REVISTA ANDAR EXTREMO N° 47

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Marcos Ferrer

María Soledad Navarro

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Carlos E. González Juan Martín Laborde Michel Guillemot Jorge Xavier Marcos Ferer

Alejandra Melideo Marcos Ferrer Juan Martín Laborde Patricia Pérez Gasquet Andrés Calla

Foto de Tapa FAI

Tatiana Laborde Marisol López Roxana Del Cid Silvana Di Croce Garay Jimena Sánchez

Mariano Galván Javier Rasetti FAI Silvana Di Croce Garay Eleonora Peña

Pre Impresión Corrales Impresión 4 Colores

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as voces se apagan sobre la montaña desnuda. Se apagan las luces, se enciende el silencio, al compás de un viento condescendiente. Un viento que baja, medita y se eleva entre aristas y espolones, entre grietas y pendientes. Un viento que transmite toda la fuerza y conocimiento de dos espíritus, a la esencia de la montaña. Luego, un instante, un momento miserable donde caen las palabras, las risas, llantos y suspiros del momento anterior. Ese instante que dicta la montaña, donde ya no hay nada más que hacer, sólo someterse a su voluntad y ver cuáles son sus planes.

Esas dos siluetas que discurren entre sombras un poquito más abajo de la arista. Dos siluetas que desandan el camino hacia la gloria, la que está mucho más alta que la simple cumbre de una montaña. La gran cumbre de todas las cumbres. Y a ambos lados, pared. Una pared fría y cómplice que no admite ningún tipo de reclamo más que sus propias exigencias, que no entiende de afectos y cordadas, de sueños ni de ideas extravagantes. Una pared que convierte un simple sendero a un objetivo, en un camino hacia la eternidad. Mariano nació un 17 de marzo de 1980 en la ciudad de Trelew. Vivió toda


Foto de Mariano en su ascenso al Manaslu.

su niñez y juventud en su ciudad, donde cursó sus estudios secundarios en la Escuela Nacional de Educación Técnica (ENET N°1), recibiéndose de Técnico electro-mecánico. También fue técnico universitario en electro medicina de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, en Olavarría. Todos estos conocimientos le dieron la posibilidad de desarrollar su trabajo y poder dedicar su esfuerzo en pos de su gran pasión: la montaña. En este sentido, se convirtió en guía de Alta Montaña en la Escuela Provincial Valentín Ugarte de guías de trekking y de alta montaña de Mendoza, cuna de grandes montañistas argentinos. También realizó varios cursos como el de rescate en Zonas Agrestes en mayo de 2010, que lo convirtió en Rescatista líder, o el de Rescate en ambientes verticales, en 2009, y en

zonas agrestes, primeros auxilios, RCP, buceo y vuelo en parapente. Sus comienzos no fueron precisamente en la montaña. Entre 1998 y 2004 realizó diversas tareas relacionadas a la carrera que había estudiado en las provincias de Chubut y Santa Cruz efectuando diversas reparaciones e instalaciones eléctricas, de equipos médicos, computadoras y luminarias de altura, su primer vínculo con esta palabra que tanto y tanto guardaría relación por el resto de su vida. Ya dentro de la actividad de montaña, entre 2005 y 2006 realizó trabajos de trekking con rapel, Canopy para Argentina Rafting en Potrerillos. En el verano de 2005/06, comenzó sus trabajos de porteador para Aconcagua Experience de Eduardo Soler y un año después se unió a Fernando Grajales en la misma tarea.

Foto de Mariano en su ascenso al Broad Peak

El invierno de 2007 lo sorprendió realizando tareas en el Ski Rentall del centro de Ski La Hoya. Esquel, y al verano siguiente trabajando como asistente de guía de montaña para la empresa Aymara. Fue recepcionista en las Leñas para el Hotel Acuario y realizó Transfer entre los hoteles, para Virgo. También fue porteador y asistente de guía de montaña para Aconcagua. Instructor de ski de niños de 3 a 11 años en el centro La Hoya, para la empresa Frontera Sur. Llega la temporada 2009/10 y realizó guiadas, asistencia y porteos para ALESA. en Aconcagua. Para ese invierno, fue ayudante de pistero socorrista en el centro de ski Valdelen, en Rio Turbio, dictando además clases de ski a niños en el centro de ski La Hoya en Esquel. En verano, trabajó como guía de montaña y porteador para Aventuras Patagónicas y un año después nuevamente para Aymará, tras lo cual se trasladó a Alaska, para desempeñarse como Guia de Montaña. Desde entonces hasta este mismo año, trabajó para Aymará y Alpine Ascents International. En abril de 2015 realizó el rescate del cuerpo del andinista indio Malli Mastan Babu, en el Nevado Tres Cruces. Pero fue el Aconcagua la más querida. Era su montaña. El mismo nos dijo en una entrevista que tuvimos el año pasado: "Aconcagua es mi primer amor y la mejor escuela con la que he podido pensar".Fueron veinticuatro cumbres. Diez por la normal, una por filo sureste, una de las más



Foto de Mariano en su ascenso al Broad Peak

complejas. Dos por Glaciar de los Polacos desde el campo base Plaza Argentina. Una nueva ruta, Los Porters, compleja. El broche de oro: escalada en solitario de la Pared sur, convirtiéndose en el primer sudamericano en lograrlo en solitario y en 34 horas. También tenemos El Plata, Vallecitos, Mirador, Pirámide, Ameghino por normal y sur (d+), Ibáñez, Cuerno, Rincón, Platita, Cerro Negro, Lomas amarillas, Canal de Thomy, Lanin, Yanapacha (Perú), Pissis, Chani, Denali y sus grandes logros de Himalaya: Island Peak, Lobuche, Everest, Lhotse, Gasherbrums (ambos), Broad Peak, Dhaulagiri, Manaslu e intentos al Cho Oyu y K2. Y luego, la historia conocida en su relación

con la montaña desnuda. Esa montaña tan bella, tan hermosa y atrapante que desvela al montañista, lo atrae, lo incita a caer en sus dominios. Un dominio extravagante que lo envuelve en un sopor muy particular hasta que te atrapa. Y una vez que esto sucede, te sometes inexorablemente a su voluntad. Cuantas historias de conquista ha tejido a lo largo de los tiempos el Nanga Parbat. Un lienzo de Rudolf Schlagintweit allá por 1854 dejó ver la existencia de la montaña, que para aquellos tiempos, ni se pensaba siquiera en ese nombre. Rudolf era oriundo de Munich, y llevó la existencia del Nanga Parbat a los ojos de Europa. Tres años después de esto, Rudolf moría asesinado en Kashgar, dando comienzo de esta

forma a la maldición del Nanga Parbat. No fue hasta 1895, en que el británico Albert Frederick Mummery se lanzó en busca de la montaña. En aquella oportunidad, logró llegar hasta los 7000 metros sobre la vertiente del Diamir. Eso fue lo último que hizo Mummery, ya que desapareció junto con dos sherpas, tras un alud. El Nanga Parbat es cierto, goza de una tradición nefasta al momento de su conquista. No es nada nuevo, estos dos casos, los primeros que enumeramos, forman parte de una larga lista de desavenencias en el ochomil más cruel, si se quiere. Pero bueno, ella no tiene la culpa, ella no invita a nadie, son los mismos aventureros los que son cautivados por ese "no sé sabe qué"



atractivo que solo fluye en cada uno de nosotros con el simple hecho de mirarla. ¿Quién no se vio cautivado por su figura? No es nada nuevo eso. Pero bien, muchas historias pasaron, muchos dejaron sus vidas en ella, hasta que un señor muy chiquitito, el 3 de Julio de 1953 a las 19.10 pisaba por primera vez su cumbre y dejaba boquiabierto a todo el mundo del montañismo de aquél entonces, que no era el de ahora, por supuesto. Su logro se fue fortaleciendo con los años. Tiempo de Hermann. Y se siguieron tejiendo historias, de las buenas y de las no tanto, con predominio de estas últimas. Hasta fue escenario de un atentado hace tan sólo cuatro años, algo increíble para el mundo de la escalada. Todo esto que acabamos de contar enaltece la epopeya de Mariano Galván y Alberto Zerain. Ellos tenían muy claro donde estaban yendo y mucho más aún en lo que se refiere a su peligrosidad. Y Mariano, en especial, tenía muy claro que la aclimatación constituía una pieza fundamental en todo esto y que era una montaña con mucho riesgo de avalancha

"En el 2016 pude compartir unas horas con Mariano, ya que dio una charla en jujuy, en esas horas hablamos de la vida.. de cumplir sueños.. me contó anécdotas de la madre y de como lo esperaba su sobrina.. la verdad un gusto conocerlo así.. en la simpleza del ser humano.. para mi un ídolo..”

“Mariano visitó el CAM-Salta en dos ocasiones, la segunda en Junio 2016. De lo vivido en estas dos ocasiones nos queda el fresco recuerdo de un inquieto "de" y "en" la montaña, generando un estilo particular de ascenso, sintiéndose uno con la montaña de tal manera que "ella" no se diera cuenta que alguien la subía. Su personalidad llana, fresca, directa permitía conocer a un Mariano que, libres de ataduras y prejuicios había encontrado en esta actividad una particular manera de ser y de existir. Contagioso, dinámico, con su conversación

Foto de Mariano en su ascenso al Gasherbrum



permitía caminar -de alguna forma con él- por las montañas por donde había estado. En cierta forma, él traía la montaña y nos llevaba a la montaña. Gracias a esta forma comunicativa no sólo ilustraba sino que llevaba a quien lo escuchara. Por eso, el montañismo argentino pierde físicamente a un gran representante y referente. En alguna medida, quizás nos dejó la posta para continuar llevando la bandera argentina a las máximas alturas."

“"El milagro no ocurrió, tu cuerpo descansa en una lejana montaña pero tu espíritu sin dudas recorrerá muchísimas, tal como lo hiciste en esta vida terrena. Eso sí... seguirás marcando a quienes te conocimos y admiramos tu simpleza, honestidad, transparencia y humildad para compartir -vos que has sido un grande de esta actividad- con quienes simplemente nos apasiona y somos aficionados, la gran vocación por compartir, difundir y contar sobre tus andanzas sin creerte por eso que "eras más"... (algo que muchos que apenas subieron una loma o transitan siempre los mismos senderos deberían aprender). Vos fuiste grande y explicaste muchas veces que la montaña "es para todos", cada uno en su medida y sus posibilidades, pero lejos de ser elitista (y eso que vos si integrabas una auténtica elite!) siempre tu mensaje fue que "todos disfruten" en la medida que puedan. Gracias Mariano no tanto por lo que hiciste en el montañismo sino porque no lo hiciste sólo para vos... tuviste la grandeza de compartirlo sin egoísmos, sin vedetismos y siempre con sonrisas, buena onda y mate de por medio, así de sencillo. Así pudimos conocerte los "Andinautas" y así te recordamos. Sin dudas el montañismo argentino te va a extrañar. Un abrazo de cumbre."

"Durante sus charlas en el Club, Mariano no solo nos contaba los pormenores técnicos de las expediciones, que en alguien con su estilo de escalada tiene y muchos. Mariano también nos invitaba a conocer lo que le pasaba por dentro, sus pasiones, sus miedos, sus reacciones. La manera que tenía de transmitir sus experiencias se transformaron entonces en espacios de aprendizaje para todos nuestros socios. No sólo nos íbamos de sus charlas con información sobre un ascenso monumental; nos íbamos a casa "movilizados". Muchos de nuestros socios ya han levantado la vista para poner su próximo objetivo un poco más alto. Estoy convencido que gracias a esas ganas de compartir, su corto paso por nuestras vidas ya han calado hondo en la próxima generación de alpinistas y tendrá una larga y extendida vigencia. Mariano seguirá entre nosotros gracias a todo esto y al invaluable material fílmico que sólo la generosidad de los grandes pudo haber generado y divulgado de la manera que él lo hizo. El Club Andino Córdoba, en representación de nuestros socios, hace llegar nuestro más sentido pésame a toda la familia de Mariano Galván y Alberto Zerain."

“Mariano vino a Río Cuarto a dar charlas presentado sus ascensos en cuatro oportunidades. Nosotros hace tres años estábamos

armando y fundando nuestro Club Andino Río Cuarto y el colaboró siempre. Dictó un par de cursos de hielo. En 2016 lo nombramos socio honorario del club. Mariano es un amigo personal mío y en muchísimas oportunidades pasaba por casa y se quedaba un par de días y siempre que se podía comíamos un asadito en el club. En 2016 llevó la bandera del Club al Dhalaugiri. Sin duda un amigo de la casa." “Me han pedido escribir unas líneas sobre vos Mariano. ¡Tendría tanto para decir! Decidí hacerlo como si te tuviera al frente, como hace poco tiempo en las largas charlas en el campo base del Everest, en donde compartimos 45 días muy intensos. La primera expresión es GRACIAS no sólo por todo lo que me enseñaste del montañismo, sino también, por las vivencias fuera de ese ámbito, por tu amistad, por las largas charlas confesándonos nuestros sueños y las maneras de encararlos, respetando y aceptando los criterios que cada uno teníamos para transitar los caminos de la vida. En cada visita a Córdoba mi casa fue tu casa, y mi familia también aprendió a quererte. Recordaremos siempre con mucha ternura tus horas de juego con mi hijo Simón, el, pudo sacarte el niño que tenés adentro y que escondes detrás de esa imagen de rudo montañero. Si bien nuestra amistad comenzó hace pocos años, en el 2013 en Alaska cuando escalamos juntos el Denali, pero como se dice, convivir un día en la montaña es como hacerlo un año en fuera de ella, por eso durante estos años nos permitimos relacionarnos como si nos conociéramos de toda la vida. GRACIAS por ayudarme a planificar mi expedición al Everest y por ser el guía de todo el grupo que me acompaño hasta el campamento base. La idea de la muerte nunca paralizó tu manera de encarar cada desafío, priorizando la manera de vivir y no la cantidad de vida. Aunque esa posición hoy no nos permita realizar todos los planes que teníamos para hacer juntos, te banco igual que siempre. Quedarán pendientes para más adelante, cuando volvamos a reencontrarnos. ¡Hasta siempre amigo!"

