui se volvería loco y querría cargarlas en su bote para decorar sus ambientes zen. Es que este sitio, así como está, es zen y mágico a la vez. Frenamos, acomodamos los kayaks en la orilla y sacamos de uno de los tambuchos el termo, la pava y la cocinita para calentar agua para unos mates. Mientras cortamos un poco de membrillo para acompañarlo con unas galletitas de agua, Andrés me dice:- todo lo que hacemos, lo hacemos por y para ésto. Y me quedo pensando en su reflexión mientras observo esos botes de plástico que con sus remos nos permitieron llegar hasta acá. Sí, lo que hacemos (viajar, sin importar el medio que elijamos para hacerlo) es para sentir el éxtasis que nos regala todo ésto que nos rodea. Y aunque quizás para muchos ese todo

sea nada, es esa nada la que nos completa. Estamos en el medio de un lago, sentados en la piedra de una isla, escuchando el sonido del agua, tomando unos mates, un lunes a las 12 del mediodía Nos subimos otra vez a los kayaks y vemos que lo profundo empieza y termina infinidad de veces siguiendo la intermitencia de un fondo que a simple vista parece que no termina nunca. De turquesa se convierte en azul océano, y a pesar de ese abismo sin transición, nosotros seguimos flotando gracias a estas superficies amarillas y rojas que nos contienen. Empiezo a traducir esos mensajes que la naturaleza tiene para nosotros. Me alejo de la isla unos pocos metros y veo que la piedra que se asoma es igual a la piedra sumergida. "Como es arriba es abajo, como es abajo es arriba" dice la

ley de la correspondencia. "Como es afuera es adentro, como es adentro es afuera". Y respiro el mundo enfrente que se encuentra frente a mí. Sigo observando y pienso: "en la naturaleza, hasta la muerte es bella". Los árboles verdes que crecen con sus raíces firmes en la tierra son tan espectaculares como los árboles color ceniza que se apoyan con sus raíces al sol y que sirven de hábitat para reptiles, aves y roedores. En este lugar, como en todos los lugares del mapa donde la naturaleza habita, conviven la vida y la muerte. El inicio y el fin, el infinito y lo finito, lo intraterreno que no vemos y el planeta como lo conocemos. De las islas nos vamos hacia el centro cívico de Bariloche y lo recorremos como pocos: desde el agua. La parada del día es en Dina Huapi, una localidad a 15 km al este de la ciudad, un lugar que está entre la estepa y el lago. El Parque Nacional Nahuel Huapi tiene tres ambientes bien diferenciados: el altoandino, el bosque y la estepa. El altoandino se da a los 1600 metros de altura, es frío y húmedo, su relieve es escarpado y predominan lagunas, lagos de altura y mallines. El bosque se divide en húmedo y de transición (el que recorremos al navegar el lago). Y el último, la estepa, con un clima templado, semiárido y arbustos enanos, son el escenario

Andrés Calla y Jime Sánchez, viajan en bicicleta desde enero de 2013. El primer gran viaje fue por Argentina, uniendo Ushuaia-La Quiaca a lo largo de 6600 kilómetros durante 9 meses. En este viaje recorrieron el Litoral, el Noreste, el centro del país y ahora comenzaron a recorrer los lagos del sur. En su blog se pueden ver todas sus historias.



donde las miradas se posan en el vacío, el vacío preferido de los guanacos patagónicos. Es raro ver cómo el bosque empieza a perder colores de oeste a este. Teniendo la cordillera tan cerca, y como si estuviésemos en una clase de geografía, nos es inevitable recordar la lección sobre el ciclo del agua. Se evapora, condensa, precipita, se absorbe y el círculo vuelve a empezar cientos de millones de veces.Y toda esa agua queda del lado del bosque. La estepa, con sus colores pasteles y ocres, sigue viva, a su manera.

A las 8 de la mañana el lago estaba turquesa y el viento era una brisa. A las 11, el lago está azul plomo y las ráfagas que se están empezando a levantar nos dan un poquito de taquicardia. Caminamos de un extremo de la costa al otro mientras los kayaks esperan que tomemos alguna decisión. Estamos seguros de que si no fuesen seres inanimados nos estarían suplicando que dejemos de cambiar de opinión cada vez que nuestra mirada se clava en el oeste. -¿Qué hacemos Sánchez? ¿Vamos o no vamos?

-Y no sé, ¿a vos qué te parece? -Y... ¿es el tercer día y ya vamos a arrugar? -Pero no se trata de arrugar, vos tenés más experiencia, ¿cómo la ves? -Si metemos una recta hacia más o menos la mitad del lago y después bordeamos la costa, cortando la ola, vamos a llegar bien. Según Windguru no va a soplar más viento que éste. ¿Qué pensás? -Y... está picadita la cosa. Pero dale, salgamos ya antes de que se ponga peor. Dejamos la seguridad de la tierra, nos ajustamos los chalecos salvavidas y arrastramos los botes sin darnos tiempo a respirar. Es que en situaciones así, donde la ola rompe tan fuerte sobre la costa, el subirse al kayak se vuelve una prueba de equilibrio y velocidad: una ola puede desestabilizarte, puede entrar agua adentro del cockipt, y lo peor de todo, puede hacerte caer. Una vez flotando, siento que el viento va a arrasar con mi remo. Y lo que hasta hace dos días era un placer, hoy se vuelve una batalla. Este es el verdadero Nahuel, el que te hace sentir el corazón en la boca. -¡Vení más cerca mío! -¿Qué? ¡No te escucho! -¡¡Que vengas más cerca mío!! -¡Ésto no me gusta nada! -¡Dale, metéle todo el huevo que puedas! Las olas avanzan a paso firme una detrás de la otra, sin piedad. Son de un metro y medio…o dos metros…o no sé cuántos metros, pero son grandes y altas. Con cada ola la proa del kayak se me va hacia la derecha y tengo que meter timón con el remo para poder enderezarlo. La costa de enfrente se ve tan diminuta y lejana que en lugar



de sentir las manos mojadas por el agua las siento húmedas pero por la transpiración. Se me vienen a la mente los consejos de mis entrenadores y sus palabras me autoflagelan: “¡siempre cerca de la costa! ¡Nunca vayan por el medio del lago!” Estoy a punto de abortar la misión. Estoy nerviosa y pienso lo peor. Pero si pienso en lo peor hay más probabilidades de que me vaya a la mierda.Y si me voy a la mierda, ¿cómo hago para llegar a la costa? En estas condiciones Andrés no me va a poder ayudar con el autorescate. Y si se da vuelta él, ¿voy a poder ayudarlo yo? Estoy bloqueada. ¡No te bloquees! ¡Remá, carajo!, -¡Vamos a meter un rectón hasta la costa de enfrente, no queda otra! -¿Qué? ¡¡Estamos en el medio del lago, Andrés!! -¡Mirá cómo pegan las olas allá! ¡Vamos, vamos que podemos! -¡Yo no vine a ésto! -¡Yo tampoco! Pero ahora vamos, dale. No aflojeés, por favor. En voz baja le suplico a este Nahuel enceguecido que tenga piedad de nosotros, que nos deje llegar a la costa. Andrés me sigue dando indicaciones a los gritos sobre cómo agarrar la ola y me cuestiono por qué carajo salimos si no estábamos seguros, si veíamos que las olas cada vez eran más y más jodidas. Confío. Confío en que vamos a poder. Avanzamos hacia la costa pero parece que se aleja. Avanzamos como caracoles. Me olvido de la técnica, dejo de remar con la espalda y toda la fuerza la hago con los brazos. Pero en un momento, sin darme cuenta, hago un click. Pará, lo estamos haciendo bien. Estamos controlando la situación, estamos tomando las decisiones correctas. Sin embargo no veo la hora de bajarme del bote y decirle a Andrés que ésta va a

ser la primera y última vez que salgamos así. Después de una hora y 6 km, llegamos a la costa. Dejo el bote como puedo, me bajo, respiro y noto que mis manos siguen temblando de miedo.Ya está, ya pasó. No sé de dónde sacamos tanto huevo pero lo que sí sé es que este día se termina acá. Basta para mí, basta para todos. Al día siguiente el lago está más tranquilo. O quizás no está tan tranquilo como los dos primeros días, pero si ayer era una especie salvaje, hoy es un animalito del zoológico: nos deja mantener la proa derecha y conversar sin gritarnos. Nos alejamos de la estepa y nos vamos metiendo otra vez en el bosque. Observamos las copas de los árboles, sus colores y contrastes. Observamos la vida que hay en la tierra. Algunos verdes son tan intensos que no podemos quitarles la vista. Vemos bahías puntiagudas, otras rodeadas de paredones altos, están las redondeadas y las que tienen piedras que sobresalen del fondo y que las olas tapan. Hoy, además del bosque, quedamos obnubilados por los detalles en movimiento: las gotas que rebotan sobre las piedras en slowmotion. Esas gotas que quedan huérfanas de su madre-ola, que quedan flotando, pero en el aire. Y también vemos al pato de los torrentes, que estira sus alas de pluma para cazar insectos, alimentarse y seguir. Y cuando volvemos a posar los ojos en el bosque, me doy cuenta de algo: la naturaleza no es perfecta. Está llena de imperfecciones: troncos pelados y caídos, árboles tupidos y flacos, picos de montañas áridos y pedregosos, laderas vacías y playas que hacen doler los pies con sus piedras irregulares. En la mente radica nuestra construcción ideal y errónea de lo perfecto, porque lo que el hombre cataloga así, simplemente no existe en ningún orden de la vida. Y es por eso que me

llama la atención el bosque: porque hoy logró contradecirme y reformular una premisa que creía exacta y cierta: la naturaleza es perfecta…no, la naturaleza es perfecta en su imperfección. La ciudad de Bariloche se convierte en un punto lejano y el cerro Tronador se lleva todos los halagos. Hace miles de años, gran parte del territorio del Parque Nacional Nahuel Huapi estuvo cubierto de glaciares, pero los cambios climáticos dieron pie a que esos hielos empiecen a derretirse. Así se formaron valles, lagos y ríos. Hoy esos glaciares milenarios están en la cumbre del Tronador (su nombre alude a los desprendimientos de hielo que provocan sonidos estremecedores). Tiene 3478 metros y es el pico más alto dentro del Parque. Los planes del día cambian: en lugar de seguir hacia el brazo Huemul, y teniendo en cuenta que los próximos tres días anuncian vientos fuertes, decidimos cruzar hacia la isla Victoria para descansar y conocer la isla a pie. Desde donde estamos son 5 km en línea recta y a lago abierto, pero como ahora está calmado, no corremos ningún riesgo. Mis intenciones de llegar remando sola, se agotan. Andrés me mira, asiento sin decir una palabra y engancha el remolcador en la proa del kayak para darme una mano. No es que ahora deje de remar y sienta que estoy en una góndola de Venecia, pero al menos llego sin hacer tanto esfuerzo. A las 6 de la tarde llegamos a la mágica playa Piedras Blancas. Pero eso lo dejamos para el próximo capítulo.



