REVISTA ANDAR EXTREMO N° 44

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Director / Propietario

Participaron de esta edición

Fotografías

Marcos Ferrer

Leonardo Proverbio Fabián Pellegrini Alito Luchini Matías Flaqué Pablo Badenes

Leonardo Proverbio Código Aventura Alejandra Melideo Fernanda Lupo

Corrección María Soledad Navarro

Agradecimientos Club de Corredores Southern Luis Dell’Acqua

Foto de Tapa Mariano Galván

Marisol López Mariano Galván Omar Gonnet Marcio Bortolusso

Javier Rasetti Mariano Galván Matías Flaqué Marcos Ferrer

Pre Impresión Fotocromos Printerra Impresión Imprenta Printerra

Revista de Aventura, Deportes Extremos, Medio Ambiente y Turismo. Registro de la propiedad Intelectual. Dirección: 65 nº 287 (1 y 115), La Plata, Bs As, Argentina. Tel:0054 (0221) 4254577 E-mail: info@andaresaventura.com.ar ffan page: andar extremo Queda prohibida la reproducción no autorizada total o parcial de los textos publicados, mapas, ilustraciones y gráficos incluidos en esta edición.La Dirección de esta publicación no se hace responsable de las opiniones en los artículos firmados, los mismos son responsabilidad de sus propios autores. Las consecuencias de practicar deportes extremos pueden ser muy peligrosas. Las notas publicadas en este medio no reemplazan la debida instrucción por parte de personas idóneas. El staff de Andar Extremo colabora ad-honorem, si deseás publicar un relato o nota comunicate a nuestro mail.


na de las mayores habilidades del ser humano es la de intercambiar mmmmmucha información a través de comunicarse de modos diferentes: hhhhhhhablándose, escribiéndose y mostrando fotos, como en este caso. Lo cierto, es que vivir el mundo real por nosotros mismos, siempre supera cualquier película que imaginemos. Si querés escalar una montaña, transformar esa fantasía en realidad es la clave, intentarlo es el mayor aprendizaje para saber cómo hacerlo mejor. Gracias a las enseñanzas y voluntad de otros, logramos que sea posible. La historia comienza con Sergio y un delirio de “algo en kayak” que había

visto en un programa de TV español llamado “Al Filo de lo Imposible”. Me dijo que íbamos a cruzar en kayak por el campo de hielo patagónico, que a mí me llevaría un pescador chileno hasta la base de un bosque y ahí nos encontraríamos…sin preguntar mucho dije:- Vamos. Casi 20 años atrás, las pasarelas de Puerto Edén eran iguales a las de ahora: calles del pueblo, sin autos, sólo barcos de madera pintados de amarillo. En nuestra estadía acompañamos a Juan Bilbo en sus trabajos: bucear para encontrar mariscos, pescar róbalos, poner trampas de centollas y cortar leña. Comimos chogas en todas sus formas (ya que era lo que más se comía) y un día en el que fuimos a pescar, juntamos de todo para un curanto


a la olla. Una vez que Sergio estuvo sobre el puente de los pescadores, cargó el kayak para luego en la orilla comenzar su remada de 120 km hacia adentro del fiordo Exmouth, lugar donde nos encontraríamos para armar el campamento con nylon y quedarnos 1 mes esperando para cruzar a Chaltén. Sin un pronóstico climático, entrar a esas zonas era una aventura que podía durar varios días dependiendo de los antojos del viento. Con el Capitán Juan Bilbo, partimos a encontrarnos con el Gallego en algún lugar de los Fiordos (que luego resultarían ser mucho más grandes de los que esperábamos y al estar nublado encontrar un pequeño kayak era una aguja en un pajar). Llegamos a las cercanías del Glaciar Pío XI donde el

oleaje y los témpanos nos obligaron a retroceder… ahí aprendí que en el mar y la montaña saber esperar es tan importante como ir rápido. Finalmente encontramos a Sergio para volver a Edén, donde subimos al cerro Panchote y conocimos a los últimos Kawésqar que en su infancia habían vivido sin el hombre blanco. En la primera expedición no había mapas ni teléfonos satelitales, GPS, bengalas o pronósticos climáticos. Nuestra experiencia como deportistas tenía grandes bases físicas y motivacionales pero sin duda, no era la mejor forma de tomar decisiones. El salvajismo era la base de todo, y a lo largo de los años pude saber que esa visión de la montaña era la clave. La fuerza estaba y está en la motivación del espíritu, sabiendo que la montaña debía


sentirse como un hogar. Este viaje fue una gran experiencia en la cual aprendí que estas expediciones no son de montañismo sino de aventura, no hay manual o técnica que te enseñe a subir por vegetación cerrada, caerte en un pozo de selva, prender fuego cuando llueve, vivaquear en un agujero del bosque todos mojados, atar con alambre…también supe que no debía apurarme, porque el simple hecho de estar en este lugar era

parte de los que considerábamos ser felices. Saber contemplar la naturaleza en cada momento, no pretender que todo sea ya y ahora, dejar que la naturaleza tome su curso y seguir sus tiempos es la clave para no tener un accidente ya sea dentro de los fiordos, la selva, el bosque, glaciares, campo de hielo, lagunas, ríos y lagos. Cada espacio tiene su tiempo, su clima, su forma, su momento… el no contemplar la naturaleza y dejarnos llevar por nuestros

profundos pensamientos nos llevaría a malas decisiones. Aprendí también que estos lugares no son hostiles, no son enemigos, sería imposible lograr este cruce sin que la mente esté en paz y armonía con el entorno por el que avanzamos.

No sabía nada de kayak, había realizado el curso de rescate en ríos de aguas blancas y guía de rafting, así que 2 meses antes de la expedición, Marcelo Hostar comenzó a enseñarme a remar hasta que finalmente avanzamos a buen ritmo y a eso sumamos conocimiento en papeleo y logística. Comenzamos en Puerto Edén, remamos por el pacífico 120 km hasta el interior del Fiordo Exmouth y mediante varios porteros subimos las cargas y el kayak hasta el plateau glaciar del campo de hielo. Pasamos por el Paso Moreno a 1750 mts, luego bajamos por el Paso Marconi, refugio Fraile, Chaltén y retomamos la navegación pasando por el Lago Viedma, el Río La Leona, Lago Argentino y el río Santa Cruz hasta el Atlántico.



Usamos un kayak doble y dentro de él teníamos alimento para un mes, 6 litros de solvente, carpa grande, bolsas de dormir, ropa de montaña, equipos de ski de travesía, equipos de transito glaciar, palas, serrucho y tantas cosas llegando a casi 100 kilos de carga al inicio del viaje al que se sumaban los 160 kilos de 2 personas… iniciamos con 260 kilos, dudando si el kayak avanzaría o se hundiría. Luego de verificar todos los papeles y

permisos pertinentes, descansamos una noche en un hostel de Edén y muy temprano comenzamos a remar. Los 120 km los realizamos en 2 días pero en el medio quedamos parados 2 días más cuando nos vimos obligados a dar la vuelta para retornar al campamento. Atravesamos olas de 2 mts con rebotes en las paredes laterales con 30 o 40 nudos de viento, maniobras tan delicadas que una buena o mala remada marcan la diferencia. Roberto Trinchero era quien dirigía el timón del kayak, él

determinaba los giros y yo escuchaba lo que me decía, remaba hacia adelante o algo lateral y cada tanto algún manotazo casi instintivo. Pasamos por el Glaciar Pío XI lo cual nos llenó de motivación y esperanza al ver la zona glaciar, además de ser este punto una zona de témpanos y baja profundidad. Sin contratiempos pasamos dentro del fiordo Exmouth llegando tarde, cansados y con frío, para decidir el armado del campamento. A la madrugada, cuando subió la marea, tuvimos que desarmar la carpa y armar un campamento en el bosque que por suerte quedó bien montado y lo usamos durante un par de días más.

Con una mochila para los 2 y lo necesario para una jornada de trekking, dejamos el Pacífico y comenzamos a caminar hasta subir al campo de hielo para hacer un reconocimiento de por dónde y cómo subir el kayak. Algo perdidos fuimos avanzando hacia arriba hasta llegar a superficies de roca y nieve, donde reconocimos la mejor entrada al campo de hielo sin necesidad de atravesar fuertes pendientes o terrenos llenos de grietas. En la bajada, cansados por la larga jornada de remo, el cambio de carpa, la madrugada y la caminata, nos perdimos a 600 mts de la carpa muy cerca de la costa. En la oscuridad, con la potente linterna, sólo veíamos acantilados de selva así que nos vimos obligados



a vivaquear sin bolsas de dormir. Nos metimos pasto seco bajo la ropa, prendimos fuego y pasamos la noche. Al otro día caminamos 20 minutos y llegamos a la carpa. Cansados, comimos y dormimos todo el día. Con nuevas fuerzas retomamos los porteos usando sistemas de poleas o arrastre a lo bruto para ir lentamente subiendo el kayak por etapas. Entre los ascensos, subíamos mochilas con lo menos necesario como remos, chalecos, cubre cockpit, grampones, piquetas, combustible, comida para el hielo. Dejamos algunos nylon atados como marcas para no perdernos, que luego quitamos para no dejar basura. Fuimos afortunados ya que el invierno seco no trajo lluvias fuertes en la selva, pero esta falta de precipitaciones haría más difícil el tramo final

Logramos dejar el kayak en la nieve para llegar a la zona de terreno plano del campo de hielo. Aún era necesario ascender una canaleta de 400 mts y 40-50° de nieve, luego bajar un corto tramo y, entre grietas, ganar pendiente hasta donde fuera posible comenzar el arrastre del kayak. Desarmamos el campamento junto al mar y subimos definitivamente al terreno de montaña más expuesto al viento. Armamos un refuerzo de rocas alrededor de la carpa, y comenzamos a recibir los pronósticos climáticos provenientes de el Paso Mariano Moreno. Subimos primero un porteo de mochilas, luego el kayak que dejamos

marcado y anclado para que no lo vuele el viento o lo tape la nieve. Así, a la espera de la racha como si fuera un pegue al Fitz, el viento nos dejó una ventana. Un día bueno, uno malo, y 2 buenos. Muy temprano, como siempre, desarmamos la carpa, nos disfrazamos de montañistas y llegamos al kayak que previamente habíamos encerado con 500 grs de parafina para facilitar su deslizamiento.

Casi con las primeras luces dejamos un rato de sufrir tanto y rodeados de cientos de montañas nos dimos cuenta que el kayak realmente deslizaba. Habíamos aprendido que nada iba a ser fácil…todo en la Patagonia es más grande o está más lejos de lo que imaginás, pero era posible. Si fue posible subir todo por la selva, era posible cruzar el campo de hielo. El primer día fuimos en dirección NE 30 km, viendo nuevas e inexploradas montañas hasta llegar a la base del cerro Kolliker, donde con serrucho y pala preparamos la carpa. Con rapidez y organización, con buena nieve, en 1 hs fue posible tener la carpa lista con casi 1,80 mts de altura de bloques de nieve. El día siguiente fue nublado, ventoso y cayeron 20 cm de nieve. Estábamos cansados y nos fue útil comer, tomar y descansar la espalda. El tercer día en el campo de hielo creímos que iba a ser más sencillo pero ascender los 450

mts de desnivel hasta el Paso Moreno y llegar hasta las rocas a la derecha de la entrada del Paso Marconi nos llevó varias horas. Armamos la carpa casi a las 20 hs. En el medio de este itinerario vi por detrás de una línea de nieve las cumbres del Fitz y el Torre apenas asomando, ese fue el momento en el que sentí por primera vez saber más o menos donde estábamos…fue como una sensación de estar salvados. Ya casi sin comida, desayunamos polenta con chocolino y comenzamos la bajada hacia el Glaciar Marconi. Una vez en la zona más estrecha, realizamos 2 rappeles de 60 mts hasta dejar el kayak en terreno plano y lejos de la caída de bloques de hielo. Armamos una mochila de porteo y salimos en botas de goma para Chaltén ya que sólo nos quedaba una bolsita de liofilizado que comimos al terminar el sendero de la laguna del Eléctrico. En Chalten, pasamos 3 días descansando y sumando kilos en el Restaurante Parrilla el Muro de Claudio Andrade, vecino de la infancia en Bariloche. Luego retomamos la subida a Marconi para bajar el kayak en compañía de Marcelo Hostar que quería navegar el Eléctrico, y los Gendarmes Diego Montenegro, Marco Olguín y yo terminamos de bajar las mochilas y, gracias a su ayuda, en lugar de bajar con 50 kilos bajamos con 17 kilos cada uno.



La bajada del kayak por el hielo de ablación fue fácil, sólo algunos tramos de piedras y morrenas complicaban deslizar el kayak así que usamos un carrito con ruedas inflables que subimos desde Chaltén. Una vez en el fin del Glaciar, cruzamos la primera laguna y fuimos a dormir al Campamento Eléctrico. Al otro día, navegando y usando las rueditas, pasamos el sendero de Piedra del Fraile hasta el Río de las Vueltas, que navegamos con mucho cuidado ya que había poca agua y muchas piedras.

