Guadalquivir: intereses de un futuro incierto

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Guadalquivir: intereses de un futuro incierto

Olvidar las discrepancias ciudad-río y aunar esfuerzos hacia un objetivo común

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MªÁngeles Freytas García Ensayo individual. 10 Enero 2013 Crítica e Historia de la Arquitectura en Andalucía. ETSAS. 2012/13. 1º Cuatrimestre

MªMar Loren Méndez

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Imagen superior: Dibujando el río. Importancia de proyectar desde el río para alcanzar el equilibrio con la ciudad. Fotografía: Chema Madoz. Incluída en la Exposición “Metamorfósis del pensamiento”. España, 2011. Imagen inferior: Trazado del Guadalquivir. Imagen original obtenida del Instituto de Cartografía de Andalucía, retocada por ordenador por Mª Ángeles Freytas García

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RESUMEN ¿Qué es el Guadalquivir? Una pregunta de aparente respuesta inmediata: un río del sur de España que cruza, entre otras, la ciudad de Sevilla. No nos engañemos, esta afirmación es falsa. Dejó de ser un río cuando la artificialidad del hombre primó sobre el orden de la Naturaleza. El Guadalquivir en su paso por Sevilla se ha ido alejando paulatinamente de su esencia como corriente continua de agua que desemboca en el mar y permite que el Ciclo Hidrológico continúe para tomar una función más patrimonial, una función de marco cuyo reflejo esconde la esencia de la ciudad de Sevilla. Lo que está claro es que, ya sea desde el acuerdo o desde la discordia, Sevilla y el Guadalquivir, ciudad y río, no pueden entenderse de manera dispar y por tanto nuestra mirada hacia el futuro debe centrarse en dibujar un mismo camino. Palabras clave: natural, artificialidad, sostenibilidad, río, sociedad.

El agua es el único elemento que no puede sustituirse por otro, es una materia vital, cuya función es mantener el equilibrio que hace posible la vida en nuestro planeta. Las condiciones que aquí se dan, son las idóneas para permitir que el agua fluya en estado líquido. El agua baña la superficie del planeta trazando caminos, como lo hacen las venas en el cuerpo humano. Estos caminos de agua dulce constituyen sólo un 2,5% del agua de la superficie terrestre del cual sólo el 0,26% son ríos, lagos lagunas o pantanos. Son fuentes de oportunidad, tanto económica como social.

Y es que todo esto no es ningún enigma, cuando el hombre apostó por la vida sedentaria, los asentamientos se produjeron en lugares estratégicos, ya sea con colinas o montañas como proyección, en zonas costeras o junto a un río. ¿Cuál es el caso de Sevilla? Alrededor de los siglos IX-VIII a.C. se localizan los primeros asentamientos en los terrenos emergentes que, permaneciendo a salvo de las mareas, quedaban situados entre un brazo secundario del río y su afluente Tagarete. Aunque parece que esos terrenos tenían condiciones desfavorables para el asentamiento permanente, la cercanía del Guadalquivir como principal arteria de comunicación fluvial le confería de un valor estratégico de primer orden.

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Esa civilización conocida como Hispalis en sus inicios, se ha ido desarrollando a lo largo de miles de años hasta el día de hoy: sólo puede entenderse desde la superposición de estratos en materia de tiempo. Culturas y sociedades diferentes que han ido sucediéndose y superponiéndose configurando una complejidad sólo abarcable desde un exhaustivo estudio del tiempo. En esta red que genera la historia, el río ha sido una tónica constante en la mutabilidad y conexión de la ciudad. Entendemos historia así como una disciplina apoyada en las relaciones y vínculos, que lejos de ser lineal conecta acontecimientos, espacios de tiempo, sociedades y culturas diferentes. A grandes rasgos, Sevilla tiene todos los requisitos para apoyarse en su río. Se trata de un “río grande” (al-wadi alKabir en árabe), que permite el acceso de embarcaciones basando en el puerto de Sevilla su economía durante muchos, cuenta con un estuario en su desembocadura, con unas funciones medioambientales increíbles.