a energía de la acreditación en una noche fría de otoño, acompañaba la cálida iluminación de las callecitas de La Cumbrecita en el corazón de la provincia de Córdoba. Los preparativos en una lejana cabaña iban vislumbrando la inminente largada del sábado al mediodía. Hacía rato que no competíamos y las dudas crecían, pero por suerte un buen descanso nos relegó el armado

de equipos para la mañana siguiente. El día con un viaje de 10 horas en auto, había sido agotador. El sábado nos levantó con una helada. Muy temprano armamos las mochilas con los elementos obligatorios, la comida, los geles y sales de hidratación. Teníamos que llevar el kayak al lago del dique Los Molinos y luego volver a La Cumbrecita para largar. Como siempre y es costumbre en nosotros, hicimos todo al límite

llegando a la zona de largada con muy poco tiempo. Faltaban 40 minutos para comenzar la carrera y teníamos que armar las bicis, cambiarnos, completar las mochilas y llevar el bolso estanco de kayak a los bomberos. Emoción, alegría… Volver a sentir el esfuerzo al máximo, estar conectado a pleno con la naturaleza, compartir con un gran amigo las dificultad de resolver situaciones… todo esto volvía, por fin volvía!!!. Con el tiempo tan justo, perdimos la mayoría de la charla técnica pero pudimos escuchar la parte del mountain bike y el remo, actividades que desarrollaríamos ese día. Dejamos el bolso del kayak en los bomberos y la tan ansiada largada se venía. La tensión y la sangre comenzaban a correr por los 250 cuerpos que desafiaban la xk race. Recorrimos tras un cuatri lo que nos separaba del punto más alto del pueblo y en formación casi “bikinguesca” del medioevo, largamos pasadas las doce del mediodía. Las subidas serpenteantes por callecitas en un principio, y luego por la sierra, dejaban sin aire a más de un corredor. Por dentro pensé: -si va a ser todo así no llego!!!. Los pulmones estaban a punto de estallar recordando en lo más recóndito de mi alma: -si hace mucho que no competís, para qué llegar a esta situación!!!. Sólo sentía mi respiración forzada y la cubierta de mi bici mordiendo rocas tratando de hacer pie, más que pie… rueda, en el camino en subida. Cuando los



pulmones estaban a punto de explotar, bajábamos y caminábamos al lado de la bici. Pasaron dos o tres subidas grandes y comenzó la bajada. Técnica, muy técnica, caminos zigzagueantes y mucha, pero mucha velocidad. Adrenalina y más adrenalina, de vez en cuando cabeceaba a ver si lo tenía a Pedro cerca. Sabíamos que hasta el lago del dique Los Molinos iba a ser todo en bajada, sólo marcábamos un PC y rodar. Cuando las bajadas pronunciadas amainaron quedamos con un corredor individual de 120 km, manteníamos el ritmo y veíamos allá abajo a lo lejos el lago cada vez más cerca. Mientras el cuerpo se adaptaba a la exigencia de la bicicleta, el sol fue haciendo del día una jornada espectacular. La temperatura agradable nos presagiaba lo que iba a ser el remo. Veníamos bajando ya habíamos hecho más de 38 kilómetros y faltaba poco para el kayak. Una ruta asfaltada nos llevó derecho al pc del río. Rápidamente dejamos las bicis. Para nuestra sorpresa se habían olvidado la bolsa

estanca con los elementos del kayak, así que tuvimos que remar con la ropa de la bici y descalzos, por suerte el día estaba espectacular. El lago del dique Los Molinos nos dio la bienvenida con aguas serenas, fuimos a marcar el pc más cercano en una bahía repleta de casas flotantes y de allí nos metimos por el río a marcar el segundo pc que estaba bien alejado. Qué decir de la vegetación, el agua… tremendos paisajes que nos llevaban a lo más latente del placer endorfínico, eso era sentirse realmente vivo. Si la búsqueda de los pc de kayak fueron rápidas, la vuelta mucho más. Nos pasamos 500 metros el segundo pc y al darnos cuenta a partir de ese momento anduvimos increíblemente a fondo. No parábamos de palear. El kayak avanzaba rápidamente e íbamos preparando nuestras cabezas para la última etapa del día: la bici hacia la cumbrecita que era

totalmente libre, podíamos elegir cualquier camino. Salimos del agua tranquilos, teníamos por delante media hora de stop obligatorio, pero que no fue tan agradable, ya que no había llegado todavía nuestra ropa. Nos helamos un rato y luego gracias a gente de la organización pudimos entrar en calor un poco. Más de veinte minutos extra al tiempo tardó nuestra ropa. Nos cambiamos y salimos para hacer el último tramo. No teníamos opción si queríamos realmente volver rápido teníamos que hacerlo de la forma más segura y esa era por ruta. Si bien teníamos 20 kilómetros más, el asfalto nos daría la opción de deslizar más y mejor. Los primeros 18 fueron muy rápidos pero luego de una rotonda doblamos hacia la cumbrecita y fue un 80% de subida. La energía se iba perdiendo como así también la potencia, los dolores comenzaban y el sol empezaba a caer. El frío atacó. Nuestras manos heladas y el cansancio, se reflejaban en cada subida. Faltando unos 15 km tuvimos una bajada terrible que luego se

Elite Mixtos 1° Ansilta V. Andino 24:08 hs 2° Outdoors Argentour.com 24:39 hs 3° Sportotal 25:13 hs ELITE Caballeros 1° Columbia Cór. 24:39 hs 2° Outdoors Argentour.com 1 24:39hs 3° EL Litoral 27:56 hs Desafío-Pro Cab 1° Trans Sierras Fosil 26:41 hs sin pc 18 2° Palestra 27:01 hs sin/18 3 Después te digo 28:55 hs sin/18 Desafío-Pro Mix 1° Outdoor cab SanMartin 28:52 hs sin/18 2° Quilmes Way 30:20 hs sin/16 3° Sakai Station club Kona

Mapuche BTT 29:39 hs sin/14 120 k Caballeros 1° Grupo Preto 12:57 hs 2° Andar Extremo Safe13:04 hs 3° Never Stop’20 13:09 hs 120 k Mixtos 1° Scuadra Italiana 10:59 hs 2° Club Kona 19:09 hs 3° El Núcleo 19:15 hs 80 k Caballeros 1° Francisco Cajen 5:06 hs 2° Martin Lauhirat 5:44 hs 3° Armando lotito 5:57 hs 80 k Damas 1° Analia Razetto 8:02 hs 2° Nadia P. Heinrich 8:59 hs 3° Silvia Diaz 9:49 hs



convertiría en una subida mortal. Ya se iban acabando los geles, las sales hidratantes, los touch energy y las ganas de pedalear. Las paradas se hicieron frecuentes, acomodábamos el cuerpo y seguíamos. Pero el punto de inflexión fue a 7 km de La Cumbrecita, pensábamos al ver unas luces que habíamos llegado, pero era una rotonda. Fue un baldazo de agua fría. Paramos de nuevo y con el último envión le tratamos de meter ritmo a una subida bastante larga. De repente, una camioneta de la organización nos pide el número en una curva y nos dice: -faltan 4 km pero no hay tanta subida!!!. Volvió el alma al cuerpo, comenzaron los chistes y las arengas, y quedaron atrás esas ganas de llorar del cansancio extremo. Las antenas de La cumbrecita aparecieron, y las lucecitas nos daban la bienvenida al final de la etapa. Entramos en la ciudad rápidamente buscando el hotel para marcar el pc. Ya más tranquilos y eufóricos al mismo tiempo, nos alegramos por la jornada. Congelados nos fuimos al hostal, donde un buen baño y una rica cena nos dieron rienda suelta al descanso para enfrentar al otro día la etapa de trekking. La mañana del domingo fue muy fría, pensábamos en la gente de la modalidad non stop y los -7 grados de sensación térmica que habían sacudido la noche. Tras el desayuno nos apuramos para largar, teníamos 25 km de

trekking. Con mucha velocidad buscamos el pc que estaba adentro de la ciudad y luego de 3 km, encontramos las cuerdas. Eran tres tramos de tirolesas largas que nos sacaron el sueño en un segundo. Ahora sí, a buscar el próximo pc. Cruzamos el río por un puente colgante y buscamos una calle alta del pueblo que nos llevó a un camino de tierra en donde ganamos altura rápidamente. De allí a un sendero, y a unos 4 kilómetros un paraje chiquito llamado Las Grutas. Al llegar había dos equipos desesperados buscando el pc, buscamos juntos pero nada. Al rato cayeron dos equipos más y a los minutos otros tres. Estuvimos más de media hora hasta que un grupo de tres equipos salió por la ladera de una sierra en busca del otro pc por campo traviesa, le grité a Pedro que se venga, que no podíamos retrasarnos. Por suerte vino y los cuatro equipos empezamos a subir la montaña. Hicimos todo un filo, luego bajamos cruzamos un río y comenzamos a subir por un collado. Fueron como 14 km, marcamos el pc más alto y desde allí corriendo nos fuimos en busca del anteúltimo pc. Bajamos a una quebrada y allá a lo lejos una carpa naranja. Al trotecito con el grupo de cordobeses cada vez con más ritmo, fuimos en busca del pc. Al llegar un grupo de 3 personas se acopló, éramos 11 bajando a lo que podíamos, quedaba marcar el último pc y ya nos tirábamos en La Cumbrecita. Sabíamos que íbamos bien

pero no tan bien como estábamos. Descendíamos rápido entre senderos de piedra, y en un momento nos dimos cuenta que uno de los once se había frenado y estaba subiendo un filo a unos 700 metros de donde estábamos. En conjunto dijimos:- Nos equivocamos!!! . Un equipo salió con todo hacia arriba, los cordobeses se frenaron, y con Pedro nos miramos y salimos detrás de ese equipo. Subimos 700 metros más un tramo largo, marcamos y volvimos. El equipo que salió delante nuestro nos llevaba unos 300 metros. La bajada fue enérgica, rápida y con cuidado para no lesionarnos. Bajamos casi hasta el pueblo, estábamos sobre un barranco y veíamos las calles. Gracias a un equipo que pasamos de Martín Lima que nos indicó un sendero abrupto pudimos llegar a las callecitas corriendo en las bajadas y caminado las subidas, luego de siete horas de trekking, cruzamos el arco. Increíble, Sol Navarro nos esperaba en la llegada!!. Fue un encuentro con Pedro que nos merecíamos, 12 años atrás habíamos corrido y esta carrera nos había devuelto la emoción de poder competir juntos. El podio y entrar en segundo lugar de la general fue una anécdota. El poder volver a correr y sentir esa naturaleza viva nos llenó el alma. Ahora, iremos por otras carreras más. *pc: puesto de control



Chalecos salvavidas para poder moverse con libertad, trajes pensados para las más altas exigencias y camperas de travesía para kayakistas, son parte de la variedad de una amplia gama de productos. Últimamente se ha sacado una línea de indumentaria de ciclismo y se amplió el rango de deportes dedicándose con la misma excelencia al Wind Surf, el Kayak, el Triatlón y el Running.

a protección dentro del agua es fundamental y más si las bajas t e m p e ra t u ra s l o d e m a n d a n . E n situaciones muy frías, un adecuado traje de neoprene nos puede hasta salvar la vida. En nuestro país Thermoskin, marca autóctona, ha estado en continuo crecimiento en los últimos 25 años, evolucionando en diseño y producción. Hoy, la marca desarrolla y renueva en forma permanente alrededor de 60 productos en colaboración con los más destacados deportistas del país, apoyando a riders de surf y de kite surf en el perfeccionamiento de trajes para diferentes temperaturas acompañando con tecnología a quienes desafían la altura en los deportes más atrevidos y apasionantes.

Para elegir el traje correcto el factor más importante es el calce en el cuerpo y permitir la mínima lámina de agua posible entre la tela y la piel. De esta manera, se cubre la necesidad básica de aislación térmica, principal objetivo para hacer deportes en contacto con el agua. La mayoría de la gente no está acostumbrada a sentirse dentro de un traje dado que buscan comodidad, y al probarlo cuesta calzar, pero en esta línea, esa es una excelente señal. La verdadera comodidad del neoprene es cuando está mojado y sede alrededor de un 10%.

A diferencia de la gran mayoría de las empresas del segmento, en general importadoras de marcas internacionales con producciones en países de bajo costo, la empresa no terceriza ninguno de sus procesos hasta la obtención del producto final. Contando con un equipo de colaboradores desarrollado dentro de la fábrica desde sus comienzos, genera así la experiencia necesaria para enfocar mejoras permanentes con una línea de perfeccionamiento. Third World Genuine Product(producto genuino del tercer mundo), uno de los slogans, surge como reacción al comentario generalizado y al pensamiento erróneo de que la calidad que buscan se encuentra en productos importados. La inversión en marketing y comunicación suele ser muy baja, debido a que la energía y los escasos recursos, sobre todo en momentos tan complicados, están orientados a optimizar materiales y procesos, que es donde la empresa considera que está el verdadero valor y fuente de satisfacción para los clientes y, claro también, para el equipo de Thermoskin.


