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Historias para contar alrededor del fuego

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Presentación

Presentación

El tiempo pasa y trae cambios, y esto también se percibe en el barrio. De las calles de tierra ya no queda rastro y la electricidad hace décadas que se instaló, para comodidad de sus habitantes. También se han dado cambios sociales y culturales, actividades que eran antes muy frecuentes -como los turnos, el trabajo agrícola con bueyes o la cocinada con fogón-, ya no lo son tanto. No se puede detener el paso del tiempo, lo que sí se puede hacer es proteger y compartir las memorias e historias de esa realidad pasada; para conocer nuestros orígenes, para honrar y agradecer a quienes vinieron antes y sobre todo para poner en práctica lo aprendido de nuestros antepasados. A usted que está leyendo, le voy a pedir nuevamente que use su imaginación; piense en un fueguito agradable y en el ruido que hace la madera al quemarse en una fogata. Ahí está usted, sentada o sentado en un tronquito, siguiendo el movimiento de las lengüitas de fuego, tal vez con un café o una aguadulce. Pero no está sola, alrededor suyo están sus abuelas y sus tatarabuelas, abrazándole y contándole historias antiguas para que usted, alguna vez, se las cuente también a sus hijas y nietas. Precisamente de esas historias para contar alrededor del fuego trata este capítulo, escritas -en la medida de lo posible- respetando la manera en que me fueron contadas.

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Mi familia. Margarita Sandí Sandí

Mi abuelito, el papá de mi mamá, era dueño desde donde vive este señor del lado de arriba de la escuela, hasta allá abajo. Él le donó a la Virgen esta media manzana para la iglesia, y antes le salieron comprando el terreno donde está la escuela, el director se llamaba Fernando Mata, el primero. La escuela era como decir un galerón: cuatro horcones y una lata, y ahí daban clases, como era en la iglesia también. Y papá ayudaba mucho, para las fiestas de San Miguel, San Isidro y San Antonio daba carretadas de leña, porque se picaba leña y caña dulce especialmente para esos santos. Y papá decía cuando terminaba la pica de leña: bueno, ya tengo las tres carretadas de los santos. Esa leña la vendían, porque en ese tiempo todo mundo cocinaba con leña, ahora no, ya ahora cuesta vender una carretada de leña. Pero eran unas carretadas altísimas y aquello parejitico, viera. Él tenía esa devoción. Y los chiquillos siempre atrás de él, ahí aprendieron a ser boyeros mis hermanos: Cati, Rudy, Lico y Édgar. Los otros boyean, pero no de cepa como le dicen. Un sobrino mío tiene bueyes también y desde chiquitillo le ha gustado. Bueno, uno ya trae eso en la sangre. Nosotros somos once hermanos, mami era muy pobre y papá también. Como se dice, había que ponerle ganas porque ¡criar once hijos! Entonces mami se iba a hacer ventas, iba a vender chayotes y en tiempos de maíz hacíamos chorreadas, cosposas, y otra vez se iba a vender.

Eso era de todos los días, y como yo soy la mayor de los once hermanos que somos -era una marimba completa-, nos acostábamos a las diez de la noche y a la una estábamos en pie haciendo chorreadas y todo, para a las siete bajar ahí calle abajo; y cuando estaban en tapada de frijoles, mami también me levantaba a la una. Comenzaba por hacer arroz en la madrugada, poner el agua para el café, arreglar frijoles, quebrar la masa y echar las tortillas para hacer seis almuerzos. A las cuatro de la mañana tenían que estar los almuerzos y las alforjas en el molendero que llamábamos. Cuando ya se iban al campo me tocaba cocinar y moler un cuartillo de maíz, cocinaba dos libras de frijoles y se hacían dos libras de arroz para la casa, todos los días. Así nos acostumbraron…

“La actividad de frijol tapado está desarrollada con mano de obra familiar y a veces contratada dependiendo del tamaño del terreno, que requiere de dos periodos muy cortos de alta demanda de trabajo: 1) tapa: riega de semilla, tumba o corte de los componentes vegetales del área; 2) cosecha: recolección o arranca y aporreado, que es la preparación de semilla para expenderse en el mercado. En el periodo comprendido entre la tapa y la cosecha (aproximadamente 3 meses, dependiendo de la variedad de frijol), los productores se dedican a otras labores como recolección de café, chapea de potrero, recolección de frutas, arreglo de cercas, y venta de mano de obra, entre otros.”

El frijol tapado en Costa Rica. Gloria Meléndez, Ronnie Vernooy y Jorge Briceño.

