NO TODAS LAS INFLUENCIAS SON MALAS Un amigo me dijo que la gente cuando gana fama o importancia se vuelve loca. Que son mala influencia para mí. Y puede que muchas veces sea cierto, pero toda regla tiene su excepción. ¿Se acuerdan de Hermione Granger, de Harry Potter? Resulta que no solo en la película es una mujer fuerte e inteligente. En la vida real, Emma Watson lo es también. Este año se graduó de la universidad con un título en Literatura Inglesa. Y es la cara de la He For She, un movimiento que promueve la igualdad de género. Mencionando la igualdad de género, me recuerdo que en el colegio siempre me gustó jugar futbol. Quería estar en el equipo, pero mi papá no me dejó porque “el futbol es un deporte de hombres”. ¿Y si le preguntamos a Alex Morgan? Ella es parte de la selección de Estados Unidos, y su género no impide que ella haga lo que le apasiona. Me llama la atención también, el estilo de vida de Shailene Woodley. Ella, aunque es una artista muy famosa, se mantiene sencilla. Mantiene un estilo de vida sano, divertido, sin depender de lo material. Está también Malala Yousafzai. Para muchos, Malala no es tan interesante como las Jenner o Kardashian, pero es el Premio Nobel de la Paz 2014. Ella luchó por el derecho a la educación, lo que casi le cuesta la vida. ¿Díganme si eso no es de admirar? Y Jennifer Lawrence, que me encanta y quisiera ser su amiga y platicar. Jenn es auténtica a pesar de su fama, y no ha dejado de ser ella misma. Cosa que es muy difícil cuando lo único que la gente hace es juzgar. Ver cómo viven estas mujeres me ha impactado, de forma positiva por supuesto. Porque entre tanta cosa que veo, todavía hay algo bueno. Entre tanto escándalo, todavía hay noticias buenas. Entre tanto mal, todavía existe el bien.