"Mariano era ante todo un espíritu generoso. Generoso en su sonrisa franca y alegre, que le subía por la cara para perderse en su mirada. Generoso en su forma de querer a sus amigos, de estar a pesar de la distancia, de hacerse presente y hacerte sentir que apenas hacia un momento se había ido para volver con mil anécdotas de todo lo vivido, de todo lo alcanzado, de todo lo logrado. Sin vanagloriarse jamás, con esa actitud humilde como de quien agradece la gracia que se le otorga en cada cumbre. Nunca creyéndose distinto, mientras quienes lo veíamos teníamos tan claro que lo era. Generoso en la montaña con quienes lo necesitaban, siempre dispuesto a arriesgarse por otros como en tantos rescates. Generoso en transmitir esa pasión inmensa y contagiarla a quienes quisieran aprender y acercarse a vivir la montaña como él solo sabía, sin reparos, sin medida, de total entrega. Era su forma de honrar su oficio, del que estaba orgulloso. De su ser montañista y porteador. Generoso en su total desprendimiento. Sus posesiones eran unos cuantos petates que desparramaba religiosamente por toda nuestra casa antes, durante y después de cada expedición y lo poco que guardaba en su nueva casa. Esa casa que también lo tenía como todos nosotros, de paso. Su mundo interior era en contraposición infinitamente rico, compuesto de amaneceres infinitos, vivencias compartidas, era un mundo de filos y valles, de roca y de nieve, de espolones y glaciares. Su mundo era la montaña



que nos lo devolvía de tanto en tanto para que lo disfrutáramos un ratito nomas. Hasta que un día nos lo reclamo para siempre. Lo que nos sostiene a todos de no caer en el abismo de la tristeza es el brillo de su mirada cada vez que nos contaba sus planes futuros o el último ascenso a la cumbre y esa infinita sonrisa que tan generosamente nos prodigaba en cada abrazo de bienvenida o despedida. Ese abrazo que ahora nos falta. ¡Cómo te vamos a extrañar! "

aunque él ya lo hubiese conseguido antes. Era generoso con su tiempo y su energía y, a su vez, tenía amigos en todo el mundo. Muy respetado entre la élite por su gran experiencia. Muchas personas le pedían consejos incluyendo a montañistas en carrera por 14x8000m. Mariano se extrañará mucho más de lo que las palabras puedan expresar. Continuará inspirando a la gente a vivir su vida al máximo y a perseguir sus sueños sin miedo, como él lo hizo."

"Conozco a Mariano desde hace diez años, tanto en Argentina, guiando en Aconcagua, como en Himalaya. Tuve la suerte de tenerlo como compañero en Lhotse, esta última temporada de primavera en Nepal. Compartimos un viaje de cinco semanas con varios ascensos, incluyendo el Lobuche East, en un día perfecto con increíbles vistas de 360 grados. Siempre estábamos haciendo bromas y nos reíamos hasta llorar de la risa. También hubo momentos difíciles, porque yo enfermé durante doce días. En ese tiempo, nos hicimos amigos más cercanos y aprendimos mucho sobre cada uno de nosotros. Mariano fue uno de los escaladores más apasionados y motivados que he conocido. En una corta carrera, tuvo muchísimos logros, y no sólo fue una inspiración para mí, sino también para muchos. Su actitud positiva era contagiosa, le encantaban las aventuras en las montañas y le encantaba ayudar a otros a alcanzar sus sueños. Como amigo, quería ayudarme a alcanzar mi objetivo en Lhotse sin oxígeno suplementario,

"En qué crees?" Me preguntaste. Creo en vos y en tu magia, te contesté. "Eso nos define", me dijiste. "Cómo vivirías si supieses que en cada cosa que haces te va la vida? Las harías de diferente forma?" No elegiste el camino más fácil, el de la rutina; no te dejaste arrastrar por el flujo perverso de esta sociedad ni te abandonaste a la facilidad de la indecisión. Has hecho lo que otros nunca jamás nos hubiésemos atrevido a hacer o soñar y por tanto has conseguido lo que otros nunca tendrán, haz visto y sentido intensamente la belleza de los caminos andados bajo tus propios principios y te has vuelto sabio y reflexivo, una alma antigua en un cuerpo joven y fuerte. Siempre admiraré tu nobleza, haciendo el bien y ayudando a otros sin más recompensa que la plenitud interior y la tranquilidad de haber dado lo mejor. Siempre me inspirará tu corazón valiente y humilde, ese que te llevaba año tras año a llevarle flores a tu amada montaña, poniendo a prueba tus creencias, buscando nuevas preguntas y ensayando nuevas respuestas o simplemente intentando encontrar

Foto de Mariano antes de partir a Everest con Gonzalo Rivarola

una paz que provenía de tu respetuosa contemplación e interacción con la naturaleza. Siempre admiraré tu generosidad y tu voluntad extraordinarias, tu obsesión por los detalles ("en ellos se me va la vida y la de mis clientes") y tu perseverancia infinita. Sé que te veré en la sonrisa de un niño cualquiera y te sentiré en la brisa de una mañana cualquiera. Te oiré en la melodía de una canción cualquiera y te tocaré a través de un abrazo cualquiera. Porque estarás presente en todo lo cotidiano, en todo lo común, para volverlo extraordinariamente único e intenso… Gracias por haberme hecho partícipe de tu vida, un verdadero privilegio haber compartido tantos momentos inolvidables con un ser luminoso e inspirador. Que tu espíritu vague libre e indómito, que nos siga enseñando a ir más allá de nuestros límites, que nos obligue a arriesgar, que nos empuje más cerca de nuestros sueños y nos despierte a vivir una genuina libertad.

“Lo voy a extrañar mucho… siempre cuando terminaba un expedición nos encontrábamos para una charla o para hacer una nota y nos reíamos muchos, un tipo con convicción que desde la simpleza y su pasión llego a hacer lo que hizo. Siempre me lo imagine en una mecedora de viejito contándoles sus historias a sus nietos, dejó una huella profunda en mucha gente. Es un ser libre, la libertad es así, hay que volar.”

Yo no tuve oportunidad de conocer a Mariano personalmente, pero si a través de su actividad en la montaña, desde hace tiempo. Gracias a una persona muy cercana a él, pude conocerlo más, acercarme, inclusive entrevistarlo a distancia, y durante estas últimas semanas vivir la tensión y preocupación generada por los acontecimientos, que solo despertaron en mi la necesidad de guardar silencio a través de este medio, como una forma de respeto. Aparte de cumplir con la humilde misión de informar y llevar la montaña a todos quienes aman esta actividad y mucho más aún a quienes aún no tienen despierto este sentimiento, también suelo hacer otro tipo de composiciones. Va entonces aquí mi pequeño presente para Mariano, que yo sé que él va a recibir, esté donde esté, de la misma forma que recibe los mensajes de sus amigos, de su gente.




l trekking a Machu Picchu por el camino de Salkantay empezó al lllllllllllllllllegar a Cusco, donde pudimos observar restos de los incas llllllllllllllllmezclados con construcciones de la conquista española. Una salida por los alrededores, nos permitió ver ruinas en excelente estado de preservación como también caminos escalonados, típicos de la cultura. Salkantay es considerado como una ruta alternativa a Machu Picchu,

después del Camino del Inca. Este trekking de 5 días caminando a los pies del Nevado de Salkantay de 6.271 msnm (en quechua "Montaña Salvaje"), es una travesía diferente a la ruta tradicional, y permite apreciar la transformación de paisajes andinos atravesando riachuelos, vegetación de selva tropical, caseríos y tierras de cultivo artesanal hasta legar al Santuario de Machu Picchu.


El trekking se inició desde el poblado, a tres horas de Cuzco. A la mañana, después de un traslado en bus privado hacia Mollepata (2.950 msnm), arribamos para desayunar mientras los arrieros cargaban el equipo en los caballos. Durante el primer día, fue posible recoger vistas panorámicas del majestuoso nevado Salkantay y el Río Apurímac. Pasamos por algunos asentamientos de comunidades andinas y tradicionales como Cruz Pata y Challacancha, donde paramos para el almuerzo, y continuamos caminando por las aldeas de

Soraypampa a 3.850 m.s.n.m, donde se levantaba el primer campamento. Luego de una merienda, fue posible realizar una corta caminata a una pequeña laguna de aguas cristalinoturquesas coronada por uno de los glaciares de la cordillera del Vilcabamba y al regreso, pudimos disfrutar de una reparadora cena. A pesar del frío que nos obligó a ponernos las camperas de duvet, el cielo nocturno en Soraypampa estaba repleto de estrellas y, una vez más, la naturaleza era la gran protagonista.

El segundo día de trekking se inició bien temprano con un entorno aún a oscuras. Los preparativos para la caminata fueron rápidos y lentamente ascendimos desde Salkantay Pampa, a 4.200 m.s.n.m. hacia el Abra, lugar en el que muy pocos andinistas lograron llegar a su cima. Este cerro es famoso por sus constantes e impredecibles avalanchas que han cobrado vidas de varios escaladores. La pendiente de la marcha se hizo cada vez más inclinada y en algunos casos, fue posible montar a caballo para realizar el agotador ascenso hasta llegar al Abra del Salkantay. Un cartel y las apachetas (piedras agrupadas como marcadores) colocadas por los viajeros, nos indicaron que estábamos a 4.549 m.s.n.m. Miramos a nuestro alrededor y los glaciares y seracs de hielo que colgaban de los cerros nos parecían cercanos. A unos pasos pudimos llegar a pisar la nieve. También apreciamos otra cara del nevado Tucarhuay, donde disfrutamos de la vista que nos regalaba el Pumasillo a 6.100 m.s.n.m., junto a otras montañas de la cordillera del Vilcabamba. En ese lugar el viento se hacía constante. Al refugio de grandes rocas dispersas en los alrededores y con el calor del sol, nuestro guía, Elio, compartió una ceremonia ancestral contándonos una historia de hace muchos años, perdida en el tiempo, relatando sobre esas tierras cuando eran parte de un gran imperio.



2014, homenaje en Dolores a 30 años del cruce.

A la llegada de los españoles (año 1532), el Imperio de los incas representaba el punto final de 4000 años de una cultura en desarrollo; proceso que fue paulatino en el que, a excepción de la metalurgia, las técnicas básicas se poseyeron desde la prehistoria. Los orígenes de la civilización se iniciaron en la misma historia del Altiplano (cultura Chanapata que dará origen años después a Tiahuanaco) desde el año 1000, era de las Conquistas Cíclicas con imperios prehistóricos, conseguidos al amparo de una religión de Estado que culminó con la creación del Imperio, hecho más impresionante de toda América indígena con su fundador Manco Capac (año 1200) y Viracocha (1438-1463). La tradición relata la existencia de trece reyes en sucesión, donde los siete últimos llevaron adelante la conquista del Imperio. La dominación política fue acompañada por la cultural, imponiéndose la lengua quechua, el culto al sol y las costumbres incaicas. Con el fin de controlar los bienes y servicios de sus súbditos, se desplegó un gran aparato gubernamental. La tierra pertenecía al Estado, quien la distribuía lo mismo que al agua, según las necesidades. Se hacía de ella tres lotes: para el templo, para el Estado y para los concesionarios. El lote del templo debía abastecer a los sacerdotes y personas del t e m p l o, y l a s fa m i l i a s d e

agricultores debían cultivarlo en primer lugar. Luego trabajaban la tierra del Estado y, por último, la que se les había asignado como propia. Los graneros públicos proporcionaban grano a los enfermos y a los que habían tenido malas cosechas. El Estado facilitaba productos de otras zonas lejanas, de modo que el agricultor pudiera hacer uso de lo que no cultivaba directamente. El interés por el bienestar del pueblo, fue considerado como muestra de la benevolencia del socialismo incaico, si bien no significaba que el campesino tuviera un alto nivel de vida. El Imperio utilizó su potencial humano en grandes obras que incluían además, servicios de correos en las carreteras (chasquis), servicio

personal a los nobles, al ejército y a las minas. Para la seguridad de los chasquis, se estableció una excelente red de carreteras con puentes colgantes. Masas de peones cuidaban de repararlas y existían en ellas postas de refresco para los correos que caminaban con sus quipus y órdenes verbales. Las carreteras eran además, medios de transporte y de guerra. Las comunicaciones por el lago Titicaca, se realizaban con balsas capaces de soportar grandes cargamentos. La expansión del Imperio fue hasta la muerte de Huaina Capac en 1527, donde comenzó una guerra civil entre sus hijos Huascar y Atahualpa, que utilizaría sagazmente Pizarro en la conquista.



El trekking continuó en bajada, y con un paisaje que lentamente se iba enriqueciendo de vegetación a cada paso. Pudimos observar cómo los nevados de Vilcabamba nos mostraban una cara diferente a medida que avanzábamos en la ruta. Dejamos atrás la imponente presencia del nevado Tucarhuay, siguiendo una senda que se dirigía hacia un bosque donde las orquídeas, helechos, mariposas, frondosos árboles y las caídas de agua que se cruzaban por los senderos naturales, nos presentaban una selva.

El paisaje cada vez más verde, se apropiaba de las montañas. El cruce del río Santa Teresa anunciaba la llegada a nuestro próximo destino, Collpapampa, donde la altitud era menor y respirábamos más profundo. Dejamos atrás los nevados, y el bosque nos recibió. Era hora de descansar después de una caminata muy extensa, y la noticia de las cercanas termas calientes de Santa Teresa, era una para el cuerpo. Al día siguiente, nos adentramos en el bosque hasta tomar el Camino del Inca, que nos conducía en un lento ascenso al complejo de Llactapata. Nos sorprendió una lluvia que por

momentos, se hizo intensa. Luego de dos horas, el sol se dejó ver entre las nubes que se disiparon y, en la parte más alta del cerro, logramos divisar el Huayna Picchu y la ciudadela. También pudimos ver lo que llaman “la espalda del complejo inca”, otra mirada y otro camino para llegar a nuestro gran destino final: Machu Picchu. Continuamos el descenso hasta llegar a la hidroeléctrica. Dejamos atrás los senderos recorridos para caminar durante dos horas y media, rodeados de montañas, ríos y bosque a la vera de las vías del tren por un sendero que conducía al pintoresco pueblo de Aguas Calientes.