Retomamos 2 días de descanso con asados, guisos camperos y buena onda en el Restaurante El Muro. Juntamos provisiones y comenzamos a remar nuevamente un tramo que realmente era el mayor del recorrido en kilómetros de avance. Desde Bahía Túnel comenzamos a remar hasta que el fuerte viento nos arrastró a la costa a sólo 10 kilómetros de iniciar la marcha. Con algo de viento que venía del glaciar Viedma, nos vimos obligados a pasar ese día atrás de unas grandes y antiguas matas de Calafate.

Desde un terreno estepario casi desértico vimos las montañas de la cara opuesta a la que caminamos hacía una semana. Alertas por estas opciones de viento, decidimos comenzar muy temprano a remar el lago Viedma ya que por la mañana algunos días solía estar menos ventoso. Con una buena jornada de remada, llegamos a la entrada del Rio La Leona y fuimos al parador a dormir. Por un descuido de dejar el kayak sin atar, casi lo perdimos a las 20 hs en la oscuridad, se fue solito 500 mts y quedó atascado en un banco de arena.



En teoría, íbamos a llegar desde la desembocadura del Santa Cruz a Piedra Buena en 2 o 3 días, pero la realidad y lo que uno espera no siempre coincide… ahí en esas diferencias es donde la aventura comienza y debimos adaptarnos a los tiempos de la naturaleza. Al ser un invierno seco, el río iba bajo y algo lento, con poco espesor de agua. Algunas rocas, de golpe, me sacaban del aburrimiento, y alguna que otra ola llegaba a tener más de un metro. Avanzando veíamos pasar guanacos, ñandúes, ovejas, caballos y estancias abandonadas… un inmenso espacio de cielo. El río era un lugar de pensamiento y meditación, como una vía a la reflexión. Con levantar la cabeza, pudimos ver el sol y contemplar lo que nos rodea hasta casi dejar de existir, o simplemente mirar el

agua dejando crecer nuestros pensamientos, llevarlos a los lugares más profundos de nuestro ser para así entender mejor lo que somos y lo que nos rodea. A cada parada hacíamos un fueguito y bajo el traje seco llegamos a ponernos 3 o 4 capas de abrigo. En el primer día, el río tenía muchas curvas. Remamos en zigzag casi 75 km lineales, los dos segundos días fueron más rectos y en el medio nos vimos obligados a esperar que el viento amaine, además de sirgar el kayak con cuerdas en algunas riberas. Para la parte final de Piedra Buena a Puerto Santa Cruz esperamos que la marea suba a las 11 de la mañana. Con marea bajando y la ayuda del río llegamos a la desembocadura del Santa Cruz donde bancos de arena nos llevaron a

arrastrar el kayak por algunos metros y luego un tirón corto hasta el fin de nuestra larga expedición de casi 45 días.

Aprendí que los problemas se auto-expanden. Solos, cada vez se hacen más grandes o más enredados, es como dejar una soga al viento… Es necesaria la voluntad de solucionar los problemas inmediatamente para que en momentos inoportunos no encontremos cabos sueltos. Aprendí a compartir con mi compañero las cosas buenas y las malas. Si alguien está cansado físicamente es necesario decirlo, ya que el cansancio físico se refleja rápidamente en cansancio “cerebral” y la mala toma de decisiones o maniobras. Carece de sentido buscar culpas, pero es necesario que queden claros los errores para no volver a cometerlos. Me parece que sería más seguro ir en un equipo de más personas, tal vez 3 o 4, en el que cada uno vaya realizando un función y tarea. Eso permitiría hacer cada día mejor las cosas, más rápido, más eficiente y seguro, eso a la larga da más horas de alimentación, sueño y descanso. El respeto entre las personas de la expedición es fundamental. La capacidad de hablarnos con educación y aceptar diferentes opiniones hasta llegar a un acuerdo, para luego con total energía y determinación desarrollarlo en equipo, es imprescindible. Eso permite si hay fallas, cambiar de plan.



Fundamental, llevar suficiente alimento, sistemas de comunicación, kit de reparaciones, botiquín completo (y saber usarlo) y mucho nylon ya que es lo único que realmente mantiene las cosas secas dentro de la carpa o el kayak.

La voluntad es la mayor fuerza. Para tener voluntad es necesario ser sinceros con nosotros

mismos para saber qué es lo que realmente queremos. Todos dicen ser “felices”, yo aún no entiendo qué es ser feliz y, si ser feliz siempre es realmente posible o una ficción más que algunos logran con el “no pensamiento”. Después de todo, porque no puede haber días malos y tristes?... es imposible que haya siempre sol o sea siempre de día. De un modo u otro no puedo controlar el estado de mi “felicidad” pero sí puedo elegir dónde estar. Puedo tener un mal día en

casa, en la calle, en una oficina, un bondi, o en un glaciar, sendero de trekking, centro de ski o en la cima de una gran montaña. Un día en la naturaleza, en la montaña, en el lago, el río, el mar o donde desees estar, siempre es mejor que estar por estar donde nada hay que hacer y perder ese poco tiempo que tenemos en esta vida. Si hacés lo posible con la mayor fuerza de tu voluntad, con la certeza de que es lo correcto, que cada paso que das va en buena dirección, todos serán tus amigos ya que siguen un mismo camino, y en ese camino contemplando lo que te rodea, la intensidad de vivir será tan poderosa que te demostrará que cada día puede ser único, que no hace falta nada material o valioso para ser feliz, simplemente debes estar en el lugar, el momento y la compañía apropiada. Jamás te mientas a vos mismo, sincerá tu mente expandí los pensamientos, conoce lo bueno y lo malo que tengas dentro, ya que es parte del todo.

De las montañas he aprendido tantas cosas que no tienen nada que ver con las “técnicas de escalar”…lo poco que se necesita para vivir: una mochila, techo, abrigo, agua y comida… ver la simpleza de las cosas y lo complicado que se torna “ser parte del sistema”. Uno elige vivir entre


los hombres o podemos vivir en la naturaleza donde no hay reglas o formas. Cuanto más estés en la montaña, más misteriosamente fluye todo. El viento no sólo es capaz de volar tus cuerdas infinitas veces en un mismo rappel, sino que puede generar grandes olas en los encajonados fiordos de Chile, esos acantilados cambian de corrientes con las mareas generadas por la luna. Una manera de aprender el arte de la paciencia es contemplar con atención el presente, el sonido del mar, el viento en los árboles, el ahora que nos rodea. Así estaremos atentos a rápidos imprevistos o a lentos cambios del clima Hay tres tipos de miedos: unos reales, otros de la imaginación o contagiados por otras personas. He llegado a casi perder el control de mi cuerpo por el modo en que temblaba por cometer errores y entrar en las trampas de la montaña. Otras veces estuve a punto de matarme y casi no fui consciente de lo que pasó, sintiendo el silbido de una piedra al pasar cerca de mi cabeza o caer por más de 25 metros repentinamente. Pasadas varias horas al ir a dormir, ser consciente de lo que pasó y empezar a tener miedo. Estos miedos pueden ser reales o producto de nuestra mente, pueden durar un segundo o vivir por siempre en nosotros. Escalando una gran pared es normal tener miedo a las alturas “al patio” pero es el suelo con lo que realmente nos golpeamos, el temor imaginario no nos permite ver la realidad y nos lleva a los verdaderos errores peligrosos. Entender nuestros temores más profundos, ser conscientes de nuestras debilidades físicas, mentales y espirituales nos dan una mejor conciencia de la realidad, de lo que realmente está pasando a nuestro alrededor. Fue así que en este viaje no tomé ninguna fuerza de la naturaleza como enemigo, fui por el mar sin temer a las olas sino contemplando sus formas, entré en la selva cerrada con cuidado de no tropezar, pase horas escuchando el fuerte viento, mirando las nubes cerrarse hasta llover dejando que la fuerza del río sea aliada. La montaña es un reflejo de lo que ya tenemos por dentro, un espejo.


ra enero del 2003 y estábamos enamorados, en esa etapa del e enamoramiento donde si te preguntan cómo te llamás, tenés que p pensarlo un rato para lograr responder. Nos habíamos conocido hacía sólo 3 meses y aquella sensación magnífica que nos recorría cada partícula del cuerpo era lo único que podía importar. En ese preciso momento, llegó el primer viaje que, sin saberlo, empezaría a marcarnos. Él se iba por primera vez al norte argentino de mochilero con un amigo, y aunque los cuerpos eran un éxtasis de primavera, galaxias, y planetas chocando, con nuestros escasos 19 años sabíamos que para que todo eso realmente perdure teníamos que hacer las cosas bien. Por eso Javi me dijo:"me voy", y yo sonriéndole y conteniendo el vértigo le contesté:-"claro que sí". Cuando después de varios días volvió despeinado, contento y lleno de experiencias nuevas, me dio una carta que había escrito durante un viaje de 5 días en el tren de carga del ramal C14 con destino a Socompa. Ahora, recordando, es el momento donde la garganta se hace nudo y la vista se empaña, porque fue la carta más linda que alguna vez me hicieron. Empezaba con un “… Princesa…”, dulce y tierno, y seguía con una descripción de los lugares increíbles que estaba descubriendo, de los pequeños pueblos perdidos en la puna y la gente hermosa que conocía a lo largo del recorrido. Me hablaba de atardeceres en el desierto, de noches infinitamente estrelladas en los techos de un vagón, de las sensaciones nuevas e inexplicables que ese viaje le estaba dando, me decía que todo a su alrededor hacía que me recuerde continuamente porque era tan mágico y

hermoso como yo, y por último casi como prediciendo el futuro ponía:"Ahora mientras escribo con agua en los ojos en medio de algún lugar perdido en la montaña, sólo sé que la próxima vez que vuelva tiene que ser con vos…". Se lo conoce como el tren de las nubes porque nació así, como su nombre, increíble como historia de cuentos. En el año 1921 se construyeron vías a lo largo de 570 km de cordillera que subían hasta los 4475 metros de altura, donde la única tecnología disponible eran: pico, pala, carretillas, barreta y dinamita… no era algo lógico, pero el Ingeniero Maury junto a cientos de obreros y trabajadores viales lo creyeron real. Por eso Socompa nunca va a poder ser un simple paso fronterizo, una estación de tren abandonada o un nombre al pasar, porque al igual que los salares, desiertos rojos y montañas milenarias que lo rodean, siempre va a tener la fuerza de lo inconquistable. Habíamos dicho 43 cruces, pero los dos sabíamos cuál había sido siempre el único que verdaderamente importaba. Tal vez por eso lo dejamos para lo último de esa temporada, aunque tendría que haber sido el tercer paso que nos tocaba. Tal vez por eso estábamos llenos de miedos y dudas que nos paralizaban y seguramente



p o r e s o, c u a n d o t e r m i n a m o s e l c r u c e Libertadores en Mendoza y estábamos a más de 1200 km de Salta, manejamos durante un día entero sin dormir para de una vez por todas dejarnos de dar vueltas y animarnos a concretarlo. Pero, como los miedos, nervios y expectativas que uno se genera con las cosas importantes no vienen solos… todo empezó mal. Estaba preocupada por un dolor de rodilla que tenía hacía varios días y, en Socompa, las distancias sin ningún tipo de contacto con la civilización eran grandes. Si a eso le sumaba el pésimo estado de un camino que sólo era utilizado por alguna que otra camioneta 4x4 minera,

cuatriciclo o moto, más los famosos vientos del oeste y la inestabilidad del clima, lo que podía ser una simple fatiga de rodilla, se convertía en un enorme peso y responsabilidad. Si decidía salir pedaleando a Socompa sea como fuere, tenía que llegar. Después de cargar agua y saludar al único poblador que se veía por el pueblo, salimos de Salar de Pocitos. El primer objetivo era Tolar Grande, un lugar con mucha carga emotiva para los dos. Conocíamos esa parte del camino porque no era la primera vez que andábamos por esa zona y la sensación de estar haciéndolo en bici era maravillosa. Teníamos que cruzar el Desierto del Diablo, donde una llanura rojo Marte

se mezclaba con formaciones increíbles, y hasta ahí decidimos llegar ese día. Acampamos en medio de aquel lugar sacado de una película de ficción, para poder disfrutarlo como lo habíamos imaginado. Entonces, algo pasó, y fuera de todo lo que podíamos prever no era la rodilla. Primero fue un dolor fuerte en el estómago, después vómitos y diarrea. Estábamos totalmente aclimatados y una vez más, el confiarnos nos había jugado en contra. La noche anterior habíamos comido frituras y todo tipo de alimentos pesados en San Antonio de los Cobres. Me sentía muy mal. Javi me miraba asustado, me daba agua, me preguntaba cómo estaba y yo no podía más de vómitos y bronca. Durante toda esa tarde y esa noche no paré de entrar y salir de la carpa. Tomé Reliverán y litros de agua para mantenerme hidratada, pero la vomitaba una y otra vez. A la mañana siguiente estaba mejor, pero el cuerpo no quería saber nada. Las alternativas no eran muchas: volver atrás, pedalear, caminar o arrastrarme hasta Pocitos donde el camino no tenía mucho desnivel, convencer al cabeza dura de mi coequiper para que continuara, y abandonar definitivamente, o intentar llegar hasta Tolar Grande como sea, con subidas, altura y todo lo que eso significaba… ver cómo me sentía, descansar y entonces sí tranquilizar a Javi para que si fuera necesario, lo pueda hacer él solo. No lo pensé mucho más, y cuando Javi me preguntó cómo me sentía, le dije que mucho mejor- Agarré la bici, repetí para mis adentros firme y decidida:"Tolar Grande" y empecé a pedalear. La actuación de mujer indestructible me duró sólo hasta la primer subida, entonces Javi inmediatamente se dio cuenta que estaba débil y me retó un largo rato, pero después lo entendió y la marcha se volvió lenta pero hacia adelante. Dejé de exigirme, caminé cuando fue necesario, disfruté del paisaje, me guardé cada rinconcito de esa inmensidad y para cuando nos dimos cuenta, ya estábamos entrando a Tolar.



