REVISTA ANDAR EXTREMO N° 45

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Director / Propietario

Corrección

Marcos Ferrer

María Soledad Navarro

Participaron de esta edición

Fotografías

Gabriel Wapinski Marcos Luvini Diego Winitzky Gonzalo Trotta Lali Bidegain Adrián Gandino

Gabriel Wapinski Marcos Luvini Diego Winitzky Columbia Andrés Peters

Foto de Tapa Marcelo Tucuna

Germán Sunkowsky Alejandra Broglia Fabián Pellegrini Sol Navarro Andrés Peters

Germán Sunkowsky Alejandra Broglia Marcelo Tucuna Marcos Ferrer Adrián Gandino

Pre Impresión Fotocromos Printerra Impresión Imprenta Printerra

Revista de Aventura, Deportes Extremos, Medio Ambiente y Turismo. Registro de la propiedad Intelectual. Dirección: 65 nº 287 (1 y 115), La Plata, Bs As, Argentina. Tel:0054 (0221) 4254577 E-mail: info@andaresaventura.com.ar ffan page: andar extremo Queda prohibida la reproducción no autorizada total o parcial de los textos publicados, mapas, ilustraciones y gráficos incluidos en esta edición.La Dirección de esta publicación no se hace responsable de las opiniones en los artículos firmados, los mismos son responsabilidad de sus propios autores. Las consecuencias de practicar deportes extremos pueden ser muy peligrosas. Las notas publicadas en este medio no reemplazan la debida instrucción por parte de personas idóneas. El staff de Andar Extremo colabora ad-honorem, si deseás publicar un relato o nota comunicate a nuestro mail.


e buscan hombres para viaje peligroso. Sueldo escaso. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura el regreso. Honor y reconocimiento en caso de éxito». ¿Quién no conoce este texto de Shackleton? Twain, Salgari, Perito Moreno, Defoe, Verne… todo huele más o menos a ese algo que nos circula por las venas cuando vemos un mapa. Aunque hacemos una excepción, nunca esperamos honor y reconocimiento. La Península, el extremo sureste de la Patagonia, es una tierra prácticamente deshabitada. El lugar, es un recuerdo nostálgico de viejas y

enormes estancias como Policarpo o Aguirre tanto, como de los verdaderos primeros pobladores, los “indios a canoa”, quienes recorrían cada palmo de su territorio. Costa plagada de naufragios… La expedición comenzaría con el final de la Ruta A en la Estancia María Luisa, para terminar el recorrido integral de la Costa de la Península, en el destacamento de Prefectura de Moat donde comienza la Ruta J con destino a Ushuaia. No vamos a mentir. Si bien la idea ya había circulado entre amigos, los planes iban direccionados a la Alta Montaña en Catamarca y San Juan. Sin


embargo, una serie de eventos que se dieron en diciembre sirvieron como empuje para preparar en un mes y medio todo lo necesario para afrontar el desafío que se había calado muy fuerte dentro: recorrer todo el perímetro de la Península sin ayuda externa, por nuestra cuenta, sin sponsors, sin GPS… a nuestra manera. El viaje nos revitalizaría. Sentíamos los tres, que nos estábamos estancando un poco en la ciudad. La falta de teléfono satelitál, si bien no fue lo pensado, nos dio siempre la pauta de que la única forma de salir era cumpliendo con el desafío. No somos los primeros en recorrerla, hay grandes caminantes de la Península. Seguramente lo nuestro no tenga el típico mérito medido en números, puestos o estadísticas, sino en cómo realizamos nuestro proyecto.

Ser tres personas y renunciar a cuatro trabajos. Invertir, soñar, activar en poco tiempo, cada uno cumpliendo una función determinada para hacer las cosas bien. Amigos desde los seis años, forjamos nuestra relación y el amor por la naturaleza en los scouts, escuela de vida para nosotros, de la cual ya nos despedimos dejándoles con esta expedición lo importante de animarse a seguir lo que llamamos el Woodcraft, el arte de vivir lo natural en toda su plenitud.


Hoy en día, la aventura, las expediciones, la naturaleza, se viven con un montón de visiones y filosofías. La nuestra es una mezcla del gran juego que significa la vida con el espíritu de servicio que requiere estar atento al plano social, y entender a la naturaleza como una forma “alpina” de vivirla. Así nos educaron. A los once años acampábamos diez días en el monte,

cocinándonos y jugando. Con catorce años caminábamos quince días en las montañas de Lanín, Nahuel Huapí, Bolsón, El Turbio, cargando todo en nuestras mochilas y arreglándonos con lo que podíamos conseguir de equipo sin descuidar los principios más básicos de la montaña y el “Leave no Trace”. A los 18, llegábamos a Plaza de Mulas y al Cerro Bonete de la misma forma, cargando todo, acompañados por dirigentes que esperaban que

rompamos los paradigmas de la sociedad cambiante o, quizás descubriendo los parajes más escondidos de la Puna Salteña. A los 20, ya pudimos planificar prácticamente solos el Cruce de los Andes para veinticinco jóvenes por Portillo de Piuquenes, de Chile a Argentina, consiguiendo hasta las mulas del ejército y otras cosas por medio de personas que nos brindaron su ayuda para cumplir esos sueños. Desde luego, todo esto, sin perder de vista que cada uno viajaba con su búsqueda personal. Cuando decimos a nuestra manera, nos referimos a que fuimos por nuestros medios, consiguiendo todo nosotros, sin GPS, teniendo en la dieta el pescado que deberíamos sacar y sumando a la expedición varios recorridos de los que no teníamos más referencia que un mapa. Reparamos en nuestros descansos, los puestos a los que arribábamos, anotamos la experiencia, consejos, observaciones sobre ese lugar tan especia… acertamos al creer que así se viviría de otra forma.

Unos 35 kilos en cada mochila, con comida adecuada para 35 días. De almuerzo: granola o arroz cocinado con arvejas deshidratadas. Sin meriendas salvo días contados. Kit de cocina, bote inflable para cruzar las mochilas en los ríos complicados, cuerda de 35m, botiquín con todo lo necesario (incluido hilo para coser heridas, inyectables, etc.), handies para comunicación, imágenes satelitales, brújula, tabla de mareas y kit de supervivencia y pesca.



El inicio se dio el 22 de enero de 2017, luego de estar dos días en Ushuaia comprando las provisiones y consiguiendo transporte hasta María Luisa. Podemos dividir el recorrido en cuatro grandes etapas de siete días cada una aproximadamente.

Primer día muy corto pero con espaldas acostumbrándose al peso. Clima complicado: mucho viento y lluvia todos los días. La primera semana se trató de eso, de adaptarse a las mareas, al viento, al horario de las lluvias, al peso, a las distancias. Todo era grande. Aunque esos siete primeros días tenían todavía algo: gente,

gauchos que aún pueblan la península trabajando con el ganado, algún grupo a caballo, otros en cuatriciclo. Hasta la Estancia Policarpo, sería así. Vivimos sin frenar demasiado, conociendo hermosas personas, playas y paisajes, teniendo noches de mucho cansancio, yéndonos a dormir cuando aún había luz… Tuvimos una primera pesca de trucha gracias a los consejos de Martín Imbert, Pacheco, el Chepan, en Río Bueno. Ellos sí son verdaderos gauchos de la Península. Llegar a Policarpo fue hermoso. La turba era complicada, agotaba el tener que dar pasos largos. Cansó también evitar charcos y pozos inútilmente…al final del día siempre hay uno en el que caes. La península tiene una historia misteriosa y magnífica. Enormes estancias con cientos de empleados, producción lanar, factoría de lobos (siempre hay algo muy negativo en todo, es este caso ver las cifras bestiales de matanza de lobos), aserraderos, dragas de oro…

Estar en lugares como la Estancia, es realmente impactante y siempre deja en uno una nota de angustia. Recomendamos a quien lea este artículo que averigüe más de nuestra Tierra del Fuego y la Península Mitre. Parte de la historia de la Patria está en esos lugares tan alejados, quizás con unas páginas de los libros de Thomas Bridge… Hasta acá la primera parte de la expedición. Camino marcado, personas, puestos en su mayoría en condiciones, si bien duro, no lo más difícil. Los ríos no fueron de gran dificultad. La dinámica se basaba en que uno probara los mejores cruces, en general cercanos a la desembocadura y en bajamar. El único gran reto lo tuvimos por un error al no chequear bien hasta el final en el Policarpo… terminó con alguien nadando con mochila los últimos metros, pero nada grave.

El 29 de enero comenzamos esta etapa luego de un día de descanso. No volveríamos a ver gente hasta llegar al puesto de la Armada, en Bahía Buen Suceso. Si algo podemos decir, es que alguna vez en la vida vale la pena conocer Bahía Thetis. El paisaje, el silencio, el mar, atrapan como muy pocos lugares que conocimos. La pesca de un róbalo dio la magia justa para un atardecer con arco iris y la panza más llena de lo que acostumbrábamos. Un descubrimiento de herraje de naufragio cerca del Cabo San Vicente, sumó a la mística propia de estos paros. El rodeo de la Bahía era un poco extenso y decidimos cruzar el río en alta, por los horarios. Eso demandó por primera vez el uso del bote y nadar cada uno llevando su mochila. Agua fría, granizo y viento no ayudaban para seguir caminando. De allí al Faro San Diego y algo inolvidable: la Isla de los Estados envuelta en



una neblina. Se agitaron nuestros corazones teniendo esa vista para nosotros. La llegada a Buen Suceso, punto icónico en la expedición, se hizo desear. El deseo de abrir un nuevo camino no terminó bien por un bosque espesísimo, turba y castoreras que inundaban todo. Más allá de eso, llegamos al puesto antes de lo pensado. Caminamos a muy buen ritmo, ganando días que usábamos para descanso. Nunca nos levantamos más tarde de las 7 am y no frenábamos más de 20 minutos al mediodía. La anécdota de esa jornada fue que en Caleta Mauricio, una playa hermosísima en la que pescar fue un fracaso por el ataque de lobos marinos a las cucharitas que nos dejó sin alimento. Una vez en el puesto de la armada, los ánimos volvieron a subir. Luego de quince días teníamos ducha caliente, la posibilidad de avisar a los familiares que estábamos bien, pan casero y calidez de parte de una guardia que no paró de agasajarnos por ese lapso de descanso… por suerte pudimos darles en retribución buenas historias y otro róbalo fresco para la cena.

A partir del 5 de febrero podríamos decir que comenzó la parte verdaderamente dura de la expedición. No más gente, caminos trajinados

apenas por guanacos y baguales obstinados, mucha montaña, cansancio de quince días y 200 km de camino. Si bien parece poco recorrido para la cantidad de días, les aseguramos que para la geografía, el clima y las circunstancias de la Península, es mucho. Nuestro primer gran desafío fueron los Montes Negros. Para comenzar con la seguidilla de innovación y según la información que teníamos, decidimos buscar sus filos e intentar en un día lo que se realiza en dos por la costa. Las primeras cuatro horas avanzamos 4 km por un bosque podrido, impenetrable y excesivamente empinado, y con el lema

“persevera y triunfarás” , transitamos la quinta llegando a las lengas achaparradas y a los primeros caminos de guanacos en filos que veríamos. Les aseguramos a los interesados, que los guanacos son los grandes arquitectos y montañistas, exploradores y pioneros trazando líneas estéticas y perfectas filando entre cumbres, ladeando piedras complicadas, cubriéndose del viento… Luego de doce horas de pelearla, llegamos a Bahía Valentín no sin dejar de mojarnos los borcegos en la turba. Ahí supimos que los castores distorsionan el paisaje e inundan y cambian el recorrido de los arroyos produciendo desastres…



El segundo desafío fue la naciente del río el 21 de febrero que, como la victoria de la travesía anterior, nos dio ánimos. Luego de un día de descanso y reparaciones en el puesto “Primer Valentino”, encaramos un filo secundario que corría por detrás del cordón de los conocidos Pirámide, Atocha y Campana. Otra vez luchando un par de horas contra el pastizal, la turba y la lenga, llegamos a los filos donde nos envolvió una tormenta pasajera con un viento tremendo y visibilidad de par de metros. Acampamos en la naciente del río después de caminar casi a ciegas. Al día siguiente pudimos bajar el valle caminando más de cinco kilómetros por el lecho del río en calzas y zapatillas de neoprene. El

agua era fría, pero mucho más transitable que la turba, el barro y el bosque. En dos días logramos lo que tarda normalmente tres. Realizamos en un día sumamente largo, el recorrido que nos llevó hasta la renombrada Estancia Aguirre en Puerto Español. Fue una jornada muy exigente por la presión psicológica de querer llegar ahí sanos y salvos, cumpliendo todo lo que nos habíamos propuesto, y así fue. Vale la pena decir que en nuestros días en Aguirre, conocimos las cuevas de Gardiner, el casco de la Estancia, y pudimos realmente vivir de la pesca. La última tarde, fuimos con nuestra cañita a

200 m de la desembocadura y después de estar media hora sin ningún pique, con algo más de actitud, nos arremangamos los pantalones y con el agua por las rodillas, en veinte minutos sacamos dos róbalos de tres kilos y uno de kilo y medio. Se imaginará el lector la dicha y orgullo que nos daba el lograr la pesca…tenía un puro sentido de supervivencia. Si hay algo que se siente en la Península, es el hambre.