37


o primero que vi al abrir los ojos fue un enredo de ramas, hojas, uvas y el sol intentando asomarse por cada pequeño huequito que encontraba, creando los efectos de una bola de boliche en absolutamente todo lo que nos rodeaba. Tuve que esperar algunos minutos hasta que la cabeza logre recordar, se ubique, y así comprender dónde estábamos. Era algo que nos pasaba muy habitualmente, tanto como cada mañana que despertábamos en un lugar distinto y eso últimamente era de todos los días. El proceso no tardaba demasiado, pero la sensación de desconcierto durante esos breves minutos era rarísima, aunque de a poco habíamos aprendido a no perder la calma. Era temprano, y aún así ya hacía calor. Abrí la bolsa de pluma y me quedé boca arriba y vi un parral hermoso, sus hojas verdes en contraluz, el sonido de las gotas que muy lentamente lo regaban ¿Cómo puede importarme dónde estoy si me despierto bajo un techo de uvas? Permanecí en silencio porque Javi dormía, pero me hablaba suavecito, y por dentro




sentí que estaba mimándome con palabras, tragando de a sorbos todos aquellos rayitos de luz que entraban a través del parral. Hacía tan sólo tres días atrás estábamos en medio del Paso San Francisco con la mandíbula tiritando por el frío y el aliento haciendo humito. Ahora nos despertaba el calor debajo de un parral. Era 4 de febrero y la sensación térmica nos hacía desear subir los metros sobre el nivel del mar desesperadamente. Estábamos en Chile a tan sólo 30 km de Copiapó rumbo al paso Pircas Negras. Nos habían contado que durante los primeros kilómetros el camino estaba en muy mal estado a causa del terrible aluvión que había afectado toda la zona en el 2015. Y no hubo más que pedalear algunos metros para entender que esta vez no habían exagerado. Hacía un calor insoportable. La transpiración nos empapaba la vista. Ïbamos desquiciadamente lento porque teníamos un desnivel de 1400 ms y el camino era es-pan-to-so. Después de 20 km que costaron como 150, llegamos a El Maray, un puesto con algunos arbolitos donde solían parar los camiones de las mineras pero que ese día parecía estar cerrado. Seguimos algunos metros más y encontramos un obrador. Necesitábamos pedir agua y consultar sobre el estado de la ruta más adelante. En Copiapó habíamos ido a pedir información a carabineros sobre el tramo Chileno del paso Pircas Negras pero, para nuestra sorpresa, no lo conocían y más de una vez lo habían confundido con el paso San Francisco, lo cual nos dejó comprender rápidamente que era una ruta muy poco utilizada. Ahora entendíamos que los únicos que transitaban por aquel lugar además de nosotros y algún que otro poblador, eran camiones y camionetas de empresas mineras que se encontraban más arriba.

Del lado Chileno el agua no sobraba, por eso a pesar del peso intentábamos transportar la mayor cantidad de litros posibles. Javi llevaba 14, yo 12 y aunque a veces no fuera necesario reponerla , lo hacíamos sin dudar cada vez que se presentaba oportunidad, porque el no saber con seguridad si llegaríamos a encontrar más arriba, nos hacía cargar litros y litros de precaución liquida. En el Maray recargamos todas las botellas vacías y nos sentamos a disfrutar de la sombra y de nuestro menú por elección cada vez que

estábamos en el país vecino: sandwich de palta y tomate. En eso andábamos cuando paró una camioneta que estaba repartiendo el almuerzo de los trabajadores para ofrecernos una vianda completa de spaghetti con boloñesa, pan y frutas. La cual por supuesto aceptamos sin ningún tipo de dudas, mientras masticábamos y sonreíamos con el mismo nivel de intensidad. Lo que nunca hubiéramos imaginado es que a partir de ese momento el camino se iba a volver una continuidad de camionetas parando para darnos yogures, frutas, gaseosas, jugos y todo aquello



Vista Aérea

Cuarenta y cuatro kilómetros después del Maray, la ruta se hizo curva y apareció un oasis. Entre todo aquel paisaje de rocas, tierra y arena, se levantaba una finca verde, llena de frutas y verduras. Era la finca de Los Salinas. Nos frotamos los ojos para corroborar la realidad y supimos que el día de pedaleo había terminado. Los Salinas eran una familia hermosa que nos recibió entre risas y chistes. El abuelo era el único que vivía permanentemente allí, pero los hijos y nietos lo visitaban durante el verano y se quedaban a ayudar para que aquel maravilloso lugar continúe permaneciendo eternamente en el tiempo, como lo hacía desde que sus tatarabuelos tuvieron la loca idea de creer que a base de perseverancia, paciencia, amor y esfuerzo, la vida crece, a pesar de desiertos o inclemencias. Y sólo había que verlos o escucharlos para entender que su legado había sabido perdurar a lo largo de las generaciones. El camino que utilizaban las mineras en ese tramo también era propiedad de Los Salinas y las empresas insistían ofreciéndoles cifras enormes de dinero para que vendan. Pero la familia se negaba una y otra vez "Aunque ellos no puedan entenderlo, estas tierras para nosotros no tienen precio y nunca van a estar a la venta". Dormimos debajo de un árbol de higos y al otro día nos fuimos muy pasado el mediodía cargados de uvas, sandías y nueces. El camino mejoró notablemente, pero como en la cordillera nada es gratis tocó subir La Cuesta del Castaño, compuesta por curvas de durísimas pendientes. Sin embargo de eso sí que no nos quejábamos, porque aunque agitados y con las piernas flojas, toda cuesta siempre tiene su cumbre y la sensación que nos invadía cada vez que llegábamos hasta esos lugares definitivamente hacía que valga la pena, sobre todo porque cuando estábamos arriba, solo quedaba bajar. Cuando el descenso terminó y tuvimos que volver a eso de hacer girar los pedales, empezó a

caer la tarde. Acampamos al costado de la ruta con río incluído, y aunque el agua no era potable, poder dormir con su sonido nos llenaba de una extraña tranquilidad. El objetivo del tercer día era llegar al puesto abandonado de migración Chilena. La ruta continuaba en excelente estado. Pudimos reponer agua en algunos puestos de comida al costado del camino y si no fuera por los moscardones que nos perseguían incansablemente, metiéndose en ojos, orejas y boca, esa tarde hubiera sido perfecta. A partir de una bifurcación llamada La Guardia, la ruta se divide, para la izquierda hacia una minera, para la derecha hacia el paso Pircas Negras. Hasta ese momento el paisaje no nos había parecido gran cosa, pero entonces todo comenzó a cambiar. El camino se metía en medio de enormes montañas y nos contaba que ahora si podíamos asegurar que estábamos en Los Andes. Subiendo y bajando entre gigantescas formaciones rocosas y atravesando un valle por el que corría una extensa vega, llegamos al

puesto abandonado de migración chilena. Buscamos entre todas esas cajitas de chapa vacías que alguna vez habían sido puesto de migración, la más cómoda, limpia y en la que puedan entrar las bicis. Ellas tanto como nosotros merecían un calentito y refugiado descanso. Hacía mucho frío y se había levantado un fuerte viento, pero teníamos vega con agua, refugio, fideos con atún y café con chocolate, no nos podíamos quejar. Al día siguiente costó salir de las bolsas antes de que amanezca, necesitábamos que el sol nos caliente el ánimo. Teníamos por delante lo que creíamos sería el tramo más duro del recorrido, la idea era subir hasta el límite internacional y terminar la jornada en Barrancas Blancas, el puesto de frontera integrado que funcionaba del lado Argentino, pero apenas mirar hacia arriba la cuesta que teníamos que cruzar, la sensación de pequeñez y el “¿llegaremos?” con toda su mezcla de dudas y miedos, empezó a pasar de a ráfagas para opacarnos los pensamientos. Por suerte ya sabíamos lo que teníamos que hacer:


bajar la mirada, concentrarnos en el camino y avanzar, despacito, como sea, pero siempre avanzar, un metro y otro más. La cuesta del Ángel, le decían, y fue sin lugar a dudas la más dura y hermosa que tuvimos que afrontar. Las pendientes que de lejos metían miedo, de cerca parecían directamente imposibles, las curvas subían más y más arriba, y uno perdía la noción de donde terminaría la montaña y empresaria el cielo. Tardamos 4 horas y media en recorrer los 12 km que finalizaron en un enorme grito de cumbre. Nos abrazamos tambaleando, con la respiración agitada y el viento frío pegándonos en el cuerpo. Era uno de esos festejos cortos e inolvidables que te dan las cumbres, que te brinda el superar tus imposibles. La bajada fue mucho más corta de lo que habíamos imaginado y para cuando nos dimos cuenta ya estábamos trepando otra vez. Con los músculos cansados de viento y subidas llegamos al límite internacional. De un lado Chile, del otro Argentina. Bailamos en los dos para que no se pongan celosos. Era nuestro 4to cruce de los Andes, teníamos mucho que festejar. Entre ripio y esporádicos manchones de asfalto seguimos hacia el puesto fronterizo Barrancas Blancas y 25km después, mientras el sol se escondía definitivamente entre los cerros, agotados y felices, llegamos.

En Barrancas Blancas estaban los chicos de vialidad, ellos nos dieron un refugio con camas, sopa de verduras y los chistes y charlas a las que todos esos trabajadores nos tenían tan acostumbrados. No importaba en qué parte del mapa nos encontráramos, llegar a un refugio de vialidad para nosotros ya era como estar en casa. Le dije a Javi:-. Yo mañana de acá no me muevo!! y no le quedó más alternativa que resignar su idea de salir a pedalear al otro día. La falta de descanso entre uno y otro cruce ya me había empezado a afectar física y psicológicamente. Necesitaba estar en estado plano y sin pedalear aunque sea por un día. Todavía nos quedaba un largo tramo por delante hasta llegar a Villa Unión y poder completar Pircas Negras. Habíamos bajado mucho de peso, comíamos poco a causa de la altura y sumado al gran desgaste físico, el cinturón se había vuelto una prenda indispensable para no andar con los pantalones por las rodillas. Los planes fueron estrictos, necesitábamos un día sin planes. Nos despertamos tarde, escuchamos la radio y exprimimos esos ratos de ocio todo lo que pudimos. A la mañana siguiente, después de los abrazos y las despedidas, dejamos Barrancas Blancas para continuar hacia Laguna Brava, un lugar muy especial para nosotros, que ya

*Distancia total: Entre Copiapo y Villa Unión 430 km *Terreno: Desde Copiapo, Chile, hay unos 28 km de asfalto hasta tomar la ruta hacia el Paso Pircas Negras, a partir de ahí el camino se vuelve de ripio en muy mal estado que ir mejorando hasta volverse firme a los 43 km aproximadamente. Luego la ruta se mantendrá en buen estado y del lado Argentino irá variando entre tramos de asfalto y ripio. *Tránsito: Del lado Chileno la ruta es muy transitada por camiones y camionetas de mineras hasta la bifurcación de La Guardia, a partir de ahí el tránsito desaparece casi por completo y es muy extraño cruzar algún vehículo. Recién se vuelve a ver movimiento vehicular a partir de Barrancas Blancas el puesto fronterizo que se encuentra del lado Argentino y una vez llegados a Laguna Brava es muy habitual cruzar caravanas de turistas. *Agua: Del lado Chileno se puede reponer agua en algunas fincas, obradores y puestos de comidas o pedir a los camiones y camionetas de las mineras. A partir de

conocíamos y al que teníamos muchísimas ganas de llegar en nuestras bicis. La ruta desde el puesto hasta la laguna era de un perfecto asfalto que se fundía hasta desaparecer entre laderas de intensos marrones. Luego de varias subidas y bajadas vimos a lo lejos el blanco de la sal y supimos que estábamos cerca. La reserva provincial Laguna Brava es uno de los grandes tesoros de la cordillera. En medio de un extenso y árido valle de piedras volcánicas, vigilado por enormes montañas nevadas como El Piscis y El Veladero, se encuentra aquel espejo de agua y sal. El cielo se refleja en la laguna y una gran familia de flamencos rosados parece picotear las nubes. Está ubicada al noroeste de la provincia de La Rioja y fue creada en 1980 para preservar a las comunidades de vicuñas y guanacos que a causa de la caza furtiva, estaban en peligro de desaparición. La reserva tiene una extensión de 5.000 hectáreas, y lleva el nombre de Laguna Brava por ser ésta la mayor de toda la región, con una superficie de 17 kilómetros de largo por 4 de ancho. Muchísimos años atrás esta ruta era utilizada por arrieros que conducían ganado a Chile y es por eso que contaba con unos hermoso refugios de piedra en forma de iglú construidos a fines del

la bifurcación en La Guardia se podrá reponer en la vega que se encuentra frente al puesto abandonado de migración Chilena. Del lado Argentino los puntos son:Barrancas Blancas -Refugio El Peñón (Tubo al costado del camino unos cientos de metros rumbo a Vinchina) -El Jaguel -Vinchina. *Época: La mejor para cruzar es entre septiembre y diciembre. Se puede hacer en otros meses averiguando con anterioridad si el paso está abierto y es necesario tener mayor cuidado en época estival (enero-febrero) con las tormentas eléctricas y aludes y en invierno (mayo-agosto) con las nevadas y bajas temperaturas. *Frontera: El puesto fronterizo se encuentra unificado en Barrancas Blancas del lado Argentino. *Viento: Comúnmente comienza a partir del mediodía desde el oeste. Es fuerte y constante. En el valle donde se encuentra Laguna Brava los vientos no tienen reparo, por lo que se considera una zona muy complicada en ese aspecto.