Charlamos mucho y discutimos posibilidades, hasta que Javi habló claro y sin lugar a cuestionamientos:- "esto lo empezamos juntos y lo terminamos juntos, sin vos no voy a ningún lado". La decisión final fue 1 día de descanso en el queridísimo refugio de montaña de Tolar Grande que, durante varios años nos había dado hermosos amigos y recuerdos. Lo que pasó fue lo que tenía que pasar, a la mañana siguiente hablamos por última vez con nuestras familias, les avisamos que íbamos a estar varios días sin dar señales y salimos con las narices rojas de frío rumbo a Socompa. Habían pasado 13 años desde esa carta que inició todo y ahora, cruzábamos el Desierto de Arizaro pedaleando despacio, envueltos del silencio más lindo e intenso que pueda recordar.

Las vías del tren nos acompañaban a un costado del camino y yo tragaba saliva, imaginaba a ese chico de 19 años, despeinado, con los pies colgando del vagón del tren y la mirada perdida en ese horizonte infinito, y me imaginaba también a mí con 19 años a kilómetros de distancia insensatamente enamorada, extrañándolo y preguntándome dónde y cómo estaría. Lloraba suave, disfrutando las lágrimas. La vida me parecía tremendamente perfecta. Cuando Javi se acercó a hablarme no fue necesario decirnos nada, él también tenía la mirada brillosa y profunda, de esas que sólo se logran cuando lo que te atraviesa es mucho más que tus propios pensamientos.

El camino era una recta larguísima rodeada de 1600 kilómetros cuadrados de salar y más adelante, al final de aquella huella, un gran paredón de montañas se levantaba imponente como señalando la puerta de entrada a un nuevo mundo. Cada kilómetro que avanzábamos sin viento en contra era un enorme "Gracias!!!" seguido inmediatamente de un nervioso pedido: "Por favor que dure!!". Cruzar aquel enorme desierto de sal sin una de sus principales dificultades, era extrañamente tranquilizador. El camino recto giró y dejó de ser tan recto, el salar fue quedando atrás y las piernas tuvieron que tomar protagonismo. Una subida larga y difícil nos llevaría hasta la estación Caipe. La podíamos distinguir a lo lejos, muy muy arriba entre las montañas, como pequeños puntos que significaban llegada, descanso y hogar. Un viejo cartel señalaba la dirección a tomar para llegar a la estación. Abandonamos el camino de ripio suelto y nos desviamos por una entrada de asfalto que insistía con seguir subiendo. Cuando terminamos de subir un poco más y otro poco, aparecieron nuevamente las vías del tren y apareció Caipe. Las construcciones estaban completamente arrasadas por el tiempo, había varias casas, una iglesia y finalmente la estación, que recorrimos entre pisos que crujían y objetos oxidados. Era un lugar triste y maravilloso, tenía el romanticismo y la lucha del hombre por conquistar imposibles… pero también la fuerza inabarcable de todo aquello que lo rodeaba. Abajo, el Salar de Arizaro se apoderaba del horizonte entero, las luces se volvían rosas y celestes, las edificaciones dejaban de ser ruinas para camuflarse en el paisaje y nosotros, mientras tanto, armábamos la carpa, tomábamos mate, preparábamos la cena,



con movimientos mecánicos e irracionales… sin duda, también esa tarde quisimos abandonar el cuerpo para volvernos nubes, atardecer y montaña.

En Tolar Grande, Lorenzo, uno de los baqueanos de la zona, nos había recomendado salirnos de la ruta y agarrar directamente por las vías del tren porque el camino era todo arena y subida, y las vías estaban más firmes y sin tanto desnivel. Por eso, al día siguiente en vez de bajar nuevamente a la ruta nos subimos a las bicis y abandonamos Caipe hacia Chuculaqui, la próxima estación que nos esperaba por las antiguas y legendarias vías del ramal C14. Estábamos felices y si había algo que faltaba para completar ese viaje, era poder llegar pedaleando por las vías del tren. La ilusión duró apenas unos 200 metros, porque el camino firme quedó sepultado bajo piedras de todo tipo y

tamaño. A partir de ese momento nos bajamos de las bicis, empezamos a empujar y no dejamos de hacerlo durante largas y agotadoras horas. Las ruedas se trababan una y otra vez entre las piedras. Las bicis cargadas parecían aumentar su peso y tamaño con cada nuevo paso. La ruta de arena por la que tendríamos que haber agarrado se alejaba cada vez más, dejándonos como única opción aquel suelo de rocas imposibles y el avance era tan desquiciadamente lento que la cabeza empezaba a fallar. Protestábamos con la vista clavada en el suelo, porque apenas levantar la mirada el camino se volvía una enorme e insoportable inquietud. La mejor opción era continuar arrastrando los pies, empujar un poco más y repetir para adentro "chuculaqui, chuculaqui, chuculaqui.." como si por cada vez que la nombráramos la tuviéramos más cerca. Apenas pudimos, dejamos las vías y tomamos la ruta, pero Lorenzo no se había equivocado y ahora las ruedas de las bicis se enterraban en la arena y la lucha era exactamente la misma sólo que con un elemento natural distinto. Cuando doblamos una curva y apareció la calma de la montaña, se vio completamente interrumpida por dos ciclistas exhaustos que gritaban y saltaban sin reparos: -“Chu-cu-laqui, chu-cu-laqui, chu-cu-laqui!!!”…esta vez era cantado y a lo barrabrava. Chuculaqui para la ya desaparecida lengua kunza o diaguita atacameña significaba: “Muy Luchador”…recién ahora puedo entender por qué al nombrarla una y otra vez como si fuera un hechizo, nos ayudaba a seguir. Con su nombre milenario y su camino inalcanzable, nos mostró límites y fuerzas que aún desconocíamos…las ilimitadas fuerzas de la voluntad.


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Hay un lugar donde el silencio es tan extraordinario que podés escucharlo, donde se levantan montañas tan fascinantes y majestuosas que la vista no logra apartarse de ellas y uno olvida hacia dónde va y de dónde viene. Hay un lugar que existe por sí mismo, independientemente de cualquier comparación o relación con cosas concretas…donde vive lo absoluto. Salimos de Chuculaqui con los cuerpos cansados, pero sin que eso importe demasiado. La mañana estaba hermosa, no había viento y eso ya estaba dejando de ser un golpe de suerte para convertirse en un premio merecido al chico de 19 años y su carta de amor, al tiempo esperado y compartido, a los obstáculos y distracciones superadas, al creer ilógico y

desgastante de utopías inalcanzables, al no haber olvidado el camino. No había viento, porque Javi con los ojos aguados y el corazón entero puesto en un trazo 13 años atrás, lo había pedido. El recorrido que ese día nos llevó hasta Socompa, lamentablemente dejó de ser un relato posible. Podría contarles de caminos serpenteantes que subían y bajaban montañas eternas en medio de uno de los paisajes más colosales y asombrosos que se pueden llegar a imaginar, intentar describir el sonido del silencio, el aire espeso entrando a los pulmones, la aridez de la piel curtida por el sol y el frío, mostrarles la imagen de lo que éramos, de lo que sentíamos: sólo un pequeño y diminuto punto en lo absoluto… aún así, nada de lo que escriba o muestre lograría la descripción exacta de lo que se vive, cuando es tan profundo e intransferible.

Llegamos a Socompa y nos esperaba Gendarmería y Carabineros, con la humildad y la generosidad a la que nos tienen acostumbrados. Éramos las primeras personas que los visitaban ese año así que nos obligaron a quedarnos un día más, para poder comer pan casero y compartir historias. La mañana que nos fuimos y cruzamos a Chile, nos entregaron un papel escrito a mano con nuestros nombres y tres palabras que nunca más nos iba a sonar de la misma forma: "Paso Portezuelo Socompa”

Dos días más tarde, después de bajadas que nunca bajaron, de volver nuevamente a las vías del tren (pero del otro lado de la Cordillera), nos encontramos con un valle de formaciones volcánicas maravilloso que nunca hubiéramos descubierto por la ruta normal. Después de arrastrar los pies por más y más arena, abandonados de toda paciencia, llegamos. En enero, San Pedro de Atacama había sido el objetivo inicial, el primer lugar al que llegar, el principio de la temporada.Ya estábamos a finales de marzo y el círculo cerraba sin que lo hubiéramos planeado. Nuevamente llegábamos al lugar, pero esta vez para ponerle un fin. Era un fin momentáneo y necesario. La satisfacción de lograr los 7 Cruces del norte, la alegría incomparable de tener Socompa, los 11 kilos menos de Javi y los 5 míos, el desgaste de dos cuerpos que querían estar justo así: cansados, usados…felizmente agotados de... sentirnos vivos.



emprano en la mañana de ese fatídico 28 de febrero, los cuatro deportistas se fueron a pescar a más de 80 kilómetros de la costa en el barco de Cooper, de 21 pies. Llevaban heladeritas de camping con hielo, comida y cerveza, indumentaria gruesa y camperas. Cerca a las 17:30 quisieron subir el ancla y regresar a tierra, pero estaba trabada. Bleakley sugirió atarla al barco y encender el motor del bote para tirarla y así poder destrabarla pero cuando Cooper trató de hacer andar el barco, éste se sumergió y se volcó, lanzándolos al agua. Juntos trataron de enderezar el barco parándose a un lado, pero no dio resultado y Bleakley nadó por debajo y sacó tres chalecos salvavidas, una heladera portátil y una almohada de flotación. Bleakley, que según Schuyler:- “le salvó la vida”, utilizó la almohada, sus compañeros llevaban chalecos pero no les fue suficiente. Los jóvenes intentaron todo lo que había a su alcance para salvarse, Schuyler le dijo al investigador de la agencia, Jim Manson, que trataron de utilizar señales luminosas, pero estaban mojadas y cuando trataron de llamar por sus teléfonos celulares que se hallaban en bolsas de plástico, no había señal. Sabían cómo pasaban las horas porque Schuyler tenía un reloj con luz y podían verlo. Según él, aproximadamente a las 5:30 del día siguiente, Cooper no reaccionaba y trataron de revivirlo sin éxito. En ese momento, Bleakley se colocó la almohada flotante que llevaba Cooper y que sería su salvación. Una hora después, Smith

empezó a mostrar "síntomas extremos de hipotermia', se quitó el salvavidas y se separó del bote. Quedaban sólo los dos compañeros del equipo universitario, que siguieron juntos hasta que Bleakley se debilitó y se quitó su salvavidas también. Schuyler dijo que le pareció que Bleakley murió aferrado a él. Los peritos luego indicaron que haber movido el ancla a la popa del bote contribuyó a la inestabilidad de la embarcación cuando trataban

de liberarla. Describieron eso como un error que, aunque tal vez ocurre a diario, un marino más exper to sabría cómo manejar. Cooper, propietario de la lancha, tenía más de 100 horas de experiencia pero había estado bebiendo, de acuerdo con el reporte. El 2 de marzo de 2009, a 42 horas de producirse el accidente, Schuyler fue rescatado por la Guardia Costera.