Creemos que definitivamente fue la etapa más dura de la expedición. Vale la pena quizás explicar que para los tres este viaje se trató de algo más que lo deportivo, el amor al arte, o la exploración inédita…. Se trató de tener un espacio y un medio para poder abordar tantos temas personales y cuestiones familiares, tantas preguntas y dudas que acechan a los jóvenes como nosotros, que con 24 años debemos saber qué queremos de nuestras vidas. Es complicado, y más cuando nos enseñan en la sociedad que la naturaleza es algo distinto a lo cotidiano. Así que en esta clave se entiende lo duro del final, ya que todas las noches trataban mucho de charlas del... “cuando vuelva”, los proyectos, las conversaciones que le debemos a algún conocido y de querer avisarle a nuestras familias una cosa: el logro. Y así fue, aunque se hizo desear…



El tercer gran desafío fue el Filo de los Lucio López. Esta extensión de la cordillera de los Andes fue trajinada en algunas partes por los gauchos de la península y algunos exploradores, aunque en lo práctico teníamos referencia únicamente de un grupo de tres jóvenes (a dos conocimos en Río Bueno, Imbert y EL Chepan, nombrados anteriormente) quienes habían recorrido gran parte de sus filos. No teníamos ninguna certeza de poder realizarla completamente. Una vez más a fuerza de hacerse camino, entre canelo, michay, lengas y pastizales, llegamos a los filos. Durante dos días muy duros, recorrimos una cumbre tras otra. El cansancio, el viento excesivo, y la nube que nos cubrió totalmente el segundo día, hicieron muy dura la travesía pero no por eso dejamos de concretarla. Al instante estábamos cruzando en cinco minutos con el bote y a nado, la desembocadura

del río López para llegar a un rancho viejo en la Bahía Sloguett. Teniendo más de 300 kilómetros recorridos, el día 17 de febrero, estábamos dispuestos a realizar en un solo día el tramo de casi treinta kilómetros que une Bahía Sloguett con Moat. A la mañana nos esperaba una tormenta durísima, pero no nos achicamos. Nos pusimos todo lo impermeable que teníamos y salimos a caminar sin parar cinco horas y media hasta llegar a un lugar cerca del Faro San Pío. Empapados y a mitad de camino de Moat, encontramos un rancho perteneciente a un conocido gaucho de la península, y en él nos cobijamos de un viento que nos tiraba al piso. Tortas fritas y mate subieron el ánimo, pero la cosa empeoró hasta la noche. Al día siguiente salimos “a cara de perro” a caminar bajo la lluvia, pero a la hora y media nos encontramos en la desembocadura de un río del que nadie advierte ni nombra por lo chico y fácil

de cruzar, el río Vaca. El agua subida hasta el pecho, iba arrastrando troncos, árboles, piedras de la tormenta que castigaba hacía dos días. Algo extraordinario, a pesar de haber caminado sin parar, de haber superado todo, de haber salido bajo la lluvia y viento, un río inexistente nos estancaba a cinco horas. Nos reímos, lo entendimos luego de intentar cruzarlo y darnos cuenta el riesgo, y volvimos al rancho. Así tenía que ser. Aseguramos no achicarnos, simplemente reconocer los límites. El último día de la península estuvo lleno de emociones. Cruzar el río que ya había cedido, caminar rapidísimo una distancia que en teoría llevaba tres horas entre Rancho Viejo y el Tambo en dos, llegar a la noche luego de una mala experiencia con un poblador ebrio de la zona…y eso que era la primera persona que veíamos luego de quince días… Al mal tiempo, buena cara. A las 20:00 hs estábamos siendo recibidos por la guardia de turno del Destacamento de Moat que nos abrió sus puertas con mate y galletitas, calefacción y ducha. El resto, fue sensación de un cansancio tremendo por la tensión de los últimos días pero la convicción y satisfacción de haber logrado las cosas a nuestra forma y en su totalidad. Ahora nos esperaba hacer dedo hasta la ciudad, ya que no teníamos transporte auspiciante de la expedición. Eeso sí, también nos esperaba recuperar los seis kilos promedio que cada uno había bajado… Para amar algo debemos conocerlo, la península necesita amor y personas amantes de sus paisajes y biodiversidad, de su historia, dispuestas a recuperar sus puestos, mantener su pureza, velar por su seguridad. Quedamos a disposición de quienes estén interesados en saber más de este lugar tan especial y único de nuestra república. Recorrer Patria para nosotros, es una forma de hacer Patria.



No somos reconocidos deportistas de alto rendimiento, ni grandes competidores o locos de la guerra que buscan reconocimiento constantemente. Somos personas normales con el anhelo de pisar fuerte en lo que hacemos, rompiendo los paradigmas que día a día nos ofrecen en la cotidianeidad de estos tiempos. La expedición fue una forma de dar testimonio, de poder transmitir un poco a nuestro entorno, a nuestra querido Grupo Scout 137, a nuestra Tropa

Matías, nadador de rescate y técnico en emergencias médicas, encargado de las tablas de mareas y ser el primero en cruzar los ríos. Germán, encargado de la Planificación por imágenes satelitales de los recorridos y del itinerario. Durante la expedición, el Chef Oficial. Marcos, el que más experiencia tenía en larga distancia por haber hecho a los 20 años 900 km del camino de Santiago en invierno en solitario, y haber vivido en un Paraje de la Puna a 3500 msnm caminando mucho los cerros. Fue quien en general guiaba y manejaba la marcha.

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Araucanos, a nuestras familias, que lo que más se necesita es voluntad para lograr lo que queremos.

Queremos agradecer primero y antes que nada a Ignacio Amalvy Degreef, amante y caminante de la península, pionero del documental Latitud 55º Sur, quien sin esperar

recompensa alguna, siempre estuvo a disposición para sacarnos las dudas en tan poco tiempo. A Sergio Anselmino, quien nos incentivó enseguida a descubrir los rincones menos visitados de estas tierras. A la Familia Ercole Zapana, nuestros Anfitriones y colaboradores en una Ushuaia que se hizo hogar. A Daniel de MDA Ootdoor, que con sus consejos, mates y descuentos, nos dio el empuje para poder ir equipados de la mejor manera. A nuestras familias que tanta paciencia nos tienen.


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Alejandra Broglia vive actualmente en Río Gallegos, Santa Cruz. Tiene 49 años y desde que tiene uso de razón aprendió a nadar en su ciudad natal, Córdoba. Su vida está ligada al agua por completo: trabaja en la Secretaría de Deportes de Santa Cruz en el área de natación, actualmente trabaja en dos clubes y enseña natación. Los invitamos a conocerla a través de una entrevista realizada luego de su proeza de cruzar Las Malvinas nadando.

ado desde los 5 años y a los 6 ya me federaron. Nade once años en la ffffffffff.Federación Cordobesa de Natación en pileta y estuve en la selección nnnnn.nacional también. Luego le dediqué mi vida al agua y a la familia. Empecé a dar clases hace mucho, y 4 años atrás unos alumnos me tentaron para hacerlo en aguas abiertas. En realidad me convocaron para que los ayude a entrenar para cruzar a nado el estuario de Río Gallegos. Estuvimos un mes para cruzarlo y cuando terminó el entrenamiento, me terminé enganchando para cruzarlo yo. Me encantó pasar de la pileta al mar, al río.

Acá en Río Gallegos tengo el río a dos cuadras, pero no me gusta mucho nadar allí, dado que termina en estuarios. Es medio complicado porque tiene muchas corrientes y la influencia directa del mar, con 4 mareas diarias es básicamente un ingreso del mar en la desembocadura del río. Mis amigos/alumnos querían eso y terminé nadando y probando cosas diferentes. Lo primero que hice fue ir a una laguna llamada “Laguna Azul”,

del cráter de un volcán que queda a 50 km de Río Gallegos. Fuimos a probar un neopreno, porque por supuesto acá todas las aguas son frías, y me encantó… realmente me encantó. Habiendo hecho esa laguna y el estuario, elegí mi próximo paso que fue el Lago del Desierto. Hicimos todos los permisos y fue el primer cruce oficial que hice, en realidad, cruzamos por primera vez en la historia el Lago del Desierto que tiene 10 km de largo por anchos variables. El cruce que hicimos fue aproximadamente de un kilómetro de costa a costa.

Uso trajes húmedos, tienen una medida de 4 mm en la espalda y pecho, 3 mm en los brazos y piernas y 2 en las articulaciones. Sobrecargan mucho los hombros, por eso es necesario que te quede bien porque la carga es grande aunque sean livianos. Quedan al cuerpo, al nadar mucho tiempo se va complicado y tampoco podes usar uno muy finito porque te agarraría frío. Imagináte que en verano la temperatura es de 14° y en invierno unos 5° la misma temperatura que el agua del mar. Luego el equipo se completa con guantes y medias también de neoprene, doble gorro, tapones de silicona y antiparras.


El estrecho de Magallanes lo hice en enero de 2015, el 26 de enero exactamente y me costó muchísimo porque el mar estuvo muy bravo ese día. Éramos 5 desconocidos y tuvimos que hacer papeleríos y tratativas bastantes extensas para que permitieran cruzar el estrecho con la armada de Chile. Cuando nos dejaron, el mar estaba en condiciones estables y a los 10 minutos se puso muy bravo y las corrientes estaban en 28/2. Las embarcaciones que nos acompañaban se daban vuelta y tuvieron que dejarnos e irse al buque de la armada a dejar gente. Cuando nos fueron a buscar nos reconocieron por el torpedo naranja que llevaba. Un cruce que iba a tener 4,3 km termino siendo de 9,1 km en 2 horas 10 minutos. Había olas de un metro y medio, nos dividió a los 5… fue lo más difícil que hice.

Las veces que podía nadar era en la laguna del volcán o en el estuario, pero tampoco habían sido muchas porque prefectura para nadar ahí te piden las mismas cosas casi que para hacer un cruce: una embarcación de apoyo, certificado médico y demás cosas. En abril de 2015 hice el doble cruce de Canal de Beagle desde Isla Gable hasta Isla Navarino. En la

segunda isla, el que estaba encargado de la embarcación hizo migraciones y nos estaban esperando dos oficiales Chilenos. Yo estaba en el agua pero previamente le dije que si el papelerío se hacía rápido volvía a Isla Gable y si tardaban mucho, cortábamos y vuelvía en barco. Por suerte, fueron rápidos y volví nadando a Argentina. Pensá que en este cruce tuve que hacer todos los papeles en Ushuaia de allí una hora y media en auto, luego la embarcación me siguió por otra hora y tuvimos que coordinar con los oficiales de Chile porque allí no hay población. Donde llegué, estaba a varios kilómetros, y los militares chilenos tuvieron que coordinar para ir hasta la costa y esperar. Estuvo muy ordenado. A comparación de Magallanes, este mar estuvo muy tranquilo, fue una caricia.

Como mis travesías no son muy largas me acostumbré a no ingerir nada. Mi cuerpo se amolda a eso. No tardo más de dos horas, ni tampoco tomo agua más allá de lo que trago en el mar o en el rio sin querer, por supuesto. En Malvinas suponíamos que podíamos estar más de dos horas pero yo sabía que no iba a comer ni a tomar nada. Voy tan concentrada que no necesito ni líquido ni sólido que me ayude. Lo he hablado con mi nadador de rescate y mi guía, pero lo único que hago es comer una naranja antes de entrenar. A lo sumo en las travesías, desayuno un café con leche o unas


galletas con dulce y nada más. En Malvinas antes del cruce, me desperté 5:30 y desayune eso.

Tengo una realidad que vivo en Santa Cruz, las noticias de aquí no llegan a Buenos Aires. Si bien cuando hice el cruce del Estrecho de Magallanes lo habían realizado sólo 20 personas, en el doble cruce del canal de Beagle fui la primera mujer, el cruce del lago del desierto fuimos los primeros, el año pasado hice dos lagos de la cordillera, uno era el Pueyrredón que

lo crucé por la línea imaginaria de división de países (es un lago compartido con Chile). Me tire con el GPS donde cruza la línea imaginaria y se veía bien arriba el hito. La verdad es que estas cosas aquí se dan a conocer pero no tienen repercusión nacional, no llegan porque no tengo una estructura armada. Acá sí me reconocen y saben todo lo que hago, porque también hace 21 años que vivo y toda mi vida estuvo ligada a la natación. Pero ahora con Malvinas cambió todo, porque tuvo una repercusión exterior que no me la esperaba. La planifiqué como una travesía más, me llevó 10 meses, pero Malvinas tuvo ese extra que es el lugar, y a nivel nacional mi nombre comenzó a sonar.

Yo estoy en pareja y mis hijos ya son grandes: Santiago tiene 21 años y Carolina 25- Mi hijo vive en México y mi hija en Córdoba. Desde el principio de las travesías ellos ya estaban afuera y me decían:- “…qué locura vas a hacer ahora?...” Con el tiempo se dieron cuenta que estas locuras estaban muy bien planificadas, entonces las preguntas hoy en día son:- “…de dónde a dónde vas a ir?, cuánto tiempo vas a tardar?, cuánta temperatura va a tener el agua?...” Por suerte están al lado mío. Santiago me acompaño al Beagle y Carolina fue a Malvinas. Deseaba que por lo menos una vez cada uno vieran a su madre nadar y al llegar a la costa tenga esa felicitación de un ser cercano que es como el cierre de haber hecho un buen trabajo.

Si, fue lo más complicado. Mis travesías son cruces, generalmente de una costa con la otra y lo común que te piden son seguros de vida que por lo general son caros, autorizaciones, permisos, deslindes de responsabilidades, medidas de seguridad, tenés que llevar embarcación que te acompañe un gomón de rescate, muchas cosas... En Malvinas había elegido cruzar el Estrecho San Carlos que queda bien al norte. Una vez que cumplí con todo, el 26 de diciembre me llegó un mensaje del gobierno de las islas que me decía que además de todo necesitaba por escrito la autorización de los de las tierras que yo iba a tocar de Gran Malvina y de Soledad. Imagináte la



situación, una nadadora argentina teniendo que ponerse en contacto con dos desconocidos. Lo primero que hice fue pedirle el contacto al funcionario que era el jefe de seguridad y a los dos días me mandó los teléfonos de los dueños. Tuve que rebuscarme para conseguir el mail de estas personas para enviarle la historia y una carta formal pidiendo el permiso. Luego de las

fiestas, el 8 de enero me contestaron de Soledad y me pidieron que les explique cómo iba a ser todo. Entre las exigencias no podía llevar ninguna bandera, ni yo ni la embarcación, ni podía hacer publicidad de ningún tipo. Me comprometí a lo que me pidieron y les expliqué que solamente iba a tocar tierra.

