REVISTA ANDAR EXTREMO Nº 43

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Director / Propietario

Participaron de esta edición

Fotografías

Marcos Ferrer

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Luis Martínez Andrés Calla Club de Corredores Denys Rilov Gustavo Rodríguez

Corrección María Soledad Navarro

Agradecimientos Club de Corredores Southern

Foto de Tapa Jorge Amaya

Victor Rodríguez Jimena Sánchez Mélisse Castignts Candelaria Occhi Gustavo Rodríguez Griselda Moreno

Javier Rasetti Jorge Amaya Lorenzo Mittiga Gaby Coste Griselda Moreno

Pre Impresión Fotocromos Printerra Impresión Imprenta Printerra

Revista de Aventura, Deportes Extremos, Medio Ambiente y Turismo. Registro de la propiedad Intelectual. Dirección: 65 nº 287 (1 y 115), La Plata, Bs As, Argentina. Tel:0054 (0221) 4254577 E-mail: info@andaresaventura.com.ar ffan page: andar extremo Queda prohibida la reproducción no autorizada total o parcial de los textos publicados, mapas, ilustraciones y gráficos incluidos en esta edición.La Dirección de esta publicación no se hace responsable de las opiniones en los artículos firmados, los mismos son responsabilidad de sus propios autores. Las consecuencias de practicar deportes extremos pueden ser muy peligrosas. Las notas publicadas en este medio no reemplazan la debida instrucción por parte de personas idóneas. El staff de Andar Extremo colabora ad-honorem, si deseás publicar un relato o nota comunicate a nuestro mail.


i experiencia deportiva junto con mi espíritu inquieto me han llevado en los últimos 7 años a realizar diferentes retos personales, como atravesar en kayak o canoa y en bicicleta las Islas Canarias o las Baleares, cruzar el Lago Baikal en Siberia con esquís, atravesar el Atlántico a remo en 64 días o realizar la Iditarod de Alaska, más de 1600 kilómetros con esquís y condiciones invernales desde Anchorage a Nome. Hablando con mi buen amigo Javi Gálvez sobre la posibilidad de recorrer la parte Norte de la costa Oeste de esta gigantesca Isla con una longitud de casi 4000 kilómetros, e investigando un poco, vi que había 3-4 personas que

habían realizado alguna ruta similar en Kayak, pero nada de SUP por encima del paralelo 70, tan sólo una breve navegación de 1 semana en el paralelo 68 del conocido Bart de Zwart, de la que apenas encontré información ya que realizó muy pocos kilómetros por el viento. Sobre el mapa, donde uno siempre cree que es sencillo diseñar rutas imposibles, me propuse inicialmente salir de Illulissat y tras llegar a Thule (el pueblo habitado de Groenlandia más cercano al Polo Norte), remar otros 800 kilómetros por la Bahía Baffin que separa a ésta de Canadá y llegar a Alert, asentamiento militar canadiense situado a menos de 500 km del Polo Norte,


por este motivo el lugar más poblado cercano al 90 N. Después de hablar y analizar con grandes especialistas y exploradores como el conocido Ramón Larramendi o Javi Gálvez de Artic Yeti, me dijeron que les parecía demasiado ambicioso hacerlo en un solo verano y decidí que mejor llegaba hasta Thule, aunque pensando siempre hacer esos 800 kilómetros al Norte… Salí del Aeropuerto de Alicante con 7 bultos oversize y 160 kilos de peso acompañado por mi amigo y fotógrafo Luis Martínez, el 22 de junio hacia Islandia donde hice escala durante 2 días. En la Isla me esperaban mis

amigos de Artic Yeti, los cuales me ayudaron con la logística del viaje. Todos disfrutamos de dos días muy intensos y divertidos en los que pude tener mis primeras sensaciones en agua helada con la tabla SPS, diseñada exclusivamente 100% por esta marca española para la expedición. Un prototipo muy complejo y difícil de fabricar, ya que su longitud es de 6 metros y su sistema de timón trasero es algo único y completamente novedoso. El lugar elegido fue el glaciar Jökulsárlón, el más impresionante de Islandia y que merecía la pena conocer. También aquí pude probar mis trajes secos de SUP Skin. Los días antes del inicio de mi reto, ya en Ilulissat


(Groenlandia), los destiné a ultimar preparativos: algunos ajustes en la tabla, organizar todo el material que necesitaba para la travesía, preparar comida energética de Victory Endurance, alimentación liofilizada, los trajes secos, el pastor eléctrico para evitar el ataque de los osos polares, comprar un rifle para lo mismo, la tienda de campaña y saco Trangoworld, y resto el material necesario. Aproveché también para hacer otras compras de última hora. El jueves 30 de junio pronosticaban vientos favorables y decidí que sería el día del inicio del reto. Me sentía muy bien física y psicológicamente para enfrentarme a este desafío Polar. Iba a tener que estar en alerta constante. Es la expedición más peligrosa y arriesgada de todas

las que me he enfrentado. Llevaba mucho peso sobre la tabla, más del que hubiera querido, 110 kilos que costaba mucho desplazar y ocupaban un volumen importante y cualquier mal movimiento me podía hacer caer de ella a aguas a 4ºC. También existían osos polares, orcas, narvales o abruptas costas rocosas que te podían pinchar la tabla. En cuanto me alejé de Ilulissat fui testigo del rápido deshielo de los glaciares. Me encontraba muchos bloques o Iceberg de diversos tamaños flotando en el agua… una odisea navegar en esas circunstancias. Se me ponían los pelos de punta con el estruendo que se oía al romperse los bloques, aunque me iba acostumbrando, era como un trueno de tormenta muy cercano.

Suerte que no estaba nunca debajo, jejeje… Fuera de broma, debíamos tomarnos en serio ese tema. Fui aprendiendo muchas cosas a medida que pasaban los días, dado que me encontraba con problemas con los que no contaba. Las paradas a descansar y dormir las intentaba hacer en la costa, pero no contaba con que para ello necesitaba descargar todo el material de la tabla, y ésta dejarla fondeando o sacarla, teniendo en cuenta que antes tenía que comprobar la marea para evitar rotura en la tabla. Perdía en el proceso de 2 a 3 horas... un suplicio. Para que os hagáis una idea, uno de los días me desperté en mitad de la noche y, al salir de la tienda me encontré con que la marea había subido de carácter excepcional y el material estaba flotando en el agua. Tuve que ponerme el traje seco y recoger todo durante una hora, perdiendo algo de comida. Este reto se ha caracterizado por las condiciones meteorológicas anormales. Estuve preparando todo muchos meses antes, preguntando a unos y otros, estudiando el entorno y nada se ha correspondido con lo que me he encontrado. Todos los habitantes me comentaban que estaba siendo un verano inusual, pero lo preocupante también era que los inviernos también estaban siendo más suaves. Los Inuit utilizaban la gran cantidad de perros que había en cada aldea para desplazarse sobre el hielo en invierno, pero llevaban ya 10 años apenas atreviéndose a realizar travesías con los trineos. Después de 10 días de navegación llegué a Niagornat, un sitio de unas 20 casas, donde pude convivir con sus habitantes y comparar su forma



de vida con la de los Inuit de Alaska (Groenlandia pertenece a Dinamarca). En Groenlandia no tienen internet o TV parabólica en las casa, están peor comunicados con el exterior, sólo existe un internet comunitario con muy mala señal. No tiene vehículos a motor, salvo un par de lanchas de pescadores y hay muchos perros para la tracción de trineos, y lo más sorprendente: no hay agua corriente en las casas, en Alaska sí. Estuve un par de días parado por el mal tiempo, en los que pude iniciar a los primeros Superos groenlandeses. No se les dio nada mal, ellos

podían caerse al agua helada y sobrevivir, llegando a aguantar hasta un 1 minuto en el agua…a mí me pareció impresionante. Yo sin mi traje seco no era nadie. Conseguí salir del pueblo pero a los pocos días, la constante inestabilidad meteorológica con fuertes vientos y lluvias me obligaron a permanecer otros dos días en una playa con nieve. En estas condiciones fue imposible salir a remar. Tras amainar el temporal pude conseguir bordear la isla donde me encontraba por su orilla derecha, que era más largo pero más seguro.

Tenía especial cuidado con estos detalles. En el margen derecho discurría con una costa paralela. En caso de vientos nunca acabaría a la deriva en medio del mar...eso hubiera sido mi perdición. Durante semanas no me crucé con nadie. Esperaba llegar en varios días al siguiente pueblo, pero el tiempo me volvió a jugar una mala pasada. Las predicciones que me enviaba mi hermana por el teléfono satelital cambiaban a las pocas horas. Estaba remando con el mar como un plato y de repente, empezaba un fuerte viento en contra o un oleaje insufrible y tenía que buscar la seguridad de las costas. Las cosas se complicaban casi a diario. Un día saliendo de la costa una ola fortuita me dio un revolcón contra las rocas que me costó un buen susto y varios golpes en una pierna que por suerte no me dieron más problemas que el dolor. Conseguí continuar con un viento leve que se complicó al paso del Cabo Sigguk. Un pescador en una aldea me había avisado que esta punta era muy peligrosa y se había cobrado alguna vida. Son unos acantilados altísimos directos al mar que, mirándolos de lejos, hacían que me pasaran mil peligros por la cabeza: que me tirara una ola, que el viento me llevara a las rocas o que me cayera un desprendimiento de cornisa de hielo sobre la cabeza. Llevaba unos estabilizadores para la tabla, uno lo había perdido, pero ideé otro con un bastón de trekking y el Restube de mis amigos de Poipoi (un sistema de flotación personal). De esta forma conseguí pasar esa zona. En los días siguientes, antes de llegar a Upernavik (el asentamiento humano más grande en 700 kilómetros a la redonda con casi 1000



habitantes), a los viento en contra se sumaron corrientes y una niebla espesa. Nuevas paradas. Así era imposible seguir. Al llegar a este pueblo me dijeron que estaba siendo un verano muy extraño, como si estuviera a punto de entrar el invierno. En ese momento fue cuando vi difícil llegar a Thule. Llevaba mucho retraso, el invierno iba a llegar en breve y así se haría imposible continuar con mis intenciones iniciales de pasar por Thule y desde allí llegar hasta Alert en Canadá, el pueblo más cercano al Polo Norte. Aunque parecía que estaba muy loco, siempre evaluaba los riesgos. El único aeropuerto antes de Thule estaba a 800 kilómetros más al Norte, por lo que decidí tras mucha reflexión que este reto por el momento pararía aquí, después de remar 730,7 kilómetros en 26 días, 14 horas, 27 minutos y 30 segundos. No era un final, era un continuará, que pretendo completar en los próximos años.

Antonio como ya lo hemos visto, venís hace años innovando en diferentes deportes incluso has hecho de Madrid a Lisboa en SUP. Mucha gente está experimentando con este deporte .

Es un deporte muy nuevo, siempre me gusto innovar y eso me ha permitido desde el primer momento remar a buen nivel nacional. Sin duda es el deporte más completo de los que he practicado, similar al esquí de fondo donde trabaja prácticamente todo el cuerpo: espalda, brazos y piernas. Además no es nada lesivo y te obliga a ejercitar con alta intensidad para llevar un buen ritmo de paleo. Se lo recomiendo a todo el mundo, tanto para entrenar como para mejorar el balance y core.

Sobre todo la seguridad. Llevé muchísimo equipaje, tal vez de más, desde un sistema de cerco eléctrico para evitar el ataque de osos

polares cuando estaba en la tienda de campaña durmiendo, hasta dos pequeñas embarcaciones inflables por si acaso se rompía la mía. También valoré las condiciones meteorológicas, índice fundamental para poder cumplir con éxito cualquier expedición en lugares remotos.

Diseñé un prototipo de tabla de SUP con la marca SPS española, más grande de lo normal, buscando una buena estabilidad y longitud pero que a la vez fuera rápida. En la parte superior le pusimos varias anillas para atar todo el material, llevaba 4 grandes bultos con un peso total de 110 kilos. La tabla tenía un peso de 20 kilos.

La postura para hacer kilómetros no es un handicap, al contrario, es más cómodo remar en una tabla de SUP que en un kayak. Un día llegué a hacer hasta 50 kilómetros en unas 10 horas. He llegado a remar con una tabla normal en España hasta 100 kilómetros en 24 horas.



La temperatura exterior rondaba entre los 5 y los 12 grados, la verdad, muy buena para remar, el problema era que el agua estaba a unos 4 grados centígrados con lo que siempre tenía que remar con un traje seco para evitar la hipotermia si me caía. El gran tema fueron los vientos cambiantes que me obligaron a permanecer en la costa algunos días e incluso a arriesgar más de la cuenta.

La verdad es que vi menos animales de los que pensé, muchos pájaros de todo tipo, algunas ballenas y focas pero poco más.

Pude pescar en alguna ocasión bacalao, aunque es difícil cerca de la orilla en estas latitudes. Lo que sí comí en algunas ocasiones

fueron exquisitos mejillones que había por todos los sitios donde paraba. El resto de alimentación fueron liofilizados, barritas y geles energéticos de Victory Endurance.

Muy sorprendidos, nadie había navegado en estas latitudes con una tabla de SUP, los Inuits inventaron la navegación en kayak pero les sorprendía que se pueda remar de pie sobre una embarcación, era todo un espectáculo cuando llegaba a algún pueblo. Algún Inuit quiso probar la tabla, no se les daba nada mal la verdad.

El clima, porque estuvo mucho más cambiante de lo que a priori decían las previsiones. Ha sido el peor año, y eso me obligó a retrasarme más de la cuenta. Al final me vi en

Upernavik, con más de 700 kilómetros realizados y con otros tantos hasta el siguiente punto de posible evacuación con la duda de si podría llegar a Thule antes de que entrara el invierno. Al final hemos visto que tomé una buena decisión ya que las primeras nevadas en el norte y el cambio de tiempo grande fue a finales de agosto.

Quiero realizar el próximo Febrero una expedición en Laponia de 900 kilometros con esquís, trineo y en completa autonomía, y en verano intentar ser la primera persona en circunavegar la península ibérica con una tabla de padde surf, son mas de 3400 kilometros que pretendo realizar en 3-4 meses, de Mayo a Septiembre.