Vista del Hielo Artico Foto: Tommy Heinrich

siglo XIX, que se volvían fundamentales para repararse del riguroso clima de la zona. La primera vez que llegamos con nuestro auto hasta aquel lugar que parecía sacado de un cuento de Julio Verne, no pudimos evitar sentirnos invasores. Los ruidos del motor, la ruedas dejando huellas… Entre los sitios que conocíamos, ninguno nos había causado tanto respeto como Laguna Brava. Sentíamos que éramos muy afortunados al poder estar ahí, pero al mismo tiempo nos daba nostalgia la posibilidad de modificarla con nuestra visita. Me recuerdo caminando lentamente para llegar hasta los geiser de la laguna sobre una vegetación verde y húmeda, y mientras los pies se hundían aplastándolo todo, no podía evitar que una extraña tristeza se haga nudo en la garganta. Era la misma sensación que me daban los zoológicos, las montañas agujereadas por las mineras, los edificios tapando la luz del atardecer. La naturaleza domesticada por el hombre, volviéndose números y conveniencia de la razón. Pera esta vez era distinto, ya no íbamos sobre motores ruidosos que nos transportaban sin esfuerzo por la montaña, ni ventanillas que nos reparen del viento. Llegábamos en bici, cansados y dóciles, con la piel curtida y la emoción llenando los ojos. Entre subidas y músculos rígidos nos habíamos ganado el derecho de estar en aquella laguna para mirarla

sin culpas y decirle, que a veces los hombres no buscamos conquistas, sino simplemente poder descubrir la paz que nos da lo que alguna vez fuimos. El viento pareció entendernos porque esa tarde, muy extrañamente, en la laguna y sus alrededores todo estuvo quieto durante varias horas para dejarnos disfrutarla entre calma y sol. Decidimos intentar un atajo, estábamos a 4400 msnm en el refugio Veladero y queríamos llegar al refugio El Peñón antes de que anochezca para dormir más bajo y al otro día finalmente poder llegar a Vinchina, así que en vez de retomar la ruta y hacer una vuelta grande, nos metimos por una huella que nacía de la laguna y que al parecer nos dejaría directo en el camino nuevamente. Después de un largo rato arrastrando las bicis entre piedras volcánicas y dudando si habíamos elegido la mejor opción, retomamos el camino. Era una recta de ripio larguísima llena de grandes badenes en medio de aquel valle volcánico, teníamos que cruzarla lo más rápido posible, sabíamos que cuanto más pasaran las horas, más difícil se nos iba a poner el viento y en ese tramo las ráfagas pegaban sin reparos. Por suerte el ripio era firme y no nos dificultaba el avance. Nuestro objetivo principal consistía en subir hasta El Portezuelo, la última trepada que nos quedaba, para luego poder hacer todo bajada. Los badenes no terminaban nunca, cada vez

eran más y más difíciles. :-“¡¡Aprovecha el envión!!!”, me gritaba Javi mientras bajaba a toda máquina para subir sin pedalear. Pero no había caso, yo dejaba ir la bici todo lo que podía, pero cuando la velocidad me hacía sentir que perdía el control y la subida se volvía un paredón imposible de piedras sueltas, me ganaba el miedo y el instinto de supervivencia apretaba los frenos dejándome en medio de una nueva pendiente con la bici haciendo la vertical y Javi mirando desde arriba sin poder entender como no aprovechaba el envión. Después de maldecir badenes y repetir la misma situación durante un rato llegamos hasta el cartelito del Portezuelo. La tarde empezó a caer y las montañas con sus colores y brillos se volvieron de terciopelo. Parábamos para fotografiar y grabar intentando capturarlo, volverlo pixeles, pero el resultado nunca era suficiente y la frustración nos sonreía en la cara pensando, que por más realidad virtual con la que insistiéramos, por suerte nunca nada podríamos reemplazar la infinita inmensidad de la vida. Muertos de frío y hambre aterrizamos en el refugio El Peñón. Estábamos en eso de poner la pava para el mate cuando sentimos un auto. Nos miramos dudando quién podría andar por ahí a esas horas y salimos inmediatamente a sacarnos las dudas, afuera ya era de noche. El auto estacionó en la entrada del refugio y un hombre muy relajado empezó a bajar mochilas y


bolsos. Era Alex, un vasco montañista y músico que andaba buscando sus propias cumbres. Charlamos mucho, comimos mucho más y volvimos a charlar con café y chocolate. Nos quedaban las últimas raciones de todo, pero como sabíamos que ya estábamos en una zona más segura y que al otro día llegaríamos a Vinchina, no dudamos en hacer un gran festín. Las montañas y los amigos en común nos tuvieron ocupados un largo rato, pero no pasó mucho hasta que el cansancio nos metió en las bolsas de dormir. El placer de despertarse sabiendo que ese día íbamos a completar un nuevo cruce de cordillera y, que además todo lo que nos queda por delante era en bajada, se notó en nuestra excesiva relajación. Ninguno de los dos lo dijo, pero no era necesario. Hoy no hay apuro. Hoy no hay nada de qué preocuparse. Disfruta!! La altura, el frío y el clima no importaban, estábamos a 3600 msnm y el camino bajaba hasta los 1480 en Vinchina. El agua y la comida no

3000 msnm en la montaña, y ya no teníamos ni agua ni comida, porque nos habíamos confiado, porque aunque faltaban unos 60 km de cordillera hasta el primer pueblito poblado, nos habíamos confiado. Qué tontos!!! Ahora lo sabíamos, que par de tontos!!! Bajar las montañas siempre es tan importante como subirlas. Cuando llegamos al asfalto el aire caliente nos recordó que abajo era verano Riojano ufffff….el choque era duro. En pocas horas pasamos de la pluma y las medias térmicas a desesperarnos por un poco de sombra y una Coca-Cola bien helada. Bendita Cordillera y sus alturas!!! 95km y finalmente Vinchina. Teníamos muy claro cuál era la prioridad, por eso íbamos despacito y cabeceando de un lado para el otro por las calles del pueblo, hasta que finalmente lo encontramos, frenamos de golpe, apoyamos las bicis donde pudimos y entramos. -Buenas tardes!! 150 de salame, 200 de queso, 100 de paleta y 1/2 kilo de pan, por favor. Abrí la heladera de bebidas del Jose Naranjo enciende el calentador fuera de la carpa. Foto. Tommy Heinrich mercadito y el aire fresco me provocó unas ganas incontenibles de meterme adentro y cerrarla, pero el paquetito de importaban, ese día estaríamos en un pueblo. El fiambre me recordó que tenía algo muy cansancio no importaba porque era todo descenso. importante por delante, así que continué. Todas aquellas cosas que nos mantenían Toqué una a una las gaseosas para medir pendientes y atentos siempre que pedaleábamos en frescuras y agarré la de atrás de todo. la cordillera, ese día no importaban. La plaza de Vinchina era grande, había Será por eso que justo aquel día en el que pasto y sombra. Para muchos una plaza bajábamos despreocupadamente livianos y como tantas otras, para nosotros el seguros, nos caímos. paraíso. Por eso creo que si hoy me dieran Una curva, el ripio suelto, mi rueda que resbala el más elaborado e increíble plato del de costado y Javi viniendo de atrás. Le sangraba la mundo, nunca podría equipararse al rodilla y el dedo de una mano. Había quedado placer que sentí aquel día. A veces sólo desparramado en el suelo, lleno de polvo y con cara hace falta estar atento o viajando en bici, de dolor. Yo, en cambio, no me había hecho para entender que lo más maravilloso de absolutamente nada. Por suerte además de unas la vida se compone de cosas tan simples pequeñas heridas en el dedo y la rodilla producidas como un sándwich de salame y queso con por el piñón de mi bici y algún que otro dolor por el gaseosa bien helada en la plaza de un golpe, Javi no tenía nada importante o que le pueblo. impidiera seguir pedaleando así que después de limpiarse la sangre y sacarnos el susto, pudimos continuar. ¿Pero si le hubiera pasado algo más? ¿Si no hubiera sido sólo un susto? Aún estábamos a


S

oy de Cataluña, donde las olas del Mediterráneo chocan contra el pie de los Pirineos. Cuando vivía en Francia, siempre entrenaba en ambientes naturales, mirando el mar o subiendo las montañas cercanas. En la ciudad de La Plata, sitio en el que actualmente vivo, la inmensa llanura empezó a sofocarme. Correr aventura en Argentina me permitió acercarme de nuevo a la naturaleza que tanto me hacía falta y, a su vez, conocer este hermoso y diverso país. El Raid de los Andes era una carrera ideal para mí y poco tiempo después de enterarme de su existencia, decidí anotarme. Sería mi desafío deportivo del año. Hace seis años que corro, tres que compito y

dos que empecé con las carreras de aventura. Esta última me interesó porque implicaba más adrenalina, diversión y superación, en comparación a las de asfalto. Sin preparación física previa para carreras con desnivel, corrí en enero el Cruce Tandilia que me permitió adquirir experiencia en carreras de montaña de varios días, lo cual fue novedoso para mí y, con gran asombro, obtuve el primer puesto en mi categoría. Luego de este logro, resolví probar mi resistencia en altura, con la mayor dificultad: el Raid de los Andes. Una semana antes del inicio de la carrera, realicé junto a mi amiga y preparadora física Marcela Quiroga, una travesía de 250km. Allí, rodeadas de un paisaje edénico,

tratamos de aclimatarnos a la altura. Recomiendo este recorrido a los apasionados del trekking: desde Ledesma (463m), cruzando las yungas jujeñas del Parque Nacional Calilegua, pasando por la puna salteña hasta llegar a Humahuaca (3000m), esta travesía ofrece un centenar de paisajes disímiles entre sí. Al mismo tiempo, uno puede hallar pueblos aislados en el medio de los cerros, donde la hospitalidad y la bondad de sus habitantes no dejan de sorprender. En la provincia de Salta, Chorillos (más de 2000m de altura), arrancaba la primera etapa del Raid. Aún siendo la más extensa -28km- sabía que era rápida por ser mayoritariamente en bajada. Comenzó temprano, por categoría, y con



un clima bastante frío. Después de unos kilómetros corriendo sola, me alcanzó Mariela, una cordobesa que aunque nueva en el running, corría como una experta. Con ella atravesamos el túnel, fue algo emotivo y me sorprendió porque estaba completamente oscuro. Primero me sofocó, pero luego de unos segundos de

50

adaptación, sentí que estaba en el espacio porque no había aire, no se oían sonidos, tampoco sentía mi cuerpo y a lo lejos se veían unas luces brillantes. A partir de ese momento, el tiempo se aceleró. Disfruté de un modo sin igual el sendero formado por las vías del Tren de las Nubes. Allí no

vi los kilómetros pasar puesto que ya me encontraba cruzando el arco en Campo Quijano. Siempre es un momento muy emocionante llegar a la meta de una carrera. El primer día fue fantástico, estaba feliz de haber logrado una buena carrera y de sentirme físicamente bien. De ahí, con mi amiga Marcela, nos volvimos a Salta para conocer el campamento. Éste poseía todas las comodidades como así también la comida autóctona de la región y del país. Las carpas ordenadas sobre un pasto crecido, permitían descansar tanto los cuerpos tensionados por el esfuerzo como también la mente por un día lleno de emociones. La cena de camaradería fue animada por un espectáculo salteño. Mientras se reponían las energías, cada uno compartía con sus compañeros las primeras impresiones de la carrera, pero también las recomendaciones para el día siguiente. La segunda etapa de la carrera fue dura para muchos corredores y terrible para mí. Debido al buen resultado del día anterior me tocó salir en la segunda tanda. Con mucho cansancio y presión baja tuve que afrontar las duras subidas que unían Tumbaya a Purmamarca. Esta etapa de 24km empezó con un falso llano seguido de dos subidas largas en las cuales muchos caminábamos porque las piernas pesadas no nos permitían correr, posiblemente por el efecto de la

General Caballeros 1° Diego Simon 4:05:32 hs 2° Damian H.Carrizo 4:10:11 hs 3° Jorge D. García 4:15:56 hs

Equipos Caballeros 1° Grupo Sarmiento 5:01:36 hs 2° El Gordo y El Flaco5:16:57 hs 3° Powerlife 5:24:40 hs

General Damas 1° Shannon C. Gozal 5:21:59 hs 2° Cilene S. Santos 5:30:18 hs 3° Maira Mardones 5:33:39 hs

Equipos Damas 1° Las Tecu Tecu 6:28:45 hs 2° Twins Team 3 6:41:19 hs 3° Las Kusikuy 6:46:21 hs

Equipos Mixtos 1° Bagayo 5:22:20 2° Baradero Running Team 5:31:26 hs 3° Rise and Shine 5:41:52 hs


altura. Mi cabeza no alcanzó a vencer al cansancio ni el dolor. No caben dudas de que a mi cuerpo le faltaba descanso dado el gasto físico de los días anteriores. Con paciencia y frustración, caminaba a pasos cortos las subidas mientras recuperaba ritmo y felicidad en las bajadas que eran, a veces, técnicas y muy placenteras. Además de ser la etapa más dura del Raid por tener -en más de la mitad del recorrido- pendiente positiva, fue por lejos la más linda. Estábamos corriendo a través de cerros colorados, con vistas panorámicas increíbles. Las últimas vueltas del recorrido fueron fatales, puesto que no se veía el arco de llegada hasta el último momento. Entre el agotamiento y la desilusión, esta vez crucé el arco con lágrimas. A la noche, en un hostel de Tilcara, compartimos un lindo momento junto a otros corredores. Al día siguiente, despertamos con almas de gladiadores. A 3500m de altura con un frío polar y mucho sol, nos esperaba la tercera etapa del Raid en Salinas Grandes. Este día, por ser el último, requería del máximo esfuerzo.