Un par de horas antes, comencé a concentrarme, empecé a pensar en el traje, en mis cosas. En el gomón, antes de tirarme, si me miras la cara parezco ida. Me concentro tanto que antes de tirarme ya estoy hace rato con la cabeza dentro del agua. No escucho indicaciones ni nada. Me concentro en que el equipo esté bien, en

que las antiparras y tapones estén bien puestos. Media hora antes soy un ente, ya me fui del mundo y estoy pensando en otra cosa. Igual Malvinas fue diferente, porque en la mayoría de los cruces acostumbro a tirarme desde la costa y aquí tenía que empezar a nadar tirándome de un gomón. Desde la costa, me meto y empiezo de a poco a sentir el agua, me preparo… estoy unos segundos. Siempre le pido permiso a la naturaleza, tengo un pequeño ritual interior. Después me meto y nado. Esta vez fue tirarme en la profundidad, a un mar desconocido. Fue raro. En este caso, quedé a 200 metros de la piedra del acantilado que tenía que tocar porque no había costa, y me dejaron a esa distancia porque estaba lleno de algas que se llaman cachiyuyo y llegan a medir hasta 15 metros de longitud. Si se metían debajo de la hélices de los barcos, las rompían. En las imágenes satelitales las habíamos visto, sabíamos que estaban, entonces mi guía me dijo:- te tirás, las sorteás como puedas, llegás a la piedra, levantás la mano, esperás unos segundos y cuando toque el silbato empezás a nadar. Fueron doscientos metros rarísimos, medio gatear y andar entre las algas. Desde arriba se veían muy profundas, danzaban entre las aguas. Pasaba por arriba y no me distraje porque había pingüinos. Fui hasta la piedra, escuché la señal y de nuevo los 200 que encima con el neoprene se te enredan. Una vez que salí de allí agarre la “estoa”, que es una calma entre una marea alta y una baja que duró 20 minutos. Fue un lujo, volaba en el agua.

Me sentí cómoda desde el principio, no sabía con qué me iba a encontrar luego de esa estoa. Ese día el mar tuvo una temperatura más elevada de la que esperábamos, pensábamos que iba a



tener 8° y tuvo 11,8°. No tuve que concentrarme con el frío, ya que no los sentía. Me concentre en mi guía, que desde el bote me iba dirigiendo. Él es como mis ojos, lo llevo porque desde allí abajo yo no veo la costa, me tiro y nado. No sé si me lleva una corriente, si voy para un lado o al otro, lo único que veo es una línea en el horizonte. Entonces, para enderezarme me grita. El nado fue tranquilo, aunque tuve momentos con escarcea y olas, y alguna corriente que me llevó. Vi cada vez más cerca el acantilado. Tenía que llegar a una playita llamada Fanning Head y sacarme una foto, pero la corriente me derivó 1300 metros más abajo. Lo único que hice fue

tocar la piedra y apoyarme, ya que la corriente estaba fuerte y bamboleaba mucho. Atrás escuchaba los gritos de felicidad de Carolina y Cristian. Fueron muy emotivos esos últimos metros.

Me sonrío, meto la cabeza debajo del agua, miro el fondo, doy las gracias y levanto la mano para indicar que termine. Me siento súper feliz. Luego quería llegar a la embarcación y abrazarme con los chicos. Y listo lo hice. Generalmente dimensiono el logro días después.

Siempre digo que pido permiso porque ese no es mi ámbito, es un medio que tiene otro ecosistema. Soy muy respetuosa y por eso pido permiso, a pesar de que el agua es mi mundo. Mi ritual interior augura respeto mutuo y soy muy agradecida a la naturaleza. Antes de cada travesía, me interiorizo de los lugares que voy a tocar, su flora, su fauna, qué tipo de costa tiene… por eso cuando toco la piedra y llego a Malvinas lo primero que hago es agradecer.

La mayoría del tiempo voy concentrada en las brazadas y la respiración, el ritmo que llevo sin importar las condiciones del mar. Pienso en mis hijos en mi familia, en la gente que me dice que va a estar pensando en mí, o voy a estar rezando. Pienso mucho en los que me dan su energía, y también en Dios.

Fue como un proceso natural. Después de hacer Magallanes y Canal de Beagle, en los mares australes no quedaba mucho por hacer. A mí me gusta a hacer cruces. Malvinas era lo que venía, encima no lo había hecho nadie, una vez había intentado María Inés Mato pero no lo pudo conseguir porque la agarro una corriente y no pudo.


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Tengo planes, pero necesito sponsor para seguir. Hago todo a pulmón y quiero hacer cosas distintas. Me gusta innovar, no necesito estar nadando 24 hs. No hago cosas épicas sino travesías posibles, pero le encuentro la vuelta para que sean en lugares increíbles donde nunca nadie estuvo o pocos han tenido la posibilidad de estar. Voy por ese rumbo. Malvinas se llevó todo mi esfuerzo en lo físico, mental y económico, y estaría bueno contar con un apoyo. En Argentina hay para hacer cosas muy buenas.

A mi esfuerzo y a los que me acompañaron mentalmente, el único apoyo que tuve es un amigo que me presto una Go Pro y otro me consiguió por su cuenta que una farmacia local me de los analgésicos y los antibióticos por si me pasara algo. Los agradecimientos son para los que están siempre al lado mío y por sobre todo a

mi pareja que me ha bancado los entrenamientos las 7 de la mañana, a mis compañeros de trabajo que le bajo los calefactores durante el año para acostumbrarme al frío, a mis hijos que están siempre presente y a mi familia que es la que me apoya en lo psicológico que es lo más importante.



avid Lavau de 67 años, nunca se hubiese imaginado que una leche chocolatada sería el inicio de su salvación. Californiano de nacimiento, circulaba por una ruta de montaña y desafortunadamente colisionó de frente con otro vehículo a 80 kilómetros de Los Ángeles. Los dos autos cayeron por un barranco de 150 metros. Se despertó en la oscuridad de la noche y no sintió ningún ruido, no pudo moverse mucho, así que pasó la noche allí entre los hierros doblados. A la mañana siguiente, cuando pudo salir de adentro del vehículo, se encontró con el otro automóvil. Frente al volante estaba el cadáver del conductor. Con poca movilidad causada por múltiples fracturas, y mostrando un loable instinto de supervivencia, el sexagenario improvisó un campamento bajo un arbusto y empezó a alimentarse de hierbas y a beber agua de un arroyo aledaño mientras esperaba un milagro. No podría sobrevivir así mucho tiempo, pero no tenía otra alternativa. Por fortuna, sus tres hijos Chardonnay, Sean y Lisa, repararon en que hacía días que no sabían de él e informaron a la policía de allí con una pista clave: la última vez que su padre había usado la tarjeta de débito había sido en un supermercado de la zona. Lisa convocó a sus hermanos y juntos iniciaron la búsqueda por su cuenta. En el negocio, la cajera recordó a David preguntándole: -"¿Puedo tomar un chocolatada?". Esta frase

tan cotidiana, fue música para los oídos de la familia de Lavau. A partir de allí comenzó la búsqueda. “Paramos en cada barranco y en cada colina", recuerda Lisa, “mi hermano salía del coche y empezaba a gritar. Luego de varias horas, en una curva, nos pareció escuchar un ruido, un quejido desde abajo. Era la voz de un hombre. Lo siguiente que oímos fue la palabra ayuda, y ahí estaba papá gritando".

Poco después, llegaron los bomberos. El rescate fue digno de la historia de Lavau: se desplazó un helicóptero para que un médico accediera a la zona y lo reconociera. Tras darle el visto bueno, fue elevado y llevado al hospital. También tuvieron que ayudar a subir a los tres hijos. Es de suponer que, una vez reunidos, no tardarían en tomarse otra chocolatada



ue una decisión fuerte, fue querer cambiar el rumbo. Trabajaba encerrado entre cuatro paredes y con el tiempo me di cuenta que no me gustaba eso para mi vida.

Empecé a estudiar fotografía y tenía unas compañeras de entrenamiento que tenían la Guía Lap. Ellas me invitaron a sacar fotos de calle para publicar en esa revista. Se fue dando de a poco hasta que en un momento dejé la empresa que tenía y me dediqué de lleno a las fotos.

Comencé a correr en 2009. Venía de 33 años de yudo y empecé a entrenar con Marcelo Perotti. En ese momento ya había emperezado a estudiar fotografía y, con el gusto por viajar, se me juntaron las tres pasiones.

En 2014 me metí de lleno en fotografiar carreras de aventura. Hoy por hoy es el 90% de lo que hago. En 2015 y 2016 tuve la cobertura de 36 carreras cada año, fueron casi todos los fines de semana distribuidas en ocho países diferentes.

El equipo completo pesa unos 15 kilos, con lentes flashes, baterías, más raciones de marcha. La verdad es que siempre hice deporte y si sumo la concentración, los objetivos, el



entrenamiento diario teniendo en cuenta que a veces por semana hago doble turno, el gimnasio…todo eso hace que me mantenga en forma.

El ojo está en cada uno. Lo podés afinar un poco pero para mí, nacés con esa cualidad. Te tiene que gustar lo que estas fotografiando, te tenés que meter en esa película, e involucrarte en las situaciones, en una carrera tenés que saber quién va a estar, si hay una historia fuerte… es muy pasional la foto. Después, se completa con el estudio del recorrido, qué puntos son buenos fotográficamente. Es un trabajo, se toma con responsabilidad. Sí, tenés que haber estudiado y por supuesto, saber las técnicas.

Generalmente voy a marcar con la organización, es la mejor forma de ver los lugares con frialdad y saber qué punto es el más bueno.

Nooo, me encanta (risas)… Hoy me siento super seguro. En la carrera que me toque, con el clima que me toque. Me encanta trabajar con presión, me gusta que la gente tenga expectativa del material. Son desafíos que van desde una carrera chica hasta, por ejemplo, la copa del mundo en Zegama (norte de España) donde voy a estar en mayo.

Por suerte estoy bien acompañado desde hace años por la empresa Sox, Noaf. Hoy Scat me da la ropa para los entrenamientos. Todo esto ayuda mucho. Las zapatilla son de Altra y cuando vamos a cubrir, la empresa de comunicaciones Elvcom nos sponsorea con handys permitiendo un trabajo mucho más profesional y seguro.

Running Trip surgió con el deseo de generar un espacio de encuentro que incluya desde los deportistas con discapacidad hasta atletas olímpicos que representan nuestro país… un sueño que durante dos años fue tomando forma. Al trabajar con muchas organizaciones, vi lo bueno y lo malo. Durante los viajes fui creándolo y armé un staff de gente con buena energía. El primero lo hicimos en 2016 en Miramar y reunimos 650 corredores. Este año en San Luis, repetiremos las mismas distancias: 4 km, 10 km y 25 km. Lo lindo de los 4 km es que los atletas con discapacidad son guiados por los atletas olímpicos o referentes del trail. Los 10 km y 25 km ya son competitivos con premios en efectivo. En realidad pensamos en todo, por ejemplo un atleta con discapacidad necesita salir de la urbe, ir a la naturaleza, ver colores, paisajes… siempre soñé



con eso y me di cuenta que se puede hacer. Los hicimos recorrer en el bosque en Miramar y ahora la propuesta es rodear una laguna y ascender una montaña en los Molles de San Luis el 13 y 14 de mayo. Chicos en silla con autismo, con síndrome de down, chicos con parálisis cerebral… es lindo hacerlos vivir lo que vive una atleta sin esos impedimentos.Y al atleta que corre desde siempre, lo agasajamos, le damos un buen k i t , a c t i v i d a d e s p a r a h a c e r, c h a r l a s, capacitaciones. El atleta elite necesita dinero en efectivo, te lo dicen ellos: -yo no como zapatillas, no como medallas, necesito dinero... Entonces, más allá de que se lleven zapatillas, medallas e indumentaria de sponsor, le damos premios en efectivo.

No saco fotos. Me pasó en Miramar que en la llegada corrí a buscar la cámara y se me iban las manos. En ese momento estaba sacando Pablo Pérez, un fotógrafo del equipo, entré en razón y le di mi cámara. Me dediqué 100% a la organización. Tengo un equipo de fotógrafos de primera línea, fueron diez a al evento.

Lo que más me gusta es paisaje con corredor. Me cuesta sacar solamente paisaje. Ves a la persona, sabés que va a tener una expresión, y le

sacás primeros planos. Yo laburo con dos cámaras, Cannon 5 D y con los lentes 16 -35 mm y 70 – 200 mm. Primero saco paisaje y después cierro el cuadro para buscarle el sentimiento a la foto, expresión de la cara del corredor. También me gusta abrir el cuadro para ver dónde está corriendo.

No, no. Los fotógrafos usualmente sacan 2000 o 3000 y yo capaz que ando en 600 fotografías por carrera. Busco momentos, en realidad. A veces, no te niego, saco ráfagas... eso suele pasar en la llegada del primero, o por si se movió la foto o cerró los ojos, para tener varias y poder elegir cuando necesitás para prensa.

Por suerte todavía no tengo una preferida y no la quiero tener, no quiero ese techo. Siempre estoy en la búsqueda, haciendo cursos, componiendo. Me pasa que retocando fotos me pega muy fuerte la historia y hasta me he largado a llorar al recordarla. Una que me gusta mucho es “Qué Viva México” una fotografía que gano un premio en Europa.

Me veo como organizador de carreras, apunto a marcar una tendencia. Como fotógrafo quiero quedarme con algunos eventos deportivos, pero no ir a 36 carreras por año.



Zegama en España, Valtellina Wine Trail Italia, la UTMX de México, Pacific Trail en Colombia,.. Acá en el país me gustan las carreras diferentes. En La Rioja hay unas carreras chicas que me gustan, y en Córdoba como la Champa, Utacch…

Gracias a vos, a la gente que sigue mis trabajos, a los corredores, a las organizadores que me contratan, a mi familia que me apoya el 100%... hasta me apoyó el cambio de vida que quise hacer.