Pienso en ese día, esas horas horribles, todo el tiempo. La más pequeña cosa me pone de vuelta ahí: un pensamiento errante, un atisbo de aguas abiertas, una mirada de un desconocido que dice: "¿No es usted ese tipo?" El accidente me arrastra como la estela de la barca de Marquis, batiendo la formación de espuma, empujando hacia el horizonte de todos los días. ¿Por qué yo? ¿Por qué lo hago cuando no lo hicieron? No soy un héroe. Tal vez si hubiera traído a mis amigos conmigo... al menos uno de ellos. . . o todos ellos. No lo hice. Lo intenté…pero no pude. Sólo soy un sobreviviente. Seguí imaginando cada familia, acurrucándose juntos y abrazados. Llanto…

Yo sabía que tenía que salir de ésto para explicarles lo que pasó, que necesitaba para vivir el tiempo suficiente para contar la historia, aunque me encuentre con vida y muera más tarde. Si no lo hago, la gente contará sus propias historias, basadas en rumores. Al menos pude decirles los hechos. Me preguntaba si había una manera de que pudiera dejar algún tipo de mensaje, algo así como "Te quiero, mamá" o "Los quiero, chicos" o "Sé feliz" o "Sé fuerte". Pensé en mis padres, mi hermana y mi novia Paula. Si sólo tuviera una lapicera en el bote y pudiera dejarles un mensaje…


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on gran nivel de bikers, se llevó a cabo el 13vo Rally en las Sierras, la mayor prueba de mountain bike de la provincia de Buenos Aires. Con epicentro en el Polideportivo Municipal, las acreditaciones comenzaron el viernes y continuaron el sábado mientras se podía disfrutar de una "expo" con

muy buena cantidad de stands y donde las principales marcas pudieron mostrar sus nuevos modelos y productos de cara al 2017. Sobre las 18hs del sábado y como es habitual, se realizó la charla técnica a cargo de Daniel Conforti y Guadalupe Alasino (integrantes máximos de Tandil BTT), quienes dieron los

detalles del trazado y recomendaron realizar una abundante hidratación dado el pronóstico de un calor poco habitual para esta época del año en Tandil. El domingo desde muy temprano fue incesante el arribo de bicis a la zona de largada y poco a poco se fueron ordenando las partidas previstas, arrancando puntualmente a las 8 con los menores, juveniles, sub23 y elite. Cada 5 minutos se cumplieron todas las restantes categorías, siguiendo los A1, A2, B1, B2 y todos los C. Posteriormente largaron las damas, y por último los mayores: los Master D. El nuevo trazado presentado por los organizadores parecía más duro, con más sendero y sierra desde el inicio mismo... Maggiora, Gasco, Pértile y Dorhmann picaron en punta y comenzaron a despegarse de todos, desde atrás, Oviedo y Caraccioli (A1) buscaban descontar diferencias y paralelamente, por una rotura, el mítico "Cacique" Ranquehue se quedaba afuera. En la vuelta, tras el paso por Cerro Leones y regresando por la parte serrana de Montecristo, Casanovas, el Valle del Picapedrero y el paseo de Los Pioneros, el trío de punta Maggiora - Gasco – Pértile, marchaba con buena luz de ventaja



mientras que Oviedo descontaba, junto a Dorhmann que venía en segundo término en el camino. Caraccioli estaba un poco más atrás, avanzando y achicando tiempos. Faltando 3 kilómetros para el final y entrando en el campo de Sabino, el tresarroyense Matías Maggiora apretó su ritmo y fue inalcanzable, entrando solo a la manga de llegada con un tiempo de 1h55m37s, quedándose con la elite y mirando el reloj hasta que llegó Oviedo para ver el descuento. Recién ahí pudo festejar al cumplir con su objetivo principal que era la general del Rally. La general se completó con Darío Gasco, Claudio Pértile, Alejandro Oviedo y Luciano Caraccioli. En cuanto a las damas, la caroyense del Top

Mega, Carolina Maldonado, logró imponerse y dominar la carrera logrando una buena diferencia sobre sus escoltas Lorena Fernández e Inés Gutiérrez, metiendo un tiempo de 2h27m45s.

El domingo 7:30 de la mañana con un día soleado y pronóstico caluroso, salimos en bici del hostel "Lo de Mer" con Gabriel Gómez y Lisandro Millán hacia el predio municipal del dique para la largada del esperado Rally en las Sierras de Tandil. Me sentía listo para tomar revancha del año pasado que por culpa de un reventón de neumático tuve que abandonar en el kilómetro 23.

Este año nos decían que iba a ser mucho más Rally y así lo comprobamos tras los 51 km que me marcó la compu de la bici. En la largada me encontraba más tranquilo que otras ediciones, pero ansioso. Los primeros kilómetros empezaron entre subidas y bajadas, caminos, senderos y pinares como para que tengamos un indicio de lo que nos esperaba. De ahí en más todo el recorrido fue entre más senderos y más trepadas como la de La Aurora, y más senderos y más trepadas y más calor por lo que estaba la necesidad de hidratarse y cuidar el agua hasta que llegáramos al puesto de abastecimiento... en ese lugar, además del agua, nos esperaba mucha gente que alentaba y hacía olvidar por unos instantes el esfuerzo que veníamos haciendo. A partir de ahí empezó la



parte más linda y más dura de la carrera. A pocos minutos se nos presentó la subida al Picapedrero, durísima, y de ahí en adelante ya no había más caminos. En plena sierra, el recorrido fue por senderos casi inventados por la organización, generando una mezcla de placer y dolor que sólo los que aman este deporte logran entender y disfrutar.

Julian Tozonotti (Menores), 02:16:13 Mathias Merli (Juveniles), 02:06:53 Juan González (Sub 23), 02:14:00 Matias Maggiora (Elite), 01:55:37 Alejandro Oviedo (Master A1), 01:57:53 Marcos Aga (Master A2), 01:59:03 José Luis Di Lorenzo (Master B1), 02:05:35 Rafael Bonomi (Master B2), 02:12:07 Gustavo León (Master C1), 02:20:43 Pedro Barbieri (Master C2), 02:26:07 Oscar Álvarez (Master D1), 02:44:33 Juan Carlos Abdeljalek (Master D2), 02:55:50 Inés Gutiérrez (Damas A), 02:30:09 Carolina Maldonado (Damas B), 02:27:45 Lorena Fernández (Damas C), 02:29:01 Jacqueline Brugnoli (Damas D), 02:40:57

Los últimos 20 km fueron con ese paisaje hasta que faltando unos 4 km después de una última subida llegó la esperada bajada, para seguir con otro sendero que nos llevaba a la manga. Acalambrado por el último esfuerzo y casi sin poder pedalear los últimos metros, no había más nafta en el cuerpo, todo había quedado en esa carrera y en el cruce del arco de llegada.

Fue un fin de semana para no olvidar… disfruté la carrera de Mtb más linda de la provincia, rodeado de amigos y gente maravillosa, y pude sumar un rendimiento personal en competencia que superó lo esperado. Muchas gracias Btt Tandil, realmente fue excelente todo… y vamos por más!.


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ara el sueño del montañista trelewense de alcanzar los 14 ochomiles, éste fue un año decisivo donde ha logrado acortar distancias y enorgullecer a quienes aman la actividad en nuestro país. Con un estilo alpino puro, sin oxígeno ni sherpas, Mariano Galván junto al español Alberto Zerain, le dieron batalla a este gigante de Nepal. La idea inicial había sido coronarlo juntos como lo habían hecho con el Dhaulagiri a principio de año, pero hechos inesperados hicieron que lo hagan en forma separada por la vía normal y no por la vía nueva que se habían propuesto. Luego de un año exitoso y su paso por Madrid donde dio una charla en las tiendas Desnivel y otra en las tiendas Scandinavian de Buenos Aires, una entrevista imperdible a Mariano Galván y los detalles del intrépido ascenso a El Manaslu en un non stop el 4 de octubre.

Esta cumbre tiene de especial que se proyectó con un compañero: Alberto Zerain. Él fue quien financió parte del viaje y si bien siempre escalo solo, me pareció un buen gesto de este gran montañista. Me llamó y me invitó a su expedición, me pagó parte de los gastos, pagué algo del pasaje y nos encontramos en el Himalaya. Esta relación comenzó en el Dhaulagiri, allí hicimos juntos desde el campo 2 hasta la cumbre y pegamos mucha afinidad. Así fue como aparecimos en El Manaslu con una cordada. Al escalar con Alberto pudimos hacer una cobertura mediática total porque cuenta con un sponsor grande la empresa “Saunier Duval”(con sedes en



Alemania y España) al que sumamos un teléfono satelital. También fue fundamental la participación de Desnivel que es la primera revista de habla hispana con gran difusión. Perdón… la segunda!...primera es Andar Extremo (risas). Desnivel tiene mucho respaldo y Darío Rodríguez, su editor, publicará una nota en la revista en papel. Afuera tuvo muchísima difusión, acá fue menor. Creo que la verdadera noticia fue intentar una vía nueva en un ochomil. A eso se sumó hacer una cumbre non-stop en el día, fue muy llamativo para toda la comunidad escaladora.

Es algo que nunca llegué a imaginar cuando empecé en esta actividad… hacer dos ocho miles en un año era algo que escapaba a mi imaginación… y mí presupuesto. Paralelamente para Alberto, que tiene muchísimos años de experiencia, también era la primera vez que metía dos ochomiles en un año y poder concretarlo juntos fue una experiencia más que satisfactoria y realmente motivadora ya que te hace pensar que es posible y que no estamos tan lejos de los grandes escaladores.

Llegamos a Katmandú, hicimos las compras… en tres días organizamos todo y

salimos a la montaña. El Manaslu se caracteriza por tener un clima hostil, mucha lluvia, aludes… algo frecuente en el trekking. Este año lo anecdótico fue que las únicas muertes se produjeron en la zona de trekking: un español del país vasco y dos sherpas por un alud de barro...ambas ocurrieron fuera de la montaña en el trekking de aproximación. Llegando a Samagaon, Alberto tuvo una angina y allí nos separamos. Él estuvo tres días descansando hasta que nos juntamos en el campo base (4800 msnm) y pudimos estudiar el ascenso. En esas jornadas estuve aclimatando en la ruta normal, había hecho una aproximación al campo 1 (5300

msnm) y casi pude llegar al campo 3 (6600 msnm). Desde el principio, nosotros teníamos pensando encarar una ruta diferente a la normal. La vía elegida era la del alpinista ruso Denís Urubko que discurre bastante en lo vertical por una vertiente de la montaña, pero encontramos una variante a la izquierda que nos pareció más potable ya que las condiciones de la vía de Denís no eran del todo viables. Pusimos toda la energía en abrir esa nueva vía que nunca se había hecho: cruzar un glaciar con muchas grietas, ponernos a escalar, fijar cuerdas y establecer los nuevos campamentos en un área que aún no se había escalado. La aclimatación fue un poco más larga.



Vista Aérea

En Aconcagua cuando abrí una vía nueva sin cuerdas y sin compañeros tenía dudas, me hacía veinte mil preguntas, temía no poder seguir. La incertidumbre siempre estaba pero en ese momento articulé cosas para poder salir si se complicaba. No es lo mismo un intento de escalada non stop donde no sabés lo que te vas a encontrar y no tenés equipo. Esto era ir aproximándonos, dar la vuelta al glaciar, transitar los pasos más difíciles y construir de a poco. Plantear un campo 1… después el resto. Miedo no te agarra, es incertidumbre… si bien te enterrás en la nieve, si le errás al camino se caen las piedras y eso tiene un sabor distinto a algo nuevo y no es igual que caminar tras las huellas de 200 personas.

Intentábamos establecernos para buscar cumbre por esta vía, y habíamos estado 12 horas seguidas con nieve hasta la cintura abriendo camino y antes habíamos estado otras 6 horas y media. Cuando volvimos a quedarnos, nos llevó el doble. Armamos el campamento 2 a 6400 y, al volver ya anocheciendo, nos encontramos con que había desaparecido la tienda de campaña. Al abrir camino la primera vez llevamos la tienda, bolsas de dormir, guantes, calentador, comida, todo… hasta una Go Pro. En ese momento al no tener calentador no podíamos hacer agua… fue muy desalentador. Estuvimos 2 horas buscándola, y buscando un motivo: el viento, una avalancha…lo raro es que no había rastros de nada. Fue duro. Tenemos un video editado con fotos que Alberto me pasó donde estaba el lugar del campamento con la carpa y luego hace una filmación del lugar que rastrillamos y se ve

claramente que es el mismo, donde ya no estaba. Al mostrarle el video a gente que sabe, no se ven restos de avalancha ni restos de material del campamento… sin duda fue un robo. Además, si hubiese sido una avalancha, en la foto se vería tapada una grieta que estaba al lado y en el video de cuando volvimos, la grieta quedó de la misma forma que cuando estaba la carpa.