En Aguas Calientes la actividad empezó muy temprano y, luego del desayuno, nos dirigimos a conocer Machu Picchu. Como su nombre lo indica en la lengua quechua, Machu Picchu



(Montaña Vieja) es el nombre que se da a un antiguo poblado andino construido antes del siglo XV en el promontorio rocoso que une las montañas Machu Picchu y Huayna Picchu en la vertiente oriental de la cordillera central. Se encuentra al sur del Perú y a 2490 msnm de altitud de su plaza principal. Su nombre original habría sido Llaqtapata, y era una parte de una región de gran movimiento económico en tiempos de Pachacútec, integrado a la red de caminos del Imperio. Usando estas vías se puede, hasta hoy, acceder a otros complejos

cercanos que revisten de gran interés. Al norte, por las bifurcaciones del camino de Huayna Picchu, se puede llegar al llamado Templo de la Luna o a la cima de la montaña donde existen construcciones incaicas. Al oeste, está el camino que lleva a Intipata y pasa por el famoso "puente removible". Otro camino, por el que ascendió Agustín Lizárraga, lleva hasta el río y a San Miguel. Al sur, se encuentra la ruta más conocida y principal de todas, que es la ruta de trekking más popular del Perú. El camino inca a Machu Picchu es un recorrido de entre tres y cuatro días

que atraviesa lo que, a fines del siglo XV, fue la principal ruta de acceso, y que empezaba en el complejo de Llactapata, pasaba por los centros ceremoniales de Sayacmarca, Phuyupatamarca y Wiñay Wayna, terminando en el tambo de Intipunku o ingreso a los dominios de Machu Picchu. Elio, nuestro guía, nos condujo a un mirador apartado, y comenzó su relato sobre el lugar: “Según documentos de mediados del siglo XVI, Machu Picchu habría sido una de las residencias de descanso donde las construcciones y el evidente carácter ceremonial de la principal vía de acceso a la llaqta dan cuenta de su origen anterior a Pachacutec y a su presumible utilización como santuario religioso. Ambos usos, el de palacio y el de santuario, no habrían sido incompatibles. Los andenes (terrazas de cultivo), de Machu Picchu lucen como grandes escalones construidos sobre la ladera. Son estructuras formadas por un muro de piedra y un relleno de diferentes capas de material (piedras grandes, piedras menores, cascajo, arcilla y tierra de cultivo) que facilitan el drenaje, evitando que el agua se acumule en ellos (debido a la gran pluviosidad de la zona) y se desmorone su estructura. Una ciudad de piedra construida en lo alto de un "istmo" entre dos montañas y dos fallas geológicas, en una región sometida a constantes terremotos y copiosas lluvias todo el año, supone un reto para cualquier constructor: evitar que todo el complejo se desmorone. Según Alfredo Valencia y Keneth Wright “el secreto de la longevidad de Machu Picchu es su sistema de drenaje”. En efecto, el suelo de sus áreas no techadas, está provisto de un sistema de drenaje que consiste en capas de grava (piedras trituradas) y rocas, para evitar la acumulación del agua de lluvias. Los 129 canales de drenaje se extienden por toda el área urbana, diseñados para evitar salpicaduras y erosión, desembocan-


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do en su mayor parte en el "foso" que separa el área urbana de la agrícola, que era en realidad el desagüe principal de la ciudad. Se calcula que el sesenta por ciento del esfuerzo constructivo de Machu Picchu estuvo en hacer las cimentaciones sobre terrazas rellenadas con cascajo para un buen drenaje de las aguas sobrantes.” Hiram Bingham, un profesor estadounidense de historia interesado en encontrar los últimos reductos incaicos de Vilcabamba oyó sobre Lizárraga a partir de sus contactos con los hacendados locales. Fue así como llegó a Machu Picchu el 24 de julio de 1911 guiado por otro arrendatario de tierras, Melchor Arteaga, y acompañado por un sargento de la guardia civil peruana de apellido Carrasco. Encontraron a dos familias de campesinos viviendo allí: los Recharte y los Álvarez, quienes usaban los andenes del sur de las ruinas para cultivar, y bebían el agua de un canal incaico que aún funcionaba y que traía agua de un manantial. Pablo Recharte, uno de los niños de Machu Picchu, guió a Bingham hacia la “zona urbana” cubierta por la maleza. Si bien es claro que Bingham no descubrió Machu Picchu en el sentido estricto de la palabra (nadie lo hizo dado

que nunca se “perdió” realmente), es indudable que tuvo el mérito de ser la primera persona en reconocer la importancia de las ruinas, estudiándolas con un equipo multidisciplinario y divulgando sus hallazgos. El reconocimiento es impor tante, pese a que los cr iter ios arqueológicos empleados no fueran los más adecuados desde la perspectiva actual y, pese también, a la polémica sobre la más que irregular salida del país del material arqueológico excavado (al menos unas 46.332 piezas), que recién en marzo de 2011 comenzó a ser devueltas al Perú.

Machu Picchu es considerada al mismo tiempo una obra maestra de la arquitectura y la ingeniería. Sus peculiares características arquitectónicas y paisajísticas, y el velo de misterio que ha tejido a su alrededor buena parte de la literatura publicada sobre el sitio, lo han convertido en uno de los destinos turísticos más populares del planeta. Actualmente, se encuentra en la Lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 1983, como parte de todo un conjunto cultural y ecológico conocido bajo la

denominación Santuario histórico de Machu Picchu. El 7 de julio de 2007 fue declarada como una de las siete maravillas del mundo moderno en una ceremonia realizada en Lisboa (Portugal), que contó con la participación de cien millones de votantes en el mundo entero. Hay que considerar que este trekking y Machu Picchu, están destinados a interactuar con sus visitantes en un proceso que ocurre a medida que desandamos el camino e incorporamos la idiosincrasia de aquella cultura que, por momentos, podemos ver intacta al costado de una senda, o en algún rincón de las calles empedradas de Cuzco. Nos preguntamos si ésto también está destinado a desaparecer… no se sabe si viviremos lo suficiente para ser testigos de su destino, pero tarde o temprano esperamos poder aprender del pasado y de su relación de respeto hacia la naturaleza, que nos permita hacer de este planeta un mejor lugar donde convivir con el resto de sus integrantes.

Nota: los datos históricos sobre Machu Picchu no provienen de la memoria de los autores sino que fue necesario consultar varios textos sobre el tema para una mejor descripción.



oy a hablarles de un lugar que no existe, y lo haré despreocupadamente, sin calcular ventajas o desventajas literarias. Voy a contarles la historia de un paso donde el único camino posible es invisible al ojo humano, porque se va construyendo metro a metro a medida que se lo recorre. Voy a tomarme libertades necesarias, absurdas e incoherentes, como: la voz ronca y erudita de un bosque generando opiniones o la picadura mortal de una araña que se volvió alacrán. Voy a tener que hacerlo…tomarme el atrevimiento de pasearlos por un mundo que no existe. Al terminar, antes de posar mi dedo en el punto final que defina el relato, voy a buscar en el espacio en blanco, su mirada incrédula, expectante o acusadora, para asegurarles de frente y sin rodeos que yo, una vez estuve ahí.

Mientras hablaba, levantó la mano y apuntó hacia uno y otro lado, completamente indiferente a nuestras miradas que atentas desde el otro lado del escritorio, seguían cada uno de sus movimientos, buscando en ellos alguna señal decisiva, tal vez el sonido de un martillo determinando una sentencia. "El puesto de gendarmería está justo del otro lado, por ahí, en línea recta, pero la verdad es que yo nunca fui. La mayoría de los que vienen así como ustedes, intentan cruzar pero después se pierden y tienen que volver." Nunca le preguntamos su nombre, era el carabinero de turno la tarde en que llegamos al puesto Chileno del Paso Mayer y, su actitud desinteresada ante todas nuestras dudas e inquietudes sobre aquel camino misterioso, nos hizo comprender de inmediato que Mayer era un paso muy distinto a lo que estábamos acostumbrados. Aún no lográbamos deducir qué tipo de dificultades nos esperaban, pero la sensación era clara e intensa, sea cual sea, nos iba a correr los límites. Al día siguiente, la mañana despertó nublada y fría. Aún entredormida estiré los brazos por fuera de la bolsa de pluma, y me llevé las manos a la cara. El tacto era áspero, pero eso no me resultó extraño. Acaricie mis labios paspados y subí un poco más hasta llegar a los ojos para frotarlos con fuerza - despertáte Sol, despertáte

- repetí para mis adentros batiéndome a duelo con los sueños. "¿Todavía seguís medio dormida, no?" - me pregunto Javi mientras estábamos parados en la entrada del puesto de carabineros con las bicis cargadas y dos mochilas grandes sobre la espalda. Recién cuando me hizo esa pregunta pude volver a la realidad. Aquella otra parte de mí, mecánica e inconsciente, me había hecho el favor de trasladarme hasta el lugar en donde me encontraba y entendí que ya era hora de hacerme cargo. Abrí grande los ojos y miré por primera vez, lo que no esperaba más adelante: A lo ancho y largo de todo lo que nos rodeaba se extendía el colosal cause de un río que no era uno sino miles de pequeños y serpenteantes brazos de él. Quise decir algo pero el viento frío me seco la boca que aún permanecía entreabierta, y las palabras quedaron mudas. Estábamos frente a un camino invisible, trazado por ingenieros sencillos y anónimos, que habían ganado sus títulos a costa de pieles curtidas y arreo de animales. "Hay un puente de un baqueano. Van a tener que encontrarlo, el rio está muy crecido y ese puente es la única forma que tienen de cruzar." Esa había sido la última información del carabinero antes de despedirnos, y aquellas palabras no cesaban de reproducirse en nuestras mentes, mientras la vista buscaba algún indicio, huella, minúscula pista, que nos permita descifrar la dirección que debían tomar los primeros pasos. Nada apareció y tuvimos que actuar: nos sacamos las botas y avanzamos descalzos, guiados por una capacidad que había pasado inadvertida a lo largo de nuestras vidas, pero que en ese momento se volvió una herramienta vital para poder continuar, la ilimitada capacidad de la intuición. Al principio, el caminar fue torpe y lento, el tacto frío del agua, la piedras hundiéndose en las plantas de los pies y la inquietante sensación de ir construyendo el camino en cada nueva huella que dejábamos, nos volvía precavidos e indecisos. "Por acá, Sol, vamos por la izquierda, intentemos subir y agarrar por el bosque", Javi me hablaba con el agua lodosa tapándole las piernas hasta las rodillas, mientras avanzaba concentrado, analizando el terreno, con la vista atenta en el presente inmediato y los obstáculos a atravesar, pero con la preocupación y la



curiosidad intentando anticiparse a lo que vendría más adelante. Así fue como de a poco dejamos atrás el lecho del río para encaminarnos hacia un horizonte de Mallín, donde la marcha se tornó aún más lenta y difícil. La superficie tenía una apariencia de pastos verdes e indefensos, pero bastó con hacer algunos pocos metros para que el terreno se vuelva una especie de arena movediza de barro que nos succionaba con fuerza, transformando cada movimiento en una lucha agotadora. Tiramos las bicis donde pudimos, y nos separamos en distintas direcciones con el objetivo de encontrar la manera de sortear el Mallín y descubrir alguna otra alternativa de itinerario posible. Y en ese momento fue cuando las líneas del mapa que íbamos trazando se detuvieron de golpe y enloquecieron, creando dibujos incomprensibles que daban vueltas sin sentido de un lado a otro, volviendo la cartografía

de nuestro recorrido un disparate de líneas hacia ningún parte. Después de varias idas y vueltas, trepé entre árboles por una lomada y encontré un rancho deshabitado del que salía una senda que subía en dirección al bosque. Corrí, corrí muy fuerte por ella, con la mirada ansiosa e inquieta de haberla encontrado, deseando profundamente que siga, que no se termine, que sea más que huella, que se vuelva la oportunidad que necesitábamos. Llegué agitada hasta toparme con el bosque donde la senda se volvía más fina y menos perceptible, volví sobre mis pasos y corrí nuevamente pero esta vez en dirección opuesta para buscar a Javi y mostrarle la posibilidad de que la líneas del mapa vuelvan a retomar su rumbo. Fuimos a buscar las bicis, nos pusimos las botas, y tomamos el camino que finalmente nos internaría en el bosque.

