El nacimiento de las cotillas

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Lucía Navas Sánchez-Seco, 2ºE.S.O. B


EL NACIMIENTO DE LAS COTILLAS Siempre lo había sabido; la señorita Margarita se iba por las ramas cuando le preguntabas algo, por eso, cuando aquella tarde fui a entrevistarla para responder la primera duda existencial del verano, sabía lo que me esperaba, sabía que aunque le hiciera preguntas sobre los mil cotilleos con los que trataba, acabaríamos

hablando de los ocho gatos que tiene en casa, y de lo que se pelean Mizifú y Rosalinda y que, bla, bla, bla… A pesar de todo, yo necesitaba saber de dónde habían salido las cotillas, y como mi primera hipótesis era que las cotillas provenían de la gente que se iba por las ramas, y era incapaz de guardar secretos, decidí que una tarde soportando los delirios que tenía Margarita no me iba a hacer mucho mal, es más, necesitaba una explicación a esa


duda que nadie se había molestado en plantearse, y la necesitaba ya. -Buenos días señora Margarita, ¡Ay qué día tan bueno hoy!, ¿no cree?- le dije con entusiasmo. -Ay, sí, hija, no sabes lo contenta que estoy de que Mizifú y Rosalinda no hayan tenido disputas hoy, es tan horrible ver a esos hermosos gatitos pelear… -Sí, seguro que sí, Margarita.-le dije yo. -Ay, ni siguiera te he preguntado, ¿una galletita, hija?preguntó amablemente -Bah, si no hace falta señora Margarita, que no tengo hambre,

porque sólo vengo a entrevistarla para un trabajo del instituto.empecé. -Pero ¿tú no habías acabado ya el instituto, Erma?Ahora sí que sí, tenía que sacarme a mi misma del atolladero. -Uf…-dije-es que… verá, mmm, ah, sí ya, es que nos mandan deberes de verano, ya sabe usted-me vi obligada a mentirpara no perder el rumbo que se dice…se quedó pensativa un rato y comentó: -¡Ah! Erma, ¿qué querías preguntar?, madre mía que en paz descanse, me voy por las ramas de una manera... ¡Uy! De lo que me acabo de


acordar, hija, no sabes, pero resulta que el panadero ha tenido una especie de aventura con la abogada, dicen por ahí que piensan casarse o algo así, y por cierto, ahora que hablamos de casamientos… ¿no debería casar a Mizifú y Rosalinda? Quizá se juren amor eterno y no se sigan peleando, ¡oh! ¡Qué buena idea!, mis preciosos gatitos se hacen mayores…soltó todo eso en menos de un minuto, y al final de la frase derramó unas lagrimillas, enamorada de la idea de casar a sus mininos, de verdad,

no me lo podía creer, ¿cómo era posible?, es que se enrollaba como un auténtica persiana, era agotador, y lo peor era que yo tenía que aguantarla…, que si necesitaba un padrino para la boda, que si invitaría a todo el pueblo, que si no se qué y no sé cuántas, ¡de verdad! Cómo a esta mujer se le metiera algo en los cascos, todavía me veo en una boda para gatos llevando una camiseta en la que ponga “i love cats” o algo por el estilo. Buf, increíble, totalmente increíble, y a mi me toca la tarea de decir- ¡Oh! Claro, si ¡ah!,


¡perfecto!, ¡uf!, ¡qué cruel!, ¡pu!, ¡ya le digo que eso no puede ser…! ¡¿en serio?, ¡bah! No querría hacerla daño, ¡oh! Por favor señora Margarita no piense así de la abogada… Total, que ahora no tengo un hipótesis, tengo una tesis, y es : NUNCA JAMÁS VOLVERÉ A PREGUNTARLE NADA A LA SEÑORITA MARGARITA ¡NUNCAAAAA!

Lucía Navas Sánchez-Seco Curso 2013/2014


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