Quiero agradecer a todas las marcas que me están apoyando, en especial a la Comunidad de Madrid, de la que soy Embajador de Turismo activo y de Naturaleza, a Meridianoraid, Trangoworld, SPS, Victory Endurance, Sierra Norte Madrid, Macario, Shimano, Stevens, Rocroi y Erzia. Familia y amigos, siempre están ahí!!!!!! Graciassssssss!!!!!



l final, todo se reduce a números: 155 las p personas que volvieron a nacer aquella t tarde, 7 las únicas palabras que Chesley Burnett Sullenberger III pronunció con cuanta serenidad le daban 20.000 horas de vuelo: "This is the captain. Brace for impact (Les habla el capitán. Prepárense en posición de impacto)”, 208 los segundos que pasaron desde que a los motores del Airbus A-320 que acababa de despegar de Nueva York le dejaran de funcionar las turbinas hasta que aterrizó de emergencia en el río Hudson. Luego de seis años y medio de una de las mayores hazañas de la aviación civil, el 15 de enero de 2009, el vuelo 1549 de US Airways partía del aeropuerto de La Guardia de Nueva York hacia Charlotte (Carolina del Norte). No

habían pasado dos minutos cuando una bandada de barnaclas canadienses se cruzó en su trayectoria. El impacto inutilizó los dos motores, el avión empezó a caer y el capitán hizo descender sus 70 toneladas planeando para amerizar sobre las aguas que separan Nueva York de Nueva Jersey en menos de tres minutos y medio.

"Esos 208 segundos representan la transformación de las vidas de cuantos íbamos en aquel vuelo", afirmó con cierta solemnidad Sullenberger, más conocido como capitán Sully, el héroe de Hudson o, desde aquel 15 de enero de 2009, como “Capitán Tranquilo” –sobre-

nombre que le dio Michael Bloomberg, alcalde de Nueva York–. "En 40 años y más de 20.000 horas de vuelo, nunca sabés si vas a estar preparado para un desafío así. Un día te lo encuentras y tienes 208 segundos para solventarlo". Vestido de traje gris oscuro, canoso en pelo y bigote, Sully de 66 años se deja cumplimentar en medio del ajetreo de una feria. Por su porte, modales, forma de hablar, y si uno no supiera a qué se dedica, diría que es piloto de líneas aéreas. En realidad dejó de volar en el 2010, después de la maniobra del Hudson, y se convirtió en conferenciante y consultor en temas de aviación, desde el 2012. Por encima de la tranquilidad que le atribuyeron los pasajeros del vuelo 1549 y la prensa, lo que transmite Sully es un arraigado sentido del deber. "Nunca había afrontado el fallo de un motor en vuelo", explicó, "llevaba 40 años volando, 30 de ellos como piloto comercial. En ese tiempo hacés cursos para saber reaccionar, planificás, tratás de prever emergencias y de pronto los motores dejan de funcionar. Estás entrenado para que pase, pero cuando pasa es un shock. Te toca echar mano de tus conocimientos de una manera completamente nueva y sin tiempo que perder, y eso hice".

Todo empezó como cualquier otro día, Sully a una semana y un día de cumplir 58 años encaraba la última jornada del ciclo de cuatro consecutivas que le habían programado en la línea Nueva YorkCharlotte. Había conocido al copiloto Jeff Skiles, de 49 años, el primero de esos cuatro días. Nunca antes habían volado juntos, algo no extraño en una aerolínea del tamaño de US Airways (31.000 empleados, 3.000 vuelos diarios). Su reloj marcaba las 3.25 pm cuando el avión llegaba al principio de la pista de despegue.

El capitán “Sully” Chesley Burnett Sullenberger junto a los restos del Airbus A-320 del vuelo 1549.



Buzo táctico ayudando en el rescate.

El A-320 tenía pista y empezó a levantar velocidad. Elevó la parte delantera, despegó y comenzó a ganar altura, todo iba transcurriendo con normalidad hasta que de repente, una formación de pájaros se interpuso en su rumbo. "Los vi dos segundos antes de que los motores dejaran de funcionar", relata Sully, "habían pasado 90 segundos desde el despegue, estábamos a unos 900 metros de altitud y viajábamos a unos 100 metros por segundo (360 km/h). Era una bandada enorme de gansos del Canadá y era imposible esquivarlos. Golpearon por todo el avión, los motores hicieron un ruido horrible y casi al instante callaron y dejaron de funcionar. Alguien lo describió diciendo que todo se volvió tan silencioso como en una biblioteca, y fue exactamente así". El avión empezó a perder altura muy rápido y casi de inmediato Sully entendió que no había tiempo de regresar a La Guardia o de intentar un aterrizaje de emergencia en el otro aeropuerto próximo, Teterboro, en Nueva Jersey. La única opción era amerizar en el Hudson. Apenas tuvo tiempo de hacer el citado anuncio al pasaje. Con Skiles, su primer oficial, ni siquiera habló. "No

tuvimos ocasión", relata, "confiamos uno en el otro y nos las arreglamos para colaborar sin palabras".

Sully trataba de ver por las ventanas de la cabina donde estaba el nivel del agua. Skiles le iba diciendo continuamente la velocidad y la altura. "Lo más complicado era decidir la fracción de segundo en que elevar el morro. Si lo elevaba muy pronto, el avión tomaría contacto con el agua demasiado despacio e inclinado hacia arriba con un mayor riesgo de impacto violento, y si lo elevaba muy tarde, el contacto con el agua sería demasiado fuerte" Finalmente, el veterano piloto acertó y el avión quedó flotando semihundido. Pero hubo otra circunstancia afortunada que permitió que ninguno de los 150 pasajeros y cinco tripulantes muriera (hubo cinco heridos graves): cayó entre dos terminales portuarias, la de Nueva York y la de Nueva Jersey. Tres minutos y 35 segundos

después del amerizaje, ya había un barco junto al avión. Sully fue el último en abandonar la cabina tras recorrerla dos veces para asegurarse de que no quedaba nadie. "Una caída en el agua es aún más destructiva que un aterrizaje. Es increíble que un jet Airbus pueda acuatizar en un río sin romperse", el avión podría haber chocado el agua a una velocidad de unos 260 km/h destacó Max Vermij, un investigador de accidentes de aviación. "El motor explotó, había fuego por todas partes y olía como a gasolina", contó a Reuters Jeff Kolodjay, de Connecticut y agregó: "la gente estaba sangrando. Chocamos con el agua muy fuerte... fue terrible…las puertas se abrieron y vimos botes salvavidas y pudimos apenas ver a poca gente saliendo del agua. El piloto hizo un trabajo magnífico al acuatizar el avión en el río y luego al asegurarse que todos salieran, tuvo la suficiente calma para recorrer el avión dos veces luego de aterrizar para asegurarse que todos estuvieran afuera”. La FAA dice que el impacto de aves y otros animales salvajes en aviones causa anualmente más de 600 millones de dólares en daños a la aviación civil y militar estadounidense y que más de 219 personas han muerto en el mundo como resultado de estos incidentes desde 1988. Desde el primer momento llegaron los reconocimientos y Sully recibió, entre otros agasajos, las llaves de Nueva York y el título de oficial de la Legión de Honor francesa. El presidente saliente George W. Bush, lo llamó para felicitarlo y el entrante, Barack Obama, lo invitó a su investidura. En la SuperBowl, dos semanas más tarde, fue largamente ovacionado. Pero no todo fue tan bueno, recuerda Sully: "Para todos los que íbamos en aquel vuelo 1549 fue un shock, sufrí estrés postraumático y los días siguientes no podía dormir. Intentaba leer un periódico y no era capaz, no me concentraba,

Hoy exhibido en el museo de la aviación.


A horas de haber caído en una de las márgenes del río.

Marasco

&Speziale 70 años

Outdoor Company A los 3 minutos de haber acuatizado el Airbus, llegó el primer barco para salvar la vida de los 155 tripulantes.

porque las mismas imágenes me venían a la cabeza una y otra vez… eso duró meses. La hipertensión arterial también me duró meses". El héroe del Hudson no volvió a pilotear hasta el 1 de octubre, nueve meses y medio después, curiosamente en la misma ruta y con el mismo copiloto. En marzo de 2010 con 59 años, hacía aterrizar un avión de pasajeros por última vez.

El piloto, ha seguido vinculado al mundo de la aviación. Antes del incidente había colaborado con el Panel Nacional para la Seguridad en el Transporte y desde entonces, se ha establecido como consultor y conferenciante. La cadena de televisión CBS lo fichó como experto en temas de aviación. También ha escrito dos libros: unas memorias que entraron en la lista de más vendidos del New York Times, y uno sobre liderazgo, y el Partido Republicano le ofreció ser candidato al Congreso a finales de 2009. Hoy, Chesley Sullenberger tiene su propio agente de relaciones públicas que lo escolta durante cada entrevista. Casado con una monitora de gimnasia que ha hecho carrera en televisión como experta en temas de salud y bienestar, y padre de dos hijas adoptivas, Sully reflexiona sobre el significado del término héroe. "Se ha usado tanto para describirme que un día mi mujer buscó la palabra en el diccionario. Una acepción decía: 'Persona que decide ponerse en riesgo para salvar a otra'. Yo no encajo en esa definición, nosotros no elegimos nada… aquella situación nos cayó encima. Nos limitamos a hacer nuestro trabajo. En un mundo en el que no todos lo estaban haciendo (ocurrió cuatro meses después de la quiebra de Lehman Brothers) pudo parecer extraordinario, pero lo único que hicimos fue nuestro trabajo. Eso sí lo hicimos.”

M&S


uando sea grande voy a ser una señora petisita mirando el atardecer d desde la galería de alguna casa con ventanales y olor a madera, a acompañada de perros, nietos y un Javi rezongón y apasionado, a la que le va a encantar repetir entre sus historias favoritas que una vez, hace ya mucho tiempo, pedaleó entre glaciares para llegar al mar. Era el quinto cruce y el más alto. Luego de bajar de Pircas Negras decidimos parar unos días antes de salir hacia San Juan. Javi no lo sentía tanto pero a mí particularmente la falta de descanso entre los pasos me había empezado a afectar. Necesitaba caminar, correr, nadar, lo que sea que no tuviera nada que ver con estar arriba de una bici, sólo por algunos días. La primer tarde en la que justamente podía utilizar mi tiempo libre en hacer absolutamente cualquier cosa que quisiera, me levanté de la siesta, prendí la computadora, abrí google y escribí: Agua Negra. La pantalla frente a mí se llenó de imágenes, y así como la fuerza de la gravedad me mantiene en tierra, aquellas fotos comenzaron a ejercer unas energías invisibles e incontrolables que levantaron mi cuerpo del asiento donde estaba para dejarme parada y sonriendo sola en medio del comedor. Ya estaba lista para salir. A partir de esa tarde el cansancio desapareció, los dos pudimos enfocarnos en lo que venía, ocupando el tiempo en lo importante: comer 1 kilo de helado todas las noches sin excepción, y organizarnos para el próximo cruce. Era un proceso en el que ya casi no pensábamos, una rutina que de tanto repetirla se había vuelto tan mecánico y habitual como lavarse los dientes a la mañana. Mientras Javi se ocupaba del mantenimiento de las

bicis, yo desplegaba la comida por el suelo dividiéndola en los días que habíamos calculado nos llevaría el paso, con sus respectivos desayunos, almuerzos, meriendas y cenas. También era el momento en donde los dueños de las casas en donde estábamos podían llegar a arrepentirse de habernos invitado, porque sea cual fuera el tamaño del lugar en que el que nos encontráramos, todo a nuestro alrededor se volvía un caos de ropa, paquetes, frutas, herramientas y etcéteras...Pero por suerte, porque aún nadie se había animado o porque las personas que nos recibían siempre eran tan maravillosas como pacientes, todavía no habíamos sufrido ningún tipo de desalojo. Sobre Agua Negra sabíamos poco: que era un paso que subía hasta los 4780 msnm con partes de asfalto y ripio y que era una ruta bastante transitada en esa época del año, por turismo argentino que cruzaba a vacacionar a La Serena. Ese dato por un lado nos daba la tranquilidad de poder contar con vehículos que nos puedan brindar agua en caso de necesitarla, pero a la vez nos hacía tener la obligación de pedalear muy atentos al tránsito y su acostumbrada irresponsabilidad. Si nos poníamos a



sacar conclusiones, la balanza siempre nos llevaba a buscar lugares cada vez más aislados e intransitables. Autos y camionetas pasándonos cerca, fuerte y dejándonos entre una nube de humo vrs tener que cargar mucho peso en agua pero en completa paz y silencio. Para nosotros ya estaba más que claro qué era lo que estábamos buscando en los viajes. Arrancamos con el cruce desde Rodeo y su famoso embalse Cuesta del Viento, el paraíso para todo el que practica Kite Surf o Windsurf, ya que los vientos en este punto en particular son constantes e intensos, lo que genera las condiciones perfectas para esos dos deportes. Qué contradicción, pensé, cuando ellos más lo

disfrutan, nosotros más lo estamos sufriendo. Como no va a ser cierto eso de que todo depende de la perspectiva con la que lo mires. La diversidad y sus infinitas posibilidades! Si alguna vez la humanidad entera se vuelve un montón de gente con lo mismos gustos, costumbres y pensamientos, estamos perdidos. Por suerte el día en que salimos fue un fracaso para el Kite Surf y un alivio para nosotros. Acompañados de una leve brisa refrescante llegamos a Las Flores, cargamos nafta en el msr y seguimos hacia el puesto de frontera argentino que estaba apenas a 1km. Mientras hacíamos la fila para los trámites, una chica entró a la oficina con el casco puesto. Era Caro, una cordobesa de

23 años que también iba hacia el paso Agua Negra en bici. Nunca había estado en altura, hacia varios meses que no pedaleaba, viajaba sola y con el poco equipo que había podido conseguir, pero estaba decidida a cruzar por el paso más alto de la cordillera y llegar hasta el mar. Ella nos miraba a nosotros como dos ciclistas de la NASA y nosotros a ella sin terminar de deducir si admirarla o preocuparnos por las condiciones con las que tenía pensado subir hasta los 4780 metros de altura. Sólo fue cuestión de tiempo y ruta compartida para que los tres termináramos mirando hacia el mismo lado. La ruta de asfalto comenzaba larga, infinita, para finalmente perderse en un paredón enorme de montañas nevadas. Javi lo señalaba entusiasmado y con los ojos bien abiertos me decía:- "Por ahí vamos a cruzar Sol, por ahí arriba!". Yo lo miraba a él, volvía a mirar las montañas y quizás por simple engaño psicológico o porque aún no terminaba de asimilar que en algún momento me había convertido en una mujer que sube montañas en bici, le restaba importancia, me parecía imposible, ilógico. Nosotros acá, tan chiquitos y ellas ahí arriba, inmensas con sus hielos y nieves eternas."Mejor no pensarlo, pedaleá y dejá que el camino te sorprenda". Aquel primer día llegamos hasta el puesto de control argentino a unos 60 km de migraciones y paramos a tomar unos mates y a comer algo. Era temprano, 16 km más arriba había un paraje, podíamos seguir. Pero como siempre, la charla con los gendarmes se extendió más de lo conveniente, la tarde empezó a caer, los chicos nos invitaron a quedarnos en el puesto y los planes se modificaron. Esa noche fue de pingpong, cena de arroz con vegetales y televisión. Al otro día, para no perder la costumbre, nos despertamos temprano pero salimos tarde. La idea era llegar hasta la Quebrada de San Lorenzo donde comienza la construcción del túnel Agua Negra que se encontraba a 4300 msnm y por lo que habíamos averiguado podíamos acampar



donde comienza la construcción del túnel Agua Negra que se encontraba a 4300 msnm y por lo que habíamos averiguado podíamos acampar refugiados del viento. Las subidas comenzaron largas y tranquilas y así continuaron. A medida que subíamos el paisaje empezó a cambiar, las montañas nevadas que durante la tarde anterior parecían lejanas e inalcanzables ahora nos rodeaban para hacernos levantar la vista, reafirmar el pie sobre el pedal y respirar profundo. Manteníamos un ritmo lento y disfrutable pero íbamos pendientes del camino. La lógica de la cordillera durante los pasos anteriores nos pronosticaba que en algún momento nos tenía que empezar a costar. Para nosotros la idea de cruzar por el paso más alto de Los Andes sin esfuerzo no era una opción posible.