La ilusión que nos conquistó el cuerpo cuando encontramos el sendero, se esfumó rápidamente apenas recorrer los primeros metros de aquel bosque. Estábamos envueltos en una espesura verde y frondosa. La luz del día se había vuelto tenue y selectiva, iluminando sólo los sectores que esa inmensa arboleda se lo permitía, y dejando todo el resto bajo sombra y humedad. "Se terminó el camino Sol", dijo Javi. No fueron palabra dichas a la ligera, antes de que se tome el derecho de pronunciarlas, habíamos realizado un rastrillaje exhaustivo del terreno, llegando una vez más a la única y repetida conclusión con la que habíamos partido y que al parecer nos estaba costando asimilar: en Mayer no hay camino. Miramos el bosque inquietos, era hermoso y agresivo, me lo transmitían la forma de sus plantas silvestres, las ramas bajas tapando el paso, sus raíces deformes cubriendo todo el suelo. Era uno de esos bosques que inspiran respeto, un rebelde, un ermitaño, un salvaje. "Quizás nos ayude" - le dije a Javi con la mirada hacia arriba apuntando a la copa de un árbol, mientras internamente un deseo ridículo se apoderaba de mis ideas. Ojalá, ojalá pudiera saber de qué forma nos está viendo el a nosotros ahora: Primero apareció el hombre. Venía algo transpirado y con la mirada alerta. Llegó hasta el tronco de un árbol para apoyar su bici, volvió sobre sus pasos y dio un grito fuerte que me agarró algo desprevenido:-" ¡¡¡Sooool!! ". Al otro lado, abriéndose entre ramas y árboles, una voz de mujer le respondió de inmediato -" Sí, acá Javi… ya voy, ya voy!" . Ambos se movían muy despacio, controlando cada paso que daban como si algo crucial pudiera definirse en ello. Mientras caminaban, no apartaban su mirada de mí, estudiándome minuciosamente de arriba a abajo y de uno a otro lado, con sus ojos grande y



abiertos. Por alguna razón yo los ponía nerviosos, era evidente, me tenían un respeto inesperado que hasta llegaba a resultarme algo exagerado y gracioso. Se detuvieron y charlaron. Intenté descubrir qué edad tendrían, parecían jóvenes, pero algunas arrugas en su frente y al costado de los ojos no me dejaban definirlo con exactitud. Los había

visto de todas las formas: gordos, altos, musculosos, de edades y colores, pero ninguno de esos factores me parecía relevante. Siempre me habían generado ese inevitable sentimiento de compasión. No debería ser fácil tener la responsabilidad de una vida tan corta… 80 o 90 años con suerte. Por eso, intentaba no juzgarlos, aunque no lograra entender la dualidad de sus actos y esa continua contradicción que los caracterizaba y los hacía llamarse humanos. Tenían miedo, un miedo atroz que los volvía vulnerables y tontos, que los apartaba de las cosas simples y reales para llenarlos de trivialidades innecesarias. Yo creo que le temían a la muerte, a sentirse débiles o vulnerables, por eso necesitaban la arrogancia, llamar la atención sin importar el costo, gritarle al mundo de lo que son capaces haciendo un esfuerzo desmedido por mantener posturas que sólo ellos llegaban a comprender. Yo los veía como pequeños brotes, con apenas unos cuantos siglos en el planeta, creciendo muy lentamente. Unos pequeños y complejos brotes a los que les faltaba más experiencia para lograr entender el lugar que ocupan y, a los que les quedaba un largo camino para llegar a sentirse en paz. "¿Y si seguimos por acá, parece que hay una huella marcada después del río? Qué pensás vos?", le decía a Javi relajada, queriendo ocultar los nervios que se acumulaban en el estómago. Eran las 3 de la

tarde y ya habían pasado más de 6 horas desde que habíamos salido del puesto de Carabineros. El avance se hacía cada vez más complejo. Apoyamos las bicis prestando mucha atención al lugar exacto donde las dejábamos y nos fuimos a buscar opción que nos permita continuar. Después de cruzar varios ríos, seguimos algunas huellas de animales esperando que puedan aportarnos una dirección más concreta del rumbo, pero tampoco funcionó. Estábamos perdidos, dábamos vueltas sin sentido, seguíamos insistiendo, yendo y viniendo de uno a otro lado, pero el tiempo pasaba sin encontrar soluciones. La preocupación se incrementaba y el puente parecía una fantasía inalcanzable. Llegamos hasta un nuevo río y mientras yo me sacaba las botas para cruzar, Javi dio tres saltos rápidos y llegó al otro lado. "Voy a ver más adelante. Ya vuelvo", me gritó y se alejó corriendo. Apenas lo vi desaparecer empecé a desatarme los cordones con mayor prisa. No me gustaba la idea de separarnos demasiado, perderse en ese lugar era mucho más probable de lo que estábamos acostumbrados y teníamos que tener cuidado de no confiarnos más de la cuenta. Javi no lo vio así. Terminé de cruzar el río, lo espere un rato largo y no apareció. Intenté calmarme, convencerme de que llegaría en cualquier momento y aguardé un rato más. Después de 40 minutos, él seguía sin volver. Me puse a gritar pero nadie me respondió, sólo se escuchaba el sonido del río y las ramas de los árboles sacudiéndose por el viento. Un escalofrío penetrante me recorrió el cuerpo erizándome la piel. Caminé hacia donde lo había visto alejarse y seguí la dirección que me pareció más probable. Grité más alto, tomé el silbato de la mochila y lo soplé con fuerza, y seguí gritando:- "Javiii...". El sonido del bosque me resultó aterrador, no sabía qué hacer. Mi cabeza no dejaba de sacar



hipótesis: Y si se perdió?, y si esta lastimado?. Tenía miedo, un miedo distinto al habitual porque era mucho más real y concreto. Intenté recordar exactamente sus últimas palabras: "Ya vuelvo". Nuestro destino podía llegar a cambiar a partir de esa frase. Estaba enojada con él, hablaba sola y en voz alta "cuando vuelva lo mato, cómo me va a hacer esto”: El sonido de mi voz se percibía pequeño e insignificante. ¿Y si no vuelve?, y si realmente le pasó algo? Corrí, corrí hacia ningún lado y grité en un aullido desesperado "Javiiiiii…"

Del otro lado, finalmente apareció su voz:"Sol, acá estoy", venía apurado y sonriente. Se acercó y con los ojos brillantes y una sonrisa amplia me informó:-"Encontré el puente". Yo no sabía si pegarle, abrazarlo hasta que anochezca o dejarme desvanecer para que comprenda el susto que me había hecho pasar. :-"Perdón. ¿Estabas preocupada no?, pero lo encontré, encontré el puente Sol". Tardé unos minutos en terminar de ahuyentar los fantasmas que me habían gobernado el cuerpo y finalmente lo abrace, feliz de tenerlo conmigo y de que haya

podido encontrar el puente. Mientras regresábamos rápido a buscar nuestras bicis, Javi no dejó de hablar:-"Tuve la seguridad de que lo iba a encontrar, no me preguntés por qué, pero lo sabía, y cuando lo vi no lo podía creer. Igual, mirá que está lejos y hay que atravesar un bosque achaparrado bastante inaccesible para las bicicletas. Pero está ahí, de alguna forma tenemos que llegar..." A partir de que tomamos las bicis y conseguimos retomar el rumbo hacia el puente, los pasos modificaron su actitud y se volvieron firmes y decididos, bajando y subiendo montañas por rocas y pedregales, atravesando bosques achaparrados, bajos e impenetrables, sin que el cansancio o los obstáculos pudieran resultar un limitante. Íbamos movilizados por el motor más grande que puede darte cualquier aventura que emprendas, la posibilidad de alcanzar el objetivo, la arrolladora emoción de volverla realidad. Javi iba por delante abriendo paso. Hizo los últimos metros de bosque hasta llegar a un precipicio, paró de golpe y señaló hacia el rio sin poder disimular el entusiasmo:- "¿Lo ves? Ahí está, llegamos al puente, Sol!!". Con el cuerpo cubierto de pinches y moretones, me acerqué ansiosa para poder mirarlo por primera vez. Estaba lejos y apenas lo llegaba a distinguir. Tenía el aspecto de un hilo frágil y enclenque, flotando en la inmensidad de la naturaleza. Era el único vestigio del hombre en El Paso Mayer y resistía colgado, meciéndose de un lado al otro, los embates del viento. Fueron apenas unos pocos minutos los que permanecimos parados observándolo, pero fueron los suficientes para que los latidos atenúen su marcha y la inquietud que nos había llevado a las corridas hasta aquel lugar le de paso a la emoción. “Llegamos Javi! Por fin llegamos!!!"


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n el fatídico 11 de marzo de 2011, el llllllllllllllpotente terremoto de magnitud 9 destruyó llllllllllllllsu hogar en el territorio de Miyagi, una de los más castigados. Milagrosamente, Sumi y Jin fueron sepultados bajo ladrillos, vigas y tejas, pero no murieron. Ambos se hallaban en la cocina y, tras quedar atrapados entre los escombros, se las arreglaron para sacar comida de la heladera pese a que estaban muy débiles por las heridas. A oscuras, soportando temperaturas bajo cero y con la agonía de pensar que tenían las horas contadas, sobrevivieron a base de yogures durante nueve interminables días. La anciana tenía las piernas inmovilizadas, pero su nieto, a pesar de la hipotermia, logró escapar de entre los restos del inmueble destruido y llegó hasta el

exterior, desde donde hizo señales a un helicóptero de salvamento. Como la policía no podía sacar a Sumi, tuvieron que llamar a un equipo de rescate para salvarla. Ambos fueron trasladados en helicóptero al hospital de Ishinomaki, donde pudieron contar que sobrevivieron al peor Tsunami de la historia reciente de Japón, que provocó una ola de diez metros borrando del mapa cientos de pueblos. Este hecho se suma al de Hiromitsu Shinkawa, un hombre de 60 años que fue encontrado dos días después del Tsunami, a 15 kilómetros de la costa. Tragado por la fuerza de las olas al retirarse, resistió encima del tejado de su casa hasta que fue avistado por un destructor de la Marina nipona. “Ningún helicóptero o barco

que ha pasado cerca me ha visto, pensé que iba a ser el último día de mi vida”, relató cuando fue rescatado. El recuento oficial de víctimas de ese año entre muertos y desaparecidos que dejó la catástrofe fue de 20891. Sólo en la prefectura de Miyagi, la Policía calcula que han perdido la vida unas 15.000 personas y que unas 452.000 personas perdieron sus casas.. Además de las casas que tumbó, el tsunami dejó en el primer periodo 250.000 viviendas sin luz y un millón sin agua. Las pérdidas por los daños materiales se calculó en 176.000 millones de euros, que supera el terremoto de Kobe como el desastre más caro de la historia, ya que su reconstrucción superó los 81.000 millones de euros.


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uelo desde los 11 años, ahora tengo 31. Nací en Tandil, provincia de Buenos Aires, y cuando era chico mi viejo se vino a vivir a La Cumbre, Córdoba. En uno de los viajes que lo vine a visitar, fui a Cuchi Corral que es la meca del parapente en Argentina. Está a unos 15 km del centro de la cumbre y forma parte del valle de Río Pinto. Fui como cualquier turista. Tenía 9 años en ese entonces, y vi unos parapentes volando, entonces lo volví loco a mi papá para que me llevara a un vuelo biplaza. Me llevaron, y desde ese momento no me importó nada más, sólo quería volar. Iba a la escuela mirando el cielo por la ventana del transporte a ver si estaba lindo para que, cuando saliera, alguien me llevara. Cuchi Corral tiene un desnivel de 400 metros y una altura de 1100 msnm. En ese lugar, se vuela hace como 30 años y se pude llegar a los 4000 metros de altura. Creo que a nivel mundial es el despegue más conocido de Argentina. A los 10 años hice el curso y a los 11 ya volaba solo. Fui la primera persona de tan pequeña en volar en parapente y uno de los más chicos del mundo.

Por día volarán 15 pilotos, y los fines de semana tenés 200 personas mirando. De hecho, las dos actividades turísticas que tiene la cumbre son el parapente y el golf.



Ellos me apoyaron desde el principio, principalmente mi madre que ya no está, falleció hace 3 años, y fue mi principal motor. Necesité desde un principio de su apoyo, primero para que me dejen hacer la actividad teniendo que hacer una autorización legal, firmada ante escribano, porque ningún instructor quería tomar esa responsabilidad, y segundo, por una cuestión económica. Terminé haciendo mi primer vuelo con Pablo Duich en Iquique, Chile, el 25 de julio de 1997 a las 9:15 de la mañana. Ahora, ya cumplí 20 años de vuelo. Inicié en un lugar que tiene condiciones inmejorables, se despega en unas dunas de arena con brisa de mar, bien laminara, uno de los mejores lugares del mundo para aprender. Aún hoy, después de tantos años, mi padre no va a los campeonatos porque le da miedo. Incluso ahora, que estoy entre los mejores 10 del mundo y gané muchísimos campeonatos argentinos me dice:- si fueras chico y te tuviera que dejar volar, no lo haría.

Era muy gracioso, porque en la escuela entraba a las 8 de la mañana y salía a las 5 de la tarde, y mientras que los nenes tomaban la merienda o jugaban con los jueguitos, yo iba al aeroclub a inflar el parapente o le pedía a mi papá que me llevara rápido a Cuchi Corral a ver si podía hacer algún vuelo. Lo pude empezar a compartir después. Cuando tenía 14 años llevé a mi primer pasajero que fue Hernán Vacola, y que era piloto de parapente. Era raro, yo escuchaba a la mayoría de los padres de mis amigos que decían que mis padres estaban locos, pero entendía que así como a algunos les gustaba

jugar al fútbol o al tenis, a mí me gustaba volar. Este deporte me dio la posibilidad de conocer un montón de lugares en el mundo y buena gente, que es lo que te nutre también.

Fui a Iquique con mi mamá, y el instructor me dijo que vaya con mi equipo, que iba a ver cómo inflaba el parapente y, si estaba en condiciones, me hacía volar. Ya venía hacía un año haciendo el curso de parapente en la cumbre y aquí no se animaban a que vuele solo, por eso fue la



Santiago Petrera y Josefina Aragonés.

la decisión de ir a Chile. Cuando llegué, inflé el parapente tranquilo, ya que practicaba continuamente. Mientras tenía el parapente inflado, me tenía agarrado y de repente me dijo:estás seguros que querés volar?. Yo le dije:- sí!. Me acompañó hasta el borde de la montaña, y salí. Desde allí me siguió por la radio, transmitiéndome tranquilidad. El primer vuelo es muy básico, es más que nada despegue y planeo recto hacia delante. En el aterrizaje me esperaba otro instructor que me iba guiando porque era difícil de calcular. Día tras día hice distintos vuelos y fue una sensación tremenda. Estaba volando solo, dependía de mí porque allí mis papás no me podían decir nada, ninguno sabía volar…me sentía muy independiente. Cuando aterrice en el primer vuelo, pensé cómo llegar lo más rápido al despegue, para hacerlo de nuevo.

Para evolucionar tuve que juntar horas de vuelo y hacerlos firmar por un instructor. Cuando

fui a Iquique, lugar en el que por las condiciones climáticas se puede volar todos los días, junté en 15 días más de 30 vuelos, necesarios para rendir la licencia que te acredita a ser piloto principiante. Seguí juntando más horas, y volando lo que más podía en Córdoba. A los 18 años, empecé a competir pero mucho no me gustaba, y me incliné hacia la acrobacia, y también competí. En acrobacia tenés que hacer un listado de pruebas y cada una de ellas tiene un coeficiente de dificultad. Hay un jurado de 5 personas que te ponen puntaje. Son 5 notas, la más alta y la más baja se sacan, y cuentan las del medio. Se hace siempre arriba de un espejo de agua por seguridad, pero no me convencía porque no lo veía tan seguro como creía, y le empecé a tomar el gustito por la modalidad que compito hoy: el Cross country. En ella, llegué a estar primero en el ranking argentino, con 21 años. Me alejé como medio año del vuelo, y después me dediqué seriamente a competir en copas del mundo y eventos nacionales. Acá, hay 4 fechas de campeonato argentino por año, ahora estoy primero.