Qué decisión tomaron cuando vieron esta situación? Eran las 6 de la tarde y no teníamos casi agua, en realidad muy poca: un litro y medio Alberto y un litro yo. B u s c a m o s intensamente el campamento por dos horas y cuando el sol se puso decidimos

hacer un vivac, pasar la noche a la intemperie sin ningún tipo de abrigo, improvisando con lo que teníamos, que en ese momento era solamente la mochila y el enterito de pluma. Nos acurrucamos con la mochila y tratamos de pasar la noche. Pasó como una hora y media más y yo empecé a replantearme todo y repetía: -“…no puede ser lo que nos hicieron!!”. No encontrábamos explicación… justo en ese mismo momento había otra expedición de japoneses que estaba trazando una línea horizontal casi perpendicular a nuestra vía, y estaban muy auspiciados por su gobierno. Eran 15 personas en una expedición organizada. Si uno ve los libros de historia es bastante común que cuando se está trazando una vía se genera una competencia, pero igual


aire allí adentro y más a esa altura. Me pasé todo el día allí y cuando llegó la noche empecé a temblar y no me quedó otra opción que salir a caminar en la vía. Cuarto día sin tener agua. No dormir bien y tener que descansar de día por la temperatura y caminar de noche más lento, me debilitó mucho…me quedaba dor mido caminando. A eso se sumaba que para armar el campo 2 dejamos una piqueta y un bastón cada uno y al no tenerlas se avanzaba solamente con una piqueta y un bastón. A los 7700 metros encontré dificultades de las que no me había percatado: primero la falta del compañero, segundo la falta de tornillos de hielo y soga y tercero, la falta de la piqueta y bastón para los últimos metros que era hielo duro. Pensé que sorteando esa dificultad los últimos 60 o 70 metros iban a ser fáciles, pero este punto era muy dificultoso y corría peligro de vida. Imagináte que estaba a 400 metros de la cumbre, dormido y sin herramientas. Decidí bajar de los 7740 msnm en este itinerario distinto quedándome con una buena sensación al querer intentar una vía nueva y desistir a esa distancia en un ochomil.

La bajada no fue fácil, tenía que salir e irme hacia la línea de la ruta normal, hacer una travesía bastante fuerte por debajo de una línea de seracs que se encontraban a los 7600 msnm para ir hacia lo que es el campamento 3 (6600 msnm) de la ruta normal. Allí encontré mucha gente bajando que habían hecho cumbre aprovechando la ventana de buen tiempo. Después supe que entre el 29 y el 30 de septiembre hicieron cumbre 200 personas de las que no me había enterado porque estaba en otro lado de la montaña. Cuando seguí bajando encontré al rosarino Pablo Sarjanovich que había hecho cumbre con oxígeno, del cual me convidó. También me dio agua, imprescindible para calmar la insensibilidad en los dedos y el peligro de congelamiento. Luego, seguí bajando por mis propios medios. nosotros veníamos en una línea que apenas tocaba en unos trescientos metros la de ellos… lamentablemente, hay muchos hechos históricos que muestran cortes de cuerdas, desaparición de cosas, robos dentro de las tiendas y al caer en un hecho así, me enojé y quería seguir dándole batalla y saber qué más había en esa ruta que nadie había caminado. A las 9 y media de la noche me sentía bien, así que me vestí con el poco material que tenía y me dispuse a caminar para no tiritar y perder energía quieto. Salí con terreno nuevo, de noche, con una nieve muy onda, y seguí hasta las 11 de la mañana del día siguiente cuando encontré la traza de los japoneses y me quedé dormido al calor del sol. En un momento me levanté con unos fragmentos de nieve que me caían en la cara, eran los japoneses que venían bajando de una tienda que estaba más arriba y que intuía la iban a armar por allí. No tenía la certeza de dónde estaba ni a qué altura me encontraba. Cuando nos cruzamos ninguno me saludó y me pareció raro en esas latitudes que se manejen así. Uno solo creo que balbuceó, y preguntó de dónde venía.

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Al final seguí subiendo y encontré la carpa a 6700 msnm, no podían ir mucho más allá sin hacer un campamento. Pensé en usarla como refugio y encontrar un calentador para hacer agua… mis teorías fueron ciertas: estaba la carpa, había comida seca, algas… pero no había calentador y fue una frustración. Esa misma noche nevó y traté de salir, pero no pude. Continuamente trataba de hacer agua con un sistema que es con una bolsa negra con nieve adentro y por goteo. Logré hacer unos 300 mililitros de agua, que fueron bastante, imagináte que tomé un litro en tres días. Hice noche en la carpa y al siguiente día llegué a los 7300 msnm donde decidí armar una cueva para establecer un vivac y pasar la tercera noche. Fue sofocante hacer la cueva, era muy enrarecido el

Alberto bajó y se generó muchísima preocupación, porque fueron 4 días y no tenía víveres ni equipo, y sumado a esto, el terreno que él había experimentado tenía nieves muy ondas. Trató de subir para ver si podía verme por la ruta normal y creo que llegó al campo 4 a los 7400 msnm y de allí bajó de nuevo porque la verdad que tampoco podía seguir a la cumbre. Esto significó en Argentina un estado de alerta y preocupación…fueron horas de mucha tensión.

Cuando encontré a la gente de la expedición fue como si vieran un aparecido… me daban por perdido. Con Alberto nos dimos un abrazo grande. Lo mismo pasó con los cocineros. Más allá de eso, no me podía relajar… ya me conozco, me pasó en el Broad Peak donde estuve mucho tiempo solo.



Tratamos de analizar lo que pasó, coincidíamos en lo mismo… había muchas dudas. Por un lado, nos exigían un nuevo permiso con un prestador de servicios que sobreactuó la situación. Teníamos la aprobación de ascenso pero no para abrir una vía, esto no lo sabíamos y no lo hicimos ex profeso. Cuando se llenan los formularios para los permisos de un ochomil te preguntan si vas a subir una ruta nueva, uno le da los documentos y el dinero a su prestador de servicios y éste completa el formulario de forma casi automática. Desde un principio nosotros íbamos a abrir una vía. El prestador que generó el problema, puso en alerta a los japoneses diciéndoles que nosotros no teníamos permiso y que le queríamos robar la ruta. Imagináte cuál fue la respuesta, y no era de extrañar que nos desaparecieran las cosas de forma automática.

Tenía por sentado que ése iba a ser mi único intento de ascenso, y al día siguiente Alberto se propuso hacer la cumbre de la forma más rápida

posible. Entonces, me dijo:- “ Yo quiero intentarlo, me siento bien, quiero ir a la cumbre!!”. Automáticamente le di mi equipo: reloj, calentador y carpa liviana. A las 17 hs salió para una subida express. Yo había descansado sólo 24 horas y no podía acompañarlo con la paliza que había tenido. Descansé, y dos días después de estar en campo base me dije:- “si él va a hacer una subida entre 24 y 48 hs, puedo salir y encontrarlo bajando, o en el último empujón a la cumbre!”. Mi idea era salir también a las 5 de la tarde pero 24 horas después, con dos litros y medio de agua, “como vamos por la normal, nos vamos a encontrar”. Empecé a caminar, llegué en dos horas y media al campo 1, descansé 15 minutos y fui a campo 2 en otras 3 horas, descansando 1. Llevaba en total 7 horas. Salí, no llegué al campo 3, vi unas tiendas a la derecha que salían de la traza de la ruta. Contemplé la montaña y salí directo al campo 4. A esa hora no se veía prácticamente nada y tenía que intuir la vía, nunca encontré las cuerdas fijas ni nada que muestre un camino, así que tomé recto hasta el campo 4. Con nieve honda y teniendo que abrir huella, caminé toda la noche hasta que me sorprendió la mañana llegando al campo 4 a 13 horas de la partida.

Encontré una carpa abandonada llena de nieve, casi por volarse, me metí y recambié el equipo. Hacía muchísimo frío y allí cometí otro error: estando a 7400 msnm me pareció que iba a ser fácil y dejé la mochila con agua. Tenía 700 metros de desnivel, salí con la cámara de fotos, un piolet, un bastón, un poco de comida de marcha en el bolsillo y nada más. Me llevaba bastante tiempo llegar a la cumbre, sumado al cansancio, había una nieve cartón que hacía que diera dos pasos firmes y me hundiera hasta la rodilla en el tercer paso, así que tomé la medida de caminar a veces en cuatro patas para no romper el manto de arriba y poder avanzar. Llegué a la cumbre con muchas placas de nieve, viento, cansado y aturdido también. Fueron como 17 horas más el tiempo de vigilia en el campamento base. Eso arrancó a las 5 de la tarde pero estaba despierto desde las 8 de la mañana. Cuando descansaba me quedaba dormido, me despertaba sobresaltado, me costaba distinguir la realidad del adormecimiento y esto generaba mucho peligro.

Nunca lo vi, en realidad cuando decidí no ir al campo 3 y pasé de largo, él había decidido parar allí porque había mucho viento y salió más tarde. Pensando que estaba adelante mío llegué a campo 4 y allí al no ver huellas deduje que estaba en el 3. Cuando hice cumbre y empecé a bajar lo hice de espalda porque esa nieve cartón si iba de frente me podía romper las rodillas. En uno de los


descansos vi algo rojo que se movía y creí que era parte de una alucinación. El punto rojo se seguía moviendo y en un momento pensé que era una piedra, pero al final era Alberto que estaba en su intento de cumbre, y como había salido más tarde lo logró 5 horas después que yo. No lo reconocí al estar lejos, y seguí. Pasé por el campamento 4, recogí la mochila y cuando estaba llegando al 3 me encontré con rusos. Cuando me vieron se aproximaron y les consulté si habían pasado un español por campo 3 y me dijeron que no, que había un alemán y unos japoneses. De un tirón fui hasta el campamento base donde llegué a las 20 hs y allí me enteré que Alberto también había hecho cumbre.

Después de este año, me alimenta mucho la confianza sentir que hice dos cumbres, le di batalla a una nueva vía, y encaré uno de los más grandes retos que tiene el Everest sin oxígeno. Todo eso me va animando a tener feeling con este mundo de los ochomiles. La verdad, queda mucho por recorrer… veo las carreras de grandes ochomilistas como Carlos Soria o como Oscar Cadiach, este último tiene trece ochomiles y le falta uno, y tuvo 4 expediciones al Broad Peak y no

lo puede completar. Yo tengo grandes chances si continúa todo así y si aparecen sponsors más grandes va a ser mejor. Haber hecho siete ochomiles es bueno para el futuro del montañismo argentino, los que vienen detrás mío, los que hacen montañismo amateur, ven que una persona nacida en el mar se propuso a los 25 años ponerse un arnés con mucha convicción y llegar a hacer la mitad de los ochomiles. Yo creo que estoy sembrando y haciendo un gran escalón para que otros puedan crecer. Lo que realmente siento es que aporto conducta, perseverancia, objetivos claros… es esencial para el montañismo. Si uno se profesionaliza, entrena de la manera adecuada y le pone corazón, todo es posible.


En las charlas que he participado muy habidos de información, estuve en Buenos Aires, La Plata tengo un público muy grande en Córdoba capital y Rio Cuarto pero en los medios masivos no nos toman como en otros países como España.

He hablado con gente de Desnivel y montañistas, y realmente se ha perdido la cultura del vivac. Si ves libros de historia del montañismo, este tema era materia obligada. Ejemplos como los polacos, eslovenos, el mismo Scott, Shackleton…esas expediciones pasaban días y días haciendo vivac. Yo no veo peligroso pasar un par de noches, si bien es meritorio, uno se prepara para esto, entrena y lleva buenos equipos no tiene que existir un final drástico. Los ochomiles son montañas muy grandes y tenés que prepararte para hacer vivac, improvisar, tener la logística necesaria para estar 36 horas despierto, esto forma parte del montañismo.

Este es un proyecto muy a largo plazo, y trabajando con el Instituto Antártico, de acá a dos años será un emprendimiento de resistencia bastante innovador con poca ayuda externa y buenas comunicaciones en la Antártida. Aparte de tener un trekking al campo base del Everest y unos clientes al Denaly Alaska, puede ser que apunte al K2 o al Nangaparbat en Pakistán

Tenía que estar preparado para la lluvia porque en la aproximación llueve muchísimo, en eso me ayudó Mountain Hardwear con chaquetas dr ystein material respirable y altamente impermeable. Para el trekking, testeé indumentaria de Garmont, en especial unas camisetas con


muy buena protección para el sol, que se secan rapidísimo. Uso y recomiendo la tienda de Mountain Hardwear que con un peso de 1200 grs puedo ponerla en la mochila y moverme para todos lados.

La familia, mi madre, hermana y amigos, gente que se movilizó cuando estuve perdido, Mountain Hardwear y Scandinavian Argentina y Garmont, que siguen con su apoyo incondicional.

A Alberto Zerain, mi compañero de cordada, que hizo posible esta expedición. A todos los que me ayudaron con 100 o 200 dólares para cubrir gastos y a quienes me bancan incondicionalmente…eso no tiene precio.


e cumplió el sueño de poder llevar esta c carrera al imponente Cordón del Plata, ccccccccuna de muchos montañistas, lo cual no fue nada fácil por la infinidad de permisos y autorizaciones que cada organismo y ente proteccionista solicita. La XK Traverse Mendoza en esta oportunidad, se unió a otra carrera organizada por nosotros: Conquista Tu Cumbre, de formato 100% trekking de alta montaña. Son pocos los antecedentes, y somos menos los que nos animamos a llevar una carrera con más de 200 competidores a alturas extremas que superan los 3600msnm, en una época donde el invierno recién se va despidiendo y las temperaturas o amplitud térmica afecta al organismo si no se tiene buen equipamiento.