Running Trip es mucho más que una carrera. Es un evento deportivo y cultural pensado y creado para que el corredor encuentre todo lo que busca en un sólo lugar. En esta segunda edición el 14 de Mayo los participantes conocerán una de las sierras más hermosas del país. Y, por eso, fue elegido Los Molles como escenario de este evento, apenas a 11 kilómetros de la ciudad de Merlo, provincia de San Luis. Como en la primera edición, el corredor puede elegir viajar con la organización o hacerlo por tu cuenta. Si elige hacerlo con la gente del evento, va a disfrutar del ser vicio ejecutivo exclusivo para corredores de Running Trip. Dos personas del staff, coordinarán el viaje y acompañarán a quienes opten por esta modalidad durante toda su estadía en Los Molles. Se alojarán en el hotel Rancho Clima que será exclusivo para corredores con pensión completa. Si eligen viajar por su cuenta, además de la carrera del Domingo, también van a participar de las actividades previas y post competencia. El Sábado previo, además de retirar los kit, van a poder disfrutar de un día de expo con música en vivo, puestos de artesanías, charlas de especialistas, un espacio infantil para que los más chiquitos no se aburran, entre otras cosas que harán que pasen un día de campo con amigos y familia en un ambiente distendido y placentero. Running Trip, un nuevo destino, misma energía.


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iendo una de las 10 carreras más importantes a nivel mundial, el Trans Andes presentó varios cambios en su novena edición mostrando un crecimiento indiscutido y celebrado por el mundo del ciclismo. Uno de ellos fue la inauguración del Trans Andes Enduro, donde durante 3 días los endureros pudieron comprobar la calidad de la organización y las condiciones que existen en la Reserva Huilo Huilo para la práctica de esta disciplina del MTB. También fueron notables las modificaciones en el formato de competencia: se acortó la prueba de 6 a 5 días, mantuvieron toda la competencia en un único campamento, y habilitaron el Pack Self Support. El poder realizar todo en un lugar, facilitó la logística y permitió entregar un servicio de mejor calidad. A su vez, se encontraron senderos nuevos e increíbles para realizar una travesía con calidad internacional, como la que hubo. Las etapas más cortas con mayor cantidad de caminos y altimetrías, hicieron que los tiempos empleados se mantuvieran como en las ediciones anteriores.



Por otra parte, el haber habilitado el Pack Self Support (cuyo costo de inscripción era mucho menor), permitió al competidor la autogestión en su alimentación, servicio técnico y alojamiento. Tanto los hoteles y cabañas de Huilo Huilo, como los distintos alojamientos de Neltume y Puerto Fuy, estuvieron repletos de competidores haciendo uso de los servicios, siendo éste un aporte concreto para la economía local. El gran ganador de este año fue Russell Finsterwald, quien triunfó en la clasificación general. Eyair Astudillo fue el segundo puesto, y Walter Martínez estuvo en tercera ubicación. Pedro Avilés y Nicolás Delich ganaron en equipos. Kaysee Armstrong mostró enormes progresos respecto al 2016, adjudicándose el triunfo entre las mujeres, y Mary McConneloug y Michael Broderick, se consagraron como vencedores en equipos mixtos. Chichi García, Claus Plaut y Carlos Cardemil, fueron los únicos competidores que participaron en cada una de las 9 ediciones de Transandes. El mejor argentino posicionado fue Francisco Voto, quien quedó en un quinto lugar, décimo primero ingresó el platense Gonzalo Trotta y, en la decimosegunda posición, Ezequiel Cuevas. Entre las mujeres, la mejor argentina fue Valeria Iriarte que corrió en Team mixtos.

Todo comenzó cuando mi amigo Gabriel Gómez me convenció en julio del año pasado de correr una carrera: la famosa Transandes Challenge. A partir de ahí, fueron seis meses dedicados a preparar la logística del viaje, entrenar, asesorarnos con el Dr. Pedro Billordo (cardiólogo, deportólogo y corredor de carreras

de larga distancia) acerca de cómo debíamos alimentarnos, hidratarnos y descansar durante la competencia, para que el desafío no fuera una tortura. El domingo 22 de enero llegamos a Huillo Huillo, reserva natural en medio de la montaña poseedora de una vegetación y fauna increíbles. Ese sería el centro de operaciones del evento. Nos acreditamos, escuchamos la charla técnica y fuimos a la cabaña donde íbamos a hospedarnos, para preparar las bicis, el equipamiento, cenar lo que nos preparaba nuestra cocinera nutricionista Laura, esposa de Gabriel, e irnos a dormir.

Largamos a las 9.30 hs. Había más de 300 corredores en menos de trescientos metros. El circuito cruzaba por un sendero ancho dentro de un bosque de la reserva, que prácticamente la mayoría (salvo los pro) lo tuvo que hacer caminando porque por la pendiente y el tipo de suelo era muy difícil de pedalear. Cuando pudimos subirnos a la bici para empezar, habíamos recorrido 2 km y escuché que Gaby me gritó:-“pará, que corté la cadena!” Arrancamos, no sé cómo… debe ser ese instinto



que aparece en momentos así. En tiempo record pusimos un cierre rápido que llevaba Gabriel en la mochila. Seguimos, sabiendo que había que recuperar tiempo perdido pero sin matarnos, porque recién empezábamos. Subidas interminables por lugares maravillosos, bajadas muy rápidas por caminos difíciles y otras muy técnicas por senderos inimaginables, se acumularon para completar las 5 horas 35 minutos que nos llevó la etapa. Al terminar, nos dimos cuenta que la rueda trasera de la bici de Gabriel estaba muy frenada, porque se había doblado el disco de freno. Era por eso que sentía que algo rozaba desde los primeros kilómetros. Mi bici tenía el fusible torcido, producto de una caída que tuve antes de largar la etapa mientras precalentaba y que casi me deja afuera de la competencia. Eso hizo que durante la carrera la transmisión no trabajara, y la cadena se me saliera no menos de 30 veces. Fue un primer día hermoso por la experiencia, recorrido y dureza, pero para el olvido por los problemas técnicos. Nos alimentamos e hidratamos en el puesto de llegada y, sin perder tiempo, nos fuimos a la cabaña. Dejamos las bicis y caminamos cien metros para ir al río y poner las piernas bajo el agua. Almorzamos y más tarde pusimos a punto las bicis para el día siguiente. Fuimos a la charla técnica y entrega de premios a las 19hs, volvíamos a la cabaña a cenar y nos acostamos a dormir. Esta rutina se repetía todos los días de la competencia.

Amaneció fresco y nublado, no hacía el calor del día anterior. Los primeros treinta y pico de kilómetros, fueron en ascenso por caminos anchos, senderos y bosques. Gran parte del recorrido se hizo a velocidades muy lentas, sobre todo al final de la trepada donde la pendiente aumentó significativamente. Como para completar, nos empezó a acompañar una

llovizna fría que hizo más duros los últimos kilómetros. A partir de ahí, inició el esperado descenso por senderos indescriptibles entre la exuberante vegetación selvática de la reserva de Huillo Huillo, caminos de cornisa, bajadas muy técnicas que no permitían darse el lujo de distraerse ni un segundo. Fueron 15 km de descenso permanente, imposible de explicar con palabras, sobre todo para los que no tenemos frecuentemente acceso a ese tipo de geografía. Terminado este tramo, quedaban unos pocos kilómetros más y después de 4 horas y 11 minutos, finalizamos la segunda etapa.

Según los organizadores, esta jornada fue la más dura, y no mentían. Después de 15 km de subida casi permanente, llegamos al primer puesto de hidratación. En todas la etapas había dos puestos en el recorrido, con variedades de frutas, geles, barritas, papas, chocolates, caramelos, confites sabor café (que e r a n m i s preferidos), gaseosas, agua, y todo lo necesario para

reponer energía. Dos kilómetros después, le hice señas a Gabriel porque estábamos pasando al equipo norteamericano que venía tercero, y con el ritmo que traíamos nos alejábamos de ellos cada vez más. Aún restaban 25 km de subida según marcaba la hoja de ruta, así que decidimos mantener ese esfuerzo mientras durara la trepada, para sacar una buena ventaja que nos permitiera sostener el descenso. En el kilómetro 35 pasamos por el segundo puesto de hidratación pero no paramos… me quedé con la ganas de los confites pero venir terceros era mucho más emocionante. Siguió una bajada de poquitos kilómetros por calles anchas y, de nuevo a trepar. La pendiente fue aumentando y aumentando hasta tener que hacer el último tramo caminando por un sendero casi vertical. Si caminar era difícil, con la bicicleta a cuestas y después de 40 km de subida permanente, había que poner mucho más que el físico para no desistir en el intento. No se terminaba más, y el equipo norteamericano no aparecía, eso nos motivaba a continuar metiendo garra. Siguió una subida pedaleable, mucho menos dura, pero con


Corro hace más de 9 años y compito hace 4. Trabajo desde hace 7 años como entrenador y corro para una marca que se llama Top Mega. Llegué al Transandes por alumnos que ya tenían decidido ir y me motivaron para atreverme a mi primera competencia internacional. Cuando me inicié tenía muchos sueños que los fui poniendo como metas y a medida que se iban concretando, todos tenían que ver con la constancia.

las piernas pidiendo clemencia en la bajada de caminos muy rápidos y técnicos. Hicimos lo mejor posible, y eso nos permitió seguir terceros. Sólo quedaban 2 km en falso llano. Apretamos los dientes y llegamos a la meta. Nos fundimos en un abrazo con Gabriel, se nos cayeron un montón de lágrimas de emoción. 4 horas, 22 minutos: podio. Valió la pena el esfuerzo.

Por las altas temperaturas la organización decidió suspender la contra reloj (cuarta etapa), y a las 9.30 largamos la quinta etapa. Eliminaron una dificultad que aparecía a los 5 km, y empezó el día con una interminable subida que nos llevó hasta el mirador, donde estaba el teleférico de la reserva. Casi al final de esta trepada, nuevamente hubo que caminar porque la pendiente no permitía pedalear. Un poco más corta que la del día anterior, pero aún causante de ganas de llorar, empezaba a odiar a los trazadores del circuito. Llegando a la cima, dejé la bici y volví unos metros corriendo para ayudar a Gabriel a cargar la bici y ganar tiempo. Llegué hasta donde estaba, agarré su bici y empecé a subir de nuevo caminado mientras mi compañero engañaba al cansancio viendo como una iguana verde (que nunca vi), cruzaba el

camino. De ahí en más, fue un corto trayecto de falso llano y nuevamente el descenso por senderos muy técnicos y divertidos que nos llevaron a la fuerza a mejorar la técnica. 4 horas 15 minutos, etapa terminada.

La última etapa era la más piadosa según el racebook, aún no sabemos por qué. Volvimos a subir por unos senderos muy angostos que no permitían el paso de más de una bici por vez, luego hicimos una pequeña pausa para cruzar por un puente colgante en el que no podían transitar más de cinco corredores por vez. Más subida hasta el kilómetros 27, y empezó un falso llano que duró hasta los últimos 5 km, donde llegó nuevamente la bajada y otra vez senderos super técnicos. Descendimos 700 metros en 5 kilómetros. Aprendías o aprendías. Así llegamos a la meta y final del Transandes 2017. Nos dimos un fuerte abrazo con Gabriel y otra vez se soltaron muchas lágrimas de emoción. Fue una carrera que superó ampliamente nuestras expectativas. Fue el evento y la experiencia más maravillosa que hemos vivido en el mountain bike, tanto por los lugares donde corrimos, como por la prolijidad de la organización. Como le dije al director del evento:-“simplemente muchas gracias…”

La decisión de ir no se planteó con mucho tiempo de anterioridad. Unos amigos que iban a ir me incitaron a que los acompañe y me convencieron. Cuando me embarqué en los entrenamientos y la planificación, sabiendo lo que era la carrera, había que entrenar muchísimo. Fue una experiencia espectacular ya que nunca había corrido una carrera de etapas y la exigencia no era sólo física sino también psicológica

No, fue la primera vez. A nivel nacional sí he corrido carreras de Rally o Rally Maratón de hasta 120 km pero nunca una carrera de etapas de tantos días como la Trans Andes. Estaba terminando la temporada y ni siquiera tuve tiempo de hacer un parate, opté por seguir con la planificación, con volumen importante de horas de entrenamiento para llegar de la mejor forma. En cuanto a la parte física, empecé una pretemporada con la progresión en el gimnasio, haciendo mucho trabajo de fuerza de distinto tipo y después fui incrementando el volumen de pedaleada. También me ordené en la vida cotidiana y laboral para hacer dobles y triples turnos.

Diariamente eran entre 3 y 5 horas las que llegué a entrenar, sumando muchos kilómetros de fondo, para mejorar capacidad aeróbica.



También, dentro de la preparación, tuve muy presente la importancia de la alimentación y suplementación. Ahí me contacté con el Dr. Pedro Billordo y él nos enseñó los períodos y momentos de la suplementación: el antes, durante y después, para poder rendir mejor y retrasar la fatiga.

Si bien uno tenía algo de idea, la corrección fue más en las cantidades y el momento. En una competencia es importante, en una carrera de etapas es fundamental.

uno se imaginaba lo que era el terreno, no sabía cómo iba a responder a la adversidad. La primera etapa fue una de las más largas y no era tan técnica, pero para nosotros que somos del llano, fue intensa. Dentro de los conocimientos que uno tenía de técnica y manejo, intenté ir lo más rápido posible. En la segunda etapa había más descenso, era más técnico…estaba trabado. Si bien estaba preparado, arranqué a administrar las fuerzas para mantenerlas hasta el final del evento. La tercera etapa fue especial porque cumplí años, y fue realmente la más difícil. Faltando un tercio de carrera nos encontramos con una subida imposible donde hubo que caminar entre 500 y 1000 ms a paso de hombre. Tras el desgaste que llevaba acumulado, me encontré con eso y fue matador. Terminé muy cansado pero con la felicidad que también había ganado esa etapa.