Subimos varios zigzag, la ruta de asfalto se convirtió en ripio, un grupo de trabajadores de vialidad nos invito a comer pollo con arroz, recolectamos agua de deshielo y el camino nunca, pero nunca, se puso difícil. Para cuando llegamos a la Quebrada de San Lorenzo estábamos contentos y algo desconcertados. Habíamos subido hasta los 4300 msnm sin ninguna dificultad ni esfuerzo. :-"Qué raro", pensamos,:-"Tan raro que asusta". Aún nos quedaban unos 400 mts de desnivel hasta llegar al límite Internacional que se encontraba a solamente unos 22 km de donde estábamos. Parecía demasiado sencillo para ser cierto. Lo que venía adelante tenía que ser duro, no había alternativa. Esa noche el frío y el viento helado nos hicieron dormir a los tres acurrucados en una carpa para

dos. Caro viajaba sin equipo y eso incluía una carpa totalmente agujereada y una frazadita de peluche como aislante. Nos despertamos temprano, convencidos de que teníamos un difícil y largo día por delante, pero lo raro era que no estábamos nerviosos ni preocupados, porque lo único que en verdad nos importaba era que por fin íbamos a poder pedalear entre glaciares y el entusiasmo nos hacia desayunar rápido, con la sonrisa ansiosa de un niño. Cuando sea grande, durante las tardes cuando el sol empiece a caer y el cielo se vuelva de colores inexplicables, en una la galería de una casa con ventanales y olor a madera nos vamos sentar con Javi , nuestros perros y nietos a contar historias como estas: ..."después de algunas curvas, el camino se abrió y pudimos verlo entero, frente a nosotros se levantaba un cordón gigante de montañas con hermosos glaciares. Paramos las bicis y miramos hacia arriba con el cuello muy estirado, el camino subía, daba vueltas y volvía a subir. Del otro lado nos esperaba el Océano Pacífico, sus olas pegando en la playa, la arena tibia en los pies. Pero aún teníamos un hermoso e infinito paredón de hielo y piedras por cruzar. Su abuelo ya lo estaba disfrutando, tenía la sonrisa pícara y la respiración ansiosa de los desafíos, se subió rápido a la bici porque ya no podía esperar, porque si había algo que lo hacía despertarse cada día de su vida con el entusiasmo ridículo de un niño de la edad de ustedes, eran las innumerables cimas de paredones con montañas nevadas y hermosas que le quedaban por descubrir. Lo vi alejarse hasta hacerse un pequeño y diminuto punto en lo inmenso de aquel paisaje. No era la primera vez que guardaba esa imagen y la alegría que me cosquilleaba la panza me confirmaba que aún faltaban muchas más para que sea la última. Subíamos con la vista clavada en los glaciares



que esperaban arriba y para cuando nos dábamos cuenta y volvíamos la mirada hacia el camino, nos sorprendíamos por lo alto que ya habíamos llegado. Su abuelo me gritó:-"Mirá las nubes!!" y lo primero que hice fue mirar sobre mi cabeza, pero él volvió a gritarme señalando hacia adelante "¡¡Las nubes, Sol!!", cuando bajé la vista ya estaba pedaleando entre vapores blancos y esponjosos. Porque se puede pedalear entre las nubes, pero ustedes nunca quieren creerme. Finalmente doblamos una nueva curva y aparecieron. Inmediatamente me puse a cantar una canción sobre penitentes que no rimaba en lo absoluto, porque las grandes alegrías siempre

tienen esas respuestas inesperadas. Estaban a unos pocos metros de distancia, eran grandes, puntiagudos, bellísimos. Dejamos las bicis a un costado, nos acercamos despacio y apoyamos la mano en el hielo. El frío nos recorrió todo el cuerpo, la espalda, el pecho, las tripas. Había sonido a gotas y el aire helado nos erizaba la piel. Estábamos felices, en ese estado de felicidad única e intransferible, porque era ese momento exacto en el que por primera vez llegábamos pedaleando juntos hasta un glaciar por encima de las nubes en nuestro 5to cruce de cordillera y sabíamos perfectamente que no iba a volver. Así que bailamos entre penitentes para alargar la alegría y hacerla eterna, bailamos

despreocupados con movimientos torpes y absurdos para que dure un poco más, para que la cordura se sienta rara y ajena y nosotros, unos locos felices".... El paso de Agua Negra es uno de los pasos internacionales más altos del mundo, pero contradictoriamente a lo que esperábamos fue uno de los más fáciles y disfrutables que nos tocó recorrer. Llegamos hasta el límite con viento en contra, festejamos rápido y empezamos a bajar. No quedaban muchas horas de luz y la idea era intentar dormir lo más bajo posible para escaparle a las alturas, sus vientos y fríos nocturnos. La bajada con un atardecer increíble fue el cierre de un día perfecto. Encontramos una quebrada con arroyito incluido y los tres frenamos al mismo tiempo. Esa noche la luna también quiso ser parte del festejo y salió llena, brillante y hermosa para demostrarlo. Nos quedaban algunos kilómetros de ripio con subidas y bajadas constantes hasta el puesto de migración chilena y un embalse turquesa que invitaba a tirar las bicis y zambullirnos a nadar en agua helada y transparente. Después, la ruta se volvió asfalto y bajada. ..."atravesamos el Valle del Elqui y los árboles de higo nos provocaron retrasos imposibles de evitar. Pedaleamos apurados y ansiosos, podíamos sentir el olor a la sal, las olas rompiendo en la playa. Después de 5 días finalmente llegamos al Pacífico. Su abuelo se bajó de la bici, se quitó la ropa y corrió por la playa hasta el mar sin detenerse. Cualquiera que lo haya visto ese día, saliendo del agua y revoleando los pelos mojados sin dejar de sonreír, seguramente no pueda recordarlo. Pero por suerte yo estaba ahí, para llevarme cada segundo conmigo para siempre.


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olos en una isla, en una playa. En la oscuridad se escuchan aullidos, quizás de ciervos. Hace mucho frío y el lago está furioso y ciclotímico: de noche es una seda, de día las olas salpican su superficie. Estamos en la isla Victoria, en el corazón del Nahuel Huapi. No es una isla pura sino todo lo contrario: fue

manoseada por quienes la habitaron, al contrario de lo que nos cuentan. En 1903 llegó Aarón Anchorena, un aristócrata argentino que deslumbrado por la belleza del lugar, solicitó al Estado Nacional su usufructo. Al año siguiente y ya instalado como arrendatario, construyó una vivienda, un astillero

en el puerto, muelles, abrió senderos destruyendo la vegetación nativa y limpió sectores del bosque para sembrar especies exóticas. Además impulsó la explotación ganadera y maderera, y después de una década, devolvió las tierras al Estado. Desde ese momento pasaron 15 años de



permisionarios que aumentaron el número de cabezas de ganado, de talas y de incendios, lo que produjo una reducción del 50% del bosque andino-patagónico que cubría la isla. En 1924 se creó el Vivero Nacional (ubicado en el centro de la isla) con la intención de reforestarla con especies nativas y exóticas de todo el mundo. Sin embargo, "las de afuera" (el pino oregón, el pino ponderosa, el arce y la retama) empezaron a desplazar a las nativas. Hoy eso es un problema que las autoridades del Parque Nacional Nahuel Huapi están intentando resolver. A pesar de la historia tan injusta que le tocó, es la isla más importante del lago. Y porque el clima así lo quiere, nos quedamos tres días en la playa Piedras Blancas. El primer día disfrutamos de estar con los pies sobre la tierra. El segundo no sabíamos si salir o no, porque los corderitos (olas) que estaban llegando del este venían jugando una carrera con una ráfaga de más o menos 40 km/h. Al final decidimos no salir, pero aprovechamos que los kayaks estaban vacíos para entrenarnos un poco en esta materia que nos estábamos llevando a marzo: remar con olas cuando el viento lo tenías de costado. Mientras nos equipamos, llegó un velero. Se bajaron cinco hombres de unos 50 años, y mientras amarraban su embarcación, nos miraban. Bajamos los kayaks a la costa y ellos una heladerita. Nos ajustamos los chalecos y ellos sus mandíbulas para un asado. Agarramos los remos y ellos velocidad como manada de caballos. -Chicos, no salgan, eh. -No, gracias. Vamos a jugar un poco con los kayaks pero dentro de la bahía. -Ah, menos mal. Estábamos preocupados. Este lago es muy puto. "Este lago es muy puto", era poesía pura…segunda vez que lo escuchamos. La primera vez la oímos salir de la boca de un chico de 16 años que intentaba convencernos de que el Nahuel no era moco de pavo, que no nos

confiemos nunca de su calma porque la mayoría de las veces le precedía una tempestad. Y mientras las olas se iban poniendo más bravas, los hombres de 50 afilaban sus cuchillos sin mayores preocupaciones y nosotros… nos metíamos al agua a jugar, cerca de la orilla. Piedras Blancas era un paraíso. Y como en todo paraíso natural, no hay señal de celular. Pero uno de los hombres cincuentones nos avisó que teníamos que caminar hasta la cima que está en uno de los extremos de la bahía para poder dar señales de vida. Lo bautizamos como "el locutorio", o el lugar donde mandábamos mensajes. Llamamos a Prefectura y cargamos los paneles solares cuando la luz del sol

iluminaba los puntos altos de la isla. De noche, y mientras cenábamos té con chocolate, nueces y almendras, reflexionamos sobre las sensaciones del viajar en kayak. Debe ser similar a lo que siente un escalador cuando está enfrente de una montaña: la estudia, la analiza, la respeta y la admira…seguro le tiene miedo, pero él quiere superar ese miedo, quiere superarse a él mismo. Me quedé pensando en lo que decía Andrés y quizás era cierto, sin embargo había algo que nos estábamos olvidando y que marcaba el ritmo de todas nuestras travesías y viajes, estamos dejando de lado al verdadero enemigo de toda esta trama, un enemigo invisible que nos hacía



luchar y que nos desafiaba minuto a minuto, día tras día: el viento, ese buscarabia del cual no nos librábamos ni en tierra ni en agua, él era quien definía nuestro destino cortoplacista. El tercer día salimos de paseo. Dejamos la playa para caminar por la isla y atravesamos el bosque para llegar al antiguo vivero. Bordeamos el lago y llegamos a playa del Toro, una playa de arena con pinturas rupestres que atestiguaban el

paso de los pueblos originarios que habitaban este territorio insular. Tomamos mate en el muelle y regresamos a Piedras Blancas pensando que al día siguiente había que levantarse bien temprano para poder salir de la isla. La alarma del celular sonó a las 7 de la mañana. Decidimos desayunar una manzana para cruzar el lago lo antes posible. Hay corderos en el este, pero son bajitos, indefensos. Mientras

remábamos, le rogaba al Dios del agua que nos dejara llegar tranquilos, le suplicaba que no se vuelva a repetir lo de Dina Huapi. Y Andrés, sin preguntarme, sacaba el remolcador y lo enganchaba en la proa de mi kayak para avanzar juntos lo más cerca posible. Una hora después y ya en tierra, el lago se arremolinaba, se llenaba de corderos. Sentí que me estaba por bajar la presión. No sé si por el cagazo o porque me faltaba un desayuno en el estómago. Mientras Andrés preparaba avena con nueces y almendras, respiré profundo y le agradecí a la Madre Tierra el aventón. Entramos en el brazo Huemul y como las ráfagas eran del este, el lago ni se movía. Lo navegamos tranquilos, con la atención puesta en el paisaje y no en las olas-zamba. A este brazo lo rodeaba la mítica 40, esa ruta vertebral que une al país de punta a punta y que conocíamos a pedal. Si alguien nos hubiese preguntado si imaginábamos verla desde el agua alguna vez, le hubiésemos respondido seguramente que no, que en nuestros planes sólo existía la posibilidad de viajar en bicicleta y nada más. Hoy sabemos que las cosas pueden cambiar como la dirección del viento. Quizás esa sea la gran lección del enemigo invisible: él es tan incierto como nosotros. Amanecimos cerca de la 40, preparamos el equipo y salimos. Parecía que el viento nos estaba tomando el pelo: esperó vernos en el agua para empezar a soplar. El lago fue un espejo durante la primera media hora de remada,