Mi llegada al Carmen y la Escuela. Gerardina Rivera Guzmán

Nací el 18 de julio del año 1954, en Puriscal, tuve la dicha de llegar a Barrio El Carmen el 06 de marzo del año 1976. Me acuerdo porque mi mamá estaba cumpliendo seis meses de muerta, y eso nunca en la vida se me va a olvidar. Nos vinimos a vivir aquí gracias a mi suegro, que me hizo esta casita a un costado de la escuela, para que yo no anduviera rodando con mis ocho hermanos. Al principio fue difícil, porque mis hermanos eran muy traviesos. A cuatro los matriculé en esta escuela y hablaban de nosotros porque ¿cómo era posible que una muchacha tan joven tuviera cuatro hijos en la escuela?, qué les iba yo a estar contando que eran hermanos míos, si veníamos llegando. Pero como un mes después hubo reunión en la escuela y yo conté mi historia, ahí la gente empezó a cambiar y de la junta de educación tuve una ayuda inmensa, con los libros y uniformes de los chiquillos. Después trabajé en el comedor de la escuela como cocinera, me acuerdo que solo una aula había y el piso era de tierra. En esa aula estaba la cocina, que era un fogón, y ahí se les cocinaba a los niños y a los maestros. También se hacían turnos para recoger fondos, pero eran diferentes que los turnos de las ermitas. En la escuela se jugaba la bruja -que nos la prestaban de la iglesia de San Antonio-, se hacía la venta de comidas; se hacía tamales, sopa de mondongo, picadillo de chicasquil, arroz con pollo, el pan casero que eso siempre ha habido gente que lo hace. Me acuerdo que de la panadería Porras, el señor nos regalaba un saco de harina. Y aquí estoy, con 44 años de vivir en Barrio El Carmen.

“Las familias que vivíamos aquí, pasamos muchos años solo nosotros. Fijate que a mis 13 años fue cuando llegaron a vivir al barrio las primeras personas de otras comunidades, de Pérez Zeledón. Entonces como que no fue fácil empezar a aceptar a gente que venía de otro lugar, porque aquí todos si no éramos familia, éramos familias muy unidas”.

Lorena Agüero Sandí

Los turnos. Lorena Agüero Sandí

Antes los turnos eran muy bonitos, se hacían juegos y actividades como el correo del amor, o la bruja, que era como una ruleta con mecatillos y números arriba, y se le llamaba así porque arriba había una brujilla que iba dando vueltas y pasaba por los clavitos arriba, para rifar los regalos que todo mundo donaba. También se hacían las carreras de cintas, que a todas las muchachillas nos encantaban. Se le decía carreras de cintas, pero en realidad los que corrían eran los caballos, jajaja. A una le mandaban una cartita de invitación, la gente que organizaba, para que participara en eso. Uno iba con los mejores trapitos que tenía, ¡ay pero que le tocara el hombre más guapo de los caballistas! Pero no siempre era así, a veces le tocaba un viejo todo borracho y feo, ¡qué colerón! Jajaja. Se hacían unas cintas bordadas a mano, y uno se las tenía que poner al señor que se había ganado el premio, y si era un muchacho bien guapo uno iba todo feliz, pero si era un viejillo todo cacreco, borracho para peores, ¡ay que cansado!

¿Qué eran las carreras de cintas? Diay se ponía en alto un mecate atravesado en la calle de lado a lado, el mecate tenía como una prensa de ropa con un ganchito, entonces ellos, con un palillo que llevaban, pasaban corriendo con el caballo y metían ese como punzón en ese ganchito, y si lograban sostenerlo se ganaban el premio, si se les caía, perdían el premio. Entonces, ¿qué era el premio?, que nosotras las señoritas que invitaron a la actividad, llevábamos un regalo para esos señores. Podía ser que lleváramos una gallina arreglada, un queque, una botella de vino, una botella de ponche, o una cinta, que nosotras mandábamos a hacer a las costureras. Las cintas eran de una tela... como decir una seda brillante, y las costureras las bordaban con ramos de flores, o con una L de Lorena, para que se acordara que fue Lorena que se la dio. Entonces había viejos que andaban hasta con tres o cuatro cintas. Después venían las comidas ricas de los turnos, el pan casero, el bizcocho, los tamales, los picadillos, las cajetas, los buñuelos -que era una cosita que hacían con masa y huevo y los sumergían en dulce de tapa- ¡uy eran riquísimos! También estaban los borrachos, que no faltaban, ¡los pleitos que se hacían al final! Eso era el final del turno, y los juegos de pólvora... ¡y chicha de maíz que vendían!, vieras que rico. Era muy famoso el turno de la ermita del Carmen y el de la ermita allá arriba por CODECE, y siempre se llevaban pique los viejos de arriba con los de abajo. Todavía hacen esos turnos, y creo que hasta las carreras de caballos, pero ya no es tan tradicional. Digamos que venden comida china y ya no se hace lo de las cintas, porque ahora lo consideran como polada.