La bicicleta que usé es con la que corro normalmente, la ajusté a la perfección con una transmisión nueva para que no haya fallas. El requerimiento mínimo es una multiplicación para montaña con una corona chica y piñones grandes con el objetivo de poder trepar porque los ascensos son de una inclinación grande y muy largos. También debía tener suspensión para poder amortiguar pozos, piedras y raíces que habría en el camino.

Con el recuerdo del esfuerzo y las horas que le dediqué, con los saludos y el aliento de la gente de acá, de la familia, de mi novia, de mis amigos…eso siempre es un motor que me impulsa, me da fuerzas.

Mucha adrenalina, emoción, ganas, miedo, especulación acerca de lo que te espera…si bien

Variaba altimetría, terrenos, temperatura. Al llegar a la quinta etapa, los organizadores debieron cortarla. Iba a ser una contra reloj pero

General Caballeros 1° Russell Finsterwald 14:52:39 hs 2° Eyair Astudil 15:22:49 hs 3° Walter Martínez 15:50:51hs

Team Caballeros 1° Pedro Avilés y Nicolás Delich 16:29:13 hs 2° Albert Turne y Xavier Jove 16:37:42 hs 3° Ezequiel Cuevas y Pablo Funaro 16:58:05 hs

General Damas 1° Kaysee Armstrong 18:47:10 hs 2° Lorenza Menapace 19:24:18 hs 3° Catalina Salata 20:35:47 hs

Team Mixtos 1° Mary Mcconneloug y Michael Broderick 17:58:51 hs 2° José Tomás Larraín y Feña Castro 19:39:11 hs 3° Chichi García y Claus Plaut 20:05:24 hs Team Damas 1° Camila Franciosi y júlia Heide Ribeiro 29:36:16 hs

el clima, entre otros factores, obligó a modificarla. En ese momento, me pasaron todos los percances: se me rompió un fusible y tuve que cambiarlo que no es fácil de hacer y menos en la montaña, después el corte de la cadena… si bien sabía que había sacado una buena diferencia al segundo, me corrían todas las dudas. Puse la mente en frío y me asombré de cómo la bici me fue respondiendo.

Estaba agotado pero sabía que la diferencia que le había hecho al segundo, me permitía cuidar al máximo la bicicleta, y aún así, por el desgaste que sufrió, pasó lo que pasó con la rotura. La categoría la gané, la verdad que nunca lo había imaginado, más en una primera vez. No pensé que iba a salir así, me imaginaba que iba teniendo suerte, o que no le estaba yendo tan bien a los demás porque al largarnos a todos juntos no sabés quien es de tu categoría. Recién en la tercera etapa empezás a identificar a tus rivales, te vas haciendo conocido con la gente de acá y de otras nacionalidades. Sentí mucha satisfacción porque toda la preparación, el esfuerzo y sacrificio valieron la pena. Caer en la noción de que no sólo representás a tu ciudad sino que también a tu país, te llena de emoción y orgullo. En la general quedé 11…contento, feliz. La clave son los años de entrenamiento, de conducta y de constancia. La virtud más importante es ser constante, hacer las cosas bien y seguir haciéndolas bien. Cuando me pongo a pensar en frío la competencia que hice, lo dura que fue, y los competidores a los que me enfrenté, siento mucho orgullo. Nadie hace magia, ni es de un día para el otro…todo es sacrificio, esfuerzo y tiempo. Hay que seguir, seguir, y seguir…


l 23 de enero, la alemana Sunny Stroeer rompió el récord de ascenso al Aconcagua, superando las 8 horas y 47 minutos, 29 minutos menos que la marca anterior. La deportista de 32 años, bajó la marca de la guía local Chabela Farias, a pesar de una infección respiratoria que complicó su salud pero no le impidió convertirse en la montañista más rápida en ese recorrido. En 2014, Stroeer escalaba el Aconcagua por primera vez, y al observar las pocas mujeres que lo hacían, regresó a la montaña este año, dirigiendo una expedición de cuatro mujeres que incluía a Libby Sauter, famosa escaladora de Yosemit. “Tener grandes compañeros de equipo hace que todo sea mucho más fácil y divertido”, señalaría luego de su hazaña.

l 9 de marzo, el surfista sudafricano Chris Bertish, realizó un histórico cruce atravesando el Océano Atlántico en la más remota soledad. El aventurero, únicamente ayudado por una paleta de remo y una tabla, logró convertir un nuevo récord siendo el primer hombre en SUP que atraviesa en aguas abiertas una distancia de esa magnitud. Bertish, comenzó su hazaña el 6 de diciembre en Agadir, Marruecos, sobre una tabla con un compartimento en la parte de adelante para protegerse del clima y poder descansar. La rústica embarcación, también incluía dos paneles solares para poder usar el GPS, la radio, el teléfono satelital y otros dispositivos. Su misión concluyó en el Puerto Inglés de Antigua. La solidaridad también apareció como eje esencial en la misión. La recaudación de los distintos patrocinadores tuvo como fin, construir cinco escuelas en Sudáfrica, crear un fondo para alimentar a niños y otro para costear cirugías de labio y paladar hendido para menores.

“C

l atleta austríaco Markus 'Max' Stöckl, manager del equipo MSRacing Mondraker MTB, logró batir su propio récord a una velocidad de 167,6 km/h, descendiendo una montaña de grava con una mountain bike de serie, en el desierto de Atacama en Chile. La marca superada, también le pertenecía, dado que en el 2011 Max había bajado por el volcán del Cerro Negro en Nicaragua a 164,95 km/h. En este caso, el deportista eligió un desierto con una montaña que se encuentra a 3.972 metros de altura, en el que hay un desnivel de 45 grados. Desde el comienzo hasta el final la distancia era 1.200 m de arriba abajo. Stöckl utilizó un traje especial con airbag, el casco lo fabricó el mismo y la bici fue una Mondraker de descenso.

l atleta ecuatoriano Nicolás Miranda, logró batir el récord de ascenso non stop a la cumbre de Aconcagua por el circuito 360°. Con un tiempo final cercano a las 27 horas, el montañista restó 5 horas menos a la marca vigente del argentino Willie Benegas. Miranda, fue acompañado por su equipo médico deportivo “Ecuador más cerca del sol” que lo apuntaló en distintos tramos del evento y en el que se encontraba Daniela Calapiña, de 15 años, que se convirtió en la latinoamericana más joven en llegar a la cumbre del cerro. También es esencial destacar la presencia de Karl Eggloff quien lo asistió en la zona de Plaza Argentina y de Pablo Chiquizas, con quien descendió desde la cima (a 6.962 metros) hasta el sector de la Cueva.

a escaladora estadounidense de 19 años, Margo Hayes, logró encadenar la emblemática vía de Siurana y se convirtió así, en la primera mujer en alcanzar un 9a+. Luego de una semana progresando en La Rambla, evaluando y probando movimientos y secuencias, el 26 de febrero la joven Hayes finalmente logró su meta convirtiéndose en una de las grandes candidatas a la medalla olímpica en Tokyo 2020.


para el suelo patagónico, lo tendría en vilo los tres días, otorgándole el segundo puesto. Remigio Huamán, atleta peruano de gran desempeño internacional, logró un merecido primer lugar lleno de esfuerzo, sacrificio y una historia que lo hace aún más triunfador. Para muchos, Remigio es un misterio. Ha corrido a la par de Killian y dicen que ha sido descalificado por su falta de ropa y calzado técnico. Otros, señalan que una vez que obtenga un sponsor, se convertirá en el corredor más rápido de Latinoamérica. Lo cierto es que quienes lo vieron llegar a la meta en la segunda y tercera etapa, señalan que “volaba”. Qué ocurrió en la

u alarma sonará en tres horas y trece mmmmminutos, me avisó el celular, enfrentándo mmmmme al primer desafío de la carrera que aún no había comenzado para mis piernas pero sí para mi cabeza. Apenas un rato antes me encontraba intentando solucionar un problemita de esos super oportunos y que no pueden faltar: había perdido los ganchitos para fijar el dorsal a la remera. Así que en vez de estar cenando tranquilamente y aprovechando los últimos momentos de descanso, no tuve otra alternativa que salir a buscar la solución…”, así comenzaba la primera jornada para Sergio Gustavo Pereyra, ultramaratonista de Junín de los Andes, que dejó su marca en El Cruce en un peleado segundo lugar con 09:05:39. Pereyra lleva varios Cruces en su haber, con una técnica cada vez más perfeccionada y una madurez deportiva asombrosa para su corta edad. Esta vez estuvo muy cerca del primer lugar, pero la aparición de un corredor desconocido

primera etapa? Sólo la mala suerte de haber consultado en qué momento arrancaba la carrera, a quien no debía. Quizás mala fe, tal vez confusión, pero quien no advirtió a Remigio que la carrera había comenzado, no pudo con su fortaleza. “…el segundo puesto de semejante carrera y con el nivel de corredores que tuvo me supo a gloria. Culminé con la satisfacción de que di lo mejor que tenía, que mi cuerpo respondió a la exigencia, que mi cabeza se sobrepuso a cualquier adversidad momentánea. Toda experiencia, ya sea con buen o mal resultado, otorga sabiduría. Y cuanta más sabiduría, más


confianza en uno mismo y en las ganas de progresar. No sólo en el correr y competir, sino también en la vida…”, señalaba Pereyra, dejando la esperanza de verlo en el 2018 en lo más alto del podio. En la categoría Avanzados femenino, la abanderada indiscutida fue Tania Díaz Slater que, con su característica destreza y velocidad, no sólo tuvo su bautismo en el evento sino que se quedó con un cómodo primer lugar. “Estoy feliz de estar en el sur, amo la Patagonia Argentina y eso

me inyecta mucha energía. Esta primera etapa fue rápida pero a la vez intensa y dura, y no te permitía relajarte porque era muy técnica debido al terreno que uno transitaba. Subidas y bajadas permanentes, muy linda, divertida, y lo mejo: llegar a este lugar maravilloso”, señalaba al finalizar la primera jornada no vislumbrando que sería quien se lleve el máximo galardón. En la categoría Team, el triunfo fue para Desafío Das Serras con una excelente performance. Celio Augusto Rosa y Fabricio Henrique

Barbosa fueron por todo y subieron al podio. La infalible dupla argentina Ureta/ Simbrón, “Columbia-Dole”, esta vez se llevó un aplaudido segundo lugar “Fue una etapa bastante rápida y dura. Estamos contentos porque fue una buena carrera con el equipo brasilero…”dijo Daniel Simbrón. “…Nuestra preparación comenzó en septiembre, con la par ticipación en una competición en Brasil llamada Desafío de las sierras, que son de 80 km. Celio y yo, salimos


campeones de este evento y uno de los premios fue la inscripción de El Cruce…” acotó Fabricio Barboza. “…quedamos muy contentos con el logro que obtuvimos, no fue fácil. Pablo y Dani son grandes atletas, muy agradables desde el primer día que comenzó la competición. Sin duda, la magia de la montaña nos une en una comunión...”.

El Team Mixto fue para los marplatenses Agustín Boucherie y Mariel Alasia, Team Malgor. “… Fue una carrera muy dura, se sintió bastante subida pero a la vez fue rápida. Una experiencia hermosa. Vinimos a dar todo cada día y a llegar lo mejor posible...”, dijo Mariel. Por su parte, Agustín agregó:- “mucha dinámica que va llevándote de a poquito…son los condimentos de

este evento. Nos anotamos la semana pasada y llegamos sin estrategia, prácticamente no lo teníamos pensado por cuestiones laborales de ambos…” En cuanto a categoría Amateur, los corredores brasileros Breno Werneck Maximiano y la destacada Cilene Sophya Santos, arrasaron con el primer puesto. Para Cilene, atleta paulista actualmente radicada en tierras cordobesas, fue la coronación después de haber corrido todas las ediciones desde el 2012. Para alegría de quienes participaron en este Cruce 2017, Elisa Forti también se hizo presente por cuarta vez en este evento, demostrando tesón y disciplina. “…Lo viví con entusiasmo y alegría como todas las demás. Es una unión de almas, cuerpos y naturaleza. Fue un cruce muy duro…las subidas fueron bestiales, pero cuando las pasaba y encontraba los bosques con flores, cielo y verde, se pasaba todo. Si vengo el año que viene? (entre risas) No pongamos límites a la divina providencia…ya veremos!...” Un nuevo Cruce Columbia en la historia del Trail Run en Argentina. Increíbles historias que pueden seguir en la página WEB de la revista Andar Extremo.

