Pepe Corzo, genio y figura

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o z r o C e p e P

EXTRAORDINARIO

genio y FIGURA

Sus vestuarios son importantes protagonistas de obras en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, el Teatro Nacional São Carlos de Lisboa y en los mejores montajes nacionales. Es una explosión de adrenalina y creatividad. Es intenso y radical en todo lo que hace. Tiene ese “no sé qué” que poseen los artistas, eso que los hace distintos, complejos, pero sencillos a la vez.

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POR Margite Torres Postigo

epe Corzo es peruano y el diseñador de vestuario más importante que tenemos. Sus creaciones se han lucido tanto en nuestros escenarios -Gran Teatro Nacional y Municipal de Lima- como en internacionales: Teatro de la Zarzuela de Madrid y Teatro Nacional São Carlos de Lisboa. Con el tiempo se fue ganando su espacio en el espectáculo y su particular estilo -lúdico, colorido, de volúmenes grandes y variedad de texturas- atrajo a quienes como él apuestan por lo distinto en espacios clásicos como la ópera, la zarzuela y el ballet.

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“Amo lo que hago, soy feliz”, nos dice. Y es que su vocación es el resultado de una exhaustiva búsqueda. Intentó estudiar ingeniería industrial y luego psicología pero desistió y decidió apostar por el diseño de modas. No terminó la carrera, pues algo grande esperaba por él. Es autodidacta y a mucho orgullo. Después de que lanzó su primera colección en las pasarelas de Alemania, donde sorprendió por su revolución en el color y por sus estampados gigantes, su vida cambió y no miraría atrás. Luego de seguir el consejo de una amiga, allá por 1990, diseñó el vestuario para una obra de teatro de danza experimental, iniciándose así como figurinista. “Esa fue mi escuela. Hacía cosas rarísimas, no tenía ni idea de lo que era la costura, simplemente ensamblaba cosas”.


SU estilo: “Una mezcla de color y 3D, una fijación por los TONOs intensos que viene desde mi infancia y una obsesión por los volúmenes grandes”. 60

Experimentar e investigar son dos de sus “caballitos de batalla” y detrás de cada uno sobresalen sus creaciones, que no son más que un reflejo de una suerte de “sana locura”, obviamente propia de un genio irreverente como Corzo. “Una mezcla de color y 3D, una fijación por los tonos intensos que viene desde mi infancia y una obsesión por los volúmenes grandes”; así describe el mismo Pepe su estilo. “Cuando no hay color siento que no llego a impactar”. En su paleta nunca falta el verde. Es su color favorito y se ha encargado de hacérselo saber a todos. Su peculiar estilo lo llevaría a crear el vestuario de Fausto, Edipo Rey y El rey Lear, grandes títulos para los que Pepe Corzo estaba preparado. “Me convertí en diseñador de vestuario y evolucioné también a diseñador de escenografía”, algo con lo que vibra. Como figurinista en el Perú ha diseñado el vestuario para más de 80 producciones teatrales. “En el espectáculo he encontrado el lugar donde hacer mis experimentos, donde expresarme y vivir de eso”. Le encanta Lima y cuando está acá se dedica básicamente a la publicidad, como director de arte de comerciales de televisión y catálogos. Puede llegar a trabajar entre seis o siete comerciales al mes. “La publicidad es una gran escuela, me ha dado el training de disciplina que necesito como figurinista, y el mundo de los escenarios me ha dado la experiencia que requiere todo buen director de arte”. “Aposté por lo que quería. Desde chico hacía mis dibujos en los cuadernos del colegio. ¡Tenía que dedicarme a eso! Fue la mejor decisión que pude haber tomado en mi vida”. En el 2000 dio el salto a Europa recomendado por dos de los mejores escenógrafos españoles, a quienes deslumbró con su trabajo en Lima y que luego lo llamarían para trabajar el vestuario de Rosencrantz y Guildenstern han muerto. Siete años después trabajaría por primera vez para una producción en el Teatro de la Zarzuela: El rey que rabió. Un gran honor al que respondió feliz. “¡Estuve un mes y medio en Madrid solo dibujando bocetos para la obra, hice como 300 trajes!”. Una vez más, fiel a su estilo, rompió esquemas, pero en esta ocasión a lo grande. “¡Reventé de color el teatro!”. Su fama en España hizo que llegara hasta el Festival de Ópera de Las Palmas de Gran Canaria con la obra Los cuentos de Hoffmann; el éxito lo acompañaría nuevamente y años después diseñaría el vestuario para cuatro grandes obras: Pagliacci y Black el payaso en el Teatro de la Zarzuela, así como La flauta mágica y Alicia en el país de las maravillas en el Gran Teatro Nacional; en estos dos últimos también se hizo cargo de la escenografía. Su mejor preparación fue un viaje de un mes por Europa en busca de inspiración. “Me llené de imágenes, vi en vivo todo lo que había visto en Internet”. Tiene fresco el recuerdo de lo que hizo en Alicia para el Ballet Nacional. “Ahí apliqué todo lo que aprendí en el viaje: cinética, robótica, ¡uff! ¡Imagínate contar Alicia en teatro! Logramos 61


Le gustaría hacer cine si es con Tim Burton.