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pero después ese espejo se volvió una anécdota y lo peor de todo: lo teníamos en contra. La proa subió en cámara lenta y cayó rápido y con fuerza. Tenía que cortar la ola si no, estábamos jodidos. El agua nos empapaba la cara. El ventilador cada vez soplaba con más y más fuerza y no quedaba otra que alejarnos de la costa porque la ola de ese lado pegaba de costado. Otra vez la adrenalina en la primera plana de nuestro diario de viaje. Me di cuenta que tengo un temita con el tiempo mientras remo: una hora para mí son 20 minutos… 20 minutos eternos, pero minutos, no horas. El tiempo se estiraba y estiraba como chicle y todo pasaba lento, a velocidad de 7 km/h. Cruzamos islas, pasamos cerca de casas tan grandes que me pregunté si en este punto de la Patagonia todas las familias eran numerosas o sus dueños competían entre sí para ver quién tenía la casa más grande, con más cuartos y mejor vista. Mis pensamientos tan superficiales se vieron interrumpidos por una lancha que salió de Bahía Mansa con cuatro amigos en dirección a nosotros. Me empezó a latir el corazón como si estuviese caminando en la avenida 9 de Julio con un camión a punto de atropellarme. No exagero. Le quise hacer señas con el remo, pero el viento

no me permitía dejar de remar y cuando agarré más velocidad, el estúpido timonel esperó a tenernos a un metro de distancia para abrirse y desviarse. Ese timonel casi me mata de un paro cardíaco. Lo maldigo a los gritos y se me queda mirando. Ojalá haya escuchado algo de todo lo que le dije, especialmente la parte de sus músculos marcados y la lancha de papá. Todo volvió a la normalidad cuando llegamos a bahía Mansa, pero como no había campings, debimos cruzar 100 metros a pie desde Bahía Mansa a Bahía Brava, porteando los kayaks. Le pregunté a Andrés:- ¿si les digo a esos chicos que nos ayuden? Pesan mucho los kayaks, amor. Y Andrés me respondió: no los molestemos, llevamos uno, descansamos, llevamos el otro y listo. Al segundo siguiente, ellos mismos se acercaron: -Perdón, una pregunta... ¿ustedes son Jime y Andrés? -¡Hola! ¡Sí! -¿Del blog: La Vida en Viaje? -¡Sí! La Vida de Viaje. -¡Yo los sigo! ¡Qué bueno verlos acá! Y entre charla y charla, aparecieron más amigos, todos con sus cascos y el pulso

acelerado después de haber hecho el bosque de arrayanes en bici. Los seis nos ayudaron a cargar los botes. Gracias, gracias, gracias. Soy feliz. Paramos en un camping por tres días sin deseos de irnos por la increíble ducha de agua caliente, ese chorro que nos usó de blanco perfecto, esa lluvia que nos recordaba que no todo era agua fría sino que también existía el agua caliente. Éramos los únicos en el camping y nos dimos el lujo de darnos una ducha de más de 10 minutos. Sepan entender: es una necesidad, cambia la temperatura corporal, cambian las ideas y nos urgía sacarnos el olor a neoprene que en este viaje se convirtió en nuestra segunda capa de piel. Al otro día salimos a darle la vuelta a la península de Quetrihué en kayak. Ahí se escondía un tesoro: el bosque de arrayanes, algunos con más de 650 años de edad. Se trata de una especie nativa característica del bosque andino-patagónico cuyo tronco es frío y color canela. El vocablo "Quetrihué" significa en idioma mapuche "donde hay arrayán". Son 12 km de ida sobre la margen oeste y 12 de regreso por el este. Paredones muchos, playas para parar pocas. El frío del bosque, los chucao cantando (esos pajaritos tan chiquitos



que vuelan en el sur), el viento ausente. Después de los días agitados que tuvimos, esto se volvía un paseo. Llegamos al muelle que indicaba el ingreso al Parque Nacional Los Arrayanes. Estacionamos los kayaks, sacamos del tambucho una lata de atún, pan y mayonesa y nos sentamos en un banco de madera que estaba sobre la costa. -Perdón, una pregunta... ¿ustedes son Jimey Andrés de La Vida en... La Vida de Viaje? -¡Hola! ¡Sí! -Quiero que sepan que por su culpa estoy acá. Los tres largamos una carcajada y nos volvimos a presentar. Facundo estaba viajando desde Bariloche hasta San Martín de los Andes por primera vez en bicicleta y vino a pedalear al bosque de arrayanes. Nos sentamos, almorzamos y dimos una vuelta por las pasarelas que conectan el lugar. Nos despedimos, volvimos a los kayaks para regresar al camping y en Bahía Brava nos volvimos a encontrar con Facundo para tomar unos mates. En ese momento, unos chicos se acercaron: -Perdón, una pregunta... ¿ustedes son Jime y Andrés de La Vida de Viaje? -¡Hola! ¡Sí! -Los seguimos por el blog, nosotros también viajamos pero en camioneta.

Guillermina y Gonzalo del blog: Vuelta por el Universo www.vueltaporeluniverso.com se sentaron así con nosotros a merendar. Ellos estaban cumpliendo su sueño de viajar en La Fugitiva, una trafic modelo 94. Charlamos, tomamos mates, nos despedimos y volvimos al camping sabiendo lo que nos esperaba: la sagrada e incomparable ducha de agua caliente. Los próximos dos días fueron libres: libres de kayak, de comer algo más que fideos, de dormir siesta... Llovía, y cuando llueve el lago es una seda. Llovía a cántaros, menos mal que no salimos. A la mañana siguiente, y después de patalear (porque andá a saber cuándo volveremos a disfrutar de una buena ducha de agua caliente), salimos en dirección a la isla Fray Menéndez que estaba justo enfrente del camping. La rodeamos y pensé: "no todo es lo que parece", porque la cara oeste de la isla era tupida, llena de árboles y verde, pero la cara este de esta misma isla es gris, agrietada, un paredón. La explicación: la erosión del viento y del agua siempre es más fuerte en el oeste, y de ese lado el enemigo invisible se hace visible. Era el día 12 de la travesía y el fondo transparente nos seguía sorprendiendo. Había vapor sobre el agua y seguían apareciendo islas: esta vez dos iguales y redondas. Entramos en el

brazo Última Esperanza y nos preguntamos por qué habrá sido bautizado con ese nombre. El bosque acá no es verde: es verdísimo. Es que el 4 de junio de 2011 el cielo de Villa La Angostura se tapó y la ceniza del volcán chileno Copahue lo cubrió todo (rutas, lagos, casas, senderos). Esa arenilla gris e invasiva parecía el fin del mundo. Sin embargo, desde ese día todo cambió. El pueblo se unió y en tiempo récord se recuperó. La naturaleza tomó la ceniza como abono y Villa La Angostura volvió a ser "el jardín de la Patagonia". Las playas en Última Esperanza están aún hoy cubiertas de ceniza, y cuando entramos en el brazo de al lado, el Rincón, remamos rodeados de piedras pómez del tamaño de carozos de aceitunas. Los remos parecían maracas: hacían tanto ruido que creímos que en cualquier momento se iban a rayar. Al agua la sentimos más densa, más espesa. Después recorrimos el brazo Machete y de ahora en adelante sólo nos quedaba volver. Empezamos a recorrer la margen oeste del lago, la menos intervenida por el hombre, y entramos en sus brazos más largos y complejos: el Blest y el Tristeza. Dicen que lo mejor siempre queda para el final.



untualmente a las 11 -tal cual estaba previsto- comenzaron las largadas. Los equipos ya sabían desde el día anterior cuál sería su lugar de partida, definida por sorteo. Cada línea de largada, debajo del arco de partida, estaría formada por 4 equipos de diferentes categorías. 4 parejas que se lanzarían cada 1 minuto a recorrer los 58 km de un circuito con caminos rurales en perfecto estado pero de gran exigencia debido a los desniveles que caracterizan a la zona. Leandro Sanchez Echeverría ha participado en 5 ediciones de ésta clásica carrera; en 2 ocasiones formando equipo mixto. S i e m p r e p a r t i c i p ó c o n d i fe r e n t e s compañeros; él dice “aveces elegimos y a veces nos eligen; tratamos principalmente ser parejos”, “elijo correr la Vuelta de los Bosques porque me encanta la modalidad contrarreloj; y más aún si es en pareja, el no saber hasta último momento en que posición se llegó porque cada segundo define un lugar, le da un sabor diferente”. Los equipos se forman por diferentes motivos, algunos quieren ser los más competitivos, a otros los une la amistad, otros son

matrimonios y también participan padres e hijos. A otros los forma la casualidad. El verdadero desafío en esta prueba es el compañerismo, el entenderte con tu compañero. Mientras mejor conexión hay entre ambos mejor

será el resultado, que no siempre se trata de la posición en la clasificación sino de lograr los propios objetivos, que aveces implica, tan solo, pasar un buen momento haciendo lo que tanto nos gusta en compañía.

uestro incansable Mariano Galván nos sigue sorprendiendo, este año seguro será inolvidable para él y para los amantes del montañismo. Al principio conquistó el Dhaulagiri y el 4 de octubre coronó su séptimo ochomil, el Manaslu con 8156 msnm, la octava montaña más alta de l mundo. El primero de octubre en una entrevista para un medio español “ActitudZerain” luego de no saber nada por tres días comentaba esto: “Estoy un poquito cansado pero ahora con una coca cola de por medio más a gusto. Encontré arriba una tienda de japoneses pero no tenía el hornillo adentro, eran puras algas y pescado que sin poder cocinarlo no pude comerlo. Así que fueron cuatro días duros, lo que tomaba era lo que podía derretir con el cuerpo. Contento por haberle dado un cumplido a la vía me han faltado 300 metros pero, luego de 4 días lo más importantes es estar aquí en el campo base y poder contárselo al compañero. En tres días no he comido nada, si pude encontrar la tienda para descansar pero no pude ni derretir ni comer nada así que ahora a recuperar y seguro me cambiará la cara. Tampoco tenía saco de dormir pero por suerte por el entrenamiento que tengo le pude dar batalla y llegar a 300 metros de la cima. Las dificultades técnicas se hacían imposibles,

entonces fue momento de pegar la retirada. Al estar solo y ser algo muy técnico no tenía alternativa. He estado tres noches arriba una con Alberto Zerain, otra caminando y una en la tienda de los japoneses. Por suerte no sufrí congelaciones, cuando hacía mucho frío me movía para entrar en calor. Compartiré con ustedes la cueva de hielo que tuve que hacer para resguardarme del frío, de la noche caminando de las nevadas. También nos dio mucho enojo a Alberto y a mí perder un montón de equipo en una forma misteriosa sin dejar rastros y pensábamos que

seguir adelante iba a ser complicado. El clima al principio nos jugó una mala pasada estuvo nevando un día y medio, después vino lo de la tienda de los japoneses”. La mañana del 4 de octubre Alberto Zerain en la altura nos daba la grata sorpresa “Te estoy llamando bajo el pináculo de la cumbre, aquí hay una ventisca de la hostia, Mariano Galván 100% a hecho cumbre y yo estoy a punto de llegar. Ya Mariano había comenzado el descenso” Grande Mariano 7 ochomiles, ejemplo Argentino!!! Más en Andar Extremo 44


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artín Rodríguez es profesor de Educación eeeeeeFísica tiene 25 años y durante 9 meses recorrió eeeeeeedesde Ushuaia hasta La Quiaca. Lo hizo empujando un carrito en donde llevaba su carpa, bolsa de dormir, ropa, comida y demás cosas. Corrió entre 25 y 30 km diarios dependiendo de las condiciones climáticas y geográficas. Comenzó su travesía solidaria (los más de 5700 km recorridos fueron transformados en litros de leche y alimentos no perecederos recolectados por Red Solidaria Tandil para 12 instituciones de esta localidad) el 19 de octubre de 2015 y la terminó el 21 de Julio de 2016 en la Quiaca.

En agosto de 2014 tuve un pico de stress, caminé 10 km en seis horas de forma inconsciente. En ese momento tenía tres empleos, trabajaba 13 horas. Un día, en un hueco de una hora, fui a ducharme a la casa de mi hermana y me quedé dormido. Cuando me desperté estaba sentado en una piedra atrás de las Sierras de las Ánimas en Tandil, donde vivo… ese lugar estaba tan alto como inaccesible, así que comencé a gritar y me tuvieron que rescatar. Esa misma noche quedé internado en el hospital y tuve un extraño sueño: me veía corriendo en una ruta llegando a un paraje, y luego corría nuevamente. Una vez que salí de allí, estuve asistido con psicólogos y neurólogos, tuve un mes sin trabajar donde tenía que si o si bajar un cambio. Cuando quise entra en la misma rutina de siempre, me encontré con que en uno de los trabajos me habían despedido, en otro me mantuvieron y en el tercero me redujeron las horas. Allí empecé a tener tiempo libre, y ese sueño que había quedado dando vueltas en la cabeza me empujó a correr una carrera muy conocida acá que se llama “La Tandilia”. Cuando crucé la meta mi cabeza automáticamente me dijo: -ésto es lo que tenés que hacer!!! Primero le busque a la travesía el lado solidario: cada kilómetro un alimento, contactándome con Red Solidaria de Tandil, y a los pocos días estaba hablando con mi entrenador Diego Simón, para planificar el gran viaje.

Me recibí a los 21 años y a los 23 me pasó esta situación… trabajaba en un ámbito social con realidades muy crudas, niños insertos en familias con problemas económicos… eso me hacía muy mal, y en vez de ayudar me terminaba amargando con el agregado de que no tenía tiempo libre para descargar haciendo deporte. Creo que fui llenándome de eso hasta que la cabeza dijo basta.

Cuando empecé a planificar el viaje hasta ese momento nadie había hecho corriendo Argentina de punta a punta. Hacer de Ushuaia a La Quiaca me podía ayudar con la magnitud del proyecto a conseguir sponsor, a difundir con facilidad ya que no había antecedentes de algo así. En realidad pensé que iba a ser más grande de lo que fue en lo que respecta a logística, porque paralelamente surgió otro chico con el mismo proyecto y estuvo apoyado por varias empresas. Rodolfo Rossi es el nombre de este atleta que salió en todos lados.