Avanzados Damas 1° Tania Díaz Slater 11:01:37 2° Luciana Urioste 11:13:04 3° Joanna Mekk 11:32:06

Amateurs Damas 1° Cilene Sophya Santos 11:19:11 2°Alejandra Morales 13:09:58 3°Cintia Bustamante 13:13:09

Team Caballeros 1º Curtlo Br 9:15:10 2º Columbia-Dole 9:16:43 3º Caballo Fatigado 11:44:34

Avanzados Caballeros 1° Remigio Huaman 9:03:12 2° Sergio Gustavo Pereyra 9:05:39 3° Nelson Ortega9:11:49

Amateurs caballleros 1° Breno Wemeck 10:46:29 2° Cesar Larry 10:59:44 3° Facundo Pomponio 11:08:34

Team Damas 1° Simbronas 12:49:02 2° Correrayudapatagonicos 14:38:29 3° Lobo Guara Girls 14:49:02

Team Mixtos 1° Malgor 12:05:00 2° Rebolledo-Badilla Ftt 13:03:46 3° Papacara-Tsx13:20:07


"...La historia de Remigio es un poco dura, él viene de una familia muy pobre. De chico entrenaba con botas de hule que iba a buscar al río y las reciclaba. Uno de sus primeros premios en el running eran platos de comida...no tuvo una bonita infancia, y hoy tampoco vive muy estable, pero esa situación extrema lo formó como corredor...", señala Diego Navarro, representante de Huaman, contando brevemente cómo llega el atleta a ser quién es en el mundo del ultra trail. "… Hacía 10 km de su casa a su colegio, viviendo a 4000 ms de altura, en un centro muy poblado llamado Taian, en Huancavelica. Corría carreras de larga distancia en Perú pero eran eventos que no sonaban mucho, era un corredor desconocido. Hay una carrera que se llama Ultra Maratón de la Fe de 76 km a nivel del mar y termina a 3500 ms, que la ha ganado 7 veces consecutivas, pero nadie la conoce...", cuenta Navarro, quien trabajaba en Nike y buscando un atleta ganador quedó absorto al verlo correr. A partir de ahí, Remigio empezó a tener apoyo y productos que le permitían mejorar su rendimiento "natural". Apoyado por el auspiciante, en la primera edición de la Winn for Life corrida en Lima, quedó segundo a nivel mundial. Ahí comenzó su historia y la resonancia de su nombre. Participó en Perú y Chile, en el circuito de la North Face de 80K ganando ambas. Si bien no corrió más carreras internacionales, el deseo de estar con los mejores del mundo, nunca desapareció. En el 2016 con mucho sacrificio, Remigio ingresó en el circuito de la ISF corriendo Transvulcania, en España y obteniendo el sexto lugar, en la maratón de montaña de Zegama como "entrenamiento" que lo llevó a una nota en el Runner´s World. También corrió la ultramaratón de Madeira en Portugal, entrando séptimo, y a fin de año hizo Pirineos donde tuvo un abandono técnico por dolores en la planta del pie. Diego Navarro, relatando las vivencias que llevaron a Huaman a ser figura internacional, rompió el mito, confirmando que Killian lo

buscaba y le pedía fotos al corredor latino que iba a su lado en largos recorridos. Este 2017 con la meta de sumar velocidad a la resistencia natural, el Cruce fue considerado como la mejor oportunidad de evaluar y poner en práctica ésto. Si bien no conocía la cordillera, los tramos cortos que conformaban El Cruce ayudaban en su búsqueda, junto con la preparación, el disfrute de la aventura y los análisis de las carreras anteriores. Remigio se llevó el primer lugar, ante la sorpresa de quien nunca había escuchado su nombre. La anécdota: vendió sus premios para pagar el hotel ante la negativa del Club de Corredores de hacerlo, y su escaso capital. Lo destacado: sin duda alguna su educación y humildad. De El Cruce no se llevó dinero, pero sí la admiración de muchos corredores y la relevancia de su nombre. Remigio Huamán, ejemplo de tenacidad.


os organizadores Charly Centineo y mmmmMarcelo Palahi demostraron en la sssssssséptima edición, que el Cruce Tandilia sigue creciendo y fortaleciéndose año a año, para brindarles a los corredores una carrera más completa. La cobertura de seguridad y sanitaria fue uno de los ejes en lo que hicieron hincapié. Cinco ambulancias, tres cuatriciclos, y varios puestos de Cruz Roja en las sierras, con desfibriladores, fueron parte del equipo. Sumado a las distancias conocidas, también agregaron la “Tandilia Vertical” una competencia en subida rápida, con un recorrido 500 metros y un desnivel de 50 metros, subiendo 314

escalones del Castillo Morisco en un sprint demoledor. Los ganadores fueron Sergio Hoffman con 00:02:01 y, entre las mujeres, hubo un empate entre Jesica Iriart y Julieta Fraguio con 00:02:51. En la competencia de 60 km, el ganador fue nuevamente Daniel Simbrón con un tiempo de 4:41:49 hs y la ganadora fue Roxana Flores 5:31:48 hs. En la prueba de 42 km el ganador fue Ariel Ots 3:15:23 hs y la ganadora Lorena Francani con 4:10:15 hs. En los 21 km el triunfo fue para Lucas Castro Feijoo 1:39:19 hs y para Julieta Fraguio 2:02:18 hs y finalmente los 10 km quedaron en manos de Chiara Milena Mainetti con 0:52:45 hs y Juan Gonzalez 0:55:42 hs.

Néstor Pereyra tuvo la gentileza de regalarme el Cruce Tandilia. No se conformó con darme a vivir la carrera obligada para abrir el año en Argentina, el clásico que convoca a casi 2000 atletas a jugar por las sierras de Tandil en el marco de la organización brillante, además me dejó ser parte de la primera edición del km Vertical, una prueba individual que consiste en trepar lo más rápido posible 500 mts con 50 de desnivel. Y como si fuera poco, también me hizo el honor de hacer equipo con él para la prueba de



42 km dividida en 2 etapas que disputamos con parejas de un nivel excelente. Llegué a Bs As el jueves y ahí estaba Diego, el primero de muchos amigos con los que ésta carrera me iba a hacer reencontrar. Es que al Cruce no falta nadie! Teníamos tanto para charlar, pensar, reír de la vida, de Running Trip, de lo que se venía, que los 370 km junto a él y Pablito hasta Tandil, pasaron volando. Llegamos a la casa de Mari, la mamá rústica (rústicos es el apodo dado a Néstor y su hermano Leo, buenos corredores, buena gente y obreros de la construcción tandilenses). Ahí nos esperaba una barra divina, y una riquísima comida con amigos y con Carlos y Marcelo (organizadores del evento). La familia a pleno, nos trató como reyes. Era imposible no sentirse en casa ahí, y luego en el hogar de Néstor y Pilar, que me trataron con un cariño que ya estoy extrañando. El viernes, luego de la acreditación super ágil, recibimos un kit con tres remeras y repleto de regalos de los sponsors que nos iban agasajando previo al evento. Corrimos el km Vertical. Fue intenso! 400 atletas largamos de a 1 con 15 de diferencia entre uno y otro tras la cuenta regresiva y el anuncio comandado por Ariel Islas, el mejor conductor de eventos deportivos que haya

conocido. Arrancamos este desafío de trepar con el corazón al límite, sintiendo la arenga constante del público durante todo el recorrido hasta llegar a la meta. Si quieren adrenalina y entrega máxima, háganlo! El sábado temprano, pude recorrer un poco más de Tandil, que es la tercer ciudad con mejor calidad de vida en toda Argentina. Un lugar que te tienta a quedarte por la amabilidad de su gente y la belleza de sus paisajes, donde además se come un queso delicioso! A la tarde largamos la primer etapa de los 42 km. Para mi alegría, entre otras parejas de altísimo nivel, enfrentábamos a Pablo y Virginia, que resultaron ser referentes a seguir, por lo destacado de su desempeño deportivo, sencillez, calidad humana y amor por lo que hacen. El excelente nivel y la adrenalina de la largada tan multitudinaria, hicieron que arrancáramos a un ritmo vertiginoso que me fue imposible sostener. Sufrí los primeros 30 , pero ahí estuvo mi compañero conteniéndome, cuidándome y obligándome a disfrutar. Orgulloso de su tierra, me hizo parar en los paisajes, charló, me hizo reír y poco a poco y a medida que entrábamos en los terrenos técnicos (esos que amo) empecé a divertirme. Cuando me divierto, agarro ritmo y se hizo la magia al canto de “Vamos charrúa!”, “Como te gusta la camorra”, “Que motor tenés Lali!”.

Fuimos ganando posiciones con un gran trabajo en equipo. Justo ahí, cuando estábamos picantes y éramos pura sinergia, cometimos el error de no atender el recorrido y seguir al malón. Equivocamos el camino y tomamos una senda que nos llevaba a las marcas de otro tramo de la carrera. Tarde, ya en la ruta nos avivamos. El resto de los corredores que estaban con nosotros decidieron seguir por ahí hasta la meta. Néstor y yo volvimos al campo a buscar el circuito correcto, no lo logramos. No completamos el camino y fuimos hacia la meta dispuestos a aceptar la decisión que la organización creyese justa. A la noche, muy cansada y bastante frustrada, me fuí con Diego por unas pizzas. Me había ido de Montevideo con preocupaciones grandes. El viernes había recibido una noticia devastadora y la idea era que la carrera me ayudara a tomar aire y transitar esas cosas de la mejor manera posible. Entramos a la pizzería y había un show de tango en vivo. Una chica, cantaba muy bien “Íntimas”, un tango que me regaló un amigo hace 8 años. Acepté el regalo, comí y me dormí. La mañana siguiente rumbo a la largada, se coló en la radio del auto de Diego, Zitarrosa cantando. Le pedí que subiera el volumen. Agradecí. Otro guiño. Otro regalo. Largamos la segunda etapa. Tuvimos suerte

60 km Caballeros 1° Daniel Simbrón 4:41:49 hs 2° Gustavo Ismail 4:50:36 hs 3° Leandro Esconjauregu 4:52:03 hs

42 km Caballeros 1° Ariel Ots 3:15:23 hs 2° Marcos Adrian Suhit 3:15:25 hs 3° Ezequiel Mazzilli 3:18:35 hs

21 km Caballeros 1° Lucas Castro Feijoo 1:39:19 hs 2° Damian Gomory 1:41:17 hs 3° Facundo Behotas 1:42:31 hs

10 km Caballeros 1° Juan Gonzalez 0:55:42 hs 2° Omar Reynoso 0:56:27 hs 3° Pedro Irigoyen 0:59:25 hs

60 km Damas 1° Roxana Flores 5:31:48 hs 2° Mariel El Jaber 5:55:11 hs 3° Valentina Ceballos 6:12:42 hs

42 km Damas 1° Lorena Francani 4:10:15 hs 2° Nelsa Valenzuela 4:11:49 hs 3° Eugenia Nikodem 4:12:59 hs

21 km Damas 1° Julieta Fraguio 2:02:18 hs 2° Carolina Miranda 2:10:52 hs 3° Adriana Hidalgo 2:11:23 hs

10 km Damas 1° Chiara Mainetti 0:52:45 hs 2° Clarisa Rios 0:56:25 hs 3° Karina Zerbo 0:59:52 hs


que no nos descalificaran. La sanción constó en una recarga de minutos. Salimos mucho más conservadores, decididos a hacer una carrera viable e inteligente. Somos ultras. Calentamos motores y nos recontra diver timos. Nos consagramos como equipo. Néstor, que es un toro, me llevó descansando en cada repecho agarrada de él. Yo gocé cada trillo peleador de Tandil. Jugué. Recibí el cariño que me tocaba por

ir con el rústico al lado, y me puse fuerte con cada grito. Fui feliz (como dice Tania) “indiando” por las sierras. Llegamos a la meta chochos en 4to lugar, siendo amigos, y seguros de que es la primera de muchas carreras que vamos a hacer juntos. Esperamos la llegada de gente querida, abrazamos amigos y nos emocionamos con la carrera de niños. Participamos de la premiación más generosa

que haya visto. El Cruce Tandilia entrega premios, premios y más premios! Le dedico este fin de semana de dar lo mejor de mi a mi amigo Santiago, un tipo demasiado sensible para este mundo tan cruel. Santi era honesto, inteligentísimo, lindo, divertido, generoso, peleador, rebelde, inaccesible, recto, aturdido. Me enseñó a amar el tango. Adoraba a Zitarrosa, mi amor imposible. Le regalé hace 10 años su biografía, muy orgullosa y


feliz de darle algo que le gustara tanto. Santi no corría pero estaba pendiente de las carreras. Me escribía cada vez que hacía un podio “Lali, soy feliz de verte feliz”. Poca gente hay que quiera así de genuinamente. Santí no entendía nada y por eso entendía todo. Me regalaba canciones constantemente. La última fue la que escuchaba tanto de niño: “La marcha de la bronca”. A Santi le enojaba ver ” tanta mentira organizada” y a mi también. Dí por sentado el abrazo que nos debíamos y nos prometimos. Dí por sentado volver a cocinarle una tortilla de papas. Dí por sentado volver a cantar con él y su cavaquinho. El viernes supe que eso no iba a suceder. La vida es hoy, me enseñó

una sabia con la que me crucé el sábado. Estaba muy triste porque mi amigo regalador de canciones no estaría más y me lo encontré en una pizzería en Tandil a la noche en forma de tango, el domingo se coló con Zitarrosa en la radio de un auto y sonreí. Le voy a hacer honor. Lo voy a llorar mucho y lo voy a abrazar en cada canción, en cada carrera que me haga sentir buena, linda, rebelde y feliz, como a él le gustaba. Si me quieren bien, regálenme canciones y carreras. Si se quieren bien, regálense canciones y carreras. Amé el Cruce de Tandilia.


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s una historia larga. Viajar siempre eeeeeeestuvo adentro mío, siempre lo soñé, ppppp.pero este viaje surgió medio a los ponchazos después de un accidente que tuve en bicicleta cuando tenía 24 años. Siempre ponía excusas: el tiempo, el dinero… sentía que tenía que trabajar más para poder salir. A partir del accidente en el que me atropelló un auto y quedé

inconsciente, cuando me desperté me pregunté: si no me despertaba, qué hubiese pasado?. Hasta allí llevaba 10 años de mecánico y eso me hacía viajar. Lo de la bicicleta fue algo que estaba buscando en mi vida, pero en ese momento creo que me agarró la crisis de los 30. Arranqué en Panamá, porque había hecho cursos de buceo y podía trabajar de guía. Caí en Bocas del Toro y al pisar el muelle me di cuenta que era hermoso pero ese no era mi lugar. En ese momento lo

principal que aprendí fue a escucharme, y darle importancia a lo que me pasaba internamente… si uno no está bien con uno mismo no está bien en ningún sitio. Al seguir buscando rumbo, conocí una pareja de españoles que iban a Costa Rica y me fui con ellos hasta Punta Arenas. Llegué a San José a buscar trabajo y en ese momento pasé por una tienda de bicicletas y dije: y si me vuelvo en bici a mi lugar, a donde está mi familia?. De ese modo, sabía que iba a gastar poco y ver mucho. Entré y conocí a Teo, el vendedor, y a partir de ese momento comenzó mi viaje, acompañado por la amabilidad de la gente.