Pero, ¿realmente se ha producido un proceso de simbiosis en el que Sevilla ha evolucionado desde los acuerdos con su Río? ¿O se ha aprovechado de sus beneficios, especialmente en el ámbito de la navegabilidad, alterando su equilibrio si fuera necesario? Esta relación ciudad-río ha sido siempre en realidad una batalla encubierta que es la que le ha dado sentido. Esta batalla ha tenido dos frentes diferenciados: la preservación de la navegabilidad y la defensa frente a la amenaza constante de inundaciones. De la primera batalla el Río ha salido con importantes heridas, pues su cauce inicial ha sido reducido hasta en 50km, de forma que ahora la navegabilidad hasta el puerto es mucho más directa, facilitando la entrada de buques y otros barcos de gran calado. Estas heridas apuestan por fortalecer una actividad que ha representado a la ciudad a lo largo de su historia: su puerto. Pero, ¿acaso el fin justifica los medios? Aún hoy los dragados periódicos necesarios para mantener activo el puerto son motivo de

Imagen explicativa del concepto natural-artificialidad desde un proyecto que se apoya en un lienzo completamente natural convirtiéndolo con 603.850m2 de polipropileno rosado en un paisaje artificial. “Surrounded Islands (Islas Rodeadas)”. Miami. Christo y Jeanne-Claude. Mayo 1983. Vista aérea del proyecto o intervención. Consultado en http:// www.plataformaarquitectura.cl/2011/12/28/arte-y-arquitectura-christo-y-jeanne-claude/ el día 08/01/2013.

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debate, especialmente en la medida en que la sostenibilidad se va abriendo un hueco cada vez más grande. Además de dragados se han sucedidos actuaciones en los últimos veinte años relacionadas con la protección de márgenes cortas o rectificaciones,…. En cambio ante la amenaza de inundaciones, la ciudad ha actuado de manera drástica, produciéndole al río quizás la mayor de sus heridas, primero en La Cartuja y desde la Exposición Universal de 1992 en San Jerónimo, unas heridas que le han robado el carácter natural de río como corriente continua de agua que desemboca en el mar. Ya no es un río, es una dársena que mantiene el agua estanca y requiere cuidados específicos, al no circular el agua por ella los residuos quedan asentados y las funciones naturales propias de un río quedan delegadas a la otra rama construida artificialmente, lo que se conoce como río vivo.

No deja de ser curioso esta complejidad en las relaciones: artificialidad versus naturalidad. El río artificial se encarga actualmente de las funciones que llevaba a cabo el río natural, mientras que éste, libre por definición, ha quedado sometido a las cortas y diques que lo confinan hasta hasta garantizar 5.400 ha sin peligro de inundaciones. Ese límite confuso entre lo que es río y lo que no lo es, o mejor aún, lo que ha nacido para albergar las aguas de un río y lo que se ha diseñado para tal fin, se acentúa por tanto con los acuerdos y desencuentros ciudad-río. De esta forma parece lógico pensar que la ciudad ha ido configurándose y adaptando su morfología a la traza natural que la recorría, el Guadalquivir, pero la gran cantidad de intervenciones artificiales que el hombre ha llevado a cabo sobre el río incitan a cuestionarnos si no es el hombre quién ha configurado ese elemento, desprovisto ya de toda naturalidad hasta convertirlo en un vestigio, una huella de lo que fue. Si hablamos en términos de morfología