Es importante reconocer a la organización con su enorme y humilde staff, y a los corredores que se prepararon, animaron y lo lograron. No fue fácil…el desnivel, el clima que arrancó muy bueno y luego complicó la visibilidad, y el terreno por momentos hostil, fueron obstáculos a vencer en cada paso. En ese momento como ahora, vale recordar y usar una frase muy buena de nuestros amigos uruguayos del Colonia Aventura CAC: ¨El desafío forma al triunfador y no cabe desafío sin riesgo al fracaso, pues el éxito y el fracaso son un tejido de la misma textura….¨ Si algo no faltó en la carrera, fue el desnivel producto de tantas trepadas… ¨todos estuvieron altos, y cuando miraban hacia el cielo estaba el rumbo, porque el límite está más arriba…”.Fue

una carrera que quedará en la memoria, y aún más viendo fotos y videos, escuchando anécdotas y relatos. El centro de operaciones fue el Gran Hotel Potrerillos, sobre la costa del lago homónimo. El lugar se reinauguró este año, y abrió sus puertas para invitarnos a conocer su increíble infraestructura e inmejorables vistas panorámicas del Cordón del Plata y el Lago Potrerillos… previa ideal para ir esperando la carrera. Se trabajó mucho en el diseño de recorrido debido a que se debían combinar ciertos factores claves que por tema de tiempos, logística y horarios había que pensar bien cómo diagramarlos, sumado a que existían 2 carreras en un mismo evento como XK Traverse y CTC, y


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dentro de las mismas formato non stop y otros con stop. Se priorizó largar XK Traverse primero y aprovechar todo el día 1 para poder realizar la etapa del agua, y el día 2 la de alta montaña, calzando en la noche un trekking con navegación que no se viera alterado por el clima. El trekking inicial rumbo al rafting tenía que ser salvaje, debía separar a los equipos con cierto margen para llegar a las balsas en rangos, evitando largas esperas. En este caso, el río Mendoza contaba con la particularidad de ser navegable gran parte del año y ofrecía un rafting técnico que muy pocos han tenido la suerte de tener en una carrera e incluso para varios fue su bautismo. Otra clave fue poder combinar en el mismo río la transición de rafting a kayak y luego a embalse, teniendo así cerca de 30km de actividades acuáticas que se vieron ayudadas por un clima muy bueno que permitió soportar el frío de las aguas de deshielo. Los equipos más experimentados lograron posicionarse, aunque en el agua quedó demostrado que era el punto débil de los canadienses que ingresaron primeros al rafting y salieron quintos del kayak. Ansilta, Columbia Córdoba y El Litoral,

300 km Elite Mixtos 1° Raid International Gaspésie 26 horas un minuto 2° Ansilta-Viento Andino 28 horas 8 minutos 3° Sportotal 28 horas 8 minutos 300 km Elite Caballeros 1° San Juan Aventura 26 horas 9 minutos

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demostraron como en otras carreras, ser muy fuertes en el kayak. En el recorrido había dos puestos de control que requerían navegación para encontrarlos sobre unas bahías en la cara sur del lago. Luego del kayak y de una rápida transición en el Hotel Potrerillos, tomaban las bike y comenzaba un duro ascenso por huellas entre ríos secos y zonas altas de El Salto y Las Vegas, donde al caer la noche se dificultaba la navegación. Les costó mucho a los equipos llegar al Puesto Las Lajas a 2300msnm, en un tramo de 35km que les llevó más de 4hs. Aquí se venía lo que la organización había previsto, un trekking más complicado por la navegación en noche cerrada, en zona de senderos de vegetación muy espinosa, y un importante desnivel que se acumulaba. Los equipos San Juan Aventura, Raid Gaspesie y Columbia Córdoba, fueron los que le sacaron jugo a este trekking y marcaron una diferencia cercana a las 2hs gracias a una fina navegación, y partieron rumbo a Vallecitos a toda marcha sabiendo que entre ellos se peleaba la punta de la carrera. En Vallecitos, la organización había armado un puesto de asistencia médica, comidas y

2° Columbia Córdoba 26 horas 59 minutos 3° El litoral 28 horas 8 minutos 300 km Desafío Pro Caballeros 1° Los Sherpas 30 horas 40 minutos 2 ° Remanso Valerio 30 horas 35 minutos sin tres PC 3° Max Way 31 horas 9 minutos sin

descanso, pero llegar ahí en mountain bike fue muy exigente. El tramo final de caracoles tenía 10km y 1000mts de desnivel, por momentos se veía a muchos caminando con sus bike. Los deportistas llegaron agotados y la hora de stop no era suficiente, por lo que salían al trekking a un ritmo lento para unir el cordón de La Cadenita con varias cumbres, siendo la más alta el Cerro Lomas Blancas a 3650msnm. Quedará para la memoria el extenso filo sobre el cordón norte de Vallecitos con inmejorables vistas del Lago Potrerillos y del Cerro El Plata. En esta puja por el título quedaban dos equipos: los Sanjuaninos y los Canadienses. La definición se dio en el tramo final de descenso rumbo a Potrerillos, donde el Team Raid Gaspesie navegó mejor sobre uno de los posibles caminos y fuer tes descensos, obteniendo una leve ventaja de minutos que lo llevó al triunfo en el Hotel Potrerillos. Es importante aclarar que la organización optó durante el evento, por eliminar el tramo anunciado en la hoja de ruta de 130km de bike por la zona de Tupungato, debido a que la brecha entre los equipos líderes y el resto era muy grande, y ese tramo seguro dejaría afuera de tiempo a muchos equipos..

cuatro PC 300 km Desafío Pro Mixtos 1° Sinti-San Juan Aventura 28 horas 4 minutos sin tres PC 2° Remanso Valerio MIX 30 horas 35 minutos sin tres PC 3° Alquimistas Mix 30 horas 40 minutos sin tres PC

150 km 1° Team Mendoza aventura 16 horas 24 minutos 2° TransSierras – Fosil 17 horas 06 minutos 3° El Rústico 18 horas 39 minutos


Nuevamente en Colonia y... cómo explicar lo que pasó en la XK Traverse Mendoza si ni yo me lo creo... La historia es larga, empezó en junio del 2012 cuando largué en la primera carrera de aventura impulsado por mi mentor y amigo, Rafael Lima. De a poco se les fueron sumando kilómetros, se le fue sumando experiencia, se fueron sumando amigos, fueron pasando varios

compañeros de equipo, llegó la inolvidable De Sol a Sol con Leandro Madero, llegó Zona 3 Endurance y después armamos el Charlton Adventure Team, viajamos a XK Race en El Bolsón, siempre aprendiendo y sumando con el gran Ruben Manduré como coach. En las XK Race conocí a Martín Ossores y a Lucas Masman con quienes luego formaría el team para la XK Traverse.


Comenzamos un año 2016 que pintaba con pocas aventuras, una pequeña lesión no me dejaba correr a pata y me apoyé en el ciclismo. Entonces, llegó la invitación de San Juan Aventura, sumado a todo lo que hizo Alito Luchini ayudando para que estuviera en la Traverse Mendoza. Allá fui, con la mochila llena de ilusiones y el respaldo de todos mis amigos y familia. Se venía la carrera más difícil, con los rivales más duros… nerviosismo que a horas de largar se transformaba en susto... pero el staff de una carrera imponente y los compañeros, lo hacían

más ameno... Se largó con un trekking que a los 15min me hacían pensar cómo iba a hacer para terminar esa tortura. De a poco iban pasando las horas, y llegó la etapa de rafting en el río Mendoza y luego, de vuelta a sufrir, ya que nos tocaba compartir la balsa con los canadienses con los cuales competíamos por el primer puesto, seguidos muy de cerca por El Litoral y Columbia Córdoba. Luego, transición al kayak, remo con zambullida incluida, mucho frío ya que comenzaba a irse el sol, y el agua de deshielo del río Mendoza sumada al lago Potrerillos se hacía

sentir en el bote, más aún luego de 3hs de navegación. Terminamos en segundo lugar el kayak, y continuamos mountain bike. Trepar de nuevo, terrible ascensos, terreno pesado. Llegamos a otro trekking de noche con mucha orientación, que entre todos los equipos pudimos sacar adelante. La disciplina fue clave en la carrera ya que la mayoría cometió errores de navegación y nosotros junto a Columbia Córdoba y a Raid Gaspesie de Canadá, logramos minimizarlos y sacar una importante diferencia en tiempo. Aún quedaba mucho de carrera, y sobre todo la etapa de alta montaña. Se venía el peor repecho de la carrera: 12km de caracoles que nos iban a llevar 2:45hs para llegar a Vallecitos y ser testigos de un amanecer espectacular entre las montañas. En ese refugio a 3000mmsnm venía por fin un stop de una hora para prepararnos para el trekking de alta montaña que lo sufrí desde el minuto uno. Visitamos 4 picos de la zona: el Andresito, el Arenales, el Lomas Blancas y Piedra Grande. Era una mezcla de admiración y odio al paisaje, difícil de explicar… Los canadienses imponían un ritmo infernal y llegaba el final de la carrera. Una etapa de bici corta, muy rápida y técnica, y por fin bajábamos todo lo que habíamos subido. En ese tramo fuimos excelentemente superados por los canadienses que desplegaron un nivel al bajar digno de aplaudir, dejándonos en el segundo lugar después de 26hs de dura disputa. Nunca había estado tan contento de llegar en segundo lugar, más aún viendo quienes habían ganado. A medida que pasaban las horas, la felicidad me desbordaba cada vez más, viendo a mucha gente disfrutar conmigo… todavía hoy me falta caer del todo y agradecer por todo a todos los que han estado pendientes en mi Uruguay querido.


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esde mis comienzos como corredor de a aventura, allá por el 2006 si mal no rrrrrrrrrrecuerdo, me debía un cuso de orientación que me sirviera para anotarme en una futura carrera de 24hs, era una cuenta pendiente. Y como siempre hay un momento para cada cosa, el momento del curso de orientación llegaría en el mes de mayo de este año. Es mi costumbre en cada actividad relacionada con la aventura, transmitir lo que

hago e invitar al grupo de gente que me acompaña en Kayak Platense, por lo cual formamos un grupo de 8 personas que literalmente llenamos el local de Matna, lugar en donde nos dictaron el curso de orientación. Pasada una semana de una charla entre mates, salió la idea de realizar un viaje hasta Tornquist, provincia de Buenos Aires, para hacer el ascenso al Cerro Tres Picos, el cual se encuentra dentro de Estancia Funke. En dos

reuniones posteriores ya teníamos todo organizado, entiéndase por ello: fecha del trekking, qué equipo llevar, vehículos de traslado, etc. Casi como un viaje de egresados pero “nivel cuarentones” partimos en 2 vehículos hacia nuestro objetivo. El viaje fue largo, con una parada en la localidad de Azul para encontrarnos con Ale que venía desde Tandil y se sumaba a nosotros (Diego, Mario, Pablo, Maxi, Claudio, German y yo). Cuando llegamos a Sierra de la Ventana, sacamos algunas fotos en el mirador frente al Cerro Ventana, casi como adolescentes emocionados por estar ahí respirando otro aire y con la adrenalina que nos generaba saber lo que vendría luego. Para llegar a Estancia Funke ingresamos por Tornquist y luego de unos fugaces 12km de tierra, estábamos estacionando frente al refugio de la estancia. Bajamos de los vehículos y ya teníamos recibiéndonos a una pareja joven y con muy buena onda, que eran quienes administran el refugio. Escuchamos con atención dos propuestas: acampar al lado del lugar y pasar la noche ahí para luego a la mañana siguiente comenzar con el ascenso o, descansar en las habitaciones del refugio. Lógicamente optamos por la segunda propuesta y en breves minutos ya teníamos todo nuestro equipo sobre las camas… mejor elección imposible: habitaciones calefaccionadas, olor a


limpio, camas más que cómodas para descansar del viaje de 600km que separan La Plata de Tornquist. Al atardecer improvisamos un fogón y cuando las brasas estaban listas, sólo bastaron unos pocos minutos para que las entrañas que habíamos llevado estuvieran listas, lo demás fue un par de buenos vinos, divertidas charlas y por último asombrarnos por lo majestuoso del cielo estrellado, algo que en la cuidad ya es imposible de apreciar. El día siguiente comenzó temprano, tan temprano que cuando Marito abrió la puerta del refugio fue irreproducible lo que escuchamos, es

que por el mes de agosto no amanece tan temprano y el señor es de buen dormir. De todos modos sirvió para arrancar con ventaja sobre otros aventureros que había en el refugio. La noche anterior, cada uno se encargó de revisar su equipo, ya que era fundamental que no falte ni sobre nada, porque durante el ascenso el peso en este tipo de actividad es un factor determinante cuando el cansancio se hace presente. Ya en la glorieta, lugar en donde se dejan los vehículos, sacamos fotos y comenzamos a caminar. Pasamos el único vado del recorrido, unos cuantos metros de llano con un breve coastering por un arroyo de piedras blancas y

agua cristalina antes de comenzar a subir. Como niños pero en silencio se dieron los primeros kilómetros, atónitos ante la belleza del paisaje y lo desconocido por venir. Hicimos una parada luego de una hora y media para hidratarnos, comer algo y cambiar el aire. Esto último fue en realidad el propósito de la parada donde, luego de vernos las caras, notamos en algunos la falta de estado, sobrepeso en otros y el exceso de cigarrillo en Diego, que para continuar siéndole fiel al vicio, prendió uno más!... Casi a mitad de camino, según mi cálculo, llegamos al paso dinamitado en donde volvimos

