Irónica reflexión Es bien sabido que tengo poca capacidad para entender las ironías de la vida. Bueno, es cierto que los chistes no se me dan demasiado bien, pero esta viñeta deportiva ha llamado especialmente mi atención (y sí que la he entendido).
Todos los años, la misma historia. Los jugadores de fútbol (por no meterme con otros deportes) entran al mercado, y como un cuadro de Picasso, son comprados por el mejor postor. Y no hablamos de baratas falsificaciones. Cada jugador recibe al año un sueldo astronómicamente ridículo, gracias al cual pueden retirarse a los 30 y seguir teniendo una vida cómoda, gracias a los partidos y, cómo no, a la publicidad. En África hay una enorme afición por el deporte. Miles de seguidores se juntan en los bares, por llamarlos de alguna forma, alrededor de un televisor en blanco y negro, los más afortunados con una cerveza en la mano y juntos, animan al Real Madrid o al Inter de Milan. Pero ellos no tiene un sueldo astronómicamente ridículo, el suyo es ridículo a secas. Estas son injusticias de la vida, siempre ha sido así, y nadie mueve un dedo por que cambie. Pero lo más gracioso, es que todos estos jugadores aparecen de vez en cuando haciendo una visita a los niños desfavorecidos, a las personas sin recursos o a aquellos que...tuvieron menos suerte. Sí, su visita seguramente sea lo más interesante que les haya pasado en años, pero cuando uno lucha por su supervivencia y la de su familia, dudo que lo que más le apetezca sea ver lo cómoda que es la vida para una estrella del fútbol. Si cada jugador, si cada deportista de élite cobrase un 10% menos de lo que cobran, tan solo un 10%, y esa cantidad se destinase a programas de ayuda, a la construcción de infraestructuras o a la educación, seguramente, cada día más gente podrá disfrutar de una vida, si no cómoda, al menos segura, en el que sepas que cada día vas a tener algo con que llenar tu estómago y el de tus hijos.
Clara Panella Gómez 1ºA