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vuelve a aparecer esa nebulosa alrededor de qué ha configurado a qué pero lo que está claro es que uno no se puede entender sin el otro. ¿Cuál es la situación actual de las aguas que han quedado como parte estanca de la ciudad? No deja de ser un condicionante más, otro estrato consecuencia de un cambio en la ciudad y ligado a un momento completo que se sumara a esa compleja adición de estratos-tiempo que componen la historia. Ahora bien, en esta batalla ¿Estamos perdiendo el potencial que puede generar tener un río que cruce la ciudad, o realmente con la dársena, como agua estanca, mantenemos esa función? No hay una respuesta a estas preguntas, esta batalla ha desembocado en una cara y una cruz, dos caras de una misma realidad. Si bien el agua no corre por esa gran calle de Sevilla que es el Guadalquivir, no deja de ser la calle más grande de Sevilla, una calle que además tiene la particularidad de que por ella no circulan coches sino agua. Es una inyección muy potente dentro de la compacidad de la ciudad, una inyección de aire y oxígeno. Una oportunidad medioambiental, cultural, social y patrimonial que permite entender la muerte del Guadalquivir como río vivo desde el nacimiento del Guadalquivir como aguas urbanas. El Guadalquivir como ente atractor y conformante de la ciudad de Sevilla. Estas preocupaciones y temáticas actuales vienen desarrollándose desde 1992, a raíz de la Exposición Universal.

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Aparece la emergencia de un nuevo concepto: la sostenibilidad, que implica racionalidad económica, ecológica, y sobre todo social. Esto es, a raíz de la ejecución de la corta de La Cartuja con la idea de colmatar el meandro en San Jerónimo, el río de Sevilla ha pasado de ser objeto de intervención de mecánica hidráulica a ser materia de tratamiento de perfil urbanístico. Por primera vez empiezan a aparecer normativas que intentar regular las actuaciones en el Guadalquivir para dotarlo de unos márgenes regalados a la ciudad como espacios de ocio y de relaciones sociales, comunicando además ambas orillas desde una permeabilidad que va a caracterizar el crecimiento de la ciudad hacia el oeste. Aparecerán así en torno al río aspectos culturales, sociales, deportivos, turísticos, productivos, empresariales, etc. El río ha empezado esta nueva andadura en los márgenes de una seguridad que ha adquirido desde la artificialidad del mismo. Pretende ser paradigma de una bolsa de actividad entendido desde el peatón en términos funcionales, a la vez que toma aún más importancia en el ámbito patrimonial, constituyéndose no sólo como imagen de la ciudad sino sobre todo como reflejo de la misma. Se están enunciando muchos conceptos de gran interés que van a regir las preocupaciones presentes y futuras en torno al Guadalquivir. No se entiende futuro sin sostenibilidad. ¿Qué entendemos por sostenibilidad en este marco urbano? La nueva forma de entender el río como conector de la sociedad y con ello eje de centralidad


de la misma hace que el concepto de sostenibilidad se enfoque más allá de la dimensión ecológica orientándolo hacia la repercusión del bien ambiental en la persona como ente protagonista de dicho beneficio. ¿Cuáles son por tanto los objetivos? Equilibrio. Equilibrio en tanto en cuanto se alcance un punto medio entre la cara y la cruz de la realidad, entre la naturalidad y la artificialidad; equilibrio en la medida en que miremos y cuidemos el medio ambiente y los recursos que el mismo nos proporciona; equilibrio en el diseño de una ciudad sostenible que va a asegurar la mejora de la forma de vida de las personas que en ella viven, equilibrio entre aspectos productivos, económicos y sostenibles; y equilibrio entre mantener el buen estado ecológico del río mediante el respeto al ecosistema, y a la vez aprovechar los recursos que el río ofrece para el bienestar de todos. Por supuesto, para alcanzar estos equilibrios planteados sobre los que se fundamenta la sostenibilidad de la ciudad y de su río es imprescindible perder el miedo a construir una nueva ciudad sobre la existente. No es necesario cambiar ninguna traza, sino modificar la esencia de las calles para dotar al peatón de la importancia que merece frente a la hegemonía actual de los transportes motorizados, ¿Qué pasaría si elimináramos completamente los aparcamientos a nivel de calle, concentrándolo en una serie de edificios en lugares estratégicos? La calle con este simple gesto se volvería más amable hacia el peatón. Igual de importante es la construcción de un