Las comidas de los turnos y mi papá marimbero. Cecilia Carranza Gómez

Eran lindísimos los turnos de antes, ni parecidos a los de ahora. Se hacía siempre la tamaleada y desde el miércoles se alistaba el maíz. Mi mamá hacía arroz con leche, pan casero, bizcocho, gallina enjarrada, picadillos de arracache y de chicasquil. También en los turnos se hacía la sopa de mondongo, cubases con pellejo, frijoles blancos con carne de chancho, cajetas -que se vendían en hoja de limón-, papín -que era un tipo de atol de maicena pero que quedaba duro, como gelatina-. Eso ya como que pasó de moda. Ahora se usa lo que es la carne asada, las hamburguesas, cosas que no tienen nada que ver con el tiempo de antes. Mi papá participaba en los turnos, con mi primo Miguel iban a tocar marimba en los turnos. Él toda la vida fue marimbero, aprendió a los 16 años y su marimba tiene 70 años, acá la tenemos. También lo llamaban a tocar cuando la gente se casaba, en los rosarios del niño o las posadas; y cuando se hacían los rezos lo llamaban después, para hacer la fiesta. Por cierto, yo tengo un sobrino que se llama Andrés que también aprendió marimba, vieras que bonito que toca.

Ismael “Mel” Sandí Córdoba

Líder comunal, donó los terrenos donde se encuentra la escuela y los terrenos de la Iglesia Nuestra Señora del Monte Carmelo. Papá de Carmen Sandí Jiménez. Carmen Sandí Jiménez Madre de once hijos y gran cocinera. Esposa de Marino Sandí. Marino Sandí Jiménez Integrante de la 1era Junta de Educación de la Escuela de El Carmen y colaborador en actividades comunitarias. Esposo de Carmen Sandí.

Margarita “Guita” Sandí Sandí

Hija de Carmen y Marino. Cocinera en los turnos de la comunidad.

Eudolia “Dolia” Sandí Sandí

Cocinera en los turnos de la iglesia, hermana de Margarita Sandí Sandí Rudy Sandí Sandí Boyero y hortalicero, hermano de Margarita Sandí Sandí Gildardo “Lay” Sandí Sandí Boyero y hortalicero, hermano de Margarita Sandí Sandí

Baudilio “Lico” Sandí Sandí

Boyero y hortalicero, hermano de Margarita Sandí Sandí Diego “Cati” Sandí Sandí Boyero, hermano de Margarita Sandí Sandí Édgar Sandí Sandí Hortalicero, hermano de Margarita Sandí Sandí. Juan Sandí Boyero y hortalicero, sobrino de Margarita Sandí Sandí

Nulfo Sandí Valverde Hortalicero, primo de Margarita Sandí Sandí

Clemencia “Mencha” Montes

Cocinera en los turnos y colaboradora en actividades comunitarias. María del Carmen Alvarado Cocinera por encargo y vendedora de masa de maíz. Olga Alvarado Sobrina de María del Carmen, cocinera por encargo.

Las hermanas González, Orfa y Gerardina

Cocineras en los turnos, vecinas solidarias.

Lourdes “Tuti” Agüero Sandí

Colaboradora en los turnos de la iglesia y cocinera por encargo. Talía Jiménez Agüero Encargada de la Comisión de Boyeros, hija de Tuti. Lorena Agüero Sandí Lideresa comunitaria, hija de Tuti. Hernán Jiménez Líder comunal, integrante de la 1era Junta de Educación de la Escuela de El Carmen Miguel Montes Líder comunal, integrante de la 1era Junta de Educación de la Escuela de El Carmen

Alberto Araya

Líder comunal, integrante de la 1era Junta de Educación de la Escuela de El Carmen Israel Angulo Líder comunal. Idalia Jiménez Bermúdez Líder comunal, luchadora por mejoras en servicios públicos

Roberto Carranza Marimbero, papá de Cecilia Carranza Gómez Caridad Gómez Gran cocinera en los turnos, horneaba pan casero. Cecilia Carranza Gómez Panadera del barrio y lideresa comunitaria Alejo Carranza Araya Encargado de la refresquería en los turnos, tío de Cecilia Carranza Gómez. Miguel Carranza Marimbero, primo de Cecilia Carranza Gómez Don Layo Sandí Marimbero, tocaba con el papá de Cecilia Carranza Gómez Javier Ureña Marimbero. Miguel Ángel Sandí Arias Constructor de hornos de barro, su hijo -Emilio Sandí Corrales- heredó el oficio. Flor María Sandí Arias Gran cocinera de la comunidad, mamá de Mara Hidalgo Sandí. Elvia Fernández Cocinera por encargo, mamá de Felicia Sandí Fernández.

*Estas son algunas de las personas que han tenido un papel en la vida comunitaria de El Carmen, quienes fueron mencionadas en las historias de las vecinas. No pretende ser una lista exhaustiva, sino un aporte para ir incluyendo a más actores clave de la comunidad. **Para algunas personas no se logró encontrar ambos apellidos, en ese caso aparecen únicamente con el primer apellido.

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