En acrobacia la maniobra más vistosa es el helicóptero: media ala vuela hacia adelante y la mitad hacia atrás, giramos en nuestro propio eje. Se hace looping, donde se pasa sobre el parapente. Hay una maniobra que se llama infinit y pasa el parapente desde atrás hacia adelante como saltando la soga, y pasa por arriba y por abajo. Los que se usan en acrobacia son parapentes más chicos que en Cross country, tienen mucha más carga alar, y anclajes reforzados que aguantan el doble, unos 200 kilos. En Orgaña, España, entrenan los mejores pilotos del mundo, es un lugar donde se sube muy rápido imagináte que tenés que recuperar rápido porque si subís 1000 con 5 maniobras descendés como 500 metros. Cross country, lo que hago ahora, son carreras en el aire. En el último mundial se juntaron más de 150 pilotos de 45 países diferentes. Hacés una reunión en el despegue, y allí te entrás al circuito. Vas con el GPS y te proveen de seguimiento satelital, así corroboran si cumpliste el circuito. El que lo completa más rápido, gana y tiene 1000 puntos, y el último tiene 100 puntos. Son circuitos de entre 60 y 100 km de distancia, a un promedio de vuelo de entre 30 y 40 km/h. Todos despegan a las 12 del mediodía, pero la carrera larga a la 13. Te dan 3 o 4 puntos de giro que tienen un radio de mil metros, hasta que llegás a un gol, que es una línea visible como de 200 metros en un descampado. Hay que tratar de completar la prueba en el menor tiempo posible y siempre teniendo en cuenta que al no tener motor, uno pierde mucho tiempo en subir. En un vuelo de estos capaz que agarrás 20 o 30 térmicas y subidos unos 2000 metros, y te alcanza para hacer unos 15 km, después tenés que subir de


en Francia. Fui a un abierto de Chile y saqué un segundo puesto. Las copas del mundo son 5 fechas por año. Antes tenías que hacer todo el circuito y eran fechas en Europa y una en Brasil. Era muy costoso, son muchos días de competencia en cada una. Después cambió, pusieron las mismas fechas, y al final de la temporada hay una final. No necesitás ir a todas, sólo con que en alguna termines entre los primeros 30, te clasificás. Este año, la final se hace en Colombia en un lugar que se llama Roldanillo. Esta nueva modalidad nos permite a nosotros, que estamos lejos de Europa, ser más competitivos. Hay dos campeonatos: la Copa del Mundo PWC (Paradlagin Worl Cup) y el Mundial de Parapente que organiza la FAI, también un panamericano para nosotros, y un campeonato europeo. El de la FAI se hace cada dos años y el PWC se hace todos los años. Ahí está la elite del parapente. No es tan fácil llegar, únicamente fuimos a correr al mundial los primeros 4 del ranking argentino, entre unos 2500 pilotos. Que vuelan, aproximadamente hay 10000 entre parapente y paramotor. Fui con Martín Romero, Francisco Mantaras y Hernan Pitocco. El vuelo libre es lo más lindo y disfrutable, a mí me gusta competir, pero la esencial es justamente lo que te dice la palabra: volar para pasarla bien y compartir con amigos, que es lo más lindo que tiene este deporte.

vuelta, donde encontrás las mejores térmicas para subir más rápido. Así avanzás más velozmente, y tratás de ganar. También existe mucha estrategia entre los equipos, es como el ciclismo de ruta, uno se escapa y se exige más, y el pelotón lo agarra de vuelta. Es lo mimos, capaz uno se escapa pero como el clima no es apto, baja mucho y el grupo lo alcanza hasta que faltan 10 km y el que mejor posicionado es el que busca ganar la prueba. El mundial dura varios días.

Comida no, sí llevo una bolsa hidrante de un litro y medio. Estoy sentado, y tengo muy poco desgaste físico, un poco de tensión abdominal porque voy medio recostado hacia atrás con los pies hacia delante, entonces hago un trabajo isométrico con las abdominales. Las manos van arriba del hombro, que capaz sufre un poco. En el vuelo, tomo un trago de agua cada media hora y una vez que aterrizo, como bien.

Siempre me banqué los gastos. Al principio mis padres, luego yo. Ahora, gracias a la nueva comisión argentina de la Federación Argentina de Vuelo Libre, se ha conseguido mucho. Para este mundial, obtuvieron los pasajes a través de la indumentaria Mura, y también tuvimos apoyo de Córdoba Deporte y de nuestro club el ACAP (Asociación Cordobesa de Ala Delta y Parapente). Esta selección fue netamente cordobesa. Es un deporte amateur, hay pocos pilotos en el mundo que viven de la competencia.

El mundial son 12 días de competencias, con 11 pruebas válidas y allí se juegan más cosas: el desgaste físico, la presión…no hay ningún piloto preparado para volar 4 o 5 horas por día sin parar durante tantas jornadas. Por eso es importante ir al gimnasio todos los días y salir a correr, hay que estar en forma. Aunque no es un deporte tan físico, con los días te empezás a cansar y perdés atención. Eso es peligroso.

Fue medio en simultaneo con las competencias nacionales. Cuando vi que me gustó, conseguí puntuación para correr afuera. En ese momento no era como voy ahora, buscando un resultado, corría para ganar experiencia y aprender. Al principio no sabía mucho, de 120 pilotos entraba 70. A los 21 empecé a competir afuera, fue una pre copa del mundo en Portugal y luego una copa del mundo

Entre gimnasio y aeróbico dos horas por día, y después con respecto a los vuelos, no soy de los pilotos que más vuela porque yo tengo una idea diferente a la mayoría. A mi volar por volar no me da nada, para mí es muy buen entrenamiento ir a un campeonato, sea alto o bajo el nivel. Levantarme un día lindo y volar por volar no me devuelve nada, porque nos sé si lo hice bien o no, no tengo con quien comparar. Si me junto con 3 o 4, y hacemos una prueba, así si me sirve. Vuelo


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muy poco en cuanto a horas. Cuando tengo ganas, voy y disfruto. Si tengo que probar algún equipo vuelo 2 o 3 horas, pero más que nada trabajo en la parte física y mental. Soy un convencido de que lo que te hace cambiar como piloto en la competición, es lo mental por eso veo más redituable ir a un psicólogo del deporte. También me ayuda mucho Martin Romero, uno de los compañeros de selección que fue deportista de alto rendimiento. Él corría carreras de aventura y ganó en varias oportunidades el tetra de Chapelco. Me da mucho resultado, gané las dos fechas del campeonato argentino, en el mundial terminé entre los mejores 10, gané el abierto argentino, y estoy primero en la liga… no me esperaba tener un año así.

Se define todo el último día. Cuando empezó el campeonato en los primeros días, estaba entre los primeros 20. Me fue bien y llegue al puesto 15, después caí al puesto 25. Tuve una manga en un día de vuelo que terminé 4, me puse 7 y sólo quedaba un día de competencia. Hay un sistema que es difícil de explicar, pero es un descarte del 25%, o sea que de 12 días que volás, descartas el 25%, cuentan 9 días, y te sacan los 3 peores. En realidad no venía con vuelos malos. Al faltar un vuelo, había muchas posibilidades de quedar en el top ten a pesar de que estaban apretados los puntos. Quedé 9, pero podría haber quedado

en lugar 5 o 20. Hubo mucha incertidumbre, tuvimos que espera hasta el final para los resultados. Un compañero había ojeado las listas y me vio pero no quiso decir nada porque no era oficial. Cuando lo dijeron, me largué a llora. Llamé a mi señora Yanina, que me banca en todas, a la familia, amigos… después de haberle dedicado a la actividad tantas horas, tantos años…Fue una sensación fuertísima

Mi mujer me apoya en todo. Tengo una nena de dos años y medio. Cuando fui al mundial estaba casi de 8 meses de embarazo, y yo compitiendo en Europa, en Italia. Ella me conoció volando en parapente y sabe que es mi pasión. Me respeta, me apoya y me alienta. Cuando me va mal, la primera persona que llamo es a ella y siempre me dice que sea positivo, que voy a mejorar... es una genia. Mi hija me extraña, pero todavía no se da cuenta de todo. Antes de irme, le hice el vuelo de bautismo y se quedó dormida. Tengo un arnés para niños, Nicole se tomó la mamadera y se durmió con el arnés puesto...aún no pudo volar, pero ya lo va hacer. Araceli nació hace muy poquito.

Vienen dos copas del mundo, una en Brasil y otra en Ecuador. Vamos a ver qué puedo hacer. Ya estoy clasificado, y pre inscripto en las dos. Quiero ganar una final en Colombia. Acá en el país quedan dos fechas: una en La Rioja y otra en Tucumán. Como ya gané las dos primeras, quiero ser campeón argentino. El año que viene tenemos el Panamericano con la selección argentina. Si bien compito profesionalmente, para mí el parapente no deja de ser un juego. No vivo del parapente, lo hago porque me gusta y mi prioridad es mi familia. No me vuelvo loco por competir, lo disfruto, la esencia es aprender, compartir y pasarla bien.


Administro un geriátrico y una servicio de emergencias con mis suegros en Capilla del Monte. A ellos les agradezco porque me ayudan cuando tengo que viajar. Falto muchos días en las competencias, y se portan más que bien conmigo.

No, me gusta competir. Tengo un amigo brasilero Rafael Saladini que tiene el récord de distancia 564 km en 11 horas y media de vuelo.

En primer lugar a mi mujer y a mis hijas, a mis viejos, a mis suegros, a la Federación Argentina de Vuelo Libre al club ACAP, a indumentaria Mura y CBAX y a vos por hacerme la nota.


orrer en otro país ya es importante como llllllllllllllllcorredora, porque iba a representar a llllllllllllllllArgentina. A eso se sumó el tema del desnivel de la carrera, que se desarrolló arriba de los 4000 metros y hacía mucho más difícil el desafío. Es increíble la cultura incaica, milenaria y la carrera transcurría en el segundo camino del inca. El recibimiento de los diferentes corredores de Sudamérica género una comunión de energías. Correr en el templo sagrado como le dicen ellos, te transmite mucho respeto. Lo único que pensaba era llegar a la meta en las mejores condiciones, ya que estoy acostumbrada a correr 21 km. Fue una preparación nutricional, cardiología y física importante. Poder terminar el ultra primera, fue una felicidad.

Venia de un enero y febrero en no muy buenas condiciones, recuperándome de una fatiga muscular, entonces tomé muy conservadora la carrera. Venía corriendo, cuidando las sensaciones, y esa fue un poco la estrategia de esta competencia viendo cómo iba a responder con el frio y el viento. Para mí era nuevo, lo tomé con calma y quería llegar. A medida que fue pasando vi que el cuerpo se adaptó, iba primera. En los puestos me iban diciendo que venía bien, y fueron pasando los kilómetros y esa sensación de que no querés que se termine. Faltándome 10 km me relajé y la disfruté mucho.

Salimos con - 5 grados y tuvimos la charla técnica el día anterior con sol. La salida fue a 3900 metros y llovió desde la madrugada anterior. Los caminos se desmoronaron y tuvimos inconveniente para llegar por los senderos de montaña, a la largada.

Como no sabíamos bien el clima, llevé calza larga, abajo la corta, y pantalón impermeable.

Bien abrigada: gorra, guantes, campera impermeable… por los menos para llegar a la cumbre de la carrera sin estar muy mojados.

Hubo a los 5 km, después hice unos 15 km más, Sólo iba con la bolsa hidrante que llevé. Hubo dos puesto más hasta el 45 y después de allí, al km 70. Igual siempre llevo 2 litros más en una botella chica. Tomé sales isotónicas y 7 geles.



Fue en 2004 cuando se estaban terminando el circuito YPF, General Belgrano. Fue mi primer carrera. Entrenaba en Olimpo, un gimnasio de City Bell, un compañero me dijo si quería correr, y de allí no pare más.

Brook modelo Canadá, Saucony Trail y Asics Fuji, las que probé aparte de Columbia y Salomon.

Fue fuerte… no me imaginaba así, agradecida de correr. Siempre quise hacerlo, no tenía la posibilidad y me costó mucho… Fue mucho sacrifico, hoy en las redes se ve la sonrisa pero no el trasfondo. Misma la carrera de Perú, fue trabajar duro para poder hacerla. Por eso es muy gratificante sacar buenos resultados.

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Lo primero que se me viene a la mente es poder potenciar, y que las carreras lleguen a muchos niveles y nos sólo a un sector. Veo gente muy chica, que está bueno que se meta en el running, no únicamente por la meta o por un podio, sino que ésto tiene que ver con la familia, la unión de la gente. Correr lo puede hacer cualquiera, es ponerse zapatillas. Me gusta contagiar esta actividad. Después, me gusta hacer todo tipo de deporte, me gusta remar, me gusta la bici, la uso de medio de locomoción.

Están creciendo masivamente las distancias de arriba de 70 km, están cada vez más fuertes. Hoy todo el mundo entrena a conciencia, planificar objetivos, proyectan carreras.