Por su particularidad geofísica, ejercer deporte de alta intensidad como el Raid de los Andes en el Noroeste Argentino implica cambios fisiológicos importantes. El NOA tiene una altura promedio de 3000m sobre el nivel del mar. La altitud presenta un ambiente hipobárico, donde la presión atmosférica es reducida. Las alturas a partir de 1500m tienen un notable impacto sobre el cuerpo humano. Muy pocos corredores que participan en el Raid son nativos del Norte, por consecuencia, muchos pueden sufrir del mal de altura. Éste se

caracteriza por dolor de cabeza, náuseas, vómitos, disnea (dificultad para respirar) e insomnio. Tradicionalmente la competencia deportiva en altitud está asociada con el descenso del rendimiento. Uno de los efectos de la altura es la hipoxia (baja tensión de oxígeno), por lo que la baja presión atmosférica limita significativamente el aporte de oxígeno a los músculos, reduciendo la capacidad para llevar a cabo actividades aeróbicas máximas. El clima seco del NOA y la escasa humedad en la altura, favorecen a la deshidratación. Además, las frías temperaturas acentúan el déficit hídrico, el cuerpo pierde un gran volumen de agua a través de la evaporación respiratoria y el sudor, asociado al mayor ritmo de respiración experimentado.


Nuevamente la largada fue diferente, salimos todos juntos. Era impresionante ver a los más de 3000 corredores haciendo la ola esperando el momento de partida. Por ser la etapa más alta del Raid había que cuidarse del apunamiento. La estrategia era correr de forma progresiva con una velocidad máxima del 80%. A pesar de que el terreno era todo llano, para no atropellarse había que estar atento a las grietas

del desierto blanco. Las dificultades ambientales de esta etapa eran múltiples. El sol y el aire seco acantilaban, secaban la piel y deshidrataban al instante. La hermosura del paisaje era muy traicionera, no variaba al ritmo de los kilómetros. Me encontraba cerca de la meta y Marcela estaba esperando unos metros antes del arco para realizar ese último tramo juntas. Compartimos la emoción de finalizar esta

experiencia única, coronada por una medalla andina.

Para más informaciones e imágenes sobre el entrenamiento y el Raid 2016, pueden consultar e s t e v i d e o : h t t p s : / / w w w. yo u t u b e . c o m / watch?v=9IF18zA1dK8

Se incrementa la ventilación pulmonar, tanto en reposo como durante el esfuerzo, para hacer entrar un mayor volumen de aire. A su vez, se produce un incremento de la frecuencia cardíaca. Durante la aclimatación, el volumen plasmático de una persona comienza a reducirse progresivamente y en algunas semanas se nivela. La pérdida de plasma incrementa el número de glóbulos rojos, permitiendo mandar más oxígeno a los músculos, extrayéndolo de la sangre. Asimismo, la falta de oxígeno en la altitud estimula la liberación de eritropoyetina. Esta hormona es responsable de la estimulación de la producción de glóbulos rojos. Pasadas las 3hrs en altitud, ésta aumenta,

alcanzando un máximo a las 48h. En seis meses aumenta del 6 al 10 %. La exposición prolongada a grandes alturas provoca al cuerpo una adaptación gradual a la menor tensión del oxígeno en el aire, sin compensar totalmente la hipoxia. Incluso los deportistas con un gran nivel de entrenamiento de resistencia que viven a cierta altitud durante años, nunca alcanzan el nivel de rendimiento o los valores de consumo de oxigeno máximo que pueden conseguir a altitudes basales. Las adaptaciones mencionadas proporcionan al deportista una clara ventaja al volver a nivel del mar.

Los corredores que se quieren preparar para una competencia en altura como el Raid de los Andes tienen dos opciones: La primera es competir antes de transcurridas 24h desde la llegada a la altitud. Esto no facilita mucha aclimatación pero la exposición a la altura es lo bastante breve como para que los clásicos síntomas de la enfermedad de

las alturas no se manifiesten del todo todavía. La segunda opción es entrenarse en altitudes aún mayores a las de la competencia durante un mínimo de dos semanas antes de competir. Igual no son suficientes para una aclimatación total, la cual requeriría un mínimo de entre cuatro y seis semanas.


MUSCULACION

entrenate y ponete a punto para tu mejor rendimiento en los Deportes de aventura

Calle 9 n° 1870 e/70 y 71 La Plata Bs As Tel 4536858 y 4176866 complejo1870@hotmail.com

G N I N SPIN

o CENde Entrenamient

ENTREN

AMIENTO

cion

ata de N

ro

Cent

Ave r las igua p or Prom ocio ne

s

FUNCION

AL


Adventure res meses atrás, en la ciudad de Tandil, se daba inicio por decimoséptima vez al clásico circuito de Cross country organizado por el Club de Corredores, nombrado hace algunos años como Circuito Terma Adventure Race. El calor del verano, las sierras y su cantidad de inscriptos en las distintas modalidades (que año tras año supera el récord

de participación), nunca dejan de sorprender y convertir en una gran fiesta esta primera etapa del circuito. Luego de haber corrido en equipo mixto los 27 km por las sierras, llegó el turno de la segunda etapa, esta vez en la provincia de Entre Ríos. Marzo transitó a junio, y el verano se hizo invierno, pero el sol se hizo presente y la remera

manga corta fue acertada. El paisaje fue totalmente diferente, y la experiencia también. Las sierras mutaron a Palmeras dentro de unos de los lugares más exóticos de la Mesopotamia argentina: la Reserva Natural de La Aurora del Palmar, próxima al Parque Nacional homónimo. En esta oportunidad, fueron 25 los kilómetros que se recorrieron por bañados, cañadones, caminos de arena, senderos entre palmeras, campo traviesa, selva y vías del ferrocarril. A diferencia de Tandil, este circuito es mucho más rápido ya que tiene poco desnivel, pero los caminos de arena a veces engañan y dificultan el circuito. Las alternativas de carrera fueron: individual, en equipos de 2 integrantes que debían participar juntos en el total del recorrido, en postas, con 3 integrantes que efectuaban cada uno de ellos el relevo correspondiente y Running Kids, una carrera no competitiva para los más pequeños, en la que disfrutaron con sus padres a través de un recorrido de 3km. Esta etapa la experimenté en la modalidad de posta por primera vez. Las dos ediciones anteriores las corrí en equipo mixto y damas, pero era el turno de probar algo nuevo. Los 25 kilómetros del recorrido se dividieron en 3 etapas entre los 3 integrantes que formamos la posta, en este caso junto a mi novio y a un pequeño gran atleta del team. Fueron 8 kilómetros cada uno con una dificultad muy similar en cada tramo.


A las 9 de la mañana ya estábamos dentro del parque La Aurora del Palmar junto con todos mis compañeros de team (Iaco Running Team). Varios debutantes, otros habitúes...equipos damas, mixtos, hombres, padres e hijos, parejas y amigos, y nuestra posta, que ya miraba los números de los otros corredores para ver quiénes serían nuestros contrincantes (por supuesto que buscamos un primer puesto: el lema de nuestro team es “Quiero Podio”). Eran las 10 am y la manga de largada estaba llena y lista para salir. La marea celeste como el cielo de esa mañana, largó tras la cuenta regresiva en busca de su meta de llegada. Allí inició nuestro compañero más pequeño y rápido. En este primer tramo, las calles de terreno bastante arenoso y campo traviesa predominaron los 8 kilómetros iniciales, y nosotros lo esperábamos ansiosos en el primer cambio de posta, ahí nomás de la largada. Una de las mayores comodidades de las postas de esta carrera es justamente la cercanía con el arco de largada: en este caso, a 1 km estaba el primer cambio. Me ubiqué tras la valla en la suerte de jaula que se formó para quienes tomaríamos la posta en segundo lugar, y allí esperé ansiosa a mi compañero. Todos estaban con el mismo ánimo festivo, esperando su turno, algunos sabiendo que en cualquier momento aparecería su compañero para cederles el chip y otros más

relajados, sabiendo que se tomarían un poco más de tiempo. Los más veloces fueron apareciendo por uno de los caminos del parque de a poco, a un ritmo que dejaba sin aire de sólo mirarlo. El primero recibió todos los aplausos de esa jauría desesperada por largar, seguido del segundo, tercero, y más tarde de las primeras mujeres. Nuestros compañeros de team más veloces, fueron apareciendo poco a poco a toda marcha y, de repente, en medio de la distracción, uno de los corredores frenó para hacer entrega del chip a su compañero. El primero de este grupo de postas ya había marchado y en cualquier momento seguiríamos los demás. Era inevitable hacer cálculos de los otros equipos: si venía un hombre a entregar un chip a otro hombre, no pasaba nada porque no había mujeres a la vista. Suponíamos que eran equipos de hombres pero claro, no sabíamos si luego en el último cambio estarían las mujeres formando finalmente un equipo mixto. Cada team de posta armó su propia estrategia y la nuestra fue igual en varios equipos pero no todos eran iguales. Cuando la primera mujer recibió el chip de su compañero, fue inevitable ver el reloj y hacer cuentas de cuánto tiempo nos iban sacando de diferencia mientras esperábamos ansiosos por nuestro compañero y el chip. Con la presión de saber que veníamos varios minutos en desventaja, salí disparada en

busca de mis rivales pero preparada también para disfrutar por primera vez de esta carrera más relajada al tener que hacer un tercio de la distancia total de la carrera. Mentalizar el tramo de 8 kilómetros es mucho más fácil que hacerlo por 25 km: 4 vueltas al lago de Palermo, algo así como 40 minutos... un ratito. El ritmo de carrera es más movido y poco a poco fui pasando a muchos corredores que en su mayoría, estaban realizando todo el recorrido. Yo iba en busca de las postas pero intentando pasar a la mayor cantidad de personas para ganar tiempo. Con el chip en la mano recorrí caminitos de tierra, arena y pasto. De repente, el escenario se oscureció: era la parte del bosque, un lugar único y técnico donde la premisa era esquivar y saltar los árboles con mucha precisión. Luego, un puentecito daba fin e indicaba la salida y nuevamente se hizo la luz. A campo traviesa, uno de los puestos de hidratación estaba montado allí y mi reloj marcaba que ya estaba cerca del nuevo cambio de posta. Unos pastos altos obligaban a levantar los pies a cada paso, nunca perdiendo el ritmo. A lo lejos se visualizaba un nuevo corral con corredores y rápidamente encontré a mi novio a quien cedí el chip para que terminara el recorrido. Aún con su tobillo esgiuinzado en reparación, salió también disparado y dispuesto a pasar gente a lo loco. Y así lo hizo. Su etapa culminaba con caminos, campo traviesa, vías del ferrocarril y calles por dentro de la quinta de cítricos de la


Aurora del Palmar. Nos trasladamos trotando al arco de llegada (el mismo de largada) para esperarlo y llegar los tres juntos los últimos metros. Nuevamente la comodidad de la distancia entre los puntos de postas y llegada fue clave para no depender de ningún otro tipo de traslado. Todo era trotable. En minutos, ya estábamos de nuevo en el punto de inicio, y luego de ver llegar a los primeros, nos volvimos a reunir los 3 para cruzar la meta de la mano. En 1:55 cruzamos el arco, finalmente en la 5 posición. Lo más lindo de hacer una carrera rápida bajo esta modalidad, es poder ser un observador

de gran parte de la carrera: el inicio, transcurso y final. Estar presente minutos antes de la largada, esperar en los cambios de posta y ver pasar a los más veloces, recorrer un tramo y ser parte de la carrera y finalmente estar en la llegada esperando a los compañeros del grupo para alentarlos durante los últimos metros. Claro que también luego comer un choripán para recargar las (pocas) energías gastadas durante estos kilómetros, como si hubieran sido dignos de una maratón. Pero cualquier excusa es buena para la comida. Luego llegó la hora de la premiación, donde vimos subir a lo más alto del podio a nuestro

General Damas 1° Jacque Castillo 1:55:37 hs 2° Candela Cerrone 1:58:51 hs 3° Debora Carusso 2:05:44 hs

Equipos Caballeros 1° Coria Steel/ojeda 1:44:14 hs 2° Los Correcaminos 1:46:37 hs 3° Los Tigres 1:48:40 hs

General Caballeros 1° Martín Méndez 1:27:03 hs 2° Sergio ArielMeonis 1:29:36 hs 3° Jorge O.Arancibia 1:35:39 hs

Equipos 90 años 1° Rejunte Iaco Team 1:56:37 hs 2° Sag Running Team 2:01:00 hs 3° Corredores De La Tri 2:39:42 hs

profesor Jorge Iacobaccio junto con su veloz alumno de Corrientes, con quien hizo equipo de caballeros. Más tarde, fue el momento de los más pequeños, que contaron también con su carrera como en cada Terma Adventure Race. Running Kids es una carrera no competitiva en la que los más chicos pudieron disfrutar de correr con sus padres 3 kilómetros por dentro de las plantaciones de cítricos. Una fiesta para todos y todas.