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En realidad yo lo organicé antes y un mes después apareció Rodolfo con su idea pero comenzó el viaje en agosto de 2015 y yo lo empecé en Octubre. Desde enero estaba difundiéndolo para conseguir apoyo y se superpusieron los proyectos, pero él lo hizo mucho más rápido porque no iba con carro, tenía tres vehículos de apoyo… Rossi era el Barza y yo Deportivo Riestra… lo más loco es que nos cruzamos, él había hecho 5000 kilómetros con todo su equipo y yo solamente 700 kilómetros con el carrito. A pesar de que él venía muy asistido y yo sólo con el carro, fue muy lindo el encuentro. Rodolfo venía haciendo al revés, de La Quiaca a Ushuaia.

Como lo hice yo es más difícil, porque arrancás desde cero metros y llegás a los 5000 msnm y también los vientos en la Patagonia siempre los tenés en contra. Al no tener tanto apoyo me motivó más hacerla de esta manera que era más osada, aunque al final me repetía: por qué no lo hiciste al revés.

Conocía la leyenda del vasco de la carretilla, y hubo un pehuajense que hizo varios viajes así, el Cacique Uruzuna. La idea original era hacerlo con un vehículo de apoyo y correr libre de peso. Al no conseguirlo dije: cómo hago para llevar las cosas?. Probé con una mochila de Mar del Plata a Tandil fueron 172 kilómetros en cuatro días, una maratón diaria y terminé con las rodillas

complicadas, eso fue dos meses antes de empezar la travesía. A raíz de eso empecé a pensar en el carrito: primero pensé en uno de bebé pero como iba a llevar peso, andar por ripio, cruzar ríos, necesitaba algo más resistente. Decidí descartar eso y hacerlo con un herrero. El carro sólo pesaba 40 kilos y con la comida la ropa, carpa, etc. llegó a pesar 70 kilos.

Estaba todo sumamente planificado, yo sabía los kilómetros que podía realizar, de dónde

hasta dónde iba a cubrir en el día, entonces me abastecía según las distancias que iba a hacer. Al principio corría de 20 a 25 kilómetros diarios, ya que del viaje de Mar del Plata a Tandil me había quedado una tendinitis rotuliana bilateral, así que no había podido ni probar el carro. Imagináte que dos semanas antes de empezar no podía correr más de 20 minutos porque me dolían las rodillas. En Ushuaia no tenía apoyo económico, ni logístico y además no podía correr. Pero lo increíble siempre es cuando uno pasa del dicho al hecho, cómo cambia la cabeza y la mirada de los demás simplemente por estar haciendo terrible



Vista Aérea

travesía… era el super atleta que iba a correr todo el país pero paradójicamente el mismo que hacía una semana atrás en Tandil no era nada. De esos 20 kilómetros diarios al principio, cuando llegué a los 1000 kilómetros me curé: se me fue el dolor, estaba sumamente motivado y cuando quise acordarme ya estaba manteniendo unos 30 kilómetros diarios. Cuando llegué a Chubut, a Gobernador Costa, me senté a planificar desde allí al final. Eso fue 5 meses antes, empecé a calcular y me daba que llegaba el día del amigo a la Quiaca y hasta ese momento era muy significativo porque la gente en el trayecto me había cuidado mucho, había hecho muchísimos amigos. No había ningún récord por cumplir, era un cierre simbólico llegar el día del amigo a las 12 del mediodía. Me adelante y llegué doce menos cinco. Organizarlo fue muy frustrante porque eran todos “no” y de golpe en Ushuaia eran todos “Sí”. Por ejemplo en Ushuaia paré en la casa de un hombre que tenía su hija en Tandil y de allí surgió

el contacto. El señor tenía una camioneta y como nevaba y la ruta estaba congelada, yo corría, me iba a buscar, y me llevaba a dormir a la ciudad y al otro día me dejaba en el punto hasta donde había llegado el día anterior. Entonces empecé a tener el apoyo logístico que no había conseguido antes. Mi sponsor fue la gente, lo entendí de esa manera a medida que fui avanzando. Todo Tierra del Fuego me apoyó, así que no usé el carrito. Esto me ayudo a no exigir las rodillas desde el comienzo. No conocía nada así que era todo deslumbrante: la adrenalina de correr, los paisajes, andar en el medio de la cordillera con la nieve… increíble. A partir de ahí se fue difundiendo y en Tierra del Fuego ya me empezaron a ayudar mucho. En Tolhuin la primera población luego de Ushuaia, llegué acompañado con cuatro autos… vivir eso a 3000 km de mi casa era algo alucinante. En Río Grande, llegué con 6 autos y una persona que me acompañaba corriendo. Eso que sucedió allí se contagió en todo el país, cuando arribaba a algún pueblo siempre había alguien para apoyarme que hacía de combustible para seguir corriendo.

Corrió durante 9 meses, 1 día, 1 hora y 54 minutos. Acampó 104 veces durmió 44 veces en casas, 25 en polideportivos y albergues, 32 en hospedajes, 15 en hostels y 10 hoteles. 1 vez en Gendarmería, 4 en destacamentos policiales. 2 en restaurantes, 24 veces en cabañas, 1 vez en Defensa Civil. 1 vez en una escuela. 6 en puestos y estancias. 2 en bomberos y 1 vez en un puesto Fito

Sanitario. 1 vez en un quincho, 1 en auto. Y 1 en cementerio. Corrió en las 4 estaciones del año por 12 provincias. Corrió en 2 países. Pasó por 81 localidades. Gastó 9 pares de zapatillas. 12 ruedas. Pinchó 32 veces. Uso 2 carpas. 4 celulares. 2 anafes. 2 bolsas de dormir y 2 colchones. Engordó 2 kilos. Lo acompañaron más de 500 atletas en las llegadas. Y lo esperaron más de 1000 personas en los pueblos.

Cuando salí de Tierra del Fuego, allí fueron 15 etapas y solamente lo usé dos. Desde allí a Santa Cruz tenía que pasar por Chile, puntualmente por Punta Arenas y ahí fue otro viaje porque tuve que empezar a correr solo. Hacían 10 grados bajo cero por ripio con el carro… los primeros trayectos fueron muy crudos. Estaba en otro país y si bien los chilenos


Los 5279 km recorridos fueron transformados en litros de leche y alimentos no perecederos recolectados mediante eventos que realizó Red Solidaria Tandil para 12 instituciones de esa localidad. Se entregó lo recolectado en instituciones representaban simbólicamente las provincias recorridas. Tierra del Fuego: La Casita de la Unión, Santa Cruz: Comedor Los Nietos, Chubut: Centro Maria Auxiliadora, Río Negro: Reinventar Tandil, Neuquén: Granja Los Pibes, Mendoza: Centro María de la Paz, San Juan: Taller Protegido, La Rioja: Comunidad Vecinal Barrio Las Tunitas, Catamarca: Asociación Redes Tandilenses, Tucumán: Mailen, Salta: Pajaritos de la Calle y Jujuy: Pachacamac.

me trataron muy bien, tenía en la cabeza que estaba en otro lado. El viento comenzó a soplar fuerte y en un momento me voló el colchón; estuve tres noches durmiendo sobre las piedras. Esos días me levantaba todo dolorido. Allí realmente entré en conciencia de lo que iba a ser el recorrido. Llegué a Santa Cruz acompañado de 17 personas, muchos autos, y empalmé la 40 en Río Gallegos... fue muy motivador pero complicado porque no tenía logística. Fueron 130 km que no hice de la 40, pero los reemplacé con los 207 kilómetros que hice de Chile.

parando, elongando, descansando. No hacía los 30 km contínuos porque con el carro se ponía difícil. Alrededor de las 6 de la tarde si la ruta estaba buena y tenía el día hecho, merendaba, y sobre todo en Patagonia, aprovechaba para leer un libro o escribir algo porque el día duraba hasta las diez de la noche. En el norte la tierra era muy complicada así que corría de sol a sol, a veces completaba los 30 km, pero otras hacía 20 km en 10 horas… era duro, llegaba, comía y me acostaba. Cuando entraba a las ciudades dependiendo de quién me recibía, ya sea hospedaje o casa de familia, quería aprovechar para conocer la gente que se ofrecía llevarme a pasear. En las ciudades por lo general, terminaba más cansado pero era el momento para compartir y llenarme de energía.

Acampaba, luego me levantaba bien temprano miraba el amanecer, en La Patagonia lo hacía más temprano así evitaba los vientos en contra y podía. Desayunaba bien fuerte y tipo 9 o 10 empezaba a correr dependiendo del viento. En una ruta normal los 30 km me llevaban 6 horas. Cada una hora ingería alimentos y si tenía mucha hambre a las 3 horas hacía una buena comida. Iba mirando paisajes, sacando fotos,

Comía un montón, tenía dos tipos de comidas: la sana que me hacía bien al físico que la hacía durante la ruta, y la que me hacía bien a la cabeza. Llegaba a un pueblo y comerme una

Guillermo Isidoro Larregui Ugarte, conocido como El vasco de la carretilla también denominado "El Quijote de una sola rueda", recorrió más de 22.300 km a pie empujando una carretilla de 130 kg. Hizo cuatro travesías: La primera inició en 1935 cuando tenía 50 años, partiendo del paraje Cerro Bagual, a 120 km de Comandante Luis Piedrabuena (Santa Cruz), llegando a Buenos Aires 14 meses después. La segunda la comenzó en 1943, desde Coronel Pringles (Pcia. De Bs. As.) y la finalizó en La Paz (Bolivia). La tercera la realizó desde Villa María (Córdoba) hasta Santiago de Chile. Su cuarta y última caminata la

efectuó desde Trenque Lauquen (Buenos Aires), hasta el Parque Nacional Iguazú, en Misiones. La carretilla tenía la base de 70 cm x 110 cm y 30 cm de alto y dentro llevaba una carpa de 2,5 metros de largo por 2 de ancho; una cama plegadiza, colchón, colcha, herramientas, utensilios de cocina, calentador, cepillos, brocha, navaja y provisiones. La primera carretilla del vasco Larregui Ugarte quedó en el Museo de Luján. Guillermo Isidoro Larregui Ugarte había nacido en Pamplona el 27 de noviembre de 1885. Murió el 9 de junio de 1964, cuando aún no había llegado a cumplir los 79 años, en Puerto Iguazú. Lo enterraron en el cementerio de esa ciudad y en ese momento, se había convertido en un personaje de leyenda.

milanesa napolitana con papas fritas era mi mejor trofeo. Imagináte, una vez en un pueblito éramos tres para comer, los otros dos comieron dos porciones de pizza cada uno y yo comí una pizza y media, de hecho nunca perdí kilos sino que gané músculo. La grasa se mantenía normal, y la masa muscular me aumentó por empujar tantos kilos. Primero me decían que estaba loco y después, que era muy emocionante… lo que se generó es uno de los ítems más importante que tuvo el desafío. Llegaba a un lugar y la gente que no conocía, se emocionaba cuando contaba la historia. Tuve entrevistas con periodistas que lagrimeaban en medio de la nota. Me crucé con un veterano de guerra y cuando le conté lo que estaba haciendo, se largó a llorar desconsoladamente, es fuerte que alguien que estuvo en situaciones tan difíciles se emocione con esto. La gente no me conocía y se relacionaba muy rápidamente, gracias a ellos llegué a cumplir el objetivo.



Creo que es un Martín el que arrancó y otro el que llegó, gracias a la experiencia que viví. La rutina del día a día que tenía en Tandil no me dejaba ver un montón de cosas qué hoy sí veo. Con el tema por ejemplo del colchón, cuando se me voló algo tan simple empecé a valorar otras cosas. Capaz que estaba 9 días sin bañarme, algo tan normal en el día a día, entonces valorás una ducha como nunca. En las charlas que daba en las escuelas y les contaba que en nueve meses vi a mi papá una sola vez y a mi mamá no la vi…uno describe que los intereses son unos y no otros. Yo quiero llegar a viejo y llenarme de momentos, hoy no me interesa el auto ni el mejor teléfono. Quiero que los capitales estén cuando tenga una familia y sean necesarios para mis hijos, mientras tanto no quiero cinco autos, quiero momentos que son los que uno se va a llevar. La vida pasa por otro lado, por valorar lo simple… También es cierto que tampoco puedo vivir haciendo esto porque es puramente satisfactorio, no gané económicamente nada haciendo este viaje. Quiero estirarlo lo más que pueda para poder llegar a viejo lleno de esos momentos.

kilómetros, unos doce días de los cuáles los últimos 100 km los hice con una rueda rota…imagináte los 70 kilos desbalanceados en una zona de mesetas y cerro, con muchísimas subidas y bajadas. El tramo me puso esta prueba y cuando llegué al pueblo Perito Moreno dije: después de esto, qué puede llegar a pasar? También al final tuve una tormenta de 12 horas en Jujuy, con ráfagas de viento de 130 a 140 km/h con -22 grados y nieve. En el campamento se me rompían las varillas y se me tajeaba la carpa. Fueron 12 horas en cuclillas teniendo la carpa para que no se vuele. Al otro día cuando salí pensé qué me puede llegar a molestar después de pasar por esto. A los dos días me agarró una tormenta de arena y después, ya ni me mosqueé. Estas experiencias límites me fortalecieron. Te cuento un ejemplo: usé 9 pares de zapatillas en todo el recorrido de las cuales 4 o 5 compré yo y las demás me las regalaron empresas o gente particular. Fui con el dinero de un cuarto de la vida que llevé, en algunos lugares que me invitaron a dormir, a comer y también me ofrecieron indumentaria. Si hubiera sido por lo que tenía hubiera tardado más, o se habría puesto difícil. El sponsor fue la gente.