sistema continuo de espacios libres en torno a la ciudad que permita recuperar las señas de identidad del territorio y recuperar su histórica calidad paisajística y ambiental, sirviendo de enlace ininterrumpido entre todos los elementos, entre ellos el propio río. Todo esto es posible, la técnica lo permite, y actualmente están surgiendo muchas investigaciones acerca de estos temas ¿Por qué no empezamos a perder el miedo a realizar este tipo de actuaciones?. En este contexto, los ecosistemas hídricos tienen un papel fundamental, por lo que deben preservarse, y para ello surgió en el año 2000 la Directiva Marco de Agua como resultado de un largo andar hacia el camino de la sostenibilidad. Su objetivo es la consecución del buen estado ecológico de las aguas europeas, para lo cual introduce principios y herramientas económicas al servicio de los objetivos ecológicos. La aparición de esta cultura de la sostenibilidad se impone como necesaria, cada día más. Se basa en la conciencialización de la sociedad de que los recursos que nos proporciona la Naturaleza son limitados, y sólo actuando con coherencia a estos preceptos se puede alcanzar el fin último por el que luchamos: la recuperación de la armonía con el medio para garantizar el bienestar de las generaciones presentes y futuras.

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CONCLUSIÓN En el complejo devenir de la historia, la sociedad tiene una importancia innegable, es el motor de la misma, tanto desde el individuo como desde el conjunto de individuos. Tras una etapa en la que el hombre se ha creído con potestad de sacrificar los recursos humanos o castigar al planeta en su búsqueda de un beneficio personal, tenemos que empezar a reflexionar acerca de la necesidad de reencontrarnos con ese equilibrio que estamos perdiendo. La artificialidad sólo tiene sentido en la medida en que busque rememorar una naturalidad que hemos perdido. Estamos sentando las bases de una cultura alrededor del concepto de sostenibilidad, Sevilla y su río tienen unas condiciones inmejorables. El Guadalquivir no es más que el prototipo de calle hacia el que debemos avanzar, una sección con fachada a ambos lados, calles de entre 20-100m y una sección central (río) como colchón verde paradigma de sostenibilidad. Tenemos el paradigma de sostenibilidad en nuestra ciudad en el correcto entendimiento de la relación ciudad-río, ¿por qué no lo asentamos como base del presente y futuro de la ciudad?

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Imagen: Metáfora de la necesidad de cuidar el planeta. Fotografía: Chema Madoz. Incluída en el libro “Poesía visual”. Biblioteca BlowUp. Libros únicos.


BIBLIOGRAFÍA CAMPOBLANCO DÍAZ, H, GOMERO TORRES, J. “Importancia de los ríos en el entorno ambiental”. Revista del Instituto de Investigación de la Facultad de Geología, Minas, Metalurgias y Ciencias Geográficas. Vol. 3, nº 5. Enero-Junio 2000 MARTÍN ORTEGA, J. “Los beneficios ambientales de las aguas del Guadalquivir: un análisis económico”. Consejería de la Presidencia, Junta de Andalucía. Sevilla 2010 DEL MORAL ITUARTE, L. “El puerto y la Ría del Guadalquivir: Mitos, rupturas y continuidades”. Ponencia. Departamento de Geografía Humana. Universidad de Sevilla CASTEJÓN ARQUED, R. “Las relaciones ciudad-puerto: el caso de Sevilla”. Treballs de la Societat Catalana de Geografia. Vol. 12, nº43. Le Havre, 1995. ARTHUS-BERTRAND, Y. “Home”. 2009. Documental disponible en http://www. youtube.com/watch?v=SWRHxh6XepM [consultado el día 27 Diciembre 2012]

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