Animales marinos
¡Conócelos de cerca! Rebeca Orozco
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Lucho Rodríguez
CALAMAR DE HUMBOLDT Calamar de Humboldt llevaba varias horas en la oscuridad del fondo submarino, cuando ascendió a una zona menos honda para cazar su alimento. Era un depredador tan agresivo que los habitantes lo llamaban “diablo rojo”. Se desplazaba a gran velocidad y cambiaba de color para confundirse con el paisaje. Con su excelente vista pudo distinguir al fin la figura de un tiburón. Era grande y tenía los dientes muy afilados. Ante la amenaza, Calamar utilizó su poder de bioluminiscencia: encendió su propia luz y emitió una serie de destellos. El tiburón se desconcertó, cambió el rumbo y huyó hacia otros parajes. El “diablo rojo” había vencido a la temible bestia.
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TIBURóN BALLENA
Las aguas costeras se estremecieron con la llegada del pez más grande del mundo: Tiburón ballena. Su presencia era imponente, medía catorce metros de largo y pesaba veinte toneladas.
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Surcando las aguas velozmente, subió cerca de la superficie para desayunar inmensas porciones de delicioso plancton. Sus dientes estaban alineados en trescientas bandas, pero eran tan pequeños que en lugar de morder y masticar el alimento, debía filtrarlo absorbiendo y expulsando doscientas toneladas de agua por hora.
Tiburón ballena tenía el don del camuflaje. Por su coloración azul marino y sus manchitas blancas, los hombres de un barco pesquero lo confundieron con un cardumen de peces y se apresuraron a extender sobre las aguas una vasta y peligrosa red. Al sentir sobre su cabeza el extraño objeto, se atemorizó y pegó un coletazo de tal magnitud sobre el barco, que estuvo a punto de voltearlo. Asustados los pescadores huyeron. Nunca imaginaron que aquel gigante era uno de los tiburones más dóciles y generosos de su especie.
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CANGREJO ERMITAñO Cangrejo ermitaño caminó solo e indefenso sobre la arena del fondo marino. Desde la madrugada había salido de su antigua concha de caracol para buscar un caparazón vacío que lo protegiera de los peligros del mar. No era una tarea fácil. Solía avanzar lento, unas veces para adelante, y otras, para atrás.
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Al fin, cuando llegó el atardecer, encontró una concha diseñada a la medida de su cuerpo blando y grisáceo. Para colocarla sobre su espalda tuvo que deslizar su abdomen dentro de ella. Cangrejo ermitaño caminó victorioso entre la espuma del mar, contaba para su defensa con una fuerte e invencible coraza.
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VAQUITA MARINA Vaquita marina, la ballena más pequeña del mundo, acostumbraba hacer sus travesías bajo las olas, en busca de peces y calamares para comer. Como todo mamífero marino, necesitaba subir a la superficie para tomar aire. Era entonces cuando los niños, desde la playa, saludaban con regocijo ese rostro con ojos en forma de antifaz y unos labios que delineaban una apacible sonrisa.
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Esta vez, el paseo entre los líquenes fue muy arriesgado: desde una embarcación camaronera alguien había lanzado una red de pescar y los animales marinos huyeron despavoridos. Vaquita marina emitió sonidos de alarma. Hizo tremendos esfuerzos por liberarse de la red que la apresaba, pero fue en vano. Sobre la cubierta del barco, sin la protección del agua, su temperatura subió y dejó de respirar.
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