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a parar para hidratarnos y quitarnos algo de abrigo. Desde ahí, fue trekking a ritmo constante hasta la Cueva de los Guanacos, que por más que cualquier hombre de la ciencia se rompa la cabeza, tiene como esas cosas inexplicables de la naturaleza: una vista privilegiada hacia el Cerro Tres Picos, el punto más alto de la provincia. Una vez que llegamos al lugar, sacamos fotos y no tardamos en armar las carpas aprovechando que éramos los únicos en el lugar, posteriormente aparecieron los salamines regeneradores, acompañados de queso, palitos y papitas…la picadita serrana, traída por Ale desde Tandil. Con el estómago lleno y casi sin descanso, abandonamos el 90% de nuestro equipo en la cueva y salimos a cumplir con el objeto del viaje: hacer cumbre en el Tres Picos. Este ascenso se hizo sentir en quienes se excedieron con “la picadita serrana”, pero no los limitó tanto como para no hacer cumbre. Es así como entre nubes llegamos a la cima de este hermoso lugar, el cual recomiendo a pesar de que a algún “pro” le parezca “el paseo de la abuela”… es que los corredores de aventura somos así, solemos creer ser más grandes que la naturaleza en sí y tratamos de ir un poco mas allá que los demás, aunque el verdadero placer esté en vivir la aventura en cualquiera de sus formas. Fotos miles en la cumbre hasta que las nubes y el viento nos invitaron a descender. Cuando comenzamos, teníamos opciones: seguir por el sendero (camino largo) o hacer un corte en línea recta y caminar hacia la Cueva de los Guanacos atravesando una quebrada o

depresión a mitad de recorrido, todo esto, haciendo nuestro propio camino porque como dice la canción “se hace camino al andar”. Como hombre de aventura propuse la segunda opción que fue aceptada por unanimidad. Lógicamente, no es recomendable salirse de los senderos debido a la actividad de “bichas”, la cual generalmente comienza en octubre y con el frío de agosto aún estábamos a tiempo de hacerlo…y así lo hicimos. A mitad de recorrido, encontramos una vertiente que sirvió para reponer el agua de las caramañolas, aunque de los 8 que éramos sólo 3 nos animamos a tomar de ellas. Recorrido más que acertado el que decidimos hacer, porque al llegar al campamento nos daríamos cuenta que el agua para la noche no sería suficiente para cocinar, por lo que luego Mario, Pablo y yo bajaríamos nuevamente a recargar las botellas. Una vez en el campamento, encontramos “compañeros de habitación”, una pareja que había armado su carpa en el ingreso de la cueva y que amablemente nos facilitó un equipo de mate para que podamos merendar ya que de 8 que éramos, a ninguno se nos había prendió la lamparita de cargar al menos un equipo de mate en alguna de las mochilas. Entre charlas y risas llegó la noche. Cenamos temprano porque con las luces de las linternas mucho no se podía hacer, y nos acostamos para descansar luego de todo un día de caminata. El amanecer fue distinto a lo que pensábamos. Las nubes estaban casi dentro de la cueva, lo que hizo que las carpas y todo el equipo se guardara casi mojado. Las nubes no se levantaron hasta que llegamos al paso dinamitado, lugar en donde el sol aparecería y no nos abandonaría

hasta el final del día. El descenso en sí, por cuestiones lógicas, fue más rápido que el ascenso y durante su trayecto, producto del cansancio, aparecieron varias torceduras de tobillo y dolores en rodillas pero sin pasar a mayores. Obligado fue el paso por el refugio para una ducha y devolver las bolsas de residuos llenas… algunas con basura que generamos y otras que encontramos de algún “descuidado” que anduvo por este bello lugar. Así concluimos nuestra primera experiencia en Tres Picos, con un proyecto de regresar en el mes de abril pero con un grupo más numeroso, ya que más de un integrante de KP (kayak platense) nos dio un tirón de orejas. Hay que entender que organizar responsablemente cualquier tipo de actividad outdoor, requiere un reconocimiento previo del lugar, si es que uno planea ir acompañado de un grupo numeroso en el futuro.

Diego Buttignol, Mario Delpiani, Maximiiano Borgoglio, German Vazquez, Alejandro Mendez, Claudio Hidalgo, Pablo Rodriguez, Matias Alfonso Flaque. Organizó: Kayak Platense


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n ciclón extra tropical y un fuerte frente frío, produjo una de las tormentas más destructivas de las últimas décadas del sur y el sudeste de Brasil, que castigó a 1300 km de costa con vientos de más de 100 km/h y formaciones de olas de hasta 5 metros de frente en algunas áreas. Paradójicamente, si bien se lamentaron las pérdidas y daños causados, lo que para muchos creó el caos, para otros fue la salvación. Así, mientras que el Cuerpo de Bomberos y Defensa Civil asistían cientos de necesidades como casas enterradas, árboles y estructuras públicas caídas, deslizamientos de tierra, inundaciones con autos arrastrados, rutas intransitables, barcos paralizados, ciudades sin energía eléctrica y teléfono cortados, con la atletadocumentalista Fernanda Lupo, decidimos hacer frente a esta tormenta histórica en búsqueda de nuevos avances en la víspera de una expedición atrevida que había llevado cinco años de preparativos. Para darle vida a este entrenamiento y hacer algo más que salir a “remar durante una tormenta", tomamos la oportunidad de celebrar una sesión de “Rock


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Gardening” en la Costa de los Naufragios. Este sitio es una de las áreas más críticas para la navegación a lo largo de la costa brasileña, y está ubicada al sur del Archipiélago de Ilhabela, área constantemente golpeada por frentes fríos poderosos. El modo Rock Gardening remite al descenso de ríos y rápidos pero en Kayak de Agua Blanca en este caso, utilizamos kayak de Mar (como lo llamamos el deporte en Brasil). La emoción fue crear desafíos a través de las olas en un "jardín de rocas" en el mar, cruzando pasajes estrechos o punzante en bloques afilados y piedras cubiertas brevemente por espuma. Esta es una de las modalidades más extremas y menos conocida de Piragüismo que, por desgracia, significa para mucho: raros practicantes y mayor riesgo. Después de un par de llamadas y abandonos, finalmente "secuestramos" al kayakista Evaldo Plado quien aceptó superar sus límites y reforzó la seguridad de nuestro equipo.

Sin tener cuenta los preparativos detallados, específicos y exigentes para una expedición, tal vez alguno pueda juzgar nuestras decisiones, pero como remero olímpico necesito enfocarme para lograr el nivel de los Juegos Olímpicos. Nosotros tenemos que entrenar numerosas técnicas, a veces en condiciones muy duras, y prepararnos para los peores escenarios. Lo que puede parecer una locura, es el resultado de años de entrenamiento, el uso de un buen equipo (dispositivos satelitales, prendas con tecnología Gore-tex, etc.), estudios que van desde la meteorología a la supervivencia al aire libre (o de la Medicina a la navegación cartográfica) y el dominio de diversas técnicas específicas (salvamento marítimo, etc.). Después de todo, abrir un mapa y soñar con nuevos retos es lo más fácil del juego.

De acuerdo con la Escala de Beaufort un “temporal duro" tiene velocidad entre 89 y 102 km/h. Ese día, los meteorólogos habían informado ráfagas de 103,7 km/h en el área protegida de Ilhabela (oficialmente 95 km/h por el CPTEC / INPE), pero ya estábamos en el lado mar del archipiélago más expuesto a lo duro del Cuadrante Sur y, probablemente, el viento superaba estas marcas generando un destructivo temporal grado 11 en una escala que va hasta el 12 ("temporal huracanado"). Un espectáculo inolvidable mezcló diversión y tensión bajo un clima patagónico: enormes olas que explotaban en las rocas como dinamita, formaban cortinas de 10 metros de altura bajo un sonido capaz de preocupar a cualquier marinero… el mar parecía tomado por miles de osos polares fur iosos, y el frío era extremadamente penetrante que obligó a remar con interiores térmicos debajo del neoprene.


Como grandes paredes de agua salada que se enfrentan en un sueño quijotesco, mientras las series más grandes llegaban en unos diez segundos, repetimos acciones para no golpear el fondo rocoso o ser lanzado contra la costa. Memorización de las piedras de la zona, remar con "casi" todas las fuerzas (reservando algo para una contingencia), penetrar en la pared de agua llenando los pulmones, emerger del torbellino equilibrando con el "apoyo" de remo, proteger las costillas de las rocas cercanas y recomenzar de nuevo esta secuencia hasta que pase lo peor de cinco o seis olas que venían cada tres a cinco minutos. Golpe, porrazo y bofetada en la cara fue el menú del día, sin tiempo para descansar o

reposicionarnos, o buscar lugares seguros antes de ser tragados y arrastrados por una nueva masa de espuma. Me sentía con sensación de pesadez y sin coordinación, con la impresión de que los compartimientos de carga estaban con agua. No podía girar el kayak, si me daba vuelta podía perder subir a la ola. Estaba agotado, con el pecho prendido fuego y sin energía ni para salir. Por suerte, la tormenta alcanzó su pico máximo y comenzó a decrecer, ahí simplemente quedó volver a tierra firme. Bajo la fina línea entre la seguridad y los riesgos reales, sin duda, fue una experiencia que nunca nos olvidaremos. La peligrosa aventura, exigió la mayor parte de nuestros conocimientos

y nos enseñó y fortaleció más que un centenar de entrenamientos bajo el cielo azul. Damos las gracias al anfitrión Neptuno por la fiesta memorable y a las marcas Gore-tex y Windstopper por la gran colaboración en estos últimos 10 años. Ellas fueron fundamentales para el logro de nuestros grandes sueños. Con la certeza de que a menudo los peores días son los mejores, grandes aventuras para todos! Para ver un video con las pocas imágenes que grabamos este día épico: www.youtube.com/watch?v=Hn6AiInwZmA


legamos el sábado a la Reserva, imposible perderse una carrera en este lugar. Cualquier excusa es buena para venir… entre la belleza natural y la cordialidad de la gente, es un sitio que guardamos bien adentro del corazón. La ocasión era la Mad Max, y ahí estábamos, listos para recorrer el bosque nativo i

costero del Rio de la Plata, sus playas, arroyos y caminos rurales. El domingo amaneció impecable, fresco, con solcito y el rio que prometía una hermosa playa para correr y rodar. De a poquito fueron llegando los corredores. No éramos tantos, la organización estaba probando la distancia en

esta carrera y no quiso hacer un evento muy grande… éramos los conejitos de India. De a poquito el ambiente se fue transformando, de la cordialidad y los saludos entre amigos y conocidos, al clima más tenso previo largada. Allí estábamos todos bajo el arco, esperando la señal que hace disparar la adrenalina y liberar la mente del quehacer cotidiano. Para mí las largadas son como una explosión silenciosa, hay unos segundos en los que siento que voy corriendo pero no escucho nada alrededor, únicamente veo corredores que se mueven a mis lados y nada más. Comenzamos los primero 23km de running con una salida rápida hacia la playa, buscando la ventaja en las zonas más firmes que permitían mayor velocidad. Mi compañera de carrera y de la vida venía firme atrás mío, sentía que me pisaba los talones, y eso me daba seguridad para ir buscando el camino. Eran unos 5km por la playa antes de entrar en el monte costero y veníamos en el segundo pelotón hasta que lo inevitable pasó. El primer pelotón siguió de largo, no vio el desvío que estaba señalizado como un árbol de navidad y ahí, de repente, estábamos primeros en la general. A esta altura veníamos todos juntos, lo que hacíamos tría (nosotros) los del dua y los del 42k. Los 23 km fueron super variados: tramos firmes,


arroyos, pantanos, playa… De a poco nos fuimos acomodando de nuevo en la tabla y veníamos peleando el 1-2 con otro equipo mixto. Finalizamos primeros el running y de ahí, una bici corta hasta el kayak. El rio estaba hermoso, sin frío, sin viento y con pocas olas, y encaramos hacia la entrada del arroyo donde nos llevamos una sorpresa: la bajante había comenzado, el rio se retiraba dejando una enorme playa arenosa descubierta y la entrada al arroyo se había

transformado en un pantano barroso donde nos enterrábamos hasta la cintura y el kayak se pegaba como dulce de leche. Nos amontonamos 4 equipos tratando de resolver la situación y decidimos marcar el PC corriendo por la orilla. Fue muy gracioso ver 8 competidores tratando de correr por el barro con zapatos de ciclismo, casco y salvavidas. PC marcado, desandar el camino y remar el último tramo antes de la bici. Volvimos a terminar

primeros la etapa de kayak, y se venían los 80km finales de MTB. Me considero buen corredor y buen remador, pero un mediocre ciclista, así que había que poner más de lo que tenía para mantener la posición. Llegamos al PC bonus de la playa y allí nos alcanzaban los segundos que ahora nos acercaban despacito al primer puesto. Recorrimos la estancia San Isidro en busca de la ruta 11 y marcamos el segundo PC. Los primeros


se nos habían escapado. Los 70 km restantes fueron un reto mental, darle y darle y darle para que no nos alcance nadie más. El fantasma del tercero que se venía desde atrás, me comía la cabeza, pero Vane venía firme ayudándome a seguir y mantener el ritmo. Y pasaron el tiempo y los kilómetros, más de tres horas de pedaleada ininterrumpida hasta arribar al parque cerrado y la meta. Fue una pedaleada solitaria, nadie adelante, nadie atrás, solamente el interminable serrucho de los caminos. Pero llegamos, mantuvimos el puesto y la alegría. Festejamos y compartimos esos momentos con quienes ya no eran más nuestros rivales y volvían a ser entrañables amigos, quizás más amigos que antes de largar. Se fue otra carrera en El Destino, con la alegría de haber cruzado la meta, de haber compartido momentos, de haber sentido que se puede mucho más de lo que se cree, con la certeza de que volveremos y que el rio, el monte, el arroyo y la MAX nos van a estar esperando.