Fue cuando llegué a al Perito Moreno, la última localidad Santa Cruz. Esta provincia me llevó dos meses correrla. Era un tirón de 350

En Patagonia y Cuyo estuve muy acompañado y si bien fue duro, la gente estaba constante-

Adrián, “El Cacique” Uruzuna, entre 1996 y el año 2000 realizó una serie de viajes con un carro que lo apodó el patamóvil. Adrián tiene 53 años, es de Pehuajó y vive en Mar del Plata, es profesor de Educación Física, guardavidas y estuvo 4 años de su vida viajando con un carro: el “Patamóvil”. Realizó cerca de 15000 km, cruzó toda la Argentina desde La Quiaca a Ushuaia en solitario en dos etapas, recorrió todo Canadá también en solitario y recorrió Noruega y Bélgica. El primer “patamóvil” tenía una estructura de aluminio con una caja plástica, dos ruedas de mountain bike a los costados y dos varas largas de 2,5 m. curvadas, sujetos a la persona por un doble arnés de cintura y pecho, diseñado por Pablo Pilota. Las varas continuaban 20 cm por delante con forma de cuernos para darle el tercer

punto de tracción, ya que llevaba al carro de tiro. Ya en la segunda etapa Argentina, de Ushuaia a Mar del Plata, cambió la caja por baúles, más resistentes y de mayor capacidad. Cuando llegó a Mar del Plata construyó el segundo “patamóvil” más cómodo para correr y podía soltar los brazos ya que tenía tres ruedas, Era de hierro estructural y tenía un peso sin carga de 28 kg, y con carga de 100 kg. Calculaba en la media de sus viajes una distancia entre 40 km por día, haciendo unos 1000 km por mes, contando unos 20 días de trote y el resto de descanso. Viajando ,el día que más kilómetros recorrió fueron 72 pero dentro de las 24 horas fueron 81 km. Viajes : 1996 La Quiaca –Mar del Plata 2400 km, 1997 Ushuaia Mar del Plata 3100 km. 1997 1ra etapa de la Vuelta al mundo, Cruce de Argentina 5500 km, 1998 Vancouver Montreal 4800 km y 1999 Noruega – Bélgica 3425 km

mente. En la Rioja, antes de subir la Cuesta de Miranda, había pasado la mitad perfecto (que era Mendoza) y pensé: -ya está, ya tengo el viaje. Inconscientemente comenzaron a aparecer los dolores, porque me empecé a relajar. Un día me resbalé y lastimé. Entonces hablando con Diego Simón me dijo:- vos estás pensando que llegaste y todavía no lo hiciste. Entonces nuevamente me concentré en el viaje. Nada de lo que hice los primeros 5000 km hasta San Carlos, Salta, sirvió hasta que empecé a correr en el ripio los últimos 700 km… fue un desafío aparte. Estos últimos 700 km fueron duros: correr en altura, empujar el carro en un ripio muy blando arenosos donde se encajaban las ruedas y se me resbalaban las zapatillas vencidas haciéndome golpear las rodillas, se me congelaban los dedos, a veces pisaba y me hundía en el hielo y cuando salía tenía un pedazo de hielo incrustado en el tobillo…. Esto realmente fue un desafío aparte. Llegaba al límite con el agua, me tiraba al suelo en el medio de la ruta porque no daba más, y no pasaba ni un auto…la verdad que el final fue muy duro y uno nunca debe dar nada por hecho hasta llegar a cumplir el objetivo, pero cada pasito que daba era un avance que me acercaba a mi casa.

El viaje nos unió más, esperaba la llamada después de días y era un momento muy lindo. Mi papá, mi hermana, su hijo y mi cuñado fueron a mitad del viaje y después Rocío, mi novia, viajó


diferentes partes del país, la recibida fue increíble y la llegada a Tandil fue multitudinaria, me recibieron en la rotonda de la ciudad y corrimos 4 kilómetros hasta el centro de la Municipalidad… fue mucho más lindo de lo que soñé.

Al principio no, porque estaba cansado y me llevaban para todos lados, luego entré como en un duelo porque sentía que todos los días me alejaba de la mejor experiencia de mi vida, pero después el pensamiento fue que eso me iba a marcar para siempre. Cuando en el viaje no sabía dónde iba a dormir, extrañaba la paz de mi casa y ahora extraño la adrenalina de cuando estaba en el viaje. Por suerte ahora estoy haciendo el libro del desafío y me vienen todas esas vivencias a la cabeza. Fue una experiencia muy fuerte. Los primeros días tuve que seguir corriendo y recién a las seis semanas de llegar me acomodé un poco.

tres o cuatro veces y se encargaba de la difusión contactándome con las municipalidades…. gracias a ella se me simplificaron las cosas. Mi mamá sufrió mucho, bajó como 9 kilos, mi papá estaba tranquilo. Yo también me encargaba de transmitirles seguridad para que se queden bien. No me olvido más, el día que subí el Abra del Acay, 4895 msnm, que eran 105 km de subida (la ruta nacional más alta del mundo), sabía que iba a ser duro y entonces compartí eso en las redes sociales. Antes llamé a mi mamá y le dije:voy a publicar que va ser duro pero quedáte tranquila que es para que la gente sepa del lugar. Se lo aclaré, pero cuando lo hice y se lo conté, casi se muere, fue terrible. Cuando subí el Abra del Acay tuve un problema en la rodilla, se me congelaron los ligamentos y se me cargaron muchos las piernas, me tuvieron que infiltrar dos veces en el día. En el hospital me decían

que tenía dos opciones: -“te faltan unos 300 km, o seguís corriendo y te rompés y con 25 años no corrés nunca más, o mezclás trote con caminata”. Entonces me dije:- superé todo esto… camino y troto. Estaba a 150 km de La Quiaca y no me podía relajar. Fue muy difícil llegar, si bien estaba cerca me sentía lejos por los temores de las tormentas de la nieve. Recién una vez que pase en Jujuy la última localidad, Sucres, a unos 60 km de llegar, volvió la adrenalina y la tranquilidad. En ese momento, la gente que viajaba a recibirme se empezó a acercar y ya no estaba sólo para disfrutar el final. La llegada a la Quiaca y a Tandil fue lo que más me imaginaba. En la Quiaca fueron muy emocionantes los últimos kilómetros, no paré de llorar…cuando pasé el cartel que decía “La Quiaca” fue increíble. Viajaron casi 30 personas de

En enero de 2018, deseo hacer el Aconcagua corriendo, quiero entrenar fuerte para estar cerca del record de Karl Egloff con una marca de 11 horas 52 minutos, o cerca del de Killian Jonet de 12 horas 49 minutos… con 13 o 14 horas estoy mas que contento. Este verano voy a entrenar a Neuquén, Mendoza y, si puedo, San Juan para ganar experiencia.

A mi familia, a Diego Simón, Silvia, a red solidaria Tandil, a Rocío y a la gente que fue la hacedora de la travesía.


ste año decidimos correr en posta en el T Terma de Pinamar y para hacerlo p participamos: Norma Suarez, Candelaria Occhi, María Trinidad Acuña y Mélisse Castaingts, conformando así el equipo llamado: “Vamos por más las chicas”. Estábamos muy emocionadas con planificar y organizar el viaje pero aún teníamos algunos temas a resolver como el transporte y el alojamiento. Para el primero, propusimos a nuestro masajista Héctor Rueda quien afortunadamente aceptó de inmediato y para el segundo, María Trinidad se contactó con un amigo, Lucas Vargas que es oriundo de Pinamar y nos ofreció alojamiento con sus padres. Por lo tanto, teníamos las cuestiones operativas resueltas,

sólo quedaba esperar el gran día. Teníamos incertidumbre y ansiedad por correr en esos terrenos, ya que no poseíamos la experiencia. Estratégicamente nos repartimos los tramos que correríamos, ya que algunas veníamos de lesiones recientes. Llegó el día tan esperado y el sábado 6 de agosto salimos cerca del mediodía de La Plata. El viaje fue muy placentero, risas y charlas con mate acompañaron la distancia. Llegamos temprano a Pinamar, allí nos esperaba la familia de Lucas, Ramona y Hugo, para darnos la llave del departamento. Luego de instalarnos, fuimos al sitio de entrega del kit para consultar cómo llegar a las largadas de cada posta, pero lamentablemente los encargados de la

organización no supieron esclarecer nuestras dudas. Volvimos a nuestro alojamiento preocupadas por cómo llegar a la carrera, por eso le consultamos a Hugo, quien muy amablemente se ofreció a llevarnos a un reconocimiento nocturno de los lugares de relevo, también se brindó a acompañarnos al lugar de partida correspondiente a cada una ¡Ya teníamos todo organizado! Al otro día nos levantamos temprano, la temperatura era de 4ºC. Nos preparamos para salir y una vez listas, nos dirigimos a la largada con el grupo y cada uno se ubicó en su lugar de partida. La primera fue Norma, luego Candelaria, en la ubicación siguiente estaba María Trinidad y por último Mélisse.


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Para esta carrera realicé un entrenamiento especial que duró aproximadamente un mes. Me tocó largar primera, por tal motivo tenía muchas sensaciones: ansiedad, nervios y responsabilidad, entre otras cosas. Los 5km que corrí fueron por la playa, muy cerca del agua dado que la arena allí se encuentra más firme. Esto me permitió desplazar a una buena velocidad pese al fuerte viento y sólo subí un médano grande de arena blanda, encontrando la segunda posta donde estaba mi compañera Candelaria. Fue un alivio verla, ya que me costó bastante. Luego me quedé esperando a que me vengan a buscar para ir a la llegada y así recibir a mis compañeras. Esta carrera fue una experiencia hermosa en dos aspectos: por un lado era una experiencia nueva dado que no suelo correr carreras de aventura y por el otro, fue lindo competir en equipo y compartir ese momento con Mélisse, Candelaria y María Trinidad.

corredores, algunos ya habían corrido esta carrera y otros, como yo, era su primera vez, con lo cual estábamos llenos de dudas y expectativas. Ya lista, salí rápidamente. La primera parte era bosque con senderos de arena, pero pronto llegaron los temidos médanos. Fue muy duro, exigente, sin descanso, ni bien terminaba de bajar uno ya venía el siguiente. La arena suelta y seca me hacía sentir lenta y pesada… costaba avanzar. A pesar de la dificultad del terreno y el cansancio había un buen clima entre los par ticipantes dado que entre todos nos alentábamos y no decíamos palabras de apoyo. Fueron 7km donde di todo de mí hasta el final. Aunque mis piernas estaban cansadas, mis rodillas explotaban y mi corazón latía agitado por el esfuerzo y la adrenalina, sabía que María Trinidad me estaba esperando. Cuando la vi puse hasta lo último que tenía para poder seguir manteniendo el buen tiempo que veníamos haciendo y de esa forma cooperar con el equipo. La carrera fue muy interesante, la organización fue excelente y por suerte había buen clima entre los corredores. La experiencia fue muy buena y lo mejor fue haberla compartido con grandes personas.

Mi posta fue la segunda. Mientras esperaba a Norma entraba en calor y conversaba con otros

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Una vez en mi posta empecé el precalentamiento mirando el reloj y calculando el tiempo que tardaría en llegar Candelaria. En ese momento llegó Norma -ya había terminado su tramo- y Hugo, que venía a buscar a Candelaria, luego de que me entregase la posta. A lo lejos divisé a Candelaria, me puse en posición para intercambiar el chip y le grité “¡Vamos Peque!” ( ese es su apodo). Llegó muy rápido, hicimos el intercambio y comencé a correr. Una vez en carrera, visualizaba sólo médanos y a otros corredores, durante unos 3km. Después el terreno cambió por senderos de bosques con arena que estaba muy floja y dificultaba el recorrido hasta el final. Cuando ya faltaban unos 100 metros le empecé a gritar a mi compañera que seguía: “Meliiii”, para darle aviso de mi llegada y así estar lista para el intercambio del chip. En el sitio de posta Mélisse me estaba esperando con Norma, Candelaria y Hugo. Mientras Mélisse salió corriendo, nos dirigimos a la llegada para recibirla, nos ubicamos a unos 100 metros del arco.

General Damas 1° Estela Aldaz 2:23:24 hs 2° Lorena Francani 2:28:39 hs 3° Andrea Moneta 2:28:56.hs

Equipos Caballeros 1° Los Potz 2:07:31 hs 2° Az Team 2:08:38 hs 3° Mc Running Team 2:09:03 hs

Equipos Mixtos 1° Por Nuestros Amores 2:17:29 hs 2° Simbronaso 2:23:21 hs 3° Doblas Trial Team 2:29:46 hs

General Caballeros 1° Mauricio Olivera 1:51:40 hs 2° Santiago Coria Steel 1:51:44 hs 3° Gonzalo Rodríguez 1:53:00 hs

Equipos 90 años 1° Trotiadores 1 2:24:42 hs 2° Iaco Quiero Podio 2:25:57 hs 3° Si Podes Alcanzame 2:52:18 hs

Equipos Damas 1° Hakuna Matata 2:53:05 hs 2° S.O.S. 2:54:24 hs 3° Power Ponies2:55:04 hs

Posta Caballeros 1° La Costa Team 1:51:17 hs Postas Mixto 1° Fila Team 2:00:07 hs Posta Damas 1° Somos Bardo 2:23:49 hs


Es la segunda vez que corro en posta, y nuevamente me tocó el último tramo. Para mí no existe sensación más excitante que la adrenalina al largar una carrera, no reemplazaría por nada el placer y la satisfacción que produce llegar a la meta final. Como cuarta y última parte, con un clima muy agradable y soleado, esperé la llegada de María Trinidad. Estaba muy tranquila esperando, mientras observaba a mi alrededor… siempre

siento mucha admiración al ver a los deportistas, ya que dan todo de sí de un modo muy tenaz. Con los otros corredores estábamos muy ansiosos por salir, alentábamos y felicitábamos a los atletas que desfilaban como también mirábamos con angustia a los corredores de posta para poder predecir una posición. Inesperadamente, llegó Norma y Cande, que venían en auto para compartir conmigo los últimos momentos de espera y el último cambio de chip de nuestro equipo. Al rato pasó la primera posta que suponíamos era femenina. A partir de

ahí íbamos controlando el reloj. Cuanto más tiempo pasaba, más se alejaba la posibilidad de podio. Igualmente esta vez no esperaba eso sino que había venido a disfrutar de una carrera de aventura con amigas y conocer Pinamar. Llegó María Trinidad y ya habían pasado casi 10 minutos de la salida de nuestra competidora. Era imposible, al menos para mí, recuperar esa diferencia en menos de 7km. Independientemente del resultado, iba a dar lo mejor de mí porque me gusta exigirme y también por el bien del equipo. Además del buen


tiempo que hicieron mis compañeras, confiaba en mí, en mis piernas y en mi cabeza. El recorrido fue variado y muy lindo. Corrí un largo tramo entre los pinos sobre una tierra no muy firme que consumía la fuerza del impulso, luego pasé por el pasto corto de la cancha de golf, un tramo de calle, para finalmente terminar sobre la arena firme, cerca de la orilla

del mar. Esta parte fue, sin dudas, la que más me gustó porque la arena absorbía los impactos y eso producía que el trote fuese más agradable como también porque me recordaba a mi pueblo de infancia. Esa nostalgia se sumó a la emoción de finalizar la carrera. Realmente no tenía ganas que terminara, pero al correr pocos kilómetros iba a una

velocidad bastante exigida en la cual no me sentía tan cómoda. Al terminar de cruzar la playa me esperaban mis tres compañeras alentándome y acompañándome. Corrimos los últimos metros hasta el arco de llegada. Sentimos muchísima alegría de poder haber completado esta carrera con un tiempo de 2 horas 33 minutos, quedando así en el segundo lugar en la posta, categoría damas. Las cuatro queremos agradecer especialmente a Héctor y a la familia de Hugo Vargas por todo lo que nos brindaron en nuestra estadía en Pinamar. El año que viene pensamos estar nuevamente presentes para desafiarnos en una nueva aventura.