Equipos Mixtos 1° Rodríguez-Pochettino 1:59:13 hs 2° Vg Team 2:01:25 hs 3° Los Renegados 2:06:21 hs Equipos Damas 1° Utedyc 2:12:47 hs 2° Las Guerreras 2:14:15 hs 3° Bombón y Bellota 2:25:50 hs

Posta Caballeros 1° Pata Dura 1:38:22 hs Postas Mixto 1° Volamos Bajito 1:44:09 hs Posta Damas 1° Vamos las chicas 1:58:09 hs


arlos Soria ha vuelto a hacer historia al convertirse en la persona de más edad en alcanzar la cumbre del Annapurna (8.091 m). El veterano alpinista, líder de la Expedición BBVA, ha hollado la cima de la décima montaña más alta del planeta cerca de las 9.00 horas del 1 de mayo. En una dura y larga etapa final, el equipo ha cubierto en algo más de 13 horas los últimos mil metros de desnivel que les separaba del Campo 4 (7.100 m). El alpinista español de 77 años logró su duodécimo ochomil. La marcha final desde el Campo 4, situado a 7.100 m, la iniciaron sobre las 19.30 horas del día 30 de abril. Las previsiones recibidas indicaban que

durante la noche pararía la nieve y quedarían nubes altas, con vientos por debajo de los 20 km/h. Los pronósticos se cumplían y la expedición vio el amanecer a las 5.20 horas. Carlos Soria y el equipo, formado por Carlos Martínez y Luis Miguel López, llegarón a la cima del Annapurna alrededor de las 9.00 horas, tras más de 13 horas de ascenso. En ese momento, Carlos Soria pasaba a la historia del alpinismo mundial al convertirse en el escalador de más edad en coronar la cima del coloso nepalí. Acompañados por su gran amigo Mikel Sherpa Después de haberlo intentado en 2012 y 2015, ha sido en la tercera ocasión cuando la

montaña le ha permitido llegar a la cima. Solo le faltaría el Shisha Pangma y el Dhaulagiri para completar las míticas 14 montañas más altas del planeta. Además, Carlos Soria es el único alpinista que ha escalado 11 montañas de más de 8.000 metros después de cumplir los 60 años, y es la persona más veterana en la historia que ha ascendido con éxito al K2 (65 años), Broad Peak (68 años), Makalu (69 años), Gasherbrum I (70 años), Manaslu (71 años), Lhotse (72 años), Kanchenjunga (75 años) y Annapurna (77 años).


reo que en todo este tiempo he ganado mucha experiencia, pude planear y ejecutar de manera eficaz los desafíos que me he planteado. Para hacer un breve resumen, en 6 años realicé 6 expediciones, en las cuales he intentado 8 de las catorce montañas más altas del mundo, y de las cuales pude llegar a la

cumbre de seis de ellas. Creo que eso refleja la preparación, la planificación, y el nivel de compromiso con el que encaro cada una de las montañas. Pero lo que juega en contra a veces es el exceso de confianza que se genera al acertar muchas veces, se quiere ir cada vez más ligero, más rápido y por ahí uno se olvida de cosas esenciales o



comete errores de principiantes. Es difícil mantener el balance entre experiencia y confianza. Se debe estar muy atento siempre y, por sobre todo, se tiene que tener la capacidad de acallar el ego que siempre quiere salir a ser protagonista y lo único que se obtiene cuando aparece son errores que se pagan caro.

Es importante tener una visión de lo que uno quiere tanto en la fase como guía de montaña y como montañista. El amor es el mismo por cada

tarea, pero las visiones sobre esas dos facetas que conviven, es diferente. Por un lado, como deportista, pretendo seguir escalando con el mínimo de impacto posible sobre la montaña, empujar mis propios límites a sabiendas que estoy arriesgando mucho en seguridad. Con esto quiero ser muy claro, en todos los deportes hay una práctica medida, responsable, pero que necesita de otros que empujen más allá de los límites y que se jueguen un poco más para continuar con la evolución de este deporte. No hay que confundir por ejemplo el manejo de un auto a la velocidad extrema de un auto de carreras. Obviamente que este último va a estar más expuesto a

accidentes, pero es inherente a la actividad misma y hay gente como yo, que está dispuesta a asumir esos riesgos. Mi visión como guía sigue siendo la de llevar a la gente a la montaña con el menor impacto, pero a la vez brindarle un entorno lo más seguro posible, y para eso sé que se deben usar en casos extremos, cuerdas fijas, tubos de oxígeno, etc... A la vez me siento feliz de poder acercar las montañas a gente común, pues sé que es una oportunidad importante para ofrecerles una perspectiva diferente de sus vidas.

La verdad es que no esperaba subir el Dhaulagiri. Las conversaciones con la empresa de Nepal eran para subir el Makalu, y dos días antes de subirme al avión me comunicaron que la expedición con la cual iba a compartir permiso había cancelado, y si quería seguir con la idea de escalar el Makalu debería poner unos 3mil dólares más. Como podrán imaginar no contaba con ese dinero y les pregunté cuál era la opción, y me dijeron que todavía quedaba lugar para sumarme a una expedición al Dhaulagiri y, que de esa manera, me conservaban el precio que habíamos acordado. Por lo que tuve que ponerme a estudiar en muy breve tiempo, las rutas de ascenso y ambientarme a esta nueva montaña. No hubo mucha decisión consciente en este 8mil, fue un poco el azar el que me puso allí. Creo que ésta y otras veces la montaña es la que me elige.


61


Lo bueno es que con el paso del tiempo y la tecnología que hay en el desarrollo de prendas técnicas, equipos, tiendas y demás, hace que éstas sean más livianas. Lo malo es que uno se va poniendo más viejo y no tiene la misma fuerza con la que contaba en mis primeros años. Por eso también es que se debe entrenar mucho más para seguir teniendo los mismos resultados.

Sentí a esta montaña especialmente difícil por el clima, recuerdo que todos los días se repetía la misma rutina en cuanto a temperatura. Amanecía con un cielo totalmente despejado luego, a partir del mediodía, se nublaba y no dejaba ver el sol hasta el día siguiente. Recuerdo que en dos oportunidades pudimos ver el atardecer y todos salimos de nuestras carpas a disfrutar de ese maravilloso espectáculo. Todos quedamos contemplando y sintiendo los últimos rayos de la tarde, como si de un raro fenómeno se

tratara. En lo que a la montaña se refiere, el terreno hasta el campo 2 no representaba mucha dificultad técnica ni grietas importantes, sólo había que cuidarse de las avalanchas. A partir de ahí hasta los 7300 mts (donde coloqué el tercer campamento) era una pendiente de unos 50 ° en hielo que contaba con partes de hielo azul, lajas y cubierta de nieve que hacía muy complicado su ascenso, por lo que la fijación de cuerdas en este sector fue un factor muy importante para poder transitarla con seguridad. Desde el campo 3 en adelante, la ruta normal contaba con una travesía que se extendía por muchos metros, y que era un punto crítico dependiendo de las condiciones de la nieve. Aquí muchas personas han perdido la vida, por lo que se debe ser muy cuidadoso. Para finalizar, un corredor de unos 60° de inclinación hace que tengas que esforzarte por transitar los últimos metros que llevan a la cumbre. Afortunadamente este tramo lo encontré en condiciones de nieve muy amigables y pudimos, junto a Alberto Zerain, escalarlo en libre, siendo los primeros en transitar por ese sector antes de que se fijaran las cuerdas fijas.

Fue una cumbre muy especial, porque en ella compartí el abrazo con el escalador vasco Alberto Zerain que me acompaño en todo el tramo que comprende desde el campo 3 hasta la cumbre. Fue muy reconfortante poder charlar y compartir una montaña tan intensa con alguien como él, que además de ser muy fuerte, tiene una trayectoria de más de 30 años de montañista y, a su vez, él estaba cumpliendo su octavo 8mil. La alegría compartida es una energía que se multiplica mucho. Espero poder compartir más cumbre con escaladores como él en el futuro.

La bajada fue interesante porque como todo el mundo sabe, los accidentes se producen generalmente en esta etapa, por lo que requiere el máximo de concentración. El clima hasta la altura de 7300 ms., donde se hallaba mi último campamento, era bastante bueno. Al llegar allí, me zambullí en el interior de mi pequeña carpa y pude tomar un poco de agua y comer, pero no


quería permanecer ahí, sino descansar en el campo base y comer la deliciosa comida que siempre me preparaban. En contra de mi voluntad y teniendo que movilizar toda mi energía de reserva, empaqué todo, guardé la tienda de una manera un poco desordenada en el interior de mi mochila y con el enterito de pluma, seguí bajando. Pero el mal clima no tardó en hacerse notar y comenzó a nevar. A duras penas lograba ver las banderas que se colocan en las cañas de bambú y así, de a poco, fui desandando mis

huellas. Por momentos me encontraba en un mundo blanco casi irreal y me sentaba como un niño caprichoso sobre la nieve. Estaba agotado y todo mi cuerpo pedía a gritos un descanso. La escalada había comenzado el día anterior a las 11pm, y eran las 6pm y mis piernas se movían de a ratos, negociando descanso con pasos. Así, en una batalla entre la mente y el cuerpo, fui bajando metro a metro. Estaba agotado pero a la vez disfrutaba ese mal clima y la pesadez de mi cuerpo…estaba nuevamente en el lugar que

quería estar, haciendo lo que me gusta, es más, a veces sonreía cuando una ráfaga de viento me golpeaba tan fuerte que me tiraba al piso. Finalmente a las 10.30 pm llegue al campo base. Casi 24 hs de escalada, nada mal para mis 36 años. El plato de comida caliente no tardó en llegar, junto a una cerveza y una coca. Ahora sólo restaba entregarme sin pausa a un sueño reparador.


En mi ochomilismo, siempre digo que viene una pausa, que necesito un descanso, pero en realidad no quiero decir eso porque en cuanto tenga una nueva oportunidad saldré corriendo tras una nueva montaña. No sólo me gusta su majestuosidad, sino el desafío y la aventura que es llegar hasta ellas. Hay mucho más que escalar cuando uno entra en este mundo de “ los Himalaya”. La otra dura realidad es el financiamiento, cada vez más difícil, pero mientras pueda, voy a seguir adelante con este sueño.

A Marquitos, sobre todo, por darme este espacio de expresión y desahogo casi terapéutico, y también por brindarme comida al regreso de mis viajes en lo “del chino”…esa comida es tan importante como un batido de proteínas, y no sólo para el cuerpo sino también para el alma. Gracias MARCOS, y a toda la producción de la revista Andar Extremo. Quería agradecerle también a Mountain HardWear por toda la indumentaria, así como también a Garmont, y Goal Zero, que con sus productos cubro todas las necesidades en

equipamiento para mis expediciones. Gracias a todos los que difunden esta hermosa actividad y, obviamente, a los amigos, familia y demás gente linda que hace posible estos viajes.