100 km Damas 1° Gloria cardona 13:57 hs 2° Eliana Chica 14:18 hs 3° Catalina Alegria 15:42 hs

70 km Damas 1° Roxana del Cid 9:38 hs 2° María josé Muñoz 10:11 hs 3° Carolina ramirez 11:46 hs

100 km Caballeros 1° Nocolaz Sondaz 11:55 hs 2° Hildebrando Machado 12:33 hs 3° René Ávila 12:57 hs

70 km Caballeros 1° Luis Maigualema 7:33 hs 2° Domingo Lamas 7:48 hs 3° Yamil Simon Torres 8:03 hs



ace ya cuatro años, disputé los 60 Km de llllllllllllllllUTACCH en Yacanto, oportunidad en la llllllllllllllllque viajé junto a Rubito Beledo, Pablo Lapaz, Víctor Trillas, Alejandro “Highlander” Scuoteguazza, Carlos Douglas Hernández y Sebastián Paulós. En esa instancia, la encaré como parte del entrenamiento para la CCC en Mont Blanc que corrí en 2013. Recuerdo que fue mi carrera N° 254, y ahí completé 4066 kilómetros en competencias, 1430 de ellos en Trail (35% del total). Con mucha más experiencia, el pasado 1 de julio fue mi carrera N° 417 completando 7475 kilómetros, 3915 de ellos de Trail (ya el 52%), y la N° 52 de 42 kilómetros o más. La web de UTACCH expresa que es una aventura, una experiencia única y mágica para

cada corredor que decide transitar las tierras de los Comechingones, antiguos habitantes de las Sierras Grandes de Córdoba. La camiseta que lleva el lema: “La mística”, refleja cómo, sin dudas, se ha ido construyendo esa sensación, al extremo que se han agregado nuevas distancias que otorgan puntos ITRA (4 puntos a los 75 K y 3 a los 50 K), y se han incrementado notoriamente la cantidad de participantes (se registraron 2307 llegadas a la meta, un 60% de hombres y un 40% mujeres). Es un recorrido precioso, agreste, duro, propio de las sierras cordobesas, bastante distinto a lo que normalmente encontramos en la zona patagónica del sur o en las sierras de Uruguay.

En esta ocasión, el viaje fue bastante distinto ya que organizamos la ida con tiempo. Junto a algunos de los “Hermanos de la Montaña” y de la vida: Martín Zanabria, Paola Nande, David Vega, Alejandra Isabella y Jorge Nin, Federico Sanguinetti y Eiko Senda, sus hijos, y el amigo argentino: Federico Sivila. Tengo mucho para contar sobre las anécdotas del viaje, pero prefiero mantener la amistad... Les dejo solamente la del momento en que llegamos a Migraciones, en el Puente Fray Bentos - Puerto Unzué, donde Federico excelente barítono- bajó el vidrio y le cantó al funcionario: "Fígaro, Fígaro, Fígaro, Fígaro...", y a lo que acotó:-"acabamos de sacarlo ayer".


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Sobre las discusiones en relación con la ruta, el GPS o el tiempo de detención en ruta por un pasajero que viajaba sin cinturón de seguridad, no cuento nada. Nos alojamos en Santa Rosa de Calamuchita, a 30 Km de Yacanto, donde llegamos en la noche del jueves 20. El viernes lo dedicamos a retirar el kit (me correspondió el N° 3125) y preparar todo lo necesario para la carrera. Dado que largamos a las 5:00 AM, el despertador sonó a las 3:00 para desayunar rápidamente, gracias a la enorme gentileza de la gente del Hotel Gloria.

El clima estaba frío pero absolutamente despejado, lo que hacía presumir que íbamos a tener un día espectacular. Decidí largar con la remera segunda piel y la de carrera por encima, sin campera cortaviento, con calzas cortas y medias de compresión. Después de las fotos de rigor, largamos a la hora indicada. Como era previsible, algunos salieron a ritmo fuerte, en tanto yo lo hice junto a Alejandra. Avanzamos más lentamente, con las

linternas frontales encendidas y optamos por caminar en los tramos en subida, en tanto trotamos en los planos y bajadas. Después de 7.5 Km, llegamos al primer puesto de abastecimiento, en el denominado “cortafuego”, donde tomamos a la izquierda para ingresar a una zona con bastante desnivel, trillos de pasto y algo de barro. Cruzamos el primer arroyo, donde ya nos mojamos -el frío hacía que “dolieran” los piespero seguimos a ritmo sostenido. En la zona de bajadas, Ale se quedaba un poquito atrás, pero enseguida me alcanzaba en cuanto enfrentábamos terreno plano. Allá por los 12 kilómetros, nos superaron los punteros de la distancia 50 Km, en una zona de larga subida (habían largado a las 6:00). Ya llegando al puesto del Negro Pereyra -Km 16- el sol asomaba por la sierra, pintando el horizonte con colores espectaculares. Le comenté a una de las chicas del puesto, que tenía cara conocida:-. "Sí, soy una de las Pereyra, que siempre está en el puesto", me respondió riendo. Comimos algo, disfrutamos de una sopa caliente y emprendimos el ascenso hacia el Cerro Agustín. En el recorrido, ya volvían los punteros de la distancia, y vimos bajar a

nuestros compañeros. A falta de unos 2 kilómetros para llegar al punto más alto, cruzamos el arroyo donde en el año 2013 me esperaba Víctor Trillas. Seguimos avanzando para finalmente hacer cumbre donde alcanzamos casi 2300 msnm y unos 27 kilómetros de carrera, con un sol que brillaba fuerte haciendo muy placentera la mañana pese al frío invernal. En ese momento, decidimos parar para ingerir algún alimento y descansar un poco. En la bajada, Ale insistió en que no la esperara pues en general iba más lenta que yo. Me fui adelante, para llegar nuevamente al PA (km. 30.5), donde estuve unos 10 minutos descansando, comiendo frutas y tomando un caldo caliente, mientras la esperaba. Conversé un ratito nuevamente con las chicas del PA, que aprovecharon para "tomarme el pelo" nuevamente. Me preguntaron si iba a seguir o abandonaba... cuando dije muy firmemente que seguía y les pregunté si se habían registrado abandonos, una de ellas me dijo: "Sí, aquí murió uno… perdón!, abandonó uno". Dado que Ale no llegaba, decidí seguir pues temía por los cortes por tiempo. La misma chica me dijo- "Qué mal, le prometió que la esperaba y se va". "Sí, tenés

13 Km Damas 1° Borsato María 1:18:23 hs 2° Orellana Ximena 1:19:53 hs 3° Ardiles Desiree 1:21:52 hs

22 Km Caballeros 1° Palacios Claudio 1:41:17 hs 2° Blengino Maxi 1:45:44 hs 3° Peña José 1:50:16 hs

50 Km Damas 1° Vigliocco Mariela 6:26:20 hs 2° Mansilla Adriana Marisa 6:51:09 hs 3° Del Cid Roxana 6:52:50 hs

13 Km Caballeros 1° Frias Julian 1:05:57 hs 2° Della Janna Alesan. 1:06:54 hs 3° Beltramo Claudio 1:07:01 hs

35 Km Damas 1° Candermo Debora 3:40:55 hs 2° Paire Melanie 4:00:30 hs 3° Cofan J. Cynthia 4:15:07 hs

50 Km Caballeros 1° Zabala Joel 5:37:10 hs 2° Manzur Yamil 5:40:25 hs 3° Moretti Pedro 5:48:38 hs

22 Km Damas 1° Hernandez Gisela 2:03:14 hs 2° Galvez Virginia 2:06:35 hs 3° Rossi Carolina 2:13:27 hs

35 Km Caballeros 1° Pauluzak Ezequiel 3:05:40 hs 2° Espinosa C. Nicolas 3:25:34 hs 3° Coria Steel Santiago 3:26:35 hs

75 Km Damas 1° Diaz Slater Tania 9:34:04 hs 2° Vargas Adriana Vanesa 9:56:55 hs 3° Barrers Belen 10:14:01 hs

75 Km Caballeros 1° Rueda Santos Gabriel 7:54:45 Hs 2° Oro Franco 8:03:28 Hs 3° Trujillo Luis Emilio 8:20:14 hs


razón, la espero", le respondí. "No, es una broma", remató. Y cuando ya había hecho unos metros, me gritó: "allá viene". Di vuelta, y las tres chicas, riéndose, me dijeron: "No, es mentira, no viene nadie...". A partir de allí, el terreno iba en leve descenso y fui intercalando posiciones con otros corredores. Alcancé el PA ubicado en el Km 42,5 en “Los Corrales”, con 9 hs 50 minutos de carrera, donde había un buen número de corredores alimentándose con el asado. Disfruté de una buena cantidad de gaseosa, comí algo y decidí seguir (con algo de culpa, ya que mi

compañera no llegaba). A partir de ese punto, los corredores nos distanciamos. Después de un largo recorrido, llegamos a una bifurcación donde los de 75 Km doblamos a la derecha para emprender un camino en leve subida hacia Capilla El Carmen, Km 51.5 Km. Hicimos una especie de “gota” de unos 5 kilómetros, para retornar por el mismo camino que habíamos realizado. Llegué nuevamente a la bifurcación, donde consulté al bombero que estaba allí ubicado sobre el eventual pasaje de Alejandra (haciendo referencia a la banderita uruguaya que llevaba

en su mochila… pero después me enteré que la había perdido), y a partir de allí, encaramos rumbo a El Durazno. Aún podía trotar en zonas de bajada y planas, pero ya sentía el esfuerzo y una molestia en la planta de los pies, maldiciendo por haber llevado un calzado bastante “castigado”. En el Km. 60.5 llegamos al Cruce de la Chaqueña, donde estaba el sexto PA. Después de tomar un poco de líquido y comer maníes y frutas, emprendimos una fuerte bajada hacia un camino de tierra. Empezaba a irse el sol, así que me coloqué la linterna frontal, y un poco más


adelante la tuve que encender. El cruce de un arroyo, peligroso por lo profundo y la fuerza de la corriente, fue sencillo gracias a la excelente colaboración de los bomberos que allí se encontraban, que nos ayudaban a cruzar entre las enormes piedras. Cuando salimos del camino de tierra para ingresar nuevamente a trillos de campo y un tramo en fuerte subida, me pegué a una pareja de jóvenes argentinos, y decidí seguir con ellos. Veía a lo lejos, tres corredores que se acercaban a buen ritmo, e incluso escuchaba sus voces. Mis compañeros ocasionales no veían señales ni yo tampoco- así que les sugerí volver hasta la última marca y buscar el camino correcto. Nos alcanzaron los tres que venían más atrás, y

cuando les dijimos -en la oscuridad de la nocheque no veíamos señales, identifiqué la voz de Alejandra. "¿Ale?", le digo. "¡Jota!" me respondió. El reencuentro fue muy propicio para rápidamente ponernos al tanto de nuestros ritmos y “desventuras”, en particular el malestar estomacal de Ale durante gran parte del recorrido. Mis dos acompañantes, eran además compañeros de los dos que venían con Alejandra, así que decidimos seguir todos juntos. En la noche, divisamos a lo lejos el 7° PA Puesto de Ortiz-, en una carpa iluminada y con fuego encendido, con música cordobesa que se escuchaba desde muy lejos, y una onda increíble. Después de una fuerte bajada, llegamos a ese puesto. Sentía el estómago bastante revuelto, así

que no pude comer nada, pese a que había un asado espectacular. Descansamos un poquito e ingerí tres pedacitos de naranja, que me permitieron sentirme mejor. A partir de allí, nuevamente nos esperaba una subida pero ya en un terreno bastante más limpio y por caminos de tierra, divisando algunas casas de la zona cercana a Santa Rosa de Calamuchita. Cuando culminó ese tramo, salimos a la carretera de tierra, donde nos indicaron que nos faltaban 2.5 kilómetros para la meta. Todos nos pusimos a trotar, y nuestros ocasionales compañeros se fueron adelante. Pese a que Alejandra estaba con más fuerzas que yo en ese tramo, me esperó -flor de aguante, me hizo- para llegar a la meta en 17 hs 20 minutos (posición 194, 24° en la categoría por edad entre 30 competidores), donde nos esperaban nuestros amigos. Objetivo conseguido, misión cumplida, dentro del tiempo límite de 19 horas. Después de una ducha caliente en el hotel, cenamos unos sándwiches de lomito, para irnos a descansar. El domingo a la mañana, disfrutamos de un excelente desayuno y comentamos sobre la carrera para luego emprender el retorno. En lo personal, y pese a la ubicación en la carrera, debo considerarme satisfecho pues además de la distancia de 75 Km, la acumulación de carreras que traigo, el desnivel acumulado positivo (3500 metros, realmente exigentes), regulé el ritmo en la mayor parte de la carrera y culminé bastante entero, al extremo que durante el viaje de retorno prácticamente no sentí molestias. A mis hermanos de la vida y compañeros de aventuras, un enorme ¡gracias! por un fin de semana espectacular. Siempre es un privilegio poder compartir desafíos disfrutando a pleno de la naturaleza y de los amigos.