Cuando era más chico había hecho un viaje en moto desde Talca hasta el norte y sur de Perú, en un Honda CG 150 que de por sí no tenía mucha velocidad. En este viaje volví a pasar en bici por un tramo que realicé en moto y me llamó la atención, porque lo que había tardado un día, lo hice en 4 pero me di cuenta que antes no había conocido nada. Viajar sin dinero también me hizo aprender a ser más básico y a contactarme más con la gente. Compartí mucho con las personas de los lugares y con mochileros, a mí no me veían como un turista sino como un viajero y así me abrieron puertas de casas sin importarle quién era. La bici es mágica en ese sentido.


Fueron raros porque yo no tenía equipamiento, sólo una mochila de 80 litros a la que le saqué el alma de aluminio, la hice un acordeón y la acomodé en la parrilla. Después me fui comprando accesorios, pero la salida así fue toda una experiencia. Antes de empezar a bajar, fui de Costa Rica a Nicaragua, un país muy pobre que no está acostumbrado a ver ciclistas y por ende no hay herramientas, así que salí muy desorganizado. En Nicaragua llegué a Granada, donde un amigo me esperaba. Allí haríamos algún trabajo así ganaba dinero y bajaba tranquilo. Cuando llegué Nicaragua pasé la

frontera y visité el primer pueblo llamado Rivas; en ese momento llegó un mensaje de este amigo diciendo que había un cambio de planes y se iba a República Dominicana con su mujer. Quedé allí sin nada. Pensé en vender la bici pero era tan pobre que hubiese sido imposible, así que me fui a una isla llamada Ometepe, formada por dos volcanes. Allí conocí un argentino que le decían el “Che” y me dio una mano muy grande haciéndome trabajar en su bar durante tres meses. A fines del 2015 se venían las fiestas y extrañaba mucho, y pensaba que no iba a volver más… estaba viviendo como un isleño. Un día al terminar de hablar con mi familia, volví muy triste y el “Che” me vio y sin dudarlo me confesó que tenía un dinero guardado por si el restaurant le

iba mal, y me dijo:- andá a ver a tu familia. Vine a Santa Rosa, pasé las fiestas, junté dinero pintando casas, y volví en febrero de 2016 a Managua. Devolví el dinero, agarré la bici de la isla y encaré el regreso a Argentina. Bajé de Nicaragua a Costa Rica, trabajé con una familia juntando alimento balanceado para vacas y con eso me pagué el avión de Panamá a Cartagena, Colombia. De allí subí a las playas de la Costa Blanca y de allí comencé a descender haciendo Colombia, Ecuador, Perú, Chile hasta la Serena. Crucé paso de Aguas Negras a San Juan, Mendoza y la Pampa.

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Lago

Traté de estar lo más consciente posible para vivir ese día a día del viaje, a pesar de que sabía que se iba a acabar. Cada momento era único y el hecho de sobrevivir y necesitar sólo la comida, me generó menos pretensiones en la vida. Me marcó mucho la gente, su apertura, el disfrute diario de viaje…vivir el presente es lo mejor.

Llegar a casa fue raro. Viví un año en carpa, a excepción de las veces que me prestaron depar tamentos o me dejaron dor mir en casas…la verdad que llegar, bañarse todos los días y cocinar en casa es muy bueno. Tampoco caí que terminé el viaje recientemente. Necesito todavía andar descalzo, estar afuera, andar en bici… la verdad que se hace un estilo de vida diferente. Imagináte que pasé de juntar todo lo que se les caía a los camiones que llevaban verduras o frutas a tener una heladera llena de comida. Te acostumbrás a lo que el cuerpo te pide: agua y un plato de comida, todo lo demás no tiene el valor que se le dá en la ciudad. Uno lo sufre y lo disfruta.

de Nicaragua

Me gustó mucho la montaña, la selva, el sur de Ecuador y el norte de Perú, el desierto de Atacama fue increíble, las noches y los cielos.

La bici te hace pensar mucho, es terapéutica. Necesitaba el cable a tierra consciente o inconscientemente, tenía que encontrarme conmigo mismo. Necesitaba respuestas a mis preguntas de la vida. Me di cuenta de que hay otra vida, que hay otra forma de vivir. Siempre tuve el sueño o la locura de viajar sin retorno, de recorrer, pero nunca me había animado. Salir sin tiempo no tiene precio..

Me gustaría trabajar con energías renovables con lo que sé de mecánica, pienso ayudar a viajeros y aportar lo que aprendí en el viaje, y tengo un viaje con un sobrino de 14 años que me sorprendió que a su edad quiera viajar y vivir una experiencia así.


Alberto Torroba fue mi inspiración. A los 16 años miré una nota sobre su historia, en un medio local de Santa Rosa. Viajó hace 30 años, dio la vuelta al mundo en barcos que él mismo armó e incluso escribió un libro sobre su experiencia en altamar. Al ver que él era de mi misma ciudad me dije: por qué yo no puedo hacer un viaje así?. Un

día, sentí su voz en mi taller, con su tono característico que me había quedado garbado desde el día que vi el video. Con 28 años, me presenté y las palabras que él me dijo sentí que me acompañarían para siempre. Yo estaba planificando el viaje y había estado un año y medio armando la moto y haciéndole reformas muy quisquillosas. Se la mostré a Alberto porque sabía que le gustaban las motos y en un momento me miró y dijo: -No te tiene que importar, lo que te tiene que importar es el viaje!!!. Al otro día vendí la moto y compré una

más chica… pasó a un segundo plano el vehículo. También conocí a Luna Torroba, la hija, que es boxeadora nacida en Cali y tiene pariente allí en Colombia, que en el viaje pasé a visitar.

A mi familia que me apoyó a pesar de hacer esta locura, a los que formaron parte del viaje y me dieron desde un vaso de agua hasta una cama.



l volcán Antofalla es el tercero más alto entre los volcanes activos del planeta. Es un macizo imponente, conformado por tres cumbres alineadas de oeste a este, que invitan al desafío. Se localiza en el Departamento de Antofagasta de la Sierra, en Catamarca. La cumbre principal ofrece las vistas más maravillosas de la cordillera. El clima de la zona es el típico de la Puna: 100 mm anuales de precipitación, con gran amplitud térmica. Es difícil obtener agua potable. Sus vientos son fuertes y constantes, y los inviernos extremadamente fríos. La expedición al volcán y sus cumbres realizada por montañistas cordobeses y salteños, es una muestra de la esencia del montañismo, fusión de: amistad, camaradería, respeto, exploración, autosuficiencia y sacrificio. En estos tiempos donde el montañismo se lo concibe como una actividad más comercial que amateur, y donde hay circuitos casi cerrado de unas pocas montañas, es donde cobra perspectiva las ascensiones a lugares poco conocidos e incluso con cumbres vírgenes. En Argentina existe una cordillera de 4000 kilómetros, sin embargo éste no es un deporte popular y tiene relativamente pocos adeptos. La expedición logró hacer 7 cumbres de las cuales 4 eran vírgenes y 2 superiores a 6.000 metros de altura, lo que produjo una enorme satisfacción. El sábado 7 de enero cada integrante de la expedición viajó a Salta, dado que por la dispersión de los lugares de residencia, acordamos encontrarnos allí. El resto de la jornada se usó para ultimar detalles, estudiar mapas, revisar


características de la ruta y hacer compras de alimentos. La amistad montañera se hizo presente y unas buenas empanadas con cerveza incluida, cerraron ese magnífico día. El domingo, preparamos las camionetas. Contamos con 3 vehículos para realizar el complicado acercamiento al volcán. Dadas las distancias que cubrimos y lo difícil del terreno, tomamos todas las precauciones necesarias, entre ellas, alistar los bidones de combustible de reserva y los más de 100 litros de agua potable porque una de las mayores dificultades era la provisión de agua en el campo base. Realizamos un inventario final y se revisó el cronograma para los siguientes días. Promediando la mañana, comenzamos esta gran aventura. Partimos, y el corazón empezó a disfrutar de los hermosos paisajes que brindaba esta magnífica provincia. El destino fue San Antonio de los Cobres, a 160 kms de Salta. Subimos de manera constante hasta alcanzar el punto más alto con una altura máxima de 4.080 metros: Abra Blanca. Nos alojamos en el Polideportivo municipal, y fuimos bien recibidos por el gran amigo Jaime Soriano. Estuvimos a

3600 msnm. Al día siguiente, y luego de un buen desayuno, salimos hacia Tolar Grande, localidad a 210 km. Cruzamos Olacapato, Salar de Pocitos y el Desierto del Diablo. Visitamos “Ojos de Mar”, pequeñas lagunas de aguas turquesas en medio del Salar de Arizaro. A distancia, se divisó el Cerro Macón, y en el horizonte , el imponente Lllullaillaco de 6739 mts. Estuvimos en el corazón de la Puna Salteña, a 3500 mts de altura y nuestra intención fue realizar un correcto trabajo de aclimatación, subiendo de manera paulatina a fin de conseguir el estado físico para afrontar la altura del coloso andino. Nos alojamos en la hostería municipal y, por la noche, el cielo regaló millones de estrellas. Nos despertamos temprano. El buen ánimo reinó. Reaprovisionamos combustible y partimos hacia “Antofalla”. Nos adentramos en el Salar de Arizaro y a los 90 km nos topamos con otra maravilla de la Puna: el Cono de Arita. Esta formación es una rareza que sobresale en este paisaje, con sus 200 m de altura. Transcurridos 75 km, enmarcados en entornos de ensueño, llegamos por fin a Antofalla, “…el pueblo

donde muere el sol…”, al pie del volcán. Aproximadamente vivían 45 personas en comunión con el entorno y con sus cabras, llamas y ovejas. Poseía un puesto sanitario, comisaria y escuela, la cual funcionaba de septiembre a mayo debido al duro clima invernal. Gente amable, sencilla, de corazón. Dio gusto compartir momentos con ellos. Por la noche, paz infinita. Amaneció y salimos temprano. Buscamos un lugar para acampar cercano a las 4200 m. Estuvimos 3 días sobre los 3500 ms en promedio y fue preciso incrementar la altura para facilitar la aclimatación. Dejamos Antofalla y el camino subió de manera constante. El caserío fue quedando abajo, perdido en esa inmensidad. A las 14 hs llegamos a un puesto de montaña abandonado, un caserío y pircas destruidas nos sirvió de resguardo para armar nuestro primer campamento de aproximación a “Pircas Caídas” a 4150 m. Armamos la carpa comedor,


preparamos el almuerzo y luego, en grupos, se realizaron distintas caminatas a pequeños cerros cercanos con el objetivo de forzar el cuerpo a la altura. Al atardecer nos deleitamos con una interminable gama de colores que pintaban el cielo de fuego y nos empujaban a la reflexión. A la mañana siguiente, levantamos campamento y un par de horas después, establecimos el campo de acercamiento N°2 “Arenal” a los 4650 m. El camino se volvió huella y exigió pericia y paciencia en el manejo para ganar altura. Salimos y se logró el primer ascenso al “Cerro Negro“ de 4905 ms. Fue una alegría muy grande para todos compar tir una cumbre…fue un regalo que disfrutamos unidos

en un abrazo. Dejamos los testimonios de rigor y bajamos. Qué lindo fue desandar el camino con amigos que te regaló la montaña. El viernes 13 fue el último tramo de acercamiento, rumbo al campo base del volcán Antofalla. El trabajo realizado dio sus frutos. Tras algunas horas de marcha, llegamos al campamento base a 5070 m de altura, teniendo frente a nosotros el imponente volcán. Armamos la carpa domo, y bajamos el equipo, la comida y varios bidones de agua para abastecernos por un par de días. El clima acompañó agradable y sin viento. Mateamos. Por la tarde, recorrimos. Javier y Gerardo realizaron el segundo ascenso del “Colorado del Antofalla” de 5775 m

rescatando de su cumbre el testimonio de Cristian, quién había realizado la primera ascensión. Adrián, Emilio y Martín lograron cumbre de 5450 ms. Este cerro no registraba ascensos conocidos ni testimonios presentes, tampoco ninguna apacheta cumbrera por lo que de común acuerdo se decidió “bautizar” al mismo como “Cumbre Gringo Cerutti” en homenaje al amigo y maestro Sergio Cerutti, por tantos años comunicando y enseñando el amor hacia las montañas. Todos los que participamos de esta expedición, fuimos acompañados en nuestros inicios por el “Cacique” Cerruti. El Gringo logró tener su montaña…Hacia el fin de la tarde, nubes prominentes se ubicaron en el horizonte. Algunas se acompañaron con descargas eléctricas. El atardecer nos sorprendió a todos con su paleta de colores naranjas y ocres. Aprovechamos la última luz para cocinar. Al otro día realizamos un porteo de equipo al campamento de altura y de esa forma reconocimos el acceso y las posibles rutas de ataque a las distintas cumbres. Amaneció y el día se mostró perfecto. Preparamos el desayuno y tiempo después, las mochilas. El porteo lo intentamos hacer hasta los 5700 ms donde pensábamos que era ideal para un campo de altura, aunque no sabíamos si el lugar estaría muy expuesto a los vientos. Ya cargados, salimos 7 personas. El Cacique Cerutti y Gerardo nos aguardaron en el campo base. Era fundamental para todo grupo, tener a alguien que vele por el resto, dispuesto a ayudar cuando sea necesario. El color de los cerros cambiaba a cada paso, los paisajes se alternaron en forma y tonalidad. Avanzamos por una quebrada bien marcada que ganaba altura de manera sostenida. Teníamos la esperanza de poder encontrar agua, alguna