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eanine de tan sólo 23 años, logró batir el r récord de apnea en modalidad de i inmersión libre que era ostentado por la plusmarquista rusa Natalia Molchanova, sumergiéndose hasta los 92 metros de profundidad en el agua de la isla caribeña de Bonaire. Este evento ha tenido un componente muy fuerte ya que la poseedora del último record

falleció en agosto de 2015 en aguas de Formentera durante inmersiones recreativas con amigos, causando una gran conmoción en toda la familia de la apnea mundial. Grasmeijer muy emocionada por su logro, declaró que le hubiese gustado poder llegar a su triunfo con la presencia de Natalia Molchanova. El récord de la holandesa se realizó en

condiciones óptimas con una visibilidad de 35 metros y con la temperatura del agua entre 27 y 30 grados. Por otro lado, el venezolano Carlos Coste y la rusa Marina Kazankova superaron récords mundiales el pasado 9 de septiembre durante el Bonaire Deepsea Challenge. Coste batió su p r o p i a m a r c a l l ev á n d o l a a 1 7 7 m e t r o s. Kazankova, por su parte, superó la marca previa femenina de la japonesa Ai Futaki de 100m (México, 2011) alcanzando 154 metros en 3 minutos exactos. La nadadora rusa, llamó la atención de los niños y el público en general, usando un traje de sirena brillante y una monoaleta. Carlos, con movimientos suaves y rítmicos, mantuvo a la audiencia en suspenso. Sorpresivamente, muchos de los espectadores se lanzaron al agua y desde el fondo hacían ruidos y aupaban a los deportistas para que llegaran a la meta. Al finalizar los performances, todos se unieron a la celebración subacuática. Los registros están pendientes para validación de las evidencias por parte de Guinness en Londres. Deepsea Challenge, en su segunda edición, ha sido un éxito en muchos niveles. Los ocho días de competición en el Caribe Neerlandés, lograron reunir una élite de 15 atletas de 10 países para empujar sus límites y romper registros mundiales, continentales y nacionales en 4 disciplinas: peso


constante, inmersión libre, peso constante sin aletas y estática. Otra importante actuación fue la de la brasilera Carol Schrappe, quién realizo -95m alcanzando un nuevo récord Sudamericano en peso variable en una exhibición de apertura del evento, el 2 de septiembre. En esta modalidad el competidor, desciende con un trineo cargado de peso, lo deja en el fondo, y asciende por sus propios medios. Los ganadores de la competencia, siendo los atletas más completos en la sumatoria de 4 disciplinas fueron: en la categoría femenina la estadounidense Ashley Chapman quien además logró dos récords nacionales en peso constante e inmersión libre con -84 metros de profundidad en las dos disciplinas. En la categoría masculina ganó el español Alfredo Roen, quien también hizo marca nacional en peso constante con -102 metros de profundidad. La francesa Aurore Asso realizó una anotación de 54m en peso contante sin aletas, rompiendo el puntaje nacional de su país. El novato Alex Alvarado, debutó en esta competencia como el primer puertorriqueño en par ticipar en apnea, resultando ganador masculino en la modalidad de estática con 5 min 29 seg. Bonaire Deepsea Challenge 2016 en su totalidad, fue filmado en 360 grados por los cinematógrafos Dave Faires y Tom Boyd, y el material será presentado en un show en la ciudad de Las Vegas.


l año pasado por un acertado pronóstico d de mal tiempo, decidimos cambiar n nuestro destino de ascenso al Cerro Negro del Inca (4611 msnm) por un cerro más bajo pero con muy pocos ascensos: el Cerro de los Tambillos (4370 msnm). Allá fuimos con el grupo, pero la cumbre se nos negó ya que el terreno se hizo muy complicado.

A principio de este año nos planteamos con Gabriel Barral, guía y amigo, intentar aquel cerro al cual no pudimos ir por mal clima en octubre del 2015. Esta vez éramos 5 clientes y 2 guías. El grupo estaba formado por: Gloria, Sebastián, Martín, Gerardo, Patricio, Gabriel Barral y yo (Gustavo Rodríguez). El fin de semana elegido fue el de Semana Santa para contar con un día

más y viajar más tranquilos. Llegar a Mendoza no fue un problema, fuimos en 2 autos y el viaje se hizo muy ameno. El tema fue pasar de la aduana Horcones hasta Las Cuevas (lugar donde íbamos a dormir la primer noche en un refugio a 3200 msnm, para aclimatar un poco y descansar bien) ya que la gendarmería estaba cortando la ruta porque la aduana chilena estaba saturada de turistas que cruzaban a ver el partido de la selección argentina. Después de varias idas y vueltas y algunos momentos de tensión con la gente que estaba esperando, la ruta se liberó y pudimos pasar para llegar a la encantadora Villa Las Cuevas, un hermoso lugar que la gente de la zona está rescatando para darle el valor y la importancia que se merece. El grupo se juntó en el refugio el jueves por la tarde y muy motivados armamos el equipo, cenamos y entre charlas e historias de montaña se hizo la hora de descansar. El viernes temprano “el Teje” (Carlos Tejerina refugiero y experiementado guía mendocino) nos agasajó con un abundante desayuno, el cual saboreamos con los últimos preparativos. Después de la foto de rigor en la puerta del refugio, bajamos en los vehículos unos 5 kilómetros hasta la Casucha del Rey a orillas del rio Cuevas (entre 1765 y 1770, época en que


Mendoza formaba parte de la Capitanía General de Chile) donde el gobierno español ordenó construir alrededor de ocho posadas o bóvedas para dar refugio a los correos y viajeros que cruzaban la cordillera, aún en invierno. Ahí dejamos los autos y comenzamos a caminar. La aproximación al campo base fue muy sencilla pero a la vez muy atractiva ya que mientras íbamos ganando altura empezaban a aparecer unas vistas hermosas, por ejemplo el Cerro Tolosa en toda su dimensión. Luego de 2

horas y media llegamos a los 3300 msnm. Entrados en la Quebrada de Navarro armamos nuestro campo base a orillas del Arroyo del Navarro que nos proveería de agua durante la expedición. Después de comer y como ya era costumbre cuando íbamos con gente a un cerro que no habíamos visitado anteriormente, fuimos con Gabi a caminar un rato valle arriba para analizar el terreno y ver la mejor vía de ataque a la cumbre, para agilizar el ascenso. En uno de los puntos que utilizamos como

mirador pudimos ver muy cerca un par de guanacos que muy curiosos parecían seguirnos. Al mismo tiempo nos observaba desde lo alto la Pared Sur del Aconcagua que acompaña todo el ascenso como un testigo silencioso. Después de subir hasta casi los 3800 msnm. decidimos que ya teníamos en claro por donde ir a la cumbre la mañana siguiente. Bajamos al campo base, compartimos unos buenos mates y después de descansar un rato disfrutamos de unos exquisitos fideos con salsa

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Cerro Negro del Inca

Argentina mendoza

Aconcagua

Cerro Negro Las Cuevas

rosa. La noche estaba estrellada pero por detrás de los cerros se podía comenzar a ver la claridad que nos avisaba que la luna llena estaba por asomar. La mañana de sábado era fría, el grupo estaba muy motivado, y previo desayuno, comenzamos a caminar a las 8:30 hs. El ascenso fue largo y por momentos molesto, porque subíamos por unos interminables acarreos en donde muchas veces avanzás un paso y retrocedés dos porque está todo muy suelto. Íbamos muy bien y con un ritmo que nos sorprendió fuimos ganando altura. Minutos

después comenzamos a ver en su máximo esplendor el Cerro Aconcagua, Tolosa y un poco más tarde el Cerro Cuerno. Cerca de las 15:45 hs y con mucho viento y frío, después de cruzar algunas lenguas de nieve, llegamos a la tan preciada cumbre. Pura alegría y abrazos…para algunos la primera cumbre, para otros con más experiencia otra cumbre que siempre deja ver el lado más lindo de la montaña, la amistad y el compañerismo. Después de muchas fotos y de comer algo, bajamos. A las 18:45 hs. estábamos en el campo base,

del Inca

desarmando para bajar hasta los autos y dormir en la Casa del Rey y de esa manera adelantar la vuelta el domingo por la mañana, no porque quisiéramos volver sino porque no quedaba otra más que hacerlo. El descenso hasta los autos fue rápido y por más que algunos ya estaban muy cansados pudimos instalarnos, comer unos ricos capelletinis y dormir placenteramente. Una vez más, Mendoza nos dio la bienvenida, nos dejó hacer y nos despidió con una sonrisa.


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l sol pinta de amanecer la punta del Cerro Cuerno. El campamento de Plaza Canadá aún en sombras, recibe el frío helado del alba. Desde mi carpa entreabierta, y apretada en mis manos, una taza de café humeante se antepone a ese pequeño halo de luz dorado que pronto avivará la existencia de quienes aún yacen acurrucados en sus bolsas de dormir.



Aconcagua

Argentina

Adrián “Roger” Cangiani, guía experto de la zona y de esta expedición, custodia los hornillos que suenan como turbinas calentando el agua para el desayuno de los participantes de la primera edición del proyecto “Argentinos al Aconcagua”. Lo miro todo abrigado desde mi guarida de plumas y pienso en algunas cosas que conversamos el día anterior en Plaza de Mulas, el campo base para ascender el Monte Aconcagua por la ruta normal. Encontrar personas subiendo las montañas más importantes del continente y del mundo sin preparación física y sin experiencia de ascensos a montañas menores es una tendencia que ha sucumbido al montañismo desde hace varios años y genera cierta preocupación. El mundo de la alta montaña ha pasado a ser un mundo posible para el turista que no piensa mucho en las consecuencias. Reflexiono esto y los riesgos que se fundan, no sólo para la vida de esa persona, sino para el grupo que la acompaña, para la gente que ha de afectarse a evacuaciones evitables…

Roger se mueve lento, como midiendo cada acción. Tiene la responsabilidad de un grupo que como muchos otros, sueñan con esta montaña y su cima. “Para mí es importante que la persona disfrute la montaña y si esto no está sucediendo, interfiero, colaboro para tomar las medidas necesarias, y si esas medidas conllevan el descenso de esa persona, siempre estaré pensando que pueda regresar para intentarlo otra vez”. Aconcagua es de alguna manera un hogar para él, lleva muchos años trabajando en sus laderas, ha visto y vivido muchas cosas felices y también tristes. Su mirada amable habla de experiencia, enlazando amistad y confianza en el grupo. Desde hace once años que la montaña ha entrado en mi vida como un motivo de mis días. Sin ser guía de montaña, más bien como fotógrafa especializada en coberturas de alta montaña, siempre he pensado y sentido que para poder caminarla, escalarla, subirla sin impor tar la altitud tenemos que estar preparados, por uno mismo y por quien

mendoza

acompaña. Me uno a la expedición de Argentina Extrema (AE) apoyando el programa “Argentinos al Aconcagua” coincidiendo con los valores y el espíritu hacia los Apus. Entendiendo que generar conciencia de lo que actualmente sucede en el montañismo mundial tiene que trascender lo económico y virar a lo educativo. Enseñar a mirar y sentir la montaña como parte de un programa integral que una agencia ofrece a la persona que se acerca y entrega su confianza para cumplir el sueño de montaña. Fernando Robledo y Leandro Scheurle, dueños AE crearon el programa con la intensión de mitigar esta tendencia y preparar física, psicológica y emocionalmente la experiencia de ascenso a la montaña más alta del continente americano, pero también con el objetivo de hacer abordable económicamente esta gran aventura de montaña a los argentinos participantes. Gabriel (51 años) empresario, Juan (51 años) veterinario, Andrés (30 años) médico, Guido (30 años) ingeniero mecánico, Gustavo


(30 años) guía de turismo y Luciana (34 años) ingeniera en minas fueron los participantes de la edición 2016. Los seis con el entusiasmo a flor de piel y la motivación necesaria para afrontar Aconcagua, los seis entendiendo con humildad que más allá de toda preparación, la montaña finalmente decide las cumbres. El 20 de Febrero ingresamos al Parque Provincial Aconcagua. Las condiciones del clima habían mejorado un poco en una temporada bastante dura climatológicamente marcada por el fenómeno de El Niño, que incluso trajo aludes de barro y piedras. Sin embargo, había optimismo de buen clima en los días claves para el ascenso. El hongo de Aconcagua nos acompañó en varias de las jornadas de aclimatación. La montaña nos regaló atardeceres inolvidables que hicieron

valer todos los esfuerzos. El día 2 de marzo con inconmensurable emoción, parte del grupo llegó a lo más alto de América. Fue indispensable el apoyo de Juan Herrera que se unió al equipo en el campamento Nido de Cóndores para asistir a Roger, quien junto a la celebración del grupo, conseguía su cumbre número 25. Juan y Laura, dueños de “Juan Herrera Travel Service” además brindaron la logística de campamento base en Plaza de Mulas y Confluencias. “Cruzar el umbral del cansancio, superar los límites mentales del no puedo, es algo que se logra en buena parte por esfuerzo propio, pero indudablemente quien te guía tiene mucho que ver. Sentí la unión y la compañía constante del grupo en la montaña, la presencia de mi familia

que me daba fuerza para continuar y agradecimiento a Roger por ser un gran orientador, un amigo”- comentó Gabriel en su descenso. Aconcagua por la vía normal no es un objetivo inalcanzable o reservado para expertos, pero es un objetivo que para vivirlo a pleno requiere de una preparación adecuada, sin improvisaciones. Una preparación para poder conocer nuestro cuerpo y sus reacciones en diferentes altimetrías, para comprender el vínculo y la experiencia que queremos tener y vivir junto a la montaña. Una preparación para cultivar el compromiso y responsabilidad por uno mismo y por el compañero, para prevenir accidentes, malas experiencias, respetar la montaña y la vida.