“Es 15 de mayo, y ya hace unos 20 días que me encuentro en el campo base del Dhaulagiri. Aquí los días se repiten casi al infinito: por la mañana despejado, cielos azules y luego del medio día a más tardar las nubes lo cubren todo, y dejan caer su pesada carga de suave granizo o copiosas nevadas, todo depende de la voluntad de los dioses de la montaña. Muchos grupos han ido a intentar cumbre y hasta casi me convencen a mí de ir con ello pero, a último momento y gracias a la tecnología con la que cuenta Carlos Soria, puedo acceder a un buen pronóstico y veo que lejos está de ser el día soleado, fuertes vientos soplarán en los siguientes días, para luego dar una breve calma para los días 18 y 19. A regañadientes me recluyo en mi tienda unos días más, tratando de confiar mis últimas fichas a este informe meteorológico, pero nada es seguro con el clima en esta parte de los Himalayas. Debido a condiciones geográficas y climáticas es casi imposible predecir o estimar un pronóstico. Confiando también en las lecturas propias del clima decido esperar un poco más y finalmente el 16 de mayo me lanzo en busca de la preciada oportunidad de llegar a lo más alto de esta montaña. Tras un breve desayuno a las 3:30AM salgo con todo mi equipo hacia el campo 2, distante unos 2100 ms. del campo base, es decir a unos 6678msnm. Llevo todo lo necesario para mi permanencia en la altura. Me he acostumbrado a no realizar depósitos ni acarreos previos, algo no


muy común en este mundo, donde lo habitual es portear previamente tiendas, gas comida, enterito de pluma, etc., lo más alto posible y de esta manera guardar un poco de energía para el asalto final. Pero no es mi caso, yo subo y bajo con todo mi equipo. No tiene mucha lógica, pero me gusta así, por lo que hoy estoy llevando unos 15 kg de equipo por un extenuante desnivel. Finalmente y luego de seis horas y media, me encuentro en el añorado campo 2. Entre resoplidos y un frío que empieza a calar rápidamente en los huesos, monto mi tienda en una precaria terraza y me dispongo a pasar lo que queda de la jornada entre bebidas calientes y tareas del hogar (secar medias, botas, cargar elementos de electrónica, etc.). Este día es aceptable y el sol, las nubes y el viento logran un buen balance y me permiten descansar lo suficiente como para afrontar el siguiente día donde me esperar unos exigentes 700 metros de desnivel hasta el siguiente campamento. Por suerte, en la mañana del 17, el sol se hace presente muy temprano y me permite a las 5:30Am ponerme en marcha hacia mi nuevo destino. Nuevamente el llevar todo el equipo se hace notar, esta vez con más intensidad. Todo cuesta mucho y aquí las cuerdas fijas se convierten en un aliado fundamental ya que hay

muchos tramos con hielo cristal y la nieve ha cubierto gran parte del mismo, por lo que sin la ayuda de las cuerdas esto se convertiría en una trampa mortal. Me maldigo al tener que usar unas cuerdas que no he fijado y siento que hago trampa. No me siento del todo cómodo con este tipo de ascenso pero no hay opción, sólo cuento con una piqueta técnica y un bastón, por lo que no me puedo asegurar un ascenso en libre…una lástima pienso para mis adentros... El siguiente campamento a 7260msnm es sobre una ladera de unos 35 -40°, por lo que instalar la tienda se convierte en una tarea muy trabajosa y dolorosa para los pulmones que se esfuerzan por asimilar el aire enrarecido. Me dejo caer dentro de la tienda nuevamente cerca del mediodía, para luego repetir las tareas cotidianas. Tengo esperanza de comenzar en unas 12 hs más, pero cuando se creía que estaba todo bien, súbitamente a las 7pm, se desata un viento muy fuerte que sorprende a un grupo que ya había tomado la decisión de salir. Me preocupo por ellos porque la intensidad del viento alcanza por momento los 100km/h, y al mismo tiempo que veo cómo hago para que mi débil refugio no se deshaga en pedazos, pienso que mi oportunidad de intentar una cumbre se desvanece con el paso

del tiempo. La noche la paso entre sacudidas y listo para abandonar ese campamento en caso de que la tienda no pueda soportar. Me apresto a ponerme toda mi ropa, enterito de pluma, arnés, botas dobles, linterna y gafas de ski…así es como paso la noche dentro de la ligera bolsa de dormir, sí, con las botas puestas y arnés. No queda otra, hay que estar preparado para cualquier infortunio. Afortunadamente la tienda Direkt 2 de Mountain Hardwear se comporta de maravilla, y su delgada capa y sus dos varillas resisten los embates del viento, me siento bendecido cuando el sol asoma por la mañana y aun cuento con mi refugio intacto. Con el pasar de la mañana el viento amaina y me puedo comunicar con Alberto Zerain para ver cuál es su plan, y si tiene más novedades del clima. Lamentablemente sí, y no son de las mejores. Un conocido que les lleva los partes meteorológicos, le anuncia que vienen días malos. Inmediatamente decidimos bajar pero lo convenzo de pasar una noche más ahí y ver qué pasa si no, definitivamente al día siguiente nos bajaríamos y abandonaríamos el intento a cumbre…derecho a casa así, sin más. Nos dejamos sorprender por el clima y paulatinamente el viento decrece a lo largo del 18


de mayo y nos deja a nosotros con la responsabilidad de intentar una cumbre o no. Afortunadamente nos apoyamos mutuamente y decidimos lanzarnos a la cumbre a la m e d i a n o c h e, a s í c o m o t a m b i é n u n a s expediciones con las que compartimos el campamento, deciden lo mismo. Nosotros dos sin oxígeno y otros cuatro más escaladores con oxígeno apostamos por un intento. La noche de luna llena se presta ideal para el ascenso, pero no me siento del todo cómodo y Alberto con su gran capacidad física se me separa unos cuantos metros por varias horas. Finalmente logro cambiar el aire y puedo seguirle tímidamente los pasos. Nos sentimos felices por la oportunidad que tenemos de intentar la cumbre. El día llega sin nubes y con una suave brisa hasta los 8mil ms. No lo podemos creer, estamos casi sin darnos cuenta a punto de cumplir otro hito en nuestras vidas, en mi caso mi sexto 8mil y en el caso de Alberto su octavo!!, además en el caso de él, hace siete años que no corona una cumbre de tanta altura. Me siento alegre de tener un compañero con el cual compartir anécdotas y vivencias, emociones, y con el que nos motivarnos mutuamente en esta difícil tarea. Llevamos en nuestras mochilas unos 100mts de cuerdas para ayudar a fijar los últimos metros de recorrido, pero los sherpas nos piden las

cuerdas a unos 8050 msnm y gustosos se las entregamos. Ahora sí, liberados de esa carga, nos miramos cómplices y decidimos ir por los últimos 100 ms. del corredor que lleva a la cumbre en libre, con una piqueta y un bastón. Nos apañamos en la tarea de escalar este corredor adelantándonos a la tarea de los sherpas, nos sentimos afortunados de poder hacerlo de esta manera ya que nos da la oportunidad de disfrutar la cumbre muchos minutos antes que los otros escaladores con oxígeno y sus respectivos sherpas. Así que todos contentos, aunque nuestra alegría se entrecorta cuando al finalizar el corredor encontramos el cuerpo sin vida de un escalador. Tratamos de ignorarlo pero es muy obvio, el recordatorio de lo frágil que es la vida se hace presente una vez más y tras un breve silencio, disfrutamos de la cumbre que nos ofrece una vista de 360°. Observamos el Annapurna a lo lejos, y las montañas multiplicándose en el horizonte. Nos abrazamos y cumplimos con las labores propias de las cumbres: fotos, videos, agradecimientos, etc… Pero esta cumbre es muy distinta para mí, tengo un compañero al cual abrazar y decirle: “Lo hemos logrado”, agradezco por eso a los Dioses y por muchas otras cosas más. Gracias Alberto Zerain por compartir esta cumbre. Lujo de montañista y de persona.

La bajada como siempre no está exenta de peligros y el buen clima se desvanece, afortunadamente llegamos a nuestro último campamento y decido continuar la bajada hasta el campo base. A duras penas logro desmontar mi tienda y mis cacharros que se encuentran a 7200 msnm, y muy desprolijamente los coloco en mi mochila. Sin prisa, y con muuuchas pausas me dispongo a bajar hasta el campo base. En este largo camino las nevadas, neblina, vientos y demás inclemencias climáticas se hacen presentes, pero trato de ser indiferente a ellas y me consuelo con los beneficios de bajar hasta los seguros 4600 msnm del campo base. Finalmente a las 22:30 hs llego a mi anhelado refugio. Han sido casi veinticuatro horas de andar, escalar, rapelar y demás. La recompensa? un buen plato de Dalbat y la satisfacción de poder seguir cumpliendo mi sueño: ”escalar montañas para sentirme vivo, y vivir para aprender más de ellas” Gracias familia por entender mi locura. Amigos, gracias por estar al pendiente de mis anécdotas y darme el empujoncito que se necesita para seguir apostando a lo que uno ama. Gracias Mountain HardWear Argentina, Garmont Outdoorgear y mucha otra gente que en silencio aporta pequeñas grandes cosas, fundamentales para el desarrollo de estas expediciones.”



uestro querido amigo madrileño Antonio de La Rosa comenzó la travesía el 3 de julio en Nilulissat con un stand paddle con un peso de 220 kg y termino el 29 de julio en Upernavik 700 km al norte. Face: Antonio de La Rosa

uke Aikins, un paracaidista estadounidense, se lanzó el 30 de Julio desde un avión que volaba a 7.600 metros de altura y, sin paracaídas ni "wingsuit", aterrizó sobre una red en el desierto de California. Una hazaña sin precedentes. La caída libre, que duró más de dos minutos, fue transmitida en vivo por el canal estadounidense Fox. Al tomar contacto con la prensa, el paracaidista de 42 años describió la experiencia con una sola palabra: "Fantástico". El "wingsuit" o “mono de alas”, es un traje aerodinámico con alas parecido al cuerpo de una ardilla voladora, hubiera facilitado a Aikins el direccionamiento de la caída. Pero éste prefirió llevar sólo una máscara de oxígeno, un sistema GPS y cámaras para grabar el acontecimiento. El aterrizaje fue sobre una red de 30 por 30 metros, tensada a unos 60 metros de altura. El estadounidense, que se desempeñó como asesor del récord logrado por Félix Baumgartner hace tres años, lleva 26 desafiando las leyes de la gravedad. 18 mil saltos avalaban su experiencia para "garantizar" el éxito de la misión, que se llamó Heaven Sent (Enviado del cielo). Según medios locales, en los últimos tiempos practicó 34 saltos en los que recién abría el paracaídas cuando se encontraba a 300 metros del punto de llegada.

artín Rodríguez es profesor de Educación Física tiene 25 años y durante 9 meses recorrió desde Ushuaia a La Quiaca. Lo hizo empujando un carrito en donde llevaba su carpa, bolsa de dormir, ropa, comida y demás cosas. Corrió entre 25 y 30 km diarios dependiendo de las condiciones climáticas y geográficas. Comenzó su travesía solidaria (los más de 5700 km recorridos fueron transformados en litros de leche y alimentos no perecederos recolectados por Red Solidaria Tandil para 12 instituciones de esta localidad) de unir toda la Argentina el 19 de octubre de 2015 y la terminó el 21 de Julio de 2016 en la Quiaca. En nùmeros: Corrió durante 9 meses, 1 día, 1 hora y 54 minutos. Acampó 104 veces, durmió 44 veces en casas, 25 en polideportivos y albergues. 32 en hospedajes, 15 en hostel y 10 hoteles. Una vez en Gendarmería, 4 en destacamentos policiales. 2 en restaurantes, 24 veces en cabañas, una vez en Defensa Civil. Una vez en una escuela. 6 en puestos y estancias. 2 en bomberos y otra en un Fito Sanitario. Una vez en un quincho, otra en auto. Y una en cementerio. Corrió en las 4 estaciones del año por 12 provincias. Corrió en dos países. Pasó por 81 localidades. Gastó 9 pares de zapatillas. 12 ruedas. Pinchó 32 veces. Uso 2 carpas. 4 celulares. 2 anafes. 2 bolsas de dormir y 2 colchones. Engordó 2 kilos. Lo acompañaron más de 500 atletas en las llegadas. Y lo esperaron más de 1000. Cree que lloró todos los días. Face: Desafío Solidario: De Ushuaia a la Quiaca


Sanitarios y Accesorios para la construcciĂłn

V

La Plata

canoplast@canoplast.com

Material de montaĂąa

Calle Gascon 238 (CP 1181) Cap. Fed. Tel: Fax 4982-0203 www.fugate.com.ar info@fugate.com.ar


Con solo 203 gramos de peso, es una de las camperas aislantes más liviana del mundo. Su relleno Q.Shield™ Down resiste la humedad y mantiene el volumen inclusive cuando está mojado, para brindar calor y protección en todo momento.