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ruzar la Cordillera de los Andes es una llllllllllllllllaventura única, pues todos sus caminos lllllllllllllllltienen un tinte especial y un paisaje característico que hacen que los viajeros no dejemos de asombrarnos ante tanta belleza natural. En esta nota hablaremos sobre este cruce del que poco se conoce pero que mucho se habla entre caminantes y cicloviajeros. El recorrido puede hacerse desde Argentina a Chile o viceversa, y yo describiré mi experiencia,

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desde Villa O´Higgins a El Chaltén, caminando. En Villa O´Higgins, culmina la conocida Carretera Austral que nace en Puerto Montt y abarca una extensión de 1247 kilómetros. Es un poblado de 600 habitantes y allí se encuentran las entradas a los glaciares del Campo de Hielo Patagónico Sur. Para acercarnos más a la Cordillera desde ahí, es necesario tomar una embarcación de al menos 3 horas, que parte desde Puerto Bahamondes, a 8 kilómetros del

lugar, hacia Candelario Mancilla, donde vive sólo una familia de pobladores chilenos y una dotación fronteriza de Carabineros. Su nombre recuerda al pionero que llegó a poblar en 1927. La temporada de cruce comienza en el mes noviembre y termina con el último barco, la primera semana de abril. En mi caso, me tocó cruzar en una de las últimas embarcaciones a finales del mes de marzo. Si bien suelo viajar sola, generalmente encuentro viajeros con quienes comparto aventuras, pero esta vez no había ninguna persona que lo realizara. Llegué en las últimas horas del día, y me hospedé en la única casa que allí se encuentra. En un cálido ambiente, compartí junto a la familia una rica cena acompañada con panes y dulces caseros. Cabe destacar que en los meses de temporada alta, se alquila parte del patio para poder acampar ahí mismo. Al día siguiente, acompañada por una hermosa y fría mañana, y ya mentalizada para hacer la primera parte, me dirigí hacia el recinto de Carabineros para realizar los trámites correspondientes de salida de Chile. Unos 22 kilómetros de caminata me esperaban, y motivada por el


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inolvidable momento, comencé a atravesar bosques de ñires y lengas, subidas, bajadas, pasajes por arroyos y un paisaje montañoso único e irrepetible. Cerca del mediodía, luego de unas 4 horas de caminata, terminando de bordear una curva, me encontré con el ansiado cartel de “Bienvenidos a Argentina”. Una sonrisa se dibujó en mi cara. Sin dudarlo un momento, dejé la mochila a un lado para fotografiar el instante y en ese preciso momento entre tanto silencio, oí voces… y pensé: “¡No estoy sola!”. Dos caminantes se acercaban en dirección contraria, sus miradas de asombro también se vieron reflejadas en las caras y, luego de conversar en una mezcla de español – inglés, tomé fuerzas para completar

los pocos kilómetros que me separaban de la frontera argentina, a los pies del Lago del Desierto. En la punta norte del lago, se encuentra la gendarmería, donde es posible acampar en algún rinconcito de la enorme parcela de pasto acompañada por un mágico paisaje. Para completar, allá al fondo, se puede apreciar una de las caras del Fitz Roy. Luego de realizar los trámites de entrada al país, a la mañana siguiente me esperaba la segunda mitad del cruce. En el lugar había otras carpas, pero parecía que el destino me conducía a completar el camino en soledad, ya que los viajeros acampantes venían desde Chaltén, por lo que se dirigían hacia el lado contrario al mío. Eso no impidió que compartiera un rico desayuno e intercambiara “consejos del camino”. Unas 5 horas aproximadamente me distanciaban del final de camino, me esperaban

más subidas, arroyos y bosques; me acompañaba un cielo inestable, donde el sol aparecía y se escondía, el viento soplaba y se sentía cada vez más fuerte. “¡Fuerte tiene que estar mi mente!” pensaba, y ahí es donde sentí lo lindo de caminar por senderos casi vírgenes, rodeados por bosques y vegetaciones únicas. Sin darme cuenta llegando al mediodía, divisé el Fitz Roy cada vez más cerca y comenzaron a aparecer caminantes provenientes de El Chaltén que no dejaron de animarme… ¡el final del sendero se veía a lo lejos! Una linda sensación me atravesó, otra sonrisa se dibujó en mi cara. En mis 29 años de vida, había completado mi segundo Cruce de los Andes caminando. Finalizado el camino nace una carretera de unos 40 kilómetros hasta llegar allí, y para los amantes del trekking, en este joven pueblo es posible realizar distintos senderos de montaña.



ejamos atrás el cruce de los Andes y el lago del Desierto. llllllllllllllllEstamos en Chile en el puerto de Candelario Mancilla, a punto llllllllllllllllde subir las bicicletas a un barco, mientras un marinero agarra una soga para sujetarlas en la proa. Entiendo el mensaje subliminal e imagino la batidora que se avecina, pero es la única forma de llegar al kilómetro 1250 de la Carretera Austral. Si bien ahí termina esta ruta escénica, para nosotros es el comienzo. En el fin está el principio de todo. Definitivamente este barco es un zamba. En una tele pasan un documental del sur de Chile que dura casi todo el viaje —deben de ponerlo para que no pensemos en barcos a la deriva, Titanic, Leonardo Di Caprio y esas cosas—, pero casi todos nos quedamos dormidos al minuto 30. A esta altura, poner el cerebro y los sentidos en “modo avión/barco” debe ser un mecanismo de defensa para escaparnos de la realidad. Arribamos al puerto, acomodamos las alforjas, nos sacamos la foto con el cartel de bienvenida “fin de la Carretera Austral” y estamos listos para salir hacia Villa O’Higgins, pero… nos falta un pedal. Sí, llegó el día de pedalear los primeros kilómetros de la Carretera Austral y la bici de Andrés está renga. El cruce a Chile desde el Lago del Desierto había dejado cicatrices en el equipo, e hicimos lo que se hace con este tipo de problemas en estas latitudes patagónicas: improvisar y tratar de resolver la situación. Sacamos la soga naranja flúor de su hamaca paraguaya —comentario de color por fuera de esta crónica: quiero que sepan que la usó solo dos veces en todo este viaje— y esta vez no me queda otra que dejarme remolcar. Hacemos 8 kilómetros y llegamos a la Villa casi a oscuras. En la galería de El Mosco (camping donde nos quedamos dos días) hay más de cinco bicicletas estacionadas, cubiertas desgastadas colgadas de la pared, alguna que otra alforja usada y

apilada en una de sus esquinas y un sinfín de portaequipajes rotos. Es como un cementerio de bicipartes: toda una señal de lo que está por venir. Santos —un brasileño que está arrancando su viaje por la Carretera—, Nelson —un chileno de unos 50 años que junto con su mujer acaban de terminarla— y un holandés —que no sabemos de dónde viene ni a dónde va pero con su corto español entendemos que está preocupado por su calentador que no funciona—, se convierten en nuestros consejeros para ver cómo solucionamos el gran dilema gran de la bici de Andrés. El gabinete sesionaba en la cocina todas las opciones posibles desde la más simple hasta la más compleja, y cuando el silencio anticipaba un problema que no se iba a poder resolver, un chiste destrabó el enigma: Nelson: —che, Holandés. Hoy dormí con tu bicicleta, no sea cosa que mañana cuando te despiertes le falte una parte jajaja. Holandés: —jaja yo tengo que seguir pedaleando, ¡por qué no le das tu bicicleta que vos ya terminaste! Silencio en la sala. Japón se queda pensando. ¡Eureka! A desarmar la bici de Nelson. Nelson gira la multitool asegurándose de que todos los tornillos queden en su lugar, mientras la palanca empieza a reconocer su nuevo cuerpo. Andrés se sube, da una vuelta manzana y nos da el visto bueno a todos. Tener este problema solucionado en un pueblo donde la bicicletería más cerca está a 234 kilómetros es todo un logro. Ahora sí estamos listos para empezar a rodar por la ruta escénica de la Patagonia chilena: la Carretera Austral. Los primeros kilómetros son una sucesión de momentos en estéreo: subidas de ripio cortas pero intensas. Árboles y plantas de cuatro verdes


diferentes. Hojas del tamaño de orejas de elefantes. Puentes colgantes con tirantes de metal. Ríos sin nombre. Ríos con nombre. Una curva larguísima con un lago que tiene el mismo sonido que el mar. Mosquitos grandes como moscas. Montañas con glaciares colgantes. Piedras gigantes derrumbadas Colibríes que hacen con sus alas el mismo sonido que un flipbook. Flores rojas, amarillas y blancas en la banquina. Cinco cascadas en una misma montaña. Cascadas que salpican y pasan por debajo de la ruta. Pajaritos panzones y curiosos que se acercan sin miedo. Cortes abruptos en paredes de piedra y líneas que atestiguan el paso de los glaciares que ya no existen. Subidas de ripio eternas con caída libre a la mismísima nube. Viento que hace bailar a los árboles. Muchísima lluvia Buscamos un refugio para protegernos de la cortina de agua que cae sin piedad sobre nosotros, cuando decidimos abortar la misión. Nos dijeron que está cerca del kilómetro 50, pero ya vamos 53 y nada. Estamos cansados y la ropa impermeable nos pesa, queremos sacar la carpa y armarla en cualquier lugar cuando vemos una arbolada a menos de un kilómetro. Si ahí llega a estar el refugio nos quedamos, y si no, también. Pedaleamos ya sin fuerzas y con el humor en su punto de ebullición, cuando nos damos cuenta de que no hay ningún refugio pero sí un puesto. Mientras los perros ladran nuestros pasos, se asoma por la ventana un hombre con boina negra y camisa marrón que nos hace señas para entrar. “El refugio está a un kilómetro sí, pero no debe de quedar leña seca, pueden pasar la noche acá”. Entramos al puesto, está calentito. Colgamos la ropa en unos palos de madera que están por encima de la cocina económica mientras silba una de

las tres pavas. “Yo sé lo que es pasar frío, a veces voy pa’ la montaña y paso días empapao”, nos cuenta Don Beta, el gaucho que cuida estas 40 hectáreas y las 150 vacas que están pastando a la redonda. Pierdo la cuenta de la cantidad de mates que nos tomamos mientras charlamos sobre su trabajo en el campo, los cicloturistas que ve pasar por la ventana en verano, sus días como cocinero, guardaparque y puestero; las “señoras” que hacen muchas cosas a la vez y que por eso se les pasan las tortas fritas, las internas con su socio, la radio que nunca enciende para no dar noticias de dónde está ni qué está haciendo, los sonidos para llamar a su caballo y a sus perros cuando sale a arrear vacas, cómo un puestero debe hacerse valer y no sé cuántos temas más hasta, que nos sirve un té y un plato de carne tierna con cebollita picada. Nos da su habitación para que descansemos y él se queda sentado en la silla desde donde nos contó la historia de su vida. Nos despertamos y sigue lloviendo, no paró en toda la noche. Parece que la nube está estacionada arriba del puesto de Beta sin querer moverse. A las 9 de la mañana y con mate en mano, limpia la mesa, agarra la harina, unos huevos y con las manos empieza a preparar la masa para unas tortas fritas. La deja leudar y una vez lista la estira con su palo de amasar


improvisado —una botella de ron añejo—, la corta a ojo tirando diagonales con una simetría casi matemática, y sumerge cada torta en una olla. “Yo no las hago con aceite porque se te pegan los dedos, las señoras las hacen así pero quedan más sequitas con grasa de vaca”. Al rato están listas y no podemos resistirnos a la tentación de probarlas mientras conversamos sobre la tradición del mate en Chile. Con Beta dan ganas de quedarse charlando, pero al mediodía acomodamos el equipo, guardamos diez tortas fritas en una bolsa y nos despedimos del primer personaje de este viaje. Los próximos 50 kilómetros caminamos y pedaleamos por igual, nuestro estado físico no está en su mejor momento. Las subidas son largas y empinadísimas y las pupilas aprovechan el paso lento para colgarse de las alas de los cóndores, del sonido de las cascadas y de los

glaciares colgantes. Subimos no sé cuántos metros hasta que la lluvia empieza a apurar nuestros pasos. Cuando se larga el diluvio, decidimos frenar al costado de la ruta e improvisar un techo con el cubre de la carpa y los bastones de trekking. Tomamos un té caliente, comemos unos panes con miel y las tortas fritas de Beta y al rato, cuando para un poco, volvemos a andar. Le pido al cielo que pare de llover, pero no me escucha. Al kilómetro 45 el GPS marca que faltan más kilómetros de los pensados para llegar a Puerto Bravo, desde donde sale la balsa para cruzar a Puerto Yungay, y hacemos el último esfuerzo del día con el estímulo de saber que la noche nos espera en un refugio. Después de más curvas, más subidas y más lluvia, llegamos. Un cicloviajero abre la puerta y nos saluda en inglés mientras apoya su ropa mojada sobre su

cerro

Aconcagu

a


bicicleta. Su novia está adentro, sentada en un banco y con la bolsa de dormir como acolchado. Mientras nos cambiamos y armamos un tender con unos sunchos, el chico agarra su guitarra y empieza a tocar unos acordes. Quien iba a pensar que íbamos a terminar el día con un acústico en primera fila. Al otro día nos levantamos temprano y mientras guardamos el equipo llega un micro con turistas que nos miran y nos sacan fotos como si fuésemos piezas de un museo. Llega la barcaza y empieza a chispear. La lluvia en estos pocos días fue tan intensa que Andrés y yo necesitamos un respiro. Ni bien llegamos a Puerto Yungay, el cielo esta vez parece que sí escucho nuestras plegarias porque no solo salió el sol sino que además hace calor. Los primeros diez kilómetros son en subida y siendo el tercer día de pedaleo consecutivo, las piernas responden con

diferencia horaria. Caminamos más de lo que pedaleamos, alcanzamos el punto más alto y empezamos a bajar hasta la ruta que llega a Caleta Tortel. Durante estos kilómetros tobogán nos terminamos de enamorar de la Carretera Austral. Hay una frase de Darwin que dice: “todo en este continente austral ha sido calculado a gran escala” y eso es exactamente lo que pasa acá: todo es exagerado, la tierra salvaje, las montañas escarpadas, el agua rebalsa y se filtra como ríos buscando el océano. De este tramo no sacamos ni una foto: hubiese sido como poner en pausa el final de una película que te atrapó durante toda la trama o frenar una montaña rusa en un rulo lleno de adrenalina. En la cabeza nos quedaron grabados: los árboles altos como rascacielos la velocidad en las curvas

las rocas y sus cascadas escondidas a la izquierda el precipicio con troncos color ceniza a la derecha la ruta que serpentea y dibuja una S perfecta mi cara de “pedalear esta ruta fue una de las mejores decisiones de mi vida” la cara de Andrés de “quiero volver a subir para volver a bajar” nuestros ojos brillosos nuestra sonrisa de alegría Los 20 kilómetros que siguen nos hacen saltar: hay mucho serruchito y piedras grandes como cascotes. Algunos autos nos pasan tan rápido que nos envuelven de polvo. La última subida se nos hace interminable hasta que llegamos al estacionamiento de Caleta Tortel: acá se dejan los autos, las camionetas, las motos y hasta las bicicletas porque no hay cemento ni calles ni veredas ni plazas. Hay pasarelas de ciprés y pérgolas como puntos de encuentro con vista a los fiordos chilenos. “En este pueblo parece que la gente se esconde. Mientras la lluvia retumba en los techos de madera, por las pasarelas no se asoma ni un ojo. Lo recorremos con la mirada: es una geografía en eterna construcción. Al ciprés ya no le crecen más ramas porque su descendencia fue hecha pueblo. El avioncito de madera que sobresale de un techo, la cocina económica que se oxida en el muelle, el perro que olfatea el mallín, las chimeneas que forman nubes y las pérgolas que miran a los fiordos. Todo eso al mismo tiempo y en modo random. Los turistas salen a caminar por la tarde, los mercados aprovechan para ofrecer verduras, panes amasados, duchas de agua caliente y botellas de ron. Poquito a poco el sol le guiña el ojo a la luna y la noche se apaga. No hay luz artificial y hasta las estrellas se callan” (anotaciones en mi cuaderno de viaje, febrero 2017). Continuará…


o utilizan suelas populares en sus zapatillas como hacen la mayoría de los fabricantes, apuestan por suelas propias y ahí radica gran parte de su éxito. La durabilidad y las prestaciones de las suelas de esta marca británica está más que contrastada, especialmente en sus zapatillas más extremas de Trail Running. Fiabilidad, adherencia y agarre, durabilidad, perfil minimalista, gran variedad y excelente diseño Fundada en 2003, Inov-8 es una de las marcas líderes mundiales de calzado, ropa y equipo. Operando en más de 60 países, diseña productos innovadores de alta calidad tanto para deportistas amantes del Trail como para el desarrollo de actividades fitness o training. Los orígenes de la marca permanecen firmemen

te ligados a los fangosos y húmedos terrenos británicos, pero a lo largo de los años, la búsqueda de excelencia en el calzado de Trail Running, han optimizado y desarrollado nuevos productos para satisfacer las necesidades de los muchos terrenos que existen en todo el mundo. Desde las cumbres montañosas de los Alpes hasta el desierto del Sahara y la Antártida, Inov 8 ha llegado a una sola verdad: la interacción de los atletas con el medio ambiente es el factor más importante en el diseño de productos.Teniendo esto muy en cuenta e impulsado por el deseo de ofrecer una innovación centrada en el atleta, la línea de productos abastece a todos los terrenos. Actualmente bajo la propiedad de Descente, fabricante japonés de ropa deportiva con una historia de excelencia de 80 años, y con el fundador de Inov-8, Wayne Edy, todavía en el corazón de la innovación de productos, el futuro está lleno de emocionantes posibilidades. La marca ofrece diferentes tipos de calzado de acuerdo al terreno a ser utilizado. Las categorías son