“Argentinos al Aconcagua” es un programa anual que aspira a que sus integrantes estén preparados física, psicológica y emocionalmente para enfrentarse al vigía continental. Entrenamientos adaptados y ascensos previos no sólo preparan las piernas y los pulmones del participante, sino que también preparan esencialmente el corazón y la mente.


a región de Aysén cuenta con bellos paisajes que van desde la zona costera en el Pacífico, pasando por los Campos de Hielo Norte y Sur, las zonas de los valles en las que se encuentran presentes los grandes lagos binacionales: General Carrera, Cochrane y O´higgins y el Río Baker de mayor caudal en el país, hasta la estepa patagónica en la zona fronteriza con Argentina.

Inserto en este entorno distante a 345 km sur de Coyhaique, nace en Cochrane en el año 2014 la carrera Aventura San Lorenzo, una competencia que desafía a los corredores de aventura a completar los recorridos de 200 y 150 km durante dos días, en los que los equipos duplas deben realizar disciplinas de kayak, mountain bike y trekking, sumándole orientación.

El día 24 se llevó a cabo la acreditación de equipos y la charla técnica en el Mercado Municipal Tamango, donde se reveló el recorrido de la competencia y se entregaron los tips más relevantes para los ansiosos deportistas que se dieron cita durante este año duplicando la participación de las dos primeras ediciones. La carrera habitualmente se desarrolla en torno al monte San Lorenzo, la segunda cumbre más alta de la región de Aysén con 3.706 mts. El lugar ofrece una serie de paisajes cordilleranos rodeados de glaciares, bosques, lagos y los valles de los ríos Tranquilo y El Salto que engalanan un lugar de extrema belleza sólo posible de disfrutar participando de esta dura competencia que desafía a los más osados aventureros. La largada se realizó en el puente Río Tranquilo a 32 km de Cochrane, con un trote de 2 km para calentar el cuerpo. En el primer control, los equipos intermedios ingresaron al kayak en la laguna Confluencia que estaba cubierta por una densa neblina que dificultaba el avance. En tanto las categorías avanzados tomaron la bici para hacer 5 km hasta el estero Plater y realizar el primer trekking de 12 km, para regresar nuevamente a la etapa del kayak. Al mediodía, todos se encontraron en la etapa de mountain bike que los llevó hasta el sector de Lago Brown donde realizaron un segundo trekking a una


zona cordillerana desde donde se apreciaba en toda su magnitud el monte San Lorenzo. Los primeros equipos en llegar al campamento lo hicieron a las 14:10 hrs, mientras que los últimos los arribaron pasada las 23:00 Hrs. El segundo día largó a las 8:30 hrs con temperatura de al menos -2 grados. A minutos de la largada el primer obstáculo fue la cruzada del río Tranquilo: bicicletas en el hombro y gélidas aguas de este río cordillerano. Luego, otros 30 km de mountain bike y los equipos intermedios

realizaron el primer trekking a la laguna Fría mientras que los avanzados por segundo día, hacían kayak en la laguna Confluencia y sumaban el trekking. Los primeros, terminaron su última etapa de mountain en la plaza de armas de Cochrane. En cambio los segundos, aún debían completar los últimos 30 km en ciclismo y realizar el último trekking de 5 km en las cercanías de Cochrane, al que accedían por la hora de corte impuesta por los organizadores, sólo un equipo de la categoría avanzado mixtos y cuatro del

avanzado varones. El equipo “Ferromac Multiaventura”, integrado por Ramiro Urdapilleta y Horacio Martín de la ciudad de Trevelin, Argentina, se alzó como ganador de la categoría avanzados varones, seguidos de los locales “Cochrane” y Sappers de la ciudad de Puerto Aysén. En la categoría avanzados mixtos, la dupla Aysenina “Mountain Bellatorum” compuesta por Cristina Barriga y Victor Ladrón de Guevara, lograron el primer lugar seguidos por los equipos “Amanecer” de

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Cochrane y “Team Fuga Rema” de la ciudad de Viña del Mar. En las otras categorías en competencia los duplas ganadoras fueron: intermedio varones “14 Aysén” de Coyhaique, en intermedio mixto el primer lugar fue para el equipo “Aukan” de Cochrane, y en la categoría intermedio promoción, la presea dorada fue para el equipo “Club Deportivo Gore Aysén”, integrado por un representante de Coyhaique y otra de Cochrane.

Ramiro Urdapilleta, equipo “Ferromac Multiaventura “de Trevelin, Argentina Estoy sorprendido con la organización, fue una carrera muy dura, muy exigente desde todo punto de vista, en lo físico y mental… rescato la organización porque nos han tratado bien en todos los puntos y eso hace que uno vaya gustoso. San Lorenzo es un lugar hermoso. La verdad es que uno está en carrera, llega a un punto y quiere seguir lo más rápido posible, pero la verdad es que hay locaciones muy lindas para quedarse un rato más y disfrutar. Tenemos la suerte de estar invitados para el 2017 y ojalá podamos estar, porque es una carrera que tiene que crecer y tienen un lagar fantástico para hacerlo

Horacio Martín, equipo “Ferromac Multiaventura “de Trevelin, Argentina Nos enteramos de la carrera por una amiga, Patricia González, y vine por invitación de otro. Yo no hago mucho estos deportes, es mi primera carrera de este tipo y la verdad, me gustó … la

Categoría Avanzado Varones 1° Ferromac Multiaventura 17:18 Hrs 2° Cochrane 17:51 Hrs 3° Sappers 21:55 Hrs. Categoría Avanzado Mixtos 1° Mountain Bellatorum 22:20 Hs

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organización, los puntos que había de hidratación, los controles, la verdad es que fue muy lindo.

Daniel Ramírez, Equipo “Cochraninos” de Cochrane La carrera Aventura San Lorenzo estuvo durísima, yo he corrido 3 años San Lorenzo. Estar en avanzado fue difícil, los tiempos estuvieron muy apegados, muy potentes, siempre al margen del máximo, pero muy feliz por la organización, la gente que trabajó, por la atención, estuvo todo súper bien y estamos muy emocionados por el segundo lugar.

Marco Letelie, “Equipo 14 Aysén” de Coyhaique Esta carrera estuvo muy bien organizada, los medios logísticos, los paisajes… todo lindo. La organización y la parte logística se destacan sobre otras carreras y eso es bueno. El desafío en esta categoría es ideal porque gente que está comenzando sin tanto entrenamiento, la puede completar. Lo que es un poco más técnico es la parte orientación pero en lo otro igual se sufre, pero se puede llegar.

Luis Leiva, “Equipo 14 Aysén” de Coyhaique Conocía Cochrane pero el Monte San Lorenzo no, es muy bonito por el paisaje, buena ruta también, eso es lo mejor.

Ingrid Espinoza, “Equipo Amanecer” de Cochrane

son diferentes.

Rafael Vargas, “Equipo Amanecer” de Cochrane Entrenamos casi todos los días, en las tardes después del trabajo una o dos horas, y los fines de semana. Todos los años hemos participado en San Lorenzo y siempre va mejorando. Este año el nivel competitivo estuvo bueno, yo creo que el próximo año va a ser mucho mejor. El lugar es encantador para pasarlo bien… nosotros vamos a eso, a pasarlo bien con mi señora y a ganar obviamente, y eso se ha visto reflejado en nuestros logros con una medalla o un premio. San Lorenzo es muy bonito, te da la alternativa de que las personas vayan a conocer, competir y disfrutar.

Daniel Aguilera, “Equipo Beme” de Cochrane Terminamos cansados pero contentos, con el corazón lleno de alegría por el logro. Agradecemos a la organización. Como locales nos favoreció bastante la carrera porque conocíamos bastante las rutas y a los lugares que no conocíamos, pudimos llegar de buena manera, principalmente creo que la orientación nos favoreció bastante.

Alonzo Chavarria, “Equipo Beme” Cochrane

de

Es la segunda vez que corro en aventura, la primera fue en Jeinimeni. Se agradece el trato de los pobladores, nos hicieron sentir como en casa, en el campamento y en todos los puntos de control que hubo.

Tenemos varias de estas carreras en el cuerpo, un poco más de experiencia, pero todas

2° Amanecer 30:32 Hs 3° Team Fuga Rema 30:59 Hs Categoría Intermedio Varones 1° 14 Aysen 13:21 Hs 2° Beme 15:03 Hs 3° Chehuache Kenk 15:53 Hs

Categorial Intermedio Mixto 1° Aukan 16:14 Hs 2° Las Chulengas 17:05 Hs 3° Crisx2 17:41 Hs Categoría Promoción 1° Gore 19:58 Hs

2° Los Matacos 22:09 Hs 3° Municipalidad De Coyhaique 25:00 Hs.



omo para terminarla con todo, Leonardo Proverbio y Roberto TTTTTTTrinchero, llegaron a isla Pavón con ráfagas de más de 70 km/h de ppppppppopa. Fueron recibidos por Prefectura y demás amigos del agua. Ellos iniciaron este viaje el 11 de septiembre de este año desde Puerto Edén, Chile y luego de 120 km de kayak, 60 km de esquí de travesía, porteos de 2000 metros de desnivel que les demandaron mas 9 días, un trekking de 72 km (Glaciar Marconi-refugio Piedra del Fraile - ruta Presidente Río Eléctrico- dos idas y vueltas) y finalmente llegaron el 13 de Octubre con 420 km de kayak hasta la isla Pavón en el Atlántico .

migos, levantemos la copa; porque finalmente tras más de 153.000 km y 15 años de carretera Pablo García a ingresado a Argentina, su país. Y está feliz por iniciar el recorrido final, que en breve le llevará hacia San Salvador de Jujuy, la ciudad de Salta, San Miguel de Tucumán, Santiago del Estero, San Fernando del Valle de Catamarca, La Rioja, San Juan y Mendoza. Brindemos por ello! Salud.

L

escubre Wee Day Out, el vídeo de la leyenda del trial en una excursión campestre, A su manera Danny MacAskill se convirtió en una de las mayores estrellas de YouTube gracias a sus increíbles trucos sobre la bici que mostró en vídeos como “Imaginate”, “Epecuén” y “Way Back Home”. Ahora, la leyenda escocesa regresacon una mountain bike, para su nueva película: Wee Day Out. Danny explora la campiña escocesa en un vídeo que captura lo divertido que puede ser rodar por el campo. El atleta salta en las vías del tren, transforma una gigantesca bala de heno en un monociclo, rueda por un tejado y desaparece debajo del agua.

a totora se ha apropiado de cada resquicio de la pequeña plaza en plena urbe paceña, Bolivia. Una estructura de 18 metros de eslora (de proa a popa), hecha de la planta acuática, permite imaginar la embarcación que surcará el océano Pacífico navegando 10.000 millas náuticas (18.520 kilómetros) como parte de la expedición Viracocha III. Se trabaja sin pausa en la gran estructura que partirá desde Arica, Chile, en enero de 2017 y cuyo destino final es Sidney, Australia, al que se planifica arribar seis meses después.


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de un intenso entrenamiento previo. Es una carrera para quienes aman la aventura y están dispuestos a enfrentar 3 días corriendo y viviendo en medio de las montañas, soportando todas las dificultades que ello implica. l Cruce Columbia se realiza desde hace 14 años en la Patagonia en el mes de febrero, durante el verano . Es cruzar los Andes, uniendo Argentina y Chile, en una distancia de más de 100 kms, divididos en 3 etapas. Dado que la Cordillera ofrece muchísimos pasos por donde unir ambos países, el recorrido cambia todos los años, manteniendo siempre marcos geográficos únicos en el mundo. Donde se desarrolla el evento son de una belleza inigualable. Los corredores atraviesan montañas y volcanes, cumbres nevadas, bosques, lagos, valles y zonas rocosas. A pesar de realizarse durante el verano, las variaciones climáticas son enormes. Algunas ediciones han sido acompañadas de días de sol espectacular, con una temperatura que puede llegar a los 20º. C. Otras, sin embargo, enfrentan a los corredores con situaciones climáticas verdaderamente adversas que pueden incluir frío, nieve, intensos vientos y lluvias copiosas. Por todo esto, la exigencia física para los corredores es enorme y requiere

eso a lo largo de toda la carrera se cuenta con el asesoramiento medico. Asimismo, ante una emergencia, se cuenta con el apoyo de ambulancias y helicópteros para efectuar rescates y traslados. Todas estas características hacen de El Cruce Columbia una carrera única en el mundo.

Si bien se trata de una carrera de aventura extrema, logra atraer a una enorme cantidad de corredores de todo el mundo. En la última edición participaron 3000 corredores de 33 países distintos, un verdadero récord para una carrera de montaña de 3 días. Entre los corredores se mezclan hombres y mujeres de distintas edades, la mayoría amateur y algunos de elite, que comparten su pasión por adentrarse en una aventura que pondrá a prueba sus propios límites. La carrera se corre en formato Individual o en equipos de 2 personas (Damas, Caballeros o Mixtos) que deben permanecer juntos durante todo el recorrido. De un evento deportivo de esta magnitud no es sencilla. Un equipo de más de 30 personas trabaja arduamente durante los meses previos, llegando a ser mas de 300 durante los días de la carrera. Su prioridad es ajustar todos los detalles y poder brindar a los corredores todos los servicios necesarios para hacer más sencilla y agradable su experiencia. Desde las comidas, hasta el armado de los campamentos, la provisión de hidratación y los traslados, todo requiere de un enorme esfuerzo humano y de coordinación, sobretodo porque se realiza en zonas de alta montaña, aislados de cualquier centro urbano. La seguridad de los corredores es prioritaria para la organización. Por

Campera técnica Columbia Sportwear que recibirán los corredores en esta nueva edición 2017



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