Por ahora se mantiene entretenido con Pinocchio, de próximo estreno en Madrid. “Ya mandé mi propuesta creativa y me la aprobaron, ¡estoy feliz!”. Ya tiene algo en mente, ahora solo falta “cautivarlos”. 62

crear todos los efectos que se hacen en las películas pero en vivo”. Su adrenalina aumenta y revela que le encanta la vida apresurada de idas y vueltas que lleva, y que su principal fuente de inspiración son las imágenes que lo divirtieron durante su infancia. De niño su mamá le daba cartulinas para mantenerlo ocupado, mientras él sacaba sus tijeras y se inventaba cosas. “Lo que hacía de pequeño lo hago ahora con otros materiales y en tamaños gigantes; los collages y recortables en los que me pasaba horas fueron mi mejor entrenamiento”. Desde siempre tuvo esa necesidad de crear, armar y desarmar pero ahora, con disciplina y constancia, se divierte haciendo todo lo que no hizo de niño. Le encanta investigar y la estética de los circos clásicos es su debilidad; la mayor parte del tiempo se inspira en libros, pero sobre todo en imágenes que encuentra en Internet. Además, él mismo elabora sus presentaciones con las que siempre busca impactar y cautivar. “¿Si no cómo vendo?”, nos dice. Por eso sus bocetos son

unas bombas de color, de las que salen dimensiones y texturas impensables. “Hay cosas que uno no se puede imaginar, pero yo busco la manera de crearlas”, explica. Pero, definitivamente, se desvive por sus figurines que son, de lejos, su mejor carta de presentación. “A veces hago cosas tan radicales que si no las ven no se la creen”. ¿Tanto así?, preguntamos. “¡Sí, me emociona prepararlas!”. La curiosidad nos mata y antes de que se lo pidamos nos lleva a su taller y nos muestra a sus engreídos. Ahí, en una esquina, la armadura del general Malbrú, de la ópera La cantada vida y muerte del general Malbrú, que estrenó este año en el Teatro de la Zarzuela y para la que también diseñó la escenografía. En su taller, Pepe abre sus cajas, saca sus estampados, y de los roperos desembolsa sus trajes que guarda con cariño. Nos cuenta de Francisca y Dionisia, dos fieles costureras con las que trabaja, cómplices de su éxito. De pronto, después de un breve silencio, nos dice. “Definitivamente soy un figurinista total. Así haya querido desencasillarme, lo mío es el diseño de vestuario”. Aunque ahora su habilidad se ha volcado hacia el diseño de escenografías. “Mi gran experimento fue trabajar el escenario del Gran Teatro Nacional para Alicia en el país de las maravillas”. Por ahora se mantiene entretenido con Pinocchio, de próximo estreno en Madrid. “Ya mandé mi propuesta creativa y me la aprobaron, ¡estoy feliz!”. Ya tiene algo en mente, ahora solo falta “cautivarlos”. Está en ello. “No me gusta hacer híbridos, casi siempre hago mi propuesta pura, siguiendo algunas pautas de los directores, pero me gusta sentir que me compran el rollo, que respetan mi propuesta de color y de textura. ¡Que compran mi experimento!”, agrega. Mientras tanto, sigue pensando en lo último que hizo en Lisboa para la obra The Rake’s Progress. “¡Fue increíble! Un teatro barroco bellísimo, de doscientos años. El personaje principal era rarísimo, sórdido, perfecto para mis experimentos”. Pepe Corzo sorprende y cómo no si su genialidad es atrevida. No tiene un esquema definido para sus creaciones, todo depende del experimento. Él mismo ha desarrollado su propia técnica de dibujo y a pesar de ciertas limitaciones ha ido creando otros caminos para llegar a lo mismo. Generalmente “hago dibujos con movimiento y los visto con texturas, color, acompañados de telas y presentaciones impactantes”. Ya perdió un poco su obsesión por la moda y ahora lo que le gusta es crear lo suyo. Admira a la diseñadora belga Iris van Herpen, con quien comparte las mismas locuras, y le encantaría hacer cine si es con Tim Burton. Mira hacia atrás y se alegra de haberse mantenido veinte años con la misma energía. “Han aparecido siempre nuevas oportunidades que no me han dejado estancarme; todo se dio en el momento adecuado”. 63


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