vertiente que nos sea útil para poder disponer de líquido en el campamento alto. A las 15hs llegamos a los 5700 ms y encontramos un buen lugar para acampar. Un tema no menor fue que no había agua para beber, ya que tenía azufre. Armamos un depósito, lo tapamos con piedras y regresamos al campo base. Llegamos al final de la tarde, cansados pero felices. El atardecer dio paso a un manto infinito de estrellas... millones de ellas nos atraparon en una noche, limpia, silenciosa, única. Un lujo para el espíritu y un recurso para el alma. Poco tiempo después de que amaneciera, un calentador se prendió: el desayuno estaba en marcha. De a poco llegaron el resto de los compañeros para compartir una taza de café. Decidimos ir hacia el campamento Alto (5700 mts) y, al día siguiente a las cumbres del Antofalla. Pasado el mediodía llegamos al campo de altura. Cubrimos 700 m de desnivel en poco más de 3 horas. Una vista única nos recompensó el esfuerzo! Nos dedicamos a disfrutar el paisaje, hidratar y dejar preparado el equipo. Pensamos que la partida sería a las 2:00 hs, dado que el clima comenzó a ponerse inestable en las primeras horas de la tarde. A las 18 hs se desató un temporal de nieve y tormenta, y nos sumergimos en las bolsas de dormir tratando de descansar. Apenas pasó la

medianoche comenzamos a organizarnos. Nos cambiamos, calentamos agua... Minutos después compartimos una taza de mate cocido, luego té y algunas galletas. Frío y viento helado, pero el cielo despejado que nos auguró un hermoso día. A las 2:00 hs comenzamos el ascenso, la noche fue soñada. Alguna vez leí esta frase que en ese momento recordé: … “que dulce e íntimo orgullo se siente al dejar la comodidad y calidez de la bolsa de dormir para adentrarse en los dominios de la noche montañera…” Los descansos se sucedieron a intervalos regulares. Sólo se escuchó el ruido de las botas, la respiración y algunas palabras de aliento. La noche sin luna nos envolvió, estábamos donde queríamos estar. Luego de varias horas de ascenso lento pero sin pausa, una suave luz asomaba en el horizonte. Remontamos la ladera siguiendo un filo imaginario que se dibujó contra unos roquedales. A pesar de ser un terreno inestable pudimos imprimir un ritmo y avanzar notoriamente. Amaneció. El sol tiñó las nubes de amarillos y rojos. Mucho viento. Fue ese momento donde el frío se sintió de verdad. No nos detuvimos, y así el cuerpo mantuvo el calor. Tomamos algo de líquido y comimos unos chocolates. Todo cobró vida lentamente, la cumbre se vislumbró cercana. Un par de horas después, el sol iluminó gran parte de la cordillera.

Una pendiente inestable, sostenida y muy marcada remató sus líneas en ese punto mágico… Nos agrupamos para hacer el asalto final y llegar todos juntos al morro cimero. El frío fue notable. El viento no calmó ni un minuto. Paso a paso, paciencia, esfuerzo compartido…levanté la vista y ya no vi piedras, la ladera había terminado, el cielo infinito fue lo único que nos envolvía. A las 08:30 hs, por fin coronamos la cumbre del volcán Antofalla a 6461 metros de altura. Con Emilio González Turú, Julieta Balza, Javier Echenique, Cristian Vitry, Gerardo Casaldi, Martin Giraudo y yo nos unimos en un abrazo interminable con emoción contenida…ya éramos viejos compañeros de tantas cumbres… Esta montaña tenía en su cumbre, ruinas de tiempos antiguos, una disposición de piedras en forma de círculo y en su centro un bloque con una roca alargada dispuesta verticalmente. Cristian con todo su conocimiento en la materia, después nos dio las explicaciones en detalle. Tuvimos toda la cordillera para nosotros y nuestra vista se perdió en ese mar de cumbres lejanas y disfrutamos a manos llenas del mágico momento. Decenas de fotos, y nuestras anotaciones en los testimonios que dejamos en la cumbre pusieron punto final a la estadía en el remoto lugar de la puna. Regresamos. La travesía integral comprendió el ascenso de las otras cumbres de ese nevado y, sin duda, el esfuerzo que quedó por delante fue mucho. A las 10:30hs coronamos una nueva cumbre, siendo éste el primer ascenso registrado que bautizamos: “Peñas Coloradas “de 6320 mts. Bajando hacia el campamento de altura, nos


detuvimos a compartir algunos alimentos. El sol iluminó toda la cordillera, el viento desapareció y el paisaje fue estremecedor. Gastón nos recibió en las carpas con mate, en tanto nosotros compartimos los momentos vividos. Lo que restaba del día los dedicamos a descansar y planificar los ascensos. Restaban subir las cumbres Oeste (6334 mts) y Sur (6404 mts) para completar la travesía integral del volcán, es decir, pisar cada una de sus cumbres. A las 4:00 hs, Gastón, Christian y Javier,

salieron en su segundo intento para finalizar la travesía, y fue positivo. Los tres coronaron la cumbre Oeste y la bautizaron “Huamán”, dejaron el testimonio respectivo y las fotos de rigor.


omo su nombre lo indica las "Bushido" son para guerrearlas en el camino del running, en realidad quiere decir “camino del guerrero”. Una zapatilla de excelencia para corredores de trail running. La primera sensación de esta majestuosidad italiana es el calce perfecto, como un guante, los primeras pisadas denotan comodidad, protección y liviandad (al tenerlas puestas pesa menos de lo que aparenta visualmente). Al comenzar la prueba notamos que es un calzado que transmite el equilibrio perfecto entre estabilidad, amortiguación y peso, un calzado de calidad absoluta. Genera un impacto suave al echarle el peso del cuerpo y un despegue aguerrido. En ningún momento sentimos que sea un calzado rígido, es más, la sensación del grip contra la superficie es de suavidad, tal vez el drop medio de solo 6 mm hace que tengamos una mayor percepción cuando la superficie es irregular.

El agarre de la suela es poderoso, está marca tiene un sistema llamado Impact Brake Sistem que lo diseñaron para reducir el impacto del terreno gracias a la inclinación que tienen los tacos en la suela. Y probándolas se nota ese agarre, tanto en tierra, en la piedra y también en asfalto. Las Bushido tienen detalles en la suela que nos llamaron la atención: en la parte que apoya la planta del pie posee unos agujeros que al generar presión en la actividad las zapatillas se abren generando más superficie de apoyo, tanto en el centro, como en los tacos exteriores que a su vez están diseñados para que no derrapen. Luego viene la placa rígida del STB Control, que es una placa plástica que está

por fuera de la zapa para controlar la torsión en suelos inestables y por último posee un sistema para ponerle clavos de acero para la nieve. En cuanto al agarre en diferentes climas, cuando está la superficie seca, la sensación es


máxima. Cuando encaramos con el metatarso se aferra bien al suelo al entrar y continúa la misma sensación al despegar el talón. Con terreno mojado o húmedo el agarre sigue siendo bueno, algún poco de inestabilidad en la piedra mojada cuando despegamos el talón, pero el agarre es bueno en general. Los cordones tubulares se sujetan súper bien, no tuvimos problemas. Es un calzado con gran transpirabilidad y bien fresco, pero poco impermeable. La única sensación rara es que al ser unas zapatillas bajas parece que uno está absolutamente en contacto con el suelo, las piedras se sienten bastante. El sistema de la lengüeta es alto, con una tela tipo neoprene, para proteger que no se introduzca ninguna piedra. Si bien Bushido es un calzado de media distancia, si observamos en muchos foros podemos ver que la han usado para ultra maratones y trails largos y es un producto que resiste bien, siempre en personas de menos de 80 kilos aproximadamente. En definitiva un calzado un poco costoso pero altamente recomendable, más vale gastar una sola vez y saber que tenemos lo mejor para nuestros pies.


Camperas impermeable y respirables con tecnología que aísla el cuerpo de los elementos externos, permitiendo que la humedad se aleje de la piel. Posee el sistema EVAP que acelera el proceso de evaporación para mantener el cuerpo seco.

Impermeable y respirable en gamuza y malla con protecciones en caucho. Mediasuela Techlite que provee confort en todo momento, amortiguación superior y excelente retorno de la energía.

Cuadro de carbono SSL, horquilla RockShox RS, transmisión Shimano XT, cubiertas Continental Xking 29" x 2.2. Peso10.7 kg.

Micropolar reticulado con buen nivel de transpirabilidad, con costuras planas es más cómodo y durable.

Bota de trekking liviana y resitente, en tela I-Shield. Confeccionada en gamuza y poliester con tratamiento Water Proof. La suela es de Soft Eva para una mayor amortiguación.

Bigpack liviana y confortable con capacidad para 45 + 10 L, incluye cubre mochila y silbato de rescate.

Parte superior transpirable de malla, puntera y el talón de protección. Plantilla Ortholite que impulsa la comodidad y el rendimiento.

Bigpack liviana y confortable con capacidad para 55 + 15 L. Incluye cubre mochila y silbato de rescate.


Zapatilla de trail, Drop 8 mm, Peso 293 gr, Pisada pronador y neutro. Para entrenamiento y competición.

Campera Ecodown hombre (reversible) con capucha. Corta viento y con repelente al agua, Viene con bolsa de compresión porta campera.

Para hombre con cuello alto. Posee un bolsillo en el frente y lugar para pasar el dedo pulgar.

Impermeable y respirable, con costuras selladas. Capucha fija con ajuste y Roll Up. Ventilación axilar.

Cuadro de carbono, horquilla Rock Shox Racon Gold, transmisión Shimano XT, cubiertas Kenda Happy Medium.

Carpa espaciosa y liviana para 3 personas con piso con costuras selladas, varillas codificadas con colores para armarla y dos puertas. Peos 2725g, medidas 119 x 165 x 224 cm. Mochila de hidratación que permite mantenerse hidratado (depósito interno de 2 litros). Bote de 500 ml de fácil acceso, tipo gel, que está ubicado en la correa para el hombro. Impermeable cortavientos ligero, no ocupa casi lugar. Costuras selladas, prenda que se compacta ocupando la mínima expresión y su peso es infimo.


TELEFONIA POR INTERNET

Material de montaña

Calle Gascon 238 (CP 1181) Cap. Fed. Tel: Fax 4982-0203 www.fugate.com.ar info@fugate.com.ar

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l nadador cordobés Santiago Gutiérrez, logró unir las costas dddddddde Argentina y Chile y aconsejó a las personas con discapacidddddcidad que “tengan confianza y no se rindan”. El deportista, perdió la movilidad de sus piernas durante un accidente de tránsito en 2012, pero eso no le impidió sumergirse en el Beagle y nadar 1,8 kilómetros entre Cabo Peñas (Chile) y Puerto Almanza (Argentina). El ex guardavidas, comenzó el proyecto hace 8 meses, cuando contactó a camilo López, nadador que ya había realizado ese trayecto, y entrenó siete meses en Carlos Paz llegando a su hazaña sin experiencia en aguas frías. Para poder nadar, usó un dispositivo simple que fijó sus piernas y le brindó flotabilidad, permitiéndole desplazarse sin dificultad, y cumplir su sueño.

l francés Robert Marchand, recorrió 222222.22,547 kilómetros en el velódromo ddddd..de Saint-Quentin-en-Yvelines fijando así una histórica marca. Luego de varios intentos, y con la creación en la UCI (Unión Ciclista Internacional) de la categoría mayores de 100 años, el ciclista que señala “no temerle a la muerte", logró su meta.

l 14 de febrero de este año, el nadador polaco Sebastián Karas quedó a 5,05 kms del récord mundial Guinness pero logró el récord nacional con un total de 96,85 kms en 24 hrs. Acompañado por auriculares, Karas soportó el frío y el tiempo, motivado por el apoyo de quienes lo acompañaron y su objetivo solidario de recaudar fondos para ayudar a niños que sufren de tetraparesia espástica, epilepsia e hidrocefalia. El posterior desafío que promete realizar, es el cruce de 100 km desde Kolobrzeg a Bornholm, del Mar Báltico, hazaña que intentó en agosto de 2016 pero por las condiciones meteorológicas y sus mareos, tuvo que abandonar la prueba.

E

l 28 de marzo Juan Dual, enfermero español que perdió el aparato dddddd.digestivo debido al cáncer, llegó a Ushuaia pedaleando, en una iiiiiiiiiiiiiiiiinstancia más de su viaje por Latinoamérica. Juan decidió emprender acciones de prevención contra la enfermedad que padece, "una de las partes más importantes del viaje es poder compartir en escuelas y hospitales, es decir cargar de energía a la gente que está padeciendo el cáncer y a los niños y adolescentes, que son el futuro de nuestra sociedad", dijo. Nacido en Valencia y con una dolorosa historia familiar signada por las muertes de su abuelo y sus tíos, y la enfermedad de su padre, debió asumir a los 13 años la detección de una mutación en el gen Adenomatous Polyposis Coli, que le generó la pérdida del colon y recto a los 19 años y del estómago y la vesícula, a los 27. La resiliencia y la necesidad de brindar ayuda, lo motivó a esta cruzada en bicicleta.

ste nuevo año se viene con novedades en Vairo: Han anunciado una aaaaaa.alianza estratégica con SeguroBici, del Broker Prudencia Seguros. Nos cuentan desde sus oficinas "En nuestra inquietud por ofrecer lo mejor al cliente, el punto más recurrente que observamos es que la bicicleta se convierte en aliada y compañera del usuario, por lo que decidimos acercarle la posibilidad de tener 3 meses de seguro gratuito, equivalente al 25% de descuento en su cobertura anual, con la adquisición de su bicicleta Vairo. Esta promoción abarca toda la línea de bicicletas. De esta manera, nos posicionamos una paso delante. Respondemos a la necesidad del cliente tanto desde la calidad del producto como también la confianza y respaldo que uno espera de una marca con trayectoria y experiencia, como lo es Vairo." Sin duda es un paso al frente en el mundo del ciclismo. Cabe destacar que ambas empresas son consideradas pilares en su rubro. SeguroBici, especializada en el área de cobertura a ciclistas, sorprende con la frescura y dedicación con la que atienden a cada uno de sus clientes. Ofrecen un alto grado de resolución de casos, ya que trabajan junto a más de 23 compañías de seguros, incluyendo a las más importantes del país. Este vínculo augura un avance muy positivo en el ambiente, resultado de la pasión que Vairo invierte a diario en su producto y la atención a los detalles.




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