42 Km Caballeros 1° Alejandro Garcia 4:12:49 2° Diego Herrera 4:27:48 3° Ariel Gómez 5:13:48

Dua Individual Dama 1° Melisse Castaings 7:15:00

42 Km Damas 1° Jessica Arce 4:51:18

Dua Posta Caballeros 1° Berazadi y Rossi 4:45:10 2°Gonzalez y García 4:47:52 3° Ligorria y Francisco 5:16:59

Dua Individual Caballeros 1° Catriel Sarry 4:59:18 2° Sergio rivero 5:01:26 3° Pedro Billordo 5:29:50

Dua Posta Mixtos 1° Andres y Cardis 5:05:06 2° Torres y Corbejo 5:15:08 3° Marota y Heinrich 6:05:20

Dua Posta Dama 1° Games y Ardiz 6:14:35 2° Asorey y Braschi 6:50:50 3° Altamirano y Echevest 6:51:50 Tria Parejas Caballeros 1° Acevedo y Arias 6:39:00 2° Sangiacomo y Sangiacomo 6:51:14 3° Maryncak y Touceda 7:04:22

Tria Parejas Mixto 1° Guaragna y Bongi 6:51:14 2° Badenes y Clausen 7:13:50 3° Ambrosini y Vesprini 7,41,07



l atleta británico Lewis Pugh pasó 17 minutos 30 segundos en las gélidas aguas del Mar de Bellingshausen; en busca de llamar la atención por la necesidad de declarar tres nuevas áreas marinas protegidas en la zona más austral del planeta. El recorrido tuvo lugar en los alrededores de la Half Moon Island. Allí la temperatura del agua es muy cercana a los 0° y el desafío se cumplió con el fin de lanzar la campaña "Antártida 2020", el mayor plan de protección del Océano Antártico jamás conocido. Durante los próximos tres años, Pugh y su equipo construirán una coalición para asegurar tres áreas marinas protegidas adicionales en las áreas Antárticas vulnerables, el Mar de Weddell y esta zona que nadó en el Polo Sur. En octubre, el Mar de Ross ya fue declarado área marina protegida. Junto con el Mar de Ross, las áreas protegidas adicionales abarcarían casi 7 millones de kilómetros cuadrados. Es decir, aproximadamente el tamaño de Australia.

iempre sola y con un presupuesto mínimo, viajó por América y Asia. Ahora prepara una nueva travesía por África para acercarse a su gran meta de recorrer todo el mundo Esta argentina de 34 años se animó a subirse hace 4 años a una moto por primera vez en un viaje por el sudeste asiático y desde entonces la adoptó como su gran e inseparable compañera de ruta. Ya recorrió en dos ruedas algunos países asiáticos y toda América, de Ushuaia a Alaska, que le sumaron 55.000 kilómetros en el camino. Ahora planea un viaje épico de dos años por África y sigue con la idea fija de recorrer cada país del mundo. Dejó su carrera de Economía y la estabilidad de un sueldo fijo en una empresa multinacional para lograr un sueño: viajar, sacar fotos y escribir sobre viajes para varias publicaciones. También escribe su viaje en el blog www.hastaprontocatalina.com, dedicado a su gata Catalina.

ómo el accidente en los Andes inspiró mi vocación para salvar vidas'', de Roberto Canessa y Pablo Vierci. Del corazón de los Andes al corazón de los niños. Un libro que sorprende al mundo. Un iluminador relato de esperanza y deter minación, solidaridad e ingenio, que aporta una nueva perspectiva a una historia mundialmente conocida. Este libro que acaba de publicarse está cosechando elogios en todos los medios de prensa. El prestigioso Publishers Weekly escribió que es un libro "que no lo puedes soltar desde el principio hasta el final". En la obra se trazan las conexiones entre la delgada línea entre la vida y la muerte que vivió Canessa en el accidente de los Andes, en 1972, y su trabajo diagnosticando cardiopatías congénitas muy complejas a niños recién nacidos y fetos, que lo llevó a convertirse en uno de los cardiólogos infantiles más conocidos del mundo.

l argentino que ha recorrido más de 60 países en bicicleta emprendió su viaje en dos ruedas hace diez años y tiene 87.020 km rodados. Conocer el mundo y explorar culturas suele ser el sueño de muchos, pero para el ciudadano común eso se ve limitado por tiempos, trabajo, dinero y demás factores de la vida diaria. Y así era la vida de este aventurero. Si bien hace veinte años que se lanzó solo a conocer el mundo como mochilero, su experiencia arriba de la bicicleta comenzó en un viaje por Irán en 2006. Allí se encontró con un grupo de ciclistas que venían de Europa rumbo a China. Sus historias lo conmovieron y lo inspiraron y en el término de una semana se compró todo lo necesario para empezar a pedalear. www.nicolasmarino.com


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Es un tejido tricapa, compuesto por una tela externa, Microfleece cuadrille con WR haciendo que bloquee el viento, membrana Hydrofílica (Hybrid mainbrain) haciéndola impermeable y respirable. Un mesh de poliéster ultra liviano al cual se lo ha aluminizado. Esto hace que refleje el calor del cuerpo y lo conserve un 20% más que cualquier otra tela. Posee 10.000 de impermeabilidad y 3.000 de respirabilidad.

Es la primera bicicleta de Asistencia Eléctrica fabricada en el país. Para ello utilizo la tecnología que brinda Shimano con sus revolucionario sistema STEPS (Total Electric Power System). Este sistema nos brinda la posibilidad de tener una bicicleta con tres niveles de asistencia eléctrica. La bicicleta viene equipada con un cuadro de Aluminio y horquilla con suspensión. En rodado 28 ideal para usos urbanos y con frenos a Disco Mecánicos Shimano, con una pata de cambios trasera Shimano Deore. Como detalles cuenta con guardabarros delantero/trasero y cubrecadena.

Ligera. Rápida. Protectora. Diseñada para el ultrafondo. Calzado de trail muy ligero diseñado para ofrecer el máximo rendimiento en mojado. Es el calzado más liviano de la marca pesa solo 260 gr y es para terrenos blandos, para superficies húmedas, mojadas o resbaladizas.

Kayak de travesía de fibra de 6,36 metros de eslora x 0,69 metros de manga con 3 tambuchos.


a ultramaratón de montaña de The North Face se instaló como la carrera más esperada por los fanáticos del trail running. Y este año la renovación es total: después de 6 ediciones consecutivas en la Patagonia, intercalando entre Bariloche y San Martín de los Andes, este año la Endurance Challenge estrena geografía y se prueba en Córdoba. Específicamente, en La Cumbrecita, un spot súper exigente para los amantes del trail por su desnivel técnico y por la dificultad de sus terrenos. The North Face Endurance Challenge es la única carrera que forma parte de un circuito internacional con ediciones en Brasil, Chile, Perú, Colombia, Costa Rica, Nueva York, Washington DC y California. La etapa argentina es la primera fecha del calendario latinoamericano. Domingo 2 de Abril de 2017, La Cumbrecita, Córdoba, 10km, 21km, 50 k my 80km. Pa ra i n s c r i p c i o n e s y m ayo r información, visitar www.endurancechallengeargentina.com ¨Luego de repetir varios años el formato en la Patagonia quisimos proponerles a los corredores de trail un cambio de escenario. Por eso nos trasladarnos a las Sierras cordobesas. Argentina es un país muy grande, con imponentes escenarios naturales para

correr y disfrutar, y la idea es comenzar a fomentar nuevos destinos para el Trail Running. Creemos que tanto los corredores locales, como los internacionales que vengan a participar quedarán maravillados con los paisajes que La Cumbrecita tiene para ofrecerles¨, explica Máximo Maggio, responsable de The North Face en Argentina. The North Face Endurance Challenge Argentina 2017 es la séptima edición del circuito que tendrá lugar en nuestro país. Se espera la presencia más de 2.000 corredores provenientes de Argentina, países limítrofes, Europa y Estados Unidos principalmente. Los cupos son limitados. La carrera es non stop.

Como en las ediciones anteriores, será de la partida el trail runner emblema de la marca en Argentina, Gustavo Reyes, que viene de disputar la final del circuito The North Face Endurance Challenge en San Francisco, EE.UU. Como ocurre tradicionalmente en las carreras de The North Face en Argentina, son 4 las distancias que los corredores pueden elegir transitar: 10k, 21k, 50k y 80k. Las distancias de 50 y 80k brindan puntaje clasificatorio para el Ultra Trail de Mont Blanc.



Aero

erosport es una Empresa que esta por cumplir 22 años en el m Mercado tratando de transmitir la calidad de vida que significa la aaaaaaactividad deportiva, principalmente "El Correr" comenzamos importando bicicletas fijas, equipos, cintas de correr que sirven hoy a muchos atletas para entrenamientos de cuestas y/o cuando no se puede salir a la calle, teniendo los cuidados de que no todas las cintas son iguales, destacandose en su uso el gran atleta Gustavo Comba uno, si no el mas ganador de carreras de calle (en un año corrió 60 y gano 55). Hoy AeroRunners es un local especializado en artículos para corredores, sean de calle, trial, montaña o triatlon, distribuidores de marcas reconocidas mundialmente; Asics, Salomon, New Balance, Saucony, Mizuno principalmente en calzados, en accesorios cuenta con Polar, Timex y Garmin, en Geles poseen todas las marcas nacionales e importadas, principalmente Gu y Power, también otros elementos como son las mochilas, nacionales, sobresaliendo Camelbak y Salomon en las importadas, en tema natación ya ingreso toda la línea completa de Speedo sumandose a las ya existentes. AeroRunners esta integrado desde su "lider" Juan Seliman que ha par ticipado en Maratones y Triatlones compitiendo en Mundial, Panamericano y circuitos en Argentina y el exterior, así como quienes también atienden son hoy habituales participantes de carreras urbanas y de montaña, es decir tienen todo lo necesario para saber recomendar el calzado adecuado a cada uno que quieren correr, teniendo en cuenta su p e s o c o r p o ra l , s u e n t r e n a m i e n t o, s u s c o m p e t e n c i a , e t c . , y fundamentalmente su manera de pisar para lo cual se hacen "Test de pisadas" en cintas de correr donde se filma y analizan su desplazamientos, para saber si es pronador, neutro o supinador, esto no tiene costo adicional y permite llevar el calzado adecuado. AeroRunners continua incorporando productos que puedan ayudar a correr mejor y con la máxima comodidad, para lo cual el 2017 presenta a como el local más completo en su estilo.

Aero Salomon XT Taurus - $1899 Salomon Speedcross 3 - $2399 New Balance Leadville 3 - $2700 Salomon S-Lab Sense 5 - $3389 New Balance MT350GG2 - $1299 Mizuno Hayate - $2056 PROMO: Con la compra de un calzado; mencionando a Andar Extremo, te regalamos un par de medias técnicas.

TELEFONIA POR INTERNET

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CURSOS Escuela de Escalada y Montañismo: Acción Directa, Cursos, expediciones, campamentos de aventura Construcción de palestras y tirolesas, ww.acciondirecta.com.ar tel: 0223-4744520 MDQ Curso de iniciación al kayakismo de travesía: individuales personalizados, recreativo en el delta de Berisso www.utopiakayak.com.ar Kayaks PERU BEACH Kayak Team, info@peru-beach.com.ar UTOPIA KAYAKS Travesías, paseos, alquiler de kayaks, www.utopiakayak.com.ar

Salidas y Travesías . Gustavo González 15 6336-0326 y 46504817 bicigg@speedy.com.ar Jauque Aventura & Turismo Trekking : Ascensos al Lanin y en Cicloturismo MTB 7 Lagos. San Martin de los Andes- Neuquen consultas@jauque.com.ar www.jauque.com.ar MTB Tours Tel: +54 11 4788-1549 info@mtbtours.com Grupo La Loma Info: www.grupolaloma.com.ar




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