Nieve, Fango o Arena, Piedra o Roca, Sendero. A su vez dentro de cada división de terreno ofrece un modelo categorizado como “Speed” para corredores más técnicos y rápidos que buscan un calzado liviano y con menor drop y otro modelo categorizado como “Endurance” con un nivel de amortiguación y protección del pie superior para corredores menos experimentados.El reconocimiento Internacional de Inov 8 está en la altísima calidad de las suelas debido a su grip (adherencia) y flexibilidad. INOV-8 ofrece los calzados más livianos del mercado para cada una de las categorías de terrenos. Con respecto a la Argentina, en esta primera etapa, Inov-8 se enfocará en el calzado de Trail Running. Los modelos a comercializar en Argentina en esta etapa son: X-Talon 212; X-Talon 225; X-Claw 275; Trailtalon 250; Trailtalon 275; Roclite 290; Roclite 305; Roclite 305 GTX (Gore-tex); Roadtalon 240. +info en www.inov-8.com FB: www.facebook.com/inov8latam www.facebook.com/INOV8run/ Distribuidor DEWIN Pro : www.dewinpro.com


a parka Marmot es un rompeviento impermeable totalmente guerrero, increíble para realizar deportes con mucha movilidad. El testeo elegido para la prenda fue realizando en kayak (con lluvia durante un tiempo aproximado a las tres horas), en caminata en la sierras por 6 o 7 horas, y en

una clase de spinning de una hora, con el objetivo de comprobar su transpirabilidad. La remada en kayak fue una prueba dura por las condiciones climáticas adversas, y luego de varias horas de actividad, no sólo teníamos las prendas internas secas (gracias a las costuras 100 % selladas), sino que a eso se sumó un

beneficio único para el deportista exigente: en ningún momento se sintió el viento. La transpirabilidad de Goro-tex Active, realmente brinda en esta parka, una comodidad óptima. Diseñada para los movimientos rápidos, tiene un diseño pegado al cuerpo, con mangas que calzan a la perfección y cierre del velcro en los puños asimétricos que dan una movilidad increíble y más para una actividad como es el kayakismo. En la sierras, la prueba también fue exigida, ya que al comenzar el trekking la temperatura era inferior a los 4 grados. Tres características resaltaron desde un principio: los bolsillos resistentes al agua y con un cierre bien amplio y alto (por un lado hacen imposible la pérdida de objetos y por el otro son algo incómodos para el descanso de los brazos), el dobladillo con cordón elástico que no permite que pase el viento por debajo, y la capucha, compatible con casco con ala moldeable que termina de brindar una protección contra todo factor climático, fundamental para protegerse al máximo. Algo más que destacable: posee también una tecnología Angel Wing Movement™ que evita que se suba la campera por sobre la cintura al levantar los brazos. Con un peso de 331 gramos, la prueba de transpirabilidad más dura fue hecha en un salón cerrado, en una hora de bicicleta fija. Allí, se detectó una confección increíblemente


transpirable realizada con capa Gore-Tex Active, una tela tricapa, la más técnica a nivel evaporación de Gore. Lo bueno de este test, fue que luego de una hora, la campera seguía evaporando y la sensación en el cuerpo no era de agobio. En síntesis, Marmot presenta una parka ideal para hacer deporte, muy cómoda, impermeable, respirable y con una capacidad de cortaviento más que útil para deportes de extrema exigencia.

¿Qué campera llevar cuando la idea es recorrer en bicicleta 1247 kilómetros por uno de los lugares más lluviosos y fríos del mundo? Hoy, después de usarla durante más de dos meses en la Patagonia chilena, la respuesta es la Exum Ridge Jacket de Marmot. Era la primera vez que iba a viajar con indumentaria de esta marca, y por más que las críticas fueran buenas,

las dudas aparecían una y otra vez. La primera impresión no fue de las mejores: su tela liviana y sus 300 gramos me hacían dudar sobre su impermeabilidad y su capacidad r o m p ev i e n t o. To d a s e s a s i n q u i e t u d e s desaparecieron el primer día de viaje cuando una fuerte y fría lluvia patagónica la puso a prueba. Sé que no fue un amor a primera vista, ¡pero sí de primer uso! Con el paso de los días tuvimos la oportunidad de realizar diferentes trekkings, caminar sobre glaciares, pedalear con todos los climas y hasta remar varias veces en kayak, y la campera siempre cumplió con su función de tercera capa sin dejar de lado su excelente transpirabilidad. La Exum Ridge Jacket está pensada y diseñada para realizar actividades deportivas y esto se nota en todos los detalles: desde los bolsillos en el pecho, los puños con velcro y hasta la capucha que te permite usar todo tipo de cascos sin ningún problema. La experiencia de uso fue muy buena por sus características y versatilidad. Y hoy es una campera que no pienso sacar de mi mochila sea donde sea que esté, en el medio de la Patagonia o en la mismísima ciudad de Buenos Aires.

*para más datos de uso y duración en el tiempo, consultar el posteo del producto en el sector de tecnología en el sitio web www.andarextremo.com.ar



Nuestra campera Titanium OutDry es como una armadura absolutamente impermeable y respirable con evaporación acelerada de la humedad interior, confeccionada con costuras totalmente selladas y capucha ajustable. También cuenta con ventilación bajo las mangas, faldón trasero, puños y dobladillo ajustables y cierres Light Rail en los bolsillos laterales.

Estas zapatillas combinan la idea de 360º de protección impermeable/respirable, confort para todo el día, tracción en cualquier situación y un excelente nivel de ventilación, para satisfacer a los entusiastas outdoor que quieren tener todo en un mismo paquete.

Cuadro de carbono boost, horquilla RockShox RS 1, transmisión Shimano XTR, Llantas Dt KTM Peso 9.4 kg.

10K impermeable/10K respirable recubierto, acabado DWR, gancho para conectar con trampa de nieve camperas dobladillos reforzados, ventilaciones en la entrepierna, cierre en pantorrilla, costuras selladas y polainas internas.

La parte superior de cuero de Altitude Base Camp WP es duradera e impermeable, además de una bota impermeable Dri-Tec asegura que los pies se mantengan secos. La comodidad de los pies se cubre con una plantilla de EVA desmontable y una entresuela CMEVA. La suela resistente MDT proporciona un máximo agarre en el camino.

Carga vertical de snowboard, carga diagonal de esquíes, bolsillo de fleece para antiparras, compartimento compatible para mayoría de laptops de 15", compatible con sistema de hidratación, bolsillo frontal organizador, silbato de rescate integrado a correa de pecho. Desafiá los caminos más difíciles y adentrate en la aventura con las Zapatillas Hi Tec Sensor Trail Lite. Ideales para andar, correr y entrenar por terrenos de con diversas superficies.Sistema de lazado Ghillie con doble ojal en el tobillo para mejor ajuste.


Unas zapatillas de trail running que garantizan una pisada amortiguada y flexible con un retorno energético eficiente y una gran estabilidad para correr cómodamente por senderos y caminos pedregosos.

Campera Ecodown hombre (reversible) con capucha. Corta viento y con repelente al agua, Viene con bolsa de compresión porta campera.

Para hombre con cuello alto. Posee un bolsillo en el frente y lugar para pasar el dedo pulgar.

Cuadro de carbono, horquilla Rock Shox Racon Gold, transmisión Shimano XT, cubiertas Kenda Happy Medium.

Estas zapatillas de competición ligeras y flexibles te concederán un agarre inigualable por terrenos blandos o extremos y resultan realmente rápidas por senderos secos. La opción todoterreno número uno para atletas de élite que quieran correr rápido.

Ya no necesitarás descargar toda la mochila para buscar algo, ya que sus cierres y bolsillos de fácil acceso hacen más simple la búsqueda de algún elemento dentro de la mochila, ya sea que esté en la parte de arriba o abajo. Confeccionada con un sistema de suspención ventilado y un marco de aluminio, más bucles y bolsillos, es hora de que llenes la mochila con todas tus cosas y salgas a descubrir la naturaleza que te rodea.

La camisa Enfield de manga larga está confeccionada con tejido Coolmax®, cuenta un tejido doblemente peinado para proporcionarte mayor comodidad y posee protección contra los rayos UV.


TELEFONIA POR INTERNET

Material de montaña

Calle Gascon 238 (CP 1181) Cap. Fed. Tel: Fax 4982-0203 www.fugate.com.ar info@fugate.com.ar


lises Kusnezov, oriundo de Tucumán y con tan sólo 22 años, se convirtió en la séptima persona de la historia en escalar las diez montañas más altas de América. Nacido en una familia de montañistas, entre sus desafíos se encuentran: el Aconcagua, escaló el Ojo del Salado, Pissis, el Bonete, el Tres Cruces, Huascarán, Lullaillaco, Mercedario, Walter Penck e Incahuasi.

iego Balcarce, su mujer y su hija, decidieron subirse a una gran aventura, y el 24 de agosto tomaron un avión a Seattle, para encontrarse con su camper que viajó desde Buenos Aires. El objetivo familiar es llegar a Alaska para bajar hacia Ushuaia, atravesando 14 países, 32.000 km, en 6 meses. "Como yo siempre digo, no todos estamos dispuestos a pagar un precio por la felicidad o por ser libres", afirmó Diego. Para seguirlos: facebook / instagram : the house of simple pleasures.

ablo García recorrió durante 16 años más de 100 países en bicicleta. Viajó por el continente africano, Medio Oriente, visitó más de 30 países en Europa y se asentó cuatro años en Asia. Fue a Australia, Nueva Zelanda y llegó hasta Hawái. Desde Alaska, emprendió el regreso a la Argentina, el cual duró cinco años hasta llegar a Ushuaia. “No tenía experiencia en viajes de bicicleta. Ni de la vida outdoor. No sabía nada de camping. Nada de nada. Y me subí igual a la bicicleta para cumplir con esta ilusión que me llevó por todo el mundo”, señala. El domingo 29 de octubre de 2017 llega a Buenos Aires y desde su página, invita a que lo acompañen. www.pedaleandoelglobo.com

eirdre Larkin, sudafricana de 85 años, rompió un récord en la media maratón Geneva alcanzando 21 kilómetros en dos horas y cinco minutos. Premiada en su categoría, señaló: "No me imagino mi vida sin el running, es un tipo de muerte lenta. Voy a correr hasta que no pueda más". En 2009, y con un diagnóstico de osteoporosis, Larkin decidió retomar la actividad física que había abandonado en su juventud. Dieta y ocho kilómetros diarios, le han permitido obtener hasta el momento, 500 medallas y más de 80 récords mundiales.

rnest Gagnon, alias Big, de 31 años, pesaba 250 kg y comenzó a padecer diabetes. En abril del 2010, tomó la decisión de mejorar su salud y negándose a la cirugía como opción, descubrió el ciclismo. Durante 6 meses se ejercitó en una bicicleta fija, hasta que según él, “tuvo el valor suficiente para rodar en una bici "normal"”. Durante estos 7 años, Ernest ha conseguido adelgazar más de 120 kg, mejorando notablemente su salud. Su objetivo este año, es formar su propio grupo de ciclismo.


más de un siglo de la expedición de la British Antarctic Expedition en lllllllllllllllll1910 más conocida como expedición “Terra Nova” del capitán Scott lllllllllllllllly su tripulación, la organización Antarctic Heritage Trust que documenta y recupera objetos primitivos, ha encontrado uno muy particular. Con muy pocos días de trabajos sobre el Cabo Adare, encontraron en prefecto estado este pastel de fruta, entre muchos objetos ya descompuestos, de la marca Huntley & Palmers. Era un alimento muy calórico, ideal para las condiciones de la Antártida. Aunque la caja estaba en malas condiciones, la tarta en sí parecía y olía (casi) comestible, explicó Lizzie Meek, directora del programa.

ace más de medio siglo, Marcelin y Francine Dumoulin, lllllllllllllllllmatrimonio de pastores suizos, desaparecieron en el glaciar lllllllllllllllllsuizo de Tsanfleuron. Hace unos días, y gracias al calor que azota el lugar, aparecieron sus cadáveres en perfecta conservación. Bernard Tschannen, director de la estación de esquí de Les Diablerets donde se encontraron, señaló: “Un empleado de nuestra estación encontró el pasado jueves 13 de julio los cadáveres perfectamente conservados de dos personas equipadas con ropa de montaña y utensilios de la época de la Segunda Guerra Mundial”.




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