¡Andiamo COCINA
a mangiare! Lista para dar un nuevo paso. Vanessa Siragusa, chef y dueña de Dánica, ya está lista para dar un giro empresarial hacia la franquicia de su exitoso y sabroso restaurante de fusión ítalo-peruana.
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POR Margite Torres Postigo FOTOS Jorge Sarmiento
dánica
• Especialidad: Fusión ítalo-peruana. Se conserva lo tradicional de la comida italiana con algunas innovaciones. • Lugar: Es un reflejo de los gustos y personalidad de Vanessa, una mujer pícara, sencilla y acogedora. El cariño con el que ha decorado sus locales, a través de pequeños detalles heredados de sus padres o traídos de casa, les dan ese ambiente casual y familiar que los caracteriza. Av. Emilio Cavenecia 170, San Isidro, y Av. Armendáriz 524, Miraflores. • Recomendados: Bife ancho acompañado de gnoccis cuatro quesos, fusilli de Sergio (pasta en tornillos salteados con tomate, alcaparras, ajo, albahaca, aceite de oliva y salmón ahumado, el preferido de Vanessa, pues lleva el nombre de su padre) y corvina a la parmesana con risotto al pesto.
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ánica nació como producto del amor de Vanessa y Gustavo, hoy su esposo, quien quedó prendado de su sazón y la animó a sacar adelante su gran sueño. Este lugar es hoy un reflejo de lo que ambos anhelaron: un espacio acogedor donde el comensal se sienta como en casa. “Nosotros queríamos que la gente llegara y estuviera cómoda. Por eso propusimos una carta con platos elaborados, como el osobuco o el asado; pero a la vez sencilla, donde la mayoría de las preparaciones se basa en recetas tradicionales, clásicas y caseras, heredadas de mi papá y de mi abuelo”. La idea era fusionar lo italiano con lo peruano. Algo muy sutil para no perder lo esencial: resaltar los sabores de sus ancestros, que la cautivaron desde niña. “En ese momento no existía ninguna propuesta como esa en Lima”. Vanessa quiso dar a conocer varios platos, creaciones caseras de su papá como el risotto de lomo saltado o los canelones rellenos de seco en salsa de tres quesos. Debía mezclar pastas con carne, lo cual es un reto: como se sabe, los italianos son buenos para comer y hablar de comida, mas no para mezclas insólitas. Siete años después, con dos locales en su haber, podemos dar más que por confirmado que la insistencia del esposo de Vanessa valió la pena. Son la dupla perfecta: él crea y ella cocina. Vanessa le da todo el crédito a Gustavo y por supuesto a sus comensales, quienes han hecho de este local su segundo hogar. “Los platos de siempre no los muevo, tengo clientes que vienen por ellos seguido, se molestarían conmigo si los quito -dice entre risas-, pero propongo un menú de temporada que cambia cada dos o tres meses”. Vanessa planea abrir más locales, pero ya como franquicia. Antes quiere remodelar su primer local, el de San Isidro.
la mayoría de los platos se basa en recetas heredadas de mi papá y de mi abuelo 133