Estilo Freestyle y excelente nivel de impermeabilidad y respirabilidad para disfrutar del park y la montaña. El aislamiento Primaloft Sport te mantiene cálido mientras que el poderoso tejido de Twill 2L 10K/10K con acabado DWR te mantiene seco todo el día.

Buzo liviano y cómodo, adecuado para usar como prenda exterior urbana o en capas bajo una campera respirable impermeable. Confeccionado en micropolar 100% polyester. mantiene tu cuerpo caliente, secando extremadamente rápido. El cuello posee un cierre de media cremallera YKK. Cintura entallada. Costuras al tono. Colores disponibles Verde, Negro y Azul Hollywood. Hecho en Argentina.

Gorros Tejidos Colección 2015. Tejidos a máquina. Reversibles. Varios colores.

Parte de la línea Titanium, esta campera liviana, cálida, impermeable y respirable es ideal para las actividades de invierno más extremas. Esta campera fue diseñada y usada para la participación de los equipos de EE.UU., Canadá y Rusia en los Juegos Olímpicos de Invierno Sochi 2014 . Por su comodidad, capacidad atlética y nivel de protección, a lo mínimo que puede aspirar esta prenda es a una Medalla de Oro.

Es un concepto nuevo en abrigo: Combinamos Eco Down (una fibra sintética de última generación) con una excelente retención de calor, bajo peso, suavidad y compresibilidad. Sumado a la tela exterior e interior ultraliviana (de tan solo 25grs/m2), logramos una prenda de abrigo ultraliviana de gran versatilidad de uso en diferentes actividades y condiciones climáticas.


Remera térmica con diseño ergonómico, de manga larga y capucha incorporada. Posee lugar para pasar el dedo pulgar y un bolsillo pequeño en la espalda. Confeccionada en Active Therm con spandex, antimicrobial, no larga olor, secado rápido. Combinada con Lycra liviana en bajo manga y espalda. Usos ideales: trekking, ski, escalada, montañismo y trail running. Talles: S al XXL. Colores: Negro / gris, Verde / grisy Petróleo / gris.

Campera técnica con capucha, de gran libertad de movimientos térmica. Capucha, mangas y laterales en tela sin aislamiento. El frente, la espalda y el cuello tienen aislamiento(Ecodown150grs). El forro es de tafeta Own-Heat. Tiene los bajo manga y puños con lycra liviana. Posee dos bolsillos en el frente, en uno de ellos se guarda la campera. Está confeccionada con materiales técnicos distribuidos anatómicamente en donde hace falta, Reduce al mínimo el volumen y el peso. Usos ideales: trekking, ski, escalada, kayak, montañismo y trail running. Water repelent.

Es un tejido tricapa, compuesto por una tela externa, Microfleece cuadrille con WR haciendo que bloquee el viento, membrana Hydrofílica (Hybrid mainbrain) haciéndola impermeable y respirable. Un mesh de poliéster ultra liviano al cual se lo ha aluminizado. Esto hace que refleje el calor del cuerpo y lo conserve un 20% más que cualquier otra tela. Posee 10.000 de impermeabilidad y 3.000 de respirabilidad.

El nuevo cuadro Vairo xr 9.9 reúne el mejor diseño con una gran aerodinámica y excelentes materiales livianos, construido de carbono puro. Rigidez y robustez adquirida en la caja pedalera con un refuerzo adicional, la incorporación de punteras de aluminio, que permite la reducción de longitud de las vainas traseras, sin perder la resistencia, con una rigidez superior, y haciendo del xr 9.9 un cuadro con un relación de peso resistencia excepcional.

Producto recomendado para la práctica de Ski, Snowboard y deportes de Invierno.resiste ncia. Lavado rápido de lactatos sanguíneo.

Tela con tratamiento Hidrofílico, lo cual permite una rápida evaporación de la transpiración, alojando la humedad en la parte exterior de la prenda y manteniendo la piel seca. Confeccionada con costura plana para disminuir el roce. Free Style, Outdoor, Running, Ski, Trail Running y Trekking.


stimados corredores de El Cruce Columbia la edición 16 ya está en marcha para el 2017 la sede elegida es San Carlos de Bariloche. La base de la logística será el Cerro Catedral y la largada de la elite empieza el 1º de Febrero 2017. La acreditación será los días 30, 31, 1º y 2. Así como hemos elegido 2017 en Bariloche, en 2018 será en una localidad de Chile. Una vez más estamos convencidos que ofreceremos una gran carrera. Esta edición tiene 2 características bien marcadas: 2 campamentos con costa de lago y playas de arena realmente únicas. Recorridos por filos con vistas únicas a varios volcanes. La largada de la carrera será a varios kms de Bariloche, la organización los trasladará en buses desde Villa Catedral. La llegada será en la Plaza Catalina Reynal. Catedral - Bariloche. El recorrido tendrá su largada en Chile y llegada en Argentina, en la Plaza Catalina Reynal. Catedral - Bariloche. Después de la buena experiencia en 2016 seguiremos con las 3 categorías de Elite-Avanzados / Teams / Amaters. En esta edición seremos muy estrictos

con los controles. Quien no tenga los elementos obligatorios no podrá largar. En la última edición hemos advertido que algunos corredores no toman conciencia de lo que significa ir a 2000 msnm y la diferencia que existe de temperatura y clima desde que largan ej.: a 800msnm al llegar a los filos de las montañas. Ya está todo el equipo del Club de Corredores trabajando en la organización de esta nueva edición. El Cruce estará dividido en 3 grandes categorías diferenciadas: 1) Individual Elite/Avanzados. 2) Teams. y 3) Individual Amaterus. Las 3 categorías correrán en días diferentes. Tendrán las mismas distancias, los mismos recorridos y camps, la misma organización y el mismo reglamento. Cada categoría tendrá un cupo limitado. Esto se debe a que en cada categoría hay un cupo de corredores, para que puedan correr más cómodos por los senderos y que en los camps haya una cantidad de participantes lo justo para brindar un excelente servicio. Las 3 categorías tienen el mismo tiempo de corte que se dará a conocer con los recorridos. Para un recorrido estándar del cruce es de 14´ x km. que se ajustara al desnivel y complejidad del recorrido de cada etapa. Es la categoría que tendrá premios para las distintas categorías. Está orientada a los corredores con vasta

experiencia en montaña y con un buen ritmo de carrera. Igualmente el corte para las etapas es igual que las demás categorías. Categoría ideal para los corredores que quieran realizar El Cruce en equipos de 2 integrantes. No habrá cambios a ediciones anteriores en esta categoría. Tendrán premiación por categorías. Los tiempos límites serán parecidos a las ediciones anteriores (muy amplios). Esta categoría está orientada a aquellos corredores que no están en búsqueda de las primeras posiciones tanto en la general como en la categoría. Tendrán premiación simbólica para los primeros de la general. Se llevará a cabo en el Cerro Catedral 30, 31, 1 y 2 de Febrero 2017. Cada corredor deberá acreditarse los días previos a la carrera de su respectiva categoría. Aconsejamos llegar 48hs antes a Bariloche, previo a la largada. Serán 100 km de carrera divididos en 3 etapas. Día 1: 32 Km. Día 2: 34 Km. Día 3: 33 Km.



Cross Contry

7 de Agosto, ADVENTURE RACE, Pinamar www.clubdecorredores.com 7 de Agosto, CROSS RUNNING, Bosques de alvear www.ranelagh7k.com.ar 17 de Septiembre, YABOTY ULTRA MARATON, Misiones, www.salvaje.com,ar 30 de Octubre, DESAFÍO A LAS TIERRAS DEL DIABLO, Balcarce www.grupohets.com.ar 1 al 5 de Febrero de 2017 CRUCE COLUMBIA, Bariloche, www.crucecolumbia.com Multidisciplina

6 de Agosto, TETRATLÓN DE CHAPELCO www.tetrachapelco.com.

2 de Octubre, MAX RACE MIRALAGOS, www.maxraces.com.ar 7 al 10 de Octubre, XK RACE, Mendoza, www.xkrace.com.ar

13 de Noviembre, MAD MAX RACE, Reserva El Destino www.maxraces.com.ar l sábado 9 de julio, con motivo de festejar el bicentenario de la independencia nacional, se realizó en Miralagos, Club de Campo Golf & Spa, un homenaje al gran piloto del automovilismo mundial: Juan Manuel Fangio, como parte de una iniciativa de apoyar al deporte y realizar una serie de eventos en que se recordará a grandes figuras nacionales. Con la participación de la Fundación Fangio se proyectó en el Polideportivo del citado Club de Campo, un documental sobre los grandes premios y proezas a lo largo de su carrera. Estuvieron presentes Antonio Mandiola (Presidente de La Fundación), Carlos Álvarez (Vicepresidente de la Fundación) y colaboradores de la entidad. En paralelo y como parte del encuentro, el Club de Automóviles Sport y Porsche Club Argentina, acompañaron el evento con autos clásicos y de colección conducidos por sus dueños quienes recorrieron el predio para luego ser expuestos. Frente a la Caravana y marcando el recorrido, se pudo observar La Torino Rugir con sus tres carburadores, pudiéndose ver el entusiasmo y curiosidad de los presentes por tal envergadura de vehículos. Además se hizo presente en el lugar, la Fundación Fangio de la Ciudad de Balcarce “Museo”, con dos máquinas que marcaron la época de nuestro más importante corredor; como La Torino y La Chevrolet Roja. Convocante y agradable, el homenaje tuvo una asistencia de más de 500 personas que luego se trasladaron hacia el pintoresco Club House que posee la Institución donde se entregaron plaquetas recordatorias a los participantes de la exposición y se realizó un almuerzo en el restaurant La Mediterránea que los recibió con un Locro preparado para la ocasión por Laura Echaide y Marianela Salve, Cheff Internacional. Día diferente y atractivo en Miralagos, lugar donde reina el sosiego y el verde por excelencia. La tarde fue el final para despedir a los Autos que completaron este gran día y a todos los convocados.

MTB

7 al 9 de Octubre, TRANS ANDES CHALLENGE AtacamaDesert, chile www.transandeschallenge.com 6 de Noviembre , RALLY MTB TANDIL, www.tandilbtt.com.ar También podés encontrar en web: www.atletas.info, www.codigoaventura.com.ar, www.guiakmzero.com, www.guiamaraton.com, www.ecoatletas.com.ar, www.ranelagh7k.com.ar, www.traccion.com.ar y www.findyourtrail.com

CURSOS Escuela de Escalada y Montañismo: Acción Directa, Cursos, expediciones, campamentos de aventura Construcción de palestras y tirolesas, ww.acciondirecta.com.ar tel: 0223-4744520 MDQ Curso de iniciación al kayakismo de travesía: individuales personalizados, recreativo en el delta de Berisso www.utopiakayak.com.ar Kayaks PERU BEACH Kayak Team, info@peru-beach.com.ar UTOPIA KAYAKS Travesías, paseos, alquiler de kayaks, www.utopiakayak.com.ar

Salidas y Travesías 7 de Agosto Rìo de la Plata, 13 al 15 de Agosto Delta Entre ríos, 21 de Agosto San A. de Areco, 4 de Septiembre Ezeiza - La Martona, 9 al 19 de Septiembre Selva Misionera, 7 al 10 de Octubre Cura Malal , 4 al 13 de Noviembre Península Valdes, 26 al 28 de Noviembre Sierras deTandil, 20 al 29 de Enero Cruce de los Andes Pehuenia y la Araucania Gustavo González 15 6336-0326 y 46504817 bicigg@speedy.com.ar Jauque Aventura & Turismo Trekking : Ascensos al Lanin y en Cicloturismo MTB 7 Lagos. San Martin de los Andes- Neuquen consultas@jauque.com.ar www.jauque.com.ar MTB Tours Tel: +54 11 4788-1549 info@mtbtours.com Grupo La Loma Info: www.grupolaloma.com.ar

Claudio Supicich y Tomas Milicchio

TELEFONIA POR INTERNET




Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.